Ls Subordinacion Militar

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ES UN PRINCIPIO INDISCUTIBLE: QUE PARA SABER MANDAR BIEN, ES PRECISO SABER

OBEDECER ( Aristóteles)

La pertenencia a una institución tan particular como la castrense implica el desempeño, de una
muy especial naturaleza de tarea. Esa tarea constituye un servicio, en el sentido de que
configura una actividad dispuesta desde el Estado para satisfacer necesidades propias de él, tal
como resulta la defensa. La atención de ese servicio implica una estructura en la que sus
miembros se organizan en orden jerárquico bajo un régimen de disciplina que se mantiene
permanentemente vigente para ellos mientras conservan su pertenencia a la milicia. De ese
modo, el individuo que integra las Fuerzas Armadas se encuentra sometido en todo momento
a los rigores propios de un estado militar que, en muchos casos, perdura incluso más allá del
período en que permanece en servicio, quedando evidente que la conducta de las mujeres y
hombres de armas se encuentra sometida a reglamentos, leyes y normas ; y por tanto, a
valores y principios ligados a su profesión, que rigen de una manera muy amplia el
desenvolvimiento de sus respectivas vidas.

Podría entenderse entonces, que el valor más trascendente que deberían desarrollar quienes
se forman como militares, es el de la subordinación. Por cuanto la disciplina constituye un pilar
esencial que se construye con el estricto acatamiento de las órdenes legítimas del superior, en
la que la obediencia ciega resulta inadmisible. La relación de mando y obediencia requiere en
la actualidad, para su perfeccionamiento, que tanto el sujeto que imparte la orden como aquel
que la recibe se atengan a precisas condiciones. El superior debe tener una acabada noción de
lo que implica el ejercicio de la autoridad que le otorga su jerarquía. Cuando él imparte una
orden, debe inspirar y dirigir a la par que mandar y exigir un determinado comportamiento por
parte del subordinado. Y esa orden debe estar precedida de una prudente reflexión y un claro
conocimiento de su procedencia, es decir, de la legitimidad y conveniencia. Los subordinados,
por su parte, habrán de tomar conciencia de la necesidad de practicar la obediencia como acto
virtuoso en sí mismo, sabiendo que en ella descansa la disciplina, a la que reconocerán como
base de la organización institucional. Pero, de modo simultáneo, habrán de tener presente que
la obligación de acatar las órdenes cesa frente a demandas visiblemente arbitrarias o ilegales y
que no deben ellos mismos emitir o repetirlas. Todo esto implica que el hombre de armas
debe, imprescindiblemente, desarrollar valores, tanto o más profundos que los relativos a la
obediencia, para tener pautas que le permitan conducirse con corrección, ya sea al ejercer la
responsabilidad de ordenar una determinada acción, o al responder a la orden del superior.
Tales valores estarán referidos, entre otros, al profesionalismo que le otorga idoneidad para
actuar en su ámbito, al honor, la lealtad, la integridad, la prudencia, la justicia, la fortaleza y la
templanza.

Las Fuerzas Armadas existen en el Estado y para el Estado y, como otras instituciones, están
sujetas a las autoridades políticas civiles, a la Constitución y a las normas jurídicas que rigen
para todos los habitantes del país y a la jurisdicción de los órganos encargados de aplicarlas. La
subordinación del poder militar al poder político está prevista en las normas constitucionales.
Ello hace a la esencia y dinámica de la democracia. Coloca la responsabilidad de las decisiones
políticas en las autoridades electas e implica también acotar la tarea a cumplir por la
institución militar a niveles de obediencia, no deliberación, profesionalidad, jerarquización y
disciplina, además de ser normas jurídicas en las instituciones militares, son valores y
principios que ordenan su conducta y el desarrollo de toda la actividad de las Fuerzas Armadas
y forman parte sustantiva de su código ético.
Cumplir el deber significa ejecutar adecuadamente las obligaciones a las que se está
legítimamente sometido. En las Fuerzas Armadas dicho deber se concreta, esencialmente, en
la obligación de obediencia. El acatamiento de la orden del superior adquiere el máximo rigor,
pues hacen de la disciplina, basada en la obediencia, su columna vertebral.

La vocación de servicio de un militar inspirada en el amor a la Patria y en la identificación con


sus valores, alcanza su más amplia satisfacción cuando quien la manifiesta logra mediante el
legítimo cumplimiento de la orden, aún a riesgo de su vida, el objetivo de defender la
soberanía y la integridad territorial de su país. El militar practica la obediencia, como un valor
intrínseco, sin incurrir en acciones ilegítimas. No acepta que superiores o subordinados
ordenen actos al margen de la ley, y en todo momento corregirá y removerá las causas que
den lugar a conductas incorrectas o indebidas. En ningún caso podrá infligir o tolerar actos de
tortura u otros tratos inhumanos o degradantes, ni invocar la orden de un superior como
justificación a tales actos.

El significado más usual de disciplina es el de “conjunto de reglas para mantener el orden y la


subordinación entre los miembros de una unidad militar ”. En este sentido, implica la sujeción
de la conducta de las personas a determinadas normas: bajo esta concepción ella resulta
esencial en las Fuerzas Armadas, en las que el sometimiento a la autoridad y el acatamiento de
la orden constituyen la base de su organización y accionar. Es, pues, el eje central que
caracteriza al profesional militar; el principio de orden y la norma a que los militares deben
ajustar su conducta y que constituye el fundamento de todas las Fuerzas Armadas.

El superior tratará siempre al subordinado con justicia y equidad, convirtiéndose en su guía y,


fundamentalmente, nunca dará ni obedecerá órdenes que atenten contra el orden
constitucional, la democracia, el Estado de derecho, ni la dignidad e integridad de la persona.
Dentro de las organizaciones militares, el superior se preocupará de cómo se realiza una tarea,
velará por el bienestar y seguridad de su personal y ejercerá su liderazgo sobre la base del
ejemplo, actuando en todo momento con rectitud y justicia.

El militar se comprometerá a cuidar de aquellos que de él dependan, pensando en ellos antes


que en sí mismo y procurando como conducta básica, dar siempre el mejor ejemplo,
generando en quienes lo asisten el compromiso con el éxito de la misión. Soportará junto a
ellos los rigores más extremos a que puedan someterlo las circunstancias y nunca ordenará a
sus subordinados hacer lo que él mismo no haría en una situación similar. Los militares que
ejerzan mando tratarán de inculcar una disciplina basada en el convencimiento. Reafirmarán
su liderazgo procurando conseguir el apoyo y cooperación de sus subordinados por el prestigio
adquirido con su ejemplo y preparación.

Compañeros Guardiamarinas; El mando se debe ejercer con responsabilidad; es una tarea


irrenunciable y no puede ser compartida. El mando exige obediencia a los subordinados y el
derecho a que se observe su autoridad, pero el liderazgo contribuye a fortalecer el respeto
mutuo que debe existir en la cadena jerárquica.

Del Señor Director.

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