Reflexion Sobre La Muerte

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La muerte: De la Existencia a

la Ausencia
¿En qué medida ser conscientes de la muerte determina
nuestra propia existencia? | Antropología
Exploración Filosófica | Computo de palabras: 1.950

Bachillerato Internacional | Curso 2019-2021


“Al final que para morir nacimos.”

Hace ya más de diez años fue la última vez que había escuchado aquella frase. Una

frase anecdótica de mi abuelo que se me quedo grabada en la memoria después de su

fallecimiento. Me gusta pensar que es porque así lo mantengo vivo en mi memoria

como un recuerdo de mi niñez, pero también es verdad que me intriga la gran

cuestión que retiene la frase.

La gran incógnita de la muerte gana importancia al intentar descubrir nuestra

naturaleza humana y por tanto nuestro significado en este mundo. Sin embargo,

¿qué es la muerte para el ser humano? ¿Cómo tenemos que entenderla? En el

presente ensayo filosófico tratare la muerte como el final de la vida, el término de los

procesos vitales, es decir, un estado (estar muerto) y un proceso (morir). Para ello, se

analizaran los contrastes entre dos planteamientos que servirán de piedra angular

al ensayo. La concepción de la muerte para el filósofo Martin Heidegger, ante la

concepción de Epicuro. Con esto se buscará evaluar la siguiente pregunta de

investigación: ¿En qué medida ser conscientes de la muerte determina nuestra propia

existencia?

Para empezar con la visión del existencialista alemán, es importante primero

comprender la concepción antropológica de Heidegger (1889 – 1976) y como se ve

implicada la muerte en ella. En su obra: “El ser y el tiempo”1 el filósofo, defensor de

la ontología2, busca crear un vínculo entre el ser humano y su sentido temporal.

Concibe al ser humano como un ser que nace siendo arrojado al mundo sin haberlo

elegido, un Ser-en-el-mundo/Ser-ahí (Dasein). El Dasein de un sujeto representa el

1 Libro original en Áleman: Sein und Zeit, 1927.


2 Ontología: de la palabra griega ontos, que significa "ser", que estudia cuestiones sobre el ser
o la existencia y sus propiedades.

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sentido de nuestra presencia, los proyectos y momentos que nos definen

conscientemente a nosotros mismos hacía futuros auténticos. Por tanto, una vida en

constante movimiento (kinesis) con el poder de llegar a realizar sus posibilidades que

constituyen su existencia misma (Ahumada Cristi, 2011, págs. 8-13). Esta situación

dinámica establece una continuidad, aún incompleta, en la existencia del ser. Y no

es hasta el momento de la muerte cuando se pone “fin” a la continuidad, cuando se

completa la existencia del individuo. Por ello, la muerte para Heidegger es un

componente esencial para la total comprensión del Dasein. Es la posibilidad propia,

irrepetible e indefinida que permite la conclusión completa del Dasein en el Ser-para-

la-muerte (Sein-zum-Tode) (Heidegger, 2002).

“La muerte en su más amplio sentido es un fenómeno de la vida. La vida debe

comprenderse como una forma de ser a la que es inherente un ‘ser-en-el-mundo.”

(Garza & Teresa Rodríguez, 2017)

De forma que, para Heidegger, la mortalidad conecta al ser con su última posibilidad:

Dejar-de-ser. Por lo que desde un punto de vista antropológico tenemos que entender

al ser humano como un ser consciente de la muerte, como un “ser mortal” que

trasciende del Dasein al No-ser. Con lo cual, se reafirma la frase vertebral del ensayo,

puesto que nos hace plenamente conscientes de nuestro límite y desenlace en la

Tierra y por ende describe una parte de la naturaleza humana. Desde una postura

similar, el padre de la Escuela de Kioto, Kitaro Nishida (1870 – 1945) sostiene que

la muerte es una eventualidad siempre presente en nuestras vidas y en cada uno de

los momentos de ella. De ahí que la muerte sea una afirmación de autoconsciencia

existencial, como una afirmación de lo que nos hace singularmente humanos (Zalta,

2019). En donde precisamente lo que más me individualiza como ser humano es lo

que más me niega, lo que más me hace “no-yo”, en otras palabras, la muerte.

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Si bien Heidegger le otorgó un gran valor al sentido de la muerte, numerosos siglos

antes, Epicuro (341a.C. – 271/270a.C.) consideraba que la muerte era una

experiencia ajena al ser humano. Como buen materialista, Epicuro sostiene que el

alma (formada por frágiles átomos) no puede sobrevivir de manera independiente del

cuerpo, es por esto por lo que tras la muerte somos inexistentes y se privatizan las

sensaciones (Oyarzún, 1999). Sobre la base de esta aclaración, el filósofo griego

refutará la tesis del daño3 con el propósito de establecer una visión racional y libre

de miedo acerca de la muerte. Inicialmente, identifica que los momentos en los que

un sujeto puede sufrir algún daño a causa de la muerte son mientras esté vivo o

inmediatamente después. La segunda posibilidad es poco convincente, pues se ha

señalado que tras morir no existimos y no queda nadie existente que se vería

perjudicado por el sufrimiento. En cuanto a la primera opción, Epicuro concluye que

la muerte parece no tener ninguna repercusión negativa en nosotros, dado a que no

es otra cosa que la pérdida de sensibilidad, y es únicamente en la sensibilidad donde

reside el sentido del bien, el mal y el dolor. Además de que mientras sigamos con

vida, la muerte aún no habrá ocurrido (Schumacher, 2005).

A modo de símil, podemos realizar una comparación con el acto médico de la

anestesia general. Como su nombre indica, la anestesia4 bloquea temporalmente la

sensibilidad al tacto y al dolor suspendiendo el sistema nervioso central. Siendo así

que después de haber aplicado la anestesia, el paciente es inconsciente de sus

sensaciones y no sufre daño. Mientras que antes de la inyección aún no ha sido herido

por la anestesia. Esta misma ausencia de sensación es la que permite que la muerte

no signifique nada para nosotros.

3 La teoría del daño (The Harm Thesis) es un concepto introducido por Thomas Nagel para
argumentar que la muerte es mala para quienes mueren porque es algo que “daña”.
4 Del griego ἀναισθησία “Insensibilidad”.

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“No temas a la muerte; mientras existas, la muerte no es, y cuando la muerte es,

no estás.”5 (Önduygu, 2020)

En consecuencia, Epicuro en su Carta a Meneceo, reconoce que el miedo a la muerte

disminuye el placer de vivir, al igual que cualquier otro deseo irracional o estado

mental negativo (Konstan, 2018). Por lo tanto, enfatiza en que la eliminación de este

temor irreal y su perturbación abriría camino a la realización plena de la felicidad

por medio de los grandes placeres. Al igual que Epicuro, Séneca (4a.C. – 65d.C)

identifica que tanto el miedo y el dolor entendidos como emociones son obstáculos

para disfrutar de la felicidad y la realización del ser. Con esto, se centra en el miedo

a la muerte, debido a que, en un intento de preservar la vida, el miedo interfiere con

nuestra capacidad racional y solo consigue intensificar la presunta idea sobre la

maldad de la muerte (Meliá, 1986).

En virtud de ello, la frase como estímulo escogido no debería tener mayor relevancia

(desde la concepción epicureista) que, para la comprensión de la muerte como un

evento natural, sin razón alguna por la que estar atemorizados de ella, ya que no nos

hace daño en ningún momento de nuestra existencia sensible. En cambio, como se

ha comentado anteriormente con Heidegger, la frase inicial reafirma esta idea de

considerar la muerte como la última potencialidad. Lo que justamente sitúa al

individuo dentro de su vida fáctica como un ser entremedio de su nacimiento y su

muerte. Tal y como indica la frase, el Dasein, con carácter temporal, se proyecta a

través de sus posibilidades conscientemente hacia el fin de su existencia.

Hasta este punto del ensayo hemos analizado ambas concepciones antropológicas

bajo el sentido de la muerte como un estado y su valor dentro de las dos concepciones

5 Cita original en Inglés: “Don´t fear death; so long as you exist, death is not, and when death
is, you are not.”

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trúncales del ensayo. No obstante, el entendimiento de la muerte como un proceso

no ha sido propiamente estudiado. ¿Qué ocurre en el proceso de morir? ¿Somos

conscientes de aquel acontecimiento o es más bien ajeno a nosotros?

En el análisis fenomenológico de Heidegger, este no contempla la muerte como un

evento, porque sostiene que el sujeto no la vive. ¿Pero si el Dasein no experimenta

su propia muerte, como puede esta estar arraigada en su naturaleza? Para resolver

tal cuestión, el discípulo de Husserl plantea que el Dasein conoce la muerte real al

experimentar la muerte de los demás. No como un acontecimiento más de nuestra

existencia continua, sino como una abertura de relación con su propia muerte ante

él. A tal efecto, la muerte para el Dasein es inevitable, pero continua siendo una

posibilidad consciente hasta que el Dasein sea inexistente (Rivera & Heidegger,

1926).

Muestra de ello son para mí las pérdidas de familiares o conocidos cercanos. Estos

eventos son los que impulsan a cuestionarme y a tener presente mi propia muerte y

el significado que supone para mí como ser humano. Pues mi muerte es el momento

final en el cual todas mis relaciones se desvanecen. El desenlace, tal y como lo indica

el estímulo no filosófico. Para Heidegger, la aceptación y el recordatorio de la

posibilidad de mi propio No-ser, desvela la autenticidad del “ser” y de su condición

humana (Rivera & Heidegger, 1926).

“Existimos sin autenticidad cuando nos enredamos en nuestros proyectos diarios

y nos olvidamos de la muerte.”6 (Önduygu, 2020)

6 Cita original en Inglés: “We exist inauthentically when we get wrapped up in our daily
projects and forget about death.”

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Justamente en semejanza con la visión del precursor del existencialismo, Søren

Kierkegaard (1813 – 1855) quien afirma que al ser seres “animados”, nos vemos

obligados a estar comprometidos e involucrarnos en nuestras propias vidas. En la

cual, nuestro conocimiento y relación con las cosas se lleva a cabo por medio de

“respuestas afectivas”. Unas a las que llama “estado de ánimo” y las segundas como

“seriedad”. Es por medio del enfrentamiento con la muerte que se encuentra una

seriedad que nos aporta una visión reflexiva de nuestro ser como individuos y de la

muerte como una experiencia propia, y ya no general (Stokes & Buben, 2011).

Ahora bien, si retomamos la concepción epicureista hemos asumido que el estado de

estar muerto y, en consecuencia, cualquier evento después de ella no pueden

afectarnos. Sin embargo, existe un punto de inflexión entremedio del estado vivo y

muerto. En efecto, el proceso de morir que transcurre en un periodo temporal nos

puede afectar mientras tiene lugar. Pero, bajo el entendimiento de Epicuro, la

muerte no puede afectarnos de una manera que no sea mala para nosotros. Ya sea

porque no podemos resultar perjudicados de algo que no podemos llegar a sentir,

dado que no experimentamos nuestra propia muerte (Norro, 2014), o a lo mejor por

la razón de que la muerte sucede de una manera tan inmediata que no es responsable

de ningún sufrimiento en el hombre.

“Acostumbraos a pensar que la muerte nos es indiferente. Porque todo lo bueno y

lo malo consiste en experiencias sensoriales, y la muerte es la privación de la

experiencia sensorial. (...)”. (Garza & Teresa Rodríguez, 2017)

A partir de esta reflexión, Epicuro traza una filosofía para la disolución de los

temores irracionales (Fernández, 2017). Así pues, es gracias a la meditación filosófica

a la que se aprende a admitir la muerte como un hecho natural e ineludible. Para

enfocar nuestra reflexión en el aprovechamiento y autocontrol de los placeres, en

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vista de que una vida con prudencia nos guía a la felicidad. Juicio en concordancia

con Marco Aurelio (121d. C. – 180d. C.), quien afianza que la práctica filosófica nos

permite tolerar el sufrimiento y la misma muerte (Kamtekar, 2018).

Como resultado del análisis, la cuestión filosófica que remite el estímulo se puede

comprender en base a dos perspectivas aparentemente opuestas. La primera, de la

mano de Heidegger, la frase es la síntesis de su concepción del ser humano. Visto

que la muerte es la última posibilidad que completa al Dasein y por lo tanto su vida

de manera auténtica. Lo que implica que el sujeto, a pesar de no poder experimentar

su propia muerte real, debe de tenerla presente y entenderla a partir de su relación

con la muerte de otros individuos. En cambio, la filosofía epicúrea concebiría la

relevancia de la frase como una reiteración de la evidencia natural y minio de la

muerte. De forma que, a raíz de su pensamiento acerca de la muerte como algo

extranjero a nuestra existencia, supone que no incorpora nada especial para la

naturaleza humana más que un límite. Es por esto por lo que hace hincapié en

conducir una vida placentera con prudencia para sobrellevar los sufrimientos de esta

y la propia muerte.

En vista de lo ya señalado, concluimos que las incógnitas que suscita la muerte

despiertan grandes reflexiones y aprendizajes de nuestra existencia. Porque al final,

la cuestión se reduce a eso; somo seres mortales y por lo tanto buscar comprender la

muerte es otorgarle sentido a nuestra vida. Por esta simple razón la posición que

recibe la muerte en el pensamiento de Heidegger es, a mi parecer, de mayor

relevancia. Porque un interrogante tan profundo en nuestra naturaleza y en nuestro

pensamiento revela la autenticidad, la temporalidad y la sensibilización de nuestro

ser. Pues quitarle importancia e incluso participación, seria renunciar a una parte

crucial de lo que nos identifica como seres humanos.

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Bibliografía:

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Factótum, 8-13.

2. Fernández, F. (23 de Julio de 2017). Epicuro y la ciudad sin murallas.

Obtenido de El independiente de Granada:

https://www.elindependientedegranada.es/blog/epicuro-ciudad-sin-murallas

3. Garza, N., & Teresa Rodríguez, M. (2017). Las palabras de los otros.

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4. Heidegger, M. (2002). Sein und Zeit. Tubingen: Max Niemeyer Verlag.

5. Kamtekar, R. (2018). Marcus Aurelius. Obtenido de The Stanford

Encyclopedia of Philosophy: https://plato.stanford.edu/entries/marcus-

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6. Konstan, D. (16 de Abril de 2018). Epicurus. Obtenido de Stanford

Encyclopedia of Philosophy: https://plato.stanford.edu/entries/epicurus/

7. Meliá, I. R. (1986). Epístolas Morales a Lucilio. Madrid: Editorial Gredos.

8. Norro, J. J. (23 de Febrero de 2014). Opinión: ¿Qué nos asusta de la muerte?

Las lecciones de Epicuro para tener una buena vida. Obtenido de El

Confidencial: https://blogs.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/escuela-de-

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para-tener-una-buena-vida_92462/

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9. Önduygu, D. C. (08 de Octubre de 2020). History of Philosophy summarized

& visualized. Obtenido de History of Philosophy:

https://www.denizcemonduygu.com/philo/browse/

10. Oyarzún, P. (1999). Epicuro: Carta a Meneceo. Onomazein 4 , 403-425.

Obtenido de Epicuro: Carta a Meneceo.

11. Riddle, I. O. (2020). Nagel’s Harm Thesis as the Optimal W s Harm Thesis as

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1, article 63.

12. Rivera, J. E., & Heidegger, m. (1926). Ser y Tiempo. Todtnauberg:

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13. Schumacher, B. N. (2005). De la muerte indiferente a la muerte como mal.

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14. Stokes, P., & Buben, A. (2011). Kierkegaard and Death. Indiana, USA:

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Encyclopedia of Philosophy: https://plato.stanford.edu/entries/nishida-kitaro/

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