La técnica del suelo claveteado consiste en introducir barras de acero en perforaciones en el terreno y rellenarlas con mortero para estabilizar taludes y estructuras. Las barras trabajan principalmente a tracción para mejorar la resistencia al corte. Se complementan con un revestimiento superficial de hormigón proyectado para evitar deslizamientos. La técnica es adecuada para taludes y excavaciones, pero no funciona bien bajo el nivel freático o en suelos blandos donde se requiere control estricto de deformaciones.
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La técnica del suelo claveteado consiste en introducir barras de acero en perforaciones en el terreno y rellenarlas con mortero para estabilizar taludes y estructuras. Las barras trabajan principalmente a tracción para mejorar la resistencia al corte. Se complementan con un revestimiento superficial de hormigón proyectado para evitar deslizamientos. La técnica es adecuada para taludes y excavaciones, pero no funciona bien bajo el nivel freático o en suelos blandos donde se requiere control estricto de deformaciones.
La técnica del suelo claveteado consiste en introducir barras de acero en perforaciones en el terreno y rellenarlas con mortero para estabilizar taludes y estructuras. Las barras trabajan principalmente a tracción para mejorar la resistencia al corte. Se complementan con un revestimiento superficial de hormigón proyectado para evitar deslizamientos. La técnica es adecuada para taludes y excavaciones, pero no funciona bien bajo el nivel freático o en suelos blandos donde se requiere control estricto de deformaciones.
La técnica del suelo claveteado consiste en introducir barras de acero en perforaciones en el terreno y rellenarlas con mortero para estabilizar taludes y estructuras. Las barras trabajan principalmente a tracción para mejorar la resistencia al corte. Se complementan con un revestimiento superficial de hormigón proyectado para evitar deslizamientos. La técnica es adecuada para taludes y excavaciones, pero no funciona bien bajo el nivel freático o en suelos blandos donde se requiere control estricto de deformaciones.
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LECCIÓN 11 Soil nailing o suelo claveteado
Figura 1. Suelo claveteado con mallazo de acero en las proximidades
del embalse de Loriguilla (Valencia). Fotografía: V. Yepes (2021)
La técnica del soil nailing, o claveteado de suelos, consiste en una
técnica de refuerzo del terreno que se ha utilizado frecuentemente para estabilizar taludes, terrraplenes, cortes del terreno, túneles y estructuras de contención (Figura 1). El soil nailing tiene su origen en la década de los 60 del siglo XX, cuando se introdujo el Nuevo Método Austríaco para la construcción de túneles. La introducción de barras de acero, la inyección de mortero fluido en las perforaciones y el revestimiento con hormigón proyectado permitieron soportar las excavaciones de rocas en túnel. A medida que desciende la excavación, se introducen anclajes de refuerzo pasivos, generalmente subhorizontales, que trabajan principalmente a tracción, pero también pueden tomar cargas de flexión y corte. Estas barras pasivas son de acero y se conocen como pernos de roca o bulones en el ámbito de los túneles. Los refuerzos se complementan a medida que baja la excavación con un paramento superficial que puede ser rígido o flexible que impide el deslizamiento del suelo entre los puntos que se encuentran las barras instaladas. Este refuerzo del terreno permite mejorar su resistencia al corte a lo largo de superficies potenciales de falla (Figura 2).
Figura 2. Aplicaciones típicas del suelo claveteado: (a) en talud
existente; (b) en excavación
Las barras se colocan en unos sondeos perforados previamente y
que luego se rellenan con una lechada o mortero de inyección (“grout“). El diámetro de la perforación oscila entre 50 y 150 mm. Posteriormente se ejecuta un revestimiento o pantalla (“facing“) que impida la caída de tierra entre los puntos donde se sitúan las inclusiones. Esto suele realizarse mediante hormigón proyectado (gunita), que suele reforzarse mediante una malla de acero (Figura 3). El espesor del revestimiento varía entre 50 y 150 mm, siendo más delgado en pendientes inclinadas y más gruesos en excavaciones verticales permanentes (Figura 4). La relación agua-cemento del mortero fluido generalmente varía entre 0,40 y 0,45.
Figura 3. Gunitado sobre ladera claveteada
Figura 4. La técnica de Soil nailing con apuntalamiento metálico en cabeza para el edificio Millenium de Mónaco
La separación de los anclajes suele ser de entre 1,00 y 1,50 m,
con inclinaciones entre 10º y 20º respecto a la horizontal. Las barras de acero suelen tener un diámetro entre 25 y 40 mm, con una longitud usual entre 4 y 20 m. Las condiciones del terreno indicarán la longitud del anclaje, aunque normalmente oscila entre 1,0 y 1,5 veces la altura del talud.
Este procedimiento no se puede aplicar bajo nivel freático, ni
tampoco cuando el suelo es blando o muy blando, donde sea un control estricto de las deformaciones. Tampoco se utiliza en arenas y suelos sin cohesión, pues la perforación puede colapsar incluso durante la construcción. Resulta poco eficaz en taludes o deslizamientos muy altos, pues los anclajes serían de mucha longitud. Por último, la corrosión del acero implica medidas preventivas que pueden suponer costes adicionales.
Figura 2. Procedimiento constructivo del suelo claveteado.