P. Leona, Pablo, Clasificar Comunicar

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Clasificar/ comunicar

1 Introducción

A los fines de este artículo, clasificar equivale a segmentar un determinado universo o dominio
(un conjunto de cosas) de acuerdo con unos criterios precisos.
Cualquier reflexión sobre las clasificaciones de la comunicación entre personas deben comenzar
por el esclarecimiento del dominio a clasificar. Una delimitación tal requiere la exposición de los
elementos críticos que debe haber en toda comunicación humana, cualquiera sea su escala y su
estructura, y que, en virtud de ello, no permiten establecer diferencias sino hacia afuera: es decir,
diferencias entre lo que es y lo que no es comunicación. Esas condiciones para que algo pueda definirse
como un hecho de comunicación no son muchas:

1.1 Definición del dominio


1.1.1 La comunicación es un proceso.
Fuera de tiempo no hay comunicación, y si un estado resulta comunicativo, es porque se lo
considera ya desde el punto de vista de sus consecuencias o de sus causas, es decir: porque se lo
inscribe en un proceso. Así, los objetos, las sensaciones, los conceptos y las estructuras no son, ellos
mismos, comunicaciones, si bien en toda comunicación hay elementos sensibles, conceptuales y
estructurales. Por otro lado, y según en qué tipo de análisis se la inscriba, una frase verbal puede o no
formar parte de un proceso comunicacional: para decidir, por ejemplo, si "Lo hecho, hecho está" es una
oración bimembre (tarea de la gramática) o una proposición necesariamente verdadera (tarea de la
lógica) no hay que considerar ningún proceso comunicacional; sí hay que hacerlo, en cambio, para
decidir si es una recriminación, una excusa, una justificación, un eslogan, una contraseña, etc. (tarea de
la retórica). La diferencia entre objetos, propiedades, relaciones y procesos debe ser, por lo tanto,
explícitamente tomada en cuenta en la fase del análisis, donde siempre acecha el riesgo de confundir una
carta de amor con un conjunto de oraciones bien[mal] formadas o de proposiciones verdaderas[falsas].

1.1.2 Es un proceso orientado a la transferencia de información.


De tal modo, procesos como la germinación del poroto de manteca, las revoluciones celestes, la
precipitación de cristales salinos, la extracción de una muela o la mecánica digestiva de los rumiantes no
son, por ejemplo, comunicacionales. El proceso “extracción de molares” (sus protocolos, la tecnología
involucrada, la farmacopea, etc.) no tienen como determinación original una función comunicacional.

1.1.3 Se trata de una transferencia de información (i) entre (conjuntos de) personas que -en
diversos tipos de relación dinámica- (ii) intercambian señales significativas.
La información es un insumo de la comunicación pero no se confunde con ella, como lo
demuestran que pueda obtenerse información de sistemas no-comunicacionales (las estaciones
meteorológicas lo hacen, y los meteorólogos comunican luego las consecuencias que se siguen de esa
información según modelos de procesamiento e interpretación) o que algunas máquinas transmitan y
reciban información. Existen definiciones más amplias que clasifican como comunicaciones las
conexiones químicas, maquínicas, o animales. Hay buenas razones para sostener esos puntos de vista,
pero no para este trabajo, que pretende exponer las condiciones necesarias de la comunicación
humana. Dos de tales condiciones son que la transferencia de información es dinámica (la descripción de
un proceso comunicacional debería contemplar siempre el hecho de que cada parte involucrada es
influida por la conducta de su contraparte de modo abierto a la contingencia); y que la información
intercambiada es simbólicamente compleja (la complejidad de los códigos humanos desmiente cada vez
el ideal de la transmisión unívoca de información y es fuertemente dependiente del contexto simbólico).
La insatisfacción de cualquiera de ambos requerimientos da como resultado comportamientos patológicos
(por ejemplo, el déficit comunicacional en ciertos casos del espectro autista, que no toman como insumo

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la información de contexto ni la reacción de sus interlocutores) o fracasos comunicacionales
(incomprensión total o parcial, o malentendidos).

1.1.4 Las personas hacen contribuciones intencionales, y están inmersas en un conjunto de


mediaciones (las circunstancias materiales y simbólicas del proceso) que condicionan -y que permiten
explicar- sus relaciones durante el proceso.
Para volver al ejemplo anterior, la decisión (tarea de la retórica) acerca de si un enunciado como
"Lo hecho, hecho está" es una consigna proselitista o una súplica mendicante (y, en cualquiera de ambos
casos, sobre si está expresada literalmente o irónicamente) exige una definición suficientemente rica de
la situación comunicativa, que incluye las circunstancias físicas y simbólicas del proceso y la identidad,
los roles sociales y la historia conversacional de los participantes.
Por supuesto, hay elementos no intencionales en la comunicación humana -por caso: un tic o un
lapsus o cualquier aspecto del comportamiento no verbal a partir del cual el interlocutor pueda hacer
inferencias sobre la sinceridad de su interlocutor-, como los hay entre los animales. Sin embargo, lo
específico humano es la capacidad de manipular intencionalmente esos elementos: es decir, la de
convertirlos -mediante la reflexión sobre la propia conducta y sus efectos probables- en signos
intencionales, calculados, retóricos (ver ejemplo camaleón).

Entonces:
La comunicación humana (1) es un proceso (2) orientado a la transferencia de información (3i) entre (grupos
de) personas (3ii) que intercambian dinámicamente diversas señales significativas (4) de forma intencional.

1.2 Escrúpulo terminológico


A continuación, debemos enfrentar el problema de que la voz "comunicación", tal como circula en
la lengua general, no siempre satisface estos cuatro requerimientos:

(A) Después de la puerta mayor, aparece la escalera que comunicaba con el piso superior (…) Una puerta hierro, más
pequeña en relación con la gran puerta de caoba, comunicaba el zaguán con el comedor, pues la entrada a la sala se
hacía por las dos puertas del zaguán. (José Lezama Lima: Paradiso; La Habana, 1966)

(B) El extremo de acción de la palanca se eleva y baja, describiendo arcos de círculo, como respuesta al impulso que recibe
del cilindro por medio del movimiento paralelo, que le comunica a la cigüeña por medio de la barra de conexión [...]
(J.J Martínez y Tacón: "Descripción de las máquinas de vapor": Madrid: 1835)

(C) Los animales tienen dos sistemas de comunicación y de regulación interna: el sistema nervioso y el sistema endocrino.
(Campbell-Reece: Biología: New York, 2007)

(D) De la boca de un hombre en cuclillas brotó una llama azul. La llama se transformó en una mujercita desnuda, y
susurrando y suspirando se abrió como una flor en vapores de color cobalto. El capitán señaló otro rincón. Una mujer, de
pie, se encerró en una columna de cristal; luego fue una estatua dorada, después una vara de cedro pulido, y al fin otra vez
una mujer. En la sala oscurecida todos exhalaban pequeñas llamas violáceas móviles y cambiantes, pues la noche era
tiempo de transformaciones y aflicción.
-Magos, brujos- susurró un terrestre.
-No, alucinados. Nos comunican su demencia y vemos así sus alucinaciones. Telepatía. Autosugestión y telepatía. (Ray
Bradbury: “Los terrícolas-Agosto de 1999”, en Crónicas Marcianas: New York, 1959)

(E) [La cuñada de Sviajsky, el anfitrión] llevaba un vestido muy especial, que a Levin le pareció que se había puesto por él,
y en el cual se abría un escote en forma de trapecio. Aquel escote cuadrangular, a pesar de la blancura del pecho, y acaso
por ello, privaba a Levin de la facultad de pensar. Imaginaba, probablemente equivocado, que aquel escote tendía a influir
en él, y no se consideraba con derecho a mirarlo, y procuraba no hacerlo; y aun así, tenía la impresión de ser culpable -
aunque sólo fuera por el simple hecho de que aquel escote existiese-, la sensación de que estaba obligado a explicar algo y
de que le era imposible hacerlo. Y, a causa de esto, se sonrojaba y se sentía torpe e inquieto. Su estado de ánimo se
comunicaba también a la linda cuñada.
(León Tolstoi: Ana Karenina: Moscú, 1878)

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(F) Y en lo que refiere al éxito, es decir al ascenso y los honores, no estoy hecho para él. Imagínese que no fui capaz de
obligarme a llevar la carta de tía Pauline al Príncipe, y se lo pedí a uno de mis amigos, que dos días después me comunicó
que el Príncipe había pedido que fuera a cenar esa misma noche.
León Tolstoi: carta a su tía, Tatiana Alexándrova Ergólskaia (Sebastópol, 1855)

El uso de "comunicar" en A equivale a "conectar" espacios (como un paso fronterizo comunica


dos países); en B, a "transmitir" una fuerza, exactamente como se usa en la jerga de la mecánica
automotor ("transmisión directa/ indirecta"); en C a "emitir" señales; en D y en E, a "contagiar" un estado
emocional. Por fin, sólo en F satisface todas las condiciones anotadas más arriba y corresponde, por lo
tanto, a lo que hemos definido como “comunicación humana”.

2. Escalas de la comunicación
Existen numerosas clasificaciones (…). A continuación, vamos a desarrollar una tricotomía de
acuerdo con las diferencias que se registran en la escala y la complejidad de la escena, es decir: según
los niveles de "organización social" de la comunicación.
Según su escala, la comunicación puede ser repartida en las clases: personal, pública
(empresario/ institucional) y masiva. Las diferencias se definirán conforme a los siguientes parámetros:
(1) las características del canal físico de transmisión y a (2) la naturaleza de las señales, por un lado; (3)
la inmediatez y (4) los modos de influencia recíproca entre los participantes, por el otro.

2. 1. La comunicación personal:
Los interactuantes se reconocen como tales, poseen una identidad individual, ocupan
transitoriamente roles inversibles y no obedecen a priori a ninguna restricción temática ni formal (se trata
de interacciones altamente impredecibles). Buena parte de la bibliografía identifica la comunicación
personal con la variedad copresencial de los interactuantes. Sin embargo, ni los intercambios de cartas a
lo largo del tiempo, ni las conversaciones telefónicas por whatsapp o por skype a la distancia son menos
“personales” que las conversaciones cara-a-cara. En este trabajo, por lo tanto, no se considera que la
condición de comparecencia sea excluyente para definir el dominio de la comunicación personal.

2.1.1 Canal físico y naturaleza de la señal.


Según el grado de codificación de las expresiones, en una conversación se conjugan los signos
"digitales" de las lenguas naturales y las señales "analógicas" propias de lo paralingüístico (la prosodia, la
gesticulación, los ademanes).
Las unidades de la lengua -los signos lingüísticos- están fuertemente codificadas, esto es: cada
una es distinguible precisamente del resto, con las que contrae relaciones de oposición mutua a partir de
las cuales es siempre posible obtener diferencias descriptivas entre los dos términos de cualquier díada
(por ejemplo, entre los significados de "alegre" y "triste", pero también entre el de éste último y los de
"melancólico/a", "angustiado/a", "compungido/a", etc.) Tanto la relación de cada una de esas expresiones
con su significado (su significación), como la oposición entre éstos (su valor) son arbitrarias, y dependen
exclusivamente de una convención.
La comunicación no verbal, en cambio, es soportada por señales continuo/analógicas, difíciles de
segmentar con precisión, tanto en su plano expresivo como en el de su contenido. Pese a que se ha
intentado producir "diccionarios" de gestos o de ademanes, salvo en un conjunto reducido de casos es
imposible reconocer una asociación constante entre un paquete de expresiones físicas y un contenido
definido. El dominio de la comunicación no verbal es, por lo tanto, más ambiguo que el de la
comunicación verbal. Además, a diferencia de lo que sucede en el caso de los signos verbales, la
relación entre las señales (por ejemplo, la elevación del tono de voz más allá de los requerimientos de
transmisividad) y el sentido (en este caso, el ¿entusiasmo?, el ¿éxtasis?, la ¿euforia?, el ¿enojo?, del
hablante) es, en la mayoría de los casos, el resultado de una relación de consecuencia-causa (se ríe =
está ?contenta/o, ?nerviosa/o, ?, etc) y no de una convención arbitraria.

Hay tres planos: paralingüístico, kinésico, proxémico:


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Plano paralingüístico: concierne a los elementos que permiten inferir (con un grado alto de
incertidumbre) un significado comunicado o la modificación del significado lingüístico. Está compuesto
por:
 Datos elocutivos (cualidades físicas del sonido): "articulación vacilante", "a borbotones", "se
exasperaba". Son rasgos característicos de la articulación, que pueden aportar a cualquier
expresión oral "componentes inferenciales que [...] pueden determinar la información que se
desea dar o matizar el contenido o sentido de un enunciado o acto de comunicación."
 Reacciones fisiológico/emocionales: Son signos sonoros que "contienen ciertos componentes
inferenciales que pueden variar de cultura a cultura" (llorar, toser)
 Componentes cuasi-léxicos: interjecciones, onomatopeyas y emisiones sonoras en general
 El silencio.

Plano kinésico: Relacionado con los movimientos y posturas corporales, que pueden comunicar
autónomamente tanto como modificar el significado de la comunicación verbal.
 Gesticulación: un gesto es un movimiento psicomuscular con función comunicativa. Los gestos
pueden ser faciales y corporales.

Plano proxémico: Dentro del extenso campo de análisis sobre el espacio, la territorialidad y la cultura,
en la dimensión interpersonal destaca la dinámica de las distancias que corresponde guardar según la
definición de la situación en curso.

2.1.3 Funciones de la comunicación no verbal:


Toda interacción cara a cara supone una estructura básica en la que se conjugan dos componentes: el
mensaje verbal (el contenido estrictamente lingüístico -es decir: sistemático- de las contribuciones) con los
tres planos no verbales (lo paralingüístico, la kinésica y la proxémica). El segundo componente puede
cumplir distintas funciones:
1. Añadir información a o modalizar el contenido de los enunciados lingüísticos: especificarlo, confirmarlo,
reforzarlo, debilitarlo, contradecirlo.
2. Sustituir el mensaje verbal: mientras el que lenguaje oral exige la concurrencia de señales no verbales, la
recíproca no es verdadera: el comunicante puede indicarle mediante gestos, ademanes, sonidos no
fonémicos, silencios, etc. que quiere que se vaya/ que se acerque; que se calle/ que hable; que espere/ que
prosiga, etc.
3. Organizar la marcroestructura del intercambio (función de interalimentación o feedback). Los
interlocutores conocen y usan competentemente un arsenal de expresiones no verbales para reconocerse
mutuamente como dispuestos a ingresar en una interacción (gestos y tonos de saludo), para distribuirse los
turnos de habla durante su desarrollo (pausas, carraspeos, ademanes, sostenimiento/desvío de la mirada),
para informarse en tiempo real del grado de inteligibilidad que el interlocutor le asigna a los que está oyendo
(cabeceos de asentimiento, murmullos aprobatorios), para anoticiar(se d)el deseo de dar por concluida la
interacción (ademanes de despedida, gesticulación de fuga, consulta frecuente del reloj), etcétera.

2.1.2 Mediación.
En la medida en que no consiste en un contacto o en una conexión instantánea y misteriosa (en
la medida en que no se parece a la telepatía) toda comunicación, incluso la intracomunicación (procesos
de comunicación internos a una persona), es mediada. No obstante, es útil distinguir entre interacciones
inmediatas, que serían las que cuentan con la presencia de los involucrados, e interacciones mediatas,
en la que los participantes están en diferentes contextos espaciales o temporales. La aparición sucesiva
de tecnologías de comunicación remota puede razonarse como un recorte sobre los dos parámetros
anteriores:

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Escritura: La escritura alfabética (sobre papel o sobre pantalla), exclusivamente visual, garantiza
la transmisividad del mensaje en ausencia del comunicante y, a cambio, prescinde de toda la dimensión
no verbal de la comunicación humana. Lo paralingüístico se pierde en la escritura, excepción hecha de
algún remedo tipográfico, como las mayúsculas enfáticas o las itálicas.
También hay un necesario déficit de los kinésico (en compensación, pueden garabatearse los márgenes
de las hojas festoneadas con dibujitos expresivos, o intercalar emojis o emoticones entre los caracteres
alfa-numéricos) y de la proxémica (en compensación, puede declamarse el ansia por estar junto al lector,
y aun la posibilidad de conseguirlo gracias a la escritura: ").
Teléfono: Para disimular el déficit de la información kinésico-proxémica, lo paralingüístico está
exacerbado en las charlas telefónicas. La separación en el espacio de los interactuantes -y la
consecuente pérdida del registro visual- se continúa en una impostación elocutiva, en la alta frecuencia
de sonidos (vocálicos o consonánticos) no significativos y en la utilización constante de interjecciones y
exclamaciones, todo ello por encima de la tasa de recursos paralingüísticos en contextos copresenciales.
3. Softwares para la comunicación mediante voz, imagen, video (y texto): La posibilidad de
mantener teleconferencias mediante el uso de dispositivos conectados por internet. Se conservan las
posibilidades de la kinésica y de lo paralingüístico.

2.1.3 Feedback.
La escala personal de la comunicación humana se caracteriza por esquemas de roles reversibles
(es decir, por la alternancia de turnos y de tipos enunciativos) y por el hecho, consecuente, de que el
hablante/comunicante se apoya en las señales -comunicativas e informativas- que obtiene de su
interlocutor para estructurar su contribución al diálogo (es decir, que cada contribución alimenta -y es
alimentada por- las contribuciones sucesivas -precedentes-). Esa realimentación puede ser inmediata (en
el caso de una conversación) o mediata (en un intercambio de cartas, de mails, de sms, de posteos, etc.)
La principal función de que las consecuencias del mensaje repercutan en la conducta del emisor
es la regulación de los intercambios. El receptor puede enviarle señales (verbales o no verbales; de
naturaleza acústica, visual o háptica) al emisor para indicarle si está dispuesto a ingresar en un contrato
comunicacional (mediante, por ejemplo, la mirada), si su mensaje está siendo bien o mal recibido/
comprendido/ aceptado (mediante, por ejemplo, movimientos de la cabeza), si espera que se le ceda el
turno de habla (adelantar el cuerpo, sostener el contacto visual y poner las manos sobre la mesa) o si
pretende dar por concluida la interacción (bostezar, mirar la hora). El emisor toma en cuenta esas señales
y ajusta su conducta en consecuencia. Si como resultado de esa interdeterminación la escena (el
sistema) se mantiene dentro de unos márgenes estables, se trata de un caso de feedback negativo; si, en
cambio, el ajuste de la conducta comunicativa del emisor no obedece a la intención de conservar la
situación tal como ha sido definida sino, por ejemplo, a la de modificar la naturaleza del vínculo
(estrechándolo/ abismándolo) con su interlocutor, se trata de un caso de feedback positivo. Si el feedback
positivo no llega a un nuevo punto de equilibrio, adquiere la forma de una “acumulación cíclica", y
necesariamente terminará por volver la interacción inviable; si, en cambio, la modificación termina
definiendo un nuevo punto de apoyo para una nueva interacción (si, en términos de Watzlawick, se
produce un "recalibramiento" de la escena), entonces cumple un rol de "acumulación didáctica".
Cuando, en el ejemplo de más arriba, el narrador malinterpreta la kinéxica y la proxémica de su
profesora de húngaro y le pasa "la lengua por detrás de la oreja", desequilibra la escena -que era una
escena de desgarramiento emocional-, por haberla confundido con una escena de incitación erótica. El
feedback que obtiene (el rechazo) es de naturaleza negativa (la escena vuelve a ser de desgarramiento)
y satisface, por lo tanto, la función regulativa.
Supongamos, en cambio, que la mujer hubiese reaccionado hundiéndole literalmente los dedos
en la espalda (escena de desgarramiento anatómico), y que el hombre hubiese procedido a en
consecuencia a arrancarle el lóbulo de la oreja con los dientes, etcétera (supongamos que, como en el
poema de Girondo, los amantes "se desgarran, se muerden, se asesinan...", pero de verdad). Se trataría
de un feedback positivo, de acumulación cíclica, que llevaría la escena al límite de su posibilidad.

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Supongamos, por último, que la profesora hubiera correspondido a la insinuación del narrador y
la escena de desgarramiento emocional hubiera evolucionado en la consumación consensuada del amor
físico. Como resultado de ello, la situación (nueva) estaría, al menos provisoriamente, equilibrada, si bien
que bajo nuevas condiciones: se trataría, en tal caso, de una "acumulación didáctica" -o de un
recalibramiento- de la situación. Es evidente que el resultado de la acumulación didáctica es, él mismo,
un principio de regularidad: las situaciones (los sistemas) son dinámicas, y la dialéctica entre continuidad
(regulativa) y discontinuidad (cíclica) se resuelve en el servicio que la acumulación didáctica le presta al
sistema, en la medida en que contiene y reduce las contribuciones anómalas al (re)inscribirlas en una
nueva regularidad.

2.2. La comunicación pública (empresario-institucional)


El emisor es siempre la empresa o institución, y el destinatario, el personal (comunicación
interna) o el consumidor-usuario (comunicación externa). Ninguno de los interactuantes posee una
identidad individual, ambos ocupan roles fijos y los intercambios están ceñidos a las restricciones
temático-formales inherentes al tipo de producto-servicio que ofrezca o preste la institución (se trata de
interacciones altamente predecibles).

2.2.1 Canal fisico y naturaleza de la señal.


Especie de híbrido entre la comunicación de escala personal y la comunicación de masas, la
comunicación pública conjuga los recursos específicos de ambas, aunque de manera diferente según el
tipo de intercambio. Es, en efecto, habitual distinguir entre dos orientaciones: la comunicación
intraorganizacional (la "comunicación interna" o, a veces, "organizacional" a secas), en la que se recurre
al canal escrito (boletines, memoranda), oral (charlas motivacionales, salidas en grupo después de la
oficina, juegos o concursos en vías a reforzar el "espíritu de grupo", etc.); la orientación exo-
organizacional (la "comunicación externa", es decir, con el púbico potencial de la institución), en la que se
imputan la comunicación corporativa, las campañas de relaciones públicas, las estrategias de captura y
fidelización del cliente, el telemarketing, la atención de reclamos, la organización de eventos, etc.
Según la orientación y la (in)mediatez predominarán las señales verbales escritas (comunicación
interna mediada), verbales orales (comunicación interna inmediata/ externa inmediata-telefónica), no
verbales (comunicación externa/interna mediata: imágenes estáticas de modelos "ejemplares" en la
folletería o en la publicidad gráfica).

2.2.2 Mediación.
Ambas orientaciones abarcan tipos de comunicación inmediata y distante. Al interior de la
empresa, son inmediatas las "jornadas de puertas abiertas", las reuniones de información, las entrevistas
individuales, etc.; son mediatas las informaciones distribuidas por sistemas de redes internas, por el
"house organ", por cartas al personal, por circulares, por carteleras, por manuales del empleado, etc.
Hacia el exterior, son distantes las campañas publicitarias o propagandísticas en los medios, en la web o
por vía postal, las revistas corporativo/ institucionales, la folletería, la encuesta previa a donar sangre,
etc.; son medios inmediatos los servicios de atención telefónica, las campañas de telemárketing, las
campañas telefónicas, los seminarios con clientes, la visita puerta a puerta.

2.2.3 Feedback.
Cuando los roles entre los participantes están bien determinados por su posición relativa a
instituciones, el feedback tiende a reforzar el vínculo recíproco (función reguladora): es el caso de las
encuesta que se hacen ("sobre la calidad de la atención recibida") al final de un pedido de reparación o
de una gestión bancaria telefónica o de un reclamo administrativo. Ese mecanismo exhibe bien cuál es la
índole de la comunicación pública: la respuesta del cliente/ ciudadano no está dirigida al empleado que lo
atendió sino a la empresa/ institución para la que trabaja. La extrema irracionalidad de esos intercambios
puede llevar, por el contrario, a situaciones de desequilibrio: la extemporaneidad o la asiduidad de los
llamados puede desencadenar la ira de quien los contesta: si eso se continuara, el sistema terminaría por
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colapsar (rol de acumulación cíclica). Los distintos métodos de supervisión de las llamadas ("puede estar
siendo grabada", etc.) pretenden evitar esos excesos de feedback positivo. En los cursos de
adiestramiento, se les hace ensayar a los empleados estrategias para reconducir una discusión acalorada
dentro de los márgenes de la cortesía promedio (rol de regulación didáctica).

2. 3. La comunicación masiva
El emisor se dirige a un público masivo, disperso y anónimo; el flujo de la comunicación
unidireccional, y los contenidos y formatos son altamente predecibles, ceñidos a los condicionamientos
del mercado (según la distribución de la pauta) y de las reglamentaciones vigentes (que tutelan los
derechos de los consumidores).

2.3.1 Canal y naturaleza de la señal.


La comunicación de masas ha sido soportada, sucesiva y acumulativamente, por los canales
escrito (prensa de masas), oral (fonógrafo, radio), visual (cine mudo), audio-visual (cine hablado,
televisión, dispositivos de interfaz sobre Internet).
La prensa gráfica fue en principio exclusivamente verbal (lo que, obviamente, supuso la condición
de un público alfabetizado) pero no tardó en incluir dibujos, fotografías, gráficos e infografías.
Tempranamente conjugó los géneros informativo/argumentativos con el entretenimiento, los servicios y la
divulgación, lo cual atestigua el reconocimiento de un público de variadísima composición. Del mismo
modo, la radio -que comenzó transmitiendo exclusivamente música- evolucionó hacia el reconocimiento
de formas y géneros diversos, tal como lo haría -por su parte- la televisión desde sus inicios.
La comunicación masiva audiovisual reproduce toda la variedad de señales de la comunicación
personal, excepto aquellas que las limitaciones del canal vuelve imposibles. Esa reproducción tiene dos
marcos:
 al interior al enunciado (en la representación de un diálogo), donde todos los aspectos de la
comunicación personal pueden ser reproducidos.
 hacia el exterior del enunciado (en la representación del vínculo con su recepción), donde
algunas señales kinésicas asumirán diferente valores según -por ejemplo- la condición de emisión en
directo/ en diferido y el régimen factual/ ficcional del discurso. En el cine, la mirada a cámara es un
"indicio de desverosimilización" y, por lo tanto, es cuidadosamente evitada.

En la televisión en directo, por el contrario (igual que la interpelación verbal al oyente de radio), la mirada
a cámara funciona como índice de verosimilización: el emisor que mira a cámara lo hace para incorporar
la mirada del espectador en el régimen de lo real-representado.

2.3.2 Mediación.
La comunicación masiva se define, por una asimetría máxima en cuanto al número de
participantes (emisor único/ receptor multitudinario) y a la dirección (unívoca) del flujo informativo. Aunque
puedan rastrearse antecedentes más antiguos, las condiciones técnicas para hacerla posible (la aparición
de tecnologías que permitieran tiradas a gran escala de periódicos, discos y películas, y transmisiones
multitudinarias de sonido e imagen en directo) se fueron alcanzando a ritmo acelerado en los últimos
ciento cincuenta años. Pero las condiciones técnicas no determinaron exclusivamente la mediación
masiva: entre las muchas posibilidades que el progreso técnico abría, han tendido a prosperar las que
mejor sirven a la dinámica de la economía de mercado (acumulación redundante de aparatos de
recepción/ de interfaz; privatización del consumo; obsolescencia calculada y renovación compulsiva del
stock; arancelamiento de los servicios, cuando el medio lo permite; etcétera). Esto último no ha dejado de
tener consecuencias sobre el contenido simbólico de los medios masivos.

2.3.3 Feedback.
La otra cara de su condición masiva y unidireccional es el déficit en la recolección de respuestas
inmediatas a las que ir ajustando la índole de las contribuciones. Existen modos de remedar la
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cooperación del público, tales como las cartas de lectores y los llamados de los oyentes/ televidentes
(para cooperar con la "consigna" del día) o las "tribunas" en el propio set de televisión. Todas ellas dan
por sentada la representatividad de esas muestras.
Paralelamente, un enorme arsenal de medición de audiencias, crecientemente veloz, es imputado
en la producción de los envíos como insumo para decidir la (dis)continuidad de un ciclo, de un programa,
de una figura, de una línea argumental, de un tema.
Desde 2006, Ibope ofrece el servicio de medición minuto a minuto en tiempo real. En los canales de
televisión en vivo, la lectura lineal que se hace de ese dato consiste en justificar la permanencia en
pantalla (hasta aplazar la pausa publicitaria, la progresión de la grilla y aun el comienzo del programa
posterior) por el mero hecho de que la medición en tiempo real reporta buenos réditos (y a la inversa).
Los servicios de streaming, por su parte, recaban la conducta de sus suscriptores sus preferencias y
hábitos de consumo, que luego usan para perfilarlos y proponerles una programación.

3. Precariedad de las clasificaciones como variables dependientes


Intersectados con las anteriores, existen criterios más o menos heterogéneos detrás de otras
muchas tipologías comunicacionales. Para ilustrar el carácter provisorio de las categorías distintivas,
revisaremos el desfasaje en la propuesta de McQuail entre la primera edición de su Comunicación, de
1983, y la sexta, de 2010. Se trata de una enmienda que reconoce el dinamismo de uno de los factores
que más tempranamente se registró como determinante de la comunicación: la tecnología de transmisión.
En 1983, McQuail usa las oposición entre las actitudes [1] pasiva/ activa [2] del receptor/ del
emisor para proponer un esquema de cuatro tipos básicos de comunicación:
Tipos de comunicación en el modelo EMISOR
de 1983: activo pasivo
activo [1] Diálogo/ Interacción [3] Búsqueda/ pesquisa
RECEPTOR pasivo [2] Discurso/ Difusión [4] supervisión/ recreación

El diálogo [1] es el tipo característico de los contextos conversacionales, pero tiene lugar también
en contextos institucionales u organizacionales. De acuerdo con McQuail, las tecnologías de la
comunicación jugaron, hasta no hace mucho, un rol ambiguo en lo que concierne al dominio de este
primer tipo: la imprenta contribuyó -a partir de la difusión [2] de ideas para el debate público, la puesta a
disposición de “tribunas” o “foros” para la polémica y el suministro de tópicos de interés al interior de los
movimientos sociales o de las instituciones- con la emergencia de públicos estancos inscriptos en el
conjunto social; en cambio, desalentó la interacción y propició relaciones más bien pasivas y distantes.
Otro tanto sucedería con la radio y la televisión.
La exploración [3] o pesquisa deliberada de fuentes potenciales de información o interés es tan antigua
como la posibilidad del archivo, y la mayor contribución de la imprenta y -luego- de los medios
audiovisuales fue extender la cantidad y el rango de fuentes disponibles e incrementar la posibilidad de
acceso. Este último, además, se ha vuelto cada vez más abierto al público general. La recreación [4]
compartida entre un emisor pasivo y un receptor también pasivo tampoco es nueva, pero los medios
actuales se la apropiaron, en la era de ocio y de la casi ilimitada transmisión de múltiples mensajes para
la diversión.
De los cuatro tipos inventariados en 1983, el criterio de inmediatez/ mediatez de la relación entre
emisor y receptor permite discriminar entre el primero [1] y los otros tres. Veintisiete años después,
McQuail advierte la necesidad de ajustar esa decisión: "Las primeras versiones sobre la idea de
mediación de la realidad eran proclives a aceptar una división entre un terreno público en el que la
representación de la realidad socialmente compartida era construida -y propagada- por los medios
masivos, y una esfera personal donde los individuos podían comunicarse libre y directamente. Los
desarrollos más recientes de la tecnología han socavado esa división rudimentaria, en la medida en que
un rango mucho mayor de comunicaciones -y, por lo tanto, de nuestros contactos con los otros y nuestro
entorno- son de hecho mediadas por la tecnología (teléfono, computadora, fax, e-mail, etc.), si bien que
sobre una base privada e individual."
La clasificación de 1983 se ha vuelto obsoleta en 2010: para corregirla, McQuail invoca a
Thompson (1993 y 1995), que había propuesto una tipología de las interacciones comunicativas que
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acusara recibo de "las tecnologías que han separado la interacción social y el intercambio simbólico de
su radicación en un espacio (en un escenario) compartido." Es decir: si la interacción ya no es
necesariamente copresencial, es preciso refinar el esquema que la definía -precisamente- por esa
propiedad.
Thompson distingue entre la interacción no mediada o cara-a-cara [a], la interacción mediada [b]
y la cuasi-interacción mediática [c].
 En la conversación cara-a-cara ambos participantes comparten el espacio-tiempo y disponen de
un paquete de señales sensoriales y simbólicas para consensuar sus respectivas identidades en función
de ese intercambio específico; el canal de la comunicación simbólica es principalmente la oralidad.
 La interacción mediada involucra algún tipo de medio técnico -como el papel, los cables
eléctricos, etc.- que permita la interconexión mediata (espacial o temporalmente) entre los participantes
del intercambio; las informaciones contextual y sensorial disminuyen, y deben ser reemplazadas de
alguna manera (mediante explicitaciones verbalizadas, cambios tipográficos, emoticones, etc.)
 La cuasi-interacción mediática refiere a las relaciones entre la audiencia y los medios de
comunicación masiva, específicamente, la televisión, cuyos emisores orientan sus contribuciones
comunicacionales a una audiencia en vivo que -a su vez- conforma parte de su actividad cotidiana en
consecuencia con esa destinación de la pantalla; el paquete de señales simbólicas se halla disminuido.
Thompson (y McQuail) caracterizan este último tipo de cuasi-interacción por lo difuso de los
interactuantes (ni el complejo emisor ni la masa receptora es un individuo) y por el déficit de la
retroalimentación.

Lo que McQuail todavía no encuentra en Thompson -la emergencia masiva de las tecnologías de
la comunicación vinculadas a la red- lo resuelve más adelante, al citar a Fortunati y Luders que habían
anunciado ya -en 2005 y 2008- lo que comenzaba a vislumbrarse como una dinámica hacia la
convergencia -"la mediatización de internet y la internetización de los medios masivos"- y hacia el uso de
la computadora como medio de comunicación persona-a-persona. Para ponderar el grado en el que la
tecnología de internet ha determinado "nuevos patrones del tráfico de información", propone un modelo
(tomado de Bordewijk y van Kaam) de cuatro tipos comunicativos básicos: alocución, conversación,
consulta y registro:
En la alocución, el discurso es difundido simultáneamente desde un centro de informaciones a
diversos receptores periféricos; la oportunidad para la retroalimentación es limitada [pero esa limitación
es reducida por los algoritmos que se usan para -por ejemplo- ofrecer bienes y servicios al usuario según
su historial de navegación o y para indicarles cómo se están comportando el resto de los lectores] y el
tiempo de la comunicación es determinado por el emisor o por el centro. Corresponde a los medios
masivos tradicionales (sobre todo, la tele-radiodifusión).
En la conversación (o intercambio), cada individuo interactúa directamente con los otros
integrantes de una red de comunicación, evitando toda centralización o intermediación y eligiendo sus
propios compañeros tanto como el momento, lugar y tópico de la comunicación. Corresponde a un amplio
rango, que va desde los correos electrónicos hasta los mensajes de whatsapp.
La consulta corresponde a un rango de situaciones comunicativas (en crecimiento) en las que un
individuo situado en la periferia busca información en un depósito centralizado de información. Las
circunstancias espacio-temporales tanto como el tópico de la pesquisa son definidas por el receptor
periférico, no por el centro depositario.
El patrón de tráfico informativo denominado "registro" consiste, en efecto en el reverso del patrón
de consulta, porque en este caso, el centro solicita y recibe información de un participante de la periferia
(telemarketing, encuesta).

La conclusión más amplia que obtiene McQuail es que la infraestructura de las telecomunicaciones puede
albergar cómodamente a los cuatro tipos de flujo informativo descriptos.

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4. Una clasificación evolutiva
Del apartado anterior puede concluirse que las clasificaciones pueden ser más o menos estables
en el tiempo, según lo sean los criterios intervinientes. La evolución de un dominio particular es pasible, a
su vez, de un análisis categórico: las clases que se obtienen corresponden a los estados sucesivos del
objeto (son fases de esa sucesión).

5. Final:
¿Hay algo en la propia comunicación humana que vuelva más justificados algunos parámetros de
organización que otros? ¿Son sus clasificaciones reflejos -mejores o peores- de unas propiedades
necesarias y jerarquizadas del universo que categorizan? No parece lo más razonable. Una buena
clasificación es aquella que 1) permite una crítica ordenada del dominio y 2) es sólida en relación con los
principios teórico-metodológicos que haya explicitado. Sus méritos y deméritos no están sujetos a una
confrontación con la ontología del objeto "comunicación", como un mapa físico respecto del territorio de
referencia, sino a las condiciones de consistencia y de potencia explicativa, como un diagrama analítico,
que permite elucidar la estructura resultante de su propia intervención.

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