Introduccion Contratos Modernos
Introduccion Contratos Modernos
Introduccion Contratos Modernos
Concepto
Para que el contrato exista es necesario que haya acuerdo de voluntades de las
partes que lo celebran; este acuerdo de voluntades se denomina consentimiento,
dado que, sin él, no hay contrato, debemos considerarlo como un elemento
constitutivo del mismo e indudablemente es el más característico de esta especie
de los actos jurídicos, que estamos analizando: el contrato. El importantísimo rol
que el consentimiento desempeña se traduce en que es la base del contrato, ya
que sin él no puede existir ningún tipo de contrato; en ese sentido todos los
contratos son consensuales. En nuestra ley se denominan consensuales a aquellos
contratos que para su formación solo requieren el consentimiento (artículo 1352°,
Código Civil).
Puede ser que la ley o incluso las partes exijan que además concurran otros
requisitos para considerar perfeccionado el contrato, tales como la entrega de la
cosa o el cumplimiento de formalidades especiales, como sucede en los contratos
reales o solemnes; pero ellos juegan siempre como un plus del consentimiento. Y
en tanto ese plus, como decimos puede o no requerirse, en cambio consentimiento
siempre debe haber. El primordial papel que representa el consentimiento se
vincula al principio de la autonomía de la voluntad con sus manifestaciones de la
libertad de contratar y de la libertad contractual; ese rol indudablemente favorece
el intercambio de los bienes y servicios con sus lógicas consecuencias en el
desarrollo económico, social y político de un Estado.
Evolución histórica
Para llegar al concepto de contrato que hoy nos parece tan simple, ha sido
necesario un largo proceso histórico. El principio de la autonomía de la voluntad es
una adquisición del Derecho Moderno, no existía en el Derecho Romano. A
continuación, analizaremos la evolución histórica:
Derecho Romano
Así es que el origen del contrato se lo encuentra en el nexum que establecía una
suerte de derecho real del acreedor sobre el deudor. Este procedimiento se
realizaba por medio de las formalidades del cobre y de la balanza (per aes et
libram), el libripens y cinco testigos que representaban las cinco clases en que se
dividía la población de Roma.
Luego aparece una manera de contratar que reemplaza al nexum y que consistía en
una pregunta hecha por el acreedor seguida de una respuesta dada por el deudor.
En una primera etapa solo podían prometer con esas palabras solemnes los
ciudadanos, ya que para ello debían emplear la palabra spondere; por ello se la
conoce como sponsio.
Más adelante también se permitió a los peregrinos que usaran de esa manera de
contratar, aunque utilizando otros verbos, porque el spondere era de uso exclusivo
de los ciudadanos; de esta manera se llegó a la stipulatio o estipulación.
Como vemos estos contratos, tanto los verbales como los literales eran solemnes, y
no admitían que la simple voluntad creara obligaciones; tenemos luego la categoría
de los contratos reales, que se caracterizaban porque para su perfeccionamiento
debía entregarse una cosa; la formaban el mutuo, comodato, depósito y prenda.
El antiguo Derecho romano solo había sancionado uno de esos contratos reales: el
mutuo; las demás, aunque la cosa se hubiese realmente entregado, seguían la
suerte de los pactos en general, es decir eran simples convenciones desprovistas de
acción para exigir su cumplimiento en juicio; recién hacia el fin de la República el
pretor les dio una acción in faetum, que, en épocas del Imperio, al sancionarse al
comodato, depósito y prenda como contratos reales, se convirtió en acción in ius,
con una denominación distinta para cada uno de esos contratos, hasta llegar a este
estado, en la práctica las partes recurrían al procedimiento de la fiducia.
Había otros pactos a los cuales el pretor les dio sanción, por eso se los conoce
como pactos pretorianos: el pacto de constituto, el de juramento, el recepta y el de
hipoteca; y hubo otros que recién se los sancionó en el Bajo Imperio,
conociéndoselos como pactos legítimos: el de dote, el de donación y el de
compromiso; estos pactos pretorianos y legítimos que estaban provistos de acción
eran los pacta vestita, por oposición a los pacta nuda (pactos desnudos).
Justamente estos últimos, señalan la característica del Derecho Romano de solo
conferir acción a aquellos que estuviesen expresamente previstos en su legislación.
Todas aquellas convenciones que no reuniesen las características de las figuras
previstas (verbis, litteris, reales, consensuales, pactos sancionados), o que no
tuviesen por lo menos ejecución de su obligación por una de las partes
(innominados), no daban acción. Con lo cual en esos casos la sola voluntad no
bastaba para crear obligaciones; es decir, existía la regla Ex nudo pacto actio ton
nascitur.
Derecho canónico
Del precedente análisis surge que, si bien en el Derecho romano se llegó a través
de una larga evolución a concebir una noción del contrato próxima a la nuestra, ella
no llegó a ser la actual, pues el simple acuerdo no podía hacer nacer obligaciones
provistas de acción; solo generaba obligaciones naturales. Justamente un ejemplo
de estas era el simple pacto. Luego solo eran obligaciones civiles las que cumplían
la formalidad exigida, o las figuras nominadas e innominadas a las cuales
expresamente se les daba acción.
Con el transcurrir de los siglos, surge una categoría de contratos por juramento,
que los desarrolla el Derecho canónico, en virtud del cual las partes contratantes
comprometían su fe jurando sobre los libros.
Sagrados y sobre Reliquias. El que no cumplía con su promesa violaba la fe, incurría
en mentira. De ese modo los canonistas llegaron a admitir el carácter obligatorio de
los pactos desnudos. Más adelante se sostiene que la simple convención es
obligatoria como si hubiese existido una estipulación. Este nuevo principio creó
resistencia entre los romanistas, pues alteraba el concepto que formuló el Derecho
romano, de que el solo consentimiento formaba el contrato solo en los casos de
contratos nominados; pero la fórmula solus consensus obligat fue imponiéndose y
ya en el siglo XVI se la admitía sin discusiones en la práctica; consagrándola al siglo
siguiente los juristas Loysel y Domat, y en el XVIII, Pothier; era la consagración del
pacta sunt servanda, al cual contribuyeron la escuela del Derecho natural y la
filosofía imperante.
Derecho moderno
Acepciones
Consideramos luego correcta la primera acepción, pues para que haya contrato se
exigen dos declaraciones como consecuencia del acuerdo de voluntades. La
segunda es una acepción popular, insuficiente para nuestro estudio; ella la entiende
en el sentido de aquiescencia, de condescender.
La mera volición interna de las partes no basta para que haya consentimiento; para
que este exista esa voluntad debe tener por finalidad inmediata un resultado
jurídico de índole obligacional, y por supuesto debe traducirse en una
manifestación externa suficiente.
Esa voluntad debe ser seria, no lo es cuando el consentimiento se prestó por
jocandi causa (pura broma), o con reservas mentales conocidas por la otra parte, o
bajo una condición puramente potestativa de la voluntad del deudor.
Tampoco existe esa voluntad real y seria, cuando una persona realice por cortesía o
por hábito producto de la vida social, un acto que de su parte implique una
prestación. No tiene intención de obligarse, lo que sí ocurriría en un contrato
gratuito. El ejemplo sería el transportar gratuitamente en su automóvil a alguna
persona que lo pide, el acompañar a un niño a la escuela cuando la madre le pide
ese favor a una persona, en esos casos no podría originarse responsabilidad
contractual.
Luego el contrato como especie de los actos jurídicos, debe ser un acto voluntario
exteriorizad; es decir, el consentimiento debe manifestárselo; el hecho no
exteriorizado, es decir el interno, no puede ser conocido por los demás.
Formas
Esa manifestación puede ser de diversos tipos, las partes tienen libertad para
expresar su voluntad, hay ausencia de formas legales para la existencia del contrato
consensual. La manifestación puede ser expresa o tácita, con o sin intermediarios,
por medio de cualquier procedimiento, por actitudes que lo presupongan, etcétera.
Direct
La verbal es la declaración emitida por medio de palabras que pueden ser oídas por
la persona a quien se dirige; no tiene importancia la distancia a que se encuentra.
Así comprende a la que se hace por procesos mecánicos para la transmisión de la
voz tales como teléfono, radio, etc.; en los contratos entre ausentes juega a través
de la comunicación por mensajero (art. 1374°).
En los contratos entre presentes suele darse para dar mayor seguridad; puede
también no estar firmada como en los casos de los prospectos, anuncios, carteles,
etcétera. La mímica es la que se hace por gestos o signos, comprende la inclinación
de cabeza, el levantar un brazo, puede llegar a incluir signos convencionales como
la utilización de semáforos, podría llamársela simbólica si empleamos este término
en un sentido restringido.
Indirecta
En el Derecho romano regía la regla: qui tacet, non utique fatetur (quien calla no
confiesa). El Derecho canónico por el contrario sostuvo: qui tacet consintere debet
(quien calle consiente).
También las partes pueden convenir que el silencio implicará asentimiento. Por
ejemplo, con la prórroga de los contratos de locación de cosas, de trabajo, etcétera.
Según la teoría subjetiva o de la voluntad real, en los actos jurídicos debe estarse a
lo verdaderamente querido por la parte, y no a lo declarado; en nuestra materia
contractual ella consiste en tomar en consideración la intención común de las
partes contratantes.
Teoría objetiva
Para la teoría objetiva o de la voluntad declarada, lo que hay que tener más en
cuenta es lo manifestado, y no lo querido. Y si hay diferencias debe prevalecer la
exteriorizada.
Fue propuesta por los tratadistas alemanes del siglo XIX, hacen predominar la
voluntad declarada aun cuando sea ficticia, sobre la verdadera voluntad. Se
fundamenta justamente en la protección de la seguridad y del crédito, el no
engañar la confianza de terceros.
El art. 1156 del Código Francés establece que en las convenciones se debe
investigar cuál es la intención común de las partes contratantes, más que detenerse
en el sentido literal de los términos.
Formación instantánea
Puede ocurrir que los términos que conforman el consentimiento se den en una
forma instantánea; en ese supuesto estaremos en presencia del contrato entre
presentes. Ahora bien, esto no ocurre solo en el caso de que el oferente y el
aceptante estén en el mismo momento y lugar. Solo interesa la inmediatez de la
aceptación en relación a la oferta; por ello es que la ley admite que puede realizarse
por medio de agente o nuncio, pero este tiene que obtener de inmediato la
aceptación.
Suele suceder que, para arribar a la celebración de un contrato, las partes realizan
durante un período previo diversas negociaciones, que llevarán a que
oportunamente se lance la oferta, que al ser aceptada conducirá al contrato. Esas
negociaciones preliminares no quitarán el carácter de contrato entre presentes,
pues este es configurado por la inmediatez de la aceptación en relación a la oferta.
Se discute qué valor jurídico tienen esas tratativas contractuales, la ruptura de las
mismas puede originar responsabilidad precontractual; no es que las negociaciones
sean vinculatorias, pero sí pueden llevar a una obligación en otro sentido, el de
reparar el daño.
Formación progresiva
En el camino hacia la conclusión del contrato, puede ocurrir que las partes alcancen
el acuerdo sobre ciertos elementos esenciales del contrato, pero no sobre todos.
Dejando la determinación de los elementos faltantes para un acto posterior. El
documento que fija los puntos sobre los que ya hay acuerdo se llama minuta o
puntualización, o borrador.
Contrato de opción
Prelación
Las partes pueden establecer que para el supuesto de que una de ellas decida
celebrar determinado negocio, estará obligada a darle preferencia a la otra
respecto de otros eventuales interesados. Quiere decir que también crea una
opción, pero en este caso condicionada. Ya no es potestativa, como en el contrato
de opción, sino modal, sujeta a la condición de que ocurra un evento futuro e
incierto. Ejemplos: el pacto de preferencia (numeral 2 art. 1582°) y el pacto de mejor
comprador (numeral 1 art. 1582°), en el primero la condición es suspensiva, en el
segundo resolutoria.
Contrato preliminar
Es aquel por el cual una de las partes o ambas se obligan a celebrar con
posterioridad otro contrato, que será definitivo, pero cuyo contenido ha quedado
determinado en el preliminar. Es decir que es un contrato de primer grado u
obligatorio, frente al segundo que es de cumplimiento o ejecución. Ejemplo: el
boleto de compraventa, la venta de calidad determinada.
Contrato normativo
El contrato reglamentario tiene por objeto una serie de contratos futuros que
pueden o no sobrevenir y que son gobernados por el contrato tipo. Suministra un
esquema concreto, no tienen las partes nada más que agregar su firma. No obliga.
Puede ser el resultado de un acuerdo.
Contrato de coordinación
Contrato abierto
Son aquellos en los que se aceptan que entren otras personas. Pero ya hay un
contrato, no como en el por adhesión, que hasta tanto no lo acepte alguien no hay
contrato sino solo oferta. Ejemplo del contrato abierto, es el de sociedad.
Contrato autorizado
Es aquel por el cual las partes tienen libertad para concluirlos y estructurar las
cláusulas, pero queda sujeta la validez a la aprobación de la autoridad.