Génesis Capítulo 2 Explicado Por Versículos

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(Génesis 2:2) Para el séptimo día, Dios ya había terminado

su obra. Y, el séptimo día, Dios se puso a descansar de toda


la obra que había estado haciendo.

*** it-1 págs. 573-574 Creación ***


Finalizado el sexto período o “día” creativo, Jehová cesó
su actividad creadora terrestre (Gé 2:2), aunque ha realizado
grandes obras de naturaleza espiritual. Por ejemplo, el
apóstol Pablo escribió: “Si alguien está en unión con Cristo,
es una nueva creación”. (2Co 5:17.)

*** it-1 pág. 572 Creación ***


Duración de los días creativos. La Biblia no especifica la
duración de cada uno de los períodos creativos. No obstante,
ya han finalizado los seis, puesto que se dijo con respecto al
sexto día (como en el caso de cada uno de los cinco
precedentes): “Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana,
un día sexto”. (Gé 1:31.) Sin embargo, esta declaración no se
hizo con respecto al séptimo día, en el que Dios procedió a
descansar, y eso daba a entender que este día no había
finalizado. (Gé 2:1-3.) Por otro lado, más de cuatro mil años
después del comienzo del séptimo día, o día de descanso de
Dios, Pablo indicó que aún se vivía en ese día. En Hebreos
4:1-11 se refirió a las palabras que había pronunciado David
tiempo atrás (Sl 95:7, 8, 11) y al pasaje de Génesis 2:2, e
instó: “Hagamos, por lo tanto, lo sumo posible para entrar en
ese descanso”. De manera que para el tiempo del apóstol, el
séptimo día había durado miles de años y todavía no había
terminado. El reinado de mil años de Jesucristo, a quien la
Biblia llama “Señor del sábado” (Mt 12:8), debe ser parte del
gran sábado o día de descanso de Dios. (Rev 20:1-6.) Así
pues, este día de descanso de Dios vería el transcurrir de
miles de años desde su comienzo hasta su culminación. La
semana de días descrita en Génesis 1:3 a 2:3, el último de
los cuales es un día de descanso o sábado, parece
corresponder con la semana en la que los israelitas dividieron
su tiempo, de la que el séptimo día también era un día de
descanso, según la voluntad divina. (Éx 20:8-11.) Y como el
séptimo día se ha extendido por miles de años, es razonable
deducir que cada uno de los seis períodos o días creativos
anteriores duró también, por lo menos, miles de años.
El hecho de que un día puede durar más de veinticuatro
horas lo indica Génesis 2:4, donde se hace referencia a todos
los días creativos como un “día”. La observación inspirada de
Pedro lo corrobora: “Un día es para con Jehová como mil
años, y mil años como un día”. (2Pe 3:8.) Decir que cada día
creativo dura, no veinticuatro horas, sino un período de
tiempo más largo —miles de años— está de acuerdo con la
realidad geológica de la misma Tierra.

*** it-2 pág. 673 Poder, Obras poderosas ***


Al final del sexto “día” creativo, Dios se puso ‘a descansar
de toda su obra que había creado con el propósito de hacer’.
(Gé 2:2, 3.) Descansó de estas obras creativas, pero su
poder no ha permanecido latente o inactivo desde entonces.
Más de cuatro mil años después de que terminase la creación
terrestre, su Hijo declaró: “Mi Padre ha seguido trabajando
hasta ahora, y yo sigo trabajando”. (Jn 5:17.)

*** it-2 págs. 704-705 Presciencia, predeterminación ***


Dios creó perfecta a la primera pareja humana, y pudo
contemplar los resultados de toda su obra creativa y ver que
todo era “muy bueno”. (Gé 1:26, 31; Dt 32:4.) En lugar de
preocuparse con un sentido de desconfianza por lo que la
pareja humana pudiera hacer en el futuro, Dios “procedió a
descansar”, dice el registro. (Gé 2:2.) Pudo hacerlo porque,
en virtud de su omnipotencia y sabiduría supremas, ninguna
acción, circunstancia o contingencia que surgiera podría
convertirse en un obstáculo insalvable o en un problema
irremediable que impidiera la realización de su propósito
soberano. (2Cr 20:6; Isa 14:27; Da 4:35.)

*** it-2 pág. 882 Sábado ***


Entrar en el descanso de Dios. Según Génesis 2:2, 3,
después del sexto día o período creativo, Dios “procedió a
descansar en el día séptimo” al cesar sus obras creativas —
mencionadas en el capítulo 1 de Génesis— con relación a la
Tierra.
En los capítulos 3 y 4 de Hebreos, el apóstol Pablo
muestra que si el pueblo judío que viajaba por el desierto
no entró en el descanso de Dios se debió a su falta de fe y
obediencia. (Heb 3:18, 19; Sl 95:7-11; Nú 14:28-35.) Los que
entraron en la Tierra Prometida acaudillados por Josué
experimentaron un descanso, pero no el descanso completo
que se disfrutará bajo el Mesías. Solamente fue un tipo o
sombra de la realidad. (Jos 21:44; Heb 4:8; Heb 10:1.) Sin
embargo, Pablo dice seguidamente: “Queda un descanso
sabático para el pueblo de Dios”. (Heb 4:9.) Por consiguiente,
toda persona obediente y que ejerza fe en Cristo puede
disfrutar del “descanso sabático” al dejar de hacer “sus
propias obras”, por medio de las cuales procuró en el pasado
demostrar su propia justicia. (Compárese con Ro 10:3.) Pablo
muestra así que el sábado o descanso de Dios aún estaba
vigente en su día y que los cristianos tenían acceso a él, todo
lo cual indica que el día de descanso de Dios se extiende por
miles de años. (Heb 4:3, 6, 10.)
*** it-2 pág. 940 Santidad ***
El día de descanso santo de Jehová. La Biblia nos
muestra que Dios procedió a descansar de sus obras
creativas hace unos seis mil años, y declaró ese séptimo “día”
como sagrado o santo. (Gé 2:2, 3.) El apóstol Pablo indicó
que este gran día de descanso de Jehová era un período de
tiempo largo, pues dijo que todavía estaba en curso, y
mencionó que los cristianos podían entrar en su descanso por
medio de fe y obediencia. Como día santo, sigue siendo un
tiempo de alivio y regocijo para los cristianos incluso en
medio de un mundo fatigado y afligido por el pecado. (Heb
4:3-10; véase DÍA.)

*** cl cap. 5 pág. 56 párr. 20 El poder creador: “el Hacedor


del cielo y de la tierra” ***
20
¿Ha dejado Jehová de ejercer su poder creador? Pues
bien, la Biblia señala que cuando terminó sus labores del
sexto día de la creación, “procedió a descansar en el día
séptimo de toda su obra que había hecho” (Génesis 2:2).
El apóstol Pablo indicó que el séptimo “día” se extiende a lo
largo de milenios, pues aún se hallaba en curso en sus
tiempos (Hebreos 4:3-6). Pero ¿implica el verbo “descansar”
que Jehová dejara por completo de realizar labor alguna? No,
pues él no deja nunca de trabajar (Salmo 92:4; Juan 5:17).
Por tanto, el citado descanso debe referirse al cese de las
labores de creación material que tenían lugar en la Tierra. Sin
embargo, ha continuado sin interrupción la obra divina de
cumplir Sus propósitos, lo que incluye inspirar las Santas
Escrituras e incluso producir “una nueva creación”, como
veremos en el capítulo 19 (2 Corintios 5:17).

*** w12 15/10 pág. 22 párr. 2 Obedezca a Dios y verá


cumplidas sus promesas ***
Tras contemplar sus creaciones, Jehová anunció el
comienzo de un séptimo día. No se refería a un día literal de
veinticuatro horas, sino a un largo período de descanso
durante el cual no ha creado más cosas en la Tierra (Gén.
2:2). Y ese “día” aún no ha terminado (Heb. 4:9, 10). La Biblia
no revela cuándo comenzó exactamente, pero fue algún
tiempo después de la creación de Eva, la esposa de Adán,
hace unos seis mil años. Ante nosotros se extiende el
Reinado de Mil Años de Jesucristo, el cual se encargará de
cumplir el propósito de Dios al crear la Tierra: que fuera un
paraíso donde los seres humanos vivieran para siempre
siendo perfectos (Gén. 1:27, 28; Rev. 20:6).

*** w01 1/10 pág. 30 Preguntas de los lectores ***


Cuando Pablo dijo que Dios descansó de su obra, se
refería, según parece, a lo que leemos en Génesis 2:2: “Para
el día séptimo Dios vio terminada su obra que había hecho, y
procedió a descansar en el día séptimo de toda su obra que
había hecho”. ¿Por qué procedió Jehová “a descansar en el
día séptimo”? Obviamente, no era porque necesitara
recuperarse “de toda su obra que había hecho”. El siguiente
versículo nos da la clave: “Dios procedió a bendecir el día
séptimo y a hacerlo sagrado, porque en él ha estado
descansando de toda su obra que Dios ha creado con el
propósito de hacer” (Génesis 2:3; Isaías 40:26, 28).
El “día séptimo” era diferente de los seis anteriores en el
sentido de que Dios lo bendijo y lo hizo sagrado, es decir, lo
apartó o dedicó para un propósito especial. ¿Cuál?
Anteriormente, Dios había revelado su propósito con respecto
a la humanidad y la Tierra. Dijo a la primera pareja: “Sean
fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla,
y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas
voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve
sobre la tierra” (Génesis 1:28). Aunque había dado a la
humanidad y al planeta un comienzo perfecto, tomaría tiempo
sojuzgar toda la Tierra y transformarla en un paraíso habitado
por una familia humana perfecta, tal como se lo había
propuesto. De modo que en “el día séptimo” descansó o dejó
de efectuar obras creativas terrestres a fin de permitir que la
creación se desarrollara según Su voluntad. Al final de este
“día”, todo lo que Dios se propuso se hará realidad. ¿Cuánto
durará ese descanso?
Al repasar las palabras de Pablo a los hebreos,
observamos que les hace notar que “queda un descanso
sabático para el pueblo de Dios”, y les insta a hacer lo sumo
posible “para entrar en ese descanso”, lo cual demuestra que
cuando escribió estas palabras aún estaba en curso “el día
séptimo” del descanso de Dios, que había empezado unos
cuatro mil años antes. Este día no terminará hasta que el
propósito divino respecto a la humanidad y la Tierra se
cumpla cabalmente al final del Reinado de Mil Años de
Jesucristo, el “Señor del sábado” (Mateo 12:8; Revelación
[Apocalipsis] 20:1-6; 21:1-4).

*** w98 15/7 págs. 14-16 párrs. 2-7 ¿Hemos entrado en el


descanso de Dios? ***
2
Jehová Dios mismo ha estado descansando. En el libro
de Génesis leemos: “Quedaron terminados los cielos y la
tierra y todo su ejército. Y para el día séptimo Dios vio
terminada su obra que había hecho, y procedió a descansar
en el día séptimo de toda su obra que había hecho”. Jehová
atribuyó un significado especial al “día séptimo”, pues el
relato inspirado sigue diciendo: “Dios procedió a bendecir el
día séptimo y a hacerlo sagrado” (Génesis 2:1-3).
Dios descansó de su trabajo
3
¿Por qué descansó Dios “el día séptimo”? Es evidente
que no lo hizo porque se sintiera cansado. Jehová posee
“abundancia de energía dinámica” y “no se cansa ni se fatiga”
(Isaías 40:26, 28). Dios tampoco procedió a descansar
porque necesitara un cambio, pues Jesús dijo: “Mi Padre ha
seguido trabajando hasta ahora, y yo sigo trabajando” (Juan
5:17). En cualquier caso, “Dios es un Espíritu” y no está
sujeto a los ciclos y necesidades de las criaturas humanas
(Juan 4:24).
4
¿Cómo podemos entender entonces la razón por la que
Dios descansó “el día séptimo”? Cabe destacar que Dios
bendijo específicamente “el día séptimo” y lo declaró
“sagrado”, aunque estaba muy satisfecho con lo que había
logrado durante el largo período de cada uno de los seis
‘días’ creativos anteriores. El término sagrado se aplica a lo
dedicado o destinado a la divinidad o a algún fin religioso. Por
tanto, el que Jehová bendijera “el día séptimo” y lo declarara
sagrado indicó que ese día y su “descanso” debían tener
alguna relación con su voluntad y propósito sagrados, y
no con alguna necesidad de su parte. ¿Cuál es esa relación?
5
Durante los seis ‘días’ creativos anteriores Dios
estableció y puso en funcionamiento el conjunto de ciclos y
leyes que regían la Tierra y todo lo que la rodeaba, cuyo
maravilloso diseño están descubriendo ahora los científicos.
Al final del “día sexto” Dios creó a la primera pareja humana y
la colocó en “un jardín en Edén, hacia el este”. Finalmente,
Dios declaró su propósito con respecto a la familia humana y
la Tierra con estas palabras proféticas: “Sean fructíferos y
háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla, y tengan en
sujeción los peces del mar y las criaturas voladoras de los
cielos y toda criatura viviente que se mueve sobre la tierra”
(Génesis 1:28, 31; 2:8).
6
Antes de que terminara el “día sexto” de la creación, el
relato nos dice: “Vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!,
era muy bueno” (Génesis 1:31). Dios estaba satisfecho con
todo lo que había hecho. De modo que descansó, o cesó, de
su obra creativa con respecto a la Tierra. El jardín paradisíaco
era perfecto y hermoso, pero ocupaba solo una pequeña
extensión, y había en la Tierra únicamente dos criaturas
humanas. Tenía que pasar tiempo hasta que la Tierra y la
familia humana alcanzaran el estado que Dios se había
propuesto. Por esta razón designó un “día séptimo” en el que
todo lo que había creado en los seis ‘días’ precedentes
prosperaría según su santa voluntad (compárese con Efesios
1:11). Al final del “día séptimo”, la Tierra sería un paraíso
mundial en el que habitaría eternamente una familia de seres
humanos perfectos (Isaías 45:18). Dios separa “el día
séptimo”, es decir, lo dedica a la realización y cumplimiento
de Su voluntad con respecto a la Tierra y la humanidad. En
ese sentido es “sagrado”.
7
De modo que Dios descansó de su obra creativa en “el
día séptimo”. Es como si se detuviera y permitiera que todo lo
que había puesto en marcha siguiera su curso. Tenía
completa confianza en que al terminar “el día séptimo” todo
sería tal y como él se lo había propuesto. Aun si se
presentaran obstáculos, se superarían. Toda la humanidad
obediente se beneficiará cuando la voluntad de Dios se haga
una realidad completa. Nada lo impedirá, porque la bendición
de Dios está sobre “el día séptimo”, y él lo hizo “sagrado”.
¡Qué perspectiva más gloriosa para la humanidad obediente!

*** si pág. 18 Libro bíblico número 1: Génesis ***


2:2 Dios descansó el séptimo día Heb. 4:4

*** w88 1/2 pág. 6 ¿Se contradice la Biblia? ***


Luego hay el texto de Génesis 2:2, que dice que Dios
descansó “de toda su obra”. Hay un contraste con el
comentario de Jesús en Juan 5:17, de que Dios “ha seguido
trabajando hasta ahora”. Pero como lo muestra el contexto, lo
registrado en Génesis se refiere específicamente a las obras
de la creación material de Dios, mientras que Jesús se refería
a las obras de Dios relativas a Su guía divina y Su interés en
la humanidad.
(Génesis 2:3) Dios pasó a bendecir el séptimo día y a
declararlo sagrado, porque en él Dios está descansando de
toda la obra que ha creado, de todo lo que se propuso hacer.

*** it-1 pág. 310 Bendición ***


Entonces procedió a descansar, es decir, dejó de trabajar
en este respecto, bendijo el séptimo día y lo declaró sagrado,
santo. La creación humana tenía ante sí la perspectiva de
felicidad y bendiciones indefinidas. (Gé 2:3; Éx 20:11.)

*** it-1 pág. 572 Creación ***


Duración de los días creativos. La Biblia no especifica la
duración de cada uno de los períodos creativos. No obstante,
ya han finalizado los seis, puesto que se dijo con respecto al
sexto día (como en el caso de cada uno de los cinco
precedentes): “Y llegó a haber tarde y llegó a haber mañana,
un día sexto”. (Gé 1:31.) Sin embargo, esta declaración no se
hizo con respecto al séptimo día, en el que Dios procedió a
descansar, y eso daba a entender que este día no había
finalizado. (Gé 2:1-3.) Por otro lado, más de cuatro mil años
después del comienzo del séptimo día, o día de descanso de
Dios, Pablo indicó que aún se vivía en ese día. En Hebreos
4:1-11 se refirió a las palabras que había pronunciado David
tiempo atrás (Sl 95:7, 8, 11) y al pasaje de Génesis 2:2, e
instó: “Hagamos, por lo tanto, lo sumo posible para entrar en
ese descanso”. De manera que para el tiempo del apóstol, el
séptimo día había durado miles de años y todavía no había
terminado. El reinado de mil años de Jesucristo, a quien la
Biblia llama “Señor del sábado” (Mt 12:8), debe ser parte del
gran sábado o día de descanso de Dios. (Rev 20:1-6.) Así
pues, este día de descanso de Dios vería el transcurrir de
miles de años desde su comienzo hasta su culminación. La
semana de días descrita en Génesis 1:3 a 2:3, el último de
los cuales es un día de descanso o sábado, parece
corresponder con la semana en la que los israelitas dividieron
su tiempo, de la que el séptimo día también era un día de
descanso, según la voluntad divina. (Éx 20:8-11.) Y como el
séptimo día se ha extendido por miles de años, es razonable
deducir que cada uno de los seis períodos o días creativos
anteriores duró también, por lo menos, miles de años.
El hecho de que un día puede durar más de veinticuatro
horas lo indica Génesis 2:4, donde se hace referencia a todos
los días creativos como un “día”. La observación inspirada de
Pedro lo corrobora: “Un día es para con Jehová como mil
años, y mil años como un día”. (2Pe 3:8.) Decir que cada día
creativo dura, no veinticuatro horas, sino un período de
tiempo más largo —miles de años— está de acuerdo con la
realidad geológica de la misma Tierra.

*** it-2 pág. 673 Poder, Obras poderosas ***


Al final del sexto “día” creativo, Dios se puso ‘a descansar
de toda su obra que había creado con el propósito de hacer’.
(Gé 2:2, 3.) Descansó de estas obras creativas, pero su
poder no ha permanecido latente o inactivo desde entonces.
Más de cuatro mil años después de que terminase la creación
terrestre, su Hijo declaró: “Mi Padre ha seguido trabajando
hasta ahora, y yo sigo trabajando”. (Jn 5:17.)
*** it-2 pág. 882 Sábado ***
Entrar en el descanso de Dios. Según Génesis 2:2, 3,
después del sexto día o período creativo, Dios “procedió a
descansar en el día séptimo” al cesar sus obras creativas —
mencionadas en el capítulo 1 de Génesis— con relación a la
Tierra.
En los capítulos 3 y 4 de Hebreos, el apóstol Pablo
muestra que si el pueblo judío que viajaba por el desierto
no entró en el descanso de Dios se debió a su falta de fe y
obediencia. (Heb 3:18, 19; Sl 95:7-11; Nú 14:28-35.) Los que
entraron en la Tierra Prometida acaudillados por Josué
experimentaron un descanso, pero no el descanso completo
que se disfrutará bajo el Mesías. Solamente fue un tipo o
sombra de la realidad. (Jos 21:44; Heb 4:8; Heb 10:1.) Sin
embargo, Pablo dice seguidamente: “Queda un descanso
sabático para el pueblo de Dios”. (Heb 4:9.) Por consiguiente,
toda persona obediente y que ejerza fe en Cristo puede
disfrutar del “descanso sabático” al dejar de hacer “sus
propias obras”, por medio de las cuales procuró en el pasado
demostrar su propia justicia. (Compárese con Ro 10:3.) Pablo
muestra así que el sábado o descanso de Dios aún estaba
vigente en su día y que los cristianos tenían acceso a él, todo
lo cual indica que el día de descanso de Dios se extiende por
miles de años. (Heb 4:3, 6, 10.)

*** it-2 pág. 940 Santidad ***


El día de descanso santo de Jehová. La Biblia nos
muestra que Dios procedió a descansar de sus obras
creativas hace unos seis mil años, y declaró ese séptimo “día”
como sagrado o santo. (Gé 2:2, 3.) El apóstol Pablo indicó
que este gran día de descanso de Jehová era un período de
tiempo largo, pues dijo que todavía estaba en curso, y
mencionó que los cristianos podían entrar en su descanso por
medio de fe y obediencia. Como día santo, sigue siendo un
tiempo de alivio y regocijo para los cristianos incluso en
medio de un mundo fatigado y afligido por el pecado. (Heb
4:3-10; véase DÍA.)

*** w12 15/10 pág. 22 párr. 2 Obedezca a Dios y verá


cumplidas sus promesas ***
¿Podemos estar seguros de que disfrutaremos de ese
futuro tan feliz? Claro que sí, pues “Dios procedió a bendecir
el día séptimo y a hacerlo sagrado”. Eso fue una garantía de
que, sin importar los imprevistos que pudieran surgir, el
propósito de Dios se cumpliría sin falta al finalizar su día de
descanso (Gén. 2:3).

*** w11 15/7 págs. 24-25 párr. 5 ¿Qué es el descanso de


Dios? ***
Para saber cuándo termina el séptimo día, debemos tener
claro el motivo por el que Dios lo estableció. Génesis 2:3 lo
revela al indicar que el Creador “procedió a bendecir el día
séptimo y a hacerlo sagrado”. Jehová hizo santo ese día al
separarlo para un fin especial: llevar a cabo su propósito para
la Tierra. ¿Y cuál es ese propósito? Llenar el planeta de seres
humanos obedientes que cuiden de él y de todos los seres
vivos (Gén. 1:28). Ese es el objetivo con el que han “seguido
trabajando hasta ahora” tanto Jehová como Jesucristo, a
quien la Biblia llama “Señor del sábado” (Mat. 12:8). Así pues,
el gran día de descanso continuará hasta que el propósito de
Dios para la Tierra quede cumplido por completo. ¿Cuándo
sucederá esto? Al final del Reinado de Mil Años de Cristo.
*** w11 15/7 pág. 24 párrs. 1-2 ¿Qué es el descanso de
Dios? ***
EL LIBRO de Génesis explica en su primer capítulo que
Jehová pasó seis “días” —es decir, seis largos períodos de
tiempo— acondicionando la Tierra para la llegada del ser
humano. Después de la descripción de cada uno de estos
días aparecen estas palabras: “Llegó a haber tarde y llegó a
haber mañana” (Gén. 1:5, 8, 13, 19, 23, 31). Pero no ocurre lo
mismo con el séptimo. Al llegar a este punto, se indica que
“Dios procedió a bendecir el día séptimo y a hacerlo sagrado,
porque en él ha estado descansando de toda su obra que
Dios ha creado” (Gén. 2:3).
2
Estas palabras las escribió Moisés en el año 1513 antes
de nuestra era. Por lo tanto, la expresión “ha estado
descansando” nos permite deducir que, al menos hasta ese
momento, no había concluido el séptimo día, el día de
descanso de Jehová.

*** w01 1/10 pág. 30 Preguntas de los lectores ***


El siguiente versículo nos da la clave: “Dios procedió a
bendecir el día séptimo y a hacerlo sagrado, porque en él ha
estado descansando de toda su obra que Dios ha creado con
el propósito de hacer” (Génesis 2:3; Isaías 40:26, 28).
El “día séptimo” era diferente de los seis anteriores en el
sentido de que Dios lo bendijo y lo hizo sagrado, es decir, lo
apartó o dedicó para un propósito especial. ¿Cuál?
Anteriormente, Dios había revelado su propósito con respecto
a la humanidad y la Tierra. Dijo a la primera pareja: “Sean
fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra y sojúzguenla,
y tengan en sujeción los peces del mar y las criaturas
voladoras de los cielos y toda criatura viviente que se mueve
sobre la tierra” (Génesis 1:28). Aunque había dado a la
humanidad y al planeta un comienzo perfecto, tomaría tiempo
sojuzgar toda la Tierra y transformarla en un paraíso habitado
por una familia humana perfecta, tal como se lo había
propuesto. De modo que en “el día séptimo” descansó o dejó
de efectuar obras creativas terrestres a fin de permitir que la
creación se desarrollara según Su voluntad. Al final de este
“día”, todo lo que Dios se propuso se hará realidad. ¿Cuánto
durará ese descanso?
Al repasar las palabras de Pablo a los hebreos,
observamos que les hace notar que “queda un descanso
sabático para el pueblo de Dios”, y les insta a hacer lo sumo
posible “para entrar en ese descanso”, lo cual demuestra que
cuando escribió estas palabras aún estaba en curso “el día
séptimo” del descanso de Dios, que había empezado unos
cuatro mil años antes. Este día no terminará hasta que el
propósito divino respecto a la humanidad y la Tierra se
cumpla cabalmente al final del Reinado de Mil Años de
Jesucristo, el “Señor del sábado” (Mateo 12:8; Revelación
[Apocalipsis] 20:1-6; 21:1-4).

*** w89 1/8 pág. 21 párrs. 20-21 Magníficas perspectivas


para el hombre en un paraíso agradable ***
(Génesis 1:31–2:4.)
21
El relato no dice que Dios terminó su día de descanso y
vio que era muy bueno y que llegó a haber tarde y mañana,
un día séptimo. Para corresponder con los seis días de
creación anteriores, el séptimo día todavía tiene que ser
pronunciado muy bueno, porque no ha terminado aún.

*** w89 1/8 pág. 21 párr. 20 Magníficas perspectivas para


el hombre en un paraíso agradable ***
Y Dios procedió a bendecir el día séptimo y a hacerlo
sagrado, porque en él ha estado descansando de toda su
obra que Dios ha creado con el propósito de hacer.
(Génesis 2:4) Esta es la historia de los cielos y la tierra en el
tiempo en que fueron creados, en el día en que Jehová Dios
hizo el cielo y la tierra.

*** it-1 pág. 474 Cielo ***


Esta región atmosférica corresponde con la “expansión
[heb. ra·qí·aʽ]” formada durante el segundo período creativo,
de la que se habla en Génesis 1:6-8. Es a ese “cielo” al que
se hace referencia en Génesis 2:4, Éxodo 20:11 y 31:17
cuando se alude a la creación de “los cielos y la tierra”.
(Véase EXPANSIÓN.)

*** it-1 pág. 1014 Génesis, Libro de ***


Una tercera posibilidad es que Moisés obtuviese mucha
de la información para escribir Génesis de documentos o
escritos ya existentes. Ya en el siglo XVIII de nuestra era, el
docto holandés Campegius (Kempe) Vitringa sostuvo este
mismo punto de vista, apoyándose en el hecho de que en el
texto de Génesis aparece unas diez veces la expresión “estas
son las generaciones de” (Mod), y una vez, “este es el libro
de las generaciones de”. (Gé 2:4; 5:1; 6:9; 10:1; 11:10, 27;
25:12, 19; 36:1, 9; 37:2.) La palabra hebrea que en estas dos
expresiones se traduce por “generaciones” es toh·le·dhóhth,
un término que se traduciría mejor por “historias” u “orígenes”.
Por ejemplo, no parece propio hablar de las “generaciones de
los cielos y la tierra”, pero sí de la “historia de los cielos y la
tierra”. (Gé 2:4.) Por esa razón, varias traducciones modernas
emplean la palabra “historia” en todos los versículos citados
anteriormente (NM), o al menos en algunos de ellos (BC; CI;
Ga; MK; NBE; Str; Val, 1989; VP). En cualquier caso, no cabe
duda de que tal como el hombre hoy está interesado en
guardar un registro histórico exacto de los acontecimientos,
también lo estuvo desde un principio.
Aunque no existen pruebas bíblicas para sustentarlo, tanto
Vitringa como otros estudiosos han entendido que cada vez
que en el texto de Génesis se emplea toh·le·dhóhth, se hace
referencia a documentos escritos diferentes que obraban en
poder de Moisés y en los que se basó para escribir gran parte
del libro. Han entendido que los nombres a los que se refiere
la expresión “historia de” (Adán, Noé, los hijos de Noé, Sem,
Taré, Ismael, Isaac, Esaú y Jacob) fueron los autores del
documento o bien sus depositarios. Claro que esta
explicación deja sin aclarar cómo llegaron estos documentos
a las manos de Moisés y por qué tuvo que valerse de
información que procedía de hombres que no se distinguieron
por ser adoradores fieles de Jehová (como Ismael y Esaú)
para escribir una buena parte de Génesis. Por otra parte, es
del todo posible que la expresión “esta es la historia de” sea
tan solo una frase introductoria para dividir convenientemente
en secciones un relato que en conjunto resulta largo. Mateo
hace en su evangelio un uso similar de este recurso. (Mt 1:1;
véase ESCRITURA.)

*** it-2 pág. 43 Jehová ***


La primera pareja humana lo conocía. El nombre
Jehová no se reveló por primera vez a Moisés, pues el primer
hombre ya lo conocía. El nombre aparece por primera vez en
el registro divino en Génesis 2:4, después del relato de las
obras creativas de Dios, e identifica al Creador de los cielos y
la Tierra como “Jehová Dios”. Es razonable pensar que
Jehová Dios informó a Adán sobre este relato de la creación.
El registro de Génesis no especifica que lo hiciera, pero
tampoco dice explícitamente que Jehová le revelara a Adán
cuando despertó el origen de su esposa Eva. Sin embargo,
las palabras que Adán pronunció al recibir a Eva muestran
que se le había informado sobre cómo Dios la había creado a
partir de su propio cuerpo. (Gé 2:21-23.) Sin duda hubo
mucha comunicación entre Jehová y su hijo terrestre que
no se refleja en el breve relato de Génesis.
(Génesis 2:5) Todavía no había arbustos en la tierra ni
habían brotado otras plantas, porque Jehová Dios no había
hecho llover en la tierra ni había nadie en ella que cultivara el
suelo.

*** it-2 pág. 248 Lluvia ***


Al comienzo del período de preparación del planeta, “Dios
no había hecho llover sobre la tierra”, pero “una neblina subía
de la tierra y regaba toda la superficie del suelo”. La época a
la que aquí se hace referencia debió ser a principios del
tercer “día” creativo, antes de que apareciese la vegetación.
(Gé 1:9-13; 2:5, 6; véase NEBLINA.)

*** it-2 pág. 1185 Vegetación ***


VEGETACIÓN

Conjunto de plantas. En el tercer “día” creativo Dios hizo


que la tierra produjese “vegetación que da semilla según su
género”, la cual, por lo tanto, se podía reproducir. (Gé 1:11-
13.) Al parecer, Génesis 2:5, 6 habla de las condiciones en
aquel “día”, justo después de que Dios hizo aparecer la tierra
seca, pero antes de que esta produjese hierba, vegetación
que da semilla y árboles frutales. Con el fin de suministrar la
humedad necesaria para la venidera vida vegetal, Jehová
hizo que regularmente subiese de la Tierra una neblina para
regar el suelo. Esta mantenía la vegetación floreciente por
toda la Tierra, aunque en aquel entonces no llovía.

*** w98 15/1 pág. 9 párr. 6 “Andamos por fe, no por vista”
***
6
¿Había llovido con anterioridad? La Biblia no lo dice.
Génesis 2:5 dice: “Jehová Dios no había hecho llover”. Ahora
bien, esta es la expresión que utilizó Moisés, siglos más
tarde, con referencia a sucesos muy anteriores al tiempo de
Noé. Génesis 7:4 indica que Jehová se refirió a la lluvia
cuando habló a Noé, y evidentemente este entendió lo que se
le dijo.
(Génesis 2:6) Pero una neblina subía de la tierra y regaba
toda la superficie del suelo.

*** it-2 pág. 471 Neblina ***


El único otro lugar donde aparece la palabra hebrea ʼedh
(neblina) es en el comentario de Génesis sobre el estado de
la Tierra en un momento determinado de los “días” creativos.
“Jehová Dios no había hecho llover sobre la tierra [...]. Pero
una neblina subía de la tierra [término que abarcaría los
arroyos, lagos y mares] y regaba toda la superficie del suelo.”
(Gé 2:5, 6.) Sin embargo, los traductores de algunas
versiones antiguas de la Biblia (LXX, Sy, Vg) entendieron que
se trataba de una alusión a una fuente de agua y no a la
neblina, por lo que transmitieron la idea de que la tierra se
regaba por medio de corrientes de aguas subterráneas.

*** it-2 pág. 862 Rocío ***


El rocío se produce al enfriarse durante la noche el aire
cargado de vapor de agua, lo que hace que se deposite
condensado en estado líquido sobre las superficies más
frescas. También aparece cuando el caliente vapor de agua
que se eleva del suelo entra en contacto con el aire que está
a una temperatura más baja. La Biblia explica que en un
principio, cuando aún no había llovido sobre el planeta, “una
neblina [vapor] subía de la tierra y regaba toda la superficie
del suelo”. (Gé 2:6 y nota.)

*** it-2 pág. 1185 Vegetación ***


VEGETACIÓN

Conjunto de plantas. En el tercer “día” creativo Dios hizo


que la tierra produjese “vegetación que da semilla según su
género”, la cual, por lo tanto, se podía reproducir. (Gé 1:11-
13.) Al parecer, Génesis 2:5, 6 habla de las condiciones en
aquel “día”, justo después de que Dios hizo aparecer la tierra
seca, pero antes de que esta produjese hierba, vegetación
que da semilla y árboles frutales. Con el fin de suministrar la
humedad necesaria para la venidera vida vegetal, Jehová
hizo que regularmente subiese de la Tierra una neblina para
regar el suelo. Esta mantenía la vegetación floreciente por
toda la Tierra, aunque en aquel entonces no llovía.
(Génesis 2:7) Y Jehová Dios pasó a formar al hombre del
polvo del suelo y a soplarle el aliento de vida en la nariz. Y el
hombre se convirtió en un ser vivo.

*** it-1 págs. 95-96 Alma ***


El alma humana. Exactamente la misma expresión
hebrea que se usa para la creación animal, a saber, né·fesch
jai·yáh (alma viviente), se aplica a Adán cuando se dice que
después que Dios formó al hombre del polvo del suelo y sopló
en sus narices el aliento de vida, “el hombre vino a ser alma
viviente”. (Gé 2:7.) El hombre era diferente de la creación
animal, pero esa distinción no se debía a que él fuese un
né·fesch (alma) y los animales no, sino más bien, a que,
como muestra el registro, solo el hombre fue creado “a la
imagen de Dios”. (Gé 1:26, 27.) Se le creó con cualidades
morales como las de Dios, y muy superior a los animales en
poder y sabiduría; por consiguiente, podía tener en sujeción a
todas las formas inferiores de vida animal. (Gé 1:26, 28.) El
organismo del hombre era más complejo y versátil que el de
los animales. (Compárese con 1Co 15:39.) Además, Adán
tenía la perspectiva de vivir para siempre, aunque luego la
perdió, algo que nunca se ha dicho de las criaturas inferiores
al hombre. (Gé 2:15-17; 3:22-24.)
Es verdad que el relato dice que ‘Dios procedió a soplar
en las narices del hombre aliento [una forma de nescha·máh]
de vida’, mientras que no se dice lo mismo de la creación
animal. Sin embargo, hay que tener presente que el relato de
la creación del hombre es mucho más detallado que el de la
creación de los animales. Además, en Génesis 7:21-23 se
narra la destrucción que el Diluvio causó a “toda carne” que
estaba fuera del arca, tanto a los animales como a las
personas, y entonces dice: “Todo lo que tenía activo en sus
narices el aliento [una forma de nescha·máh] de la fuerza de
vida, a saber, cuanto había en el suelo seco, murió”. Es obvio
que el aliento de vida de las criaturas animales también vino
originalmente del Creador, Jehová Dios.
El “espíritu” (heb. rú·aj; gr. pnéu·ma) o fuerza de vida del
hombre tampoco es distinto de la fuerza de vida de los
animales, pues Eclesiastés 3:19-21 dice que “todos tienen un
solo espíritu [werú·aj]”.
El alma: una criatura viva. El relato dice que el hombre
“vino a ser alma viviente”; por lo tanto, el hombre era un alma,
no tenía un alma inmaterial, invisible e intangible que
residiera dentro de él. El apóstol Pablo muestra que la
enseñanza cristiana no difería de la enseñanza hebrea
primitiva, pues cita de Génesis 2:7 y dice: “Así también está
escrito: ‘El primer hombre, Adán, llegó a ser alma viviente
[psy·kjḗn zṓ·san]’. [...] El primer hombre procede de la tierra y
es hecho de polvo”. (1Co 15:45-47.)
En Génesis se muestra que el alma viviente resulta de la
combinación del cuerpo terrestre con el aliento de vida. La
expresión “aliento de la fuerza de vida [literalmente, aliento
del espíritu, es decir, fuerza activa (rú·aj), de vida]” (Gé 7:22)
indica que la fuerza de vida o “espíritu” que hay en todas las
criaturas, tanto humanas como animales, se sostiene por
medio de la respiración (al aspirar el oxígeno del aire). Esta
fuerza de vida se halla en toda célula del cuerpo de la
criatura, como se considera en los artículos ESPÍRITU; VIDA.

*** it-1 págs. 862-863 Espíritu ***


Aliento, aliento de vida, fuerza de vida. El relato de la
creación del hombre dice que Dios lo formó del polvo del
suelo y procedió a “soplar [na·fáj] en sus narices el aliento
[nescha·máh] de vida, y el hombre vino a ser alma viviente
[né·fesch]”. (Gé 2:7.) Como se muestra en el artículo ALMA,
né·fesch puede traducirse literalmente “respirador”, es decir,
una “criatura que respira”, tanto humana como animal. En
realidad, nescha·máh se utiliza para referirse a “cosa [o
criatura] que respira”, y, como tal, se utiliza como sinónimo de
né·fesch, “alma”. (Compárese con Dt 20:16; Jos 10:39, 40;
11:11; 1Re 15:29.) El registro de Génesis 2:7 utiliza
nescha·máh cuando explica que Dios hizo que el cuerpo de
Adán tuviera vida y llegara a ser un “alma viviente”. Sin
embargo, otros textos muestran que hubo más que el simple
hecho de respirar aire, es decir, más que la mera introducción
de aire en los pulmones y su posterior expulsión. Así,
Génesis 7:22 dice lo siguiente con respecto a la destrucción
de la vida humana y animal fuera del arca en el tiempo del
Diluvio: “Todo lo que tenía activo en sus narices el aliento
[nescha·máh] de la fuerza [o “espíritu” (rú·aj)] de vida, a
saber, cuanto había en el suelo seco, murió”. Nescha·máh,
“aliento”, está, por lo tanto, vinculado directamente con rú·aj,
que aquí hace referencia al “espíritu” o “fuerza de vida” que
está activo en todas las criaturas vivas: almas humanas y
animales.
El Theological Dictionary of the New Testament (vol. 6,
pág. 336) dice: “El aliento solo se puede advertir por el
movimiento [bien el del tórax o la dilatación de las ventanas
de la nariz], y es también una señal, condición y agente de
vida que parece estar particularmente enlazado con la
respiración”. Por consiguiente, el nescha·máh, o simple
aliento, es tanto el producto de rú·aj, o fuerza de vida, como
un medio principal de sostener esa fuerza de vida en las
criaturas vivas. Gracias a ciertos estudios científicos se sabe
que la vida está presente en cada una de los cien billones de
células del cuerpo, y que, aunque cada minuto mueren miles
de millones de células, continúa una constante reproducción
de nuevas células vivas. La fuerza activa de vida en todas las
células vivas depende del oxígeno que la respiración aporta
al cuerpo y que la sangre transporta a todas las células. Sin
oxígeno, algunas células empiezan a morir después de varios
minutos; otras, después de un período más largo. Aunque
una persona puede resistir sin respirar por unos cuantos
minutos y todavía sobrevivir, si desaparece la fuerza de vida
de sus células, muere sin que haya posibilidad humana de
revivirla. Las Escrituras Hebreas, inspiradas por el Diseñador
y Creador del hombre, usan rú·aj para denotar esta fuerza
vital que es el mismísimo principio fundamental de la vida, y
nescha·máh para representar la respiración que la sostiene.

*** it-1 pág. 863 Espíritu ***


Por lo tanto, cuando Dios creó al hombre en Edén y sopló
en sus narices el “aliento [nescha·máh] de vida”, es evidente
que además de llenar los pulmones de Adán con aire, hizo
que la fuerza de vida o espíritu (rú·aj) diera vida a todas las
células de su cuerpo. (Gé 2:7; compárese con Sl 104:30; Hch
17:25.)

*** it-1 pág. 1238 Inspiración ***


Génesis 2:7, por ejemplo, dice: “El hombre vino a ser alma
viviente”, mientras que Pablo cuando citó este texto, dijo: “Así
también está escrito: ‘El primer hombre, Adán, llegó a ser
alma viviente’”. (1Co 15:45.) El que añadiera las palabras
“primer” y “Adán” sirvió para recalcar el contraste entre Adán
y Cristo. La inserción armonizaba completamente con los
hechos registrados en las Escrituras y de ninguna manera
desvirtuó el sentido o contenido del texto citado. Aquellos a
quienes Pablo escribió disponían de copias (o traducciones)
de las Escrituras Hebreas más antiguas que las que tenemos
actualmente y podían examinar sus citas, como lo hicieron los
habitantes de Berea. (Hch 17:10, 11.)

*** it-2 pág. 461 Nariz ***


Cuando Dios creó a Adán, procedió a “soplar en sus
narices el aliento [forma de nescha·máh] de vida, y el hombre
vino a ser alma viviente”. (Gé 2:7.) Este “aliento de vida”
no solo llenó de aire sus pulmones, sino que también impartió
al cuerpo la fuerza de vida mantenida mediante la respiración.
El aliento que llega al cuerpo a través de la nariz es esencial
para la subsistencia, pues sostiene la fuerza de vida. Durante
el Diluvio, “todo lo que tenía activo en sus narices el aliento
de la fuerza de vida, a saber, cuanto había en el suelo seco,
murió”. (Gé 7:22.)
*** it-2 pág. 1199 Vida ***
Cuando Dios creó a Adán, formó su cuerpo, que
necesitaba tanto el espíritu (fuerza de vida) como la
respiración para poder vivir y mantenerse vivo. En Génesis
2:7 se dice que Dios procedió a “soplar en sus narices el
aliento [forma de nescha·máh] de vida, y el hombre vino a ser
alma viviente”. La expresión “aliento de vida” debe referirse a
algo más que el mero hecho de respirar. Dios puso en Adán
el espíritu o germen de vida, así como el sistema respiratorio
para sostenerla. Fue entonces cuando Adán se convirtió en
persona viviente y pudo dar expresión a las características de
su personalidad, como también demostrar mediante la
facultad del habla y sus acciones que era superior a los
animales, que era un “hijo de Dios”, hecho a Su imagen y
semejanza. (Gé 1:27; Lu 3:38.)

*** wp17 núm. 4 pág. 5 La respuesta que da la Biblia ***


LA BIBLIA NOS SACA DE DUDAS
El relato de Génesis sobre la creación dice: “Jehová Dios
procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en
sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma
viviente” (Génesis 2:7). La expresión “alma viviente” es la
traducción de la palabra hebrea néfesch, que literalmente
significa “criatura que respira”.
De modo que la Biblia deja claro que el ser humano no fue
creado con un alma inmortal, sino que todo ser humano es un
“alma viviente”. Así que, por mucho que busque, en la Biblia
no encontrará la expresión “alma inmortal”.

*** wp17 núm. 4 pág. 5 La respuesta que da la Biblia ***


Muchas versiones modernas de la Biblia traducen néfesch
como “ser viviente” (La Biblia de las Américas), “ser vivo”
(Nueva Biblia Española) o simplemente “comenzó a vivir”
(Traducción en lenguaje actual).

*** w09 1/9 págs. 12-13 Adán y Eva: ¿existieron en la vida


real? ***
¿Contradice la ciencia el relato de Génesis?
Para empezar, analicemos algunos aspectos sobre la
creación del primer hombre, Adán. La Biblia explica: “Jehová
Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo y a
soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a
ser alma viviente” (Génesis 2:7). Veamos si este versículo
tiene base científica.
Según el libro Nanomedicine (Nanomedicina), el cuerpo
humano está formado por 41 elementos químicos. Entre
estos figuran el carbono, el hierro, el oxígeno y muchos otros
componentes básicos que también están presentes en el
“polvo” de la tierra. Así pues, bien puede decirse que estamos
hechos del “polvo del suelo”, tal como enseña la Biblia.
Ahora bien, pensemos en el formidable trabajo que
supondría combinar esta variedad de elementos inertes a fin
de producir un ser humano. Para darnos una idea, tomemos
por caso una de las máquinas más complejas que se han
diseñado: el transbordador espacial. Esta maravilla de la
tecnología tiene nada más y nada menos que dos millones y
medio de piezas. Su diseño y ensamblaje les llevó años de
trabajo a varios equipos de ingenieros. Pues bien, ¿qué hay
del cuerpo humano? Este está formado por 7.000 cuatrillones
de átomos, 100 billones de células, una gran cantidad de
órganos y al menos nueve sistemas que hacen posible su
funcionamiento. ¿Cómo llegó a existir esta compleja máquina
biológica de tan fascinante estructura? ¿Habrá sido producto
de la casualidad o, más bien, del diseño inteligente?
Y lo que es más, ¿cómo empezó a funcionar este
magnífico conjunto de órganos? ¿Qué le infundió vida al
cuerpo humano? Los científicos admiten que no lo saben.
De hecho, ni siquiera se han puesto de acuerdo al definir qué
es la vida. No obstante, para aquellos que creen que hay un
Creador, resulta obvio concluir que la fuente de la vida es
Dios.

*** w09 1/11 pág. 4 Mito 1: El alma es inmortal ***


Las Escrituras describen así la creación de la primera
alma humana: “Jehová Dios procedió a formar al hombre del
polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y
el hombre vino a ser alma [en hebreo, néfesch] viviente”
(Génesis 2:7).
La palabra hebrea néfesch, que se traduce por “alma”,
significa literalmente “criatura que respira”. Cuando Dios creó
a Adán, lo que infundió en su cuerpo no fue un alma inmortal,
sino la fuerza de vida, que se conserva por medio de la
respiración. Por lo tanto, cuando la Biblia habla del alma, se
refiere al entero ser vivo.

*** w99 1/4 págs. 14-15 párr. 3 ¿Qué dice la Biblia sobre la
vida después de la muerte? ***
¿Qué significa né·fesch? Según The Dictionary of Bible
and Religion, “normalmente se refiere al ser vivo entero, al
individuo completo”. Eso es lo que se deduce de la
descripción del alma que hace la Biblia en Génesis 2:7:
“Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del suelo
y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre vino a
ser alma viviente”. Observemos que el primer hombre “vino a
ser” un alma. Es decir, Adán no tenía un alma, sino que era
un alma, tal como el hombre que llega a ser médico es
médico. Por lo tanto, el vocablo alma designa aquí a la
persona completa.

*** w97 1/10 pág. 19 párr. 12 Apoyemos lealmente la


Palabra inspirada de Dios ***
En Génesis 2:7 dicen que el primer hombre “comenzó a
vivir” (en vez de “vino a ser alma viviente”).

*** kl cap. 9 pág. 81 párr. 4 ¿Qué les sucede a nuestros


difuntos? ***
4
Al analizar el estado en que se encuentran los muertos,
debemos recordar que Adán, nuestro primer padre, no tenía
un alma, era un alma. En un impresionante acto de creación,
Dios formó al hombre, el alma, a partir de los elementos
básicos de la Tierra y luego le insufló “el aliento de vida”.
Génesis 2:7 nos dice: “Jehová Dios procedió a formar al
hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento
de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”. Adán se
mantenía vivo mediante la respiración. Ahora bien, al
insuflarle el aliento de vida, Dios no solo introdujo aire en los
pulmones de Adán; la Biblia dice que en las criaturas
vivientes de la Tierra hay activa una “fuerza de vida”.
(Génesis 7:22.)

*** w94 1/9 pág. 8 párrs. 1-2 ¡Sigamos adelante a pesar de


que somos polvo! ***
EN SENTIDO físico, somos polvo. “Jehová Dios procedió
a formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus
narices el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma
viviente.” (Génesis 2:7.) Este relato sencillo de la creación del
hombre concuerda con la verdad científica. Todos los
elementos que componen el cuerpo humano se hallan en el
“polvo del suelo”. Cierto químico dijo que el 65% del cuerpo
humano adulto es oxígeno; el 18%, carbono; el 10%,
hidrógeno; el 3%, nitrógeno; el 1,5%, calcio; el 1%, fósforo, y
el resto se compone de otros elementos. No importa si estos
cálculos son totalmente exactos. La realidad es que “somos
polvo”.
2
¿Quién, además de Jehová, podría haber creado de
simple polvo a criaturas tan complejas? Las obras de Dios
son perfectas y sin tacha; por eso, el que haya optado por
crear al hombre de esta manera no debe ser un motivo de
queja. De hecho, el que el Magnífico Creador haya podido
formar al hombre del polvo de la Tierra de una manera
maravillosa que inspira temor acrecienta nuestro aprecio por
su poder, habilidad y sabiduría práctica ilimitados.
(Deuteronomio 32:4, nota; Salmo 139:14.)

*** w90 1/5 pág. 19 párr. 6 Su opinión sobre el alma tiene


efecto en su vida ***
Génesis 2:7 nos dice: “Jehová Dios procedió a formar al
hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento
de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”. El relato no
dice que Dios puso en el hombre un alma inmortal. Dice que
cuando el poder de Dios impartió energía al cuerpo de Adán
este “vino a ser alma viviente”. Así que el hombre es un alma.
No tiene un alma.

*** si pág. 18 Libro bíblico número 1: Génesis ***


2:7 El hombre es un alma 1 Cor. 15:45
*** w89 1/8 pág. 12 párr. 9 El propósito divino de que el
hombre disfrute de la vida en el Paraíso ***
“Y Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del
suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre
vino a ser alma viviente.

*** w89 1/8 pág. 12 párrs. 9-10 El propósito divino de que


el hombre disfrute de la vida en el Paraíso ***
(Génesis 2:7-10.)
10
La mente perspicaz y recién creada de Adán absorbió
con gusto esta información satisfaciente. Ahora se enteró de
que no había venido de la región invisible desde la cual
hablaba su Hacedor y Formador. Más bien, había sido
formado del suelo de la Tierra en la cual vivía, y por lo tanto
era terrestre. Su Dador de Vida y Padre era Jehová Dios.
Adán era un “alma viviente”. Puesto que era de Jehová Dios
de quien había recibido la vida, era “hijo de Dios”. Los árboles
a su alrededor en el jardín de Edén producían frutos que eran
buenos para alimento, frutos que él podría comer para
mantenerse vivo como alma viviente.

*** gm cap. 8 pág. 105 La ciencia... ¿ha probado que esté


equivocada la Biblia? ***
[Recuadro de la página 105]
‘Hecho del polvo’
“The World Book Encyclopedia” informa: “Todos los
elementos químicos de que están hechos los organismos
vivos se hallan también en la materia inanimada”. En otras
palabras, los elementos químicos básicos de que están
hechos los organismos vivos —entre ellos el hombre— se
hallan también en la tierra misma. Esto armoniza con la
declaración bíblica: “Y Jehová Dios procedió a formar al
hombre del polvo del suelo”. (Génesis 2:7.)

*** pe cap. 7 págs. 72-73 La razón de nuestra existencia


***
CÓMO DIOS CREÓ AL HOMBRE
9
Dios creó al hombre de la tierra para que viviera en la
Tierra, como dice la Biblia: “Procedió Jehová Dios a formar al
hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento
de vida, y el hombre vino a ser alma viviente.” (Génesis 2:7)
De esto podemos ver que el hombre fue creación directa de
Dios. Por un acto especial de creación, Dios hizo al hombre
una persona completa, entera. Cuando Dios sopló en las
narices del hombre el “aliento de vida,” los pulmones del
hombre se llenaron de aire. Pero se logró más que eso. De
ese modo Dios dio vida al cuerpo del hombre. La respiración
sostiene, o mantiene en función, esta fuerza de vida.
10
Sin embargo, note que la Biblia no dice que Dios haya
dado un alma al hombre. Más bien, dice que después que
Dios había hecho que el hombre empezara a respirar “el
hombre vino a ser alma viviente.” De modo que el hombre fue
un alma, tal como el hombre que se hace médico es médico.
(1 Corintios 15:45) El “polvo del suelo,” del cual está formado
el cuerpo físico, no es el alma. Tampoco dice la Biblia que el
“aliento de vida” sea el alma. Más bien, la Biblia muestra que
el juntar estas dos cosas fue lo que resultó en que ‘el hombre
llegara a ser alma viviente.’
11
Puesto que el alma humana es el hombre mismo,
entonces no puede ser ninguna cosa parecida a una sombra
que viva dentro del cuerpo o que pueda salir del cuerpo.
Puesto sencillamente, la Biblia enseña que el alma suya es
usted. Por ejemplo, la Biblia dice que el alma desea comer
alimento físico, al declarar: “Tu alma desea con vehemencia
comer carne.” (Deuteronomio 12:20) También dice que las
almas tienen sangre que viaja por sus venas, porque habla de
“las marcas de sangre de las almas de los inocentes
pobres.”—Jeremías 2:34.

*** rs pág. 89 párr. 3 Creación ***


Génesis 2:7 añade: “Procedió Jehová Dios a formar al
hombre [no de alguna forma viviente que ya existiera, sino]
del polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de
vida”. En esto no hay prueba alguna de evolución, sino, más
bien, la descripción de una creación nueva.

*** g88 8/7 pág. 9 ¡El misterio se resuelve! ***


Ahora comparemos esto con el relato de la creación de
Adán, el primer hombre:
“Y Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del
suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre
vino a ser alma viviente [né·fesch].” (Génesis 2:7.)
En una traducción de la Tora —los cinco primeros libros
de las Escrituras Hebreas— publicada por la Sociedad de
Publicaciones Judías de América, aparece el siguiente
comentario: “La Biblia no dice que tenemos un alma. ‘Nefesh’
[né·fesch] es la persona misma, su necesidad de alimentarse,
la mismísima sangre de sus venas, su propio ser”. (Las
cursivas son nuestras.) Lógicamente, lo mismo es cierto de
todas las otras formas de vida descritas como “almas”. No
poseen un alma. Todas son almas.

*** g88 8/12 págs. 26-27 ¿Qué dice en realidad el libro


bíblico de Génesis? ***
El comienzo del hombre
La última obra creativa en la Tierra, según el registro de
Génesis, fue el propio hombre: “Y Jehová Dios procedió a
formar al hombre del polvo del suelo y a soplar en sus narices
el aliento de vida, y el hombre vino a ser alma viviente”.
(Génesis 2:7.) Los científicos también consideran al hombre
como un recién llegado en comparación con las otras formas
de vida.
Sin embargo, este texto contradice la creencia de la
mayoría de los creacionistas científicos en cuanto a que el
hombre tiene un alma inmortal separada del cuerpo y distinta.
Se dice que esta alma parte del cuerpo al sobrevenir la
muerte. Sin embargo, el libro de Génesis, así como muchas
otras partes de las Escrituras, indican que el hombre no tiene
un alma inmaterial que resida en su interior, sino que el
hombre es un alma. Al morir, el hombre pasa a la
no existencia y queda a la espera de una resurrección.
(Eclesiastés 9:5, 10; Juan 5:28, 29; Hechos 24:15; Revelación
20:12, 13.) La Biblia asemeja la muerte a un sueño del que
uno puede ser despertado en la resurrección. (Juan 11:11,
43, 44.)
La declaración que se hace en Génesis 2:7 también
contradice la teoría de la evolución, pues allí se indica
claramente que el hombre fue creado directamente por Dios y
que no descendió de algún animal.
¿Es confiable esta declaración de Génesis? Veamos. La
ciencia no ha presentado ninguna prueba de que el hombre
descienda de los animales. No existe ninguna prueba de que
los fósiles simiescos desenterrados en África y en otros
lugares fuesen de alguna manera antepasados del hombre.
De hecho, si viviesen en la actualidad, muy probablemente
serían colocados en parques zoológicos junto con otros
simios. Cuando se observa una gran similitud entre la
estructura y el tamaño de ciertos huesos fósiles y los de un
ser humano, lo más probable es que simplemente se trate de
un fósil perteneciente a otra rama de la familia humana.
Además, la relación que guarda el hombre con el “polvo
del suelo”, según lo expresa Génesis, es indisputable. Todas
las sustancias químicas que componen el cuerpo humano se
encuentran en el “polvo del suelo”. En realidad, el hombre
depende de este “polvo” para su existencia. Su cuerpo se
sostiene y regenera con alimento compuesto de sustancias
nutritivas que se encuentran en el “polvo del suelo”, y que
luego han sido procesadas mediante las plantas y los
animales que come.

*** g87 8/3 págs. 26-27 ¿Qué le pasa al alma después de


la muerte? ***
El alma respira
En el capítulo 2 de Génesis, versículo 7, el emocionante
relato de la creación del hombre empieza así: “Y Jehová Dios
procedió a formar al hombre del polvo del suelo”.
¡Imagínese el milagro que estaba aconteciendo! De los
elementos de la tierra misma Dios forma 206 huesos, órganos
complejos, más de 600 músculos y el asombroso cerebro,
todo revestido de piel para formar un espécimen humano
perfecto. No obstante, se necesita un “ingrediente” más para
completar la fascinante obra de creación: algo que anime y dé
vida a este cuerpo. Entonces Dios comenzó “a soplar en sus
narices el aliento de vida”. En ese momento, al introducir aire
(que tiene oxígeno), Dios simultáneamente animó con espíritu
o fuerza de vida a millones de células del cuerpo físico.
¡Ahora que estaba vivo, aquel hombre llamado Adán inhalaba
y exhalaba aire unas 14 veces por minuto, o más de
20.000 veces al día! Al final del versículo 7, note que el
hombre que ahora respiraba y vivía fue llamado un “alma
viviente”.
Este resultado puede compararse con la revista que usted
lee en este momento. El papel, las tintas y la goma componen
esta revista. Pero no hay nada muy interesante en cada uno
de esos elementos por sí sólo. Solamente si se combinan
puede hacerse una revista. De la misma manera, el cuerpo
físico, el aliento y la fuerza de vida son de poco valor unos sin
otros. Pero combinados constituyen un alma viviente. Así,
Adán “vino a ser” alma viviente.
Puesto que no se dice nada que implique que en el primer
hombre se implantó un alma, o que él recibiera una, tenemos
que preguntarnos: Si el alma “vino a ser” solo después que
empezó la respiración, ¿por qué llegar a la conclusión de que
continúa viviendo cuando la persona cesa de respirar y
muere? Este hecho no se puede negar: El respirar significa
vida o muerte para el alma.
Como se ve, los escritores de la Biblia emplean a menudo
la palabra “alma” como sinónimo de la persona que respira.
Por ejemplo, note lo que les sucedió a los enemigos del
pueblo de Dios en la tierra de Canaán. El pueblo de Dios
‘empezó a herir a filo de espada a todas las almas que había
en ella [la tierra], dándolas irrevocablemente a la destrucción.
No quedó cosa alguna que respirara’. (Josué 11:11.) Todas
las almas eran cosas que respiraban. Igualmente, todas las
cosas que respiraban eran almas. Lo que moría era un
humano carnal, visible y respirante, no un espíritu invisible.

*** g86 8/6 pág. 23 ¿Ha vivido usted antes? ***


En realidad, la clave para determinar si el hombre ha
vivido antes o no —ya sea en la región espiritual o en la
Tierra— es definir si este tiene un alma inmortal o no.
Génesis 2:7 describe la creación del primer alma humana de
esta manera: “Y Jehová Dios procedió a formar al hombre del
polvo del suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y
el hombre vino a ser alma viviente”.
Note que no se describe al alma como algo diferente y
separado del cuerpo sin vida. De hecho, fue solo después
que Dios vigorizó al cuerpo sin vida por medio del “aliento de
vida”, lo cual lo hizo respirar, que el alma Adán llegó a vivir.
Cuando la respiración se detiene y la fuerza de vida cesa, el
cuerpo queda de nuevo sin vida.
(Génesis 2:8) Además, Jehová Dios preparó un jardín en
Edén, hacia el este, y allí puso al hombre que había formado.

*** w18 diciembre págs. 3-4 párr. 3 “Nos vemos en el


Paraíso” ***
De hecho, el concepto de un paraíso aparece en la
Palabra de Dios desde el mismo principio. En la versión
católica Scío de San Miguel, que se tradujo del latín, Génesis
2:8 dice: “Había plantado el Señor Dios un paraíso de deleite
desde el principio: en el que puso al hombre, que había
formado” (cursivas nuestras). En el hebreo original, este
versículo dice literalmente “el jardín de Edén”. La palabra
Edén significa “Placer” o “Deleite”, un nombre muy adecuado
para aquel lugar. Había comida abundante, hermosos
paisajes y paz entre los hombres y los animales (Gén. 1:29-
31).

*** it-1 pág. 731 Edén ***


EDÉN

(Placer).
1. Región en la que el Creador dispuso un parque o jardín
como hogar original para la primera pareja humana. El que se
diga que el jardín estaba “en Edén, hacia el este”, debe
indicar que ocupaba solo una porción de la región llamada
Edén. (Gé 2:8.) Sin embargo, después se le llama “el jardín
de Edén” (Gé 2:15), y en textos posteriores se le denomina
“Edén, el jardín de Dios” (Eze 28:13) y “el jardín de Jehová”.
(Isa 51:3.)

*** it-1 pág. 1163 Hombre ***


La Biblia dice que el hogar original del hombre era “un
jardín en Edén”. (Gé 2:8; véase EDÉN núm. 1.) La ubicación
indicada está relativamente cerca del lugar de la primitiva
civilización postdiluviana. P. J. Wiseman expresa el punto de
vista general de los doctos: “Toda la prueba que tenemos
disponible, procedente del Génesis, de la arqueología y de
las tradiciones populares, señala a la llanura mesopotámica
como el hogar más antiguo del hombre. La civilización del
Lejano Oriente, ya sea en China o la India, no puede competir
con esta tierra en lo que respecta a la antigüedad de sus
pueblos, por lo que fácilmente se la puede considerar la cuna
de la civilización”. (New Discoveries in Babylonia About
Genesis, 1949, pág. 28.)

*** it-2 pág. 18 Jardín ***


Jardín de Edén. El jardín más famoso de la historia es el
jardín de Edén. Al parecer fue una región cerrada,
probablemente acotada por barreras naturales. El jardín,
ubicado en “Edén, hacia el este”, tenía una entrada en su
lado oriental, en la que se apostaron los querubines con la
hoja llameante de una espada una vez que pecó Adán, a fin
de impedir que accediera al árbol de la vida que había en
medio del jardín. (Gé 2:8; 3:24.) El jardín estaba bien regado
por un río que procedía de Edén y se dividía en cuatro ríos
grandes. En este “paraíso de deleite” (Gé 2:8, Scío)

*** w89 1/8 págs. 10-11 párrs. 1-3 El propósito divino de


que el hombre disfrute de la vida en el Paraíso ***
ERA y todavía es el propósito original del Creador que
humanos obedientes disfruten de una vida sin vejez,
continuamente rebosante de vigor juvenil, sin aburrimiento,
siempre con un propósito que valga la pena cumplir, una vida
de amar y ser amados verdadera y altruistamente,
perfectamente... ¡en un paraíso! (Génesis 2:8; compárese con
Lucas 23:42, 43.)
2
Para darse cuenta de eso, reflexione sobre lo que
experimentó el recién creado Adán allá en el principio, al
adquirir consciencia de su ser, al examinar su propio cuerpo y
cuanto veía y oía y sentía que le rodeaba, ¡al comprender,
para sorpresa suya, que estaba vivo! Esto sucedió hace unos
6.000 años, en el año 4.026 antes de nuestra era común,
según la cuenta del tiempo que da la Santa Biblia. Sucedió en
la región que hoy se conoce como Turquía, o en la parte
sudoccidental de lo que ahora se llama Asia, en algún punto
en la vecindad de los ríos Éufrates y Tigris, y, por lo tanto, en
el hemisferio norte de nuestro globo terrestre. Esto sería
alrededor del 1 de octubre, pues los calendarios más antiguos
de la humanidad empezaron a contar el tiempo alrededor de
esa fecha.
3
El primer hombre vino a la vida ya crecido, perfectamente
formado, en perfecta salud, con perfecta moralidad. El
nombre que continuamente se le da en la Biblia indica de qué
sustancia fue formado. Su nombre era ’A·dhám. La tierra o
suelo que se usó para formarlo se llamaba ’a·dha·máh. Por
eso, bien se pudiera decir que su nombre significaba “Hombre
Terrestre”. Este llegó a ser el nombre personal del primer
hombre: Adán. ¡Qué sensación debe haber sido para Adán el
hallarse vivo, adquirir consciencia inteligente de su propia
persona!

*** w89 15/8 pág. 10 párrs. 1-2 Se abre el camino de


regreso al Paraíso ***
Además, Jehová Dios plantó un jardín en Edén, hacia el
este, y allí puso al hombre que había formado”. (Génesis
2:7, 8.) El nombre “Edén” significa “Placer”, de modo que el
jardín de Edén era un espacioso parque de placer, con una
multitud variada de rasgos hermosos.
2
La palabra “paraíso” proviene del griego, y el término
griego se refiere a un jardín que se asemeja a un parque. La
palabra griega que se da como traducción del sustantivo
hebreo gan, que significa “jardín”, es pa·rá·dei·sos.
(Génesis 2:9) Así que Jehová Dios hizo crecer del suelo toda
clase de árboles agradables a la vista y con frutos buenos
para comer. También hizo crecer el árbol de la vida en medio
del jardín y el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo.

*** nwt pág. 1816 Glosario ***


árbol de la vida. Árbol del jardín de Edén. La Biblia
no dice que sus frutos tuvieran propiedades especiales que
pudieran dar vida. En realidad, este árbol representaba la
garantía de vida eterna que Dios les daría a los que él
permitiera comer de sus frutos (Gé 2:9; 3:22).

*** it-1 pág. 175 Árbol ***


Uso figurado. Dios utilizó dos árboles en el jardín de
Edén con propósitos simbólicos: el “árbol de la vida” y “el
árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”. El que el
hombre no se adhiriera al decreto divino concerniente a este
último fue lo que le llevó a la caída. (Gé 2:9, 16, 17; 3:1-24.)
Muchos han expresado el punto de vista erróneo de que el
significado del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”
y la restricción de comer de su fruto tenía que ver con el acto
sexual entre la primera pareja humana, pero esta idea está en
contradicción con el mandato explícito que Dios les dio de
‘ser fructíferos y hacerse muchos y llenar la tierra’. (Gé 1:28.)
Antes bien, debido a que representaba el “conocimiento de lo
bueno y lo malo” y Dios había indicado que estaba “fuera de
los límites” de la pareja humana, ese árbol llegó a ser un
símbolo del derecho de Dios de determinar o fijar para el
hombre las normas en cuanto a lo que es “bueno” (lo que
Dios aprueba) y lo que es “malo” (lo que Dios condena). Por
lo tanto, constituyó una prueba del respeto del hombre a la
posición de su Creador y de su disposición a permanecer
dentro de los límites de libertad decretados por Dios, límites
que no le restringían indebidamente, sino que, por el
contrario, le permitían el mayor disfrute de la vida. De modo
que la violación de esos límites y la entrada en el terreno de
lo prohibido al comer del “árbol del conocimiento de lo bueno
y lo malo”, equivalía a una invasión del dominio de Dios o una
insurrección contra su autoridad. (Véase SOBERANÍA.)

*** it-2 pág. 703 Presciencia, predeterminación ***


Presciencia selectiva significa que Dios podía optar por
no preconocer indistintamente todos los actos futuros de sus
criaturas. Esto querría decir que en lugar de que toda la
historia desde la creación en adelante fuese una simple
repetición de lo que Dios ya había previsto y predeterminado,
Él podría, con toda sinceridad, colocar ante la primera pareja
humana la perspectiva de vida eterna en una Tierra libre de
iniquidad. Las instrucciones que Jehová dio a sus dos
primeros hijos humanos para que, como sus agentes
perfectos y libres de pecado, llenaran la Tierra con su prole,
la transformaran en un paraíso y ejercieran control sobre la
creación animal, constituían la concesión de un privilegio
verdaderamente amoroso y lo que en realidad deseaba para
ellos, más bien que ser una comisión condenada al fracaso
de antemano. Si Dios hubiera preconocido que la primera
pareja humana iba a pecar y que jamás podría comer del
“árbol de la vida”, la prueba del “árbol del conocimiento de lo
bueno y lo malo” y el que hubiese creado un “árbol de la vida”
en el jardín de Edén hubieran carecido de sentido y de
propósito. (Gé 1:28; 2:7-9, 15-17; 3:22-24.)

*** it-2 pág. 1200 Vida ***


Adán perdió la vida para sí mismo y para su prole.
Cuando Dios creó a Adán, puso en el jardín de Edén el “árbol
de la vida”. (Gé 2:9.) El fruto de este árbol no tenía ninguna
cualidad intrínseca que impartiese vida; más bien,
representaba la garantía de vivir “hasta tiempo indefinido” que
Dios otorgaría a aquel que recibiese su permiso para comer
del fruto. Como Dios colocó el árbol en el jardín con algún
propósito, a Adán sin duda se le hubiese permitido comer de
su fruto una vez que hubiera demostrado su fidelidad hasta
un grado que Dios considerara satisfactorio y suficiente.
Después que Adán transgredió, se le impidió comer del árbol.
Jehová dijo: “Ahora, para que no alargue la mano y
efectivamente tome fruto también del árbol de la vida y coma
y viva hasta tiempo indefinido...”. Seguidamente hizo valer su
palabra; no permitiría que alguien indigno de la vida viviese
en el jardín que había sido creado para personas justas y
comiese del árbol de la vida. (Gé 3:22, 23.)
*** w11 1/1 págs. 7-8 ¿De verdad existió el jardín de
Edén? ***
3. ¿Cómo podía haber un árbol que transmitiera
conocimiento y otro que concediera vida?
Hay que aclarar que el relato bíblico no enseña que estos
dos árboles tuvieran algún tipo de poder sobrenatural.
En realidad, se trataba de árboles normales a los que Jehová
dio un significado simbólico.
Los seres humanos también atribuimos un significado
especial a ciertas cosas. Pensemos en el caso de un juez que
condena a una persona por cometer desacato al tribunal.
¿Significa eso que tal persona ha cometido una falta de
respeto contra las mesas, sillas y paredes de la sala del
tribunal? Claro que no. Lo que quiere decir es que faltó el
respeto al sistema de justicia al que dicho tribunal representa.
Otro ejemplo son las coronas y cetros que los monarcas
suelen usar como símbolo de su autoridad.
Entonces, ¿qué representaban los dos árboles del jardín
de Edén? Se han propuesto diversas y complicadas teorías,
pero la verdadera respuesta es sencilla y de gran importancia
para nosotros. El árbol del conocimiento de lo bueno y lo
malo simbolizaba el derecho exclusivo que Dios tiene de
decidir lo que está bien y lo que está mal (Jeremías 10:23).
Por eso es que Jehová consideraba que comer de aquel árbol
era una falta muy grave. Y el árbol de la vida representaba la
vida eterna, un don que solo Dios puede conceder (Romanos
6:23).

*** w99 15/4 págs. 7-8 párrs. 17-18 ¿Es en verdad posible
la vida eterna? ***
17
La Biblia dice que en el jardín de Edén “Jehová Dios
hizo crecer del suelo [...] el árbol de la vida”. La razón por la
que se echó a Adán del jardín fue para que ‘no alargara la
mano y efectivamente tomara fruto también del árbol de la
vida y comiera y viviera’, sí, ¡para siempre! Después de
expulsar a Adán y Eva del jardín de Edén, Jehová apostó “los
querubines y la hoja llameante de una espada que
continuamente daba vueltas para guardar el camino al árbol
de la vida” (Génesis 2:9; 3:22-24).
18
Si a Adán y Eva se les hubiera permitido comer del árbol
de la vida, ¿qué habría significado para ellos? Nada menos
que el privilegio de vivir para siempre en el Paraíso. Un
comentarista de la Biblia especuló: “El árbol de la vida debió
tener alguna virtud por la que el cuerpo humano evitara la
decrepitud de la edad o la decadencia que culmina en la
muerte”. Incluso creía que “existía una virtud herbácea en el
Paraíso capaz de contrarrestar los efectos” de la edad. Sin
embargo, la Biblia no dice que el árbol de la vida tuviera en sí
mismo ninguna propiedad vital. Solo representaba la garantía
divina de vida eterna a quien se le permitiera comer de su
fruto (Revelación 2:7).

*** ct cap. 6 pág. 97 ¿Puede confiarse en un relato antiguo


de la creación? ***
Es posible que la aparición de nuevas variedades de flora
no terminara en el tercer “día” de la creación. Puede que
prosiguiera hasta el sexto “día”, cuando el Creador “plantó un
jardín en Edén” e “hizo crecer del suelo todo árbol deseable a
la vista de uno y bueno para alimento” (Génesis 2:8, 9). Y,
como se ha mencionado, la atmósfera de la Tierra debió
aclararse en el cuarto “día”, de modo que llegaría más luz del
Sol y de otros cuerpos celestes a la Tierra.

*** g98 8/10 pág. 7 La seguridad duradera ***


Desaparece la seguridad del principio
La Palabra de Dios explica que Jehová creó a la primera
pareja humana perfecta y la situó en un entorno seguro
donde no sufría ansiedad. El propósito de Dios era que el
hombre viviera para siempre en un paraíso en completa
seguridad. El primer hogar de la humanidad contenía “todo
árbol deseable a la vista de uno y bueno para alimento”.
Observemos que se cubrían sus necesidades físicas, pero sin
pasar por alto las emocionales, pues se dice que el ambiente
era “deseable a la vista”. Esto sin duda significaba que la
primera pareja vivía en un entorno que garantizaba una vida
estable y libre de problemas (Génesis 2:9).

*** w89 1/8 págs. 12-13 párrs. 9-15 El propósito divino de


que el hombre disfrute de la vida en el Paraíso ***
Así Jehová Dios hizo crecer del suelo todo árbol deseable
a la vista de uno y bueno para alimento, y también el árbol de
la vida en medio del jardín, y el árbol del conocimiento de lo
bueno y lo malo. Ahora bien, había un río que procedía de
Edén para regar el jardín, y de allí empezaba a dividirse y
llegaba a ser, por decirlo así, cuatro cabeceras”. (Génesis
2:7-10.)
10
La mente perspicaz y recién creada de Adán absorbió
con gusto esta información satisfaciente. Ahora se enteró de
que no había venido de la región invisible desde la cual
hablaba su Hacedor y Formador. Más bien, había sido
formado del suelo de la Tierra en la cual vivía, y por lo tanto
era terrestre. Su Dador de Vida y Padre era Jehová Dios.
Adán era un “alma viviente”. Puesto que era de Jehová Dios
de quien había recibido la vida, era “hijo de Dios”. Los árboles
a su alrededor en el jardín de Edén producían frutos que eran
buenos para alimento, frutos que él podría comer para
mantenerse vivo como alma viviente. Sin embargo, ¿qué
razón había para que se mantuviera vivo, y por qué se le
había puesto en la Tierra, en este jardín de Edén? Era un
hombre completamente formado, inteligente y con aptitudes
físicas, y merecía saber aquello. Si no lo sabía, ¿cómo podría
cumplir con el propósito de su vida y así agradar a su
Hacedor y Padre al hacer la voluntad divina? Estas preguntas
apropiadas se contestaron mediante la siguiente información:
11
“Y Jehová Dios procedió a tomar al hombre y a
establecerlo en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo
cuidara. Y también impuso Jehová Dios este mandato al
hombre: ‘De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar
satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo
bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que
comas de él, positivamente morirás’”. (Génesis 2:15-17.)
12
Adán tiene que haber expresado su agradecimiento a su
Creador por haberle dado actividad que lo mantendría
ocupado en un servicio útil en este hermoso jardín de Edén.
Ahora sabía cuál era la voluntad de su Creador, y podía hacer
algo en la Tierra para Él. Ahora tenía una responsabilidad: la
de cultivar el jardín de Edén y atenderlo, pero aquello sería
placentero. Al cumplir con aquella responsabilidad haría que
el jardín de Edén mantuviera una apariencia que redundara
en gloria y alabanza a su Hacedor, Jehová Dios. Cuando
Adán sintiera hambre debido al trabajo que haría, podría
comer de los árboles del jardín hasta quedar satisfecho. Así
podría renovar sus fuerzas y sustentar su vida de felicidad
indefinidamente... para siempre. (Compárese con Eclesiastés
3:10-13.)
Perspectiva de vida eterna
13
¿Para siempre? ¡Esto tiene que haberle parecido casi
increíble al hombre perfecto! Pero ¿por qué no? Su Creador
no tenía idea ni propósito de destruir aquel jardín
magistralmente diseñado, el jardín de Edén. ¿Por qué habría
de destruir su propia obra, cuando era tan buena como
expresión de su creatividad artística? Era lógico que Dios no
se propusiera hacer aquello. (Isaías 45:18.) Y puesto que
este jardín incomparable seguiría bajo cultivo, necesitaría el
cultivo y la atención del hombre perfecto, Adán. Y si el
hombre encargado del jardín nunca comía del fruto prohibido
del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”, jamás
moriría. ¡El hombre perfecto podría vivir para siempre!
14
¡Adán tenía ante sí la posibilidad de vivir para siempre
en el paradisíaco jardín de Edén! Podría gozar para siempre
de aquel jardín, si seguía siendo perfectamente obediente a
su Creador, y nunca comía el fruto que el Creador del hombre
había prohibido. El deseo de Dios era que el hombre perfecto
siguiera manifestando obediencia y continuara vivo para
siempre. El que se le prohibiera al hombre comer del fruto del
“árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” no era nada
mortífero para él. Era simplemente un mandato que sometía a
prueba la obediencia perfecta del hombre a su Padre. Le
daba la oportunidad de probar que amaba a Dios, su Creador.
15
El hombre perfecto, con el corazón satisfecho al saber
que no era solo un accidente —algo que fuera el resultado de
la casualidad ciega— sino que tenía un Padre celestial, con la
mente iluminada por el entendimiento de su propósito en la
vida, con la perspectiva de vivir para siempre en el Paraíso,
tenía ante sí un futuro brillante. Comió de los árboles que
eran buenos para alimento, pero evitó el “árbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo”. Quería conocer el bien
que le vendría de su Creador. Era bueno el trabajo de cultivar
el jardín de Edén, un trabajo que no causaba ruina, y el
hombre perfecto trabajó.

*** rs pág. 431 párr. 2 Vida ***


Gén. 2:8, 9: “Plantó Jehová Dios un jardín en Edén, hacia
el este, y allí puso al hombre que había formado. Así Jehová
Dios hizo crecer del suelo todo árbol deseable a la vista de
uno y bueno para alimento y también el árbol de la vida en
medio del jardín.” (Después del pecado de Adán, la pareja
humana fue echada de Edén para que no comiera del árbol
de la vida, de acuerdo con Génesis 3:22, 23. De modo que
parece que, si Adán hubiera permanecido obediente a su
Creador, con el tiempo Dios le habría permitido comer de
aquel árbol como símbolo de que habría demostrado que
merecía vivir para siempre. La presencia del árbol de la vida
en Edén señalaba a tal perspectiva.)
(Génesis 2:10) De Edén salía un río que regaba el jardín y
desde allí se dividía en cuatro ríos.

*** it-1 págs. 732-733 Edén ***


Ubicación de Edén. La ubicación original del jardín de
Edén es conjetural. El medio principal de identificar su
emplazamiento geográfico es la descripción del río “que
procedía de Edén”, y que más tarde se dividía en cuatro
“cabeceras” y daba lugar a los ríos llamados Éufrates,
Hidequel, Pisón y Guihón. (Gé 2:10-14.) El Éufrates (heb.
Peráth) es bien conocido, e “Hidequel” es el nombre que se
usaba para el Tigris en las inscripciones antiguas.
(Compárese también con Da 10:4.) Sin embargo, no se han
identificado los otros dos ríos, el Pisón y el Guihón. (Véanse
CUS núm. 2; HAVILÁ núm. 1.)
Calvino y Delitzsch, entre otros, situaron Edén cerca de la
cabecera del golfo Pérsico, en la Baja Mesopotamia, donde
los ríos Tigris y Éufrates se hallan más cerca uno del otro, y
creyeron que el Pisón y el Guihón eran canales que unían
esos dos ríos. No obstante, si ese fuera el caso, el Pisón y el
Guihón serían tributarios más que ramificaciones de una
fuente original. El texto hebreo favorece más bien una
ubicación en la región montañosa que se halla al N. de las
llanuras de Mesopotamia, la zona donde hoy día nacen los
ríos Tigris y Éufrates. The Anchor Bible (1964) dice en sus
notas sobre Génesis 2:10: “En heb[reo] la desembocadura del
río se llama ‘fin’ (Jos XV 5, XVIII 19); por eso el plural de roʼs,
‘cabeza’, debe referirse aquí al curso alto. [...] Este último uso
está bien atestiguado por la palabra afín ac[adia] resu”. El que
en la actualidad los ríos Tigris y Éufrates no procedan de la
misma fuente y no sea posible identificar con seguridad al
Pisón y al Guihón tal vez se deba al diluvio del tiempo de
Noé, que debió alterar la topografía terrestre de forma
considerable, al rellenar las cuencas de algunos ríos y crear
otros.

*** it-1 pág. 1066 Guihón ***


1. Uno de los cuatro ríos que se ramificaba de la corriente
que procedía de Edén, y del que se dice que “rodea toda la
tierra de Cus”. (Gé 2:10, 13.) En la actualidad no es posible
identificarlo con certeza. Desde un punto de vista geográfico,
no parece posible que la “tierra de Cus” mencionada aquí sea
Etiopía, como suele ocurrir en relatos posteriores. Más bien,
podría referirse a la tierra que ocupaba Cus antes de que la
humanidad se dispersara una vez que se confundieron las
lenguas en Babel. (Gé 11:9.) Hay quien opina que el Guihón
era el río Araxes (Araks en la actualidad), que nace en las
montañas que están al NO. del lago Van y desemboca en el
mar Caspio. Por otra parte, algunos lexicógrafos relacionan la
“tierra de Cus” que aparece en Génesis 2:13 con los casitas
(en acadio, kassu), pueblo que habitaba la meseta del Asia
Central y que aparece en antiguas inscripciones cuneiformes,
pero cuya historia permanece un tanto oscura. (Lexicon in
Veteris Testamenti Libros, de L. Koehler y W. Baumgartner,
Leiden, 1958, pág. 429; A Hebrew and English Lexicon of the
Old Testament, de Brown, Driver y Briggs, 1980, pág. 469.)
Por otra parte, hay que señalar que a ciertos árabes de la
península arábiga se les llama kusi o kushim, tal como se
indica en Habacuc 3:7, donde se establece un paralelo entre
Cusán y Madián, que debieron ser el mismo lugar o zonas
adyacentes. Pero aunque puede haber diferentes
posibilidades, los cambios topográficos que debieron ocurrir
en la superficie terrestre a consecuencia del Diluvio
no permiten llegar a una conclusión definitiva. (Véase CUS
núm. 2.)

*** it-2 pág. 856 Río ***


El primer río que se menciona en la Biblia al parecer nacía
en Edén y regaba el jardín que Jehová dio como hogar a
Adán y Eva. Se dividía en cuatro cabeceras, que, a su vez, se
convertían en ríos: el Pisón, el Guihón, el Hidequel y el
Éufrates. Las regiones (Havilá, Cus y Asiria) a las que se
hace referencia con relación a esos cuatro ríos existieron en
el período postdiluviano. (Gé 2:10-14.) Por consiguiente,
parece que Moisés, el escritor del relato, empleó expresiones
comunes en su día para indicar la situación del jardín de
Edén. Por esta razón no puede determinarse con certeza si lo
que se dice acerca de los cursos del Pisón, el Guihón y el
Hidequel aplica al período postdiluviano o al antediluviano. Si
la descripción tiene que ver con la era antediluviana, el
Diluvio mismo bien pudo haber contribuido a cambiar los
cursos de esos ríos; y si se refiere al período postdiluviano,
puede que otros fenómenos naturales, como terremotos,
hayan alterado sus cursos desde entonces, lo que ha
dificultado la identificación de algunos de ellos.

*** w11 1/1 págs. 5-6 ¿De verdad existió el jardín de


Edén? ***
Por ejemplo, en Génesis 2:8-14 se proporcionan detalles
concretos acerca de su localización: se dice que estaba
situado en la zona oriental de una región llamada Edén y que
recibía agua de un río que luego se dividía en cuatro.
Además, se da el nombre de cada río y una breve explicación
sobre su curso. A lo largo de la historia, muchos estudiosos
se han devanado los sesos buscando en este pasaje alguna
pista para encontrar el Paraíso original. Pero lo único que han
obtenido ha sido un sinfín de teorías incompatibles entre sí.
¿Significa eso que la descripción bíblica del jardín de Edén y
de sus ríos no es real y que todo es simplemente un mito?
No nos precipitemos. Para empezar, hay que recordar que
los hechos de los que hablamos ocurrieron hace unos seis mil
años. Y cuando Moisés los puso por escrito —tal vez
basándose en relatos orales o en algún documento de la
época—, ya habían pasado alrededor de dos mil quinientos
años. De modo que el relato que escribió era historia antigua
incluso para él. ¿Es posible que la Tierra haya cambiado con
los siglos? Claro que sí. La superficie del planeta está en
continua transformación. De hecho, el lugar donde
posiblemente estuvo Edén forma parte de una zona de gran
actividad sísmica: en ella se produce el 17% de los
terremotos de mayor magnitud. Además, no olvidemos que el
Diluvio, una catástrofe de origen divino, debió de ejercer un
efecto inimaginable en la topografía del planeta. Por tanto, es
muy probable que los ríos y demás accidentes geográficos de
la región hayan cambiado mucho con el paso de los siglos.
Lo que está claro es que en Génesis se habla del jardín de
Edén como un lugar real. Dos de los cuatro ríos mencionados
en el relato —el Éufrates y el Tigris, o Hidequel— siguen
existiendo en la actualidad, y algunos de sus afluentes están
muy próximos entre sí. Además, se citan por nombre los
lugares por los que transcurrían, así como los recursos
naturales característicos de cada zona. Sin duda, todos
aquellos datos les sonarían muy familiares a los israelitas de
la antigüedad, a quienes originalmente iba dirigido el relato.

*** g89 22/6 págs. 10-11 ¿Llegará a ser toda la Tierra un


parque? ***
Es significativo que dos de los cuatro ríos cuyas
cabeceras se originaban en Edén todavía fluyen hoy día: el
Hidequel —al que por lo general se conoce por el nombre de
Tigris— y el Éufrates. (Génesis 2:10-14.) El traductor bíblico
Hans Bruns comentó lo siguiente sobre este relato de la
Biblia: “Los ríos atestiguan que no se trata de un cuento de
hadas, sino más bien de algo que realmente sucedió aquí en
la Tierra”.
(Génesis 2:11) El primer río se llama Pisón. Es el río que
rodea toda la tierra de Havilá, donde hay oro.

*** it-1 pág. 733 Edén ***


Sin embargo, no se han identificado los otros dos ríos, el
Pisón y el Guihón. (Véanse CUS núm. 2; HAVILÁ núm. 1.)
Calvino y Delitzsch, entre otros, situaron Edén cerca de la
cabecera del golfo Pérsico, en la Baja Mesopotamia, donde
los ríos Tigris y Éufrates se hallan más cerca uno del otro, y
creyeron que el Pisón y el Guihón eran canales que unían
esos dos ríos. No obstante, si ese fuera el caso, el Pisón y el
Guihón serían tributarios más que ramificaciones de una
fuente original.

*** it-1 pág. 733 Edén ***


no sea posible identificar con seguridad al Pisón y al
Guihón tal vez se deba al diluvio del tiempo de Noé, que
debió alterar la topografía terrestre de forma considerable, al
rellenar las cuencas de algunos ríos y crear otros.

*** it-1 pág. 1092 Havilá ***


1. Tierra que rodeaba el río Pisón, una de las cuatro
cabeceras que se ramificaban del río que procedía de Edén.
El registro dice que allí había buen oro, bedelio y piedra de
ónice. (Gé 2:10-12.) Puesto que ya no es posible identificar el
antiguo río Pisón, la ubicación de la tierra de Havilá sigue
siendo incierta. (Véase PISÓN.) Algunos creen que los
productos mencionados son típicamente árabes, y vinculan
Havilá con una región de Arabia. Basándose en la referencia
bíblica a “toda la tierra de Havilá”, J. Simons plantea la
posibilidad de que el término “Havilá” englobase toda la
península arábiga, aunque resulta difícil comprender cómo
podría ‘rodear’ el río Pisón una zona tan vasta. (The
Geographical and Topographical Texts of the Old Testament,
Leiden, 1959, págs. 40, 41.)

*** it-2 pág. 558 Oro ***


ORO

El metal que se menciona por primera vez y con más


frecuencia en la Biblia. (Gé 2:11.)

*** it-2 págs. 668-669 Pisón ***


PISÓN

(posiblemente: Más Esparcido).


Uno de los cuatro ríos que se bifurcaban del “río que
procedía de Edén”. El río Pisón rodeaba toda la tierra de
Havilá, donde se dice que había oro, bedelio y ónice. (Gé
2:10-12.) Todas las identificaciones del río Pisón, que van
desde ciertos ríos del este de Turquía hasta el Ganges, en la
India, son simples conjeturas.
En el artículo EDÉN núm. 1 se apuntaba la posibilidad de
que el diluvio universal hubiera borrado las pruebas que nos
permitirían identificar con certeza los ríos Pisón y Guihón en
la actualidad. No obstante, este hecho no elimina la
posibilidad de que estos ríos existieran y se conocieran en los
días de Moisés, cuando se escribió el libro de Génesis. La
alusión a la “tierra de Havilá” no debería hacernos entender
que existiera una región con ese nombre antes del Diluvio, al
igual que ocurre con “la tierra de Cus”. (Gé 2:13.) Más bien,
Moisés da los nombres que recibieron dichos lugares tras el
Diluvio, a fin de que sirvieran de referencias geográficas
conocidas en su día. También debe tomarse en consideración
que a los diversos cambios que produjo el Diluvio hay que
añadir que los terremotos pueden cambiar con facilidad el
curso de los ríos y hacer desaparecer secciones de estos,
algo que podría haber ocurrido en épocas posteriores al
Diluvio, ya que el este de Turquía, el lugar donde
probablemente se encontraba Edén, se halla en un cinturón
sísmico. (Véase HAVILÁ núm. 1.)

*** w89 1/8 pág. 12 párr. 9 El propósito divino de que el


hombre disfrute de la vida en el Paraíso ***
Ahora bien, había un río que procedía de Edén para regar
el jardín, y de allí empezaba a dividirse y llegaba a ser, por
decirlo así, cuatro cabeceras”. (Génesis 2:7-10.)

*** w89 1/8 pág. 12 El propósito divino de que el hombre


disfrute de la vida en el Paraíso ***
El profeta Moisés, quien puso por escrito la información del
libro de Génesis en el siglo XVI antes de nuestra era
común, añadió la siguiente información acerca de este río
edénico, según lo que se conocía en sus días:
“El nombre del primer río es Pisón; es el que rodea toda la
tierra de Havilá, donde hay oro. Y el oro de aquella tierra
es bueno. Allí hay también el bedelio y la piedra de ónice.
Y el nombre del segundo río es Guihón; es el que rodea
toda la tierra de Cus. Y el nombre del tercer río es
Hidequel; es el que va al este de Asiria. Y el cuarto río es
el Éufrates”. (Génesis 2:11-14.)
(Génesis 2:12) El oro de esa tierra es de muy buena calidad.
Allí también hay bedelio y ónice.

*** it-1 pág. 297 Bedelio ***


BEDELIO

(heb. bedhó·laj).
Gomorresina aromática de aspecto parecido al de la mirra
y empleada a veces para adulterarla. (Véase también
MIRRA.) Se obtiene de un árbol (Commiphora africana) que
se encuentra tanto en el NO. de África como en Arabia, y
también de una especie afín que crece en el NO. de la India.
Pertenece a un género de árboles pequeños o matorrales de
apariencia achaparrada y espinosa, escaso follaje y que
crecen en lugares cálidos y soleados. Al hacer incisiones en
la corteza, rezuma un aromático fluido resinoso o
gomorresina. Cuando la goma se recoge del árbol, se
endurece en seguida, se hace transparente, adquiere el tacto
de la cera y una apariencia perlífera.
Al describir la tierra de Havilá, rodeada por el río Pisón
(uno de los cuatro en los que se dividía el río que procedía de
Edén), se hace mención de sus cosas valiosas: el oro, el
bedelio y la piedra de ónice. (Gé 2:11, 12.)

*** it-1 pág. 1092 Havilá ***


1. Tierra que rodeaba el río Pisón, una de las cuatro
cabeceras que se ramificaban del río que procedía de Edén.
El registro dice que allí había buen oro, bedelio y piedra de
ónice. (Gé 2:10-12.) Puesto que ya no es posible identificar el
antiguo río Pisón, la ubicación de la tierra de Havilá sigue
siendo incierta. (Véase PISÓN.) Algunos creen que los
productos mencionados son típicamente árabes, y vinculan
Havilá con una región de Arabia. Basándose en la referencia
bíblica a “toda la tierra de Havilá”, J. Simons plantea la
posibilidad de que el término “Havilá” englobase toda la
península arábiga, aunque resulta difícil comprender cómo
podría ‘rodear’ el río Pisón una zona tan vasta. (The
Geographical and Topographical Texts of the Old Testament,
Leiden, 1959, págs. 40, 41.)

*** w89 1/8 pág. 12 El propósito divino de que el hombre


disfrute de la vida en el Paraíso ***
El profeta Moisés, quien puso por escrito la información del
libro de Génesis en el siglo XVI antes de nuestra era
común, añadió la siguiente información acerca de este río
edénico, según lo que se conocía en sus días:
“El nombre del primer río es Pisón; es el que rodea toda la
tierra de Havilá, donde hay oro. Y el oro de aquella tierra
es bueno. Allí hay también el bedelio y la piedra de ónice.
Y el nombre del segundo río es Guihón; es el que rodea
toda la tierra de Cus. Y el nombre del tercer río es
Hidequel; es el que va al este de Asiria. Y el cuarto río es
el Éufrates”. (Génesis 2:11-14.)
(Génesis 2:13) El segundo río se llama Guihon. Es el río que
rodea toda la tierra de Cus.

*** it-1 págs. 615-616 Cus ***


La “tierra de Cus”. Es incierta la ubicación de la “tierra de
Cus”, que, según Génesis 2:13, originalmente estaba rodeada
por el río Guihón, una de las cuatro cabeceras del río que
“procedía de Edén”. (Gé 2:10.) En este texto los traductores
de la Septuaginta tradujeron la palabra hebrea para “Cus” por
el nombre griego Etiopía. Desde tiempos primitivos el nombre
Cus se convirtió en un término más o menos sinónimo de la
antigua Etiopía, aunque no es posible afirmar que este sea
necesariamente el caso en Génesis 2:13. Siguiendo la
traducción de la Septuaginta, Josefo relacionó el río Guihón
(Geón) con el Nilo. (Antigüedades Judías, libro I, cap. I,
sec. 3.) Sin embargo, dado que el Guihón tenía la misma
fuente que los ríos Éufrates y Tigris, difícilmente podría
identificarse con el Nilo, a menos que el Diluvio hubiera
ocasionado cambios drásticos en la topografía de aquella
zona.
Algunos eruditos relacionan el término “Cus” de Génesis
2:13 con los “kassu” o “kassitas” de las inscripciones asirias,
un pueblo de origen incierto que habitaba la meseta de Asia
central. Un artículo de P. English en el Journal of Near
Eastern Studies (1959, vol. 18, págs. 49-53) presenta
pruebas de que en tiempos antiguos hubo una población
negra al SE. del mar Negro y, más tarde, en el Cáucaso, más
al N. Dice que los nombres de las regiones de Abkhazia y
Khazaria, habitadas por tales tribus, pudieron estar
relacionados con el de la Cus bíblica. Por supuesto, existe la
posibilidad de que la referencia a Cus de Génesis 2:13
aplique a alguna sección de la familia cusita que no emigró
hacia el S. con el cuerpo principal de cusitas, sino que se
estableció en la región de Asia Menor referida más arriba.
Otros piensan que la “tierra de Cus” rodeada por el Guihón
estaba en la península arábiga, ya que el nombre “Cusán” se
usa paralelamente a “la tierra de Madián” en Habacuc 3:7, y
Madián suele ubicarse cerca del golfo de ʽAqaba. Tal vez se
haga referencia a esta “Cus” árabe cuando se llama “cusita” a
Ziporá, la esposa madianita de Moisés. (Éx 18:1-5; Nú 12:1.)

*** it-1 pág. 733 Edén ***


no sea posible identificar con seguridad al Pisón y al
Guihón tal vez se deba al diluvio del tiempo de Noé, que
debió alterar la topografía terrestre de forma considerable, al
rellenar las cuencas de algunos ríos y crear otros.

*** it-1 pág. 733 Edén ***


Sin embargo, no se han identificado los otros dos ríos, el
Pisón y el Guihón. (Véanse CUS núm. 2; HAVILÁ núm. 1.)
Calvino y Delitzsch, entre otros, situaron Edén cerca de la
cabecera del golfo Pérsico, en la Baja Mesopotamia, donde
los ríos Tigris y Éufrates se hallan más cerca uno del otro, y
creyeron que el Pisón y el Guihón eran canales que unían
esos dos ríos. No obstante, si ese fuera el caso, el Pisón y el
Guihón serían tributarios más que ramificaciones de una
fuente original.

*** it-1 pág. 1066 Guihón ***


1. Uno de los cuatro ríos que se ramificaba de la corriente
que procedía de Edén, y del que se dice que “rodea toda la
tierra de Cus”. (Gé 2:10, 13.) En la actualidad no es posible
identificarlo con certeza. Desde un punto de vista geográfico,
no parece posible que la “tierra de Cus” mencionada aquí sea
Etiopía, como suele ocurrir en relatos posteriores. Más bien,
podría referirse a la tierra que ocupaba Cus antes de que la
humanidad se dispersara una vez que se confundieron las
lenguas en Babel. (Gé 11:9.) Hay quien opina que el Guihón
era el río Araxes (Araks en la actualidad), que nace en las
montañas que están al NO. del lago Van y desemboca en el
mar Caspio. Por otra parte, algunos lexicógrafos relacionan la
“tierra de Cus” que aparece en Génesis 2:13 con los casitas
(en acadio, kassu), pueblo que habitaba la meseta del Asia
Central y que aparece en antiguas inscripciones cuneiformes,
pero cuya historia permanece un tanto oscura. (Lexicon in
Veteris Testamenti Libros, de L. Koehler y W. Baumgartner,
Leiden, 1958, pág. 429; A Hebrew and English Lexicon of the
Old Testament, de Brown, Driver y Briggs, 1980, pág. 469.)
Por otra parte, hay que señalar que a ciertos árabes de la
península arábiga se les llama kusi o kushim, tal como se
indica en Habacuc 3:7, donde se establece un paralelo entre
Cusán y Madián, que debieron ser el mismo lugar o zonas
adyacentes. Pero aunque puede haber diferentes
posibilidades, los cambios topográficos que debieron ocurrir
en la superficie terrestre a consecuencia del Diluvio
no permiten llegar a una conclusión definitiva. (Véase CUS
núm. 2.)

*** w89 1/8 pág. 12 El propósito divino de que el hombre


disfrute de la vida en el Paraíso ***
El profeta Moisés, quien puso por escrito la información del
libro de Génesis en el siglo XVI antes de nuestra era
común, añadió la siguiente información acerca de este río
edénico, según lo que se conocía en sus días:
“El nombre del primer río es Pisón; es el que rodea toda la
tierra de Havilá, donde hay oro. Y el oro de aquella tierra
es bueno. Allí hay también el bedelio y la piedra de ónice.
Y el nombre del segundo río es Guihón; es el que rodea
toda la tierra de Cus. Y el nombre del tercer río es
Hidequel; es el que va al este de Asiria. Y el cuarto río es
el Éufrates”. (Génesis 2:11-14.)

*** w89 1/8 pág. 12 párr. 9 El propósito divino de que el


hombre disfrute de la vida en el Paraíso ***
Ahora bien, había un río que procedía de Edén para regar
el jardín, y de allí empezaba a dividirse y llegaba a ser, por
decirlo así, cuatro cabeceras”. (Génesis 2:7-10.)
(Génesis 2:14) El tercer río se llama Hidequel. Es el río que
va hacia el este de Asiria. Y el cuarto río es el Éufrates.

*** it-2 pág. 856 Río ***


El primer río que se menciona en la Biblia al parecer nacía
en Edén y regaba el jardín que Jehová dio como hogar a
Adán y Eva. Se dividía en cuatro cabeceras, que, a su vez, se
convertían en ríos: el Pisón, el Guihón, el Hidequel y el
Éufrates. Las regiones (Havilá, Cus y Asiria) a las que se
hace referencia con relación a esos cuatro ríos existieron en
el período postdiluviano. (Gé 2:10-14.) Por consiguiente,
parece que Moisés, el escritor del relato, empleó expresiones
comunes en su día para indicar la situación del jardín de
Edén. Por esta razón no puede determinarse con certeza si lo
que se dice acerca de los cursos del Pisón, el Guihón y el
Hidequel aplica al período postdiluviano o al antediluviano. Si
la descripción tiene que ver con la era antediluviana, el
Diluvio mismo bien pudo haber contribuido a cambiar los
cursos de esos ríos; y si se refiere al período postdiluviano,
puede que otros fenómenos naturales, como terremotos,
hayan alterado sus cursos desde entonces, lo que ha
dificultado la identificación de algunos de ellos.

*** w89 1/8 pág. 12 párr. 9 El propósito divino de que el


hombre disfrute de la vida en el Paraíso ***
Ahora bien, había un río que procedía de Edén para regar
el jardín, y de allí empezaba a dividirse y llegaba a ser, por
decirlo así, cuatro cabeceras”. (Génesis 2:7-10.)

*** w89 1/8 pág. 12 El propósito divino de que el hombre


disfrute de la vida en el Paraíso ***
El profeta Moisés, quien puso por escrito la información del
libro de Génesis en el siglo XVI antes de nuestra era
común, añadió la siguiente información acerca de este río
edénico, según lo que se conocía en sus días:
“El nombre del primer río es Pisón; es el que rodea toda la
tierra de Havilá, donde hay oro. Y el oro de aquella tierra
es bueno. Allí hay también el bedelio y la piedra de ónice.
Y el nombre del segundo río es Guihón; es el que rodea
toda la tierra de Cus. Y el nombre del tercer río es
Hidequel; es el que va al este de Asiria. Y el cuarto río es
el Éufrates”. (Génesis 2:11-14.)
(Génesis 2:15) Pues bien, Jehová Dios puso al hombre en el
jardín de Edén para que lo cultivara y lo cuidara.

*** it-1 pág. 731 Edén ***


Génesis 2:15 dice que “Jehová Dios procedió a tomar al
hombre y a establecerlo en el jardín de Edén”. Estas palabras
no significan que la creación del hombre se efectuó fuera del
jardín, sino simplemente que Dios ‘tomó’ al hombre en el
sentido de que lo formó y creó de los elementos de la tierra, y
luego lo dejó en el jardín en el que tendría que vivir. La
asignación de trabajo del hombre era cultivar y cuidar del
jardín.

*** it-1 pág. 733 Edén ***


Se supone que después del destierro de Adán del jardín
paradisiaco, estaría habitado solo por animales y crecería en
él abundante vegetación, pues no había nadie que “lo
cultivara y lo cuidara”. Centenares de años más tarde, las
agitadas aguas del Diluvio hicieron desaparecer el jardín de
Edén, por lo que su ubicación llegó a ser desconocida. La
única constancia que quedó de su existencia fue la del
registro divino. (Gé 2:15.)

*** w89 1/8 El propósito divino de que el hombre disfrute


de la vida en el Paraíso ***
El propósito divino de que el hombre disfrute de la vida
en el Paraíso

“Y Jehová Dios procedió a tomar al hombre y a


establecerlo en el jardín de Edén para que lo
cultivara y lo cuidara.” (GÉNESIS 2:15.)

ERA y todavía es el propósito original del Creador que


humanos obedientes disfruten de una vida sin vejez,
continuamente rebosante de vigor juvenil, sin aburrimiento,
siempre con un propósito que valga la pena cumplir, una vida
de amar y ser amados verdadera y altruistamente,
perfectamente... ¡en un paraíso! (Génesis 2:8; compárese con
Lucas 23:42, 43.)
2
Para darse cuenta de eso, reflexione sobre lo que
experimentó el recién creado Adán allá en el principio, al
adquirir consciencia de su ser, al examinar su propio cuerpo y
cuanto veía y oía y sentía que le rodeaba, ¡al comprender,
para sorpresa suya, que estaba vivo! Esto sucedió hace unos
6.000 años, en el año 4.026 antes de nuestra era común,
según la cuenta del tiempo que da la Santa Biblia. Sucedió en
la región que hoy se conoce como Turquía, o en la parte
sudoccidental de lo que ahora se llama Asia, en algún punto
en la vecindad de los ríos Éufrates y Tigris, y, por lo tanto, en
el hemisferio norte de nuestro globo terrestre. Esto sería
alrededor del 1 de octubre, pues los calendarios más antiguos
de la humanidad empezaron a contar el tiempo alrededor de
esa fecha.
3
El primer hombre vino a la vida ya crecido, perfectamente
formado, en perfecta salud, con perfecta moralidad. El
nombre que continuamente se le da en la Biblia indica de qué
sustancia fue formado. Su nombre era ’A·dhám. La tierra o
suelo que se usó para formarlo se llamaba ’a·dha·máh. Por
eso, bien se pudiera decir que su nombre significaba “Hombre
Terrestre”. Este llegó a ser el nombre personal del primer
hombre: Adán. ¡Qué sensación debe haber sido para Adán el
hallarse vivo, adquirir consciencia inteligente de su propia
persona!
4
Al cobrar vida este primer hombre, Adán, y abrir los ojos
y despertar como criatura consciente e inteligente, no se
encontró abrigado por el cuerpo peludo de una criatura
simiesca femenina, abrazado por los poderosos y largos
brazos de esta, agarrado de ella y mirándola a los ojos y
llamándola cariñosamente madre. Adán, el primer hombre, no
despertó a la vida en condiciones tan extrañas. No sintió
ninguna afinidad carnal con ningún simio, ni siquiera después,
cuando por primera vez vio uno. En el día de su creación
nada sugirió que él fuera descendiente, hijo lejano, de un
simio ni de ninguna otra criatura de ese tipo. Sin embargo,
¿seguiría perplejo aquel primer hombre, Adán, en cuanto a
cómo llegó a existir? No.
5
Sería fácil entender que le intrigara cómo habían llegado
a existir las cosas hermosas que veía. Se halló en un jardín
parecido a un parque, un paraíso que no había sido diseñado
ni hecho ni arreglado por él mismo. ¿Cómo había llegado a
existir esto? Como hombre perfectamente inteligente y
racional, querría saberlo. No contaba con experiencia
anterior. Sabía que como hombre no se había hecho a sí
mismo, ni se había desarrollado a sí mismo. Sus propios
esfuerzos no lo habían puesto en la condición en que se
hallaba. (Compárese con Salmo 100:3; 139:14.)
6
Puede que al principio el primer hombre, Adán, arrobado
por esta experiencia original gozosa de hallarse vivo en un
hogar terrestre perfecto, ni pensara en cómo había llegado a
la existencia ni por qué. Difícilmente pudo haber contenido
sus clamores de alegría. Notó que se expresaba en palabras.
Se oyó a sí mismo hablar en el lenguaje del hombre,
comentar sobre las cosas hermosas que veía y oía. ¡Qué
bueno era estar vivo aquí en este jardín paradisíaco! Pero el
deleite de irse llenando de información por lo que veía, oía,
olía y sentía lo estimularía a pensar. Si a nosotros se nos
colocara en las mismas circunstancias, veríamos en ellas un
misterio, un misterio que no podríamos resolver nosotros
mismos.
No es misterio la existencia humana
7
El primer hombre, Adán, no quedó en desconcierto por
mucho tiempo por hallarse vivo y solo, sin ver a ninguna otra
criatura como él en el jardín paradisíaco. Oyó una voz, oyó
hablar a alguien. El hombre entendió. Pero ¿dónde estaba el
que hablaba? El hombre no veía a nadie hablando. La voz
venía de lo invisible, de la región vedada a la vista humana, y
le hablaba a él. ¡Era la voz del Hacedor del hombre, su
Creador! El hombre pudo contestarle con la misma clase de
habla. Empezó a hablar con Dios, el Creador. El hombre no
necesitó ningún radiorreceptor como los de la ciencia
moderna para oír la voz divina. Dios conversaba directamente
con él como criatura suya.
8
Ahora el hombre se dio cuenta de que no estaba solo, lo
que debe haberle hecho sentirse mejor. Había muchas cosas
que quería saber. Podía hacer sus preguntas ahora al Ser
invisible que le hablaba. ¿Quién lo había hecho a él, y quién
había hecho este jardín de placer? ¿Con qué fin se le había
puesto donde estaba, y qué habría de hacer con su vida?
¿Tenía propósito su existencia? Este primer hombre, Adán,
fue objeto de cariño e interés paternal, pues sus preguntas
recibieron una contestación que satisfizo su mente inquisitiva.
¡Cuánto debe haber deleitado al Hacedor del hombre, su
Dador de Vida, su Padre celestial, escucharle empezar a
hablar, decir sus primeras palabras! ¡Qué feliz se sintió el
Padre celestial al oír a su hijo terrestre hablar con él! La
pregunta que naturalmente se presentaría primero sería:
“¿Cómo he llegado a la existencia?”. El Padre celestial la
contestó con gusto, y así Dios reconoció que este primer
hombre era hijo suyo. Era “hijo de Dios”. (Lucas 3:38.) Jehová
se identificó como el Padre de este primer hombre, Adán. De
su Padre celestial, aquí está la esencia de la respuesta que
Adán recibió a su pregunta y que pasó a su prole:
9
“Y Jehová Dios procedió a formar al hombre del polvo del
suelo y a soplar en sus narices el aliento de vida, y el hombre
vino a ser alma viviente. Además, Jehová Dios plantó un
jardín en Edén, hacia el este, y allí puso al hombre que había
formado. Así Jehová Dios hizo crecer del suelo todo árbol
deseable a la vista de uno y bueno para alimento, y también
el árbol de la vida en medio del jardín, y el árbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo. Ahora bien, había un río
que procedía de Edén para regar el jardín, y de allí empezaba
a dividirse y llegaba a ser, por decirlo así, cuatro cabeceras”.
(Génesis 2:7-10.)
10
La mente perspicaz y recién creada de Adán absorbió
con gusto esta información satisfaciente. Ahora se enteró de
que no había venido de la región invisible desde la cual
hablaba su Hacedor y Formador. Más bien, había sido
formado del suelo de la Tierra en la cual vivía, y por lo tanto
era terrestre. Su Dador de Vida y Padre era Jehová Dios.
Adán era un “alma viviente”. Puesto que era de Jehová Dios
de quien había recibido la vida, era “hijo de Dios”. Los árboles
a su alrededor en el jardín de Edén producían frutos que eran
buenos para alimento, frutos que él podría comer para
mantenerse vivo como alma viviente. Sin embargo, ¿qué
razón había para que se mantuviera vivo, y por qué se le
había puesto en la Tierra, en este jardín de Edén? Era un
hombre completamente formado, inteligente y con aptitudes
físicas, y merecía saber aquello. Si no lo sabía, ¿cómo podría
cumplir con el propósito de su vida y así agradar a su
Hacedor y Padre al hacer la voluntad divina? Estas preguntas
apropiadas se contestaron mediante la siguiente información:
11
“Y Jehová Dios procedió a tomar al hombre y a
establecerlo en el jardín de Edén para que lo cultivara y lo
cuidara. Y también impuso Jehová Dios este mandato al
hombre: ‘De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar
satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo
bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que
comas de él, positivamente morirás’”. (Génesis 2:15-17.)
12
Adán tiene que haber expresado su agradecimiento a su
Creador por haberle dado actividad que lo mantendría
ocupado en un servicio útil en este hermoso jardín de Edén.
Ahora sabía cuál era la voluntad de su Creador, y podía hacer
algo en la Tierra para Él. Ahora tenía una responsabilidad: la
de cultivar el jardín de Edén y atenderlo, pero aquello sería
placentero. Al cumplir con aquella responsabilidad haría que
el jardín de Edén mantuviera una apariencia que redundara
en gloria y alabanza a su Hacedor, Jehová Dios. Cuando
Adán sintiera hambre debido al trabajo que haría, podría
comer de los árboles del jardín hasta quedar satisfecho. Así
podría renovar sus fuerzas y sustentar su vida de felicidad
indefinidamente... para siempre. (Compárese con Eclesiastés
3:10-13.)
Perspectiva de vida eterna
13
¿Para siempre? ¡Esto tiene que haberle parecido casi
increíble al hombre perfecto! Pero ¿por qué no? Su Creador
no tenía idea ni propósito de destruir aquel jardín
magistralmente diseñado, el jardín de Edén. ¿Por qué habría
de destruir su propia obra, cuando era tan buena como
expresión de su creatividad artística? Era lógico que Dios no
se propusiera hacer aquello. (Isaías 45:18.) Y puesto que
este jardín incomparable seguiría bajo cultivo, necesitaría el
cultivo y la atención del hombre perfecto, Adán. Y si el
hombre encargado del jardín nunca comía del fruto prohibido
del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”, jamás
moriría. ¡El hombre perfecto podría vivir para siempre!
14
¡Adán tenía ante sí la posibilidad de vivir para siempre
en el paradisíaco jardín de Edén! Podría gozar para siempre
de aquel jardín, si seguía siendo perfectamente obediente a
su Creador, y nunca comía el fruto que el Creador del hombre
había prohibido. El deseo de Dios era que el hombre perfecto
siguiera manifestando obediencia y continuara vivo para
siempre. El que se le prohibiera al hombre comer del fruto del
“árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” no era nada
mortífero para él. Era simplemente un mandato que sometía a
prueba la obediencia perfecta del hombre a su Padre. Le
daba la oportunidad de probar que amaba a Dios, su Creador.
15
El hombre perfecto, con el corazón satisfecho al saber
que no era solo un accidente —algo que fuera el resultado de
la casualidad ciega— sino que tenía un Padre celestial, con la
mente iluminada por el entendimiento de su propósito en la
vida, con la perspectiva de vivir para siempre en el Paraíso,
tenía ante sí un futuro brillante. Comió de los árboles que
eran buenos para alimento, pero evitó el “árbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo”. Quería conocer el bien
que le vendría de su Creador. Era bueno el trabajo de cultivar
el jardín de Edén, un trabajo que no causaba ruina, y el
hombre perfecto trabajó.
No tenía que explicarse todo
16
La luz del día fue disminuyendo al caer la gran lumbrera
diurna, cuyo movimiento por el cielo Adán pudo notar. Vino la
oscuridad, la noche, y la Luna se le hizo discernible. Esto no
le comunicó temor; era la lumbrera menor que dominaba la
noche. (Génesis 1:14-18.) Pudiera haber sido que por el
jardín volaran luciérnagas que se encendieran y apagaran
como lamparillas.
17
Al caer la noche y rodearlo la oscuridad, sintió que
necesitaba dormir, como los animales que veía alrededor. Al
despertar empezó a sentir hambre, y comió con buen apetito
de los árboles frutales de los cuales se le permitía comer;
tuvo lo que pudiera llamarse un desayuno.
18
Con fuerzas renovadas, y refrescado por el descanso de
la noche, pasó a dar atención al trabajo del día. Al observar el
verdor que le rodeaba, no pensó que tenía que investigar el
misterio de lo que miles de años después la gente llamaría
fotosíntesis, el enigmático proceso por el cual la materia que
le da el color verde a las plantas, su clorofila, utiliza la energía
de la luz solar para producir alimento que el hombre y los
animales pueden comer, tomando a la vez el anhídrido
carbónico que el hombre y los animales exhalan y liberando
oxígeno que estos pueden respirar. Esto pudiera ser un
misterio para el humano, pero a Adán no le pareció que tenía
que resolverlo. Era un milagro del Creador del hombre. Dios
lo entendía y lo ponía en función para beneficio de la vida de
sus criaturas en la Tierra. Por lo tanto, para la inteligencia
perfecta del primer hombre era suficiente que Dios, el
Creador, hiciera que las plantas crecieran, y la tarea que el
hombre había recibido de Dios era la de cuidar o atender
estas formas de la vida vegetal que crecían en el jardín de
Edén. (Véase Génesis 1:12.)
Solo... pero no sin gozo
19
El Padre celestial no había terminado de educar al
hombre. El hombre atendía el jardín de Edén sin la compañía
ni ayuda de otra criatura como él en la Tierra. En lo que se
refería a su género, el género humano, el hombre estaba
solo. Él no empezó a buscar a alguien de su género con
quien tener compañía en la Tierra. No le pidió a Dios, su
Padre celestial, que le diera un hermano o una hermana. Su
soledad como hombre no lo trastornó ni lo privó del gozo de
vivir y trabajar. Tenía compañerismo con Dios. (Compárese
con Salmo 27:4.)
20
Adán sabía que él y su obra estaban bajo el escrutinio
de su Padre celestial. Su mayor gozo era agradar a su Dios y
Creador, cuya grandiosidad se revelaba mediante todas las
hermosas obras de creación que el hombre veía a su
alrededor. (Compárese con Revelación 15:3.) El seguir
viviendo así no habría sido una faena agotadora ni una tarea
aburrida para este hombre perfectamente equilibrado que
podía conversar con su Dios. Además, Dios había puesto
ante Adán un trabajo interesante y fascinador, que le traería
gran satisfacción y placer. El artículo siguiente dirá más
acerca de las bendiciones y perspectivas de Adán en su
relación con su amoroso Creador.
[Notas a pie de página]
Esta es la palabra en el lenguaje original del relato de la
creación en la Santa Biblia. (Génesis 1:26, Biblia con
Referencias [Traducción del Nuevo Mundo] nota al pie de
la página.)
El profeta Moisés, quien puso por escrito la información del
libro de Génesis en el siglo XVI antes de nuestra era
común, añadió la siguiente información acerca de este río
edénico, según lo que se conocía en sus días:
“El nombre del primer río es Pisón; es el que rodea toda la
tierra de Havilá, donde hay oro. Y el oro de aquella tierra
es bueno. Allí hay también el bedelio y la piedra de ónice.
Y el nombre del segundo río es Guihón; es el que rodea
toda la tierra de Cus. Y el nombre del tercer río es
Hidequel; es el que va al este de Asiria. Y el cuarto río es
el Éufrates”. (Génesis 2:11-14.)
(Génesis 2:16) Además, Jehová Dios le dio este mandato al
hombre: “Puedes comer de todos los árboles del jardín hasta
quedar satisfecho.

*** it-2 pág. 45 Jehová ***


La obediencia a las instrucciones de Dios se subrayaba de
manera especial como algo esencial para la vida misma.
Puesto que Adán era un humano perfecto, Jehová esperaba
de él obediencia perfecta. Él le dio a su hijo terrestre la
oportunidad de mostrar amor y devoción al obedecer su
mandato de abstenerse de comer de uno de los muchos
árboles frutales que había en Edén. (Gé 2:16, 17.) Este
mandato era sencillo, pero las circunstancias de Adán
entonces también eran sencillas, libres de las complejidades
y la confusión que con el tiempo han llegado a existir. Que
esta prueba sencilla manifiesta la sabiduría de Jehová, lo
subrayan las palabras que Jesucristo pronunció unos cuatro
mil años después: “La persona fiel en lo mínimo es fiel
también en lo mucho, y la persona injusta en lo mínimo es
injusta también en lo mucho”. (Lu 16:10.)

*** wt cap. 5 págs. 42-43 párr. 4 La libertad de que


disfrutan los adoradores de Jehová ***
4
Por consiguiente, era justo que Dios, el Dador de vida,
pusiera a prueba la devoción que le tenían, así como su
deseo de respetar los límites que él había fijado. Jehová le
dio a Adán el siguiente mandato: “De todo árbol del jardín
puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al
árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer
de él, porque en el día que comas de él, positivamente
morirás” (Génesis 2:16, 17). Cuando Eva fue creada, también
a ella se le comunicó esta ley (Génesis 3:2, 3). ¿Los privaba
tal restricción de su libertad? De ningún modo. No tenían por
qué comer el fruto de aquel árbol en particular, ya que
disponían de una gran abundancia y variedad de alimentos
deliciosos (Génesis 2:8, 9). Lo propio era reconocer que,
como Dios creó la Tierra, a él le pertenecía y, por tanto, tenía
el derecho de promulgar leyes que convinieran a su propósito
y beneficiaran a la humanidad (Salmo 24:1, 10).

*** la-S parte 7 pág. 22 párr. 2 Una vida llena de


satisfacción: ¿por qué resulta tan difícil de alcanzar? ***
2
Para ser verdaderamente feliz, la familia humana debe
tener una buena relación con Dios, una relación voluntaria,
no obligada (Deuteronomio 30:15-20; Josué 24:15). Jehová
desea que nuestra obediencia y adoración provengan del
corazón y tengan el amor como motivo (Deuteronomio 6:5).
Por ello, en el jardín de Edén impuso una restricción que
brindó al primer hombre la oportunidad de demostrar su
lealtad sincera. “De todo árbol del jardín puedes comer hasta
quedar satisfecho —le dijo a Adán—. Pero en cuanto al árbol
del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de
él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás.”
(Génesis 2:16, 17.) Era una prueba sencilla: Jehová prohibió
a Adán comer el fruto de solo uno de los árboles del jardín.
Aquel árbol simbolizó el derecho del Creador omnisapiente a
decidir lo que es bueno y lo que es malo. El primer hombre
transmitió el mandato divino a la esposa que Jehová le había
dado “como complemento de él” (Génesis 2:18). Ambos
estaban satisfechos con esta situación, es decir, con vivir
sujetos al gobierno de Dios, acatando su voluntad con aprecio
y expresando así el amor que sentían por su Creador y Dador
de Vida.

*** kl cap. 6 pág. 57 párr. 9 ¿Por qué envejecemos y


morimos? ***
9
Dios le impuso a Adán este mandato: “De todo árbol del
jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto
al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes
comer de él, porque en el día que comas de él, positivamente
morirás”. (Génesis 2:16, 17.) Como Creador, Jehová Dios
tenía el derecho de fijar normas morales y definir lo que era
bueno y malo para sus criaturas. Su mandato era razonable,
pues Adán y Eva tenían libertad para comer de todos los
demás árboles del jardín. Si obedecían aquella ley en vez de
fijar con orgullo sus propias normas morales, demostrarían
que apreciaban la legítima gobernación de Jehová.

*** w90 1/5 pág. 30 Preguntas de los lectores ***


Dios dijo al primer hombre: “De todo árbol del jardín
puedes comer hasta quedar satisfecho”. (Génesis 2:16, 17.)
Jehová no tenía que usar ningún aparato mecánico ni
electrónico, como un megáfono o un radio de onda corta.
Como se mencionó en La Atalaya del 1 de agosto de 1989:
“El hombre no veía a nadie hablando. La voz venía de lo
invisible, de la región vedada a la vista humana, y le hablaba
a él. ¡Era la voz del Hacedor del hombre, su Creador! [...] El
hombre no necesitó ningún radiorreceptor como los de la
ciencia moderna para oír la voz divina. Dios conversaba
directamente con él”.
¿Hablaba Dios mediante un ángel, quizás el Logos, que
llegó a ser Jesús? Es muy probable. Aunque sin la intención
de ser dogmático, C. T. Russell escribió: “Es probable que
Jesús fuera el Representante de Dios ante Adán en el jardín
de Edén”. (La Atalaya [edición en inglés] del 1 de febrero
de 1915.) El Hijo primogénito de Dios sirvió por mucho tiempo
en la capacidad ensalzada de la “Palabra”, o el Portavoz, de
su Padre ante ángeles y hombres. (Juan 1:1; 12:49, 50;
Revelación 1:1, 2.) Por eso, aunque el relato de Génesis
comunique la impresión de que Dios habló directamente a
Adán mientras este estaba solo, eso no descarta la
posibilidad de que le hubiera hablado mediante un ángel, lo
que incluiría a la Palabra, el Hijo celestial de Jehová.
Especialmente podría ser así si consideramos que en primer
lugar Jehová utilizó al Logos para crear al hombre, y el Logos
‘estaba encariñado con las cosas relacionadas con los hijos
de los hombres’. (Proverbios 8:22, 31; Juan 1:3.)

*** w89 1/8 pág. 13 párr. 11 El propósito divino de que el


hombre disfrute de la vida en el Paraíso ***
Y también impuso Jehová Dios este mandato al hombre:
‘De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar
satisfecho.

*** w89 1/8 pág. 13 párr. 11 El propósito divino de que el


hombre disfrute de la vida en el Paraíso ***
(Génesis 2:15-17.)

*** w89 1/8 pág. 13 párr. 12 El propósito divino de que el


hombre disfrute de la vida en el Paraíso ***
Cuando Adán sintiera hambre debido al trabajo que haría,
podría comer de los árboles del jardín hasta quedar
satisfecho. Así podría renovar sus fuerzas y sustentar su vida
de felicidad indefinidamente... para siempre. (Compárese con
Eclesiastés 3:10-13.)
(Génesis 2:17) Pero no debes comer del árbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo, porque el día en que
comas de él sin falta morirás”.

*** wp19 núm. 3 pág. 8 ¿Por qué envejecemos y


morimos? ***
Dios le dijo: “El día que comas de él [...] morirás” (Génesis
2:17). Si Adán iba a envejecer y morir de todos modos, esa
advertencia era innecesaria. Adán sabía que, si no comía del
árbol, no moriría.
Adán y Eva no necesitaban comer de ese árbol para vivir,
pues en el jardín había muchos árboles frutales (Génesis
2:9). Si no hubieran comido del árbol, habrían sido obedientes
a quien les dio la vida y habrían demostrado que reconocían
que Dios tenía el derecho a decirles lo que debían hacer.

*** w18 abril pág. 5 párrs. 9-10 Cómo ser realmente libres
***
9
Jehová les dio a Adán y Eva otro mandato, y en esta
ocasión les dijo con claridad cuál sería el castigo por violarlo:
“En cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo,
no debes comer de él, porque en el día que comas de él,
positivamente morirás” (Gén. 2:17). ¿Era un mandato injusto,
innecesario o irrazonable? ¿Les robó algo de libertad? Por
supuesto que no. De hecho, diversos comentaristas bíblicos
dicen que era un mandato lógico. Por ejemplo, uno de ellos
indica que Génesis 2:16, 17 nos enseña que “solo Dios sabe
lo que es bueno [...] para los hombres y lo que no es
bueno [...] para ellos. A fin de disfrutar de ‘lo bueno’, tienen
que confiar en Dios y obedecerlo. Si no lo hacen, deberán
decidir por sí solos lo que es bueno [...] y lo que no”. Y esta
es una carga que no están capacitados para llevar.
10
Muchas personas hoy opinan que el mandato que Dios
le dio a Adán implicaba negarle la libertad de hacer lo que
quisiera. Pero no es cierto. No es lo mismo tener el derecho a
decidir lo que uno quiere hacer que tener el derecho a decidir
lo que está bien y lo que está mal. Adán y Eva tenían libertad
para decidir si obedecían a Dios o no. Sin embargo, solo
Jehová tiene el derecho a decidir lo que está bien y lo que
está mal. Esto es lo que simbolizaba “el árbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo” que había en el jardín de
Edén (Gén. 2:9). Tenemos que reconocer que no siempre
sabemos cuáles serán las consecuencias de nuestras
decisiones ni podemos estar seguros de que siempre nos
beneficiarán. Por este motivo, es frecuente que decisiones
que se toman con las mejores intenciones provoquen
sufrimiento, desastres o hasta tragedias (Prov. 14:12). Gran
culpa de ello la tienen nuestras limitaciones humanas. Con el
mandato que Jehová les dio a Adán y Eva, les estaba
enseñando que debían obedecerlo para ser realmente libres.

*** it-1 pág. 175 Árbol ***


Uso figurado. Dios utilizó dos árboles en el jardín de
Edén con propósitos simbólicos: el “árbol de la vida” y “el
árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”. El que el
hombre no se adhiriera al decreto divino concerniente a este
último fue lo que le llevó a la caída. (Gé 2:9, 16, 17; 3:1-24.)
Muchos han expresado el punto de vista erróneo de que el
significado del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”
y la restricción de comer de su fruto tenía que ver con el acto
sexual entre la primera pareja humana, pero esta idea está en
contradicción con el mandato explícito que Dios les dio de
‘ser fructíferos y hacerse muchos y llenar la tierra’. (Gé 1:28.)
Antes bien, debido a que representaba el “conocimiento de lo
bueno y lo malo” y Dios había indicado que estaba “fuera de
los límites” de la pareja humana, ese árbol llegó a ser un
símbolo del derecho de Dios de determinar o fijar para el
hombre las normas en cuanto a lo que es “bueno” (lo que
Dios aprueba) y lo que es “malo” (lo que Dios condena). Por
lo tanto, constituyó una prueba del respeto del hombre a la
posición de su Creador y de su disposición a permanecer
dentro de los límites de libertad decretados por Dios, límites
que no le restringían indebidamente, sino que, por el
contrario, le permitían el mayor disfrute de la vida. De modo
que la violación de esos límites y la entrada en el terreno de
lo prohibido al comer del “árbol del conocimiento de lo bueno
y lo malo”, equivalía a una invasión del dominio de Dios o una
insurrección contra su autoridad. (Véase SOBERANÍA.)

*** it-1 págs. 651-652 Delito y castigo ***


La primera ocasión en la que Jehová pronunció una
sentencia para aplicar la justicia fue en el caso de la primera
pareja humana y de la serpiente, que representaba al Diablo.
La pena por la desobediencia a Dios, desobediencia que
equivalía a rebelión contra la soberanía del Gobernante del
universo, fue la muerte. (Gé 2:17.)

*** it-1 pág. 732 Edén ***


¿Qué fue el fruto prohibido de Edén?
El hombre podía comer de todos los árboles frutales de
Edén “hasta quedar satisfecho”. (Gé 2:16.) Sin embargo,
había un árbol, el “del conocimiento de lo bueno y lo malo”,
que estaba acotado para la pareja humana. Eva mencionó la
prohibición que Jehová había impuesto a su esposo,
entendiendo que incluía hasta el ‘tocar’ el árbol, lo que
resultaría en la pena de muerte por falta de respeto y
violación de la ley divina. (Gé 2:17; 3:3.) Las explicaciones
tradicionales en cuanto a qué era el fruto prohibido han sido
varias. Se ha dicho que es símbolo de las relaciones
sexuales, representadas por una “manzana”; el mero
conocimiento de lo bueno y lo malo, y el conocimiento
obtenido al alcanzar la madurez y mediante la experiencia, un
conocimiento al que puede darse un buen o un mal uso.
No obstante, en vista del mandato divino de ‘ser fructíferos y
hacerse muchos y llenar la tierra’ (Gé 1:28), es obvio que el
fruto prohibido no puede representar las relaciones sexuales.
Tampoco puede significar la mera capacidad de distinguir lo
bueno de lo malo, pues para obedecer el mandato de Dios el
hombre sin pecado debía poder hacer uso de esta distinción
moral. Ni tampoco podría referirse al conocimiento obtenido
con la madurez, porque no sería un pecado por parte del
hombre alcanzar este estado, ni sería lógico que su Creador
le obligara a permanecer en un estado inmaduro.
Las Escrituras no dicen a qué género pertenecía el árbol.
No obstante, es evidente que el árbol del conocimiento de lo
bueno y lo malo simbolizó la prerrogativa divina que se
reserva el Creador del hombre de designar lo que es “bueno”
y lo que es “malo” para sus criaturas, y luego requerir que se
practique lo que se ha declarado bueno y se evite lo que se
ha pronunciado malo a fin de permanecer aprobado por Dios,
el Gobernante Soberano. (Véase ÁRBOL.) Tanto la
prohibición como la sentencia que se pronunció sobre la
pareja desobediente ponen de relieve el hecho de que fue el
acto de desobediencia de comer el fruto prohibido lo que
constituyó el pecado original. (Gé 3:3.)
Aunque a algunos críticos modernos les extraña la
sencillez del relato edénico, debería ser obvio que en
aquellas circunstancias era más apropiada una prueba
simple. La vida del hombre y la mujer recién creados era
sencilla, no estaba complicada y sobrecargada con todos los
problemas complejos, las situaciones difíciles y la perplejidad
que la desobediencia a Dios ha traído desde entonces a la
raza humana. No obstante, a pesar de su sencillez, la prueba
expresa de manera concisa y admirable la verdad universal
de la soberanía de Dios, así como la dependencia y deber del
hombre para con Él. Y hay que decir que aunque el relato de
los acontecimientos ocurridos en Edén es sencillo, su nivel es
infinitamente más elevado que aquellas teorías que colocan
el comienzo del hombre, no en un jardín, sino en una cueva, y
lo representan como un bruto carente de sentido moral. La
sencillez de la prueba puesta en Edén ilustra el principio que
declaró milenios más tarde el Hijo de Dios: “La persona fiel en
lo mínimo es fiel también en lo mucho, y la persona injusta en
lo mínimo es injusta también en lo mucho”. (Lu 16:10.)
Sin embargo, es obvio que el propósito del árbol prohibido
de Edén no era servir de espina en la carne para la pareja
humana, ni fue designado así con el fin de plantear un
problema o servir de objeto de controversia. Si Adán y Eva
hubieran reconocido la voluntad de Dios y respetado sus
instrucciones, su hogar jardín no se habría perdido y seguiría
siendo un lugar de placer y deleite. El registro muestra que
fue el adversario de Dios quien impuso ante la humanidad la
cuestión y la controversia sobre el árbol, junto con la
tentación de violar el mandato de Dios. (Gé 3:1-6; compárese
con Rev 12:9.)
*** it-2 pág. 45 Jehová ***
La obediencia a las instrucciones de Dios se subrayaba de
manera especial como algo esencial para la vida misma.
Puesto que Adán era un humano perfecto, Jehová esperaba
de él obediencia perfecta. Él le dio a su hijo terrestre la
oportunidad de mostrar amor y devoción al obedecer su
mandato de abstenerse de comer de uno de los muchos
árboles frutales que había en Edén. (Gé 2:16, 17.) Este
mandato era sencillo, pero las circunstancias de Adán
entonces también eran sencillas, libres de las complejidades
y la confusión que con el tiempo han llegado a existir. Que
esta prueba sencilla manifiesta la sabiduría de Jehová, lo
subrayan las palabras que Jesucristo pronunció unos cuatro
mil años después: “La persona fiel en lo mínimo es fiel
también en lo mucho, y la persona injusta en lo mínimo es
injusta también en lo mucho”. (Lu 16:10.)

*** it-2 pág. 94 Jesucristo ***


Para ilustrarlo, analice la prueba que se puso al primer hijo
humano de Dios, Adán. Esta prueba no implicaba aguantar
persecución ni sufrimiento, sino solo respetar obedientemente
la voluntad de Dios con respecto al árbol del conocimiento de
lo bueno y lo malo. (Gé 2:16, 17; véase ÁRBOL.)

*** it-2 pág. 281 Mal ***


Por lo tanto, es evidente que Dios es quien fija la norma
de qué es bueno y qué es malo; el hombre no tiene la
prerrogativa de obrar independientemente de Él. El que Adán
transgrediese la ley expresa de Dios no es imputable a
Jehová, “porque con cosas malas [una forma de ka·kós] Dios
no puede ser sometido a prueba ni somete a prueba él mismo
a nadie. Más bien, cada uno es probado al ser provocado y
cautivado por su propio deseo”. (Snt 1:13, 14; Gé 2:16, 17;
3:17-19.)

*** it-2 pág. 428 Muerte ***


Por qué mueren los humanos. La primera mención de la
muerte en la Biblia aparece en Génesis 2:16, 17, cuando Dios
le dio al primer hombre el mandato de no comer del árbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo. La violación de aquel
mandato traería como consecuencia la muerte. (Véase NM,
nota.) Sin embargo, en el caso de los animales, la muerte ya
debía ser un proceso natural, pues no se hace ninguna
alusión a ellos cuando la Biblia relata cómo se introdujo la
muerte en la familia humana. (Compárese con 2Pe 2:12.) Por
lo tanto, Adán entendía la gravedad de la desobediencia, que,
como le había advertido su padre celestial, se castigaría con
la pena de muerte, pena que sufrió por incurrir en ese
pecado. (Gé 3:19; Snt 1:14, 15.) Con el tiempo, su pecado y
el fruto de este, la muerte, se extendieron a toda la
humanidad. (Ro 5:12; 6:23.)

*** it-2 pág. 611 Pecado ***


La sublevación en Edén. La voluntad de Dios dada a
conocer a Adán y a su esposa era ante todo positiva, pues
enumeraba cosas que tenían que hacer. (Gé 1:26-29; 2:15.)
Adán recibió un solo mandato prohibitorio: no comer (ni
siquiera tocar) del árbol del conocimiento de lo bueno y lo
malo. (Gé 2:16, 17; 3:2, 3.) La prueba de obediencia y
devoción que Dios le puso al hombre se destaca por el
respeto que mostró a su dignidad. Con ella Dios no le
atribuyó a Adán nada malo; no utilizó como prueba la
prohibición de cometer, por ejemplo, bestialidad, asesinato ni
ninguna otra acción vil o degradada similar. Dios sabía que
Adán no tenía inclinaciones depravadas. El comer era normal,
apropiado, y a Adán se le había dicho que “[comiese] hasta
quedar satisfecho” de lo que Dios le había dado. (Gé 2:16.)
De modo que Dios probó a Adán al prohibirle comer del fruto
de este árbol en concreto, y así convirtió su ingestión en un
símbolo del conocimiento que permitía decidir por uno mismo
lo que era “bueno” y lo que era “malo” para el hombre. Por
consiguiente, Dios no le impuso ninguna penalidad a Adán ni
le atribuyó nada que desmereciera su dignidad como hijo
humano de Dios.

*** it-2 pág. 703 Presciencia, predeterminación ***


Presciencia selectiva significa que Dios podía optar por
no preconocer indistintamente todos los actos futuros de sus
criaturas. Esto querría decir que en lugar de que toda la
historia desde la creación en adelante fuese una simple
repetición de lo que Dios ya había previsto y predeterminado,
Él podría, con toda sinceridad, colocar ante la primera pareja
humana la perspectiva de vida eterna en una Tierra libre de
iniquidad. Las instrucciones que Jehová dio a sus dos
primeros hijos humanos para que, como sus agentes
perfectos y libres de pecado, llenaran la Tierra con su prole,
la transformaran en un paraíso y ejercieran control sobre la
creación animal, constituían la concesión de un privilegio
verdaderamente amoroso y lo que en realidad deseaba para
ellos, más bien que ser una comisión condenada al fracaso
de antemano. Si Dios hubiera preconocido que la primera
pareja humana iba a pecar y que jamás podría comer del
“árbol de la vida”, la prueba del “árbol del conocimiento de lo
bueno y lo malo” y el que hubiese creado un “árbol de la vida”
en el jardín de Edén hubieran carecido de sentido y de
propósito. (Gé 1:28; 2:7-9, 15-17; 3:22-24.)
*** it-2 págs. 1046-1047 Soberanía ***
Al tomar del fruto del “árbol del conocimiento de lo bueno y
lo malo”, Adán y Eva expresaron su rebelión. El Creador,
como Soberano Universal, estaba en su pleno derecho de
promulgar la ley sobre el árbol, pues Adán, por ser persona
creada, y no soberana, tenía limitaciones y necesitaba
reconocer este hecho. Para que hubiera paz y armonía
universal, sobre todas las criaturas racionales recaía la
responsabilidad de reconocer y apoyar la soberanía del
Creador. Adán demostraría que reconocía este hecho si se
abstenía de comer el fruto de aquel árbol. Como padre en
perspectiva de una Tierra poblada de criaturas humanas,
tenía que demostrar su obediencia y lealtad hasta en lo más
mínimo. El principio implicado era: “La persona fiel en lo
mínimo es fiel también en lo mucho, y la persona injusta en lo
mínimo es injusta también en lo mucho”. (Lu 16:10.) Adán
tenía la capacidad de mostrar esa obediencia perfecta. Es
evidente que no había nada intrínsecamente malo en el fruto
del árbol en sí. (La prohibición no tenía nada que ver con las
relaciones sexuales, pues Dios había mandado a la pareja
que ‘llenasen la tierra’. [Gé 1:28.] Era el fruto de un árbol
literal, como dice la Biblia.) La nota al pie de la página que
aparece en Génesis 2:17 en la Biblia de Jerusalén expresa
bien qué representaba el árbol:
“Esta ‘ciencia’ [conocimiento] es un privilegio que Dios se
reserva y que el hombre usurpará por el pecado, 3:5, 22.
No es, pues, ni la omnisciencia, que el hombre caído
no posee, ni el discernimiento moral, que ya poseía el hombre
inocente y que Dios no niega a su criatura racional. Es la
facultad de decidir uno por sí mismo lo que es bueno y lo que
es malo, y de obrar en consecuencia: una reclamación de
autonomía moral, por la que el hombre no se conforma con
su condición de criatura [...]. El primer pecado ha sido un
atentado a la soberanía de Dios, un pecado de orgullo.”
*** it-2 pág. 1200 Vida ***
Pasan por alto que fue el propio Creador quien sentenció
a muerte a la primera pareja humana e hizo que esa
sentencia se cumpliese de un modo que al hombre no le es
posible comprender plenamente. De manera parecida, Dios
reserva el premio de la vida eterna a todo aquel que ejerza fe
en su Hijo. (Gé 2:16, 17; 3:16-19; Jn 3:16.)

*** w15 1/3 pág. 4 ¿De qué nos sirve la muerte y


resurrección de Jesús? ***
El ser humano no fue hecho para morir
“Jehová Dios procedió a tomar al hombre y a
establecerlo en el jardín de Edén para que lo
cultivara y lo cuidara. Y también impuso Jehová
Dios este mandato al hombre: ‘De todo árbol del
jardín puedes comer hasta quedar satisfecho.
Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo
bueno y lo malo, no debes comer de él, porque
en el día que comas de él, positivamente
morirás’.” (Génesis 2:15-17.)
Dios puso al primer hombre, Adán, en el jardín de Edén,
un hermoso paraíso terrenal lleno de animales y plantas.
Adán estaba rodeado de árboles frutales y podía alimentarse
de cualquiera de ellos. Sin embargo, Jehová le había dicho
que había un árbol específico del cual no podía comer. Dios
le advirtió que si comía de ese árbol, moriría.
¿Qué entendió Adán con esa prohibición? Él sabía lo que
era la muerte, pues había visto morir animales. Si Adán
hubiera sido creado igual que ellos, la advertencia de Dios
no habría tenido mucho sentido, pues de todos modos le
esperaba la muerte. No; el primer hombre entendió que si
obedecía a Dios y respetaba aquel árbol, viviría para siempre.
Hay quienes piensan que el árbol es un símbolo de las
relaciones sexuales, pero se equivocan, pues Jehová les dijo
a Adán y a Eva: “Sean fructíferos y háganse muchos y llenen
la tierra y sojúzguenla” (Génesis 1:28). Se trataba de un árbol
real. Jehová lo llamó “el árbol del conocimiento de lo bueno y
lo malo” debido a que representaba su derecho a determinar
lo que es bueno y lo que es malo para el hombre. Si Adán
no hubiera comido el fruto de ese árbol, hubiera demostrado
no solo su obediencia, sino también su agradecimiento con el
Creador por las muchas cosas buenas que había recibido de
él.

*** w14 15/9 pág. 24 párrs. 3-4 El último enemigo,


la muerte, desaparecerá ***
A fin de seguir disfrutando de la vida tenían que aceptar la
guía de Dios. Incluso antes de crear a Eva, Jehová le advirtió
claramente a Adán: “De todo árbol del jardín puedes comer
hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él,
porque en el día que comas de él, positivamente morirás”
(Gén. 2:16, 17).
4
El “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”
representaba el derecho que tiene Dios de determinar lo que
está bien y lo que está mal. Adán ya tenía cierta comprensión
de lo que estaba bien y de lo que no: había sido creado a la
imagen de Dios y tenía una conciencia. Pero el árbol les
recordaba a Adán y Eva que siempre dependerían de la guía
de Jehová. Comer de su fruto sería como decirle al Creador:
“No necesitamos tus reglas”. Independizarse de Dios les
traería terribles consecuencias a ellos y a sus descendientes.
Si lo hacían, tendrían que morir, tal como Jehová les había
advertido.

*** w14 15/9 págs. 24-25 párr. 7 El último enemigo,


la muerte, desaparecerá ***
7
Dios le había dicho a Adán: “En el día que comas [del
árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo], positivamente
morirás”. Es posible que Adán pensara que la palabra “día” se
refería a un día literal de 24 horas y que moriría antes de la
puesta del Sol. Pero más tarde, “hacia la parte airosa del día”,
Jehová volvió a dirigirse a la pareja (Gén. 3:8). Como justo
Juez, primero escuchó lo que los acusados tenían que decir
en su defensa (Gén. 3:9-13). Después de eso, los condenó a
muerte (Gén. 3:14-19). Ahora bien, si les hubiera dado
muerte en aquel instante, su propósito para los seres
humanos no se habría realizado (Is. 55:11). Así que, aunque
los efectos del pecado comenzaron a aparecer
inmediatamente, Jehová permitió que Adán y Eva vivieran lo
suficiente para tener hijos a los que podría esperarles un
futuro mejor. Pero a los ojos de Jehová, ambos estaban
muertos desde el día en que pecaron. Y como para él un día
es como mil años, en verdad murieron en cuestión de un “día”
(2 Ped. 3:8).

*** g 6/06 págs. 28-29 ¿En qué consistió el pecado


original? ***
De todos los árboles frutales solo había uno del que les
prohibió comer: el “árbol del conocimiento de lo bueno y lo
malo”. Como poseían libre albedrío, tenían la opción de
obedecer o desobedecer a Dios en este asunto. Sin embargo,
él le advirtió a Adán: “En el día que comas [del árbol del
conocimiento], positivamente morirás” (Génesis 1:29; 2:17).
Una prohibición razonable
Tal prohibición no los obligaba a pasar privaciones, pues
podían comer de todos los demás árboles del jardín (Génesis
2:16). Tampoco los privaba de su dignidad ni daba a entender
que tuvieran malas tendencias. Si Dios hubiera prohibido
cosas tan abominables como la bestialidad o el asesinato, se
podría alegar que los seres humanos perfectos tenían
inclinaciones perversas que debían refrenarse. La acción de
comer, en cambio, era natural y correcta.
¿Eran las relaciones sexuales el fruto prohibido, como
afirman algunos? No hay base en las Escrituras para tal idea.
En primer lugar, cuando Dios decretó la prohibición, Adán
estaba solo, y por lo visto siguió así por un tiempo (Génesis
2:23). En segundo lugar, Dios les dijo a Adán y Eva: “Sean
fructíferos y háganse muchos y llenen la tierra” (Génesis
1:28). No es lógico pensar que les mandara así violar su ley y
luego los sentenciara a muerte por hacerlo (1 Juan 4:8). Y por
último, Eva comió del fruto primero y después le dio de este a
su esposo (Génesis 3:6). Está claro que el fruto no podían ser
las relaciones sexuales.
Un intento de obtener la independencia moral
El árbol del conocimiento era un árbol literal que
simbolizaba el derecho que Dios tiene como Gobernante de
decidir lo que está bien y lo que está mal para su creación
humana. Comer del árbol, por tanto, constituía no solo un
robo —pues estaban tomando algo que pertenecía a Dios—,
sino también un intento descarado de obtener la
independencia moral, o autodeterminación. Fijémonos en que
Satanás, después de asegurarle a Eva que ella y su esposo
‘no morirían’ si comían del fruto, añadió: “Dios sabe que en el
mismo día que coman de él tendrán que abrírseles los ojos y
tendrán que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo”
(Génesis 3:4, 5).
*** g 6/06 pág. 29 ¿En qué consistió el pecado original?
***
Aunque es cierto que siguieron viviendo cientos de años,
“el día” en el que pecaron empezaron a morir, tal como le
sucedería a la rama que se cortara de un árbol (Génesis 5:5).

*** w03 1/1 pág. 4 Consuelo para los afligidos ***


Con todo, su felicidad futura dependía de que
reconocieran la gobernación de Dios y Su derecho de decidir
lo bueno y lo malo, prerrogativa divina que se representó por
medio del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”
(Génesis 2:17). La obediencia a la prohibición de comer del
árbol demostraría sujeción a Dios.

*** w03 1/1 pág. 4 Consuelo para los afligidos ***


En una nota al pie de página sobre Génesis 2:17, la Biblia de
Jerusalén (1999) define “la ciencia del bien y del mal”
como “la facultad de decidir [...] lo que es bueno y lo que
es malo, y de obrar en consecuencia: una reclamación de
autonomía moral, por la que el hombre no se conforma
con su condición de criatura”. Y añade: “El primer pecado
ha sido un atentado a la soberanía de Dios”.

*** wt cap. 5 págs. 42-43 párr. 4 La libertad de que


disfrutan los adoradores de Jehová ***
4
Por consiguiente, era justo que Dios, el Dador de vida,
pusiera a prueba la devoción que le tenían, así como su
deseo de respetar los límites que él había fijado. Jehová le
dio a Adán el siguiente mandato: “De todo árbol del jardín
puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al
árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer
de él, porque en el día que comas de él, positivamente
morirás” (Génesis 2:16, 17). Cuando Eva fue creada, también
a ella se le comunicó esta ley (Génesis 3:2, 3). ¿Los privaba
tal restricción de su libertad? De ningún modo. No tenían por
qué comer el fruto de aquel árbol en particular, ya que
disponían de una gran abundancia y variedad de alimentos
deliciosos (Génesis 2:8, 9). Lo propio era reconocer que,
como Dios creó la Tierra, a él le pertenecía y, por tanto, tenía
el derecho de promulgar leyes que convinieran a su propósito
y beneficiaran a la humanidad (Salmo 24:1, 10).

*** wt cap. 7 págs. 61-62 párr. 5 Lo que aprendemos de


que Dios haya permitido el mal ***
5
Jehová había advertido a Adán y Eva que morirían “en el
día” que desobedecieran su mandato de no comer del árbol
del conocimiento de lo bueno y lo malo (Génesis 2:17). Fiel a
su palabra, el mismo día que pecaron, Dios les pidió cuentas
y los sentenció a muerte, de manera que, desde Su punto de
vista, Adán y Eva murieron aquel día. No obstante, a fin de
cumplir su propósito para la Tierra, les permitió tener familia
antes de morir literalmente. Y dado que Dios puede
considerar mil años como un día, cuando Adán expiró a la
edad de 930 años, lo hizo en realidad en aquel mismo “día”
(2 Pedro 3:8; Génesis 5:3-5). De este modo, Jehová fue veraz
respecto a cuándo se ejecutaría la sentencia, y el que ellos
murieran no frustró el propósito de Dios para la Tierra. Sin
embargo, durante algún tiempo dejaría que vivieran personas
imperfectas, incluso perversas.

*** w01 15/1 págs. 4-5 Cómo cultivar la virtud ***


Solo existe una Fuente verdadera de normas morales: el
Creador de la humanidad, Jehová Dios. Poco después de
crear al primer hombre, Adán, impuso este mandato: “De todo
árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho. Pero
en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo,
no debes comer de él, porque en el día que comas de él,
positivamente morirás” (Génesis 2:16, 17). Jehová Dios puso
ese singular nombre al árbol para denotar su derecho
exclusivo a decidir lo que es bueno y malo para sus criaturas.
Las normas divinas sobre lo que está bien y lo que está mal
se convirtieron así en la base para juzgar o evaluar las
acciones, las actitudes y las características de la personalidad
de los individuos. Sin ellas no podríamos distinguir
correctamente lo bueno de lo malo.

*** la-S parte 7 pág. 22 párr. 2 Una vida llena de


satisfacción: ¿por qué resulta tan difícil de alcanzar? ***
2
Para ser verdaderamente feliz, la familia humana debe
tener una buena relación con Dios, una relación voluntaria,
no obligada (Deuteronomio 30:15-20; Josué 24:15). Jehová
desea que nuestra obediencia y adoración provengan del
corazón y tengan el amor como motivo (Deuteronomio 6:5).
Por ello, en el jardín de Edén impuso una restricción que
brindó al primer hombre la oportunidad de demostrar su
lealtad sincera. “De todo árbol del jardín puedes comer hasta
quedar satisfecho —le dijo a Adán—. Pero en cuanto al árbol
del conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de
él, porque en el día que comas de él, positivamente morirás.”
(Génesis 2:16, 17.) Era una prueba sencilla: Jehová prohibió
a Adán comer el fruto de solo uno de los árboles del jardín.
Aquel árbol simbolizó el derecho del Creador omnisapiente a
decidir lo que es bueno y lo que es malo. El primer hombre
transmitió el mandato divino a la esposa que Jehová le había
dado “como complemento de él” (Génesis 2:18). Ambos
estaban satisfechos con esta situación, es decir, con vivir
sujetos al gobierno de Dios, acatando su voluntad con aprecio
y expresando así el amor que sentían por su Creador y Dador
de Vida.

*** ct cap. 7 págs. 116-117 ¿Qué puede aprenderse del


Creador en un libro? ***
Es fácil entender que el sabio Creador de todo el universo
podía controlar sin dificultad cualquier situación que se
produjera en la Tierra, aun si el hombre optaba por un
proceder insensato o perjudicial. El relato histórico nos dice
que Dios le dio un solo mandamiento restrictivo a Adán: “De
todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar satisfecho.
Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo
malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de
él, positivamente morirás” (Génesis 2:16, 17).
Ese mandato requería que la humanidad reconociera el
derecho que tiene Dios a ser obedecido. El ser humano,
desde el tiempo de Adán hasta nuestros días, ha tenido que
aceptar la ley de la gravedad y vivir en armonía con ella; sería
una insensatez, y muy perjudicial, obrar de otro modo.
Entonces, ¿por qué negarse a vivir en armonía con otra ley o
mandamiento del buen Creador? Este expresó con claridad
cuáles serían las consecuencias de rechazar su ley, pero dio
opción a Adán y Eva de obedecerle voluntariamente. No es
difícil ver en el relato de la historia primitiva del hombre que el
Creador le permite libertad de elección. Sin embargo, quiere
que sus criaturas sean totalmente felices, lo cual es el
resultado natural de vivir según sus justas leyes.

*** ct cap. 10 pág. 170 ¿Por qué hay tanto sufrimiento, si


el Creador se interesa por nosotros? ***
Según Génesis 2:17, Dios mandó a Adán que no comiera del
árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo. En la nota al
pie de la página, la Biblia de Jerusalén, 1975, explica lo
que este conocimiento representa: “Es la facultad de
decidir uno por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo,
y de obrar en consecuencia: una reclamación de
autonomía moral, por la que el hombre no se conforma
con su condición de criatura, cf. Is[aías] 5 20. El primer
pecado ha sido un atentado a la soberanía de Dios”.

*** ie pág. 21 ¿Por qué morimos? ***


La desobediencia acarrea la muerte
3
Dios mandó a Adán: “De todo árbol del jardín puedes
comer hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él,
porque en el día que comas de él, positivamente morirás”
(Génesis 2:16, 17). De manera que la vida eterna era
condicional para Adán y Eva; dependía de que obedecieran a
Dios.
4
Desgraciadamente, Adán y Eva desobedecieron la ley
divina (Génesis 3:1-6), con lo que se convirtieron en
pecadores, pues “el pecado es desafuero” (1 Juan 3:4). Como
consecuencia, perdieron la perspectiva de vivir eternamente.
La perdieron “porque el salario que el pecado paga es
muerte” (Romanos 6:23). De ahí que al dictar sentencia
contra Adán y Eva, Dios dijera: “Polvo eres y a polvo
volverás”. Nuestros primeros padres fueron expulsados
entonces de su hogar paradisíaco. En el día en que pecaron,
iniciaron el lento pero continuo proceso de morir (Génesis
3:19, 23, 24).

*** kl cap. 6 págs. 57-58 párrs. 9-12 ¿Por qué


envejecemos y morimos? ***
Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo
malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de
él, positivamente morirás”. (Génesis 2:16, 17.) Como
Creador, Jehová Dios tenía el derecho de fijar normas
morales y definir lo que era bueno y malo para sus criaturas.
Su mandato era razonable, pues Adán y Eva tenían libertad
para comer de todos los demás árboles del jardín. Si
obedecían aquella ley en vez de fijar con orgullo sus propias
normas morales, demostrarían que apreciaban la legítima
gobernación de Jehová.
10
El Diablo tramó apartar de Dios a los primeros seres
humanos. Para que se pusieran de su lado, recurrió a la
mentira. Utilizando una serpiente, igual que un ventrílocuo
hace con un muñeco, el Diablo le preguntó a Eva: “¿Es
realmente el caso que Dios ha dicho que ustedes no deben
comer de todo árbol del jardín?”. Cuando Eva le repitió el
mandato que Dios les había impuesto, Satanás aseveró:
“Positivamente no morirán”. Y a continuación imputó malos
motivos a Jehová añadiendo: “Dios sabe que en el mismo día
que coman de él tendrán que abrírseles los ojos y tendrán
que ser como Dios, conociendo lo bueno y lo malo”. (Génesis
3:1-5.) Así el Diablo dio a entender que Dios estaba
reteniendo de ellos algo bueno. ¡Qué modo de calumniar a
Jehová, el amoroso y veraz Padre celestial!
11
Eva volvió a mirar el árbol, y esta vez su fruto le pareció
sumamente apetecible. De modo que lo tomó y comió de él.
Luego, Adán, con pleno conocimiento de causa, se unió a su
esposa en este acto pecaminoso de desobediencia a Dios.
(Génesis 3:6.) Aunque Eva fue engañada, tanto ella como
Adán apoyaron el ardid de Satanás para gobernar a la raza
humana. En realidad, se convirtieron en sus cómplices.
(Romanos 6:16; 1 Timoteo 2:14.)
12
Adán y Eva tuvieron que afrontar las consecuencias de
sus actos. No llegaron a ser como Dios, poseyendo un
conocimiento especial, sino que sintieron vergüenza y se
escondieron. Jehová pidió cuentas a Adán y pronunció la
siguiente sentencia: “Con el sudor de tu rostro comerás pan
hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste tomado.
Porque polvo eres y a polvo volverás”. (Génesis 3:19.) “En el
día” que nuestros primeros padres comieron del árbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo, fueron sentenciados por
Dios y murieron para él. A continuación se les expulsó del
Paraíso y empezó su decadencia hacia la muerte física.

*** jv cap. 1 pág. 11 ¿Por qué debería Jehová tener


testigos? ***
Ese libro informa que Dios creó a la primera pareja, Adán
y Eva, y le dio un hermoso hogar jardín. Además, le impuso
este mandato: “De todo árbol del jardín puedes comer hasta
quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento
de lo bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día
que comas de él, positivamente morirás”. (Gén. 2:16, 17.)
¿Qué era el “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”, y
qué significaría comer de su fruto?
Se trataba de un árbol literal, pero Dios lo empleó con un
propósito simbólico. Ya que lo había llamado el “árbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo” y había mandado a la
primera pareja humana que no comiera de él, el árbol era un
símbolo apropiado del derecho divino de determinar para los
humanos lo que es “bueno” (que agrada a Dios) y lo que es
“malo” (que desagrada a Dios). Así, la presencia de aquel
árbol sometía a prueba el respeto del hombre a la soberanía
divina. Lamentablemente, la primera pareja humana
desobedeció y comió del fruto prohibido. Fracasó en esa
prueba sencilla, pero completa, de obediencia y aprecio.
(Gén. 3:1-6.)
Aquel acto aparentemente sin importancia constituyó una
rebelión contra la soberanía de Jehová. ¿Por qué? El
entender cómo estamos hechos es una clave para
comprender el significado de lo que hicieron Adán y Eva.
Cuando Jehová creó a la primera pareja humana, les dio un
don maravilloso: el libre albedrío. Como complemento de ese
don, Jehová los capacitó con facultades mentales de
percepción, razón y juicio. (Heb. 5:14.) No eran como
autómatas sin mente, ni como animales, que obran
principalmente por instinto. Sin embargo, su libertad era
relativa, estaba sujeta al dominio de las leyes de Dios.
(Compárese con Jeremías 10:23, 24.) Adán y Eva escogieron
comer del fruto prohibido. De ese modo, usaron mal su
libertad. ¿Qué los llevó a actuar así?
La Biblia explica que un espíritu, una criatura celestial de
Dios, había adoptado deliberadamente un proceder de
oposición y resistencia a Dios. Esta criatura, conocida
después por el nombre de Satanás, habló en Edén por medio
de una serpiente y alejó a Eva, y mediante ella a Adán, de la
sujeción a la soberanía de Dios. (Rev. 12:9.) Al comer del
árbol, Adán y Eva antepusieron su propio juicio al de Dios, y
así indicaron que deseaban juzgar por sí mismos lo que era
bueno y lo que era malo. (Gén. 3:22.)

*** w91 1/3 pág. 6 ¿Por qué tanto tiempo para resolver la
cuestión? ***
Sobre cierto árbol frutal Dios dijo: “En el día que comas de
él, positivamente morirás”. (Génesis 2:16, 17.)
Estas palabras muestran que Adán y Eva no fueron
creados para envejecer y morir. Solo si desobedecían este
mandato sencillo morirían. Si Adán y Eva hubieran
permanecido obedientes a Dios, todavía estarían vivos hoy
en la Tierra como padres de una familia mundial de hijos
perfectos. (Véase el principio que se declara en Salmo
37:29.)

*** g90 8/4 págs. 12-13 ¿Cuál fue el pecado original? ***
Según la historiadora Elaine Pagels, “la afirmación de que
el pecado de Adán y Eva consistió en tener coito” era una
idea “común entre maestros cristianos [del siglo II] como
Taciano el sirio, quien enseñaba que el fruto del árbol del
conocimiento transmitía conocimiento carnal”. Asimismo, en
el siglo V E.C. Agustín, reconocido por la cristiandad como
uno de los Padres de la Iglesia, pensaba que el pecado había
tenido sus comienzos en el deseo sexual por parte de Adán.
De hecho, la revista Psychology Today dijo que “el pecado de
Adán fue el conocimiento carnal”.
Otros opinan que el árbol del conocimiento de lo bueno y
lo malo representó el conocimiento en sí. La Encyclopædia
Britannica afirma que el “conocimiento de lo bueno y lo malo”
fue “una expresión literaria que se refería a todo el
conocimiento”. Eso significaría que Dios quería que Adán y
Eva fuesen ignorantes y que ellos se rebelaron contra Él al
tratar de ampliar su conocimiento.
Desde luego, las dos interpretaciones pintan al Creador
como un ser injusto y caprichoso. ¿Por qué crearía al hombre
con unas necesidades sexuales e intelectuales si luego no iba
a permitirle ningún medio de satisfacer tales deseos sin
incurrir en la pena de muerte? ¿Quién se sentiría inclinado a
amar y servir a tal clase de Dios?
¿Consistió el pecado original en las relaciones sexuales?
Muchas personas ignoran que estas dos interpretaciones
contradicen por completo el contexto del relato de Génesis.
Analicemos en primer lugar la idea de que la prohibición
impuesta por Dios en Edén consistía en no permitir las
relaciones sexuales. La ley en cuestión se registra en
Génesis 2:16, 17: “De todo árbol del jardín puedes comer
hasta quedar satisfecho. Pero en cuanto al árbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo, no debes comer de él,
porque en el día que comas de él, positivamente morirás”.
¿Era eso en realidad una manera indirecta de hacer
referencia a las relaciones sexuales? Veamos. Según se
registra en Génesis 1:27, 28, Dios ordenó lo siguiente al
hombre y a la mujer: “Sean fructíferos y háganse muchos y
llenen la tierra”. ¿Cómo podrían Adán y Eva obedecer ese
mandato sin tener relaciones sexuales? ¿Tenemos que
suponer que Dios les dio un mandato y luego los sentenció a
muerte por tratar de obedecerlo?
Además, el relato de Génesis indica que Adán y Eva
pecaron por separado, no al mismo tiempo. El capítulo 3 y
versículo 6 deja claro que primero se sedujo a Eva para
comer del fruto y que “después dio de este también a su
esposo cuando él estuvo con ella, y él empezó a comerlo”.
Así que el mismo acto de comer del fruto prohibido sería un
símbolo torpe e inverosímil de las relaciones sexuales.
¿Consistió entonces en el conocimiento?
¿Qué se puede decir acerca de la afirmación de que el
fruto prohibido fue un símbolo de todo el conocimiento en
general? Lo cierto es que tanto Adán como Eva ya habían
asimilado mucho conocimiento antes de desobedecer la ley
registrada en Génesis 2:16, 17. Su Creador, el propio Jehová,
participó de manera directa en su educación. Por ejemplo,
trajo ante el hombre todos los animales terrestres y todas las
aves para que les pusiese nombre. (Génesis 2:19, 20.)
Seguro que antes de dar a cada uno de esos animales un
nombre apropiado, Adán tuvo que estudiarlos a fondo: no hay
duda de que aprendió mucho sobre zoología. Eva, aunque
fue creada más tarde, tampoco era una ignorante. De hecho,
cuando la serpiente la interrogó, demostró que había sido
instruida en la ley de Dios. Ella sabía la diferencia entre lo
que estaba bien y lo que estaba mal, y hasta conocía las
consecuencias que acarrearían las malas acciones. (Génesis
3:2, 3.)
La interpretación de que el pecado original consiste en las
relaciones sexuales o en el conocimiento en general es justo
eso: una interpretación humana, y nada más. El poco
fundamento que tienen esos argumentos se destaca en la
pregunta que formuló el fiel José: “¿No pertenecen a Dios las
interpretaciones?”. (Génesis 40:8.) La Biblia resulta mucho
más fácil de comprender cuando no la interpretamos desde
un punto de vista humano, sino que dejamos que se
interprete a sí misma. ¿Cuál fue entonces el pecado original?
Pues bien, el relato de Génesis nos da toda razón para creer
que el árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo era un
árbol real. Se nos dice en qué parte del jardín se encontraba
y se hace mención de él en relación con los demás árboles.
Su fruto era real, y Adán y Eva comieron literalmente de él.
¿Fue una cuestión de desobediencia?
Al comer de ese fruto, ¿qué estaban haciendo? La New
Catholic Encyclopedia sugiere con cierto recato que “pudo
haber sido tan solo un manifiesto desprecio hacia Dios, una
insolente negativa a obedecerle”. ¿No es eso lo que se
desprende con claridad del relato de Génesis? Romanos 5:19
lo confirma al decir: “Por la desobediencia de un solo hombre,
todos fueron constituidos pecadores”. (Biblia de Jerusalén.)
De modo que el pecado original fue un acto de
desobediencia.
Aunque un pecado de desobediencia puede parecer de
poca importancia, analicemos sus profundas implicaciones.
En una nota al pie de la página, la Biblia de Jerusalén lo
expresa de este modo: “[El conocimiento de lo bueno y lo
malo] es la facultad de decidir uno por sí mismo lo que es
bueno y lo que es malo, y de obrar en consecuencia: una
reclamación de autonomía moral [...]. El primer pecado ha
sido un atentado a la soberanía de Dios”. En efecto, “el árbol
del conocimiento de lo bueno y lo malo” simbolizó la
prerrogativa que Dios tiene de fijar normas para el hombre en
cuanto a lo que está aprobado o condenado. Al rehusar
obedecer la ley de Dios, el hombre estaba poniendo en tela
de juicio el derecho de Dios a gobernar sobre él.

*** w89 1/8 pág. 13 párr. 11 El propósito divino de que el


hombre disfrute de la vida en el Paraíso ***
Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo bueno y lo
malo, no debes comer de él, porque en el día que comas de
él, positivamente morirás’”. (Génesis 2:15-17.)

*** w89 1/8 pág. 13 párrs. 13-14 El propósito divino de que


el hombre disfrute de la vida en el Paraíso ***
Y si el hombre encargado del jardín nunca comía del fruto
prohibido del “árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo”,
jamás moriría. ¡El hombre perfecto podría vivir para siempre!
14
¡Adán tenía ante sí la posibilidad de vivir para siempre
en el paradisíaco jardín de Edén! Podría gozar para siempre
de aquel jardín, si seguía siendo perfectamente obediente a
su Creador, y nunca comía el fruto que el Creador del hombre
había prohibido. El deseo de Dios era que el hombre perfecto
siguiera manifestando obediencia y continuara vivo para
siempre. El que se le prohibiera al hombre comer del fruto del
“árbol del conocimiento de lo bueno y lo malo” no era nada
mortífero para él. Era simplemente un mandato que sometía a
prueba la obediencia perfecta del hombre a su Padre.

*** w89 1/8 pág. 22 párr. 3 La desobediencia humana no


invalida las perspectivas de vida en el Paraíso ***
El primer hombre y la primera mujer tenían la posibilidad
de ver realizadas las maravillosas perspectivas que la
comisión divina había puesto ante ellos en su día de bodas,
pero a condición de que obedecieran hasta el mandato más
pequeño de su Padre celestial. Su obediencia perfecta sería
sometida a prueba por una sola prohibición en cuanto a
alimento: no deberían comer del fruto del “árbol del
conocimiento de lo bueno y lo malo”. (Génesis 2:16, 17.) Si lo
hacían, contra las órdenes de Dios, positivamente morirían.
Eso fue lo que Adán, como profeta de Dios, dijo a su esposa,
aquella criatura humana más joven que él. Pero algo
sorprendente ocurrió: aquella na·jásch o serpiente negó la
veracidad de lo que Dios había dicho a Adán cuando le
advirtió que no comiera del prohibido “árbol del conocimiento
de lo bueno y lo malo”.

*** w89 1/8 págs. 24-25 párrs. 9-11 La desobediencia


humana no invalida las perspectivas de vida en el Paraíso
***
Pero ¿qué cambios de circunstancias les vendrían a la
mujer y al hombre a quien ella había atraído a la
transgresión? A aquel hombre, Dios había dicho
directamente: “En cuanto al árbol del conocimiento de lo
bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que
comas de él, positivamente morirás”. (Génesis 2:17.) ¿Se
adheriría Dios, el Juez, a una sentencia tan terminante solo
porque Adán hubiera comido un pedazo de fruta? ¡Piense en
lo que significaría la ejecución de aquella pena! Por sí mismo
aquello destruiría la emocionante perspectiva que Adán y Eva
habían tenido cuando Dios los unió en matrimonio: ¡la
perspectiva de llenar toda la Tierra con su prole, con una raza
humana perfecta que habitara para siempre en paz y en
juventud eterna una Tierra paradisíaca, en relaciones de paz
con su Dios y Padre celestial! ¡De seguro Dios no actuaría
contra su propio maravilloso propósito para la humanidad y
para el hogar terrestre del hombre al imponer estrictamente la
pena de muerte a los primeros padres humanos de toda la
humanidad! Pero escuche el decreto divino como se registra
con claridad en la Biblia:
10
“Y a Adán dijo: ‘Porque escuchaste la voz de tu esposa
y te pusiste a comer del árbol respecto del cual te di este
mandato: “No debes comer de él”, maldito está el suelo por tu
causa. Con dolor comerás su producto todos los días de tu
vida. Y espinos y cardos hará crecer para ti, y tienes que
comer la vegetación del campo. Con el sudor de tu rostro
comerás pan hasta que vuelvas al suelo, porque de él fuiste
tomado. Porque polvo eres y a polvo volverás’”. (Génesis
3:17-19.)
11
Aquella sentencia significó que la pena de muerte se
ejecutaría en el hombre prescindiendo del efecto de esto en
el propósito divino de que hubiera una Tierra paradisíaca
llena de hombres y mujeres perfectos que moraran juntos en
amor y paz y cultivaran y atendieran para siempre el jardín
paradisíaco por toda la Tierra.

*** tp cap. 5 págs. 44-45 párr. 5 Una cuestión que tiene


que ver con usted ***
El registro bíblico muestra que surgió una cuestión... una
que nos afecta a todos hoy. Esto sucedió debido a
circunstancias que se desarrollaron poco después de
la creación de la primera pareja humana. Dios dio al hombre y
a la mujer la oportunidad de demostrar aprecio amoroso a su
Creador mediante obedecer un requisito sencillo. El requisito
no era nada que diera a entender que ellos tuvieran
tendencias de depravación que tuvieran que ser reprimidas.
Más bien, envolvía algo que en sí mismo era normal y
apropiado... el consumir alimento. Como Dios dijo al hombre:
“De todo árbol del jardín puedes comer hasta quedar
satisfecho. Pero en cuanto al árbol del conocimiento de lo
bueno y lo malo, no debes comer de él, porque en el día que
comas de él, positivamente morirás”. (Génesis 2:16, 17.) Este
requisito no privaba a la primera pareja de nada que fuera
necesario para la vida. Podían comer de todos los demás
árboles del jardín. Sin embargo, las perspectivas de vida de
ellos con relación al futuro estaban definitivamente implicadas
en el asunto, y apropiadamente. ¿Por qué? Porque Aquel que
pedía obediencia era la mismísima Fuente y el Sostenedor de
la vida humana.
(Génesis 2:18) Entonces Jehová Dios dijo: “No es bueno que
el hombre siga solo. Voy a hacerle una ayudante que lo
complemente”.

*** it-1 pág. 48 Adán ***


Adán estaba rodeado de animales pacíficos de toda clase
y características, pero se encontraba solo, pues no había otra
criatura “según su género” con la que pudiese hablar. Jehová
reconoció que ‘no era bueno que el hombre continuara solo’,
de modo que mediante una operación quirúrgica divina, única
en su género, tomó una costilla de Adán y la transformó en su
complemento femenino para que llegara a ser su esposa y la
madre de sus hijos. Con gran alegría ante la presencia de
esta hermosa ayudante y permanente compañera que Dios le
había dado, Adán pronunció la primera poesía conocida:
“Esto por fin es hueso de mis huesos y carne de mi carne”, y
la llamó mujer “porque del hombre fue tomada esta”. Más
tarde, le puso por nombre Eva. (Gé 2:18-23; 3:20.) Jesús y
sus apóstoles confirmaron la veracidad de este relato. (Mt
19:4-6; Mr 10:6-9; Ef 5:31; 1Ti 2:13.)

*** g 11/13 pág. 15 Matrimonio ***


LO QUE DICE LA BIBLIA Justo antes de crear una esposa
para el primer hombre, Dios dijo: “No es bueno que el hombre
continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como
complemento de él” (Génesis 2:18). Un complemento es una
cosa que se añade a otra para mejorarla o completarla.
De modo que Dios creó a la mujer, no para ser igual al
hombre ni para competir con él, sino para completarlo. Juntos
podían obedecer el mandato divino de tener hijos y poblar la
Tierra (Génesis 1:28).

*** w12 1/9 págs. 4-5 ¿Valora Dios a la mujer? ***


Antes de crear a Eva, Dios indicó: “Voy a hacerle una
ayudante [a Adán], como complemento de él” (Génesis 2:18).
¿Significa el hecho de que Eva fuera creada como
complemento de Adán que era inferior a él? De ningún modo.
La expresión hebrea empleada también se puede traducir
“ayuda idónea para él” o “ayuda similar a él”. Para ilustrarlo:
¿quién es más importante en un quirófano? ¿El cirujano o el
anestesiólogo? Es cierto que el cirujano es el que opera, pero
no podría hacerlo sin la ayuda del anestesiólogo. Algo
parecido pasa en el caso del hombre y la mujer. Dios los creó
para que colaboraran estrechamente, no para que
compitieran entre sí (Génesis 2:24).

*** w12 1/10 pág. 25 ¿Hay que casarse para ser feliz? ***
En el relato de Génesis leemos que Dios dijo lo siguiente
respecto a Adán: “No es bueno que el hombre continúe solo”.
Y luego añade que creó a Eva “como complemento de él”
(Génesis 2:18). La palabra complemento significa “cosa que
se adjunta a otra para completarla”. Al leer ese versículo
pudiéramos llegar a la conclusión de que uno no está
completo a menos que se case. Además, varios relatos
bíblicos —como el de Rut— presentan el matrimonio como un
estado del que se derivan bendiciones y felicidad.
Ahora bien, ¿se escribieron esos relatos para enseñarnos
que los cristianos no pueden sentirse felices, realizados
ni completos a menos que se casen y tengan hijos? Claro que
no. Jesucristo se mantuvo soltero hasta el día de su muerte y,
sin embargo, fue el hombre más completo y realizado que
jamás ha existido. También fue el reflejo perfecto “del Dios
feliz”, Jehová (1 Timoteo 1:11; Juan 14:9). Por eso es digno
de notar que el hombre más sabio no incluyera el matrimonio
entre los factores necesarios para ser feliz, o bienaventurado,
en este mundo (Mateo 5:1-12).
¿Significa eso que la Biblia se contradice en este asunto?
Ni mucho menos. Tenemos que ver el matrimonio en el
contexto del propósito de Jehová. Si bien él lo instituyó para
que fuera una fuente de felicidad, intimidad y consuelo, a
veces también ha sido fundamental para que se cumplieran
ciertos aspectos de su voluntad. Por ejemplo, el propósito de
Dios para Adán y Eva era el siguiente: “Sean fructíferos y
háganse muchos y llenen la tierra” (Génesis 1:28). Ninguno
de los dos podía cumplir por sí solo este mandato divino.
Se necesitaban mutuamente, y cada uno completaba al otro
en un sentido muy particular.

*** w11 15/5 págs. 8-9 párr. 10 Familias cristianas,


manténganse despiertas ***
Antes de formar a la primera mujer, Eva, Jehová dijo: “No
es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una
ayudante, como complemento de él” (Gén. 2:18). Ser una
ayudante y un complemento —es decir, apoyar al esposo en
su papel de cabeza de familia— es sin duda una labor
honorable.

*** g05 22/2 págs. 10-11 La honorable figura de la madre


***
Un punto de vista equilibrado sobre la madre
El Creador le asignó a la mujer un papel muy honorable en
la familia. El primer libro de la Biblia relata: “Jehová Dios pasó
a decir: ‘No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a
hacerle una ayudante, como complemento de él’” (Génesis
2:18). Así, la primera mujer, Eva, llegó a ser el complemento,
o compañera, de Adán. Fue creada para ser justo la ayudante
que él necesitaba. Ella formaría parte del propósito divino
para la pareja: tener hijos y atenderlos, así como cuidar de la
Tierra y los animales. Le brindaría el estímulo intelectual y el
apoyo que se espera de una compañera genuina. Podemos
imaginarnos lo feliz que se sintió Adán cuando recibió un
regalo tan hermoso del Creador (Génesis 1:26-28; 2:23).

*** w00 15/11 pág. 24 Lo que podemos aprender de la


primera pareja humana ***
Sin embargo, antes de llegar a esa perfecta culminación
declaró que algo ‘no era bueno’. Por supuesto, aquello
no significó que alguna obra de Dios fuera imperfecta, sino
simplemente que su creación aún no estaba terminada.
Jehová dijo: “No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a
hacerle una ayudante, como complemento de él” (Génesis
2:18).
*** w00 15/11 pág. 25 Lo que podemos aprender de la
primera pareja humana ***
El hombre necesitaba “una ayudante”, y Eva era justo la
persona adecuada. Era el perfecto e idóneo complemento de
Adán: para cuidar del jardín donde vivían y de los animales,
para tener hijos y para brindarle el estímulo intelectual y el
apoyo de una fiel compañera (Génesis 1:26-30).

*** fy cap. 3 pág. 34 párrs. 16-17 Dos claves para la


permanencia del matrimonio ***
16
Algún tiempo después de la creación de Adán, “Jehová
Dios pasó a decir: ‘No es bueno que el hombre continúe solo.
Voy a hacerle una ayudante, como complemento de él’”.
(Génesis 2:18.) Dios creó a Eva como un “complemento”,
no como una competidora. El matrimonio no habría de ser un
barco con dos capitanes rivales. El esposo tenía que ejercer
la jefatura con cariño, y la esposa debía demostrar amor,
respeto y sumisión voluntaria.
17
Sin embargo, la buena esposa no solo es sumisa.
Intenta ser una verdadera ayudante apoyando las decisiones
que toma su esposo. Por supuesto, eso es más fácil si
concuerda con tales decisiones. Pero aun cuando este no sea
el caso, su apoyo puede contribuir a que la decisión del
marido redunde en mejores resultados.

*** w95 15/7 págs. 10-11 El digno papel de la mujer entre


los primeros siervos de Dios ***
“Una ayudante” y un “complemento”
4
Después de haber vivido Adán sin compañía en el jardín
de Edén durante algún tiempo, Jehová observó: “No es bueno
que el hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayudante,
como complemento de él”. (Génesis 2:18.) Aunque Adán era
un hombre perfecto, faltaba algo para que se cumpliera el
propósito del Creador. A fin de satisfacer esa necesidad,
Jehová creó a la mujer y unió al primer matrimonio. (Génesis
2:21-24.)
5
¿Acaso indican las palabras “ayudante” y “complemento”
que el papel que Dios asignó a la mujer era degradante?
Todo lo contrario. Los escritores de la Biblia muchas veces
aplican a Dios el sustantivo hebreo ʽé·zer, que se traduce
“ayudante”. Por ejemplo, Jehová es “nuestro ayudador y
nuestro escudo”. (Salmo 33:20; Éxodo 18:4; Deuteronomio
33:7.) En Oseas 13:9, Jehová incluso se refiere a sí mismo
como el “ayudante” de Israel. En cuanto a la palabra hebrea
né·ghedh, que se traduce “complemento”, un especialista en
textos bíblicos explica: “La ayuda referida no se limita a
secundar al hombre en su trabajo diario o en la procreación
de hijos [...], sino que es el apoyo mutuo que proporciona el
compañerismo”.
6
De modo que Jehová no degrada en absoluto a la mujer
al llamarla “una ayudante” y un “complemento”. La mujer
tenía su propia constitución mental, emocional y física. Era un
complemento correspondiente y satisfactorio para el hombre.
Cada uno era diferente; sin embargo, ambos eran necesarios
para ‘llenar la Tierra’ en armonía con el propósito del Creador.
Debió ser después de la creación del hombre y la mujer
cuando “vio Dios todo lo que había hecho y, ¡mire!, era muy
bueno”. (Génesis 1:28, 31.)

*** w91 1/7 pág. 9 párr. 4 El papel de la mujer en las


Escrituras ***
Sin embargo, pasado algún tiempo Jehová declaró que ‘no
era bueno que el hombre continuara solo’, y procedió a dar a
Adán una compañera que participara con él en los trabajos
que habría que hacer. Anestesió a Adán, le extrajo una de las
costillas, y construyó de ella una mujer, ‘hueso de los huesos
de Adán y carne de su carne’. Ahora Adán tendría “una
ayudante”, un “complemento”. “Además, los bendijo Dios y les
dijo Dios: ‘Sean fructíferos y háganse muchos y llenen la
tierra y sojúzguenla, y tengan en sujeción los peces del mar y
las criaturas voladoras de los cielos y toda criatura viviente
que se mueve sobre la tierra’.” (Génesis 1:25, 28; 2:18, 21-
23.)

*** w89 15/5 págs. 15-16 párr. 2 Despliegue de amor y


respeto por parte de la esposa ***
Cuando Dios expresó su intención de crear a la primera
mujer, declaró: “No es bueno que el hombre continúe solo”. Y
Adán, tras observar las familias animales —machos y
hembras con sus crías—, debe de haber concordado con esa
declaración. Aunque Adán era perfecto y estaba en un
paraíso satisfaciente, no tenía compañerismo con nadie de su
propio género. Estaba dotado de inteligencia y habla, pero no
había ninguna otra criatura de su género con la cual compartir
tales dones. Sin embargo, la situación pronto cambiaría,
porque Dios dijo: “Voy a hacerle una ayudante, como
complemento de él”. (Génesis 2:18-20.)

*** w89 1/11 pág. 18 párr. 2 Eviten un yugo con incrédulos


***
“No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a hacerle
una ayudante, como complemento de él [“correspondiente
para él”, adecuada para él]”. (Génesis 2:18, nota de la Biblia
con Referencias [Traducción del Nuevo Mundo].) En el
matrimonio se habría de formar un vínculo de unión estrecho
y permanente entre un hombre y una mujer.
*** pe cap. 29 pág. 239 Éxito en la vida de familia...
¿cómo? ***
CÓMO DIOS CREÓ AL HOMBRE Y LA MUJER
4
Cualquiera puede ver que Jehová no hizo iguales a los
hombres y las mujeres. Es verdad que en muchos aspectos
son similares. Pero hay diferencias obvias en su apariencia
física y composición sexual. Además, tienen diferentes
cualidades emocionales. ¿Qué razón hay para las
diferencias? Dios los hizo así para ayudar a cada uno a
desempeñar un papel diferente. Después que Dios hubo
creado al hombre, Dios dijo: “No es bueno que el hombre
continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como
complemento de él.”—Génesis 2:18.
5
Un complemento es algo que forma pareja o va bien con
otra cosa, y la completa. Dios hizo a la mujer de tal modo que
formara pareja satisfactoria con el hombre y le ayudara a
cumplir las instrucciones divinas de poblar la Tierra y cuidar
de ella. Por eso, después de haber creado a la mujer de una
parte del hombre, Dios ejecutó el primer casamiento allí en el
jardín de Edén al “traérsela al hombre.” (Génesis 2:22; 1
Corintios 11:8, 9) El matrimonio puede ser un arreglo dichoso
porque el hombre y la mujer fueron hechos cada uno con una
necesidad que el otro puede satisfacer. Sus diferentes
cualidades se equilibran entre sí. Cuando un esposo y una
esposa se entienden y aprecian el uno al otro y cooperan en
armonía con sus papeles asignados, cada uno contribuye su
parte para la edificación de un hogar feliz.

*** rs pág. 251 párr. 2 Mujeres ***


Gén. 2:18: “Pasó Jehová Dios a decir: ‘No es bueno que el
hombre continúe solo. Voy a hacerle una ayudante, como
complemento de él.’” (En este texto Dios no describe al
hombre como mejor persona que la mujer. Más bien, Dios
indicó que la mujer tendría cualidades que complementarían
las del hombre dentro del arreglo de Dios. Un complemento
es una de dos partes que se completan mutuamente. Así, las
mujeres, como grupo, se destacan en ciertas cualidades y
habilidades o talentos; los hombres, en otros. Compárese con
1 Corintios 11:11, 12.)

*** w86 1/9 pág. 14 El papel honorable de la mujer ***


Pero cuando llegó el tiempo para que el hombre
comenzara a llenar la Tierra con su prole, obviamente
necesitó una esposa. Por eso fue que “Jehová Dios pasó a
decir: ‘No es bueno que el hombre continúe solo. Voy a
hacerle una ayudante, como complemento de él’”. (Génesis
2:18.)
La Biblia dice que Dios le hizo “una ayudante, como
complemento de él”. La palabra hebrea que se traduce
“complemento” ha sido definida como una “cosa, cualidad o
circunstancia que se añade a otra cosa para hacerla íntegra o
perfecta”. El propósito de Dios para la mujer era que ella
llegara a ser un complemento apropiado para el hombre a fin
de que cumplieran con la misión que ambos recibieron de
‘llenar la tierra y sojuzgarla’.
(Génesis 2:19) Ahora bien, Jehová Dios había estado
formando del suelo a todos los animales salvajes del campo y
los animales voladores de los cielos. Y se los fue llevando al
hombre para ver cómo llamaba a cada uno, y cada ser vivo
se llamó como el hombre dijo.

*** it-1 pág. 48 Adán ***


Adán estaba rodeado de animales pacíficos de toda clase
y características,

*** it-1 pág. 141 Animales ***


En vista de que Dios le concedió al hombre perfecto el
dominio o mayordomía sobre las diversas criaturas de la
Tierra, era muy apropiado que Adán tuviera el privilegio de
darles nombre. (Gé 1:26; 2:19, 20.)

*** it-2 pág. 498 Nombre ***


Nombres de animales y plantas. Jehová Dios concedió a
Adán el privilegio de dar nombre a las criaturas inferiores. (Gé
2:19.) Los nombres que Adán puso probablemente eran
descriptivos, como puede percibirse en algunos de los
nombres hebreos de animales e incluso de plantas. La voz
hebrea para “asno” (jamóhr), debe provenir de una raíz que
significa “enrojecer”, con la que se hace referencia al color
habitual del pelaje de este animal. El nombre hebreo de la
tórtola (tohr o tor) debe imitar el arrullo “torrr torrr” que emite
la citada ave. Al almendro se le llama “el que despierta”, al
parecer por ser uno de los primeros árboles que florecen.

*** w16 enero pág. 29 párr. 3 Trabajar con Jehová nos


hace muy felices ***
3
Jehová también ha invitado a los seres humanos a
trabajar con él. A Adán le dio la tarea de poner nombres a los
animales (Gén. 2:19, 20). Imagínese al primer hombre
estudiando el comportamiento y las características de los
animales para decidir qué nombre les pondría. ¡Qué trabajo
tan hermoso! Jehová pudo haber realizado él mismo esa
labor; al fin y al cabo, él los creó. Pero dejó que Adán lo
hiciera y así le demostró que lo quería mucho.
*** g 12/11 pág. 10 ¿Le importan a Dios los animales? ***
Pero esta superioridad no les daba a los humanos licencia
para ejercer autoridad sobre los animales a su antojo.
Por ejemplo, si Adán empezó a ponerles nombre a los
animales, fue porque Jehová le concedió ese privilegio;
además, él lo ayudó trayéndole los animales para ver cómo
los llamaría (Génesis 2:19). Solo siguiendo la guía divina
podría el hombre cumplir la misión de cuidar de los animales.

*** g04 22/2 pág. 3 Los animales, un regalo de Dios ***


La Biblia, el más antiguo documento escrito referente a la
historia humana, explica que fue Adán, el primer ser humano,
quien puso nombre a los animales. “Lo que el hombre la
llamaba, a cada alma viviente —relatan las Escrituras—, ese
era su nombre. De modo que el hombre iba dando nombres a
todos los animales domésticos y a las criaturas voladoras de
los cielos y a toda bestia salvaje del campo.” (Génesis
2:19, 20.) Es obvio que para elegir el nombre adecuado, Adán
tuvo que familiarizarse bien con la fauna. Pero no necesitó
protección, ni siquiera de las criaturas salvajes, pues se
comportaban de forma pacífica, y no cabe duda de que él
disfrutaba de su compañía.

*** ct cap. 6 pág. 99 ¿Puede confiarse en un relato antiguo


de la creación? ***
Es posible que en aquel tiempo el Creador aún estuviera
produciendo nuevos géneros de animales. La Biblia dice:
“Dios estaba formando del suelo toda bestia salvaje del
campo y toda criatura voladora de los cielos, y empezó a
traerlas al hombre para ver lo que llamaría a cada una; y lo
que el hombre la llamaba, a cada alma viviente, ese era su
nombre” (Génesis 2:19).

*** g91 8/6 pág. 14 ¿Consumó Dios cada obra creativa el


mismo “día” que la inició? ***
Génesis 2:19 parece indicar que la creación de las
criaturas voladoras fue progresiva, pues dice: “Yahvé Dios
continuó formando del suelo todas las bestias del campo y
todas las aves [“toda criatura voladora”, NM] de los cielos
trayéndoselas al hombre para ver cómo las llamaría”. (Watts,
cursivas nuestras.)
De modo que el registro bíblico del capítulo 1 de Génesis
indica que Dios empezó a crear amplias categorías de vida
vegetal y animal a medida que la Tierra alcanzaba un estado
de desarrollo conveniente para cierto tipo de vida en
concreto. De forma progresiva y gradual Dios llenó estas
amplias categorías con muchos géneros individuales de vida,
como, por ejemplo, las “criaturas voladoras”. Es posible que
dicha actividad prosiguiese una vez concluido el día creativo
en que comenzó.

*** w89 1/8 págs. 15-16 párrs. 2-4 Magníficas perspectivas


para el hombre en un paraíso agradable ***
“Ahora bien, Jehová Dios estaba formando del suelo toda
bestia salvaje del campo y toda criatura voladora de los
cielos, y empezó a traerlas al hombre para ver lo que llamaría
a cada una; y lo que el hombre la llamaba, a cada alma
viviente, ese era su nombre. De modo que el hombre iba
dando nombres a todos los animales domésticos y a las
criaturas voladoras de los cielos y a toda bestia salvaje del
campo”. (Génesis 2:19, 20.)
3
El hombre llamó al caballo sus, al toro schohr, a la oveja
seh, a la cabra ʽez, a un pájaro ʽohf, a la paloma yoh·náh, al
pavo real tuk·kí, al león ʼar·yéh o ʼarí, al oso dov, al simio
qohf, al perro ké·lev, a la serpiente na·jásch, y así por el
estilo. Cuando fue al río que fluía del jardín de Edén, vio
peces. A los peces dio el nombre de da·gáh. El hombre, que
no tenía armas, no temía a estos animales, ni a los
domésticos ni a los salvajes, tampoco a las aves, y estos no
temían al hombre, a quien instintivamente reconocían como
superior, un género de vida superior. Eran criaturas hechas
por Dios, dotadas de vida por Él, y el hombre no quería
causarles daño ni quitarles la vida; no se inclinaba a ello.
4
El relato no nos dice precisamente por cuánto tiempo se
le mostraron al hombre los animales domésticos y los
salvajes y las criaturas voladoras de los cielos. Todo fue por
guía y arreglo de Dios. Puede que Adán haya estudiado con
detenimiento cada animal diferente y observado sus hábitos
distintivos y su estructura; entonces seleccionaría un nombre
especialmente apropiado para ese animal. Esto pudiera
significar que dedicó una cantidad considerable de tiempo a
esto. Fue una experiencia muy interesante para Adán
familiarizarse así con las diferentes criaturas de esta Tierra en
sus diversos géneros, y exigió gran aptitud mental y poder de
expresión hablada el que él pudiera distinguir con un nombre
apropiado a cada uno de estos géneros de criaturas vivientes.

*** gm cap. 7 págs. 94-95 párrs. 17-18 ¿Se contradice la


Biblia? ***
Además, la construcción que se haya dado a un relato
puede producir una aparente contradicción. En Génesis 1:24-
26 la Biblia indica que los animales fueron creados antes del
hombre. Pero parece que en Génesis 2:7, 19, 20 dice que el
hombre fue creado antes de los animales. ¿A qué se debe la
discrepancia? A que los dos relatos de la creación consideran
el asunto desde dos puntos de vista diferentes. El primero
describe la creación de los cielos y la Tierra y todo lo que hay
en ellos. (Génesis 1:1–2:4.) El segundo se concentra en la
creación de la raza humana y su caída en el pecado.
(Génesis 2:5–4:26.)
18
El primer relato se ha construido cronológicamente,
dividido en seis “días” consecutivos. El segundo está
ordenado según la importancia de los asuntos. Después de
un breve prólogo, este relato lógicamente pasa de inmediato
a la creación de Adán, puesto que él y su familia son el
asunto que se considera. (Génesis 2:7.) Luego se va
introduciendo otra información según parece necesaria.
Aprendemos que después de su creación Adán iba a vivir en
un jardín en Edén. Por eso, entonces se menciona el
plantamiento del jardín de Edén. (Génesis 2:8, 9, 15.) Jehová
le dice a Adán que ponga nombre a “toda bestia salvaje del
campo y toda criatura voladora de los cielos”. Por eso, llega el
tiempo de mencionar que “Jehová Dios estaba formando del
suelo” todas aquellas criaturas, aunque la creación de ellas
había empezado mucho antes de que Adán viniera a la
existencia. (Génesis 2:19; 1:20, 24, 26.)
(Génesis 2:20) Así que el hombre les puso nombre a los
animales domésticos, a los animales voladores de los cielos y
a los animales salvajes del campo. Pero él no tenía ninguna
ayudante que lo complementara.

*** w89 1/8 págs. 15-16 párrs. 2-4 Magníficas perspectivas


para el hombre en un paraíso agradable ***
De modo que el hombre iba dando nombres a todos los
animales domésticos y a las criaturas voladoras de los cielos
y a toda bestia salvaje del campo”. (Génesis 2:19, 20.)
3
El hombre llamó al caballo sus, al toro schohr, a la oveja
seh, a la cabra ʽez, a un pájaro ʽohf, a la paloma yoh·náh, al
pavo real tuk·kí, al león ʼar·yéh o ʼarí, al oso dov, al simio
qohf, al perro ké·lev, a la serpiente na·jásch, y así por el
estilo. Cuando fue al río que fluía del jardín de Edén, vio
peces. A los peces dio el nombre de da·gáh. El hombre, que
no tenía armas, no temía a estos animales, ni a los
domésticos ni a los salvajes, tampoco a las aves, y estos no
temían al hombre, a quien instintivamente reconocían como
superior, un género de vida superior. Eran criaturas hechas
por Dios, dotadas de vida por Él, y el hombre no quería
causarles daño ni quitarles la vida; no se inclinaba a ello.
4
El relato no nos dice precisamente por cuánto tiempo se
le mostraron al hombre los animales domésticos y los
salvajes y las criaturas voladoras de los cielos. Todo fue por
guía y arreglo de Dios. Puede que Adán haya estudiado con
detenimiento cada animal diferente y observado sus hábitos
distintivos y su estructura; entonces seleccionaría un nombre
especialmente apropiado para ese animal. Esto pudiera
significar que dedicó una cantidad considerable de tiempo a
esto. Fue una experiencia muy interesante para Adán
familiarizarse así con las diferentes criaturas de esta Tierra en
sus diversos géneros, y exigió gran aptitud mental y poder de
expresión hablada el que él pudiera distinguir con un nombre
apropiado a cada uno de estos géneros de criaturas vivientes.

*** w89 1/8 págs. 17-18 párrs. 7-9 Magníficas perspectivas


para el hombre en un paraíso agradable ***
Pero por sí solo en el jardín de Edén, Adán no era la
expresión plena, completa, del propósito amoroso de Dios
para el hombre en su Paraíso terrestre.
Creación de la primera mujer
8
El primer hombre, con su mente y sus facultades de
observación perfectas, vio que en el reino de las aves y el
reino animal había macho y hembra, y que estos se unían
para reproducir su género. Pero en cuanto al hombre, esto no
era todavía así. Si el observar esto lo llevó a pensar en tener
también una compañera, no halló nada apropiado como tal en
el reino animal, ni siquiera entre los simios. Adán llegaría a la
conclusión de que no había consorte para él, porque si la
hubiera habido, ¿no se la habría traído Dios? Al hombre se le
había creado por separado de todos aquellos géneros
animales, ¡y la intención era que fuera diferente! Él no tendió
a decidir los asuntos por sí mismo ni a hacerse insolente y
pedir a Dios su Creador una compañera. Fue apropiado que
el primer hombre dejara todo aquel asunto en manos de Dios,
porque poco después descubrió que Dios había llegado a Sus
propias conclusiones respecto a aquella situación. Sobre esto
y lo que entonces sucedió, el relato nos dice:
9
“Pero para el hombre no se halló ayudante como
complemento de él.

*** w89 1/8 pág. 18 párr. 9 Magníficas perspectivas para el


hombre en un paraíso agradable ***
(Génesis 2:20
(Génesis 2:21) Por lo tanto, Jehová Dios hizo que el hombre
se durmiera profundamente y, mientras dormía, le sacó una
costilla y luego le cerró la carne.

*** it-1 pág. 48 Adán ***


pero se encontraba solo, pues no había otra criatura
“según su género” con la que pudiese hablar. Jehová
reconoció que ‘no era bueno que el hombre continuara solo’,
de modo que mediante una operación quirúrgica divina, única
en su género, tomó una costilla de Adán y la transformó en su
complemento femenino para que llegara a ser su esposa y la
madre de sus hijos.

*** it-1 pág. 569 Costilla ***


Dios no creó a la mujer de manera ajena y separada del
hombre, formándola también del polvo del suelo, como había
hecho en la creación de Adán. En esta ocasión Dios tomó
una costilla de Adán, y de ella formó a Eva, la que habría de
ser su complemento perfecto. (Gé 2:21, 22.) Adán,
no obstante, siguió siendo un hombre perfecto, unido a su
esposa como ‘hueso de sus huesos y carne de su carne’. (Gé
2:23; Dt 32:4.) Además, este suceso no alteró la estructura
genética de Adán, de modo que afectase al número de
costillas de su prole, pues tanto el hombre como la mujer
tienen veinticuatro costillas.
Es de interés indicar aquí que una costilla puede crecer de
nuevo, reemplazarse a sí misma, siempre y cuando no se
haya destruido el periostio (la membrana fibrosa adherida al
hueso). El registro bíblico no precisa si Jehová Dios dejó el
periostio de Adán o no; como Creador del hombre, e
independientemente de esta característica singular de las
costillas, Dios pudo optar por cualquier solución.

*** it-2 pág. 343 Matrimonio ***


Jehová creó a la mujer como una compañera del hombre,
y al formarla de la costilla de este, la convirtió en su pariente
carnal más cercano, su propia carne. (Gé 2:21.)

*** w11 1/1 pág. 7 ¿De verdad existió el jardín de Edén?


***
Los investigadores han descubierto que las costillas tienen
una sorprendente capacidad de regeneración. A diferencia
de los demás huesos, pueden volver a crecer, siempre y
cuando su membrana de tejido conjuntivo permanezca
intacta.

*** w09 1/9 pág. 13 Adán y Eva: ¿existieron en la vida


real? ***
Por otra parte, la Biblia enseña que Eva fue creada de una
costilla de Adán (Génesis 2:21-23). Antes de juzgar este
pasaje como mera fantasía, pensemos en algunos logros de
la ciencia. En enero de 2008, unos científicos de California
(Estados Unidos) lograron producir embriones humanos
viables, clonados a partir de células adultas tomadas de la
piel. Anteriormente se habían clonado unos veinte animales
siguiendo técnicas similares. La famosa oveja Dolly, por
ejemplo, fue clonada en 1996 a partir de la glándula mamaria
de una oveja adulta.
Aún no sabemos en qué acabarán tales experimentos.
El caso es que si el ser humano ha sido capaz de tomar
material biológico de un organismo para hacer otro de la
misma especie, ¿por qué dudar de que el Creador
todopoderoso haya podido formar un ser humano de la
costilla de otro? Cabe mencionar que las costillas pueden
regenerarse y reemplazarse a sí mismas, razón por la cual
los médicos las emplean habitualmente en operaciones de
cirugía reconstructiva.
(Génesis 2:22) Y, de la costilla que le había sacado, Jehová
Dios hizo una mujer y se la llevó al hombre.

*** it-1 pág. 569 Costilla ***


Dios no creó a la mujer de manera ajena y separada del
hombre, formándola también del polvo del suelo, como había
hecho en la creación de Adán. En esta ocasión Dios tomó
una costilla de Adán, y de ella formó a Eva, la que habría de
ser su complemento perfecto. (Gé 2:21, 22.) Adán,
no obstante, siguió siendo un hombre perfecto, unido a su
esposa como ‘hueso de sus huesos y carne de su carne’. (Gé
2:23; Dt 32:4.) Además, este suceso no alteró la estructura
genética de Adán, de modo que afectase al número de
costillas de su prole, pues tanto el hombre como la mujer
tienen veinticuatro costillas.
Es de interés indicar aquí que una costilla puede crecer de
nuevo, reemplazarse a sí misma, siempre y cuando no se
haya destruido el periostio (la membrana fibrosa adherida al
hueso). El registro bíblico no precisa si Jehová Dios dejó el
periostio de Adán o no; como Creador del hombre, e
independientemente de esta característica singular de las
costillas, Dios pudo optar por cualquier solución.

*** it-1 pág. 1183 Huesos ***


No debe extrañarnos que a Eva, la primera mujer, se la
formase de una costilla tomada de Adán, pues los huesos son
el fundamento del cuerpo, están hechos de células vivas y
son los productores de las células de la sangre. Adán pudo
decir de Eva con toda razón: “Esto por fin es hueso de mis
huesos y carne de mi carne”. Era el familiar más cercano que
podía tener. (Gé 2:22, 23.)

*** w11 1/1 pág. 7 ¿De verdad existió el jardín de Edén?


***
Y ¿qué hay de la idea de que Dios creó a Eva utilizando
una costilla de Adán? Para Dios, esto no debió de representar
ninguna dificultad. Y aunque podría haber empleado otro
sistema, el método que eligió tenía un significado muy
especial. Él quería que Adán y Eva se casaran y que su unión
fuera muy estrecha, como si fueran “una sola carne” (Génesis
2:24). En efecto, el hombre y la mujer han sido creados de
forma que pueden complementarse y formar un sólido vínculo
de amor y cuidado mutuo. ¿Qué menos podría esperarse de
un Creador sabio y amoroso?

*** w09 1/9 pág. 13 Adán y Eva: ¿existieron en la vida


real? ***
Por otra parte, la Biblia enseña que Eva fue creada de una
costilla de Adán (Génesis 2:21-23). Antes de juzgar este
pasaje como mera fantasía, pensemos en algunos logros de
la ciencia. En enero de 2008, unos científicos de California
(Estados Unidos) lograron producir embriones humanos
viables, clonados a partir de células adultas tomadas de la
piel. Anteriormente se habían clonado unos veinte animales
siguiendo técnicas similares. La famosa oveja Dolly, por
ejemplo, fue clonada en 1996 a partir de la glándula mamaria
de una oveja adulta.
Aún no sabemos en qué acabarán tales experimentos.
El caso es que si el ser humano ha sido capaz de tomar
material biológico de un organismo para hacer otro de la
misma especie, ¿por qué dudar de que el Creador
todopoderoso haya podido formar un ser humano de la
costilla de otro? Cabe mencionar que las costillas pueden
regenerarse y reemplazarse a sí mismas, razón por la cual
los médicos las emplean habitualmente en operaciones de
cirugía reconstructiva.

*** w04 1/1 pág. 30 párr. 2 Puntos sobresalientes del libro


de Génesis (parte 1) ***
2:22-24. El matrimonio es una institución divina. El vínculo
matrimonial es permanente y sagrado, y el esposo es el
cabeza de la familia.
(Génesis 2:23) Entonces el hombre dijo: “Por fin alguien
que es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Será
llamada Mujer, porque del hombre fue sacada”.

*** it-1 pág. 48 Adán ***


Con gran alegría ante la presencia de esta hermosa
ayudante y permanente compañera que Dios le había dado,
Adán pronunció la primera poesía conocida: “Esto por fin es
hueso de mis huesos y carne de mi carne”, y la llamó mujer
“porque del hombre fue tomada esta”. Más tarde, le puso por
nombre Eva. (Gé 2:18-23; 3:20.)

*** it-1 pág. 886 Eva ***


Adán sabría por revelación directa de Dios, su Creador y
Padre, cómo había venido a la existencia la mujer, por lo que
se complació en aceptarla, diciendo: “Esto por fin es hueso de
mis huesos y carne de mi carne”, como además le indicaban
sus sentidos. Adán llamó a su esposa, su complemento,
ʼisch·scháh (mujer o, literalmente, varona), “porque del
hombre fue tomada esta”. (Gé 2:18-23.)

*** it-2 pág. 43 Jehová ***


El registro de Génesis no especifica que lo hiciera, pero
tampoco dice explícitamente que Jehová le revelara a Adán
cuando despertó el origen de su esposa Eva. Sin embargo,
las palabras que Adán pronunció al recibir a Eva muestran
que se le había informado sobre cómo Dios la había creado a
partir de su propio cuerpo. (Gé 2:21-23.)
*** w04 1/1 pág. 30 párr. 2 Puntos sobresalientes del libro
de Génesis (parte 1) ***
2:22-24. El matrimonio es una institución divina. El vínculo
matrimonial es permanente y sagrado, y el esposo es el
cabeza de la familia.

*** g01 8/6 págs. 21-22 Pintar con palabras ***


Al igual que el canto, la poesía constituye un magnífico
medio para expresar toda una gama de emociones. Examine
las palabras que pronunció Adán en el momento en que
Jehová le presenta a Eva en el jardín de Edén, y observe la
fusión de deleite absoluto con la sensación de ver al fin su
paciencia recompensada:
Esto por fin es hueso de mis huesos
y carne de mi carne.
Esta será llamada Mujer,
porque del hombre fue tomada esta.
(Génesis 2:23.)
Lo sobresaliente de este pasaje es la carga de significado,
tanto literal como emocional, que se encierra en tan pocas
líneas, una economía aún más patente en la lengua original.

*** w89 15/5 pág. 16 párr. 3 Despliegue de amor y respeto


por parte de la esposa ***
Jehová creó a Eva, la mujer, usando como base para ello
una de las costillas de Adán. Por lo tanto, Eva era del mismo
“género” que Adán. No era algún animal inferior, sino que era
“hueso de [sus] huesos y carne de [su] carne”. Por
consiguiente, el relato inspirado dice: “Por eso el hombre
dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su
esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne”. (Génesis
2:23, 24.) La palabra hebrea traducida “adherirse” significa
literalmente “apegarse, unirse, especialmente con firmeza,
como si fuera con pegamento” (Hebrew and Chaldee Lexicon
to the Old Testament Scriptures, de Gesenius). Esto en
realidad comunica la idea de que el esposo y la esposa son
compañeros inseparables. Otro erudito dice que la palabra
“alude a más que solo la unión sexual del hombre y la
esposa, y se extiende a toda la relación”. Así pues, el
matrimonio no es un capricho pasajero. Es una relación
duradera. Y cuando hay respeto mutuo y dignidad, esa
unidad, aunque a veces quizás experimente tensión, debe ser
inquebrantable. (Mateo 19:3-9.)

*** w89 1/8 pág. 18 párr. 9 Magníficas perspectivas para el


hombre en un paraíso agradable ***
Entonces dijo el hombre: ‘Esto por fin es hueso de mis
huesos y carne de mi carne. Esta será llamada Mujer, porque
del hombre fue tomada esta’.

*** w89 1/8 págs. 18-19 párrs. 9-10 Magníficas


perspectivas para el hombre en un paraíso agradable ***
(Génesis 2:20-25.)
10
Adán expresó satisfacción completa en sus palabras
cuando Dios le presentó la mujer perfecta como ayudante y
complemento: “Esto por fin es hueso de mis huesos y carne
de mi carne”. Esas palabras que dijo cuando finalmente vio a
su esposa recién creada pudieran indicar que Adán había
esperado ya por algún tiempo antes de recibir a su deleitable
compañera humana. Al describir a su complemento, Adán
llamó a su esposa “Mujer” (ʼisch·scháh o, literalmente:
“varona”), “porque del hombre fue tomada esta”. (Génesis
2:23, Biblia con Referencias [Traducción del Nuevo Mundo]
nota al pie de la página.) Adán no se consideraba en
parentesco carnal con las criaturas voladoras ni los animales
terrestres que Dios le había hecho notar antes para que les
diera nombre. Su carne difería de la de ellos. Pero esta mujer
sí era de su género carnal. El hueso de costilla tomado del
costado de Adán producía la misma clase de sangre que
circulaba en el cuerpo de aquel primer hombre. (Véase Mateo
19:4-6.)
(Génesis 2:24) Por esa razón, el hombre dejará a su padre y
a su madre, se unirá a su esposa y ellos serán una sola
carne.

*** it-1 pág. 962 Fornicación ***


Cuando Dios bendijo al primer matrimonio humano, dijo:
“Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene
que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola
carne”. (Gé 2:24.) La norma que Dios fijó para el hombre y la
mujer fue la monogamia, y estaban excluidas las relaciones
sexuales promiscuas. Tampoco se contemplaba el divorcio ni
las segundas nupcias. (Véase DIVORCIO.)

*** it-2 pág. 343 Matrimonio ***


Como Jesús comentó, no fue Adán, sino Dios, quien dijo:
“Por esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se
adherirá a su esposa, y los dos serán una sola carne”. Estas
palabras muestran sin lugar a dudas que desde el principio la
norma de Jehová Dios para el matrimonio ha sido la
monogamia. (Mt 19:4-6; Gé 2:24.)

*** it-2 pág. 345 Matrimonio ***


Divorcio. Cuando el Creador instituyó el matrimonio,
no dispuso que hubiese divorcio. El hombre tenía que
adherirse a su esposa y tenían “que llegar a ser una sola
carne”. (Gé 2:24.) De modo que el hombre tendría una sola
esposa que sería una carne con él. El divorcio tuvo su
comienzo después de la caída del hombre en el pecado, y de
la imperfección y degradación consecuentes.

*** w17 junio pág. 5 párr. 4 Jehová nos consuela en todas


nuestras pruebas ***
4
Cuando Dios casó a los primeros seres humanos, dijo:
“El hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que
adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola
carne” (Gén. 2:24). Pero, como somos imperfectos, pueden
surgir tensiones cuando nos casamos y formamos un nuevo
hogar (Rom. 3:23). Normalmente, el esposo asume la
autoridad que antes tenían los padres, pues Dios ha
establecido que él sea cabeza de la esposa (1 Cor. 11:3).
Quizás no sea fácil para algunos esposos asumir este nuevo
papel. Y a algunas esposas tal vez les cueste aceptar la
dirección de su esposo en lugar de la de sus padres.
Además, las relaciones con los parientes podrían sufrir
tensiones que causen problemas a los recién casados.

*** w16 agosto pág. 8 párrs. 1-2 El origen y el propósito


del matrimonio ***
(lea Génesis 2:20-24). De modo que Dios es el Creador
del matrimonio.
2
Jesús confirmó que fue Jehová quien dijo: “El hombre
dejará a su padre y a su madre y se adherirá a su esposa, y
los dos serán una sola carne” (Mat. 19:4, 5).
*** w11 15/1 pág. 14 párrs. 9-10 Respetemos el don divino
del matrimonio ***
Jehová le dijo a Adán: “El hombre dejará a su padre y a su
madre, y tiene que adherirse a su esposa” (Gén. 2:24). Estas
palabras implican que, cuando alguien se casa, cambia su
orden de prioridades, lo que influye en su relación con sus
amigos y parientes. No puede darles preferencia a ellos, pues
su tiempo y atención le corresponden en primer lugar a su
cónyuge. Los dos han formado una nueva familia, de modo
que no deben permitir que sus padres se entrometan en las
decisiones o en los desacuerdos del hogar. Es imprescindible
que se apeguen el uno al otro. Eso es lo que Jehová ha
dispuesto.
10
La lealtad es beneficiosa siempre, incluso cuando uno
de los cónyuges no es testigo de Jehová. Una hermana que
se halla en esta situación dice: “Le estoy muy agradecida a
Jehová porque me ha enseñado a aceptar la dirección de mi
esposo y respetarlo profundamente. Por ser leal he disfrutado
de cuarenta y siete años llenos de amor y respeto” (1 Cor.
7:10, 11; 1 Ped. 3:1, 2). Ciertamente, para que cualquier
matrimonio salga adelante es preciso esfuerzo. ¿Qué puede
hacer usted para que su cónyuge se sienta seguro? Busque
formas de demostrarle, tanto por palabras como por acciones,
que para usted es la persona más importante del mundo.
Haga todo lo posible para que nada ni nadie se interponga
entre ustedes dos (léase Proverbios 5:15-20).

*** w11 15/1 págs. 14-16 Respetemos el don divino del


matrimonio ***
Trabajar en unión fortalece el matrimonio
11
Siempre que el apóstol Pablo habló de sus buenos
amigos Áquila y Priscila, los mencionó juntos. La unidad de
esta pareja ilustra a qué se refería Dios cuando indicó que
marido y mujer deben ser “una sola carne” (Gén. 2:24).
En efecto, los dos trabajaban lado a lado en su hogar, en su
oficio y en el ministerio. Cuando Pablo visitó Corinto por
primera vez, lo invitaron a quedarse con ellos en su casa, que
al parecer se convirtió temporalmente en la base de
operaciones del apóstol. Más tarde, utilizaron su hogar en
Éfeso para celebrar las reuniones de la congregación, y
juntos ayudaron a cristianos nuevos, como Apolos, a crecer
espiritualmente (Hech. 18:2, 18-26). Este fervoroso
matrimonio se mudó luego a Roma, donde también abrieron
las puertas de su hogar para las reuniones. Posteriormente
volvieron a Éfeso, donde siguieron fortaleciendo a los
hermanos (Rom. 16:3-5).
12
Durante un tiempo, Áquila y Priscila también
desempeñaron con Pablo su oficio de fabricantes de tiendas
de campaña. Una vez más, vemos que ambos esposos
realizaban sus tareas unidamente, sin andar compitiendo
ni discutiendo (Hech. 18:3). Claro, lo que fortalecía la
espiritualidad de su matrimonio era el tiempo que pasaban
juntos en las actividades cristianas. De hecho, fuera en
Corinto, en Éfeso o en Roma, llegaron a ser conocidos como
“colaboradores en Cristo Jesús” (Rom. 16:3). En efecto,
dondequiera que iban, colaboraban codo a codo en la
predicación del Reino.
13
Sin lugar a dudas, la unión matrimonial se fortalece
cuando se comparten metas y actividades (Ecl. 4:9, 10). Por
desgracia, muchos casados pasan poco tiempo juntos.
Dedican largas horas a sus respectivos empleos. Otros viajan
mucho por razones de trabajo o incluso emigran al extranjero
para enviar dinero a su familia. Hasta cuando están en casa,
algunos se aíslan a causa de la televisión, las aficiones, los
deportes, los videojuegos o Internet. ¿Ocurre así en su
hogar? En tal caso, quizás puedan hacer cambios para pasar
más tiempo juntos en diversas tareas, como preparar la
comida, lavar los platos, atender el jardín, o cuidar de sus
hijos o de sus padres mayores.
14
Más importante aún es que todas las semanas realicen
como pareja actividades espirituales. Analizar el texto diario y
llevar a cabo la Noche de Adoración en Familia es una
magnífica ayuda para unificar sus valores y metas. También
lo es salir juntos en la predicación, quizás sirviendo de
precursores. ¿Les permiten sus circunstancias hacerlo,
aunque sea solo temporalmente, quizás por un mes, un año,
o más? (Léase 1 Corintios 15:58.) Una hermana que
participaba en el precursorado con su esposo explica: “El
ministerio nos permitía compartir momentos y conversar a
gusto. Como teníamos en común la meta de ayudar
espiritualmente a las personas, yo veía que formábamos un
verdadero equipo. Y me sentía más apegada a él, no solo
como mi marido, sino también como mi mejor amigo”.
Ustedes también deben trabajar en unión para lograr
objetivos que valgan la pena. De ese modo conseguirán que
sus intereses, prioridades y costumbres vayan
armonizándose día a día. Como en el caso de Áquila y
Priscila, serán cada vez más “una sola carne”, tanto en su
manera de pensar y sentir como en su forma de actuar.

*** w11 1/5 pág. 13 La llegada de los hijos y la relación de


pareja ***
Según un especialista, el verbo hebreo traducido “adherirse”
en Génesis 2:24 transmite la idea de “adhesión fiel”.

*** w10 1/2 pág. 27 Cómo llevarse bien con los suegros ***
Factores a considerar: Hablando de la institución
matrimonial, la Biblia indica: “El hombre dejará a su padre y a
su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que
llegar a ser una sola carne” (Génesis 2:24). Ahora bien, ¿qué
significa “ser una sola carne”? Implica algo más que vivir
juntos: implica formar una nueva familia, una que está por
encima de sus respectivas familias (1 Corintios 11:3).

*** g05 8/4 pág. 27 ¿Aprueba Dios los matrimonios


homosexuales? ***
Dice el primer libro de la Biblia: “El hombre dejará a su
padre y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y
tienen que llegar a ser una sola carne” (Génesis 2:24). Con
respecto a la palabra hebrea traducida como “esposa”, el
Diccionario expositivo de palabras del Antiguo y del Nuevo
Testamento exhaustivo, de W. E. Vine, explica que “señala a
cualquier persona del sexo femenino”.

*** w04 1/1 pág. 30 párr. 2 Puntos sobresalientes del libro


de Génesis (parte 1) ***
2:22-24. El matrimonio es una institución divina. El vínculo
matrimonial es permanente y sagrado, y el esposo es el
cabeza de la familia.

*** g02 8/2 pág. 6 El día de la boda, feliz pero agotador ***
Cuando los hijos abandonan el nido familiar, los padres tal
vez sientan alegría y orgullo al tiempo que nostalgia y temor.
Sin embargo, los padres altruistas se darán cuenta de que a
sus hijos les ha llegado la hora de ‘dejar a su padre y a su
madre’ y adherirse a su cónyuge a fin de que ambos ‘lleguen
a ser una sola carne’, como el Creador se propuso que fuera
(Génesis 2:24). Cierta madre relata la reacción que tuvo
cuando su hijo mayor se casó: “Lloré, pero no solo de tristeza,
sino de alegría, porque había ganado una hija a la que quiero
mucho”.

*** g01 8/2 pág. 18 ¿Debería durar el matrimonio toda la


vida? ***
Al principio, Dios no dijo que el matrimonio fuera solo
temporal. Cuando unió al primer hombre y a la primera mujer,
según se relata en Génesis 2:21-24, no mencionó que
pudieran divorciarse o separarse. Por el contrario, el versículo
24 indica: “El hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene
que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola
carne”. ¿Qué quieren decir estas palabras?
Piense en el cuerpo humano, en cómo sus tejidos se
entrelazan a la perfección y en cómo los huesos se juntan en
fuertes articulaciones para protegerlos de toda fricción. ¡Qué
unidad! ¡Qué durabilidad! Y sin embargo, ¡qué dolor sentimos
cuando este incomparable organismo sufre una lesión grave!
Por eso, la expresión “una sola carne” que aparece en
Génesis 2:24 destaca la intimidad y la permanencia de la
unión marital, y a la vez constituye una advertencia implícita
de que su ruptura es sumamente dolorosa.

*** w00 15/11 pág. 25 Lo que podemos aprender de la


primera pareja humana ***
Al entregar a Eva a su esposo y bendecir su unión, fundó
la institución del matrimonio y la de la familia, las cuales
serían la base de la sociedad. El relato de Génesis dice: “El
hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse
a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne”. El
propósito de Jehová al otorgar su bendición al matrimonio de
la primera pareja y ordenarle que fuera fructífera era que todo
ser humano naciera en el marco de una familia afectuosa,
con padres que lo cuidaran (Génesis 1:28; 2:24).

*** ba pág. 23 Un libro práctico para la vida moderna ***


Señala que el matrimonio implica compromiso: “Por eso el
hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse
a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne”.
(Génesis 2:24; Mateo 19:5, 6.)

*** ba pág. 23 Un libro práctico para la vida moderna ***


El término hebreo da·váq, que en este pasaje se traduce
“adherirse”, “transmite la idea de apegarse a alguien con
cariño y lealtad”.4 La palabra griega, que se vierte “se
adherirá” en Mateo 19:5 es afín a un vocablo que significa
“pegar”, “encolar”, “unirse estrechamente”.5

*** g92 8/1 pág. 27 ¿Casarse, o vivir juntos? ***


Una mujer casada se expresó de este modo: “Tal vez sea
anticuada, pero el compromiso del matrimonio hace que me
sienta más segura”. Estas palabras reflejan las que Dios
pronunció cuando unió en matrimonio a la primera pareja:
“Por eso el hombre dejará a su padre y a su madre, y tiene
que adherirse a su esposa, y tienen que llegar a ser una sola
carne”. (Génesis 2:24.) ¡Una unicidad única! Luego la pareja
solo podría ser “una sola carne” cuando su relación fuese de
por vida, completa, exclusiva y legal... únicamente así.

*** g91 8/5 pág. 27 ¿Qué tiene de malo la poligamia? ***


La norma original de Dios
Para comprender la norma de Dios respecto al matrimonio
tenemos que remontarnos al comienzo de la historia humana.
La Palabra de Dios muestra la atracción que Adán sintió
cuando le fue presentada Eva, su única y recién creada
esposa. “Esto por fin es hueso de mis huesos y carne de mi
carne”, expresó. “Por eso —continúa la Biblia— el hombre
dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su
esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne.” (Génesis
2:21-24.)

*** si pág. 18 párr. 32 Libro bíblico número 1: Génesis ***


Génesis revela con mucha claridad la voluntad y el
propósito de Dios en cuanto al matrimonio, la relación
apropiada entre esposo y esposa, y los principios de jefatura
e instrucción familiar. Jesús mismo hizo referencia a esta
información al citar del primer y el segundo capítulos de
Génesis en una sola declaración: “¿No leyeron que el que los
creó desde el principio los hizo macho y hembra y dijo: ‘Por
esto el hombre dejará a su padre y a su madre y se adherirá
a su esposa, y los dos serán una sola carne’?”. (Mat. 19:4, 5;
Gén. 1:27; 2:24.)

*** si pág. 18 Libro bíblico número 1: Génesis ***


1:27; 2:24 Lo sagrado y la permanencia
del vínculo matrimonial Mat. 19:4, 5

*** g90 22/2 págs. 8-9 Una relación suegra-nuera


afectuosa ***
Debe reconocerse el nuevo vínculo
En las Santas Escrituras se da una descripción muy clara
de la institución bíblica del matrimonio. Después de crear a la
primera pareja humana y unirlos en matrimonio, Dios
estableció el siguiente principio: “El hombre dejará a su padre
y a su madre, y tiene que adherirse a su esposa, y tienen que
llegar a ser una sola carne”. (Génesis 2:24.) De modo que los
recién casados deben reconocer que han establecido un
nuevo vínculo. Ahora, aunque vivan con los padres de uno de
ellos, deben adherirse el uno al otro como una unidad
independiente.
No obstante, el hecho de que al casarse los hijos dejen al
padre y a la madre no significa que puedan volverles la
espalda y que ya no tengan que mostrarles respeto ni honra.
“No desprecies a tu madre simplemente porque ha
envejecido”, aconseja la Biblia. (Proverbios 23:22.) Sin
embargo, al contraer matrimonio, se produce un ajuste en la
relación entre padres e hijos. Si cada miembro de la familia
tiene bien presente esto, la pareja joven podrá beneficiarse
de la experiencia y sabiduría de los padres.

*** g90 22/2 pág. 8 Una relación suegra-nuera afectuosa


***
“Aunque el hijo ya sea adulto —admite Mitsuharu—, el
vínculo entre madre e hijo es muy fuerte, por eso el hijo debe
hacer un gran esfuerzo por ‘dejar a su padre y a su madre y
adherirse a su esposa’.” Él aplicó este principio tratando todo
lo relacionado con el cuidado y la educación de los hijos solo
con su esposa, y no comparándola con su madre en lo
referente al modo de desempeñar las tareas domésticas.
“Ahora —continúa él—, entre mis padres y nosotros existe
respeto. Cada uno sabe cuándo su intervención en cierto
asunto provocará resentimiento y cuándo será bien recibida
su ayuda y cooperación.”
Además de “adherirse a su esposa”, el marido debe actuar
de mediador entre ella y su madre. (Génesis 2:24.) Necesita
ser un buen oyente y dejar que ellas le abran su corazón.
(Proverbios 20:5.) Cierto marido que ha aprendido a manejar
con tacto diferentes situaciones, primero averigua los
sentimientos de su esposa. Luego, en presencia de ella, le
habla a su madre acerca del asunto. Si un hombre
desempeña bien su papel de sembrar paz en el hogar, podrá
contribuir a que las dos mujeres que él ama mantengan una
relación afectuosa.

*** w89 15/5 pág. 16 párr. 3 Despliegue de amor y respeto


por parte de la esposa ***
Jehová creó a Eva, la mujer, usando como base para ello
una de las costillas de Adán. Por lo tanto, Eva era del mismo
“género” que Adán. No era algún animal inferior, sino que era
“hueso de [sus] huesos y carne de [su] carne”. Por
consiguiente, el relato inspirado dice: “Por eso el hombre
dejará a su padre y a su madre, y tiene que adherirse a su
esposa, y tienen que llegar a ser una sola carne”. (Génesis
2:23, 24.) La palabra hebrea traducida “adherirse” significa
literalmente “apegarse, unirse, especialmente con firmeza,
como si fuera con pegamento” (Hebrew and Chaldee Lexicon
to the Old Testament Scriptures, de Gesenius). Esto en
realidad comunica la idea de que el esposo y la esposa son
compañeros inseparables. Otro erudito dice que la palabra
“alude a más que solo la unión sexual del hombre y la
esposa, y se extiende a toda la relación”. Así pues, el
matrimonio no es un capricho pasajero. Es una relación
duradera. Y cuando hay respeto mutuo y dignidad, esa
unidad, aunque a veces quizás experimente tensión, debe ser
inquebrantable. (Mateo 19:3-9.)

*** rs pág. 235 párr. 4 Matrimonio ***


Gén. 2:22-24: “Procedió Jehová Dios a construir
de la costilla que había tomado del hombre
[Adán] una mujer y a traérsela al hombre.
Entonces dijo el hombre: ‘Esto por fin es hueso
de mis huesos y carne de mi carne. Esta será
llamada Mujer, porque del hombre fue tomada
ésta.’ Es por eso que el hombre dejará a su
padre y a su madre y tiene que adherirse a su
esposa y tienen que llegar a ser una sola carne.”
(Note que Jehová Dios mismo, el Soberano
Universal, fue quien unió a Adán y Eva. No era
cuestión de que un hombre y una mujer
decidieran vivir juntos sin importarles la
autoridad legal. Observe también el énfasis que
Dios dio a la duración de la unión.)

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