Un Misterio en Mi Querido Pueblo Arahuay - 1ro de Sec

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UN MISTERIO EN MI QUERIDO PUEBLO ARAHUAY

Seudónimo: Juancito valiente

En mi adorado pueblo de Arahuay, en el cual está dibujado un paisaje muy


hermoso y vistoso y rodeado por grandes cerros llenos de vegetación y
pastizales que sirven de alimento para las vacas, burros, caballos, cabras y
demás animales, la vida es tranquila y hermosa.

Allí habitaban dos abuelitos lindos; ellos tenían una edad de 93 y 95 años
respectivamente. Ellos eran los pobladores más antiguos de mi pueblo y por ello
tenían misteriosas y muchas extraordinarias historias sobre encantamientos.
Ellos se encargaban de narrar historias a las personas o foráneos que llegaban
hasta Arahuay, ya sea por visita a las ruinas Tushuywillka y Sinchipampa, por
alguna oportunidad de trabajo o de visita a sus familiares.

Nosotros los niños los escuchábamos con mucha atención, con la boca y los ojos
abiertos. Algunos se divertían mucho y otros se atemorizaban bastante. O sea,
había cuentos lindos y cuentos de miedo. Y los ancianos decían que por eso
debemos tener cuidado cuando se camina por la noche y por caminos solitarios.

Ellos eran una pareja muy unida y sin hijos. Él era un campesino y se dedicaba
a criar ganado por las alturas. Tenía su cabello negro y lacio. Sus ojos eran
alargados, misteriosos y de color café. A pesar de su avanzada edad, era un
hombre muy rápido y ágil y esto era lo que sorprendía a todos quienes lo
conocían. Su esposa era una mujer muy atractiva y lozana increíblemente y esto
sorprendía a propios y extraños. Su cabello era castaño, corto y hermoso. Era
de estatura baja.

Ellos eran una pareja muy normal como cualquiera, pero a la vez irradiaban
mucho misterio y secretos que las personas no se explicaban y solo atinaban a
crear historias sobre su juventud, su sabiduría y su vida. De cómo nunca llegaron
a tener hijos y el motivo de esa situación.

Entre una de sus tantas historias, ellos cuentan que un día dos hermanos, una
chica de 15 años y un varón de 16 años estaban yendo a regar muy
tranquilamente, como todos los días a las alturas. Era la 1 de la madrugada la
hora en que iban para ganar el agua porque si se llega muy tarde no se alcanza
esta para regar los cultivos y corren el riesgo de secarse o ponerse achacosos y
sin fuerza el maíz, la coliflor, la cebolla china y demás. Para llegar más temprano
a las tomas, lugar de donde se recoge el agua, ellos buscaron acortar el camino
y entraron por un sendero muy empinado, angosto y enmontado. El hermano iba
adelante; en eso ambos observaron una pequeña abertura, en esa abertura
salían chispas como de fuego, esto les dio mucha curiosidad y decidieron
aproximarse para ver qué era. Entonces, en ese momento se dieron cuenta que
en esta abertura cabía sus cuerpos fácilmente e ingresaron con mucho cuidado
y temor, esquivando las chispas. Esa cueva era muy bonita y brillante. Estaba
cubierta de grandes chispas doradas como el oro. Se quedaron muy
sorprendidos y vieron que un bebé estaba bailando sobre una enorme fogata,
con ardientes llamas. Ellos, al ver esto, se quedaron sin habla, impresionados y
temerosos. Salieron tan rápido como si hubieran visto al mismo diablo. Corrieron
tan rápido que no recordaron como salieron y llegaron a las tomas. Y cuando las
personas que ya habían llegado les preguntaron qué pasó, porque podían ver en
sus rostros el temor y la palidez del susto, ellos no lograron pronunciar ni una
palabra. Era como si se les hubiera ido la voz por un encantamiento.

Al otro día, los hermanos le cuentan lo sucedido a los abuelitos, quienes


misteriosamente llegaron a su casa muy temprano. Ellos le creen por su gran
experiencia y sabiduría en esos temas. Les preguntaron si se habían asustado y
ellos respondieron con un rotundo sí.

Al escuchar la respuesta, los ancianos le aconsejaron que debían curarse lo más


pronto posible del susto que habían tenido, de lo contrario cosas malas podrían
pasarles. Pero, ellos no hicieron caso. Después de mucho tiempo, ya había
pasado un año, y estos hermanos se ponía cada vez más flaquitos y enfermos.
Todos los doctores les decían que estaban sanos, pero no encontraban
explicación para sus males.

Todos se preguntaban cuál era la causa, pero solo los abuelitos lo


sabían. Después de mucho tiempo, lograron convencerse que la sabiduría de las
comunidades es real y verdadera, así que confiaron en el poder de los abuelitos
quienes, con un rito que no puedo revelar, pudieron sanar a los hermanos y estos
juraron nunca más pasar por aquel lugar misterioso. Son historias increíbles pero
ciertas, queridos niños, nos decían, estos abuelitos que aún viven en la
comunidad y nadie sabe el misterio que oculta esa gran sabiduría, juventud y
vida, de esos ancianos misteriosos.

Si quieren conocer a esos lindos abuelitos y escuchar sus historias,


tienen que venir nomás a mi linda tierra de Arahuay…

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