Resumen Sobre El Eurocentrismo

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República Bolivariana de Venezuela

Ministerio del Poder Popular para la Educación


Universidad Nacional Experimental Simón Rodríguez
La Grita - Estado Táchira

EUROCENTRISMO
(Resumen)

Participante:
Sandra Pérez C.I. E- 84.314.084

Marzo de 2022
El Eurocentrismo en América ha tenido dos grandes momentos. Uno en el
siglo XIX y el otro a partir de 1960. En el siglo XIX, de hecho, Simón Bolívar, el
libertador de Colombia, Venezuela, Ecuador, Perú y Bolivia, entendió al final de su
vida que América no debía copiarse todo de Europa. Decía en 1828, cuando
Suramérica ya se había independizado de España, que:

Yo creo que el nuevo gobierno que se dé a la república debe estar fundado


sobre nuestras costumbres, sobre nuestra religión, sobre nuestras inclinaciones, y
últimamente, sobre nuestro origen y nuestra historia. La legislación de Colombia
no ha tenido efecto saludable, porque ha consultado libros extranjeros,
enteramente ajenos de nuestras cosas y nuestros hechos (Bolívar, S.f., IV, p.
1183).

Lo que Bolívar dice es que no debemos copiarnos de Europa, así ella


pertenezca a nuestro pasado, a nuestra historia. Para Bolívar, es más importante
darnos un gobierno, un Estado, un Derecho, con base en nuestra propia realidad,
nuestra religión y nuestras costumbres. Por su parte, José Martí, el pensador
cubano que murió buscando la libertad de Cuba, en 1895, afirmaba que las
instituciones y el gobierno debían nacer de los elementos naturales de cada país,
de la propia realidad.

Decía: “[…] y el buen gobernante en América no es el que sabe cómo se


gobierna el alemán o el francés, sino el que sabe con qué elementos está hecho
su país” (1995, p. 122). La idea es la misma de Bolívar: el gobierno y las
instituciones han de nacer del país y no de Estados Unidos, Francia o Inglaterra.
Sin embargo, esta naciente crítica al eurocentrismo y al nordocentrismo estaba
guiada, ante todo, por el deseo de una independencia política, ya que el fin y el
deber de los latinoamericanos después de la independencia eran la autonomía y el
autogobierno.

La crítica más fuerte al eurocentrismo surge en la segunda mitad del siglo


XX, más o menos a partir de 1960. Esta crítica aparece con las nuevas corrientes
de pensamiento y con el nacimiento de las ciencias sociales críticas: sociólogos,
historiadores, economistas, y filósofos se enfrentaron a la visión hegemónica de
Europa. Entre las corrientes de esa época podemos mencionar la crítica de la
teoría de la dependencia Cardozo y Faletto, (1969), la sociología de Orlando Fals
Borda (1971), la teología de la liberación (Scannone, II, 2005) y la filosofía de la
liberación Dussel (2014), entre otras.

A continuación, se hace referiencia a la crítica que se le ha venido haciendo


al eurocentrismo y su narrativa histórica. Este es un punto de partida
fundamental, para las nuevas corrientes de pensamiento emergente en la región,
en especial, para fundamentar sus demandas. Esta crítica al eurocentrismo está
desarrollada básicamente por el filósofo argentino y mexicano Enrique Dussel.

Lo que ha hecho Enrique Dussel desde América Latina es construir una


nueva visión de la historia, una historia mundial (en oposición a la historia
universal de Hegel) reformulando la narrativa histórica que ha permitido legitimar
el eurocentrismo (Dussel, 2007). Se trata de mostrar que la línea histórica Grecia-
Roma-Edad Media-Renacimiento y Edad Moderna no es correcta; es ideológica y
además deja la historia y los aportes de muchos pueblos por fuera. Es decir, que
esa línea histórica desconoce y margina las contribuciones de otras culturas. Se
trata de cambiar la historia eurocéntrica por una historia mundial que incluya la
historia, las contribuciones y aportes de otras culturas.

Por eso, la primera tarea que se debe hacer es deconstruir el


helenocentrismo, es decir, la idea de la centralidad de Grecia en el mundo
antiguo. De hecho, para Dussel, el helenocentrismo es el padre del eurocentrismo.
Se trata de mostrar por ejemplo, que:

La filosofía […] no nació en Grecia continental, sino en Egipto y las ciudades


fenicias, y por ello entre los griegos esta actividad se inició en la Hélade marítima,
de ciudades portuarias, comerciales, en antigua convivencia con las costas del
delta del Nilo y de las ciudades del Este del Mediterráneo (2007, p. 58).

Cabe destacar que Atenas fue colonia de una ciudad Egipcia llamada Saís
tal como aparece en el Timeo de Platón; Aristóteles reconoce en la Metafísica que
los primeros sabios que se dedicaron a pensar fueron los egipcios; tanto Pitágoras
como Demócrito aprendieron gran parte de sus teorías en Egipto. Asimismo, la
palabra demos, que forma la palabra democracia o poder del pueblo, significa en
egipcio aldea; también la palabra díke que significa justicia proviene del acadio
duku, es decir, es semita. Por lo demás, solo Platón y Aristóteles nacieron en lo
que actualmente es Grecia, mientras que los otros filósofos eran de la actual Italia
o de islas en el Mediterráneo como Abdera, Efeso, entre otras.

En cuanto a los romanos ellos dejaron un legado importante en el Derecho,


pero en filosofía no alcanzaron el genio de los griegos, a diferencia de los griegos,
los romanos no eran pensadores especulativos y metafísicos, sino, principalmente,
hombres prácticos (Copleston, 2001, p. 380).

Asimismo, la Edad Media europea es una etapa que solo vivió Europa, no el
resto del mundo. Es una Edad Media latina, cristiana y feudal. Ese feudalismo es
típicamente europeo. Además, entre el siglo V y el siglo XIII no hay todavía idea
de Europa, no hay idea de una Europa occidental, y tampoco Europa es el centro.
De hecho, en estos siglos la Europa latina que surgió con la destrucción del
Imperio romano está encerrada, ensimismada, rodeada por el Imperio bizantino
más griego y oriental y en el Sur rodeada por el Islam, por los árabes.

Por otro lado, la línea Grecia-Roma-Renacimiento es reductiva y deja por


fuera los aportes del mundo árabe, el cual fue hegemónico por casi 1000 años,
desde el siglo VII cuando nace Mahoma hasta cuando son expulsados de Europa
en el siglo XVI. Lo que pretendieron los pensadores del Renacimiento, llamados
humanistas, fue recuperar la cultura antigua griega y romana. Sin embargo, la
filosofía griega, por ejemplo, fue estudiada, cultivada y comentada en el mundo
árabe, en Alejandría y en Bagdad. Fueron los árabes quienes hicieron comentarios
y estudios sobre Platón y Aristóteles. Primero se leyó a Aristóteles en Bagdad, en
Irak, que en París. Fueron los españoles, desde el siglo XII, los que fundaron la
Escuela de Traductores de Toledo, donde tradujeron al latín los estudios que los
árabes habían hecho sobre los griegos.
De tal manera que el renacer filosófico de Europa solo es posible con el
aporte de los árabes. Además, en astronomía, física, medicina, óptica, alquimia,
matemáticas e ingeniería la casa del Islam estaba muy por encima del occidente
latino (Principe, 2013, pp. 18-19).

Para Dussel Europa solo se constituyó como centro a partir de 1492,


cuando surge verdaderamente una modernidad mundial que luego Descartes
formalizará con el ego cogito, que tiene como antecedente el ego conquiro (el yo
conquisto). Con 1492 Europa saca una ventaja comparativa que le permitirá ser
hegemónica en los siglos siguientes, en la segunda modernidad, que ya recoge los
frutos de la periferialización posible solo después del Descubrimiento. Hegel
desconoció todo esto. Para Dussel, además, la historia no avanza de Oriente a
Occidente como pensaba Hegel, donde América Latina sería un producto de la
Europa Occidental. Por el contrario, América es el extremo oriental de Oriente
(2014, p. 24), pues finalmente fueron los orientales los que arribaron al continente
americano, hace más de 20 mil años por el estrecho de Bering.

Por último, hay que decir que lo que conocemos como sistema capitalista
no existiría sin los aportes de América. Fueron las riquezas de América, el oro y la
plata, las que le permitieron a Inglaterra acumular capital. Esto aparece
claramente en los estudios de Karl Marx (1995) cuando sostiene:

El descubrimiento de los yacimientos de oro y plata en América, la cruzada


de exterminio, esclavización y sepultamiento en las minas de la población
aborigen, el comienzo de la conquista y el saqueo de las Indias Orientales, la
conversión del continente africano en cazadero de esclavos negros: son todos
hechos que señalan los albores de la era de producción capitalista. Estos procesos
idílicos representan otros tantos factores fundamentales en el movimiento de la
acumulación originaria (p. 638).

Sin América Latina y sus riquezas no hubieran existido ni capitalismo, ni


modernidad. Europa y la modernidad europea no se crearon a sí mismas sin
contacto con el mundo periférico; la modernidad no es un producto endógeno,
intra-europeo, por el contrario, se alimentó de otras culturas. Como dice Leopoldo
Zea: “Todos los pueblos alimentan y posibilitan una Europa que va poco a poco,
desarrollándose, desechando como cáscaras vacías a los pueblos de los que se ha
servido” (1990, p. 203). Hay que tener en cuenta, además, que el contacto con
Oriente y con otros pueblos de la llamada periferia le sirvió a Europa para definir
su identidad. Pues toda identidad se crea oponiendo un nosotros y un ellos.
Edward Said (2002) en su libro Orientalismo dice:

El desarrollo y el mantenimiento de cualquier cultura requiere la existencia


de otro alter ego diferente y competitivo. La creación de una identidad implica
establecer antagonistas y otros cuya realidad esté siempre sujeta a una
interpretación y a una reinterpretación permanentes de sus diferencias con
nosotros (p. 436).

Es importante entender que cuando los europeos conquistaron el territorio


americano, en el siglo XV, arrasaron con la población aborigen que fue cruelmente
asesinada o sometida, con el argumento de que carecían de cultura y que sus
creencias religiosas eran aberrantes ya que incluían sacrificios humanos. Los
avances tecnológicos de los europeos en materia de navegación y armas, les
facilitaron la apropiación de esos territorios y la eliminación de toda resistencia.
Sin embargo y a pesar de reconocer que la europea era una cultura
tecnológicamente superior es discutible que lo fuera en materia de valores,
especialmente con respecto al cuidado del medio ambiente y especialmente la
tierra, que tenía la población autóctona.

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