Ensayo para Portafolio 11 de Abril

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FUNDAMENTOS DE LA ECONOMIA

PAULA ANDREA PULGARIN

UNIVERSIDAD CLARETIANA CAT PEREIRA

ESTUDIANTE DE TRABAJO SOCIAL PRIMER SEMESTRE

DOCENTE .CARLOS ALBERTO CANO

-
RESPUESTAS A LAS 10 PREGUNTAS DE PRINCIPIOS DE LA ECONOMIA

1-ES LA CIENCIA QUE ESTUDIA LA ADMINISTRACION DE LOS RECURSOS

PARA SATISFACER LAS NECESIDADES ILIMITADAS

2-CAPACIDAD FISICA Y MENTAL DEL HOMBRE PARA TRABAJAR

3ES UN SISTEMA ECONOMICO LAS VIEJAS Y AS NUEVAS FORMAS DE

PROPIEDAD DE LOS MEDIOS DE PRODUCION

4 -LOS CAMPESINOS DESTINAN UNA PARTE DE SU PRODUCION AL SEÑOR

FEUDAL

LA PRODUCCION ERA DE SUBSISTENCIA, LA PROPIEDAD FEUDAL

ABARCABA VARIAS ALDEAS DE LAS CUALES, OBTENIAN SUS GANANCIAS

LA OFERTA ES LA CANTIDAD DE BIENES Y SERVICIOS QUE LOS

VENDEDORES ESTAN DISPUESTOS A OFRECER EN EL MERCADO A UNOS

PRECIOS CONCRETOS

6- ES CUANDO EL PRECIO REDUCE O AUMENTA A MAYOR ELASTICIDAD

MAYOR VARIACION DE LA DEMANDA

A MENOS ELASTICIDAD MENOR VARIACION DE LA DEMANDA

7 CARACTERISTICAS DEL MONOPOLIO

NO EXISTE LIBRE ENTRADA AL MERCADO

UN VENDEDOR PERO MUCHOS COMPRADORES

8-ESTABLECIMIENTO DE COSTOS GASTOS Y BENEFICIOS


INTERACIN DE OFERTA Y DEMANDA

9- INSTRUMENTO MEDIANTE EL CUAL UN PAIS REGISTRA CONTABLEMENTE

SUS PRINCIPIOS MOVIMIENTOS ECONOMICOS

10 ESTOY EN PRO DE APRENDER MUCHO SOBRE PIB Y RENTA NACIONAL .

El origen del conocimiento científico Tras la aparición de la agricultura y el consecuente

establecimiento de las poblaciones humanas, se forjó un nuevo modelo social sedentario que

permitió la aparición de la ganadería, la artesanía, el comercio y, posteriormente, en el siglo VI

a.C., la Filosofía. Del griego “amor (phileo) a la sabiduría (sophia)”, y entendida como la necesidad

de buscar el qué, el por qué, y el para qué de las cosas, ya Aristóteles atribuye la filosofía como la

esencia natural de todo ser humano. La naturaleza se convierte en el principal tema de

observación, dando paso a la aparición de distintas doctrinas filosóficas que pretenderán entender

y dar un sentido a todos los procesos y fenómenos naturales. Desde entonces, el significado y

contenido atribuido a la filosofía se ha ido modificando indiscutiblemente desde su origen. La

epistemología, que aparece como rama de la filosofía, trata los problemas filosóficos que rodean

la teoría del conocimiento. Desde el siglo XVII y hasta finales del siglo XIX, contrasta la razón frente

al sentido de percepción como medio para adquirir conocimiento. Se ocupa de la definición del

saber, de las fuentes y los criterios válidos, así como de los tipos de conocimiento posible, el grado

con el que cada uno resulta cierto, y la relación exacta entre el sujeto que conoce y el objeto

conocido. A principios del siglo XX, los problemas derivados de la epistemología fueron discutidos

a fondo, provocando una cierta confrontación entre las distintas escuelas de pensamiento. Por

aquel entonces, algunos filósofos, que pretendían avanzar en la solución de problemas


gnoseológicos generales que enfrenaban las doctrinas filosóficoreligiosas (basadas en un

conocimiento instintivo y divino de las cosas), se centraron en construir una teoría de

conocimiento universal. La elaboración de una epistemología en este sentido fue abordada

principalmente por los autores del Círculo de Viena, y constituyó el germen del empirismo o

positivismo lógico, que pronto se extendió por buena parte del mundo. Los empiristas lógicos

hicieron hincapié en la existencia de una única clase de conocimiento, el conocimiento científico,

el cual reconoce cualquier conocimiento como válido siempre y cuando sea verificable en la

experiencia. Con esta premisa, muchas de las cuestiones planteadas por la filosofía dejaban de ser

verdaderas o falsas, sino simplemente carentes de sentido, y todas las formas epistemológicas de

la tradición filosófica inspiradas en posiciones metafísicas, caerían fuera del ámbito del

conocimiento empírico por pretender responder a una pregunta imposible. Se buscaba conseguir

un sistema unitario de saber y conocimiento a través de la utilización de un riguroso método

científico (que tuvo como fin determinar las reglas de la investigación y la demostración de las

verdades científicas), y la unificación de un lenguaje que pretendía ser intersubjetivo mediante la

utilización de formalismos y una semántica común. El método científico parte de la formulación de

una hipótesis concreta e indica los criterios para su contraste a través de la experiencia

demostrativa, siendo los elementos más importantes del método la investigación experimental,

los procedimientos de la demostración y el establecimiento de las hipótesis o proposiciones de

partida. Las conclusiones obtenidas conforman lo que se conoce como saber científico. El saber

científico constituye la forma de conocimiento más aceptada en la actualidad por las culturas

dominantes y predominantes, de forma que no hay conocimiento o razonamiento que pueda

considerarse comúnmente cierto si no es a los ojos de la ciencia y su criterio demostrativo. De

hecho, se acepta no sólo dando por sentado que pretende ser objetiva, sino aceptando que, por su

condición, no puede estar sujeta a manipulación alguna. Sin embargo, en la realidad, no es difícil
encontrar argumentos que pongan en entredicho tal aceptación. La naturaleza de la ciencia Si bien

es cierto que el saber científico se basa en un orden de proposiciones relacionadas entre sí por

nexos demostrativos, hay que señalar que dichas proposiciones se asumen en base a una

afirmación de existencia determinada por enunciados perceptivos. Esto puede no tener relevancia

en las ciencias formales, cuyas demostraciones son válidas siempre que se cumplan las leyes de la

lógica o de las matemáticas, pero puede ser determinante en ciencias que aspiran proporcionar

información acerca de la realidad, como la biología o la sociología. Según el criterio de verificalidad

neopositivista, el método científico establece el modo de comprobar la verdad de una hipótesis,

pero no establece un criterio de significado sobre las condiciones que debe reunir dicha

proposición para tener sentido. El principio neopositivista incluye esta acepción, estableciendo la

validez de una proposición si de ella cabe una justificación empírica. Sin embargo y ajenas a este

criterio, las investigaciones científicas aceptan una serie de paradigmas (entendidos como el

conjunto de creencias que comparten los miembros de una comunidad científica), que no implican

necesariamente la explicación de la realidad. Aunque un paradigma, por definición, no puede

proporcionar nuevos enigmas sin resolver, la decisión de rechazar o aceptar un paradigma, así

como el criterio que conduce esa decisión, se basa únicamente en su aceptación por la mayoría de

la comunidad científica por parecer la presunción más razonable. Como no se reconoce la

demostración de la negación de una hipótesis científica, ni siquiera cuando existen observaciones

empíricas que ponen en duda su aceptación, nada es científicamente desechado hasta que no se

propone una teoría más ajustada y apoyada. Errores y consecuencias La aceptación de

paradigmas, dirigida por la ciencia que los produjo, limita enormemente las investigaciones

científicas en otros ámbitos de la realidad al asumir una verdad paradigmática no garantizada. Las

consecuencias de esta asunción pueden ser más que relevantes, sobretodo en la aceptación de

hipótesis cuya proposición no puede ser demostrada empíricamente, y puede determinar


drásticamente el curso de las investigaciones científicas. Un ejemplo controvertido sería la teoría

sintética de Darwin, cuyo paradigma, lejos de poder ser experimentado, constituye el eje central

sobre el que se sustentan todas las investigaciones científicas que componen el ámbito de la

biología y sus conclusiones. En base a la proposición, “los organismos evolucionan gradualmente

gracias a la acción de la selección natural”, los neopositivistas concluirían con que esta hipótesis es

un sinsentido, pues ya la propia proposición no tiene posibilidad de demostración empírica. Por

ello, pretender demostrar experimentalmente su veracidad, carece por de sentido. En cambio, los

positivistas lógicos concluirían que es imposible de afirmar por no poder ser demostrada

experimentalmente, pero en ningún caso lo trataría de falso o absurdo. La aceptación de este tipo

de paradigmas se basa por tanto en la promesa de que dicha proposición es cierta, y en la creencia

de que serán las propias investigaciones científicas, guiadas en ese sentido, las que terminarán por

confirmarla. Por otro lado, si se observa la hipótesis darwinista en detalle, se puede percibir cómo

la propia explicación del paradigma, que constituiría una evolución gradual, pretende ser explicada

mediante la asunción de un nuevo paradigma carente a su vez de demostración empírica del

significado: la selección natural. Esta concepción, ampliamente aceptada, se basa pues en

pretender demostrar un paradigma con un nuevo paradigma, que suma preguntas enigmáticas

para su demostración, y con el propio criterio de verificabilidad propuesto por el positivismo

lógico. Pero la ciencia permite no sólo la aceptación de una posible falsedad, sino que impide

también la conclusión de una hipótesis como errónea. En este caso, el “apoyo” aportado por las

ciencias formales supone la demostración, mediante argumentos lógicos y matemáticos (cuyas

demostraciones se rigen según leyes propias), de paradigmas que pudieran ser falsos. La

observación empírica que niega la veracidad de paradigmas aceptados, no puede ser utilizada para

la falsación de dicha suposición, pues sólo un nuevo paradigma justificado y aceptado dentro del

contexto científico lo es. Sobre el ejemplo, se puede observar empíricamente la discontinuidad del
registro fósil (lo que resulta controvertido a los ojos de la teoría sintética darwinista), así como

diversos estudios científicos cuyas conclusiones no responden a esta afirmación. Sin embargo,

estas observaciones, pese a ser empíricas y demostrables, no tienen capacidad para negarla. De

este modo, se elaboran teorías, sostenidas por las leyes formales que no responden a una realidad

demostrable, sino a una realidad que pretende ser demostrada. Las observaciones que sustentan

dichas teorías, suponen simplificaciones de la realidad que pueden no representar la totalidad de

su significado. En este sentido, la elaboración de ciencias específicas que teorizan sobre

paradigmas indemostrables, dirigen los estudios científicos, distorsionando y frenando el avance

en la adquisición de nuevos conocimientos. Sobre el sentido de las demostraciones científicas Las

investigaciones científicas caminan hacia una adquisición de conocimientos que mejoren el

bienestar social, lo que se puede entender como un nuevo paradigma. Sin embargo, el progreso

obtenido a partir de la ciencia no tiene porqué representar una mejora, pues las suposiciones

sobre las que se basa no pueden ser demostradas, y se desconoce hacia dónde conducen y cuáles

son sus consecuencias. Mientras se desconozcan los mecanismos y fenómenos que operan en el

ámbito biológico, toda presunción sobre su dirección carece de sentido por constituir, en sí misma,

un paradigma de otro paradigma. La incapacidad de la ciencia de abordar determinadas

cuestiones sobre el conocimiento, como es el caso de las proposiciones que no se pueden

demostrar, implica la asunción de teorías no demostrables. La subjetividad que presenta el

método de aceptación de un nuevo paradigma, hace a la ciencia susceptible de manipulación, de

forma que un control directo político y económico sobre las investigaciones científicas determina,

sin remedio, su sentido y dirección: y provoca el dogmatismo y la sectarización en la comunidad

científica. El progreso obtenido de la ciencia no refleja necesariamente mejoras ni avances en los

conocimientos acerca de la realidad, sino simplemente la promesa de una realidad que pretende

ser demostrada. CONCLUSIONES El actual método científico asegura las hipótesis demostrativas, lo
que le permitió desvincularse y avanzar respecto a las formas epistemológicas de la tradición

filosófica inspiradas en suposiciones metafísicas. Sin embargo, debería de garantizar también la

verificabilidad del significado para impedir trayectorias científicas que enfrenen el conocimiento.

Aquellas proposiciones que no cumplan dicho criterio, pese a poder entrar en consideración

científica, en ningún caso deben ser incluidas como teorías, dogmas, o paradigmas que

determinen el sentido de las investigaciones científicas. En este caso, las observaciones empíricas

que contradigan dicha suposición deberían ser consideradas válidas e indicadoras de una

suposición equivocada. No aceptar el criterio neopositivista del significado en las hipótesis y

paradigmas científicos, supone asumir una direccionalidad dogmática y sectaria de la ciencia en

base a suposiciones que no pueden discutir. La ciencia no debe aspirar a explicar realidades en

base a proposiciones que se encuentran fuera de los límites empíricos. Los científicos deberían

unificar criterios que permitan el avance de conocimientos fiables, y su inquietud no ha de ser otra

que la comprensión de la realidad de los fenómenos y procesos naturales. Los avances derivados

de la ciencia deberían de responder a una mejor comprensión de la naturaleza y no a una mayor

capacidad de manipulación. Por ello, los intereses políticos y/o económicos no deberían interferir

ni controlar la decisión y dirección de las investigaciones científicas.

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