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la

fe
relevante
HANS-CLAUS EWEN
La fe relevante
© 2022 por Hans-Claus Ewen
Libro 9 de la serie «El creyente y la iglesia»

Diseño y maquetación: Edmundo Hernández


Edición: Noa Alarcón
Fotografía contraportada: Eric Tran

Las citas bíblicas están tomadas de La Biblia Reina-Valera 95® © So-


ciedades Bíblicas Unidas, 1995. Usado con permiso. Las cursivas son
añadidas.
Las citas bíblicas señaladas como RVR60 están tomadas de Reina-Valera
1960 ® © Sociedades Bíblicas en América Latina, 1960. Renovado ©
Sociedades Bíblicas Unidas, 1988. Utilizado con permiso. Reina-Valera
1960® es una marca registrada de Sociedades Bíblicas Unidas, y se
puede usar solamente bajo licencia.

ISBN: 978-3-949669-03-3

WWW.ES.HANS-EWEN.DE
HANS EWEN EN ESPAÑOL

HANS-CLAUS EWEN
i
@HANSCLAUSEWEN
MUSICA
Y LETRAS
«Es pues la fe la sustancia de las cosas que se
esperan, la demostración de las cosas que no se ven»

(Hebreos 11:1 RV09)


pró
lo
go

Hans y yo nos conocimos hace más de cuarenta años junto a una


fuente en Huehuetenango, Guatemala. Yo era un joven misionero
estadounidense que servía en México y me había inscrito en el
Proyecto Lingüístico Francisco Marroquín para mejorar mi español.
Hans era un aventurero alemán aún más joven que también
estaba aprendiendo el idioma. Ambos encontramos más de lo que
pensábamos que habíamos venido a buscar en Guatemala. Hans
encontró a Cristo, y yo encontré a un amigo maravilloso que me
ha estado asombrando durante las últimas cuatro décadas.

Mientras leía el manuscrito de La fe relevante, preparándome para


escribir el prólogo, me di cuenta de que Hans, quien una vez podría
haber sido considerado mi discípulo, ahora se había convertido en
mi maestro. Eso es realmente maravilloso. A Dios sea la gloria.

Para mí, leer este libro ha sido un viaje de descubrimiento. Su texto


está lleno de verdades bíblicas sólidas y sistemáticas ancladas
en la revelación inspirada, e incluso diría que de descubrimiento
poético y místico. A medida que Hans compartía su propio asombro
y entusiasmo por la verdad de Cristo y el mensaje de Cristo,
descubrí que mi propio entendimiento de las viejas verdades que
había tenido durante mucho tiempo se ampliaba y se afirmaba
radiantemente.

También descubrí, mientras leía, que el mundo en el que Jesús y


sus discípulos habían vivido se hacía más vívido, claro y real en
mi propio corazón.

Permítanme agregar esto, para que no parezca que ofrezco


demasiados elogios «místicos» del contenido y la preparación
de este maravilloso librito: todos los escritos inspiradores de Hans
en las páginas de La fe relevante son seguidos por una erudición
sólida y sistemática, y la enseñanza equilibrada de todo el consejo
de Dios. Creo que su capacidad para unir en armonía la inspiración
y la erudición atraerá tanto a los buscadores más jóvenes como a
los creyentes mayores y maduros.

Este libro es tan bueno que se convertirá en parte de los recursos


esenciales del ministerio de Betel y se incluirá en los materiales del
plan de estudios obligatorios de la Cueva de Adulam.

Léalo todo. «La fe es por el oír, y el oír por la palabra de Dios»


(Romanos 10:17).

Elliott Tepper
Misionero WEC y
Director Internacional de Betel
ín
di
ce

13 Introducción

23 definiciones

31 formas fatales de fe

41 diferentes medidas de lafe

61 una fe relevante

79 conclusión

83 reflexiona y profundiza

89 acerca delautor
in
tro
duc
ción

«Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si crees verás la


gloria de Dios?”» (Juan 11:40).

Cuando vivía en Guatemala, uno de los coritos que a menudo


cantábamos en nuestra iglesia era este mismo texto del evangelio
de Juan.1 Se encuentra en el contexto de la historia de la muerte
y la resurrección de un amigo de Jesús, Lázaro. Durante muchos
años pensé que el énfasis del versículo estaba en la fe, ya que
parece establecer una relación directa entre la fe y la capacidad de
ver o experimentar la gloria de Dios. Más tarde, cuando comencé
a impartir cursos de interpretación de la Biblia, descubrí que había
pasado por alto el punto esencial.

Ver la gloria de Dios

En esta historia, el término «gloria» se asocia evidentemente con


la resurrección de Lázaro de entre los muertos después de cuatro

13
días en una tumba. La gloria2 puede referirse a diferentes eventos o
situaciones en las Escrituras. En su sentido más elevado, la palabra
describe el cielo y el trono de Dios con Jesús a su diestra. La
gloria aquí describe el esplendor, la perfección, la belleza perfecta,
el poder, la autoridad y la santidad de Dios y su morada. Jesús
anuncia su segunda venida varias veces de la siguiente manera:
«Entonces aparecerá la señal del Hijo del hombre en el cielo, y
todas las tribus de la tierra harán lamentación cuando vean al Hijo
del hombre venir sobre las nubes del cielo, con poder y gran
gloria» (Mateo 24:30). Lo que tienen en común la mayoría de las
menciones de esta palabra en relación con Dios y Jesús es que
la gloria de Dios puede ser visible o perceptible objetivamente. La
gloria de Dios tiene que ver con su presencia y, por lo general, esta
presencia tiene su efecto sobre las personas que se encuentran
cerca de ella. El Nuevo Testamento usa la palabra «gloria», por
ejemplo, para describir milagros de Jesús. Como ya se vio, la
resurrección de Lázaro fue una manifestación de la gloria. El primer
milagro del Señor, la transformación del agua en vino, se explica
de la siguiente manera: «Este principio de señales hizo Jesús en
Caná de Galilea, y manifestó su gloria; y sus discípulos creyeron
en él» (Juan 2:11).

Como creyentes, debemos y podemos esperar tales efectos de


la gloria manifiesta de Dios y deberíamos orar como los primeros
cristianos: «Y ahora, Señor, mira sus amenazas y concede a tus
siervos que con toda valentía hablen tu palabra, mientras extiendes
tu mano para que se hagan sanidades, señales y prodigios mediante
el nombre de tu santo Hijo Jesús» (Hechos 4:29-30). Según las
Escrituras, esta expectativa legítima ha sido depositada dentro de

14
nosotros: «… el misterio que había estado oculto desde los siglos
y edades, pero que ahora ha sido manifestado a sus santos. A
ellos, Dios quiso dar a conocer las riquezas de la gloria de este
misterio entre los gentiles, que es Cristo en vosotros, esperanza
de gloria» (Colosenses 1:26-27). Muchos entienden este versículo
solo en relación con la gloria futura que se manifestará en la
venida de Jesús y su reino eterno. Sin embargo, me atrevo a decir
que el hecho de que Cristo por su Espíritu esté «en nosotros»3
ahora y hoy nos da derecho a esperar señales y prodigios en
nuestra vida presente. Otro pasaje bíblico también sugiere que
podemos esperar y experimentar manifestaciones de la gloria de
Dios en cualquier momento. En 1 Corintios 2:9-16 leemos: «Antes
bien, como está escrito: “Cosas que ojo no vio ni oído oyó ni han
subido al corazón del hombre, son las que Dios ha preparado
para los que lo aman”» (versículo 9). Nuevamente, el pasaje a
menudo se interpreta en términos de gloria futura. Sin embargo, si
lo examinamos más de cerca, encontramos que Pablo habla de
cosas que debemos esperar aquí, ahora y hoy: «Y nosotros no
hemos recibido el espíritu del mundo, sino el Espíritu que proviene
de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido»
(versículo 12). No se trata de cosas que nos serán dadas, sino
que ya nos han sido dadas, es decir, para la vida presente.

La gloria de la que estamos hablando no es una futura, sino una


realidad presente que según las Escrituras está «dentro de nosotros».
Pablo enseña esto indirectamente en su oración en Efesios 1:18-
19: «… que él alumbre los ojos de vuestro entendimiento, para
que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, cuáles
las riquezas de la gloria de su herencia en los santos y cuál la

15
extraordinaria grandeza de su poder para con nosotros los que
creemos, según la acción de su fuerza poderosa». Dios ha puesto
una herencia en nosotros que tiene potencial de gloria.

En lo que sigue utilizo el término «gloria» con el siguiente significado:


la manifestación o efecto concreto, física, mental o espiritualmente
perceptible, de la presencia de Dios en una situación específica.

La fe

El máximo potencial de la fe está claramente definido por dos


declaraciones de Jesús:

«Jesús le dijo: “Si puedes creer, al que cree todo le


es posible”» (Marcos 9:23).

«Jesús les dijo: “Por vuestra poca fe. De cierto os


digo que si tenéis fe como un grano de mostaza,
diréis a este monte: ‘Pásate de aquí allá’, y se pasará;
y nada os será imposible» (Mateo 17:20).

En vista de este potencial ilimitado, naturalmente uno se pregunta


por qué la mayoría de los cristianos no experimentamos la gloria
de Dios con más regularidad (al menos yo me hago esta pregunta
a menudo). La historia de las dos hermanas Marta y María parece
ser útil aquí para aclarar unos puntos.

Las acciones y reacciones de las dos nos permiten vislumbrar


diferentes niveles de fe que pueden existir dentro de nosotros.
A menudo no somos conscientes de la calidad de nuestra fe
hasta que nuestras circunstancias nos ponen a prueba. Una de

16
las metas más importantes de las pruebas que pasamos, desde
la perspectiva de Dios, es darnos la oportunidad de crecer en la
fe, como ya sugiere la comparación con el grano de mostaza en
Mateo 17:20. Con el máximo potencial mencionado allí en mente,
nuestras pruebas nos permiten evaluar el estado y el desarrollo
de nuestra fe.

Marta y María fueron severamente probadas por la enfermedad


de su hermano. La fe que había en ellas en ese momento era
obviamente insuficiente para sanar a Lázaro. Como mujeres judías,
creían en Dios al igual que las personas que crecen en una
sociedad tradicionalmente religiosa. Esta creencia es generalmente
muy superficial: saben que Dios existe, pero nunca están seguras
de si este Dios quiere tener algo que ver con nosotros directamente.
En el caso de las hermanas, la fe en Jesús se agregó a su fe
básica, y obviamente había una relación amistosa entre Jesús y
esta familia.4 Esta historia tiene lugar unas dos semanas antes
de que crucificaran a Jesús. Entonces María y Marta sabían de
lo que Jesús era capaz y muy probablemente conocían muchas
de sus enseñanzas. También deben haber sabido que Jesús
había enviado a sus discípulos a sanar a los enfermos. Pero ellas
personalmente no tenían esta fe, porque enviaron mensajeros a
Jesús para pedir ayuda. Su nivel de fe era que Jesús tenía que
estar presente físicamente para sanar a su hermano: «Señor, si
hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto» (Juan 11:21).
Jesús había sanado a varios enfermos de lejos,5 pero esto no
parece haber sido una opción para Marta y María, ya que no se
lo pidieron así.

17
Nuestra experiencia de fe es un activo valioso, pero también
debemos ser conscientes de que puede ser una limitación para los
desafíos futuros

Cuando Jesús finalmente llega a las hermanas, Lázaro ya ha


estado en la tumba por cuatro días, y todas las emociones y
pensamientos de las dos se hacen evidentes. Por un lado, están
contentas de que Jesús haya llegado al fin; por otro lado, lo
acusan porque dejó morir a Lázaro. El estado de su fe se puede
describir mejor con las palabras del padre desesperado de Marcos
9:24: «Inmediatamente el padre del muchacho clamó y dijo: “Creo;
ayuda mi incredulidad”». Dos declaraciones de Marta describen
esto muy claramente: «Marta dijo a Jesús: “Señor, si hubieras
estado aquí, mi hermano no habría muerto. Pero también sé ahora
que todo lo que pidas a Dios, Dios te lo dará”» (Juan 11:21-22),
y «Dijo Jesús: “Quitad la piedra”. Marta, la hermana del que había
muerto, le dijo: “Señor, hiede ya, porque lleva cuatro días”» (Juan
11:39). Ella se debate entre la fe vaga de que algo aún podría
suceder y su incapacidad para imaginarse el milagro necesario.
Jesús había resucitado a varios muertos que acababan de morir,
pero ¿un cadáver en proceso de descomposición?

Nuestra imaginación sobre el poder de la fe también puede ser una


limitación para los desafíos futuros

La otra forma de fe que me gustaría mencionar en esta introducción


es una que pospone al futuro las respuestas a las preguntas que
surgen de un problema agudo del presente. Aunque Jesús confirma
a Marta su promesa6 de que Lázaro resucitará,7 ella pospone el

18
cumplimiento de esta promesa en su pensamiento hacia un futuro
indefinido: «Yo sé que resucitará en la resurrección, en el día final»
(Juan 11:24). En general, esta fe no es de ninguna manera mala,
porque realmente solo podremos entender y clasificar mucho de
lo que hemos experimentado o no hemos experimentado cuando
Jesús regrese. En ciertos casos, sin embargo, es una excusa,
porque uno no se puede explicar la situación difícil que está
viviendo.

En conclusión, hay que mencionar en este punto que no fue la fe de


las hermanas, sino la fe de Jesús, la que sacó a Lázaro de la tumba.
Esta es la fe con potencial ilimitado que ya mencionamos y Jesús
nos la ejemplifica. Ahora, por supuesto, podríamos preguntarnos
qué tiene que ver esta fe con la nuestra. La traducción de la Biblia
Reina-Valera de 1995 nos da la respuesta: «Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y
lo que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el
cual me amó y se entregó a sí mismo por mí» (Gálatas 2:20). Un
ángel instruye al apóstol Juan en Apocalipsis 14:12: «Aquí está la
perseverancia de los santos, los que guardan los mandamientos
de Dios y la fe de Jesús».

Nuestra historia enseña en cierta manera que uno puede


«agarrarse» con su fe imperfecta a la del Señor Jesús. Jesús le
dijo a Marta: «Quitad la piedra» (Juan 11:39), y Marta obedeció a
pesar de sus recelos. Jesús mismo no quitó la piedra, pero honró
su obediencia con el mayor milagro que había realizado hasta ese
momento.

19
La palabra que Dios habla

La fe bíblica solo es verdadera cuando tiene un fundamento, una


sustancia. La versión de la Reina-Valera de 1909 traduce Hebreos
11:1 así: «Es pues la fe la sustancia de las cosas que se esperan,
la demostración de las cosas que no se ven».8

La fe sin sustancia no es fe, sino una especulación o conjetura.


El fundamento más importante de la fe cristiana es la existencia
de Dios: «Pero sin fe es imposible agradar a Dios, porque es
necesario que el que se acerca a Dios crea que él existe y
que recompensa a los que lo buscan» (Hebreos 11:6). Esta fe
general en Dios y su voluntad de bendecirnos debe por supuesto
probarse y manifestarse en las situaciones y desafíos específicos
de nuestra vida. ¿Cómo se aplica lo que creo en términos
generales a una situación concreta? Sabemos que Dios siempre
quiere ayudar y bendecir, pero no siempre sabemos cuándo y
cómo quiere hacerlo.

En el capítulo 11 de Juan yo había pasado por alto durante mucho


tiempo que el punto esencial para la manifestación de la gloria no
era la fe en general, sino lo que Jesús dijo específicamente en
relación con esta situación de emergencia. Las diversas formas
o expresiones de fe en las hermanas no tuvieron un efecto
«glorioso» y concreto. Por eso Jesús les habla de lo que realmente
contaba en su situación: «¿No te he dicho...?» (Juan 11:40). «Esta
enfermedad no es para muerte, sino para la gloria de Dios, para
que el Hijo de Dios sea glorificado por ella» (Juan 11:4).

La base y sustancia de la fe en general es, por tanto, el hecho de


que Dios existe y su ser inmutable revelado en las Escrituras: Dios

20
es y siempre permanecerá santo, justo y bueno. Para situaciones
específicas en las que necesitamos la obra de Dios, nuestra base
y sustancia es lo que nos habla concretamente. Vale la pena,
entonces, hacerle dos preguntas al Señor antes de pedirle ayuda:
«¿Qué quieres hacer tú en esta situación? ¿Y qué debo hacer yo
en esta situación?».

Nuestro Dios anhela una relación real con nosotros y obviamente


no quiere que reemplacemos esto con una fe automatizada basada
solo en el conocimiento general de la Biblia. Desafortunadamente,
parece posible que los cristianos tengan una relación con
su conocimiento de la Biblia, pero ya no escuchan la voz de
Dios en absoluto. Los fariseos y los escribas son nuestro mayor
ejemplo negativo de esto en la Biblia.9 Tales personas colocan las
promesas de las Sagradas Escrituras en navetas individuales que
abren según sea necesario para formular una oración impersonal,
a menudo exigente (o acusadora), que luego «disparan» a Dios.
Luego se preguntan por qué sus oraciones no hacen nada a pesar
de que oraron según la palabra escrita de Dios. Pueden haber sido
oraciones salidas de las páginas de la Biblia, pero obviamente sin
relación con Dios.

En la carta a los Efesios encontramos una oración del apóstol Pablo


con una promesa impresionante: «Y a Aquel que es poderoso
para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que
pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros,
a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades,
por los siglos de los siglos. Amén» (Efesios 3:20-21). Si bien a
menudo vemos solo la necesidad o la situación que nos amenaza,
Dios ve en estas cosas oportunidades para glorificarse a sí mismo

21
más allá de lo que nosotros pedimos. Por eso es importante hacer
primero contacto «visual» con el Señor10 en una emergencia para
averiguar lo que Él dice al respecto.

Si Jesús hubiera cumplido con la petición indirecta de las hermanas


de sanar a su hermano, la cristiandad y el mundo se habrían visto
privados de uno de los milagros más grandes de la historia. La
sanidad de Lázaro habría sido otra nota al margen de los muchos
milagros que Jesús había hecho. Pero, precisamente porque Jesús
no respondió a la oración de las hermanas, pudo suceder algo
mucho mayor y más significativo.

Ciertamente no es una nota marginal que la resurrección de Lázaro


finalmente llevó a la élite religiosa de los judíos a decidir la muerte
de Jesús: «Así que desde aquel día acordaron matarlo» (Juan
11:53). Esta decisión llevó a Jesús a la cruz, donde fue el Cordero
de Dios que quitó los pecados del mundo.

1 Juan 11:1-45
2 El término doxa en griego aparece 118 veces en el Nuevo Testamento.
3 Juan 14:23; 7:38-39; 1 Corintios 3:16; 6:19; 2 Corintios 6:16.
4 Juan 11:3.
5. Mateo 8:5-13; 15:21-28.
6. Juan 11:4
7. Juan 11:23
8. La Biblia de las Américas pone en la nota de pie de este pasaje que
la palabra traducida generalmente con certeza también se puede enten-
der como sustancia. LBLA © 1986, 1995, 1997 por The Lockmann
Foundation, Derechos Reservados.
9. Mateo 23
10. Juan 5:19; Hechos 7:55.

22
de
fi
ni
cio
nes
La Wikipedia define la palabra «fe» así: «La fe (del latín fides) es
la seguridad o confianza en una persona, cosa, deidad, opinión,
doctrinas o enseñanzas de una religión y, como tal, se manifiesta
por encima de la necesidad de poseer evidencias que demuestren
la verdad. También puede definirse como la creencia que no
está sustentada en pruebas, además de la seguridad producto en
algún grado de una promesa». La fe la define el diccionario de la
RAE como: «Conjunto de creencias de una religión, conjunto de
creencias de alguien, de un grupo o de una multitud de personas;
creencia que se da a algo por la autoridad de quien lo dice o por
la fama pública».1

En el Antiguo Testamento la palabra que se traduce al español


como «fe» o «creer» es aman. Aparece 108 veces, siendo su
significado original «confirmar, constatar, apoyar, respaldar».2 La
palabra principal del Nuevo Testamento es el sustantivo pistis
y el verbo derivado pisteuo.3 Aparecen un total de 478 veces

23
siendo su significado original «fe, fidelidad, creer, afirmar, tener
confianza». El término es derivado de la palabra peitho,4 la cual
significa «persuadir o ser persuadido».

Podemos concluir en este punto que la fe está íntimamente


relacionada con un sentir de confianza, seguridad y persuasión,
por un lado, y con el reconocimiento de una autoridad por el otro
lado.

Según la Real Academia Española la palabra «relevante» es


un adjetivo que significa «sobresaliente, destacado, importante,
significativo». No la encontramos en la Biblia; sin embargo, se
puede usar para hablar de la Biblia y de la fe cristiana.

Una fe relevante, entonces, tiene que ser una con importancia e


impacto. Una fe relevante producirá resultados positivos en los
que la practican y en las personas con quienes se tiene contacto
regular.

Si hay una fe relevante, entonces también debe haber fe irrelevante,


o sea, una fe que no da buenos resultados ni para los que la tienen
ni para sus contactos. El mayor ejemplo de una fe irrelevante se
menciona en la Biblia en Santiago 2:19: «Tú crees que Dios es
uno; bien haces. También los demonios creen, y tiemblan». Creo
que es permitido concluir que la fe de los demonios en el hecho
de que haya un solo Dios no les trae ningún beneficio.

La influencia de la filosofía

Aparte del significado de las palabras, tenemos que hablar de


la influencia que la filosofía humanista ha tenido sobre nuestra

24
concepción de lo que es la fe. Algunos dirán que no tienen interés
en la filosofía y que nunca leerían un libro con contenido filosófico.
El problema de nuestro tiempo es, sin embargo, que los conceptos
filosóficos, en su gran mayoría anticristianos, ya no se difunden
como antes exclusivamente en las salas universitarias, sino por
medio de los medios de comunicación a las masas. Estamos
siendo bombardeados con ideas filosóficas que contradicen los
valores de la Biblia y de la fe cristiana original como nunca antes
en la historia humana.

Uno de los libros que ha tenido un gran impacto sobre mi manera


de ver el mundo, la Biblia y la fe cristiana se llama ¿Cómo
entonces podemos vivir? (El ascenso y la caída de la cultura
occidental) escrito por el teólogo y filósofo cristiano Francis A.
Schaeffer (1912-1984).5 De manera impresionante el autor señala
cómo las sociedades occidentales,6 principalmente durante el siglo
XX, han empezado a abandonar abiertamente los valores absolutos
que hasta entonces les habían garantizado sus éxitos y progresos
científicos, tecnológicos, sociológicos y económicos. El humanismo
anticristiano ha infiltrado todo, incluso muchas facultades teológicas.

La rama filosófica que más ha influido el pensamiento del mundo


occidental en la segunda parte del siglo XX, sin que nadie se diera
cuenta, fue el existencialismo. En la filosofía, o sea, la manera de
entender el mundo y la vida humana, se había dado un cambio
profundo. El filósofo y teólogo danés Søren Kierkegaard (1813-
1855) llegó a la conclusión de que la razón humana llevaba
al pesimismo, y que el optimismo y la fe solamente se podían
conseguir en lo irracional.7 Esta dicotomía entre lo racional y lo
irracional llegó a ser la base de los existencialistas del siglo XX,

25
como por ejemplo Jean-Paul Sartre (1905-1980) y Albert Camus
(1913-1960). La experiencia humana llegó a ser la última y máxima
verdad, pero completamente separada de la razón, una verdad
absoluta o una valoración moral. Sartre concluyó que, basándose
en la razón, todas las cosas son absurdas, pero que el ser humano
puede realizarse o bien autenticarse por medio de un acto de su
voluntad. Este acto voluntario puede irse en cualquier dirección, o
sea, que no habría diferencia entre ayudar a una viejita a cruzar
una calle o atropellarla con un automóvil.8

Este movimiento filosófico enseña en cierta manera a «tener fe en


la fe». El objetivo y el contenido de la fe de un individuo llegó a
ser secundario; solo la realización personal es la que vale. Con
esto la fe perdió su relevancia objetiva y terminó siendo algo
exclusivamente subjetivo.

Si somos sinceros, en la mente de la gran mayoría de personas el


tener fe ha llegado a ser algo separado de la razón y de lo que se
considera ser lógico, y de poca relevancia para la vida real. Durante
las últimas dos décadas las iglesias y la fe cristiana se han visto
confrontadas fuertemente con la cuestión de su relevancia para la
sociedad. El sistema de valores ha cambiado dramáticamente. Lo
que hace pocos años era considerado algo moralmente malo, hoy
se considera algo normal. Los cristianos que mantienen posiciones
claras y absolutas en muchas sociedades de hoy son vistos como
fanáticos extremistas de antaño.

Sentido común

Todos los seres humanos actúan por (buena) fe en sus vidas


cotidianas, y me atrevo a decir que sin fe no se puede existir

26
en este mundo. La confianza en algo o en alguien es una de
las bases necesarias para el funcionamiento de las relaciones
humanas y de la sociedad. Esta habilidad de creer es un don
de la creación; podríamos decir que es algo natural con origen
sobrenatural. Realmente la usamos todos los días. Fe es la habilidad
de confiar en situaciones y condiciones que están fuera de nuestro
control porque no las podemos verificar. Ejemplos sencillos serían
el uso de alguna medicina o subirse a un tren. Confiamos que la
información dada en la cajita de nuestras pastillas es correcta, pero,
si somos sinceros, no la podríamos verificar. Tendríamos que ser
químicos con laboratorios para poder estar absolutamente seguros
de que las sustancias mencionadas en la cajita concuerdan con
lo que contienen las pastillas. Lo mismo sucede con un viaje por
tren. Nadie chequearía el estado técnico del tren, trataría de revisar
los frenos y entrevistaría al piloto para asegurarse de que esté bien
de salud, no drogado o embriagado. Los psicólogos dirían de
personas que actúan de esta manera que están enfermas, pues se
consideran patológicas las fobias que les impiden la participación
en actividades normales de la vida.

El ser humano, a diferencia del reino animal, también se distingue por


su habilidad para creer en realidades trascendentes. Esto también
es un don de Dios. En todo el planeta se cree en la existencia de
deidades sobrenaturales que no pertenecen que nuestra realidad
humana. Es un hecho que los ateístas son una minoría en nuestro
planeta. La presencia de religiones revela tanto la habilidad de creer
en lo sobrenatural y lo trascendente como el deseo de entender
las grandes preguntas de la vida: ¿De dónde venimos? ¿Por qué
y para qué vivimos? ¿Hacia dónde nos dirigimos después de

27
morir? Muy pocos están satisfechos con las respuestas que da
una cosmovisión meramente materialista que postula que todo se
termina con la muerte, que no habrá otra forma de vida o una
continuación de la vida después. Eclesiastés 3:11 describe lo que
la gran mayoría de los seres humanos sienten por dentro: «Todo
lo hizo hermoso en su tiempo, y ha puesto eternidad en el corazón
del hombre, sin que este alcance a comprender la obra hecha por
Dios desde el principio hasta el fin».

La definición de la Biblia

En el capítulo 11 del libro de Hebreos la Biblia nos provee, como ya


vimos, una definición de lo que es la fe: «Es pues la fe la sustancia
de las cosas que se esperan, la demostración de las cosas que no
se ven» (RV1909). Esta definición se puede aplicar tanto al mundo
natural como al mundo sobrenatural. El que toma una pastilla
contra el dolor de cabeza lo hace porque tiene la certeza de que
puede esperar el efecto deseado, es decir, está convencido de
verdades que no puede ver. La fe verdadera siempre tiene una
sustancia invisible, pero real, una razón, un fundamento sobre el
que se basa y actúa. Una fe sin sustancia o sin fundamento es una
conjetura o especulación.

La fe salvadora

El aspecto más central de la fe que se describe en el Nuevo


Testamento es la salvación y redención del pecador: «…porque
por gracia sois salvos por medio de la fe; y esto no de vosotros,

28
pues es don de Dios» (Efesios 2:8). En cuanto a esta salvación,
la fe se apropia de la obra que Dios ha hecho por medio de
Jesucristo. No es la fe que salva, sino su objeto. Esto es una
diferencia diametral a lo que las filosofías enseñan abierta o
indirectamente. La «salvación» personal se consigue por tener fe
en la propia fe, y no en algo o alguien. En la Biblia, el ser humano
no puede salvarse a sí mismo; en las filosofías, particularmente las
surgidas del existencialismo, cada quien se salva por su manera
de creer: «…pues habéis renacido, no de simiente corruptible, sino
de incorruptible, por la palabra de Dios que vive y permanece para
siempre» (1 Pedro 1:23).

La fe como estilo de vida

Cuatro veces se repite en la Biblia la frase: «El justo por la fe


vivirá».9 El estilo de vida de los salvados, a quienes se llaman en
la Biblia «los justos», es la fe. Si leemos el capítulo 11 de Hebreos,
también llamado el capítulo de los héroes de la fe, podemos
descubrir que la fe relevante siempre lleva a un estilo de vida que
busca estar en la voluntad de Dios y avanzar su reino. Es una fe
que no busca primero su propio beneficio, sino el reino de Dios
y su justicia,10 una que es consciente de que la vida presente
no es la última realidad, sino un tiempo de entrenamiento para la
vida eterna. Hacer y aceptar la voluntad de Dios, sea cual sea, lo
valoriza más que el propio bienestar.11

La fe relevante es aquella que nos permite entrar a una vida


naturalmente sobrenatural o, bien, sobrenaturalmente natural. Jesús
define el potencial máximo de la fe en dos pasajes ya mencionados:

29
«Jesús le dijo: “Si puedes creer, al que cree todo le
es posible”» (Marcos 9:23).

«De cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano


de mostaza, diréis a este monte: “Pásate de aquí allá”,
y se pasará; y nada os será imposible» (Mateo 17:20).

Para poder llegar a este nivel de fe necesitamos detectar los


factores que nos impiden experimentar estas promesas bien claras
de la Palabra de Dios.

1 https://es.wikipedia.org/wiki/Fe.
2. Strong‘s Concordance n.º 539.
3. Strong’s Concordance n.º 4102 y 4100.
4. Strong’s Concordance n.º 3982.
5. Original en inglés: How should we then live?, Francis Schaeffer, 1976.
6. Se refiere a los países donde el cristianismo ha sido la religión predomi-
nante (Europa, Estados Unidos de América y Canadá).
7. Wie können wir denn leben?, Francis Schaeffer, pp. 132-133.
8. Wie können wir denn leben?, Francis Schaeffer, p. 137.
9. Habacuc 2:4; Romanos 1:17; Gálatas 3:11; Hebreos 10:38.
10. Mateo 6:33.
11. Hebreos 11:35-40.

30
formas
fatales
de fe

Existen formas de fe que no convienen a los seguidores de Cristo.


Considerando el potencial de la fe relevante no es de asombrarse
que el enemigo de Dios y de los cristianos, Satanás, esté haciendo
todo lo posible para reemplazarla con falsificaciones. Todo don de
Dios tiene su «seudo», o sea, falsificado, en el reino de Satanás.
Hay apóstoles y hay falsos apóstoles,1 hay profetas y maestros
buenos y los hay falsos.2 Por lo tanto, entonces habrá fe verdadera
y relevante, y fe falsa. Quiero mencionar cuatro formas de fe que
considero que son falsificaciones del original.

1. Fe cultural

Después de haberme convertido al cristianismo en el 1979, en


Guatemala, tuve el desafío de compartir mi nueva fe con mi familia
y amigos alemanes. En una ocasión visité a una amiga de mi
mamá. Las dos llevaban muchísimos años cantando en el coro

31
de la iglesia católica de nuestro pueblo. El esposo de esta amiga
era el organista de la iglesia. Según yo, ella era creyente, pero
cuando empecé a hablar de mi experiencia y que ahora sí creía
en Jesús como el resucitado de los muertos, empezó a enojarse
diciéndome que ella no creía en todas estas tonteras. Para ella el
nacimiento de Jesús de una virgen y la resurrección de los muertos
eran mitos ridículos, definitivamente no verdades fundamentales.
Siendo recién convertido, me asustaron sus argumentos, porque
yo ya había entendido que toda la fe cristiana dependía de estos
eventos. Sin resurrección de los muertos no puede haber fe cristiana
según el apóstol Pablo: «Y si Cristo no resucitó, vana es entonces
nuestra predicación y vana es también vuestra fe» (1 Corintios
15:14). Para mí, todo cristiano tenía que creer en Jesucristo tal
como lo representa el Nuevo Testamento. Me resultaba entonces
inconcebible, y sigue siendo así, que alguien se pueda llamar
cristiano sin creer en la base histórica de nuestra fe.

Esta experiencia fue una de las primeras de muchísimas similares


que iba a tener más adelante. Nunca se me olvidará cuando llegué
al área rural de Alemania donde vivo hoy y hablando con unos
hermanos de la iglesia me informaron de que en algunos pueblos
había pastores luteranos «creyentes». «¡Pastores creyentes!»,
contesté yo. «¿Qué significa?». Mis hermanos tuvieron que abrirme
los ojos a la triste realidad de que muchos pastores luteranos no
creían en la Biblia como la palabra de Dios, y definitivamente no
creían en Jesús como nosotros lo hacemos. Para mí era casi
imposible de creerlo, pero en los años siguientes conocí a varios
pastores incrédulos. Tristemente, en Alemania es posible estudiar
teología protestante y ser ordenado como pastor luterano o

32
reformado sin creer en el Evangelio y las verdades fundamentales
del cristianismo. Ser pastor para muchos es una profesión como
cualquier otra que se puede estudiar. Termino con un testimonio
de un pastor luterano «creyente» que conocí hace unos años.
Me dijo: «Hans, si yo no hubiera crecido en una familia verdadera
y bíblicamente cristiana, mi fe no hubiera sobrevivido la facultad
teológica donde estudié para llegar a ser pastor». Hay muchos
casos de jóvenes creyentes que entran a estudiar teología que al
terminar sus estudios ya no creen en el evangelio.

La fe cultural no es necesariamente siempre mala, pero, como


muestran mis experiencias y la historia, en una gran mayoría de
los casos tiende a ser muerta porque su conexión no es con
Dios, sino con una forma de religiosidad que es trasmitida por
la familia, la iglesia, la sociedad o la identidad étnica. En mi vida
muchas veces he hablado con personas que tienen este tipo
de fe. Se consideran cristianos, pero cuando uno les pregunta
por qué tienen y practican su fe, dicen: «Porque es la fe de mis
padres». Mi amigo Elías Tepper ha sido misionero en España
desde el 1983. Cuando lo visité una vez en Madrid a principios
de la década de los 90 me compartió cómo era evangelizar en
España. Me dijo que compartía el mensaje del evangelio con
españoles y al terminar le decían que todo lo que había dicho era
correcto, pero que ellos iban a morir en la fe de sus padres». En
aquel tiempo en España la identidad nacional estaba íntimamente
unida a la identidad religiosa, pues ser español era prácticamente
sinónimo de ser católico romano. Lo débil que es esta forma
de fe se puede reconocer por el hecho de que hoy, menos
que cuarenta años después, en España reinan filosofías liberales,

33
totalmente ajenas a los valores cristianos originales. La fe verdadera
y relevante nunca será una que dejará los fundamentos bíblicos
para ir tras filosofías humanistas: «Mirad que nadie os engañe por
medio de filosofías y huecas sutilezas basadas en las tradiciones
de los hombres, conforme a los elementos del mundo, y no según
Cristo» (Colosenses 2:8).

La fe cultural existe únicamente para asegurar la pertenencia de


cierto grupo de personas; casi siempre está vacía de verdades
absolutas, y generalmente sus seguidores no tienen una relación
funcional con Dios. Su relación es con su sistema religioso, con
sus reglas, liturgias y ritos, pero no con la persona del Dios trino.
Este tipo de fe es capaz de crear seguidores que viven una doble
moral sin que les afecte a la conciencia. Cuando era niño, hasta
que cumplí los trece años, tenía que ir a la misa católica todos los
domingos. En mi tiempo, la década de los 60, la iglesia estaba
todavía llena. Después de la misa observaba que la mayoría de
los hombres se iban a los bares a tomar sus cervezas y tragos.
Muchos de ellos llegaban después bien embriagados a sus
casas. Para mí este comportamiento era normal y, por lo tanto,
yo anhelaba acompañar a mis tíos a los bares. Con el tiempo lo
mejor de ir a la misa para mí llegó a ser el poder ir al bar más
cercano después. Esto es lo que la fe cultural produce en muchos.
Un caso extremo de todo esto se puede encontrar en la famosa
trilogía de El Padrino. Estas películas cuentan la historia de una
familia mafiosa de Sicilia que vivía en Nueva York. En una escena,
la familia está en la iglesia católica por motivo del bautismo de
un niño. Mientras están bautizando al niño, se ven escenas del
asesinato de los cinco jefes de otras familias mafiosas enemigas
encargado por el jefe de la familia Corleone.

34
Lamentablemente, en los últimos años se han descubierto muchos
abusos a gran escala en las iglesias históricas, algunos de
los cuales se han encubierto o mantenido en secreto durante
décadas. Cualquier forma de abuso es pecado, y el pecado no
debe ser el comportamiento normal de los cristianos, y mucho
menos de aquellos en el liderazgo que viven la verdadera fe.
Desafortunadamente, la creencia cultural ha demostrado producir
estándares dobles una y otra vez, porque simplemente no se trata
de la verdadera creencia en Jesucristo y su evangelio.

La fe cultural se puede dar en todas las denominaciones cristianas


y sus correspondientes culturas. Aunque se hayan iniciado bien,
siempre existe el peligro de que con el tiempo una generación
futura pierda la conexión con Dios y se quede únicamente con una
forma exterior de piedad que por dentro está completamente vacía
de Dios. No es un fenómeno nuevo, pues la misma Biblia contiene
varías historias tristes al respecto. En Jueces 2:8 y 10 leemos
acerca de la generación que siguió a Josué: «Pero murió Josué
hijo de Nun, siervo de Jehová, a la edad de ciento diez años. (…)
Y murió también toda aquella generación, por lo que la generación
que se levantó después no conocía a Jehová ni la obra que él
había hecho por Israel».

Leyendo el Nuevo Testamento con atención nos podemos dar


cuenta de que el pueblo escogido por Dios, Israel, se había
alejado tanto del Dios que se les había manifestado por siglos
que ni siquiera fue capaz de reconocer al Mesías cuando él se
les presentó. Lo que Jesús pensaba de los seguidores de una
fe cultural se puede leer en el capítulo 23 de Mateo. Entre otras
cosas, Jesús les llama «¡Serpientes, generación de víboras!».3 No

35
creo que Jesús haya dicho esto ligeramente o porque estaba
demasiado enojado. Yo creo que Jesús aquí nos hace ver qué
espíritu está atrás de la fe cultural. «Vosotros sois de vuestro padre
el diablo» (Juan 8:44).

Siendo alemán, con mucha tristeza y, en parte, vergüenza, tengo


que constatar que el país que fue la cuna de la Reforma del siglo
XVI y del movimiento misionero más fuerte del siglo XVIII, los
moravos, es el mismo que produjo el Holocausto y la Segunda
Guerra Mundial en el siglo XX. ¿Qué pasó? La fe verdadera y
relevante en Cristo se había convertido en una fe meramente
cultural.

2. Fe religiosa

Hay mucha similitud entre la fe cultural y la fe religiosa. Sin embargo,


hay diferencias profundas. Yo personalmente entiendo y uso el
término «religioso» como algo negativo. Para mí, la religión, en
todas sus formas cristianas o no cristianas, es el intento de salvarse
a uno mismo por medio de esfuerzos humanos. La meta de la fe
religiosa es conseguir y guardar la paz con Dios por medio del
comportamiento correcto. En cierta manera, tratan de ganarse el
amor y el favor de su deidad por medio de ritos, ceremonias o
disciplinas personales. La diferencia con la fe cultural es que esta
realmente no se interesa mayormente por cuestiones de salvación
y relación con Dios. El centro de su enfoque y esfuerzo es guardar
la identidad colectiva como grupo. Si se pregunta a uno de sus
miembros si son salvos, generalmente contestan que esto no se
puede saber.

36
Todo lo que hacen los seguidores de una fe religiosa está en
contradicción total con el evangelio de la gracia y debe ser evitado
por todo verdadero discípulo de Cristo.4 Como su base principal
es el esfuerzo humano, muy a menudo los seguidores de este
error se comparan con otros nutriéndose de sus deficiencias.
Son orgullosos, aunque confiesan ser humildes.5 Carecen de
misericordia, son completamente inflexibles y muchas veces
agresivos. Su celo misionero es fatalmente equivocado.6

Para mí, el cristianismo basado en la Biblia no es religión. Las


religiones empiezan con el hombre reconociendo sus deficiencias.
Luego desarrollan sistemas que, según creen, les pueden acercar
a Dios, ser limpios de su culpa y así hacer las paces con Dios. La
religión empieza con el hombre para llegar a Dios. El cristianismo
es lo contrario, pues Dios es quien toma la iniciativa para salvar y
redimir al hombre. Empieza con el deseo divino y termina con una
relación restaurada.

3. Fe personal

Con este título me refiero a cristianos que por alguna razón han
decidido que su fe en Jesús es un asunto privado. Pueden tener
una fe sincera en Jesús y hasta decir que lo aman, pero no quieren
que lo sepan los demás. Las razones pueden variar. En unos es el
temor al hombre, en otros la indiferencia. Los seguidores de este
error son pasivos y nunca se arriesgan con pasos de fe, son en
realidad egoístas que solamente piensan en sí mismos.7

Sea cual sea la motivación de vivir su fe «debajo del radar público»,


están cometiendo un error fatal. Jesús no murió por nosotros en

37
público para que nosotros viviéramos nuestra fe a escondidas. La
Biblia advierte fuertemente en contra de este tipo de fe.8

4. Fe copiada

Otra variación de este tipo de fe es la de los creyentes que se


nutren de los testimonios o biografías de otros, mientras ellos
mismos rara vez tienen experiencias propias con el Señor. Tratan
de ser como sus héroes en la fe, pero generalmente fracasan
cuando procuran imitarlos.9 Son aquellos amados hermanitos que,
como peregrinos, van de conferencia en conferencia procurando
estar donde aparecen los grandes «siervos de Dios».

Ya he indicado que los seguidores de una fe cultural procurarán


«dejar en herencia» su fe a las próximas generaciones. Si fuera fe
relevante, esto no sería nada malo, pero en este caso realmente
es contraproducente. Si alguien dice que cree porque su padre
y abuelo también creían, está andando sobre hielo bien delgado.

La tristeza es que Dios tiene una vida bien especial para cada uno
de ellos. Efesios 2:10 habla de obras preparadas de antemano
para cada seguidor de Cristo. Algunos nunca encuentran estas
obras por estar tratando de imitar las de otros creyentes.

En Juan 21:20-22 Jesús le da una lección fuerte a Pedro. El apóstol


quería saber qué iba a pasar con el apóstol Juan. «Volviéndose
Pedro, vio que los seguía el discípulo a quien amaba Jesús, el
mismo que en la cena se había recostado al lado de él y le había
dicho: “Señor, ¿quién es el que te ha de entregar?”. Cuando
Pedro lo vio, dijo a Jesús: “Señor, ¿y qué de éste?”. Jesús le dijo:

38
“Si quiero que él quede hasta que yo vuelva, ¿qué a ti? Sígueme
tú”». En otras palabras: «¡Qué te importa la vida de otro líder! Tú
tienes que averiguar lo que quiero hacer a través de ti».

1 2 Corintios 11:13; Apocalipsis 2:2.


2. 2 Pedro 2:1.
3. Mateo 23:33.
4. Romanos 3; 5:1; Gálatas 5:2-4; Efesios 2:6-9.
5. Lucas 18:9-12.
6. Mateo 23:15..
7. 2 Corintios 5:14-15.
8. Mateo 10:32-33; Juan 12:42-43; Proverbios 29:25.
9. Hechos 19:11-16.

39
diferentes
medidas
de fe

La fe, este don de la creación y de la redención, puede desarrollarse


tanto positiva como negativamente, porque además de fe en
general se mencionan otros tres tipos:

a. La incredulidad

b. La poca fe

c. La fe grande

Por tanto, la fe puede crecer, reducirse o desaparecer.

El sustantivo «incredulidad» aparece diez veces en el Nuevo


Testamento; el adjetivo «incrédulo», 17 veces. La palabra original
en el griego es apaistia,1 y significa «no (tener) fe».La incredulidad
se refiere a la ausencia de la fe.

El término «poca fe»2 solo aparece en los evangelios y solo


lo usa Jesús. En griego es una palabra, el adjetivo oligopistos.
Fe grande solamente se menciona dos veces en el Nuevo

41
Testamento. El griego usa los adjetivos megas (grande) en Mateo
8:10 y tosoutos 3 (enorme, vasto) en Mateo 15:28 para describir
la fe del centurión romano y de la mujer cananea.

Tomando en cuenta todas las menciones de fe en el Nuevo


Testamento, quiero desde ya notar que no se encuentra una
exigencia a tener mucha fe o una gran fe. Tampoco se encuentran
promesas que indiquen que una fe grande pueda «producir»
mayores resultados, al contrario. El interés del Nuevo Testamento
está más en la calidad de la fe que en su supuesto tamaño. «… si
tenéis fe como un grano de mostaza ...» (Mateo 17:20).

Poca fe

Como ya se mencionó, la verdadera fe se basa en hechos invisibles


y estos a su vez tienen su origen en la naturaleza inmutable de
Dios: todo lo que Él hace o permite es santo, justo, bueno e
imparcial. Todo lo que nos haga dudar de estos hechos nos
lleva al camino de la «poca fe» o, en el peor de los casos,
la incredulidad. Tenemos que entender que nuestra fe tiene un
enorme potencial y es precisamente por eso que siempre será
desafiada. Siempre que circunstancias, eventos, pensamientos
de duda o sentimientos de desesperación desafíen nuestra fe,
tenemos la maravillosa oportunidad de revisar la calidad de nuestra
fe y, si es necesario, corregirla. La incredulidad y la duda están
estrechamente relacionadas y pueden obstaculizar enormemente
nuestra relación con Dios. Por lo tanto, es absolutamente necesario
superarlas. Nuestro patriarca Abraham nos mostró cómo hacerlo:
«[Abraham] Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa

42
de Dios, sino que se fortaleció por la fe, dando gloria a Dios»
(Romanos 4:20). Nuestra fe es un gran bien, un don de Dios
por el cual debemos estar dispuestos a luchar: «Amados, por
el gran deseo que tenía de escribiros acerca de nuestra común
salvación, me ha sido necesario escribiros para exhortaros a que
contendáis ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a
los santos» (Judas 3).

Jesús habla de la «poca fe» solo cuatro veces. El contexto de


estas menciones puede ayudarnos a comprender mejor a qué
se refirió Jesús exactamente y cómo evitar llegar a tenerla. Utiliza
esta palabra tres veces en medio de situaciones que vivió con sus
discípulos y una vez en el contexto del Sermón del Monte.

La poca fe y la preocupación
por el futuro

«Ninguno puede servir a dos señores, porque


odiará al uno y amará al otro, o estimará al uno y
menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a
las riquezas. Por tanto os digo: No os angustiéis por
vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de
beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir.
¿No es la vida más que el alimento y el cuerpo más
que el vestido? Mirad las aves del cielo, que no
siembran, ni siegan, ni recogen en graneros; y, sin
embargo, vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No
valéis vosotros mucho más que ellas? ¿Y quién de
vosotros podrá, por mucho que se angustie, añadir a

43
su estatura un codo? Y por el vestido, ¿por qué os
angustiáis? Considerad los lirios del campo, cómo
crecen: no trabajan ni hilan; pero os digo que ni
aun Salomón con toda su gloria se vistió como uno
de ellos. Y si a la hierba del campo, que hoy es y
mañana se quema en el horno, Dios la viste así, ¿no
hará mucho más por vosotros, hombres de poca fe?
No os angustiéis, pues, diciendo: “¿Qué comeremos,
o qué beberemos, o qué vestiremos?”, porque los
gentiles se angustian por todas estas cosas, pero
vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de
todas ellas. Buscad primeramente el reino de Dios y
su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así
que no os angustiéis por el día de mañana, porque el
día de mañana traerá su propia preocupación. Basta
a cada día su propio mal» (Mateo 6:24-34).

Cuando los creyentes en Jesucristo se preocupan por el futuro


suministro de sus necesidades básicas manifiestan su poca fe.
Esto tiene que ver con una visión demasiado pequeña del mundo
y sus conclusiones erróneas resultantes. Se puede comparar a
un rompecabezas. Las personas de poca fe cometen el error
de definir su «verdad» sobre la base de una sola pieza del
rompecabezas sin mirar el panorama entero. Cualquiera que haya
hecho un rompecabezas sabe que el cuadro completo define la
parte individual y no al revés.

Jesús enseña en esta sección que la satisfacción de nuestras


necesidades fundamentales es un subproducto de lo que
realmente importa. Lo más importante es nuestra relación con

44
Dios e incluir nuestra vida en su plan más amplio, es decir, el
reino de Dios. Quien subordine su vida a esta prioridad estará
protegido de caer en la poca fe. Dios es el principal proveedor de
nuestras necesidades y puede activar todos los recursos naturales
y sobrenaturales para satisfacer nuestras necesidades.

Solo me gustaría citar dos ejemplos prácticos que nos pueden


revelar el grado de nuestra fe o bien si tenemos poca fe.

Primero, ¿cómo entendemos el trabajo? ¿Vemos el trabajo como


un mal necesario, un «tener que trabajar», ​​o lo vemos como parte
de nuestra adoración y relación con Dios? Personalmente, creo que
el trabajo es una de las expresiones más importantes de adoración
práctica. El trabajo era una parte integral de la creación original,
la voluntad y el plan de Dios para las personas. En Romanos
12:1 leemos que nuestra adoración razonable4 consiste en ofrecer
nuestros cuerpos al Señor y sus planes como sacrificio vivo, santo
y agradable a Él. Entonces, la adoración tiene lugar donde esté
nuestro cuerpo, y no está atada a tiempos o lugares.5 El trabajo
es adoración, proclamación y predicación.6 Entonces, un cristiano
no trabaja para ganar dinero, sino para agradar a Dios: «Y todo lo
que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para
los hombres» (Colosenses 3:23). El pago es un subproducto de
la tarea real. Así pues, a los cristianos se les paga por adorar, si
pueden aceptarlo.

En segundo lugar, ¿cómo vemos el dinero? La forma más baja de


ver el dinero es considerarlo únicamente como un medio de pago.
Las personas con mentalidad de pobreza creen que el dinero solo
se usa para pagar el alquiler, las facturas e ir de compras. Esta
convicción frecuentemente está acompañada de la opinión de que

45
la riqueza solo se puede medir por la cantidad de dinero que uno
tiene. Esto contradice la mentalidad del reino de Dios. La Biblia
pinta un cuadro completamente diferente. El dinero es visto como
una semilla que se puede sembrar: en los capítulos 8 y 9 de la
segunda carta a los Corintios, Pablo habla del dinero: «Por tanto,
consideré necesario exhortar a los hermanos que fueran primero a
vosotros y prepararan primero vuestra generosidad antes prometida,
para que esté lista como muestra de generosidad y no como de
exigencia nuestra. Pero esto digo: El que siembra escasamente,
también segará escasamente; y el que siembra generosamente,
generosamente también segará. Cada uno dé como propuso en
su corazón: no con tristeza ni por obligación, porque Dios ama al
dador alegre» (2 Corintios 9:5-7). En la Biblia, el dinero es ante
todo una inversión. Lamentablemente, hoy en día difícilmente se
puede hablar de ofrendas entre los cristianos, porque de inmediato
se le puede acusar a uno de representante del evangelio de la
prosperidad. En el otro extremo, se demoniza el evangelio de la
prosperidad (al cual no apoyo como última verdad) para justificar
nuestra propia falta de generosidad. Sin embargo, el hecho es
que Jesús muy a menudo aborda el tema del dinero e indica que
el manejo del dinero por parte del creyente dice mucho sobre la
calidad de su relación con Dios.7

Poca fe y aprender de la experiencia

«Los discípulos llegaron al otro lado, pero olvidaron


llevar pan. Jesús les dijo: “Mirad, guardaos de la
levadura de los fariseos y de los saduceos”. Ellos
discutían entre sí, diciendo: “Esto dice porque no

46
trajimos pan”. Dándose cuenta Jesús, les dijo: “¿Por
qué discutís entre vosotros, hombres de poca fe, que
no tenéis pan? ¿No entendéis aún, ni os acordáis de
los cinco panes entre cinco mil hombres, y cuántas
cestas recogisteis? ¿Ni de los siete panes entre
cuatro mil, y cuántas canastas recogisteis?”» (Mateo
16:5-10).

Todos hemos oído o tal vez dicho de otras personas: «¡No ha


aprendido nada!». Nos referimos a personas que han tenido
experiencias de las que, lamentablemente, no han aprendido las
lecciones que habrían sido útiles. En Israel, la poca fe llevó a todo
un pueblo a caminar en círculos durante 38 años. Según Google
Maps, la distancia desde El Cairo, Egipto, hasta Jerusalén es de
761 kilómetros. En automóvil uno podría llegar en 9 horas y 28
minutos; a pie llevaría 152 horas. Entonces, si caminaras ocho
horas al día, podrías hacer la ruta en 19 días. Sin embargo, el
pueblo de Israel tardó 38 años, dando toda una serie de vueltas
innecesarias. Lo más triste de esta historia es el hecho de que
Dios siempre estuvo visiblemente presente durante este tiempo.8

Cuando Dios interviene en nuestras vidas, cuando lo experimenta-


mos, esto sucede al menos por tres razones. Primero, Él satisface
nuestra necesidad o responde nuestra oración. En segundo
lugar, nos revela su naturaleza. En tercer lugar, Él nos da un
motivo para tener esperanza en el futuro. Si no tomamos en
serio estos tres «mensajes», corremos el riesgo de actuar con
poca fe en la siguiente oportunidad. La poca fe olvida el consejo
del salmista: «…no olvides ninguno de sus beneficios» (Salmo
103:2). Los creyentes recuerdan conscientemente lo que ya

47
han experimentado y extraen de ello confianza y esperanza en
todo lo que vendrá. La palabra «testimonio» aparece 39 veces
en la Biblia,9 23 de ellas solo en el Salmo 119. En el versículo
24 leemos: «…pues tus testimonios son mis delicias y mis
consejeros». En los otros versículos, David repite el pensamiento
de «guardar los testimonios de Dios» (versículos 22, 88, 129,
146, 167-168).

Poca fe y territorio inexplorado

«Entró él en la barca y sus discípulos lo siguieron. Y se levantó en


el mar una tempestad tan grande que las olas cubrían
la barca; pero él dormía. Se acercaron sus discípulos
y lo despertaron, diciendo: “¡Señor, sálvanos, que
perecemos!”. Él les dijo: “¿Por qué teméis, hombres
de poca fe?”. Entonces, levantándose, reprendió a los
vientos y al mar, y sobrevino una gran calma» (Mateo
8:23-26).

Los discípulos de Jesús habían estado con él por un


tiempo y habían sido testigos de muchos milagros.10 Sin embargo,
lo que nunca habían experimentado fue la calma de una tormenta,
o sea, la demostración de poder sobre las fuerzas de la naturaleza.
Nuestra fe siempre se vuelve más pequeña cuando asumimos que
ciertas cosas no son posibles. Ya mencionamos lo que enseñó
Jesús sobre el potencial máximo de la fe normal:

(1) Todo es posible para un creyente (Marcos 9:23).

(2) Nada es imposible para un creyente (Mateo 17:20).

48
Sin embargo, este pequeño incidente en el lago, entre líneas, tiene
una enseñanza más para nosotros. La falta de fe de los discípulos,
que Jesús criticó amablemente de cierta manera, podría referirse
a su falta de fe en su propia capacidad para calmar una tormenta.
En mi libro He aquí el hombre: Jesucristo,11 escribo sobre el
hecho de que Jesús también vino para mostrarle al mundo lo que
puede hacer una persona que está en una relación perfecta con
Dios. Jesús es llamado el «postrer Adán» en 1 Corintios 15:45.
Las señales y maravillas que caracterizaron el ministerio público
de Jesús se realizaron como una persona perfecta, y no como
Dios. No habría sido ninguna novedad para Israel que Dios obrara
milagros. Fueron precisamente los milagros demostrando su poder
sobre las leyes y fuerzas de la naturaleza los que identificaron
claramente a Jesús con las habilidades que debió haber tenido el
primer Adán antes de su caída en pecado.

Desafortunadamente, el hombre ha olvidado que originalmente fue


creado y capacitado para hacer estas cosas. Una de las misiones
del Señor Jesús, que a menudo se olvida, era y es empoderar a
la humanidad con los poderes sobrenaturales. No debemos olvidar
que los discípulos de Jesús fueron enviados a sanar enfermos,
resucitar muertos, limpiar leprosos y echar fuera demonios antes
de que fueran salvos,12 porque Jesús no había muerto y resucitado
aún. Los siguientes pasajes de las Escrituras muestran que lo
hicieron con éxito: «Y, saliendo, predicaban que los hombres se
arrepintieran. Y echaban fuera muchos demonios, ungían con
aceite a muchos enfermos y los sanaban» (Marcos 6:12-13, ver
también Lucas 10:17). Poco antes de su muerte, Jesús dejó muy
claro lo que esperaba de sus seguidores: «De cierto, de cierto os

49
digo: El que en mí cree, las obras que yo hago, él también las
hará; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre» (Juan 14:12).

Poca fe y seguridades

«En seguida Jesús hizo a sus discípulos entrar en la


barca e ir delante de él a la otra ribera, entre tanto
que él despedía a la multitud. Después de despedir
a la multitud, subió al monte a orar aparte; y cuando
llegó la noche, estaba allí solo. Ya la barca estaba
en medio del mar, azotada por las olas, porque el
viento era contrario. Pero a la cuarta vigilia de la
noche, Jesús fue a ellos andando sobre el mar. Los
discípulos, viéndolo andar sobre el mar, se turbaron,
diciendo: “¡Un fantasma!”. Y gritaron de miedo. Pero
en seguida Jesús les habló, diciendo: “¡Tened ánimo!
Soy yo, no temáis”. Entonces le respondió Pedro, y
dijo: “Señor, si eres tú, manda que yo vaya a ti sobre
las aguas”. Y él dijo: “Ven”. Y descendiendo Pedro
de la barca, andaba sobre las aguas para ir a Jesús.
Pero al ver el fuerte viento, tuvo miedo y comenzó
a hundirse. Entonces gritó: “¡Señor, sálvame!”. Al
momento Jesús, extendiendo la mano, lo sostuvo y
le dijo: “¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste?”. En
cuanto ellos subieron a la barca, se calmó el viento»
(Mateo 14: 22-32).

El hombre es obviamente capaz de mucho más de lo que piensa y


en su relación con Jesús puede descubrir su verdadero potencial.

50
Es interesante notar que este pasaje se usa a menudo para recordar
a los cristianos que no deben mirar a sus circunstancias sino a
Jesús. Por supuesto, esta aplicación del pasaje está justificada,
porque eso es exactamente lo que Jesús llama poca fe aquí. La
mayoría de las veces se habla más del hundimiento de Pedro que
del hecho de que dio unos pasos sobre el agua hacia Jesús y, por
supuesto, también volvió a la barca andando y no nadando. Lo que
también me llama la atención es el hecho de que Jesús no alaba
la fe de Pedro y, estando parado sobre el agua y hundiéndose
Pedro, lo confronta con su poca fe mientras lo salva.

¿Qué podemos aprender aquí acerca de la poca fe y la fe


verdadera?

A. El creyente debe ver todo lo que Jesús hace como modelo13


para su propia vida.

Mientras el creyente verdadero deja que Jesús defina el potencial


de lo que es posible a través de la fe, el de poca fe se limita
a sí mismo definiéndola según su imaginación humana y las
experiencias que ha tenido. Cuando la propia experiencia se
convierte en el punto de referencia, comienza el paso atrás hacia
la poca fe y uno se queda en el barco de la supuesta seguridad.

b. El creyente se apoya en la palabra rhema del Señor y vence


la duda.

El creyente vive de una relación de confianza con el Señor y


encuentra su base sólida en la revelación que ha recibido
directamente de Él. Ha aprendido que es más seguro caminar
sobre un lago en medio de una tormenta, si la voluntad de Dios lo
implica, que permanecer en un bote supuestamente seguro. El de

51
poca fe permite dudas en su pensamiento y en sus sentimientos.
La palabra «duda» proviene etimológicamente del número dos
y no significa nada más que uno está vacilando entre con dos
verdades que se contradicen. Jesús dice: «Ninguno puede servir
a dos señores» (Mateo 6:24), y Santiago advierte: «Pero pida con
fe, no dudando nada, porque el que duda es semejante a la onda
del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte
a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna
del Señor, ya que es persona de doble ánimo e inconstante en
todos sus caminos» (Santiago 1:6-8). El único beneficio de la
duda es cuando ella le lleva a uno a reconocer la superioridad
del camino divino.

c. El creyente llega hasta el final.

Cuando un verdadero creyente ha recibido una clara revelación


con instrucción, llegará hasta el final y nada lo detendrá. El de
poca fe tiende a detenerse en el camino para «contemplar sus
alrededores». Luego, cuando las voces de las circunstancias
se vuelven más fuertes que el recuerdo de la clara palabra del
Señor, no solo se detienen, sino que comienzan a hundirse. El
estancamiento es una posición peligrosa en el reino de Dios, el
cual resulta ser progresivo de principio a fin. El padre de Abraham
ya había recibido instrucciones para mudarse a Canaán, pero
literalmente se detuvo a medio camino. Murió en Harán, que está
exactamente a la mitad del camino entre Ur y Canaán (Génesis
11:31-32). Espiritualmente, el estancamiento siempre puede ser el
primer paso hacia la eliminación.

En nuestra vida cotidiana, a veces confiamos ciegamente en


realidades que son invisibles y no se pueden verificar al momento.

52
¿No será que es hora de confiar cada vez más en Jesús, quien se
entregó a sí mismo por nosotros? «Con Cristo estoy juntamente
crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo que ahora
vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual me amó
y se entregó a sí mismo por mí» (Gálatas 2:20).

Fe grande

Mucha gente ya se siente abrumada nada más que por hablar de la


fe normal. A menudo se oye, tanto de cristianos como de quienes
aún no lo son, la objeción: «¡Me gustaría creer, pero no puedo!».
En este contexto, el uso de la palabra increíble es interesante,
porque la mayoría de las veces la usamos para describir algo que
pensábamos que era imposible que sucediera. En el capítulo 1
ya hablamos del hecho de que cada ser humano tiene fe y actúa
en base a sus creencias. Aquellos que dicen que no pueden
creer deberían admitir más bien que creen en su incredulidad. La
idea de que uno no puede creer se basa en un malentendido o
simplemente en la ignorancia de la verdad sobre la fe. Los dos
principales obstáculos para tener fe son:

A. La fe en la incapacidad de creer.

b. La suposición errónea de que la fe siempre es ciega.

Personalmente, creo que la forma más alta de fe del mundo la


tienen los ateos, particularmente los científicos ateos. En este libro
he enfatizado la observación de que una fe verdadera requiere
una sustancia sobre la cual puede concluir, decidir y actuar tanto
en lo natural como en lo trascendental. El mundo no cristiano

53
que domina la ciencia, los medios de comunicación, el arte
y la educación nos rodea con su mantra de la teoría del así
llamado Big Bang. Seguramente no es casualidad que una de
las series de televisión más famosas y vistas a nivel mundial se
llame exactamente así, The Big Bang Theory. Tanto científicos
como actores, profesores universitarios y el consenso general
de nuestras sociedades se burlan a menudo del cristianismo y
sus posiciones y valores. Al mismo tiempo, asumen que la nada
explotó en el Big Bang por razones desconocidas y sin que nada
o nadie influyera en ello. Esta explosión inexplicablemente produjo
a continuación durante miles de millones de años el universo que
conocemos, incluida la humanidad con su capacidad de sentir
amor, tristeza, alegría y admiración. En programas científicos en
la televisión en Alemania los seres humanos regularmente son
definidos como «polvo de estrellas»,14 suponiendo que meteoritos
estrellándose con el planeta Tierra trajeron la materia prima que
produjo la vida aquí. Acabo de cumplir 64 años, he viajado por
35 países de este mundo, pero nunca me he encontrado con una
mota de polvo que llore por la muerte de otra mota de polvo. Si
esta creencia fuera cierta, no habría base para la moralidad de la
humanidad, la distinción entre el bien y el mal, una ley penal y, en
última instancia, ni siquiera una justificación para los sentimientos.
Me he ocupado intensamente de la teoría de la evolución y la
cosmovisión puramente materialista y he llegado a la conclusión
de que es increíblemente increíble. La fe de estos científicos es
grande, pero, al no tener sustancia real, es ciega. El Dr. Thomas
Christian Kotulla expone en su libro Die Begründung der Welt [La
Fundación del Mundo: Cómo encontramos lo que buscamos]15
que los naturalistas, o sea, los que suponen que todo es puramente

54
materia e interacción de átomos, con su misma habilidad de
pensar en posibilidades trascendentales revelan la existencia de lo
supranatural. Los naturalistas, si son sinceros, no pueden explicar
ni la habilidad humana de razonar y tener emociones, ni tampoco
el deseo inherente de todo humano de amor y justicia. El mundo
en el cual vivimos no se puede explicar de manera satisfactoria, si
se niega la existencia de lo sobrenatural.

La sustancia de la fe

Los diccionarios seculares, tanto españoles como alemanes,


siempre definen la fe como una convicción que no está basada
en evidencias o pruebas. Sistemáticamente la trasladan a lo
irracional declarándola irrelevante para la vida normal de nuestras
sociedades. Ya vimos Hebreos 11:1 en la versión de Reina-Valera
de 1909, donde la palabra «sustancia» se menciona como una
posible variante de traducción del término griego hupostasis. La
verdadera fe siempre tiene una sustancia, un fundamento sobre el
que descansa, sobre el que procede y en el que confía. Por tanto,
no se puede decir que la fe verdadera sea ciega. La filosofía que
nos rodea la ha definido al revés, porque postula que la fe de uno,
aunque irracional, crea la sustancia que el ser humano necesita
para encontrar sentido en la vida. No es la fe la que crea una
sustancia, sino al revés, la sustancia invisible primero hace posible
la creencia y garantiza que se hará visible en algún momento. Se
puede llegar a argumentar que la calidad de la sustancia de la fe
es más decisiva que la fe en sí misma. Desde mi punto de vista,
esta es también la razón por la que Jesús respondió a la solicitud
del aumento de la fe de la siguiente manera: «Dijeron los apóstoles

55
al Señor: “Auméntanos la fe”. Entonces el Señor dijo: “Si tuvierais
fe como un grano de mostaza, podríais decir a este sicómoro:
‘Desarráigate y plántate en el mar’, y os obedecería”» (Lucas
17:5-6). Contrasta el deseo de tener una fe más grande con algo
extremadamente pequeño, un grano de mostaza. Con todo, se
puede decir que trató una y otra vez de hacer comprender a sus
discípulos que un aumento en la fe no requiere un mayor esfuerzo
de su parte, sino simplificar su comprensión de lo que realmente
es la fe.

En términos concretos, la sustancia de la fe que puede darnos los


mejores resultados es el hablar directo de Dios (rhema).16 No se
trata de un conocimiento general de la Biblia, sino de escuchar
específicamente la voz de Dios con respecto a una situación dada
y una obediencia sencilla.

En la introducción ya mencioné Juan 11:40, un versículo tomado


de la historia de la resurrección de Lázaro de entre los muertos:
«Jesús le dijo: “¿No te he dicho que si crees verás la gloria de
Dios?”». El punto central de este versículo no es que la creencia
en sí misma nos traiga la manifestación visible de la presencia y
el poder de Dios (gloria), sino que lo hace la fe sencilla en lo que
Jesús dijo sobre esta situación. Una palabra rhema es la sustancia
que necesitamos.

Una fe grande es cosa de niños

Si uno cree en las palabras de Jesús, entonces la fe es en realidad


una cosa que dominan los niños: «De cierto os digo que si no
os volvéis y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los

56
cielos» (Mateo 18:3). Jesús alabó dos veces la fe de personas que
no eran judías. Jesús se maravilló de la fe del centurión romano y
la mujer cananea. Si estudiamos las dos historias de Mateo 8:5-13
y 15:21-28, notaremos que la gran fe de la que habla Jesús es en
realidad una fe sencilla, como la de un niño. ¡Aprendamos!

El centurión romano de Mateo 8, un oficial a cargo de hasta cien


soldados, estaba buscando ayuda para uno de sus criados que
estaba gravemente enfermo. Jesús se ofrece a sanar al criado, pero
el centurión responde: «Respondió el centurión y dijo: “Señor, no
soy digno de que entres bajo mi techo; solamente di la palabra y mi
criado sanará, pues también yo soy hombre bajo autoridad y tengo
soldados bajo mis órdenes, y digo a éste: ‘Ve’, y va; y al otro: ‘Ven’,
y viene; y a mi siervo: ‘Haz esto’, y lo hace”» (Mateo 8:8-9). La
creencia del centurión fue una conclusión muy simple tomada del
contexto de su trabajo diario. Transfiere el hecho natural y lógico
de la obediencia de un soldado a sus superiores a la dimensión
sobrenatural. La enfermedad debe someterse al mandato de Dios.
Nada místico, nada religioso, solo una fe sencilla y relevante que
logra su objetivo. Para describir la respuesta de Jesús a estas
palabras, el texto griego usa una palabra que expresa admiración.
Al darse cuenta de que este hombre ni siquiera era judío, Jesús
exclama: «De cierto os digo que ni aun en Israel he hallado tanta
fe» (Mateo 8:10). La exclamación «tanta fe» implica que fue la fe
más grande que Jesús había conocido hasta entonces. El texto
nos deja tres grandes lecciones: en primer lugar, toda persona
es capaz de tener una gran fe; en segundo lugar, una gran fe es
sencilla, y, en tercer lugar, una gran fe es algo que cada persona
puede comprender naturalmente.

57
Vemos este principio confirmado en el segundo ejemplo de
fe grande. La mujer cananea usa la imagen de un perro, que
probablemente todos los días comía las migajas de pan que caían
de la mesa, para concluir que el Señor la ayudará. Una gran fe
también se caracteriza por esta convicción básica, muy sencilla,
que probablemente tenía esta mujer. Cada uno de nosotros ha
experimentado en oración la impresión de que Dios rechaza nuestra
petición, nos ignora o no nos considera lo suficientemente dignos.
Tal impresión o línea de pensamiento constituye una prueba que
contradice lo que las Escrituras enseñan sobre la naturaleza de
Dios: Él es cien por cien santo, justo, bueno y no hace acepción
de personas.17

Una fe grande procede en lógica simple de la naturaleza inmutable


de Dios. No mira la capacidad humana para crear un análisis
perfecto de problemas, sino que confía con la certeza de un niño
en que el Padre Celestial es el mejor solucionador de problemas.
Dios ha prometido probarnos a este respecto18 para que nuestra fe
sea más sencilla, grande y fuerte.19 ¿No es cierto que a menudo
solo nos damos cuenta después de un examen de que resolver el
problema era en realidad bastante simple?

Una pequeña advertencia

Puesto que los ejemplos de una fe grande tienen que ver con dos
milagros de Jesús, uno podría concluir equivocadamente que una
fe grande siempre producirá resultados milagrosos y victorias sobre
todo tipo de problemas. Sería incorrecto y no sería bíblico suponer
que la fe solamente se puede y se debe juzgar según resultados

58
visibles como sanidades u otros milagros. La fe relevante, de la
que hablamos en el próximo capítulo, es mucho más que esto,
porque mira más allá de las necesidades agudas, las emergencias
humanas y de la misma muerte. El anhelo de la fe relevante es ver
avanzar el reino de Dios y, por lo tanto, también puede reconocer
que la manifestación del poder sobrenatural no es la solución para
todo. El pueblo de Israel experimentó milagros visibles todos los
días durante cuarenta años caminando por el desierto: pan del
cielo y agua de una roca que les seguía, una nube durante el día
para proteger contra sol, y una columna de fuego en la noche.20
Es obvio que el experimentar diariamente el poder milagroso de
Dios no cambió el corazón rebelde de los israelitas.

En el conocido capítulo sobre los llamados héroes de la fe, Hebreos


11, Dios no solamente honra a personas que hicieron hazañas,
sino también a aquellos que no habían recibido lo que se les
había prometido: «En la fe murieron todos estos sin haber recibido
lo prometido, sino mirándolo de lejos, creyéndolo y saludándolo,
y confesando que eran extranjeros y peregrinos sobre la tierra»
(Hebreos 11:13).

59
1 Strong’s Concordance n.º 570.
2. Strong‘s Concordance n.º 570.
3. Strong’s Concordance n.º 3173 y 5118.
4. O culto racional.
5. Juan 4:23-24.
6. 1 Tesalonicenses 2:9.
7. Para profundizar recomiendo meditar en Mateo 6:19-21 y Lucas 16:1-13.
8. Números 9:15-23; 32:13.
9. Reina-Valera 1995.
10. Mateo 6:33.
11. He aquí el hombre: Jesucristo, Hans-Claus Ewen, 2018.
12. Mateo 10:7-8; Marcos 3:13-19.
13. 1 Corintios 11:1; Efesios 5:1; 1 Tesalonicenses 1:6; Hebreos 6:12.
14. La química Mai Thi Nguyen-Kimaus en el programa de televisión Terra X -
Mundo maravilloso de la química, octubre de 2021.
15. Die Begründung der Welt, Thomas Christian Kotulla, Brunnen Verlag, 2013.
16. En mi libro La profecía y las lenguas, en el capítulo «Cómo se revela Dios»,
p. 33 en adelante, explico las maneras en las que Dios se puede comu-
nicar con nosotros.
17. Romanos 2:11; Gálatas 2:6; Efesios 6:9; Colosenses 3:25; Santiago 2:1.
18. Salmo 11:5; 1 Corintios 11:19.
19. Santiago 1:2-4.
20. Éxodo 16; 1 Corintios 10:4; Números 9:15-23.

60
una
fe
relevante

La palabra «relevante» no la encontramos en la Biblia; sin embargo,


se puede usar para hablar de la Biblia y de la fe. «Relevante» se
deriva del término latín relevare, o sea «volver a poner (algo)
en alto». Hoy se usa para describir que algo tiene importancia
o significación. Relevancia siempre tiene que ir con un objeto
específico. Por ejemplo, podríamos decir que la velocidad del
procesador de una computadora es su característica más relevante.
Si pensamos comprar un nuevo automóvil, tendremos que decidir
cuales características son las más relevantes para nosotros. Podría
ser la comodidad para viajar, o que gaste poca gasolina, etc. Es el
objeto que determina el grado de relevancia, o sea, su importancia.

Considerando lo dicho y para evitar malentendidos, quiero explicar


cómo uso la palabra relevante en este capítulo. Podríamos por
ejemplo hablar de la relevancia de la fe para nosotros mismos,
o para las personas quienes aún no conocen el evangelio, o
para Dios y su reino. Tomando en cuenta toda la Biblia prefiero

61
concentrarme en la relevancia de nuestra fe para Dios y su reino
por ser una perspectiva más amplia y completa. Mateo 6:33 nos
promete lo siguiente: «Buscad primeramente el reino de Dios y su
justicia, y todas estas cosas os serán añadidas».1 Limitar nuestra
comprensión de la fe a las necesidades personales e incluso a
la vida presente en general no sería bíblico. Dios es un Dios de
generaciones y el Dios de las eternidades, y la fe es el estilo de
vida de aquellos quienes han nacido de nuevo en Cristo2 y estarán
con él para siempre.

Relevancia para los alejados de Dios

La fe cristiana y la iglesia han sido siempre criticadas tanto por su


mensaje original, el evangelio de Jesucristo, como por su manera
de presentar este mensaje al mundo. Hoy muchos dirían que ni el
mensaje ni la institución de la iglesia son relevantes para nuestras
sociedades postcristianas. Los valores de nuestras sociedades
han cambiado drásticamente hacia un liberalismo desenfrenado.
Dentro del cuerpo de Cristo he percibido en los últimos veinte
años que muchos se esfuerzan por volver a ganar la relevancia
que antes tenía la iglesia. Se hacen, por ejemplo, estudios sobre
el lenguaje que se debería utilizar en las predicaciones con tal de
que la gente a la que quieren alcanzar lo pueda entender mejor.
Mucho del enfoque de las iglesias más modernas se concentra en
la condición de las personas alejadas de la fe cristiana. Se invierte
mucho pensamiento, trabajo e incluso recursos económicos
en hacer lo más suave posible la entrada a la fe cristiana al
inconverso. En principio, este anhelo es bueno, porque demuestra
una pasión para comunicar el evangelio a muchos. Por otro

62
lado, sin embargo, existe el peligro latente de suavizar y diluir el
evangelio de Jesucristo tanto que corre el riesgo de ya no ser el
evangelio original. Sin duda, la verdad del evangelio tiene que ser
comunicada con amor. Lo que no se debe hacer es adaptar la
verdad al gusto de los inconversos con el afán de crear un sentir
de relevancia. El evangelio de Jesucristo es un mensaje de vida y
muerte, es un asunto que determinará si una persona al aceptarlo
o rechazarlo se pierde eternamente en el infierno o si pasa la
eternidad en la presencia de Dios. No es cuestión de diplomacia,
de gusto o preferencia de alguien, sino su única esperanza para
escapar la ira justa de Dios. Según el apóstol Pablo, la predicación
del evangelio siempre tiene dos propósitos. Para los que creen,
es un mensaje de salvación, para los que se niegan a creer, es
un mensaje de condenación: «Pero gracias a Dios, que nos lleva
siempre en triunfo en Cristo Jesús, y que por medio de nosotros
manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento, porque para
Dios somos grato olor de Cristo entre los que se salvan y entre
los que se pierden: para estos, ciertamente, olor de muerte para
muerte, y para aquellos, olor de vida para vida» (2 Corintios 2:14-
16).

Personalmente, no me preocupa que mi manera de presentar el


evangelio sea relevante para los alejados de la fe. Yo busco ser
relevante para Dios y su reino, y esto implica que tengo que ser
guiado por su Espíritu Santo, su palabra y su voz. Mi fe necesita,
como hemos visto, la sustancia de un rhema divino con tal de que
pueda producir los resultados correctos. El análisis de la condición
de personas alejadas de Dios y de la fe no puede darme la
sustancia necesaria. «Confía en Jehová con todo tu corazón y no

63
te apoyes en tu propia prudencia» (Proverbios 3:5). El fundamento
de nuestras decisiones siempre debe ser la revelación de Dios
respaldada por la palabra escrita, la Biblia. Si alguien me dijera
que un estudio concluyó que los predicadores deberían teñirse su
cabello de color azul para obtener una mayor relevancia entre la
juventud, no lo haría. Por otro lado, si Dios me lo dijera, lo haría.
La sustancia para cualquier paso de fe tiene que venir de la roca
de la revelación divina. Entonces, una fe relevante para mí tiene
que ver con mi relación íntima con Dios y su palabra. Esta fe no
pregunta lo que es importante para los seres humanos, sino lo que
es relevante para Dios y su reino. Cuando Jesús anunció que iba
a regresar al cielo, sus discípulos no querían que se fuera. Para
ellos hubiera sido más importante que Jesús se quedara. Jesús
les dijo: «Pero yo os digo la verdad: Os conviene que yo me vaya,
porque si no me voy, el Consolador no vendrá a vosotros; pero si
me voy, os lo enviaré» (Juan 16:7). Jesús actuaba según lo que
era la voluntad de Dios para él. Deberíamos saber que cumplir
la voluntad de Dios siempre nos conviene porque él sabe lo que
realmente necesitamos, lo que realmente es importante y relevante.

Respecto a la relevancia del evangelio para los que aún no creen


en él tenemos que recordar un hecho muy importante: solo
Dios puede abrir los ojos y los corazones de estas personas.
Para salvarse, las personas necesitan una revelación de Dios
directamente en sus corazones. Nadie puede convertirse a
Cristo, nadie puede reconocer la relevancia del evangelio para
su vida, hasta que Dios se lo revele en su soberana voluntad.
Ningún método humano funcionará a menos que Dios intervenga
sobrenaturalmente. «Nadie puede venir a mí, si el Padre, que me

64
envió, no lo atrae ...» (Juan 6:44). El teólogo alemán Wolfram
Kopfermann dijo durante una conferencia a la que asistí en 2002:
«La fe en métodos (humanos de evangelización) es uno de los
factores principales que impide un avivamiento».

La fe relevante es la fe de Jesús

Aunque parezca aún extraño para algunos, Jesús, como ya


mencioné, también actuaba por fe. Se nota principalmente en dos
pasajes del Nuevo Testamento que algunas veces no han sido
traducidos según la gramática del idioma griego: Marcos 11:22 y
Gálatas 2:20. La mayoría de las traducciones al Español interpretan
Marcos 11:22 así: «Tened fe en Dios». El original griego (Εχετε
πίστιν Θεοῦ) literalmente se debería traducir: «Tened (la) fe de
Dios»3 porque el sustantivo Dios (Θεός / theos) está en genitivo
aquí (Θεοῦ / theou). Lo mismo sucede en Gálatas 2:20. La Reina-
Valera 1995 traduce el genitivo correcto aquí: «Con Cristo estoy
juntamente crucificado, y ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí; y lo
que ahora vivo en la carne, lo vivo en la fe del Hijo de Dios, el cual
me amó y se entregó a sí mismo por mí». Hay otras referencias
a la fe de Jesús:

«…con miras a manifestar en este tiempo su justicia, a


fin de que él sea el justo y el que justifica al que es
de la fe de Jesús» (Romanos 3:26).

«Aquí está la perseverancia de los santos, los que


guardan los mandamientos de Dios y la fe de Jesús»
(Apocalipsis 14:12).

65
Otra evidencia de la fe por la cual vivía y actuaba Jesús son las
diferentes ocasiones en las cuales el reprendía la poca fe4 de
sus discípulos y otras personas o la incredulidad5 de la gente en
algunos lugares. En Mateo 17 encontramos el relato de que sus
discípulos no habían podido echar fuera un demonio de un joven.
Al enterarse del caso, Jesús libera al muchacho y luego se dirige a
los doce, quienes se preguntaban por qué no habían sido capaces
de hacerlo. En el versículo 20 leemos: «Jesús les dijo: “Por vuestra
poca fe. De cierto os digo que si tenéis fe como un grano de
mostaza, diréis a este monte: ‘Pásate de aquí allá’, y se pasará;
y nada os será imposible”». Si Jesús no hubiera actuado con fe,
habría sido injusto reprender a sus seguidores de esta manera.

La fe relevante y el cuadro mayor

Jesús fue un maestro en comparar procesos naturales muy


simples, como la siembra, con realidades y verdades espirituales.
Para él no hay separación entre realidades materiales, visibles y
espirituales, sobrenaturales e invisibles. Según Efesios 1:9-10, una
de las principales razones de sus venidas (y con eso me refiero a
la primera y la siguiente) es la unión de los dos mundos reales, el
sobrenatural y el natural: «Él nos dio a conocer el misterio de su
voluntad, según su beneplácito, el cual se había propuesto en sí
mismo, de reunir todas las cosas en Cristo, en el cumplimiento de
los tiempos establecidos, así las que están en los cielos como las
que están en la tierra». Hasta esta unificación final de los mundos,
nuestro deber es orar el Padre Nuestro, en el que dice entre otras
cosas: «Venga tu reino. Hágase tu voluntad, como en el cielo, así
también en la tierra» (Mateo 6:10).

66
En relación con la revelación bíblica de la realidad de estos dos
mundos, la filosofía nos ha hecho un flaco favor en el sentido
de que, como ya se mencionó anteriormente, ha trasladado
todos los aspectos de la fe y lo trascendente al ámbito de lo
irracional. Esto significa que la mayoría de la gente, consciente
o inconscientemente, incluidos algunos cristianos, a menudo
considera que lo sobrenatural es «increíble». No en vano, Pablo
advirtió de la influencia dañina de la filosofía: «Mirad que nadie os
engañe por medio de filosofías y huecas sutilezas basadas en las
tradiciones de los hombres, conforme a los elementos del mundo,
y no según Cristo» (Colosenses 2:8).

La fe relevante es una fe realista, porque se basa en la realidad de


ambos mundos y también en la posibilidad de unir ambos mundos.
Todo cristiano puede traer un pedazo de cielo a la tierra. Solo
tenemos que escuchar lo que el Señor nos dice y hacerlo con una
fe sencilla y obediente. No es complicado y es extremadamente
efectivo. Recordemos que una fe grande siempre se distingue por
ser una fe sencilla.

«Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos,


echad fuera demonios; de gracia recibisteis, dad de
gracia» (Mateo 10:8).

«Estas señales seguirán a los que creen: En mi


nombre echarán fuera demonios, hablarán nuevas
lenguas, tomarán serpientes en las manos y, aunque
beban cosa mortífera, no les hará daño; sobre los
enfermos pondrán sus manos, y sanarán» (Marcos
16:17-18).

67
«De cierto, de cierto os digo: El que en mí cree,
las obras que yo hago, él también las hará; y aun
mayores hará, porque yo voy al Padre» (Juan 14:12).

La fe relevante, sin embargo, no se define, como ya mencioné,


exclusivamente por resultados espectaculares, sino por estar en la
voluntad de Dios, sea cual sea.

La fe relevante cree y aplica


todo el consejo de Dios6

En la palabra de Dios encontramos que un milagro de sanidad no


es valorado como algo mejor que la muerte de un hijo de Dios.
Ambos casos tienen el potencial de agradar y glorificar a Dios:

«Esta enfermedad no es para muerte, sino para la


gloria de Dios, para que el Hijo de Dios sea glorificado
por ella» (Juan 11:4).

«Estimada es a los ojos de Jehová la muerte de sus


santos» (Salmo 116:15).

Hace un tiempo un joven evangelista de Argentina, Gustavo Godoy,


hizo una pregunta en su página de Facebook diciendo: «¿Qué es
lo mejor que le puede pasar a un cristiano?». Yo contesté con una
sola palabra: «Morir». Es lamentable que entre cristianos se hable
mucho de las calles de oro del cielo, pero a la hora del traslado
concreto pocos parecen querer ir. La muerte, según la Biblia, ya
perdió su aguijón. Las muertes de los mártires son celebradas
como eventos que glorifican a Dios.7 Pablo nos dejó dicho: «…
antes bien con toda confianza, como siempre, ahora también será

68
magnificado Cristo en mi cuerpo, tanto si vivo como si muero,
porque para mí el vivir es Cristo y el morir, ganancia. Pero si el vivir
en la carne resulta para mí en beneficio de la obra, no sé entonces
qué escoger: De ambas cosas estoy puesto en estrecho, teniendo
deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor...»
(Filipenses 1:20-23).

Si nuestro anhelo de experimentar los milagros y liberaciones de


Dios en esta vida es más grande que nuestro anhelo de estar con
Cristo, nuestra fe no ha sido perfeccionada. La fe relevante define
las cosas como Cristo y la palabra de Dios las definen. En este
contexto quiero hablar de dos términos frecuentemente usados en
el cuerpo de Cristo: la bondad de Dios y la victoria.

Entre cristianos se comete a menudo el error de definir la palabra


«bueno» exclusivamente desde el punto de vista humano y terrenal,
y su percepción limitada de lo que es toda la verdad. «Bueno»,
desde el punto de vista de Dios, puede ser malinterpretado como
algo negativo desde el punto de vista humano. Por ejemplo, cuando
Dios decide llamar a uno de sus hijos a su presencia, lo hace por
buenas razones. Ya leímos en el Salmo 116:15: «Estimada es a los
ojos de Jehová la muerte de sus santos». Es interesante que en
algunos movimientos la idea de victoria y fe relevante únicamente
esté relacionada con señales y milagros que benefician al ser
humano en momentos de crisis agudas. En Hebreos 11:35-38
encontramos, sin embargo, a hermanos que vivieron lo contrario,
aunque su fe es alabada. «Hubo mujeres que recobraron con vida
a sus muertos; pero otros fueron atormentados, no aceptando el
rescate, a fin de obtener mejor resurrección. Otros experimentaron
oprobios, azotes y, a más de esto, prisiones y cárceles. Fueron

69
apedreados, aserrados, puestos a prueba, muertos a filo de
espada. Anduvieron de acá para allá cubiertos de pieles de ovejas
y de cabras, pobres, angustiados, maltratados. Estos hombres, de
los cuales el mundo no era digno, anduvieron errantes por los
desiertos, por los montes, por las cuevas y por las cavernas de
la tierra». La fe relevante deja a Dios que defina lo que es bueno,
agradable y perfecto8 porque no se limita a la existencia terrenal.

En 2008 se murió mi primera esposa de cáncer. Llevábamos casi


28 años de casados. Siete años después escribí en la historia
de mi duelo algunas cosas que había aprendido en el transcurso
de esta difícil experiencia. En el capítulo que trata de la bondad
de Dios, escribí: «Dios realmente me había preparado sobre este
punto antes de la muerte de mi esposa. Le había pedido al director
nacional de nuestra federación de iglesias que, usando como
referencia Romanos 8:28 («…a los que aman a Dios, todas las
cosas los ayudan a bien…»), orara por Teresa. Lo que me contestó
fue con el tiempo un aliciente para salir adelante: me dijo que sí,
que lo haría, pero también añadió que debería dejarle a Dios que
definiera ese bien.9

La fe relevante y la interpretación
de la Biblia

Esta fe no busca la realización de su interpretación de la Biblia,


sino más bien la actualización por revelación divina de la Escritura
a una determinada situación. En Lucas 9:51-56 encontramos la
historia del último viaje de Jesús y sus discípulos a Jerusalén.
Cuando quieren pasar la noche en una aldea de los samaritanos,

70
son rechazados por ser judíos que se dirigían a Jerusalén. Los
apóstoles Jacobo y Juan se enojan bastante por esta discriminación
y reaccionan de la siguiente manera: «Al ver esto, Jacobo y Juan,
sus discípulos, le dijeron: “Señor, ¿quieres que mandemos que
descienda fuego del cielo, como hizo Elías, y los consuma?”».
Estos apóstoles querían matar a una aldea entera con fuego
del cielo basándose en la historia del profeta Elías relatada en
2 Reyes 1. Esto es abusar de la Biblia y Jesús les reprende
por su espíritu equivocado. Interpretar la Biblia incorrectamente
puede causar que los que se consideran creyentes ya no tengan
una relación con Dios, sino con su interpretación de la Escritura.
Los fariseos legalistas del tiempo de Jesús habían caído en esta
terrible trampa. Ellos se consideraban los creyentes más piadosos
y estrictos, pero según la evaluación de Juan el bautista y de
Jesucristo, ellos eran considerados una «generación de víboras».10

La fe relevante no actúa de esta manera, porque reconoce los


principios de una interpretación y una aplicación correctas de la
palabra escrita de Dios. La revelación de Dios a través de la Biblia
es progresiva y culmina con la aparición del hijo de Dios como ser
humano. Hebreos 1:1-2 enseña: «Dios, habiendo hablado muchas
veces y de muchas maneras en otro tiempo a los padres por
los profetas, en estos últimos días nos ha hablado por el Hijo, a
quien constituyó heredero de todo y por quien asimismo hizo el
universo». Al interpretar y aplicar un texto o una historia bíblica
tenemos que hacernos las siguientes preguntas:

1. ¿Qué dice el texto?

2. ¿Qué significa el texto?

71
3. ¿Es relevante para los cristianos?

4. ¿Cómo se aplica el texto?

Esta tarea requiere un poco de trabajo y dedicación. Hay partes


de la Biblia que obviamente ya no se aplican a la vida del cristiano
hoy día. Un ejemplo serían todas las leyes relacionadas con el
sistema de sacrificios cuyo fin era obtener el perdón de pecados
bajo la ley de Moisés. Si un cristiano peca, ya no tiene que llevar a
un animal para ser sacrificado por su pecado.11 Entonces, existen
pasajes de la Biblia que ya no tienen relevancia para hoy. En
algunos casos es obvio; en otros necesitamos la ayuda del Espíritu
Santo para entender bien lo que la Biblia nos dice hoy.

Los que actúan con la fe relevante estarán siempre procurando


interpretar la Biblia con la ayuda del Espíritu Santo. Él puede dar luz
en ciertas situaciones para conectarlas con pasajes de la Biblia, así
actualizando su significado para nuestro tiempo. Uno de los dones
sobrenaturales más necesarios para experimentar esto es el don
llamado «palabra de ciencia». En mi libro Los dones de la gracia12
expongo lo que realmente es y hace ese don: «Por medio del
don de la palabra de ciencia, la palabra escrita de Dios (esto es,
la Biblia, el logos) es actualizada. En Hechos 15 tenemos el primer
concilio de la iglesia de Jerusalén. La situación era muy tensa
y complicada, ya que se tenía que tomar la decisión de cómo
tratar a los convertidos a Cristo entre los gentiles. Hubo mucha
pelea (versículos 2 y 7) entre los cristianos judíos, porque unos
decían que los gentiles tenían que circuncidarse y otros decían
que no. Al final, esta situación difícil fue resuelta por una palabra
de ciencia que recibió el apóstol Santiago. Refiriéndose al profeta
Amós 9:11-12, Santiago reconoce que este pasaje tiene que ver

72
con la situación que estaban teniendo. En los versículos 13 al
18 él explica que la voluntad de Dios siempre ha sido alcanzar
a todos los gentiles del mundo. Al final el problema es resuelto
y, por medio de una palabra de sabiduría, el concilio llega a una
conclusión práctica con la cual todos pudieron estar de acuerdo
(versículos 23 al 29)».

La fe relevante respeta la Palabra escrita como fundamento


absoluto. Este respeto, sin embargo, no le hace cerrar su corazón
ante una nueva aplicación de la palabra de Dios. Tampoco permite
que su respeto por la Biblia le lleve a un legalismo tan rígido que
apagaría al Espíritu Santo. Me atrevo a decir que el apóstol Pablo
tenía la fe relevante de la que hablamos aquí. Su manera de actuar,
en algunas ocasiones, demuestra su alto respeto hacia las Santas
Escrituras, por un lado, pero también su flexibilidad por otro lado.
En Gálatas 5:3-4 Pablo habla por revelación del Espíritu Santo
como teólogo cuando dice: «Y otra vez testifico a todo hombre
que se circuncida, que está obligado a cumplir toda la Ley. De
Cristo os desligasteis, los que por la Ley os justificáis; de la gracia
habéis caído». ¡Palabra de Dios! En Hechos el mismo Pablo actúa
como misionero. ¡Leamos con atención! «Quiso Pablo que este
(Timoteo) fuera con él; y tomándolo, lo circuncidó por causa de
los judíos que había en aquellos lugares, pues todos sabían que
su padre era griego» (Hechos 16:3). Creo que no estoy violando
la Escritura si digo que Timoteo no cayó de la gracia, y Pablo
tampoco le obligó a cumplir toda la ley de Moisés.

Para terminar este punto quiero hablar de lo que llamo los asuntos
de consciencia. En la actualidad se habla mucho de la pandemia
del virus COVID-19, y se discute bastante respecto a la cuestión

73
de la vacuna. Existen posiciones muy fuertes. Unos ven la vacuna
como la marca de la bestia de Apocalipsis, otros la ven como un
don de Dios para protegernos. Como sucede a menudo entre
cristianos, un asunto que realmente es una decisión personal que
cada uno tiene que tomar con una buena conciencia, es elevado
a un nivel moral. En otras palabras, se determina que los que se
vacunan son malos y los otros son buenos, o viceversa. Este tipo
de discusiones debilita la fe y debilita las iglesias. Pablo se refiere a
esto en el capítulo 14 de Romanos. Usando los ejemplos de aquel
tiempo, el comer carne sacrificada a los ídolos y el guardar ciertos
días, habla de creyentes débiles y fuertes en la fe. Los débiles son
aquellos que por guardar su conciencia y por temor a Dios no
quieren tener nada que ver con carnes sacrificadas a los ídolos.
Los fuertes son aquellos que no tienen este concepto porque
concluyen que los ídolos no son nada, no son dioses y por lo
tanto la carne sacrificada es como cualquier carne del mercado.
Lo interesante del capítulo es que Pablo no juzga a los débiles por
su postura, y tampoco alaba a los fuertes por la suya. Su consejo
a los dos es: «El que come de todo no menosprecie al que no
come, y el que no come no juzgue al que come, porque Dios lo
ha recibido» (Romanos 14:3).

La fe relevante entonces es una que carece de orgullo, es humilde


y busca siempre lo que es mejor para el avance del reino de Dios.
No abusará de la revelación que tiene de Dios para hacer sufrir a
otros cristianos. Está dispuesta a renunciar a la libertad que tiene
en Cristo con tal de ministrar a los débiles de la fe. No insiste en
tener la razón, si esto implicase dañar al cuerpo de Cristo.

74
La fe relevante es visionaria

Uno de los héroes de la fe en la Biblia es el rey David. En Hechos


13:22 y 36 es llamado «varón conforme al corazón de Dios...
habiendo servido a su propia generación según la voluntad de
Dios». Aparte del hecho de sus muchos pecados bien conocidos,
David era un hombre que hacía cosas que violaban la ley de
Moisés, o sea, las instrucciones que Dios había dado a Israel por
medio de Moisés. El Nuevo Testamento menciona que David y
sus hombres comieron de los panes de la proposición. Estos
panes se encontraban en el tabernáculo de Moisés en el lugar
santo, sobre la mesa de oro, y solamente los sacerdotes tenían el
derecho de comerlos.13 Acabo de mencionar Hechos 15 y Amós
9, donde se habla del tabernáculo caído de David que tenía que
ser reedificado. Al estudiar este tabernáculo en 1 de Crónicas 14-
16, nos damos cuenta de que era una violación completa del
culto de Israel, tal como Dios lo había ordenado en el libro de
Levítico. Este tabernáculo era sencillamente una tienda en la cual
David puso el arca del pacto. En el tabernáculo, y más tarde en el
templo en Jerusalén, el arca del pacto se encontraba en el lugar
santísimo. Según la ley, solamente el sumo sacerdote podía entrar
a este lugar, y esto solamente una vez al año en el gran día de
la expiación. La Biblia dedica un capítulo entero, Levítico 16, a
las ordenanzas que Aarón tenía que cumplir para entrar al lugar
santísimo. Cualquier error en el procedimiento le hubiera costado
la vida. La seriedad de acercarse al arca de pacto indebidamente
lo ilustra la triste historia de Uza en 2 Samuel 6:6-7.

Personalmente, creo que David había recibido un nivel de


revelación del corazón y de los sueños de Dios que nadie de su

75
tiempo tenía. Su fe miraba más allá de las limitaciones temporales
que la ley de Moisés imponía. Levantar el llamado tabernáculo de
David era contrario a la ley, pero obviamente agradable a los ojos
de Dios. Lo notable es que Dios trata a David diferente que a todos
los demás de su tiempo. Cualquier otro hubiera sido apedreado a
muerte según la ley tanto por el adulterio como por el homicidio
encargado, y este versículo sin duda también es una violación de
la ley de Moisés: «Entonces dijo David a Natán: “Pequé contra
Jehová”. Y Natán dijo a David: “También Jehová ha remitido tu
pecado; no morirás”» (2 Samuel 12:13).

La Biblia no invita a imitar los pecados de David, pero sí nos


anima a imitar su fe. Al tener una fe relevante que buscaba primero
complacer el corazón de Dios y al ver el cuadro mayor del reino de
Dios, David recibe honores increíbles en el Nuevo Testamento. Ya
mencionamos su evaluación en el libro de Hechos, pero hay aún
más. Jesús, el hijo de Dios, es llamado hijo de David, se sentará
en el trono de David, tendrá la llave de David, y lo penúltimo que
dice en Apocalipsis 22:16 es lo siguiente: «Yo soy la raíz y el linaje
de David, la estrella resplandeciente de la mañana».14

La fe relevante vence al mundo

«Porque todo lo que es nacido de Dios vence al


mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo,
nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino
el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?» (1 Juan
5:4-5).

La palabra «mundo» traduce el término griego cosmos. En el


Nuevo Testamento este término se usa mayormente para referirse

76
a todos los sistemas humanos independientes que pretenden
poder existir sin Dios. No son conscientes de su error ni de su
condenación pendiente. Dios ama al cosmos, pero también sabe
que está perdido. Por esto envió a Jesús a salvarlo.15 La salvación
que podemos recibir en Cristo, sin embargo, es progresiva y
requiere nuestra participación.

La fe relevante es la que puede dar la visión y el poder para


desprenderse de todos los sistemas humanos que se han
independizado de Dios. Es ella la que puede ayudar al hombre a no
solamente encontrar a Dios, sino también encontrarse a sí mismo.

1 Lucas 10:40-42.
2. Habacuc 2:4; Romanos 1:17; Gálatas 3:11; Hebreos 10:38.
3. Lo confirma el comentario del Nuevo Testamento de Albert Barnes,
Barnes’ Notes on the New Testament
4. En griego, oligopistos, significando fe pequeña: Mateo 6:30; 8:26; 14:31;
16:8.
5. En griego apaistia, significando literalmente «No (tener) fe»: Mateo 13:58;
Hebreos 3:19.
6. Hechos 20:27.
7. 1 Corintios 15:55-56; Juan 21:19.
8. Romanos 12:2.
9. El duelo, Hans-Claus Ewen, Música y Letras, 2015, p. 36.
10. Mateo 3:7; 23:33.
11. Levítico 4.
12. Los dones de la gracia, Hans-Claus Ewen, Música y Letras, 2021, pp.
53-56.
13. Marcos 2:26; Éxodo 25:30.
14. Mateo 9:27; 15:22; 21:9; Lucas 1:32; Apocalipsis 3:7.
15. Juan 3:16-17.

77
con
clu
sión

Hace poco prediqué por Zoom en una iglesia de Extremadura,


España. Después de mi plática hubo un tiempo de preguntas y un
hermano me hizo una pregunta muy buena y muy sincera: «¿Será
falta de fe que nos cueste tanto vivir como verdaderos cristianos y
discípulos de Jesucristo?». Creo que esta pregunta es una que la
mayoría de los creyentes en Jesucristo nos hemos hecho algunas
o muchas veces en nuestra vida desde que nacimos de nuevo.

En este libro hemos visto que la fe verdadera es la fe relevante.


Es la fe que no se distingue por su propia fuerza y magnitud, sino
por su sencillez y calidad. La pregunta que debemos entonces
contestar no es si tenemos falta de fe, sino cómo es la calidad
de nuestra fe. La calidad de nuestra fe no se basa en nosotros
mismos, sino en la veracidad del objeto de nuestra fe sobre la cual
está fundada. Recordemos que la fe relevante se tiene que basar
en hechos verdaderos, en una sustancia real, aunque invisible.1 El
autor de la fe que debemos tener nosotros es Jesús mismo: «Por

79
tanto, nosotros también, teniendo en derredor nuestro tan grande
nube de testigos, despojémonos de todo peso y del pecado que
nos asedia, y corramos con paciencia la carrera que tenemos
por delante, puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador
de la fe...» (Hebreos 12:1-2). Notemos los artículos definidos: el
autor de la fe. En la vida de Jesús podemos notar que el recibió
progresivamente por revelación divina cuál era su verdadera
identidad. Tenemos que recordar que Jesús, al hacerse hombre,
según Filipenses 2:7 «se despojó a sí mismo». La palabra griega
traducida como «despojar» al español significa literalmente «vaciar
o neutralizar».2 El pasaje habla de su naturaleza divina antes de
la encarnación: «No estimó el ser igual a Dios como cosa a que
aferrarse» (versículo 6). Yo creo que Dios permitió que Jesús
experimentara un reinicio completo al hacerse hombre. Tenía que
nacer con una conciencia semejante a la del primer Adán, pues
su misión era ser el postrer Adán (1 Corintios 15:45). Por lo tanto,
Jesús tenía que crecer «en gracia para con Dios y los hombres»
(Lucas 2:52). Se nota que su conciencia de ser el Mesías se fue
desarrollando: a los doce años les dice a sus padres terrenales:
«¿No sabíais que en los negocios de mi Padre me es necesario
estar?» (Lucas 2:49); en su bautismo a los treinta años le dice a
Juan el bautista: «Deja ahora, porque así conviene que cumplamos
toda justicia» (Mateo 3:15), y después de sus cuarenta días en
ayuno en el desierto salió con la plena convicción de ser el
Mesías descrito en Isaías 61:1-3. Cuando viene a Nazaret, va a
la sinagoga y lo proclama a los judíos: «Y se le dio el libro del
profeta Isaías; y habiendo abierto el libro, halló el lugar donde
estaba escrito: El Espíritu del Señor está sobre mí, por cuanto me
ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres; me ha enviado

80
a sanar a los quebrantados de corazón; a pregonar libertad a los
cautivos, y vista a los ciegos; a poner en libertad a los oprimidos;
a predicar el año agradable del Señor. Y enrollando el libro, lo
dio al ministro, y se sentó; y los ojos de todos en la sinagoga
estaban fijos en él. Y comenzó a decirles: Hoy se ha cumplido
esta Escritura delante de vosotros» (Lucas 4:17-21). Uno de los
títulos del Mesías anunciado en el Antiguo Testamento es «justo»:
«Verá el fruto de la aflicción de su alma, y quedará satisfecho; por
su conocimiento justificará mi siervo justo a muchos, y llevará las
iniquidades de ellos» (Isaías 53:11). Jesús tenía que cumplir con
toda justicia (Mateo 3:15) para calificar como justo delante de Dios,
porque la ley de Moisés exigía lo siguiente para llegar a ser justo:
«Y tendremos justicia cuando cuidemos de poner por obra todos
estos mandamientos delante de Jehová nuestro Dios, como él
nos ha mandado» (Deuteronomio 6:25). Me atrevo a decir que la
revelación de su verdadera identidad tuvo que venir antes de ser
el autor de la fe (relevante).

En cuanto a nosotros, el Nuevo Testamento revela claramente que


la fe relevante no es en primer lugar una cuestión de habilidad,
sino de identidad. El pasaje más conocido sobre la fe es una
frase que se repite cuatro3 veces en la Biblia: «Mas el justo por
la fe vivirá».4 La identidad de justicia,5 entonces, debe preceder
al ejercicio de la fe. Ya el proverbio indicaba esto: «Porque siete
veces cae el justo, y vuelve a levantarse» (Proverbios 24:16).
Obviamente, la caída no cambiaba la identidad del justo, pues era
justo cuando caía, y seguía justo cuando se levantaba.

Nuestra nueva identidad de justicia es algo que el Espíritu de Dios


nos tiene que revelar a nuestro espíritu humano,6 y desde este

81
momento divino el creyente es capaz de vivir en la fe verdade-
ramente relevante. Por esta fe nosotros tenemos que aceptar que
somos lo que Dios dice que somos: justos. Justicia es nuestra
identidad, y si no creemos esto nuestra fe no es bíblica, no es
verdadera y no es relevante. Mientras el creyente siga creyendo
que la fe es un esfuerzo humano mediante el cual debe alcanzar
lo que Dios ya alcanzó por gracia hacia nosotros en Cristo, su
fe no estará de acuerdo con las Escrituras. Los fariseos tenían
mucha fe, pero el objeto de su fe no era el Dios vivo, sino un
legalismo muerto.

Así que la próxima vez que te preguntes si tienes falta de fe, cambia
tu pregunta y chequea cómo está la calidad de tu fe.

1 Hebreos 11:1.
2. Strong’s Concordance n.º 2758.
3. El número cuatro simboliza en la Biblia lo que es universal, o sea, lo
que se puede o debe aplicar a toda la humanidad. En lo natural
hablamos de los cuatro puntos cardinales (norte, este, oeste y sur), y
de las cuatro estaciones (invierno, primavera, verano y otoño). En la
Biblia no es casualidad que haya cuatro evangelios, que el altar del
templo fuera cuadrado y que la cruz tenga cuatro puntas.
4. Habacuc 2:4; Romanos 1:17; Gálatas 3:11; Hebreos 10:38.
5. Romanos 5:19; 2 Corintios 5:21.
6 Juan 3:5; Romanos 8:16; Tito 3:5.

82
reflexiona
y
profundiza

1. ¿A qué se refiere el término «gloria de Dios» en Juan 11:40?

2. ¿Por qué la fe no es el factor decisivo para experimentar la


gloria de Dios?

83
3. ¿Qué influencia ha tenido la filosofía sobre el entendimiento y
el uso de la palabra «fe» en nuestras sociedades?

4. Trata de definir lo que es la fe en tus propias palabras:

5. El capítulo 2 menciona cuatro formas fatales de tener fe.


¿Cuál consideras la más común y cuál la más peligrosa? Ex-
plíca tu respuesta.

6. ¿Cuáles formas fatales de fe se encuentran en el Nuevo Tes-


tamento?

84
7. ¿Cuál es mayor interés del Nuevo Testamento respecto a
nuestra fe?

❍ Que sea grande

❍ Que sea fuerte

❍ Que tenga calidad

8. ¿Cuáles son las tres debilidades principales de los que


tienen «poca fe»?

9. En la sección que trata de la fe grande, el autor habla de la


sustancia de la fe. ¿A qué se refiere?

85
10. ¿Cuáles son los puntos claves que realmente describen la
fe grande?

11. ¿Por qué cree el autor que nuestra fe debería ser relevante en
primer lugar para Dios y su reino?

12. ¿Quién es el modelo de fe para nosotros en el Nuevo


Testamento?

❍ El apóstol Pablo

❍ Jesús

❍ El apóstol Pedro

86
13. ¿Qué tiene que ver nuestra fe con un conocimiento amplio
de la Biblia completa?

14. Explica con tus propias palabras la siguiente frase: «Esta fe


no busca la realización de su interpretación de la Biblia, sino más
bien la actualización por revelación divina de la Escritura a una
determinada situación».

15. ¿Cuando se habla de fe relevante, ¿por qué es importante


tener en cuenta el cuadro mayor del reino de Dios y tener visión
más allá de las propias necesidades y anhelos?

87
16. ¿Por qué es necesario tener un buen entendimiento de
nuestra identidad como justos en Cristo para ejercer bien una fe
relevante?

88
ACERCA
DEL
AUTOR

Hans-Claus Ewen nació en1958 cerca de Trier, Alemania. Creció


en un hogar católico, pero durante la etapa de secundaria se vol-
vió ateo. Siempre en búsqueda de la verdad, viajó mucho durante
su adolescencia (llegó a visitar dieciocho países del mundo hasta
cumplir la mayoría de edad).

En un viaje largo por Estados Unidos en 1978, tuvo la experiencia


de oír la voz de Dios en forma audible; aunque todavía no creía
en Jesucristo, esta experiencia marcó un cambio en su vida. Via-
jando por México le nació el deseo de quedarse en ese país para
asistir allí a la universidad, y con esta meta en mente se trasladó
a Guatemala para estudiar español en febrero del siguiente año.
Allí se enamoró de una de sus maestras, Teresa Aracely López, y
terminó quedándose. Antes de casarse en julio de 1980 tuvo otro
encuentro que cambió su vida: el misionero Elías Tepper le habló
del evangelio y Hans lo abrazó, feliz de haber encontrado al fin en
la persona de Jesucristo la verdad que había estado buscando.

89
Durante 1980 y 1982 Hans y Teresa asistieron a dos escuelas de
JCUM (Juventud con Una Misión) en Estados Unidos y Colombia.
Más tarde, y junto al pastor guatemalteco Julio Sosa, fundó la iglesia
Tabernáculo de la Fe en Huehuetenango, Guatemala, pero a finales
de 1989 Dios les guio para regresar a vivir a Alemania con sus dos
hijas. Tras varios años de trabajo y estudio volvieron al ministerio a
tiempo completo en 1998. En el año 2000 plantó la iglesia Christ-
liches Zentrum Hunsrück en Kirchberg, y cuatro años después la
iglesia Oasis en Kastellaun.

Aparte de su ministerio pastoral, Hans siempre se ha dedicado a la


enseñanza de la Palabra de Dios. Ser trilingüe le ha permitido pre-
dicar y enseñar en trece países del mundo, y ha impartido varios
cursos en institutos bíblicos.

En 2008 murió su primera esposa, Teresa, después de casi vein-


tiocho años de matrimonio, por lo que atravesó un tiempo de
profundo dolor. No teniendo el don de poder vivir solo, Dios le
permitió encontrar a su segunda esposa, Ester, quien nació en
Alemania pero tiene raíces sicilianas; ella ayudó a Hans en la labor
pastoral durante los últimos siete años que estuvieron en la iglesia
de Kirchberg. Hans cuenta que con sus esposas tuvo la bendición
de «ganar la lotería» dos veces.

A mediados del 2017 decidió comenzar a publicar la colección de


libros «El creyente y la iglesia». Actualmente desarrolla su ministerio
de enseñanza viajando por diferentes países del mundo y publicando
videos en YouTube y Facebook.

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