Antologia de Lecturas

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ANTOLOGIA DE LECTURAS

PROFR. CARLOS PEÑA Página 1


ANTOLOGIA DE LECTURAS

1. El caminante de los pies gigantes


Había una vez un señor muy alto, que tenía los pies tan grandes,
que con un solo paso avanzaba como si hubiera dado tres.
El señor estaba orgulloso de sus pies, porque gracias a ellos
podía hacer lo que más le gustaba: viajar.
Así, recorría con gusto los caminos. Su única propiedad era una bolsa donde guardaba un
recuerdo de cada lugar que visitaba.
Un día se encontró a un pastor; luego de platicar un rato, éste le presumió:
–Fíjate que allá en mi tierra, viven unos peces que vuelan; y tú ¿de dónde eres?
El señor se quedó callado. No recordaba de dónde era, por eso respondió:
–No sé. Hace tanto tiempo que viajo, que ya lo olvidé.
–Si quieres te llevo con alguien que te puede ayudar –dijo el pastor.
Entonces fueron a ver a un gran sabio que vivía en una cueva.
Allí, el sabio dijo:
–Busca unas piedras que tienen huellas de pies como los tuyos; aunque escuches
ruidos extraños, no temas, allá conocerás tu origen.
A partir de ese día, el señor caminó más rápido aún, pues deseaba encontrar las piedras.
Fue al mar, a los cerros y al bosque, pero las piedras no aparecían.
Así lo hizo, pero su viaje era cada vez más largo. Ya le dolían los pies y miraba sin interés
lo que había a su alrededor.
Una tarde oscureció temprano y el señor no pudo continuar su viaje. De pronto, oyó unas
voces en el viento. Asustado, puso una mano sobre su oído y se durmió.
En su sueño, vio dos gigantes parecidos a él, aunque más altos y con pies enormes.
–Ha terminado tu búsqueda –le dijo uno de ellos.
El otro gigante continuó:
–Un día, a nuestro pueblo lo destruyó el egoísmo. Tú eres el último gigante, ahora que lo
sabes, sigue tu viaje y haz el bien.

En eso, el señor despertó. Frente a él, estaban las piedras que tanto buscó. Eran muy
grandes y tenían las huellas de sus antepasados.
Luego de un rato, recogió una piedrita y la guardó en la bolsa de su pantalón.
Era tiempo de seguir su camino, ya sabía dónde había nacido.

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ANTOLOGIA DE LECTURAS

2. Los cuatro amigos

Tiempo atrás, en las selvas de la India los animales tenían la capacidad de razonar y
hablar. Un día, un cuervo reposaba tranquilamente a la sombra de un árbol, cuando vio
acercarse a un cazador con muy malas intenciones.
El ave se quedó muy quieta para no llamar la atención del hombre y vio cómo
ponía una trampa para cazar, y colocaba trigo encima de ella. Al cabo de un rato, una bandada
de palomas llegó para comerse el trigo. En cuanto pusieron sus patitas en la trampa, una
red cayó sobre ellas y quedaron atrapadas. Pero haciendo uso de su inteligencia, las
palomas aletearon y volando con la red sobre ellas, fueron con el amigo ratón y éste, sin
pedir nada a cambio, mordió la red con sus dientecillos y logró liberar a las palomas.
El cuervo vio el acto de generosidad del ratón y deseó con todas sus fuerzas ser su amigo.
Después insistir y de que el ratón perdió el miedo al cuervo, ambos se hicieron amigos y
se fueron a vivir a un lugar donde había agua y pastos, donde nadie pudiera matar al ratón.
En su nuevo hogar, el ratón y el cuervo se encontraron con la tortuga, quien no los
reconoció y, muerta de miedo, se lanzó al agua. Sin embargo, cuando reconoció la voz del
cuervo, quien era su amigo, la tortuga salió tranquila.
El ratón comenzó a contarles sus hazañas y cómo había aprendido a valorar la amistad
sincera por encima de todas las cosas. Así los tres se fueron haciendo inseparables.
Un día, llegó un venado asustado porque lo perseguían unos cazadores y tanto el
ratón, como el cuervo y la tortuga lo aceptaron y protegieron. El venado permaneció
algún tiempo con ellos, pero un día no volvió. El cuervo voló para buscarlo y lo encontró
atrapado en una red. Regresó a contarles a los otros dos, y juntos fueron a rescatarlo. El

ratón cortó con sus dientes la red, pero venado sintió mucha tristeza, porque cuando
regresara el cazador la única que no podría escapar sería tortuga. Y así fue.
Al volver el cazador, el cuervo voló, el ciervo corrió y el ratón se escondió, y la pobre
tortuga fue puesta en una red. Al ver a su amiga atrapada, los otros tres amigos idearon el
plan perfecto para rescatarla,
¿Quieren saber cuál fue ese plan? Ok, pero esa será otra historia.

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ANTOLOGIA DE LECTURAS

3.El Manchas

Javi es un niño que tiene un perro que se llama El Manchas. En la


parte de la historia que vamos a leer hoy, el niño y el perro están
separados.
´Javi se siente como si se hubiera quedado manco, cojo, sin su
sombra. Así era como se sentía sin su perro El Manchas. Era
cierto que el nuevo país era bueno y más saber dos idiomas,
pero estar sin El Manchas, era como estar sin su alma.

Por su parte, El Manchas tenía como dueño a alguien que pretendía ser su amigo y
quien se veía buena persona; aún así, El Manchas, que estaba en un buen lugar, al menos
con un espacio más grande que el que tenía con Javi, extrañaba de la misma forma a
su antiguo dueño.
Y como Javi no resistió más tiempo la ausencia de su amigo El Manchas, decidió
romper el cochino [su alcancía] para poder ir en busca de él. Sabía que su madre se
preocuparía al no encontrarlo en casa, pero el regaño valía la pena.
Javi sacó las monedas y venciendo sus miedos de salir solo, tomó el autobús y después
de tanto buscar y sudar por los nervios de andar solo en la ciudad, encontró la dirección.
Al tocar la puerta le abrió una señora que al verle el aspecto tan cansado, le invitó
una limonada, pero del perro no decía nada. Después de una gran insistencia por parte de
Javi, la señora le dijo que, en efecto, su hijo había tenido al perro, pero que lo había
vendido.
Mientras tanto El Manchas, después de haber bebido un poco de agua para aguantar el
viaje, decidió escapar de su actual dueño, por bueno que fuera. El Manchas no hallaba una

salida; no, al menos, la que lo obligaba a pasar por unos perros igual o más furiosos que él.
Corrió y corrió y saltó la cerca, pero al hacerlo, su pata se lastimó. La ciudad parecía muy
grande.
Javi fue a buscar al nuevo dueño. El señor lo vio y reconoció por quién venía
pero, desgraciadamente, El Manchas, ya no estaba. Tanto viaje para nada.
El teléfono sonó. Al principio la tristeza no permitió a Javi poner atención a la
llamada, pero pronto entendió que quien llamaba era su mamá. Muerto de miedo y
tristeza comenzó a llorar y escuchó lo que su madre le dijo:
–¡Hijo! El susto que me has dado. No debiste marcharte así, sin avisarme. Pero mira,
te voy a poner a alguien en el teléfono, alguien que ha hecho un largo viaje y que está
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ANTOLOGIA DE LECTURAS

loco por verte.


A través del teléfono, Javi oye un raro jadeo y después un ladrido, un ladrido
largo, impaciente, conocido.
¿De quién era ese ladrido?

4.La niña que yo más quiero

¿Cómo decir cómo es la gente que queremos más? El mejor camino es la poesía. Vamos a leer un
breve poema. Lo vamos a leer dos veces, y a ver si alguien se lo aprende de memoria.

La niña que yo más quiero


tiene la vida en los ojos,
lágrimas en el pañuelo
–y sabe hablar con las manos
la niña que yo más quiero–.
Tiene los pies en el suelo
y música en los oídos
y en el corazón un vuelco,
–y canta con todo el
cuerpo La niña que yo más
quiero.

5. Urbano. A la maestra le duele la cabeza

Un día, cuando Urbano festejaba su cumpleaños número diez, sus orejas comenzaron
a hacerle pequeñas travesuras: la oreja chica empezó a escuchar cosas
que la oreja grande no captaba. Y por su parte, la oreja grande
continuó oyendo las cosas que a la pequeña ya no le interesaban.
Por la oreja grande, Urbano pudo escuchar “Las mañanitas” que le
cantaron por su cumpleaños, las palabras de su papá cuando le
entregó su regalo, las risas de sus amigos, las canciones que surgían
del aparato de música, los estornudos de su abuela y el regaño que le puso su maestra el
lunes siguiente por no llevar la mochila. O sea: la oreja grande de Urbano funcionaba
exactamente igual que cualquier oreja del mundo.
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ANTOLOGIA DE LECTURAS

En cambio, la oreja chica empezó desde ese día a escuchar cosas que otras orejas no oían.
Al día siguiente de su fiesta de diez años, mientras desayunaba en compañía de sus papás
y de su hermano mayor, Urbano escuchó muy claramente, a través de su oreja más
pequeña, lo que estaba pensando su papá: “Dentro de quince días empiezan las vacaciones
y a mí todavía no se me ha ocurrido qué hacer. A lo mejor no es mala idea ir otra vez a la
playa…”
–Sí papá, –se apresuró a comentar Urbano con entusiasmo–, me encantaría que fuéramos
otra vez a la playa.
Estuvo de lujo el año pasado, ¿verdad?
–Yo no dije nada –aseguró el papá sorprendido.
–¿Por qué dijiste eso de ir a la playa? –preguntó la mamá, también extrañada.
–Lo oí clarito…
–¡Yo no dije nada! Solo estaba pensando…
–Yo tampoco oí nada –se metió el hermano en la conversación–, aunque la verdad no
estaría nada mal. A mí también me gustaría ir otra vez a la playa.
El lunes en la escuela volvió a sucederle lo mismo: escuchó los pensamientos de su
maestra: “Con este dolor de cabeza, no sé por qué vine a dar clase…”
–Si le duele la cabeza, maestra –dijo Urbano en cuanto ella le permitió hablar–, podemos
salir al patio…
–¿Y por qué crees que me duele la cabeza? –le preguntó.
–Es que usted lo dijo…
–¡Yo no dije nada! –gritó, verdaderamente molesta de que uno de sus alumnos se hubiera
dado cuenta de su malestar–. De cualquier manera es una buena idea: salgan al
patio, anden, salgan todos al patio y déjenme en paz…
Durante los siguientes días el oído chico de Urbano continuó escuchando lo que pensaban
sus papás, hermano, su abuela, su tía Ernestina, sus vecinos, sus compañeros de escuela y
el dueño de la tienda de helados.
Para él mismo, los extraordinarios poderes que tenía eran del todo inexplicables. De
cualquier manera, la vida seguía su curso y nadie se tomaba en serio las locuras de un niño
que aseguraba oír lo que pensaban los demás.

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ANTOLOGIA DE LECTURAS

6.Urbano ¿Ladrón de palomitas?


Pero sucedió que una vez, una tarde soleada en la que su mamá decidió premiar sus
buenas calificaciones con una visita a la feria, Urbano escuchó los pensamientos de un
hombre que estaba formado detrás de él en la fila para comprar las palomitas de maíz:
“Si el policía intenta hacerse el valiente tendré que matarlo…
Al principio, Urbano se asustó porque imaginó que ese hombre iba a llevarse las
palomitas sin pagar y que iba a matar a alguno de los policías que vigilaban el lugar si
intentaban detenerlo. Pero no sucedió nada de eso: el hombre entregó su moneda y se
perdió entre la gente que hacía cola para subirse al inmenso carrusel.
Por voluntad propia decidió no decirle nada a nadie de lo que había registrado de su
oreja más pequeña.
Sin embargo, dos días después, cuando su mamá lo llevó a una tienda del Centro
para comprarle calcetines y calzones, Urbano volvió a toparse con el tipo en las
escaleras eléctricas y escuchó de nuevo sus pensamientos: “Ha llegado la hora.
Debo estar tranquilo ante la gente del banco para que sepan que si no me entregan el
dinero tendré que matar a quien se oponga”.
A Urbano ya no le quedaba ninguna duda: ese hombre planeaba asaltar un banco,
y sólo él lo sabía.
Se lo confió primero a su mamá: Pero ella sólo le dijo, a su oreja grande, que ya
dejara de imaginar tantas cosas y se inventara otro juego, y a su oreja chica: “Este niño
tiene una imaginación muy rara, no es como la de todos los demás: Yo creo que lo voy a
tener que llevar con el doctor”.
Urbano, por supuesto, no se atrevió a responderle que él por ningún motivo iría a
ver al doctor, que sólo sabía poner inyecciones y recetar
jarabes que saben a medicina revuelta con cerezas.

Francisco Hinojosa, “¿Ladrón de palomitas?” en Las orejas de Urbano, “El Fisgón”, ilus.
México, SEP-Santillana, 2007.

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ANTOLOGIA DE LECTURAS

7. La tortuga pocaprisa

La tortuga Pocaprisa La tortuga Pocaprisa


tiene su modo de andar: tiene su modo de andar:
camina un poco y se para pasan las nubes corriendo,
a ver el viento pasar. y el tiempo las deja atrás.
La tortuga Pocaprisa Tiene el niño su sonrisa
tiene su modo de andar: tiene sus olas el mar:
si descansa, no camina, la tortuga Pocaprisa
y el viento la deja atrás. tiene su modo de andar.

Cada uno de nosotros tiene su modo de andar, ¿se han fijado? Cada quien trate de
describir cuál es su modo de andar.

8.Aníbal y Melquíades

Melquíades era el niño más fuerte y más temido de la escuela. Podía cargar el escritorio
de la maestra con todo y maestra arriba; era capaz de pelear solo contra dos de
tercero, mataba los alacranes con la mano y podía comerse una lata completa de
chile. Una vez dejó la marca de su poderoso puño en una puerta y un día rompió con
la frente el pizarrón. Hasta el maestro de deportes le tenía miedo, pues de vez en cuando
Melquíades le ponía un azotador en la bolsa de su saco.
En cambio Aníbal era el niño más débil y flacucho de la escuela. Chupaba los dulces
porque no tenía fuerza para morderlos, le costaba trabajo partir un cartoncillo en
dos, daba las gracias cuando alguien le robaba su comida en el recreo y lloraba
cuando sus compañeros le decían de broma “Aníbal caníbal”. Muchas veces, su mamá
tenía que cargarle la mochila porque él se cansaba antes de llegar a la escuela. Una
noche se cayó de la cama y, como ya no tuvo fuerzas para levantarse, prefirió dormir en
el suelo...

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El último viernes de cada mes, el director de “Dos más dos menos dos igual a
dos” organizó un torneo en el que tenían que concursar todos los alumnos de la
escuela. Cuando el director anunció el concurso de mayo fue para Aníbal un día feliz:
habría un torneo de circo. Al llegar a su casa tomó el teléfono y marcó el número de
Merlín-lín. Estaba seguro de que él lo ayudaría.
─Voy a enseñarte el mayor de mis secretos ─le dijo el mago cuando Aníbal
terminó de platicarle sobre el concurso─. Nadie habrá en el mundo que pueda ganarte.
─¿Cuándo? ─preguntó Aníbal ansioso.
─El sábado en la noche.

¿No se mueren de ganas de saber qué pasará? Ojalá, en las lecturas de los días que vienen,
encontremos qué sucedió. Los impacientes vamos a buscar el libro para enterarnos.

9.El aire y las


nubes

La Tierra está rodeada de aire. Allí están las nubes que el aire arrastra. Seguramente has
visto cómo se mueven.
El aire también transporta polvo, por eso a veces el cielo se ve gris y no
azul. El aire es por donde vuelan las mariposas y los pájaros.
Las nubes suelen ser blancas. Puedes jugar a mirarlas e imaginar que tienen formas de
objetos, plantas, animales y hasta de personas que conoces.
Aunque parecen bolas de algodón, son de vapor de agua. Cuando se ponen grises
es que va a llover.
El arcoíris
Las nubes son pequeñas gotas de agua.
Cuando las gotas crecen, caen en forma de lluvia.
Cuando los rayos del Sol iluminan las gotas de lluvia, se
forma el arcoíris.
También puedes ver el arcoíris en algunas fuentes y cascadas.

Julieta Fierro, “El aire y las nubes” en El día y la noche. México, SEP-Santillana, 2003.

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10. ¿Cómo se mide el tiempo?

El tiempo es algo misterioso. No puedes verlo. No puedes oírlo. No


puedes atraparlo con una red y ponerlo en un frasco. Pero sabes que el tiempo
existe, porque puedes sentir cómo pasa.
En cierto modo, el tiempo es como el viento. No puedes ver el viento, pero
puedes ver qué pasa cuando sopla. Los papalotes vuelan en el aire, las nubes se
mueven en el cielo, y los barcos navegan en el mar.
Y puedes ver qué ocurre cuando pasa el tiempo. Las flores se transforman en
manzanas, los cachorritos se convierten en perros, y las orugas en mariposas.
Pero el tiempo es más misterioso que el viento. Es tan misterioso que ni los más
grandes pensadores y científicos pueden explicar qué es.
Pero aun así, es un misterio que podemos medir. No lo podemos medir con una cinta
métrica, claro. Esto es lo que utilizarías para medir un caimán.
Un reloj puede medir el tiempo ¡Pero antes no había relojes!

¿Cómo se mide el tiempo, pues? A ver quiénes lo averiguan y lo escriben en una hojita.
Pregunten en casa, platíquenlo entre ustedes y con otros amigos.

11. El instrumento que todos llevamos puesto

Seguramente pensarás que los chisposos ya no sabemos cantar, pero no es así. Lo que
sucede es que, cuando cantamos, nuestro cuerpo funciona como un instrumento musical.
¿Listos para comprobarlo? Coloquen las yemas de los dedos sobre su garganta y
después digan con fuerza AAAAA [Conviene hacerlo con el grupo].
¿Notan cómo vibran las cuerdas de su instrumento? Claro, las cuerdas vocales que
tenemos en la laringe. Ellas se estiran o se contraen para dar tono particular a la voz.
Pero

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también se abren o se cierran con mayor o menor amplitud, lo que determina la potencia
del sonido. Para comprobarlo, hagan el siguiente experimento.
Emitan un sonido cualquiera con voz muy baja y cuenten el tiempo que resisten.
Ahora hagan lo mismo, pero gritando. La segunda vez aguantarán menos, se los aseguro.
Eso se debe a que sus cuerdas se separaron tanto al vibrar que dejaron pasar más
rápidamente el aire de los pulmones.

12. Tigres de la otra noche

Hay un tigre bajo mi almohada. Todas las noches estrena rayas.


Tigre, dame una manita de gato.
Quiero salir a la carrera, a probar este mundo. No podría hacerlo sin ti.
Afuera están los muchachos mayores, las materias desconocidas, la maestra y los
policías.
No es que tenga miedo: sólo un poco de precaución, que no es del todo mala.
Pero si me das algo tuyo... algo simbólico... No te asustes. No quiero tu piel, ni
tus colmillos, ni siquiera tu rugido metido en un pañuelo.
Si acaso, tigre mío, quiero una mano, una manita de gato, una
ayudadita.
¿Quieres venir conmigo?
¡Anda! Te llevaré a la escuela. Te sentaré en el sitio de mi
mejor amigo.
¡Cuidado con tu cola! Trata de enroscarla debajo del pupitre.
Así está bien.
¡Tus bigotes! ¿No puedes guardarlos? Distraen a la maestra.
Trae acá esa pata. Aquí, sobre mis hombros, para que en el recreo todos sepan
que yo tengo un amigo verdadero.

¿A quién no le gustaría que un hermoso animal lo acompañara a la escuela y fuera su


amigo? ¿Qué animal escogerían ustedes, y por qué? Es un tema para pensarlo.

María García Esperón, Tigres de la otra noche, Alejandro Magallanes, iIus. México, SEP-FCE, 2007.

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13. ¡Cuélguenme!

Vamos a leer una página de un diario que lleva un gato: un cuaderno o una libreta donde este
animalito acostumbra, todos o casi todos los días, escribir lo que le sucede, lo que se le ocurre, lo
que ve. Es una costumbre muy conveniente. Parece difícil, pero si alguno comienza, aunque
sea con frases muy cortitas, ya verá lo útil, lo interesante que es.

Un lunes
Está bien, está bien. Cuélguenme. Maté a un pájaro. Por todos los cielos, soy un gato. Mi
trabajo, prácticamente, es andar sigiloso [sin hacer ruido] por el jardín
tras los dulces pajaritos que apenas pueden volar de un seto a
otro. Entonces, ¿qué se supone que debo hacer cuando una de
esas pelotitas emplumadas revoloteantes casi se arroja en mi
boca? Me pudo haber golpeado.
Está bien, está bien. Le di un zarpazo. ¿Es esa una razón para
que Eli llorara tan copiosamente sobre mi pelambre que casi me
ahoga, y
me apretara tan fuerte que casi me asfixia?
─¡Ay, Tufy! ─dijo ella, toda llorosa, ojos enrojecidos y motones de pañuelos
mojados─. ¡Ay, Tufy!, ¿cómo pudiste hacer eso?
¿Cómo pude hacer eso? Soy un gato. Cómo iba a saber que se haría tanto lío: la
madre de Eli corriendo apurada por periódicos viejos, y el padre de Eli llenando una
cubeta con agua jabonosa.
Bueno, bueno, tal vez no debí llevarlo adentro y dejarlo en la alfombra. Y es probable
que las manchas no se quiten nunca.
Así que: cuélguenme, soy un gato.

Así son los gatos, ¿verdad? Si cazan un ratón, una lagartija, un pájaro, se lo llevan a sus
amos, muy orgullosos de lo que hicieron.

Anne Fine, “¡Cuélguenme!” en El diario de un gato asesino. Damián Ortega, ilus. México, SEP-FCE, 1999.

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LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

14. ¿De qué colores somos?

El año pasado fui de excursión con muchos niños. Mi primo Raúl era uno de los
instructores.
En el autobús conocí a Kaelo. Nos sentamos juntas y enseguida nos hicimos amigas.
Kaelo tiene diez años, el pelo negro y la piel color chocolate. Es española.
Los niños del asiento de atrás dijeron que parecíamos café con leche. Y tenían razón,
porque Kaelo es oscura como el café y yo, blanca como la leche.
Me quedé un momento pensando y entonces le pregunté a mi primo Raúl:
–¿Por qué somos de diferentes colores?
–¿Sabes, Marta? Esta pregunta vamos a contestarla entre
todos –me explicó.
–¡Celebremos nuestra llegada con un juego! –dijo
Raúl– Voy a hacer una pregunta, y la contestamos a la noche
junto a la fogata. La mejor respuesta tendrá un premio. La
pregunta es: ¿por qué somos de diferentes colores?
Después de la cena, nos sentamos alrededor del fuego y Raúl comenzó a hablar:
–En la mañana hice una pregunta –dijo–. ¿Quién quiere contestarla?
Se levantaron un montón de manos. Hubo muchas respuestas, divertidas, ingeniosas,
sorprendentes, pero ninguna nos dejó satisfechos. Entonces Raúl tomó la palabra:
–No creo que mi respuesta sea más hermosa –dijo–, ni más interesante, ni
más divertida que las demás. Pero es la más real. El color de la piel depende de la
melanina. Cuanta más melanina tenga una persona, más oscura será. La melanina es una
sustancia química que protege la piel de las radiaciones ultravioletas, que están en los
rayos del sol. Es como la sombrilla de nuestro cuerpo.
Todos estábamos atentos, y Raúl siguió explicando:
–Cuando tomamos el sol, nuestro cuerpo produce más melanina, porque necesita
más protección. Cuando los seres humanos se repartieron por la Tierra, el color de
su piel se fue adaptando al clima del lugar donde vivían.

PROFR. CARLOS PEÑ A


LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

La explicación de Raúl nos dejó boquiabiertos, pero no nos olvidamos del premio.
–Oye, Raúl, ¿y el premio? –preguntamos.
–El premio será –dijo Raúl– ¡un libro! En él pondremos todas las respuestas que se
han dado aquí esta noche. Después lo ilustraremos y lo llevaremos a la imprenta para que
hagan tres ejemplares para cada uno.
Aquella excursión fue genial. Lo mejor fue que conocí a Kaelo, que desde entonces es
mi amiga del alma.
Ahora sabemos que la única diferencia entre las dos es un puñado de rayos de sol. Y
estamos seguras de que el mundo es más interesante con tanta gente diferente.

Carmen Gil (adaptación), ¿De qué colores somos?, México, SEP-Parramón, 2006.

15. Los viajeros y el oso

Dos jóvenes amigos cruzaban el bosque por una senda solitaria cuando
de pronto oyeron el ruido de pasos entre la maleza.
Comprendieron que una bestia se acercaba, y uno de ellos se
apresuró a trepar a un árbol mientras susurraba alarmado:
–¡Ay, Dios mío, qué tal que es un oso!
Apenas había alcanzado la primera rama cuando un enorme oso café salió de entre los
arbustos. El muchacho que se había subido al árbol se agarraba al tronco con brazos y
piernas, y ni siquiera le tendió la mano a su compañero para ayudarle a subir. El joven se
quedó abajo decidido a tirarse al suelo y fingir que estaba muerto, pues había oído decir
que los osos nunca se alimentaban de cadáveres.
El engaño dio resultado, pues el oso se agachó junto al muchacho que se hacía el
muerto, le olisqueó la cara y le revolvió con el hocico; y, sin hacerle ningún daño, se
marchó por donde había venido, para sorpresa de los dos amigos.
Entonces el joven que había trepado al árbol corrió a abrazar a su compañero y le dijo
maravillado:

PROFR. CARLOS PEÑ A


LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

–¡Qué suerte tuviste: el oso no te hizo nada! Pero me pareció que te decía algo al
oído...
–Así es –respondió el otro–: me aconsejó que la próxima vez que salga de viaje elija
mejor a mi compañero.

Y tus amigos, ¿qué tal son? Si estuvieras en peligro, ¿tratarían de ayudarte o te abandonarían a tu
suerte?

Esopo, “Los viajeros y el oso” en Jerry Pinkney (adaptación), Fábulas de Esopo. México, SEP-Vicens Vives-Limusa,
2006.

16. La biblioteca imaginaria

Hay un libro que habla solo,


un libro para perderse
un libro que nadie ha
en medio de un laberinto.
escrito, un libro con un
Hay un libro donde el viento
espejo
arrastra todas las letras,
y, dentro, un libro
un libro con un camino
distinto. Hay un libro de
por donde nadie regresa.
aventuras donde nunca
Libros que lo dicen todo
pasa nada,
y libros que se lo callan,
un libro que inventa cuentos
libros donde el mar va y viene
con una sola palabra.
sin salirse de la página.
Hay un libro que se abre
con la llave de un castillo,

Juan C. Martín, “La biblioteca imaginaria” en Las palabras que se lleva el viento. México, SEP-Everest, 2004.

TERCER GRADO
LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

17. Leyenda del sol y la luna

¿Cómo nacieron el sol y la Luna?


Esta es, indudablemente, una de las primeras preguntas que se hicieron nuestros
antepasados. ¿Cómo contestarla?
Los hombres de la antigüedad se respondieron: “Al sol y a la Luna los hicieron los
dioses”. Y así, del sentimiento e imaginación humanas nacieron los mitos y leyendas. Te
presentamos una leyenda muy antigua sobre el origen del sol y la Luna. Es la leyenda
azteca del Quinto Sol.
Cuentan los nahuas que los dioses Tezcatlipoca, Quetzalcóatl y Citlalicue, ordenaron
que se hiciera el Sol. Para ello se reunieron en Teotihuacan alrededor de una hoguera
sagrada en la cual debía de sacrificarse el que quisiera convertirse en el Sol. Para el
sacrificio se ofrecieron Tecciztécatl, hermoso y rico; y Nanahuatzin, enfermo y pobre. En
el momento en que debían decidirse, Tecciztécatl tuvo miedo y fue Nanahuatzin quien,
lleno de valor, se arrojó a la hoguera, de donde salió convertido en el Sol.
Entonces Tecciztécatl, avergonzado de su cobardía, se arrojó también a la hoguera,
saliendo convertido en la Luna. Al principio los dos brillaban igual, pero los dioses, como
recuerdo de su cobardía, le arrojaron un conejo a la Luna, con lo cual disminuyó su brillo.
Este conejo puede verse aún hoy en la Luna, y sirve para recordarnos que el valor es una
virtud mayor que la belleza o la riqueza.

Déborah Dultzin et al., “La leyenda del sol y la luna” en De la Tierra al Cosmos, Astronomía para niños. México,
SEP-CIDCLI, 1992.

TERCER GRADO
LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

18. Los viajes del abuelo

Todas las noches antes de acostarse, el abuelo se sienta


sobre la cama, abre su cofre de madera y mira las cosas que
hay dentro.
Luego, lo cierra y vuelve a ponerlo en su sitio.
Me gusta observarlo, en silencio, desde la
puerta.
Nunca lo he interrumpido. Pero me intriga mucho lo
que el abuelo guarda con tanto interés.
Por eso, y porque creía que el abuelo no estaba, he cogido el cofre para tocarlo y ver
si podía adivinar lo que contenía.
¿Qué guardará aquí dentro?
En ese momento apareció el abuelo.
–¿Qué buscas debajo de mi cama?

¿Qué tal, eh? ¿Cómo le habrá ido al pobre nieto? A ver quién lee el libro y luego nos lo cuenta a
los demás.

19. La tortuga que sueña

¿Quieren escuchar el cuento de la tortuga que sueña?


Entonces, ¡leamos! Dejemos de gritar, no estornudemos, respiremos lentamente, no
hagamos ruido al comer, no pisemos nada que truene: ni la hoja del cuaderno, ni un
papel,
¡mucho menos los lentes de la abuela!
No movamos las piernas, no nos volvamos a acomodar en la silla. Apaguemos la tele,
apaguemos la computadora, apaguemos la radio.
La tortuga que sueña deja escapar un ruidoso sonido de sus labios, un sonido quedito
y suave, con un poco de aliento y restos de lo que comió.

TERCER GRADO
LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

Son todos los secretos del mundo, todas las verdades del mundo, todas las respuestas
del mundo.
Pero hagamos silencio –¡Shhhh!, silencio, que nadie hable–. No la miremos con las
orejas.
Quitemos de en medio todo lo que pueda romperse.
Alejemos el mosquito que hace ruido, no hagamos preguntas tontas, no vayamos
de aquí para allá… y hagan callar a ese perro que ladra por horas, que la tortuga ahora
está por despertar.

20. Niñito, ven...

Niñito, ven; puras y


Niñito, ven; ya los ganados
bellas van las estrellas a
están mugiendo en el
salir.
corral.
¡Y cuando salen las estrellas,
Cierra tus ojos fatigados
los niños buenos, a dormir!
en el regazo maternal.
Niñito, ven; tras de la loma
Niñito, ven; sueña en las rosas
la Luna blanca va a asomar.
que el viento agita en su vaivén.
¡Cuando la Luna blanca
Sueña en las blancas mariposas...
asoma, los niños buenos, a
¡Niñito, ven! ¡Niñito, ven!
soñar!

Amado Nervo, “Niñito ven” en Ana Garralón (antologadora), Si ves un monte de espumas y otros poemas. Antología de
poesía infantil hispanoamericana, México, SEP-Anaya, 2002.

TERCER GRADO
LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

21. Trabalengüero I

¿Andamos hoy medio adormilados? A ver si nos despiertan estos


trabalenguas. Los vamos leyendo, y a ver si podemos repetirlos.

Compré pocas copas, pocas copas compré;


y como compré pocas copas, pocas copas compré.

La pícara pájara pica la típica jícara; la Chango chino chiflador


típica jícara pica la pícara pájara. que chiflas a tu china changa: ya
no chifles a tu china changa,
chango chino chiflador.

Rosa Rizo reza en ruso,


Rosa Rosales cortó
en ruso reza Rosa Rizo.
una rosa. Que roja
la rosa de Rosa
Rosales.
El amor es una locura
que ni el cura la cura y
si el cura la cura
Entro contigo a un tren con trigo, a es una locura de cura.
un tren con trigo entro contigo.

Valentín Rincón, Trabalengüero. México, SEP-Nostra, 2005.

TERCER GRADO
LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

22. Caperucita Roja y el lobo

Todos conocemos el cuento de Caperucita Roja, pero nunca nos lo han contado así como lo van
a oír hoy.

Estando una mañana haciéndose el bobo la nieta.


le entró un hambre espantosa al Señor
Lobo.
Así que, para echarse algo a la muela,
se fue corriendo a la casa de la
Abuela. “¿Puedo pasar, Señora?”,
preguntó.
La pobre anciana, al verlo, se asustó
pensando “¡Éste me come de un bocado!”
Y, claro, no se había equivocado:
se convirtió la abuela en su alimento
en menos tiempo del que aquí te cuento.
Lo malo es que era flaca y tan huesuda
que al lobo no le fue de gran ayuda:
“Sigo teniendo un hambre aterradora...
¡¡Tendré que merendarme otra señora!!”
Y, al no encontrar ninguna en la
nevera, gruñó con impaciencia aquélla
fiera:
“¡Esperaré sentado hasta que vuelva
Caperucita Roja de la Selva!”
–que así llamaba al bosque aquella fiera,
aunque en la sierra estuviera–
Y para que no se viere su
fiereza, se disfrazó de abuela con
presteza,
se dio laca en las uñas y en el
pelo, se puso la gran falda gris de TERCER GRADO

vuelo, zapatos, sombrerito, una


chaqueta y se sentó en espera de
LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

Llegó por fin Caperu a medio día


y dijo: “¿Cómo estás, abuela mía?
Por cierto, ¡me impresionan tus
orejas!” “Para mejor oírte, que
las viejas
somos un poco sordas.”
“¡Abuelita, que ojos tan
grandes tienes!”
“Claro, hijita,
son los nuevos lentes que me he
puesto para que pueda verte, con
Ernesto
el oculista”, dijo el animal
mirándola con gesto
angelical
mientras que se le ocurría que
la chica iba a saberle mil veces
más rica
que el rancho precedente. De
repente Caperucita dijo:”¡ Qué
imponente abrigo de piel llevas
este invierno!”
El lobo, estupefacto, dijo: “¡Un
cuerno!” O no sabes el cuento o
tú mientes:
¡Ahora te toca hablarme de mis dientes!
¿Me estás tomando el
pelo...? Oye mocosa,
te comeré ahora mismo y a otra
cosa. Pero ella se sentó en una
silla,
sacó una pistola de la capa,
TERCER GRADO
con calma apuntó bien a la cabeza
¡pam!– allí cayó la buena pieza.
LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

Al poco tiempo vi a Caperucita


que a mí me pareció de piel de un lobo
cruzando por el Bosque...
que estuvo una mañana haciéndose el
¡Pobrecita!
bobo.
¿Saben lo que llevaba la infeliz?
Pues nada menos que un traje

23. El delfín

¡Bienvenido!
La cría del delfín nace dentro del agua. Lo primero que sale del vientre de su madre es la
cola. En cuanto nace, inmediatamente, otro delfín hembra lo lleva hasta la superficie
para que respire.
Dentro de poco, la cría ya es muy grande, pero no tardará mucho en ser del
tamaño de su madre. La cría delfín no se separa de su madre hasta los cuatro o seis años.
La cría mama la leche de su madre sin perder una sola gota. En muy poco tiempo
y con la ayuda de su madre, aprende a nadar.
Quince años después
Un día, cuando el delfín ya es casi adulto, tiene que separarse de su madre. Ya está
preparado para vivir solo. Al principio se queda con otros delfines jóvenes.

La vida del delfín, ¿a la de quiénes se le parece?

Renée Le Bloas, El delfín. México, SEP-SM, 2001.


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24. Adivinanzas para jóvenes detectives

Los reto a que sean unos auténticos detectives y logren resolver las siguientes adivinanzas.
¡Suerte!

Tiene tronco, alguna rama,


Primo hermano del ratón
es un personaje mudo,
pero capaz de volar,
a los pájaros los ama,
como está mal de visión
en diciembre está desnudo.
se guía por su radar.
El árbol
Murciélago

Son los ojos de las casas


Al lápiz siempre lo ayuda
en pueblos y en capitales,
para hacer rayas derechas.
te miran cuando tú pasas
Luego las mide y no hay duda de que
a través de sus cristales.
quedan muy bien hechas.
Las ventanas
La regla

Si no sabes qué es un
sema, ni tampoco qué es
un foro, súmalos, pues no
te quema su luz roja, verde
y oro.
El semáforo
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25. La peor señora del mundo

En el norte de Turambul, había una vez una señora que era la peor señora del mundo. Era
gorda como un hipopótamo, fumaba puro y tenía dos colmillos puntiagudos y brillantes.
Además, usaba botas de pico y tenía uñas grandes y filosas con las que le gustaba
rasguñar a la gente.
A sus cinco hijos les pegaba cuando sacaban malas calificaciones en la escuela, y
también cuando sacaban dieces. Los castigaba cuando se portaban bien y cuando se
portaban mal. Les echaba jugo de limón en los ojos lo mismo si hacían travesuras que si le
ayudaban a barrer la casa o a lavar los platos de la comida.
Además de todo, en el desayuno les servía comida para perros.
El que no se la comiera debía saltar la cuerda ciento veinte veces, hacer cincuenta
sentadillas y dormir en el gallinero.
Los niños del vecindario se echaban a correr en cuanto veían que ella se acercaba. Lo
mismo sucedía con los señores y las señoras y los viejitos
y las viejitas y los policías y los dueños de las tiendas.
Hasta los gatos y las gaviotas y las cucarachas sabían
que su vida peligraba cerca de la malvada mujer. A las
hormigas ni les pasaba por la cabeza hacer su hormiguero
cerca de su
casa porque sabían que si lo hacían la señora les echaría encima agua caliente.
Era una señora mala, terrible, espantosa, malvadísima. La peor de las peores señoras
del mundo. La más malvada de las malvadas. ¿Oh no?
Pero cierto día...

¿Qué pasaría cierto día? Alguno de ustedes ¿ya leyó este libro?, para que nos cuente la
historia. ¿Cómo le harían ustedes para librarse de esta amenaza?

Francisco Hinojosa, La peor señora del mundo, “El Fisgón”, ilus. México, SEP-FCE, 2001.
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26. Dos poetas

Muchos poetas muy importantes han escrito para que los lean las niñas y los niños. Dos de ellos
son Amado Nervo, mexicano, de quien ya hemos leído algunos versos, y Germán Berdiales,
argentino, a quien vamos a conocer en esta lectura. Para ser justos y equitativos, un poema
por cabeza. Pongan atención.

Buen viaje La tijera de mamá

Con la mitad de un periódico Cuando me recorta el pelo


va y en la fuente de mi casa la tijera de mamá,
va navegando muy bien. va diciendo en su revuelo:
Mi hermana con su abanico chiqui– chiqui–chiqui–cha...,
Sopla que sopla sobre él. aletea,
¡Muy buen viaje, muy buen viaje viene y va,
buquecito de papel! y a mi oído cuchichea,
chiqui–chiqui– chiqui, cha.
Amado Nervo
Cuando el pelo me recorta
la tijera de mamá,
charla más de lo que
corta: chiqui–chiqui–
chiqui, cha.

Germán Berdiales

Un barquito de papel y unas tijeras que nos cortan el pelo. A muchos no se los corta su mamá,
sino el peluquero, pero las tijeras platican igual. ¿Se han fijado? La próxima vez que les corten el
pelo, pongan el oído atento, a ver si entienden qué les cuentan.

Amado Nervo y Germán Berdiales, “Dos poetas” en Ana Garralón (antologadora), Antología de poesía infantil
hispanoamericana. México, SEP-Anaya, 2003.
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27. El peinado de la tía Chofi

Una historia ¡de pelos! Fíjense. Seguro que conocen a alguien que se parezca a la señora de
esta lectura.

A mí no me gustan las bodas. Pero a mi tía Chofi le encantan. Se viste con plumas, pieles,
piedras y guantes. Y hay algo que siempre me quita la respiración: su peinado. Y es
que cuando hay una boda, primera comunión, quince años o funeral, mi tía Chofi hace una
cita en el Salón de Belleza Elodia.
En ese lugar, la señora Elodia realiza el milagro: agarra los pocos pelos rojos de mi
tía. Después los lava, los seca, los estira, les hace crepé, los extiende y los soba hasta
transformar la escasa cabellera de mi tía en un edificio de fantasía. Lo hornea durante
varias horas en el secador y después lo rocía con siete litros de laca para darle firmeza.
El día de la boda, mi tía llegó a nuestra casa con un peinado que medía dos metros de
altura.
Cuando abrimos la puerta para salir, se escuchó un zumbido. Al levantar la vista
descubrimos un bicho que se acercaba volando a toda velocidad.
–¿Qué es eso? –preguntó mamá.
– ¡Yo sé lo que es! Es un mayate.
–¿Y eso qué es? –interrogó mi hermana.
–Un mayate –les informé– es una especie de escarabajo, pero más rechoncho y
escandaloso.
El insecto voló en picada y ¡zaaaas!, se zambulló en el peinado.
–Quítenmelo, pero sin descomponer el peinado –advirtió la tía.
Nos asomamos temerosos a las profundidades de esa selva roja.
El peinado seguía intacto y el insecto seguía adentro. De nada
valieron súplicas, amenazas ni los más rudos procedimientos.
–Ni modo –se impacientó papá–. Se nos hace tarde. Tendrás
que ir con... con... eso.
Mi tía, aunque nerviosa, sabía que no tenía alternativa.
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La fiesta transcurría normalmente, pero a cada rato mi tía se sobresaltaba. Cuando


terminamos de cenar y empezó la música, mi tía ahogó un grito.
–¿Qué te pasa? –le pregunté.
–Creo que el escarabajo está bailando –susurró.
Me asomé y, efectivamente, el escarabajo estaba bailando.
Observé fascinado que el merengue del pastel tenía grandes semejanzas con el
peinado de mi tía.
Llegó el momento de felicitar a los novios. Mi tía se levantó y, al abrazar a la novia...
¡ZZZZZZZZZZZZZZZ! El escarabajo decidió volar dentro del peinado.
–¿Qué ruido es ése? –preguntó la novia, asustada–. Parece que viene de tu cabeza, tía.
–Es mi aparato para la sordera –respondió ella con una sonrisa de pánico.
Entonces sucedió lo peor: el escarabajo salió del peinado, caminó por su superficie y
zumbó malévolamente.
–¡En el peinado de la tía Chofi hay un animal! –gritó la novia.
A mi tía, de horror, se le erizaron los pelos, ¡y el peinado se desbarató!
Fue la mejor boda que he asistido. En la siguiente invitación, la tía Chofi se compró
un sombrero.

28. La bruja mala

Hace mucho tiempo que se contaba que en un pantano se había muerto una bruja que le
hacía maldades a la gente, hasta que llegó una muchacha valiente que vio a esa señora
haciendo brujería, y le gritó:
–¡No, señora, ya no vas a hacer maldades!
–¡Y tú quien eres para decirme que no haga maldades!
–Es que no está bien que la gente sufra. Yo tengo una hermana llamada María y
ella me contó esta historia, pero yo no pensaba que fuera realidad.
Y la bruja dijo:
–¡Tu no vas a decir nada!
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–¿Cómo que no voy a decir nada? –dijo la muchacha.


–Te voy a convertir en bruja –la amenazó la bruja.
–¡No, por favor, no me conviertas en bruja! Haré lo que me pidas
–le suplicó la muchacha.
Y la bruja le dijo que se metiera al pantano donde ella había
muerto.
–Bueno, me voy a meter –dijo la muchacha–. Pero si me meto me dejas en paz.
Y, ¿qué creen? Salió viva, y desde ese día nadie se acerca al pantano donde murió
la bruja.

29. El gallo

El gallo, el ganso, la gallina y el papagayo se burlaron del pollito cuando


dijo que viajaría alrededor del Sol.
El gallo, el ganso, la gallina y el papagayo no salían de su asombro
cuando vieron que el pollito emprendió el viaje alrededor del Sol
montado en el centro de un girasol.
Y el Sol giraba con un emplumado corazón, y el corazón era el pollito que con el
girasol giraba alrededor del Sol.

¿Se imaginan al pollito, montado en su girasol, dando vueltas como un astronauta alrededor
del Sol? ¿Se habrá entrenado el pollito en la máquina centrífuga que vimos el otro día? ¿Habrá
bajado al fondo de una alberca para prepararse y hacer frente a la falta de gravedad? Bueno, tal
vez por hacer su viaje en un texto tan poético el pollito pudo pasar por alto esos preparativos.
¿Qué piensan ustedes?

30. La rana

Cuando la rana quiere gozar, La araña a la mosca,


viene la mosca y la hace gritar. la mosca a la rana.
La mosca a la rana. La rana en el agua se echa a nadar.
La rana en el agua se echa a nadar. Cuando la araña quiere gozar, viene
Cuando la mosca quiere gozar, la escoba y la hace gritar. La escoba
viene la araña y la hace gritar. a la araña,
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la araña a la mosca, la lumbre a la escoba,


la mosca a la rana. la escoba a la araña,
La rana en el agua se echa a nadar. la araña a la mosca,
Cuando la escoba quiere gozar, la mosca a la rana.
viene la lumbre y la hace gritar. La rana en el agua se echa a nadar.
La lumbre a la escoba, Cuando el agua quiere gozar,
la escoba a la araña, viene la llave y la hace callar.
la araña a la mosca, La llave al agua,
la mosca a la rana. el agua a la lumbre,
La rana en el agua se echa a nadar. la lumbre a la escoba,
Cuando la lumbre quiere gozar, la escoba a la araña,
viene el agua y la hace gritar. la araña a la mosca,
El agua a la la mosca a la rana.
lumbre, La rana en el agua se echa a nadar.
Cuando la llave quiere gozar,
viene el plomero y la hace
gritar. El plomero a la llave,
el agua a la lumbre,
la lumbre a la escoba,
la escoba a la araña,
la araña a la mosca,
la mosca a la rana.
La rana en el agua se echa a nadar.
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31. Lo que mi tío piensa de Cristóbal Colón

Tengo un tío marinero. Es capitán de un buque y conoce todos los mares. Se llama
José Miguel Arrizabalaga. Se los juro que así se llama. Un día le pregunté si conocía la
historia de Cristóbal Colón, el almirante que dicen que descubrió América en el año
1492. Y vaya si me contestó...
–Ese viejo lobo de mar era muy cabezón, pero yo creo que no fue él quien descubrió
América.
–¡Órale, tío! Entonces, ¿quién descubrió América? –le pregunté.
Mi tío se quedó pensativo un momento y me contó lo siguiente:
–Mucho antes de que Colón naciera, valientes marineros exploraron los mares y
conocieron regiones alejadas de sus propios pueblos.
Hubo un noruego, Erik el Rojo, que por asesinar a un hombre en Islandia, fue
expulsado de su pueblo y se fue a Groenlandia, que él no conocía. Tiempo después, fue en
busca de su familia y amigos y fundó un pueblo en Groenlandia.
Un tal Bjarne Herfulson, fue en busca de su padre, quien se había ido con Erik el
Rojo. Bjarne se perdió y encontró otro lugar que no era Groenlandia. Él junto con
sus marineros, fueron tal vez los primeros europeos en tocar el continente americano.
–Entonces –le pregunté– ¿ellos descubrieron América?
–Bueno –me dijo–, tal vez fueron los chinos, porque en México se han encontrado
barcos chinos y en las tumbas de algunos norteamericanos se han hallado antiguas
monedas chinas.
–¿y hubo alguien más que llegó a América antes que Colón?
–Sí, los vascos. Por casualidad. Ellos buscaban las ballenas y el bacalao y sin quererlo
llegaron a Canadá.
–Pero, entonces, ¿por qué en la escuela nos enseñan que Colón descubrió América?
–Pues... porque los chinos nunca tuvieron mucho interés en explorar estas tierras.
Los vascos no querían revelar sus rutas y no informaron sobre lo que habían descubierto.
Y cuando los vikingos llegaron a América, los corrieron los

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nativos a flechazos. Y ninguno de ellos se imaginó que esas tierras eran un


inmenso continente donde florecían grandes ciudades.
La hazaña de Colón consiste en que él seguía un sueño y regresó. Y a él lo
siguieron otros. Su viaje cambió el mundo.
Y a mí eso me cae bien de él. ¿Y a ti?

32. El canto de las ballenas

La abuela de Lilly le contó una historia.


tan grandes como
–Alguna vez –dijo–, el océano estuvo lleno de ballenas. Eran las
colinas y tan apacibles como la luna. Eran las criaturas más maravillosas que puedes
imaginar.
Lilly se acomodó en las piernas de su abuela y ella siguió contando:
–Yo acostumbraba sentarme al final del muelle a esperar a las ballenas. Algunas
veces, pasaba ahí todo el día y toda la noche. Súbitamente las veía venir desde muy lejos
nadando hacia el muelle. Se deslizaban por el agua como si estuvieran bailando.
–¿Pero cómo sabían las ballenas que tú estabas allí, Abuela? –preguntó Lilly–.
¿Cómo podían encontrarte?
La abuela sonrió.
–Bueno, tenías que ofrecerles algo muy especial. Un caracol perfecto. O una hermosa
piedra. Y si tú les agradabas, las ballenas se llevaban tu regalo y te daban algo a cambio.
–¿Qué te regalaban, Abuela? –preguntó Lilly– ¿Qué te ofrecían las ballenas a ti?
La abuela suspiró. –Una o dos veces –dijo en voz baja–, una o dos veces, las oí
cantar. De pronto, el tío Federico entró al salón.
–¿Qué tonterías andas diciendo? ¡Chocheras de vieja! –exclamó–. Las ballenas eran
importantes por su carne, por sus huesos y por su grasa. Si vas a contarle algo a Lilly,
cuéntale algo útil. Deja de llenarle la cabeza de necedades. Ballenas cantando,
¡verdaderamente!

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La abuela continuó: –Las ballenas vivían aquí millones de años antes de que existieran
barcos y ciudades. La gente solía decir que las ballenas eran mágicas.
–Lo que la gente hacía era comérselas y cocinarlas para obtener su grasa –gruñó el tío
Federico y dando la vuelta, salió al jardín.
Esa noche, Lilly soñó con las ballenas. En sus sueños las vio tan grandes como las
colinas y más azules que el cielo. En sus sueños, las oyó cantar y sus voces eran como
el viento. En sus sueños, las ballenas saltaron del agua y la llamaron por su nombre.
A la mañana siguiente, Lilly bajó sola al mar. Caminó hasta el final del viejo muelle
donde las aguas estaban quietas. Tomó de su bolsillo una flor amarilla y la dejó caer.–Esto
es para ustedes –gritó al aire.

33. Así es la vida

Cierto granjero, que era medio filósofo y vivía nada más en compañía de su hijo, vio
un día, al levantarse temprano, que el único caballo que tenía se les había escapado del
establo.
Los vecinos llegaron a su casa a compadecerse por su mala suerte: “Pobre amigo, qué
mala pata, has perdido al animal que te ayudaba en el trabajo. Tú dependías de él. ¿Qué
vas a hacer ahora? Te irás a la ruina.”
El granjero contestó tranquilo: “Así es la vida.”
Pero dos días después su alazán regresó acompañado de otro corcel. Los vecinos
fueron a felicitarlo, diciéndole: “¡Qué afortunado!, por tener dos monturas. ¡Pronto serás
rico!”
El hombre sólo expresó: “Así es la vida.”
A los pocos días salieron juntos padre e hijo a cabalgar y en el camino el rocín del
muchacho se asustó y lo tiró y se rompió una pierna.
De nuevo los vecinos fueron a su casa, diciéndole: “Sí que tienes mala suerte, si
no hubiese venido ese penco, a tu hijo no le habría pasado nada.”
Él solamente recitó: “Así es la vida.”

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Sin embargo, ocurrió que en esos días se declaró la guerra y los militares llegaron
a aquel pueblo a reclutar a todos los jóvenes en edad de prestar servicio militar.
Todos marcharon al frente menos el hijo del granjero, pues tenía la pierna rota, por
lo que los vecinos fueron otra vez a su casa, diciendo: “Qué desgracia la nuestra, no
sabemos si volveremos a ver a nuestros hijos; en cambio el tuyo está en tu casa.”
El hombre sólo dijo: “Así es la vida.”

34. Rayos y truenos

Cuando el aire mueve las nubes con fuerza éstas se frotan unas contra otras y se
producen unas chispas que se llaman rayos. A veces son tan grandes que se ven desde las
ventanas de nuestras casas.
Los rayos empujan violentamente el aire de las nubes y las hacen
tronar. Las nubes producen los rayos y los truenos.
La Luna
La Luna es redonda, como la Tierra, y da vueltas alrededor de nuestro planeta.
En cada vuelta se tarda un mes.
A veces vemos la Luna muy redonda y otras parece una sonrisa.
Lo que sucede es que en la Luna también hay días y noches.
La parte brillante de la Luna está iluminada por el Sol y allí es de día. En cambio en la
parte oscura es de noche.
Si viajas en automóvil o caminas y vas viendo la Luna, parece que te sigue. Lo que
pasa es que está tan lejos que parece que no se mueve.
La Luna es mucho más pequeña que nuestro planeta. Es casi del tamaño de
nuestro país. México quiere decir ombligo de la Luna, en náhuatl.

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LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

35. El pozo de los deseos

Una vez una ratita encontró un pozo de los deseos.


“Ahora podré conseguir todo lo que quiera” –exclamó.
Tiró una moneda al pozo y formuló un deseo.
“¡Ay!” –dijo el pozo.
Al día siguiente la ratita volvió al pozo.
Tiró una moneda al pozo y formuló un deseo.
“¡Ay!” –dijo el pozo.
Al día siguiente la ratita volvió otra
vez. Tiró una moneda al pozo.
“Me gustaría que este pozo no dijese ¡ay!” –
dijo. “¡Ay! –dijo el pozo– ¡Me lastima!”
“¿Qué haré?” –dijo la ratita llorando.
“¡Así, mis deseos nunca se harán realidad!”
La ratita corrió a casa. Cogió la almohada de su cama.
“Quizá esto sirva” –dijo la ratita, y volvió corriendo al pozo. La ratita tiró la almohada
al pozo. Luego tiró una moneda al pozo y formuló un deseo.
“¡Ah!, ¡qué diferencia!” –dijo al pozo.
“¡Bien! –dijo la ratita– Ahora puedo empezar a pedir.”
Después de este día la ratita formuló muchos deseos junto al pozo. Y todos se le
cumplieron.

36. Dos poemas para pensar

Como otros días, hoy vamos a leer dos poemitas. Pero estos versos de hoy son muy especiales.
Son versos para pensar. Pongan mucha atención y vamos a ver si pueden imaginarse lo que
dicen estas dos lecturas.

Verso y reverso Luna no la ves.


Verso y reverso, Hay palabras que se dicen al derecho y revés,
TERCER GRADO
haz y envés, cuando pases esta página
la otra cara de la puede ser que ya no estén.
LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

El cuento de na vez un cuento que


nunca empezar
nadie puede contar, que
É
acaba por el principio y
r
empieza por el final.
a
Érase una vez un cuento
s
que se cuenta sin
e contar,
cuando empieza ha terminado,
u cuando acaba va a empezar.

Juan Carlos Martín Ramos, “Dos poemas para pensar” en Las palabras que se lleva el viento. México, SEP-Everest,
2004.

37. Sapo y Sepo quieren un helado

Un caluroso día de verano, Sapo y Sepo estaban sentados junto a la charca.


–¡Sería estupendo tener ahora unos helados bien fríos y dulces! –dijo Sapo.
–Qué buena idea –dijo Sepo–. Espérame aquí, Sapo. Volveré enseguida.
Sepo fue a la tienda. Compró dos grandes conos de helado de chocolate. Sepo lamió
uno de los conos.
–A Sapo le gusta el de chocolate –dijo Sepo–. Igual que a
mí. Sepo volvió por el camino.
Una gran gota blanda de helado se escurrió por su brazo.
–Este helado se está derritiendo con el sol –dijo Sepo.

TERCER GRADO
LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

Sepo caminó más aprisa.


Muchas gotas de helado derretido volaron por el aire. Caían en la cabeza de Sepo.
–¡Tengo que volver corriendo hasta donde está Sapo! –exclamó.
El helado se derretía más y más.
Chorreaba por el saco de Sepo. Salpicaba sus pantalones y sus pies.
–¿Dónde está el sendero? –gritó Sepo– ¡No veo nada!
Sapo seguía sentado junto a la charca esperando a
Sepo. Un ratón pasó corriendo.
–¡Acabo de ver algo terrible! –gritó el ratón–. ¡Era grande y café!
–¡Algo cubierto de ramas y hojas avanza hacia aquí! –gritó una ardilla.
–¡Ahí viene una cosa con cuernos! –voceó un conejo–. ¡Sálvate! ¡Huye!
–¿Qué podrá ser? –preguntó Sapo.
Y aquella cosa con cuernos gritó su nombre:
–¡Sapo!

¿Qué podrá ser esa cosa tan extraña?

38. Cuando una gripa se establece

Ya sabes cómo se siente. La cabeza te pesa, te duele y te da vueltas.


La garganta te duele, especialmente cuando toses, que es la mayor parte del tiempo.
Cuando tu nariz no está ocupada estornudando, gotea. Y lo único que quieres es
dormir. Bienvenido al mundo del catarro común. Lo raro es que ninguno de estos
síntomas es causado por los virus que te están invadiendo. Lo que te hace sentir tan mal
es tu cuerpo tratando de contraatacar.
Una vez que los virus entran por tus vías respiratorias, atrapan a unas células
para hacer copias de ellos mismos. Tu cuerpo envía más sangre para reparar las células
heridas y combatir el virus. Es esa sangre extra, no el virus ni el daño que causan, lo que
hace que

TERCER GRADO
LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

tu garganta y la mucosa que recubre tu nariz y tus senos nasales -los huesos que
están arriba de tu nariz- se inflamen y duelan.
Tu cuerpo también produce más mocos para atrapar los virus en tu nariz y tus
senos nasales y sacarlos de tu cuerpo. Eso hace que tu nariz se escurra y sientas la
cabeza pesada. Y, como tu cuerpo está trabajando tan duramente para hacer todo esto,
necesita mucho sueño extra para aguantar, por eso cuando estás enfermo tienes tanta
energía como un espagueti mojado.
Luchar contra una gripa puede ser molesto, pero si tu cuerpo no lo hiciera, con el
paso del tiempo esos pequeñísimos virus te podrían matar.

La próxima vez que tengamos una gripe ya sabremos por qué nos sentimos tan mal.

39. Confieso que he soñado

Soñé que un fantasma se echaba en el patio.


Soñé que un fantasma se echaba en el patio de un castillo para tomar sol, venían unos
niños a preparar su desayuno y lo manchaban de mostaza.
Soñé que un bebé se tragaba un aro y le crecía una oreja en el estómago.
Soñé que tomaba leche de una vaca.
Soñé que había una explosión y se terminaba el mundo (No me acuerdo de lo que
seguía).
Soñé que escribía poemas en hojas sueltas y volaban. Hacia una bola con una
hoja porque el poema no me gustó y también voló.
Soñé que dos más dos eran tres.
Soñé que me espantaban, que me daba vuelta para ver quién era y me convertía en
estatua.
Soñé que Caperucita Roja se comía al lobo.
Soñé que un camello pasaba por el ojo de una chapa.
Soñé que era millonaria y compraba muchísimos dulces, que me comía y después me
inflé como un globo.

TERCER GRADO
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Soñé que no había escuela y no tenia tareas, tampoco maestros en


casa. Soñé que era una gigante y mis papás me obedecían, y todos me
temían.

Y ustedes, ¿se acuerdan de lo que soñaron?

40. Las palabras que se lleva el viento

Las palabras que se lleva el viento Paisaje en el tintero


Estas son las palabras Miro por la ventana
que me ha traído esta y escribo en el cuaderno.
mañana el viento. El paisaje está afuera
Palabras para hablar por casa, y a la vez aquí adentro.
palabras que huelen a pan La luz mancha la página debajo de
recién hecho. mis dedos.
Palabras para hablar en paz, Los pájaros son letras escritas en el
palabras que si dicen “blanco” viento.
dicen “negro”. Las huellas del camino, palabras que
Palabras que no son de me dicen si estás cerca o vas lejos.
nadie, palabras que no tienen Un arroyo murmura
precio. dentro de mi tintero.
Palabras para hablar de cerca De pronto, cae la
o de lejos. lluvia. Borrón y cuento
Palabras, palabras y más palabras. nuevo.
Palabras que se lleva el viento.

41. Nuestra vecina la Luna

Vamos a ver quién conoce la respuesta a las siguientes preguntas acerca de la amiga más
cercana de nuestro planeta.

TERCER GRADO
¿Existen el día y la noche en la Luna?
Sí, ya que, como la Tierra, la Luna gira sobre sí misma, y ofrece una cara distinta al
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Sol.

¿Un día en la Luna dura lo mismo que en la Tierra?


No. Un día en la Luna dura aproximadamente 28 veces más que en la Tierra, ya que la

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Luna tarda aproximadamente 28 días en dar una vuelta completa sobre sí misma.
¿Qué temperatura hace en la Luna?
Hace mucho calor durante el día, unos 100 grados centígrados. Imagínense eso, aquí
en la Tierra cuando pasamos de unos treinta grados comenzamos a asarnos. Y mucho frío
durante la noche, hasta menos 150 grados centígrados. Aquí en la Tierra cuando llegamos
a menos de diez grados comenzamos a congelarnos.

Ahora ya lo sabemos. Cuando miremos la Luna en las noches pensemos que la parte
iluminada está de día, y la que no vemos está de noche.

42. Cuando sea grande quiero ser...

Veterinario
Atiendo a los perros, a los gatos, a los pájaros. ¡Incluso a las
serpientes! Tengo un consultorio en el que ausculto, vacuno y
opero. Otros veterinarios atienden a los animales del campo o
trabajan en las fábricas de alimentos o de medicamentos para
animales.
Productor de giras
¡Soy la mano derecha de las bandas de música y de los cantantes! Me ocupo de
organizar las giras, decidiendo cuándo y dónde se realizarán las presentaciones: tal día en
tal sala, tal vez en otro o en aquel estadio. Me encargo de alquilar los micrófonos y
los amplificadores, del alojamiento y transporte de los músicos.
Estilista
Cortar el cabello es divertido, ¡pero nada fácil! Hay que usar las tijeras sin que te
tiemble el pulso y tener claro dónde quieres llegar. Algo esencial en mi trabajo es
escuchar y aconsejar a mis clientes.
Astrónomo
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Con sus millares de estrellas, sus planetas, sus cometas y sus galaxias, el Universo me
fascina. ¡Necesitaría varias vidas para estudiar todo lo que ofrece! Por eso cada astrónomo
debe definir muy bien su campo de investigación.
Foniatra
En el hospital o en el consultorio, atiendo a niños que tienden
problemas de lenguaje: los que tartamudean, los que no pueden
pronunciar ciertos sonidos, los que tienen problemas de lectura o
de escritura.

Y a ustedes, ¿qué les gustaría ser, de qué les gustaría trabajar?

43. La huesuda tabla del ocho

La lectura de hoy es matemática, ya lo verán. Y además es colectiva: ustedes van a decir el coro,
y yo voy a ir leyendo las estrofas.
El Coro dice así, díganlo conmigo: Coro
Aaah, aaah, ah...
Aaah, aaah, ah...
Aaah, aaah, ah...
Aaah, aaah, ah... Aaah, aaah, ah...
Aaah, aaah, ah...
Aaah, aaah, ah...
Aaah, aaah, ah... Estrofa
Ocho por seis cuarenta y ocho, las
Estrofa
calaveras comen bizcocho.
Ocho por uno ocho, las calaveras salen en Ocho por siete cincuenta y seis, las
vocho. calaveras no tienen rey.
Ocho por dos dieciséis, las calaveras Ocho por ocho sesenta y cuatro, las
comen mamey. calaveras y su retrato.
Ocho por tres veinticuatro, las Ocho por nueve setenta y dos, las
calaveras van al teatro. calaveras tienen tos.
Ocho por cuatro treinta y dos, las Ocho por diez ochenta, las calaveras ya
calaveras tocan bongós. tienen clienta.
Ocho por cinco cuarenta, las calaveras Coro
están en venta. Aaah, aaah, ah...
Aaah, aaah, ah...
Aaah, aaah, ah...
Aaah, aaah, ah...

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44. Nuevos juegos de palabras

Aserrín, aserrán, Arriba y abajo


los maderos por los callejones,
de San Juan pasa una ratita
piden pan, con veinte ratones.
no les dan; Unos sin colita
piden queso, Y otros muy colones.
les dan un hueso Unos sin orejas
y se les atora y otros orejones.
en el merito pescuezo. Unos sin patitas
Los de Roque, y otros muy patones.
alfondoque; Unos sin ojitos
los de Rique, y otros muy ojones.
alfeñique; Unos sin narices
los de Trique y otros narigones.
triquitrán. Unos sin
hocico y otros
hocicones.
Pasó una ratita
con veinte ratones.

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45. ¿Sabes contar hasta un googol?

Si estas buscando un número realmente grande, ciertamente no será el 1.


Uno es el número de plátanos que puedes mantener en equilibrio en tu nariz, si eres
un buen equilibrista de plátanos.
Pon un cero a la derecha de un 1, y se convertirá en 10. Siempre que pongas un cero
a la derecha de un número, hará el número diez veces más grande.
Diez plátanos serían muchos plátanos para que un mono los mantuviese en equilibrio.
Pero, por supuesto, diez es todavía un número muy pequeño.
Diez por diez son cien (10 X 10 son 100).
¿Dirías que cien es grande? Bueno, da igual, ¡es un montón de plátanos en equilibrio!
Tal vez 100 águilas te podrían llevar de paseo panorámico por cielo, si quisieras
hacerlo.
Pero, si estás buscando un número de verdad, de verdad grande, ¡todavía te queda un
largo camino por recorrer!
Diez por cien son mil (10 X 100 son 1,000).
Si cien pingüinos tuvieran cada uno diez bolas de helado en un cucurucho (cono o
barquillo), serían mil bolas de helado. Mil, empieza a ser grande.
¡Pero no te pares ahí!

¿Qué número es para ustedes realmente grande?

Robert Wells, ¿Sabes contar hasta un googol? México, SEP-Juventud, 2004.

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46. Otros dos poemas con sol y son

La lectura de hoy es de dos poetas argentinas.

De Silvia Schujer, “La palabrota”


Y de Roberta Iannamico, “Confusión”

Una palabra
Era una oveja que fabricaba miel
palabritera
y una abeja llena de lana.
despalabrábase
No, al revés.
por la escalera.
Era una oveja que untaba lana en un pan
¡Pobre palabra!
y una abeja que tejía una manta de miel.
se apalabró
No, otra vez.
palabrincando
Era una abeja que antes de picar decía beeee.
cada escalón.
Cayó de
cola la palabrisa
y palabrochóse
flor de paliza.
Despalabra
pala que brota
de ser palabra
ya es palabrota

Un poco disparatados. Pero divertidos, ¿no es cierto? Van de vuelta porque estuvieron muy
cortitos

Silvia Schujer y Roberta Iannamico, “Otros dos poemas con sol y son” en Poemas con sol y son. México, SEP-CIDCLI,
2002.

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47. Para masticar a gusto

Hoy en día no es aconsejable ni bien visto andar mascando chicle todo el tiempo. En
primer lugar, porque es desagradable ver a alguien que está continuamente mascando y
salivando. Pero, además, porque el azúcar que endulza los chicles comerciales produce
caries.
Sin embargo, hasta principios del siglo XX podía hacerse a gusto, pues esto no era
una preocupación. El verdadero chicle es un jugo lechoso que se extrae del tronco
del chicozapote, un árbol oriundo de nuestro continente, y el chicle natural en general no
se endulza. El líquido que se saca de los árboles se coagula y endurece fácilmente, y se
vende en trozos.
Los pobladores de Mesoamérica acostumbraban masticarlo en su estado natural para
blanquearse los dientes. Chicle proviene de la palabra náhuatl tzictli.

Cristina Carbo et al., “Para masticar a gusto” en 501 maravillas del viejo Nuevo Mundo. México, SEP, 1994.

48. Érase una niña

A Juana Inés le gustaba mucho el estudio. A los tres años


ya había aprendido a leer y a los siete, cuando supo que sólo
los niños podían continuar educándose suplicó a su madre que
la vistiera de varón para asistir a la escuela. Estudió por
su cuenta con gran empeño y si no cumplía con todas las
tareas que se había propuesto, se castigaba ¡cortándose el
pelo! que, según la moda de esa época, las mujeres usaban
muy largo. Defendió con ahínco el derecho de la mujer a
recibir educación.

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Sor Juana Inés de la Cruz, nombre que adoptó al tomar los hábitos como religiosa, fue
una apasionada de las ciencias y las artes y llegó a ser una gran poetisa; por eso la llaman
la Décima Musa. Ella escribió:

Érase una niña, Esperen, aguarden,


como digo a usté, que yo lo diré.
cuyos años eran Pues ésta
ocho sobre diez. a hombres grandes
Esperen, aguarden, pudo convencer;
que yo lo diré. que a un chico
Ésta (qué sé yo cualquiera
cómo pudo ser) lo saben envolver.
dizque supo mucho Esperen, aguarden,
aunque era mujer. que yo lo diré.
Esperen, aguarden, Y aun una santita
que yo lo diré. dizque era también
Porque como dizque sin que le estorbase
dicen no sé quien, para ello el saber...
ellas sólo saben
hilar y coser.

Sor Juana, como le decimos a esta gran mujer, gran escritora, gran sabia, es un ejemplo a la vista.
Niñas y niños, y los maestros también, todos podemos tener por el estudio y por el lenguaje un
gusto tan grande como el que ella tuvo.

Cristina Carbo et al., “Érase una niña” en 501 maravillas del viejo Nuevo Mundo. México, SEP, 1994.

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49. Hola bebé

Desde hace mucho tiempo mamá, papá, Bea, Isa y yo hemos esperado que llegue este día.
Mamá tiene dolores y eso quiere decir que estás listo para nacer.
Isa y Bea hacen una cama gigante al lado de la chimenea para mamá y el bebé.
–Juan, esta noche vestiremos al bebé con su ropa nueva– me dice mamá.
Me pregunto si será niño o niña.
Me gustaría tener un hermano.
Le digo a papá que mamá debería sentarse a descansar, pero me dice que
probablemente ella siga caminando. Y así lo hace. Da vueltas y vueltas alrededor de la
sala. Cada tanto tiempo se detiene y se apoya en papá.
Mamá ha dejado de caminar y se apoya en papá. Se mece de un lado al otro. Y de vez
en cuando grita. Grita tan fuerte que todo el pueblo se va a enterar de que hoy vamos a
tener nuestro bebé.
Tía Márgara me llama:
–¡Corre! ¡Apúrate! ¡Ya se ve la cabeza!
Me arrodillo cerca de mamá y veo una forma redonda entre sus piernas.
Mamá puja y grita.
¡De pronto, aparece... algo arrugado y rojo! ¡Es...!

Es el hermanito que están esperando, por supuesto, pero ¿qué será? ¿Niño o niña?

Jenni Overend (adaptación), Hola bebé, Julie Vivas, ilus. México, SEP-Ékaré, 2002.

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50. Ahí vienen los monos

Ahí vienen los Ya vienen los monos,


monos de vienen de Tepic
Cualichandé y el mono más grande
y el mono más grande se parece a ti.
se parece a usted.
Baila la costilla,
Baila la costilla baila el costillar;
baila el costillar; con cuidado chata,
con cuidado chata, no se vaya a caer.
no se vaya a caer.

Vicente T. Mendoza (recopilación) “Ahí vienen los monos” en Lírica infantil de México. México, FCE, 1984.

51. ¿Cómo inyecto las medicinas?

¿Les han puesto alguna inyección? ¿A quién le gusta? En general, a nadie le gustan mucho las
inyecciones, pero a veces son necesarias. Y, por otra parte, créanme que las formas que antes
se usaban para curar a la gente eran peores. Escuchen con atención.

Los primeros médicos administraban las medicinas por la boca, pero el cuerpo
tardaba mucho en absorberlas. Este tiempo podría marcar la diferencia entre la vida y la
muerte. Si los medicamentos llegaran a la sangre con más rapidez, se podrían salvar más
vidas.
Muchos médicos sabían que era vital administrar la medicina en la sangre lo
más rápido posible. Una forma era extender la medicina sobre una herida.
Ingerir los medicamentos era más seguro pero, o se tardaba mucho tiempo en darlos,
o la medicina no llagaba al sitio correcto.
Una forma mejor era usar una espina, agujerar la piel y luego introducir la medicina
en esta diminuta herida.

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Francis Rynd, un médico irlandés, pensó entonces en usar, en lugar de una espina,
una jeringa y una aguja hueca, de metal, para hacer llegar el medicamento a las venas.
De esa manera, en 1844, terminó por inventar las inyecciones.
Diez años más tarde, un médico también irlandés, Francis Wood, y uno francés,
Charles Pravaz, trabajando cada quien por su lado, perfeccionaron una aguja hipodérmica
que se podía lavar y usar en varios pacientes.
[Hipodérmica quiere decir que puede colocar el medicamento debajo, hipo, en griego,
de la piel, dermos, también en griego.]
Hoy en día, muchas jeringas son de plástico, se utilizan una sola vez y después se tiran.
Las agujas nunca deben usarse en más de una persona.

¿Cómo prefieren, entonces, que les den una medicina para curarse: por la boca, haciéndoles un
hoyo con una espina, o con una jeringa? Lo mejor, desde luego, es no enfermarse, pero eso de
la espina, lo siento muyyyy picudo, jajajaja.

Gerry Bailey “Cómo inyecto las medicinas” en Avances Médicos. México, SEP-SM, 2005.

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52. El amor es un niño travieso

El amor es un niño
En realidad él quiere
travieso y mofletudo
una caricia, un beso:
que siempre anda desnudo
es un niño travieso,
volando sin cesar:
alegre y juguetón;
mañana, tarde y noche,
mimos, besos, caricias
sin importar edades,
él te da por montones
en campos y ciudades
y de aladas canciones
flechas lanza al azar.
te llena el corazón.

Está en todas las cosas


Es un niño travieso,
porque en todas se esconde,
entrégale tu vida
sólo hay que saber dónde
y hallarás repartida
buscar para encontrar;
tu vida sin cesar;
él nunca pide nada
como el vuelo del niño
y da la vida entera
que en todo te visita
y tú de igual
y por amor te invita
manera se la tienes
a amar a todo
que dar.
amar.

David Chericián, El amor es un niño travieso. México, SEP-Panamericana Editorial, 2005.

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53. El hipo de Inés

El otro día leímos sobre las inyecciones. Vamos ahora a leer sobre otro remedio que actualmente se
usa muy poco, por ejemplo cuando hay hematomas, o sea moretones, muy grandes. Ese remedio
son las sanguijuelas, unos animalitos parecidos a las babosas, que chupan la sangre. Antes se creía
que algunas enfermedades las producía tener demasiada sangre en el cuerpo y se practicaban
sangrías o se ponían sanguijuelas para quitarle sangre al enfermo.

–¡Otra vez a coser! –se quejó Inés–. Pero dice mi señora madre que como algún
día me casaré, debo estar preparada para ser una buena esposa.
–Pero sólo tienes siete años –le contestó su hermana María.
“Se me tiene que ocurrir algo –pensó Inés–. Mañana, después de comer, fingiré que
estoy enferma –se dijo–. Pero, ¿de qué? Puede venir el viejo don Gaspar, ese médico tan
estricto.”
Todo transcurrió con normalidad la mañana siguiente... pero su madre fue la primera
en notarle algo extraño.
–Pero, hija, ¿qué es lo que tienes?
–Pues... yo... ¡hip! Me ha dado hipo y no se me quita, madre –contestó
Inés entrecortando cada frase.
Al poco rato de haber comenzado la labor de costura, su continuo ¡hip! le
provocó que se picara los dedos con la aguja y manchó la tela con sangre.
Cada ¡hip! era motivo de nuevas discusiones y, aunque Inés trataba de disimular, a
veces dejaba escapar una risita.
–Si mañana amaneces igual, Pedro irá a buscar al médico –concluyó doña Catarina–, y
a ver quién se ríe.
–Más vale que me cuide de ese viejo matasanos –dijo Inés.

Antes del almuerzo, llegó el médico. Intrigado por el continuo ¡hip! ¡hip! y un
poco nervioso por la mirada acechante de doña Catarina, recomendó que si el hipo
persistía, debían de purgar.
Pero después de tanto y una vez descubierto el engaño de Inés, el médico dio el
remedio para dar una buena lección…

¿Qué habrá sido de ti Inés? ¿Habrán sido las sanguijuelas una buena lección para no mentir?
María Cristina Sacristán, El hipo de Inés. México, SEP-FCE, 2001.
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54. De la A a la Z por un poeta

La almohada, La r
por arte de Otra cosa nadie espere:
magia, se vuelve un cerro se vuelve “cero”,
hada y un perro se vuelve “pero”
La a si la “erre” se hace “ere”.
La “A” sabe que es un reto Al revés, que nadie yerre
–no se le puede negar– [se equivoque],
hallarse en primer y para que quede claro:
lugar de todito el deja un carro de ser caro
alfabeto. si la “ere”, se hace “erre”.
Al mismo tiempo, la “A”,
El zapato,
inveterada viajera [que acostumbra viajar
con pico y
desde antiguo],
plumas, parece
se aparece donde quiera:
pato.
aquí, acá y acullá.
La z
La red,
Con la “Z” me despido
por más que bebe
–y con todo mi respeto–
agua, se muere de
de este locuaz alfabeto,
sed.
y les quedo agradecido.
Me despido con la
“Z” y también se va
conmigo
este servidor, amigo,
y afectísimo poeta.

Y si quieres saber de las demás letras, busca el libro en los acervos de la escuela.
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Fernando del Paso, De la A a la Z por un poeta. México, SEP-CONACULTA, 2000.

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55. Dinosaurios

Seguramente ustedes saben mucho de dinosaurios: cómo aparecieron, cuáles eran los más
peligrosos, qué comían... pero, se han preguntado ¿cómo le hacían para elegir pareja y tener
crías? De eso trata esta lectura.

Cortejo
En el mundo animal, el macho más fuerte o el que luzca mejor, tiene una mayor
oportunidad de atraer a una hembra. Algunos dinosaurios pueden haberse enfrentado en
combates de fuerza.
Los machos rivales se empujaban uno a otro para mostrar su fuerza.
Batalla de cascos
Dentro de las manadas, los dinosaurios machos se enfrentaban para ganarse a una
hembra. Quizá los Pachycelosaurus machos lo decidían a cabezazos.
Al elegir a los machos campeones como pareja, las hembras escogían padres
saludables para sus crías.
Cráneo con picos
La gran orla del cuello de la “lagartija con picos”, o Styracosaurus, estaba rodeada de
seis picos. Los machos pueden haberlos usado para impresionar a las hembras.

David Lambert, Dinosaurios. México, SEP-Publicaciones CITEM, 2002.

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56. Más adivinanzas para jóvenes detectives

Hace unos días leímos algunas adivinanzas para jóvenes detectives. Como ustedes se las saben
de todas todas, aquí les va una nueva tanda.

Be... Be... Benita se llama, Bicho verde que no falta


es su bebé de algodón, en el agua que ha nacido,
su lana tengo en la cama, y por algún cuento salta
también en el almohadón. en príncipe convertido.
La oveja La rana

Caca... caca... cacarea Cae del cielo y nos moja,


antes de poner el huevo, friega con fuerza el tejado,
y aunque ninguno la vea quita el polvo a cada hoja
después lo hace de y el campo deja empapado.
nuevo. La lluvia
La gallina
Ella es el peine del suelo Aunque parece algodón
aunque en él no haya ni un es agua que al cielo sube;
pelo: lo mismo barre un allí espera la ocasión
pañuelo para mojarte, la...
que un papel de caramelo. La nube
La escoba
Regalos de la gallina
El que sale en las al granjero y la granjera,
historias de dibujos se los lleva tu vecina
animados comiendo las y los guarda en la nevera.
zanahorias con sus Los huevos
dientes alargados.
El conejo

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Antonio A. Gómez Yebra, Oro parece: Libro de adivinanzas para jóvenes detectives. México, SEP-Hachette, 2002.

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57. Los tres deseos

Había una vez un leñador que fue al bosque a cortar un viejo árbol. En el viejo árbol vivía
un duende, quien le pidió que no cortara el árbol.
El leñador decidió no cortar el árbol.
El duende agradecido, le dijo:
–Les cumpliré tres deseos a ti y a tu esposa.
El leñador fue corriendo a contarle a su esposa.
La mujer se puso tan contenta que olvidó preparar la
comida. Después el leñador dijo:
–Me gustaría comer una gran salchicha. Entonces una gran salchicha apareció sobre la
mesa.
La mujer enojada le dijo:
–¡Ojalá que la salchicha se te pegara en la nariz!
Y la salchicha se le pegó a la nariz.
El leñador dijo:
–¡Que la salchicha se me despegue de la
nariz! Y la salchicha cayó.
Después, los dos se quedaron callados.
Por discutir, perdieron las tres oportunidades.
Entonces, se pusieron a comer la gran
salchicha. Fue lo único que obtuvieron!

“Los tres deseos” en Español, Primer grado, Lecturas. México, SEP, 1998.

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58. El banquete

Vamos a leer una extraña conversación. Pongan atención. Vamos a ver si adivinamos quiénes
están hablando.
–¿Y cuántos ojos tienen?
–Dos.
–¡Agh! ¿Los mueven con esas cosas que les cuelgan?
–No, los tienen arriba, en la parte de adelante.
–¡No sigas, mamá, que después tengo pesadillas! (se quejó la
hermana). El hermano, fascinado por el relato, prosiguió:
–Ándale, mami, ¿pueden moverlos por separado?
–No, sólo en la misma dirección y sirven para recibir la luz. Pero lo más feo, lo más
feo... son esas cosas que les salen del cuerpo, sus extremidades.
–¿Por qué, mamá? ¿Tienen muchas?
–Cuatro.
–¿Y para qué?
–Dos son para pararse y las otras dos para agarrar objetos, y las mueven
continuamente.
–¡¿Y no irradian?!
–Déjame terminar, las de agarrar son más pequeñas que las otras y terminan... y
terminan en...
–¡Mamá, en serio, no hagas así! (se quejó nuevamente la pequeña).
–¡Terminan en “dedos”!
–Sí, y oigan esto... no tienen antenas
–¿Y cómo le hacen para no chocar?
–Tienen una cosa boluda, llamada “cabeza” ¡Qué onda!
–Y además oigan esto... la cabeza tiene más agujeros y les crece algo llamado
“cabello”.
–¡Mamá, no inventes! ¡Después no voy a comer!
–¿Qué es? Pregunta el hermano.

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–Les crece arriba de los ojos, cubre toda la cabeza. ¿Para qué
es?... la verdad no lo sé, supongo que para esconderse y miren
papá los consiguió a un precio carísimo.
–Mamá, yo no voy a comer eso.
–Son muy ricos, mi amor, y papá los consiguió muy caros en
el mercado.
–Sí, pero no quiero.
–¡Yo sí!, gritó el hermano, aunque a él también le daba asco.

¿Quiénes están hablando? Y, ¿de qué están hablando? ¿Qué es lo que van a comer? ¿Quién
lo sabe?
Luis María Pescetti, “El banquete” en Nadie te creería. México, SEP-Santillana, 2005.

59. ¿Existen planetas más allá del Sistema Solar?

Estamos seguros de que existen otros planetas más allá del Sistema Solar desde hace muy
poco tiempo. De momento se han descubierto unos treinta, pero con toda seguridad
existen muchos más que todavía se desconocen.
¿Se pueden ver estos planetas desde la Tierra?
No, no los podemos observar ni a simple vista ni con
ayuda de instrumentos. Los científicos han descubierto estos
planetas gracias a cálculos complicados.
Si un cohete fuera tan potente como para ir hasta el
más próximo de estos planetas, tardaría miles de años en
llegar.

¿Les gustaría vivir en otro planeta, que no fuera la Tierra? ¿Creen que algún día exista algún
transporte que nos lleve a otros planetas? Sería interesante, muy interesante. Los que quieran,
dibujen uno de esos otros planetas, o escriban cómo sería; o las dos cosas. Y traigan sus escritos y
sus dibujos a la escuela.

Ana Alter, “¿Existen planetas más allá del Sistema Solar?” en El Universo. México, SEP-Larousse, 2002.

TERCER GRADO
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60. ¿Tú sabes por qué tenemos sed?

El agua es una de las sustancias más importante de nuestro cuerpo, por eso no
podemos vivir sin ella. Prácticamente las dos terceras partes de nuestro cuerpo están
compuestas de agua.
Cada vez que orinamos, respiramos, hablamos, sudamos o lloramos perdemos una
pequeña cantidad de agua, que debe ser reemplazada para que la sangre siga corriendo.
Cuando la sangre está espesa, porque está demasiado concentrada, tenemos sed.
Mantengan el equilibrio
Para reemplazar el agua que perdemos, bebemos y comemos. La fruta y la verdura,
entre otros alimentos, contienen una cantidad de agua sorprendente.
Además, todas las personas deberían beber dos litros de agua al día.
Cuando no tenemos suficiente agua en la sangre, el detector de agua de nuestro
cerebro hace que tengamos la boca seca y que nos den ganas de beber.

Y ustedes, ¿le hacen caso a su cuerpo cuando tienen sed? Si la respuesta es no, tal vez, éste sea
un buen momento para empezar a hacerlo. Tomar agua purifica nuestros sistemas orgánicos y
ayuda a que nos mantengamos más alertas, más despiertos.

Janice Lobb, “¿Tú sabes por qué tenemos sed?” en Con las manos en la masa. México, SEP-VOX, 2003.

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61. El señor de los siete colores. Leyenda mazateca

Pues señor, cuentan los que lo vieron, que hace mucho tiempo el arco iris era un
señor muy pobre. Tan pobre que no tenía ni ropa para ponerse.
Su desnudez le apenaba mucho y decidió un día buscar una solución.
Pero no se le ocurría nada y decía:
¿De dónde voy a sacar yo
ropa? Y se ponía aún más
triste.
Un día brilló en el cielo un gran relámpago, y el señor decidió ir a
visitarle.
–Tal vez él pueda ayudarme.
Así que se puso en camino y, después de varios días de viaje, llegó ante él.
Mientras le contaba sus penas, el relámpago le miraba con tristeza y parecía estar muy
pensativo.
Hasta que habló:
–Grande es mi poder, pero no tanto como para darte ropa. Sin embargo, tu historia
me ha conmovido y por eso te voy a hacer un regalo.
Y siguió hablando:
–Te voy a dar estos siete colores. Con ellos podrás pintarte el cuerpo y te vestirás
para siempre.
El hombre pobre sonrió.
–Además –siguió el relámpago–, aparecerás ante la gente después de las tempestades y
anunciarás la llegada del sol. La gente te querrá y te mirará con asombro.
Y así fue como, a partir de ese momento, el arco iris se le llamó el Señor de los Siete
Colores.
Y, como me lo contaron, te lo cuento.

“El Señor de los Siete colores” en Ana Garralón (antologadora), Cuentos y leyendas hispanoamericanos. México, SEP-Larousse, 2007.

TERCER GRADO
LEEMOS MEJOR DÍA A DÍA

62. Canción del querer

Te quiere el viento del monte ¡Quiérelos, quiérelos, quiérelos!


y el bote del pescador Te quiere el Sol cuando enciende
y el sinsonte con sus trinos tu alegría y tu candor
de inspirado trovador. y el mar con todos sus peces
¡Quiérelos tú y el volcán con su vapor;
como los quiero yo! y yo más que todos ellos,
Te quiere el agua del río sí señor y cómo no.
y el sueño del soñador ¡Quiéreme tú
y la doble mariposa como te quiero yo!
con su vuelo y con su color.

David Chericián, El amor es un niño travieso. México, SEP-Panamericana, 2005.

63. ¿Por qué dan comezón los piquetes


de mosquito?

La respuesta loca del doctor Quenó


Justo debajo de la piel viven unos animalitos, los dermíticus. En general, están
tranquilos y no los sentimos.
Cuando nos pica un mosquito, despierta a los dermíticus, que se agitan en todas
direcciones. Su pánico dura mucho, y nos da comezón hasta que se calman.
–Je, je, voy a picarte (Mosquito).
–Pic (Mosquito)
–¡Despierten! ¡Arriba! ¡Es el malvado mosquito! ¡Rápido! (Dermíticus).
¡Vamos, Doctor Quenó! ¡Los dermíticus no existen!
La respuesta exacta del Doctor Quesí
–¡Delicioso! ¡Mmm! ¡Slurp! (mosquito)

TERCER GRADO
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Cuando te pica un mosquito, hunde su trompa en la piel y succiona un poco de tu


sangre. Esta picadura es tan pequeña que ni la sientes.
Antes de succionar la sangre, el mosquito envía a tu piel un producto, llamado
anticoagulante, que hace que la sangre esté más aguada: así le resulta más fácil extraerla.
–¡Ahí va un poco de producto! (mosquito)
Cuando el mosquito se va, el anticoagulante se queda bajo la piel. Se forma un bulto
que te irrita. La piel dice: ¡Cuidado! ¡Hay un producto extraño! No hace mucho daño, sólo
molesta. En unas cuantas horas, el cuerpo destruye el producto y desaparece la comezón.
–Bzzzz ¡Bebí demasiado! ¡Hip! (mosquito)
Gracias, doctor Quesí. Ahora entiendo.
Los aciertos del doctor Quesí (no hay quien lo pare)
Pica menos
Cuando nos pica, el cerebro recibe la información de que “da comezón”. Al rascarse,
el cerebro recibe la información “me rasco” y olvida un poco la otra (“da comezón”). Por
eso, al rascarse da menos comezón. Pero si dejamos de rascarnos, da más.
Da más comezón
Las picaduras producen comezón porque el cuerpo se defiende del producto que
le ha inyectado el mosquito.
A gusto de los mosquitos
A algunos de nosotros, los mosquitos nos pican con más frecuencia. Otros tienen
muchas menos picaduras. Se dice que hay pieles que atraen a los mosquitos. En realidad,
no se sabe a qué se debe. Algunos creen que es una cuestión de olor.
¡Basta, doctor Que sí! ¡Ya es suficiente!

Paul Martin et al., “¿Por qué dan comezón los piquetes de mosquitos” en Los porqués de la salud. México, SEP-SM,
2007.

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64. Icnocuicatl

Hoy vamos a leer dos poemas. El primero es la traducción de una antigua poesía náhuatl. El
segundo es de Amado Nervo. El primero es un “canto triste”, eso es lo que significa su nombre. El
segundo es alegre y vivaracho.

¿Qué podrá hacer mi “La ardilla”


corazón? En vano hemos La ardilla
llegado, corre, la
hemos brotado en la tierra. ardilla vuela,
¿Sólo, así he de irme, la ardilla salta
como las flores perecieron? como
¿Nada quedará de mi nombre? locuela.
¿Nada de mi fama aquí en la tierra? –Mamá, ¿la
¡Al menos flores, al menos cantos! ardilla no va a
Lo dejó dicho Tochihuitzin, la escuela? Ven
lo dijo también ardillita: tengo
Coyolchuihqui: “Que no una jaula
venimos a vivir, que es muy
bonita.
solo venimos a soñar,
–No, yo prefiero
sólo venimos a pasar,
mi tronco de
como la primavera”.
árbol y mi
Nuestra vida brota,
agujero.
florece, se marchita,
Poema náhuatl

“Icnocuicatl” en A la orilla del agua y otros poemas de América Latina. México, SEP-Artes de México, 2002.

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65. Los colibríes

Los colibríes zumban cuando vuelan porque agitan las alas al igual que lo hacen las abejas
y las libélulas.
Vuelan como helicópteros multicolores: hacia adelante, hacia atrás o de lado, sin cambiar
la posición de su cuerpo. En cámara lenta, pues ya se ha podido filmar su vuelo, se
aprecia su vertiginoso movimiento de hasta 75 aletazos por segundo.
Se llama también chupamirto, chuparrosa o chupaflor porque con el pico cerrado, a
manera de popote, liba el néctar de las flores, sin necesidad de posarse.
Con su lengua, larga y delgada, puede alcanzar a sus presas a una distancia hasta el doble
de pico.
En la punta de la lengua tiene espinitas con las que ensarta a los insectos y arañitas que le
sirven de alimento. El colibrí habita solamente en el continente americano. De las 500
especies que existen, en México viven más de 50.
Los machos tienen brillantes colores metálicos en la frente, la garganta y el pecho.
Las hembras construyen preciosos nidos en forma de copa con pelusa de algodón y
telarañas. Depositan dos huevecitos, los incuban, y luego alimentan con insectos a sus
polluelos.
Algunos colibríes son tan pequeños que pesan menos 2 gramos. 500 colibríes no llegan a
pesar un kilo.

“Los colibríes” en Animales mexicanos, aves y mariposas. México, SEP, 1995.

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66. De cómo Fabián acabó con la guerra

Había una guerra. Todos los días los hombres partían al campo de batalla. Los que volvían
por la noche llevaban a los muertos y a los heridos. La guerra duraba desde hacía
tanto tiempo que ya nadie recordaba por qué había empezado.
Víctor II, rey de los Rojos, contaba y recontaba sus soldados. “Diez más veinte
son treinta; si sumo cincuenta más... ¡Ochenta hombres! Ochenta hombres no son
suficientes para la guerra. Y rompía a llorar. Afortunadamente para él, tenía un hijo que
se llamaba Julio. Julio entraba en la sala del trono y le decía “Ánimo papá” Y el rey se
animaba.
Armando XII, rey de los Azules, también tenía ochenta soldados y un hijo. Pero
cuando Armando XII se afligía, su hijo no sabía que decirle.
El hijo de Armando XII se llama Fabián y no le interesaba la guerra. Un día Fabián
recibió una carta del príncipe Julio:
“Nuestros padres ya casi no tienen soldados, así que, si eres hombre, coge tu caballo
y tu armadura. Te reto a un duelo y el que gane ganará la guerra. Firmado. Julio.”
Fabián suspiró. Al día siguiente acudió a la cita montado en una oveja.
–¡En guardia! –gritó Julio.
“¡Beee!”, baló la oveja. El caballo se asustó y se encabritó.
Julio cayó.
–¿Te lastimaste? –le preguntó Fabián a Julio. Pero Julio no sólo se había hecho daño:
había muerto en el acto.
Los soldados Rojos se dirigieron a Fabián, él trató de explicarles, pero prefirió
salir corriendo. Su padre, el rey Armando XII, rey de los Azules, lo esperaba:
–¡Debería darte vergüenza! –lo regañó.
–¡Pero si no hice nada! –dijo Fabián. Enfadado su padre, lo expulsó de su reino.
El príncipe Fabián se escondió en el parque y la guerra siguió. Así que decidió
hacer algo: enviar una carta a los dos reyes y fingir tener un ejército poderoso, Amarillo.
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Los dos ejércitos, Azul y Rojo, se reunieron y esperaron que el ejército Amarillo
llegara. Como nunca llegó, las mujeres se acercaron a los soldados, sus hijos, los
vencedores, y al poco tiempo eso parecía un verdadero pueblo.
Al ver esto, Fabián entendió que la guerra había terminado gracias a él. Decidió
contárselo al rey Amarillo. Éste, contento de la intención de Fabián, lo adoptó como hijo,
porque no los tenía, y tiempo después Fabián fue rey de un gran pueblo, donde por
supuesto no hubo guerras.

Anais Vaugelade, De cómo Fabián acabó con la guerra. México, SEP-Corimbo, 2002.

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67. La bicharacha tabla del nueve

Nueve, nueve, nueve, a bailar la tabla del nueve.


Nueve, nueve, nueve, a bailar la tabla...
Nueve, nueve, nueve, a bailar la tabla del nueve.
Nueve, nueve, nueve...
Nueve por uno nueve, hormigas viendo que llueve.
Nueve por dos dieciocho, pulgas manejando moto.
Nueve por tres veintisiete, ratones en un paquete.
Nueve por cuatro treinta y seis, gusanitos de maguey.
Nueve por cinco, cuarenta y cinco, chapulines dando brincos.
Nueve por seis cincuenta y cuatro, pulgas viajando en gato.
Nueve, nueve, nueve, a bailar la tabla del nueve.
Nueve, nueve, nueve, a bailar la tabla...
Nueve, nueve, nueve, a bailar la tabla del nueve.
Nueve, nueve, nueve...
Nueve por siete setenta y tres, calcetines de
ciempiés. Nueve por ocho setenta y dos, cucarachas que
tienen tos. Nueve por nueve ochenta y uno, catarinas en
apuro.
Nueve por diez noventa, caracoles sin pagar renta.
Nueve, nueve, nueve, a bailar la tabla del nueve.
Nueve, nueve, nueve, a bailar la tabla...
Nueve, nueve, nueve, a bailar la tabla del nueve.
Nueve, nueve, nueve...

Paula Rodríguez, “La bicharacha tabla del nueve” en Baila la tablita yo ya la canté. Tablas de multiplicar para jugar en
clase. México, SEP- Hecho con amor x Hecho a mano, 2003.

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68. Corazones perdidos

¿Qué les parece que hoy leamos algo un poquito siniestro, misterioso, peligroso...? Que nos
haga sentir amenazados. A ver qué les parece.

Stephen Elliott tenía once años recién cumplidos. A los seis meses de quedarse huérfano
se había ido a vivir con su primo, el señor Abney.
El señor Abney era un tranquilo viejo de vida retirada. Era un gran erudito [ sabio] en
religiones antiguas, y había escrito muchos artículos sobre supersticiones y mitos del
mundo entero. Vivía tan embebido [concentrado] en sus estudios que sus vecinos se
sorprendieron de que se enterara siquiera de que su primo se había quedado huérfano. Y
aún se sorprendieron más de que el señor Abney decidiera adoptarlo.
Stephen llegó a su nueva casa una fresca noche del mes de septiembre. El señor
Abney recibió con alegría a su joven primo. Tras charlar un rato con él, ordenó a su ama
de llaves, la señora Bunch, que le preparara la cena al niño.
La señora Bunch y el niño se hicieron muy amigos. El ama de llaves llevaba veinte
años trabajando para el señor Abney y contestaba gustosamente a todas las preguntas
que Stephen le hacía sobre la casa y su dueño. Procuraba que Stephen se sintiera lo
más a gusto posible.
Una noche, Stephen se hallaba sentado junto al fuego con la señora Bunch.
–¿Es bueno el señor Abney y va a ir al cielo? –preguntó de repente.
–¿Qué si es bueno? –repitió el ama de llaves–. El señor es un santo como no hay otro.
¿No te he contado nunca cómo recogió en una ocasión a un niño de la calle? ¿Y a una niña
también?
–No, cuéntamelo, señora Bunch –suplicó Stephen.
–Bueno, –dijo la señora Bunch–, de la niña no me acuerdo muy bien. El señor Abney
la trajo a casa dos años después de que entré yo a trabajar. La pobre criatura era
huérfana. Vivió aquí tres semanas. Luego, una madrugada, se marchó antes de que se
levantase ninguno de nosotros. Nadie volvió a verla más.
–¿Y qué pasó con el chico? –preguntó Stephen.
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–¡Ah! ¡Pobre muchacho! –suspiró la señora Bunch–. El señor lo encontró hará unos
siete años. Era extranjero y no tenía a nadie en el mundo. Estuvo aquí un tiempo; luego se
fue una mañana, igual que la niña. Y no volvimos a saber más de él.
Esa noche, Stephen tuvo un sueño extraño...

¿Qué sucedió con aquellos niños? ¿Amenaza algún peligro a Stephen? Si alguno de ustedes
lo sabe, luego me lo cuenta.

Steven Sorn, “Corazones perdidos” en Relatos de fantasmas, John Bradley, ilus. México, SEP-Limusa, 2007.

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69. Trabalengüero, II

Ni al agua le
Al saltar la malla
eche leche ni le
la llama se talla
eche agua a la
y al brincar
leche.
la tabla, la cabra
Le falta a Mafalda su falda
tableada. se traba.
Mugre de bruja,
Come el gusano sanas
bruja mugrosa.
gusanas, sanas
¡Mugrebruja
gusanas come el
brujimugrosa!
gusano.
Pancha
El perro brinca la tranca,
apapacha
trepa la rampa y con la
al pocho
trompa, rompe la trampa.
en el chopo.

Valentín Rincón et al., Trabalengüero. México, SEP-Nostra, 2005.

70. El valor del agua

¿Dónde creen que hay más agua: en los océanos, los ríos, las nubes, los glaciares? Si su
respuesta fue que en los océanos, en esta lectura descubrirán que no es así. Espero que,
además, puedan entender lo importante que es cuidarla.

Hay más agua debajo de la superficie terrestre que la que hay en todos los lagos,
ríos, riachuelos, charcas, glaciares y océanos en la superficie.
Generalmente, hasta en las zonas desérticas hay agua en las profundidades, debajo
de la superficie.
El agua subterránea proviene de la lluvia que se absorbió en la tierra y quedó
atrapada en capas, como una esponja gigantesca. La primera capa de arriba se llama nivel
freático.
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En el mundo, la gente que trabaja en la industria y la agricultura obtiene agua


subterránea, haciendo pozos y bombeando el agua a la superficie. En algunos lugares, la
gente ha sacado tanta agua subterránea que el nivel freático ha desaparecido.

Ahora sí sabemos que conservar el agua es indispensable para conservar la vida.

Avelyn Davidson, El valor del agua. México, SEP-McGraw-Hill, 2004.

71. La patita

La patita, La patita,
de canasta y con rebozo de de canasta y con reboso de
bolita, va al mercado bolita, se ha enojado
a comprar todas las cosas del mandado, por lo caro que está todo en el mercado,
se va meneando al caminar como no tiene para comprar
como los barcos en altamar. se pasa el día en regatear.

La patita, Sus patitos


va corriendo y buscando en su bolsita van creciendo y no tienen
centavitos para darles de comer zapatitos, y su esposo
a sus patitos, es un pato sinvergüenza y perezoso,
porque ya sabe que al regresar que no da nada para comer
toditos ellos preguntarán: y la patita, pues que va a hacer,
¿Qué me trajiste, mamá cuacuá? cuando le pidan, contestará:
¿Qué me trajiste, cuaracucacuá? –Coman mosquitos, cuaracucuá.

Francisco Gabilondo Soler, “La patita” en Ma. Luisa Valdivia (selección). Cancionero Mexicano, México, SEP-Trillas, 1988.

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72. Canción del estornudo

En la guerra le caía Se volcó en el uniforme


mucha nieve en la nariz, el jarabe de orozuz,
y Mambrú se cuando el boticario
entristecía, Atchís. dijo: Atchús.
Como estaba tan resfriado Le escribió muy
disparaba su arcabuz afligido una carta al rey
y salían Pepín,
estornudos. con las últimas noticias.
Atchús. Atchís.
En la mitad de la batalla Cuando el rey abrió la carta
se sonaba la nariz la miró bien al trasluz,
con un pañuelito y le contagió en seguida.
blanco. Atchís. Atchús.
Con el frío y el “¡Que suspendan esa
resfrío le dio un patatús, guerra!”, ordenaba el rey Pepín.
que al ratito pidió Y la reina
gancho Atchús. interrumpía: Atchís.
Los soldados se sentaron Se pusieron muy contentos
a la sombra de un fusil los soldados de Mambrú,
a jugar a las barajas y también los
Atchís. enemigos. Atchús.
Mientras hasta la farmacia A encontrarse con su
galopando iba Mambrú, esposa don Mambrú volvió a
y el caballo estornudaba. París.
Atchús. Le dio un beso y ella
Le pusieron cataplasmas dijo: Atchís.
de lechuga y aserrín, Es mejor la paz
y el termómetro en la resfriada que la guerra con
oreja. Atchís. salud.
Los dos bailan la gavota.
Atchús.

María Elena Walsh, “Canción del estornudo” en El reino del revés. México, SEP-Santillana, 2005.
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73. ¿Te arriesgarías a una aventura en el espacio?

Antes de responder al título de esta lectura, escuchen lo que tendrían que hacer para lograrlo.
El entrenamiento de los astronautas
Antes de viajar al espacio, los astronautas se entrenan durante meses, a veces incluso
durante varios años.
Para aprender a flotar en el espacio, donde no hay fuerza de gravedad y los cuerpos
no tienen peso, los astronautas se entrenan en el fondo de una piscina, con un equipo que
pesa 300 kilos.
En otro ejercicio, los astronautas pasan algunos minutos en una centrifugadora, una
máquina que da vueltas muy deprisa. De este modo se preparan para las grandes
aceleraciones que sufrirán durante el lanzamiento del cohete.
Los astronautas deben tener una espléndida condición física, así que siguen un
entrenamiento deportivo muy variado: tenis, carreras, gimnasia, esquí de fondo, natación.
Un astronauta tiene que ser un buen atleta.

¿Qué dicen? ¿Una aventura en el espacio? Cuando hagan deporte, piensen que están
fortaleciendo su cuerpo y que eso es bueno, para ser astronautas, o para ser cualquier otra cosa.

Ana Alter, “¿Te arriesgarías a una aventura en el espacio?” en El Universo. México, SEP-VOX, 2002.

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74. Versos para jugar

Pueden comernos fritas, El fuego me tiene miedo,


¡qué ricas!, las plantas me quieren bien,
O en puré, limpio todo lo que toco,
que también estamos bien. me tomas al tener sed.
En tortilla, El agua
¡qué maravilla!,
cocidas o asadas, ¿Qué es lo que
solas o acompañadas ustedes no han visto ni
y hasta en ensaladas. verán,
Las papas. pero si lo oyen lo conocerán?
El viento
Cantando olvido mis penas
mientras voy hacia la mar; Vi sentada en un balcón
las penas se van y vuelven a una hermosísima dama
pero ya no vuelvo más. fíjate en el primer renglón
El río y verás cómo se llama.
Vicenta

Manuel Peña Muñoz, “Versos para jugar” en Del pellejo de una pulga y otros versos para jugar. México, SEP-Alfaguara,
2003.

75. ¡Me como esa coma!

¡Ups! Parece que la puntuación es importante...


Los signos de puntuación, aunque sean tan pequeños, son una parte importante de la
escritura. Son como señales de tráfico que indican hasta dónde llega una frase, o dónde
empieza otra idea.
Existen distintos signos, pero el más frecuente
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y el más importante es la coma.
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Aquí verás ejemplos de cómo puede cambiar el significado según donde esté
colocada. Fíjate bien en cómo la usas, para que no tengas que decir: ¡Ups! ¡Me como
esa coma!
Se cuenta que un rey tenía una sentencia de muerte. El condenado había pedido que
lo perdonaran, pero la sentencia decía: “Perdón imposible, que cumpla su condena”. En el
momento de la firma, el rey se sintió magnánimo y quiso salvar al condenado.
Entonces cambió de lugar la coma:”Perdón, imposible que cumpla su condena.”
¿Cuál es la diferencia entre “Perdón imposible, que cumpla su condena” y “Perdón,
imposible que cumpla su condena?
Observas cómo cambia todo con una simple coma, escucha con atención los
siguientes ejemplos:
Juan Pablo y Berta entraron en la
cueva. Juan, Pablo y Berta entraron en
la cueva.
¡Sal gorda! ¡Llevo pimienta, canela y azúcar!
¡Sal, gorda! ¡Llevo pimienta, canela y azúcar!
Después de cazar ratones, gatos y leones descansaron.
Después de cazar, ratones, gatos y leones descansaron.
¡Mira qué bonito perro enano!
¡Mira qué bonito perro, enano!
La niña esta tarde no viene.
La niña esta, tarde no viene.
Rosa le pegó al niño con el brazo enyesado.
Rosa le pegó al niño, con el brazo
enyesado. “El alumno se equivoca”, el
profesor:
El alumno, “se equivoca el profesor.”
Los lunes Lola se bañaba en la alberca y mientras comía, leía un libro y
escuchaba música.
Los lunes Lola se bañaba en la alberca y mientras, comía, leía un libro y escuchaba
música.
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José Antonio Millán, ¡Me como esa coma! México, SEP-Serres, 2007.

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76. Cuando la Tierra iba a partirse

Hace muchos años, un conejo que estaba dormido debajo de una palmera, se despertó y
pensó: “¿Qué pasaría si la Tierra se partiera? ¿Qué sería de mí?”
En ese momento unos monos tiraron un coco allí cerca. El conejo oyó el ruido y
se dijo: “La Tierra se está partiendo.”
Salió corriendo, sin ver qué había causado el ruido. Otro conejo lo vio y le preguntó:
–¿Por qué corres tan de
prisa? Y el conejo le
respondió:
–¡La Tierra se está partiendo! –y siguió corriendo mientras el otro lo seguía.
Un tercer conejo los vio y corrió tras ellos, y luego muchos otros hicieron lo mismo.
Y a todos les decía el primero:
–¡La Tierra se está partiendo!
Se lo dijeron a un venado, a una zorra, y a un elefante, y todos salieron corriendo sin
mirar atrás, hasta que el león los vio.
El león se puso frente a ellos y los detuvo. Todos le tenían miedo, así que se
detuvieron. El león les preguntó:
–¿Por qué corren?
–¡Oh, su majestad, es que la Tierra se está partiendo!
–¿Quién vio que se está partiendo? –preguntó el león.
–Yo no –dijo el elefante–. Me lo dijo la zorra.
–Yo no –dijo la zorra–. Pregúntale al venado.
–Yo no –dijo el venado–. Los conejos me lo
dijeron. Unos tras otros los conejos dijeron:
–Yo no lo vi; otro conejo me lo dijo.
Al fin el león llegó hasta el primer conejo y le preguntó:
–¿Es verdad que la Tierra se está partiendo?

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–Sí, su majestad –dijo el conejo–. Yo dormía bajo una palmera, desperté y pensé: ¿qué
pasaría si la tierra se partiera? En eso oí el sonido de la Tierra que se partía y salí
corriendo.
Entonces dijo el león:
–Tú me vas a acompañar hasta el lugar donde la Tierra empezó a partirse y allí
veremos qué pasa.
El león subió al conejo en su lomo y llegaron hasta la palmera. Allí vieron el coco
tirado en el suelo y el león se dio cuenta de lo que había pasado.
–Éste es el ruido que oíste. Conejo tonto. Un coco que cayó de la palmera.
Juntos regresaron y el león les contó a los animales la verdad. Así, se dieron cuenta
de que no hay que creer en los rumores.

Benjamín Preciado Solís, Cuando Brahmadatta era Rey de Benarés... Diez cuentos budistas de la India. México,
SEP-Alejandro Cabello Alcérreca, 2007.

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77. Bestiario Nahurrarámuri


Bueno, este es un bestiario, una colección de bestias que no existen, son de mentiritas.
Pero deveritas fueron hechas por varias niñas y niños de las comunidades nahua de Puebla
y rarámuri de la Sierra Tarahumara. Los niños hicieron una mezcla de distintos animales,
les pusieron nombre y además los dibujaron.

Gaviacuervo Gatocienpiés

El gaviacuervo come gallinas y pájaros. El Gatocienpiés anda de día y


noche
En el día come gallinas y en la noche
buscando comida para él y su
come pájaros. familia.
Toma agua del arroyo y anda en la sierra. En la noche se arrastra y come
ratones
Como es gavilán y cuervo es doblemente
y pica a la gente que está
peligroso dormida.
y todas las aves No duerme, y aprovecha el día
y la noche para arrastrarse por
le tienen miedo.
todas
Paruga partes y hacer amistad con otros
La paruga tiene cabeza de animales.
pájaro y patas de gallina Ratacol

el resto del cuerpo es igual a una El Ratacol tiene cuerpo de


tortuga. caracol y cabeza de ratón. Este
Vive en el monte, animalito se alimenta de maíz.
cuando se acerca a Vive en los huecos de los árboles
las escuelas los niños y le gusta
y mucho estar en el rayo del sol.
las niñas lo atrapan pues
no puede huir
rápidamente.
¿Te animas a inventar algunos?

“Bestiario Narrarámuri” en Martha Acevedo (comp.), Textos y dibujos de niñas y niños tachihuiin, binni za´, tu ´un savi,
rarámuris y nahuas (y) Deveritas y metiritas: bestiario Nahuarrarámuri. México, SEP-Uno, Dos, Tres por Mí y por todos mis
compañeros, 2002.
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78. Una mascota inesperada

Yo soy Tab. Me llamo Tab.


Este es mi cuarto. Estos son mis calcetines favoritos.
No entiendo a los adultos. Piensan que soy más inteligente porque uso lentes. Aunque
los niños de mi clase piensan otra cosa.
Los adultos me regalan libros, mapas, rompecabezas, calcetines, aviones para armar y
hasta cohetes espaciales.
Se supone que todos los niños inteligentes quieren ser astronautas. Yo no quiero.
¡Yo quiero una mascota!
Papá dice que en casa no hay suficiente lugar. Pero cada vez tenemos una tele más
grande.
Mamá se queja de que tiene que limpiar todo el día. Dice que no quiere juguetes
regados ni croquetas.
Pero ella deja migajas regadas por todos lados cada vez que habla por teléfono con la
tía Runa.
A veces escondo los lentes en una maceta para no tener que hacer la tarea, pero
mamá siempre tiene unos de repuesto escondidos en otra maceta.
Cuando me quito los lentes el mundo se ve muy diferente. Es como jugar a
encontrarle formas a las nubes. Pero puedes hacerlo en cualquier parte.
También funciona si voy a comer a casa de la tía Runa, que cocina horrible. Si no
lo ves, sabe menos feo.
Hoy es viernes y es mi cumpleaños. Para celebrarlo pedí que fuéramos a la tienda de
mascotas, pero al coche no le dio la gana ir hasta allá. A los diez minutos se detuvo frente
a la feria.
Me enojé. Dejé los lentes en el coche.
Yo no quiero ir a la feria, ni ser astronauta, ni tener más libros, mapas,
rompecabezas, aviones, coches, ni calcetines de rayas.
¡Yo sólo quiero una mascota!

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Una mancha que parecía un señor gordo me dijo:


–Tira una pelota y ganarás un premio.
No quería tirar una pelota.
Me lo repitió veinte veces y le lancé una pelota para que se
callara. La pelota pegó en otro lado, en una botella.
El señor gordo gritó:
–¡Bravo! ¡Te ganaste el premio!
Me entregó una bolsa repleta de agua.
Yo sólo veía una mancha amarilla... pero papá veía otra cosa:
–Mira, Tab, ni siquiera tuvimos que ir a la tienda. Ya tienes tu mascota.
–¡Eso no es una mascota!
–Sí es una mascota –dijo mamá–. Debes ponerle nombre y jugar con ella.
Me puse los lentes. Sólo era un pez amarillo. No era una mascota. A las mascotas las
llevas al parque y a los juegos.
Por suerte, todavía me quedaba soplar la vela de mi pastel y pedir un deseo.
¿Quiénes tienen una mascota, qué es? ¿Creen que un pez pueda ser una mascota?

Antonio Moreno Paniagua, Una mascota inesperada. México-Castillo, 2007.

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79. ¿Es posible operar sin que duela?

La guerra, las enfermedades y los accidentes siempre han causado dolor y sufrimiento. A
veces, la herida es tan grave que hay que cortar una pierna o quitar
o curar un órgano interno. En otros tiempos, en la antigüedad,
operaciones como estas podían llegar a causar más dolor que la
misma herida.
Los cirujanos de la antigüedad podían hacer muy poco para
reducir el dolor antes, durante y después de la operación en
sus pacientes.
Un método bastante salvaje era golpear al paciente en la cabeza con un palo. Pero
eso no era una buena idea porque el golpe tenía sus propias consecuencias; incluso
podía matar al pobre paciente.
Otro método era dar a los pacientes una enorme cantidad de alcohol. Tanta, que
se desmayaban o estaban tan borrachos que no les importaba ver la sierra o el cuchillo
ante ellos, ni sentirlos en sus carnes.
¿Qué puedo dar a mis pacientes para que su dolor no sea tan intenso? Se preguntaban
los médicos.
Un buen día, un dentista decidió seguir el consejo de un químico llamado Charles
Jackson: utilizó una sustancia llamada éter para dormir a los pacientes y evitar que éstos
sintieran dolor al sacar un diente. Para la fortuna de su clientela, ¡descubrió que
funcionó!
En la actualidad se utilizan muchas variedades de anestesia, que permite a los
médicos hacer las cosas con más calma, y a la vez evitan que sus pacientes sientan dolor
mientras se les realiza cualquier cirugía.

¿Alguno de ustedes ha sido operado? ¿Le han quitado las anginas, o el apéndice, o le han
arreglado algún hueso roto? Otro día les cuento yo de cuando me operaron.

Gerry Bailey, “¿Es posible operar sin que duela?” en Avances Médicos. México, SEP-SM, 2005.

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80. Mi problema con los relojes

Tengo un problema con los relojes


que aun no he podido solucionar.
Dice mi madre que el tiempo es oro
siempre se escapa, vuela y se va.
Si hoy yo no atrapo ese
tesoro ya no se puede
recuperar.
Vuelan los meses
vuela la vida
y mi
reloj tic
– tac
tictac
tic – tac
proclaman
serias agujas
el tiempo vuela
¡a trabajar! Pero sé yo
que otra voz habla en el
reloj.
Me habla de un tiempo para soñar
que no se pierde pues siempre está
y aunque no lo use y vuelva a usar
siempre es posible recomenzar.

Mercedes Calvo, “Mi problema con los relojes” en Los espejos de Anaclara. México, FCE-f,m,l, 2009.

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81. ¿Por qué al petróleo se le llama “oro negro”?

¡Porque si tienes un pozo de petróleo debajo de tu jardín, te podrías hacer muy rico!
El combustible crudo o petróleo, es espeso, pegajoso, de olor fuerte y de mucho
valor.
De él se derivan una gran cantidad de sustancias importantes, como el gas, los
plásticos, pinturas, fertilizantes, aceites, lubricantes, llantas... la lista sigue y sigue. La vida
moderna se detendría sin ellos. Por eso encontrar un pozo de petróleo es como tener
una mina de oro. No es extraño, entonces, que las compañías petroleras gasten millones
de dólares al año en su búsqueda o exploración.
Los organismos marinos murieron y quedaron en el fondo del mar y fueron cubiertos
por arena y rocas. Por encima de ellos ejercieron presión las rocas sedimentarias que los
aplastaron y absorbieron.
Como verás, con el petróleo se fabrican muchas de las cosas que diariamente
utilizamos. Pero el petróleo se renueva muy, muy lentamente, y puede acabarse. Por otra
parte, los objetos que se fabrican con derivados del petróleo no son biodegradables, no se
descomponen naturalmente en decenas o cientos de años. De ahí la importancia de
reciclar y reutilizar muchas de las cosas que se fabrican a partir del petróleo.

Yvan Théry, “¿Por qué al petróleo se le llama oro negro?” en Planeta Tierra. México, SEP-Larousse, 2005.

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82. El taxista (una leyenda)

La lectura que nos toca hoy fue escrita por una niña que vive en Zacatecas. Se llama Ana
Lizeth Montoya y es de la edad de ustedes. Interesante, ¿no es cierto?

Había una vez un taxista que trabajaba hasta las doce de la


noche. Un día que iba por la calle Nazas vio una niña que le
hablaba. Él ya iba para su casa pero dijo:
–Nada más llevo a la niña y me voy a mi casa.
Cuando la niña se subió, el taxista sintió escalofrío y
miedo, pero pensó: “sólo es una niña... pero... ¿por qué andará
sola tan
noche?” El señor taxista siguió. La niña le iba diciendo por dónde se fuera y llegaron a una
casa sola y oscura; ella le dijo al señor taxista que no tenía dinero para pagarle y que si
por favor podía ir al otro día por el dinero.
Al siguiente día el taxista fue, tocó la puerta y nadie le abría, hasta que una señora
paso y dijo:
–Ahí no vive nadie.
–Pero una niña me quedó a deber dinero –dijo el señor.
–Pero si esa niña murió hace cinco años –le contestó la señora.
El señor taxista se asustó tanto que se murió de un infarto; la gente le creyó a la
señora que ahí la niña se aparecía; entonces fue un padre, bendijo la casa y la niña jamás se
volvió a parecer.

Al igual que Ana Lizeth, ustedes pueden escribir sobre lo que les ha pasado, lo que han oído,
lo que puedan imaginar.

Ana Lizeth Montoya,”El taxista” en Escribimos para ti todo un valle de palabras. México, SEP-Secretaría de Educación
y Cultura de Zacatecas, 2007.

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83. Las hormigas. Trabajadoras incansables

Las hormigas, las abejas y las avispas son insectos sociales. Un hormiguero
está formado por millones de hormigas que trabajan por el bien de la
comunidad.
Hormiguero
Puede estar bajo tierra o en el interior de los árboles. En el hormiguero hay
comida almacenada y existen larguísimos túneles que nunca se acaban. En ellos, la reina
está aislada en su cámara real, en la que constantemente pone huevos. Por otra
parte, la hormiga obrera se lleva los huevos a otras cámaras donde se alimentará.
Aparte de la reina y las hormigas obreras, la hormiga macho tiene alas y es un
poco mayor que la obrera.
Algunas hormigas plantan, cuidan y recolectan hongos como si fueran los mejores
agricultores del mundo; otras son capaces de domesticar pulgones y alimentarse de
los jugos azucarados que los pulgones producen.
¡Viva la reina!
Los hormigueros están ordenados por castas o grupos sociales. La casta de las
obreras se encarga del cuidado y la alimentación de toda la sociedad. Las obreras son
hembras que no tienen alas y son estériles, es decir, no ponen huevos. En la casta superior
hay una sola reina; este animal será el único que pondrá los huevos del hormiguero.
La casta de los machos sólo está para fecundar a la reina. Una vez al año nacen
machos alados y reinas aladas. Una vez apareada con el macho, la reina saldrá
volando del hormiguero, perderá las alas y en un rincón apartado fundará un nuevo
hormiguero.
Con la hoja a cuestas
Una hormiga nunca se cansará de llevar comida al hormiguero. Las hormigas pueden
transportar una hoja que pesa varias veces lo que su propio cuerpo. Se ha calculado
que un hombre con esta fuerza sería capaz de levantar más de mil kilos.

Xavier Marcet Soler, “Las hormigas trabajadoras incansables” en Los animales invertebrados. México, SEP-Parramón,
2007.

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84. Uh, qué lino

Ustedes ya no hablan como los niñitos de esta lectura. Pero hace unos pocos años hablaban así.
Fíjense bien, a ver si entienden lo que dicen.
–¿Tú me quieles?
–Chi.
–A mer... ¿cuánto?
–Muto.
–¿”Muto” o “muto muto”?
–Mutísimo... ¡Achí!
–Uh, qué lino.
–¿Y tú? ¿Me quieles?
–¡Uh! Ma quel chol.
–¿El chol nomá?
–El chol, la luna, lasteyas, la tiela... toro.
Toro, toro, toro. Achí, má que toro nel nivercho.
–Uh, qué lino... Amél, namun mechito.
–Toma... muá.
–Oto.
–Muuá.
Oto.
–¡Palaqué tepeinas?
–Palachel la pelchona malina nel muno. Pala...
–Túchaeres la pelsona má lina, ¿nontende?
Cho...cho... chote quelo achí. Note vacha peina.
Mamo achí, con la cabecha alo pelo loco.
–Mamo, mamól.
–Mamo, cocha monita.

Luis María Pescetti, “Uh qué lino” en Nadie te creería. México, SEP-Alfaguara, 2005.

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85. La madre tierra

La tierra es el primer elemento, y eso la hace muy importante. Los griegos y los romanos
pusieron nombre a nuestro planeta en su honor, y en la Edad Media se la consideraba
el elemento central de los cuatro –los otros tres son agua, aire y fuego–. No es extraño
que muchas culturas la adoraran como madre primigenia y fuente de toda vida. Cada
cultura le atribuyó un nombre propio: era Gaia para los griegos, Ishtar en Babilonia y
Pithivi para los hindúes. Pueblos de todo el mundo, desde América hasta Japón, desde
Escandinavia hasta Nueva Zelanda, creían que la tierra era nuestra madre, y el cielo
nuestro padre. Sin embargo, los egipcios tenían un dios de la tierra, Geb, y una diosa del
cielo, Nut.
Tanto las mujeres que iban a dar a luz como las que querían tener hijos se acercaban
a la tierra para hermanarse con su fertilidad. Hasta hace poco, en una región italiana se
acostaba a los recién nacidos sobre la tierra en cuanto habían sido bañados y vestidos. Era
una forma de mostrar que todos los seres vivos provienen de la tierra.
Todo lo que comemos viene directamente de la tierra o de animales que se alimentan
de sus frutos. Incluso las aves del cielo y los peces del mar necesitan alimentos
provenientes de la tierra. Y, sin embargo, poco a poco nos hemos ido olvidando de que la
tierra es la madre de todos nosotros.

Mary Hoffman, “La madre tierra” en Canción de la Tierra. México, SEP-Art Blume, 2003.

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86. Más adivinanzas para jóvenes detectives


No es libro aunque tiene hojas, Una especie de balón
lo usas para escribir, recubierto de cabello.
a veces tú lo Al cuerpo quiere un
deshojas y así no montón y lo tienes sobre el
suele vivir. cuello.
El cuaderno La cabeza

Cua... cua... cua... cualquiera Las tienen para saltar


lo encuentras nadando monos, monas, gatos, gatas;
o mientras espera, las que yo uso para andar
sus plumas limpiando. no debe llamarse “patas”.
El pato Las piernas

Es un cabello sin dueño Muuu... muchos cuernos no tiene,


que nada y nada, muuuy largos tampoco son,
ese caballo pequeño muuuge mucho y se entretiene
vive en el agua salada. en dar leche de a montón.
El caballito de mar La vaca

No estaba llena de peces Suele perseguirlo el gato


ni tampoco de saliva, por este y aquél rincón;
estaba llena, y a veces le hace pasar muy mal
lanzaba un chorro hacia arriba. rato al pobrecito narigón.
La ballena El ratón

Antonio A. Gómez Yebra, Oro parece: Libro de adivinanzas para jóvenes detectives. México, SEP-Hachette, 2002.

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87. ¿Qué pasó con la gente del Nuevo Mundo


cuando llegó Colón?

Cuando Colón llegó a las Antillas, que fue el primer lugar de América que tocó, esas islas
estaban habitadas por dos pueblos: los taínos, quienes eran pacíficos, cultivaban maíz,
vivían en cabañas limpias y cómodas y cuya única arma era una lanza, o más bien un arpón
con el que cazaban peces.
El otro pueblo era el de los caribes, quienes tenían como arma principal las
flechas envenenadas, y constantemente atacaban, robaban y esclavizaban a los taínos. A
veces hasta se los comían, porque les daba por ser antropófagos.
Los taínos, gente noble y honesta, vivían en constante temor de los caribes, pero no
sospechaban que estaba a punto de aparecer una amenaza mucho más terrible que
los caribes: los españoles.
Durante su primer viaje a América, Colón trató a taínos y caribes amablemente,
e hizo lo que pudo para que sus soldados y marineros no los atacaran, ni abusaran de ellos
dándoles baratijas a cambio de oro y perlas.
Sin embargo, cuando los españoles ocuparon las islas del Mar Caribe acabaron tanto
con los caribes como con los taínos, obligándolos a trabajar sin descanso en las
plantaciones, la construcción de edificios, buscando minas... Muchas muertes provocó la
llegada de los españoles... miles de hombres y mujeres que antes eran libres fueron
hechos esclavos.

¿Saben cómo justificaron sus crímenes los españoles? Dijeron que todo eso lo hacían para salvar
las almas de los naturales del Nuevo Mundo, a quienes trajeron la religión católica, que ellos
practicaban.

Piero Ventura y Gian Paolo Ceserani, “¿Qué pasó con la gente del nuevo mundo que conoció Colón?” en El viaje
de Colón. México, SEP, 1991.

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88. La piel es nuestro escudo

¿Qué tanto cuidas tu piel? Ya que vives con ella, duermes con ella, sueñas con ella y a
través de ella te comunicas, ¿sabías que tu piel es el órgano más extenso del cuerpo?
Además de actuar como escudo protector contra el calor, la luz, lesiones e infecciones, tu
piel también cumple con estas funciones:
• Regula la temperatura corporal.
• Almacena agua y grasa.
• Evita la pérdida de agua.
• Previene la entrada de bacterias.
La piel está compuesta por las siguientes capas, cada una de ellas desempeña distintas
funciones:
• Epidermis, es la capa externa delgada de la piel, también contiene melanocitos que
producen melanina (el pigmento de la piel).
• Dermis, es la capa media de la piel, en esta se encuentran los receptores del dolor y
del tacto.
• Capa de grasa subcutánea, es la capa más profunda de la piel, está compuesta por
una red de células de colágeno y grasa, que ayuda a conservar el calor corporal y
protege el cuerpo contra lesiones, puesto que amortigua los golpes.
¿Sabías que las personas cuyos antepasados vivían en regiones soleadas tienen la piel
más oscura que las personas cuyos antepasados vivían en regiones con menos luz solar?

http://www.conafe.gob.mx/mportal7/Chispas/Chispas01Octubre09.pdf

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89. Los primeros viajes espaciales

Durante mucho tiempo se estudiaron los planetas y las estrellas observándolos desde
la Tierra. En 1957, unos científicos rusos pusieron a punto el primer vehículo capaz de
viajar al espacio.
El primer cohete
Para viajar al espacio, era necesario fabricar un vehículo capaz de volar en la atmósfera
exterior. Tal vehículo debía ser mucho más potente y rápido que un avión: debía ser
un cohete. Los rusos fueron los primeros en lanzar un cohete al espacio. Llevó una gran
bola metálica, el Sputnik 1, que dio vueltas alrededor de la Tierra durante 21 días.
Fue el primer satélite artificial de nuestro planeta.
Una perra en el espacio
Como no se sabía si un ser vivo lograría sobrevivir en el espacio, los rusos decidieron
enviar un animal.
Construyeron un segundo cohete que llevó al espacio una segunda cápsula, el Sputnik
2, en la cual iba la perra Laika. Al cabo de unos días, la perra murió porque no se
había previsto ningún sistema para devolverla a la Tierra.
Un hombre en el espacio
Cuando el Sputnik 1 y el Sputnik 2 regresaron a la Tierra, se desintegraron como
consecuencia del calor provocado por el roce con la atmósfera a su gran velocidad. Antes
de enviar a un hombre al espacio, era necesario encontrar un medio para suavizar la caída
de la nave espacial y permitirle así resistir el calor. Los rusos consiguieron resolver todos
estos problemas, y en 1961 enviaron por primera vez un cosmonauta al espacio: Yuri
Gagarin.

Ustedes ¿se arriesgarían a salir del planeta Tierra?

Anna Alter, “Los primeros viajes espaciales” en El Universo. México, SEP-VOX, 2002.

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90. Trabalenguas

Estaba la trutruca Compró Paco pocas cosas


junto al trutruquero cocos, papas, copas, capa parda
tocando la trutruquería y como pocas cosas compró
para doña Trutruquera. pocas cosas pagó.
¡Qué col colosal
colocó aquel loco Los ojos tiene sus niñas
en el local! las niñas tienen sus ojos,
¿Compró cosas, compadre? y los ojos de las niñas
No, compadre, no compré cosas. son las niñas de mis
Como pocas cosas como ojos.
pocas cosas compro.

Este tintero tintinea


cuando no tiene
tinta si tuviera tinta
no tintineara este tintero.

¿Qué son las niñas de los ojos? ¿Alguien no lo sabe? Vamos a repetir ese trabalenguas para
entenderlo mejor.

Manuel Peña Muñoz, “Trabalenguas” en Del pellejo de una pulga y otros versos para jugar. México, SEP-Alfaguara,
2003.

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91. El día y la noche

Los días de la semana


Los nombres de los días de la semana se parecen a los de los
planetas; Luna se parece a lunes, Marte a martes, Mercurio a
miércoles, Júpiter a jueves, Venus a viernes y Saturno a sábado y
en inglés domingo se llama Sunday, que significa día del Sol, y
qué bueno que se llama así porque es para disfrutar la luz y
tener tiempo para jugar.
Cometas y piedras que caen del cielo
¿Sabes que de repente caen piedras gigantes sobre la Tierra?
Se llaman meteoritos. Son piedras del tamaño de una montaña que están en el
espacio y al chocar entre sí, se desvían y algunas veces pueden caer en la Tierra.
Por la noche, los meteoritos se ven como estrellas fugaces, como estrellas que
atraviesan rápidamente por el cielo, porque al entrar en la atmósfera rozan a gran
velocidad con el aire y se calientan, se funden y producen luz.
De vez en cuando aparece en el cielo una estrella con una cola muy larga: se
llama cometa. La mayoría de los cometas son montañas de hielo que viajan por el
espacio. Cuando se acercan al Sol se derriten y producen vapor y polvo que forman la
cola.

Julieta Fierro, El día y la noche. México, SEP-Santillana, 2003

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92. Versos para jugar

Ahora que vamos despacio La naranja se pasea


vamos a contar mentiras por la mesa del comedor
por el mar corren las liebres; no me cortes con cuchillo
por el monte, las sardinas. tírame tu corazón.

¿Quién dirá En la calle de no sé


que ha visto dónde mataron a no sé quién
lo que he visto yo: el vivo se cayó al suelo
un ratón besando a un gato y el muerto se echó a correr.
a la sombra de un limón?
Del pellejo de una
Cantan las ranas pulga salió un caballo
bailan los sapos trotando
tocan las castañuelas un coche con cuatro mulas
los renacuajos. y un borrico rebuznando.

Manuel Peña Muñoz, “Versos para jugar” en Del pellejo de una pulga y otros versos para jugar. México, SEP-Alfaguara, 2003.

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93. El reino del revés

Me dijeron que en el Reino del Revés Me dijeron que el Reino del Revés
nada el pájaro y vuela el pez, hay un perro pekinés,
que los gatos no hacen miau y dicen que se cae para arriba y una vez…
yes, porque estudian mucho inglés. no pudo bajar después.
Vamos a ver cómo Vamos a ver cómo
es el reino del Revés. es el Reino del
Me dijeron que en el Reino del Revés Revés.
nadie baila con los pies, Me dijeron que en el Reino del Revés
que el ladrón es vigilante y otro es un señor llamado Andrés
juez, y que dos y dos son tres. tiene 1530 chimpancés
Vamos a ver cómo que si miras no los ves.
es el Reino del Vamos a ver cómo
Revés. es el Reino del
Me dijeron que en el Reino del Revés Revés.
cabe un oso en una nuez, Me dijeron que en el Reino del Revés
que usan barbas y bigotes los una araña y un ciempiés
bebés, y que un año dura un mes. van montados al palacio del Marqués
Vamos a ver cómo en caballos de ajedrez.
es el reino del Vamos a ver cómo
Revés. es el Reino del
Revés.

María Elena Walsh, El reino del revés. México, SEP-Santillana, 2005.

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94. Jugando con fantasmas

En las islas británicas dicen que existen todavía casas antiguas, palacios y castillos llenos
de espectros, donde los fantasmas vagan de noche por los pasillos lanzando tristes alaridos
o arrastrando cadenas, mientras, espantadas, la gente pasa las noches en vela
castañeteándole los dientes.
A nosotros los fantasmas nos tienen abandonados. Pero eso no significa que hayamos
renunciado a las emociones fuertes que hielan la sangre en las venas.
Esta lectura está tomada de un libro que les proporcionará una serie de ideas
terroríficas, para que sepan cómo convertir su cuarto en un castillo lleno de fantasmas. Y
también sugerencias y propuestas con las que conseguirán poner la carne de gallina a sus
amigos siempre que te lo propongas.
Las cosas terribles no suceden sólo en la fantasía o en las películas, porque también
pasan en la realidad. Como leerán en las historias de miedo que contiene el libro que
mencionamos, todas están basadas en hechos reales... si no mintieron los testigos, ni los
periódicos. Léelas a solas o junto con los amigos... el escalofrío en la espalda está
garantizado. ¡Luego no digas que no te habíamos puesto en guardia!
Nota importante: A muchos de nosotros nos distraen y nos divierten mucho los
juegos y las historias de terror. Sin embargo, hay algunas personas a quienes, digamos,
esas cosas no les hacen ninguna gracia. Dejemos que sean felices a su manera y,
sobre todo, no intentes gastarles ninguna broma de las tuyas. No es cuestión de
terminar peleados con nadie. Recuerden también que los niños pequeños se toman en
serio todo lo que les cuentas y que les dan miedo muchas de las cosas que a ustedes y a
sus amigos no les hacen ni cosquillas. No olviden que tú y tus amigos hace poco eran
pequeños y todo los asustaba. O sea, que no se metan con los pequeños, que son tímidos
como conejillos.

Les voy a decir cómo se llama este libro, para que puedan buscarlo aquí en el salón de clases o
en la biblioteca escolar.

Günther Kienitz y Bettina Grabis, Jugando con fantasmas. México, SEP-Oniro, 2004.

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95. Los bebés y el ombligo

La vida se inicia cuando una célula llamada óvulo, dentro de mamá, es fertilizada por una
célula llamada espermatozoide, de papá. Después de eso, los bebés humanos crecen
dentro del vientre de sus mamás durante 40 semanas. Óvulo quiere decir huevo pequeño.
Una gran carrera
Millones de espermatozoides nadan hacia el huevo pequeño para fertilizarlo, pero sólo
unos cien llegan cerca de él, y solamente uno lo fertiliza, le da vida.
Las piernas aquí, los brazos allá
Cuando el huevo ha sido fertilizado, se va dividiendo y se convierte en una bola de células
llena de instrucciones de cómo será y se verá el bebé.
Acerca de los bebés
Tan sólo a las siete semanas, el feto, como se llama el ser que se
está formando, ya tiene forma humana aunque sea más pequeño
que un dedo pulgar. Las uñas de los dedos se empiezan a
formar cuando el feto tiene diez semanas. Al feto, a esa
tiernísima edad, ya le puede dar hipo.
¡Los pueden oír!
El bebé puede oír los ruidos que se producen cerca del vientre de su mamá. Los
pueden oír si hablan o se ríen, y pueden reconocer sus voces.
¿Cómo respiran?
El feto no puede comer ni respirar hasta que nace; recibe oxígeno y comida de su
mamá por el cordón umbilical. Cuando el bebé nace, el médico o la comadrona
cortan ese cordón y luego sólo nos queda la cicatriz, o sea el ombligo.

Caroline Bingham, “Los bebés y el ombligo” en Maravillas a la vista: Cuerpo humano. México, SEP-Somos Niños
Ediciones, 2004.

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96. Chistes para hacer reír

Vino un tiempo en que ya no llovía y empezó una gran sequía y no les alcanzaba el agua a
los hombres ni a los animales. Empezaron a preocuparse porque no tenían agua para
beber. Los hombres hicieron un pozo y lo cuidaban.
Los animales se reunieron para platicar sobre el problema Nadie quería ir por
agua, todos le tenían miedo a los hombres.
El elefante dijo:
–Que vaya la jirafa por agua porque es muy
grande. Si la corretean nadie la alcanza.
Pero la jirafa le dio miedo y dijo:
–Yo no voy. Soy muy grande y desde lejos me distinguen y me pueden cazar. Mejor
que vaya el tigre.
Pero también el tigre tenía miedo y se puso a pensar y dijo:
–Mis uñas resuenan mucho, me pueden oír. Mejor manden al conejo, sus pisadas no se
oyen.
Y el conejo contestó:
–Yo no es que tenga miedo, pero si voy yo, no podré traer mucha agua, no alcanzaría para
todos. Mejor que vaya la tortuga.
La tortuga rápido agarró su cántaro y se fue. Tardaba mucho y como no regresaba
se empezaron a preocupar. Entre ellos decían:
–¿Por qué no llegará? A lo mejor la mataron o la agarraron. Tal vez le ocurrió algo.
Y el tlacuache dijo:
–¿Por qué mandaron a esa pobre? No puede correr, con trabajos puede caminar.
No se habían dado cuenta que la tortuga estaba detrás de ellos. Les dijo:
–Si siguen hablando mal de mí, no voy a ir por el agua.

Catalina Jiménez Pérez, “Chistes para hacer reír” en Elisa Ramírez Castañeda (adaptación), Cuentos de engaños, para
hacer reír y fantásticos. México, SEP-CONAFE, 2002.

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97. El diario de Ana Frank

Un diario es un cuaderno, una libreta donde alguien va anotando todos, o casi todos los días, lo
que le sucede, lo que piensa, lo que siente.

Espero confiártelo todo como hasta ahora no he podido hacerlo con nadie; confío,
también, en que tú serás para mí un gran sostén.
Ana Frank 12 de junio de 1942.
El viernes 12 de junio me levanté antes de las seis, puesto que era el día de mi
cumpleaños.
Ahora bien no me permiten ser tan madrugadora. Tuve, pues, que contener mi
curiosidad durante una hora. Al cabo de tres cuartos, ya no podía más. Me trasladé al
comedor donde Mauret, el gato, me recibió frotándose la cabeza contra mí y haciéndome
mil gracias.
A las siete, fui a ver a papá y mamá, y pude por fin desempaquetar mis regalos en la
sala. La primerísima sorpresa fuiste tú, probablemente uno de mis más hermosos regalos.
Papá y mamá me han obsequiado generosamente, sin hablar de nuestros numerosos
amigos que también me han agasajado mucho. Recibí, entre otras cosas, un juego de
mesa, muchos dulces y chocolates.
Sí, en efecto, el papel es paciente, y, como presumo que nadie se preocupará de este
cuaderno encartonado, dignamente titulado Diario, no tengo ninguna intención de dejarlo
leer, a menos que encuentre en mi vida el Amigo o la Amiga a quien enseñárselo.
Heme aquí llegada al punto de partida, a la idea de comenzar un diario: yo no tengo
amiga.
De ahí la razón de este diario. A fin de evocar mejor la Ilustración que me forjo
de una amiga largamente esperada, no quiero limitarme a simples hechos, como tantos
hacen, sino que deseo que este escrito personifique a la Amiga. Y ésta se llamará Kitty.
Ella ignora aún todo de mí. Necesito, pues, contar brevemente la historia de mi vida:
así que...
El Diario de Ana Frank fue llevado por una niña judía, quien sufrió la persecución de
los nazis alemanes. Ana y otras siete personas vivieron escondidas durante dos años
en una buhardilla, temiendo siempre que la Gestapo (la policía nazi) los descubriera.

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Durante todo ese tiempo, la pequeña Ana llevó un diario, al que cariñosamente llamó
Kitty. En sus

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páginas plasmó todas sus vivencias y sus más íntimos sentimientos. En 1944 el lugar donde
se escondían fue descubierto. Ana murió en un campo de concentración tras ocho meses
de cautiverio.
Ana Frank, El diario de Ana Frank. México, SEP-Mondadori, 2003.

98. Tomás aprende a leer

Tomás sabía construir una casa de madera y hacer una tortilla de huevos, pero no
sabía leer. Tomás sabía hacer una mesa de árbol, pero no sabía leer.
Tomás sabía cómo cuidar los tomates, los pepinos y el maíz para que crecieran
hermosos, pero no sabía leer.
Conocía las huellas de los animales peligrosos pero no sabía leer.
–Quiero aprender a leer –le dijo a su hermano José.
–Eres un hombre mayor, Tomás –le respondió José–. Tienes hijos y nietos y sabes
hacer casi todo.
–Pero no sé leer –insistió Tomás.
–Bueno –dijo José–. Pues aprende.
–Quiero aprender a leer –le dijo Tomás a Julia, su mujer, que tampoco sabía leer.
–Eres maravilloso tal como eres, pero si quieres aprende. Así podrás leerme a mí.
Tomás pensaba “¿Cómo puede aprender a leer?” Ni mi hermano, ni mi mujer, ni este
hermoso perro pueden enseñarme a hacerlo.
Tomás estuvo pensándolo un buen rato y al final
sonrió.
A la mañana siguiente, Tomás hizo sus labores y
dándole un beso a Julia, salió de casa.
Encontró a un grupo de niños y niñas que también
iban por el camino. Cuando los niños entraron, la
señora García indicó que para ése día se tenía un nuevo
alumno.
Tomás empezó por aprender las letras y sus sonidos. Al irlo haciendo, contaba
historias divertidas e interesantes a los niños.
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Tomás fue aprendiendo las palabras. Todos los días copiaba sus ejercicios. A él le
gustaba mucho que la maestra o los niños leyeran en voz alta. A veces dibujaba mientras
escuchaba.
Tomás estaba aprendiendo, pero también enseñando lo que él sabía hacer.
Al cabo de un tiempo, Tomás ya iba juntando las palabras y escribiendo sus
propias historias. Escribió sobre su rodilla, su baño en el río y sobre cuando conoció a su
mujer.
Un día, Tomás se llevó a casa un libro de poemas y lo escondió bajo la almohada.
Aquella noche, cuando Julia y él se fueron a la cama, sacó el libro.
–Escucha –le dijo.
Leyó varios poemas. Julia miró a su marido a los ojos.
–¡Oh, Tomás! –dijo–. Quiero aprender a leer.
–Mañana, después del desayuno, cariño –le respondió sonriendo. Y apagó la luz.

Jo Ellen Bogart, Tomás aprende a leer, Laura Fernández y Rick Jacobson, ilus. México, SEP-
Juventud, 2002.

99. Miles de millones de estrellas

Gran parte de los puntos luminosos que brillan en el cielo durante la noche son estrellas.
A simple vista, todas las estrellas se parecen. Pero, si las miramos mejor, veremos que las
hay de todos los colores y que unas brillan más que otras.
De todos los colores
El color de las estrellas depende de su temperatura: las estrellas más calientes son azules,
y las que tienen menos calor son rojas. También las hay blancas y amarillas, como el Sol, y
naranjas o verdes. En fin, parecen verdaderos fuegos artificiales...
Muy lejos de nosotros
Al igual que el Sol, las estrellas son grandes bolas de fuego que brillan. Existen miles de
millones de estrellas. Si parecen mucho más pequeñas y mucho menos brillantes que el Sol
es porque están muy lejos de la Tierra. La estrella más próxima está a aproximadamente
¡cien mil veces más lejos de la Tierra que el Sol!

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Algunas estrellas son gigantescas

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Pueden llegar a ser hasta dos mil veces mayores que el Sol. Sin embargo, están tan
alejadas que, incluso mirándolas con un telescopio inmenso, no se ven más que
pequeños puntos luminosos.
¿Cuántas estrellas se pueden ver?
Es posible ver cerca de seis mil estrellas a simple vista, aunque en el Universo existen
millones.
¿Por qué no vemos las estrellas durante el día?
Porque durante el día, cuando el Sol nos ilumina, el cielo tiene mucha luz, mucha más que
las estrellas.

Anna Alter, “Miles de millones de estrellas” en El Universo. México, SEP-VOX, 2002.

100. Duerme bien

Tu cuerpo necesita descansar de todas las actividades que realiza en el día. El sueño le da
a tu cerebro la oportunidad de asimilar todo lo que ha hecho. Sin el sueño no podrías
pensar bien y tu cuerpo bajaría su ritmo.
¿Por qué bostezo?
Cuando estás cansado y aburrido tu respiración se hace más lenta. El bostezo es para
jalar más oxígeno, que ayudará a mantenerte despiertos.
Si no duermes una noche, al día siguiente te sentirás torpe y
cansado. Un niño de cinco años necesita dormir unas diez horas
diarias.
Tú te mueves mucho cuando estás dormido, cambias de posición unas 45 veces
durante la noche.
¿A dónde vas?
A las personas que caminan dormidas les llaman sonámbulos. Unos hasta se visten
dormidos, otros buscan comida, pero cuando se despiertan por la mañana, no recuerdan
nada. Los niños caminan dormidos más que los adultos y más los niños que las niñas.
Realmente nadie sabe por qué, pero en general esto es inofensivo.
¿Por qué sueño?
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Los sueños son imágenes de cosas que viste o hiciste durante el día, pero también hay
imágenes que no tienen nada que ver con eso. Nadie sabe exactamente por qué soñamos.
Muchas veces los niños tienen sueños que los asustan, se llaman pesadillas. Recuerda
que las pesadillas no son reales.
Dormimos casi una tercera parte de nuestra vida. La mayoría de las personas tienen
de cinco a seis sueños cada noche. Un sueño dura entre cinco y treinta segundos.

Carolina Bingham, “Duerme bien” en Maravillas a la vista: Cuerpo humano. México, SEP-Somos Niños Ediciones,
2004.

101. Trabalengüero, III

A ver quién puede decir estos trabalenguas sin que la lengua se le haga nudos. [Queridos
maestros, van a tener que ensayar esto para que la lectura sea más o menos decente.]

El rey de Castelgandolfo No me mires,


está castelgandolfado. que miran que nos miramos
El descastelgandolfador y verán en tus ojos
que lo descastelgandolfe que nos amamos.
buen descastelgandolfador será. No nos miremos,
que cuando no nos miren
nos miraremos.
Este pocillo se me desnarizorejó. Tengo una gallina pinta
Un patán patón pateó a un peatón piririnca piriranca,
Mago, mi amiga gordita amigajonadita. con sus pollitos pintos,
Me recetaron piririncos, pirirancos.
Fenildimetilpirazolonmetilaminometanfulfon Si ella no fuera pinta,
ato sódico. Piririnca, piriranca,
no criaría los pollitos pintos
piririncos, pirirancos.

Valentín Rincón et al., Trabalengüero. México, SEP-Nostra, 2006.

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102. ¡Tiemblen, dragones!

Elizabeth era una hermosa princesa. Vivía en un castillo y tenía muchos vestidos elegantes.
Pronto se casaría con su novio el príncipe Ronaldo. Por desgracia, un dragón destruyó su
castillo, quemó todos sus vestidos y se llevó al príncipe Ronaldo.
Elizabeth fue tras el dragón para rescatar a Ronaldo, pero antes
necesitaba encontrar qué ponerse. Lo único que encontró fue una
bolsa de papel.
Fue muy fácil seguir al dragón; sólo tuvo que seguir su rastro
por los bosques quemados.
Después de un rato Elizabeth llegó a una cueva con una gran puerta y un aldabón
enorme. Tocó tres veces ¡bang, bang, bang! y el dragón asomó la nariz por la puerta
y dijo:
–¡Vaya! ¡Una princesa! Me encanta comer princesas, pero hoy ya me comí un castillo
entero. Soy un dragón muy ocupado, regresa mañana.
Azotó la puerta tan fuerte, que Elizabeth por poco se queda sin nariz... pero Elizabeth
llamó de nuevo a la puerta ¡bang, bang, bang! El dragón se asomó y le dijo:
–Ya te dije que te fueras. Me encanta comer princesas pero hoy ya no.
–¡Espera! –exclamó Elizabeth– ¿Es cierto que eres el dragón más listo y más feroz del
mundo entero?
–Sí –dijo el dragón.
–¿Es cierto que puedes quemar hasta diez bosques con tu aliento de fuego? –le
preguntó Elizabeth y el dragón le contestó:
–Desde luego.
El dragón tomó una gran bocanada de aire y lanzó una llamarada que quemó no solo
diez, sino cincuenta bosques.
–Fantástico –dijo Elizabeth–. ¿Oye, dragón, es cierto que puedes volar alrededor del
mundo en tan sólo diez segundos?
–Por supuesto –le contestó el dragón. Y dio la vuelta en diez segundos. Elizabeth
le pidió que lo hiciera de nuevo; cuando regresó estaba tan cansado que se tiró al
piso.
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Elizabeth pasó por encima del dragón y abrió la puerta de la cueva: ahí estaba el príncipe
y éste le dijo:
–¡Elizabeth! ¡Estás hecha un desastre! Hueles a ceniza, tu pelo es un asco y
vienes vestida sólo con una bolsa de papel. Ni pienses que te dejaré rescatarme en esas
fachas.
Ante esto Elizabeth le dijo:
–Tu ropa es muy elegante y estás muy bien peinado, en verdad pareces un verdadero
príncipe, pero en realidad eres...

¿Qué le diría la princesa al príncipe Ronaldo? ¿Cómo seguirá esta historia? Ustedes pueden
buscar el libro, para saberlo. O pueden inventarle el final que quieran.

Robert Munsch, ¡Tiemblen, dragones!, Juan Gedovius, ilus. México, SEP-Castillo, 2005.

103. El valor del agua


Sin agua, muchas industrias no podrían sobrevivir. Las fábricas la necesitan para convertir
la materia prima en muchos de los productos que usamos, como ropa, papel, comida
y bebidas. Algunos productos, como el plástico y el acero, son productos “sedientos”,
pues se utiliza mucha agua para producirlos.
La industria puede producir contaminación de las zonas húmedas. El Parque de
Doñana, en España, tiene una de las zonas húmedas más grandes de ese país a donde
llegan millones de pájaros que emigran cada año.
En 1998, esta zona sufrió un desastre, cuando se rompió una presa de agua
contaminada por una mina de zinc, e inundó Doñana. Muchos miles de peces y aves
murieron... campos de arroz y de algodón se cubrieron de lodo negro tóxico. A pesar
de que se realizó la limpieza del área, esta zona está aún en recuperación.

En abril de 2010 una plataforma petrolera en el Golfo de México se rompió y el accidente


provocó que una enorme cantidad de petróleo contaminara las aguas del mar. Al momento de
escribir esto el daño no ha sido reparado. ¿Han seguido la noticia en los periódicos y en la
televisión?

Avelyn Davidson, El valor del agua. México, SEP-McGraw-Hill Interamericana, 2004.

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104. Joaquín y Maclovia se quieren casar

Desde que eran chamacos, Maclovia y Joaquín soñaban con casarse y hacer una familia
feliz. Ellos vivían en Guanajuato, por el tiempo en el que Francisco I.
Madero quería ser presidente.
Conforme crecieron, Maclovia y Joaquín no veían la hora de
casarse; sin embargo, aún tenían dos problemas para poder hacerlo: ni
Joaquín tenía dinero ni Maclovia sabía cocinar.
Para remediar los problemas, Joaquín decidió comenzar a
fotografiar a toda la gente que se casaba en Guanajuato y juntar lo que ganaba
en una alcancía de cochinito, mientras que Maclovia solicitó la ayuda de la
prima Felipa, quien de ser sinceros, era una muchacha fea: era de ojos muy
saltones, flaca y con los dientes de fuera. Eso no obstante, sabía cocinar muy
bien.
Joaquín trabajaba arduamente para ahorrar dinero en su cochinito y
Maclovia se esforzaba por cocinar, quien a diferencia de Joaquín no lo lograba
del todo bien. Para ello, Felipa, la fea prima, se esmeraba en compartir sus secretos de alta
cocina, para que Maclovia fuera una buena esposa, aunque en secretos preparaba una
terrible idea para separar a Maclovia de su amado Joaquín.
Felipa inventó que Joaquín había cancelado la boda para ir en busca de fama al
Distrito Federal y que Maclovia se había dado cuenta de que no lo amaba en verdad.
¡Pobre Felipa, cuántos celos de que alguien la quisiera aún con sus dientes salidos!
Felizmente, la madre de Maclovia se dio cuenta del engaño y pudo hacer que los planes de
boda continuaran entre Maclovia y Joaquín. La madre de Maclovia despachó sin más a la
fea prima arrepentida y el amor volvió a continuar, pero tristemente, casi a punto de que
Joaquín juntara hasta reventar su cochino, al tomarle una foto a dos viejos, escuchó una
voz desgarradora que gritaba: “¡Se llevan tu cochino! ¡Agarren al ratero!”
¿Qué habrá sido del cochino de Joaquín? ¿Se habrán podido casar Maclo y Joaquín? Hay que
buscar el libro para saber eso.

Francisco Hinojosa, Joaquín y Maclovia se quieren casar, Fotografías Archivo General de la Nación. México, SEP, 1987.

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105. Dinosaurios, II

¿Conoces a los velociraptor? ¿Los has visto en alguna película, los has visto cazar? Créeme,
aunque no tenía el tamaño del tiranosaurio rex, este animal, relativamente pequeño, era
temible y causaba muchos problemas a los demás.
Cazadores
Algunos de los dinosaurios carnívoros más pequeños atrapaban lagartijas y pequeños
mamíferos o huevos. Pero el tamaño de los velociraptor era mediano, y eso le
permitía atacar presas mucho mayores. Y, todavía más importante que su tamaño era su
estrategia para cazar.
¡Ataque en masa!
Cazadores tremendos, los velociraptor usaban tácticas de manada para elegir y atacar
a sus víctimas. Estos dinosaurios estaban bien equipados para matar: garras afiladas,
quijadas llenas de dientes, cuerpos ágiles, gran velocidad. Estos inteligentes dinosaurios
rodeaban a su presa y luego caían sobre ella.
Como navaja
El velociraptor tenía una garra larga y afilada en el segundo dedo de la pata trasera.
Al levantarla, la garra servía como una navaja para acuchillar a la presa. Igual que los
espolones de los gallos, pero tamaño dinosaurio.
Predador disfrazado
El velociraptor puede haber tenido color y manchas parecidos a los del jaguar. Igual
que los jaguares, se confundían con la vegetación de la selva.

David Lambert, Dinosaurios. México, SEP-CITEM, 2002.

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106. Madrigal

Ana Vio el violín a la violeta


tu fino aroma y al verla voló al jardín
perfuma la mañana; su melodía, y discreta
tu mano vuela como la vio la violeta al violín.
paloma, toma la hoja Vibró el violín con voz suave:
femenina –Vida leve del jardín,
tu vocación de porcelana vuela como vuela el
y toda gana la cadencia fina ave mi música para ti.
del aroma Y al unir su vivo aliento
que mana a la armonía sin fin,
desde tus manos. vibrar al vaivén del viento,
Ana. vio la violeta al violín.

David Chericián Fernández, “Madrigal” en El amor es un niño travieso. México, SEP-Panamericana, 2005.

107. Las glotonas

Como los gérmenes, las bacterias son muy pequeñas. Un millón de ellas sólo tendría
el tamaño de una cabeza de alfiler. Pero eso no significa que sean un enemigo fácil
de combatir. Pueden ser realmente poderosas porque son unas grandes comelonas, a
pesar de que no tienen ni boca ni estómago.
Para comer, cada bacteria nada en los líquidos de tu cuerpo y absorbe la comida y los
nutrientes disueltos, mediante agujeros en su piel, de la misma manera en que una
esponja absorbe algún líquido que se cae. Luego sigue nadando para buscar más comida.
Algunas bacterias incluso liberan venenos, o toxinas, que matan a una pequeña parte
de tu cuerpo. Las toxinas descomponen esa parte en pedazos más pequeños que pueden
absorber junto con otros nutrientes.

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Las bacterias dentro de ti pueden causar toda clase de problemas. Las inflamaciones
de la garganta, la infección de oídos y la tosferina son causadas por bacterias, al igual que
el tétanos, la tuberculosis y la neumonía bacteriana.
Tu cuerpo podría lidiar con algunas bacterias. El problema es que estos gérmenes son
fantásticos para multiplicarse. Cada bacteria se hace más grande y, aproximadamente
cada 20 minutos, se divide en dos. Cada una de esas mitades crece y se divide. Luego las
cuatro se convierten en ocho, las ocho en dieciséis, y así sucesivamente, hasta que tan
sólo ocho horas más tarde, tu cuerpo tienen cerca de 17 millones de estas pequeñas
enemigas contra las cuales luchar.

Todos alguna vez hemos sido atacados por microorganismos de esta clase. Y seguramente la
hemos pasado bastante mal. Por eso es tan importante cuidar nuestro cuerpo y evitar que las
bacterias nos agredan.

Trudee Romanek, “Las glotonas” en ¡Achuuuú! México, SEP-Planeta, 2007.

108. La camella bailarina

La camella no pensaba en otra cosa que en ser bailarina de ballet.


–Para que todos mis movimientos sean un ejemplo de gracia y belleza –decía la camella–.
Ése es mi único deseo.
Practicaba una vez y otra sus piruetas, sus relevés y sus arabescos. Repetía las cinco
posiciones básicas cien veces al día. Ensayó muchos meses bajo el sol abrasador del
desierto. Tenía los pies destrozados y el cuerpo dolorido por la fatiga, pero ni una sola vez
pensó en desistir.
Por fin, se dijo: «Ahora soy bailarina.» Anunció un recital y bailó ante un grupo de
camellos amigos y de críticos. Cuando terminó su actuación, se deshizo en una reverencia.
No hubo aplausos.
–Debo decirle con toda franqueza –dijo un miembro del público–, como crítico y como
portavoz de este grupo, que es usted cachetuda y jorobada, grandota y desmañada. No es
usted, como el resto de nosotros, otra cosa que un camello. Nunca ha sido ni será una
bailarina de ballet.

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Entre risitas y burlas, la concurrencia se disolvió por las arenas del desierto.
«¡Qué equivocados están! –se dijo la camella–. He trabajado duro. No cabe duda de que
soy una magnífica bailarina. Bailaré y bailaré, sólo para mí.
Así lo hizo, y disfrutó muchos años.
Quien se quiere a sí mismo es feliz.

Arnold Lobel, “La camella bailarina” en Fábulas. México, SEP- Celistía, 2006.

109. Mis zapatillas

Tengo una zapatilla Ahuecan sus cabellos,


verde y una zapatilla colocan una flor entre sus senos
roja. y atisban de reojo
La roja vino de la el caminar de los
montaña, la verde nació bajo zapatos presurosos:
la cama, chas, chas, chas, chas;
y cuando están en la ventana preocupados,
parecen dos damiselas chis, chas, chis, chas, chis, chas;
románticas que oyeran el sonido agobiados,
del arpa. plon, plon, plon, plon, plon, plon;
–¡Contra! –dice la zapatilla verde– distraídos,
me gustaría oír una rima de Bécquer ras, ras, ras, ras, ras, ras, ras;
recitada con mucha emoción. buscando el zapato enamorado
–Yo prefiero a Campoamor que les envíe una larga mirada
que era un tío con toda la barba. que estremezca su corazón infatuado
Bécquer sólo tenía perilla, y llene de sueños su almohada.
para ser macho parece una zapatilla.
Ya lanzan sus suspiros al viento
apartando de su frente las nubes

Antonio Fernández Molina, “Mis zapatillas” en Aroma de galletas, poemas y cuentos. México, SEP-Exlibris, 2003.

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110. ¿Cómo se forman las caries?

La respuesta loca del Doctor Quenó


Los dientes le tienen pánico a los dulces.
Cuando se pone un dulce demasiado cerca de un diente, éste se pone de color negro
para darle miedo.
Así es como se forman las caries.
La respuesta exacta del doctor Quesí
En cada comida, los restos de alimentos se depositan en los dientes, estos restos
se acumulan unos sobre otros.
En la boca hay microbios que se alimentan de estos restos. Transforman el azúcar que
contienen los restos de alimentos en ácido, un producto químico que daña los dientes.
El ácido hace un agujero en el diente y los microbios se meten ahí: es la caries.
Cuanto más profundo sea el agujero, más dañina será la caries. Por eso hay que eliminar
los restos de comida lavándose los dientes.
Gracias doctor Quesí. Ahora entiendo.
Los aciertos del doctor Quesí (no hay quien lo pare)
Cuando se masca algo, los alimentos que se acumulen en los dientes se van más
fácilmente. Por tanto, es cierto que los chicles limpian algo los dientes. Pero hay que
tener cuidado, porque los chicles con azúcar no son buenos para luchar contra la caries.
Cuando se tiene una caries es necesario curar el diente. El dentista debe quitar
primero todos los microbios. Para eso, raspa el diente en la zona donde está dañado,
haciendo un agujero. Luego debe rellenar el agujero, porque si no podrían meterse en él
nuevos microbios.

Paul Martin et al., “¿Cómo se forman las caries?” en Los porqués de la salud. México, SEP-SM, 2007.

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111. El Sol es nuestra estrella

El Sol es una estrella como cualquier otra de los millones de estrellas que hay en el cielo.
Pero es la estrella más próxima a la Tierra. Sin el calor y la luz del Sol no podríamos vivir
en la Tierra.
Los caprichos del Sol
Cada once años, el Sol se cubre de manchas oscuras y sufre numerosas y violentas
erupciones. A veces, la fuerza de esas erupciones interrumpe nuestras comunicaciones
por satélite o por radio. Pero el sol siempre termina por calmarse de nuevo. Poco a poco,
su cuerpo incandescente se va volviendo liso, sin marcas.
El Sol, ¿desaparecerá algún día?
Sí, pero no se preocupen; no será antes de cinco mil millones de años.
¿Qué ocurrirá?
Primero crecerá y se tragará a Mercurio, Venus e incluso la Tierra. Un buen rato
antes, por supuesto, hará demasiado calor en este planeta como para que la vida pudiera
seguir existiendo.
¿Y después?
El Sol se irá encogiendo hasta que llegue a ser tan pequeño como un planeta.

Ana Alter, “El Sol es una estrella” en El Universo. México, SEP-VOX, 2002.

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112. Picasso para niños

Mi nombre es Pablo y nací en la ciudad española de Málaga en 1881. Desde pequeño


me gustó la pintura y mi padre, pintor y profesor de arte, guió mis primeros pasos. Los
toros y las palomas, que eran sus pasiones, poblaron los dibujos de mi infancia. Estudié
arte en Barcelona y en Madrid, en España, pero la formación académica nunca me
entusiasmó... Mi sueño era conocer París...
Llegué junto con un amigo al bullicioso París en 1900. ¡Había tanto que aprender! Por
desgracia, su repentina muerte me llenó de tristeza y, buscando un color que expresara
mi dolor, comencé a pintarlo todo de azul.
Al poco tiempo me enamoré, me quedé a vivir
definitivamente en París y empecé a pintarlo todo color de rosa.
Hacia 1935, mi mundo estaba lleno de guerras y
aislamiento... un nuevo cambio llegaría a mi vida.
Por entonces pintaba los rostros y las figuras humanas tan
distorsionadas que parecían monstruos. Pero también descubrí un
nuevo mundo de la mano de mis hijos y mientras inventaba juegos
para ellos ¡empecé a dibujar como un niño! ¡Y las palomas y los
toros, como en mi infancia volvieron a ser el centro de mis dibujos!
Ahora que ya conoces mis pinturas, ¿Qué dices, te gustan? Perdón, olvidé decirte mi
nombre completo, yo soy Pablo Picasso, uno de los más importantes pintores del mundo.

¿Ustedes pitan? Todos podemos pintar, y debemos hacerlo, porque esa es una manera de
expresar nuestras emociones.

Marina García, Picasso para niños. México, SEP-Libros del Zorro Rojo, 2004.

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113. El rey del desierto


Cuentan por ahí que un grupo de animales se reunió en medio del desierto para organizar
un concurso. Allí estaban un águila, un juancito,
una iguana, una tarántula, una culebra y un
camaleón; todos tan ansiosos que nadie paraba
de hablar, hasta que el águila se subió a un
sahuaro y les dijo:
–¡Ey, animales! Vamos a iniciar el concurso. Veremos quién es el más listo, cuando yo dé
la orden, todos corren a esconderse, luego los voy a buscar y al que encuentre al
último será el ganador.
–¿Y cuál va a ser el premio? –preguntó la iguana.
–Una corona –contestó el juancito–. El ganador la llevará para siempre, así todos
sabremos que por ser el más listo, es el rey del desierto.
Así, el águila les dijo:
–Voy a cerrar los ojos y a contar hasta diez. Luego empezaré a buscarlos.
¡Uno, dos, tres..!
Todos los animales corrieron a esconderse donde según ellos nadie los encontraría. Unos
hacían hoyos en la arena, otros detrás de las biznagas y otros entre las piedras. Por fin el
águila terminó de contar y comenzó a buscar; a la primera que encontró fue a la culebra.
–¡Ya te vi culebra, sal de ahí!
–¡Ay, no! Por favor, deja que me vuelva a esconder. ¡Todos van a decir que soy una
mensa! –gritó la culebra.
–Ni modo, ya perdiste –le contestó el águila y siguió buscando a los demás.
Así encontró a la iguana trepada en una piedra, al juancito en un hoyo y a la
tarántula entre las biznagas.
–Bueno –dijo el águila– como la tarántula fue la última en aparecer es la ganadora.
Todos aplaudieron y estuvieron de acuerdo, menos la culebra. Iban a ponerle la corona a
la tarántula cuando de pronto se escuchó un silbido.
–A mi ni me vean! –dijo la culebra–. Seré envidiosa pero no sé chiflar...
–¡Oigan, aquí falta alguien! –interrumpió el juancito ¿Dónde está el camaleón?

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–¡Sí, es cierto! ¿Dónde estará? –se preguntaron unos a otros.


–¡ Fiiiiuu! –chifló el camaleón– Aquí estoy, en medio de ustedes.
–¿Pero, como le hiciste? –le dijo la tarántula.
–Lo único que hice fue quedarme parado y como vi que todos se escondieron muy rápido
me dio tanta vergüenza que empecé a ponerme de varios colores, hasta que me quedó del
color de la tierra.
–¡Ah no! –protestó la culebra– Él no puede ser el ganador, aunque haya aparecido al
último, ni siquiera buscó dónde meterse.
–¡Sí, sí! No se vale! –gritaron los otros animales.
–¡A ver, silencio! –dijo el águila– Como nadie está conforme, que el camaleón nos
demuestre cómo le hizo, así veremos si le corresponde el triunfo o no.
Entonces, todos los animales se pusieron muy contentos y en sus meras narices vieron
cómo desapareció el camaleón.
–¡Ohhh!¡Ahh! ¿Dónde está? –se decían.
–Estoy en medio de ustedes. No me he movido. Fíjense, voy a abrir un ojo para que
me vean.
–¡Es cierto, allí está! –gritó la iguana muy sorprendida, mientras los demás animales
aplaudían.
–¡Guácala! –protestó la culebra – ¡Tramposos! ¡Ya no juego! Y se fue del lugar
haciendo gestos y muecas.
Desde entonces el camaleón cambia de color nada más oye o ve algo, pues teme que
la culebra quiera robarle su corona. Por el contrario, la envidiosa culebra ve a alguien y
saca la lengua, pues sigue resentida con todos los animales.

“El rey de los animales” en Jesús Paredes (Adaptador), Así cuentan y juegan en la tierra del venado, Ruth Araceli
Rodríguez, ilus. México, CONAFE, 2000.

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114. El tigre de Pablo

Pablo tenía un tigre. Era grande y rayado como el que había visto en una libreta. El tigre
era experto cazador de ratones y arañas.
En realidad era un gatito atigrado, pero como Pablo tenía
cuatro años de edad y nunca había visto un tigre, siempre
creyó que el suyo lo era. Para él, además, su gato era
enorme; una fiera temible que dormía en su cama y lanzaba
atronadores rugidos nocturnos.
El tigre se llamaba Andrés.
Pablo lo quería mucho y lloraba cuando no había carne
para él, lo que, por desgracia, era demasiado frecuente. En realidad el pobre gato sólo
había comido carne tres veces en su vida; algunos días ni siquiera le daban unos trozos de
pan o un poco de leche y, como a decir verdad, no era tan experto para sorprender
ratones como creía Pablo, Andrés estaba hambriento y flaco. Las costillas del felino salían
por su piel como navajas que amenazaban dividirlo en diferentes partes.
Pablo también comía poco. Su padre le dijo una vez que su familia era pobre y él
no entendió bien aquello, pero supo que, por alguna razón desconocida, los pobres eran
los que no comían mucho y tenían tigres hambrientos en sus camas.
Ese día era un día feliz. Sobre la mesa brillaba, como una gran lámpara encendida en el
atardecer, la botella de leche. Era día de tomar leche. Pero Pablo, a pesar de todo, miró
a Andrés e hizo un gesto de tristeza: sabía que su madre pensaba obligarlo a beber
buena parte de esa leche sin darle a Andrés siquiera unas gotas, Se imaginó lo que
sucedería con la botella: su padre y su madre tomarían una parte después de darle a
él la suya y esconderían el resto. Durante el desayuno, Andrés rondaría la mesa no
con terribles rugidos de la noche, sino con unos pequeños gemidos suplicantes, como
si fuera un animalito inofensivo y no un tigre. Pero no le darían nada.
Pablo tuvo una idea. Trepó a la silla y agarró con las dos manos la botella de leche.
Acercó el plato de Andrés y le empezó a dar la leche, hasta que el gato, que era
bastante

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pequeño, quedó inflado como un globo y se alejó caminando con dificultad para dormir la
siesta.
Cuando llegó la madre de Pablo…
¿Qué crees que sucedió en ese momento?

Eduardo Lizalde, “El tigre de Pablo” en Celebración de la palabra Eduardo Lizalde y José Emilio Pacheco para niños. México,
SEP-CNCA, 2009.

115. El murciélago

Cuando era el tiempo muy niño todavía, no había en el mundo bicho más
feo que el murciélago.
El murciélago subió al cielo en busca de Dios. Y le dijo:
–Estoy harto de ser horroroso. Dame plumas de colores.
–¡No! le contestó.
–Dame plumas, por favor, que me muero de frío.
A Dios no le había sobrado ninguna pluma y decidió quitarle una a cada ave.
Así obtuvo el murciélago la pluma blanca de la paloma y la verde del papagayo,
la tornasolada pluma del colibrí y la rosada del flamenco, la roja del penacho del cardenal
y la pluma azul de la espalda del martín pescador, la pluma de arcilla del ala del águila y
la pluma del sol que arde en el pecho del tucán.
El murciélago, frondoso de colores y suavidades, paseaba por la tierra y las nubes. Por
donde iba, quedaba alegre el aire y las aves mudas de admiración. Dicen los pueblos
zapotecas que el arcoíris nació del eco de su vuelo.
La vanidad le hinchó el pecho, Miraba con desdén y comentaba
ofendiendo. Se reunieron las aves. Juntas volaron hacia Dios.
–El murciélago se burla de nosotras –se quejaron–. Y además, sentimos frío por las
plumas que nos faltan.
Al día siguiente, cuando el murciélago agitó las alas en pleno vuelo, quedó
súbitamente desnudo. Una lluvia de plumas cayó sobre la tierra.

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Él anda buscándolas todavía. Ciego y feo, enemigo de la luz, vive escondido en


las cuevas. Sale a perseguir las plumas perdidas cuando ha caído la noche; y vuela veloz,
sin detenerse nunca, porque le da vergüenza que lo vean.

Eduardo Galeano, “El murciélago” en Mitos de Memoria del fuego. México, SEP-Anaya, 2003.

116. ¡Es contagioso!

Los virus de la gripa y el catarro se esparcen fácilmente. Digamos que tu hermana


tiene catarro. Si ella estornuda, posiblemente tú respires los gérmenes que ella acaba de
arrojar al aire. O ella puede dejar sus gérmenes en su mano al toser, y pasarlo a todo
lo que toque: llaves del lavamanos, teléfono, el ratón de la computadora, las toallas,
etcétera. Y esos gérmenes pueden sobrevivir tres horas.
Entonces, llegas tú y pones tu mano en el mismo teléfono.
Ahora, tu mano está cubierta de gérmenes de la gripa. Antes de que te des cuenta, te
has tocado los ojos y la nariz y todos esos gérmenes han entrado en ti.
La siguiente vez que sientas que vas a estornudar, usa un pañuelo desechable y lávate
las manos. O, si no tienes tiempo, tápate con la manga de tu camisa. Los gérmenes que
arrojes, morirán allí, en vez de viajar de tu mano a un teléfono y de allí a la mano de
alguien más.
¿A qué distancia puede un estornudo esparcir un germen?
Haz este experimento con diamantina para descubrirlo.
Coloca un montoncito de diamantina en la palma de tu mano y sal afuera.
Ahora, toma una fuerte inhalación y apunta tu mejor estornudo falso hacia la
diamantina. Observa hasta dónde llega.
Cuando un verdadero estornudo lanza mucosidades con toda tu fuerza, puede enviar
los gérmenes hasta una distancia de nueve metros. ¿Cómo ves?

Trudee Romanek, “Es contagioso”, en ¡Achuuuú! México, SEP-Planeta, 2007.

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117. Versos que taché en mi cuaderno

En la palma de la mano,
un libro abierto.
En la suela del zapato,
un agujero.

En una gota de tinta,


un barquito de papel.
La Luna llena me
mira dibujada en la
pared.

Entre las ramas del


árbol, el hacha del
leñador.
En los versos que taché,
canta en mayo un ruiseñor.

En México no hay ruiseñores, pero en esta poesía sí. Es muy linda. Vamos a repetirla.

Juan Carlos Martín Ramos, “Versos que he tachado en mi cuaderno” en Las palabras que se lleva el viento. México,
SEP-Everest, 2004.

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118. Mal aliento

En 1999, antes de que tú nacieras, una compañía japonesa de aparatos electrónicos


empezó a vender un pequeño aparato que puede detectar el mal aliento. Soplas en él y
mide los gases que están en tu boca y que pueden causar el mal aliento. Tan sólo en
el primer año, la compañía vendió 800,000 aparatos. ¿Qué es lo que causa este
apestoso problema del que todo mundo se quiere deshacer? Las bacterias.
Millones de bacterias en tu boca, cerca de 80 clases diferentes, se alimentan con la
comida que sobra y producen un ácido que causa agujeros, o caries, en tus dientes. Estas
bacterias también producen gases que huelen terrible. Lavarte los dientes y usar hilo
dental termina con la mayoría y de deja muy poca comida para que se alimenten las pocas
que hubieran quedado.

Así que cada vez que te dé flojera lavarte los dientes, piensa en que puedes enfermarte y en que
si tienes mal aliento nadie va a querer tenerte por allí cerca.

Trudde Romanek, “Mal aliento” en ¡Achuuuú! México, SEP -Planeta, 2007.

119. Las risas del monte

Antes de llegar al pueblo de Santiago Tuxtla, hay un montecito de donde brota un ojo de
agua fresca.
Cuando yo tenía como diez años iba con mi primo Tomás a jugar en ese lugar, el agua era
tan limpia y transparente que nos gustaba estar por mucho rato. Un día vimos a unos
jóvenes bañándose, pero con el sombrero puesto y sobre éste su ropa.
–¿Oye, por qué traes la ropa en la cabeza? –le pregunté a uno.
–Si no, se la llevan los chaneques. ¡Te dejan en cueros! –nos dijo. Ni caso le hicimos, nos
quitamos la ropa y nos metimos a jugar.

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Brincamos y nos revolcamos en la orilla del agua hasta que


quedamos arrugados como gusanos; al rato, decidimos irnos
a la casa, pues ya teníamos hambre. Nos salimos.
–¿Dónde dejaste la ropa, Tomás? –me preguntó mi primo.
–Pues allí, en esas piedras.
–No, no está, –le dije.
–¡Cómo no! –me contestó. Y ahí andamos busque y busque, pero nada, ni los zapatos.
–Pues vámonos así... –me dijo mi primo. Íbamos cuidando que nadie nos viera, en cueros
como andábamos lo que iban a pensar...
A medio monte escuchamos risas entre las plantas.
–¡Los chaneques! –gritó Tomás. Y nos echamos a correr, pero entre más aprisa íbamos,
más risas oíamos. Ya llevábamos la carne chinita del miedo, pero ni modo, así llegamos a
la casa y mi mamá nos regañó, porque según ella, nos habían robado

Jesús Pérez Ruiz, “Las risas del monte” en Jesús Paredes (adaptación), La tierra de los susurros. México, SEP-CONAFE, 2000.

120. Cinco patas en lugar de cuatro

Hace un rato que no leemos nada de animales. Ya es hora de ocuparnos de esos otros seres con
los que compartimos el planeta. Hoy vamos a conocer algo sobre las estrellas de mar.
Vean esto, vivir al revés
1. Descansan sobre las rocas. Necesitan un lugar donde adherirse a las rocas.
2. Las estrellas son depredadoras. Esto quiere decir que se comen a otros animales.
3. Cinco brazos, colocados de forma radial; es decir, los cinco salen de un centro
hacia fuera.
4. Tiene el ano en la parte superior, por arriba.
5. Tiene la boca en la parte inferior, por debajo.
¡A comer almejas!
Cuando una estrella de mar encuentra una almeja, se acerca a ella y se coloca
encima de su concha. Después, con sus potentes brazos, abre la concha de su presa,
saca el estómago, la digiere y luego se la come.
Somos acuáticos

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Las estrellas y los erizos de mar poseen un cuerpo protegido por unas placas muy
resistentes y por eso se llaman equinodermos. Tienen el cuerpo radiado, pues está
repartido en cinco brazos que salen de un centro. Andan de una manera muy curiosa, con
unas patitas muy pequeñas por donde expulsan agua constantemente y que se llaman pies
ambulacrales.
Estos animales son acuáticos y tienen una gran capacidad de regeneración; si pierden
una parte de su tubo digestivo, lo vuelven a producir de nuevo.

Xavier Marcet Soler, “Cinco patas en lugar de cuatro” en Los animales invertebrados. México, SEP-Parramón, 2007.

121. La conquista del cielo

Los griegos debieron pasar mucho tiempo contemplando el cielo, pues nos han
llegado multitud de historias de héroes que intentaron conquistarlo. Uno de ellos fue
un muchacho llamado Belerofonte, quien, con la ayuda de la diosa Atenea, capturó
un fantástico caballo volador llamado Pegaso. Con su corcel alado realizó grandes
hazañas, e incluso se propuso volar hasta el Monte Olimpo, donde vivían los dioses.
Zeus decidió darle una buena lección: envió a un moscardón para que picara a
Pegaso. El caballo se espantó y Belerofonte se precipitó al vacío. Sin embargo, Pegaso sí
alcanzó el Olimpo, donde se quedó a vivir para siempre.
Otro joven que intentó volar fue Ícaro. Su padre, Dédalo, con el que estaba preso en
la isla de Creta, construyó dos pares de alas para que tanto él como su hijo pudieran
escapar. Dédalo aconsejó a su hijo que no se acercara demasiado al Sol, pero una vez
sintió el aire bajo sus alas, Ícaro olvidó la advertencia. El sol derritió la cera que sujetaba
las plumas de las alas, e Ícaro cayó al mar y murió.
Iris era la mensajera de los dioses, y atravesaba el cielo bajando por el arco iris para
llevar mensajes del Olimpo a la tierra.

Mary Hoffman, “La conquista del cielo” en Canción de la Tierra. México, SEP-Art Blume, 2001.

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122. Dos poemitas

El viejo relojero
El pirata titulado
Ajusta cada día
la máquina del tiempo, En el brazo del pirata
ordena los segundos, nada el tatuaje de un pez.
engrasa el universo.
En la palma de la mano,
(Sobre su cabeza,
navega el barco
el péndulo viene,
el péndulo va, que nunca pudo tener.
y el silencio, Todo su cuerpo es un
mientras tanto, cromo, lleva a cuestas mil
hace tic, historias dibujadas en la piel.
hace tac.)
Su bandera desgarrada
Anclado en su taller,
sobre el pecho,
sin prisa se ha hecho
viejo, sabiendo la hora el retrato de su loro
exacta junto a un pie.
de todos sus recuerdos. Pero, ¡ay, pobre pirata!,
el mapa de su tesoro
se lo han tatuado en la espalda,
y no lo ve.

Hay gente a la que le gusta tatuarse. Y a este pirata le encanta. Voy a repetir esa poesía, para
que vean todo lo que trae encima.
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123. Los secretos del agua

–¿Sí, dígame?
–¿Sabes cómo se comunican dos ballenas que están a varios kilómetros de distancia?
Vamos a verlo con un sencillo experimento.
1. ¿Qué necesitas?
- 2 globos
- 1 mesa
- agua
2. Cómo hacerlo
– Infla un globo y átalo para que no se desinfle.
–Llena el otro globo con agua de la llave. Intenta que te quede del mismo tamaño
que el primero. Átalo también. Pon los dos globos en la mesa.
–Golpea la mesa con el dedo. Acerca el oído al globo lleno de aire y escucha
atentamente. Haz lo mismo con el globo que está lleno de agua.
¿Cómo oyes mejor el golpeteo de tu dedo?
3. Explicación
El golpeteo se oye mejor a través del globo lleno de agua.
Los sonidos llegan a nuestros oídos porque hacen vibrar el aire que nos rodea. El aire
está formado por partículas minúsculas que están muy lejos unas de otras.
Por el contrario, las moléculas de agua están muy cerca unas de otras. Por eso, en el
agua las vibraciones del sonido se transmiten mejor.
4. Aplicación
Gracias a que el agua conduce mejor los sonidos que el aire, los delfines y las ballenas
pueden comunicarse a muchísimos kilómetros de distancia. (En el aire esto sería
imposible.)

124. Frida

Frida Kahlo nació el 6 de julio de 1907, en Coyoacán, un pueblito que ahora forma parte
de México, la capital del país. Sus padres eran Guillermo Kahlo y Matilde Calderón de
Kahlo. A la edad de siete años, Frida enfermó de polio y tuvo que guardar cama
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durante nueve meses. Como resultado de esta enfermedad, quedó con una pierna más
corta que la otra y cojeaba al caminar. A los dieciocho años sufrió un terrible
accidente cuando el autobús en el que viajaba chocó con un tranvía.
Fue un verdadero milagro que sobreviviera y que fuera capaz de pintar, teniendo en
cuenta los constantes dolores que padeció durante el resto de su vida. El que sus pinturas
estén consideradas entre las más bellas y originales obras de arte es un homenaje a
su espíritu indomable y a su fuerza de voluntad. Su popularidad se hace evidente al ver
sus obras en muchos museos del mundo, en libros, en carteles y en anuncios publicitarios.
Su popularidad, que ha ido en aumento desde su muerte, ocurrida el 13 de julio
de 1954, comenzó a crecer en 1929, cuando se casó con el reconocido muralista
Diego Rivera. Sus personalidades eran atractivas y su amor especialmente intenso; su
matrimonio se considera uno de los más famosos del siglo XX.
Pero no fue solamente la unión con el célebre Rivera lo que despertó la
fascinación cada vez mayor que ejerce Kahlo sobre el público. La dolorosa historia de
su vida es motivo de inspiración para los artistas en general, quienes muchas veces
trabajan en condiciones difíciles. En particular, ha servido de modelo a las mujeres
artistas, que han encontrado en la fuerza y en el coraje de Kahlo, un ejemplo de cómo
sobresalir en un mundo dominado por los hombres.

Al igual que Sor Juana, Frida Kahlo es un buen modelo de vida: en lugar de dedicarse a
lamentar sus enfermedades, heridas y dolores, esta mujer los convirtió en maravillosas pinturas.

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125. Montañas
Algunos datos curiosos
Una montaña es una enorme mole de rocas y tierra, que se ha formado a lo largo de miles
de años. Algunas son tan altas que llegan hasta las nubes y más allá. Su cima, o sea la
parte superior, puede estar nevada durante todo el año. Otras montañas son lo bastante
bajas como para que sea posible subir y bajar de ellas en un solo día.
De hecho, se encuentran montañas en todas las zonas del mundo. Hay montañas
hasta en los océanos, debajo del agua; cuando sus picos sobresalen de la superficie del
mar, forman islas; otras montañas son volcanes, y de vez en cuando hacen erupción.
En muchas montañas hay oro, plata carbón, cobre, hierro y otros metales, o piedras
preciosas, como diamantes y ópalos. Hay personas que se dedican a buscar estos
depósitos de materiales preciosos, y hacen minas para extraer, o sacar estos minerales.
En algunos lugares, la gente tiene granjas en las montañas; allí se siembran cultivos
de altura, como el café, y todos los días se llevan a pastar las vacas y los borregos.
Otra riqueza de las montañas son los bosques. Un bosque bien cuidado, donde se
plantan y se cortan árboles cuidando que no se acaben, es tan provechoso como una mina.

Como ven, las montañas son lugares extraordinarios donde es posible explotar

Joann Early Macken, Montañas. México, SEP-Edilar, 2006.

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126. Juegos de palabras

Trabalenguas
Había una, madre godable, pericotable y tantarantable,
que tenía un hijo godijo, pericotito y tantarantijo.
Un día la madre, godable, pericotable y tantarantable,
le dijo a su hijo godijo, pericotito y tantarantijo:
–Hijo godijo, pericotito y tantarantijo,
tráeme la liebre godiebre, pericotiebre y tantarantiebre
del monte godonte, pericotonte y tantarantonte.
Así el hijo godijo, pericotito y tantarantijo,
fue al monte godonte, pericotonte y tantarantonte,
a traer una liebre godiebre, pericotiebre y tantarantiebre.

Colmos
¿Cuál es el colmo de un astrónomo? ¿Cuál es el colmo de un ecologista?
Que se enamore de una estrella... de No lavarse la cara para no ensuciar el
cine. agua.
¿Cuál es el colmo de un médico? ¿Cuál es el colmo de un honrado?
Tener una esposa llamada Dolores. Encontrar un trabajo y devolverlo.
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Retruécanos
No es lo mismo...
...un asno, que un durazno
...la tormenta se avecina, que la vecina se atormenta
...subir a tender la ropa, que la ropa tiende a subir
...un tipo apático, que un pato atípico

127. El niño y el papá

La lectura de hoy es de un texto que escribió un niño como ustedes. Se llama Hermenegildo Salas
Carrillo, tenía once años cuando lo escribió, en huichol, y vive en Nayarit. Él mismo se encargó de
traducirlo al español. Un marakamé es un chamán, un hombre sabio, que sabe curar y que
puede comunicarse con sus divinidades.

Una vez había un niño llamado Iri a quien le gustaba mucho ir a la escuela, pero un día se
enfermó y ya no pudo ir a la escuela. Su papá, llamado Mowieri, estaba preocupado
porque su hijo ya tenía días que no iba a la escuela; después lo llevó con un curandero que
lo curó, pero seguía igual.
Entonces lo llevó con el otro marakamé, que le dijo que el niño estaba muy enfermo
porque tenía que llevar las ofrendas a los lugares sagrados de Wirikuta, que así solamente
se aliviaría: si no, se moriría su hijo Iri.
Quedó pensando el papá Mowieri. Ayunaron dos semanas; el niño Iri también ayunó.
Se fueron Iri junto con su papá Mowieri, hicieron para llegar en Wirikuta dos semanas.
El niño no conocía Wirikuta, era la primera vez que iba y la primera vez que conoció
el sagrado peyote, porque así le había dicho el marakamé y. las ofrendas que llevaba las
compartió en los lugares sagrados, tal como le dijo el curandero. En los cuatro puntos
cardinales.
Así fue que, cuando comía los peyotes, quedó sorprendido porque veía cosas
raras; miraba gente que ya murieron y así se vinieron ya de regreso. El niño ya venía
más tranquilo y se sentía más aliviado de la enfermedad.
El niño y su papá llegaron a su pueblo, y su mamá y sus familiares los recibieron con
alegría, con felicidad.
Con el tiempo el niño se hizo grande, hombre de la casa y se hizo curandero
marakamé y querido de la comunidad; ayudaba a los enfermos.
Así termina este relato. Creo que la fe es lo más fuerte que tenemos, la fe puede
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sanar la vida y puede aliviar.


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128. La mariposa y el grillo. (Cuento tarahumara)

Una tarde andaba una mariposa volando cerca de unos pedregales cuando
oyó el canto de un grillo. Se acercó a la casita para platicar con él:
–No hay nada más hermoso en este mundo que ser mariposa–le dijo.
–Yo vivo muy feliz–contestó el grillo–aunque no puedo volar como tú.
–Pobre animalucho–dijo–, se siente feliz cantando y saltando.
La mariposa siguió volando en tanto caía la tarde, Al día siguiente unos niños salieron al
campo y lo primero que vieron fue una linda mariposa. Todos trataron de agarrarla.
La pobre mariposa iba de un lugar a otro sin poder escapar, y cansada de tanto volar se
paró en la ramita de un encino pequeño. Los niños la atraparon: uno la agarró por las
alitas, otro por el cuerpecito y la destrozaron.
El grillo desde su casita lo vio todo y pensó. “Siendo grillo soy más feliz que cualquier
animal”.

129. Nuestra calle tiene un problema

3 de julio
Nuestra calle tiene un problema. Se llama Paco. Su padre es de los que no deja que nadie
asome ni la nariz fuera de su casa. ¿Que quiere jugar con el balón en la calle? No puede.
¿Ir a tomar un helado? Tampoco. ¿Comprar estampas en la esquina? Ni pensarlo. Paco
parece un prisionero de guerra. Un pistolero de esos que se pasan la vida detrás de
las rejas. Nunca puede hacer nada. Se queda en casa pálido, chupándose el dedo. Da
tristeza ver a una persona así. Nosotros jugando con el balón la tarde entera y él
asomado a la ventana.

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15 de agosto
Aquí en la calle lo que nos entristece un poco es Paco. Siempre espiando allá a lo
lejos. Solito. Apachurrado. El otro día, todos platicamos. El tema fue él. Antes
pensábamos que no le caíamos bien y ahora pensamos que se muere de ganas por jugar
con nosotros. Toño dijo que teníamos que hacer algo. Mauro se acordó de que la pesadita
de Tere iba a ir de chismosa. No sé quién sugirió que fuéramos a hablar con el papá.
El papá de Paco ya es muy viejo. Debe tener casi cuarenta años. Es enojón, alto como
una garrocha, delgado, y siempre anda peinado con mucho spray. Usa lentes de fondo de
botella, corbata de moño, y tiene unos pelitos que le salen de la nariz. José Luis le dijo a
Tere que ésos no eran pelitos sino patas de una cucaracha que vivía en la nariz de su
papá. Desde esa vez, ella trata de empaparnos cuando jugamos.
Creo que el papá de Paco nació enojado y resfriado al mismo tiempo porque de día y
de noche tiene la nariz roja, se la pasa sonándose. Yo nunca lo he visto reírse.

¿Qué se podría hacer en un caso así? ¿Ir con el papá de Paco y hablarle frente a frente? ¿Quién
se atrevería?

130. El unicornio

En la Edad Media el unicornio era uno de los animales más populares: los pintores se
inspiraban en él, se labraba su esbelta figura en las puertas de los castillos, adornaba copas,
tapices y vitrales. El unicornio era un pequeño caballo blanco, ágil a veces recubierto por
uh pelaje suave y abundante, y de su frente sobresalía un cuerno en
espiral del más puro marfil.
No cualquier cazador podía atraparlo. Era necesario que una
doncella se sentase, tranquila y en silencio, en la espesura del
bosque. El unicornio quedaba cautivado y se acercaba a recibir las
dulces caricias de la dama.

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Si un joven se vestía como una muchacha y en todo se comportaba igual que una
doncella, el unicornio se aproximaba mansamente. El chiste era tratarlo con delicadeza.
Bueno, ¿y para qué quería nadie atrapar un unicornio? Pues resulta que su afilado
cuerno tenía mágicos poderes y servía de antídoto contra los peores venenos.

131. San Serafín del monte

San Serafín del monte, San Serafín del monte,


San Serafín cordero, San Serafín cordero,
yo como buen cristiano, yo como buen cristiano,
me hincaré. me pararé

San Serafín del monte,


San Serafín cordero,
yo como buen cristiano,
me sentaré.

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132. El cedacero

Este cuento que les voy a contar me lo contaron mis grandes ¡y a ellos ya se los
habían contado!
Trata de un hortelano que tenía tres hijos y una huerta muy grande donde cultivaba
toda clase de árboles frutales… todo lo que puede caber en una huerta.
Los tres niños llevaban a vender la fruta cada semana al mercado del pueblo y con lo
que ganaban vivían todos felices.
Pero ahí tienen ustedes que un día, camino del mercado, se encontró el niño mayor a
un viejecito que luego que lo vio le dijo: –Buen niño, dime, ¿qué llevas en tu costal?
Y el niño de malcriado le contestó: –¡Piedras!
–¡Pues piedras se te volverán! –le dijo el viejecito.
Y como les voy diciendo, pasó el segundo de los hijos del hortelano y como al
primero, el viejecito le preguntó: –¿Qué llevas en tu costal, buen niño?
–¿Qué he de llevar? ¡Piedras! –le contestó el niño.
–¡Pues piedras se te volverán! –le dijo el viejecito.
Pasó luego el niño menor y al preguntarle el viejecito que era lo que llevaba, el niño
le contestó:
–¡Naranjas!
–¡Pues oro se te volverán! –le dijo el viejecito– así fue, pues cuando los niños llegaron
al mercado y quisieron poner su puestecito, el niño mayor no encontró más que
piedras en su costal; lo mismo le pasó al segundo; en cambio, cuando el niño menor
abrió su costal encontró en vez de naranjas puras onzas de oro.
Entonces, ¡que cierra el costal! y coge camino para su casa.
Cuando llegaron del mercado los dos hermanos mayores, el hortelano les pidió los
centavos de la venta y los niños tuvieron que contarle el castigo que habían recibido del
viejito, por mentirosos.
Estando en esas llegó el niño menor.

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El costal que traía sonaba que parecía música y al abrirlo, para entregarle a su padre
el dinero, rodaron tantas onzas de oro que no pudieron contarlas.
Por lo que desde entonces los dos hermanos mayores quedaron muy resentidos.
Y ahí los dejamos con su sentimiento.

Una historia donde al bueno le va bien, y a los majaderos les va como en feria.

133. Mi trabajo como hada de los dientes

Les voy a contar una historia de los días en que fui un hada de los dientes. Era mi primer
trabajo y no lo hacía bien. Una noche cometí un terrible error. Todo comenzó de esta
manera…
Acababa de acurrucarme en la cama. Mi almohada estaba llena de sueños y me
preparaba para dormir profundamente cuando, ¡Talán talán! Sonó la campana de los
dientes. Nunca se sabe cuándo alguien se le va a caer un diente ni cuando un hada de los
dientes debe ir a recogerlo.
Los niños se pasan el día entero moviéndose los dientes para que se les caigan.
Un diente difícil puede mantenerse sujeto de un hilo durante días. Entonces, cuando su
dueño menos lo espera, ¡sorpresa! Se cae solo. Eso es exactamente lo que le sucedió
a un niño que se llamaba Joaquín.
Joaquín llevaba todo el día tirando de su diente. Era una paleta y las paletas son
siempre los dientes más difíciles. Pero aunque estaba casi suelta no acababa de caerse.
Sin embargo, cuando Joaquín se puso a masticar un caramelo ¡plin! Se cayó. Allí estaba, era
una buena paleta, aunque un poco pringosa.
Os sorprenderá saber que hay personas que no creen en las hadas (casi siempre
se trata de adultos). Es triste, pero es verdad. Curiosamente, los niños que dicen que
no creen en ellas cambian de opinión en cuanto de les cae un diente.
Así sucedió con Joaquín.
–¿Las hadas me traerán mucho dinero?

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–preguntó a su madre antes de irse a la cama.


–No sabía que creías en esas cosas
–contestó ella.
–Hum…bueno, sí, sí que creo –dijo Joaquín poco convencido– ¿Cuánto crees que
me traerán por mi diente?
–No mucho, con esos pegotes de caramelo que tiene –contestó su madre.
Así que Joaquín cepilló su diente hasta dejarlo reluciente. Después, lo colocó debajo
de la almohada y se quedó dormido. En ese mismo momento sonó la campana de los
dientes y yo salí corriendo a buscarlo.

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134. Viaje

La lectura de hoy es un poema de Salvador Novo, que está incluida en una antología, un libro que
tiene obras de distintos autores. Es muy cortita, pero la vamos a leer por lo menos dos veces.

Cajita de música
do, re, fa, mi, re, do,
aún está fresca la pintura.
Quise abrazar ese molino
re, mi, fa, sol...,
y el tren huyó.
Una zagala hace lo mismo
que sus ovejas y su árbol,
mi, fa, re, re, do,
porque todos son de corcho.
Y sin embargo
algún viento,
¡algún viento!
ha irritado el cristal
opaco de mis ventanillas,
re, mi, la, fa...

135. Por el caño

Espero que después de un día en el metro, en la calle o jugando con tus amigos, todos nos
lavemos las manos ¿Con qué lo hacemos? En la siguiente lectura veremos que las cosas con las
que lavamos nuestras manos todos los días no siempre son tan buenas como parecen.

Existen tantos gérmenes en la Tierra, que juntos pesan más que todos los animales y
las plantas juntos. Todo lo que tocas tiene gérmenes. No es de extrañar que tus
padres siempre te anden molestando con que te laves las manos. Si lo haces
correctamente, es una gran defensa para ti.

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Esto significa cubrir tus manos con jabón y tallar uñas, dedos, el dorso y la palma de
la mano durante al menos 30 segundos, aproximadamente el tiempo que toma cantar
Las mañanitas. El jabón y el tallar hacen que se desprendan los gérmenes de tu piel.
Ahora bien, actualmente a muchos jabones se les agregan antibacterianos, o sea
ingredientes especiales que matan a los gérmenes, en vez de tan sólo lavarlos. Eso suena
muy bien, pero, ¿será de veras bueno?
Algunos expertos dicen que lo único que necesitas para lavarte bien es un jabón
regular. Les preocupa que, cuando se usan jabones con antibacterianos los gérmenes que
sobrevivan se conviertan en “supergérmenes” a los que ya no dañen los antibacterianos ni
los antibióticos que los doctores usan para ayudar a que los pacientes se deshagan de las
bacterias.
Según estos expertos, no hacen falta jabones especiales, sino lavarse con cuidado las
manos varias veces al día. Entre otras, cuando llegamos de la calle a la casa.

136. El viaje

Había una vez un ratón que quería visitar a su madre.


Entonces se compró un coche y se puso en camino hacia casa de su madre.
Viajó, y viajó, y viajó, hasta que el coche se hizo pedazos.
Pero al lado del camino había una persona vendiendo patines.
Entonces el ratón compró dos patines y se los puso. Patinó, y patinó, y patinó, hasta
que se le cayeron las ruedas. Pero al lado del camino había una persona vendiendo botas.
Entonces el ratón compró un par de botas y se las puso. Caminó, y caminó, y caminó,
hasta que las botas tuvieron unos agujeros muy grandes. Pero al lado del camino había
una persona vendiendo tenis. Entonces el ratón compró un par de tenis. Se los puso y
corrió, y corrió, y corrió, hasta que los tenis se rompieron.

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Entonces se quitó los tenis y anduvo, y anduvo, y anduvo, hasta que le dolieron tanto
los pies que no pudo continuar. Pero al lado del camino había una persona vendiendo pies.
Entonces el ratón se quitó los pies viejos y se puso unos nuevos.
Corrió lo que le quedaba de camino hasta llegar a casa de su madre. Cuando llegó allí...

¡Qué gusto le habrá dado a la mamá ratona ver a su hijo! Pero, ¿se imaginan? ¡Andar
comprando pies! En los cuentos, en la poesía, en el teatro, todo es posible.

Arnold Lobel, “El viaje” en Historias de ratones. México, SEP-Altea, 1987.

La noche de las muñecas. Una noche de espanto en


137.
doce horas y tres suspiros

Vamos a leer un poema que puede parecer un poquito difícil, pero no lo es. Déjense llevar por las
palabras; por la impresión que nos causan.
Que los párpados no pesen,
que huya el bulto del colchón.
que no acabe la canción.
Que mañana venga pronto,
Que las sábanas no sirvan,
que olvidemos que es hoy.
que los ruidos endurezcan,
I
que los mudos oigan fuerte,
Rompe el negro en
que el día olvide su reloj.
dentelladas, apresta su aire el
Que ella no cierre la puerta,
Sol,
que ella no apague la luz.
hay que apagar las velas.
Que no voy a la cama,
Le rasgaron su vestido al cielo.
que en lo oscuro no soy
Quedan agujeros por donde el
yo.
quebrado se cuela,
Que el Sol gane la
se desinfla,
batalla sólo hoy.
tiritas a golpe de pinchazos.
En la noche no hago
Cielo roto,
falta, que la noche falte hoy.
negro cielo.
Que te quedes tú conmigo,
Hoyo blanco que te come.
que la Luna te haga trizas,
No mires allá arriba.
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Hay mucha mala blanca luz, los aparecidos salen en procesión.


hoyo luz. Y no hay alegría que valga.
Noche que ya es. La Muñeca Reina las ha clausurado
Sombras que se vienen, todas.
sueño que se va. A la Muñeca Reina le falta un
¡Aquí no duerme nadie! brazo, le sobra un diente,
Hay que mirar con cuidado, la mira un ojo.
estar atento. La Reina es muñeca que
Ojo bajo la cama. abandonaron,
Ojo espión. Desvistieron,
Hay que andarse como los tuertos. dejan sola;
II que huele a mar.
A lo oscuro le nacen pupilas sin La Muñeca está
párpados. reinando. Noche puede
En la penumbra baten algunas alas. decirse,
De noche los juguetes amanecen: viento y lluvia habrían de ser
tanto mejor si el viento canta los nombrados.
árboles, Y no hay nada por hacer.
si la lluvia moja las luces, Si acaso
si el hoyo hace que se (y como si de algo sirviera)
va. tendrías que prender una vela
En lo oscuro hay carnavales, tendrías que velar un
las arañas tiran espantasuegras, incendio.

Ana Romero, “La noche de las muñecas” en La noche de la muñeca. Una noche de espanto en doce horas y tres
suspiros. México-CONACULTA, 2008.

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138. La venganza contra el chistoso

Lo que menos le gusta a Ema de los cumpleaños son los chistes del tío Lito. Los
chistes del tío Lito son capaces de arruinarle cualquier fiesta.
Ya se sabe cómo es. Primero llega la abuela Emilia con el pastel. Después, la tía
Francisca con los mellizos, que se ponen a correr como locos de una punta a la otra de la
casa. Y en seguida llega el tío Lito con la tía Claudia Pía.
Cuando llega el tío Lito, a Ema se le cae el alma al suelo.
El tío Lito es chistoso por naturaleza. Hace chistes sin parar. Y todos se los hace
a Ema.
El primer chiste ─eso es algo que Ema sabe muy bien─, es el chiste del cachete.
El peor de todos.
De sólo pensar en el chiste del cachete Ema cierra los ojos.
─¡Holaholaholahola! ─dice el tío Lito en cuanto cruza la puerta.
Cuando dice eso, todos se ríen. (En la familia de Ema todos opinan
que el tío Lito es muy divertido. De manera que en cuanto lo ven llegar
se ríen por anticipado, a cuenta de los chistes que les va a contar y que
los harán reír durante toda la tarde.)
Después el tío Lito dice:
–Averaveraver, ¿dónde está Emita?

No parece muy chistoso el tío Lito. ¿O a ustedes les da risa lo que dice?

Graciela Montes, La venganza contra el chistoso. México-FCE, 1998.

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139. Teseo y el Minotauro

En la antigua isla de Creta, hubo un rey llamado Minos, quien estaba orgulloso de sus
hermosas ciudades, su esposa y sus hijos. Pero un día, todo cambió: su esposa dio a luz a
un monstruoso ser con cuerpo de hombre y cabeza de toro, el Minotauro.
Aquel ser horrible se refugió en los bosques y se dedicó a atacar a los viajeros en los
caminos del reino.
El rey Minos, avergonzado de su esposa e hijo, pidió al mejor de los arquitectos,
Dédalo, que construyese un sitio para encerrarlos. Dédalo construyó un laberinto del que
nadie podía salir.
Al paso de los años, uno de los hijos de Minos viajó a Grecia para participar en
unos juegos, cayó en la trampa del rey Egeo, enemigo de su padre, y murió. Entonces
Minos atacó a Egeo, lo venció y le impuso un duro castigo: cada nueve años tenía que
enviar a Creta a siete mujeres y siete hombres, para que fueran devorados por el
Minotauro.
Cada nueve años llegaba a Creta un barco con velas negras en señal de luto por
los catorce jóvenes que morirían a manos de aquel ser monstruoso.
Ariadna, la joven hija del rey Minos, contempló un día la llegada del barco. Las tristes
miradas de los jóvenes se perdían en el llanto, excepto por uno: un joven con armadura y
espada, y con un porte que le robó el corazón a Ariadna.
Cansado de sacrificar a jóvenes inocentes, había decidido enviar a su valiente hijo,
Teseo, para que diera muerte al Minotauro.
Ariadna, perdida de amor por Teseo, decidió
ayudarlo para que venciera a su monstruoso hermano,
sabiendo de antemano que al hacerlo perdería el amor
de su padre.
Teseo aceptó la ayuda de Ariadna y prometió
ser su esposo. Ariadna le aconsejó que antes de
entrar al laberinto, atara en la entrada una cuerda,
que iría desenrollando, para que después de matar al
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monstruo
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pudiera encontrar la salida.


Tras mucho esperar, Ariadna vio salir vencedor a Teseo, y en el barco con velas
negras huyeron del rey Minos y de Creta.

Cuando llegaron a la casa de Teseo, en Grecia, el rey Egeo vio el barco con velas
negras y creyó que su hijo había muerto; a Teseo se le había olvidado poner velas blancas
como señal de que regresaba victorioso.
Su padre, terriblemente dolido, se arrojó al mar y desde entonces a esas aguas se les
conoce como el mar Egeo.

Cristina Gudiño Kieffer, Teseo y el minotauro. México, SEP-CONAFE, 1988.

140. Consecuencias atroces

Si no se alcanza acuerdo alguno y la temperatura del planeta aumenta en dos grados


centígrados, las consecuencias serían catastróficas.
Para empezar, el calor acabaría con el 70 por ciento de la biodiversidad –las especies
animales y vegetales–, por lo menos, lo que, sin duda alguna, sería una pérdida que a la
humanidad le saldría muy costosa, pues acabaría con muchos recursos para producir
bienes de consumo general.
Con el derretimiento de las masas de hielo, el nivel del mar llegaría a aumentar hasta
67 metros. El agua dulce se mezclaría con la salada y modificaría las corrientes marinas.
Es decir, alteraría el Gran Cinturón Transportador Oceánico, lo que, a su vez, causaría
que los océanos se convirtieran en una gran zona muerta. Se acabarían muchos nutrientes
y toda forma de vida en los mares quedaría amenazada.
Consecuentemente, la extensión de la tierra se reduciría de manera considerable. El agua
dulce escasearía, se producirían conflictos sociales por la tierra y el agua. Además, se
contaría con menos alimentos, se tendrían lugares muy fríos y otros muy calientes,
con

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lluvias excesivas o demasiado escasas, inundaciones, ventarrones, ciclones. Y lo peor,


menor protección contra todos estos fenómenos.
Además, viejas y nuevas enfermedades atacarían a un mayor número de personas.

Como ven, el calentamiento global del planeta, nuestra única casa, traería consecuencias
catastróficas. Hoy es tiempo de actuar desde los pequeños espacios. ¿Qué hacemos para evitar
que nuestro planeta muera por causa de los altos niveles de contaminación?

Luis Velazco, “Consecuencias atroces” en El Periódico Mi ambiente. México, Distrito Federal. Año 17, Número 727,
13 de diciembre 2009.

141. La gran pregunta

–¡Tú sopla fuerte! Estás aquí, en la Tierra, para festejar tu cumpleaños –le responde
el hermano.
Y el gato dice: –Viniste al mundo para ronronear. Bueno, y también porque hay
ratones.
El piloto opina: –Estás aquí para subir a besar las
nubes. La abuela: –Para que yo te pueda mimar, ¡claro
está!
El tragón: –¡Para comer y comer! Es la única razón.
La muerte: –Estás aquí para amar la vida.
El ciego: –Para aprender a confiar.
Y la mamá: –Tú estás aquí porque yo te amo.

¿Qué fue lo que preguntó esa niña o ese niño al que le responden todos esos personajes?
Fíjense bien, vamos a leer esto una vez más.

Wolf Erlbruch, La gran pregunta. México, SEP-Tecolote, 2005.

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142. El gato y el ratón

Era un gato grande


antes de marcharse.
que hacía rorró,
Salió de su escondite,
muy acurrucado
corrió por la alfombra,
en su almohadón.
y tenía miedo
Cerraba los ojos,
hasta de su sombra;
se hacía el dormido,
pero al dar la vuelta
movía la cola
oyó un gran estruendo:
con aire aburrido.
vio dos ojos grandes
Era un ratoncito
y un gato tremendo.
chiquito, chiquito,
Sintió un gran zarpazo
que asomaba el rabo
sobre su rabito,
por un agujerito;
y se echó a
desaparecía,
correr todo
volvía a asomarse
asustadito.
y daba un gritito
Y aquí acaba el
cuento de mi ratoncito,
que asomaba el morro
por un agujerito.

José Ma Plaza y Carmen Lucini, “El gato y el ratón” en Mis primeras poesías. México, SEP-Everest Mexicanas, 2003.

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143. Comidas y recetas

¿Les gustan los tamales? ¿Cuáles son sus preferidos? ¿Les gustaría probar unos diferentes?
Escuchen estas recetas y digan cuántos quieren.

Tamal de armadillo
Van al monte, lo matan, se lo llevan a la casa y le quitan el cuero. Se corta en
pedazos. Buscan las hojas de plátano, muelen el chile y jitomate. Si el armadillo está
grande, salen ciento ochenta tamales, y si está chiquito, ciento veinte.
Tamal de iguana
Quitan el cuero de la iguana; y se corta su carne en cincuenta y seis pedazos. Muelen
chile, jitomate, ajo, comino. Le echan hojas de plátano y lo ponen en la lumbre en una
cubeta. Lo dejan una hora y lo sacan.
Barbacoa de venado
Hacen un hoyo y le echan lumbre. Quitan el cuero al venado. Después lo meten en un
hoyo y le echan hoja de aguacate, sal y masa. Ya que se coció, lo sacan y lo comen.
Yo no sé ustedes, pero yo voy a seguir disfrutando de los deliciosos tamales de dulce,
rajas, mole, etcétera.

S/A, Comidas y recetas. México, SEP-CONAFE, 2002.

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144. Conozco los alimentos

No todo lo que como es igual. Hay comida que me gusta mucho. Hay otra que no me
gusta tanto, pero me la debo comer. Mi mamá dice que si como de todo, mi cuerpo
tendrá energía para funcionar bien, crecer y no enfermarse.
En la escuela, un doctor nos dio una plática sobre los distintos grupos de alimentos. Él
nos dijo que si acomodamos estos grupos en una pirámide, sabremos qué cantidad
debemos comer de cada uno.
En la parte de abajo están los alimentos que debemos comer más (pan y
cereales, azúcares y grasas, frutas y vegetales) y en la parte de arriba (productos
lácteos y proteínas) los que necesitamos menos.
El doctor también nos explicó que cada alimento es aprovechado de manera diferente
por nuestro cuerpo; por ejemplo, la sopa de pasta nos aporta
azúcares y esto sirve para que nuestro cerebro tenga energía.
Los granos con los que hacen el pan aportan fibra, la cual
ayuda al buen funcionamiento de nuestro intestino. Las frutas
y verduras son las que aportan las vitaminas y éstas nos
ayudan a sanar las heridas. La leche aporta calcio y proteínas,
ambos ayudan al crecimiento de nuestros huesos. La carne
también nos da proteína y por ello nuestro cuerpo es fuerte. Por último, el chocolate
nutre a nuestro cuerpo de grasas y azúcares, útiles para dar energía a nuestros músculos.
Siempre quiero comer lo mismo. Mis amigos Tere y Pedro son unos melindrosos.
A ella no le gustan las verduras y él sólo quiere comer dulces. Me imagino que sus
pirámides de los alimentos están chuecas e incompletas. Desde niños debemos comer
de maneta balanceada y así evitaremos enfermedades del corazón o el cáncer. A la hora
de la comida, huele rico. Me acerco a la cocina y veo lo que voy a comer. Todo se me
antoja, siento que se me hace agua la boca y me rugen las tripas. ¡Mmmh, que hambre
tengo!
¿Qué hace mi cuerpo con lo que come? Recuerdo que cuando el doctor fue a la
escuela a dar la plática, explicó que al comer, desde el primer bocado, la lengua
identifica los sabores y ayuda a descubrir algún alimento descompuesto que puede

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hacernos daño. Por medio de la digestión el cuerpo extrae de los alimentos todas las
sustancias que

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necesita para funcionar bien. Nos preparamos para la digestión desde el momento en que
percibimos el olor de la comida. También nos dijo que la boca es como un triturador de
comida. Los dientes sirven para despedazar lo que comemos y la saliva para ablandar los
alimentos.

Álvaro Osornio et al., “Conozco los alimentos” en Lo que hago con mi cuerpo. México, SEP- Santillana, 2004.

145. Cinco gatos atigrados

Cinco gatos atigrados los cinco gatos atigrados


hicieron su guarida caminaban.
en un zapato morado. Y entonces,
El zapato era el palacio de manera cruel,
del pie aterciopelado ¿el pie aprisionaba
de la princesa china a los cinco gatos atigrados?
que inventó los helados. No, por fortuna
La princesa china porque los cinco gatos
a diario caminaba eran los cinco dedos
y lo propio hacía su pie del pie aterciopelado
y con el pie en el de la princesa china
zapato y con el zapato que inventó los helados.
morado

Jairo Aníbal Niño, “Cinco gatos atigrados”, en El equipaje de la mariposa. México, SEP-Panamericana, 2003.

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146. La naturaleza es rara

El insecto de palo tiene algo en verdad especial. El insecto de palo lleva ese nombre
porque parece una ramita de árbol. A esa capacidad de confundirse con el entorno, con lo
que lo rodea, la llamamos mimetismo. Gracias a eso puede pasar totalmente inadvertido.
La planaria es un gusano con una envidiable capacidad de regeneración; si cortamos en
trocitos uno de esos gusanos, cada pedazo dará lugar a un gusano nuevo.
Las cucarachas son insectos que se alimentan de cualquier cosa que encuentren. Son
tan resistentes que aguantan radiaciones que matarían a un ser humano.
Las pulgas viven entre los pelos de los mamíferos, incluido el hombre. Las pulgas se
han hecho famosas por su increíble fuerza y llegan a saltar cien veces la altura de su
cuerpo.

Xavier Marcet Soler, “La naturaleza es rara” en Los animales invertebrados. México, SEP-Parramón, 2007.

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147. . Poemas con sol y son. Lo que dicen los colores

Cecilia Pisos es una escritora argentina y Ricardo Azevedo un compositor brasileño. Los dos
trabajan para lectores como ustedes. Vamos a leerlos.

De Cecilia, Lo que dicen los colores


Si el Y, si la
enojo es nube es negra,
rojo ¿es de nube
y el o de tierra?
brillo Y el color de la risa,
amarillo, ¿cuál es?
¿quiere decir algo El color de la pena
el marrón [el café] mirando al revés.
de aquel grillo?
El blanco
de la espuma
al blanco
de la nube
sube.
De Ricardo, Lección de biología
Planté una mata de
de la hoja nació la flor
amor en el fondo de mi
y de la flor nació el fruto.
vida.
Y el de fruto, que estaba
La semilla fue brotando.
verde, después se puso maduro.
Primero echó raíz,
Y con él yo hice un dulce,
de la raíz nació la yema,
que te di para probar,
de la yema nació el tallo,
que te di para
del tallo nació la hoja,
querer, que te di
para gustar.

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Cecilia Pisos y Ricardo Acevedo “Lo que dicen los colores” y “Lección de Biología” en Poemas con sol y son. México,
SEP-CIDCLI, 2002.
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148. El fantasma con mala suerte

Eran las doce de la noche y el fantasma dormía en su cama. Este fantasma vivía en un
desván: descansaba en el día y asustaba de noche. ¿Qué cómo lo supe yo? Muy sencillo: lo
espiaba por el ojo de la cerradura, no por el ojo de la cerradura de la puerta del desván,
sino por el ojo de la cerradura de la puerta de la imaginación.
Esa noche, igual que todas las noches, sonó el despertador y el fantasma se levantó a
la carrera. Pero... ¡oh, desgracia! Por las prisas se descuidó y pisó primero con el pie
izquierdo. "¡Noche de mala suerte!", dijo, pues como era fantasma de buena cepa, su
deber era ser supersticioso a ultranza.
Después de que pisó con el pie izquierdo, el fantasma corrió a tocar madera para librarse
del mal agüero. Tocando madera estaba cuando, miau, un gato negro apareció en la
ventana. "¡Noche de mala suerte!", volvió a decir el fantasma y pensó que no debería salir
a trabajar, pero recordó que debía pagar la renta del desván. "Ni modo, tengo que salir".
Preparó su sábana, se encomendó a todos los santos y salió a la calle.
Desde tiempo atrás tenía problemas, ya que en la ciudad era cada vez más difícil para los
fantasmas encontrar calles solitarias y a oscuras donde pasearse a gusto. Por lo tanto, él
prefería irse fuera de la ciudad a recorrer bosques y llanos.
Llegó, pues, el fantasma al campo y comenzó su recorrido. En eso estaba, cuando, entre
truenos y relámpagos, se soltó la tormenta. "Y ahora, ¿dónde me protejo del agua?"
Porque, claro, estos personajes tienen prohibido usar paraguas o gabardinas y además,
saben que es peligroso cubrirse de la lluvia bajo los árboles. ¡Ni modo!, tuvo que
emprender el camino de regreso a casa.
Entró de nuevo a la ciudad, iba el fantasma a toda carrera cuando, ¡zas!, tropezó y cayó
en un charco de agua. ¡Quedó convertido en una sopa!
¡Aaachú!, llegó al poco rato el fantasma al desván, iba bien resfriado. "Ojalá no me dé
pulmonía", pensó. Se quitó la sábana y la puso a secar, se preparó un té y tomó una
aspirina.

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Ya cuando estaba en su cama, se le ocurrió mirar el calendario y cuando vio la fecha,


se llevó un buen disgusto: ¡Era martes 13, día de descanso obligatorio! "¡Qué tarea
tan ingrata es asustar a la gente! ", pensó el fantasma.
Y yo pensé: ¡Qué mala costumbre es ser supersticioso!
Me dio tanta lástima el fantasma que hice clic, como si apagara una televisión y dejé de
espiarlo por el ojo de la cerradura de la puerta de la imaginación.
José Antonio Zambrano
http://bibliotecadigital.ilce.edu.mx/sites/litinf/costal/html/sec_53.htm

149. Nidos y guarderías

Como hace la mayoría de los reptiles, los dinosaurios ponían huevos.

Los bebés dinosaurio tenían una primera etapa de desarrollo dentro del
huevo, y terminaban de crecer después, ya fuera del cascarón. Algunos padres vigilaban y
protegían los huevos que habían puesto, porque eran cuidadosos, y otros los abandonaban
a su suerte.
Muchos dinosaurios ponían sus huevos en nidos. Algunos nidos eran simplemente
huecos cavados en la tierra, mientras otros eran construidos con lodo y ramas. Los
cascarones eran relativamente frágiles, como sucede con los de las aves y los reptiles
actuales, para que los bebés dinosaurios pudieran romperlos golpeándolos desde dentro
del huevo.
Algunos padres probablemente llevaban de comer a sus pequeños dinosaurios, como
hacen en general las aves en nuestro tiempo.
Curiosidades:
Los gentiles dinosaurios llamados Maiasaura, que significa “gran madre lagartija”,
vigilaban cuidadosamente a sus bebés por un tiempo largo después de que habían nacido,
según se ve por algunos hallazgos de los paleontólogos, quienes estudian a los animales
prehistóricoa a partir de sus restos fósiles.

¿A qué animales se parecían los dinosaurios? ¿Los puedes comparar con algunos?

David Lambert, “Nidos y guarderías” en Dinosaurios. México, SEP-CITEM, 2002.

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ANTOLOGIA DE LECTURAS

150. Adivinanzas de México

Pirámide tengo y de América soy,


en la ventana del Norte allí es donde estoy. (México)

Soy devota, y alguien dice que exagero demasiado, porque marcho por la vida siempre de
brazos cruzados. (La letra X)

En una cajita amarilla tengo un gusano sin hueso, aquel que me lo adivine
le doy un taco de queso.
(El plátano)

En el cielo me he formado blanco, redondo y helado; caigo como caniquita


y voy rodando como pelotita.
(El granizo)

Yo que te digo, tú no me entiendes:


tienes la panza llena de liendres.
(El higo)

Soy la mujer más voluble que en el mundo puede haber


tengo cuartos y no casa,
y aunque ando por todo el mundo y paso por Jerusalén
nunca puedo ser de un año, porque siempre soy de un mes.
(La luna)

Es papa y no se come, no es pájaro y vuela,


es lote y no tiene tierra; para más señas
tiene cola de trapo y anda a la greña.
(El papalote)

En medio de dos paredes blancas hay una cuenta amarilla,


el que me lo adivine comerá pan y tortilla.
(El huevo)

Un pajarito pasó por el mar, sin pico y sin nada


me vino a picar.
(El chile)

PROFR. CARLOS OTNIEL PEÑ A LARGO3 GRADO GRUPO “B”

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