Filosofía Examen Final
Filosofía Examen Final
Filosofía Examen Final
Muy buenas tardes a todos los oyentes. Bienvenidos a otro espisodio de Filosofía con
Sofía. En este episodio vamos a hablar sobre el pensamiento de diferentes filósofos.
Empezaremos el episodio analizando a David Hume y Rene Descartes. Ambos filósofos
pertenecían a dos corrientes de la filosofía moderna que son opuestas en muchos
sentidos. Descartes pertenecía al racionalismo, el cual comparte ideas con la rama de
pensamiento de Platón, mientas que Hume pertenecía al empirismo, que comparte ideas
con el pensamiento aristotélico. Esta distinción cobra mayor sentido cuando recordamos
el desacuerdo que tenían en su momento Platón y Aristóteles. Ambas corrientes tienen
como propósito la obtención de conocimiento, el cual implica certeza, y por lo tanto ésta
es el objetivo. Sin embargo, ambas difieren en el método que siguen para obtener certeza,
que caracteriza a este periodo histórico como el objetivo.
El racionalismo, cuyo iniciador se considera Descartes, consiste en la obtención de
conocimiento por medio de la razón, mientras que el empirismo rechaza este método
porque se basa en las pruebas que obtenemos mediante nuestros sentidos e impresiones.
Para Descartes, la duda debe aceptarse hasta sus últimas consencuencias. La duda fue su
método para descartar aquellas cosas de las que no podemos estar seguros, y fue así
como llegó a su célebre frase que seguramente todos han escuchado “pienso, luego
existo”. La segunda certeza que definió Descartes fue la existencia de Dios.
Si pensamos en esto, nos damos cuenta de que su método para concluir esto no
tiene que ver con lo empírico ni con los sentidos, a diferencia de los filósofos del
empirismo, incluyendo a Hume, ya que la existencia de Dios es algo que no se ha podido
científicamente probar, es una creencia. Descartes creía en la ciencia, en las matemáticas
sobre todo, y creó el método, que considera como un camino a la verdad. El método de
Descartes se basa en la certeza como criterio para considerar algo verdadero. Para
Descartes, la claridad y la distinción son las evidencias de la certeza, y son necesarias para,
a través de la duda metódica, considerar algo verdadero con certeza. Descartes considera
dos vías de pensamiento, la experiencia (que mezcla la realidad con la percepción de ella,
la cual es incierta, contradictoria y no fidedigna) y la deducción (que es el proceso mental
de razonamiento, de una cosa a otra, nunca puede engañarnos porque consiste en el
entendimiento).
En cambio, en el empirismo, para Hume, el concimiento se obtiene a partir de
nuestras interacciones con la realidad, y es aquí donde identificamos su resemblanza con
Aristóteles, dado el peso que él le daba a los sentidos. La obtención de conocimiento y
certeza se da por medio de enunciados demostrativos, unos probables (cuestiones de
hecho) y otros demostrativos (o relaciones de idea).
Las cuestiones de hecho surgen de las ciencias sociales y situaciones cotidianas y
deben ser comprobadas mediante nuestros sentidos, ya que no tienen el mismo grado de
veracidad que las relaciones de idea. Éstas a su vez provienen de las matemáticas y la
lógica, y son verdades sin contradicción que simplemente son ciertas, como por ejemplo
saber que 2+2 es 4. Hume considera que hay dos vías de pensamiento, la inducción y la
deducción. Hume criticó la inducción porque se crea una “verdad” en cosas cotidianas que
crean una especie de hábito, digamos, pero esto no quiere decir que podamos tener
certeza de que siempre sucederá lo mismo o de cierta forma. La deducción por su parte es
mucho más certera, porque consiste en llegar a conclusiones a partir de una verdad.
Acerca de estos dos filósofos, podemos decir que ambos tenían concepciones
diferentes de la certeza, cada uno a su manera, enfocándose en asegurarse de la
veracidad de las cosas, que es un objetivo que nos da la ventaja de poder tomar
decisiones con buenas bases.
Ahora hablaremos de Aristóteles, el discípulo más famoso de Platón, así como de
los estoicos en cuanto al concepto de Eudaimonia. La Eudaimonia es un concepto griego
que significa ser la mejor versión de uno mismo, vivir bien. Para empezar a analizar el
concepto, el estoicismo es una filosofía helenística, fundada por Zenón de Citio que
significa que surgió para dar una respuesta a cómo vivir mejor pero no supo vivir por si
misma. De acuerdo con el estoicismo debemos actuar de acuerdo con nuestra naturaleza,
y se basa en un pensamiento helenístico, cuyo objetivo es la felicidad. Esta felicidad se
alcanza evitando el juicio de los demás, entre otras, a lo que se conoce como epoche.
Así, pensemos que todos nosotros tenemos la capacidad de darnos cuenta de que
suceden cosas en el mundo, y las afectemos o no, no podemos hacer nada para
cambiarlas, así lidiando con el mundo como es. La felicidad se encuentra en las cosas
donde no se busca o se espera, porque al no poder cambiar el mundo, nos frustramos y
así no encontraremos felicidad, o la eudaimonia. Esto, sin embargo, ¿querrá decir que
debemos aceptar el mundo y quedarnos sin hacer nada? Sí, para el estoicismo, la
eudaimonia no se encuentra en cambiar el mundo, sino en vivir en ella razonando sobre
las situaciones y tomando las decisiones que nos lleven a la eudaimonia, trabajando en
uno mismo y viviendo en el momento.
Pasando al pensamiento aristotélico, recordemos que Aristóteles fue un filósofo
que creía en la tabula rasa o el principio del aprendizaje a través de la experiencia propia,
aquella dada por los sentidos, a diferencia de la desconfianza en ellos de Platón y el
racionalismo. Para Aristóteles, el alma o mente se divide en las pasiones y las facultades,
las cuales determinan las decisiones. A partir de las éstas, recolectamos la experiencia, y
por tanto el carácter propio. El carácter a su vez es uno de los determinantes de qué tipo
de persona somos, con base a nuestra personalidad. La manera en la que se crea nuestro
carácter determina si somos o no la mejor versión de nosotros mismos, que es lo que nos
lleva a la felicidad y la eudaimonia.
Aristóteles identificaba en la personalidad los vicios y las virtudes, que son
extremos de características. Por ejemplo, la valentía es una virtud mientras que la
cobardía es un vicio, pero ambos son extremos. Los vicios son las actitudes indeseables y
los vicios las deseables. Llegar a ser una persona honesta siendo una deshonesta puede
parecer como un largo camino, pero los vicios y las virtudes pueden fomentarse a través
de los hábitos, que también tienen un impacto en las facultades. Un hábito es un
comportamiento que se repite, por decisión propia. Es importante moldear los hábitos en
nuestras vidas para influenciar las virtudes o vicios que desarrollamos. Por ejemplo, si te
lavas los dientes todos los días, al final lo más probable es que obtendrás la virtud de la
responsabilidad y la higiene. Los hábitos tienen un fuerte efecto en la personalidad que
desarrollamos, y por lo tanto en si llegamos o no a la mejor versión de nosotros mismos.
Definir figuras líder en nuestras vidas para imitar el carácter deseable es
importante para Aristóteles. Piénsenlo, esta es una de las razones por las que la
generación de “influencers” ha tenido tanto impacto, las personas suelen copiar lo
agradable o deseable, alejándonos por supuesto en ciertos aspectos que determinan la
personalidad propia y aprendiendo también de los tropiezos.
Y ahora viene la pregunta del millón, ¿cómo podemos saber al final de la vida si se
logró eudaimonia? Desde el punto de vista estoico, el análisis de la eudaimonia se basa en
vivir en el momento, por lo tanto, reflexionar o voltear a ver el pasado para contestar esta
pregunta no sería muy buen visto. Sin embargo, una recolección de momentos felices
siempre está presente en las mentes de todos. Al final, nuestras experiencias, en las que
hemos hallado felicidad, ahí están, y tenerlas nos define como personas y nos ayuda a
saber si fuimos felices. En cuanto al pensamiento aristotélico, al final de la vida
deberíamos realizar introspección en retrospectiva, ya que, autoevaluándonos y a las
decisiones y camino que hemos tomado es como llegaremos a saber si fuimos o no la
mejor versión de nosotros mismos, o si pudimos ser mejores en ciertas cosas, aunque no
olviden que siempre debemos considerar que somos humanos falibles y en esto también
reside cierta belleza.
Hasta la próxima!!!