03 Cuentos, Fabulas, Leyendas, Anecdotas
03 Cuentos, Fabulas, Leyendas, Anecdotas
03 Cuentos, Fabulas, Leyendas, Anecdotas
El ganso de oro
Érase una vez, un anciano leñador que tenía tres hijos. El más pequeño de los tres se llamaba “Tontín”, y sus
hermanos lo despreciaban porque era muy lento para el trabajo.
Un buen día, mientras el más grande y fuerte de los hijos del leñador se encontraba talando en el bosque, apareció
de repente un anciano vestido con harapos que suplicaba por un sorbo de agua y un poco de comida.
“De mi parte no recibirás nada, anciano inútil. Apártate” – le gritó el jovenzuelo y continuó su trabajo talando los
árboles. Entonces, el hombre canoso le lanzó una maldición y desde lo alto cayó una rama pesada que fue a parar a
la cabeza del joven leñador.
Al llegar a casa, adolorido y triste, el más grande de los hijos del leñador le contó lo sucedido al hermano mediano,
y este salió camino hacia el bosque para continuar con el trabajo. Horas después, apareció en el mismo lugar el
débil anciano, y al pedir por un poco de comida y un sorbo de agua, el muchacho le respondió:
“No le daré nada, viejo decrépito. Apártese a un lado”. Y nuevamente, el hombre canoso lanzó una maldición sobre
el muchacho, quien recibió un fuerte golpe en la cabeza por una rama desprendida de los árboles.
Con tan mala suerte, el hermano mediano regresó a casa y como no quedaba nadie para trabajar, Tontín decidió
terminar de talar los árboles, y partió a toda velocidad hacia el bosque. Al llegar al lugar, el anciano apareció entre
los árboles para pedir un poco de agua y comida, pero Tontín no lo pensó dos veces y aceptó compartir su comida
con aquel hombre debilucho. Para recompensarlo, el anciano le regaló nada menos que un ganso de oro.
El gigante egoísta
Hace muchos años, en un pequeño pueblo, existían cinco niños muy amigos que cada tarde salían a jugar al
bosque. Los pequeños correteaban por la yerba, saltaban a los árboles y se bañaban en los ríos con gran felicidad.
En realidad, eran muy unidos y les gustaba sentirse en compañía de los animales y el calor que les brindaba el Sol.
Sin embargo, cierta tarde, los niños se alejaron del bosque y fueron a dar con un inmenso castillo resguardado por
unos altos muros.
1
Sin poder contener la curiosidad, treparon los muros y se adentraron en el jardín del castillo, y después de varias
horas de juego, sintieron una voz terrible que provenía de adentro. “¿Qué hacen en mi castillo? ¡Fuera de aquí!”.
Asaltados por el miedo, los cinco niños se quedaron inmóviles mirando hacia todas partes, pero en seguida se
asomó ante sus ojos un gigante egoísta horroroso con los ojos amarillos. “Este es mi castillo, rufianes. No quiero
que nadie ande merodeando. Largo de aquí y no se atrevan a regresar. ¡Fuera!”. Sin pensarlo dos veces, los niños
salieron disparados a toda velocidad de aquel lugar hasta perderse en la lejanía.
Al cabo de los meses, el frío por fin se despidió y dio paso a la primavera. El bosque gozó nuevamente de un verde
brillante muy hermoso, el Sol penetró en la tierra y los animales abandonaron sus guaridas para poblar y llenar de
vida la región. Sin embargo, eso no sucedió en el castillo del gigante egoísta. Allí la nieve aún permanecía reinando,
y los árboles apenas habían asomado sus ramas verdosas.
“¡Qué desdicha!” – se lamentaba el gigante – “Todos pueden disfrutar de la primavera menos yo, y ahora mi jardín
es un espacio vacío y triste”.
Afligido por su suerte, este se tumbó en su lecho y allí hubiese quedado para siempre sino fuese porque un buen
día oyó con gran sorpresa el cantar de un sinsonte en la ventana. Asombrado y sin poder creerlo aún, el gigante se
asomó y esbozó una sonrisa en sus labios. Su jardín había recuperado la alegría, y ahora, no sólo los árboles
ofrecían unas ramas verdes y hermosas, sino que las flores también habían decidido crecer, y para su sorpresa, los
niños también se encontraban en aquel lugar jugando y correteando de un lado hacia el otro.
El elefante fotógrafo
Había una vez un elefante que quería ser fotógrafo. Sus amigos se reían cada vez que le oían decir aquello:
- Qué tontería - decían unos- ¡no hay cámaras de fotos para elefantes
- Qué pérdida de tiempo -decían los otros- si aquí no hay nada que fotografíar.
Pero el elefante seguía con su ilusión, y poco a poco fue reuniendo trastos y aparatos con los que fabricar una gran
cámara de fotos. Tuvo que hacerlo prácticamente todo: desde un botón que se pulsara con la trompa, hasta un
objetivo del tamaño del ojo de un elefante, y finalmente un montón de hierros para poder colgarse la cámara sobre
la cabeza.
2
Así que una vez acabada, pudo hacer sus primeras fotos, pero su cámara para elefantes era tan grandota y extraña
que paracecía una gran y ridícula máscara, y muchos se reían tanto al verle aparecer, que el elefante comenzó a
pensar en abandonar su sueño.. Para más desgracia, parecían tener razón los que decían que no había nada que
fotografiar en aquel lugar...
3 FABULAS
El Asno y la Zorra
Un asno y una zorra caminaban por la pradera, cuando de pronto apareció un león con intenciones
nada benévolas, desde luego.
La zorra, jactándose de ser amiga del Rey de la Selva, se adelantó para decirle al oído.
—Si me dejas libre verás que el torpe burro caerá de inmediato en tus garras.
—Nada tienes que temer si no te apartas de mi lado—. Y, llevándolo de un lugar a otro, le hizo
caer en las redes de una trampa.
El león, consciente de que el asno estaba seguro, dijo, mientras hundía garras y dientes en la zorra:
MORALEJA
3
El León y los Tres Bueyes
Cierta vez, tres amigos Bueyes que siempre pastaban juntos, fueron el blanco "alimenticio" de
un hambriento León, pero, como siempre estaban juntos estos bueyes, le era muy difícil
intimidarlos dado a su enorme desventaja (tres contra uno).
El León pensó mucho y opto por recurrir a su astucia, e hizo que los Bueyes se enemisten
con mentiras y blasfemias sobre ellos mismos.
Moraleja
En su camino a su hogar, pasó por un puente de un río y al bajar su mirada, observó su propio
reflejo en el agua. Creyendo que aquel "reflejo" era en realidad otro "Perro"que llevaba
otro Hueso mucho más grande que el suyo, se propuso adueñarse del hueso ajeno.
El Perro ya muy decidido, soltó su hueso y saltó al agua para quitar a su "reflejo"
su deliciosa pertenencia, sin embargo, el resultado fue muy malo, ya que no había ni hueso grande
ni otro perro. Así, el Perrito se quedó sin su hueso y sin el de su reflejo.
Resignado ante aquel gran error, sólo le quedó ver cómo la corriente se llevaba su delicioso hueso.
Moraleja
4
3 LEYENDAS
1. Nessie
El molino de sal
Robin Hood
También conocido como el “príncipe de los ladrones”, Robin Hood es
de los personajes ingleses más conocidos en las leyendas de la
cultura occidental. Su historia se ha inspirado en distintos
personajes, aunque uno de los más mencionados es Ghino di Tacco,
héroe italiano de siglo XIII. Los registros escritos sobre Robin Hood
se han ubicado desde el siglo XIII, aunque ganó popularidad a partir
del siglo XV.
Se trata de un hombre que se enfrentaba con los ricos para defender
a los pobres. Sin que se dieran cuenta, le quitaba pertenencias a los
primeros para dárselas a quienes las necesitaban más; siempre en compañía de su traje
verde, su arco y sus flechas.
3 ANECDOTAS
5
1. Una honesta niña de siete años admitió calmadamente a sus papás que un niño
de su clase la había besado.
– ¿Cómo sucedió eso? preguntó asombrada su mamá.
-‘No fue fácil – admitió la pequeña señorita -pero tres niñas me ayudaron a
agarrarlo.
6
haber nacido. Desde muy temprana edad dio muestras de una clara vocación
artística, y con apenas 7 años, ya cantaba en reuniones familiares, grupos
escolares y en 1976 ganó su primer concurso interescolar de canto.
Giacomo Buonafina