MATERIAL DE LECTURA Lector Regional - HUANCAVELICA LEE
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“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”
YACURAQUINA – TAYACAJA – HUANCAVELICA
“Día del Lector Regional, Huancavelica, lee” Dechen
Dechen era un aprendiz budista. Vivía feliz en un monasterio situado en lo alto
de una montaña tibetana. Se sentía realmente agradecido de poder participar
junto a sus compañeros de una vida dedicada a la contemplación y a la
meditación. Y aprendía con rapidez bajo la tutela de su maestro, Angmo.
La gran pasión del pequeño Dechen era la jardinería. Le encantaba cuidar de
las plantas y flores del monasterio y mimaba cada uno de los árboles que
embellecían el jardín.
Sin embargo, un día de tempestad, Dechen se encontraba fuera, en el campo,
recogiendo con su pequeño cántaro agua de la lluvia. De pronto descubrió
una hermosa flor de pétalos frágiles y blancos y temió que el viento la
marchitara.
No se lo pensó dos veces, y arrancó la flor con su raíz para plantarla en una
maceta.
– Aquí estarás a salvo- dijo Dechen orgulloso.
Colocó la maceta en su cuarto, junto a la ventana, para que recibiera luz del sol
cada mañana.
El joven aprendiz se obsesiona con su flor
Su maestro lo observaba todo, y aunque intuía que algo malo iba a ocurrir,
decidió dejar que el joven aprendiera de su error por sí mismo.
Al principio, la flor parecía lucir bien hermosa junto a su ventana. Dechen solo
tenía ojos para ella. Comenzó a dejar de cuidar el resto del jardín. Se pasaba
los días observándola. Más aún cuando de pronto comenzó a notar que su flor
se marchitaba. Entonces, el joven sintió una profunda angustia. No sabía qué
hacer. Permanecía constantemente al lado de su flor. Tal es así, que dejó de ir
a los rezos y de participar de sus tareas diarias.
El maestro Angmo, enfadado y a la vez entristecido, decidió intervenir. Observó
que las plantas del jardín estaban muriendo y entró en el cuarto de Dechen:
– ¡No puedes abandonar todas tus tareas por esta flor!
– No lo entiendes, se está muriendo, me necesita… – dijo muy triste Dechen.
– Tal vez no hayas entendido lo que tu flor necesita. Tal vez la estés regando
demasiado mientras que dejas sin agua a otras flores.
– No, si no la riego tanto
No me refiero a ese tipo de agua… Debes soltar el control. Tu flor se siente
encerrada.
El resurgir de la flor
Dechen lo comprendió todo… Debía devolver la flor a su lugar natural. No
podía poseerla porque era libre. Y muy a su pesar, decidió soltar las cadenas
que le ataban a ella.
El joven aprendiz caminó despacio hacia el lugar donde la encontró y descubrió
que habían nacido muchas otras flores como ella. Entonces, la sacó con
cuidado de la maceta y la plantó de nuevo junto a sus compañeras.
En pocos días, su flor volvió a revivir. Era sin duda la más hermosa. El monje
se sentía realmente feliz, y acudía a diario para admirarla.
Para reflexionar:
El amor verdadero es el amor en libertad.
El daño que llegan a hacer las obsesiones.
La necesidad de soltar el control sobre aquello que no podemos controlar.
Qué mal puede hacernos el sentimiento de apego cuando se vuelve
enfermizo.
“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”
YACURAQUINA – TAYACAJA – HUANCAVELICA
“Día del Lector Regional, Huancavelica, lee” La lotería
Amaneció un día caluroso en el pequeño pueblo. Era 27 de junio y los niños
fueron los primeros en llegar a la plaza. Acababan de comenzar las
vacaciones y tenían mucho tiempo para la diversión. Los más mayores
comenzaron a reunir piedras pequeñas y lisas y a depositarlas en pequeños
montones. Allí estaban Bobby, Harry Jones y Dickie Delacroix. Los más
pequeños, llegaron de las manos de sus padres, quienes comenzaron a hablar
del tiempo, de agricultura, y de impuestos. Después empezaron a contarse
chistes, pero evitando soltar carcajadas demasiado estridentes.
Por último, llegaron las mujeres, y tras contarse algún que otro chisme entre
ellas, se dirigieron después hacia donde estaban sus maridos. Llamaron a sus
hijos. Bobby intentó volver hacia donde estaba su montón de piedras, pero su
padre gritó su nombre enfadado.
Entonces llegó el señor Summers, con su caja negra. Era el encargado de
organizar todos los eventos, de hecho, siempre depositaba mucha energía en
ellos: los bailes en la plaza, las actividades en el club juvenil… y por
supuesto, la lotería. Su rostro era amigable: tenía unas facciones redondas y
un espíritu que transmitía confianza. Se dedicaba al negocio del carbón. Nunca
había tenido hijos, y su mujer era muy gruñona. Por eso los demás se
compadecían de él y le tenían mucho cariño.
Junto a él venía el administrador de correos, el señor Graves, cargado con un
taburete de tres patas. Lo colocó en el centro de la plaza y depositó sobre él la
caja negra que traía el señor Summers.
El proceso que se seguía en día de la lotería
La caja negra que utilizaban para la lotería no era la original. Se perdieron
todos los objetos que usaron en los comienzos, y crearon esta otra caja, que ya
llevaba muchísimos años utilizándose y que todos se negaban en cambiarla, a
pesar de estar ya muy vieja y hasta descolorida. Ya formaba parte de la
tradición.
Las fichas de madera se habían sustituido por pequeños pedazos de papel. El
señor Summers pidió ayuda y el señor Martin se presentó voluntario, junto a su
hijo mayor. Entre ambos, sujetaron con fuerza la caja negra mientras el señor
Summers removía a conciencia los papeles. La cosa no era tan sencilla,
antes de todo esto, el señor Summers había elaborado las listas con todos los
habitantes y había hecho un juramento de lealtad e imparcialidad frente al
administrador de correos.
El señor Summers estaba terminando de remover las papeletas
cuando apareció corriendo la señora Hutchinson.
– ¡Cielos! - dijo acalorada- ¡Me había olvidado por completo del día de hoy!
– No te preocupes, Tessie- respondió la señora Delacroix- Has llegado a
tiempo.
El señor Summer dijo entonces:
– Bueno, pues parece que ya podemos empezar. Estamos todos, ¿no? ¿O
falta alguien?
Entonces, todos comenzaron a mirar alrededor.
– ¡Falta Dunbar!- gritó uno de ellos.
– ¿Dunbar?- el señor Summers consultó la lista- ¡Ah, sí! ¡Clyde Dunbar! Tiene
una pierna rota. ¿Quién sacará por él la papeleta?
– Yo, supongo- dijo su mujer.
“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”
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– Muy bien, pues entonces sí estamos todos preparados- dijo entonces el
señor Summers- Ya sabéis las normas. Iré llamando y al tomar la papeleta no
podéis mirarla. Tenemos que esperar a que todos tengamos una papeleta.
El sorteo de la lotería
Y dicho esto, el señor Summers comenzó a llamar a todos los que tenía
apuntados en la lista. Al llegar hasta donde estaba él, la tradición era
saludarse entre ellos antes de agarrar un papel de la caja.
– Adams, Allen, Clarck…
– En otros pueblos están empezando a prohibir la lotería del verano– dijo uno
de los presentes a otro.
– ¡Qué ignorantes! - contestó el otro- ¡Es una tradición! ¡No se puede prohibir!
Uno a uno, fueron acercándose hasta la caja negra y rebuscando nerviosos
una papeleta al azar. Luego, regresaban a sus sitios. El último fue el señor
Summers. Sostuvo en alto su papeleta y entonces dijo:
– Muy bien, amigos.
Esa era la señal. Todos abrieron apresurados sus papeletas. Las mujeres
comenzaron a preguntar:
– ¿A quién le ha tocado? ¿Quién ha sido? ¿A los Dunbar? ¿A los Watson?
A los pocos segundos comenzó a escucharse:
– ¡Le ha tocado a Hutchinson!
Todos miraron al hombre. Bill Hutchinson permanecía sentado e impasible, con
su papeleta en la mano.
– ¡No es justo!– dijo entonces su mujer, Tessie Hutchinson- ¡No le has dado
tiempo a buscar su papeleta!
– ¡Calla, Tessie! Todos hemos tenido la misma oportunidad. Acepta la suerte-
le dijo otra de las mujeres.
– Sí, vayamos aligerando el proceso- dijo el señor Summers- ¿Tienes alguna
vivienda más en propiedad, Bill?- preguntó entonces el señor Summers.
– No.
– ¿Y tienes hijos?
– Tres: Bill, Nancy y el pequeño Dave. Y mi mujer Tessie vive con nosotros,
claro.
El desenlace del extraño sorteo de lotería
El señor Summers depositó entonces en la caja negra cinco papeletas, con
ayuda del señor Graves. El resto de papeletas, cayeron al suelo.
– ¡Os digo que no le dio tiempo a escoger la papeleta!- gritó de nuevo su mujer-
¡Deberíamos repetirlo!
El señor Summers parecía no escucharla.
– ¿Estás preparado, Bill?
– Sí- dijo él, lanzando una mirada a su mujer y a sus hijos.
El primero en sacar papeleta fue el pequeño Dave, al que tuvieron que ayudar.
Después su hija Nancy, de doce años, y el mayor de los hijos, Bill.
Todos guardaron silencio. El pequeño alzó su papeleta en blanco y todos
respiraron aliviados. También tenían papeleta en blanco los otros hijos, Nancy
y Bill. Le tocaba a Tessie, pero no quiso abrirla, así que su marido enseñó su
papeleta en blanco.
– ¡Es Tessie!- dijo el señor Summers.
Su marido le arrebató con furia el papel y enseñó el punto negro en medio de la
hoja. El punto que había pintado el señor Summers la noche anterior.
– ¡No es justo!- volvió a decir la señora Hutchinson- ¡Os digo que no es justo!
“Año del fortalecimiento de nuestra soberanía nacional”
C.E.I “ALFONSO UGARTE Y VERNAL”
YACURAQUINA – TAYACAJA – HUANCAVELICA
Pero ya estaba hecho. Todos fueron a por sus piedras y Tessie quedó sola en
medio de la plaza. Los niños fueron los primeros en empezar. La primera
piedra le dio a Tessie en la sien. Entonces, el pueblo entero se lanzó sobre
ella.