7 Palabras en La Cruz
7 Palabras en La Cruz
7 Palabras en La Cruz
3:16
Tesis:
INTRODUCCIÓN:
En estas fechas y en muchos lugares del mundo se conmemora el hecho más espectacular del
mundo: La muerte de Jesucristo en la cruz. Nuestra sociedad tiene la costumbre de prestar
atención a las últimas palabras de una persona que está a punto de morir. Estas palabras son
recordadas con emoción y cariño.
Estas palabras son guardadas en nuestro corazón y en nuestra mente. Jesús dijo siete palabras
mientras estaba colgado en la cruz, aun en su agonía. Aun cuando el dolor lo consumía, tomo
tiempo para regalarnos estas siete palabras.
Para nosotros, como cristianos, no hay palabras más importantes que aquellas que Jesús habló
en la cruz del Calvario. Para nosotros, como cristianos, estas siete palabras tienen un
significado muy especial.
1. La Palabra Misericordiosa.
Lucas 23:34 dice: “Y Jesús decía: Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen. Y
repartieron entre sí sus vestidos, echando suertes“.
Es seguro que los enemigos de Cristo esperaban oír maldiciones, malas palabras, injurias de
quien estaba sufriendo. Esperaban oír por lo menos quejidos de dolor y fíjense que de él salió
no un grito, sino una plegaria, una dulce y suave oración de perdón.
Lo interesante del verbo griego es que no está en pasado sino en gerundio, o sea: “iba
diciendo”. En otras palabras esta frase fue repetida varias veces durante el cruel proceso.
¿Alguna vez ha sentido un dolor tan agudo que preferiría la muerte? Ahora elévelo a la
enésima potencia, peor si eso fue ocasionado como una operación sin anestesia. ¿Cree usted
que sería capaz ese momento de orar por perdón? Hay que notar que en ese momento Jesús
estaba siendo torturado, injuriado, calumniado, etc. Sin embargo, elevó una oración genuina.
Él es un Dios de perdón y misericordia. Él mismo enseñó a perdonar hasta setenta veces siete,
o sea indefinidamente.
2. La Palabra Alentadora.
Lucas 23:42, 43 dice: “Y dijo a Jesús: Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino. Entonces
Jesús le dijo: De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso.
Yo me imagino que él estaba atento a lo que decía Jesús y seguramente oye de labios de
Cristo la palabra Padre, y seguramente eso le hace reflexionar: “Oh si yo pudiera dirigirme a
Dios con esa paz y tranquilidad”.
3. La Palabra Cuidadosa.
Juan 19:26, 27 dice: “Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él amaba, que
estaba presente, dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo: He ahí tu
madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa.”
Imagínese como madre lo que ella estaría sintiendo. Pero Jesús como hijo humano de una
dolorida mujer, se acuerda que él como hijo mayor tenía deberes humanos y los atendió
cuidadosamente encomendando a aquella buena y amante madre a su discípulo amado.
Su resignada pero dolorida madre lo necesitaba. Hay que notar que la más favorecida de todas
las mujeres fue también la más afligida. Seguramente su fe estaba pasando una severa prueba,
pues, aquel que era poderoso en palabra y obras, se estaba dejando crucificar y no hacía nada
para poder remediarlo. Seguramente esa madre abnegada se acordó en este momento de
cuántos milagros hizo su hijo cuando estaba en su ministerio.
¿Ahora quién podría consolar a esta madre en aquellas circunstancias tan deplorables?
Precisamente había un discípulo que Jesús confiaba. Obviamente había parientes cercanos,
hermanos, primos, etc. Pero prefirió confiarle a su discípulo amado ya que posiblemente José
ya había muerto.
Con esto Jesús nos hace pensar que no debemos dejar de pensar en nuestros padres. El apóstol
Pablo también lo señaló diciendo: “Honra a tu padre y a tu madre, que es el primer
mandamiento con promesa“. (Efesios 6:2).
4. La Palabra Patética.
Mateo 27:46 dice: “Cerca de la hora novena, Jesús clamó a gran voz, diciendo: Elí, Elí,
¿lama sabactani? Esto es: Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?“
Ésta es la palabra más misteriosa, más patética de Jesús. ¿Acaso no dijo en alguna otra
ocasión: “Mi padre y yo uno somos” y en otra ocasión “El que me ha visto a mí ha visto al
Padre“?
Sin embargo, vemos que este privilegio no era posible cuando se hallaba cargado con todos
nuestros pecados. Él ama al pecador pero aborrece el pecado, él no puede consentir el pecado
y Jesús siente en ese momento que la presencia divina se aleja y abre su boca y exclama: Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado?
Pero no pensemos que esto representa una queja, o una duda, más bien era una situación
interna de no sentirse completo junto a su Padre.
Es una pregunta exclamativa que no requería respuesta, quizá sólo quería hacernos reconocer
el inmenso sacrificio que él hizo por nosotros para que reaccionemos y podamos decir: “Sí
Señor, lo reconozco, fue por mí. Sé que te sentiste temporalmente abandonado por tu Padre
para que yo pudiera ser amado para siempre”.
Miren lo que dice Mateo 27:45: “Y desde la hora sexta hubo tinieblas sobre toda la tierra
hasta la hora novena“.
Yo aseguraría que todas las tinieblas del infierno se levantaron en contra de Jesús, que todo
pecado horrendo, cruel y oscuro recayó en Jesús, todo el pecado del mundo fue puesto sobre
él. Fue tal la atrocidad del pecado de todos los seres humanos que el mismo Dios tuvo que
alejarse momentáneamente para que toda esa oscuridad y crueldad humana recayera en Jesús.
Y quizá con un profundo pesar y dolor exclama: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?”.
En otras palabras, sufrió al tope la agonía física y la agonía espiritual y hay que recordar que
ahí estaban también nuestros pecados.
5. La Palabra Expresiva.
Juan 19:28 dice: “Después de esto, sabiendo Jesús que ya todo estaba consumado, dijo, para
que la Escritura se cumpliese: Tengo sed“.
La palabra sed refleja que ya casi no quedaba líquido en su cuerpo. ¿Le ha pasado a usted
alguna vez que ha sentido profunda sed?
Era peor la necesidad física que sentían todos los crucificados a causa de la pérdida de sangre
y la fiebre por las heridas. Por eso es que algunos verdugos mezclaron vinagre con hiel
amarga y pestilente y le quisieron dar para que beba, pero él no lo aceptó.
Incluso hoy en día él sigue recibiendo vinagre y hiel de muchos que no quieren aceptar su
sacrificio en la cruz del Calvario.
Es por eso que les puedo decir hoy que cuando le sirvamos a Dios no lo hagamos por
vanagloria, ni prestigio, ni posición. Hagámoslo sólo por amor y agradecimiento. Que
nuestras alabanzas sean genuinas, no sólo para llenar un espacio.
6. La Palabra Garantizadora.
Juan 19:30 dice: “Cuando Jesús hubo tomado el vinagre, dijo: Consumado es. Y habiendo
inclinado la cabeza, entregó el espíritu“.
Es una clara y directa palabra para alentar y afirmar nuestra fe. Era la palabra que ponían los
griegos en las facturas cuando se pagaban.
Consumado es significa ya no queda nada más por hacer. Garantiza una salvación perfecta a
la que nada puedo añadir como mérito propio, como si mi salvación fuera por mis propias
obras.
Si usted tiene una factura con el sello de pagado, no intentaría jamás volverlo a pagar, ¿o sí?
Sin embargo, añadir mérito es un defecto de muchos cristianos, no comprenden que la obra de
Cristo fue perfecta, completa, no le falta nada, definitivamente nada se puede añadir.
Cuando Jesús pronunció estas palabras, Satanás y todos los demonios del infierno supieron
que estaban vencidos. Incluso la misma muerte había sido destruida, la victoria fue total. Por
eso finalmente pronunció su última palabra.
7. La Palabra Reveladora.
Lucas 23:46 dice: “Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró“.
Fue tan potente esta palabra que la tierra se estremeció, ni siquiera pudo contener a sus
muertos. Mateo 27:51-54 relata: “Y he aquí, el velo del templo se rasgó en dos, de arriba
abajo; y la tierra tembló, y las rocas se partieron; y se abrieron los sepulcros, y muchos
cuerpos de santos que habían dormido, se levantaron; y saliendo de los sepulcros, después de
la resurrección de él, vinieron a la santa ciudad, y aparecieron a muchos. El centurión, y los
que estaban con él guardando a Jesús, visto el terremoto, y las cosas que habían sido hechas,
temieron en gran manera, y dijeron: Verdaderamente éste era Hijo de Dios“.
Llega el momento de su muerte, pero Cristo no teme aquella parte espiritual de su tragedia.
Ahora se muestra tranquilo y confiando. Aquel que antes habló de Lázaro junto al seno de
Abraham, ahora se disponía a entrar por aquellas puertas eternas, seguramente miles de
ángeles haciendo una calle de honor para su entrada. Los cielos estaban abiertos para llevarle
en triunfo a su aposento celestial, junto a su Padre.
Esa parte nos llegará en algún momento a cada uno de nosotros, porque dice la palabra del
Señor: “Y de la manera que está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y
después de esto el juicio“. (Hebreos 9:27).
De modo inevitable hemos de pasar por aquel valle sombrío, pero la muerte redentora de
Cristo es la garantía de que podremos terminar nuestros días con la misma confianza que Él,
sólo en esas circunstancias podremos decir con gozo: “Padre en tus manos encomiendo mi
espíritu“.
Jesús dijo: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe
vuestro corazón, ni tenga miedo“. En otra ocasión dijo: “En la casa de mi Padre muchas
moradas hay; si así no fuera, yo os lo hubiera dicho; voy, pues, a preparar lugar para
vosotros. Y si me fuere y os preparare lugar, vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para
que donde yo estoy, vosotros también estéis“. (Juan 14:2, 3).
Finalmente el apóstol Pablo también lo afirmó: “Porque de ambas cosas estoy puesto en
estrecho, teniendo deseo de partir y estar con Cristo, lo cual es muchísimo mejor “.
(Filipenses 1:23).
Introducción:
Reconciliación y Consumación.
a. La reconciliación del hombre con el hombre y con Dios.
b. La consumación de su obra redentora.
I. PERDÓNALOS
3. Pero Jesús había enseñado: “Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen,
haced bien a los que os aborrecen.”.
5. El médico y escritor argentino José Ingeniero decía: “Enseñemos a perdonar; pero también
enseñemos a no ofender. Sería más eficiente”.
II. PARAÍSO.
A. Texto: Lucas 23.43 “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”.
1. Un texto polémico:
a. Testigos de Jehová: “De cierto te digo hoy: que estarás conmigo en el paraíso”.
b. N.T. Griego: “En verdad te digo hoy conmigo estarás en el paraíso”.
2. No sabemos hasta que punto el ladrón tenía conocimiento del reino de Dios.
3. Lo que sí parece tenía claro era que la muerte no significaba el final, más allá de la muerte
estaba el reino de Dios.
4. Jesús le da más de lo que pide. No sólo estará en un futuro reino, sino que ese mismo día
entrará en el paraíso de Dios.
7. En los dos ladrones estamos representados todos: Los que dudan y los que creen. Lo que
piensan en lo material y los que piensan en lo espiritual. Los que se preparan para la otra vida
y los que se preparan para la eternidad.
III. HIJO-MADRE.
3. Si bien Él moría no dejaba sin ayuda a su madre. Perdía un hijo pero tendría otro.
IV. DESAMPARADO.
A. Texto: Mateo 27.46 y Marcos 15.34 “Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
desamparado?”.
1. ¿Por qué? A mí Señor. ¿Por qué tiene que morir tan pronto?
2. Este grito evocaba el Salmo 22.1. El abandono por parte del Padre del cual Jesús se siente
objeto, formaba parte de la redención; pero consumada la obra redentora, el Padre le esperaba
satisfecho de su obediencia.
3. Pablo dice que “al que no conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado”- 2ª Corintios 5.21.
Puesto que Jesús moría en la cruz “hecho pecado”, y el pecado produce separación de Dios,
Jesús sintió este abandono.- Ver Isaías 59.2.
4. Jesús pasó la terrible experiencia de sentirse abandonado por Dios. Él era el sustituto de
todos los hombres, llevando en Él el pecado de todos.
V. SED.
1. La sed originada por la fiebre que aparecía en los crucificados. Se solía ofrecer vinagre, y
pócimas sedantes, para mitigar el sufrimiento y, a la vez, refrescar la boca (Juan 19.29).
4. “Para que la Escritura se cumpliese”. Jesús no dice la palabra para que se cumpla la
Escritura, sino que espontáneamente la dice y esto refuerza el cumplimiento de la profecía.
VI. CONSUMADO.
1. Jesús guardó la suficiente conciencia para darse cuenta que su obra quedaba cumplida. La
copa que había aceptado en Getsemaní quedó vacía hasta la última gota. Había cumplido la
voluntad del Padre.
2. Este “consumado está” es a la vez un grito de victoria. La carrera que había comenzado tres
años atrás en el desierto de las tentaciones, había terminado con éxito.
3. Pablo verá después en este grito de la cruz un triunfo sobre el pecado y sobre la ley que lo
denunciaba (Colosenses 2.15).
VII. ESPÍRITU.
A. Texto:
1. Esta frase es el reverso de la cuarta palabra. Si bien Jesús sintió el abandono del Padre, no
obstante, Jesús sabía que el Padre estaría siempre con él.
2. Las últimas palabras de Jesús son la expresión más excelente de aquel que lo deja todo en
las manos de Dios.
5. La mente de Jesús estaba en calma después del tormento sufrido y estaba consciente de la
cercanía de la comunión con Dios.
Conclusión:
A. El poder de la cruz.
1. 1ª de Corintios 1.23-24 “…pero nosotros predicamos a Cristo crucificado, para los judíos
ciertamente tropezadero, y para los gentiles locura; 24 mas para los llamados, así judíos
como griegos, Cristo poder de Dios, y sabiduría de Dios…”