El Arte Como Campo
El Arte Como Campo
El Arte Como Campo
acerca de la discursividad de la
práctica artística
2003/10/18
En este contexto, una definición del Arte como campo debe apuntar no sólo a
mostrar el proceso continuo de resignificación a que están sometidos sus
objetos, discursos e instituciones, sino también a establecer cómo diversas
definiciones movilizan prácticas sociales, culturales y políticas dando lugar a
dinámicas de exclusión/inclusión de productos y procesos culturales, así como
de conflicto y negociación en torno a la economía política de la cultura. De esta
manera, el arte como campo se constituye a partir del conflicto entre sus propios
enunciados. Lo cual no quiere decir que el campo deba pensarse como un
territorio de discusiones bizantinas, sino que precisamente las distintas
definiciones de arte en competencia tienen sentido porque es desde allí donde se
organiza la práctica en su conjunto. Hoy se reconoce que más que verdaderos o
falsos, los enunciados en torno al arte son posiciones desde donde distintos
sectores y movimientos sociales luchan para alcanzar ideales de auto-
representación, democracia cultural, democracia política y un proyecto de orden
social.
Esta concepción del campo del arte como enunciados y prácticas en conflicto
puede precisarse mejor si examinamos lo que James Clifford ha llamado el
Sistema de Arte y Cultura (4). Clifford propone que abordemos el sistema como
la circulación de objetos y procesos en torno a un conjunto de categorías y
valores que sectores de nuestra sociedad han convenido como legítimos para
ordenar (incluir/excluir) las prácticas culturales del sistema.
Clifford considera que durante el siglo XX la institución arte, así como las
disciplinas académicas de la antropología, la etnografía y la historia del arte,
han clasificado los objetos y prácticas culturales en un sistema cuyos criterios de
organización giran en torno a la inclusión/exclusión de objetos y prácticas, a
partir de valores como lo auténtico, lo original, lo innovador, entre otros. Así, el
sistema se organiza a partir de cuatro zonas semánticas desde las cuales se
habla, se circula y se valora ciertos objetos y prácticas en relación con otros
campos culturales que, por negación, establecen la especificidad de cada uno.
De otra parte, Clifford da extrema importancia a la movilidad del sistema ya que
los objetos y los valores que los hacen circular dependen de contingencias
históricas. Por ejemplo, un objeto de la zona 1 que el sistema ha clasificado
como arte, puede pasar a la zona 4 cuando se convierte en un objeto comercial y
producido en serie. De igual forma, un objeto precolombino que estaría ubicado
en la zona 2 puede pasar a la zona 1 mediante una estrategia museográfica que
fomente su apreciación puramente estética, pese a que en la zona 2 era visto
como tradicional y colectivo.
La importancia del sistema propuesto por Clifford radica en que considera los
valores que delimitan las zonas como construcciones culturales contingentes a
momentos históricos específicos. En segundo lugar, en que propone el sistema
como un espacio de tensión y conflicto. Por último, en que devela los procesos
sociales y políticos que dan forma a dicha ordenación y circulación.
De acuerdo con esto, la comprensión del arte como un campo contempla los
siguientes aspectos:
notas
[1] CRIMP, D. “On the Museum’s Ruins” En: On the Museum’s Ruins
(Cambridge: MIT Press, 1994).
[2] Ver: CRIMP, D. “El Warhol que nos merecemos: Estudios culturales y
cultura maricona” En: CRIMP, D. Imágenes (Bogotá: Universidad Nacional e
IDCT, 2002) CLIFFORD J. Y MARCUS G. Retóricas de la cultura (Madrid:
Ediciones Jucar, 1991) y CLIFFORD J. The Predicament of Culture (Cambridge,
MA y London (Inglaterra): Harvard University Press, 1988) Ver especialmente
los capítulos “Historias de lo tribal y lo moderno” y “Sobre coleccionar arte y
cultura”.