Nhi Wo Ha
Nhi Wo Ha
Nhi Wo Ha
(Taki y Mitsuha)
Kimi no Na wa (君の名は。, ‘Your name’ o ‘Tu nombre’) nos presenta la historia de Mitsuha
Miyamizu y Taki Tachibana. La primera es una estudiante de instituto que vive en una pequeña
ciudad rural en las montañas de la prefectura de Gifu, llamada también “pueblo de Itomori” (en
honor al lago homónimo alrededor del cual se originó). Su padre es el alcalde de su localidad, y
no pasa mucho tiempo en casa. Vive junto a su hermana pequeña y su abuela. Es una persona
honesta, pero no le gustan las costumbres religiosas de su familia ni que su padre participe en
la campaña electoral. Asimismo, lamenta que su vida se vea confinada en el pueblo y sueña con
el estilo de vida de un joven Tokiota. Por su parte, Taki es un estudiante de instituto que vive
en la capital nipona. Pasa el tiempo con sus amigos y trabaja en un restaurante
italiano. Además, parece que le interesa la arquitectura y el dibujo. Un día, Mitsuha tiene un
sueño en el que se convierte en Taki. Por su parte, el muchacho también tiene un sueño en el
que se convierte en Mitsuha. Ambos viven la experiencia de estudiar y aprender la rutina del
otro. ¿Cuál es el secreto que se esconde tras estos (aparentes) sueños? Intentaremos desvelar
este misterio a medida que vayamos desarrollando este artículo.
Kimi no Na wa empieza con retazos de escenas (o hilos temporales) entrecortados y
desordenados sobre la historia que ha de contarnos. Algunos de esos retazos nos muestran a
Mitsuha y Taki ya adultos (en el 2021) en sus respectivas rutinas por la capital japonesa. Es en
ese transcurrir cotidiano donde conocemos los pensamientos de los protagonistas que
(seleccionados de un monólogo entrecortado y montado como un diálogo indirecto entre ambos
personajes) fueron transcritos al inicio de este artículo, a través de los cuales conocemos la
sensación que tienen en torno a una falta existencial en sus vidas. En ese contexto meditativo
comienza el primer opening (o canción llamada así debido a su formato anime) de la
película: “Yumetourou”, de la banda japonesa RADWIMPS.
Fotograma que aparece en el primer opening de la película
LA HORA MÁGICA
La escena comienza con Mitsuha (de 17 años) repitiendo el nombre de Taki (en ese momento
de 14 años), a quien le confiesa su nombre mientras le extiende el lazo rojo con que sujeta las
trenzas de su cabellera. Luego despierta y nos damos cuenta de que Taki está en su cuerpo
(quien asombrado por este hecho se toca los senos). A los pocos minutos, misteriosamente
Mitsuha vuelve a su cuerpo. Mientras mira la televisión, aparece en las noticias un pronóstico
astronómico sobre el cometa Tiamat, que pasará por Japón el 4 de octubre de ese año (2013).
Mitsuha apaga la tele, desayuna con su abuela (Hitoha) y su hermana (Yotsuha), y luego va con
ella a la escuela del pueblo.
*Taki despierta dentro de Mitsuha * Mitsuha y el cometa Tiamat *Mitsuha va al instituto de Itomori
En una de las clases de Mitsuha, una profesora está enseñando a los alumnos qué significa
‘crepúsculo’ o ‘Kataware doki’: “…es cuando no es de día ni de noche. La frontera entre los
mundos se desvanece y podemos encontrarnos con algo no humano”. En ese contexto
linguístico, otra forma similar de conceptualizar el ocaso nipón la propone Japonismo, blog
español especializado en turismo y cultura en el país del sol naciente: “…Es en este momento
donde el día se encuentra con la noche y las fronteras entre lo real y lo ficticio se
confunden”.
Durante dicha clase, la protagonista parece no prestar atención a la explicación del concepto
mencionado porque se distrae cuando ve una nota en su cuaderno que dice: “¿quién eres?”,
frase que contrasta de forma graciosa y extraña con lo que le dice la profesora cuando la llama
para hacerle una pregunta sobre la lección del día: “Veo que hoy si te acuerdas de tu nombre”.
Como espectadores, intuimos que esta escena podría ser una prueba más de la extraña
conducta que habría tenido la protagonista días atrás, según el testimonio de su familia y sus
amigos (Teshigawara y Sayaka), actitudes que no parece recordar; sin embargo, sí declara
recordar que siente “como si soñara con la vida de alguien más”, lo que nos lleva a pensar que
quizás no recuerda lo sucedido porque en ese momento ella dormía (o “soñaba”) mientras
otra persona (Taki) se introducía y tomaba posesión de su cuerpo.
Como sostiene Aníval Pinto, especialista en la cultura nipona en la Pontificia Universidad Católica
del Perú:
“Sintoísmo quiere decir “el camino de los dioses” y esta filosofía existe en el Japón desde el
siglo VI a.C. No existe una doctrina fija, ni reglas de oración, ni un fundador de la misma, sino
que es un conjunto de creencias de adoración y culto a los dioses de la naturaleza y a los
ancestros, en donde los creyentes les hacen ritos y altares a los espíritus. Se le podría
denominar la religión oficial y nativa de Japón”.
El sintoísmo es, entonces, la filosofía y/o doctrina de vida que ha heredado Mitsuha como una
Miyamizu, es decir, como descendiente de una familia de sacerdotes y sacedotisas sinto. Aunque
ella no está interesada en este culto, prepara junto a la abuela los hilos a usar en la ceremonia
(sintoísta) del pueblo. En ese momento, la anciana aprovecha para seguir transmitiendo su
sabiduría mística y ancestral: “Escucha la voz de los hilos. Cuando los trenzas así, una y otra
vez, comienzan a fluir sentimientos entre tú y el hilo. Entre los hilos entrelazados se cuentan
miles de historias de Itomori, escuchen…”. En efecto, la abuela le cuenta a su nieta la historia
que generó un gran impacto en la memoria del pueblo de Itomori:
“El baño del zapatero Mayugoro Yamazaki se incendió y toda esta área se quemó. El altar y
viejos documentos se quemaron. El significado de nuestros festivales se perdió, por eso solo
quedó la superficie. Pero aunque esas palabras se borraron, la tradición debe seguir. Esa es
nuestra labor Miyamizu. Nuestra importante tarea”.
A partir de esta cita referente al relato de la abuela de Mitsuha, entendemos porqué el pueblo
de Itomori ha olvidado el significado de sus rituales tradicionales. No obstante, como guardianes
sintoístas de los mismos, la familia Miyamizu, si bien ha perdido también esa memoria
conceptual ancestral, aún conserva el modo como realizar dichos rituales.
Los hilos y el relato de Mayugoro
Kagura es una antigua ceremonia teatral japonesa en honor a los dioses de la religión sintoísta.
Se celebraba habitualmente en el palacio imperial, y consistía en pasos lentos interpretados por
sacerdotes, conjuros y danzas culturales y mitológicas. Mitsuha y su hermana menor asumen
el papel de mikos (es decir, de sirvientas de un templo sinto) para ejecutar la danza ceremonial
y así proceder también con la preparación del Kuchikamisake, un tipo de alcohol a base de
arroz producido por un proceso que involucra saliva humana como iniciador de fermentación.
En efecto, las chicas producen la bebida sacra con sus salivas y concluyen la ceremonia.
Mitsuha se siente avergonzada de que los chicos que la molestan en la escuela la hayan visto
realizando el ritual del Kuchikamisake. Es por esto que antes de volver a casa, la muchacha se
para justo debajo del portal del templo Sinto del pueblo y grita con todas sus fuerzas: “odio este
pueblo, odio esta vida, quiero ser un chico guapo de Tokio en mi siguiente vida” (una alusión
a la idea de “reencarnación” en la que se basa el budismo, otra doctrina oriental emparentada
con el sintoísmo). Como fondo musical que culmina esta escena, aparece el segundo opening de
la serie: “ZEN ZEN ZENSE”, nuevamente de RADWIMPS.
Celebración sintoísta en Itomori (Kagura)
Mitsuha amanece dentro de Taki, suceso que ella considera un extraño e increíble sueño, pues
será su oportunidad para descubrir —entre días de escuela, deliciosos dulces y arduo trabajo de
medio tiempo— cómo es la vida de un joven japonés en la ciudad tokiota. Por su parte, Taki está
en el cuerpo de Mitsuha (también cree que está soñando), y así tiene la oportunidad de ir
al Goshintai, un cráter —ubicado cerca de Itomori— considerado un santuario sagrado (de la
familia Miyamizu) que alberga al Kakuriyo (‘mundo oculto’) y donde reposaría el cuerpo
de Musubi. En ese contexto, la anciana le cuenta al protagonista la historia del dios de dicho
santuario:
“¿Sabes quién es Musubi? es como llamaban al dios local hace mucho tiempo. Significaba
unión. Conectar con las personas es una unión, y el pasar del tiempo es una unión. Todo esto
es parte del poder del dios, los hilos que trenzamos son un lazo con él, con una parte de él,
representan el paso del tiempo mismo, se acomodan y toman forma, se enredan y se
retuercen, a veces se desenredan se rompen y se vuelven a conectar. Eso es una unión”.
A partir de lo anterior, se nos revela que Musubi es el kami (o dios sinto) del santuario Miyamizu
que representa la unión en el tiempo. Al respecto, Brian Bocking, investigador sobre religiones
de la Universidad de Lancaster, sostiene que “el sintoísmo moderno interpreta el concepto
de musubi como el espíritu del nacimiento, de la armonía, del llegar a ser, del
crecimiento”. Por consiguiente, todo lo que hay en la naturaleza sería (o formaría parte
de) Musubi: fuerza vital, proceso orgánico de desarrollo, renovación y ocaso. Todo lo que nos
llevaría a comprender de forma espiritual el mundo y el universo.
Antes de cruzar el río que antecede a la cueva donde está el altar de Musubi, la abuela dice que
luego de cruzarlo entrararán en el mundo oculto donde residen los kami, y que para salir de él
se debe dejar algo atrás. Es por esto que Mitsuha (ahora reemplazada por Taki) deja
el Kuchikamikase (donde ha dejado una parte de sí misma) como ofrenda al dios sinto.
Taki relata que los sueños de intercambio de cuerpo con la protagonista se van perdiendo, hasta
llegar a un punto en el que siente que “le falta algo”. En ese contexto, le surge una nostalgia por
los recuerdos que tiene de un pueblo en las montañas Hida, a partir de la cual empieza a dibujar
todo lo relacionado con ese lugar. No obstante, al no poder más con esa sensación decide buscar
el susodicho pueblo. Finalmente lo encuentra, aunque no de la forma que esperaba: hace tres
años, Itomori desapareció a causa del impacto de un meteorito. Este evento fue catalogado y
registrado como “El accidente de Itomori”.
De acuerdo al reporte del incidente, el cometa Tiamat que pasaba por Japón se fragmentó en
meteoritos y cayó en Itomori. Esto habría ocurrido el 4 de octubre del 2013 a las 8:42 p.m, justo
en la zona donde el pueblo se reunía para el festival de otoño. Como resultado, fallecieron más
de quinientas personas. En el registro de víctimas figura la abuela, la hermana y Mitsuha (de
17 años en ese momento). A partir de este descubrimiento, Taki se pregunta si todo lo que pasó
fue un sueño y si quizás estuvo hablando con un fantasma.
Ilustración de Itomori creada por Taki a partir de sus recuerdos
Taki descubre que el pueblo de Itomori fue destruido por el cometa Tiamat
Poco tiempo después de descubrir el incidente de Itomori, Taki empieza a olvidar todo lo
relacionado a este. En ese ir y venir de recuerdos, resuena en su mente la voz de la abuela
sintoísta hablando sobre los hilos y su conexión con Musubi, lo que a su vez reaviva el recuerdo
de Mitsuha. Es por esto que decide volver al Goshintai, para hablar con el kami de la cueva-altar
Miyamizu a fin de que le permita volver a conectarse/encontrarse con la protagonista: “Si es
verdad que el tiempo se puede desenredar, dame una oportunidad”.
Ya en el interior del reciento sacro, Taki bebe el Kuchikamisake que contiene “la otra mitad de
Mitsuha”, se resbala, y con su celular alumbra una pared de la cueva donde aparece la pintura
rupestre de un cometa (al parecer dividiéndose). Luego de esto es introducido en el hilo de vida
de Mitsuha: vislumbra su nascimiento, infancia, hasta el día del incidente del cometa. Entre
esas memorias, puede ver cómo ella fue a buscarlo a Tokio en el 2013, escena que a su vez nos
conecta con otra donde ella lo encuentra en un tren de la capital y le dice que su nombre era
Mitsuha, a la par que le daba el lazo de hilo rojo que Taki conserva desde ese día en una de sus
muñecas (que simboliza a su vez el hilo rojo del destino que los une).
Pintura rupestre de cometa en la cueva-altar de Musubi
Taki ha vuelvo a ser Mitsuha justo la misma mañana en que ocurrirá el incidente del cometa
Tiamat. La abuela sospecha que él no es su nieta. Lo invita a tomar té y le hace una
confesión/revelación importante para la trama: “Cuando era pequeña, también tenía sueños
muy extraños. […] los sueños eventualmente desaparecen […] yo pase por situaciones
similares, al igual que tu madre”.
A partir de lo anterior se establece una doble conexión entre una memoria individual y
una memoria colectiva enraizadas en Mitsuha (a la que ahora tiene acceso Taki ya que está
dentro de ella).
La memoria individual es la que corresponde al hilo rojo del destino. En ese contexto, todos
los miembros de la familia Miyamizu han tenido el privilegio (dado quizá por el kami Musubi) de
poder no solo conocer a su otra mitad destinada, sino de poder intercambiar cuerpos con ellos
a través del sueño. Lo que explica, a su vez, porqué Mitsuha (aun si es un fantasma) puede
intercambiar su línea de vida cronológica con Taki.
Como se sostiene en la entrada titulada Cometa Tiamat, del blog de Amino, red social favorita
de los fanáticos del anime y manga (en su versión en español):
“La principal formación del lago Itomori, fue el resultado de un fragmento del cometa Tiamat
que se estrelló en la ciudad 1200 años antes de los eventos de la película Kimi No Na Wa […]
Como se indica en la película, Tiamat posee un período orbital de 1200 años, y el cometa ha
golpeado la ciudad al menos dos veces (una durante la formación del lago Itomori, otra
durante la película el 4 de octubre de 2013). También está implícito, debido al tamaño y la
estructura de Goshintai, un gran cráter, cuyo sitio se formó a través de otro fragmento del
Tiamat que se estrelló contra el suelo”.
Lo anterior es revelado también por Teshigawara a Taki (en el cuerpo de Mitsuha), gracias a lo
cual el protagonista confirma su teoría de que el impacto de hace 1200 años está por repetirse,
y ahora deben evitarlo, pues de ello depende la vida del pueblo de Itomori.
Vista panorámica del lago Itomori que da origen a la ciudad rural homónima
(RE) ENCUENTRO MÁGICO
Taki y Mitsuha cruzan sus caminos en el Goshintai, pero no pueden verse ni entrar en contacto,
hasta que llega la hora mágica, ya que, como se mencionó anteriormente, esta permite el
contacto entre lo humano y lo no humano.
Taki le devuelve a Mitsuha el lazo rojo que le dio tres años atrás, y le propone escribir sus
nombres mutuamente en la mano del otro para no olvidarlos. No obstante, cuando la
muchacha está por escribir el suyo desaparece, pues ha desaparecido también la hora mágica.
Triste pero decidido, Taki le promete: “Solo quería decirte que donde sea que estés en el
mundo, te voy a volver a encontrar, pase lo que pase”. No obstante, pocos segundos después
empieza a olvidar el nombre de su amada, ante lo cual termina con la desesperada
pregunta ¿Cuál es tu nombre?, momento en el que empieza, a su vez, a resonar la lírica del
opening número tres: “Sparkle”, de Radwimps.
El INEVITABLE IMPACTO DEL COMETA
Mitsuha ha vuelto (a su cuerpo) tres años atrás en Itomori, pero poco a poco va olvidando a Taki.
No obstante, la caída que tuvo mientras corría por la carretera le permite ver su mano, donde el
joven escribió “te amo”, frase es inútil para que Mitsuha recuerde su nombre, pero que le
ayuda a mantener el recuerdo de un amor perenne que la motive a buscarlo (pues muchas
veces un nombre propio no queda en la memoria, a diferencia de un sentimiento con mucho
significado simbólico como el amor). No obstante, parece que a pesar de sus esfuerzos la
protagonista no pudo evitar el impacto del cometa.
Escena (montaje) donde recordamos como Mitsuha y Taki ven el paso del cometa Tiamat
…un cometa destruyó un pueblo en ese desastre, pero milagrosamente la mayoría de los que
vivían ahí salieron ilesos. El pueblo estaba teniendo un simulacro ese día, y la mayoría de la
gente estuvo fuera de la zona del impacto. No hubo muertos…
A partir de la cita anterior, extraída de un monólogo que hace un Taki adulto, descubrimos que
valió la pena que el protagonista volviera a conectarse con Mitsuha, puesto que, si bien con ello
no pudo evitar que el cometa Tiamat vuelva a destruir Itomori, los pobladores de dicha
localidad lograron salir sanos y salvos del terrible incidente (lo que incluye, por supuesto, a la
protagonista).
En este punto de la trama empieza a sonar “Nandemonaiya”, de RADWIMPS (canción que será
reutilizada como ending de la película), como acompañamiento musical de las escenas que
aluden al transcurrir de las estaciones en la ciudad de Tokio: desde la primavera, representada
por las flores de Cerezo (o Sakuras), hasta el invierno, representado por los copos de nieve
(o Yuki) que caen sobre los grandes edificios de la urbe capitalina. En ese contexto, vemos a un
taki de 22 años que acude a diversas entrevistas de trabajo, a la par que lo acompaña un
mismo sentimiento de vacío existencial similar al que lo aqueja al inicio de la película, pero
esta vez relacionado al recuerdo de Itomori: “el paisaje de un pueblo que ya no existe, ¿por qué
siento una opresión en el pecho solo de verlo?”
Finalmente, aparece la escena más conmovedora y suscitante del clímax final de esta historia:
Taki y Mitsuha reconocen sus rostros a través de las ventanas de sus respectivos trenes, pero no
pueden evitar ser separados por la velocidad de los vehículos que van en direcciones
opuestas. Apenas llegan a sus destinos, aceleran en mutua búsqueda y se encuentran en una
escalera con barandillas rojas (curioso color que nos recuerda al hilo rojo del destino) que (en
el Tokio real) desembocan en el santuario de Suga. Ambos son tímidos y parece que seguirán de
largo. No obstante, Taki inicia el diálogo, y al unísono ambos hacen la pregunta que da origen
a la trama de la película: “¿PUEDO SABER TU NOMBRE?”
CONCLUSIÓN
Como buena película sobre amor, destino y memoria, Kimi no Na wa contempla una narrativa
verbal, visual y sonora que se articula bellamente en un universo místico, único y original. En ese
sentido, si bien algunas escenas cronológicas quedaron inconclusas o inexplicadas, resolverlas
no sería lo más importante, dado que quizás el mismo director (Makoto Shinkai) pudo haber
dejado esos vacíos a propósito para acentuar la metáfora de los hilos de tiempo que se pierden
y articulan continuamente, hilos que además nosotros como lectores podríamos completar
mentalmente a partir de las sugerencias místicas que nos ha dejado esta peculiar e inolvidable
trama.
Imagen icónica y favorita de los fans de Kimi no Na wa
ANÁLISIS EXTRA
En la película se narran algunos desastres naturales o artificiales que a su vez hacen referencia
a eventos trágicos reales en la historia de Japón. Uno de estos es, por ejemplo, el Gran incendio
de Mayugoro, el cual sería una alusión ficticia al Gran incendio de Meireki, que destruyó entre
el 60 y el 70 % de la capital japonesa de Edo (hoy Tokio) el 2 de marzo de 1657. Por otro lado,
los meteoritos (derivados del cometa Tiamat) que caen sobre el pueblo
de Itomori representarían la caída de las bombas atómicas en Hiroshima y Nagasaki durante la
segunda guerra mundial. Asimismo, podrían representar el terremoto y Tsunami que sufrió el
país nipón en el 2011, dada la cercanía cronológica con el estreno de la película (en 2016), el
tipo de impacto (movieron la zona terrestre y acuática) y el uso de un pronóstico meteorológico
con el cual los desastres naturales reales aludidos pueden ser captados y, en teoría, evitados o
reducidos en su impacto.
KIMI NO NA WA Y LA MEMORIA EN LA
PERCEPCIÓN JAPONESA
En una entrevista publicada en el diario Los Angeles Times en 1991, el famoso director tokiota
Akira Kurosawa le comenta al escritor colombiano García Márquez que los japoneses de la
posguerra han olvidado o no están interesados en hablar directamente de eventos traumáticos
de su historia nacional como, por ejemplo, la caída de las bombas atómicas durante la segunda
guerra mundial. Como resultado, existe una larga cronología animada en el país del sol naciente
(especialmente la referida a la ciencia-ficción) cuya base es el tópico de la constante amenaza
de un “tercer impacto” que destruye el mundo (empezando, en muchos casos, por la
destrucción de Japón). En ese contexto, Kimi no Na wa es una película propicia para que la
sociedad nipona contemporánea se anime a reencontrarse y reconciliarse con los hilos de su
propia memoria histórica y colectiva, a través de una conmovedora y admirable historia de amor
que, no obstante, está vinculada a su propia herencia mística oriunda, así como a todas las
fracturas sufridas por diversas tragedias naturales o artificiales que no han podido acabar con
su espíritu de lucha por seguir viviendo unidos en ese interface aún conflictuado entre la
tradición y la modernidad; unidos, por qué no, más allá de los límites del tiempo y el espacio.
NOTAS
• Mitsuha (三葉) significa ‘tres hojas’. El nombre de la abuela de la protagonista significa ‘una
hoja’; la madre, ‘dos hojas’; y la hermana menor, ‘cuatro hojas’. El apellido Miyamizu (宮水
) significa ‘agua del santuario’.
• Si quieren revisar con lujo de detalle todos los escenarios urbanos y naturales aludidos en la
película, visiten la página de Japonismo que dejaré en las fuentes bibliográficas.
AMINO
https://aminoapps.com/c/anime-es/page/item/cometa
tiamat/G5qf_VILD8DJDz271xxwwdPkvQzMBDguB
Bower
2017 Kimi No Nawa | Análisis y Explicación | Your Name Película explicada. Consulta: 7 de
junio de 2020.
https://www.youtube.com/watch?v=QQ9ymN4fjSM
Campos Runcie, María-José Carmen. “El símbolo en la animación: el árbol en las películas de
Hayao Miyazaki (Tesis de licenciatura).” Recuperada de http://tesis. pucp. edu.
pe/repositorio/handle/123456789/8525 (2017).
DESINFORMEMONOS
https://desinformemonos.org/la-entrevista-de-gabriel-garcia-marquez-a-akira-kurosawa/
JAPONISMO
https://japonismo.com/blog/kimi-no-na-wa-your-name-significado-anime
MUHIMU
https://muhimu.es/inspiracional/la-leyenda-del-hilo-rojo/