Josué construyó un altar en el monte Ebal para Jehová después de la victoria sobre Hai, como Moisés había mandado. Escribió sobre piedras una copia de la ley de Moisés y todo Israel, incluyendo ancianos, funcionarios y jueces, se reunieron entre los montes Ebal y Guerizim, con seis tribus frente a cada monte, para escuchar las bendiciones y maldiciones de obedecer o desobedecer la ley.
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Josué construyó un altar en el monte Ebal para Jehová después de la victoria sobre Hai, como Moisés había mandado. Escribió sobre piedras una copia de la ley de Moisés y todo Israel, incluyendo ancianos, funcionarios y jueces, se reunieron entre los montes Ebal y Guerizim, con seis tribus frente a cada monte, para escuchar las bendiciones y maldiciones de obedecer o desobedecer la ley.
Josué construyó un altar en el monte Ebal para Jehová después de la victoria sobre Hai, como Moisés había mandado. Escribió sobre piedras una copia de la ley de Moisés y todo Israel, incluyendo ancianos, funcionarios y jueces, se reunieron entre los montes Ebal y Guerizim, con seis tribus frente a cada monte, para escuchar las bendiciones y maldiciones de obedecer o desobedecer la ley.
Josué construyó un altar en el monte Ebal para Jehová después de la victoria sobre Hai, como Moisés había mandado. Escribió sobre piedras una copia de la ley de Moisés y todo Israel, incluyendo ancianos, funcionarios y jueces, se reunieron entre los montes Ebal y Guerizim, con seis tribus frente a cada monte, para escuchar las bendiciones y maldiciones de obedecer o desobedecer la ley.
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(Josué 8:11) Todos los guerreros que estaban con él
subieron y se colocaron enfrente de la ciudad. Acamparon al
norte de Hai, con el valle entre ellos y Hai.
*** it-1 pág. 1078 Hai ***
Por lo general, Hai ha sido identificada con Khirbet et-Tell (Horvat et-Tel), lugar que conserva el significado del nombre primitivo (et-Tell significa: “El Montículo; El Montón de Ruinas”). Está a 2,3 Km. al ESE. de Betel (la moderna Beitín). No obstante, las excavaciones que se han hecho en esa localidad de 1933 a 1935 y de 1964 a 1972 atestiguan que hubo allí una ciudad grande que fue devastada alrededor del año 2000 a. E.C. y quedó deshabitada hasta alrededor de 1050 a. E.C. (según la datación arqueológica). Por ello, los arqueólogos han intentado alterar varias veces el sentido de las referencias a Hai que se encuentran en la Biblia. Sin embargo, el arqueólogo J. Simons considera inaceptable identificar a Hai con Khirbet et-Tell debido, entre otras razones, al tamaño de la ciudad (Jos 7:3) y a que no hay ningún valle ancho al N. de Khirbet et-Tell. (Jos 8:11; American Journal of Archaeology, julio-septiembre, 1947, pág. 311.) Si las fechas que presentan los arqueólogos son correctas, entonces Hai debió estar ubicada en alguna otra parte. El nombre en sí no identifica necesariamente al lugar, puesto que, como escribió sir Frederic Kenyon, “transferir un nombre de un lugar en ruinas o abandonado a otro cercano es un fenómeno común en Palestina”. (The Bible and Archæology, 1940, pág. 190.) (Josué 8:18) Jehová entonces le dijo a Josué: “Extiende hacia Hai la jabalina que tienes en la mano, porque en tus manos la entregaré”. Así que Josué extendió hacia la ciudad la jabalina que tenía en la mano. *** it-1 pág. 188 Armas, armadura *** La jabalina (heb. ki·dhóhn) tenía una punta de metal y por lo general se utilizaba como arma arrojadiza. Era más pequeña y liviana que la lanza convencional, lo que permitía sostenerla con el brazo extendido. (Jos 8:18-26.) Se acostumbraba a llevar a la espalda, en lugar de en la mano. (Josué 8:30) Fue entonces cuando Josué construyó un altar en el monte Ebal para Jehová, el Dios de Israel,
*** it-1 pág. 727 Ebal, Monte ***
También dijo que seleccionaran grandes piedras no labradas, las blanquearan con cal y las erigieran en el monte Ebal. Además, tenían que edificar un altar sobre el que presentar sacrificios a Jehová. Moisés también dijo: “Tienes que escribir sobre las piedras todas las palabras de esta ley, haciéndolas bien claras”. (Dt 27:1-8.)
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Después de la victoria de Israel en Hai, Josué cumplió las instrucciones de Moisés y edificó un altar a Jehová en el monte Ebal. Escribió sobre piedras (quizás las del mismo altar, aunque no necesariamente) “una copia de la ley de Moisés que él había escrito delante de los hijos de Israel”.
*** it-1 pág. 737 Conquista israelita de la Tierra Prometida
*** Ebal/Guerizim Jos 8:30-35 (Josué 8:31) tal como Moisés, el siervo de Jehová, les había mandado a los israelitas y tal como está escrito en el libro de la Ley de Moisés: “Un altar de piedras enteras, en las que no se haya usado ninguna herramienta de hierro”. Sobre él le hicieron a Jehová ofrendas quemadas y sacrificios de paz.
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Después de la victoria de Israel en Hai, Josué cumplió las instrucciones de Moisés y edificó un altar a Jehová en el monte Ebal. Escribió sobre piedras (quizás las del mismo altar, aunque no necesariamente) “una copia de la ley de Moisés que él había escrito delante de los hijos de Israel”.
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También dijo que seleccionaran grandes piedras no labradas, las blanquearan con cal y las erigieran en el monte Ebal. Además, tenían que edificar un altar sobre el que presentar sacrificios a Jehová. Moisés también dijo: “Tienes que escribir sobre las piedras todas las palabras de esta ley, haciéndolas bien claras”. (Dt 27:1-8.) (Josué 8:32) Entonces escribió allí en las piedras una copia de la Ley que Moisés había escrito delante de los israelitas.
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Después de la victoria de Israel en Hai, Josué cumplió las instrucciones de Moisés y edificó un altar a Jehová en el monte Ebal. Escribió sobre piedras (quizás las del mismo altar, aunque no necesariamente) “una copia de la ley de Moisés que él había escrito delante de los hijos de Israel”.
*** it-1 pág. 727 Ebal, Monte ***
También dijo que seleccionaran grandes piedras no labradas, las blanquearan con cal y las erigieran en el monte Ebal. Además, tenían que edificar un altar sobre el que presentar sacrificios a Jehová. Moisés también dijo: “Tienes que escribir sobre las piedras todas las palabras de esta ley, haciéndolas bien claras”. (Dt 27:1-8.) (Josué 8:33) Todo Israel, sus ancianos, los funcionarios y sus jueces estaban de pie a los dos lados del Arca, enfrente de los sacerdotes levitas que llevaban el arca del pacto de Jehová. Allí estaban tanto los residentes extranjeros como los naturales del país. La mitad de ellos estaba enfrente del monte Guerizim y la otra mitad enfrente del monte Ebal (tal como había mandado Moisés, el siervo de Jehová), para que el pueblo de Israel fuera bendecido.
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Más tarde, enfrente de la congregación de Israel (con sus residentes forasteros) reunida como Moisés había mandado, Josué “leyó en voz alta todas las palabras de la ley, la bendición y la invocación de mal, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la ley”. La mitad de la congregación estaba de pie frente al monte Ebal y la otra mitad frente al monte Guerizim, y el arca del pacto y los levitas se encontraban entre los dos grupos. (Jos 8:30-35.) Las laderas del monte Ebal y del monte Guerizim proveyeron una acústica excelente para la ocasión. Es digno de mención que todos estos sucesos tuvieron lugar en las proximidades del centro geográfico de la Tierra de Promisión, cerca de donde Jehová había prometido esta tierra a Abrán (Abrahán), el antepasado de Israel. (Gé 12:6, 7.) Según la tradición judía, los levitas que estuvieron de pie entre los montes Ebal y Guerizim miraban hacia el monte Guerizim al pronunciar una de las bendiciones, a la que el pueblo congregado contestaba “¡Amén!”. Luego se dice que se volvían hacia el monte Ebal para pronunciar una de las maldiciones, a la que los reunidos en aquel lado decían “¡Amén!”. No obstante, las Escrituras no detallan el procedimiento exacto seguido en aquella notable ocasión.
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Cuando Israel cruzó el Jordán, las tribus de Rubén, Gad, Aser, Zabulón, Dan y Neftalí se pusieron “de pie para la invocación de mal en el monte Ebal”, y las demás tribus lo hicieron “para bendecir al pueblo en el monte Guerizim”. Acto seguido, se enumeraron las bendiciones que recibirían los que obedecieran la ley de Dios, así como las maldiciones que les sobrevendrían a los que la quebrantaran. (Dt 27:12-14.) Cuando se pronunciaron las maldiciones por la desobediencia, todo el pueblo tuvo que decir “¡Amén!”, es decir, “¡Así sea!”, para mostrar que estaba de acuerdo con el hecho de que los practicantes de iniquidad merecían ser condenados. (Dt 27:15-26.)
*** w97 1/2 pág. 30 Siquem, la ciudad del valle ***
Casi trescientos años después volvieron a resaltarse las consecuencias de pasar por alto las pautas teocráticas. Josué organizó en Siquem una de las asambleas más memorables de la historia de Israel. Imagínese el panorama que se contemplaba en el valle. Más de un millón de personas, entre hombres, mujeres y niños, pertenecientes a seis de las tribus de Israel, están de pie enfrente del monte Guerizim. Al otro lado del valle, aproximadamente el mismo número de personas, pertenecientes a las otras seis tribus, están enfrente del monte Ebal. Y en el fondo del valle, junto al arca del pacto y entre las dos muchedumbres de israelitas, están de pie los sacerdotes y Josué. Una escena impresionante, sin duda. (Josué 8:30-33.) Las dos montañas, que se yerguen sobre esta enorme multitud, ofrecen un marcado contraste de belleza y aridez. La parte superior del Guerizim se ve verde y fértil, mientras que la del Ebal, mayormente gris y estéril. ¿Oye usted el murmullo de entusiasmo de los israelitas mientras esperan el momento en que hable Josué? Todos los sonidos resuenan en este anfiteatro natural.
*** w96 15/6 pág. 14 párr. 11 Bendiciones o maldiciones:
la elección es nuestra *** 11 Cuando se aproximaba el final de los cuarenta años de travesía de Israel por el desierto, Moisés detalló las bendiciones que el pueblo segaría en caso de que eligiera obedecer a Dios. Enumeró asimismo las maldiciones que le vendrían si optaba por desobedecer a Jehová. (Deuteronomio 27:11–28:10.) A poco de haber entrado Israel en la Tierra Prometida, Josué cumplió el encargo de Moisés referente al pronunciamiento de bendiciones y maldiciones. Seis tribus se colocaron al pie del monte Ebal, y las otras seis se situaron frente al monte Guerizim, mientras que los levitas ocuparon el valle que se extendía en medio. Al parecer, las tribus situadas frente al Ebal respondían “¡amén!” al final de cada maldición formulada en esa dirección; las demás contestaban a las bendiciones que leían los levitas en dirección suya, hacia el Guerizim. (Josué 8:30-35.)
*** w93 15/6 pág. 6 ¿Es exacta la geografía de la Biblia?
*** Pronto se percibió la exactitud de esta promesa cuando se reunió toda la nación —hombres, mujeres, niños y residentes forasteros—, en el valle bien regado de Siquem, entre los montes Ebal y Guerizim. Seis tribus se quedaron al pie del monte Guerizim. Las otras seis se reunieron en el lado opuesto del valle, al pie del monte Ebal, para oír las bendiciones divinas que la nación recibiría si obedecía la Ley de Jehová y las maldiciones que les vendrían si no observaban la Ley divina. (Josué 8:33-35.) Pues bien, ¿había suficiente espacio para toda la nación en este estrecho valle? Y ¿cómo oyeron todos sin la ayuda de los sistemas de amplificación modernos? Jehová Dios pudo amplificar milagrosamente las voces de los levitas. Sin embargo, no parece que este milagro fuera necesario. La acústica del valle es excepcional. “Todos los viajeros —escribió Alfred Edersheim, erudito bíblico del siglo XIX— concuerdan en dos puntos: 1. Que no debió haber ninguna dificultad en oír claramente desde Ebal y Guerizim cualquier cosa que se dijera en el valle. 2. Que en estas dos montañas había suficiente terreno para que todo Israel estuviera de pie.” Otro erudito bíblico del siglo XIX, William Thomson, explicó su experiencia en aquel valle en el libro The Land and the Book: “He gritado para oír el eco, y he imaginado cómo debió ser cuando los levitas proclamaron con fuerte voz [...] ‘Maldito es el hombre que hace una imagen tallada, cosa detestable a Jehová.’ Y luego el clamoroso AMÉN de la gran congregación, diez veces más fuerte, elevándose en crescendo y resonando de Ebal a Guerizim y de Guerizim a Ebal”. (Compárese con Deuteronomio 27:11-15.)
Dios serviremos” *** Erigió un altar de piedras enteras en el monte Ebal, y cumplió allí con el mandamiento que decía: “Tienes que sacrificar sacrificios de comunión y comerlos allí, y tienes que regocijarte delante de Jehová tu Dios”. Se levantaron otras piedras como monumento; fueron blanqueadas con cal, y sobre ellas se escribieron las palabras de la Ley. Entonces las tribus fueron divididas: un grupo de pie en el monte Guerizim “para bendecir al pueblo”, y el otro “para la invocación de mal en el monte Ebal”. Levantando la voz los levitas pronunciaron las maldiciones por la desobediencia, y todo el pueblo respondió: “¡Amén!”. Entonces se pronunciaron las bendiciones por la obediencia. Pero ¡ay para Israel si no ‘ponía por obra todas las palabras de la ley ni temía al nombre glorioso e inspirador de temor de Jehová Dios’! (Josué 8:32-35.) 3 ¿Continuó Israel obedeciendo ‘las palabras de la ley’? A pesar de las constantes y repetidas exhortaciones de Moisés, y posteriormente de Josué, aquel pueblo fracasó miserablemente. ¡Qué clara y vigorosa lección nos provee esto hoy día! A pesar de las advertencias continuas, siempre hay quienes piensan que pueden burlarse de los requisitos de Dios, ‘obrar por su cuenta’, y aún así sobrevivir. ¡Qué insensatez! Refiriéndose a las experiencias que habían tenido los israelitas, Pablo declaró: “El que piensa que está de pie, cuide para que no caiga”. (1 Corintios 10:12; Eclesiastés 2:13.) 4 Dentro del pueblo de Dios algunos han criticado las advertencias que se han dado, y dicen que se cansan de escuchar las mismas cosas vez tras vez. Pero a menudo estos son los primeros que caen en una trampa de Satanás. El libro bíblico inspirado de Deuteronomio (en hebreo Mish·neh’ hat·to·ráh, que significa: “Repetición de la Ley”) consta principalmente de cuatro discursos pronunciados por Moisés; estos le aclaraban bien a Israel que tenía que obedecer las leyes de Jehová declaradas previamente. Para advertir en cuanto a la desobediencia y las “maldiciones” resultantes, Moisés empleó más de cuatro veces la cantidad de palabras que usó para relatar las “bendiciones”. En el monte Ebal, Josué advirtió nuevamente a Israel que tenía que obedecer. (Josué 8:34) Después de eso, él leyó en voz alta todas las palabras de la Ley, las bendiciones y las maldiciones, de acuerdo con todo lo que está escrito en el libro de la Ley.
*** it-1 pág. 727 Ebal, Monte ***
Más tarde, enfrente de la congregación de Israel (con sus residentes forasteros) reunida como Moisés había mandado, Josué “leyó en voz alta todas las palabras de la ley, la bendición y la invocación de mal, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la ley”. La mitad de la congregación estaba de pie frente al monte Ebal y la otra mitad frente al monte Guerizim, y el arca del pacto y los levitas se encontraban entre los dos grupos. (Jos 8:30-35.) Las laderas del monte Ebal y del monte Guerizim proveyeron una acústica excelente para la ocasión. Es digno de mención que todos estos sucesos tuvieron lugar en las proximidades del centro geográfico de la Tierra de Promisión, cerca de donde Jehová había prometido esta tierra a Abrán (Abrahán), el antepasado de Israel. (Gé 12:6, 7.) Según la tradición judía, los levitas que estuvieron de pie entre los montes Ebal y Guerizim miraban hacia el monte Guerizim al pronunciar una de las bendiciones, a la que el pueblo congregado contestaba “¡Amén!”. Luego se dice que se volvían hacia el monte Ebal para pronunciar una de las maldiciones, a la que los reunidos en aquel lado decían “¡Amén!”. No obstante, las Escrituras no detallan el procedimiento exacto seguido en aquella notable ocasión. *** w97 1/2 págs. 30-31 Siquem, la ciudad del valle *** Durante las horas que le toma a Josué leer ‘el libro de la ley de Moisés’, entre cuatro y seis, el pueblo también toma parte en la ocasión. (Josué 8:34, 35.) Por lo visto, los israelitas que están enfrente del Guerizim dicen amén después de cada una de las bendiciones, mientras que el amén de los que están enfrente del Ebal destaca cada una de las maldiciones. La aridez del monte Ebal quizá sirva para recordar al pueblo los desastrosos resultados de la desobediencia. “Maldito es el que trata con desprecio a su padre o a su madre”, advierte Josué. Más de un millón de voces responden al unísono: “¡Amén!”. Josué espera a que se apague el eco de la atronadora respuesta antes de continuar: “Maldito es el que mueve hacia atrás el hito de su semejante”. Una vez más, las seis tribus, acompañadas de muchos residentes forasteros, gritan: “¡Amén!”. (Deuteronomio 27:16, 17.) Si hubiéramos estado presentes, ¿habríamos olvidado alguna vez aquella reunión celebrada entre las montañas? ¿No se nos habría grabado indeleblemente en la memoria la necesidad de ser obedientes?
*** w93 15/6 pág. 6 ¿Es exacta la geografía de la Biblia?
*** Pronto se percibió la exactitud de esta promesa cuando se reunió toda la nación —hombres, mujeres, niños y residentes forasteros—, en el valle bien regado de Siquem, entre los montes Ebal y Guerizim. Seis tribus se quedaron al pie del monte Guerizim. Las otras seis se reunieron en el lado opuesto del valle, al pie del monte Ebal, para oír las bendiciones divinas que la nación recibiría si obedecía la Ley de Jehová y las maldiciones que les vendrían si no observaban la Ley divina. (Josué 8:33-35.) Pues bien, ¿había suficiente espacio para toda la nación en este estrecho valle? Y ¿cómo oyeron todos sin la ayuda de los sistemas de amplificación modernos? Jehová Dios pudo amplificar milagrosamente las voces de los levitas. Sin embargo, no parece que este milagro fuera necesario. La acústica del valle es excepcional. “Todos los viajeros —escribió Alfred Edersheim, erudito bíblico del siglo XIX— concuerdan en dos puntos: 1. Que no debió haber ninguna dificultad en oír claramente desde Ebal y Guerizim cualquier cosa que se dijera en el valle. 2. Que en estas dos montañas había suficiente terreno para que todo Israel estuviera de pie.” Otro erudito bíblico del siglo XIX, William Thomson, explicó su experiencia en aquel valle en el libro The Land and the Book: “He gritado para oír el eco, y he imaginado cómo debió ser cuando los levitas proclamaron con fuerte voz [...] ‘Maldito es el hombre que hace una imagen tallada, cosa detestable a Jehová.’ Y luego el clamoroso AMÉN de la gran congregación, diez veces más fuerte, elevándose en crescendo y resonando de Ebal a Guerizim y de Guerizim a Ebal”. (Compárese con Deuteronomio 27:11-15.)
Dios serviremos” *** Erigió un altar de piedras enteras en el monte Ebal, y cumplió allí con el mandamiento que decía: “Tienes que sacrificar sacrificios de comunión y comerlos allí, y tienes que regocijarte delante de Jehová tu Dios”. Se levantaron otras piedras como monumento; fueron blanqueadas con cal, y sobre ellas se escribieron las palabras de la Ley. Entonces las tribus fueron divididas: un grupo de pie en el monte Guerizim “para bendecir al pueblo”, y el otro “para la invocación de mal en el monte Ebal”. Levantando la voz los levitas pronunciaron las maldiciones por la desobediencia, y todo el pueblo respondió: “¡Amén!”. Entonces se pronunciaron las bendiciones por la obediencia. Pero ¡ay para Israel si no ‘ponía por obra todas las palabras de la ley ni temía al nombre glorioso e inspirador de temor de Jehová Dios’! (Josué 8:32-35.) 3 ¿Continuó Israel obedeciendo ‘las palabras de la ley’? A pesar de las constantes y repetidas exhortaciones de Moisés, y posteriormente de Josué, aquel pueblo fracasó miserablemente. ¡Qué clara y vigorosa lección nos provee esto hoy día! A pesar de las advertencias continuas, siempre hay quienes piensan que pueden burlarse de los requisitos de Dios, ‘obrar por su cuenta’, y aún así sobrevivir. ¡Qué insensatez! Refiriéndose a las experiencias que habían tenido los israelitas, Pablo declaró: “El que piensa que está de pie, cuide para que no caiga”. (1 Corintios 10:12; Eclesiastés 2:13.) 4 Dentro del pueblo de Dios algunos han criticado las advertencias que se han dado, y dicen que se cansan de escuchar las mismas cosas vez tras vez. Pero a menudo estos son los primeros que caen en una trampa de Satanás. El libro bíblico inspirado de Deuteronomio (en hebreo Mish·neh’ hat·to·ráh, que significa: “Repetición de la Ley”) consta principalmente de cuatro discursos pronunciados por Moisés; estos le aclaraban bien a Israel que tenía que obedecer las leyes de Jehová declaradas previamente. Para advertir en cuanto a la desobediencia y las “maldiciones” resultantes, Moisés empleó más de cuatro veces la cantidad de palabras que usó para relatar las “bendiciones”. En el monte Ebal, Josué advirtió nuevamente a Israel que tenía que obedecer. (Josué 8:35) De todo lo que había mandado Moisés, no hubo ni una sola palabra que Josué no leyera en voz alta ante toda la congregación de Israel, incluidas las mujeres, los niños y los residentes extranjeros que vivían entre ellos.
*** it-1 pág. 1058 Guerizim, Monte ***
En armonía con las instrucciones que Moisés había dado, las tribus de Israel se reunieron en los montes Guerizim y Ebal bajo la dirección de Josué poco después de conquistar Hai. Allí el pueblo oyó la lectura de las bendiciones que recibirían si obedecían a Jehová y las maldiciones que les esperaban si le desobedecían. Las tribus de Simeón, Leví, Judá, Isacar, José y Benjamín estuvieron de pie enfrente del monte Guerizim. Los levitas y el arca del pacto se situaron en el valle, mientras que las otras seis tribus estuvieron de pie enfrente del monte Ebal. (Dt 11:29, 30; 27:11-13; Jos 8:28- 35.) Al parecer, las tribus situadas enfrente del monte Guerizim respondieron a las bendiciones leídas en su dirección, en tanto que las otras tribus respondieron a las maldiciones leídas en dirección al monte Ebal. Se ha sugerido que las bendiciones se leyeron frente al monte Guerizim por ser fértil y de gran belleza, en contraste con el monte Ebal, yermo y rocoso. Sin embargo, la Biblia no contiene información sobre este asunto. La Ley se leyó en voz alta “enfrente de toda la congregación de Israel, junto con las mujeres y los pequeñuelos y los residentes forasteros que andaban en medio de ellos”. (Jos 8:35.) Esta vasta multitud podía oír las palabras desde sus posiciones enfrente de cada montaña, probablemente debido, al menos en parte, a la excelente acústica de la zona. (Véase EBAL, MONTE.)
*** w00 1/10 págs. 9-10 La lectura de la Biblia, provechosa
y placentera *** Necesaria para jóvenes y mayores 6 En tiempos antiguos no existían ejemplares individuales de las Escrituras para uso personal, de modo que la lectura bíblica se realizaba ante grandes grupos. Cuando Jehová dio a Josué la victoria sobre la ciudad de Hai, este reunió a las tribus de Israel ante el monte Ebal y el monte Guerizim. Entonces, el relato dice: “Leyó en voz alta todas las palabras de la ley, la bendición y la invocación de mal, conforme a todo lo que está escrito en el libro de la ley. Resultó que no hubo ni una sola palabra de todo lo que Moisés había mandado que Josué no leyera en voz alta enfrente de toda la congregación de Israel, junto con las mujeres y los pequeñuelos y los residentes forasteros que andaban en medio de ellos” (Josué 8:34, 35). Jóvenes y mayores, nativos y residentes forasteros, tenían que grabar en el corazón y en la mente qué conducta redundaría en la bendición de Jehová y cuál acarrearía su desaprobación. La lectura regular de la Biblia nos ayudará con toda seguridad a este respecto. 7 Millones de siervos de Jehová son hoy como aquellos “residentes forasteros” en sentido espiritual. En un tiempo vivieron según las normas del mundo, pero transformaron su vida (Efesios 4:22-24; Colosenses 3:7, 8). Tienen que recordarse a sí mismos constantemente las normas de Jehová sobre el bien y el mal (Amós 5:14, 15). La lectura diaria de la Palabra de Dios los ayuda a hacerlo (Hebreos 4:12; Santiago 1:25). 8 También hay muchos “pequeñuelos” en el pueblo de Jehová a quienes sus padres han enseñado las normas divinas, pero que tienen que convencerse personalmente de la justicia de Su voluntad (Romanos 12:1, 2). ¿Cómo pueden lograrlo? A los sacerdotes y a los ancianos de Israel se les dijo: “Leerás esta ley enfrente de todo Israel a oídos de ellos. Congrega al pueblo, los hombres y las mujeres y los pequeñuelos y tu residente forastero que está dentro de tus puertas, a fin de que escuchen y a fin de que aprendan, puesto que tienen que temer a Jehová el Dios de ustedes y cuidar de poner por obra todas las palabras de esta ley. Y los hijos de ellos, que no han sabido, deben escuchar, y tienen que aprender a temer a Jehová el Dios de ustedes” (Deuteronomio 31:11-13). A los 12 años de edad, Jesús ya demostró mucho interés por entender las leyes de su Padre (Lucas 2:41-49). Posteriormente, tuvo por costumbre escuchar la lectura de las Escrituras en la sinagoga y participar en ella (Lucas 4:16; Hechos 15:21). Hoy en día, los jóvenes hacen bien en seguir el ejemplo de Jesús leyendo la Palabra de Dios diariamente y asistiendo con regularidad a las reuniones donde se lee y se estudia la Biblia. (Josué 9:2) se aliaron para luchar contra Josué e Israel.
serviremos” *** Ahora iba desarrollándose una confrontación decisiva. Jericó, la ciudad que dominaba el acceso al país, había sido destruida, tal como será devastada la religión falsa cuando comience la “gran tribulación”. Hai había caído. Pero ahora “todos los reyes que estaban del lado del Jordán en la región montañosa y en la Sefelá y a lo largo de toda la costa del mar Grande y enfrente del Líbano, los hititas y los amorreos, los cananeos, los perizitas, los heveos y los jebuseos [...] empezaron a juntarse para guerrear unánimemente contra Josué e Israel”. (Josué 9:1, 2.) Como paralelo moderno, vemos que las naciones de la Tierra se han aliado en la llamada Organización de las Naciones Unidas. Están buscando paz y seguridad para sí según sus propias condiciones, pero “se han reunido en masa como uno solo contra Jehová y contra su ungido”, el Josué Mayor. (Salmo 2:1, 2.) (Josué 9:3) Los habitantes de Gabaón también se enteraron de lo que Josué les había hecho a Jericó y a Hai.
*** it-1 pág. 737 Conquista israelita de la Tierra Prometida
*** Gabaón Jos 9:3–10:14 (Josué 9:6) Entonces se dirigieron a Josué en el campamento, en Guilgal, y les dijeron a él y a los hombres de Israel: “Hemos venido de una tierra lejana. Hagan un pacto con nosotros”.
*** it-1 pág. 737 Conquista israelita de la Tierra Prometida
*** Guilgal Jos 4:19–5:12; 9:3-6 (Josué 9:7) Pero los hombres de Israel les dijeron a los heveos: “A lo mejor viven por aquí cerca. ¿Cómo vamos a hacer un pacto con ustedes?”.
*** it-1 pág. 1173 Horeo ***
En Josué 9:7 la Septuaginta griega llama a los gabaonitas kjor·rái·on (horeos) en vez de “heveos”, pero parece que es por error, pues los gabaonitas pertenecían a una de las siete naciones cananeas dadas por entero a la destrucción, mientras que los horeos no. El texto masorético dice “heveos”. (Jos 9:22-27; Dt 7:1, 2.) (Josué 9:9) Ellos le dijeron: “Tus siervos han venido de una tierra muy lejana por causa del nombre de Jehová tu Dios, porque hemos oído hablar de su fama y de todo lo que él hizo en Egipto
*** it-1 pág. 977 Gabaón ***
Por lo tanto, después de la destrucción de Jericó y Hai, los hombres de Gabaón, que por lo visto también representaban a las otras tres ciudades heveas de Kefirá, Beerot y Quiryat- jearim (Jos 9:17), enviaron una delegación a Josué en Guilgal para pedir la paz. Los embajadores gabaonitas —con vestiduras y sandalias gastadas y con odres de vino reventados, sacos gastados y pan desmigajado y seco— se presentaron como si procedieran de una tierra distante y, por lo tanto, fuera del camino de las conquistas de Israel. Reconocieron la mano de Jehová en lo que con anterioridad les había ocurrido a Egipto y a los reyes amorreos Sehón y Og, pero sabiamente no mencionaron lo que les había pasado a Jericó y Hai, pues tales noticias no hubieran llegado a su “tierra muy distante” antes de su supuesta marcha. Los representantes de Israel examinaron y aceptaron las pruebas e hicieron un pacto con ellos para dejarlos vivir. (Jos 9:3-15.)
*** w04 15/10 pág. 18 párr. 14 “Ve de un sitio a otro en la
tierra” *** 14 Los enviados dijeron: “Es de una tierra muy distante que han venido tus siervos con respecto al nombre de Jehová tu Dios” (Josué 9:3-9). Sus ropas y alimentos parecían confirmar que venían de lejos, pero, en realidad, Gabaón estaba a unos 30 kilómetros de Guilgal [19]. (Josué 9:10) y de todo lo que les hizo a los dos reyes de los amorreos que estaban al otro lado del Jordán, el rey Sehón de Hesbón y el rey Og de Basán, que estaba en Astarot. *** it-1 pág. 977 Gabaón *** Por lo tanto, después de la destrucción de Jericó y Hai, los hombres de Gabaón, que por lo visto también representaban a las otras tres ciudades heveas de Kefirá, Beerot y Quiryat- jearim (Jos 9:17), enviaron una delegación a Josué en Guilgal para pedir la paz. Los embajadores gabaonitas —con vestiduras y sandalias gastadas y con odres de vino reventados, sacos gastados y pan desmigajado y seco— se presentaron como si procedieran de una tierra distante y, por lo tanto, fuera del camino de las conquistas de Israel. Reconocieron la mano de Jehová en lo que con anterioridad les había ocurrido a Egipto y a los reyes amorreos Sehón y Og, pero sabiamente no mencionaron lo que les había pasado a Jericó y Hai, pues tales noticias no hubieran llegado a su “tierra muy distante” antes de su supuesta marcha. Los representantes de Israel examinaron y aceptaron las pruebas e hicieron un pacto con ellos para dejarlos vivir. (Jos 9:3-15.) (Josué 9:13) Y estos odres de vino estaban nuevos cuando los llenamos, pero ahora están reventados. Y nuestra ropa y nuestras sandalias se han desgastado con el viaje tan largo que hemos hecho”.
*** it-2 pág. 518 Odre ***
Los gabaonitas le dijeron a Josué: “Estos son los odres de vino [heb. noʼ·dhóhth] que llenamos nuevos, y, ¡miren!, se han reventado” (Jos 9:13), lo que podía suceder con el tiempo debido a la presión creada por la fermentación activa del vino. (Josué 9:14) Con eso, los hombres de Israel tomaron algunas de sus provisiones, pero no consultaron a Jehová.
*** w11 15/11 pág. 8 párr. 14 “No te apoyes en tu propio
entendimiento” *** 14 Como todos somos imperfectos, nadie —ni siquiera los ancianos experimentados— debe dejar de buscar la dirección de Jehová al tomar decisiones. Pensemos en cómo actuaron Josué, sucesor de Moisés, y los ancianos de Israel cuando unos astutos gabaonitas se les acercaron en son de paz. Estos se habían disfrazado para dar la apariencia de que venían de un país distante. Sin preguntar a Jehová, Josué y sus hombres sellaron un pacto de paz con ellos. Y aunque es cierto que Jehová aprobó en última instancia aquel acuerdo, se aseguró de que para beneficio nuestro se registrara en las Escrituras el hecho de que no buscaron su dirección (Jos. 9:3-6, 14, 15). (Josué 9:15) Así que Josué acordó la paz con ellos e hizo un pacto con ellos para dejarlos con vida, y eso fue lo que los jefes del pueblo les aseguraron en un juramento.
*** it-2 pág. 576 Pacto ***
Otros pactos. a) Josué y los principales de Israel pactan con los habitantes de la ciudad de Gabaón a fin de permitirles seguir con vida. A pesar de que los cananeos habían sido maldecidos y los israelitas tenían que destruirlos, se consideraba que un pacto imponía una obligación tan ineludible que se permitió a los gabaonitas permanecer vivos; la maldición se satisfizo haciéndolos leñadores y aguadores para la asamblea de Israel. (Jos 9:15, 16, 23-27.) (Josué 9:17) Entonces los israelitas se pusieron en marcha y llegaron a las ciudades de ellos al tercer día; sus ciudades eran Gabaón, Kefirá, Beerot y Quiryat-Jearim.
*** it-1 pág. 977 Gabaón ***
Por lo tanto, después de la destrucción de Jericó y Hai, los hombres de Gabaón, que por lo visto también representaban a las otras tres ciudades heveas de Kefirá, Beerot y Quiryat- jearim (Jos 9:17), enviaron una delegación a Josué en Guilgal para pedir la paz. (Josué 9:23) De ahora en adelante serán malditos, y siempre serán esclavos que recogerán leña y buscarán agua para la casa de mi Dios”.
*** it-2 pág. 284 Maldición ***
Después del Diluvio, la primera maldición que pronunció un ser humano la dirigió Noé a Canaán, hijo de Cam, al condenarlo a ser esclavo de Sem y de Jafet. Esta maldición vio su cumplimiento mayor unos ocho siglos más tarde, cuando la nación semita de Israel conquistó Canaán. (Gé 9:25-27.) Por eso Josué dijo a los gabaonitas, descendientes de Canaán, que eran “gente maldita”, por lo que se les tuvo como esclavos. (Jos 9:23.)
*** it-2 pág. 576 Pacto ***
Otros pactos. a) Josué y los principales de Israel pactan con los habitantes de la ciudad de Gabaón a fin de permitirles seguir con vida. A pesar de que los cananeos habían sido maldecidos y los israelitas tenían que destruirlos, se consideraba que un pacto imponía una obligación tan ineludible que se permitió a los gabaonitas permanecer vivos; la maldición se satisfizo haciéndolos leñadores y aguadores para la asamblea de Israel. (Jos 9:15, 16, 23-27.)
*** g 5/12 pág. 18 La Biblia, un libro de profecías exactas.
Parte 1 *** A diferencia de los habitantes de Hazor, los gabaonitas le pidieron la paz a Josué, quien los puso a trabajar como “sacadores de agua” (Josué 9:3-7, 23). ¿Por qué les asignó esa labor? Como leemos en 2 Samuel 2:13 y Jeremías 41:12, el agua abundaba en Gabaón. Coincidiendo con el relato bíblico, la Biblia de Estudio Arqueológica comenta: “La característica más llamativa de Gabaón es, de hecho, su abundante suministro de agua: un manantial principal y siete más pequeños”. (Josué 9:27) Pero ese día Josué les impuso el deber de recoger leña y buscar agua para el pueblo y para el altar de Jehová en el lugar que él escogiera, y eso es lo que siguen haciendo hasta el día de hoy.
*** si pág. 44 párr. 13 Libro bíblico número 6: Josué ***
Con el pretexto de que son de una tierra muy distante de Canaán, entran en un pacto con Josué “para dejarlos vivir”. Cuando se descubre la treta, los israelitas cumplen con el pacto, pero hacen de los gabaonitas “recogedores de leña y sacadores de agua”, como los ‘esclavos más bajos’, y así se cumple en parte la maldición inspirada de Noé sobre Canaán, el hijo de Cam. (Jos. 9:15, 27; Gén. 9:25.)
*** Actúan con sagacidad 6 Como Rahab lo había hecho antes, otros que no eran israelitas comenzaron a mostrar interés en su supervivencia. Estos fueron los habitantes de Gabaón, una gran ciudad al norte de Jebusí o Jerusalén. Habían oído de los actos poderosos de Jehová y decidido que buscarían paz y seguridad cumpliendo con las condiciones que Jehová impusiera. ¿Pero cómo lo harían? Enviaron al campamento de Israel en Guilgal hombres que llevaban provisiones secas y desmigajadas y sacos y odres gastados, y que tenían remendadas las prendas de vestir y las sandalias. Estos hombres se acercaron a Josué y le dijeron: “Es de una tierra muy distante que han venido tus siervos respecto del nombre de Jehová tu Dios, porque hemos oído de su fama”. Al oír esto, “Josué se puso a hacer la paz con ellos y a celebrar un pacto con ellos para dejarlos vivir”. (Josué 9:3-15.) 7 Sin embargo, ¡poco tiempo después Israel se enteró de que los gabaonitas en realidad ‘vivían en medio de ellos’! ¿Cómo consideró entonces Josué su ardid? Cumplió con la promesa que les había hecho, ‘de dejar que vivieran, y que llegaran a ser recogedores de leña y sacadores de agua para toda la asamblea’. (Josué 9:16-27; compárese con Deuteronomio 20:10, 11.) 8 Es probable que muchos de los netineos que en años posteriores sirvieron en el templo de Jehová fueran descendientes de los gabaonitas.