Cassany-Expresion Escrita
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ENFOQUES DIDÁCTICOS
PARA LA ENSEÑANZA DE
LA EXPRESIÓN ESCRITA
DANIEL CASSANY
El presente artículo te propone esbozar a grandes rasgos los cuatro enfoques metodológicos
con que puede enseñarse la expresión escrita. Para hacerlo nos basamos en los cuatro enfoques
que establece Shih (1986) para le enseñanza del inglés como segunda lengua. Nuestro trabajo
desarrolla notablemente esta distinción, trazando las líneas teóricas de cada planteamiento y
presentando la practica concreta de cada uno. De esta forma, la descripción de los enfoques es
viuda para la enseñanza de la expresión escrita en general, sin distinción de si se trata de una
lengua uno o dos. Los cuatro enfoques didácticos que se exponen son:
1) Origen e influencias. ¿Cómo nace cada enfoque? ¿En qué contexto se desarrolla?
¿Qué relaciones tiene con otras disciplinas como la lingüística, la psicología o la
pedagogía?
4) Practica y ejercidos en clase. ¿Cómo funciona una clase? ¿Qué tipo de ejercicios se
realizan? ¿Cómo y qué se corrige?
5) Ejemplo contrastado. Un ejercicio sobre el mismo ítem lingüístico y en mismo punto del
proceso de aprendizaje, según cada enfoque.
2) En general, la lengua se presenta de una forma homogénea y prescriptiva. Por una parte, es
homogénea porque no se tiene en cuenta la realidad dialectal de la lengua ni tampoco el
valor sociolingüístico de cada palabra. Se ofrece un solo modelo lingüística al alumno, que
suele corresponder al estándar neutro y formal de la lengua (el dialecto más hablado de ésta,
o el que tiene más difusión e importancia sociolingüística). Raramente se ofrecen ejemplos
de variedades dialectales distintas y, si se hace, reciben un tratamiento muy erudito y poco
práctico; se presentan como particularidades de la lengua (casi como “curiosidades”) y no
como formas lingüística s válidas en determinadas situaciones. Asimismo, la presencia de re-
gistros O niveles de formalidad distintos es muy limitada. El alumno suele aprender sólo las
estructuras y el léxico más formal y neutro; la lengua coloquial e incluso vulgar nunca
aparece. Por otra parte, el modelo lingüístico también es prescriptivo, y no descriptivo o
predictivo. Los alumnos aprenden aquello que debe decirse, lo que dicen los libros de
gramática: la normativa. Lo importante es que sepan distinguir lo que es correcto y lo
que es incorrecto.
En el modelo oracional, la enseñanza se centra básicamente en el ámbito de la oración: las
categorías o partes de la oración, la concordancia, la ortografía, etc. En cambio, en el
modelo textual, los contenidos abastan el texto o el discurso completo: se enseña a
construir párrafos, a estructurar lógicamente la información del texto, a escribir una
introducción y una conclusión, etc.
En el modelo oracional mas tradicional, los modelos lingüísticos que se ofrecen suelen ser
clásicos literarios, seleccionados y adaptados al nivel. Los libros que siguen este enfoque
ofrecen una buena muestra de los autores más importantes de la lengua objeto de
aprendizaje. De esta forma, se relaciona el aprendizaje de la lengua con el estudio de la
literatura: se trata de una unión también muy tradicional que después, en enfoques más
modernos, se ha abandonado (o, para decirlo más exactamente, se ha replanteado con
soluciones variadas: aprender una lengua implica entrar no sólo en su literatura, sino
también en toda su cultura; debemos separar la enseñanza de la lengua de la cultura, de
modo que los métodos deben ser culturalmente neutros o internacionales, etc.).
i. Se explica un ítem lingüístico (el profesor lo explica, se lee en el libro de texto, etc.), de
una forma teórica y luego se ponen ejemplos. Los alumnos comprenden la explicación.
ii. Se hacen prácticas mecánicas. Los alumnos ejercitan el ítem nuevo en situaciones
controladas y en pequeños contextos (palabras, frases...).
i. El profesor explica la estructura lógica del texto descriptivo: la ordenación espacial (de
arriba a abajo, de general a concreto, de izquierda a derecha...), el uso de adverbios de
lugar (dentro, fuera, debajo...), y locuciones que ordenan el discurso en el espacio (a la
izquierda, en primer término...). Los alumnos leen algunos ejemplos de descripciones
que utilizan estos recursos.
ii. Los alumnos completan algunos textos con las palabras anteriores. Acaban
descripciones ya empezadas, transforman descripciones cambiando la ordenación, etc.
iii. Los alumnos escriben una descripción sobre un tema u objeto X, utilizando los recursos
lingüísticos anteriores.
Otros ejercicios típicos de este enfoque son d dictado en su forma tradicional (el profesor
dicta y los alumnos apuntan), la redacción de temas variados, ejercicios de respuesta única
(rellenar vacíos, poner acentos, conjugar verbos...), transformación de frases (relativos, voz
activa y pasiva...), etc.
Finalmente, la corrección es otro aspecto mis que caracteriza cada enfoque. En este caso, el
profesor corrige básicamente los errores gramaticales que han cometido los alumnos. Le
interesa que los textos que escriban éstos sean correctos según la norma establecida. En
cambio, no tiene en cuenta otros parámetros como la originalidad, la claridad de las ideas, la
estructura, el éxito comunicativo, el grado de desarrollo del texto, etc.
5) Siguiendo con el mismo ejemplo de las estructuras de comparación y los adjetivos, una
posible actividad final sería la siguiente:
En el aula se enseña la lengua desde este punto de vista. El objetivo de una clase o lección
es aprender a realizar una función determinada en la lengua que se aprende. La metodología
es muy práctica en un doble sentido: por una parte, el contenido de la clase son los mismos
usos de la lengua, tal como se producen en la calle (y no la gramática abstracta que les
subyace); por otra, el alumno está constantemente activo en el aula: escucha, lee, habla con
los compañeros, practica, etc. Por ejemplo, los alumnos escuchan realizaciones de una
función determinada, las comprenden, las repiten y empiezan a practicarlas, de manera que
subconscientemente aprenden el léxico y la gramática que aparecen en ellas.
Los primeros ejemplos de este enfoque se desarrollaron en la enseñanza del inglés y del
francés como segunda lengua para principiantes o para estudiantes de primeros niveles.
Tratándose de alumnos con necesidades básicamente orales, estos cursos dieron un
tratamiento muy limitado a la expresión escrita. De hecho, no es hasta principios de los años
ochenta, cuando empiezan a desarrollarse métodos exclusivos de expresión escrita con es-
tos planteamientos (Johnson, 1981). En ellos, se incorporan algunos de los hallazgos mis
importantes de la lingüística del texto, como son los conceptos sobre las propiedades del
texto (coherencia, cohesión, adecuación, etc.), o las tipologías de textos o los géneros del
escrito. Estas últimas son básicas para la programación de estos manuales, puesto que
sustituyen al concepto inicial de función o acto de habla. El concepto de tipo de texto es
mucho mis operativo en la lengua escrita que no el de función; por ejemplo, la lengua
dispone de muchas palabras para referirse a tipos de texto escrito (carta, nota, aviso,
instancia, examen, diligencia, currículo...), que no tienen correspondencia en la lengua oral.
♦ Materiales ¿reales o realistas? Los textos que se utilizan para la clase deben ser reales o,
como mínimo, verosímiles. De esta forma se garantiza que lo que se enseña en clase es
lo que realmente se utiliza en la calle.
♦ Atención especial a las necesidades comunicativas de cada alumno. Cada alumno tiene
necesidades comunicativas distintas, de modo que deberá aprender funciones y recursos
lingüísticos distintos. Cada grupo requiere una programación especifica para A. Por
ejemplo, es muy diferente enseñar español a un grupo de extranjeros que trabajan en el
país, que a un grupo de turistas. Los dos grupos exigen programaciones particulares.
Se suelen utilizar varias tipologías de textos. Dos de las más conocidas son:
ii) Se analizan los modelos, se comparan entre ellos para extraer las características
generales del tipo de texto: panes de la estructura, estilo y fraseología, tipo de
información que incluye, etc.
iii) Prácticas cerradas de producción escrita; los alumnos trabajan con textos preparados
en tareas preparatorias y parciales: rellenar los vacíos de un texto, añadir información,
escribir el final, cambiar la persona gramatical, etc.
iv) Prácticas comunicativas: dado un contexto o una situación determinada, los alumnos
escriben un texto completo.
Por ejemplo, una clase con el objetivo de enseñar a escribir cartas familiares:
i) Los alumnos leen tres o cuatro cartas familiares, seleccionadas por su variedad de
estilos, registros, tonos y recursos lingüísticos utilizados.
ii) Los alumnos comparan entre sí los textos, a partir de un cuestionario. Se fijan en la
estructura típica de una carta (membrete, introducción, cuerpo y conclusión), en el
registro coloquial, en las expresiones de cortesía (querido, amigo, apreciado, etc.).
• Cambiar el registro de una carta muy vulgar. Pasarlo a lenguaje familiar, sin
vulgarismos ni palabrotas.
iv) El profesor expone una determinada situación para que los alumnos escriban una
carta familiar: quieren organizar un viaje y tienen que conseguir acompañantes
escribiendo algunas cartas a amigos y familiares. La exposición de la situación se
hace con materiales varios: publicidad de viajes, mapas, excursiones, etc.
Otros ejercicios típicos de este enfoque son la reparación, la manipulación y la
transformación de textos: cambiar el punto de vista, completar un fragmento inacabado,
restituir un párrafo perdido, cohesionar las frases inconexas y desordenadas de un texto,
cambiar el registro, etc.
5) El mismo ejercicio sobre las ventajas de vivir en el campo o en la ciudad, adaptado a este
enfoque funcional sería el siguiente:
Tu sobrino, que reside en Madrid, tiene una oferta de trabajo en Melgar de Abajo
(Valladolid). No sabe si debe aceptarla, porque siempre ha vivido en una eran
ciudad y no conoce el campo. Escríbele una carta para contarle tu opinión sobre el
tema.
El contenido del texto y los recursos gramaticales son los mismos que en el ejercicio del
primer enfoque, pero aquí existe un contexto comunicativo real. El tema de redacción se ha
convertido en una carta para un sobrino. Las diferencias son evidentes:
Al ser la redacción un tipo de texto que sólo existe en el aula, el ejercicio nunca puede ser
comunicativo. En cambio, al proponer un motivo, un propósito y un receptor verosímiles al
mismo texto, el ejercicio se convierte en una situación de comunicación posible. El alumno
tiene que buscar el registro adecuado, tiene que estructurar el texto según las convenciones
establecidas y tiene que decidir qué es lo mas importante que puede escribir y cómo.
6) Son buen ejemplo de este enfoque los métodos de español lengua dos Equipo Avance
(1986) y Equipo Pragma (19S4 y 1985). En lengua uno, destacaría tres ejemplos en catalán:
Cassany et al. (1917), Coramina (1914) y Bordons et al. (1988 y 1989), con propuestas de
programación muy distintas. Y todo con permiso de un clásico inglés: Johnson (1981).
ENFOQUE BASADO EN EL PROCESO
1) A partir de los años setenta se desarrolló en Estados Unidos un conjunto de investigaciones
sobre el proceso de producción o composición de textos escritos. Un grupo de psicólogos,
maestros y pedagogos que impartían cursos de expresión escrita para estudiantes
americanos o extranjeros, en los colleges y universidades privadas, empezaron a analizar lo
que hacían sus alumnos antes, durante y después de escribir el texto. Estos profesores
estaban muy decepcionados con los métodos corrientes que utilizaban en sus clases, porque
no ofrecían resultados satisfactorios en sus cursos. Los métodos de investigación que
utilizaban eran muy variados: la observación, la grabación con vídeo, el análisis de los
borradores que escribían los alumnos, entrevistas con éstos, tests de capacidad de
expresión escrita, etc.
Los resultados de las investigaciones sugerían que los escritores competentes (los alumnos
que obtenían buenos resultados en los tests) utilizaban una serie de estrategias o
habilidades cognitivas para escribir que eran desconocidas por el resto de los alumnos (los
que sacaban malas notas en los tests). Este hallazgo significó el reconocimiento que para
escribir satisfactoriamente no es suficiente con tener buenos conocimientos de gramática o
con dominar el uso de la lengua, sino que también es necesario dominar el proceso de
composición de textos: saber generar ideas, hacer esquemas, revisar un borrador, corregir,
reformular un texto, etc. El conjunto de estas estrategias constituye lo que se llama, de una
forma un poco tosca, el perfil del escritor competente. Este es el que tiene en cuenta a su
lector, escribe borradores, desarrolla sus ideas, las revisa, elabora el esquema del texto,
busca un lenguaje comparado con el lector para expresarse, etc. El siguiente esquema
resume este perfil:
COMPETENTES INCOMPETENTES
1
La prosa de escritor es lo que se escribe para uno mismo, mientras que la prosa de lector es lo que se
escribe para otras personas. Ver Flower (1979) o Cassany (1987).
El análisis individual de las necesidades del alumno es también muy importante en este
enfoque. Según la teoría, no existe un único proceso correcto de composición de textos, sino
que cada escritor ha desarrollado sus propias estrategias de acuerdo con sus habilidades, su
carácter y su personalidad. Algunas investigaciones (Jensen y DiTiberio, 1984) han intentado
relacionar factores de la personalidad (extroversión/introversión, pensar/sentir...) con estilos
cognitivos o estrategias de composición y han hallado algunas conexiones. Así, los
individuos con tendencia a la extraversión prefieren técnicas como la escritura automática o
libre (freewriting). o como el diálogo consigo mismos o con otros autores, y suelen escribir de
una forma impulsiva y espontánea; mientras que los introvertidos utilizan los esquemas, las
listas y el orden en el trabajo.
De esta forma, no se pueden enseñar «recetas» únicas de escritura, ni podemos esperar que
las mismas técnicas sean válidas y útiles para todos. Cada alumno tiene que desarrollar su
propio estilo de composición a partir de sus capacidades: tiene que superar los bloqueos que
sufra, tiene que seleccionar las técnicas más productivas para él, saber integrarlas y
adaptarlas a su forma de trabajar, tiene que rentabilizar el tiempo de composición, etc. Los
profesores ayudan a sus pupilos analizando su forma de escribir y tomando conciencia con
ellos de sus defectos y de las potencialidades, sugiriendo técnicas adecuadas para cada uno,
corrigiendo su forma de trabajar, etc. En resumen, se trata de un trabajo muy individualizado
con el sujeto de la escritura (y no con el objeto: el texto), que se asemeja bastante a la
relación entre psicólogo y cliente.
4) Las clases basadas en este enfoque funcionan de una forma muy particular. Se parecen
mucho a los conocidos Talleres de literatura o Talleres de expresión escrita (ver Auladell y
Figuerola, 1989), aunque lo que escriben los alumnos no tiene que ser necesariamente
literatura o textos con intención artística o Iúdica, sino que pueden escribir cartas, trabajos
escolares, ensayos, diarios íntimos, etc. Básicamente, se propone un tema y los alumnos se
pasan todo el tiempo de clase escribiendo sobre él. El papel del profesor consiste en orientar
y asesorar el trabajo del alumno: decirle cómo puede trabajar, qué técnicas puede utilizar,
leer sus borradores y mostrarle los errores o los puntos flojos, etc.
De hecho, la clase puede adoptar diversas formas. Se puede trabajar de una manera más
programada, con tareas e instrucciones precisas sobre lo que se tiene que hacer,
colaborando en grupo, poniendo en común los resultados, etc.; o puede fluir
espontáneamente según el ritmo y los intereses de cada alumno, sin ejercicios ni
organización concretos, sólo con una tarea general muy abierta. Por ejemplo, dado un tema
determinado, el profesor puede dar instrucciones detalladas cada diez o quince minutos
sobre lo que se tiene que hacer para desarrollar el tema escrito: una lista de ideas, un
esquema, un grupo de preguntas, un borrador, etc.; y los alumnos cumplen las instrucciones
sucesivamente, al pie de la letra. Por otra parte, el tiempo de clase se puede convertir
también en un espacio libre y autónomo para que cada uno escriba a su ritmo unos textos
determinados de antemano a principio de curso, de trimestre o de mes (de forma muy
parecida a como funciona el método Garrison, citado por Sokmen. 1988). En este caso, el
profesor se convierte en un supervisor-colaborador del alumno, que pasea por el aula y
responde a las dudas de los estudiantes.
Otro aspecto muy particular de este enfoque es la corrección de los trabajos de los alumnos.
Según la teoría (Cassany, 1989). no se corrige el producto sino el proceso de redacción. No
interesa tanto erradicar las faltas de gramática del escrito como que el alumno mejore sus
hábitos de composición: que supere los bloqueos, que gane en agilidad, que rentabilice su
tiempo, etc. De esta manera, la corrección supera con creces el marco lingüístico y atañe
campos psicológicos como la forma de pensar o estilo cognitivo, las técnicas o las destrezas
de estudio, la creatividad, etc. En definitiva, ya no se habla de corrección sino de
asesoramiento.
5) Con el enfoque basado en el proceso, el mismo ejercicio de otros capítulos pasaría a ser una
tarea que requeriría muchas instrucciones y bátante más tiempo para realizarse:
i) Realiza un torbellino de ideas sobre el tema de las ventajas y las desventajas de vivir en
un pueblo o en una ciudad. Apunta todo lo que se te ocurra. Tienes sólo 6 minutos.
ii) Lee lo que has escrito y clasifícalo en grupos de ideas distintas. Completa los grupos.
iii) Desarrolla las ideas de dos de los grupos. Busca ejemplos y argumentos para cada
idea.
Con los ejercicios anteriores, se explicaba al alumno cómo debía ser el texto final que tenia
que presentar: temas, extensión, tipo de texto, etc. Al contrarío, de esta forma se muestra al
alumno lo que tiene que hacer para conseguir el escrito: como puede conseguir, ideas, cómo
puede desarrollar, las, estructurarlas, etc. En este enfoque es más importante el proceso de
trabajo del alumno que el producto final que consiga.
6) Pocos libros exponen en las lenguas ibéricas este enfoque desarrollado básicamente en
Norteamérica. Desde un punto de vista teórico, destacan los volúmenes monográficos de
Cassany (1987 y 1989) y el libro de Serafíni (1985). Aunque breve, otro texto a tener en
cuenta es La expresión escrita en la escuela. Enfoques metodológicos para un proyecto
(1985), del Instituto de Estudios Pedagógicos Somosaguas. Los mejores cursos o libros
prácticos que desarrollan este enfoque son Flower (1985) y Murray (1987), aunque se
parezcan más a manuales de reflexión que a métodos de aprendizaje.
ii) Asimismo, la necesidad de la expresión escrita nace con el interés y/o la obligación de
realizar una carrera universitaria; o sea, con el interés por una determinada disciplina del
saber, generalmente muy técnica y especializada. A los alumnos no les interesa escribir
sobre temas generales como las vacaciones, los deportes o el ocio, sino que pretenden
desarrollar sus ideas sobre ingeniería electrónica, química orgánica o informática. De este
modo, los ejercicios de expresión escrita tienen que estar muy relacionados con el
programa de estudios de los alumnos y, también, los profesores tienen que conocer la
materia sobre la que escriben sus alumnos para poder corregir y ayudarles.
iii) El interés por la expresión escrita está relacionado con el interés por otras habilidades
lingüísticas como la lectura o la comprensión oral, así como con otras destrezas más
abstractas como la selección de la información relevante, el resumen, la esquematización
y el procesamiento general de la información, etc. Así, al tener que atender también a
necesidades cognitivas más generales, a parte de las estrictamente lingüísticas, los
ejercicios de expresión se convierten en tareas o proyectos muy completos que requieren
un trabajo intelectual importante.
• Este instrumento puede utilizarse para aprender sobre cualquier tema o asignatura del
curriculum. Los ejercicios de expresión escrita no sólo sirven para evaluar los
conocimientos de los alumnos sobre un tema, sino que pueden utilizarse para aprender
sobre este tema.
Griffin (1982) presenta de forma general los principales rasgos de estos movimientos
pedagógicos y propone ejemplos de ejercicios en todo tipo de materias del curriculum.
Otras experiencias didácticas muy relacionadas con este enfoque basado en el contenido
son el trabajo organizado por tareas, o project work, desarrollado originalmente en la
enseñanza del inglés como segunda lengua (ver The Reality of Dream: An example of
Project Work, 1988); y el conjunto de la disciplina —hoy muy de moda— de la metacognición:
el auto-aprendizaje, las técnicas de estudio, el aprender a aprender, etc. (Nisbet y
Shucksmith, 1986. y Nogueral, 1989).
2) Las característica» principales del enfoque son las siguientes (Shih, 1986):
ii) No se escribe sobre la experiencia personal de cada uno, sino sobre algún tema
académico. Las fuentes de la escritura son, pues, básicamente bibliográficas: libros,
conferencias, apuntes, artículos, etc. De esta forma, la clase de expresión escrita se
relaciona muy estrechamente con las disciplinas de contenido de la carrera.
iii) La habilidad (“skill”) de la expresión escrita se integra con las otras habilidades lingüística
s (escuchar, leer y hablar) en el contexto del trabajo académico. Se entiende que el
desarrollo de una habilidad no se realiza aisladamente del aprendizaje global de las
destrezas lingüística s. Además, el tipo de actividades de estudio que tienen que realizar
los alumnos en su carrera integra j entremezcla todas las habilidades. En consecuencia,
en el aula los alumnos no solo escriben, sino que practican toda tipo de ejercicios
verbales.
iv) En los ejercicios de clase, se distinguen dos secuencias muy claras y separadas. Una
primera fase de estudio y comprensión de un tema (de “input”) precede siempre la fase
final de elaboración de ideas y producción de un texto escrito. En una primera etapa, el
alumno se «sumerge» en el tema: lee artículos, escucha exposiciones sobre este,
comenta y discute el contenido con sus compañeros y su profesor, etc. En la etapa final,
empieza a recoger información, a esquematizarla y a preparar sus ideas para un texto
escrito.
3) En principio, la programación del curso se basa en el contenido de una o varias materias de
estudio. Puede tratarse de un programa muy completo y estructurado a partir de un tema o
una disciplina, o también podemos encontrar programaciones mis flexibles que consisten en
un simple listado de temas de interés de los alumnos. En este último caso, nos encon-
traríamos muy cerca de un planteamiento tan conocido como los famosos centros de interés
del alumno.
Sin embargo, detrás de este simple listado de temas, atractivo y ameno, los profesores han
organizado un conjunto muy variado de actividades (tareas, proyectos, trabajos, ejercicios,
etc.) que responden a una variada gama de objetivos: practican todo upo de habilidades
lingüísticas, desarrollan estrategias cognitivas varias (análisis, comprensión, síntesis,
valoración, etc.), utilizan tipos de texto muy distintos (orales/escritos,
argumentativos/informativos, etc.) o obligan a trabajar de maneras diversas (en clase, en
casa, en grupo, solo, en la biblioteca, etc.). Y no cabe duda que ésta es la verdadera
programación del curso: un conjunto extraordinariamente variado de ejercicios que requieren
todo tipo de esfuerzos por parte del alumno. Shih y Griffin ofrecen varias clasificaciones de
habilidades o destrezas académicas que pueden ser la base de programas de expresión
escrita.
i) Investigación profunda de un tema (o, como dice Shih, incubación): lectura de textos,
análisis de las tesis y los argumentos, búsqueda de nueva información, selección, etc.
En general, el tipo de ejercicios que se realizan son muy globales. Parten de textos
completos, no de frases o fragmentos; de documentos reales, sin manipulación, que no se
han preparado especialmente para la enseñanza; y de material gráfico: esquemas, mapas,
fotografías, etc. Los alumnos se fijan siempre en el contenido: extraen las ideas principales,
comparan dos textos, interpretan un esquema, etc. Y lo que tienen que producir son textos
académicos reales: reseñas, ensayos, artículos para una revista de la escuela, comentarios
de texto, etc.
Respecto a la corrección, destacan dos líneas básicas: atención primordial al contenido del
texto e individualización para responder a las necesidades de cada alumno y, también, para
tratar de los aspectos formales.
5) El ejemplo que nos sirve de contraste se conviene aquí en una auténtica tarea o trabajo que
ocuparía muchas sesiones de trabajo:
ii) Lee e interpreta los gráficos siguientes: número de hospitales, oferta cultural,
contaminación, coste de la vivienda, precios... Reúne los datos principales en un
resumen.
iii) Escucha esta conferencia sobre el tema Calidad de vida en España y toma notas de los
puntos importantes. Comenta los puntos mis importantes con tus compañeros.
iv) Revisa toda la documentación sobre el tema y escribe un pequeño articulo sobre tu
investigación.
6) Dos buenos textos sobre este enfoque son los ya citados de Shih (1986) y Griffin (1912).
EPÍLOGO
No cabe duda que en cualquier acto de expresión escrita interviene la gramática, la función o
el tipo de texto que se escribe, el proceso de composición del mismo, y la información o el
contenido. Los cuatro aspectos son importantes e imprescindibles para el éxito de la
comunicación. Asimismo, cualquiera de los enfoques didácticos expuestos incluye de alguna
forma estas cuatro perspectivas de la expresión. Las diferencias entre uno y otro son cuestiones
de enfoque y de énfasis. Cada metodología ahonda en un punto de vista y propone un trabajo
prioritario y sistemático de éste.
Por estas mismas razones, los extremismos son muy peligrosos. Un enfoque que pretenda
ser muy puro y basarse exclusivamente en un punto, corre el peligro de perder el resto y de vaciar
de sentido el acto mismo de escritura. Algunos sufrimos en nuestra infancia el sinsentido, la
inutilidad y el aburrimiento de un enfoque absolutamente gramatical, sin función, sin. texto, sin
proceso y con poco contenido. El resto de enfoques puede ser tan fatal como el primero, aunque
mucho más modernos, si se utilizan de una forma radical. Creo que la sabiduría está en el
eclecticismo. Cuando me imagino el mejor enfoque para un curso determinado, siempre me sale
una mezcla rara de todas las posibilidades, algo que en cada caso intenta ser útil al alumno.