La Guerra Hispano Cubana Americana

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La 

guerra hispano-estadounidense  La guerra hispano-


estadounidense  fue un conflicto bélico que enfrentó
a España y Estados Unidos de abril a agosto de 1898, al
intervenir Estados Unidos en la guerra de Independencia
cubana (1895-1898). La derrota de España y la
consiguiente pérdida de sus
últimas colonias de ultramar dieron lugar en España a la
expresión «Desastre del 98».10

Tras su derrota, España perdió Cuba (que quedó bajo


tutela de Estados Unidos), Puerto Rico, Filipinas y Guam,
que pasaron a ser dependencias coloniales de Estados
Unidos. El resto de posesiones españolas del Pacífico
fueron vendidas al Imperio alemán mediante el tratado
hispano-alemán del 12 de febrero de 1899, por el cual
España cedió al Imperio alemán sus últimos archipiélagos
—las Marianas (excepto Guam), las Palaos y las Carolinas
— a cambio de 25 millones de pesetas (17 millones de
marcos), ya que eran indefendibles por España.

El siglo XIX representó para el Imperio español un claro


declive, mientras que los Estados Unidos pasaron de
convertirse en un país recién fundado a ser una potencia
regional media. En el caso español la decadencia, que ya
venía de siglos anteriores, se aceleró primero con
la invasión napoleónica, que a su vez provocaría
la independencia de gran parte de las colonias americanas,
y posteriormente la inestabilidad política (pronunciamientos,
revoluciones, guerras civiles...) desangraron al país social y
económicamente. La difícil defensa española de las
colonias ultramarinas se puso de manifiesto durante
la crisis de las Carolinas en 1885.11 En cambio, a lo largo
de ese siglo EE. UU. se expandió por vía económica
(compra de territorios como Luisiana, Alaska...) como
militarmente (guerra contra México, lucha contra los
pueblos indígenas...) además de recibir gran cantidad de
inmigrantes. Ese proceso se interrumpió unos años por
la guerra civil estadounidense y la Reconstrucción,12 pero la
aparición de EE. UU. como nueva potencia era
incuestionable.
Las tensiones por Cuba entre España y EE. UU. se
llevaban teniendo desde los años 1870 (como el incidente
del Virginius). España se encontraba en una hipotética
guerra contra EE. UU. en clara desventaja tanto en el
aspecto militar (tamaño y capacidades de las flotas de
guerra, además de que España llevaba años luchando
contra guerrillas de independentistas), el demográfico (en
1890 EE. UU. tenía más de 62 millones de habitantes por
unos 18 millones en España), el geográfico (EE. UU.
luchaba cerca de su territorio, mientras que España tenía
que mandar tropas al otro lado del planeta, a Cuba o
Filipinas), el económico-industrial (EE. UU. tenía grandes
zonas industrializadas, mientras que España era
principalmente agrícola). Sin embargo la agitación
nacionalista española, en la que la prensa escrita tuvo una
influencia clave, provocó que el gobierno español no
pudiera ceder y vender Cuba a EE. UU. como por ejemplo
antes había vendido Florida a ese país en 1821. Si el
gobierno español vendía Cuba sería visto como una
traición por una parte de la sociedad española y
probablemente habría habido una nueva revolución.13 Así
que el gobierno prefirió librar una guerra perdida de
antemano, antes que arriesgarse a una revolución, es decir
optó por una «demolición controlada» para preservar
el Régimen de la Restauración.14
¿Que provocó la guerra Hispano Cubano Americana?

fue relativamente breve. La explosión del


acorazado Maine el 15 de febrero de 1898 fue el casus
belli de esta guerra. Aún hoy se sigue discutiendo si fue un
accidente, un ataque intencionado español o un ataque de
«bandera falsa» de los propios estadounidenses. Entonces
la opinión pública estadounidense, convenientemente
agitada por sus medios de comunicación (como la prensa
amarilla), clamaba venganza y la guerra se declaró
oficialmente un mes después. Aunque para las tropas
estadounidenses la lucha en territorio cubano no fue tan
favorable como se esperaban (batalla de El Caney y batalla
de las Colinas de San Juan), las dos incontestables
victorias navales estadounidenses (la batalla naval de
Cavite en Filipinas el 1 de mayo, y la batalla naval de
Santiago de Cuba el 3 de julio) provocaron que el gobierno
español pidiera en verano negociar la paz, que por
intermediación de Francia, se plasmaría en el Tratado de
París el 10 de diciembre. Las últimas colonias en el océano
Pacífico se venderían al año siguiente al Imperio
alemán por ser indefendibles.
La derrota y pérdida de los últimos vestigios del
Imperio español (salvo posesiones africanas) fue un
profundo shock para la psique nacional de España y
provocó una profunda revaluación filosófica y artística de la
sociedad española conocidos como el
«Regeneracionismo» y la «Generación del 98».1516 Estados
Unidos ganó varias posesiones insulares en todo el mundo,
lo que provocó un polémico debate sobre un país que
oscilaba entre el aislacionismo y el expansionismo.17 Poco
tiempo después, en febrero de 1899, estalló la guerra
filipino-estadounidense (1899-1902), en la que los filipinos
se enfrentaron a las fuerzas estadounidenses que pasaron
a tomar posesión del archipiélago.
Los Estados Unidos, que no participaron en el reparto de
África ni de Asia y que desde principios del siglo XIX
estaban llevando a cabo una política expansionista, fijaron
su área de expansión inicial en la región del Caribe y, en
menor medida, en el Pacífico, donde su influencia ya se
había dejado sentir en Hawái y Japón. Tanto en una zona
como en otra se encontraban valiosas colonias españolas
(Cuba y Puerto Rico en el Caribe, Filipinas, las
Carolinas y las Marianas y las Palaos en el Pacífico), que
resultaron ser presas fáciles, debido a la fuerte crisis
política que sacudía su metrópoli desde el final del reinado
de Isabel II.[cita  requerida]
En el caso de Cuba, su fuerte valor económico, agrícola y
estratégico ya había provocado numerosas ofertas de
compra de la isla por parte de varios presidentes
estadounidenses (John Quincy Adams, James Polk, James
Buchanan y Ulysses S. Grant), que el gobierno español
siempre rechazó.18 Cuba no solo era una cuestión de
prestigio para España, sino que se trataba de uno de sus
territorios más ricos y el tráfico comercial de su capital, La
Habana, era comparable al que registraba en la misma
época Barcelona.[cita  requerida]
A esto se añade el nacimiento del sentimiento nacional en
Cuba, que desde la Revolución de 1868 había ido ganando
adeptos, el nacimiento de una burguesía local y las
limitaciones políticas y comerciales impuestas por España
que no permitía el libre intercambio de productos,
fundamentalmente azúcar de caña, con los EE. UU. y otras
potencias.[cita  requerida] Los beneficios de la burguesía
industrial y comercial de Cuba se veían seriamente
afectados por la legislación española. Las presiones de la
burguesía textil catalana habían llevado a la promulgación
de la Ley de Relaciones Comerciales con las
Antillas (1882) y el Arancel Cánovas (1891),19 que
garantizaban el monopolio del textil barcelonés gravando
los productos extranjeros con aranceles de entre el 40 y
46 %, y obligando a absorber los excedentes de
producción.2021 La extensión de estos privilegios en el
mercado cubano asentó la industrialización de la región
catalana durante la crisis del sector en la década de 1880,
anulando sus problemas de competitividad,22 a costa de los
intereses de la industria cubana, lo que fue un estímulo
esencial de la revuelta.23
La primera sublevación desembocaría en la Guerra de los
Diez Años (1868-1878) bajo la dirección de Carlos Manuel
de Céspedes, un hacendado del oriente de Cuba. La
guerra culminó con la firma de la Paz del Zanjón, que no
sería más que una tregua. Si bien este pacto hacía algunas
concesiones en materia de autonomía política y pese a que
en 1880 se logró la abolición de la esclavitud en Cuba, la
situación no contentaba completamente a los cubanos
debido a su limitado alcance. Por ello los rebeldes volvieron
a sublevarse de 1879 a 1880 en la llamada Guerra
Chiquita.
Por otra parte, José Martí, escritor, pensador y líder
independentista cubano, fue desterrado a España en 1871
a causa de sus actividades políticas. Martí en un principio
tiene una posición pacifista, pero con el pasar de los años
su posición se radicaliza. Es por esto que convoca a los
cubanos a la «guerra necesaria» por la independencia de
Cuba. Con tal fin, crea el Partido Revolucionario
Cubano bajo el cual se organiza la Guerra del 95.
La escalada de recelos entre los gobiernos de Estados
Unidos y España fue en aumento, mientras en la prensa de
ambos países se daban fuertes campañas de desprestigio
contra el adversario.[cita  requerida] En América, mediante
historietas normalmente inventadas o manipuladas, se
insistía una y otra vez en la valentía de los héroes cubanos,
a los que se mostraba como unos libertadores luchando por
liberarse del yugo de un gobierno y un país que era
descrito como tiránico, corrupto, analfabeto y caótico.
[cita  requerida]
 Por su parte, los españoles, que no tenían
ninguna duda de la intención de Estados Unidos por
anexionarse la isla, dibujaban a unos hacendados
avariciosos y arrogantes, sostenidos por una nación de
ladrones indisciplinados, sin historia ni tradición militar, a
los que España debería dar una lección.[cita  requerida]
Cada vez parecía más inminente el desencadenamiento del
conflicto entre dos potencias que otros países
consideraban de segunda: un país impetuoso, joven y
todavía en desarrollo, que buscaba hacerse un hueco en la
política mundial a través de su economía creciente, y otro
viejo, que intentaba mantener la influencia que le quedaba
de sus antiguos años de gloria.[cita  requerida] Los líderes
estadounidenses vieron en la disminuida protección de las
colonias, producto de la crisis económica y financiera
española, la ocasión propicia de presentarse ante el mundo
como la nueva potencia mundial, con una acción
espectacular. De hecho esta guerra fue el punto de
inflexión en el gran ascenso de la nación estadounidense
como poder mundial, pero para su antagonista significó la
acentuación de una crisis que tocaría fondo con una guerra
civil en el siguiente siglo y no se resolvería hasta la
segunda mitad del siglo XX, cuando España finalmente
logra recomponerse.
Ninguno de ambos bandos tenía gran experiencia militar
reciente. Las últimas campañas bélicas de EE. UU. se
remontaban a su guerra civil (1861-65) y las campañas
contra los indígenas de los Estados Unidos (en torno a
1870-90). En el caso español, además del conflicto
independentista de Cuba y Filipinas, sus últimas
experiencias bélicas fueron la Tercera Guerra
Carlista (1872-76) y la Guerra de Margallo en Marruecos
(1893-94).
El de Cuba no era el primer conflicto internacional desatado
por el control de las colonias españolas. En 1885,
el Imperio alemán intentó extender su dominio sobre el
noreste de Papúa a las islas Carolinas, donde se preveía
establecer un protectorado debido a su valor estratégico.
La intentona dio lugar a la crisis de las Carolinas y fue
duramente combatida por España, que estaba presente en
el archipiélago desde 1521 y había reclamado su soberanía
por primera vez en 1667; no obstante, los alemanes (al
igual que en otras ocasiones habían hecho los británicos)
argüían que España las había abandonado al eliminar la
presencia militar en 1787, si bien la actividad misionera y
comercial se había reanudado posteriormente y mantenido
durante todo el siglo XIX. La mediación del
papa León XIII terminó, al igual que en otras ocasiones,
con el reconocimiento de la soberanía española, aunque se
permitió a los alemanes establecer una estación naval y un
depósito de carbón en una de las Carolinas.
En Cuba la situación militar española era complicada.
Los mambises, dirigidos por Antonio Maceo y Máximo
Gómez, controlaban el campo cubano quedando solo bajo
control colonial las zonas fortificadas y las principales
poblaciones.[cita  requerida] El capitán general español Weyler,
designado para la isla, decidió recurrir a la política
de Reconcentración, consistente en concentrar a los
campesinos en «reservas vigiladas». Con esta política
pretendía aislar a los rebeldes y dejarlos sin suministros.
Estas reservas vigiladas provocaron que empeorara la
situación económica del país, que cesó de producir
alimentos y bienes agrícolas.24 Se supone que alrededor de
200 000-400 000 cubanos murieron a causa de ellas.25
Esta situación hizo que se radicalizara aún más el proceso
independentista y la exacerbación del odio hacia el dominio
colonial. En La Habana, se sucedían manifestaciones y
enfrentamientos entre los sectores independentistas y
españolistas. Por otra parte, muchos cubanos influyentes
reclamaban insistentemente en Washington la intervención
estadounidense. El gobierno de los Estados Unidos, viendo
la posibilidad de que el ejército independentista en Cuba
lograra derrocar finalmente al español, y con ello perder la
posibilidad de controlar la isla, se decide a intervenir.26 El
gobierno español se hallaba en una encrucijada: si iba a la
guerra la derrota era segura por la diferencia de recursos
con la que contaba un bando y otro; pero si concedía la
independencia a Cuba o se la vendía a EE. UU. casi
seguro habría una revolución que derrocaría el régimen de
la restauración, con posible vuelta de golpes de estado,
revoluciones, y guerras civiles que habían marcado las
anteriores décadas en España durante el siglo XIX. Los
dirigentes políticos finalmente prefirieron una guerra
perdida de antemano ya que conocían la superioridad del
enemigo, pero optaron por no enfrentarse a una población
que había sido convencida del triunfo por una prensa
irresponsable y sensacionalista, y que no habría permitido
que el ejército no actuara ante un ataque contra el territorio
nacional (Cuba no era considerada una colonia, sino una
provincia más del país; pero tanto legalmente como de
hecho era administrada como una colonia).

El gobierno estadounidense envió a La Habana el


acorazado de segunda clase Maine. El viaje era más bien
una maniobra intimidatoria y de provocación hacia España,
que se mantenía firme en el rechazo de la propuesta de
compra realizada por los Estados Unidos sobre Cuba y
Puerto Rico. El 25 de enero de 1898, el Maine entró en La
Habana sin haber avisado previamente de su llegada, lo
que era contrario a las prácticas diplomáticas tanto de la
época como actuales. En correspondencia a este hecho, el
gobierno español envió al crucero Vizcaya al puerto de
Nueva York.
A pesar de lo inoportuno de la visita, la población habanera
permanecía tranquila y expectante y parecía que el capitán
general, Ramón Blanco, controlaba perfectamente la
situación. Por otra parte, a pesar de que el Maine tuvo un
gélido recibimiento por parte de las autoridades españolas,
Ramón Blanco y el capitán del navío, Charles Dwight
Sigsbee, simpatizaron desde el primer momento y se
hicieron amigos.27
Sin embargo, a las 21:40 del 15 de febrero de 1898, una
explosión iluminó el puerto de La Habana: el Maine había
saltado por los aires. De los 355 tripulantes, murieron 254
marineros y dos oficiales. El resto de la oficialidad
disfrutaba, a esas horas, de un baile dado en su honor por
las autoridades españolas.

.
A fin de determinar las causas del hundimiento, se crearon
dos comisiones de investigación, una española y otra
estadounidense, puesto que estos últimos se negaron a
una comisión conjunta.28 Los estadounidenses sostuvieron
desde el primer momento que la explosión había sido
provocada y externa. La conclusión española fue que la
explosión era debida a causas internas. Los españoles
argumentaron que no podía ser una mina como pretendían
los estadounidenses, pues no se vio ninguna columna de
agua y, además, si la causa de la explosión hubiera sido
una mina, no tendrían que haber estallado los pañoles de
munición. En el mismo sentido, hicieron notar que tampoco
había peces muertos en el puerto, lo que sería normal en
una explosión externa.
Tradicionalmente ha sido una opinión muy extendida entre
los historiadores cubanos y españoles el creer que la
explosión fue provocada por los propios estadounidenses
para utilizarla como excusa para su entrada en la guerra en
una operación de bandera falsa. Algunos estudios desde la
década de 1970 hasta la actualidad apuntan a una
explosión accidental de la santabárbara, motivada por el
calentamiento de los mamparos que la separaban de la
carbonera contigua, que en esos momentos estaba
ardiendo.3132
Otros estudios recientes han señalado que, dados los
desperfectos causados por la explosión, si la misma
hubiera sido provocada por algún artefacto externo, esta
habría hecho al barco saltar (literalmente) del agua.
Algunos de los documentos desclasificados por el gobierno
de EE. UU. sobre la Operación Mangosta (proyecto para la
invasión de Cuba posterior al fracaso de bahía de
Cochinos) avalan la polémica hipótesis de que la explosión
fue causada en realidad por el propio gobierno de EE. UU.
con el objeto de tener un pretexto para declarar la guerra a
España.
Las tropas estadounidenses abandonaron Cuba en 1902,
pero se exigió a la nueva nueva república que otorgara
bases navales a Estados Unidos. Asimismo se prohibió a
Cuba suscribir tratados que pudieran atraerla a la órbita de
otra potencia extranjera. También se garantizó la capacidad
de intervención de Estados Unidos en el nuevo estado a
través de la Enmienda Platt, vigente hasta 1934. A Filipinas
se le concedió un autogobierno limitado en 1907 e
independencia absoluta en 1946, tras la Segunda Guerra
Mundial. En 1952 el Congreso de los Estados
Unidos aprueba para el territorio no incorporado de Puerto
Rico un gobierno propio limitado.
Económicamente la guerra cambió el transcurso de la
economía en España, ya que después de la guerra grandes
cantidades de capital en poder de los españoles en Cuba y
los Estados Unidos fueron devueltos a la península e
invertidos en España. Este flujo masivo de capital
(equivalente al 25 % del producto interno bruto de un año)
ayudó a desarrollar las grandes empresas modernas en
España en las industrias del acero, química, financiera,
mecánica, textil, astillero y energía eléctrica.44 Sin embargo,
las consecuencias políticas fueron serias. La derrota en la
guerra comenzó el debilitamiento de la frágil estabilidad del
régimen político conocido como «la Restauración» que
había sido establecida anteriormente por el gobierno
de Alfonso XII. No obstante este régimen aguantaría treinta
años más, incluyendo la neutralidad en la Primera Guerra
Mundial, hasta la proclamación de la Segunda
República en 1931. De hecho, la pérdida de las últimas
posesiones coloniales en América y en Oceanía fue un
factor que ayudó a España a mantener la neutralidad en las
dos guerras mundiales del siguiente siglo.
Pocos años después de la guerra, durante el reinado
de Alfonso XIII, España mejoró su posición comercial y
mantuvo estrechas relaciones con Estados Unidos, lo que
provocó la firma de tratados comerciales entre ambos
países en 1902, 1906 y 1910. España giraría su punto de
atención hacia sus posesiones en África (especialmente el
norte de Marruecos, Sahara español y la Guinea Española)
y se empezaría a rehabilitar internacionalmente tras
la Conferencia de Algeciras de 1906.45 En 1907 firmó una
especie de alianza defensiva con Francia y Reino Unido,46
conocida como los Acuerdos de Cartagena en caso de
guerra contra la Triple Alianza.4748

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