Ambiente Chamanismoy Espiritualidad 2020

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UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

LICENCIATURA EN CIENCIAS AMBIENTALES

Escuela Nacional de Estudios Superiores, Unidad Morelia

“AMBIENTE, CHAMANISMO Y ESPIRITUALIDAD.


INTERACCIONES AMBIENTALES EN UNA FAMILIA MAYA DE
LA PENÍNSULA DE YUCATÁN”.

TESIS
QUE PARA OBTENER EL TÍTULO DE

LICENCIADO EN CIENCIAS AMBIENTALES

P R E S E N T A

ESTEBAN ROMERO DE LA SERNA

DIRECTORA DE TESIS: DRA. ANA ISABEL MORENO CALLES


CODIRECTOR: DR. DAVID GUTIÉRREZ CASTAÑEDA
MORELIA, MICHOACÁN, 2020
UNAM – Dirección General de Bibliotecas
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mencionando el autor o autores. Cualquier uso distinto como el lucro,
reproducción, edición o modificación, será perseguido y sancionado por el
respectivo titular de los Derechos de Autor.
2
Agradecimientos institucionales

A la Universidad Nacional Autónoma de México.

A la Licenciatura en Ciencias Ambientales y la Escuela Nacional de Estudios Superiores Unidad

Morelia; a todo su personal docente y administrativo.

A mis tutores, Dra. Ana Isabel Moreno Calles y Dr. David Gutiérrez Castañeda, les agradezco

profundamente por su apoyo, su paciencia y el nutritivo intercambio de ideas a lo largo de este proceso.

A los miembros del jurado, Dr. Alejandro Casas Fernández, Dr. Fabio Flores Granados, Dr. Gerardo

Alberto Hernández Cendajas y Mtra. Mercedes Martínez González.

Al proyecto DGAPA-PAPIIT UNAM IG200720, por la beca y el apoyo en el trabajo de campo.

A los académicos, Dra. María del Rocío Ruenes Morales de la Universidad Autónoma de Yucatán

(UADY), Mérida; Dr. David de Ángel García del Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias

Sociales (CEPHCIS) de la UNAM, Mérida; Dra. Laura Huicochea Gómez de El Colegio de la Frontera

SUR (ECOSUR), Campeche; y Dr. Javier Hirose López de la Universidad de Oriente (UNO),

Valladolid, Yucatán. Les agradezco por su orientación durante mi estancia en la Península de Yucatán.

3
Agradecimientos personales

A mis padres, Lucía De la Serna y Germán Romero, por el apoyo en todo el proceso que ha

implicado la licenciatura, la tesis y la vida misma.

A mi madre, Lucía De la Serna, por inculcarme desde pequeño la visión de que todos los seres,

humanos y no humanos, físicos y sutiles, tenemos el derecho a existir.

A mi padre, Germán Romero, por compartir conmigo innumerables viajes por la península de

Yucatán, incluyendo uno de los más importantes para escribir este trabajo. Asimismo, por su apoyo en

brindar algunas de las fotografías y en la edición de las imágenes.

A mi familia Romero Pacheco, por permitirme contar en todo momento con su apoyo y hacerme

saber que siempre tendré un hogar en Yucatán. Son mi primera puerta al territorio peninsular y a la

cultura maya.

A mis tutores, Ana Isabel Moreno Calles y David Gutiérrez Castañeda, por su constante apoyo y por

lo disfrutable que hicieron el proceso académico.

A mis compañeros del LabETA (Laboratorio de Estudios Transdisciplinares sobre el Ambiente),

Alexis, Yessica, Willy, Paola, Mitzi, Ana, Karla, Neto, Daniel y Vianey, por todos los momentos de

aprendizaje compartidos.

A Erandi Rivera, por su amistad y por haber leído y hecho comentarios valiosos de uno de los

primeros manuscritos.

A Sofía Villa, por la revisión y corrección de la traducción del resumen, así como por su gran apoyo

en los momentos de impaciencia.

A Anibal, por las innumerables veces que salvó mi computadora.

A Vanessa Oviedo, por todo el cariño y apoyo en la fase final del proceso de escritura y titulación.

4
A Wendy Bazán, por abrirme las puertas al mundo de las comunidades mayas y recorrer conmigo las

primeras fases del proceso que conlleva este trabajo.

A la familia Pat, con quienes tuve el primer contacto con la ritualidad maya.

A Don Eloy Herrera, el primer h´men que tuve la fortuna de conocer, por su apertura a compartir

parte de su vida y su labor.

A Rosaura Cetz Tzul y a su madre Doña Modesta Tzul, parteras de Sahcabá, por la confianza para

compartir su trabajo, aun siendo que sólo nos vimos una vez.

A Wilma Kep, que siempre me recibió con puertas abiertas en Dzibalchén; por las pláticas, risas y

compañía compartidas.

A la familia Huitz Chin, por su enorme hospitalidad y apertura a mostrarme parte de su mundo; por

los largos diálogos que entablamos y el tiempo compartido, de los cuales sólo una minúscula porción

ha sido vertida en este texto.

A Julio Cohuo Matos y a Fidencio Chable Campos, ejidatarios de Xkix, por brindarme amablemente

parte de su tiempo para entrevistarlos.

A todos los habitantes de Dzibalchén con quienes compartí pláticas informales y cuyas palabras

figuran anónimas en las páginas de este texto.

A Don Honorio Cetz, un h´men y una gran persona, por su hospitalidad y por la apertura a compartir

algo del vasto mundo de aquello que libremente puede ser nombrado chamanismo en la península de

Yucatán.

Finalmente, agradezco al territorio de la península de Yucatán, con sus selvas y sus costas, sus

cenotes y cuevas, sus vestigios arqueológicos tan llenos de vida, y a todos los seres, humanos y no

humanos, físicos y sutiles que habitan los espacios del cosmos maya. A Dios Chaak y al Dios bíblico,

con el misterio que encierran, más que presentes han estado en esta travesía.

5
Contenido

Resumen..............................................................................................................................................11

Abstract...............................................................................................................................................12

Introducción.........................................................................................................................................13

La experiencia inicial.................................................................................................................13

El problema ambiental y la perspectiva de estudio....................................................................18

Preguntas y objetivos de investigación......................................................................................19

Estructura del texto....................................................................................................................20

Los colaboradores......................................................................................................................21

Marco Teórico.....................................................................................................................................23

Posicionamiento ante las situaciones ambientales.....................................................................23

Chamanismo, chamanes y no-chamanes....................................................................................26

¿Espiritualidad o religiosidad?...................................................................................................30

Algunos principios de la cosmovisión maya.............................................................................33

El origen...........................................................................................................................34

Los tres mundos y el centro..............................................................................................35

El ser humano y las entidades del cosmos maya..............................................................38

Metodología.........................................................................................................................................42

Etnografía y teoría fundamentada..............................................................................................42

La recopilación de los datos.......................................................................................................44

6
El análisis y los resultados.........................................................................................................47

Capítulo 1: “La Región Chenes, un Territorio Imbricado”.................................................................49

Geografía física de la Península de Yucatán y la Región Chenes..............................................49

La Península de Yucatán..................................................................................................49

La Región Chenes.............................................................................................................54

Antecedentes históricos del manejo de la biodiversidad en la Península de Yucatán y la Región

Chenes......................................................................................................................................................57

Periodo prehispánico.......................................................................................................58

Colonia y México independiente......................................................................................61

Siglo XX............................................................................................................................65

… En la actualidad….......................................................................................................70

Xkix y la familia Huitz Chin......................................................................................................72

Capítulo 2: “Ambiente, Chamanismo y Espiritualidad”.....................................................................77

El mundo de enmedio: recorriendo el territorio de Xkix...........................................................77

El mundo de abajo: entidades sutiles del cosmos maya............................................................99

Íik......................................................................................................................................99

Xmozono’ob....................................................................................................................105

Yuumtzilo’ob...................................................................................................................110

Entidades sutiles.............................................................................................................115

El mundo de arriba: conocimiento meteorológico tradicional.................................................122

Xook K’iin.......................................................................................................................123

7
Ch’a Chaak.....................................................................................................................133

Cualidades de las formas del conocimiento meteorológico tradicional........................141

De la interpretación de señales a la intervención en las condiciones meteorológicas..147

Transformación de los conocimientos meteorológicos tradicionales............................153

Conclusiones.....................................................................................................................................161

Referencias........................................................................................................................................167

Anexos...............................................................................................................................................178

Anexo 1. Guión de entrevista para el transecto participativo..................................................178

Anexo 2. Línea de tiempo: del periodo prehispánico al siglo XX en la Península de Yucatán y

la Región Chenes...................................................................................................................................180

8
Índice de tablas

Tabla 1. Tipos de suelo de acuerdo con Jorge Huitz Chin...................................................................80

Tabla 2. Diferencias generales entre la milpa y el mecanizado...........................................................95

Tabla 3. Cuentas de las cabañuelas o xook k’iin................................................................................126

Tabla 4. Dimensiones de las formas del conocimiento meteorológico tradicional...........................144

Índice de figuras

Figura 1. Imagen satelital de la Península de Yucatán........................................................................50

Figura 2. Vista desde la zona arqueológica de Balché........................................................................55

Figura 3. Aguada desecada en el camino a Xkix.................................................................................56

Figura 4. Ubicación de los ejidos de Xkix y Dzibalchén en la PY.....................................................57

Figura 5. Rodrigo Pech en la zona arqueológica de Balché................................................................61

Figura 6. Camino a Xkix, Jorge Huitz muestra la forma de trabajar el árbol de chicozapote para

extraer chicle............................................................................................................................................66

Figura 7. Dzibalchén en una mañana de enero....................................................................................72

Figura 8. De izquierda a derecha: Jorge Huitz Chin, Leocadia Huitz Chin, Baldemar Huitz Chin y

Wendy Bazán Landeros, detrás de la casa de Baldemar en Xkix............................................................75

Figura 9. Imagen satelital resaltando los polígonos de los ejidos de Dzibalchén y Xkix...................79

Figura 10. Imagen satelital de Xkix, señalando el camino principal, la zona de viviendas y el

mecanizado principal del ejido.................................................................................................................79

Figura 11. El monte en Xkix...............................................................................................................82


9
Figura 12. Xuxh a un costado del camino a Xkix................................................................................85

Figura 13. Mata de “güevos de perro” en el solar de Manuel Huitz Chin en Dzibalchén..................87

Figura 14. Mecanizado en Xkix a mediados de abril, tras la cosecha del maíz .................................89

Figura 15. Jorge Huitz Chin a lado de un árbol de marañón y una mata de plátano en medio del

mecanizado ejidal.....................................................................................................................................90

Figura 16. Terreno de una milpa en Xkix a mediados de abril............................................................93

Figura 17. Baldemar Huitz cazando aves a las afueras de Dzibalchén...............................................98

Figura 18. Amira Pech en casa de Don Honorio Cetz.......................................................................100

Figura 19. Leocadia Huitz Chin........................................................................................................103

Figura 20. Ámbitos conceptuales de íik............................................................................................104

Figura 21. Mata de Santa María en el solar de Don Honorio Cetz...................................................109

Figura 22. Cueva cerca de Tekax, Yucatán........................................................................................121

Figura 23. Amanecer en Dzibalchén durante los primeros días de enero.........................................123

Figura 24. Árbol de jabín (Piscidia piscipula (L.) Sarg.) en Xkix....................................................129

Figura 25. Manuel Huitz Chin y Leocadia Huitz Chin.....................................................................134

Figura 26. Don Honorio Cetz............................................................................................................140

Figura 27. Interpretación de fenómenos en la naturaleza como señales...........................................148

Figura 28. Relación micro-macro entre los fenómenos que juegan parte de la predicción

meteorológica.........................................................................................................................................149

Figura 29. Conocimiento meteorológico tradicional.........................................................................152

Figura 30. Atardecer en Dzibalchén..................................................................................................160

10
Resumen

En el presente trabajo se analizan las relaciones de una familia maya habitante de la Península de

Yucatán con su ambiente, comprendiendo este como la interacción de las dimensiones biofísicas y

sociales, y enfatizando el componente de la espiritualidad como parte de una misma realidad. Para lo

anterior, se realizó una revisión geográfica e histórica de la Península de Yucatán y la Región Chenes,

para contextualizar la vida de una familia maya cuya cotidianidad transcurre entre los ejidos de

Dzibalchén y Xkix, en el estado de Campeche, México. Posteriormente se recorre el territorio de Xkix,

explorando las interacciones ambientales que se tejen al interior de este, así como las relaciones que

estas interacciones forjan con una forma particular de espiritualidad. Por la importancia que tiene en la

ritualidad maya, se hace un énfasis en el conocimiento meteorológico tradicional para analizar las

relaciones mencionadas.

Entre los hallazgos más relevantes está comprender la espiritualidad como una dimensión

indisociable de la vida cotidiana, presente tanto en personas especialistas como no especialistas de la

ritualidad. Asimismo, las entidades sutiles juegan un papel fundamental en la espiritualidad, la

ritualidad y las interacciones ambientales entre los mayas peninsulares, mismas que se materializan en

el territorio. La narrativa está enmarcada en el mundo en transición que a la familia Huitz Chin le toca

vivir. Un mundo de fuertes cambios económicos y culturales dados por la entrada de la modernidad y la

transformación del modelo dominante de producción agrícola; cambios que obligan a replantear el

sentido de las prácticas y conocimientos tradicionales.

11
Abstract

The present work aims at analyzing the relationships woven between a mayan family of the Chenes

Region (Campeche) with their environment, conceptualizing this as the interplay of the biophysical and

social dimensions, integrating the sphere of spirituality as a part of reality. First of all, a geographical

and historical review of the Yucatan Peninsula and the Chenes Region is made to contextualize the life

of a mayan family whose lifespan passes between the ejidos of Xkix and Dzibalchen, in the state of

Campeche, Mexico. Then, the territory of Xkix is explored, going through the environmental

interactions woven within it, along with the relationships that these hold with a particular spirituality

among the mayas of the Yucatan Peninsula. Because of its importance in the mayan rituality, a specific

focus is given to traditional meteorological knowledge to analyze the mentioned relationships.

The main contribution of this thesis is to understand spirituality as indissoluble from daily life. This

notion is present both in specialists and non-specialists of rituality within the mayan culture. Subtle

entities play an important role in spirituality, rituality and environmental interactions, for they

understand these relationships materialize in the territory. The narrative is framed in the transitioning

world of the Chenes Region: a sphere of strong economic and cultural changes, impulsed by

globalization and the transformation of the agricultural production models. These changes invite us to

reassess the sense and value of traditional knowledge.

12
Introducción

«El chamanismo es uno de los empeños espirituales más antiguos, nacido en los albores de la conciencia

humana» (Davis, 1996/2004, p. 85)

La experiencia inicial

En abril de 2017, mientras realizaba en Mérida la estancia del último semestre de la licenciatura,

tuve la oportunidad de presenciar un Waji Kool1 ofrecido por la familia Pat y entregado por el h’men2

Don Eloy Herrera en la comunidad de Tankuché, Campeche. En este ritual agrícola, la familia junto

con la ayuda de otras personas de la comunidad, que en este caso incluía a los amigos que me invitaron

y mi mismo, preparamos ciertos alimentos bajo la dirección de Don Eloy y Doña Isabel (jefa de

familia), mismos que el h’men ofreció a los seres que habitan, cuidan y son dueños de los espacios del

monte en que la familia realiza sus actividades productivas –el cultivo de la milpa, la apicultura, la

meliponicultura y la cacería–, para agradecerles por la cosecha y mantener buenas relaciones que les

permitan desarrollar sus actividades durante el ciclo entrante.

Ver que algo de las antiguas formas de manejo ambiental seguía presente en la vida de las personas

me hizo voltear de lleno hacia estas experiencias. Voltear hacia esas vivencias en que se tejen otro tipo

de relaciones con el mundo, en contraste con las formas de relación predominantes en la modernidad

occidental.

Al comenzar a pensar en una tesis, la pregunta que dirigía mi trabajo concernía directa y casi

exclusivamente al chamanismo. Eran los remanentes de lo que posiblemente alguna vez fue un cuerpo

1
Ceremonia maya que se traduce como “comida de la milpa”. Es un ritual de agradecimiento por la cosecha que se
celebra al finalizar el ciclo agrícola, antes de la siguiente siembra (Hirose-López, 2008).
2
El h’men corresponde a la figura de curandero y especialista ritual en la cultura maya. Que bien puede encontrar su
traducción al concepto de chamán. Sin embargo, durante este texto se le nombrará como tal, h’men.
13
completo de conocimiento en torno al mundo y al manejo de las esferas de realidad que lo componen,

aquello que capturaba mi atención. Sentí un impulso claro, que creo compartir con algunas personas

que han quedado cautivadas por la Península de Yucatán: el deseo de armar el rompecabezas que

respecta al conocimiento antiguo de la cultura maya.

Poco a poco, en el proceso de ir dando forma al trabajo que me serviría para titularme de la

licenciatura en ciencias ambientales tuve que encarar dos situaciones: plantear un proyecto factible de

realizar en el lapso de una tesis de licenciatura y vincular el interés inicial a las problemáticas

ambientales de la actualidad. Especialmente la segunda me costó trabajo.

Partiendo de mi impulso inicial, pretendía realizar una investigación que involucra la colaboración

con varios h’meno’ob3 de la Península de Yucatán (PY) con el propósito de recopilar datos que me

permitieran llegar a una visión amplia del chamanismo a nivel regional. Con ello me encontré con una

dificultad logística. Necesitaba suficiente tiempo y dinero para visitar comunidades, conocer a los

posibles colaboradores, ganarme su confianza y que aceptasen mostrarme su trabajo. Esto simplemente

como preámbulo para el trabajo de campo.

Bien podría haber optado por utilizar otras metodologías para lograr el mismo fin. Por ejemplo

recopilar datos única o principalmente en base a una revisión documental, que no escasea para el caso

de los mayas peninsulares; trabajar con un grupo pequeño de colaboradores en una misma región, como

es el caso de los trabajos realizados por De Ángel García (2013) y Orihuela Gallardo (2015) en la

región de Camino Real, Campeche; u optar por trabajar con una sola persona, como hizo Hirose López

(2003) con Don Pedro Ucán, un h’men de Pich, Campeche; seguramente, entre otras posibilidades.

Sin tener claro por dónde comenzar y empeñado en hacer trabajo de campo, opté por realizar un

periodo de visita a diferentes comunidades para “sondear el terreno”. Así, entre octubre y diciembre de

3
Plural de h’men.
14
2017 visité algunas comunidades en los estados de Campeche y Yucatán 4 5. Sucedió que, a partir de

pláticas informales con la gente, así como de observaciones en las comunidades, noté que muchas

personas poseían algunas cualidades que se atribuyen a los h’meno’ob. Bien podría ser que tuvieran

conocimientos de curación y herbolaria, de los rituales agrícolas (incluso practicar algunos sin ser un

h’men), que tuvieran encuentros con seres del cosmos maya y católico, sueños de diversa índole, y

hasta experiencias espirituales transformadoras.

Claro está que se puede ser yerbatero, huesero y/o partera(o) sin ser h’men, como explica Don

Honorio Cetz. Específicamente, un h’men, además de tener el conocimiento que implican estos

trabajos, es quien conoce y tiene la capacidad para realizar ciertos rituales, así como curaciones en sus

aspectos más ocultos. El punto no es banalizar la cuestión de nombrar a alguien h’men. Aun así,

comencé a pensar que quizás los h’meno’ob no son en esencia diferentes al resto de las personas, sino

que más bien han desarrollado de forma especial potenciales presentes en el ser humano. Esto me llevó

a la idea de que hay algo latente en todas las personas que hace posible la existencia del chamanismo,

pero más básico. Algo como una base común a la experiencia humana, que inicialmente concebí como

una posibilidad o un potencial de experimentar una vida espiritual, independientemente de la posición

social de la persona en cuestión.

Estas ideas se volvieron el punto de partida para realizar una exploración hacia la vivencia de lo

espiritual en las personas. Siendo que en ese momento consideraba al chamanismo como un fenómeno

definido a partir de la centralidad de la figura del chamán (Eliade, 1951/2016), me vi en la necesidad de

llevar la investigación desde otro concepto. Elegí el de espiritualidad (De León, 2013; Fuller, 2001),

por abarcar un abanico más amplio de posibilidades en cuanto a los sujetos que pueden vivir una
4
Halachó, San Antonio Sihó, y Tankuché en la región de Camino Real entre Campeche y Yucatán; Bolonchén de Rejón,
Hopelchén, Dzibalchén y Xkix en la Región Chenes de Campeche; Abalá, Tecoh, Lepán, Xocchel y Sahcabá, hacia el
sur y oriente de Mérida, en Yucatán.
5
Asimismo, visité a algunos académicos para pedir orientación en el tema. Específicamente a Rocío Ruenes Morales
(UADY, Mérida), David de Ángel García (UNAM, Mérida), Laura Huicochea Gómez (ECOSUR Campeche) y a Javier
Hirose López (Universidad de Oriente, Valladolid). A todos ellos agradezco por sus consejos, así como por el material
que me facilitaron.
15
experiencia espiritual y en cuanto a las formas que dicha experiencia puede tomar. Al hablar de

espiritualidad, el tema no se restringe o centra en los especialistas de lo religioso, dando paso a las

voces de la “gente común”, para hablar de lo que a ellos les atañe en este campo de la experiencia

humana.

Algo más sucedió en ese periodo de exploración, especialmente a partir de mi primer viaje a la

Región Chenes en diciembre de 2017. Poco después que el camión cruzó la división política entre

Yucatán y Campeche rumbo a Bolonchén se hizo evidente un cambio en el paisaje: macizos de selva

(en cualquiera de sus estados sucesionales) eran fragmentados por enormes extensiones de

monocultivos, principalmente de soya. Unos días atrás, la persona que me invitó a Chenes me habló de

la presencia de menonitas en la región, que habían llegado desde hacía algunas décadas y cuyo modelo

de producción agrícola conllevaba graves problemas de deforestación, contaminación de suelos, agua y

aire, además de que transformaba las dinámicas sociales de los territorios en donde se establecía

(Dangla-Pelissier, 2015).

Llegué a Dzibalchén, a una hora de camino hacia el sur de Hopelchén, la cabecera municipal. Había

sido una amiga que se encontraba trabajando en la región quien me invitó. Pensó que sería bueno que

conociera a unas personas, la familia Huitz Chin. A ella le parecía que tenían algo de especial. Veía en

ellos un respeto por la naturaleza inusual en la región.

Así, conocí a la familia Huitz Chin y a Xkix, su ejido, unos kilómetros al sureste de Dzibalchén.

Lejos de las expectativas, las formas en que conciben y manejan sus tierras son una mezcla de las

formas tradicionales mayas con formas de la agricultura industrializada. Aun así, había algo en ellos

poco usual respecto a la relación que entablan con el mundo que los rodea. Un algo que no acababa de

comprender. Por otra parte, lo que menos esperaba, probablemente por mi reciente acercamiento al

tema, era el panorama religioso-cultural tanto de la familia Huitz como de la región que, lejos de verse

estable como legado del sincretismo maya-católico, era reformulado con la reciente llegada tanto de
16
iglesias evangélicas como del protestantismo menonita, ampliando con creces el terreno donde se

pudieran desplegar formas de espiritualidad. Todo mostraba un panorama de transformaciones muy

lejano a cualquier ideal esencialista.

En síntesis, me intrigaba la cuestión de la espiritualidad, es decir, la forma en que las personas viven

(o no) una experiencia de lo espiritual cualesquiera sean sus contextos religioso-culturales. A la vez me

inquietaban las consecuencias ambientales de la presencia menonita y de su modo de producción

agrícola en la región. Y, en lo particular, había algo en Xkix y en la familia Huitz Chin que me

cautivaba. En ellos veía atravesados en todos los ámbitos de sus vidas un sinfín de procesos históricos

de diversa índole, desde la escala espacio-temporal que quieran ser vistos, sin hacerlos perder algo

único. Esto sumado a la buena relación que entablamos, terminó de asentar el terreno para realizar una

tesis.

Hubo un último encuentro que terminó siendo decisivo al escribir este trabajo. Fue el conocer a Don

Honorio Cetz, un h’men de la Región Chenes, en abril de 2018 y más adelante pasar algunos días en su

casa. Buscando descansar de la metódica recopilación de datos, me propuse esta visita como una forma

de conocer más de cerca el chamanismo en la PY. Nunca tuve la intención de que fuera parte del

trabajo de tesis. Sin embargo, al escribir me fui dando cuenta de lo mucho que la experiencia con Don

Honorio, por breve que haya sido, enriqueció mi panorama sobre la cultura maya, además de mi

persona, hasta el punto de volverse crucial para esta narrativa.

Quiero hacer una aclaración sobre el título y el papel del chamanismo en este trabajo. El

chamanismo es conceptualmente, el origen de mis inquietudes y de esta tesis. No obstante, durante el

proceso de analizar el material etnográfico y desarrollar el texto, poco a poco fue perdiendo relevancia,

pues las experiencias tanto de especialistas como de no especialistas de lo espiritual se tomaron con el

mismo valor para dar paso a una narrativa centrada en la espiritualidad y las interacciones ambientales.

17
Ahora bien, a pesar de que la narrativa tomó un camino diferente al pensado inicialmente, nunca

dejé de preguntarme internamente sobre el chamanismo y su papel dentro de las relaciones

ambientales. Reflexionando al final de este proceso el concepto no fue en balde, pues comienzo a

atisbar una noción sobre el chamanismo que lo pone más en el contexto de una posibilidad de

relaciones para con el mundo, que en el marco de la figura de un tipo particular de especialista de la

vida espiritual. Ideas que tomará algún tiempo desarrollar.

Por ser el origen de este trabajo y por el papel simbólico que jugó durante todo el proceso, elijo

mantener la palabra chamanismo en el título, siendo claro en que no hay un desarrollo explícito del

concepto durante el cuerpo principal del trabajo.

El problema ambiental y la perspectiva de estudio

El problema ambiental visto a gran escala es el mismo que aquel que dio origen a la licenciatura de

la cual forma parte este trabajo: la transformación sin precedentes en la historia humana de los sistemas

biofísicos y sociales a escala global6; mismo que se concibe como un problema al poner en riesgo la

existencia de la biodiversidad (incluyendo la vida humana) tal como la conocemos.

En el contexto regional (Región Chenes, Campeche), el problema del cual parto es la intensificación

en la deforestación de la selva para la instalación de sistemas agrícolas extensivos de monocultivo, es

decir, el cambio hacia formas de manejo de la biodiversidad con altas consecuencias ambientales. Este

proceso ha sido ampliamente reportado a nivel nacional y se relaciona directamente a los intereses de

las transnacionales, constituyendo un punto clave a abordar en la agenda ambiental 2018 de la

Universidad Nacional Autónoma de México (Merino-Pérez y Velázquez-Montes, 2018).

6
Al respecto, Schüren (2013) concibe a la globalización como un proceso progresivo de comunicación e intercambio,
donde áreas antes desconectadas se vinculan económica, social y culturalmente; proceso en el cual asimismo existen
contradicciones, rupturas y retrocesos.
18
Desde hace algunas décadas, motivado por la búsqueda de entendimiento y alternativas a los

problemas ambientales globales, se han mirado múltiples realidades olvidadas por la hegemonía

occidental. Entre ellas, las realidades de los pueblos originarios, misma que desde una perspectiva del

manejo de la biodiversidad muestran nuevas aproximaciones capaces de contribuir en la construcción

de alternativas a las problemáticas globales (Toledo y Barrera-Bassols, 2008).

Por esto, planteo la exploración de una realidad en particular. La apertura para aprender a partir de

las formas en que un grupo de personas maneja la biodiversidad presente en su territorio, enfatizando el

vínculo que el manejo tiene con sus formas de concebir el mundo que les rodea (ambiente) y su

espiritualidad, e integrando las relaciones que estas personas, así como su territorio, entablan con los

procesos ambientales de la región en la cual están inmersos.

Preguntas y objetivos de investigación

La pregunta general de investigación que planteo es la siguiente: ¿Cuáles son las relaciones entre las

interacciones ambientales y la espiritualidad en una familia maya de la Región Chenes en Campeche,

México? Por lo tanto, el objetivo general es analizar las relaciones entre las interacciones ambientales y

la espiritualidad en una familia maya de la Región Chenes en Campeche, México. Las preguntas y

objetivos particulares se describen a continuación.

Preguntas particulares de investigación:

1) ¿Cuáles son las principales características del ejido de Xkix y de las actividades económicas

realizadas en el mismo por una familia maya peninsular?

2) ¿Cuál es el papel de las entidades de la cosmología maya en las interacciones ambientales y la

espiritualidad en una familia maya peninsular?

19
3) ¿Cuáles son las relaciones entre el conocimiento meteorológico tradicional y la espiritualidad en

una familia maya peninsular?

Objetivos particulares de investigación:

1) Describir las principales características del ejido de Xkix y de las actividades económicas

realizadas en el mismo por una familia maya peninsular.

2) Analizar el papel de las entidades de la cosmología maya en las interacciones ambientales y la

espiritualidad en una familia maya peninsular.

3) Analizar las relaciones entre el conocimiento meteorológico tradicional y la espiritualidad en

una familia maya peninsular.

Estructura del texto

El trabajo consta de 5 secciones –posteriores a esta introducción. Primero está el marco teórico, en

el cual expongo algunos referentes respecto al pensamiento ambiental, el chamanismo y la

espiritualidad, así como a la cosmovisión maya peninsular, los cuales me han servido para pensar este

texto. Después está la metodología, en la cual abordo aspectos generales de la etnografía y la teoría

fundamentada –mismas que fungen como base metodológica– para luego describir a detalle el proceso

de investigación.

El capítulo 1, titulado “La Región Chenes, un Territorio Imbricado” consiste en una revisión del

contexto geográfico e histórico de la Península de Yucatán, la Región Chenes, Dzibalchén y Xkix, así

como una presentación de los actores-colaboradores principales de este trabajo. Con esta sección,

pretendo brindar los elementos necesarios para contextualizar cabalmente el estudio.

El capítulo 2, “Ambiente, Chamanismo y Espiritualidad”, es donde expongo los resultados del

trabajo de campo y la discusión. Consta de 3 partes, en donde cada una corresponde a un objetivo

20
particular. La primera es una descripción del ejido de Xkix y de las actividades económicas que

realizan los miembros de la familia Huitz Chin; la segunda gira en torno a la presencia de las entidades

sutiles del cosmos maya y su papel en las interacciones ambientales; la última aborda el territorio de los

conocimientos meteorológicos tradicionales y su relación con la espiritualidad.

Durante el segundo capítulo cito textualmente fragmentos de las entrevistas realizadas a la familia

Huitz Chin. Decidí no “corregir” el español de personas cuya lengua materna es el maya peninsular, y

por lo tanto hablan un castellano diferente. Considero que hacer esto es una forma de respetar sus

palabras y un recordatorio de la multiplicidad de “castellanos” que se hablan en México, mismos que

son el reflejo de la historia y las realidades sociales.

La última sección del texto corresponde a las conclusiones del trabajo, tanto en cuanto a los

resultados y su relación con la disciplina académica, como también respecto al proceso personal de

investigación.

Los colaboradores

Son muchas las personas que directa e indirectamente contribuyeron a este trabajo. Sin embargo,

ahora quiero nombrar a todas las personas que fungieron como colaboradores directos de esta tesis.

Ellos son principalmente los hermanos Huitz Chin y ejidatarios de Xkix: Manuel Huitz Chin, Jorge

Huitz Chin, Baldemar Huitz Chin, Leopoldo Huitz Chin, Marino Huitz Chin, Leocadia Huitz Chin,

Catalina Huitz Chin, José Huitz Chin, Julio Cohuo Matos y Fidencio Chable Campos. Asimismo, las

palabras de dos h’meno’ob y una comadrona (partera) son de gran importancia: Don Eloy Herrera,

h’men de San Antonio Sihó, Yucatán; Don Honorio Cetz, h’men de Chunwaymil, Campeche; Rosaura

Cetz Tzul, partera de Sahcabá, Yucatán. Y, finalmente, las pláticas informales con diversos pobladores

de Dzibalchén fueron de gran ayuda para entender el contexto en donde se desarrolla este trabajo. Sus

voces figuran anónimas en el texto, puesto que en ocasiones los encuentros fueron breves, sin siquiera
21
dar nuestros nombres. Extiendo un agradecimiento general a todas las personas con quienes crucé

palabras, esperando no apropiarme de ellas sin al menos agradecer la presencia de sus dueños.

22
Marco Teórico

«Nombrar no es decir lo verdadero sino conferir a lo que es nombrado el poder de hacernos sentir y pensar

en el modo en que el nombre llama» (Stengers, 2005/2017, p. 39)

El principio básico con el cual comienza esta tesis es que estamos planetariamente inmersos en una

crisis ambiental. Dentro de ella, muchas son las perspectivas desde las cuales se ha problematizado,

analizado, comprendido y puesto en marcha acciones ante dicha situación. A continuación, describo la

perspectiva general desde la cual abordo la cuestión ambiental. Después, hago una breve revisión en

torno a espiritualidad y chamanismo. Finalmente, toco algunos puntos relacionados a la cosmovisión

maya peninsular.

Posicionamiento ante las situaciones ambientales

Arturo Escobar (2018), plantea que el estado de crisis ambiental es una problemática no solo

material, sino esencialmente ontológica y epistemológica, que deviene en política; «los conflictos

ambientales son al mismo tiempo conflictos ontológicos, sobre formas contrastantes de existir y hacer

mundos» (p. 42).

Para Escobar (2018), la episteme moderna-occidental-dominante «está construida sobre dos grandes

dualismos: la separación entre cultura y naturaleza, y la división colonial entre el Occidente y el No-

Occidente» (p. 80). Estos dualismos son pilares de la devastación ambiental a la que asistimos hoy en

día. Dicha episteme, concibe una única forma de comprender el mundo, que da lugar a una única

noción de “lo real”, arraigada y funcional para el sistema mundial capitalista, que traduce los reales no

Occidentales en creencias, y sólo asume como reales aquellos validados por la ciencia (p. 29).

23
En la visión de este autor, un solo “real”, ontológico y epistémico, va de la mano con los conflictos

ambientales y la problemática global. Por ello, afirma que necesitamos forjar otra forma de situarnos en

el mundo, lo que implica mirar otros reales, otros posibles y otras prácticas políticas; mirar hacia y

desde la pluralidad de realidades presentes en el planeta y no validadas por la episteme de la

modernidad (Escobar, 2018).

Silvia Rivera Cusicanqui (2018), concuerda con Escobar (2018) en que necesitamos replantear

nuestra forma de estar en un mundo donde la diversidad es la regla y no la excepción. Sin embargo, ella

da un paso pertinente al reconocer, no solamente la diversidad de culturas y cosmovisiones, sino

también la heterogeneidad histórica que confluye en el presente y que permea a toda la sociedad –desde

el individuo, hasta las colectividades que habitan un territorio.

Rivera Cusicanqui (2018), no pretende “integrar” dicha heterogeneidad, en el sentido de “limar

asperezas”, “buscar puntos en común” u “olvidar las contradicciones”, para llegar a una teoría general.

Lo que propone es más bien un «habitar la contradicción» (p. 31) que supone mirar las múltiples

realidades, en particular latinoamericanas.

Hay 2 conceptos de esta autora que quiero traer. El primero, double bind, se refiere a un estado

psicológico de contradicción, resultado de la herencia colonial.

«Término acuñado por el antropólogo Gregory Bateson para referirse a una situación insostenible que

llama “doble constreñimiento”. Ésta ocurre cuando “hay dos imperativos en conflicto, ninguno de los cuales

puede ser ignorado, lo cual deja a la víctima frente a una disyuntiva insoluble, pues cualquiera de las dos

demandas que quiera cumplir anula la posibilidad de cumplir con la otra”. Aquí usamos la traducción al

aymara pä chuyma para referirnos a un “alma dividida”, o literalmente una doble entraña (chuyma). Si

relevamos a esta expresión de sus tonalidades moralizantes, tendríamos exactamente una situación de double

bind. Al reconocimiento de esta “doblez” y a la capacidad de vivirla creativamente les hemos llamado

“epistemología ch’ixi”, que impulsa a habitar la contradicción de tal modo que podamos liberarnos de la

esquizofrenia que supone». (Rivera-Cusicanqui, 2015, p. 326)

24
El segundo concepto es lo ch’ixi. Esta palabra viene del aymara, y designa una tonalidad de gris con

manchas de blanco y negro que se entrevera (Rivera-Cusicanqui, 2015, p. 326).

«Se trata de un color que por efecto de la distancia se ve gris, pero al acercamos nos percatamos de que

está hecho de puntos de color puro y agónico: manchas blancas y negras entreveradas. Un gris jaspeado que,

como tejido o marca corporal, distingue a ciertas figuras –el k'usillu– o a ciertas entidades –la serpiente– en

las cuales se manifiesta la potencia de atravesar fronteras y encarnar polos opuestos de manera reverberante.

También ciertas piedras son ch'ixi: la andesita, el granito, que tienen texturas de colores entreverados en

manchas diminutas». (Rivera-Cusicanqui, 2018, p. 79)

Lo ch’ixi también puede ser visto como una epistemología, capaz de nutrirse de las aporías de la

historia, sin negarlas ni fagocitarlas (Rivera-Cusicanqui, 2018, p. 25). No es un intento de integración,

sino uno de permanecer reconociendo y habitando las contradicciones que suponen aceptar las

múltiples realidades sociales.

Finalmente, hay dos autores que por su forma de abordar la complejidad son importantes en este

trabajo. Primero está Edgar Morin (1990/2008). Su trabajo ha sido para mí un constante recordatorio de

reconocer lo inacabado e incompleto de cualquier forma de conocimiento que aspire a lo total y,

asimismo, un llamado a reconocer las dualidades como parte de la unidad. Unidad que no disuelve las

diferencias, que no elimina las contradicciones, que no impone orden al desorden. Lo uno y lo múltiple,

lo micro y lo macro, el orden y el caos, lo complementario y lo contradictorio, forman parte de la

misma realidad, cuya totalidad podemos intuir, mas no comprender del todo.

La última autora cuya presencia invoco es Isabelle Stengers (2009/2018; 2005/2017). No por

definiciones o conceptos, pues nunca da uno en la forma en que se esperaría la exposición de un

concepto; es más por la forma en que problematiza, por la forma en que constantemente imbrica la

realidad, por la forma en que no-define, y que al hacer esto muestra a través de su escritura una

auténtica forma de aproximarse al mundo y de pensar las situaciones ambientales.

25
Si en pocas palabras aludiera a la visión de Silvia Rivera, diría “reconocer y habitar la

contradicción”. Si hiciera lo mismo con Isabelle Stenger diría “permanecer en el caos”. El caos, no sólo

como un reconocimiento de las contradicciones, sino como una profunda aceptación de la complejidad

y como una continua disolución de las “afirmaciones de verdad” y de las soluciones “que sí resolverán

los problemas ambientales”, entendiendo lo ambiental como la totalidad en que estamos inmersos.

La perspectiva, entonces tiene que ver con mirar hacia, y en la medida de lo posible desde,

realidades no-hegemónicas, y hacerlo aceptando las contradicciones y la incertidumbre que de ello

emane.

Chamanismo, chamanes y no-chamanes

«Se podría decir que el chamanismo es uno de los empeños espirituales más antiguos, nacido en los

albores de la conciencia humana» (Davis, 1996/2004, p. 85). «Los documentos paleoetnológicos y

prehistóricos de que disponemos no van más allá del Paleolítico, y nada nos permite creer que durante los

cientos de miles de años que precedieron a la Edad de Piedra, la humanidad no haya conocido una vida

religiosa tan intensa y variada como la que conoció en épocas ulteriores» (Eliade, 1951/2016, p. 27).

Para Mircea Eliade (1951/2016), el chamanismo es un fenómeno religioso, que revela una estructura

propia, en la cual sus elementos están integrados en una ideología particular y haciendo válidas una

variedad de técnicas específicas. Su rasgo principal, el manejo del trance extático, a través del cual el

chamán asciende y desciende por los diferentes niveles del mundo para comunicarse con los espíritus,

se puede observar en culturas de todo el planeta, dado lo cual el autor considera el chamanismo como

un fenómeno de carácter global.

Un fenómeno o hecho religioso se caracteriza por una ruptura de la realidad ordinaria, por una

manifestación de lo sagrado en el ámbito de lo profano, a lo cual Eliade (1951/2016) llama hierofanía.

Así, «una piedra será sagrada por el hecho de que su forma acusa una participación en un símbolo

26
determinado, porque constituye una hierofanía, posee mana, conmemora un acto mítico, etc.» (Eliade,

1949/2001, p. 7).

Como todo hecho, las hierofanías ocurren en un contexto sociohistórico, el cual da elementos para

comprenderlas a la vez que juega un papel importante en lo que una colectividad decide hacer a partir

ellas –la sacralización de un lugar de la naturaleza, el comienzo de una nueva religión, incluso la

negación de una hierofanía por poner en riesgo el orden social, etc. Sin embargo, tal contexto no

explica del todo, ni mucho menos condiciona la manifestación de una hierofanía. Su sentido profundo

usualmente trasciende su contexto histórico, remitiendo hacia un ámbito atemporal de la experiencia

humana (Eliade 1951/2016).

«Los diversos tipos de civilización están, desde luego, orgánicamente unidos a determinadas formas

religiosas, pero esto no excluye, en modo alguno, la espontaneidad y, en última instancia, la condición

antihistórica de la vida religiosa» (p. 16). «En la más modesta hierofanía se manifiesta un “eterno volver a

empezar”, un eterno retorno a un instante intemporal, un deseo de abolir la historia, de borrar lo pasado, de

recrear el mundo» (p. 14).

El chamán, es la figura central en este fenómeno religioso. Puede ser a la vez hombre-médico,

mago, sacerdote, místico, poeta, líder político y espiritual, pero lo que esencialmente lo caracteriza es la

intensidad de su propia experiencia religiosa, es decir, su relación y cercanía con lo Divino (Eliade

1951/2016).

Para este autor, hay una clara diferencia entre el chamán y el resto de la comunidad. Esta frontera es

trazada por la intensidad de la experiencia religiosa del chamán, pero específicamente, por su maestría

en el manejo consciente del “éxtasis” o “trance extático”. De hecho, otra definición que da el autor es:

“el chamanismo es la técnica del éxtasis”. El éxtasis más importante y característico del chamanismo,

es el tránsito por el Pilar del Mundo para efectuar la comunicación entre todos los niveles de la

existencia (Eliade 1951/2016). Cito textualmente:

27
«En las culturas arcaicas se utiliza la comunicación entre el Cielo y la Tierra para enviar las ofrendas a los

dioses celestes, y no para emprender una ascensión concreta y personal; esta continúa siendo el patrimonio de

los chamanes. Sólo ellos saben efectuar la ascensión por la “abertura central”, sólo ellos transforman una

concepción cosmo-teológica en una experiencia mística concreta. Este punto es importante: hace ver la

diferencia que existe, por ejemplo, entre la vida religiosa de un pueblo nor-asiático y la experiencia religiosa

de sus chamanes: esta última es una experiencia personal y extática. En otras palabras, lo que para el resto de

la comunidad sigue siendo un ideograma cosmológico, es para los chamanes un itinerario místico. A los

primeros el “Centro del Mundo” les permite dirigir sus plegarias y sus ofrendas a los dioses celestes, mientras

que para los segundos es la causa de un vuelo en el sentido estricto de la palabra. Sólo para estos es posible la

comunicación real entre las tres zonas cósmicas». (p. 216).

El chamán juega un rol social fundamental. Valiéndose de sus trances cura a las personas, acompaña

procesos de muerte, sirve de mediador entre las personas y sus dioses, guía la vida religiosa de su

comunidad y en cierta forma vela por su alma. Ahora, por importante que sea la figura del chamán, este

no absorbe toda la vida religiosa de una comunidad. Hay circunstancias que no requieren de su

presencia y en las cuales otros especialistas de la comunidad pueden realizar las prácticas necesarias

(Eliade, 1951/2016).

«En muchas tribus el sacerdote sacrificador coexiste con el chamán, sin contar con que cada jefe de

familia es también el jefe del culto doméstico» (p. 22). «Donde no interviene la suerte inmediata del alma,

donde no se trata de una enfermedad (pérdida del alma) o de muerte, o de mala suerte, o de un gran sacrificio

que entraña una experiencia extática cualquiera (viaje místico al Cielo o los Infiernos), el chamán no es

indispensable. Una gran parte de la vida religiosa se desenvuelve sin él» (p. 25).

El chamanismo no es una religión. Esta comprende la mitología, ideología y ritualidad de todo un

pueblo, abarcando un espectro más amplio que aquel que concierne al chamán. El chamanismo, como

fenómeno religioso, gira en torno a la experiencia privilegiada de los chamanes y sería más adecuado

situarlo dentro de las místicas (Eliade, 1951/2016).

28
Jacobo Grinberg entiende el chamanismo como un proceso de auto-perfección que conduce, en

última instancia, a tener un control total sobre su propia conciencia y mente (Grinberg-Zylberbaum,

1987-1989, tomo VI). Grinberg buscaba sobre todas las cosas comprender el funcionamiento de la

mente y la conciencia. Además de hacer estudios etnográficos, realizó estudios experimentales en el

área de la neurofisiología, en los que contó con la colaboración de diversos místicos –incluyendo

chamanes de distintas regiones de México–, y a partir de los cuales elaboró su Teoría Sintérgica.

Uno de sus principales postulados es que aquello que percibimos como la realidad es el resultado de

la interacción entre el campo neuronal y la lattice –concepto con el cual refiere a una matriz energética

que forma la estructura fundamental del espacio-tiempo, y en la cual todos los fenómenos coexisten

interconectados unos con otros. Grinberg afirma que si bien hay niveles de esta interacción (campo

neuronal-lattice) que sólo son accesibles tras un riguroso entrenamiento –como es el caso de los

chamanes–, el principio que rige la percepción es el mismo para todos los seres humanos (Grinberg-

Zylberbaum, 1991).

En concordancia con la visión del chamanismo como proceso más que como fenómeno, en vez de

aludir al chamán en un sentido genérico habla de personas con diferentes niveles de desarrollo. Así,

tenemos al aprendiz curandero, al curandero, al psicólogo autóctono o médico tradicional, al chamán, y

al chamán-nahuál (Grinberg-Zylberbaum, 1987-1989, tomo VI), cada uno denotando un estadio de

realización. Es importante mencionar que el desarrollo personal de un chamán está fuertemente

orientado a servir al mundo y a las personas.

«El aprendiz de curandero es un muchacho o muchacha, generalmente de la misma comunidad, que se

pone en contacto con una persona de mayor conocimiento que le enseña a curar. Muchas veces este

conocimiento se transmite entre familiares, aunque no siempre es así. El curandero es un especialista que

generalmente maneja bien una técnica. Por ejemplo, puede dedicarse a curar los huesos, por lo que recibe el

nombre de huesero; existe el especialista en sustos, capaz de recuperar el estado del paciente después de una

alteración muy fuerte llamada susto; hay los especialistas en empachos o partos, entre otros. El psicólogo
29
autóctono o médico tradicional no es un especialista en una sola área, sino que ha expandido su campo y tiene

varias especialidades. Es más global, se dirige a la totalidad de la persona y puede curar varias cosas. Aquí

hay un rango amplísimo entre el médico tradicional que recién se inicia y el experimentado que tiene una

capacidad extraordinaria para detectar y diagnosticar. El psicólogo autóctono sería propiamente el especialista

en las alteraciones psicológicas. El chamán es alguien que ha recorrido las primeras tres categorías, de una u

otra manera, pero su área de acción es más abstracta. No tiene una sola especialización como el curandero,

más bien constituye una especie de puente entre varias realidades. Se le llama hombre de conocimiento, un

sabio que tiene contacto y se ha abierto a realidades alternativas y de alguna manera actúa como maestro,

como guía y también como curandero o médico tradicional. Finalmente, el chamán-nahual es una persona con

poder extraordinario. Tiene mucha receptividad y es capaz de hacer diagnósticos con mucha precisión

utilizando solamente su poder perceptual. Es un puente entre varias realidades, un maestro, y un director de

un linaje» (Grinberg-Zylberbaum, 1992, pp. 53-54).

¿Espiritualidad o religiosidad?

«(…) las palabras espiritual y religioso son en realidad sinónimas. Ambas connotan la creencia en un

poder superior de algún tipo. Ambas implican un deseo de conectar, o de entrar en una relación más intensa

con esta fuerza superior. Y, finalmente, ambas connotan interés en rituales, prácticas y comportamientos

morales cotidianos que fomentan esa conexión o relación.». (Fuller, 2001, p. 5)

En principio, no necesariamente existe una diferencia ontológica entre lo espiritual y lo religioso.

Sin embargo, la realidad confronta esta idea. Actualmente muchas personas se identifican a sí mismas

como spiritual, but not religious7 (Fuller, 2001), lo que implica una bifurcación entre ambas nociones.

Este autor, a partir de estudios culturales de la sociedad norteamericana, afirma que la tendencia al

cuestionamiento intelectual propio de la modernidad occidental hace cada vez más difícil aceptar

doctrinas religiosas que predican verdades absolutas, lo mismo que creer en una realidad inmaterial. A

ello se suma la creciente insatisfacción con las dinámicas de poder al interior de las religiones

7
“Espirituales, mas no religiosos”.
30
tradicionales y la incapacidad de estas para saciar la necesidad de contacto con una realidad

trascendente, que se supone es propósito de la religión (Fuller, 2001).

Así, hoy en día vemos un desprestigio de las religiones tradicionales en occidente –entendiendo

estas por aquellas que provienen de una raíz judeocristiana. Ante esto, muchas personas se han volcado

en la búsqueda de filosofías y prácticas provenientes de diversas fuentes que les brinden nuevos

panoramas y posibilidades de desarrollo personal, configurando su identidad en torno a lo espiritual

(Fuller, 2001).

Para Fuller (2001), la espiritualidad se relaciona con la esfera privada y personal, teniendo en miras

un desarrollo personal; mientras que la religión –y por ende podemos entender religiosidad– lo hace

con el ámbito público y gira en torno a la institución religiosa. Con todo, las decisiones, prácticas y

experiencias de las personas combinan posibilidades que desdibujan las fronteras y hacen repensar las

relaciones entre lo espiritual y lo religioso.

De León (2013), partiendo de la psicología transpersonal –que incluye el estudio de varias

tradiciones religioso-espirituales del planeta, entre ellas el chamanismo en algunas culturas indígenas–,

coincide con Fuller (2001) en que la división entre lo espiritual y lo religioso corresponde a cuestiones

sociohistóricas, a la par que reconoce la decadencia social y espiritual de las grandes instituciones

religiosas y por lo cual, establece una diferencia entre ambas palabras. Con ello, entiende la

espiritualidad como un proceso de desarrollo personal, mismo que puede existir bajo el cobijo de una

religión –como forma institucional– o de forma independiente (De León, 2013).

Ahora, mirando hacia el marco de los estudios ambientales, las esferas de lo religioso y lo espiritual

mantienen estrechas conexiones con la forma en que las personas nos relacionamos para con el mundo

que nos rodea. Toledo y Barrera Bassols (2008) reconocen la importancia del papel de las

cosmovisiones en el manejo de la biodiversidad. A través de su triada conceptual kosmos-korpus-

31
praxis, plantean la interrelación e inseparabilidad de las prácticas, los conocimientos y las

cosmovisiones, que forman un todo con relación al manejo de la biodiversidad y a la vida misma.

A escala mesoamericana, López Austin (2008) menciona que los diferentes ámbitos de la vida

caminaban como un todo en la vida de los pueblos mesoamericanos. Prácticas religiosas,

cosmovisiones, organización social, política y economía, tecnologías agrícolas, existían interconectados

y en buena medida hundían sus raíces en los mitos de origen.

En el contexto de la Península de Yucatán, Orihuela Gallardo (2015), analiza las formas en que la

sociedad maya se relaciona con el territorio a través de la cosmovisión y la religión, las cuales

corresponden a un sistema cultural antiguo que se transforma y adapta a las formas de vida actuales de

un mundo en globalización. Símbolos y creencias antiguas aparecen con nuevas vestimentas en las

prácticas de las comunidades mayas de la actualidad.

Algo que quiero recalcar es que en muchos casos los contenidos que abarcan los conceptos de

religión, cosmovisión, y espiritualidad, son muy similares. Incluso, dependiendo del enfoque,

diferentes autores podrían referirse a lo mismo utilizando diferentes conceptos. Por esto, si bien es

difícil establecer fronteras tajantes entre estos conceptos, quiero mostrar las diferencias generales que

utilizo para cada concepto en este trabajo. Al hablar de religión refiero al ámbito institucional que

conjunta doctrinas y prácticas en torno a lo sagrado, de forma similar a como lo entienden Fuller (2001)

y De León (2013); al hablar de espiritualidad refiero a las vivencias personales de lo sagrado, de forma

similar a lo que Eliade (1951/2016) nombra como hierofanía, y también refiero al aspecto de desarrollo

personal que mencionan Grinberg Zylberbaum (1987-1989, tomo VI) y De León (2013); al hablar de

cosmovisión refiero a marcos interpretarivos de la realidad, aludiendo a lo mismo que De León (2013)

alude como modelos de realidad.

32
Algunos principios de la cosmovisión maya

Para re-pensar las interacciones ambientales entre los mayas peninsulares actuales, partiré de revisar

algunos principios de la cosmovisión maya prehispánica. En concreto, la forma en que el universo fue

concebido en cuanto a su creación, sus espacios y dimensiones, así como la presencia de algunas

entidades que lo habitan y los principios que hacen posible la comunicación entre éstas y los seres

humanos.

Aclaro de antemano que las ideas que expongo han sido reconstruidas por diversos investigadores a

partir de las fuentes disponibles sobre la cultura maya 8, y no siempre se encuentran “tal cual” en la vida

de las comunidades actuales. Esto se explica por el proceso de colonización europeo, que buscó y en

cierta medida logró, destruir todo rasgo de las culturas del “nuevo” continente a la vez que introducir

principios propios de su cultura, lo cual llevo a un proceso de sincretismo religioso cuyos resultados

varían enormemente en tiempo y espacio (Ruz, 2002a). Una consecuencia de este proceso es la

fragmentación del conocimiento maya antiguo y con ello la ausencia actual de un marco conceptual

completo con el cual podamos comprender la realidad encontrada en las comunidades, que en palabras

de Hirose López (2008, p. 201) «sólo lograron conservar lo que en un nivel casi doméstico pudo

sobrevivir».

Hoy en día la cosmovisión entre los mayas peninsulares es una mezcla heterogénea del

conocimiento prehispánico y católico (Ruz, 2002b), manteniendo principios de ambas tradiciones a la

vez que disidiendo de sus formas “originales”9. A la par, durante las últimas décadas se suma la

presencia de iglesias evangélicas, cuya influencia en las comunidades no es despreciable en lo absoluto.

8
Bustos Trejo y Del Moral (2002), clasifican las fuentes sobre la cultura maya en: fuentes arqueológicas, fuentes escritas,
fuentes lingüísticas y fuentes etnográficas.
9
Los orígenes de toda tradición religiosa se remontan siempre hacia un pasado remoto, en el cual difícilmente se puede
identificar un único origen, y por lo tanto una forma original de dicha tradición (Eliade, 1951/2016). En este caso, al
decir originales, me refiero simplemente a sus formas antes del contacto.
33
El origen

En la cosmogonía maya el universo se entiende como una creación que deviene de la voluntad de

una o varias entidades10. Dice uno de los primeros pasajes del Popol Vuh –edición de Christenson

(2012):

«A solas están el Armador y el Formador, Soberano y Quetzal Serpiente, Los Que Han Parido

Descendencia y Los Que Han Engendrado Hijos. Luminosos están en el agua, envueltos en plumas de quetzal

y plumas de cotinga. Por eso se llaman Quetzal Serpiente. En su esencia son grandes sabios, grandes

poseedores de conocimiento. Ciertamente existe el cielo. Existe también Corazón del Cielo, lo que se declara

ser el nombre del dios». (p. 92)

«Entonces vino su palabra. Corazón del Cielo llegó aquí con Soberano y Quetzal Serpiente, en la

oscuridad, en la noche. Habló con Soberano y Quetzal Serpiente. Hablaron juntos entonces. Pensaron y

contemplaron. Llegaron a un acuerdo, juntando sus palabras y sus entendimientos. Entonces dieron a luz,

animándose el uno al otro. Bajo la claridad dieron luz a la humanidad. Entonces hicieron planes para la

germinación y la creación de los árboles y los arbustos, la germinación de toda la vida y la creación, en la

oscuridad y en la noche, por Corazón del Cielo, al que llaman Huracán». (p. 95)

Este pasaje muestra una imagen de las entidades que dan a luz a la creación, antes de que la misma

suceda. En su carácter poético, a lo largo del Popol Vuh se da una larga lista de nombres. Cada entidad-

deidad tiene más de un nombre y aparece en distintas circunstancias, por lo que es difícil decir con

exactitud cuántas y cuáles entidades participan en la creación. Sin embargo, Corazón del Cielo –U

K’ux Kaj– parece ser la entidad principal que dirige la obra (Christenson, 2012, p. 80).

«Corazón del Cielo es el dios que concibe primero la idea de lo que se debe formar. Luego, otras deidades

llevan a cabo su voluntad al dar expresión material a sus conceptos». (p. 94)

10
Utilizo la palabra “entidad” y no “dios” para dejar abierta la interpretación, en lugar de asumir nociones preconcebidas
de la deidad.
34
Ahora, el principio de que el universo es creado por un Gran Dios Celeste, es compartido por

muchas culturas en el planeta. Este dios celeste usualmente tiene muchos hijos o mensajeros, que

ocupan los cielos inferiores y que le ayudan a realizar su voluntad (Eliade, 1951/2016, p. 26, 391).

En la realidad actual de las comunidades mayas de la Península de Yucatán la noción de la deidad

por excelencia se refiere tanto al Dios bíblico como a entidades de la cultura maya. Es posible, por

ejemplo, encontrar una estrecha relación entre Dios, Jesús, el Sol, la Gracia y el Maíz (Orihuela-

Gallardo, 2015).

«K’ank’abiok o Jesús, no sólo otorga la gracia, sino que es la gracia misma. La deidad o ser que otorga la

“gracia” es siempre asociada al sol y al maíz como una relación indisoluble. (….) Es posible proponer que

k’ank’abiok, como Jesús o Dios mismo, se identifica en la narrativa como una deidad del sol, del maíz y como

el maíz mismo». (pp. 54-55)

Los tres mundos y el centro

En la cosmovisión maya prehispánica el universo creado se concibe conformado por tres grandes

mundos o ámbitos de realidad: el inframundo, la tierra o mundo de enmedio, y el supramundo.

Asimismo, dentro de cada uno de estos se considera que hay niveles o dimensiones. Son así 9 las del

inframundo y 13 las del supramundo11. En el último nivel del supramundo reside el principio creador.

En el último nivel del inframundo habita el principio de muerte (De la Garza, 2002). El mundo de

enmedio corresponde a la realidad que como humanos conocemos.

Geométricamente, esto puede entenderse haciendo una analogía con un prisma romboidal, formado

por dos pirámides invertidas una con respecto a la otra, de modo que sus bases cuadrangulares se

toquen. Así, el supramundo es como una montaña que asciende hacia su pico en 13 niveles. El

inframundo como una montaña invertida que desciende en 9 niveles. En las puntas de ambas se

encuentran respectivamente los principios que dan vida y muerte a la creación. El cuadrado que se

11
El mundo de enmedio es un único nivel, por corresponder a la realidad material humana tal cual la conocemos.
35
forma en la zona de contacto de las bases de ambas pirámides corresponde al mundo de enmedio (De la

Garza, 2002; Holland, 1961).

A la vez, el cosmos se divide en 4 sectores, asociados al tránsito del Sol, las 4 estaciones y los 4

rumbos cardinales. Estos sectores están presentes en las 3 grandes esferas de realidad.

Geométricamente se representan en las 4 esquinas del cuadrado y en las 4 caras de cada una de las

pirámides. A cada uno de los rumbos se asocia un elemento, color, plantas y animales, así como una

Ceiba y un Bacabe, mismos que sostienen la creación en sus esquinas (De la Garza, 2002).

El sector más importante es el quinto, el centro, el punto de unión de los espacios cósmicos. El

centro es a la vez un punto y un eje de comunicación entre las esferas de realidad. Algunos de sus

símbolos son: el centro de la cruz12, el Sol como flor de 4 pétalos, el quincunce, y uno de los más

importantes, la Ceiba (De la Garza, 2002). Hundiendo sus raíces en lo profundo de la tierra

(inframundo), y con sus ramas tocando el cielo (supramundo), la Ceiba atraviesa todos los niveles del

cosmos, fungiendo como un eje en la creación.

Ya a mediados del siglo XX, Mircea Eliade (1951/2016; 1949/2001) señalaba como un principio

común presente en diversas culturas la concepción de un universo dividido en “tres esferas de realidad”

y unidas por un “eje-centro” –siendo este cualquier espacio-tiempo sujeto a una posible ruptura de los

niveles13. La ruptura conlleva lo que el autor llama una “hierofanía”, es decir, una manifestación de lo

sagrado, misma que confiere cualidad sacra a lugares, tiempos, eventos, objetos, y seres (personas,

animales, plantas, etc.). En la visión de Eliade, este mundo (el mundo de enmedio) sólo es sagrado en

la medida en que él mismo o algo en él, se vuelve el receptáculo de una hierofanía.

12
La cruz es un símbolo prehispánico. Sus lados se asocian a los rumbos del universo, mismos que confluyen en el centro
(De la Garza, 2002).
13
Cito al autor: «(…) es “centro”, sede posible de una ruptura de los niveles, todo espacio sagrado, esto es, cualquier
espacio sometido a una hierofanía y que manifiesta realidades que no pertenecen a este mundo» (Eliade, 1951/2016, p.
213).
36
Como ya mencioné, para este autor aquello que marca la diferencia entre un chamán y un no-

chamán consiste en la experiencia que una persona tiene en relación con su modelo cosmológico. Lo

que para la comunidad en general representa una concepción “cosmo-teológica”, es para el chamán una

“experiencia mística concreta”; «(mientras que para) los primeros el “Centro del Mundo” les permite

dirigir plegarias y ofrendas a los dioses, para los segundos es la causa de su vuelo en el sentido estricto

de la palabra» (Eliade, 1951/2016, p. 216). Aún más, el paso de una región cósmica a otra no sólo

marca la diferencia entre los chamanes y los no-chamanes, sino que es “la técnica chamánica por

excelencia” (p. 213). Para el caso de los mayas peninsulares, algunas de las conclusiones de Hirose

López (2008) respecto del chamanismo y el chamán son muy similares, refiriéndose a la capacidad de

situarse en el origen y volverse un puente entre realidades.

«El principio que define el fenómeno chamánico en la cultura maya es la capacidad del individuo de

constituirse en eje cósmico, en un arreglo espacio-temporal definido y acorde con el mito maya de la

creación». (p. 8)

Por un camino paralelo, De la Garza (2002), analiza la relación entre la arquitectura de algunos

sitios arqueológicos, la cosmovisión y las jerarquías sociales en la cultura maya prehispánica. Concluye

que la construcción de espacios sagrados fue orientada por principios cosmológicos, y su propósito,

más allá de representar simbólicamente el cosmos, era «lograr la comunicación de los humanos con las

energías sagradas a través del ritual (…) para revivir el tiempo divino de los orígenes, o sea, para

reproducir el mito cosmogónico y revitalizar periódicamente al cosmos» (p. 80). En los rituales

oficiados cada clase social tenía su lugar. Los templos que fungían para la comunicación con el

supramundo y el inframundo eran accesibles únicamente para los sacerdotes e iniciados, mientras que

el pueblo permanecía en las plazas, construidas con un esquema cuadrangular, símbolo del mundo de

enmedio (De la Garza, 2002).

37
El ser humano y las entidades del cosmos maya

En el apartado anterior mencioné los espacios en que se entiende y divide el cosmos maya.

Paralelamente, existe una diversidad de entidades 14 que habita dichos espacios (De la Garza, 2002). El

propósito de este apartado es mostrar algunos conceptos a partir de los cuales es posible entender la

existencia de dichas entidades, así como la posibilidad de que los seres humanos entablen relaciones

con ellas.

En la visión maya, el cuerpo humano se compone de una esfera material y varias inmateriales. Estas

últimas han sido planteadas como entidades anímicas (Orihuela-Gallardo, 2015), manifestaciones

sutiles (Hirose-López, 2008) e interioridad (Descola, 2011)15 –en contraparte de la exterioridad que

representa el cuerpo físico. Aclarando que en la cosmovisión maya las fronteras entre lo material y lo

inmaterial son flexibles16 y que tal división no necesariamente está presente en la vida de las

comunidades, presento algunos conceptos que refieren a la parte inmaterial del ser humano, misma que

también está presente en plantas, animales y en la esfera de “lo abiótico”; y que asimismo es el vínculo

con las entidades que pueblan los espacios del cosmos maya (Orihuela-Gallardo, 2015).

Orihuela Gallardo (2015) plantea la noción de “dos espíritus humanos”, con los cuales se refiere a

dos “entidades anímicas” que forman parte de todo ser humano: pixán y k’ak’as bal. Pixán, es donde

reside la energía vital de una persona, con lo cual permite y sostiene la vida de esta. El pixán nunca se

separa del cuerpo físico en vida, pues si esto llega a suceder la persona morirá. Se separa cuando la

persona muere o está cerca de morir. Sólo así se puede ver al pixán sin el cuerpo físico, estado en el

14
De la Garza (2002), no utiliza la palabra “entidades”, sino “deidades”, “dioses” y “seres celestes”.
15
Descola (2011) no se enfoca en el estudio de los mayas. Sin embargo, su concepto de “interioridad” es utilizado por
Orihuela Gallardo (2015) como un punto de partida en la discusión sobre la noción del cuerpo entre los mayas
peninsulares, pues constituye una aproximación aplicable a cualquier visión sobre el cuerpo que incluya una contraparte
con respecto al cuerpo físico o externo.
16
En la lógica maya el cuerpo físico no se entiende sin sus contrapartes sutiles y estas a la vez no se entienden sin el
cuerpo físico (Hirose-López, 2008).
38
cual mantiene la forma que tuvo el cuerpo de la persona, e incluso responde por el mismo nombre. Es

«una persona sin cuerpo» (p. 83).

De acuerdo con el Calepino de Motul, escrito entre finales del S. XVI y principios del S. XVIII,

pixán significa «alma que da vida al cuerpo del hombre». La palabra deriva de la raíz pix, misma que

traduce como «cobertura con que algo se cubre» (Arzápalo-Marín, 1995, p. 643). Esto concuerda con la

interpretación de Orihuela Gallardo sobre el pixán, en el sentido de que está íntimamente relacionado a

la vida de la persona.

El pixán puede tener connotaciones más amplias. Dice Hirose López (2008):

«(…) es una fuerza vital que se introduce en el feto durante el embarazo, dándole vida. Al morir la persona

abandona el cuerpo de esta para ir al mundo de los muertos hasta que reencarna en otra persona (…) Pixán es

un término con el que se designa el alma, tanto de las personas como de otros seres vivos, plantas y animales

(…) Al morir una persona y abandonar el cuerpo, el pixán es un espíritu que puede manifestarse y ser visto,

inclusive puedes hablar con él (…). (pp. 84-85)

El segundo espíritu, k’ak’as bal, también nombrado b’al b’alo, se asocia a lo oculto. K’ak’as bal

reside en la nuca (la parte más oculta de la cabeza), dirige el pensamiento, la imaginación y el acto de

soñar. A diferencia del pixán, el k’ak’as bal puede salir y entrar del cuerpo físico sin que este se vea

afectado. De hecho, esto comúnmente sucede al soñar. El k’ak’as bal sale del cuerpo y actúa fuera del

mismo. Por esto, los sueños se consideran acciones reales, realizadas por una entidad anímica que es

parte de la persona, o, mejor dicho, que es la persona misma (Orihuela-Gallardo, 2015, p. 86).

Una de las posibilidades que tiene el k’ak’as bal es, estando fuera del cuerpo físico, transformarse

en un animal, mismo que es visible para las personas que se encuentran en un estado de vigilia. Al

k’ak’as bal de una persona convertido en animal se le llama way. Esta palabra también se usa para

designar a las personas que tienen el conocimiento y la capacidad para realizar dicha transformación, a

quienes en su mayoría se identifica como brujos. En las comunidades que han pasado por una mayor

39
transformación cultural el way está presente en la narrativa popular, pero la existencia de personas que

se transforman en animales refiere casi siempre al pasado –aunque no tan distante. Por otro lado, en

comunidades donde la transformación ha sido menor, la cuestión parece seguir vigente (Orihuela-

Gallardo, 2015).

Todavía más importante, para esta autora k’ak’as bal puede constituir uno de los elementos que

posibilitan la interacción entre seres humanos y entidades del cosmos maya. En sus palabras, «(…) es

posible pensar que el k’ak’as bal tiene la misma condición que las entidades que pueblan en el mundo

maya, pues las características que ambos poseen, como el no tener cuerpo, les permite tener contacto»

(Orihuela-Gallardo, 2015, p. 86).

Finalmente, íik. En el Calepino de Motul se dan 3 significados a esta palabra: «aire o viento»,

«anhélito, resuello y soplo que uno echa por la boca», y «espíritu, vida y aliento» (Arzápalo-Marín,

1995, p. 382). Orihuela Gallardo (2015), menciona que iik se usa para hacer referencia a vientos

atmosféricos y vientos subterráneos, a la energía vital de seres con cuerpo físico, así como a una gran

variedad de entidades con cuerpos de “viento”.

«La palabra íik’ tiene connotaciones muy amplias pues nombra a los vientos atmosféricos; a los iik’ winik

(señores viento); a los aluxes; al aliento de las personas; al principio vital que se desprende de los animales al

morir; a la energía vital de los animales sacrificados; y a los vientos que se levantan en los terrenos, es decir,

mozono’ob o remolinos. Intentar comprender las fronteras conceptuales de cada uno de estos vientos no es

tarea fácil, no obstante, algunos tipos de vientos forman clases conceptuales muy claras». (p. 108)

En especial, cuando íik se refiere a entidades es difícil precisar a cuáles entidades y/o fenómenos se

refiere. Uno de los principios, es que las entidades-viento pueden interactuar con las personas, siendo

múltiples los resultados de estas interacciones. Algunas entidades-viento desean y pueden consumir la

energía vital de las personas, causando la enfermedad e incluso la muerte. La palabra k’ak’as íik

–“viento malo”– denota a estas entidades. En la dinámica social maya, las enfermedades provocadas

40
por la toma de la energía vital por parte tanto de humanos como diversas entidades, tiene una presencia

constante (Orihuela-Gallardo, 2015).

«Asimismo, los vientos, tienen la capacidad de ocupar los cuerpos vivos u objetos ritualmente

creados» (pp. 79-80). Esto por ejemplo da lugar a la fabricación de aluxes, proceso ritual durante el

cual se busca que un aluxe –una entidad específica con cuerpo de viento– ocupe una figurilla o cuerpo

de barro. El aluxe “atado” queda entonces al servicio de la persona, pudiendo ayudarle en el cuidado de

su solar y su milpa, así como en la cacería, entre otros (Orihuela-Gallardo, 2015).

Los significados de este concepto varían de acuerdo con el contexto en que se utilizan. Resulta de

gran importancia intentar comprender estos significados para aproximarnos a las interacciones que las

personas entablan con las entidades que pueblan el universo maya en la Península de Yucatán.

41
Metodología

«El análisis es la interacción entre los investigadores y los datos. Es al mismo tiempo arte y ciencia»

(Strauss y Corbin, 1998/2002, p. 22)

Etnografía y teoría fundamentada

Las metodologías que guían este trabajo son la Etnografía y la Teoría Fundamentada (TF).

Históricamente, la primera está más vinculada a la antropología y la segunda a la sociología. Sin

embargo, puesto que ambas aportan diferentes enfoques sobre cómo aproximarse a las realidades

sociales, actualmente también son utilizadas por otras disciplinas, como es el caso de las ciencias

ambientales, ya sea como metodologías completas o extrayendo principios o métodos pertinentes para

cada caso.

La etnografía es a la vez un enfoque, un método y un texto (Guber, 2001). Como enfoque es una

práctica que busca comprender la realidad social a través del contacto con el otro, a través de la visión

del otro. Como método, «es un conjunto de actividades comúnmente designadas como “trabajo de

campo”, cuyo resultado se emplea como evidencia para la descripción. Tienen cabida una variedad de

técnicas. Algunas de las más comunes son la entrevista no dirigida, la observación participante, y las

encuestas. El instrumento es el mismo investigador con sus atributos socioculturalmente considerados

en una relación de campo» (p. 8). Finalmente, como texto, una etnografía presenta la interpretación de

un autor acerca de algún aspecto de la realidad humana.

No sería exagerado decir que el trabajo de campo, visto como la inmersión vivencial del

investigador dentro de una realidad social particular, es la base de la etnografía. La vivencia subjetiva

del investigador incluso llega a formar parte del texto final, no por capricho ni como una evaluación del
42
rigor de la investigación, sino como la experimentación de una relación entre el investigador y los

informantes más equitativa (Guber, 2001).

En cuanto a la TF, aquello que la caracteriza es que parte de los datos para generar teoría, con lo cual

se pretende que exista una mayor coherencia entre los datos, el análisis y la teoría resultante. Esta

metodología es especialmente útil cuando se busca una aproximación fresca a la realidad social que se

estudia (Strauss y Corbin, 1998/2002).

Las fases de un proceso en TF son: una vez teniendo los datos, se codifican –ya sea de forma

inductiva, deductiva o ambas–, con ello se pueden crear categorías hasta el nivel que se requiera, la

información (contenida en las categorías) se relaciona en todas las formas posibles y/o pertinentes,

buscando crear un esquema explicativo teórico, y finalmente se redactan los resultados.

En todo el proceso, la creatividad es un elemento clave, el análisis se considera como una

interacción entre el investigador y los datos. En todo momento se requiere estar abierto a múltiples

posibilidades, usar formas no lineales de pensamiento como ir hacia atrás y hacia delante y darle

vueltas a un tema para lograr una nueva perspectiva. También, la creatividad crea junto al rigor

científico, un balance en el proceso de investigación (Strauss y Corbin, 1998/2002).

Por mi parte, encontré en la etnografía un gran soporte para realizar trabajo de campo, es decir, para

recopilar datos con base en la experiencia de inmersión en una realidad social. A la vez, entrando en la

interpretación de los datos, considero más pertinente, para los fines de esta tesis, la aproximación

propuesta en la TF. A continuación, describo con detalle el proceso que seguí durante la investigación,

desde la elección de la zona de estudio, hasta la redacción de este texto.

43
La recopilación de los datos

El proceso de esta tesis implicó tres viajes a la Península de Yucatán. El primero fue de octubre de

2017 a enero de 2018 y tuvo la finalidad de generar las condiciones para hacer una tesis.

Concretamente, necesitaba definir el tema inicial y encontrar una localidad (o más) en la que fuese

factible realizar trabajo de campo.

Para ello pedí orientación a cuatro académicos de diferentes instituciones: María del Rocío Ruenes

Morales de la “Universidad Autónoma de Yucatán” (UADY), Mérida; David de Ángel García del

“Centro Peninsular en Humanidades y Ciencias Sociales” (CEPHCIS) de la UNAM, Mérida; Laura

Huicochea Gómez de “El Colegio de la Frontera SUR” (ECOSUR), Campeche; y Javier Hirose López

de la “Universidad de Oriente” (UNO), Valladolid, Yucatán. Asimismo, consulté cuatro bibliotecas en

la ciudad de Mérida: la Biblioteca Central Estatal Manuel Cepeda Peraza, la Biblioteca del Campus de

Ciencias Sociales y Humanidades y la Biblioteca de la Unidad de Ciencias Sociales del Centro de

Investigaciones Regionales "Dr. Hideyo Noguchi", ambas de la Universidad Autónoma de Yucatán

(UADY), así como la Biblioteca del CEPHCIS, UNAM. Paralelamente, visité un total de 12

comunidades en los estados de Yucatán y Campeche: Halachó, San Antonio Sihó y Tankuché en la

región de Camino Real, entre Campeche y Yucatán; Bolonchén de Rejón, Hopelchén, Dzibalchén y

Xkix en la Región Chenes de Campeche; Abalá, Tecoh, Lepán, Xocchel y Sahcabá, hacia el sur y

oriente de Mérida, en Yucatán.

De entre estas comunidades, en Dzibalchén y en Xkix encontré las condiciones adecuadas para

realizar trabajo de campo de acuerdo con el tema que estaba delineando, la espiritualidad en personas

no-especialistas del ámbito religioso y en relación con sus interacciones ambientales. Así, pedí el

permiso correspondiente a las autoridades ejidales, el cual fue aceptado.

44
En abril del mismo año realicé el trabajo de campo, con una duración de tres semanas en las

localidades de Dzibalchén y Xkix, municipio de Hopelchén, Campeche. Mi propósito era recolectar

suficientes datos que me permitieran llegar a un panorama ambiental general del ejido de Xkix,

enfatizando la historia del ejido, las actividades realizadas en la actualidad y la espiritualidad.

Los métodos que utilicé para recopilar datos fueron el transecto participativo (CIMAS, 2009;

Geilfus, 2002; Proyecto JALDA, 2001), las entrevistas a profundidad semiestructuradas y no-

estructuradas, y la observación participante (OP) (Guber, 2001; Sánchez, 2001). El transecto

participativo es una técnica utilizada en procesos de desarrollo social participativo y consiste en

recorrer un territorio con la compañía de personas que lo conozcan a profundidad, a la vez que se

genera un diálogo sobre aspectos de la realidad en la que se busca incidir. Posterior al recorrido es

común que se elabore un diagrama de corte o perfil topográfico, en el cual se incorpora la información

obtenida en campo (CIMAS, 2009; Geilfus, 2002; Proyecto JALDA, 2001). Cada manual describe la

técnica de forma diferente, sin embargo, estos son los principales puntos en común.

El transecto que realicé para esta tesis consistió en un recorrido por el ejido de Xkix, acompañado de

tres miembros de la familia Huitz Chin –Jorge, Baldemar y Leocadia– y una universitaria –Wendy

Bazán. El trayecto duró desde el amanecer hasta comenzando el atardecer, lapso durante el cual

recorrimos el camino principal del ejido, pasando por espacios de cultivo, espacios de selva y espacios

habitacionales, dialogando sobre diversos temas referentes al territorio y su gente. Fue en gran medida

una entrevista situada en su contexto territorial. A modo general, los temas que abordé fueron:

descripción del paisaje, historia del ejido, actividades económicas, meteorología tradicional, ritualidad,

espiritualidad, visión ética sobre la naturaleza y perspectivas del ejido a futuro. En el anexo se

encuentra el guión de entrevista que elaboré para el transecto. Algunos temas los abordé directamente,

otros surgieron espontáneamente y otros los omití, tratando de seguir el flujo que se presentaba durante

45
el recorrido. A la par grabé la mayor parte de los diálogos –un aproximado de 4 horas de grabación– y

tomé registro fotográfico.

Pasemos a la entrevista. Una entrevista es un diálogo en la cual una persona obtiene información

sobre un tema preguntando a otra persona. La entrevista semiestructurada permite delimitar un universo

temático, a la par que da libertad a que surja un diálogo espontáneo que pueda nutrir el proceso y

generar una información más completa; en la entrevista no-estructurada se permite que cualquier tema

emerja, lo que aporta un entendimiento más amplio del contexto de estudio y permite visualizar nuevas

aristas en la investigación (Guber, 2001; Sánchez, 2001).

Realicé ocho entrevistas a profundidad a ejidatarios y miembros de la familia Huitz Chin que no

estuvieron presentes durante el transecto. Los temas que traté durante estas entrevistas fueron los

mismos que los abordados en el transecto. Sin embargo, no pretendí tocar siempre todos los temas.

Generalmente abría las entrevistas preguntando por un tema en específico y a partir de ahí permitía que

la conversación tomara su propio rumbo. De igual forma, registré las entrevistas con una grabadora de

audio. En total, entrevisté a 7 de los 9 hermanos Huitz y a 2 ejidatarios que no son miembros de dicha

familia, sumando aproximadamente 13 horas de grabación –entre el transecto y las entrevistas

individuales.

Finalmente, la observación participante consiste en involucrarse en las actividades realizadas por las

personas con las cuales se investiga, y a la vez, observar constantemente la realidad. Este método

reconoce la vivencia directa de la realidad social como una forma de comprenderla. La OP implica un

proceso en el cual el investigador debe estar siempre abierto a la realidad social que trata de

comprender, lo cual conlleva que los objetivos, preguntas, e hipótesis iniciales de una investigación

pueden cambiar en el transcurso de esta. La información debe ser recopilada de la forma más fidedigna

posible, ya sea a través de dispositivos electrónicos como grabadoras de audio y cámaras fotográficas,

así como por notas de campo elaboradas con sumo detalle (Guber, 2001; Sánchez, 2001).
46
Paralelamente a las entrevistas realicé OP, acompañando y participando de algunas de las

actividades de los hermanos Huitz. Lo que más captó mi atención durante el transcurso de las

actividades y de las pláticas informales lo registré en un diario de campo, tratando de ser lo más fiel a

lo sucedido. Dependiendo de las circunstancias, este registro lo realizaba inmediata o posteriormente a

las actividades.

A finales de 2018 y comienzos de 2019 realicé un último viaje, que no tenía la intención de

constituir parte del trabajo de campo. Sin embargo, la experiencia durante el mismo fue muy

enriquecedora, tanto personal como académicamente. En un lapso de 12 días, visité a Don Honorio

Cetz en Chunwaymil (a pocos kilómetros de Bolonchén), y posteriormente a Wilma Kep y a la familia

Huitz Chin en Dzibalchén. Posiblemente, fue el periodo en que más me sumergí en la vivencia dentro

de una comunidad maya, y asimismo en la escritura del diario de campo. Además, tomé registro

fotográfico y grabé una entrevista a Manuel Huitz, el único de los hermanos que no había entrevistado

–con excepción de la hermana mayor que vive en Bacalar.

Posterior a cada uno de los periodos en campo transcribí las entrevistas, que junto a los diarios

constituyeron la base de datos para la tesis.

El análisis y los resultados

Comencé por intentar hacer una codificación inductiva de las entrevistas. Es decir, derivar las

categorías de análisis a partir de un primer nivel de interpretación de los datos en bruto. Para ello utilicé

el paquete RQDA (R Qualitative Data Analysis) del software libre R. Sin embargo, di con una

dificultad. Había demasiadas posibilidades de categorizar la información, puesto que todos los temas

estaban interconectados y había muchos posibles “centros”. Por otro lado, tampoco pensaba pertinente

utilizar las categorías pensadas para las entrevistas, pues tenía claro que eran únicamente provisionales.

Incluso llegué a pensar que cualquier tipo de categorización sería incapaz de reflejar la complejidad
47
que la realidad estaba ofreciendo. Esto podría ser o no cierto, pero en dicho momento necesitaba

encontrar una forma de articular los datos en un relato coherente que respondiera a la pregunta de

investigación.

Opté –siguiendo el consejo de mis tutores– por simplemente escribir, por dejar que el flujo de la

escritura abriera camino. Comencé tomando los datos que hablaban del territorio en su dimensión más

física, para con ellos describir el ejido de Xkix. Poco a poco, a través de la escritura, fui entrando en

todos los temas de los cuales tenía datos. Al poco tiempo me fue claro en cuáles temas necesitaba

profundizar para responder a la pregunta central. Estos son: 1) la dimensión física, que abarca los

rasgos geográficos del territorio y las actividades económicas realizadas en el mismo; 2) la dimensión

sutil, centrada en la narrativa en torno a las entidades del cosmos maya; 3) la dimensión espiritual,

vinculada a la ritualidad y al conocimiento meteorológico tradicional. Quiero aclarar que todos los

temas están íntimamente vinculadas. Estructuré los resultados de esta forma para poder brindar una

narrativa coherente con las relaciones que encontré en los datos.

Continué escribiendo. El procedimiento que seguí fue: describir los datos con los cuales contaba

para un tema, proporcionar la perspectiva de algún autor (o más) y dar mi propia interpretación,

siempre tratando de articular todo en un diálogo coherente. A modo de triangulación (Strauss y Corbin,

1998/2002), la revisión de los datos, la codificación, el análisis y la escritura fue un proceso

simultáneo.

48
Capítulo 1: “La Región Chenes, un Territorio Imbricado”

«Sentía mi cuerpo aporreado de tanto trabajar, pero fuerte mi espíritu, porque hay mucha energía allá en el

monte y eso pone fuerte el espíritu» (Leocadia Huitz Chin, habitante de Dzibalchén y Xkix)

Este texto es una narración sobre vínculos entre formas de vivir espiritualidades y modos de

interacción ambiental, en el contexto de transformaciones ambientales de la Región Chenes de

Campeche, México. En este capítulo contextualizo geográfica e históricamente la zona de estudio,

enfatizando los procesos que derivan en la situación actual de la región para finalmente presentar a

Xkix y a la familia Huitz Chin, quienes forman el lugar y los actores centrales de esta narrativa.

Geografía física de la Península de Yucatán y la Región Chenes

La Península de Yucatán

La Península de Yucatán (PY) se localiza entre los 15°53´ y 21°37´ N, y los 86°43´ y 91°30´ O.

Como provincia fisiográfica abarca los estados de Yucatán, Quintana Roo y casi todo el estado de

Campeche en México, el departamento de Petén en Guatemala y todo Belice, sumando en total


17
177,475.62 km² . El Mar Caribe marca su límite continental al oriente; al sur lo hacen los

departamentos de Izabal, Alta Verapaz y Quiché en Guatemala; al oeste colinda con los estados de

Chiapas y Tabasco (México) y al norte con el Golfo de México.

Es pertinente recordar que la PY es un territorio que fisiográfica, biótica y culturalmente traspasa los

límites políticos de los estados-nación en que en ella se encuentran. Aun así, por cuestión de límites, la

escala espacial más amplia que analizaré en esta tesis se centrará en la porción mexicana de este

territorio. Acotar de esta forma el espacio geográfico encuentra sentido en la afirmación de Valderrama
17
Dato obtenido con QGIS a partir de los polígonos de dichos estados.
49
(2004): «hay una población cuya permanencia en la península 18 se remonta a más de 3,000 años y que

desde el punto de vista de la antropología física, la lingüística y la etnografía conserva rasgos propios

que le confieren una identidad en el marco de la pluralidad étnica del país» (p. 125). Sobra decirlo, se

refiere a los mayas peninsulares, quienes tienen un papel central en esta tesis. A partir de ahora al

escribir de la PY estaré refiriendo a la porción mexicana de la misma.

Figura 1. Imagen satelital de la Península de Yucatán. Fuente: Google Earth

La PY es una región con escaso relieve. La mayor parte se encuentra a altitudes menores a los 50

msnm y las mayores, hacia el sur de la península, alcanzan los 400 msnm 19. Geológicamente, la PY se

18
En la porción mexicana de la PY.
19
El Cerro Champerico, localizado en el estado de Campeche cerca de la frontera con Guatemala, es el sitio más alto de la
PY con una elevación de 390 msnm (INEGI, 2017a).
50
asienta en una gran plataforma compuesta de estratos de rocas carbonatadas. Las calizas que componen

la superficie de la península no son muy profundas, llegan entre los 160 y 325 metros de profundidad

para luego ceder paso a margas y otros tipos de sedimentos. La porosidad característica de este sustrato

rocoso y el casi nulo relieve de la región causan que la mayor parte del agua de lluvia percole

rápidamente hasta el acuífero, dejando pocos cuerpos de agua superficiales perennes. Aún más, los

procesos de meteorización han dado origen a un sistema cárstico con una red de flujos y cuerpos de

agua subterráneos –total o parcialmente sumergidos y en muchos lugares interconectados–, que a escala

peninsular forman el acuífero de Yucatán (Uuh-Sonda et al., 2018; Bautista et al., 2011).

A pesar de esto, se han registrado un total de 39 corrientes de agua y 26 cuerpos de agua en

Campeche; 10 y 28 respectivamente en Quintana Roo; y 6 cuerpos de agua en Yucatán. Este estado es

el único que no cuenta con ninguna corriente de agua superficial (INEGI 2017a; 2017b; 2017c). Mas

los informes no esclarecen si se trata de corrientes y cuerpos de agua perennes, y es posible que gran

parte de ellos no lo sean. Sea cual sea el caso, su rol ambiental es y ha sido de gran relevancia. Como

ejemplo, Williams Beck (2008) señala la importancia de los ríos Champotón y Homtún para la

conformación de las sociedades mayas prehispánicas en la región centro y norte del actual estado de

Campeche.

Tomando como base la clasificación climática de Köppen modificada por Enriqueta García (2004),

la PY muestra gradualmente climas cálidos con diferentes niveles de humedad. La entrada de vientos

cargados de la humedad del Océano Atlántico provenientes del este-sureste es uno de los factores que

determina la humedad en la PY. La acción de estos vientos causa que la intensidad en la precipitación

encuentre su mayor punto hacia el sureste de la península (≥ 1400 mm anuales) y gradualmente

disminuya hacia el noroeste, encontrando su menor punto sobre el litoral del Golfo de México (≤ 800

mm). Esto forma un gradiente climático basado en la precipitación como principal factor de cambio,

que corre a través de “franjas” con sentido noreste-suroeste.

51
Así, al norte de la PY encontramos climas secos BS 1 y BS2, cuya humedad aumenta hacia el sureste

teniendo climas subhúmedos con régimen de lluvias en verano Aw0, Aw1, Aw2 y con régimen de lluvias

intermedio (en invierno) Aw0 (x´), Aw1 (x´), Aw2 (x´), que corren a través de franjas mencionadas. La

isla de Cozumel, en la costa del Mar Caribe, registra el mayor porcentaje de lluvias de invierno de la

península, por lo que se la clasifica con un clima Am(f) (Vidal-Zepeda, 2005; García, 2004; White y

Hood, 2004; Orellana et al., 1999, citado por Bautista et al., 2011).

La posición intertropical en que se sitúa la PY causa que la insolación que recibe anualmente sea

bastante elevada y uniforme. Por ello, la temperatura no varía tanto como la precipitación (Vidal-

Zepeda, 2005). Su promedio anual es de 27.5°C, la media de las temperaturas mínimas durante los

meses de noviembre a febrero (invierno) es de 18°C y la de las máximas de 37°C en los meses de abril

y mayo (Uuh-Sonda et al., 2018)20. Schmitter Soto et al. (2002) señalan un rango que va de los 5°C a

los 42.5°C. A pesar de que no mencionan las condiciones espaciotemporales de dichas temperaturas, ni

la fuente de los datos, puede dar una idea de extremos en la PY. La humedad promedio es alta, mayor al

70% (García, 2004). Un conjunto de condiciones que causan que aproximadamente el 85% de la

precipitación sea evapotranspirada (Schmitter-Soto et al., 2002).

Otra característica importante del clima en la península es la presencia de una canícula –disminución

de la precipitación durante la temporada húmeda del año–, que se presenta con mayor intensidad entre

los meses de julio y agosto (Vidal-Zepeda, 2005). Pasando la canícula, durante los meses de agosto a

octubre, se registran las precipitaciones más intensas causadas por el efecto de las perturbaciones

tropicales –huracanes, tormentas y depresiones tropicales– (Bautista et al., 2011). En estos meses tiene

lugar la temporada de huracanes. La tendencia de mayores tormentas al norte de la península, los

movimientos de este a oeste de la mayor parte de los huracanes, y la tendencia de estos a disminuir al

tocar tierra, generan un gradiente de frecuencia e intensidad que corre de la porción nororiental a la
20
Utilizando los Resúmenes Mensuales de Temperaturas y Lluvia del Sistema Meteorológico Nacional. Consultar en:
https://smn.cna.gob.mx/es/climatologia/temperaturas-y-lluvias/resumenes-mensuales-de-temperaturas-y-lluvias
52
suroccidental de la península. Los vientos provenientes principalmente del este-sureste corren a

velocidades que van desde los 33 hasta los 70 m/s, causando claros impactos en las comunidades

vegetales y en los asentamientos humanos. Tan solo entre 1851 y 2000 ocurrieron 105 huracanes

(Boose et al., 2003).

Finalmente, durante el invierno llegan a la península masas de aire frío provenientes del norte de los

Estados Unidos y el sur de Canadá, conocidos como “nortes”, que al pasar por el Golfo de México se

cargan de humedad para luego precipitar en tierras continentales, favoreciendo las lluvias de invierno

(Bautista et al., 2011; Vidal-Zepeda, 2005).

La Península de Yucatán es reconocida como una provincia biótica claramente definida. Su flora

corresponde íntegramente al territorio delimitado por su fisiografía. Hacia el sur sus límites no se

determinan con exactitud, empero, incluye parte de Belice y el departamento de Petén en Guatemala

(Rzedowski, 2006). Los climas en la PY se correlacionan íntimamente con las cubiertas vegetales

(García, 2004). De esta forma los climas secos se localizan en el litoral norte-noroeste de la península,

en donde predominan ecosistemas de manglar, matorral de dunas costeras, tular y vegetación halófila,

para luego dar paso hacia el sur-sureste a selvas bajas caducifolias y subcaducifolias en climas

subhúmedos Aw0,; en la misma dirección continúa aumentando la humedad, la altura de la vegetación y

la perennidad de sus hojas. Los climas más húmedos, Aw 2 caen en una franja que corre por todo el sur

de la península hacia el noreste, a través de Campeche y Quintana Roo principalmente; respecto a

Yucatán sólo toca su región más meridional. Así, las selvas altas perennifolias se encuentran hacia el

sur de Campeche y Quintana Roo (CONABIO, 2008). Además, Bautista et al. (2011) señalan que existe

un fragmento de bosque de pino en el municipio de Othón P. Blanco, en Quintana Roo. De todos estos

ecosistemas, los más abundantes son las selvas bajas caducifolias, medianas subcaducifolias y

medianas subperennifolias, cubriendo la mayor parte del territorio peninsular.

53
La flora de la PY presenta un considerable número de endemismos, así como una fuerte relación a la

flora de las Antillas, de Centro y Sudamérica (Rzedowski, 2006; Colunga-García Marín et al., 2003).

Se cuentan entre 2200 y 2400 especies comprendidas en las siguientes familias: Fabacae (263 spp.),

Poaceae (150 spp.), Orchidaceae (123 spp.), Asteraceae (121 spp.), Euphorbiaceae (110 spp.) y

Cyperaceae (91 spp.) (Bautista et al., 2011). Rzedowski (2006) reconoce como «géneros de plantas

vasculares sólo conocidos en la Península de Yucatán los siguientes: Asemnanthe, Beltrania,

Goldmanella, Harleya, y Plagiolophus» (p. 121).

La Región Chenes

La Región Chenes (RC) se encuentra al centro de la Península de Yucatán. Si bien se asocia al

municipio de Hopelchén, como región abarca un territorio más amplio que los límites de este

municipio. Comprende parte del estado de Campeche, desde el noreste hasta el sureste, así como la

franja colindante con los estados de Yucatán y Quintana Roo. Tiene una superficie total de

aproximadamente 32,000 km², limitando al norte con la Sierrita de Ticul, que separa la región de la

planicie que corre hacia el norte hasta las costas septentrionales del Golfo de México, al oeste con los

90° de longitud oeste, al sur su límite cae por la base de la península, cerca de la frontera con

Guatemala, y al oriente llega hasta los 88° 30’ ́ (Andrews 1990, citado por Hirose-López, 2008).

En Chenes, a diferencia de otras regiones de la PY, la topografía es accidentada. Planicies de

variable extensión se ven atravesadas por elevaciones menores, mismas que aumentan hacia el sureste

convirtiéndose en “zonas montañosas” más continuas y cuya altitud alcanza los 247 msnm (TNC 2018;

Williams-Beck, 2008). En la región se encuentran los tres tipos de climas subhúmedos con régimen de

lluvias en verano presentes en la PY: Aw0, Aw1 y Aw2, que se suceden uno a otro en el gradiente

previamente mencionado (Vidal-Zepeda, 2005, p. 203). En concordancia con este gradiente climático,

los tipos de vegetación presentes en los Chenes van desde selvas bajas caducifolias en el norte hasta

54
selvas medianas subperennifolias en el sur; si bien es cierto que buena parte de la vegetación ha sido

transformada por la actividad humana y se encuentra en proceso de sucesión ecológica (TNC, 2018).

En cuanto a las cubiertas del territorio, para el 2009 en el municipio de Hopelchén las selvas primarias

y secundarias ocupaban el 89% del mismo. A esto le seguía un 8.07% de superficie agrícola, 2.17% de

pastizales, 0.39% de sabana, 0.24% de asentamientos humanos y zonas urbanas y 0.01% de tular

(INEGI, 2009).

Figura 2. Vista desde la zona arqueológica de Balché21. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

Las características del sustrato rocoso de la PY hacen que no existan cuerpos de agua superficiales

perennes en los Chenes. Laguna Ik es el único de la región, con una superficie de 28,744 ha (TNC,

2018). Sin embargo, existen depósitos llamados “aguadas” –las hay tanto naturales como artificiales–,

21
La zona arqueológica de Balché se encuentra a pocos kilómetros hacia el oriente de Bolonchén de Rejón, cerca de la
frontera con Yucatán. Desde ahí se contempla un paisaje típico de la Región Chenes.
55
que se llenan en la temporada de lluvias y pueden durar desde unas pocas semanas tras el término de

las lluvias, hasta más de un año. Las aguadas juegan un papel sumamente importante en el

mantenimiento de la biodiversidad y el abastecimiento para uso humano durante la temporada de

sequía (Jorge Huitz Chin, agricultor).

Figura 3. Aguada desecada en el camino a Xkix22. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

Al menos desde el S. XIX, el agua subterránea comprende la principal fuente de abasto para todos

los usos humanos. Esta, que se encuentra a profundidades que van desde los 6 hasta los 90 metros, es

extraída mediante pozos, deviniendo en el nombre de la región –che’en en maya significa “pozo”–, así

como de varias de sus localidades: Hopelchén, Bolonchén, Dzibalchén, Pakchén, Cancabchén,

Komchén, etc. El agua subterránea, además de ser la principal fuente de abastecimiento, es también el

22
Camino a Xkix, un menonita había desecado una aguada. Los hermanos Huitz Chin se mostraban molestos ante esta
situación, pues las aguadas son de suma importante para los animales en los tiempos de sequía.
56
principal receptor de aguas residuales, lo cual actualmente está ocasionando graves problemas de

contaminación en el acuífero por el uso de agroquímicos y desechos de los asentamientos humanos

(TNC, 2018).

Figura 4. Ubicación de los ejidos de Xkix y Dzibalchén en la PY. Elaboración: Esteban Romero De la Serna

Antecedentes históricos del manejo de la biodiversidad en la Península de Yucatán y la

Región Chenes

Porter-Bolland et al. (2008) proponen para el análisis de la conformación del paisaje y el

aprovechamiento de los recursos naturales en “La Montaña” (al sur de la RC) una clasificación de la

historia regional en cuatro periodos: prehispánico, colonial y poscolonial, moderno (S.XX) y actual.

57
Utilizaré esta clasificación para establecer un marco de referencia general de la historia de la PY y la

RC en cuanto a los procesos sociales en el territorio y el manejo de la biodiversidad. Para facilitar la

lectura, en el anexo 2 se encuentra una línea de tiempo de los procesos históricos más relevantes.

Periodo prehispánico

El territorio que comprende la PY ha sido manejado desde antes de la llegada de la cultura maya a la

región (Colunga-García Marín et al., 2003). Para el momento del contacto con los españoles el

territorio habitado por personas que hablaban lenguas mayenses 23 abarcaba desde la franja oriental del

Istmo de Tehuantepec en México hasta la parte occidental de Honduras y el oeste del Salvador. Parece

ser que el proceso de colonización maya se dio desde las tierras altas de Guatemala hacia el norte de

Belice y de ahí a las tierras bajas –lo que comprende la parte mexicana de la PY (Clark et al., 2000).

Los restos arqueológicos más antiguos que denotan presencia humana datan de hace

aproximadamente 9,000 años, mismos que fueron hallados en Guatemala, Belice, Maní y Loltún, y se

asocian a la fauna del pleistoceno (Quezada, 2012, p. 21). Al norte de Belice, los primeros registros

paleoecológicos de perturbaciones agrícolas de la vegetación datan del 3400 a.C., y los primeros

registros arqueológicos de una civilización sedentaria basada en el cultivo del maíz datan de alrededor

del 1000 a.C., momento para el cual habían transcurrido al menos 1500 años desde que el maíz había

sido domesticado a su forma actual. El desarrollo de un sistema de cultivo centrado en el maíz, “la

milpa”, favoreció la colonización de la porción mexicana de la PY, especialmente las zonas áridas del

norte, cerca del Golfo de México (Colunga-García Marín et al., 2003).

Los mayas desarrollaron una rica gama de estrategias de manejo de la naturaleza de acuerdo con las

condiciones biofísicas y culturales de las regiones que conforman la PY (Toledo et al., 2008; Barrera et

al., 1977). Existen registros de terrazas y terraplenes agrícolas en las tierras altas de Belice y en el

Petén de Guatemala. Lo mismo ocurre hacia el centro-oriente de las tierras bajas, entre el actual
23
Había entonces aproximadamente 30 lenguas consideradas mayences (Clark et al., 2000).
58
Nicolás Bravo (Q. Roo) y Laguna Silvituc (Campeche), así como entre Put y las cercanías de las

fronteras de México con Guatemala y Belice 24. En total, la zona de terrazas y terraplenes de la porción

mexicana de la PY abarca más de 10,000 km² (Turner, 1974, citado por Barrera et al., 1977).

Asimismo, Williams Beck (2008) menciona la existencia de un manejo arquitectónico del paisaje

alrededor de la zona arqueológica de Edzna, diseñado para irrigar grandes extensiones de terreno y

alimentar a una gran población.

Al norte de la PY, donde prácticamente no hay relieve y la precipitación es considerablemente

menos abundante que hacia el sur, el sistema agrícola más utilizado fue la milpa de roza-tumba-quema

(Barrera et al., 1977). Las especies asociadas al maíz se seleccionan para obtener dos cosechas al año,

utilizando variedades con un ciclo corto de dos meses –que se cultivan con las lluvias de invierno–, y

variedades con un ciclo largo de cuatro meses –cultivadas con el temporal de verano (Colunga-García

Marín et al., 2003). Ejemplo de esto es el uso de diferentes variedades de maíz utilizadas al norte de la

PY: xnuknal o xk’an’nal –variedades cuyo ciclo dura de cuatro y medio a cinco meses–, xt’upnal –de

cuatro hasta dos meses y medio–, y xmehen’nal – de dos meses a siete semanas. Para los tiempos de

sequía, se podía obtener masa de otras fuentes de fécula, como el árbol de ramón –ox u oxché

(Brosimum alicastrum)– y la caricácea Jacaratia mexicana (Barrera et al., 1977).

Asimismo, se ha observado en las selvas de la PY una alta frecuencia de árboles y plantas que son y

han sido utilizados por los mayas. Esto es especialmente notable en zonas de sitios arqueológicos y

aledañas a las mismas, y ha sido interpretado como el resultado del manejo específico de algunas

especies vegetales aunado a los procesos de sucesión ecológica. Por ello se afirma que la conformación

de las comunidades vegetales presentes hoy en día en las selvas de la PY es en parte resultado del

continuo manejo humano del territorio (Barrera et al., 1977).

24
Parte de la RC queda comprendida en esta zona de terrazas.
59
El territorio que corresponde a la Región Chenes fue desde los periodos prehispánicos un importante

núcleo maya, tal cual es demostrado por los abundantes sitios arqueológicos que se encuentran en la

región (Sánchez-González, 2008). Arquitectónicamente, la RC es considerada como una unidad en sí

misma, aunque sus relaciones con las regiones adyacentes de Río Bec (hacia el sur) y Puuc (hacia el

noreste) son ampliamente discutidas (Williams-Beck, 2001, citada por Hirose-López, 2008). Más aún, a

una escala más amplia se ha llegado a plantear la concepción de un plan pan-mesoamericano de diseño

arquitectónico previo al establecimiento de cada sitio durante el Horizonte del Preclásico medio (700-

350 a.C.), relacionado a una compleja red de relaciones económicas, políticas y cosmológicas

(Williams-Beck, 2008). Así, si bien hay motivos para considerar a la RC como una unidad, no ha de

perderse de vista su relación con el resto de la PY y con Mesoamérica.

Aunado a su valor como patrimonio histórico, los sitios arqueológicos concentran una importancia

muy grande relacionada a las esferas del chamanismo y la espiritualidad. La arquitectura de la RC

concentra elementos iconográficos cuyo simbolismo sigue vigente en los rituales de sanación que

realizan los h’meno’ob de la actualidad (Hirose-López, 2008). Asimismo, los sitios arqueológicos son

considerados como lugares vivos, relacionados a los diferentes planos del cosmos y en donde habitan

entidades con quienes las personas deben aprender la forma correcta de relacionarse, pues estas

entidades pueden causar tanto la salud como la enfermedad de la gente y la comunidad; pueden otorgar

el monte para ser labrado o causar la desgracia de los agricultores; y, en una forma muy particular,

están vinculadas a los procesos de iniciación, aprendizaje y trabajo de los h’meno’ob (Orihuella-

Gallardo, 2015; De Ángel-García 2013; Hirose-López, 2008).

Un último elemento por mencionar concierne a los pozos de construcción prehispánica, que a pesar

de escasear en la región tienen un gran significado, mismo que se sumerge en la cosmología de los

mayas actuales al ser considerados lugares sagrados, y se hace evidente en el nombre de la región.

(Leopoldo Huitz Chin, agricultor; Williams-Beck, 2001, citada por Hirose-López, 2008). En muchas

60
formas, es difícil pensar la espiritualidad entre los mayas peninsulares de cualquier periodo histórico

sin considerar el rol que juegan los sitios arqueológicos.

Para el periodo precedente al contacto ibérico, se piensa que el cacicazgo de los Xius o Maní y el de

Cehaché se encontraban en la RC (Sánchez-González, 2008).

Figura 5. Rodrigo Pech en la zona arqueológica de Balché25. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

Colonia y México independiente

La conquista de la Península de Yucatán fue un proceso mucho más largo que la del valle y centro de

México. El proceso puede trazarse desde 1511, año de la primera llegada de españoles a tierras

peninsulares, hasta 1697, cuando los mayas del Lago Petén fueron convertidos al catolicismo y las
25
Mientras pasaba unos días con Don Honorio Cetz, Rogrigo, un vecino suyo, se ofreció a llevarme a la zona
arqueológica de Balché. Al igual que muchos otros vestigios arqueológicos de la PY, Balché sólo es conocido por los
habitantes de las poblaciones cercanas. Para los h’meno’ob, los vestigios arqueológicos del periodo prehispánico
continúan siendo lugares vivos y sagrados.
61
intrusiones inglesas en el caribe fueron neutralizadas, al menos parcialmente 26. Para este momento

todas las personas habían sido bautizadas, portaban un nombre español y seguían, al menos en palabra,

la cristianidad católica. No obstante, esto no implicó una sublevación de toda la población (Dumond,

1997/2005).

A la llegada española, la sociedad maya estaba políticamente organizada en cacicazgos

independientes, lo que ocasionó grandes dificultades para los españoles al pretender conquistar un

extenso territorio carente de una única cabecera política. Esto, aunado a la fuerte respuesta bélica de

gran parte de la población maya, hizo que los españoles sólo pudieran establecerse cerca de las costas 27.

Por ello desde comienzos de la colonia se generó una polarización territorial que continúa hasta hoy en

día: la presencia española se concentró en una franja alrededor del litoral del Golfo de México y el

interior, sur y sureste de la península concentraba la mayor parte de la población indígena; polarización

reforzada por las constantes huidas de los mayas al monte como resistencia a la situación de opresión y

a la evangelización (Dumond, 1997/2005).

Como colonia, la PY resultó no poder proveer de las riquezas que se esperaban. La sospecha de

presencia de metales preciosos al comenzar la conquista resultó falsa y la economía terminó basándose

en impuestos a la agricultura campesina y en la exportación a España y La Habana de productos de

consumo casero como arroz, cebo, cuero, sal, artículos de algodón, y madera tintórea. A la par de todo

esto se sumó la presencia inglesa, tan cercana, si no es que más, que la presencia del gobierno central

de la Nueva España. Los ingleses se asentaron de forma intermitente –conforme la presión militar

española lo permitía– en la costa oriente de la península, desde Cozumel hasta la entonces Honduras

Británica (actualmente Belice), dedicándose a la extracción ilegal de maderas preciosas y de tinte 28, así
26
La fecha oficial de término de la conquista es en 1547, cuando los españoles pudieron establecerse permanentemente, lo
cual no implicó una conquista de todo el territorio maya.
27
Para 1547 ya estaban formalmente establecidos los 4 asentamientos principales que durante la colonia gobernaron la
totalidad del territorio conquistado de la PY: Mérida como capital en el noroeste, Campeche en el suroeste, Valladolid
en el este y Bacalar (en ese entonces Salamanca de Bacalar) al sureste (Dumond, 1997/2005).
28
El palo de tinte (Haematoxylum campechianum; ek’ en maya), se utilizó desde tiempos prehispánicos para obtener
diferentes colores. Durante los siglos XVI y XIX se comercializó legal e ilegalmente de forma masiva en la PY,
62
como al contrabando tanto de productos ordinarios (que se abarataban al no pagar impuestos) como de

productos prohibidos por la corona española. El comercio ilegal llegó a rivalizar en valor monetario

con el comercio legítimo, y si bien causó grandes problemas a los administradores españoles, fue muy

bien recibido por mayas y yucatecos por igual (Dumond, 1997/2005).

Así, relativamente aislada de los centros de la administración española 29, durante la colonia la RC

fue principalmente una zona de refugiados (Gabbert, 2004). La población en ese entonces era muy baja

y fluctuaba de acuerdo con el ciclo agrícola, manteniendo un sistema tradicional de milpa a la vez que

se intercambiaban productos locales con las regiones aledañas 30. Hopelchén, fundada en 1621 y cuya

población para 1630 se estimaba de 20,000 habitantes, principalmente indígenas, fungió como una

estación de comercio entre Hecelchakán y el sur de la península, especialmente con la región de “La

Pimienta” en Belice (Porter-Boland et al., 2008; Sánchez-González, 2008; Dumond, 1997/2005).

La Independencia de México (1821), si bien tuvo impactos políticos en todo el país, no eliminó la

esclavitud en la península. A ser más precisos, el sistema tributario basado en el pago con productos y

fuerza de trabajo de mayas a españoles continuó vigente. Uno de los factores que jugó a favor de las

clases dominantes fue el aislamiento de la península del centro administrativo en el Valle de México

(Dumond, 1997/2005).

Tras el suceso de carácter nacional las nuevas políticas agrícolas, buscando integrar las zonas

milperas a la agricultura moderna, formalizaron la expropiación de tierras. A la par, en la RC se

descubrieron nuevas fuentes de agua, se impulsó la perforación de pozos y asimismo la colonización

por parte de inmigrantes del norte y noroeste de la PY. Las nuevas condiciones a nivel nacional y
exportándose a Europa y EUA para satisfacer las demandas de la industria textil (Villegas y Torras, 2014).
29
Puesto que la RC comprende un amplio territorio, el aislamiento no era el mismo para toda la región. Hacia el norte,
Hopelchén era un enclave comercial fundado por frailes españoles, mientras que, hacia el sur, la región de La Montaña
permanecía por mucho más aislada, teniendo mayor contacto con los ingleses de Belice que con los españoles al norte
de la PY (Porter-Bolland et al., 2008).
30
Algunos de los productos que se intercambiaban incluían: miel, cera de abeja, copal, algodón, tabaco, plantas
aromáticas y medicinales, fibras, madera, aves vivas y plumas, carne y piel de animales de monte, especias como la
pimienta y el achiote. Recibían a cambio productos como sal, cuerdas, herramientas y pólvora (Porter-Bolland et al.,
2008).
63
regional detonaron un proceso de producción agrícola a gran escala en la región dirigido a insertar a

Campeche en la economía mundial. Para mediados del S. XIX la industria azucarera competía con

Cuba, el palo de tinte tenía cerca de un siglo que se exportaba a Inglaterra, y la RC tenía la fama de ser

“el granero de Campeche”, por la productividad que proveían los suelos de las tierras alrededor de

Bolonchén y Hopelchén en comparación con los del norte de la PY (Schüren, 2013; Porter-Bolland et

al. 2008; Sánchez-González, 2008; Gabbert, 2004; Valderrama, 2004).

Sin embargo, el levantamiento de mayas rebeldes en Quintana Roo que dio lugar a la denominada

“Guerra de Castas” (1847-1901) transformó las dinámicas sociales de la PY, terminando con el auge

económico de los Chenes. En abril de 1848 un gran número de “indios sublevados” asaltó Iturbide, al

sureste de Dzibalchén, y luego a otros poblados de la RC. Gran parte de la población huyó hacia

Campeche o hacia el este y el sur de la región, y si bien paulatinamente el ejército nacional recobró el

control de algunas zonas de la RC, la amenaza continua tanto de los rebeldes como de los militares

causó que tomase más de un siglo para que la población llegará a los números que alcanzó en aquellos

tiempos (Schüren, 2013; Gabbert, 2004) –25,869 hab. en 1846 - 23,165 hab. en 1980 (Gabbert, 2004).

Las migraciones hacia el sur y sureste de mayas pacíficos –aquellos rebeldes que cansados de la

guerra firmaron un tratado de paz con el gobierno de Yucatán en 1853–, desertores yucatecos, sirvientes

endeudados, prófugos de las haciendas, en pocas palabras, de todas las personas que huyeron de la

Guerra de Castas o que la aprovecharon para buscar su libertad, conformaron poblados independientes

hacia dichas direcciones de la RC, las regiones más despobladas del recién conformado estado de

Campeche31 (Schüren, 2013). En tiempos por venir, paulatinamente fueron siendo integrados por el

proyecto nacional, convirtiéndose en actores de los múltiples procesos territoriales.

31
Campeche se conformó como una entidad federativa independiente en 1857 (Valderrama, 2004).
64
Siglo XX

A finales del S. XIX, el gobierno de Don Porfirio Díaz inició una nueva etapa de explotación

forestal en la PY. Con miras a la modernización e inmersión del país a la economía global, redes de

comunicación fueron construidas y concesiones forestales otorgadas, principalmente a compañías

norteamericanas32; y, tras haberse reconocido el potencial de las selvas peninsulares y mudado la

industria chiclera de la Huasteca Veracruzana a la PY en 1890 33, la extracción de la resina del árbol de

chicozapote (Manilkara zapota (L.) Royen) se volvió la principal actividad económica en los estados

de Campeche y Quintana Roo, misma que alcanzó su auge en el periodo comprendido entre las Guerras

Mundiales (1914-1945) (Porter-Bolland et al., 2008).

Durante la temporada de extracción de la resina, de junio a febrero, los chicleros eran llevados al

interior de las selvas, donde permanecían durante meses. A través de una red de pistas de avioneta y

caminos de terracería –pues no existían carreteras o líneas de ferrocarril que conectara la RC con los

centros urbanos en el litoral del Golfo de México–, la resina era llevada a los centros de acopio,

principalmente en Dzibalchén y Hopelchén34 35, para ser transportada hasta Hecelchakán, en donde se

encontraba la estación de ferrocarril más cercana. De ahí se llevaba hasta los puertos de exportación en

Ciudad del Carmen, Campeche y Progreso36 (Schüren, 2013). La cantidad de resina extraída durante el

periodo que comprendió de finales de la Primera Guerra Mundial a finales de la Segunda era de

alrededor de 2 mil toneladas al año contando con el trabajo de 2 mil chicleros cada temporada

(Gabbert, 2004).

32
Se explotaron principalmente maderas preciosas como la caoba y el cedro, palo de tinte como venía haciéndose desde
hace tiempo, y la resina del chicozapote (Schüren, 2013, p. 203).
33
La causa de este cambio de sitio fue la sobreexplotación y el agotamiento de dicho recurso forestal en la Huasteca
(Schüren, 2013).
34
Otros poblados importantes de acopio de la resina fueron Iturbide, Cancabchén, Chunchintok, Xpujil y Nohsayab
(Schüren, 2013, p. 204).
35
En estos poblados se concentró el emporio chiclero en manos de contratistas de la elite local. Dichas poblaciones vieron
surgir y decaer una bonanza económica sin precedentes en la región hasta el día de hoy (Schüren, 2013; Gabbert, 2004).
36
Esta era la principal ruta que seguía el chicle. Empero había otras posibles, pues la red de caminos terrestres y aereos
conectaba diversas poblaciones en la RC y los centros de exportación (Schüren, 2013).
65
Todo esto dejó su huella en las selvas; las redes de caminos se volvieron la puerta hacia posteriores

explotaciones forestales y los campamentos chicleros constituyeron la base para el establecimiento de

asentamientos permanentes, algunos de los cuales constituyen hoy en día los principales núcleos de

población de la región de La Montaña, al sureste de Dzibalchén. Al finalizar la segunda guerra

mundial, el caucho sintético reemplazó al látex natural y el mercado del chicle vio su declive. Hoy se

sigue explotando a una escala moderada de acuerdo con la demanda del mercado internacional (Porter-

Bolland et al., 2008; Sánchez-González, 2008; Gabbert, 2004).

Figura 6. Camino a Xkix, Jorge Huitz muestra la forma de trabajar el árbol de chicozapote para extraer chicle 37. Fotografía:

Esteban Romero De la Serna

37
El padre de los hermanos Huitz Chin llegó a trabajar como chiclero. Aunque a los hermanos Huitz no les tocó el auge
de la chiclería, ellos también aprendieron el oficio.
66
A la par de la creciente explotación forestal en la PY estalló la Revolución (1910-1917) al centro y

norte del país, la cual trajo profundos cambios a lo largo y ancho del territorio nacional. Sin embargo,

debido al aislamiento geográfico, la falta de movilización social, y el interés en la actividad chiclera, la

Revolución no trajo cambios radicales en las relaciones de poder en los Chenes. Tampoco lo hizo la

Reforma Agraria. No fue sino hasta finales de la década de 1920 que esta comenzó a entrar en vigor.

Aun así, a las familias de la élite se les permitió quedarse con parte significativa de sus tierras y todavía

en los 40s quedaban haciendas que no fueron afectadas en lo absoluto.

Paralelamente, durante la bonanza del chicle una gran cantidad de campesinos (en ese momento

chicleros) abandonó el trabajo agrícola. Sin embargo, tras la caída de la chiclería a finales de los 40s y

principios de los 50s, y a la par del surgimiento de nuevas cooperativas y organizaciones campesinas 38,

la Región Chenes experimentó una “recampesinización” 39 y la tierra ejidal recibió una importancia no

conocida antes (Schüren, 2013; Gabbert, 2004).

A todo esto, para comienzos de los años 80s el manejo tradicional de la biodiversidad por parte de

los mayas peninsulares –integrado por el manejo diversificado del monte, la milpa de “roza, tumba y

quema” y el cultivo en los patios y solares– había cambiado relativamente poco en cuanto a sus

cualidades (Dangla-Pelissier, 2015). En parte, esto se debe a que las actividades económicas

propiciadas por agentes externos a las comunidades mayas habían puesto poca atención en el maíz

como objeto de modernización. Los campesinos eran empleados (incluyendo la esclavización) en

modos de producción ajenos a sus sistemas tradicionales, de los cuales en la colonia y todavía un siglo

entrado el México independiente les tocaba pagar tributo, por lo que no implicaba una transformación

de los sistemas en sí.


38
Las primeras fueron promovidas en los años 30s por la Federación de Cooperativas, quienes mandaron promotores –con
ayuda de maestros– a las localidades de Hopelchén, Ich-Ek y Santa Rita. Al poco tiempo estas comenzaron a tomar
fuerza y a representar una amenaza política y económica para la élite, que a la postre controlaba el mercado del chicle,
el maíz, el comercio ambulante y la venta de alcohol (Gabbert, 2004).
39
Los trabajadores chicleros pasaban gran parte del año en los campamentos chicleros, por lo que dejaron en buena
medida de trabajar sus tierras. Aun así, muchos continuaban haciendo milpa en la temporada de descanso de la
extracción del chicle (Schüren, 2013).
67
Sin embargo, el proyecto de nación entretejido con los intereses internacionales puso en marcha un

proceso de modernización agropecuaria en la región. A través de programas de colonización ejidal,

mecanización de la agricultura y apoyos a la ganadería, la Revolución Verde 40 comenzó a cobrar fuerza

en las décadas de los 70s y 80s (Dangla-Pelissier, 2015). Más tarde, con la construcción de la carretera

Dzibalchén-Xpujil en los 90s, se abrió camino para un acelerado proceso de transformaciones en el

territorio (Porter-Bolland et al., 2008). A esto se suma un proceso que hoy en día es decisivo para

comprender la realidad social en la RC: la llegada de inmigrantes menonitas provenientes del norte de

México.

Orientados por un profundo sentido religioso enclavado en el protestantismo difundido por Menno

Simons en Holanda durante la primera mitad del Siglo XVI, los menonitas han seguido una trayectoria

de migraciones desde sus orígenes en Suiza y los Países Bajos, hacia Alemania y el noreste de Europa,

en las actuales Polonia y Ucrania, hasta los recién formados Canadá y Estados Unidos de América y,

posteriormente, México y Sudamérica. El patrón que históricamente han seguido denota una enorme

cohesión social. Los motivos de sus migraciones combinan en igual importancia la necesidad de tierras

para garantizar la reproducción social de sus generaciones venideras con la determinación a mantener

íntegros sus principios de vida, en los cuales priorizan su lengua (alemán bajo), sus modelos de

organización social y de educación, y sobre todas las cosas, su religión. Así, han migrado buscando

condiciones físicas y sociopolíticas que les permitan seguir siendo quienes socialmente quieren ser

(Dangla-Pelissier, 2015).

La forma en que han logrado esto es a través de la adquisición de grandes extensiones de tierra a

través de intermediarios únicos y centralizados (los gobernantes de los territorios en cuestión), con

40
Las principales características del modelo agrícola impulsado por la Revolución Verde son los siguientes: mecanización
y motorización de las tareas agrícolas; uso de semillas de variedades seleccionadas genéticamente (híbridos) y
patentadas por empresas, no reproducibles por la población; alto uso de agroquímicos para garantizar el potencial de
producción de las semillas híbridas, así como controlar plagas y malezas; acondicionamiento de las parcelas mediante la
remoción de piedras y todo tipo de vegetación, aplanamiento en algunos casos e implementación sistemas de riego.
Todo con el propósito de aumentar la productividad del trabajo, en un sentido capitalista (Dangla-Pelissier, 2015).
68
quienes establecen acuerdos en los cuales a los menonitas se les permite autogestionar sus modos de

vida; en contraparte, de ellos se busca su presencia en zonas generalmente poco pobladas para

aumentar la presencia política del Estado, así como contribuir en la producción agropecuaria nacional

(Dangla-Pelissier, 2015).

Es esto último, la producción agropecuaria, por lo que conciernen a la esfera ambiental. Esencial en

los pactos que les han permitido a los menonitas establecerse en diferentes territorios y mantener

íntegros sus modos de vida, ha sido su forma de producir. Desde sus inicios (en Holanda) a la

vanguardia en la implementación de tecnologías de punta, y marcados por la fuerte ética de trabajo que

caracteriza al protestantismo, los menonitas han tenido grandes ventajas en materia de producción

agropecuaria sobre los grupos sociales de los territorios en los cuales se asientan (Dangla-Pelissier,

2015). Cabe aclarar que los menonitas se han caracterizado por una ética pacifista, por lo que el

desplazamiento económico que su presencia le genera a otros grupos humanos posiblemente

corresponde a un medio y no a un fin; una vía que, por correr en la misma dirección de los intereses del

mercado internacional, y por lo tanto nutrir el sistema económico mundial, les permite no ser

perturbados en cuanto a sus modos de vida.

La cuestión es que en la realidad actual de la Región Chenes, los menonitas representan el modelo

de producción “más avanzado” (Dangla-Pelissier, 2015; Valderrama, 2004) –hablando desde una lógica

capitalista de valor: mayor cantidad de producto en menos espacio y tiempo, a menores costos. Sin

embargo, su modelo de producción –que hay que aclarar, no lo inventaron, sino que lo han adoptado

históricamente por las razones ya mencionadas– altera gravemente las dinámicas ecosistémicas, pues

requiere deforestar enormes cantidades de selva (en comparación con la milpa maya), así como utilizar

altas cantidades de insumos agroquímicos, mismos que contaminan suelos, agua y aire. Además de las

transformaciones sociales que detonan, entre las cuales están cambios en los sistemas tradicionales

(más sustentables) de manejo de la biodiversidad. Aun así, más que pre-juzgar la realidad menonita, su

69
presencia es indispensable al analizar el manejo de la biodiversidad actual entre los mayas de la RC,

con quienes entablan complejas relaciones cotidianas, mediadas por sus formas de percibir la realidad y

el contexto en el cual ambos grupos están inmersos.

… En la actualidad…

Para 2010, el municipio de Hopelchén tenía una población total de 37,777 habitantes, con una

densidad de 5 hab. por kilómetro cuadrado –para 2015– y bastante equitativa en cuanto a la

distribución de sexos41. La población hablante de lengua indígena para 2010 era de 15,673 personas,

poco menos de la mitad de la población municipal. La mayor parte corresponde a hablantes de la

lengua maya peninsular, sin embargo, Valderrama (2004) esclarece que también se encuentran en el

estado de Campeche habitantes de otras regiones de México, principalmente de los estados vecinos de

Tabasco, Veracruz y Chiapas, así como inmigrantes de Guatemala, mismos que hablan otras lenguas

indígenas, muchas de ellas también mayences.

Respecto a la población menonita, para el 2010 en el municipio de Hopelchén constaba de 5,100

personas, –el 13.5% del municipio–, distribuidas en 9 colonias cuya economía se basa casi

exclusivamente en la producción agropecuaria. Cabe aclarar que, si bien los menonitas han tenido una

larga trayectoria en la cría de ganado bovino, las condiciones de la PY no favorecieron esta actividad,

por lo que en la región se orientan principalmente a la producción agrícola (Dangla-Pelissier, 2015).

La mayor parte de la población maya hablante habla también el español. Sin embargo, en los

poblados más pequeños y aislados, principalmente hacia el sur y sureste, todavía hay un alto porcentaje

de monolingüismo, especialmente en los ancianos (Gabbert, 2004). Asimismo, progresivamente está

habiendo una pérdida de la lengua maya. La mayoría de las personas mayores lo hablan, pero en

muchas ocasiones no lo enseñan a sus hijos e hijas, por la marginación que durante siglos implicó, y

que en menor medida todavía implica, ser indígena.


41
49.2 % de mujeres y 50. 8% de hombres (INEGI, 2015).
70
La gente se dedica a una variedad de actividades. La agricultura existe en un continuo de formas

desde las más tradicionales hasta las más modernas de la región. Continuo también es el grado en que

las personas pueden hacer agricultura, dependiendo de su posesión o no de tierras, de la cantidad y

calidad de estas, de la tecnología con que cuenten para trabajarla, de sus principios de vida o la falta de

ellos. Lo mismo puede decirse para la ganadería, excepto porque esta actividad no tiene un arraigo

cultural tan fuerte entre los mayas de la RC, y para los menonitas resulta difícil de realizar en las tierras

cheneras. La madera se sigue aprovechando, principalmente en los ejidos de la Montaña, ahora

fácilmente conectados con Dzibalchén. Un toque de apicultura sigue caracterizando a la región, aunque

los productos de la misma poco se consumen localmente. Comercio de todo lo posible en un fragmento

del mundo en globalización…

Una realidad llena de contradicciones, un mundo ch’ixi. Agricultura tradicional y moderna; actores y

actrices con poderes desiguales; acciones y discursos contradictorios; disputa por las decisiones; venta,

renta, o ninguna, de terrenos ejidales; uso, conservación o destrucción de la naturaleza; rencor hacia los

menonitas por su creciente acumulación de tierras y capital, por la destrucción del monte que causan, y

más profundamente, por el hecho de encarnar al “hombre blanco”, el europeo, con toda la carga

simbólica amasada durante el largo proceso de colonización; y, en la otra cara de la moneda,

admiración a su organización y su trabajo, agradecimiento por el empleo que generan y miedo por el

poder económico que representan. ¿Cómo percibirán aquellos a su contraparte? En el día a día se trazan

las relaciones de estos dos grupos, que son múltiples a la vez. Inmersos en una realidad que los

contiene a ambos, más allá de sus alcances y sin embargo, que moldean momento a momento. Sus

realidades se cruzan constantemente, dialogando en una relación que más que moral, simplemente es,

vertiéndose en las formas en que ambos grupos hacen lo que pueden con lo que tienen…

71
Figura 7. Dzibalchén en una mañana de enero. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

Xkix y la familia Huitz Chin

Xkix –lugar de espinos– es un ejido hacia el suroriente de Dzibalchén, al cual se llega por un camino

de terracería desde una desviación de la carretera que conecta a Dzibalchén con Chunchintok y

posteriormente con la región de La Montaña42. Colinda al este con Ramón Corona, al norte con

Iturbide, al oeste con Dzibalchén y al sur con Chunchintok. Tiene cerca de 1,200 hectáreas 43, de las

cuales aproximadamente 50 están destinadas a caminos, viviendas, solares y parcelas agrícolas 44. El

42
Carretera estatal 268.
43
Las medidas tomadas en Google Earth Pro a partir de los polígonos del Registro Agrario Nacional, arrojan un dato de
1,175 hectáreas. Sin embargo, hay una porción de terreno alrededor del ejido que la familia Huitz Chin argumenta es
parte del mismo y que están buscando el reconocimiento por parte del estado.
44
Es difícil obtener este dato con exactitud, puesto que algunos de los terrenos que se trabajan se rotan, dejándose
descansar por varios años. Asimismo, el cálculo fue realizado en base a las áreas en donde la selva ha sido visiblemente
transformada, con base en imágenes satelitales.
72
resto del ejido es monte45 (1,125 ha), en donde las actividades principales son la cacería y la

recolección de diversas especies vegetales para construcción, abastecimiento de leña, alimentación y

salud46.

Actualmente, la familia Huitz Chin conforma la mayor parte de los ejidatarios de Xkix.

Antiguamente, al parecer al menos desde el último cuarto del siglo XIX, fueron sus antepasados

quienes poblaron este territorio y posteriormente fundaron el ejido. Hoy en día, la generación mayor de

esta familia consta de 9 hermanos, quienes se encuentran entre sus 50 y 80 años. Ellos son Irma,

Manuel, Jorge, Baldemar, Leopoldo, Marino, Leocadia, Catalina y José. Algunos de ellos han formado

familia, casándose con personas de Dzibalchén o de poblaciones cercanas y, con excepción de la

hermana mayor, todos residen actualmente en Dzibalchén.

Todos tienen como lengua materna el maya peninsular. El castellano lo aprendieron en Dzibalchén

durante su niñez, al insertarse en el modelo educativo nacional –proceso que mencionan fue difícil,

pues en la escuela no se enseñaba el castellano, simplemente se hablaba y ellos tenían que aprenderlo

como les fuera posible. Aun así, los mayores hablan poco el español. Sus descendientes por otro lado,

actualmente entre sus 20 y 50 años, hablan poco el maya.

La vida de los hermanos Huitz ha transcurrido principalmente entre Xkix y Dzibalchén. Aunque

todos tienen espacio en ambas localidades, distribuyen de forma diferente el tiempo que pasan en cada

una, de acuerdo con sus actividades económicas, que incluyen agricultura, apicultura, cacería, labores

domésticas, y otros trabajos eventuales. Uno de los hermanos, Manuel, es también yerbatero.

En Dzibalchén, todos realizan agricultura en sus solares, que varían en tamaño, cantidad de especies,

y cuidado que se le dedica. Asimismo, es en esta localidad en donde tienen mayor cantidad de

actividades domésticas, en especial las mujeres. En Xkix, es donde se encuentran las parcelas

45
Selva no cultivada en cualquier estado de sucesión ecológica.
46
Todos los cálculos fueron hechos en Google Earth Pro, con base en imágenes satelitales y polígonos del Registro
Agrario Nacional.
73
destinadas principalmente al cultivo del maíz, tanto bajo el modelo tradicional –milpa espeque 47–,

como bajo el modelo “moderno” –mecanizado48. Allí, ejidatarios y familiares tienen derecho a trabajar

la tierra y a hacer un aprovechamiento diversificado del monte.

Cada uno trabaja lo que decide trabajar. Quienes hacen milpa tradicional trabajan de una a tres

hectáreas, en la cual además del maíz criollo, siembran diversas especies de jícama (Pachyrhizus

erosus), camote (Ipomoea batatas), yuca (Manihot esculenta), ñame (Dioscorea alata), frijol

(Phaseolus vulgaris), calabaza (Cucurbita spp.), pepino (Cucumis sativum), sandía (Citrullus lanatus),

chile (Capsicum spp.), entre otros vegetales. Hay, además, un mecanizado ejidal de aproximadamente

48 hectáreas, de las cuales a cada persona le corresponde una porción. En este espacio se siembra

principalmente maíz híbrido –que varían anualmente de acuerdo con el precio y los rendimientos que

hayan obtenido en años anteriores– y, en menor medida, soja.

El cultivo en el mecanizado está íntimamente vinculado a los menonitas, pues son ellos quienes

tienen la maquinaria necesaria para realizar las faenas agrícolas –rastra, siembra y cosecha– en este tipo

de sistema agrícola. Usualmente los ejidatarios pagan por dichos servicios a los menonitas. Las tierras

no se venden, aunque en ocasiones se han llegado a rentar.

El monte se reconoce como la fuente de todo lo que se necesita para vivir, por lo cual los hermanos

Huitz le tienen un aprecio muy especial. Desde nacidos, su vida ha fluctuado entre Dzibalchén y Xkix,

pasando gran parte de su vida en contacto con la selva, por lo que tienen gran conocimiento de las

especies vegetales y animales que allí existen. Las principales actividades que realizan son la cacería –

aunque de hecho esta se realiza en igual o incluso, en mayor medida en las parcelas–, la recolección de

plantas comestibles y medicinales, y la recolección de leña y madera para construcción. Entre los

animales que cazan se encuentra aves como el pavo de monte, la chachalaca y la perdiz; mamíferos
47
Forma en que los pobladores nombran al sistema agrícola tradicional maya.
48
Forma en que los pobladores nombran al sistema agrícola derivado de la revolución verde e instaurado en la RC
mediante la presencia menonita. Con la palabra “mecanizado”, se hace referencia al terreno acondicionado para realizar
este tipo de agricultura.
74
como el venado, el tepezcuintle, el sereque, el puerco de monte, el zorrillo y el zaraguato. En ocasiones

llegan a cazar felinos como el tigrillo y el jaguar. Algunos de los animales que cazan los venden en

Dzibalchén, aunque esto es cada vez menos frecuente.

Figura 8. De izquierda a derecha: Jorge Huitz Chin, Leocadia Huitz Chin, Baldemar Huitz Chin y Wendy Bazán Landeros,

detrás de la casa de Baldemar en Xkix49. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

Los antepasados de esta familia llegaron a Xkix como refugiados, posiblemente de las persecuciones

del ejército mexicano en el ocaso de la Guerra de Castas 50. En 1927, el mismo año de la fundación de

Chunchintok51, Xkix se fundó oficialmente como ejido. Entre los años 40s y 60s nació la generación

que actualmente conforma la mayoría de los ejidatarios. Hasta ese momento todas las personas que
49
Mientras recorríamos el ejido, tomamos un descanso para desayunar afuera de la casa que Baldemar estaba
construyendo.
50
La forma en que los hermanos Huitz Chin narran este episodio no es suficientemente clara para identificar el momento
y la forma en que esto sucedió. Por el relato y las fechas aproximadas puedo inferir lo anterior, con posibilidad de errar.
51
No pude obtener la fecha de fundación de Xkix, sin embargo, los hermanos Huitz Chin afirman que fue el mismo año
de la fundación de Chunchintok.
75
conformaban el ejido eran miembros de la familia. Sin embargo, posteriormente, por el número de

personas que era requisito para realizar una ampliación ejidal se integraron otras personas como

ejidatarios, provenientes de Dzibalchén e Iturbide. Los hermanos de la familia Huitz Chin

corresponden a la segunda generación de ejidatarios, después de los fundadores. Ellos, junto a otros 5

ejidatarios representan las personas que tienen poder de decisión en torno a las tierras de Xkix.

76
Capítulo 2: “Ambiente, Chamanismo y Espiritualidad”

«En el nombre de Dios Padre, Hijo, Espíritu Santo, antes de comenzar mi trabajo Padre Eterno bendice esta

santiguación de este pan de milpa Dios mío» (oración de un Ch´a Chaak de Don Manuel Huitz Chin, habitante

de Dzibalchén y Xkix)

El mundo de enmedio: recorriendo el territorio de Xkix

Xkix tiene cerca de 1,200 hectáreas. De ellas, aproximadamente 50 están visiblemente

transformadas por las actividades humanas; una mezcla de parcelas de milpa y mecanizado, casas y

solares, algunos apiarios, un espacio para el ganado en desuso, al igual que una antigua plantación de

cedros y un zacatal, es decir, un espacio en donde se cultiva el zacate usado en los techos de las casas.

Todos estos espacios se suceden unos a otros a los costados del camino principal, que comienza como

una desviación hacia el noreste de la carretera estatal 268 –aquella que conecta a Dzibalchén con

Xpujil, y que continúa hasta la frontera con Guatemala– a 11 kilómetros de Dzibalchén, y termina en el

mecanizado más grande que hay en Xkix, alrededor del cual hay algunas milpas y más allá, el monte –

yaax kaax52.

Recorrido a pie, toma aproximadamente dos horas para llegar desde la desviación de la carretera

estatal hasta el núcleo de viviendas del ejido. Antes de llegar a Xkix, se miran intercalados a ambos

lados del camino parches de vegetación en diferentes estados, algunas parcelas agrícolas –tanto de

mayas como de menonitas– y uno que otro camino que se adentra en el territorio. Ocasionalmente, las

marcas en árboles de chicozapote (Manilkara zapota (L.) Royen) dejan entrever los tiempos chicleros,

ni tan dejados atrás hace tres cuartos de siglo. A la vez, pequeñas elevaciones cubiertas de selva surcan

52
La selva, que literalmente se traduce como “monte verde” (Leocadia Huitz Chin, pobladora de Dzibalchén).
77
el territorio. Así continúa el paisaje para el momento en que se entra en Xkix. A partir de ahí las milpas

se vuelven más frecuentes al tiempo que aparecen algunos mecanizados, hasta llegar al núcleo de

viviendas.

A la entrada de la zona de viviendas figura un gran álamo (Ficus spp.). Alrededor están las casas y

solares, un potrero, una plantación de cedro y una casa ejidal en desuso. Cerca del álamo hay un pozo,

construido por la familia Huitz. Hay otro pozo cerca, del cual se dice que fue “buscado”, es decir,

encontrado, pues en el maya la palabra kaxáan53 designa por igual las acciones de buscar y encontrar.

Al decir que fue “buscado”, refieren su construcción a un pasado remoto, en donde se desconocen sus

constructores. En Dzibalchén hay otro pozo de esta cualidad. Cito 2 fragmentos de una entrevista a

Leopoldo Huitz Chin (agricultor), en donde habla de los pozos de Dzibalchén y de Xkix

respectivamente:

Sobre el pozo de Dzibalchén:

«Cuando lo buscaron sacaron la Virgen de aquí en Dzibalchén dentro del pozo. Ese pozo no es obra de

hombres, fue obra de Dios. No sé, vamos a decirlo así, porque lo sacaron la Virgen allá dentro del pozo.

Porque ese pozo fue buscao, no fue este, trabajado.»

Sobre el pozo de Xkix:

«Ese pozo fue buscao, no es obra de gente como nosotros. El que está cerca del álamo ese sí, nosotros

hicimos ese pozo. Pero ese no, fue este, fue obra de Dios creo, o los Aluxes. El mundo ya tiene siglos y siglos.

No sé quién hizo ese pozo porque está así también aquí. Es compañero de este (del pozo de Dzibalchén). El

pozo de aquí de allá. Tiene sus labradas, piedras así, adentro.»

Siguiendo por el camino principal, un trecho más adelante se llega al mecanizado principal del ejido.

A lo largo del trayecto entre la zona de viviendas y este mecanizado, el monte bordea el sendero. Al

llegar, el mecanizado de aproximadamente 48 hectáreas marca el fin del camino. A su alrededor hay

algunas milpas, con las cuales termina el paisaje visiblemente transformado del ejido. Más allá, el

53
Traducción tomada del diccionario maya-español de Gómez Navarrete (2009).
78
monte se extiende hacia el norte sin interrupciones hasta llegar a los límites con los ejidos de

Dzibalchén e Iturbide.

Figura 9. Imagen satelital resaltando los polígonos de los ejidos de Dzibalchén y Xkix. Fuente: Google Earth; polígonos

tomados del Registro Agrario Nacional.

Figura 10. Imagen satelital de Xkix, señalando el camino principal, la zona de viviendas y el mecanizado principal del ejido.

Fuente: Google Earth; polígono tomado del Registro Agrario Nacional.

Al ser parte de la RC, el relieve en Xkix está compuesto por planicies y pequeños lomeríos,

habiendo en ellos varios tipos de suelos. Tanto el relieve como el suelo se relacionan íntimamente a las

79
actividades que se desarrollan en el territorio. En el caso de los mayas, aquello que podríamos

homologar al concepto de “suelo”, relaciona cualidades de la tierra, como su color, pedregosidad,

textura y permeabilidad, con cualidades del relieve, el uso que se le puede o no dar y que

históricamente se le ha dado. Jorge Huitz Chin (agricultor) menciona 6 tipos de suelo:

Tabla 1. Tipos de suelo de acuerdo con Jorge Huitz Chin.

Tipo de suelo Descripción

Ka´anka’ (kankabal) Tierra rojiza, fértil, sin piedras y no se inunda. Se


encuentra en planadas. Es el mejor para hacer agricultura
mecanizada.

Yax ho´ Tierra negra, fértil, con piedras y no se inunda. Se


encuentra en planadas y serranías. Muy bueno para cultivar.
Cerca de este tipo de suelo pueden encontrarse aguadas.

Chak taá kok Se encuentra cerca de las sabanas. No sirve para cultivar.

Akal che’ Tierra grisácea, puede o no tener piedras y se inunda. Se


encuentra en planadas. No es bueno para cultivar. En ellos
pueden encontrarse aguadas.

Tsekel Suelos pedregosos en el monte.

Kakab Lugares con tierra negra en el monte cerca de donde hay


ruinas.

A modo general, en los terrenos con poco o nulo relieve se construyen los asentamientos humanos y

los espacios destinados a la agricultura –el solar, la milpa y el mecanizado– y la apicultura. En los

lomeríos, usualmente se deja la selva sin transformar. No obstante, hay muchos terrenos de planada que

siguen manteniendo una densa cobertura forestal. En relación con esto, la palabra maya para referirse a

la selva es kaax, que se traduce como “monte”, o bien, se puede decir yaax kaax, “monte verde”

(Leocadia Huitz Chin, agricultora). “El monte” es una categoría general para aludir a espacios de selva

en donde sus interacciones con el ser humano no la han transformado drásticamente o, al menos,

80
visualmente; incluye terrenos que fueron usados, en donde con el paso del tiempo la vegetación volvió

a cobrar fuerza.

En el monte, las personas entran para recolectar plantas comestibles y medicinales, así como árboles

para la construcción de sus viviendas. La cacería, actividad sumamente importante, tiene una cercana

relación con el monte, al ser el lugar en donde habitan los animales silvestres. Sin embargo, la cacería

no sucede exclusivamente en el monte, por el contrario, ocurre en todo el ejido: en la zona de

viviendas, en los espacios agrícolas y en el monte, tanto el cercano a los espacios con notoria presencia

humana como en el más alejado a la misma.

Asimismo, en el monte es donde se reconoce una mayor abundancia de las entidades de la

cosmología maya –aluxo´ob, yuumtzilo’ob, xmozono’ob, baalamo’ob, koolebil, entre otros–, así como

de vestigios arqueológicos de los periodos prehispánicos, que actualmente continúan siendo morada de

espíritus de los antiguos mayas y otras entidades. Algunos espacios de monte son muy raramente

frecuentados por las personas. En Xkix, de las 1,175 hectáreas con que cuenta el ejido,

aproximadamente 1,125 son monte.

Así, en principio cualquier tipo de relieve y suelo puede estar en el monte, o, dicho a la inversa, el

monte puede estar en cualquier relieve y/o tipo de suelo. Sin embargo, el suelo y el relieve son

reconocidos por las personas y usados con propósitos específicos.

De los seis tipos de suelo mencionados por Jorge Huitz Chin, dos son aptos para la agricultura:

ka’anka’ y yax ho’. Ambos son suficientemente fértiles, se encuentran en planadas, y no se inundan. La

característica que marca la diferencia en cuanto a su uso es la pedregosidad. Mientras que el ka’anka’

no tiene piedras, el yax ho’ sí las tiene. La agricultura mecanizada requiere de terrenos sin piedras, pues

éstas dañan y dificultan la operación de la maquinaria. Por otra parte, a la milpa no la restringe la

pedregosidad, pues las tareas se realizan a mano. Por esto, en ambos suelos se puede hacer milpas, pero

sólo en el ka’anka’ se pueden hacer mecanizados.


81
Figura 11. El monte en Xkix. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

Puesto que en la RC no hay aberturas naturales de los acuíferos –cenotes– como en otras partes de la

PY y, con la excepción de unas pocas lagunas, tampoco hay cuerpos de agua superficiales y perennes,

las aguadas son sumamente importantes en la región. Las aguadas son hondonadas en el terreno que

permiten acumular el agua de lluvia. El tipo de suelo característico de una aguada es el akal che’, cuya

82
cualidad principal es su impermeabilidad. Asimismo, el suelo identificado como yax ho’ puede indicar

la proximidad de una aguada. El tiempo que una aguada puede retener la precipitación de una

temporada de lluvias varía desde unos pocos meses hasta más de un año, lo que las vuelve esenciales

para el mantenimiento de la biodiversidad y la vida humana en la RC (Jorge Huitz Chin, agricultor).

Hay varios tipos de aguadas. Las hay dadas por la naturaleza y las hay construidas por el ser

humano, tanto en tiempos recientes como antiguos. Jorge Huitz menciona que en las aguadas

construidas por los antiguos mayas se pueden observar piedras labradas, recubiertas de un material que

utiliza kat, una tierra muy pegajosa de color negro-grisáceo que hace que el agua no se filtre. “Cuando

hay kat la aguada no se seca. Cuando no hay, en febrero abril se seca” (Jorge Huitz Chin). Al respecto,

en el Calepino de Motul se dice que kat es “la tierra o barro de los olleros” (Arzápalo-Marín, 1995, p.

411). Por otro lado, a las aguadas hechas por la gente actual les llaman jaguay. Si están bien hechas,

pueden retener el agua por periodos prolongados, si no, el agua se perderá rápidamente. Según Jorge,

utilizar kat garantiza que funcione la aguada. Asimismo, menciona que no en todas las aguadas se

pueden construir pozos, y de decidir hacerlo hay que conocer la forma adecuada, de otro modo la

aguada se puede arruinar y el agua se filtraría.

Hay otros cuerpos de agua similares a las aguadas. De hecho, a simple vista se ven iguales. La

diferencia es que en estos el agua se puede drenar dependiendo de las condiciones. Se les llama xuch,

que significa “aspirar o chupar” (Jorge Huitz Chin). De drenarse el agua, generalmente sucede en los

inviernos más fríos. Menciona Jorge que el terreno se “revienta” por debajo de la tierra y se chupa el

agua. En cuestión de unos pocos días, quizás una semana, toda el agua se puede drenar, llevándose

incluso los peces y otros animales presentes. «En la tierra el agua se va. Puede que haya lagunas, ríos,

quizás hasta el mar llegue el agua. No se sabe. Porque el agua no es nuestra, es de Él», dice Jorge

señalando hacia la tierra.

83
Para los mayas peninsulares, la noción de “ser dueño” es sumamente importante. Todo tiene su

dueño. Las plantas, los animales, el monte y los vientos tienen sus dueños. Para los hermanos Huitz

Chin, Dios es considerado como “el dueño de todo”. Asimismo, es sabido que hay una relación entre

los espacios que van hacia el interior de la tierra, como pueden ser cuevas, cenotes, cisternas, pozos, e

incluso montículos construidos en tiempos prehispánicos, con el ámbito del inframundo (De la Garza,

2002); a la vez, estos espacios se asocian a diversas entidades de la cosmología maya, en particular a

entidades femeninas (Orihuela-Gallardo, 2015).

«Porque el agua no es nuestra, es de Él». Las palabras de Jorge Huitz inducen a pensar en estas

relaciones, a pensar en la noción de un “dueño de lo que está abajo”, un “abajo” con íntima relación al

agua. A pesar de haberle pedido que me explicara, Jorge no habló más de ello.

Finalmente, respecto a los tipos de suelo, es importante hablar del kakab. Recordemos que la

conformación de las comunidades vegetales en las selvas de la PY ha sido moldeada por las

interacciones ambientales entre los mayas y el territorio peninsular (Colunga-García Marín et al., 2003;

Barrera et al., 1977). Asimismo, Barrera et al. (1977) reconoce una mayor frecuencia de ciertas

especies vegetales en zonas aledañas a sitios arqueológicos, explicada por estas interacciones.

Posiblemente, el kakab es un suelo favorecido por las actividades humanas de los antiguos mayas. A la

vez, como observamos entre los mayas actuales, el tipo de suelo es un elemento clave para la elección

de sitios en donde se realizan diferentes acciones. Difícil sería pensar que no era así en tiempos

prehispánicos, cuando el manejo del paisaje relacionado a la arquitectura era extremadamente

sofisticado (Williams-Beck, 2008). Por esto, también podemos pensar que el kakab tiene alguna

cualidad que lo relacione a la elección de sitios para edificar construcciones. El color negro y su

localización (en el monte, cerca de vestigios arqueológicos) puede indicar que se trata de un tipo de

suelo con mucha materia orgánica, y con ello, fértil. Por ahora, no tengo más datos que la mención de

este suelo en entrevistas. Con todo, considero que es un tema en el cual vale la pena profundizar.

84
Figura 12. Xuxh a un costado del camino a Xkix54. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

Alrededor de las casas están los solares, tanto en Xkix como en Dzibalchén. Allí se mantienen

especies de árboles y plantas comestibles, medicinales, ornamentales, y cualquiera que por algún

motivo sean de interés para las personas. A veces, dichas especies son plantadas intencionalmente, otras

veces se identifican y cuidan los retoños que nacen espontáneamente en el terreno, y en otras se dejan

árboles que ya estaban en el lugar.

En algunos solares también se limpian espacios para sembrar especies anuales: frutas y verduras,

frijol y maíz. Estos espacios pueden verse como una milpa a menor escala, sin embargo, no todos los

años se siembra maíz. Caballero (1992) le llama a este espacio pach pakal. Pach, es la espalda, y por

analogía se refiere a la parte que está detrás de cualquier cosa (Leocadia Huitz Chin, agricultora).

54
Camino a Xkix, un xuxh fue desecado por un menonita, por lo cual algunos ejidatarios se encontraban molestos.
85
Pakal se refiere a plantas cultivadas; en las comunidades muchas veces la gente habla de su

“sembrado”, esto es pakal. Así, pach pakal puede traducirse como “el sembrado de la parte trasera”,

haciendo alusión a la casa.

Los miembros de la familia Huitz Chin no viven permanentemente en Xkix. De hecho, pasan más

tiempo en Dzibalchén. Los lapsos que pasan en Xkix por lo general van desde un día hasta un par de

semanas, durante los cuales salen a cazar y trabajar sus tierras. Esta diferencia en el tiempo que

permanecen en cada localidad se ve claramente reflejada en los solares, principalmente en cuanto a la

delimitación de los terrenos, la flora y la fauna presente, que describo a continuación.

En Dzibalchén, los solares están claramente delimitados por albarradas (bardas de piedra) –como

sucede en la gran mayoría de las localidades mayas– pues los límites del solar usualmente son los

límites del terreno que pertenece a un núcleo familiar (Caballero, 1992). En Xkix no hay esta

delimitación física. El fin de un solar puede ser el comienzo de otra casa, otro solar, una milpa, o un

espacio de monte, todo sin tener fronteras físicas, excepto la clara manifestación en el territorio del uso

que se le da al mismo. Esto no es de sorprender, pues son muy pocos los ejidatarios y la gran mayoría

son hermanos, de modo que todos conocen y respetan los límites de los demás. Tampoco es común que

personas externas entren en Xkix a robar cosechas, talar árboles o cazar animales, por lo que algunos

límites resultan innecesarios.

En cuanto a la flora, los solares de Dzibalchén tienen una atención constante, y con ello, una mayor

diversidad. Lo contrario sucede en Xkix, en donde las plantas presentes en los solares son

principalmente árboles que no requieren riego y/o cuidados especiales. Asimismo, se sabe que en los

solares mayas se crían animales, principalmente cerdos y aves de corral (Caballero, 1992). Leocadia

Huitz Chin (agricultora) menciona que, cuando la familia pasaba más tiempo en Xkix, los solares

tenían una atención más completa y criaban algunos animales, que usaban para autoconsumo y para

86
vender o intercambiar en Dzibalchén. De igual forma, hace tiempo Manuel Huitz Chin (agricultor y

yerbatero) tenía ganado en un potrero de aproximadamente 2 hectáreas.

Figura 13. Mata de “güevos de perro” en el solar de Manuel Huitz Chin en Dzibalchén55. Fotografía: Esteban Romero De la

Serna

Actualmente, en algunos de los solares de Dzibalchén se crían aves de corral. En Xkix, con la

excepción de abejas (Apis mellifera), no se crían animales. Esto se explica en parte por el tiempo de

trabajo que los hermanos distribuyen entre ambas localidades. Sin embargo, durante las entrevistas a

miembros de la familia Huitz no surgió el tema de la cría de animales en la actualidad, tema del cual

otros ejidatarios sí hablaron con espontaneidad e interés (Julio Cohuo Matos, habitante de Dzibalchén y

ejidatario de Xkix). Esto puede estar indicando que los hermanos Huitz Chin no se interesan

55
Don Manuel Huitz, actualmente yerbatero, cultiva en su solar una gran cantidad de plantas medicinales, aromáticas,
ornamentales y comestibles, las cuales tiene en mucho aprecio.
87
especialmente en criar animales o bien, es sólo un reflejo de que no pregunté explícitamente por ello.

En todo caso, es mucho más notoria la importancia que tiene la cacería.

El mecanizado es la forma en que se le nombra en la RC a los terrenos que se trabajan bajo un

modelo de agricultura mecanizada. En Xkix, hay algunos mecanizados pequeños, cuya extensión no

sobrepasa las 10 hectáreas y que se encuentran a los costados del camino principal antes de llegar al

núcleo de viviendas; así como un mecanizado de 38 hectáreas al final del camino. Este fue el primero

que se hizo en el ejido, hace alrededor de 14 años, a través de un apoyo gubernamental.

Del mecanizado principal, a cada ejidatario le corresponde una porción, que trabaja de acuerdo con

sus intereses y posibilidades. La única restricción por parte de la junta ejidal es respecto a vender

tierras, algo no tan usual en una región que durante las últimas décadas ha ido abriendo el territorio a la

venta, principalmente a colonos menonitas cuya economía se basa en un modelo de producción

agrícola altamente tecnificado (Dangla-Pelissier, 2015).

En Xkix, si un ejidatario lo decide, puede rentar sus tierras a los menonitas –o a cualquier persona–,

mas no venderlas. Inclusive, los terrenos que en ocasiones se rentan son aquellos que ya están

acondicionados para la agricultura, no terrenos de selva que se tengan que desmontar. Esto no es algo

fortuito, pues hay un fuerte interés en los hermanos Huitz Chin de preservar el monte del ejido y,

paralelamente, poco interés en sacar un provecho de la tierra más allá de la satisfacción de las

necesidades personales. Al menos, esto sucede en la generación de la familia con la que trabajé para

esta tesis.

Lo anterior no implica que el modelo agrícola predominante en Xkix sea uno meramente tradicional.

Las formas de hacer agricultura practicadas en el ejido –al igual que en buena parte de la RC–, son

resultado de las relaciones que se han ido tejiendo entre mayas y menonitas, así como de los modelos

agrícolas que ambas sociedades representan en la región.

88
Figura 14. Mecanizado en Xkix a mediados de abril, tras la cosecha del maíz. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

En el mecanizado, cada ejidatario decide anualmente si sembrar su terreno o no hacerlo, así como el

tipo de cultivo y semilla a utilizar. Los cultivos principales son el maíz –variedades híbridas– y la soja

–variedades transgénicas–, ambos bajo un modelo de monocultivo característico del mecanizado. Jorge

Huitz Chin (agricultor) menciona que, al principio, durante los primeros años que trabajaron con este

modelo agrícola, sembraron diversas especies como lo hacen en la milpa. Pero a la hora de la cosecha

era un problema, pues la trilladora –máquina para cosechar el maíz–, estando diseñada para trabajar

solamente con el maíz, se atoraba y al final tenían que cosechar a mano. Desde ahí adoptaron el

monocultivo en los mecanizados. Todavía así, entre espacio y espacio los hermanos Huitz Chin se las

arreglan para mantener otras especies como árboles de marañón (Anarcadium occidentale L.), matas de

plátano (Musa spp.), yuca (Manihot esculenta), jícama (Pachyrhizus erosus), camote (Ipomoea batatas)

89
y ñame (Dioscorea alata), entre otras. Esta diversidad se favorece al tener algunas milpas directamente

a los costados del mecanizado.

Figura 15. Jorge Huitz Chin a lado de un árbol de marañón y una mata de plátano en medio del mecanizado ejidal 56.

Fotografía: Esteban Romero De la Serna

En el mecanizado, tal como el nombre lo indica, las labores agrícolas se realizan con maquinaria.

Puesto que la cantidad de terreno que se trabaja en un mecanizado suele ser mucho mayor a la que se

trabaja en una milpa, hacer las labores a mano resulta muy difícil. Los hermanos Huitz, al igual que la

mayor parte de los campesinos mayas de la RC, no poseen maquinaria agrícola, lo que los lleva a la

necesidad de contratar menonitas para realizar algunas de las labores –el arado, la siembra y la

cosecha–, al ser ellos quienes tienen la maquinaria necesaria.


56
A mediodía, durante el transecto participativo, Jorge Huitz Chin, Leocadia Huitz Chin, Wendy Bazán y yo (Esteban
Romero) nos detuvimos en un espacio en medio del mecanizado donde hay algunos árboles frutales. Ahí continuamos
hablando mientras comíamos marañones.
90
Asimismo, en los mecanizados hay un mayor uso de agroquímicos que en la milpa. Por los impactos

ambientales que genera, el uso de agroquímicos –en especial glifosato– en la agricultura mecanizada es

actualmente un gran punto de debate en la RC (Dangla-Pelissier, 2015). En Xkix, los tipos y cantidades

de agroquímicos utilizados dependen de las necesidades, preferencias y en buena medida del

presupuesto de cada persona. En un mismo año hay parcelas trabajadas con empleo de glifosato a un

lado de parcelas en donde no se utilizan agroquímicos en absoluto.

La milpa, o “milpa espeque”57 –nombre común en la RC y que hace referencia a la forma de sembrar

a mano con una macana–, es el principal sistema agrícola que ha perdurado desde los tiempos

precolombinos hasta nuestros días en la Península de Yucatán y, con variantes regionales, en toda el

área mesoamericana (López-Austin y Millones, 2008). Este sistema, también conocido como “milpa

tradicional” o “milpa de roza, tumba y quema”, en la PY se caracteriza por la elección de pequeñas

áreas de selva que son desmontadas para trabajar intensivamente la tierra durante algunos años y luego

dejarla descansar. Para lograr las cosechas, las personas tienen un conocimiento integrado que incluye

el conocimiento de los tipos de suelo, las variedades de cultivos y asociaciones ecológicas, el clima

anual, las técnicas agrícolas y el conocimiento ritual, (Dangla-Pelissier, 2015; Terán y Rasmussen,

2009; Emerson, 1953).

En Xkix, se pueden encontrar milpas en varias partes del ejido. Las primeras se encuentran a los

costados del camino principal, antes de entrar en el núcleo de viviendas. Estas tienen extensiones de 1 a

3 hectáreas. A lado de algunas casas hay milpas más pequeñas, con áreas de 1 a 2 mecates 58, y que

forman parte de los solares. Finalmente, hay otras milpas alrededor del mecanizado principal, con

extensiones similares a las primeras.

57
“Milpa espeque” es el nombre utilizado para aludir al sistema agrícola de roza-tumba-quema. El espeque es un palo
utilizado a modo de palanca para abrir la tierra y sembrar las semillas. Realizar las labores agrícolas a mano es una
cualidad de los sistemas agrícolas tradicionales que los diferencia de la agricultura mecanizada.
58
Un mecate es una medida de 20 por 20 metros.
91
El principal alimento que se cultiva es el maíz (Zea mayz L.), teniendo del mismo diversas

variedades criollas. Sin embargo, hay una diversidad de cultivos simultáneos que caracterizan el

sistema de milpa, y entre los cuales se encuentran diversas especies de frijol (Phaseolus vulgaris),

calabaza (Cucurbita spp.), jícama (Pachyrhizus erosus), camote (Ipomoea batatas), yuca (Manihot

esculenta), ñame (Dioscorea alata), pepino (Cucumis sativum), sandía (Citrullus lanatus), chile

(Capsicum spp.), entre otros vegetales.

No todas las parcelas se cultivan al mismo tiempo. En parte porque pertenecen a diferentes personas

y cada uno decide por su cuenta, y en parte porque el sistema de milpa incluye prácticas de rotación de

terrenos que permiten mantener la fertilidad de los suelos a largo tiempo. De acuerdo con Dangla-

Pelissier (2015), las parcelas se trabajan de 2 a 3 años, para luego dejarlas descansar entre 7 y 10 años.

De esta forma se aprovecha la fertilidad del suelo y luego se da suficiente tiempo para que la misma se

regenere. Por otro lado, Emerson (1953) argumenta la posibilidad de que la rotación de terrenos tenga

más que ver con el manejo de arvenses que con el manejo de la fertilidad del suelo.

La rotación de los terrenos de cultivo es una práctica que se ha ido transformando durante las

últimas décadas, generalmente reduciendo los periodos de descanso o eliminándolos por completo. De

acuerdo con Terán y Rasmussen (2009), este proceso está relacionado al aumento de la presión sobre la

tierra y tiene un impacto directo en la calidad y cantidad de la producción derivada de la milpa. Otro

elemento que fomenta la reducción de los periodos de descanso es la introducción de los fertilizantes

minerales, cuyo uso, al igual que en el caso del mecanizado, queda a la necesidad, preferencia y

presupuesto de cada campesino.

Este punto es importante. Como tal, el uso de agroquímicos no formaba parte del sistema agrícola

tradicional. No obstante, las condiciones de la agricultura han cambiado y los campesinos han adoptado

en diferente medida prácticas agrícolas tales como el uso de agroquímicos y de maquinaria. Con todo,

la medida en que se utilizan agroquímicos en una milpa es considerablemente menor a la utilizada en


92
los mecanizados. Lo mismo puede decirse respecto al uso de maquinaria. En la milpa todas las labores

se realizan a mano. La única labor a la que se ha podido adaptar el uso de maquinaria –y no en todos

los casos, dependiendo del tipo de suelo– es la preparación de la tierra. La siembra, el deshierbe y la

cosecha continúan siendo manuales. Usualmente, un campesino maya trabaja su milpa por sí mismo,

aunque a veces algún familiar ayuda o se contrata alguna persona como peón para algunas labores.

Figura 16. Terreno de una milpa en Xkix a mediados de abril59. Al fondo el monte. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

La milpa y el solar conllevan un cuerpo de conocimiento ritual, asociado a las distintas fases y

necesidades del ciclo agrícola. De hecho, la mayor parte de la ritualidad maya que se conserva hasta

nuestros días está asociada al ámbito agrícola. Algunos de los rituales que se conservan y que en mayor

o menor medida se siguen utilizando son el Jetz’ Luum (curación de solar), el Loh (alimentar la tierra),

59
Hay varios espacios para hacer milpa en Xkix. No todos se usan a la vez. Para la fecha en que tomé esa fotografía, los
hermanos estaban limpiado sus terrenos, preparándolos para la quema a finales de abril de 2018.
93
el Ch’a Chaak (pedir la lluvia), el Maan Chak (comprar la lluvia), el Janli Kool (comida de la milpa) o

Waji Kool (agradecer a la tierra por la cosecha), el Nuju’ Tal Unal (primicias), el Jo’ol Che’

(ofrecimiento del primer saco de elote de la milpa), y el Loh Kaj, ceremonial para propiciar buenas

cosechas y salud para todos los habitantes de un pueblo (Hirose-López, 2008).

La ritualidad maya está mucho más asociada a la milpa y al solar que al mecanizado. De hecho, la

introducción del sistema de agricultura tecnificada es mencionada por los hermanos Huitz Chin como

un factor de cambio y desuso de la ritualidad. Al parecer, no se concibe el mecanizado como un sistema

en donde tenga validez la ritualidad agrícola tradicional. Sin embargo, no he encontrado un motivo

exacto por el cual esto sea así. Es decir, un motivo que explique por qué la ritualidad agrícola

tradicional maya no puede ser adaptada (en alguna medida) al sistema de agricultura mecanizada, de la

misma forma en que se intercambian otras técnicas agrícolas entre la milpa y el mecanizado.

Finalmente, está el destino de la producción agrícola. En la milpa y el solar, esta se orienta

principalmente al autoconsumo. Sólo una pequeña parte de la producción se vende o intercambia

localmente. Hay veces que también se guarda la producción para prevenirse en años posteriores. Si se

conserva de forma adecuada, el maíz criollo –no el híbrido– puede durar hasta 5 años (Jorge Huitz

Chin, agricultor). Por otro lado, la producción del mecanizado está orientada a la venta. Es común que

el mismo día de la cosecha, todo el grano sea llevado al silo más cercano para ser vendido. Esto le da a

los productores dinero con el que pueden adquirir productos que no obtienen de su trabajo en el campo.

En la RC la producción aproximada de maíz en un mecanizado es de 3 a 4 ton/ha 60 y en una milpa de 1

a 1.5 ton/ha –sin embargo, en esta última hay que considerar la producción de las especies cultivadas

además del maíz, que no son pocas.

60
Datos obtenidos de pláticas con Jorge Huitz Chin y Baldemar Huitz Chin que concuerdan con los datos obtenidos por
Dangla-Pelissier (2015) al norte de la RC.
94
Tabla 2. Diferencias generales entre la milpa y el mecanizado.

Categorías Milpa Mecanizado

Cultivo principal Maíz Maíz y soja

Tipo de semilla Variedades criollas Variedades híbridas y transgénicas

Monocultivo/Policultivo/ Policultivo/Diversidad silvestre y Monocultivo


Agroforestal domesticada

Uso de agroquímicos No son necesarios, pero Son necesarios, pero dependen de


(fertilizantes, herbicidas y dependiendo de las condiciones se las condiciones de cada productor
plaguicidas) utilizan

Forma de realizar las labores A mano y arado, aunque el arado se Con maquinaria agrícola
puede hacer con maquinaria

Destino de la producción Autoconsumo Venta

En Xkix, coexisten 2 modelos de producción agrícola. Su contraste se materializa en el territorio

mediante la milpa y el solar, por un lado, y el mecanizado por otro. La presencia de estos espacios

puede asociarse a dos grupos culturales: mayas y menonitas. Los hermanos Huitz Chin tienen una clara

diferencia conceptual de lo que implican la milpa y el mecanizado. Sin embargo, dentro de ciertos

límites hay una circulación de conocimientos y prácticas entre ambos modelos agrícolas. Estos límites

corresponden a las capacidades productivas de cada sistema, así como a la visión de cada productor.

En la milpa sólo se siembran variedades de maíz criollas y en el mecanizado sólo variedades

híbridas, puesto que cada una requiere de condiciones particulares para desarrollar su potencial,

condiciones dadas por cada uno de los sistemas. En el caso de los maíces criollos, las asociaciones que

hacen con los demás cultivos y la rotación del terreno son factores claves del sistema para lograr las

cosechas. En el caso de los maíces híbridos, las condiciones diseñadas requieren que sean cultivados en

terrenos sin plantas consideradas malezas u otros cultivos y, en cambio, apoyarse en el uso de

95
agroquímicos para su desarrollo. Sin embargo, en Xkix el uso de agroquímicos varía y depende mucho

más del presupuesto anual de los agricultores que de los requerimientos técnicos de cada sistema.

El tipo de suelo y la forma de realizar las labores agrícolas constituyen otro límite en los sistemas.

Para poder operar, la maquinaria agrícola requiere de suelos en terrenos planos y sin piedras, por lo que

el suelo predilecto es el kakab. Se pueden hacer mecanizados en terrenos pedregosos, pero antes hay

que adecuarlos, lo cual resulta costoso. En este sentido, por ser trabajadas manualmente, las milpas son

mucho más flexibles. Se pueden realizar en terrenos planos o en lomeríos; en terrenos con o sin

piedras. Los suelos que limitan una milpa son los inundables y/o con muy baja fertilidad.

Respecto al agua, puesto que en Xkix no hay sistemas de riego, los cultivos en todos los espacios

agrícolas dependen por entero de las lluvias. A esto, existen varias formas en que los hermanos Huitz

leen las condiciones atmosféricas en un momento dado, para poder predecir las condiciones futuras y

tener una guía para el ciclo agrícola.

Además de su función agrícola y al igual que el monte, el solar, la milpa y el mecanizado son

espacios de cacería. El principio es que los cultivos atraen animales silvestres y las personas

aprovechan esa circunstancia para cazar sin tener que adentrarse en las selvas. Como un caso

excepcional que ejemplifica lo anterior, Jorge Huitz Chin (agricultor) narra que hace algunos años al

momento de cosechar el mecanizado, salió una manada de puercos de monte que había estado viviendo

dentro del terreno, alimentándose del maíz durante varios meses. Cabe decir que esto no corresponde a

las milpas comedero-trampa mencionadas por Santos Fita (2016a) para el caso del centro de Quintana

Roo, en donde propositivamente se destinan espacios agrícolas para fungir como trampas.

Los hermanos Huitz Chin tienen varias formas de encontrar a los animales. La principal es

rastrearlos por las huellas. Si ven las huellas de un animal entrar en el mecanizado, esperan del lado

opuesto del terreno a que el animal salga. Otra forma de encontrarles es ir a donde se encuentra el tipo

de vegetación que prefieren. Suelen salir a cazar al amanecer y al anochecer y cuando se internan en el
96
monte pueden pasar allí toda la noche. Entre los animales que cazan se encuentran aves como el pavo

de monte (Meleagris ocellata), la chachalaca (Ortalis vetula) y la perdiz (Crypturellus cinnamomeus);

mamíferos como el venado (Odocoileus virginianus y Mazama spp.), el tepezcuintle (Cuniculus paca),

el sereque (Dasyprocta punctata), el puerco de monte (Pecari tajacu), el zorrillo (Conepatus

semistriatus y Spilogale angustifrons) y el saraguato (Alouatta spp.). En ocasiones también llegan a

cazar felinos como el tigrillo (Leopardus wiedii) y el jaguar (Panthera onca).

Además de constituir un aporte a su alimentación, la cacería le ha proveído a la familia Huitz Chin

un ingreso económico durante todas sus vidas. Wilma Kep, habitante de Dzibalchén que conoció a los

padres de los hermanos Huitz, menciona que la madre, Doña Carmela Chin, solía vender carne de

monte de casa en casa, rasgo que caracterizó a la familia entre los habitantes de Dzibalchén.

Los hermanos Huitz Chin disfrutan de cazar, lo han hecho desde que son niños y, a la vez, sienten un

gran aprecio por los animales. Integrado al aprecio que les tienen por aquello que les brindan, sus

palabras muestran un profundo respeto por los animales del monte. Les entristece mucho observar la

destrucción de las zonas aledañas al ejido, pues saben que los animales no tendrán las condiciones que

necesitan para vivir bien. Por esta destrucción y la consecuente merma en las poblaciones de animales

salvajes, actualmente la cacería en Xkix es escasa. Difícilmente pasan dos animales por semana.

Cabe decir que a pesar de la importancia que tiene la cacería para la familia Huitz Chin, no encontré

práctica de una ritualidad asociada, cuestión que sí ha sido documentada en otras comunidades mayas

de la PY (Santos-Fita, 2016b; Orihuela-Gallardo, 2015; Terán y Rasmussen, 2009). Orihuela Gallardo

(2015) menciona que a diferencia de lo que sucede en el ámbito agrícola, en la actividad cinegética los

cazadores pueden participar con o sin rituales, mas por lo que pude observar en campo, actualmente

tampoco en el ámbito agrícola es un imperativo, sino una elección.

97
Figura 17. Baldemar Huitz cazando aves a las afueras de Dzibalchén. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

98
El mundo de abajo: entidades sutiles del cosmos maya

Íik

En la cotidianidad de las comunidades mayas es común escuchar una variedad de expresiones que

involucran las palabras “aire” y “viento”. De acuerdo con el Calepino de Motul, estas son la traducción

de la palabra maya íik (Arzápalo-Marín, 1995, p. 382). Como mencioné en la sección “el ser humano y

las entidades del cosmos maya” del marco teórico (páginas 38 a 41), el complejo que encierra íik es

importante para comprender las interacciones ambientales entre las personas y las entidades que

pueblan el territorio maya. A continuación, reviso una serie de relatos y/o fenómenos que surgieron

durante el trabajo de campo, mismos que indican hacia diferentes significados de este concepto.

Hago una advertencia. Existe el riesgo de que el uso de las palabras “aire” y/o “viento” no siempre

correspondan a una traducción de íik, aunque por los contextos es muy probable que sí lo hagan. Por

esto, en cada ejemplo cuido de escribir las palabras que los colaboradores utilizaron, bien fuese “aire” o

“íik”.

Comencemos por la expresión “cargar aire”. En una ocasión Don Honorio Cetz (h´men), estando

enfermo, decidió atender a una señora que pidió su servicio. Cuando terminó la sesión, el estado de

Don Honorio empeoró considerablemente. Una niña de la comunidad lo vio y enseguida dijo «Honorio

cargó su aire de la señora». Don Honorio validó dicha afirmación y se alegró de que la niña reconociera

la causa de su estado. Más tarde me explicó que cuando una persona está débil es más propensa a

“cargar aires”. En este caso, él había “cargado el aire de la señora”.

99
Figura 18. Amira Pech en casa de Don Honorio Cetz61. Fotografía: Germán Romero Pacheco

Veamos otro ejemplo. En el territorio peninsular abundan los vestigios arqueológicos del pasado

prehispánico, los cuales contienen una gran riqueza simbólica para la vida en las comunidades. Una de

las palabras con que las personas nombran a estos vestigios es “cuyo”, que posiblemente deriva de la

palabra maya k’u, asociada a lo sagrado y a los lugares de adoración. Precisamente, el motivo de su

sacralidad es que su construcción se atribuye a “los antiguos” moradores del territorio maya, cuyos

espíritus todavía moran allí junto a otras entidades (De Ángel-García, 2013).

En Dzibalchén, un apicultor de la comunidad narró algunos sucesos en torno a un cuyo cercano al

poblado. En una ocasión, estaba en el lugar una pareja. De pronto, la mujer sintió que le lanzaban una

61
Al tiempo de esta fotografía estaba con mi padre (Germán Romero) haciendo una visita a Don Honorio Cetz. Amira es
una niña de la localidad. Entraba y salía a sus anchas de la casa de Honorio, quien la aprecia mucho. Fue ella quien le
dijo que “había cargado su aire de la señora”.
100
piedra y pensando que había sido su esposo, reaccionó insultando. Muy pronto, ella enfermó. Este mal

fue atribuido a que ella había “cogido un aire”.

Asimismo, este apicultor cuenta que en otra ocasión un grupo de cazadores estaba tirando 62 cerca del

mismo cuyo. Pronto, comenzaron a escuchar sonidos semejantes al de los puercos, pero que parecían

provenir de los árboles. Los sonidos se hicieron cada vez más fuertes al tiempo que comenzaron a

sentir que les lanzaban piedras. Se tuvieron que ir del lugar. Nunca vieron de dónde provenían los

sonidos ni las piedras. Lo último que menciona este apicultor respecto al cuyo, es que la gente que

transita por sus alrededores fácilmente se pierde, incluso siendo personas que conocen muy bien el

territorio.

Hay personas que al cazar un venado encuentran en el cuerpo una piedra o un gusano, saliendo por

el orificio por donde entró la bala. Si lo sabe usar, la persona que lo encontró puede tomarlo y con ello

tendrá la posibilidad de cazar a diario, pues los venados aparecerán fácilmente en su camino al salir de

cacería. Se dice que la piedra tiene pelos y que el número de pelos corresponde al número de venados

que se podrán cazar. De decidir tomarlo, la persona debe mantenerlo en un frasco o en algún lugar fuera

y de preferencia lejos de su casa, en donde nadie pueda verlo.

Diariamente, se le tiene que alimentar con sangre del corazón de un venado. De no ser posible, con

sangre del cazador mismo. Pero, así como se recibe el gusano o la piedra, se tiene que regresar. Llega el

día en que, al salir a tirar, el cazador encuentra un grupo de venados que lo acechan, lo miran fijamente

sin miedo. Así le hacen saber que es tiempo de regresar el regalo que obtuvo. Si es la piedra, la persona

debe dejarla en el suelo. Si es el gusano, debe cazar un venado y poner el gusano en el orificio por

donde entró la bala, dejando el cuerpo intacto en el lugar donde haya caído. Dice Jorge Huitz

(agricultor) que esto “es un aire”, y si la persona no sabe utilizarlos no lo debe hacer, pues puede atraer

62
Cazando.
101
una enfermedad, problemas o hasta la muerte. Por ello, hay quienes, aunque conozcan la forma de

usarlos y los encuentren, prefieren no tomarlos.

El entendimiento más claro que encontré sobre íik me fue transmitido por Leocadia Huitz Chin

(agricultora). Un día, estando en Dzibalchén, Leocadia se sentía adolorida, por lo que le propuse que

practicáramos algunos ejercicios de Chi Kung, que es una disciplina de origen chino cuyo propósito es

desarrollar el flujo del chi o “energía vital” en el cuerpo para mejorar la salud de las personas. Los

ejercicios de Chi Kung involucran, además, una intención de percibir directamente la energía, tanto en

el propio cuerpo, como en el medio circundante. Algún tiempo después, le pregunté a Leocadia por el

significado de íik, a lo que respondió «recuerdas cuando hicimos esos ejercicios, eso es íik». Se refería

a la percepción que tuvo de su energía durante la práctica de Chi Kung. Así, me explicó que, para las

personas, íik constituye su energía vital, mas no es exclusiva de los seres humanos. Íik está presente en

todos los seres y también se encuentra en todos los espacios. Finalmente, me dijo que íik también se

refiere a los vientos, en un sentido que corresponde a los vientos atmosféricos.

Los nexos entre el íik maya y el chi chino son fuertes. Ambos conceptos se relacionan al viento y a

la energía. Asimismo, en el cuerpo humano este viento-energía circula por canales, relacionándose su

correcta circulación con la salud de un individuo, y viceversa (García et al., 1996). Hago notar que

estos autores hacen un trabajo comparativo entre las medicinas tradicionales maya y china, en las

cuales pueden observarse paralelismos y disidencias en diversos aspectos de ambas tradiciones. Sobre

el viento en la cultura maya, mencionan que «es una entidad que liga lo natural con lo sobrenatural. Al

mismo tiempo puede ser un fenómeno físico (…) o ser generado por personas, animales o plantas, o

bien ser un fenómeno “vivo” emisario de las fuerzas sobrenaturales o “dueños”» (p. 87).

Respecto a la relación entre íik y las entidades del cosmos maya, Orihuela Gallardo (2015)

menciona que las palabras viento (como traducción de íik) se utiliza para aludir a muchas entidades,

102
cuya característica común es que sus cuerpos están constituidos por “viento”. En ocasiones se nombran

entidades específicas, sin embargo, en muchos relatos se pierde su identidad.

Figura 19. Leocadia Huitz Chin63. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

Asimismo, en una etnografía de un jeets’ lu’um –ritual de limpia de un terreno– Thomass (2010)

describe como Doña Berta, una x’men64 de Maní, Yucatán, hace una clara referencia a los “vientos”

como entidades conscientes con quienes establece relaciones en el ámbito ritual. Esto, no solamente

sucede en el contexto maya peninsular. Huicochea (1997) documenta la interacción con los “vientos” –

en el sentido anteriormente nombrado– en las relaciones rituales en torno al agua en comunidades de

Morelos.

63
Tomé esta fotografía durante una visita al solar de Manuel Huitz, después de que nos mostró su árbol de Chintok’
(Krugiodendron ferreum (Vahl) Urb.), conocido por sus propiedades curativas. Manuel se encuentra a la izquierda en la
fotografía.
64
Forma en que se nombra una especialista ritual.
103
Finalmente, una última plática sobre este tema sucedió con Sofía Díaz, curandera tzotzil del

municipio de Larráinzar, Chiapas, durante un taller sobre plantas medicinales que impartió en la ENES

Morelia en 2019. Preguntándole explícitamente por íik, responde que es el viento y que este es un

espíritu, mismo que entra en una persona con su primera respiración, animando su vida, y sale al

momento de su muerte.

A partir del trabajo de campo y la literatura, considero a íik como un concepto con tres ámbitos

generales: como viento atmosférico, como energía, y como entidad. Estos tres aspectos no están

separados, sino que juegan en diferente medida en cada caso específico.

Figura 20. Ámbitos conceptuales de íik. Elaboración: Esteban Romero De la Serna

104
Como viento atmosférico es el aire que circula, relacionándose a la respiración y la vida, a la

enfermedad y la muerte. Como energía, se encuentra en todos los espacios y seres. Para las personas

constituye su energía vital, y lo mismo para las entidades. Sin embargo, para estas no sólo constituye su

energía, sino también su cuerpo. Como energía, íik es transferible de un ser a otro, ya sea entre

humanos, animales, plantas, entidades, etc., pudiendo causar tanto el beneficio como el perjuicio de los

involucrados. Finalmente, íik se refiere a muchas entidades, a seres conscientes cuya cualidad común es

que su cuerpo está constituido de viento-energía. Usemos este panorama para explorar las interacciones

entre humanos y algunas entidades del cosmos maya.

Xmozono’ob

Los xmozono’ob o mozono’ob65 son entidades que circulan por el territorio en forma de remolinos de

viento. De hecho, la traducción literal de la palabra mozon íik es “remolino” (Gómez-Navarrete, 2009,

p. 153). Sin embargo, a la vez que ser remolinos de viento, son entidades con conciencia y voluntad. En

ellos, se conjugan elementos relacionados a los tres aspectos de íik (viento, energía y entidad).

Los mozono’ob circulan por diferentes espacios, mayor o menor medida cercanos a las actividades

humanas (Orihuela-Gallardo, 2015). Si una persona cruza en su camino y es golpeada por el remolino,

puede enfermar gravemente. Usualmente, estas enfermedades se caracterizan por calores en el cuerpo,

siendo los niños más propensos a estas aflicciones que los adultos. En estos casos, se dice que la

persona “cargó un aire” proveniente del remolino.

Puesto que la enfermedad tiene su origen en un “aire”, y se dice que “se cargó un aire”, interpreto

esta situación como “una persona fue golpeada por una entidad-viento, quien le transfirió una energía

dañina para ella (la persona)”. Ante este tipo de situaciones, cuando se ve involucrada una entidad, las

personas usualmente acuden con un h’men para su curación. Asimismo, las personas procuran conocer

los recorridos de los remolinos y no cruzarse en su camino (Orihuela-Gallardo, 2015).


65
Es nombrado en ambas formas.
105
Hay otros casos en los que se carga aire, pero se refiere a situaciones en las que una persona sufre un

cambio brusco de temperatura, principalmente al estar caliente y exponerse a un viento fresco. En estos

casos no se ve implicada ninguna entidad y basta con conocer los remedios para curar los síntomas.

Huicochea Gómez (2015), en un texto que recopila conocimiento herbolario de personas no

especialistas de la ritualidad en localidades representativas del área maya en México, nombra varios

males por “aire” –en el sentido anteriormente mencionado–, así como sus remedios herbolarios. En

general, se busca expulsar el aire caliente de la persona, por ejemplo, mediante punciones en el cuerpo,

a la vez que refrescarle mediante tratamientos herbolarios.

El segundo caso que quiero mostrar respecto a los xmozono’ob sucede en el ámbito de la agricultura.

La preparación de las parcelas se realiza en la temporada de sequía, entre abril y mayo. El

procedimiento utilizado es el de “roza, tumba y quema”. Es decir, después de seleccionar un espacio en

el monte, se realiza un primer aclareo de la vegetación no leñosa, luego se tumban los árboles y

finalmente se quema la parcela. Este proceso se realiza en parcelas nuevas y acahuales 66 donde hay

árboles que tumbar. Sin embargo, cuando las parcelas han tenido un uso continuo, o un descanso por

pocos años y, por ende, no hay árboles o son muy pequeños, el trabajo consiste en limpiar la vegetación

en crecimiento con coa o machete, y después quemar la parcela.

Hay vientos que se utilizan para ayudar a quemar una parcela. Se dice que aquellos que provienen

del sur y del este son los mejores, pues son vientos calientes. Por el contrario, los vientos del norte y

del oeste llegan frescos por la humedad del mar y no ayudan a quemar. Aun así, no son todos los

vientos del sureste que se manejan, son vientos especiales que las personas reconocen por su sonido, el

cual se asemeja a un gran rugido (Jorge Huitz Chin y Leocadia Huitz Chin, agricultores).

En tiempos de los padres y abuelos de los hermanos Huitz Chin, se acostumbraba “bajar” a los

remolinos para quemar una parcela. Don Romaldo Huitz, una vez limpiada la parcela y siendo el

66
Parcelas dejadas en “descanso” durante varios años, durante los cuales la selva tiene tiempo de regenerarse.
106
tiempo propicio para quemar67, se dirigía a cada una de las cuatro esquinas del terreno para llamar a los

remolinos. Los llamaba por su nombre y luego emitía un silbido especial y diferente para cada uno de

los rumbos. Cuando bajaban, el sonido que hacían era como el de un gran rugido. Tenía que prender el

fuego rápidamente y apartarse del lugar para dejar a los vientos trabajar. Por la acción de estos vientos,

el fuego quemaba la parcela sin esparcirse al monte. En específico se mencionan 2 nombres: Xmozón Ik

y Xmozón Tok. El primero es un remolino de viento y el segundo un remolino para quemar (Jorge Huitz

Chin y Leocadia Huitz Chin, agricultores).

Tras realizar la quema hay que “refrescar la milpa”, ofreciendo sakab, que es una bebida hecha de

maíz sin nixtamalizar con miel. Esto se hacía el día posterior a la quema del terreno. Así narra Leocadia

Huitz el “refrescar la milpa”:

«Mi papá un ejemplo, se viene, al siguiente día, a refrescar la milpa. Sancocha maíz seco con cáscara. Lo

muele, y ya. Carga agua y la miel y unas jícaras vírgenes todo el tiempo. Jícaras que crece en hojarascas,

¿cómo les dicen? Unas bolas así se trasca y se hacen jícara. Entonces, en la milpa tienen hecho un jacalito.

Entonces en la orilla de la milpa, de la puerta, ahí van a poner unos tirantes, ahí van a poner las jícaras y el

atole que van a hacer que es pozole con miel. Se lo echan adentro. Y ya cuando ella lo ponen ahí y una cruz

como, en ese palo, entonces le rezan no sé cuántas veces de Padre Nuestro. Entonces agarran el sakab, lo que

es el maíz para refrescar la milpa y ya, lo van rociando entre la milpa, para que se refresque la tierra.»

Ahora reproduzco otro relato de Jorge Huitz sobre la quema de una parcela. Un día de finales de

abril, ya finalizando la temporada de sequía, se encontraban Jorge y Manuel en Xkix. Uno de sus tíos

había limpiado su parcela unos días antes, pero debido a una tormenta pensó que tocaría esperar al

menos una semana para poder quemar, por lo que se ausentó del ejido. Alrededor del tercer día desde

aquella tormenta, Manuel escuchó ese viento, el viento proveniente del sureste cuya presencia suena

como un rugido y que ayuda a realizar las quemas. Al instante los hermanos salieron corriendo hacia la

67
Durante la temporada de sequía, entre abril y mayo, después de haber chapeado la parcela, cuando la tierra y la
vegetación se encuentran suficientemente secas. Asimismo, se suele esperar la llegada de los vientos cálidos del sur y
del este.
107
parcela de su tío para ver si podían quemar. La tierra seguía húmeda por la lluvia, pero la hojarasca

estaba seca. Fueron a las orillas y prendieron el fuego, que con el viento cobró fuerza rápidamente. En

cuestión de una hora la parcela de dos hectáreas fue quemada. Al día siguiente llegó el tío y se

sorprendió de ver que ya estaba quemada su parcela. Pronto puso la ofrenda de sakab para refrescar la

tierra y la parcela quedó lista para ser sembrada.

En los xmozono’ob convergen elementos propios de los vientos atmosféricos y de entidades

conscientes, las cuales tienen cuerpos de viento-energía. Como se observa a través de estos ejemplos,

los vientos que favorecen la quema de una parcela pueden llegar espontáneamente o pueden ser

llamados. En ambos casos, implica el reconocimiento de un viento específico. En el primer caso,

parece tratarse de un viento atmosférico, cuyo manejo implica reconocerles y aprovechar su presencia.

En el segundo caso sus elementos muestran claramente que se alude a una entidad consciente, con la

cual al entablar una relación se debe conocer su nombre, así como la forma ritual adecuada. Estas

distinciones las establezco para intentar comprender a estas entidades. Sin embargo, en la práctica no es

fácil demarcar fronteras.

Hay una tercera forma de interacción en torno a los xmozono’ob de la cual quiero hablar. Don

Honorio Cetz (h´men) afirma que los xmozono’ob pueden aparecerse ante una persona en su forma de

remolino de viento, detenerse ante ella y mostrarse en la forma de una persona. Estos encuentros son

experiencias fuertes y no todas las personas pueden soportar la presencia del xmozón, pero quien lo

hace puede enriquecerse en sabiduría. El xmozón puede, entre otras cosas, revelar las yerbas y/o

procedimientos para tratar enfermedades difíciles.

A través del relato de Don Honorio Cetz, no es claro si estos encuentros pueden suceder

espontáneamente, o si es la persona quien a través de alguna formulación ritual llama al xmozón.

Tampoco se puede saber si este tipo de experiencias son exclusivas de los h’meno’ob o si se encuentran

al alcance de más personas. No obstante, se hace clara una relación entre los xmozono’ob y el ámbito
108
del chamanismo y la sanación. Relación que pareciera ser contradictoria; la misma entidad se vincula

por un lado a la enfermedad y la muerte, y por otro a la sanación y la vida. Es común que una entidad

tenga varios ámbitos de influencia en la realidad humana, aparentemente contradictorios.

Figura 21. Mata de Santa María en el solar de Don Honorio Cetz. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

109
A las cualidades referidas en los ejemplos anteriores respecto a los xmozono’ob, las palabras de Don

Honorio suman la noción de que estas entidades se pueden mostrar en una forma humana. Para

Orihuela Gallardo (2015), la forma humana es de hecho la verdadera identidad de un xmozón. Además,

esta autora menciona que la noción de que las entidades con cuerpos de viento puedan mostrarse bajo

diferentes formas, es una cualidad común.

En todos los relatos está presente la voluntad, no sólo del ser humano, sino –y quizás

principalmente– la del xmozón. Hay un último elemento que quiero destacar a partir del último relato.

Al mostrarse en su forma humana el xmozón, la interacción alcanza el punto más personal. Ahora se

trata de una interacción entre seres “humanos” o “humanizados”. Esto me lleva a preguntar si los

humanos somos sólo nosotros, o si también otros colectivos son –o pueden ser– humanos. Asimismo,

¿la cualidad humana se refiere al cuerpo, a la perspectiva del sujeto –en el sentido de Viveiros de

Castro (2013)–, o a otra cuestión?

Yuumtzilo’ob

LHC68: Eran como las seis de la tarde, obscureciendo. Acarreando agua de ese pozo. Mi difunto tío en su

cocina. Estamos solitos. Y venimos para una reunión, pero yo me distraí. Cuando yo salí mis amigas se fueron

a Dzibalchén. Me quedé sola, con mi difunto tío, un viejito. Es sordo. Y lo que yo hice es acarrear agua, para

no levantar muy temprano. Pero yo cuando empecé acarrear agua, ahí cuando escuché que venía un, una

caminada dentro del monte, empezó allá. Empiezo allá a escuchar que venía, ¡y antes era monte grande acá,

no como aurita! Montes altos… Y entonces yo le gritaba a mi tío diciendo “¡tío, ¿qué animal que viene?!”,

pero no se escucha como animal sino como paso de gente. Pero era gente, de lo que te imagines. Creo que,

para él es como estos palitos para nosotros caminar entre esto, por la hierba, pisando se quiebra. Y ese hombre

que yo escuchaba que venía, como que quebraba lo que es madera gruesa. ¡Paah! Como un disparo le suena.

¡Paah! Y escucha, el cuerpo de él viene en el monte, pero ¡cómo suena! Y los perros, como diez perros tenía

mi difunto tío, y estaban dale y dale y dale y ladre y ladre, oscureciendo. Yo con mis dos cubetas llegando

68
LHC es de Leocadia Huitz Chin; ERS, de Esteban Romero De la Serna; WB, de Wendy Bazán, quien en esa ocasión me
acompañó y ayudó con el trabajo de campo en Xkix.
110
allá. Ya cuando le dije a mi tío. Ah, le pegué mi boca en su oído a decirle qué es lo que tiene. Me dice “ah, acá

tengo una carabina, abajo una carabina”. Ya lo perros ya estaban aquí, ya ahí está llegando el ruido… y ya no

entró. ERS: ¿Pero se veía algo o no se veía nada?

LHC: Yo no lo vi, pero los perros ven. Ahí terminó el paso y los perros, ellos lo están viendo. Pero yo no

lo vi. El ruido sí lo escuché, pero los perros sí lo escuchaban. Hasta se orinaron, hicieron popó. Dice mi tío

“déjalo, ya es tarde noche, mañana vamos a ver, puede ser un tigre 69”. Y, cuando amaneció al siguiente día

venimos a ver si era tigre, nada. Porque ellos dicen que cuando viene un tigre molesto empieza a pelear con

los palos, quebrar palos. Pero yo le decía a mí tío “no es un tigre, si ese es un paso como gente”. Daba pasos,

¡truuaak! ¡paah! ¡öhh!, bien el sonido de los árboles. Pues así, así es. WB: ¿Y qué se hace cuando uno

escucha…?

LHC: Dicen que es el dueño del monte.

ERS: ¿Quién es el dueño?

LHC: Sí, le dicen Xaka’ Kaax. Osea, es un dueño que, xaka’ quiere decir que da el paso así y el monte

queda así. El monte está así, y él lo hace así. El monte, para él, el monte es como hierbita. Entonces él le hace

así para caminar. Has cuenta que este es el monte, yo, el Xaka’ Kaax, el dueño. Yo lo que yo hago es hacer así,

o, así como este. Así se quiebra los árboles. Kaax quiere decir, kaax es el monte, xaka’ es hacer así70.

ERS: ¿Y de dónde vienen los dueños del monte?

LHC: Pues, según su pensamiento ellos, porque yo ya leí la Biblia, namás de la Biblia dice que hay

ángeles. Dios que manda unos ángeles a cubrir lo que le pides. Que cubra, que cuida, o te cure a ti. Lo que le

pidas. En lugar de Dios, manda a sus ángeles. Pero sus ángeles no se ven. Son espíritus. Y él se manifiesta.

Como se lo pides se manifiesta.

WB: Y según de los de antes, ¿cómo lo pensaban?

LHC: Eh, mi papá lo pensaba que es Yuumtzil. (…) Yuumtzil es un señor grande, de respeto. Y como la

gente antigua así lo piensan.

69
Un jaguar.
70
Con xaka’ kaax, se refiere a caminar encima del monte, quebrando los árboles a su paso como si fueran ramitas. En el
Calepino de Motul, se dan los siguientes significados: 1) Xakab: Paso o tranco del hombre y de cualquier animal. 2)
Xakabtah: Medir a pasos; atrancar, pasando por encima de algo, atrancando o dando saltos (Arzápalo-Marín, 1995, p.
770). Kaax, como ya mencioné, es el monte.
111
En este relato, Leocadia Huitz narra un encuentro que tuvo con una entidad que reconoce como el

dueño del monte o Yuumtzil. Tradicionalmente, al interactuar con la naturaleza, los mayas entablan a su

vez relaciones de intercambio y reciprocidad con sus dueños, mismas que se concretan a través del

ritual. Esto permite que las personas obtengan de la naturaleza aquello que necesitan y/o desean –como

espacios para la agricultura y animales para cazar–, a la vez que genera un balance con la naturaleza y

sus dueños (Orihuela-Gallardo, 2015; Christenson, 2012; López-Austin y Millones, 2008; Ruz, 2002a).

Los Yuumtzilo’ob son entidades reconocidas en el territorio maya como dueños y guardianes de la

naturaleza o de ámbitos específicos dentro de esta. Estos ámbitos pueden ser lugares, como cuerpos de

agua, cuevas, montañas o vestigios arqueológicos; pueden ser especies animales o vegetales; o también

pueden referirse a grandes áreas en su totalidad, con todo lo que estas contengan. Son “dueños”, puesto

que el ámbito al cual se refieren les pertenece. Son “guardianes”, puesto que cuidan de aquello que les

pertenece. Ya desde el Popol Vuh de los ki’che’ –uno de los registros literarios más antiguos con los que

contamos respecto a la cultura maya– hay mención de estas entidades:

«Luego fueron concebidos los animales de las montañas, los guardianes del bosque, y todo lo que puebla

la montaña: los venados y las aves, el puma y el jaguar, la víbora y la serpiente de cascabel, el crótalo y el

guardián de los arbustos». (Popol Vuh, edición de Christenson, 2012, p. 101)

En una nota a esta obra, Christenson (2012) escribe respecto a las relaciones de reciprocidad que los

ki’che entablan en la actualidad con estas entidades:

«Los ki’che’ creían que los animales salvajes del bosque servían de guardianes y vigilantes al dios de la

tierra, al que usualmente se referían como Juyub’-Taq’aj (“Montaña-Llanura”) o Dios Mundo. A menudo se le

describe como un viejo simpático y canoso que vive dentro de los bosques deshabitados. Para cazar venado,

tomar de un arroyo del monte o preparar el campo para la siembra, primero hay que pedirle permiso al dios de

la tierra y pagarle con oraciones y ofrendas. Si no se hacen las ofrendas apropiadas, el dios de la tierra puede

mandar a uno de sus animales feroces para atacar al ingrato o invadir su propiedad». (p. 102)

Muestro otro par de citas con el propósito de enriquecer la noción de los dueños entre los mayas:
112
«Los “dioses” o señores de los animales son seres que los cuidan y protegen. El conjunto de los animales

del monte tiene un dios llamado yumil k’aax (señor del monte) o, desde época muy reciente, Juan del Monte.

Se trata de un ser que cuida a los animales que habitan el monte y que no son criados por las personas. Son

entidades que no son llamados dueños, pero sí se les considera como seres superiores de los animales».

(Orihuela-Gallardo, 2015, p. 98)

«En tanto los santos cristianos son los ocupados de velar por la seguridad personal de los individuos y de

las comunidades donde habitan y sobre las cuales señorean, mantener el equilibrio del mundo circundante

queda a menudo a cargo de deidades que muestran rasgos menos cristianos. Conocidos como dueños,

guardianes o ángeles, estos personajes cuidan de los bosques, las aguas, las plantas, los animales y los

fenómenos atmosféricos, beneficiando a aquellos que solicitan su ayuda y les honran con ofrendas y plegarias,

a la vez que castigan a quienes depredan la naturaleza por negligencia o abuso (….) Así, tenemos los

yuumtziloob de los yucatecos, los “dueños”, que reciben nombres específicos si cuidan de la foresta (kuil-

kaxoob), de la milpa (balamoob), o se encargan de la lluvia (chacoob)». (Ruz, 2002a, p. 332-333)

Volviendo al relato, coexisten dos interpretaciones de la entidad con la cual Leocadia tuvo un

encuentro: como un “Dueño del Monte” y como un “Ángel de Dios”. La primera interpretación está

vinculada al padre de la familia, Don Romaldo Huitz, quien durante su vida permaneció devoto a las

antiguas tradiciones mayas. Por otro lado, la madre, Doña Carmela Chin, tuvo un mayor apego a la fe

católica. Los hermanos Huitz Chin se criaron entre dos formas religiosas fuertemente unidas por la

historia. Más adelante en sus vidas entraron en contacto con una tercera, el cristianismo evangélico, con

el cual han reformulado profundamente sus ideas y prácticas, poniendo al centro a las figuras de

Jesucristo y el Dios bíblico.

En el relato se le da más de un nombre a la entidad, refiriéndose a sus diferentes cualidades. Xaka’

Kaax, hace referencia a su tamaño y fuerza, que es tal que quiebra los árboles del monte al andar.

Yuumtzil, refiere a su grandeza y al respeto que se le debe de tener. De hecho, existe una estrecha

relación entre esta entidad, la noción de “ser dueño” y el Dios bíblico. Yuum, Yuumil o Yuumtzil son

nombres que también se usan para referirse al Dios bíblico y a Jesucristo (Orihuela-Gallardo, 2015). En
113
algunas ocasiones, los hermanos Huitz se refieren a Dios como “el dueño de todo”, idea que tiende un

puente entre la divinidad, el mundo y los seres humanos. Dios crea al mundo y a las personas y, a la

vez, es su dueño. Pareciese que todo viene de Dios e infunde un sentido de sacralidad y respeto hacia

todo lo que existe, a la vez que un sentido de reciprocidad, un querer dar algo de vuelta a la divinidad

como agradecimiento por todo lo que esta nos brinda. Este “dar algo de vuelta” puede ser desde una

actitud hacia la vida, un gesto de cuidado hacia algo o alguien, hasta un ritual en menor o mayor

medida elaborado.

Ahora bien, no pretendo romantizar la relación que entablan los hermanos Huitz Chin con su

mundo. Ellos, cual todo ser humano, no escapan a la complejidad que rige nuestro sentir, pensar, actuar

y vivir. Mucho menos deberían ser puestos en el marco de una idealización ambiental de no-

interferencia con la naturaleza; por cierto, idea con raíces profundamente coloniales (Neumann, 2002).

Aun así, las ideas previamente expuestas están presentes en su día a día.

La cosmovisión actual entre los mayas peninsulares deviene del sincretismo histórico entre la

cultura maya y la europea, esta última portando la cristiandad católica. Es por lo tanto común encontrar

que entidades de ambas culturas se vean frecuentemente imbricadas (Ruz, 2002a). No obstante, la

noción de un Dios primordial del cual proviene la creación precede por mucho a la conquista española

(Christenson, 2012; López-Austin y Millones, 2008). La búsqueda del origen es a mi parecer, un rasgo

común a la cualidad humana y no un elemento culturalmente introducido en la Península de Yucatán.

Para ilustrar la idea anterior y cerrar este apartado, cito un pasaje de los Cantares de Dzitbalché en

López Austin y Millones (2008, pp. 49-50) refiriendo a Hunabkú, del cual se dice proceden todas las

cosas:

«El señor Hunabkú es quien da lo bueno y lo malo

entre los buenos y los malos

Porque él da la luz sobre la tierra;

114
porque es el Dueño de todas las cosas que están bajo su mano;

lo mismo el Sol que la Luna;

lo mismo la estrella humeante

que es como la flor luminosa de los cielos;

lo mismo las nubes que las lluvias;

lo mismo el rayo que la más pequeña mosca;

lo mismo las aves que los otros animales;

lo mismo»

Entidades sutiles

Las entidades sutiles albergan un rico campo de experiencias, nociones y ámbitos respecto a su

relación con la experiencia humana. Por ahora, en un intento por explorar las interacciones entre las

personas y estas entidades, me enfoqué en dos particulares, xmozono’ob y yuumtzilo’ob, los cuales

constituyen una muestra de un cuerpo de entidades e interacciones mucho más amplio.

Al nombrar “entidad sutil”, estoy dando un nombre situado para referir a seres conscientes

constituidos de una materialidad a la vez física y sutil, de una corporalidad de viento-energía (íik), que

pueblan el territorio maya, se relacionan a los ámbitos del supra e inframundo, y con los cuales las

personas entablan un amplio espectro de interacciones. Asimismo, con la palabra “sutil” quiero

referirme a un enfoque para abordar el estudio de estas entidades. Las entidades sutiles encierran una

complejidad dada por su carácter transitorio, por su identidad cambiante, por la riqueza de formas y

operaciones que asumen; complejidad que ha de tomarse tal cual, sin represar sus múltiples cauces ni

declarar prematuramente condiciones de causa-efecto.

Las interacciones con las entidades sutiles son parte de la dinámica de los mayas peninsulares.

Constituyen la regla y no la excepción. En estas interacciones se ven involucradas todo tipo de

personas. Condiciones sociales tales como la edad, el sexo y el estatus no parecen restringir la
115
posibilidad de interacción, aunque sí la particularizan. En este sentido, la diferencia que más capturó mi

atención desde los comienzos del trabajo, y por lo tanto, la que más traté de observar, fue aquella entre

especialistas (h’meno’ob) y no especialistas de la ritualidad; o como diría Eliade (1951/2016), las

diferencias entre el chamán y el pueblo.

En este caso, tal diferencia no parece existir de forma categórica. Es decir, tanto los h’meno’ob

como las personas no especialistas de la ritualidad pueden –y de hecho lo hacen– interactuar con las

entidades sutiles en situaciones tanto fortuitas como propositivas. Esto indica que hay un cuerpo de

conocimiento socialmente compartido, mismo que dicta las formas de reconocer e interactuar con las

entidades sutiles en diversas circunstancias.

Ahora, también es cierto que hay conocimiento restringido al grueso de la población y generalmente

depositado en los especialistas de la ritualidad, que los facultan para interactuar de manera más

consciente y propositiva con las entidades sutiles. Este conocimiento constituye parte de su formación

y les es transmitido tanto por sus maestros, que generalmente es algún familiar o persona allegada,

como por las entidades mismas. Hasta el momento, no he conocido a, o leído de ningún h’men que no

mencione haber recibido enseñanza directa de entidades sutiles.

Una cuestión fundamental para comprender a las entidades sutiles en el contexto de las interacciones

ambientales es la corporalidad. A la vez física-sutil, viento-energía, la substancia y/o materia de estas

entidades puede reconocerse mediante la palabra íik, que constituye su cuerpo. Las entidades sutiles, al

igual que todos los seres, se muestran e interactúan porque tienen cuerpos, cuerpos íik. Orihuela

Gallardo (2015) menciona:

«(…) aunque no se vea el cuerpo de las entidades, estas tienen cuerpo, con todas las implicaciones que de

ello se desprenden (…). Implicaciones que indican que aunque no se vea el cuerpo o espíritu de viento, tiene

materia. Una materia viva, que es capaz de sangrar (…)» (p. 104)

116
Las formas en que se muestran los cuerpos de las entidades sutiles son transmutables. Una misma

entidad puede aparecer como un viento atmosférico, un animal, una planta, o incluso como una

persona. Un ejemplo claro es el caso de los xmozono’ob. La forma principal en la que se reconocen es

la de un remolino de viento, pero pueden mostrarse en una forma humana. Esta transmutación corporal

se reconoce en la narrativa como posible de presenciar71.

Ahora, ni la cualidad íik ni las transmutaciones corporales son exclusivas de las entidades sutiles. La

narrativa muestra que todo lo que existe, y por lo tanto, todos los cuerpos, tienen un aspecto íik. De

forma similar, la literatura muestra que la noción de corporalidad entre los mayas comprende, además

del cuerpo físico, aspectos que podemos llamar sutiles (Balsanelli, 2018; Orihuela-Gallardo, 2015;

Hirose-López, 2008); De León (2003) plantea el concepto de cuerpos sutiles para referirse a las

estructuras energéticas presentes en el ser humano (y también en otros colectivos), que coexisten con el

cuerpo físico y que se muestran presentes en diversas tradiciones espirituales. Aunque únicos, los

conceptos de interioridad (Descola, 2011), entidades anímicas (Orihuela-Gallardo, 2015),

manifestaciones sutiles del cuerpo (Hirose-López, 2008) y cuerpos sutiles (De León, 2003) apuntan

todos hacia una gama de expresiones corporales sutiles con diversas cualidades y funciones, presentes

en todo tipo de colectivos (humanos, animales, plantas, entidades, etc.).

Un caso específico dentro de la cosmología maya peninsular en el que presenciamos esta noción de

corporalidad sutil compartida en los distintos colectivos es el wayaz (Orihuela-Gallardo, 2015). Esta

autora le describe como una entidad anímica o alma presente en seres humanos, plantas, animales y

entidades, que tiene acción independiente al cuerpo físico –en el caso de seres con cuerpo físico– y que

puede mostrarse en distintas formas. Por ejemplo, el wayaz de una persona se puede ver como la

persona misma, pero en un lugar distinto de donde está su cuerpo; también se puede presenciar como

una sombra o como un animal. En el caso de un animal, su wayaz puede mostrarse como otro animal.
71
Ejemplos de transmutación corporal en las entidades sutiles abundan en la literatura. Dos trabajos que sugiero en este
tema son los de Boccara (2004) y Orihuela Gallardo (2015).
117
Respecto a las entidades, no ejemplifica cómo opera su wayaz, sin embargo, deja claro que estos seres,

por la cualidad de viento de sus cuerpos también se muestran bajo distintas formas.

Vemos entonces que lo sutil, lo íik, está presente en todos los colectivos, constituyendo parte de su

corporalidad. Esto es importante, pues desde la concepción del cuerpo deriva la lógica que articula

tanto la existencia de los seres que pueblan los mundos, como sus interacciones. El hecho de que los

seres de todos los colectivos tengan cuerpos, y que estos cuerpos guardan similitudes a distintos

niveles, es precisamente lo que hace posible que interactúen (Orihuela-Gallardo, 2015). Las

interacciones ambientales suceden en y desde los cuerpos.

Las interacciones ambientales en torno a las entidades sutiles es siempre una cuestión de dos, ya sea

en singular o en plural; la persona y la entidad, o el colectivo humano y el colectivo de entidades. A

partir de las narrativas en torno a los xmozono’ob y los yuumtzilo’ob, quiero reflexionar sobre otro

elemento que considero fundamental, la voluntad. ¿Qué lleva a las personas y las entidades sutiles a

interactuar mutuamente? ¿Hasta qué punto la interacción entre las personas y estas entidades dependen

de la voluntad de cada uno?

Para el caso de las personas parece ser claro, o en todo caso, factible de saber. Siempre hay una

necesidad o un deseo que se busca satisfacer, que aparece relacionado al ámbito de la agricultura, la

cacería, la medicina, entre otros: tener acceso a un espacio en el monte para sembrar una milpa, contar

con lluvia suficientes para lograr una cosecha, cazar un animal silvestre, etc. Todo apunta hacia las

necesidades básicas del ser humano. Sin embargo, en el caso de los mayas peninsulares –así como de

muchas otras culturas indígenas– la satisfacción de estas necesidades requiere de la interacción con las

entidades sutiles presentes en el territorio, pues estas pueden facilitar o dificultar la realización de las

actividades humanas.

Ahora, cómo sería preguntar por la otredad no-humana. ¿Por qué una entidad sutil decidiría –o no–

interactuar con el ser humano? Los ejemplos que describo anteriormente pueden dar algunas pistas. El
118
choque con un remolino parece ser algo fortuito, no obstante, hay otros casos en que los que el

remolino parece ser enviado propositivamente por otras entidades (Orihuela-Gallardo, 2015). En los

ejemplos relacionados a los vestigios arqueológicos, el motivo de la interacción puede relacionarse a

alejar a las personas de un lugar sagrado, realzando su papel como dueños y guardianes. El relato de

Leocadia sobre el dueño del monte es diferente. No hay un interés de su parte en el encuentro que tiene

con el dueño del monte y tampoco una repercusión dañina hacia ella. Tampoco hay nada que indique el

propósito o el resultado de tal experiencia.

En otros casos tenemos la presencia de una ofrenda: por ejemplo, el sakab que se entrega en la

quema de una parcela y la sangre que se le entrega a la piedra o al gusano. Este último es interesante,

puesto que no es la persona quien busca propositivamente la experiencia, sino que sólo decide si

tomarla o no y, en caso de hacerlo, ha de entregar diariamente una ofrenda de sangre. Pareciera que la

entidad relacionada a este fenómeno es quien busca la ofrenda, ofreciendo algo que una persona podría

desear. Es posible pensar que no solamente las personas generan interacciones para satisfacer sus

intereses, sino que también desde el otro lado, las entidades sutiles detonan procesos.

La cantidad de experiencias en torno a las entidades sutiles del cosmos maya es enorme, y la

sistematización de las posibles motivaciones de estas en base a la narrativa oral no es el propósito de

este trabajo. Sin embargo, lo que resulta claro es que hay un fuerte componente de voluntad en las

entidades sutiles, mismo que juega un papel fundamental en las interacciones ambientales. El

reconocimiento de voluntad implica el reconocimiento de conciencia, y por ende de existencia.

Al comenzar a vislumbrar el papel que juegan las entidades sutiles en las interacciones que los

mayas peninsulares establecen con su territorio, nos encontramos ante otra noción de ambiente, una

noción que integra dimensiones de lo sutil, de lo íik, dentro de su lógica. Estas dimensiones incluyen el

reconocimiento de un amplio colectivo de entidades íik, un cuerpo de conocimiento en torno a las

formas de relacionarse para con estas entidades, así como una lógica –profundamente corporal– en la
119
que se basa el entendimiento de estas interacciones ambientales; y seguramente muchos más aspectos

de los aquí nombrados. Estas dimensiones forman parte de la vida cotidiana y se integran dentro del

amplio abanico que constituyen las relaciones e interacciones que las personas configuran junto con el

mundo que habitan.

Para cerrar esta sección, quiero traer al diálogo la cuestión de la humanidad. En la narrativa de Don

Honorio Cetz sobre la forma humana del xmozón, salta a la vista una de las formas más personales

(desde un punto de vista humano) que asumen las interacciones con las entidades sutiles. Al mostrarse

el xmozón en su forma humana, surge un contacto entre dos seres humanos 72. Me sería imposible no

traer al diálogo a Viveiros de Castro (2013) y preguntar, ¿quién es el humano en este relato?, ¿cuál es el

criterio de clasificación entre lo humano y lo no-humano?

Desde la propuesta del perspectivismo amerindio de Viveiros de Castro (2013), lo humano no

constituye una singularidad del Homo sapiens, sino el fondo común de todos los seres. Lo humano no

es un atributo fijado en un tipo particular de seres, sino que corresponde a la perspectiva del sujeto,

potencialmente presente en todos los seres. Así, todo es potencialmente humano.

Esto me lleva a preguntar cómo se constituye la noción de lo humano desde la cosmología maya

peninsular. El cuerpo no es como tal una frontera entre lo humano y lo no humano, pues existe una

noción del cuerpo compartida para los diversos colectivos (Orihuela-Gallardo, 2015), a la vez que se

reconoce que los integrantes de más de un colectivo pueden tener –o mostrarse en– formas humanas.

Paralelamente, la voluntad tampoco es exclusiva de las personas, pues asistimos a un mundo poblado

de entidades que dirigen sus acciones consciente y propositivamente.

No pretendo resolver este tema. Es una cuestión que surgió a partir de pensar desde la narrativa en

torno a las entidades sutiles y cuyo alcance no termino de vislumbrar. A través de la experiencia

cosmológica de los mayas peninsulares es posible replantear la noción misma de lo humano, una
72
Este relato no es un caso aislado, pues en la narrativa maya peninsular son muchas las entidades que se muestran en
formas humanas –aluxes, baalamo’ob, koolebil, xmozono’ob, yuumtzilo’ob, entre otros.
120
pregunta inagotable desde la perspectiva que se plantee. La respuesta generada desde el estudio de lo

maya tampoco sería definitiva, sino algo equiparable a una nueva flor que embellece el jardín de las

múltiples posibilidades de lo real.

Figura 22. Cueva cerca de Tekax, Yucatán. Fotografía: Germán Romero Pacheco

121
El mundo de arriba: conocimiento meteorológico tradicional

Durante el proceso de esta tesis exploré las prácticas, conocimientos y nociones en torno al clima

entre los mayas peninsulares. En cierta forma, quise encontrar una visión autóctona y vigente respecto

a la esfera climática que contrastara mucho con la visión occidental –de la forma en que, por ejemplo,

Rasing (1989) encuentra en la noción de Sila entre los inuits del ártico oriental de Canadá. Sin

embargo, esto no sucedió de la forma que esperaba. Muy posiblemente por el largo proceso de

transformaciones culturales, en la actualidad los conocimientos y prácticas en torno al clima entre los

mayas de la PY, se conforman de una confluencia de ideas y prácticas de distintos orígenes. No

obstante, hay mucho que decir.

Por ello, aclaro que palabras tales como “clima”, “meteorología”, y “atmósfera”, no aparecen en los

discursos de las personas que colaboraron en este trabajo. La palabra en español que más aparece

relacionada a este ámbito es “tiempo”73. Sin embargo, no la encuentro lo suficientemente clara para

poder articular el relato en torno a ella. Por ello, utilizo las palabras anteriores como un medio para

poder estructurar la información y articular el hilo de la narrativa.

Hay dos conceptos clave que utilizo durante esta sección: predicción meteorológica y propiciación

meteorológica. Con ellos, lo que pretendo es establecer una diferencia conceptual entre las prácticas

orientadas a conocer las condiciones meteorológicas y las orientadas a afectar dichas condiciones. Al

conjunto de prácticas contenidas en ambos conceptos las refiero como conocimiento meteorológico

tradicional. Remarco que estos conceptos no derivan de los discursos de los colaboradores. En un

comienzo, provienen de la observación de los datos etnográficos, pensando en organizarlos de acuerdo

con el grado de intervención en las condiciones meteorológicas que tienen las prácticas documentadas,

en forma análoga a como Blancas et al. (2010) plantean el manejo de la biodiversidad. Aunado a esto,

el trabajo de Rivero Romero (2015) fue clave para elegir las palabras predicción y propiciación, pues
73
Sería posible traducir al maya como k’iin. Pero esta palabra tiene significados más amplios.
122
de acuerdo con esta autora, fungen como dos vías que han articulado los estudios etnometeorológicos

en México.

Figura 23. Amanecer en Dzibalchén durante los primeros días de enero. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

Xook K’iin

Entre los mayas de la península de Yucatán existe un elemento muy importante en el ciclo agrícola:

la predicción de las condiciones meteorológicas que se presentarán durante el año. Hay varias formas

de predicción meteorológica, utilizadas para diferentes escalas temporales. Todas ellas se basan en la

observación de la naturaleza, en particular de la atmósfera, la flora y la fauna.

“Xook k’iin”, es una de las prácticas principales de predicción meteorológica. Xook, se traduce como

“contar”; k’iin, tiene varias acepciones, la principal es el Sol, pero también se refiere a los días y al

123
tiempo74. Como es sabido, el tiempo fue ampliamente estudiado entre los antiguos mayas, y lo fue en

cuanto a su relación con el Sol. En torno a esta relación Sol-Tiempo es que se formula un

entendimiento de los ciclos temporales; los días, las estaciones, los años y ciclos de años, suceden en

relación con el tránsito del Sol (De la Garza, 2002). Todavía más, el Sol está íntimamente vinculado a

la divinidad. Dice Sotelo (2002):

«No es posible hacer una distinción tajante entre el dios del Sol y el dios creador entre los mayas

yucatecos. Sus funciones parecen integrarse; en una oración se le veneraba como Hunab Ku y como Nohochil

Kin, Gran Sol (…) Landa dice que había una deidad cuyo nombre era Kinich Ahau Itzam Na, lo cual puede

significar que el Sol es uno de los rostros de Itzam Na». (p. 94)

En una ocasión estaba con Don Honorio Cetz (h’men) en Chunwaymil, cerca de Bolonchén. Él me

hizo una pregunta, «¿sabes qué es la luz?», me dijo. No entendía si se refería a la luz en un sentido

físico, simbólico, espiritual, etc. Él señaló directamente al Sol, diciendo que esa era «la linda luz», y

comenzó a hablar de la luz cuando nace el Sol, la oscuridad cuando cae la noche y el milagro que es

que cada día nazca el Sol y haya luz de nuevo en el mundo. En ese momento lo único que entendí fue

que Don Honorio no estaba hablando de lo que yo concebía como “sol”, “luz”, “día” y “noche”.

En otra ocasión, pasando más tiempo en su lugar, logré captar que para él la luz del sol es una

unidad con la luz de la divinidad, a la cual nombra en más de una forma. En ocasiones como “Dios”, en

otras, hace referencia a “Chaak”, en otras, a “La Linda Luz”, y en otras, es mucho más abstracto. Las

palabras y acciones de Don Honorio Cetz muestran que constantemente está percibiendo la presencia

de una realidad que trasciende al mundo que conocemos, en el cual la luz es su camino y su guía.

Teniendo presente que existe una estrecha relación cosmológica entre el tiempo y el sol, algunas

traducciones de xook k’iin podrían ser “contar el sol”, “contar los días” o “contar el tiempo-sol”. La

práctica en cuestión se conoce en castellano como las “cabañuelas” y consiste en observar el tiempo

74
Para confirmar la traducción de estas palabras consulté el diccionario maya-español de Gómez Navarrete (2009).
124
atmosférico desde el amanecer hasta el anochecer –es decir, durante el tránsito visible del sol– durante

el mes de enero, para conocer las condiciones atmosféricas del año en su totalidad.

El uso de las cabañuelas ha sido documentado en varias regiones de México (Rivero-Romero, 2015;

Aguilera-Lara, 2014; Terán y Rasmussen, 2009; Katz, 2008; Faust, 1998/2008), así como en la

Península Ibérica (Lima-Estévez, 2019; Fuentes-Blanc y Fuentes-Blanc, 2003), aunque posiblemente se

extiende a un área mayor. Al parecer, las cabañuelas llegaron al continente americano desde la

Península Ibérica, si bien sus orígenes no son claros y parecen perderse en los albores de las

civilizaciones humanas (Lima-Estévez, 2019; Fuentes-Blanc y Fuentes-Blanc, 2003).

Recordando que ya existía una rica tradición en la observación y predicción de fenómenos naturales

en la cultura maya precolombina, posiblemente la práctica actual de las cabañuelas deviene, como

tantas otras facetas de la vida en la PY, del sincretismo histórico. En este sentido, Lacadena (2002)

menciona que desde los principios de la colonia era notable la capacidad con la que los mayas

adaptaron las antiguas tradiciones a las nuevas. En sus palabras:

«Los ejemplos coloniales contenidos en los Chilam Balam son un interesante ejemplo de la extraordinaria

capacidad de los mayas de combinar la tradición antigua con las nuevas influencias. Así, en estos textos

tenemos información de claro origen prehispánico (carácter bueno o malo de los días, referencias a

actividades como la caza o la apicultura, ciclos rituales de ceremonias de fuego, mención de deidades

antiguas) entremezclada con otras informaciones, también religiosas, pero procedentes del culto católico

(referencias a los patronos del día, del santoral cristiano, festividades)». (p. 183)

Entre los hermanos Huitz Chin, las cabañuelas se utilizan de la siguiente manera. Del primero al

doceavo día de enero, cada jornada se asocia a un mes –enero a diciembre. Durante el día, hay tres

momentos que se observan especialmente: el amanecer, el mediodía y el anochecer, que se asocian a

los comienzos, mediados y finales del mes correspondiente. El tiempo atmosférico que se presente

durante un día, es el que se presentará durante el mes que corresponda a tal día. Cuando la cuenta se

125
hace de 24 días, del treceavo al veinticuatroavo día corre una cuenta a la inversa. Es decir, de diciembre

a enero. Esto se utiliza como una confirmación a la primera cuenta de 12 días. Pueden también contarse

los últimos 7 días. Del 25 al 30 cada día corresponde a 2 meses en orden ascendente; y en el 31, se

observan todos los meses del año por horas. Actualmente, lo más usual es que se cuenten sólo los

primeros 12 o 24 días.

Los datos obtenidos por Terán y Rasmussen (2009) respecto a la práctica de xook k’iin en el ejido de

Xocén, Yucatán, muestran el mismo orden de las cuentas. Sin embargo, estos autores detallan la forma

de contar las horas durante el 31 de enero, con lo que complementan los datos obtenidos en Xkix.

Tabla 3. Cuentas de las cabañuelas o xook k’iin. Tomada de Terán y Rasmussen (2009, p. 159)75.

Primera cuenta Segunda cuenta Tercera cuenta Cuarta cuenta


Día Mes Día Mes Día Mes Horas Mes Horas Mes
(día 31) (día 31)
1 Ene 13 Dic 25 Ene 1 Ene 13 Dic
Feb
2 Feb 14 Nov 2 Feb 14 Nov
3 Mar 15 Oct 26 Mar 3 Mar 15 Oct
Abr
4 Abr 16 Sep 4 Abr 16 Sep
5 May 17 Ago 27 May 5 May 17 Ago
Jun
6 Jun 18 Jul 6 Jun 18 Jul
7 Jul 19 Jun 28 Jul 7 Jul 19 Jun
Ago
8 Ago 20 May 8 Ago 20 May
9 Sep 21 Abr 29 Sep 9 Sep 21 Abr
Oct
10 Oct 22 Mar 10 Oct 22 Mar
11 Nov 23 Feb 30 Nov 11 Nov 23 Feb
Dic
12 Dic 24 Ene 12 Dic 24 Ene

Las cabañuelas son sumamente importantes para predecir la cantidad y distribución temporal de las

lluvias anuales, y con ello asegurar las cosechas. Cito las palabras de Marino Huitz Chin (agricultor):

75
Los datos respecto a la cuenta de las cabañuelas son los mismos para los casos de Xkix (presente trabajo) y Xocén
(Terán y Rasmussen, 2009), con la excepción de la explicación de la cuenta del 31 de enero en este último trabajo. Por
su facilidad de lectura, tomo la tabla prestada de Terán y Rasmussen (2009).
126
«Entonces, todo estos se están apuntando. Entonces si las personas se lleva ese control, cuando siembra su

semilla de maíz no nomás lo va a sembrar qué día, qué, sino que tiene que pescar esto. Entonces si agosto

hizo sequía, no va a sembrar nada. Hasta el mediano de agosto va a sembrar. Entonces ya para aprovechar la

lluvia, para septiembre, para octubre. Si octubre va a haber, ya se está, es el último mes para los aguaceros.

Entonces ya para a partir de octubre, si va a presentar una buena nublación, con chubasquitos, allá va a lograr

la cosecha del maíz. Entonces octubre. Si noviembre ya va a entrar mes de fríos, entonces ya va a haber

nortes, así como nublación, entonces todo estes noventa días ya el, la cosecha del maíz lo están colgando.

Colgando se aprovecha. Pero, ya agosto, septiembre, octubre, noviembre, ya diciembre entra los fríos. Ya la

cosecha lo que tiene que dar ya lo dio. Entonces diciembre. Entonces entra otra vez el mes de enero que te

dije. Ya son 12 días, significa 12 meses.»

Vuelto a citar a Marino Huitz, ahora explicando el uso de las cabañuelas para prevenir las cosechas

de la canícula:

«Hay campesinos, hay gentes que se preocupan y siembran, y no logran, porque junio, julio, agosto, si

para la sequía, se pierde. Entonces deben sembrar por ahí del 15 o 16 de agosto, (cuando) ya va a entrar de

septiembre, va a aprovechar las lluvias. Octubre va a aprovechar. Entonces ya, cuando pega la cosecha. Pero

si se confunde de tanto aguacero que se va a caer (en junio y julio), y se desesperan y siembran sí sale. Pero

cuando entra mes de agosto, si hace la sequía truena. Si ya se está pegando los elotitos truena. Cae unos, como

le dice, el kankubul76, y ya, se deja marchitado todos estos elotitos ya. Ya no se gana la cosecha.»

Quiero resaltar algo en el discurso de Marino Huitz Chin, y es que cuando habla del tiempo

atmosférico, no hay una distinción que aclare si se refiere al transcurso del mes o al transcurso del día

con el cual se predicen las condiciones de dicho mes. Esto puede deberse a su forma de hablar el

castellano. Sin embargo, otro dato que induce a pensar en otras posibilidades es que durante los

primeros días de enero es común escuchar expresiones como “hoy es marzo”, “hoy es diciembre”, etc.,

entre la gente de Dzibalchén.

76
Un tipo de lluvia “ácida o caliente”, que “quema” los cultivos. Se caracteriza por formar nubes rojas y por ser más fría de
lo normal. En el caso del maíz, torna amarillas sus hojas y, si no llega a matar la planta, afecta el desarrollo de las mazorcas.
Este tipo de lluvia no es un fenómeno reciente (Sergio, poblador de Dzibalchén).

127
Podemos pensar que los días “representan” meses. Sin embargo, las palabras indican que la relación

es más estrecha. En cierta forma, los meses son días y los días son meses. Hirose López (2008)

menciona que en la cosmología maya «el ser humano es un microcosmos, reflejo del macrocosmos,

con el que comparte los mismos principios que rigen los procesos de la naturaleza en el espacio y el

tiempo» (p. 136). Edgar Morin (1990/2008) plantea una noción muy similar en su forma de

aproximarse a la complejidad. Dice: «en un holograma físico, el menor punto de la imagen del

holograma contiene la casi totalidad de la información del objeto representado. No solamente la parte

está en el todo, sino que el todo está en la parte» (p. 107).

Podemos pensar en estas posibilidades con respecto a los ciclos temporales en las prácticas de

predicción meteorológica tradicionales. Aunque sólo son aproximaciones, lo cierto es que asoma otra

forma de concebir el mundo. En este sentido, nos encontramos ante las fronteras entre sistemas de

pensamiento. ¿Hasta dónde es posible entender la cosmología maya peninsular, desde una cosmología

vinculada al pensamiento occidental?

Considero que los sistemas de pensamiento no deberían traducirse unos a otros de formas simplistas,

que usualmente conllevan una carga de preconcepciones y prejuicios. De igual manera, asumir que

desde el pensamiento occidental se pueden comprender todos los demás sistemas de pensamiento

puede hacernos caer en un etnocentrismo (Viveiros de Castro, 2013), que lejos de ayudarnos a

comprender a la otredad, puede agrandar la brecha de comunicación entre distintos grupos sociales y

con ello, los problemas ambientales en los que estamos inmersos. En todo caso, con las limitaciones –

tanto sistémicas como personales– considero que una buena opción es intentar percibir y reconocer los

espacios de interacción en que uno y otro sistema de pensamiento se tocan y comprenden.

128
Figura 24. Árbol de jabín (Piscidia piscipula (L.) Sarg.) en Xkix. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

Veamos ahora otras formas de predicción meteorológica, basadas en la observación de la flora, la

fauna y la atmósfera, funcionales para escalas temporales menores a la anual. El jabín (Piscidia

piscipula (L.) Sarg.) es un árbol caducifolio abundante en la PY, y asimismo presente en los estados del

sur-sureste del país y en los adyacentes al Golfo de México (Tampico, San Luis Potosí, Veracruz,

129
Puebla, Tabasco, Oaxaca y Chiapas) (CICY, s.f.). Durante la época de secas, el jabín tira sus hojas, para

dar lugar a su floración, muy valorada con relación a la apicultura y la meliponicultura. Además,

algunos animales como el pavo de monte y el venado se alimentan de la flor cuando cae al suelo (Jorge

Huitz Chin, agricultor).

Una vez polinizada la flor se forman los frutos, en los cuales puede saberse cómo será una

temporada de lluvias. Si los frutos están bien formados, es decir, del mismo tamaño y alineados

simétricamente en las vainas que los contienen, se interpreta que va a haber una buena temporada de

lluvias y una buena cosecha, y así será con los granos de las mazorcas de maíz, estarán bien formados.

Si sucede lo contrario, de tal forma se interpreta que será el temporal y la formación de las mazorcas de

maíz (Marino Huitz Chin, agricultor). Después de salir el fruto, y entrando la temporada de lluvias, el

jabín vuelve a retoñar. La predicción meteorológica a través del jabín es una manera en que pueden

predecirse condiciones atmosféricas a una escala que comprende la principal temporada de lluvias.

Hay eventos en los que se interpreta la proximidad o lejanía de las lluvias con respecto a una

temporada de sequía. Entre los que indican la proximidad, están sonidos especiales que hacen algunos

animales. Una forma de bramar del tigre –jaguar (Panthera onca)–, un sonido particular de las

chachalacas (Fam. Cracidae), y el sonido ¡hao hao hao! de un cosmíco –gavilán (Fam. Accipitridae)–,

son algunos ejemplos. En los primeros no logré registrar la relación entre el sonido y la venida de las

lluvias. En el último, hay una relación directa a través de la lengua maya, que conecta al sonido del

gavilán con la presencia de lluvia; el sonido hao, se relaciona a la palabra ha, que significa agua.

Por otro lado, cuando en tiempo de solaza un gavilán se para en la punta de un palo seco y hace el

sonido ¡hoo sak, hoo sak!, significa que van a seguir días muy soleados, por lo que es buen momento

para chapear la parcela y realizar la quema. En palabras de Jorge Huitz Chin (agricultor):

130
«Entonces cuando tiempo de solaza, busca un, el gavilán, se busca un palo seco así, en la mera puntita,

¡hoo sak!, hoo sak! Entonces, el hoo sak está diciendo que, tres mecates, es tiempo de chapear cañada. Ji ji ji

ji, porque, está acercando pura solaza. Je je je je, je je je je. Sii, te han hecho su hoo sak.»

Los colores al amanecer son otra condición atmosférica en la cual se interpreta la proximidad o

lejanía de las lluvias. Si durante un amanecer permea un tono rojizo, se interpreta que la sequía

continuará. Por el contrario, en un amanecer blanco se interpreta que las lluvias vienen en camino

(Jorge Huitz Chin).

Los últimos ejemplos que quiero mencionar son respecto a la interpretación de huracanes. Ver un

árbol que gira en torno a su propio eje es interpretado como señal de que llegará un huracán. Para

Marino Huitz, es una forma en que el árbol dice «así me van a destruir». Esto generalmente sucede

durante el mes de enero, por lo tanto, el día en que se observa dicho fenómeno corresponde con el mes

del año en que se predice su aparición (Marino Huitz Chin, agricultor). Asimismo, la presencia de

venados en poblaciones humanas puede ser una señal de desastres naturales, pues «no es normal que un

venado ande por el pueblo» (Baldemar Huitz Chin, agricultor).

Los hermanos Huitz Chin concuerdan en que hay muchas formas en que la naturaleza da avisos.

Para ellos, es importante observar constantemente la naturaleza, conocer las señales y hacer caso de

ellas, pues para todo lo que ocurrirá en un futuro, en el presente se dan señales. Actuar acorde a las

señales tiene propósitos muy claros: lograr las cosechas y prevenirse ante fenómenos meteorológicos.

No obstante, la cuestión tiene un aspecto más profundo. Para ellos las señales en la naturaleza son la

forma en que Dios se comunica con nosotros para avisarnos lo que ocurrirá y darnos la oportunidad de

prevenirnos (Marino Huitz Chin).

Esto es importante, pues completa un panorama que muestra la vida como una red, que abarca desde

la satisfacción de las necesidades básicas de supervivencia y alimentación hasta el sentido de una

profunda espiritualidad. Las señales se consideran como mensajes de Dios, quien, al no poder

131
comunicarse directamente con el ser humano –o, visto de otra forma, al no poder el ser humano

escuchar directamente a Dios– lo hace a través de la naturaleza. De esta manera, la naturaleza se vuelve

el hilo de comunicación con la deidad. Al igual que todo lo existente, la naturaleza ha sido creada por

Dios, quien es el Dueño de todo, y es a través de ella que se expresa y comunica con el ser humano. El

intento de “leer la naturaleza” puede ser entendido como un intento de conocer la voluntad divina y,

asimismo, actuar de acuerdo con las señales es hacerlo acorde a la voluntad de Dios. Obrar de esta

forma es garantizar la supervivencia humana, visión que se materializa en las prácticas agrícolas

realizadas en el territorio.

Si bien las prácticas de predicción meteorológica mencionadas –en particular las cabañuelas– han

sido documentadas en otras comunidades de la PY (Terán y Rasmussen, 2009; Faust, 1998/2008),

como tal no he encontrado mención explícita de una forma de espiritualidad como esta. Mas la

búsqueda por conocer y obrar de acuerdo con dicha voluntad está presente en múltiples facetas de la

vida entre los mayas peninsulares. Se expresa en los diseños arquitectónicos (De la Garza, 2002;

Williams-Beck, 2008), el chamanismo y la sanación (Hirose-López, 2008), y en la agricultura

(Orihuela-Gallardo, 2015), sin agotar las facetas de la vida en las que podemos encontrar un fuerte

sentido espiritual. Si bien la búsqueda por sintonizar con la voluntad divina se expresa de forma

particular entre los hermanos Huitz Chin, es un rasgo claro entre los mayas peninsulares, por lo que no

sería de extrañar encontrar una visión similar en torno a la lectura de las señales en otras comunidades.

Ahora miremos hacia un caso distinto, el cual no tiene el propósito específico de predecir

condiciones atmosféricas, pero puede aportar mucho a la reflexión sobre las relaciones ambientales

aquí planteadas. El tipo de vivencia que quiero describir es menos usual y la encontré asociada a los

h’meno’ob. Se trata de experiencias en las que una persona entabla un diálogo personal con los

animales. Para ejemplificar hablaré de Don Honorio Cetz (h´men), mi principal referencia respecto a

este tema.

132
Cuando él era niño, su padre, que era un h’men, le enviaba a buscar yerbas al monte, sin enseñarle

cómo eran ni darle indicaciones para localizarlas. Don Honorio narra que, en una de esas ocasiones se

sentó a llorar en el monte por no saber dónde encontrar las yerbas. En eso llegó un pájaro, que le habló

y le guio hasta la planta que buscaba.

En otra ocasión, ya adulto, Don Honorio Cetz se encontraba en el monte cazando. En una colina vio

dos venados, un macho y una hembra. Supo, por mensaje de los venados, que no los debía matar en ese

momento. Al día siguiente fue a la misma hora al mismo lugar, donde encontró al venado macho, a

quien cazó.

Don Honorio Cetz narra varias ocasiones en que recibió instrucciones directamente de los animales,

no en la forma de señales como las mencionadas por la familia Huitz Chin, sino en la forma de voces e

intuiciones sumamente nítidas. Frecuentemente, en su cotidianidad escucha las voces de algunas aves,

desde sus gallinas, hasta pájaros que vuelan en los alrededores, quienes le indican la visita de personas

y la cura a enfermedades. Dice que, si cualquier persona pone la suficiente atención, podrá escuchar la

voz de los animales.

Ch’a Chaak

Los casos que reviso en el apartado anterior están relacionados a la interpretación, predicción y

conocimiento de la naturaleza y el clima. Los que muestro en este se relacionan a la intervención, a

actos propositivos que realiza la gente para propiciar condiciones meteorológicas específicas. Me

centraré en un caso, la petición de lluvias. No obstante, para el diálogo posterior incluyo el ejemplo de

la quema de las parcelas y los xmozono’ob que describo previamente (páginas 105 a 108).

Miremos hacia la petición de lluvias, el ritual conocido como Ch’a Chaak. Entre los hermanos Huitz

encontré que hay dos momentos del año en que puede realizarse: a principios del año y/o durante la

temporada de desarrollo del maíz –actualmente, no se designa una fecha exacta para hacer estos

133
rituales. En el primer caso, la práctica consiste en “comprar” la lluvia. Es decir, el ritual tiene la

finalidad de garantizar por adelantado que lleguen las lluvias necesarias para lograr la cosecha. En el

segundo caso, estando dentro de la temporada de desarrollo del maíz, se pide la lluvia cuando esta

escasea, pudiendo realizarse el ritual hasta dos veces (Manuel Huitz Chin, yerbatero y agricultor;

Leocadia Huitz Chin, agricultora). Hirose López (2008, p. 33), da un nombre distinto para cada uno de

estos rituales: Maan Chaak –comprar la lluvia– y Ch’a Chaak –pedir la lluvia.

Figura 25. Manuel Huitz Chin y Leocadia Huitz Chin77. Fotografía: Esteban Romero De la Serna

Por ahora, los datos de campo con los que cuento no son suficientes para reconstruir enteramente

estos rituales. Una descripción detallada de un Ch’a Chaak realizado en la RC puede encontrarse en

77
Manuel Huitz Chin fue el último de los hermanos que entrevisté, porque casi no habla español. Leocadia Huitz me
ayudó traduciendo la entrevista. Después de la entrevista nos mostró su solar (en Dzibalchén), en el cual cultiva una
gran cantidad de plantas comestibles, medicinales y ornamentales.
134
Faust (1998/2008). Sin embargo, debe tenerse en cuenta que la forma exacta en que se realizan cambia

de acuerdo con la región y el h’men que los lleva a cabo. Los datos que describo a continuación y en

torno a los cuales centro el diálogo, son algunos aspectos del Ch’a Chaak, que me compartió

principalmente Don Manuel Huitz Chin, el hermano mayor de la familia y quien hasta hace algunos

años ejerció como h’men. Actualmente continúa trabajando como yerbatero, pero ya no hace trabajos

rituales.

En un Ch’a Chaak el rol de la comunidad es sumamente importante. Todos los grupos que se

beneficiarán del ritual deben activamente contribuir en el trabajo que este implica. Cada persona o

grupo de personas debe aportar ya sea en dinero, especie o trabajo. En caso de que el ritual se realice a

una escala espacial amplia, las familias y/o comunidades pueden enviar representantes. Durante el

proceso el h’men es quien organiza y dirige el trabajo de los asistentes y la preparación de las ofrendas,

realiza la entrega y tiene la labor de cuidar espiritualmente el ritual.

La armonía y la intención de la comunidad son muy importantes. Las personas que realizan un Ch’a

Chaak han de estar en armonía unos con otros y tener una intención clara y compartida de lo que se

busca. De no ser así, el ritual pierde su eficacia, e incluso puede tener efectos perjudiciales. Esto no

sólo sucede durante un Ch’a Chaak. En general, el espacio ritual se considera un espacio sagrado, en el

cual se debe buscar la armonía entre las personas que participan. El día de un ritual, de ninguna forma

está permitido que las personas peleen o siquiera discutan entre sí (Rodrigo Pech, poblador de

Chunwaymil). De acuerdo con Thomass (2010), un conflicto entre los participantes de un ritual puede

incluso devenir en la muerte de algún familiar.

En general, parece haber consenso respecto a la importancia del rol de la comunidad tanto en el

Ch’a Chaak como en la ritualidad agrícola maya peninsular (Thomass, 2010; Terán y Rasmussen,

2009; Faust, 1998/2008). Esta ritualidad es en gran medida de carácter colectivo. Podemos pensar que

135
la realización de los rituales tradicionales por una parte requiere de cierto nivel de consenso y cohesión

social, a la vez que propicia el mantenimiento y la recreación de los vínculos comunitarios.

El último aspecto que quiero señalar respecto a la comunidad es que las mujeres están en gran

medida excluidas de esta práctica. Generalmente participan en la preparación de algunos alimentos,

mas no de todos, y usualmente lo hacen en un lugar distinto de aquel en donde se lleva a cabo la

ceremonia. En su descripción de un Ch’a Chaak en Nohyaxché, Campeche, Faust (1998/2008)

menciona que las mujeres sólo asisten a la parte final de la ceremonia y que en otras comunidades están

totalmente excluidas. No menciona una razón concreta para ello, con la excepción del caso de las

mujeres que se encuentran embarazadas o amamantando. A ellas se les recomienda que no prueben la

comida o bebida ritual, porque el poder contenido en estas podría hacerles daño, y con ello, al

desarrollo de sus bebés. Faust (1998/2008) menciona que durante la mayor parte del ritual ella fue la

única mujer presente, al cual tuvo acceso por la relación de confianza que tenía con el h’men, Don

Pedro, quien dirigía el ritual.

Thomass (2010), menciona que la división del trabajo basado en el género es un rasgo común en la

cultura maya peninsular. Al igual que Faust (1998/2008) y que los informantes de este trabajo,

menciona la exclusión de las mujeres en el Ch’a Chaak. Sin embargo, afirma que las tradiciones

rituales están cambiando y que actualmente las mujeres participan en muchos ritos que antes eran

exclusivamente masculinos. Asimismo, afirma que esta ruptura en la tradición es un cambio

propositivo y que las x’meno’ob (femenino de h’men) juegan un rol importante en estos cambios. Hay

que notar que Thomass realizó su trabajo de campo en Maní, Yucatán, localidad cercana a Mérida y con

ello posiblemente abierta a un nivel de intercambio cultural más amplio que aquel de comunidades más

lejanas.

136
Son muchas las ofrendas que se preparan. Las que describo a continuación son aquellas que Manuel

Huitz Chin (agricultor y yerbatero) me compartió. Estas incluyen tamales pequeños o “tupitos” 78, y

tamales más grandes con pepita molida o penguch, ambos cocinados en hornos de tierra –técnica que se

conoce como pib–; monedas de plata en caso de que se vaya a comprar la lluvia; sakab, tabaco, y

baalche’79 –bebida hecha con corteza del árbol del mismo nombre (Lonchocarpus longistylus Pittier)

remojada en agua y miel, a la cual Manuel le llama “el vino de los señores”. Asimismo, el h’men utiliza

ramas de sip che’ (Bunchosia swartziana Griseb), para proteger espiritualmente el trabajo.

Todo se asienta sobre el ka’an che’. La palabra kan, dependiendo de la pronunciación exacta, podría

estarse refiriendo a varios significados: ka’an se refiere al cielo, kaan a serpiente y kan al número

cuatro (Gómez-Navarrete, 2009, pp. 138-140). Che’ se refiere a cualquier árbol u objeto hecho de

madera. En el Capelino de Motul, caanchee se traduce como «tablado hecho de palos largos»

(Arzápalo-Marín, 1995, p. 109), a la vez que hace referencia a su uso agrícola 80. Sin embargo, la

connotación ritual del ka’an che’ tiene que ver con establecer una relación con el cielo, con llevar las

ofrendas del plano terrestre al plano celeste, por medio de elevarlas del suelo. Así, encima del ka’an

che’ se colocan hojas de x’chúup81 o henequén para hacer los arcos que representan la bóveda celeste.

Más profundamente, no sólo se está representando, sino que se está re-creando el cielo 82, a donde se

busca establecer una conexión. Para Javier Hirose, los rituales no son representaciones, sino re-

creaciones del cosmos (comunicación personal, 2018), idea apoyada por trabajos como los de Eliade

(1951/2016; 1949/2001) y De la Garza (2002).

78
Del maya t’uup o thup, que se refiere al hijo menor de una familia (Gómez-Navarrete, 2009, p. 176; Arzápalo-Marín
1995, p. 740) y por analogía se usa para referirse a lo más pequeño de algo.
79
Actualmente se llega a sustituir por otras bebidas alcohólicas. En la región de camino real he visto el uso de
aguardiente. Faust (1998/2008), menciona el uso de ron blanco y amarillo.
80
El ka’an che’ es también una cama de cultivo utilizada en los solares mayas.
81
Lo escribo tal cual se escucha en la grabación. No tengo mayor conocimiento de la planta utilizada. Sin embargo, he
sabido de al menos 4 plantas diferentes que se utilizan para hacer los arcos.
82
La noción del cielo conlleva la noción del supramundo. Es decir, no es únicamente el cielo físico como usualmente lo
entendemos, sino que incluye los aspectos espirituales relacionados al cielo en la cosmovisión maya.
137
La mayor parte de las ofrendas se colocan en cuentas de trece (Manuel Huitz Chin). De acuerdo con

la literatura, este número se asocia a los trece niveles del cielo o supramundo (De la Garza, 2002;

Faust, 1998/2008; Holland, 1961). Para los hermanos Huitz el número trece representa a Jesús y los 12

apóstoles (Manuel Huitz Chin, Marino Huitz Chin). Si bien las interpretaciones son diferentes, hay un

punto en común y es que apuntan hacia lo más alto. La lluvia se pide “desde lo más alto”.

En concordancia con esta idea, Terán y Rasmussen (2009) mencionan que en los Ch’a Chaak

realizados en Xocén, Yucatán, es a Dios Padre a quien se encomienda el ritual, pues Él es quien manda

a todas las entidades relacionadas con la lluvia –incluyendo a los chaako’ob– y de quien, por lo tanto,

dependen los cultivos y la vida misma. Asimismo, en el Ch’a Chaak que describe Faust (1998/2008),

menciona que se construyeron siete arcos de hojas de palma, y al final del séptimo se hizo el altar. Los

arcos representan los niveles del cielo que el Sol recorre desde el amanecer hasta el mediodía, antes de

descender hacia el poniente por los otros 6 niveles. El papel ritual de estos arcos está relacionado a

ascender hasta el nivel más alto.

Vemos entonces que a la par de satisfacer una necesidad pragmática, en este caso atraer las lluvias

para lograr las cosechas, a través del ritual se busca integrar los diferentes niveles del cosmos y

propiciar la comunicación y reintegración humana con la totalidad.

Al hacer la entrega de la ofrenda se nombra el territorio específico en donde se busca que caiga la

lluvia, que puede ser desde las parcelas de algunas familias, hasta las tierras de una comunidad o de

varios ejidos. Al tiempo, se invoca a una diversidad de entidades que van desde Dios –considerado

como lo más alto, “el dueño de todo”–, los “vientos” de las cuatro esquinas del cielo, hasta una

diversidad de entidades sutiles que pueblan la tierra, entre las que se encuentran los baalamo’ob83, las

83
La palabra báalam se refiere al jaguar y, al ser usado en el contexto de entidades sutiles, refiere a seres con la grandeza
característica de este animal (Orihuela-Gallardo, 2015). Así, los báalamo’ob ocupan un lugar importante entre las
entidades sutiles de la cosmología maya peninsular.
138
koolebil84 y los aluxes85. También se invoca a las energías de los vestigios arqueológicos de la región. A

todas estas entidades es a quienes se entrega la ofrenda (Don Manuel Huitz Chin).

Debajo del ka’an che’ se encuentran 13 niños, que durante la entrega de las ofrendas imitan los

sonidos de los sapos (que croan al caer la lluvia) al tiempo que el h’men los alimenta.

MHC86: Entonces, abajo (de) la mesa, ahí va los 13 muchachos. No chamacas, puro hombres, niños, bajo

la mesa. Cuando está entregando el Chaa Chaak, el señor que hace eso, ahí está ellos (los niños), cada uno

dice así: wuoo, wuoo, wuoo; otro dice hä, äm, äm; el otro dice ¡ghë, ghë, ghë, ghë, ghë!; el otro está cantando

está rogando el agua. Ahí está bajo la mesa, los niños.

LHC: Los niños, van a imitar…

MHC: Uuu, ëëë, ïïï, iii, ehh, ëhh, otro, diferente. Wöö, wöo, lak lak lak lak lak, está los sapos bajo la mesa.

Al finalizar, la comida consagrada se reparte entre las personas que asistieron a la ceremonia,

quienes también llevan comida para compartir a sus familiares, y con lo cual se comparte la bendición

generada durante el ritual. De tener un efecto cabal, la lluvia llega inmediatamente (Leocadia Huitz

Chin, agricultora).

Ahora, volvamos a algo esencial, la figura de Chaak. En los estudios de cultura maya, Chaak se

reconoce como una deidad relacionada al ámbito del agua y asimismo con íntima relación a la

agricultura (Sotelo, 2002). Terán y Rasmussen (2009) mencionan que en Xocén, Yucatán, Chaak es

reconocido como “el regador”, quien estando al servicio de Dios, tiene la función de recoger el agua

dulce de los cenotes para regar la tierra y hacer crecer los cultivos.

84
Palabra compuesta por kole, mujer, y bil, que funciona como reverencial. Una traducción literal sería “gran mujer”. Otra
palabra con la que es frecuente que se traduzca es “vírgen”. Sin embargo, las kolebil pueden mejor entenderse como
báalamo’ob femeninos. Son entidades femeninas de poder y grandeza, usualmente relacionadas a cuevas y pozos y,
asimismo, al proceso de iniciación de los h’meno’ob (Orihuela-Gallardo, 2015).
85
De las entidades de la cosmología maya, posiblemente los aluxes son quienes tienen una mayor frecuencia en la
narrativa popular. Se dice que son seres pequeños y visten con ropas de manta. En ocasiones están al servicio de las
personas, ayudándoles a cuidar su milpa, a cazar, o a asistir a los h’meno’ob. También se les considera entidades que
deambulan libres por una diversidad de espacios, en cuyo caso las personas deben siempre cuidarse y mostrar su
respeto, pues los aluxes también pueden causar la enfermedad e incluso la muerte (Orihuela-Gallardo, 2015).
86
MHC corresponde a Manuel Huitz Chin; LHC a Leocadia Huitz Chin.
139
Al preguntarle a Jorge Huitz por Chaak, menciona que «es la lluvia», y parece extrañado, como si

fuera algo obvio y nunca le hubieran hecho semejante pregunta. Cuando Manuel Huitz me describió el

Ch’a Chaak, no hubo una mención explícita de Chaak, excepto por el nombre de la ceremonia. Lo

mismo ocurrió cuando otros miembros de la familia Huitz me hablaron del ritual, Chaak sólo figuraba

en el nombre.

Figura 26. Don Honorio Cetz87. Fotografía: Germán Romero Pacheco

El caso de Don Honorio Cetz (h´men) es muy distinto. Él narra que desde pequeño Dios Chaak ha

estado presente en su vida. La primera vez que lo escuchó fue de niño. Mientras caminaba por el

monte, llegó una tormenta, y del cielo escuchó una voz que le habló. De ahí en adelante Dios Chaak,

como él le llama, ha estado presente. Para Don Honorio, el trabajo más difícil de todos es ser Sacerdote

87
Durante una mañana, Don Honorio se tomó el tiempo de mostrarnos (a mí y a mi padre) las plantas medicinales que
tiene en su solar, así como de compartirnos algunas de sus experiencias de vida.
140
de Dios Chaak –forma en que él llama a un h’men–, pues este prueba duramente a quienes lo buscan y

a quienes tienen el don. Don Honorio habla en ocasiones de Dios Chaak y en ocasiones de Dios. No

puedo saber hasta qué punto él hace una diferencia entre uno y otro, como si lo prehispánico y lo

católico hicieran una diferencia a este nivel. Para él es una misma realidad.

¿Qué es Chaak entonces? ¿Una deidad? ¿Un simbolismo referente a un ámbito de la naturaleza? ¿La

lluvia misma? Posiblemente todas ellas a la vez, y más. No hay una sola visión sobre lo que es. Chaak

es una entidad que conjuga múltiples ámbitos de la vida en torno al agua entre los mayas de la PY.

Cualidades de las formas del conocimiento meteorológico tradicional

Las prácticas que forman parte del conocimiento meteorológico tradicional están encaminadas

principalmente a cuidar del ciclo agrícola y lograr las cosechas. A través de las prácticas de carácter

predictivo se busca conocer con anticipación las condiciones meteorológicas que se presentarán en un

futuro, y de esta forma poder actuar de la manera más conveniente. Complementariamente, a través de

las prácticas de carácter propiciatorio, se busca tener una influencia directa en las condiciones

meteorológicas para favorecer aquellas deseadas. Estas categorías son señaladas por Rivero Romero

(2015) como un parteaguas en base al cual se pueden agrupar los estudios etnometeorológicos en

México. No obstante, hay trabajos que no parten de esta distinción y que incluyen información

concerniente a ambas categorías (Albores y Broda, 1997).

Para reflexionar en torno a las prácticas de previsión meteorológica utilizaré las siguientes

dimensiones: temporalidad, espacialidad, elementos y/o fenómenos a partir de los cuales se predice el

tiempo y, por supuesto, los fenómenos meteorológicos en cuestión. Con excepción de la escala

espacial, las demás dimensiones se encuentran presentes implícita o explícitamente en los diversos

trabajos que conciernen al conocimiento meteorológico de las comunidades indígenas y campesinas

(Rivero Romero, 2015; Terán y Rasmussen, 2009; Lammel et al., 2008; Claverías, 2000; Faust,

141
1998/2008; Albores y Broda, 1997). Miremos brevemente a qué se refiere cada una de estas

dimensiones.

Los fenómenos meteorológicos que se buscan predecir son el eje en torno al cual giran las prácticas

de predicción. Dependiendo del enfoque, la naturaleza de estos fenómenos puede ser asumida en

términos del conocimiento occidental, analizada en el contexto de las cosmologías locales, o incluso se

llegan a buscar lecturas mixtas. Ejemplos de los últimos dos casos son los trabajos expuestos en las

compilaciones realizadas por Lammel et al. (2008) y Albores y Broda (1997), en donde permea un

intento por comprender la meteorología desde el punto de vista de las comunidades indígenas y

campesinas.

En este trabajo no pretendo profundizar en una visión autóctona del clima entre los mayas

peninsulares, puesto que no encontré en campo los elementos suficientes como para articular esta

narrativa. Nombro los fenómenos tal y como lo hicieron los colaboradores, sin ahondar en sus

significantes. No obstante, los trabajos de Teran y Rasmussen (2009) y de Boccara (2004) permiten una

aproximación a la cosmología maya en torno al agua y el clima.

A los elementos y/o fenómenos ambientales que fungen como herramientas para predecir el clima,

Rivero Romero (2015) les llama predictores ambientales climáticos. Estos son cruciales para la

generación de estrategias de mitigación ante fenómenos meteorológicos adversos para los cultivos por

parte de los campesinos. Pueden ser biológico-ecológicos, atmosféricos y astronómicos; por ejemplo la

floración de las plantas, el comportamiento de los animales, las condiciones atmosféricas y los ciclos

lunares (Rivero-Romero, 2015.; Claverías, 2000).

Con base en el estudio del conocimiento meteorológico en comunidades mixtecas de Oaxaca, Katz

(2008) menciona tres escalas temporales en las cuales operan las prácticas predictivas:

142
«A largo plazo, para prever el clima de todo el año; para prever o determinar la llegada de la estación de

lluvias; a corto plazo, especialmente durante la temporada de lluvias, para saber si estas continuarán o se

suspenderán». (párrafo 54)

Con sus respectivos ajustes, encuentro estas categorías funcionales para pensar la temporalidad tanto

de las prácticas documentadas en campo, como de las descritas en la literatura (Rivero Romero, 2015;

Terán y Rasmussen, 2009; Lammel et al., 2008; Claverías, 2000; Faust, 1998/2008; Albores y Broda,

1997). Quizás sobra decir, que toda práctica de predicción conlleva una escala temporal en la cual

opera.

La última dimensión que quiero incluir es la espacialidad, es decir, el espacio en el cual operan las

prácticas de predicción. Esta dimensión generalmente no llama la atención y no ha sido un elemento

frecuente de reflexión. De forma implícita, parece siempre referirse al espacio que concierne

directamente al trabajo de los campesinos, pero sus límites son bastante difusos. La razón por la cual la

incluyo es porque dentro de las prácticas propiciatorias documentadas la dimensión espacial es

sumamente específica, pudiendo constituirse de parcelas no consecutivas dentro de una misma

comunidad. Por ello, considero importante incluirla como un elemento a reflexionar en las prácticas

predictivas.

Las prácticas de propiciación meteorológica no se suelen estudiar en base a los criterios anteriores (o

similares). La mayoría de las veces toman otro camino, enfatizando la descripción de la ritualidad en

cuestión y la interpretación del simbolismo contenido en ella. Asimismo, es frecuente que se indague

sobre los nexos entre la ritualidad actual y aquella del pasado prehispánico. Ejemplos de trabajos en

esta línea son los de Paz Navarro (2019), Faust (1998/2008) 88, Lammel et al. (2008) y Albores y Broda

(1997).

88
Este trabajo concierne a una temática más amplia que el terreno de la etnometeorología. No obstante, su descripción e
interpretación del Ch’a Chaak es en extremo meticulosa.
143
Concuerdo en que el ámbito cosmológico que conlleva la ritualidad agrícola, y en este caso, la

ritualidad meteorológica, es sumamente rico. Pero también considero que las categorías utilizadas para

estudiar las prácticas de carácter predictivo son aplicables a las de carácter propiciatorio, aportando

elementos para la reflexión. Ambos conjuntos de prácticas no son cosas opuestas, sino algo semejante a

las dos caras de una moneda. A continuación, describo las dimensiones de las formas de conocimiento

meteorológico tradicional encontradas en campo.

Tabla 4. Dimensiones de las formas del conocimiento meteorológico tradicional.

Forma de Escala temporal Escala espacial Fenómeno a predecir Elemento/proceso


conocimiento o propiciar desde donde se
meteorológico predice o propicia
tradicional

Prácticas de Corto plazo (unos días Si bien los límites no Lluvias Flora
predicción o semanas) se especifican, Sequías Fauna
meteorológica Mediano plazo usualmente refiere al
Huracanes Atmósfera
(temporada de territorio que manejan

cultivos) las personas que


realizan las
Largo plazo (anual)
predicciones89

Prácticas de Corto plazo (un único Es sumamente Lluvias Actos rituales


propiciación evento) específica y depende Vientos sumamente específicos
meteorológica Mediano plazo de la petición de que involucran la

(temporada de quienes realizan las interacción con

cultivos) prácticas entidades sutiles del


cosmos maya

Las prácticas de predicción meteorológica se basan en la observación e interpretación de fenómenos

en la naturaleza, tales como la floración de algunas especies vegetales, el comportamiento de algunos

animales y las condiciones atmosféricas en un determinado momento. Las condiciones que más se

89
En el caso de los agricultores casi siempre se refiere a sus terrenos de cultivo, aunque bien puede ser más amplio y
referirse al ejido o incluso al municipio.
144
suelen predecir son las lluvias, las sequías y los huracanes. Paralelamente, cada práctica de predicción

es funcional a una escala temporal específica. La escala más amplia que se puede predecir es la anual y

corresponde a la práctica de xook k’iin o las cabañuelas. En la floración del jabin se observa una forma

de predicción que comprende la temporada de cultivos y, en distintos comportamientos de la fauna, así

como en las condiciones atmosféricas, se pueden hacer predicciones a corto plazo, que abarcan desde

días hasta semanas.

La escala espacial no parece estar definida en las prácticas de predicción meteorológica

documentadas. En el caso de los hermanos Huitz, es evidente que las predicciones abarcan las tierras

que les conciernen, es decir, la región entre Dzibalchén y Xkix. Sin embargo, no es claro hasta dónde

puede proyectarse espacialmente una predicción. Incluso en el caso de la predicción de huracanes, que

podría pensarse como una predicción aplicable a escala regional, lo que se predice no es la formación

de un huracán en el océano, sino su llegada al territorio que les concierne. En base a los datos con los

que cuento, considero que las predicciones meteorológicas son utilizadas para la escala espacial

correspondiente al territorio que manejan las personas que realizan dichas predicciones. Por lo poco

que es mencionada esta dimensión más atención debería ponerse en ella.

La ritualidad agrícola conlleva una búsqueda de restituir el balance entre el ser humano y el mundo

en que vive, balance que existe en relación con el clima, el logro de las cosechas y la supervivencia

humana (Paz-Navarro, 2019; Orihuela-Gallardo, 2015; Hirose-López, 2008; Albores y Broda, 1997).

Puesto que en su conjunto los rituales agrícolas buscan propiciar condiciones favorables para los

cultivos, es posible pensar que aun cuando no todos los rituales pretendan influir directamente en las

condiciones meteorológicas, indirectamente ya lo están haciendo.

Ahora, la práctica propiciatoria más mencionada tanto en la literatura (Terán y Rasmussen, 2009;

Boccara, 2004; Faust, 1998/2008) como en las comunidades en que tuve oportunidad de trabajar es el

Ch’a Chaak y/o el Maan Chaak, dependiendo si se consideran como dos rituales diferentes o como
145
variantes de un mismo ritual. Además, considero como una práctica propiciatoria al ritual que

describen los hermanos Huitz Chin en torno a la quema (páginas 105 a 108). Si bien esta práctica se

realiza a una escala espaciotemporal pequeña, claramente busca propiciar condiciones atmosféricas

favorables para una realizar una buena quema90.

En ambas prácticas, la escala espacial es sumamente específica y depende del interés de quienes

realizan el ritual. Un Ch’a Chaak se puede hacer para una sola parcela, para áreas que abarquen varios

ejidos o, incluso, se puede pedir la lluvia para varios terrenos específicos (no consecutivos) dentro de

una misma región. No parece haber una restricción propia del ritual, sino que depende del colectivo que

lo realiza. La práctica en torno a la quema se realiza para parcelas específicas y siempre una a la vez.

La temporalidad del Ch’a Chaak refiere tanto a un solo evento como a la temporada de lluvias en su

totalidad. Una única lluvia puede constituir el propósito del ritual, pero generalmente hay un interés en

tener lluvias regulares durante todo el temporal. Al “comprar la lluvia” (Maan Chaak), se busca

propiciar por adelantado que haya lluvia suficiente y regular durante todo el ciclo del maíz (Manuel

Huitz Chin, yerbatero). Sobra mencionar que en la práctica relacionada a la quema la temporalidad

refiere a un único evento.

La interacción con las entidades sutiles es un componente esencial de las prácticas propiciatorias.

Estas entidades rigen diversos ámbitos del mundo –incluyendo los componentes de lo que

denominamos “clima”–, que los humanos en sí no podemos afectar. Entonces, la forma de influir en el

clima es obteniendo el favor de las entidades sutiles que guardan relación con el mismo (Terán y

Rasmussen, 2009; Ruz, 2002a). Esto se logra mediante formulaciones rituales específicas, mismas que
90
Para complementar la descripción que dan los hermanos Huitz Chin respecto a esta práctica, Faust (1998/2008)
menciona que, en Pich, Campeche, para evitar que el fuego se extienda al monte, antes de la quema se hace una oración
y una ofrenda al dios del fuego. Aunque no es muy explícita sobre esta práctica, bien podría tratarse de la misma –con
variantes– documentada entre los hermanos Huitz. Por otra parte, Terán y Rasmussen (2009) describen a detalle el
proceso de quema en, Yucatán, concordando con varios de los elementos hallados en este trabajo. A decir, el
reconocimiento de vientos calientes provenientes del sur y del este, el llamado a los vientos utilizando silbidos, así
como la entrega de una comida ritual a los dueños del viento (Yum Ik’ob), el fuego (Yum K’a’ak’ob) y la tierra (Yum
Kalan Lu’um). Asimismo, mencionan que esta práctica tiene muchas variaciones entre comunidades e incluso entre
agricultores de una misma localidad.
146
se transmiten de generación en generación y cuya lógica se ancla en la cosmovisión presente en un

lugar y un tiempo histórico dados.

Algunos de estos rituales son sumamente elaborados y quedan en manos de los h’meno’ob o

x’meno’ob; otros más sencillos pueden ser realizados por el jefe o jefa de familia, o por cualquier

persona que conozca el ritual. En estos actos, la voluntad cobra gran importancia. Debe ser dirigida de

forma adecuada tanto a nivel individual como colectivo. Las personas que participan de la ritualidad

deben tener la misma intención y estar en armonía entre ellas, lo cual implica una sintonía de las

voluntades individuales. La persona que dirige el ritual debe tener una voluntad aún mayor, pues es

quien funge de intermediario con Dios y las entidades sutiles, al tiempo que dirige las actividades de la

colectividad. Los h’meno’ob con quienes tuve oportunidad de hablar mencionan que la concentración-

intención-voluntad91 es uno de los aspectos más importantes de su trabajo (Don Eloy Herrera; Don

Honorio Cetz; Don Manuel Huitz).

De la interpretación de señales a la intervención en las condiciones meteorológicas

La predicción meteorológica comienza con la observación de un fenómeno y el reconocimiento en el

mismo de una similitud con otro fenómeno, ambos separados en el tiempo. Así, en el tono rojizo de un

amanecer se reconoce una similitud con la sequía, en el tono claro con el agua y en las nubes obscuras

de un día de enero una relación con las lluvias. Estas similitudes convierten al fenómeno observado en

una señal de un fenómeno futuro. Dicho de otra manera, la predicción meteorológica se basa en el

reconocimiento de analogías entre dos fenómenos distantes temporalmente y en la interpretación de

dichas analogías como señales.

91
No es tan fácil dar una palabra exacta a lo que se refieren, pues usan diferentes palabras. Escribo las tres para
aproximarme a una imagen de su enseñanza.
147
Figura 27. Interpretación de fenómenos en la naturaleza como señales. En un fenómeno presente (A), se reconoce una

analogía con un fenómeno distante temporalmente (B). Esta analogía se interpreta como una señal.

Además, el fenómeno que se interpreta como una señal, puede ser visto como un microcosmos del

fenómeno que se predice. En particular en las cabañuelas, podemos observar esta relación entre lo

micro y lo macro, en donde los meses encuentran su reflejo en los días y las horas.

148
Figura 28. Relación micro-macro entre los fenómenos que juegan parte de la predicción meteorológica. Un fenómeno B,

prolongado y distante temporalmente hacia el futuro, se ve reflejado en el fenómeno A, breve y en un tiempo presente.

La mayor parte de los ejemplos que presenté sobre predicción meteorológica pueden entenderse de

esta forma. Hay otros en los que la relación entre los fenómenos no es evidente para un observador

externo y no entrenado, pero sí lo es para quienes conocen las señales. Por ejemplo, los sonidos del

jaguar y la chachalaca que se interpretan como una señal de la proximidad de lluvia. ¿Corresponde esto

a otro mecanismo de codificación-decodificación de señales o más bien corresponde a un proceso de

aprendizaje? Respecto a esto, los hermanos Huitz Chin hacen explícito que el reconocimiento de las

señales no es innato, sino aprendido. Como constantemente dice Marino Huitz Chin sobre la

149
importancia de comprender las señales que da la naturaleza, «esas señales tenemos que estudiarlo y

entenderlo cómo es».

Mirando hacia el caso de Don Honorio Cetz, aunque él utiliza señales para predecir eventos de la

misma forma en que lo hacen los hermanos Huitz, también tiene vivencias que no corresponden a

“conocer señales”. Tal es el caso del diálogo que en ocasiones mantiene con los animales, el cual

implica una percepción fuera de lo común, pero característica de los chamanes.

Revisar el proceso de aprendizaje por el que transita un chamán, descrito por Grinberg Zylberbaum

(1992; 1987-1989), me lleva a pensar en una analogía con el proceso de aprendizaje de interpretación

de señales. Similar a la forma en que un aprendiz de curandero aprende una técnica de diagnóstico, que

al comienzo practica en forma sistemática y con el tiempo aprende a dejarse guiar por su intuición,

hasta desarrollar una percepción directa de los males que aquejan a un paciente, ¿podemos pensar que

el proceso de aprendizaje en la interpretación de señales puede derivar en una profunda percepción de

los fenómenos de la naturaleza?

Quiero plantear algo similar con respecto a las prácticas de propiciación meteorológica. Don

Honorio Cetz menciona la siguiente clasificación de los trabajos que, dentro de la visión de Grinberg

Zylberbaum (1992; 1987-1989), pueden considerarse como parte del chamanismo entre los mayas

peninsulares. Estos son: yerbatero/a, huesero/a, partero/a y h’men. Hay una quinta clasificación,

puliáaj, que puede traducirse como brujo. El tipo de conocimiento que poseen es similar al de los

h’meno’ob, pero lo utilizan para dañar a otras personas y ganar poder para sí mismos. Una persona

puede trabajar varias de estas especialidades.

Por el conocimiento que posee, la figura del h’men es la más alta. Antes de ser un h’men, la persona

aprende del uso de yerbas medicinales, el acomodo de los huesos, la partería, la realización de limpias,

los rezos, así como conocimiento iniciático restringido a la gente que no está involucrada en el proceso.

El aprendizaje no es gradual en la misma medida para todos, y una persona no necesariamente tiene
150
que aprender a realizar todos los trabajos. Pero, incluso cuando la persona tiene un don excepcional –o

este se ha obtenido mediante un intercambio ritual92–, pasa por un proceso de formación antes de

ejercer como h’men. Para Don Honorio Cetz, otra forma de nombrar a alguien que ha llegado a este

nivel –el de h’men– es «Sacerdote de Dios Chaak», siendo el Ch’a Chaak una de las prácticas más

complejas93 dentro de la ritualidad maya peninsular.

Esta relación entre el h’men y el Ch’a Chaak indica una gran importancia de la esfera meteorológica

en la tradición maya peninsular. Asimismo, la importancia del manejo del tiempo se ha documentado

en diversas comunidades de México y el mundo. En la cuenca del valle de México y los estados que la

rodean –Tlaxcala, Puebla, Estado de México y Morelos–, el manejo meteorológico constituye en sí

mismo una especialidad. A aquellas personas que la ejercen se les conoce como “tiemperos”,

“conjuradores” y “graniceros” (Paz-Navarro, 2019; Albores y Broda, 1997; Grinberg-Zylberbaum,

1987-1989, tomo II).

A lado de esta especialización, tanto la literatura como el trabajo de campo muestran que hay una

gran cantidad de prácticas dentro del ámbito del manejo meteorológico, realizadas por personas no-

especialistas de la ritualidad. Si bien, la complejidad de las prácticas aumenta conforme el nivel de

especialización. Con base a lo anterior, esbozo un sencillo modelo teórico de interacciones ambientales

en torno al conocimiento meteorológico tradicional, considerando las áreas de la predicción y la

propiciación como procesos interconectados, pero no necesariamente dependientes uno del otro.

92
Orihuela-Gallardo (2015) menciona que el don puede ser obtenido mediante un intercambio ritual con las entidades del
cosmos maya, generalmente asociadas a lugares de poder como cuevas, cenotes y vestigios arqueológicos.
93
En el sentido de la preparación que debe de tener un h’men para poderlo realizar.
151
Figura 29. Conocimiento meteorológico tradicional. A través de las prácticas de predicción meteorológica se busca

conocer las condiciones meteorológicas que se presentarán en un futuro y así poder planear estrategias de manejo para

lograr los cultivos y la supervivencia humana. Estas prácticas se basan en la “lectura de la naturaleza”, es decir, en la

interpretación de señales en los fenómenos naturales. A través de las prácticas de propiciación meteorológica se busca

intervenir en las condiciones meteorológicas futuras, para favorecer aquellas deseadas. Estas prácticas se basan en el

conocimiento de los elementos y entidades sutiles que tienen relación al ámbito en que se desea influir; este conocimiento es

puesto en práctica a través de formulaciones rituales específicas. Las prácticas de predicción y propiciación constituyen dos

facetas del conocimiento meteorológico tradicional, complementándose unas con otras. Este tipo de conocimiento existe en

un gradiente de complejidad en cuanto a las prácticas y el nivel de conocimiento de las personas que las ejercen. Abarca

desde prácticas relativamente sencillas que cualquier persona con el conocimiento y la intención adecuada puede realizar,

hasta prácticas muy elaboradas reservadas sólo para algunos h’meno’ob.

152
Transformación de los conocimientos meteorológicos tradicionales

El conocimiento meteorológico tradicional constituye una herencia histórica transmitida de

generación en generación y constantemente reformulada con el paso del tiempo y los cambios en las

condiciones socioculturales. En la actualidad, con respecto al uso de las cabañuelas, tanto la familia

Huitz Chin como otros pobladores de Dzibalchén afirman que las observaciones han dejado de

corresponder con las condiciones atmosféricas que se presentan en los tiempos predichos. La

explicación que dan es que “el tiempo” ha perdido la estabilidad que tenía en décadas anteriores y por

lo tanto, las predicciones han dejado de ser confiables.

Considero que estas afirmaciones deben leerse críticamente. Si bien el cambio climático es una

realidad, también es posible que los discursos actuales del cambio climático provenientes de fuera de

las comunidades mayas y cada vez más presentes en ellas, influyan en la forma de percibir el clima al

interior de estas. Nada permite afirmar que no haya existido variabilidad climática hace algunas

décadas, ni que las prácticas tradicionales de predicción meteorológica sean completamente fiables, al

igual que tampoco lo son los pronósticos científicos –de hecho, Terán y Rasmussen (2009) mencionan

que la variabilidad climática es un rasgo de la PY y no un cambio reciente. Sin embargo, y a pesar de

todo lo anterior, existe la posibilidad de que los pobladores de la RC genuinamente perciban

variaciones climáticas sin precedentes, mismas que hagan inoperable en diferente medida las prácticas

de predicción meteorológica tradicionales.

Con respecto a la percepción del clima, Epstein (1997) afirma que la información difundida por los

medios de comunicación, lejos de ser clara y ayudar a comprender la cuestión climática, es ambigua y

fomenta la confusión en torno al tema, a la vez que tiene gran impacto en la forma en que la gente

percibe el clima. Con todo, también afirma que las personas perciben nítidamente cambios ambientales

en lo que respecta a su entorno más cercano.

153
En cuanto a la relación entre los pronósticos campesinos y los registros meteorológicos, tanto Terán

y Rasmussen (2009) como Claverías (2000) mencionan que estos no siempre se corresponden.

Claverías (2000) atribuye esta brecha a dos factores: el cambio climático y la transformación de las

dinámicas sociales. Por una parte, como respuesta al cambio climático están cambiando los patrones de

comportamiento de la flora y la fauna, lo que dificulta la lectura de señales por parte de los campesinos.

Paralelamente, como consecuencia de la pobreza y la marginación rural, la dinámica de los campesinos

está cambiando hacia una diversificación de sus actividades económicas e inserción en las urbes. Esto

causa que vayan perdiendo cercanía con la agricultura y la observación del ambiente.

Todo parece apuntar hacia un debilitamiento de los sistemas en que tradicionalmente operaban las

predicciones meteorológicas campesinas. Los modos de vida, las cosmologías y el medio biofísico se

encuentran en transformación, lo cual genera que las prácticas de predicción, si bien todavía vigentes,

tengan que ser replanteadas en el mundo actual. Claverías (2000) menciona que es necesario

profundizar en el estudio de las prácticas de predicción; continuar documentando estas prácticas a la

vez que intentar verificarlas en campo, identificando sus puntos fuertes y débiles para luego

reformularlas en conjunto con la meteorología occidental con miras a la construcción de estrategias

ante el riesgo climático. Estoy de acuerdo con ello, sin embargo, considero que la cuestión debe ser

más profunda y no solamente reformular el aspecto técnico de estas prácticas, sino que también es

importante replantear cómo estamos entendiendo aquello que nombramos “clima”.

Ahora, mirando hacia el uso de las prácticas propiciatorias, en la actualidad encontramos un

panorama muy diferente. Los hermanos Huitz ya no utilizan las prácticas de las que hablaron, mismas

que refieren como parte del pasado. De hecho, la razón por la que hablaron de dichas prácticas fue

porque se los pedí explícitamente, no porque ellos tuvieran un interés espontáneo en hablar de ello.

Casi podría decir que se sorprendían de que tuviera interés en ese tema. No obstante, esto no implica

154
que estas prácticas hayan desaparecido por completo de su vida. Más bien, han sido profundamente

reformuladas a partir de motivos familiares, sociales y religiosos, mismos que expongo a continuación.

Don Romaldo Huitz, el padre de los hermanos, fue quien en vida impulsó la continuidad de las

tradiciones mayas. Su muerte es un factor que influyó en que se dejaran de realizar algunas prácticas

rituales. Aunado a esto, con la muerte de la madre, Doña Carmela Chin, mermó la cohesión familiar,

misma que es de gran importancia para la ritualidad agrícola maya.

La introducción del modelo de agricultura mecanizada en la RC es otro factor que ha impactado en

el uso de la ritualidad agrícola. Los hermanos Huitz ven el mecanizado como una lógica diferente de

trabajar la tierra con respecto a la milpa. En esta diferencia, parte de la ritualidad tradicional agrícola es

vista como algo que no tiene lugar. Jorge Huitz afirma que la gente de la región dejó de hacer el Ch’a

Chaak a partir de los mecanizados, cuya introducción transformó la dinámica social en torno a la

agricultura.

«JHC94: Nono sí lo sabe. Sí lo sabe, así Ch’a Chaak, pan de milpa, lo hace también… solamente, como

ahora nadie lo hace, se dejó también de ese trabajo. Pero lo sabe, de saberlo sí lo sabe.

ERS: ¿Y por qué ya no lo hace, por qué se dejó de hacer?

JHC: Porque nadie lo hace. Nadie lo utiliza. Porque de antes, mucha gente, no solamente de él, su trabajo

de él. Si de por sí mucha gente lo hace del pueblo. Los que trabajan de la milpa.

ERS: ¿Muchos lo hacían?

JHC: Haa. Muchos los que trabajan de la, abeja… Pero ahora no, la gente se cambió, su forma de trabajar.

Desde que hubo el mecanizado se cambió todo.

ERS: ¿Desde el mecanizado?

JHC: Haa, desde ese tiempo. Porque la gente que trabaja de eso, cuando es pura milpa espeque. Hmm,

pero ahora se cambió todo.»

94
JCH corresponde a Jorge Huitz Chin, ERS corresponde a Esteban Romero De la Serna.
155
Las palabras de Jorge Huitz evidencian una relación entre la introducción del mecanizado y el

desuso de la ritualidad agrícola. Sin embargo, no explican por qué el mecanizado hizo que se dejara de

hacer, en este caso, el Ch’a Chaak. Hasta ahora, no he encontrado en el mecanizado un elemento que

en sí mismo restrinja la posibilidad de utilizar la ritualidad agrícola tradicional. La influencia del

mecanizado parece estar en la percepción que se tiene de la agricultura y en la cohesión social.

Desarrollo lo anterior. En la ritualidad agrícola maya la comunidad es sumamente importante. Los

rituales agrícolas son prácticas colectivas. Esta colectividad debe colaborar para realizar las ofrendas y

llevar a cabo las ceremonias. Pero, lo que es más importante, debe tener una visión compartida de lo

que se hace y lo que se busca lograr. Si esto no es así, se dice que los rituales no funcionan. Si llega a

suceder que hay conflictos entre la gente durante un ritual, esto puede traer enfermedades e incluso la

muerte de alguna persona (Rodrigo Pech, poblador de Chunwaymil; Thomass, 2010).

En alguna medida, la introducción de un modelo agrícola nuevo ha hecho que se desacrediten las

formas tradicionales de hacer agricultura. Esto ha creado una ruptura entre las personas que valoran la

ritualidad tradicional y las que no lo hacen. Con ello, se vuelve cada vez más difícil reunir una

colectividad que quiera y pueda llevar a cabo los rituales agrícolas.

Al respecto, Boccara (2004) menciona que realizar un Ch’a Chaak es cada vez más difícil, pues

requiere una gran inversión en especie, dinero y tiempo de trabajo, que no van de la mano con el

modelo de sociedad basado en el individualismo y el enriquecimiento individual que impulsa el

protestantismo. Al mismo tiempo, con relación al cambio social en su aspecto religioso, alude a una

crisis de vocación de los h’meno’ob y una crisis religiosa en general, relacionada a la introducción de

nuevas formas de protestantismo en la PY95. Estas parecen saciar con mayor eficacia la necesidad de

estar cerca de Dios que el culto católico, además de que conlleva ciertas ventajas económicas, como la
95
En este caso, no se refiere a un protestantismo vinculado directamente a la población menonita, pues ésta no se
congrega religiosamente en los mismos lugares que la población maya y campesina de la PY. Además, el trabajo de
Boccara (2004) no se sitúa en una región con fuerte presencia menonita. Parece ser que en este caso, el apelativo
protestante se usa para identificar diversas ramas de cristianos evangélicos, tal como menciona López (2013).
156
distribución de medicinas y de comida. Ruz (2002b), coincide con Boccara respecto a la influencia en

la dinámica social y religiosa de los nuevos movimientos religiosos (protestantes, evangélicos, testigos,

mormones, adventistas y bautistas), los cuales «se han revelado bastante más capaces que la Iglesia

católica para dar respuestas a las nuevas demandas y necesidades de los sectores más marginados» (p.

353).

Así, el último elemento que entra en juego para comprender las transformaciones en el uso del

conocimiento meteorológico tradicional, de la ritualidad maya en general, y sobre todo, de la

espiritualidad en la familia Huitz Chin, encuentra gran relación con lo que mencionan Ruz (2002b) y

Boccara (2004), y es la conversión de varios de los hermanos Huitz al cristianismo evangélico.

Esto sucedió como un proceso largo, durante el cual quienes lo transitan resignificaron muchas áreas

de sus vidas. En particular las mujeres, Leocadia y Catalina, mencionan sentir desde muy pequeñas una

enorme devoción hacia Dios y Jesús, así como un deseo de tener una mayor cercanía con la divinidad.

Por ello, la conversión a la iglesia evangélica no la explican como un cambio radical de su perspectiva

de vida, sino esencialmente como una reafirmación de lo que ya sentían.

No mencionan ninguna ventaja económica personal, como lo hace Boccara (2004). Sin embargo,

hay varios elementos socialmente significativos que pude observar. El primero es la participación de la

gente durante la liturgia. Las personas que asisten a la iglesia participan activamente en el ceremonial,

lo cual les da un lugar mucho más significativo que aquel otorgado por la iglesia católica a sus

congregantes. Asimismo, el sentido de comunidad que se fomenta entre los participantes es un aspecto

importante para ellos. Y, finalmente, con esta conversión religiosa vivieron una renovación de sus

valores morales que, de acuerdo con ellos, los han llevado a tener vidas más positivas. Estos elementos,

entre otros, son identificados por Rivera Farfán (2003) como factores en la decisión de afiliación y

conversión a estas propuestas religiosas.

157
En cuanto a la cosmovisión y la ritualidad, esta conversión implica un cambio radical de

perspectiva. A diferencia del catolicismo, el cristianismo evangélico no admite ningún tipo de ídolo o

símbolo de la deidad, al igual que ningún tipo de devoción hacia ninguna entidad fuera de Dios o

Jesucristo. Por ello, tanto los santos católicos como las entidades sutiles dejan de tener lugar en esta

forma religiosa. Los rituales agrícolas tradicionales (incluyendo las prácticas propiciatorias), se

sustituyen por la oración, individual o colectiva, y en ocasiones acompañada de alguna comida como

acto de agradecimiento.

A todo esto, si bien ya no forman parte de su cotidianidad, los hermanos Huitz están de acuerdo con

el uso de los rituales tradicionales, siempre y cuando se tenga una buena intención en ello y se ponga

por encima de todo a Dios. Algo que es evidente en esta familia es que están en una constante y honesta

búsqueda de conexión directa y personal con el Creador, en la forma en que cada uno lo concibe.

Para cerrar el capítulo he de hablar de Dios, pues su papel tiene gran relevancia tanto para los

hermanos Huitz Chin como para todas las personas cuyas palabras me hicieron posible escribir esta

tesis. Por ello, no debe ser pasado por alto ni menospreciado en forma alguna.

La noción de “Dios” no cabe dentro de lo que he nombrado como “entidades sutiles”. Con este

término me refiero a seres presentes en la cosmología maya, que pueblan las diversas dimensiones del

territorio, y que se caracterizan por tener cuerpos de viento-energía (íik). Dios, por otro lado, no está

constituido de íik. No se puede decir que sea un “ser”, de la forma en lo es una planta, un animal, o

incluso, una entidad sutil. De Él, no se menciona una materialidad. Más bien, parece ser que el mundo

entero es su materialidad. Cosmológicamente, se asocia con el nivel más alto del Cielo, así como con el

Sol y la Luz (Orihuela-Gallardo, 2015; De la Garza, 2002).

En la segunda sección de este capítulo (El mundo de abajo: entidades sutiles del cosmos maya),

expuse que la noción de una única entidad creadora ya ha sido documentada en la cultura maya

precolombina. Por ello, la noción de Dios entre los mayas peninsulares actuales no corresponde
158
únicamente a un elemento religioso introducido durante la colonia. Más bien, aquello que se nombra

Dios, comprende un cúmulo de nociones y experiencias reformuladas históricamente en el contexto de

la PY.

Para los hermanos Huitz Chin, Dios es lo primero y lo último. Es el Padre y Creador de todo lo que

existe, el Dueño de todo. Lo mismo los grandes que los pequeños acontecimientos, el movimiento de la

vida y la naturaleza, todo, sucede en su voluntad. Como seres humanos, y al igual que todos los seres,

somos sus hijos, a lo cual nos corresponde aprender a escuchar, entender y actuar acorde a su voluntad,

que en el fondo siempre es buena. Respetar y cuidar de la naturaleza es visto como una forma de amor

hacia Dios y su creación.

Vuelvo a citar el pasaje de los Cantares de Dzitbalché –en López Austin y Millones (2008, pp. 49-

50)– que cité en la segunda sección de este capítulo. Si bien es un texto escrito durante los primeros

años del contacto, encuentro que refleja en gran medida el sentir de los hermanos Huitz Chin.

«El señor Hunabkú es quien da lo bueno y lo malo

entre los buenos y los malos

Porque él da la luz sobre la tierra;

porque es el Dueño de todas las cosas que están bajo su mano;

lo mismo el Sol que la Luna;

lo mismo la estrella humeante

que es como la flor luminosa de los cielos;

lo mismo las nubes que las lluvias;

lo mismo el rayo que la más pequeña mosca;

lo mismo las aves que los otros animales;

lo mismo»

159
Atardecer en Dzibalchén

160
Conclusiones

El papel de las cosmovisiones en el manejo de la biodiversidad es actualmente reconocido y, muchas

veces, analizado. No obstante, no es tan frecuente que se utilice como eje el concepto de espiritualidad

con énfasis en las experiencias personales, mismas que convierten lo religioso, lo cosmológico, en

vivencias. La horizontalidad en el diálogo de saberes que busca la transdisciplina implica considerar los

reales no occidentales como reales, y no sólo como creencias. En este sentido, este trabajo contribuye a

pensar en torno a las interacciones ambientales y la espiritualidad, partiendo de considerar la

experiencia de un grupo de personas de la Región Chenes como una realidad completa y válida en sí

misma.

Hablar de espiritualidad e interacciones ambientales implica hablar de los otros mundos, que en el

caso mesoamericano corresponden al supramundo, el mundo de enmedio y el inframundo; implica

hablar de las entidades sutiles que pueblan estas esferas de realidad; implica hablar de ritualidad;

implica hablar de las experiencias de las personas que interactúan en y con un territorio. Seguramente,

hay muchas más vertientes que puede tomar el estudio de este campo, no obstante, estos fueron los

temas que la narrativa de los colaboradores y el trabajo de campo fueron sugiriendo.

Entidades sutiles, es un concepto con el que nombro de forma general a los seres presentes en la

cosmología maya peninsular, que no corresponden a las categorías plasmadas en el árbol de la vida

occidental, y cuya presencia se entiende de la mano con la noción de los otros mundos y con el

concepto de íik. Para cierto espectro de los habitantes de la cosmología maya peninsular, este concepto

es útil, pues refiere a una de sus cualidades esenciales: su materialidad a la vez física y sutil o, dicho de

otra forma, su corporalidad de viento-energía. Esta dualidad puede ser nombrada mediante la palabra

íik, que contiene ambos significados.

161
El concepto de entidades sutiles, si bien lo planteo desde el caso maya peninsular, puede ser útil en

otros estudios que aborden la presencia de seres plasmados en las cosmologías de diversos pueblos

originarios. Por supuesto, su alcance y pertinencia deberá ser valorado en cada caso; como todo

concepto, está abierto a adaptaciones y transformaciones. En el presente estudio, el límite del concepto

de entidades sutiles llega al encontrarnos con figuras como la de Chaak y/o el Dios bíblico, cuya

corporalidad no corresponde a íik, y los cuales tienen un campo mucho más amplio de experiencias y

significados. Me propuse abrir una ventana hacia su importancia y complejidad, mas no analicé su

papel con el detalle que merecen.

Las entidades sutiles tienen una estrecha relación con la ritualidad. La interacción propositiva entre

los seres humanos y las entidades sutiles se realiza mediante el ritual, en el cual se genera un

intercambio y cada uno recibe su parte. Esto a la vez, contribuye a mantener un balance en el territorio

y entre los seres que lo habitan; humanos y no humanos, físicos y sutiles por igual. Así, la ritualidad se

vuelve un importante campo de interacción ambiental, y el entendimiento de las entidades sutiles un

aspecto fundamental a estudiar.

Entre los mayas peninsulares, el h´men o la x´men, es el mayor especialista en la ritualidad y la

figura preponderante como intermediario entre los seres humanos y los otros mundos. Es por lo mismo

un intermediario entre la comunidad y las entidades sutiles. Sin embargo, todo parece indicar que

cualquier persona con la disposición y el conocimiento adecuado o, simplemente la suerte (para bien o

para mal), tiene la posibilidad de interactuar con las entidades sutiles, los otros mundos y, asimismo, la

posibilidad de realizar actos rituales. Por ello, la experiencia de todas las personas, especialistas o no-

especialistas de la ritualidad, tiene algo que decir y aportar respecto al entendimiento de la

espiritualidad y las interacciones ambientales.

Respecto a la figura de Dios, siempre que se encuentre presente y mantenga una relación con el tema

de estudio, hay que mirarla con mayor detenimiento del que se ha hecho hasta ahora en las ciencias
162
ambientales. No considerar su papel, lejos de una decisión objetiva, es parte de la visión cultural que

conlleva el pensamiento moderno occidental, al cual buscamos alternativas. Al aproximarnos a

realidades sociales que consideran a Dios dentro de sus dinámicas, es pertinente analizar en el contexto

específico que se estudie, en vez de asumir que comprendemos las nociones de la deidad y su papel en

un contexto específico.

El conocimiento meteorológico tradicional constituye un ámbito en el que se evidencian las

relaciones entre la espiritualidad y las interacciones ambientales, que comprende la presencia de

entidades sutiles y de los otros mundos, y que involucra a especialistas y no-especialistas de la

ritualidad por igual. Las prácticas de predicción y propiciación meteorológicas implican conocimientos

y formulaciones prácticas detalladas para entender y afectar las condiciones atmosféricas, en un

contexto cultural y territorial específico.

La importancia de la predicción meteorológica tradicional radica en el vínculo que forjan las

personas con el mundo, el cual implica una red de asociaciones y conocimientos ambientales situados

cultural y territorialmente. No sólo consiste en memorizar causas y efectos, sino que comprende un

proceso personal de observación de los fenómenos naturales, donde el elemento simbólico es muy

importante, pues constituye un puente cognitivo entre los fenómenos ambientales y las predicciones

que realizan las personas. Para profundizar en el entendimiento de la predicción meteorológica, además

de documentar y sistematizar ampliamente estas prácticas, considero necesaria una aproximación al

estudio del símbolo, lo cual implica el diálogo con otras disciplinas, tales como la antropología, la

psicología, la historia de las religiones, seguramente entre otras.

Las prácticas de propiciación meteorológica son prácticas rituales, diseñadas para influir en las

condiciones atmosféricas y favorecer aquellas deseadas. Al igual que las prácticas de predicción,

encierran un profundo conocimiento del mundo, de las esferas que conforman aquello que llamamos

“clima”, y de aquello que se requiere para afectar las condiciones meteorológicas. Estas prácticas
163
constituyen la vertiente pragmática del conocimiento meteorológico tradicional en las comunidades

mayas peninsulares. Profundizar en ellas, implica profundizar en las nociones de lo que es el “clima”,

en la ritualidad ―incluyendo el papel de las entidades sutiles―, en el papel del símbolo, en las

personas que viven dichos conocimientos, entre otros posibles ámbitos.

Todo está en constante transformación. En la historia y actualidad de Xkix y la familia Huitz Chin se

ven atravesados los procesos que ha vivido la Península de Yucatán, y más específicamente la Región

Chenes. La forma en que los hermanos Huitz Chin interactúan con el territorio, si bien mantiene rasgos

tradicionales de la cultura maya peninsular, no puede entenderse sin la dialéctica que juegan con la

sociedad menonita y el mundo en globalización.

En los hermanos Huitz Chin, crecidos en el seno de las tradiciones religiosas maya y católica, y

actualmente tocados por el cristianismo evangélico, reluce su fe en Dios, misma que constituye el eje

de su espiritualidad, a la vez que elementos de todas estas tradiciones se entretejen en su cotidianidad.

En ellos, la espiritualidad implica una visión del mundo y un cuerpo de experiencias ricas en

profundidad, a la vez que una transformación radical de las tradiciones mayas –que en sí mismas son

legado del sincretismo colonial. La influencia del cristianismo les ha brindado nuevos, y en algunos

ámbitos, más sanos parámetros de vida; a la vez, les ha traído profundas experiencias espirituales. No

obstante, por esa influencia han generado rechazo hacia las tradiciones de sus antepasados y dejado

atrás un cuerpo de conocimientos y prácticas de gran valor (desde nuestra perspectiva).

Como tal, son las personas quienes al final, influenciadas por diversos factores, deciden qué

permanece en sus vidas y qué queda atrás. Respecto al conocimiento meteorológico tradicional, al final

es una decisión de las personas continuar utilizándolo o no. Como académicos, lo que podemos aportar

es un entendimiento que sitúe el valor de este tipo de conocimiento ante las situaciones ambientales del

mundo actual, tanto para repensar la manera en que estamos entendiendo el mundo y aquello que
164
llamamos “clima”, como para tener fuentes alternativas que den origen a acciones distintas. Sin

embargo, nunca tendremos el derecho a juzgar las decisiones de las personas ni a imponer dinámicas

que desde nuestra perspectiva son las que resolverán los problemas.

La dialéctica entre mayas y menonitas es fundamental para comprender la realidad actual de la

Región Chenes. Por el evidente impacto que causa en las selvas peninsulares, una tendencia usual es

satanizar la presencia de los menonitas. Pero es importante mirar más profundo, no solamente hacia las

causas y consecuencias del sistema global capitalista, sino también hacia los múltiples matices que

suceden día a día en las interacciones entre estos grupos humanos. Dejar de pensar a los actores como

buenos y malos, dejar de romantizar o satanizar las prácticas efectuadas en el territorio, puede dar una

actitud diferente hacia las situaciones ambientales y con ello abrir otras posibilidades de entendimiento

y de acción, o de no-acción.

Como modelos, la milpa y el mecanizado son entes complejos. No solamente se trata de técnicas y

procesos agrícolas. Son formas de concebir el mundo, son formas de actuar en el mundo, son formas

con una historia viva, son formas que coexisten en el imaginario de las personas y cuyas fronteras no

pueden tajantemente alzarse dentro de uno u otro grupo cultural (mayas y menonitas). “Tradicional” y

“moderno” son sólo nombres provisionales, pues ambos modelos agrícolas tienen una historia que se

pierde en algún punto de la humanidad y que, en la actualidad, como dos ríos que se encuentran,

constituyen una realidad contemporánea. A otro nivel, la dinámica entre modelos agrícolas se ve

reflejada en, a la vez que refleja, las transformaciones en la ritualidad y la espiritualidad de la familia

Huitz Chin, cabiendo siempre la posibilidad de una reformulación de la ritualidad tradicional dentro de

nuevos escenarios.

Cada vez con mayor fuerza se articulan discursos y prácticas políticas por parte de pueblos

indígenas, con miras a llevar una vida digna y con base en una noción de naturaleza viva en sí misma y
165
conformada por una diversidad de entidades físicas y sutiles que pueblan el territorio. ¿Será posible

volver a pensar en una forma colectiva de aproximación a las entidades sutiles en el mundo

globalizado?

Durante el trabajo, había una pregunta que circulaba mis pensamientos, y que no pude contestar,

¿qué sucede con estas entidades cuando quedan en el olvido por el menosprecio a las visiones

tradicionales? Pero también lo pregunto para la otra parte, ¿qué pasa con nosotros cuando olvidamos la

presencia de la otredad no-humana?

La respuesta personal que obtuve es que al olvidar la presencia de la otredad no-humana y de las

entidades sutiles, estamos dejando de lado un mundo vasto en posibilidades, por mucho más amplio de

lo que puede describir la modernidad occidental, y con ello, perdemos la posibilidad de experimentar la

amplia gama de realidades que el mundo nos ofrece. Vastedad en la cual todo lo que existe merece

nuestro respeto; humano o no-humano, físico o sutil, forma parte del mundo que compartimos. Aquello

que representa el h’men puede ser visto como una figura social, pero también como una capacidad

presente en todas las personas. Una capacidad de experimentar e interactuar conscientemente con

diferentes niveles de realidad; una posibilidad de ampliar nuestra vivencia del mundo.

Finalmente, considero que la noción ambiente puede comenzar a considerar no sólo las esferas de lo

social y lo ecológico, sino también las esferas de lo sutil, de lo “íik”, de lo espiritual, que constituyen

dimensiones claramente plasmadas en las cosmologías de los pueblos originarios de México y el

mundo, y que tienen un sinfín de posibilidades que aportarnos en el mundo contemporáneo.

166
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177
Anexos

Anexo 1. Guión de entrevista para el transecto participativo

1. Historia del ejido

1. ¿Cuándo se fundó el ejido?

2. ¿Quiénes lo fundaron?

3. ¿De dónde eran sus padres y abuelos?

4. ¿A qué se dedicaban sus padres y abuelos?

5. ¿Qué había en el ejido en los tiempos de su fundación?

6. ¿Cómo era la organización cuando se fundó el ejido?

7. ¿Ustedes dónde nacieron?

2. Paisaje

1. Pedir a los ejidatarios que a lo largo del transecto describan lo que hay en el paisaje –flora, fauna,

suelo, espacios, incluyendo el ámbito celeste y subterráneo.

2. Preguntar por la forma en que ellos nombran los elementos del paisaje.

3. Preguntar por los cambios en el tiempo. ¿Cómo era el paisaje –los elementos de que se esté

hablando en cuestión– antes?

4. Preguntar por las actividades relacionadas a cada espacio y/o elemento del paisaje.

3. Actividades económicas

1. Preguntar por las formas en que realizan agricultura, apicultura y/o meliponicultura, cacería y

recolección – ¿qué? ¿dónde? ¿cuándo? ¿cómo? ¿quiénes? ¿para qué? –, así como otras actividades

económicas que surjan de acuerdo con los lugares que transitemos.

2. Preguntar si rentan tierras a los menonitas, o si contratan los servicios de estos para faenas agrícolas.

3. Preguntar por las actividades que realizaban sus antepasados.

4. Ritualidad maya

1. ¿Cuáles son las principales tradiciones mayas?


178
2. ¿Cuáles tradiciones se hacen actualmente?

3. ¿Cuáles tradiciones se hacían en el pasado?

4. ¿Por qué ha cambiado –en general y respecto a cada tradición?

5. ¿Ha cambiado el ejido a partir de los cambios en sus tradiciones? (O viceversa)

6. Abrir el diálogo en torno a diferentes entidades y espacios del cosmos maya. Por ejemplo: los

antiguos, los dueños, los aluxes, los cuyos (sitios arqueológicos), los vientos, etc.

5. El clima

1. ¿Qué es el clima? ¿Qué es el tiempo?

2. ¿Cuántas temporadas/estaciones hay? ¿Cómo son? ¿Qué cambia en cada una?

3. ¿De dónde viene la lluvia?

4. ¿Cómo saben qué tiempo va a hacer? ¿Cómo saben si va a llover?

5. ¿Qué son las cabañuelas? ¿Quién les enseñó? ¿Les funcionan?

6. ¿Los animales o las plantas pueden indicarles cuando lloverá?

7. ¿Ha cambiado el clima con el tiempo?

6. Espiritualidad

1. ¿Quién creó el mundo, el monte, las plantas, los animales, las personas?

2. ¿Quién o qué es Dios?

3. ¿Qué es sagrado para ustedes?

4. ¿Cuál es el propósito de existir?

5. ¿Qué es la naturaleza?

7. Perspectiva del futuro del ejido

1. ¿Qué piensan que va a suceder con el ejido en las siguientes generaciones?

2. ¿Qué quisieran que suceda?

3. ¿Qué piensan los jóvenes (sus hijos) sobre el ejido y el trabajo en el campo?

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Anexo 2. Línea de tiempo: del periodo prehispánico al siglo XX en la Península de

Yucatán y la Región Chenes

180
181

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