Carta A Un Compañero Del Oficio

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CARTA A UN COMPAÑERO DEL OFICIO

Q:. H:. Compañero,


Bienvenido al segundo Grado de la Masonería.
Luego de haber practicado por algunos meses la Liturgia del Primer Grado, haber
reflexionado acerca de su contenido y enseñanzas, y en particular sobre aquellas
relacionadas con la practica de la virtud, así como haber aprendido durante ese
tiempo a familializaros con los Símbolos Masónicos y con nuestras formas de
comportamientos públicos y privados, llegáis ahora a un espacio nuevo que
complementa la propuesta básica de la Masonería simbólica, sobre la que habrá de
levantarse vuestra construcción personal.
Este fundamento doctrinal que ahora completáis, hunde sus raíces en la Masonería
primitiva de la edad media y del renacimiento, dividida en solo dos Grados y no en
tres como ahora, y desde entonces “Masoniza” (si se me permite la expresión) a la
persona que toca como profana nuestro pórtico con la sola presentación de que es
“libre y de buenas costumbres”.

Y es que, desde el siglo XVII, en que los Masones dejan de ser unos súbditos
agremiados, que en diferentes reinos de la Europa occidental se ganaban la vida en
el negocio de la construcción de edificios, observando como código de conducta el
cultivo del honor y de la virtud, y paulatinamente se convierten en ciudadanos que
desde entonces se dedican a temas teóricos generales, a hacer una que otra
revolución, a fundar uno que otro club de servicios, a establecer uno que otro
régimen político, y a organizar una que otra división dentro de la Masonería, dividen
el primer Grado en dos partes para adoptar seguidamente un tercero con la
denominación de Maestro. que espero pronto tendréis la oportunidad de conocer y
estudiar.
En lo que respecta al paso que acabáis de dar, vemos que estos dos primeros
Grados de Aprendiz y Compañero - originalmente unidos en uno solo y ahora
separados - versan sus mensajes complementarios y su invitación al estudio dentro
del marco de las dos columnas que sostienen el Templo Masónico, la una: la
VIRTUD; la otra: el HONOR.
Es decir, que estos dos primeros Grados son los pilares sobre los que habréis de
levantar vuestro edificio Masónico. Y este no es un asunto de poca monta, ya que
como habéis percibido la virtud y el honor son las dos referencias con las que
muchos Masones queremos que se conozca a la Orden.

Más, ya en el plano de vuestra construcción individual la invitación cardinal de este


grado es al estudio de la Ciencia y las Artes. Y decir Ciencia es nombrar un tipo de
razonamiento no metafísico, que sea lógico, logrado a través de lo empírico, de lo
racional y de la aplicación del método experimental sobre la realidad objetiva.
Exactamente lo contrario de lo que ofrecen a los caminos de la fe, de las creencias y
del dogma.
La Masonería tradicionalmente, recuerda en este segundo Grado a las Universidades
medievales, en lo que hace relación a que el estudio se basaba en aquella época en
la clásica división del Trivium y el Cuadrivium, además de los estudios de filosofía,
que a veces incluía derecho, y teología.
Este Trivium (que significa “tres vías”) consistía en un grupo de asignaturas que
correspondían a las letras; y el Cuadrivium (o Cuatro Vías) a otro grupo de materias
relacionadas con las ciencias. La idea era de que quien cursara estas disciplinas era
una persona que había completado sus estudios. Aún no se conocían las
especializaciones y subespecializaciones que hoy se estudian en postrados
dirigidos a profundizar en un solo área del conocimiento.
Para ese entonces, la propia organización del conocimiento durante la Edad Media
rendía culto a la importancia de las Matemáticas. Una herencia de ese pasado, es la
cantidad de Matemáticas que se ve en nuestra primaria y bachillerato, que tan poco
sirve a la mayoría de los profesionales que no estudian ingeniería, física o
Matemática en detrimento de otras áreas y otros quehaceres del saber humano. Por
ejemplo, en Colombia mientras matemáticas se estudia en primaria y secundaria
durante doce años, filosofía se estudia en dos, e historia en seis.
Del Trivium se afirmaba que incluía las llamadas Tres Artes Liberales relativas a la
elocuencia: ellas eran la Gramática, la Retórica y la Dialéctica, por lo tanto se
consideraba como un conocimiento menor al del otro grupo. De allí viene la palabra
trivial, como sinónimo de fácil, liviano y superficial.
A su vez, el Cuadrivium contenía las denominadas Cuatro Artes Matemáticas: y ellas
eran a su vez La Música, el Álgebra, la Geometría y la Astrología, y se le daba mayor
importancia.
Hace unos días, en una Masticación posterior a un Aumento de Salario otorgado en
la Logia Lealtad N° 7, jurisdiccionada a la Gran Logia del Norte de Colombia, se
presentó la inquietud acerca de la importancia de que un Masón supiera hablar en
público. Y aunque esta es una destreza que se fortalece en las Logias
espontáneamente, el escenario adecuado que brinda la Masonería para ello se
encuentra precisamente en la Asamblea de Compañeros, lo cual ratifica, sin lugar a
dudas, lo que siempre hemos sostenido: La Masonería no solo es útil, sino que
además es un complemento de nuestra educación profana, y que el que se aplica a
su método se distingue per se en el mundo exterior.
Q:. H:. Compañero,
Al continuar usted ahora el método de construcción personal que ofrece la
Masonería, nuestra invitación cardinal es al estudio. Hago votos por que las
expectativas intelectuales que lo llevaron vuestro adelanto en las enseñanzas que
ofrece la Orden sean colmadas a entera satisfacción. Mil éxitos.
Fraternalmente,
Iván Herrera Michel, 33º

Grado 2º R.·.E.·.A.·.A.·.
Compañero Mason
Se habla alguna vez de iniciación en el segundo y tercer grado, así como
en los siguientes; este término es impropio, dado que no puede uno ser
iniciado en la Masonería más que una vez, cuando ingresa en ella en el
grado de Aprendiz. Después de lo cual hay un camino de progreso en
diferentes etapas, cada una de las cuales precisamente corresponde a
un grado masónico, o sea una más perfecta comprensión y realización
del significado de la iniciación masónica.
Por esta razón, en muchos de los Misterios Antiguos, así como
corporaciones constructoras, había una sola y única ceremonia con la
cual se admitía a los candidatos a las enseñanzas esotéricas, o bien en
el gremio de los que practicaban el Arte.
En la misma Masonería no habría habido, según algunos, hasta por
algún tiempo después de la fundación de la Gran Logia de Londres, más
que dos grados, después de lo cual, con el desarrollo ritualístico, se vio la
conveniencia de la división ternaria, que ha quedado después como una
de las principales características de nuestra Orden. Aunque en la
práctica, el descuido en que se halla el hermoso grado del que tratamos
en este Manual, demuestre cómo los tres grados no son aún efectivos.
Cualquiera que sea la realidad a este propósito, y a pesar de que
algunas veces haya podido perderse de vista la necesaria graduación de
todo esfuerzo en etapas sucesivas, sólo con las cuales puede
conseguirse un verdadero resultado en cualquier camino, dicha
graduación se ha impuesto en todos los tiempos y en toda forma de
actividad, en todo campo práctico o especulativo.
En cualquier arte o enseñanza, en cualquiera jerarquía social, iniciática o
religiosa, necesariamente ha habido y habrá constantemente, bajo
diferentes nombres y aun sin nombres especiales, Aprendices,
Compañeros y Maestros; correspondiendo el primer grado o etapa al
ingreso o período de noviciado, el segundo a la práctica que hace el
artista (y por ende un verdadero compañero en el gremio o jerarquía en
que se encuentra), y el tercero al dominio completo o magisterio del Arte,
que da la capacidad de enseñar, dirigir y guiar a los demás.
Así, pues, la división en tres grados fundamentales es tan necesaria y
natural que siempre se llega a ella, prácticamente de una manera o de
otra. No menos necesaria aparece (aunque no corresponde al presente
"Manual" examinarlo detenidamente) la adición de grados
suplementarios, que constituyan una mejor realización del programa de
los primeros, y a pesar de que se rechacen o no se quiera reconocerlos,
siempre reaparecerán en una forma o en otra. La Masonería siempre los
ha tenido, aunque no siempre hayan sido distinguidos exteriormente.
La necesidad de una Ceremonia de recepción en cada grado se hace
evidente con el progreso de la organización: la perfección de estas
ceremonias es casi siempre un resultado natural del esfuerzo y de la
práctica constante, de un trabajo colectivo en el cual toda innovación
debe ser examinada y probada por muchos, antes de que pueda
adoptarse o rechazarse en definitiva, un trabajo, en fin, que tiende más
bien que a crear ex nihilo y a priori, a realizar un Plan preexistente, que
no puede ser otro que el
mismo Plan del Gran Arquitecto, cualquiera sea la concepción o
interpretación individual de este término simbólico.
La ceremonia de recepción en este segundo grado, completamente
extraño, con toda probabilidad, a las corporaciones medievales de las
cuales tomó directamente su origen la Masonería Moderna, ha sido el
resultado de un trabajo de elaboración colectiva que se hizo en la
primera mitad del siglo XVIII. Un resultado muy feliz por cierto, que
muestra una perfecta competencia de sus autores incógnitos, como se
puede juzgar por lo que iremos exponiendo en las páginas siguientes, así
como por su inmediata aceptación y difusión universal.
LINEAS PARA COMPAÑEROS MASONES

Por: Q:.H:. Luis Amín Rojas

M:.M:.

Felicitaciones y bienvenidos al segundo grado de la Masonería.

Después del trabajo realizado por algún tiempo devastando la piedra bruta en el primer
grado, de estudios y reflexiones sobre su contenido simbólico, es la hora, después de
haber dado los tres pasos, avanzar dando dos más para tener en este grado una mayor
intensidad de la luz masónica. Durante este tiempo la observación les permitió
aprender comportamientos masónicos dentro y fuera del templo, así como
desplazamientos, movimientos, marchas, saludos, lenguajes y significados que de
alguna manera reconstruyen la visión profana con la cual llegamos a este espacio de
pensamiento masónico.

Recordemos hermanos que se nos dijo en el grado de aprendiz que “el que entra aquí se
obliga a combatir sin tregua contra el error, el egoísmo y el vicio en todas sus formas,
contra todo lo que oscurece la inteligencia, pervierte el sentimiento y esclaviza la
voluntad”. Por eso, primero debemos luchar contra nosotros mismos, dominando
nuestras pasiones malsanas, vicios y egoísmos.

El mensaje codificado en nuestra liturgia de aprendiz, es muy claro y preciso;


emanando luz cuando leemos despacio y reflexionamos en silencio. En el lenguaje
simbólico de la masonería, se dice que los iniciados viajan de occidente a oriente y de
norte a sur, o sea por los cuatro puntos cardinales, y significa que de las tinieblas de la
ignorancia, pasa a la luz de la verdadera ciencia, para después desplegar sus
conocimientos por los diferentes puntos sobre la superficie terrestre.
El aumento de salario es la asignación de nuevas responsabilidades: la conducción de
nuevos caminos y la comprensión de otros conocimientos. Entonces uno de los factores
fundamentales del masón es el conocimiento que pueda construir sobre las cosas
esenciales de la ciencia con relación a la masonería. A este respecto, Eisten decía, “El
pensamiento y el método científico se diferencian de los corrientes en la
mayor precisión de los conceptos y en la más cuidadosa y sistemática
selección del material, así como la sobriedad de la lógica” En este sentido la
razón humana nos orienta hacia la “verdad “científicamente demostrada, partiendo de
los conceptos primarios que están ligados a la experiencia sensible y el razonamiento
lógico. Por esto lema masónico: ciencia, justicia y trabajo, sus principios: libertad,
igualdad y fraternidad. En consecuencia la masonería es una institución esencialmente
filosófica, filantrópica y progresista.

En este grado, ya tendrán tiempo para investigar y profundizar sobre: la ciencia, la


virtud, la inteligencia, la rectitud, el valor, la prudencia y amor a la humanidad como
cualidades de los verdaderos masones. Hermanos “saber” de masonería no es lo mismo
que “ser masón”. También es evidente que el rito y la ceremonia masónica es parte del
proceso de masonización que nos construye y disciplina como seres integrales, pero
debemos de evitar diluirnos en ritualismos y ceremonialismos como fin. En este orden
de ideas, la masonería es una institución para la cual nada de los acontece en la vida le
es ajeno, ni los seres humanos, ni los pueblos ni las instituciones y por esta razón los
invito a que pasemos de la libertad abstracta a la libertad concreta, de la igualdad
abstracta a la igualdad concreta y de la fraternidad ideal a la fraternidad de hechos,
sentida y vivida.

GLORIA AL TRABAJO
 
 
 
La iniciación masónica comporta tres fases consagradas sucesivamente al Descubrimiento o Siembra de la Semilla,  (Aprendiz),
a la Asimilación o Germinación y Crecimiento  (Compañero) y a la Propagación de la Luz o Fructificación como resultado de
la fusión o unión de dos polaridades (Maestro) que corresponden a la triple misión de los masones, consistente en buscar primero,
para poseer después y, finalmente, poder difundir la Luz

 
 
El  grado de Compañero es esencialmente operativo. Rinde Culto al Trabajo, de una manera más
especial que en los otros grados, revelando la necesidad de su espontánea dedicación y práctica en todo
ser humano, como condición indispensable y medio de su progreso.
El aprendiz tiene que instruirse con el fin de efectuar un trabajo útil, efectivo y constructivo. Sólo cuando
sabe trabajar puede esperar que se le admita en el segundo grado y se le reconozca como Obrero de
Progreso y de la Libertad y por ende Compañero de todos los que, como él, trabajan por la
G:.D:.G:.A:.D:.U:. o sea en armonía con sus planes (los que se esfuerzan reconocer íntimamente) para
realizar y cumplir la Gran Obra de Construcción Individual y Social que constituye el objeto de nuestra
Orden. 
Los Masones no son, pues, filósofos que se pierden en absurdas disquisiciones y en estériles utopías: para
el verdadero masón, todo Estudio debe tener un fin eminentemente práctico y constructivo, todo Ideal un
valor vital y operativo que debe realizarse con su aplicación. Este esfuerzo de aplicar y realizar el Ideal en
la vida practica es la característica y el objetivo fundamental del grado de Compañero, como lo muestra
su propio signo de reconocimiento.
Nunca se convertirá el Compañero en Maestro, en el verdadero sentido de la palabra, hasta que no se haya
hecho digno de esta sublime calificación por sus propios esfuerzos y eficiencia en el trabajo, como
resultado de su actividad y de sus estudios, habiendo adquirido la experiencia y las capacidades que sólo
pueden conducirlo hacia delante y hacer de él algo más que un compañero: el primero entre sus iguales,
que sabe instruirlos y dirigirlos por su comprensión más profunda y elevada.
El Masón  debe considerar el trabajo de una manera completamente diferente de cómo lo considera el
hombre vulgar: para este el trabajo es una necesidad y casi una esclavitud, un yugo que pesa sobre él por
la fuerza de las circunstancias, al que debe sujetarse para vivir. Mientras el hombre ordinario trabaja para
vivir  esclavo de sus necesidades y de sus deseos, el Masón debe vivir para trabajar, es decir, para hacer
una obra o una labor, expresando el Ideal que hace de él un artista diferenciándole del artífice.   
El espíritu con el cual el hombre ordinario considera el trabajo se halla, pues expresado en la maldición de
la Biblia: “Del sudor de tu frente comerás el pan”. Esta maldición, personifica simbólicamente en la
Biblia, cuando sea interpretada con la escuadra de la Razón y el compás de la Comprensión  representa
simplemente la voz o expresión impersonal de la ley bajo cuyo efecto o causalidad se coloca el hombre
por sí mismo, eligiendo trabajar como esclavo  de la Ilusión exterior para satisfacer sus instintos,
necesidades, deseos y pasiones, a raíz de su desobediencia a la voz de la Realidad, la única que puede
indicarle la senda de la Libertad.
Lejos de ser una maldición, el trabajo es para el Masón el primero y fundamental objeto de su existencia
terrena. Fuente de todos los Bienes y de todas las bendiciones. El blanco mandil del que se ciñe, como
distintivo de su cualidad, representa el nuevo espíritu con el cual dedicarse a su propio trabajo o actividad,
en calidad de Obrero de la Inteligencia Universal, con la que tiene el privilegio y el honor de cooperar,
interpretando y realizando sus planes en la medida de la comprensión y habilidad.
Estos planes son las ideas o Ideales Constructores que se manifiestan en su Inteligencia para realizarse en
su vida, y, según adquiere la capacidad de expresarlos, se liberta automáticamente de toda esclavitud
exterior, por ser la verdadera Libertad, obediencia a lo que de más elevado hay en nuestra alma y en
nuestro ser. El hombre es, pues, esclavo, según obedece a sus impulsos inferiores y a la ilusión exterior; y
se hace libre en proporción con su capacidad de elevarse sobre los primeros por medio de la Virtud, y
sobre la segunda por medio de la Verdad.
El color blanco del mandil es un símbolo de la pureza de los intentos con los cuales se predispone a la
Obra, ya no con el único fin de satisfacer  su egoísmo o sus necesidades, o sea mirando la utilidad
personal que pueda sacar de su actividad, sino principalmente con el objeto de buscar la Gloria o
expresión de la misma Inteligencia Constructora, o Gran Arquitecto del Universo  en su propia actividad,
cualquiera sea. Este intento superior, expresado por el blanco mandil, es lo que caracteriza al Masón y lo
diferencia del profano.
La cualidad de Masón no se adquiere, pues, por medio de un reconocimiento exterior, pagando
determinados derechos y sufriendo determinadas ceremonias, o perteneciendo fielmente a determinado
Cuerpo u Obediencia. Esto es sólo el símbolo del Masón. En cuanto a la calidad de verdadera ha de ser
individualmente realizada con sus propios esfuerzos por cada Masón, aplicando las cualidades
exteriormente recibidas o reconocidas. Por consecuencia, el hombre que obra masónicamente,
conformándose en su vida y actividad a los mismos Principios o Ideales que la Masonería enseña
simbólicamente a su adeptos, es mucho más digno del apelativo de Masón, aunque nunca haya sido
exteriormente iniciado o recibido en nuestra institución, que aquel que limita dicha dignidad al nombre y
a una observancia puramente formales.
 
 
¡GLORIA AL TRABAJO!  ¡NOBLEZA OBLIGA!
 CUMPLA SU DEBER, TODO MASÓN
QUE QUIERA SER DIGNO DE ESE NOMBRE Y
CUIDE CON DECLARADO CELO  DE
ENSALZARLO Y ENNOBLECERLO CONSTANTEMENTE EN 
LÍCITA  ACTIVIDAD PROFANA,
CONSTRUYENDO SU PROPIA SU VIDA
 
 El Oficio Compañero Masón
Puesto que la simbología del Oficio comprende una psicología del
desarrollo, se supone que el paso hacia el Segundo Grado continua
de manera natural como resultado del progreso realizado en el
Primero. Esta madures natural que esta relacionada con el
surgimiento del yo se refleja en la simbología masónica mediante la
comparación del nuevo Compañero con una espiga madura de
maíz. El aprendiz, que controla la parte más profunda de su psique
y cuyo Primer Vigilante/yo se ha tornado activo, ha madurado hasta
llegar a un estado en el que se encuentra preparado para examinar
los aspectos más interiores de sus procesos de psicológicos. El
trabajo a este nivel se desarrolla en una parte de la psique a la que
el Oficio se refiere como la cámara central; en muchos sentidos es
similar a lo que Jung llamaba el inconsciente personal y lo que
tradicionalmente se conoce como el alma. El planteamiento general
del trabajo del Compañero se explica en el Cuadro del Segundo
Grado, una visión interior que parece penetrar más profundamente
en el templo. El Cuadro del Segundo nivel es un dibujo detallado de
una parte del primero, concretamente del punto dentro del circulo
cerrado por dos líneas paralelas y de la Escalera de Jacob. En el
Segundo Grado las dos líneas paralelas son los dos pilares
(identificados aquí con el complementario y el opuesto por la
asociación con los Pilares de la Nube y el Fuego del Éxodo y con
las esferas terrestre y celestial que los coronan), mientras que la
escalera ha sido reemplazada en el Cuadro del Segundo Grado por
la escalera caracol. Como la del Cuadro del Primer Grado, esta
escalera se extiende en dirección Este-Oeste y define la “dimensión
de la consciencia” desde la eternidad hasta la divinidad. La persona
que desee practicar e Oficio debe ascender por estos diferentes
niveles de consciencia que describe el símbolo. En el cuadro del
Primer Grado vimos que la escalera estaba dividida en “tres esferas
principales” que correspondían a los tres grados del Oficio y que
describían los niveles principales de la consciencia psicológica
relacionados con el cuerpo, el alma y el espíritu. La escalera de
caracol desempeña una función similar, pero transmite ideas más
complejas y las explica con mayor detalle. La escalera se encuentra
entre los símbolos más complicados del Oficio, y estudiar todas sus
implicaciones excede nuestro ámbito. En términos generales, la
escalera de caracol define los siete “niveles de consciencia”, desde
la consciencia del cuerpo físico que esta abajo hasta la consciencia
del espíritu y la divinidad que esta en lo alto. Si resumimos esta
vasta recopilación de ritual y lectura, podemos decir que las
escaleras asignan un peldaño o nivel de la consciencia a cada uno
de los siete Oficiales de la logia, y cada uno de ellos se asocia con
una gran cantidad de literatura clásica relacionada con las Siete
Artes Liberales y las Ciencias y las Escuelas Clásicas de
Arquitectura. También asocia a los tres Oficiales principales de la
logia con los Tres Grandes Maestros que presidían que presidían el
edificio del Templo del Rey Salomón: Salomón, rey de Israel, que
ideo el proyecto; Hiram, rey de Tiro, que proporcionó los materiales,
e Hiram Abiff, el arquitecto principal. Comprenderemos el verdadero
alcance de esta conexión cuando analicemos la leyenda masónica
del Tercer Grado. De este modo, los siete Oficiales de la logia se
consideran representantes de los siete niveles o pisos de la
“dimensión de la consciencia” orientada al Este-Oeste, mientras que
la simbología de la escalera nos remite a un conjunto de obras que
proporcionan información e instrucción sobre cada nivel. No se
puede describir el estado de consciencia en un sentido estricto; no
es algo que debe experimentarse, pero podemos vislumbrar muy
vagamente la idea de que el Oficio intenta hablar sobre cada uno de
los niveles de la consciencia considerando a cada oficial de la logia
en el contexto de una de las Siete Artes Liberales y las ciencias. El
Portero o Guarda Exterior esta asociado con la gramática, el arte
que establece reglas estrictas para estructurar las ideas de modo
que puedan comunicarse y registrarse en el mundo físico. El
Guarda Exterior representa la parte de la psique que esta en
estrecho contacto con el cuerpo físico a través del sistema nervioso
central. Es “guardián” en el sentido de que protege la psique de la
saturación de estímulos del mundo físico. El Guardián Interno esta
asociado con la lógica, el arte que enseña las reglas para el análisis
racional; está muy estructurado, pero es enteramente psicológico.
Representa lo que la psicología moderna llama el ego, el poder
ejecutivo partidario de la actividad psicológica cotidiana que se
distingue por su capacidad para formar imágenes mentales. Es el
“guardián” en el sentido de que vela por las personas que permiten
a su psique relacionarse con el mundo. El Primer Diácono está
asociado con la retórica, el arte que enseña a escribir persuasiva y
deslumbrantemente apelando a los sentimientos del lector. El
Primer Diácono representa el nivel psicológico de los sentimientos y
el humor, un cuidado examen de lo que proporciona una clave en
los acontecimientos que ocurren en el inconsciente. La retórica del
mundo antiguo, también incluye la instrucción en el arte de la
memoria; y el Primer Diácono, que representa un nivel de
conocimiento cercano al umbral de la consciencia corriente que
tiene que ver con la capacidad para recordar los acontecimientos de
la memoria. El Segundo Diácono esta asociado con la ciencia de la
aritmética, disciplina que instruía en la manipulación y
representación de las ideas abstractas. El segundo diácono
representa el nivel del Despertar. Estar “despierto” quiere decir
estar presente en el momento, percibir los acontecimientos cuando
tienen lugar tanto en el mundo como en el interior de la propia
psique, comprender su alcance y ver las amenazas y oportunidades
que suponen. El Primer Vigilante esta asociado con la ciencia de la
geometría, como la define la Segunda Lectura, “una ciencia por la
cual descubrimos los contenidos de los cuerpos ilimitados
comparándolos con los que ya han sido medidos”. El Primer
Vigilante es similar al yo, tal y como utilizan el termino los
psicólogos seguidores de Jung. La algo obtusa definición masónica
de la geometría que acabamos de mencionar arriba, adquiere un
segundo significado cuando nos percatamos de que alude al viejo
principio de “tan arriba, tan abajo”. En el proceso del trabajo
masónico el yo surge en la consciencia y luego descubre los
elementos del inconsciente mediante la observación de la
experiencia diaria. El Segundo Vigilante esta asociado con la
ciencia de la música, que tiene una connotación mucho más amplia
y mística para los renacentistas que para nosotros. Como ciencia la
música esta basada principalmente en las proporciones entre las
frecuencias de cada nota, en la estructuración del tiempo y en la
manera en que éstas se combinan para producir determinados
efectos. Podemos considerar que el Segundo Vigilante representa
el nivel del alma; y la asociación con la música sugiere la obligación
que tiene el alma de mantener una relación armoniosa entre todos
los componentes de la psique. El Venerable Maestro está asociado
con la ciencia de la astronomía (que sin duda significaba astrología
para los autores de la estructura simbólica) puesto que se creía que
la observación de los cielos rebelaba las intenciones de la deidad, la
astronomía sugiere un nivel de consciencia que puede ver a una
escala amplia transpersonal y percibir los designios del plan divino.
El nivel de la consciencia representado por el Venerable Maestro
guarda una estrecha relación con el espíritu de modo análogo a la
relación que mantiene el guardián con el mundo físico. De este
modo, el Cuadro del Segundo Grado y el ritual que lo acompaña (en
términos simbólicos) define siete “niveles de consciencia” dentro de
la psique que, cuando se han desarrollado y han madurado en su
funcionamiento, incluyen un contacto consciente entre la divinidad y
el mundo físico. La escalera caracol está flanqueada por dos
columnas. Ya hemos dicho que estas dos columnas son
complementarias, activa y pasiva; y el echo de que estén presentes
en el Segundo Grado las relaciona de alguna manera con el
inconsciente individual. Se afirma que esta echas de cobre,
fundidas en el barro de la tierra –característica que las relaciona con
el mundo físico- y que son huecas por que contienen los archivos
del oficio. Tomada ene su conjunto, la idea de la existencia de un
archivo de documentos almacenados en el inconsciente individual y
relacionados con los acontecimientos del mundo físico sugiere que
las columnas son una representación de la memoria del individuo
organizada de tal modo que los recuerdos que reprimen e inhiben
se encuentran en un lugar, mientras que los que animan y mueven
a la acción se encuentran en otro. Al introducir esta idea en el
Segundo Grado, en conexión con la cámara central del alma, la
simbología indica que los recuerdos mencionados son una clase
determinada y están situados en el fondo del inconsciente, que
generalmente son inaccesibles pero que cuando se trabaja en ese
nivel de la consciencia se puede disponer de ellos. Estamos
trazando sin duda un paralelismo entre el súper ego / ego ideal tal
como lo describió Freud o con los complejos emocionales e
intelectuales identificados por Jung, clasificados en esta caso en
grupos activos y represores. Los recuerdos de la clase de los
almacenados en las dos columnas de Segundo Grado tienen un
profundo, aunque inconsciente, efecto tanto sobre los individuos
como sobre la sociedad. En el nivel individual imponen y limitan el
comportamiento de una persona, mientras que en el nivel social
definen los conceptos de moralidad de la sociedad. Un
comportamiento reprimido de esta clase es útil (incluso esencial)
para permitir que el individuo encaje en una familia y en su circulo
social cercano, sobre todo durante la infancia; pero un
comportamiento adulto reprimido de esa manara suele ser ingrato,
frecuentemente improductivo y algunas veces realmente doloroso.
Además los grupos sociales que han definido su moralidad de este
modo han entrado a lo largo de la historia en ciertos conflictos con
otros grupos similares, conflictos que en general les han abocado al
dolor y al derramamiento de sangre. La presencia de estas dos
columnas de la memoria en el Segundo Grado sugiere que, cuando
el individuo asciende por la escalera de la conciencia y actúa sobre
el nivel de la cámara central o alma, puede disponer de la
información almacenada de estos archivos. Cuando lleva estos
recuerdos reprimidos a la consciencia y les otorga el valor que
merecen, puede permitirse la carga principal que acarrean al
disiparse. Entonces se convierte en recuerdos corrientes a los que
puede acudir pero ya no tiene el poder de forzar o limitar el
comportamiento. Muy al contrario, el individuo consigue una gran
libertad de acción, puesto que se desprende de las obligaciones y
restricciones del súper ego y el ego ideal, así como las restricciones
de la moralidad convencional. Entonces necesita más criterios
básicos para guiar su comportamiento, lo que nos lleva a considerar
las herramientas de trabajo del compañero masón. Las
herramientas de trabajo, que se presentan en grupos de tres, se
utilizan en la aplicación práctica de la Regla de Tres en el nivel de
cada grado. En contraste con las herramientas para la acción del
aprendiz, las herramientas del Compañero –la escuadra, el nivel y
la plomada- son herramientas para la prueba; y cada una pone a
prueba algún criterio absoluto. Es una característica que las hace
adecuadas para representar los modelos de moralidad, la
preocupación fundamental del Segundo Grado. El nivel se enfrenta
al criterio de lo horizontal; y a la vista de su temperamento pasivo,
sombrío e inactivo podemos asignarle la función psicológica del
“juicio”. El uso de una sola palabra par describir la función del nivel
es, evidentemente, una simplificación excesiva adoptada por
conveniencia; esta herramienta representa en realidad una serie de
conceptos relacionados con la restricción, la contención, la
limitación, el rigor, la disciplina, la defensa, la decisión y el apoyo.
De igual modo la orientación ambiciosa y vertical de la plomada
corresponde a los conceptos de la entrega, el perdón, la
generosidad, la licencia y la disipación que pueden resumirse en la
única cualidad de la “misericordia”. Partiendo de la naturaleza de las
ideas que hemos asociado con cada herramienta podemos ver que
no hay nada bueno ni malo en sí mismo. Cada uno es lo que es; y
una vida regida tanto por un exceso como por otro –una disciplina
férrea o una libertad incontenida - puede ocasionar serias
dificultades. En la práctica el comportamiento moral consiste en
mantener el equilibrio apropiado en el “justo” nivel y la
“misericordiosa” plomada, y la capacidad individual para mantener
este equilibrio con plena consciencia se expresa en la tercera
herramienta de trabajo, la escuadra, que de echo define la relación
entre el nivel y la plomada. El Oficio nos dice de este modo que,
cuando una persona madura se libera de ciertas restricciones
psicológicas arbitrarias impuestas por su educación y su sociedad, y
entonces debe buscar los cánones permisivos y restrictivos de la
moralidad que se alojan en su alma. Debe aprender a trabajar con
ellos, aplicarlos a su vida cotidiana y mantenerlos en equilibrio. El
proceso de examen de los recuerdos reprimidos de alguien puede
ser, y en general es así, difícil y doloroso. Normalmente existen
excelentes razones por las que el material a examen haya sido
excluido de nuestra consciencia, y recordarlo requiere gran valor
personal. Es el trabajo más duro; es el proceso al cual puede
aplicarse con toda razón el término de “obra masónica”, y a menudo
requiere el apoyo cariñoso de un amigo de toda confianza. En este
contexto podemos empezar a comprender el vínculo del amor
fraterno y la confianza mutua que la masonería trata de establecer
entre sus miembros. Por contraste, la experiencia concreta de
elevarse desde la restricción del material almacenado con las
columnas de dos caras y de adquirir nuestros propios cánones de
moralidad suele ser una gozosa liberación. Por primera vez se es
libre para escoger; y una persona que a trabajado en el nivel de
Compañero y ha conseguido aceptar el material obligado y
restrictivo de su conciencia puede reivindicar el libre albedrío. Pero
también existe un riesgo; el libre albedrío es una cosa realmente
peligrosa. Si el proceso de crecimiento psicológico se considera
solo como un desprendimiento de la obligatoriedad y de los
cánones convencionales de lo bueno y lo malo y su sustitución por
unos cánones personales de moralidad, la persona que trabaja en
el nivel de Compañero se convierte en un agente completamente
libre, responsable sólo ante sí mismo. El echo de que esta situación
pueda conducir fácilmente a la autoindulgencia y al comportamiento
oportunista a provocado una seria divergencia entre la
francmasonería y las escuelas de psicología basadas en el
paradigma de científico del siglo XX. Desde el punto de vista de la
francmasonería, este proceso implica mucho más de la simple
adquisición del libre albedrío, que ya es importante. Hay que
considerar muchas otras cosas, y esas otras cosas se dan a
conocer mediante una variedad de símbolos en la cámara central.
El símbolo más relevante de todos es la segunda Joya Inmutable: la
“piedra perfecta”. La “piedra bruta”, como hemos visto representaba
al Aprendiz y aludía a su responsabilidad de desbastarla y de
refinarse a sí mismo como individuo, pero la piedra perfecta no
representa al compañero. Se encuentra en la cámara central “para
que los artesanos trabajen con sus herramientas”. Este estímulo tan
importante recuerda al individuo que, aunque ahora es libre para
emitir sus propios juicios morales, se espera que contraste sus
cánones personales de moralidad con los cánones que la deidad ha
colocado en el interior de su alma. La idea es que existe un
conjunto de leyes psicológicas que, a pesar de las apariencias, es
tan riguroso como las leyes de la física. Históricamente las leyes
psicológicas se han fundado en los principios sobre los que se han
basado los códigos de la moralidad; y esta es una de las razones
por las que la masonería remite con tanta frecuencia a sus
miembros a las Sagradas Escrituras. No hay duda de que el ser
humano es libre de ignorar, si quiere, los criterios de la moralidad
que presenta la piedra perfecta; el Oficio señala las consecuencias
de esta decisión mediante la referencia del tema de los salarios. En
la estructuración del Templo del Rey Salomón los compañeros
masones debían ir a la cámara central para recibir sus salarios,
cosa que hacían “sin escrúpulos ni timidez” porque se sabían con
derecho a ellos y por “la gran confianza que depositaban en sus
empleadores”. Aplicar esto a la actividad cotidiana sugiere que las
experiencias de la vida son los salarios de cada cual. La presencia
del pagador en la cámara central del alma indica que uno recibe lo
que merece, no como recompensa o castigos divinos, sino por la
resolución de un principio que funciona en el nivel del alma.
Además, dice que el pagador es justo, lo que implica, primero, que
la situación en la que nos encontramos es la que merecemos (en
realidad la resolución del proceso natural que debemos observar y
comprender), y que si deseamos cambiar nuestra situación
podemos hacerlo cambiando nuestro modo de vivir y actuar. La idea
no es invento de la masonería; las culturas cristianas pueden leerla
en la máxima de san Pablo: “recogerás lo que siembres”, y en
Oriente la encontramos en las complejas doctrinas del Karma. Es
de fundamental importancia aconsejar al recién llegado a
Compañero que debe contenerse en el ejercicio de la libertad de
elección que caracteriza a su nivel de consciencia. Y lo que es más
importante, que es la clave de la libertad humana, puesto que hace
hincapié en el echo de que el individuo puede y hace determinar su
experiencia mediante el ejercicio de la elección en cada situación.
Es el primer paso para perdonar a los demás, porque una persona
que acepta la responsabilidad de su propia situación no echa la
culpa a los otros. Por ello, los salarios representan no tanto una
recompensa por el mérito o un castigo por el error como la
armoniosa experiencia de vivir dentro de la ley psicológica / moral o
la difícil experiencia de tratar de vivir fuera de ella. El último y más
importante de los símbolos que se encuentran en la cámara central
es la letra “G” o, en algunas versiones de la simbología, el “ojo que
todo lo ve”. La letra “G” es la inicial de la deidad, no una
representación de la propia deidad sino la ciencia de su nombre. Su
presencia en un lugar simboliza que el alma transmite dos ideas: la
primera, que nuestros actos son “observados” o “registrados”, o de
alguna manera incluidos en la fábrica de la existencia con sus
inevitables consecuencias para bien o para mal. Segundo, es una
representación de la estrella flamínea que vimos en lo alto de la
escalera de Jacob en el Primer Grado, pero aquí la encontramos
“en el centro del edificio”. Su presencia nos dice que trabajando en
el nivel del alma se puede llegar a tener consciencia de la presencia
de la deidad y orientar a nuestras acciones y aspiraciones hacia
ellas. Con esta capacidad para sentir la presencia divina, el
Compañero puede apartar la actitud de la fe que le ha guiado como
Aprendiz y asumir un concepto positivo de la esperanza, ya que
ahora es capaz de vislumbrar su objetivo cuando prosigue las
labores que le prepararán para el siguiente paso de su desarrollo.
Los procesos psicológicos del trabajo en el Segundo Grado son
difíciles y dolorosos. Sin embargo, si el individuo persevera, se
encontrará en el estado de Compañero maduro, en posesión de sí
mismo, consciente de sus cánones de moralidad y capaz de ejercer
su voluntad libremente. La habilidad para hacerlo es el objetivo
fundamental del Segundo Grado, ya que hasta que una persona
esté en verdadera posesión de su voluntad no puede rendirla, y
avanzar hacia el Tercer Grado requiere exactamente eso. TERCER
GRADO – MAESTRO MASÓN. Es muy difícil interpretar el Grado
de Maestro Masón porque el ritual describe un proceso psicológico
que sucede muy raras veces en nuestra sociedad, pero cuando
ocurre es tan intensamente personal que pocos que lo han
experimentado están preparados para hablar de ello fuera de su
círculo privado. El Tercer Grado transmite una leyenda basada, de
una forma u otra, en casi todas las culturas humanas. La leyenda
tiene dos aspectos: el primero es un desastre primordial, un
acontecimiento catastrófico que supone una pérdida profunda e
impone una gran dificultad a todo el género humano: el segundo
alude a los medios por los que la pérdida puede transformarse en
algo bueno y así pueda restaurarse el feliz y original estado
humano. En toda la civilización occidental el primer aspecto de esta
leyenda, el del desastre primordial, esta encarnado en la teoría de
la “caída del hombre”. En nuestra sociedad materialista el libro del
Génesis suele interpretarse como una creación del universo físico, a
pesar del hecho de que la posición se ha convertido en algo menos
defendible después de tantos descubrimientos en las ciencias
físicas. Hemos tocado brevemente una interpretación mística de
este texto en el que el Génesis I describe la “creación” del mundo
del espíritu y el Génesis II la “formación” del alma y del mundo de la
psique. En este contexto, el “caído” y la posterior expulsión de Adán
del Edén se refiere al proceso por el que los miembros de la raza
humana fueron los primeros a encarnarse por un acto de voluntad
divino. Una de las consecuencias de esta encarnación inicial parece
ser que los seres humanos, tras haberse encarnado, han perdido la
capacidad para “caminar con Dios” y de ser mantenidos
directamente por Dios. En su lugar la humanidad encarnada es
“cortada”, separada; el individuo encarnado debe mantenerse a sí
mismo “con el sudor en la frente”. Adaptando esta idea a los
términos contemporáneos, podríamos decir que en su estado
original (esto es, antes de que la raza apareciera en la tierra por
primera vez) la especie humana podía tener consciencia y
comunicares directamente con la deidad; y que algún
acontecimiento relacionado con el proceso de la encarnación rompe
con esa conexión. En el tratamiento masónico de este tema los
acontecimientos se describen usando el simbolismo de la muerte.
La muerte que se describe en el Tercer Grado no es la muerte física
que concluye con nuestro período de encarnación, sino un proceso
psicológico individual que de alguna manera es análogo a la muerte
física. El tema se representa mediante la reconstrucción del
asesinato del Arquitecto Principal, el más joven de los Tres Grandes
Maestros Masones en la construcción del Templo del Rey Salomón.
Se dice que el acontecimiento tuvo lugar cuando el “trabajo (en el
Templo) estaba a punto de finalizar”, y como resultado se perdieron
los “secretos del Maestro Masón”, ya que solo podían transmitirse
cuando los tres Grandes Maestros estuvieran presentes en y
oficiando. El modo más sencillo y obvio de entender la leyenda es
como una advertencia de que siempre se debe ser fiel a las
obligaciones; y ésta es sin duda una interpretación válida. Pero
cuando nos reflejamos en la experiencia del Grado, la grandeza de
la amplitud de la ceremonia perece superar esa simple explicación e
invitar a nuestra atención a la descripción simbólica de la condición
de aislamiento del ser humano a la que alude la historia. Está claro
que el Arquitecto asesinado no es completamente desconocido. La
simbología de la escalera caracol ha presentado a estos grandes
maestros y ya ha asociado al Arquitecto principal con el primer
Vigilante/yo. Por estos medios podemos relacionar los principios
que aparecen en la leyenda con el ser humano individual heredero
de los procesos de la “caída”. Si consideramos al ser humano como
el “templo de Dios”, entonces en un sentido la construcción de ese
templo esta por finalizarse cuando el individuo va a nacer. La
persona que está destinada a ocupar el joven cuerpo tiene espíritu,
alma y yo, y reside en el Edén (la residencia de almas inocentes
que todavía no se han encarnada) y el feliz contacto con la divinidad
hasta que llegue el momento de su nacimiento y su cuerpo (su
“abrigo de piel”) esté preparado para recibirle. En este contexto, la
muerte del Arquitecto representa el acontecimiento en el momento
del nacimiento cuando el yo (el Primer Vigilante) se siente agobiado
por el impacto del confinamiento en su cuerpo físico y pierde la
consciencia, concretamente el contacto consciente con su alma y su
espíritu y con la divinidad. Esta “muerte” o restricción de la
consciencia refleja en el nivel individual la separación consciente de
la deidad que la historia de la “caída” describe para el ser humano.
La leyenda masónica cuenta que el Arquitecto es enterrado en una
tumba de “tres pies hacia el Este y tres pies hacia el Oeste”
(limitada por la dimensión de la consciencia), y tres pies entre el
Norte y el Sur (limitada en la capacidad para la acción y la
restricción) y de cinco o más pies (la altura de un hombre) de
profundidad”. Además la leyenda da a entender que el feliz estado
edénico que precedió a la encarnación sólo es posible cuando los
Tres Oficiales Principales – yo, alma, espíritu- están en buen
estado; y en ese sentido esta claro por que los “secretos del
Maestro Masón” (la consciencia de los “mundos superiores”) se ha
perdido. Los párrafos anteriores consideran el primer aspecto de la
leyenda masónica, la del desastre primordial; y ofrecen una
explicación de cómo podemos llegar a ser en nuestra situación
presente y aparentemente aislada. La segunda perspectiva de la
leyenda habla de reparar la situación, y cuando examinamos esa
segunda perspectiva se hace claro por qué la lectura del Tercer
Grado dice que “para un completo conocimiento de este Grado
basta poco alcance”. Hay un segundo contexto en el que el ser
humano puede considerarse el Templo de Dios, y es reconociendo
que la estructura psicológica que hemos visto construir (o quizá
explorar) al masón con tanto esmero es ese “Templo”. En este caso
el Compañero maduro cuya condición hemos descrito más arriba es
el templo que esta a punto de acabarse; y la “muerte” que se
mencionaba en la leyenda es el proceso psicológico por el cual se
concluirá la construcción. Es un proceso de “muerte del yo”, y no
resulta algo totalmente nuevo al candidato al Tercer Grado. Cuando
se inició como aprendiz, el candidato se consideraba un ser físico,
aunque ya entonces tuvo conocimiento de que “había algo más”. En
el curso de su desarrollo habrá “muerto” esa idea y llegará a
considerarse fundamentalmente un ser psicológico, un alma y yo
humanos, que ocupan un cuerpo. La “muerte” a la que se enfrenta
un candidato en el Tercer Grado le obligará a reconocer que no es
más un ser psicológico que físico, sino más bien un ser espiritual
que tiene cuerpo y alma. “Reconocer” el mundo es importante. La
mayoría de las personas religiosas creen que tienen una esencia
espiritual. La “muerte” psicológica mencionada en el Tercer Grado
está relacionada con la experiencia de esa ciencia espiritual. Puesto
que requiere la muerte del yo del candidato (su esencia
psicológica), y puesto que su yo es el concepto de su existencia,
esa “muerte” puede ser un proceso muy doloroso y terrible.
CARTA A UN COMPAÑERO DEL OFICIO
Iván Herrera Michel, 33º

Q:. H:. Compañero,

Bienvenido al segundo Grado de la Masonería.

Luego de haber practicado por algunos meses la Liturgia del Primer Grado, haber
reflexionado acerca de su contenido y enseñanzas, y en particular sobre aquellas
relacionadas con la practica de la virtud, así como haber aprendido durante ese tiempo a
familializaros con los Símbolos Masónicos y con nuestras formas de comportamientos
públicos y privados, llegáis ahora a un espacio nuevo que complementa la propuesta
básica de la Masonería simbólica, sobre la que habrá de levantarse vuestra construcción
personal.

Este fundamento doctrinal que ahora completáis, hunde sus raíces en la Masonería
primitiva de la edad media y del renacimiento, dividida en solo dos Grados y no en tres
como ahora, y desde entonces “Masoniza” (si se me permite la expresión) a la persona
que toca como profana nuestro pórtico con la sola presentación de que es “libre y de
buenas costumbres”.

Y es que, desde el siglo XVII, en que los Masones dejan de ser unos súbditos
agremiados, que en diferentes reinos de la Europa occidental se ganaban la vida en el
negocio de la construcción de edificios, observando como código de conducta el cultivo
del honor y de la virtud, y paulatinamente se convierten en ciudadanos que desde
entonces se dedican a temas teóricos generales, a hacer una que otra revolución, a
fundar uno que otro club de servicios, a establecer uno que otro régimen político, y a
organizar una que otra división dentro de la Masonería, dividen el primer Grado en dos
partes para adoptar seguidamente  un tercero con la denominación de Maestro. que
espero pronto tendréis la oportunidad de conocer y estudiar.

En lo que respecta al paso que acabáis de dar, vemos que estos dos primeros Grados de
Aprendiz y Compañero - originalmente unidos en uno solo y ahora separados - versan
sus mensajes complementarios y su invitación al estudio dentro del marco de las dos
columnas que sostienen el Templo Masónico, la una: la VIRTUD; la otra: el HONOR.
Es decir, que estos dos primeros Grados son los pilares sobre los que habréis de levantar
vuestro edificio Masónico.  Y este no es un asunto de poca monta, ya que como habéis
percibido la virtud y el honor son las dos referencias con las que muchos Masones
queremos que se conozca a la Orden.

Más, ya en el plano de vuestra construcción individual la invitación cardinal de este


grado es al estudio de la Ciencia y las Artes.  Y decir Ciencia es nombrar un tipo de
razonamiento no metafísico, que sea lógico, logrado a través de lo empírico, de lo
racional y de la aplicación del método experimental sobre la realidad objetiva. 
Exactamente lo contrario de lo que ofrecen a los caminos de la fe, de las creencias y del
dogma.

La Masonería tradicionalmente, recuerda en este segundo Grado a las Universidades


medievales, en lo que hace relación a que el estudio se basaba en aquella época en la
clásica división del Trivium y el Cuadrivium, además de los estudios de filosofía, que a
veces incluía derecho, y teología.

Este Trivium (que significa “tres vías”) consistía en un grupo de asignaturas que
correspondían a las letras; y el Cuadrivium (o Cuatro Vías) a otro grupo de materias
relacionadas con las ciencias.  La idea era de que quien cursara estas disciplinas era una
persona que había completado sus estudios.  Aún no se conocían las especializaciones y
subespecializaciones que hoy se estudian en  postrados dirigidos a profundizar en un
solo área del conocimiento.

Para ese entonces, la propia organización del conocimiento durante la Edad Media
rendía culto a la importancia de las Matemáticas.  Una herencia de ese pasado, es la
cantidad de Matemáticas que se ve en nuestra primaria y bachillerato, que tan poco sirve
a la mayoría de los profesionales que no estudian ingeniería, física o Matemática en
detrimento de otras áreas y otros quehaceres del saber humano.  Por ejemplo, en
Colombia mientras matemáticas se estudia en primaria y secundaria durante doce años,
filosofía se estudia en dos,  e historia en seis.

Del Trivium se afirmaba que incluía las llamadas Tres Artes Liberales relativas a la
elocuencia: ellas eran la Gramática, la Retórica y la Dialéctica, por lo tanto se
consideraba como un conocimiento menor al del otro grupo.  De allí viene la palabra
trivial, como sinónimo de fácil, liviano y superficial.

A su vez, el Cuadrivium contenía las denominadas Cuatro Artes Matemáticas: y ellas


eran a su vez La Música, el Álgebra, la Geometría y la Astrología, y se le daba mayor
importancia.
Hace unos días, en una Masticación posterior a un Aumento de Salario otorgado en la
Logia Lealtad N° 7, jurisdiccionada a la Gran Logia del Norte de Colombia, se presentó
la inquietud acerca de la importancia de que un Masón supiera hablar en público.  Y
aunque esta es una destreza que se fortalece en las Logias espontáneamente, el escenario
adecuado que brinda la Masonería para ello se encuentra precisamente en la Asamblea
de Compañeros, lo cual ratifica, sin lugar a dudas, lo que siempre hemos sostenido: La
Masonería no solo es útil, sino que además es un complemento de nuestra educación
profana, y que el que se aplica a su método se distingue per se en el mundo exterior.

Q:. H:. Compañero,

Al continuar usted ahora el método de construcción personal que ofrece la Masonería,


nuestra invitación cardinal es al estudio.  Hago votos por que las expectativas
intelectuales que lo llevaron vuestro adelanto en las enseñanzas que ofrece la Orden
sean colmadas a entera satisfacción.  Mil éxitos

La Estrella de Cinco Puntas


“AÑO DEL SESQUICENTENARIO DEL NACIMIENTO DEL R:.H:. MIGUEL GRAU"

21 TEMAS DEL COMPAÑERO MASÓN 

TEMA N° 18

LA ESTRELLA DE CINCO PUNTAS: SU ORIGEN, SIGNIFICADO E


INTERPRETACIÓN

La palabra Estrella, viene del Latín “stella”, y se da este nombre a cualquiera de los Astros que
brillan en el firmamento y que se suponen con luz propia. Tiene varias acepciones, tales como:
Estrella errante, Estrella fugaz, Estrella polar, Estrella de Venus, etc.

La estrella es uno de los Símbolos, cuyo empleo en Masonería es muy común, principalmente
la de cinco puntas; además, es el nombre técnico que se da a las luces de la Logia.
 

Veremos ahora cual es su origen, como emblema masónico, y llegaremos a la conclusión, de


que es originaria del Pentalpha de Pitágoras, palabra que deriva del Griego penta, “cinco” y
“alpha” “A” o sea la primera letra de dicho idioma, que afecta la figura de un triángulo pequeño.

El “pentalpha”, es una figura Geométrica, construida por los Pitagóricos, quienes tomaron como
base un triángulo, y así, uniendo cinco de éstas figuras sobre un pentágono, formaron la
estrella de cinco puntas, pero no terminó ahí la estructura de este Símbolo, sino que, tomando
el centro del Pentágono, trazaron líneas hacia sus vértices, dando como resultado otros cinco
triángulos en el interior del pentalpha, que sumados a los anteriores, en realidad resultan diez;
pero luego, cada triángulo lo subdividieron en otros cuatro, dando como consecuencia un
conjunto de cuarenta triángulos más pequeños; en cuyo caso: ¿Cuál fue el fen6meno que se
les presentó al centro de la estrella de cinco puntas? fue nada menos que otro pentalpha.

He aquí, el motivo por el cual los Pitagóricos consideraron a esta figura geométrica, como el
“emblema de la perfección y el supremo saber".

En tal virtud, como Símbolo en las actuales Logias, representa a la unidad humana, "El
Hombre”, a la fraternidad masónica, a la paz mundial, al amor universal, y a la naturaleza.

Parece que los Pitagóricos, al construir e introducir la estrella de cinco puntas, dentro de sus
enseñanzas, tomaron como base, el triple triángulo enlazado, que usaban los Druidas y los
Esenios; figura Geométrica que dedicaban a la divinidad, en atención a su estructura y
significado esotérico, puesto que para ellos, también representaba a la inteligencia, la fuerza, la
vida, la generación y la naturaleza, circunstancias que concurren en todo ser humano.

Como se ve, el origen geométrico del pentalpha es el Triángulo; es decir, la base de la


Trigonometría, tan extensamente aplicada en algunas ciencias.

Es por eso también, que la Masonería Simbólica, en la mayoría de las decoraciones y muebles
de sus Logias, las encontramos de forma triangular, desde el documento que firman los
Postulantes dentro de la cámara secreta, hasta el Ara, lugar de su Consagración.

Los discípulos de Pitágoras, para completar el simbolismo del pentalpha, colocaron, dentro de
cada uno de sus triángulos, las letras de la palabra Griega Tfeia, la que actualmente
encontramos cambiada por la Latina salus, pero que ambas significan “salud”, y de esta
manera fue hecho el talismán de la muerte, que estudiaremos más adelante, en cámaras
superiores.

Después de que Pitágoras introdujo este símbolo, entre las enseñanzas de sus discípulos, los
Cristianos Primitivos, usaron la Estrella de Cinco Puntas, como emblemática de las cinco
heridas del Salvador, y su inscripción es bajo la representación del cuerpo humano.

En la actualidad como símbolo Masónico , desempeña también el papel de estrella quinaria,


que es la representación típica de la paz y el amor fraternal, tomando precisamente como base,
la forma como se encuentra entrelazada.

No hay que confundir, la Estrella de Cinco Puntas, con la Estrella Flamígera, ni con el Sello de
Salomón; pues la Flamígera, como su nombre lo indica arroja flamas o destellos. Y en su
centro lleva la letra “G” y el Sello de Salomón está integrado por dos triángulos empalmados, es
decir que lo forman seis puntas o pequeños triángulos.

Conocemos las interpretaciones que se dan actualmente a la estrella de Cinco puntas,


pentalpha, pentagrama o estrella quinaria, que son los nombres con que se le conoce en
Masonería; principiaremos por decir que se le señala como representativa del ser humano,
porque en ellas están marcadas las cinco extremidades del hombre, la Cabeza, los dos Brazos,
y las dos Piernas; sus cinco sentidos; la vista, el oído, el olfato, el gusto y el tacto, también se
encuentran comprendidos los cinco elementos naturales de los seres anumados, la materia, el
espíritu, el alma, la fuerza y la vida.

Asimismo, la interpretación física, indica que en el Cuerpo Humano, están concentradas las
cinco fuerzas o elementos, que la Naturaleza impone para perpetuizar su acción en el Mundo
las cuales son: la Tierra, el Agua, el Aire, el Fuego y el Tiempo, en el concepto de que cada
Triángulo del Pentagrama representa a uno de dichos factores, los que constantemente están
obrando como fenómenos químicos, sobre los seres y las cosas, indispensables para la vida
eterna. 

El fenómeno genealógico, aplicado a la Estrella de Cinco Puntas, consiste en la explicación


geométrica Pitag6rica, de la reproducción de figuras triangulares, que hacen aparecer, dentro
de dicho emblema otro pentagrama más pequeño; y si continuamos repitiendo la misma
operaci6n resultaría, que la Estrella de Cinco Puntas se reduciría a un punto, o sea que
volvería a su verdadero origen, y por lo tanto quedaría convertido en una molécula.   En ese
caso no había más remedio que recurrir nuevamente al triángulo, para poder volver a su forma
normal, a la figura de cinco puntas.

En esa forma se explica, la reproducción de los seres y las plantas, nacen, "Vienen a la Vida",
crecen, “La Naturaleza los alimenta", se reproducen, "continúan la obra de la creación", y
mueren, "Vuelven a su Origen", para después repetir el mismo fenómeno indefinidamente, de
nacimiento, vida y muerte, representado por cada Triángulo, con relación a la fuerza
generación o germinación, desarrollada por la propia naturaleza.

Como se ve, el simbolismo de la estrella del compañero masón, tiene muchas aplicaciones;
muchas de ellas se irán descubriendo con conocimientos más profundos en grados superiores.

También comprobamos que el triángulo, en esta Segunda Cámara, sigue dándonos a conocer
nuevas enseñanzas, formando con él figuras geométricas más complicadas, pero no cabe
duda, que si esas figuras son distintas, su origen es el mismo: el “Triángulo”.

Así la Naturaleza, nos muestra sus obras en distintas formas, su acci6n la aplica de diferentes
modos, sus medios de producción y reproducción, son variados, y algunas veces hasta
desconocidos por la ciencia, pero su origen es el mismo e igual es su fin; en una palabra, la
naturaleza es inmortal.

También diremos, que la Insignia que Nuestra Orden impone al Lubetón al ser recibido en su
seno es nada menos que una estrella quinaria, la que simboliza el nacimiento de un nuevo ser,
no precisamente dentro del Mundo Profano, porque ahí, espiritualmente. se le considera
amorfo sino dentro de la luz masónica simb6lica, en donde ya se le considera preparado y
educado dentro de las ideas liberales por sus progenitores, los que irremisiblemente deben
haberle conducido hacia el perfeccionamiento moral e intelectual establecido por el grandioso
símbolo de la estrella quinaria, su divisa.

B:.R:.L:.S:. Nº 127 “Libertad Universal”

R:.H:. Oscar Iannacone

V:. de Lima, 11 de agosto de 2005

El Trabajo

Por Oswald Wirth

Cuando le han sido comunicados al Compañero los misterios tradicionales que le


permiten hacerse reconocer, es conducido hacia los H∴ H∴ Vig∴ que lo examinan. Sólo
después de esta prueba se le proclama Compañero. Pero, los “misterios” de que se trata
no son sino simplemente simbólicos. Para ser realmente reconocido como Iniciado del
segundo Grado, será necesario que haga sus pruebas en forma más seria. Es al pie de la
obra donde se conoce al Masón, y es por su modo de trabajar como se confirma el
Compañero.

Pero, ¿Qué es preciso entender por trabajo en Masonería?. Muy a menudo los Masones
confunden el símbolo con la realidad; se imaginan haber trabajado masónicamente por
el hecho de haber seguido con asiduidad los trabajos de su Logia, haciendo honor, en su
oportunidad, a los “trabajos de masticación”. ¡Ay! los que piensan así no conocen de la
Masonería sino la letra muerta: todo lo ignoran del verdadero trabajo iniciático.

Este “trabajo por excelencia”, al cual se consagraron los Sabios de todos los tiempos,
está muy lejos de limitarse al cumplimiento de ceremonias simbólicas, por muy
profundamente significativas que sean. La “Gran Obra”, a la cual nos convida la Franc-
Masonería, implica, en efecto, participación efectiva de nuestra parte en la empresa
más sublime que se pueda concebir, puesto que se trata nada menos que de la creación
del Mundo o de su perfección, lo que viene a ser exactamente lo mismo. Estamos
llamados a conocer la marcha del Progreso, a adivinar las intenciones de lo que se
quiere hacer, a descifrar, en otros términos, el plan de la Inteligencia constructiva del
Universo, a fin de poder intervenir útilmente con el fin de favorecer en todas partes la
aparición de lo mejor.

Obreros del perfeccionamiento general, debemos saber construir, con nuestra


inteligencia, nuestra alma y nuestra voluntad, un edificio moral que será el Templo
único de una Humanidad más y más esclarecida, desplegando en todas partes una
actividad armónica, por el sólo hecho de estar libre de todos los males mantenidos por
la ignorancia, por la falta de inteligencia y de comprensión o, en otros términos,
tontería humana.

Esta tontería, esta incapacidad culpable de todos los sufrimientos que los hombres se
ocasionan entre sí, representa para el Iniciado el gran enemigo, el adversario por
excelencia. (Adversario se dice en hebreo, Satán. Y el verdadero Satán que se opone a la
luz creadora, es el oscurantismo, que gusta a los que anatematizan la emancipación de
las inteligencias). Debe ser combatido sin descanso, desde luego, en nosotros mismos,
después a nuestro alrededor. Iluminarse a sí mismo, a fin de poder alumbrar a los
otros, tal es el verdadero objeto del trabajo masónico.

Nosotros trabajamos, luchamos, a fin de conquistar la luz, para después esparcirla o


difundirla. Somos Obreros de la luz y colaboramos como tales en la Gran Obra del
Grande Arquitecto del Universo.

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