MATERIAL DE LECTURA Lector Regional - HUANCAVELICA LEE

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“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”

C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”


YACURAQUINA – TAYACAJA – HUANCAVELICA
“Día del Lector Regional, Huancavelica, lee”: El rey y la peste
Un rey árabe atravesaba el desierto cuando de pronto se encontró con la peste.
El rey se extrañó de encontrarla en aquel lugar:
– Detente, peste, ¿a dónde vas tan deprisa?
– Voy a Bagdad- respondió entonces ella- Pienso llevarme unas cinco mil
vidas con mi guadaña.
Unos días después, el rey volvió a encontrarse en el desierto con la peste, que
regresaba de la ciudad. El rey estaba muy enfadado, y dijo a la peste:
– ¡Me mentiste! ¡Dijiste que te llevarías a cinco mil personas y murieron
cincuenta mil!
– Yo no te mentí- dijo entonces la peste– Yo sesgué cinco mil vidas… y fue el
miedo quien mató al resto.
Moraleja: ‘El miedo puede ser más destructivo incluso que aquello que nos
asusta’
Reflexiones sobre esta fábula de ‘El rey y la peste’
El miedo tiene dos vertientes: nos puede proteger de un peligro o bien causar
un daño mayor. Lo importante es saber dónde está el límite y conseguir templar
los nervios en caso necesario:
 El miedo puede ser muy destructivo: en esta historia, el mal mayor no
fue la enfermedad que acabó con la vida de tantas personas, sino el
miedo, que hizo que el resto enfermera y creyera tener también la peste,
hasta el punto de morir también. Y es que el miedo puede llegar a ser
mucho más destructivo que aquello que nos infunde tanto temor.
 El objetivo, dominar ese miedo destructivo: para lograr controlar el miedo
que nos hace daño, debemos templar los nervios e intentar rescatar al
sentido común de aquel lugar en donde le hemos escondido. La razón
es la única capaz de controlar el miedo. En situaciones de miedo
paralizante, la única solución es intentar recuperar la calma y dejar a la
razón que piense… ¿de verdad esto me va a poder? ¿de verdad es tan
peligroso? ¿Cómo puedo superarlo?
“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”
YACURAQUINA – TAYACAJA – HUANCAVELICA
“Día del Lector Regional, Huancavelica, lee”
Urashima y la tortuga. Un cuento sobre el amor
Hace mucho tiempo, un humilde pescador japonés tuvo un hijo al que puso de
nombre Urashima. Desde bien pequeño, le enseñó todo lo necesario para que
aprendiera su oficio y amara y respetara al mar.
El niño fue creciendo, y pronto se convirtió en un joven apuesto y trabajador,
que no dudaba en madrugar para salir con su pequeña barca mar adentro para
echar sus redes para pescar. Urashima amaba el mar y su pequeña barca. Era
su bien más preciado y pensaba en ella constantemente.
El encuentro de Urashima con la tortuga misteriosa
Un día, Urashima, al izar con cuidado sus redes, descubrió que entre todos los
peces había quedado atrapada también una pequeña tortuga. La sacó de ahí
con cuidado, y mirándola fijamente, le dijo:
– No temas, tortuga, sé que vosotras podéis vivir hasta mil años, y deseo que
vivas entera tu larga vida. Vuelve al mar con tus compañeras.
Y diciendo esto, soltó con mucha delicadeza a la pequeña tortuga y observó
cómo se zambullía entre las olas para volver a su hogar.
Al día siguiente, Urashima regresó al mismo lugar en donde había encontrado
a la tortuga, y para sorpresa suya, la tortuga volvió a aparecer. Aunque más
sorprendido aún se quedó al escucharla decir:
– Vengo a darte las gracias, joven pescador. Me perdonaste la vida, y ahora la
princesa del Palacio del dragón quiere conocerte. ¿Te gustaría conocerla?
– ¿El Palacio del dragón? - preguntó Urashima atónito. La verdad es que había
escuchado la leyenda, pero él creía que era una mentira más. Todos le habían
dicho que existía un reino subterráneo gobernado por unos reyes que vivían
con su hija en el Palacio del dragón. Intrigado, Urashima contestó que sí, que le
gustaría conocerla.
– Entonces- continuó hablando la tortuga- Súbete a mi caparazón y no temas,
que yo te llevaré. 
Y diciendo esto, la tortuga comenzó a crecer, y se hizo enorme. Urashima se
subió a su caparazón y la tortuga se hundió entre las olas. Comenzó a
descender con gran rapidez, y pronto llegó hasta un precioso reino escondido
entre corales y perlas, en cuyo centro se alzaba un hermoso palacio rodeado
por enredaderas de oro.
– ¡Es precioso! - dijo Urashima realmente asombrado.
Urashima y la bella princesa Dragón
En ese momento, una hermosa joven salió a su encuentro. Era la mujer más
bella que había visto nunca. Tenía la tez tan blanca como la luna llena en
noches sin estrellas y el pelo tan oscuro como el azabache. Su sonrisa
desprendía los mismos brillos que salpican las olas al atardecer. Y
Urashima, se enamoró de ella al instante. 
– ¡Bienvenido! Soy la princesa Dragón, hija de los reyes de este reino. Y la
tortuga que salvaste el otro día es mi doncella más querida. Ella me lo contó
todo, y sentía curiosidad por conocerte. ¿Quieres pasar conmigo un rato?
– Claro que sí- respondió el joven algo aturdido- Yo me llamo Urashima…
Los jóvenes comenzaron a hablar, a reír, a contarse tantas cosas… que el
tiempo pasaba sin que Urashima se diera cuenta. Había olvidado su pequeña
barca, su hogar… y a su padre.
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C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”
YACURAQUINA – TAYACAJA – HUANCAVELICA
La boda de Urashima y la princesa Dragón
Urashima y la joven Dragón se fueron enamorando cada vez más, y los padres
de la muchacha les dieron la aprobación para la boda. Urashima estaba muy
feliz, y solo podía pensar en su amada.
La boda se celebró por todo lo alto, fue un gran acontecimiento en el reino
submarino, y el tiempo siguió pasando. Pero un día, Urashima y su joven
esposa nadaban cerca de la superficie, cuando una sombra pasó por encima
de sus cabezas. Y el joven pescador de pronto se acordó de su barca y sobre
todo… de su padre.
– ¡Oh, no! - dijo entonces Urashima asustado- ¡Tengo que regresar para
contarle todo lo que ha pasado a mi padre! ¡Estará muy preocupado! Seguro
que me está buscando…
– No puedes irte- dijo entonces la princesa Dragón con lágrimas en los ojos-. Si
te vas, no podrás regresar nunca.
– Sí, te lo prometo, claro que regresaré. Pero tengo que ir. Mi padre estará
sufriendo mucho…
Urashima vuelve al exterior
La princesa Dragón no pudo hacer nada por convencerle. Urashima estaba
decidido a volver a su hogar. Así que, aún llorando, la princesa Dragón le
tendió un cofre de plata y le dijo:
– Toma este cofre. Cuando vayas a regresar, lo necesitarás. Pero no lo abras.
No lo abras…
El joven Urashima asintió y se guardó el pequeño cofre. Entonces, nadó hasta
la superficie, pero no encontró su barca. Así que continuó nadando hasta la
orilla y caminó hasta su casa. Pero al llegar, no estaba… solo había unas
cuantas piedras llenas de musgo.
Asustado, Urashima se dirigió al pueblo y preguntó a uno de los ancianos que
paseaban por allí:
– Perdone, buen hombre, ¿sabe dónde está el anciano pescador… el padre de
Urashima?
– ¿Urashima dices? - preguntó extrañado el hombre- Urashima… Ay… pobre
hombre, lo que sufrió buscando a su hijo. Murió hace ya cerca de 300 años,
pero su historia es muy famosa y la conocemos todos. Su hijo salió a pescar
una mañana y jamás regresó. Encontraron su barca en la orilla, vacía. El
hombre le estuvo buscando durante toda su vida, hasta que murió. Nadie quiso
comprar esa casa, porque decían que podía traer mala suerte.
– ¿300 años? - repitió Urashima conmocionado.
Urashima fue al cementerio y efectivamente, allí estaba la lápida de su
padre. Había muerto hacía 300 años. Desolado por aquella noticia, fue hasta la
orilla para regresar junto a su mujer, pero ninguna tortuga acudió a su
encuentro. Así que, olvidando por completo la advertencia de su esposa, abrió
la pequeña caja de plata. Una nube blanca salió y le envolvió. Y
entonces comenzó a sentirse cada vez más débil y cansado. Su piel comenzó
a cuartearse y se llenó de arrugas.
– ¡Estoy envejeciendo! - dijo Urashima, sentándose en la arena de la playa.
Y allí, frente al mar, Urashima dejó pasar los últimos minutos de vida que le
quedaban, pensando en su padre, en su amada y en lo rápido que había
pasado su vida. Después, desapareció y se desvaneció como una nube de
polvo sobre el mar.
“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”
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“Día del Lector Regional, Huancavelica, lee”


Los dos reyes y los dos laberintos
Cuentan que hace mucho tiempo,  el rey de Babilonia y el rey de Arabia
estaban enemistados. El rey de Babilonia, para demostrar al otro rey su poder,
mandó construir un laberinto tan complejo que nadie pudiera escapar de él.
Y un día en el que el rey de Arabia llegó a Babilonia de visita, y este le dijo:
– Quiero mostraros las maravillas de nuestra última construcción. Debes
acceder por esta puerta y caminar por los pasillos… realmente te quedarás
perplejo ante tal obra de arte…
El rey árabe, llevado por la curiosidad, entró en el laberinto y se dejó llevar por
los cientos de pasillos que lo formaban. Evidentemente, se perdió. Estuvo
vagando horas y horas por sus recovecos, hasta que desesperado, pidió ayuda
a su Dios y al final consiguió dar con la puerta de salida.
La respuesta del rey árabe al ataque del rey de Babilonia
El rey árabe no hizo ningún comentario ante el rey de babilonia. Ni una queja.
Se fue y poco después ordenó comenzar una cruenta batalla.
Las islas babilónicas quedaron arrasadas y el rey, apresado. Entonces, el rey
árabe mandó atar a un camello al rey de Babilonia y lo condujo durante tres
días por el desierto.
– Tú me mostraste el más bello laberinto que hiciste para mí… Nosotros
tenemos un laberinto sin pasillos, sin recovecos, sin puertas de entrada y
salida. Quiero que disfrutes de él tanto como disfruté yo del vuestro.
Y entonces soltó al rey de Babilonia y le dejó en mitad del desierto. Poco
después murió de hambre y sed.
Reflexiones sobre ‘Los dos reyes y los dos laberintos’
Podemos tratar este relato desde dos perspectivas: una, la del sentimiento de
venganza y otra, la de las consecuencias de hacer el mal a otro.
 Todo lo que des, te será devuelto: está claro que los dos reyes no se
tenían ninguna simpatía. Pero fue el rey de Babilonia quien comenzó en
realidad la guerra. Desafió al rey árabe e intentó matarle mediante la
astucia de su impresionante laberinto de donde ningún otro hombre
había podido salir nunca con vida. Su intención por lo tanto era matarle.
 La venganza del rey árabe: podemos pensar que el rey árabe podía
haber perdonado y ya está. Pero de hacerlo, el rey de Babilonia
seguramente hubiera intentado matarle de nuevo. La suya fue una
declaración de guerra y la guerra llegó. Pero el rey de Arabia quería
pagarle con la misma moneda, para que el castigo al rey de Babilonia
fuera proporcional al que le había otorgado a él. De ahí que buscara un
‘laberinto’ más complejo para ponerlo a prueba.
 No desafíes a la suerte: el rey de Babilonia demostró su soberbia y
prepotencia al intentar matar al rey de Arabia de forma humillante.
Quería demostrar que él era el rey más sabio, más inteligente y astuto.
Sin embargo, la jugada le salió mal.
“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
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“Día del Lector Regional, Huancavelica, lee”
El país donde todos eran ladrones.
Existió un país donde todos eran ladrones. Por la noche, cada uno de los
habitantes de este país salía con una ganzúa y una linterna. Cada noche iban a
saquear la casa de un vecino. Al regresar cada vecino, cargado de objetos
robados, encontraba su propia casa desvalijada, porque recordemos, todos se
robaban unos a otros.
De esta forma, todos vivían tranquilos: un vecino robaba al otro, y éste a otro
diferente, y así sucesivamente, hasta llegar al último que robaba al primero. Se
cerraba de esta forma el círculo. ¿Qué conseguían? No había ni había ricos ni
pobres. Sólo había ladrones.
Un día, apareció en este país un hombre honrado, que desestabilizó todo por
completo. Este hombre, cada noche, en lugar de salir a robar, se quedaba en
su casa. Así que al llegar el ladrón al que le tocaba robar en esa casa, se tenía
que dar media vuelta al comprobar que había luz dentro.
Todos los habitantes del país estaban enfadados. De hecho, era bastante
preocupante, porque cada vez que el hombre honrado se quedaba en su
casa, un vecino se quedaba sin robar, y al día siguiente no tenía para comer.
Cómo intentaron solucionar el problema en el país de los ladrones
Entre todos consiguieron convencer al hombre honrado para que saliera por las
noches de su casa. De esta forma, el ladrón podría entrar en su casa. Pero
aunque él accedió, el problema no estaba resuelto. Al fin el ladrón podía entrar
en su casa, pero había una casa que se quedaba sin robar, ya que el hombre
honrado no robaba.
El país se sumió en un gran caos por culpa del hombre honrado. Los que no
eran robados durante la noche, eran un poco más ricos en comparación con
aquellos a los que les robaban, por lo que decidieron no seguir robando. Pero
los que iban a robar a casa de los que no robaban, se empobrecían más, ya
que al estar ellos en casa, no podían entrar…
Pasaron unos cuantos años, y los ricos se dieron cuenta de que, si no seguían
robando, al final se volverían pobres. Así que decidieron pagar a los pobres
para que robaran por ellos. Así no tendrían que salir de casa y nadie robaría en
su vivienda, pero ellos sí recibirían beneficios de lo que robaran para ellos. Se
firmaron contratos y se establecieron salarios…
Y los ricos se hicieron cada vez más ricos y los pobres más pobres. Y el
único hombre honrado que llegó a aquel país, no tardó en morir de hambre.
(Italo Calvino)

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“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”
YACURAQUINA – TAYACAJA – HUANCAVELICA
“Día del Lector Regional, Huancavelica, lee” Dechen
Dechen era un aprendiz budista. Vivía feliz en un monasterio situado en lo alto
de una montaña tibetana. Se sentía realmente agradecido de poder participar
junto a sus compañeros de una vida dedicada a la contemplación y a la
meditación. Y aprendía con rapidez bajo la tutela de su maestro, Angmo.
La gran pasión del pequeño Dechen era la jardinería. Le encantaba cuidar de
las plantas y flores del monasterio y mimaba cada uno de los árboles que
embellecían el jardín.
Sin embargo, un día de tempestad, Dechen se encontraba fuera, en el campo,
recogiendo con su pequeño cántaro agua de la lluvia. De pronto descubrió
una hermosa flor de pétalos frágiles y blancos y temió que el viento la
marchitara.
No se lo pensó dos veces, y arrancó la flor con su raíz para plantarla en una
maceta.
– Aquí estarás a salvo- dijo Dechen orgulloso.
Colocó la maceta en su cuarto, junto a la ventana, para que recibiera luz del sol
cada mañana.
El joven aprendiz se obsesiona con su flor
Su maestro lo observaba todo, y aunque intuía que algo malo iba a ocurrir,
decidió dejar que el joven aprendiera de su error por sí mismo.
Al principio, la flor parecía lucir bien hermosa junto a su ventana. Dechen solo
tenía ojos para ella. Comenzó a dejar de cuidar el resto del jardín. Se pasaba
los días observándola. Más aún cuando de pronto comenzó a notar que su flor
se marchitaba. Entonces, el joven sintió una profunda angustia. No sabía qué
hacer. Permanecía constantemente al lado de su flor. Tal es así, que dejó de ir
a los rezos y de participar de sus tareas diarias.
El maestro Angmo, enfadado y a la vez entristecido, decidió intervenir. Observó
que las plantas del jardín estaban muriendo y entró en el cuarto de Dechen:
– ¡No puedes abandonar todas tus tareas por esta flor!
– No lo entiendes, se está muriendo, me necesita… – dijo muy triste Dechen.
– Tal vez no hayas entendido lo que tu flor necesita. Tal vez la estés regando
demasiado mientras que dejas sin agua a otras flores.
– No, si no la riego tanto
No me refiero a ese tipo de agua… Debes soltar el control. Tu flor se siente
encerrada.
El resurgir de la flor
Dechen lo comprendió todo… Debía devolver la flor a su lugar natural. No
podía poseerla porque era libre. Y muy a su pesar, decidió soltar las cadenas
que le ataban a ella.
El joven aprendiz caminó despacio hacia el lugar donde la encontró y descubrió
que habían nacido muchas otras flores como ella. Entonces, la sacó con
cuidado de la maceta y la plantó de nuevo junto a sus compañeras.
En pocos días, su flor volvió a revivir. Era sin duda la más hermosa. El monje
se sentía realmente feliz, y acudía a diario para admirarla.
 Para reflexionar:
 El amor verdadero es el amor en libertad.
 El daño que llegan a hacer las obsesiones.
 La necesidad de soltar el control sobre aquello que no podemos controlar.
 Qué mal puede hacernos el sentimiento de apego cuando se vuelve
enfermizo.
“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”
YACURAQUINA – TAYACAJA – HUANCAVELICA
“Día del Lector Regional, Huancavelica, lee” La lotería
Amaneció un día caluroso en el pequeño pueblo. Era 27 de junio y los niños
fueron los primeros en llegar a la plaza. Acababan de comenzar las
vacaciones y tenían mucho tiempo para la diversión. Los más mayores
comenzaron a reunir piedras pequeñas y lisas y a depositarlas en pequeños
montones. Allí estaban Bobby, Harry Jones y Dickie Delacroix. Los más
pequeños, llegaron de las manos de sus padres, quienes comenzaron a hablar
del tiempo, de agricultura, y de impuestos. Después empezaron a contarse
chistes, pero evitando soltar carcajadas demasiado estridentes.
Por último, llegaron las mujeres, y tras contarse algún que otro chisme entre
ellas, se dirigieron después hacia donde estaban sus maridos. Llamaron a sus
hijos. Bobby intentó volver hacia donde estaba su montón de piedras, pero su
padre gritó su nombre enfadado.
Entonces llegó el señor Summers, con su caja negra. Era el encargado de
organizar todos los eventos, de hecho, siempre depositaba mucha energía en
ellos: los bailes en la plaza, las actividades en el club juvenil… y por
supuesto, la lotería. Su rostro era amigable: tenía unas facciones redondas y
un espíritu que transmitía confianza. Se dedicaba al negocio del carbón. Nunca
había tenido hijos, y su mujer era muy gruñona. Por eso los demás se
compadecían de él y le tenían mucho cariño.
Junto a él venía el administrador de correos, el señor Graves, cargado con un
taburete de tres patas. Lo colocó en el centro de la plaza y depositó sobre él la
caja negra que traía el señor Summers.
El proceso que se seguía en día de la lotería
La caja negra que utilizaban para la lotería no era la original. Se perdieron
todos los objetos que usaron en los comienzos, y crearon esta otra caja, que ya
llevaba muchísimos años utilizándose y que todos se negaban en cambiarla, a
pesar de estar ya muy vieja y hasta descolorida. Ya formaba parte de la
tradición.
Las fichas de madera se habían sustituido por pequeños pedazos de papel. El
señor Summers pidió ayuda y el señor Martin se presentó voluntario, junto a su
hijo mayor. Entre ambos, sujetaron con fuerza la caja negra mientras el señor
Summers removía a conciencia los papeles. La cosa no era tan sencilla,
antes de todo esto, el señor Summers había elaborado las listas con todos los
habitantes y había hecho un juramento de lealtad e imparcialidad frente al
administrador de correos.
El señor Summers estaba terminando de remover las papeletas
cuando apareció corriendo la señora Hutchinson.
– ¡Cielos! - dijo acalorada- ¡Me había olvidado por completo del día de hoy!
– No te preocupes, Tessie- respondió la señora Delacroix- Has llegado a
tiempo.
El señor Summer dijo entonces:
– Bueno, pues parece que ya podemos empezar. Estamos todos, ¿no? ¿O
falta alguien?
Entonces, todos comenzaron a mirar alrededor.
– ¡Falta Dunbar!- gritó uno de ellos.
– ¿Dunbar?- el señor Summers consultó la lista- ¡Ah, sí! ¡Clyde Dunbar! Tiene
una pierna rota. ¿Quién sacará por él la papeleta?
– Yo, supongo- dijo su mujer.
“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
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– Muy bien, pues entonces sí estamos todos preparados- dijo entonces el
señor Summers- Ya sabéis las normas. Iré llamando y al tomar la papeleta no
podéis mirarla. Tenemos que esperar a que todos tengamos una papeleta.
El sorteo de la lotería
Y dicho esto, el señor Summers comenzó a llamar a todos los que tenía
apuntados en la lista. Al llegar hasta donde estaba él, la tradición era
saludarse entre ellos antes de agarrar un papel de la caja.
– Adams, Allen, Clarck…
– En otros pueblos están empezando a prohibir la lotería del verano– dijo uno
de los presentes a otro.
– ¡Qué ignorantes! - contestó el otro- ¡Es una tradición! ¡No se puede prohibir!
Uno a uno, fueron acercándose hasta la caja negra y rebuscando nerviosos
una papeleta al azar. Luego, regresaban a sus sitios. El último fue el señor
Summers. Sostuvo en alto su papeleta y entonces dijo:
– Muy bien, amigos.
Esa era la señal. Todos abrieron apresurados sus papeletas. Las mujeres
comenzaron a preguntar:
– ¿A quién le ha tocado? ¿Quién ha sido? ¿A los Dunbar? ¿A los Watson?
A los pocos segundos comenzó a escucharse:
– ¡Le ha tocado a Hutchinson!
Todos miraron al hombre. Bill Hutchinson permanecía sentado e impasible, con
su papeleta en la mano.
– ¡No es justo!– dijo entonces su mujer, Tessie Hutchinson- ¡No le has dado
tiempo a buscar su papeleta!
– ¡Calla, Tessie! Todos hemos tenido la misma oportunidad. Acepta la suerte-
le dijo otra de las mujeres.
– Sí, vayamos aligerando el proceso- dijo el señor Summers- ¿Tienes alguna
vivienda más en propiedad, Bill?- preguntó entonces el señor Summers.
– No.
– ¿Y tienes hijos?
– Tres: Bill, Nancy y el pequeño Dave. Y mi mujer Tessie vive con nosotros,
claro.
El desenlace del extraño sorteo de lotería
El señor Summers depositó entonces en la caja negra cinco papeletas, con
ayuda del señor Graves. El resto de papeletas, cayeron al suelo.
– ¡Os digo que no le dio tiempo a escoger la papeleta!- gritó de nuevo su mujer-
¡Deberíamos repetirlo!
El señor Summers parecía no escucharla.
– ¿Estás preparado, Bill?
– Sí- dijo él, lanzando una mirada a su mujer y a sus hijos.
El primero en sacar papeleta fue el pequeño Dave, al que tuvieron que ayudar.
Después su hija Nancy, de doce años, y el mayor de los hijos, Bill.
Todos guardaron silencio. El pequeño alzó su papeleta en blanco y todos
respiraron aliviados. También tenían papeleta en blanco los otros hijos, Nancy
y Bill. Le tocaba a Tessie, pero no quiso abrirla, así que su marido enseñó su
papeleta en blanco.
– ¡Es Tessie!- dijo el señor Summers.
Su marido le arrebató con furia el papel y enseñó el punto negro en medio de la
hoja. El punto que había pintado el señor Summers la noche anterior.
– ¡No es justo!- volvió a decir la señora Hutchinson- ¡Os digo que no es justo!
“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
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Pero ya estaba hecho. Todos fueron a por sus piedras y Tessie quedó sola en
medio de la plaza. Los niños fueron los primeros en empezar. La primera
piedra le dio a Tessie en la sien. Entonces, el pueblo entero se lanzó sobre
ella.

“Día del Lector Regional, Huancavelica, lee” El buscador

Llevaba dos días andando cuando el buscador divisó a lo lejos la ciudad de


Kammir. Pero antes de llegar, atravesando una colina, se fijó en un sendero
muy estrecho que partía del camino hacia la derecha. El sendero estaba
bordeado de árboles muy verdes y de flores muy hermosas. El buscador no
pudo resistir la tentación de investigar y comenzó a andar por el camino. 
Además de graciosas mariposas de colores, el buscador se fijó en que el
camino entre los árboles estaba salpicado de pequeñas piedras blancas. Pero
al acercarse a un leyó una inscripción que decía: 
‘Abdul Tareg, vivió 8 años, 6 meses, 2 semanas y 3 días’. 
De pronto su alma se entristeció, al darse cuenta de que se trataba de la
lápida de un niño. Entonces se acercó a otra de las piedras y leyó: 
‘Yamir Kalib, vivió 5 años, 8 meses y 3 semanas’. 
El enigma que entristecía a ‘El buscador’
Pero, ¿cómo era posible? ¿Qué clase de maldición reinaba sobre aquel
lugar? ¿Por qué todos morían tan jóvenes?  Comprobó con una profunda
tristeza que todas las piedras pertenecían a niños. El que más había vivido,
solo alcanzaba los once años. 
Y el buscador, totalmente apesadumbrado, se sentó junto a un árbol y rompió a
llorar. 
Entonces le vio un lugareño. Se acercó a él y le preguntó:
– ¿Puedo ayudarle? ¿Por qué está tan triste?
– Oh, tal vez pueda explicarme qué mal reina en esta ciudad. ¿Qué hace que
mueran tantos niños? ¿Por qué existe este extenso cementerio infantil?
El hombre entonces sonrió y le dijo:
– No tema, no existe ningún maleficio. Verá, se lo explicaré: en este lugar
tenemos una tradición. Cuando los niños cumplen 15 años, pensamos que
comienza su etapa adulta y se les entrega como regalo una libreta como la que
llevo colgada del cuello- Y el hombre le mostró su libreta- En ella debe apuntar
todos los momentos maravillosos que ha vivido y el tiempo que duró.
En la hoja de la izquierda se anota el acontecimiento que le hizo feliz y a la
derecha, cuánto duró ese momento de felicidad. Por ejemplo, el momento del
primer amor, un viaje que te hizo feliz, el nacimiento de un hijo… Al final,
cuando esta persona muere, se abre su libreta y se suma todo el tiempo que
esa persona realmente vivió en felicidad, todo el tiempo disfrutado. Y esa es
su edad real de vida. 
El buscador entonces se quedó realmente impresionado ante el pensamiento
tan profundo y sabio de aquella gente.
Reflexiones sobre este cuento para adolescentes y adultos
La vida es efímera y a menudo desperdiciamos sus valiosos minutos.
– La vida que vivimos es la que disfrutamos: cierto, siempre habrá
momentos especiales, que nos hacen realmente felices. Esos son los
momentos vividos, los que hemos aprovechado al máximo.
“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”
YACURAQUINA – TAYACAJA – HUANCAVELICA
– Por qué debemos agradecer los momentos de vida: no todos nuestros
momentos son felices. Habrá momentos duros, de dolor, de lucha, de
frustraciones. Momentos sombríos pero necesarios, por supuesto. Por eso,
cada vez que un rayo de luz aterrice en medio de nuestra oscuridad, debemos
valorarlo. ¿Y cómo la hacemos? Agradeciendo que llegue a nuestra vida. Y por
supuesto, viviendo el momento con la máxima intensidad. 
“Día del Lector Regional, Huancavelica, lee”
El ruiseñor y la rosa. Cuento para adolescentes sobre el amor

Paseaba muy triste un estudiante cerca de la encina en donde el ruiseñor había


construido su nido. El joven lloraba amargamente mientras gritaba a los cuatro
vientos su desdicha:
– ¡Una rosa roja! ¡Solo quiere una rosa roja y no encuentro ninguna! - decía
entre lágrimas el estudiante.
El ruiseñor, alertado por el llanto del joven, escuchó con atención, mientras él
seguía hablando:
– Si consiguiera una rosa roja, ella bailaría conmigo toda la noche. Aceptaría a
ir al gran baile en mi compañía. Y al fin podría rozar su cálida piel. Oh, qué
desgraciado soy, ¡qué duro es el amor!
El ruiseñor pensó entonces:
– Pobre chico… Yo, que cada día canto al amor y a la belleza, sé lo que se
puede llegar a sufrir por amor. El mayor sufrimiento, sin duda, porque el amor
lo es todo, y sin amor, la vida carece de sentido.
Por su parte, el joven, que ya se había tumbado sobre el césped, seguía
llorando:
– No puedo ser más desgraciado… ¡Si solo quiere una rosa roja! ¡Y no hay
ninguna en todo mi jardín! Si al menos consiguiera una… ¡qué felicidad! ¡Sería
como rozar el cielo! ¡Cómo encontrarme de pronto en el paraíso!
El ruiseñor y la rosa: en busca de una rosa roja
Pasaba por allí cerca una lagartija, quien, al ver llorar al chico, preguntó:
– Pero… ¿por qué llora así?
– Eso, eso- añadió una mariposa que volaba entre las flores- ¿Por qué?
Y una dulce margarita, levantó su cabeza y también preguntó:
– ¿Por qué llora?
Y el ruiseñor contestó:
– Por una rosa roja. Por amor.
– ¡Vaya ridiculez! - dijeron los tres.
Pero el ruiseñor, que entendía perfectamente el sufrimiento que genera el
amor, alzó el vuelo en busca de una rosa roja. Llegó hasta un rosal y le dijo:
– Rosal, dame una rosa roja y te cantaré las más dulces melodías.
– Me temo que no puedo- contestó el rosal- Mis rosas son más blancas que la
luna. Pero pregunta a mi hermano, el rosal que está junto a la iglesia. Tal vez
pueda ayudarte.
El ruiseñor voló hasta allí y le dijo al rosal:
– Rosal, por favor, dame una rosa roja y te cantaré las melodías más dulces
que hayas escuchado nunca.
– Ya me gustaría- contestó el rosa- Pero mis rosas son amarillas, tan
amarillas como el sol y el trigo. Pregunta al rosal que duerme bajo la ventana
del estudiante.
“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”
YACURAQUINA – TAYACAJA – HUANCAVELICA
Y el ruiseñor llegó hasta el rosal que había bajo la ventana del estudiante y le
dijo:
– Rosal, necesito una rosa roja. ¿Podrías dármela tú?
– Oh, lo siento, ruiseñor, pero este año no podré dar rosas, porque la escarcha
y las heladas rompieron mis raíces y mis ramas. Mis rosas son rojas, sí, pero
no puedo crear ninguna.
– ¿Y no hay ninguna manera de solucionarlo? - preguntó entonces el ruiseñor.
– Sí la hay, pero es terrible…
– Dime, rosal, ¿qué puedo hacer?
– Podría dar una rosa roja nacida del sacrificio por amor. Si tú vienes a la luz
de la luna esta noche y cantas hasta el amanecer pegado a mis espinas, y la
sangre de tu corazón llega hasta el mío, podré crear la rosa roja más hermosa.
– Dar mi vida por una rosa me parece un alto precio… Sin embargo… ¿qué es
la vida de un pájaro frente al amor de un hombre? Esta misma noche vendré,
rosal.
El ruiseñor y la rosa: El sacrificio del ruiseñor
El ruiseñor acudió hasta donde estaba el joven, que aún lloraba desconsolado,
y le dijo:
– No llores más, joven enamorado, pues esta misma noche te conseguiré esa
rosa y el amor podrá triunfar, pero prométeme que será un amor verdadero, un
amor puro y eterno.
Y el joven, que escuchaba cantar al pájaro, no entendía bien lo que decía:
– Oh, es lindo tu trinar, pero seguramente seas solo un ave que no entiende de
amor y sufrimiento, que vuela y piensa en sí mismo de forma egoísta…
Y diciendo esto, el estudiante se fue a su habitación.
Esa misma noche, a la luz de la luna, el ruiseñor fue hasta el rosa y cumplió su
palabra. Comenzó a cantar las melodías más dulces, inspirado por el amor,
mientras se apretaba a las espinas del rosa y dejaba que se hundieran en su
carne. La sangre fue dando vida a una rosa, al principio pálida, luego algo
sonrosada, y al final, con los primeros rayos de la aurora, ya cuando el
pequeño ruiseñor cayó desplomado al suelo, la rosa se tornó roja y hermosa,
y abrió sus pétalos a la mañana, llena de vida.
El estudiante abrió la ventana y vio con asombro esa hermosa rosa roja, pero
no se fijó que en el suelo yacía muerto el ruiseñor.
– ¡Oh! ¡Qué suerte la mía! ¡Qué gran dicha! ¡Una rosa roja! ¡Mi amada querrá
bailar al fin conmigo!
Y el joven cortó la rosa y se fue corriendo hasta la casa del profesor, para
entregarle la rosa a su hija.
La respuesta de la hija del profesor
El estudiante llegó a la casa del profesor y dijo a su amada:
– ¡Mira! ¡Traigo lo que me pediste! ¡Aquí tengo tu rosa! ¿Bailarás esta noche
conmigo?
– Oh, no, claro que no- dijo entonces la joven ingrata– Tengo otro pretendiente
que me ha regalado joyas. Como comprenderás, una joya vale más que una
estúpida rosa roja. Así que llévatela, porque no la quiero.
El joven se enfadó entonces, pensando en lo estúpido que es el amor y en lo
ingrata que era la joven. Al salir, arrojó al suelo la rosa y se fue a su cuarto
murmurando:
“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”
YACURAQUINA – TAYACAJA – HUANCAVELICA
– ¡Ah! ¡El amor! ¡Qué tontería! No merece la pena dedicarle ni un minuto.
Prefiero mis estudios y mis libros, que me dan muchas y más gratas
recompensas.

“Día del Lector Regional, Huancavelica, lee”


El corazón delator
Es cierto, soy muy nervioso. Tanto, que a veces pueda parecer que me siento
gobernado por los impulsos. Pero no estoy loco. Loco, no, porque soy capaz de
razonar. También de escucharlo todo, de oír cosas que nadie consigue oír. Y
eso es porque mis sentidos se han agudizado. Y para demostrarles que no
estoy loco, les contaré ahora, más tranquilo, mi relato:
Llevaba tiempo observando al viejo. Le quería mucho, deben creerme, pero me
molestaba, me irritaba, y no podía frenar ese sentimiento. Era una tortura, y
todo, por culpa de ese ojo, un ojo velado con el que miraba y no veía, que me
clavaba y me ponía nervioso. Un ojo como de buitre, azulado, frío. ¡Fue por
culpa de ese miserable ojo! Deben creerme. Yo no quería nada del viejo. Ni su
dinero. Ni él me insultó nunca. Fue por culpa de ese maldito ojo, que me
trastocaba por completo.
Había tomado la determinación de matarlo, porque no aguantaba más. Y decidí
hacerlo con la mayor habilidad posible. ¿Es eso de locos? Los locos actúan sin
pensar. Yo pensé, recapacité, ideé un magnífico plan que salió bien, si no llega
a ser por… ¡malditos sentidos! ¡Por qué los tendré tan agudizados!
El corazón delator: plan para matar al viejo
Cada noche me acercaba a su cuarto, en silencio, y entornaba un poco la
puerta con ayuda de una linterna apagada. Lo suficiente como para que
pudiera caber una cabeza.
Cuando podía ver al viejo tumbado, durmiendo tan tranquilo, con el ojo velado
cerrado, apuntaba un rayo de luz con la linterna hacia su rostro, en dirección al
objeto de mis tormentos, a ese ojo que abierto es capaz de helarme la sangre.
Y esperaba un rato, con el rayo de luz sobre sus ojos, hasta que decidía dar
media vuelta y volver a mi habitación. Si el viejo dormía, no podía hacer nada.
No era él el que me molestaba, sino ese dichoso ojo de buitre. Necesitaba que
lo abriera, que me mirara…
Así pasaron siete noches, siete largas noches. Cada día, a las doce en punto,
repetía la misma operación. Luego regresaba a mi cuarto, y saludaba al viejo a
la mañana siguiente con total cordialidad y cariño.
El día del asesinato
Fue al octavo día. El día en que sucedió todo. Eran las doce y allí estaba yo, en
la puerta, con la linterna apagada. Entonces, mi pulgar resbaló al intentar abrir
el picaporte y al darle al pestillo, hizo ruido. El viejo se despertó y gritó:
– ¿Quién anda ahí?
Y yo permanecí callado. Durante una hora entera no me moví del sitio. Y el
viejo tampoco. Ahí en la cama, incorporado… Por un instante sentí lástima de
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C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”
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él. Pensé en el miedo que en ese momento estaría atenazando sus músculos.
Pensaría:
– Habrá sido el ruido del viento. No, no es el viento… Tal vez un animal. ¿Y si
no lo es?
Seguro que el viejo no paraba de dar vueltas al sonido que acababa de
escuchar, inmóvil por el terror. Y yo, de pronto me di cuenta de que ese era el
momento oportuno. Así que apunté suavemente mi linterna contra su rostro, y
la encendí débilmente. Justo en su ojo de buitre. Ahí estaba. ¡Me estaba
mirando! Abierto de par en par, con esa horrible tela que lo cubría entero.
Me enfadé. La ira aumentaba a cada instante. Y empecé a escucharlo. Sí, lo he
dicho ya: mis sentidos, agudizados, son capaces de oírlo todo. Y escuchaba,
perfectamente, el ensordecedor ruido de su corazón acelerado. El corazón
del viejo, que no se paraba, y me hacía enfadar más y más. ¡Lo iban a
escuchar todos los vecinos! ¡Debía hacer algo!
Me lancé contra él, tiré el colchón, y lo usé para ahogarlo. Ya estaba hecho.
Por fin el ojo de buitre me dejaría en paz. Por fin dejé de escuchar ese terrible
sonido.
Pensé después en cómo librarme del cuerpo. ¿Creen que un loco pensaría en
eso? Yo era capaz de razonar, de buscar una salida. Al final pensé que lo
mejor era esconderlo en su propio cuarto, bajo las tablas de madera. Así que
levanté unas cuantas y escondí allí el cadáver.
El delator del asesino: el corazón delator
Al día siguiente apareció la policía en la puerta del edificio. Al parecer, un
vecino les había avisado porque escuchó un grito. Yo estaba tranquilo. ¿Qué
tenía que temer? Todo había salido bien, como yo planeaba.
– ¿El anciano que vive aquí?- contesté ante la pregunta de la policía- No lo sé.
Se marchó ayer y no he vuelto a verle.
La policía comenzó entonces a registrar su habitación, y yo decidí sentarme en
una silla, que coloqué hábilmente justo encima de las tablas que
escondían el cadáver. Entonces, ellos se sentaron frente a mí y empezaron a
hablar, a reír, a entablar una conversación eterna.
Yo estaba alegre, y al principio seguí su conversación sin problema. Todo iba
bien, hasta que de pronto… de pronto comenzó a oírse, cada vez más y más.
Más fuerte, más nítido. ¡Agg!! ¡Esos malditos sentidos! ¿Por qué tendré que
oírlo todo?
Era imposible que ellos no lo oyeran. Sonaba muy fuerte. Retumbaba en los
oídos, como una máquina de tortura:
– ¡Toc, toc, toc!
El corazón del viejo seguía funcionando, seguía latiendo, seguía sonando. Y
mis oídos estaban a punto de estallar. Los policías seguían hablando… ¿Cómo
era posible? Disimulaban, eso es, disimulaban para ponerme aún más
nervioso. Y lo consiguieron, lograron enfadarme, hasta el punto de saltar,
desesperado, de levantarme y gritar:
– ¡Sí! ¡Lo hice! ¡Maté al viejo! Ese corazón que escuchan es el de su cadáver, y
está aquí justo, debajo de mi silla.
“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”
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“Día del Lector Regional, Huancavelica, lee” La sombra


Un hombre, joven pero muy sabio, decidió pasar un tiempo en un país cálido,
ya que él vivía en una región muy fría y estaba deseando vivir días más largos
y soleados.
Una vez que llegó al país cálido, en donde las personas son de color caoba o
incluso negras, comprendió que durante el día apenas se podía hacer vida, ya
que el calor era sofocante. En cuanto el sol se ponía y salían las estrellas, las
calles se llenaban de bullicio.
Así que, el sabio, pasaba mucho tiempo durante el día en su habitación,
observando el balcón que tenía enfrente y jugando con su propia sombra, que
evidentemente, se movía al tiempo que él lo hacía. Cuando él se estiraba, la
sombra se alargaba hasta casi tocar el techo; y cuando él se sentaba, la
sombra, cuya luz de las bombillas tenía detrás, se dirigía hacia delante hasta
casi rozar el balcón de hermosas flores que cada día observaba el extranjero.
El hombre, aburrido de pasar tanto tiempo allí solo, comenzó a hablar con su
propia sombra.
– Ay, si al menos tú pudieras mirar qué hay dentro de esa casa…
Al joven sabio le llamaba mucho la atención ese balcón cuya puerta siempre
estaba semi abierta. Las flores eran delicadas y hermosas y bien cuidadas,
pero nunca había conseguido ver a nadie. ¿Quién viviría allí? Por más que
había preguntado, nadie parecía tener la respuesta. De hecho, a esa vivienda
no se podía acceder de ninguna forma, ya que debajo solo había tiendas y no
había ningún portal. Desde luego, era un misterio
La extraña aparición del balcón
Una noche, el sabio se había quedado medio dormido, cuando de pronto, al
abrir los ojos, observó una intensa luz que venía del balcón de enfrente. Al
incorporarse y mirar mejor, le pareció ver a una hermosa mujer
resplandeciente. Una inmensa luz lo cubría todo: las flores, el balcón y la bella
y misteriosa dama. Pero al intentar acercarse más, la escena desapareció, y el
hombre, desesperado, se dirigió a su sombra, quien rozaba el balcón al tener
las luces detrás el sabio, y le dijo:
– Eh, sombra, ¿por qué no te cuelas en la casa de enfrente y luego me
cuentas qué hay dentro?
Y le hizo una señal para que se atreviera a ir. Entonces, el hombre se dio la
vuelta para irse a dormir, y no se dio cuenta de que detrás suyo, la sombra se
acababa de desligar para irse a la casa misteriosa.
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El hombre sin sombra
A la mañana siguiente, el sabio se dio cuenta de que ya no tenía sombra. Bajó
a la calle y miró atónito a todas partes. ¡No estaba por ningún lado! Entonces
cayó en una honda depresión:
– ¿Cómo voy a regresar a mi país sin sombra? ¡Se burlarán de mí!
Los días pasaron, y su sombra no daba señales por ningún lado, pero al octavo
día, comenzó a nacer una sombra nueva. Al principio era muy pequeña. Sin
embargo, al cabo de tres semanas, ya era una sombra bastante decente.
– Menos mal- dijo entonces el sabio- Debe ser que la raíz aún la tenía dentro.
El sabio regresó entonces a su país frío y comenzó a escribir historias llenas de
sentimientos, que sin embargo, no tenían mucho éxito.
La reaparición de la primera sombra
Pasaron los años y un día, de repente, alguien llamó a su puerta. Al abrir, se
encontró cara a cara con un hombre delgado, muy elegantemente vestido y con
pose de sabio.
– Buenos días- dijo el hombre- Han pasado muchos años, pero tal vez
haciendo memoria, consiga recordarme. Soy su sombra.
El sabio no podía creerlo: ¡era la sombra que perdió en el país cálido! Pero…
¡si era humana!
– Sí, sé lo que estará pensando- continuó hablando ella- Soy humano, tan
humano como usted. Una vez que me indicó el camino y me dio la señal para
decirme que ya estaba preparado para vivir mi propia vida, todo cambió por
completo.
– Pero… – dijo dubitativo el sabio- ¿Conseguiste entrar en aquella casa? ¿Qué
pasó? ¿Qué viste?
– Sí que lo hice, por supuesto, y lo vi todo. Absolutamente todo. Pero, ya veo
que tiene una sombra nueva. Oh, no me ofende, por el contrario, me
enorgullece pensar que yo ya no soy una sombra. Sentémonos y le contaré
todo.
– Sí, cuénteme, ¿quién vivía en esa casa?
– En aquella casa, viejo amigo, vivía… ¡La poesía!
– ¡La poesía! - repitió el sabio totalmente deslumbrado.
– Sí, la poesía misma, con toda su sabiduría, su turbulencia emocional, sus
secretos… Lo aprendí todo de ella: lo que los humanos saben y lo que ignoran,
lo que pueden ver con sus ojos y lo que jamás podrán contemplar. Gracias a
ella me hice humano, y luego solo tuve que conseguir un traje para darme una
apariencia más respetable.
– Vaya, pues me alegro mucho de que te haya ido también. A mí, sin embargo,
no me va como a ti… por más que escribo interesantes historias, no las lee
nadie…
La propuesta y el trato final
La sombra hizo como que lo sentía, y siguió hablando:
– Verás, por ser tú mi antiguo amo, tengo contigo una honda gratitud. Al fin y al
cabo, viví muchos años pegado a ti y aprendí mucho. Pero tengo un problema:
no tengo sombra. Necesito una y he pensado que tal vez podrías
acompañarme.
– ¿Cómo dices? - respondió sorprendido el sabio.
– Sí, puesto que estamos hechos el uno para el otro y ahora soy yo el más
sabio, creo que podríamos formar un buen equipo…
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– ¡Me estás insultando! ¡Yo no puedo ser tu sombra! ¡Tú eres la sombra! - dijo
entonces enojado el sabio.
– Bien, igual no me expliqué bien, pero te daré un tiempo para que lo pienses.
Y diciendo esto, la sombra se despidió del sabio.
Al cabo de unos meses, regresó. El sabio estaba realmente hundido y
adeudado.
– Veo que las cosas no mejoraron para ti- le dijo la sombra al sabio-. A mí sin
embargo me van mucho mejor. Te veo desmejorado. Y mira, estaba pensando
en ir a un balneario… sería un buen sitio para que te repusieras un poco. ¿Qué
tal si vienes conmigo? Vendrías con todos los gastos pagados, por supuesto,
ya que estarías pegado a mí como una sombra. Solo tienes que ir a donde yo
vaya y colocarte detrás de mí. Y otra cosa: creo que no estaría bien que me
tutearas. Al fin y al cabo, yo sería el señor. Te ruego que a partir de ahora me
llames de usted.
El sabio estaba tan débil, que decidió aceptar la oferta.
Qué pasó en el balneario
Una vez en el balneario, el sabio comenzó a actuar como la sombra de su
antigua sombra. De forma discreta, le acompañaba a todas partes. Siempre
detrás, tal y como le dijo la antigua sombra.
En el balneario también pasaba unos días una princesa que se fijó en la
sombra. Un día se acercó a ella y le dijo:
– Yo creo que sé por qué has venido al balneario… ¡No tienes sombra!
– ¿Cómo qué no? - dijo entonces la sombra- Sí la tengo, pero como soy
especial, mi sombra también lo es. Es casi tan sabia como yo, y está allá
sentada, esperando a que salga del agua- y la sombra señaló al sabio, que
permanecía sentado cerca de él.
– ¿Tan sabio, dices? No sé- dijo la princesa- Pues te pondré a prueba.
Y la joven empezó a hacerle difíciles preguntas. Una de ellas no era capaz de
responderla, pero sabía que su anterior amo seguramente la sabría, así que le
dijo a la princesa:
– Fíjate si es sabia también mi sombra que contestará esta pregunta por mí.
Y diciendo esto, llamó al sabio y efectivamente, éste logró acertar la respuesta.
La princesa quedó maravillada por la sombra. Se enamoró hasta el punto de
proponerle matrimonio. La sombra no quiso decir nada a su antiguo amo hasta
que viajaron y llegaron al palacio. Entonces le dijo:
– Verás, mañana me casaré con la princesa. A partir de ahora serás mi sombra
también en el palacio. Podrás vivir aquí con todos nosotros.
– ¿Cómo dices?- gritó exaltado el sabio-¿Ser tu sombra para siempre? ¡Claro
que no! ¿Estás loco?
– No grites- le dijo la sombra- o tendré que llamar a los guardias. ¿A quién
piensas que creerán?
– ¡No pienso ceder! ¡Yo no soy tu sombra!
Entonces, la sombra llamó a la guardia y les dijo:
– ¡Lleven ahora mismo al calabozo a este hombre!
Los hombres obedecieron órdenes y la princesa, al ver a su prometido sin
sombra, le preguntó:
– ¿Qué pasó? ¿Dónde está tu sombra?
– Ay… se volvió loca… ¡Fíjate que llegó a decir que en realidad era yo su
sombra!
– Pobre…- respondió compasiva la princesa- ¡Le mandarías apresar!
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– Por supuesto- respondió la sombra.
La boda se celebró al día siguiente. La princesa se casó con la sombra del
sabio. El sabio ya nunca más pudo decir nada. Su sombra le había mandado
ejecutar.

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