Programa Unidad de Prevencion-Huelva
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Programa Unidad de Prevencion-Huelva
PREVENCIÓN
SOCIAL
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“La educación y la medicina personalizadas nos obligan
a engendrar un nuevo modelo social. La prevención será
más importante que la curación”
Eduard Punset
ÍNDICE
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1 JUSTIFICACIÓN. Situación de los Programas de Prevención de Riesgos
Psicosociales en la provincia de Huelva
2 NIVELES DE PREVENCIÓN
2.1. Clasificación:
2.1.1. Prevención Ambiental
2.1.2. Prevención Universal
2.1.3. Prevención Selectiva
2.1.4. Prevención Indicada
6 MODELO DE INTERVENCIÓN
7 PROGRAMAS:
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1 JUSTIFICACIÓN. Situación de los Programas de Prevención de Riesgos
Psicosociales en la provincia de Huelva
Por tanto, existe una gran variedad de respuestas que desde diferentes niveles de la
administración (nacional, regional, provincial, local) se dirigen a las distintas
problemáticas. Sin embargo, a pesar de la diversidad de actores que intervienen en el
mismo territorio con los mismos grupos de población, muchas de las intervenciones se
realizan de forma aislada sin que exista una coordinación y una planificación suficientes.
La mayoría de las iniciativas se pueden clasificar dentro de los niveles denominados como
Prevención Universal (dirigida a la totalidad de la población) y como Prevención Selectiva
(dirigida a grupos con factores de riesgo por encima de la media), mientras que algunas
otras pueden considerarse mixtas.
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Figura 1
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Por otra parte, existe cierta falta de concreción sobre cuáles servicios públicos deberían
ocuparse de atender determinados problemas de los adolescentes. Los chicos y chicas
que abarcan esa franja de edad se encuentran en muchos aspectos en “terreno de nadie”
(RAMÍREZ DE ARELLANO, A. 2008)1. Los servicios públicos dudan entre atenderlos
como infantes o adultos, los profesionales no siempre saben cómo posicionarse ante ellos
y, ellos mismos, se debaten entre conservar los privilegios de la infancia y exigir el
derecho a que se les trate como adultos.
Esa falta de definición está influida por el hecho histórico de que los adolescentes no han
existido de forma generalizada hasta el siglo XIX. Antes, prácticamente sólo existían en
las clases altas, las cuales sí podían prolongar la edad de formación de sus hijos e hijas;
en cambio, para la mayoría de la población, la infancia desembocaba en la condición de
adulto casi sin transición, algo que sigue ocurriendo en gran parte del planeta. Entre 1902
y 1998 en Europa y América se incrementó en diez el número de años de escolarización
real. Este incremento del ciclo vital dedicado a la preparación para la incorporación laboral
tiene mucho que ver con la configuración actual de la adolescencia.
Condicionados por estas circunstancias, los servicios públicos de los países desarrollados
no han sabido encontrar un lugar donde atender adecuadamente determinados problemas
de jóvenes y adolescentes como los relativos a la salud mental, las adicciones y la
integración sociolaboral. Además, la creencia de que se trata de una etapa vital de
tránsito, -habría que preguntarse cuál no lo es-, en la que el tiempo lo arreglará todo,
unida al temor de causar más daños que beneficios si se interviene sobre los
adolescentes desde los servicios asistenciales, parecen contribuir a esa inhibición de los
servicios.
Dada la importancia que los niveles de Prevención cobran en este proyecto a la hora de
clasificar los programas y de diseñar la oferta preventiva, parece oportuno precisar los
criterios que se han seguido para su definición. La que se describe a continuación está
basada en el trabajo preventivo en el sector de salud mental y el de las
drogodependencias, pero es posible aplicarlo a la prevención de otros problemas de la
adolescencia. La nueva clasificación propuesta inicialmente por Gordon, difiere de la
formulada por Caplan en los años 80, que consistía en la división entre primaria,
secundaria y terciaria.
Según las aportaciones de autores como Haggerty, Mrazek o Jané-llopis que desarrollan
su labor dentro del ámbito de la Prevención en Salud Mental: “Esta nueva clasificación
está compuesta por un continuo que abarca la Prevención Universal, Selectiva e Indicada,
el tratamiento y el mantenimiento. Mientras los dos últimos corresponden respectivamente
a la prevención secundaria y terciaria, las categorías prevención Universal, Selectiva e
Indicada corresponderían a los tres tipos de prevención primaria”
(http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=265019661005> ISSN 0211-5735).
Figura 2
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En el ámbito de las drogodependencias se ha producido un cambio en el mismo sentido
que en salud mental, considerándose Prevención sólo aquella que va dirigida a impedir
que se instaure el problema de conducta o la enfermedad, ya que la clasificación original
de Caplan no separaba con claridad lo que es prevención en sentido estricto, de lo que es
tratamiento y rehabilitación.
Según el IOM (National Research Council and Institute of Medicine, 2009) “los distintos
tipos de Prevención se configuran de acuerdo con el tipo de población a la que se dirigen.
La población se diferencia en función del nivel de riesgo, menor en el caso de la
Prevención Universal, más alto en el caso de la Prevención Indicada. Así, la Prevención
Universal tiene como destinataria a la población general, sin tener en cuenta el nivel de
riesgo de los individuos; la Prevención Selectiva se dirige subgrupos que presentan un
riesgo más elevado que el promedio, y por último, la Prevención Indicada tiene como
destinatarios a los individuos de alto riesgo que presentan una mayor probabilidad de
adquirir el trastorno, problema o enfermedad que se quiere prevenir, en función de una
evaluación individualizada”
2.1. Clasificación.
Recientemente, El Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías (OEDT) ha
introducido también el concepto de Prevención Ambiental, por lo que contemplamos los
siguientes niveles de prevención:
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hábitos, estilos de vida, formas de consumo y de convivencia. Un ejemplo es el proyecto
de Escuela Promotora de Salud que implica cambios que afectan al conjunto de la
escuela: programas, personal docente y no docente, alumnado, padres y madres,
entorno, entorno físico (el edificio), normas y reglas de convivencia, etc., y otro, la ley
española antitabaco del 2011.
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para trabajar con la población adolescente. Un ejemplo de este tipo de programas puede
ser el Programa de Adolescentes en Riesgo y sus Familias de los SS.SS.CC. o el
Programa GRUSE, dependiente de la Consejería de Salud y Servicios Sociales.
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normalizadas en contacto con la población joven (entrenados y asesorados) y al de
profesionales de los servicios asistenciales. Sirvan como ejemplo: Programas con
Jóvenes sancionados por Consumo en la vía pública o atendidos en urgencias por
episodio de ingesta de alcohol u otras drogas.
Figura 3
Figura 4
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Adaptado de:
http://image.slidesharecdn.com/gregorburkhartenvironmentalpreventiontarragonaso
cidrogalcoholii-120607031808-phpapp02/95/gregor-burkhart-prevencin-ambiental-2-
728.jpg?cb=1339057212
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2.2. Los niveles de Prevención en la práctica.
Por otra parte, como resultado del análisis de las intervenciones preventivas en el ámbito
local durante las dos últimas décadas en nuestro país, realizados por el Grupo
Interdisciplinar sobre Drogas (GID, 1997; 2002)2 y la Fundación Atenea (ATENEA, 2013),
y del asesoramiento directo de numerosos planes municipales, se han obtenido una serie
de conclusiones y que pueden arrojar alguna luz sobre el por qué de la situación descrita
por Burkhart y confirmada en la provincia de Huelva.
La reducción de riesgos como meta global, Madrid, GID, 1997; Actuar localmente en
(drogo)dependencias, Madrid, GID, 2002; Estudio Evaluativo de Planificación Local en
Drogodependencias, Atenea, 2013.
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con la cobertura y la asignación de responsabilidades. La cuestión central es si los
programas llegan a la población a la que pretenden dirigirse, si cubren el universo
poblacional que da sentido a ese tipo de prevención, y si quienes los ejecutan son los
profesionales que tienen que hacerlo.
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2.2.4. Prevención Indicada.
El problema estructural de la Prevención Indicada es que falta una red o sistema de
detección precoz y atención temprana consecuencia, al menos en parte, de la tradicional
falta de continuidad entre prevención y asistencia.
Según se desprende del registro de las personas atendidas por primera vez en los centros
de tratamiento, es habitual que transcurran muchos años, a veces más de una década
(dependiendo de la sustancia), entre el comienzo del consumo problemático y la solicitud
de ayuda especializada, remontándose el inicio del consumo problemático con frecuencia
al periodo escolar. No obstante, no existe una respuesta organizada para detectarlos e
intervenir precoz y sistemáticamente con esos chicos y chicas. Algo similar ocurre con
determinados problemas de integración social y de salud mental, cuyos signos aparecen
en la adolescencia pero no son atendidos hasta que se consolidan años más tarde. Según
el Libro blanco de la psiquiatría del niño y del adolescente, patrocinado por la Fundación
Alicia Koplowitz (http://www.copib.es/pdf/Vocalies/Clinica/20140326libro_psi.pdf), la mitad
de los trastornos aparecen por primera vez antes de los 14 años y el 70 % ante de los 18.
Hay una excepción que ha cobrado cierta significación en relación con el consumo de
cannabis por parte de jóvenes y adolescentes. Entre los consumidores de esta sustancia
sí ha aumentado el número de inicios de tratamientos “tempranos” como consecuencia de
las medidas alternativas a la sanción administrativa por consumo de drogas en la vía
pública que ofrecen muchos centros de tratamiento. Las alternativas a la sanción son muy
variadas, van desde la realización de programas de sensibilización, socioeducativos,
motivacionales a la realización de controles toxicológicos o de actividades a favor de la
comunidad.
Por otra parte, hay que reconocer que, en general, la demanda de intervenciones
preventivas se corresponde con la oferta. La demanda sigue demasiado centrada en
intervenciones generalistas y puntuales; y cuando se solicitan intervenciones que se
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desarrollan a lo largo de un periodo de tiempo más prolongado y de forma programada, se
desea que sea el experto quien la imparta. Incluso cuando la necesidad se centra en un
grupo de adolescentes específico o en algún alumno/a en particular, puede ocurrir que la
demanda se manifieste en la forma de solicitar “una charla sobre drogas por parte de un
experto”.
Resumiendo:
Algunos de los problemas infraestructurales y por tanto también retos relacionados con
los Niveles de la Prevención son los siguientes:
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3 Creación del Servicio
3.1. Misión.
Planificar, vertebrar, potenciar y optimizar las estrategias y programas que desde el Área
de Bienestar Social se desarrollen en el ámbito de la prevención, y contribuir a la
ordenación, la coordinación y la racionalización de las políticas y programas de
prevención que, dependiendo de diversas administraciones o entidades, coexisten en el
territorio.
3.2. Metas.
Para analizar los Programas de Prevención se emplearán los criterios considerados por el
OEDT (Observatorio Europeo de las Drogas y las Toxicomanías) como estándares
europeos de alta calidad en programas de prevención, lo que permite clasificarlos
distinguiendo entre los que merecen ser potenciados, complementados o reformulados.
b) Su marco teórico.
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f) La forma de involucrar a los/las agentes implicados
g) El sistema de evaluación.
3.3 Estrategias.
Para que la Unidad de Prevención Social del Área de Bienestar Social de Diputación de
Huelva pueda afrontar los retos que se desprenden del análisis de la realidad de la
provincia y cumplir con su misión sería conveniente elaborar un Plan Provincial de
Prevención convirtiéndose en su principal estrategia.
Si bien es verdad que la provincia está necesitada de un plan que ofrezca coherencia y
cohesión a las múltiples iniciativas que se llevan a cabo en su territorio, también lo es que
no hay ninguna institución que ostente la totalidad de las competencias en la materia. Por
ello, en tanto no se encuentre una solución institucional satisfactoria, el plan deberá limitar
su alcance. Por una parte, deberá garantizar la coordinación de la prevención del conjunto
de las iniciativas de las diferentes áreas que componen la Diputación de Huelva y, por
otra, deberá contribuir a sentar las bases de un plan de prevención que incluya a todas las
iniciativas que se desarrollan en la provincia, sean estas de titularidad pública o privada, y
pertenezcan al nivel local, provincial, autonómico o estatal de la administración, así como
aquellas que surjan de la iniciativa ciudadana o comunitaria.
Un paso importante en esta dirección ha sido la elaboración del Área de Prevención del
Plan Provincial de Drogodependencias. El documento elaborado por consenso de todas
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las administraciones participantes así como de un miembro del movimiento asociativo
puede ser la base del futuro Plan Provincial de Prevención.
El servicio se compromete a desplegar esta estrategia en todos los municipios de la
provincia que lo soliciten a través de su Programa de Asesoramiento a Municipios para
la elaboración de planes locales de prevención. Este programa pretende los mismos
objetivos de ordenación, coordinación y eficiencia pero a nivel local, con la cobertura de la
corporación Municipal y bajo la coordinación su alcaldía.
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fundamentalmente, a través del apoyo y del asesoramiento a las redes profesionales y a
los mediadores/as de los servicios públicos de la sociedad del bienestar3. No se trata de
sustituir a nadie y mucho menos los/las profesionales de primera línea que son los únicos
que pueden realizar la Prevención Universal y la detección precoz. Se trata de apoyar, de
colaborar, de vencer las resistencias que a veces provoca el trabajo intersectorial en
profesionales pertenecientes a sectores y administraciones diferentes.
El principio de subsidiariedad. En su sentido más amplio significa que “un asunto debe
ser resuelto por la autoridad (normativa, política o económica) más próxima al objeto del
problema”. En nuestro caso el principio se traduce en tener una inequívoca vocación
municipalista y reconocer que el mejor lugar para la toma de decisiones es el que está
más cerca de las personas y de las instituciones afectadas e interesadas por el asunto a
decidir. Esta perspectiva localista de la intervención debe estar complementada por otra
universalista en lo que se refiere a la información, la formación y la investigación. Sólo así
3 Aquellos/as profesionales y mediadores/as de los sistemas y/o redes normalizadas/universales, que trabajan en
primera línea de atención a la población, especialmente los que trabajan con jóvenes y adolescentes (profesores/as,
orientadores/as, UTS, profesionales de Salud en Atención Primaria, monitores/as de Escuelas Municipales,
técnicos/as de los Ayuntamientos, técnicos de Juventud, agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad, agentes
sociales que trabajan en grupos de Desarrollo Rural, profesionales que trabajan en programas de Escuelas Taller y
Casas de Oficios, Servicio de Protección de Menores) y profesionales de Servicios Especializados.
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