Condiciones y Límites de La Cualidad de Persona
Condiciones y Límites de La Cualidad de Persona
Condiciones y Límites de La Cualidad de Persona
Resumen
El estudio del concepto de persona presenta serios problemas debido a la falta
de consenso para su caracterización entre los teóricos que abordan su discu-
sión desde la filosofía y la bioética. Típicamente se alega que un ser humano
es una persona cuando posee ciertas capacidades cognitivas que se suponen
necesarias y suficientes para recibir este calificativo. Sobre las condiciones que
deberían cumplirse para ser una persona existen tres límites metafísicos que
podrían tomarse como base, a partir de los cuales se caracterizaría este con-
cepto. Estos son la posesión de una persistencia mental a través del tiempo y el
espacio, tener una conciencia autonoética y poseer un autoconcepto extendido
en esta dimensión espaciotemporal. La presente investigación defiende la exis-
tencia de un concepto extendido de uno mismo para caracterizar al concepto
de persona.
Abstract
The study of the concept of person presents serious problems due to the lack of
consensus on its characterization among the different theorists who approach
its discussion from the perspective of philosophy and bioethics. Typically, a
human being is claimed to be a person when he or she possesses certain cog-
nitive abilities that are assumed to be necessary and sufficient to qualify as
such. Within the dissonant voices in this discussion about the conditions that
should be fulfilled to be a person, there are three metaphysical limits for its
interpretation that could establish the common denominator from which this
concept would be characterized. These would be the possession of a mental
persistence through time and space, having an autonoetic consciousness, and
an extended self-concept in this spatial and temporal dimension. This research
backs up the existence of an extended concept of oneself to characterize the
concept of person.
Keywords
Bioethics, persons, humans, mental persistence, autonoetic consciousness,
self- consciousness, self-concept.
Introducción
La discusión sobre cuáles podrían ser las condiciones bajo las que un humano u
otro ser vivo podría ser llamado persona ha sido recurrente en filosofía desde el siglo
xvii, principalmente por las aportaciones de John Locke (1690/1999) e Immanuel
Kant (1785/1998).1 En la actualidad, el debate recibe cierta fama en razón de los
problemas que surgen dentro del campo de la ciencia aplicada, como la medici-
na o la ingeniería genética, donde resulta relevante distinguir si un humano es
una persona o no en casos en los que hay que tomar decisiones de vida o muerte.
Concretamente, la cuestión sobre la personeidad 2 está íntimamente ligada con el
estatus moral y el derecho a la vida de ciertas clases de humanos, quienes por
causas naturales o accidentales se encuentran en los mismos márgenes de la vida.
Estas situaciones se refieren a casos de aborto o infanticidio (Bermúdez, 1996), o al
padecimiento de enfermedades neurodegenerativas (McMahan, 2002, 2007, 2013).
La importancia de este concepto parte de la presuposición de que, para que
un humano sea susceptible de ser una persona, debe poseer una serie de carac-
terísticas que se suponen necesarias y suficientes para el caso (Dennett, 1989;
DeGrazia, 1997, 2006). Entre ellas se encuentran la posesión de un lenguaje
hablado (Dennett, 1988, 1989, 1992; Schechtman, 1997, 2011, 2014, 2015; Varner,
2012), racionalidad o autoconsciencia (Singer, 1993, 1994; Locke, 1690/1999), ser
un sistema intencional (Dennett, 1989), tener libre albedrío (Frankfurt, 1971) o
agencia moral (Sapontzis, 1987; DeGrazia, 1997; Warren, 1997).
1
John Locke (1690/1999), en su obra Ensayo sobre el entendimiento humano, definía a las personas co-
mo un tipo de seres dotados de razón y reflexión, que no solo son conscientes desde un punto de
vista fenoménico sobre los estímulos de su cuerpo y del entorno, sino que poseen un nivel de cons-
ciencia superior (i. e., autoconsciencia), por el que reflexionan sobre sus propios estados mentales.
Esto último define a las personas desde un punto de vista metafísico o psicológico. Por otro lado,
Immanuel Kant (1785/1998) distinguió a las personas desde una faceta moral o normativa, al con-
siderarlas como seres racionales cuya existencia puede ser comprendida como un fin en sí mismo y
no un medio para otros propósitos. Desde este punto de vista, se concibe a las personas desde una
perspectiva utilitarista, una interpretación que no solo concierne a los seres humanos, sino tam-
bién a los animales no humanos (Singer, 1993; Regan, 2003; Varner, 2012).
2
Se usa el término personeidad para referirse al concepto en inglés personhood.
3
Según la teoría representacional de la mente, las personas humanas tenemos la capacidad de
generar una representación o imagen mental de ciertos hechos, creencias, deseos o intencio-
nes que tengamos sobre nosotros mismos o el mundo. Es así como creamos conceptos sobre la
realidad y otros individuos que nos permiten aprender de la experiencia y nos sitúan en cierta
ventaja evolutiva frente a otro tipo de criaturas (Bloom, 2000).
4
Mediante el uso de la palabra concepto me refiero a una representación mental o un conjun-
to de representaciones mentales sobre distintos objetos del mundo. Desde esta perspectiva,
comprendo que la posesión de un autoconcepto, o un concepto de uno mismo, designa la repre-
sentación que creamos de nosotros mismos como seres vivos con un conjunto de cualidades
mentales (Bloom, 2000; Murphy, 2002, 2010).
La filósofa Marya Schechtman (1997) define a los individuos como seres sintientes, sin una per-
5
sistencia en el tiempo y el espacio de sus estados mentales (p. 94). Esta definición la retomará
Gary E. Varner (2012) en su obra Personhood, ethics and animal cognition, donde explica que por
sintiencia se refiere a la capacidad para el “disfrute o sufrimiento fenoménicamente consciente”
(Varner, 2012, p. 108). Por el contrario, las personas son definidas por ambos autores como unas
criaturas que poseen un concepto de sí mismos o una representación mental como seres cuyas
vidas no se reducen a la existencia en un tiempo y un espacio presentes, sino que pueden ex-
tenderse hacia el pasado y el futuro. Esto permite que sean conscientes del marco espaciotem-
poral en el que viven, así como de su persistencia psicológica.
Esa cosa pensante y consciente (sin que importe de qué substancia esté formada, ya
sea espiritual, material, simple o compuesta) que es sensible o consciente del placer
o del dolor, que es capaz de felicidad o desgracia, y que, por lo tanto, está preocupada
de sí misma, hasta los límites a que alcanza ese su tener consciencia (p. 331).
6
Distintos autores en la actualidad han remarcado la importancia de este hecho para que un hu-
mano califique como persona desde una perspectiva neolockeana (Shoemaker, 2008; Schechtman,
2014). Entre ellos se encuentran Michael Tooley (1972), Peter Singer (1993) y Jeff McMahan (2002).
7
Por consciencia superior o autoconsciencia me refiero a un tipo de consciencia cuyo objeto de
pensamiento son sus propios estados mentales (creencias, deseos, intenciones, etcétera).
8
Esta interpretación por la que el yo (self) y la persona se vuelven equivalentes en términos se-
mánticos responde a una primera lectura sobre la obra de Locke, en la que por ambos conceptos
se designa a un agente racional y moral (Cavalieri, 2001). Luego surge una segunda lectura des-
de la cual se interpreta el yo desde un punto de vista mínimo o anterior al concepto de persona
(Zahavi, 2005). Esta última interpretación, que surgió como respuesta a las teorías de la identidad
narrativa, comprendía que, para que exista tal cosa como un yo, no es necesaria la existencia
de capacidades cognitivas sofisticadas o cierta conectividad psicológica en el tiempo que pueda ex-
presarse mediante una narración (Schechtman, 2011, 2015).
9
Cabe remarcar que la expresión “orden superior” no es usada por Locke (1690/1999), sino que es
tomada del trabajo de Rosenthal (1986, 2002, 2005, 2006) para hacer referencia al tipo de cons-
ciencia que el filósofo inglés intenta describir en su obra (Ensayo sobre el entendimiento humano)
en relación con las cualidades mentales de las personas humanas. Locke tampoco menciona ex-
plícitamente que el yo sea algo extendido en el tiempo y el espacio. Dicha interpretación se ex-
trae del significado que otorga al concepto de persona, que es equivalente al de yo en la obra de
Locke (1690/1999).
10
Un agente moral define a un ser humano o no humano cuyas capacidades cognitivas superio-
res le permiten “reflexionar moralmente sobre cómo actuar y cuyo comportamiento puede, en
consecuencia, ser objeto de evaluación moral” (Cavalieri, 2001, p. 28). De aquí se deduce que
un agente moral es responsable sobre sus acciones por las que puede ser juzgado y reprochado
si su proceder no corresponde con el gobierno o las leyes de su comunidad (Locke, 1690/1999).
Gracias a sus capacidades mentales este tipo de seres serían capaces de “pensar en lo que es-
tá bien y lo que está mal y ajustar su comportamiento en consecuencia” (Varner, 2012, p. 6).
Por otro lado, por paciente moral se comprendería a un tipo de ser “cuyo tratamiento [por parte
de las personas o los agentes morales] puede estar sujeto a evaluación moral” (Cavalieri, 2001,
p. 29). En este caso, los pacientes morales serían todos aquellos seres sintientes a quienes, por su
condición mental, no sería posible atribuirles responsabilidades morales. Más bien, estas res-
ponsabilidades recaerían sobre las personas que, como agentes morales, pueden influir negati-
vamente en las vidas de los pacientes morales.
Un ser sintiente es aquel capaz de “(i) evaluar las acciones de otros en relación con él mismo
11
y con terceros; (ii) recordar algunas de sus propias acciones y sus consecuencias; (iii) evaluar
riesgos y beneficios; (iv) tener algunos sentimientos; y (v) tener algún grado de conciencia”
(Broom, 2014, p. 5). Del mismo modo, puede sentir felicidad, alegría, tristeza, experimentar al-
gún tipo de sufrimiento, dolor, etcétera; es por ello que merece cierto tipo de consideración
especial (Singer, 1993). Por otro lado, los seres sintientes se caracterizan por tener un tipo de
consciencia fenoménica por la que son capaces de percibir de un modo consciente los distintos
fenómenos o estímulos provenientes del medioambiente o de su propio cuerpo (Griffin, 1992,
1998; Allen y Bekoff, 2007).
12
Esta idea es igualmente compartida por Leahy (1991), quien argumentó en su obra Against libe-
ration que, sin un lenguaje, los animales no humanos no pueden tener una actitud intencional
dirigida hacia el mundo.
13
En la actualidad, existe un debate sobre si los animales no humanos más evolucionados (pri-
mates, y cetáceos, por ejemplo) pueden proyectar su consciencia en el tiempo y el espacio a tra-
vés de cierta capacidad mental denominada “viaje mental en el tiempo” (Tulving, 2005, p. 15).
Algunos teóricos en esta discusión opinan que los animales no pueden proyectar sus conscien-
cias más allá del momento presente (Suddendorf y Corballis, 1997), mientras que otros opinan
lo contrario (Osvath y Osvath, 2008; Osvath, 2009, 2010; Osvath y Karvonen, 2012).
14
Para una explicación detallada sobre la autoconsciencia corporal, social e introspectiva, véase
DeGrazia (1997).
15
Esta aseveración tiene igualmente serias implicaciones morales, ya que Singer (1993) argumen-
ta que los seres configurados bajo esta caracterización tendrían un derecho a la vida. Por dere-
cho a la vida, Singer define “el derecho a continuar existiendo como una entidad distinta […].
Pero sólo un ser que sea capaz de concebirse a sí mismo como una entidad distinta que exis-
te en el tiempo, es decir, sólo una persona, podría tener este deseo” (p. 97). En última instancia
una persona tendría un interés en que su vida continuase porque tiene “el concepto de un yo
que continúa” (p. 98).
16
Tulving (1985) distinguió tres tipos distintos de consciencia: la consciencia anoética, la noética y
autonoética. La primera permite a distintos seres vivos “registrar perceptivamente, representar
internamente y responder conductualmente a aspectos del entorno presente, tanto externos
como internos” (p. 4). La segunda “permite que un organismo sea consciente y opere cognitiva-
mente sobre objetos y eventos, y las relaciones entre objetos y eventos, en ausencia de estos ob-
jetos y eventos” (p. 4). Mientras que la consciencia autonoética ofrece el aspecto fenomenológico
y subjetivo a la remembranza de hechos pasados, así como de hechos que están por suceder.
17
En estudios actuales realizados sobre humanos se ha conseguido demostrar que uno puede te-
ner un concepto de sí mismo (mínimo o extendido) con independencia del uso de un lengua-
je hablado o de signos. La existencia de este concepto o representación mental de uno mismo
vendría dada por la capacidad que tendrían algunas personas humanas de reconocerse en un
espejo o de realizar planes hacia el futuro (Cosentino, 2011; Cosentino y Ferreti, 2014).
18
Para más información sobre la existencia de un autoconcepto de primates y otros animales,
véase Gallup (1968, 1970, 1975), Reiss y Marino (2001) y Povinelli (1989).
Consideraciones finales
Con lo dicho hasta ahora se espera haber ofrecido un bosquejo en torno de
la problemática de la personeidad, especialmente en humanos, y cómo esta
cuestión ha permeado el debate en filosofía y bioética desde finales del siglo xx.
En primer lugar, se mostró que existen dos definiciones diferentes del con-
cepto de persona: una es moral y normativa, y la otra psicológico-cognitiva o
metafísica. La primera suele discutirse en relación con el problema de los casos
marginales donde se debate la vida o la muerte de ciertos individuos humanos
que todavía no han nacido (Feinberg, 1980; McMahan, 2002, 2007, 2013), su-
fren de alguna enfermedad neurodegenerativa (Singer, 1993, 1994) o están en
coma (DiSilvestro, 2010; Cervera, en prensa). Mientras que la segunda defini-
ción también está relacionada con la anterior, salvo que su objetivo principal
radica en el estudio de las propiedades mentales de la persona. En este sentido,
un ser sintiente puede ser definido como persona mediante una interpretación
psicológica.
Seguidamente se mostró que multitud de autores han tenido bastantes re-
ticencias en abordar la significación y la caracterización de este concepto de
un modo unánime, lo cual llevó a dificultades en su aplicación no solo a dis-
tintas clases de humanos, sino también a animales no humanos (Warren, 1997;
Rowlands, 2019). Este hecho ha llevado a que exista una multitud de caracte-
rizaciones metafísicas diferentes según la época o la vertiente filosófica desde
la que se discute este concepto. Por esta razón suele aducirse que las personas
se caracterizan por tener un lenguaje natural con el que transmiten sus expe-
riencias, una actitud intencional, cierto nivel de consciencia, una teoría de la
mente, la capacidad para hacer planes a futuro, etcétera.
Referencias
Allen, C. y Bekoff, M. (2007). Animal consciousness. En M. Velmans y S. Sch-
neider (Eds.), The Blackwell Companion to consciousness (pp. 58-71). Oxford,
Reino Unido: Blackwell Publishing Ltd.
Beauchamp, T. L. (2001). The failure of theories of personhood. Personhood and
Health Care, 7, 59-69. doi: 10.1007/978-94-017-2572-9
Bermúdez, J. L. (1996). The moral significance of birth. Ethics, 106(2), 378-403.
Bloom, P. (2000). How children learn the meanings of words. Cambridge, Estados
Unidos: mit Press.
Broom, M. D. (2014). Sentience and animal welfare. Nueva York, Estados Unidos:
Cabi.
Cavalieri, P. (2001). The animal question. Why nonhuman animals deserve human
rights. Nueva York, Estados Unidos: Oxford University Press.