MATRIMONIO TEMARIO COMPLETO A

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Preparación

Sacramento
al Matrimonial

Parroquia de Santo Domingo de Guzmán,


Diócesis de San Cristóbal de las Casas, Palenque, Chiapas
Febrero de 2022

1
INDICE TEMÁTICO

En relación a la preparación en aspectos humanos, sociales y


psicológicos: RAÍCES
El matrimonio Cristiano en el Símbolo del Árbol 3
Tema 1: Como llegamos al Matrimonio 4
Tema 2: La comunicación en el Matrimonio 9
Tema 3: El amor en el Matrimonio 13
Tema 4: La sexualidad y el Matrimonio 18

En relación a la preparación cristiana: Bíblica, doctrinal, ritual y


canónica

Tema 5: El Matrimonio en la Sagrada Escritura:


un bello y grande designio de Dios: TIERRA 25
Tema 6: El Matrimonio es un Sacramento: TRONCO 30
Tema 7: Como se constituye el Matrimonio Cristiano: RAMAS 34
Tema 8: Efectos y Fines del Matrimonio Cristiano: FRUTOS Y SEMILLAS 37

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El matrimonio cristiano en el símbolo del ARBOL
FINES O BIENES
SEMILLAS El bien de los esposos. La transmisión
de la vida y por tanto el amor y
educación de los hijos.

FRUTOS EFECTOS
EFECTOS: Crea un VÍNCULO y da la GRACIA

SU CONSTITUCIÓN
RAMAS Su CONSTITUCIÓN: Conocimiento, libertad
(pueden), voluntad (quieren). La celebración
ritual.

SACRAMENTALIDAD
TRONCO Signo del amor y la comunión con Dios.
Su constitución canónica.
UNIDAD, COMUNIÓN, INDISOLIBILIDAD,
FIDELIDAD

ESTRUCTURA
La realidad psicosocial que requiere y la

RAÍCES condiciona. Se: auto conocimiento, amor,


sexualidad, relaciones interpersonales,
comprensión de lo masculino y femenino,
desarrollo humano, etc.

ORIGEN
TIERRA Creado, querido, establecido por Dios.

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Tema 1: COMO LLEGAMOS AL MATRIMONIO
PREGUNTAS SUGERIDAS:
1. ¿Por qué nos queremos casar?
2. ¿Por qué es importante conocerse antes del matrimonio?
3. ¿Cómo vivimos nuestro primer encuentro, nuestra amistad y nuestro noviazgo?
Muchas personas llegan al matrimonio con muchas dificultades y problemas personales, con su
historia personal, su carácter y todo lo que les ha pasado como personas. Lo que recibimos de familia,
nuestra forma de ser, las personas y medios que influyen en nosotros, los amigos y nuestras
decisiones, todo eso determina nuestra forma de ser. Si no nos conocemos a nosotros mismos y no
conocemos a la otra persona ¿cómo vamos a llegar preparados al matrimonio? Para todas las
relaciones humanas es importante el conocerse pero para el matrimonio lo es mucho más. En este
tema veremos la importancia de conocernos y de concocer a la persona con la que nos vamos a casar
asi como su dignidad como persona.
1. CONÓCETE, ACÉPTATE, SUPÉRATE.
Para todo ser humano es importante tener conciencia de sí mismo, de su valor, de su realidad y de sus
deberes. Este conocerse tiene tres componentes:
a) Conocernos, es decir, saber quiénes somos y cómo somos.
b) Aceptarnos en todas nuestras dimensiones: físicas, espiritual e intelectual.
c) Superarnos en aquello que debemos hacerlo teniendo un ideal, un modelo.
Llevar a cabo lo anterior es muy importante, especialmente cuando se está a punto de iniciar una vida
en pareja. En la convivencia diaria, que implica el matrimonio, el los cónyuges se conocen más a fondo
y, de forma natural, salen a la luz los defectos y las virtudes de cada uno. Por eso, es importante que
ambos emprendan este esfuerzo de conocerse, aceptarse y superarse; si lo hacen es más probable
que la vida en común sea más llevadera y feliz y serán, además, personas más maduras.
CONOCERSE
Conocerse “representa un primer e importante paso para lograr ser artífice de la propia vida” es decir,
para tener el control de la propia vida. Es importante conocerse en todos los aspectos característica
físicas, mentales, emocionales, temperamento, carácter y aptitudes.
Es frecuente que las personas tengan una auto imagen equivocada de sí mismos:
 Algunos se subestiman. En algunos casos la persona reconoce y acepta menos cualidades o
características positivas que las que posee y que aprecian las personas que conviven con ella,
como la simpatía, el trato agradable o el buen sentido del humor. esto sucede por humildad:
no quieren parecer orgullosos vanidosos al aceptar sus cualidades. sin embargo, no tiene nada
de malo aceptarlas, siempre y cuando no se caiga en la vanidad. Hay que tener cuidado

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además, de no caer en una falsa humildad, que es cuando las personas hablan más sobre sus
defectos o “aparentan” ser sencillos pero en el interior se sienten superiores a los demás.
 Otros se valoran de más. También sucede que hay personas que creen tener más o en mayor
grado algunas cualidades que los demás no ven en ellas; piensan que son más inteligentes,
más simpáticas o más atractivas de lo que son en realidad. esto puede convertirse en un
complejo de superioridad, lo cual puede dificultar la relación con los demás, e incluso puede
generar rechazo.
 Conviene vernos tal como somos y ser conscientes de nuestra dignidad. La correcta
apreciación y valoración de sí mismo requiere de reflexión, análisis conocimiento propio. Para
lograr esto, se deben aprovechar, en la medida de lo posible, todos los medios disponibles: la
autorreflexión, el análisis objetivo y razonado de los comentarios que hacen de nosotros otras
personas con quienes convivimos y nos relacionamos, etc. esto ayudará para tener una
imagen clara y realista de nosotros mismos, sin subestimar o sobrevalorarnos.
ACEPTARSE
El segundo paso después de conocerse, es llegar a la aceptación de uno mismo, lo cual es
indispensable para vivir en armonía y conformidad interior, y para ser feliz en la vida. Lo anterior, no
significa ser conformista, resignarse o ser indiferente ante los defectos o aspectos negativos de
nuestro carácter o comportamiento, más bien supone aceptar de forma sincera las posibilidades y
circunstancias con que contamos para superarnos, sin quedarnos en la mediocridad. supone,
también, aprender a convivir con lo que no se puede cambiar.
Aceptarse significa:
 Reconocer objetivamente en nuestro modo de ser físico y psicológico, nuestros límites y
nuestros errores.
 Saber perdonarse.
 Reconocer nuestras cualidades, aciertos y nuestra dignidad de personas.
SUPERARSE
El análisis y la reflexión sobre uno mismo nos permite tener bases más sólidas y conocer más en
concreto los aspectos positivos con los que contamos para cultivarlos y/o potenciarlos. La
autorreflexión también nos ayuda a corregir, evitar o rectificar aspectos negativos que no responden
a nuestra dignidad como persona.
La madurez humana. algo que con forma parte de las operaciones es esforzarse por alcanzar la
madurez. la madurez humana consiste en “la coherencia entre lo que se es y lo que se profesa;
[implica] la fidelidad y responsabilidad en el cumplimiento de los compromisos y deberes contraídos
con Dios, con la Iglesia y con los hombres.
LA MADUREZ HUMANA
Por eso se habla de la madurez que supone que la persona consiga un equilibrio entre su inteligencia,
su voluntad y su afectividad.

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 La inteligencia debes dirigirse hacia la verdad y el bien. Por ejemplo, que la persona haga un
esfuerzo por formarse intelectual y espiritualmente, de modo que esta formación le permita
hacer juicios rectos, ser crítico con la información que recibe y desarrollar una conciencia recta
para discernir entre el bien y el mal.
 La voluntad permite a la persona lograr lo que quiere; pero debe dejarse guiar por lo que la
inteligencia le presenta cómo bueno. La persona que se esfuerza en formar su voluntad no
expresa sus emociones, sino que es dueña de sí misma. educa la voluntad, ayuda a formar
hábitos buenos (virtudes) y se esfuerza en terminar lo que comenzó.
 La afectividad no es buena ni mala, lo que puede llegar a ser bueno o malo es aquello que se
realiza bajo la influencia de los sentimientos. por ello, la afectividad debe estar ordenada al
bien. Una persona con una afectividad madura sabe distinguir entre sentir y consentir (sentir
no es malo coma pero consentir es bueno o malo, dependiendo de si lo que sea consentido es
una acción moral o inmoral), Sabe combatir las tentaciones que pueden hacerle daño a sí
misma o a los demás, etc.

2. CONOCERSE PARA AMARSE


En el noviazgo se inicia ese proceso de conocimiento, el cual debe intensificarse una vez que
comienza la etapa del compromiso, y que continua a lo largo de toda la vida del matrimonio. Es
necesario saber quién es y cómo es esa persona con quien se compartirá la vida. De forma concreta,
es importante conocer los siguientes aspectos:
 Sus gustos, habilidades, cualidades, defectos y capacidad intelectual.
 Su forma propia de amar y como le gusta ser amado.
 Sus sueños, anhelos, proyectos y aspiraciones humanas.
 Su vida espiritual, su relación con Dios y su disposición al servicio y ayuda a los demás.
Lo anterior son algunos de los puntos más importantes que se deben conocer, sin embargo, se
podrían añadir otros aspectos, como el tipo de educación, qué le gustaría dar a los hijos, qué tipo de
amistades tiene, en qué gasta su dinero, cómo trata a su familia, etc.
Es fundamental tomar conciencia de que conocer a la pareja (futuro cónyuge) es un momento
importante para el éxito de la relación y del futuro matrimonio. El conocimiento real y objetivo de la
pareja ayuda a madurar el amor. El conocimiento lleva a la comprensión, aceptación,
adaptación y a un amor más maduro. La pareja próxima a casarse debe trabajar y esforzarse por
conocerse aún más profundamente. ¿ Porque? A continuación explicaremos esto detenidamente:
Si se esfuerzan en conocerse el uno al otro entonces pueden llegar a comprender por qué el
otro actúa de tal o cual manera. La comprensión implica tratar de entender al otro, ser
empáticos con su situación.
De la comprensión viene la aceptación: “Ya sé que eres así, te comprendo y te acepto. Esto no
significa que las personas no quieren tratar de cambiar y superar sus defectos; de hecho es
necesario este esfuerzo de crecimiento personal por el bien de la pareja. Si se aman
verdaderamente, pueden ayudarse uno al otro a superar esos defectos pues el amor siempre

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produce el deseo sincero de ayudar al otro alcanzar su verdadero bien. Esta ayuda debe
realizarse siempre respetando al otro en su libertad.
Sin embargo, hay ciertos aspectos que no cambiarán. Cada uno debe estar dispuesto a aceptar
y sobrellevar esos rasgos que el otro no puede cambiar. si alguno de los dos cree que no podrá
vivir con tal o cual defecto de la pareja una vez casados, lo aconsejable sería volver a meditar
la decisión de contraer matrimonio con esa persona.
El proceso de conocimiento involucra también una adaptación al otro. la adaptación, a veces,
se da en costumbres, gustos, formas de hacer las cosas, etc. siempre con el objetivo de
mantener una armonía en la relación, y sin que implique negar lo que cada vez es en su
esencia. ante todo, como ya hemos dicho, el respeto al otro y a su individualidad debe ser la
prioridad, pero también la justicia. Si uno debe ceder en ciertas cosas, es justo que el otro
también ceda en otra.
Al fin de cuentas el objetivo del conocimiento profundo de la pareja es lograr que su amor
crezca y madure.
3. LA DIGNIDAD DE CADA PERSONA
¿Por qué hablar de dignidad humana en un curso pre matrimonial?” Porque es preciso ir a las bases
y tomar conciencia primero, de que la persona con quien se va a contraer matrimonio es justamente
eso, una persona que tiene una dignidad. Por ello, merece todo nuestro respeto y un trato digno, y
con mayor razón porque es a quien se ama y con quién se va a compartir la vida.
Siempre debemos recordar que nuestro cónyuge posee una dignidad, que no se ve afectada por
cualquier característica (defecto o virtud) que pudiera poseer. Cuando se dice que el ser humano
tiene dignidad, sí habla en primer lugar de que merece ser tratado siempre como tal, es decir, como
ser humano.
El ser humano posee dignidad porque el está hecho a imagen y semejanza de Dios y es la única
criatura que tiene ese privilegio. La inteligencia y libertad del hombre le distingue de los demás seres
y lo elevan a un rango superior. Por esto, la dignidad de la persona no es fruto de cualidades, sino de
la misma naturaleza del hombre, como ser racional, capaz de pensar y de amar”. Si la dignidad del
hombre le viene por su naturaleza humana, esto quiere decir que todos los seres humanos son iguales
en dignidad, sin importar su edad, sexo, color de piel, religión, creencias, defectos físicos y
psicológicos, ni cualquier otra característica particular.
4. EL HOMBRE ES IMAGEN DE DIOS
Fundamentos biblicos
 El hombre posee una dignidad porque fue creado a imagen de Dios: “Creó, pues, Dios al ser
humano a imagen suya, a imagen de Dios le creó” (Gn. 1, 27).
 Por ello los hombres fueron “revestidos de poder como el suyo” (Eclo 17, 3), y “hechos poco
menos que un Dios” (Sal 8).

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 Los seres humanos fueron creados con capacidad de “tomar su propia decisión” (Eclo 15, 14);
responsables de decidir entre el bién y el mal: “Te pongo delante vida o muerte, bendición o
maldición” (Dt. 30, 16-21).
 “El hombre fue creado cuidador de toda criatura: “Con dominio sobre animales y plantas” (Gn
2, 20). “Coronado con la gloria y dignidad, le diste Señor, el mando sobre las obras de tus
manos, todo lo sometiste bajo tus pies.” (Sal 8, 7).

Exhortación apostólica Amoris laetitia


“Es una una honda experiencia espiritual contemplar a cada ser querido con los ojos de Dios y
reconocer A Cristo en él. Esto reclama una disponibilidad gratuita que permita valorar su dignidad. Se
puede estar plenamente presente ante el otro si uno se entrega << porque sí>>, olvidando todo lo
que hay alrededor. El ser amado merece toda la atención. Jesús era un modelo porque cuando
alguien se acercaba a conversar con él detenía su mirada, miraba con amor (cf. Mc 10, 21) (AL 323).

LAS COSAS QUE AFECTAN A LA RELACIÓN DE PAREJA


1. ¿Qué es el machismo y por qué afecta la relación de pareja?
2. ¿Qué son son celos y por qué afectan a la pareja? ¿Cómo hemos vivido esta sitiación?
3. ¿Qué otras cosas conocemos que afectan?

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TEMA 2: LA COMUNICACIÓN EN EL MATRIMONIO
PREGUNTAS SUGERIDAS:
1. ¿Es importante la comunicación en el matrimonio? ¿Por qué?
2. ¿Cómo está hoy la comunicación entre los matrimonios?
3. ¿ Porque siempre se insiste tanto en que las parejas, sean de novios o casados, tengan un
diálogo constante?

1. LA IMPORTANCIA DEL DIÁLOGO CONYUGAL

Comunicarse en el matrimonio es la capacidad mutua de expresar o transmitir libremente lo que se


piensa y se vive, -lo que se es y lo que pasa- en un diálogo libre y respetuoso ante la persona que se
ama.

Al llegar al matrimonio no conocemos realmente cuánto nos amamos. el amor es una aventura de
descubrirse diariamente, ir cambiando juntos, madurar, hacer de un “Tú” y un “Yo” un “Nosotros”.
Esto no se puede hacer en silencio, ni conversando sólo sobre problemas urgentes y temas
superficiales. Tampoco se hace de una vez por todas y para siempre, es decir, no se conoce todo de
una persona con una única conversación. El conocimiento mutuo y profundo del otro se logra poco a
poco, justamente, a través del diálogo, que facilita que se conozcan aspectos de la personalidad de la
pareja que se desconocían y que se descubra una cualidad o una debilidad que no habíamos percibido
antes.
Desafortunadamente, uno de los problemas más graves que vivimos en la actualidad, es que hemos
perdido el arte de conversar. Todo atenta contra la conversación: el vivir deprisa, el trabajo
absorbente, el exceso de compromisos sociales y el ruido, en todas sus manifestaciones son
obstáculos que impiden dialogar y relacionarnos. Esto es un grave problema, especialmente, en el
matrimonio. Nos vamos aislando de tal manera que puede llegar un momento en que los cónyuges ya
no se conocen porque han perdido el buen hábito de dialogar.
El diálogo se define como “plática entre dos o más personas que alternativamente manifiestan sus
ideas o afectos”. Respecto al diálogo conyugal, el padre Nicolás Schwízer señala que: “dialogar
significa regalarse el uno al otro desde lo más íntimo de que cada uno tiene. Es entrar en comunión, es
abrir el corazón al otro y mostrarle quién soy por dentro, mis angustias, mis esperanzas. Dialogar es
intercambio de corazones, es fusión de corazones” (El diálogo conyugal).
El diálogo profundo es el principal alimento del amor. Nos vamos a casar con una persona que
empezamos a conocer, que ha comenzado a abrir su vida a nosotros y a que a lo largo de la vida de
casados se nos dará a conocer más profundamente. No se puede amar a quien no se conoce.

FUNDAMENTOS DE LA COMUNICACIÓN
El compromiso: Cuando no queremos comunicarnos es porque no queremos comprometernos o
abrirnos. Cuando ha habido fracasos en la comunicación nos da temor volverlo a intentar.

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La conciencia de ser un don: Cada uno de nosotros es un regalo para los demás, y los demás son un
regalo de Dios para nosotros, somos únicos e irrepetibles. Debemos tener muy presente que darnos a
los demás nos enriquece y recibir de los demás también nos enriquece.
La opción por la sinceridad: Debo ser fiel conmigo mismo y eso me ayudará a serlo con los demás,
debo conocer mi propia identidad, conocerme, saber de qué soy capaz, ser auténtico y no aparentar
lo que no soy, sino lo que en realidad soy. Esto nos ayudará a conocer abiertamente a nuestro
cónyuge, no con máscaras.

Entonces, ¿qué sucede cuando no hay diálogo entre los esposos? veamos algunas consecuencias:
 La pareja no tiene los elementos suficientes para resolver sus crisis, ayudarse a crecer
mutuamente o tomar decisiones juntos. No sabrán cómo ser buenos esposos y mucho
menos padres responsables. Es un error pensar que la pareja espera de la vida
exactamente lo mismo que uno, que le alegran o entristecen las mismas cosas y que se
sentirá satisfecha haciendo lo que a uno le complace. Por eso es importante el diálogo,
para darse cuenta de que el otro es un “tú” diferente a uno mismo, que nos
complementa, que tiene una vocación propia y una personalidad diferente.
 Cuando la pareja no dialoga frecuentemente y con sinceridad sobre su vida, se va
distanciando y enfriando en su comunicación. Incluso puede suceder que cada uno
haga del otro una prolongación de sí mismo, es decir, que cada uno esté tan encerrado
en sus ocupaciones, en su vida y en sus pensamientos, que no se da cuenta de que el
otro es un ser distinto, y por tanto, espera que sea, actúe y reaccione igual que uno. y
como esto no es así, cada día crecen las incomprensiones, los roces y las impaciencias.
Si el amor es comunión y darse al otro por completo, la forma concreta en que esto se exprese es a
través del diálogo. Por tanto, “el debilitamiento del diálogo trae necesariamente consigo el
debilitamiento de la ternura, de la delicadeza, de la comprensión, del respeto y de todas las cosas que
implica el amor”. De ahí la importancia del diálogo en el matrimonio.
Que es dialogar:
 Dialogar es una comunicación mantenida, una conversación, un acontecimiento en el que nos
relacionamos con otra persona y que tiene por objetivo comprender lo que se conversa y a la
persona con la que se conversa.
 Dialogar es abrir al otro el corazón, decir lo que somos, pensamos y sentimos; es comunicar
nuestras frustraciones, goces y esperanzas.
 Dialogar es mostrar o abrir a la otra persona nuestra riqueza interior por medio de la palabra;
es comunicar las ansias, los ideales y los anhelos más profundos. Ser capaces de decir lo que
nos preocupa y lo que nos quita o altera la paz.
 El diálogo contribuye a conocernos más, a escuchar con oído atento y comprensivo.
 Dialogar es escuchar activamente, hablar con sinceridad.
 Dialogar es estar abiertos a lo que el otro quiere decir sin apegarse al propio punto de vista
sino más bien, descubrir un terreno o asuntos y sueños en común.
CÓMO NOS COMUNICAMOS

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Las palabras son el canal más importante de la comunicación pero no son la única fuente y
componente de la comunicación:
 Las palabras: con ellas puedo dar vida o herir. Ef. 4:25, 29 -31
 El silencio: saber escuchar y poner atención al otro. El silencio es toda una escuela de
aprendizaje en la pareja.
 El contacto: cuando “tocamos” confortamos y expresamos un cuidado amoroso. Es este tocar
que cuida cada detalle.
 Los gestos y el lenguaje corporal. Todo lo que hacemos con el cuerpo comunica,
postura, tono de voz, forma de caminar, la cara, los ojos, etc.
 Las actitudes: que son también gestos físicos y modos de actuar que trasmiten lo que
pensamos o deseamos.
LA COMUNICACIÓN EN EL MATRIMONIO CRISTIANO
A la luz de nuestra fe comunicarse no es solo hablar y dialogar. Dios mismo al comunicarse con
nosotros realizó un gesto de amor dándonos su misma vida divina. La máxima comunicación de Dios
está en Jesucristo, su hijo, que vino a mostrarnos el corazón de su Padre y decirnos cómo nos ama
hasta dar su vida por nosotros.
Comunicarse es abrirle nuestra vida al ser amado, es dejarle ver lo más íntimo de nuestra vida y
nuestro corazón; comunicación es intimidad que comparte y transparenta todo. Así como Dios nos dio
a conocer su gran amor.
Comunicarse es donación. Esto significa que cuando me abro al otro le regalo lo que soy, lo que me
pasa y lo que siento. Ese gesto común es darse al otro en el amor.
La comunicación construye el matrimonio. Porque cada gesto, cada palabra, cada situación
compartida es un ladrillo que entre la ambos, elaboran y van colocando en su construcción
matrimonial diaria. Por eso es una tarea permanente. Comunicarse es darle la oportunidad al otro de
que me construya, de que me alumbre, me comprenda. Es permitirle al otro intervenir y entrar en mi
para ayudarme o apoyarme. Si no me comunico ¿Cómo puede ayudarme? Solo en la comunicación el
matrimonio elabora su camino de vida, con cada cosa que se comparte va edificando una vida común,
se va viviendo una espiritualidad común. Al compartir se construye un deseo común, un frente común
de lucha, una conciliación común, un proyecto común.
Un gesto y una pedagogía en el amor de Jesús es haber llamado a sus discípulos a vivir con él. Esto
signfica que iban a compartir la vida. Solo así podían conocerlo y sobre todo conocer quién era él, qué
le movía, le gustaba, lo que le gustaba, lo que sentía y pensaba. Solo así se enrolaron con él en un
proyecto común, en un amor y deseo común que se tradujo en una práctica común. Y no podìa ser de
otro modo que compartiendo en un ambiente de plena comunicación.
La comunicación es el elemento mas importante que edifica la unidad. Por ella el hombre y la mujer
llegan a un entendimiento común para poder amarse y vivir. Por eso la pareja debe elaborar o buscar
su propio proceso comunicativos: tiempos, lugares, modos, etc. En este proceso la pareja, por su fe,
reconoce que necesita escuchar también la palabra que quiere decirle Dios. Voltear juntos, silenciar
su corazón y escuchar la Palabra viva de Dios. Así dejan que Dios intervenga en su vida para
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iluminarla, equilibrarla, darle sentido y fuerza. El matrimonio cristiano deja a Dios intervenir, crear e
iluminar su vida constantemente.
DIÁLOGO EN PAREJAS

¿Por qué la comunicación construye el matrimonio?


¿Cuáles han sido las dificultades que hemos tenido en nuestro proceso de comunicación?
¿Cómo podemos hacerle para iniciar o mejorar nuestra comunicación?
¿De qué manera juntos escuchamos a Dios y le dejamos iluminar nuesta vida matrimonial? ¿Cómo
ha sido nuestro proceso de encuentro con Dios?
¿Cómo podemos hacerle para iniciar o mejorar nuestra comunicación con Dios?

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TEMA 3: EL AMOR EN EL MATRIMONIO
EL AMOR COMO VOCACIÓN Y LLAMADO DEL SER HUMANO.
El ser humano sólo encuentra su realización al amar, es decir, sólo es en la medida en que ama y se
entrega a los demás. Cuánta satisfacción y felicidad encuentra una madre al entregarse en cuerpo y
alma al cuidado y atención de su esposo e hijos. Esto implica tiempo, sacrificar muchas veces las cosas
que a ella le gustan, desvelos, preocupaciones, pero todo esto le parece poco con tal de ver felices a
sus seres queridos. Eso es entrega por amor, y hace que la persona sea feliz, se siente plena y
realizada. Pero no sólo una madre de familia: todos podemos experimentar esa satisfacción y plenitud
cuando damos de nuestro tiempo, nos entregamos a alguien o a una causa en bien de los demás. El
ser humano es un ser creado para amar, es decir, cuando Dios creó al hombre y a la mujer los hizo
poniendo en ellos el deseo y la vocación de ser uno para “el otro”, hizo una criatura diseñada para la
comunión. Cuan profunda es la palabra de Jesús: “Quién guarda la vida para sí, la pierde, pero quien
entrega la vida por amor la gana” (Mt 16, 25).
PREGUNTAS:
¿Qué es el amor?
¿Cuál será la característica del amor cristiano?

1. ¿ QUÉ ES EL AMOR?
El amor es una realidad humana muy compleja. La ciencia no ha logrado establecer una definición que
pueda decir todo lo que es y satisfacer a todos. Desde la fe cristiana, desde el Evangelio, sin embargo,
tenemos una enseñanza muy clara sobre lo que significa amar. Nosotros, los cristianos, hemos
conocido el amor de un modo inaudito al encontrar que Dios es un Dios de amor y que su más grande
revelación de amor está en la vida de su hijo Jesucristo que se encarnó, creció, trabajo, murió y
resucitó para enseñarnos cómo podemos y debemos amar.
El amor cristiano ha tomado un significado y una dimensión que no se encuentra en ninguna otra
realidad humana. Existen muchas ideas equivocadas o reducidas sobre el amor. Actualmente
debemos estar muy atentos a tantas formas en que se presenta el amor en los medios de
comunicación, en la televisión y el cine, en la reflexión y ejemplo de muchos líderes de opinión de
todo tipo. Estas reducciones están bien pensadas y dirigidas y son muy peligrosas. Muchas atentan
contra la forma en que los cristianos entendemos el amor. Nuestros hijos y los jóvenes ya están
creciendo y experimentando el amor con graves desviaciones sin tener conciencia de ello. La muestra
de ello es pensar que el amor se reduce a lo sexual o a una pasión emocional que tiene que sentirse y
terminar un día.
Hay quienes piensan que el amor es:

Un instinto Una Un Un deseo o


Deseo de
biológico atracción sentimiento pasión
Belleza física
sexual romántico pasajera

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No se puede negar que el amor conyugal puede tener muchos de esos elementos, pero,
esencialmente, el amor es mucho más que eso. En el amor conyugal “entran todos los elementos de
la persona- reclamo del cuerpo y del instinto, fuerza del sentimiento y de la afectividad, aspiraciones
del espíritu y la voluntad-, por ello, el amor conyugal no puede cerrarse solamente a lo físico, también
debe existir entre los cónyuges un amor de amistad y de fraternidad que involucra la unión de las
personas.
El gran psicólogo Erich From dice que sí el amor erótico, es decir, el amor que anhela “fusión
completa, de unión con otra persona”, (en otras palabras, el amor que busca la unión sexual), no es a
la vez fraterno (el amor a todos los seres humanos, al que se refiere Jesús cuando dice “ ama a tu
prójimo como a ti mismo”), jamás conduce a una unión verdadera, profunda, duradera, sino que será
una unión meramente sexual y pasajera (El arte de amar).
Características del amor:

Es una conducta emocional aprendida. Nuestra manera de amar la hemos recibido del ambiente
familiar y social en que vivimos. Corresponde a las influencias y estímulos que hemos recibido. Es una
respuesta a lo que hemos recibido.

Es una realidad dinámica. Se vive cada segundo de nuestra vida y en todo lugar. Siempre estamos
aprendiendo a amar porque estamos cambiando permanentemente. El amor crece continuamente.

Es una construcción permanente. Es una realidad que no se hace sola, no nace y crece sola. Se va
edificando conscientemente con cada palabra, gesto y acción. Cada persona que ama construye a diario
su amor. Nunca dejamos de amar.

El amor conyugal o el matrimonio: una de las formas de realizar la vocación al amor


Ya desde la creación surge la vocación matrimonial: “Por eso dejará el hombre a su padre y a su
madre y se une a su mujer, y si hacen una sola carne” (Gn 1, 27-28). Desde la creación Dios pensó al
ser humano en dos formas: hombre y mujer. La mujer responde a la soledad del hombre y viceversa:
“No es bueno que el hombre este solo. Haré pues un ser semejante a él para que lo ayude” (Gn 2,18).
De esta forma Dios crea el hombre y la mujer iguales en dignidad, diferentes y complementarios en lo
físico como lo espiritual y lo psicológico. Él quiso crearnos así para que juntos, hombres y mujeres, en
el amor, nos uniéramos si fuéramos una sola cosa realizando así la vocación al amor que tenía el
llamado concreto del matrimonio. Es Dios mismo quien les hace la invitación a santificarse y llegar al
cielo a través de esta forma de vida.
2. EL AMOR: ELEMENTO PRINCIPAL DE LA VIDA MATRIMONIAL
El amor es elemento principal de la vida matrimonial y familiar, hasta el punti de que sólo él es capaz
de lograr que los esposos sean fieles a su compromiso, es tan importante que sin el amor sin él no
debieran casarse: “Sin el amor la familia no puede vivir, crecer y perfeccionarse como Comunidad de
persona”. El amor es el motor que mueve al matrimonio, sin él no podría subsistir.

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3. LOS ENEMIGOS DEL AMOR CONYUGAL
Los enemigos internos: el egoísmo, principalmente, la rutina, el cansancio, la desilusión, los celos, la
falta de diálogo, la ausencia de educación, la de delicadeza y de buenas maneras, la falta de ternura.
Los enemigos externos: la dignidad del matrimonio se ve afectada por la poligamia, la epidemia del
divorcio, el llamado amor libre y otras deformaciones. El matrimonio enfrenta hoy ciertos peligros
amenazas. en la raíz de muchos de ellos está el egoísmo, el cual impide a las personas crecer en el
amor.
El hedonismo: Es una forma de pensar en la solo se busca el placer personal y suprimir cualquier
dolor o molestia. Por ello hoy vemos que se rompen los compromisos y las relaciones con tanta
facilidad: “Ya no siento bonito”, “Ya no me causa placer”, “Ya no me siento a gusto con él”. Se aplica
en todo momento la ley del menor esfuerzo; por ello, no se lucha por rescatar las relaciones cuando
hay problemas, pues hacerlo cuesta trabajo.
El materialismo: una visión sin medida del tener sobre el ser, hoy se valoran más los bienes
materiales que las personas. esto empeora toda la cultura actual de poner como primer valor lo
económico en lugar del amor del cónyuge o de los hijos.
 La obsesión por el éxito profesional.
 la superficialidad.
 El individualismo
 El permisivismo
 el relativismo
 los medios de comunicación
 el divorcio y el Fomento del mismo en la sociedad
 las adicciones(alcoholismo, drogas, juegos de azar, etcétera.

4. LAS CARACTERÍSTICAS DEL AMOR CONYUGAL


Plenamente humano
O sea, que es “sensible y espiritual al mismo tiempo” y no únicamente algo en el que intervienen los
instinto y los sentimientos. Quiere decir que el amor se vive en el dinamismo de la vida. Nace, tiene
que crecer y hacer crecer a los que se aman. Inunda toda la realidad humano y la potencia.
Total
Es total porque “los esposos comparten generosamente todo, sin reservas indebidas o cálculos
egoístas”. El amor en su naturaleza exige una donación completa-integral.
Fiel y exclusivo
la fidelidad es mucho más que la exclusión del adulterio. Comporta, sobre todo, el empeño por vivir el
uno para el otro, amándose y respetándose en las alegrías y en las penas, en la salud y en la
enfermedad todos los días de su vida. El amor conyugal es exclusivo porque sólo se da entre dos
personas. estos compromisos de fidelidad y exclusividad deben cumplirse hasta la muerte.

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Fecundo
Hay que recordar que el amor conyugal es total, y por ello, exige a los cónyuges abrirse y entregarse
plenamente, lo cual incluye estar disponible a la posibilidad de la paternidad o maternidad. Querer y
desear tener hijos para amarlos y vivir así la dinámica del amor.
Debe ser libre
el hombre, al ser creado a imagen y semejanza De Dios, es creado precisamente para amar, ser libre y
responder a una vocación(llamado), como una opción de amor. Al responder a la vocación estamos
renunciando a otras alternativas; Alcázar nos estamos tomando como opción a una mujer o un
hombre específicos; de manera libre y por amor, renunciando a todos los demás.
Abarca el bien de la persona
dice el Concilio Vaticano II: este amor, por ser en mi mente mente humano, ya que va de persona a
persona con el afecto de la voluntad, abarca el bien de toda persona, que es capaz de enriquecer con
una dignidad especial las expresiones del cuerpo y del espíritu y de ennoblecerlas como elemento y
señales específicas de la amistad conyugal.
Requiere madurez personal
El amor conyugal es, ante todo una experiencia, una realidad humana que no exigen ni cultura ni fe
religiosa, pero sí exige madurez. recordemos que la madurez supone que la persona tiene un
equilibrio entre su inteligencia, su voluntad y su afectividad. una persona madura aplica su
inteligencia para elegir el bien y la verdad, domina su voluntad cuando somete los impulsos a la razón
y y es dueña de sí misma; domina su afectividad cuando la dirige hacia el bien y sabe distinguir entre
sentir y consentir.
5. ¿ QUE DA EL AMOR A LOS ESPOSOS?
La alegría de vivir y de verse casados esperanza para el porvenir, ilusiones para seguir luchando,
optimismo en los fracasos, satisfacciones personales comunes. les da la felicidad plena y siempre
cuando su matrimonio de acuerdo a la voluntad de Dios y busquen siempre hacer felices el 1 al otro.
6. EL CAMINO DEL AMOR CONYUGAL: INICIA, CRECE Y LLEGA A SU MADUREZ
El amor conyugal se va transformando a lo largo del tiempo. pasa por distintas etapas que es
importante conocer. aunque no hay que tomarlas como regla general, pues cada pareja es diferente y
se comporta diferente, vale la pena estar conscientes de que muchos matrimonios pasan por estas
situaciones.
 Primavera matrimonial: en esta etapa el amor florece, los primeros meses del matrimonio
están llenos de amor nuevo e intenso. donde abunda la ternura.
 Verano matrimonial: los cónyuges conocen la verdadera cara del otro, la vida cotidiana se
vuelve muy exigente, se terminó la etapa de adaptación y hay un mutuo conocimiento que
hace que se eviten ciertos conflictos. los hijos con su presencia dan sentido al hogar, el amor
va adquiriendo fuerza y solidez.

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 Otoño matrimonial: ocurre a los 15 o más años de casados. los esposos han madurado, el
amor se ha fortalecido, la felicidad es una realidad que se da en lo cotidiano. sin embargo, es
probable que surja 1/3 crisis, la de la indiferencia. de alguna manera sí ha paralizado el amor,
los cuerpos se estrechan todavía, pero la Unión ha perdido su significado. los cónyuges pueden
caer en la infidelidad y consecuentemente, de haber ruptura tura matrimonial.
 Invierno matrimonial: sí en este momento era el matrimonio no supero la crisis de la
indiferencia, esta etapa puede ser fatal. sin embargo, si hay amor armonía entre los cónyuges,
se vencen fácilmente las dificultades y su unidad se afectará. renace el amor, las crisis han sido
vencidas y el amor se cristaliza definitivamente.

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TEMA 4: LA SEXUALIDAD Y EL MATRIMONIO
1. ¿Cómo viven los jóvenes la seuxalidad hoy?
2. ¿Cómo ha cambiado la idea de sexualidad en el tiempo de hoy?
3. ¿Qué entedemos por sexualidad?
4. ¿Por qué la sexualidad no lo es todo en el matrimonio?
Dios los hizo varón y mujer
Hombre y mujer son diferentes, pero en esta diferencia hay una riqueza, ya que se complementan.
Así nos lo explica el documento orientaciones educativas sobre el amor humano; “los sexos son
complementarios: iguales y distintos al mismo tiempo; no idénticos, pero si iguales en dignidad
personal; son semejantes para entenderse y diferentes para completarse recíprocamente”.
Orientaciones educativas sobre el amor humano, (Sagrada Congregación para la Educación Católica
1983).
Al crear al ser humano Dios lo hizo varón y mujer: “y creó Dios al hombre a su imagen. a imagen de
Dios los creó varón y mujer los creó”. (Gn 1,27). Es una voluntad que seamos diferentes. ¿Y para qué o
porque Dios lo quiso así? Para que hombre y mujer se dieran el uno al otro. “El hombre y la mujer son
queridos por Dios el uno para el otro” (Catecismo de la Iglesia Católica 369). También para que
dándose el uno al otro pudieran dar vida y fueran con Dios co-creadores: “En el matrimonio, Dios los
une de manera que, formando “una sola carne” (Gn 2,24), puedan transmitir la vida humana “sed
fecundos y multiplicaos y llenar la tierra” (Gn 1,28). Al remitir a sus descendientes la vida humana el
hombre y la mujer, como esposos y padres, operan de una manera única en la obra del creador” (cf,
GS 50, 1).
Como decimos que son complementarios hablamos no sólo de lo físico, sino también de los
psicológico y lo espiritual
 “La Iglesia, iluminada por la fe en Jesucristo, habla en cambio de colaboración activa entre el
hombre y la mujer, precisamente en el reconocimiento de la diferencia misma”.
 “Distintos desde el principio de la creación y permaneciendo así en la eternidad, el hombre y la
mujer, injertados en el misterio Pascual de Cristo, ya no advierte, pues, sus diferencias como
motivo de discordia que hay que superar con la negación o la nivelación, sino como una
posibilidad de colaboración que hay que cultivar con el respeto recíproco de la distinción”.
La sexualidad dentro del plan de Dios: Un regalo
El sexo es algo bueno que fue creado por Dios, y que en eso mismo como es un gran bien. El
Catecismo de la Iglesia católica nos dice: “la sexualidad es fuente de alegría y de agrado: el creador…
estableció que en esta función (se refiere a la sexualidad) los esposos experimente un placer y una
satisfacción del cuerpo y del espíritu. por tanto, los esposos no hacen nada malo procurando este
placer y gozando de él. Acepta lo que el creador les ha destinado (Catecismo de la Iglesia Católica
2362).

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Las relaciones sexuales son buenas y moralmente lícitas, siempre y cuando se lleven a cabo dentro del
matrimonio. Fuera de él la relación sexual es un acto moralmente ilícito (o incorrecto). ¿porque? una
de las razones es que no se puede separar el sexo del amor.
“Si no hay amor la sonrisa y el gesto sexual no significan lo que naturalmente son y, por tanto, están
vacíos: son sólo satisfacción instintiva”.
¿Y qué pasa si una pareja de novios de verdad se ama? ¿Esó la autoriza a tener relaciones
prematrimoniales? La respuesta es no. Si hay amor verdadero, debe haber una entrega total, una
donación de todo el ser, cuerpo y alma, puesto que “no se puede entregar Cacho de persona, un
aspecto parcial, sólo el cuerpo: eso sería un engaño. se entrega todas y para siempre.
En algunos momentos de la historia se ha visto al sexo como algo “pecaminoso” o malo, pero esto ha
sido en gran parte porque se ha hecho un mal uso de él”, o bien, porque es frecuente que se piense
que la sexualidad es solo placer.
La sexualidad es un aspecto humano en el que también se da el pecado (como en muchos otros
aspectos humanos), pero no siempre implica algo malo.
También se ha caído en el extremo de ver la sexualidad como un peso o peligro y esto ha ocasionado
que se caiga en complejos y en un desprecio hacia el cuerpo (aunque esto último es algo muy poco
frecuente en la actualidad)”. Sin embargo, estas formas de ver a la sexualidad son incompletas y
erróneas. Hay que recordar que el ser humano es cuerpo y alma, que debe vivir esta realidad como
una unidad. Los valores del cuerpo son tan importantes como los del espíritu.
La sexualidad vivida de manera plenamente humana, es un don, “una efusión del amor con
mayúsculas, que permite al hombre y a la mujer entregarse con alma y cuerpo, y asumir las riendas
del origen de la vida” es decir, contribuir a generar una nueva vida, lo cual sabemos, es un milagro,
pero no es algo que pueda hacer el hombre por sí mismo, si no es algo que le viene De Dios.
Significados de la sexualidad
1. Abarca todos los aspectos de la persona
“La sexualidad es un elemento básico de la personalidad; un modo propio de ser, de manifestarse, de
comunicarse, con los otros de senti, expresar y vivir el amor humano”.
“La sexualidad caracteriza al hombre y a la mujer no sólo en el plano físico, sino también en el
psicológico y espiritual con su impronta consiguiente en todas sus manifestaciones”.
“La sexualidad expressa el modo de vivir y manifestarse al hombre como ser sexuado… la sexualidad
impregna todo el ser, penetrando hasta lo más íntimo del espíritu, toda manifestación de la vida, de la
afectividad, de la inteligencia, etcétera, está sometida al influjo de la diferenciación sexual masculina-
femenina”.
“La ciencia no dice todo sobre lo que es una persona. Proporciona una descripción perfecta en su
género, pero es liimitada, la sexualidad no es solo lo que dice la ciencia, aunque también lo sea. Es
mucho más, tiene un sentido humano que abarca toda la persona.

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“Entonces de ninguna manera podemos entender la dimensión erótica del amor como un mal
permitido o como un peso a tolerar por el bien de la familia, sino como don de Dios que embellece el
encuentro de los esposos. Siendo una pasión sublimada por un amor que admira la dignidad del otro,
llega a ser una << plena y limpísima afirmación amorosa>>, que nos muestra de qué maravillas es
capaz el corazón humano y así, por un momento, << se siente que la existencia humana ha sido un
éxito>>”.
2. Es más que genitalidad
La genitalidad se refiere a todad aquellas actividades que llevan a excitar el apetito sexual y a realizar
la unión sexual. No podemos reducir la sexualidad a la genitalidad, es decir, la sexualidad no
comprende únicamente las actividades que conducen a la excitación o a la unión corporal, por las
razones que ya se explicaron en el punto anterior. Genitalidad se refiere a reducir el sexo a lo que
sucede a nivel genital.
El padre Ramón Lucas Lucas explíca muy bien este punto. Señala que al poner en práctica actos
concretos de la vida sexual no se expresa la totalidad de la sexualidad. Todos los fenómenos genitales
son sexuales, pero hay muchos fenómenos sexuales que no tienen nada que ver con la genialidad”.
Por ejemplo: el amor y la ayuda que demuestra un marido a la esposa al cargar un bulto pesado, es
algo que tiene que ver con la sexualidad: los hombres son físicamente más fuertes la mujer es más
delicada. el hecho de que la mujer prefiera un abrazo o ser consolada por parte del hombre antes que
le solucione un problema, es un fenómeno sexual no-genital.
“La genitalidad, oientada a la procreación, es la expresión máxima, en el plano físico, de la comunión
de amor de los cónyuges. Arrancada de este contexto de don recíproco, la genitalidad pierde su
significado, cede al egoísmo individual y pasa a ser un desorden moral” (Lucas, Sexualidad humana y
cuestiones de ética sexual).
3. El placer: elemento natural de la vida sexual
La escritora Giulia Veronese señala que cuando la pareja se ama como el acto sexual en la vida del
matrimonio invade toda la vida afectiva de la persona y de la pareja, refuerza el vínculo del
matrimonio, ayuda a los cónyuges a superar las crisis ir a estar más disponibles para renovar su amor.
Añade también que “en el placer de vivir que experimentamos a través de nuestro cuerpo, el placer
del sexo << dado>> al matrimonio como un don especial para reforzar su unión”. De hecho el placer
es un elemental natural ligado a la vida sexual y no sólo a la genitalidad. Es un incentivo para que los
esposos realicen su vida sexual.
No es malo que los cónyuges busquen el placer, sin embargo, hay que tener cuidado de no buscarlo
con un afán egoísta, es decir, cada uno de los cónyuges deben reforzarse para que el acti sea
placentero y satisfactorio para el otro y viceversa. Si uno de los cónyuges busca sólo el propio placer,
el acto sexual, en lugar de brindar gozo y alegría a la pareja, se vuelve egoísta, la persona que lo
practica de esta manera se degrada, y lo que es peor, el encuentro sexual puede llegar a ser tolerado
con dificultad o sufrido con repugnancia por uno de los cónyuges, y finalmente, se puede llegar a
destruir la relación. El sexo y el placer sin amor desintegran a la pareja. Aquí es origen, muy escondido
y real, del alejamiento y fracaso matrimonial a temprano pero sobretodo a largo plazo. ¿Por qué

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matrimonios de veinte o más años acaban por desintegrarse o separarse aunque vivan en una
misma casa y tengan un solo hogar?
Ideas actuales erróneas sobre la sexualidad

1. El sexo no se “elige”es algo que se nos da


Actualmente existe una filosofía denominada “ideología de género” que señala (con razón) que en el
pasado las diferencias entre hombre y mujer eran muy marcadas en la sociedad, lo cual hizo que
muchas mujeres sufrieran discriminación e injusticia.
Por ello, para evitar que alguno de los dos sexos sea superior al otro la ideología de género pretende
eliminar las diferencias entre hombre y mujer, pues la considera un “condicionamiento” o una
“construcción” social-cultural (Jutta Burggraf, Ideología de género: Argumentos de fondo, 2008).
Según esta ideología uno no nace hombre o mujer, sino que “se hace” o “se condiciona” a ser hombre
o mujer, debido a la educación que recibe, el entorno en el que vive, etc. De esta manera reclama que
cualquier ser humano puede elegir ser lo que quiera, sea hombre o mujer, sin importar si se ha nacido
con genitales masculinos o femeninos. Incluso hay algunos grupos que defienden que existen diversos
géneros como: heterosexuales masculino, heterosexual femenino, homosexuales, lesbiana, bisexual e
indiferenciado (Jutta Burggraf, Ideología de género: Argumentos de fondo, 2008).
Para la ideología de género el matrimonio es una opción más (ni mejor ni peor que la Unión libre), así
como también la homosexualidad, las relaciones ocasionales, la prostitución, etc. (Alvaro Fernández,
Ideología de género caballo de Troya cultural, 2012).
Ante esta forma de pensar, ¿Que decir? Hay que considerar lo siguiente: el sexo influye en todo
nuestro organismo, por ejemplo, las células de un cuerpo femenino son distintas a las células de un
cuerpo masculino, como también lo son el cerebro masculino y el femenino, etcétera. De modo que,
aunque una mujer “decida” ser varón, está constituido por células de mujer.
Las leyes de la naturaleza no se pueden cambiar, como señala Alexis carrel , premio Nobel de
Medicina; “las leyes fisiológicas son tan inexorables como las del mundo sideral, no pueden ser
sustituidas por los deseos humanos. Estamos obligados aceptarlas como son. (Alvaro Fernández,
Ideología de género caballo de Troya cultural, 2012).
No se puede negar que existen anomalías en la naturaleza, como las personas hermafroditas. Es
cierto, también que existen personas con verdaderas tendencias homosexuales, y no po ello se les
debe discriminar o rechazar. Sin embargo la naturaleza y el sentido común nos dice que sólo existen
dos sexos, masculino y femenino, los cuales no se eligen, sino que se nos vienen dados por naturaleza,
y sólo de la unión de estos dos sexos puede haber procreación.

2. El sexo en los medios de comunicación


Como sabemos, los medios de comunicación nos presentan un modelo de sexualidad distorsionado y
contrario al plan de Dios. En ellos, las relaciones sexuales se presentan como algo “natural” que no
necesariamente se da dentro del matrimonio. Por ejemplo, en las telenovelas, las películas, entre el

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ambiente artístico, etc, practicar el sexo fuera del matrimonio es lo más normal (sexo prematrimonial,
unión libre, relaciones ocasionales, infidelidades).
Además, mucha de la publicidad está “sexualizada”, es decir, muchos de los anuncios están
bombardeados de elementos relacionados con el sexo: mujeres u hombres con poca ropa, poses
provocativas, chistes que degradan las relaciones sexuales, etc.
Y, por supuesto, el abundante material pornográfico (que ya está al alcance de tantas personas a
través de internet) difunde una práctica de la sexualidad que degrada al ser humano y lo muestra
como un mero objeto de placer.
En las películas, las relaciones sexuales se presentan como un evento inundado de pasión, fugaz y
muy irreal. Intentan representar en pocos segundos de ficción algo que en la vida real, hasta por
cuestiones físicas o anatómicas, sucede de otra forma. El énfasis es únicamente el placer. El sexo se
muestra como un suceso donde pocas veces está presente la ternura, delicadeza y el amor que son
elementos indispensables en una relación sexual verdaderamente humana. Por tanto, las películas ,
las telenovelas, las revistas y los medios masivos en general, no son una buena referencia para que
aquellas parejas que están próximas a carsarse y que deseen informarse adecuada y objetivamente
sobre este tema. Los matronionios jóvenes las tienen por modelos reales y autorizados.
LA MORAL SEXUAL
Algunos principios fundamentales

El Concilio Vaticano II, en el documento Gaudium et spes, señala que cuando se trata de las
relaciones conyugales, la conducta moral de las personas no debe depender solamente de la buena
intención y de los motivos que se tienen para actuar de tal o cual manera, sino más bien, el actuar
“debe determinarse con criterios objetivos tomados de la naturaleza de la persona y de sus actos”
criterios que respeten “el sentido de la mutua entrega y de la humana procreación, entretejidos con el
amor verdadero. (GS 51).

Principio 1: La sexualidad humana es un bien


Cuando Dios creó al hombre y a la mujer a su imagen y semejanza, vió “era muy bueno” . La
sexualidad tiene como fin el amor, y más concretamente el amor-donación-acogida, en el cual se da y
se recibe.
Cuando este amor se realiza en el matrimonio y los cónyuges se dan uno al otro a través del cuerpo,
expresan de manera total este amor. de esta manera “el amor conyugal llega a ser, entonces, una
fuerza que enriquece y hace crecer a la persona y, al mismo tiempo coma contribuye a alimentar la
civilización del amor.
Parte de lo maravilloso de la sexualidad, es que Dios nos ha creado así, hombres y mujeres para que
podamos manifestarnos el amor también con el cuerpo, pero esto no se queda ahí, sino que esta
manifestación de amor puede dar origen a una nueva vida.
Otro aspecto que expresa lo bueno que es la sexualidad es el hecho de que fue creada por Dios de tal
forma que hombre y mujer disfrutaran de este don.

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Sin embargo, como ya vimos, cómo no se debe buscar el placer de forma egoísta, como yo no debo
buscar únicamente mi propio placer sino también que mi conjuge disfrute la relación sexual. Buscar
sólo mi propio placer convertiría a mi cónyuge en un mero objeto que se usa para un cierto fin, en
este caso, para producir placer.
Finalmente, vale la pena subrayar lo importante que es hacer uso correcto y responsable de la
sexualidad, por ser un gran bien que viene de Dios. Es un don que debe controlarse con la cabeza (es
decir, de forma racional) y de acuerdo con la voluntad de Dios.
Principio 2: El hombre está llamado al amor y al don de sí en su unidad corpóreo-espiritualidad
Dios ha puesto en el hombre y la mujer la capacidad de amar, y la sexualidad es parte de esa
capacidad. sin embargo, el amor conyugal engloba tanto el cuerpo como el espíritu, de modo que las
relaciones sexuales deben incluir esas dos dimensiones, de lo contrario, la sexualidad se empobrece.
“Querer que los esposos vivan la sexualidad como espíritus puros es incorrecto. pero también olvidar
el aspecto espiritual en la sexualidad es hacer una sexualidad inhumana. En las relaciones sexuales los
esposos deben cuidar que no falte en ninguno de estos dos aspectos”.
La parte espiritual del amor involucra el darse al cónyuge con un amor superior; no con un amor que
sólo ve a la otra persona como un objeto con el cual “satisfacer sus propios apetitos”, sino con un
amor “de amistad y de entrega, capaz de conocer y amar a las personas por sí mismas. un amor
generoso, a semejanza del amor de Dios: se ama al otro porque se le reconoce como digno de ser
amado. Un amor que genera la comunión entre personas, ya que cada uno considera el bien del otro
como propio”.
Principio 3: El acto sexual tiene dos significados: unitivo y procreativo
Este es quizá uno de los principios más importantes que rigen la conducta moral sexual. Varios
documentos de la Iglesia hacen mención a estos dos significados (también se les llama finalidades o
fines), quizá el más importante es la carta encíclica Humanae Vitae del papa Pablo VI. En este
documento se señala que el acto conyugal tiene dos significativos: unitivo y procreador (que también
se acostumbra a llamar “procreativo”).
Estos dos significados tienen una “inseparable conexión que Dios ha querido y que el hombre no
puede romper por propia iniciativa” (HV 12), el documento señala que también que “salvaguardando
ambos aspectos esenciales, unitivo y procreador, el acto conyugal conserva integró el sentido
de amor mutuo y verdadero y su ordenación a la altísima vocación del hombre a la paternidad” ¿Qué
quiere decir esto? Quierer decir que los dos aspectos, unitivo y procreador, son inseparables.
La consecuencia práctica del principio anterior es que:
Todo acto matrimonial debe quedar abierto a la vida, es decir, los cónyuges, al tener relaciones
sexuales no deben poner obstáculos para que se dé la concepción de un nuevo ser.
A su vez, la consecuencia de lo anterior es que los métodos de regulación de la natalidad artificiales
no son permitidos por la Iglesia salvo en el caso de los terapéuticos que sirven para curar una
enfermedad, y al aplicarlo se tiene como resultado la anticoncepción, porque evitan la concepción de
una una nueva vida. En cambio, los métodos naturales sí son permitidos.
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Un acto sexual es moralmente lícito o correcto siempre y cuando se respeten estos dos significados.
Como ya dijimos el acto sexual solamente es moralmente correcto en el contexto del matrimonio. Por
otro lado, conviene aclarar que sI los cónyuges tienen relaciones sexuales en las que se aman, se
respetan y están abiertos a la vida (o sea, se respetan los dos significados del acto sexual), pero no se
da como consecuencia un embarazo, ese acto de los cónyuges sigue siendo moralmente correcto
(“estos actos con los que los esposos se unen en casta intimidad, y a través de los que se transmite la
vida humana, son, como ha recordado el Concilio “honestos y dignos”, y no cesan de ser legítimos sí,
por causas independientes de la voluntad de los cónyuges, se prevén infecundos porque continuan
ordenados a expresar y consolidad su unión”) HV 12.
Lo que es lícito y no lo es, según los principios anteriores
1. Relaciones sexuales fuera del matrimonio
La iglesia siempre ha entendido y enseñado que “la unión carnal no puede ser legítima sino cuando se
ha establecido una definitiva comunidad de vida entre un hombre y una mujer” y condena la unión
sexual fuera del matrimonio.
Sagrada Escrituras
 1 Cor 5, 1: “Es cosa pública que se cometen entre ustedes actos deshonetos, como no se
encuentran ni siquiera entre los paganos, ¡a tal extremo que uno convive con la mujer de su
padre!.
 1 Cor 7, 2; “sin embargo, por el peligro de incontinencia, que cada hombre tenga su propia
esposa, y cada mujer, su propio marido”,
 Ef 5, 5; “y sépanlo bién: ni el hombre lujurioso, ni el impuro , ni el avaro, que es un idolatra,
tendrán parte en la herencia del Reino de Cristo y de Dios”.
 Heb 13, 4: “Que todos respeten el matrimonio y ninguno manche la unión conyugal. Dios
castigará a los licenciosos y a los que cometen adulterio”.
 1 Cor 6, 16: ¿No saben que el que se une a una prostituta, se hace un solo cuerpo con ella?
Porque dice la escritura: los dos serán una sola carne”.
 1 Cor 18-19: “Eviten la fornicación (…) ¿O no saben que sus cuerpos son templo del Espiritu
Santo, que habita en ustedes y que han recibido de Dios?(…)”.
Documentos de la iglesia
 El único lugar que hace posible esta donación total donación física es el matrimonio, es decir,
el pacto de amor conyugal o elección consciente y libre, con la que el hombre y la mujer
aceptan la comunidad íntima de vida y amor, querida por Dios mismo, solo bajo esta luz
manifiesta su verdadero significado” PH 7.
 Por tanto, esta norma a seguir: el ejercicio de este instinto engendrado natural se refiere al
instinto que ayuda a la propagación del género humano y de su función es sólo legítimo en el
matrimonio, y sólo cuando está al servicio de eso para los que existe en el matrimonio” FC 11.
 La sexualidad involucra actos mediante los cuales el hombre y la mujer se dan 1 al otro com
estos actos son “propios y exclusivos de los esposos”. PÍO XII obra citada.
 “el uso deliberado de la facultad sexual fuera de las reglas de las relaciones conyugales
normales contradice a su finalidad”. FC 11.
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Tema 5: EL
MATRIMONIO en la SAGRADA
ESCRITURA: UN BELLO Y GRANDE DESIGNIO DE
DIOS
Como creyentes sabemos que nuestra fe cristiana tiene una comprensión del
matrimonio que brota de la enseñanza de las Sagradas Escrituras. En ellas
reconocemos el valor y la riqueza que tiene el matrimonio y que nos ha sido
revelada por Dios como una Institución bella, buena y verdadera; deseada e
Instituida por Dios.
Nos acercaremos a examinar los textos más importantes de donde brota la
enseñanza cristiana.

a) Hombre y mujer en Gn 1,26-28


«Dijo Dios: “Hagamos el hombre a imagen nuestra, según nuestra semejanza,
y dominen en los peces del mar, en las aves del cielo, en los ganados y en
todas las alimañas, y en todo animal que serpea sobre la tierra”. Y creó Dios
al hombre a su imagen: a imagen de Dios le creó; macho y hembra los creó. Y los bendijo Dios y
les dijo: “Sed fecundos y multiplicaos, y llenad la tierra y sometedla; dominad en los peces del
mar, en las aves del cielo y en todo animal que serpea sobre la tierra”»

— A imagen y semejanza de Dios. La palabra «hombre» (ádam) posee aquí un sentido


colectivo. Es todo hombre (varón y mujer), el ser humano en general, el que ha sido creado a
«imagen» y «semejanza» de Dios. Y también todo el hombre (el hombre en su totalidad: cuerpo y
espíritu). A ello se debe que el ser humano se diferencie esencialmente de los animales, tenga una
relación especial con Dios y haya recibido de Él la misión de «dominar» la tierra. La diferenciación del
ser humano (ádam) en hombre (zakar) y mujer (mekebat) deriva del acto creador de Dios. Por tanto:
a) el hombre y la mujer son iguales en naturaleza y dignidad (GS 49); b) la sexualidad, como
modalización de la corporeidad, está revestida del valor y dignidad personal; y c) la masculinidad y
feminidad son, en última instancia, don del Creador. Al presentar la diversidad sexual como fruto de la
acción creadora de Dios, el relato está indicando que el «ser» del hombre no es independiente de la
sexualidad (masculinidad-feminidad) ni, por consiguiente, su realización personal: observar y respetar
la peculiaridad –masculina o femenina– forma parte de la vocación personal.

«El hombre –ya sea hombre o mujer– es persona igualmente; en efecto, ambos han sido
creados a imagen y semejanza del Dios personal. Lo que hace al hombre semejante a Dios es el
hecho de que –a diferencia del mundo de los seres vivientes, incluso los dotados de sentidos –
sea también un ser racional. Gracias a esta propiedad, el hombre y la mujer pueden “dominar”
a las demás criaturas del mundo visible (cf Gn 1,28)» (MD 6).

—La bendición de la fecundidad. El texto señala también que, mediante la bendición de Dios, la
fecundidad está vinculada a la diferenciación de la sexualidad (masculinidad y feminidad). Dado que
sólo Dios es el Creador, la procreación aparece claramente como una participación de Dios de

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generación en generación (cf MD 6). Y en consecuencia, aparte de indicar claramente la dignidad del
proceso procreador –¡es una bendición de Dios!–, se apunta ya que la transmisión de la vida es, en el
hombre y la mujer, una función «ministerial»: son los ministros y colaboradores de Dios. Pero, según
se puede concluir de otros casos similares (cf Gn 28,3; 25,1; 48,4), la procreación («creced y
multiplicaos») no ha de verse como un mandato. Es una promesa de fecundidad que, según se
interpreta comúnmente, alude a una de las finalidades del matrimonio. El texto parece indicar que la
procreación es una de las maneras de someter
la tierra.
«La descripción “bíblica” –dice San Juan Pablo II – habla, por consiguiente, de la institución del
matrimonio por parte de Dios en el contexto de la creación del hombre y de la mujer, como
condición indispensable para la transmisión de la vida a las nuevas generaciones de los
hombres a las que el matrimonio y el amor conyugal están ordenados: “Sed fecundos y
multiplicaos y henchid la tierra y sometedla” (Gn 1,28)» (MD 6).

b) Creación del hombre y la mujer en Gn 2,18-24:


«Dijo luego Yahvé Dios: “No es bueno que el hombre esté solo. Voy a hacerle
ayuda adecuada”. Y Yahvé Dios formó del suelo todos los animales del
campo y todas las aves del cielo, y los llevó ante el hombre para ver cómo los
llamaba, y para que cada ser viviente tuviese el nombre que el hombre le diera. El hombre puso
nombre a todos los ganados, a las aves del cielo y a todos los animales del campo, más para el
hombre no encontró una ayuda adecuada. Entonces Yahvé Dios hizo caer un profundo sueño
sobre el hombre, el cual se durmió. Y le quitó una de las costillas rellenando el vacío de carne.
De la costilla que Yahvé Dios había tomado del hombre formó una mujer y la llevó ante el
hombre. Entonces éste exclamó: “Esta vez sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne.
Esta será llamada varona porque del varón ha sido tomada”. Por eso deja el hombre a su
padre y a su madre y se une a su mujer, y se hacen una sola carne».

Este texto revela en síntesis la verdad sobre el matrimonio según el designio originario de Dios:

—Diferenciación del ser humano en hombre y mujer . Desde el punto de vista de la


humanidad, entre el hombre y la mujer hay una identidad esencial. Así lo dice claramente a) el
lenguaje que usa un término con una raíz común para referirse al hombre (is) y a la mujer (“issah); b)
la metáfora con la que se describe la creación de la mujer («de la costilla ... formó una mujer»); y c) la
reacción del hombre que la reconoce inmediatamente como «carne de su carne y hueso de sus
huesos».
A la vez, sin embargo, se hace ver con no menor claridad que la diferenciación del ser humano en
hombre (masculinidad) y mujer (feminidad) está orientada a la mutua complementariedad. Entre el
ser humano y el resto de los seres vivientes se da una diferencia tan esencial y de tal naturaleza que,
con relación a ellos, se encuentra solo («no encontró una ayuda adecuada»), a pesar de que se ha
puesto en contacto con ellos («los llevó ante el hombre... les puso nombre»). Para superar esa
soledad es necesaria la presencia de otro ser humano («esta vez sí que es hueso de mis huesos y
carne de mi carne»). El ser humano no ha sido creado para vivir en soledad (GS 12), sólo se realiza
plenamente existiendo con alguien o, más exactamente, para alguien.

«La mujer –comenta Juan Pablo II– es creada por Dios (...) y es puesta como otro “yo”, es decir,
como un interlocutor junto al hombre, el cual se siente solo en el mundo de las criaturas
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animadas que lo circunda y no halla en ninguna de ellas una “ayuda” adecuada a él. (...) La
mujer es otro “yo” en la humanidad común. Desde el principio aparecen como “unidad de dos”,
y esto significa la superación de la soledad original en la que el hombre no encontraba “una
ayuda que fuese semejante a él” (Gn 2,20)» (MD 6).

El texto insiste en el valor y significado del cuerpo: por medio de él la persona se expresa a sí misma,
se puede decir que es su cuerpo; habla también de la igualdad de naturaleza y dignidad entre el
hombre y la
mujer. Pero de manera particular resalta la peculiaridad de la masculinidad (varón) y de la feminidad
(varona), y también el valor de la «dualidad de la unidad»: la mujer es para el hombre, y éste para la
mujer. Ni el hombre ni la mujer pueden llegar al desarrollo pleno de su personalidad, fuera o al
margen de su condición masculina o femenina y sin relacionarse con los demás. El hombre no es más
que la mujer, tampoco ésta es superior a aquél: sólo son diferentes. Ésa es la conclusión a la que lleva
una comprensión acertada del gesto creador de Dios en «el principio».

—La unión del hombre y la mujer. «El hecho de que el ser humano, creado como hombre y
mujer, sea imagen de Dios significa además que el hombre y la mujer, creados como «unidad de los
dos» en su común humanidad, están llamados a vivir una comunión de amor y,
de este modo reflejar en el mundo la comunión de amor que se da en Dios, por la
que las tres Personas se aman en el íntimo misterio de la única vida divina» (MD 7). De modo
particular responden y reflejan esa llamada a vivir en comunión cuando, superando los vínculos de la
sangre, vienen a constituir esa «unidad de dos» por la que «se hacen una sola carne». «El matrimonio
es la dimensión primera y, en cierto sentido, fundamental, de esta llamada» (MD 7).

La unidad (y unión) de que se habla no se reduce a la unión carnal. Alude claramente al compromiso
por el cual el hombre deja a su padre y a su madre y se une a su mujer para constituir el matrimonio.
Esa unión, de la que la corporalidad, en cuanto sexualmente diferente y complementaria, es su
elemento constitutivo, y reviste unas características tan peculiares que sólo puede darse entre un solo
hombre y una sola mujer; es tan fuerte que es imposible de romper.

Ése es también el sentido que tiene delante el concilio Vaticano II: «Por consiguiente, el hombre y la
mujer, que por el contrato conyugal “ya no son dos, sino una sola carne” (Mt 19,6), con la íntima
unión de personas y de obras, se ofrecen mutuamente ayuda y servicio, experimentando así y
logrando más plenamente cada día el sentido de su propia unidad» (GS 48).

La unión del hombre y la mujer se considera, en el texto, tan sólo desde la perspectiva de la mutua
ayuda; directa y explícitamente no se habla de la procreación. Ésta, sin embargo, no queda excluida,
ya que, según la interpretación más común, se sobreentiende en el hecho de que, al hacerse «una
sola carne», se constituyen en un principio de vida de modo que puedan transmitirla (cf CEC 372).

El texto señala también que la unión del hombre y la mujer («se une a su mujer») por la que se
convierten en «una sola carne», proviene de una opción libre: el hombre «deja» a su padre y a su
madre para unirse a su mujer. En la unión del matrimonio el hombre y la mujer son dados (la
diferenciación en orden a la mutua complementariedad inscrita en su humanidad responder al acto
creador de Dios: “humanidad significa llamada a la comunión interpersonal”), y a la vez se dan (la
decisión de unirse es fruto de un acto de elección).

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«El libro del Génesis, al decir que el hombre abandonará al padre y a la madre para unirse a su mujer
(cf Gn 2,24), pone de relieve la elección consciente y libre, que es origen del matrimonio, convirtiendo
en marido a un hijo y en mujer a una hija» (MD 8).

Se debe advertir que cuanto se dice de la unión del primer hombre y la primera mujer tiene una clara
dimensión ética: el matrimonio debe ser así, es decir, cuanto allí se dice es normativo para los
matrimonios de todos los tiempos, según lo interpreta el Señor en el diálogo con los fariseos a
propósito de la indisolubilidad. Y tiene también una dimensión sacramental y teológica, ya que a la
unión del matrimonio está vinculada la revelación del amor de Dios.

c) El texto de Mt 19,3-9
«Y se le acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, le dijeron:
“¿Puede uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera”? Él respondió:
¿“No han leído que el Creador, desde el principio, los hizo varón y hembra y
que dijo: Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se
harán una sola carne? De manera que ya no son dos sino una sola carne. Pues bien, lo que Dios
unió que no lo separe el hombre”. Le dijeron: “Entonces ¿por qué Moisés prescribió dar acta de
divorcio y repudiarla?”. Les respondió: “Moisés, teniendo en cuenta la dureza de vuestra
cabeza, les permitió repudiar a sus mujeres; pero al principio no fue así. Ahora bien, les digo
que quien repudie a su mujer –salvo en caso de fornicación– y se case con otra, comete
adulterio”»

Estas palabras del Señor constituyen una profunda enseñanza de Gn 1,27 y 2,21-24 y contienen
importantes enseñanzas para el matrimonio, en la perspectiva del hombre «histórico» y, por tanto –
insistimos–, del matrimonio de «los orígenes». La respuesta del Señor a la cuestión planteada por los
fariseos sobre la práctica del divorcio en relación con Dt 24,14, situándose por encima de la polémica,
describe la identidad y características fundamentales de la unión hombre-mujer, en el matrimonio de
«los orígenes». El matrimonio está ligado al designio originario de Dios Creador. Ésa es la disposición
de Dios.

En relación con el matrimonio, la enseñanza del texto es que tiene como propiedades fundamentales
la unidad y la indisolubilidad. Así es como lo ha dispuesto Dios desde «el principio». Inscritas según el
designio de Dios en la naturaleza humana desde el acto mismo creacional, son unas propiedades que
no se pueden alterar: no está en manos del hombre hacer que sea de otra manera. No es que el
matrimonio sea indisoluble, porque deba serlo; es que debe serlo, porque no puede serlo de otra
manera. Aunque el pecado de «los orígenes» ha dado lugar a la «dureza del corazón» y, como
consecuencia, al oscurecimiento del designio originario de Dios sobre el matrimonio, éste no ha sido
modificado, conserva toda su vigencia. «El orden de la Creación subsiste, aunque gravemente
perturbado (Catecismo de la Iglesia Católica1608)

El Señor afirma de nuevo el designio del principio sobre el matrimonio. El texto, por tanto, tiene un
sentido normativo, y dice con claridad que Dios ha determinado positivamente que la única forma
válida de entender y vivir el matrimonio está en la conformidad con la voluntad de Dios manifestada
en «el principio»

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d) El texto de Ef 5,21.28-33
«Sed sumisos los unos a los otros en el temor de Cristo. Las mujeres a sus
maridos, como al Señor (...). Así deben amar los maridos a sus mujeres como
a sus propios cuerpos. El que ama a su mujer se ama a sí mismo. Porque
nadie aborreció jamás a su propia carne; antes bien, la alimenta y la cuida con cariño, lo
mismo que Cristo a su Iglesia, pues somos miembros de su Cuerpo. Por eso dejará el hombre a
su padre y a su madre y se unirá a su mujer, y los dos se harán una sola carne. Gran misterio es
éste, lo digo respecto a Cristo y a la Iglesia. En todo caso, en cuanto a vosotros, que cada uno
ame a su mujer como a sí mismo; y la mujer, que respete al marido».

Estos versículos forman parte del texto paulino sobre la moral familiar y, más particularmente,
matrimonial (Ef 5,22-33). En la estructura del texto, considerado en su totalidad, cabe distinguir tres
partes: la primera vv. 22-24 se refiere a las relaciones de la mujer con el marido; la segunda (vv. 25-
28), a las del marido con la mujer; y la última (vv. 29-33) trata de las razones o motivos que
fundamentan esas relaciones y deberes recíprocos. En el fondo, esas razones se resumen en el
significado que encierra la unidad que ha venido a constituir por el matrimonio.

El texto tiene presente inmediata y directamente el matrimonio de los cristianos. De este matrimonio
se afirma que convierte a los esposos en «signos» del amor de Cristo por la Iglesia. Por este motivo
sus relaciones mutuas (vv. 22-28-33) deben revestir las características del amor con el que Cristo ama
a la Iglesia. (En otro caso no podrían ser signos ni hacer visible ese amor). Estas características, que
son propias de todo matrimonio –de los matrimonios contemporáneos a San Pablo y de los
matrimonios del futuro–, pertenecen también al matrimonio de «los orígenes». Este matrimonio era
ya prefiguración del amor de Cristo por la Iglesia (estaba destinado a ser figura de la unión Cristo-
Iglesia: un signo de algo que había de venir). En este misterio de la unión Cristo-Iglesia encuentra
también su fundamento la indisoluble unidad del matrimonio, revelada ya desde «el principio». Y,
como se decía líneas arriba a propósito del Mt 19,3-9, aunque el pecado de «los orígenes» ha
introducido el desorden en la relación hombre-mujer, el texto da a entender, sin ningún tipo de duda,
que continúa del todo vigente el designio originario de Dios sobre el matrimonio.

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Tema 6: EL MATRIMONIO ES UN SACRAMENTO
1. ¿ Porque se quieren casar por la Iglesia?
2. ¿ Por qué es importante casarse por la Iglesia?
3. ¿ Por qué crees que han aumentado las separaciones entre matrimonios católicos?

1. MATRIMONIO ES DESEO Y PLAN DE DIOS


Las ideas básicas del plan de Dios para el matrimonio los podemos encontrar en el génesis. Dios crea
al hombre y pronto se da cuenta de que no puede estar solo, que necesita una ayuda adecuada y que
no le encuentra entre las criaturas con quien convive. Entonces crea a la mujer, y el hombre al verla se
alegra, reconoce de su misma dignidad. Ambos fueron creados por amor a imagen y semejanza de
Dios, diferentes complementarios. Pensados por Dios para hacer ya no dos, sino uno solo, en el amor.

Fundamento biblico
La Biblia nos permite conocer del plan perfecto de Dios para el hombre y la mujer en el universo
creado por él.
 En Gn, 1, 27-28 nos dice:” creó Dios a los seres humanos a su imagen; a imagen de Dios los
creó; varón y mujer los creó. y los bendijo Dios diciéndoles: crezcan y multiplíquense; tienen la
tierra y sométanla, domine sobre los peces del mar, las aves del cielo y todos los animales que
se mueven por la tierra”.
 En Gn 2, 24 nos dice: “por esta razón deja el hombre a su padre y a su madre y se une a su
mujer y los dos se hacen 1 solo”. estas palabras expresan el plan divino, la profundidad del
amor y la entrega mutua en el matrimonio, así como la institución de la familia.
“La vocación al matrimonio se inscribe en la naturaleza misma del hombre y de la mujer, según
salieron de la mano del creador”. Hombre y mujer fueron creados para donarse uno al otro en el
amor y por el amor. La inscripción creada por Dios para realizar este amor es el matrimonio.

¿Qué es el matrimonio?
El derecho canónico nos dice que el matrimonio es “la alianza matrimonial por la
que el varón y la mujer constituyen entre sí un consorcio de toda la vida, ordenado
por su misma índole natural al bien de los cónyuges y a la generación y educación
de la prole, fue elevada por Cristo señor a la dignidad de sacramento entre
bautizados”.
Es una vocación llamado a ser una comunidad de vida y de amor. Construir una comunidad es algo
más profundo que una mera sociedad, el matrimonio se construye de manera similar a la alianza de
Dios con su pueblo: una alianza donde se comparte lo material, lo espiritual, las dichas, los penas, los
temores y las esperanzas. El matrimonio es la primera comunidad por ser célula de la sociedad, por
ser Iglesia doméstica.

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El matrimonio es un verdadero y propio sacramento porque es una realidad querida por
Dios e instituida por él. Los relatos de la creación ya nos hablan de la verdad y grandeza del
matrimonio según el deseo de Dios de crear al hombre y a la mujer para unirse y ser
fecundos: Gn 1, 26-28.

Decir que el matrimonio es sacramento significa que es una realidad donde Dios vive, donde Dios
actúa y desde donde Dios da su gracia.

Como sacramento el matrimonio es una acción de Cristo, es signo y causa de la gracia, es


decir, no sólo anuncia la gracia sino que la produce de manera que los que se casan son
santificados real y verdaderamente.

El matrimonio es sacramento porque es la imagen real y verdadera de la alianza entre Cristo y la


Iglesia. El matrimonio es signo eficaz de la presencia de Cristo que comunica la gracia. Esto quiere
decir que en el amor de los esposos se realiza el amor de Cristo por su esposa la Iglesia: Ef. 5, 25-27.

El matrimonio es sacramento porque en él Cristo, el Salvador de los hombres y esposo de la


Iglesia sale al encuentro de los esposos cristianos y permanece en ellos, Gaudium et Spes
GS 48.

El matrimonio es un sacramento porque ahí llega a habitar el Espíritu, que renueva el corazón y la
persona del hombre y la mujer para hacerlos capaces de amarse como Cristo nos amó. FC 13.

Por el sacramento del matrimonio los esposos cristianos quedan insertados de


manera tan real y verdadera en el misterio y alianza de amor entre Cristo y la Iglesia
que el Señor los hace instrumentos o realizadores de la salvación:
 Por el matrimonio los esposos se santifican.
 Por el matrimonio los esposos santifican a los hijos.
 Por el matrimonio son signo de salvación para quienes los vean y conozcan
(testimonio).

El matrimonio es sacramento porque en él no sólo cada uno de los esposos se encuentra


con Cristo si no que “los dos” en cuanto son una sola carne (Mt 10,8) se encuentran con él.
Su amor es transformado totalmente que forman una comunión-comunidad entre sí y con
Cristo.

El matrimonio es sacramento porque es una acción divina que sana, potencia y eleva el amor de los
esposos y les da todos los auxilios espirituales necesarios.

El matrimonio es sacramento por que Cristo sale al encuentro del amor de los esposos
para transformarlo en el amor que le tiene a la Iglesia.

El matrimonio es sacramento porque los esposos participa de la misión de la Iglesia:


dar testimonio del amor de Cristo, ser fuente de santificación para ellos, para sus hijos
y para quienes se encuentren con ellos.

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La unidad matrimonial

La unidad es la propiedad esencial del matrimonio. Unidad significa que por el


matrimonio el hombre y la mujer son transformados tan íntimamente que dan lugar
una nueva realidad que es imposible disolver.
Esta unidad solo es posible en el amor conyugal. Porqué sólo en el Amor cada uno se
entrega y se une al otro –de manera total e Íntegra– entre sí y para siempre.
La unidad es posible en el complemento natural que existe entre el hombre y la
mujer. La unidad es fruto y signo de una exigencia humana y divina: la de una entrega total y plena.

En la escritura encontramos desde los orígenes esta propiedad de la unidad y su gran importancia:
 Gn. 2, 24, Una sola carne.
 Mc.10, 2-12
 1 cor. 7, 2-10
 Rm. 7, 1-3
 Ef. 5, 1.
¿Cuáles son las situaciones que amenazan la unidad del
matrimonio?
¿Qué sucede si los que se casan no viven en la unidad?

La indisolubilidad y la fidelidad realizan y profundizan la unidad

El amor no admite ni se puede vivir a medias o en partes. No se puede realizar si la persona no abre
todo su ser y se entrega al otro en la complementariedad mutua. Si el hombre da todo realiza
plenamente a la mujer y viceversa. Sin entrega total no hay unidad y no se realiza la
complementariedad mutua.
La dinámica humana no dice que aunque el ser humano es débil y en la unión matrimonial se
experimenta un crecimiento nada fácil, es en la unidad que se vive ese crecimiento constante hacia la
fidelidad y la inseparabilidad. Cada uno aprende en la vida cotidiana a donarse totalmente y a crecer
en la fidelidad.

La “unidad de los dos” tiene que construirse cada día: cuando se experimenta el gozo de verse hechos
el uno para el otro y también cuando surgen las dificultades, porque la “realidad” no responde a lo
que tal vez se esperaba. Vivir la unidad requiere no pocas veces recorrer un camino de paciencia y de
perdón. Eso es difícil y exige estar constantemente comenzando. Caminar unidos, sin cansarse uno del
otro, reconociendo el don de Dios, es siempre una gracia, que pide la respuesta y la colaboración de
los esposos. En este caso, el esfuerzo por mantener viva “la voluntad de compartir todo su proyecto,
lo que tienen y lo que son” (Familiaris Consortio 19).

Les pide el empeño de permanecer en aquella decisión inicial, libre y consciente, que los convirtió en
marido y mujer. De ahí la “necesidad” de renovar con frecuencia el momento primero de la
celebración matrimonial. Serán así conscientes también de que su matrimonio, si bien se inicia con su
recíproco “sí”, surge radicalmente del misterio, es decir, es un don de Dios.
En esa conciencia, están el optimismo y la seguridad que deben alentar siempre la vida matrimonial
que camina en la verdad y en el amor. Lo que, ciertamente, pedirá, en no pocas ocasiones, un

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esfuerzo que puede llegar hasta el heroísmo, porque no hay otra forma de responder a las exigencias
propias del matrimonio como vocación a la santidad. El don del Espíritu Santo, infundido en sus
corazones con la celebración del sacramento, “es mandamiento de vida para los esposos cristianos y
al mismo tiempo impulso estimulante, a fin de que cada día progresen hacia una unión cada vez más
fuerte entre ellos en todos los niveles del cuerpo, del carácter, del corazón, de la inteligencia, de la
voluntad y del alma. (FC 19).

34
Tema 7: COMO SE CONSTITUYE EL MATRIMONIO
CRISTIANO
El matrimonio como Institución ha sido considerado por las leyes de la Iglesia para darle toda la
formalidad y validez que merece. De esta manera la Iglesia retoma y realza todos sus elementos, los
conserva y los defiende. Esta es la dignidad que tiene por ser un acto humano y divino. El derecho
eclesiástico, que contiene todas las leyes de la Iglesia ha formulado los elementos esenciales que
hacen válido, legal y verdadero el matrimonio. Entre ellos los elementos esenciales que lo constituyen
son el conocimiento, la libertad y la voluntad. Esto habla de la grandeza y la verdad de realizar el
matrimonio valorando lo más bello y digno de la persona: su libertad. Los que se casan deben
comprenderlo y aceptarlo.

El conocimiento constituye verdaderamente el matrimonio


Para constituirse en un matrimonio válido, los contrayentes deben tener el grado de capacidad de
razonamiento suficiente para saber y comprender qué es el matrimonio y qué se está constituyendo
en el momento del matrimonio. Esto quiere decir que es necesario saber que el matrimonio es una
asociación permanente entre un hombre y una mujer y que por su naturaleza, implica la apertura a
los hijos mediante la cooperación sexual entre los cónyuges. Cada uno de los contrayentes debe
conocer a la persona con la que se está casando. El consentimiento matrimonial se intercambia con
un hombre o una mujer específicos y es esencial tener un verdadero conocimiento de quién es esa
persona.

La libertad constituye verdaderamente el matrimonio

La libertad en el matrimonio representa la máxima expresión de la participación humana en él. La


libertad en el matrimonio significa que cada uno por derecho elige libremente a la persona con la que
quiere unirse. La desea, es decir, que existe voluntad de celebrarlo y que lo puede hacer. La libertad
implica que se llega a él no por coacción, es decir, que no existe ninguna fuerza externa o ningún
impedimento interno para casarse.
Para que se realice el matrimonio es necesario que cada contrayente tome una decisión prudente y
libre, después de un juicio cuidadoso, de contraer matrimonio con una persona en particular, y que la
decisión no es impulsiva o sin previsión. La fuerza, la amenaza o el miedo imposibilitan la realización
del matrimonio. Por eso cada uno debe tener la capacidad psicológica para asumir, querer y vivir las
obligaciones del matrimonio de por vida.

El conocimiento y la libertad dan capacidad, a cada contrayente, para la alianza


matrimonial

En el matrimonio se requiere la capacidad para el consentimiento matrimonial. Está integrada por


tres elementos
a) Suficiente uso de razón.
b) Madurez suficiente de juicio acerca de los derechos y deberes esenciales del matrimonio.
c) Capacidad para asumir las obligaciones esenciales del matrimonio.
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La celebración ritual del sacramento

El matrimonio cristiano como sacramento se realiza y queda formalmente constituido –es decir-
realizado en la celebración ritual que generalmente (salvo casos específicos) se lleva a cabo dentro de
la Eucaristía. Como sacramento ritual se realiza en el seno de la comunidad cristiana que junto con el
ministro son testigos de él. Como sacramento se realiza legítimamente en el rito formal establecido
por la Iglesia. Está constituido por varios signos que es necesario conocer. Entre ellos el
consentimiento es el rito central y esencial que en el que se realiza el matrimonio.
Es importante saber que el rito del matrimonio se adecua a las realidades culturales de nuestros
pueblos y que por eso existen otras formas de expresar su significado de muy variados
modos. Los usos y costumbres que la Iglesia ha retomado e incluido en la celebración son signo de
la riqueza y belleza de nuestras culturas.

1. Las preguntas previas. Se le llama ESCRUTINIO


El sacerdote interroga acerca de la libertad, la fidelidad y la aceptación y educación de los hijos, y a
cada pregunta responden juntos:
a) ¿Vienen a contraer Matrimonio por su plena y libre voluntad?
Contrayentes: Sí, venimos libremente.
b) Sacerdote: ¿Están dispuestos a amarse y respetarse durante toda la vida?
Contrayentes: Sí, estamos dispuestos.
c) ¿Están dispuestos a recibir los hijos que Dios les dé y a educarlos según la ley de Cristo y de su
Iglesia?
Contrayentes: Sí, estamos dispuestos.
2. EL CONSENTIMIENTO
El sacerdote los invita a expresar su consentimiento: “Así, pues, ya que quieren contraer santo
Matrimonio, unan sus manos, y manifiesten su consentimiento delante Dios y su Iglesia.
“Yo, N., te acepto a ti, N., como esposa y prometo serte fiel en lo próspero y en
lo adverso, en la salud y en la enfermedad y amarte y respetarte todos los días
de mi vida.”
3. CONFIRMACIÓN DEL CONSENTIMIENTO
Luego el sacerdote que recibe el consentimiento dice a los esposos: El Señor confirme con su
bondad este consentimiento que han manifestado ante la Iglesia y les dé su bendición. Lo que
Dios ha unido, que no lo separe el hombre.
4. BENDICIÓN Y ENTREGA DE LOS ANILLOS
El sacerdote dice: El Señor bendiga estos anillos que van a entregarse uno al otro en señal de
amor y de fidelidad. Todos: Amén.
Cada contrayente le pone al anillo al otro diciendo: N., recibe estos anillos como signo de mi
amor y de mi fidelidad. En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
5. BENDICIÓN Y ENTREGA DE LAS ARRAS
El sacerdote dice: Bendice, Señor, estas arras, que N. y N. se entregan, Y derrama sobre ellos la
abundancia de tus bienes. Todos: Amén.
Cada contrayente toma las arras y las entrega al otro diciendo: N., recibe estas arras como
prenda de la bendición de Dios y signo de los bienes que vamos a compartir.
6. SIGNO DEL LAZO

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Los padrinos debidamente elegidos les colocan el lazo como signo de su unidad y estrecha
relación entre sí y con Cristo.

Es importante que los contrayentes se tomen un tiempo previo a la celebración para meditar juntos el
valor y significado de estos signos para su vida.

LOS ANILLOS Signo de Fidelidad Los portarán en adelante


LAS ARRAS Signo de la abundancia en Dios, planeación y Se guardan en un lugar donde
buen uso de los bienes espirituales y materiales. se les pueda recordar
EL LAZO Signo de la unidad regularmente.

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Tema 8: LOS EFECTOS y FINES del MATRIMONIO
El vínculo matrimonial efecto del matrimonio
La celebración del matrimonio da lugar a una unión con una naturaleza y unas características, que no
dependen para nada de la decisión humana. Sellada por el mismo Dios, nace una «sociedad» tan
única y especial que los contrayentes, superando la relación «yo»-«tú», llegan a ser, un «nosotros»,
una «unidad de dos» (cf GrS 7;10). Tan peculiar y estrechamente se unen entre sí que vienen a ser
«una sola carne» (Gn 2,24), formando una «comunión de personas» también a través del cuerpo, es
decir, en su dimensión masculina y femenina, sexualmente distinta y complementaria, hasta el punto
de que Jesús concluye: «de manera que ya no son dos, sino una sola carne» (Mt 19,6). Esta singular
comunión que se crea es el vínculo matrimonial, y que por su misma naturaleza es perpetuo y
exclusivo. Es el efecto primero e inmediato de todo matrimonio válidamente celebrado. Constituye la
esencia del matrimonio.
Entre la alianza de Cristo con la Iglesia y la alianza matrimonial del sacramento, se da una relación
real, esencial. No se trata sólo de un símbolo, ni de una simple analogía. Se habla de una verdadera
comunión y participación que, sobre la base de la inserción definitiva e indestructible propia del
bautismo une a los esposos, en cuanto esposos, con el Cuerpo Místico de Cristo. El vínculo
matrimonial es tan indestructible y durable que hace imposible la celebración de un nuevo
matrimonio.

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