Resumen Cultura Organizacional y Cultura Latinoamericana
Resumen Cultura Organizacional y Cultura Latinoamericana
Resumen Cultura Organizacional y Cultura Latinoamericana
Cultura organizacional
Aunque es probable que quien haya utilizado por primera vez el término cultura
organizacional, según el uso que se popularizó en nuestros días haya sido Andrew
Pettigrew en 1979, su mayor difusión se la debemos a Edgar Schein.
d) Filosofía que orienta la política de la empresa respecto a sus empleados y/o clientes.
f) Clima laboral
Dice Schein (1988a) que todos los sentidos aludidos reflejan la cultura de la organización,
pero ninguno es la esencia de ella. Schein opina que el término cultura debería reservarse
para el nivel más profundo de las presunciones básicas y creencias que comparten los
miembros de una organización. Estas presunciones operan en forma inconsciente y
definen la visión que la empresa tiene de sí misma y de su entorno.
Estas presunciones y creencias son respuestas que el grupo ha aprendido ante sus
problemas de subsistencia en el medio externo y ante sus problemas de integración
interna.
En ese sentido, las premisas que constituyen la cultura organizacional no parecen ser
fáciles de cambiar intencionalmente, ni se tiene conciencia clara de su cambio en el
tiempo.
Sin embargo, estas premisas varían según la organización va derivando en acoplamiento
estructural con su entorno. La cultura organizacional, por consiguiente, constituye una
expresión del estar de la organización en el mundo. La cultura organizacional es la
explicación que la organización se da de su estar en el mundo.
La cultura organizacional no contiene todas las premisas del decidir organizacional. Hemos
visto que cada decisión de mayor nivel jerárquico constituye una premisa para el decidir de
los subordinados.
Sin embargo, todos estos programas han sido implementados por alguna decisión y este
origen decisional queda impreso en la historia de la organización y en la del programa
mismo.
Las premisas que constituyen la cultura organizacional, en cambio, son vistas como
indecidibles e indecididas. Esto permite hacer una diferencia fundamental: la cultura
considera todas aquellas formulaciones que no pueden ser resueltas por la vía expedita de
la decisión.
a) Varía constantemente.
b) Su cambio es imperceptible para quienes están dentro de ella.
c) No puede ser cambiada por decreto.
d) No es visible para quienes están dentro de ella.
e) Se transmite a los nuevos miembros. Los mitos organizacionales son contados con
deleite a los que recién ingresan.
f) Sólo puede ser vista en virtud a una intervención externa.
g) Al ser hecha visible se abre paso a la posibilidad de su cambio.
h) A pesar de lo anterior, el cambio no es fácil, porque aunque se vea como una selección
entre posibilidades, la tendencia es a verla como "la mejor selección posible".
i) Aunque sea vista como "la mejor selección posible", en la práctica sólo es "una selección
posible".
j) Dado que la cultura es la explicación aceptada del estar en el mundo de la organización,
un cambio en la cultura cambiará también este estar en el mundo.
Una demanda frecuente a que se ven enfrentados los consultores, dice relación con el
deseo que expresan altos ejecutivos de hacer intervenciones destinadas a cambiar la
cultura de sus organizaciones, porque -según dicen- la actual resulta disfuncional para los
propósitos que se han planteado.
El hecho que la cultura varíe de manera permanente, no quiere decir que este cambio sea
intencional ni predecible. Una organización es un sistema determinado estructuralmente, lo
que no significa que no se lo pueda cambiar desde su entorno, sino que es imposible
determinar desde fuera cuáles serán las modificaciones que tendrá.
El cambio de la cultura tiene que ver con la propia cultura y la intervención externa sólo
puede gatillar cambios en ella.
b) En que el cambio cultural haya sido superficial, vale decir, haya afectado sólo los
niveles más asequibles de la cultura, que están definidos por los valores deseados
organizacionalmente, por el deber ser.
Schein (1999), expone que una de las razones para la escasa duración de los cambios en
las culturas organizacionales es la falta de alineamiento entre la cultura de los ejecutivos,
la cultura de los ingenieros y la cultura de los operadores. La cultura de los ejecutivos, es
individualista, jerárquica, focalizada. En cambio, la cultura de los ingenieros, se basa en la
tecnología y se orienta a la resolución de problemas. La cultura de los operadores, por su
parte, está más referida a las actividades específicas de la organización. En ella, se valora
las personas y su aporte en conocimiento, habilidades y compromiso. (“Aquí las cosas se
hacen de manera diferente”)
Al respecto, es interesante recordar que las premisas del decidir que conforman la cultura
organizacional no son necesariamente producto de la experiencia, ni mucho menos de la
experiencia exitosa. Tampoco son coherentes entre sí. Puede haber elementos culturales
que incluso sean contradictorios entre sí. A pesar de esto, la cultura opera como si fuera
un reservoir de experiencias y sabiduría, lo que hace difícil su cambio.
Sin embargo, hay momentos en que se hace necesario definir ciertos cambios
organizacionales profundos como cambios en la cultura organizacional, con el objeto de
remarcar -de enfatizar- su relevancia y profundidad. El requisito para que este cambio sea
efectivo, es la crisis, es decir, consiste en la tematización en la comunicación
organizacional de la desorientación provocada por la inadecuación de las premisas del
decidir respecto a la situación que con ellas se debe enfrentar.
c) Los líderes de la organización, los héroes, las personas más respetadas, son
quienes más pueden contribuir al cambio de los rasgos culturales que se desee modificar.
Las organizaciones, sin embargo, no obtienen todas sus premisas de la sociedad. Parte
importante de ellas surge como producto del propio quehacer organizacional, de la historia
del decidir en la organización, de la historia del grupo humano que trabaja en la
organización, de los antecedentes organizacionales que dieron origen a esta organización
particular, etc.
A principios del siglo XX se presenta lo que hoy conocemos como el modelo occidental de
organización. Este modelo, en parte, es producto del trabajo académico de Max Weber; en
parte, resultado del intento normativo de Taylor y Fayol; y -también en parte- producto de
la experiencia de los primeros intentos de poner en práctica los principios de división del
trabajo industrial mediante la cadena de montaje.
El modelo occidental -defendido por Weber, con el nombre de burocracia, como el modo
más eficiente de organización- se mantuvo sin grandes cambios hasta que, a comienzos
de la década del sesenta, Mc Gregor propuso sus teorías X e Y y, poco después, Burns y
Stalker señalaron lo inadecuado que estaba resultando el modelo burocrático en la
cambiante sociedad de la época.
La década del ochenta y parte de la del setenta, en cambio, fue sumamente fructífera en
nuevos modelos. Así, se empezó a hablar de empresarios internos, de excelencia
empresarial; y, finalmente, de "modelo japonés".
Sin embargo, había algo que se pasaba por alto: lo más importante que había demostrado
el modelo japonés era que se podía llegar a altos niveles de eficiencia sin dejar de lado la
propia cultura. Tratar de copiarlo para importarlo a otras latitudes era, por lo tanto, repetir
lo mismo que antes se había hecho con el modelo occidental.
Así, ocurre que el modelo occidental se ha difundido por todo el mundo, con resultados
variados y no siempre felices. La burocracia, arrastra su pesada carga de trámites por las
oficinas de distintos países. Las empresas productivas de todas las latitudes se enfrentan
a la compleja tarea de motivar a sus trabajadores.
Es, por tanto, mucho más fácil introducir los cambios necesarios en un modelo, que
pretender modificar toda la cultura de un pueblo para hacerla más adaptable al modelo de
moda.
En América Latina estamos acostumbrados. Desde hace muchos años que hemos sido
testigos de la búsqueda incesante del "hombre nuevo". Este se define en lo positivo de
diversas formas, tantas como modelos se han querido implementar. En términos
negativos, en cambio, los hombres nuevos tienen un denominador común: no son como
somos los latinoamericanos.
d) Individualismo
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A continuación quisiera presentar una comparación entre el modelo occidental, el japonés
y el estilo organizacional latinoamericano en las relaciones de trabajo.
d) En cuarto lugar, la orientación básica que guía a los trabajadores en su inserción laboral
y en sus intentos por hacer carrera es -para el modelo occidental- individualista.
Subyacente a ella se encuentra el mito del self-made man. Cada trabajador es un
individuo que debe tratar de labrarse sus posibilidades en la organización. En la empresa
japonesa -y esto resulta también sorprendente a los ojos occidentales- no hay premios por
los logros individuales, así como tampoco castigos por los errores. Los ascensos no son
por mérito, sino por antigüedad. El estilo latinoamericano es individualista. Hemos visto
que es probable que esto tenga algo que ver con la educación, ya que en niveles de menor
escolaridad se encuentran muestras de solidaridad.
En estrecha relación con esta monetarización del vínculo, se produce un aumento del
individualismo. Los trabajadores que, en épocas pasadas, sumergían su identidad en el
grupo, en el sindicato o en la empresa y que, por lo mismo, no osaban presentar una voz
disidente, se hacen mucho más conscientes y orgullosos de su propia identidad individual.
Junto a lo anterior, se produce un mayor interés por el dinero y por lo que se puede
conseguir con él. La situación de anomia propia de las épocas de cambio brusco y
profundo lleva a momentos difíciles para parte importante de los trabajadores. El
endeudamiento excesivo, el consumismo e incluso, a veces, la droga aparecen como
problemas nuevos en las empresas.
La estabilidad en el empleo, ofrecida por las empresas y demandada por los trabajadores
hasta épocas recientes, ha cedido el paso a una nueva situación. Muchas empresas
importantes se iniciaron ofreciendo condiciones de gran estabilidad laboral. En las difíciles
condiciones de competencia que se han impuesto en la economía como consecuencia de
la apertura de las fronteras, las empresas no pueden ofrecer empleo de por vida, ni
tampoco comprometerse a mantener en el trabajo a sus miembros, dado que dependen
fuertemente de las fluctuaciones del mercado internacional.
Los trabajadores, por su parte, tampoco desean permanecer largo tiempo en la empresa.
El hacer carrera en una misma organización era, para las generaciones anteriores de
trabajadores, una aspiración fuertemente sentida. Se valoraba la experiencia, la
antigüedad en el trabajo y las personas se enorgullecían de haber envejecido en la
empresa.
En este momento, hay notorias diferencias de perspectivas entre los trabajadores nuevos y
los antiguos.
Unos y otros olvidaban, sin embargo, que en la sociedad moderna todas las funciones de
la sociedad y todos los grandes problemas de ésta, deben encontrar -y encuentran- una
respuesta organizacional.
Desconocer esta vinculación, por otra parte, se ha traducido en que los especialistas en
organización importan modelos y modas de los países desarrollados, desconociendo que
el contexto ambiental en que la organización se mueve, se encuentra estrechamente
vinculado con ésta, en forma tal, que se suponen mutuamente.