Conciencia Moral2
Conciencia Moral2
Conciencia Moral2
de los valores
La conciencia es el saber que se dirige al propio yo, de ese modo se corresponden las
designaciones de las lenguas filosóficas griegas, latinas y germanas (syneidesis, conscientia
y gewissen). La conciencia consiste en ser un saber participativo: “un saber con uno
mismo. Es decir, algo intenso e íntimo que guarda relación con el centro de la vida”
(Guardini, 2000: 89).
El individualismo es una forma artificiosa de ser que evade tanto el llamado íntimo de los
valores como la realización del ser humano en tanto persona. López Quintás afirma que se
debe poner en juego un campo de relaciones “entre nosotros y la realidad que queremos
conocer. Ese campo de juego es un lugar de iluminación: en él se alumbra el sentido de la
realidad conocida. Ello no significa una postura relativista o subjetivista; es una actitud
relacional” (Guardini, 2000: XXXVIII). Y en línea con esa actitud relacional, Guardini
reprocha la postura intelectual que enarbola la alteridad como valor en sí mismo pues el
prójimo es valioso en demasía, en la medida en que realiza o está implicado con valores
éticos y no en la soledad o en la mera individualidad; con ello demuestra estar a favor de
una alteridad contenida en la esfera ética y en contra de una alteridad que podríamos
denominar descentrada.
Por lo tanto, la alteridad en esta situación está cifrada por una circunstancia axiológica
que le confiere un rostro metafísico tanto a la acción como al agente que la realiza. De lo
contrario, el puro reconocimiento del otro como ser indeterminado traería consigo la
imposibilidad de una consignación ética razonable y no cabría más que aceptar la
antinomia de la diferencia radical. La noción de conciencia moral permite llevar a cabo una
reflexión antropológica en torno a situaciones prácticas que no termina agotándose en la
noción de alteridad entendida comúnmente como la condición suficiente (pero sí
necesaria) de la experiencia auténticamente moral. Para el filósofo ítalo germano, el ser
humano se halla en una constante tensión entre la inmanencia y la trascendencia.
La ética se debe comprender desde la necesidad que las personas mantienen respecto de
un determinado contexto de sentido. Asimismo, en la circunstancia cotidiana el agente
moral no se puede desvincular del bien si pretende establecer-se en el terreno ético. La
ética es una esfera de relaciones interhumanas que opera en torno a un pilar: el bien, vale
decir, a “un contexto de interpelación y obligación” (Guardini, 2000: 83) que efectúa el
llamado a actuar en determinados rumbos. Por lo tanto, se trata de una esfera que
implica la comunicación y que solicita la atención de sus participantes.