La Protección Financiera Concursal - Cap III

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Capítulo 

III Limitación a los derechos y facultades de los acreedores

I. Introducción

Una de las principales características del Derecho concursal chileno, intensificada


con la promulgación de la LRLAEP, se refiere a la extensión y profundidad de la idea
de la privatización de este campo del ordenamiento jurídico98. Lo anterior no solo
implica reconocer que la concesión de amplios poderes deliberativos en cabeza de los
particulares, especialmente de los acreedores, de manera que sea resorte de estos la
solución del conflicto que supone la insolvencia del deudor común, sino también
entender que la estructura consagrada por el ordenamiento sirve como modelo de
tutela del crédito. De tal suerte, en razón del acuerdo entre los particulares, se
entiende que estos pueden lograr alcanzar una maximización de su recuperación de
sus créditos, sin interferencias exógenas (como las que proponen modelos
sancionatorios o conservativos).

Pero cabe señalar que, si bien puede comprenderse la noción económica que se
trasluce como justificación del acuerdo (al igual que, en el amplio ámbito del Derecho
privado patrimonial, se otorga al contrato una significación crucial para el intercambio),
la eficiencia del mecanismo debe estar dada por el reconocimiento de la pluralidad de
intereses particulares comprometidos99. El Derecho concursal, en general, debe
ofrecer un mecanismo de solución que, a fin de lograr una mejor posición de la
colectividad (medida en la citada maximización de las posibilidades de cobro),
coordine las posiciones económicas y jurídicas de todos los interesados. No podrá
ofrecerse, entonces, una identidad de facultades que las que confiere el Derecho
común, puesto que este generalmente se basa en una situación en que todas las
pretensiones de cada uno de los involucrados (especialmente, de los acreedores)
pueden ser efectivamente satisfechas. Al contrario, el Derecho concursal parte desde
la posición contraria, justificando la existencia misma de sus institutos, de lo que
resulta necesario ponderar la manera en que es posible ofrecer un mecanismo de
solución eficiente y equilibrado100.
Sobre el particular, a diferencia del sistema previsto en el Libro  IV del Código de
Comercio con relación a los convenios judiciales preventivos, la lógica de la
reorganización concursal se encuentra en que todo el iter negocial debe llevarse a
efectos en el marco de un procedimiento de negociación resguardado por parte del
ordenamiento jurídico. De esta manera, su apertura no coincide con la presentación
de propuestas concretas, como ocurría en la legislación anterior, sino con la mera
solicitud de inicio ("solicitud en blanco", como ya hemos indicado) que solo da cuenta
de la pretensión del nombramiento de un Veedor, para luego presentar los
antecedentes que se estiman indispensables para conocer la situación patrimonial y
financiera de la Empresa Deudora (artículos 55 y 56 LRLAEP), y revestir el periodo de
negociación de la tutela que importa la Protección Financiera Concursal, de la que
estamos tratando. Si bien esta protección descansa esencialmente sobre la idea de la
suspensión de la posibilidad de iniciar o proseguir un procedimiento concursal de
liquidación, como también de cualquier clase de ejecuciones y restituciones en juicios
de arrendamiento, la tutela del deudor en el contexto de la negociación se extiende
ahora a otras tantas consecuencias jurídicas. La justificación de los limitados
resguardos ofrecidos en el Libro IV del Código de Comercio se encontraba en que el
principal desequilibrio en las negociaciones en el contexto de un convenio judicial se
daba por el hecho de que cualquier acreedor podía asumir una posición obstructiva (el
denominado hold-out), en el sentido que no estaba esencialmente obligado a
participar en la negociación mediante el expediente de iniciar ejecuciones paralelas.
La limitación impuesta por los artículos  177 bis y 177 quater, en consecuencia,
únicamente atendía a esta forma de entorpecimiento, pero desconocía otros
elementos del sistema contractual que podían igualmente ofrecer una posición
debilitada para el deudor que pretendería la reorganización de la empresa, por una
parte, y, por la otra, para los acreedores que sí verían en el acuerdo una mejor
expectativa de cobro.

La preocupación del ordenamiento vigente se extiende ahora a la idea de que el


inicio o continuación de los citados procedimientos judiciales no es el único medio a
través del cual los acreedores pueden terminar por obstaculizar la negociación, sino
que ello también se logra por medio del expediente del ejercicio de ciertos derechos
contractuales previamente pactados con el deudor, especialmente relativos a la
modificación de su vigencia. De este modo, la contraparte en cuestión podría hacerse
de una mejor posición negociadora poniendo en riesgo la continuidad de las
operaciones del deudor, en caso de tratarse de una Empresa Deudora, o
desestabilizando la ya mermada situación de la Persona Deudora sobreendeudada.
Así, con una mecánica similar, el objetivo del legislador se centrará en crear una
esfera de resguardo en torno al contrato, manteniendo inalterado su contenido normal
(por decir de algún modo, "preconcursal"), aun iniciado un procedimiento
reorganizativo como herramienta de protección de la negociación.
II. La protección de la negociación por medio de las limitaciones a los derechos de
ejecución de los acreedores

Si se advierten en conjunto todas las consecuencias establecidas en el artículo 57.1


LRLAEP, puede constatarse que ellas se dirigen particularmente a impedir el
entorpecimiento de la continuación de las actividades económicas de la Empresa
Deudora101, entendiendo que la paralización de sus actividades puede implicar su
muerte y pérdida de valor en tanto unidad102. Asimismo, se pretende equilibrar la
posición de las partes involucradas, de manera que ninguna de ellas pueda hacer
valer sus pretensiones individuales si estamos ya en el marco de un procedimiento
concursal que aspira a fines de eficiencia colectiva103. Lo anterior se despliega
primordialmente por medio de las limitaciones al ejercicio de las acciones de ejecución
de los bienes del deudor, cuestión que, como hemos visto, fue la primera respuesta
histórica en el ordenamiento jurídico chileno para la tutela del periodo de negociación
y, como ya indicamos, es el único aspecto destacado en la definición de "Protección
Financiera Concursal" en el artículo 2.31 LRLAEP.

Ruz Lártiga destaca en todas estas consecuencias de la Protección Financiera


Concursal la necesidad del deudor de contar con "un periodo de tranquilidad para
elaborar su plan de reorganización y para ello supone necesario que tenga los menos
obstáculos que puedan atentar contra este objetivo"104. Si bien ello puede ser
efectivo, en la medida en que todos estos procedimientos judiciales efectivamente
pueden distraer su atención y recursos, dicha justificación se presentaría respecto a
procedimientos de cualquier naturaleza, y no solo aquellos de carácter ejecutivo o
restitutorio, de modo que la justificación quedaría incompleta. Por ello, nos parece
mejor centrar el aspecto limitativo en los efectos directos de esta clase de
procedimientos, destinados a la privación de bienes, sean estos de propiedad del
deudor (como en los Procedimientos Concursales de Liquidación, en los juicios
ejecutivos o en las ejecuciones de cualquier clase), o sea que los tenga únicamente a
título de mera tenencia (como en el caso de la pretensión restitutoria del arrendador).

Sin perjuicio de lo anterior, la forma en la que las normas pertinentes aparecen


redactadas da cuenta de una serie de interrogantes, por lo que conviene dividir el
discurso según los distintos tipos de acciones a las que se hace referencia en los
literales a) y b) del artículo 57 LRLAEP.
1. La limitación a la posibilidad de "declararse" o dar inicio a un Procedimiento
Concursal de Liquidación (artículo 57.1.a LRLAEP)

En su parte pertinente, el artículo 57.1.a LRLAEP dispone que, durante la Protección


Financiera Concursal, no podrá declararse ni iniciarse en contra del Deudor un
Procedimiento Concursal de Liquidación. Encontramos en dicha formulación varias
alternativas que conforman la pretensión de evitar que la negociación de una solución
reorganizativa sea obstruida por quienes intervienen en el procedimiento.

La primera, más evidente, impide la "declaración" de un Procedimiento Concursal de


Liquidación. Redacción que nos resulta cuestionable dado que un procedimiento no
se "declara". La finalidad del concurso liquidatorio no es meramente declarativa de un
determinado estado patrimonial del deudor, sino que tiene un propósito final de
ejecución, que se configura mediante la realización del activo y el pago de las deudas
conforme al orden de prelación de créditos. La dicción parece aludir a la dictación de
la Resolución de Liquidación (artículo 129 LRLAEP), rememorando los tiempos en los
que la normativa aplicable aludía a la "declaración de quiebra" (Título IV, del Libro IV
del Código de Comercio), o, más específicamente, a la sentencia declaratoria de
quiebra (tratada en el artículo 52 del mencionado cuerpo legal). No obstante, aun
carente de dicha fórmula lingüística, no cabe duda de que la regla intenta impedir que
el Procedimiento Concursal de Reorganización sea obstaculizado mediante el acceso
a la herramienta concursal alternativa que, en lugar de pretender el rescate de la
empresa por medio de la reestructuración de sus activos y pasivos, busca la
distribución del valor de sus activos entre los acreedores.

Lo que cabe llamar la atención, eso sí, es que dado que la regla del artículo 57.1.a
LRLAEP utiliza la idea de la "declaración" en forma diversa a la del "inicio" de un
Procedimiento Concursal de Liquidación, ello supondría la posibilidad de que el
deudor solicite el inicio del Procedimiento Concursal de Reorganización, sea que se
haya solicitado la liquidación voluntaria o forzosa, mientras no se haya procedido a la
dictación de la Resolución de Liquidación (artículo 129 LRLAEP).

En el caso de la liquidación voluntaria, ello comportaría una forma de retiro de la


acción liquidatoria105, en un periodo breve que media entre la presentación de la
solicitud y su revisión por parte del tribunal competente en los términos previstos en
los artículos  115 y 116 LRLAEP, configurando, en consecuencia, un supuesto poco
probable, pero no por ello imposible. No habiéndose dictado todavía la Resolución de
Liquidación, ningún efecto sustantivo o procesal habrá tenido aún lugar, por lo que no
parecería razonable limitar la posibilidad de retiro por parte de la Empresa Deudora,
especialmente si ahora quiere resolver su situación por medio de un procedimiento de
reorganización, por ejemplo, por avizorar una mejora en el mercado que le otorgue
viabilidad.

La cuestión es algo más difícil en el caso que estemos ante una liquidación forzosa,
puesto que deberíamos preguntarnos si el deudor puede impedir la dictación de la
Resolución de Liquidación únicamente en la audiencia inicial, haciendo uso de la
alternativa que prevé el artículo 120.I.2.c LRLAEP, o si acaso puede extender dicha
posibilidad en cualquier momento posterior, como, por ejemplo, durante la fase de
liquidación del crédito para efectos de su consignación (artículo 120.I.2.a LRLAEP) o
durante el curso del juicio de oposición (artículos 120.I.2.d y 121 a 127 LRALEP). Si
bien la regla del artículo 120.I.2.c LRLAEP podría parecer indicativa de la preclusión
de la posibilidad de cambio de procedimiento por parte de la Empresa Deudora, lo
anterior implicaría que, luego de la audiencia inicial, ella se encuentra en un camino
sin retorno, en el que, no efectuada la consignación dentro de plazo o rechazada la
oposición, la empresa debe ser irremediablemente liquidada. Y, si acaso se pretende
una fórmula alternativa, ello solamente sería posible mediante un Acuerdo de
Reorganización de tipo alzatorio o "de término" (artículos 257 y siguientes LRLAEP).
Esta conclusión parece contraria a la idea base conforme a la cual el legislador no
parecería desear la liquidación de empresas viables, por lo que bien cabría la
posibilidad de discutir sobre dicha viabilidad en cualquier momento106. Ello supondría
sostener, nuevamente, que el punto de quiebre se encuentra en el momento de
dictación de la Resolución de Liquidación. De este modo, la presentación de una
solicitud de inicio (artículo 54 LRLAEP) y la posterior dictación de la Resolución de
Reorganización (y su publicación en el Boletín Concursal, de acuerdo con el artículo
57 LRLAEP), permitirían obstaculizar la dictación de la mentada Resolución de
Liquidación sin mayor problema, aun cuando ya hubiese tenido lugar la audiencia
inicial; pero, una vez dictada la mentada Resolución de Liquidación, y estando, en
consecuencia, en marcha sus efectos sustantivos y procesales, la única alternativa se
encuentra precisamente en el acuerdo de reorganización alzatorio y su ritualidad
procesal.

La segunda restricción consiste en que no puede "iniciarse" un Procedimiento


Concursal de Liquidación. Al respecto, y a diferencia del Procedimiento Concursal de
Reorganización, en que el artículo 54 LRLAEP señala expresamente que este se
"inicia" con la solicitud presentada por la Empresa Deudora ante el tribunal
competente, no encontramos una redacción paralela en el caso de la liquidación
concursal. Como señalamos en su momento, aunque en el contexto de las acciones
revocatorias concursales, "el punto no aparece con igual claridad [que en el
Procedimiento Concursal de Reorganización] cuando estamos frente a un
procedimiento concursal de liquidación, en que el ordenamiento no parece señalar
con claridad el momento del inicio del procedimiento, cuestión que podrá parecer
incluso más compleja si estamos frente a un supuesto de liquidación forzosa en que
ha existido un juicio de oposición, dado que habrá una considerable distancia
temporal entre la demanda presentada y la resolución de liquidación"107. Ahora bien,
para esos efectos, indicábamos con cierta vacilación que debíamos entender que el
inicio era coincidente con la dictación de la correspondiente Resolución de
Liquidación, haciendo extensiva la regla dispuesta para los supuestos de "liquidación
refleja", previstos en el artículo 100 LRLAEP. Sin embargo, al menos en lo que
respecta a la dualidad de conceptos utilizados por la norma en comento, dicha
interpretación se enfrenta al evidente obstáculo de la redacción del artículo 57.1.a
LRLAEP, que precisamente distingue el "inicio" y la "declaración" del Procedimiento
Concursal de Liquidación.

Por ello, si estimamos que la idea del "inicio" comporta una restricción diversa que la
dictación de la Resolución de Liquidación, ello supondría que ningún tribunal podría
siquiera dar tramitación a una demanda que pretenda dar curso a un Procedimiento
Concursal de Liquidación. Asimismo, no distinguiendo la norma si acaso la
imposibilidad se detiene en los acreedores (liquidación forzosa) o se extiende también
al propio deudor (liquidación voluntaria), nos parece que una interpretación
consistente es la que se formula de manera restrictiva. Lo anterior, a fin de hacer
coherente la idea de que la ley solamente regula los efectos del retiro de las
propuestas de Acuerdo de Reorganización (artículo 77 LRLAEP), y, en todo caso,
permite que ella sea realizada sin apoyo de un número suficiente de acreedores,
derivando ello en la dictación de la Resolución de Liquidación. Lo anterior también
tiene sentido, porque debemos recordar que, en nuestro sistema, la aprobación del
Acuerdo de Reorganización no solo requiere de la obtención de una mayoría
calificada de los acreedores concursales, sino también de la manifestación de
voluntad favorable por parte de la Empresa Deudora, de modo que, sin ella, también
procede la dictación de la Resolución de Liquidación (artículos  79 y 81 LRLAEP). Si
ello es así, no parece contrario a las lógicas de la LRLAEP sostener que la Empresa
Deudora pueda, en cualquier momento durante el curso de la negociación,
simplemente desistirse de la misma y solicitar el inicio de un procedimiento
liquidatorio. Si no fuese de este modo, se llevaría al absurdo de mantener vigente un
proceso de negociación que, por algún motivo, ya no es querido por la empresa,
debiendo esperarse hasta que se cumpla el plazo de presentación de las propuestas
(sin hacerlo, artículo 57.4 LRLAEP); que, presentadas las propuestas, decida retirarlas
sin apoyo (artículo 77 LRLAEP); que, citada la Junta de Acreedores, no concurra a
ella (artículo 81 LRLAEP), o que, concurriendo, no manifieste una voluntad positiva al
acuerdo (artículo 79 LRLAEP).
2. La suspensión de un Procedimiento Concursal de Liquidación (artículo 57.1.b
LRLAEP)

Si atendemos la redacción general del artículo 57.1.b LRLAEP, veremos que ella se
refiere a la suspensión de todos los procedimientos señalados en el literal
a)  inmediatamente anterior, de lo que se deduce que ello se extendería a un
Procedimiento Concursal de Liquidación ya iniciado108. Ahora bien, para distinguirlo
de los supuestos anteriores, será necesario entender que este se refiere al caso en
que se haya dictado la Resolución de Liquidación, y, en consecuencia, a la posibilidad
de dar inicio a una reorganización cuando el Procedimiento Concursal de Liquidación
ya se encuentre en marcha. Sin embargo, como ya hemos esbozado, esta alternativa
no parece tan abierta como podría desprenderse de la mera lectura de la norma y solo
supondría una reconducción, aunque bastante implícita, a las reglas del acuerdo de
reorganización alzatorio o "de término" de los artículos  257 y siguientes LRLAEP. Si
no fuese de este modo, no se entenderían las razones por las cuales el artículo 257
LRLAEP limita temporalmente esta posibilidad situándola luego de la notificación de la
nómina de créditos reconocidos (artículos  174 y 175 LRLAEP), ni los motivos para
hacer aplicable, en lo que fuere procedente, las reglas dispuestas precisamente en el
Capítulo III de la Ley.

Sin embargo, esta interpretación haría suponer que, coordinadas ambas normas, se
gozaría de Protección Financiera Concursal desde el momento en que el tribunal
admite a tramitación la solicitud presentada por el deudor, que, en este caso, no es
una "solicitud en blanco" (como la que dispone el artículo 54 LRLAEP), sino que
contiene directamente las propuestas de acuerdo, teniendo presente que, en la misma
resolución, el tribunal debe citar a una junta de acreedores para conocer y
pronunciarse sobre ellas (artículo 257 LRLAEP). El punto ha sido escasamente
debatido en nuestra doctrina, solamente encontrando la opinión de Puga Vial, quien
descarta la posibilidad de cualquier consecuencia suspensiva, en contraposición a la
disposición prevista en el artículo 188 del Libro IV del Código de Comercio. Al efecto,
sostiene que "[e]s cierto que la ley se remite en todo lo no especialmente tratado en el
texto del acuerdo de terminación a las normas sobre convenio de reorganización
preventivo, lo que podría dar a entender que la presentación de una propuesta en el
juicio concursal sí tiene efectos suspensivos respecto de la realización de bienes, pero
no es así. La suspensión de medidas de apremio o de realización de bienes del
deudor en la propuesta preventiva viene dada como resultado de una resolución
judicial, a saber, la resolución de apertura del artículo 57. Esa resolución no existe en
el procedimiento para aprobar un acuerdo de reorganización de terminación dentro del
procedimiento concursal de liquidación y, por tanto, ninguno de los efectos de la
misma se aplica en esta hipótesis pensada para finalizar el juicio concursal"109.
A nuestro juicio, la posición anterior importaría dejar sin aplicación la lectura
conjunta de las letras a) y b) del artículo 57.1 LRLAEP, en el sentido de suspender un
Procedimiento Concursal de Liquidación ya iniciado; al tiempo de hacer peligrar
cualquier posibilidad de rescate de la empresa si acaso se mantienen plenamente en
vigor las gestiones conducentes a la realización de los bienes y repartos a los
acreedores. Algún paralelismo podemos encontrar entre los artículos 177 bis y 188 del
Libro IV del Código de Comercio, siempre exigiendo el apoyo de acreedores con una
representación importante del pasivo para la limitación en el ejercicio de sus derechos
de ejecución, con la interpretación más amplia que propiciamos de la norma en
comento, en que, para ninguno de estos casos, se requiere contar con dicha
cooperación previa para lograr la protección de la unidad económica en miras a su
conservación. Adicionalmente, nos parece que el inconveniente señalado por Puga
Vial, fundado en la ausencia de una resolución de apertura (artículo 57 LRLAEP), bien
puede ser salvado por considerar por tal a la resolución que tiene por presentada la
propuesta del deudor y cita a la correspondiente Junta de Acreedores (artículo 257
LRLAEP), que cumplirían similares funciones en cuanto a la necesaria participación
de los acreedores en lo que respecta a la negociación y aprobación (o rechazo) del
acuerdo.

Si esta interpretación fuese admitida, la "suspensión" a la que hace referencia el


artículo 57.1.b LRLAEP implicaría la cesación (al menos) temporal de los efectos de la
Resolución de Liquidación, de modo de evitar la disposición de los activos y el
consecuente pago de las deudas110. Nos parece que esa interpretación tiene cierta
coherencia en la medida en que, como hemos indicado, si se pudiese llevar a efecto
la realización de los activos (u otras decisiones que afecten la viabilidad del negocio),
la reorganización tiene contadas posibilidades de ser aprobada. Sin embargo, este es
el único extremo que debería estar efectivamente suspendido, porque, aun situados
en el contexto liquidatorio (y razonando que la reorganización podría ser rechazada
por los acreedores), no es posible pensar en la privación de los demás efectos propios
de la dictación de la Resolución de Liquidación (artículos 130 y siguientes). A nuestro
juicio, dado que las limitaciones a las facultades de la Empresa Deudora y de sus
representantes se encuentran atenuadas en el contexto del Procedimiento Concursal
de Reorganización (como veremos, en los términos previstos en el artículo 57.2
LRLAEP), no es posible sostener que la sola presentación de propuestas de un
acuerdo alzatorio permitiese una mayor órbita de injerencia de aquellos en los activos
y negocios de la empresa sin desmejorar las posibilidades de cobro de los
acreedores. A partir de lo anterior concluimos que, en este caso, el liquidador
concursal mantendrá genéricamente los deberes que le son concedidos en el artículo
36 LRLAEP, suspendiéndose solo aquellos que se refieren a facultades propiamente
ejecutivas.
3. La limitación a la posibilidad de iniciar en contra del deudor juicios ejecutivos,
ejecuciones de cualquier clase o restituciones en juicios de arrendamiento
(artículo 57.1.a LRLAEP), y la suspensión de dichos procedimientos en curso
(artículo 57.1.b LRLAEP)

Como hemos advertido previamente, se trata esta de la principal limitación que


ofrece la Protección Financiera Concursal y está destinada a impedir la destrucción,
probablemente desordenada, de la unidad económica que se está pretendiendo
rescatar111. En virtud de lo anterior, queda claro que las limitaciones ofrecidas por la
norma se refieren únicamente a procedimientos con carácter ejecutivo (o restitutorio,
en el caso del arrendamiento), puesto que los demás tipos de procedimientos,
especialmente los de carácter declarativo, no entorpecerán la marcha del negocio
durante la fase de negociación. Por ello, más allá del juicio ejecutivo, como paradigma
de los procedimientos destinados a extraer bienes del poder del deudor a efectos de
proceder a su posterior enajenación forzosa, la regla se extiende a cualquier tipo de
ejecución, con independencia de su naturaleza y del tribunal que sea competente
para su conocimiento. Solo de este modo puede comprenderse la excepción que se
da respecto a los juicios laborales sobre obligaciones que gocen de preferencia de
primera clase, caso en el cual únicamente se suspende la ejecución y realización de
los bienes del deudor. Aquí, la referencia está dada a los juicios de cumplimiento de la
sentencia y de la ejecución de los títulos ejecutivos laborales, de competencia de los
Juzgados de Cobranza Laboral y Previsional (artículos  421 y 463 y siguientes del
Código del Trabajo)112. Conforme a lo recién indicado, la imposibilidad de dar inicio a
esta suerte de acciones, y la suspensión de aquellas a las cuales ya se ha dado
comienzo, podrá hacerse valer ante otros tribunales con competencias ejecutivas,
como, por ejemplo, los Tribunales de Familia en lo referente al pago de las pensiones
de alimentos (artículo 8º de la Ley  Nº  19.968, en relación con el artículo 7º de la
Ley Nº 14.908), para los casos en los que la Empresa Deudora tenga el carácter de
persona natural.

Ahora bien, esta regla nos permite también sostener que los efectos previstos para
la Protección Financiera Concursal se extienden más allá de aquellos acreedores que
podrán eventualmente resultar obligados por los términos del acuerdo (artículo 66
LRLAEP), refiriéndose a todo quien tenga tal calidad respecto a la Empresa Deudora
concursada. En otras palabras, para calibrar la viabilidad del negocio y negociar la
consecuente propuesta de reorganización, el ordenamiento chileno ofrece un efecto
expansivo de las consecuencias de la notificación de la Resolución de
Reorganización, entendiendo que todos los acreedores quedan afectos por la misma
en razón de su incorporación en un sistema general de notificaciones por medio de la
publicación en el Boletín Concursal. En suma, no importa si los acreedores conocieron
o no de la existencia de dicha resolución, o si han decidido participar o no en el
concurso, o, incluso, si existe alguna justificación asistencial que haría prudente
generar una excepción similar a la prevista en el orden laboral113. Todos los efectos
que estamos reseñando se producirán de igual forma, puesto que lo que pretende el
ordenamiento es efectivamente resguardar la unidad económica que conforma la
empresa, al menos durante la época de la negociación, ante la evidencia de que en el
sistema anterior las dificultades para obtener una protección similar terminaban por
desincentivar cualquier fórmula reorganizativa114. En este punto se advierte que los
efectos expansivos de la Resolución de Reorganización no se articulan sobre la base
de la lógica del principio mayoritario que justifica la afectación de los derechos de los
acreedores en razón del acuerdo aprobado (artículo 91 LRLAEP). Al contrario, se trata
este de un mero efecto legal, funcional a los fines del procedimiento de reorganización
observado en sí mismo, como medida de salvaguarda de la unidad económica que se
esconde tras la figura de la Empresa Deudora.

Debemos hacer dos precisiones adicionales respecto a los juicios de carácter


laboral. La primera es que, conforme indica la regla del artículo 57.1.a LRLAEP, la
excepcionalidad antes mencionada no operará en los casos en que el acreedor fuese
un cónyuge o pariente del deudor (incluyendo en este concepto a sus ascendientes,
descendientes y colaterales hasta el cuarto grado de consanguinidad y afinidad,
inclusive)115, o un gerente, administrador, apoderado con poder general de
administración u otras personas que tengan injerencia en la administración de sus
negocios. Esta regla presenta varias particularidades: primero, no utiliza el concepto
de "persona relacionada", al menos en lo que respecta a la calificación de los
parientes, restringiendo el ámbito de conflicto de interés o de sospecha que
usualmente implica este concepto en la ley116. Luego, emplea un concepto bastante
cercano a la idea del "administrador de hecho", que fue después desechada, a lo
menos formalmente, en lo que se refiere a la extensión de la responsabilidad penal
por los delitos concursales (artículo 463 quater CP)117. Y, finalmente, porque en caso
de que el trabajador efectivamente se encuentre en cualquiera de las situaciones
antedichas, la limitación operará de tal manera que se suspenderá el juicio aun antes
de dar inicio a una fase propiamente ejecutiva. Esto último parece llamativo, porque la
continuación de las fases previas no parece incidir mayormente en la destrucción de
las unidades económicas y, de serlo, tal argumentación podría darse respecto a
cualquier tipo de procedimiento, y no necesariamente de uno de índole laboral.

La segunda es que nuestros tribunales han estimado que, dado que la referencia a
la suspensión de estos procedimientos laborales únicamente alude a las etapas de
ejecución y realización de los bienes del deudor, ellos podrán continuar en sus etapas
anteriores, sin restricción alguna118. Aún más, se agrega que "resulta plenamente
procedente decretar en el caso presente una medida cautelar, tal y como lo ha
solicitado la parte demandante, sin que sea óbice para su concesión el que la
demandada se encuentre en proceso de reorganización judicial, toda vez que —como
se indicó— ello no significa que los bienes objeto de la misma puedan ser realizados
en el presente proceso, en el cual únicamente deberán estar destinados a asegurar
los derechos del actor, suspendiéndose su prosecución en la ejecución y realización
de bienes del deudor, proceder que deberá seguirse —en la oportunidad procesal
pertinente— en la forma que indica la normativa de la Ley  Nº  20.720, de ser ese el
procedimiento que resulte aplicable"119.

Por su parte, en lo que se refiere a las restituciones en los juicios de arrendamiento,


debemos efectuar otras tantas precisiones. Dado que la regla no distingue, podríamos
encontrarnos ante juicios de arrendamiento relativos a bienes muebles o inmuebles.
Así, en términos generales, estaríamos suponiendo que dicha restitución obedece a la
expiración del contrato de arrendamiento, por cualquiera de las causales previstas en
el artículo 1950 CC, con excepción, evidentemente, de la que se refiere a la
destrucción total de la cosa.

En el caso de tratarse de predios urbanos, debemos tener a la vista las reglas


previstas en el Título III de la Ley Nº 18.101, en lo referente a los juicios de restitución
previstos en su artículo 7º. Como destaca Ruz Lártiga, "cualquiera sea la causa por la
que se pide la restitución, como cuando se fundamenta en un no pago de rentas, en la
llegada del plazo fijado para su duración, o en la extinción del derecho del arrendador,
operaría la prohibición, sin excepciones"120. Pero, en aplicación del artículo 6º de la
Ley  Nº  18.101, entiende que ella no podría tener cabida en caso de abandono del
inmueble, sin restitución al arrendador, sea que ello tuviese lugar antes o durante la
vigencia de la Protección Financiera Concursal. Lo anterior, a nuestro parecer, cobra
sentido no solo por la finalidad tutelar de la norma citada, sino también por una razón
de texto: el propio artículo 6º dispone que la solicitud que hace el arrendador para
obtener la restitución del bien arrendado es "sin forma de juicio", y el artículo 57.1
LRLAEP se refiere a la imposibilidad de dar inicio o suspender restituciones en "juicios
de arrendamiento". En este caso, la intervención del tribunal parece ser una
herramienta que impide la autotutela del arrendador, asegurando el cumplimiento de
los requisitos fácticos de la norma, por medio de una gestión que la doctrina y
jurisprudencia ha calificado como "no contenciosa"121. Adicionalmente, de nada
serviría impedir esta forma de restitución si efectivamente el bien ha sido abandonado,
y, en consecuencia, su restitución no podría poner en peligro la continuación de los
negocios de la Empresa Deudora.

En el caso del arrendamiento de predios rústicos, en aplicación del Decreto


Ley Nº 993, de 1975, se admite la terminación anticipada del contrato por infracción a
la prohibición de subarrendamiento del predio, de cesión de los derechos del
arrendatario o la tenencia total o parcial de los terrenos o de introducir mejoras en el
predio sin autorización previa y por escrito del propietario; como también si el
arrendatario no da cumplimiento a todas las disposiciones contractuales, legales y
reglamentarias sobre protección y conservación de los recursos naturales (artículo 9º,
haciendo referencia a los dos artículos precedentes). En todos estos escenarios, el
juicio de terminación podrá avanzar, especialmente para la comprobación de sus
respectivos supuestos de hecho, aunque sin llegar a la fase de restitución mientras
esté vigente la Protección Financiera Concursal122. Por su parte, en caso de mora en
el pago de la renta, y sin perjuicio de las disposiciones generales del Código Civil, el
arrendatario podrá solicitar la terminación después de dos reconvenciones, entre las
cuales medien a lo menos treinta días. En línea con lo que venimos argumentando,
dicha acción también podrá ejercitarse durante la Protección Financiera Concursal, y
haciéndolo ante la justicia ordinaria (previendo la alternativa de que sea ante un juez
árbitro), la segunda de las reconvenciones se practicará en la audiencia de la
contestación de la demanda (artículo 11). Nuevamente, en tal caso las limitaciones del
artículo 57.1.a) y b)  LRLAEP no se situarán en las fases de discusión, sino solo al
tiempo en que, constatada la mora, el arrendatario no preste seguridad competente de
que se verificará el pago dentro de un plazo razonable que no bajará de treinta días,
ordenándose la consecuente restitución.

Finalmente, las reglas previstas en las letras a) y b) no señalan la forma en la que
estas limitaciones se deben hacer valer procesalmente respecto a los acreedores que
intentan el ejercicio de las acciones o en los procedimientos ya iniciados. En el primer
caso, parecerá que la Empresa Deudora deberá presentar la correspondiente
excepción, acompañando copia de la Resolución de Reorganización, aun cuando los
procedimientos especiales tengan especialmente limitadas las excepciones que
pueden ser opuestas (por ejemplo, artículo 14/30 de la Ley Nº 20.190, en lo relativo a
la prenda sin desplazamiento). En el segundo escenario, es práctica usual que, al
tiempo en que se dicte la Resolución de Reorganización, la Empresa Deudora
presente ante el tribunal que conoce del concurso un listado de todos los
procedimientos vigentes, solicitando oficie a cada uno de ellos con el fin de detener su
continuación123. Ello no quita, sin embargo, que la empresa pueda presentar una
copia de la Resolución de Reorganización directamente en cada uno de dichos
tribunales invocando la regla en estudio, aun cuando se entiende que la solicitud de
paralización cobra mayor fuerza en la medida en que provenga de otro tribunal124.

Por último, y como destaca Ruz Lártiga, el hecho de encontrarnos frente a la


suspensión legal de los procedimientos antes indicados debe ser considerado a
efectos de no computarlo para los fines del abandono del procedimiento, expresión
que, contenida en el artículo undécimo de la Ley Nº 20.416, se echa en falta en este
caso125. Así, la ausencia de gestiones útiles en el proceso no puede ser cargada a la
inactividad voluntaria de las partes, sino a una disposición legal que la impide. Sin
embargo, y como analizaremos al tiempo de abordar el efecto de la suspensión de los
plazos de prescripción, lo anterior debe ser conciliado con el resultado final del
procedimiento. Si se logra la aprobación del acuerdo, todos los créditos vinculados por
el mismo serán remitidos, novados o repactados (artículo 93 LRLAEP), por lo que los
procedimientos vinculados al cobro de tales obligaciones podrían dejar de tener
sentido. Si no se logra dicha aprobación, al menos en lo que se refiere a los juicios
ejecutivos, se deberá estar a lo dispuesto en los artículos 144 y siguientes LRLAEP,
puesto que estaremos frente a un caso de "liquidación refleja".

4. La suspensión del plazo de prescripción extintiva (artículo 57.1.b LRLAEP)

Como enunciábamos, resulta evidente que el efecto de la suspensión del plazo de


prescripción extintiva no se encuentra establecido en favor del deudor que ha
solicitado el inicio de un procedimiento de negociación protegida, sino de los
acreedores que se ven privados del ejercicio de las acciones ejecutivas y restitutorias,
en los términos señalados en el artículo 57.1.a LRLAEP126. El ordenamiento
responde así a la idea de que, privado del derecho a la acción y basado en que los
efectos de la Protección Financiera Concursal provienen del impulso del deudor, esta
herramienta podría ser empleada al solo efecto de perjudicar la posición de los
acreedores en épocas cercanas a completar los plazos de prescripción extintiva.

De este modo, la idea de la suspensión ya no evoca totalmente el privilegio con que


cuentan determinadas personas, en los términos tipificados en el artículo 2509 CC,
sino que se establece de modo general respecto a todos los acreedores del deudor en
concurso, puesto que, como hemos señalado, la privación de la posibilidad de
ejercicio de las acciones se extiende a todo crédito, con independencia de su
naturaleza o fuente. No obstante, se comparte su valoración general, en cuanto su
fundamento permanece en las razones de equidad advertidas por Domínguez Águila,
por el hecho de encontrarnos en un contexto en que los acreedores, ahora, por
razones puramente legales, "no están en condiciones de interrumpir la prescripción y
por lo mismo se justifica su inercia en el ejercicio del derecho"127.

Sin perjuicio de lo anterior, debemos recordar que estas restricciones se refieren


únicamente a un cierto grupo de acciones, como son las de naturaleza ejecutiva o a
las restitutorias en los juicios de arrendamiento, sin extenderse, por de pronto, a
aquellas de carácter meramente declarativo128. Considerando lo anterior, la regla que
analizamos no puede tener un sentido universal, puesto que ello implicaría que, sin
motivación alguna, los plazos de prescripción de dichas acciones declarativas se
extenderían durante toda la vigencia de la Protección Financiera Concursal, no
existiendo verdaderas razones para justificar la inactividad procesal del acreedor. De
ahí que sostengamos que esta suspensión solamente se refiere a las acciones
referidas en el artículo 57.1.a LRLAEP, lo que también puede deducirse de su
ubicación normativa, precisamente en un literal en que se hace expresa referencia a
la norma anterior, aunque (debemos reconocer) aludiendo a la suspensión de la
tramitación de los procedimientos.

Aclarado lo anterior, debemos recordar también que el efecto de la suspensión


radica en "hacer cesar el plazo de prescripción dejando subsistente todo el lapso
anteriormente transcurrido, si alguno hubo, y admitiendo que se reanude hasta su
posible entero, una vez desaparecidas o enervadas las causas que originaron el
intervalo utilizable"129. Por ello, terminada la Protección Financiera Concursal, deberá
observarse que la eventual reanudación que resulta propia a esta figura adquiere una
relevancia diversa dependiendo del éxito o no del plan de reorganización propuesto
por la Empresa Deudora a sus acreedores. En caso positivo, se deberá atender al
contenido del acuerdo para comprender cómo este incide en la existencia y
exigibilidad de los créditos. Así, al tiempo en que la LRLAEP señala cuáles son los
efectos del Acuerdo de Reorganización (Párrafo 4º, del Título  II, del Capítulo  III
LRLAEP), el legislador se refiere especialmente a quiénes y de qué manera quedan
vinculados los acreedores cuyos créditos tengan un origen anterior a la dictación de la
Resolución de Reorganización, pero no da cuenta precisa de los derechos y
obligaciones que nacen del mismo. Esto se debe a que, conforme se desprende del
artículo 60 LRLAEP, las propuestas que dan origen al acuerdo tienen por objeto la
reestructuración del activo y del pasivo de la Empresa Deudora130, lo que no es
especialmente indicativo de un contenido jurídico (acaso asimilable a la renuncia de la
acción de liquidación)131, sino de una formulación económica amplia destinada a
promover el rescate de la empresa en crisis132. De esto se sigue que los efectos del
Acuerdo de Reorganización respecto de los créditos cubiertos por este dependerán de
su contenido específico, de modo que ellos deben ajustarse al régimen jurídico que le
es propio a tal contenido. Ello sin perjuicio de la comprensión de que "el deudor y sus
acreedores quedan sujetos a un nuevo acuerdo que determinará, por sobre la fuente
de la obligación anterior, los montos, condiciones y forma de plazo de pago de los
créditos asociados a la insolvencia resuelta por el concordato"133. Este alcance
explica que en la enunciación del inciso primero del artículo 93 LRLAEP se señale que
los créditos se entenderán "remitidos, novados o repactados, según corresponda,
para todos los efectos legales". Resulta evidente que tales efectos son indicativos
únicamente de las consecuencias del acuerdo respecto a los créditos previamente
existentes y que quedan afectados por sus términos, sin limitar el contenido concreto
del acuerdo, el que puede disponer otras tantas obligaciones para efectos que la
Empresa Deudora pueda efectivamente llevar a cabo la reestructuración de sus
activos y pasivos.

Ahora bien, si estamos frente a un acuerdo de remisión o novación, operando


ambos como modos de extinguir las obligaciones (artículo 1567 CC), resulta evidente
que la suspensión de las acciones destinadas al cobro de los créditos preconcursales
no tiene mayor incidencia. En el primer caso, salvo remisión parcial, los créditos se
extinguirán y, con ello, las acciones destinadas a su cobro; en el segundo, los créditos
también lo harán, aunque sean sustituidos por otros, otorgando nuevas acciones para
obtener su cumplimiento (o la declaración de incumplimiento, en los términos del
artículo 98 LRLRAEP). La última alternativa se refiere a la "repactación" de las
obligaciones. La cuestión aquí estriba en comprender qué es lo que el ordenamiento
concursal entiende por tal figura, en tanto que no se trata de un concepto usualmente
utilizado en el Derecho de obligaciones chileno, aunque se encuentre reconocido en
una serie de cuerpos normativos bajo la idea común (a veces recogida de forma más
amplia, otras más restringida) de la reformulación de las estipulaciones aplicables a
los créditos, especialmente en lo referente a los términos y condiciones de pago134,
las cuales no llegan a afectar sustancialmente el objeto de la prestación adeudada.
Con ello, y de acuerdo a las reglas de interpretación de la ley, la repactación debería
entenderse de acuerdo al sentido natural y obvio de la expresión, tal y como fluye del
uso general que se hace ella (artículo 20 CC), como cualquier modificación a los
términos y condiciones del crédito vigente, pero que no implique novación, lo que se
reflejaría en los diversos casos que se enumeran en los artículos  1646 y siguientes
CC. En consecuencia, no configurándose en este caso el Acuerdo de Reorganización
como una fuente de las obligaciones en relación con los créditos que han sido
repactados, puesto que no ha entrañado novación, aquel puede calificarse
únicamente como una convención modificatoria de sus términos no esenciales. Así, si
la variación se ha referido al plazo, lo que es habitual en cualquier tipo de
reorganización que presente un nuevo "calendario de pagos", la suspensión tampoco
tendrá consecuencias, puesto que las obligaciones dejarán de ser actualmente
exigibles y, en consecuencia, el plazo de prescripción de las acciones destinadas a su
cumplimiento (o la declaración de incumplimiento, en los términos del artículo 98
LRLAEP) se deberá contar de modo diverso.

Finalmente, la regla cobra mayor sentido en caso de que la reorganización no


prospere y, en cualquier escenario, deba dictarse una Resolución de Liquidación de
oficio (artículos 56.4, 77, 81 y 88 LRLAEP). Lo anterior, porque en todos estos casos,
el acreedor deberá concurrir ante el tribunal del concurso a efectos de proceder a la
verificación de sus créditos (artículos  170 y siguientes LRLAEP), verificación que,
siguiendo a Puga Vial califica como la demanda ejecutiva que se plantea en el seno
del Procedimiento Concursal de Liquidación135. Siendo de este modo, es evidente
que las acciones para obtener el pago del crédito que pretende ser verificado no
pueden encontrarse prescritas, porque, de estarlo, podrán ser objetadas por los
demás acreedores, el liquidador o el deudor, en los términos señalados en el artículo
174 LRLAEP. Es precisamente en estos escenarios en los que la suspensión de los
plazos de prescripción cobra mayor sentido, como asimismo el hecho de que se
refiera a la totalidad de los acreedores del deudor y no solo a aquellos que podrían
haber quedado cubiertos por los efectos de un Acuerdo de Reorganización no
alcanzado. Aquí, sin embargo, revive la problemática del día de término del periodo
que implica la Protección Financiera Concursal, puesto que existirá una distancia
temporal, aunque muy menor, entre el momento en que se celebre efectivamente la
Junta de Acreedores y el inicio del periodo de verificación ordinaria en el
Procedimiento Concursal de Liquidación, que, en rigor, comienza con la publicación
de la Resolución de Liquidación en el Boletín Concursal (artículos  129.7 y 170
LRLAEP).

III. La protección de la negociación por medio de la vigencia de las relaciones


contractuales

1. Configuración de la inmutabilidad contractual

Nos debemos referir ahora a la protección por medio de la vigencia de las relaciones
contractuales, reconocida en los artículos 57.1.c LRLAEP y 1496.1 del Código Civil (la
denominada "inmutabilidad" o "intangibilidad contractual")136. Conforme a dichas
disposiciones, se mantiene obligatoriamente la vigencia y condiciones de pago de
todos los contratos celebrados por el deudor, al tiempo que se limita la posibilidad de
que el acreedor exija el pago de la obligación antes del vencimiento del plazo, incluso
frente a la evidencia de la notoria insolvencia del deudor para el caso en que este
haya iniciado un Procedimiento Concursal de Reorganización137. Se incorpora así la
noción de que, durante esta etapa de negociación, no se permitirá al tercero
contratante alterar los términos originales de la relación contractual, y, en
consecuencia, se prohibirá la terminación unilateral, la exigencia anticipada de
cumplimiento o las ejecuciones de garantías, invocando el inicio de un Procedimiento
Concursal de Reorganización138. Lo anterior, por supuesto, ni aun en presencia de
una disposición contractual que hubiese permitido tal posibilidad, que, como veremos,
resulta ineficaz139. A partir de lo anterior, como expresan Cárdenas Villarreal y
Reveco Urzúa, "se suspenden momentáneamente determinados remedios
contractuales, preventivos del acreedor de una empresa deudora, que se sustentan
convencionalmente en el inicio de un procedimiento concursal de reorganización (las
denominadas cláusulas de terminación ipso facto)"140.

Pero bien cabe observar que la restricción se ofrece de manera limitada, recibiendo
una lógica funcional en relación con la idea de eficiencia que ronda la solución. De
este modo, la terminación del contrato se restringe únicamente en caso de que ellas
provengan de la voluntad del acreedor (de ahí la referencia a su carácter unilateral),
dejando al margen aquellas terminaciones que provengan de causa legal, por el
vencimiento original de los términos previstos en la relación obligatoria o por mutuo
acuerdo de las partes141. En estos casos, la Protección Financiera Concursal no
podrá desconocer la fuerza de los hechos, manteniendo en vigor una relación que,
conforme a los términos originalmente previstos o por una disposición legal o
convencional, llega extinguida o pasa a extinguirse en el arco temporal previsto
principalmente en los artículos 57 y 58 LRLAEP.

Por su parte, tampoco se ofrecen limitaciones a la posibilidad de que el acreedor


exprese una voluntad de terminación unilateral, de exigencia anticipada de la
obligación o de ejecución de garantías por razones diferentes al solo inicio del
Procedimiento Concursal de Reorganización. A nuestro juicio, y a pesar de la
contundencia de la frase inicial del artículo 57.1.c LRLAEP, ello se justifica en la lógica
misma de la norma, que quiere ofrecer un medio de protección de la negociación ante
la obstrucción del acreedor que no desease formar parte del procedimiento. Dada la
redacción, pudiese sostenerse, como lo hace Ruz Lártiga, que la norma debe leerse
en dos partes: la primera, como regla general, que dispone que "todos los contratos
suscritos por el Deudor mantendrán su vigencia y condiciones de pago"; y la segunda,
a modo de excepción (aunque considerablemente amplia), en que la limitación se
produce únicamente para los efectos de la terminación anticipada del contrato, la
exigencia anticipada de las garantías y la ejecución de las garantías contratadas
invocando como causal el inicio del Procedimiento Concursal de Reorganización142.
Si ello fuese de este modo, la pretensión de las dos partes antes mencionadas
consiste en situar la carga de la prueba (en el sentido de la indicación de las razones
de la terminación, exigibilidad anticipada o ejecución de las garantías) en cabeza del
acreedor, quien deberá tener por acreditado que, en los hechos, existe alguna otra
causal que permita el ejercicio contractual de las facultades antes citadas y que ellas
se han producido con completa independencia al inicio del procedimiento. Por tanto, si
en el caso de ser puesto en entredicho, el acreedor no logra acreditar ambas
circunstancias, operará el régimen sancionatorio al que nos referiremos más adelante.

Lo que pretende la norma, en suma, es limitar los poderes autoasignados por los
acreedores, ya no por el solo hecho de iniciar acciones ejecutivas (singulares o
colectivas) en contra del deudor, sino por la existencia de una posición contractual que
resulte indispensable para la continuación de las actividades económicas de la
Empresa Deudora. En este sentido, la proscripción de la terminación anticipada se
debe entender como una fórmula ideada por el legislador para que la contraparte no
emplee las normas generales del ordenamiento común que le permiten la terminación
previa del contrato, sea sobre la base de las denominadas "cláusulas de caducidad
convencional del plazo", sea a modo de condiciones resolutorias o pactos comisorios
calificados143, siempre que las mismas estén dadas únicamente en razón del interés
de dicha parte de generar un poder de negociación exacerbado que impida, al menos,
llevar a cabo la etapa de negociación del acuerdo144. Con ello, como señalan
Cárdenas Villarreal y Reveco Urzúa, se pretende atemperar las consecuencias del
derecho general de las obligaciones en el contexto de la insolvencia145.
Especialmente debe considerarse el supuesto en que, con motivo de la crisis
financiera experimentada por la Empresa Deudora, esta haya incumplido con las
obligaciones que sobre ella pesaban en el marco de la relación contractual, caso en el
cual entrarán en pleno vigor las tutelas generales concedidas por nuestro
ordenamiento jurídico146. En estos casos, la protección del acreedor no se altera,
puesto que no puede preverse que este desee desvincularse de la negociación para
el solo efecto de adquirir una mejor posición, sino que ella proviene de la circunstancia
en que el deudor —que mantiene la administración de sus bienes y está buscando la
continuidad del negocio— ha decidido no satisfacer la pretensión de cumplimiento del
acreedor, quebrando el synalagma propio del régimen contractual147.

2. Régimen sancionatorio

Sobre el régimen sancionatorio previsto en el artículo 57.1.c LRLAEP conviene


efectuar una distinción entre los efectos que se producen respecto a: (i) la
incorporación de determinadas cláusulas en el texto contractual que transgredan la
prohibición dispuesta en la norma; y (ii) los eventuales créditos que podría tener el
tercero contratante en contra del deudor, en caso de que este contraviniese las
prohibiciones legales antes referidas.

A. Respecto a las cláusulas contractuales

Cabe indicar que la normativa en comento incorporada en la LRLAEP reconoce


como antecedente inmediato lo dispuesto en el artículo 16 de la Ley  Nº  1.116, de
insolvencia empresarial, colombiana148. Sin embargo, dicha norma se encuentra
redactada en términos aparentemente más claros en cuanto al régimen sancionatorio
por infracción de la prohibición en ella expuesta. Así, la regla en comento dispone que
"[s]on ineficaces, sin necesidad de declaración judicial, las estipulaciones
contractuales que tengan por objeto o finalidad impedir u obstaculizar directa o
indirectamente el inicio de un proceso de reorganización, mediante la terminación
anticipada de contratos, la aceleración de obligaciones, la imposición de restricciones
y, en general, a través de cualquier clase de prohibiciones, solicitud de autorizaciones
o imposición de efectos desfavorables para el deudor que sea sometido al proceso de
reorganización previsto en esta ley". Además de contemplar un catálogo (no taxativo)
mucho más vasto de actuaciones que pueden obstaculizar el proceso de negociación,
la norma destaca por la expresa alusión a la sanción establecida respecto a la
cláusula contractual que pretenda lo anterior, que consiste en su ineficacia149.
Adicionalmente, se innova en el hecho de que esta no requiere de declaración judicial,
que, en nuestro sistema, equivaldría a una disposición que tuviese dichas
estipulaciones contractuales por no escritas150.

Ahora bien, en nuestro ordenamiento concursal no existe expresión sobre el efecto


que tiene la incorporación de disposiciones contractuales que permitan la terminación
anticipada unilateral, la exigencia anticipada de su cumplimiento o la posibilidad de
hacer efectivas las garantías contratadas, invocando como causal el inicio de un
Procedimiento Concursal de Reorganización. A este respecto, la prohibición legal
podría dar pie a entender que, conforme a lo dispuesto en los artículos  10, 1466 y
1682 del Código Civil, la sanción debería estar dada por su nulidad, en este caso,
absoluta. No obstante, esta solución puede transformarse en un evidente obstáculo
para el funcionamiento del sistema concursal, puesto que, en atención al afán de
celeridad que se imprime en las diversas disposiciones de la LRLAEP, el ejercicio de
una acción de nulidad importaría su conocimiento mediante un juicio de lato
conocimiento que, muy probablemente, extendería su duración mucho más allá de la
conclusión del procedimiento concursal.

Sin embargo, si se observa con mayor atención, deberán efectuarse ciertas


distinciones dependiendo de la actividad desplegada por el tercero contratante,
basado en las facultades asignadas en el texto contractual. En primer término, si lo
que pretende es la terminación unilateral del contrato, ocurrirá que la Empresa
Deudora demandará igualmente el cumplimiento de las obligaciones de dicho tercero,
basado en la ineficacia de la cláusula contractual al amparo de lo dispuesto en el
artículo 57.1.c LRLAEP, y solo entonces procederá la declaración judicial que
desprecia el ordenamiento colombiano. Luego, si lo que se pretende es el
cumplimiento anticipado de las obligaciones del deudor o la ejecución de las garantías
contratadas, deberán oponerse las correspondientes excepciones, fundadas en que
se trata de un crédito que no es actualmente exigible, nuevamente, debido a la
ineficacia de la cláusula contractual que posibilitaba tal actuación. Ahora bien, dado
que en estos dos últimos casos la norma debe conciliarse con lo dispuesto en el
artículo 57.1.a LRLAEP, no estaremos ante un procedimiento de ejecución ni de
restitución de juicio de arrendamiento, sino exclusivamente ante un proceso de
carácter declarativo151. Lo anterior, a menos que estemos frente a una garantía
otorgada por un tercero, en que, no siendo aplicable la limitación recién indicada, la
protección se producirá únicamente en razón del artículo 57.1.c LRLAEP antes
referido152. Igual ocurrirá cuando el cobro de las garantías no requiera del ejercicio
de una acción judicial, como en los seguros de crédito o en las boletas de garantía,
casos en los cuales, como complemento de estas limitaciones, se ha aceptado la
interposición de medidas prejudiciales precautorias para evitar la desarticulación de la
empresa antes del inicio del procedimiento153. Esta cuestión se hace necesaria en
aquellos modelos en los que la sola presentación de la solicitud de inicio de un
procedimiento concursal, especialmente cuando ellos pretendan la reestructuración
empresarial, no conllevan inmediatamente una paralización de las acciones y
derechos de los acreedores, siendo necesario pasar por una serie de acciones
administrativas y judiciales para obtener la tutela de la negociación154.

En contra de todo lo que venimos expresando, Ruz Lártiga sostiene que la sanción
no sería la nulidad, sino solamente la posposición a la que nos referiremos más
adelante, en aplicación del artículo 10 CC155. En similar sentido se pronuncian
Cárdenas Villarreal y Reveco Urzúa, a efectos de explicar el "sistema ecléctico"
formulado por la LRLAEP que, si bien parece restringir las cláusulas de terminación
ipso facto, solo lo hace limitadamente cuando su activación proviene del inicio del
Procedimiento Concursal de Reorganización156. Nos parece que estas conclusiones
no son adecuadas por lo siguiente: en primer término, puesto que la sanción de la
posposición es únicamente eventual y operará en los casos en los que efectivamente
se haya ejecutado alguna de las conductas prohibidas; y, más relevante aún, que la
operatoria de la posposición requiere de la existencia de un crédito a ser pospuesto, lo
que no podrá producirse en los casos en los que no existan deudas pendientes. De
hecho, de existir ellas, podrá sostenerse que la razón por la cual se ha procedido a la
ejecución de estas cláusulas ipso facto es que ellas no se justificaron en el inicio del
Procedimiento Concursal de Reorganización, sino en el incumplimiento de las
obligaciones preconcursales. Por ello, si acaso lo que ha ocurrido es que, haciendo un
uso prohibido de estas cláusulas, la posibilidad de restitución de aquello que se ha
obtenido ilícitamente, como el pago anticipado o la ejecución de la garantía,
solamente podría revertirse como consecuencia de la acción de nulidad (artículo 1687
CC). Al efecto, no nos parece plausible que tal reversión fuese posible por medio de
una acción revocatoria concursal, como sugieren Cárdenas Villarreal y Reveco
Urzúa157, ya que ellas siempre requieren que se trate de actos ejecutados o
contratos celebrados por el deudor, lo que no ocurriría en el caso, y que siempre se
refiere a actos o contratos que hayan tenido lugar con anterioridad al inicio del
concurso, lo que tampoco se producirá puesto que ya estamos situados en la marcha
de la Protección Financiera Concursal.

B. Respecto a los créditos resultantes de la relación contractual

Nuevamente, la normativa chilena replica un sistema de posposición legal conocido


en el ordenamiento colombiano y contemplado también en otras experiencias del
Derecho comparado para atacar el punto158. Para ello, se emplean las herramientas
de la prelación de crédito a modo de sanción a la conducta del acreedor que ha
buscado obstaculizar la pretensión reorganizativa, intentando hacer efectivos los
derechos concedidos en un texto contractual, que, como hemos indicado, resulta
ineficaz159.

A este respecto, como señala Puga Vial, "la sanción no surge por el hecho de que
exista una cláusula en tal sentido, que además es ineficaz, sino por el hecho de
intentar ponerle término unilateralmente o intentar ejecutar el acto"160. Por ello, se
trata de una sanción eventual161, que se basa en un comportamiento desplegado por
el contratante que, a la vez, es acreedor de un crédito dinerario en contra de la
Empresa Deudora, y que termina por desfavorecer sus posibilidades de cobro
mediante la técnica de la posposición legal. En este caso en particular, la
minusvaloración del crédito en la escala de prelación surge a consecuencia de la
conducta llevada a cabo por su titular, entendiendo que este ha pretendido un
fortalecimiento de su posición en el ámbito de la negociación de la reorganización
empresarial162. La posposición, en consecuencia, cumple con un objetivo funcional a
los fines del concurso163, sirviendo como obstáculo (ojalá, preventivo) para poder
llevar a cabo una negociación tutelada que permita que los acreedores determinen si
es posible reestructurar los activos y pasivos de la empresa o si, al contrario, resulta
económicamente favorable propiciar el inicio de una liquidación concursal.

El ordenamiento jurídico chileno únicamente había reconocido la fórmula de la


subordinación desde su vertiente voluntaria (artículo 2489 CC, tras la reforma de la
Ley Nº 20.190), incluyéndose en la LRLAEP la herramienta de la subordinación, a fin
de cumplir funcionalmente con sus objetivos. De esta manera, se agrega también para
aparentes fines de paridad (subordinación legal de los intereses, en los términos del
artículo 139 LRLAEP)164, respecto a los créditos no documentados de las personas
relacionadas con el deudor (artículos 63 y 241 LRLAEP) y en el marco de las acciones
revocatorias concursales (artículo 292 LRLAEP)165. Pero obsérvese que la
formulación prevista en la LRLAEP no llega a calificar los créditos subordinados
dentro de una categoría diferente a la de los créditos preferentes ni ordinarios, como
ocurre, por ejemplo, en las normativas alemana y española166. De ello resultará que
su calificación jurídica solamente producirá efectos en lo que se refiere a la
ordenación del pago, pero no se afectarán los derechos políticos asociados a la
titularidad del crédito, como son aquellos que se refieren al nombramiento del Veedor
(artículo 22 LRLAEP), a la posibilidad de participar en la Junta de Acreedores (artículo
78 LRLAEP) y, especialmente, al ejercicio del derecho a voto para determinar los
destinos de los bienes del deudor y de sus negocios (artículo 78 LRALEP)167.

Ahora bien, en el aspecto que nos interesa, la posposición legal de los créditos
resultantes de la relación contractual indebidamente terminada, que han pretendido
ser acelerados o cuyas garantías han intentado ejecutarse, tiene tres elementos
adicionales a considerar. Por una parte, se trata del caso de subordinación legal más
profundo que ofrece el ordenamiento concursal chileno, por cuanto se dispone que el
crédito quedará pospuesto hasta que se pague la totalidad de los acreedores a
quienes les afecte el Acuerdo de Reorganización Judicial, incluidos los acreedores
que califican como personas relacionadas al deudor168. Luego, que la configuración
del supuesto, basado en una conducta desplegada por el acreedor que infringe una
disposición legal que requiere de la mantención de la vigencia y condiciones de pago
del deudor, advierte una justificación penalizadora en el supuesto (no presente en
todos los casos de posposición reconocidos en la LRLAEP)169. Finalmente, la
posposición del crédito deberá ser declarada por el tribunal a través de un
procedimiento incidental170, dando cuenta de la posibilidad de debate entre las
partes interesadas respecto a su ocurrencia, que se referirá, muy probablemente, a si
el hecho de la terminación, exigibilidad anticipada o ejecución de garantías ha
considerado o no elementos funcionalmente diversos al solo inicio del procedimiento
de reorganización. Así, aun en el caso en que el tribunal reconozca la ineficacia de la
cláusula, la regla de la subordinación legal solo se activará a requerimiento de parte, y
no podrá declararse de oficio por aquel.

C. Regímenes excepcionales

Si bien la idea de la inmutabilidad del contrato se sostiene como regla general para
aquellas empresas que se sujetan a la normativa concursal general prevista en
nuestro ordenamiento, existen áreas de desarrollo económico en las cuales, en razón
de los intereses públicos comprometidos, se han establecido reglas de excepción
conforme a las cuales —al menos en el punto que nos interesa— se admite el término
anticipado de los contratos (tomados estos en sentido amplio, incluyendo relaciones
regidas esencialmente por el derecho administrativo) en razón de la dictación de la
Resolución de Reorganización.

(i) Los contratos de derivados


Un primer ejemplo se produce respecto a los contratos de derivados, excepción que
se introdujo en la LRLAEP con motivo de la reforma a la Ley General de Bancos por
medio de la Ley Nº 21.130, de 2019. Para estos efectos, la mentada reforma agregó
una nueva frase al término del artículo 57.1.c) LRLAEP, que, al efecto, indica lo
siguiente: "Lo dispuesto en esta letra no se aplicará a los convenios marco de
contratación de operaciones de derivados en que el deudor sea un inversionista
institucional, los que se regirán en esta materia por las normas especiales a que se
refiere el inciso segundo y siguientes del artículo 140 de esta ley". La citada regla
resolvió la duda presentada en cuanto a la posibilidad de terminación y consecuente
liquidación de los contratos de derivados en el campo de los procedimientos de
reorganización, especialmente considerando que la legislación chilena había sido
tildada como un "non-netting jurisdiction"171, aumentando el costo de esta clase de
operaciones para los bancos e inversionistas institucionales chilenos con entidades
extranjeras.

Para estos efectos, la norma excepcional tendrá aplicación en la medida en que se


cumplan los siguientes supuestos: (i) que se trate de operaciones de derivados
contempladas en convenios marco de contratación172; y (ii) que el deudor sujeto al
Procedimiento Concursal de Reorganización, en todo caso, Empresa Deudora,
califique asimismo como inversionista institucional.

Conforme a lo anterior, deberá indicarse que la excepcionalidad de la regla tiene un


primer campo de aplicación en el contexto contractual, permitiendo una alteración de
la vigencia y condiciones de pago, y, en consecuencia, validando las disposiciones
que permitan la terminación unilateral, la exigibilidad anticipada o la ejecución de las
garantías invocando como causal el inicio del procedimiento reorganizativo. Como el
efecto de dicha norma comportaba la invalidación de esta clase de cláusulas, no cabe
nulidad de la cláusula ni procederá la posposición legal del crédito, en caso de
ejercicio de los derechos que ella otorga.

Podemos preguntarnos de qué manera se producirá el pago de los créditos que


emanan de estas operaciones de derivados, previa liquidación, lo que implica una
segunda manifestación de su excepcionalidad. Lo anterior no es resuelto directamente
por la regla en comento, sino es por remisión a los incisos segundo y siguientes del
artículo 140 LRLAEP. Según lo anterior, en virtud del nuevo inciso cuarto incorporado
a dicho artículo, primero procederá la terminación anticipada del contrato y la
exigibilidad anticipada de las obligaciones que de ella emanan. No obstante, la duda
en cuanto a la remisión normativa es que, por una parte, el inciso tercero dispone que
cada una de las obligaciones que emanen de las operaciones de derivado se
entenderá de plazo vencido, líquida y actualmente exigible a la fecha de dictación de
la Resolución de Liquidación, calculándose su valor de acuerdo a sus propios
términos y condiciones; mientras el inciso cuarto dispone que será necesario que ello
opere en virtud de una causal que se refiera a la inestabilidad financiera,
administración deficiente u otras situaciones anteriores al procedimiento, en la medida
en que ellas se encuentren reguladas por el Banco Central de Chile. Dicha entidad no
solo debe fijar los contornos de tales hechos típicos, sino que, adicionalmente, debe
establecer plazos para que la terminación o exigibilidad anticipada tenga lugar, para lo
cual deberá considerar las recomendaciones y mejores prácticas internacionales
sobre la materia173.

Así, en el contexto del artículo 140 LRLAEP cabe preguntarse si es posible que el
Banco Central de Chile defina la terminación del contrato y exigibilidad de las
obligaciones por la mera dictación de la Resolución de Reorganización, haciendo un
paralelo con la Resolución de Liquidación, o si acaso ella debe estar unida a un
evento de inestabilidad financiera tipificado por la misma entidad. Al menos en lo
referente a los Procedimientos Concursales de Reorganización, parece ser
conveniente fijar la última de estas opciones como respuesta. En primer término,
puesto que la remisión al artículo 140 LRLAEP se presenta de modo impreciso, y,
aunque se encuentre referida a los incisos segundo y siguientes, no debería implicar
una aplicación analógica de ambas clases de respuestas concursales (reorganización
y liquidación). En tal parte, la regla tiene una vocación general, es decir, no solamente
para las entidades bancarias y otros inversionistas institucionales. Para ellos, en
aplicación a la última parte del inciso segundo, el Banco Central de Chile podrá
determinar los términos y condiciones generales de los convenios marco de
contratación referidos en que sea parte una empresa bancaria o cualquier otro
inversionista institucional, considerando para ello los convenios de general aceptación
en los mercados internacionales, lo que, como señala el nuevo inciso cuarto, debería
incluir las causales que dan lugar a la terminación y exigibilidad anticipada basado en
la configuración de un supuesto típico de inestabilidad financiera. Segundo, porque, al
menos en la forma en que la ha entendido parte de nuestra doctrina, la procedencia
de la reorganización supondría un estado patrimonial más leve que la insolvencia que
fundamentaría la dictación de la Resolución de Liquidación174, teniendo sentido que,
al menos en este supuesto, el Banco Central de Chile requiriese de elementos
adicionales para permitir la aplicación normativa especial175. En todo caso, lo anterior
no operará si la posición contractual de la entidad afectada en las operaciones
comprendidas en el convenio marco fuese transferida en el tiempo intermedio, evento
en el cual ya no será posible alterar los términos y condiciones de vigencia
originalmente estipulados.

Resuelto lo anterior, deberá efectuarse la compensación de las obligaciones de los


derivados (como futuros, opciones, swaps, forwards u otros) celebradas, en una o
más oportunidades, al alero del mentado contrato marco. Para estos efectos, se
deberá considerar que ellas tienen el carácter de obligaciones conexas, aun estando
expresadas o pactadas en distinta moneda y regidas por la ley chilena o por la ley
extranjera. Dichas compensaciones serán calculadas y ejecutadas simultáneamente
al día de la terminación y exigibilidad anticipada, una vez transcurrido el plazo fijado
por parte del Banco Central de Chile desde la ocurrencia del hecho típico de la
inestabilidad financiera, en los términos antes citados. Conforme a lo anterior, la
excepcionalidad de la regla no se produce únicamente en lo que se refiere a la
mutabilidad del contrato, sino que se extiende a la forma de extinguir los créditos de la
Empresa Deudora que derivan de la operación, desligándose, en consecuencia, de
los términos del Acuerdo de Reorganización. Lo anterior porque, si bien se trata de
créditos que podrían haber estado comprendidos entre aquellos afectados por este
(artículo 66 LRLAEP), la remisión a la regla del artículo 140 LRLAEP hace excepción
a la forma de pago, permitiendo su extinción (al menos parcial) por vía de
compensación.

(ii)  Las concesiones de uso de vías y servicios complementarios regidos por la


Ley Nº 18.696

En particular, hacemos referencia a las disposiciones contempladas en el artículo 3º


decies de la Ley Nº 18.696, de 31 de marzo de 1988, modificado por la Ley Nº 20.877,
de 30 de noviembre de 2015. Al efecto, la citada norma ahora dispone, en su parte
pertinente, que "[l]as concesiones de uso de vías y de servicios complementarios
reguladas por esta ley podrán terminar por las siguientes causales: [...] d)  Tener el
concesionario la calidad de deudor en un procedimiento concursal de la
Ley Nº 20.720". Adviértase al respecto que en la dicción previa de la norma se hacía
referencia únicamente a la declaratoria de quiebra (lo que hoy sería indicativo sólo de
los Procedimientos Concursales de Liquidación, efectuando la adecuación
terminológica prevista en el artículo 402 LRLAEP), solución que ahora aparece
extendida a cualquiera de los Procedimientos Concursales aplicables a las
concesionarias de uso de vías y de servicios complementarios, esto es, sean
liquidatorios o reorganizativos. De tal suerte, es posible observar que, dictada la
Resolución de Reorganización, el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones
podrá poner término a la correspondiente concesión, aunque, conforme al tenor de la
norma, ella aparece dispuesta en términos facultativos.

Esta regla debe ser coordinada con lo dispuesto en el artículo 3º duodecies de la


Ley  Nº  18.696, al tiempo que tal norma dispone: (i) una carga adicional para el
secretario del tribunal ante el cual se presenta la correspondiente solicitud o demanda
de inicio de un procedimiento concursal respecto de esta clase de concesionarias,
disponiendo la necesidad de notificación de la misma al Ministerio de Transportes y
Telecomunicaciones, como, a su vez, de la correspondiente Resolución de Liquidación
o de Reorganización; (ii) la posibilidad de que, en razón de dicha notificación, el
Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones disponga el nombramiento de un
administrador provisional del servicio, que se haga cargo del cumplimiento de las
obligaciones derivadas de la concesión; y (iii) con mayor relevancia para efectos del
presente discurso, que "los deudores, veedores y liquidadores que intervengan en
aquellos procedimientos concursales en que el deudor es un concesionario de uso de
vías tendrán el deber de velar por la continuidad de los servicios y de oír al Ministerio
de Transportes y Telecomunicaciones para la adopción de cualquier decisión
relevante para la prestación del servicio de transporte público remunerado de
pasajeros".

Será en definitiva esta última regla la que otorga claridad respecto al régimen
excepcional. Así, si bien en términos generales, la continuidad de la relación
contractual supone una estabilización de las actividades económicas desarrolladas
por el deudor, ella se estructura sobre la base de los intereses particulares que
sostienen la visión privatista del Derecho concursal. Se trata, en suma, de una
herramienta creada por el ordenamiento jurídico para la protección de una
negociación destinada a la tutela del crédito, suponiendo que este es el principal (por
no decir, el único) interés que debe ser resguardado en el marco de un procedimiento
concursal que se dispone para alcanzar fines de eficiencia. No obstante, identificadas
que sean las actividades económicas en las que pueda claramente apreciarse un
interés público de tal magnitud de modo que el criterio no puede darse únicamente en
razón de la tutela de dichos intereses crediticios, el ordenamiento puede introducir
reglas como la antes expresada. En suma, detectado por parte de la autoridad
competente (en este caso, el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones) que la
conservación de la concesión puede poner en riesgo la prestación del servicio de
transporte público, bien podrá disponer su terminación anticipada por el solo hecho de
haberse iniciado respecto a la concesionaria un Procedimiento Concursal de
Reorganización.

IV. La protección de la negociación por medio de la mantención en los registros públicos


de contratistas

Se trata este del último elemento que integra la Protección Financiera Concursal y
que responde a un supuesto bastante más específico que los demás, deslindando con
las fronteras del Derecho público. Al efecto, la preocupación del legislador se centra
aquí en aquellas empresas que, para el desarrollo normal de sus negocios, requieran
participar en sistemas de contratación o de prestación de servicios con entidades
públicas, de modo que, similar a lo que ocurre en el caso anterior, el impedimento de
realizar con normalidad sus actividades pueda poner en riesgo la viabilidad del
negocio, al menos durante la Protección Financiera Concursal176.
Para estos efectos, se debe tener presente que el ámbito de aplicación de la regla
se circunscribe únicamente a los registros públicos de contratistas y a las licitaciones
que se lleven a cabo por entidades públicas durante la vigencia de la Protección
Financiera Concursal. Se deja de lado, en consecuencia, a los registros y licitaciones
privadas, las que quedan en completa libertad de acción para restringir la contratación
con empresas que se encuentren sometidas a un Procedimiento Concursal de
Reorganización. No era así en la formulación inicial del proyecto que culminó con la
dictación de la LRLAEP, en que la restricción se refería a ambas clases de ámbitos
(público y privado)177, siendo variado en el marco de las discusiones que tuvieron
lugar en las Comisiones Unidas, sin mayor justificación. No obstante, como veremos,
la principal preocupación fue delinear la limitación en torno a utilizar como motivación
de exclusión o discriminación el inicio del Procedimiento Concursal de
Reorganización, y, con ello, se incorporó en la redacción esta situación y la alusión de
que la Empresa Deudora debe encontrarse al día en sus obligaciones contractuales
con el mandante178.

A diferencia de lo dispuesto en el artículo 57.1.c LRLAEP, en esta órbita nos


encontramos en una situación precontractual, en la que se están estableciendo las
mecánicas para la futura contratación, y, en ausencia de un vínculo real entre la
entidad privada y la empresa en concurso, se deja a la primera en libertad de acción
para restringir su órbita de riesgos. Distinto ocurre con la entidad pública, lo que da
cuenta de un sacrificio adicional que gravará al Estado (por medio de sus
reparticiones y servicios), debiendo asumir el riesgo que supone la adjudicación de
contratos a empresas cuya viabilidad aún se encuentra en fase de análisis por parte
de los acreedores. Sobre si ello es o no razonable, depende de una política pública de
apoyo a las empresas que intentan su reestructuración179, considerando que, a falta
de una regla como la que aquí se plantea, sería el propio Estado el que terminaría por
limitar las posibilidades de rescate mediante el expediente de la eliminación de los
registros o de la privación en procesos de licitación sobre la base de una
discriminación no aceptada por la norma.

No se trata esta de una consecuencia totalmente novedosa en el marco del Derecho


comparado180. Al efecto, encontramos una norma de similar tenor en el artículo 16 de
la Ley  Nº  1.116, de insolvencia empresarial colombiana, que dispone que "[a]sí
mismo, [es ineficaz] toda estipulación que impida o dificulte la participación del deudor
en licitaciones públicas o privadas, en igualdad de circunstancias". Como se observa,
sin embargo, la norma colombiana es diversa en varios aspectos con respecto a la
regla en estudio: en primer término, su principal preocupación es determinar una
sanción especial para el caso de infracción, dando cuenta de la ineficacia de las
estipulaciones; luego, es más amplia en su redacción, porque no solo hace referencia
a la eliminación de registros y a la privación de la posibilidad de participar en
licitaciones, sino a toda cláusula que impida o dificulte la participación del deudor en
igualdad de circunstancias; y, finalmente, porque tiene aplicación tanto en la órbita
pública como privada, suponiendo un mayor sacrificio de la comunidad (incluyendo
entes privados) en apoyo de la empresa en curso de reorganización.

Deslindado preliminarmente el campo de acción de la norma, es de observar que


ella ofrece una excepción para el caso en que la Empresa Deudora no se encuentre al
día en sus obligaciones contractuales con el respectivo mandante. En este sentido, no
encontramos en la excepción una vocación de generalidad, sino que deberá
atenderse a relaciones contractuales previas entre la empresa y una determinada
repartición o servicio público. Lo anterior, en consecuencia, solamente será aplicable
en la medida en que se constate la existencia de tal contrato previo y que la empresa
no haya dado cabal cumplimiento a sus estipulaciones de manera oportuna181. La
norma no exige que se haya declarado un incumplimiento de las obligaciones, ni
sugiere la necesidad de constitución en mora, bastando, en consecuencia, el simple
retardo. Sin embargo, al no requerirse tampoco una declaración judicial, la entidad
pública que desee someterse a esta posibilidad excepcional deberá ponderar el riesgo
de que, no pudiendo comprobar el incumplimiento por parte de la Empresa Deudora,
podrá verse expuesto al régimen sancionatorio al que nos referiremos más adelante.

Un segundo matiz responde a que las limitaciones a las acciones que pueden ser
tomadas por la entidad pública, sea en lo que se refiere a la eliminación de los
registros o en la privación de la participación de procesos licitatorios, sólo se refiere a
los escenarios en que la discriminación se base en el inicio del Procedimiento
Concursal de Reorganización. Aquí, de igual modo como ocurre en el caso de la
vigencia de las relaciones contractuales regidas por el artículo 57.1.c LRLAEP, el
legislador abre la puerta a otras razones diversas, pero, a nuestro parecer, siempre
ajenas al inicio del procedimiento reorganizatorio. Con ello queremos decir que la
norma no debe leerse en su sentido literal, de manera de únicamente impedir que en
las bases de licitación se establezcan discriminaciones textualmente basadas en la
presentación de solicitudes de reorganización (artículo 54 LRLAEP) o en la dictación
de Resoluciones de Reorganización (artículo 57 LRLAEP), sino que se extiende a
todo supuesto base de la reorganización, como la advertencia de un "discutido"
presupuesto objetivo, el nombramiento de veedores, etcétera.

Finalmente, deberá tenerse en cuenta el régimen sancionatorio previsto por la regla,


el que, conforme a su frase final, se refiere a la indemnización de los perjuicios que
sean causados por la discriminación o eliminación, según el caso. La redacción del
artículo abre dos incógnitas: la primera se refiere a si se trata esta de la única sanción
prevista por el ordenamiento, o, en otras palabras, nos consultamos si, a pesar de la
eliminación o de la discriminación, la contratación o licitación mantienen su vigor; la
segunda alude al tipo de perjuicios que se encuentra cubierto por la acción aquí
conferida. Sobre el primer punto, Ruz Lártiga opta por la negativa, indicando que se
trata nuevamente de un supuesto en que la ley ha establecido una regla diversa a la
nulidad en caso de contravención. Nos parece, sin embargo, que no es esta la vía
correcta de solución, dado que estamos en la órbita del Derecho público, de modo
que no es conducente la mera reconducción al artículo 10 CC. Ahora bien, lo anterior
no obsta a que consideremos que la nulidad no es un elemento imprescindible para
resolver este asunto182.

Respecto al régimen indemnizatorio previsto, concordamos con Ruz Lártiga en el


sentido de que las principales partidas serán las que corresponden al daño emergente
(en los casos en que la empresa hubiese incurrido en costos de preparación para la
licitación) y la pérdida de la oportunidad (o pérdida de la chance)183. Sobre este
último aspecto, efectivamente podríamos estar en un punto en el que la acción ilícita
de la entidad pública que ha contravenido la limitación dispuesta en el artículo 57.1.d
LRLAEP ha producido un daño, pero este no consiste propiamente en el contrato que
podría haberse celebrado por parte de la Empresa Deudora, sino en la oportunidad
perdida de participar en el proceso de licitación, esto es, en una ponderación del valor
que ha implicado la desaparición de la chance.

Como señala Tapia Rodríguez, luego de varios ejemplos de extenso tenor, "[e]n
todas estas hipótesis existe para la víctima un bien aleatorio que se encontraba en
juego (ganar el proceso, cerrar el negocio, recobrar la salud, evitar la muerte, obtener
un premio, acceder a una profesión, etcétera) y el agente destruyó ese potencial de
oportunidades con su acción u omisión negligente [...]. Se estima que es un bien
aleatorio —y esto es relevante para discernir su régimen jurídico—, porque de todas
formas, aun sin haber cometido el agente negligencia alguna, la víctima podría no
haber obtenido el beneficio o evitado el perjuicio [...]"184. Y esto es lo que
precisamente soporta la hipótesis prevista por el legislador, porque ofrece un rubro
indemnizatorio con independencia de si la Empresa Deudora pudiese comprobar la
alta probabilidad de la celebración del contrato con la entidad pública en atención a
las mayores fortalezas o ventajas de una oferta que, finalmente, no pudo presentar.
Porque, como claramente expresa Mejías Alonso, "[a] la chance en sí misma se le
reconoce un valor económico"185, y que, siguiendo a Alessandri Rodríguez, en el
entendido que la tutela no es únicamente de derechos, sino de intereses
jurídicamente protegidos186, esta posibilidad, que estaba incorporada en el
patrimonio de la Empresa Deudora, ha sido eliminada por medio de la acción ilegítima
de la entidad pública.

Si bien resulta claro que en nuestra doctrina (y jurisprudencia) encontramos ciertas


vacilaciones sobre la posibilidad de conceder indemnización en virtud de la pérdida de
la oportunidad, especialmente cuando se discute sobre el vínculo causal entre la
acción y el daño187, esta cuestión no podría tener lugar ante una regla que se refiere
a este punto de forma afirmativa, como se da en el supuesto que planteamos, en que
se estaría subentendiendo dicho extremo. Ahora bien, lo que sí subsiste es la forma
de comprobar y, luego, ponderar el monto al que debe ascender la indemnización
correspondiente por la pérdida de la oportunidad, caso en el cual solo queda la
alternativa de llevar a cabo un juicio hipotético y probabilístico sobre las ventajas que
hubiese reportado para la Empresa Deudora la celebración del contrato y la
posibilidad real de adjudicación.

V. La tutela ausente: la suspensión en el devengo de los intereses

Más allá de las múltiples dificultades dogmáticas que presenta la comprensión del
crédito por intereses en el contexto general del Derecho privado188, especialmente
en lo que se refiere a su tratamiento como fruto civil (artículo 647 CC) y como
avaluación abstracta y legal de los perjuicios derivados del incumplimiento de las
obligaciones dinerarias (artículo 1559 CC), nos interesa revisar su régimen en sede
concursal, especialmente en lo que se refiere a su régimen jurídico en el marco del
Procedimiento Concursal de Reorganización189. Sin perjuicio de lo anterior, lo
primero que cabe aclarar es que los intereses constituyen el objeto de una obligación
que debe contextualizarse en términos separados (aunque dependientes) del capital
al que acceden. De este modo, como aclara Biondi, "los frutos civiles son siempre
cosas incorporales, precisamente derechos de crédito. Fruto civil no es, en efecto, el
dinero que constituye el interés del capital, la renta, el precio de alquiler, sino el
derecho de obtenerlo"190. Apreciado de esta forma, por ejemplo, los intereses
generados en el contexto de un contrato de mutuo son constitutivos de un crédito
diferente a aquel de restitución del capital (artículo 2205 CC) que, al menos en
nuestro Código Civil, se justifica a través de la técnica del contrato real (artículo 2197
CC)191. Observado el punto, resultará que el crédito por intereses no podrá adquirirse
por medio de la accesión, como supone el artículo 648 CC al tratar del régimen
aplicable a los frutos civiles, puesto que comporta este un modo de adquirir el dominio
no aplicable a los derechos de crédito (artículo 588 CC), cuyas fuentes se disponen
en el artículo 1437 CC. Por idéntica razón, la cosa constitutiva de los frutos civiles —
generalmente, el dinero (artículo 2205 CC)— tampoco podrá adquirirse por accesión
(como ocurre con los frutos naturales), sino por tradición, en la medida en que estos
son realmente percibidos por el acreedor cuando ha tenido lugar el correspondiente
pago192.
Pero más allá de tales dificultades conceptuales, el tema de los intereses es también
problemático en atención a que el tratamiento normativo de tal tipo de crédito se
presenta en una variedad de normas de la LRLAEP, todas ellas dispersas, sin dar
mayores luces sobre la justificación de las distinciones que dicha ley ofrece. Pero los
factores comunes e implícitos son, a nuestro juicio, la constatación de que los
intereses dan cuenta de un crédito diverso al del capital y la evidencia de que su
devengo —poniendo especial énfasis en aquellos que lo hagan con posterioridad al
inicio del procedimiento— puede constituir un elemento perjudicial para la finalidad del
concurso, sea desde la perspectiva de los acreedores, en algunos casos, o del
deudor, en otros, requiriendo de una regulación legal que ofrezca suficiente tutela a
efectos de su minimización193.

En sede de reorganización de empresas, el punto de partida considerado por el


legislador se encuentra en la ausencia de un tratamiento general del crédito por
intereses, ignorando que su devengo puede entorpecer o dificultar la marcha del
proceso y la efectiva reestructuración de los activos y pasivos de la Empresa Deudora
(artículos  2.1 y 60 LRLAEP). Este silencio sorprende en comparación con el efecto
previsto por el legislador con motivo de la publicación de la resolución de admisibilidad
en el marco de un Procedimiento Concursal de Renegociación (artículo 264.3
LRLAEP), el que, como veremos más adelante194, suspende el curso de los
intereses moratorios durante el mismo. En el caso de la reorganización, la ausencia
de una norma análoga parece indiciaria de una menor preocupación del legislador por
la tutela de la Empresa Deudora en cuanto a su posicionamiento en el ámbito de la
negociación del acuerdo, considerando que, incluso, una extensión de este en
conformidad con el artículo 58 LRLAEP, puede complicar su situación económica
habida cuenta del mayor gravamen patrimonial que resulta del devengo de dichos
intereses. En la misma línea, se ignora que conceder un mejor contexto para llevar a
cabo la negociación no solo beneficia al deudor con pretensión de mantener su
posición frente a la empresa viable, sino también a los acreedores que ven en la
reorganización una solución que se presenta más beneficiosa para sus intereses que
la alternativa de la liquidación. Y, finalmente, tampoco se habría considerado como un
estímulo necesario para que la Empresa Deudora solicite el inicio al procedimiento
concursal (como sí se presentaría en el caso de la renegociación de las deudas de la
Persona Deudora), articulándose como una fórmula de defensa del continuo
incremento de poder de agresión de los acreedores en su patrimonio por efecto del
artículo 2465 CC.

En consecuencia, en esta clase de procedimientos no se han previsto formas de


tutela, sea para los acreedores o sea para el deudor, encontrando una formulación
que descansa exclusivamente en la visión privatista que enmarca la lógica de nuestro
ordenamiento concursal195. La suerte de los intereses queda en manos de la
negociación existente entre las partes, de manera que su remisión y la tasa de interés
aplicable para aquellos que se devenguen con posterioridad a la entrada en vigor del
acuerdo, pasa a ser uno de los tantos objetos imaginables del Acuerdo de
Reorganización. Al efecto, la única alusión al punto se prevé en relación con los
efectos tributarios relativos a la condonación de deudas, intereses y reajustes que
pueda haber formado parte del contenido del acuerdo, de modo que el acreedor que
es contribuyente de primera categoría pueda deducirlos como gastos necesarios
(artículo 93.II LRLAEP). La cuestión tributaria solamente tiene por efecto alentar
fórmulas remisorias como parte del contenido del acuerdo196, a efectos de que estos
no tengan el carácter de gastos rechazados si cumplen con ciertos requisitos
impuestos por el artículo 93 LRLAEP197, de suerte que ella puede asimilarse a la
extinción de los saldos insolutos que la nueva ley propone como efecto crucial del
término del procedimiento de liquidación (artículo 255 LRLAEP)198. Aunque no se
puede negar que, aun de forma implícita, el legislador ha incluido la posibilidad de
condonación de los intereses conociendo que su carga puede terminar por perjudicar
la posibilidad de reorganización de la empresa. Lo anterior, en aquellos casos en que
ellos hayan sido tan gravosos que ocasionen que el importe del pasivo concursal se
encuentre abultado al punto de que los flujos futuros, dependientes de la
reestructuración empresarial, puedan verse dirigidos a su solución en lugar de la
generación de nuevos ingresos. Pero, como hemos señalado, este resultado no se
ofrece por medio de una reacción imperativa de la ley, sino como parte de la
autonomía de las partes en la fijación del contenido del acuerdo.

98 Respecto a los presupuestos y consecuencias de dicha aproximación, vid. Goldenberg Serrano


(2015a), passim.

99 Sobre la naturaleza conflictual de los problemas derivados de la insolvencia del deudor, vid. Tirado
Martí (2009), pp. 1058-1059.

100Jackson (1986), passim, aunque, especialmente, pp. 7-19.

101Contador Rosales (2015), p. 263.

102 Como señalan García-Cruces y López Sánchez (2009), p. 93, "... será posible que el concursado
resulte ser acreedor de la parte in bonis, de modo que la realización de la prestación debida por ésta
será de interés del concurso y sus resultados se integrarán a la masa activa. Pero, también, la
prestación debida por el tercero no sólo tiene ese significado sino que, también, puede ser un
instrumento para lograr la continuación de la actividad profesional o empresarial que venía
desarrollando el ahora concursado y que, en principio, se ha de mantener". Lo anterior se expresa con
claridad también en la Guía Legislativa de la CNUDMI sobre el Régimen de Insolvencia que, en este
sentido, observa que: "[e]n los procedimientos de reorganización, la paralización de las acciones
judiciales facilita el mantenimiento del negocio en marcha y da al deudor margen y tiempo para
organizar sus negocios, para preparar y aprobar un plan de reorganización [...]" (pp. 101-102).
103 Algo que, a nuestro juicio, es equivocadamente reconducido por Contador Rosales y Palacios
Vergara (2015), p. 65; y Contador Rosales (2015), p. 263 a la idea de la "par condictio creditorum" (sic).
Vid. Goldenberg Serrano (2010), pp.  73-98. Así, el hecho de impedir el ejercicio individual de los
derechos no se destina en el concurso a efectos de asegurar un igual trato de los acreedores, sino a
forzar una unidad de foro en el que se delimite aquel escenario que provoque la maximización de sus
derechos de cobro.

104Ruz Lártiga (2017), p.  270. En este sentido también se pronuncia la Guía Legislativa de la
CNUDMI sobre el Régimen de Insolvencia, indicando que "[u]na de las razones por las que la
paralización debe afectar a la continuación de los procedimientos es la necesidad de evitar que el
hecho de que el representante de la insolvencia deba ocuparse de los casos en curso (en los que se
prive al deudor del control) lo aleje de su tarea de administración de la masa y se destinen recursos en
detrimento de ésta" (p. 103).

105Puga Vial (2014b), p. 270, sostiene que no debería prosperar un desistimiento de la acción, sea
por el deudor o por el acreedor instante, especialmente por el efecto que de ello se deriva de
conformidad al artículo  150 CPC (extinción de las acciones). Pero esto se referiría al caso en que ya
hubiese tenido lugar la dictación de la Resolución de Liquidación y su correspondiente publicación en el
Diario Oficial, y el caso del que tratamos se produce en una fase previa, como la que se recoge en el
artículo 148 CPC.

106 En este sentido, se ha expresado, por ejemplo, la SCA de Valdivia, de 30 de septiembre de 2016,
causa rol Nº 527-2016 (caso "Fernando Hales Chabán"), al sostener lo siguiente: "[r]esulta entonces de
relevancia tener en cuenta, para reafirmar el Principio Rector de Conservación de la Empresa, que en
esta Ley se contienen instituciones como la Reorganización, por ejemplo, que viene a reemplazar a los
Convenios, contemplados por la antigua Ley de Quiebras, con escasa aplicación por el nulo incentivo
tributario y la falta de protección a la empresa que formulaba el Convenio. Eso queda atrás, con la
nueva figura de la Reorganización y la Protección Financiera Concursal que coexiste en la
Reorganización. Se deja en evidencia la necesaria prevalencia de la empresa viable por sobre su
anulación y repartición de bienes". En el mismo sentido, encontramos la SCA de Concepción, de 16 de
diciembre de 2016, causa rol Nº 896-2016 (causa "Asociación Cristiana de Jóvenes de Concepción").

Destacamos que, en ambos casos, la pregunta sometida al conocimiento de las Cortes consistía en
precisar la oportunidad para evitar la dictación de la Resolución de Liquidación mediante la
consignación de fondos suficientes para cubrir el importe total del crédito cuya cesación de pagos había
provocado la demanda de liquidación forzosa. En este sentido, si bien el artículo  120.I.2.c LRLAEP
parece indicar que la oportunidad procesal se limita a la audiencia inicial, ambas sentencias
interpretaron, sobre la base de la argumentación antes citada, que: "[a]l alero del Principio de la
Conservación de la Empresa, que se ha consignado como pilar de esta nueva legislación, se torna
ilógica una respuesta negativa, sosteniendo que sólo resultaba posible consignar, en la audiencia inicial,
pues de ser así, se estaría iniciando y manteniendo un procedimiento concursal de liquidación, que
supone un deudor insolvente e incumplidor, cuando en la realidad, se ha comprobado, que nos
encontramos frente a una empresa deudora, que es viable y con proyección de permanecer como
unidad productiva en el tiempo, generando empleos y sin deudas vencidas impagas".

Este mismo afán lo encontramos, por ejemplo, en la Directiva (UE) Nº 2019, 1023, de 20 de junio de
2019, conforme a la cual "[l]os marcos de reestructuración preventiva deben permitir, ante todo, la
liquidación innecesaria de empresas viables. Tales marcos deben ayudar a evitar la pérdida de puestos
de trabajo y de conocimientos y competencias y maximizar el valor total para los acreedores —en
comparación con lo que habrían recibido en caso de liquidación de los activos de la empresa o en caso
de aplicarse la mejor solución alternativa en ausencia de un plan de reestructuración—, así como para
los propietarios y para la economía en su conjunto".

107Goldenberg Serrano (2016), p. 76.

108 Obsérvese que, en el texto del Mensaje, la referencia era a la suspensión de "los procedimientos
de ejecución" (Historia de la Ley Nº 20.720, Mensaje, p. 39). Ello hubiese significado, para el caso que
nos interesa, verificar la caracterización del Procedimiento Concursal de Liquidación como juicio de
ejecución universal. Dicho análisis hoy parece innecesario por la nueva redacción dada a la norma
propuesta por parte de la entonces Superintendenta de Quiebras, Josefina Montenegro, para reafirmar
el efecto suspensivo de la Protección Financiera Concursal (Historia de la Ley  Nº  20.720, Segundo
Informe de las Comisiones Unidas, p. 660).

109Puga Vial (2014a), pp. 231-232.

110Aunque en otro contexto, referido a la imposibilidad de dar curso a una solicitud de liquidación
voluntaria estando vigente un Acuerdo de Reorganización Judicial, en SCA de La Serena, de 7 de
noviembre de 2019, rol Nº  635-208 (caso "Minera Dayton"), se resolvió que "[r]esulta ilógico que
coexistan en el tiempo dos procesos diversos, cuya génesis, procedimiento y efecto son disímiles". Por
supuesto, ello implica que, si bien no es posible la coexistencia completa de ambos tipos de
procedimiento, la posibilidad del acuerdo alzatorio en el contexto del Procedimiento Concursal de
Liquidación significa que algún efecto debe tener la tramitación del primero sobre el segundo, en los
términos que proponemos en este texto.

111 Conforme a la Directiva (UE) Nº 2019, 1023, de 20 de junio de 2019, la suspensión temporal de
las ejecuciones singulares está destinada a facilitar las negociaciones relativas al plan de
reestructuración, de manera de permitir la continuación de la actividad empresarial o, al menos,
preservar el valor de la masa patrimonial durante las negociaciones. Sin perjuicio de lo anterior, la
citada normativa recomienda asimismo que esta suspensión se extienda también a las ejecuciones de
terceros prestadores de garantías, como avalistas y otros titulares de garantías, lo que no se produce
en el ordenamiento jurídico chileno por el solo hecho de la Protección Financiera Concursal, sino
únicamente en caso de que la razón por la que se hacen efectivas tales garantías sea el inicio de un
Procedimiento Concursal de Reorganización. Nos referiremos a este punto al tratar del artículo 57.1.c
LRLAEP.

112 Concordamos con Ruz Lártiga (2017), pp.  270-271, en el sentido de que esta excepción debe
darse tanto respecto a los juicios laborales ya iniciados al tiempo de la entrada en vigor de la Protección
Financiera Concursal, como a aquellos que comiencen durante su vigencia. Por su parte, llama la
atención que esta sea la única regla que se refiere expresamente a la posición de los trabajadores en el
ámbito de un Procedimiento Concursal de Reorganización, propiciando el debate sobre si están (o
deben estar) incluidos en él. Sobre el particular, Jequier Lehuedé (2017a), pp. 805-830; y Jequier Lehuedé
(2017b), pp. 647-663.

Este tipo de excepciones han sido detectadas también por la Guía Legislativa de la CNUDMI sobre el
Régimen de Insolvencia (2004), de tal suerte que "[a]lgunos regímenes de la insolvencia limitan las
acciones que pueden llevarse a cabo y sólo permiten iniciar o continuar determinadas acciones, como
las presentadas por los empleados del deudor contra éste, si bien toda medida ejecutoria otorgada a
raíz de esas actuaciones será objeto de paralización" (p. 104).

113Ruz Lártiga (2017), p. 271, refiriendo especialmente a las acciones derivadas del ejercicio de los
derechos colectivos del trabajo o de los derivados de las obligaciones de familia, como los alimentos,
llama la atención sobre la distancia de esta regla con la prevista en el artículo 18 del artículo undécimo
de la Ley Nº 20.416.

114 A partir de lo anterior, se evidencia una diferencia importante con otros sistemas de protección
existentes en el Derecho comparado. Así, conforme a la Directiva (UE) Nº 2019, 1023, de 20 de junio
de 2019, la suspensión de las ejecuciones tiene varios matices, entre los cuales se establece la
posibilidad de levantar la prohibición cuando se adoptan comportamientos típicos e imposibilidad de
cumplimiento, la limitación de derechos solo a ciertos grupos o clases de acreedores, o el alzamiento
(total o parcial) cuando es previsible que el término de la suspensión no afectará las negociaciones ni la
continuidad de las actividades de la Empresa Deudora. En el ordenamiento chileno ello no se presenta
de igual modo, lo que solo podría comprenderse desde la óptica que el periodo de Protección
Financiera Concursal es bastante breve al alero de los artículos 57 y 58 LRLAEP (en contraste con los
sistemas que admiten negociaciones de más de un año), de forma tal que, en lugar de judicializar los
contornos de la protección y sus excepciones, el Derecho chileno ha preferido un sistema carente de
toda distinción y sumido en la generalización de los efectos de la lógica tutelar.

115 Esto solo procederá en los casos en que una persona natural califique como Persona Deudora, al
amparo de lo dispuesto en el artículo 2.13 LRLAEP. Cuando se trate de una persona jurídica (o, en el
singular caso en que la persona natural se encuentre bajo patria potestad o guarda), la extensión de los
parientes se referirá a su representante legal.

116 Sobre este concepto, vid. Goldenberg Serrano (2015a), pp.  218-220, aunque solo desde la
perspectiva de la privación del derecho a voto de los acreedores. La razón de esta diferencia parece
provenir de que esta enumeración ya se encontraba dispuesta en el régimen excepcional de
suspensión de los derechos de los acreedores en el contexto del artículo 177 bis del Libro IV del Código
de Comercio.

117 Aunque Jequier Lehuedé (2019), pp.  228-229, entiende que el administrador de hecho se
encuentra igualmente incluido en la citada regla puesto que, "bien o mal redactada", ofrece una
concepción amplia de administración.

118 Esta aclaración no constaba en el modelo previsto en el artículo 177 bis del Libro IV del Código
de Comercio, pero tampoco se encontraba en el Mensaje. Ella proviene de la indicación presentada y
discutida en el primer trámite constitucional (Historia de la Ley  Nº  20.720, Segundo Informe de las
Comisiones Unidas, p. 659).

119 SCA de Concepción, de 11 de enero de 2018, causa rol Nº 537-2017.

120Ruz Lártiga (2017), p. 272.

121Cornejo Aguilera (2017), pp. 224-225.

122 Sin perjuicio de lo anterior, si el contrato de arrendamiento termina por la infracción a la


prohibición de cesión de los derechos contractuales por parte del arrendatario o por la cesión total de la
tenencia del inmueble, hemos de suponer que el predio rústico ya no está siendo utilizado por la
Empresa Deudora. En consecuencia, la restitución material deberá ser demandada al cesionario. Como
corolario de lo anterior, no siendo el cesionario la Empresa Deudora sometida al Procedimiento
Concursal de Reorganización, no observamos obstáculo en que se lleve igualmente a cabo el juicio de
restitución en contra de este tercero.
123 Aunque cabe precisar que esta comunicación solo produce efectos suspensivos desde el
momento del inicio de la Protección Financiera Concursal, aun cuando la comunicación se practique de
manera posterior. En este sentido, por ejemplo, la SCA de Santiago, de 23 de febrero de 2018, causa
rol Nº  8614-2017 (caso "Sociedad Comercial A y V Limitada con Sociedad Áridos y Pétreos Maipo
S.A."), resolvió que el inicio de la Protección Financiera Concursal, dada por la notificación de la
Resolución de Reorganización mediante su publicación en el Boletín Concursal, suspende los
procedimientos ejecutivos vigentes, pero no tiene la virtud de dejar sin efectos resoluciones firmes que
se hayan dictado con anterioridad a tal momento. En este sentido, concluye que: "[...] según se advierte,
no se dan los presupuestos que contempla la norma legal citada, pues como bien lo dice la juez a quo
"no consta en autos la notificación de la resolución de reorganización" y, por otra, se advierte, que a tal
fecha ya estaba iniciado el presente juicio, siendo así como a la fecha de presentación de la solicitud de
reorganización se había dictado la sentencia en alzada".

124 A nuestro juicio, y a diferencia de lo indicado por Cárdenas Villarreal y Reveco Urzúa (2018),
p. 556, ella no puede estar justificada por una supuesta acumulación de procedimientos a causa de esta
suspensión. Si esta ocurre en el contexto de los Procedimientos Concursales de Liquidación
(artículos 142 y siguientes LRLAEP), ello tiene lugar para evitar decisiones contradictorias en lo que se
refiere a los derechos de los acreedores en los bienes del deudor, respondiendo a los parámetros de la
vis attractiva. De este modo, en todos esos casos, la acumulación impone la continuación de estos
juicios ante el tribunal concursal, y no su suspensión, haciendo excepción a la regla de la radicación de
la competencia (artículo 109 COT).

125Ruz Lártiga (2017), p. 270.

126 En este sentido, vid. Contador Rosales y Palacios Vergara (2015), p.  66; y Ruz Lártiga (2017),
p. 270.

127Domínguez Águila (2016), p. 319.

128 Respecto a la acción de liquidación, Puga Vial (2014b), p.  272, sostiene que "[...] esta acción
ejecutiva colectiva no se refiere a un derecho específico, sino a un hecho o situación económico-
jurídica". En consecuencia, no siendo una acción de cobro, no procede la declaración de su
prescripción, y, en consecuencia, no tendría sentido la suspensión de un plazo que no le resulta
aplicable.

129Domínguez Águila (2016), p. 319.

130 Esta idea resulta coincidente con la definición del Acuerdo de Reorganización Judicial contenida
en el artículo  2.1 LRLAEP, al disponer que se trata de "aquel que se suscribe entre una Empresa
Deudora y sus acreedores con el fin de reestructurar sus activos y pasivos, con sujeción al
procedimiento establecido en los Títulos 1 y 2 del Capítulo III [...]".

131Puga Vial (2014a), p. 357.

132 En el contexto de la legislación concursal hoy derogada, Puga Vial (2006), p.  177, había dado
cuenta de la libertad contractual como principio que gobernaba el objeto de los convenios, pudiendo
pactarse múltiples formas para sanear la insolvencia del deudor. En similar sentido ya se había
pronunciado Puelma Accorsi (1983), p. 212. De esto se sigue que el sistema ofrece una liberalización de
su contenido, idea que ya había sido asumida por la Ley Nº 18.175, que en su texto original disponía de
una serie de ejemplos no taxativos con relación al punto, pero que fue posteriormente modificada por la
Ley  Nº  20.073 para disponer que "[l]as proposiciones de convenio judicial preventivo pueden versar
sobre cualquier objeto lícito para evitar la declaración de quiebra, salvo sobre la alteración de la cuantía
de los créditos fijada para determinar el pasivo".

133Puga Vial (2014a), p. 368. El destacado es nuestro.

134 Algunos ejemplos de lo anterior son los siguientes: (i) artículo 1º del Decreto Ley Nº 3.481, de 17
de septiembre de 1980, por el que se establece un nuevo sistema de reajuste y fija normas sobre
repactación de deuda y pago de dividendos por concepto de saldos de precio por venta de inmuebles,
préstamos habitacionales y asignación de viviendas, adeudados a las instituciones de previsión,
conforme al cual se regula la posibilidad de que los deudores pudiesen "repactar y reliquidar las deudas
actuales"; (ii) artículo 1º de la Ley Nº 18.533, de 19 de agosto de 1986, por la que se faculta al Servicio
Nacional de Turismo y a la Municipalidad de Frutillar para modificar el contrato que se señala, conforme
al cual se indica que, en ejercicio de la facultad para "repactar" el saldo de precio adeudado, el mentado
servicio podría "convenir la reducción del saldo del precio adeudado, modificar el plazo para su pago y
condonar, total o parcialmente, las multas acumuladas y los intereses devengados"; (iii) artículo único
de la Ley  Nº  18.698, de 8 de abril de 1988, por la que se otorgan las facultades que indica a los
Servicios de Vivienda y Urbanización, a efectos que estos pudiesen "repactar, reprogramar y renegociar
deudas contraídas por el Fisco o por organismos o entidades públicos con dichos Servicios de Vivienda
y Urbanización o con sus antecesores legales, provenientes de la adquisición de viviendas para
funcionarios públicos o para el personal de estos organismos o entidades, pudiendo al efecto condonar
total o parcialmente los saldos adeudados o sus intereses y multas, sustituir la unidad de pago o el
sistema de reajustabilidad convenidos o establecer otras modalidades o beneficios a que quedarán
sujetas dichas deudas"; (iv) artículos  2º, 3º y 4º transitorios de la Ley  Nº  19.287, de 4 de febrero de
1994, por el que se modifica la Ley Nº 18.591 y establece normas sobre Fondos Solidarios de Crédito
Universitario, que disponen que "[...] podrán repactar su deuda en las condiciones y plazo señalados en
el artículo anterior, quienes hubieren sido beneficiarios sólo del crédito universitario, sea que su
obligación haya adquirido o no el carácter de exigible a la fecha de publicación de esta ley; "[p]ara
obtener créditos provenientes del respectivo fondo solidario de crédito universitario, los actuales
beneficiarios de crédito universitario que prosigan sus estudios regulares de pregrado, deberán,
previamente, repactar su deuda acumulada, suscribiendo un pagaré con arreglo a las condiciones
establecidas en la ley"; (v) artículo 8º de la Ley Nº 19.780, de 30 de noviembre de 2001, que permite
efectuar anticipos del Fondo Común Municipal en caso de que indica y autoriza la condonación de
deudas que señala, que, en referencia a ciertas deudas municipales, facultó "a las municipalidades que
administren servicios municipales de agua potable y alcantarillado para condonar, total o parcialmente,
previo acuerdo del consejo, las deudas contraídas por los usuarios de dichos servicios y que se
encuentren en mora al 31 de octubre del año 2001, incluidas las multas, intereses y reajustes
devengados a la misma fecha. En ejercicio de la facultad señalada, las municipalidades también podrán
repactar con cada deudor, las condiciones de pago de aquella parte de la deuda no cubierta por la
condonación"; (vi)  artículos  2º y 3º del Decreto Supremo Nº  153, de 16 de septiembre de 2003, del
Ministerio de Vivienda y Urbanismo, que dispone subvenciones que indica para deudores de los Serviu,
por créditos hipotecarios del Título  VII del Decreto Nº  62, de 1984, conforme a lo cual estos podrían
"repactar la deuda para enterarla hasta en un plazo total de 20 años" y que "[l]os instrumentos que
deban suscribirse con el objeto de repactar la deuda hipotecaria, se extenderán conforme al
procedimiento descrito en el artículo 61 de la Ley Nº 16.391"; y (vii) artículo 1º de la Ley Nº 20.340, de
25 de abril de 2009, que regula los actos y contratos que se pueden celebrar respecto de las viviendas
adquiridas con el respaldo de los programas

habitacionales estatales, según el cual se disponen reglas de representación de cónyuges y


convivientes civiles para la celebración de "todos los contratos que procedan para renegociar, repactar
o novar los créditos obtenidos para el financiamiento de las viviendas cuya adquisición o construcción
haya sido financiada, en todo o en parte, por el Estado mediante sus programas habitacionales". Los
destacados son nuestros.

135Puga Vial (2014b), pp. 352-357.

136Cárdenas Villarreal y Reveco Urzúa (2018), p. 547, y Goldenberg Serrano (2018c), pp. 97-119.

137 Sobre la cuestión terminológica referida a la idea de la "caducidad del plazo", vid. Severin Fuster
(2015), p. 507.

138 De manera similar, esta preocupación se encuentra disponible en otros ordenamientos


comparados, aunque de modo diferente. Si bien pondremos posteriormente nuestra mirada en los
Derechos español y colombiano, en atención a la identidad de la sanción, por ejemplo, el artículo 186-
bis de la Legge Fallimentare italiana dispone que "[f]ermo quanto previsto nell'articolo 169-bis, i contratti
in corso di esecuzione alla data di deposito del ricorso, anche stipulati con pubbliche amministrazioni,
non si risolvono per effetto dell'apertura della procedura. Sono inefficaci eventuali patti contrari", cuando
se trata de concordatos con continuità aziendale. Sobre el particular, vid., especialmente, Pajardi
(2013), pp. 1943-1947.

139Contador Rosales y Palacios Vergara (2015), p. 66, bajo la idea de que se trata de materias de
orden público, o, en palabras de los citados autores, "la norma antes señalada es de carácter prohibitiva
que conlleva una sanción, y está inserta dentro de un conjunto de normas que si bien corresponden a
un estatuto de carácter privado, donde teóricamente la voluntad de las partes es soberana para
determinar el alcance y sus efectos, tienen un contenido público donde prima la tutela del legislador".

140Cárdenas Villarreal y Reveco Urzúa (2018), p. 548.

141Puga Vial (2014a), p. 235.

142Ruz Lártiga (2017), pp. 272-274.

143Cárdenas Villarreal y Reveco Urzúa (2018), pp. 551-553.

144 Al efecto, como se señala en la Directiva (UE) Nº  2019, 1023, de 20 de junio de 2019, "[s]i se
invocan estas cláusulas cuando el deudor esté solamente negociando un plan de reestructuración o
pidiendo la suspensión de ejecuciones singulares o si se invocan en relación con cualquier acto
relacionado con la suspensión, la resolución anticipada puede tener repercusiones negativas en la
empresa del deudor y en el rescate satisfactorio de la empresa. Por lo tanto, en esos casos, es
necesario disponer que los acreedores no puedan invocar ese tipo de cláusulas de vencimiento
anticipado vinculadas a negociaciones sobre un plan de reestructuración o una suspensión o cualquier
acto similar relacionado con la suspensión".

145Cárdenas Villarreal y Reveco Urzúa (2018), p. 544.

146 Esta conclusión se presenta de manera más evidente en el artículo 21 de la Ley de Insolvencia
Empresarial colombiana, en que se dispone que "los incumplimientos de obligaciones contractuales
causadas con anterioridad al inicio del proceso de reorganización, o las distintas al incumplimiento de
obligaciones objeto de dicho trámite, podrán alegarse para exigir su terminación, independiente de
cuando hayan ocurrido dichas causales". Así también la Directiva (UE) Nº 2019, 1023, de 20 de junio de
2019, agrega que "[l]os Estados miembros deben disponer que los acreedores a los que se aplique la
suspensión de ejecuciones singulares, cuyos créditos se hubieren originado con anterioridad a la
suspensión y que no hubieran recibido el pago de un deudor, no puedan suspender el cumplimiento,
resolver, acelerar o modificar de ninguna otra manera los contratos vigentes con obligaciones
recíprocas esenciales durante el plazo de suspensión, siempre que el deudor cumpla sus obligaciones
derivadas de aquellos contratos que lleguen a su vencimiento durante la suspensión".

147 En similar sentido, Ruz Lártiga (2017), p. 274.

148 Como señala Dasso (2010), p.  127, "[e]s notable la apuesta a la continuación de la actividad a
través de la regulación de los efectos de la presentación de la solicitud de admisión al proceso de
reorganización con respecto a los actos realizados por el deudor. Protege firmemente el mantenimiento
de todas las relaciones comerciales y crediticias para el deudor, de manera que la situación comercial
no perjudique en nada sus posibilidades comerciales".

149 A larga, como agrega Dasso (2010), p. 132, se trata de una "inmisión importante en el régimen de
la libertad de contratación", especialmente si se considera que, carente de regulación, se trataría de una
cláusula habitual en cierta clase de contratos (especialmente financieros) a efectos de reaccionar ante
la evidencia del peligro en el que se encuentra el crédito en un escenario concursal ya abierto.

150 Haciendo referencia al carácter imperativo de la norma, Contador Rosales y Palacios Vergara
(2015), pp. 66 y 67, concluyen que "de pactarse una cláusula de esta naturaleza —que probablemente
no sería de libre discusión— debe entenderse por no escrita". Por su parte, Puga Vial (2014a), p. 235,
agrega que "la sanción [de la posposición a la que alude el artículo 57.1.c LRLAEP] no surge por el solo
hecho de que exista una causal en tal sentido, que además es ineficaz, sino por el hecho de intentar
ponerle término unilateralmente o intentar ejecutar el acto". Esta última afirmación fue empleada
también en sentencia del 3er Juzgado Civil de Santiago, de 28 de enero de 2015, causa rol Nº 24235-
2014 (caso "Hierros Tal Tal").

151Puga Vial (2014a), p. 236, sostiene que "[l]a única acción de terminación que no puede ejercitarse
en este periodo por incumplimiento de las obligaciones por parte del deudor es la de terminación de
contrato de arrendamiento que está expresamente incluido en la letra a) del Nº 1 del art. 57 de la ley".
Nos parece que esta conclusión es errada, puesto que confunde la acción de terminación (declarativa),
con la de restitución (ejecutiva). Lo anterior, sin perjuicio de que coincidimos que la sola declaración del
incumplimiento por medio de la primera acción no tiene mayor efecto si acaso no puede obtenerse,
luego, la restitución del bien arrendado.

152 Sobre la extensión de esta limitación, vid. Cárdenas Villarreal y Reveco Urzúa (2018), p. 553.

153Vid. Resolución del 21º Juzgado Civil de Santiago, de 21 de noviembre de 2016, causa rol
Nº  28289-2016 (caso "Delta Ingeniería S.A.), conforme a la cual se "se decreta la medida prejudicial
precautoria de prohibición de celebrar actos o contratos, respecto de todas las boletas de garantía y
pólizas de seguro, individualizadas en el libelo, para efectos de no ser cobradas las primeras, ni
siniestradas las segundas. Concédese el término de quince días hábiles para presentar la solicitud de
reorganización".

Una vez iniciado el procedimiento, sin embargo, el tribunal alzó dicha medida por entenderla cubierta
por la Protección Financiera Concursal (resolución de 15 de diciembre de 2016), agregando lo
siguiente: "9.- Que respecto a las reposiciones deducidas y a los hechos que se solicita tener presente
cabe señalar que al momento de resolver las medidas prejudiciales impugnadas, se tuvo especialmente
presente el tamaño y trascendencia de la empresa deudora, y particularmente los efectos nocivos que
su insolvencia y eventual liquidación pudiesen causar tanto de un punto de vista social como
económico, lo que es acorde con el nuevo espíritu normativo que rige en nuestro país en materia de
procesos concursales desde la dictación de la Ley  Nº  20.720, cuerpo legislativo que ofreció a la
empresa deudora en riesgo de insolvencia la oportunidad de reorganizar sus activos y pasivos, evitando
así los perjuicios propios de la liquidación. El tamaño y trascendencia de la empresa deudora constituye
un hecho notorio que no requiere ser probado y presumible de la sola comprensión del número de
garantías acompañadas por la empresa deudora, y la magnitud de sus montos. En este orden de ideas,
representarse la posibilidad de cobro o cesión de las garantías o de intentos de terminar los contratos
que nutren a la empresa deudora, puede presumirse respecto de los acreedores que legítimamente
intentarán satisfacer su interés particular en desmedro del interés colectivo, lo que incidiría de forma
negativa en la pretensión de la empresa deudora de reorganizarse y con ello evitar los perjuicios
socioeconómicos propios de la liquidación.

10.- Que así las cosas se constató además, que si bien la situación de hecho en que se encontraba la
empresa deudora, hacía más procedente requerir directamente el procedimiento concursal de
reorganización, ello no impedía el establecimiento y dictación de medidas precautorias, esencialmente
revocables y de carácter supletorio a todo procedimiento, que asegurarían los efectos de la resolución
de reorganización, teniendo presente además que la protección financiera concursal comienza a regir
desde de la dictación de la Resolución de Reorganización y que la dictación de esta resolución se
sujeta inclusive a la remisión del certificado de nominación del veedor, por parte de la Superintendencia
de Insolvencia y Reemprendimiento.

11.- Que sin perjuicio de lo que se viene razonando, la empresa deudora se encuentra con protección
financiera concursal, ya que con fecha 5 de diciembre de 2016 se dictó la Resolución de
Reorganización, careciendo de sentido, por consiguiente, mantener las medidas prejudiciales
precautorias, en razón de que uno de los efectos propios de esta protección, es precisamente el objeto
de las precautorias solicitadas, la prohibición de terminar anticipadamente y en forma unilateral los
contratos o exigirse anticipadamente su incumplimiento o hacer efectivas las garantías contratadas,
debiendo acogerse la reposición deducida no por los fundamentos esgrimidos por los recurrentes, sino
por lo inoficioso que resulta mantenerlas, dada la protección financiera concursal".

Finalmente, y en virtud de la interposición de un recurso de aclaración, por medio de resolución de 28


de diciembre de 2016, el tribunal detalló que la imposibilidad de ejecución de las garantías durante la
Protección Financiera Concursal se refería únicamente a los casos en que ello se justificase en el inicio
de un Procedimiento Concursal de Reorganización.

154 Sobre este tema, vid. Guía Legislativa de la CNUDMI sobre el Régimen de Insolvencia (2004),
pp. 109-112.

155Ruz Lártiga (2017), p. 275.

156Cárdenas Villarreal y Reveco Urzúa (2018), p. 551.

157Cárdenas Villarreal y Reveco Urzúa (2018), p. 555.

158En cualquier caso, la norma chilena indudablemente ha tomado como base el artículo  16 de la
Ley de Insolvencia Empresarial colombiana, que dispone que "[d]e verificarse la ocurrencia de la
ineficiencia y haber intentado hacer efectiva la cláusula el acreedor, el pago de los créditos a su favor
quedará legalmente postergado a la atención previa de todos los demás créditos dentro de dicho
proceso [...]", con la diferencia de que esta última regula como segunda medida sancionatoria la
posibilidad de que el juez ordene la cancelación inmediata de todas las garantías que hayan sido
otorgadas por el deudor o por terceros para caucionar los créditos objeto de la ineficacia. Un ejemplo
similar se encuentra en el artículo 92.7 de la Ley Concursal española (Ley Nº 22/2003), que concede la
última posición en la escala de prelación a "los créditos derivados de los contratos con obligaciones
recíprocas a que se refieren los artículos 61, 62, 68 y 69, cuando el juez constate, previo informe de la
administración concursal, que el acreedor obstaculiza de forma reiterada el cumplimiento del contrato
en perjuicio del interés del concurso". Pero la norma no se encontraba dispuesta en el texto original de
la ley, sino que fue incorporado por el Real Decreto-ley Nº  3/2009, de 27 de marzo, de medidas
urgentes en materia tributaria, financiera y concursal ante la evolución de la situación económica.

159 Aunque cabe señalar que la sanción de la posposición no está dada por el solo hecho de haber
incorporado la posibilidad de terminación anticipada, sino por el ejercicio de la facultad
convencionalmente dispuesta. De tal suerte, García-Cruces y López Sánchez (2009), p. 93, agregan que,
considerando la sanción prevista, se trata esta de una medida de presión, "pues, de darse las
circunstancias señaladas, y sin merma de la ejecución forzosa de la prestación, el crédito que titule la
parte in bonis se degrada, calificándose como crédito subordinado, y, además, de último rango".

160Puga Vial (2014a), p. 245.

161 Por ello, en este caso la posposición del crédito tiene una naturaleza penalizadora. Justificación
que, a nuestro juicio, se replica también en el contexto de las acciones revocatorias (artículo  292
LRLAEP). Vid. Goldenberg Serrano (2015b), p. 103.

162 Así, aun cuando la subordinación se comporte como una regla de graduación de los créditos, la
asimilación no es perfectamente paralela a la del crédito privilegiado (en el otro extremo de la
graduación), dado que la posición que ocupa en la escala de prelación no depende necesariamente de
la naturaleza del crédito. Por ello, en suma, este caso de posposición legal se refiere a todo crédito que
emane de la relación contractual que dio origen a la medida. Sobre este punto, vid. Goldenberg Serrano
(2015b), p. 100.

163Goldenberg Serrano (2015b), p. 92.

164Goldenberg Serrano (2018b), pp. 182-194.

165 Para un tratamiento más detallado de los créditos legalmente pospuestos en la LRLAEP, vid.
Goldenberg Serrano (2015b), passim.

166 Por ejemplo, en la Ley Concursal española (LC), el carácter subordinado del crédito implica la
exclusión del órgano de la administración concursal para los concursos ordinarios de especial
trascendencia (artículo 27.2.3 LC), una participación restringida en fase de convenio (artículo 122.1 LC),
y un tratamiento especial de las garantías que aseguren su cumplimiento, en el caso de tratarse de
personas especialmente relacionadas al deudor (artículo  97.2 LC). En el régimen alemán ocurre algo
similar, aunque de modo más extremo dado que el §225.1 de la Insolvenzordnung (InsO) dispone que
los créditos subordinados se entenderán completamente remitidos, a menos que el propio plan de
insolvencia establezca un efecto contrario, al tiempo que les imposibilita de solicitar la citación,
individual o colectivamente, a junta de acreedores (§75 InsO), privándoles del ejercicio del derecho a
voto en la misma (§77.1 InsO).

167 La excepción está dada para las personas relacionadas al deudor, pero, en este caso, la
privación del derecho a voto no está referida a la sanción impuesta por la ausencia de documentación
de la deuda con noventa días de anticipación al inicio del Procedimiento Concursal de Reorganización,
sino únicamente a la constatación del vínculo típico que le une con el deudor (artículo 79 LRLAEP), y
que puede generar una posición complaciente que desatienda la racionalidad económica que inspira el
sistema.
168 Se logra así una sanción poderosa que hará que solo muy excepcionalmente este crédito pueda
ser realmente satisfecho.

169Goldenberg Serrano (2015b), p. 105.

170 La falta de automaticidad, a diferencia de los demás supuestos de posposición legal


contemplados en la LRLAEP, se justifica por la necesaria constatación del supuesto de hecho que
conllevará esta sanción, como es el caso de haber mediado una actividad consistente en la
contravención a la prohibición de terminación unilateral del contrato, exigencia anticipada de los créditos
o ejecución de garantías, invocando como causal el inicio de un Procedimiento Concursal de
Reorganización. La verificación de esta circunstancia, por tanto, no queda en manos del Veedor ni de la
Junta de Acreedores, quienes no tienen competencia para decidir acerca del punto, sino únicamente del
tribunal que debe atender a la efectiva obstrucción del proceso de negociación por parte del titular del
crédito por medio de alguna de las circunstancias previstas en el procedimiento. En este sentido,
creemos que la operatividad de la norma tampoco se construye sobre elementos subjetivos, sino que se
resuelve nuevamente sobre la existencia de una actividad en particular, que debe ser constatada ante
tribunales.

171 En términos generales, la terminación de los contratos de derivados y la compensación que se


produce como consecuencia, se trata de un "close-out netting", esto es, aquel que se establece a fin de
reducir los riesgos (incluso sistémicos) mediante la conclusión de las operaciones existentes con la
parte en concurso. Para estos efectos, las obligaciones de las partes devienen exigibles y, luego, son
convenientemente compensadas a pesar de las limitaciones que, en otros términos, podrían operar en
el contexto de las normas concursales. En particular, en el campo de los ISDA Master Agreements,
estas disposiciones tienen por principal objeto que el deudor (o los administradores concursales, según
el caso), no elijan aquellas operaciones de derivados que les resulten convenientes, descartando las
demás, en el formato de un cherry-picking de los executory contracts (contratos en curso de
negociación). Sobre este particular, Goode (2005), pp. 285-286.

172 Los convenios marco autorizados por el Banco Central de Chile se encuentran identificados en el
Anexo I del Capítulo III.D.2 del Compendio de Normas Financieras de dicha entidad.

173 Esta materia se encuentra actualmente regulada en el Capítulo III.D.2 del Compendio de Normas
Financieras del Banco Central de Chile. Para estos efectos, la referida entidad regulatoria ha dispuesto
lo siguiente con respecto al contenido de los contratos marco a efectos de permitir la compensación de
las obligaciones:

"1. En los Convenios Marco en que se contemple que la exigibilidad anticipada de las obligaciones
correspondientes a las operaciones de derivados celebradas a su amparo se produzca como
consecuencia de la liquidación forzosa del banco establecido en Chile o la Liquidación Concursal de
otro inversionista institucional, tanto dicha aceleración como la compensación que estuviere asociada a
ésta, se verificarán tan pronto la Superintendencia de Bancos e Instituciones Financieras (SBIF) [hoy,
Comisión para el Mercado Financiero] revoque la autorización de existencia y declare en liquidación
forzosa a la empresa bancaria conforme a la LGB; o, en su caso, la Superintendencia competente
revoque la autorización de existencia y/u ordene la liquidación de cualquier otro inversionista
institucional, según corresponda, de acuerdo a la legislación respectiva, aplicándose lo previsto en el
inciso tercero del artículo  140 de la Ley  Nº  20.720 a la fecha de la resolución antedicha. Asimismo,
habrá lugar a la compensación, en los términos señalados, si en los respectivos Convenios Marco se
contempla que la exigibilidad anticipada de las citadas obligaciones se genere en virtud de la resolución
de la SBIF o de la Superintendencia respectiva que apruebe el término o disolución anticipada de las
operaciones del banco u otro inversionista institucional, según proceda.

Por su parte, si en los referidos Convenios Marco o en un anexo de éstos, se estipula que la
exigibilidad anticipada se producirá por el solo hecho de ocurrir uno o más eventos susceptibles de
configurar cualquiera de las causales indicadas en las letras A o B del Anexo Nº  2 de este Capítulo,
respecto del banco establecido en Chile u otro inversionista institucional, según corresponda, se
requerirá el cumplimiento de los siguientes términos y condiciones: (i)  que en el mismo Convenio
Marco, o en un anexo de éste, las partes hayan optado por una modalidad de exigibilidad anticipada
voluntaria o facultativa, esto es, que sólo opere a requerimiento expreso de la contraparte cumplidora; y
(ii) que el ejercicio del citado requerimiento en ningún caso se verifique antes de transcurrir un plazo de,
a lo menos, 2 días hábiles bancarios a contar de la fecha de ocurrencia del evento respectivo,
prorrogable por las partes.

Cumpliéndose esos términos y condiciones, tanto la aceleración de las obligaciones conexas; así
como la ejecución o alzamiento, según corresponda, de las garantías que se encontraren pactadas al
efecto; y la compensación que se produzca como resultado del eventual ejercicio del requerimiento
antedicho, tendrán lugar a la fecha de tal requerimiento y el valor de las obligaciones que se
compensen se calculará a esa fecha de acuerdo a sus términos y condiciones. Con todo, aun en estos
casos, la obligación de pagar o entregar el saldo neto resultante de dicha compensación sólo será
exigible, para cualquiera de las partes del Convenio Marco en la cual recaiga, una vez que se regularice
la situación que originó la medida correspondiente, según determinación de la autoridad fiscalizadora
competente, o bien, desde que tenga lugar lo indicado en el numeral 1 precedente, lo que ocurra
primero.

Asimismo, tratándose de los bancos establecidos en Chile, el saldo neto resultante de la


compensación que opere en tales situaciones, se reputará siempre una obligación a plazo, para efectos
de lo dispuesto en los artículos 65, 123 y 132 de la LGB, atendida la vinculación de dicha obligación con
las operaciones que se compensan y la condición o el término que corresponde aplicar para efectos de
su exigibilidad.

Lo indicado, es sin perjuicio que las partes del respectivo Convenio Marco acuerden los términos y
condiciones bajo los cuales deberá pagarse o entregarse el saldo neto pendiente, especialmente en
cuanto a eventuales reajustes o intereses que se devenguen a contar de la fecha en se hubiera
producido la compensación que haya generado dicho saldo.

Los términos y condiciones indicados en el Párrafo primero de este numeral, deberán ser aceptados
por las partes del Convenio Marco respectivo, entendiéndose que tal aceptación existe si en dicho
instrumento, o en un anexo del mismo, las partes hubieran optado expresamente por la modalidad de
exigibilidad anticipada voluntaria o facultativa, y siempre que no requieran esa exigibilidad anticipada
antes de transcurrir el plazo mínimo arriba señalado. De no cumplirse los términos y condiciones
antedichos, se aplicará lo dispuesto en el número 5 siguiente.

3. Sin perjuicio de lo señalado en los numerales anteriores, procederá la aceleración y compensación


pactada a consecuencia de la falta del cumplimiento íntegro y oportuno, por alguna de las partes, de
cualquier obligación que emane de las operaciones de derivados contraídas bajo el respectivo
Convenio Marco, y siempre que dicho incumplimiento en el caso de la empresa bancaria u otro
inversionista institucional, se origine exclusivamente en haber cesado en el pago de alguna de las
prestaciones que se adeuden o en las entregas, incluidas las constituciones y/o alzamientos de
garantías, que deban efectuarse conforme a tales operaciones de derivados. Además, tratándose de
una empresa bancaria deberá haberse dado cumplimiento previamente a lo dispuesto en el artículo 121
de la LGB.

Con todo, tratándose de la presente causal de exigibilidad anticipada, ésta deberá convenirse
asimismo en términos voluntarios o facultativos para la contraparte cumplidora, excluyéndose por ende
la aplicación ipso facto o inmediata de la misma en el evento de verificarse los supuestos antedichos.

En estos casos, tanto la aceleración de las obligaciones conexas; así como la ejecución o alzamiento,
según corresponda, de las garantías que se encontraren pactadas al efecto; y la compensación, podrán
verificarse tan pronto la contraparte cumplidora ejerza la facultad de requerir el término anticipado, de
acuerdo a los términos y condiciones convenidos para efectuar el cálculo y liquidación de las
obligaciones a compensar.

4. Se deja constancia que tratándose de cualesquiera otras causales de exigibilidad anticipada


contenidas en un Convenio Marco reconocido por el Banco, en que sea parte un banco establecido en
Chile u otro inversionista institucional, diversas de las referidas en los numerales precedentes, lo
dispuesto en este Capítulo no impide en caso alguno requerir el término anticipado del o los contratos
de derivados celebrados a su amparo fundado en tales causales, de conformidad con las reglas
generales del Derecho y lo que acuerden las partes. En todo caso, la compensación asociada a dicho
término anticipado y sus efectos, tendrán plena aplicación, excepto en las situaciones comprendidas en
las letras A y B del Anexo Nº  2 de este Capítulo, en cuyo caso deberá observarse lo previsto en el
numeral 2 anterior para efectos de acogerse a lo dispuesto en el mismo.

5. En los casos que no se cumplan los términos y condiciones señalados en el Párrafo primero del
numeral 2 precedente, respecto de un Convenio Marco en que sea parte un banco establecido en Chile
u otro inversionista institucional, las operaciones de derivados efectuadas al amparo de ese Convenio
Marco se regirán, para fines de su compensación, por la regulación pertinente contenida en los
Acuerdos de Consejo del Banco Central de Chile Nºs.  1385-04-080117, 1427-02-080807, 1457-02-
090122 y 1457-03-090122".

174Jequier Lehuedé (2019), p. 107.

175 Dichas circunstancias se encuentran hoy previstas en el Anexo  II del Capítulo  III.D.2 del
Compendio de Normas Financieras del Banco Central de Chile, las que no detallan situaciones que
puedan ser directamente reconducidas a la LRLAEP, sino a eventos críticos de bancos, compañías de
seguros y administradoras de fondos de pensiones, con alusión a su respectiva normativa, o a
circunstancias en las que el Banco Central de Chile les impongan restricciones a las operaciones de
cambios internacionales, de conformidad con las atribuciones establecidas en los artículos 49 y 50 de la
Ley Orgánica Constitucional que rige al Banco Central de Chile, y otras leyes que resulten aplicables.
Obsérvese, en todo caso, que dicha regulación fue incorporada al mentado Compendio de Normas
Financieras por medio del Acuerdo Nº 2143-02-180405, adoptado por el Consejo el 5 de abril de 2018,
que se tradujo en la Circular Nº  3.013-816, de 9 de abril del mismo año; y, en consecuencia, son
anteriores a la reforma de la LRLAEP por medio de la Ley Nº 21.130, de 2019.

176 Sobre las dificultades del modelo del Libro IV del Código de Comercio en este particular, carente
de cualquier protección, vid. Contador Rosales y Palacios Vergara (2015), p. 67.

177 Historia de la Ley Nº 20.720, Mensaje, p. 39.

178 Historia de la Ley Nº 20.720, Segundo Informe de las Comisiones Unidas, p. 661.


179Ruz Lártiga (2017), p. 277, estima que esta regla desarticula la aplicación material del principio de
precaución que debe ser observado por el Estado, exigiéndole "hacer un examen de confianza a
ciegas, antes que los acreedores decidan la viabilidad del deudor deduciendo, en cierta forma, que la
viabilidad de la empresa pasaría sólo por el número de contratos que se adjudique, sin considerar las
condiciones que se impuso para lograr esas adjudicaciones y las posibilidades de cumplirlas".

180Puga Vial (2014a), p. 236.

181Contador Rosales y Palacios Vergara (2015), pp.  67-68, parecen sugerir que debe tratarse de
incumplimientos graves, al expresarse del modo que sigue: "el contratista debe estar prestando sus
servicios con la entidad pública en términos normales; no deben existir atrasos en los servicios o en la
entrega parcial o total de las obras encomendadas, que pudiera significar una causal de término del
contrato respectivo o el cobro de alguna garantía".

182 Al efecto, si observamos los artículos  24 y 26 de la Ley  Nº  19.886, de 2003, de bases sobre
contratos administrativos de suministro y prestación de servicios, el ejercicio de acciones de
impugnación contra actos u omisiones, ilegales o arbitrarios, ocurridos en los procedimientos
administrativos de contratación con organismos públicos regidos por esta ley, puede ser resuelto por
parte del tribunal competente mediante las medidas que sean necesarias para restablecer el imperio del
derecho. Sobre el particular, mediante la SCS de 9 de junio de 2015, causa rol Nº  3807-2015, se
sostuvo que la enunciación recién destacada se presenta de modo general, de lo que se concluye que
ello es "sin que exista exclusión alguna respecto al remedio indemnizatorio". Algún matiz sobre esta
conclusión dio en su tiempo el Ministro Pedro Pierry, como consta en voto disidente en la SCS de 3 de
abril de 2014, causa rol Nº  10637-2013, al indicar que "[p]or lo demás, tal como lo ha resuelto esta
Corte, la impugnación de la legalidad de un acto o contrato administrativo se encamina al control de la
observancia del principio de legalidad, pues es "un proceso seguido al acto" en que las facultades del
juez no se limitan a lo que las partes dispongan, sino a investigar todo aquello que conduzca a la
anulación o mantención del acto respectivo (considerando 16º de la sentencia de fecha 2 de agosto de
2010, dictada en autos rol Nº  7522-2008, caratulados "Inmobiliaria San Andrés con Municipalidad de
Villarrica"). Por lo tanto, no es posible concluir que del actuar ilegal de un órgano surja inmediatamente
la obligación de indemnizar al supuesto afectado, puesto que para ello es necesario determinar
primeramente que ha existido falta de servicio, que es la fuente de la responsabilidad extracontractual
de la Administración".

183Ruz Lártiga (2017), pp. 278-279. Este rubro, como grafica Barría Díaz (2019), p. 237, se refiere a
"una situación jurídica consistente en que una persona pierde la posibilidad o expectativa de conseguir
o tener un bien, material o inmaterial, una ventaja o un beneficio, debido a la acción u omisión de otro
individuo". Sobre las aproximaciones doctrinales (y jurisprudenciales, aunque en materia médica) a este
respecto, vid. Cárdenas Villarreal (2019).

184Tapia Rodríguez (2012), pp. 251-252.

185Mejías Alonso (2019), p. 1070.

186Alessandri Rodríguez (2005), pp. 154-156.

187 En general, Barros Bourie (2006), pp. 378-283; y, de modo más específico, Barría Díaz (2019),
p. 237.

188 En nuestro derecho, véase, especialmente, Guzmán Brito (2006), p. 111.


189 Para un estudio más completo sobre el tratamiento de los intereses en los diversos
procedimientos concursales, vid. Goldenberg Serrano (2018b), passim.

190Biondi (1961), p.  246. Esta noción del crédito por intereses, a fin de poder tener cabida en el
concepto previamente dado respecto a los frutos civiles, parece más clara en nuestro ordenamiento, al
tiempo que permite la transformación de la obligación de pago de alimentos por medio de los intereses
de un capital consignado (artículo  333 CC); en la clasificación de los frutos civiles en pendientes y
percibidos, según si se trata de la deuda o de su cobro (artículo 647 II CC); en cuanto al contenido del
legado de crédito (artículo  1127 CC); en la posibilidad de compensar los frutos civiles de las cosas
donadas con las inversiones necesarias para el cumplimiento de los gravámenes pecuniarios o
apreciables en dinero impuestos al donatario, y sus intereses (artículo  1423.II CC); en las reglas de
integridad del pago, que comprende los intereses debidos (artículo  1591.II CC); en la imputación al
pago (artículo  1595 CC); en los efectos de la consignación respecto a la cesación del devengo de
intereses (artículo 1605 CC); en los efectos extintivos de los intereses en razón de la novación, a menos
que se exprese lo contrario (artículo  1640 CC); en relación con el pasivo de la sociedad conyugal
(artículo 1740.1 CC); en la cesión de derechos litigiosos (artículo 1913 CC); en la eventual deuda del
mandatario al mandante por haber empleado dineros en utilidad propia y de los saldos que de las
cuentas resulte en contra de aquel (artículo  2156 CC); en la obligación del mandatario de pagar
intereses sobre los anticipos de dinero (artículo 2158.4 CC); en el pago de lo no debido en que existe
mala fe por parte del receptor (artículo 2300 CC); en la obligación derivada del uso de dinero común por
parte de los comuneros para el empleo en negocios particulares (artículo  2308 CC); en la acción de
reembolso del fiador (artículo  2370 I CC); en el derecho de retención del acreedor prendario
(artículo 2396 CC); en las reglas de imputación al pago en materia de ejecución prendaria (artículo 2402
CC) y anticresis (artículo 2442 CC); en la posibilidad de compensación con los frutos de la cosa dada
en anticresis (artículo  2443 CC); en la configuración de la responsabilidad patrimonial universal
(artículo 2469 CC); en la extensión de la subordinación voluntaria de créditos (artículo 2489 V CC); en
la asignación de la misma preferencia asignada al capital (artículo 2491 CC); y en la renuncia tácita de
la prescripción extintiva (artículo 2494.II CC).

191Orrego Acuña (2015), p. 536.

192Capitant (1929), p. 262.

193 Lo anterior marca una diferencia con los procedimientos ejecutivos singulares, basados en el
mero incumplimiento de la obligación y no en una situación patrimonial crítica. En estos casos, su
tratamiento seguirá la lógica de los intereses moratorios (artículo  1559 CC), considerando, asimismo,
que el pago de la obligación sólo se considerará íntegro en la medida en la que se les dé plena
satisfacción (artículo  1591.II CC). Lo anterior se expresa procesalmente en el contenido del
mandamiento de ejecución y embargo, en los términos previstos en el artículo 443.2 CPC.

194Vid. infra Capítulo VI, Sección III, 3.

195Goldenberg Serrano (2015a), passim; Puga Vial (2016), pp. 55 y 56.

196 Así se expresó en la discusión dada en el marco de las Comisiones de Constitución, Legislación,
Justicia y Reglamento, y de Economía Unidas, del Senado, conforme consta de su segundo informe
(Historia de la Ley Nº 20.720, p. 706).

197 Para un análisis de los efectos tributarios de la remisión acordada en el marco de un


procedimiento concursal de reorganización, Puga Vial (2014a), pp. 380-381.
198 Sobre este punto, consultar la Circular Nº  62, del Servicio de Impuestos Internos, de 18 de
octubre de 2016.

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