Composic Aguasvers 2013

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UNIVERSIDAD DE VALLADOLID E. T. S.

Ingenierías Agrarias de Palencia

Dpto. de Ciencias Agroforestales - Área de Edafología y Química Agrícola

QUÍMICA
(I. AGRÍCOLA M.R. / I. INDUSTRIAS A. y A.)

COMPOSICIÓN QUÍMICA DE
LAS AGUAS NATURALES

INTRODUCCIÓN
El agua en la naturaleza circula entre diversos compartimentos o reservorios en el conocido
ciclo del agua. Los principales compartimentos de la hidrosfera son: los mares, los hielos (casquetes
polares y glaciares), el agua atmosférica, las aguas superficiales (ríos y lagos), el agua edáfica y las
aguas subterráneas. Todos ellos son las aguas naturales, pero en este documento centraremos la
atención en las aguas continentales: superficiales y subterráneas, dado que son las de interés
agroforestal por la influencia que pueden tener en los ecosistemas y/o en los cultivos.
Lo que normalmente denominamos agua, dada su gran capacidad disolvente, rara vez es otra
cosa que una disolución de sustancias diversas. Los solutos incorporados son sales, gases y
sustancias orgánicas. En bastantes de las aguas naturales mencionadas, además hay que considerar
la materia en suspensión o coloidal. La composición de un agua natural depende de múltiples factores:
el reservorio que consideremos (mar, río, capa freática…), su localización geográfica (que condiciona la
geología del terreno y el clima), la estación del año y en muchos casos influencias antropogénicas. Se
denomina mineralización a la concentración total de sales minerales del agua. La mayor parte de las
aguas continentales son dulces (mineralización inferior a un límite, que difiere según autores, pero que
se puede fijar en 1 o 2 g/L), pero también las hay salobres (por encima de dicho límite).
Ya las precipitaciones llegan al suelo con cierta mineralización, que aumenta en los procesos de
escorrentía y/o infiltración. Como resultado, suelen tener mayor mineralización las aguas subterráneas
que las superficiales, siendo en éstas más variable, al actuar la evaporación en forma diferente de unos
lugares a otros y de unas estaciones a otras y, en el caso de los ríos, ir modificándose a lo largo de su
curso (mayor mineralización en el curso bajo que en el curso alto).

1. INCORPORACIÓN DE LOS CONSTITUYENTES A LAS AGUAS


1.1. Ámbitos de incorporación
La incorporación de los constituyentes al agua comienza en la atmósfera, donde el agua de
lluvia capta solutos (gases y sales) y partículas (de polvo y de otro tipo de emisiones: volcanes,
incendios, contaminación…). En áreas no contaminadas el agua de lluvia presenta por lo general una
débil mineralización y una ligera o moderada acidez (pH entre 5 y 6), carácter oxidante y gran
capacidad, en consecuencia, de alterar los materiales con los que entre en contacto. Situación
geográfica, clima, actividad biológica, tipo de suelo, etc., van a condicionar la composición del agua de
lluvia, en tipo de constituyentes y concentraciones.
Al entrar el agua en contacto con el suelo, tanto la fracción que se infiltra hasta las capas
freáticas, como la que circula como escorrentía pueden modificar drásticamente su composición debido
a interacciones físicas, químicas y biológicas complejas con el medio, que vienen condicionadas por la
naturaleza y disposición espacial de los materiales con los que entra en contacto, superficie y duración
del contacto, temperatura, presión, existencia de gases, grado de saturación del agua en las distintas
substancias incorporables, etc.

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Las principales modificaciones sufridas en la superficie durante la escorrentía o en la zona no


saturada, durante el proceso de infiltración hasta alcanzar el nivel freático son:
• Concentración por evapotranspiración.
• Cesión de elementos solubles al agua por contacto con materiales capaces de ser hidrolizados.
• Generación de ácidos (H2CO3, ácidos húmicos, etc.), que atacan a diversos minerales: ej. calcita.
• Consumo de oxígeno disuelto en el agua en la oxidación de la materia orgánica.
• Intercambio de gases entre el aire del suelo y el aire exterior.
En la zona edáfica y no saturada, el agua llega a adquirir su composición casi definitiva.
Alcanzada la zona saturada, el agua se incorpora al flujo de cada acuífero realizando recorridos
muy variables según sus características. La composición de la roca, aunque muy importante, no es
determinante en la mineralización del agua subterránea. Pureza, textura, porosidad, grado de
fisuración, así como presión, temperatura, tiempo de contacto agua-roca, secuencia en que el agua
atraviesa determinados minerales, etc., influyen en la adquisición y evolución de solutos.
El tipo de flujo tiene una notable transcendencia en la mineralización del agua subterránea.
Aguas con largos recorridos suelen presentar una mayor mineralización que aguas de corta circulación.
El agua en la zona de recarga de un acuífero suele tener menos sólidos disueltos que un agua de
circulación profunda y menos, también, que el agua de descarga del mismo acuífero.
1.2. Mecanismos de incorporación de solutos al agua subterránea
La incorporación de solutos al agua está ligada a la meteorización de los materiales de la
corteza terrestre. Puede realizarse de forma inmediata, por disolución de sales directamente solubles, o
tras una serie de transformaciones químico-biológicas previas a la solubilización. Los procesos de
transformación (alteración o meteorización química) más significativos son:
- Hidratación o incorporación del agua a la red cristalina de los minerales para formar hidratos. El
ejemplo típico es la transformación de la anhidrita (CaSO4), compacta y relativamente poco soluble, en
yeso (CaSO4 ·2H2O), más soluble.
- Hidrolisis o descomposición de minerales baja la acción de H+ y OH- procedentes del agua. Un
ejemplo característico es la ionización de silicatos, relativamente insolubles, que conduce a la
solubilización de Na+, K+, Ca2+, H4SiO4, etc., así como a la formación de minerales de la arcilla. El
proceso depende de la disponibilidad de H+, tipo de catión existente en la red, área expuesta al ataque,
etc. y es más rápido e intenso a bajo pH y elevada temperatura.
- Oxidación-reducción. Numerosos elementos poseen diversos estados de oxidación cuyos
compuestos tienen diferentes características de solubilidad. Reacciones que producen cambios en el
estado de oxidación pueden facilitar su solubilización. Reacciones de este tipo son las de oxidación de
sulfuros, reducción de sulfatos, oxidación-reducción de hierro y manganeso, nitrificación, etc.
- Variación del pH. Desempeña un papel importante en procesos de solubilización de diversas
sustancias a través de su influencia sobre las condiciones de hidrolisis, procesos redox, adsorción, etc.
La disolución de carbonatos y la hidrolisis de silicatos, así como la formación de iones complejos que
puede traducirse en marcadas variaciones de solubilidad, están controladas por el pH del medio.
- Acciones biológicas. Provocan cambios de pH, catalizan reacciones redox. etc.
1.3. Fenómenos modificadores de la composición del agua
Durante el recorrido del agua el grado de cambio de su composición depende del tipo e
intensidad de los procesos a que el agua esté sometida, de la posible simultaneidad de los mismos y,
más frecuentemente, de su orden de actuación en el espacio y el tiempo.
Los fenómenos modificadores más frecuentes son:
• Intercambio iónico, debido a la adsorción de cationes (sobre arcillas y materia orgánica humificada)
y de aniones (sobre ciertos óxidos), con cambio de iones por los existentes en el agua. En general,
los cationes divalentes son más fuertemente adsorbidos que los monovalentes. Este intercambio
puede coadyuvar al ablandamiento natural de las aguas (sustitución de Ca2+ y Mg2+ por Na+).
• Concentración. El aumento de concentración puede producirse tanto por disolución como por
hidrólisis, hasta que se alcance el producto de solubilidad de la sal correspondiente. Puede
producirse también por evapotranspiración o enfriamiento y por ósmosis.
• Temperatura. Es un parámetro que afecta notablemente a la solubilidad de diferentes sales, en el
sentido de aumento de solubilidad con el aumento de temperatura. La calcita y la dolomita, en
cambio, presentan mayor solubilidad a menor temperatura.
• Mezclas. El efecto de ión común puede conducir a la precipitación de ciertas sales como el CaCO3,
si se mezcla un agua con concentración en CO32− y Ca2+ a saturación con otra que haya disuelto

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yeso (SO42− y Ca2+). Mezclas de aguas en equilibrio con la calcita, pero con diferente presión
parcial de CO2, pueden producir efectos similares.
• Orden secuencial de interacción. A lo largo del flujo, el agua puede encontrar una secuencia
mineralógica que da origen a una composición del agua determinada; si la secuencia fuera la
inversa la composición final del agua subterránea sería, posiblemente, muy distinta 1 .
La composición de las aguas naturales representa una situación dinámica cambiante en el
espacio y en el tiempo por interacción de los procesos y fenómenos citados sobre una base
hidrogeológica dada.

2. PRINCIPALES CONSTITUYENTES QUÍMICOS.


En estudios convencionales se determinan entre 10 y 20 parámetros fundamentales
(constituyentes y propiedades del agua natural). Los compuestos orgánicos disueltos en agua, aunque
frecuentes, aparecen en concentraciones por lo común mucho menores que los constituyentes
inorgánicos. Éstos, a pesar de su gran variabilidad en presencia y concentraciones, se pueden
clasificar por su frecuencia de aparición y concentración decreciente en:
- Constituyentes mayoritarios o fundamentales
Aniones: (HCO3−; + CO32−), Cl−, SO42 −, NO3 −.
Cationes: Ca2+, Mg2+, Na+, K+, NH4 +
Otros: CO2, O2, H4SiO4 ó SiO2
- Constituyentes minoritarios o secundarios
Aniones: F−, HS−, Br−, I−, NO2−, (H2PO4−, HPO42−), H2BO3−
Cationes: Mn2+, Fe2+, Li+, Sr2+, Zn2+.
- Constituyentes traza: Al3+,Ti4+, Co2+, Cu2+, Pb2+, Ni2+, Cr3+, etc.
Sin embargo, en condiciones particulares un constituyente minoritario puede alcanzar una
concentración que permita incluirlo dentro de los mayoritarios.
En un agua natural dulce estos constituyentes aparecen por lo general en forma iónica (sales
disociadas). Con menor frecuencia se presentan en forma molecular, parcialmente disociadas o como
iones complejos de sustancias orgánicas o inorgánicas.
2.1. Constituyentes mayoritarios
Dióxido de carbono (CO2), Hidrogenocarbonato o Bicarbonato (HCO3−) y Carbonato (CO32−)
El dióxido de carbono disuelto en agua y los diversos compuestos que forma en ella juegan un
papel importantísimo en la química del agua. Se disuelve en el agua en función de su presión parcial
(pCO2) y en parte reacciona con el agua para formar ácido carbónico (H2CO3), que se disocia
parcialmente para dar iones hidrogenocarbonato y carbonato. El CO2 disuelto en agua subterránea
procede fundamentalmente de la zona edáfica (respiración vegetal y microbiana y descomposición de
la materia orgánica) en la que alcanza presiones parciales del orden de 10-1 a 10-3 bar (3 · 10-4 bar en la
atmósfera). La disolución de calizas y dolomías, potenciada por el aporte de CO2 y/o ácidos orgánicos o
inorgánicos, es otra de las fuentes principales de hidrogenocarbonato y carbonato. En aguas con pH
inferior a 8,3 -la mayoría de las aguas naturales- la especie carbonatada dominante es el
hidrogenocarbonato. En estas aguas la concentración de HCO3- suele variar entre 50 y 400 mg/L.
Cloruro (Cl−)
Las rocas por lo común presentan escasa proporción de cloruro, sin embargo, dada la elevada
solubilidad de sus sales, estos pasan rápidamente a la fase acuosa. El agua de lluvia puede ser una
fuente importante de ion Cl− en zonas próximas a la costa. El ión Cl− no forma sales de baja solubilidad,
no se oxida ni se reduce en aguas naturales y no es adsorbido significativamente ni entra a formar
parte de procesos bioquímicos.
La concentración de Cl− en aguas continentales es muy variable, desde menos de 10 mg/l a
más de 2.000 mg/L. El rango de concentración usual en las aguas naturales subterráneas españolas
se mantiene por debajo de los 100 mg/l, encontrándose los valores más frecuentes entre 20 y 60 mg/L.
Sulfato (SO42 −)
El ión sulfato procede del lavado de terrenos formados en ambiente marino, de la oxidación de
sulfuros, ampliamente distribuidos en rocas ígneas y sedimentarias, de la descomposición de

1
Por ejemplo, según Freeze y Cherry (1979) , la secuencia: suelo orgánico superficial → calcita → yeso → arenisca →
arcilla (montmorillonita sódica) puede proporcionar concentraciones finales en Na+ de 725 mg/l, en Ca2+ de 20 mg/l y pH
de 6,7, mientras que la secuencia suelo orgánico → arenisca → arcilla (montmorillonita sódica) → calcita → yeso daría,
en las mismas condiciones, 3,9 mg/l de Na+, 600 mg/l de Ca2+ y pH de 8,9.
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sustancias orgánicas, etc. Sin embargo, la disolución de yeso (CaSO4 ·2H2O), anhidrita (CaSO4) y otros
sulfatos dispersos en el terreno, suele representar el aporte más significativo de este ión.
El ión sulfato se puede reducir a sulfuro en presencia de bacterias y de alto contenido en
materia orgánica (ambiente reductor). A pH menor que 7, la forma reducida estable es el H2S, mientras
que a pH básico predomina el ión HS−; estas aguas sulfurosas con contenidos apreciables de HS− ó
H2S, incluso a concentración muy baja, confieren al agua el típico olor a huevos podridos.
En aguas dulces la concentración normal de SO42 − puede variar entre 2 y 150 mg/L.
Nitrato (NO3−), Nitrito (NO2−) y Amonio (NH4+)
En las rocas el nitrógeno sólo se presenta como elemento minoritario.
Generalmente el NH4+, o el amoniaco libre, NH3, aparecen sólo como trazas en aguas
naturales. Se transforman con facilidad en nitrato, en presencia de oxígeno, aumentando su
concentración cuando el medio es reductor. Amonio en cantidad significativa en el agua se considera
como indicador de contaminación reciente probable.
El ión nitrito (NO2−) puede estar presente como consecuencia de la oxidación del NH3 o como
resultado de la reducción, microbiana o no, de los nitratos. Su presencia en el agua ha de considerarse
como indicio de una posible contaminación reciente, dada su inestabilidad.
Los nitratos pueden estar presentes de forma natural por la oxidación bacteriana de materia
orgánica y son relativamente estables. Su concentración en aguas no contaminadas varía
ampliamente, aunque no suele sobrepasar los 10 mg/L; si alcanzan elevadas concentraciones son
indicadores de contaminación, relacionada con actividades urbanas, industriales y ganaderas y
también, con carácter no puntual o difuso, con abonados nitrogenados inadecuados, en los que el
posible exceso de N en el suelo depende del tipo de fertilizante, cantidad y modo de aplicación, así
como de la cantidad aportada por el suelo, su permeabilidad, grado de humedad y cobertura vegetal. El
problema de la contaminación por nitratos es de magnitud creciente en España.
Calcio (Ca2+)
Suele ser el catión principal en la mayoría de las aguas naturales debido a su amplia difusión
en los diferentes tipos de rocas. En rocas ígneas aparece como constituyente esencial de los silicatos,
especialmente en el grupo de las plagioclasas. En rocas sedimentarias aparece sobre todo como
carbonato: CaCO3 (calcita y aragonito), CaMg(CO3)2 (dolomita) o de sulfato: CaSO4 2H2O (yeso) o
CaSO4 (anhidrita).
La concentración de Ca2+ en el agua está controlada por el equilibrio de las formas del ácido
carbónico (y el equilibrio de precipitación del CaCO3), el aporte de H+ (función del aporte de CO2) y el
intercambio iónico. El intercambio iónico entre el Ca2+ y otros cationes (Na+ fundamentalmente), se
potencia notablemente en terrenos arcillosos de baja permeabilidad.
Son frecuentes concentraciones de Ca2+ entre 10 y 250 mg/L, que pueden llegar a 600 mg/L en
aguas de terrenos yesíferos.
Magnesio (Mg2+)
Menos abundante que el Ca2+ en las aguas naturales, procede de la disolución de rocas
carbonatadas (dolomías y calizas magnesianas), evaporitas y de la alteración de silicatos
ferromagnesianos, así como de agua marina. La solubilidad de la magnesita (MgCO3) en agua es
mayor que la de la calcita (CaCO3). Los procesos de intercambio iónico influyen también en las
concentraciones de Mg2+ en aguas, siendo menos retenido que el Ca2+ en suelos y rocas.
En aguas dulces naturales el contenido en Mg2+ no suele sobrepasar 40 mg/L. En terrenos
calcáreos pueden rebasarse 100 mg/L y en terrenos evaporíticos alcanzarse valores de 1000 mg/L.
Sodio (Na+)
Es liberado por la meteorización de silicatos tipo albita (NaAlSiO3O8) y la disolución de rocas
sedimentarias de origen marino y depósitos evaporíticos (presente como NaCl). Fuente importante de
Na+ en regiones costeras es el agua marina, tanto por intrusión en acuíferos litorales, como con el agua
de lluvia a la que se incorpora desde el mar.
Las sales de Na+ son altamente solubles y tienden a permanecer en solución ya que no
producen reacciones de precipitación como en el caso del Ca2+. Sin embargo, el Na+ puede ser
adsorbido en arcillas de elevada capacidad de cambio catiónico y puede ser intercambiado por Ca2+,
provocando una disminución de la dureza de las aguas (ablandamiento natural).
La presencia de sodio en cantidades elevadas es muy perjudicial para la agricultura ya que
tiende a impermeabilizar los suelos, especialmente en zonas de drenaje deficiente: la presencia de
Ca2+ y Mg2+ atenúa este efecto.

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La concentración de Na+ en aguas naturales es muy variable, sin embargo, raramente


sobrepasa 100 ó 150 mg/L en aguas dulces normales.
Potasio (K+)
Procede de la meteorización de feldespatos y ocasionalmente de la solubilización de depósitos
de evaporitas, en particular de sales tipo silvina (KCI) o carnalita (KCI·MgCI2·6H2O). Tiende a ser fijado
irreversiblemente en procesos de formación de arcillas y de adsorción en las superficies de minerales
con alta capacidad de intercambio iónico, por ello su concentración en aguas subterráneas es
generalmente mucho menor que la del Na+ a pesar de que su contenido en las rocas es solo
ligeramente inferior.
En aguas no contaminadas el contenido de K no suele sobrepasar 10 mg/L.
Sílice (H4SiO4 ó SiO2)
El origen principal de la sílice disuelta son los procesos de hidrolisis de feldespatos y silicatos
en general, ya que el cuarzo o la sílice amorfa, por su baja solubilidad, no son fuentes significativas.
Aunque la sílice disuelta suele representarse como SiO2, en la mayoría de las aguas naturales
aparece como H4SiO4, que no comienza a disociarse hasta pH superior a 9, siendo su solubilidad
prácticamente independiente del pH hasta dicho valor.
Por lo general, la concentración de SiO2 en aguas subterráneas sobrepasa 3-8 mg/L
(solubilidad del cuarzo a 25°C), el valor medio oscila entre 17 y 25 mg/L.
Oxígeno disuelto
La fuente principal de oxígeno disuelto en aguas en contacto con el aire es la atmósfera. Una
fuente indirecta es también el proceso de fotosíntesis.
Además de su capacidad de oxidar diferentes tipos de constituyentes que se encuentran en
forma reducida, modificando así su solubilidad, es un factor fundamental para la presencia de seres
vivos en el agua. El contenido en oxígeno disuelto indica las condiciones bioquímicas del agua en un
lugar y momento determinado. Las bacterias aerobias consumen el oxígeno del agua para degradar la
materia orgánica. Un exceso de materia orgánica biodegradable, provoca el consumo excesivo de
oxígeno, impidiendo el desarrollo normal de la vida acuática.
La concentración de O2 normal en aguas subterráneas puede llegar a valores de saturación,
variables en función de la presión y la temperatura (13,3 mg/L a 10°C, 7,6 mg/L a 30°C).
2.2. Algunos constituyentes minoritarios
Fluoruro parece estar relacionado con la alteración de rocas plutónicas. Su concentración raramente
sobrepasa 2 mg/L. El flúor es esencial para la estructura ósea y dental de los animales superiores y el
hombre. En contenidos superiores a 1 mg/L puede ser nocivo, mientras que si no está presente o su
concentración es ínfima pueden producirse caries.
Ioduro, aunque solo suele aparecer como elemento traza, es esencial para la nutrición humana.
Boro es esencial en pequeñas cantidades para las plantas. En concentraciones excesivas es
perjudicial tanto en los suelos como en las aguas de riego, pudiendo ser tóxico para ciertas plantas en
concentraciones relativamente bajas. Procede de la alteración de rocas ígneas, gases volcánicos,
terrenos evaporíticos y de detergentes, así como del agua marina desde la que puede vaporizarse.
Fósforo, como el N, es esencial para las plantas, pero se encuentra en concentraciones mucho
menores que este, por su acusada tendencia a formar iones complejos y compuestos poco solubles
con muchos metales y por ser adsorbido por hidróxidos y minerales de la arcilla en el suelo. Las
principales fuentes de fosfatos son la utilización de fertilizantes fosfatados, de aguas residuales de
origen urbano o ganadero, etc. La eutrofización por exceso de P, principal limitante del desarrollo de la
vegetación y algas en agua dulce, provoca un excesivo desarrollo de éstas, que al descomponerse
crean problemas de falta de oxígeno y pérdida de biodiversidad.
Hierro es un elemento esencial para animales y plantas. En aguas subterráneas suele encontrarse en
forma de Fe2+ aunque puede presentarse como Fe3+, FeOH+, FeOH2+, en función del pH, contenido en
O2 y en otros componentes (carbonatos. bicarbonatos. sulfatos, etc.). Su concentración está controlada
por equilibrios de oxidación-reducción, precipitación-disolución de hidróxidos, carbonatos y sulfuros,
formación de complejos (especialmente con materia orgánica) y por la actividad metabólica de
animales y plantas. Lo más normal es que se encuentre en concentraciones inferiores a 0,1 mg/L. Son
comunes concentraciones entre 1 y 10 mg/L, aunque aguas con pH entre 6 y 8 pueden presentar
concentraciones de hasta 50 mg/L, cuando los bicarbonatos se encuentran por debajo de 61 mg/L.

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2.3. Características fisicoquímicas


- Temperatura
Influye en la solubilidad de sales (ej.CaCO3) y gases (CO2 y O2).
La temperatura de las aguas subterráneas es muy poco variable y depende de factores como la
conductividad térmica e hidráulica del medio, de la relación longitud/profundidad de la cuenca,
distribución de la temperatura ambiente respecto a las zonas de recarga y descarga, y del "gradiente
geotérmico" o variación de la temperatura con la profundidad que, en áreas continentales, se considera
normal cuando es de 3ºC/100 m.
En aguas superficiales tienen mayor influencia las variaciones diarias y estacionales de la
temperatura ambiente.
- Conductividad, residuo seco y total de sólidos disueltos
La conductividad eléctrica de un agua es debida a su contenido iónico. Se mide en µS/cm
(microsiemens/cm). Su valor aumenta con la temperatura: para disoluciones diluidas alrededor del 2%
por cada °C. Los valores de conductividad de las aguas dulces oscilan entre 100 y 2000 µS/cm.
Se denomina residuo seco (RS) a las sustancias que permanecen después de evaporar un
volumen determinado de agua, una vez filtradas las que hubiera en suspensión. Al calentar el agua,
hasta 110 ó 180 °C por lo general, para determinar RS, hay alguna pérdida de solutos, por ej., de CO2
del HCO3-. Sin embargo el total de sólidos disueltos (TSD) mide el peso de todas las sustancias
disueltas en el agua, sean o no volátiles.
Diversos factores (tipo de ión, grado de disociación, movilidad iónica, etc.) determinan que no
exista una relación universal entre conductividad C y TSD o RS. En todo caso, se han propuesto
diferentes relaciones entre estos parámetros. Así TSD = C x a, C = b x RS, en que a varia entre 0,54 y
0,96 y b entre 1,15 y 1,56: TSD y RS se expresan en mg/L y C en µS/cm.
- pH
El pH juega un papel importante en muchos procesos químicos y biológicos de las aguas
(equilibrio carbonatado, procesos redox, etc.). El pH aumenta ligeramente con el aumento de
temperatura. Se altera fácilmente por lo que debe determinarse en el momento de la toma de muestra.
Por lo general, el pH de las aguas naturales se encuentra entre 6,5 y 8, aunque
excepcionalmente puede variar entre 3 y 11.
- Demanda química de oxígeno (DQO) y demanda bioquímica de oxígeno (DBO)
La demanda química de oxígeno mide la capacidad de un agua para consumir oxidantes en
procesos químicos (debido a la presencia de materia orgánica oxidable, Fe2+, Mn2+, NH4+, u otros
reductores). En aguas naturales el valor usual de DQO varía desde 1 a 15 mgO2/L.
La demanda bioquímica de oxígeno es la cantidad de oxígeno precisa para eliminar, por
procesos biológicos aerobios, la materia orgánica contenida en un agua. Suele referirse a un periodo
de cinco días, DBO5. En aguas subterráneas, por lo general la DBO suele ser inferior a 1 mg/L de O2.

3. LA DUREZA DEL AGUA


Se denominan aguas duras las que, entre otras características, no producen fácilmente
espuma con el jabón, por precipitar sales como los estearatos, necesitándose cantidades considerables
del mismo, y producen depósitos de sales, denominados incrustaciones, en las superficies calientes
con las que el agua entra en contacto (calderas, resistencias eléctricas para calentar agua…). Las
aguas que no presentan estas características se denominan blandas.
La dureza de un agua es debida a la presencia de sales de cationes polivalentes (carga mayor
que +1). Esto quiere decir, principal y casi exclusivamente, sales de calcio y magnesio (aunque a
veces contribuyen a la dureza pequeñas concentraciones de sales de otros cationes: Fe2+, Mn2+, Sr2+,
etc.). En la mayor parte de las aguas naturales la concentración de Ca2+ es mayor que la de Mg2+.
En función de cuáles sean los aniones que forman dichas sales de Ca2+ y Mg2+ se pueden
distinguir dos tipos de dureza:
• Dureza TEMPORAL (o de carbonato): se denomina así porque se elimina por ebullición. La
constituyen los hidrogenocarbonatos (bicarbonatos) de Ca2+ y Mg2+, que a la temperatura de
ebullición se transforman en carbonatos, que son insolubles y se depositan en forma sólida:
Ca2+ + 2 HCO3- ↓CaCO3 + ↑CO2 + H2O
En muchas aguas es la contribución mayoritaria a la dureza.

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• Dureza PERMANENTE (o de no carbonato): no se elimina por ebullición. Está formada por las
sales de Ca2+ y Mg2+ que no precipitan al hervir, es decir, las del resto de aniones distintos a los
bicarbonatos: cloruros, sulfatos, etc.
El término dureza, además de designar esta cualidad del agua, designa al parámetro que la
cuantifica: dureza es la suma de concentraciones de los cationes no monovalentes, que en la mayoría
de las aguas es la suma de Ca2+ y Mg2+, como se ha dicho. La medida del grado de dureza de un agua
se denomina hidrotimetría, si bien es un término que actualmente se emplea menos.
La dureza de las aguas se puede expresar en mmol/L de cationes divalentes 2 , pero se suele
expresar más frecuentemente por equivalencia con la cantidad (en masa) de algún compuesto cálcico
(CaCO3 es el más frecuente) que proporcionaría el mismo nivel de dureza, es decir, el mismo número
de iones divalentes. Se propusieron hace tiempo diversas unidades (o grados hidrotimétricos) en
distintos países, de las que son las más empleadas en España en la actualidad estas:
• mg CaCO3/L o ppm CaCO3: es la unidad más empleada en la actualidad (en algunos casos se
denominan grados americanos);
• grados franceses (ºf o ºHF): un grado equivale a 10 mg de CaCO3 en un litro de agua;
• grados alemanes (ºdH): un grado equivale a 10 mg de CaO en un litro de agua.
Si se encuentra la dureza expresada como mg/L o ppm sin especificar ningún compuesto, se
entenderá que dichas unidades se refieren a carbonato de calcio, como se ha indicado.
Hay que insistir en que la expresión de la dureza en estas unidades supone indicar la cantidad
de carbonato cálcico (o de CaO) equivalente a la suma de las sales de calcio y magnesio, no queriendo
decir que en el agua exista esa concentración de CaCO3, sal poco soluble que cuando se disuelve de
forma apreciable suele ser por conversión en hidrogenocarbonato.
Existen en distintas publicaciones tablas para clasificar el agua según su dureza: desde blanda
a muy dura. Lamentablemente, no hay consenso ni en el número de clases ni en los límites, por lo que
esas clasificaciones no son muy útiles si no se considera el Organismo que lo propone y la finalidad 3 .
En cualquier caso, si se emplea una clasificación, deberá identificarse la fuente de la misma; en la
publicación del Instituto Geológico y Minero citada más abajo se recoge una clasificación de la OMS.
La dureza de las aguas subterráneas naturales varía generalmente entre 10 y 300 mg/L de
CaCO3, pudiendo llegar a 2000 o más.
Las aguas duras presentan serios problemas: las incrustaciones en calderas y tuberías
suponen riesgos (de reventones, explosiones, etc.) y notables costes energéticos y económicos.
Aunque aguas moderadamente duras son saludables por el aporte de calcio al organismo, las muy
duras no resultan recomendables y existen límites máximos admisibles para su consumo.
Por todo ello, es de interés la determinación cuantitativa de la dureza, para lo que se analiza la
concentración de calcio más magnesio que tiene el agua. El método más frecuentemente utilizado es
una complexometría (valoración en la que se forman complejos 4 ). Cuando se analizan
individualmente los cationes presentes en el agua, se puede obtener la dureza por suma de las
concentraciones de los cationes.
Si interesa eliminar total o parcialmente la dureza del agua se somete a procesos de
ablandamiento. Una forma es tratar con las dosis adecuadas de carbonato de sodio y cal (viva, CaO, o
apagada, Ca(OH)2) con lo que se consigue la precipitación del calcio como carbonato y el magnesio
como hidróxido. Otra forma es el uso de intercambiadores catiónicos que sustituyan los iones
divalentes del agua en tratamiento por otros monovalentes (Na+ o bien, H+).

4. BIBLIOGRAFÍA
- Doménech, X. 1998. QUÍMICA DE LA HIDROSFERA. Origen y destino de los contaminantes. 2ª ed.
Miraguano Ediciones, Madrid.
- Freeze, A.R. y Cherry, J.A. 1979. GROUNDWATER. Prentice-Hall, 604 p. Englewood Cliff.
- Instituto Geológico y Minero de España (IGME). 1985. CALIDAD Y CONTAMINACIÓN DE LAS AGUAS
SUBTERRÁNEAS EN ESPAÑA. http://aguas.igme.es/igme/publica/libro43/lib43.htm
- Marín Galvín, R. 2003. FÍSICOQUÍMICA Y MICROBIOLOGÍA DE LOS MEDIOS ACUATICOS. Tratamiento
y control de la calidad de aguas. Ed. Díaz de Santos, Madrid.

2
Y a veces en miliequivalentes por litro (meq/L) o, lo que es igual, mmol de carga por litro.
3
Como ejemplo, un agua con una dureza de 190 mg/L de CaCO3 consultando en distintas tablas se clasificaría como
“poco dura”, “ligeramente dura”, “semidura”, “moderadamente dura”, “dura” o “muy dura”.
4
Ver el procedimiento en Guion de Prácticas de Laboratorio.
Prof. Francisco Lafuente Álvarez y Rafael Mulas Fernández 7/7

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