Emporio Celestial de Conocimientos Benévolos

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Jorge Luis Borges, Emporio celestial de conocimientos benévolos.

Fragmento del cuento El idioma analítico de John Wilkins1

Ya definido el procedimiento de Wilkins, falta examinar un problema de imposible o


difícil postergación: el valor de la tabla cuadragesimal que es base del idioma.
Consideremos la octava categoría, la de las piedras. Wilkins las divide en comunes
(pedernal, cascajo, pizarra), módicas (mármol, ámbar, coral) preciosas (perla, ópalo),
transparentes (amatista, zafiro) e insolubles (hulla, greda y arsénico). Casi tan alarmante
como la octava, es la novena categoría. Ésta nos revela que los metales pueden ser
imperfectos (bermellón, azogue), artificiales (bronce, latón), recrementicios (limadura,
herrumbre) y naturales (oro, estaño, cobre). La belleza figura en la categoría decimosexta;
es un pez vivíparo, oblongo. Esas ambigüedades, redundancias y deficiencias recuerdan
las que el doctor Franz Kuhn atribuye a cierta enciclopedia china que se titula Emporio
celestial de conocimientos benévolos. En sus remotas páginas está escrito que los
animales se dividen en a) pertenecientes al Emperador b) embalsamados c) amaestrados
d) lechones e) sirenas f) fabulosos g) perros sueltos h) incluidos en esta clasificación i)
que se agitan como locos j) innumerables k)dibujados con un pincel finísimo de pelo de
camello l) etcétera m) que acaban de romper el jarrón n) que de lejos parecen moscas.

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