El Carnero
El Carnero
El Carnero
Capítulo V
Donde se trata de las costumbres, ritos y ceremonias de estos naturales, y que cosa era correr la tierra, y que cantidad de ella; los
santuarios y casas de devoción que tenían. Cuentase como un clérigo engaño al demonio o su mohán por él, y como le cogió un gran
tesoro que le tenían ofrecido en un santuario.
Después de aquel ángel que Dios creo sobre todas las jerarquías de los ángeles, perdió la silla y asiento de su alteza por su soberbia y
desagradecimiento, fue echado del reino de los cielos juntamente con la tercera parte de los espíritus angélicos que siguieron su bando,
dándoles por morada el centro y corazón de la tierra, donde puso la silla de la monarquía, y asentó casa y corte, y a donde todos sus
deleites son llantos, suspiros, quejas, penas y tormentos.
Creo Dios al hombre formándolo de limo de la tierra, e hizolo a su imagen y semejanza: imagen por lo natural; semejanza por lo
gratuito. Infundiéndole una alma racional, vistiéndola de la original justicia para que la gozase, dándole asimismo el dote de la
inmortalidad, con todos sus atributos; y añadiendo Dios bien a bien, hizo al hombre dueño y señor de cuanto había creado, dándoselo
en posesión, porque no necesitaba Dios de ello: solo al hombre quería para sí, como a imagen y semejanza suya, y no porque tampoco
necesitase de él, sino por sola su gran bondad, y para que reparase de él y sus descendientes las sillas que Luzbel y los suyos habían
perdido, pudiendo Dios para que el reparo de ellas, como creo al hombre, crear millares de ángeles; pero tenía Dios, nuestro señor,
dentro de aquello que el mismo dice: “Mis deleites son con los hijos de los hombres”; y todo lo que Dios hizo y creo era un supremo
grado bueno, y como es tan dadivoso y tiene las manos rotas para dar al hombre, aderezole a Adán un jardín y paraíso con deleites, y
metiole y colocole en el, dándole posesión de cuanto había creado, que solo reservo Dios para si un árbol, del cual le mando a Adán que
no comiese, avisándole que en el punto que comiese el moriría.
Un solo precepto pusisteis, Señor, y no dificultoso de cumplir, y ¡que no cumpliese habiendo señalado el árbol, y a donde estaba, y con
no menos pena que de muerte, el punto es grande: pero mayor es vuestra sabiduría!
Colocado el hombre en el paraíso, y habiéndole dado Dios el mando y cetro mixto imperio de todo como primer monarca, y con ello
compañera que le ayudase, fuese Dios dejándolos en manos de su albedrio. Lucifer, que acechaba a Dios, y si se puede decir, le contaba
los pasos, como viese al hombre colocado con cetro y monarquía, y tan grande amigo de Dios, y no ignoraba el grado que tenía la
humanidad, por habérsela Dios mostrado en los cielos cuando en ellos estuvo en una criatura humana, diciéndole que había de ser tan
humilde como ella para gozarle, y que la había que obedecer y adorarla, principio de la soberbia de Luzbel y de donde nació su
destierro. Viendo los principios que Dios le daba a aquella obra, que tan caro le costaba y había de costar, y que aquel y sus
descendientes habían de reparar y gozar las sillas perdidas por él y sus secuaces, trato de contrapuntear a Dios y ver si podía quitarle a
Dios lo que había criado, tomándolo para sí, haciendo que perdiese Adán la gracia y con ella todo lo demás para que era criado.
Como Dios se había ido dejando al hombre en su libre albedrio, Lucifer, que con cuidado asechaba, hallo la ocasión y no quiso fiar el
hecho menos que de sí mismo, porque los negocios arduos siempre se opuso el a ellos, como lo hizo en el negocio de Job y en el
desierto tentando a Cristo, señor nuestro. Eva, deseosa de ver el paraíso tan delicioso, apartose de Adán y fuese paseando por él; ¡y
que de materias se me ofrecen en este paseo! Pero quédense ahora, que no les faltara lugar. Puso Eva los ojos en aquel árbol de la
ciencia del bien y el mal y enderezo a él; el demonio que le conoció el intento, ganole la delantera y esperola en el puesto a donde, en
allegando Eva, tuvieron conversación, y entre los dos repartieron las dos primeras mentiras del mundo, porque el demonio dijo la
primera, diciendo: “¿Por qué os vedo Dios que no comieses de todas las frutas de este paraíso?”, siendo lo contrario, porque una sola
vedo Dios. La mujer respondió, que no le había quitado Dios que no comiesen de todas las frutas del paraíso, porque tan solamente les
mando que de aquel árbol no tocasen. Segunda mentira, porque Dios no mando que no tocasen, sino que no comiesen. El resultado de
la conversación fue que Eva salió engañada y vencida, y ella engaño a su marido, con que paso y quebranto el precepto de Dios, Salió
Lucifer con la victoria por entonces, quedando con ella hecho príncipe y señor de este mundo.
¡Que caro le costó a Adán la mujer, por haberle concedido que se fuese a pasear; y que caro le costó a David el salirse a bañar
Bethsabe, pues le aparto de la amistad de Dios; y que caro le costó a Salomón, su hijo, la hija del rey Faraón de Egipto, pues su
hermosura le hizo idolatrar; y a Sansón la de Dalila , pues le costó la libertad, la vista y la vida; y a Troya, le costó bien caro la de Helena,
pues se abraso en fuego por ella, y por Florinda perdió Rodrigo a España y la vida!