Woodrow Borah Juzgado General de Indios

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FUNCIONARIOS, PROCEDIMIENTOS Y POLÍTICA 237

El amparo de los indios consiste en que tenga ei Virrey un asesor


experimentado y que lo haya sido mucho tiempo y que conozca el
VI. EL JUZGADO: FUNCIONARIOS, PROCBDIMIENTOS Y género de pleitos y puerilidades sobre que vienen con ordinarias
POLITICA quejas; y por eso manda Su Majestad por su cédula que no se mude
ni altere sin grave causa.3
JunforcanpNrr, la vasta competencia del Juzgado General de Indios se Con excepción de los abogados de la Corona adscritos a Ia Audiencia
basaba en el virrey, pero este funcionario era tanto un hombre como el en las dos divisiones de lo civil y lo criminal, que por orden real eran,
jefe de ,rna co.rsideiable organización, cada vez más una burocracia, ambas, protectoras de los indios, el personal recibía su salario del fondo
Luyas partes desarrollaron su propio esprit de corps, sus propios proce- del medio real, y de allÍ su nombre colectivo tninistros del medio real,
dimientos y su propia política. Como hombre, el virrey era un noble o sea agentes legales indios asalariados. (El significaclo de la palabra
peninsular que táUíá préstado largos servicios, generalmente en las esfe- ministros ha cambiado con el tiempo, y su sentido de la época se ha
ia. de la Cbrona de Castilla; solía ser de edad avanzada, y vuelto arcaico.) La mayor parte de los análisis de las {unciones y la
"r.op"*
considerádo como digno de un puesto de gran honor y altos ingresos. actividad de los agentes indios se harán en i:l capítulo siguiente, pero
Nombrado para un periodo supuestamente de cinco años, pero que a resulta indispensable cierta enumeración y análisis.
veces era mayor, rara vez había estado en México o en alguna otra parte El primer cuadro de organización para los agentes indios, instituido
de América. Llegaba conociendo poco de la colonia, y tan sólo hacia la por Luis de Velasco II y el conde de Monterrey, ya era bastante ela-
mitad o el fin áe su gestión adquiría la experiencia que le permitiría borado, pues los dos virreyes trataron de ver que se cumpliera con las
administrar el Juzgaclo con sabiduría y eficiencia. Siendo casi invariable- funciones necesarias y de aplacar los intereses burocráticos rnediante
mente un n«¡ble dé capa y espada, preparado para gobernar y hacer la una participación en el me<lio real.a Cierto aumento se efectuii err los
guerra, carecía de los conocimientos jurídicos necesarios para actuar años siguientes, probablement.e durante la gestión del marqués de Gua-
óomo juez sin el consejo experto de un asesor jurídico. Además, era, en dalcázar (1612-1621), cuyo genio al organizar la coloni;¡ para LIn saqucc)
la colónia, el funcionario a quien en última instancia se turnaban to- organizado y hacer que a la gente de bien le gustara no ha sido apre-
das las decisiones para tomailas, revisarlas o enviarlas a España -de ciado, en su total éxito, por escritores posteriores. Ya en la época de la
despacho universal, segJqn la frase de la época- y, sin ninguna conside- inspección general de Juan de Palafox en el decenio de 1640, el cuadro
.u"iótr a la menguada energía de una edad avanzada, se le mantenía su- de organización tenía la forma general que había de conservar, con cam-
mamente ,rcupaáo con preocupaciones administrativas y funciones cere' bios relativamente menores, hasta el fin del régimen español.¡'
moniales pa.á lleoar los asuntos del Juzgado sin una gran rnedida de Esta comparativa estabilidad en las dimensiones del personal ofrecc:
a1,uda; en resumen, sin todo un personal.l cierto interés, pues evidentemente el volumen de los asuntos que debían
La continuidad en el funcionamiento y la política, observable con faci- tratarse no permaneció constante durante más de dos siglos. Podemos
liclad en los casos del Juzgado, claramente procedía del personal, cuyos suponer que, de manera general, siguió las fluctuaciones del número
rniembros continuaban durante las administraciones de varios virreyes, de indios en el México central, que por la época del establecimiento del
plres ocupaban cargos permanentes, sujetos tan sólo a los requerimien- Juzgado estaba reduciéndose, hasta llegar a su nadir en la primera mitad
ios normáles de buena conducta, capacidad profesional y física y deseo del siglo xvrr. En adelante, pese a ciertas fluctuaciones, la tendencia
cle continual' en sus puestos. f)entro del personal, el asesor constitula fue de constante ascenso, aun cuando el elemento aborigen participare
la base, y después de cierta experimentación en los primeros años,2 un poco menos en el aumento general que caracterizó a la población
siernpre era urjuez de la Audiencia, con larga experiencia en la colonia mexicana a finales del periodo colonial. Por tanto, el siglo xvrll fue una
y en asuntos ináios. Como lo comenté Juan de Palafox, dirigiéndose al época en la que una creciente población de los pueblos ejerció presión
siguiente virrey, el conde de Salvatierra, en 1642: sobre los recursos de la tierra y disputó su posesión con sus vecinos, ya
fuesen otros pueblos o bien poseedores individuales.o Tarnbién fue una
:t Véase la elocuente declaración de Manuel de Flon, intendente de Puebla, 3 Palafox y II, 144-146.
Mendoza,
a fvfieuál CuVái."ó áe Soler,i'Do, ministro de [Iacienda, Puebla, 2l de diciembre aVéanse el capítulo rv, y Díez de la Calle, pp. 116-117, 120-122 y 126'127.
ae t§ot, en Pietschrnurrrr, <locumentos", AGNts,2r ser',.XII (1971) 5 Lista de tributarios y cargos al medio real, antes y después de 1643,
qjO¿jS; y Villarroel, pp. ZT-28" Para ejemplos de las vidas de los virreyes, s. f., MS, AGI-M, leg. 469. Sobre Guadalcázar, véase Bancroft, lII, 28-32, v
,¿át" but.t".ón Quiíañó, L,os virreyes-de... Cartas 11I, I-II, passim, su lr:s Bcrrah, "Un gobierno provincial de frontera", HM, XIII (1963-1964), 532'550,
t,irieyes de... Cirlós li,l'll, pasiiott; Aitor! Pas.sim; Sarabia Viejo, passfnr; esp. 548-549.
v las trreves indicaciones en Bancroft, II-IV, passitm. u Taylor, Landlord, pp. 83-89. Véase también Florescano, pp. 140-197, que
2 \/i'lrsc cl ¿rnálisis cn el capítulo vrr. sutrraya cl c:or-iflir:to aunque le asigna otra causa.
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238 FI.JNCIONARIOS, PROC]EDIMIE,NTOS Y POLITICA FUNCIONARIOS, PROCED]MIEN'IOS Y POLITICA 239

época en la que, si bien aparecieron otros conflictos y crímenes, apro- virrey. La preparación de los dc»cumentos era prerrogativa del notario
ximándr.¡se a ia proporción del ¡úmero de persr:nas de conrienzos del dcl Juzgado, quien aun con la tarifa oficial obtenía una generosa cose-
siglo XVrf, habrÍa un aurnento constante en términc¡s atriic¡lr¡tos, pero no cha de honorarios.'o Cada año se presentaban al asesor, asimismo, las
en términr¡s relativos. cuentas de las tesorerías de las parcialidades y sus barrios constituyen-
El volumen de los asuntos indios, que plu§o É)n serios aprietos al tes, para su auditoría y aprobación. En tales auditorías, el asesor sin
Jtrzgar,to en sus primeros años, debió de reducir-qe durante unas cuantas duda contó con la ayuda de alguien, versado en contabilidad, pues él
décadas a comienzos y mediados del siglo xvrr, y entonces empezó un más sabía de leyes que de cuentas. Además, esta auditoría debió de ser
aumento constante. A comietlzos del régirnen bo¡'bónico, la Cc¡rona reci- esencialmente rutinaria y entrañar gran pérdida de tiempo. 'Iambién
bió informes de un enorrne apilarniento de casos, incitlso asuntos indios habia que obtener del asesor, actuando nuevarnente en nomllre del vi-
en la Audiencia,' que trató de reriolver nomb¡:anei,o nuevos jueces. rrey, autorización para gastos de las tesorerias comunitarias de ios ba-
Fue sólo en el decenio de 1740 cuandr¡ se logró anular el retraso, de rrios y parcialidades, especialmente en las celebraciones de los santos
modo que po6o a poec, fuiiron desaparecienclo Ios jueces Supernumera- patronos. Desde luego, el notario del juzgado preparaba los documentos.
rios.B Ño ténem<¡s infor"mación semejante sobre el Juzgado General de Cada año, el asesor entregaba un inforrne al virrey sobre sus auditorías
Indios, pero parece lícito stlponelr qug: experirnentó un aliülento similar y sus permisos para gastos.11
de volumen, al que se tlizü frerife mediante aumentos relativamente En todo esto, el intérprete oficial del Juzgado ayudaba siempre que
pequeños de personal en el siglo XVIIL Como los aumentos fueron mo- había que traducir del náhuatl al español, y quizás también del otomí,
pues se hablaba mucllo en las cercanías de la ciudad de México. Adqui
destos, sólo hubo dos rnane¡as de adaptar el flrrjo de los aslrntos a un
personal relativarnente rigieio. El Juzgado tuvo que restringir el número rió categorÍa propia como funcionario del Juzgado en ios preparativos
de casos que se le presentatren o, de alguna manera, lograr una mayor para la observancia del día de Corpr-ls Christi en la capital española, uno
eficiencia al clespachar, cle rnanera que por éi pasaran ul᧠casos. Ten- de los grandes festivales religiosos anuales, cuya celebración bajo la
gamos est0 en üuenta. égida del cabildo de la ciudad unía a casi todos los dignatarios espa-
Bajo la sn¡rervisión del asesor, los agentes indios cumplían con cua- ñoles, los rniembros de los agremiados de la ciudacl y un público enorme.
tro funciones básicas. En otros contextos ya liemos analizado tres de Junto con los gobernadores de las dos parcialidades, el intérprete del
ellas, que aho¡:a cleberemos examinar en nuevos términ<¡s. Eran: ayuda Juzgado organizaba listas de trabajo de los indios de todas las comuni-
a la audiencia virreinal, despacho de los casos criminales en las cárce- dades, en un radio de cerca de cuarenta ]r cinco millas, para la construc-
les indias de las parcialidades de la capital, y supervisiór¡ de estas divi- ción de arcos de madera y trejuco, cubiertos con esteras, para proteger
siones. La cuarta, servir de agentes jurídicos para los casos indios en que a ia larga y lenta procesión de los rayos del sol quernante.l2
se apelara a ias diversas partes de la Audiencia y, además, representar Iodas estas prácticas ya estaban bien desa¡'rolladas en los últimos de-
a los naturales ante las cc¡rtes eclesiásticas y otros tribunales, obvia- cenios del periodo colonial, pero hasta hoy no sabemos con precisión
mente tan sólo en el área de la ciudad de México, por causa de sus pe- córno ni cuándo surgieron. Como algunos de los barrios indios se halla-
queños números y los probletr.ras de la distancia, quedaba fuera del ban dentro de provincias adyacentes a la capitai, como San Cristóbal
Juzgado General de Indios, aun cuando dentro de la jurisdiccién del me- Ecatepec y Tacuba, y como el asesor ejercía funciones de auditoría y
dio real.8 supervisión, que eran prerrogativas de los gobernadores de las provincias,
La supervisión de las dos parcialidades indias y de sus barrios cons- mantener relaciones armoniosas entre el Juzgado y los administradc¡res
tituyentes dentro del vecindario de la ciudad cle Méxiccl exigía Ios ser- de aquellas provincias sin duda necesitó una buena dosis de tacto.l3
vicios del asesor, el notario y el intcirpr:ete. Como ya lo hemos dicho, la r0 Lista de honorarios para el notario del Juzgado General de Indios, ciu-
función era más administrativa que jucticial. Cacla año, había que re- da<l de México, 3 de octubre de 1741, en cl "Testimonio del expediente sobre
gistrar adecuadamente l¿rs elecciones para los funcionarios de los ba- arreglo de las obligaciones dc los solicitadores de indios y demás depen-
rrios y las parcialidades, y los documentos resultantes debían ser pre- dencias del Juzgado General de Naturales",14 de dicien-rbre de 1785, ft.2l-24,
sentaclos para su aprobación al asesor, que actuaba como sustituto del [4S, AGI-M, leg. 1286, núm. 342.
1t AGN, La secretaría de cámara, cuadro 3. Véase también el capítr:lo v.
lrLira Gr¡nzá1e2, "La extinció¡r", pp. 309-3 16, y Estrada, "l-a abr-¡lición",
7 Alburquerque al rey, ciudad de México, 31 de marzo de 1703, MS, A.GI-M, ptt.ssint, ambos en Frost, Mever y Yázquez; I-ira González, "\-a ciudad de
Ieg. 47.5 (BLT).
Durlue de la Conquista al rey, ciudad de México, 27 de febrero de 1741,
8 México y las com.unidades indígenas", Razones, 24 de marzo-6 cle abril,
1980, pp. 49-52.
y conde de Fuenclara al rey, ciudad de lv{éxico, 25 de mayo de 1745, MSS, t'r Véanse 1os casos, en ei capítulo v, de los barrios indios clentro dc lls
AGI-M, tegs. 507 y -509 respectivamente"
Véase 1a tabulación de las declaraciones de los dos solicitadores de
0 1784 rlos parcialidades. Véase también la enumeración de pr.rerblos para elct't'io-
lrL's en que el nr¡tario de cortc tenía el monopolio de prc¡rarar los doctrrncrr-
en AGI-M, leg. 128ó, núrm. 342, en el Apéndice. [.os abogados y los procura- tos, Lista, etc., ccrno en la nota 10.
dc¡rcs entre los agentcs indios tenían la misnla obligación.
240 FUNCIONARIOS, PROCEDIMIENTOS Y POLITICA FUNCION¡IRIOS, PROCE,DIMIENTOS Y POtfTICA 241

Una segunda función del Juzgado General de Indios solucién de


-laindias celado alli por otra orden suficiente.lo Era necesaria la ayuda de tros
casos criminales indios para los presos de las cárceles de las agentes indios correspondientes en la cárcel de corte, pues algilnos d("
dos parcialidades- sólo puede tratarse someramente, ya que hasta ahora los presos estaban allí por orden del Juzgado General de Indios.'7 Dondt'
no han salido a la luz actas de los casos reales. Que estaba separado prestaban más ayuda era, obviamente, en ias cárceles indias, pues el
de las operaciones de la audiencia virreinal es obvio por las listas de notario del .Iuzgado era el responsable de rnantener los registros; lo!,
docurnentos hechas en 1784 por los dos solicitadores, ya que allí no presos, todos ellos indios, eran de una u otra rnanera responsabiiidatl
aparece ningún caso que pueda atribuirse a las cárceles indias. La fun- del Juzgado General de Indi<¡s"l8
ción consistía tanto en a5rudar a la inspección semanal de las cárce- El juicio de los cargos contra los presos en las cárceles indias llevr'r
les, dirigida por jueces de la Audiencia en procesión formal, como en el al asesor a esta función, a menori que hubiese servido asimismo com<r
juicio de los casos en primera instancia con apelación a los alcaldes oidor en ei turno sernanal. Cada día de trabajo, salvo el sábado, entrtr
del crimen. Los servicios necesarios de los agentes indios eran los de las once y las doce de la mañana los gobernadores de las parciali-
asesor, abogado para los casos criminales, procurador para los misrnos dades indias, o en sustitución de ellos los alcaldes indios, r.rn a-bogarl<r
casos, notario, intérprete y alguacil.la No se sabe con certeza si los para asuntos criminales, el intérprete y el alg:acil ayudaban al asest¡r'
solicitadores pai:ticipaban en alguna forma; parece probable que no. Los gobernadores o sus sustitutos presentaban infe¡r¡nes detallados clt,
En el siglo xvrrr, el pr<rcurador de lo criminal ftre elevado a la dignidad Ias detenciones efectuadas desde el informe anterior, junto con prur.
de abogado, de modo que hubo entonces dos abogados de lo criminal.ls bas y testimouios, para que el asesor pudiese determinar qué pres()s
La inspección semanal cle las cárceles indias, así como todas las demás deblan queclar en libertad y cuáles deberían aguardar juicio.re En general,
del gobierno secular, era una ceremonia formal de considerable impor- los presos detenidos por embriag.)ez y por otros delitos menores er.¿rn
tancia. Cada sábado, los dignatarios correspondientes de la ciuclad y liber¿rclos cou sólo una adv'ertencia, sin juicio alguno. Por otros delir,s
de las parcialidades corregidores, golrernadores o alcaldes, al- consideraclori como menores, todo el asunto se llevaba a cabo vertrrl
guaciles- se formaban -jueces,
a las once de la rnañana en la cámara del palacio mente por tro que concernía a los clrlpables, y sin jr_ricio en toda forrrr;r
destinada a este propósito, para aguardar a que la Audiencia terminara Los jóvenes deteniclos por entregarse a l<¡s juegos de azar parecen habcr
su sesión. Con ellos se encontraban los agentes indios enumerados an- caiclo dentro de esta categorla. Los que eran detenidos a petición tl,"
tes, salvo el asesor, sentado en la Audiencia. También estaban presen- sus farnilias o comunidades, por conducta disoh-rta c, por incorregiblt.r,.
tes los abogados de los pobres y el atrogado de la Corona para casos no pasaban por ningrin juicio, aparte del establecirniento cn tt¡rl;r
criminales. Aguardaban todo lo que fuera necesario, esperando que la lorrna de ias causas de st¡ detención.zo
inspección no tuviese que ser diferida a la tarde, de modo que, aunque De acuerdo con nuestros conceptos, y de los que pusit en boga la Ilu,.
cumpliesen con el espíritu de la ley, no cumplían exactamente con la tra.ción, los juicios crirninales rnostrat:an graves defectos, pues sc clr r

letra. La declaración, un tanto peculiar, es la del auto acordado del 9


de enero de 1786, que regulaba tales inspecciones. En realidad, las ins- loAutos acr;rdados, I-VII del 7 de enero de 1744, elaborando Ios tlcl tri
pecciones habitualmente ocurrían por la tarde. Una vez levantacla la cle octulrrc' dt: 1642, caps. 12 y 34; CXXIII tlel 22 de r¡arzo de 1714, y r) ,1,
Audiencia, los dos oidores, por turno semanal, encabezaban la compa- ubril, l'744, CXXIV del 3l cie rnayo de i747, CXXV del 31 de mayo dc t74,,
ñía en una procesión en toda forma a la cárcel de corte, o sea la pri- CXXX ¿iel 9 de enero de 1?Bó, todos en Eeleña, I, pt. III, X8,-23 y 4&50. t..,.,
sión de la Audiencia en la ciudad de México, y después se dividían para instn;cciones reales en vigor eran las legislaciones de 1480, 1-518 y Ifi.S,l, rr,
inspeccionar las dos cárceles indias. En la cárcel de corte, los dos a \a Nueva recopilación como lib. 2-, tít.9, leyes i-ii; rcpetitla., r rr
r:or¡rr,;ra<las
oidores y en cada cárcel india un oidor, examinaban los registros para la Novísin'ta rr:ccpilación como lib. XII, tít" xxxix, Ieyes i-ii; y Ias r'xtr.nq.,.,
r.er quién había ingresado, quién había sido liberado y por qué razón, ¡rrovisiones de R.I-tr, lib. Vlf, tit. VI-VII. La autorización a los dos oirlor,...
I')ara separarse, cada uno ir L:na cárcel de una parr:ialidad india se encu(.¡rtr,r
inspeccionaban las instalaciones para ver que los prisioneros recibie- cn lib. VII, tíl. VII, ley xii. Sobre la visita de cárcei como costurnbrt. ¡,t.
ran alimento, agua y lecho, y se mantlrvieran limpias sus celdas con la rrcrai, véase Escriche y I\4artÍn, Í)iccionario, p. 712.
provisión adecuada de cuiclados religiosos y médicos. Las normas con rí Los no inciios, los indios de las provincias en algunos casos, y los ilrrlr,,.,
que se observaban estas recomendaciones eran, desde luego, las de la (lue se aproxinraron a la categoría de nobles, permanecerian en la cárt.t.l ,1,.
época, no las nuestras. Cada preso que allí se encontrara era examinado .orte por orrien del virrey v del Juzgado General de lllclios.
para determinar si estaba allí por una razón adecuada, esperando a ser 18Véase 1á nota l0; auto acordado núm. 198 del ?2 de dicicmbrc clr. 16lr,,
juzgado, cumpliendo con una sentencia, aguardando un castigo o encar- Montemayor y Córdova rle Cuenca, pt. Il, ó2 f.
1t'Cláusula 8, ordenanza pública del Juzgaclo General de Indi6s, (.rrrrl.r,l
Véase más adelante.
"lsTestimonio rlc México, 5 de diciembre dr: 1785, Beleña, II, núrn. 47 (p.202).
cle auttos fhos en virtud del Rl cédula... sobre Ia rentta del 'o I-a lista de hr¡norarios para el notario dcl Juzgi:ldo Gcncrlrl rlc lr¡r1r,,,,
mn rr de ssrios v mros. , l,¡ de diciembre de 1703, MS, AGI-M, leg.474; v , ii¡r.lad de Mi.xico, 3 de octul,,r-e de I741, cláirsLrl¿r 7, MS, A(iI, Ar¡tlrr.rr, ¡,r
Fc¡nscca y Urnrtia, I, 55i. ,ll Mtiiico, lr'1r. I2lló, nrim. .342.
242 F'UNCIONARIOS, PROCEDIMIENTOS Y POLfTICA FUNCIONARIOS, PROCEDIMIENTOS Y POLfTICA 243

tuaban en ausencia del acusado. Lo que pudiera decir en su defensa, los casos civiles y el otro para los criminales, los dos procuradores, los dos
cargos contra é1, los testimonios de los testigos de cargo y descargo, y solicitadores, el relator, el notario, el intérprete y el alguacil. Además,
todas las demás pruebas, eran registrados en Ia cárcel por el notario se llarnaba, según fuese necesario, a otros receptores de la lista apro
del Juzgado, o por un delegado que actuase en su lugar. La deterrni- bada de la Audiencia y abogados de la Corona, pero no recibían ningún
nación de culpabilidad o inocencia correspondía al asesor sobre la base §alario del medio real. El aumento de personal entre el gobierno cie
de los registros escritos, en consulta cc¡n el abogado de lo criminal, que Monterrey y la inspección de Palafox duplicó el número de solicita'
actuaba en defensa del acusado y con el abogado de la Corona para dores, procuradores y abogados, de uno a dos, respectivarnente.zr En el.
asuntos crintinales, que en tales casos actuaba a la vez como procurador sigln xvrrr, se aumentó más el número de procuradores para casos cri-
del estado y como protector de indios. Además, el asesor decidía la minales. Ya fuese que el número de casos justificana o no el aumento
sentencia. Era este procedimiento el que permitla a un funcionario su- en el siglo xvtrl, ciertamente lo justificó en el xvrrt. Los porteros o
marRente ocupado despachar los asuntos con relativa rapidez.zl Jurídica- ujieres, a quienes tr-uis de Velasco II quiso convertir en asalariados del
nrente, el asesor actuaba tan sólo como consejero del virrey en cada rnedio real, no aparecen en el cuadro de organización del siglo xvrr, pero
caso, de modo que la r'ribrica del virrey era necesaria en el documento sl en el del siglo xvrrr.26
del juicio, pero esto sélo era una formalidad. A finales del periodo co- En este punto se requiere una explicación del significado de alguno
lonial, el asesor actuó corno delegado del virrey para'rentilar los asuntos de los títulos profesionales, pues el antiguo sistema jurldico español no
indios, paso último que liberó al virrey hasta de la participación formal sólo difería del inglés, entonces y ahora, sino quizás también de los que
de poner su firma.22 hoy se emplean en la Europa continental"s6 l-os abogados 27 eran Ie-
El .Iuzgado disponía de formidables poderes de castigo, pues podía trados, es decir, habían seguido todo el curso de derecho en una universi-
sentenciar a periodos de trabajos forzados en obrajes textiles, panade- nlad, se les habfa examinado y admitido formalmente a practicar ante
rías y otros establecimientos ávidos de recibir presos. Podla ordenar Ia Audiencia. Eran de númera, es decir, hablan recibido licencia para
flagelación, rnarca con hierro y mutilación, aunque esta última era practicar, en núrr¡ero fijo, y a finales del periodo colonial se orga-
rara; finalmente, podia sentenciar a muerte. Todos los castigos a leis nizaron en un cuerpo con su propia carta, el loeal colegio de abogados.zE
indios debían ser corporales, pues estaban exentos de castigos pecu-
niarios, como multas o confiscación de propiedad. A partir del Juzgado 2{ Compárese el cuadr<¡ de organización como se presentó en el capftulo rv
General de Indios, la apelación correspondía a los alcaldes del crimen y en la lista de tributarios y cargos sobre el medio real, antes y después de
cle la Audiencia.2s 1643, s. f., MS, AGI-M, leg. 4ó9. (Analizado en el cuadro 7-1.)
2n Fonseca y Urrutia, I, 547 y 551.
El principal del Juzgado General de Indios se cen-
fn¡ncionarnient<¡ uo R.obson, pp" 1ó, et pasism. El sistema francés te¡la avocats, pracureurs
traba en la audiencia virreinal, núcleo del Juzgado. Requerla los ser-vi- y praticiens, cuyas funciones eran análogas. I-a Francia del Antiguo Régimen
cios del asesor, los dos secretarios de gobernaciér¡ y los dos de cárnara, no tenla un sistema juridico unificado, pero esta triple división se dio en
en grupos que alternaban, de dos abogados, por parejas, uner para los el área de Coutume de Paris, que inclufa la Norteamérica francesa. Baade,
"Marriage Contracts", Tulane law Review, LII[, núm. I (diciembre de 1978),
2r lbid., cláusulas 7 y 8. La misma práctica de buscar pr"uebas en el lugar pp. 7-11 y 1&15.
3? El análisis que sigue está basado en la descripcién de la función en
mismo pero enviar el testimonio a otra parte para Ia determinación de la
culpa y la sentencia puede encontrarse en las instrucciones de Alejandro el auto acordado, ciudad de México, 28 de julio de 1580, Montemayor y Cór-
O'Reilly para los puestos en Luisiana balo el dominio español" Véase el dova de Cuenca, pt. II, f. l, auto 1; el del 30 de octubre de 1642, Beleña.
análisis en Baade, "Marriage Contracts", Tulane Law Review, LÍII, núm. I l, r¡t. I, 7G7ó (que también se encuentra en Montemayor y Córdova de Cuen-
(diciembre, 1978), pp. 37-39. Puede encontrarse un breve resurnen en Torres ca); Escriche y Martfn, Manual, pp. 26$265, 279, 282-284; su Diccíonaria
Ranoírez, p. 123. (1837), passim; las descripciones de las funciones en el "Testimonio del ex-
22 Véase el análisis en este capftulo. pediente sobre arreglo de las obligaciones de Ios solicitadores de indios y
23 Montemayor y Córdova de demás dependencias del Juzgado General de Naturales", 14 de diciembre de
Cuenca, pt. I, fol. 157v, sumario VIII, que
resumen un párrafo de una real cédula, Madrid. 30 de mayo de 1594l. ibid., 1'185, passim, I\dS, AGI-M, Ieg. 128ó, núm. 3,12; Parry, la Audiencia, pp. 154-
232f., sumario LVI, que resume una real cédula, Madrid, 15 de marzo de 162; Soberones Fernández, "La administración", en Boletín Mexicama de De-
ló39, que puede encontrarse completa en MS, AGN-RCD, LXI, ff. 34f-3óv. recho Comparado, s. f., VtrII, núm. 37 (enereabril, 1980), pp. 177-178. Las si-
Tales sentencias f.ueron aplicadas a indios, como puede verse en Gemelli guientes notas indicar"án material adicional al que se encuentra en estas
Carreri, Í, 9l; fi, 177-178. Sobre la prohibición de las penas pecuniarias referencias.
contra los indios, véanse los capítulos rrl y r\¡, En el siglo xvrrr, esta prohi ?sMéxico (virreinato), Real Colegio de Abogados, Estatutos y constitucio-
bición se extendió al embargo o incautación de propiedades de los irrdios. su ne.s, passim" E,l Real Colegio de Abogados se organizé por cédula real,
propiedacl debla entregarse a sus herederos o sus parientes. Auto acordado Bi¡.en Retiro, 2l cle junio de X7ó0; el examen y la admisión a la práctica en
XVI de Ia Sala del Crirnen, ciudad cle México, 29 de abril de t?ó5, Beleña, la ciudad de México o en cualquier otro lugar en la Audiencia de l\{éxico,
I, pl. IV, -59. t:r-r¡ltinuaron en rnanos de la Audiencia (Cláusula II).
244 FUNCIONARIOS, PROCEDIMIENTOS Y POLfI'ICA FUNCIQNAR.IOS, PR.OCE,DIMIENTOS Y POL,ITICA 245

Sólo ellos podían autorizar o preparar en su forma final quejas, de' General de Indios fuesen examinados por la Aueliencia, como los abo-
mandas, respuestas, cuestionarios, solicitudes y peticiones de conclu- gados y procuradores. El relator era un abogado en toda forrna, que
sión; en suma, todos los docurnentos considerados importantes por su organizaba y revisaba el expediente, señalando los papeles y solicitudes
contenido, y que requerían r¡n bt¡en conocimiento de la ley pai'a su re- que faltaban y resumiendo los puntos principales del caso para etr juez,
dacción adecuada. Los procuradores no necesitaban un conocimientcr evitándole así ¡rrucha lectura. Esta función, corno tal, es desconocida en
tan profundc¡ de la ley, pero tamtridn se les examinaba y era-n admitidos lers procedimientos anglosajones, salvo hasta el punro en que un pasante
a practicar por la Audiencia, tambión ellos en númerc¡ fijo. Su relación puede desernpeñarla hoy.
con los abogados quedaba en claro por cl requerimiento de que cuando Dos actividades rle las que se encargaban funcionarios que r¡o recibían
urr abogado hablara en una vista judicial, Ios procuradores debían guar- salario del medio real eran las del receptor fuera de la ciudad de l'{é-
dar un silencio respetuoso" Su función consistía en preparar y registrar xico y el fiscal" El receptor, que tenía pr'.¡paración de notario, había
los dr¡cumentos de los tribunales que fuesen de naturaleza procesal, sido formalmente exarninado y adrnitido a trabajar con la Audiencia,
pidiendo extensiones o limitaciones rle tiempo; señalar los casos en que en número fijo; oía y registraba testimonios, habitualmente en fonrna
la otra parte no respondía {rebeldío.}; solicitar a Ios f.ribunales que lle- de respuestas a un cuestionario establecido. Dentro de la ciudad de
gasen a decisiones interlocutorias o finales en materia de peticiones, &féxico, el n«¡tario del Juzgado General de Indios desempeñaba esta
etc. Podlan redactar documentos importantes, pero éstos debÍan ser función, pero si era necesario tomar testimonios lejos del Juzgado, en-
r"evisados y firrnados por el abogado. Debían tener un poder de procu- tonces se volvlan indispensables los servicios de uno de lt¡s receptores
rarlor entregado pór el cliente o lc¡s clientes, y teóricarnerite buscaban adscritos a la Audiencia, asignado a su vez, ya que el fi.rncionario iba
el apoyo del abogado. En las provincias, <londe los atrogados escaseaban cornisionado hasta el domicilio de los testigos, planteaba las preguntas
o faltaban por completo, los procuradores trabilualmente desernpeñaban, formalmente hechas en el interrogatorio, y registraba las calificaciones
sin protesta, todas las funciones de la representación iurídica, cle manera de los testigos y sus respuestas. El pago de honora¡:i<¡s y viaje proce-
muy similar a k:s abogados de condado de Inglaterra.2e día de la parte que pidiera surs servicios, o de la que perdiera el caso.
fos solicitadores eran hombres de variadas act.iviclades, con escasa ["os fiscales eran, por orden real, protectores de los indios, sin esti-
categoría legal en los tribunales. Con frecuencia eran las personas a pendio adicional por tal servicio, y presentaban casos al Jrr2gnfl6 §s-
quienes prirnero ilran a ver los clientes potenciales, a los qur: aconse- neral de Indios como obligación oficial. El fiscal de lo civil habitual-
jaban sobre el procur"ador más apropiado, buscaban el poder indis- rnente daba su opinión por escrito, revisaba la queja, la respuesta si la
había, y las pruebas, en lo que equivalía a una evaluación del asunto
¡:ensable de abogado, de rnodo que el procurador y el abogado pudiesen por otra persona con preparación jurídica. Si el caso se cc¡nsideraba
trabajar, recabar pmebas, hacer mandados, obtener y apiicar documc¡n-
tos legaies, etc. Aunque no se les exigía una preparación jurí<lica en criminal, esta función era desempeñada por el fiscal de lo crirninal.
.(cda forma, en su mayoría debierorr de adquirir experiencia pres- En los últimos decenios del siglo xvIrr, todas las funcisnes de protector
Saudo servicio a practicantes rnás experirnentados del derecho e¡ en las
de indios cayeron sobre el fiscal de lo criminal. En caso de incapaci-
oficinas de procuradores y abogaclos. En la práctica, los solicitadores, dad de uno u otro, o de ambos, por enfermedad, ausencia o recmsación,
invadiendr: la esfera de los procurariores, empezaban a preparar los
el fiscal de la tesorerla se encargaba del asunta. §i el tesoro real tenía
ri<¡cumentos procesales y a redactar docurnentos legales de impor- algún interés en el caso, era obligatorio que se le permitiera emítir su
opinión.r'1
tancia para que los abogados o procuradores Ios revisaran t: modifica-
ran. Esta invasión recil¡ió sanción parcial por real cédula del 19 de Sigamos ahora el movimiento de las peticiorres y quejas de indios
junio de tr685, que permitió al solicitador firmar solicitudes .iunto con que buscatlan ayuda, desde su primera aparición en ei palacio virreinal,
el abogaclo, en c¿rso de ausencia o negativa del procurador.3o En el hasta la decisión final del virrey. Obviarnente, los casos diferlan en
complejidad y, por tanto, en el número de trárnites requerirlos. Asimis-
.ltrzgacio General de Indios, los clos sr:licitadores asalariados trabajaban
tiempo completo, y cran empleados laboriosos que tenían más trato mo, diferencias de pr.:cedimiento distinguían los casos judiciales de los
verda«leramente administrativos, aun si la cliferencia no segula la distin-
con los clientes indios que ninguna otra categoría de empleados y, por
Ia naturaleza especial del Juzgado, se les permitía ejercer más criterio ción ficticia que extendió la jurisdicción del Juzgado General de Indios
y diversas funciones ql¡e en otros tribunales. For esto, a finales dcl a esferas antes prohibidas. No obstante, todos los trámifes pueden divi-
siglo xvrti Beleña propuso qtre tarnbién tros dcls solicitadores del Juzgado
dirse en cuatro grandes categorlas de: 1) formulación y presentación
de la petición o queja;2) la vista, ya fuese siguiendo procedimientos
'zo
E,l prT, p*ssim, indica que durante la mayor parte del periodo colonial sl Sobre los procuradores de la Corona, véase el capítulo rtr y Ios casos
no hubo abogado en la provincia. En muchas provincias acaso nrr hubiesc ni
siquiera un procurador exarninado y con experiencia. rcr;umidos en el capltulo v. Véase también Rodríguez Garcla, en AEA, XXXIC
r(' MS, AGN-RC, XX, cxp. 100; Konetzke, 11,76+7(ó (núm. (1977), pp. l3-14, y Brading, Miners, pp. 57-58.
-519).
246 FUNCIONARIOS, PROCEDIMIENTOS Y POLfTICA FUNCIONARIOS, PROCEDIMIENTOS Y POLÍTICA 247
judiciales o administrativos; 3) la decisión, y 4) el cumplimiento de la doles alojamiento y comida como cuestión
decisión.'r2 esta última medida cosraba dinero al tesoro de gracia rear, pero como
l) Forrnulación y presentación de la petición o queja. En general, aun donada.sa- Tampoco era probable que
;;;i';;üi, fue aban_
cuando el Juzgado tuviese jurisdicción expresa en los casos en los que
los indios
enviar sólo dos pe.rso¡a: par" .xp..-sar las q;;j;; se contentaran con
unos indios eran demandados por otros, los indios solfan ser los peti- un retorno parcial al pran de Monterr"y .i tooz a"-s,r!,reuro.ss Hubo
cionarios o quejosos. Podían aparecer como individuos en su propio ciones de oaxaca, que liegaron q;;j;;r" cuandl-unas delega_
nombre o como representantes de una comunidad o parte de ella, fuese de ras evaruaciones craramente
arbitrarias del nuévo. tiibuto, "-fréctái por Montemayor
un barrio o una cofradía. Como debían comparecer en persona o por cuenca en su inspección como j;;;;ñ;irr;'i;;;;;r,iánío,
y Córdova de
medio de un representante debidamente autorizado ante el Juzgado en a Ia capital que la Audiencia expidió una orden especial aborígenes
sesión en la ciudad de lvféxico, la distancia de la capital llegó a ser pueblo no enviase más de uno o dos de de que cada
sus funcionarios, bajo amenaza
elemento de importancia al determinar la frecuencia del recurso al a Ios demás, de prestar se*icios el
Juzgado y el método. Para los indios que vivían dentro de un radio ff"r:J.Tl"ta, pues decía
"ii"ú".,.:.,
de quizás ciento cincuenta kilómetros de la capital, distancia que reque-
ría un viaje de cinco a siete dÍas, dirigirse al Juzgado era relativarnente 'J ro, dho pretexto se sustraen de dhos pueblos y no acuden a
fácil. Cuanto más breve la distancia, mayor era la disposición a valerse ,[' ' que
lo tienen obrigación en tra,r*ai ru"o."u.
del Juzgado, de preferencia sobre otras entidades gubernamentales. A doctrina xptiana y ministrarseles sus caudales :;;"ñ¿, acudir a ra
distancias mayores, el viaje y la permanencia necesaria en la ciudad de gar dhos tributos ni acudir ."" ;;;;; podran pa-
México se volvian una carga mucho mayor. En realidad, grande debía u,.ri timos.,ás ;';ü-;;i;rias de que
tienen obligaci§¡.so "o,
de parecer la causa de queja para una persona, y escasas las posibili-
dades de encontrar remedio en su poblado, antes de que se decidiera Puede dudarse del éxito de esta medida,
así como
a emprender el largo viaje a la capital y a correr con sus gastos de ma- semejantes. A ra postre, er límite a lás núme.os de todas ras demás
nutención. Para una comunidad o grupo corporado, el costo de enviar a Ia duración de it, pe.*arencia debió de ser Ia a"-rr.,a?eregación y
carga que constitura
una delegación podía dividirse entre todos los miembros, y el gasto de para el pueblo.
manutención en la ciudad de México y en el camino se reducía llevando A su llegada a la
provisiones, pero esto significaba enviar representantes, mujeres que los buscaban a un agente9iu.d1{ de México, el quejoso o Ios quejosos indios
atendieran y cargadores. No hay duda de que fue esta cuestión del
inaio, poiio- g""L."r a un solicitador. podían
contrarlo en su casa o, los días rab6raie-s, en_
tiempo y costo del viaie Ia que produjo los apiñamientos de peticiones Jrente r"-"r".it.rio, en el
corredor frente a las oficinas del virreSl d.8100;ü,óó;;;'i.s
y quejas que pueden verse claramente en los registros virreinales. Los o de 2:00 o 3:30 a 4:00 q s,.¡9 prii; tardes.
" mañanas
habitantes de un pueblo aprovecfraban la ocasión de una queja tan ur- citador estaba tan apartado der átro ú;;;;;r'.;ue cada soti-
gente que consideraban que habían de dirigirse al Juzgado, para exponer {rle'ninguno podía oír ro que estaba
tratándose ante el escritorio ar átio.ir
todas sus demás necesidades de ayuda, que no habían expresado aunque Los soricitantes discutran ras
fuesen indiscutibles" El resultado se rnuestra en una serie de decreios 3a Véase ei capítulo rv.
de una misma fecha q de fechas cercanas para un mismo pueblo. Un comentario de Mendoza, citado en el capftulo
buen ejemplo lo constituy,en los ocho decretos obtenidc¡s por Tepeaca en rr¡, debe tenerse en
algrin mornento de 1ó30.s9 "r:rtl
s6 Ciudad
de México, 25 de septiembre de lóó2, ff.
de autos y padrones quel oidor ü;;i;;;.,r 365f-365v, Testimonio
F,sta necesidad de enviar delegaciones, que acaso fueran bastante nu- r'oor"ioi), íié,',iói:p, reg. 230A.
rnerosas, y ¡nantenerlas en la capital, causó cierta preocupación entre ramo 8' La limitacióñ pudo r". *.ná. 'i;oce-nte
pues el obispo de pue^b^rá_sostuvo que su' ,^ró, decrar.ada,
las autoriciades españolas, ya que su presencia en la ciudad de IVtréxico a la ciudad de México a protestar g"r..""¡-,a. los in-Áos"á"'ór"r,á"u lregaron
significaba que rnuchos campesinos habían abandonado sus milpas y no regalmente contra las tasaciones der
había qr"lién cuidara de sus familias. Monterrey trató de resolver el pro-
nuevo tributo, obra de Mc¡ntémayo. y Cái-á"ru
"de ;ó";;" veniendo
ae Crártá,'r"tiráo
Ios indios a Mexico v tratando íu á"i"n.u.
filema liuiitando a d«:rs miernt'rros el número de toda delegación, y clán- ctor que se quisiesse encargar de e,a por no hubo n¡ procura"
taron decrero particurar paia que r" a;r.'naiesJ,miedo ;;l ;;;;;;sta que sa-
r: Esta división se basa en Escriche y Martín, M¿nual, pp. 258-259. Le he rey, Fuebia, ó de diciemr¡.é a". roo:, ¡rrsl Áór"e,l;e. Ei ;ü;;.'áe ru"ula at
añadido la r:ategoría de puesta en vigor. El análisis siguiente se basa, en .; Nuevo reglamento. para zió'n, í""rdX rll
ei -l"rg^ái, áJ rrraior, ciudad de México,
llri¡n part{:, en los d<¡curnentos de casos detr Juzgado Gelrer.al de Indios, AGN I, mayo de 1598, lrfs, ambos en AGN-I] vi. ir-p"ot., ó de
exp. 1004 v AGI, Audiencia
ACN-Civ., y AGN-Crim., buen número de los cuales se reslrrne en el ca. de Méjico, tes' 24; ordenanza pubiica r*t.]
ruzgaa; cJn".Ii'a" Indios,
¡rittrlo v. En las próxinlas páginas, las notas séln se refieren al material ciudad de México, 5 cte diciemi_ie ¡; ir85; Eeteñ-a,
II, núm. 47, ctáusulas 6
:rrlicir¡nal tomad() de otras fuentes. v7 (p' 202)' Et resramenro de I-598 ;;ñiñ;^ de
2:00 p.m" a 4:0ó p"m.; er de
irMSS, AGN,I, X, cua'1. l, exps. 262-267. 1785, 3:30 p' rn, piesumiblern",rtá ."nünulJ<Io durante dos horas. Er cambio
248 FIJNCIONARIOS, PROCEDIMIIINI"OS Y POLfTXCA FUNCICIT'iAIi.IOS, PROCEDIMiENTOS Y POLÍTICA 249

causas de sr¡s quejas con el solicitadur, que sin duda ofrecía muchos del Juzgado, el peticionario comparecía en pel'sona, con su petición o que,
cnnsejos extraoficiales sobre qué tenía oportuniclacl de impresionar al ja, acompañado por su sr¡licitactror o proclrraoor, para audienci¿t perso.
virrey y qué no la tenía, rechazando así los asuntos más triviales y nal con el virey o su asesor. Luis de Veiasco II atendió personalrnente
riclículos. Otros podían ser enviados a otra parte, alegando que su caso a los indios; Monterrey se hizo sustitu:ir por sLr asesor sier.rpre que
se encontraba fuera «le la competencia del Juzgado General de Indios. fue posible, en un ca¡nbio que resultó más eficiente, pero rnenc¡s inrne-
Si el solicitador aceptaba el caso, como a la postre estaba obligado a diatamente satisfactorio para los indios que, como en el México de hoy,
hacerlo, pedía un poder forrnal de procurador, ya fuese para él rnismo indudablemente querían ver a l*r persona de máxima categoría. Mien-
o para uno de los procuradores de indios. Habitualmente, el sulicitaclor tras el peticionario conluarer--ier'l cn persona, el portero tamtlién era un
preparaba el instrumento y escribía la queja, dándole la forma de una funcionario subordi¡rado importante. pues etre él dependía el acceso. AI
petición al virrey, en el lenguaje más sencillo posible. .A veces, la queja llegar el siglo xvrrr y aLrrnentar ei papeleo, en la preserrtación cle ia pe-
era escrita por otras personas, ocasionalmente por el quejosc, pero tición cobró más importancia la argumentación del agente indio y ei
uno de k¡s misterios que enconlramos es que algunas de las quejas ar- examen sin su presencia; su rigente r:c,nrparecía en su nombr:e. E). peticio-
chivadas, no escritas por el solicitador ni por el procurador, terwtinan nario obtenía audiencia personal tan sólo en circunstancias insólitas,
con la afirmación de que el peticiona¡'io no sabía leer ni escribir.3s cuando se necesitaba aclaración, o el caso iudicaba la necesidtrd de una
Ya fuese en la forrnulacién de la queja escrita o en la disposición de cornprobación en audiencia personal.
tatr queja para su presentación en la primera audiencia virreinal, supo La naturaleza de las quejas y los re¡nedios solicitados indicaban auto-
níase que el solicitador o el procurador se aseguraría, rnediante un in- máticamente el curso de los trámites. Si el quejoso pedia justicia por
terrogatorio escriio (de ser necesario por medio d': un intérprete) de despojo de tierras u otras propiedades, el Juzgaclo «lebía seguir ciertos
que los indios estaban diciendo la verdacl, de que eran indios, de que sí procedimientos judiciales. Si alegaba abusos del cura párroco, el go-
llegaban en nombre de un organismo y estabali autorizados a hatrlar bernador español o un funcionario indio del pueblo, el Juzgaclo había
pr"rr é1, y de que no habían sido incitados a quejarse por otros, que de proceder por merlio de trámites de investigación que eran esencial-
deseasen causar dificultades. Como los indios no tenían que responder mente administrativos. Los casos en que los acusados no fueran inclios
por calumnias, ni se les castigaba por perjurio, salvo quizá con peniten- y que se relacionaran con tierras, relaciones laborales y deudas, er.alr
cias en la confesión de la lglesia, estaban libres de las barueras ordina- legalmente adrninistrativos, pero en la práctica se seguían los trámites
rias que er¡ tales casios restringían a los no indios. A lo largo de todo que parecieseu rnás apropiaios. En lnnchos casos) el peticionario sólo
el periodo colonial, las autoridades españolas insistieron en la necesidad pedía que el Juzgado ordenase a un gobern¿rlor español de pr.ovincia
de asegurarse bien de que los quejosos fueran precisamente lo que atender o expeditar un asunto, y el remedio deseadc¡, simple orden de
deb{an ser; si se presentaban corno representantes de un pueblo o como expeditar el asunto, llamada in:itativa, era considerado cor¡o un acto
sus funcionarios, que contaran con la autorización dcbida y no se hu- administrativo, aunque también Io expidiera la Audiencia.
biesen nornbrado ellos mismos; y que, si presentaban cargos contra clé- En los casos que seguían procedimientos judiciales, la primera cleter-
rigos o adrninistradores locales, españoles o indios, que sus acusaciones minación era si debía atenderse el asunto directamente o enviarlo para
tuviesen al menos cierta base en los hechos.so su audiencia a un tribunal de provincia, con instrucciones de enviar, des-
2) I-a vista de la causa. La presentación de la peticién o que.ja se pués, todos los d«rcurnentos ¿ll Juzgado General de Indios, para slr con-
efectuaba en el Juzgado General de trndic¡s, en una de las audiencias firmación o su r¿vocación. Aqr:í, tros factores decisivos erán, por una
virreir¡ales que se celebraban tres veces por semana, los lunes y miér- parte, la clistancia de ia ciuciad cle México y los gastos de convocar y
coles por la mañana y los viernes por la tarde. En los primeros años mantener a toclas las partes intet.esaclas en la capital, y por la otra, lá
preferencia del quejoso. F,l caso podía enviarse al tribunal de la provin-
prr-rbablemente refleja el traspaso a la tarde del principal alimento del qia en que vivían las par:tes interesadas, o si el quejoso alegaba parcia-
dla (comida). Sobre la observancia de estas horas, véase el capíttllo vrr. lidarl o comportamiento indigno de parte del juez local español, podÍa
:r8 Estas aparecen en lc¡s casos remitidos a la adrninistración provincial enviarse al tribunal de una prnvincia vecina. cuyo juez podía celibrar
rle ilulancingo y en los originales depositados en el AT. la audiencia en su jurisdicción, o acudir a la provincia de las partes
3q Auto acordado, núrn. XLIX, ciudad de México, 27 de septiembre de interesadas corno juóz comisionado.
1677, Beleña, I, pt. I,33-34 (también en Monternayor y Córd<lva de Cuenca); Si la audiencia se celebraha, por una orclen, en un tribunal de pro-
relación de mando de Revillagigedo a drnarillas, ciudad de Ivféxico, 28 de vincia r¡ en el palacio virreinal, el curso del juicio era esencialménte
noviernbre de 1754, México (Virreinato), Instrucciones, I, 303-304; Croix el mismo, pues a pesar de toclos los intentos de simplificar los proce-
(l,r de septiembre de l77l), pp.56-57.la exención, al parecer, comenzó como
act<¡ de la Audiencia de Lima, ratificaclo por la Corona, y después se exten'
dimientos en la litigación india, los trámites formales del caso séguían
clió a otras partes (Viñas Mey, pp. 203-204). Llevaba la recomendación real siendo los del procedimier.rto jurídico español; las propias partes se
rlc cvit¿rr ¿¡ lt¡s naturalcs tod¿l pena pecuniaria. o¡ronían a tocla abrcviación. Sí se logró una simplificación, pero en
2.50 IIUNCIONARIOS, PROCEDIMIENTOS Y POLITICA FUNCIONARTOS, PROCE,DIMIEN'I'OS Y POLITICA 251

la prcp;rración de los documentos, el registro de los testimonios y el más fácilmente daba créclit<¡ un tribunal español eran: los españoles
desplazamiento de los papeles; se daban citatorios y escritos de pre- imporlantes, con Iarga residencia en la región, otros no indios de im-
sentación a los indios, en lugar de que los documentos avanzaran como poitancia y larga resiclencia, y por último los no indios de las clases
despachos formales por medio de los mensajeros de cada semana que bajas y los indios, en ese orden.
unÍan las sedes provincianas con la capital, o bien por medio de fun- Recibía especial importancia el testimonio del cura del lugar, si no
cionarios de la corte, que cobraban honorarios. era parte de la disptrta ni había intervenido en ella. Suponíase que su
En el procedimiento jurídico español, los trámites formales de un largá residencia en la zona y profun{o conocimiento de los aborígenes
juicio eran la demanda o queja; el citatorio a la otra parte, su res- por medio de la administración religiosa y la confesión le daba una
puesta, que podía abarcar la presentación de testir¡onios en contra ventaja especial, y que ai mismo tiempo su sotana le disponía a decir
(reconvención); la presentación formal de las pruebas por ambos bandos, la verclad. Los representantes de cacla bando recibían oportunidad de
que podía requerir largo tiempo; y la decisión judicial o sentencia. En hacer comentarios y objeciones al cuestionario y a los testigos de la
el Juzgado General de Indios, la cita a la otra parte era un documento ilarte contraria, una vez completada Ia toma de testimonios, y de esta
que por lo general se entregaba al quejoso para que lo presentara al rnanera introducían en lOs trámites un elemento que en cierta forma
acusado. Una vez que el acusado escogía su procurador, dándole su era sustituto del reinterrogatorir:.
poder normal como defensor, y con su ayuda presentaba la respuesta, Hast¿r esta parte de los procedimientos bien podía haber un acornpa-
ya fuese simple negativa o reconvención, el caso estaba listo para pasar ñamiento de mociones y contramociones en todas las etapas después
a la presentación de pruebas. Esto podía consistir en la exhibición de de Ia presentación inicial de la queja: la rebeldía, o no entregar Lrna
documentos, aun de manuscritos pictográficos indios (pinturas); en réplica, c<¡n la solicitud de que se aplicara un castigo, o una decisión
caso necesario, el testimonio de médicos después de un reconocimiento; en favor de la otra parte; peticiones dc más tiempo o menos tiempo en
y casi invariablemente, la declaración de testigos. alguna fase de los procedimientos; afirmaciones de que el testimonio
Este último testimonio se obtenía de una manera que resulta suma- <lado en nombre del otro bando era falso, con perjurio o calumnioso;
mente extraña a nuestros ojos. Cada parte tenía el derecho de presentar y por último recusctció¿, afirmaciones de parcialidad o comportamiento
al Juzgado, para su aprobación, un interrogatorio, cuestionario en toda o actitud impropios de parte de algunos funcionarios del tribunal que
forma para que Io contestaran los testigos presentados por esa misma no tuviesen relación directa con u11 cliente, con la demanda de que se
parte, en número hasta de treinta, aunque para los casos indios el tllrnara tal función a otr"a persona. I-a recusación era una formidable
Juzgado, junto con otros tribunales de la colonia, se opusiera a todo arrna jurídica. Su uso estaba limitado a los iueces de la Audiencia, in-
número de testigos que se aproximara a tal cifra, por considerarlo cluso el asesor del virrey y Ios procuradores de la Corona, por un re-
excesivo. El cuestionario era administrado por el notario del Juzgado querimiento de que el alegato fuera sustanciado "procurando que la
o por un receptor, escogido por turnos entre los que habían sido admi- probanza sea muy concluyente y con testigos de entera fe y crédito",40
tidos a practicar ante la Audiencia. Según la necesidad, ayudaban el pero más fácilmente podía emplearse para desacreditar a los jueces
intérprete del Juzgado u otros. En las provincias, el notario del lugar españoles de un lugar y a funcionarios del Juzgado General de Indios,
desempeñaba esta función, a menos que se hubiese enviado desde la ct-rmo el intérprete.a' El Juzgado trataba de evitar aun la menor insi-
ciudad de México a un receptor. Al contestar a un cuestionario, cada 10Real cédula, Maclrid,28 de agosto de 1ó41, DCLI, iI,2l8 (nrim. 494)" En
testigo, habiendo prestado juramento, primero establecla su competen-
Lrn caso dc elección clisputada en Zacatlán en 1629, el asesor fue recusado
cia y objetividad, al responder a las preguntas generales requeridas por ',, cl virrey tuvo que cnviar los dr¡curnentr:s al Lic. Matías de Palacios, abo-
la ley española. Después, una tras otra, respondía a las preguntas, con gaclo de la ,Audiencia, rnenciorrarlt.¡ en el decreto, ciudad de l\{éxico, ó de
cuyo contenido podía estar cle acuerdo o no, o afirmar que no sabÍa. nrarzo ile 1629, [,{S, AGN-I, X, cu¡.d. 1, exp.63; pero esie caso fue anterior
Generalmente declaraba por qué razones estaba enterado, es decir, ya a 1641.
f'uese por conocimiento directo o de oídas; pero no podla dar infor- Capitulos del pueblo de Tetepango contra don Alonso cle Aguilar Cer-
'1
rnación adicional ni se le sometía a otro interrogatorio. AsÍ se abando- vantes, alcalde mavor de i{ueypoxtla, 2. de aLrril-20 de julio de 16.19, pero
nal:a la posibilidad de clescubrir las lagunas y contradicciones por medio no concluidos, M5, I32 ff.. AGII-Crim., XXXIr/, exp. 12 (LBSD: 24). Ell 9 c1e
clc un reinterrr:gatorio, Io que constituye un elemento tan importante rrbril cle 1639, el irrtér¡rrete de otornÍ, trirancisco cle Orozco, fue recus¿tdo
c\)rno enrrnigo de los queicsos, y en slr lugar fue nombr¿rdo para el casr;
t:n el elemento jurÍdico angiosajón" [-uis de,Aranda. En otrr-¡ caso, conira Vicente García, de Teposcolula, por
[,:r ¿lecisión de a quién creer €ntre dos grupos opuestos de testigos, ,.rxccsos cn cl gobiern¡; clel puet.rlo, en 1771, el procurador del Juz-g;rdo, y el
r:acl:r ulro de los cuales .iuraba solemnemente que conocía por experiencia intérprete provincial v r:l notario dc Teposcolula fueri¡n recusados. El pro-
¡rlopia 1¿r verdad de lr¡s cuestionarios, en directa contradicción, indu- crrrador de pobres rle Ia ciudad cle Nlixico act¡ló en lugar tlel proctlrador
rlatrlr:rncute ponía a prueba la sa¡lacidad de toCo iuez experimentado, ri:cusadr: (decreto, ciudacl de México,2 cle rna),-() ilr: 1771, MS, AGI\l-l, LXIII,
t¡rrt lrabrá .srrspirado por la ,justicia de Salomón. Leis testigos a qr.rienes i.92v.).
252 FUNCIONARIOS, PROCEDIMIEI{TOS Y POLfTICA FIJNCIONARIOS, PROCEDIMIENTOS Y POLITICA 2s3

nuacióú de irnpropiedad recurriendo a otros funcionarios, como puede su opinión que, una vez más, hnbittralmente consistía en una minuciosa
\¡erse en el notable ejemplo del proceso de Ixtlán contra Calpulalpan revisión de las pruebas y de la ley procedente, con recornenciaciones
y cios de srrs sujetos, 1631-1634, en que un acuerdo justo, logrado por específicas, fuese de mayor investigación o de inmediato remedio; el
el alcalcle mayor de Antequera, no entró r:n vigor drrrante casi tres asesor había preparado un decreto para uno u otro trámite, al que ponía
¿rños hasta que un nuevo inforrne del cr:r.regidor de Tecocuilco, como su rúbrica y llevatra el documento ai virrey, para que éste lo firmara.
Ruevo juez, confirmó lo justo de la disposición anterior.az Las acciones posibles variaban considerablemente. El informe podía
En cada etapa, según fuera apropiado, los alegatos eran turnaclos al ser devuelto para su arn¡tliación, por considerársele insatisfactorio, y
¡:rocuraclor de la Cor«¡na para asuntos civiles o par.a el de asuntos cri- en casos más extremos, se enviaba a otro funcionario de cerca cle la
minales, en dernanda de una opinién independieilte, que equivalía a Iocalidad o desde la ciudad de ltléxico para emprender esta mayor in-
una minuciosa revisión de todo el caso hasta tal p¡.rnto, con una reco- vestigación. Si no se contaba con pruebas esenciales¡ pero no parecía
rnendación de la acción que debía ernprender el tribunal; después al haber negligencia por parte del funcionario español del lugar, poclía
asesor, en demanda de su recomendaciórr y al virrey; este último tan ordenársele que recabara las pruebas adicionales y las enviara al Jtilz-
sólo aprobaba lo que el asesor había recornendado, y ya a mediados gado. Si no había razótt para suponer culpa alguna de parte del fun-
del sigXo xvrrr simplemente estampaba su nibrica, en lugar de anteponer cionario espafiol del lugar o de nadie más, podía ordenarse clue los
su firnla o su media firina, o una orden ya preparada para é1, que presuntos culpables fuesen jr"rzgados en el lugar: o enviados a la ciudacl
llevaba la rúLrrica del asesor. de México para su juicio en el Juzgado General de Indios. Podía convo-
si los trámites seguían una rutina esencialmente administrativa, el carse a un gobernaclor español c1e provincia i)ara quc cr;nrpareciera antc
Juzgado, al recibir la queja, podía expedi¡ una orden de que se pu- el Juzgado dentro de r¡n término definiclo de dias, o que en su lugztr
siera rernedio inmediato, a menos q,,re el funcionario local pudiése enviase a un representante.
informar que Ia queja era especiosa, o bien el Juzgacio podía l'.niciar 3) t.a decisión. La decisión final o sentencia clefinitiva, ya fuese que
un largo proceso de investigación: se informaba al funcionario local los procedimientos htrbiesen seguido una pauta .iudicial o atlministra-
de ia queja o petición, y se le ordenaba errrprerrder. la investigación tiva, o alguna mezcla de las dos, se emitía después de una revisi(rn
para ver qué verdad tenían los alegatos. Si Ia queia se refería a acciones mi¡ruciosa del expediente. En este punto, se ordenaba el expedienft-"
del adrninistrador español local, n si se irnpugnaba su imparcialidad, se que era resumido por el relator del Juzgado. Después de las primcras
podía cornisionar a un funcionario español cercano para que efectuara décadas de existencia del Juzgad«1, el expediente iba a dar casi invaria-
la investigación e informara al Juzgado. La orclen habitualrnente fijaba blemente a un protecl.or fiscatr en demancla de su opinión y recomcn'
un límite de tiempo para cumplir con ella, que variaba con la distancia, clación. Esta opinión, algunas veces mr¡dificada pero generalmente acc¡r
pero qlle frecuentemente era de treinta días, y un castigo que podía tada por el asesor, liegaba a ser i¿r base dc La orden final pre¡rar:lrl;r
inciuir una multa de 100/ a 20a1, con la amcnaza adicional de supre- por instrucciones del asesor, a la que ponía su rírbrica y lurnabl:rl
sión del cargo o registro de la negtigencia para emplearlo siempre que virrey para su firma final.
etr funcionario acudiera para su residencia o consideración para un La decisión podía constituir una clara victoria para Llna parte Lr otr:r,
nuevo cargo. La transmisión y entrega del decreto quedaban en manos pero Ias rnás de las veces no era así. E,l Juzgado tenía interés en calrruu
del quejoso, que recibía la versión oficial firrnada, en cuyo texto iha ias pasiones, evitar nuevos litigios costosos y mantenel a los indios r'n
la afirrnación de que serviría comn despaeho oficial y que de él podría sr"r papel adecr:ado de producción, cuidado de sus farnilias, apoyo rr l;r
inforrnar cualquiera que supiese leer y escribir. Iglesia y pago del tributo real.a'r Por tarrto, sus esfuerzos y Ios rl,'srr..
Si el funcionario local, pese a la amenaza de castigos no cumplía, se agentes y emisarios en el campo itran dirigidos, antes bien, u fol,nrr
Ie podía volver a exigir que curnpliera con la orden, a r¡eces baio ame- ;rcuerdos (canciertos) que pudiesen dar satisfacción suficientc ír lorlr,.,,
naza de mayor castigo, ocasionakneute bajo amenaza cle un castigo re- cclll una oportunidad razonable de durar. Si la disputa era por ticl¡:rs, r'
clucido. Este irltirno elemerrto resulta sorpr.endente, pero no conocemos cada parte podía rnostrar ciertas pruebas de tener derecho, prrrlr:rlrlt'
su razón. Eir caso de nueva desobediencia porlía enviarse una orden a Inente la tierra se diviciía y las parte-s tení¿'rn <¡ue jurar una p:rz J)('rl),'
un funcionario cercano para que se encargara de la investigación e in- tua.aa Si la queja era de extorsión e impuestos injustificaclt)s, \,ír lrrr'.,.'
formación, o podia enviarse un funcir:nario descle la ciuclad de México,
a expensas de la parte acusada. A la postre, si el quejoso persistla, se 4ir Esfa política está clarameute declaracla cn el dccrctt¡ (lc ¡rornl¡r':urrit'rrl,,
obtendria un informe. Al ser presentado en el Juzgado pasaba por una r-Ic Manuel María de Arellano corno solicitador indio, ciucl¿rrl tlc Mrrri,,,.
revisión formal y minuciosa. Se ponía en manos del quejosr: o de su l5 cle dicielnbre de l?81, que inciuve la recr¡menclaci(rn clcl ¿lst,sr ¡r', -)0 i, r

representante. Al procurador de la Corona, como protector, se le pedía nr;viernbre de 1781, ff.39f40v, Testimoni<.¡, MS, ÁOI-M, lcg. l2ll6, rrrirrr l,l.'
Iista política se remonta a los comienzr¡s rlcl Juzgado.
aa Tuxtla contra Tamazulapar-t, 1617, rcsur¡rirlt¡ r'orrro llriul. I r.¡r , t r .r
a: Resumido como nirrn. 2 en el capítulo v. ¡ríluio v.
254 F'UNCIONARIOS, PROCEDIMIENTOS Y POLITICA FUNCIONARIOS, PROCEDIMITiNTOS Y POI.,fTICA 255

por los funcionarios del pueblo o por un administrador español, la de- apclación era ante la Audiencia. Si el caso era considerado de natu"
cisión era de restitución parcial o de algún pago para aplacar las quejas; raleza adrninistrativa, sólo podía interponerse apelación con el consen-
promesas de buen trato en el futuro, y el intento de aclarar por escrito timiento del virrey, consentimiento que por lo general se obtenia.4s
las otrligaciones de los indios del común. El acuerdo logrado por Fran- Una vez solicitada la apelación, el caso salía de la jurisdicción virreinal,
cisco de las Casas en el juicio de Chalcatongo en 1ó00 contra su cacique, aunque los agentes indios del medio r"eai aún tenían la obligación de
por extorsión, constituye una clara ilustración de esta política del Juz- actuar por sus clientes en la jurisdicción a la que hubiesen apelado. Si
gado.as Acaso más notable sea el arreglo del juicio de Teposcolula contra no se hacía apelación, suponíase que la decisión se había cumplido.
sus alcaides indios en 1040, en el que funcionarios y clérigos espa- Podemos plantear esta pregunta: ¿Hasta qué grado entraban en vigor
rioles del lugar, residentes en el poblado, alegaron completa ignorancia las decisiones del Juzgado General de Indios? Ciertamente se han re-
«fe años de extorsión, y el acuerdcl negociado localmente estableció un gistrado ejemplos de prolongado desacato a sus órdenes. El capitán
pago como indernnización de daños much«¡ mayores. Un rasgo notable Francisco Monroy, hacendado de Coatepec, no prestó gran atención a
del concierto de Teposcolula, como de rnuchos otros, fue que los ma- las érdenes de los tribunales locales ni del Juzgado General de lndios
cehuales estuvier<¡n dispuestos a pagar irnpuestos muy superiores a los al apoderarse de unos indios para ponerlos a trabajar, sometiéndc¡los a
que marcaban los límites legales de rnodo que, cuando el acuerdo de malos tratos. Sin embargo, en 1651, el Juzgado General de Indios, por
Teposcolula llegó al Juzgado para su aprobación, se trorraron algunos eritonces a las órdenes de la Audiencia gobernadora, le exigió cuentas.a0
de los impuestos y obligaciones convenidas, conto contrarios a una real Tan prolongado desacato debió de ser relativarnente rar'o, pues el Juz-
cddula.aB gadn tenía a su disposición, para aplicar sus órdenes interiocutorias y
Una poiltica seme.jante, de limitar la explotación de lc¡s indios a ni- finales, una formidable batería de medidas puniti.vas. Fodía imponer
veies considerados como normales y razonables, o si preferirnos el multas, que había que pagar inmediatamente. Poctia enviar otros fun-
térrnino, tolerables, pero a.l rnismr¡ tiempo de no inmiscuirse en el go- cionarios, cuyos gastos serían pagados por tra parte recalcitrante, para
bierno y la produccién fue evidente en los casos de conflictos laborales imponer su decisión. En el caso de funcionarios indios, ¡:odía ordenar
5, peonaje por deudas. Un patrón que fuera culpable de abusar de sus su destitución de sus cargos y entrega inmeciiata de cuentas; para Los
empleados serfa reconvenido para que se enrnendara, o de otra manera funcionariq-¡s españoles, podía exigir su destituciún, entrega de cr¡entas
seria privado de la rnano de obra inelia. De igual manera, a los peones en el momento de su residencia, y un registro de su desobediencia ,-v
indios se les recomendaba buena conducta, y sus deudas eran minl¡- lransgresión, que saldría a relucir cada vez que el funcionario fuestr
ciosamente revisadas para establecer siu verdadera cantidad, pero rara considerado para nombrarlo a un nuevo puesto. P<¡día ordenar la incau-
vez quedaron exentos de prestar servicio a la hacienda. A,un cierta can- tación de los bienes y su venta para pagar multas y cualesquiera r"¡tras
tidad de azotes u otros castigos, que resultaran una corrección mode- fr:rrnas de juicio.
rada, eran aceptados por el Juzgado y, debe reconocerse, también eran Aunque limitado por' la prohibición de irnponer penas pecuniarias a
considerados como razonables por los propios indios. La polltica bá- lc¡s indios, un juicio «le pago de daños y gastos del cr¡bro contra un
sica era no inmiscuirse en la producción agrlcola y de otras {ndoles, sino pueblo recalcitrante püdía llegar a ser una suma formidable, comt:
tan sólo hasta el mfnirno inevitable,4? asf como la polltica con respecto puede verse en la aplicación de la sentencia de Tiatlaya y de otros pue-
a los indios en los pueblos era la de mantenerlos trabajando en orden, blos contra Acapetlahuaya y sus aliados en tr808-1809. Hasta la mula del
cumpliendo con sus obligaciones cívicas, sus tributos y su servicio a cura del pueblo fue incautada por los comisionaclos enviados a hacer
la lglesia. En un sentido muy real, el Juzgado General de Indios no el cobro, causando en el proceso un enorme costr¡ aclicit¡nal.r0 El Juz-
era tanto un tribunal de derecho cuanto un tribunal de conciliación y gado tarnbién podía ordenar el arresto y aprisionamiento, fuese en la
acomodo. d este respecto, acaso tratara más de justicia que los tribu- prisión provincial o en la cárcel de corte cle Ia Audiencia, exilio o servi-
nales de derecho. cios forzados de aiguna índole. Para los espaiioles podían ser servicios
4) El cumplimiento de la decisión. Una vez que el Juzgado General en las Filipinas o en un presidio; para un indio, ¡rasar un periodcl en
de Indios emitía su decisién, habitualrnente bajo la forma de un decreto un obraje, una panaderfa u otro taller que empleara tral:ajadores for-
entregado al quejoso o peticionario, que él entregaba a la otra parte, a
los perdedores sólo les quedatra una alternativa: apelar o someterse" La ¡n l.inares atr rey, ciudad de México, 30 de iuiio cie 1714, MS, AGI-M, leg.
4868; Croix, Insfrucción, ciáirsula 1ó (pp. 55-56); Ar.amza, cláusulas 24-2.5
a6Resumiclo c<¡¡no núm. 114 en el capftulo v. (pp. 4&50). Por otra parte, la real céelula ernitida con¡o resultadc¡ de la ins-
a8 Resumicio como nrim. 119 en el capftulo v. pección del Lic. Francisco Garcerán, 171o"1720, contenÍa ttna serera repro-
{7 Véanse los análisis y resúmenes de casos en Ia sección de quejas debi l¡ación al virrey Jrur no permitir apelaciones a la Atldiencia. Lerma, X3 de
das a disputas laborales y deudas, en el capltulo v; Riley, en Frost, Meyer y diciembre de 1721, DCLI, II, 231 (núm. 504).
Viizquez, pp. 237-241; v el juicio de Ventura Francisco de Tultepec en 1745,
an trtesu¡nido como cáso núm. 104 en ei capÍtulo v.
resurnido cor¡io núrn. 128 en ei capítulo v. r0 Resurnido como caso núm. 14 r:n el capítulo v.
256 IIUNCIONAITIUS, I'ROCIIDI]IIIF]N1'()S Y I¡OI,f'I'I('A ITUNCIONAI{IOS, l'ROC:liDlMl lrNTOS Y I»OLÍT'ICA 257

Pcr último, c:u el caso r.lc trr¡s concesional"ios o patrones españr:lcs,


zar.lc.¡s. ladar gran parte dc la carga de las entrevistas, decisiones y preparativü§
podia anul;rr las concssiones y el alerecho de enlpleár trabajadores in- de los decretos a su asesor. En adelante, no están en claro los deta-
dios" [-a principal flar¡ueza de estas armas se revelb por medio del fr.rero lles del carntlio. La división del trabajo y la autoridad bien pudo cam-
eclesiástico, pues al enfrentarse al r:lero tan sólo ie podÍa remitir el biar en uno y otro sentido de acuerdo con el vigor personal, Ia minu-
caso al superior eclesiástico, con una carta de ruego y encargo: sin ciosidad y la carga del virrey individual y Ia responsabilidad de su
embargo, quizás argumentarldo una fundamentar preócupación asesor. En l6s décadas intermedias del siglo xvrr, se entregaron seilos
for los
indios y aleganclo que el astlnto era administrativá, el Jüzgaclo éeneral de las rúbricas del virrey a los asesores, para que las ernplearan a su
de Indios sí ernprendió un juicio, en 1638, contra los jesúitas de sarr discreción, pero virreyes posteriores acaso rnás enérgicos intervinieron
T,uis Potosí por las tierras reclanraclas por san Miguel I\riezquitepec, rin- más activarnente en el Juzgado. A finales del sigio xvrrr, el cambio era
diendo veredicto en contra de la cor¡rpañía cie Jesús-.,l De manera^similar, casi completc¡. Para entonces, el asesor presidía la Audiencia, decidía
en otro litigio, ernpre¡dido por 'I'irtla en ló33 contra los jesuitas por l<¡s decretos apn:piados, los enviaba a preparar, ponía su rúbrica en
claños a la cosecha, el Juzga<lo orclenó un inmediato pago de indernni- ellos y ordenat¡a que los llevaran al vinrey para la segunda y úXtima
zaciones.s2 En r*llidarl, en estos casos, como en otros similares, el firma. Por lo general no se cünsultaba de antemano al virr"ey, que sim-
Juzgado estuvo a puntü cle violar el fuero eclesiástico. constituvr¿ urr plemente sellaba los papeles que le llevaba un secretario privado. En la
homenz:rie al bucn senticlc¡ 1¡eneral cle Ia cornpañía de .Iesús que en el época de Azanza (1798-1800) la práctica era tan habitual que ya nadie
c-aso- d1 l\4ezquitepec llegara a un acuerdo con el pueblo y en el cas<r podía indicar su errigen.5s El último paso de este cambio probablemente
de Tixtla, c-n el que srlrs agentes clararnente teníarr la culpa, pagara la se debié a una decisión de la Audiencia cuando gobernó en ausencia
inclern¡rización. del virre\¡. Como Lrno de sus miembros, hornbre con extensa preparación
H¿sta aquí, nuestr<¡ anátrisis h¿r trata<lo los proceclimientos y rnedidas jurídica y larga experiencia, actuaba como asesor, no tenía mucho sen-
pulíticas del Juzgado Generai de Ilidios c,omo si hubiesen ru*triu,l. po.n tido hacer que toda la Audiencia o el juez de mayor antigüedaci revi-
desde su r:stablecimiento en 1592 hasta sr-l abolición, de acuerdo con sara Ios decretos, y rnenos aún en tra época en que la Audiencia tenia un
xu constitnción española de IBtr? y Ia independencia de México. una lec- exceso de trabajo. For ello, en la segunda mitad del siglo xvrrr, la Au-
tur¡r cuid¿rrlosa de lc¡s casos resr¡.r'nidos en el capítuk:l v pondr;ír en claro diencia gobernadora designó al asesor jurldico como juez delegado clel
que esta iden es es*ncialmente ji¡stifiu:arJa. ya en 1592, la naciente Juzgado General de Indios clurante su gobierno interino.s{ El paso se
huroc¡acia que rodeaba al virrey y la Aucliencia tenia casi sesenta años completó casi al final clel régimen españnl, qr.rizá por obra del gobier-no
cle exptrorar las ner--esidacles cle los indios y su r.elación con el gobierno cle Branciforte (1794-17 98), y ciertamente ya estaba completo durante el
real y los españoles. EI personal del J.uzgado heredó estas ieleas y periodo de Iturrigaray (1803-1808) cuando el virrey, reconociendo que
conceptos; sin embargrr, ninguna institución puectre existir durante m¿is su función caria vez era más formal y norninal, designó al asesor corno su
de dr:¡scientos años sin ningún carnbio. ohvian¡ente, se hicieron las aclap- delegado para asuntos indios.s6 Entonces el virrey cubría con su nom-
taciones necesarias a una nueva Iegisración neal y ¿i Ia evc¡lucién de ia
virla india en hiléxico. Todc¡ el Erupo de casr:s clel funrlo Iegal sólo 6§ Nornbramiento del doctor Diego de Barrientos de
Ribera, como asesor,
puclo eristir cuando ia legislación real crec_¡ tal concepto en Ia iegrrncla ciudad cle México,5 d,e rnayo de ló41, y el de Juan Francisco Montemaynr y
mitacl del siglo xvrr. De manetra sirnilar, las solicitr¡d". d" ,rrrr existencia Córdova de Cuenca, ? de <¡ctubre de 16ó2, MSS en AGN-I, XIII, erxp. lé4
comrrnitaria autónonla o separaria de parte de ios sujetos sólo pudieron v XIX, exp. 544 respectivamcnte; Azanza (San Cristótral, 2g de aUiil ete
tenel' esperanzas de éxito cr"rando el aumento de la población india mos- 1800), pp.4546 (cláusula 15); y relación de rnando de Marquina, Tacutraya,
tró ni¡meros suficientes para justificar Llna separación o autonomía. Iq de enero de 1803, México {Virreinato}, Instruccicnes, II, é4444ó
r¿ l,os inclios de Tlayacapan solicitan que no se les obligue
ricl¡cinos uua ojeacla al Jtrzgado, t¿rnto en sus carni:ios como en sLr a trabajar para
una hacienda y que no haya ccncesión de pulque en su pueblo, ciudaci de
cc¡ntinuidad, y en la apxicación de la política real declarada hacia los México y Tlayacapan, 2l de enerol7 de junio de 1779, MS, 5 ff., dGN-Civ.,
indios. vol. 2175, exps. 17-18 (LESD: 6). El casr¡ fue oído por Diego Antonio F'ernán-
ciertos cambios ocurriernn en los papeles clel personal dentr«r del fun- dez de Átfadrid, "Juez del Juzgaclo Ge¡ieral de Naturales por comisión de la
cionar¡liento clel Juzgado, a saber, el asesor y los ¡rrocuraclores de la Real Audiencia Gc¡trernadora". (Caso l-esumido conro núm. 157 en el capí"
corona, En los primerr-rs añr¡s del Juzgado, err la época cle Luis de tulo v.) Antes de la llegada de Bernardo de Gálvez, en junio cie 17g5, Hele¡Ia
velasco fI, el anesor actuaba como consejero jur.írtrico dél virrey, que pre- trabajó para Ia Audie¡rcia Gobernadora con un títr-rlo similar. prefac:io al
decreto de Bernardo de cálveu sobre el Juzgado General de trndios, ciudatj
sjdía Ia Audiencla.y daba órdenes para los clecretq:s apropiartros de acuer- de México, 5 de diciembre de 178-5. Feleflra, II, ntim. a7 (p. 199).
do con sus cunsejcls. Etr siguiente virrey, Mr¡nterrey, ya empezó a tras- 55 Juici,:i de los :indios de Tonat.icc-r, provincia
de zacualpan, por ser obli-
gados a aportar servicius personales tras reconstruir las casas realcs, ciu-
rt Resurnido co§lo caso núm. 4 en el r:apítulo v. dad de México y Zacualpan, 23 de abril de 1789-?l de marzo cle 17g8, Ms,
52 }Lesumido {.omr: caso núm. 93 en e} iapítulo r,. 15 ff., AGN-Civ., vol" 2292, exp. I (LBSD: 21). En 1797-l?98 el caso tuc oídc
258 FUNCIONARIOS, PROCEDIMIENTOS Y POLfTICA FUNCTONARIOS, PROCEDIMIENTOS Y POLfTICA 25g

|re y con -el prestigio. de su cargo el funcionamiento del Juzgado, pero a decretos mucho más extensos, basados en solicitudes y procedimien-
éste se había convertido en una burocracia virtualmente u.rtérromá, en tos escritos. La adaptación a las necesidades de los inaiosioto ra forma
la q¡"re- el virrey sólo intervenía en casos insólitos o se pánía de una reduccién del vorumen potencial de paperes, y
en duda su autoridad. ",rurráo p.o""aimiento
Junto con el cambio de la función del asesor llegó el de los procura-
"" medidas de
y unas decisiones finales más rápidas, casi iumarias. otrás
simplificación consistieron en no favorecer el número de tes_
dores de la corona' En er siglo xvrr, ofrecían su ápinión cuando eran tigos autorizados por er procedimiento jurldico
llarnados como "o*pi"to
uI"que si las
-protectores dé ros indios, o cuando de alguna manera
se veían afectados
pa{le: insistían en presentar todo el número, no"rp.nJ,úabfa manera de im-
los intereses de la corona. En el siglo lvrrr, cuando pedirlo, en la abreviación de los procedimientos de transmisión y
el asesor asumió en g,ran parte el paper del virrey .i f.r.r"ionamiento ficación, y en los intentos por rimitar er acceso al Juzgado, excepto"áii
cotidiano del tribunal, los fiscales empezaron a tomar", muchas de las medio dei personal as-arariado de agentes indios, q"" i""i" menos inte-
por
anteriores funciones del asesor. A ellos ie les entregaban los documentos rés en prolongar las disputas que Iós abogados y otro, ,!""t", que
para su evaluación de las quejas, solicitudes y prr.r-"bur, y aI término ganaban la vida a base de honorarios y costos.
se
de
sus evaluaciones ellos presentaban recomendáciones aetáladas sobre la unos alegatos abreviados, sencilros,- mediante un personal bien pre-
acción o.decisión que habría de tomar er Juzgado. satvo en circunstan- parado y una decisión suma.ia por funcionarios expe.i.o""üaou
cias insólitas, el asesor simplemente aceptaEa tu re.omerdación del asuntos indios sin duda fueron importantes en las abcisionei-o
en Ios
"como-pide el señor Fiscal", llegó a ser la rormuia. El cambio acuerdos
fi.*"l.oo relativarnente rápidos y justos. oira notable reducción á* tu
bien pud-o- producirse por la creciente cárga de trabajo del asesor. Los cesal fue la manera en que. el Juzgado Generar ¿. r"aiÁs-organizó
*"g. p.*
dos cambios significaron mejoras en el -rnovimientd ordenado papeleo. La petición o queja inicial se escribía en una su
ciente de los documentos en un sisterna que iba reduciéndolo todo v "ii- rro¡, a*
a papel, o en tan pocas como fuera posibre, en una redacción "o1.
papeleo. direcía, no
especializada. Muchas veces era escrita por un agente indio,
-
En la primera mitad- der sigro xvr, la corona intentó imprantar un ré- vece§ por el propio quejoso, y a veces poi un amigJ suvo.
peio a
gimen jurídico especiar para 1os indios: er de que .,r" gri'urá" sus bue- En ra misma
hoja, los funcionarios der Juzgado esóribÍan sus t-É"ir.ios y er de-
nos usos y costumbre.s en lo_ que no fuere óontra ñuestra religión creto de la co_rte,-generarmente.en ra parte baja, er .""..i" -margen.
christiana.. .-. ", y ademlr, qg" loi casos indios ,* ¿""iairiun, en
cuanto Muy a menudo, la hoja se inclinaba, para séparar el decreto "-"I der Juz-
tuera posible, por testimoñio oral y no escrit«r, p". ;;;;;pi«ta deter- gado. de la queja misma. Er fiscal protector y er asesor
minación de los hechos y una deciiión sumaria. yr eI riitimo dece- opiniones en los márgenes menos- q.r* ne.eiit.ran mái espacio y
escribfan sus
nio del siglo xw, tal inténto ya no correspondla a las "r,realidades de la viesen que añadir otras hoias. .a tu-
Nugva- España,67- pero er eue Ia intención ;;; ;;;.;Lsros a los
nerlo hasta donde lo consideióluz§ado Generar de Indios sf trató de impo- indios era claro, por prác_tica misrna y por las regutaciories sobre el
factible. -la
empreo detr papel selrado.
EI _empleo d.e testim«¡nios orares en vez de escritos resurtó casi irn- cuando ra ioiona, ái"i;;ú;; de 163g,
instituvó el requerimiento de que después del le "" de enero a" toqo toao,
posible desde el.principio, pues el Juzgado estaba en un lugar, pero los instrumentos. jurídicos se escribieran en papel selrado, comprado
sus-casos provenlan de todo el territorio administrativo de la a un concesionario real_-los principios de un^impuesto en'estarnpillas
Áudiencia
de México. si los trámites se hacían en ras provincias, t uut" q.r" .r".i- que aún perdura en la República MLxicana- los indios se acostumbra-
birlos para enviarlos ar palacio virreinar; ii se hacíán en- el palacio, ron a usar hojas dobles del costo infimo, un cuarto de real. Todos los
deblan reducirse a escrito- en argun_a etapa, de modo que
tipr: de registro y se pudiese exnedir uri decreto en táda [ueaara akul doc'mentos
-que no hubiesen sido preparados en pup"r ,áiüao carece-
iár*r.
a mayor abundamiento, Ia apelación era posible y . *"rrráo probable, corno, rÍan de validez. Iegal y posibilidad de ápHcació, rr, lurgaáo o en ras
oficinas administrativas. No obstante, decfa la orden"i .*"t," -
tenía que haber suficientes rtgistros escriios p".á q". i"""iánara
debi-
darnente Ia Audiencia en segu--nda instancir. sor,
que explican, al menos en parte, el carnbio ocurrido ras aun en tal caso, si faltaren los sellos en que sea sellado, no sea c&usa
"it". "á""iidades
.i rrrgudo,
-por ,cuanto nuestra intenci,ón y voruntaá siempre ha
de de. nulidad,
""
¡.rnos decretos relativamenté hcónicos basados en declaraciones
orales, sido, y es, aliviartros [a los indios] de cualquier carga y lravamen.*
por el L-ic. Quijada como asesor
gobernador de Teloloapan contra
y_ detgado der virrey. Francisco Xavier,
ét suuáeiigaáá ü'tá;""i;;;; ciudad de - tiAudiencia
la
RI.,I, lib. VIII, tlt. xxIII, Iey xviii. El requerimienro fue instiruido en
de &léxico en 1640-ró4r. Fonseca y urmtia, if¡,-i}-¡c-un intento
México.v 4§uatpan, I8OOIS de- junio de 1803,"M§, if ri, eCñ-óiv., hecho en Guatemala a comienzqs del decenio-de ló90 p"i i";iriñ en que los
exp'.3 (LBSD', l), en er que el iic. vol. 2182,
y delegado del virrey. (Resumido euijada continúa actuando como asesor
irri*. ó4 ;";I ááiltil;.,
indios-usararl papel sellado para los- juicios, listas dó h;;i;i;.
de gobernadores en lugar de papel -ordinario, encontr¿, un aüsóluto
y itt,rtos
aBEl cambio es claro en los "o*o re
"".i-."pit"l,o r.''
casos resumidos
ñ7 Véanse
los capftulos rlf y ry. *qq 9" la corona, que ordenó la bbservancia de los términos de su céd*la
de ló38. Rea.t cédula-a Jerónimo chacón Abarca, ¿e
"ido;-d;-i;Áü¿iencia
2d) I.'tlNCIONARlOS, PROCIjDIMItIN't'OS y pOt.f il( A I;TJNCIONARIOS, PROCEDIMIF,NTOS Y POLITICA 261

A linalcs dcl régimen español, peticiones y procedimientos a menudt¡ cacla audiencia, para turnarla al virrey en la siguiente sesión. El pro
sc cscribian en papel común, sin que por ello perdieran su validcz curador de indios distribuiría todos los documentos a los secretarios
ni se negara el Jtrzgado a aceptarlos. correspondientes, pero por medio de recibos, de modo que se llevara
I-a abreviación del papeleo y de l's procedimientos también se ma- un registro. Además, él habia de conservar una lista de todos los casos
nifestó en la transmisión y cumplimiento de órdenes y escritos, pues indios en donde hubiese habido apelación a la Audiencia, fuesen aten-
la petición que llevaba la orden virreinal en la parté baja o en el didos o no, y establecer una lista de todas las sentencias de casos indios
reverso generalmente se devolvía al indio para entregarla. El o cualquier en los que hubiese apelación, ambos para la revisión que el virrey efec-
persona que supiera leer y escribir podía informar de su contenido y, tuaba los miércoles. El notario del Juzgado debía lévar una Iiita de
en caso necesario, preparar una declaración jurada en tal sentido. una todo movimiento de documentos y órdenes en cada audiencia virreinal,
copia de la orden se archivaba en forma cronológica en los registros para presentarla al virrey en la audiencia siguiente. Además, debía lle-
centrales a cargo de los secretarios judiciales y administrativos. rt pro- var un Iibro en el que se registraran todas las peticiones y los documen-
cedimiento era bellamente sencillo y económico, pero tenia sus inion- tos presentados al virrey, las decisiones correspondientes o lo que había
venientes, pues los indios podían perder el documento y tener que so- ocurrido en cada caso hasta la conclusión del asunto.dz
licitar una copia de la orden 50 o, como ocurría más freót¡entemente, lo Estas medidas daban un grado considerable de contror, especialmente
conservaban hasta que decidieran valerse de é1,s0 de modo que podían si el virrey o su asesor revisaban minuciosamente cada Iista en el
intervenir considerables periodos entre la emisión del decreto y su momento apropiado, pero aún era posible, aunque menos probable, que
puesta en vigor. las cosas se fueran por un resquicio. una de tares fa[as, cisi imposiüle
[,a naturaleza del papeleo y el registro explica un fenó¡neno que de evitar con dicho sistema, ocurrió en 1630, cuando los indioi y los
ha Ila¡nadn la atención de los estudiosos, a saber, que en el resto de mineros de san Luis de la Paz obtuüeron, cada bando, decretos virrei-
los registros centrales tal como han llegaclo hasta nosotros hay pocos nales que favoreclan sus intereses pero en conflicto directo.ss Ambos
ejernplos en que los indios perdieran el caso. Esta circunstancia ha ñecho eran decretos administrativos, uno de ellos archivado en el registro del
nacer la idea de que los indios perdían pocos casos ante el Juzgado Juzgado y el otro en un juzgado administrativo. otra falla iesultaba
Genel"al de Indios,'l idea atractiva pero que probablemente no es cñrta, de la táctica de los indios insatisfechos con la decisión final, especial-
aunque carezcarnos de medios para determinar la proporción de los mente si se trataba de comunidades, de aguardar hasta q.re ei caso
c,asos ganaclos y perdidos. El fenómeno es fácil de explicar, pues un estuviese olvidado y_entonces replantear el asunto ,r.r .rrerb juicio. La
decreto sólo se expeclía al establecerse la causa probabie de la investi- "n
táctica podía descubrirse investigando en los registros, pero no habla
gación o el procesr: judicial, o en caso de nueva decisión interlocutoria fácil acceso a su contenido, pues se Ies llevaba por orden cronológico,
o final" §i el Juzgado General de Indios rechazaba Ia queja por consi- sin ningún índice aparte de unas notaciones márginales. No era pro.
derarla trivial o injustificada, no se expedía ningrin decreto que pudiera bable que se emprendiese una búsqueda a menoá que la otra párte
registrarse en los archivos centrales. protestara alegando que se trataba de cosa juzgada o presentara su
-
Tan r-adical simplificación de preparativos, transrnisión y registro copia del juicio anterior.oa
cle los docurnentos jurídicos llevaba consigo un verdadero peligio de La conservación de la costumbre y la ley indias en los procedimientos
confusién y aun de caos. Este peligro fue descubierto en ei minucioso del Juzgado realmente e_ra causa perdida para cuando náció el Juzgado
esc¡rrtinio de Monterrey, que en su reglamento del ó de mayo de l59g General de Indios. Por lo que hemos üsto hasta aqul, y por los süma-
para el Juzgado General de Indios estableció una serie de controles. rios de los casos que aparecen en el capítulo v, es ilaró que los proce-
El intérprete habia de preparar una lista de lo que se le entregaba en dimientos empleados en el Juzgado eran esencialmente loi del derecho
y la práctica administrativa de España, un tanto simplificados, desde
Guatemala, Madrid, 14 de mano de tó8ó, en respuesta a una carta del luego, pero virtualmente sin ningún resto de costumbre o usanza in-
28 rle juiir: de Ió83. Konetzke, I, 775 (núrn. 527).
58 Decreto que exirne
a los indios de Tejupilco y de Iztapa de aportar 6, MS, AGN-I, vI, 2i parte, exp. 1004; tarnbién en AGI-M, leg. 24.
trab_ajadm'es para las minas, ciudad de Méiicb, 24 áe r¡ctub.é ¿" lrta, us, 8s Decreto del 10 de mayo de ló30, ciudad de México, MS, AGN-I, X,
AGN-I, VII, exp. 315 (l-BSIi, VII, 67-70), expediclo porque se perclió lá pri. cuad. 1, exp. 234.
mera orden. ea véanse los comentarios
de Mendoza en su relación de mando, citados
8(iEn el prolongadü caso rle Juan Tomás, indio de Ixcatepec, provincia
- de en el capítulo rr¡. La táctica continúa empleándose en México hasta el clÍa de
Ixcateopan, contra el cura de su parroquia, ITT&I7Bó (resumido cómo núm. g4 hoy, como lo encontré al trabajar en el archivo de coixtlahuaca. Los docu-
cxr el cupítulo v) se necesitó el perioclo del 17 ile agosto al lq de octubre de mentos.de un juicio por tierras en disputa con el pueblo vecino de Suchixtlá-
1.785
_para q-ue, el quejosn pudiera entregar una orden expedida en Ia ciudad huaca, junto con el registro de un acuerdo de dividir las tierras, ae tati,
ia-
¿le México. |*IS, AGN-Crim., IiI, exp. 15 (L.BSF, XVi). clan olvidados en uno de los legajos. El pleito se reanudó en 1949-1951,
"r LRSF, VIII, t37 y X, 6&70. Suchixtlahuaca reclamó el resio'de la fierra, v se llegó a otro ácuerdo. "rárr"do
262 FUNCIONARIOS, PROCITDIMIENTOS Y POLI't'lCA IIUNCIONARIOS, PROC]IIDIMI ENI'OS Y POLÍ'I'ICA 263

dígcna. Puede dudarse de que la cuestión del uso de los procedimientos mínimo en que pudiera hacerse un intento por deterrninar cuál habÍa
ináios, en alguna forma, ie planteara jamás en el Juzgado. Además, sido l¿r costumbre india. Cada decisión se basaba en la promulgación
el clepender Cada vez más de documentos escritos, anuló cualquier otra específica o la cláusula codificada. Si una de ellas faltaba, la Corona,
oportunidad que hubiese habido de respetar las formas indias, ya que por cédula real, la Audiencia por auto acordado o el virrey por orde-
tódos los documentos, salvo ocasionalmente la primera petición, eran nanza de su buen gobierno, suplían la deficiencia. De España llegó la
preparados por funcionarios españoles. Lo que dijeran lo_s indios apare- legislación de Castilla tal como había sido incorporada en la Nueva
óí*-en la forma española apropiada, y de acuerdo con las normas es- R.ecopilación... de Castilla de 1567; la legislación real y las órdenes
pañolas prevalecientes. para las Indias como fueron publicadas por Vasco de Puga durante el
Tampoco hubo una conservación considerable de la ley india' El decenio de 1560 y codificadas por Encinas a comienzos del de 1590; las
posteriores órdenes reales no codificadas hasta la Recopilación de 1680;
Juzgado, como otros tribunales españoles de la Nueva España, respe-
taba los límites heredados y las relaciones habituales, hasta el punto y las órdenes reales expedidas después de 1680. Había que consultar
en que no se hubiesen vuelto manifiestamente caducas ni se hubiesen gran parte del material en registros manuscritos o compilaciones lo-
modificad¿¡ mecli¿rnte conquista, cristianización y apropiación española, cales, o se le podía resumir en compilaciones locales impresas. La le-
gislación local consistía en autos acordados de la Audiencia y ordenan-
corncJ en tra distribución de haberes y tierras de los templos, fijada para
la Tripte Alianza en los pueblos tributarios o en la modificación de las zas expedidas por la Audiencia y el virrey en diversas formas" Se les
relaciones de tributos" Adernás, los españoles tenían interés en conser-
podía encontrar en las codificaciones de Montemayor y Córdova de
var el atuendo indio tal con¡o había sido modificado por los misioneros, Cuenca (1678) y Beleña (1787); y en las compilaciones manuscritas
(que se mantenían al día) de leyes expedidas desde las últimas compila-
y hasta bien entrado el siglo xvru, restringieron el acceso indio a la ciones impresas. Para el Juzgado General de Indios, los grupos de leyes
tecnología europea e¡r forma de caballos y armas de fuego. Por lo de-
más importantes eran las regulaciones reales y virreinales de concesión
más, las dec.isiones clel Juzgado General de Indios aplicaban reglas e
de tierras, derecho de los pueblos indios a poseer bosques, aguas y un
ideas españolas sotrre propiedad de la tierra, herencia, organización de
los puebk:s y sus partes subordinadas, comercio, trabajo, impuestos, fundo legal, sobre asignación de mano de obra, sobre el cobro de deu-
das, especialmente mediante servicios, y sobre disposiciones penales, in-
conclucta personal y delincuencia. Pero lo que aplicaban no era la ley
cluso trabajos forzados en obrajes, panaderías y otros establecirnientos
cle Castilia en su plenitud y como iba evolucionando en la península semeiantes. Lo que se aplicaba era esencialmente una legislación real
rbérica, como ley de una España unida, al comienzo del siglo xvrrr. para México y ordenanzas locales muy a menudo emitidas con aproba-
Durante el siglo xvr, la Corona intentó mantener la unidad de la ley ción real, anterior o posterior; en realidad, un cuerpo de derecho mexi-
para Castilla y América, aun cuando tal esfuerzo tropezó con graves cano. Para los casos que se presentaban al Juzgado, la ley era relativa-
dificu¡ltades. A comienzos del siglo xvrr, reconociendo que sus posesio- mente sencilla; lo que causaba prolongadas controversias era, más a
nes de América tenían necesidades especiales que no podía satisfacer menudo, cuestiones de hecho.
la legislación de la Península, decretó la Corona que sólo sería válida Dentro de este cuerpo de derecho mexicano, debe subrayarse, los in-
para el Nuevo Mundo la legislación que pasara por el Consejo de Indias.
dios seguían siendo un grupo separado, distinguido por el pago del tri-
En realidad, la decisión daba preferencia a un conjunto de decisiones Lruto y el medio real de ministros, por el derecho a los servicios de los
y legislación especiales para América, que hubo que expedir por causa agentes indios y del Juzgado General de Indios, y por una exención a
de las condiciones peculiares del Nuevo Mundo en ámbitos como el de buen número de otros impuestos. El lugar de los indios en la sociedad
la minería, las disposiciones tributarias, las concesiones de tierras y el colonial mexicana puede verse en la preferencia, aun en el Juzgado Ge-
trabajo. También aceptó tácitamente una diferenciación en la legisla- neral de Indios, que se daba al testimonio del español contra el indio
ción para las diversas partes de América, diferenciación que ya había y en el hecho de que al indio no se le hacía responsable de calumnia
sido impuesta por las circunstancias locales.0s ni se le persegula jurídicamente por perjurio. Se daba por sentado que
Para la Audiencia de México, la ley en vigor en los siglos xvrr y xvrrr era tan probable que mintiera que el castigo afectaría a demasiados.
fue una mezcla de legislación real y local. Desde luego, era Iey en el Esta actitud se manifiesta, además, en el hecho de que una coruección
sentido del Derecho Civil, es decir, una promulgación específica por una moderada, aun de cuatro a seis azotes con un látigo en las nalgas desnu-
autoridad competente. Los precedentes judiciales y las decisiones en das, era considerada como apropiada e indigna de llamar la atención.66
casos previos que determinaran Ia costumbre apropiada, como en el Una actitud similar prevaleció con respecto a los pobres y menesterosos
sistema anglosajón, no desempeñaron papel alguno salvo hasta el grado no indios, que contaban con agentes jurídicos especiales y tenían dere-
cho, al menos en teoría, a una consideración particular en los tribunales
6sGarcia Gallo, "La ley", AHDE, XXI-XXII (1951-1952), 607 y 614.618;
Baade, "The Formalities", Louisiana Law Revíew, XXXVIII (1977-1978), 666-
86 Véase el resumen del caso núm. 128 en el capítulo v.
669; RLI, lib. II, tít. I, leyes xxxix-xl.
264 FUNCIONARIOS, PROCEDIMIENTOS Y POLÍTICA

españoles. Los elementos que según suponíase caracterizaban a los


aborígenes, como tendencia a Ia mentira, imposibilidad de confiar en
ellos, credulidad, embriagaez, pereza, suciedad, etc., se consideraban VII. LOS AGENTES INDIOS DEL MEDIO REAL, SUS RIVALES
igualmente caracterfsticos de los pobres que no fueran indios, y se les Y SUS CLIBNTES
ha atribuido a las capas inferiores en la mayor parte de las sociedades,
durante siglos o milenios, sin consideración a ninguna raza. La conver-
gencia indica que con el paso del tiempo y la formación de un gran DrNrno de la creciente burocracia gubernamental de la Nueva España,
organismo de pobres no indios, los dos grupos iban avanzando para los agentes indios del medio real formaron un grupo aparte. Limitados
forrnar un orden común inferior, proceso que aún no se había com- en su acceso a honorarios, principal fuente de ingreso para la mayoría
pletado al término del régimen español. de los funcionarios, y que aun les estaba prohibida, obtenían sala-
rios de un fondo especial recabado y administrado por el gobierno
virreinal, pero tal fondo era un fideicomiso real, no un ingreso real. En
sus relaciones con otros miembros de las profesiones notarial y jurídica,
y los practicantes con menos licencia formal, trataron de afirmar un
derecho aún rnás monopólico que sus colegas, con licencia de practicar
ante la Audiencia de México, pues los agentes indios trataron, sin Io-
grarlo, de que sus servicios fuesen exclusivos para los indios que bus-
caban reparación en la ciudad de México, en cualquier tribunal que
fuese. Sus relaciones con sus clientes, presumiblemente paternales y
protectoras, ocultaban una tensión, a veces baja, a veces alta cuando,
por una parte, los clientes ocupaban toda la gama, desde víctimas ino-
centes e ignorantes, que sin duda merecían una indemnización, hasta
manipuladores sorprendentemente sagaces de los órganos gubernamen-
tales españoles, y cuando, por otra parte, los agentes indios a veces
desempeñaban sus funciones puntual y honorablemente y a veces in-
tentaban aumentar sus ingresos mediante prácticas indebidas y cargos
ilÍcitos. El Juzgado duró más de doscientos veinte años, ofreciendo opor-
tunidad para que el comportamiento de los hombres mostrase una gran
variedad de formas. Examinemos a los agentes indios, a sus rivales
en la práctica jurídica y a sus clientes, en este orden.
El cuadro 7-1 muestra la organización de los agentes indios en di-
versas épocas, desde finales del siglo xvr hasta finales del siglo xvrrr.
Como se basa principalmente en informes de gastos en años específicos,
constituye una serie de sondeos, más que una historia completa de
cambios y desarrollo. No obstante, puede reconstruirse gran parte de esta
historia. Los totales del cuadro representan la suma de los cargos que
pesaban sobre eI medio real. Suponíase que tal ingreso cubría los car-
gos, pero podía arrojar un excedente o un déficit según el número de
indios tributarios y la eficiencia de los cobradores. Además, la suma
que arrojaba estaba sujeta a cargos por cobro y a algunos desembolsos
extraordinarios, que no aparecen en el cuadro.l
Como el cuadro lo indica claramente, los primeros nombramientos,
hechos por el virrey Velasco, fueron cautelosos y experimentales. La
petición de Velasco de una compensación para los porteros, tornada
del medio real, y basada en sus indudables servicios al tratar al dilu-
vio de peticionarios indios, no fue atendida hasta la segunda mitad del
r Para csto, véase el capítulo vrrt.
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