TTS CapurroVictoria
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2014
ÍNDICE
Introducción ........................................................................................................... 1
Breve presentación ................................................................................................ 2
Bibliografía ............................................................................................................. 49
Anexos................................................................................................................... 54
INTRODUCCION
El interés surge a partir del contacto directo con la población específica, es decir
mujeres en situación de prostitución. La experiencia en relación a esta población
despierta grandes cuestionamientos desde la óptica ético -profesional en relación a
las estructuras sobre las que se produce y reproduce este fenómeno. Así como
también la necesidad de comprender el lugar que las sociedades le otorgan al
cuerpo femenino; el lugar cosificado que éste ha tenido históricamente, hoy,
agudizado por el sistema capitalista y su lógica mercantil.
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BREVE PRESENTACIÓN:
Objetivo general: Realizar un análisis sobre las formas de legitimación que existen
desde el Estado (y la sociedad) sobre el ejercicio prostitucional, que tienen a la
desigualdad de género y fundamentalmente a la violencia de género como telón de
fondo.
Objetivos específicos:
-Profundizar acerca del rol del Estado y la sociedad como dispositivos que legitiman
la explotación.
-Explorar las diferentes posturas en el debate sobre el fenómeno de la prostitución,
en el marco de la discusión violencia de género vs libertad sexual.
-Analizar el marco normativo uruguayo comprendido en la ley 17.515 del año 2002,
como una de las estructuras que legitima estas formas de violencia de género en el
país.
Diseño Metodológico:
La metodología utilizada fue básicamente cualitativa: si bien la revisión bibliográfica
–como técnica- fue clave a la hora de la elaboración del documento, también realicé
entrevistas semiestructuradas -4- en el marco del contexto laboral –Proyecto
CASABIERTA- dirigida a la población especifica. Este aporte fue fundamental no
solo a la hora de problematizar el marco jurídico de la prostitución en nuestro país,
sino también significó la posibilidad una aproximación “real” a la cotidianeidad de la
práctica prostitucional.
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Capítulo I. Conceptualizar desde la perspectiva de género.
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un sistema de jerarquía social (Gioscia,Laura 2004). Por lo tanto, ese sistema
jerarquizado es el que favorecerá la desigualdad y puntualmente la violencia de
género. Esa institucionalización de las diferencias sexuales (entendidas como
desigualdades) será la base sobre la que se estructuran las relaciones entre
géneros, la base de las instituciones y de la sociedad en su conjunto. Una
estructura que se produce y reproduce en la cultura patriarcal, que rige en nuestras
sociedades, y ha imperado históricamente. “De esta forma se da una interiorización
de los modelos de género, se construye una identidad femenina y masculina que
implican valores y roles dicotomizados, que tienden a perpetuar las desigualdades
existentes entre hombres y mujeres. Estas diferencias, que en los estereotipos
sociales presionan de forma distinta al hombre y a la mujer, hacen que ninguno esté
libre de influencias negativas, porque ambos son injustamente marcados en
diferentes sentidos. Uno de los géneros se ve histórica y socialmente más
privilegiado (género masculino), mientras el otro aparece subordinado al primero
(género femenino). En la mujer existe una identidad de género subordinada,
conformada y avalada por una larga historia de desigualdades sexuales. El modelo
de masculinidad dominante caracteriza a los hombres como personas más
importantes: seres autónomos, fuertes, potentes y proveedores. Todas estas
peculiaridades, que no guardan ninguna relación con predisposiciones innatas, se
vinculan directamente con el poder que se le ha adjudicado socialmente al varón, y
que se estimula desde un inicio en el ámbito familiar.
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Romero(2010) ).La violencia de género es una de las formas más naturalizadas y
legitimadas de la vulneración de derechos.
Cuando hablamos de violencia de género nos estamos refiriendo a todas las formas
en que se materializa este fenómeno. La violencia doméstica, el abuso sexual, la
explotación y otras tantas formas que de igual modo suponen la violación
sistemática de los derechos humanos de las mujeres. Las mismas operan desde lo
real hasta lo simbólico. La violencia asume formas inimaginables y en muchas
ocasiones impenetrables por su hermetismo y naturalización. Además, y como dice
Butler (1999) son prácticas legitimadas e institucionalizadas en las
representaciones culturales y sociales de los cuerpos sexuados, en el lenguaje, en
los mecanismos psíquicos del poder y en la naturalización de la reproducción de la
ideología de dominio.
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instituido” (www.elpsicoanalitico.com.ar). De este modo, el género como
construcción social (ya no como categoría) determinará quién es el que domina y
quién es el dominado en el orden hegemónico que establece el sistema patriarcal.
Por lo tanto la violencia de género es tan solo la reproducción de este sistema
jerarquizado de poder que concibe la dominación masculina y la subordinación
femenina como parámetros naturales de convivencia social. En tanto este sistema
continúe prevaleciendo, las manifestaciones y expresiones de la violencia de
género serán múltiples y variadas, y muchas veces invisibilizadas por la
naturalización.
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es la prostitución femenina, aspecto que no es posible deslindar de la construcción
social de los géneros y de las distintas consideraciones de lo que significa ser mujer
y ser hombre dentro de nuestra sociedad. (Villa,2010).
Postura Reglamentarista
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higienista consideraba la prostitución como un “mecanismo de desagüe” y asimilaba
la eyaculación a una “evacuación orgánica”. (Ulloa, 2000:299).
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entienden que aunque la prostitución incorpore el componente sexual no es
diferente a cualquier otra prestación de servicio, en donde hay un intercambio
mercantil (oferta- demanda).
Entendemos que esta postura concibe al cuerpo de la mujer (en prostitución) como
un ente separado del ser, y nos plantea una idea fragmentada del sujeto
(disociación cuerpo- ser). Sintetizado en un “no sujeto de derechos”, o como dice
Pateman (1988) “una no persona, solo un cuerpo”. Una visión que algunos
definirían como cartesiana en tanto el cuerpo es un accesorio de la persona.
Sánchez reflexiona acerca de esta fragmentación al relatar la estrategia que opera
en la relación sexual con el cliente (prostituyente); “mi cuerpo está ahí pero mi
cabeza se dispara al helado más rico, o a algo lindo etc.” (Entrevista televisiva.
Canal T.V series. “Historias de debidas”,2012).
Postura Abolicionista
Los orígenes del movimiento abolicionista se sitúan en el siglo XIX coincidiendo con
los movimientos sociales de lucha por los derechos civiles y el auge de la ciencia,
sobre todo en ámbitos como la biología y la medicina (Viila 2010). El abolicionismo
estuvo también fuertemente vinculado, a corrientes religiosas y posturas
extremadamente conservadoras.
En sus inicios, esta postura, se limitó a defender que la prostitución era un elemento
del ámbito privado, admitiendo el libre ejercicio, sobre la que el Estado no debía
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intervenir, ni reconociéndola ni prohibiéndola. (Perramont, 2010:6). Más tarde una
parte de este movimiento avanza hacia una postura radicalizada en cuanto a la
erradicación de la prostitución, por asumir que en ella se sintetiza la esclavitud y la
explotación del cuerpo femenino.
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La prostitución es siempre forzada, independientemente de la decisión de las
mujeres que la ejercen, y se equipara al tráfico de mujeres con fines de explotación.
Prostitución es siempre equivalente a esclavitud sexual.
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nuestro comportamiento de consumo. La prostituta vende lo que el cliente le
compra: un instrumento (su cuerpo) que pueda adaptarse mecánicamente a los
deseos o apetencias sexuales del cliente”. (Carralero en Villa 2010). La prostitución
se vuelve entonces, una institucionalización de la violencia de género, quizás la
más naturalizada y banalizada de la sociedad actual. Esto no quiere decir que sea
un fenómeno “nuevo o de reciente aparición” sino, muy por el contrario es una
práctica social “arcaica y antigua como la supremacía masculina…”. (Ulloa;
2000:296). En todo caso, adoptará facetas específicas en el neoliberalismo como
modelo que estructura la vida cotidiana en la actualidad. Como señala Turner “todo
orden político se produce conjuntamente con un orden corporal”; favoreciendo
entonces sociedades menos democráticas y más desiguales y violentas en
detrimento de las mujeres más vulnerables.
Finalmente y como señala Ulloa, el marco legal de los derechos humanos ha sido
tradicionalmente abolicionista para abordar esta forma de dominación, lo que quiere
decir que todos los tratados de derechos humanos: declaraciones, pactos,
convenios, convenciones y programas de acción y plataformas, se han orientado
desde el sistema que plantea la abolición de la prostitución. (Ulloa; 2000).
La postura abolicionista ha sido criticada por una parte del feminismo, que como se
vio, entiende al ejercicio de la prostitución como un camino hacia el
empoderamiento y la autonomía de muchas mujeres. Entienden que al asumir a la
mujer como víctima de violencia se ocultan allí las estrategias y medios que las
mujeres utilizan para conquistar su autonomía. Incluso se sostiene que el discurso
abolicionista está impregnado de moral puritana al no reconocerla categoría de
trabajo a la actividad de la prostitución por incluir el componente del sexo.(Villa
2010:175)
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Es decir, abolir la prostitución como práctica que perpetúa la violencia de género,
dado que son las estructuras machistas y patriarcales que sostienen al fenómeno
de la prostitución. En este sentido es fundamental la visibilización y simultánea
sanción sobre quienes explotan cotidianamente el cuerpo femenino, con total
naturalidad y sin ninguna restricción, en el marco de la cultura patriarcal
hegemónica. Londres plantea que aun si no hubiera pobreza, mientras haya
demanda, habrá prostitución y agrega que la demanda crea el mercado, promueve
el reclutamiento, la organización y la generación de las condiciones de posibilidad
del “negocio/industria de la prostitución”. (Londres en Chejter 2009).
I.3-Conceptualizando: Prostitución
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generalmente por un pene , a veces por manos, a veces por objetos , por un
hombre y luego otro ,otro, etc.(Dworkin 1993 en Rostagnol).
Por tanto, coincidimos en algunos elementos que son recogidos por distintas
definiciones sobre el concepto prostitución; en relación a la sexualidad oprimida y
opresora, a la victimización femenina en base a la desigualdad y a la violencia de
género, a la explotación y mercantilización de los cuerpos. En este sentido
podríamos aproximarnos a una definición; la prostitución es una práctica por la que
los varones se garantizan el acceso grupal y reglado al cuerpo de las mujeres (De
Miguel Alvarez;2012: 59), configurando “una modalidad de explotación basada en
los roles sexuales y en una sociedad de mercado” (Fernández;
2009:148)construidasobre esquemas patriarcales y machistas.
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pensamiento y de conciencia, “es el estructurador básico de nuestra categorías de
pensamiento y por lo tanto es un excepcional mecanismo de producción y
reproducción simbólica e ideológica. Las palabras que decimos no son inocentes,
tienen detrás propuestas, no sólo jurídicas sino sobre todo políticas, de política
sexual.”(Lipszyc, Cecilia; 2000).Definir conceptualmente a la mujer en prostitución
desde la perspectiva de los derechos es la clave para aproximarnos al complejo
escenario del ejercicio prostitucional.
Prostituta, puta, trabajadora sexual, mujer de vida fácil, estas pueden ser las
formas más usuales con las que cotidianamente denominamos a las mujeres que
ejercen la prostitución. Hay autores que coinciden en utilizar el término“mujer
prostituida” para intentar señalar que la prostituta no existe en el vacío, no existe sin
el otro polo de la relación, al que se pasa a denominar prostituyente o prostituidor
frente a la aséptica y pasiva denominación de “cliente”, más propia de la industria y
los empresarios del sexo.(Jeffreys 1997 en De Miguel Alvarez). En esta misma
línea Ortiz plantea que utilizar el concepto “prostituta” es reducir su identidad a lo
que hacen, sin mirar lo que son como personas, mujeres particularizadas y con
historia. (Ortiz1998).
Después de mucho leer y escuchar diferentes teorías que debaten acerca de cómo
conceptualizar a la mujer en el ejercicio prostitucional, elijo hablar de la mujer en
situación de prostitución. El fundamento tiene que ver con el entender a la mujer
como sujeta de derechos, más allá de la actividad que desempeña, no reduciéndola
al simple ejercicio prostitucional, por tanto “la prostitución es una actividad, algo que
se hace, y no algo que se es, evitando así la esencialización de la persona a partir
de la actividad.”(Perramon Bacardit, Lourdes; 2010).
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segunda categoría. “Desarrollar una denominación situacional de la actividad de la
prostitución implica concebir la singularidad de cada mujer y a la vez el carácter
histórico de dicha actividad en la vida de la persona, anteponiendo la condición de
persona sobre la característica adjetiva de prostituta.” (De Ieso; 2012)
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Capítulo II. El devenir histórico. Prostitución: ayer y hoy
Un lugar central en este aspecto lo han ocupado la religión o las creencias divinas,
aunque con distintas consecuencias. Lagarde explica que para la ideología
dominante de contenido católico, el cuerpo de la mujer es un espacio sagrado y, por
ende, objeto del tabú: en él se verifica la creación de cada ser humano, una y otra
vez, como un ritual. La mujer es, en este sentido, por la centralidad de su cuerpo,
una matriz para cumplir la encomienda de la sociedad en atención a los designios
de la naturaleza o de la divinidad, engendrar a los hijos, ser su recipiente, su
envoltura, su placenta, su leche.
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Por su parte, en los orígenes de la civilización griega la prostitución se considera
sagrada, asociada a la unión de los dioses con la sexualidad humana; plasmado
por ejemplo en el culto a Afrodita. La Venus Pandemos (Afrodita) era la que
personificaba todas las prácticas de la prostitución. Las mujeres que vendían su
cuerpo, ofrecían el dinero en los templos, pero la entrega no estaba forzada por una
necesidad económica, sino fundamentalmente por los discursos ideológicos de la
época. (Pomeroy en Chavasco 2011: 27).Según un estudio realizado por Pomeroy,
en esta época, las prostitutas eran esclavas, debían estar registradas y pagar un
impuesto especial. Las que estaban en una clase social más alta eran llamadas
“hetairai” o “compañeras de los hombres”, más atrayentes que las esposas. Eran
mercenarias, eran las únicas mujeres que ejercían un control independiente sobre
importes considerables de dinero, teniendo cierto acceso a la vida intelectual de
Atenas. La vida de las prostitutas era embellecida en la época de Helena, pero la
elección de la prostitución no estaba en sus propias manos.
Durante el siglo IV, la mercantilización del cuerpo femenino vive algunos cambios
vinculados a la abolición de toda forma de venta de sí mismo. Simultáneamente se
mantiene el derecho del hombre a vender una mujer soltera que hubiera perdido su
virginidad. En esta etapa se institucionaliza la distinción entre mujeres decentes y
rameras, a la vez que el estado interviene estableciendo burdeles de su propiedad
con el fin de hacer más comercial y atractiva la ciudad. En definitiva la mujer no
podía vender su propio cuerpo, pero sí podía hacerlo un tercero (masculino). De
algún modo comienzan a hacerse evidentes las formas más rudimentarias de la
apropiación y explotación del cuerpo femenino no sólo desde quién es considerado
“cliente o propietario” sino también desde el estado. Similar es la situación en la
época de Solón(640-558 A.C) donde encontramos cómo se organizaba el mercado
de las mujeres y las normas establecidas para el acceso a sus
cuerpos.(Ulloa,2010:296).
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patriarcal que ya estaba institucionalizada en Grecia y Roma como parte del
dispositivo de control que imperaba.
Este breve recorrido histórico describe los distintos escenarios en los que se
institucionaliza el poder masculino opresor sobre el cuerpo femenino. En este
sentido algunas expresiones de ese poderío serán-como ya vimos- la esclavitud, la
dominación y la prostitución como prácticas análogas aunque impliquen elementos
distintos.
Pero ¿qué ha cambiado desde entonces? Carcedo explica que ”el poder político ha
organizado y participado activamente, desde todos los tiempos, en seleccionar y
tener disponibles a mujeres para ser usadas pública y colectivamente por los
varones”. (Carcedo, 2007).En este sentido, entendemos que el sistema opresor
masculino ha evolucionado a la par de las civilizaciones y por tanto su desarrollo
ha significado nuevos e intrincados desafíos para la “clase femenina”. Como afirma
Engels “cada paso hacia adelante es también, en términos relativos un paso hacia
atrás, en el que la prosperidad y el desarrollo de unos se ha ganado a costa de la
miseria y frustración de otras, es la forma celular de la sociedad civilizada en la que
puede verse ya la naturaleza de los enfrentamientos y contradicciones que actúan
de lleno en dicho sociedad…”.(Engels, 1884).
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Pensamos que esa misma lógica opera en la actualidad; favoreciendo nuevos y
renovados mecanismos de opresión, naturalizados y legitimados históricamente,
en el marco de la desigualdad de género.
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También la conquista femenina del espacio público comienza a tener
consecuencias inmediatas en la sociedad del 900, específicamente desde el punto
de vista ideológico-cultural. Para los conservadores, el espacio público era para las
mujeres un lugar peligroso, donde fácilmente corrían el riesgo de perder su virtud; lo
oponían al “refugio idealizado“ que significaba el hogar, “el dominio público era un
terreno inmoral y recorrerlo significaba exponerse a ser conducidas a la mala senda
por todo tipo de tentaciones”.(Trochon; 2003: 27). De esta manera se polarizaba el
mundo femenino, en las mujeres del hogar y las de la calle
.
Por otro lado, la sociedad del 900 “sometió a todos sus integrantes a un complejo
proceso de disciplinamiento…”(Barrán;1996:192), un proceso que tuvo como
objetivo a las clases populares, a los adolescentes y fundamentalmente a las
mujeres de dicha época.
En los inicio del siglo XX, el higienismo se implantó con gran fuerza en nuestra
sociedad en diversas esferas, entre ellas sobre el fenómeno de la “prostitución” o
mejor dicho sobre las mujeres que la ejercían; así lo manifestaban higienistas de la
época “la prostituta debe ser controlada e invisibilizada”. (Trochon 2003:84).
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también como una construcción cultural vinculada al logro del “éxito social”. Este
culto al “dios salud” jerarquizó la figura del médico, y también lo transformó en
“micropenalizador“ de la vida cotidiana, le compitió el consejo profiláctico que
terminará con las practicas “viciosas” y la reglamentación del autocontrol de las
pasiones. (Barran : 232; 1996).
Este será el escenario en el cual se inician las primeras discusiones entorno al
fenómeno de la prostitución, consolidándose como uno de los debates públicos de
la modernización del Uruguay del 900.
Prostitución y Modernización
La sífilis fue relacionada con los “pecados de la carne”, con la conducta sexual
descontrolada, lo que hizo que se convirtiera así en una enfermedad inmoral, en un
castigo divino. Los “sifilógrafos”, médicos especialistas en sífilis, “hicieron una
distinción entre la “sífilis-flagelo“, que castigaba a los “inocentes”-niños, esposas
contagiadas - y la “sífilis-castigo”, que atacaba a las prostitutas y a los adúlteros…”.
(Trochon; 2003:242).
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Para la época las prostitutas eran las principales propagadoras del virus y su
comportamiento era castigado desde la óptica sanitaria pero fundamentalmente
desde la condena social. La sífilis era la enfermedad de las “mujeres libres, de la
mala vida, de costumbres reprobadas”. Desde el argumento higienista, se propuso
el control sanitario de las prostitutas, planteando de este modo la reglamentación
para obligar a las mujeres a “estar limpias y sanas”, evitando así el contagio y la
propagación de la “enfermedad de las prostitutas”.
¿Reglamentar o Abolir?
A finales del siglo XIX y hasta mediados del siglo XX se inician en nuestro país una
serie de discusiones y controversias en relación a la postura política a adoptar con
respecto al ejercicio de la prostitución. El debate, que se extendió por varios años,
se polarizó en dos posturas: reglamentar o abolir.
Para esta postura la prostitución atentaba contra la moral y la salud pública, pero
era imprescindible tolerarla para preservar a las mujeres “virtuosas” y también para
proteger a las prostitutas del proxenetismo. Las medidas adoptadas tenían que ver
con el “prostíbulo vigilado” y la inscripción de las prostitutas en registros
específicos, entre otras medidas.
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Por su parte, la postura abolicionista fue argumentada por médicos, reformadores
sociales, feministas, socialistas etc. Esta visión planteaba abolir, no la prostitución,
sino su reglamentación, “bregando también por la supresión de las causas que
llevaban a ciertas mujeres a prostituirse”. (Trochon; 2003: 92).Los abolicionistas
entendían que la reglamentación sólo había servido para fomentar el fraude, la
corrupción administrativa, y una falsa confianza en que el prostíbulo reglamentado
frenara las enfermedades venéreas. Pero también reglamentar el meretricio
significaba un atentado contra la libertad individual y “una monstruosa diferencia de
clase”; era considerada por tanto, un “crimen jurídico”. Para esta postura la víctima
es siempre la mujer y reglamentar implicaría atentar contra sus derechos y
libertades. De todos modos, entiende a la prostitución ejercida públicamente como
un atentado a la moral y a las buenas costumbres.
Por otro lado, los discursos de la izquierda de esa época también estuvieron
presentes. En líneas generales la prostitución fue vista como un producto de la
sociedad capitalista, elemento clave para la supervivencia de la familia burguesa al
permitir mantener la pureza de sus mujeres a costa de las mujeres proletarias,
quienes arrojadas a la miseria debían prostituirse.
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CAPITULO III. El cuerpo y el Mercado
Este capítulo intenta explorar y visibilizar los mecanismos que operan para que los
cuerpos sean considerados mercancías y por tanto objeto de comercio e
intercambio mercantil. Sintéticamente nos preguntamos ¿Qué mecanismos operan
para que los cuerpos se vuelvan una mercancía?
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debidas”.2012. Bs As). Diríamos que es sin duda “la estrategia” de supervivencia,
como dice Pateman es la venta del cuerpo y de un “self” en una forma diferente a la
venta del cuerpo de un deportista, por ejemplo.
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Si bien entendemos que es incorrecto hablar en términos de prostitución en relación
a niños-as y adolescentes-debido a la falta de consentimiento y a la vulneración de
derechos- del mismo modo pensamos que es inexacto utilizar el término
explotación sexual exclusivamente en función de la infancia y adolescencia. Porque
el componente de explotación sexual subyace al ejercicio prostitucional como algo
inherente a dicha práctica. En este sentido, entendemos a la prostitución como el
“consumo de sexo extractivo y mercantilizado” (RUCVDS, 2012:9); en ella la
personas es fetichizada, perdiendo su carácter humano y social, convirtiéndose solo
en una mercancía. (Rostagnol;2011:72). Por tanto una práctica en la que se
sintetiza también la explotación sexual.
Por tanto nos preguntamos; ¿Qué elementos surgen en el debate actual sobre la
prostitución? ¿Qué nuevas coyunturas se visibilizan en los discursos de fines del
siglo XX y comienzos del siglo XXI? Algunos autores coinciden en que el sexo, la
sexualidad, el trabajo, el poder, las relaciones de género son algunos de los
elementos que confluyen en el fenómeno de la prostitución. “Se trata de un
fenómeno social extremadamente complejo que toca aristas muy profundas en la
sociedad, con múltiples derivaciones”. (Rostagnol ; 2000: 89). De este modo la
prostitución deja de ser un fenómeno que atañe exclusivamente a la mujer que la
ejerce sino, por el contrario, evidencia las estructuras y lógicas de las sociedades y
el lugar que éstas le han otorgado al cuerpo femenino. El cuerpo –objeto ha sido la
característica “sine qua non” de las sociedades antiguas y modernas.
La actual coyuntura nos permite sintetizar a la prostitución como una “parte integral
del capitalismo patriarcal”.(Pateman 1988 en Rostagnol).En esta estructura
capitalista y patriarcal se unen los valores más característicos (y perversos) de uno
y otro: la mercantilización y cosificación de los cuerpos y el poderío masculino como
estructurador de este sistema. Así el fenómeno de la prostitución se vuelve no
solamente un “negocio rentable”, sino que logra convertirse, “en una industria
capitalista mundialmente extendida que ofrece los cuerpos de mujeres, de jóvenes
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y de niñas a la demanda.”. (Hofman 2000 en Villa).Esta “empresa capitalista“
estipula un “contrato” privado entre comprador y vendedora bajo el régimen, según
Pateman, de un contrato sexual que legitima el ejercicio de la ley del derecho
sexual del varón.
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Y recíprocamente, mujeres que recurren a la prostitución de forma “voluntaria” para
conseguir dinero pueden, pasado algún tiempo, ser víctimas de chantaje o
amenaza por parte de algún proxeneta, o quedarse atrapadas en la estigmatización
de esta actividad y verse impotentes para salir de ella, aunque lo deseen y lo
intenten repetidamente. Sin olvidar a aquellas otras mujeres en situación de
exclusión social que, sin ser forzadas por terceros, se prostituyen bajo presiones
externas no menos efectivas que la fuerza física, como la necesidad de conseguir
dinero para adquirir droga, para mantener a sus hijos o simplemente para sobrevivir
sin caer en la indigencia”.
Coincidimos con Vigil en cuestionar la visión fragmentada que Maqueda tiene del
fenómeno de la prostitución, por entender que la violencia de género es el
fundamento de esta práctica institucionalizada universalmente. Y más aún, “la
institucionalización del uso del cuerpo femenino como mercancía sexual es lo que
explica tanto la existencia de una oferta voluntaria como de una oferta forzada en el
mercado de la prostitución, ofertas indisociables ambas de la desigualdad de
género sobre la que descansa dicho mercado”. (Vigil 2006)
En este marco se tejen lo que Chejter define como relaciones prostituyentes, allí se
conjugan “dos estructuras: la del poder económico y la del poder sexual. Las más
férreas leyes del mundo globalizado en el que nos toca vivir no han anulado las
viejas lógicas del poder sexista, más bien se han montado sobre ellas. El sexismo
de hoy y de siempre es el que permite a los varones asegurarse el acceso al cuerpo
de las mujeres”. (Chejter; 2009: 101). Estas relaciones permiten que convivan hoy
las formas más tradicionales de la prostitución (casa de masajes, prostíbulos,
whiskerías etc.) con las denominadas “nuevas formas” (agencias de acompañantes,
eros center, shows para voyeurs,etc.).De algún modo, la coexistencia de lo nuevo y
lo viejo en un mismo mercado nos indica que la ideología de la prostitución se
sostiene en la “universal y natural” violencia de género que padecieron y padecen
infinita cantidad de mujeres; en el marco de viejos y nuevos sistemas de
dominación.
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culturales que erradiquen la desigualdad y la violencia de género como parámetros
“normales” de convivencia en la que se sostienen nuestras sociedades.
Como explica Ana de Miguel Alvarez (2012) el placer que experimentan los
hombres reside “en entrar en relaciones físicas definidas por su situación de poder
y falta de reciprocidad”. Satisfacer su fantasía es el objetivo fundamental, aún
cuando ello implique altos niveles de riesgo para la mujer y su integridad física y
psíquica, ya que se la concibe simplemente como un cuerpo al servicio, o como
señalan algunos, es un “bien público”. En este mismo sentido Dworkin definió a la
prostitución como el uso por parte de un hombre del cuerpo de una mujer para
obtener sexo…”él paga y hace lo que él quiere”.
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Si bien entendemos al hombre-cliente como el actor con mayor incidencia en el
fenómeno de la prostitución, por ser quien construye la demanda, también la mujer
en situación de prostitución es un actor fundamental, aunque siempre entendida
como víctima. La mujer no es sólo víctima de sus clientes (prostituyentes), es
víctima también del conjunto de sistemas a los que pertenece, del sistema
sociocultural (patriarcado), familiar, económico, político, etc. “Es la víctima de un
proceso que no controla, pues su decisión está limitada por condiciones sociales
estructurales (pobreza, marginación, falta de oportunidades, abuso sexual)”.
(Villa,2010)
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En Uruguay ¿Qué función cumple el Estado en el marco de políticas
reglamentaristas?
El marco jurídico (que será objeto de análisis más adelante) que reglamenta la
prostitución en nuestro país exige controles policiales y sanitarios que operan, en la
teoría, como un mecanismos de protección para las mujeres. Pero en la práctica se
estigmatiza, se protege al cliente (obviado de todo tipo de control) y se vulneran
derechos individuales de las mujeres. Señalamos que “reglamentar es instituir un
mercado de cuerpos femeninos para uso del prostituyente-cliente, que tendrá
asegurada la salud y calidad de su mercancía y en beneficio del proxeneta, que
continuará lucrando y comerciando con el cuerpo de las mujeres, ahora legitimado,
y también de los tratantes, convertidos en abastecedores de los burdeles que
pasarán a ser “centros de atención”. (http://jypbuenpastor.blogspot.com/2012/02/).
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Otro estudio indica que específicamente en la prostitución callejera, el control
policial es permanente, persecutorio, y violento, “de pronto ambas salen corriendo y
se esconden, pasa lentamente la camioneta de la 5°”. (Rostagnol; 2000: 88). El
estado como regulador de la actividad (a través de los organismos ejecutores) no
brinda garantías civiles ni jurídicas a las mujeres que ejercen la prostitución. Es
más, sus mecanismos favorecen el circuito de explotación al que aquí referimos.
Todo esto configura lo que Lois llamaría el “sistema proxeneta” en general, y en
particular como plantea Sánchez, un “estado proxeneta” que recauda, no sólo a
través de la carga impositiva gravada a la prostitución, sino también a través de la
obligatoria inscripción como monotributista (como sucede también con otras
categorías laborales) para acceder a los derechos de cualquier trabajador.
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Capítulo IV. Prostitución en Uruguay
La ley de trabajo sexual, contiene 35 artículos en los que define el trabajo sexual,
cómo debe ejercerse y en qué condiciones, formas de pago, zonas y
comportamientos de quienes la ejercen, organismos de control y sanción,
infracciones y multas. Para observar de forma más detallada estos aspectos,
intentaré un breve análisis, tomando como referencia algunos artículos de dicha ley.
El Artículo 2°de la ley expresa “Son trabajadores sexuales todas las personas
mayores de dieciocho años de edad que habitualmente ejerzan la prostitución,
recibiendo a cambio una remuneración en dinero o en especie”. El concepto
“habitualmente” ¿a qué tiempos refiere? ¿horas, semanas, meses, años?, por otro
lado ¿cuál es el concepto de prostitución sobre el que se sostiene dicha ley?.
Entendemos que desde lo conceptual la ley presenta grandes “vacíos” que luego
repercuten en su fundamentación teórica, recoge por ejemplo, elementos muy
generales que luego dificultan su aplicabilidad.
La ley regula a la prostitución como una actividad asalariada, pero ¿es asimilable a
cualquier trabajo?; ¿es pasible de una correcta regulación en materia derecho
laboral? Dicho artículo, establece que el pago puede ser en dinero o en especies;
pero ¿cómo es realmente regulado este aspecto? y por otro lado ¿en otras
actividades asalariadas el pago se efectúa del mismo modo?. La normativa en
materia laboral contempla el pago en especies, pero parcialmente, no en su
totalidad. De hecho esta transacción se debe realizar teniendo en cuenta “que el
valor atribuido a esas prestaciones sea justo y razonable”.(http://www.mtss.gub.uy/).
En el tipo de “contrato” que se establece entre cliente y trabajadora sexual, ¿quién
34
constata que la transacción no sea totalmente en especies? En todo caso si es un
trabajo como cualquier otro, la normativa en materia laboral debería aplicarse con el
mismo sentido que para otras actividades asalariadas, y por tanto, sancionar el
pago “total” en especies. Entendemos que al ser un contrato temporal y personal,
todos estos elementos quedan librados a la voluntad del contratante (cliente-
prostituyente) y de quien presta el servicio –quien en todas las situaciones esta en
inferioridad de condiciones para decidir.
En ese mismo artículo se explica que “Se autorizará el ejercicio del trabajo sexual a
aquellas personas que estén inscriptas en el Registro Nacional del Trabajo Sexual y
posean el carné sanitario con los controles al día”. Si la ley intenta –teóricamente-
proteger al colectivo de trabajadores sexuales porqué no se exige, en este mismo
marco, mínimos controles sanitarios para los consumidores. Entendemos que este
aspecto retoma la idea del cuerpo peligroso de la mujer, que señaláramos en los
antecedentes históricos de la prostitución, en nuestro país. En este sentido toda
sanción, control y regulación recae sobre la mujer (o trabajador/a sexual)
considerada la única involucrada en la actividad. Como consecuencia, el cliente
(prostituyente) es excluido de todo control y sanción.
“La policía te maltrata, creen que por estar en una esquina, no vales nada. Tenés
que pagarles -no con plata- para que no te lleven. Te discriminan.”(N.M.Entrevista
realizada el 5 de setiembre de 2012 en Montevideo por Capurro, Victoria). La
realidad evidencia la violencia y el castigo físico, psíquico y emocional –sintetizado
en abuso policial -del que llegan a ser víctimas las mujeres en el ejercicio
prostitucional. Si bien este tipo de accionar puede y debe ser denunciado,
señalamos lo inverosímil que es esta situación donde, nuevamente, subyace la
desigualdad de poder “¿quién nos va a escuchar a nosotras? Si los denuncias
después te va peor, después no te dejan trabajar tranquila, encima te hacen pasar
35
un noche horrible en la comisaria”.(N.M. Entrevista realizada el 5 de setiembre de
2012 en Montevideo por Capurro, Victoria).
Este aspecto entendemos continúa viendo a la prostitución como la forma femenina
de la delincuencia, conceptualizada así a principios del siglo pasado. Aquí surge
otra interrogante ¿cuánto vale la palabra de una trabajadora sexual, a la luz de la
histórica construcción social que entiende que la prostitución es una elección libre y
que por tanto la violencia es “naturalmente” parte del dispositivo? Implícitamente el
imaginario colectivo construye una mirada indiferente sobre quienes ejercen la
prostitución asumiendo que no son poseedores ni de derechos ni de libertades, y
que prácticamente eligen exponerse al peligro; en este sentido reivindicamos que la
prostitución no constituye nunca una práctica sexual deseada en ningún
caso.(Vigil; 2006).
Según estos artículos los organismos rectores de las políticas en materia de trabajo
sexual serian el Ministerio de Salud Pública y el Ministerio del Interior, por tanto nos
preguntamos, si la prostitución es asimilable a cualquier trabajo ¿el Ministerio de
Trabajo no debería regular algún aspecto? En este sentido compartimos la reflexión
de Osimani (ex Directora del Programa Sida-MSP) quien explica que “la inscripción
al trabajo sexual que hoy se realiza en el Ministerio de lnterior y/o del MSP no
parece ser el lugar de inscripción, siendo un trabajo como cualquier otro. Lo mismo
en relación a la protección a la salud de estos trabajadores, la libreta como control
de visitas al médico, le pertenece a los mismos trabajadores sexuales. No es un
carne de salud, por lo que no asegura la protección de cualquier ITS/SIDA”.
(Chavasco; 2011:45).
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Por otro lado los artículos 19, 20,21 expresan: Artículo 19. “En cada departamento
del país la Intendencia Municipal, en coordinación con las autoridades sanitaria y
policial, previa consulta (sin carácter vinculante) a la organización de trabajadores
sexuales del departamento si existiese, establecerá zonas en donde se podrá
ofrecer el trabajo sexual. Las zonas estarán perfectamente delimitadas en cuanto a
áreas geográficas y horarios, teniendo en cuenta el número de trabajadores
sexuales. Artículo 20. No podrán habilitarse zonas donde existan institutos de
enseñanza. Al respecto deberán tomarse en cuenta los antecedentes que brinde la
autoridad policial, considerando también los cambios edilicios de la ciudad.”
Artículo 21. La reglamentación deberá prever en forma precisa el horario, la
vestimenta, como así también el comportamiento del trabajador sexual, de modo
que no afecte la sensibilidad de las familias de la vecindad ni resulte lesivo para
niños o adolescentes”.
De algún modo estos artículos son clave para observar sobre qué elementos se
posiciona la ley. En este sentido entendemos que se parte de la hipótesis “irreal” de
que el contrato “sexual” se celebra entre dos sujetos en igualdad de condiciones, lo
que permite reafirmar el desconocimiento de la naturaleza de dicha transacción,
más aun la desigualdad simbólica y material (en detrimento de la mujer) en la que
se institucionaliza este fenómeno.
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trabajadores sexuales, incluyendo aquí a hombres y mujeres, las cifras muestran
que el 80% de la población que está en prostitución son mujeres. Se agrega
además que las mujeres experimentan mayores niveles de riesgo (en comparación
con travestis, taxi boys, etc.) por su inherente condición femenina. (Entrevista
televisiva. Canal 12. 2008. M.N integrante de AMEPU). Esto no quiere decir que
travestis, transexuales, taxi boys que se encuentran en prostitución no
experimenten ningún peligro, ni mucho menos que no sufran violencia; pero
entendemos que allí, operan otros mecanismo de opresión que trascienden la
violencia de género.
Por otro lado, nos preguntamos ¿Qué discurso teórico –político se esconde en la
reglamentación de la prostitución?
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La experiencia mundial en relación a la reglamentación de la prostitución ha sido en
general negativa y perjudicial para las mujeres. Tal es el caso de Alemania que en
2002 optó por estas políticas y los resultados alcanzados no fueron los esperados,
sobre todo en relación a la protección de las “trabajadoras”. Como señala González
(2014)-doctora en sociología por la École des Hautes Études enSciences Sociales,
deParís-en su reciente estudio sobre el caso de Alemania, “básicamente, ellas no lo
consideran un “trabajo como cualquiera.” Prefieren que sus nombres no figuren en
los registros oficiales y prefieren trabajar en las sombras. A los dueños de los
establecimientos les conviene que las cosas sean así, porque manejan una masa
salarial pequeña, evitan cubrir las cargas sociales y tienen un mayor margen de
maniobra para rotar al personal. Se trabaja, pues, en un sistema donde los más
poderosos (los dueños de los negocios) explotan todas las posibilidades de la ley,
al tiempo que subsisten altas dosis de informalidad, de flexibilidad y de inseguridad
laboral”. (http://brecha.com.uy/index.php/mundo/3645).En definitiva, los únicos que
se ven beneficiados con este tipo de políticas son y serán los empleadores,
consumidores y proxenetas del comercio sexual.
39
IV.2- Cuestionamiento y debate en torno a la postura laborista. Problematizar
para el caso de Uruguay
Por tanto parece imprescindible recoger aquí algunos aspectos del debate en torno
a la categoría “trabajo sexual”, ya que es utilizada en la ley que rige en nuestro
país. Pero antes conviene repasar rápidamente las posturas rectoras en relación a
este debate, Abolicionismo y Reglamentarismo, que analizáramos anteriormente.
En nuestro país, como en Bélgica, Austria y Grecia (entre otros) la prostitución está
reglamentada desde el año 2002 y en este momento se le comienza a denominar
trabajo sexual; por tanto es un “trabajo” asimilable a cualquier otra actividad
asalariada. No así, en el caso por ejemplo, de Suecia (caso emblemático),
Argentina y Brasil que adhieren a la doctrina abolicionista.
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Si tomamos el concepto de “trabajo decente” acuñado por la OIT que reconoce que
el trabajo es fuente de dignidad personal, estabilidad familiar, y que debe provocar
cambios positivos en la vida de las personas, asumimos claramente que el ejercicio
prostitucional no cumple con ninguno de estos parámetros.
Algunos autores entienden que el trabajo sexual no es una forma de violencia sino
que es una expresión de la libertad sexual conquistada por las mujeres y que
representa la forma más clara de la ruptura con el sistema patriarcal. Nos
preguntamos ¿cómo se experimenta esa libertad sexual?; ¿realmente es un
espacio conquistado por las mujeres? Entendemos que no hay libertad alguna ni en
el ejercicio cotidiano, ni en la “elección” inicial, ya que “la elección individual de las
mujeres que se ofrecen en el mercado del sexo no procede de su código genético y
debe ser necesariamente referida a la existencia previa de una práctica social que
convierte el cuerpo femenino en un producto comercial.” (Vigil y Vicente; 2006:5).
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Por otro lado ¿qué elementos recoge la categoría de trabajo sexual? ¿Qué
aspectos invisibiliza?
42
Reflexiones finales
Creemos que se logró describir las lógicas y los dispositivos sociales, culturales y
estatales, que operan de forma invisible en la construcción de este fenómeno
“naturalmente” concebido como una práctica histórica de elección “libre” e
individual. En este sentido se observa a la prostitución como una práctica que tiene
altos niveles de tolerancia social, que se profundizan en el marco de políticas
reglamentaristas y laboristas (como en Uruguay).Curiosamente hay estudios en
nuestro país que señalan que existen bajos niveles de tolerancia en relación a la
prostitución de niños y niñas, no así en el caso de adolescentes y
adultas.(Rostagnol 2011). Por tanto existe una condena social hacia quien es
consumidor de sexo infantil, y será calificado como explotador sexual.
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La sociedad y el Estado han condenado históricamente a la mujer que ejerce la
prostitución a un universo de desigualdad, estigma social, discriminación y
violencia. Hay quienes suponen que al otorgarle el estatus de trabajo a la
prostitución se eliminaría el rechazo y la condena social de la que es víctima la
mujer en prostitución, por el contrario sostenemos que “aunque la legislación le
confiere estatus laboral, el lenguaje popular muestra cuál es su lugar en la escala
social. ¿O acaso “ser un hijo de puta” no es aún un insulto grave? (Navarro
2009;93). La denominación “puta”, en el imaginario social, no solo refiere a quien
ejerce la prostitución, sino también es extensivo a toda mujer que tenga conductas
alejadas del “deber ser” femenino.
De este modo y casi de forma natural se continúan solidificando las estructuras que
sostienen a la violencia de género como sistema normativizado e institucionalizado.
44
Entendemos que si la desigualdad de género continua siendo parte del dispositivo
político, económico, cultural avanzamos hacia sociedades injustas, desiguales,
violentas, y sin ciudadanías plenas.
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entonces, “organiza talleres para el empoderamiento y fortalecimiento de las mujeres
trabajadoras sexuales, en los cuales se abordan temas como la autoestima,
derechos, legislación, ITS y VIH/SIDA y uso y negociación del
preservativo.”(http://www.comminit.com/red-salud/node/300810). En sus primeras
épocas se consolido como un agente de referencia nacional para las mujeres en
prostitución, logró también coordinación y representación en el exterior. Fueron
apoyadas por fondos internacionales para financiar actividades de prevención,
campañas de sensibilización y visibilizacion, entre otras actividades de incidencia
política.
La actualidad de esta organización es muy distinta a la de sus comienzos. Desde el
año 2012 ha sufrido el debilitamiento institucional en relación a su directiva –
gestión, a su financiamiento, y por tanto en cuanto a su participación política-
afiliadas al PIT CNT-(entrevista semi estructurada realizada a ex vice presidenta de
AMEPU.2014. Montevideo).
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Sin embargo, nos preguntamos ¿las políticas abolicionista son el modelo salvador?
Quizás no haya respuesta para esta pregunta, lo que si podemos afirmar es que
“las relaciones de género deben ser reestructuradas de tal forma que la sexualidad
pueda ser de nuevo una experiencia de placer y no una mercancía que se compra y
se vende.”(Ulloa,2000: 308).
Nuestra ley presenta grandes vacíos, ya que jerarquiza las sanciones y penas por
sobre la prevención y la asistencia dirigida a la población en prostitución.
Criminaliza, discrimina y excluye fundamentalmente a las mujeres del ejercicio
pleno de ciudadanía.
Por otra parte, tanto el marco jurídico como la lectura “social” del fenómeno
invisibilizan una realidad más complejo aún, la trata de personas con fines de
explotación sexual. Este delito es definido por el protocolo de Palermo – del año
2000-como un proceso que consta de tres etapas; captación de la persona en el
lugar de origen, traslado cruzando fronteras nacionales o internacionales y
finalmente, la explotación de la persona en el lugar de destino.
La legalidad del trabajo sexual en nuestro país, habilita a que este delito
transnacional se configure como una realidad imperceptible o quizás naturalizada
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en el marco de una práctica anexa al ejercicio prostitucional. Si bien, la trata de
personas está penalizada en nuestro país desde el año 2008 a través del artículo
78 de la ley de Migraciones –ley 18250- sostenemos que reglamentar la
prostitución, esconde la figura de explotación sexual, a sus víctimas que serán
“trabajadoras”, a los explotadores que serán “empresarios”, por tanto legitima la
industria de la prostitución mediante compradores siempre invisibles.
(www.sexualidadyeducacion.com/articulo_nuevo10.htm). Más aun, en un estudio
realizado en el año 2011 sobre la situación de la Trata de mujeres con fines de
explotación sexual en la región, y específicamente en nuestro país, se señala que
“la invisibilidad de este fenómeno se da por la naturalización de ciertas prácticas
sociales entre ellas la prostitución.”(Prego;2011:102).Por tanto, pensamos que si
bien, la prostitución reglamentada, no es el único facilitador de la Trata de
personas, se configura, en gran medida, como un dispositivo que favorece tal delito.
48
Bibliografía:
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discursivos del sexo.2 ed. Bs As Paidos.
-Carcedo, Ana, Molina, Giselle (2003) Mujeres contra la violencia. Una rebelión
radical Costa Rica.San José, C.R.: Editorial Cefemina.
-Chejter, Silvia (2009) ”El camino de Buenos Aires. Prostitución, ayer y hoy”. Bs As.
Argentina. Centro de estudios de cultura y mujer.
-Corso, Carla (2004) “Desde adentro: los clientes vistos por una prostituta”, en
Raquel Osborne (ed.) Trabajador@s del sexo: derechos, migraciones , y tráfico en
el siglo XXI . Barcelona, Bellaterra.pp. 121-134.
-De Ieso, Lia (2012) Reflexiones sobre la intervención del Trabajo Social en la
temática de la prostitución. En revista Puerta Abierta .Recreando. 2012 .Bs As
49
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-Pérez Aguirre, Luis (1991) Mujer de la vida: pasión y prostitución de Miriam. ed.
Trilce. Montevideo, Uruguay.
50
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-Trochon, Ivette (2003) “Las mercenarias del amor” ed. Taurus. Montevideo.
Uruguay.
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de Mujeres y Niñas en América Latina y el Caribe (CATWLAC).
Fuentes documentales
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análisis y perspectiva” Mujeres en el reverso de la sociedad. Conferencia ,28 y 29
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- http://articulotecafeminista.blogspot.com/2007/04/la-sexualidad.html
- http://www.cienciapopular.com/historia-y-arqueologia/historia-de-la-prostitucion
-http://www.equalitynow.org/sites/default/files/Nordic_Model_SP.pdf
52
-http://hastalaigualdaddegenerosiempre.blogspot.com.ar/2011/10/carole-pateman-
que-hay-de-malo-con-la.html.
-http://enrique-deptodepsicologia.blogspot.com/2008/12/saber-y-poder-michel-
foucault.html.
-http://brecha.com.uy/index.php/mundo/3645-cuando-reglamentar-la-prostitucion-
es-un-problema.
-http://jypbuenpastor.blogspot.com/2012/02/no-la-reglamentacion-de-la
prostitucion.html
-http://www.mtss.gub.uy/
-https://arttemiarktos.wordpress.com/2011/01/02/do-cliente-ao-proxeneta-a-
banalizacao-da-prostituicao/
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ANEXOS
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ANEXO 1:
Las entrevistas no serán transcriptas porque no fueron grabadas, fueron recogidas
a través de notas escritas. Se transcribe pauta de entrevista.
Pauta de entrevista.
-Fecha: Setiembre 2012.
-Entrevistada: M.N integrante de AMEPU (Asociación de Meretrices Profesionales
del Uruguay)
-Entrevistadora: Victoria Capurro.
-Lugar: Casabierta. Montevideo.
1-¿Cuántos años hace que está en el ejercicio prostitucional? ¿En qué modalidad?
¿calle , local, boliche, etc?
3.a- En ambos casos, ¿enfrentan las mismas dificultades, riesgos, peligros, etc a la
hora de ejercer el trabajo sexual?
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ANEXO 2:
Ley Nº 17.515
TRABAJO SEXUAL
SE DICTAN NORMAS
El Senado y la Cámara de Representantes de la República Oriental del Uruguay, reunidos en Asamblea General,
DECRETAN
CAPITULO I
DISPOSICIONES GENERALES
Artículo 1º.- Es lícito el trabajo sexual realizado en las condiciones que fijan la presente ley y demás
disposiciones aplicables.
Artículo 2º.- Son trabajadores sexuales todas las personas mayores de dieciocho años de edad que
habitualmente ejerzan la prostitución, recibiendo a cambio una remuneración en dinero o en especie.
Se autorizará el ejercicio del trabajo sexual a aquellas personas que estén inscriptas en el Registro Nacional del
Trabajo Sexual y posean el carné sanitario con los controles al día.
Artículo 3º.- Por el solo hecho de su actividad, no serán pasibles de detención por parte de la autoridad policial,
las personas que ejerzan el trabajo sexual de acuerdo a las normas establecidas en la presente ley y demás
disposiciones.
Artículo 4º.- Las tareas de prevención y represión de la explotación de las personas que ejerzan el trabajo sexual,
así como el evitar perjuicio a terceros y preservar el orden público, serán competencia del Ministerio del Interior.
Este deberá también prestar apoyo a las autoridades del Ministerio de Salud Pública cuando así se le requiriere.
El Ministerio de Salud Pública controlará que se cumplan las disposiciones sanitarias a fin de promover y
preservar la salud del trabajador sexual y de la comunidad.
A estos efectos, estos Ministerios tendrán la facultad de ingresar a todos los locales en que se ejerza el trabajo
sexual, sin perjuicio de la competencia de otros organismos.
En todos los casos el funcionario actuante, bajo su responsabilidad, deberá labrar un acta resumida donde se
asentará:
D) Firma de las autoridades intervinientes y de quien esté a cargo del local intervenido o constancia de no
querer firmar.
Quien o quienes actúen a nombre del local intervenido o cualquiera de sus trabajadores podrán estampar en el
acta las observaciones que estimen pertinentes.
Artículo 5º.- Créase en la órbita del Ministerio de Salud Pública la Comisión Nacional Honoraria de Protección al
Trabajo Sexual, que se integrará de la siguiente manera:
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- Un delegado del Instituto Nacional del Menor (INAME).
- Dos delegados de las Organizaciones No Gubernamentales que representen a los trabajadores sexuales,
designados de acuerdo a lo que disponga la reglamentación de la presente ley.
Artículo 6º.- La Comisión Nacional Honoraria de Protección al Trabajo Sexual podrá comunicarse directamente
con los Poderes Públicos y tendrá los siguientes cometidos:
C) Brindar asesoramiento a los trabajadores sexuales sobre sus derechos y deberes, apoyándolos en
cualquier acción legal que tienda a protegerlos contra cualquier forma de explotación.
D) Promover cursos de educación sexual y sanitaria entre los trabajadores sexuales. Colaborar en las
campañas que, utilizando los medios de comunicación de masas y otros modos de difusión, realicen las
autoridades competentes sobre el tema.
CAPITULO II
Artículo 7º.- El Registro Nacional del Trabajo Sexual expedirá a cada trabajador sexual un carné, el que le
habilitará para el ejercicio del trabajo sexual en todo el país.
Dicho carné deberá necesariamente contener:
B) Fotografía.
D) Seudónimo si lo tuviera.
E) El número de registro.
Este documento tendrá una validez de tres años, vencidos los cuales deberá ser renovado.
Artículo 8º.- La inscripción en el Registro Nacional del Trabajo Sexual podrá ser voluntaria o de oficio.
Será voluntaria cuando la persona se presente directamente a las autoridades competentes para su inscripción y
cumpla con los requisitos para ello exigidos.
Será de oficio cuando la persona ejerza el trabajo sexual sin estar inscripto.
Artículo 9º.- El Registro Nacional del Trabajo Sexual será llevado simultáneamente por los Ministerios de Salud
Pública y del Interior.
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La reglamentación del Poder Ejecutivo asegurará la permanente disponibilidad de la información registrada, para
ambos Ministerios.
No podrá autorizarse la inscripción si no se dispone del certificado de salud que habilite para el trabajo sexual.
Artículo 10.- No se efectuará la inscripción de aquella persona que fuera sorprendida ejerciendo el trabajo sexual
en forma no reglamentaria y que declare no reincidir en dicha actividad, bajo apercibimiento de que, en caso de
reincidencia comprobada, será inscripta sin más trámite en el Registro respectivo. Asimismo, se le notificará las
eventuales sanciones si no se cumpliese con lo establecido en los artículos 17 y 31 de la presente ley.
Todo trabajador sexual tiene derecho a obtener la baja del Registro. Para ello deberá presentarse ante la
autoridad competente y solicitarla.
Será eliminada de oficio del Registro toda persona que hubiere ejercido el trabajo sexual y que durante un año
no documentare su concurrencia a control sanitario. Se citará personal y reservadamente al interesado para
notificarle el acto administrativo dictado por la autoridad pública, informándole lo dispuesto por el presente artículo y
por los artículos 11 y 32 de la presente ley.
Artículo 11.- Quien haya sido dado de baja del Registro Nacional del Trabajo Sexual a solicitud de parte o de
oficio, podrá reinscribirse, debiendo para ello cumplir con todos los requisitos establecidos en la presente ley.
Artículo 12.- El hecho de estar inscripto en el Registro que se crea no será causal de impedimento para otorgar
certificados de buena conducta a quienes ejerzan el trabajo sexual.
Artículo 13.- Los datos e informaciones contenidos en el Registro Nacional del Trabajo Sexual son de carácter
reservado. Sólo podrán ser utilizados con fines sanitarios o policiales por organismos encargados de hacer efectivo
el cumplimiento de la presente ley, a solicitud de la justicia competente o del Ministerio de Salud Pública a través
de cualquiera de sus dependencias o de la propia persona interesada con respecto a la información que sobre sí
esté registrada.
CAPITULO III
Sección I
Artículo 14.- Todo trabajador sexual deberá someterse a controles sanitarios que incluyan examen clínico y
paraclínico de acuerdo a las pautas previstas por el Ministerio de Salud Pública.
Artículo 15.- La atención a las personas que ejerzan el trabajo sexual comprenderá, asimismo, los aspectos de
educación y promoción de salud, con énfasis en la profilaxis de las enfermedades de transmisión sexual.
Artículo 16.- En cada una de las capitales departamentales existirá, a disposición de los trabajadores sexuales y
de quienes soliciten información, un equipo mínimo interdisciplinario formado por médico, nurso o nurse o auxiliar
de enfermería y asistente social.
Artículo 17.- El Ministerio de Salud Pública expedirá en forma gratuita a los trabajadores sexuales un carné
sanitario que acreditará el adecuado control de su estado de salud.
El que ejerciere esta actividad sin el carné sanitario vigente incurrirá en las infracciones previstas en
el artículo 31 de la presente ley.
CAPITULO IV
Artículo 18.- Se autorizará la oferta de trabajo sexual en zonas especialmente determinadas, así como en
prostíbulos, whiskerías, bares de camareras, o similares que hayan obtenido la habilitación correspondiente.
Sección I
Artículo 19.- En cada departamento del país la Intendencia Municipal, en coordinación con las autoridades
sanitaria y policial, previa consulta (sin carácter vinculante) a la organización de trabajadores sexuales del
departamento si existiese, establecerá zonas en donde se podrá ofrecer el trabajo sexual. Las zonas estarán
perfectamente delimitadas en cuanto a áreas geográficas y horarios, teniendo en cuenta el número de trabajadores
sexuales.
Artículo 20.- No podrán habilitarse zonas donde existan institutos de enseñanza. Al respecto deberán tomarse en
cuenta los antecedentes que brinde la autoridad policial, considerando también los cambios edilicios de la ciudad.
Artículo 21.- La reglamentación deberá prever en forma precisa el horario, la vestimenta, como así también el
comportamiento del trabajador sexual, de modo que no afecte la sensibilidad de las familias de la vecindad ni
resulte lesivo para niños o adolescentes.
Asimismo, se atenderán las realidades y formas de convivencia de cada localidad.
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Sección II
Artículo 22.- A efectos de la presente ley se considerará prostíbulo todo local donde se brinde servicio de trabajo
sexual, cualquiera sea la denominación comercial o pública con que se den a conocer los mismos.
Artículo 23.- Las casas de masajes con fines terapéuticos serán habilitadas por el Ministerio de Salud Pública. En
un plazo no mayor de noventa días de promulgada la presente ley, dictará el reglamento que deberán cumplir. Será
requisito necesario la disposición de normas sobre el cuerpo profesional, el programa terapéutico que desarrollan y
la prohibición de todo tipo de trabajo sexual en el local.
El Ministerio de Salud Pública estará facultado para inspeccionar dichos locales a efectos de constatar el
cumplimiento de la reglamentación
Artículo 24.- Ningún local donde se ejerza el trabajo sexual podrá funcionar sin la autorización de la Jefatura de
Policía correspondiente.
Para obtener la autorización el establecimiento deberá exhibir y acreditar estar habilitado por la Intendencia
Municipal correspondiente y controlado por el Ministerio de Salud Pública, conforme a las disposiciones vigentes.
Artículo 25.- La habilitación de un prostíbulo sólo se concederá a la persona física que se presente por escrito, la
que será responsable ante la autoridad competente por cualquier incumplimiento de las normas dentro del
establecimiento.
Se concederá la habilitación, previa declaración del lugar donde se ubicará el establecimiento, siempre que no
existan impedimentos establecidos por la presente ley o por el Decreto 422/980,de 29 de julio de 1980.
El cambio de local se autorizará previa notificación a la autoridad policial y siguiendo los mismos trámites
reglados por el artículo 24 de la presente ley.
Artículo 26.- Los prostíbulos podrán distinguirse de las demás fincas por medio de señales o carteles que no
sean lesivos a la moral o el orden público.
No se podrá emplear a menores de dieciocho años como mensajeros, domésticos, vendedores o similares y se
deberá cumplir con las normas de seguridad social vigentes.
Quedan prohibidos los juegos de azar y todo tipo de diversión ruidosa.
Sección III
De las whiskerías
Artículo 27.- Están sujetos a las disposiciones de la presente ley aquellos establecimientos que, bajo la
denominación accidental de whiskerías, bares de camareras o similares, reciban a personas que oferten o ejerzan
el trabajo sexual en sus instalaciones.
Artículo 28.- Para su instalación y funcionamiento deberán contar con la habilitación municipal correspondiente,
así como con la que otorgará la Jefatura de Policía departamental.
Artículo 29.- Los citados locales deberán ajustarse a las disposiciones legales vigentes en materia municipal,
laboral, del Ministerio de Salud Pública y las que la presente ley o la reglamentación determinen.
Artículo 30.- No podrán aceptarse como artistas, visitantes o empleados, a personas menores de dieciocho años.
CAPITULO V
Artículo 31.- La violación de cualquiera de las disposiciones de la presente ley por parte de trabajadores sexuales
o de los propietarios de los establecimientos comerciales habilitados para el ejercicio del trabajo sexual, será
castigada con multa de 5 UR (cinco unidades reajustables) a 100 UR (cien unidades reajustables), sin perjuicio de
la configuración de otros hechos delictivos.
Lo recaudado por este rubro será destinado a fondos de la Comisión Honoraria de Protección al Trabajo Sexual
creada por el artículo 5º de la presente ley.
Artículo 32.- Serán competentes para conocer en la aplicación de las disposiciones de la presente ley, el Tribunal
de Faltas en Montevideo y los Juzgados de Paz Departamentales en el interior del país.
Artículo 33.- El Juez o Tribunal competente podrá determinar la sustitución de la multa o prisión impuesta por la
sentencia por trabajo comunitario equivalente teniendo en cuenta los objetivos de la presente ley.
Artículo 34.- Según las circunstancias del caso, podrá presumirse incursa en el delito previsto por el artículo 1º de
la Ley Nº 8.080, de 27 de mayo de 1927, en la redacción dada por el artículo 24 de la Ley Nº 16.707, de 12 de julio
de 1995, toda persona que explotare una finca para el ejercicio del trabajo sexual, percibiendo por esto un precio
que le provea a ella o a un tercero un beneficio excesivo.
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Artículo 35.- El Poder Ejecutivo reglamentará la presente ley en el término de noventa días a partir de su
promulgación.
Sala de Sesiones de la Asamblea General, en Montevideo, a 13 de junio de 2002.
De acuerdo a lo dispuesto por el artículo 145 de la Constitución de la República, cúmplase, acúsese recibo,
comuníquese, publíquese e insértese en el Registro Nacional de Leyes y Decretos.
BATLLE.
GUILLERMO STIRLING.
JOSÉ CARLOS CARDOSO.
ÁLVARO ALONSO.
ALFONSO VARELA.
60