El Caballero Cristiano - Devocionario

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devocionario completo

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DEVOCIONARIO
COMPLETO
POR EL

P. REMIGIO VILARIÑO, s. j.

PARTE PRIMERA

EL CABALLERO CRISTIANO

PARTE SEGUNDA

NOVENAS Y DEVOCIONES

uifir.shqm!
5." edición de 8.000 ejemplares

1923
El Mensajero del Corazón de Jesús
Apartado 73.-Bilbao.

Biblioteca Nacional de España


Imprimí potest.
)M:m .q
Gabriel Vilallonga, S. J.
Praep. Prov. Cast.
.

Nihil obstat.

Josephus N. GSenechea, S. J.

! j

Imprimatur.
Victoriae 1 Februarii 1923.

Leopoldus Episcopus Victoriensis.

ES PROPIEDAD

Biblioteca Nacional de España


PRIMERA PARTE

EL CABALLERO CRISTIANO

INTRODUCCIÓN

¡CABALLEROS, SED CRISTIANOS!


Con verdadero deseo y esperanza de aprovechar
en el pueblo cristiano, compuse un pequeño devo¬
cionario, que ba tenido 1a. suerte de reproducirse
ya en dos millones, en muy poco tiempo, a peti¬
ción de los fieles.
Es breve, jugoso, santo, no por lo que tiene de
mío, sino porque está sacado de la médula de la
liturgia y doctrina de la Iglesia católica. Pero en
él puse, puede decirse, lo menos posible de lo que
en un devocionario puede ponerse.

Necesitáis más.

Vosotros necesitáis y podéis recibir un poco más,


y por eso, en gracia a vosotros los caballeros cris¬
tianos, he completado un poco ese mismo devocio¬
nario, como veréis y como ojalá que os agrade.
No tengo más que deciros sino que he procu¬
rado que todo cuanto aquí encontréis sea de só¬
lida y varonil piedad, fácil de hacerse con la gra¬
cia divina y tan provechoso como vosotros lo ve¬
réis, si lo hacéis.
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6 INTRODUCCIÓN

Llevadlo.

Llevad siempre con vosotros este devocionario,


y no creáis que es indigno de un caballero cris¬
tiano llevar siempre el devocionario consigo.

Usadlo.

Usadlo todos los días, leyendo algo de él a la


mañana y a la tarde, por lo menos.
Leedlo.

Leedlo en todos sus sitios, porque creo que nada


tiene de inútil y mucho de provechoso.
Hasta la forma exterior en que os le presento
he procurado que sea tal que conforme con vuestro
instinto varonil y se os haga gustosa y atractiva.

La fortuna de este libro.

Si con este librillo logro que seáis un poco más


cristianos cada día, habré ganado yo mi mayor
deseo, y vosotros vuestra mayor fortuna. Yo os
deseo que seáis ricos, si os conviene; sanos y ro¬
bustos y sabios y dichosos, si Dios quiere; pero,
sobre todo y más que todo, os deseo que seáis muy
cristianos.

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VIDA DE UN BUEN CRISTIANO

1.—Lo primero que debes


procurar es evitar
todo pecado mortal. Y como esto
depende de no
meterse en ocasiones de pecado, debes
procurar
evitar todas las ocasiones de ofender a tu Dios.
2.—Lo segundo
que debes evitar es cometer nin¬
gún pecado venial; sobre todo, deliberadamente.
3.—En evitando el pecado, no estás obligado a
otra cosa. Pero conviene
que hagas lo siguiente:

Cada día.

4.—Retirarte temprano a tu casa y familia y


acostarte a
tiempo poder ser, a hora fija.
y, a
5.—No dormir demasiado (no más de ocho horas,
regularmente) y levantarte, a poder ser, a hora fija.
6.—Oír misa todos los días,
y mejor con el de¬
vocionario, porque, si no, te distraerás fácilmente.
7.—Comulgar todos los días en misa. Y más si
eres hombre, y
aunque seas niño y no sientas fervor.
8.—Si puedes, medita un cuarto de hora. Para
ello te pondré
después un modo fácil de hacerlo.
9.—Trabaja la mayor parte del día. Si tienes ne-
necesidad, por ella; si no la tienes, por virtud.
10.—Toma el necesario descanso
y recreo. Los
doctores de Salerno decían que la vida más có¬
moda y sana era la de los tres ochos. Ocho horas
de dormir, ocho de
trabajar y ocho para todo lo
demás: comer, hablar, arreglarse, leer, etc. Muchos
tienen que trabajar más
y dormir menos; pero
otros tienen vicio de
trabajar poco y dormir mucho.
11.—Reza el rosario todas las
noches, y mejor
en familia
y con los criados, sin dilatarlo mucho.

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8 VIDA DE UN BUEN CRISTIANO

12.—Leealgún libro bueno e instructivo.


13.—Haz antes de acostarte un poco de examen
de tu conducta durante el día, según se dirá (pág. 11).

Cada semana.

T.p—-No'- dejes de descansar el domingo, porque


lo manda Dios y te hace falta para la salud.
15.—No dejes de oír misa entera en las fiestas.
16.—Si no comulgas cada día, comulga cada se¬
mana
y los días de fiesta.
17.—No deberás contentarte con la misa; haz
una visita al Señor, oye algún sermón o el cate¬
cismo del párroco, asiste a la misa mayor o a al¬
guna función y lee algún libro de doctrina cristiana.
18.—Diviértete, pero no en malas diversiones.
La mejor diversión es en familia y con amigos
buenos.
19.—-El sábado haz algún obsequio a la Virgen.
Cada mes.

20.-—-Si no comulgas cada día ni cada semana,


al menoscomulga cada mes.
21.—Emplea un rato en un día del mes en con¬
siderar cómo vives y si te haces mejor o peor.

Cada año.

22.—Cada año convendría hacer los ejercicios


espirituales de San Ignacio, o en algún retiro
como Loyola, donde se dan muchas veces, o en el

pueblo, donde los dan públicamente, como suelen.


23.—No dejes de comulgar por Pascua y de
examinar cómo va tu religión, si a mejor o a peor.

En todo tiempo.

24.—Busca en todas las cosas agradar a Dios.


25.—Haz todo el bien que puedas a otros.
26.—Procura pertenecer a alguna Congregación.
27.;—-Nunca te acuestes en pecado mortal.
28.—Vive siempre como quien ha de morir.
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AL LEVANTARSE 9

ORACIONES AL LEVANTARSE

Tomarás agua bendita y te santiguarás: Por la


señal de la santa Cruz, de nuestros enemigos lí¬
branos, Señor, Dios nuestro. En el nombre del Pa¬
dre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.
Señor, oye mi oración, y llegue a ti mi clamor.
Oremos. Señor, Dios omnipotente, que nos has
hecho llegar al principio de este día: sálvanos hoy
por tu poder, para que en todo el día no caigamos
en ningún pecado, sino que todas nuestras pala¬

bras, pensamientos y obras vayan dirigidos al cum¬


plimiento de tu ley; por nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que como Dios vive y reina contigo en
unidad con el Espíritu Santo, por todos los siglos
de los siglos. Amén.
Oh Dios, ven en mi ayuda. Señor, apresúrate a
socorrerme. (Se repite tres veces).
Oremos. Dígnate, Señor, Dios del cielo y de la
tierra, dirigir, santificar, conducir y gobernar en
este día nuestros corazones y nuestros cuerpos,
nuestros sentidos, palabras y acciones según tu ley
y por el camino de tus preceptos, para que aquí y
en la eternidad, por tu favor, merezcamos ser sal¬
vos y libres, oh Salvador del mundo, que vives y
reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Consagración al Corazón de Jesús.—Oh Jesús
mío, por medio del Corazón inmaculado de María
Santísima, os ofrezco las oraciones, obras y traba¬
jos del presente día, para reparar las ofensas que se
os hacen y por las demás intenciones de vuestro

Sagrado Corazón, en especial por las intenciones


del Apostolado de la Oración en este mes.
Consagración a María Santísima.—¡Oh Señora
mía! ¡Oh Madre mía! Yo me entrego del todo a vos.
Y, en prueba de mi filial afecto, os consagro en este
día mis ojos, mis oídos, mi lengua, mi corazón, en
una
palabra, todo mi ser. Ya que soy todo vuestro,
¡oh Madre de piedad! guardadme y defendedme
como cosa y posesión vuestra. Tres Avemarias.

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IO AL LEVANTARSE

A San José.—Oh Dios, que, con inefable


provi¬
dencia, te has dignado escoger a San José para es¬
poso de tu santa Madre: te suplicamos que hagas
que, así como nosotros le veneramos como protec¬
tor en la tierra, así él sea nuestro intercesor en los

cielos. Señor, que vives y reinas por los


siglos de
los siglos. Amén.
Al Angel de la
Guarda.—Angel de Dios, ángel
de mi guarda, pues divina
la bondad me ha enco¬
mendado a tu custodia, ilumíname, guárdame, rí-
geme, gobiérname. Amén.
Credo.—Creo en Dios Padre todopoderoso, cria¬
dor del cielo
y de la tierra. Y en Jesucristo, su úni¬
co
Hijo, nuestro Señor, que fué concebido por obra
y gracia del Espíritu Santo y nació de la Virgen
María; padeció debajo del poder de Poncio Pilato,
fué crucificado, muerto y sepultado; descendió a
los infiernos; al tercero día resucitó de entre los
muertos, subió a los cielos y está sentado a la dies¬
tra de Dios Padre
todopoderoso; desde allí ha de
venir a juzgar a los vivos
y a los muertos. Creo en
el Espíritu Santo, la santa
Iglesia católica, la co¬
munión de los santos, el
perdón de los pecados, la
resurrección de la carne y la vida perdurable. Amén.
El Angelus.—(Al alba, al mediodía, a la
tarde.)
El ángel del Señor anunció a María.
Y concibió del Espíritu Santo.—Ave María.
He aquí la esclava del Señor.
Hágase en mí según tu palabra.—Ave María.
Y el Verbo se hizo carne.
Y habitó entre nosotros.— A ve María.
Ruega por nos, santa Madre de Dios.—Para que
seamos dignos de alcanzar las
promesas de Jesu¬
cristo.
Oremos. Te suplicamos, Señor, que derrames tu
gracia en nuestras almas, para que los que por el
anuncio del ángel hemos conocido la encarnación
de tu Hijo Jesucristo, por
su pasión y su cruz sea¬
mos llevados a la
gloria de su resurrección. Por el
mismo Jesucristo, nuestro Señor. Amén.

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AL ACOSTARSE

ORACIONES AL ACOSTARSE

Examen de conciencia.

Antes de acostarte, procura hacer un breve examen de conciencia de


tu conducta durante el dia. Fácilmente lo podrás hacer asi:

i.° Acción de gracias.—Da gracias a Dios pol¬


los beneficios recibidos durante el día.
2.0 Petición de luz.—-Pide luz para conocer tus
defectos y peligros, tus virtudes y buenas ocasio¬
nes, y gracia para arrepentirte, enmendarte y ani¬
marte.
3.0 Examen.—Examínate brevemente de estos
cuatro puntos:
¿Qué faltas he cometido? Para con Dios; para con
el prójimo; para conmigo. Mi carácter ¿mejora o
empeora?
¿Qué ocasiones o peligros de pecar he tenido? Y
piensa si te has metido tú voluntariamente en ellos
y si duran todavía.
¿Qué acciones buenas he hecho? Las ordinarias.
Alguna extraordinaria. Alguna de caridad.
¿Qué ocasiones de hacer bien he defado pasar? So¬
bre todo, si eran acciones propias de tu estado y
oficio, y si duran todavía las ocasiones.
4.0 Dolor.—Alégrate si no has tenido faltas o
han sido pocas, y dale gracias a Dios. Si las has te¬
nido, pídele perdón y reza el Yo pecador y, según
la falta, alguna oración. Haz penitencia, según la
culpa.
5.0Propósito.—Piensa estas cuatro cosas: Cómo
evitarás al otro día las faltas. Cómoesquivarás los
peligros. Cómo practicarás más virtudes. Cómo te
aprovecharás mejor de las buenas ocasiones.—Mira
brevemente lo que te ocurrirá mañana. Promete
portarte bien y pide gracia para ello.
Acto de contrición.—'Señor mío Jesucristo, Dios
y hombre verdadero, Criador y Redentor mío: por
ser vos quien sois y porque os amo sobre todas las

cosas, a mí me pesa de todo corazón de haberos

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12 AL ACOSTARSE

ofendido: propongo firmemente de nunca más pe¬


car, de confesarme, de cumplir la penitencia que
me fuere impuesta, de apartarme de todas las oca¬
siones de ofenderos: ofrézcoos mi vida, obras y tra¬
bajos, en satisfacción de todos mis pecados, y con¬
fío en vuestra bondad y misericordia infinita me
los perdonaréis por los méritos de vuestra precio¬
sísima sangre, pasión y muerte, y me daréis gracia
para enmendarme ypara perseverar en vuestro san¬
to servicio basta el fin de mi vida. Amén.
A Jesús, María y José.—Jesús, José y María, os
doy el corazón y el alma mía.—-Jesús, José y Ma¬
ría, asistidme en mi última agonía.—Jesús, José y
María, con vos descanse en paz el alma mía.
Oración de San Bernardo.—Acordaos, oh piado¬
sísima Virgen María, que jamás se ha oído decir
que uno sólo de cuantos han acudido a vuestra
protección e implorado vuestro socorro, haya sido
desamparado. Yo pecador, animado con tal con¬
fianza., acudo a vos, oh Madre Virgen de las vír¬
genes, a vos vengo, delante de vos me presento gi¬
miendo. No queráis, oh Madre del Verbo, despre¬
ciar mis palabras; antes bien, oídlas benignamente
y cumplidlas. Amén.
Al Corazónde Jesús por los moribundos.—Oh
clementísimo Jesiís, amador de las almas: os ruego,
por la agonía de vuestro Corazón santísimo y por
los dolores de vuestra inmaculada Madre, que la¬
véis con vuestra sangre a todos los pecadores que
están ahora en la agonía y que hoy van a morir.
Amén.—Corazón agonizante de Jesús.—Tened com
pasión de los moribundos.
Oración al tiempo de acostarse.—Señor, guárda¬
me como a las niñas de tus ojos.—Ampárame bajo
la sombra de tus alas.
Oremos. Te suplicamos, Señor, que visites esta
habitación y apartes lejos de ella todas las asechan¬
zas del enemigo; habiten en ella tus santos ángeles,

que me guarden en paz, y tu bendición permanez-


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MISA
13

ca
siempre en nosotros. Por Jesucristo nuestro Se¬
ñor. Amén.
Toma agua bendita y santigúate: En el nombre
del Padre, y del Elijo, y del Espíritu Santo. Amén.
BENDICIÓN DE LA MESA
El padre, o alguna otra persona, o, en algunas casas, el niño más
pequeño que sepa hablar, dice, y responden los demás:

Bendícenos, Señor, a nosotros y bendice estos


dones que dados por tu bondad vamos a tomar. •
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
. El Rey de la gloria eterna nos haga partícipes
de la mesa celestial.-—-Amén.

ACCIÓN DE GRACIAS

Te damosgracias por todos tus beneficios, om¬


nipotente Dios, que vives y reinas por los siglos de
los siglos. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
El Señor nos dé su paz.—Y la vida eterna.—
Amén.
MISA
La misa el acto más
es
principal de nuestra santa religión y la ac¬
ción más augusta de la Iglesia.
La misa es la representación real del acto más grande de la tierra,
del Sacrificio de la Cruz.
La misa es el único acto de adoración digno de Dios en la tierra, el
único modo de acción de gracias digno de Dios, el único desagravio
digno de la Justicia divina por nuestras ofensas, el único acto de im¬
petración suficiente y sobreabundante para todas las gracias que quiera
concedernos el Señor.
La misa es la mejor devoción que puede tener un cristiano. La que
más agrada a Dios. La que más alivia a las almas del purgatorio. La
que más gracias obtiene del cielo.
El mejor modo de oír la misa es ir juntamente con el sacerdote ofre¬
ciendo este sacrificio y haciendo, en cuanto pudiéremos, lo que él hace,
haciendo cuenta de que nos juntamos todos allí, no sólo a oír la Misa,
sino a ofrecer este sacrificio
juntamente con el sacerdote; pues, en rea¬
lidad de verdad, es asi.
El sacerdote, al comenzar la misa y como preparación a ella, dice
el Introito o introducción al pie del altar y alternando con el acólito
reza el salmo 42, que compuso David, desterrado, deseando ver algún
día el templo. Dice luego la confesión para purificarse y pedir perdón
de sus faltas, y entonces se atreve a subir al altar.

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H MISA

En la misa, la mayor parte de las oraciones son siempre las mismas.


Algunas varían según la fiesta. Aquí pondremos las que se dicen en la
misa del Santísimo Sacramento.

EL CRISTIANO AYUDANDO A MISA

Es sumamente honroso y provechoso para el alma el ayudar a misa.


Ni se debe creer que es sólo oficio de niños, sino también de caballe¬
ros. Y en todas las naciones católicas hemos visto ayudar a misa va¬

rones y caballeros de distinción.


Tal quisiéramos que hiciese el caballero cristiano. En algunas ciu¬
dades de Alemania y Francia, hemos visto a caballeros salir de entre
el pueblo al altar y despedir al acólito para quedar ellos en su lugar.
En otros, responden en alta voz, juntamente con el acólito, los caba¬
lleros que están próximos al altar.
Mas, como es difícil retener en la memoria las respuestas de la misa,
por eso hemos puesto aqui en latín, aliado del castellano todo aquello
que responde el acólito, y además, lo que se canta por el coro, junta¬
mente con algunas indicaciones, las más precisas para ayudar a misa.
A todos los que ayudan a misa, aconsejamos que, aunque sepan
responder de memoria, lleven siempre el libro, y, al ayudar, mejor que
responder de memoria, lean en él la misa.

REZO DE LA MISA

El sacerdote, al pie de las gradas del altar, da


principio a la santa misa diciendo, con el ayudante,
el salmo que sigue.
El acólito está de rodillas al pie de las gradas, al
lado del Evangelio.

De rodillas.

En el nombre del Pa¬ In nomine Patris f et


dre, f y del Hijo, y del Filii et Spiritus Sancti.
Espíritu Santo. Amén. Amen.
Sacerdote.—Me acerca¬ Sacerdote. — Introibo
ré al altar de Dios. ad altare Dei.
Acólito.—Al Dios que Acólito. — Ad Deum
es la alegría de mi juven¬ qui Icetificat iuventutem
tud. meam.

Hazme justicia, oh Iudica me Deus,et dis¬


Dios, y deíiende mi cau¬ cerne causam meam de
sa de la gente malvada; gente non sancta: ab ho
líbrame del hombre in¬ mine iniquo et doloso
justo y engañador. erue me.

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MISA

Pues que tú eres, oh Qíiia tu es, Deus, for-


Dios, mi fortaleza: ¿por titudo mea: quare me re-
qué me has desechado? ¿y pulisti? et quare tristis
por qué he de andar triste y incedo, dum affligit me
oprimido de mi enemigo? inimicus?
Envíame tu luz y tu Emitte lucem tuam et
verdad: éstas me han de veritatem tuam: ipsa me
guiar y conducir a tu deduxerunt, et adduxe-
monte santo, hasta tus runt in montern sanctum
tabernáculos. tuum et in tabernacula
tua.
Y me acercaré al altar Et introibo ad altare
de Dios: al Dios que es la Dei] ad Deum qui Icetifi-
alegría de mi juventud. cat iuventutem meam.
Cantaré tus alabanzas Confitebor tibi in ci-
al son de la cítara, oh thara., Deus, Deus meus;
Dios, oh Dios mío: /por quare tristis es, anima
qué estás triste, alma mea? et quare contur¬
mía, y por qué me traes bas me?
conturbado?
Espera en Dios, porque Spera in Deo, quoniam
todavía he de cantarle ala¬ adhuc confitebor illi: sa-
banzas: ¡Salvador de mis lutare vultus mei et Deus
ojos, Dios mío! meus.
Gloria al Padre, y al Gloria Patri et Filio et
Hijo, y al Espíritu Santo. Spiritui Sancto.
Como era en el princi¬ Sicut erat in principio
pio, ahora y siempre y por et mine et semper et in sce-
los siglos de los siglos. cula sceculorum. Amen.
Amén.
Me acercaré al altar de Introibo ad altare Dei.
Dios.
Al Dios que es la ale¬ Ad Deum qui Icetificat
gría de mi juventud. iuventutem meam.
Nuestro auxilio está en Adiutorium nostrum
el nombre del Señor. in nomine Domini.
El cual formó el cielo y Qui fecit cailum et ter-
la tierra. ram.
Yo pecador... Confiteor Deo...
...a Dios nuestro Señor. ...Deum nostrum.

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i6 MISA

Dios todopoderoso ten¬ Misereatur tui omni-


ga misericordia de ti y, potens Deus, et dimissis
perdonados tus pecados, te peccatis tuis perducat te
lleve a la vida eterna. ad vitam ceternam,
Amén. Amen.
Yo pecador me confieso Confíteor Deo omnipo-
a Dios todopoderoso, a la tenti, betce Marice sem-
bienaventurada siempre per beato Mi-
Virgini,
Virgen María, al bien¬ chaéli beato
Archangelo,
aventurado S. Miguel Ar¬ Ioanni Baptistce, sanctis
cángel, al bienaventurado Apostolis Petro et Paulo,
S. Juan Bautista, a los ómnibus Sanctis, et tibi
santos Apóstoles S. Pedro Pater, quia peccavi nimis
y S. Pablo, a todos los co.gitatione, verbo et ope¬
Santos y a vos, Padre,re, mea culpa, mea culpa,
que
mea maxima culpa. Ideo
pequé gravemente con el
pensamiento, palabra y precor beatam Mariam
obra, por mi culpa, por semper Virginem, beatum
mi culpa, por mi grandí¬ Míchaélem Archangelum,
sima culpa. Por tanto, beatum loannem Bapti-
ruego a la bienaventurada stam, sanctos Apostólos
siempre Virgen María, al Petrum et Pqulum, om-
bienaventurado S. Mi¬ nes Sanctos, et te, Pater,
guel Arcángel, bien¬
al orare pro me ad Domi-
aventurado S. Juan Bau¬ num Deum nostrum.
tista, a los santos Apósto¬
les S. Pedro y S. Pablo, a
todos los Santos y a vos,
Padre, que roguéis por mi
a Dios nuestro Señor.
Dios todopoderoso ten¬ Misereatur vestri omni-
ga misericordia de vos¬ potens Deus, et dimissis
otros, y perdonados vues¬ peccatis vestris perducat
tros pecados, os conduz¬ vos ad vitam aeternam.
ca a la vida eterna.
A mén. Amen.
El Señor
todopoderoso Indulgentiam, absolu-
y misericordioso nos con¬ tionem et remissionem
ceda perdón, absolución peccatorum nostrorum

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17

y remisión de nuestros tribuat nobis omnipo-


pecados. tens et misericors Domi-
nus.
Amén. Amen.
Oh
Dios, volviéndote a Deus, tu conversus vi¬
nosotros, nos darás vida. vificaba nos.
Y tu pueblo se regocija¬ Et plebs tua Icetabitur
rá en ti. in te.
Muéstranos, Señor, tu Ostende nobis, Domi¬
misericordia. ne, misericordiam tuam.
Y danos tu salvación. Et salutare tuum da
nobis.
Escucha, Señor, mi Domine, exaudi ora-
oración. tionem meam.
Y llegue hasta ti mi Et clamor meus
ad te
clamor. veniat.
El Señor con vosotros. Dominus vobiscum...
Y con tu espíritu. Et cum spiritu tuo.
Sube el sacerdote al altar y dice:
Oremos. Te suplicamos, Señor, que quites de
nosotros nuestras iniquidades, para
que merezca¬
mos entrar con conciencia
pura en el lugar santí¬
simo de tu templo. Amén.
Rogárnoste, Señor, por los méritos de tus San¬
tos, cuyas reliquias yacen aquí (besa el altar), y por
los de todos los Santos, que te dignes perdonarme
todos mis pecados. Amén.
INTROITO

Tú, Señor, nos sustentas con riquísimo trigo, y


nos sacias con la miel que destilan tus heridas.
Regocijaos alabando a Dios, nuestro protector:
celebrad con júbilo al Dios de
Jacob. (Salmo 8o.)
R7. Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu
Santo. Tú, Señor, nos sustentas con riquísimo tri¬
go; y nos sacias con la miel que destilan tus heridas.

Kyrie eleison.—-Kyrie eleison.—Kyrie eleison.


Christe eleison.—Christe eleison.— Christe eleison.
Kyrie eleison.—Kyrie eleison.—Kyrie eleison.

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i8

GLORIA

Gloria a Dios en las al¬ Gloria in excelsis Deo.


turas. Y en la tierra paz Et in térra pax homini-
a los hombres de buena bus bonae voluntatis.
voluntad. Alabárnoste. Laudamus te. Benedici-
Bendecírnoste. Glorificᬠmus te. Adoramus te.
rnoste. Te damos gracias Glorificamus te. Gratias

por tu grande gloria, agimus tibi propter ma-


Señor Dios, Rey celes¬ gnam gloriam tuam, Do¬
tial, Dios Padre omnipo¬ mine Deus Rex caelestis,
tente. Señor, Hijo unigé¬ Deus Pater omnipotens.
nito Jesucristo, Señor Domine, Fili unigenite
Dios, Hijo del Padre, tú Iesu Christe, Domine.
que quitas los pecados Deus, Agnus Dei, Filius
del mundo, compadécete Patris, qui tollis peccata
de nosotros. Tú que qui¬ mundi, miserere nobis.
tas los pecados del mun¬ Qui tollis peccata mun¬
do, recibe nuestras súpli¬ di, suscipe deprecatio-
nem nostram. Qui sedes
cas. Tú que estás senta¬
do a la diestra del Padre, ad dexteram Patris, mi¬
ten misericordia de nos¬ serere nobis. Quoniam tu
otros. Porque tú solo solus sanctus, tu solus
eres Santo, tú solo Se¬ Dominus, tu solus, Altis-
ñor, tú solo Altísimo, Je¬ simus, Iesu Christe, cum
sucristo, con el Espíritu Sancto Spiritu in gloria
Santo en la gloria de Dei Patris. Amen.
Dios Padre. Amén.
El Señor con vosotros. Dominus vobiscum.
;

Et cum spiritu tuo.


Y con tu espíritu.
ORACIONES

Santísimo Sacramento.—Oremos. Oh Dios,


Al
que bajo el admirable Sacramento nos has dejado
un recuerdo de tu Pasión; concédenos, te pedimos,

venerar de tal modo los sagrados misterios de tu

Cuerpo y Sangre, que sintamos continuamente en


nuestras almas el fruto de tu redención, Señor, que
vives y reinas con Dios Padre en unidad del Espí-

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MISA

ritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos.


Amén.
A la Santísima Virgen María.—Oremos. Con¬
cédenos por favor, Señor Dios, que nosotros, tus
siervos, gocemos de continua salud de alma y cuer¬
po: y por la gloriosa intercesión de la bienaventu¬
rada siempre Virgen María seamos libres de las
tristezas de la vida presente y disfrutemos de las
alegrías de la vida eterna.
Para pedir la intercesión de los Santos.—Te
roga¬
mos, Señor, que nos defiendas de todos los peligros
de alma y cuerpo; y por la intercesión de la bien¬
aventurada y gloriosa siempre Virgen
Madre de
Dios, María, con el bienaventurado San José, tus
bienaventurados Apóstoles San Pedro y San Pablo
y el bienaventurado San Ignacio y todos los San¬
tos, danos benignamente salud y paz; para que,
destruidas todas las adversidades y errores, tu Igle¬
sia te sirva con segura libertad. Por el mismo Se¬
ñor nuestro Jesucristo, Hijo tuyo, que vive y reina
contigo en unidad del Espíritu Santo, Dios por to¬
dos los siglos de los siglos. Amén.

EPÍSTOLA

Lectura de la Epístola de San Pablo Apóstol a


los Corintios. (I Cor. n.)
Hermanos: Pues yo aprendí de] Señor lo que
también os tengo enseñado: y es que e] Señor Je¬
sús, la noche misma en que había de ser traido-
ramente entregado, tomó el pan y, dando gracias,
lo partió y dijo: «Tomad y comed: éste es mi cuer¬
po, que por vosotros será entregado: haced esto en
memoria de mí.» Y de la misma manera el cáliz
después de haber cenado, diciendo: «Este cáliz es el
nuevo testamento en mi sangre.
Haced esto, cuan¬
tas veces lo
bebiereis, en memoria de mí.» Pues to¬
das las que comiereis este pan y bebiereis este
veces

cáliz, anunciaréis la muerte del Señor, hasta que


venga. Por tanto, cualquiera que comiere este pan

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20 MISA

o bebiere el cáliz del Señor indignamente, será reo


del cuerpo y de la sangre del Señor. Así, pues, exa¬
mínese a sí mismo el hombre: y entonces coma de
aquel pan y beba de aquel cáliz. Porque quien lo
ccme bebe indignamente, se come y bebe su pro¬
y
pia condenación, por no hacer discernimiento del
cuerpo del Señor.
Gracias a. Dios. \ Deo gratias.
GRADUAL

(Ps. 144.) En ti, Señor, fijan sus ojos todas las


criaturasesperando socorro: y tú les das a su tiem¬
po el alimento propio.—Abres tu mano, y colmas
de bendiciones a todos los vivientes. Aleluya. Ale¬

luya.—(lo. 6.) Mi carne verdaderamente es comida,


y mi sangre verdaderamente bebida. El que come
mi carne y bebe mi sangre, mora en mí, y yo en
él. Aleluya.
EVANGELIO

El ayudante traslada el misal] el sacerdote, en me¬


dio del altar, dice la siguiente oración:
Purifica mi corazón y mis labios, oh Dios todo¬
poderoso, que purificaste los labios del profeta
Isaías con un carbón encendido: dígnate, por tu
grata misericordia, purificarme a mí de tal manera
que pueda anunciar dignamente tu santo Evange¬
lio. Por Cristo nuestro Señor. Amén.
Dame, Señor, tu bendición.
en mi corazón y en mis labios:
El Señor esté
para que pueda anunciar digna y debidamente su
Evangelio. Amén.
De pie.
El Señor con vosotros, Dominus vobiscum.
i

Y con tu espíritu. ¡ Et cum spiritu tuo.


Continuación del santo Evangelio según San
Juan. (Signarse.)
Gloria a ti, Señor. Gloria tibi, Domine.
I

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MISA 21

(lo. 6.) En aquel tiempo, dijo Jesús a la muche¬


dumbre de los judíos: «Mi carne verdaderamente
es
comida, y mi sangre verdaderamente es bebida.
El que come mi carne y bebe mi
sangre, mora en
mí, y yo en él. Así como el Padre que me ha envia¬
do vive,
y yo vivo por el Padre: así quien me come
también él vivirá por mí. Este es el
pan que ha ba¬
jado del cielo. No sucederá aquí como con vuestros
padres, que comieron el maná y, no obstante, mu¬
rieron. El que come este pan, vivirá
siempre.
Gloria ati, Jesucristo. \ Laus tibi, Christe.
Por las
palabras del Evangelio bórrense nuestros
pecados.
credo

Creo en un solo Dios, Credo in unum Deum,


Padre todopoderoso, cria¬ Patrem omnipotentem,
dor del cielo y de la tie¬ factorem ca3li et terrae,
rra, de todas las cosas vi¬ visibilium omnium et in-
sibles e invisibles. Y en visibilium. Et in unum
un solo Señor
Jesucristo, Dominum Iesum Chri-
Hijo unigénito de Dios, stum, Filium Dei unige-
y nacido del Padre antes nitum, et ex Patre na-
de todos los siglos. Dios tum, ante omnia saicula.
de Dios, Luz de Luz, Dios Deum de Deo, lumen de
verdadero de Dios ver¬ lumine, Deum verum de
dadero. Engendrado, no Deo vero, Genitum, non
hecho, consubstancial factum, consusbtantia-
con el Padre: por lem Patri: per quem om¬
quien
todas las cosas han sido nia facta sunt. Qüi
prop-
hechas. Que por nosotros ter nos homines et prop-
los hombres, y por nues¬ ter nostram salutem
tra salvación descendit
bajó de los de caelis. Et
cielos. (Se arrodilla.) Y incarnatus est de SPI-
tomó carne de la vir¬ ritu Sancto ex María
gen María por obra Vtrgine, et homo fac-
del Espíritu Santo, y tus est. Crucifixus
se hizo hombre. Cruci¬ etiam pro nobis, sub
ficado también por nos¬ Pontio Pilato passus et
otros, bajo el poder de sepultus est. Et resurre-

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22 MISA

Poncio Pilato padeció y xit tertia die, secundum


fué sepultado. Y resucitó Scripturas. Et ascendit
al tercer día, según las in caelum, sedet ad dex-
Escrituras. Y subió al teram Patris. Et itreum
cielo: está sentado a la venturus est cum
gloria
diestra del Padre. Y otra iudicare vivos et mor-

vez ha de venir con glo¬ tuos; cuius regni non erit


ria a
juzgar los vivos y finis. Et
a in Spiritum
a los muertos, y su reino Sanctum, Dominum et
no tendrá fin. Creo en el vivificantem. Qui ex Pa-
Espíritu Santo, Señor y tre Filioque procedit, qui
vivificador: que del Pa¬ cum Patre et Filio simul
dre y del Hijo procede. adoratur et conglorifica-
Que con el Padre y el tur; qui locutus est per
Hijo juntamente es ado¬ Prophetas. Et unamsanc-
rado, y glorificado: que tam catholicam et apo-
habló por los profetas. stolicam Ecclesiam. C-on-
Creo en la Iglesia que es fiteor unum baptisma
una, santa, católica y in remissionem peccato-
rum. Et exspecto resur-
apostólica. Confieso que
hay un solo bautismo rectionem mortuorum,
para el perdón de los pe¬ et vitam venturi saeculi.
cados. Y espero la resu¬ Amen.
rrección de los muertos.
Y la vida del siglo veni¬
dero. Amén.
El Señor con vosotros. Dominus vobiscum.
Y con tu spíritu. Et cum spiritu tuo.

De rodillas o sentado.

OFERTORIO

Oremos. (Levit. 21.) Los sacerdotes del Señor


ofrecen Dios incienso y panes: y por tanto se
a

conservarán en santidad para con su Dios, y no


profanarán su nombre.
El sacerdote toma lapatena con la hostia y dice:
Recibe, oh Padre santo, Dios todopoderoso y eter¬
no, esta hostia inmaculada que yo, indigno siervo
tuyo, te ofrezco a ti, mi Dios vivo y verdadero, por

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MISA
23

mis innumerables pecados, ofensas y negligencias,


y por todos los que están presentes y también por
todos los fieles cristianos vivos y difuntos, para que
a mí
y a ellos sea de provecho para la salvación de
la vida eterna. Amén.
Bendice el agua que ha de mezclar con el vino,
diciendo: Oh Dios, que maravillosamente formaste
la dignidad de la humana naturaleza, y más ma¬
ravillosamente la reformaste: concédenos, por el
misterio de mezclar esta agua y vino, que seamos
participantes de la divinidad de aquel que se dignó
participar de nuestra humanidad, Jesucristo, Hijo
tuyo, Señor nuestro, que vive y reina contigo en
unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos
de los siglos. Amén.
Al ofrecer el cáliz, dice: Ofrecérnoste, Señor, el
cáliz de salvación, implorando tu clemencia: para
que suba con suave fragancia hasta la presencia de
tu divina Majestad, por nuestra salvación y la de
todo el mundo. Amén.
Inclinado prosigue: Recíbenos, Señor, pues nos
presentamos a ti con espíritu humillado y corazón
contrito: y el sacrificio que hoy nosotros te ofrece¬
mos, oh Señor Dios, llegue a tu presencia de ma¬
nera que te sea agradable.
Bendice el pa,n y el vino que ha ofrecido: Ven, oh
Dios santificador, todopoderoso y eterno, y bendice
este sacrificio para gloria de tu santo nombre.
Pasa después al lado de la Epístola,
y mientras se
lava y enjuga las
manos, reza parte del salmo 25:
Lavaré mis manos entre los inocentes: y rodea¬

ré, oh Señor, tu altar.


Para oír las voces de tus alabanzas: y contar to¬
das tus maravillas.
Señor, he amado la hermosura de tu casa: y el
lugar donde reside tu gloria.
No pierdas, Dios mío, mi alma con los impíos:
ni mi vida con los hombres sanguinarios.

Cuyas manos están llenas de iniquidades: y cuya


diestra está colmada de sobornos.

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24 MISA

Al paso que yo he procedido según mi inocen¬


cia: sálvame y apiádate de mí.
Mis pies se han dirigido siempre por el camino
de la rectitud: oh Señor, yo cantaré tus alabanzas
en las reuniones de los fieles.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre y pol¬
los siglos de los siglos. Amén.
Inclinado en medio del altar, continúa: Recibe,
oh Trinidad santa, esta oblación, que te ofrecemos
en memoria de la pasión, resurrección y ascen¬
sión de Jesucristo nuestro Señor: y en honor de la
bienaventurada siempre Virgen María y de San
J uan Bautista y de los santos Apóstoles Pedro y
Pablo, y de éstos (Santos cuyas reliquias están en
esta ara) y ellos
de todos los Santos; para que a
les sirva de honra y a nosotros nos aproveche para
la salvación: y se dignen interceder por nosotros
en el cielo aquellos cuya memoria veneramos en 1a.

tierra. Por el mismo Jesucristo nuestro Señor.


Amén.
El sacerdote, vuelto al pueblo, dice: Orad, herma¬
nos: para que este sacrificio mío y vuestro sea
agradable a Dios Padre todopoderoso.
El Señor reciba de tus Suscipiat Dominus sa-
manos este sacrificio en crificium de manibus tuis
alabanza y gloria de su ad laudem et gloriam no-
nombre, y también para minis sui, ad utilitatem
utilidad nuestra y de toda quoque nostram totiusque
su santa Iglesia. Ecclesice suce sanctcs.

ORACIONES SECRETAS

Al SantísimoSacramento.—Suplicárnoste, Señor,
que concedas propicio a tu Iglesia los bienes de la
unidad y de la paz, que bajo los dones que ofrece¬
mos están místicamente representados. Por nues¬

tro Señor Jesucristo Hijo tuyo, que como Dios vive


y reina contigo en unidad del Espíritu Santo: por
todos los siglos de los siglos. Amén.

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MISA
25

A la Santísima
Virgen María.—Por tu benigni¬
dad, Señor, y por la intercesión de la bienaventu¬
rada siempre Virgen María, séanos de
provecho esta
oblación para la prosperidad y la paz, así
perpetua
como
presente.
Por la intercesión de los Santos.—Escúchanos, oh
Dios Salvador: para que con la virtud de este Sa¬
cramento nos defiendas de todos los
enemigos del
alma y del cuerpo, dándonos tu
gracia en la pre¬
sente vida y tu gloria en la venidera. Por nuestro
Señor Jesucristo, que como Dios vive
y reina con¬
tigo en unión del Espíritu Santo.

De pie o de rodillas.

PREFACIO

Por todos los siglos de Per omnia s sécula sae-


los siglos. culorum.
A me'n. A men.
El Señor con vosotros. Dominus vobiscum.
Y con tu espíritu. Et cum
spiritu tuo.
Arriba los corazones. Sursum corda.
Los tenernos ya hacia Habemus ad Domi-
el Señor. num.
Demos gracias Dios Gratias agamus
a Domi¬
nuestro Señor. no Deo nostro.
Digno y justo es. Dignum et iustum est.
Verdaderamente digno y justo, debido y sa¬
es

ludable, que en todo tiempo y lugar te demos gra¬


cias, Señor santo, Padre todopoderoso, Dios eterno.
Porque por el misterio del Verbo encarnado ha bri¬
llado a los ojos de nuestra alma un nuevo
resplan¬
dor de tu gloria: para que conociendo a Dios en
forma visible, seamos atraídos por
él al amor de lo
invisible. Y por tanto con los Angeles y Arcánge¬
les, con los Tronos y Dominaciones, y con toda la
milicia del ejército celestial, cantamos un himno a
tu gloria, diciendo sin cesar:

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26 MISA

De rodillas.

Santo, Santo, Santo, Sanctus, Sanctus, Sanc-


Señor Dios de los ejérci¬ tus, Dominus Deus, Sa-
tos. Llenos están los cie¬ baoth. Pleni sunt cseli et
los y la tierra de tu glo¬ térra gloria tua. Hossan-
ria. Hosanna en las altu¬ na in excelsis. Benedic-
ras. Bendito sea el que vie¬ tus qui venit in nomine
el nombre del Señor.
ne en Domini. Hosanna in ex¬

Hosanna en las alturas. celsis.

CANON DE LA MISA

Suplicárnoste, pues, humildemente y te pedimos,


oh Padre clementísimo, por Jesucristo tu Hijo nues¬
tro Señor, que aceptes y bendigas estos dones, estas
ofrendas, estos santos sacrificios sin mancha, que
te ofrecemos en primer lugar por tu santa Iglesia
católica: a dígnate dar la paz, defenderla,
la cual
mantenerla unida y gobernarla por toda la tierra:
juntamente con tu siervo nuestro Papa AL, y nues¬
tro Prelado N., y nuestro Rey N., y todos los orto¬

doxos, que con doctrina recta profesan la fe cató¬


lica y apostólica.

CONMEMORACIÓN POR LOS VIVOS

Acuérdate, Señor, de tus siervos y siervas N...


y N... (el sacerdote junta las manos y ora un poco
por los que quiere orar; despue's abriendo las manos,
prosigue:) y de todos los que están aquí presentes,
cuya fe y devoción te es conocida, por los cuales
te ofrecemos, o ellos mismos te ofrecen, este sa¬
crificio de alabanza, por sí y por todos los suyos,
por la redención de sus almas, por la esperanza de
su salvación y conservación, y encomiendan sus de¬
seos a ti, Dios eterno, vivo y verdadero.
INFR A-ACCIÓN

Unidos en la misma
comunión, y venerando la
memoria, primer lugar, de la gloriosa siempre
en
Virgen María, Madre de Jesucristo nuestro Dios y

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misa
27

Señor, también la de tus bienaventurados Após¬


y
toles y Mártires Pedro y Pablo, Andrés, Santiago,
Juan, Tomás, Santiago, Felipe, Bartolomé, Mateo,
Simón y Tadeo; de Lino, Cleto, Clemente, Sixto,
Cornelio, Cipriano, Lorenzo, Crisógono, Juan y Pa¬
blo, Cosme y Damián, y de todos tus Santos, por
sus merecimientos
y ruegos te suplicaremos nos con¬
cedas que en todas las cosas el auxilio de tu
pro¬
tección nos defienda. Por el mismo Cristo nuestro

Señor. Amén.
El
sacerdote, teniendo las manos extendidas sobre
la oblata, dice: Rogárnoste, pues, Señor, recibas pro¬
picio esta ofrenda de nosotros, tus servidores, y
también de toda tu familia; y nos
hagas pasar
en tu paz los días de nuestra
vida, y mandes que
seamos
preservados de la eterna condenación, y
contados en la grey de tus escogidos.
(Junta las
manos.) Por Cristo nuestro Señor. Amén.
La cual oblación te
suplicamos, oh Dios, te dig¬
nes hacerla en todo ben
f dita, apro J bada, con-
fir f mada, razonable y agradable, a fin de
que se
convierta para nosotros en el cuer t
p° y san j gre
de tu amadísimo
Hijo nuestro
Señor Jesucristo.
El cual, la víspera de su pasión, tomó el pan en
sus santas y venerables manos, y levantando sus
ojos al cielo ti Dios Padre suyo todopoderoso,
a
dándote gracias lo ben t dijo, partió y dió a sus
discípulos, diciendo: Tomad y comed todos de él;
porque éste es mi cuerpo.
De un modo semejante, acabada la cena, toman¬
do este preclaro cáliz en sus santas y venerables
manos, dándote igualmente gracias, lo ben f dijo
y dió a sus discípulos, diciendo: Tomad y bebed
todos de él; porque éste es el cáliz de mi san¬
gre, del nuevo y eterno testamento (misterio
de
fe), que será derramada por vosotros y
por muchos para el perdón de los pecados.
Cuantas veces hiciereis estas cosas, las haréis en
memoria de mí.
Por tanto, Señor, nosotros siervos
tuyos, V tam-

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28

bién tu pueblo santo, en memoria así de la bien¬


aventurada pasión del mismo Jesucristo tu Hijo
nuestro Señor, como de su resurrección de entre
los muertos, y también de su gloriosa ascensión a
los cielos: ofrecemos a tu excelsa Majestad, de tus
dones y dádivas, esta hostia f pura, hostia f san¬
ta, hostia f inmaculada, el pan f santo de la vida
eterna y el cáliz f de perpetua salvación.
Hacia los cuales dígnate, Señor, mirar con rostro
propicio y sereno y aceptarlos, así como te dignaste
aceptar los dones de tu siervo el inocente Abel, y
el sacrificio de nuestro patriarca Abraham; y el que
te ofreció tu sumo sacerdote Melquisedec: sacrificio
santo, hostia inmaculada.
Inclinado profundamente, prosigue el sacerdote:
Rogárnoste suplicantes, omnipotente Dios, mandes
sean llevados estos dones por las manos de tu san¬
to Angel a tu sublime altar, ante la presencia de
tu divina Majestad: para que todos los que parti¬

cipando de este altar recibiéremos el sacrosanto


cuer j po y san f gre de tu Hijo, seamos llenos

(se santigua) de toda bendición celestial y gracia.


Por el mismo Cristo Señor nuestro. Amén.

CONMEMORACIÓN POR LOS DIFUNTOS

Acuérdate también, Señor, de tus siervos y sier-


vas N. y N., que nos precedieron con la señal de
la fe y duermen ya el sueño de la paz. (El sacerdote
junta las manos y ora un poco por los difuntos por
quienes quiere orar. Luego extiende la mano y dice:)
Pedírnoste, Señor, que a éstos y a todos los que
descansan en Cristo les concedas el lugar del refri¬

gerio, de la luz y de la paz. Por el mismo Cristo


Señor nuestro. Amén.
El sacerdote se da un golpe en el pecho, diciendo:
También a nosotros pecadores siervos tuyos, que
esperamos en la abundancia de tus misericordias,
dígnate darnos alguna parte y compañía con tus
santos Apóstoles y Mártires: con Juan, Esteban,

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MISA
29

Matías, Bernabé, Ignacio, Alejandro,


Marcelino,
Pedro, Felicidad, Perpetua, Agueda, Lucía,
Inés,
Cecilia, Anastasia, y con todos tus Santos: en
cuya
compañía te pedimos nos recibas, no como
ciador de méritos sino como apre-r
Por
perdonador de culpas.
Cristo Señor nuestro.
Por el cual creas siempre, Señor, todos estos bie¬
nes, los santi f ficas, los vivi
f ficas, los ben f dices
y nos los repartes.
Hace genuflexión
y con la hostia señala tres cruces
sobre el cáliz
y dos entre el cáliz y su pecho, mientras
dice: Por el j mismo,
y con f el f mismo, y en el
mismo, ti Dios Padre f
a
todopoderoso, en unidad
del Espíritu t Santo, se dé toda
honra y gloria.
Por todos los
siglos de Per omnia sascula sae-
los siglos. culorum.
Amén. A men.
Oremos. Ore mus.
Advertidos con
pre¬ Praeceptis salutaribus
ceptos saludables, y di¬ moniti, et divina institu-
rigidos por la enseñanza tione formati, audemus
divina, nos atrevemos a dicere:
decir:
Padre nuestro, que es¬ Patei" noster,
tás en los cielos: santi¬ qui es in
caelis: sanctiíicetur nu¬
ficado sea el tu nombre: men tuum: adveniat re-
venga a nos el tu reino: gnum tuum: íiat volun¬
hágase tu voluntad así tas tua, sicut in cáelo et
en la tierra como en
el in térra.
cielo.
El pan nuestro de ca¬ Panera nostrum quo-
da día dánosle hoy: y tidianum da nobis hodie,
perdónanos nuestras deu¬ et dimitte nobis debita
das, así como nosotros nostra, sicut et nos di-»
perdonamos a nuestros mittimus
debitoribus
deudores. Y no nos dejes nostris. Et ne nos indu-
caer en la tentación. cas in tentationem.
Mas líbranos de mal. Sed libera nos a malo.
Amén. Amen.

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MISA
3o

Señor, nos libres de todos los males,


Te rogamos,
pasados, presentes y venideros: y por la intercesión
de la bienaventurada y gloriosa siempre Virgen Ma¬
dre de Dios María, con tus bienaventurados Após¬
toles Pedro y Pablo, y Andrés, y todos los Santos
(se santigua con la patena), danos propicio la paz
en nuestros días: para que ayudados con el auxilio

de tu misericordia vivamos siempre libres de pe¬


cado, y seguros de toda perturbación. (Hace genu¬
flexión.)
(Parte la hostia en dos mitades.) Por el mismo
Señor nuestro Jesucristo Hijo tuyo (de una de las
mitades separa una partícula), que como Dios vive
y reina contigo en unidad del Espíritu Santo.

Por todos los siglos de Per omnia saecula sse-


los siglos. culorum.
Amén. A men.

La paz | del Señor Pax f Domini f sit f


sea y siempre con t vos¬ semper vobis f cum.
otros.
Y con tu espíritu. Et cum spiritu tuo.
Deja caer la partícula en el cáliz, diciendo: Esta
mezcla y consagración del Cuerpo y Sangre de nues¬
tro Señor Jesucristo, a nosotros, cuando la reciba¬
mos, sírvanos para la vida eterna. Amén. (Genu¬
flexión.)
Después, dándose tres golpes de pecho, dice:
Cordero de Dios, que Agnus Dei, qui tollis
quitas los pecados del peccata mundi, miserere
mundo: ten misericordia nobis.
de nosotros.
Cordero de Dios, que Agnus Dei, qui tollis
quitas los pecados del peccata mundi, miserere
mundo: ten misericordia nobis.
de nosotros.
Cordero de Dios, que Agnus Dei, qui tollis
quitas los pecados del peccata mundi, dona no¬
mundo: danos la paz. bis pacem.

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MISA

Oh Señor Jesucristo, que dijiste a tus Apóstoles:


La paz os dejo, mi paz os doy: no mires a mis pe¬
cados, sino a la fe de tu Iglesia: y dígnate pacifi¬
carla y aunarla según tu voluntad, tú que como
Dios vives y reinas por todos los siglos de los si¬
glos. Amén.
Oh Señor Jesucristo, Hijo de Dios vivo, que por
voluntad del Padre, cooperando el
Espíritu Santo,
con tu muerte diste vida al mundo: por este tu sa¬
crosanto Cuerpo y Sangre, líbrame de todos mis
pecados y de todos los demás males: y haz que esté
siempre adherido a tus mandamientos, y no per¬
mitas que me separe nunca de ti, que como Dios
vives y reinas con el mismo Dios Padre y el Espí¬
ritu Santo por los siglos de lossiglos. Amén.
Oh Señor Jesucristo, la comunión de tu Cuerpo,
que yo indigno me atrevo a recibir, no me sea mo¬
tivo de juicio y condenación: sino que por
tu pie¬
dad me aproveche para defensa del alma y del cuer¬
po: y para recibir el remedio: Señor, que como Dios
vives y reinas con Dios Padre en unidad del
Espí¬
ritu Santo, por todos los siglos de los
siglos. Amén.
Hace genuflexión y dice: Voy a recibir el
pan ce¬
lestial y a invocar el nombre del Señor.
Se inclina y golpeándose el pecho, dice:
Señor, yo no soy digno de que entres en mi mo¬
rada: sino mándalo sólo con tu palabra, y mi
alma
será sana.(Se dice tres veces.)
El Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo guarde-mi
alma para la vida eterna. (Sume la sagrada
hostia.)
Después de descubrir el cáliz, haciendo genufle¬
xión, dice: ¿Con qué corresponderé yo al Señor por
todos los beneficios que de él he recibido?
Voy a
tomar el cáliz de salvación, y a invocar el nombre
del Señor. Con alabanzas invocaré al
Señor, y que¬
daré salvo de mis enemigos.
La Sangre de nuestro Señor
Jesucristo guarde mi
alma para la vida eterna. (Sume la
sagrada Sangre.)

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MISA
32

Sentado o de rodillas.

Durante las abluciones, dice: Lo que hemos reci


bido, Señor, con la boca, lo abracemos con alma
pura; y de este don temporal salga para nosotros
el remedio sempiterno.
Tu Cuerpo, Señor, que he tomado, y tu Sangre,
que he bebido, se adhieran a mi corazón: y haz
que no quede mancha de maldades en mí, a quien
han alimentado estos puros y santos sacramentos:
Señor, que vives y reinas por los siglos de los si¬
glos. Amén.
Después de purificar el cáliz, va al lado de la Epís¬
tola y dice la antífona llamada Comunión.

COMUNIÓN

(I Cor. ii.) Todas las veces que comiereis este


pan y bebiereis este cáliz, anunciaréis la muerte
del Señor, hasta que venga: de manera que cual¬
quiera comiere este pan o bebiere el cáliz del
que
Señor indignamente, será reo del cuerpo y de la
sangre del Señor.

De pie o de rodillas.
El Señor con vosotros. I Dominus vobiscum,
Y con tu spiritu. \ Et cum spiritu tuo.
POSCOMUNIÓN

Al Santísimo Sacramento.—Oremos. Rogárnoste,


Señor, nos concedas saciarnos en el goce sempiterno
de tu divinidad, que nos representa anticipadamen¬
te la recepción temporal de tu precioso Cuerpo y
Sangre, Señor, que como Dios vives y reinas con
Dios Padre en unidad del Espíritu Santo: por todos
los siglos de los siglos.—Amén.
A la Santísima Virgen María.—Oremos. Recibi¬
dos ya, Señor, los auxilios de nuestra salvación: te
pedimos nos concedas ser en todas partes protegi¬
dos por el patrocinio de la bienaventurada Virgen

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33

María, en cuya veneración hemos ofrecido estos do¬


nes a tu
Majestad.
Para pedir la intercesión de los
Santos.—Suplicá¬
rnoste, Señor, que nos purifique y fortalezca la
ofrenda del divino Sacramento
que hemos ofrecido;
y por la intercesión de la bienaventurada
María
Virgen
Madre de Dios, con el bienaventurado San
José, tus bienaventurados Apóstoles San Pedro y
San Pablo, y el bienaventurado San
Ignacio y todos
los Santos, nos
limpie de todo pecado y nos libre
de toda adversidad. Por el mismo Señor nuestro
Jesucristo Hijo tuyo: que como Dios vive y reina
contigo en unidad del Espíritu Santo, por todos
los siglos de los siglos.
Amén. Amen.
El Señor con vosotros. Dominus vobiscum.
Y con tu
espiritu. Et cum spiritu tuo.
Idos, se acabó la misa Ite, missa est (o: Be-
(o: Bendigamos al Señor). nedicamus
Gracias
Domino).
a Dios. De o gratias.
De rodillas.

Inclinado medio del altar, dice: Séate


en
agrada¬
ble, oh Trinidad santa, el obsequio de tu servidor:
y
concede que el sacrificio que
yo indigno he ofrecido
a los
ojos de tu Majestad sea digno de que tú lo
aceptes, y para mí y para todos aquellos por quie¬
nes lo he ofrecido sea
por tu misericordia propicia¬
torio. Por Cristo Señor nuestro. Amén.

Bendígaos Dios todo¬ Benedicat vos omni-


poderoso: Padre e Hijo f potens Deus,Pater, etFi-
y Espíritu Santo. lius et Spiritus Sanctus.
Amén. Amen.
Principio del santo Initium sancti Evan-
Evangelio según San gelii secundum Ioannem.
Juan.
Gloria a ti, Señor. Gloria tibi, Domine.
(lo. i.) En el principio existía el Verbo, y el
Verbo estaba en Dios, y
el Verbo era Dios. El es-
2
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MISA
34

taba en el principio en Dios. Por él fueron hechas


todas las cosas, y sin él no se ha hecho cosa alguna
de cuantas han sido hechas. En él estaba la vida,
y la vida era la luz de los hombres: y esta luz res¬
plandece en medio de las tinieblas, y las tinieblas
no la.han recibido. Hubo un hombre enviado de

Dios, que se llamaba Juan. Este vino como testigo


para dar testimonio de la luz, a fin de que por él
todos creyesen. No era él la luz, sino para dar tes¬
timonio de la luz. Existía la luz verdadera, la que
venida a este mundo alumbra a todo hombre. En
el mundo estaba, y el mundo fué hecho por él, y el
mundo no le conoció. Vino a los suyos, y los suyos
no le recibieron. Pero a todos los que le recibieron,

los que creen en su nombre, dióles potestad de lle¬


gar a ser hijos de Dios: los cuales nacen no de la
sangre, ni de concupiscencia de la carne, ni de con¬
cupiscencia de hombre, sino de Dios. (Aquí se arro¬
dilla.) Y el Verbo se hizo carne y habitó entre
nosotros; y nosotros hemos visto su gloria como de
Unigénito del Padre, lleno de gracia y de verdad.
Gracias a Dios. \ Deo gratias.
PRECES

QUE PORMANDATO DEL PAPA LEÓN XIII SE HAN DE DECIR


DE RODILLAS DESPUÉS DE LA MISA REZADA

El sacerdote reza con el pueblo tres Avemarias y


la Salve, y después:
Ruega por nos, santa Madre de Dios.
Para que seamos dignos de alcanzar las prome¬
sas de nuestro Señor Jesucristo.
Oremos. Oh Dios, nuestro refugio y fortaleza,
mira propicio al pueblo que a ti clama: y por la
intercesión de la gloriosa e inmaculada Virgen Ma¬
ría, Madre de Dios, y de San José, su Esposo, y por
la de tus santos Apóstoles Pedro y Pablo y de tocios
los Santos, escucha misericordioso y benigno las sú¬
plicas que te dirigimos, pidiéndote la conversión de
los pecadores y la libertad y exaltación de la santa

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CONFESIÓN
35

Madre Iglesia. Por el mismo Jesucristo, Señor nues¬


tro. Amén.
INVOCACIÓN

Arcángel San Miguel, defiéndenos en la batalla:


sé nuestro amparo
contra la perversidad y asechan¬
zas del demonio. Reprímale Dios, pedimos supli¬
cantes: y tú, Príncipe
de la celestial milicia, lanza
en el infierno con el
divino poder a Satanás y a
los otros malignos
espíritus que discurren por el
mundo para la perdición de almas. Amén. las
(Trescientos dias de
indulgencia cada vez.—6 enero; 20 agosto 1884.)
La Santidad de Pío X deseaba
que se añadiese la-
jaculatoria siguiente:
Corazón sacratísimo de Jesús, ten misericordia
de nosotros.
(Se dice tres veces.)
(Siete años y siete cuarentenas de
indulgencia.—17 de junio 1904.)

CONFESIÓN
1. La confesión es un sacramento necesario a los hom¬
bres, muy conveniente, muy divino y muy humano.
2. Su principal
provecho es quitar los pecados mor¬
tales y veniales cometidos
después del bautismo.
3. El pecado mortal es una ofensa de Dios, quebran¬
tando gravemente
alguno de sus mandamientos.
4. El pecado mortal es el mayor mal que hay ni
pue¬
de haber, porque es
ofensa de Dios, nos hace ene¬
migos de Dios, nos priva de la gracia santificante,
nos hace perder
la gloria, nos condena al infierno,
nos causa remordimientos y, a veces, sobre todo
repetido, nos trae muchos males en esta vida.
5. El pecado venial, aunque es mucho menor mal
que
el mortal, es también en esta vida
muy malo; pero
ni nos hace
enemigos de Dios, ni nos priva de la
gloria, ni nos condena al infierno; mas enfría el
amor que Dios nos
tiene, dispone al pecado mor¬
tal, y nos condena al purgatorio o a otras
penas.
6. El pecado mortal es muerte del alma.
7. El pecado venial es enfermedad del alma.
8. El pecado mortal se
quita con la confesión.

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36 CONFESIÓN

g. También se quita por un acto de perfecta contri¬


ción, pero con propósito de confesarse.
10. El pecado venial se quita por la confesión, por la
comunión y sin confesión por algún acto de dolor.
11. La confesión es un precioso sacramento que Jesu¬
cristo nos adquirió de su Padre con su sangre.
12. La confesión es una institución que, además de per¬
donarse en ella los pecados, tiene muchas ventajas.
13. El confesor es mal mirado por los que no conside¬
ran las cosas; pero en el confesor nos ha dado Je¬
sucristo:
Un consultor gratuito, imparcial y secreto.
Un educador constante que nos guíe al bien.
Un padre bondadoso que nos anime y corrija.
Un médico que cure nuestros vicios y defectos.
Un amigo íntimo, fiel, reservado, compasivo.
Un juez bondadoso que nos absuelve siempre.
14. Mejor es que sea hombre ángel, porque así
que no
entenderá mejor lo que es por el suyo.mi corazón,
15. Aunque fueses incrédulo, un confesor te serviría
muchísimo; algunos incrédulos así lo entienden.
16. Los que se confiesan frecuentemente, difícilmente
se harán malos; y si lo son, se harán buenos.
17. Los que son malos quieren serlo no se confiesan
y
o
dejan de confesarse. No resisten la confesión.
18. Para confesarse bien se necesita: 1. Examinarse
2. Dolerse de los pecados
antes. cometidos. 3. Pro¬
poner enmendarse de ellos. 4. Confesar al sacer¬
dote los pecados mortales. 5. Cumplir la penitencia
que le diga el confesor.
19. El examendebe hacerse con seriedad, pero no con
apuros, ni congojas de modo que resulte un tor¬
mento; aunque se quedase algún pecado olvidado,
después de puesta seria diligencia, no importa.
20. Si hace poco que te has confesado, te conviene el
examen primero;
si mucho, el segundo de los que
he puesto aquí.
21. Dolor es un pesar de haber ofendido a Dios, por ser
él tan bueno, por habernos él amado tanto, y ha¬
bernos hecho tantos beneficios; o por temor de sus

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CONFESIÓN 37

castigos en esta o en la otra vida, como el infierno,


o por la fealdad
del pecado.
22. Propósito es una firme resolución de no volver a
pecar en adelante y de apartarse de los peligros.
23. No hay obligación de confesar más que los peca¬
dos mortales; los veniales hay libertad de confe¬
sarlos o no.

24. No hay obligación de confesar los pecados más que


una vez bien. Aunque se
puede confesarlos muchas
si se quiere.
25. Basta decir la substancia del pecado y las circuns¬
tancias que mudan de especie. Pero no es preciso
contar el modo, la historia, etc.
26. Después de haber hecho examen con diligencia
para acordarse de lo que uno buenamente pueda,
lo olvidado queda perdonado, y puedes comulgar
aunque luego de confesado te acuerdes de algo, de¬
jándolo para otra confesión.
27. Cuando buenamente se puede, se debe decir el nú¬
mero de
pecados mortales de cada clase.
28. Para que un pecado sea mortal se necesitan tres
condiciones: i.a Que la materia del pecado sea gra¬
ve, o que uno la conciba como grave al tiempo de
cometer el pecado. 2.a Que tenga advertencia com¬

pleta de que lo que va a hacer es gravemente malo.


3.a Que tenga libertad completa de hacerlo o no
hacerlo. Si falta una de estas tres cosas, el pecado
no es grave.
29. Todo lo que se hace sin querer, sin pleno consenti¬
miento, sin plena advertencia, sin caer en la cuenta,
por simple descuido, en sueños, o medio en sueños,
o en un arrebato imprevisto o inevitable, no es pe¬
cado mortal.
30. Si sólo después de hecha una acción y no antes has
caído en la cuenta de que
aquello era pecado, no
has cometido pecado, ni estás obligado a confesarlo.
31. Los pecados dudosos no hay obligación de confe¬
sarlos, aunque sea bueno confesarlos como dudo¬
sos. La duda
puede ser de si cometiste o no el pe¬
cado, de si fué grave o leve, de si lo has confesado

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CONFESIÓN
38

ya o 110 lo has confesado; y en ninguno de los tres


casos confesarlo. Pero por si acaso,
estás obligado a
al confesar los otros, arrepiéntete en tu corazón
de todos los olvidados o que tú no sepas.
32. El que calla algún pecado grave por su culpa en
una confesión, todas las que después haga no le

valen, y está obligado a repetirlas todas y a confe¬


sarse desde que calló el pecado, confesando tam¬

bién éste y los que entonces tenía.


33. Es una tontería callar pecados por vergüenza. El
confesor te tratará con tanto más cariño y bondad
cuanto tú tengas en él más confianza, y no le dirás
nada de nuevo... Nunca calles por vergüenza un
pecado, porque tendrás después que sufrir mucho,
y al fin lo tendrás que decir, y te costará más cuan¬
to más tardes, y si no lo dices te condenarás.

34. Para que la confesión valga, no es necesario, ni ha¬


ber rezado el Yo pecador, ni el Señor mío Jesucristo,
y ni aun haber sentido dolor cuando te confesabas;
basta haberlo tenido antes, aunque sea algunos
días antes, con tal que después no hayas cometido
algún otro pecado nuevo, aun cuando al confesarte
no te vuelvas a acordar. Pero es mejor tener dolor

actual al mismo tiempo de confesarse o recibir la


absolución.

ORACIÓN PARA PREPARARSE A LA CONFESIÓN


Omnipotente y sempiterno Dios, perdónanos a
los que nos arrepentimos, sé bondadoso a los que
te suplicamos, y dígnate enviarnos tu gracia que
sea remedio saludable a los que humildemente in¬
vocamos tu santo Nombre, nos acusamos de nues¬
tros delitos según están en nuestra conciencia, llo¬
ramos nuestros pecados postrados ante tu divina

clemencia, y pedimos instante y humildemente tu


serenísima piedad; y concédenos, por la invocación
de tu santísimo Nombre, que todos los que nos
acercamos al sacramento de la penitencia para re¬
misión de nuestros pecados, obtengamos salud del

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EXAMEN BREVE
39

alma y protección del cuerpo, por Jesucristo, nues¬


tro Señor. Amén.
Señor, que no quieres la muerte del pecador, sino
la penitencia de sus pecados, mira benigno la fra¬
gilidad de nuestra condición humana y haz que
por
esta confesión a la
que nos acercamos para obtener
el perdón,
obtengamos la absolución de nuestras
culpas, y el premio de la penitencia, por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.

EXAMEN DE CONCIENCIA
Nota.—Ponemos dos exámenes de conciencia. El
uno, el primero, es
páralos que se confiesan a menudo, que conviene lo hagan los
cada ocho días, o antes si caen en
seglares
alguna falta grave. El segundo es para
los que hace mucho
que no se han confesado, o quieren hacer alguna con¬
fesión general, o sencillamente examinar un
poco mejor su conciencia.

ORACIÓN PARA ANTES DEL EXAMEN

Oh Señor Dios mío, que investigas los corazones


y conoces las conciencias de los hombres, dame la
gracia de examinar sinceramente y conocer verda¬
deramente la mía, de manera que descubra todas
mis malicias y pecados,
para que, confesándolos
bien todos y enmendándome de ellos, merezca
tu
perdón y gracia en la tierra y la entrada de la glo¬
ria en el cielo. Por nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
EXAMEN PRIMERO
(Para confesiones sencillas y de poco tiempo.)
¿Has cometido algún pecado mortal o algún pe¬
cado venial que se
acerque a mortal?
Primer
mandamiento.—¿Has hecho bien tus ac¬
tos de religión?—¿Has
leído o hablado algo contra
la Iglesia
católica?—¿Tienes compañías peligrosas
o
perteneces a sociedades
irreligiosas?—¿Lees pe¬
riódicos o revistas malas, mundanas,
irreligiosas?—
¿Has tenido alguna superstición, consultado adivi¬
nas, espiritistas?
Segundo mandamiento. ¿Has jurado? ¿Has

cumplido tus votos?—¿Has dicho blasfemias o pa-

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4° EXAMEN BREVE

labras irreverentescontra Dios y sus Santos, su


Iglesia ministros?
y sus
Tercer mandamiento.—¿Has oído misa bien?—
¿Has trabajado sin necesidad?—¿Y tus depen¬
dientes ?
Cuarto mandamiento.—Si eres
hijo, ¿has respe¬
tado, obedecido, cuidado y alimentado a tus pa¬
dres?—Si eres padre, ¿has enseñado a tus hijos la
Doctrina, los has educado, corregido, castigado, vi¬
gilado, dado mal ejemplo, mimado, consentido, vio¬
lentado en sus derechos, dejado ir a peligros y con
malas compañías?—Si eres casado, ¿eres fiel, cari¬
ñoso, continente, moral como se debe?—-Si eres su¬
perior, ¿mandas como debes y lo que debes y tratas
con caridad
y justicia a tus subordinados, criados
y criadas?—Si eres inferior, ¿respetas y obedeces a
tus superiores con la humildad debida?—¿Cumples
tus obligaciones y oficios?—Si eres obrero, patrono,
tutor, jefe, oficial, médico, maestro, juez, abogado,
policía; si eres sacerdote, religioso, etc., ¿cumples
bien las obligaciones de tu cargo?
Quinto mandamiento.—¿Has hecho daño de pa¬
labra o de obra a ti o a otros?—-¿Tienes odio o ren¬
cor a alguno?—¿Has dado escándalo, o maldecido,
o deseado mal?—¿Has
reñido, molestado, despre¬
ciado, insultado a otros, a pobres, a inferiores?—-
¿Eres de mal genio y riñes sin motivo y eres into¬
lerante?—¿Das mal trato a tus criados en comer,
dormir, trabajar, etc.?—Cuando ves una necesidad,
¿la remedias si puedes?
Sexto mandamiento.—¿Has tenido malas conver¬
saciones?—¿Has asistido a espectáculos peligrosos?
—¿Has leído novelas, revistas o libros peligrosos?
—¿Estás en algún peligro de pecar?—¿Has hecho
alguna acción deshonesta?—¿Contigo solo?—¿Con
qué clase de personas?—¿Has bailado de mal mo¬
do?—¿Vistes decentemente?
Séptimo mandamiento.—¿Has quitado algo aje¬
no?—¿Has dañado algo a tu prójimo en sus bie¬
nes?—¿Has cobrado más de lo justo o dado menos
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EXAMEN BREVE 41

de lo debido?—¿Has engañado en los tratos?—


¿Has sisado?—¿Has tardado en pagar lo ajeno?—
¿Das el sueldo debido y a su tiempo?—¿Pagas a
tiempo en tiendas, a costureras, etc.?—¿Das limos¬
nas o todo lo
quieres para ti aunque te sobra mu¬
cho?-—¿Usas mucho lujo en vestir, comer, diver¬
tirte, etc.?
Octavo mandamiento.—¿Pías mentido?—¿Has
calumniado?—¿Has descubierto faltas ocultas?—
¿Has revelado secretos?—¿Has escuchado cosas
ocultas?—¿Has leído cartas ajenas?—¿Has mur¬
murado, descubriendo faltas o insinuando sospe¬
chas deotros?—¿Has criticado sin razón faltas de
otros?—¿Has juzgado mal de otros sin fundamento
bastante ?
Nono mandamiento.—¿Has deseado hacer algu¬
na acción torpe?—¿Te has deleitado advertidamen¬
te en
pensamientos deshonestos?
Décimo mandamiento.—¿Has pensado o desea¬
do tomar lo ajeno?—¿Has murmurado contra Dios
porque no te da cuanto quisieras?—¿Empleas de¬
masiado tiempo en ganar, sin atender a otras cosas
necesarias, como la religión, educación de la familia,
instrucción, caridad, etc.?
Mandamientos de la Iglesia.—¿Has oído misa en¬
tera los días de fiesta?—¿Has cumplido con Pas¬
cua?—¿Has avisado a tus enfermos a tiempo para
el viático?—¿Has cumplido con la parroquia?—
¿Has ayunado y guardado vigilias?
Examínate también cómo has gastado el tiempo,
si has mejorado de carácter, si tienes prudencia,
justicia, fortaleza y templanza; si has tenido amor
a Dios
y caridad con el prójimo.

Las personas que acostumbran confesarse de semana en semana o


muy a menudo, bien pueden hacer el examen de un modo aun más
sencillo, recorriendo brevemente las faltas en que conocen que suelen
incurrir de ordinario, y sin recorrer los mandamientos.

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examen largo
42

EXAMEN SEGUNDO

(Para confesiones de mucho tiempo.)


EN LOS MANDAMIENTOS DE DIOS
primer mandamiento.—Amar a Dios sobre todas
las cosas.

¿Sabes lo necesario para salvarte y cumplir tu


deber?
¿Crees lo que enseña la santa Iglesia católica?
¿Has pasado mucho tiempo sin orar y sin hacer
actos de religión, de fe, de esperanza y caridad?
¿Has callado en la confesión pecados mortales?
¿Has desesperado o hablado contra la Providencia?
¿Has faltado al respeto a la Iglesia y sus ministros?
¿Has recibido a tiempo los sacramentos debidos?
¿Has recibido algún sacramento en pecado mortal?
¿Has escrito o leído o dado libros malos?
¿Has creído en supersticiones y adivinaciones?
¿Has consultado adivinos, hipnotistas y espiritistas?
¿Has ido a reuniones de espiritistas o hipnotistas?
¿Has negado o dudado con deliberación de alguna
verdad de la fe, o sostenido doctrinas contra¬
rias a ella, por ejemplo, la libertad de cultos,
prensa, etc.?
¿Has faltado por respetos humanos al respeto
divino?
¿Perteneces a sociedades contrarias a la religión?
segundo mandamiento.—No jurar su santo nom¬
bre en vano.

¿Has jurado con mentira o con duda?


¿Has jurado hacer algo malo, como vengarte?
¿Has jurado sin necesidad o por mala costumbre?
¿Has dejado de cumplir algún voto pudiendo?
¿Has maldecido a otros o contra la Providencia?
¿Has dicho blasfemias o palabras irreligiosas?
tercer mandamiento.—Santificar las fiestas.

¿Has faltado en días de fiesta a misa o llegado des-


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examen largo
43

pues de concluir el credo o salido antes de la co¬


munión?
¿Has estado distraído voluntariamente en ella?
¿Has trabajado o mandado trabajar sin necesidad
más de dos o tres horas en
trabajos serviles?
¿Has impedido que oigan misa los que de ti depen¬
den o no has hecho
que la oigan tus hijos?
¿Sueles gastar todo el día de fiesta en juegos, sin
darte nada a la
religión, sermones, etc.?
cuarto mandamiento.—Honrar padre y madre.
Hijos.
¿Has desobedecido a tus padres en cosas justas?
¿Has tratado a tus padres con dureza y sin respeto?
¿Te has avergonzado de ellos ante los demás?
¿Los has amenazado, burlado, insultado, mal¬
tratado?
¿Has dejado de socorrerles en sus necesidades?
¿Les has entregado el salario que ganas?
¿Has cumplido su testamento y liltima voluntad?
¿Has obedecido y respetado a tus superiores?
¿Has cumplido las leyes justas y obligaciones?
¿Has trabajado cuando y como te mandaban?
¿Has llegado tarde a tus obligaciones?
Padres.
¿Has enseñado a tus hijos la Doctrina cristiana?
¿Los has educado en buenas costumbres?
¿Los corriges y castigas según merece la falta?
¿Vigilas dónde andan, de quién se acompañan, qué
leen, qué hacen, si mejoran o se pervierten?
¿Les mandas a la escuela, y a escuelas buenas, o
a laicas,
indiferentes, de malos maestros?
¿Les enseñas carrera, oficio o modo de vivir aco¬
modado a tu estado y
capacidad y carácter?
a su
¿Les dejas andar ociosos y vagabundos?
¿Les dejas ir a diversiones y espectáculos peli¬
grosos ?
¿Dejas a tus hijas que anden solas con otros?
¿Mimas a tus hijos y los dejas insolentarse?
¿Les has dado mal ejemplo con hechos y dichos?

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EXAMEN LARGO
44

¿Has violentado a tus hijos sin razón en la elec¬


ción de estado prohibiéndoles entrar en religión
o casarse, porque
a ti no te gusta?
¿Les has desheredado o perjudicado injustamente
o sin razón en los bienes que les dejas?

¿Has dejado a tus hijos o hijas ir a servir o vivir


donde peligra su alma o su cuerpo?
Esposos.
¿Tratas bien a tu consorte de obra y de palabra?
¿Le has dado algún disgusto grave sin motivo?
¿Le has desautorizado delante de tus hijos?
¿Has procurado conservar y acrecentar tu hacien¬
da, o la has malgastado en vanidades o vicios?
¿Has participado lo que ganas a tu esposa, y le has
dado lo conveniente para el gasto y bien de casa?
¿Has consultado con tu consorte los negocios?
¿Has quitado la debida libertad a tu esposa o espo¬
so para lo bueno y lícito, y para lo religioso?

¿Has desobedecido al esposo en cosa grave?


¿Has dejado solo al consorte demasiado?
¿Usas del santo matrimonio como Dios manda?
¿Has hecho testamento y dejas arreglados tus ne¬
gocios de suerte que no ha}^a después disensiones?
Hermanos.
¿Has tratado bien a tus hermanos? ¿Has reñido
con ellos? Los has encubierto ante tus padres?
Superiores.
¿Has procurado se guarden las leyes justas y se
paguen las penas debidas?
¿Has guardado justicia en la repartición de cargas,
contribuciones, empleos, privilegios, beneficios,
utilidades, honores y premios? Sobre todo has
protegido a los pobres desvalidos?
¿Has atendido contra razón a recomendaciones y te
has sujetado al capricho de caciques y amigos?
¿Has mandado lo que debes mandar?
¿Has evitado con entereza escándalos, hurtos, ven¬
ganzas, fraudes, descuidos? ¿o los toleras por te¬
mor a algún poderoso o por propio provecho?

¿Has votado leyes injustas, sentencias injustas,

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EXAMEN LARGO
45

multas excesivas, y despachado expedientes in-


j ustos ?
¿Has cumplido tus obligaciones de gobernador,
juez,
alcalde, médico, gerente, consejero, jefe, etc.
¿Has postergado los negocios de los pobres a los de
los ricos y les has
perjudicado con la dilación?
¿Has cuidado de que tus subalternos no traten mal
a los
que acuden, ni los obliguen a darles remu¬
neración por oficios
gratuitos y obligatorios?
¿Has tratado con soberbia a tus subordinados o les
has exigido más de lo
que les debías exigir o no
les has dado la soldada debida?
Criados y subditos.
¿Te conformas con tu suerte? ¿Murmuras contra
Dios?
¿Has faltado a tus leyes, reglamentos o mandatos?
¿Has descuidado las obligaciones que tienes?
¿Has hablado mal de tus amos contando chismes?
¿Has descubierto los secretos de tus amos
y seño¬
res, los defectos y
malestar de la casa?
¿Has obedecido a
leyes y órdenes injustas o con¬
trarias a la ley de Dios por temores humanos?
¿Has faltado a lo comprometido con tus amos?
¿Estás sirviendo a gente mala, hereje, escandalosa
o donde no
puedes cumplir con la ley de Dios?
¿Has sido cómplice con tus amos para sus
pecados,
llevando recados, encubriendo sus
actos, etc.?
Obligaciones particulares.
Maestros, catedráticos.—¿Enseñas el tiempo debido?
¿y con el cuidado conveniente?
ciases? ¿Enseñas buena doctrina? ¿Preparas las
¿Tienes par¬
cialidad con las
personas? ¿Das con justicia las
notas? ¿Exiges por ello remuneración?
Los peca¬
dos de los maestros
y profesores pueden ser muy
graves.
Tutores.—¿Administras bien los bienes de tus pu¬
pilos? ¿Vigilas por su buena educación? ¿Abusas
de sus bienes? ¿Tomas y
das cuenta de ellos a
tiempo?
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EXAMEN LARGO
46

Patronos.—¿Das el salario justo y conveniente?


¿Tratas con caridad cristiana a tus operarios?
¿Guardas las leyes con ellos? ¿Los tratas como
a esclavos o como a hombres y como a herma¬
nos? ¿Evitas cuanto puedes su perversión moral
y los peligros de su alma? ¿Les dejas tiempo de
cumplir sus deberes religiosos? ¿Abusas de los
necesitados?
Obreros.—¿Cumples con los contratos? ¿Cuidas de
las cosas de tus amos? ¿Trabajas el tiempo de¬
bido con diligencia? ¿Te rebelas y declaras en
huelga, y fomentas la rebelión y la huelga sin
justicia y sin razón? ¿Haces daño en sus bienes
a tus amos? ¿Impides sin derecho que trabaje
el que quiere?
Oficiales y jefes.—¿Eres fiel a tu rey? ¿Tratas bien
a tus soldados? ¿Los sujetas a la ordenanza? ¿y
a las buenas costumbres? ¿Evitas sus atrope¬
llos y blasfemias, malas conversaciones y malos
ejemplos?
Jueces.—¿Das sentencia injusta? ¿o precipitada?
¿o sin pruebas? ¿y (si eres jurado) contra tu con¬
ciencia? ¿Dejas impunes los delitos? ¿Dilatas
las causas? ¿Las enredas? ¿Recibes regalos?
Abogados.—¿Te encargas de causas injustas? ¿No
desengañas a tu cliente por ganartú? ¿Violas el
secreto? ¿Dilatasenredas culpablemente los
y
expedientes? ¿Estudias bien los asuntos?
Médicos.—¿Pones la debida diligencia en tus en¬
fermos? ¿Sabes lo bastante para tu ejercicio?
¿Usas de medicinas inciertas sólo para hacer ex¬
periencia? ¿Prescribes medicamentos y gastos
inútiles? ¿Exiges honorarios excesivos, sobre
todo a los pobres? ¿Cooperas a alguna acción
criminal o inmoral? ¿Adviertes a los enfermos
de su peligro de muerte para que se dispongan?
¿Tienes la caridad que exige tu influencia y usas
de ella para el bien? ¿Atiendes a los pobres me¬
nos que a los ricos?

Guardias, policías, conserjes.—¿Guardas tus obli-

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EXAMEN LARGO
47

gaciones? ¿Tratas con la debida consideración


a las personas? ¿Denuncias a quienes debes de¬
nunciar?

quinto mandamiento.-—-No matar.

¿Has matado, herido, golpeado a otros?


¿Has desafiado o aceptado desafíos o cooperado,
asistido, intervenido en ellos?
¿Has insultado o dañado con palabras a otros?
¿Has hecho algo contra tu vida o salud?
¿Te has embriagado hasta perder la razón?
¿Has hecho o dicho algo malo en tu embriaguez?
¿Has dado bebidas o remedios con malos fines?
¿Has escandalizado a otros y enseñado o inducido
a
pecar con ejemplos, modos de vestir, conver¬
saciones, libros malos, novelas, estampas, etc.?
¿Has tenido o tienes odios, envidias, deseos de mal
grave, de venganza, alegría del mal ajeno?
¿Has dejado de mirar por el bien ajeno pudiendo
fácilmente evitar daños, v. g., avisando de los
escándalos a quien los puede evitar y corregir?
¿Estás dispuesto a perdonar y reconciliarte?
¿Has dado satisfacción y pedido perdón si ofen¬
diste?
¿Te has burlado de otros o los has molestado, ri¬
diculizado, criticado o hecho llorar sin causa?
¿Has reprendido con dureza e injuriado al pró¬
jimo?
¿Has remediado a los necesitados si puedes?
sexto mandamiento. No fornicar.

¿Has cometido alguna acción deshonesta? ¿solo?


¿con otra persona? ¿de qué clase?
¿Has tenido malos juegos y diversiones?
¿Has hecho malos gestos, o faltado a la modestia
al vestirte, desnudarte y divertirte?
¿Has tenido malas conversaciones, cuentos y can¬
tares, lecturas, periódicos, dibujos, objetos obs¬
cenos?
¿Has mirado objetos deshonestos o peligrosos?

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examen largo
48

¿Has ido a bailes, teatros, cines, reuniones, en que


se ven y oyen cosas deshonestas o peligrosas?
¿Has escrito o pintado cosas deshonestas?
¿Te presentas vestido o vestida deshonestamente?
Si eres criado o criada, ¿estás en sitios peligrosos,
vas a tiendas y casas peligrosas, cooperas o en¬
cubres actos o vidas deshonestas?
¿Tienes relaciones por pasatiempo sin ánimo de ca¬
sarte? ¿Tienes compañías peligrosas?
¿Pasas la noche fuera de casa? ¿Te recoges tarde
a ella sin necesidad, por vicios o peligros?
séptimo mandamiento.—No hurtar.

¿Has robado algo ajeno en materia grave?


¿Has hecho algún daño grave a otro en sus bienes?
¿Has restituido, pudiendo, lo robado?
¿Has resarcido, pudiendo, el daño grave hecho?
¿Has comprado o vendido con engaño en peso,
calidad, medida, precio o falsificando el género?
¿Has prestado con usura con más interés del que
suelen los buenos no tenidos por usureros?
¿Has comprado a sabiendas lo robado y encubier¬
to a hijos, criados y otros que hayan robado?
¿Has jugado cantidades grandes o que no son
tuyas?
¿Has hecho trampas en el juego por ganar?
¿Has pasado moneda falsa o sisado en las compras?
¿Has retenido el dinero de legados, limosnas, ani¬
versarios, pagos, o el sueldo de obreros, costu¬
reras, criadas, sirvientes, que muchas veces lo
necesitan y reciben daños de estos retrasos?
¿Has cobrado más salario o sueldo que lo justo?
¿Has exigido más de lo debido en fielatos, escrito¬
rios, portazgos, servicios, administraciones?
¿Has guardado equidad en el reparto de cargos y
provechos entre ciudadanos, empleados, obreros?
¿Has permitido que se arreglen las cosas a capricho
de los caciques que quieren aprovecharse?
¿Has recibido dones de litigantes o negociantes?
¿Tienes deudas? ¿No has pagado pudiendo?

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examen largo
49

¿Has cumplido testamentos, encargos y legados?


¿Has dado el voto según conciencia al más digno,
al católico, al más
apto?
¿Has perjudicado con tu voto a la religión, a la pa¬
tria, al pueblo o a otros que tenían derecho
mejor?
¿Has obligado a tus clientes, inquilinos, empleados,
a dar el voto
injustamente a quien tú quieres?
¿Has dado limosna o todo lo quieres para ti?
¿Has derrochado en lujo, regalo, etc., lo que sobra?
octavo mandamiento.—No mentir.
¿Has mentido con perjuicio grave del prójimo?
¿Has levantado falsos testimonios o calumnias?
¿Has descubierto sin causa faltas graves ocultas?
¿Has formado juicios graves sin fundamento?
¿Has revelado secretos de importancia que te han
confiado, que has prometido guardar o que se
deben guardar
aunque no lo hayas prometido?
¿Has abierto o leído cartas de otros, sabiendo que
ellos lo llevarían a mal si lo supieran?
¿Te has puesto a escuchar cosas secretas?
¿Has traído cuentos y chismes de unos a otros?
¿Has escrito cosas que infaman o ridiculizan al
prójimo, sin razón ni derecho para ello?
¿Has criticado acerbamente de otros sin causa?
¿Has dejado de restituir la fama, pudiendo?
¿Has exagerado los defectos ajenos?
¿Has dicho medias palabras e insinuaciones de
otros, infundiendo sospechas de ellos sin razón?
¿Has oído murmurar con gusto o fomentado las
murmuraciones preguntando defectos
y secretos?
¿Has permitido murmurar cuando tenías obliga¬
ción de impedirlo, como
los padres en los hijos?
¿Has dejado sin defender al prójimo pudiendo con
facilidad hacerlo?

nono mandamiento.—No desear la mujer de tu


prójimo.
¿Has tenido malos deseos, aunque no los hayas
ejecutado?

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5o EXAMEN LARGO

¿Has tenido malos pensamientos, deleitándote ad¬


vertidamente en ellos, aunque no los hayas pues¬
to ni deseado poner por obra?
décimo mandamiento.—No codiciar los bienes aje¬
nos.

¿Has pensado deseado robar al prójimo o hacerle


o
daño en sus o lo has aconsejado?
bienes
¿Has tramado huelgas, revueltas o trampas para
apoderarte de lo ajeno?
¿Has murmurado contra Dios porque no te da más?
EN LOS MANDAMIENTOS DF. LA IGLESIA

primer mandamiento. Oír misa.

¿Has oído misa todos los días de fiesta, o has llega¬


do tarde, después de concluido el Credo?

segundo mandamiento.—Confesar cuando lo man¬


da la Iglesia.
¿Has confesado una vez al año? ¿Y bien o mal?
¿Has confesado, teniendo pecado, antes de comul¬
gar o de recibir otros sacramentos, como el ma¬
trimonio? Casarse en pecado es sacrilegio.
¿Te has confesado a tiempo estando enfermo?
¿Has avisado a los tuyos en las enfermedades a
tiempo para que reciban la confesión y el viá¬
tico o por falsa caridad los has engañado?

tercer mandamiento.—Comulgar por Pascua Flo¬


rida.

¿Has comulgado por pascua? ¿Y bien? Y si dejaste


pasar el tiempo ¿has comulgado después?

cuarto mandamiento.—Ayunar.
¿Has ayunado pudiendo y no estando excusado?
¿Has guardado la vigilia pudiendo guardarla?
¿Has usado de los privilegios de la bula sin tener¬
la, pudiendo tenerla, y no siendo pobre?

Biblioteca Nacional de España


DOLOR
51

quinto mandamiento.—Pagar diezmos y primi¬


cias.

¿Has pagado para el culto lo que se acostumbra


por los buenos cristianos en tu país o pueblo?
DOLOR DE LOS PECADOS
Nota.—No se necesita, para que
haya verdadero dolor, el que este
dolor sea sensible. Basta
que uno deteste sus culpas, que le pese de
haberlas cometido, que desee no tenerlas sobre
si, que, o por ser el pe¬
cado una bajeza, o por temor de los
castigos que Dios da por ellos, o
por amor de Jesucristo crucificado, o por ser Dios siempre tan bueno
con nosotros, se avergüence el pecador de haber faltado al respeto y
amor debido a Dios
y de haber despreciado su ley santa.

ORACIONES para EL dolor

Vergüenza. Oh Señor mío y Dios mío, Dios san¬


to, Dios justo que aborreces todo pecado: yo peca¬
dor avergonzado con las manchas de
mis delitos
me
presento ante ti humildemente a pedirte per¬
dón de mis faltas,
y que por medio de la confesión
te dignes lavarme con la
sangre de tu Hijo, que
vive y reina contigo
y el Espíritu Santo por los si¬
glos de los siglos. Amén.
Temor. Oh Señor mío
y Dios mío, justo Juez de
las iniquidades y conductas de los hombres,
que cas¬
tigas en esta vida o en la otra todo pecado: yo pe¬
cador, que he merecido el infierno y el castigo por
mis culpas, me presento humildemente ante tu di¬
vina misericordia a
pedirte me des absolución de
mis pecados y me los perdones
por los tormentos,
pasión y muerte que te ofreció por mí tu Hijo
Santísimo que vive y reina,
contigo y el Espíritu
Santo por los siglos de los
siglos. Amén.
Agradecimiento. Oh Señor mío y Dios mío, oh
mi Señor Jesucristo, hecho hombre
por redimirme:
tanto me amaste que para obtener el perdón de mis
pecados quisite ser crucificado y dar la vida por
mis culpas; yo me postro humildemente a tus pies
y te pido perdón por haber vuelto a ofenderte des¬
preciando tu sangre y el amor con que diste la vida

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DOLOR

por mí; dame la gracia de confesarme, arrepen-


tirme y enmendarme, oh mi Señor, que vives y
reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Amor. Oh Señor mío y Dios mío, oh buen Padre,
Criador, Bienhechor nuestro. Oh altísimo y bené¬
fico Señor de todos los hombres: yo me arrepiento
de haberte ofendido siendo tú tan bueno, y me
presento humildemente ante tu bondad infinita,
y como el hijo pródigo te pido que me perdones
y me recibas de nuevo en tus brazos y admitas en
tu casa reconciliándome por medio de la peni¬
tencia. Por Jesucristo nuestro Señor, verdadero
Hijo tuyo, que contigo y el Espíritu Santo vive
y reina por los siglos de los siglos. Amén.

MODO DE CONFESARSE

está confesando a otro, dirás el


Mientras el sacerdote
Yo pecador, para no perder tiempo.
Cuando llegue tu puesto te acercas al confesor y de
pie o de rodillas, según se acostumbre, le saludas di¬
ciendo: Ave María Purísima, y él responderá: Sin pe¬
cado concebida.
Enseguida dirás tú mismo: Hace... (tanto tiempo)
que no me he confesado. Cumplí (o no cumplí) la peni¬
tencia. No callé ningún pecado (o callé) ni dejé olvidado
(o me olvidé).
Desde entonces he cometido estos pecados... Y confiesa
los que recuerdes.
Si puedes, es mejor que tú te confieses solo, pues es
muy sencillo. Pero si no aciertas, ruega al confesor que
te vaya preguntando, y respóndele a todo, y si tienes
más pecadosque él no te pregunte, díselos tú mismo.
Y no tengas miedo de decirle todo, que te tratará bien,
teguardará secreto, y después de decirlo te alegrarás
muchísimo.
Atiende humildemente a los consejos desinteresados
que te da. Él
es allí tu padre, tu maestro, tu juez, tu
médico. Pregúntale las dudas morales que tengas. Pí¬
dele los consejos que necesites. Dile todo lo que te ocu-

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DESPUÉS DE LA CONFESIÓN 53

rra con confianza de amigo, seguro de que te guardará


el secreto más riguroso.
SATISFACCIÓN

Después has acabado la confesión, si puedes,


que
cumple en seguida la penitencia. Si no puedes cumplir¬
la entonces, o si es larga y sólo puedes
cumplir parte,
cumple lo restante lo antes que puedas.
Lo que debes examinar con
especial cuidado es los pe¬
ligros y ocasiones en que antes has estado de pecar,
para que hagas.propósito no sólo de no pecar, sino de
apartarte de las ocasiones y tentaciones. Y ten pre¬
sente esta importante verdad:
El que no se mete en ocasiones de mal, vive bien fá¬
cilmente.
El que se mete en peligro de pecar, vive mal ordina¬
riamente.

ORACIONES PARA DESPUÉS DE LA CONFESIÓN


1. Señor Dios mío, que te ofendes con el pecado
y te aplacas la penitencia, atiende propicio
con
ías oraciones de mi corazón arrepentido y aparta
ya de mí los castigos de tu ira que había merecido.
Por mi Señor Jesucristo. Amén.
2. Señor Dios mío, que haces que todas las co¬
sas aprovechen a los que te aman, derrama
en nues¬
tros corazones el incorruptible afecto de tu amor,
para que los deseos y propósitos que he formado con
tus inspiraciones no se muden en adelante con nin¬
guna tentación.
3. Abrasa en el fuego del Espíritu Santo nues¬
tro corazón y nuestras entrañas,
para que te sirva¬
mos con castidad en el cuerpo y con pureza en
el corazón.
4. Señor Dios mío, que a ninguno rechazas, sino
que, aunque haya pecado, te aplacas por su peni¬
tencia con piadosa misericordia: atiende propicio
a los
ruegos de nuestra humildad e ilumina nues¬
tros corazones, para que podamos cumplir tus
mandamientos.

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54
ANTES DE LA COMUNIÓN

5. Señor Dios mío, que justificas al impío y no


quieres la muerte del pecador, invocamos supli¬
cantes tu divina Majestad para que, así como tus
siervos confiamos en tu misericordia, así nos pro¬
tejas benigno con tu auxilio y nos conserves con
tu asidua protección, para que continuamente te
sirvamos y por ningunas nos separe¬ tentaciones
mos de ti. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Oración para pedir por intercesión de la Santísi¬
ma Virgen,—Concédenos, Señor misericordioso, tu
auxilio en nuestra fragilidad, para que los que in¬
vocamos la memoria de la santa Madre de Dios,
por el auxilio de su intercesión resucitemos de
nuestras iniquidades. Por el mismo Jesucristo
nuestro Señor. Amén.
COMUNIÓN
1. Comunión es el sacramento en que recibimos el
cuerpo y sangre de Cristo bajo la especie de pan en
la hostia consagrada.
2. Hay obligación de comulgar una vez al año.
3. Pero el Papa y la Iglesia nos enseñan que Jesucris¬
to desea que, a poder ser, comulguemos todos los
días, o lo más que podamos, lo mismo los hombres
quelas mujeres y niños.
4. La mejor devoción de los cristianos es oír misa to¬
dos los días y comulgar en ella.
5. Para poder comulgar se necesita de parte del alma
estar en gracia de Dios, no tener pecado mortal.
6. No es obligatorio el no tener pecados veniales para

comulgar.
7. Los pecados veniales se quitan en la comunión.
8. De parte del cuerpo se necesita no haber comido ni
bebido nada desde las doce de media noche.
9. Además conviene que antes de comulgar nos en¬
fervoricemos con actos de fe, esperanza y amor, y
con oraciones y consideraciones piadosas, como las

que pondremos en este libro.


10. La mejor preparación para comulgar bien es tener
buena vida, y oír misa antes de comulgar.

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ANTES DE LA COMUNIÓN 55

11. Cuando oye misa antes, basta prepararse con


no se

unosdiez minutos y aun menos, si no se puede más.


12. Para dar gracias conviene
emplear como un cuar¬
to de hora rezando
algo al Señor que hemos re¬
cibido.
13. El modo de comulgar es acercarse con modestia y
compostura, arrodillarse en el comulgatorio, cuan¬
do llegue el sacerdote levantar un
poco la cabeza,
cerrar los
ojos, abrir un poco la boca, sacar mode¬
radamente la lengua, y después de recibir la forma
retirarla despacio, levantarse con modestia, hacer
una
genuflexión con una rodilla y pasar a su puesto
a dar
gracias.
14. Conviene no escupir sin necesidad hasta que pa¬
sen cinco o diez minutos.

CONSIDERACIONES ANTES DE COMULGAR

Para que tengamos más devoción es muy con¬


veniente que consideremos quién viene a nos¬
otros, a quién viene y para qué viene. Y para este
fin pondremos aquí una consideración para cada
día.

¿Quién viene? ¿A quién viene? ¿Para qué viene?


1. Mi Dios a su criatura para
divinizarme.
2. Mi Padre a
Hijo díscolo
su
para educarme.
3. Mi Rey a su vasallo para darme mercedes.
4. Mi Redentor al esclavo del pecado para librarme.
5. Mi Jesús al perdido para salvarme.
6. Mi Señor al criado para darme órdenes.
7. Mi Buen Pastor a su oveja para guardarme.
8. Mi Maestro al ignorante para enseñarme.
9. Mi Médico al enfermo
para sanarme.
10. Mi Amigo al convidado
para acompañarme.
11. Mi hermano Abel a su hermano a
perdonarme.
12. Mi Juez al
pecador para absolverme.
13. Mi Sacerdote a mi corazón para santificarme.
14. Mi Vida, al moribundo para reanimarme.
15. Mi Verdad al iluso para desengañarme

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56 ANTES DE LA COMUNIÓN

16. Mi Camino al peregrino para guiarme al cielo.


17. Mi Vid al sarmiento para injertarme en sí.
18. Mi Pan de vida al hambriento para alimentarme.
19. Mi Sembrador a mi alma para sembrar gracias.
20. Mi fuente al cansado para refrigerarme.
21. Mi Estrella al navegante para orientarme.
22. Mi Piloto a su nave para conducirme.
23. El Niño Jesús a mi pesebre a humillarme.
24. Mi Modelo a mi alma para acomodarme a sí.
25. Mi Crucificado al regalado a amoldarme a la cruz.
ORACIONES ANTES DE COMULGAR

a nuestras preces los


Benignísimo Dios, inclina
oídos de tu misericordia, 3^ con la gracia del Es¬
píritu Santo ilumina nuestro corazón para que
merezcamos recibir dignamente tu sacramento y
amarte con eterno amor.

Dios quien todo corazón está descubier¬


mío, a
to, y toda voluntad habla, y ningún secreto está
oculto, purifica por la infusión del Espíritu Santo
los pensamientos de nuestra alma, para que merez¬
camos amarte perfectamente y alabarte digna¬
mente.
Quema, Señor mío, con el fuego del Espíritu
Santo, nuestras entrañas y nuestro corazón, para
que te sirvamos con cuerpo casto y te agrademos
con corazón limpio.
Te rogamos, Señor,que el Paráclito, que pro¬
cede de ti, ilumine nuestras almas y nos conduzca,
según las promesas de tu Hijo, a toda la verdad.
Te rogamos, Señor, que sea con nosotros la vir¬
tud del Espíritu Santo, que purifique benigna¬
mente nuestros corazones 3^ los defienda de toda
adversidad.
Dios mío, que con la luz del Espíritu Santo en¬
señas a las almas de los fieles, concédenos por la

gracia de ese mismo Espíritu Santo gustar siem¬


pre del bien y gozar siempre de sus consuelos.
Te rogamos, Señor, que visites nuestras con¬
ciencias para purificarlas, a fin de que al venir en-

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ANTES DE LA COMUNIÓN 57

cuentre en nosotros
bien preparada su morada
nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo
en unidad del
Espíritu Santo, Dios por todos los
siglos de los siglos. Amén.
Oración por intercesión de la Inmaculada Vir¬
gen.—Dios mío, que por la inmaculada Concep¬
ción de la Virgen preparaste a
tu Hijo digna mo¬
rada, te rogamos que, así como por previsión de
la muerte de tu mismo Hijo
preservaste a nues¬
tra Madre de toda mancha, así
por su intercesión
nos concedas llegar limpios a recibir a tu Hijo, que
vive y reina contigo en unidad del Espíritu
Santo,
Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
Oración de Santo Tomás de Aquino.—Aquí me
llego, todopoderoso y eterno Dios, al sacramento
de tu unigénito
Hijo mi Señor Jesucristo, como
enfermo al médico de la vida, como sucio a la
fuente de misericordia, como ciego a la luz de la
claridad eterna, como pobre al señor de los cie¬
los y la tierra
y como desvalido al rey de la gloria.
Ruego, pues, a tu infinita bondad y misericor¬
dia tengas por bien sanar mi enfermedad,
limpiar
mi suciedad, alumbrar mi ceguedad,
enriquecer
mi pobreza y vestir mi desnudez, para
que así
pueda yo recibir al Pan de los Angeles, al Rey de
los reyes, al Señor de los señores con tanta reve¬
rencia y temor, con tanto dolor y verdadero
amor,
con tal fe y
tal pureza y con tal propósito e inten¬
ción cual conviene para la salud de mi alma.
Dame, Señor, que reciba yo, no sólo el Sacra¬
mento de tu sacratísimo cuerpo, sino también la
virtud gracia del Santísimo Sacramento. ¡Oh
y
piadosísimo y amantísimo Padre! concédeme este
unigénito Hijo tuyo, al cual deseo ahora recibir
encubierto y debajo del velo en esta vida, de ma¬
nera que le merezca yo ver para siempre des¬
cubierto y sin velo en la patria. El cual con¬
tigo vive y reina en los siglos de los siglos. Amén.

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58 ANTES DE LA COMUNIÓN

Actos de varias virtudes antes de comulgar.


Fe.—Creo en vos, Dios mío, porque sois ia
suma Verdad, que no puede ni engañarse ni en¬
gañar.
Esperanza.—Espero en vos, Dios mío, porque
sois poderoso, misericordioso y queréis salvarme
y santificarme, si yo quiero, con vuestra gracia.
Caridad.—Os amo, Dios mío, porque sois bueno
sobre todas las cosas y habéis sido muy bueno
conmigo, siempre, sin yo merecerlo.
Adoración.—Os adoro, Dios mío, porque sois ex¬
celentísimo, santo, Dios y Señor de todas las cosas.
Humildad.—Me humillo ante vos, porque soy
una
pobre criatura que sin nada puedo, porque
vos
no os he servido como debo y os he ofendido
mucho.
Contrición.—Os pido perdón, Dios mío, de mis
pecados, arrepiento de haberos ofendido por
y me
ser vos tan bueno; estoy dispuesto a satisfacer por
mis culpas y a enmendarme de todas ellas.
Acción de gracias.—Os doy gracias por los mu¬
chos beneficios que me habéis hecho siempre, y
especialmente al querer hoy que yo os reciba.
Ofrecimiento.—Os ofrezco todo cuanto soy y
tengo para serviros siempre con ello en lo que
queráis.
Conformidad con la voluntad de Dios.—Me re¬
signo en todo a vuestra divina voluntad y acepto
con alegría lo
que me queráis dar o lo que queráis
permitir acerca de mí, fuera del pecado.
Perdón.—Perdono por vuestro amor a todos los
que me han ofendido, para que vos me perdonéis.
Oración.—Os ruego por vuestra pasión santísi¬
ma al entrar en mi alma os compadezcáis de
que
mí, me deis las gracias que más necesite, no me
dejéis hasta el fin de mi vida y al salir mi alma del
cuerpo la llevéis fortalecida con todos los sacra¬
mentos a la vida eterna.

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59

AL IR A COMULGAR

di con el ayudante el Yo pecador..., y luego dirás tres


veces con el sacerdote:

Señor mío, yo no soy digno de que entréis en


mi morada; mas decid una sola palabra y mi alma
quedará sana.
El Cuerpo de nuestro Señor Jesucristo guarde
mi alma para la vida eterna. Amén.

ORACIONES DESPUÉS DE COMULGAR

Preces del sacerdote después de dar la Comunión.


—¡Oh sagrado convite en el cual se recibe a Cristo,
se recuerda la memoria de su pasión, se llena el
alma de gracia, y se nos da una prenda de nuestra
futura gloria!
Nos has dado pan del cielo,
Que encierra en sí todo deleite.
Oremos.—Oh Dios que bajo este admirable Sa¬
cramento has
dejado un recuerdo de tu pasión:
nos

concédenos por favor venerar de tal modo los sa¬


cramentos de tu Cuerpo y Sangre, que sintamos
continuamente en nosotros el fruto de tu reden¬
ción, oh Señor, vives y reinas con Dios Padre
que
en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los

siglos de los siglos. Amén.


ORACIÓN QUE USABA SAN IGNACIO DE LO YOLA

Alma de Cristo, santifícame. * Cuerpo de Cris¬


to, sálvame. * Sangre de Cristo, embriágame. *
Agua del costado de Cristo, purifícame. * Pasión
de Cristo, confórtame. * ¡Oh buen Jesús! óyeme.
*
Dentro de tus llagas escóndeme. * No permitas
que me aparte de ti. * Del maligno enemigo de¬
fiéndeme. * En la hora de mi muerte llámame. *
Y mándame ir a ti, * Para que con tus Santos te
alabe * Por los siglos de los siglos. Amén.

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6o DESPUÉS DE COMULGAR

OTRA ORACIÓN DE SAN IGNACIO DE LOYOLA

Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi


memoria, mi entendimiento y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer. Vos me lo disteis, a
vos, Señor, lo torno; todo es vuestro: disponed a
toda vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y
giacia, que ésta me basta.
ORACIÓN DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
doy, Señor Dios Padre todopoderoso,
Gracias te
por todos los beneficios y señaladamente porque
has querido admitirme a la participación del sa¬
cratísimo Cuerpo de tu unigénito Hijo. Suplicóte,
Padre clementísimo, que esta sagrada comunión
no para mi alma lazo ni ocasión de castigo,
sea

sino intercesión saludable para el perdón: sea ar¬


madura de mi fe, escudo de mi buena voluntad,
muerte de todos mis vicios, exterminio de todos
mis carnales apetitos y aumento de caridad, pa¬
ciencia y verdadera humildad y de todas las vir¬
tudes: sea perfecto sosiego de mi cuerpo y de mi

espíritu, firme defensa contra todos mis enemigos


visibles e invisibles, perpetua unión contigo solo,
mi verdadero Dios y Señor, y sello feliz de mi
dichosa muerte. Y te ruego que tengas por bien
llevarme a mí pecador a aquel convite inefable
donde tú con tu Hijo y el Espíritu Santo eres para
tus Santos luz verdadera, satisfacción cumplida
y gozo perdurable, dicha completa y felicidad per¬
fecta. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

HIMNO DE ACCIÓN DE GRACIAS

(Te Deum.)
A ti, oh Dios, alabamos; a ti, Señor, confesamos.
A ti, Eterno Padre, venera toda la tierra.
A ti los ángeles todos, a ti los cielos y todas las
Potestades;
A ti los Querubines y Serafines, en incesante canto
proclaman:

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DESPUÉS DE COMULGAR 6l

Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los Ejércitos.


Llenos están los cielos
y la tierra de la majestad
de tu
gloria.
A ti el glorioso coro
de los Apóstoles,
A ti de los profetas la multitud
venerable,
A ti de los mártires el
espléndido ejército te alaba.
A ti por todo orbe de la
el tierra, te confiesa la
santa Iglesia,
Padre de inmensa majestad;
Y venerable a tu verdadero
y único Hijo;
Y santo también al
paráclito Espíritu.
Tú eres
Rey de la gloria, oh Cristo.
Tú del Padre eres el
Hijo eterno.
Tú deseando salvar al hombre te
dignaste bajar
al seno de una virgen.
Tú, destruido el dardo de la muerte, abriste a los
creyentes los reinos de los cielos.
Tú estás sentado a la diestra de Dios en la gloria
del Padre.
Creemos que vendrás
ú
como juez;
por eso te rogamos que socorras a tus siervos
que redimiste con tu preciosa sangre.
Haz que seamos numerados con tus Santos en la
gloria eterna.
Salva a tu pueblo, Señor,
y bendice a tu herencia.
Y rígenos condúcenos hasta la eternidad.
y
Todos los días te bendecimos;
Y alabamos tu nombre
por los siglos y los siglos
de los siglos.
Dígnate, Señor, guardarnos en este día sin pe¬
cado.
Venga tu misericordia, Señor, sobre nosotros con¬
forme a la esperanza
tenemos en ti.
que
En ti, Señor, he esperado; no seré confundido
jamás.
Benedicamus Patrem et Filium Sancto
cum Spiritu.
Laudemus et superexaltemus eum in scecula.
(Bendigamos al Padre y al Hijo y al Espíritu San¬
to. Alabémosle y exaltémosle por los
siglos.)
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62 ORACIONES VARIAS

Oremos.—Oh Dios, cuya misericordia no tiene


medida, y cuya bondad es un tesoro infinito: a tu
misericordiosísima Majestad damos gracias por los
beneficios que nos ha -hecho, implorando siempre
tu clemencia, para que así como concedes sus de¬
seos a los que piden, así sin abandonarlos los dis¬

pongas a los premios futuros. Por Cristo nuestro


Señor. Amén.

ORACIÓN A JESUCRISTO CRUCIFICADO

Miradme, ¡oh mi amado y buen Jesús! postrado


en vuestra presencia; os ruego con el
santísima
mayor fervor imprimáis en mi corazón vivos sen¬
timientos de fe, esperanza y caridad, verdadero
dolor de mis pecados y propósito firmísimo de
enmendarme; mientras que yo, con todo el amor
y con toda la compasión de mi alma, voy consi¬
derando vuestras cinco llagas, teniendo presente
aquello que dijo de vos, ¡oh buen Jesús! el santo
Profeta David: Han taladrado mis manos y mis
pies, y se pueden contar mis huesos.
Indulgencia plenaria al que, después de haber coufesado y comul¬
gado, rece esta oración delante de alguna imagen de Cristo crucifíca¬
lo y añada algunas preces según la intención de Su Santidad.
Puedes rezar una estación al Santísimo Sacramento o añadir alguna
o algunas de las oraciones que siguen.

ORACIONES VARIAS

A la Santísima Trinidad.—Adórote, Santísima


Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, Dios mío
y mi todo; gracias te doy infinitas porque me
criaste, me redimiste y me conservas; por tus sa¬
cramentos santísimos; porque me has puesto en
la Iglesia católica; y por todos los innumerables
beneficios que a mí y a todo el mundo has hecho.
Ves aquí, Señor mío, que todo yo y cuanto dentro
de mí y fuera de mí hay, los pensamientos, pala¬
bras y obras de este día y de toda mi vida, en¬
vuelto todo en la sangre de tu sacratísimo Hijo,
te lo ofrezco y dedico por tu amor y gloria y por

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oraciones varias
63
la salvación de mis prójimos.
Quita de mí lo que
te desagrada y concédeme todo lo
que te agrada;
dirígeme siempre y toma posesión de mí, según
tu beneplácito; concédeme,
por las entrañas de
la bienaventurada
Virgen, que nunca te ofenda,
sino que
siempre haga tu voluntad. Dame la per¬
fección según el
espíritu de la Iglesia católica. Llé¬
name de espiritual
alegría para que en todas las
cosas y en todas
partes te halle, y finalmente para
que (por la palma del martirio) merezca venir a ti.
Amén. (B. Carlos Spínola, S. J.)

a jesús crucificado

(soneto atribuído a san francisco javier)


Lo mueve, mi Dios, para quererte
me
El cielo que me tienes prometido,
Ni me mueve el infierno tan temido
Para dejar por
eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
Clavado en una cruz escarnecido;
y
Muéveme el tu cuerpo tan herido;
ver

Muévenme tus afrentas y tu muerte.


Muéveme,en fin, tu amor, de tal manera,
Que aunque no hubiera cielo yo te amara,
Y aunque no hubiera infierno
te temiera.
No me tienes que dar por que te quieia;
Porque aunque lo que espero no esperara,
Lo. mismo que te quiero te quisiera.

oración de clemente xi

para pedir a dios todas las gracias

Creo, Señor: fortaleced mi fe; espero, Señor: ase¬


gurad mi esperanza; os amo, Señor: inflamad mi
amor; pésame, Señor: aumentad mi arrepenti¬
miento.
Os adoro como a primer principio, os deseo
como a último
fin, alabo como a bienhechor
os
perpetuo, os invoco como a defensor propicio.

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64

Dirigidmecon vuestra sabiduría, contenedme


con justicia, consoladme con vuestra cle¬
vuestra
mencia, protegedme con vuestro poder.
Os ofrezco, Dios mío, mis pensamientos para
pensar en vos, mis palabras para hablar de vos,
mis obras para obrar según vos, mis trabajos para
padecerlos por vos.
Quiero lo que vos queréis, lo quiero porque lo
queréis, lo quiero como lo queréis, lo quiero en
cuanto lo queréis.
Os ruego, Señor, que alumbréis mi entendimien¬
to, abraséis mi voluntad, purifiquéis mi cuerpo y
santifiquéis mi alma.
No me inficione la soberbia, no me altere la
adulación, no me engañe el mundo, no me prenda
en sus redes el demonio.

Concededme la gracia de depurar la memoria,


refrenar la lengua, recoger la vista, mortificar los
sentidos.
Llore las iniquidades pasadas, rechace las tenta¬
ciones futuras, corrija las inclinaciones viciosas,
cultive las virtudes que me son necesarias.
Concededme, Dios mío, amor a vos, odio a mí,
celo del prójimo, desprecio del mundo.
Haced que procure obedecer a los superiores,
atender a los inferiores, favorecer a los amigos,
perdonar a los enemigos.
Venza el deleite con la mortificación, la avaricia
con la largueza, la ira con la mansedumbre, la ti¬
bieza con el fervor.
Hacedme prudente en las determinaciones, cons¬
tante en los peligros, paciente en las adversidades,
humilde en las prosperidades.
Haced, Señor, que sea en la oración fervoroso,
en la comida sobrio, en el cumplimiento de mis
deberes diligente, en los propósitos constante.
Concededme que trabaje por alcanzar la santi¬
dad interior, la modestia exterior, una conducta
ejemplar, un proceder arreglado.
Que me aplique con diligencia a domar la natu-
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ORACIONES VARIAS
65
raleza, a corresponder a 1a. gracia,
tra
a guardar vues¬
ley y merecer mi salvación.
Que consiga la santidad con la confesión sincera
de mis
pecados, la participación devota del
con
cuerpo de Cristo, con el continuo
recogimiento del
espíritu, con la pura intención del corazón.
Dadme a conocer, Dios mío,
cuán frágil es lo te¬
rreno, cuán grande lo celestial y divino, cuán breve
lo
temporal, cuán duradero lo eterno.
Dadme que me
prepare para la muerte, que tema
el juicio,
que evite el infierno y que obtenga la glo¬
ria del
paraíso.
Por nuestro Señor
Jesucristo. Así sea.
Al Corazón de Jesús
por todos.—Oh Corazón
santísimo de Jesús, derramad
copiosamente vues¬
tras bendiciones sobre la
Iglesia, sobre el Soberano
Pontífice y sobre el clero; dad a los
justos la per¬
severancia, convertid a los pecadores, iluminad a
los
infieles,p< bendecid a nuestros padres, amigos y
bien hechores; asistid
a los moribundos, librad a
las almas del
purgatorio y extended sobre todos los
corazones el dulce
imperio de vuestro amor.
Oración del Espíritu Santo.—Oh
Dios, que ilus¬
traste los corazones de tus fieles con la luz del Es¬
píritu Santo: concédenos que, animados de ese mis¬
mo
espíritu, aprendamos a gustar el bien, y a gozar
siempre de sus consuelos. Por nuestro Señor Jesu¬
cristo. Amén.
A la Santísima
Virgen para obtener buena muer¬
te.—Oh María, concebida sin
pecado, ruega por
nosotros, que acudimos a ti. Oh refugio de los
pe¬
cadores, madre de los moribundos, no nos abando¬
nes en la hora de nuestra
muerte, sino alcánzanos
perfecto dolor, sincera contrición y perdón de
nuestros pecados, que recibamos dignamente el
Viático y nos robustezcamos con el sacramento
de la Extremaunción, para que nos podamos
presentar seguros ante el trono del justo pero
también misericordioso Juez, Dios y Redentor
nuestro. Amén.

3
Biblioteca Nacional de España
j6 oraciones varias

Al Patriarca San José.—Oh custodio v padre de


vírgenes San José, a cuya fiel custodia fueron en¬
comendadas la misma inocencia Cristo Jesús y la
Virgen de las vírgenes María. Por estas dos queri¬
dísimas prendas, Jesús y María, te ruego y suplico
me alcances que,preservado de toda impureza, sir¬
va siemprecastísimamente con alma limpia, cora¬
zón puro y cuerpo casto a Jesús y a María. Amén.
Por el Papa.—Oh Dios, pastor y guía de todos
los fieles: mira con ojos de misericordia a tu sier¬
vo N., a quien has
colocado al frente de tu Iglesia
como su pastor; concédele, te suplicamos, el ser útil

por sus palabras y por su ejemplo a cuantos están


a él sujetos, para que, juntamente con su rebaño,

llegue a la vida eterna. Por nuestro Señor Jesucris¬


to. Amén.
Por la Iglesia.—Señor, te rogamos aceptes las
súplicas de tu Iglesia y te aplaques por medio
de ellas, para que, vencidas todas las adversida¬
des y todos los errores, pueda servirte sin te¬
mor y con entera libertad. Por nuestro Señor
Jesucristo. Amén
Por los Prelados y sus diócesis.—-Omnipotente y
eterno Dios, que sin necesidad de nadie haces ma¬
ravillas: extiende sobre tus siervos los Prelados y
sobre las Congregaciones que les están encomenda¬
das elespíritu de tu gracia salvadora; y para que te
agraden con toda verdad riégalos perpetuamente
con el rocío de tu bendición. Por nuestro Señor Je¬
sucristo. Amén.
Rey.—Te rogamos, omnipotente Dios, que
Por el
tu siervoN., nuestro Rey, que por tu misericordia
ha tomado el gobierno de nuestro reino, reciba
también aumento de todas las virtudes, para que,
adornado con todas las necesarias, pueda escapar
de los monstruos de los vicios y llegar lleno de gra¬
cia a ti, que eres camino, verdad y vida. Por nues¬
tro Señor Jesucristo. Amén.
Por la familia.—Defiende, Señor, te rogamos, por
la intercesión de la Santísima Virgen María, esta

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ORACIONES VARIAS
67
familia de toda adversidad;
y pues de todo cora¬
zón se postra ante ti,
protégela propicio y clemente
contra todos los fraudes de sus
enemigos. Por nues¬
tro Señor
Jesucristo. Amén.
Para pedir la paz.—Oh Dios,
que das la paz y
que amas la caridad: da a tus siervos unión ver¬
dadera y conformidad
completa
tu santa vo¬ con
luntad, para que nos libremos de todas las tenta¬
ciones que nos asaltan. Por nuestro Señor
Jesu¬
cristo. Amén.
Por todas las necesidades.—Dios mío, nuestro re¬
fugioy nuestra fuerza, fuente de toda piedad, es¬
cucha los piadosos ruegos de tu
Iglesia, para que
alcancemos con. eficacia lo que pedimos con con¬
fianza. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Parapedir la castidad.—Abrasa, Señor, en el fue¬
go del Espíritu Santo nuestro corazón y nuestras
entrañas, para que te sirvamos con castidad en el
cuerpo y con pureza en el corazón. Por nuestro Se¬
ñor Jesucristo. Amén.
Contra las tribulaciones.—No
desprecies, oh Dios
todopoderoso, a tu pueblo que gime sumido en la
aflicción; mas por la gloria de tu santo nombre, so¬
córrenos en nuestras tribulaciones. Por nuestro Se¬
ñor Jesucristo. Amén.
Para pedir la lluvia.—Oh Dios,
en quien vivimos,
nos movemos
existimos, concédenos la lluvia que
y
necesitamos, a fin de que, ayudados con los soco¬
rros temporales,
aspiremos con mayor confianza a
conseguir los bienes eternos. Por nuestro Señor Je¬
sucristo. Amén.
Para pedir el buen tiempo.—Señor, oye nuestras
voces escúchanos, concediéndonos tiempo sereno
y
como te lo
pedimos, para que castigados ya por
nuestros pecados justamente,
prevenidos de tu mi¬
sericordia sintamos los efectos de tu clemencia di¬
vina. Por nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
Para verse libre de tentaciones.—Oh Dios,
que
haces justo al impío y no
quieres la
muerte del pe¬
cador, rogamos a tu Majestad se digne proteger con

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68 ORACIONES VARIAS

tu celestial asistencia y conservar con tu continua


protección a tus siervos que no confían sino en tu
piedad; a fin de que seamos siempre fieles a tu ser¬
vicio, y ninguna tentación llegue a separarnos de ti.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Contra los malos pensamientos.—Dios todopo¬
deroso y misericordiosísimo, oye favorablemente
nuestras voces, y libra nuestra alma de los malos
pensamientos que la agitan, para que consigamos
sea digna morada del Espíritu
Santo. Por nuestro
Señor Jesucristo. Amén.
Por los hijos niños.—Señor mío Jesucristo, Hijo
de Dios vivo, que, engendrado antes de todos los
siglos quisiste, sin embargo ser niño en el tiempo;
Señor, que amas la inocencia de los niños, que di¬
jiste en vida: dejad que los niños vengan a mí, por¬
que de ellos es el reino de los cielos, infunde sobre
este niño (o estos niños) la gracia de tu bendición,
y atiende a la fe y devoción de la Iglesia y de sus
padres, para que crezcan siempre en virtud y sabi¬
duría ante Dios y ante los hombres, para que gus¬
ten de ti, te amen a ti, te teman a ti, guarden tus
mandamientos, lleguen a edad madura y tengan
buen fin, oh Salvador del mundo, que vives y rei¬
nas con el Padre y el Espíritu Santo por los siglos

de los siglos. Amén.


Oremos. Oh Dios mío, que con tu inefable pro¬
videncia te dignas enviar a tus santos ángeles para
nuestra guarda, oye nuestra plegaria, y haz que
nuestros hijos sean defendidos por la protección
de sus ángeles y gocen eternamente de.su compañía.
Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Por los amigos.—Oh Dios, que has derramado
con la gracia del Espíritu Santo en el corazón de

los fieles la virtud de la caridad, dígnate conceder


la salud del alma y del cuerpo a tus siervos y a
tus siervas, por quienes imploramos tu clemencia,
para que consigan amarte con todas sus fuerzas y
cumplan con amor perfecto todo lo que te es agra¬
dable. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.

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ORACIONES VARIAS
69

Por los enemigos.—Oh Dios de paz,


amador y
custodio de la caridad, da a nuestros
enemigos paz
y verdadera caridad, y concédeles perdón de sus
faltas, y a nosotros líbranos de sus intrigas por el
poder de tu brazo. Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Por un enfermo.—Omnipotente
y sempiterno
Dios, salud eterna de los creyentes, oye los ruegos
que te dirigimos por la salud de tu siervo enfermo,
para quien imploramos el auxilio de tu misericor¬
dia, para que después de recobrar su salud te dé
gracias en tu Iglesia. Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Por uno que acaba de fallecer.—Oh Dios, de
quien es propio apiadarse perdonar, te suplica¬
y
mos humildemente por el alma de tu siervo N. (o
de tu sierva N.) que has sacado
hoy de este mun¬
do, no la entregues en manos del enemigo, ni la
dejes en perpetuo olvido, sino manda a tus ángeles
que la reciban y la lleven a la
patria del cielo; para
que, pues ha esperado y creído en ti, no padezca
las penas del
infierno, sino que entre en la posesión
de los gozos eternos. Por nuestro Señor
Jesucristo.
Amén.
Por difunto.—Inclina, Señor, tus oídos a mis
un

plegarias, por las cuales humildes te pedimos mise¬


ricordia, a fin de que lleves a la mansión de la luz
y de la paz el alma de tu siervo N., a quien has he¬
cho emigrar de este mundo,
y la hagas participar
de la compañía de los Santos. Por nuestro Señor
Jesucristo. Amén.
Por una difunta.—Te suplicamos, Señor,
tengas
piedad ymisericordia del alma de tu sierva N., y
libre ya de las miserias de la vida mortal te dignes
hacerla participante de la salvación eterna. Por
nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Por los padres difuntos.—-Oh Dios,
que nos has
mandado honrar a nuestro
padre y a nuestra ma¬
dre, compadécete, misericordioso, del alma de mi
padre y de mi madre y perdónales sus pecados, y

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ORACIONES VARIAS

a mí concédeme que algún día los vea en el gozo de


la luz eterna. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Por todos los difuntos.—Oh Dios mío, que das
el perdón y deseas la salvación de los hombres, im¬
ploramos tu clemencia para que a todos los her¬
manos de nuestrafamilia, parientes, bienhechores
y amigos, que han salido de esta vida, y a todas
las almas del purgatorio, por la intercesión de la
Bienaventurada Virgen María y de todos los San¬
tos, les concedas entrar en la región de la perpetua
bienaventuranza. Por nuestro Señor Jesucristo.
Amén.
Oración de Ignacio de Loyola.—Oh Dios,
San
que para propagar la mayor gloria de tu santo nom¬
bre, has fortalecido por medio de San Ignacio a la
Iglesia militante con un nuevo auxilio, alcánzanos
que con tu ayuda, y a imitación suya, peleemos en
la tierra hasta conseguir ser coronados con él en el
cielo. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
A San Luis Gonzaga.—Oh Luis santo, adornado
de angélicas costumbres; yo, indigno devoto vues¬
tro, os encomiendo especialmente la castidad de mi
alma y cuerpo y os pido que por vuestra pureza
angélica os dignéis encomendarme al cordero inma¬
culado, Cristo Jesús, y a su purísima Madre, Virgen
de vírgenes, guardándome de todo pecado. No per¬
mitáis que yo manche mi alma con la menor im¬
pureza; antes bien, cuando me viereis en la tenta¬
ción o peligro de pecar, alejad de mi corazón todos
los pensamientos y afectos inmundos, y despertad
en mí la memoria de la eternidad y de Jesús cruci¬
ficado. Imprimid altamente en mi corazón un pro¬
fundo sentimiento de temor santo de Dios, y abra¬
sadme en su divino amor, para que, siendo imita¬
dor vuestro en la tierra, merezca gozar de Dios en
vuestra compañía en el cielo. Amén.
Padrenuestro y Avemaria.
Sub tuum praesidium.—Bajo tu amparo nos po¬
nemos, Santa Madre de Dios; no desprecies nues¬
tras plegarias en las necesidades, sino líbranos siem-

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ROSARIO
71

pre de todos los peligros, oh Virgen gloriosa y ben¬


dita.
Aceptación de la muerte.—¡Señor y Dios mío!
desde ahora acepto de vuestra mano, con ánimo
conforme y gustoso, cualquier género de muerte
que queráis darme, con todas sus amarguras, penas
y dolores.
(Indulgencia plenaria para la hora de la muerte al que rece esta ora¬
ción en vida después de confesar y comulgar.)

MODO DE REZAR EL SANTO ROSARIO

Por la señal, etc.


Señor mío Jesucristo, etc.
Domine, labia mea aperies.—Et os meum annun-
tiabit laudem tuam.
Deus, in adiutorium meum intende.—Domine ad
adiuvandum festina x.
me
Gloria al Padre y a,l Hijo al Espíritu Santo.
y
Como el
era en
principio, ahora y siempre y por
los siglos de los siglos. Amén.
María, Madre de gracia. * Madre de misericor¬
dia, * Defiéndenos del enemigo, * Y ampáranos
ahora y en la hora de la muerte.

(Lunes y Jueves.)—misterios gozosos.


i.er misterio: La Encarnación del Hijo de Dios.
(Padrenuestro y diez Avemarias y Gloria.)
María, Madre de gracia, etc.
(Y así en todos los misterios.)
2.0 misterio: La Visitación de Nuestra Señora.
3,er misterio: El Nacimiento del Hijo de Dios.
4.0 misterio: La Purificación de Nuestra Señora.
5.0 misterio: El Niño perdido y hallado en el
Templo.
María, Madre de gracia. * Madre de misericor¬
dia, * Defiéndenos del enemigo, * Y ampáranos
ahora y en la hora de la muerte.
Estos misterios se varían en otros días de este modo:

1
Señor, abre mis labios. Y mi boca pronunciará tus alabanzas.—
Dios mió, acude en mi auxilio. Señor, corre a ayudarnos.

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rosario
72

(Martes y Viernes.)—-misterios dolorosos.

1.er mistexio: La Oración del Huerto.

(Padrenuestro y diez Avemarias y Gloria.)


María, Madre de gracia, etc.
(Y así en todos los misterios).

2.° misterio: La Flagelación de N. S. Jesucristo.


3.ermisterio: La Corona de espinas.
4.0 misterio: La Cruz a cuestas.
5.0 misterio: La Crucifixión y muerte del Hijo
de Dios.

(Miérc., Sáb. y Domingo.)—misterios gloriosos.

i.er misterio: Hijo de Dios.


La Resurrección del
(Padrenuestro diez Avemarias y Gloria.)
y
María, Madre de gracia, etc.
(Y así en todos los misterios).

2.0 misterio: La Ascensión del


Hijo de Dios.
3.ermisterio: La Venida del Espíritu Santo.
4.0 misterio: La Asunción de Nuestra Señora.
5.0 misterio: La Coronación de Nuestra Señora.

Concluidos los misterios se reza:

Padrenuestro...
Dios te salve, María, Hija de Dios Padre, llena
eres de gracia, etc.
Dios te salve, María, Aladre de Dios Hijo, llena
eres de gracia, etc.
Dios te salve, María, Esposa de Dios Espíritu
Santo, llena eres de gracia, etc.
Dios te salve, Alaría, Templo y Sagrario de la
Santísima Trinidad. Gloria al Padre, etc.

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LETANÍA DE NUESTRA SEÑORA
73

LETANIA DE NUESTRA SEÑORA

Kyrie, eleison.
Christe, eleison.
Kyrie, eleison.
Christe, audi nos.
Christe, exaudi nos.
Pater de coelis, Deus,—Miserere nobis.
Fili Redemptor mundi, Deus,
Spiritus Sánete, Deus,
Sancta Trinitas, unus Deus,
Sancta Maria,— Ora pro nobis.
Sancta Dei Genitrix,
Sancta Virgo Virginum,
Mater Christi,
Mater divinae
gratiae,
Mater purissima,
Mater castissima,
Mater inviolata,
Mater intemerata,
Mater immaculata,
Mater amabilis,
Mater admirabilis,
Mater Boni Consilii,
Mater Creatoris,
Mater Salvatoris,
Virgo prudentissima,
Virgo veneranda,
Virgo praedicanda,
Virgo potens,
Virgo clemens,
Virgo fidelis,
Speculum iustitiae,
Sedes sapientiae,
Causa nostrae laetitiae,
Vas spirituale,
Vas honorabile,
Vas insigne devotionis,
Rosa mystica,
Turris Davidica,

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74 letanía de nuestra señora

Turris ebúrnea,—Ora pro nobis.


Domus aurea,
Foederis arca,
Ianua coeli,
Stella matutina,
Salus iníirmorum,
Refugium peccatorum,
Consolatrix afflictorum,
Auxilium christianorum,
Regina Angelorum,
Regina Patriarcharum,
Regina Prophetarum,
Regina Apostolorum,
Regina Martyrum,
Regina Confessorum,
Regina Virginum,
Regina Sanctorum omnium,
Regina sine labe originali concepta,
Regina sacratissimi Rosarii,
Regina pacis,
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, Parce nobis,
Domine.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, Exaudi nos
Domine.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi, Miserere nobis.
Sub tuum praesidium confugimus, sancta Dei Ge-
nitrix, nostras deprecationes ne despicias in neces-
sitatibus, sed a periculis cunctis libera nos semper,
Virgo gloriosa et benedicta.
y. Ora pro nobis, sancta Dei Genitrix.
R7. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
Gratiam tuam, quaesumus, Domine,
Oremus.
mentibus nostris infunde, ut, qui Angelo nuntiante
Christi Filiitui incarnationem cognovimus, per
passionem eius et crucem ad resurrectionis gloriam
perducamur. Per eumdem Christum Dominum no-
strum. Amén.

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oración para antes de estudiar
75

(En castellano:)
Ruega por nos, santa Madre de Dios.—Para que sea¬
mos
dignos de alcanzar las promesas de Jesucristo.
Oración.—Te rogamos, Señor, que infundas en nues¬
tros corazones tu gracia, para que, así como por el anun¬
cio del Angel conocimos la encarnación de
Jesucristo
tu Hijo, así por
su pasión y cruz seamos conducidos a
la gloria de la resurrección. Por el mismo
Jesucristo,
nuestro Señor. Amén.

Credo y Salve a los Sagrados Corazones de Je¬


sús y María.
Ave María Purísima—Sin pecado concebida.
ORACIÓN DE SANTO TOMÁS DE AQUINO
PARA ANTES DE ESTUDIAR

¡Oh inefable Criador nuestro, que con los tesoros


de tu sabiduría formaste tres
jerarquías de ángeles
y las colocaste con orden admirable en el empíreo
cielo, y distribuíste las partes de todo el universo,
con suma elegancia! Tú, Señor,
que eres la verda¬
dera fuente de luz y de sabiduría y el soberano
principio de todo: dígnate infundir sobre las tinie¬
blas de mi entendimiento el
rayo de tu claridad,
removiendo de mí las dos clases de tinieblas en

que he nacido: el pecado y la ignorancia. Tú, que


haces elocuentes las lenguas de los infantes, instru¬
ye mi lengua y difunde en mis labios la gracia de
tu bendición. Dame agudeza para entender,
capa¬
cidad para retener, método y facultad para
apren¬
der, sutileza para interpretar, gracia y abundancia
para hablar. Dame acierto al empezar, dirección al
progresar y perfección al acabar. ¡Oh Señor! que
vives y reinas, verdadero Dios y
hombre, por los
siglos de los siglos. Amén.

ORACIÓN A LA VIRGEN

Oh María, Madre mía, trono de la sabiduría eter¬


na, alcánzame la gracia de estudiar con aplicación,

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76 MEDITACIÓN

de aprender con facilidad y de retener con firmeza


y seguridad, para gloria de Dios y salvación de mi
alma. Amén.

Meditación matutina. (Modo de hacerla).


Principio.—Piensa en la presencia de Dios.—
Adórale.—Reza la oración preparatoria.
Oración preparatoria.—¡Señor mío y Dios mío!
Creo firmísimamente que estáis aquí presente. Os
amo
y adoro con todo el afecto de mi pobre cora¬
zón. Os doy gracias por todos vuestros beneficios.
Os pido humildemente perdón de todos mis peca¬
dos. Dadme la gracia de hacer bien esta medita¬
ción, de manera que todos mis pensamientos y afec¬
tos vayan dirigidos a vuestra mayor gloria y pro¬
vecho de mi alma.
A este mismo fin acudo a vos, Virgen Santísima,
Madre mía, y a vosotros, Angeles y Santos de la
corte celestial.Alcanzadme de Dios esta gracia.—
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
1.° Ejercicio de la memoria.— ¿Qué voy a medi¬
tar?—Lee un párrafo, recuerda un punto, una má¬
xima o una verdad. Y date cuenta de ella.
2.° Ejercicio delentendimiento.—Si esto es ver¬
dad, ¿qué debo yo hacer?—Piensa en lo que has de
hacer para ajustar tu conducta a lo que has leído
o recordado. Piensa si lo has hecho hasta ahora.
Y cómo el hacerlo es decoroso, útil, agradable, fá¬
cil, necesario...
Ejercicio de la voluntad.—Propongo hacer
3.0
esto que he visto que debo hacer.—Forma aquí tus
propósitos y anímate a cumplirlos. Piensa también
en los obstáculos que hallarás y en los medios que
te servirán.
4.0 súplica.—Pero como soy dé¬
Ejercicio de la
bil propósitos, voy a pedir
para cumplir los buenos
gracia a Dios.—Y con oraciones y afectos, pide
gracia para obrar conforme a lo que has prome¬
tido. Encomiéndate a nuestro Señor Jesucristo y
reza al fin el Alma de Cristo; y a la Virgen, y reza

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DEVOCIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS 77

el Avemaria o la Salve; San José


y a o a otros San¬
tos de tu devoción.
Fin.—Reza, para terminar, la preciosa oración
del Padrenuestro.

Sé muy devoto del Corazón de Jesús.


Devoción al Corazón de Jesús es la que tenemos
al Corazón de Jesús
por lo mucho que amó y ama
a los hombres,
y por lo poco que los hombres le
aman
y le han amado.
El que piense bien estas dos cosas: el gran amor
que el Corazón de Jesucristo nuestro Señor nos
tuvo y las grandes ofensas con que los hombres
hemos afligido a ese Corazón, no podrá menos de
ser
muy devoto de él.
Los Actos esenciales de esta devoción son: Amor y
Reparación. Amor por lo mucho que nos amó, y repa¬
ración o desagravio por lo mucho que
es agraviado.
Los Actos accidentales o prácticas de esta devo¬
ción son todo lo que a uno le
inspira el amor del
Corazón de Jesús y el deseo de reparar sus ofensas.
Entre estas prácticas
hay varias que desea el Co¬
razón de Jesús. Venerar sus
imágenes, consagrarse
a él, celebrar su fiesta, comulgar los primeros vier¬
nes, venerar mucho al Santísimo Sacramento.
La mejor manera de practicar esta devoción es hoy
el Apostolado de la Oración con todas sus prácticas.
Para animarnos a esta devoción, el Corazón de
Jesús hizo a Santa María Margarita estas promesas:
1. A las almas consagradas a mi Corazón les doré las gracias ne¬
cesarias para su estado.—2. Daré paz a las familias.—3. Las conso¬
laré todas sus aflicciones.—4. Seré su amparo y refugio seguro du¬
en

rante la vida y principalmente en la hora de la muerte.—5. Derramaré

bendiciones abundantes sobre sus empresas.—6. Los pecadores ha¬


llarán en mi Corazón la fuente y el océano infinito de la misericordia.—
7. Las almas tibias se harán fervorosas.—8. Las almas fervorosas se
elevarán rápidamente a gran perfección.—9. Bendeciré las casas en
que la imagen de mi Sagrado Corazón esté expuesta y sea honrada.—
10. Daré a los sacerdotes la
gracia de mover los corazones empeder¬
nidos.—11. Las personas que propaguen esta devoción tendrán escrito
su nombre en mi Corazón
y jamás será borrado de él.—12. A todos los
que comulguen nueve primeros viernes da mes continuos, el amor omni¬
potente de mi Corazón les concederá la gracia de la perseverancia final.

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78 DEVOCIÓN A LA SANTÍSIMA VIRGEN

Ten mucha devoción a la Virgen.


Devoción
a la Virgen es sincero deseo de honrarla

y agradarla por ser Madre de Dios y Madre nuestra.


El que piense bien la grandeza de la Madre de
Dios y lo mucho que Dios la ama y favorece a los
que son devotos de su Madre, el que medite la
bondad de nuestra Madre y los muchos beneficios
que obtiene de Dios para los hombres, no podrá
menos de ser muy devoto de la Virgen María.
esencial de su devoción es venerarla como
Lo
Madre de Dios por su excelencia casi divina, y
amarla como a Madre nuestra por su bondad seme¬
jante la de su Hijo.
a
Las
mejores prácticas o devociones para con la
Virgen son éstas: Consagrarse a ella teniendo un
firme deseo de hacer todo lo que a ella agrade, y
abstenerse de cuanto la desagrade y ofenda. En¬
comendarse mucho a ella. Guardar sus fiestas y
los sábados, con más piedad, comulgando y ha¬
ciendo alguna obra buena, o caridad, o limosna.
Llevar algún escapulario o medalla. Rezar el ro¬
sario diario y mejor en familia y con los criados.
Rezar tres Avemarias al acostarse o levantarse. Re¬
zarotras oraciones. Tener y venerar alguna imagen
suya. Venerarla en el mes de Mayo. Pertenecer a una
de sus Congregaciones. Sacrificar algún gusto o espec¬
táculo. Visitarsus iglesias. Guardar mucha castidad.
Las
ventajas preciosísimas de esta devoción son:
La devoción a la Virgen es señal de predestina¬
ción. Ningún devoto de la Virgen se condenará. La
devoción a la Virgen es uno de los más eficaces
medios de santificarse. Todos los santos han sido
devotos de la Virgen. La devoción a la Virgen es
uno de los
mejores medios para no ser deshonestos
y guardar la pureza. La devoción a la Virgen es
uno de los mejores consuelos que tenemos a la hora
de la muerte. La devoción a la Virgen, sobre todo
del Carmen, es el mejor medio para no tener mu¬
cho purgatorio.

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TREINTA Y UN CONSEJOS 79

TREINTA Y UN CONSEJOS
PARA UNA BUENA VIDA Y SANTA MUERTE

1. Ama a Dios más que a


todas las cosas y personas.
2. Ten temor de Dios y no miedo de los hombres.
3. Confía en Dios mientras tengas algo de vida.
4. Ama mucho a la Iglesia, al Papa y su doctrina.
5. Procura tener sólida instrucción religiosa.
6. Pide mucho a Dios que te salves, y te salvarás.

7. Ten frecuencia de sacramentos y serás bueno.


8. Si pecas gravemente, confiésate cuanto antes.

9. Misa y comunión diaria son la mejor devoción.


10. Procura comprar, tener y leer libros buenos.
11. Lleva siempre algún escapulario o medalla.
12. Ten en tu casa un Crucifijo y una Virgen.

13. Los domingos y fiestas, reza, descansa, goza.


14. Si vives en buenas ocasiones, serás bueno.
15. Si te metes en malas ocasiones, serás malo.
16. Métete en alguna Congregación o sociedad buena.
17. Nunca te metas en asociaciones malas "o peligrosas.
18. Los pecados más comprometidos y de peores con¬
secuencias,
son deshonestidad, hurto, maledicencia.

19. Haz bien y sufre bien lo de cada día.


20. Haz bien, y nunca te arrepentirás de ello.
21. Si haces mal, te arrepentirás tarde o temprano.
22. No leas periódicos, revistas ni libros malos.
23. No leas novelas sino muy pocas y muy buenas.
24. Aprovecha bien el tiempo y ahorra el dinero.
25. Ten alegría, buen humor y buenas diversiones.
26. No tengas afán de gozar mucho, sino con templanza.

27. Trabaja para descansar, y descansa para trabajar.


28. Acostúmbrate a hacer bien todo y bien a todos.
29. A nadie hagas nunca mal sino por necesidad.
30. Da limosna, toda la que puedas; no perderás nada.
31. Habla bien de todos, y si no puedes, calla.

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8o LUCES MATUTINAS

LUCES
MATUTINAS Y VESPERTINAS

Con este título te pongo aquí, amigo mío, unas breves considera¬
ciones que desearía las leyeses y pensases un poco cada día.
Luces las llamo, porque lo son del cielo.
Luces matutinas llamo a las primeras, porque deseo que tomes una
cada día para alumbrarte con ella desde la mañana, a fin de no errar
en tu jornada.
Luces vespertinas llamo a las segundas, porque deseo que tomes una
cada tarde o cada noche antes de acostarte, para reconocer la jornada

de aquel día, y para que te conozcas cómo has andado.


No dejes de tomar esta costumbre de encender una luz de las matu¬
tinas cada mañana, y una luz de las vespertinas cada noche.
Te pongo una para cada día del mes.
Yo te doy la luz de Cristo. Tú dale gracias y aprovéchala. Y, como
se dice en Sábado Santo, Lumen Christi! Deo gratias!—¡Luz de Cristo!
¡Gracias a Dios!

LUCES MATUTINAS
1.—Yo.

«Conócete a ti mismo», decía uno de los Siete Sa¬


bios de Grecia. Voy, pues, a pensar en mí. ¿Qué
soy yo? Soy un problema lleno de misterios.
No soy mío, no me pertenezco; a mí me han he¬
cho. Todos cuantos conozco son, como yo, de Dios.
Yo soy de ayer. Hace pocos años no existía.
Yo soy impotente, necesitado, pobre de todo.
Yo soy muy pequeño; siento que hay otro supe¬
rior a mí, otro que me manda, que me prohibe, que
me ve y vigila cuanto hago,
que me reprende si
hago mal, que me aprueba si hago bien, que me
amenaza si no cumplo mi deber, que me asegura
si lo cumplo.
Yo soy ignorante y falible. ¡Qué poco sé! ¡Qué
poco alcanzo!
Yo soy mudable, soy desgraciado, soy mortal,
me acabo, me voy, no me puedo detener ni estar¬

me
quieto. Me empujan más allá, a la muerte, al
fin. Marcho a paso incesante por la senda de la
vida a la muerte.

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LUCES MATUTINAS 8l

Al mismo tiempo yo soy mío,


yo soy libre; pue¬
do hacer muchas veces lo
que me da la gana.
Yo soy inteligente,
soy grande, valgo mucho,
siento en medio de mi
pequeñez un poder sobre¬
mundano, me superior a todas las cosas,
conozco
superior a toda la materia y a todo el mundo que
me rodea, destinado a
grandes cosas, criado para
ser feliz, inmortal
y eterno.
No soy una piedra, no
soy una flor, no soy un
perro... Soy mucho más. Y aun cuando muero, sé
que hay algo que me espera después de la muerte.
¡Qué poco valgo y cuánto valgo! ¡Sin Dios y res¬
pecto de Dios... nada! ¡Con Dios y respecto del
mundo... mucho! Debo ser humilde y puedo ser
magnánimo. Sin Dios nada, con Dios mucho.
2.—Yo soy un criado.
Vengo de Dios como todas las cosas. El me dió
el cuerpo por medio de mis
padres, y me dió el
alma sacándola él mismo de la
nada, para ponerla
en mi
cuerpo y darme vida. Soy todo de Dios.
Mi cuerpo y mis sentidos son de
Dios; mi alma
y mis potencias son más de Dios si cabe.
No soy mío. No me hice
yo a mí mismo. No me
di yo a mí mismo. Dios me ha dado a mí.
Ni sólo me ha dado, sino que continuamente me
está dándome; porque si él apartara de mí su mano
sustentadora de mi ser, volvería al fondo de la nada.
Gracias a que
fluye constantemente su influjo y
acción divina vivo y soy. Dios me está constante¬
mente criando.
Como se apagaría una
lámpara eléctrica si se
apartase el contacto y dejase de fluir la corriente,
tal me apagaría vo, se anonadaría mi ser, si Dios
apartase de mí su contacto.
Yo, pues, soy de Dios. Soy de Dios todo. Soy
de Dios siempre. No puedo dejar de ser de Dios.
Dejar de ser de Dios sería volver a no ser nada.
En él vivimos, en él él somos.
nos movemos, en
Soy, pues, un criado de Dios. Mucho más que mi
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I.UCES MATUTINAS

criado lo es de mí. Porque yo a mi criado no le doy


más que algo de su ser, el sueldo, el sustento. Pero
Dios a mí me está dando constantemente el ser,
me está criando incesantemente.
Adora y reverencia a Dios, tu Señor, de quien
dependes.—Agradece y sirve a Dios, tu Amo, que
te sostiene.—Ama a Dios, tu Padre, que te ama y
da el ser.—Sé humilde ante Dios.

3.—Yo ¿para qué nací?

Hay que preguntárselo al que me y ha hecho me


está haciendo; a Dios.
Sin duda que he nacido para lo que me Dios ha
hecho. Es decir, para cumplir la voluntad de Dios.
La cuestión es saber cuál es esa voluntad de
Dios acerca de mí.
Dios ha hecho el alumbre y calien¬
sol para que
te; el árbol para que dé fruto de su especie; el
bruto para que viva según sus instintos... ¿Y a mí
para qué?
A mí me ha criado libre, pero para que en esta
vida le sirva libremente y después en la otra goce
eternamente en su presencia.
Dos cosas abraza mi problema:
1.a Servir aquí en el tiempo a Dios, guardar
sus mandamientos, cumplir mi deber.
2.a Gozar después en la eternidad de la gloria,
del premio de haberle servido, de haber cumplido
mi deber.
No me ha criado para ser aquí feliz: no puedo
serlo. Sino para guardar sus mandamientos; aun
cuando esto me cueste muchas veces.
La felicidad me la dará él después cuando quiera.
El que me ha dado el ser ío ha dado como ha
me
querido: aquí no meda ser feliz; allí me dará serlo.
Yo ¿para qué nací? Para servir a Dios en esta
vida temporal y después gozar eternamente en la
otra perdurable.

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LUCES MATUTINAS
83

4.—Las cosas.

¿Quién ha hecho las cosas? ¿Quién ha hecho todo


lo que hay
fuera de mí?
El mismo
que me ha hecho a mí: Dios. Dios las
hizo, Dios las está haciendo
siempre, como a mí.
Dios es, pues, el Señor, el amo de todo.
¿Para quién ha hecho Dios tantas cosas?
Para mí, para el hombre.
¿Para mi gusto? ¿Para mi capricho?
No, para que me sirvan para mi fin de vivir
y
perfeccionarme y cumplir mis obligaciones
y sal¬
varme.
¿Puedo usar de ellas?
Puedo tanto cuanto me ayuden
me
y siempre cuando
ayuden para cumplir mi deber y salvarme.
Cuando me
impidan cumplir con mi deber, debo
dejarlas para otro o para otra ocasión en que me
sirvan.
No están las cosas
para que yo use de ellas sin
razón, gusto, por capricho.
por
Sino para que
me valga de ellas cuanto me sir¬
van y
cuando me sirvan para mi bien, que en esta
vida es servir a Dios,
y prepararme la gloria.
Luego hay tres reglas falsas del mundo y tres
reglas verdaderas de la razón y de Dios.
Tres reglas del mundo, son:
Usar de las cosas tanto cuanto me deleiten;
para el placer. Usar de las cosas tanto cuanto me
honren; para el honor, Usar de las cosas tanto
cuanto me enriquezcan; para la riqueza.
Tres reglas de la razón, son:
Usar de las cosas tanto cuanto me
servir
ayuden a
aDios. Abstenerme de las cosas tanto cuan¬
to me
impidan servir a Dios. Cuando ni me ayu¬
den ni me impidan,
soy libre, estar indiferente.
Y es que no
estoy en el mundo para enrique¬
cerme, ni para adquirir gloria, ni para gozar. Es¬
toy en el mundo para servir a Dios.

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LUCES MATUTINAS
84

5.—La voluntad de Dios.


Nohay más que una cosa grande en el mundo,
no hay más que una cosa laudable en el hombre,
no hay más que una cosa necesaria en mí, no hay
más que una buena para mí.
cosa
Cumplir la voluntad de Dios. Es decir:
Conocer lo que Dios quiere que yo haga, 3^
Querer lo que Dios quiere que yo haga.
Todas las cosas del universo hacen lo que Dios
quiere. Pero como no son libres, lo hacen necesa¬
riamente a espontáneamente.
la fuerza o
Quiere Dios que el sol luzca y caliente, y el sol
luce y calienta. Quiere que el rosal dé rosas, y
da rosas y no azucenas. Quiere que el trigo dé
trigo, y da trigo y no cebada. Quiere que el fuego
queme y el agua humedezca, y el agua no quema,
ni el fuego humedece.
Pero al hombrele ha dejado libertad de cumplir
o voluntad.
no su
Me ha dictado lo que quiere de mí; la ley natu¬
ral, los mandamientos, la ley de la Iglesia y la ley-
de la autoridad legítima.
Pero luego me ha dejado el terrible poder de
no hacer la voluntad de mi Señor y Dios. Dios
me
puede forzar físicamente a hacer lo que él
quiere. Pero no quiere forzarme en esta vida, y
me
deja rebelarme contra él.
No lo debo hacer y no lo quiero hacer. Para mí
el único bien es hacer lo que Dios quiere. Servir
a Dios, querer lo que él quiere.
Es decir, amarle, porque eso es amor de Dios,
querer lo que él quiere, unir, identificar mi volun¬
tad con la suya.
El siervo al hacer la voluntad de su amo llama
servir. El hijo al hacer la voluntad de su padre lla¬
ma amar.

El que
ama al mundo y no ve en Dios más
que a un amo, obedece de mala gana, sirve como
esclavo.

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LUCES MATUTINAS
85
El que ama a Dios y ve en él a su Padre, obe¬
dece de buen gusto, ama como
hijo.
6.—El único bien.

El único bien del hombre es hacer la voluntad


de Dios, y salvarse.
Dios es bueno, es sabio,
es justo, es omnipotente;
luego su voluntad es lo que a mí más me conviene,
y lo que él quiere que yo haga es lo mejor
para mí.
Dios es mi padre;
luego lo que él quiere para
mí es lo que más me conviene.
¿Quién creerá que si yo hago la voluntad de
Dios me irá mal?
¿Y quién creerá que si yo no hago la voluntad
de Dios me irá bien? ¿Hay acaso otro Dios?
Algunos presumidos piensan que ellos discurren
mejor; y salen de su deber, pensando que así les
irá mejor
que cumpliendo la voluntad de Dios.
Y en efecto, a veces al
principio, durante algún
tiempo, algunas cosas les salen mejor. Mas no
tarda en venir el
desengaño, la ruina, el enredo,
el torcido, el compromiso; aun en esta vida de or¬
dinario.
En cambio el
que hace la voluntad de Dios,
aunque a veces parece que le va mal, al cabo sale
bien, triunfa, queda contento; aun en esta vida
de ordinario.
De todos modos, sea de esta vida lo
que sea, el
único bien en la otra es salvarse.
No hay allá más
que un bien, la salvación, la
gloria. ¡El salva es feliz, en todo y para
que se
siempre!... Todo lo ha ganado y asegurado.
La
salvación es el único
negocio. Logrado él,
logramos todo; perdido él, perdemos todo; porque
después del tiempo desaparecen todas las cosas
temporales y sólo quedan dos eternas:
Una buena, haberse salvado
para siempre.
Otra mala, haberse
para siempre condenado.

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86 LUCES MATUTINAS

7.—Esta vida no es la vida.


Dos vidas me ha dado Dios.
La vida presente y la futura.
La presente es corta,laboriosa, llena de mise¬
rias, no como yo la dan,
la. quiero, sino como me
de prueba, de "dolor, de obediencia, muchas veces
penosa.
La futura es larga, dulce, llena de felicidad, me¬
jor de lo que yo puedo pensar ni querer, tal como
yo me la haya merecido en la prueba.
La vida presente no es vida, es preparación
para la vida; estamos pasando y mudándonos sin
cesar.

La vida verdadera es la vida futura, en la que


nos poseeremos de lleno y permaneceremos en fin.
La vida presente es paso, entrada, camino para
la vida.
La vida futura es llegada, estancia, término, pa¬
tria, vida.
Esto que llamamos vivir aquí, es morir, ir a la
otravida; y lo que llamamos morir, es el término
muy rápido del poco tiempo que aquí pasamos.
Pero el morir es nacer a la otra vida, si se
muere bien, y comenzar aquella vida que no ten¬
drá fin.
Desgraciados nosotros si Dios no nos hubiera
dado otra vida que ésta, que es tan mala, tan
breve, tan llena de aflicción, de enfermedades,
de odios, de intranquilidades, envidias, antipatías,
hastíos.
Pero no es la feli¬
así. Dios nos ha criado para
cidad, para una vida feliz y eterna. Todavía no
estamos en ella. Porque así como la vida presente,
porque había de ser breve y de prueba, nos la ha
dado él como ha querido, así la otra, la verdadera
vida, digna de este nombre, nos la dará, si la me¬
recemos, si la ganamos, cumpliendo aquí su vo¬
luntad.
¡Pobre de mí si no la gano!
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LUCES MATUTINAS
8?

¡Acuérdate! Hay dos vidas, una provisional y


otra verdadera. Esta vida no es la vida verdadera.

8.—El único mal.

El único mal digno de tal nombre es el no hacer


la voluntad de Dios; el pecado.
Dios, que es tan bueno, tan compasivo, tan
amante de los hombres, no puede ver el pecado,
lo aborrece, lo castiga como en los
ángeles, en
Adán, en el diluvio, en Sodoma, en el infierno.
Todos los males no tienen
comparación con éste.
Ni hacen malo quien los tiene. ¿Estoy enfermo?
a

pero no por eso soy malo. ¿Soy pobre? no por eso


soy malo. ¿Soy plebeyo? no por eso soy malo. Si
no
tengo pecado, no soy malo.
Pero si peco, soy malo.
¿Blasfemo, perjuro, robo,
calumnio, cometo una impureza? pues soy malo.
Nadie tiene que avergonzarse de ser pobre, en¬
fermo, humilde. Todos tienen que avergonzarse
de pecar.
Puede enfermo, un pobre, un plebeyo ser
un
bueno. Un pecador no puede ser bueno.
El pecado es la desobediencia de un pobre hom¬
bre contra Dios, de una mínima criaturita contra
el inmenso Crador, de un
ignorante contra la Sa¬
biduría eterna, de un débil contra el
Omnipoten¬
te, de un defectuoso contra el Santo, de un malo
contra la suma Bondad.
El pecado es una ingratitud terrible contra el
que tantos beneficios nos hace y nos da el mismo
ser con
que pecamos.
El pecado es una audacia estupenda contra el
que puede castigar nuestra desobediencia de mil
modos.
El pecado es una
desvergüenza insigne contra el
que está presente a todas nuestras acciones cuando
pecamos.
El pecado es una deshonra
para todos los que
tienen dignidad. Todos se avergüenzan
de él y se
sienten degradados.

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88 LUCES MATUTINAS

El pecado trae consigo el remordimiento, ese


dolor y malestar especial que la Providencia ha
puesto junto al pecado, así como ha puesto el do¬
lor junto a la enfermedad, para que salgamos de
ella.
no te mueve, oh amigo mío, a de¬
Pero si esto
testar y evitarel pecado, mira a Jesús crucificado,
muerto por el pecado. ¡Oh misterio! Para que se
me
perdonase a mí el pecado fué menester que
muriese crucificado el Hijo de Dios.
No peques. Mas si pecas procura cuanto antes
salir del pecado haciendo un acto de contrición y
confesándote pronto.

9.—Lo que no tiene remedio.

Hay un mal que no tiene remedio, y es el in¬


fierno.
El que no sirve a Dios en esta vida, no sólo no
obtiene la vida eterna, sino que es condenado a las
penas eternas del infierno.
¿De qué te serviría no creerlo si es así con toda
verdad?
¿Qué hay el infierno? Tres cosas:
en
Primero. hay felicidad ninguna. Los días
No
buenos se acabaron. Las músicas y diversiones se
extinguieron. Los placeres de la amistad y de la
familia se rompieron. Los opíparos banquetes se
consumieron. Los deleites de los amores cesaron.
Riquezas, fausto, honores... todo pasó. Compañías,
no hay ninguna buena. No están allí los honrados,

ni los inocentes, ni los castos, ni los Santos, ni las


Vírgenes del Señor, ni los Mártires, ni los Padres
de la Iglesia, ni los Apóstoles, ni San José, ni la
Virgen María, nuestra Madre, ni nuestro Señor
Jesucristo, amantísimo Padre nuestro, ni Dios.
Sobre todo ¡falta allí la vida eterna! la felicidad
para que estábamos hechos! la vida! ¡aquello es
una vida sin vida! una muerte viva! una muerte
consciente!

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LUCES MATUTINAS 89

Segundo. No sólo no hay felicidad, sino que


hay penas y castigos. Pena es la oscuridad, pena
el encierro, pena la mala sociedad
y compañía;
allí están reunidos los
peores hombres de la huma¬
nidad: Judas, y, según es de temer de sus muertes
y vidas, Herodes, Caifás, Anás, Nerón, Arrio, Ju¬
liano, Lutero, Zuinglio, Calvino, Voltaire, etc.; to¬
dos los más deshonestos,
blasfemos, ladrones, ho¬
micidas, malos hijos, malos padres, malos esposos,
malos gobernantes, malos jueces, malos adminis¬
tradores. Pena es el remordimiento y la
concien¬
cia clarísima de estar allí por
propias culpas y pe¬
cados, que los conoce muy bien el condenado.
Pena, fin, el
en ver qué fácilmente pudo salvarse
y no se salvó.
Mas el
castigo hecho por Dios para el pecado
es el
fuego. Fuego intenso hecho para castigar;
fuego que abrasa, pero no destruye; fuego que pe¬
netra hasta lo interior del corazón,
y, como dice
San Agustín, rniris sed veris modis,
por modos ad¬
mirables pero verdaderos,
llega hasta el mismo
espíritu.
Tercero. Y todo esto... ¡eternamente!
¡Siem¬
pre condenados! siempre infelices! jamás felices!
¡Oh justicia de Dios! ¿Tú no temes? Otros ha
habido más sabios, más animosos, más
grandes
que tú y lo han temido. Otros también ha habido
tan descuidados tan
o
espíritus fuertes como tú y
acabaron por temerlo a tiempo. Otros murieron
sin temerlo o sin creerlo. Pero
¿de qué les sirve
no haberlo creído, si ahora sufren lo
que no qui¬
sieron creer?

10.—¡Morir tenemos!— Ya lo sabemos.


Apagadas las luces, acostados todos los monjes,
cerradas todas las celdas, pasa en
algunas comu¬
nidades el sereno antes que nadie
haya pegado el
ojo y dice amigablemente: ¡Morir tenemos!—¡Ya
lo sabemos!—responde el
monje de dentro—. Deo
gratias.

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LUCES MATUTINAS
go

Si lo sabes, vive como quien ha de morir. ¡Sabes


lo que es un cristiano? Oyelo
en dos palabras.
Un hombre que vive como quien algún día ha
de morir, y muere como quien siempre ha de vivir.
La muerte es el paso del tiempo a la eternidad.
La muerte es el fin de todas las cosas. ¡Todo
pasa! Así el ma.l como elbien. Riqueza y pobreza;
deleite y dolor; gloria yabyección... todo.
La muerte es el comienzo de la vida verdadera,
de la posesión, de la felicidad, de la gloria, del
vivir en Dios; o de la muerte sempiterna, de la
infelicidad sin fin, del infierno.
La muerte es el descanso para quien ha traba¬
jado o padecido por Dios, y el fin de la fiesta para
el que ha gozado y triunfado contra la voluntad
de Dios.
La muerte es el nacimiento al cielo o el aborto
al infierno.
La muerte es el punto más importante de la vida,
pues de él depende una eternidad.
Procura, pues, morir bien.
Si quieres morir bien, procura vivir bien.
Si quieres morir bien, prepárate a tiempo a morir.
Sobre enfermo piensa
todo, siempre que caigas
en morir bien, y el viático y la
recibe a tiempo
unción. Que para recibir los sacramentos no hace
falta estar muy grave, basta estar sencillamente
grave. Y por recibirlos pronto no te morirás, antes
al contrario.
Conque... Morir tenemos, hermano.
11.—¡Dies irae dies illa!
¡Día de ira! ¡Día de justicia! ¡Día de rigor es
el del juicio!
¡Yo seré juzgado!
¿Por quién?—Por mi Señor Jesucristo. Por tanto
he de amarle, he de servirle, he de confesarle, he
de respetarle... Para entonces.
¿De qué?—De todos mis actos buenos y malos,
grandes y pequeños. Por tanto he de mirar lo que
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LUCES MATUTINAS
91

hago, porque todo se apunta: he de reflexionar,


he de examinar mi conducta. Y he de
enmendar
lo que esté mal
hecho, para que allí junto a la
deuda figure la
paga, junto al pecado la penitencia,
junta a la prevaricación la enmienda.
¿Según qué código?-—Según el Evangelio, no se¬
gún el juicio del mundo. Según el código de la
voluntad de Dios: no
según el de la voluntad
nuestra. Según la ley del Decálogo y la de la
Iglesia y de la legítima autoridad; no según los
usos malos del mundo, ni por lo que hacen todos,
ni según la corriente, la moda. Por tanto he de
atender a los juicios divinos, no a los
respetos
humanos, ni a lo que hace y dice el mundo.
¿Con rigor o con benignidad?—Con justicia: sin
excesivo rigor ni excesiva blandura. Como cada
cosa sea. Por tanto no seas ni laxo
y remiso, ni
angustioso y escrupuloso.
¿Con qué sentencia?—Con sentencia
de la
inapelable,
gloria eterna o de condenación eterna. Por
tanto, procura salir bien de este juicio donde
o
todo se pierde o todo se gana.
¿Cuál será mi sentencia?—Dime, cuando cortan
el árbol, ¿de qué lado cae? De donde tiene los
frutos. Tú, árbol de Dios,
¿tienes frutos de ben¬
dición hacia el paraíso?
Hacia allá caerás. ¿Tienes
frutos de maldición hacia el infierno? Hacia allá
caerás. Por tanto, si tienes frutos de
maldición,
pódate sin piedad a tiempo.
¿Cómo me darán la sentencia?—De
uno de estos
dos modos: examínalos
palabra por palabra:
«Ven, bendito de mi Padre, a recibir el reino que
te está preparado
desde el principio del mundo.»
«Vete, maldito de mi Padre, al fuego eterno que
se
preparó para el diablo y sus ángeles.»
Por tanto, piénsalos
y elige el que te plazca.
12.—Purgatorio.
¿Ya será digno meditar un caballero acerca del
purgatorio? ¡Oh sí, ya lo creo!

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LUCES MATUTINAS
92

Porque parece que es meditación más de beatas...


¡Oh, no! es más de caballeros y de personas mun¬
danas.
Las personas de delicada conciencia han de te¬
ner
pocopurgatorio, y suave.
El purgatorio se ha hecho principalmente para
los que aquí viven mundanamente, sobre todo
cometiendo pecados, y por la misericordia de Dios
sesalvan, se convierten lo bastante para no con¬
denarse, o poco más, y pasada una vida regalada,
casi sin Dios, casi sin religión, casi sin caridad, casi
sin cristiandad, casi se condenan y apenas se salvan.
Para éstos es el purgatorio. Para éstos el pur¬
gatorio de fuego. Para éstos el purgatorio largo,
de años y acaso de muchos años.
Los que viven vida mundana, disipada, lujosa.
Los que van a todos los espectáculos, reuniones
y peligros sensuales.
Los que difieren su conversión hasta la vejez o
la muerte.
Los que, dueños de grandes riquezas, no dan a
los pobres, o no dan sino poco, y todo lo devoran
ellos en su gusto y regalo.
Los que cometen, sin mirar, toda clase de pe¬
cados veniales y alguna vez mortales, y descuidan
mucho sus obligaciones.
Estos muchas veces se condenan.
Pero muchas veces, o por sus mujeres, o por sus
hijos y madres, o por sus amigos, y siempre por la
misericordia de Dios, se salvan.
Se salvan del infierno, pero no del purgatorio.
En él hay que pagar el castigo temporal que se¬
ñale la. justicia divina por el pecado aun perdonado.
En el purgatorio hay penas terribles. El fuego
es el mismo del infierno, sólo que tiene fin.
También hay penas suaves, y muchos no irán al
fuego. Pero éstos son los que aquí sirven a Dios
con sinceridad.
No deje usted de meditar en el purgatorio, ca¬
ballero.

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LUCES MATUTINAS 93

13.—¡Cuando miro al cielo!...

«¡Qué sórdida me parece la tierra cuando miro


al cielo!»
Así decía un
caballero, Ignacio de Loyola,
gran
el cual después cayó en la cuenta de esto,
que
miraba tanto al cielo, que algunos le conocían
por este rasgo: «Aquel señor que mira mucho al
cielo».
El sitiodebe ser precioso. Porque si en este
mundo, que es de prueba para buenos y malos,
hay tantas preciosidades, ¿qué habrá en aquel sitio
hecho para premio, para gloria, para felicidad, y
ganado por los méritos de Jesucristo5... Luz, bien¬
estar, esplendor, lujo, delicias, bellezas sin cuento...
La compañía será deliciosa. Todos buenos. Ni
uno solo con pecado. Todos santos. Los
mejores
hombres y las mejores mujeres. Los ángeles, los
confesores de Cristo, las santas vírgenes, los santos
mártires, los apóstoles... Abrahán, Moisés, David,
confesores de Cristo, las santas vírgenes, los santos
Isaías, los Macabeos, San Agustín, San Jerónimo,
Santo Domingo, San Ignacio, San Luis, San Esta¬
nislao, Santa Inés, Santa Cecilia, Santa Teresa,
etc., etc. ¡El glorioso Patriarca San José! el santo
más amable de todos. ¡La gloriosísima y bonísima
Virgen María, Madre nuestra! ¡Nuestro Señor Je¬
sucristo, aun como hombre estupendamente ama¬
ble! Dios, en fin, con toda su bondad y santidad.
La unión con esta
compañía será íntima. De la
más estrecha amistad
y más alegre caridad, cono¬
ciéndonos, tratándonos y amándonos todos.
La vida la más deleitosa
y alegre en todos sen¬
tidos, llena de amor sin concupiscencia, llena de
afecto sin peligro, llena de deleite sin bajeza, llena
de placer sin hastío, llena de libertad sin tropiezo,
llena de todo lo bueno sin sombra de malo.
La ocupación, amar. Amar y
alabar a Dios.
Amar a los santos. Conversar con ellos. Y
gozar.
Gozar de la vista
siempre nueva de Dios, y de las

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LUCES MATUTINAS
94

infinitas cosas que Dios nosenseñará en toda una


eternidad segura que nos resta... ¿Qué hará Dios
en toda esa eternidad? En fin, gozar en el alma y

en el cuerpo, en las potencias y sentidos. Pero todo

con suma dignidad y limpieza, con insigne pureza

y delicadeza, aunque con sumo placer en todo.


Sobre todo ver a Dios, amar a Dios, verle que
nos ve, verle que nos ama, verle que se complace

en todos y cada uno de nosotros, en que le veamos,

le amemos y seamos felices...


Cuando miro al cielo, ¡qué sórdida es la tierra!

14.—Jesucristo.

¿Sois cristiano?—Soy cristiano por la gracia de


Dios.
¿Qué quiere decir cristiano?—Cristiano quiere
decir hombre de Cristo, hombre que profesa la fe
de Cristo que recibió en el bautismo, y está obli¬
gado a su santo servicio.
¿Quién es Jesucristo?—Jesucristo es el Hijo de
Dios vivo que se hizo hombre por redimirnos y
darnos ejemplo de vida.
Piensa, pues, tres cosas que cuando se convertía
pensaba el capitán Ignacio de Loyola, enfermo en
su castillo.
Primera:¿Qué ha hecho Cristo por mí?
¡Qué ha hecho! Encarnar, nacer pobre, vivir
trabajando, predicar, ser perseguido y humillado,
padecer muerte y pasión, fundar la Iglesia, y en
ella los sacramentos, sostenerla perpetuamente,
probarla con miles de milagros, dotarla de santos
y de sabios, quedarse él en la Eucaristía en todas
partes... «Me amó y se entregó por mí». Todo eso
hizo por ti.
Jesucristo para mí es todo. Es mi maestro, es mi
redentor, es mi padre, es mi amigo, es mi hermano,
es mi protector, es la causa de todo mi bien, y ha
de ser mi juez. Él me ha de condenar o me ha de
salvar; y quiere salvarme.

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LUCES MATUTINAS
95

Jesucristo es sobre todo mi Dios, y al mismo


tiempo hombre. Esto para mí es muchísimo: por¬
que si Dios, es todo bien. Y si es Dios hecho
es
hombre por mí, es Dios que quiere unirse con¬
migo, hacerse mi igual, dárseme todo a mí, o, me¬
jor dicho, hacerme su igual y tomarme todo den¬
tro de sí, en su corazón.
Segunda: ¿Y qué he hecho yo por Cristo?
A esta
pregunta repóndete tú a ti mismo.
¿Qué de bueno has hecho por Cristo?...
Y acaso ¿qué de malo has hecho contra Cristo?...
Tercera: ¿Qué debo yo hacer
por Cristo?
También a esta pregunta has de
responder tú
mismo. Unicamente te diré la
recíproca de San
Pablo: Ama a Cristo y
entrégate por Cristo, como
él por ti. ¿No eres cristiano?
15.—Jesucristo en la cuna. ¡Amale!
¡Mira Dios hecho niño en un pesebre!
a
¿Para qué? Para hacerse más amable. Los pue¬
blos cristianos han desfilado
por Belén ante esa
cuna, y nadie que haya tenido corazón ha
de
dejado
amara
Jesús al menos un instante. El capitán
de Pamplona se imaginaba que se hacía esclavito,
criadito del Niño Jesús y de la
sagrada familia
para servirle.
Recoge tu mirada en ese punto, en ese niño;
que no es mucho recojamos nuestra mirada donde
Dios recogió su infinita
majestad.
Mira cuántos ejemplos nos da:
1.° De
cumplir la voluntad divina del Padre.
Al entrar en el mundo
dijo en su corazón según
San Pablo: «No has
querido víctimas, ni holocaus¬
tos. Pero me has formado a mí un
cuerpo. Los holo¬
caustos por el pecado no te han
agradado. Y he
dicho: Aquí estoy yo (según está escrito
de mí en
el libro) para
hacer tu voluntad».
2.° De amor nuestro. Porque ahí está
y se ofre¬
ce a
cumplir la voluntad del Padre, por nuestro
amor, por salvarnos y darnos la paz. Y así dicen

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LUCES MATUTINAS
96

los ángeles: Gloria a Dios en las alturas, y en la


tierra paz a los hombres de buena voluntad.
3.0 De pobreza y desprecio del mundo. ¡Qué
poco toma Dios para venir al mundo! Una cueva,
un pesebre, unas pajas, unos pañales!... ¿De qué
nos quejaremos?

4.0 De castidad y mortificación. Fíjate cómo ha


escogido madre castísima y padre castísimo también.
Además carece de todo regalo de los sentidos: es de
noche, es invierno, tiene frío, duerme sobre pajas.
5.0 De obediencia y humildad. El Verbo calla.
El Omnipotente está impotente. El Dios se hace
criatura, todo se lo tienen que hacer José y María,
y él no hace más que dejarse llevar.
¿Para qué anhelamos tanto las riquezas, los re¬
galos, los honores?
Dios inmenso se hace niño pequeñito por mí.
Y nosotros ¡ruines! queremos hacernos dioses
y que nos traten como dioses.
Mira, mira a ese Niño y ámale.
16.—Jesucristo en el taller. Imítale.
Mira a ese joven que crece en Nazaret, y ha¬
biendo venido a darnos ejemplo de vida, pasa una
vida común y oscura en el oficio de carpintero.
Gran ejemplo nos da desde ese taller, aunque no
sabemos de él más que tres rasgos:
Rasgo 1° Era sujeto a sus padres. Obedecía.
¿Eres niño? Obedece como Jesús a tus padres.
¿Eres adolescente? Sigue obedeciendo y no sacu¬
das el yugo hasta que sea voluntad de Dios. ¿Mue¬
re tu
padre y quedas hijo de la viuda como Jesús?
Obedécela, hónrala, susténtala. De todos modos
algún superior tendrás. Aprende de Jesucristo a
obedecer.
Rasgo 2° Trabajaba de carpintero. Trabaja tú
también; estudia, aprende un oficio, sé laborioso,
no seas de los que en este mundo comen el pan

de balde. ¿Necesitas para comer? Trabaja para ti.


¿No necesitas trabajar para comer? Tampoco lo

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LUCES MATUTINAS
97

necesitaba Dios; trabaja para comer con honra,


trabaja para otros. ¡A cuántos podría aprovechar
tu trabajo material o intelectual!
Rasgo 3° Progresaba en estatura, en sabiduría
y en gracia ante Dios y los hombres. Deber es
del hombre
progresar y perfeccionarse en cuerpo
y en alma. En salud y fuerzas corporales, en dis¬
creción, entendimiento y discurso, en virtud' y
santidad. Así crecía Jesús
y cada día se presen¬
taba más perfecto, y
siempre modelo de su edad.
Niño perfecto, adolescente
perfecto, joven perfec¬
to, varón perfecto, mostrando cada día más
per¬
fección y sabiduría, haciendo cada
vez, según era
propio de la edad por que pasaba, obras más gra¬
ciosas y más perfectas. En cada una de sus edades
se
podía decir: todo lo hace bien. Tal debemos ha¬
cer nosotros. Tomar la vida en
serio, aprovechar
el tiempo, crecer en
perfección de todas clases a
medida que avanza nuestra edad, servir
para algo
en el mundo.
Rasgo final. Esto no impedía que Jesucristo
fuese alegre, jovial, amigo, ni que hubiese en su
casa dicha completa
aun sin barullos mundanos.
17.—Jesucristo en la cruz. Abrázale.

¡Oh caballero cristiano! Aquí tienes que bajar


tu cabeza. ¡Mira a un Crucifijo! Si
no lo tienes,
cómpralo. ¡Contémplalo bien!
¡Aquí acaban todas nuestras quejas! ¡Aquí se
desvanece toda excusa!
¡Aquí empieza toda re¬
signación! ¡Aquí se extingue toda concupiscencia!
¡Aquí se hunde toda ambición! ¡Aquí prende el amor!
¿Padeces? ¡Consuélate! ¿No padeces? ¡Aver¬
güénzate! ¿Vas a padecer? ¡Prepárate! ¿Has pade¬
cido? ¡Alégrate!
¿No quieres padecer? ¡Apártate!
¿Cuál es la señal del cristiano? La señal del
cristiano es la santa Cruz. Y tú
¿llevas la santa
Cruz?
Oye a Cristo Jesús: El que quiere venir en pos
de mí, niéguese sí, tome
a su cruz y sígame.
4
Biblioteca Nacional de España
98 LUCES MATUTINAS

Oye a San Pablo: Los que son de Cristo han


crucificado su carne con sus vicios y concupis¬
cencias. La cruz es el escándalo para los judíos,
la necedad para los gentiles, pero para nosotros,
los llamados, es la sabiduría y fuerza divina.
Dice San Juan Crisóstomo: La cruz nos enseña
cuánto amaba Dios a los hombres, pues más quiso
ser amado que temido.
Dice San Juan Apóstol: Tanto amó Dios al mun¬
do, que le entregó a su Hijo unigénito.
Dice San Pablo: Jesucristo me amó y se entregó
a sí mismo por mí.
Dice San Agustín: ¡Señor! Más me has amado
a mí que a ti, pues no has dudado morir por mí.
Padece tú también todo cuanto tengas que pade¬
cer cristiano. De todos modos tienes que
para ser
ser o con Cristo si cumples tu deber,
crucificado,
o con el buen ladrón si no lo has cumplido y quie¬

res ya seguir a Cristo, o con el mal ladrón si te


obstinas en pecar. La mejor cruz es la de Cristo.
Si puedes, lee el capítulo xi y el xn del libro n
del Kempis.

18.—Jesucristo en el sagrario. Cómele.

¿Para qué se ha quedado Jesucristo en la Euca¬


ristía? Para ser tu alimento y darte fuerzas para
cumplir tu deber.
«Yo soy el pan de vida». El que me come vivirá
por mí.
¿Quieres vivir? Comulga. ¿Quieres vivir robus¬
to? Comulga mucho. ¿Quieres tener fuerzas para
ser un buen cristiano? Comulga muchas veces.
Y ¿por qué no todos los días? El Papa quiere,
la Iglesia quiere, Jesucristo quiere que comulgues
todos los días. ¿Es que tú no quieres?
Pues no te quejes si después tienes pocas fuerzas
cristianas; pues comes poco pan cristiano.
«Por eso», decía San Pablo, «hay entre vosotros
muchos enfermos, muchos débiles, muchos que
duermen».

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LUCES MATUTINAS
99

Por eso, diré yo también, hay tantos caballeros


cristianos débiles, cobardes, tibios, durmientes,
porque no comulgan. Comulga mucho para que
se te pegue el espíritu de Cristo.
Visita también a menudo, al menos todos los
días una vez, algún sagrario, y habla en ese
tiempo
un
poco con Jesucristo de tus de tu alma, de cosas,
tu familia, de tu
negocio, de tu temor, de tu espe¬
ranza, de tus desengaños. El que está en el sagra¬
rio es tu padre, tu amigo, tu señor, tu Dios. Te re¬
mediará, o te animará, o te consolará, o te tran¬
quilizará, o te asegurará. ¿Piensas que esto es sólo
para beatas?
Oye misa. No tendrás devoción mejor. La misa,
y sobre todo con la comunión, es sin comparación
la mejor devoción de un cristiano. Cristo nos
ganó
infinitas gracias en la cruz; pero
estas gracias se
nos aplican a cada uno
según nuestras obras y en
los sacramentos. Y en
ninguna obra, en ningún sa¬
cramento tanto como en la misa
y comunión.
19.—Jesucristo en el cielo. Invócale.

«¡Hijitos míos!» nos escribía San Juan, «esto os


escribo para que no pequéis. Mas si alguno peca,
tenemos un abogado junto al Padre, a Jesucristo,
justo.» «Porque», añade San Pablo, «como perma¬
nece para siempre,
tiene el sacerdocio eterno, y
puede salvar perfectamente a cuantos por él se
acercan a Dios; como
que siempre está vivo para
interpelar por nosotros.»
Jesucristo es, pues, en el cielo nuestro continuo
mediador. Por él viene el Padre a nosotros,
y por
él iremos nosotros al Padre, si hemos de ir. Por él
sube la oración y viene toda la gracia y
todo perdón.
Allí es él nuestra cabeza, el
rey de todos los cris¬
tianos, el sacerdote de toda la Iglesia, desde allí
nos ve a todos sus vasallos los cristianos, nos bau¬
tiza, nos absuelve, nos comulga, nos administra to¬
dos los sacramentos asistiendo invisible al ministro
visible, nos enseña asistiendo al Sumo Pontífice y

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IOO LUCES MATUTINAS

a su Iglesia, nos sostiene en nuestras persecuciones,


nos prepara la corona, o el nos castigo,
su gra¬ da
cia. El es nuestro abogado general en el cielo.
Todos los cristianos somos sus vasallos. Debemos:
Creerle cuando nos enseña por la Iglesia.
Profesarle sin vergüenza ni respetos humanos.
Adorarle como a verdadero Dios hijo de Dios.
Obedecerle como a nuestro Señor Jesucristo.
Invocarle como a nuestro general abogado.
Respetarle como a nuestro futuro juez.
Esperarle como a nuestro remunerador.
Y sobre todo ¡amarle! ¿Qué seríamos nosotros y
toda la sociedad sin nuestro Señor Jesucristo?
Decía San Pablo: «Si alguno no ama a nuestro
Señor Jesucristo, maldito sea».
¿No podrás leer alguna vez el Kempis, libro n,
capítulos vil, vin y xi?

20.—¡Oh María, Madre mía!

¡Oh dulcísimo nombre! ¡Oh preciosa figura! ¡Oh


suavísima delicia del humano linaje!
Nada en el mundo se presenta a mis ojos más
dulce, más amable, más consolador que tú, ¡oh San¬
tísima Virgen, con tu divino Hijo en tus brazos!
¡Oh flor perenne de Nazaret, que sin dejar de ser
flor traes contigo el fruto de bendición del linaje
humano! Bendita tú eres entre todas las mujeres y
bendito es el fruto de tu vientre, Jesús.
Yo quiero amarte. Yo quiero ser tu devoto. Por¬
que tú eres vida, dulzura y esperanza nuestra.
Yo pecador en ti confío, porque por ti se han
hecho justos innumerables pecadores.
Yo cristiano en ti confío, porque por ti se han
hecho santos innumerables cristianos.
Yo desterrado enti confío, porque por ti han
llegado a innumerables desterrados.
la patria
Yo, reo de innumerables culpas, en ti confío,
porque ninguno de los que has amparado tú se han
condenado.

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LUCES MATUTINAS IOI

En las paradas de los caminos


y en los cruces
de los senderos ponían nuestros abuelos tu
Yo también quiero
imagen.
que estés en las paradas de la
cuesta de la vida
y del sendero de mi deber, para
que, cuando llegue cansado, tú presentándome a
tu Hijo me digas sonriendo:—¡Un poco más, hijo!
¡Hasta la cumbre!
¡Soy débil! ¡Dame la mano!
¡Soy pecador! Ruega a tu Hijo por tu hijo. Tú
eres madre de Dios
y madre del reo; madre del juez
y madre del desterrado;
ruega al Hijo juez por el
hijo reo, y alcanza al desterrado el perdón del Juez.
¡Oh caballero cristiano! Sé muy devoto de la
Virgen María, y te salvarás. Haz por ella cual¬
quier cosa.

21.—¡Con toda tu alma!


El primer mandamiento
y el más grande es éste:
¡Amarás al Señor tu Dios con toda tu alma y con
todo tu corazón!
Pero ¿qué? ¿Era preciso mandar esto? ¿No es¬
taba escrito todas las cosas
en
y no lo llevamos im¬
preso en todas las fibras de nuestro ser? ¿No es
ésta la atmósfera, la voz, el cántico de toda la
crea¬
ción: Ama a tu Dios sobre todas las cosas?
¿No sientes, San Agustín, un corazón gran¬
como
de hecho para amar a Dios?
¿Y no te ves obli¬
gado a exclamar como él: «Señor, me has criado
para ti, y mi corazón está inquieto hasta que des¬
canse en ti»?
¡Oh cristiano! ¡cuánto te ha amado Dios a ti!
Te ha dado cuanto eres, tu
cuerpo, tu alma, tus
cinco preciosos sentidos, tus tres admirables
poten¬
cias... Todo cuanto te rodea: tu
familia, tus padres,
parientes, amigos, tu casa, bienes, muebles... Toda
la creación, alimento,
vestido, aire, luz, agua, tie¬
rra, campos, mar, cielos... Y todo no te lo dió una
vez, sino que te lo está dando en cada instante.
Y fíjate con qué cariño te lo ha
preparado todo,
no sólo útil, sino hermoso.
Qué hermoso es el cam-

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102 LUCES MATUTINAS

po, y hasta el mar,


la luz, y el agua desde la fuente
y los sonidos y los sabores y los perfumes... qué
varios, qué gratos.
Y acaso a ti te ha distinguido, te ha dado mejor
talento, o mejor familia, o mejor riqueza, etc., que
a otros.
Y mejor que todo esto es lo sobrenatural. Haber¬
sehecho Dios hombre, y vivido y muerto por mí.
Haberme redimido. Haber fundado para mí la Igle¬
sia, y en ella el culto, los predicadores, los confe¬
sores, la jerarquía, el Papa infalible, los milagros,
los libros santos, la gracia, los sacramentos... Ha¬
berme perdonado tantas veces en la confesión.
Luego le debes ese cariño de querer estar unido
contigo: por la gracia habitando en ti como templo;
por la comunión como alimento; por la presencia
constante en el sagrario.
En fin, le debes la gloria que quiere darte en
el cielo uniéndose allí contigo con la más estrecha
unión...
¿Hay alguien que te ame más?... Pues ama a
Dios, ¡pobre criatura! y antes que ofenderle pierde
todas las cosas.

22.—Y al prójimo como a ti mismo.


Dime, ¿no te parece muy bien que Dios nos haya
mandado mí y a todos que te amemos mucho a
a
ti? ¿que te amemos como a nosotros mismos? ¿que
no te hagamos ningún mal? ¿que te hagamos, al
contrario, bien? ¿que te toleremos, te dispensemos,
te ayudemos, te apreciemos, y nunca jamás te des¬
preciemos, ni quitemos la honra, ni miremos con
indiferencia? Esto te parece muy bien, y con razón.
Es gran beneficio que Dios te ha hecho.
un

Pero entiende, que lo mismo nos parece a los de¬


más respecto de ti, que Dios te haya mandado que
nos ames tú, así como nos ha mandado que te ame¬
mos a ti.
Jesús decía que este mandamiento es semejante
al primero. Es decir que con la misma fuerza nos

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LUCES MATUTINAS IO3

mandaba amarle a él sobre todas las cosas, que


amar al prójimo como a nosotros mismos.
Jesús decía que él nos mediría con la misma me¬
dida con que nosotros midiéremos al prójimo; es
decir, que nos trataría con la misma caridad o du¬
reza
que nosotros a nuestros hermanos.
Jesús decía que recibiría como hecho a sí mismo
lo que hiciésemos a nuestros prójimos, y que aun
un vaso de agua dado a otro por su amor tendría
su premio.
Jesús decía que nos ponía a los cristianos sus
discípulos un mandamiento nuevo, especial, propio
del cristianismo, y era que los cristianos nos amá¬
semos
especialmente
unos a otros, de tal modo que
por esto conociese que éramos discípulos suyos
se
y condiscípulos entre nosotros.
Ama, pues, a tu prójimo.
¡Qué repugnante es el mundo cuando se ve el
bullidero de envidias, odios, desprecios, rencorcillos
y miserias que hay en la sociedad!
¡Qué poca caridad hay en el mundo!¡Cuántos
odios y rivalidades!
¡Qué poca abnegación y sacrificio! ¡Cuánto inte¬
rés y amor propio!
¡Qué poca sinceridad! ¡Cuánta farsa y urbani¬
dad!...
Y sin embargo, ¡qué hermoso, qué
dulce es ser
caritativo con el prójimo!
Nunca jamás hagas mal a nadie.
Siempre haz a todos todo el bien que puedas.
¡Como a ti mismo! Ya te premiará Dios.

23.—¡Tuve hambre y me diste de comer!

¿Quieres que hablemos otra vez de la caridad?


¿Sobre todo en favor de los pobres?
¿Socorrerías a Jesucristo si le vieras con hambre?
¿Le hubieras dado de comer en Egipto? ¿Le hubie¬
ras dado de beber en la cruz? ¿Le hubieras negado
nada?

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LUCES MATUTINAS

Pues bien, el día del juicio habrá muchos a quie¬


nes dirá: Tuve hambre y me diste de comer, tuve
sed y me diste de beber, estuve desnudo y me ves¬
tiste, enfermo y me visitaste, encarcelado y me
consolaste.—¿Cuándo hicimos tal cosa, Señor? di¬
rán espantados los que tal oigan.—Cuando lo hi¬
cisteis con mis pobrecitos, entonces lo hicisteis
conmigo.
Pues bien, amigo y buen corazón, mira lo que
haces. Hay muchos Jesucristos en el mundo, hay
muchos pobres.
Muchos Jesucristos hambrientos, muchos Jesu¬
cristos sedientos, muchos Jesucristos enfermos,
desnudos, tristes, sin casa, sin descanso, sin ense¬
ñanza, llenos de necesidad...
Y a ti te sobra mucho de lo que falta a esos Je¬
sucristos. Tú tal vez comes más que una docena de
ellos juntos, y tienes más casa y más vestidos y
más regalos y más gastos que diez y veinte y aun
cien de ellos juntos. ¿Te parece esto bien?
Ahorra para los pobres. Administra con econo¬
mía para sacar algo para los pobres. Practica las
obras de misericordia. Quita lujos, quita superflui¬
dades, quita derroches.
lujo sea la limosna, tu superfluidad consolar
Tu
al desgraciado, tu derroche hacer obras de miseri¬
cordia, tu brillo hacer felices a los necesitados.
Y además de dar, trabaja y haz caridad personal¬
mente. Tú en persona haz algo por los pobres, haz
algo por los Jesucristos.
A otros en cambio dijo que dirá el día del juicio:
Apartaos de mí, porque tuve hambre y no me dis¬
teis de comer, tuve sed y no me disteis de beber,
estuve desnudo y no me vestisteis, enfermo y no
me visitasteis, en la cárcel y no me consolasteis.
—¿Cuándo, Señor? dirán éstos espantados.—
Cuando lo estuvieron mis pobres y no les hicisteis
caso.

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LUCES MATUTINAS IO5

24 — Vae autem ílli I—¡ Ay de aquél!...


¿De quién?—Per quem scandalum venit! de quien
escandaliza.
Todos los pecados son horribles, pero el de es¬
cándalo es de los más aborrecidos por Dios.
Ha de haber escándalos en el mundo, decía Je¬
sucristo, mas ¡ay de aquel que los dé! ¿Mejor le
sería que antes le colgasen una piedra de molino
al cuello y lo echasen al mar!
¿Qué es escándalo? Es decir o hacer algo que in¬
cite a otros a pecar, o los confirme en el pecado.
Acaso digas: ¿es que yo soy escandaloso?
No es difícil hoy ser uno escandaloso, y convie¬
ne que odiemos este mal.
Las malas conversacionesson un gran escándalo

y muy eficaz. Sean conversaciones impuras, tan


frecuentes hoy aun en personas decentes; sean con¬
versaciones irreligiosas en que sin competencia se
mofan unos de la piedad, critican otros sin razón
la autoridad religiosa, o esparcen dudas y vaci¬
laciones sobre la fe.
Las malas amistades y el pertenecer a socieda¬
des malas es otro escándalo, pues da autoridad ante
la sociedad a los malos, y les quita el horror con
que serían mirados.
Leemos malos periódicos, y aun en público, ha¬
ciendo así que nadie se avergüence de ellos.
Asistimos públicamente a espectáculos malos, a
cines, teatros, bailes peligrosos e invitamos a otros.
Nuestra asistencia es un escándalo.
Quebrantamos en fondas y estaciones los precep¬
tos de la Iglesia acerca de la abstinencia.
Muchos padres y madres en familia a sus hijos e
hijas les quitan la libertad de practicar la religión,
ir a misa, comulgar frecuentemente, confesar don¬
de les conviene, practicar obras de virtud y de celo,
y seguir su vocación.
Tener en casa libros malos, novelas livianas, re¬
vistas licenciosas, es escándalo.

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io6 LUCES MATUTINAS

Los profesores, examinadores, maestros cometen


hoy muchos escándalos con los pequeños en la en¬
señanza.
Si fueras mujer, habías de examinar tus vesti¬
dos...; siendo caballero, examina los de las mujeres
de tu casa.

25.—La santa Madre Iglesia.

Es lo mejor que hay en el mundo. ¡Qué gran be¬


neficio nos ha hecho Jesucristo al fundarla!
La Iglesia es la sociedad en que Jesucristo nos
ha reunido a los bautizados y fieles cristianos para
que en esta sociedad tengamos facilidad de salvar¬
nosy santificarnos.
Esta Iglesia es gloriosísima. En nuestra sociedad
hemos tenido y tenemos los mejores hombres del
género humano, en todos sentidos, pero sobre todo,
en virtud, en santidad, en heroísmo, en ciencia de
Dios. Todo lo mejor y en cantidad enorme ha sido
y es católico. Apóstoles, mártires, doctores, vírge¬
nes, santos de todo género. ¡Qué historias!...
En nuestra sociedad ha puesto Jesucristo auxi¬
lios y abundancia increíble de medios para salvar¬
nos
y santificarnos.
Una doctrina de fe riquísima y abundantísima
sin un error, una moral elevadísima y purísima sin
un desliz, un culto espléndido y dignísimo sin nin¬
guna superstición.
Una jerarquía aptísima. Y primero un Papa que
nunca puede faltar en la Iglesia, el cual en su cá¬

tedra es infalible por la gracia de Jesucristo al en¬


señarnos. Y luego, para irradiar su acción a todo
el mundo, prelados y sacerdotes en abundancia por
todas partes. Por doquiera se predica y ofrece sa¬
crificio augusto, se administran sacramentos, se
perdonan pecados, se dan comuniones y se pone al
pueblo en comunicación con Dios.
Los sacramentos, fuentes de la gracia de Cristo,
están en la Iglesia nuestra y por ellos se nos co-

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LUCES MATUTINAS

munica continuamente la gracia, el más alto don


que da el cielo a la tierra.
El culto lo ha dispuesto con la gracia de Jesu¬
cristo del modo más suave, más digno, más bello
y más insinuante. Desde el bautismo hasta el en¬
tierro, desde Navidad hasta Pascua y Todos los
Santos es un drama del corazón.
¡Cuánto debemos a nuestra santa Madre la Igle¬
sia! ¡Cuántas virtudes! ¡Cuánta luz! ¡Cuánta doc¬
trina! ¡Cuántos consuelos! ¡Cuántas alegrías! ¡Cuán¬
ta civilización! ¡Cuánta educación! ¡Cuánta inocen¬
cia! ¡Cuánto heroísmo! ¡Cuánta caridad! y sobre
todo ¡cuánta seguridad de salvarnos!
¡Creo y amo a nuestra santa Madre la Iglesia
católica! Y lejos de nosotros toda persona, partido,
sociedad, periódico o libro que sea contrario a nues¬
tra santa Madre la Iglesia.

26.—¡ Cree!
Cree lo que nuestra santa Madre la Iglesia nos
enseña, y créelo sin vacilación, porque es verdad.
Lo que Jesucristo enseñó y probó con muchos
milagros estupendos, y especialmente con su pro¬
pia resurrección.
Lo que se propagó por todo el mundo rapidísi-
mamente, sin armas, sin auxilios, contra todo el
poder del Imperio Romano, contra todas las filo¬
sofías, contra todas las concupiscencias, contra mil
persecuciones.
Lo que han sellado con su sangre millones de már¬
tires, adornado con su castidad millones de vírge¬
nes, iluminado con su virtud millones de santos,
explicado con sus libros millones de sabios.
Lo que, según la profecía de Cristo, dura y du¬
rará hasta el fin del mundo en medio de todas las
persecuciones.
Lo que no ha mudado ni variado en los veinte
siglos. Lo que se confirma con mil profecías del
Antiguo y Nuevo Testamento. Lo que se confirma
en todos los siglos con milagros estupendos. Lo que

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io8 LUCES MATUTINAS

hace buenos a quienes lo creen y practican. Lo que


aborrecen y dejan los que quieren ser malos. Lo que
abrazan los incrédulos cuando quieren ser buenos.
Lo que al morir nadie de los creyentes
reniega.
Lo que al morir muchos incrédulos abrazan.
Lo que contiene una moral severa e intachable.
Lo que es sobre la razón, pero no contra la razón.
Lo que cuanto más se estudia más bien parece.
Lo que aborrecen y persiguen los malos.
Lo que no se deja sin caer en muchos absurdos.
Lo que da tranquilidad a
la conciencia.
Lo que consuela al alma en la vida.
Lo que es tan hermoso de creer.
Lo que ha civilizado tanto al mundo.
Lo que hoy sin comparación cree más
gente.
Lo que cada día tiene más y mejores
creyentes.
Lo que es verdad, porque Dios lo ha revelado y
la santa Madre Iglesia nos lo prueba con muchísi¬
mas razones
y milagros.
«¡Y quien no lo crea será condenado!» dice Jesu¬
cristo. ¡Cree, pues, y obra
según tu fe!
27.—¡Espera!
Ya sabes que hay otra vida. Espérala. No
quie¬
rastener demasiada felicidad en este mundo. Dé¬
jala para el otro. Haz buenamente por prosperar
aquí sin demasiado afán y atiende más a tu alma.
No tengas demasiado afán por lo presente,
por¬
que pasa. No tengas demasiado empeño por lo mun¬
dano, porque no llena. No quieras ganar demasia¬
do, porque no está la felicidad en tener.
Antes muchas veces en la
riqueza está la infe¬
licidad propia de los hijos, que salen unos vicio¬
o
sos y
holgazanes.
No quieras ganar mucho,
porque es terrible ten¬
tación, y raros son los que enriquecen mucho y no
desagradan a Dios.
No quieras ser opulento,
porque en la opulencia
brota espontáneamente la flor de la soberbia
y de
muchos vicios.

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luces matutinas

Piensa menos en esta vida que pasa y es breve;


y más en la vida que esperas, que viene y es eterna.
Oye la verdadera economía que te dicta Jesús:
Cap. i.° «Busca ante todo el reino de Dios y
su justicia, y todo lo demás se te dará por añadi¬
dura.» Es decir, lo primero procura ser bueno y
ganar la vida eterna; luego trabaja por lo terreno,
con prudencia, y Dios te dará lo que convenga.
Cap. 2° «¿De qué le sirve al hombre ganar todo
el mundo si sufre detrimento su alma?»
Cap. 3.0 «No os forméis tesoros en la tierra,
donde la roña y la polilla los roen; donde los la¬
drones los socavan y roban. Formaos vuestro te¬
soro en el cielo, donde ni la roña, ni la polilla lo

roen, socavan y roban.»


ni los ladrones lo
Cap. 4.0
«Da a los pobres y tendrás un tesoro
en el cielo»,
y: «si perdéis algo por mí, recibiréis
el ciento de esta vida, y después la vida eterna.»
Aunque hay varios modos de ganar para el cielo,
uno de ellos es muy bueno: dar a los pobres, o
dejarlo todo por amor de Cristo.
Ésta es buena economía. Hacer menos por esta
vida breve, y más por la otra eterna.
Y entre tanto, puestos los ojos en ella, ¡espera!

28.—¡Teme!
¿Por qué tienen a los cristianos por tímidos?
Él cristiano no teme más que una cosa: pecar,
ofender a Dios.
A los hombres, no; a Dios, sí.
«No temáis a los quepueden matar el cuerpo, y
no
pueden ir más allá, no pueden matar el alma.
Sino a quien habéis de temer, es al que puede man¬
dar vuestro cuerpo y alma al fuego eterno.»
Este amor, sí, hemos de tenerlo bien metido en
nuestro corazón.
Aunque amamos a Dios, hay ocasiones en la vida
en este amor se entibia y las tentaciones arre¬
que
cian; entonces teme a Dios, teme su justicia, teme
sus castigos.

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I IO LUCES MATUTINAS

Dios es bueno y prefiere ser amado, pero como


nosotros somos malos y no entendemos muchas ve¬
ces el amor, por nuestro bien se hace temer y nos
amenaza.
Teme a Dios, que es santo y no puede tolerar,

a
pesarde toda su bondad, el pecado, ni admitir
al pecador en su gloria. Y no temas a los hombres,
que son pecadores y gozan en el pecado.
Teme a Dios, que es justo y castiga lo que me¬
rece castigo. Y no temas a los hombres, que son
injustos y maltratan la virtud y premian el vicio.
Teme a Dios, que es sabio y te ve todo lo que
haces. Y no temas a los hombres, que son tontos
y no entienden lo que juzgan.
Teme a Dios, que es tu padre, y no temas a los
hombres, que son unos pobretes, como tú, y menos
que tú.
Teme a Dios, no servilmente, sino filialmente,
por amor.

29.—¡Oral
Si tú supieses, amigo mío, lo que vale la oración,
de seguro
que orarías y rezarías más. Tenéis una
desgracia muy grande los caballeros, y es pensar
que la oración vale poco. Pero te aseguro que cuan¬
to más se estudia la teología y la doctrina cristia¬
na, más claro se ve una cosa, a saber: que la ora¬
ción es, en fin de todo, lo que más vale en el mundo.
La oración es necesaria. Dios, aunque sabe y aun¬
que quiere darnos lo necesario, no quiere dárnoslo,
muchas veces, sino después de pedírselo nosotros.
Sobre todo en el orden de la gracia.
Fíjate bien en este axioma formulado por Genna-
dio y admitido por toda la teología: «Creemos que
nadie viene a su salvación sino llamado por Dios;
que nadie después de llamado realiza su salvación
sino con el auxilio de Dios, y que nadie logra este
auxilio si no ora.»

Fíjate
en este otro texto de San Agustín, que
hizo suyo el Concilio de Trento: «Dios no manda

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LUCES MATUTINAS III

imposibles, sino al mandar exhorta que hagáis


que
lo que podáis y pidáis lo que no podéis.»
que
Por eso muchos buenos o no son mejores,
no son

porque no oran, no rezan, no piden gracia a Dios.


En cambio te diré otra cosa, que muchísimo te
importa. ¿Quieres salvarte de fijo? ¿sin equivoca¬
ción ninguna? ¿infaliblemente? Te doy un medio
infalible: «Pedid y recibiréis; llamad y abriros han.»
Orad frecuente y constantemente pidiendo a Dios
vuestra salvación, y yo os aseguro que os salva¬
réis. Si esto no es verdad... no es verdad nada en
el Evangelio.
Es segurísimo que quien pide a Dios formalmen¬
te, frecuentemente, constantemente su salvación,
se salvará. Mi alma con la suya.
Pues ya
lo sabes; reza, caballero cristiano; no te
pesará. Aprecia este devocionario y úsalo.

30.—Haz bien lo de cada día.

He aquíun buen consejo que te doy al acabar


el mes. Decía uno de los Siete Sabios de Grecia:
Age quod agís.—Haz bien lo que haces. Y mejor
lo decía el Eclesiástico: Haz todas tus obras de un
modo excelente. Y de Jesucristo decía el pueblo:
Todo lo hace bien.
Haz bien tú todas las cosas ordinarias.
Créeme que el mérito de los hombres no consiste
en hacer cosas extraordinarias, sino en hacer bien
las cosas ordinarias y de cada día. Las cosas ex¬
traordinarias son, claro está, extraordinarias, y no
ocurren sino raras veces; y si estamos aguardando
a ellas, poco haremos. Pero haciendo bien lo ordi¬
nario nos podremos perfeccionar y santificar.
Lo más extraordinario es hacer bien lo or¬
dinario.
La santidad de lo ordinario es una santidad só¬
lida, segura, constante, provechosa, al alcance de
todos. No vanagloria, no halaga el amor pro¬
causa

pio, no choca, pero es muy perfecta. Jesucristo casi

Biblioteca Nacional de España


112 LUCES VESPERTINAS

toda su vida se pasó haciendo bien cosas ordi¬


narias; y San José y la Virgen lo mismo.
Es un compendio de la vida santa que simplifica
mucho los cuidados y atenciones de la virtud, y un
camino que no tiene enredos ni equivocaciones. Haz
bien lo de cada día, y sufre bien lo de cada día, y
así insensiblemente irás amontonando riquezas de
méritos y virtudes sin cuento.
Piensa un poco en el porvenir, porque es pru¬
dencia; pero no pienses mucho.
Piensa un
poco en el pasado, porque es lección;
pero no pienses mucho.
¿Para qué quieres pensar demasiado en el ma¬
ñana, que no sabes si llegará, ni en el ayer, que ya
pasó y no tiene remedio? Piensa en el hoy, que es
lo único de que puedes disponer al alcance de tu
mano.
Ten pureza de intención en tus obras, haciéndo¬
las por agradar a Dios; ten orden en ellas, ten per¬
fección, haciendo bien el principio, el medio y el fin.
Haz bien tus obligaciones diarias y serás virtuo¬
so, feliz, perfecto, por un método el más sencillo de
ascética que darse puede.
LUCES VESPERTINAS

1.—Mi religión.
¿Profeso alguna religión? ¿Profeso la religión ver¬
dadera? Este problema es el más importante de mis
problemas.
Religión es el conjunto de los deberes que tengo
yo para con Dios.
El hombre debe tener alguna religión. El princi¬
pal oficio del hombre, del que no se puede librar
porque está en su propia esencia, es tener alguna
religión. El hombre está obligado a reconocer que
Dios es su Dios, su padre, su criador, su conserva¬
dor, su señor, su juez, su último fin y suprema fe¬
licidad. Y por tanto a reverenciarle como a tal, a
darle culto, y, en fin, a obedecerle.

Biblioteca Nacional de España


LUCES VESPERTINAS
"3

Es evidente que no todas las


religiones son igua¬
les. Porque todas ellas son
muy diversas y contra¬
rias entre sí.
¿Tengo yo la verdadera?
La única verdadera es la
religión cristiana. Y en¬
tre las que se llaman
cristianas, la única verdade¬
ramente cristiana es la católica,
porque las otras se
prueba evidentemente en sus orígenes
que son fal¬
sas y desviadas. ¿Soy yo católico? Y si no lo soy,
¿por qué no lo soy? ¿Cuándo empecé a no serlo?
¿Y por qué? ¿Acaso he dejado de ser católico por
razones convincentes? ¿O por pasión, o
por vicios,
o por ignorancia, o por vanidad, o por medrar, o
por atender sólo a los negocios de esta vida, o por
ligereza, o por descuido, o por no practicarla? ¿Ten¬
go negligencia en buscar la fe? ¿Miro como secun¬
darios y superfluos los problemas del
espíritu, de
la vida futura, de la
virtud, de la religión?
Acaso dices: ¡Vaya usted a saber cuál es la ver¬
dadera! ¿Pero has procurado
averiguarlo? ¿Has
consultado con alguno que entienda
de esto? ¿Has
leído o lees
algún libro sabio en esta materia?
Si yo no
soy católico por mi culpa, no me salvo.
2.—Mis ideas.

Yo soy
católico. Pero ¿qué ideas tengo? ¿Son ca¬
tólicas todas las ideas que tengo? y
¿tengo todas
las ideas católicas
que debo saber y conocer?
1. Una de las principales obligaciones de la re¬
ligión católica es la fe, creer cuanto la religión ca¬
tólica, es decir, la Iglesia católica, nos enseña que
Dios ha revelado. Tenemos
obligación de creer to¬
dos y cada uno de los dogmas y de las enseñanzas
de la Iglesia católica.
¿Tengo yo esta fe? ¿Creo el
credo, los artículos, las definiciones de fe católica?
Y además,
¿admito todas las enseñanzas del Papa,
de la Iglesia, que se deducen de esta doctrina?
¿Y
atiendo a los doctores de la Iglesia que me
la enseñan?
O al revés, ¿admito o profeso alguno de los erro¬
res modernos, especialmente de los errores verda-

Biblioteca Nacional de España


"4 LUCES VESPERTINAS

deramente liberales, modernistas, racionalistas, ma¬


terialistas, u otros? O por lo menos, ¿me da lo mis¬
mo unas ideas que otras, y soy indiferente a todas?
O ¿me parece que todos pueden tener las ideas que
quieran, y soy tolerante con todas?
2. Y viniendo al segundo punto, ¿tengo bastan¬
tes ideas católicas? ¿Tengo suficiente conocimiento
de mi religión? ¿La estudio? ¿Me instruyo en ella?
¿Sé el catecismo? ¿Lo entiendo? ¿Lo procuro en¬
tender? ¿Lo profundizo? ¿Sabría dar alguna razón
de mi religión? ¿y defender siquiera los puntos
principales? ¿Sé las principales obligaciones del ca¬
tecismo cristiano? ¿Las principales oraciones, el
culto, los sacramentos, el modo de vivir y el de
morir?
¿Oigo sermones? ¿Consulto mis dudas o ignoran¬
cias con algún sacerdote o director?

¿Tengo algunos libros de religión? ¿Los leo? ¿Los


conozco al menos?
Al contrario, ¿conozco, leo, estudio libros en con¬
tra de mi religión, que me ponen deficultades que,
aun cuando sean fáciles de resolver, yo no las sé

resolver, porque ni leo ni consulto libros religiosos


ni personas doctas en religión?
3.—Mis prácticas.
El hombre debe ser consecuente, y no hay ma¬

yor bajeza que la inconsecuencia. ¿Soy católico


consecuente con mis ideas? ¿Soy católico práctico?
¿Tengo prácticas católicas? Es decir: i.° ¿son cató¬
licas todas mis prácticas? i.° ¿tengo todas las prác¬
ticas católicas que debo tener según mis ideas? .
i. Mi conducta, mis prácticas, mis costumbres,
mi vida en la sociedad, ¿es digna de un católico, o
hago cosas indignas de un cristiano? ¿Cometo pe¬
cados mortales? muchos? habitualmente? cuál so¬
bre todo? No hay cosa, peor que un pecado mortal.
¿Cometo pecados veniales? Y sin reparo ninguno?
y cuáles sobre todo? ¿Me hago mejor o peor cada
día? ¿Me jacto de mis maldades y pecados? ¡qué
Biblioteca Nacional de España
LUCES VESPERTINAS
115

bajeza! ¿Cometo pecados de escándalo?


¡Qué res¬
ponsabilidad! ¿Incito a otros a pecar? ¡Qué
dad! Los que no obran mal¬
como católicos deshonran
a su
religión.
2.
¿Tengo todas las prácticas católicas que debo
tener?
Hoy, según denominación venida de Fran¬
una
cia, se dice que practica o no
practica de aquel que
comulga y confiesa por Pascua y, cuando más,
misa todos los oye
domingos. Y cierto, esto es esencial.
Al menos, al menos
¿hago esto?
Pero basta esto. Si de veras
no
soy católico y
tengo ideas e instrucción católica
y sentimientos
y educación cristiana, debo tener más
prácticas ca¬
tólicas. Toda mi vida, mi casa, mis usos, mis lec¬
turas, mis amistades, mis negocios, mis diversiones,
mis obras de
piedad y de caridad, mi vestir, mi
comer, mi vivir, todo debe ser cristiano
tado ele cristiano y estar pin¬
y caracterizado de cristiano.
Yo debo ser consecuente con mis ideas. Y además
tengo obligación de serlo y de practicar la doctrina
cristiana por lo menos en lo
que es obligatorio, es
decir, en no hacer nada de lo que a ella se
oponga,
y en hacer lo mandado. Más aún, debería
subir procurar
a la perfección evangélica.
4.—Mis ideales.

Ideal es lo que cada uno desea


llegar a ser. Todo
hombre debe tener y en efecto tiene
algún ideal.
¿Cuál es el mío? ¿Qué quiero yo ser?...
1. Ideales vanos.

¿Quiero ser rico? Ideal muy mezquino y vano.


Al que no tiene más, le llaman asno de oro.
¿Quiero ser glorioso? Entre los ideales vanos, el
mejor; pero es muy vano si no se junta con el ver¬
dadero mérito;
querer gloria sin mérito es ridículo.
¿Quiero gozar? El placer es el ideal más animal
y rebajado; el que lo sigue se embrutece.
Estos ideales no elevan al hombre, lo
rebajan y
degradan.

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114
LUCES VESPERTINAS

deramente liberales, modernistas, racionalistas, ma¬


terialistas, u otros? O por lo menos, ¿me da lo mis¬
mo unas ideas que otras, y soy indiferente a todas?
O ¿me parece que todos pueden tener las ideas que
quieran, y soy tolerante con todas?
2. Y viniendo al segundo punto, ¿tengo bastan¬
tes ideas católicas? ¿Tengo suficiente conocimiento
de mi religión? ¿La estudio? ¿Me instruyo en ella?
¿Sé el catecismo? ¿Lo entiendo? ¿Lo procuro en¬
tender? ¿Lo profundizo? ¿Sabría dar alguna razón
de mi religión? ¿y defender siquiera los puntos
principales? ¿Sé las principales obligaciones del ca¬
tecismo cristiano? ¿Las principales oraciones, el
culto, los sacramentos, el modo de vivir y el de
morir?
¿Oigo sermones? ¿Consulto mis dudas o ignoran¬
cias con algún sacerdote o director?
¿Tengo algunos libros de religión? ¿Los leo? ¿Los
conozco al menos?
Al contrario, ¿conozco, leo, estudio libros en con¬
tra de mi religión, que me ponen deficultades que,
aun cuando sean fáciles de resolver, yo no las sé
resolver, porque ni leo ni consulto libros religiosos
ni personas doctas en religión?

3.—Mis prácticas.
El hombre debe ser consecuente, y no hay ma¬
yor bajeza que la inconsecuencia. ¿Soy católico
consecuente con mis ideas? ¿Soy católico práctico?
¿Tengo prácticas católicas? Es decir: i.° ¿son cató¬
licas todas mis prácticas? i° ¿tengo todas las prác¬
ticas católicas que debo tener según mis ideas? .
i. Mi conducta, mis prácticas, mis costumbres,
mi vida en la sociedad, ¿es digna de un católico, o
hago cosas indignas de un cristiano? ¿Cometo pe¬
cados mortales? muchos? habitualmente? cuál so¬
bre todo? No hay cosa peor que un pecado mortal.
¿Cometo pecados veniales? Y sin reparo ninguno?
y cuáles sobre todo? ¿Me hago mejor o peor cada
día? ¿Me jacto de mis maldades y pecados? ¡qué

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LUCES VESPERTINAS
II5

bajeza! ¿Cometo pecados de escándalo? ¡Qué res¬


ponsabilidad! ¿Incito a otros a pecar? ¡Qué mal¬
dad! Los que no obran como católicos deshonran
a su
religión.
2. ¿Tengo todas las prácticas católicas que debo
tener?
Hoy, según una denominación venida de Fran¬
cia, se dice que practica o no practica de
aquel que
comulga y confiesa por Pascua y, cuando más, oye
misa todos los domingos. Y cierto, esto es esencial.
Al menos, al menos ¿hago esto?
Pero no basta esto. Si de veras
soy católico y
tengo ideas e instrucción católica y sentimientos
y educación cristiana, debo tener más prácticas ca¬
tólicas. Toda mi vida, mi casa, mis
usos, mis lec¬
turas, mis amistades, mis negocios, mis diversiones,
mis obras de piedad
y de caridad, mi vestir, mi
comer, mi vivir, todo debe ser cristiano y estar pin¬
tado de cristiano
y caracterizado de cristiano.
Yo debo ser consecuente con mis ideas. Y además
tengo obligación de serlo y de practicar la doctrina
cristiana por lo menos en lo
que es obligatorio, es
decir, en no hacer nada de lo que a ella se oponga,
y en hacer lo mandado. Más aún, debería procurar
subir a la perfección
evangélica.
4.—Mis ideales.

Ideal es lo que cada uno desea


llegar a ser. Todo
hombre debe tener y en efecto tiene
algún ideal.
¿Cuál es el mío? ¿Qué quiero yo ser?...
1. Ideales vanos.

¿Quiero ser rico? Ideal muy mezquino y vano.


Al que no tiene más, le llaman asno de oro.
¿Quiero ser glorioso? Entre los ideales vanos, el
mejor; pero es muy vano si no se junta con el ver¬
dadero mérito; querer gloria sin mérito es ridículo.
¿Quiero gozar? El placer es el ideal más animal
y rebajado; el que lo sigue se embrutece.
Estos ideales no elevan al hombre, lo
rebajan y
degradan.

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LUCES VESPERTINAS

2. Ideales buenos.
Aunque no sean los verdaderos ideales del cris¬
tiano, son ideales humanamente y naturalmente
buenos éstos: El saber: la sabiduría es un hermoso
ideal; su camino es el estudio, la reflexión, el tra¬
bajo. El ser honrado y no manchar la vida con nin¬
gún deshonor. El ser laborioso y cumplidor de su
oficio. El vivir alegre y hacer alegres a otros, sin
pecado. El ser provechoso al prójimo, a la sociedad,
a la
patria, a la humanidad. El ser buen amigo,
buen esposo, buen hijo, y sobre todo, buen padre
de familia.
3. Los verdaderos ideales del cristiano.
El mejor: servir a Dios en todo y salvar el alma.
No pecar jamás—diverte a malo—y practicar
siempre la virtud—et fac bonum. El de San Esta¬
nislao: Yo no he nacido para las cosas de este mun¬
do, sino para las futuras. El de San Ignacio:
A. M. D. G. El de Santa Teresa: Tener a Dios.
Sólo Dios basta; quien a Dios tiene, nada le falta.
El de Jesucristo: Gloria a Dios en las alturas y paz
en la tierra a los hombres de buena voluntad. El
del Padre nuestro, que es precioso: Dios nuestro
padre, los cielos nuestra patria; glorificar a Dios,
servirle como a rey; hacer su voluntad; ganar el
pan de cada día; amar a nuestros hermanos; no pe¬
car; y librarnos de todo mal cuanto podamos.

5.—Mis oraciones.

¡Qué poco rezamos los hombres! Y ¿por qué?


Ciertamente obligación tenemos lo mismo que las
mujeres, y necesidad más que ellas, porque somos
más vehementes en las pasiones, tenemos cargos
más difíciles y, de ordinario, cometemos más pe¬
cados.
La doctrina católica enseña: i.° que para sal¬
varnos nos es necesario orar; 2.0 que sin orar no
podemos permanecer sin pecado mucho tiempo;
3.0 que, aun para muchas cosas humanas, nos es
muy necesaria o conveniente la oración; y 4.0 que,

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LUCES VESPERTINAS
117

si oramosfrecuentemente pidiendo a Dios nuestra


salvación, nos salvaremos de seguro. Yo ¿oro? ¿rezo
algo? ¿sé las oraciones comunes de la Iglesia?
¿Rezo algunas oraciones al levantarme, al acos¬
tarme, antes y después de comer? ¿Invoco a Dios
en las tentaciones de
pecar, en los casos apurados?
¿Oigo misa los domingos? Y ¿por qué no otros
días? ¿no podría? Esta sería una de las
mejores de¬
vociones. Y en la misa ¿estoy distraído? o ¿llevo
devocionario? y ¿por qué no? y
¿estoy en buena
postura?
¿Visito al Santísimo siquiera una vez al día?
¿Rezo algo en familia, por ejemplo, el rosario?
¿Comulgo frecuentemente? o una sola vez al año?
¿Por qué no con frecuencia? La misa y comunión
diaria sería la mejor
devoción de un caballero cris¬
tiano.
Y si caigo en pecado mortal, ¿estoy mucho tiem¬
po en él? ¿por qué no hago pronto un acto de con¬
triciónpidiendo a Dios mi perdón? y ¿por qué, si
puedo, no me confieso pronto y comulgo?
En mi casa, ¿hay imágenes que
me inciten a
orar? cuadros cristianos? agua bendita? un cruci¬
fijo decente, que no debe faltar en ninguna casa
cristiana?
¿Tengo piedad egoísta, inútil, sensual, hipó¬
una
crita, supersticiosa, nimia, ñoña, con lo que des¬
acredito la verdadera devoción?
¿Tengo mucha pie¬
dad y poca caridad? muchas devociones
y descuido
de mis obligaciones?

6.—Mi carácter.

Carácter es el modo propio y particular de ser


y
obrar que habitualmente tiene cada persona.
En parte es natural; cada uno nace con un ca¬
rácter y modo de ser
suyo, propio.
En parte es obra nuestra; virtud o defecto,
según
lo hayamos hecho. Y así juzgamos y decimos: ¡Qué
buen carácter tiene! o
¡qué mal carácter tiene!
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118 LUCES VESPERTINAS

El carácter, tal como nos lo da Dios, suele ser


bueno defectos. Y si lo cultivamos y formamos,
con
se libra de los defectos y aumenta lo bueno que
tiene de su naturaleza. Educa tu carácter.
Lo primero que debo hacer es conocer mi carácter.
¿Me conozco? ¿Qué carácter tengo? Bueno o malo?
Enérgico o débil? Valiente o tímido? Vehemente o
apático? Impetuoso o parado? Alegre o triste? Sin¬
cero y tramposo? Variable y
noble o doblado y
caprichoso o constante y formal? Flexible o infle¬
xible y terco? Entero o blando? Afable y risueño o
áspero y hosco? Humilde y servicial o sqberbio y
desdeñoso? Leal o falso? Perezoso y dejado o dili¬
gente y trabajador? Digno o degradado? Varonil o
femenil? Animoso o apocado? Razonable o capri¬
choso?
¿Qué pensarán otros de mi carácter?
segundo que debo hacer es educar mi carácter;
Lo
para lo cual me hace falta reflexionar siempre al
obrar; tomarme cuentas después de obrar; castigarme
cuando obro mal, sin perdonarme; corregirme y
siempre ir adelante a lo bueno. El mejor medio es
examinarse la conducta todos los días unos minu¬
tos, o al acostarse o a la mañanita siguiente.
Tal vez no tengo carácter, ninguna energía, nin¬
guna cualidad en mi modo de ser, sino las gene¬
rales y muy generales, indefinidas y vagas. ¡Gran
desgracia!
El hombre es lo que es el carácter y vale lo que
vale carácter. Si el carácter es bueno, el hombre
su

es bueno; si el carácter es malo, el hombre es malo;

si el carácter es rico en cualidades buenas, el hom¬


bre vale mucho; si es nulo, el hombre no vale nada.

7.—Mis mortificaciones.

debe mortificarse algo en la vida:


Todo cristiano
i.° ¿Me mortifico lo necesario para cumplir mis de¬
beres, o dejo de cumplirlos cuando me cuesta? 2.°
Me mortifico lo que manda la ley, en los ayunos,
en las vigilias, en la promiscuación? 3.0 Me morti-
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LUCES VESPERTINAS
119

fico algo también voluntariamente


las virtudes, o para
para ejercitar
castigar mis pecados, o por imi¬
tar a nuestro Señor Jesucristo, o por acostumbrar¬
me, como en gimnasia, para cuando tenga necesi¬
dad de
mortificarme, o para evitar la sensualidad?
Un hombre inmortificado es
insoportable, es un
degenerado. Un hombre mortificado es un verda¬
dero hombre; ésta es su
mejor alabanza; es un hom¬
bre libre, feliz, dueño de sí mismo.
En el cuerpo:
¿Cómo uso de los placeres de los
sentidos, curiosidad de la vista, deleite de la mú¬
sica, sueño? ¿Cómo aguanto el frío y el calor, los
rigores de la vida y miserias de la sociedad? ¿Uso
de alguna mortificación
y aspereza, con consejo y
prudencia?
En elentendimiento: ¿Mortifico mi curiosidad de
saber lo que no me conviene, o
porque me induce
al vicio, o
porque me aparta de la fe, o porque me
lleva al error, o
porque me está prohibido? ¿Soy
terco de juicio y no lo doblego cuando hay motivo?
En la imaginación: ¿La dejo fantasear libremente
lo que
quiere, o la refreno para que no divague
inútil y perjudicialmente?
¿Me doy demasiado a
los placeres de la
imaginación? a las lecturas de
novelas y ficciones? al teatro, cine,
juegos fan¬
tásticos?
En la voluntad: ¿Sé sufrir las contrariedades de
la vida, los sucesos desagradables? ¿Sé sonreír a la
adversidad? hacer frente a la dificultad? mantener¬
me sereno en la desgracia? dominar mi carácter?
En el corazón:
¿Mortifico mis excesivas vehemen¬
cias, mis afectos, deseos,
sea en
simpatías, inclina¬
ciones sensuales, sea en mis
aversiones, repugnan¬
cias, antipatías y odios? ¿Mortifico mis siete pasio¬
nes? o me dejo llevar de ellas fácilmente?

8.—Mis virtudes.

Virtudes son los hábitos


y costumbres de obrar
bien de ordinario las fuerzas
que algunos tienen

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120 LUCES VESPERTINAS

para practicar el bien habitualmente. ¿Tengo yo al¬


guna virtud? muchas o pocas? endebles o sólidas?
i.° Virtudes teologales.
¿Tengo fe? y fe viva, no débil, muerta, apagada?
Fe instruida, no ignorante? completa, no parcial?
tímida y oculta, o manifiesta? sólo teórica, o prác¬
tica y aplicada a todas las cosas de mi vida?
¿Tengo esperanza? Mis aspiraciones, mis bienes,
mis ideales, están todos en esta vida? o en la otra?
¿Tengo caridad? Tengo amor de Dios verdadero
sobre todas las cosas, queriendo antes perderlas to¬
das que ofenderle? Le tengo amor por ser él quien
es? o sólo cuando me salen bien las cosas? ¿Tengo
caridad con el prójimo, verdadera, sincera, práctica?
2° Virtudes cardinales.—Son las principales vir¬
tudes a que se refieren otras muchas.
¿Tengo prudencia? ¿Procedo con reflexión, con
calma, con cautela? o con precipitación, inconstan¬
cia, negligencia e inconsideración? ¿Tengo dema¬
siada prudencia? astucia, trampa, doblez? o dema¬
siada solicitud de lo temporal y de lo porvenir? o
demasiada timidez que no ve sino los inconve¬
nientes?
¿Tengo justicia? ¿Doy a cada uno lo suyo? ¿Juz¬
go y hablo de cada uno como es justo? o atiendo
al favoritismo, adulo, abuso de mi posición, soy
parcial? ¿Respeto los derechos de todos? de los in¬
feriores?
¿Tengo fortaleza? ¿Soy valiente para emprender?
magnánimo para ejecutar? paciente para resistir?
entero para no ceder? consecuente para terminar?
¿Soy demasiado fuerte? terco? ambicioso?
¿Tengo templanza? ¿Guardo la debida modera¬
ción en los placeres? honestidad y continencia en
mi estado y condición? ¿Tengo mansedumbre y
bondad? clemencia y generosidad? modestia en el
vestir y en el proceder? humildad en el pensar y
obrar y moderación en todo lo que me gusta y
atrae?

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LUCES VESPERTINAS 121

9.—Mis vicios.

Vicio es el hábito de obrar mal


y la inclinación
fuerte de la voluntad al
pecado. Se adquiere con
la repetición de actos malos. Los
pecados repetidos
engendran el vicio. Fácilmente se cae en el vicio,
pero difícilmente se sale de él. Sin embargo, es
po¬
sible preservarse del vicio,
y también salir de él,
con
diligencia y gracia de Dios.
El hombre más desgraciado es
el vicioso; el vicio
oscurece el
pensamiento y esclaviza la voluntad.
Es frecuente llamar
pasiones a los vicios; pero el
vicio es una pasión dominante
y desordenada.
¿Tengo algunos vicios? Y ¿cuáles? ¿Empiezo
yo
a tenerlos?
¿Los descuido y voy dejando crecer?
¿Estoy a tiempo para no caer en ellos? Y si los he
contraído, ¿cómo me desenredaré?
Los vicios principales son los siete
capitales.
¿Soy soberbio? ¿Me estimo en más de lo qae soy?
¿Quiero que me estimen en más de lo que soy?
¿Me antepongo a otros iguales o mayores? ¿Visto,
gasto, vivo, mando, hablo con más lujo, dignidad,
gloria, que lo que puedo o me pertenece? ¿Tengo
ambición de honores?
¿Ocupo puestos para los que
no
valgo? ¿Trato con altivez y orgullo a mis próji¬
mos? ¿Blasfemo? ¿Digo palabras soeces?
¿Soy avaro? ¿Quiero lo que no me pertenece?
¿Soy demasiado afanoso en ganar y negociar? ¿Soy
mezquino y cicatero? ¿Hago fraudes? ¿Estafo de
esas maneras sociales tan
comunes? ¿Juego? ¡Mal
vicio!
¿Soy deshonesto? ¿Soy casto y digno en los pen¬
samientos, espectáculos, lecturas, conversaciones,
trato, amistades? ¡Mal vicio también la lujuria!
¿Soy iracundo? ¿Me dejo llevar de la cólera por
poca cosa, y frecuentemente? ¿Me incomodo
y ten¬
go mal humor? riño? grito? insulto? maltrato?
soy
áspero? ¿Oigo explicaciones y disculpas? ¿Tengo ma¬
las ideas contra
otros?¿Tomo las cosas por mal lado?
¿Soy rencoroso y vengativo? suspicaz y celoso?

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122 LUCES VESPERTINAS

¿Tengo gula? ¿Soy demasiado aficionado a co¬


mer, y a comer bien? y a beber sobre todo? al al¬
cohol? ¡Mal vicio también! ¡Líbreme Dios de él!
¿Soy envidioso? Tengo pesar y sentimiento de
que otros suban y sean felices? y hago algo por
impedir el bien ajeno? Doy malos informes, quito
la fama, rebajo el mérito, oculto la excelencia de
mis prójimos?
¿Soy perezoso? Soy negligente en cumplir mis
obligaciones, mi oficio, mi carrera? Estudio o tra¬
bajo lo necesario? Soy negligente en tener bien a
mi familia? y educarla y formarla? Pienso lo nece¬
sario en mi modo de obrar? Soy sobre todo tibio y
negligente en mis prácticas religiosas? Este vicio es
el más extendido y causa de muchísimos pecados.
Los peores de estos vicios son la impureza, el jue¬
go, la embriaguez Los más comprometidos, la co¬
dicia y la impureza. Los más radicales y causas de
los demás, la soberbia y la pereza.
Ten mucho cuidado con mujeres, con la embria¬
guez, con el dinero el juego.
y con
¿Soy escandaloso? Doy mal ejemplo? en la fami¬
lia? fuera?
¿Voy cayendo en alguno de estos vicios? ¿Estoy
ya en él? ¿Qué. hago por no caer o por salir de él?...
Los remedios para no caer y para salir del vicio
son: trabajo, huir las ocasiones, oración, un buen
confesor y frecuencia de sacramentos. Es infalible
la victoria. Pero se necesita constancia, y ésta suele
faltar a muchos. Tenlo presente.

10.—Mis peligros.
Todos tenemos peligros de pecar, de los que no
podemos salir. Pero además hay otros peligros, de
los que podemos salir. Para los primeros, cautela;
para los segundos, fuga.
¿Tengo yo algunos peligros especiales de pecar?
¿Son necesarios y de los que no puedo salir? ¿Son
voluntarios, de los que puedo librarme?
i.° Peligros habituales:

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LUCES VESPERTINAS
123

¿Vivo en mala casa? en mala familia? en mala


compañía? en malas sociedades? en malas oficinas?
¿Tengo malos amigos? malos condiscípulos? malos
profesores? malos amos? malos
compañeros?
¿Tengo malos empleos? ¿compromisos de esta¬
fas, de sobornos, de fraudes, de deshonestidad, de
complicidad, de conversaciones, de peligros contra
la fe y
contra la libertad de mi conciencia y prác¬
ticas religiosas?
¿Tengo malas lecturas? malas cátedras? ¿Asisto
a
espectáculos peligrosos? a diversiones ocasiona¬
das?
¿Puedo evitar estos peligros? Pues
¿qué hago
para evitarlos? ¿No puedo evitarlos? Pues ¿qué
cautelas tomo y cómo me fortalezco contra las ten¬
taciones?
El que no tiene más remedio que vivir en peli¬
gro, tendrá gracia de Dios para librarse, si él quie¬
re; pero tendrá que vivir con mucho cuidado y ora¬
ción.
Es obligatorio evitar los
peligros, cuando se pue¬
de. Y quien no deja las ocasiones o se
mete en ellas
sin razón suficiente
y sin necesidad, peca, leve o
gravemente, según sea el peligro de pecar, y de or¬
dinario acabará por pecar
y depravarse.
Sobre todo son muy de evitar las ocasiones de
pecados deshonestos, por el sumo peligro de caer;
y las de perder la fe, por la suma importancia de
esta virtud para
la vida religiosa.

11.—Mi profesión.
La perfección la ha de
adquirir el hombre en el
ejercicio de las obras de cada día, sobre todo en el
ejercicio de su profesión.
i.° Elegir.—Lo
primero que debo pensar (si aún
estoy a tiempo y no he elegido profesión, o puedo
elegir otra), es qué profesión debo elegir. Y lo mis¬
mo digo del
oficio, o sitio en que practicarlo, ofi¬
cina, taller, y aun ciudad, pueblo o casa.

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LUCES VESPERTINAS
124

Debo elegir una profesión u oficio que me per¬


mita con toda libertad practicar mis obligaciones
de cristiano y de hombre, y en que no tenga peli¬
gro de pecar ni condenarme. ¿Lo he hecho así? Si
no lo he hecho, ¿puedo rectificar lo hecho?
Para hacer bien esta elección, son muy conve¬
San Ignacio de Loyola. Y
nientes los Ejercicios de
convendría hacerlos después de tomar el grado de
bachiller, y antes de elegir profesión o modo de
vida.
Esto mismo debe decirse de los cargos y digni¬
dades, como de gobernador, de alcalde, de superior
de cualquier cosa, de consejero. ¿Valgo yo para
ello? ¿Podré ejercerlo sin pecar?
2.0 Ejercer.—Además tengo que examinar cómo
ejerzo mi profesión. ¿Qué obligaciones y de que
importancia tengo? ¿Procuro cumplir bien con ellas
como ¿Estudio lo que es necesario para prac¬
debo?
ticarlas bien? ¿Soy diligente, y activo, y prudente
en su ejecución? ¿Abuso de mi cargo, o de mi cré¬
dito, o de la ignorancia de los demás? ¿Me dejo so¬
bornar o seducir, o hago trampas y las oculto?
Sobre todo ciertas profesiones son muy respon¬
sables, como las de médicos, jueces, fiscales, magis¬
trados, profesores, escritores, comerciantes, supe¬
riores...
En cambio el que profesión cristiana¬
ejerce su
mente, con diligencia y pureza de intención, ad¬
quiere muchos méritos ante Dios y gana mucha re¬
compensa para la otra vida.
12.—Mi estado.

Una de las cosas de más transcendencia para el


hombre, es el estado de vida. Elegirlo bien es el
mayor acierto, cumplir sus obligaciones es la ma¬
yor perfección.
Dios, cuanto está de su parte, desea que cada
uno
siga el estado que más cuadre con sus propias
cualidades, y donde con éstas mejor pueda servir a
Dios y perfeccionar su alma.

Biblioteca Nacional de España


LUCES VESPERTINAS
125

A unos señala el estado de perfección, de religio¬


sos, de sacerdotes, de apóstoles. A los más señala el
estado general de casados. Dentro de cada estado
de éstos, a unos les convendrá una
religión, a otros
otra; y a unos un casamiento, y a otros otro. Y
todo esto es muy de considerar a tiempo.
i.° Elegir.—Si aún estás
a tiempo de elegir es¬
tado, mira bien lo que eliges, y elige lo que Dios
quiera de ti, que será lo más perfecto. Antes de
elegir estado, haz los ejercicios de San Ignacio de
Loyola.
¿Pienso qué estado voy a elegir? y ¿lo pienso mi¬
rando a mi gusto?
¿o mirando a la perfección y a la
voluntad de Dios? ¿Busco
un estado donde pueda
vivir sin pecado y
practicar yo bien la virtud, dado
mi carácter y condiciones?
¿Qué me conviene ser? ¿Sacerdote? ¿Religioso?
Y ¿de qué
religión? ¿Casado? y cuando se me pre¬
senta la ocasión,
¿pienso si aquello me conviene
al alma, para
poder yo cumplir mis obligaciones y
servir a Dios? ¿o sólo busco mi
placer, mi capricho,
la riqueza, la ilusión, la vanidad?
¿Qué será de mí
en ese estado de
aquí a un año, a dos años, a cinco,
a diez?...
2.0 Ejercer.—Si no estoy en tiempo de elegir es¬
tado, ¿qué estado tengo? ¿qué obligaciones? ¿Con¬
migo, con mi consorte, con mi familia? ¿Las conoz¬
co? ¿las estudio? ¿las peso? ¿Cumplo como buen
esposo, buen hijo, o padre, o hermano, según lo
que sea?

13.—Mis horas.

¡Oh, el tiempo! ¡el tiempo es oro! ¡el tiempo es


cielo! ¡dichoso quien aprovecha bien el
tiempo!
Hora de acostarse.—¿A qué hora me acuesto?
Esta es la raíz del orden en el tiempo, acostarse
a buena hora. El tiempo de la noche es el más
per¬
dido por regla general. El retirarse tarde a casa es
detestable.

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I2Ó LUCES VESPERTINAS

Hora de levantarse.—¿A qué hora me levanto?


Esta es raíces del orden del tiempo.
otra de las
Conviene dormir alrededor de ocho horas, algo más
los jóvenes; algo menos los maduros.
Horas de Dios.—¿Doy algún tiempo a Dios? ¿la
oración matutina y vespertina? ¿la misa y comu¬
nión? ¿alguna visita al Señor? ¿algún estudio de re¬
ligión?...
Horas de trabajo.—¿Doy tiempo conveniente al
trabajo? ¿a mi obligación? El trabajar es un deber,
una felicidad y una fuente de virtudes. Milagro
será que un hombre que no trabaja sea virtuoso.
Milagro que un hombre que trabaja no tenga vir¬
tudes.
Horas de diversión.—Hay que dar cada día a la
diversión o descanso algún tiempo; sobre todo des¬
pués de comer o cenar. Y los domingos más tiem¬
po. Pero ¿doy demasiadas horas a diversiones?
¿dejo por ellas el trabajo conveniente? ¿o mis obli¬
gaciones? ¿u otros actos de cultura humana más
importantes? Y ¿qué clase de diversiones son las
mías? ¿humanas? decentes? dignas? prudentes?
Horas de comer.—Paso demasiado tiempo en co¬
mer y beber? ¿Como y bebo sin razón fuera de ho¬
ras? ¿Tengo orden en las horas de comer?
Horas de amistad.—¿Paso con la familia y amigos
las horas convenientes? No hay mejor diversión
que la familia. No hay mejor placer que la amistad.
¿Tengo orden? exactitud? oportunidad?
No olvides la regla sana de los tres ochos. Ocho
horas de dormir, ocho de trabajar y ocho para todo
lo demás. No olvides este otro principio: Lo que
puedas hacer hoy, no lo dejes para mañana.
14.—Mis negocios.
¿Qué negocios tengo?
¿Demasiados? ¿Demasiado pocos? ¿Superiores a
mis fuerzas? ¿Convendría tener menos? para dedi¬
carme a Dios, al prójimo, al descanso, a la salud, a

mi familia, a mi cultura o a otras obras ?

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LUCES VESPERTINAS
127

¿Son negocios dignos, o bajos, sucios, comprome¬


tidos, injustos, peligrosos?
¿Los llevo bien, al día, ajustados o descuidados?
¿Los tengo arreglados para caso de muerta? ¿tengo
hecho el testamento?
¿arregladas las cosas para mi
familia? ¿para mis hijos?
¿Tengo demasiado afán de lucro? ¿Gano dema¬
siado? ¿Soy en el negocio interesado, venal, exigen¬
te, fraudulento, injusto, sobornador?
¿Tengo deudas? y ¿pudiendo no las pago? Pro¬
cura no tener deudas
ningunas. ¿Gasto sin tener?
No gastes hasta tener el dinero en la mano.
¿Dejo para mañana las cosas? No dejes para ma¬
ñana lo que puedas hacer hoy.
El mayor obstáculo
para hacer las c.osas es dejarlas para mañana.
¿Tengo demasiados criados? Lo que puedas ha¬
cer
por ti, no lo hagas por otros.
¿Puedo dar trabajo además a otros por caridad?
Esta es la mejor limosna.
¿Tengo pleitos? Más vale un mediano arreglo que
un buen pleito.
¿Me gusta engañar? El que engaña, a nadie en¬
gaña antes que así mismo.
¿Soy astuto? La astucia es cobre y la sinceridad
es oro.

¿Tengo negocios ajenos? ¿Soy administrador, tu¬


tor, consejero, gerente, albacea? Y ¿cómo los llevo?
¿con fidelidad, diligencia, justicia?
¿Me estoy arruinando? y ¿qué hago? ¿sé mi de¬
ber? ¿consulto? ¿obro dignamente?

15.—Mis dineros.

i.°¿De dónde vienen? ¿De ganancias justas o


injustas? ¿De ganancias decentes? o bochornosas?
¿De ganancias excesivas? o convenientes? ¿De ga¬
nancias perjudiciales al prójimo?
2.0 Y ¿en qué se van? ¿Doy lo necesario para lo
necesario? a la esposa? a los hijos? a los criados? a
los dependientes? a los oficiales? ¿O soy avaro
y
doy poco?

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128 LUCES VESPERTINAS

¿Doy lo conveniente para lo conveniente, además


de lo necesario?Siempre, si se puede, conviene dar
algo más de lo necesario, según las circunstancias,
y ser generoso en gastar razonablemente para ti,
para tu esposa, para tus hijos, criados, etc. ¿Les
das las propinas o cantidades convenientes?
¿Das y derrochas en cosas superfluas e inútiles?
¿en lujos y ostentación? ¿en vicios y juegos? ¿en
diversiones y destrozos?
¿Cuánto das al culto y a obras pías? ¿Cuánto das
a la caridad y a la beneficencia?

¿Te sobra demasiado capital? ¿te sobra demasia¬


da renta? Y ¿qué haces de ello? ¿Lo derrochas sólo
porque lo tienes, sin acordarte de los que no tienen?
¿Lo acumulas para tener más, teniendo ya dema¬
siado? ¿Aumenta tu limosna como aumenta tu di¬
nero?
Si o no tienes familia, o tienes poca, o ya tienes
mucho para ella, ¿no sería mejor conservar, sí, el
capital, o, si es conveniente, irlo aumentando algo
según las circunstancias, pero el exceso de la renta
dedicarlo a buenas obras?
Los años que ganas más, ¿por qué no das más
también a obras de y de misericordia?
piedad
¡Cuántas cosas podrían hacer los que ganan mucho!
16.—Mis bienes.

además de la religión y de la virtud,


Mis bienes,
son ciencia, la alegría, la fama.
la salud, la
Salud.—¿Cuidas de tu salud? ¿demasiado poco?
demasiado mucho? ¿Eres afeminado? ¿aprensivo?
esclavo de tu salud? ¿O varonil? ¿sobrio? ¿justo?
¿conveniente? ¿O sucio? descuidado? desarreglado?
Examina tus comidas, bebidas, vestido, sueño, ha¬
bitación.
Alegría.—¿Tienes buen humor y fomentas tu ale¬
gría y la de los tuyos? Dos cosas sólo deben ser ca¬
paces de quitar el buen humor: el pecado, mientras
lo tengas, y el dolor o desgracia actual, enferme¬
dad, hambre, abandono, malestar o peligro inmi-

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LUCES VESPERTINAS
129

nente de ello. Cuando esto


tengas, procura reme¬
diarlo si puedes. Con tristeza
y abatimiento no se
hace nada en la vida. Haz todo lo
que puedas por
tener buen humor. Pero ¿acaso
tengo demasiada
alegría? ¿soy alborotado? informal? importuno?
molesto?
Ciencia.—Nada hay tan
la ciencia.
propio del hombre como
¿Sé yo algo? ¿sé lo que debe saber un
hombre de mi posición?
¿procuro aprender lo que
puedo dentro de mi condición? ¿dedico
algún tiem¬
po a mi cultura? ¿a la erudición?
ción de sabio?
¿Tengo presun¬
¿soy pedante? ¿soy atrevido? ¿apro¬
vecho bien mis conocimientos?
¿Soy más bien cu¬
rioso de apacentar mi fantasía
que mi entendimien¬
to y mi corazón? ¿Miro por la instrucción
y edu¬
cación de mi casa y les
doy medios para ello?
Fama.—Ten cuidado de guardar buen
nombre,
dice la Sagrada Escritura. La buena
fama es uno
de los mejores bienes.
¿Miro cuidadosamente por
mi buena opinión
y de los míos? ¿Procuro merecer¬
ía con mi buena conducta
pública y de los míos?
¿Pretendo tener buena fama con malos hechos?
¿Soy ambicioso? ¿O sinvergüenza y escandaloso?
Procura no tener mala fama. Pero no
buenas acciones
hagas las
por ganar gloria vana. Tampoco te
figuresque, porque uno tenga mala opinión de ti,
los demás también la tienen.
Hay casos en que pue¬
de uno alegrarse de que ciertas gentes le tengan a
uno en mala opinión.

17.—Mis caridades.

El segundo precepto de la ley de Dios es amar


al prójimo como a nosotros mismos.
¿Tengo caridad con el prójimo? ¿Practico alguna
obra de misericordia?
Repasa en el catecismo (3.a parte) las obras de
misericordia. ¿No podría yo practicar
alguna de
ellas, enseñando a alguno que no sabe, dando al¬
gún buen consejo a alguno que lo necesita, corri-

5
Biblioteca Nacional de España
LUCES VESPERTINAS
13°

giendo bondadosamente a alguno que se equivoca,


perdonando alguna injuria o falta, etc.?
¿Doy alguna limosna o caridad? ¿La doy a pro¬
porción de lo que tengo? ¿La doy por ostentación
y sólo cuando luce? ¿La doy con mal gesto, con
disgusto, con rabia? ¿La doy con prudencia y uti¬
lidad? ¿a los más necesitados? a los más parientes,
en igualdad de circunstancias? a los más buenos,

en igualdad de circunstancias?

¿Tomo algún trabajo personal para hacer bien?


Y cuando yo no puedo dar, ¿favorezco, si puedo,
de otro modo? con mi influencia o dirección?
¿Acaso por pretexto de que tal vez me engañan,
cierro el corazón a la caridad?
¿No podría visitar algo menos a ricos y un poco
más a pobres y necesitados? ¿Regalar un poco me¬
nos a ricos y dar más a pobres y necesitados?

¿No podría tener la delicadeza de sostener al que


está en peligro, dar la mano al que está caído, no
exasperar al que está desalentado, disimular mis
antipatías, atender a los postergados injustamente
y sin culpa, tener paciencia con los desgraciados?
Generosidad, oportunidad, delicadeza: he aquí
tres buenas cualidades de la caridad.

18.—Mis conversaciones.
Una de las cosas que más influyen en la educa¬
ción es la conversación; la mala para lo malo y la
buena para lo bueno.
Conversaciones perversas son las
i.° irreligiosas,
las deshonestas, las injuriosas.
¿Tengo yo conversaciones irreligiosas, o partici¬
po de ellas? ¿Por malicia?
por respetos humanos?
por debilidad de convicción y de carácter? ¿Defien¬
do a la religión cuando es prudente? Deberíamos
saber defender la religión; si no lo sabemos, al me¬
nos sepamosdemostrar disgusto, para lo cual basta
callar. También, aun cuando se sepa defender la
religión, es preciso guardar prudencia: con los que
ofenden a la religión descortésmente, y en general

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LUCES VESPERTINAS 131

con los que no quieren la verdad, sino lo


suyo, es
mejor callar;no se merecen éstos el honor de la res¬
puesta. Con los que la ofenden cortésmente, con
deseo de saber la verdad, será bueno conversar para
enseñarles, o remitirles y llevarles a quien sepa más,
si buscan la verdad.
¿Tengo conversaciones deshonestas? ¡Qué bajeza
tan grande y tan indigna de caballeros!
¿Tengo conversaciones injuriosas? ¿Murmura¬
ciones? ¿Bromas incultas, excesivas, pesadas,
pi¬
cantes? ¿Críticas extremadas de personas?
¿Revela¬
ciones inoportunas, o censuras indiscretas, o alu¬
siones mortificativas? ¿Discusiones irracionales?
con malas formas? con
terquedad? con despecho o
desprecio?
2.0 ¿Tengo conversaciones vanas? ¿Siempre de
futilidades, modas, juegos, diversiones, chismes!, ha
blar por
hablar? ¡Cuánto de esto hay en la sociedad-
3.0 ¿Tengo conversaciones buenas, cristianas,
instructivas, educativas, discretas, alegres? ¡Cuán¬
to bien haríamos en la mesa, en el trato...!

Miscuit utile dulcí.—Mezclar lo útil con lo


agra¬
dable. He aquí el ideal de una buena conversación.
¿Hablo mucho de mí? ¿Hablo mucho del próji¬
mo? ¿Hablo demasiado? ¿Sé hablar bien? y hasta
correcta y artísticamente? Piensa lo que hablas.

19.—Mis compañías.
Mucho importa tener buenas relaciones.
i.° Hay relaciones y compañerismos pasajeros,
por razones de negocios, de oficio, de estudio, de
sociedad. Si las personas son malas o medianas,
conviene no estrechar estas relaciones más de lo
puramente necesario. ¿Tengo algunas relaciones
así? en clase? en la universidad? en la oficina? en
el negocio? en la familia círculo social en que vivo?
o
¿Y procuro no estrechar estas relaciones, sino man¬
tenerme libre de compromisos? ¿Estoy en alguna
sociedad de recreo o de negocios en que tenga que
tener estas relaciones con personas inconvenientes?

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LUCES VESPERTINAS
132

¿Tengo necesidad de estar en estas sociedades epi¬


cenas, mundanas, de gente ambigua,
medio impías,
escéptica, mediana?
2.0 Hay relaciones y compañerismos ya imás es¬
trechos y amistosos, de corazón, no de sociedad. Una
de las mejores defensas propias es meterse en estas
relaciones buenas y estrecharlas. ¿Buscas círculos,
sociedades, compañías buenas para tus amistades?
3.0 Hay, en fin, relaciones íntimas, de amigos
verdaderos del todo, de unión afectuosa del cora¬
zón, de intimidad completa. Esta sólo se puede te¬
ner con muy pocos, a veces con uno de mucha con¬

fianza, segura bondad y probada sinceridad. ¿Tie¬


nes algún íntimo? ¿qué tal es? ¿es digno de ti? ¿Le
eres fiel?
4.0 Hay además relaciones de familia, en las
que se debe tener tanto o más cuidado que en las
individuales. ¿Qué gente admito en mi casa en las
tertulias y visitas? ¿A quiénes visito yo o mi fami¬
lia? Yo o mi familia ¿tenemos algunas compañías
o relaciones indignas? escandalosas? peligrosas?
comprometidas? ¿Comienzo a tener algunas de esta
clase?
Y las sociedades a que pertenezco ¿qué tales
son? masónicas? secretas? laicas? liberales? com¬
prometidas? peligrosas? ¿Coopero en ellas a algún
mal? políticaanticatólica? biblioteca impía? juego
inmoral? diversiones ilícitas? partidos anticlerica¬
les? ¿Con razón que lo justifique o sin razón? ¿Po¬
dría pertenecer a sociedades o partidos católicos?

20.—Mis amores.

tierra y cielo.
El amor es la más hermosa flor de
las cosas. ¿Le
Debes amar a tu Dios sobre todas
amo más que a nadie y que a nada? ¿con todo mi

corazón, con toda mi alma, con todas mis fuerzas,


con toda mi hacienda y facultades?
Debes amar a tus padres. ¿Amo yo a mis padres?
¿Los amo prácticamente, haciendo su gusto, hon-

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LUCES VESPERTINAS
133

rándolos mi
conducta, favoreciéndolos, acari¬
con

ciándolos, acompañándolos, sosteniéndolos?


Deben amarse los esposos. Si lo sois, ¿os
amáis
de corazón? os acompañáis? os animáis? os sois fie¬
les? os sacrificáis el uno por
el otro? sois un corazón
y un alma? os cedéis mutuamente algo de vuestro
querer y carácter? ¿O sois dos huéspedes en una
casa?
Debéis amar a vuestros hijos. ¿Los amáis? con
amor de obras, de educación, de sacrificio? o con
amor de mimos, de muñecas, de
trajes, de regalos,
de caprichos? ¿Con humano solamente, o
amor
también cristiano? del bien de su
cuerpo o también
de sus almas? ¿Los educo para su porvenir, o sólo
atiendo a su satisfacción
presente?
Debéis amar a vuestros parientes y a los
parien¬
tes de vuestros cónyuges. ¿Procuráis la unión de
todos y evitáis las disensiones y desavenencias?
Debéis amar a vuestros amigos. ¿Los tenéis bue¬
nos? malos? medianos? ¿Os
conviene tenerlos? o
dejarlos? ¿Guardáis con ellos fidelidad? sinceridad?
abnegación? Pero no tengas amigos malos, a no ser
que puedas hacerlos buenos y no te puedan hacer
a ti malo.
Debéis amar a la patria. Defenderla, honrarla en
paz y en guerra, guardar las leyes. Antes hay que
amar y favorecer a los
compatriotas en todo.
¿Tienes algún amor malo? indigno y vergonzoso,
pecaminoso? comprometido? ¡Oh! extírpalo pronto.
¿Tienes predilecciones injustas? entre amigos, hi¬
jos, parientes, discípulos, empleados?
¿Tienes simpatías peligrosas, indignas, infunda¬
das?

21.—Mis odios.

Debes odiar al mal, al pecado, al vicio.


Debes odiar al pecador o malo obstinado en su
malicia; a los que hacen mal a otros a sabiendas; a
los enemigos de Dios en cuanto tales.

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134 LUCES VESPERTINAS

Pero a todas estas personas al mismo tiempo has


de procurar hacerlas buenas, si es posible.
Aborrece el pecado, ama al pecador, para que no
lo sea. Por lo demás, es mejor amar que odiar.
¿Tengo odio sin razón a alguna persona? a algu¬
na institución? ¿Este odio es envidia? es injusticia?

es irracional? ¿Por cuentos y chismes? ¿por intere¬

ses humanos? ¿por rivalidades de oficio o de honor?

Las personas que me inspiran odio, ¿son odiosas


verdaderamente? ¿tienen malicia? ¿tienen más bien
ignorancia, o ceguedad, o engaño? ¿No las podría
yo cambiar en amables y buenas, apartándolas del
mal?
¿Siento antipatías infundadas? me dejo llevar de
ellas? Por mi odio ¿hago alguna injusticia? murmu¬
ro? impido el bien del prójimo? le hago algún mal?
le niego mi consideración?
A los que hacen mal a otros, como son los sec¬
tarios, caciques, explotadores, corruptores, engaña¬
dores, opresores de todo género, se debe perseguir
por amor de los inocentes, y se los debe cohibir, y
desenmascarar, y delatar, y repeler todo cuanto se
pueda. El que sólo para sí es malo, es digno de
compasión y de auxilio; el que es malo para sí y
para otros es digno de odio, de castigo y de perse¬
cución.
Fuera de éstos, ten a gala no hacer mal a nadie,
sino ser bondadoso con todos. Alégrate del bien
ajeno y no tengas envidia, sino sólo emulación.
22.—Mis libros.

Uno de los puntos más importantes para la vida


buena o mala, son las lecturas.
La ley natural manda que nos abstengamos de
malas lecturas, y nos aconseja que leamos buenos
libros. Y la Iglesia además, cuando el libro es cla¬
ramente nocivo, lo incluye en el Indice de los libros
prohibidos, que no se pueden leer sin su licencia.
Tres clases hay de lecturas: perversas, vanas,
buenas.

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LUCES VESPERTINAS
135

Perversas son las irreligiosas, las


inmorales, las
obscenas.
Vanas son las que no
producen ningún bien o
muy poco: verbigracia, las de fantasía.
He aquí dos reglas, y de pocas excepciones: El
que es malo lee lo malo, y el que es bueno lee lo
bueno. El que lee lo malo se hace
malo, y el que
lee lo bueno se hace bueno.
Puede ser que tengas necesidad,
por tu cargo o
por tus estudios, de leer libros prohibidos
por las
reglas generales del Indice o nominalmente incluí-
dos en el Indice. Si es así,
pide licencia y te la da¬
rán. Habla con un confesor acerca de ello.
¿Qué libros tengo? ¿buenos? contrarios a la reli¬
gión? deshonestos? fútiles? Los prohibidos no se
pueden tener sin licencia.
¿Qué libros leo? ¿los buenos? para instruirme en
mi religión?
para instruirme en mi profesión? para
instruirme en los conocimientos humanos?
para re¬
crearme lo
justo? ¿Leo algo malo? algo prohibido?
¿Leo demasiadas cosas fútiles y de fantasía y de¬
leite? Leer algo de recreo
y fantasía está bien; pero
leer mucho vano
por deleite y no leer otras cosas
es mal defecto: es el vicio de la lectura.
Pon una biblioteca conveniente
para ti y tu fa¬
milia, en buen sitio, bien arreglada, y compra to¬
dos los años algunos libros buenos, y léelos. Te re¬
sultarán
muy buenos amigos, que valen lo que cues¬
tan.

23.—Mis periódicos.
Periódicos. Revistas.—Casi más
que los libros in¬
fluyen los periódicos en las ideas y conducta de ios
hombres. Poco a poco el
periódico se infiltra en el
lector y lo asimila a sí mismo.
Dime qué periódico lees
y te diré lo que eres.
Si tu periódico es de malas
ideas, tendrás malas
ideas. Si tu periódico es de buenas
ideas, serás de
buenas ideas. Si tu
periódico es de ideas medianas,
tibias, cobardes, tú serás de las mismas ideas.

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LUCES VESPERTINAS
136

Ni digas: yo sólo leo las noticias. Porque ya sa¬


bes que en las noticias está muchas veces eí peor
veneno. Los periódicos, por medio de las noticias,
dan quitan la fama a quien quieren, despresti¬
o

gian o ensalzan a personas e instituciones, y educan


o deseducan al pueblo.

Es asunto que debes tomar con la debida serie¬


dad. No te dejes llevar de la ruina, ni de la impru¬
dencia, ni de la excesiva curiosidad. Lo primero es
lo primero, el deber, la conciencia, la verdad, la di¬
rección de la Iglesia, maestra de doctrinas.
Los católicos debemos favorecer a nuestros pe¬
riódicos, honrarlos, sostenerlos, y aborrecer a los
periódicos contrarios a nosotros y a nuestra religión
y a nuestro Señor Jesucristo, y de ningún modo
leerlos, ni pagarlos, ni honrarlos. ¿Lo hago así?
¿Qué periódico leo? ¿Soy traidor a los míos?
Caso de duda, pregunta sinceramente a un docto,
prudente y entero confesor: él te dirá amigable¬
mente lo que puedes sin faltar a la ley de Dios.
Caso de leer algunas cosas malas por necesidad,
con la debida licencia, ¿las lees en público o en
secreto? con escá.ndalo o sin él?
Y ¿revistas? ¿Qué revistas lees? obscenas? mun¬
danas? con cautela? y las das a otros? a tus hijos?
24.—Mis cosas.

¿Qué cosas tengo? ¿Debo tener más? ¿Debo te¬


nermenos? ¿Debo arreglarlas mejor? ¿Debo tener
otras? más caras? más baratas? más sencillas? más
lujosas?
Mi habitación: ¿Es lo que puedo? lo que me con¬
viene? lo que me sobra? Mis muebles y utensilios:
¿Son pocos, o demasiados, o inútiles, o demasiado
lujosos? Mis trajes y adornos: ¿Son lujosos? dema¬
siado caros? inmodestos? provocativos? demasia¬
dos? poco cristianos? ¿Y los de tu mujer?
Por el contrario, también he de ver si mi habita¬
ción, o mis muebles, o mis trajes, o mis cosas, son
indignos de mi posición y mi familia y faltos de

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LUCES VESPERTINAS 137

limpieza, de aseo,' de elegancia. ¿Soy descuidado,


desaseado, desarreglado, desordenado, roto?
Uno de los cuidados de un buen padre o de una
buena madre, debería ser tener la casa bien arre¬
glada, de manera que todos los de la familia tuvie¬
ran en ella satisfacción, gusto, conforte,
para que
estuviesen en ella con agrado. Mejor es gastar más
en casa que no fuera. Que la familia encuentre en
casa todo lo que pueda desear y quiera gozar.
¿Tengo en casa cosas inútiles que podrían ser úti¬
les a otros? Lo que en casa está deshecho, arrinco¬
nado en los desvanes, en los sótanos, en los rinco¬
nes, dalo algún pobre o a algún mediano inferior
a
a ti. Pero aguardes a que no sirva para nada.
no

Dalo, si puedes, cuando aún sirva para algo.


¿Tengo lo que debe tener un hombre cristiano?
¿Cuadros cristianos, algún crucifijo, alguna imagen
del Corazón de Jesús, y de la Virgen, y de San
José? ¿pila de agua bendita?
¿Tengo algo que desdiga de un cristiano y per¬
sona honesta? en cuadros, calendarios, ornato?
¿Tengo lo que debe tener una persona culta? al¬
guna biblioteca? algún ornato conveniente? ¿Lo ne¬
cesario para la vida, para la enfermedad, para la
muerte?

25.—Mis talentos.

Dios te ha dado talentos, energías, actividades.


Debes aprovechar lo que Dios te da y no tenerlo
inútil. Si te hace falta para ti, aprovéchalo para ti.
Si para ti no te hace falta, aprovéchalo en favor de
otros. El trabajoley de la humanidad, si ha de
es
estar bien. Dondehay trabajo, no hay felicidad.
no

¿Qué dones y talentos tienes?


¿Tengo don de dirigir, de hablar, de mover a
otros, de ejecutar, de unir voluntades, de organi¬
zar? ¿Tengo influencia, posición, amistades, rela¬
ciones, simpatías con pudientes? ¿Valgo para di¬
rector, para secretario, para tesorero, para vocal,
etc.? ¿Soy dueño o patrono de fábrica, de comer-

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LUCES VESPERTINAS
138

ció, de oficina, de escuela, de sociedad? ¿Tengo


autoridad, soy diputado, gobernador, concejal, ofi¬
cial, jefe? ¿Por mi profesión de médico, abogado,
notario, ingeniero, militar, tengo ascendiente? Si no
necesito ejercer para ganar, ¿no podría ejercer para
ayudar al prójimo? ¿Qué hago con estos talentos
y fuerzas que Dios me ha dado? ¿Los empleo bien?
¿Podría hacer más? ¿Podría hacer algo grande?
O ¿soy un vago, tengo una existencia inútil, una
vida vana y frivola?
Dios me pedirá cuenta de mis talentos, para ver
cómo los he empleado.
A veces más limosna es ayudar a otros y pres¬
tarles apoyo, influencia, recomendación, tiempo,
consejo, instrucción, secretariado, que dar dinero.
26.—Mis debilidades.

Todo hombre, así como tiene sus buenas cuali¬


dades y energías, así tiene sus debilidades y fla¬
quezas naturales. Difícil es conocer cada uno las
propias, y más difícil confesárselas.
¿Qué debilidades tengo yo?
¿Respetos humanos? Es la gran debilidad de los
varones. Algún respeto humano, el que nos impide

hacer bajezas e indignidades es muy bueno; es lo


que se llama decoro, dignidad. Pero el respeto hu¬
mano que me impide cumplir mi deber, no hacer
el bien que quiero, es una gran debilidad.
¿Contemporizaciones? Próxima a la debilidad an¬
terior está la de contemporizar por miedo, con los
malos, consentir en sus maldades, no estorbar sus
audacias, no romper con los que nos llevan al mal.
¿Flojedad? Es el gran vicio de la humanidad la
pereza. Muchos no son buenos por pereza, por no
tomarse molestias.
¿Inconstancia? La virtud más difícil acaso de to¬
das es la constancia. Muchos empiezan el bien; po¬

cos lo llevan al cabo.


¿Volubilidad? Algunos hoy se entusiasman por
una cosa y mañana por otra distinta. A éstos les

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LUCES VESPERTINAS 139

conviene reflexionar primero, y luego no mudar, a


no ser pordeber, hasta acostumbrarse a la fijeza.
¿Interés? ¿Soy interesado? Los hombres mezqui¬
nos en todo buscan el tanto
por ciento.
¿Vanidad? Algunos cuando han de lucir, hacen
el bien; y cuando no, se entibian al
punto.
¿Egoísmo? ¿Nos buscamos en todo a nosotros
mismos? ¿Envidia? ¡Qué desgracia es no poder ver
el bien ajeno! ¿Mentiras? vicio feo.
¿Doblez? fla¬
queza odiosa.
¿Soy descontentadizo? Hay algunos a quienes todo
les parece mal, en todo hallan defectos, a todo y a
todos sacan faltas, todo lo ven por el lado malo.
¿Aniñamiento? ¿Soy un niño, un apocado, un
simple? ¿Hay que hacerte todo? Algunos confun¬
den la bondad y virtud con la simpleza
y apoca¬
miento.

27.—Mis abusos.

La virtud de la templanza es necesaria al hombre


en muchísimas cosas de la
vida, para evitar los
abusos a que es naturalmente llevado
por la dul¬
zura de los
placeres. Recréate, pero no abuses.
¿Abusas en la comida? ¿Comes demasiado? de¬
masiado regaladamente? a muchas horas? muchas
golosinas? cosas caras? más de lo que puedes?
¿Abusas de la bebida? ¡Véncete, por Dios! porque
la embriaguez es uno de los vicios más detestables
y difíciles de quitar. O no bebas ningún licor ni al¬
cohol, o bebe muy poco, sobre todo fuera de casa.
¿Abusas del tabaco? Bien está que fumes algo
con moderación. Pero no fumes demasiado. Eso no
te hará bien ni al pecho, ni al bolsillo.
¿Abusas de los juegos de azar? El juego es otro
vicio espantoso, del que debes huir sin dudar, si no
quieres ser desgraciado. No hay jugador afortunado.
¿Abusas de los refinamientos en el gusto, en el
vestido, en el trato, en el ornato, en los perfumes?
¿Abusas de las diversiones, del teatro, del cine, de
los espectáculos? ¿Abusas de la lectura, sobre todo

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140 LUCES VESPERTINAS

de novelas y fantasías? de la curiosidad en saber


noticias y leer periódicos? del turismo sin finalidad?
del ansia de caprichos y joyas? ¿Abusas del dejarte
convidar y regalar, dando que hablar y que reír por
gorrón, parásito y descortés? ¿Abusas de la moda
y de la vanidad siendo un petimetre ridículo? ¿Abu¬
sas del boato
y del gasto y de las propinas sin ra¬
zón, por darte aires de gran señor?
¿En tus aficiones de aficionado gastas más de lo
que debes o puedes en tiempo y dinero? Por ejem¬
plo en fotografías, cuadros, antigüedades, flores.
Por el contrario, ¿eres demasiado parco y estre¬
cho contigo, con otros y con tu familia? Dale a
cada cual lo conveniente. El uso de todo esto pue¬
de ser bueno y aun necesario; y el abuso malo.

28.—Mi celo.

Y ¿no querrás tener un poco de celo del bien del


prójimo? Es un medio muy bueno de hacerse uno
mismo más virtuoso y perfecto. Porque cuando,
queremos hacer buenos a otros, nos animamos a
serlo nosotros mismos. No dejes de tener algún celo
de salvar o hacer bien a otros. El celo se debe tener
por el honor de Dios y por el bien del prójimo.
Si mandas en casa, ¿procuras que en tu casa sean
buenos los de la familia, los criados, los servidores?
Si eres dueño de alguna fábrica, oficina, tienda,
taller... ¿procuras con prudencia hacer bien o que
otros hagan bien a tus dependientes y subordina¬
dos? Si ves que alguno anda mal, ¿procuras sacarle
de su mal estado? Si ves que está ignorante de la
religión, ¿procuras que la aprenda?
¿Podrías hacer algo fundando alguna obra de
celo en esos sitios? Sociedad, biblioteca, capilla, es¬

cuela, ejercicios, catecismo, etc.


¿Evitas en tu casa o dependencia las ocasiones
de pecar? ¿Prohibes las blasfemias, malas conver¬
saciones, malas lecturas, sectarismo de los impíos?
¿Procuras difundir la gloria de Dios y la verda¬
dera doctrina por todas partes, recomendar las

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LUCES VESPERTINAS
I4I

buenas lecturas, invitar a buenos sitios, a sermones,


funciones, obras de caridad, asociaciones católicas?
¿Tienes espíritu de proselitismo, propio de todo
cristiano? ¿O crees que esto es fanatismo y por eso
no lo haces?

¿No te animas a pertenecer a alguna obra de


celo, o a fundarla? Catecismos, conferencias, sindi¬
catos, congregaciones, etc.
¿Te importa poco que salgan diputados anticle¬
ricales, que sean elegidos para cargos los enemigos
de Dios, que se den leyes anticristianas, que se per¬
mita el escándalo, que se haga el mal, que preva¬
lezca el vicio, que los centros de corrupción y pro¬
paganda anticristiana se multipliquen y prosperen?
¿Te importa lo mismo que Dios sea honrado y
Jesucristo y su Iglesia sean respetados o que sean
olvidados, despreciados, ofendidos?
Ten presente lo que dice Santiago: «Sabed que
quien convierte a un pecador del extravío de su
camino, salvará su alma de la muerte (eterna) y
cubrirá multitud de pecados».
Piensa también si, por el contrario, en vez de
salvar a otros, escandalizas y perviertes, o consien¬
tes que otros perviertan y escandalicen a aquellos
por cuya salvación dió Cristo su sangre.
29.—Mi pureza.

¡La preciosa virtud! ¡Oh, Señor, líbrame de los


apetitos carnales, y que no se apodere de mí la
voluptuosidad! ¡No me dejes a merced de un cora¬
zón sin pudor! ¡No permitas que mi persona se con¬
vierta en carne! ¡No permitas que mi carne domine
a mi memoria, a mi
imaginación, a mis deseos, a
mi pensamiento y a mi voluntad!
¡Oh, amigo, no te dejes dominar de la deshones¬
tidad! ¡Oh, joven, no te dejes esclavizar de la im¬
pureza! ¡Ten ánimo, que puedes ser casto!
Este es el pecado más indigno y el que trae con¬
sigo la más larga cadena de pecados.
¿Procuro evitar los pecados deshonestos? ¿Guar-

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LUCES VESPERTINAS
14 2

do la castidad de mi estado? ¿Guardo la pureza de


corazón? ¿Me pongo a pensar advertidamente cosas
impuras por placer? ¿Guardo la pureza en las con¬
versaciones? ¿Soy procaz, grosero, soez, obsceno en
las palabras, en las frases, en los cuentos, en las
gracias, en las chocarrerías, en las bromas? ¿Guar¬
do la pureza en el trato, respetando como es debido
a todas las personas? ¿Guardo la pureza en las lec¬

turas, no leyendo revistas, periódicos, novelas, fo¬


lletos malos? ¿Guardo la pureza en los espectáculos
y diversiones, no yendo a teatros, cines, bailes, re¬
uniones inconvenientes?
¿Guardo modestia en mis vestidos, en mis mira¬
das y en todo, conmigo y con otros?
¡Oh, vosotros los jóvenes, no sabéis cuántas des¬
gracias y catástrofes vienen a cada paso de esta
fuente de impureza! ¡Mal camino es! Empieza por
un sendero de flores y acaba por un precipicio de

dolores.
¿Procuro fortalecerme contra este vicio?
El modo de fortalecerse contra él es éste: Apar¬
tarse de las ocasiones. Tener piedad y pedir a Dios
este don de la pureza. Tener devoción a la Virgen
Santísima. Comulgar frecuente o diariamente. Con¬
fesar sinceramente a un mismo confesor todo.

30.—Mi muerte.

Sí, amigo mío, examina tu muerte. IÑo cómo has


muerto, sino cómo vas a morir, y cómo estás mu¬
riendo. Muchas cosas no están en tu mano: déjalas
a laprovidencia de tu Padre Dios. Muchas están en
tu mano:
arréglalas ahora, con tiempo y pronto.
i.° Preparación remota.
Tienes la obligación de estar preparado para mo¬
rir. ¿Lo estás? ¿o todo lo dejas para más tarde?
¿Tienes hecho el testamento? y arregladas todas
tus cosas terrenas de modo que tu familia quede
sin enredos y la justicia y la caridad satisfechas?
Ten hecho el testamento pronto, y ten arreglada tu
conciencia y tu casa siempre.

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LUCES VESPERTINAS
143

¿Vives en gracia para morir en gracia? Porque


tienes gravísima obligación de morir en gracia: si
no, no te salvas: vive siempre sin pecado. Esta es
la mejor señal de predestinación. También son se¬
ñales de predestinación y muerte en gracia: la ora¬
ción frecuente, la comunión frecuente, la devoción
al Corazón de Jesús, la comunión en nueve
prime¬
rosviernes de mes, la devoción a la Virgen, la cari¬
dad con el prójimo por Dios.
2° Preparación próxima.
¿Quieres recibir a tiempo los sacramentos? ¿Los
pedirás tú mismo a tiempo, sin aguardar a estar
muy grave? Los parientes no te avisarán sino cuan¬
do estés muy grave; los médicos, cuando
piensen
que no tienes remedio. Basta estar sencillamente
grave para recibir el viático. Di que tú lo quieres.
Cuando menos, confiesa a tiempo, ten valor y no
tengas miedo; confía en Jesucristo y en la Virgen;
sufre las penas con resignación; lee, si puedes, la
Pasión; di jaculatorias, sobre todo el nombre de
Jesús y los de José y María; ten encendida la can¬
dela, símbolo de la fe y la gracia; ten a tu alcance
un
crucifijo y que te visite a menudo un sacerdote.
¡Dios te dé una buena muerte! Es la mejor de las
luces vespertinas, que empalma con el día eterno.

YO ¿PARA QUÉ NACÍ?...


Yo ¿para qué nací? Para salvarme.
Que tengo de morir es infalible.
Dejar de ver a Dios y condenarme,
Triste cosa será, pero posible.
¿Posible? ¿Y río, y duermo, y quiero holgarme?
¿Posible? ¿Y tengo amor a lo visible?
¿Qué hago? ¿en qué me ocupo? ¿en qué me encanto?
Loco debo de ser, pues no soy santo.

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MISAS
PARA TODAS LAS DOMINICAS Y FIESTAS

Tienesaquí, caballero cristiano, las misas de todos


los domingosy fiestas del año. La parte general y or¬
dinaria está en las páginas 14 y sig.; aquí sólo están
las partes variables de cada fiesta o dominica. Procura
asistir a la misa con el libro, y leer las oraciones y las
cartas de San Pablo, y los evangelios de cada domingo,

para que asistas con espíritu a este acto tan principal


de la religión. Las explicaciones de los párrocos en los
domingos versan sobre los evangelios de ordinario, o
sobre las epístolas u oraciones de la misa, para que se
entienda el espíritu de la liturgia en cada día. Bueno
será que tengas ante los ojos el fundamento de estas
homilías. Las oraciones de cada misa son, además, ora¬
ciones bellísimas, provechosísimas y santísimas. Une
tu corazón con el del sacerdote para ofrecer con él el
sacrificio que él ofrece por ti y contigo.
DOMINICA I DE ADVIENTO

Introito.—(Ps. 24.) A ti, Señor, levanto mi cora¬


zón; en ti, mi Dios, confío; no quede confundido, ni
se burlen de mí mis enemigos, pues los que esperan

en ti no quedarán confundidos.—(Ps. 24.) Mués¬

trame, Señor, tus caminos; enséñame tus senderos.


f. Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu San¬
to; como era en el principio, ahora y siempre y por
los siglos de los siglos. Amén.
Se repite la parte primera del Introito. Y esta regla
se observa siempre.
En los domingos de Adviento no se dice Gloria in
excelsis.

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DOMINICA I DE ADVIENTO 145

Oración 1.a—Te rogamos, Señor, que


ejercites tu
poder y vengas; para que merezcamos, protegién¬
donos tú, vernos libres de nuestros pecados
que nos
amenazan, y, librándonos tú, salvarnos; Señor,
que vives y reinas con Dios Padre en unidad del
Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los
siglos. Amén.
Oración 2.a—Oh Dios, que quisiste que el Verbo
tomase carne en las entrañas de la Santísima Virgen
María, anunciándoselo el Angel: concédenos por
nuestras suplicas que los que la creemos verdadera
Madre de Dios seamos ante ti favorecidos
por su
intercesión.
Oración 3.a—Te rogamos, Señor, que admitas
aplacado las preces de tu Iglesia, para que, destrui¬
das todas las adversidades
y errores, te sirva con se¬
gura libertad. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo,
que contigo vive y reina en unidad del Espíritu
Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Romanos
(13, 11-14.)—Hermanos: Sabed que ya es hora de
despertar del sueño; porque ahora está más cerca
nuestra salvación que cuando creímos. La noche ha
pasado corriendo, y el día ha llegado. Sacudamos,
pues, de nosotros las obras de las tinieblas, y vistá¬
monos las armas de la luz. Caminemos dignamente,

como de día; no en comilonas y


embriagueces, no
en deshonestidades
y lascivias, no en contiendas y
envidias, sino revestidos del Señor Jesucristo.
Gradual.—(Ps. 24.) Los que esperan en ti no
quedarán confundidos.—y. Muéstrame, Señor, tus
caminos, y enséñame tus senderos. Aleluya. Ale¬
luya.—(Ps. 84.) Muéstranos, Señor, tu misericor¬
dia, y envíanos tu Salvador. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(21, 23-33).—Y habrá portentos en el sol y en la
luna y en las estrellas, y en la tierra angustia
en
las gentes, por confusión del estrépito del mar y
de
las olas. Y secaránse los hombres por el temor y
expectación de lo que amenaza a la tierra entera,
Biblioteca Nacional de España
146 MISAS

porque las fuerzas del cielo se conmoverán. Y en¬


tonces verán al Hijo del hombre venir en las
nubes del cielo con gran poder y majestad. Y cuan¬
do esto comience a realizarse, alzad la vista, levan¬
tad vuestras frentes, porque se acerca vuestra re¬
dención. Y les dijo una semejanza: ved la higuera
y cualquier árbol. Cuando ya brotan, con sólo mi¬
rar conocéis que ya está cerca el verano. Lo mismo
cuando veáis suceder estas cosas, sabed que está
cerca el reino de Dios. En verdad os aseguro que
no pasará esta generación hasta que todo esto se
verifique. El cielo y la tierra pasarán, pero mis pa¬
labras no pasarán.
Ofertorio.—(Ps. 24.) A ti, Señor, levanto mi co¬
razón; en ti, mi Dios, confío; no quede confundido,
ni se burlen de mí mis enemigos; pues los que es¬
peran en ti no quedarán confundidos.
Secreta 1.a—Haz, Señor, que este sacrificio, pu¬
rificándonos con su poderosa virtud, nos haga lle¬
gar más puros a su autor. Por nuestro Señor Jesu¬
cristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en unidad
del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los
siglos. Amén.
Secreta 2.a—Confirma, Señor, en nuestras almas
los misterios de la verdadera fe, para que los que
confesamos ser verdadero Dios y hombre el que fué
concebido de la Virgen, por virtud de su saludable
resurrección merezcamos llegar a la eterna alegría.
Secreta 3.a—Protégenos, Señor, a los que servi¬
mos a tus misterios; para que dedicados a las cosas
divinas te sirvamos con cuerpo y alma. Por nues¬
tro Señor Jesucristo, tu Hijo, que contigo vive y
reina en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos
los siglos de los siglos. Amén.
Prefacio.—Verdaderamente es digno y justo, de¬
bido y saludable, que te demos gracias en todo
tiempo y lugar, Señor santo. Padre todopoderoso,
Dios eterno, que con tu unigénito Hijo y con el
Espíritu Santo eres un solo Dios y un solo Señor,
no en la singularidad de una persona, sino en la

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DOMINICA II DE ADVIENTO
*47

trinidad de una misma substancia.


Porque lo mis¬
mo
que, por tu revelación, creemos de tu gloria,
lo mismo creemos también, sin diferencia
alguna,
de tu Hijo, y lo mismo del
Espíritu Santo, de modo
que, confesando Divinidad verdadera y eter¬
una
na, adoramos la propiedad en las personas, la uni¬
dad en la esencia y la igualdad en la
majestad. La
cual alaban los
Angeles y Arcángeles y también los
Querubines y Serafines, y no cesan de clamar cada
día diciendo a una voz: Santo...
En todas las dominicas, Cuaresma y
menos en Pas¬
cuas, se reza este Prefacio de la Santísima Trinidad.

Comunión.—(Ps. 84.) El Señor derramará sus


beneficios, y nuestra tierra dará su fruto.
Poscomunión 1.a—Venga a nos, Señor, tu mise¬
ricordia en medio de tu templo, para
que, con los
honores convenientes, nos preparemos a la solem¬
nidad de nuestra redención,
que se acerca. Por
nuestro Señor Jesucristo,
tu Hijo, que contigo vive
y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios por to¬
dos los siglos de los siglos. Amén.
Poscomunión 2.a—Infunde, Señor, tu gracia en
nuestras almas, para que los que por el anuncio del
Angel hemos conocido la encarnación de Cristo tu
Hijo, por su pasión y cruz seamos llevados a la
gloria de la resurrección.
Poscomunión 3.a—Te rogamos, Señor Dios nues¬
tro, que no dejes sucumbir en los humanos peli¬
gros a los que concedes participar de la divina co¬
munión. Por nuestro Señor
Jesucristo...
DOMINICA II DE ADVIENTO

Introito.—(Is. 30.) Pueblo de Sión, mira que el


Señor vendrá a salvar las naciones,
y hará oír su
voz de majestad,
y vuestro corazón se inundará de
júbilo.—(Ps. yg.) Pastor de Israel, escúchanos, tú
que conduces a los hijos de José como a ovejas.—
y. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Excita, Señor, nuestros corazones,
para que preparen el camino a tu Unigénito, a fin

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MISAS
148

de que merezcamos servirte con almas purificadas


por la venida de aquel que vive y reina contigo en
unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos
de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dominica I, pág. 145.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Romanos
(15, 4-13).—Hermanos: Todo cuanto se ha escrito,
para nuestra enseñanza se ha escrito, a fin de que
por la paciencia la consolación de las escrituras
y
mantengamos la esperanza. El Dios de la pacien¬
cia y de la consolación os dé tener los mismos sen¬
timientos entre vosotros conforme a Jesucristo.
Para que con un mismo corazón y una misma boca
glorifiquéis al Dios y Padre del Señor nuestro Je¬
sucristo. Por lo cual favoreceos unos a otros, como
Cristo os favoreció a vosotros para gloria de Dios.
Porque os digo que Cristo Jesús fué ministro de la
circuncisión del pueblo judío en prueba de la vera¬
cidad de Dios, para que se confirmasen las prome¬
sas hechas a los padres. Mas los gentiles que glori¬
fican a Dios han sido llamados en prueba de su mi¬
sericordia, según está escrito: Por eso te confesaré
entre las gentes, y cantaré salmos a tu nombre. Y
en otra parte dice: Regocijaos, gentes, con el pue¬
blo suyo; y en otra: Alabad al Señor, todas las gen¬
tes, alabadle más y más, todos los pueblos. Asimis¬
mo Isaías dice: Brotará la vara de Jesé (padre de

David), y quien se levante a tener el imperio de las


gentes; en él esperarán las gentes. El Dios, pues, de
la esperanza os colme de todo gozo y paz en vues¬
tra fe, a fin de que abundéis en la esperanza por
virtud del Espíritu Santo.
Gradual.—(Ps. 4g.) De Sión saldrá la hermosura
de su gloria; Dios vendrá de un modo visible.—
V. Reunid ante él a sus santos, los que sellan su
alianza con sacrificios. Aleluya. Aleluya.—(Psalmo
121.) Mucho me alegré cuando me dijeron: iremos
a la casa del Señor. Aleluya.

Secuencia del santo Evangelio según San Mateo


(11, 2-10).—Habiendo oído Juan en la cárcel las

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DOMINICA II DE ADVIENTO
149

obras de Cristo, le envió dos de sus


discípulos. Y
le dijo: ¿Eres tú el que ha de venir? o
esperamos a
otro? (No dudaba Juan, pero
quería que sus discí¬
pulos se persuadiesen que Jesús era el prometido, el
esperado, el que había de venir, lo cual, en el lengua¬
je del pueblo judío, significaba el Mesías, el Cristo.)
Y Jesús, respondiendo, les
dijo: Id y contad a Juan
lo que oís y veis. Los
ciegos ven, los cojos andan,
los leprosos se limpian,
los sordos oyen, los muer¬
tos resucitan y los pobres son
evangelizados. (Se¬
gún San Lucas, 7, 18, antes de decir esto, hizo en su
presencia varios milagros.) Y ¡dichoso el que no se
escandaliza de mí! Y cuando
aquéllos se iban, co¬
menzó Jesús a hablar a las turbas acerca de
Juan:
¿Qué salisteis a ver en el desierto? ¿Una caña sa¬
cudida por el viento?
(Para eso no hubierais ido.)
Pues bien, ¿qué salisteis a ver?
¿Un hombre vesti¬
do de ropas delicadas? Bien sabéis
que los que vis¬
ten vestidos delicados andan en los
palacios de los
reyes. (Y no en el desierto.) Pues ¿qué salisteis a
ver? ¿Un profeta? Ya lo creo,
y más que profeta.
Porque ése es aquel de quien está escrito: Mira, yo
enviaré delante de ti mi ángel, el cual te irá
prepa¬
rando por delante el camino.
(Estas palabras dijo
el profeta Isaías acerca de San
Juan, muchos años
antes.)
Ofertorio.—(Ps. 84.) Oh Dios, si te vuelves nos
darás la vida; y tu pueblo
se regocijará en ti; mués¬
tranos Señor, tu misericordia
y concédenos tu salud.
Secreta 1.a—Te rogamos, Señor,
que te aplaques
por los ruegos de nuestra humildad, y pues no te¬
nemos ningún mérito
propio, socórrenos con tus
auxilios. Por nuestro Señor Jesucristo, que
contigo
vive y reina en unidad del
Espíritu Santo, Dios por
todos los siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Secreta como en la dom. I, pág. 146-147.
Comunión.—(Bar. 4 v 5.) Levántate, Jerusalén,
y colócate en alto; y contempla desde allí las deli¬
cias que tu Dios derramará sobre ti.

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MISAS

Poscomunión 1.a—Satisfechos con el manjar de


espiritual alimento, te rogamos, Señor, humilde¬
mente, que por haber recibido este sacramento, nos
enseñes a despreciar lo terreno y amar lo celestial.
Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. I, pág. 147.

DOMINICA III DE ADVIENTO

Introito.—(Ad Phil. 4.) Alegraos siempre en el


Señor: os lo repito, alegraos. Vean vuestra modes¬

tia todos los hombres; el Señor está cerca. No os


acongojéis por nada, sino en toda oración aparez¬
can ante Dios todos nuestros deseos.—(Ps. 84.)
Señor, has dado la bencición a tu tierra; has liber¬
tado del cautiverio a los hijos de Jacob.—y. Glo¬
ria al Padre...
Oración 1.a—Presta, Señor, tu oído a nuestras
preces: y con la gracia de tu visita ilumina las ti¬
nieblas de nuestra alma, Señor, que vives y reinas
con Dios Padre en unidad del Espíritu Santo, Dios

por todos los siglos de los siglos. Amén.


La 2.a y 3.a Oración como en la dominica I, pág. 145.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Filipenses
(4, 4-7).—Hermanos: Alegraos siempre en el Se¬
ñor: otra vez os digo, alegraos. Vean vuestra mo¬
destia todos los hombres; el Señor está cerca. Por
nada os acongojéis, sino en toda oración y súplica
con acción de gracias dénse vuestras peticiones a

conocer delante de Dios. Y la paz de Dios, que so¬

brepuja todo sentido, custodiará vuestros corazo¬


nes y vuestras inteligencias en Cristo Jesús.
Gradual.—(Ps. 7g.) Señor, que estás sentado so¬
bre los querubines, ostenta tu poder y ven a sal¬
varnos.—y. Escúchanos, tú que gobiernas a Israel,
y que conduces como ovejas a los descendientes de
José. Aleluya. Aleluya.—Ostenta, Señor, tu poder,
y ven a salvarnos. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(1. ig-28).—Los judíos enviaron, desde Jerusalén,

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DOMINICA III DE ADVIENTO
151

sacerdotes
y levitas a Juan a preguntarle: Tú
¿quién eres? (Por judíos suele entender San Juan el
Sanliedrín y los príncipes y sacerdotes de
Y contesó
Jerusalén.)
y no negó, confesó y dijo: Yo no soy el
Cristo. (Vosotros acaso pensáis
que yo pretendo ser
el Mesías, el Cristo; no lo
soy.) Y le preguntaron:
Pues ¿qué? ¿eres Elias? Y
dijo: No soy. ¿Eres el
Profeta? Y respondió: No.
(Querían decir: el gran
Profeta esperado y anunciado.) Dijéronle, pues:
¿Quién eres? para que llevemos la respuesta a los
que nos han enviado: ¿Qué dices de ti mismo? Dijo:
Yo soy voz que clama en el desierto:
preparad el
camino del Señor, como
dijo Isaías. (Yo soy un
hombre que en el desierto avisa
que va a venir el Me¬
sías,y que preparéis el camino, el alma.) Y le pre¬
guntaron y dijeron: ¿Cómo, pues, bautizas, si tú no
eres ni el Cristo, ni Elias, ni el Profeta? Respon¬
dióles Juan diciendo: Yo bautizo en agua; pero en
medio de vosotros ha estado uno a
quien vosotros
no conocéis.
(Habla de Jesús, que estuvo poco antes
allí, a ser bautizado.) Ese es el que había de venir
en pos de mí, el que fué engendrado antes que yo,
a
quien yo no soy digno de soltar la correa de su
sandalia.

Ofertorio.—(Ps. 84.) Señor, has derramado la


bendición sobre tu tierra; has librado del cautiverio
a los hijos de Jacob y has perdonado las maldades
de tu pueblo.

¡Secreta 1.a—Haz, Señor, que continuamente se


inmole esta hostia de nuestra devoción;
y que por
ella logren los fines para que se institi^ó este
se

misterio, y se obre en nosotros milagrosamente tu


salvación. Por nuestro Señor Jesucristo, tu
Hijo,
que contigo vive y reina en unidad del Espíritu San¬
to, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Secreta como en la dom. I, págs. 146-147.
Comunión.—(Is. 35.J Decid: pusilánimes, ani¬
maos
y no temáis: ya nuestro Dios va a venir y
nos salvará.

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MISAS
152

Poscomunión 1.a—Imploramos, Señor, tu cle¬


mencia, para que estos divinos auxilios que hemos
recibido, purificándonos de nuestros vicios, nos pre¬
paren a las fiestas que se acercan. Por nuestro Se¬
ñor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. I, pág. 147.
DOMINICA IV DE ADVIENTO

Introito.—(Is. 45.) Derramad, cielos, vuestro ro¬


cío, lluevan las nubes al Justo; ábrase la tierra y
brote el Salvador.—(Ps. 18.) Los cielos publican la
gloria de Dios, y el firmamento anuncia las obras
de sus manos.—f. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Ejercita, Señor, tu poder, y ven, y
con tu inmensa virtud socórrenos, para que, por el
auxilio de tu gracia, lo que impiden nuestros peca¬
dos lo acelere tu indulgencia propicia; Señor, que
vives y reinas con Dios Padre en unidad del Espí¬
ritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos.
Amén.
La 2.a y3.a Oración como en la dominica I, pág. 145.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios (I,
4, 1-5).—Hermanos: Que los hombres nos conside¬
ren como ministros de Cristo y administradores de
los misterios de Dios. Ahora bien, lo que en los ma¬
yordomos se requiere es que sean fieles. Mas para
mí lo de juzgado por vosotros, o por
menos es ser

jueces humanos; ni yo tampoco me juzgo a mí mis¬


mo. Pues, aunque de nada me acusa la conciencia,
sin embargo, no por eso estoy justificado, sino que
quien me ha de juzgar es el Señor. Así, pues, no
juzguéis nada antes de sazón, hasta que venga el
Señor, que alumbrará lo oculto de las tinieblas y
manifestará los proyectos de los corazones y enton¬
cesvendrá a cada cual el elogio de Dios.
Gradual.—(Ps. 144.) Cerca está el Señor de to¬
dos cuantos le invocan, de los que le invocan de
veras.—T. Mi boca predicará las alabanzas del Se¬
ñor: bendigan todos los mortales su santo nombre.
Biblioteca Nacional de España
DOMINICA IV DE ADVIENTO
153

Aleluya. Aleluya.—y. Ven, Señor, y no tardes: per¬


dona los pecados de tu pueblo Israel. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(3, 1-6).—El año décimoquinto del imperio de Ti¬
berio César, siendo Poncio Pilato procurador de
Ju-
dea, Herodes tetrarca de Galilea, Filipo, su herma¬
no, tetrarca de Iturea y de la región Traconítide,
y Lisanias, tetrarca de Abilina, siendo príncipes de
los sacerdotes Anás
y Caifás, bajó la palabra de
Dios sobre Juan, el hijo de Zacarías, en el desierto.
(Bajó la inspiración de Dios a San Juan, que hasta
entonces había estado retirado.)
Y salió (Juan) por
toda la región del
Jordán predicando bautismo de
penitencia, para remisión de los pecados. Como está
escrito en el libro de los discursos del
profeta Isaías:
Voz del que clama en el desierto diciendo:
Prepa¬
rad el camino del Señor, enderezad sus sendas:
Todo barranco se rellenará: y todo monte
y colla¬
do se allanará: lo torcido se rectificará,
y las aspe¬
rezas se harán caminos llanos:
y verá toda carne la
salud de Dios.

Ofertorio.—(Luc. 1.) Dios te salve, María, llena


de gracia, el Señor es contigo; bendita tú eres en¬
tre todas las mujeres y bendito es el fruto de tu
vientre.
Secreta 1.a—Atiende, Señor, aplacado a este sa¬
crificio, para que nos sirva de devoción y de salva¬
ción. Por nuestro Señor Jesucristo, que contigo vive
y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios por to¬
dos los siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Secreta como en la dom. I, pág. 146-147.
Comunión.—(Is. y.) Sabed que una Virgen con¬
cebirá y parirá un hijo, que se llamará Emmanuel.
Poscomunión 1.a—Ahora que hemos recibido tus
dones, te rogamos, Señor, que con la frecuencia de
este sacramento crezcan en nosotros los efectos de
nuestra salvación. Por nuestro Señor
Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dominica I, pág. 147.
Biblioteca Nacional de España
MISAS
154

FIESTA DE LA NATIVIDAD DEL SEÑOR


Primera misa.

Introito.—(Ps. 2.) A mí me dijo el Señor: tú eres


mi Hijo; yo te he engendrado hoy. ¿Por qué se al¬
borotan las naciones y los pueblos maquinan vanos
proyectos?—y. Gloria al Padre...
Oración.—Oh Dios, que hiciste resplandecer esta
sacratísima noche con los resplandores de la ver¬
dadera luz: te rogamos nos concedas que así como
en la tierra hemos conocido los misterios de su luz,
así en el cielo gocemos de las alegrías de aquel que
vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios por
todos los siglos. Amén.
Epístola de San Pablo a Tito (2, 11-15).—Her¬
manos: Ha aparecido la gracia salvadora de Dios
a todos los hombres, enseñándonos a que, renegan¬
do la impiedad y las concupiscencias mundanas, vi¬
vamos sobria, justa y piadosamente en este siglo,

aguardando la bienaventurada esperanza y la veni¬


da de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro Je¬
sucristo. El cual se dió a sí mismo por nosotros para
rescatarnos de toda iniquidad y purificarse para
sí un pueblo aceptable, celador de buenas obras.
Esto di y exhorta en Jesucristo nuestro Señor.
Gradual.—(Ps. iog.) Ejercerás el imperio desde
el día de tu poder, en medio de los esplendores de
la santidad. Yo te engendré de mi seno, antes que
el lucero de la mañana.—3^. El Señor dijo a mi
Señor: Siéntate a mi derecha, hasta que ponga a
tus enemigos por escabel de tus pies. Aleluya. Ale¬
luya.—y. (Ps. 2.) A mí me dijo el Señor: Tú eres
mi Hijo; yo te he engendrado hoy. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(2, 1-14).—Por aquellos días salió un edicto de Cé¬
sar Augusto mandando empadronarse a todo el
orbe. Este es el empadronamiento primero, que
se hizo siendo Gobernador de Siria Quirino. Iban,

pues, todos a empadronarse, cada uno en su propia

Biblioteca Nacional de España


NATIVIDAD DEL SEÑOR 155

ciudad. Y subió también José de Galilea de la ciu¬


dad de Nazaret a Judea, a la ciudad de David, que
se llama Belén; por ser él de la casa
y familia de
David, a empadronarse con María, su mujer des¬
posada, que estaba en cinta. Y estando ellos allí,
ocurrió que se cumplió el tiempo de parir. Y parió
a su Hijo primogénito, y lo envolvió en pañales, y
lo reclinó en un pesebre, porque no
había sitio en
el mesón para ellos. Y unos pastores estaban por
aquellos sitios rondando y guardando las velas de
la noche sobre su rebaño. Y de
repente, un Angel
del Señor se plantó ante ellos, la gloria del Señor
los circundó de luz, y empezaron a temblar con
gran miedo. Mas el Angel les dijo: No temáis; por¬
que vengo a daros la buena noticia de un gran gozo
para todo el pueblo: y es que os ha nacido hoy 1111
Salvador, que es Cristo Señor, en la ciudad de Da¬
vid. Y ésta será la señal (para conocerlo): hallaréis
un niño empañado
y reclinado en un pesebre. En¬
tonces, de repente, apareció al lado de este Angel
una multitud de milicia celestial que alababa a
Dios y decía: Gloria a Dios en las alturas, y en la
tierra paz a los hombres de buena voluntad.
Ofertorio.—(Ps. 95.) Alégrense los cielos y rego¬
cíjese la tierra a la vista del Señor, porque ya ha
venido.
Secreta.—Te rogamos, Señor, que aceptes la
ofrenda de la fiesta de hoy, para que con el auxilio
de tu gracia, por esta santa comunicación, nos re¬
vistamos de la forma deaquel en quien se unió con¬
tigo la humana naturaleza. Por nuestro Señor Je¬
sucristo...
Prefacio.—Verdaderamente es digno y justo, de¬
bido y saludable, que en todo tiempo y lugar te
demos gracias, Señor santo, Padre todopoderoso,
Dios eterno; porque, por el misterio de la Encar¬
nación del Verbo, una nueva luz de tu claridad ha
iluminado los ojos de nuestras almas, a fin de que,
conociendo a Dios bajo formas visibles, seamos
atraídos por él al amor de lo invisible. Y, por tan-
Biblioteca Nacional de España
MISAS

to, con los Angeles y Arcángeles, con los Tronos y


las Dominaciones y con toda la milicia de la corte
celestial, cantamos el himno de tu gloria, diciendo
sin cesar: Santo...
Comunión.—(Ps. iog.) En medio de los esplen¬
dores de la santidad te engendré de mi seno, antes
de que existiese el lucero de la mañana.
Poscomunión.—Concédenos, Señor Dios nuestro,
que así como nos alegramos de celebrar la Nativi¬
dad de nuestro Señor Jesucristo, frecuentando estos
sacramentos, así, por medio de una conducta digna,
merezcamos llegar a la unión con aquel que contigo
vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios por
todos los siglos de los siglos. Amén.

Segunda misa.

(De la Aurora, o de los Pastores.)


Introito.—(Is. g.) Hoy brillará la luz sobre nos¬
otros, porque nos ha nacido el Señor, el cual se lla¬
mará Admirable, Dios, .Príncipe de la paz, Padre
del siglo futuro, cuyo imperio no tendrá fin. —
(Ps. g2.) El Señor reina y se ha vestido de majes¬
tad; el Señor se ha revestido y armado de fortale¬
za.—y. Gloria al Padre...
Oración.—Te rogamos, oh Dios omnipotente, nos
concedas que, pues la luz de la Encarnación de tu
Hijo nos inunda, resplandezca en nuestras obras
todo lo que brilla por la fe en nuestra mente. Por
el mismo Señor nuestro Jesucristo, que vive y reina
contigo en unidad del Espíritu Santo, Dios por to¬
dos los siglos de los siglos. Amén.
De Santa Anastasia. Oración.— Concédenos, oh
Dios omnipotente, que los que celebramos la me¬
moria solemne de tu bienaventurada mártir Anas¬
tasia, sintamos los efectos de su poderosa interce¬
sión para contigo. Por nuestro Señor Jesucristo...
Epístola de San Pablo a Tito (3, 4-7).—Herma¬
nos:Ha aparecido la benignidad y el amor a los
hombres del Dios salvador nuestro. Nos salvó no

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NATIVIDAD DEL SEÑOR
I57

virtud de las obras de


en
justicia que nosotros hu¬
biésemos hecho, sino según su misericordia por me¬
dio del bautismo de regeneración y renovación del
Espíritu Santo, que derramó sobre nosotros copio¬
samente por Jesucristo nuestro salvador, para
que
por su gracia justificados, seamos hechos en espe¬
ranza herederos de vida eterna.
Gradual.—(Ps. 117.) Bendito sea el que viene en
nombre del Señor: el Señor Dios, y se nos ha es

manifestado.—y. Esto lo ha hecho el Señor; ésta


es una maravilla a nuestros ojos.
Aleluya. Aleluya.
—y. (Ps. g2.) El Señor reina y se ha vestido de
hermosura, se ha revestido y armado de fortaleza.
Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(2, 15-20).—Los pastores se decían unos a otros:
Lleguemos, pues, hasta Belén, y veamos este su¬
ceso que
ha ocurrido y que el Señor nos ha revela¬
do. Y vinieron a pfisa, y encontraron a María y
a José y al infante reclinado en el
pesebre. Y al
verlo, conocieron (dieron a conocer, refirieron) las
palabras que les habían dicho de aquel Niño. Y
todos los que lo oyeron se maravillaron de las co¬
sas que les decían los pastores. María,
a su vez,
guardaba todas estas cosas reflexionando en su co¬
razón. Y los pastores volvieron glorificando
y ala¬
bando a Dios por todo lo que habían oído
y visto,
conforme se lo habían anunciado.
Ofertorio.—(Ps. g2.) Asentó Dios el orbe de la
tierra, y no se conmoverá; desde entonces, oh Dios,
se afianzó tu trono; desde la eternidad eres tú.
Secreta.—Te rogamos, Señor, que nuestras ofren¬
das resulten a tus ojos dignas de los misterios de
la Natividad de hoy y nos alcances la paz, para
que, así como el que hoy nació como hombre, bri¬
lló al mismo tiempo como Dios, así a nosotros este
su cuerpo terreno nos
comunique la divinidad. Por
el mismo Señor nuestro
Jesucristo, que contigo vive
y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios por to¬
dos los siglos de los siglos. Amén.

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MISAS
158

De Santa Anastasia. Secreta.—Recibe, Señor,


como solicitamos, con agrado, estos dones ofrecidos
a ti, y concede que por la protección de la bien¬
aventurada mártir Anastasia vengan a ser auxi¬
lio de nuestra salvación. Por nuestro Señor Je¬
sucristo...
Comunión.—(Zac. g.) Regocíjate, hija de Sión;
canta, hija de Jerusalén: ya viene tu rey, el Santo
y Salvador del mundo.
Poscomunión.—Señor, restaure nuestras almas
la perpetua, novedad del nacimiento en la eucaristía
de aquel cuya singular natividad deshizo la vejez
del humano linaje. Por nuestro Señor Jesucristo...
De Santa Anastasia.—Señor, que has alimentado
a tus
hijos con dones celestiales, dígnate fortalecer¬
nos por intercesión de la Santa cuya solemnidad

celebramos. Por nuestro Señor Jesucristo...

Tercera misa.

Introito.—(Is. g.) Un niño nos ha nacido, y se


nos ha dado un hijo que lleva sobre sus hombros

su poderío y tendrá por nombre el Angel del gran

consejo.—(Ps. gy.) Cantad al Señor un cántico


nuevo, porque ha obrado maravillas.-—y. Gloria al
Padre...
Oración.—Concédenos, oh Dios omnipotente, que
esta natividad de tu Unigénito, nueva según la car¬
ne, nos libre de la antigua esclavitud que nos tiene
bajo el yugo del pecado. Por el mismo Señor nues¬
tro Jesucristo, que contigo vive y reina en unidad
del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los
siglos. Amén.
Epístola de San Pablo a los Hebreos (i, i a 12).—
Hermanos: Habiendo Dios, en los pasados tiempos,
hablado muchas veces y de muchas maneras a los
padres por los profetas, a lo último de estos días
nos habló a nosotros por el Hijo, a quien instituyó
heredero de todas las cosas y por quien hizo los si¬
glos. El cual, como es resplandor de su gloria e ima¬
gen de su substancia, y como todas las cosas las

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NATIVIDAD DEL SEÑOR 159

sostiene con su
poderosa palabra, después de hacer
purificación de los pecados, está sentado a la dies¬
tra de la Majestad en las
alturas, hecho tanto más
excelente que los
ángeles, cuanto es más aventaja¬
do sobre ellos el nombre
que heredó. Porque ¿a
quién de los ángeles, en tiempo alguno, dijo (Dios):
Hijo mío eres tú, yo hoy te he engendrado? y asi¬
mismo: Yo le seré a él
padre, y él me será a mí
hijo? Y de nuevo, cuando introduce en el orbe de
la tierra al primogénito,
dice: Y adórenle todos los
ángeles de Dios. Y, por cierto, respecto de los án¬
geles, dice: El hace sus ángeles a los espíritus, y sus
servidores a la llama de
fuego. Pero respecto del
hijo (dice): Tu trono, oh Dios, por los siglos de los
siglos: vara de rectitud es la vara de tu reino.
Amaste la justicia y
odiaste la iniquidad: por eso
te ungió Dios, tu Dios, con óleo de
regocijo sobre
tus
compartícipes. Y (dice también) tú al principio
Señor, cimentaste la tierra, y obra de tus manos
sonlos cielos: ellos perecerán,
pero tú duras: y to¬
doscomo vestido se
envejecerán, y cual manto los
mudarás, y quedarán mudados; pero tú serás el
mismo, y tus años no fenecerán.
Gradual.—(Ps. gy.) Todos los términos de la tie¬
rra han visto al Salvador,
que nuestro Dios ha en¬
viado: cantad a Dios con
júbilo todos los habitan¬
tes de la tierra.—y.
El Señor ha dado a conocer al
Salvador; ha manifestado su justicia a la vista de
las naciones. Aleluya.
Aleluya.—y. El día santo ha
amanecido para nosotros;
venid, naciones, y ado¬
rad al Señor; porque
hoy ha descendido una luz
grande sobre la tierra.
Principio del santo Evangelio según San Juan
(1, 1-14).—En el principio existía el Verbo, y el
Verbo estaba en Dios,
y el Verbo era Dios. El esta¬
ba en el principio en Dios. Por él fueron hechas to¬
das las cosas, y sin él no se ha hecho cosa
alguna
de cuantas han sido hechas. En él estaba la
vida,
y la vida era la luz de los hombres; y esta luz res¬
plandece en medio de las tinieblas, y las tinieblas

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ióo MISAS

no la han recibido. Hubo un hombre enviado de


Dios, que se llamaba J uan. Este vino como testigo
para dar testimonio de la luz, a fin de que por él
todos creyesen. No era él la luz, sino para dar tes¬
timonio de la luz. Existía la luz verdadera, la que
venida a este mundo alumbra a todo hombre. En
el mundo estaba, y el mundo fué hecho por él, y
el mundo no le conoció. Vino a los suyos, y los su¬
yos no le recibieron. Pero a todos los que le reci¬
bieron, los que creen en su nombre, dióles potestad
de llegar a ser hijos de Dios, los cuales nacen no
de la sangre, ni de concupiscencia de la carne, ni
de concupiscencia de hombre, sino de Dios. (Aquí
se arrodilla.) Y el Verbo se hizo carne y habitó en

medio de nosotros; y nosotros hemos visto su gloria


como de Unigénito del Padre, lleno de gracia y de
verdad.
Ofertorio.—(Ps. 88.) Tuyos son los cielos y tuya
es la tierra; tú fundaste elmundo y toda su pleni¬
tud; la justicia y la equidad son las bases de tu
trono.
Secreta.—Santifica, Señor, por la nueva nativi-
dad de tu Unigénito los dones que te ofrecemos, y
purifícanos de las manchas de nuestros pecados.
Por el mismo Señor nuestro Jesucristo...
Comunión.—(Ps. gy.) Todos los confines de la
tierra han visto al Salvador que nuestro Dios ha
enviado.
Poscomunión.—Te suplicamos, oh Dios omnipo¬
tente, nos concedas que nos dé la inmortalidad el
Salvador del mundo, que naciendo hoy, fué causa
en nosotros de generación, el cual
nuestra divina
vive y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios por
todos los siglos de los siglos. Amén.
Al fin se lee el Evangelio de la Epifanía, pág. 167.

DOMINICA INFRAOCTAVA DE LA NAVIDAD


Introito.—(Sap. 18.) Mientras un apacible silen¬
cio envolvía todas las cosas, y la noche en su ca¬
rrera llegaba a la mitad de su camino, tu omnipo-

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DOM. INFRAOCTAVA DE LA NAVIDAD l6l

tente Palabra, Señor, vino del cielo, de su real tro¬


no.—(Ps. g2.) El Señor reina, y está vestido de
gloria; vestido está y ceñido de fortaleza.—y. Glo¬
ria al Padre...
Oración 1.a—Omnipotente
y sempiterno Dios,
dirige nuestras acciones dentro de tu beneplácito,
para que merezcamos abundar en buenas obras en
el nombre de tu Hijo,
que vive y reina contigo en
unidad del Espíritu Santo, Dios por
todos los siglos
de los siglos. Amén.
Oración 2.a—Concédenos, oh Dios omnipotente,
que esta natividad de tu Unigénito, nueva según
la carne, nos libre de la
antigua esclavitud que nos
tiene bajo el yugo del pecado. Por el mismo Señor
nuestro Jesucristo, que contigo vive y reina en
unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos
de los siglos. Amén.
Epístola de San Pablo a los Gálatas (4, 1-7).—
Hermanos: Mientras el heredero es niño, en nada
se diferencia de un siervo, a pesar de ser él dueño
de todo: sino que está bajo tutores y
curadores
hasta el plazo señalado por el padre. También nos¬
otros (los judíos), herederos de las promesas de
Dios, cuando éramos niños estábamos esclavizados
a los elementos del mundo, (a la ley
ceremonial)\
mas cuando llegó
el cumplimiento del tiempo, en¬
vió Dios al Hijo suyo, nacido de mujer, nacido
de¬
bajo de la ley de Moisés como nosotros, para que
redimiese a los que estaban debajo de la ley, a fin
de que recibiésemos la adopción de hijos
(nuestra
herencia). Y porque sois hijos, envió Dios en nues¬
tros corazones al Espíritu de su Hijo, que clama:
Abba, Padre (que nos hace llamar a Dios ¡Padre!)
De manera que ya no eres siervo, sino hijo: y si
hijo, también heredero de Dios.
Gradual.—(Ps. 44.) Hermoso eres más que todos
los hijos de los hombres; la gracia está
derramada
en tus labios.—-f. Brota de mi corazón un canto

hermoso; digo: mi obras para el Rey: mi lengua es


como pluma de amanuense que
escribe velozmente.
6
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162 MISAS

Aleluya. Aleluya.—y. (Ps. g2.) El Señor reina y


está vestido de hermosura; se ha revestido y arma¬
do de fortaleza.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(2, 33-40).—Estaban José y María, la madre de Je¬
sús, admirados de todo aquello que de él se decía.
Y los bendijo a ellos Simeón, y dijo a María, su
madre: Mira, éste está para caída y para resurrec¬
ción de muchos en Israel y para bandera a la que
se haga guerra (y la espada atravesará tu misma
alma), para que se descubran los pensamientos de
muchos corazones. Y estaba Ana, una profetisa,
hija de Fanuel, de la tribu de Aser; era muy avan¬
zada de edad, había vivido con su marido siete años
desde su virginidad, y viuda después hasta los
ochenta y cuatro años. Y no se apartaba del tem¬
plo, y daba culto a Dios de día y de noche con ora¬
ciones y ayunos. Esta, acercándose en aquella mis¬
ma alabar a Dios, y se¬
hora, empezó, a su vez, a
guía hablando de él a todos los que esperaban la
redención de Israel. Y cuando cumplieron todo se¬
gún la ley del Señor, se volvieron a Galilea, a
su ciudad de Nazaret. Y el niño crecía y se robus¬
tecía lleno de sabiduría; y la gracia de Dios es¬
taba en él.
Ofertorio.—(Ps. g2.) Asentó Dios el orbe de la
tierra, y no se conmoverá; desde entonces, oh Dios,
se afianzó tu trono; desde la eternidad eres tú.
Secreta 1.a—Te rogamos, oh Dios omnipotente,
nos concedas que la ofrenda que presentamos a los
ojos de tu Majestad nos obtenga la gracia de una
devoción piadosa y la suerte de una pe¬ felicidad
renne. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y
reina contigo en unidad del Espíritu Santo Dios
por todos los siglos de los siglos. Amén.
Secreta 2.a—Santifica, Señor, por la nueva nati-
vidad de tu Unigénito, los dones que te ofrecemos,
y purifícanos de las manchas de nuestros pecados.
Por el mismo Señor nuestro...
Comunión.—(Matth. 2.) Toma al hijo y a su ma-
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CIRCUNCISIÓN DE NUESTRO SEÑOR 163

dre, y vete a la tierra de Israel, porque han muerto


los que buscaban la muerte del niño.
Poscomunión 1.a—Señor, por obra de este divino
sacramento sean purificados nuestros vicios
y cum¬
plidos nuestros justos deseos. Por nuestro Señor Je¬
sucristo...
Poscomunión 2.a—Te suplicamos, oh Dios omni¬
potente, nos concedas que nos dé la inmortalidad
el Salvador del mundo,
que naciendo hoy, fué cau¬
sa en nosotros de nuestra divina generación, el cual
vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo,
Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

CIRCUNCISIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

Introito.—(Is. g.) Un niño nos ha nacido, y se


nos ha dado un hijo que lleva sobre sus hombros
su poderío y tendrá por nombre el
Angel del gran
consejo.—(Ps. gy.) Cantad al Señor un cántico
nuevo, porque ha obrado maravillas.—y. Gloria al
Padre...
Oración.—Oh Dios, que por la fecunda
virgini¬
dad de la bienaventurada María has dado al
género
humano el premio de la eterna salvación: te roga¬
mos nos concedas que experimentemos la interce¬
sión en nuestro favor de aquella por quien hemos
merecido recibir al autor de nuestra vida, nuestro
Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo
en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los
siglos de los siglos. Amén.
Epístola de San Pablo a Tito (2, 11-15).—Her¬
manos: Ha aparecido la gracia salvadora de Dios
a todos los hombres, enseñándonos a
que, renegan¬
do la impiedad y las concupiscencias mundanas, vi¬
vamos sobria,
justa y piadosamente en este siglo,
aguardando la bienaventurada esperanza y la ve¬
nida de la gloria del gran Dios y Salvador nuestro
Jesucristo. El cual se dió a sí mismo por nosotros
para rescatarnos de toda iniquidad y purificarse
para sí un pueblo aceptable, celador de buenas

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MISAS
164

obras. Esto di y exhorta y arguye con todo impe¬


rio: nadie te menosprecie.
Gradual.—(Ps. gy.) Todos los confines de la tie¬
rra han visto al Salvador de nuestro Dios: aclamad
al Señor de toda la tierra.—y. Ha manifestado el
Señor a su Salvador: a la faz de las naciones ha he¬
cho brillar su justicia. Aleluya. Aleluya.—(Hebr.i.)
Habiendo Dios en los pasados tiempos hablado
muchas veces a nuestros padres por los profetas, a
lo último de estos días nos ha hablado a nosotros
por el Hijo.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(2, 21).—Y cuando se cumplieron ocho días para
circuncidarle, le pusieron el nombre de Jesús, el
pronunciado por el Angel antes de haber él sido
concebido en el seno materno.
Ofertorio. (Ps. 88.) Tuyos son los cielos y tuya
es la tierra; tú fundaste el mundo y toda su pleni¬

tud; la justicia y la equidad son las bases de tu


trono.
Secreta.—Señor, al recibir nuestras ofrendas y
celestiales sacramen¬
oraciones, purifícanos con los
tos y escúchanos benignamente. Por nuestro Señor
Jesucristo...
Comunión.—(Ps. gy.) Todos los confines de la
tierra han visto al Salvador que nuestro Dios ha
enviado.
Poscomunión.—Señor, líbrenos esta comunión de
pecado, y por la intercesión de la bienaventurada
Virgen Madre de Dios María, háganos partícipes
del remedio celestial. Por el mismo Señor nuestro
Jesucristo...

FIESTA DEL SANTÍSIMO NOMBRE DE JESÚS

(Dominica después de la Circuncisión).


Introito.—(Phil. 2.) Al nombre de Jesús dóblese
toda rodilla en los cielos, en la tierra y en los in¬

fiernos: y toda lengua confiese que el Señor Jesu¬


cristo está en la gloria de Dios Padre.—(Ps. 8.)

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FIESTA DEL SS. NOMBRE DE JESÚS 165

Señor, Señor nuestro, ¡qué admirable es tu nombre


en toda la
tierra!—y. Gloria al Padre...
Oración.—Oh Dios, que a tu Unigénito consti¬
tuíste Salvador del género humano y mandaste se
llamara Jesús, concédenos propicio que, así como
veneramos en la tierra su santo nombre, así goce¬
mos también en el cielo de su vista. Por el mismo
Señor nuestro Jesucristo, que contigo vive y reina
en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los
siglos de los siglos. Amén.
Lección de los Actos de los Apóstoles (4, 8-12).—
En aquellos días, Pedro, repleto del Espíritu San¬
to, dijo: Príncipes del pueblo y ancianos, oíd. Si
hoy se nos procesa por el beneficio de un hombre
enfermo, por el cual este hombre ha sido hecho
salvo, conste a todos vosotros y a toda la plebe de
Israel que ese se presenta sano ante vosotros en el
nombre de nuestro Señor Jesucristo Nazareno, a
quien vosotros crucificasteis, a quien Dios suscitó
de entre los muertos. El es la piedra que fué des¬
echada por vosotros los constructores, pero que ha
sido puesta para cabeza del ángulo; y no hay salva¬
ción en otro ninguno. Porque ni hay otro nombre
dado a los hombres bajo el cielo en el cual podamos
nosotros ser salvos.
Gradual.—■(Ps. J05.J Sálvanos, Señor Dios nues¬
tro, y congréganos entre las gentes, para que glori¬
fiquemos tu santo nombre y nos gloriemos en tu
gloria.—y. (Is. 63.) Tú, Señor, eres nuestro Padre
y nuestro Redentor; desde los siglos existe tu nom¬
bre. Aleluya. Aleluya.—y. (Ps. 144.) Mis labios
cantarán alabanzas del Señor, y bendiga todo hom¬
bre su nombre santo. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(2, 21).—Y cuando se cumplieron ocho días para
circuncidarle, le pusieron el nombre de Jesús, el
pronunciado por el Angel antes de haber él sido
concebido en el seno materno.
Ofertorio.—(Ps. 85.) Te confesaré, Señor Dios
mío, de todo mi corazón, y glorificaré tu nombre
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i66 MISAS

para siempre; porque tú, Señor, eres suave y man¬


so, y tus misericordias son muchas para los que te
invocan. Aleluya.
Secreta.—Clementísimo Dios, te rogamos que tu
bendición, poi la cual vive toda criatura, santifique
este sacrificio, que te ofrecemos para gloria del
nombre de tu Hijo y Señor nuestro Jesucristo, para
que pueda agradar a tu majestad para tu gloiia y
aprovecharnos a nosotros para salvación. Por el
mismo Señor nuestro Jesuciisto, que contigo vive
y reina en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos
los siglos de los siglos. Amén.
Comunión.—(Ps. 85.) Todas las naciones, que tú
hiciste, vendrán y ante ti adorarán y glorificarán
tu nombre; porque tú eres grande y obrador de mi¬
lagros; tú eres el único Dios. Aleluya.
Poscomunión.—Omnipotente y eterno Dios, que
nos criaste y redimiste: atiende propicio nuestros

deseos, y el sacrificio de la saludable hostia que a


honor del nombre de tu Hijo, nuestro Señor Jesu¬
cristo, hemos ofrecido a tu majestad, dígnate reci¬
birlo con plácido y afable rostro, para que por tu
gracia, infundida en nuestras almas bajo el glorioso
nombre de Jesús, que es título de eterna predesti¬
nación, nos alegremos de que estén escritos nues¬
tros nombres en el cielo. Por el mismo Señor nues¬
tro Jesucristo, que contigo vive y reina en unidad
del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los
siglos. Amén.
EPIFANÍA DEL SEÑOR

Introito.—-(Mal. 3.) Ya viene mi dominador el


Señor; y en su mano trae el reino, el poder y el im¬
perio.—(Ps. 71.) Oh Dios, dad al rey vuestro jui¬
cio, y al Hijo del rey vuestra justicia.—y. Gloria
al Padre...
Oración.—Oh Dios, que guiándolos por una es¬
trella manifestaste en este día a los gentiles a tu
Unigénito: concédenos propicio que los que ya te
hemos conocido por la fe, seamos conducidos hasta

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EPIFANÍA DEL SEÑOR 167

contemplar la hermosura de tu alteza. Por nuestro


Señor Jesucristo,
que vive y reina contigo en uni¬
dad del Espíritu Santo, Dios por
todos los siglos de
los siglos. Amén.
Lección de Isaías Profeta (Is. 60,
1-6).—Leván¬
tate e ilumínate, Jerusalén: porque aparece tu luz
y la gloria de Jehová amanece sobre ti. Porque las
tinieblas cubrirán la tierra y la oscuridad los pue¬
blos; pero sobre ti nacerá el Señor, y su gloria se
verá enti. Y caminarán las gentes hacia tu luz, y
los reyes hacia el resplandor de tu amanecer. Le¬
vanta tus ojos alrededor y mira: todos esos se re¬
únen, vienen a ti: vienen de lejos hijos tuyos, y se
levantan hijas tuyas de sus brazos. Entonces verás,
y te animarás, tu corazón se admirará y se dilatará;
cuando las riquezas del mar se dirijan a ti,
y los
tesoros de las naciones vengan a ti. Inundación de
camellos te cubrirá, dromedarios de Madián y
de
Efa: todos los de Sabá vendrán,
trayendo oro e in¬
cienso y publicando las alabanzas a
Jehová.
Gradual.—(Is. 60.) Todos los de Sabá vendrán,
trayendo oro e incienso y publicando alabanzas a
Jehová.—y. Levántate e ilumínate, Jerusalén: por¬
que la gloria de Jehová amanece sobre ti. Aleluya.
Aleluya.-—(Matth. 2.) Hemos visto su estrella en
Oriente, y hemos venido con dones a adorar al Se¬
ñor. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(2, 1-12).—Habiendo, pues, nacido Jesús en Belén
de Judá, en tiempo del rey Herodes, he aquí
que
unos magos del Oriente se
presentaron en Jerusa¬
lén, diciendo: ¿Dónde está el nacido rey de los ju¬
díos? porque hemos visto en Oriente su estrella y
venimos a adorarle. Oyendo esto, el rey Herodes
turbóse, y con él todo Jerusalén. Y reuniendo a to¬
dos los príncipes de los sacerdotes y a los escribas
del pueblo, les preguntaba en dónde había de na¬
cer el Cristo. Y ellos le
dijeron: En Belén de Judá,
porque así está escrito por el profeta: Y tú, Belén,
tierra de Judá, de ningún modo eres la menor en-

Biblioteca Nacional de España


i68 MISAS

tre las cabezas de porque de ti ha de salir el


Judá,
príncipe que mi pueblo Israel. Entonces He-
rija a
rodes, llamando en secreto a los magos, puntualizó
el tiempo de la estrella aparecida. Y despidiéndolos
para Belén, les dijo: Id y averiguad puntualmente
lo de ese niño: y en hallándole, avisadme, para ir
yo también a adorarle. Y ellos, luego que oyeron
al rey, partieron: y he aquí que la estrella que ha¬
bían visto en Oriente los conducía, hasta que, lle¬
gando, se paró encima de donde estaba el niño. Y
cuando vieron la estrella, se regocijaron con regoci¬
jo muy grande. Y entrando en la casa, hallaron al
niño con María, su madre; y postrándose, le ado¬
raron; y abiertos sus tesoros, le ofrecieron dones,
oro, incienso y mirra. Y avisados en sueños para
no volver a Herodes,
por otro camino volvieron a
su país.

Ofertorio.—(Ps. yi.) Los reyes de Tarsis y las


islas ofrecerán dones: los reyes de los Arabes y de
Sabá traerán regalos: y le adorarán todos los reyes
de la tierra, y todas las naciones le servirán.
Secreta.—Te suplicamos, Señor, que mires pro¬
picio los dones de tu Iglesia, en los cuales te ofre¬
ce, no ya oro, incienso o mirra, sino lo que en sus
dones se significa, se inmola y se recibe, a nuestro
Señor Jesucristo que contigo...
Prefacio.—-Verdaderamente es digno y justo, de¬
bido y saludable, que en todo tiempo y lugar te
demos gracias, Señor santo, Padre todopoderoso,
Dios eterno. Pues al aparecer tu Hijo unigénito re¬
vestido en carne mortal como la nuestra, nos ha
reparado con la nueva luz de su inmortalidad. Y
por tanto, con los Angeles y Arcángeles, con los
Tronos y Dominaciones y con toda la milicia del
ejército celestial, cantamos un himno a tu gloria,
diciendo sin cesar: Santo...
Se dice el día de la Epifanía del Señor y durante
toda su octava.

Comunión.-(Matth. 2.) Hemos visto su estrella en


Oriente y hemos venido con dones a adorar al Señor.
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DOM. I DESPUÉS DE LA EPIFANÍA 169

Poscomunión.—Concédenos, Dios omnipotente,


que conla inteligencia de nuestra alma purificada
comprendamos lo que en este solemne oficio cele¬
bramos. Por nuestro Señor Jesucristo...
DOMINICA I DESPUÉS DE LA EPIFANÍA

Introito.—He visto un varón sentado en un alto


trono, al que adoraba gran muchedumbre de ánge¬
les cantando a una voz: Este es aquel
cuyo impe¬
rio dura para siempre.—(Ps. gg.) Cantad todo el
mundo con júbilo a Dios: servid al Señor con ale¬
gría.—y. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Suplicárnoste, Señor, recibas con
celestial piedad los ruegos de tu pueblo suplicante;
para que vean lo que han de hacer, y viéndolo se
animen para hacerlo. Por nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina contigo en unidad del Espíritu
Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
Oración 2.a—Oh Dios, que guiándolos por una
estrella manifestaste en este día a los gentiles a tu
Unigénito: concédenos propicio que los que ya te
hemos conocido por la fe seamos conducidos hasta
contemplar la hermosura de tu alteza. Por nuestro
Señor Jesucristo...
Epístola del Apóstol San Pablo a los Romanos
(12, 1-5).—Hermanos: Os ruego, por la misericor¬
dia de Dios, que ofrezcáis vuestras personas como
hostia viva, santa, grata a Dios, (como)
espiritual
culto vuestro. Y no queráis amoldaros a este mun¬
do, sino transformaos por la renovación de vues¬
tros sentimientos, para que sintáis cuál es la volun¬
tad de Dios, (que es) lo bueno, lo complaciente, lo
perfecto. Y os ordeno, por la gracia que se me ha
dado, a cada uno de los que están entre vosotros,
que nadie se estime más de lo que debe estimarse,
sino se estime con la debida
estima; cada cual con¬
forme a la medida de
fe, (de dones) que Dios le ha
repartido. (Nadie se meta en otro puesto o ministe¬
rio que el que Dios quiere.) Porque así como en un
cuerpo tenemos muchos miembros, y todos los

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MISAS
170

miembros no tienen el mismo oficio; así muchos


somos uncuerpo en Cristo, mas cada cual es el uno
miembro del otro en nuestro Señor Jesucristo.
Gradual.—(Ps. ji.) Bendito sea el Señor Dios
de Israel; sólo él hace grandes maravillas desde la
eternidad.—y. Venga a nuestros montes la paz
para el pueblo, y a los collados la justicia. Aleluya.
Aleluya.—y. (Ps. gg.) Cantad todo el mundo con
júbilo a Dios: servid al Señor con alegría. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(2, 42-52).—Y cuando el niño se hizo de doce años,
subiendo ellos a Jerusalén, según la costumbre de
la fiesta, acabados los días (de las fiestas), al vol¬
verse ellos, se quedó el niño Jesús en Jerusalén, y
no lo advirtieron sus
padres. Sino que, persuadidos
de que estaría en la comitiva, anduvieron una jor¬
nada, y empezaron a buscarle entre sus parientes
y conocidos. Mas no hallándole, se volvieron a Je¬
rusalén, buscándole. Y sucedió, al cabo de tres
días, que le hallaron en el templo, sentado en me¬
dio de los doctores, oyéndoles unas veces y pregun¬
tándoles otras. Y cuantos le oían estaban arreba¬
tados de su sabiduría y de sus respuestas. Al verle,
quedaron sorprendidos, y le dijo su madre: Hijo,
¿por qué has hecho esto con nosotros? Mira, tu pa¬
dre y yo te estábamos buscando, llenos de aflic¬
ción. Y él les respondió: ¿Y qué había para que
me anduvieseh buscando?
¿No sabíais que yo debo
ocuparme en las cosas de mi Padre? Y ellos no
comprendieron las palabras que les dijo. (Es decir,
no entendieron todo lo que, en concreto, con ellas que¬

ría decirles.) Y descendió con ellos a Nazaret, y


les estaba sujeto. Y su madre guardaba todas
estas cosas en su corazón. Y Jesús crecía en sabi¬
duría, en estatura y gracia delante de Dios, y de
los hombres.
Ofertorio.—(Ps. gg.) Cantad todo el mundo con
júbilo a Dios: servid al Señor con alegría. Entrad
con alborozo a su presencia: porque el Señor es el

Dios.

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DOM. II DESPUÉS DE LA EPIFANÍA 171

Secreta 1.a—Señor, vivifíquenos siempre y pro¬


téjanos el sacrificio que te ofrecemos. Por nuestro
Señor Jesucristo...
Secreta 2.a—Te suplicamos, Señor, que mires pro¬
picio los dones de tu Iglesia, en los cuales te ofre¬
ce, no ya oro, incienso o mirra, sino lo que en sus
dones se significa, se inmola y se recibe, a nuestro
Señor Jesucristo, que contigo...
Comunión.—(Luc. 2.) Hijo, ¿por qué has hecho
esto con nosotros? Tu padre y yo, llenos de aflic¬
ción, te estábamos buscando.—¿Por qué me bus¬
cabais? ¿No sabíais que yo debo ocuparme en las
cosas de mi Padre?
Poscomunión 1.a—Te rogamos suplicantes, oh
Dios omnipotente, que así como nos rehaces con
tus sacramentos, así nos des la gracia de servirte
dignamente con buenas costumbres. Por nuestro
Señor Jesucristo...
Poscomunión 2.a—Concédenos, Dios omnipoten¬
te, que con la inteligencia de nuestra alma purifi¬
cada comprendamos lo que en este solemne oficio
celebramos. Por nuestro Señor Jesucristo...

DOMINICA II DESPUÉS DE LA EPIFANÍA

Introito.—(Ps. 65.) Toda la tierra te adore, oh


Dios, y te ensalce: diga salmos a tu nombre, oh
Altísimo.—(Ps. 65.) Todo el mundo alegraos con
Dios y alabad su nombre; tributadle gloriosas ala¬
banzas.—y. Gloria al Padre...
Oración 1.a-—Omnipotente y sempiterno Dios,
que diriges a un mismo tiempo lo celeste y lo te¬
rreno; oye clemente las súplicas de tu pueblo, y con¬
cédenos la paz en nuestros días. Por nuestro Señor
Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del
Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los si¬
glos. Amén.
Oración 2.a—Oh Dios, que por la fecunda virgi¬
nidad de la bienaventurada María, has dado al gé¬
nero humano el premio de la eterna salvación: te
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MISAS
172

rogamos nos concedas que experimentemos la in¬


tercesión en nuestro favor de aquella por quien he¬
mos merecido recibir al autor de nuestra vida.
Oración 3.a—(Por la Iglesia.) Señor, te rogamos
aceptes las súplicas de tu Iglesia y te aplaques por
medio de ellas, para que, vencidas todas las adver¬
sidades y todos los errores, pueda servirte sin te¬
mor
y con entera libertad. Por nuestro Señor Je¬
sucristo...
(0 por el Papa.) Oh Dios, pastor y guía de to¬
dos los fieles, mira con ojos de misericordia a tu
siervo N., a quien has querido colocar como pastor
al frente de tu Iglesia; concédele, te suplicamos, el
ser útil por sus palabras y por su ejemplo a cuantos
están a él sujetos, para que, juntamente con su re¬

baño, llegue a la vida eterna. Por nuestro Señor


Jesucristo...
Epístola de San Pablo a los Romanos (12, 6-16).
—Hermanos: Teniendo, conforme a la gracia que
nos ha sido dada, dones diversos, si es profecía,

enseñemos conforme a la ie; si es ministerio de diá¬

conos, sirvamos en el ministerio; al que le toca en¬


señar, enseñe; al que exhortar, exhorte; el que re¬
parte limosna, dé con sencillez; el que tiene cargo
de otros, cumpla con solicitud; el que obra benefi¬
cencia, con afabilidad; la caridad no sea fingida;
aborreced lo malo, apegaos a lo bueno; amándoos
unos a otros en la caridad fraterna; previniéndoos

recíprocamente la honra; sin negligencia en el


en
celo; fervorosos el espíritu, sirviendo al Señor.
en
Gozándoos en la esperanza, perseverando en la tri¬
bulación, instando en la oración: compartiendo las
necesidades de los santos (de los fieles), ejercitando
la hospitalidad. Bendecid a los que os persiguen:
bendecid y no maldigáis. Gozad con los que gozan;
llorad con los que lloran. Sentid lo mismo unos de
otros (sean judíos, sean griegos, etc.); no penséis
cosas soberbias, sino conformaos con las humildes.
No seáis sabios a vuestros
ojos.
Gradual.—(Ps. 106.) El Señor envió su palabra
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DOM. II DESPUÉS DE LA EPIFANÍA 173

y les curó; y les arrancó de la muerte.—y. Alaben


al Señor sus misericordias y sus maravillas en favor
de los hijos de los hombres. Aleluya.
Aleluya.—-
y. (Ps. 148.) Alabad al Señor todos sus ángeles;
alabadle todossus ejércitos. Aleluya.

Secuencia del santo Evangelio según San Lucas


(2, 1-11).—A los tres días se celebraron unas bodas
en Caná de Galilea;
y estaba allí la madre de Je¬
sús. Fueron también convidados a las bodas Jesús
y sus discípulos. Y como faltase el vino, dijo a Je¬
sús su madre: No tienen vino. Y le dijo Jesús: Se¬
ñora, ¿qué tienes tú que ver conmigo? Todavía no
ha llegado mi hora. Dice la madre a los sirvientes:
Cualquier cosa que él os diga, hacedla. Y estaban
allí seis vasijas de piedra, puestas para la purifica¬
ción de los judíos, que cabían cada una dos o tres
metretas. (La metreta es igual a 40 litros.) Díjoles
Jesús: Llenad de agua las vasijas. Y las llenaron
hasta arriba. Díceles Jesús: Sacad ahora y llevadlo
al maestresala. Y lo llevaron. Cuando probó el
maestresala el agua hecha vino, y él no sabía de
dónde era, aunque los sirvientes que habían saca¬
do el agua lo sabían, llama al novio el maestresala.
Y le dice: Todo hombre sirve al principio el vino
bueno: y cuando los convidados están hartos en¬
tonces sacan el peor; tú has guardado el buen vino
hasta ahora. Este principio de milagros lo hizo Je¬
sús en Caná de Galilea; y manifestó su gloria, y cre¬
yeron en él sus discípulos.
Ofertorio.—(Ps. 65.) Todo el mundo alegraos
con Dios: cantad salmos a su nombre. Venid, y

escuchad todos los que respetáis a Dios, y os con¬


taré cuantas cosas ha hecho el Señor a mi alma.
Aleluya.
Secreta 1.a—Santifica, Señor, los dones que te
presentamos, y purifícanos de las manchas de nues¬
tros pecados. Por nuestro Señor Jesucristo...
Secreta 2.a—-Señor, al recibir nuestras ofrendas y
oraciones, purifícanos con los celestiales sacramen¬
tos y escúchanos benignamente.
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MISAS
174

Secreta 3.a—(Por la Iglesia.) Protégenos, Señor,


a los que servimos en tus misterios, para que, apli¬
cados a las cosas divinas, te sirvamos en cuerpo y
alma. Por nuestro Señor Jesucristo...
(O por el Papa.) Aplácate, Señor, con los dones
que te ofrecemos, y a tu siervo N., a quien has
querido poner como pastor al frente de tu Iglesia,
gobiérnalo con tu asidua protección. Por nuestro
Señor Jesucristo...
Comunión.—(lo. 2.) Díjoles Jesús: Llenad de
agua esas vasijas, y llevadlas al maestresala. Ape¬
nas probó el maestresala el agua hecha vino dijo
al esposo: Has guardado el buen vino para lo últi¬
mo. Este fué el primer milagro que hizo Jesús en

presencia de sus discípulos.


Poscomunión 1.a—Auméntese, Señor, en nos¬
otros el efecto de tu virtud; para que alimentados
con los divinos sacramentos, nos preparemos con
tu favor a recibir las promesas
hechas en ellos. Por
nuestro Señor Jesucristo...
Poscomunión 2.a—Señor, líbrenos esta comunión
de pecado, y por la intercesión de la bienaventu¬
rada Virgen Madre de Dios María, háganos partí¬
cipes del remedio celestial.
Poscomunión 3.a—(Por la Iglesia.) Te rogamos,
Señor Dios nuestro, que a los que nos concedes go¬
zar de la
participación de Dios, no nos dejes su¬
cumbir en los humanos peligros. Por nuestro Señor
Jesucristo...
( O por el Papa.) Esta comunión del divino sacra¬
mento, te rogamos, Señor, nos proteja, y a tu sier¬
vo N., a quien has querido poner como pastor al
frente de tu Iglesia, junto con el rebaño a él con¬
fiado, le salve siempre y le defienda. Por nuestro
Señor Jesucristo...

DOMINICA III DESPUÉS DE LA EPIFANÍA

Introito.—(Ps. g6.) Adorad a Dios todos sus án¬


geles; le oyó Sión, y se alegró: y saltaron de ale¬
gría las hijas de Judá.—(Ps. g6.) El Señor reina:

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DOM. III DESPUÉS DE LA EPIFANÍA 175

regocíjese la tierra; alégrense todas las islas. —


Y. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Omnipotente y sempiterno Dios,
mira propicio nuestra debilidad; y para protegernos
extiende la diestra de tu majestad. Por nuestro Se¬
ñor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad
del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los
siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. II, págs. 171-172.
Epístola de San Pablo a los Romanos (12, 16-21).
—Hermanos: No seáis sabios a vuestros ojos. A na¬
die volváis mal por mal, procurad el bien no sólo
ante Dios sino ante todos los hombres: Si es posi¬
ble, vivid en paz, cuanto esté de vuestra parte, con
todos los hombres: No os venguéis, queridos, sino
dad largas a la ira; porque escrito está: A mí la
venganza, yo daré lo merecido, dice el Señor. An¬
tes bien, si tiene hambre tu enemigo, dale de co¬
mer; si tiene sed, dale de beber; porque esto ha¬
ciendo, amontonarás carbones de fuego sobre su ca¬
beza. (Es decir, harás que se
arrepienta.) No seas
vencido del mal: sino vence con el bien al mal.

Gradual.—(Ps. 101.) Señor, las naciones respe¬


tarán tu nombre, y todos los reyes de la tierra tu
gloria.—y. Porque el Señor ha edificado a Sión, y
allí se revelará en su majestad. Aleluya. Aleluya.—
y. (Ps. 96 J El Señor reina: regocíjese la tierra; alé¬
grense todas las islas. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(8, 1-13).—Cuando bajó del monte, le fueron si¬
guiendo numerosas turbas. En esto, un leproso,
acercándose, le adoraba y le decía: Señor, si quie¬
res, me puedes limpiar. Y Jesús, alargando la mano
le tocó, diciendo: Quiero, sé limpio; y en seguida
quedó limpia su lepra. Y le dijo Jesús: Mira, no lo
digas a nadie, sino vete y muéstrate al sacerdote,
y presenta la ofrenda que mandó Moisés, para que
les sirva de testimonio (de prueba de que estás cu¬
rado). Y cuando entró en Cafarnaúm, se le acercó

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MISAS
176

un centurión invocándole. Y diciendo: Señor, mi


chico está en cama baldado en mi casa, y sufre
terriblemente. Y le dice Jesús: Yo iré y le curaré.
Pero repuso el centurión y dijo: Señor, no soy dig¬
no de
que entres en mi casa; sino dilo de palabra,
y mi chico sanará. Porque, aun yo, eso que estoy
sujeto a otra autoridad, tengo soldados a mis ór¬
denes; y digo a éste: vete, y va; a otro: ven, y vie¬
ne; y a mi esclavo: hazme esto, y me lo hace. Oyen¬
do esto, Jesús se admiró, y dijo a los que le seguían:
De veras os digo que ni en Israel he encontrado una
fe tan grande. Yo os aseguro que van a venir mu¬
chos de Oriente y de Occidente, y van a sentarse
con Abrahán, Isaac y Jacob en el reino de los cie¬

los. En cambio, los hijos del reino serán echados a


las tinieblas exteriores; allí será el llanto y el crujir
de dientes.

Ofertorio.—(Ps. 11J.) La diestra del Señor ha


hecho milagros; la, diestra del Señor me ha exalta¬
do: no moriré, mas viviré, y publicaré las obras del
Señor.
Secreta 1.a—Esta hostia, Señor, purifique nues¬
tros delitos: y para celebrar el sacrificio, santifique
los cuerpos y las almas de tus súbditos. Por nues¬
tro Señor Jesucristo...

Secreta como en la dom. II, págs. 173-174.


La 2.a y 3.a

Comunión.—(Liic. 4.) Todos estaban pasmados


de las palabras que salían de los labios de Dios.
Poscomunión 1.a—A los que nos concedes el fa¬
vor de participar de tan grandes misterios, dígnate

Señor, adaptarnos con toda verdad a sus efectos.


Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dorni. II, pág. 174

DOMINICA IV DESPUÉS DE LA EPIFANÍA

Introito.—(Ps. g6.) Adorad a Dios todos sus án¬


geles; le oyó Sión, y se alegró: y saltaron de ale¬
gría las hijas de Judá.—(Ps. g6.) El Señor reina:

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DOM. IV DESPUÉS DE LA EPIFANÍA 177

regocíjese la tierra; alégrense todas las islas. —


y. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Oh Dios, que sabes que entre tantos
peligros como nos rodean, no podemos resistir por
nuestra humana fragilidad, concédenos salud de
alma y cuerpo; para que venzamos con tu auxilio
los males que por nuestros pecados padecemos. Por
nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo
en unidad del
Espíritu Santo, Dios por todos los
siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. II, págs. 171-172.
Epístola de San Pablo a los Romanos (13, 8-10).
—A nadie debáis nada, sino el amor mutuo; por¬
que el que ama al otro, cumple la ley. Porque aque¬
llo de: No adulterarás, no matarás, no hurtarás, no
codiciarás, y cualquier otro mandamiento se reca¬
pitula en esta palabra: Amarás a tu prójimo como
a ti mismo. La caridad no hace mal al prójimo.
Así, pues, la caridad es cumplimiento de la ley.
Gradual.—(Ps. 101.) Señor, las naciones respe¬
tarán tu nombre, y todos los reyes de la tierra tu
gloria.-—y. Porque el Señor ha edificado a Sión, y
allíse revelará en su majestad. Aleluya, Aleluya.—

y. (Ps. g6.) El Señor reina: regocíjese la tierra; alé¬


grense todas las islas. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(8, 23-27).—Habiendo entrado Jesús en una lan¬
cha, le siguieron sus discípulos. Y de repente hí-
zose en el mar gran movimiento, hasta el punto de

ser envuelta la lancha por las olas. Pero él estaba

durmiendo. Y yendo a él sus discípulos, le desper¬


taron diciendo: ¡Señor, sálvanos, que perecemos! Y
díceles él: ¿Por qué estáis tímidos, hombres de poca
fe? Y al punto, poniéndose de pie, increpó a los
vientos y al mar, y se extendió una gran serenidad.
Y los hombres quedaron admirados, diciendo: ¿Qué
es éste,
que los vientos y el mar le obedecen?
Ofertorio.—(Ps. 117.) La diestra del Señor ha
hecho milagros: la diestra del Señor me ha exal-

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MISAS
178

tado: no moriré, mas viviré, y publicaré las obras


del Señor.

Secreta 1.a—-Concédenos, Dios omnipotente, que


el don de este sacrificio que te ofrecemos nos puri¬
fique siempre de todo mal y proteja nuestra fragi¬
lidad. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dom. II, págs. 173-174.

Comunión.—(Luc. 4.) Todos estaban pasmados


de las palabras que salían de los labios de Dios.
Poscomunión 1.a—Oh Dios, desenrédennos de los
placeres terrenos tus dones; y renuévennos siempre
con el celeste alimento. Por nuestro Señor Jesu¬
cristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. II, pág. 174.
DOMINICA V DESPUÉS DE LA EPIFANÍA

Introito.-—(Ps. 96.) Adorad a Dios todos sus án¬


geles; le oyó Sión, y se alegró: y saltaron de alegría
las hijas de Judá.—(Ps. 96.) Él Señor reina: rego¬
cíjese la tierra; alégrense todas las islas.—f. Glo¬
ria al Padre...
Oración 1.a—Te suplicamos/Señor, que guardes
a tu familia con piedad continua, para que, pues
sólo en la esperanza de tu gracia celestial se apo¬
ya, sea siempre defendida por tu protección. Por
nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo
en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los

siglos de los siglos. Amén.


La 2.a y 3.a Oración como en Septuagésima, pág. 182.

Epístola de San Pablo Apóstol a los Colosenses


(3, 12-iy).—Revestios, pues, como escogidos de
Dios, santos y amados, de entrañas de compasión,
benignidad, humildad, mansedumbre, longanimi¬
dad. Sobrellevándoos unos a otros, y perdonándoos
mutuamente, cuando alguien tiene queja contra
otro: como el Señor os perdonó a vosotros, lo mis¬
mo también vosotros. Y más que todas estas cosas,

tened la caridad, que es vínculo de la perfección.

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DOM. V DESPUÉS DE LA EPIFANÍA 179

Y triunfe en vuestros corazones la paz de Cristo, a


la cual también habéis sido llamados en un solo
cuerpo: y sed agradecidos. La palabra de Ciisto ha¬
bite en vosotros abundante, en toda sabiduría, en¬
señándoos y amonestándoos a vosotros mismos con
salmos, himnos y cánticos espirituales, con la gra¬
cia cantando en vuestros corazones a Dios. Y todo
lo que hiciereis de palabra o de obra, hacedlo todo
en nombre del Señor
Jesucristo, dando gracias al
Dios y padre por medio de él.
Gradual—(Ps. 101.) Señor, las naciones respe¬
tarán tu nombre, y todos los reyes de la tierra tu
gloria.—y. Porque el Señor ha edificado a Sión, y
allí se revelará en su majestad. Aleluya. Aleluya.—
y. (Ps. gó.J El Señor reina: regocíjese la tierra;
alégrense todas las islas. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(13, 24-30).—El reino de los cielos es semejante a
(lo que pasó con) un hombre que sembró buena se¬
milla en su
Mas cuando dormían los hom¬
campo.
bres, vino enemigo, y entre el trigo sobresembró
su
la cizaña y se fué. Cuando creció, pues, la hierba y
formó la espiga, apareció también la cizaña. Vinie¬
ron los criados del
padre de familia y le dijeron:
Señor, sembraste buena semilla en tu campo?
¿no
Pues ¿de dónde le viene la cizaña? Y les dijo: Eso
lo ha hecho algún enemigo. Y le dijeron los cria¬
dos: ¿Quieres que vayamos y la cojamos? Y les dijo:
No, porque, a lo mejor, al recoger la cizaña, arran¬
cáis junto con ella el trigo. Dejad que crezcan los
dos hasta la siega; y al tiempo de la siega diré a
los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla
en gavillas para quemarla, y el trigo recogedlo en

mis graneros.
Ofertorio.—(Ps. 117.) La diestra del Señor ha
hecho milagros; la diestra del Señor me ha exal¬
tado: no moriré mas viviré, y publicaré las obras
del Señor.
Secreta 1.a—Te ofrecemos, Señor, hostias de pro¬
piciación, para que, misericordioso, absuelvas núes-

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i8o MISAS

tros delitos y dirijas tú mismo nuestros vacilantes


corazones. Jesucristo...
Por nuestro Señor
La 2.a y 3.a Secreta como en Septuag. págs. 184-185.

Comunión.—(Luc. 4.) Todos estaban pasmados


de las palabras que salían de los labios de Dios.
Poscomunión 1.a—Oh Dios omnipotente, concé¬
denos que obtengamos el efecto de aquella salva¬
ción de la que hemos recibido en prenda estos di¬
vinos sacramentos. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en Septuag. pág. 185.
DOMINICA VI DESPUÉS DE LA EPIFANÍA

Introito.—(Ps. g6.) Adorad a Dios todos sus án¬


geles; le oyó Sión, y se alegró: y saltaron de alegría
las hijas de Judá.—(Ps. g6.) El Señor reina: rego¬
cíjese la tierra; alégrense todas las islas.—y. Glo¬
ria al Padre...
Oración 1.a—-Concédenos, oh Dios omnipotente,
que, pensando cosas razonables, hagamos, en pala¬
bra y en obra, lo que te agrada.Por nuestro Señor
Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del
Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los si¬
glos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en Septuagésima, pág. 182.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Tesalonicen-
ses (I, 1, 2-10).—Gracias damos a Dios siempre
por todos vosotros, haciendo incesantemente me¬
moria de vosotros en nuestras oraciones, recordan¬
do la obra de vuestra fe y el trabajo de vuestra ca¬
ridad y la constancia de vuestra esperanza en el
Señor nuestro Jesucristo, delante del Dios y Padre
nuestro, sabiendo, hermanos amados de Dios, cómo
habéis sido elegidos. Porque nuestro evangelio no
ha ido a vosotros en palabra solamente, sino tam¬
bién en poder y en Espíritu Santo, y con gran ple¬
nitud, como lo sabéis por lo que fuimos entre vos¬
otros por vuestro bien. Y vosotros os habéis hecho
imitadores nuestros y del Señor, recibiendo la pre-
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DOM. V DESPUÉS DE LA EPIFANÍA l8l

dicación en medio de mucha tribulación con gozo


de Espíritu Santo, hasta
llegar a ser vosotros de¬
chado a todos los creyentes en Macedonia y en
Acaya. Porque desde vosotros ha resonado la pa¬
labra del Señor, no tan sólo en Macedonia y en
Acaya, sino que en todo lugar se ha extendido
vuestra fe en Dios, hasta el punto de no haber te¬
nido nosotros que hablar nada: porque ellos
de suyo
cuentan de nosotros qué entrada tuvimos a vos¬
otros, y cómo os convertisteis de los ídolos a Dios,
para servir a un Dios vivo y verdadero, y aguardar
de los cielos a su Hijo, a quien él resucitó de entre
los muertos, a Jesús, el que nos salva de la
ira
futura.
Gradual.—(Ps. 101.) Señor, las naciones respe¬
tarán tu nombre, y todos los reyes de la tierra tu
gloria.—y. Porque el Señor ha edificado a Sión, y
allí se revelará en su majestad. Aleluya, Aleluya.—
y. (Ps. 96.) El Señor reina: regocíjese la tierra;
alégrense todas las islas. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(13, 31-35).—El reino de los cielos se parece a un
grano de mostaza que toma un hombre y lo siem¬
bra en su huerto. El es más pequeño que todas las
semillas; pero cuando crece, es mayor que todas las
hierbas, y se hace árbol bastante para que vengan
las aves del cielo y habiten en sus ramas. (Era pro¬
verbial la pequenez de la ruta y de la mostaza; por eso
se vale de ella Cristo nuestro Señor; y
porque pasa
de hierba a árbol, es mayor que todas las hierbas.)
Y les dijo otra parábola: El reino de los cielos se
parece a la levadura que toma una mujer y la mete
en tres satos de harina, haciendo fermentar todo.
(Sato es lo mismo que tarea, lo que los judíos acos¬
tumbraban a hacer de una vez\ equivalía a cele¬
mín y medio.) Todo esto dijo Jesús en parábo¬
las a las turbas; y sin parábolas no les decía nada.
Para que se cumpliese lo que pronunció el profeta
que dijo: Abriré en parábolas mis labios; borbotaré
lo que está escondido desde la creación del mundo.

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182 MISAS

Ofertorio.—(Ps. 117.) La diestra del Señor ha


hecho milagros; la diestra del Señor me ha exal¬
tado: no moriré, mas viviré, y publicaré las obras
del Señor.
Secreta 1.a—Oh Dios, que esta oblación nos pu¬
rifique, renueve, dirija y proteja. Por nuestro Se¬
ñor Jesucristo...
Secreta como en Septuag., págs. 184 y 185.
La 2.ay 3.a

Comunión.—(Luc. 4.) Todos estaban pasmados


de las palabras que salían de los labios de Dios.
Poscomunión 1.a—Alimentados, Señor, con deli¬
cias celestiales, te rogamos que siempre gustemos
de estos alimentos, por los cuales vivimos verda¬
dera vida. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en Septuag. pág. 185.

DOMINICA DE SEPTUAGÉSIMA

Introito.—(Ps. 17.) Me han cercado dolores de


muerte: me rodean dolores de infierno. Mas en mi

tribulación he invocado al Señor, el cual desde su


santo templo ha escuchado benigno mis voces. —
(Ps. 17.) Te amaré a ti, Señor, mi fortaleza. El
Señor es mi firmeza, mi asilo y mi libertador.—
y. Gloria al Padre...
No se dice Gloria hasta Pascua.

Oración 1.a—Te suplicamos, Señor, que escuches


clemente las oraciones de tu pueblo, para que los
que justamente somos alfigidos por nuestros peca¬
dos, misericordiosamente seamos perdonados por la
gloria de tu nombre. Por nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina contigo en unidad del Espíritu
Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
Oración 2.a—(Para pedir los sufragios de los San¬
tos.) De todos los peligros de alma y cuerpo, te ro¬
gamos, Señor, nos defiendas; y por la intercesión
de la bienaventurada y gloriosa siempre Virgen Ma¬
dre de Dios María, con tus bienaventurados após¬
toles Pedro y Pablo, y el bienaventurado N. y todos

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DOMINICA DE SEPTUAGÉSIMA 183

los Santos, concédenos benigno la salud y la paz,


para que, deshechas las adversidades y errores to¬
dos, te sirva tu Iglesia con segura libertad.
Oración 3.a—■A elección del celebrante.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios
(I, 9, 24-2J) io, 1-5).—Hermanos: ¿No sabéis que
los que corren en el estadio, todos corren, es ver¬
dad, pero uno sólo recibe la corona? Corred de
suerte que la alcancéis. Y todo el que en la
lucha
contiende, se abstiene de todo: y ellos, por cierto,
por alcanzar una corona corruptible, mientras que
nosotros por una incorruptible. Yo,
pues, también
corro, no como quien ignora adonde; yo también
lucho, no como quien azota al aire; sino que cas¬
tigo mi cuerpo, y le reduzco a servidumbre, no sea
que después de haber predicado a otros, yo mismo
sea hecho
réprobo. Porque quiero que sepáis cómo
nuestros padres todos estuvieron debajo de
la nube,
y todos atravesaron el mar; y todos en la nube y
en la mar fueron bautizados con el bautismo de
Moisés, todos comieron
y el mismo manjar espiri¬
tual, y todos bebieron la misma bebida espiritual
(porque bebían de la peña espiritual los seguía,
que
y la peña era Cristo): sin embargo, los más de
en
ellos no se
agradó Dios; porque tendidos quedaron
en el desierto.
Gradual.—(Ps. g.) Socorro en las ocasiones, en
la tribulación, confíen en ti los que te conocen, por¬
que jamás desamparas Señor, a los que a ti recu¬
rren.—V. Porque el pobre no será perpetuamente
olvidado; ni se verá siempre frustrada la esperanza
de los afligidos: levántate, Señor, no prevalezca el
hombre.
Tracto.—(Ps. I2g.) Desde lo más profundo he cla¬
mado a ti:
oye, Señor, mi voz.—y. Estén atentos
tus oídos a la oración de tu
siervo.—y. Si te po¬
nes a examinar, Señor, nuestras maldades, ¿quién
podrá subsistir, oh Señor?—y. Mas enti se halla
la clemencia: por tu ley he confiado en ti, Señor.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
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MISAS
184

(20, 1-16).—Es el reino de Dios semejante a un


amo de casa que salió al rayar del alba a ajustar
obreros para su viña. Y ajustando algunos obreros
a denario
por día, los mandó a su viña. Y saliendo
a la hora de tercia (que es media mañana), vió a
otros que estaban en la plaza ociosos. Y dijo tam¬
bién a aquéllos: Id también vosotros a la viña y
os daré lo que sea justo. Y ellos se fueron. Y sa¬

liendo otra vez a la hora sexta y a la nona (que


son al mediodía y a media tarde), hizo otro tanto.
Y a la hora undécima (que es al caer del sol), ha¬
biendo salido, encontró otros que estaban parados,
y les dice: ¿Cómo estáis todo el día sin hacer nada?
Dícenle: Es que nadie nos ha contratado. Díceles:
Subid también vosotros a la viña. Al anochecer,
dice el señor de la viña a su administrador: Llama
a los obreros y págales el jornal, comenzando por

los postreros hasta los primeros. Viniendo, pues, los


de cerca de la hora undécima, recibieron a cada de¬
nario. Y cuando llegaron los primeros, pensaron
que les darían más; pero éstos recibieron igualmen¬
te cada uno su denario. Mas al cobrar, murmuraban
contra el amo de la casa, diciendo: Estos postreros
no han hecho más que una hora, y los has igualado
con nosotros, que hemos soportado el peso del día

y del calor. Pero él respondiendo a uno de ellos, le


dijo: Amigo, no te hago injusticia. ¿No te ajustaste
por un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero dar
a éste,
que es el último, lo mismo que a ti. ¿O es
que no puedo yo hacer lo que quiero de lo mío?
¿O ha de ser malo tu ojo (quiere decir: tu modo de
ver) porque yo soy bueno? Así los postreros serán
primeros, y los primeros postreros. Porque muchos
son los llamados y pocos los escogidos.

Ofertorio.—(Ps. gi.) Bueno es alabar al Señor;


y cantar a tu nombre, oh Altísimo.
Secreta 1.a—-Aceptando, Señor, nuestras ofren¬
das y súplicas, purifícanos con los celestiales miste¬
rios y escúchanos clemente. Por nuestro Señor Je¬
sucristo...

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DOMINICA DE SEXAGÉSIMA 185

Secreta 2.a—(Para pedir los sufragios de los San¬


tos.) Oyenos, Dios Salvador nuestro, para que, por
la virtud de este sacramento, nos defiendas de to¬
dos los enemigos de alma y cuerpo, dándonos gra¬
cia en el tiempo presente y gloria en el futuro.
Secreta 3.a—A elección del celebrante.
Comunión.—{Ps. 30.) Derrama sobre tu siervo
la luz de tu rostro, sálvame por tu misericordia:
oh Señor, no quede yo confundido, ya que te he
invocado.
Poscomunión 1.a—Oh Dios, sean confirmados tus
fieles por tus dones, para que siempre vuelvan a
buscar lo que han recibido y reciban sin fin lo que
buscan. Por nuestro Señor Jesucristo...
Poscomunión 2.a—(Para pedir los sufragios de los
Santos.) Purifíquenos y defiéndanos el don ofrecido
del divino sacramento, te lo rogamos, Señor; y por
la intercesión de la bienaventurada y gloriosa siem¬
pre Virgen Madre de Dios María, con tus bienaven¬
turados apóstoles Pedro y Pablo y el bienaventura¬
do N. y todos los Santos, háganos puros de toda
y libres de toda adversidad.
perversidad
Poscomunión 3.a-—A elección del celebrante.

DOMINICA DE SEXAGÉSIMA

Introito.—(Ps. 43.) Levántate, oh Señor, ¿por


qué duermes? levántate y no nos deseches para
siempre. ¿Cómo retiras tu rostro, y olvidas nuestra
tribulación? Estamos pegado nuestro pecho al sue¬
lo. Levántate, oh Señor, socórrenos y líbranos. —
(Ps. 43.) Oh Dios, por nuestros oídos lo hemos
oído; nuestros padres nos lo han contado.—-Y. Glo¬
ria al Padre...
Oración 1.a-—Oh Dios, que estás viendo que por
ninguna de nuestras acciones tenemos confianza:
concédenos propicio que nos defienda contra toda
adversidad la protección del Doctor de las Gentes.
Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con¬
tigo en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos
los siglos de los siglos. Amén.

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i86 MISAS

La 2.a y 3.aOración como en la Septuag. pág. 182.


Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios
(II, 11, r-g).—Hermanos: Con agrado
ig-23; 12,
sufrís a los fatuos, siendo vosotros cuerdos.
Porque
sufrís que os esclavicen, que os devoren, que os
quiten, que se engrían, que os hieran en el rostro.
Para mi vergüenza lo digo; creo que hemos sido
débiles. Sin embargo, en todo lo que otros alardeen
(hablaré en fatuo), yo también alardeo. Son he¬
breos: yo también; son israelitas: yo también; son
ministros de Cristo (hablo en tonto): más soy yo;
en fatigas llevo ventaja, en cárceles llevo ventaja,
en heridas mucho más, en muertes muchas más ve¬
ces. De judíos recibí cinco los cuarenta (azo¬
veces
tes) menos uno; tres veces fui azotado con varas,
una vez
apedreado, tres veces naufragué, una no¬
che y un día pasé en lo profundo del mar: he es¬
tado muchas veces en caminos, en peligros de ríos,
peligros de ladrones, peligros de mis paisanos, peli¬
gros de los gentiles, peligros en ciudad, peligros en
despoblado, peligros en la mar, peligros entre falsos
hermanos: en fatigas y apuros, en muchas malas
noches, en hambre y sed, en muchos ayunos, en
frío y desnudez: eso sin contar lo de fuera, mis
atenciones de cada día, el cuidado de todas las igle¬
sias. ¿Quién se enferma, que yo no me enferme?
¿Quién se escandaliza que yo no me abrase? Si hay
que gloriarse, de lo que pertenece a mi flaqueza me
gloriaré. Sabe el Dios y Padre de nuestro Señor Je¬
sucristo, que sea bendito por todos los siglos, que
no miento. En Damasco, el etnarca del
rey Aretas
guardaba la ciudad de los damascenos para apode¬
rarse de mí, y por una ventana en una espuerta
fui
descolgado por la muralla, y escapé de sus manos.
Es necesario blasonar bien que no es conveniente:
vendré, pues, a las apariciones y revelaciones del
Señor. Sé que un hombre en Cristo, hace catorce
años, no sé si en cuerpo, o si fuera del cuerpo, no
lo sé, Dios lo sabe, sé que ese tal fué arrebatado al
tercer cielo. Y sé que ese hombre, no sé si en cuer-

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DOMINICA DE SEXAGÉSIMA 187

po o si fuera del cuerpo, Dios lo sabe, fué arrebata¬


do al paraíso, y oyó palabras inefables, que no es
dado al hombre expresar. Me gloriaré de ese hom¬
bre; pero sobre mí mismo no me gloriaré, sino en
mis flaquezas. Aunque si quisiere gloriarme, no seré
fatuo: porque diré*verdad; pero lo dejo, no sea que
alguien piense que soy más de lo que en mí ve, o
de mí oye. Y para que con la sublimidad de las re¬
velaciones no me levante sobre mí, hanme clavado
en la carne espina, ministro de Satanás, para
una

que me azote. Tres veces he suplicado por esto al


Señor, para que se apartase de mí. Y me dijo: Bás¬
tate mí gracia; porque la fortaleza (del cielo) en la
debilidad (del hombre) se perfecciona. Me gloriaré,
pues, con gusto, en mis flaquezas, para que habite
en mí la fortaleza de Cristo.

Gradual.—(Ps. 82.) Conozcan las gentes que tu


nombre es Dios, y que tú eres el Altísimo en toda
la tierra.—y. Agítalos, Dios mío, como un torbe-
bellino o como la hoja al
soplo del viento.
Tracto.—(Ps. 59.) Has conmovido, Señor, la tie¬
rra y la has quebrantado.—y.
Repara sus hendi¬
duras, porque se bambolea.—y. Para que huyan
de los tiros del arco; para que se vean libres tus
escogidos.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(8, 4-14).—Habiéndose reunido gran muchedum¬
bre y juntádose a él los de las ciudades, les dijo
por vía de parábola: Salió un sembrador a sembrar
su semilla. Y al sembrar, una parte cayó hacia el

camino y fué pisada, y las aves del cielo se la co¬


mieron. Y otra parte cayó sobre la piedra, y nacida
se secó por no tener humedad. Y otra cayó en me¬
dio de las espinas, y las espinas, que brotaron con
ella, la ahogaron. Y otra cayó en tierra buena, y
brotando dió fruto ciento por uno. Dicho esto, cla¬
maba: El que tenga oídos para oír que oiga. Pero
sus discípulos le preguntaban cuál era la misma

parábola (su sentido). Y él dijo: A vosotros se os


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i88 MISAS

ha concedido conocer los misterios de Dios; pero a


los demás, parábolas, de modo que viendo no
en
vean y oyendo no entiendan. Esta es, pues, la pa¬

rábola: La semilla es la palabra de Dios. Los de


hacia el camino son los que oyen; viene después el
diablo y quita la palabra de su» corazón, para que
no se salven creyendo. Los de sobre la piedra son

los que, cuando oyen, reciben con gozo la palabra,


pero no tienen raíz; los que creen por un tiempo,
pero en el tiempo de las tentaciones se retiran. Lo
que cayó en las espinas, éstos son los que oyen;
pero andando sobre los afanes y riquezas y place¬
res de la vida, se sofocan y no dan fruto. Lo de en
buena tierra, éstos son los que oyendo con hermoso
y buen corazón la palabra, la retienen y dan fruto
en constancia.

Ofertorio.—(Ps. 16.) Asegura mis pasos en tus


senderos, a fin de que mis pies no resbalen: inclina
hacia mí tus oídos, y escucha mis palabras. Haz
brillar tus misericordias, oh Salvador de los que
esperan en ti.
Secreta 1.a—Señor, el sacrificio que te ofrecemos
nos vivifique siempre y nos defienda. Por nuestro
Señor Jesucristo...
3.a Secreta como en Septuag. págs. 184-185.
La 2.a y

Comunión.—(Ps. 42.) Me acercaré al altar de


Dios, al Dios que llena de alegría mi juventud.
Poscomunión 1.a—Te rogamos suplicantes, oh
Dios omnipotente, que así como nos alimentas con
tus sacramentos, así nos concedas servirte digna¬
mente con agradables costumbres. Por nuestro Se¬
ñor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en Septuag. página 185.

DOMINICA DE QUINCUAGÉSIMA

Introito.—(Ps. 30.) Sé para mí un Dios protector


y un alcázar de refugio, para ponerme en salvo.
Porque tú eres mi fortaleza y mi asilo; y por tu
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DOMINICA DE QUINCUAGÉSIMA 189

nombre me
guiarás y sustentarás.—(Ps. 30.) En ti,
Señor, espero; no quede para siempre confundido:
sálvame, pues eres justo, y líbrame.—f. Gloria al
Padre...
Oración 1.a—Señor, te rogamos que escuches cle¬
mente nuestras
súplicas y, librándonos de los lazos
del pecado, nos
guardes de toda adversidad. Por
nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina contigo
en unidad del
Espíritu Santo, Dios por todos los
siglos de los siglos. Amén.
La
2.a y 3.a Oración como en
Septuag. página 182.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios
(I, 13, 1-13).—Hermanos: Si yo hablo las lenguas
de los hombres y de los ángeles
y no tengo caridad,
vengo a ser metal que suena, o címbalo que tañe.
Y si tengo el don de
profecía, y sé todos los miste¬
rios, y poseo la ciencia, y si tengo toda la fe, hasta
trasladar los montes, y no tengo caridad,
soy nada.
Y si distribuyese todo lo
que tengo para sustento
de los pobres, y
entregase mi cuerpo a las llamas,
y no tengo caridad, nada gano. La caridad es su¬
frida, es bienhechora; la caridad no envidia, no se
jacta, no se infla, no es ambiciosa, no busca su in¬
terés, no se irrita, no piensa mal, no se huelga
de la
injusticia, complácese en la verdad: todo lo disi¬
mula, todo lo todo lo espera; todo lo sopor¬
cree;
ta. La caridad nunca fenece; si es don de
profecías,
terminará: si lenguas, cesarán: si ciencia,
acabará.
Ahora nuestro conocimiento parcial, la profecía
es
es parcial. Mas llegado lo perfecto, desapa¬
que sea
recerá lo imperfecto. Así, cuando
yo era niño, ha¬
blaba como niño, juzgaba como niño, discurría
como niño. Pero cuando me hice hombre, aban¬
doné las cosas de niño. Vemos ahora en
espejo y
en enigma, pero entonces cara a cara. Ahora co¬
nozco imperfectamente, mas entonces conoceré
a
la manera que soy conocido
(por Dios). Ahora per¬
manecen estas tres: fe,
esperanza y caridad; pero
la caridad es la
mayor de todas.

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MISAS

Gradual.—-(Ps. y 6.) Tú eres, Dios, el mismo que


hace prodigios. Tú hiciste manifiesto a los pueblos
tu poder.—y. Con tu brazo redimiste a tu pueblo,
a los
hijos de Israel y de José.
Tracto.—(Ps. gg.) Todo el mundo alegraos con
Dios: servid al Señor con alegría.—f. Entrad con
alborozo en su presencia. Tened entendido que el
Señor es Dios.—y. El nos hizo, y no nosotros mis¬
mos. Somos su pueblo, y ovejas de su aprisco.

Secuencia del santo Évangelio según San Lucas


(18, 31-43) .—Y cogiendo consigo a los doce, les
dijo: He aquí que subimos a Jerusalén y va a cum¬
plirse todo lo escrito por los profetas para el Hijo
del hombre. Porque será entregado a los gentiles y
será escarnecido y ultrajado y escupido. Y después
de azotarle le matarán, y al tercer día resucitará.
Y ellos nada de esto entendieron, y estaba esta
palabra oculta para ellos, y no conocían lo que se
les decía. Y sucedió, al acercarse él a Jericó, que
un ciego
estaba sentado a la orilla del camino, pi¬
diendo. Y oyendo el tropel que pasaba, preguntaba
qué era aquello. Dijéronle que Jesús Nazareno pa¬
saba. Y gritó diciendo: Jesús, hijo de David, ¡ten
compasión de mí! Y los que venían delante le re¬
ñían para que callase. Pero él gritaba mucho más:
Hijo de David, ¡ten compasión de mí! Parándose
Jesús, mandó que se lo trajesen; y habiéndose él
acercado, le preguntó diciendo: ¿Qué quieres que
te haga? Y él dijo: Señor, que vea. Y Jesús le dijo:
Ve; tu fe te ha dado la salud. Y en el mismo ins¬
tante vió, y le seguía glorificando a Dios. Y todo
el pueblo, viendo esto, dió alabanzas a Dios.
Ofertorio.—(Ps. 118.) Bendito eres, Señor; ensé¬
ñame tus preceptos. Anunciado han mis labios to¬
dos los oráculos de tu boca.
Secreta 1.a—Señor, te rogamos que esta hostia
purifique nuestros delitos y santifique los cuerpos
y almas de tus súbditos para celebrar el sacrificio.
Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en Septuagésima, pág. 185.
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DOMINICA I DE CUARESMA igi

Comunión.—(Ps. 77.) Comieron y se hartaron


de todo: concedióles el Señor lo
que habían desea¬
do; no quedaron frustrados sus deseos.
Poscomunión.—Te rogamos, oh Dios omnipoten¬
te, que los que hemos recibido el alimento celestial,
por él quedemos protegidos contra toda adversi¬
dad. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en Septuagésima, pág. 185.

DOMINICA I DE CUARESMA

Introito.—(Ps. go.) Clamará a mí, y le oiré: le


salvaré le glorificaré: le colmaré de dilatados días.
y

—(Ps. go.) El que habita en el asilo del Altísimo,


vive bajo la tutela del Dios del
cielo.—y. Gloria al
Padre...
Oración 1.a—Oh Dios, que por la anual obser¬
vancia de 1a. cuaresma
purificas a tu Iglesia: con¬
cede a esta tu familia,
que lo que desea obtener
de ti por medio de la abstinencia, lo
consiga con
sus buenas obras. Por nuestro Señor
Jesucristo,
que vive y reina contigo en unidad del Espíritu
Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
Oración 2.a—(Para pedir los sufragios de los San¬
tos.) De todos los peligros de alma y cuerpo, te ro¬
gamos,Señor, nos defiendas; y por la intercesión
de la
bienaventurada y gloriosa siempre Virgen
Madre de Dios María, con tus bienaventurados
apóstoles Pedro y Pablo, y el bienaventurado N. y
todos los Santos, concédenos benigno la salud y
la
paz, para que, deshechas las adversidades y errores
todos, te sirva tu Iglesia con segura libertad.
Oración
3.a—(Por los vivos y difuntos.) Omnipo¬
tente y sempiterno Dios, que dominas juntamente
en los vivos y en los muertos
y tienes misericordia
de cuantos sabes ya que han de ser tuyos en fe
y
en obras: te rogamos
suplicantes que aquellos por
quienes hemos pensado elevar oraciones, de los cua-

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MISAS

les a unos retiene aún en su carne el siglo presente,


y a otros, despojados del cuerpo, se ha llevado el
futuro, intercediendo todos tus Santos por tu pia¬
dosa clemencia consigan el perdón de sus pecados.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios
(II, 6, i-io).—Hermanos: Ayudándoos os exhor¬
tamos a no recibir en vano la gracia de Dios. Por¬
que dice: En tiempo aceptable te y en el escuché,
tiempo acepta¬
día de salud te socorrí. Ahora es el
ble, ahora es el día de salud. A nadie demos en
nada escándalo, para que no sea vituperado nues¬
tro ministerio; antes en todo sobresalgamos como
ministros de Dios, en mucha paciencia, en tribula¬
ciones, en necesidades, en angustias, en golpes, en
cárceles, en tumultos, en fatigas, en vigilias, en
ayunos: con pureza, con ciencia, con longanimidad,
con benignidad, con espíritu santo, con caridad no
fingida, con palabra de verdad, con fortaleza de
Dios: con las armas de la justicia en la derecha y
la izquierda, por gloria y afrenta, por buena y mala
fama: (tratados) como seductores, pero veraces:
como desconocidos, pero muy conocidos: como mo¬

ribundos, mas ved cómo vivimos: como castigados,


pero no muertos: como tristes, pero siempre ale¬
gres: como pobres, pero que a muchos enriquece¬
mos: como quienes nada tenemos, pero que todo
lo poseemos.
Gradual.—(Ps. go.) Ha mandado Dios a sus án¬
geles que te guarden en todos tus pasos.—V. Te
llevarán en palmas para que no tropiece tu pie en
alguna piedra.
Tracto.—(Ps. go.) El que habita en el asilo del
Altísimo vive siempre bajo la protección del Dios
del cielo.—y. Dirá al Señor: Tú eres mi protector
y refugio; Dios mío, en él esperaré.—y. Porque él
me ha librado del lazo de los cazadores y de pala¬

bras malignas.—y. Con sus alas te hará sombra, y


debajo de sus plumas ten confianza.—y. Su ver¬
dad te cercará como escudo; no temerás espantos

Biblioteca Nacional de España


DOMINICA I DE CUARESMA
193

nocturnos.—y. Ni la saeta disparada de día; ni al


enemigo que anda entre tinieblas, ni los asaltos del
demonio en medio del
día.—y. Caerán a tu izquier¬
da mil saetas y diez mil a tu
diestra; mas ninguna
te tocará a
ti.—y. Porque él ha mandado asus
ángeles que te guarden en todos tus pasos.—y. Te
llevarán en
palmas, para que no tropiece tu pie en
alguna piedra.—y. Sobre áspides y basiliscos an¬
darás, y hollarás leones y dragones.—y. Ya que
ha esperado en mí, yo
le libraré: yo le protegeré,
pues que ha reconocido mi nombre.—y. Me invo¬
cará y le oiré. Con él
estoy en la tribulación.—
y. Le salvaré y le glorificaré. Le colmaré de dila¬
tados días y le haré ver mi salvación.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(4, 1-11).—-Entonces fué llevado Jesús al desierto
por el Espíritu, a ser tentado por el diablo. Y ha¬
biendo ayunado cuarenta días
y cuarenta noches,
a lo último
tuvo hambre. Y acercándose el tenta¬
dor, le dijo: Si eres hijo de Dios, di que las piedras
estas se hagan panes. Pero él,
respondiendo, dijo:
Escrito está: No sólo de
pan vive el hombre, sino
de toda
palabra que procede de la boca de Dios.
Entonces tómale el diablo para la Ciudad Santa, y
le coloca sobre el pináculo del
templo. Y le dice:
Si eres hijo de Dios, échate
abajo. Porque escrito
está que mandará a sus
ángeles cerca de ti y que
te cogerán en
palmas, para que no den tus pies en
piedra. Díjole Jesús: También está escrito: No ten¬
tarás al Señor tu Dios. De nuevo tómale el diablo
para un monte muy alto y le muestra todos los rei¬
nos del mundo y la
gloria de ellos. Y le dice: Todo
esto te daré si, postrándote, me adoras. Entonces
le dice Jesús: Vete, Satanás;
porque está escrito:
Al Señor tu Dios adorarás
y a él solo servirás. En¬
tonces le dejó el diablo,
y al punto vinieron ánge¬
les y le servían.
Ofertorio.—(Ps. go.) El Señor con sus alas te
harásombra; y bajo sus plumas ten confianza. Su
verdad te cercará como escudo.

7
Biblioteca Nacional de España
MISAS
194

Secreta 1.a—Te inmolamos, Señor, solemnemente


principio de Cuaresma, suplicándote
el sacrificio del
que, al mismo tiempo que nos moderamos en nues¬
tras comidas, nos moderemos también en nuestros
placeres dañosos. Por nuestro Señor Jesucristo...
Secreta 2.a—(Para pedir los sufragios de los San¬
tos.) Oyenos, Dios Salvador nuestro, para que por
la virtud de este sacramento nos defiendas de to¬
dos los enemigos de alma y cuerpo, dándonos gra¬
cia en el tiempo presente y gloria en el futuro.
Secreta 3.a—(Por los vivos y difuntos.) Oh Dios,
único que sabe el número de los elegidos que han de
ser colocados en la felicidad celestial: te rogamos
nos concedas que, intercediendo todos tus Santos,

el libro de la predestinación dichosa retenga escri¬


tos los nombres de todos los que se han encomen¬
dado en nuestras oraciones y los de todos los fieles.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Prefacio.—-Verdaderamente es digno y justo, de¬
bido y saludable, que en todo tiempo y lugar te
demos gracias, Señor santo, Padre todopoderoso,
Dios eterno; que por medio del ayuno corporal re¬
primes nuestros vicios, elevas nuestras almas y nos
das virtud y premios, por Jesucristo nuestro Se¬
ñor; por quien alaban tu Majestad los Angeles, la
adoran las Dominaciones, tiemblan ante ella las
Potestades; los Cielos y las Virtudes de los Cielos
y los bienaventurados Serafines la celebran con
unión y alegría. Con los cuales te rogamos mandes
admitir nuestras voces, diciéndote con humilde
confesión: Santo, Santo...
Se dice durante toda 1a. Cuaresma desde el miérco¬
les de Ceniza hasta el sábado antes del domingo de
Pasión inclusive excepto en las fiestas que tengan pre¬
facio propio.
Comunión.—(Ps. go.) El Señor con sus alas te
hará sombra; y bajo sus plumas ten confianza. Su
verdád te cercará como escudo.
Poscomunión 1.a—Restáurenos, Señor, la santa
comunión de tu sacramento y, purificándonos de

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DOMINICA II DE CUARESMA
195

lo pasado, háganos participar de la salud de este


sacramento. Por nuestro Señor Jesucristo...
Poscomunión 2.a—(Para pedir los
sufragios de los
Santos.) Te rogamos, Señor, nos purifique y de¬
fienda el don ofrecido del divino
sacramento, y por
la intercesión de la bienaventurada
y gloriosa siem¬
pre Virgen Madre de Dios María, con tus bienaven¬
turados apóstoles Pedro y Pablo
y el bienaventu¬
rado N. y todos los Santos,
háganos puros de toda
perversidady libres de toda adversidad.
Poscomunión 3.a—(Por los vivos
y difuntos.) Te
rogamos, Dios omnipotente y misericordioso, que
los sacramentos que hemos recibido, nos purifiquen,
y concédenos, intercediendo todos tus Santos, que
este tu sacramento no sea cargo para
pena, sino
intercesión saludable para perdón; que sea purifi¬
cación de pecados y fortaleza de
frágiles y firmeza
contra todos los
peligros del mundo; que sea remi¬
sión de todos los delitos de los fieles vivos
y difun¬
tos. Por nuestro Señor
Jesucristo...
DOMINICA II DE CUARESMA

Introito.—(Ps. 24.) Acuérdate, Señor, de tus pie¬


dades y de tus misericordias, que son eternas:
para
que nunca nos dominen nuestros enemigos; líbra¬
nos, Dios de Israel, de todas nuestras angustias.—
(Ps. 24.) A ti, Señor, levanto mi alma; mi Dios, enti
confío, no quede avergonzado.—y. Gloria al Padre...
Oración 1.a—-Oh Dios, que estás viendo
que ca¬
recemos de toda virtud:
guárdanos interior y exte-
riormente, para que seamos defendidos de toda ad¬
versidad en nuestros cuerpos y
de todo mal pen¬
samiento en nuestras almas. Por nuestro Señor
Je¬
sucristo, que vive y reina contigo en unidad del
Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los si¬
glos. Amén.
Oración 2.a y 3.a como en la dominica I, pág. 191.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Tesalonicen-
ses (I, 4, 1-7).—Hermanos: Os
rogamos y exhor¬
tamos en el Señor Jesús, a que andéis según el

Biblioteca Nacional de España


igó

modo que aprendisteis de nosotros de caminar y


contentar a Dios, para que más os ¿ventajéis. Por¬
que ya sabéis qué mandamientos os dimos de parte
del Señor Jesús. Porque ésta es la voluntad de
Dios, la santificación vuestra: que os abstengáis de
la fornicación, para que cada uno sepa conservar
su vaso (su cuerpo) en santidad y honor, no en pa¬

siones deconcupiscencia, como los gentiles que no


conocen a Dios; nadie se sobreponga ni defraude a
su hermano en los negocios, porque es justiciero el
Señor en todo esto, como ya os lo dije y aseguré.
Porque no nos ha llamado Dios para impureza, sino
para santidad, en Jesucristo nuestro Señor.
Gradual.—(Ps. 24.) Las tribulaciones de mi co¬
razón se han multiplicado: líbrame de mis congo¬
jas. Señor.—Y. Considera mi abatimiento y mi
pena, y perdona todos mis pecados.
Tracto.—(Ps. J05.J Alabad al Señor, porque es
bueno y su misericordia es eterna.-—y. ¿Quién po¬
drá contar las obras del poder del Señor, ni prego¬
nar todas sus alabanzas?—y. Bienaventurados los
que observan la ley y practican en todo tiempo la
justicia.—y. Acuérdate, Señor, de nosotros por el
amor que tienes a tu pueblo; visítanos con tu
auxilio.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(iy, i-g).—Y seis días después toma Jesús a Pedro
y a Santiago y a Juan, su hermano, y los sube
aparte a un monte alto. Y se transfiguró ante ellos,
y resplandeció su rostro como el sol, y sus vestidos
se pusieron blancos como la nieve. Y he aquí que

se les aparecen Moisés y Elias conversando con él.


Y rompiendo a hablar Pedro, dijo a Jesús: Señor,
bueno es estarnos aquí; si te parece, hagamos aquí
cabañas: una para ti, una para Moisés y una para
Elias. Y estando él hablando todavía, he aquí que
una nube luminosa los cubrió. Y he aquí que una

voz, desde la nube, dice: Este es el Hijo mío, el


amado, en quien me complazco; escuchadle. En
cuanto oyeron los discípulos la voz, cayeron sobre

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DOMINICA III DE CUARESMA 197

sus rostros y se atemorizaron profundamente. Mas


llegando Jesús, les tocó y dijo: Levantaos y no te¬
máis. Y levantando ellos sus ojos, no vieron a nin¬
guno, sino a Jesús solo. Y cuando bajaban del mon¬
te, les mandó Jesús diciendo: A nadie digáis esta
visión, hasta que el Hijo del hombre haya resuci¬
tado de entre los muertos.
Ofertorio.—(Ps. 118.) Meditaré en tus preceptos,
que he amado mucho. Y alzaré mis manos para tus
mandamientos que he amado.
Secreta 1.a—Señor, atiende aplacado al presente
sacrificio, para que promueva nuestra devoción y
salvación. Por nuestro Señor Jesucristo...
Secreta 2.a y 3.a como en la dominica I, pág. 194.
Comunión.—(Ps. 5.) Escucha mi clamor; atiende
a la
voz de mi súplica, Rey mío y
Dios mío. Por
que a ti dirijo mi oración, Señor.
Poscomunión 1.a—Te rogamos humildes, oh Dios
omnipotente, que así como nos alimentas con tus
sacramentos, así nos concedas servirte dignamente
con agradables costumbres. Por nuestro Señor
Je¬
sucristo...
Poscomunión 2.a y 3.a como en la dominica I, pág. 195.

DOMINICA III DE CUARESMA

Introito.—(Ps. 24.) Mis ojos están siempre ele¬


vados al Señor, pues él ha de sacar mis pies del
lazo. Mírame, y ten de mí compasión; porque me
veo solo y pobre.:—(Ps. 24.) A ti, Señor, levanto
mi alma. En ti, Dios mío, espero: no quede aver¬
gonzado.—f. Gloria al Padre...
Oración 1.a-—Te rogamos, oh Dios omnipotente,
que atiendas los deseos de tus humildes siervos y
extiendas para nuestra defensa la diestra de tu Ma¬
jestad. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y
reina contigo en unidad del Espíritu Santo, Dios
por todos los siglos de los siglos. Amén.
Oración 2.a y 3.a como en
la dominica I, pág. 191.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Efesios (f¡]
r-g).—Hermanos: Sed, pues, imitadores de Dios;

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MISAS
ig8

como hijos carísimos: y caminad en amor, como


Cristo que nos amó, y se entregó a sí mismo por
nosotros, ofrenda y víctima a Dios en suave olor.
Fornicación y toda impureza o avaricia ni se men¬
cione entre vosotros, como conviene entre santos;
ni torpeza, ni vana palabrería, ni chocarrería, cosas
que no vienen al caso, antes bien acciones de gra¬
cias. Porque sabedy entended que ningún fornica¬
rio, ni deshonesto, ni avariento, que es tanto como
idólatra, tiene herencia en el reino de Cristo y de
Dios. Nadie os engañe con vanas palabras; porque
a causa de todo eso viene la ira de Dios sobre los

hijos de la incredulidad. No os hagáis, pues, com¬


partícipes de ellos. Porque un tiempo erais tinie¬
blas, mas ya sois luz en el Señor: caminad cual
hijos de luz. Ahora bien, el fruto de la luz consiste
en toda bondad, y justicia, y verdad.

Gradual.—(Ps. g.) Levántate, Señor; no preva¬


lezca el enemigo; sean juzgadas las gentes ante tu
presencia.—f. Cuando vuelvan mis enemigos las
espaldas, quedarán deshechos, aniquilados en tu
presencia.
Tracto.—(Ps. 122.) A ti, Señor, que habitas en
los cielos, levanto mis ojos.—y. Como los ojos de
los siervos están mirando las manos de sus amos.—
y. Como la esclava tiene fijos sus ojos en las ma¬
nos de su señora, así nuestros ojos están clavados
en el Señor Dios nuestro, hasta que se apiade de

nosotros.—y. Apiádate, Señor, y ten misericordia


de nosotros.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(11, 14-28).—Y estaba lanzando un demonio que
era mudo; y sucedió que, lanzado el demonio, ha¬
bló el mudo, y se maravillaron las turbas. Pero al¬
gunos de ellos dijeron: Lanza los demonios en vir¬
tud del Belcebud, el príncipe de los demonios. Y
otros, tentándole, le pedían un prodigio del cielo.
Mas él, viendo sus pensamientos, les dijo: Todo
reino dividido contra sí mismo es desolado y cae
casa sobre casa. Si, pues, también Satanás se ha

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DOMINICA III DE CUARESMA 199

dividido contra sí mismo, ¿cómo seguirá en pie su


reino? Porque estáis diciendo que por Belcebud
lanzo yo los. demonios. Pues si yo
lanzo los demo¬
nios por Belcebud, los hijos vuestros ¿por
quién los
lanzan? Así que ellos
serán
vuestros jueces. Y si
lanzo los demonios con dedo de
Dios, luego ha lle¬
gado a vosotros el reino de Dios. Cuando el fuerte,
bien armado, guarda su plaza, todo cuanto
posee
está en paz. Mas cuando viene otro más fuerte
que
él, le vence, arrabátale la armadura en que confia¬
ba y reparte sus despojos. El que no está conmigo,
contra mí está; y el que conmigo no recoge, derra¬
ma. Cuando el
espíritu inmundo sale del hombre,
anda por parajes áridos buscando descanso,
y no
hallándolo, dice: Volveré a mi casa, de donde he
salido. Y llegando, la halla barrida y adornada. En¬
tonces va y toma otros siete espíritus
más perver¬
sos
que él, y entrando se establecen allí, y vienen a
ser los fines de
aquel hombre peores que los prin¬
cipios. Y sucedió, al decir estas cosas, que una mu¬
jer, levantando la voz de en medio de la turba,
dijo: Dichoso el seno que te llevó y los pechos que
mamaste. Pero él dijo: Más bien dichosos los
que
oyen la palabra de Dios y la guardan.
Ofertorio.—(Ps. 18.) Los mandamientos del Se¬
ñor son rectos, y alegran los corazones. Los
juicios
del Señor son más dulces que la miel:
y el panal.
Por eso tu siervo los guarda.
Secreta 1.a—Te rogamos, Señor, que esta
hostia
purifique nuestros delitos y santifique los cuerpos
y almas de tus súbditos para celebrar el santo sai-
orificio:. Por nuestro Señor Jesucristo...
Secreta 2.a y 3.a como en la dominica I, pág. 194.
Comunión.—(Ps. 83.) El pajarillo halló un hueco
y la tórtola nido para poner sus polluelos: tus alta¬
res, oh Señor de los ejércitos, oh Rey mío y Dios
mío: bienaventurados, Señor, los que moran en tu
casa:te alabarán por los siglos de los siglos.
Poscomunión 1.a—Te rogamos, Señor, nos.libres
propicio de todas nuqstras.culpas y peligrps, ya que

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200 MISAS

nos has comunicado este tan alto sacramento. Por


nuestro Señor Jesucristo...
Poscomunión 2.a y 3.a como en la dom. I, pág. 195.

DOMINICA IV DE CUARESMA

Introito.—(Is. 66.) Alégrate, oh Jerusalén, y re¬


unios con ella todos los que la amáis; rebosad con
ella de gozo todos cuantos estabais tristes; para que
os regocijéis y os saciéis con la abundancia de sus
consuelos.-—(Ps. 121.) Me alegro de lo que me
dicen: Iremos a la casa del Señor.—y. Gloria
al Padre...
Oración 1.a—-Concédenos, oh Dios omnipotente,
que los que, en pago de nuestras culpas, somos cas¬
tigados, respiremos con el consuelo de tu gracia.
Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con¬
tigo en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos
los siglos de los siglos. Amén.
Oración 2.a y 3.a como en la dominica I, pág. 191.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Gálatas (4,
22-31).—Hermanos: Está escrito que Abrahán tuvo
dos hijos, uno de la esclava, y otro de la libre. Pero
el de la esclava nació según la carne; mientras que
el de la libre por la promesa. Todo lo cual está en
alegoría. Porque éstos son dos testamentos (el Viejo
y el Nuevo): uno del monte Siná (país de esclavos),
que engendra pura servidumbre, éste es Agar. Por¬
que Siná es un monte en Arabia; pero representa
la Jerusalén de ahora, y está sirviendo con sus hi¬
jos. Al contrario, la Jerusalén de arriba es libre, y
ésta es madre nuestra. Porque escrito está: Rego¬
cíjate, estéril, la que no parías; rompe y da voces,
la que no conocías los dolores del parto; porque
muchos son los hijos de la desdeñada, más que los
de la que tenía al marido. Ahora bien, nosotros,
hermanos, como Isaac, somos hijos de promesa.
Sino que, así como entonces el nacido según la car¬
ne (Ismael) perseguía al nacido según el espíritu

(a Isaac), así también ahora (el judío al cristiano).

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DOMINICA IV DE CUARESMA 20I

Pero ¿qué dice la escritura? Echa la


fuera a
esclava y al hijo de ella: porque no heredará el
hijo de la esclava con el hijo de la libre. Por lo
cual, hermanos, no somos hijos de la esclava,
sino de la libre.
Gradual.—(Ps. 121.) Me alegro de lo que me
dicen: Iremos a la casa del Señor.—f- Reine la
paz en tus fortalezas, y la abundancia en tus
ciudadelas.
Tracto.—(Ps. 124.) Los
que ponen en el Señor
suconfianza estarán como el monte de Sión: nunca
vacilará el que habita en
Jerusalén.—y. Rodeada
está Jerusalén de montes, y el Señor es el antemu¬
ral de su pueblo desde ahora
y para siempre.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(6, 1-15).—Después de esto, fué Jesús al otro lado
del mar de Galilea, que
es el Tiberiades. Y le seguía
una turba
numerosa, porque veían los milagros que
hacía sobre los enfermos. Subió, pues, Jesús al mon¬
te, y allí estaba sentado con sus discípulos. Y esta¬
ba cerca la Pascua, fiesta de los
judíos. Levantan¬
do, pues, Jesús los ojos, y mirando que venía a él
mucho gentío, dice a Felipe: ¿De dónde comprare¬
mos
panes para que coman éstos? Esto lo decía
para probarle, porque bien sabía él lo que iba a
hacer. Respondióle Felipe: Doscientos denarios de
pan no bastan para que cada uno tome un poco.
Dícele uno de sus discípulos, Andrés, el hermano
de Simón Pedro: Hay un muchacho
aquí que tiene
cinco panes de cebada y dos peces; pero esto ¿qué
es para tantos? Mas Jesús
les dijo: Haced que los
hombres se recuesten. Y había mucha hierba en

aquel sitio. Recostáronse, pues, los varones, en nú¬


mero como de cinco mil. Tomó entonces los panes
y dando gracias los distribuyó a los que estaban
recostados, y asimismo de los peces, cuanto que¬
rían. Y cuando se hartaron, dice a sus discípulos:
Reunid los pedazos sobrantes, para que no se pier¬
da nada. Los reunieron y llenaron, de los cinco pa¬
nes de cebada, doce cestos de
pedazos que habían
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202 MISAS

sobrado a los que comieron. Los hombres, pues,


viendo el milagro que hizo Jesús, decían: Este es
verdaderamente el profeta que ha de venir al mun¬
do. Mas Jesús, conociendo que iban a venir y to¬
marle para hacerle rey, se metió otra vez por la
montaña él solo.
Ofertorio.—(Ps. 134J Alabad al Señor, porque es
benigno: cantad su nombre, porque es suave. Todo
cuanto quiso ha hecho en el cielo y en la tierra.
Secreta 1.a—Señor, atiende aplacado al presente
sacrificio, para que promueva nuestra devoción y
nuestra salvación. Por nuestro Señor Jesucristo...
Secreta 2.a y 3.a como en la dominica I, página 194.
Comunión.—(Ps. 121.) Jerusalén se va edifican¬
do como una ciudad, sus partes están en armonía.
Allá suben las tribus, todas las tribus del Señor,
para alabar tu nombre, Señor.
Poscomunión 1.a—-Te suplicamos, oh Dios mise¬
ricordioso, nos concedas que tratemos con sincero
respeto, yrecibamos siempre con fiel corazón, es¬
tos sacramentos de que continuamente nos alimen¬
tamos. Por nuestro Señor Jesucristo...
Poscomunión 2.a y 3.a como en la dom. I, pág. 195.

DOMINICA DE PASIÓN

Introito.—(Ps. 42.) Hazme justicia, oh Dios, y


defiende mi causa de la de la gente impía; líbrame
del hombre inicuo y falaz; porque tú eres, oh Dios,
mi fortaleza.—(Ps. 42.) Envíame tu luz y tu ver¬
dad; éstas me han de guiar y conducir a tu monte,
hasta tus tabernáculos.—y. Hazme justicia, etc.
Oración 1.a—-Te suplicamos, oh Dios omnipoten¬
te, que mires propicio a esta tu familia; para que
con tu bondad sea bien dirigida en el cuerpo,
y por
tu providencia sea bien guardada en el alma. Por
nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina
contigo
en unidad del Espíritu Santo, Dios por
todos los
siglos de los siglos. Amén.
La 2.a Oración por la Iglesia o el Papa, pág. 220.
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DOMINICA DE PASIÓN 203

Epístola de San Pablo Apóstol a los Hebreos (g,


11-15).-—Hermanos: Cristo, habiéndose presentado
como sumo sacerdote de los bienes futuros, por me¬

dio del mayor y más perfecto tabernáculo, no he¬


cho de manos, esto es, no de esta creación, no con
sangre de cabronesy novillos, sino con la propia
sangre, entró por una sola vez en el Sancta sancto-
rum, logrando eterna redención. Porque, si la san¬
gre de cabrones y de toros y la ceniza de becerra
espolvoreada santifica para la limpieza de la carne
(legal) a los contaminados, cuánto más la sangre
de Cristo, que por el espíritu eterno se ofreció a sí
mismo inmaculado a Dios, limpiará nuestra con¬
ciencia de las obras muertas para rendir culto a
Dios vivo. Y por esto él es mediador de un nuevo
testamento, a fin de que, interviniendo la muerte
para pagar el rescate de las transgresiones incurri¬
das bajo el primer testamento, reciban los llamados
la promesa de la herencia sempiterna.
Gradual.—(Ps. 142.) Líbrame, Señor, de mis ene¬
migos; enséñame a cumplir tu voluntad.—(Ps. 17.)
Señor y libertador mío de las gentes iracundas de
mis enemigos, me ensalzarás sobre los que se levan¬
tan contra mí: me librarás del hombre inicuo.
Tracto.—(Ps. 128.) Muchas veces me han asal¬
tado desde mi juventud.—y. Dígalo ahora Israel:
muchas veces me han asaltado desde mi juventud.
—y. Pero no han podido conmigo. Sobre mis es¬
paldas han descargado los pecadores.—y. Por lar¬
go tiempo me han hecho sentir su injusticia. El
Señor, justo, cortó la cabeza a los impíos.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(8, 46-5g).—¿Quién de vosotros me puede probar
pecado? Si digo la verdad, ¿por qué vosotros no
me creéis? El
que es de Dios oye las palabras de
Dios; por eso vosotros no oís, porque no sois de
Dios. Replicaron, pues, los judíos y le dijeron: ¿No
decimos bien nosotros que eres samaritano y tienes
demonio? Respondió Jesús: Yo no tengo demonio,
sino que honro a mi Padre, y vosotros me deshon-
Biblioteca Nacional de España
204 MISAS

ráis a mí. Pero


yo no busco mi gloria; hay quien
la busque y la vindique. En verdad, en verdad os
digo: el que guarda mi palabra, no verá jamás la
muerte. Dijéronle, pues, los judíos: Ahora sí que
vemos que
tienes demonio. Conque murió Abrahán
y los profetas, ¿y tú dices: el que guarde mi pala¬
bra no verá jamás la muerte? ¿Acaso eres tú más
que nuestro padre Abrahán que murió? Y murie¬
ron también los
profetas; ¿por quién te tienes a ti
mismo? Respondió Jesús: Si yo me glorifico a mí
mismo, mi gloria nada es. Es mi Padre quien me
glorifica, el cual decís vosotros que es vuestro Dios.
Y no le conocéis, pero yo le conozco, y si dijera
que no le conozco, sería como vosotros mentiroso.
Pero le conozco y guardo su palabra. Abrahán,
vuestro padre, sellenó de entusiasmo para ver mi
día; lo vió y se regocijó. Dijéronle entonces los ju¬
díos: No tienes aún cincuenta años y ¿has visto a
Abrahán? Díjoles Jesús: En verdad, en verdad os
digo: antes que Abrahán fuese hecho existo yo. En¬
tonces cogieron piedras para echarlas contra él;
pero Jesús se escondió y salió del templo.
Ofertorio.—(Ps. 118.) Con todo mi corazón te
alabaré, Señor, haz bien a tu siervo; viviré y
guardaré tus preceptos; dame vida, Señor, según
tu palabra.
Secreta 1.a—Te rogamos, Señor que esta ofrenda
suelte los lazos de nuestra malicia, y nos alcance
los dones de tu misericordia. Por nuestro Señor
Je¬
sucristo... b
La 2.a Secreta por la Iglesia o el Papa, pág. 222.
Prefacio.—Verdaderamente es digno y justo, de¬
bido y saludable, que en todo tiempo y lugar te
demos gracias, Señor santo, Padre todopoderoso,
Dios eterno, que arreglaste la salvación del género
humano en el árbol de la Cruz, para que, de donde
salió la muerte, de allí renaciese la vida; y el que
venció en un árbol, fuese también en un árbol ven¬
cido, por Cristo Señor nuestro; por quien los An¬
geles alaban tu Majestad, las Dominaciones la ador
Biblioteca Nacional de España
DOMINICA DE RAMOS 205

ran, las Potestades la reverencian, los Cielos y las


Virtudes de los Cielos y los bienaventurados Sera¬
fines celebran todos juntos tu gloria con júbilo.
Con los cuales, te suplicamos, Señor, mandes reci¬
bir nuestras voces, diciendo con humilde confesión:
Santo, Santo...
Se dice desde el
domingo de Pasión hasta el Jueves
Santo inclusive (excepto en las fiestas que lo tengan
propio), y también en todas las misas de la Pasión y
de ia Cruz, en las fiestas del Sagrado Corazón y en la
de su preciosísima Sangre.
Comunión.—(I Cor. 11.) Este es el cuerpo que
por vosotros será entregado; este es el cáliz del nue¬
vo testamento en mi sangre, dice
el Señor; haced
esto en memoria mía cuantas veces lo recibiereis.
Poscomunión 1.a—Asístenos, Señor Dios nuestro,
y a los que has recreado con tus sacramentos, de¬
fiéndenos con perpetuos auxilios. Por nuestro Señor
Jesucristo...
La 2.a Poscom. por la Iglesia o el Papa, pág. 222.

DOMINICA DE RAMOS

Introito.—(Ps. 21.) Señor, no alejes de mí


tu socorro, atiende a mi defensa; líbrame de la
boca del león y de las astas de los unicornios mi
flaqueza.—(Ps. 21.) Dios mío, Dios mío, vuelve a
mí tus ojos. ¿Por qué me has abandonado? La voz
de mis pecados aleja de mí la salvación.—y. Señor,
no alejes...

Oración.—Omnipotente y sempiterno Dios, que


para que el género humano tuviese un ejemplo de
humildad que imitar, hiciste que nuestro Salvador
tomase nuestra carne y sufriese la cruz: concédenos
propicio, que recibamos la enseñanza de su pacien¬
cia, y merezcamos participar de su resurrección.
Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con¬
tigo en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos
los siglos de los siglos. Amén.

Biblioteca Nacional de España


20Ó MISAS

Epístola de San Pablo Apóstol a los Filipenses


(2, 5-11).—Hermanos: Tened en vosotros aquellos
sentimientos que hubo también en Cristo Jesús: el
cual, subsistiendo en forma de Dios, no tuvo por
usurpación el igualarse a Dios; mas, con todo, se
anonadó a sí mismo tomando forma de siervo, ase¬
mejándose a los hombres, y presentándose en há¬
bito de hombre. Humillóse a sí mismo hecho obe¬
diente hasta la muerte, y muerte de cruz. Por lo
cual Dios también le exaltó, y le concedió un nom¬
bre que es sobre todo nombre, para que al
nombre
de Jesús doble toda rodilla de los del cielo
se
y de los de la tierra y de los del infierno, y toda
lengua confiese que Jesucristo es Señor para gloria
de Dios Padre.
Gradual.—(Ps. y2.) Has tomado mi mano dere¬
cha, y me has guiado según tu voluntad, recibién¬
dome con
gloria.—y. ¡Cuán bueno es el Dios de Is¬
rael para los rectos de corazón! Casi resbalaron mis
pies; por poco se extravían mis pasos; porque envi¬
dié a los inicuos, viendo la paz de los pecadores.
Tracto.—(Ps. 21.) ¡Dios mío, Dios mío, mírame!
¿por qué me has abandonado?—y. La voz de mis
pecados aleja de mí la salvación.—y. Dios mío,
clamo durante el día,
y no me oyes: durante la
noche, y no tengo descanso.—y. Y sin embargo,
tú eres santo, y habitas entre los himnos de Israel.
—y. En ti esperaron nuestros padres: esperaron y
tú los libraste.—y. A ti clamaron
y se salvaron; en
ti esperaron y no fueron confundidos.—y.
Pero yo
soy un gusano, no un hombre; el oprobio de los
hombres y el desecho de la gente.—y. Todos cuan¬
tos me ven se burlan de mí: murmuran
y mueven
la cabeza,
diciendo:—y. Esperó en el Señor: que
le libre; que le salve, ya que
le ama.-—y. Ellos me
observan y me contemplan: se reparten mis vesti¬
dos, y echan suertes sobre mi túnica.—y. Líbrame
de las fauces del león: saca de los cuernos del bi¬
sonte mi flaqueza.—y. Los que teméis al Señor,
alabadle: descendientes de Jacob, todos glorificad-

Biblioteca Nacional de España


DOMINICA DE RAMOS 207

le.—y. Se hablará del Señor la generación


a ven¬
tura: los cielos anunciarán sujusticia.—-f. Al pue¬
blo que va a nacer, que es obra suya.
Pasión de nuestro Señor Jesucristo, según San
Mateo (cap. 26-27).—En aquel tiempo dijo Jesús
a sus discípulos: Sabéis que dentro de dos días se
celebra la Pascua, y el hijo del hombre va a ser en¬
tregado para ser crucificado. Entonces se juntaron
los príncipes de los sacerdotes y los ancianos del
pueblo en el atrio del Sumo Sacerdote que se decía
Caifás, y tuvieron consejo para prender a Jesús con
engaño y quitarle la vida. Pero decían: En la fiesta
no, para que no haya tumulto en el pueblo. Ha¬
llándose, pues, Jesús en Betania, en casa de Simón
el leproso, se llegó a él una mujer trayendo un vaso
de alabastro de ungüento preciado, y estando él a
la mesa lo derramó sobre su cabeza. Mas los discí¬
pulos, viéndolo, lo llevaron a mal, diciendo: ¿Para
qué este desperdicio? Porque se podía haber ven¬
dido en mucho y darse a los pobres. Pero Jesús,
entendiéndolo, les dijo: ¿Por qué molestáis a esa
mujer? Bien buena obra ha obrado conmigo. Por¬
que a los pobres siempre los tenéis con vosotros,
mas a mí no siempre me tenéis. Y ésta al echar

sobre mi cuerpo este ungüento, lo ha hecho para


mi entierro. De veras os digo: donde quiera que se
predicare este evangelio en todo el mundo, se dirá
también lo que ésta ha hecho, en memoria de ella.
Entonces uno de los doce, el llamado Judas Isca¬
riote, fuése a los príncipes de los sacerdotes, y dijo:
¿Qué me queréis dar y yo os le entregaré? Y ellos
le prometieron treinta monedas de plata. Y desde
entonces buscaba buena coyuntura para entregarle.
Y el primer día de los ácimos se acercaron a Jesús
los discípulos, diciendo: ¿Dónde quieres que te pre¬
paremos para comer la pascua? Y él les dijo: Id a
la ciudad a casa de fulano, y decidle: El maestro
dice: Mi hora está cerca, voy a celebrar en tu casa
la pascua con mis discípulos. Y los discípulos hicie¬
ron como les había ordenado
Jesús, y prepararon
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2O8 MISAS

la pascua. Llegado, pues, el anochecer, se puso a


la mesa con los doce discípulos. Y estando ellos co¬
miendo, dijo: En verdad os digo que uno de vos¬
otros me va a entregar. Y entristecidos en gran ma-
nera> comenzaron a decir uno por uno: ¿Soy yo por
ventura, Señor? Y él, respondiendo, dijo: El que
moja conmigo la mano en el plato, ese me va a
entregar. Y es verdad que el Hijo del hombre va
su camino, como de él está escrito; mas ¡ay de
aquel hombre por quien el Hijo del hombre es en¬
tregado! Bien le estuviera a ese hombre no haber
nacido. Y replicando Judas, el que le iba a entre¬
gar, dijo: Maestro, ¿soy yo por ventura? Dícele: Tú
lo has dicho. Y estando ellos comiendo, habiendo
Jesús tomado pan y bendecídole, le partió, y dán¬
dosele a los discípulos, dijo: Tomad, comed: éste
es mi
cuerpo. Y habiendo tomado el cáliz, y dado
gracias, se le dió a ellos, diciendo: Bebed de él to¬
dos. Porque ésta es mi sangre, la del nuevo testa¬
mento, la que por causa de muchos se derrama en
remisión de los pecados. Y os digo: No beberé des¬
de ahora de este fruto de la vid hasta aquel día en
que con vosotros le beba nuevo en el reino de mi
Padre. Y después de rezados los salmos, salieron
para el monte de los Olivos. Entonces les dijo Je¬
sús: Todos vosotros os vais a escandalizar en mí
esta noche; porque escrito está: Heriré al pastor y
se
dispersarán las ovejas de la manada. Mas depués
que resucite, iré antes que vosotros a Galilea. Mas
Pedro, respondiendo, le dijo: Si todos se escanda¬
lizaren en ti, yo nunca jamás me escandalizaré. Dí-
jole Jesús: En verdad te digo que esta misma no¬
che, antes de cantar el gallo me habrás negado tres
veces. Dícele Pedro: Aunque tenga que morir con¬

tigo, no te negaré. Lo mismo dijeron también to¬


dos los discípulos. Con esto llega Jesús con ellos a
una granja llamada Getsemaní, y dice a los discí¬

pulos: Estaos aquí sentados, mientras voy allí y


hago oración. Y tomando consigo a Pedro y a los
hijos de Zebedeo, comenzó a entristecerse y descon-
Biblioteca Nacional de España
DOMINICA DE RAMOS 209

solarse. Entonces les dice:Muy triste está mi alma


hasta la muerte; quedaos
aquí y velad conmigo. Y
yéndose un poco más allá, se postró sobre su faz,
orando y diciendo: Padre mío, si es posible, pase
de mí este cáliz. Sin embargo, no sea como yo
quiero, sino como tú. Y viene a los discípulos y los
halla durmiendo; y dice a Pedro: ¿Conque no ha¬
béis podido velar una hora conmigo? Velad y orad,
porque no entréis en tentación. El espíritu a la ver¬
dad está pronto, mas la carne, débil. De nuevo, ha¬
biéndose ido, oró por segunda vez, diciendo: Padre
mío, si no puede este cáliz pasar sin que yo le beba,
hágase tu voluntad. Y viniendo, los halla otra vez
dormidos; porque estaban sus ojos cargados. Y de¬
jándolos, yéndose de nuevo, oró por tercera vez:
diciendo la misma oración. Entonces viene a sus

discípulos, les dice: Dormid lo que resta, y des¬


y
cansad; ved, llegó la hora, y el hijo del hombre va
a ser
entregado en manos de pecadores. Despertad,
vamos: mirad, que ha
llegado el que me entrega. Y
estando él todavía hablando, pronto llegó Judas,
uno de los doce, y con él numeroso tropel de gente
con
espadas y palos, de parte de los príncipes de
los sacerdotes y de los ancianos del pueblo. Y el
traidor les había dado contraseña, diciendo: Aquel
a quien yo bese, él es: prendedle. Y de seguida, lle¬
gándose a Jesús, dijo: Salve, Maestro, y le besó. Y
Jesús le dijo: Amigo, ¿a qué vienes? Entonces-lle¬
garon y echaron mano a Jesús, y le prendieron. En
esto uno de los de Jesús, alargando la mano, des¬
envainó su espada, e hiriendo al siervo del sumo
sacerdote, le quitó la oreja. Entonces le dice Jesús:
Vuelve tu espada a su sitio: porque todos los que
usan espada, perecerán a espada. ¿Acaso piensas

que no puedo yo invocar a mi Padre, y me traerá


aquí ahora mismo más de doce legiones de ángeles?
Pero ¿cómo se cumplieran las escrituras, de que
tiene que suceder todo esto? Entonces dijo Jesús
a las turbas: Como contra un ladrón habéis salido
con espadas y palos a cogerme: cada día estaba
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2IO MISAS

ante vosotros sentado en el templo enseñando, y


no meprendisteis. Mas todo esto ha pasado para
que se cumplan las escrituras de los profetas. En¬
tonces los discípulos, abandonándole, huyeron. Y
ellos, habiendo prendido a Jesús, le llevaron ante
Caifás, el sumo sacerdote, donde se habían congre¬
gado los escribas y los ancianos. Y Pedro le iba si¬
guiendo de lejos hasta el atrio del sumo sacerdote,
y habiendo entrado dentro, se estaba sentado en¬
tre los ministros a ver el fin. Mas los príncipes de
los sacerdotes y todo el concilio, buscaban falso
testimonio contra Jesús, a fin de darle muerte. Y
no le hallaron, eso que se presentaron muchos tes¬

tigos. Al cabo se presentaron dos falsos testigos.


Y dijeron: Este dijo: Puedo derruir el templo de
Dios, y en tres días reedificarle. Y levantándose el
sumo sacerdote, le dijo: ¿Nada respondes a lo que

éstos atestiguan contra ti? Pero Jesús callaba. Y el


sumo sacerdote le dijo: Por el Dios vivo te conjuro

que nos digas si tú eres el Mesías, el hijo de Dios.


Díceles Jesús: Lo que tú has dicho; además os digo
que de aquí a poco veréis al Hijo del hombre sen¬
tado a la diestra del poder de Dios, y viniendo en
las nubes del cielo. Entonces el sumo sacerdote ras¬
gó vestiduras, diciendo: Ha blasfemado: ¿qué
sus
necesidad tenemos ya de testigos? vosotros mismos,
ahora habéis oído la blasfemia. ¿Qué os parece? Y
ellos, respondiendo, dijeron: Reo es de muerte. En¬
tonces escupieron en su faz, y le abofetearon, y
algunos le apalearon, diciendo: Mesías, adivínanos,
¿quién es el que te ha pegado? Y estaba Pedro
sentado fuera en el atrio. Y llegóse a él una criada,
diciendo: Tú también andabas en compañía de Je¬
sús el Galileo. Pero él negó en presencia de todos,
diciendo: No sé lo que dices: Y saliéndose él al por¬
tal, le vió otra, y dijo a los que estaban allí: Tam¬
bién éste andaba en compañía de Jesús el Nazare¬
no. Y otra vez negó con juramento que: No conoz¬

co a ese hombre. Al cabo de un poco, acercándose


los allí presentes a Pedro, le dijeron: Verdadera
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DOMINICA DE RAMOS 211

mente, también tú eres de ellos; porque tu habla te


hace manifiesto. Entonces comenzó echar
a
impre¬
caciones, y a jurar que: No conozco a ese hombre.
Y al punto cantó el gallo. Y acordóse Pedro de la
palabra de Jesús, que había dicho que: Antes de
cantar el gallo, me habrás negado tres veces:
y sa¬
liéndose fuera, lloró amargamente. Llegada el alba,
hicieron consejo todos los príncipes de los sacerdo¬
tes y los ancianos del pueblo contra Jesús, a fin de
darle muerte. Y habiéndole amarrado, le llevaron
y entregaron Poncio Pilato, presidente. Entonces
a
Judas, el quele entregó, viendo cómo había sido
condenado, arrepentido, volvió las treinta monedas
de plata a los príncipes de los sacerdotes y a los
ancianos, diciendo: He pecado entregando sangre
inocente. Pero ellos dijeron: ¿A nosotros qué? Véas-
lo tú. Y él, arrojando las monedas de plata en el
templo, se retiró, y fué y se ahorcó. Mas los prín¬
cipes de los sacerdotes, habiendo cogido los dine¬
ros, dijeron: No es lícito echarlos en el arca de las
ofrendas, porque son precio de sangre. Y habiendo
tenido consejo, compraron con ellos el Campo del
Alfarero, para sepultura de los forasteros. Por lo
cual, se llamó el campo aquel Haceldama, es decir,
campo de sangre, hasta el día de hoy. Entonces se
cumplió lo dicho por Jeremías el profeta, que dice:
Y tomaron las treinta monedas de plata, precio del
apreciado, al que apreciaron de entre los hijos de
Israel: y las emplearon en el campo del Alfarero,
según me ordenó el Señor. Y Jesús compareció ante
el presidente: e interrogóle el presidente, diciendo:
¿Eres tú el rey de los judíos? Y Jesús le dijo: Lo
que tú dices. Y al ser acusado por los príncipes de
los sacerdotes y los ancianos, nada respondía. En¬
tonces le dice Pilato: ¿No oyes cuántas cosas ates¬
tiguan contra ti? Y no le respondió ni a una sola
palabra, hasta maravillarse sobremanera el presi¬
dente. Mas por las fiestas acostumbraba el presi¬
dente soltar al pueblo un preso, el que quisiesen.
Y tenía entonces un preso insigne, llamado Barra-

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212 MISAS

bás. Estando, pues, ellos reunidos, díjoles Pilato:


¿A quién queréis que os suelte, a Barrabás o a Je¬
sús el apellidado Cristo? Porque sabía que por en¬
vidia le habían entregado. Y estando él sentadó
en el tribunal, envióle un recado su mujer, dicien¬

do: No te metas tú con ese que mucho he justo:


sufrido hoy en sueños por él. Pero los príncipes de
los sacerdotes y los ancianos persuadieron a las tur¬
bas que pidiesen a Barrabás, y perdiesen a Jesús.
Instando, pues, el presidente, les dijo: ¿A quién
queréis que os suelte de los dos? Y ellos dijeron:
A Barrabás. Díceles Pilato: Pues ¿qué haré de Je¬
sús el llamado Cristo? Dicen todos: Sea crucificado.
Dijo el presidente: Pues ¿qué mal ha hecho? Pero
ellos gritaban mucho más, diciendo: Sea crucifica¬
do. Pues como Pilato vió que nada adelantaba, an¬
tes se hacía más alboroto, tomando agua, se lavó
las manos delante del pueblo, diciendo: Yo soy ino¬
cente de la sangre de este justo: vosotros veréis. Y
todo el pueblo, respondiendo, dijo: Su sangre sobre
nosotros y sobre nuestros hijos. Entonces les soltó
a Barrabás; y a Jesús, después de hacerle azotar,

le entregó para que fuese crucificado. Entonces los


soldados del presidente, habiendo entrado a Jesús
en el pretorio,
reunieron cerca de él toda la cohorte.
Y habiéndole despojado de sus vestiduras, le pu¬
sieron una clámide de grana; y tejiendo una co¬
rona de espinas, se la. pusieron en la cabeza, y una

caña en su mano derecha, y arrodillándose delante


de él, le mofaban, diciendo: Salve, rey de los ju¬
díos; y después de escupir en él, tomaban la caña,
y le daban golpes en la cabeza. Y cuando le hubie¬
ron escarnecido, le desnudaron la clámide, y le vis¬

tieron sus propios vestidos, y le llevaron a crucifi¬


car. Y cuando salían, encontraron un hombre Ci-
reneo, llamado Simón; a éste obligaron a que to¬
mase a cuestas la cruz de él. Y llegando a un lugar
llamado Gólgota, esto es, lugar de la Calavera, le
dieron a beber vino mezclado con hiél; y habién¬
dolo gustado, no lo quiso beber. Y luego que le
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DOMINICA DE RAMOS

crucificaron, serepartieron sus vestidos, para que


se cumpliese lo dicho por el profeta: Repartiéronse
entre sí mis vestidos, y sobre mi túnica echaron
suertes. Y sentados le guardaban allí. Y pusieron
encima de su cabeza su causa escrita: Este es
Je¬
sús, el rey de los indios. Entonces fueron crucifi¬
cados con él dos ladrones, uno a la derecha
y otro
a la
izquierda. Y los que pasaban por delante le
injuriaban, meneando sus cabezas y diciendo: El
que demolías el templo y en tres días le edificabas,
sálvate a ti mismo. Si eres hijo de Dios, baja de la
cruz. De igual modo también los
príncipes de los
sacerdotes, mofándose a una con los escribas y los
ancianos, decían: A otros salvó, a sí mismo no se
puede salvar; si es rey de Israel, baje ahora de la
cruz
y le creeremos; confió en Dios; líbrele ahora,
si le quiere; pues dijo: Soy hijo de Dios. Y lo mis¬
mo le burlaban los ladrones crucificados
juntamen¬
te con él. Y desde la hora de sexta hasta la hora

de nona, se hicieron tinieblas sobre la tierra. Y ha¬


cia la hora de nona, clamó Jesús con voz grande,
diciendo: Eli, Eli, lammá sabachthani; es decir: Dios
mío, Dios mío, ¿por qué me has desamparado.'' Y
algunos de losque estaban allí, cuando lo oyeron,
decían: A Elias llama éste. Y al punto uno de ellos,
corriendo y tomando una esponja, y empapándola
en vinagre poniéndola en una caña, le daba de
y
beber. Pero los demás decían: Deja, veamos si vie¬
ne Elias a salvarle. Mas
Jesús, habiendo de nuevo
clamado con poderosa voz, exhaló el espíritu. (Aquí
se arrodillan todos.) Y en esto el velo del templo se
rasgó endos de arriba abajo, y la tierra tembló y
los peñascos se hendieron, y los sepulcros
se abrie¬
ron, y muchos cuerpos de los santos, que descan¬
saban, resucitaron; y saliendo de los sepulcros des¬
pués de la resurrección de él (de Jesucristo), entra¬
ron en la ciudad santa,
y se aparecieron a muchos.
Por su parte el centurión y los que con él estaban
guardando a Jesús, cuando vieron el terremoto y
las cosas que pasaban, se aterraron mucho, dicien-

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MISAS
214

do: Verdaderamente, éste era hijo de Dios. Y esta¬


ban allí muchas mujeres mirando de lejos, las cua¬
les habían venido siguiendo a Jesús desde la Gali¬
lea, sirviéndole. Entre las cuales estaba María la
Magdalena, y María la Madre de Jacobo y de José,
y la madre de los hijos de Zebedeo. Al caer de la
tarde, vino un hombre rico, de Arimatea, por nom¬
bre José, que había sido él también discípulo de
Jesús. Este, presentándose a Pilato, pidió el cuer¬
po de Jesús. Entonces Pilato mandó que el cuerpo
fuese entregado. Y José, tomando el cuerpo, le en¬
volvió en una sábana limpia. Y le puso en el se¬
pulcro suyo nuevo que había abierto en la peña, y
habiendo arrimado a la entrada del sepulcro una
gran piedra, fuése. Y estaban allí María la Magda¬
lena y la otra María, sentadas enfrente del sepul¬
cro. (Aquí se dice el «Munda cor meum»J. Al otro

día, esto es, al siguiente a la parasceve, se juntaron


los príncipes de los sacerdotes y los fariseos ante
Pilato, diciendo: Señor, nos hemos acordado que
aquel embaucador, viviendo todavía, dijo: A los
tres días resucito. Manda, pues, que se asegure el
sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus
discípulos, lo roben, y digan al pueblo: Resucitó
de entre los muertos; y será el postrer engaño peor
que el primero. Díjoles Pilato: Tenéis guardia: idos,
aseguradle como sepáis. Con eso ellos fueron y se
aseguraron el sepulcro con la guardia, después de
sellar lapiedra.
Ofertorio.—(Ps. 68.) Mi corazón estuvo expuesto
al insulto y a la miseria; aguardé que alguien se
condoliese conmigo, y nadie hubo; busqué quien
me consolase, y no le encontré; diéronme
hiél por
comida, y apagaron mi sed con vinagre.
Secreta.—Concédenos, Señor, que esta ofrenda
presentada a los ojos de su majestad, nos alcance
lagracia de la devoción, y la posesión de la felici¬
dad eterna. Por nuestro Señor Jesucristo...
Comunión.—(Matlh. 26.) Padre, si no puede pasar
este cáliz sin que yole beba, hágase tu voluntad.
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DOMINICA DE PASCUA
215

Poscomunión.—Señor, por obra de este sacra¬


mento sean purificados nuestros vicios
y cumplidos
nuestros justos deseos. Por N. S.
Jesucristo...
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(21. i-g).—En aquel tiempo: Acercándose a Jeru-
salén llegaron a Betfage al pie del monte de los
Olivos: entonces despachó Jesús a dos discípulos,
diciéndoles: Id a esa aldea que está enfrente de vos¬
otros, y pronto hallaréis un asna atada y con ella
un
pollino: desatadlos y traédmelos. Y si alguien
os dice
algo, decidle que el Señor los necesita: y al
punto los dejará. Y esto se hizo para que se cum¬
pliese lo dicho por el profeta, que dice: Decid a la
hija de Sión (Jerusalén): Mira tu rey cómo viene
a ti manso, montado sobre un asna
y un pollino,
hijo de la que se unce al yugo. Yendo, pues, los dis¬
cípulos y haciendo lo que les mandó Jesús, traje¬
ron el asna
y el pollino, y pusieron sobre ellos sus
mantos y le sentaron encima. Y el
gentío muy nu¬
meroso, alfombró con sus vestidos el camino, y
otros cortaban ramas de los árboles,
y entapizaban
con ellas el camino. Y las turbas
que iban delante
y las que seguían detrás clamaban diciendo: ¡Ho-
sana al Hijo de David! bendito el que
viene en
nombre del Señor! hosana en las alturas!

DOMINICA DE PASCUA

Introito.—(Ps. 138.) He resucitado, y aún estoy


contigo, ¡aleluya! Has puesto sobre mí tu mano,
¡aleluya! Admirable se ha hecho tu sabiduría, ¡ale¬
luya, aleluya1—(Ps. 138.) Señor, tú me has son¬
deado y conoces; tú sabes cuándo me siento y me
levanto.—y. Gloria al Padre...
Oración.—Oh Dios, que en este día, vencida la
muerte por medio de tu Unigénito, nos abriste la
puerta de la gloria, favorece con tu gracia los de¬
seos que tú mismo, previniéndonos con ella, nos

inspiras. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y


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MISAS

reina contigo en unidad del Espíritu Santo, Dios


por todos los siglos de los siglos. Amén.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios
(¡r ^ y-8).—Hermanos: Purificaos de la vieja leva¬
dura, (en Pascua se echaba de casa el pan fermen¬
tado), para que seáis masa nueva, así como sois
ácimos (pan sin levadura: cristianos); porque nues¬
tro cordero pascual, Cristo, se ha inmolado. Así que
festejemos, no con levadura vieja, ni con levadura
de malicia y de maldad, sino con ácimos de since¬
ridad y de verdad.

Gradual.—(Ps. nj.) Este es el día que hizo el


Señor: regocijémonos y alegrémonos en él.-—y.Con¬
fesad al Señor, porque es bueno, porque es eterna
su misericordia. Aleluya. Aleluya.-—(1 Cor. 5.) Ha
sido inmolado Cristo, nuestro pascual cordero.
Secuencia.—-A la Víctima pascual consagren los
cristianos alabanzas.
El Cordero redimió las ovejas: Cristo inocente re¬
concilió a los con su Padre.
pecadores
Lucharon con duelo maravilloso la muerte y la
vida; el capitán de la vida, muerto, reina vivo.
Cuéntanos, María, qué has visto en el camino.
He visto el sepulcro de Cristo, que vive, y la
gloria del resucitado.
Angélicos testigos, el sudario y los vestidos.
Resucitó Cristo, mi esperanza; delante de vos¬
otros irá a Galilea.
Sabemos que Cristo verdaderamente resucitó de
entre los muertos: tú, Rey vencedor, ten misericor¬
dia de nosotros. Amén. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Marcos
(16, i-j).—-En aquel tiempo: María Magdalena y
María la de Santiago y Salomé compraron aromas
para ir a ungirle. Y muy de mañana, el primer día
de los sábados (de la semana) van al sepulcro al
salir el sol. Y se decían unas a otras: ¿Quién nos
dará vuelta a la piedra de la entrada del sepulcro*-1
Y levantando la vista, ven que la piedra estaba re-

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DOMINICA DE PASCUA
2I7

tirada. Eso que era muy grande. Y entrando en el


sepulcro, vieron a un joven sentado a la derecha,
revestido de una túnica blanca, y se asustaron.
Pero él les dice: No os asustéis: buscáis a Jesús el
Nazareno, el crucificado: ha resucitado, no está
aquí; ved el sitio en que le pusieron. Pero id, de¬
cid a sus discípulos y a Pedro, que va delante de
vosotros a Galilea: allí le veréis como os dijo.

Ofertorio.—(Ps. 75.) La tierra tembló y calló, al


levantarse Dios para hacer justicia. Aleluya.

Secreta.—Acoge, Señor, los ruegos de tu pueblo


con la ofrenda de esta hostia, para que lo que he¬

mos comenzado con los misterios pascuales, por tu

virtud nos aproveche como remedio para la eterni¬


dad. Por nuestro Señor Jesucristo...
Prefacio.—Verdaderamente es digno y justo, de¬
bido y saludable, que en todo tiempo, Señor, te en¬
salcemos, pero más señaladamente y con mayores
alabanzas en éste en que fué inmolado Cristo, nues¬
tra pascua. Porque él es el verdadero cordero que
quitó los pecados del mundo; que con su muerte
destruyó nuestra muerte y con su resurrección nos
restauró la vida. Por tanto, uniéndonos con los An¬
geles y Arcángeles, con los Tronos y Dominaciones
y con toda la milicia del celestial ejército, entona¬
mos un himno a tu gloria, diciendo: Santo, Santo...

Se dice desde el Sábado Santo hasta la Vigilia de la


Ascensión.

Comunión.—(I Cor. 5.) Ha sido inmolado Cristo


nuestro cordero pascual. Aleluya. Celebremos, pues
el banquete con los ácimos de la sinceridad y de
la verdad. Aleluya, aleluya.
Poscomunión.—Infúndenos, Señor, el espíritu de
la caridad, para que hagas vivir unidos en tu pie¬
dad a los que has alimentado con tus sacramentos
pascuales. Por nuestro Señor Jesucristo...

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218 MISAS

DOMINICA IN ALBIS (i DESPUÉS DE PASCUA)


Introito.—(1 Petr. 2.) Como infantes recién na¬
cidos, aleluya, apeteced la leche del espíritu, pura
y sin fraude, aleluya, aleluya, aleluya.—(Ps. 8o.)
Aclamad a Dios, nuestra fortaleza: celebrad al Dios
de Jacob.—V. Gloria al Padre...
Oración.—Te rogamos, oh Dios omnipotente, nos
concedas perpetuar, por tu gracia, en nuestra vida
y en nuestras costumbres, estas fiestas pascuales
que hemos concluido. Por nuestro Señor Jesucris¬
to, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu
Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
Epístola de San Juan Apóstol (I, 5, 4-10).—Her¬
manos: Todo lo que ha nacido de Dios, vence al

mundo: y ésta es la victoria que venció al mundo,


nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino
el que cree que Jesús es el Hijo de Dios? Este es
el que vino con agua y sangre, Jesucristo: no con
el agua solamente, sino con el agua y con la san¬
gre: y el Espíritu es el que da testimonio, porque
el Espíritu es la verdad. Porque tres son los que
dan testimonio en el cielo, el Padre, el Verbo y el
Espíritu Santo, y estos tres son una sola cosa: y
tres son los que dan testimonio en la tierra, el es¬
píritu, y el agua, y la. sangre, y los tres son para
una sola cosa. Si recibimos el testimonio de los
hombres, mayor es el testimonio de Dios, que tes¬
tificóacerca de su Hijo.

Gradual.—Aleluya. Aleluya. (Matth. 28.) En el


día de mi resurrección, dijo el Señor, iré delante
de vosotros a Galilea. Aleluya.—(lo. 20.) Ocho días
después, estando cerradas las puertas, aparecién¬
dose Jesús en medio de sus discípulos, les dijo: La
paz con vosotros. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(20, ig-31).-—En aquel tiempo: Siendo ya tarde
aquel día primero de los sábados (de la semana) y
cerradas las puertas de donde estaban los
discípu¬
los, por el miedo de los judíos, vino Jesús y se puso

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DOMINICA I DESPUÉS DE PASCUA 219

en medio, y les dijo: Paz a vosotros. Y diciendo


esto, les enseñó las manos y el costado. Regocijá¬
ronse, pues, los discípulos de ver al Señor. Y les
dijo otra vez: Paz
vosotros: como me ha enviado
a
a mí el Padre, también os envío yo a vosotros. Y
en diciendo esto, sopló y les dice: Recibid el Espí¬
ritu Santo. Si perdonáis a algunos los pecados, se
les perdonarán; si los retenéis a algunos, se les re¬
tendrán. Pero Tomás, uno de los doce, el llamado
Dídimo (gemelo), no estaba con ellos, Decíanle,
pues, los otros discípulos: Hemos visto al Señor.
Pero él les dijo: Si no veo en sus manos la marca
de los clavos, y meto mi dedo en el agujero de los
clavos, y meto mi mano en su costado, no creeré.
Y a las ocho días, otra vez estaban sus discípulos
dentro, y Tomás con ellos. Viene Jesús, cerradas
las puertas, y pónese en medio y dice: Paz a vos¬
otros. En seguida dice a Tomás: Trae acá tu dedo
y mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi
costado, y no seas incrédulo, sino fiel. Respondió
Tomás y díjole: Señor mío y Dios mío (el Señor
mío y el Dios mío). Dícele Jesús: Porque me has
visto, has creído; bienaventurados los que no han
visto y han creído. Otros muchos milagros hizo Je¬
sús a los ojos de sus discípulos que no están escri¬

tos en este libro. Pero éstos se han escrito para que


creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y
para que creyendo tengáis vida en su nombre.
Ofertorio.—(Matth. 28.) Bajó del cielo un ángel
del Señor y dijo a las mujeres: El que buscáis, re¬
sucitó, como dijo. Aleluya.
Secreta.—Te rogamos, Señor, que aceptes las
ofrendas de tu Iglesia regocijada, y así como le
diste una fuente de tanto gozo, así le concedas el
fruto de la alegría perpetua. Por N. S. Jesucristo...
Comunión.—(lo. 20.) Mete tu mano y reconoce
la hendidura de los clavos, aleluya; y no seas in¬
crédulo, sino fiel, aleluya, aleluya.
Poscomunión.—Te rogamos, Señor Dios nuestro,
que los sacrosantos sacramentos que nos has con-

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220 MISAS

cedido para protección de nuestra reparación, sean


para nosotros remedio ahora y siempre. Por nues¬
tro Señor Jesucristo...

DOMINICA II DESPUÉS DE PASCUA

Introito.—(Ps. 32.) Toda la tierra está llena de


la misericordia del Señor. Aleluya. Por la palabra
del Señor fueron hechos los cielos. Aleluya. Ale¬
luya.-—(Ps. 32.) Regocijaos, oh justos, en el Señor;
los justos deben alabarle.—V. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Oh Dios, que por la humildad de
tu Hijo levantaste al mundo abatido: concede ale¬

gría perpetua a tus fieles; para que los que arran¬


caste de la caída de la muerte eterna, gocen por ti
los gozos eternos. Por nuestro Señor Jesucristo, que
vive y reina contigo en unidad del Espíritu Santo,
Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
Oración 2.a—(De la Santísima Virgen María.)
Concédenos, por favor, Señor Dios, que nosotros
tussiervos, gocemos de continua salud de alma y
cuerpo; y por la gloriosa intercesión de la bien¬
aventurada siempre Virgen María, seamos libres de
las tristezas de la vida presente y disfrutemos de
las alegrías de la vida eterna.
Oración 3.a—(Por la Iglesia.) Señor, te rogamos
aceptes las súplicas de tu Iglesia y te aplaques por
medio de ellas, para que, vencidas todas las adver¬
sidades y todos los errores, pueda servirte sin te¬
mor
y con entera libertad. Por nuestro Señor Je¬
sucristo...

( O por el Papa.) Oh Dios, pastor y guía de todos


los fieles, mira con ojos de misericordia a tu siervo
N., a quien has querido colocar como pastor al
frente de tu Iglesia; concédele, te suplicamos, el
ser útil
por sus palabras y por su ejemplo a cuantos
están a él sujetos, para que, juntamente con su re¬
baño, llegue a la vida eterna. Por nuestro Señor
Jesucristo...

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DOMINICA II DESPUÉS DE PASCUA 221

Epístola de San Pedro Apóstol (I, 2, 21-25).-—


Hermanos: Cristo padeció por vosotros, dejándoos
señales, para que sigáis sus pisadas: el cual no hizo
pecado, ni se halló dolo en sus labios: insultado,
no
respondía con insultos; padeciendo, no amena¬
zaba, sino que encomendaba su causa a aquel que
juzga justamente: llevó él mismo a cuestas en su
cuerpo nuestros pecados sobre el madero, para que
muriendo para los pecados, vivamos para la justi¬
cia: con sus llagas habéis sido sanados. Porque érais
como ovejas descarriadas, mas ahora os habéis
vuelto al pastor y guardador de vuestras almas.
Gradual.-—Aleluya. Aleluya. (Luc. 24.) Los discí¬
pulos reconocieron al Señor Jesús, al partir el pan.
Aleluya.—(lo. 10.) Yo soy el buen pastor; yconozco
mis ovejas, y mis ovejas me conocen a mí. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(10, ii-iq).—En aquel tiempo, dijo Jesús a los Fa¬
riseos: Yo soy el buen pastor: el buen pastor da su
vida por las ovejas. Pero el mercenario, y que no
es pastor, de quien no son propias las ovejas, ve al
lobo venir y deja las ovejas y huye, y el lobo las
arrebata y dispersa las ovejas. Y el mercenario
huye, porque es mercenario, y no le importa lo de
las ovejas. Yo soy el buen pastor y conozco las
mías, y las mías me conocen a mí. Lo mismo que
me conoce el
padre a mí y que yo conozco al padre,
y pongo mi vida por las ovejas. También tengo
otras ovejas, que no son de este redil: y a esas ten¬
go que recogerlas, y oirán mi voz y se hará un re¬
baño y un pastor. Por eso me ama el Padre, por¬
que yo doy mi vida, aunque para tomarla otra vez.
Nadie me la quita, sino que yo la doy por mí mis¬
mo: tengo poder para darla y poder para tomarla

de nuevo. Este mandato he recibido de mi padre.


Ofertorio.—(Ps. 62.) Oh Dios mío, desde la auro¬
ra
estoy velando hacia ti; y al invocar tu nombre
levantaré mis manos. Aleluya.
Secreta 1.a—Señor, esta sagrada ofrenda nos con¬
ceda siempre tu saludable bendición; para que lo

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222 MISAS

que hace con el sacramento lo perfeccione por tu


virtud. Por nuestro Señor Jesucristo...
Secreta 2.a—(De la Santísima Virgen María.)
Por tu benignidad, Señor, y por la intercesión de
la bienaventurada siempre Virgen María, séanos de
provecho esta oblación para la prosperidad y la
paz, así perpetua como presente.
Secreta 3.a (Por la Iglesia.)—Protégenos, Señor,
a los
que servimos en tus misterios, para que, apli¬
cados a las cosas divinas, te sirvamos en cuerpo y
alma. Por nuestro Señor Jesucristo...
(O por el Papa.)—Aplácate, Señor, con los do¬
nes que te ofrecemos, y a tu siervo N., a quien has

querido poner como pastor al frente de tu Iglesia,


gobiérnalo con tu asidua protección. Por nuestro
Señor Jesucristo...
Comunión.—(lo. io.) Yo soy el buen pastor, ale¬
luya: y conozco mis ovejas, y mis ovejas me cono¬
cen a mí, aleluya, aleluya.
Poscomunión 1.a—Te rogamos, oh Dios omnipo¬
tente, nos concedas que, consiguiendo siempre tu
gracia vivificante, nos gloriemos siempre de tus do¬
nes. Por nuestro Señor Jesucristo...

Poscomunión 2.a (De la Santísima Virgen Ma¬


ría).—Recibidos ya, Señor, los auxilios de nuestra
salvación, te pedimos nos concedas seamos en to¬
das partes protegidos por el patrocinio de la bien¬
aventurada Virgen María, en cuya veneración he¬
mos ofrecido estos dones a tu majestad.

Poscomunión 3.a (Por la Iglesia.)—Te rogamos,


Señor Dios nuestro, que a los que nos concedes go¬
zarde la participación de Dios, no nos dejes su¬
cumbir en los humanos peligros. Por nuestro Señor
Jesucristo...
( O por el Papa.)—Esta comunión del divino sa¬
cramento, te rogamos, Señor, nos proteja, y a tu
siervo N., a quien has querido poner como pastor
al frente de tu Iglesia, junto con el rebaño a él con¬
fiado, le salve siempre y le defienda. Por nuestro
Señor Jesucristo...

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DOMINICA III DESPUÉS DE PASCUA
223

DOMINICA III DESPUÉS DE PASCUA

Introito.-—-(Ps. 65.) Aclamad a Dios toda la tie¬


rra, aleluya; cantad salmos a su nombre, aleluya;
tributadle gloriosas alabanzas, aleluya, aleluya, ale¬
luya.—(Ps. 65.) Decid a Dios: ¡cuan estupendas,
son, Señor, tus obras! Por tu gran poder tus mis¬
mos enemigos te adulan.—y. Gloria al Padre...

Oración 1.a-—Oh Dios, que muestras la luz de tu


verdad a los que andan errantes, para que puedan
volver al camino de la justicia: concede a cuantos
profesan la fe cristiana rechazar todo lo que sea.
indigno de este nombre, y abrazar todo lo que con
él convenga. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive
y reina contigo en unidad del Espíritu Santo, Dios
por todos los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a
Oración como en la dom. II, pág. 220.
Epístola de San Pedro Apóstol (l, 2, 11-ig).—
Hermanos: carísimos Os exhorto a absteneros, cual
forasteros y advenedizos, de los apetitos carnales,
que militan contra el alma. Manteniendo honesta
en medio de los gentiles vuestra vida, para que en
aquelloen que hablan mal de vosotros, como de
malhechores, contemplando vuestras buenas obras,
glorifiquen a Dios en el día de su visita. Someteos,
pues, a toda humana criatura por amor del Señor:
ya sea al rey, como a soberano, ya sea a los gober¬
nadores, como enviados por él para castigo de los
que obran mal y premio de los que bien; porque
tal es la voluntad de Dios, que obrando bien tapéis
la boca a la ignorancia de los hombres sin entendi¬
miento: como libres, y no como los que toman la
libertad para disfraz de la maldad, sino como sier¬
vos de Dios. Honrad a todos, amad a la herman¬
dad, temed a Dios, honrad al rey. Los que sois sier¬
vos, sujetándoos toda reverencia a los amos, no
con
solamente a los buenos y
apacibles, sino también a
los malhumorados. Porque aquí está la gracia, en
que por la conciencia de Dios sufra uno penas pa¬
deciendo injustamente.

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MISAS
224

Gradual.—Aleluya.. Aleluya. (Ps. no.) El Señor


a su pueblo. Aleluya.-—(Luc. 24.)
envió la redención
Era necesario que Cristo padeciese, y resucitase
de entre los muertos, y así entrase en su gloria.
Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(16, 16-22).—En aquel tiempo: Dijo Jesús a sus
discípulos: Dentro de poco ya no me veréis, y den¬
tro de poco meveréis, porque voy al Padre. Dijé-
ronse entoncesalgunos de sus discípulos unos a
otros: ¿Qué es eso que está diciendo: dentro de
poco no me veréis, y dentro de poco me veréis? y
que voy al Padre? Y decían: ¿Qué es ese dentro de
poco que dice? No sabemos lo que habla. Conoció,
pues, Jesús que querían preguntar, y les dijo: ¿Es¬
táis preguntando entre vosotros esto que he dicho,
que dentro de poco no me veréis, y dentro de poco
me veréis? En verdad, en verdad os digo que vos¬

otros lloraréis y os lamentaréis y el mundo se re¬


gocijará. Vosotros, sí, os entristeceréis, pero vues¬
tra tristeza se convertirá en gozo. La mujer, cuan¬
do está de parto, tiene angustia, porque llega su
hora; mas cuando ha dado a luz un niño, ya no se
acuerda de su angustia, por el gozo de que haya na¬
cido un hombre al mundo. Y vosotros lo mismo;
ahora, sí, tenéis tristeza; mas otra vez os veré, y
se alegrará vuestro corazón, y nadie quitará vues¬
tro gozo de vosotros.

Ofertorio.—(Ps. 145.) Alaba al Señor, alma mía:


alabaré al Señor toda mi vida; mientras yo exis¬
tiere, cantaré himnos a mi Dios. Aleluya.
Secreta 1.a—Por estos misterios, concédenos, Se¬
ñor, la gracia, para que, moderando nuestros de¬
seos terrenos, aprendamos a amar las cosas celes¬
tiales. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dom. II, página 222.
Comunión.—(lo. 16.) Dentro de poco no me ve¬
réis, aleluya; mas poco después me volveréis a ver;
porque me voy al Padre, aleluya, aleluya.

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DOMINICA IV DESPUÉS DE PASCUA 225

Poscomunión 1.a—Te rogamos, Señor, que estos


sacramentos que hemos recibido nos refuercen con
el alimento espiritual y nos defiendan con el auxilio
corporal. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. II, pág. 222.

DOMINICA IV DESPUÉS DE PASCUA

Introito.—(Ps. 97.) Cantad al Señor un cántico


nuevo, aleluya; porque el Señor ha hecho maravi¬
llas, aleluya: ha manifestado su justicia a los ojos
de las naciones, aleluya, aleluya, aleluya.—(Ps. gy.)
Ha triunfado por su diestra, y por la santidad de
su brazo.—Y. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Oh Dios, que unes las almas de tus
fieles en una misma voluntad: concede a tu pueblo
amar lo que mandas y desear lo que prometes, para
que, en medio de las vicisitudes mundanas, allí es¬
tén fijos nuestros corazones donde están los verda¬
deros gozos. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive
y reina contigo en unidad del Espíritu Santo, Dios
por todos los siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. II, pág. 220.
Epístola de Santiago Apóstol (1, iy-21).—Her¬
manos: Toda buena dádiva y todo don perfecto es
de lo alto, y descienden del padre de las luces,
en quien no hay mudanza, ni alternativa de som¬

bras. Queriendo nos engendró con palabra de ver¬


dad, para que seamos como primicias de sus cria¬
turas. Lo sabéis, hermanos míos carísimos. Empero
sea todo hombre
pronto para oír, tardo para ha¬
blar, y tardo para la ira: Porque la ira del hombre
no obra la justicia de Dios. Por lo cual, sacudien¬
do vosotros toda inmundicia y sobra de malicia,
abrazad con mansedumbre la palabra que se ha
plantado en vosotros, que es poderosa a salvar
vuestras almas.
Gradual.—-Alelula. Aleluya. (Ps. ny.) La dies¬
tra del Señor ha revelado su fuerza; la diestra del
Señor me ha exaltado. Aleluya.—(Rom. 6.) Cristo

8
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226 MISAS

resucitando de entre los muertos, no muere ya otra


vez; y la muerte no tendrá ya dominio sobre él.
Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(16, 5-14).—En aquel tiempo, dijo Jesús a sus dis¬
cípulos: Voy al que me envió; y ninguno de vos¬
otros me pregunta: ¿Adonde vas? Es que, como os
he dicho estas cosas, la tristeza ha invadido vues¬
tros corazones. Pero, os digo la verdad, a vosotros
os conviene que yo vaya. Porque si no me voy, no
vendrá el Paráclito a vosotros. Pero si me voy, le
enviaré a vosotros. Y él, cuando venga, convencerá
al mundo de pecado, de justicia y de juicio. De pe¬
cado, porque no creen en mí. De justicia (es decir,
de la justicia y santidad de Cristo), porque voy al
Padre y ya no me veréis. De juicio (es decir, del
juicio que se ha hecho del demonio), porque el prín¬
cipe de este mundo está j uzgado (es decir, vencido
y sujeto). Todavía tengo muchas cosas que deciros,
pero no sois ahora capaces de entenderlas. Mas
cuando venga él, el Espíritu de verdad, os ense¬
ñará toda verdad; porque no hablará de suyo, sino
hablará cuanto oiga y os anunciará lo porvenir. El
me glorificará a mí, porque tomará de lo mío, y
eso os anunciará.
Ofertorio.—(Ps. 63.) Todo el mundo alegraos con
Dios: cantad salmos a su nombre. Venid, y escu¬
chad todos los que respetáis a Dios, y os contaré
cuántas cosas ha hecho el Señor a mi alma.
Aleluya.
Secreta 1.a—Oh Dios, que por la veneranda co¬
municación de este sacrificio nos hiciste partícipes
de tu única y suprema divinidad: te rogamos nos
concedas que, así como hemos conocido tu verdad,
así con nuestras costumbres nos unamos con ella.
Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dominica II, pág. 222.
Comunión.—(lo. 16.) Cuando el Consolador, el
Espíritu de verdad, haya venido, convencerá al

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DOMINICA V DESPUÉS DE PASCUA
227

mundo de pecado, de justicia, y de juicio. Alekrya,


aleluya.
Poscomunión 1.a—Asístenos, Señor Dios nuestro,
para que por este sacramento,
que hemos recibido
fielmente, nos purifiquemos de los vicios y nos li¬
bremos de todos los peligros. Por nuestro Señor Je¬
sucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. II, pág. 222.

DOMINICA V DESPUÉS DE PASCUA

Introito.—(Is. 48.) Anunciad con voz de júbilo,


y óiganla, aleluya; anunciadlo hasta las últimas ex¬
tremidades del mundo: el Señor ha redimido a su

pueblo, aleluya, aleluya.—(Ps. 65 J Toda la tierra


aclamad a Dios, cantad salmos a su nombre, tribu¬
tadle grandes alabanzas.—T. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Oh Dios, de quien todos los bienes
proceden: concede, lo que te pedimos, pensar por
tu inspiración rectamente y obrar rectamente tam¬
bién por tu dirección. Por nuestro Señor Jesucris¬
to, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu
Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a
Oración como en la dominica II, pág. 220.
Epístola de Santiago Apóstol (t, 22-2 j).—Her¬
manos: Sed obradores de la palabra, y no oidores
solamente, engañándoos con vanas razones a vos¬
otros mismos. Porque, si uno es oidor de la palabra
y no obrador, ése parécese al hombre que contem¬
pla su rostro natural en el espejo: y se mira, y se
va, y luego al punto se olvida de cómo era. Pero
el que se pone a mirar en la ley perfecta de la li¬
bertad, y persevera, no como oidor olvidadizo, sino
como obrador de hecho, ése será bienaventurado
en sus obras. Si alguien piensa ser religioso no en¬
frenando su lengua, sino engañando su propio co¬
razón, es vana su religión. Religión pura y sin man¬
cha delante de Dios Padre es ésta: visitar huérfa¬
nos
y viudas en su aflicción, y conservarse a sí
mismo sin mancha de este mundo.

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228 MISAS

Gradual.—Aleluya. Aleluya. V. Cristo ha resuci¬


tado, y se ha aparecido a nosotros, a quienes ha
redimido con su Aleluya.—(lo. 16.) Salí
sangre.
del Padre, y vine al mundo; de nuevo dejo el mun¬
do, y voy al Padre. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(16, 23-30).—En aquel tiempo, dijo Jesús a sus
discípulos: Si alguna cosa pedís al Padre en mi
nombre, os lo dará. Hasta ahora, nada habéis pe¬
dido en nombre mío: pedid y recibiréis, para que
vuestro gozo sea completo. Esto os he dicho en
proverbios. Viene la hora en que ya no en prover¬
bios, sino claramente, os daré noticias de mi Padre.
En aquel día pediréis en mi nombre, y no os digo
que yo rogaré al Padre por vosotros. Porque el mis¬
mo Padre os ama, porque
vosotros me habéis ama¬
do a mí y habéis creído que yo salí de Dios. Salí del
Padre y vine al mundo; otra vez dejo el mundo y
vuelvo al Padre. Dícenle sus discípulos: ¡Vamos!
ahora hablas con claridad y no dices ningún pro¬
verbio. Ahora sabemos que lo sabes todo y no has
menester que ninguno te pregunte. Por eso creemos
que has salido de Dios.
Ofertorio.—(Ps. 63.) Bendecid, oh naciones, a
Dios nuestro Señor: y haced resonar las voces de
su alabanza. El conserva en mi alma la vida, y
no ha consentido resbalasen mis pies. Bendito sea

Dios, que no ha desechado mi oración ni retirado


de mí su misericordia. Aleluya.
Secreta 1.a—Acoge, Señor, las preces de tus fie¬
les, junto con la oblación del sacrificio, para que,
por estos piadosos oficios de nuestra devoción, pa¬
semos a la gloria celestial. Por nuestro Señor
Jesucristo...
3.a Secreta como en la dominica II, pág. 222.
La 2.a y
Comunión.—(Ps. 95.) Cantad al Señor. Aleluya.
Cantad al Señor y bendecid su nombre; anunciad
de día en día su salvación. Aleluya. Aleluya.
Poscomunión 1.a—Concédenos, Señor, a los que
has alimentado con la virtud de tu mesa celestial,

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ASCENSIÓN DEL SEÑOR 229

desear lo que es justo y recibir lo que deseamos.


Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. II, pág. 222.

ASCENSIÓN DEL SEÑOR

Introito.—(Act. 1.) Varones de Galilea, ¿qué es¬


táis parados mirando al cielo? Aleluya. Como le ha¬
béis visto subir al cielo, así vendrá. Aleluya. Ale¬
luya. Aleluya.—(Ps. 46.) Naciones todas, aplau¬
did; aclamad a Dios con voz de júbilo.—f. Gloria
al Padre...
Oración.—Te rogamos, oh Dios omnipotente, nos
concedas que los que creemos que tu Unigénito
y Redentor nuestro subió en este día a los cielos,
habitemos en
la gloria. Por nuestro Se¬
espíritu en
ñor Jesucristo, que vive
y reina contigo en unidad
del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de
los siglos. Amén.
Lección de los Hechos de los Apóstoles (1, 1-11).
—El primer tratado lo hice, oh Teófilo, acerca de
todas las cosas que Jesús estuvo haciendo y ense¬
ñando, hasta el día en que, habiendo dado sus ór¬
denes por el Espíritu Santo a los apóstoles que eli¬
gió, fué elevado: a los cuales también después de
haber él padecido se mostró vivo con muchas prue¬
bas, apareciéndoseles por cuarenta días, v dicién-
doles las cosas del reino de Dios. Y comiendo con

ellos, les mandó que no se apartasen de Jerusalén,


sino que estuviesen aguardando la promesa del Pa¬
dre, la que me oísteis de mis labios. Porque Juan
en verdad bautizócon agua; pero vosotros seréis
bautizados enEspíritu Santo, no muchos días des¬
pués de éstos. Entonces los que se habían juntado
le preguntaban, diciendo; Señor, ¿vas a restablecer
ahora el reino de Israel? Mas él les dijo; No es de
vosotros conocer los tiempos o momentos oportu¬
nos que el Padre se ha reservado en su poder; pero

recibiréis la virtud del Espíritu Santo que vendrá


sobre vosotros, y me seréis testigos en Jerusalén y
en toda la Judea, y en Samaria, y hasta lo último

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MISAS
230

de la tierra. Y dicho esto, mirándolo ellos, se elevó,


y una nube le sustrajo a sus ojos. Y como estuviesen
con la vista clavada en el cielo, mientras él se iba,
he aquí que dos varones se les pusieron delante con
dijeron: Galileos,
vestiduras blancas, los cuales les
¿qué estáis mirando al cielo? Este Jesús que de
vosotros ha sido recogido en el cielo, vendrá
de la misma manera que le habéis contemplado
yéndose al cielo.
Gradual.—Aleluya. Aleluya. (Ps. 46.) Sube Dios
en medio de aclamaciones, y el Señor al sonido de

la Aleluya.—(Ps. 67.) El Señor, como


trompeta.
en santuario, subiendo a lo alto
el Sinaí, en su
apresó los cautivos. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Marcos
(16, 14-20).—En aquel tiempo: A los once, mien¬
tras estaban en la mesa, se les apareció (Jesús) y
les echó en cara su incredulidad y dureza de cora¬
zón, porque a los que le habían visto resucitado no
habían creído. Y les dijo: Id a todo el mundo y
predicad el Evangelio a toda criatura. El que crea
y se bautice será salvo, y el que no crea será con¬
denado. Y a los que crean (no quiere decir a cada
uno, sino a la comunidad en general de los creyen¬
tes, a la Iglesia) acompañarán estas señales: habla¬
rán en nuevas lenguas; lanzarán demonios en mi
nombre; cogerán con la mano serpientes, y si be¬
ben veneno, no les hará daño; pondrán la mano so¬
bre los enfermos, y se pondrán bien (es decir, harán
éstos u otros milagros). Y el Señor Jesús, después
de haberles hablado, fué elevado al cielo y se
sentó a la diestra de Dios. Y ellos, saliendo, pre¬
dicaron por todas partes, cooperando el Señor y
confirmando las palabras por milagros que las
acompañaban.
Ofertorio.—(Ps. 64.) Sube Dios en medio de acla¬
maciones; y el Señor al sonido de la trompeta.
Aleluya.
Secreta.—Acepta, Señor, las ofrendas que por la
gloriosa ascensión de tu Hijo te ofrecemos, y con-
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DOMINICA INFRAOCTAVA DE LA ASCENSIÓN 231

cédenos propicio que seamos libres de los peligros


presentes y lleguemos a la vida eterna. Por nuestro
Señor Jesucristo...
Prefacio.—Verdaderamente es digno y justo, de¬
bido y saludable, todo tiempo y lugar te
que en
demos gracias, Señor santo, Padre
todopoderoso,
Dios eterno, por Jesucristo nuestro Señor, que
des¬
pués de su resurrección apareció manifiesto a todos
sus discípulos
y, viéndolo ellos, fué elevado a los
cielos para hacernos partícipes de su divinidad. Y,
por tanto, con los Angeles y Arcángeles, con los
Tronos, con las Dominaciones y con toda la mili¬
cia del ejército celestial, te cantamos el himno de
tu gloria, diciendo sin cesar: Santo, Santo...
Comunión.—(Ps. 67.) Entonad himnos al Señor,
que se eleva a la cumbre de los cielos, hacia orien¬
te. Aleluya.
Poscomunión.—Te rogamos, oh Dios omnipoten¬
te y misericordioso, nos concedas que lo
que hemos
recibido en este visible sacramenlto lo
consigamos
en sus efectos invisibles. Por N. S.
Jesucristo...
DOMINICA INFRAOCTAVA DE LA ASCENSIÓN

Introito.—(Ps. 26.) Escucha, Señor, mi voz con


que te invoco. Aleluya. Contigo habla mi corazón;
en busca de ti andan mis ojos. Señor, tu
rostro
busco: no apartes de mí tu rostro.
Aleluya. Alelu¬
ya.—(Ps. 26.) El Señor es mi luz y mi salvación:
¿a quién he de temer?—y. Gloria al Padre...
Oración.—Omnipotente y sempiterno Dios, haz
que tengamos siempre unida nuestra voluntad a la
tuya, y que sirvamos a tu majestad con corazón
sincero. Por nuestro Señor Jesucristo...
Epístola de San Pedro Apóstol (I, 4, 7-17).—Her¬
manos: El fin de todas las cosas está cerca. Sed,
pues, prudentes y velad para la oración. Pero, so¬
bre todo, mantened continua la mutua caridad en¬
tre vosotros, porque la caridad cubre multitud de
pecados. Sed hospitalarios mutuamente sin mur-

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232 MISAS

muráciones. Dispensemos cada cual las gracias se¬


gún las haya recibido, unos a otros, como buenos
administradores de las varias gracias de Dios. El
que habla, hable palabras de Dios; el que mi¬
como
nistra, administre como caudal que suministra Dios
para que en todas cosas sea Dios glorificado por
Jesucristo, cuya es la gloria y el poder por los si¬
glos de los siglos. Amén. Carísimos, no os extrañéis
del incendio que se ha levantado entre vosotros,
para probaros, como si os acaeciese cosa extraña:
sino en la medida que participáis de los padeci¬
mientos de Cristo, alegraos, para que también en la
manifestación de su gloria, os regocijéis alboroza¬
dos. Si por el nombre de Cristo os insultan, dicho¬
sos vosotros; porque la gloria, y la virtud, y el es¬

píritu de Dios reposa sobre vosotros. Que ninguno


de vosotros padezca por homicida, o ladrón, o mal¬
hechor, o amigo de lo ajeno; pero si padece como
cristiano, no se avergüence, antes glorifique a Dios
con este nombre. Porque es tiempo de comenzarse
la prueba por la casa de Dios; pero si empieza por
nosotros, ¿cuál será el fin de los que no creen el
evangelio de Dios?
Gradual.—Aleluya. Aleluya. (Ps. 46.) Dios reina
sobre todas las naciones; está Dios sentado sobre
su santo solio. Aleluya.—(lo. 14.) No os dejaré
huérfanos: me voy y vuelvo a vosotros, y vuestro
corazón se alegrará. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(15, 26 a 16, 4).—En aquel tiempo, dijo Jesús a
sus discípulos: Mas cuando venga el Paráclito (el

invocado, abogado, protector, consolador...) que yo


os enviaré del Padre, el Espíritu de verdad, que
procede del Padre, él dará testimonio de mí, y vos¬
otros también daréis testimonio, pues estáis conmi¬
go desde el principio. Esto os he dicho para que no
os escandalicéis. Os pondrán fuera de la sinagoga

(es decir, os echarán de la sinagoga, como quien dice,


os excomulgarán), y aun vendrá tiempo en que todo

el que os mate piense ofrecer sacrificio a Dios. Y

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DOMINICA DE PENTECOSTÉS 233

os harán esto porque no han conocido al Padre ni


a mí. Masos he dicho esto para que, cuando llegue
la hora de ello, os acordéis de que os lo he dicho.
Y si no os lo he dicho desde el principio, es porque
estaba con vosotros (y así no os hacía falta estar
prevenidos).
Ofertorio.—(Ps. 46.) Sube Dios en medio de acla¬
maciones, elévase el Señor al sonido de la trompe¬
ta. Aleluya.
Secreta.—Señor, este inmaculado sacrificio nos
purifique y dé a nuestras almas el vigor de la gra¬
cia celestial. Por nuestro Señor Jesucristo...
El Prefacio como en la Ascensión, pág. 231.
Comunión.—(lo. 17.) Padre, mientras estaba
conellos, yo defendía a los que me diste. Aleluya.
Mas ahora vengo a ti. No pido que los saques del
mundo, sino que los preserves del mal. Aleluya.
Aleluya.
Poscomunión.—Señor, repletos de regalos sagra¬
dos, te rogamos que siempre perseveremos en ac¬
ción de gracias. Por nuestro Señor Jesucristo...

DOMINICA DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Sap. 1.) El Espíritu del Señor llena


el orbe de la tierra; y como comprende todas las
cosas, tiene conocimiento de sus voces. Aleluya.
Aleluya. Aleluya.—(Ps. 67.) Levántese Dios, y
sean disipados sus enemigos, y huyan de su presen¬
cia los que le aborrecen.—y. Gloria al Padre...
Oración.—Oh Dios, que con la ilustración del
Espíritu Santo has enseñado a las almas de los fie¬
les, concédenos saber rectamente según el mismo
Espíritu Santo, y gozar siempre de su consuelo. Por
nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo
en unidad del mismo Espíritu Santo, Dios por
todos los siglos de los siglos. Amén.
Lección de los Hechos de los Apóstoles (2 1-11).
—Al cumplirse el tiempo de Pentecostés, estaban
todos juntos en uno. Y de improviso se hizo del

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234 MISAS

cielo un estruendo como de recio soplo de viento


que corría,
y llenó toda la casa donde estaban sen¬
tados. Y les aparecieron lenguas repartidas como
de fuego, y se posó (cada una) sobre cada uno de
ellos. Y fueron todos llenados de Espíritu Santo, y
a hablar en otras
comenzaron
lenguas, según que
el Espíritu les daba expresarse. Y estaban en Jeru-
salén habitando judíos, hombres religiosos, de toda
gente de las que hay debajo del cielo. Pues hecha
esta voz (sonido), acudió la muchedumbre, y que¬
dó confusa, porque los oían a ellos hablar cada uno
en el propio idioma. Y se pasmaban todos, y se
maravillaban, diciendo: ¿Qué? ¿no son todos éstos,
los que hablan,
galileos? ¿Y cómo nosotros los oí¬
mos cada uno en el
propio dioma nuestro en que
nacimos' Partos, y medos, y elamitas, y los que
habitan la Mesopotamia, J udea y Capadocia, Ponto
y el Asia, Frigia y Panfilia, Egipto y las partes de
la Libia por la región de Cirene, y los peregrinos
romanos tanto judíos como prosélitos, cretenses y

árabes, les oímos hablar en nuestras lenguas las


magnificencias de Dios.
Gradual.—Aleluya. Aleluya.—(Ps. 103.) Envía
tu Espíritu, y reharás y renovarás la faz de la
tierra. Aleluya.—y. (Se arrodillan.) Ven, Espíritu
Santo, llena los corazones de tus fieles, y enciende
en ellos el fuego de tu amor.

Secuencia.—Ven, creador Espíritu,—y de tu cielo


envía—rayo iluminador.—Ven, padre de los mí¬
seros,—sol de toda alegría,—fuente de todo amor.
Dulce huésped del ánima,—refrescante rocío,—
consolador sin par.—Del afán tregua plácida,—bri¬
sa en ardiente estío,—fin de todo llorar.
¡Oh lumbre dichosísima!—inunda el hondo arca¬
no—de cada pecho fiel.—Sin tu süave anhélito,—
el corazón humano—todo se torna hiél.
Limpia lo que está sórdido,—riega lo que aride¬
ce,—sana al que enfermo está.—Doblega al que
está rígido,—nutre al que languidece,—rige al que
errado !va.

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DOMINICA DE PENTECOSTÉS 235

Da a tus confiados subditos—de tu aliento sa¬


grado—el septiforme don.—De la virtud los méri¬
tos, — del cielo el ansiado, — perenne galardón.
Amén. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(14, 23-31).—Si alguno me ama, guardará mi pa¬
labra, y mi Padre le amará, y vendremos a él y
en él pondremos nuestra morada. Quien no me
ama, no guardará mis palabras; aunque las pala¬
bras que oís no son mías, sino (más bien que mías,
son) del Padre que me ha enviado. (Habla como
hombre.) Esto os he enseñado mientras estoy con
vosotros. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que
mandará mi Padre en mi nombre, ése os enseñará
todas las cosas, y os hará recordar todo lo que yo
os he enseñado. (Doble oficio, hacerles entender lo
que habían oído a Jesús y enseñarles otras cosas
más.) Os dejo la paz, os doy mi paz (fórmula de
despedida-, schalom leka! schalom lakenl); no os la
doy como la da el mundo. (Al oír esta despedida
debieron turbarse.) No se turbe vuestro corazón, ni
se acobarde. Habéis oído que os he dicho: voy, y

vengo a vosotros. (No es total mi despedida-, y ade¬


más-.) Si me amaseis, os alegraríais, porque voy al
Padre, porque el Padre es mayor que yo. (Habla
en cuanto hombre.) Y os lo he dicho ahora antes
de que suceda, para que, cuando suceda, creáis.
Ya no hablaré muchas cosas con vosotros. Porque
viene el príncipe de este mundo (el demonio; por¬
que esto lo decía el jueves antes de la pasión.) Y él
en mí no tiene nada (ningún poder). Mas para que

el mundo conozca que amo al Padre, y que según


el mandato que me dió el Padre así obro... (Y sigue
el Evangelio", levantaos y vamos de aquí.)
Ofertorio.—(Ps. 6y.) Confirma, oh Dios, lo que
has hecho en nosotros: en tu templo de Jerusalén
te ofrecerán dones los reyes. Aleluya.
Secreta.—Santifica, Señor, los dones que te pre¬
sentamos, y con la luz del Espíritu Santo purifica
nuestros corazones. Por nuestro Señor Jesucristo,

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236 MISAS

que vive y reina contigo en unidad del mismo


Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los
siglos. Amén.
Prefacio.—Verdaderamente es digno y justo, de¬
bido y saludable, que en todo tiempo y lugar te
demos gracias, Señor santo, Padre todopoderoso,
Dios eterno, por Cristo nuestro Señor; quien, su¬
biendo a lo más alto del cielo y estando
sentado a
tu derecha, derramó en este día sobre sus
hijos
adoptivos el Espíritu Santo, que había prometido.
Por lo cual, rebosando de
alegría, el universo en¬
tero salta de gozo, mientras las Virtudes del cielo
y las Potestades angélicas cantan el himno de tu
gloria, repitiendo sin cesar: Santo, Santo...
Comunión.—(Act. 2.) De repente sobrevino del
cielo un ruido, como de viento
impetuoso, que llegó
a donde estaban sentados,
aleluya; y todos fueron
llenos del Espíritu Santo, publicando las maravi¬
llas de Dios, aleluya, aleluya.
Poscomunión.—Señor, purifique nuestros cora¬
zones la infusión del Espíritu Santo,
y penetrándo-
los íntimamente con su rocío los fertilice. Por nues¬
tro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en
unidad del mismo Espíritu Santo, Dios por todos
los siglos de los siglos. Amén.

FIESTA DE LA SANTÍSIMA TRINIDAD

Introito.—(Tob. 12.) Bendita sea la santa Trini¬


dad y la indivisa Unidad; glorifiquémosla, porque
ha usado con nosotros de misericordia.—(Ps. 8.)
Oh Señor, Señor nuestro, ¡cuán admirable es tu
nombre en toda la tierra!—f. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Omnipotente y sempiterno Dios,
que nos has concedido a tus siervos el don de co¬
nocer la gloria de la eterna Trinidad en la confe¬

sión de la verdadera fe y de adorar la Unidad en


el poder de tu majestad: te rogamos que, por ]a
firmeza de esta misma fe, nos libremos de todas

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FIESTA DE LA SS. TRINIDAD 2
37

las adversidades. Por nuestro Señor Jesucristo, que


vive y reina...
Oración 2.a—(Conmemoración del primer domin¬
go después de Pentecostés.) Oh Dios, fortaleza delos
que en ti esperan, atiende propicio nuestras sú¬
plicas; y ya que sin ti nada puede la humana fla¬
queza, concédenos el auxilio de tu gracia, a fin de
que cumpliendo tus mandatos te agrademos por
nuestra voluntad y nuestra obra. Por nuestro Se¬
ñor Jesucristo...
Epístola de San Pablo Apóstol a los Romanos
(n, 33-36).—¡Oh profundidad de la riqueza, y de
la sabiduría, y de la ciencia de Dios, cuán incom¬
prensibles son sus juicios e investigables sus cami¬
nos! Porque ¿quién conoció la mente del Señor? ¿O
quién fué consejero suyo? ¿O quién le dió a él pri¬
mero, y puede exigir recompensa? Porque de él, y
por él, y para él son todas las cosas: a él la gloria
por los siglos. Amén.
Gradual.—(Dan. 3.) Bendito eres, Señor, que
con tu vista penetras los abismos, y estás sentado

sobre Querubines.—y. Bendito eres, Señor, en el


firmamento del cielo, y laudable por los siglos. Ale¬
luya. Aleluya.—T. Bendito eres, Señor Dios de
nuestros padres, y laudable por los siglos. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(28, 18-20).■—Dijo Jesús a sus discípulos: A mí se
me ha dado toda potestad en el cielo y en la tierra.

Id, pues, y enseñad a todas las gentes, bautizán¬


dolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Es¬
píritu Santo, enseñándolas a observar todo lo que
yo os he mandado. Y estad ciertos de que yo estaré
con vosotros hasta la terminación de los siglos.

Ofertorio.—(Tob. 12.) Bendito sea Dios Padre y


el Hijo unigénito de Dios, y también el Espíritu
Santo, porque usó de misericordia con nosotros.
Secreta 1.a—Señor Dios nuestro: santifica, por la
invocación de tu nombre, la hostia que te ofrece¬
mos, y por ella haz de nosotros mismos un home¬
naje eterno para ti. Por nuestro Señor Jesucristo...
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238 MISAS

Secreta 2.a—(Del primer domingo después de Pen¬


tecostés.) .Recibe benigno las hostias que te ofrece¬
mos, y otórganos que nos sirvan de perpetuo auxi¬
lio. Por nuestro Señor Jesucristo...

Comunión.—(Tob. 12.) Bendecimos al Dios del


cielo, y le confesaremos ante todos los vivientes,
porque tuvo misericordia con nosotros.
Poscomunión 1.a—Señor Dios nuestro, aprové¬
chenos para salud del cuerpo y del alma la
recep¬
ción de este sacramento y la confesión de la sem¬
piterna Santa Trinidad y de su indivisible unidad.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Poscomunión 2.a—(Del primer domingo después
de Pentecostés.) Te suplicamos, Señor, nos concedas
que, colmados de dones tan preciosos, consigamos
los dones de la salvación, y no cesemos nunca de
alabarte. Por nuestro Señor Jesucristo...
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(6, 36-42).—Sed misericordiosos, como también es
misericordioso vuestro Padre. No juzguéis, y no se¬
réis juzgados. No condenéis, y no seréis condena¬
dos. Perdonad, y seréis perdonados. Dad, y se os
dará. Os echarán en vuestro seno una medida bue¬
na, repleta, sacudida (para que se llene bien) y que
rebose; porque se os medirá con la misma medida
con que
midáis. Y les dijo también una semejanza.
¿Acaso puede ciego guiar a otro ciego? ¿No cae¬
un
rán los dos al hoyo? Nohay discípulo sobre el maes¬
tro. Bastante perfecto será el discípulo que salga
como el maestro.
¿Cómo ves la paja en el ojo de
tu hermano y no
reparas en la viga que hay en el
tuyo? ¿Y cómo te atreves a decir a tu hermano: Her¬
mano, deja, te la paja de tu ojo; siendo
voy a sacar
así que tú mismo no reparas en la
viga del tuyo? Hi¬
pócrita, saca primero la viga de tu ojo, y luego ve¬
rás bien para sacarla paja del
ojo de tu hermano.

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FIESTA DEL SS. CORPUS CHRISTI 239

FIESTA DEL SANTÍSIMO CORPUS CHRISTI

Introito.—(Ps. 80.) Les alimentó de la flor del


trigo. Aleluya. Les sació con miel que destilaban
las piedras. Aleluya. Aleluya. Aleluya.—(Ps. 80.)
Aclamad a Dios que es nuestra fortaleza: celebrad
al Dios deJacob.—f. Gloria al Padre...
Oración.—-Oh Dios, que bajo este admirable Sa¬
cramento nos has dejado un recuerdo de tu pasión:
concédenos, por favor, venerar los sacramentos de
tu cuerpo y sangre, de modo que sintamos conti¬
nuamente en nosotros el fruto de tu redención, oh

Señor, que vives y reinas con Dios Padre...


Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios
(1, 11, 23-29 J.—Hermanos: Yo aprendí del Señor,
lo que asimismo os enseñé a vosotros, que el Señor
Jesús, en la noche que iba a ser entregado, tomó
pan y, dando gracias, le partió y dijo: Tomad, co¬
med: este es mi cuerpo, el que por vosotros será
entregado: haced esto en memoria de mí. Y asi¬
mismo (tomé) el cáliz, después de haber cenado,
diciendo: Este cáliz es la nueva alianza en mi san¬
gre: haced esto, cuantas veces le bebiereis, en me¬
moria de mí. Porque, cuantas veces comiereis este
pan y bebiereis este cáliz, anunciaréis la muerte del
Señor, hasta que venga. Así, pues, quienquiera que
coma el pan o beba el cáliz de] Señor indignamente,

reo será del cuerpo y de la sangre del Señor. Por

tanto, pruébese el hombre a sí mismo, y así coma


de ese pan y beba de ese cáliz; porque quien come
y bebe indignamente, se come y bebe su condena¬
ción, no discerniendo el cuerpo del Señor.
Gradual.—(Ps. 144.) En ti, Señor, fijan sus ojos
las criaturas todas; y tú les das a su tiempo el ali¬
mento.—Y. Abres tu mano y colmas de bienes a
Aleluya. Aleluya.—(lo. 6.) Mi
todos los vivientes.
carne es verdaderamente comida, y mi sangre es
verdaderamente bebida: quien come mi carne y
bebe mi sangre, mora en mí y yo en él.

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240 MISAS

Secuencia. Alaba,

Sequentia. — Lauda
Sión, al Salvador; alaba Sion Salvatorem, lauda
al guía al pastor con
y ducem et pastorem, in
himnos y cánticos. hymnis et canticis.
Cuanto puedas, esfuér¬ Quantum potes, tan-
zate: porque es superior tum aude: quia maior
a toda alabanza, y no omni laude, nec laudare
bastas para alabarle. sufficis.
Como tema de loa es¬ Laudis thema specia-
pecial, se
propone hoy lis, pañis vivus et vitalis
al pan vivo y vital. hodie proponitur.
Aquel que en la mesa Quem in sacrse mensa
de la sagrada cena no se coenas, turbas fratrum
duda que fué dado a la duodenae datum non am-

junta de los doce herma¬ bigitur.


nos.
Sea la alabanza llena, Sit laus plena, sit so¬
sea sonora, sea regocija¬ nora, sit iucunda, sit de¬
da: sea glorioso el júbilo cora mentis iubilatio.
de la mente.
Pues se celebra el día Dies enim solemnis
solemne en que se re¬ agitur, in qua mensae
cuerda la primera insti¬ prima recolitur huius in-
tución de esta mesa. stitutio.
En esta mesa del nue¬ In hac mensa novi Re-
vo
Rey, la nueva Pascua gis, novum Pascha novae
de la nueva
ley da tér¬ legis Phase vetus termi-
mino a la vieja Pascua. nat.
A lo viejo ahuyenta Vetustatem novitas,
lo nuevo, a la sombra umbram fugat veritas,
la verdad, a la noche noctem lux eliminat.
destierra la luz.
Lo que en la cena Quod in ccenaChri-
Cristo hizo, eso expresó stus gessit, faciendum
que se hiciera en me¬ hoc expressit in sui me-
moria de él. moriam.
Enseñados por sagra¬ Docti sacris institutis,
da institución, el pan y panem, vinum in salutis
el vino consagramos en consecramus hostiam.
hostia de salud.

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FIESTA DEL SS. CORPUS CHRISTI 24I

Es dogma para los Dogma datur Cbristia-


cristianos, que el pan se nis, quod in carnem
vuelve en carne, y el transit pañis, et vinum
vino en
sangre. in sanguinem.
Lo que no entiendes, Quod non capis, quod
lo que no ves, lo con¬ non vides, animosa fir-
firma la animosa fe, fue¬ mat fides, praeter rerum
ra del orden natural. ordinem.
Sub diversis specie-
Bajo diversas especies,
que son señales tan sólo, bus, signis tantum, et
y no cosas, están laten¬ non rebus, latent res
tes cosas eximias. eximias.
La carne es comida, Caro cibus, sanguis
la sangre es bebida; per¬ potus: manet tamen
manece, sin embargo, Christus totus, sub utra-
Cristo tododebajo de que specie.
ambas especies.
Por el que le come no A súmente non conci-
es cortado, no es que¬ sus, non confractus, non
brantado, no es dividido: divisus: integer accipi-
entero es recibido. tur.
Le toma uno, le toman Sumit unus, sumunt
mil; cuanto éstos, tanto mille: quantum isti, tan¬
aquél: ni alser tomado tum ille: nec sumptus
es consumido. consumitur.
Le toman los buenos, Sumunt boni, sumunt
le toman los malos: con mali; sorte tamen inae-
suerte, sin embargo, des¬ quali, vitae vel interitus.
igual, de vida o de per¬
dición.
Muerte es para los ma¬ Mors est malis, vita
los, vida para los bue¬ bonis: vide paris sump-
nos: ve, de una igual co¬ tionis quam sit dispar
mida, cuán diferente es exitus.
el resultado.
Partido, por fin, el sa¬ Fracto demum sacra¬

cramento, no vaciles, sino mento, ne varilles, sed


ten presente que tanto memento, tantum esse
hay en el sacramento co¬ sub fragmento, quantum
mo en el todo se oculta. toto tegitur.
'

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MISAS
242

Ninguna división se Nulla rei fit scissura:


hace de la substancia: signi tantum fit fractu¬
sólo se hace partición de ra: qua nec status nec
la señal: por la cual ni el statura signati minuitur.
estado, ni la estatura del
significado se disminuye.
He aquí el pan de los Ecce pañis Angelorum,
ángeles, hecho comida factus cibus viatorum:
de los viandantes: ver¬ vere
pañis filiorum, non
daderamente, pan de los mittendus canibus.
hijos, que no se ha de
echar a los perros.
En figuras es predicho, In figuris praesignatur,
cuando Isaac es inmola¬ cum Isaac immolatur:
do: cuando el cordero es agnus Paschae deputatur
destinado para la Pas¬ datur manna
patribus.
cua: cuando se da el
maná a los padres.
Buen pastor, pan ver¬ Bone pastor, pañis ve-
dadero, Jesús, ten mise¬ re, Iesu nostri miserere:
ricordia de nosotros: apa¬ tu nos pasee, nos tuere:
ciéntanos tú, guárdanos: tu bona fac vidére in
nos

haz que veamos los bie¬ térra viventium.


nes en la tierra de los
que viven.
Tú, que todo lo sabes Tu qui cuneta seis et
y puedes, apaciéntanos vales: qui nos pascis hic
aquí cuando somos mor¬ mortales: tuos ibi com-
tales: haznos allí comen¬ mensales, coh eredes et
sales tuyos, coherederos sodales fac sanctorum

y compañeros de los san¬ civium. Amen. Alleluia.


tos. Amén. Aleluya.

Secuencia del santo Evangelio según San Juan


(6, 56-50).—(Este Evangelio comienza después de la
incredulidad de los judíos, que decían, v. 53: ;Cómo
puede darnos éste su carne a comer?) Dijo Jesús a
las turbas de los judíos: Mi carne es verdaderamen¬
te comida, y mi sangre es verdaderamente bebida.
El que come mi carne y bebe mi sangre permanece

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DOMINICA INFRAOCTAVA DEL CORPUS 243

en mí y yo en él. Así como el Padre que vive me


ha enviado y yo vivo por el Padre, así el que me
come vivirá también él por mí. (Así
como el Padre
me comunica a mí la- vida, de modo que vivo por
el
Padre, así el que me comulga recibirá comunicación
de mi vida.) Este es el pan que ha bajado del cielo.
(Acaso al decir esto se señalaba a sí mismo.) No
como cuando vuestros padres comieron
el maná en
el desierto y murieron; el que come este pan vivirá
siempre. (Como Cristo, por cuya vida vive.)
Ofertorio.—(Lev. 21.) Los sacerdotes del Señor
oírecen a Dios el incienso y los panes; por lo tanto
se conservarán santos para
su Dios y no profana¬
rán su nombre. Aleluya.
Secreta.—Te rogamos, Señor, concedas propicio
a tu
Iglesia los dones de la unidad y de la paz, que
místicamente están representados por los dones que
te ofrecemos. Por nuestro Señor Jesucristo...
El Prefacio como en Natividad, pág. 155.
Comunión.—(I Cor. 11.) Todas las veces que co¬
miereis este pan y bebiereis este cáliz, anunciaréis
la muerte del Señor hasta que venga. Así, pues,
cualquiera, que comiere este pan, o bebiere el cáliz
del Señor indignamente, reo será del cuerpo y de
la sangre del Señor. Aleluya.
Poscomunión.—Te rogamos, Señor, que hagas
que quedemos repletos de la sempiertna fruición
de tu divinidad, prefigurada en la comunión tem¬
poral de tu precioso cuerpo y sangre. Por nuestro
Señor Jesucristo...

DOMINICA INFRAOCTAVA DEL CORPUS

Introito.—(Ps. iy.) El Señor se ha hecho pro¬


tector mío, y me ha llevado a tierra libre; me ha
salvado porque me ama.—(Ps. iy.) Te amo, Señor,
fuerza mía; el Señor es mi fortaleza, mi amparo y
mi libertador.—f. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Señor, haz que tengamos siempre
temor y al mismo tiempo amor de tu santo nom-

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MISAS
244

bre: porque nunca retiras tu providencia de aque¬


llos a quienes fundas en la solidez de tu amor. Por
nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo
en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los
siglos de los siglos. Amén.
día del Corpus, pág. 239.
Oración 2.a, la del
Epístola de San Juan Apóstol (1, 3, 13-18).—
Hermanos: No os extrañéis si os odia el mundo.
Nosotros sabemos que hemos pasado de la muerte
a la vida, porque amamos a nuestros hermanos;
quien no ama, permanece en la muerte. Todo el
que odia a su hermano, es homicida: y sabéis que
todo homicida no tiene vida eterna permanente en
sí mismo. En esto hemos conocido la caridad, en
que aquél dió por nosotros su vida; también nos¬
otros debemos dar las vidas por los hermanos.
Quienquiera que tiene riquezas del mundo, y mira
a su hermano que está en necesidad, y le cierra su
corazón, ¿cómo permanece en él lacaridad de Dios?
Hijos míos, de palabra y con la lengua,
no amemos
sino con obra y de verdad.
Gradual.—(Ps. itq.) Clamé en mi tribulación al
Señor y me atendió.—f. Libra, Señor, mi alma de
labios inicuos y de lenguas mentirosas. Aleluya.
Aleluya.—(Ps. y.) Señor Dios mío, en ti he espe¬
rado; sálvame de todos mis perseguidores y líbra¬
me. Aleluya.

Secuencia del santo Evangelio según San Lucas


(14,16-24).—(Al sentarse Jesús convidado a una
cena por un fariseo, dijo un convidado: ¡Dichoso el

que llegue a comer pan en el reino de Dios' Y le res¬


pondió el Maestro con esta parábola:) Un hombre
hizo una gran cena y convidó a muchos. Y a la hora
de la cena mandó a su criado a decir a los convida¬
dos que viniesen, estaba todo preparado. Y
que va
comenzaron todos a una a excusarse. El primero
le dijo: He comprado unas tierras y tengo que ir a
verlas; ruégote me des por excusado. Y el segundo
dijo: He comprado cinco parejas de bueyes, y voy
a probarlas; ruégote me des por excusado. Y otro

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DOMINICA III DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 245

dijo: Acabo de casarme, y así no puedo ir. Vino,


pues, el criado, y dió cuenta de todo a su amo.
Airado entonces el amo, dijo a su criado: Sal pron¬
to a las plazas y cantones de la ciudad, y trae acá
a los pobres y débiles y ciegos y
cojos. Y dijo el
criado (después de hecho lo mandado'.)
Señor, ya se
ha hecho lo que has mandado; mas toda vía hay si¬
tio. Y dijoel Señor al criado: Sal a los caminos y
senderos y oblígalos a entrar para que se llene mi
casa. Porque yo os aseguro que de todos
aquellos
que fueron invitados, ninguno ha de probar mi
cena.

Ofertorio.—-(Ps. 6.) Vuélvete a mí, Señor, y libra


mi alma: sálvame por tu misericordia.
Secreta 1.a—Señor, purifíquenos esta ofrenda que
vamos a dedicar a tu nombre, y de día en día acér-
quenos a la felicidad de la vida celestial. Por nues¬
tro Señor Jesucristo...
Secreta 2.a, la del día del Corpus, pág. 243.
El Prefacio como en Natividad, pág. 155.
Comunión.—(Ps. 12.) Cantaré al Señor, que me
hace beneficios;
glorificaré el nombre del Señor al¬
tísimo.
Poscomunión 1.a—Recibidos tus santos dones, te
rogamos, Señor,
que con la frecuencia de la comu¬
nión crezca en. nosotros el fruto de nuestra salud.
Por nuestro Señor Jesucristo...
<
Poscomunión 2.a, la del día del Corpus, pág. 243.

DOMINICA III DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ps. 24.) Mira, Señor, hacia, mí, y ten


compasión de mí, porque me veo solo y pobre.
Mira mi humillación y mi trabajo, y perdona todos
mis pecados, Dios mío.—(Ps. 24.) A ti, Señor,
he levantado mi alma. En ti, Dios mío, tengo
mi confianza; no quede avergonzado.—y. Gloria
al Padre...
Oración 1.a—Oh Dios, protector de los que es¬
peran en ti, sin el cual no hay nada válido, no hay
Biblioteca Nacional de España
MISAS
246

nada santo: multiplica sobre nosotros tus miseri¬


cordias; íin de que, siendo tú nuestro director y
a
guía, de tal modo pasemos por los bienes tempo¬
rales, que no perdamos los eternos. Por nuestro
Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en uni¬
dad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de
los siglos. Amén.
Oración 2.a—(Para pedir los sufragios de los San¬
tos.) De todos los peligros de alma y cuerpo, te ro¬
gamos, Señor, nos defiendas; y por la intercesión
de la bienaventurada y gloriosa siempre Virgen Ma¬
dre de Dios María, con tus bienaventurados após¬
toles Pedro y Pablo y el bienaventurado N., y to-
tod los Santos, concédenos benigno la salud y la
paz, para que, deshechas las adversidades y erro¬
res todos, te sirva tu Iglesia con segura libertad.
Oración 3.a—(A elección del celebrante.)
Epístola de San Pedro Apóstol (I, 5, 6-11).—Her¬
manos: Humillaos bajo la poderosa mano de Dios,

para que os exalte en el tiempo de la visitación,


arrojando en él toda la solicitud de vosotros, pues
que él se cuida de vosotros. Sed sobrios; velad: por¬
que vuestro adversario, el diablo, como león ru¬
giente anda buscando a quien tragar: al cual resis¬
tid, firmes en la fe, sabiendo que las mismas tri¬
bulaciones está pasando la hermandad vuestra que
está en el mundo. Mas el Dios de toda gracia, que
nos ha llamado a su sempiterna gloria en Cristo
Jesús, después que por breve tiempo hayáis pade¬
cido, él mismo os perfeccionará, confirmará y es¬
forzará. A él la gloria y el imperio por los siglos de
los siglos. Amén.
Gradual.—(Ps. 54.) Coloca en el Señor tus cui¬
dados, y él te sustentará.—V. He clamado al Se¬
ñor, y ha oído mi voz contra los que me persiguen.
Aleluya. Aleluya.—(Ps. y.) Dios, justo juez, fuerte
y sufrido, ¿enójase acaso todos los días? Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(15, 1-10).—Estaban acercándose a Jesucristo to¬
dos los pecadores y publícanos para oírle. (A los

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DOMINICA III DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 247

publícanos confunde con los pecadores, porque según


su oficio y mañas, eran tenidos por muy fraudulen¬
tos y malos y sin
conciencia.)
Y andaban murmu¬
rando los fariseos
escribas diciendo: Este a los
y
pecadores atiende y come con ellos. Y él les dijo
esta parábola: ¿Quién de vosotros, si tiene cien
ovejas y pierde una de ellas, no deja las noventa
y nueve en el campo y va por la que se perdió
hasta que la halla? Yen cuanto la halla, se 1a, pone
sobre sus hombros lleno de gozo. Y en cuanto llega
a
casa, convoca a los amigos y vecinos, diciéndo-
les: Dadme la enhorabuena, porque he
hallado mi
oveja que se había perdido. Pues yo os aseguro
que en el cielo habrá un regocijo igual por un solo
pecador que haga penitencia, más que por noventa
y nueve justos que no necesiten penitencia. O ¿qué
mujer que tiene diez dracmas (moneda como una
peseta), si pierde una, no enciende un candil y ba¬
rre la casa
y busca con afán hasta que la halla? Y
en cuanto la
halla, llama a las amigas y vecinas,
diciendo: Dadme la enhorabuena, porque he
halla¬
do la dracma que se me había
perdido. Pues yo os
aseguro que en la presencia de Dios habrá un rego¬
cijo igual por un pecador que haga penitencia.
Ofertorio.—(Ps. g.) Esperen en ti, Señor, los que
conocen tu nombre, porque jamás desamparas a
los que te buscan. Cantad himnos al Señor que
mora en Sión, porque no ha olvidado la oración de
los pobres.
Secreta 1.a—Mira, Señor, los dones de la Iglesia
suplicante, y concédenos para salvación de los cre¬
yentes lo que han de tomar santificándose perpe¬
tuamente. Por nuestro Señor Jesucristo...
Secreta 2.a—(Para pedir los sufragios de los San¬
tos.) Oyenos, Dios Salvador nuestro, para que, por
la virtud de este sacramento, nos defiendas de to¬
dos los enemigos de alma y cuerpo, dándonos gra¬
cia en el tiempo presente y gloria en el futuro.
Secreta 3.a—(A elección del celebrante.)
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.

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MISAS
248

Comunión.—(Luc. 15.) Os digo que harán fiesta


losángeles de Dios por un pecador que haga pe¬
nitencia.
Poscomunión 1.a—Señor, vivifíquennos tus sa¬
cramentos que hemos recibido; y después de puri¬
ficarnos, prepárennos para tu eterna misericordia.
Por nuestro Señor Jesucristo...
Poscomunión 2.a—(Para pedir los sufragios de los
Santos.) Purifiquemos y defiéndanos el don ofre¬
cido del divino sacramento, como te lo rogamos,
bienaventurada y
Señor; y por la intercesión de la
gloriosa siempre Virgen Madre de Dios María, con
tus bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo y el
bienaventurado N., y todos los Santos, háganos
puros de toda perversidad y libres de toda adver¬
sidad.
Poscomunión 3.a—(A elección del celebrante.)

DOMINICA IV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ps. 26.) El Señor es mi luz y mi sal¬


vación: ¿a quién temeré? El Señor es el defensor
de mi vida: ¿de quién temblaré? Esos mis enemi¬
gos que me hostigan son los que flaquean y caen.
—(Ps. 26.) Aunque se ordenen ejércitos contra mí,
no temerá mi corazón.—V. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Te suplicamos, Señor, nos concedas
que el curso del mundo siga en paz a tus órdenes;
y que tu Iglesia se alegre con tranquila devoción.
Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con¬
tigo en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos
los siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a
Oración como en la dominica III, pág. 246.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Romanos
(8, 18-23.)—Hermanos: Estoy seguro de que los
padecimientos de este tiempo no son comparables
a la
gloria futura que se va a descubrir para nos¬
otros. Porque el esperar de las criaturas es espe¬
rando la manifestación de los hijos de Dios: como
quiera que las criaturas fueron sometidas a la va-

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DOMINICA IV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 249

nidacl (y capricho de los hombres), no de suyo, sino


por el que las sometió, en esperanza. Porque las
criaturas mismas serán también libertadas de la
servidumbre de la corrupción para la libertad de
la gloria de los hijos de Dios. Porque sabemos que
todas las criaturas gimen a una, y a una están con
dolores como de parto hasta ahora. Ni ellas sólo,
sino también nosotros mismos, que tenemos las pri¬
micias del espíritu: nosotros mismos también gemi¬
mos dentro de nosotros esperando la adopción de

hijos, la redención del cuerpo nuestro. (Según esta


Epístola, toda la, creación, y nosotros más que nadie,
está deseando un estado mejor de libertad, que vendrá
cuando se revele a los fieles la gloria.)
Gradual.—(Ps. y8.) Perdona, Señor, nuestros pe¬
cados; no sea que se diga entre los gentiles: ¿Dónde
está el Dios de ésos?—f. Ayúdanos, Dios Salvador
nuestro, y por la gloria de tu nombre, líbranos, Se¬
ñor. Aleluya. Aleluya.—(Ps. g.) Oh Dios, que es¬
tás sentado sobre el trono y juzgas según justicia,
sé el amparo del pobre en la tribulación. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(y, 1-11).—Al echarse las turbas hacia él para oír
la palabra de Dios, estaba él de pie junto al lago
de Genesaret, y vió dos barcas que estaban a la
orilla del lago, y los pescadores habiendo bajado de
ellas, estaban lavando las redes. Metiéndose, pues,
en una de las barcas, que era de Simón, le rogó

que las retirase un poco de tierra, y sentándose,


empezó a enseñar desde la barca a las turbas. Mas
luego que acabó de hablar, dijo a Simón: Rema
adentro y echad vuestras redes a pescar. Y respon¬
diendo Simón, le dijo: Maestro, toda la noche he¬
mos estado trabajando, y no hemos cogido nada.
Pero en tu palabra (porque lo dices) echaré la red.
Y haciendo así, recogieron una gran abundancia de
peces, como que se les rompía la red. Entonces hi¬
cieron señas a los compañeros suyos que estaban
en la otra nave para que viniesen a ayudarlos: y
vinieron y llenaron las dos lanchas, tanto que casi

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MISAS

se hundían. Al ver esto Simón Pedro, cayó de ro¬


dillas a pies de Jesús, diciendo: Sepárate de mí,
los
Señor, porque yo soy un pecador. Porque a él y a
todos los que con él estaban los tenía sobrecogidos
el estupor por aquella pesca en que habían cogido
tantos peces. Y lo mismo sucedía a Santiago y a
Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de
Simón. Pero Jesús dijo a Simón: No te asustes:
desde hoy tendrás que ser pescador de hombres.
Y habiendo arrimado las lanchas a tierra, dejadas
todas las cosas le siguieron.

Ofertorio.—(Ps. 12.) Alumbra mis ojos, a fin de


que no duerma yo jamás el sueño de la muerte;
no sea
que alguna vez diga el enemigo; He preva¬
lecido contra él.
Secreta 1.a—Señor, aplácate al recibir nuestras
ofrendas; y sujeta propicio a ti aun nuestros más
rebeldes deseos. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.
Comunión.—(Ps. 17.) El Señor es mi firmeza,
mi asilo y mi libertador. Dios mío, auxiliador mío.
Poscomunión 1.a—Señor, te rogamos que nos pu¬
rifiquen los sacramentos recibidos, y con su virtud
nos defiendan. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.

DOMINICA V DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ps. 26.) Oye, Señor, mi voz, con que


teinvoco; sé mi auxiliador; no me dejes, ni me re¬
chaces, Dios Salvador mío.—(Ps. 26.) El Señor es
mi luz y mi salvación; ¿a quién temeré?—y. Glo¬
ria al Padre...
Oración 1.a—Oh Dios, que tienes preparados
para los que te aman bienes invisibles, infunde en
nuestros corazones el afecto de tu amor; para que,
amándote a ti en todo y sobre todo, alcancemos tus

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DOMINICA V DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 251

promesas, que superan cuanto podemos desear. Por


nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a
Oración como en la dominica III, pág. 246.
Epístola de San Pedro Apóstol (I, 3, 8-15).—Ca¬
rísimos: Sed todos unánimes en la oración, compa¬
sivos, bien hermanados, misericordiosos, modestos,
humildes, no volviendo mal por mal, ni injuria por
injuria, sino al contrario, bendiciendo, como que a
eso habéis sido llamados, a heredar bendición. Por¬
que quien quiere amar la vida y ver días buenos,
refrene su lengua de lo malo, y sus labios para que
no hablen dolo; desvíese de lo malo y obre lo bue¬
no; busque la paz y vaya en pos de ella: porque
los ojos del Señor están sobre los justos, y sus oídos
sobre sus plegarias; pero el rostro del Señor contra
los que obran mal. ¿Y quién habrá que os dañe,
si sois celosos de lo bueno? Y si padecéis por la
justicia, dichosos vosotros. No temáis de miedo de
ellos, ni os conturbéis, sino santificad a Cristo Se¬
ñor en vuestros corazones.

Gradual.—(Ps. 83.) Oh Dios, protector nuestro,


mira y pon los ojos en tus siervos.—f. Señor Dios
de los ejércitos, oye las oraciones de tus siervos.
Aleluya.—(Ps. 20.) Señor, el rey se alegra en tu
fuerza, colma de gozo en tu socorro. Aleluya.
se
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(5, 20-24).—En aquel tiempo, dijo Jesús a sus dis¬
cípulos: Os aseguro que, si vuestra justicia (santi¬
dad) no sobrepuja a la de los Escribas y Fariseos,
no vais a entrar en el reino de los cielos. Habéis
oído que se dijo a los antiguos: No matarás, y el
que matare seráreo de juicio. (Es decir, será lleva¬
do al tribunalpara que le apliquen su castigo.) Pero
os
digo que todo el que se aira contra su hermano,
será reo ante el juez; y el que diga a su hermano:
simple (cabeza vacía, raca), será reo ante el sanhe-
drín; y el que le diga: fatuo, será reo de gehena del
fuego. (Porque fatuo, entre los judíos, designaba algo
así como apóstata). Si, pues, estás ofreciendo ante
el altar tu ofrenda y te acuerdas entonces que tu

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MISAS
252

hermano tiene algo contra ti, deja allí ante el altar


tu ofrenda y vete primero a reconciliarte con tu
hermano, y entonces vuelve y ofrece tu ofrenda.
Ofertorio.—(Ps. 15.) Bendigo al Señor, que me
ha dado juicio. Yo contemplo siempre al Señor
como a quien está a mi diestra para sostenerme.

Secreta 1.a—Sé propicio, Señor, a nuestras súpli¬


cas; y acepta benigno estas ofrendas de tus siervos
y siervas; para que lo que cada uno haya obtenido
para gloria de tu nombre, aproveche para la salva¬
ción de todos. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.
Comunión.—(Ps. 26.) Una sola cosa he pedido
al Señor, ésta solicitaré: poder morar en la casa del
Señor todos los días de mi vida.
Poscomunión 1.a—Señor, a los que has saciado
con tu regalo celestial, te rogamos nos concedas ser
purificados de nuestros pecados ocultos, y libres de
las asechanzas de los enemigos. Por nuestro Señor
Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.

DOMINICA VI DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ps. 2j.) El Señor es la fortaleza de


su pueblo, la ciudadela de las salvaciones de su
Ungido. Salva, Señor, a tu pueblo y bendice tu he¬
redad y rígelos por toda la eternidad.—(Ps. 2j.)
A ti, Señor, clamaré: no calles a mis ruegos, Dios
mío; porque no haciendo tú caso de mí, me ase¬
mejaré a los que bajan a la tumba.—f. Gloria al
Padre...
Oración 1.a—Oh Dios de las virtudes, de quien
es todo lo bueno: implanta en nuestros corazones
el amor de tu nombre, y concédenos aumento de
religión, para que fomentes todo lo bueno, y fo¬
mentado, lo conserves con el amor a la piedad. Por
nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo

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DOMINICA VI DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 253

en unidad del Espíritu Santo, Dios


por todos los
siglos de los siglos. Amén.
La
2.ay3.aOración como en la Dominica III,pág. 246.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Romanos
(6, 3-11).—Hermanos: ¿No sabéis que cuantos he¬
mossido bautizados para
Cristo Jesús, en orden a
sumuerte, hemos sido bautizados para su muerte?
Hemos sido, pues, sepultados con él por el bautis¬
mo
para la muerte, a fin de que, así como Cristo
resucitó de entre los muertos por la gloria del Pa¬
dre, así también nosotros caminemos en vida nue¬
va. Porque si, incorporados a él, hemos sido seme¬
jantes en su muerte, sin duda lo seremos también
en su resurrección: si tenemos
presente que el viejo
hombre de nosotros (lo que teníamos de Adán) fué
con él crucificado, para que
quede deshecho el cuer¬
po del pecado, a fin de que en adelante no seamos
esclavos del pecado. Porque el que ha muerto (por
el bautismo) ha sido justificado del pecado. Y
si
hemos muerto con Cristo, creemos que con él tam¬
bién viviremos: sabiendo que Cristo, resucitado de
entre los muertos, ya no muere, la muerte ya no le
domina. Porque morir, murió por el pecado una
sola vez por todo; mas vivir, vive Dios. Así
para
también vosotros, haceos cuenta de estáis
que
muertos para el pecado, pero vivos para Dios en
Cristo Jesús, Señor nuestro.
Gradual.—(Ps. 8g.) Vuélvete a nosotros, Señor,
y aplácate con tus siervos.—y. Señor, eres para
nosotros refugio, de generación en generación. Ale¬
luya. Aleluya.—(Ps. 30.) Oh Señor, en ti espero:
no
quede yo para siempre confundido; sálvame y
líbrame por tu justicia; inclina a mí tus oídos; acu¬
de pronto a librarme. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Marcos
(8, i-g).—En aquel tiempo: Siendo mucha la gente
que estaba con Jesús, y no teniendo qué comer,
llamó a sus apóstoles y les dijo: Me da compasión
de esta gente; porque ya hace tres días que están
conmigo y no tienen qué comer. Y si los despido

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MISAS
254

sin comer a sus casas, van a desfallecer en el cami


no.
Porque algunos de ellos vienen de lejos. Y sus
discípulos le replicaron: ¿Y de dónde vamos a sacar
en el desierto panes suficientes para saciar a éstos?
Preguntóles él: ¿Cuántos panes tenéis? Y dijeron:
Siete. Entonces mandó a la gente sentarse sobre el
suelo. Y tomando los siete panes, habiendo dado
gracias, los partió y fué dando a sus discípulos para
que los fuesen sirviendo, y los sirvieron a la gente.
Tenían también unos cuantos pececillos; y bendi-
ciéndolos, mandó servirlos. Y comieron y se harta¬
ron
y recogieron las sobras de los pedazos, siete es¬
puertas. Y eran los que habían comido como cua¬
tro mil. Y los despidió.
Ofertorio.—(Ps. 16.) Asegura mis pasos en tus
senderos, a fin de que mis pies no resbalen: inclina
hacia mí tus oídos y escucha mis palabras. Haz bri¬
llar tus misericordias, oh Salvador de los que espe¬
ran en ti.
Secreta 1.a—-Vuélvete propicio, Señor, a nuestras
súplicas, y acepta benigno estas ofrendas de tu
pueblo; y nadie vea frustrado su deseo, ni
para que
desoída su oración, concédenos conseguir eficaz¬
mente lo que pedimos con confianza. Por N. S. J. C...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.
Comunión.—(Ps. 26.) Estaré alrededor de su ta¬
bernáculo, inmolando sacrificios de júbilo; cantaré
y entonaré himnos al Señor.
Poscomunión 1.a—Nos hemos llenado, Señor, de
tus regalos; te rogamos nos concedas que por su
eficacia seamos purificados, y por su auxilio defen¬
didos. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Pose, como en la dom. III, página 248.
DOMINICA VII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ps. 46.) Naciones todas, aplaudid;


aclamad a Dios con voz de júbilo.—(Ps. 46.) Por¬
que excelso es el Señor y terrible: Rey grande sobre
toda la tierra.—y. Gloria al Padre...

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DOMINICA VII DESPUÉS DE PENECOSTÉS 255

Oración 1.a—Oh Dios, cuya providencia jamás se


engaña en sus disposiciones: te rogamos suplicantes
que apartes de nosotros todo lo dañoso y nos con¬
cedas todo lo provechoso. Por nuestro Señor
Jesu¬
cristo, que vive y reina contigo en unidad del Es¬
píritu Santo, Dios por todos los siglos de los
siglos. Amén.
La
2.a y 3.a Oración como en la dominica
III, pág. 246.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Romanos
(6, ig-23).—Hermanos: Os digo cosas humanas por
la debilidad de vuestra carne; es a
saber, que como
prestasteis vuestros miembros a la inmundicia y a
la iniquidad para la iniquidad, así
prestéis ahora
vuestros miembros como siervos a la justicia para
la santificación. Porque cuando erais esclavos del
pecado, erais ajenos de la justicia. ¿Qué fruto, pues,
lográbais entonces de las cosas de que ahora os son¬
rojáis? Porque el remate de ellas es muerte. Mas
ahora, libertados del pecado, pero esclavizados a
Dios, tenéis el fruto vuestro para santificación, y
al fin vida eterna. Porque la paga
del pecado es
muerte; mas la dádiva de Dios, vida eterna en Cris¬
to Jesús, Señor nuestro.
Gradual.—(Ps. 33.) Venid, hijos, escuchadme; yo
os enseñaré el temor del
Señor.—y. Acercaos a él,
y seréis iluminados; no se cubrirán de vergüenza
vuestros rostros. Aleluya.
Aleluya.—(Ps. 46.) Pue¬
blos todos, aplaudid; aclamad a Dios con voces de
júbilo. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(y, 13-21).—Dijo Jesús a sus discípulos: Guardaos
de los falsos profetas, que
os vienen con vestidos
de ovejas, siendo así
que por dentro son lobos ra¬
paces. No es buen árbol el que da malos frutos, ni
malo el que da buen fruto. Por sus frutos los cono¬
ceréis. ¿Acaso cogen uvas de los espinos, ni higos
de los abrojos? Así, todo árbol bueno da buenos
frutos; pero el árbol malo da malos frutos. Todo
árbol que no dé buenos frutos, será cortado y arro¬
jado al fuego. Los conoceréis, pues, por sus frutos.

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MISAS
256

No todos los que rae dicen: ¡Señor, Señor! van a


entrar en el reino de los cielos. Sino el que hace la
voluntad de mi Padre, que está en los cielos, ése
entrará en el reino de los cielos.
Ofertorio.—(Dan. 3.) Como recibías el holocaus¬
to de los carneros y sacrificios de mi¬
toros, y los
llares de corderos cebados, así sea hoy agradable
nuestro sacrificio en tu presencia, puesto que jamás
quedan confundidos los que en ti confían, Señor.
Secreta 1.a—Oh Dios, que sellaste la diversidad
de víctimas de la ley antigua con la perfección de
un sacrificio único: recibe este sacrificio de tus de¬
votos siervos y santifícalo con tu bendición, como
los dones de Abel, para que lo que cada uno ha ofre¬
cido para gloria de tu majestad aproveche a todos
para su salvación. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.
Comunión.—(Ps. 30.) Inclina tu oído; corre a
librarme.
Poscomunión 1.a—Oh Señor, que tu acción me¬
dicinal nos libre, por tuclemencia, de nuestras per¬
versidades y nos conduzca a nuestro deber. Por
nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.

DOMINICA VIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ps. 47.) Hemos recibido, oh Dios, tu


misericordia en medio de tu templo; como lo me¬
rece tu nombre, oh Dios, así tu alabanza resuena

hasta los términos de la tierra: tu diestra está llena


de justicia.—(Ps. 47.) Grande es el Señor, y digní¬
simo de alabanza en la ciudad de nuestro Dios, en
su monte santo.—y. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Te rogamos, Señor, nos concedas
siempre propicio espíritu de pensar lo que es recto,
y de hacerlo; para que los que no podemos existir
sin ti, podamos vivir según tu voluntad. Por núes-

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DOMINICA VIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 257

tro Señor Jesucristo, vive


que y reina contigo en
unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos
de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a
Oración como en la dominica III, pág. 246.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Romanos
(8, 12-ij).—Hermanos: Deudores somos, no a la
carne, para vivir según la carne. Porque si vivís
según la carne, vais a morir. Mas si con el espíritu
mortificáis las obras de la carne, viviréis. Porque
todos los que son movidos por Espíritu de Dios,
esos son
hijos de Dios. Porque no habéis recibido
de nuevo espíritu de esclavitud para temer, sino
que habéis recibido espíritu de adopción de hijos,
con el cual decimos a voces: Abba, Padre. El Es¬
píritu mismo atestigua, a una con con el espíritu
nuestro, que somos hijos de Dios. Y si hijos, tam¬
bién herederos: herederos de Dios, coherederos de
Cristo, si padecemos con él para ser también con
él glorificados.
Gradual.— (Ps. 30.) Sé para mí un Dios protec¬
tor y un
alcázar de refugio para ponerme en salvo.
—y. Oh Dios, en ti espero; Señor, no quede yo para
siempre confundido. Aleluya. Aleluya.—(Ps. 47.)
Grande es el Señor, y dignísimo de alabanza en la
ciudad de nuestro Dios, en su monte santo. Aleluya
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(16, 1-9).—Dijo Jesús a sus discípulos esta pará¬
bola: Erase un hombre rico que tenía un adminis¬

trador, de quien le denunciaron que debía estar


malbaratando sus bienes. Y habiéndole llamado, le
dijo: ¿Qué es eso queoigo de ti? Dame cuenta de
tu administración.
Porque ya no vas a seguir ad¬
ministrando. Y dijo para sí el administrador: ¿Qué
voy a hacer ahora que mi amo me quita la adminis¬
tración? Cavar no puedo, mendigar me da vergüen¬
za... Ya sé lo que voy a hacer para que, cuando me

quiten la administración, me reciban en sus casas.


Y llamando uno por uno a todos los deudores de su
amo, dijo al primero: ¿Cuánto debes a mi amo? Y
él le dijo: Cien batos de aceite.
(Bato y cado tienen,
9
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MISAS
258

según unos, 20,según otros, 30 litros.) Y le dijo:


Toma tu recibo y siéntate y escribe pronto: cin¬
cuenta. En seguida dijo a otro: Y tú ¿cuánto de¬
bes? Y él le dijo: Cien coros de trigo. (Coro es, se¬
gún unos, 200, según otros, 393 litros.) Y le dijo:
Toma tu recibo y escribe: ochenta. Y alabó el amo
al inicuo administrador, porque obró sagazmente;
porque los hijos de este siglo (los hombres munda¬
nos) son más sagaces entre sí, que los hijos de la
luz. También yo os digo: Procuraos amigos con la
riqueza inicua, para que cuando os falte os acojan
en las moradas eternas.

Ofertorio.—(Ps. iy.) Tú salvarás al pueblo hu¬


milde yhumillarás los ojos altaneros. Porque ¿quién
es Dios fuera de ti, Señor?
Secreta 1.a—Te rogamos, Señor, que aceptes las
ofrendas que de lo que tú nos regalas, te ofrecemos;
para que estos sacrosantos misterios, por obra y
virtud de tu gracia, nos santifiquen en el camino
de la vida presente, y nos conduzcan a los gozos
sempiternos. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dom. III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.
Comunión.—(Ps, 33.) Gustad y ved cuán suave
es el Señor; bienaventurado el hombre que en él
confía.
Poscomunión 1.a—Sea, Señor, el celestial sacra¬
mento para nosotros reparador de nuestra alma y
nuestro cuerpo, para que sintamos los efectos de
aquél cuyos cultos celebramos. Por nuestro Señor
Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.

DOMINICA IX DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ps. 33.) Mirad cómo Dios me ayuda


y elSeñor es el sostén de mi alma: revuelve sobre
mis enemigos los males y, según tu palabra, exter¬
mínalos, Señor, protector mío.-^-fPs. 33.) Sálvame,

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dominica ix después de pentecostés 259

oh Dios, por tu nombre, y líbrame con tu poder.—


y. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Abranse, Señor, los oídos detu mi¬
sericordia nuestros suplicantes ruegos, y para
a
que
concedas a los que piden lo
que desean, haz que
pidan lo que te agrade. Por nuestro Señor Jesucris¬
to, que vive y reina contigo en unidad del
Espíritu
Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración
como en la dom. III, pág. 246.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios
(i, jo, 6-13).—Hermanos: No seamos ávidos de co¬
sas malas, como
aquéllos (los israelitas) lo fueron;
ni os hagáis idólatras, como
algunos de ellos, según
está escrito: Sentóse el
pueblo a comer y beber, y
levantáronse a danzar (ante el becerro de oro). Ni
forniquemos, como algunos de ellos fornicaron, y
cayeron en un solo día veintitrés mil. Ni tentemos
al Cristo, así como algunos de ellos le tentaron (du¬
dando de las promesas de
Dios), y perecieron a ma¬
nos del exterminador. Y
estas cosas les acontecie¬
ron a ellos en
figura, mas se escribieron para aviso
de nosotros, en quienes han venido a caer los fines
de los siglos (la
última edad, que es la mesiánica).
Así, pues, el que crea que está en pie, mire no cai¬
ga. Las tentaciones que os han cogido no pasan de
humanas. Y fiel es Dios, el cual no os
dejará ser
tentados sobre lo que podéis, antes dará,
junto con
la tentación, la salida, para que podáis sobrellevar.
Gradual.—(Ps. 8.) Señor, Señor nuestro, ¡cuán
admirable es tu nombre toda la
en
tierra!—y. Por¬
que tu majestad ensalzada sobre los cielos.
se ve
Aleluya. Aleluya.—(Ps. 58.) Líbrame, Dios mío,
de mis enemigos; defiéndeme de los
que se levan¬
tan contra mí. Aleluya. ..-tí#;.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(19, 41-47).—Cuando se acercaba Jesús a Jerusa-
lén, alver la ciudad rompió a llorar sobre ella, di¬
ciendo: Si también tú conocieras, al menos en este
día tuyo, lo que te había de traer la
paz, pero aho¬
ra se esconde de tus ojos. Porque van a venir sobre

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2 6o MISAS

ti días en echarán tus enemigos en torno de ti


que
trincheras, y tecercarán alrededor y te estrecharán
por todas partes. Y te arrasarán a ti y a tus hijos
dentro de ti; y no dejarán en ti piedra sobre pie¬
dra, por no haber reconocido el tiempo de tu visi¬
tación (de la visita que te ha hecho el Mesías). Y
entrando en el templo, comenzó a arrojar a los que
vendían y compraban en él, diciéndoles: Está es¬
crito que mi casa es casa de oración. Mas vosotros
la habéis hecho cueva de ladrones. Y estaba ense¬
ñando todos los días en el templo.
Ofertorio.—(Ps. 18.) Los mandamientos del Se¬
ñor son rectos y alegran los corazones. Los juicios
del Señor son más dulces que la miel y el panal.
Por eso tu siervo los guarda.
Secreta 1.a—Te rogamos, Señor, nos concedas
frecuentar dignamente estos misterios; porque
cuantas veces se celebra la conmemoración de este
sacrificio, se realiza la obra de nuestra redención.
Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.
Comunión.—(lo. 6.) El que come mi carne y bebe
mi sangre, mora en mí, y yo en él, dice el Señor.
Poscomunión 1.a—Te rogamos, Señor, que la co¬
munión de tu sacramento nos dé la pureza, y nos
conceda la unión. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.

DOMINICA X DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ps. 54.) Cuando clamé al Señor, oyó


mi voz, salvándome de los que me acechaban; el
que existe antes de todos los siglos y permanece
eternamente, los humilló. Coloca en el Señor tus
cuidados, y él te sustentará.—(Ps. 54.) Oye benig¬
no, oh Dios, mi oración, y no desprecies mi súplica;
atiéndeme y escúchame.—V. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Oh Dios, que manifiestas tu omni¬
potencia, sobre todo perdonando y apiadándote:
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DOMINICA X DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 2ÓI

multiplica en nosotros tu misericordia, para que,


corriendo tus promesas, nos hagas partícipes de
a
los bienes celestiales. Por nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina contigo en unidad del Espíritu
Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. III, pág. 246.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios
(I, 12, 2-11).—Hermanos: Sabéis que, cuando erais
gentiles, erais, como os llevaban, desviados a los
ídolos mudos. Por lo cual os notifico que ninguno
que hable con espíritu de Dios dice: Anatema Je¬
sús; y ninguno puede decir: Señor Jesús, sino con
Espíritu Santo. (El que maldice a Jesús, mal predi¬
cador-, el que le proclama Señor, predicador de Dios.)
Hay, en verdad, diversos géneros de gracias; pero
el espíritu es el mismo. Y hay diversos
géneros de
ministerios; pero el Señor es el mismo. Y hay di¬
versos
géneros de operaciones; pero Dios, que lo
obra todo en todos, es el mismo. Y a cada uno se
le da la manifestación del Espíritu para lo que con¬
venga. Porque a uno se le da por el Espíritu habla
de sabiduría; a otro, habla de ciencia, según el mis¬
mo Espíritu; a otro, fe en el mismo
Espíritu; a otro,
gracia de curaciones en el único Espíritu; a otro,
operaciones de milagros; a otro, profecía; a otro,
discernimiento de espíritus; a otro, diversidad de
lenguas; a otro, interpretación de lenguas. Pero to¬
das estas cosas las obra el único y mismo Espíritu,
que reparte en particular a cada uno como quiere.
Gradual.—(Ps, 16.) Guárdame, Señor, como a
las niñas de los ojos; ampárame bajo la sombra de
tus alas.—y. Brote mi sentencia de tu rostro, y
vean tus ojos mi rectitud. Aleluya. Aleluya. —
(Ps. 64.) A ti, oh Dios, se debe el himno en
Sión, y a ti se te presentarán los votos en Jerusa-
lén. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(18, 9-14).—Dijo Jesús algunos que, muy paga¬
a
dos de sí, como si fuesen
justos, despreciaban a los
demás, esta parábola: Subieron al templo dos hom-

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2Ó2 MISAS

bres a orar: el uno fariseo y el otro publicano. El


fariseo, de pie, oraba para sí de esta manera: Oh
Dios, te doy gracias porque no soy como los demás
hombres, rapaces, inicuos, adúlteros, ni tampoco
como este publicano; ayuno dos veces a la semana,
doy diezmos de todo cuanto poseo. En cambio, el
publicano, puesto de pie lejos, no se atrevía ni a
alzar los ojos al cielo, sino que dábase golpes de
pecho, diciendo: Oh Dios, compadécete de mí el pe¬
cador. Os aseguro que éste bajó justificado a su
casa, y no aquél. Porque todo el que se ensalza a
sí mismo será humillado, y el que a sí mismo se
humilla será ensalzado.
Ofertorio.—(Ps. 24.) A ti, Señor, levanto mi co¬
razón; en ti, mi Dios, confío; no quede confundido,
ni mis enemigos se burlen de mí; pues los que es¬
peran en ti no quedan confundidos.
Secreta 1.a—Señor, sean para ti las ofrendas que
los fieles te dedican, las cuales quieres que sirvan a
un mismo tiempo para honor de tu nombre y para
remedio nuestro. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.
Comunión.—(Ps. 50.) Señor, aceptarás sacrificio
de justicia, ofrendas y holocaustos sobre tu altar.
Poscomunión 1.a—Te rogamos, Señor Dios nues¬
tro, que no destituyas benigno de tus auxilios a los
que no cesas de reparar con tus divinos sacramen¬
tos. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 284.

DOMINICA XI DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ps. 67.) Dios está en su lugar santo:


Dios que da el vivir unánimes dentro de una casa:
él mismo dará virtud y fortaleza a su pueblo.—
(Ps. 67.) Levántese Dios, y sean disipados sus ene¬
migos, y huyan de su presencia los que le aborre¬
cen.---y. Gloria al Padre...

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DOMINICA XI DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 263

Oración 1.a—Omnipotente sempiterno Dios,


y
que con la abundancia de tu piedad excedes los
méritos y deseos de los que
suplican: derrama sobre
nosotros tu misericordia, para que perdones lo que
teme nuestra conciencia
y concedas lo que no se
atreve a decir nuestra oración. Por nuestro Señor
Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del
Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los si¬
glos. Amén.
La 2.a y 3.a
Oración como en la dom. III pág. 246.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios
(I, 13, 1-10).—Hermanos: Os recuerdo el Evange¬
lio que os evangelicé y que abrazasteis, y en el que
os mantenéis, y por el que os salváis, si lo retenéis
del modo en que os evangelicé, a no ser que hayáis
creído en (que creáis que es vana la fe). Por¬
vano

que os enseñé, en primer lugar, lo que yo mismo


(directamente de Dios) aprendí: que Cristo murió
por nuestros pecados, según las escrituras; y que
fué sepultado: y que resucitó al tercer día, según
las escrituras; y que fué visto por Cefas;
después,
por los Doce. (Aunque eran once, a los Apóstoles les
llamaban dos Doce»). Después fué visto por más de
quinientos hermanos de una vez, de los cuales los
más viven todavía, aunque algunos han muerto.
Después fué visto por Santiago; después, por todos
los Apóstoles. Ultimamente, después de todos,
como por el aborto, fué visto también por mí.
Porque yo soy el menor de los apóstoles, que no
soy digno de ser apóstol, porque perseguí a la
Iglesia de Dios. Mas por gracia de Dios soy lo
que soy, y la gracia de él, la que me dió a mí,
no ha resultado
vana, antes bien, he trabajado más
que todos ellos, bien que no yo, sino la gracia dé
Dios conmigo.
Gradual.—(Ps. 27.) En Dios esperó mi corazón,
y ha sido socorrido; y ha reflorecido mi carne; le
alabaré de corazón.—f. A ti, Señor, clamaré: Dios
mío, no calles a mis ruegos, ni te retires de mí. Ale¬
luya. Aleluya.—(Ps. 80.) Alabad a Dios, nuestro
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264 MISAS

protector; celebrad con júbilo al Dios de Jacob: en¬


tonad salmos alegres con la cítara. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Marcos
(7, 31-37).—Salió Jesús de los confines de Tiro, y
por Sidón vino al mar de Galilea, entre los térmi¬
nos de la Decápolis. Y le trajeron un sordomudo, y

le rogaban que le impusiese sus manos. Y sacándole


aparte de la turba, le metió sus dedos en los oídos,
y con su saliva tocó su lengua, y mirando al cielo
exhaló un gemido, y le dijo Effeta, que significa:
A brete. Y al punto se abrieron sus oídos, y se soltó
el impedimento de su lengua, y hablaba bien. Man¬
dóles que no lo dijesen a nadie; pero cuanto más
él mandaba, más ellos lo publicaban y tanto más
se maravillaban, diciendo: Todo lo ha hecho bien;
ha hecho oír a los sordos y hablar a los mudos.

Ofertorio.—(Ps. 29.) Te glorificaré, Señor, por¬


que me has acogido, y no has dejado que mis ene¬
migos se rían de mí: Señor, he clamado a ti, y me
has salvado.
Secreta 1.a—Te rogamos, Señor, que vuelvas pro¬
picio tus ojos servidores, para que la ofrenda
a tus
que te presentamos sea don aceptable para ti y
auxilio de nuestra fragilidad. Por nuestro Señor Je¬
sucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.

Comunión.—(Prov. 3.) Honra al Señor con tu


hacienda y con las primiciasde tus frutos; con eso
tus graneros se colmarán de abundancia, y rebo¬
sará el vino en tus lagares.
Poscomunión 1.a—Señor, te rogamos que por la
recepción de tu sacramento, experimentemos auxi¬
lio en nuestra alma y cuerpo, para que, salvos en
ambos, nos gloriemos de la plenitud del remedio
celestial. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.

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DOMINICA XII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 265

DOMINICA XII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

'Introito.—(Ps. 6g.) Oh Dios, atiende a mi soco¬


rro; corre, Señor, a ayudarme: queden confusos y
avergonzados mis enemigos, que quieren quitarme
la vida.—(Ps. 6g.) Retrocedan y confúndanse los
que me quieren mal.—f. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Omnipotente y misericordioso Dios,
de cuya bondad procede a tus fieles la gracia de
servirte digna y laudablemente, te rogamos nos
concedas correr sin tropiezo a tus promesas. Por
nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo
en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los

siglos de los siglos. Amén.


La 2.a y
3.a Oración como en la dom. III, pág. 246.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios
(II, 3, 4-g).—Hermanos: Tan grande confianza la
tenemos mediante Cristo para con Dios. No porque
de nosotros mismos seamos idóneos para pensar
cosa alguna como de nosotros mismos, sino
que
nuestra idoneidad viene de Dios; el cual también
nos hizo idóneos ministros del Nuevo Testamento,

no de letra (como el Antiguo), sino de espíritu: por¬

que la letra (si el espíritu no da fuerza) mata, mas


el espíritu vivifica. Porque si el ministerio de la
muerte (como fué el del Antiguo Testamento), gra¬
bado con letras en piedras, fué hecho con gloria,
tanto que no podían los hijos de Israel fijar la vista
en el rostro de Moisés por el lesplandor del rostro
de él, con ser deleznable, ¿cómo no será más glo¬
rioso el ministerio del espíritu (como el del Nuevo
Testamento)? Porque si el ministerio de la conde¬
nación fué gloria, mucho más sobrepuja en gloria
el ministerio de la justificación. (Prueba que es más
glorioso el ministerio de los apóstoles en el Nuevo
Testamento que el de Moisés y los sacerdotes en el
Antiguo Testamento.)
Gradual.—(Ps. 33.) Bendeciré al Señor en todo
tiempo: siempre en mis labios sus alabanzas.—

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266 MISAS

y. En el Señor se gloriará mi alma. Oiganlo los hu¬


mildes y consuélense. Aleluya. Aleluya.—(Ps. 87.)
Señor Dios mi salvador, día y noche estoy cla¬
mando en tu presencia. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(10, 23-37).—Dijo Jesús a sus discípulos: Dichosos
los ojos que ven lo que vosotros estáis viendo. Por¬
que yo os aseguro que muchos profetas y reyes de¬
searon ver lo que vosotros estáis viendo y no lo
vieron, y oír lo que estáis oyendo y no lo oyeron.
Adelantóse entonces un legista y tentándole, le
dijo: Maestro, ¿qué tengo que hacer para lograr la
vida eterna? Y él le dijo: ¿Qué está escrito en la
ley? A ver, lee. Y él respondiendo, dijo: Amarás al
Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu
alma y con todas tus fuerzas, y con toda tu mente,
y a tu prójimo como a ti mismo. Y le dijo: Bien
respondido; haz eso y vivirás. Mas él, queriendo
justificarse a sí mismo, dijo a Jesús: ¿Y quién es
mi prójimo? (Para que no se creyese que había ve¬
nido a preguntar sin ton ni son, resuelta la primera
pregunta, que parecía fácil, pone otra más difícil, la
segunda.) Y Jesús, tomando la palabra, dijo: Baja¬
ba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en ma¬
nos de ladrones, que le despojaron, le plagaron de

heridas, le dejaron medio muerto y se fueron. Y su¬


cedió que un sacerdote bajaba por el mismo cami¬
no, y le vió, pero pasó de largo. Pasó igualmente
un levita, y habiéndose aproximado, le vió y se

alejó. Mas un samaritano, que venía de camino,


vino a su lado, y viéndole, se movió a misericordia,
y acercándose, vendóle sus heridas, infundió en
ellas vino y aceite, le montó en su jumento, le llevó
a un mesón,
y allí le cuidó. Y al día siguiente sacó
dos denarios y se los dió al mesonero, diciéndole:
Ten cuidado de éste, y todo lo que gastes yo te lo
pagaré cuando vuelva. ¿Quién de estos tres te pa¬
rece que es prójimo a aquel que cayó en manos de
ladrones? Y dijo él: El que hizo a aquél misericor¬
dia. Y le dijo Jesús: Pues ve y haz tú lo mismo.

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DOMINICA XIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 267

Ofertorio.—(Ex. 32.) Moisés rogó al Señor Dios


suyo, diciendo: ¿Por qué, Señor, te enfadas con tu
pueblo? Apláquese tu ira; acuérdate de Abrahán,
de Isaac y de Jacob, tus siervos, a los cuales ju¬
raste dar una tierra que manase leche y miel. Con
esto se aplacó el Señor, y dejó el castigo que dijo
iba a dar a su pueblo.
Secreta 1.a—Te rogamos, Señor, atiendas propi¬
cio a la víctima que en tus sagrados altares presen¬
tamos; para que, alcanzando indulgencia para nos¬
otros, dé honor a tu nombre. Por nuestro Señor Je¬
sucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.

Comunión.—(Ps. 103.) La tierra se sacia del fru¬


to de tus obras, Señor; de la tierra haces salir el
pan y el vino que alegra el corazón al hombre, el
aceite que hace brillar su rostro y el pan que sos¬
tiene su vigor.
Poscomunión 1.a—Te rogamos, Señor, que la san¬
ta participación de este sacramento nos vivifique,
y nos sirva a un mismo tiempo de expiación y de¬
fensa. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.

DOMINICA XIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ps. y3.) Acuérdate, Señor, de tu


alianza, y no olvides para siempre las almas de tus
pobres. Levántate, Señor, y juzga tu causa, y no
olvides las súplicas de los que te buscan.—(Ps. y3.)
¿Por qué, oh Dios, nos has desechado hasta el fin?
¿cómo se ha encendido tu furor contra las ovejas
de tu dehesa?—T. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Omnipotente y sempiterno Dios,
danos aumento de fe, esperanza y caridad; y para
que merezcamos alcanzar tus promesas, haznos
amar tus preceptos. Por nuestro Señor Jesucristo,

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268 MISAS

que vive y reina contigo en unidad del Espíritu


Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. III, pág. 246.
Epístola del Apóstol San Pablo a los Gálatas
(3, 16-22).—Hermanos: Las promesas se dieron a
Abrahán y a su linaje. No dice: y a sus linajes,
como si se tratase de muchos, sino como de uno;

y a tu linaje, el cual es Cristo. Digo, pues, esto:


El testamento anteriormente formalizado por Dios
no lo invalida, hasta el punto de anular la prome¬

sa, la ley hecha cuatrocientos treinta años después.


Porque si la herencia (de las bendiciones a A brahán)
viene de la ley, luego no viene de la promesa. Aho¬
ra bien: a Abrahán por promesa se la dió Dios. ¿A
qué, pues, la ley? Fué añadida por causa de las
transgresiones, dispuesta por ángeles (los del Si-
naí), por mano de un mediador (Moisés), hasta
tanto que llegase el linaje a quien se había hecho
la promesa. Y es así que el mediador no es de uno
solo; mientras que Dios es uno solo. Luego la ley
¿está contra las promesas de Dios? De ninguna ma¬
nera. Porque si se hubiese dado ley que pudiese

vivificar, realmente por la ley sería la j usticia. Mas


la escritura lo encerró todo bajo el pecado (mani¬
festó que todos estaban bajo pecado), a fin de que la
promesa se diese, en virtud de la fe de Jesucristo,
a los creyentes.
Gradual.—(Ps.y3.) Acuérdate, Señor, de tu
alianza, y no olvides para siempre las almas de tus
pobres.—y. Levántate, Señor, y juzga tu causa:
ten presentes los ultrajes que han sufrido tus sier¬
vos. Aleluya. Aleluya.—(Ps. 8g.) Señor, eres para

nosotros un refugio, de generación en generación.


Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(iy, 11-ig).—Caminando Jesús a Jerusalén, pasa¬
ba por medio de Samaria y Galilea. En este cami¬
no, al entrar en una aldea, saliéronle diez leprosos,
los cuales se pararon de lejos. Y levantando la voz,
le dijeron: ¡Maestro Jesús, ten piedad de nosotros!
Cuando les vió, les dijo: Id y presentaos a los sacer-

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DOMINICA XIV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 269

dotes. Y ocurrió que, mientras iban, quedaron lim¬


pios. Entonces de ellos, viendo que había que¬
uno
dado limpio, volvió glorificando a grandes voces a
Dios. Y derribóse a sus pies, con la frente hasta el
suelo, dándole gracias. Precisamente éste era sama-
ritano. Y Jesús, hablando, dijo: ¿No han sido lim¬
piados los diez? Pues ¿dónde están los nueve? ¿No
ha habido quien vuelva a dar
gracias a Dios sino
este extranjero? Y le dijo a él: Levántate y vete;
tu fe te ha salvado.

Ofertorio.— (Ps. 30.) En ti, Señor, esperé. Dije:


tri eres mi Dios; en tus manos está mi suerte.
Secreta 1.a—-Vuélvete propicio, Señor, a tu pue¬
blo; vuélvete propicio a sus ofrendas, para que,
aplacado con esta oblación, nos des indulgencia y
nos concedas lo que pedimos.
Por nuestro Señor
Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.

Comunión.—(Sap. 16.) Señor, nos has dado el


pan del cielo, que contiene en sí todo deleite y
todo sabor de suavidad.
Poscomunión 1.a—Te suplicamos, Señor, que re¬
cibidos los celestiales sacramentos, adelantemos en
el aumento de nuestra redención. Por nuestro Se¬
ñor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.

DOMINICA XIV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ps. 83.) Mira, oh Dios protector nues¬


tro, y ve el rostro de tu Cristo; porque vale más que
mil días uno pasado en tus atrios.—(Ps. 83.) ¡Oh
cuán amable es tu tabernáculo, Señor de los ejér¬
citos! Mi alma suspira y desfallece por los atrios
del Señor.—f. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Te
suplicamos, Señor, guardes a tu
Iglesia con tu perpetua misericordia: y como sin ti

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MISAS
270

cae la humana mortalidad, líbrala siempre con tus


continuos auxilios del mal, y dirígela a la salva¬
ción. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y rei¬
na
contigo unidad del Espíritu Santo, Dios por
en
todos los siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. III, pág. 246.
Epístola del Apóstol San Pablo a los Gálatas
(5, 16-24).-—-Hermanos: Caminad en espíritu, y no
cumpliréis el apetito de la carne. Porque la carne
desea contra el espíritu, y el espíritu contra la car¬
ne: como que estas cosas son entre sí contrarias,

para que no hagáis todo aquello que queráis. Pero


si sois movidos del espíritu, no estáis bajo la ley
(bajo las penas de la ley). Ahora bien; manifiestas
son las obras de la carne, que son: fornicación, im¬

pureza, lascivia; idolatría, hechicería, enemistades,


contiendas, emulaciones, rencores, disensiones,ban¬
dos, sectas, envidias, homicidios, embriagueces,
glotonerías y otras semejantes a éstas: las cuales,
os digo desde ahora, como antes os tengo dicho,

que los que tales obras hacen, no heredarán el reino


de Dios. En cambio, el fruto del espíritu es: cari¬
dad, gozo, paz, longanimidad, benignidad, bondad,
fe, mansedumbre, continencia: contra tales cosas
no hay ley. Ahora bien; los de Cristo crucificaron la
carne, con las pasiones y concupiscencias.
Gradual.—(Ps. 117.) Mejor es confiar en el Se¬
ñor que confiar en el hombre.—y. Mejor es poner
la esperanza en Dios que ponerla en los príncipes.
Aleluya. Aleluya.—(Ps. g4.) Venid, regocijémonos
en el Señor; cantemos con júbilo las alabanzas del

Dios Salvador nuestro. Aleluya.


Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(16, 24-23).—Hijo Jesús a sus discípulos: Nadie
puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al
uno y amará al otro, o atenderá al uno y menos¬

preciará al otro. No podéis servir a Dios y a la ri¬


queza. Por eso os digo: no andéis inquietos por
vuestra vida, qué comeréis, ni por vuestro cuerpo,
qué vestiréis. ¿No es más el alma que la comida? y

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DOMINICA XIV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 27I

el cuerpo que el vestido? Mirad las aves del cielo,


que ni siembran, ni siegan, ni recogen en graneros,
y sin embargo, vuestro Padre celestial las alimenta.
¿No valéis vosotros más que ellas? Y quién de vos¬
otros, por más que se empeñe, puede añadir un
codo a su estatura? (o también: un minuto a su
edad?) Y ¿por qué habéis de estar inquietos acerca
de vuestro vestido? Considerad los lirios del campo
cómo crecen. No trabajan, no hilan; pero yo os ase¬
guro que ni Salomón en todo el esplendor de su
gloria se atavió como uno de ellos. Pues si las hier¬
bas del campo que hoy son y mañana van al hor¬
no, las viste Dios así, ¡cuánto más hará con vos¬
otros, hombres de poca fe! Por tanto, no andéis afa¬
nosos diciendo: ¿Qué vamos a comer, o qué vamos
a beber, o con qué nos vamos a cubrir? Por esas
cosas se inquietan las gentes. Ya sabe vuestro Pa¬
dre que necesitáis de todo eso. Buscad, pues, pri¬
mero el reino de Dios y su justicia, y todo eso se
os dará por añadidura.
Ofertorio.—(Ps. 33.) El ángel del Señor rodeará
a los que le temen, y les arrancará del peligro: gus¬
tad y ved cuán suave es el Señor.
Secreta 1.a—Te rogamos, Señor, nos concedas
que esta hostia saludable venga a ser purificación
de nuestros delitos, y propiciación de tu poder. Por
nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dom. III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.

Comunión.—(Matth. 6.) Buscad primero el reino


de Dios, y todas las demás cosas se os darán por
añadidura, dice el Señor.
Poscomunión 1.a—Oh Dios, que tus sacramentos
nos
purifiquen siempre y nos fortifiquen: y nos con¬
duzcan al fin de la salvación eterna. Por nuestro
Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.

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MISAS
272

DOMINICA XV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ps. 85.) Inclina, Señor, a mí tu oído


y escúchame! Salva, Dios mío, a tu siervo, que es¬
pera en ti. Señor, ten misericordia de mí, porque
todo el día clamo a ti.—(Ps. 85.) Alegra el alma
de tu siervo; hacia ti, Señor, levanto mi corazón.—
y. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Purifique, Señor, y defienda a tu
Iglesia tu incesante misericordia; y, pues ella sin
ti no puede subsistir salva, dirígela siempre con tu
favor. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y rei¬
na contigo en unidad del Espíritu Santo, Dios por
todos los siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. III, pág. 246.

Epístola de San Pablo Apóstol a los Gálatas


(5, 25-26; 6, 1-10).—Hermanos: Si vivimos de es¬
píritu, caminemos también con espíritu: no nos ha¬
gamos vanagloriosos, provocándonos unos a otros,
envidiándonos unos a otros. Aun cuando un hom¬
bre haya sido sorprendido en algún delito, vosotros,
los espirituales, instruidle con espíritu de manse¬
dumbre, considerándoos a vosotros mismos, no sea
que vosotros también seáis tentados. Sobrellevad
los unos las culpas de los otros, y así cumpliréis la
ley de Cristo. Porque si uno, siendo nada, se cree
ser algo, a sí mismo se engaña. Mas pruebe cada

uno su
propia obra, y entonces se gloriará, no con¬
tra otros, sino contra sí mismo solamente. (No des¬

preciará a los otros, sino a sí mismo, por sus defec¬


tos.) Porque cada cual llevará la propia carga. ( Verá,
sus
propios defectos.) Además, el que es catequiza¬
do en la palabra, dé lo suyo en los bienes al que le
catequiza. No os engañéis: de Dios nadie se ríe;
porque lo que el hombre sembrare, eso también
cosechará; pues quien siembra en su carne, de la
carne cosechará corrupción; pero quien siembra en
el espíritu, del espíritu cosechará vida eterna. Así
que, en obrando lo bueno, no decaigamos; porque,

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DOMINICA XV DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 273

no aflojando, cosecharemos. Por tanto, mientras


tenemos tiempo, hagamos el bien para todos, y ma¬
yormente para con los parientes
en la fe.
Gradual.—(Ps. gi.) Bueno alabar al Señor, y es
cantar salmos a tu
nombre, oh Altísimo.—V. Cele¬
brando por la mañana tu misericordia
y por la no¬
che tu verdad. Aleluya. Aleluya.—(Ps.
g4.) Porque
el Señor es el Dios grande
y el Rey más grande de
toda la tierra. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(y, 11-16).—Caminaba Jesús a una ciudad llamada
Naim (Naim significa la bella, la
agradable, la fér¬
til), y con él iban sus discípulos y mucha gente. Y
precisamente cuando se acercaba a las puertas de
la ciudad, sacaban a enterrar a un
difunto, hijo
único de su madre,
que además era viuda; y con
ella iba mucha gente.
Cuando el Señor la vió, se
conmovió por ella y
le dijo: No llores. Y se acercó
y agarró el féretro; y los que lo llevaban se pararon.
Y dijo: Joven,
yo te lo mando, levántate. Incorpo¬
róse el que estaba muerto
y comenzó a hablar, y
Jesús se lo dió a su madre. Todos se llenaron de
espanto, y comenzaron a engrandecer a Dios, di¬
ciendo: Un gran Profeta ha surgido entre nosotros;
y Dios ha visitado a su pueblo.
Ofertorio.—(Ps. 39.J Con ansia he estado aguar¬
dando al Señor; me ha mirado y escuchado mis sú¬
plicas y ha puesto en mis labios un cántico nuevo,
un himno a nuestro Dios.
Secreta 1.a—Señor, que tus sacramentos nos
guardeny nos defiendan siempre contra los asaltos
del demonio. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.
Comunión.—(lo. 6.) El pan que os daré es mi
carne, para salvación del mundo.
Poscomunión 1.a—Te rogamos, Señor, que los
efectos del regalo celestial que hemos recibido, do¬
minen nuestros cuerpos
y nuestras almas, para que

Biblioteca Nacional de España


MISAS
274

no
prevalezca en nosotros la sensualidad, sino siem¬
pre la fuerza del sacramento. Por nuestro Señor Je¬
sucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.

DOMINICA XVI DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ps. 83.) Señor, ten misericordia de


mí, porque no ceso de clamar a ti todo el día; por¬
que tú. Señor, eres suave y benigno y de gran cle¬
mencia para con todos los que te invocan.—(Psal-
mo
85.) Inclina a mí tu oído, Señor, y escúchame,
porque soy pobre y miserable.—y. Gloria al Padre..
Oración 1.a—Te rogamos, Señor, que tu gracia
nos
preceda siempre y acompañe, y nos haga con¬
tinuamente ejercitarnos en buenas obras. Por nues¬
tro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en
unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos
de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. III, pág. 246.

Epístola de San Pablo Apóstol a los Efesios


(3, 13-21).—Hermanos: Os suplico que no os apo¬
quéis en las tribulaciones que tengo por vosotros,
las cuales son gloria vuestra: por eso doblo mis ro¬
dillas ante el Padre del Señor nuestro Jesucristo,
de quien toma nombre toda paternidad en los cie¬
los y la tierra, para que os conceda, según las ri¬
quezas de su gloria, que seáis con virtud corrobo¬
rados por su espíritu en el hombre interior, a fin
de que Cristo more, por la fe, en vuestros corazo¬
nes, estando vosotros arraigados y cimentados en
caridad; para que logréis abarcar, con todos los san¬
tos, cuál es la anchura y la longura, y la alteza y
la profundidad (del misterio de la redención), y co¬
nocer la caridad de Cristo, que supera el conoci¬

miento, para que seáis llenos de toda la plenitud


de Dios. Y a que puede hacer con exceso so¬
aquel
bre todas las más de lo que pedimos o enten¬
cosas

demos, con la virtud que obra en nosotros, a él la

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DOMINICA XVI DESPUÉS DE PENTECOSTÉS Í75

gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las


edades del siglo de los siglos. Amén.
Gradual.—(Ps. 101.) Señor, las naciones temerán
tu nombre, y todos los
reyes de la tierra tu gloria.
—y. Porque el Señor edificará a Sión y se reve¬
lará en su majestad.
Aleluya. Aleluya. Aleluya.—
(Ps. 97.) Cantad al Señor un cántico nuevo; porque
el Señor ha obrado maravillas.
Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(14, 1-11).—Entrando Jesús en casa de un prínci¬
pe de los fariseos un sábado el pan, ellos a comer
le estaban observando. Precisamente estaba delan¬
te de él un hidrópico. Y dirigiéndose
Jesús a los
legistas y fariseos, les dijo: ¿Es lícito curar en sá¬
bado? Y ellos se callaron. Mas él le cogió, le sanó
y
le despachó. Y dirigiéndose a ellos, dijo: ¿Quién de
vosotros, si se le cae un asno o un buey a un pozo,
no le saca en
seguida
el mismo sábado? Y no
en
podían replicarle a esto. Y reparando cómo anda¬
ban eligiendo los primeros
puestos, ponía una pa¬
rábola a los convidados, diciéndoles: Cuando seas
convidado a bodas, no te pongas en el
primer pues¬
to, no sea que haya sido convidado otro más digno
que tú, y el que te ha convidado a ti y a él venga
y te diga: Deja sitio a éste; y entonces vayas con
vergüenza a ocupar el último lugar. Al contrario,
cuando seas convidado, ve y siéntate en el último
sitio, para que cuando venga el que te convidó, te
diga: Amigo, sube más arriba; y con eso tendrás
gloria delante de todos los que están sentados con¬
tigo. Porque todo el que se ensalza a sí mismo será
humillado, y el que se humilla a sí mismo será en¬
salzado.
Ofertorio.—(Ps. 3g.) Señor, vuelve a mí tus ojos
para socorrerme; queden confundidos y avergonza¬
dos cuantos buscan cómo quitarme la vida.
Señor,
atiende a socorrerme.
Secreta 1.a—Te rogamos, Señor, que nos purifi¬
ques por la virtud de este sacrificio; y haz, miseri-

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MISAS
276

cordioso con nosotros, que merezcamos participar


de él. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Virgen, pág. 146.
Comunión.—(P yo.) De tu sola justicia, Señor,
.

me acordaré; oh Dios, me has instruido desde mi

juventud; hasta mi vejez y decrepitud, oh Dios, no


me desampares.

Poscomunión 1.a—Te rogamos, Señor, que puri¬


fiques benigno nuestras almas, y las renueves con
tus celestiales sacramentos; para que además logre¬
mos a un mismo tiempo el auxilio presente y futuro
para nuestros cuerpos. Por nuestro Señor Jesucristo
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.

DOMINICA XVII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ps. 118.) Justo eres, Señor, y rectos


son tus juicios; trata a tu siervo conforme a tu mi¬
sericordia.—(Ps. 118.) Dichosos los inmaculados en
su proceder, que andan siguiendo la ley del Señor.

—y. Gloria al Padre...


Oración 1.a—Te rogamos, Señor, concedas a tu
pueblo evitar el contagio del demonio, y seguirte
con pura conciencia a ti, solo Dios. Por nuestro Se¬

ñor Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad


del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los
siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. III, pág. 246.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Efesios
(4, 1-6).—Hermanos: Os exhorto yo, preso por el
Señor, a caminar de un modo digno de la vocación
con que fuisteis llamados, con toda humildad de co¬

razón y mansedumbre, con paciencia, sufriéndoos


unos a otros con caridad, cuidando de conservar la
unidad del espíritu en el vínculo de la paz. Un solo
cuerpo y un solo espíritu, así como fuisteis también
llamados en una sola esperanza de vuestro llama¬

miento: un solo Señor, una sola fe, un solo bautis-

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DOMINICA XVII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 277

mo: un solo Dios y Padre de


todos, el cual es sobre
todos, y (obra) por medio de todos, y
(está) en todos.
Gradual.—(Ps. 32.) Feliz la nación cuyo Dios es
el Señor; el pueblo a quien escogió el Señor por he¬
rencia propia.—y. Por la
palabra del Señor se fun¬
daron los cielos,
y por el soplo de su boca todo su
concierto. Aleluya. Aleluya.—y. (Ps. 101.) Escu¬
cha, Señor, mis ruegos; y llegue hasta ti mi clamor.
Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio
según San Mateo
(22, 35-45).—Le preguntó uno de aquellos fariseos,
doctor de la ley, tentándole:
Maestro, ¿cuál es el
mandamiento grande en la
Ley? Díjole Jesús: Ama¬
rás al Señor tu Dios de todo tu corazón
y de toda
tu alma y
de toda tu mente. Este es el más grande
mandamiento y el primero. Y el
segundo es igual a
éste: Amarás a tu
prójimo como a ti mismo. De
estos dos mandamientos pende toda la
ley y los
profetas (la doctrina de los profetas). Reunidos de
nuevo los
fariseos, les preguntó Jesús. Dice: ¿Qué
os parece del
Mesías? ¿de quién es hijo? Dícenle:
De David. Díceles: Entonces
¿cómo David, inspi¬
rado por el
Espíritu, le llama Señor, diciendo: Dijo
el Señor a mi
Señor, siéntate a mi diestra hasta que
ponga a tus enemigos como escabel de tus pies? Si,
pues, David le llama Señor, ¿cómo es su
hijo?
Ofertorio.—(Dan. 9.) Yo, Daniel, he orado a mi
Dios, diciéndole: Señor, oye las súplicas de tu sier¬
vo; que tu divina faz resplandezca en tu santua¬
rio. Escucha propicio, oh
Dios, y atiende a este
pueblo, sobre el que ha sido invocado tu nombre.
Secreta 1.a—Suplicamos humildemente a tu Ma¬
jestad, oh Señor, que estos misterios que estamos
celebrando, nos libren de los delitos pasados, y de
los futuros. Por nuestro Señor
Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dom.
III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima
Trinidad, pág. 146.
Comunión.—(Ps. y5.) Haced votos al Señor Dios
vuestro y cumplidlos, todos lo
que a su alrededor

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MISAS
278

traéis ofrendas a este Dios terrible, que abate el


orgullo de los príncipes, terrible a los reyes de la
tierra.
Poscomunión 1.a—Tus sacramentos, oh Dios om¬
nipotente, curen nuestros vicios, y nos den reme¬
dios eternos. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.
DOMINICA XVIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Eccl. 36.) Concede, Señor, la paz a los


que en ti esperan, para que resulten fieles tus pro¬
fetas; oye las oraciones de tu siervo y las de Israel,
tu pueblo.—(Ps. 121.) Me he alegrado cuando me
han dicho: Iremos a la casa del Señor.—y Gloria
al Padre...
Oración 1.a—-Te rogamos, Señor que la eficacia
de tu misericordia dirija nuestros corazones; porque
a ti no podemos agradarte sin ti. Por nuestro Señor
Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del
Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los si¬
glos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. III, pág. 246.

Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios


(I, 1, 4-8).—Hermanos: Gracias doy a mi Dios
siempre por vosotros, por la gracia de Dios que se
os ha dado en Cristo Jesús. Porque en él os habéis

enriquecido en todas las cosas, en toda palabra y


en toda ciencia; porque el testimonio de Cristo se
ha confirmado en vosotros, de tal modo que ya no
sois inferiores en ninguna gracia (a otros), esperan¬
do la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, el
cual os confirmará hasta el fin (para que estéis) li¬
bres de culpa en el día de la venida de nuestro Se¬
ñor Jesucristo.
Gradual.—(Ps. 121.) Me alegro de lo que me di¬
cen: Iremos a la casa del Señor.—y. Reine la paz
en tus fortalezas, y la abundancia en tus ciudade-

las. Aleluya. Aleluya.—(Ps. 101.) Señor, las nació-

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DOMINICA XVIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 279

nes temerán tu santo nombre, y todos los reyes de


la tierra tu
gloria. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(g, 1-8).—Y subiendo a la lancha, pasó el mar y
vino a su ciudad. (Así llama a
Cafarnaúm.) Y al
punto le presentaron un paralítico tumbado en su
camilla. Y viendo Jesús la fe de
aquellos hombres,
dijo al paralítico: Confía, hijo mío, se te perdonan
todos tus pecados. Al punto algunos de
los Escribas
empezaron a decir dentro de sí: Este hombre blas¬
fema. Y conociendo Jesús sus
pensamientos, dijo:
¿Por qué pensáis mal en vuestros corazones?
¿Qué
es más fácil: decir, se te
perdonan tus pecados; o
decir, levántate y anda? Pues para que sepáis que
elhijo del hombre tiene en la tierra potestad para
perdonar los pecados: levántate, toma tu camilla y
vete a tu casa. Y se levantó
y se fué a su casa. Y
viéndolo las turbas, quedáronse
espantadas, y glo¬
rificaron a Dios, que tal
poder dió a los hombres.
(Ellos pensaban entonces Jesús sólo era hombre.)
que
Ofertorio.—(Ex. 24.) Moisés consagró un altar al
Señor, ofreciéndole holocaustos e inmolando vícti¬
mas; hizo el sacrificio vespertino, para
agradable
olor al Señor Dios, en
presencia de los hijos de Israel.
Secreta 1.a—Oh Dios, que por la participación ve¬
neranda de este sacrificio, nos haces
participantes
de tu única y suma divinidad: te
rogamos nos con¬
cedas que, así como conocemos tu verdad, así
por
nuestras costumbres lleguemos a gozarla. Por
nues¬
tro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad,
pág. 146.
Comunión.—(Ps. 95.) Tomad ofrendas, penetrad
en sus atrios: adorad al Señor en su santo
templo.
Poscomunión 1.a—Alimentados
por tus sagrados
regalos te damos, Señor, gracias, implorando tu mi¬
sericordia; para que nos hagas dignos de participar
de este sacramento. Por nuestro Señor
Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 284.

Biblioteca Nacional de España


28o MISAS

DOMINICA XIX DESPUÉS DE PENTECOSTÉS


Introito.—Yo soy la salvación del pueblo, dice el
Señor; en cualquier tribulación en que clamaren a
mí, les oiré, y seré su Señor para siempre.—(Ps.yy.)
Atiende, pueblo mío, a mi ley; inclinad vuestros
oídos a las palabras de mis labios.—T. Gloria al
Padre...
Oración 1.a—Omnipotente y misericordioso Dios,
aparta propicio todo lo que nos es adverso; para
que, libres en alma y cuerpo, cumplamos con libre
voluntad, tus deseos. Por nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina contigo en unidad del Espíritu
Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. III, pág. 246.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Efesios
(4, 23-28).—Hermanos: Renovaos en el espíritu de
vuestra mente y revestios del hombre nuevo (del
modo de ser cristiano, distinto del adámico), criado
según Dios en justicia y santidad verdadera. Por
lo cual, sacudiendo de vosotros la mentira, hablad
verdad cada uno con su prójimo, como miembros
que somos unos de otros. Airaos, pero no pequéis:
el sol no se ponga durante vuestra indignación, ni
deis lugar al diablo (quien, si dura la ira, os tenta¬
rá). El que hurtaba, ya no hurte, sino más bien tra¬
baje haciendo con las propias manos lo bueno, para
tener de qué comunicar al que se halla en necesidad.
Gradual.—(Ps. 140.) Ascienda mi oración ante
tu presencia, como el incienso, Señor.—f. Sea la
elevación de mis manos como el sacrificio de la tar¬
de. Aleluya. Aleluya.—(Ps. 104.) Alabad al Señor,
invocad su nombre; anunciad sus obras a los pue¬
blos. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(22, 1-14).—Y volviendo a tomar la palabra, les
habló de parábolas, diciendo: Es semejan¬
nuevo en
te el reino de los cielos a un rey que celebró las
bodas de su hijo. Y envió sus siervos a llamar a los
convidados a las bodas. Y no querían venir. Según-

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DOMINICA XIX DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 281

da vez mandó otros criados, a los cuales


dijo: De¬
cid a los convidados: ya he preparado mi
banquete,
mis toros y cebones están degollados
y todo pre¬
parado; venid a las bodas. Pero ellos no hicieron
caso, y se fueron, uno a su granja, otros a sus nego¬
cios. Y los demás agarraron a sus siervos
y después
de insultarlos, los mataron. Pues cuando lo
supo el
rey, se encolerizó, y enviando su ejército, destruyó
a aquellos homicidas
y pegó fuego a la ciudad. En
seguida dijo a sus criados: Ya las bodas están pre¬
paradas; pero los invitados no han sido dignos. Sa¬
lid, pues, a las encrucijadas de los caminos; y a
cuantos encontréis invitadlos a las bodas. Y salie¬
ronlos criados a los caminos,
recogieron a todos los
que hallaron, buenos y malos; y se llenó la boda de
convidados. En esto entró el rey a ver a los convi¬
dados, y vió allí un hombre que no estaba vestido
con el traje de boda (se puede suponer que al entrar
se les daba a
todos). Y le dijo: Amigo, ¿cómo has
entrado aquí sin tener vestido de boda? Y él calló.
Entonces dijo el rey a los ministros: Atadlo de pies
y manos y echadlo a las tinieblas de fuera. Allí será
el llorar y rechinar de dientes.
Porque muchos son
los llamados, pero pocos los
escogidos.
Ofertorio.—(Ps. 137.) Si me hallare, Señor, en
medio de la tribulación, tú me animarás,
porque
extenderás tu mano contra el furor de mis enemi¬
gos, y me salvará tu diestra.
Secreta 1.a—Estas ofrendas que presentamos,
Señor, los ojos de tu majestad, te suplicamos sean
a
para nuestra salvación Por nuestro Señor Jesu¬
cristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.
Comunión.—(Ps. 118.) Tú ordenaste que se
guarden exactísimamente tus mandamientos; ojalá
se enderecen mis pasos a
cumplir tus justas leyes.
Poscomunión 1.a—Señor, que tu saludable ac¬
ción nos libre por tu clemencia de nuestras perver-

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282 MISAS

sidades, y nos haga caminar siempre por tus man¬


damientos. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.

DOMINICA XX DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Dan. 3.) Todo cuanto nos has hecho,


Señor, j ustísimamente lo has hecho, porque hemos
pecado contra ti y no hemos obedecido tus pre¬
ceptos; con todo, Señor, por la gloria de tu nombre,
trátanos según la multitud de tu misericordia.—
(Ps. 118.) Bienaventurados los que caminan sin
mancilla, los que andan en la ley del Señor.—
y. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Señor, te rogamos, concedas pro¬
picio a tus fieles indulgencia y paz, para que se
purifiquen de todos sus pecados, y te sirvan con
segura conciencia. Por nuestro Señor Jesucristo,
que vivey reina contigo en unidad del Espíritu
Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. III, pág. 246.

Epístola de San Pablo Apóstol a los Efesios


(5, 15-21).—Hermanos: Mirad cómo camináis con
cautela, no como insensatos, sino como prudentes,
aprovechando la ocasión, porque los días son ma¬
los. Por eso no seáis insensatos, sino considerad
cuál es la voluntad del Señor. No os embriaguéis
de vino, con el cual está la lujuria, sino henchios
de Espíritu Santo, hablándoos unos a otros con sal¬
mos, himnos y cánticos espirituales, cantando y
salmeando al Señor, dando gracias en todo tiempo
por todas las cosas, en nombre de nuestro Señor
Jesucristo, al Dios y Padre, sujetándoos unos a
otros en reverencia de Cristo.

Gradual.—(Ps. 144.) En ti, Señor, fijan sus ojos


las criaturas todas; y tú les das a su tiempo el ali¬
mento.—y. Abres tu mano y colmas de biénes a
todos los vivientes. Aleluya. Aleluya.—(Ps. 107.)

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DOMINICA XX DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 283

Preparado está mi corazón, oh Dios, preparado está


mi corazón: cantaré
y te salmearé, oh gloria mía.
Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(4, 46-53).—Vino, pues, otra vez a Caná de Gali¬
lea, donde había convertido el agua en vino. Y es¬
taba allíun
régulo (reyezuelo de Cafarnaúm, prote¬
gido de Roma u oficial de Herodes), cuyo hijo es¬
taba enfermo en Cafarnaúm. Este, habiendo oído
que Jesús había venido de Judea a Galilea, vino a
verle, y le rogaba que bajase a Cafarnaúm y sanase
a su
hijo, porque estaba agonizando. Díjole, pues,
Jesús: Vosotros, si no veis prodigios, no creéis. (De¬
bió notar en la gente duda o demasiada curiosidad y
algazara por milagro; y parecía no acceder.)
ver un
Dícele el régulo: Señor, baja
antes que muera mi
hijito. Dícele Jesús: Vete, tu hijo vive. Creyó el
hombre aquellas palabras que le dijo Jesús, y echó
a andar. Y cuando iba ya bajando le salieron al
encuentro sus criados, y le dieron la noticia de que
su
hijo vivía. Informóse de ellos acerca de la hora
en que empezó a aliviarse. Y le dijeron: Pues ayer
a las siete (a las 13) le cesó la fiebre. Conoció,
pues,
el padre que era la misma hora en que Jesús le
dijo: tu hijo vive; y creyó él y toda su casa.
Ofertorio.—(Ps. 136.) Cabe los ríos de Babilo¬
nia nos sentábamos, y llorábamos acordándonos de
ti, Sión.
Secreta 1.a—Te rogamos, Señor,
que estos sacra¬
mentos nos concedan la celestial medicina,
y puri¬
fiquen los vicios de nuestro corazón. Por nuestro
Señor Jesucristo...
La 2.a
y 3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.
Comunión.—(Ps. 118.) Acuérdate, Señor, de la
promesa a tu siervo, con que me diste esperanza;
ella me consoló en mi humillación.

Poscomunión 1.a—Para que nos hagamos dignos


de tus santos sacramentos: te
rogamos que nos ha-

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MISAS
284

gas siempre obedientes a tus mandatos. Por nues¬


tro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.

DOMINICA XXI DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Esth. 13.) Señor, de tu voluntad de¬


penden todas las cosas; ni hay quien pueda resistir
a tu voluntad. Porque tú hiciste el cielo y la tierra

y todo cuanto el ámbito de los cielos abraza. Tú


eres el Señor de todo el universo.—(Ps. 118.) Bien¬

aventurados los que caminan sin mancilla, los que


andan en la ley del Señor.—y. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Te rogamos, Señor, que guardes a
tu familia con incesante bondad; para que con tu
protección sea libre de toda adversidad, y viva en
buenas acciones consagrada a tu gloria. Por nues¬
tro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en
unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos
de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. III, pág. 246.

Epístola de San Pablo Apóstol a los Efesios


(6, 10-iy).—Hermanos: Confortaos en el Señor y
en el poder de su fortaleza. Revestios la armadura
de Dios, para poder sosteneros contra las insidias
del diablo: porque no tenemos lucha contra sangre
y carne, sino contra los principados, contra las po¬
testades, contra los dominadores de este mundo de
tinieblas, contra los espíritus malignos que andan
por los aires. Por eso, echad mano de la armadura
de Dios, para que podáis resistir en el día malo y,
acabando todo, estar firmes. Estad, pues, ceñida
vuestra cintura de la verdad, y revestidos de la lo¬
riga de la justicia, y calzados los pies con la prepa¬
ración del evangelio de la paz, sobre todo embra¬
zando el escudo de la fe, con el cual podréis apa¬
gar todos los dardos encendidos del malo (del dia¬
blo): y tomad el yelmo de la salvación y la espada
del espíritu, que es la palabra de Dios.

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DOMINICA XXI DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 285

Gradual.—(Ps. 8g.) Señor, eres para nosotros un


refugio, de generación en generación.—y. Antes de
que fuesen hechos los montes y fuesen formados
tierra y mundo, desde toda la
eternidad y para
siempre, tú eres Dios. Aleluya. Aleluya.—(Ps. 113).
Cuando Israel salió de
Egipto, y la casa de Jacob
de aquel pueblo bárbaro.
Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(18, 23-33).—P°r eso el reino de Dios se puede
comparar a (lo que pasó con) un rey que quiso
tar cuentas con sus criados. Al comenzar
ajus-
ías le
a
ajustar¬
trajeron a uno que le debía diez mil talentos.
(Suma enorme, equivalente a 60 millones de pesetas,
y si se trataba de talentos hebreos, a 120
Mas como no tenía con millones.)
qué pagar, mandó su señor
que fuese vendido él, su mujer y sus
lo que tenía,
hijos y todo
y que se le pagase. (Tal era el derecho
oriental en muchos
sitios.) Entonces el criado aquel,
postrándose a sus pies, le comenzó a adorar, di¬
ciendo: Ten paciencia
conmigo, y todo te lo pagaré.
Compadecido de aquel siervo, el amo le soltó y le
perdonó la deuda. Pero saliendo el siervo, encontró
a uno de sus consiervos que le debía a él cien de-
narios, y agarrándole le ahogaba diciendo:
Paga lo
que debes. El consiervo entonces, cayendo a sus
pies, le suplicaba diciendo: Ten paciencia conmigo,
y todo te lo pagaré. Pero él no atendió, sino
que
fué y lo echó en la cárcel hasta
que pagase lo que
debía. Viendo, pues, sus consiervos lo
sucedido, lo
sintieron mucho y fueron
y contaron a su amo lo
que había sucedido. Entonces el amo,
llamándole,
le dijo: ¡Mal criado! Te he
perdonado toda aquella
deuda, porque me lo rogaste; ¿no era justo que tú
también te compadecieses de tu
consiervo, así como
yo me he compadecido de ti? E irritado el amo, lo en¬
tregó a los sayones hasta que pagase todo cuanto de¬
bía. Lo mismo os hará mi Padre celestial a
vosotros,
si no perdonáis de corazón cada uno a su
hermano.
Ofertorio.—(Iob. 1.) Había en el país de Hus un
varón llamado
Job, hombre sencillo, recto y teme-

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MISAS
286

roso de Dios, a quien pidió Satanás poderle tentar;


el Señor se lo concedió, y le dió poder sobre sus
bienes y sobre su carne; le hizo, pues, perder sus
bienes y todos sus hijos, afligiéndole aun en su mis¬
ma carne con una úlcera horrible.

Secreta 1.a—Acepta propicio, Señor, esta hostia


que pediste, para aplacarte y para darnos la salud
por tu potente piedad. Por nuestro Señor Jesucristo.
La 2.a y 3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.

Comunión.—(Ps. 118.) Mi alma confía en que tú


me salves, y en tu palabra he puesto mi esperanza.

¿Cuándo harás justicia de los que me persiguen?


Los inicuos me han perseguido; ayúdame, Señor
Dios mío.
Poscomunión 1.a—Después de haber recibido el
manjar de la inmortalidad, te rogamos, Señor, que
lo que hemos recibido por nuestra boca lo conser¬
vemos con pura conciencia. Por nuestro Señor Je¬
sucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 248.
DOMINICA XXII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS
Introito.—(Ps. 12Q.) Si tomas cuenta, Señor, de
los pecados: Señor, ¿quién podrá subsistir? Mas en
ti, Dios de Israel, está el perdón.—(Ps. I2g.) Desde
lo profundo clamé a ti, oh Señor: Señor, escucha
mi voz.—y. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Oh Dios, refugio y fortaleza nues¬
tra, atiende a las piadosas oraciones de tu Iglesia,
y pues eres dador de la piedad, concede que lo que
pedimos confiados, lo alcancemos afortunados. Por
nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo
en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los

siglos de los siglos. Amén.


La 2.a y 3.a Oración como en la dom. III, pág. 246.

Epístola de San Pablo Apóstol a los Filipenses


(1, 6-ji).—Hermanos: Confiamos en el Señor Je-

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DOMINICA XXII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 287

sús, que el que comenzó en vosotros la obra


buena
la acabará hasta el día de Cristo Jesús: como es
justo que yo sienta esto de todos vosotros,
por te¬
neros yo en el corazón a vosotros, que habéis sido
todos en mis prisiones
y en la defensa y afirmación
del Evangelio
compartícipes conmigo en la gracia.
Porque Dios me es testigo de cuánto os quiero a
todos vosotros en las entrañas de Jesucristo. Y esto
ruego, que vuestra caridad se aventaje todavía más
y más en conocimiento y en todo sentido, para
que
aprobéis lo mejor, a fin de que seáis puros y sin
tropiezo para el día de Cristo, colmados del fruto
de justicia que viene
por Jesucristo, para gloria y
alabanza de Dios.
Gradual.—(Ps. 132.) Mirad cuán bueno y cuán
delicioso es vivir unidos los
el
hermanos.—y. Es como
perfume derramado en la cabeza, que
baja por
las barbas de Aarón.
Aleluya. Aleluya.—(Ps. 113.)
Esperen en el Señor los que le temen; el Señor es
su
amparo y su protección. Aleluya.
Secuencia del santo
Evangelio según San Mateo
(22, 13-21).—Entonces se fueron los fariseos y tu¬
vieron consulta sobre cómo le
cogerían en sus pa¬
labras. Y le envían juntolos Herodianos unos
con
discípulos que le dicen: Maestro, sabemos que eres
sincero y que enseñas con sinceridad el camino
de
Dios, ni te importa de nadie, porque no atiendes a
respetos humanos. Así, pues, dinos, ¿qué te parece?
¿Se puede o no se puede dar tributo a César? Mas
Jesús, conociendo su malicia, les dijo: ¿A qué me
venís a tentar,
hipócritas? Enseñadme la moneda
del tributo. Ellos le
presentaron un denario. Y les
dijo Jesús: ¿De quién es esta imagen y esta ins¬
cripción? Dícenle: De César. Entonces "les respon¬
de: Dad, pues, al César lo
que es del César, y lo
que es de Dios a Dios.
Ofertorio.—(Esth. 14.) Acuérdate de mí, Señor,
que dominas a todos los poderes; pon en mis labios
palabras justas, para que mi discurso sea agrada¬
ble en presencia del
príncipe.

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288 MISAS

Secreta 1.a—Concédenos, oh Dios misericordioso,


que esta ofrenda saludable nos desenrede continua¬
mente de nuestros pecados y nos defienda de todas
las adversidades. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.
Comunión.—(Ps. 16.) Te invoco, oh Dios, por¬
que me oyes; inclina tu oído y oye mis palabras.
Poscomunión 1.a-—Hemos recibido, Señor, el re¬
galo de tu santo sacramento, y te rogamos humil¬
demente que lo que nos mandaste celebrar en me¬
moria de ti, nos aproveche para auxilio de nuestra
debilidad. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 284.

DOMINICA XXIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(lev. 2g.) Dice el Señor: Yo tengo so¬


bre vosotrosdesignios de paz, y no de aflicción; me
invocaréis, y yo os oiré; y haré volver de todas par¬
tes vuestros cautivos.—(Ps. 84.) Oh Señor, has
a
bendecido tu tierra; has repatriado a los cautivos
de Jacob.—y. Gloria al Padre...
Oración 1.a—Te rogamos, Señor, que absuelvas
los delitos de tu pueblo, para que por tu benigni¬
dad seamos libres de los lazos de nuestros pecados,
que contrajimos por nuestra fragilidad. Por nues¬
tro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en
unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los si¬
glos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. III, pág. 246.

Epístola de San Pablo Apóstol a los Filipenses


(3, ij a 4, 3).—Hermanos: Haceos imitadores míos
y considerad a los que caminan conforme al decha¬
do que tenéis en nosotros. Porque muchos caminan,
de los cuales a menudo solía hablaros, y ahora os
hablo llorando, enemigos de la cruz de Cristo, cuyo
paradero es la perdición, cuyo dios es el vientre y
cuya gloria está en su ignominia, los cuales piensan

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DOMINICA XXIII DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 289
cosas de la tierra.
Porque nuestra ciudadanía es en
los cielos, de donde
también aguardamos
vador a nuestro Señor por sal¬
mará el
Jesucristo, quien transfor¬
cuerpo de nuestra bajeza, conformándolo
al cuerpo de su
gloria, mediante la energía con
puede él aun someterse a sí todas las
que
cosas. De
modo que, hermanos míos
carísimos y muy desea¬
dos, gozo y corona mía, manteneos así en el
carísimos: exhorto Señor,
a Evodia y exhorto
mismo sentir en el Señor. Y a ti Sintique
a
a tener un

noble compañero, te también,


ruego, ayúdalas, que ellas lu¬
charon
conmigo en la propagación del Evangelio,
con Clemente y con los demás
colaboradores míos,
cuyos nombres están en el libro de la vida.
Gradual.—(Ps. 43.) Nos has librado, Señor, de
los que nos afligían, y has confundido a los que nos
odiaban.—f. En Dios nos gloriaremos todo el
día,
y alabaremos tu
nombre. Aleluya.
(Ps. I2g.) Desde lo profundo clamé aAleluya. —
ti, Señor:
Señor, oye mi oración. Aleluya.
Secuencia del santo
Evangelio según San Mateo
(g, 18-26).—Mientras Jesús estaba hablando a las
turbas, adelantándose de pronto un
adora y le dice: magistrado, le
Señor, mi hija acaba de fallecer;
pero ven, pon tu mano sobre ella
y vivirá. Y Jesús,
echando a andar, iba con él, y también sus discí¬
pulos. En esto, una mujer, que padecía
gre, hacía doce años, se le acercó
flujo de san¬
por detrás y le
tocó las borlas de su vestido.
Si llego a tocar
Porque decía entre sí:
siquiera su vestido, me curo. En¬
tonces Jesús, volviéndose
y viéndola, le dijo: Tran¬
quilízate, hija,
tu fe te ha curado. Y desde
entonces quedó curada
aquella mujer. Y habien¬
do llegado
Jesús a la casa del príncipe, y vien¬
do a los
plañideros y a la turba revuelta, decía:
Retiraos; porque la niña
no ha muerto,
sino que
está dormida. Y se reían de
él. Mas, echada la
turba, entró él: y cogió la mano de ella,
la niña. Y se extendió esta y resucitó
noticia por toda aque¬
lla tierra.

10
Biblioteca Nacional de España
MISAS
290

Ofertorio.—(Ps. I2g.) Desde lo profundo clamé a


ti, Señor: Señor, oye mi oración. Desde lo profun¬
do clamé a ti, Señor.
Secreta 1.a—Señor, te ofrecemos este sacrificio de
alabanzas por la prosperidad de tus servidores, para
que lo que sin merecerlo nos has dado, lo continúes
misericordioso. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y3.a Secreta como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad, pág. 146.
Comunión.—(Marc. 11.) Os aseguro que todas
cuantas cosas pidiereis en la oración, tened viva fe
de conseguirlas, y se os concederán.
Poscomunión 1.a—Te rogamos, oh Dios omnipo¬
tente, que 110 permitas sucumban a los peligros hu¬
manos los que por tu bondad participan de la di¬
vina comunión. Por nuestro Señor Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom. III, pág. 284.
Advertencias.—i.a Desde Pentecostés hasta el Advien¬
to no pueden mediar menos de veinticuatro domingos,
ni más de veintiocho. La misa del último domingo es
siempre la que sigue.—-2.a Generalmente hay más de
veinticuatro domingos, y entonces, como faltan algu¬
nas misas para llegar al último, se forman del modo
siguiente: El Introito, Gradual, Aleluya, Ofertorio y
Comunión se dominica XXIII; las Oracio¬
toman de la
nes, Epístola Evangelio son de los domingos que se
y
han dejado después de la Epifanía, siguiendo este
orden: si hay 25, la XXIV se toma de la dominica VI
después de Epifanía (pág. 185); si 26, la XXIV se toma
de la V después de Epifanía (pág. 178); y la XXV de
la VI; si 27. la XXIV de la IV (pág. 176), la XXV de
la V y la XXVI de la IV, si 28, la XXIV de la III
(pág. 174), la XXV de la IV, la XXVI de la V y la
XXVII de la VI.

DOMINICA ÚLTIMA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Introito.—(Ier. 2g.) Dice el Señor: Yo tengo so¬


bre vosotros designios de paz, y no de aflicción; me
invocaréis, y yo os oiré; y haré volver de todas par-

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DOMINICA ÚLTIMA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 2QI

tes a vuestros cautivos.—(Ps. 84.) Oh Señor, has


bendecido tu tierra: has repatriado a los cautivos
de Jacob.—f. Gloria ai Padre...
Oración
1.a—Señor, te rogamos que excites las
voluntades de los fieles para que, procurando cada
vez con inás
empeño el fruto de este sacrificio di¬
vino, reciban de tu piedad mayores remedios. Por
nuestro Señor Jesucristo, que vive
y reina contigo
en unidad del
Espíritu Santo, Dios por todos los
siglos de los siglos. Amén.
La 2.a y 3.a Oración como en la dom. III, pág. 246.
Epístola de San Pablo Apóstol a ios Colosenses
(1, 9-14).—Hermanos: No cesamos de orar por vos¬
otros y suplicar que seáis llenados del conocimiento
de la voluntad de Dios con toda sabiduría e inteli¬
gencia espiritual, para que caminéis como es debi¬
do al Señor para
agradarle en todo, llevando fruto
en toda obra buena y creciendo en el conocimiento
de Dios, confortados con toda fortaleza,
según el
poder de su gloria, toda paciencia y longani¬
para
midad con gozo, dando gracias a Dios Padre, que
nos capacitó
para tener parte en la herencia de los
santos en la luz: el cual nos sacó de la potestad de
las tinieblas y nos traspasó al reino del Hijo
de su
amor, en quien tenemos la redención, la remisión
de los pecados.
Gradual.—(Ps. 43.) Nos has librado, Señor, de
los que nos afligían, y has confundido
a los que
nos odiaban.—f. En Dios
nos gloriaremos todo el
día, y alabaremos tu nombre eternamente. Aleluya.
Aleluya.—(Ps. 129.) Desde lo profundo clamé a ti,
Señor: Señor, oye mi oración. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(24, 15-35).—Cuando veáis la abominación de la
desolación, predicha por Daniel, ocupar el lugar
santo, el que lo lea ponga atención. Entonces los
que están en Judea huyan a la montaña. Y los que
estén encima de casa no
bajen a tomar nada de
ella. Y el que esté en el
campo no vuelva a tomar
su manto.
¡Ay entonces de las que están en cinta

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MISAS
292

o criando aquellos días! Y orad para que vues¬


en
tra huida suceda en invierno, ni en sábado.
no

(Porque en estos tiempos es difícil caminar.) Porque


habrá entonces gran tribulación, cual no la ha habi¬
do desde el principio del mundo hasta ahora, ni la
habrá. Y si no se días,
hubiesen abreviado aquellos
ningún mortal se salvaría; pero en atención a los
escogidos, se abreviarán aquellos días. Entonces, si
alguno os dice: Mirad aquí al Mesías, o allí, no lo
creáis.. Porque surgirán seudocristos y seudoprofe-
tas: y harán grandes prodigios y portentos tales,
que, si fuera posible, hasta los escogidos serían in¬
ducidos a error. Para eso os lo predigo todo. Si,
pues, os dicen: Venid, que está en el desierto, no
vayáis; venid, que está en estas casas, no creáis.
Porque así como el relámpago sale de oriente y
brilla hasta el occidente, así será la venida del Hijo
del hombre. Dondequiera que esté el cuerpo, allí se
juntarán las águilas. Pronto, pues, tras la tribula¬
ción de aquellos días, se oscurecerá el sol, y no en¬
viará su luz la luna, y las estrellas caerán del cielo,
y las fuerzas de los cielos se conmoverán. Y enton¬
ces aparecerá en el cielo la señal del Hijo del hom¬

bre, y entonces se lamentarán todas las tribus de


la tierra, y verán al Hijo del hombre venir en las
nubes del cielo con gran poder y majestad. Y en¬
viará sus ángeles con gran clamor de trompetas, y
congregarán a los escogidos de él de los cuatro vien¬
tos de la tierra, desde un extremo del horizonte
hasta el opuesto. Y tomad comparación de la hi¬
guera. Cuando ya su rama está tierna y han nacido
las hojas, sabéis que se acerca el verano. Así tam¬
bién vosotros, cuando veáis todas estas cosas, sabed
que está cerca a las puertas. En verdad os aseguro
que no pasará esta generación sin que todo esto
suceda. El cielo y la tierra pasarán, pero mis pala¬
bras no pasarán.
Ofertorio.—(Ps. I2Q.) Desde lo profundo clamé
a ti, Señor: Señor, oye mi oración. Desde lo pro¬

fundo clamé a ti, Señor.

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DOMINICA ÚLTIMA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS 293

Secreta
1.a—Señor, sé propicio a nuestras súpli¬
cas y, aceptando las ofrendas y preces de tu pue¬
blo, convierte a ti los corazones de todos
nosotros,
para que, libres de las concupiscencias terrenas, vo¬
lemos a los deseos celestiales. Por nuestro Señor
Jesucristo...
La 2.a Secreta
y 3.a como en la dominica III, pág. 247.
Prefacio de la Santísima Trinidad,
pág. 146.
Comunión.—(Marc. 11.) Os aseguro que todas
cuantas pidiereis en la oración, tened viva fe
cosas
de conseguirlas,
y se os concederán.
Poscomunión 1.a—-Señor, te rogamos nos conce¬
das que, por virtud de este
sacramento que hemos
recibido, cuanto de vicioso haya en nuestras almas
quede curado por la fuerza de tan buen remedio.
Por nuestro Señor
Jesucristo...
La 2.a y 3.a Poscom. como en la dom.
III, pág. 248.

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MISAS

PARA ALGUNAS FIESTAS

FIESTA DE LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN

Introito.—(Is. 61.) Con alegría me alegraré en el


Señor, y mi alma se llenará de gozo en mi Dios;
pues me ha revestido del ropaje de la salud, y me
ha cubierto con el manto de la justicia, como a es¬

posa ataviada con sus joyas.-—(Ps. 2g.) Te glorifi¬


caré, Señor, porque me socorriste; y no consentiste
se rieran de mí mis enemigos.—y. Gloria al Padre...
Oración.—Oh Dios, que por la Inmaculada Con¬
cepción de la Virgen preparaste digna habitación a
tu Hijo: te rogamos que, así como, por la previsión
de la muerte de tu Hijo, libraste a ella de toda
mancha, así a nosotros nos concedas, por su inter¬
cesión, llegar a ti limpios de pecado. Por nuestro
Señor Jesucristo...
Lección del Libro de la Sabiduría (Prov. 8, 22-33).
—El Señor me tuvo consigo al principio de sus ca¬
minos, antes que criase cosa alguna, al principio.
Desde la eternidad estoy fundada, desde antes de
los siglos, primero que fuese hecha la tierra. Toda¬
vía no existían los abismos, y yo estaba ya conce¬
bida; aun no habían brotado las fuentes de las
aguas, no estaba asentada la grandiosa mole de los
montes; antes de los collados yo nací. Aun no ha¬
bía hecho la tierra, ni los ríos, ni los ejes del mun¬
do. Cuando extendía él los cielos, estaba yo pre¬
sente; cuando con ley fija encerraba los mares en
su círculo; cuando afirmaba en lo alto las nubes y

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FIESTA DE LA PURÍSIMA CONCEPCIÓN
295

nivelaba los manantiales de las


aguas; cuando fija¬
ba al términos e imponía ley a las aguas
mar sus

para que no traspasasen sus límites; cuando asen¬


taba los cimientos de la
tierra, con él estaba yo,
disponiendo todas las cosas; y me deleitaba cada
día j ugando continuamente en su
presencia, j ugan-
do en el orbe de la
tierra, hallando mis delicias en
estar con los hijos
de los hombres. Ahora, pues, oh
hijos, escuchadme: bienaventurados los que siguen
mis caminos. Oíd mi doctrina
para ser sabios, y no
queráis desecharla. Bienaventurado el hombre que
me escucha, y
que vela continuamente a las puer¬
tas de mi casa, y
está vigilante en los umbrales de
mi entrada.
Quien me hallare, hallará la vida y al¬
canzará del Señor la salvación.
Gradual.—(Judith 13.) Bendita eres, Virgen Ma¬
ría, del Señor Dios altísimo, sobre todas las
res de la
muje¬
tierra.—y. Tú eres la gloria de Jeru-
salén, tú la alegría de Israel, tú la honra de nues¬
tro pueblo.Aleluya. Aleluya.—(Cant. 4.) Toda
hermosa eres, María,
y en ti no hay mancha ori¬
ginal. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(1, 26-28).—Fué enviado el ángel Gabriel por Dios
a la ciudad de Galilea
que se llama Nazaret, a una
virgen desposada con un hombre que se llamaba
José, descendiente de David; la virgen se llamaba
María. Entró el ángel a donde ella estaba,
y dijo:
Salve, llena de gracia. El Señor es contigo. Bendita
eres más que todas las
mujeres.
Ofertorio.—(Luc. 1.) Dios te salve, María; llena
eres de gracia; el Señor es
contigo; bendita tú eres
entre todas las mujeres.
Aleluya.
Secreta.—Acepta, Señor, la hostia de salud que
en la solemnidad de la Inmaculada
Concepción de
la Virgen María te ofrecemos, que así y concédenos
como confesamos que estuvo ella inmune de toda
mancha por tu gracia preveniente, así
nosotros, por
su
intercesión, seamos libres de toda culpa. Por
nuestro Señor Jesucristo...

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2gó MISAS

Prefacio.—Verdaderamente es digno y justo, de¬


bido y saludable, que siempre y en todas partes te
demos gracias, Señor santo, Padre omnipotente.
Dios eterno. Y que en la Concepción inmaculada
de la bienaventurada siempre Virgen María, te ala¬
bemos, bendigamos y aclamemos. La cual concibió,
por obra del Espíritu Santo, a tu Hijo unigénito y,
conservando en sí la gloria de la virginidad, dió al
mundo la luz eterna, Jesucristo nuestro Señor. Por
el cual alaban tu majestad los Angeles, la adoran
las Dominaciones, tiemblan ante ella las Potesta¬
des, y los Cielos y las Virtudes de los cielos y los
bienaventurados Serafines la celebran con alegría
unánime. Con los cuales te rogamos mandes admi¬
tir también nuestras voces, mientras decimos con
suplicante confesión: Santo, Santo...
Comunión.—Gloriosas son las cosas que de ti,
María, se han dicho, porque el Todopoderoso te
hizo grandes favores.
Poscomunión.—Los sacramentos que hemos reci¬
bido, Señor Dios nuestro, reparen en nosotros las
heridas de aquella culpa original de la que, por sin¬
gular privilegio, preservaste a la Inmaculada Con¬
cepción de la bienaventurada María. Por nuestro
Señor Jesucristo...

FIESTA DE SAN JOSÉ

Introito.—(Ps. gi.) Florecerá como la palma el


varón justo, crecerá como el cedro del Líbano: plan¬
tado en la casa del Señor, en los atrios de la casa
de nuestro Dios.—(Ps. gi.) Bueno es alabar al Se¬
ñor, y cantar a tu nombre, oh Altísimo.—f. Glo¬
ria al Padre...
Oración.—Te rogamos, Señor, que nos ayudes,
por los méritos del Esposo de tu Madre, para que
lo que nuestro poder no obtiene, por su intercesión
se nos conceda, Señor que vives y reinas en unidad
del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos de los
siglos. Amén.

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FIESTA DE SAN JOSÉ 297

Leccióndel Libro de la Sabiduría (Eccli. 45, 1-6).


—Amado de Dios y de los hombres; que su memo¬
ria se conserve en bendición. Hízole el Señor seme¬
jante en la gloria a los santos,
y engrandecióle ha¬
ciéndole terrible los
enemigos; y él, con su pala¬
a

bra, hizo cesar horrendas plagas. Glorificóle en pre¬


sencia de los reyes;
dióle preceptos para su pueblo;
y le mostró su gloria. Santificóle por medio de su
fe y mansedumbre
y escogióle entre los mortales.
Oyó a Dios y su voz; e hízole entrar dentro de la
nube; donde cara a cara le dió los mandamientos
y la ley de vida y de ciencia.
Gradual.—(Ps. 20.) Señor, le has prevenido con
dulces bendiciones; pusiste sobre su cabeza una co¬
rona de
piedras preciosas.—V. Te pidió vida y le
concediste largos días por los siglos de los siglos.
Tracto.—(Ps. 111.) Bienaventurado el hombre
que teme al Señor y que pone toda su afición en
cumplir sus mandamientos.—y. Poderosa en la tie¬
rra será su
descendencia; bendecida será la genera¬
ción de los justos.—y. Habrá en su casa
gloria y
riquezas, y su justicia durará eternamente.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(1, 18-21).-—Estando su madre, María, desposada
con José, antes de
juntarse ellos, se halló que tenía
en su seno fruto
por el Espíritu Santo. Y José, su
marido, siendo justo y no queriendo denunciarla,
resolvió abandonarla ocultamente. Mas estando él
en estos pensamientos, he
aquí que un ángel del
Señor se le apareció en sueños, diciendo: José, hijo
de David, no temas tomar a María, tu mujer; por¬
que lo que en ella se ha engendrado es por el Es¬
píritu Santo. Y parirá un hijo, y le llamarán por
nombre Jesús; porque él ha de salvar a su pueblo
de sus pecados.
Ofertorio.—(Ps. 88.) Mi fidelidad y misericordia
estarán con él; su poder será glorificado por
mi
nombre.
Secreta.—Señor, te presentamos la ofrenda de tus
servidores, suplicándote humildemente que conser-

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298 MISAS

ves en nosotros tus gracias por los sufragios de San


José, Esposo de la Madre de tu Hijo, nuestro Señor
Jesucristo, en cuya veneranda festividad te inmo¬
lamos hostia de alabanza. Por nuestro Señor Je¬
sucristo...
Prefacio.—Verdaderamente es digno y justo, de¬
bido y saludable, que te demos gracias en todo
tiempo y lugar, Señor santo, Padre todopoderoso,
Dios eterno, y que te magnifiquemos con las debi¬
das alabanzas en la festividad del bienaventurado
José, el varón justo que diste por Esposo a la Vir¬
gen Madre de Dios, y el siervo fiel y prudente que
pusiste al frente de tu Familia para guardar a tu
Unigénito, concebido por obra del Espíritu Santo,
a nuestro Señor Jesucristo; por quien los Angeles
alaban tu majestad, las Dominaciones la adoran,
las Potestades la reverencian, los Cielos y las Vir¬
tudes de los Cielos y los bienaventurados Serafines
la celebran con unión y alegría. Con los cuales, te
rogamos ordenes recibir nuestras voces, diciendo
con humilde confesión: Santo, Santo...
Comunión.—(Matth. 1.) José, hijo de David, no
temas tomar a María, tu esposa; porque lo engen¬
drado en ella es por el Espíritu Santo.
Poscomunión.—Te rogamos, oh Dios misericor¬
dioso, que nos asistas y que, intercediendo por nos¬
otros San José, conserves propicio cerca de nosotros
tus favores. Por nuestro Señor Jesucristo...

FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Introito.—(Jer. Lament. 3.) El Señor se compa¬


decerá de nosotros según la multitud de sus mise¬
ricordias, pues no humilla y desecha de buen grado
a los
hijos de los hombres. Bueno es el Señor para
los que esperan en él, para el alma que le busca.
Aleluya. Aleluya.—(Ps. 88.) Cantaré las misericor¬
dias del Señor eternamente, de generación en gene¬
ración.—y. Gloria al Padre...

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FIESTA DEL S. CORAZÓN DE JESÚS 299

Oración.—Te rogamos, omnipotente Dios, conce¬


das a los que, gloriándonos en el santísimo Corazón
de tu amado Hijo Jesús, recordamos los principa¬
les beneficios de su caridad para con nosotros, que
gocemos también sus efectos y su fruto. Por nues¬
tro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en
unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos
de los siglos. Amén.
Epístola.—(Is. 12, 1-6.) Te alabaré, Señor, por¬
que, si te enojaste conmigo, te has vuelto y me has
consolado. He aquí que Dios es mi salvador, obraré
con confianza y no temeré,
porque el Señor es mi
fuerza y mi gloria y ha venido a ser mi salvación.
Sacaréis agua con gozo de las fuentes del Salvador.
Y diréis en aquel día: Alabad al Señor, invocad su
nombre, publicad por los pueblos sus grandes obras
y acordaos de que su nombre es excelso. Cantad al
Señor, porque ha obrado con magnificencia, y anun¬
ciad esto en toda la tierra. Regocíjate y
alaba a
Dios, pueblo de Sión, porque grande es en medio
de ti el Santo de Israel.
Gradual.—(Jer. Lament. 1.) Oh vosotros, todos
los que pasáis por el camino, atended y ved si hay
dolor semejante a mi dolor.—f. (lo. 13.) Como
amase a los suyos que estaban en el mundo, amó¬
los hasta el fin. Aleluya. Aleluya.—y. (Matth. 11.)
Aprended de mí, porque soy manso y humilde de
corazón, y hallaréis el descanso para vuestras al¬
mas. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(ig, 31-33).—En aquel tiempo, los judíos, como
era la Parasceve, para que no quedasen los cuerpos

aquel día en la cruz (porque aquel sábado era gran¬


de), pidieron a Pilato que los quebrasen las piernas
y los llevasen. Vinieron, pues, soldados, y quebra¬
ron las piernas
al primero y al otro que había sido
crucificado con él; mas llegándose a Jesús, y viendo
que ya había muerto, no le quebraron las piernas.
Pero uno de los soldados le abrió el costado con
una lanza, e inmediatamente salió sangre y agua.

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MISAS
3°°

Y el que lo vió dió testimonio, y su testimonio es


verdadero.
Ofertorio.—(Ps. 112.) Bendice, alma mía, al Se¬
ñor, y no te olvides de los beneficios del que sacia
con bienes tus deseos. Aleluya.

Secreta.—-Defiende, Señor, a los que te ofrecemos


tus holocaustos; y para que se preparen a ellos más
fervorosamente nuestros corazones, abrásalos con
las llamas de tu divina caridad. Por nuestro Señor
Jesucristo...
Prefacio, como en la Dominica de Pasión, pág. 204.

Comunión.—■(Ps. 38.) Sufrió mi corazón insultos


y miserias; aguardé a que alguien se condoliese de
mí, y no le hubo; y que alguno me consolase, y no
le hallé. Aleluya.
Poscomunión.—Alimentados con pacíficas deli¬
cias y saludables sacramentos, te rogamos humilde¬
mente, Señor Dios nuestro, que, como manso y hu¬
milde que eres de corazón, limpios de toda mancha
de vicios, nos hagas aborrecer más fácilmente los
pecados del mundo. Por nuestro Señor Jesucristo...

FIESTA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO

Introito.—(Act. 12.) Ahora sí que conozco que


el Señor verdaderamente ha enviado su ángel y me
ha librado de las manos de Herodes y de la expec¬
tación de todo el pueblo de los judíos.—(Ps. 138.)
Señor, tú has hecho prueba de mí y me tienes co¬
nocido. Tú conoces cuándo me siento y cuándo me
levanto.—y. Gloria al Padre...
Oración.—Oh Dios, que consagraste este día con
el martirio de tus Apóstoles Pedro y Pablo: con¬
cede a tu Iglesia seguir en todo la doctrina de aque¬
llos por quienes comenzó el principio de la religión.
Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con¬
tigo en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos
los siglos de los siglos. Amén.
Lección de los Actos de los Apóstoles (12, 1-11).
—En aquellos días, el rey Herodes se puso a per-

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FIESTA DE SAN PEDRO Y SAN PABLO 3OI

seguir aalgunos de la Iglesia. Primeramente hizo


degollar a Santiago, hermano de Juan. Después,
viendo que esto agradaba a los judíos, determinó
también prender a Pedro. Eran entonces los días
de los ázimos. Habiéndole, pues, prendido le metió
en la cárcel, entregándole a la custodia de
cuatro
cuaternas de soldados, con el designio de presen¬
tarle al pueblo después
de la Pascua. Pedro, pues,
estaba custodiado en la cárcel. Mas la Iglesia ince¬
santemente hacía oración a Dios por él. Y cuando
Herodes iba ya a presentarle, aquella misma noche
estaba durmiendo Pedro entre dos soldados, atado
con dos cadenas,
y los guardias, ante la puerta,
guardaban la cárcel. En esto, de repente apareció
un
ángel del Señor, y la luz resplandeció en la ha¬
bitación, y pegando a Pedro en el costado, le des¬
pertó, diciendo: Levántate pronto. Y cayéronsele
de las manos las cadenas. Y díjole el ángel: Ponte
el ceñidor y cálzate tus sandalias. Hízolo así. Dí¬
jole: Echate tu manto sigúeme. Y saliendo, le
y
seguía, bien que no creía ser realidad lo que hacía
el ángel; antes se imaginaba que estaba viendo una
visión. Pasadas la primera y la segunda guardia,
llegaron a la puerta de hierro que sale a la ciudad,
la cual se les abrió por sí misma. Salidos, camina¬
ron una calle, y al punto desapareció de su vista

el ángel. Entonces Pedro, vuelto en sí, dijo: Ahora


sí que conozco que verdaderamente el Señor ha en¬
viado a su ángel y me ha librado de las manos de
Herodes y de la expectación de todo el pueblo de
los judíos.
Gradual.—(Ps. 44.) Los constituirás príncipes
sobre toda la tierra; ellos conservarán la memoria
de tu nombre, Señor.—f. En lugar de tus padres
te nacerán hijos; por eso los pueblos te cantarán
alabanzas. Aleluya. Aleluya.—(Matth. 16.) Tú eres
Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Ale¬
luya.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(16, 13-ig).—Habiendo venido Jesús a la tierra de

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MISAS
302

Cesárea de Filipo, preguntó a sus discípulos: ¿Quién


dicen los hombres que es el Hijo del hombre? Di¬
jeron ellos: Unos dicen que Juan Bautista, otros
que Elias, otros que Jeremías y otros que uno de
los profetas. Les dijo Jesús: Y vosotros, ¿quién de¬
cís que soy yo? Respondió Simón Pedro y dijo: Tú
eres el Cristo, el hijo de Dios vivo. Respondió Jesús

y dijo: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás,


porque no es la carne ni la sangre quien te ha re¬
velado eso, sino mi Padre, que está en el cielo. Y
yo, a mi vez, te digo que tú eres Piedra (Cejas; en
castellano decimos Pedro), y sobre esa piedra edifi¬
caré mi Iglesia, y las puertas del infierno no pre¬
valecerán contra ella. Y te daré a ti las llaves del
reino de los cielos. Y todo lo que atares en la tierra
será atado en el cielo, y todo lo que desatares en la
tierra será desatado en el cielo.
Ofertorio.—(Ps. 44.) Los constituirás príncipes
sobre la tierra; ellos conservarán, Señor, la memo¬
ria de tu nombre por todas las generaciones.
Secreta.—Señor, que a las hostias que te presen¬
tamos para ser consagradas acompañe la oración de
tus Apóstoles, y que por ella nos concedas ser pu¬
rificados y defendidos. Por nuestro Señor Jesucristo.
Prefacio.—Verdaderamente es digno y justo, de¬
bido y saludable, que te roguemos humildemente,
Señor, que no desampares tu rebaño, Pastor eter¬
no: antes por la intercesión de tus santos Apósto¬

les, lo guardes con tu continua protección, a fin de


que sea gobernado por los mismos directores que
estableciste para que lo gobernasen en calidad de
pastores y vicarios tuyos. Y, por tanto, con los An¬
geles y Arcángeles, con los Tronos y Dominaciones
y con toda la milicia del ejército celestial, cantamos
el himno de tu gloria, diciendo sin cesar: Santo,
Santo...
Comunión.—(Matth. 16.) Tú eres Pedro, y sobre
estapiedra edificaré mi Iglesia.
Poscomunión.—Señor, a los que nos has saciado
con el alimento celestial, por la intercesión de tus

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FIESTA DE SANTIAGO APÓSTOL 303

Apóstoles, guárdanos de toda adversidad. Por nues¬


tro Señor Jesucristo...
FIESTA DE SANTIAGO APÓSTOL

Introito.—(Is. 66.) Levantaré en medio de ellos


una señal, dice el Señor, y enviaré de entre ellos
quienes vayan a predicar a los que no han oído ha¬
blar de mí, y anunciarán mi gloria a las naciones.—
(Ps. 18.) Los cielos publican la gloria de Dios, y el
firmamento anuncia la obra de sus manos.—y. Glo¬
ria al Padre...
Oración.—Sé, oh Señor, el santificador y guar¬
dador de tu pueblo, para que, protegido con los
auxilios del bienaventurado Apóstol Santiago, te
agrade con sus costumbres y te sirva con espíritu
constante. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive
y reina contigo en unidad del Espiritu Santo, Dios
por todos los siglos de los siglos. Amén.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios
(I, 4, 9-15).—Hermanos: Tengo entendido para mí
que Dios nos trata a nosotros, los apóstoles, como
a los últimos de entre los hombres, como a conde¬

nados a muerte, porque hemos sido hechos espec¬


táculo al mundo; a los ángeles y a los hombres.
Nosotros, necios por Cristo y vosotros prudentes en
Cristo; nosotros débiles, vosotros fuertes; vosotros
nobles, nosotros innobles. Hasta ahora andamos
hambrientos, sedientos, desnudos, abofeteados y
echados de un sitio a otro. Y nos afanamos traba¬
jando con nuestras manos; maldecidos bendecimos;
perseguidos sufrimos; ultrajados oramos; somos
tratados, hasta ahora, como basura del mundo,
como escoria de todos. No os escribo estas cosas

por sonrojaros, sino que os amonesto como hijos


míos carísimos. Porque, aun cuando tengáis milla¬
res de ayos en Jesucristo, no tenéis muchos padres,

pues yo soy el que os he engendrado en Jesucristo


por medio del Evangelio.
Gradual.—(Mal. 2.) La ley del Señor estuvo
siempre en su boca, y jamás se encontró maldad

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MISAS
3°4

en sus labios.—f. Anduvo siempre en paz y en

equidad, y convirtió a los impíos de sus maldades.


Aleluya. Aleluya.—f, ¡Oh astro brillante de Espa¬
ña, bienaventurado Santiago Apóstol! Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(20, 20-23).—En aquel tiempo, la madre de los
hijos del Zebedeo se acercó a Jesús con sus dos
hijos, adorándole y pidiéndole algo. Y él la dijo:
¿Qué quieres? Dícele ella: Di que estos dos hijos
míos se sienten en tu reino, uno a tu derecha y otro
a tu izquierda. Mas Jesús respondió y dijo: No
sabéis lo que pedís. ¿Podéis beber el cáliz que yo
he de beber? Dícenle: Podemos. Di joles: Mi cáliz sí
lo beberéis; pero sentaros a mi diestra o mi sinies¬
tra, no es mío concederos a vosotros, sino a aque¬
llos a quienes lo ha destinado mi Padre.

Ofertorio.—(Ps. 138.) Honrados han sido en gran


manera tus amigos, oh Dios; su imperio ha llegado
a ser sumamente poderoso. Aleluya.

Secreta.—Te rogamos, Señor, que el dichoso mar¬


tirio del bienaventurado Apóstol Santiago te haga
agradables las oblaciones de tu pueblo, y lo que no
podemos conseguir por nuestros méritos, te agrada
por su intercesión. Por nuestro Señor Jesucristo...
El Prefacio como en la fiesta de San Pedro, pág. 302.
Comunión.—(Eccli. 43.) Escogióle el Señor para
anunciar a las gentes la salvación: dióle poder de
anunciar por sus preceptos sus testimonios al pue¬
blo de Jacob y de alumbrar a Israel con su ley.
Poscomunión.—Te rogamos, Señor, que nos au¬
xilies por la intercesión de tu Apóstol Santiago, en
cuya solemne fiesta hemos recibido con alegría tus
sacramentos. Por nuestro Señor Jesucristo...

FIESTA DE LA ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA

Introito.—Regocijémonos todos en el Señor cele¬


brando esta fiesta en honor de la bienaventurada
Virgen María, de cuya Asunción se alegran los án¬
geles y alaban al Hijo de Dios.—(Ps. 44.) De mi

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ASUNCIÓN DE NUESTRA SEÑORA 305

corazón brota un himno excelente; y digo: mi obra


para el rey.—y. Gloria al Padre...
Oración.—Señor, te rogamos perdones los delitos
de sus siervos, para que los que por nuestras obras
no
podemos agradarte, nos salvemos por la inter¬
cesión de la Madre de tu
Hijo, que vive y reina
contigo en unidad del Espíritu Santo, Dios por to¬
dos los siglos de los siglos. Amén.
Lección del Libro de la Sabiduría
(Eccli. 24, 7-20).
—En todas partes
busqué descanso, y en la here¬
dad del Señor moraré. Entonces el criador de todas
las cosas dió sus órdenes
y me habló; y el que me
crió hizo descansar mi tabernáculo
y me dijo: Ha¬
bita en Jacob,
y sea Israel tu herencia, y arráigate
en medio de mis
escogidos. Y así mi estancia fijé
en Sión,
y reposé en la ciudad santa, y en Jeru-
salén está mi trono. Y me
arraigué en un pueblo
glorioso, y en la porción de mi Dios, la cual es su
herencia; y mi habitación fué en la plena reunión
de los santos. Me he levantado como cedro sobre
el Líbano y como ciprés sobre el monte Sión.
Me
he exaltado como palma de Cades
y como rosal
plantado en Jericó; me he alzado como hermoso
olivo en los campos y como plátano
en las plazas
junto al agua. Como cinamomo y bálsamo aromá¬
tico despedí frangancia. Como mirra
escogida ex¬
halé suave olor.
Gradual.—(Ps. 44.) Por la verdad, la mansedum¬
bre y la justicia, tu diestra te conducirá maravi¬
llosamente.—y. Escucha, oh hija, y considera, e in¬
clina tu oído,
porque el rey se ha enamorado de tu
beldad. Aleluya. Aleluya.—Y. María ha sido ele¬
vada al cielo; se
alegra el ejército de los ángeles.
Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Lucas
(10, 38-42).—Entró Jesús en una aldea y una mu¬
jer llamada Marta le recibió en su casa. Y ésta te¬
nía una hermana llamada María, la cual, continua¬
mente sentada los
a
pies del Señor, oía su palabra.
En cambio, Marta afanaba muchos
se en quehace-

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MISAS
3°6

res.Y parándose, dijo: Señor, ¿no te fijas que mi


hermana me deja sola para servir? Dile, pues, que
me ayude. Y respondiendo el Señor, le dijo: Marta,
Marta, te apuras y turbas para muchas cosas. Y
sólo hay necesidad de una. María ha escogido la
mejor parte, la cual no se le quitará.
Ofertorio.—María ha sido elevada a los cielos; los
ángeles se alegran, y alaban y bendicen al Señor.
Secreta.—Señor, favorezca a tu pueblo la oración
de la Madre de Dios, y aunque sabemos que según
ley de la naturaleza se fué de nosotros, sintamos
que en la gloria celestial intercede por nosotros. Por
nuestro Señor Jesucristo...
El Prefacio como en la fiesta de la Concepción (po¬
niendo Asunción en vez de Concepción),
pág. 296.
Comunión.—(Luc. 10.) María ha escogido para sí
la mejor suerte, que no le será quitada eternamente.
Poscomunión.—Después de haber participado de
la mesa celestial, oh Señor Dios nuestro, implora¬
mos tu clemencia, para que los que veneramos la
Asunción de la Madre de Dios, por su intercesión
seamos libres de todos los males que nos amenazan.
Por nuestro Señor Jesucristo...

FIESTA DE TODOS LOS SANTOS

Introito.—Regocijémonos todos en el Señor cele¬


brando esta fiesta de todos los Santos, por cuya so¬
lemnidad se alegran los ángeles y ensalzan al Hijo
de Dios.—(Ps. 32.) Regocijaos, oh justos, en el Se¬
ñor; a los justos corresponde el alabarle.—f. Glo¬
ria al Padre...
Oración.—Omnipotente y sempiterno Dios, que
nos has concedido venerar los méritos de todos los
Santos en una misma fiesta: te suplicamos que,

multiplicados los intercesores, nos concedas la de¬


seada abundancia de tu bondad. Por nuestro Señor
Jesucristo, que vive y reina contigo en unidad del
Espíritu Santo, Dios por todos los siglos. Amén.
Lección del Apocalipsis de San Juan Apóstol
(y, 2-12).—En aquellos días, he aquí que yo, Juan,

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FIESTA DE TODOS LOS SANTOS
307

vi subir del Oriente a un


ángel, que tenía el sello
de Dios vivo, el cual clamó con voz sonora a los
cuatro ángeles encargados de hacer daño a la tierra
y al mar, diciendo: No hagáis mal a la tierra, ni
al mar, ni a los árboles, hasta que
pongamos el sello
en la frente a los siervos de nuestro Dios. Y oí el
número de los sellados, que eran ciento cuarenta
y
cuatro mil de todos las tribus de los
hijos de Israel.
De la tribu de Judá, doce mil sellados; de la tribu
de Rubén, doce mil de
sellados; tribu la de Gad,
doce mil sellados; de la tribu de Aser, doce mil se¬
llados; de la tribu de Neftalí, doce mil sellados; de
la tribu de Manasés, doce mil sellados; de la tribu
de Simeón, doce mil sellados; de la tribu de Leví,
doce mil sellados; de la tribu de Isacar, doce mil
sellados; de la tribu de Zabulón, doce mil sellados;
de la tribu de José, doce mil sellados; de la tribu
de Benjamín, doce mil sellados.
Después de esto,
vi una gran muchedumbre,
que nadie podía con¬
tar, de todas las naciones y tribus, y pueblos, y
lenguas, que estaban ante el trono del Cordero, re¬
vestidos de estolas blancas, con palmas en sus ma¬
nos, y exclamaban a grandes voces, diciendo: Sa¬
lud a nuestro Dios, que está sentado en el trono,
y
al Cordero. Y todos los ángeles
estaban en rededor
del trono, y de los ancianos, y
de los cuatro ani¬
males, y se postraron delante del trono sobre sus
rostros, y adoraron a Dios, diciendo: La bendición,
y la gloria, y la sabiduría, y la acción de gracias,
y la honra, y el poder, y la fortaleza a nuestro Dios
por los siglos de los siglos. Así sea.
Gradual.—(Ps. 33.) Temed al Señor todos sus
Santos, porque nada falta a los que le temen.—
y. A los que buscan al Señor no les faltará bien
alguno. Aleluya. Aleluya.—(Matth. 11.) Venid a
mí todos los que
estáis cansados y agobiados, y yo
os aliviaré. Aleluya.
Secuencia del santo Evangelio según San Mateo
(5, 1-12).—Viendo Jesús las turbas, subió al mon¬
te; y, sentándose él, se le arrimaron sus discípulos.

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MISAS
3°8

Y abriendo sus labios, les enseñaba diciendo: Bien¬


aventurados los pobres de espíritu, porque de ellos
es el reino de los cielos. Bienaventurados los man¬

sos, porqueellos poseerán la tierra. Bienaventura¬


dos los que lloran, porque ellos serán consolados.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de
la justicia, porque ellos serán hartos. Bienaventu¬
rados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia. Bienaventurados los limpios de cora¬
zón, porque ellos verán a Dios. Bienaventurados
los pacíficos, porque ellos serán llamados hijos de
Dios. Bienaventurados los que padecen persecución
por la justicia, porque de ellos es el reino de los
cielos. Bienaventurados sois cuando os insulten y
persigan y, mintiendo, hablen todo mal contra vos¬
otros por causa de mí. Alegraos y regocijaos, por¬
que será muy grande vuestra recompensa en los
cielos.
Ofertorio.—(Sap. 3.) Las almas de los justos es¬
tán en la mano de Dios, y no llegará a ellas el tor¬
mento de la muerte; a los ojos de los insensatos
pareció que morían; mas ellos, a la verdad, des¬
cansan en paz.
Secreta.—Señor, te ofrecemos las ofrendas de
nuestra devoción, deseando que, por el honor de
todos los justos, te sean agradables a ti y, por tu
misericordia, saludables a nosotros. Por nuestro Se¬
ñor Jesucristo...
Prefacio.—Verdaderamente es digno y justo, de¬
bido y saludable, que en todo tiempo y lugar te
demos gracias, Señor santo, Padre todopoderoso,
Dios eterno, por Jesucristo nuestro Señor; por quien
los Angeles alaban tu majestad, las Dominaciones
la adoran, las Potestades la reverencian, los Cielos
y las Virtudes de los Cielos y los bienaventurados
Serafines la celebran con unión y alegría. Con los
cuales te rogamos ordenes recibir nuestras voces,
diciendo con humilde confesión: Santo, Santo...
Comunión.—(Matth. 5.) Bienaventurados los
limpios de corazón, porque ellos verán a Dios.

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CONMEMORACIÓN DE LOS DIFUNTOS
309

Bienaventurados los pacíficos, porque ellos serán


llamados hjos de Dios. Bienaventurados los que
padecen persecución por la justicia, porque de ellos
es el reino de los cielos.
Poscomunión.—Te rogamos, Señor, concedas a
tu pueblo fiel alegrarse siempre en la fiesta de to¬
dos tus Santos y verse fortalecido
por tu continua
intercesión. Por nuestro Señor Jesucristo...

CONMEMORACIÓN

DE TODOS LOS FIELES DIFUNTOS

Primera misa.

Introito.—Dales, Señor, el descanso eterno, y


alúmbreles la luz eterna.—(Ps. 64.) A ti, oh Dios,
se deben cantar himnos en Sión; a ti se ofrecerán

votos en Jerusalén. Oye mi oración; a ti ha de ve¬


nir todo mortal. Dales, Señor...
En las misas de Difuntosno se reza Gloria in excelsis.

Oración.—Oh Dios, Criador


y Redentor de todos
los fieles: concede la remisión de todos sus
pecados
a las almas de tus siervos y siervas, para que con¬
sigan, por nuestras piadosas súplicas, el perdón que
siempre desearon. Por nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina contigo en unidad del Espíritu
Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Corintios
(I, 15, 51-57).—Hermanos: Ved aquí un misterio
que voy a deciros: Todos, en verdad, resucitaremos;
mas todos seremos mudados. En un momento,
no

en unabrir y cerrar de ojos, en la última trompeta,


porque sonará la trompeta (habrá algún signo no¬
table), los muertos resucitarán incorruptos, y en¬
tonces nosotros seremos inmutados. Porque es ne¬
cesario que este cuerpo corruptible se revista de in-
corruptibilidad, y que este cuerpo mortal se revista
de inmortalidad. Y cuando este cuerpo mortal
haya
sido revestido de inmortalidad, entonces se cum-

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MISAS

plirá la palabra escrita: La muerte ha sido absor¬


bida para victoria. ¿Dónde está, oh muerte, tu vic¬
toria? ¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? Aguijón
de la muerte es el pecado, y la fuerza del pecado
es la ley (sin la gracia). Pero demos gracias a Dios,

que nos ha dado la victoria por medio de nuestro


Señor Jesucristo.
Gradual.—Dales, Señor, el descanso eterno, y
alúmbreles la luz eterna.—(Ps. iii.) La memo¬
ria del justo será eterna; no temerá él malas
nuevas.

Tracto.-—Absuelve, Señor, las almasde todos los


fieles difuntos de pecado.—f. Y me¬
todo lazo de
diante el socorrode tu gracia, merezcan evitar el
juicio de venganza.—Y- Y disfrutar de la felicidad
de la luz eterna.

Secuencia. — Sequentia.—Dies irae,


¡Día de
ira aquel día!—reduciráilla,—solvet saeclum
dies
el mundo a cenizas: — in favilla—teste David
testigo, David con la Si¬ cum Sibylla.
bila.
¡Cuánto temblor ha de Quantus tremor est fu-
haber—cuando el j uez turus,—quando iudex est
ha de venir—a examinar¬ venturus,—cuneta stricte
lo todo estrechamente! discussurus!
Una Tuba mirum spargens
trompeta espar¬
ciendo son maravilloso— sonum —
per sepulchra
por los sepulcros de las regionum—coget omnes
ante thronum.
regiones,—los reunirá a
todos delante del trono.
La muerte y la natu¬ Mors stupebit et natu¬
raleza quedarán estupe¬ ra—cum resurget crea-
factas — cuando resuci¬ tura—iudicanti respon-
sura.
ten las criaturas— para
responder al juez.
Se presentará el libro Liber scriptus profere-
escrito—en el que se con¬ tur,—in quo totum con-
tiene todo,—por el que tinetur,—unde mundus
iudicetur.
se ha de j uzgar al mundo.

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DÍA DE ÁNIMAS. 1.a MISA

Así, pues, que el juez Iudex ergo cum sede-


se siente,—todo lo que bit,—quidquid latet, ap-
está latente aparecerá;— parebit:—Nil inultum re-
nada permanecerá sin manebit.
castigo.
¿Qué voy a decir yo Quid sum miser tune
entonces, miserable?—¿a dicturus?—quem patro-
qué patrón he de rogar, num
rogaturus, —■ cum
—cuando apenas el justo vix iustus sit securus?
estará seguro?
Rey de tremenda ma¬ Rex tremendae maie-
jestad,—-que a los que statis, — qui salvandos
se han de salvar los salvas gratis,—salva me,
salvas gratis,—sálvame, fons pietatis.
fuente de piedad.
Acuérdate, Jesús pia¬ Recordare, Iesu pie,
doso,—que yo soy la —quod sum causa tuse
causa de tu viaje;—no me vise:—Ne me perdas illa
pierdas en aquel día. die.
Buscándome te sen¬ Quaerens me, sedisti
taste cansado:—me re¬ lassus:—redemisti, cru¬
dimiste, padeciendo cruz: cera
passus:—tantus la¬
—tanto trabajo no sea bor non sit cassus.
inútil.
Justo juez de la ven¬ Iuste iudex ultionis—
ganza,—hazme merced Donum fac remissionis—
del perdón—antes del ante diem rationis.
día de la cuenta.
Gimo como reo:—por Ingemisco, tanquam
la culparuboriza mi
se reus:—culpa rubet vul-
rostro:—ya que suplico, tus meus: supplicanti —

perdóname, Dios. parce, Deus.


Tú, que a María ab¬ Qui Mariam absolvisti
solviste—y al ladrón le —et latronem exaudisti
oíste,—a mí también es¬ —mihi quoque spem de
peranza me diste. disti.
Mis preces no son dig¬ Preces mese non sunt
nas;—pero tú, bueno, haz dignse:—sed tu bonus fac
benignamente — que no benigne, — ne perenni
arda en el fuego perenne. cremer igne.

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MISAS
312

Inter oves locum prse-


Entre las ovejas dame
lugar,—y de los cabritos sta,—et ab hsedis me se-
apártame, — colocándo¬ questra, — statuens in
me en la parte derecha. parte dextra.
Rechazados los maldi¬ Confutatis maledictis,
—flammis acribus addi-
tos,—y a las llamas do-
lorosas destinados,—llᬠctis:—voca me cum be-
mame con los benditos. nedictis.
Ruégote suplicante e
Oro supplex et accli-
inclinado,—deshecho el nis,—cor contritum qua-
corazón como ceniza:— si cinis:—gere curam mei
ten cuidado de mi fin. finis.
Lacrimoso día aquel— Lacrymosa dies illa,—
en resucitará del pol¬
que qua resurget ex favilla,
—iudicandus homo reus.
vo,—para ser juzgado,
el hombre reo.
Huic ergo parce, Deus.
Perdónale, pues, oh
—Pie Iesu Domine,—Do¬
Dios.—Piadoso Jesús, Se¬
ñor,—dales el descanso. na eis réquiem. Amen.
Amén.

Secuencia del santo Evangelio según San Juan


(5, 25-2g).—En aquel tiempo, dijo Jesús a las tur¬
bas de los judíos: En verdad, en verdad os digo
que viene el tiempo, y estamos ya en él, en que
los muertos oirán la voz del Hijo de Dios; y los que
la escucharen, vivirán. Porque así como el Padre
tiene en sí mismo vida, así también ha dado al Hijo
el tener vida en sí mismo, y le ha dado la potestad
de juzgar, porque es Hijo del hombre. No os admi¬
réis de esto, pues vendrá tiempo en que todos los
que están en los sepulcros oirán la voz del Hijo de
Dios; y saldrán los que hicieron buenas obras a re¬
surrección de vida; pero los que las hicieron malas,
a resurrección de condenación.
Ofertorio.—Señor nuestro Jesucristo, Rey de la
gloria, libra las almas de todos los fieles difuntos
a
de las penas del infierno y de aquel profundo lago;
líbralas de la boca del león; no las absorba el abis¬
mo, ni caigan en tinieblas; sino condúzcalas el prín-

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DÍA DE ÁNIMAS. 1.a MISA 313

cipe San Miguel, a la santa luz, que en otro tiempo


prometiste Abrahán y a su descendencia.—y. Te
a
ofrecemos, Señor, hostias y súplicas de alabanza;
acéptalas tú por aquellas almas de quienes hacemos
hoy conmemoración; haz Señor, que pasen de la
muerte a la vida, que en otro tiempo prometiste a
Abrahán y a su descendencia.
Secreta.—Te suplicamos, Señor, que
mires pro¬
picio estas hostias que te ofrecemos por las almas
de tus siervos y siervas; y pues les has otorgado la
gracia de profesar la fe cristiana, dales también el
premio. Por nuestro Señor Jesucristo...
Prefacio.—Verdaderamente es digno y justo, de¬
bido y saludable, que te demos gracias en todo
tiempo y lugar, Señor santo. Padre todopoderoso,
Dios eterno, por Jesucristo nuestro Señor, en el
cual brilla para nosotros la esperanza de resurrec¬
ción dichosa: para que así como nos entristece la
certidumbre de tener que morir, así nos consuele
la promesa de la futura inmortalidad. Porque a tus
fieles, Señor, se les cambia la vida, no se les quita:
y al disolverse su casa en esta morada, se les con¬
cede habitación eterna en los cielos. Y por tanto,
con los Angelesy Arcángeles, con los Tronos y Do¬
minaciones, y con toda la milicia del ejército celes¬
tial, cantamos un himno a tu gloria, diciendo sin
fin: Santo, Santo...
Comunión.—Alúmbreles, Señor, la luz eterna,
con tus santos todos los siglos; pues eres pia¬
por
doso.—y. Dales, Señor, el descanso eterno, y alúm¬
breles la luz eterna; con tus santos por todos los
siglos; pues eres piadoso.
Poscomunión.—Aprovechen, Señor, a las almas
de tus siervos y siervas nuestras humildes súplicas,
para que las libres de todos sus pecados y las hagas
participantes de tu redención. Por nuestro Señor
Jesucristo...

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MISAS
3 r4

Segunda misa.

Introito.—Dales, Señor, el descanso eterno, y


alúmbreles la luz eterna.—(Ps. 64.) A ti, oh Dios,
se deben cantar himnos en Sión; a ti se ofrecerán
votos en Jerusalén. Oye mi oración; a ti ha de ve¬
nir todo mortal. Dales, Señor...
Oración.—Dios y Señor de los perdones, concede
a las almas de tus siervos y siervas la morada del
refrigerio, la felicidad del descanso y la claridad de
la luz. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y rei¬
na
contigo en unidad del Espíritu Santo, Dios por
todos los siglos de los siglos. Amén.
Lección del Libro de los Macabeos (II, 12, 43-46).
En aquellos días, el esforzadísimo Judas, habiendo
hecho una colecta, envió doce mil dracmas de plata
a Jerusalén, a fin de que se ofreciese un sacrificio

por los pecados de los difuntos, porque tenía bue¬


nos religiosos sentimientos acerca de la resurrec¬
y
ción no esperara que los que habían muer¬
(pues si
to habían de resucitar, habría tenido por superfluo
e inútil rogar por los difuntos), y porque conside¬

raba que a los que habían muerto con religión les


estaba reservada una óptima gracia. Es, pues, san¬
to y saludable pensamiento rogar por los difuntos,
para que sean libres de sus pecados.
Gradual, Tracto y Secuencia, como en la primera
misa, pág. 310.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(6, 37-39).—En aquel tiempo, dijo Jesús a las tur¬
bas de los judíos: Todo lo que el Padre me da, ven¬
drá a mí; y al que viniere a mí, no le desecharé;
porque he descendido del cielo, no para hacer mi
voluntad, sino la de aquel que me ha enviado. Y la
voluntad del Padre que me ha enviado es que yo
no pierda nada de lo que me ha dado, sino que lo

resucite en el último día. Y la voluntad del Padre


que me ha enviado es que todo el que ve al Hijo

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DÍA DE ÁNIMAS. 3.a MISA 315

y cree en él, tenga vida eterna, y yo le resucitaré


en el último día.

Ofertorio,
como en la primera misa, pág. 312.

Secreta.—Señor, sé propicio a nuestros ruegos


por las almas de tus siervos y siervas, por quienes
te ofrecemos este sacrificio de alabanza, a fin de
que te dignes asociarlas a la compañía de tus san¬
tos. Por nuestro Señor Jesucristo...

Prefacio, pág. 313.


Comunión.—Alúmbreles, Señor, la luz eterna;
con tus santos portodos los siglos; pues eres pia¬
doso.—y. Dales, Señor, el descanso eterno, y alúm¬
breles la luz eterna; con tus santos por todos los
siglos; pues eres piadoso.
Poscomunión.—Te suplicamos, Señor, nos conce¬
das que las almas de tus siervos y siervas, purifi¬
cadas por este sacrificio, alcancen el perdón y el
descanso eterno. Por nuestro Señor Jesucristo..

Tercera misa.

Introito.—Dales, Señor, el descanso eterno, y


alúmbreles la luz eterna.—(Ps. 64.) A ti, oh Dios,
se deben cantar himnos en Sión; a ti se ofrecerán
votos en Jerusalén. Oye mi oración; a ti ha de ve¬
nir todo mortal. Dales, Señor...
Oración.—Oh Dios, dador del perdón y amador
de la salvación de los hombres: imploramos tu cle¬
mencia, para que, por intercesión de la Virgen Ma¬
ría y de todos tus santos, concedas a las almas de
tus siervos y siervas que han salido de este mundo
llegara la reunión de la eterna bienaventuranza.
Por nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina con¬
tigo en unidad del Espíritu Santo, Dios por todos
los siglos de los siglos. Amén.
Lección del Apocalipsis (14, 13).—En aquellos
días: Oí una voz del cielo que me decía: Escribe:
Bienaventurados los muertos que mueren en el Se¬
ñor. Ya desde ahora dice el Espíritu que descansen

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316 MISAS

desus trabajos, puesto que sus obras les van acom¬


pañando.
Gradual, Tracto y Secuencia, como en la primera
misa, pág. 310.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(6, 51-55).—En aquel tiempo, dijo Jesús a las tur¬
bas de los judíos: Yo soy el pan vivo que he ba¬
jado del cielo. Quien comiere de este pan, vivirá
eternamente; y el pan que yo daré es mi carne
para la vida del mundo. Comenzaron entonces los
judíos a disputar unos con otros, diciendo: ¿Cómo
puede éste darnos a comer su carne? Pero Jesús le
dijo: En verdad, en verdad os digo que, si no co¬
miereis la carne del Hijo del hombre y no bebie¬
reis su sangre, no tendréis vida en vosotros. Quien
come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna,

y yo le resucitaré en el último día.


Ofertorio, como en la primera misa, pág. 312.
Secreta.—Oh Dios, cuya misericordia es infinita:
recibe propicio nuestras humildes súplicas y, por
virtud de estos sacramentos de nuestra salvación,
concede el perdón de todos sus pecados a las almas
de los fieles difuntos, a quienes concediste la gra¬
cia de confesar tu santo nombre. Por nuestro Señor
Jesucristo...
Comunión.—Alúmbreles, Señor, la luz eterna;
con tus santos por todos los siglos; pues eres pia¬
doso.—y. Dales, Señor, el descanso eterno, y alúm¬
breles la luz eterna; con tus santos por todos los
siglos; pues eres piadoso.
Poscomunión.—Concédenos, omnipotente y mi¬
sericordioso Dios, que las almas de tus siervos y
siervas, por quienes hemos ofrecido a tu majestad
este sacrificio de alabanza, purificadas de todos sus
pecados por virtud de este sacramento, reciban de
tu misericordia la felicidad de la luz eterna. Por
nuestro Señor Jesucristo...

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EN EL DÍA DEL FALLECIMIENTO 317

MISAS DE DIFUNTOS

EN EL DÍA DEL FALLECIMIENTO

Introito.—Dales, Señor, el descanso eterno; y


alúmbreles la luz eterna.—(Ps.
64.) A ti, oh Dios,
se deben cantar himnos en Sión; a ti se ofrecerán

votos en Jerusalén. Oye mi oración; a ti ha de ve¬


nir todo mortal. Dales, Señor...
En las misas de difuntos no se reza Gloria in excelsis.
Oración.—Oh Dios, de es quien propio apiadarse
y perdonar: te suplicamos humildemente por el
alma de tu siervo (o sierva) N., a quien has man¬
dado salirhoy de este mundo, que no la entregues
en manos del
enemigo, ni la olvides hasta el fin,
sino que mandes sea tomada
por los santos ángeles
y conducida a la patria del paraíso, a fin de que,
ya que creyó y esperó en ti, no sufra las penas del
infierno, sino que posea los goces eternos. Por nues¬
tro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en
unidad del Espíritu Santo, Dios por todos los siglos
de los siglos. Amén.
Epístola de San Pablo Apóstol a los Tesalonicen-
ses
(I, 4, 13-ij).—Hermanos: Por lo que toca a
los que duermen (difuntos), no queremos
que es¬
téis ignorantes, porque no os entristezcáis como los
demás, que no tienen esperanza. Porque si creemos
que Jesús murió y resucitó, así también Dios lle¬
vará con él a los que hayan dormido
(fallecido) por
él. Porque os decimos sobre la palabra del Señor,
que nosotros, los que vivimos, los que quedamos
hasta la venida del Señor, no nos adelantaremos a
los que ya
murieron. Porque el mismo Señor, a la
intimación y a la voz del Arcángel y al sonido de
la trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los
muertos en Cristo resucitarán los
primeros. Des¬
pués, nosotros los vivos, los que hayamos quedado,
seremos arrebatados
juntamente con ellos, sob e

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MISAS

nubes, al encuentro de Cristo en el aire, y así esta¬


remos con el Señor eternamente. Consolaos, pues,
los unos a los otros con estas verdades.
Gradual.—Dales, Señor, el descanso eterno, y
alúmbreles la luz eterna.—(Ps. ni.) La memoria
del justo será eterna; no temerá él malas nuevas.
Tracto.-—-Absuelve, Señor, las almas de todos los
fieles difuntos de todo lazo de pecado.—y. Y me¬
diante el socorro de tu gracia, merezcan evitar el
juicio de venganza.—y. Y disfrutar de la felicidad
de la luz eterna.
Secuencia, pág. 310.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
fu, 21-2J).—En aquel tiempo, dijo Marta a Jesús:
Señor, si hubieses estado aquí, no hubiera muerto
mi hermano. Bien que ahora mismo estoy persua¬
dida que te concederá Dios cualquiera cosa que le
pidieres. Dícele Jesús: Resucitará tu hermano. Res¬
póndele Marta: Bien sé que resucitará en la resu¬
rrección en el último día. Dícele Jesús: Yo soy la
resurrección y la vida; quien cree en mí, aunque
hubiere muerto, vivirá. Y todo el que vive y cree
en mí, no morirá para siempre. ¿Crees esto? Res¬

póndele: Sí, Señor, creo que tú eres el Cristo, el


Hijo de Dios vivo que ha venido a este mundo.
Ofertorio.—Señor nuestro Jesucristo, Rey de la
gloria, libra a las almas de todos los fieles difuntos
de las penas del infierno y de aquel profundo lago;
líbralas de la boca del león; no las absorba el abis¬
mo, ni caigan en las tinieblas; sino condúzcalas el
príncipe San Miguel, a la santa luz, que en otro
tiempo prometiste a Abrahán y a su descendencia.
—y. Te ofrecemos, Señor, hostias y súplicas de ala¬
banza; acéptalas tú por aquellas almas de quienes
hacemos hoy conmemoración; hazlas, Señor, que
pasen de la muerte a la vida, que en otro tiempo
prometiste a Abrahán y a su descendencia.
Secreta.—Te suplicamos, Señor, seas propicio al
alma de tu siervo N., por quien te inmolamos la
hostia de alabanza, suplicando humildes a tu ma-

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EN EL ANIVERSARIO DE UN DIFUNTO
319

jestad que, por estos oficios de piadosa aplacación,


merezca llegar al descanso sempiterno. Por nuestro
Señor Jesucristo...
Prefacio como en el de los difuntos, pág. 313.
Comunión.—Alúmbreles, Señor, la luz eterna;
con tus santos por todos los siglos; pues eres pia¬

doso.—y. Dales, Señor, el descanso eterno, y alúm¬


breles la luz eterna; con tus santos por todos los
siglos; pues eres piadoso.
Poscomunión.—Te rogamos, oh Dios omnipoten¬
te, hagas que el alma de tu siervo N., que ha pa¬
sado hoy de este siglo, purificada con estos sacri¬
ficios y libre de los pecados, consiga juntamente el
perdón y el descanso sempiterno. Por nuestro Se¬
ñor Jesucristo...
En los días tercero, séptimo y trigésimo de la muerte
del difunto, se dice la misa anterior con las oraciones
siguientes:
Oración.—-Te rogamos, Señor, que al alma de tu
siervo N., cuyo día tercero (o séptimo, o trigésimo)
de fallecimiento conmemoramos, te dignes conce¬
der la compañía de tus santos y elegidos, e infundir
el rocío perenne de tu misericordia. Por nuestro Se¬
ñor Jesucristo...
Secreta.—Te rogamos, Señor, mires aplacado los
dones que te ofrecemos por el alma de tu siervo N.,
para que, purificada con los dones celestiales, des¬
canse en tu piedad. Por nuestro Señor Jesucristo...

Poscomunión.—Recibe, Señor, nuestras preces


por el alma de tu siervo N., para que, si se le pe¬
garon algunas manchas de los contagios terrenos,
se borren con la misericordia de tu perdón. Por
nuestro Señor Jesucristo...
EN EL ANIVERSARIO DE UN DIFUNTO

La misa para el aniversario del fallecimiento es la


misma que la segunda del día de la Conmemoración
de todos los fieles difuntos, pág. 314.

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MISAS
32o

MISA COTIDIANA DE DIFUNTOS

Introito.—Dales, Señor, el descanso eterno, y


alúmbreles la luz eterna.—(Ps. 64.) A ti, oh Dios,
se deben cantar himnos en Sión; a ti te ofrecerán
votos en Jerusalén. Oye mi oración; a ti ha de ve¬
nir todo mortal. Dales, Señor...
Oración.—(Por obispos o sacerdotes dijuntos.) Oh
Dios, que entre los apostólicos sacerdotes hiciste
resplandecer a tus siervos con la dignidad pontifi¬
cal o sacerdotal: te rogamos hagas que se agreguen
a su
perpetua compañía. Por nuestro Señor Jesu¬
cristo, que vive y reina contigo en unidad del Es¬
píritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos.
Amén.
(Por los hermanos, parientes y bienhechores difun¬
tos.) Oh Dios, dador del perdón y amador de la sal¬
vación de los hombres: imploramos tu clemencia,
para que, por intercesión de la Virgen María y de
todos tus Santos, concedas a las almas de los her¬
manos, parientes y bienhechores de nuestra Con¬
gregación que han salido de este mundo, llegar a
la reunión de la eterna bienaventuranza.
(Por todos los fieles difuntos.) Oh Dios, Criador y
Redentor de todos los fieles: concede la remisión de
todos sus pecados a las almas de tus siervos y sier-
vas, para que consigan, por nuestras piadosas sú¬
plicas, el perdón que siempre desearon. Señor, que
vives y reinas con Dios Padre...
Lección del Apocalipsis (14, 13).—En aquellos
días, oí una voz del cielo que decía: Escribe: Bien¬
aventurados los muertos que mueren en el Señor.
Ya desde ahora dice el Espíritu que descansen de
sus trabajos, puesto que sus obras les van acom¬

pañando.
Gradual.—Dales, Señor, el descanso eterno, y
alúmbreles la luz eterna.—(Ps. 111.) La memoria
del justo será eterna; no temerá él malas nuevas.
Tracto.—Absuelve, Señor, las almas de todos los
fieles difuntos de todo lazo de pecado.—y. Y me-

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MISA COTIDIANA DE DIFUNTOS 321

diante el socorro de tu gracia, merezcan evitar el


juicio de venganza.—f. Y disfrutar de la felicidad
de la luz eterna.
Se puede decir la Secuencia como en la primera
misa de la Conmemoración de todos los fieles di¬
funtos, página 310.
Secuencia del santo Evangelio según San Juan
(6, 51-55).—En aquel tiempo, dijo Jesús a las tur¬
bas de los judíos: Yo soy el pan vivo que he bajado
del cielo. Quien comiere de este pan, vivirá eterna¬
mente; y el pan que yo daré es mi misma carne
por la vida del mundo. Comenzaron entonces los
judíos a disputar unos con otros, diciendo: ¿Cómo
puede éste darnos a comer su carne? Pero Jesús
dijo: En verdad, en verdad os digo que si no co¬
miereis la carne del Hijo del hombre y no bebiereis
su
sangre, no tendréis vida en vosotros. Quien come
mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo
le resucitaréen el último día.

Ofertorio.—Señor nuestro Jesucristo, Rey de la


gloria, libra alas almas de todos los fieles difuntos
de las penas del infierno y del profundo lago; líbra¬
las de la boca del león; no las absorba el abismo,
ni caigan en tinieblas, sino condúzcalas el príncipe
San Miguel a la santa luz, que en otro tiempo pro¬
metiste a Abrahán y a su descendencia.—f. Te
ofrecemos, Señor, hostias y súplicas de alabanza;
acéptalas tú por aquellas almas de quienes hacemos
hoy conmemoración; haz, Señor, que pasen de la
muerte a la vida, que en otro tiempo prometiste a
Abrahán y a su descendencia.
Secreta.—(Por obispos o sacerdotes difuntos.) Te
rogamos, Señor, recibas las hostias que te ofrece¬
mos por las almas de
tus siervos pontífices o sacer¬
dotes, para que aquellos a quienes diste en este
siglo la dignidad pontifical o sacerdotal, mandes
sean unidos en el celestial reino a la reunión de tus
santos. Por nuestro Señor Jesucristo...
(Por los hermanos, parientes y bienhechores difun¬
tos.) Oh Dios, cuya misericordia es infinita: recibe
11
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MISAS

propicio nuestras humildes súplicas, y a las almas


de nuestros hermanos, parientes y bienhechores, a
quienes concediste la gracia de confesar tu santo
nombre, por virtud de estos sacramentos de nues¬
tra salvación concede el perdón de todos los pecados.

(Por todos los fieles difuntos.) Te suplicamos,


Señor, que mires propicio estas hostias que te
ofrecemos por las almas de tus siervos y siervas;
y pues les has otorgado la gracia de la fe cris¬
tiana, concédeles también el premio. Por nuestro
Señor Jesucristo...
Prefacio como en el día de las ánimas, pág. 313.
Comunión.—Alúmbreles, Señor, la luz eterna;
con tus santos por todos los siglos; pues eres pia¬
doso.—y. Dales, Señor, el descanso eterno, y alúm¬
breles la luz eterna; con tus santos por todos los
siglos; pues eres piadoso.
Poscomunión.—(Por obispos o sacerdotes difun¬
tos.) Te rogamos, Señor, que aproveche a las almas
de tus siervos pontífices o sacerdotes, la clemencia
que hemos implorado de tu misericordia, papa que
por ella obtengan la unión eterna con aquel
en quien esperaron y creyeron. Por nuestro Señor

Jesucristo...
(Por los hermanos, parientes y bienhechores difun¬
tos.) Omnipotente y misericordioso Dios, te roga¬
mos hagas que las almas de nuestros hermanos,

parientes y bienhechores, por quienes hemos ofre¬


cido a tu majestad este sacrificio de alabanza,
purificadas de todos sus pecados por virtud de
este sacramento, reciban de tu misericordia la fe¬
licidad eterna.
(Por todos los fieles difuntos.) Te rogamos, Señor,
que a las almas de tus siervos y siervas aprovechen
nuestras humildes súplicas, para que las libres de
todos sus pecados y las hagas participantes de tu
redención. Señor que vives y reinas con Dios Padre...
Cuando la misa cotidiana de Difuntos se aplica a un
difunto determinado, se dicen las oraciones siguientes:

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MISA COTIDIANA DE DIFUNTOS 323

POR UN DIFUNTO

Oración.—Inclina, Señor, tu oído a nuestras sú¬


plicas, con las que imploramos humildemente tu
misericordia, para que coloques en la región de, la
paz y de la luz, y dispongas sea compañera de tus
santos, el alma de tu siervo que mandaste salir de
este mundo. Por nuestro Señor Jesucristo, que vive
y reina contigo en unidad del Espíritu Santo, Dios
por todos los siglos de los siglos. Amén.
Secreta.—Te rogamos, Señor, nos concedas que
aproveche al alma de tu siervo esta oblación, por
cuya inmolación has concedido perdonar todos los
pecados del mundo. Por nuestro Señor Jesucristo...
Poscomunión.—Te rogamos, Señor, absuelvas de
todo vínculo de pecados al alma de tu siervo, para
que, en la gloria de la resurrección, entre tus san¬
tos y elegidos respire resucitado. Por nuestro Señor
Jesucristo...
POR UNA DIFUNTA

Oración.—Te rogamos, Señor, que por tu piedad


te compadezcas del alma de tu sierva N. (o de
tus siervas N. N.); y, libre de las miserias de la
mortalidad, la restituyas a la participación de la
salvación eterna. Por Nuestro Señor...
Secreta.-—Te rogamos, Señor, que por estos sa¬
crificios, el alma de tu sierva N. (o las almas de
tus siervas N.
sea N.J libre de todo pecado, sin
el cual nadie esta libre culpa; para que
por su
por éstos obsequios de piadosa propiciación, consi¬
ga perpetua misericordia. Por Nuestro Señor...
Poscomunión.—-Te rogamos, Señor, que el alma
de tu sierva N. (o las almas de tus siervas N. N.),
logre el consorcio de la luz eterna, así como con¬
siguió el sacramento de tu perpetua misericordia.
Por Nuestro Señor...

POR EL PADRE Y LA MADRE

Oración.—Oh Dios, que nos mandaste honrar


padre y madre; compadécete clemente de las al-
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misas
324

mas de mi
padre y de mi madre (de nuestros pa¬
dres), perdona sus pecados; y haz que yo (nos¬
y
otros) los vea en el gozo de la eterna claridad.
Por Nuestro Señor...
Secreta.—Recibe, Señor, el sacrificio que pol¬
las almas de mi
padre y de mi madre (de nues¬
tros padres) te ofrezco; y concédeles el gozo sem¬
piterno en la región de los vivos; y a mí (a nos¬
otros), reúneme con ellos en la felicidad de los
Santos. Por Nuestro Señor...
Poscomunión.—Te rogamos, Señor, que la par¬
ticipación del sacramento celestial obtenga para
las almas de mi padre y de mi madre (de nuestros
padres), el descanso y la luz eterna; y a mí (a nos¬
otros), nos corone con ellos tu gracia eterna. Por
Nuestro Señor...
Nota.—Si sólo se ha de rezar por el padre o sólo
por la madre, se dice por ellos en singular.

POR VARIOS DIFUNTOS

Oración.—Oh Dios, de quien es propio compade¬


cerse perdonar siempre; sé propicio a las almas
y
de tus siervos y siervas..., y perdona todos sus
pecados; para que, sueltas de los vínculos de la
mortalidad, merezcan pasar a la vida eterna. Por
Nuestro Señor...
Secreta.-^-Te rogamos, Señor, nos concedas que
aproveche alas almas de tus siervos y siervas...
esta hostia, por cuya inmolación concedes que se
,

remitan todos los delitos del mundo. Por Nuestro


Señor...
Poscomunión.—Oh Dios, el único que puedes
dar medicina después de la muerte: te rogamos
nos concedas, que las almas de tus siervos y sier¬
vas despojadas de las miserias terrenas, sean enu¬
meradas en la participación de tu redención. Señor

que vives y reinas...

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SEGUNDA PARTE

NOVENAS Y DEVOCIONES

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INTRODUCCIÓN

I.ector amigo: Flores del árbol de la devoción son


las devociones, según yo las entiendo.
No son del árbol mismo de la devoción, que consiste
en la sincera
disposición del ánimo para hacer en todo
la voluntad divina. Ni son tampoco los frutos de este
árbol, que consisten en actos de virtud, y de caridad
sobre todo.
Pero así como, cuando hay árbol bueno, brotan hojas
y flores, y así como, cuando no hay flores y hojas, no
hay frutos; así, cuando hay devoción verdadera, bro¬
tan también las devociones, que son como los obsequios

y demostraciones que hacemos en virtud de la devo¬


ción que tenemos; y, cuando no hay devociones, tam¬

poco suele haber fruto de actos de virtud, porque la


gracia se obtiene mediante la oración, que principal¬
mente se ejercita por medio de unas u otras devociones.

Siempre la santa Iglesia es fecunda en devociones de


muchas clases. Y aunque toda oración es ya una devo¬
ción, suelen, sin embargo, distinguirse algunas por
constar de una serie de obsequios, preces o demostra¬
ciones ordenadas según alguna idea, a fin de que se
puedan notar mejor y aun hacerse en común, cosa tan
laudable en la Iglesia de Dios.
Tales son, por ejemplo, el Vía Crucis, las novenas,
los triduos, las seisenas, etc., devociones amadas de
todo el pueblo cristiano y periódicamente practicadas.
De todas ellas te he
escogido o; cómpuesto en este
librillo las
principales y las más frecuentadas, para que
las Tengas todas reunidas en breve espacio y las pue¬
das practicar fácilmente.
Para que te sean más fáciles y más sabrosas, aunj
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328 INTRODUCCIÓN

cuando seas hombre ocupado en negocios, he procura¬


do ponerte aquí los modos más expeditos y breves de
practicarlas, como lo verás por ti mismo.
Para que no sean floreos estériles y hojarascas de
sentimientos, de tal manera he procurado regalarte flo¬
res y tallos de devoción, que entre ellas vayan semillas

de buenos propósitos y prácticas cristianas, que deseo


nazcan en medio de las devociones.
Sobre la naturaleza de estas devociones he de adver¬
tirte tres cosas, que serán útiles de saberse.
Primera, acerca del número de actos y de días. Porque
observarás que todas estas devociones tienen cierto nú¬
mero de prácticas fijo. El Vía Crucis tiene catorce es¬
taciones. El Rosario ciento cincuenta Avemarias divi¬
didas en partes y en quince misterios. Trece son
tres
los martes de San Antonio.Seis los domingos de San
Luis. Siete los de San José. Y en fin, las novenas son
novenas, de nueve días. ¿Por qué estos números? ¿No
habrá en ellos algo de supersticioso? No tal. Estos nú¬
meros obedecen a algún fundamento natural o histó¬

rico. Así el Vía Crucis es de catorce estaciones, porque


desde el principio se fijaron los fieles en catorce pasos
principales de la salida de Jesús con la cruz a cuestas;
hubieran podido fijarse en menos o en más; se fijaron
en catorce, y así seguimos fijándonos todos. El Rosa¬

rio tiene ciento cincuenta Avemarias, para acomodarse


a los ciento cincuenta salmos del rezo de los sacerdotes.

Siete son los domingos de San José por haberse fijado


los cristianos siete sucesos principales
en de la vida del
santo Patriarca. Los seis domingos de San Luis res¬
ponden a los seis años que estuvo este ángel en la Com¬
pañía de Jesús. Los trece martes son por haber sido
martes el día de la sepultura de San Antonio, en medio
de muchos prodigios, y ser trece el día de su fiesta.
Las novenas, en fin, duran nueve días, por ser este nú¬
mero de algo típico, fijo y preferido entre los
nueve

números en todos los


pueblos. Por lo demás lo mismo
se podían haber fijado otros números, sobre los cuales

habría la misma discusión; alguno había que elegir


entre todos.

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INTRODUCCIÓN 329

Segunda, acerca del valor intrínseco de las devociones.


Porque todas ellas valen de por sí mucho, como actos
de piedad. Ni pensemos que para que valgan es esencial
que sean nueve precisamente, o seis, o siete, o trece.
Sino que ya cada día por sí o cada acto de piedad por
separado vale, aunque no se continúe por cualquiera
razón la novena o seisena o lo que sea. Ni tampoco
es preciso de
suyo que sean seguidos los actos, sino que
valen, aunque se interrumpan, y se hagan en días no
seguidos, si bien para mayor fijeza y sobre todo para
mayor regularidad, cuando se hacen en común, se ha¬
cen
por orden seguido y fijo. Así, si uno comienza los
siete domingos de San José y los tiene que interrumpir
o
dejar del todo, no ha perdido lo hecho, aunque no
haya celebrado más que uno o dos domingos, o aunque
les haya hecho durante el año, no seguidos, sino cuando
podía o quería. Asimismo, si alguno comienza alguna
novena, aunque no haya hecho sus actos sino uno o dos
o
pocosdías, esos tienen su mérito, aun cuando no se
complete la novena; y lo mismo si después de inte¬
rrumpida se reanuda y se sigue en otro tiempo.
Tercera, acerca de indulgencias. Porque algunos pien¬
san que el valor principal de una devoción son las in¬

dulgencias; y están equivocados. Porque el valor prin¬


cipal de una devoción es la devoción misma. Las in¬
dulgencias son algo así como una propina o regalo que
el Pontífice concede para que los fieles se aficionen a
una indulgencias valen menos que
devoción. Pero las
la devoción misma, como lo accesorio vale menos que
lo principal. Y para ganar las indulgencias, sí es pre¬
ciso guardar ciertas condiciones impuestas que no son
necesarias para que valgan las devociones. Así, para
ganar ciertas indulgencias, es necesario que los domin¬
gos de San José sean seguidos, y se comulgue en todos
ellos y se recen las oraciones. Asimismo es necesario
que la novena sea seguida, para ganar las indulgencias.
Pero, como ya hemos dicho, aun cuando no se ganen
las indulgencias, una devoción será buena, meritoria,
agradable a Dios y a los santos si por lo demás se hace
bien. Los Pontífices al conceder las indulgencias, siem-

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33° INTRODUCCIÓN

pre suelen poner algunas condiciones fijas, como es


conveniente; pero eso no es decir que las devociones si
se hacen de otra manera
valgan. Porque valen.
no

Por ejemplo, si yo me propongo hacer el Vía Crucis


sin andar, haré una buena devoción, aunque no gane
indulgencias. Tampoco gano indulgencias por la misa,
pero no hay mejor devoción que ella, ni indulgencias
que valgan más que ella.
Y con esto no te digo más sino que
seas devoto con
prudencia y sencillez, y conforme al espíritu de la
Iglesia católica. No admitas fácilmente devociones nue¬
vas, raras, y no aprobadas; porque la piedad torcida

y fatua de algunos católicos y también la malicia de


algunos impíos y herejes quieren a veces introducir
devociones indignas y ridiculas, que luego la Iglesia
suele prohibir.
Tú, católico sólido, atiende sobre todo a la Iglesia y
a sus ministros, a lo que éstos aconsejen y aquélla
apruebe.
En fin, te aconsejo que deseches un
prejuicio que
suelen tener los caballeros acerca de las devociones;
porque piensan muchos que éstas son para mujeres y
no
para hombres. Y te digo que no es así, porque en
toda la tradición católica, así en la
Sagrada Escritura
como en el
magisterio de nuestros Santos Padres y
Maestros la fe, no hallo ninguna diferencia acerca
en

de este punto respecto a hombres o


mujeres. Es cierto
que las mujeres exceden acaso en darse demasiado a
las devociones; mas los hombres faltan en olvidarlas
demasiado. Pero lo que es exceso en el hombre lo será
también en la mujer; y lo que en la mujer sería defecto,
lo será igualmente en el hombre.
Porque tanta razón
hay para que tenga devociones el hombre, como para
que las tenga la mujer. No pienses que la piedad cae
bien a la
mujer tan sólo. Desde luego todas las devo¬
ciones que aquí te he recogido son tan
dignas de un
caballero cristiano como de una mujer católica.
Nin¬
guna es obligatoria, pero todas te serán provechosas.
Así lo veas
por ti mismo.

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I

TRIS AGI,O A LA SANTISIMA TRINIDAD

Cien días de indulgencia cada vez. Puédense ganar


una vez día; pero los domingos y durante la octa¬
cada
va de la Santísima Trinidad, tres veces. Plenaria al
mes con las condiciones ordinarias de confesión, comu¬

nión y oración por las intenciones del Papa.


TRISAGIO SENCILLO

Santo, Santo, Santo Señor Dios de los ejércitos.


Llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria.
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu
Santo. Amén.
TRISAGIO SOLEMNE

Si se quiere hacer el Trisagio más solemne y largo,


se
pueden usar estas oraciones u otras parecidas.
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espí¬
ritu Santo. Amén.
Acto de contrición.—¡Oh. Señor mío y Dios mío,
trino y uno! ¡Señor de inmensa majestad y Padre
de infinita bondad! Postrado ante vuestra augusta
presencia, os pido perdón por todos los pecados con
que os he ofendido. Me pesa, Señor mío y Dios mío,
de haberos ofendido, por ser vos quien sois, tan
santo, tan bueno, tan digno de ser amado sobre
todas las cosas. Perdonadme, por vuestra infinita
bondad y misericordia, y dadme gracia para que
jamás, en adelante, os ofenda, sino me enmiende y
persevere en vuestro santo servicio hasta el fin de
mi vida. Amén.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.
Como era en el principio, ahora y siempre y por
los siglos de los siglos. Amén.
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332 TRISAGIO A LA SANTISIMA TRINIDAD

Oración al Padre Eterno.—Oh Padre Eterno, Pa¬


dre Omnipotente, que nos has criado para alabarte,
reverenciarte y servirte y has criado para nosotros
todas las cosas, para que con ellas podamos ala¬
barte: Padre amantísimo, que amas tanto al mun¬
do, que nos has dado a tu propio Hijo, nuestro Se¬
ñor Jesucristo. Rogárnoste, oh Señor, que, pues nos
has criado para ti, nos lleves a ti, y, pues nos has
dado, para salvarnos, a tu Hijo, no permitas que
nos perdamos; sino, por los méritos del Hijo y con

la gracia del Espíritu Santo, lleguemos a tu gloria


y en ella te alabemos sin fin. Amén.
Padrenuestro y Avemaria.
Luego se dice nueve veces:
Santo, Santo, Santo, Señor Dios de los ejércitos.
Llenos están los cielos y la tierra de vuestra gloria.
Y responde el coro:
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu
Santo.
Oración al Hijo.—¡Oh Hijo divino del Eterno
Padre; Sabiduría infinita, por quien conocemos al
Padre; Redentor nuestro, que, para reconciliarnos
con el Padre, bajaste del cielo, te hiciste hombre y

teentregaste a la muerte por nosotros! Te rogamos,


oh Señor, que, pues eres camino para ir al Padre,
verdad para conocerle, y vida para amarle, nos con¬
cedas llegar a él, verle amarle
en la gloria eterna¬
y
mente, por tus méritos y con la gracia del Espíritu
Santo, para alabarte sin fin. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y nueve veces Santo...,
y Gloria..., como antes.
Oración al Espíritu Santo.—¡Oh Espíritu Santo,
oh Amor divino, Bondad de Dios, Abogado de los
hombres ante el Padre, Padre de los pobres, Dador
de los dones, Luz de los corazones, Consolador óp¬
timo, Fortaleza de los débiles, Santificador de la
Iglesia! Pues borras los pecados del mundo, justi¬
fícanos; pues haces hijos de Dios, renuévanos; en¬
vía a nuestra mente tu luz, para que conservemos
la fe; difunde en nuestros corazones tu amor, para

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DEVOCIÓN AL ESPÍRITU SANTO 333

que tengamos caridad, y enriquece nuestras almas


con tus virtudes y dones, para que practiquemos
con fortaleza nuestros deberes de cristianos, y lle¬
guemos a tu gloria para alabaros y amaros, al Pa¬
dre, al Hijo y a ti, oh Espíritu Santo.
Padrenuestro, Avemaria y nueve veces Santo...,
y Gloria..., como antes.
Antífona.—A vos, Dios Padre ingénito; a vos,
Hijo unigénito; a vos, Espíritu Santo Paráclito,
santa e individua
Trinidad, de todo corazón os con¬
fesamos, alabamos y bendecimos. A vos se dé la
gloria los siglos de los siglos.
por
y.Bendigamos al Padre y al Hijo y al Es¬
píritu Santo. R7. Alabémosle y ensalcémosle en
todos los siglos.
Oración,—Omnipotente y sempiterno Dios, que
nos has concedido a tus siervos el don" de conocer
la gloria de la eterna Trinidad en la confesión de la
verdadera fe, y la de adorar la Unidad en el poder
de tu majestad: te rogamos que, por la firmeza de
esta misma fe, nos libremos siempre de todas lac
adversidades. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

II

DEVOCION AL ESPIRITU SANTO

HIMNO

Veni, Creator Spiritus,


Mentes tuorum visita,
Imple superna gratia
Quse tu creasti pectora.
Qui diceris Paraclitus,
Altissimi donum Dei,
Fons vivus, ignis, caritas,
Et spiritalis unctio.
Tu septiformis muñere,
Digitus paternse dexterae;
Tu rite promissum Patris,
Sermone ditans guttura.

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334

Accende lumen sensibus.


Infunde amorem cordibus,
Infirma nostri corporis
Virtute firmans perpeti.
Hostem repellas longius
Pacemque dones protinus;
Ductore sic te prsevio,
Vitemus omne noxium.
Per te sciamus, da, Patrem,
Noscamus atque Filiurn,
Teque utriusque Spiritum
Credamus omni tempore.
Deo Patri sit gloria,
Eiusque soli Filio
Cum Spiritu Paráclito,
Regnans per omne saeculum. Amen.
Traducción del Himno:

Ven, Creador Espíritu;—visita nuestras almas,—y,


pues tú las criaste',-—llénalas de tu gracia.
Oh don de Dios altísimo,—abogado te llaman,—-fue¬
go, amor, fuente viva,—suave unción del alma.
Tú, dedo de Dios Padre,—siete dones regalas;—tú,
de Dios fiel promesa,—inspiras las palabras.
Tú nuestra mente alumbra,—tú nuestro amor infla¬
ma—y con tu fuerza anima—a nuestra carne flaca.
Ahuyenta al enemigo,—infúndenos tu calma,—diri¬
ge nuestros pasos-—-y nuestro mal aparta.
Enséñanos al Padre—y al Hijo nos
declara,—y en ti,
de ambos Espíritu,—crea nuestra fe santa.
Gloria al Padre por siempre,-—gloria al
Hijo precla¬
ra,—gloria al divino Espíritu,—que siempre reina y
manda. Amén.

SECUENCIA AL ESPÍRITU SANTO

Veni, Sánete Spiritus,—et emitte coelitus


Lucís tuae radium.
Veni, pater pauperum;—veni, dator munerum;
Veni, lumen cordium.

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DEVOCIÓN AL ESPÍRITU SANTO 335

Consolator optime,—dulcís hospes animas,


Dulce refrigerium.
In labore requies,—in aestu temperies,
In fletu solatium.
O lux beatissima,—reple cordis intima
Tuorum fidelium.
Sine tuo numine—nihil est in homine.
Nihil est innoxium.
Lava quod est sordidum,—riga quod est aridum,
Sana quod est saucium.
Flecte quod est rigidum,—fove quod est frigidum
Rege quod est devium.
Da tuis fidelibus—in té confidentibus,
Sacrum septenarium.
Da virtutis meritum,—da salutis exitum,
Da perenne gaudium. Amen.
Traducción de la Secuencia:

Ven, Creador Espíritu,-—y de tu cielo envía—rayo


iluminador.—Ven, padre de los míseros,- - sol de toda
alegría,7—fuente de todo amor.
Dulce huésped del ánima,—refrescante rocío,—con¬
solador sin par;—del afán tregua plácida,—brisa en
ardiente estío,—fin de todo llorar.
¡Oh lumbre dichosísima!—inunda el hondo arcano-
de cada pecho fiel;—sin tu suave anhélito- -el corazón
humano—todo se torna hiél.
Limpia lo que está sórdido.—-riega lo que aridece,—
sana al que enfermo está;—doblega al que está rígido,—

nutre al que languidece,—-rige al que errado va.


Da a tus confiados subditos—-de tu aliento sagrado—
el septiforme don;-—de la virtud los méritos,—del cielo
el ansiado—perenne galardón. Amén.

PARA PEDIR LUZ Y GRACIA

Veni Sánete Spiritus, reple tuorum corda fide¬


lium, et tui amoris in eis ignem accende.
V. Emitte Spiritum tuum et creabuntur.
R7. Et renovabis faciem terne.

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336 VÍA CRUCIS

Oremus.—Deus, qui corda fidelium Sancti Spi-


ritus illustrationedocuisti, da nobis in eodem Spi-
ritu recta sapere,et de eius semper consolatione
gaudere. Per Christum Dominum nostrum. Amen.
En castellano:

Ven, Espíritu Santo, llena los corazones de tus fieles


y enciende en ellos el fuego de tu amor.
y. Envía, Señor, tu Espíritu, y vivirán todas
las cosas.

1^7. Y renovarás la faz de la tierra.


Oración.—Oh Dios, que con la ilustración del espí¬
ritu Santo has enseñado a las almas de los fieles: con¬

cédenos saber rectamente según el mismo Espíritu


Santo, y gozar siempre de su consuelo. Por Jesucristo
nuestro Señor. Amén.

III

VIA CRUCIS

Es el Vía Crucis una de las devociones más recomen¬

dadas la Iglesia. Benedicto XIV la consideraba


por
como una de las más eficaces
para traer los pecadores
a la virtud,
para reanimar a los tibios y perfeccionar
a los
justos.
Los Sumos Pontífices lo han enriquecido con muchí¬
simas indulgencias. Cualquiera que lo haga con devo¬
ción, ganará las mismas indulgencias que ganaría vi¬
sitando personalmente las estaciones del Vía Crucis de
Jerusalén, que son muchísimas.
Para que sea este ejercicio más estimado, la Iglesia
ha hecho relativamente difícil el poder de erigir
las
cruces en los templos y oratorios, pues se necesitan
para ello bastantes facultades y requisitos.
Desearíamos, según el espíritu de la Iglesia, que to¬
dos los fieles, no sólo las mujeres, mas aun los hombres
y caballeros, se aficionasen a esta devoción. Para lo
cual notaremos con mucho cuidado, cómo es muy
fácil, aunque en su misma facilidad tiene mucho de
edificante.

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VÍA CRUCIS
337

Conobjeto de difundirla más y más, pondremos dos


métodos, el uno simplicísimo, y el otro, aunque más

largo, también muy sencillo, para que todos, aunque


tengan poco tiempo, se aficionen a un ejercicio tan
santo, que les recordará el asperísimo camino de amar¬
gura que Jesucristo anduvo por nosotros, y el facilísi¬
mo de suavidad, comparado
con el suyo, que nosotros
tenemos que andar en esta vida gracias a él.
Condiciones para ganar las indulgencias: 1.a Que el
Vía Crucis esté legítimamente erigido. 2.a Estar en
gracia de Dios. Claro es que quien no está en gracia
de Dios, no gana las indulgencias, al menos para sí;
pero aunque no gane las indulgencias practica una de¬
voción que le vale mucho, y le puede servir muchísimo
para convertirse. 3.a Recorrer sin interrupción notable
las catorce estaciones una tras otra, pasando material¬
mente por todas, a no ser que el concurso lo impida.
Pero no es necesario, ni arrodillarse ni detenerse en
cada estación, ni rezar oraciones particulares en cada
paso. Es laudable en cada estación rezar un Padre¬
nuestro y un Avemaria y un acto de contrición, pero
no es necesario. 4.a Meditar en la pasión del Señor.
Tampoco es necesario meditar en cada paso de las es¬
taciones, sino en cualquier paso de la pasión, sea en
uno en particular,
sea en la pasión en general. Lo más
conveniente es pensar en el camino de Jesús con la
cruz a cuestas.

MODO FACILÍSIMO DE HACER EL VÍA CRUCIS

De rodillas ante el altar mayor, junto a la prime¬


ra estación, persígnate y reza el Acto de Contrición.
Levántate y pasa sucesivamente, con paso que
no llame la atención, por delante de todas las cru¬
ces, desde la primera hasta la última, pensando en
algo de la pasión; y mejor que nada en Jesucristo
cuando caminaba, por tu amor, con la cruz a cues¬
tas, así como tú caminas sin cruz.
En llegando a la última estación te arrodillas,
rezas un Padrenuestro a la pasión del Señor, o cinco

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338 VÍA CRUCIS

a sus divinas llagas o alguna otra oración breve,


por ejemplo el No me mueve, mi Dios, para que¬
rerte, y una Salve a la Virgen de los Dolores.
Y has hecho un Vía Crucis breve, sólido, devoto
y fácil, que lo puedes hacer cada día.
SEGUNDO MODO DE HACER EL VÍA CRUCIS
Por la señal de la santa cruz, etc.
Oración para comenzar.—Señor mío Jesucristo,
que a todos los que queremos seguirte, nos invitas
a tomar cada uno la cruz que tu providencia nos
destina en esta vida, y a llevarla con ánimo y ab¬

negación detrás de ti: ¡oh buen Maestro! que para


darnos ejemplo tomaste til la más pesada de todas
las cruces, y caminando delante de todos, nos inci¬
taste a seguirte con nuestras cruces: danos tu luz
y tu gracia al meditar en este Vía Crucis tus pasos,
para saber y querer seguirte. Y vos, ¡oh Madre de
los Dolores! inspiradnos los sentimientos de amor
con que acompañasteis en este camino de amargu¬
ra a vuestro divino Hijo.

Primera estación: Jesús es condenado a muerte.—-


¡Oh Señor mío Jesucristo, que quisiste ser conde¬
nado a muerte por mis pecados, para que yo fuese
perdonado de ellos! te suplico que me perdones en
vida mis culpas, y en el día del juicio me absuel¬
vas de las penas
eternas.
Se al fin de cada estación un Padre¬
puede rezar
nuestro con una Avemaria y Gloria. Pero no es necesario.

Segunda estación: Jesús toma la Cruz.—¡Oh Se¬


ñor mío Jesucristo, que con tanto ánimo tomaste
en tus hombros la cruz de mis pecados! te suplico
me concedas
resignación y ánimo para llevar la
merecida de mis trabajos por tu amor.
cruz

Tercera estación: Jesús cae por primera vez.—


¡Oh Señor mío Jesucristo! cuando yo caiga desfa¬
llecido y sin ánimo para cumplir mi deber, te su¬
plico me levantes y reanimes con tu gracia para
seguir con mi cruz cumpliendo hasta morir tu san¬
ta voluntad.

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VÍA CRUCIS 339

Cuarta estación: Jesús encuentra a su Santísima


Madre.—¡Oh Señor mío Jesucristo! no sólo a ti,
sino también a tu Madre, fui causa de dolor. En
la calle de amargura de mi vida envíame el consue¬
lo de encontrar a tu Madre, que con su presencia
tendré más ánimo.—Y vos, ¡oh Virgen Dolorosa., Ma¬
dre mía! perdonadme y no os apartéis jamás de mí.
Quinta estación: Jesús es ayudado del Cirineo.-—
¡Oh Señor mío Jesucristo! te suplico me des la gra¬
cia de que yo sea tu Cirineo, cooperando a la sal¬
vación de los hombres; que yo sea el Cirineo de los
afligidos, pobres y necesitados, aliviando sus penas;
y que tú seas nuestro Cirineo, para que persevere¬
mos hasta el fin.

Sexta estación: Jesús encuentra a la Verónica.—


¡Oh Señor mío Jesucristo! te suplico que grabes en
mi corazón aquella imagen que dejaste a la Veró¬
nica en el lienzo con que enjugó tu rostro, para que,
teniendo presente lo que tú sufriste por mí, me ani¬
me a sufrir cualquiera cosa por
ti.
Séptima estación: Jesús cae por segunda vez.—
¡Oh Señor mío Jesucristo! te suplico que, aun cuan¬
do yo caiga segunda vez y muchas veces en mi ca¬
mino, no me dejes, no me abandones caído. ¡Ten
paciencia conmigo! levántame! anímame! ayúda¬
me! para que siga adelante con tu cruz a tu lado.
Octava estación: Jesús habla a las Hijas de Jeru-
salén.—¡Oh Señor mío Jesucristo, que, a pesar de
ser árbol florido y fructuoso, tan duramente fuiste

castigado por mis culpas! dame tu santo amor, te¬


mor y humilde
resignación, para que, pues soy
tronco árido y leño seco, sufra lo que tu providen¬
cia me envía, que es mucho menos de lo que yo
merezco, y sin comparación menos de lo que pade¬
ciste tú por mí.
Novena estación: Jesús cae por tercera vez.—¡Oh
Señor mío Jesucristo! yo te suplico que, si es po¬
sible, me libres de las grandes tribulaciones y cru¬
ces, como la que te hizo caer tres veces; mas si tu
voluntad me las da y mis pecados las exigen, auxí-

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VÍA CRUCIS
34°

líame con tu gracia y levántame en mis desmayos


con tu amor.
Décima estación: Jesús es desnudado de sus ves¬
tidos.—¡Oh Señor mío Jesucristo! suplicóte me con¬
cedas gran conformidad con la pobreza, profun¬ y
do desprecio de los bienes de esta vida,de modo
que, así como dejaste tus vestidos por mí, así yo
me despoje al menos de lo superfluo y lujoso por
ti y por tus pobres.
Undécima estación: Jesús es crucificado.—¡Oh
Señor mío Jesucristo! aunque estás en la cruz hu¬
millado, ajusticiado, deshecho, eres mi Dios, mi
Rey y mi Redentor! Como a mi Dios te adoro con
viva fe; como a mi Rey te saludo y ofrezco cuanto
tengo y poseo; como a mi Redentor te amo con
toda mi alma y te consagro todo mi corazón!
Duodécima estación: Jesús muere en la Cruz.—
¡Oh Señor mío Jesucristo, que en la cruz mueres
por mí! más me amaste a mí que a ti, pues quisiste
morir por mí. Concédeme vivir y morir por ti, como
tú viviste y moriste por mí. ¡Dame una buena
muerte! morir en tu gracia! morir en tu amor! mo¬
rir en tu voluntad! morir en tu cruz contigo!
Décimatercia estación: Jesús es bajado de la Cruz.
—¡Oh Señor mío Jesucristo, muerto y deshecho por
mí! yo venero tu santísimo y divinísimo cuerpo
reclinado en los brazos de tu piadosísima Madre, y
te suplico me concedas un vivo dolor de tanto como
a ti
y a tu Madre os hice padecer con mis pecados,
y gracia para enmendarme de todos ellos.
Décimacuarta estación: Jesús es sepultado.—¡Oh
Señor mío Jesucristo! te suplico me concedas la
gracia de morir de tal manera, que por haber par¬
ticipado de tu pasión, pueda al expirar participar
de tu gloria y, en el día del juicio, de tu resurrec¬
ción. Que tu cruz gobierne mi vida, y que tu cruz
cobije mi muerte en el sepulcro.
Final.—Récese una de las oraciones siguientes y
la oración última.

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VÍA CRUCIS
341

ORACIÓN QUE USABA SAN IGNACIO DE LOYOLA

Alma de Cristo, santifícame. * Cuerpo de Cristo,


sálvame. * Sangre de Cristo, embriágame. * Agua
del costado de Cristo, purifícame. * Pasión de Cris¬
to, confórtame. * Oh buen Jesús, óyeme. * Dentro
de' tus llagas escóndeme. * No permitas que
me
aparte de ti. * Del maligno enemigo defiéndeme. *
En la hora de mi muerte, llámame. * Y mándame
ir a ti. * Para que con tus santos te alabe * Por
los siglos de los siglos. Amén.
A JESÚS CRUCIFICADO

(ATRIBUIDO A SAN FRANCISCO JAVIER)

No me mueve, mi Dios, para quererte,


El cielo que me tienes prometido;
Ni me mueve el infierno, tan temido,
Para dejar por eso de ofenderte.
Tú me mueves, Señor; muéveme el verte
Clavado en una cruz
y escarnecido;
Muéveme el ver tu cuerpo tan herido;
Muévenme tus afrentas y tu muerte.
Muéveme, en fin, tu amor, de tal manera,
Que aunque no hubiera cielo, yo te amara,
Y aunque no hubiera infierno, te temiera.
No me tienes que dar porque te quiera,
Porque,aunque lo que espero no esperara,
Lo mismo que te quiero te quisiera.
Después, dándose tres golpes de pecho, dice:
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mun¬
do: ten misericordia de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mun¬
do: ten misericordia de nosotros.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mun¬
do: danos la paz.
Oración.—Dígnate, Señor, mirar por esta tu fa¬
milia, por la cual nuestro Señor Jesucristo no va¬
ciló en ser entregado en manos de los malvados y
sufrir el suplicio de la cruz. Por N. S. Jesucristo..

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342 visita al santísimo sacramento

IV

VISITA AL SANTISIMO SACRAMENTO

Es muy buena la costumbre de visitar al Santísimo


Sacramento todos los días que se pueda, lo cual puede
hacerse muy brevemente. Cuando, en tus quehaceres
o paseo, te ocurra pasar por delante de alguna iglesia,
no
pierdas la ocasión de hacer una de estas visitas
cada día. Para ello te indicaré algunos modos de ha¬
cerla, bien fáciles.
Primer modo.—Rezar una oración al Santísimo,
que contiene cinco Padrenuestros con Avemaria y
Gloria, y otio Padrenuestro, Avemaria y Gloria,
según la intención del Sumo Pontífice. (300 días
de indulgencia.)
Segundo modo.—Oración de Santo Tomás de
Aquino al Santísimo Sacramento.-—Oh, santísimo
Jesús, que aquí eres verdaderamente Dios escondi¬
do: concédeme desear ardientemente, buscar pru¬
dentemente, conocer verdaderamente y cumplir
perfectamente, en alabanza y gloria de tu nombre,
todo lo que te agrada, Ordena, oh Dios mío, el es¬
tado de mi vida: concédeme que conozca lo que de
mí quieres y que lo cumpla como es menester y
conviene a mi alma. Dame, oh Señor Dios mío, que
no desfallezca entre las prosperidades y adversida¬

des, para que ni en aquéllas me ensalce, ni en éstas


me abata. De ninguna cosa tenga gozo ni pena,
sino de lo que lleva a ti o aparta de ti. A nadie
desee agradar o tema desagradar sino a ti. Séanme
viles, Señor, todas las cosas transitorias, y precio¬
sas todas las eternas. Disgústeme, Señor, todo gozo
sin ti, y no desee otra cosa fuera de ti. Séame de¬
leitoso, oh Señor, cualquier trabajo por ti, y eno¬
joso el descanso sin ti. Dame, oh Dios mío, levan¬
tar a ti mi corazón, frecuente y fervorosamente,
hacerlo todo con amor, tener por muerto lo que no
pertenece a tu servicio, hacer mis obras, no por
rutina, sino refiriéndolas a ti con devoción. Hazme,

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visita al santísimo sacramento
343

oh Jesús, amor mío y mi vida, obediente sin contra¬


dicción, pobre sin rebajamiento, casto sin corrup¬
ción, paciente sin murmuración, humilde sin fic¬
ción, alegre sin disipación, maduro sin pesadumbre,
diligente sin inconstancia, temeroso de ti sin deses¬
peración, veraz sin doblez: haz que practique el
bien sin presunción, que corrija al prójimo sin so¬
berbia, que le edifique con palabras y obras sin
fingimiento. Dame, oh Señor Dios mío, un corazón
vigilante que por ningún pensamiento curioso se
aparte de ti: dame un corazón noble que por nin¬
guna intención siniestra se .desvíe: dame un cora¬
zón firme que por ninguna tribulación se
quebran¬
te: dame un corazón libre
que ninguna pasión vio¬
lenta le domine. Otórgame, oh
Señor Dios mío, en¬
tendimiento que te conozca, diligencia que te bus¬
que, sabiduría que te halle, comportamiento que te
agrade, perseverancia que confiadamente te espere,
y esperanza que finalmente te abrace. Dame que
me aflija
aquí con tus penas por la penitencia, que
en el camino de mi vida use de tus beneficios por
gracia, y en la patria goce de tus alegrías por glo¬
ria. Señor que vives y reinas, Dios
por todos los si¬
glos de los siglos. Amén. (Tres años de indulgencia.)
Tercer modo.—Rezar despacio, y fijándote en
cada palabra frase, un Padrenuestro, o un Credo,
o
o una oración cualquiera a Jesucristo.

Cuarto modo.—Puedes servirte de alguna o va¬


rias oraciones de este devocionario, como son: Ora¬
ciones varias (pág. 62 y siguientes), Acto de desagra¬
vios (pág. 368), Letanías al Corazón de Jesús (pá¬
gina 364), Acto de consagración (pág. 358), Oración
para obtener una buena muerte (pág. 454), y otras
oraciones escritas o que te ocurran, según tus nece¬
sidades actuales o de tu familia. Jesús es tu padre
y tu hermano y tu amigo; pídele lo que quieras
como a un
padre hermano y amigo.
y
Quinto modo.—Lee una de las Lxices matutinas
o vespertinas del día y reflexiona sobre ella; o tam¬
bién los consejos de la pág. 7; o los de la pág. 79.

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344 COMUNIÓN ESPIRITUAL.-—TRIDUO DE CARNAVAL

COMUNION ESPIRITUAL

La comunión espiritual es un ejercicio muy prove¬


choso y muy alabado en la Iglesia y muy fácil de ha¬
cerse. Dice el Concilio Tridentino: «Los que comulgan

sólo espiritualmente son aquellos que, proponiéndose


en su consideración
aquel Pan celestial, con el deseo y
fe viva que obra por la caridad, lo comen espiritual¬
mente y perciben el fruto y utilidades del mismo sa¬
cramento». Pero téngas§ presente que este fruto y es¬
tas utilidades son, sin comparación, mucho mayores en
la comunión real que en la espiritual.

ORACIÓN PARA COMULGAR ESPIRITUALMENTE


(DE SAN ALFONSO MARÍA DE LIGORIO)

Jesús mío,
creo que vos estáis en el Santísimo
Sacramento. Os amo sobre todas las cosas y os de¬
seo en el alma. Ya que ahora
puedo recibiros no
sacramentalmente, venid al espiritualmentemenos
a mi corazón. Como si ya hubieseis venido, os abra¬
zo y me uno todo a vos; no permitáis que yo me
separe de vos.
Jesús, Bien mío, mi dulce Amor: herid, inflamad
mi corazón, de modo que siempre arda todo en vos.
(6o días de indulgencia una vez cada día.)
VI

TRIDUO DE CARNAVAL

Muchospecados se cometen, lector amado y amante


de Jesucristo. Todos ellos ofenden a nuestro Dios.
Pero sobre todo, le ofenden los pecados públicos y es¬
candalosos.
Por todos, tanto por los primeros como por los úl¬
timos, debemos pedir perdón a Dios, ya sea porque
nosotros seamos los autores de algunos de ellos, ya
porque somos miembros de la sociedad en que todos

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TRIDUO DE CARNAVAL 345

ellos se cometen. Y para que el Señor, así como es


ofendido por nuestra sociedad, así también sea por nues¬
tra sociedad desagraviado, hemos de pedir perdón con
obras buenas y dar reparación con obras santas y con
trarias al pecado, de todas las ofensas que se le hacen.
Y pues la ofensa es pública, también nuestro desagra¬
vio conviene que sea público en las iglesias, y nuestra
reparación, pública en la sociedad.
Así,pues, para los días de desagravios, para las
fiestas de Carnaval y para otros días como ellos, repro¬
ducimos este acto de desagravios a Jesucristo, nuestro
amantísimo Dios y Salvador del mundo.
Señor míoJesucristo, que os ofendéis con la cul¬
pa y os aplacáis con la penitencia: oíd benigno las
súplicas con que imploramos vuestro perdón y mi¬
sericordia. No nos castiguéis por nuestros innume¬
rables pecados, sino perdonadnos por vuestra infi¬
nita misericordia. Os rogamos, Señor, por los que
no os ruegan; os bendecimos por los que os maldi¬

cen; os adoramos por los que os ultrajan; y por


nosotros os pedimos perdón y misericordia.
Por nuestros pecados, por los de nuestros padres
y hermanos, por los de nuestros amigos y enemigos,
por los del mundo entero:
Misericordia, Señor, misericordia 1.
Por nuestra soberbia, por nuestros odios y ren¬
cores, por nuestros desprecios de los pobres, por
nuestros abusos de los débiles:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por nuestras avaricias, por las usuras e injusti¬
cias, por los fraudes y robos, por el lujo y profu¬
sión en los gastos:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por las deshonestidades, por las conversaciones
impuras, por las infidelidades de los esposos, por
el libertinaje de los jóvenes:
Misericordia, Señor, misericordia.
repite todo el pueblo, y será mejor que lo re¬
1
Este estribillo lo
pita con el canto conocido que tiene en otras plegarias.

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346 TRIDUO DE CARNAVAL

Por los escándalos de los teatros, por la licencia


de los salones, por la obscenidad en los cantares,
por el desenfreno en las diversiones:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por la provocación de las pinturas, por la des¬
vergüenza de las revistas obscenas, por el descaro
en las acciones, por la indecencia en los vestidos:

Misericordia, Señor, misericordia.


Por la mala educación de los padres, por la in¬
docilidad de los hijos, por la insubordinación de los
súbditos, por los abusos de los gobernantes:
Misericordia, Señor, misericoi'dia.
Por la cobardía y debilidad de los tibios, por las
hipocresías y respetos humanos, por el atrevimien¬
to y procacidad de los impíos, por la apostasía de
los gobiernos y naciones:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por la libertad de cultos, por las insolencias de
la prensa, por la libertad de conciencia y por todas
las libertades contrarias a vuestras leyes:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por las blasfemias en las calles, por las blasfe¬
mias en los periódicos, por las blasfemias en las cá¬
tedras, por las blasfemias en los libros:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por la profanación de los días festivos, por
la irreverencia los
templos, por el robo de las
en

iglesias y sagrarios, por los insultos a las sagra¬


das imágenes:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por las maquinaciones de la masonería, por
los crímenes del anarquismo, por el desenfreno
del socialismo, por las maldades de las socieda¬
des anticristianas:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por el despojo del Papa, por la persecución a los
Obispos, por la opresión de las órdenes religiosas,
por los insultos al sacerdocio:
Misericordia, Señor, misericordia.

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MES DE JUNIO 347

Por el desprecio de Jesucristo, por la negación


de su divinidad, por el menosprecio de sus sacra¬
mentos, por la persecución a su Iglesia:
Misericordia, Señor, misericordia.
Por los malos sacerdotes, por los malos jueces,
por los malos soldados, por los malos gobernantes:
Misericordia, Señor, misericordia.
y. No os acordéis, Señor, de nuestros delitos.
R7. Ni toméis venganza de nuestros pecados.
Oración.—¡Oh Dios, de quien es propio compa¬
decerse siempre y perdonar! escuchad nuestra ora¬
ción, para que vuestra piadosa misericordia nos ab¬
suelva completamente a nosotros y. a todos cuantos
están encadenados al pecado. Lo pedimos por Jesu¬
cristo nuestro Señor. Amén.

VII

MES DE JUNIO
Grande
es la excelencia
de este, mes y notable el
empeño que tiene el Sumo Pontífice de que se celebre
con mucha solemnidad en todo el mundo.
Para ello ha indicado a todos los fieles una manera

muy singular de celebrarlo, de modo que se convierta


en una misión universal y católica dada a un mismo

tiempo en todas las iglesias y oratorios del mundo.


Porque ha concedido gracias muy extraordinarias, mas
para las principales exige la predicación como condi¬
ción esencial.
Cuatro cosas se pueden celebrar durante este mes:
el mismo mes, la novena, la fiesta, el jubileo del último
domingo.
Para fomentar la devoción al Corazón de Jesús du¬
rante este mes, conviene leer y repartir hojas acerca
de ella, como los Rayos de Sol 30, 42, 54, 66, 90, 203,
206 y otros, la hojita Día de Gala, otras varias ho¬
jas y opúsculos del Catálogo del Mensajero del Co¬
razón de Jesús.

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34§ MES DE JUNIO

Indulgencias y gracias:
1. Cada día del ejercicio del mes, 7 años y 7 cuarentenas.
2. En la Novena, 200 días de indulgencia cada día de la Novena:
y un día, a elección o al fin de ella, indulgencia plenaria.
3. En la fiesta del Sagrado Corazón, indulgencia plenaria.
4. En el primer viernes, indulgencia plenaria.
5. En un día del mes, a elección, indulgencia plenaria, diciendo
cada día del mes: «¡Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío!»
6. En los cuatro domingos que preceden a la fiesta del Sagrado
Corazón, 7 años y 7 cuarentenas.
7. En el último domingo de junio, indulgencia plenaria, toties quoties,
es decir, cada
vez que los fieles visiten una iglesia u oratorio cualquiera
en el
que se haya celebrado solemnemente el mes del Sagrado Corazón
con predicación todos los días, o al menos ocho días, y en este caso en

forma de ejercicios. Esta indulgencia puede ganarse desde las doce


de la mañana del sábado hasta las doce de la noche del domingo.
8. En el último domingo altar gregoriano ad instar a los predica¬
dores del mes del Sagrado Corazón y a los rectores o encargados de las
iglesias o capillas en que se haya celebrado el mes solemnemente.
9. A los que promuevan el ejercicio del mes del Sagrado Corazón,
500 días por cada obra buena hecha con este fin de propagarlo o hacerlo
cumplir; y además, indulgencia plenaria cada vez que comulguen du¬
rante dicho ejercicio.
Condiciones para las indulgencias:
Las condiciones para las indulgencias plenarias son: confesar, co¬
mulgar y rezar por las intenciones de Su Santidad.
Los que comulgan diariamente, aun cuando lo dejen un día o dos
por semana, no necesitan confesarse para ganar estas y otras indulgen¬
cias plenarias, excepto la concedida en forma de jubileo.
Los que confiesan semanalmente, no necesitan otra confesión dis¬
tinta de la semanal para ganar las indulgencias plenarias.
La confesión, cuando es necesario hacerla, puede hacerse en cual¬
quier día de los ocho precedentes al día de cualquier indulgencia plenaria.
La comunión puede hacerse, o el mismo día, o el día antes para todas
las indulgencias plenarias.
Para ganar las indulgencias plenarias del último domingo de julio,
no es preciso haber asistido a los ejercicios del mes, ni a los sermones.

VIII

MES DEL SAGRADO CORAZÓN


Se puede celebrar el ejercicio con cualquiera oración
y en cualquier tiempo. Un buen modo puede ser, du¬
rante la misa o a la tarde, si es posible con el Santísimo

expuesto, rezar el santo Rosario, leer algún libro acerca


del Sagrado Corazón de Jesús o predicar brevemente
y, para concluir, rezar las letanías del Sagrado Corazón
y la oración al Eterno Padre (que está en la novena,
página 349), con la antífona y la oración final.

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NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 349

IX

NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS


Por la señal de la santa Cruz, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

Oración para empezar todos los días.

¡Oh Corazón divinísimo de mi amado Jesús,


en quien toda la Santísima Trinidad depositó te¬
soros inmensos de celestiales gracias! concededme
un corazón semejante a vos mismo, y la gracia
que os pido en esta novena si es para mayor
gloria de Dios, vuestro sagrado culto y bien de
mi alma. Amén.

Oración particular para el día primero.

¡Oh Corazón sacratísimo y melifluo de Jesús,


que, con ferventísimos deseos y ardentísimo amor,
deseáis corregir la sequedad y tibieza de nuestros
corazones! inflamad y consumid las maldades e im¬
perfecciones del mío, para que se abrase en vuestro
amor; dadme la gracia de resarcir las injurias e in¬
gratitudes hechas contra vos, oh amantísimo Cora¬
zón, y la que os pido en esta novena, si es para
mayor gloria de Dios, culto vuestro y bien de
mi alma.
Tres Padrenuestros y tres Avemarias, en reverencia
de las tres insignias de la Pasión con que se mostró el
divino Corazón a Santa Margarita de Alacoque.
Oración de todos los días al Eterno Padre.

¡Oh Padre Eterno! por medio del Corazón de Je¬


sús, mi vida, mi verdad y mi camino, llego a vues¬
tra Majestad; por medio de este adorable Corazón
os adoro por todos los hombres que no os adoran;
os amo por todos los que no os aman; os conozco

por todos los que, voluntariamente ciegos, no quie¬


ren conoceros. Por este divinísimo Corazón deseo

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35° NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

satisfacer a vuestra Majestad todas las obligacio¬


nes que os tienen todos los hombres; os ofrezco to¬
das las almas redimidas con la preciosa sangre de
vuestro divino Hijo, y os pido humildemente la
conversión de todas por el mismo suavísimo Cora¬
zón. No permitáis que sea por más tiempo ignorado
de ellas mi amado Jesús; haced que vivan por Je¬
sús, que murió por todas. Presento también a vues¬
tra Majestad, sobre este santísimo Corazón, a vues¬
tros siervos N. N., y os pido los llenéis de su espíri¬
tu, para que, siendo su protector el mismo deífico
Corazón, merezcan estar con voseternamente. Amén.
Petición.

Oración final para todos los días.

¡Oh Corazón divinísimo de Jesús, dignísimo de


la adoración de los hombres yde los ángeles! ¡Oh
Corazón inefable y verdaderamente amable, digno
de ser adorado con infinitas alabanzas, por ser
fuente de todos los bienes, por ser origen de todas
las virtudes, por ser el objeto en quien más se agra¬
da toda la Santísima Trinidad entre todas las cria¬
turas! ¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús! yo profun-
dísimamente os adoro con todos los espíritus de mi

pobre corazón, yo os alabo, yo os ofrezco las ala¬


banzas todas de los más amantes serafines y de
toda vuestra corte celestial y todas las que os puede
dar el Corazón de vuestra Madre Santísima. Amen.
Aña. Improperium expectavit cor meum, et mi-
seriam, et sustinui, qui simul contristaretur, et non
fuit; et qui consolaretur, et non inveni.
y. Discite a me, quia mitis sum, et humilis corde
R7. Et invenietis réquiem animabus vestris.
Oratio.—Domine Iesu, qui ineffabiles Cordis tui
divitias Ecclesise Sponsae tuae singulari dilectionis
beneficio aperire dignatus es: concede propitius, ut
gratiis ccelestibus, ex hoc dulcissimo fonte manan-
tibus, corda nostra ditari ac recreari mereantur.Qui
vivis et regnas Deus in saecula sseculorum. Amen.

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NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 35 X

Si se quiere en castellano:
Aña. Mi corazón sufre improperios y miserias; he es¬
tado esperando alguno que se contriste conmigo, y no
hay ninguno; uno que me consuele, y no viene nadie.
y. Aprended de mí, que soy manso y humilde dé
corazón. 1^7. Y hallaréis vuestras almas.
paz para
Oración.—Señor nuestro Jesucristo, que, por un be¬
neficio singular de tu amor, te has dignado revelar a
la Iglesia, txx esposa, las inefables riquezas de tu Co¬
razón: concédenos propicio que nuestros corazones me¬
rezcan enriquecerse con las gracias celestiales que
ma¬
nan de esa dulcísima fuente. Señor
que vives y reinas,
Dios, por todos los siglos de los siglos. Amén.

Oración particular para el día segundo.

¡Oh Corazón amabilísimo de Jesús, celestial puer¬


ta por donde nos llegamos a Dios y Dios viene a
nosotros! dignaos estar patente a nuestros deseos y
amorosos
suspiros, pai-a que, entrando por vos a
vuestro Eterno Padre, recibamos sus celestiales
bendiciones y copiosas gracias para amaros. Dad¬
me la gracia de resaScir las injurias e ingratitudes
hechas contra vos, oh amante Corazón, y la que os
pido en esta novena, si es para mayor gloria de
Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenxxestros y Avemarias. Oraciones finales,
página 350.

Oración particular para el día tercero.

¡Oh Corazón santísimo de Jesús, camino para la


mansión eterna y fuente de aguas vivas! conceded-
me que siga vuestras sendas rectísimas para la per¬
fección y para el cielo, y que beba de vos el agua
dulce y saludable de la verdadera virtud y devo¬
ción, que apaga la sed de todas las cosas tempora¬
les. Dadme la gracia de resarcir las injurias e in¬
gratitudes hechas contra vos, oh amante Corazón,
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352 NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

y la que os pido en esta novena, si es para mayor


gloria de Dios...
Tres Padrenuestros y Avemarias. Oraciones finales,
página 350.
Oración particular para el día cuarto.

¡Oh Corazón purísimo de Jesús, espejo cristalino


en quien resplandece toda la perfección! conceded-
me
que yo pueda contemplaros perfectamente, para
que aspire a formar mi corazón a vuestra semejan¬
za, en la oración, en la acción y en todos mis pen¬
samientos, palabras y obras. Dadme la gracia de
resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra
vos, oh amante Corazón, y la que os pido en esta
novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vues¬
tro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarias. Oraciones finales,
página 350.
Oración particular para el día quinto.

¡Oh Corazón dulcísimo de Jesús, órgano de la


Trinidad veneranda, por quien se perfeccionan to¬
das nuestras obras! yo os ofrezco las mías, aunque
tan imperfectas, para que, supliendo vos mi negli¬
gencia, puedan aparecer muy perfectas y agrada¬
bles ante el divino acatamiento. Dadme la gracia
de resarcir las injurias e ingratitudes hechas contra
vos, oh amante Corazón, y la que os pido en esta
novena, si es para mayor gloria de Dios, culto vues¬
tro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarias. Oraciones finales,
página 350.
Oración particular para el día sexto.

¡Oh Corazón amplísimo de Jesús, templo sagrado


donde me mandáis habite con toda mi alma, po¬
tencias y sentidos! gracias os doy por la inexplica¬
ble quietud, sosiego y gozo que yo he hallado en
este templo hermoso de la paz, donde descansaré
gustoso eternamente. Dadme la gracia de resarcir

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NOVENA AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 353

las injurias e ingratitudes hechas contra vos, qli


amante Corazón, y la que os pido en esta novena,
si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y
bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarias. Oraciones finales,
página 350.

Oración particular para el día séptimo.

¡Oh Corazón clementísimo de Jesús, divino pro¬


piciatorio, por el cual ofreció el Eterno Padre que
oiría siempre nuestras oraciones, diciendo: «Pídeme
por el Corazón de mi amantísimo Hijo Jesús: por
este Corazón te oiré, y alcanzarás cuanto me pides»!
presento sobre vos a vuestro Eterno Padre todas
mis peticiones, para conseguir el fruto que deseo.
Dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitu¬
des hechas contra vos, oh amante Corazón, y la que
pido en esta novena, si es para mayor gloria de
Dios, culto vuestro y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarias. Oraciones finales,
página 350.

Oración particular para el día octavo.

¡Oh Corazón amantísimo de Jesús, trono ígneo


y lucidísimo, inflamado en el amor de los hombres,
a
quienes deseáis abrasados mutuamente en vuestro
amor! yo deseo vivir siempre respirando llamas de
amor divino en que me abrase; y con que encienda

a todo el mundo, para que os


corresponda amante
y obsequioso. Dadme la gracia de resarcir las in¬
jurias e ingratitudes hechas contra vos, oh amante
Corazón, y la que os pido en esta novena, si
es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y
bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarias. Oraciones finales,
página 350.

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354 FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Oración particular para el día noveno.

¡Oh Corazón dolorosísimo de Jesús, que, para


ablandar nuestra dureza y hacer más patente el
amor con que padecisteis tantos dolores y penas

para salvarnos, los quisisteis representar en la cruz,


corona de espinas y herida de la, lanza, con que os
manifestasteis paciente y amante al mismo tiempo!
dadme la gracia de resarcir las injurias e ingratitu¬
des hechas contra vos, correspondiendo agradecido
a vuestro amor, y la que os pido en esta novena,

si es para mayor gloria de Dios, culto vuestro y


bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarias. Oraciones finales,
página 350.
X

FIESTA DEL SAGRADO CORAZON DE JESUS


Colgaduras.—Muchas son ya las poblaciones de Es¬
paña y del Extranjero que en ese día del Sagrado Cora¬
zón ponen colgaduras en sus casas a honra del Amor
Divino de Jesucristo. Ponedlas vosotros desde la ma¬
ñana y convidad a vuestros amigos a que las pongan,

repartiendo la hoja Día de Gala.


Comunión.—Ninguno que ame al Sagrado Corazón,
debería, si no le es imposible, dejar de comulgar ese día.
Misa solemne.—Se podría cantar brevemente una
de mañana y en ella dar la comunión y dejar expuesto
el Santísimo.
Función de la tarde.-—-Es devotísima, cuando se hace,
la procesión con el Santísimo dentro o fuera de la
iglesia en cinco altares, rezándose las Cinco Visitas o
las Cinco Consagraciones. De todos modos, el Papa
León XIII ordenó el 25 de mayo de 1899 la consa¬
gración del mundo al Santísimo Corazón, al fin o an¬
tes de la reserva, y mandó que en adelante se renovase

perpetuamente cada año el día de la fiesta del mismo


deífico Corazón en todas las iglesias parroquiales y en
cualquiera otra en que se celebrase esta fiesta.

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FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 355

Debe renovarse esta


consagración delante del San¬
tísimo solemnemente expuesto, y deben decirse des¬
pués de ella las letanías del Sagrado Corazón de Jesús.
Los fieles que asistan a este acto con las debidas dis¬
posiciones y oren por las intenciones del Romano Pon¬
tífice, ganarán las indulgencias de siete años y siete
cuarentenas, y si han confesado y comulgado, indul¬
gencia plenaria.
Por eso ponemos aquí todas las oraciones necesarias
o convenientes: las Cinco Visitas, las Cinco Consagra¬

ciones, las Letanías, la Consagración del mundo.


CINCO VISITAS DE DESAGRAVIO AL SAGRADO

CORAZÓN DE JESÚS
Primera visita.—Adoremos a Jesucristo sacra¬
mentado, en acción de gracias por la institución
de este adorable Misterio.
¡Oh amabilísimo Corazón de Jesús sacramentado!
osadoro profundamente en este augusto Sacra¬
mento, y doy rendidas gracias por haber instituido
ese compendio de maravillas, resumen de vuestras
finezas y evidente testimonio de la ternura de vues¬
tro amor. Y para dároslas más incesantes, convido
a todos los justos de la tierra y bienaventurados
del cielo, uniendo con ellos los afectos de mi cora¬
zón y deseando ardientemente alabaros y ensalza¬
ros
por toda la eternidad.
Os adoro también con ánimo y deseo de resarcir
de algún modo las injurias que en ese Sacramento
recibís de los infieles y malos cristianos, especial¬
mente por la ingratitud y olvido con que los hom¬
bres os dejan sólo en tantos sagrarios, en todos los
cuales os adoro humildemente desde aquí, uniendo
mis débiles obsequios con el fervor y devoción de
los santos más fieles y amantes de vuestro Corazón
santísimo. Admitid, Jesús amoroso, mis ardientes
súplicas, para que, adorándoos en esta vida sacra¬
mentado por nuestro amor, os bendiga y ensalce
después eternamente. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.

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356 FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Segunda visita.—Adoremos a Jesucristo sacramen¬


tado, en acción de gracias por las muchas veces que
le hemos recibido, y con él innumerables beneficios.
¡Oh benignísimo Jesús, Salvador de mi alma! os
doy infinitas gracias por los innumerables benefi¬
cios que he recibido de vuestra divina mano, y se¬
ñaladamente por las muchas veces que os habéis
dignado entrar en mi pecho, derramando a manos
misericordias, sin agotarse nunca el
llenas vuestras
copioso raudal de vuestro dulcísimo Corazón, de
donde proceden de continuo las inspiraciones y to¬
ques interiores con que me llamáis, deseando suje¬
tarme al yugo suave de vuestro amor. Aquí, pues,
me tenéis ya rendido a vuestros pies; no quiero re¬

sistir por más tiempo a vuestros amorosos deseos.


Triunfad y reinad vos sólo en nuestros corazones.
Todos os conozcan, amen y correspondan a las fine¬
zas de vuestro divino Corazón, para que todos os
amemos
y bendigamos en la gloria. Amén.
. Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Tercera visita.—Adoremos a Jesucristo sacra¬
mentado, en satisfacción de las injurias que ha re¬
herejes en este Sacramento.
cibido de los infieles y

¡Oh amabilísimo Corazón de Jesús, injuriado con¬


tinuamente en este adorable Sacramento por la re¬
beldía y obstinación de los herejes! os adoro con
todo el pobre afecto de mi corazón; y para reparar
de alguna manera tantos agravios, convido a los
espíritus bienaventurados para suplir con sus ala¬
banzas las injurias e ingratitudes de los hombres,
y junto mis tibios afectos al encendido amor de los
serafines, deseando vivamente desagraviar a vues¬
tro amor ultrajado y no cesar de bendeciros y en¬
salzaros todos los instantes de mi vida. Haced, Se¬
ñor, que os glorifiquen los corazones de todos los
hombres y unan sus alabanzas a las de todos los
ángeles y santos de la corte celestial y a las bendi-
oiones que os da continuamente el purísimo Cora¬
zón de vuestra Santísima Madre. En fin, vos mis¬
mo, soberano Señor sacramentado, que sois repara-

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FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 357

ción del honor divino, vos habéis de ser digna satis¬


facción de tantos ultrajes/Admitid, oh PadreEter-
no, mil humildes súplicas, unidas con los sentimien¬
tos del Corazón de vuestro unigénito Hijo, que con
vos
y el Espíritu Santo vive y reina por los siglos
de los siglos. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Cuarta visita.—Adoremos a Jesucristo sacramen¬
tado, en satisfacción de las irreverencias y sacrile¬
gios que sufre de muchos fieles.
¡Oh sacratísimo Corazón de mi amado Jesús!
aquí me presento ante el acatamiento de vuestra
soberana Majestad, traspasado de dolor al conside¬
rar la atroz inj uria que contra vos cometen muchos

cristianos, especialmente cuando se acercan a reci¬


biros en pecado mortal, renovando la traición de
Judas y la maldad de los judíos. Venced vos, Jesús
mío, con vuestra misericordia, la obstinación de
tantos corazones ingratos; iluminadlos y traedlos a
vuestro amor como divino médico, pastor, esposo
y amoroso padre, y no permitáis que, en adelante,
llegue a recibiros sacramentado ningún cristiano en
pecado mortal. Así os lo ruego, por vuestro dulcí¬
simo Corazón y el de vuestra Madre amorosísima.
Hacedme, Señor, esta gracia en la tierra, y la de
veros y gozaros eternamente en el cielo. Amén.

Padrenuestro, Avemaria y Gloria.


Quinta visita.—-Adoremos en espíritu a Jesucris¬
to sacramentado, en todas las iglesias del mundo,
donde se halla olvidado de casi todos, tan indigna¬
mente recibido y tan raramente visitado.
¡Oh Corazón amabilísimo de Jesús! a vista del ol¬
vido con que os tratan los hombres, estando vos de

día y de noche real y verdaderamente en la Hostia


consagrada por amor nuestro, quisiera en. este día
visitaros en todas las iglesias del mundo donde os
halláis sacramentado, ofreceros en holocausto los
corazones de todos los hombres, y unir mis débiles
esfuerzos a los obsequios y adoraciones de los jus¬
tos fervorosos que viven en la tierra y de todos los

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3.58 FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Santos y Bienaventurados del cielo. Ahora conoz¬


co vuestra infinita paciencia: pésame mil veces de
haberos yo también olvidado y ofendido, oh mise¬
ricordiosísimo Jesús. Dadme gracia para amaros y
serviros de hoy en adelante con gran fervor, fide¬
lidad y constancia. Iluminad, Señor, mi entendi¬
miento, inflamad mi voluntad, purificad mi cora¬
zón, y dadme a mí y a todos los hombres una ver¬
dadera devoción, con que veneremos y adoremos
este divino Sacramento, que es tesoro riquísimo y
fuente de todas las gracias. Así lo espero de vues¬
tra bondad y misericordia infinita, para alabaros
y engrandeceros después en la gloria por los siglos
de los siglos.
Y vos, Señora, Madre de Dios y Madre mía, por
la pureza y santidad de vuestro dulcísimo Corazón,
alcanzadme una verdadera y constante devoción al
Sagrado Corazón de vuestro amantísimo Hijo Je¬
sús, de modo que, unido con él estrechamente,
como es debido, cumpla todas mis obligaciones, y

con alegría y gozo de corazón sirva siempre, y con

especialidad en el presente mes, a su benignísimo


y piadosísimo Corazón. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.

CONSAGRACIÓN AL CORAZÓN DE JESÚS

DulcísimoJesús, Redentor del género humano,


míranos humildemente postrados delante de tu al¬
tar. Tuyos somos, tuyos queremos ser, y a fin de
poder estar más estrechamente unidos contigo, hoy
cada uno de nosotros se consagra voluntariamente
a tusacratísimo Corazón.
Muchos no te han conocido todavía: muchos des¬
pués de haber despreciado tus mandamientos, han
renegado de ti. Ten misericordia de los unos y de
los otros, benignísimo Jesús, y atráelos a todos a tu
santísimo Corazón.
Reina, Señor, no solamente en los que siempre
fieles nunca se han separado de ti, sino también en

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FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 359

los hijos pródigos que te han abandonado; y haz


que vuelvan pronto a la casa paterna para que no
perezcan de hambre y de miseria.—Reina también
sobre los que el error mantiene engañados con fal¬
sas opiniones, o la discordia separados: condúcelos
al puerto de la verdad y a la unidad de la fe, para
que pronto no haya más que un solo redil y un
solo pastor.—Reina, finalmente, sobre todos aque¬
llos que están sumidos en las antiguas supersticio¬
nes paganas, y no tardes en sacarlos de las tinie¬

blas a la luz y reino de Dios.


Concede, Señor, a tu Iglesia segura y estable li¬
bertad, y a los pueblos el orden y la paz; haz que
del uno al otro polo resuene esta sola exclamación:
Alabado sea el divino Corazón, por quien hemos
conseguido la salvación. A él sea el honor y la glo¬
ria por los siglos de los siglos. Amén.

CINCO VISITAS Y CONSAGRACIONES AL SACRATÍSIMO


CORAZÓN DE JESÚS

Primera visita. Consagración de los niños.—¡Oh


dulcísimo Corazón de Jesús! en esta primera visita
te consagramos a todos nuestros niños, que están
presentes, los niños de todos los padres y ma¬
y a
dres que están a tus pies.
Nosotros, pecadores, antes de acercarnos a ti,
mandamos delante de nosotros a los niños, para
agradarte y hacerte propicio el espectáculo de
con
sus almas puras y corazones inmaculados. Tú los
amas y deseas que vayan a ti. Que vayan, Señor,
y te abracen, y se metan en tu Corazón, y nunca
se separen de ti.
Te pedimos perdón de lo que tal vez algunos, sin
saber, hayan faltado; pero mucho más, sobre todo,
de los que los escandalizan o educan mal o siem¬
bran en ellos el vicio con sus malas conversaciones,
malos espectáculos y malos ejemplos.
Te rogamos los conserves en la fe y en la virtud;
que des a sus padres y madres prudencia, voluntad

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3ÓO FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

y constancia para educarlos; que los libres de malos


maestros; que no los perviertan las malas revistas,
los malos espectáculos, los malos ejemplos y malas
compañías. Que, llegada la juventud, sean constan¬
tes y no se dejen dominar de la soberbia, ni de la
deshonestidad, ni de ningún otro vicio.
Atráelos, Señor, a tu Corazón más y más, según
vayan creciendo en los años y mediante la frecuen¬
te comunión; consérvalos muy unidos a tu Corazón,
para que te amen sobre todas las cosas en la infan¬
cia, pasen inmunes por el horno de la juventud,
sean constantes en la virilidad y en toda la vida,
hasta morir en ti.
Corazón de Jesús, haz que los niños que están
aquíy los que aquí tienen a sus padres, te amen
más 3' más cada día. Amén.
Padrenuestro, Avemaria
y Gloria.
Segunda visita. Consagración de las mujeres.—
¡Oh dulcísimo Corazón de Jesús, formado de la
sangre de una mujer santísima y amadísima sobre
todas las mujeres! guiadas por tu Madre santísima,
se acercan a ti las mujeres
para consagrarse a tu
Corazón virginal.
Tú las amas; tú las has sacado de la abyección en
que las tenían, las has ennoblecido en la sociedad
y te sirves de ellas para salvar muchas almas.
Te pedimos perdón de las faltas con que ellas
te hayan ofendido, de sus vanidades, ligerezas,
inmodestias y de todos los pecados de las que,
apartadas de ti y dadas al mundo, seducen a
muchos para el mal.
En cambio, te ofrecemos las virtudes de pureza,
de abnegación, de sacrificio, de paciencia y humil¬
dad de las que te sirven. Tú has dotado el corazón
de la mujer de bondad y mansedumbre, de abne¬
gación y celo. Y muchas de ellas, con estos dones
que les diste, te atraen muchas almas.
Concédelas, oh Corazón dulcísimo, la gracia de
ser vírgenes prudentes y puras, esposas fieles y ab¬

negadas, madres verdaderas, varoniles y constan-

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FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 361

tes, apóstoles piadosas y fervientes de tu amor. Tú


sabes, Señor, que, si no por su celo y el amor
que te tienen, se perderían muchas almas. Inspi¬
ra en sus fortaleza, en sus labios gra¬
corazones

cia, en sus almas prudencia, para que te amen a


ti, Hijo de María, y, juntamente con tu Madre,
sean cooperadoras
fieles de tu amor en la salvación
de los hombres.
Corazón dulcísimo de Jesús, haz que las mujeres
que están aquí te amen más cada día. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Tercera visita. Consagración de los norrtbres.—¡Oh
santísimo Corazón de Jesús! también los hombres
vienen a consagrarse a ti.
Tú los has distinguido con preclaros dones; les
has dado dignidad y autoridad en la sociedad hu¬
mana, fortaleza de alma, grandeza de corazón, vi¬
gor de entendimiento,
Pero muchos de ellos viven muy alejados de ti.
Unos, enfrascados en sus negocios y sedientos de
intereses; otros, sumidos en placeres y entregados
a sus
pasiones; otros, infatuados de su ciencia y
soberbios de sus progresos y de sus dignidades, vi¬
ven como si se bastasen a sí mismos y no necesita¬

sen de ti, ni de tu religión, ni de tu amor. Ni te co¬

nocen, ni te quieren conocer; ni te aman, ni te quie¬


ren amar. Muchos han abandonado sus puestos y
dejan de cumplir sus deberes. Perdónalos, Señor.
Otros, en cambio, te aman de veras, como verda¬
deros caballeros cristianos, y luchangloria por tu
como leones, y son de tu amor.
honor de la Iglesia y
Míralos, Señor, con corazón amante, y haz que
conozcan el puesto que ocupan en el mundo y cai¬

gan en la cuenta de que ellos más que nadie están


obligados a ser cristianos, a conocerte, a amarte, a
practicar la religión que tú nos enseñaste. Haz que
pongan su honor, no en ignorarte y negarte, como
Pedro, o en lavarse las manos, como Pilatos, o en
blasfemar y ser descreídos, como Voltaire; sino,
como San Pablo, en conocerte, en amarte sobre to-

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362 FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

das las cosas, en ser perseguidos por tu causa y cru¬


cificados por tu nombre.
Corazón santísimo de Jesús, haz que los hombres
que aquí estamos te amemos más cada día. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Cuarta visita. Consagración de las autoridades.—
¡Oh dignísimo Corazón de Jesús! no sólo deben
consagrarse a ti los súbditos, sino de un modo es¬
pecial todos los superiores y todas las autorida¬
des de la tierra.
Tú eres el Rey de reyes y el Señor de los que do¬
minan. De ti reciben su autoridad todos los que la
tienen; y si no fuese por ti, a nadie prestaríamos
obediencia, porque sin ti nadie hay superior a na¬
die y, por naturaleza y derecho propio, tú sólo eres
Superior y Rey.
Mas hoy muchas autoridades prescinden de ti y
gobiernan sin ti, como si en el gobierno no fueran
cristianos, sino ateos, y como si los gobernantes no
tuviesen sobre sí las transcendentales y supremas
leyes de tu religión y de tu amor. Perdona, Señor,
esta defección tan general, esta apostasía práctica
moderna de la mayor parte de las autoridades.
Mas los que están aquí y tienen autoridad, y los
que no tenemos autoridad por todos nuestros su¬
periores, reconocemos, ¡oh Corazón real de Jesús!
que tú estás sobre todos nuestros reyes, nuestros
gobiernos, gobernadores, alcaldes y superiores de
todas clases y condiciones, y que toda su autoridad
es tuya, sin que nadie tenga ninguna contra la in¬

quebrantable ley de tu voluntad y amor.


Te rogamos concedas a nuestros superiores la
gracia de guiarnos a la verdadera civilización cris¬
tiana; acierto para cumplir con su deber, rectitud
en gobernar, oportunidad en mandar, prudencia en

legislar, fortaleza con los audaces, caridad con los


débiles, justicia con todos. Líbralos de los terribles
peligros de alma y cuerpo que los rodean, y haz
que, con su gobierno y administración, sean coope-

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FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 363

radores fieles de tu divino gobierno y santísima pro¬


videncia, para salvación de todos los hombres.
Corazón dignísimo de Jesús, haz que nuestras
autoridades te respeten y amen más cada día.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Quinta visita. Consagración del clero.—¡Oh santí¬
simo Corazón de Jesús! al fin de todos viene a con¬
sagrarse a ti tu clero; los que tú escogiste para ser
lazo de unión entre ti y tu pueblo; tus escogidos, a
quienes has comunicado tu poder de enseñar el
Evangelio, tu poder de atar y desatar en la tierra
para el cielo y el poder de consagrar y administrar
tu santísimo Cuerpo y tu preciosísima Sangre.
También nosotros te faltamos mucho, a pesar de
nuestra obligación de ser especialmente santos y
amantes tuyos. Perdona, Señor, los pecados de tu
clero; nuestras irreverencias, nuestras tibiezas,
nuestra falta de celo, nuestros malos ejemplos y
poco religiosa conducta.
En cambio, también te ofrecemos el amor y los
sacrificios de muchos siervos tuyos del clero secu¬
lar y regular, verdaderamente santos, apostólicos,
abnegados, reverentes, que se esfuerzan por atraer
a ti innumerables almas.
Juntamente con el clero, te consagramos tam¬
bién todas las fervorosas religiosas de la tierra, es¬
posas tuyas, que, con su oración y sacrificio en el
claustro, o con su acción y celo en las obras apos¬
tólicas, son honor de la Iglesia y corona lucidísima
de tu Corazón,
Concédenos a todos, ¡oh Corazón sacratísimo! el
fuego de tu amor y de tu celo, y que así como tú
fuiste enviado del Padre, y le cumpliste su volun¬
tad, y le diste a conocer y le glorificaste, así nos¬
otros, enviados de ti, te imitemos, cumplamos tu
voluntad, te demos a conocer, te glorifiquemos, ha¬
ciendo que todos amen a tu divino Corazón.
Corazón de Jesús, haz que tus sacerdotes y reli¬
giosos te amemos más cada día. Amén.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.

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364 FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

LETANÍAS AL SAGRADO CORAZÓN DE JESUS

En latín:

Kyrie, eleison.
Christe, eleison.
Kyrie, eleison.
Christe, audi nos.
Christe, exaudi nos.
Pater de ccelis Deus,
Fili, Redemptor mundi Deus,
Spiritus Sánete Deus,
Sancta Trinitas unus Deus,
1. Cor Iesu, Filii Patris aeterni,
2. Cor Iesu, in sinu Virginis Matris a
Spiritu
Sancto formatum,
3. Cor Iesu, Verbo Dei substantialiter unitum,
4. Cor Iesu, Maiestatis infinitae,
5. Cor Iesu, templum Dei sanctum,
6. Cor Iesu, tabernaculum Altissimi, «

7. Cor Iesu, domus Dei et porta coeli, ■§


8. Cor Iesu, fornax ardens caritatis, c
9. Cor Iesu, iust.itiae et arnoris receptaculum, u
10. Cor Iesu, bonitate et amore plenum, £
11. Cor Iesu, virtutum omnium
abyssus, g
12. Cor Iesu, omni laude
dignissimum,
13. Cor Iesu, rex et centrum omnium cordium,
14. Cor Iesu, in quo sunt omnes thesauri sapien-
tiae et scientias,
15. Cor Iesu, in quo habitat omnis plenitudo
divinitatis,
16. Cor Iesu, in quo Pater sibi bene complacuit,
17. Cor Iesu, de cuius plenitudine omnes nos
accepimus,
18. Cor Iesu, desiderium collium aeternorum,
19. Cor Iesu, patiens et multae misericordias,
20. Cor
Iesu, dives in omnes qui invocant te,
21. Cor
Iesu, fons vitae et sanctitatis,
22. Cor
Iesu, propitiatio pro peccatis nostris,
23. Cor Iesu, saturatum opprobriis,
24. Cor Iesu, attritum propter scelera nostra,

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FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS 365

25. Cor Iesu, usque ad mortem obediens factum,


26. Cor Iesu, lancea perforatum,
27. Cor Iesu, fons totius consolationis,
28. Cor Iesu, vita et resurrectio nostra,
29. Cor Iesu, pax et reconciliatio nostra,
30. Cor Iesu, victima peccatorum,
31. Cor Iesu, salus in te sperantium,
32. Cor Iesu, spes in te morientium,
33. Cor Iesu, deliciae sanctorum omnium,
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,-—Parce no-
bis, Domine.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,—Exaudí
nos, Domine.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,— Miserere
no bis.
y. Iesu mitis et humilis corde.
R7. Fac cor nostrum secundum Cor tuum.
Oremus.—Omnipotens sempiterne Deus, réspice
in Cor dilectissimi Filii tui et in laudes et satisfa-
ctiones, quas in nomine peccatorum tibi persolvit,
iisque misericordiam tuam petentibus, tu veniam
concede placatus in nomine eiusdem Filii tui Iesu
Christi, qui tecum vivit et regnat in unitate Spiri-
tus Sancti Deus, per omnia ssecula saeculorum. Amen.

En castellano:

Señor, tened piedad de nosotros.


Cristo, tened piedad de nosotros.
Señor, tened piedad de nosotros.
Cristo, oídnos.
Cristo, escuchadnos.
Padre Eterno, Dios de los cielos,
Dios Hijo, Redentor del mundo.
Dios Espíritu Santo,
Santa Trinidad, un solo Dios,
Corazón de Jesús, Hijo del Eterno Padre,
Corazón de Jesús, formado por el Espíritu Santo en
el seno de la Virgen Madre,
Corazón de Jesús, unido substancialmente al Verbo
de Dios.

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366 FIESTA DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Corazón de Jesús, de majestad infinita,


Corazón de Jesús, templo santo de Dios,
Corazón de Jesús, tabernáculo del Altísimo,
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cielo,
Corazón de Jesús, hoguera ardiente de caridad,
Corazón de Jesús, asilo de justicia y de amor,
Corazón de Jesús, lleno de bondad y de amor,
Corazón de Jesús, abismo de todas las virtudes,
Corazón de Jesús, dignísimo de toda alabanza,
Corazón de Jesús, Rey y centro de todos los corazones,
Corazón de Jesús, en quien están todos los tesoros
de la sabiduría y de la ciencia.
Corazón de Jesús, en quien habita toda la plenitud
v de la divinidad.
Corazón de Jesús, enquien el Padre halló sus com¬
placencias,
Corazón de Jesús, de cuya plenitud todos hemos
>
recibido,
Corazón de Jesús, deseo de los eternos collados,
Corazón de Jesús, paciente y de mucha misericordia,
Corazón de Jesús, rico para todos los que os invocan,
Corazón de Jesús, fuente de vida y de santidad,
Corazón de Jesús, propiciación por nuestros pecados,
Corazón de Jesús, saciado de oprobios,
Corazón de Jesús, despedazado por nuestros delitos,
Corazón de Jesús, hecho obediente hasta la muerte,
Corazón de Jesús, perforado por una lanza,
Corazón de Jesús, fuente de toda consolación,
Corazón de Jesús, vida y resurrección nuestra,
Corazón de Jesús, paz y reconciliación nuestra,
Corazón de Jesús, víctima de los pecadores,
Corazón de Jesús, salvación de los que en vos
esperan,
Corazón de Jesús, esperanza de los que en vos
mueren,
Corazón de Jesús, delicia de todos los santos,
Cordero de Dios, que quitáis los pecados del mundo,
—Perdonadnos, Señor.
Cordero de Dios, que quitáis los pecados del mundo,
—escuchadnos, Señor.

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ÚLTIMO DOMINGO DE JUNIO 367

Cordero de Dios, que quitáis los pecados del mundo,


—Tened misericordia de nosotros.
Y- manso y humilde de corazón.
Jesús
1^7. Haced nuestro corazón semejante al vuestro.
Oración.—Omnipotente y sempiterno Dios, mirad al
Corazón de vuestro amadísimo Hijo y a las alabanzas y
satisfacciones que os dió nombre de los pecadores, y
en
conceded propicio el perdón a los que imploran vuestra
misericordia, en nombre de vuestro mismo Hijo Jesu¬
cristo, que con vos vive y reina en unión con el Espí¬
ritu Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

XI

ULTIMO DOMINGO DE JUNIO

Sería muy bueno exponer el Santísimo Sacramento


desde la mañana, y mejor si precede una breve misa
cantada con comunión general.
En cada visita hay que rezar algo por las intenciones
del Santo Padre; por ejemplo, un Padrenuestro, o tres
o cinco, o lo que uno quiera.

ACTO DE CONSAGRACIÓN QUE HIZO DE SÍ


AL CORAZÓN DE JESÚS
SANTA MARGARITA MARÍA DE ALACOQUE

Corazón sagrado de mi amado Jesús: yo, aunque


vilísima criatura,os doy y consagro mi persona,
vida, acciones, penas y padecimientos, deseando
que ninguna parte de mi ser me sirva si no es para
amaros, honraros y glorificaros. Esta es mi volun¬
tad irrevocable: ser todo vuestro y hacerlo todo por
vuestro amor, renunciando de todo mi corazón a
cuanto pueda desagradaros.
Os tomo, pues, ¡oh Corazón divino! por el único
objeto de mi protector de mi vida, prenda de
amor,
mi salvación, remedio de mi inconstancia, repara¬
dor de todas las culpas de mi vida y asilo seguro
en la hora de mi muerte. Sed, pues, ¡oh Corazón

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368

bondadoso! mi justificación para con Dios Padre, y


alejad de mí los rayos de su justa cólera. ¡Oh Co¬
razón amoroso! pongo toda mi confianza en vos,
pues aunque lo temo todo de mi flaqueza, sin em¬
bargo todo lo espero de vuestra misericordia; con¬
sumid en mí todo lo que os desagrada y resiste, y
haced que vuestro puro amor se imprima tan ínti¬
mamente en mi corazón, que jamás llegue a olvi¬
daros ni a estar separado de vos. Os suplico, por
vuestra misma bondad, escribáis mi nombre en vos
mismo, pues quiero tener cifrada toda mi dicha en
vivir y morir como vuestro esclavo. Amén.

ACTO PARA DESAGRAVIAR Y CONSAGRARSE

AL CORAZÓN DE JESÚS

,
¡Oh Corazón clementísimo de Jesús, divino pro¬
piciatorio, por el cual prometió el Eterno Padre
que oiría siempre nuestras oraciones! yo me uno
con vos para ofrecer a vuestro Eterno Padre este

mi pobre y mezquino corazón, contrito y humilla¬


do en su divino acatamiento, y deseoso de reparar
cumplidamente sus ofensas, en especial las que vos
recibís de continuo en la Eucaristía, y señalada¬
mente las que yo, por mi desgracia, también he
cometido. Quisiera, divino Corazón, lavar con lá¬
grimas y borrar con sangre de mis venas las ingra¬
titudes con que todos hemos pagado vuestro tierno
amor. J unto mi dolor, aunque tan leve, con aquella

angustia mortal que os hizo en el huerto sudar san¬


gre a la sola memoria de nuestros pecados. Ofre¬
cédselo, Señor,a vuestro Eterno Padre, unido con
vuestro amabilísimo Corazón. Dadle infinitas gra¬
cias por los grandes beneficios que nos hace conti¬
nuamente, y supla vuestro amor nuestra ingratitud
y olvido. Concededme la gracia de presentarme
siempre con gran veneración ante el acatamiento
de vuestra divina Majestad, para resarcir de algún
modo las irreverencias y ultrajes que en vuestra
presencia me atreví a cometer, y que de hoy en

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ÚLTIMO DOMINGO DE JUNIO 369

adelante me ocupe con todo mi conato en atraer


con
palabrasy ejemplos muchas almas que os co¬
nozcan y gocen las delicias de vuestro Corazón.
Desde este momento me ofrezco y dedico del todo
a dilatar la
gloria de este sacratísimo y dulcísimo
Corazón. Le elijo por el blanco de todos mis afectos
y deseos, y desde ahora para siempre constituyo en
él mi perpetua morada, reconociéndole, adorándole
y amándole con todas mis ansias, como que es el
Corazón de mi amabilísimo Jesús, de mi Rey y so¬
berano Dueño, Esposo de mi alma, Pastor y Maes¬
tro, verdadero Amigo, amoroso Padre, Guía segura,
firmísimo Amparo y Bienaventuranza. Amén.

FÓRMULA DE CONSAGRACIÓN DE LA FAMILIA

AL SACRATÍSIMO CORAZÓN DE JESÚS

¡Oh Sacratísimo Corazón de Jesús! vos manifes¬


tasteis a Santa Margarita María el deseo de reinar
sobre las familias cristianas; deseando agradaros,
venimos hoy a proclamar vuestro absoluto dominio
sobre la nuestra. De hoy en adelante, queremos vi¬
vir vuestra vida; queremos que en el seno de nues¬
tras familias florezcan las virtudes a que prometis¬
teis la paz en la tierra, y queremos desterrar lejos
de nosotros el espíritu mundano que vos condenas¬
teis. Vos habéis de reinar en nuestros entendimien¬
tos porla sencillez de nuestra fe, y en nuestros co¬
razones por el amor de vos sólo, en el cual arderán

para vos, procurando mantener viva esta llama con


la frecuente comunión de la divina Eucaristía.
Dignaos, ¡oh Corazón divino! presidir nuestras
reuniones, bendecir nuestras empresas espirituales
y temporales, apartar nuestras inquietudes, santi¬
ficar nuestras alegrías, consolar nuestras penas. Si
alguna alguno de nosotros tiene la triste des¬
vez
gracia de ofenderos, recordadle, oh Corazón de Je¬
sús, que sois bueno y misericordioso para con los
pecadores arrepentidos. Y cuando suene la hora de
la separación, cuando venga la muerte a lanzar el

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37° CONSAGRACIÓN DE LAS FAMILIAS AL S. CORAZÓN
duelo en medio de nosotros, todos, así los que se
vayan como los que se queden, estaremos confor¬
mes con vuestros eternos decretos. Nos consolare¬
mos pensando que ha de venir un día en que toda
la familia, reunida en el cielo, podrá cantar eterna¬
mente vuestras glorias y beneficios.
Dígnese el Corazón Inmaculado de María, dígne¬
se
glorioso Patriarca San José presentaros esta
el
consagración y mantener en nosotros viva su me¬
moria todos los días de nuestra vida. Amén.
Viva el Corazón de Jesús, nuestro Rey y nuestro
Padre.

XII

CONSAGRACION DE LAS FAMILIAS


AL SACRATISIMO CORAZON DE JESUS

El Corazón de Jesús, reina.—Amigo cristiano: si


cristiano eres, Cristo es tu dueño, Cristo es tu amo,
Cristo es tu rey. Si tu familia es cristiana, de Cristo es
tu familia, y Cristo es también el rey de tu familia.
Pero Cristo es nuestro Rey, más que por el temor por
el amor, y quiere que nosotros le sirvamos más bien
amándole que temiéndole ni prestándole otros obse¬
quios. Por eso bien podemos decir que Jesucristo reina
más bien por su corazón que por su brazo, más por su
caridad que por su poder o por su justicia o por su sa¬
biduría.
Así, pues, el Corazón de Jesús quiere reinar en nues¬
tros corazones y en nuestras familias.
imagen del Rey.—La imagen del Rey debe estar
La
en la casa de sus vasallos, y Jesús quiere que la imagen

de su amor, la imagen de su Sagrado Corazón, esté en


todas las casas de los cristianos. Se lo dijo muchas veces
y de muchas maneras a Santa Margarita, y para más
dulcemente obligarnos a ello, hizo una piomesa ver¬
daderamente regia, diciendo: Bendeciré las casas en que
esté expuesta y sea venerada la imagen de mi Sagrado
Corazón.

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CONSAGRACIÓN DE LAS FAMILIAS AL S. CORAZÓN 37I

Así, pues, todas las familias que aman al Corazón de


Jesús ponen su imagen en sus casas, erigiendo al Co¬
razón de Jesús el trono de Rey de las familias,
que le
pertenece, y consagrándole, no tan sólo los propios
corazones, sino toda la familia y todo el hogar, a fin
de que en la vida de familia reine la fe
y el amor de
Cristo y las verdaderas virtudes cristianas, opuestas al
espíritu mundano.

MODO DE HACER LA CONSAGRACIÓN

Tomas una imagen del Corazón de Jesús, la que más


devoción te inspire.—La pones en el sitio mejor o más
frecuentado de la casa.—Reunida toda la familia en

presencia de esta imagen, conságrase al Sagrado Cora¬


zón de Jesús con el acto de consagración
prescrito para
ganar las indulgencias (pág. 423).—Pero como no basta,
para conseguir las promesas y bendiciones de Jesucris¬
to, exponer su imagen, sino que, además, es preciso,
venerarla, después hay que seguir venerándola en fa¬
milia, sobre todo, con una vida virtuosa, cristiana de
veras, observante, fomentando sobre todo la virtud
de la caridad y el ejercicio de la reparación de todas
las ofensas que contra el amor de Jesús se cometen.

LA CEREMONIA

Conviene hacerla con toda solemnidad.


Para ello: Se coge un día, el más a propósito.—Se
reúne toda la familia.—Un sacerdote bendice la santa

imagen.—Se la conduce a su sitio y se la coloca en su


trono.—El sacerdote reza entonces el acto de consa¬
gración (pág. 423).—Y queda la familia consagrada al
Corazón Divino.
Si se quiere dar mayor solemnidad al acto, el sacer¬
dote pronuncia, en nombre de todos, el saludo a la
imagen de Jesús, o una arenga a la familia para que
viva conforme a la consagración, o se pronuncian
el saludo, la alocución y las oraciones que nosotros
indicamos en el opúsculo que para esta consagración
hemos escrito.

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372 CONSAGRACIÓN DE LAS FAMILIAS AL S. CORAZÓN

Caso de no poder tener un sacerdote, puede hacerse

esta consagración como a cada familia mejor le parezca,


siguiendo, por ejemplo, el ceremonial que encontrarán
en nuestro opúsculo o en otras hojas que corren di¬
fundidas por todas partes.

RENOVACIÓN

Conviene renovar cada año esta consagración y re¬


cordar cada día que aquella familia está consagrada al
amor de Jesús y debe vivir, principalmente, vida de

amor divino.

VIRTUDES

PROPIAS DE LAS FAMILIAS CONSAGRADAS


AL CORAZÓN DE JESÚS

Adornar, por lo menos algunos días, su imagen.—


Rezar ante ella algunas oraciones.—Saludarla interior¬
mente algunas veces al pasar.—Prestarle algún culto,
por lo menos a la semana, como el viernes o el domin¬
go.—Evitar todo pecado mortal y aun el venial.—
Procurar que todo lo que se haga o se vea en familia
sea cristiano.—No tener malas lecturas.—Ni malos
cuadros.—Ni malas conversaciones.—Ni malas diver¬
siones y bailes.—Ni malos cantares.—Ni malos nego¬
cios.—Ni malos vestidos.—Tener mucha unión y ca¬
ridad en la familia hasta con los criados.—Reparar los
pecados de otros.—Convertir a algún amigo o pariente
de casa.—Cuando haya algún pecado público, hacer un
acto de reparación.—Pertenecer al Apostolado de la
Oración.—Comulgar frecuentemente y los primeros
viernes.—Celebrar la fiesta del Corazón de Jesús.
En fin, tener mucha devoción al Corazón de María y
a San José y, sobre todo, amar y procurar que de todos

sea conocido y amado el Corazón de Jesús.

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novena a la santísima virgen
373

XIII

NOVENA A LA SANTISIMA VIRGEN

Nota.—En cualquiera de las festividades de la San¬


tísima Virgen y en cualquiera de sus invocaciones, se
puede hacer esta novena, sin que sea necesario tener
otras oraciones especiales, como equivocadamente se

figuran algunos.
Por la señal, etc.

Oración de San Bernardo, para empezar todos los días.

Acordaos, oh piadosísima Virgen María, que ja¬


más se ha oído decir que uno sólo de cuantos han

acudido a vuestra protección e implorado vuestro


socorro, haya sido desamparado. Yo pecador, ani¬
mado con tal confianza, acudo a vos, oh Madre Vir¬
gen de las vírgenes, a vos vengo, delante de vos me
presento gimiendo. No queráis, oh Madre del Ver¬
bo, despreciar mis palabras; antes bien, oídlas be¬
nignamente y cumplidlas. Amén.
Oración de Santo Tomás, para el día primero.

Concédeme, oh Reina del cielo, que nunca se


aparten de mi corazón el temor y el amor de tu
Hijo santísimo; que por tantos beneficios recibidos,
no por mis méritos, sino por la largueza de su pie¬
dad, no cese de alabarle con humildes acciones de
gracias; las innumerables culpas cometidas
que a
suceda una leal y
sincera confesión y un firmísimo
y doloroso arrepentimiento y, finalmente, que logre
merecer su gracia y su misericordia. Suplico tam¬

bién, oh puerta del cielo y abogada de pecadores,


no consientas que jamás se aparte ni desvíe este

siervo tuyo de la católica fe, pero particularmente


que, en la hora postrera, me mantenga con ella
abrazado; si el enemigo esforzare sus astucias, no

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374 NOVEN"A A LA SANTÍSIMA VIRGEN

me abandone tu misericordia y tu gran piedad. Por


la confianza que tengo en ti puesta, alcánzame
de tu santísimo Hijo el perdón de todos mis peca¬
dos y que viva y muera gustando las delicias de
tu santo amor.

Oración final para todos los días.

¡Oh santísima Señora, excelentísima Madre de


Dios y piadosísima Madre de los hombres! después
de Dios, tú eres la única esperanza de los pecado¬
res y la mayor confianza de los justos. La Iglesia

te llama vida, dulzura y esperanza nuestra, y todos


los pueblos ponen én ti sus ojos, esperando de ti
todas las gracias. Nosotros también, dulce abogada,
acudimos a ti en estos días, instándote para que
nos oigas concedas las gracias que te pedimos.
y
Danos, en primer lugar, un amor sincero a tu di¬
vino Hijo, observando su santa ley cristiana: alcán¬
zanos también la salud del cuerpo y la serenidad
del espíritu, la paz en la familia y la suficiencia de
medios para la vida; concédenos, en fin, una santa
muerte en la santa Iglesia católica.
¡Oh Virgen, que superas toda alabanza! Todo lo
que tú quieres, lo puedes ante Dios, de quien eres
Madre; y, aun cuando nosotros" somos pecadores,
tú eres dulce Madre del Redentor y dulce Madre
nuestra, y puedes abogar por tus hijos pequeños y
pecadores ante tu Hijo altísimo y redentor; a tu
nombre se abren las puertas del cielo; en tus manos
están todos los tesoros de la divina misericordia;
óyenos, oh plácida Virgen y Madre, y, si nos con¬
viene, concédenos las gracias que te pedimos en
esta novena.
Petición.
Sancta Maria, succurre miseris, iuva pusillani-
mes, refove flébiles, ora pro populo, interveni pro
clero, intercede pro devoto femineo sexu: sentiant
omnes tuum iuvamen, quicumque celebrant tuam
sanctam festivitatem.

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NOVENA A LA SANTÍSIMA VIRGEN
375

y. Ora pro nobis, sancta Dei Genitrix.


K7. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
Oratio.—Concede nos fámulos tuos, quaesumus
Domine Deus perpetua mentís et
corporis sani-
tate gaudere: et gloriosa beatas Marías semper
Virginis intercessione, a praesenti liberari tristi-
tia, et aeterna perfrui laetitia. Per Christum Domi-
num nostrum. Amen.

En castellano:

Santa María, socorre a los desgraciados,


ayuda a los
pusilánimes, reanima a los que lloran, ora por el pueblo,
intervén por el clero, intercede
por las mujeres consa¬
gradas, sientan tu auxilio todos los que celebran tu
santa festividad.

Y. Ruega
por nos, Santa Madre de Dios.
1^7.
Para que seamos dignos de alcanzar las prome¬
sas de
Jesucristo.
Oración.—Concédenos, por favor, Señor Dios, que
nosotros, tus siervos, gocemos de continua salud de
alma y
cuerpo, la gloriosa intercesión de la
y por
bienaventurada siempre Virgen María seamos libres
de las tristezas de la vida presente y disfrutemos de
las alegrías de la vida eterna. Por Jesucristo nues¬
tro Señor. Amén.

Oración de San Atanasio, para el día segundo.

Propio es de ti, Señora, que siendo tú, al mismo


tiempo que esclava del Señor, Madre de Dios, Rei¬
na y Señora,
pues Dios quiso también ser Hijo tuyo,
no
apartes de nosotros tu memoria, habiendo de
presentarnos ante el soberano e inexorable Juez,
que, si a nosotros nos infunde pavor, es para con¬
tigo sobre manera amable y te otorga cuantas gra¬
cias le pides, pues eres llamada llena de
gracia y
de alegría por haber sobrevenido en ti el
Espíritu
Santo. Por esto, aun los ricos de la nación, los más
favorecidos en justicia y santidad, claman a ti e

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376 NOVENA A LA SANTÍSIMA VIRGEN

invocan tu protección. No nos cierres las puertas


de tu pecho, y deja que fluya sobre nosotros el mar
de gracias que encierra.
Oraciones finales, pág. 374.
Oración de San Anselmo, para el día tercero.

No son para contar, Reina clementísima, los que


habiendo invocado tu nombre, han conseguido la
eterna salvación; ¿y quieres que, invocándote yo,
sea defraudado en mis esperanzas? Tal vez no oyes
mis clamores en razón de mi gran maldad; pero,
aun así, no dejaré de llamarte y de decirte con toda
el alma: Pues eres tan noble y benigna de condi¬
ción, da oídos a quien humildemente llama a tus
puertas y no le desatiendas en sus esperanzas, ni le
abandones en su tribulación, ni le dejes sin una pa¬
labra de perdón en medio de su pecado. Sana con
tus celestiales medicinas las profundas heridas en
mi alma abiertas, desátame de los carnales lazos
que me aprisionan en la tierra y abrígame si¬
quiera con un jirón del espléndido manto de tu
gloria. Amén.
Oraciones finales, pág. 374.
Oración antigua, para el día cuarto.

Ven, oh gloriosa Reina María, ven y visítanos;


ilumina nuestras almas dolientes y danos el vivir
santamente. Ven, salud del mundo, a lavar tantas
manchas que nos afean, a disipar tantas tinieblas
que nos envuelven. Ven, Señora de los pueblos, y
apaga estas llamas de concupiscencia que nos abra¬
san, arrójanos el manto de tu pureza y señala el
seguro camino que nos ha de llevar al puerto. Ven
a visitar a los enfermos, a fortalecer a los débiles,
a dar firmeza a los que fluctúan entre mares de
dudas. Ven, estrella, luz de los mares, e infúndenos
paz, gozo y devoción. Ven, oh cetro de reyes, po¬
derío de lasnaciones, y vuelve al seno de la fe, al
amor y vida de su unidad, a las muchedumbres

extraviadas que no conocen lo que conviene a su

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NOVENA A LA SANTÍSIMA VIRGEN 377

salud. Ven, trayéndonos en tus manos los dones de


tu casto, eterno esposo, el Espíritu Santo, para que
vivamos por su lumbre y calor, y sean nuestro sus¬
tento aquellos frutos eternos que nos han de me¬
recer entrar en la unidad de la vida bienaven¬
turada. Amén.
Oraciones finales, pág. 374.
Oración de San Sofronio, para el día quinto;

Amansa, oh piadosa madre, las olas de tristeza


y de congoja que combaten mi corazón; apaga las
llamas enemigas que me cercan; embota los dardos
que manos crueles vienen arrojando contra mi
alma, amenazando atravesarla y envenenarla y me¬
ter en ella la muerte. Oh alegría bienaventurada,
oh paz, oh serenidad de los que te invocan, oh es¬
cudo y fortaleza de tus fieles servidores, ven y tien¬
de tu mano sobre las llagas recibidas y sobre las
angustias que me atormentan; da suavidad y paz
a mi entendimiento, para que mi lengua engran¬
dezca siempre la alteza de la merced recibida. De¬
vuélvenos en lluvias de gracias las alabanzas que
te dirigimos; abre ese manantial de gracias que por
nosotros quiso encerrarse en ti, y no vivamos entre
noches, incertidumbres y temores; a ti seremos deu¬
dores de mercedes que jamás labios humanos po¬
drán agradecer ni ponderar. Amén.
Oraciones finales, pág. 374.
Oración de San Ildefonso, para el día sexto.

Oh clementísima Virgen, que con mano piadosa


repartes vida a los muertos, salud a los enfermos,
luz a los ciegos, solaz a los desesperados y consuelo
a los que
lloran: saca de los tesoros de tu misericor¬
dia refrigerio para mi ánimo quebrantado, alegría
para mi entendimiento y llamas de caridad para mi
durísimo pecho. Sé vida y salud de mi alma, dul¬
zura y paz de mi corazón y suavidad y regocijo de

mi espíritu. Y pues tú eres estrella clarísima del


mar, madre llena de compasión, endereza mis pa-

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378 NOVENA A LA SANTÍSIMA VIRGEN

sos, defiéndeme de riesgos de enemigos, hasta aque¬


lla postrera y suspirada hora en la cual, asistido de
tu auxilio, enriquecido con tu gracia, vencidas las
enemistades del infernal dragón, salga de este mun¬
do para los eternos y seguros gozos
de la vida bien¬
aventurada. Amén.
Oraciones finales, pág. 374.
Oración de San Juan Damasceno, para el día séptimo.

Nadie está en el cielo más cerca de la Divinidad


simplicísima que tú, que tienes asiento sobre la
cumbre de los querubines y sobre todos los ejér¬
citos de los serafines, y por esto no es posible que
tu intercesión sufra repulsa, ni que sean desaten¬
didos tus ruegos. No nos falte tu auxilio mientras
vivamos en este mundo perecedero; alárganos tu
mano, para que, obrando las obras de salud y hu¬
yendo de los caminos del mal, demos seguro el paso
de la eternidad. Por ti esperamos que, al cerrar a
este destierro los ojos de la carne, se abrirán los del
alma para anegarse en aquel piélago de soberana
hermosura, de suavísimos deleites, por el cual an¬
siosamente suspiran las almas regeneradas, y que
nos anunció
y mereció Cristo Señor nuestro ha¬
ciéndonos ricos y salvos. A él por ti, Señora, ren¬
dimos gloria y alabanza, con el Padre y el
Espí¬
ritu Santo, ahora y siempre y por los siglos de
los siglos. Amén.
Oraciones finales, pág. 374.
Oración de San Efrón, para el dia octavo.

Oh Virgen purísima, Madre de Dios, Reina de


todo lo criado, levantada sobre todos los cortesa¬
nos del cielo
y más resplandeciente y pura que los
rayos del sol: tú eres más gloriosa que los querubi¬
nes, más santa que los serafines y sin comparación
más sublime y aventajada que todos los ejércitos
del cielo. Tú eres la esperanza de los patriarcas, la
gloria de los profetas, la alabanza de los apóstoles,
honra de los mártires, alegría de los santos, orna-

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NOVENA A LA SANTÍSIMA VIRGEN 379

mentó de las sagradas jerarquías, corona de las vír¬


genes, inaccesible por tu inmensa claridad, prince¬
sa
y guía de todos y doncella sacratísima; por ti
somos reconciliados con Cristo mi Señor. Guárdame
debajo de tus alas; apiádate de mí, que estoy sucio
con mis pasiones y manchado con los innumerables

males que he cometido contra mi Juez y Criador.


No tengo otra confianza sino en ti, que eres el án¬
cora de mi esperanza, el puerto de mi salud y so¬
corro oportuno en la tribulación.
Oraciones finales, pág. 374.
Oración de San Germán, para el último día.

Ningunose salva sino por ti, oh Virgen Santísi¬


ma. Ninguno se libra de males sino por ti, oh Vir¬
gen purísima. Ninguno recibe gracias de Dios sino
por ti, oh Virgen castísima. Ninguno obtiene mise¬
ricordia sino por ti, oh Virgen venerabilísima.
¿Quién, después de tu bendito Hijo, tiene tanto
cuidado del linaje humano como tú? ¿Quién así nos
defiende en nuestras tribulaciones? ¿Quién tan
presto nos socorre y nos libra de las tentaciones
que nos acosan y persiguen? ¿Quién, con sus pia¬
dosos ruegos, intercede por los pecadores y los libra
de las penas que por sus pecados merecen? Por esto
recurrimos a ti, oh purísima y dignísima de toda
alabanza y de todo obsequio.
Haz que, por medio de tus oraciones, que tanto
pueden con el Señor, las cosas eclesiásticas sean
bien gobernadas y tú misma las conduzcas a puerto
seguro. Viste ricamente a los sacerdotes, de justi¬
cia y de la gloria de la fe probada, inmaculada y
sincera. Dirige en estado próspero y tranquilo los
cetros de los soberanos cristianos. Sé, en tiempo de
guerra, la protección del ejército, que siempre mi¬
lita bajo tu amparo; y confirma al pueblo para que,
conforme Dios lo tiene mandado, persevere en el
obsequio suave de la obediencia. Sé el muro inex¬
pugnable de este pueblo que te tiene a ti como a
torre de refugio y cimiento que la sostiene. Preser-

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380 NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN

va la habitación de Dios y el decoro del templo de


todo mal; libra a cuantos te alaban, da redención a
los cautivos y sé refugio para el peregrino y con¬
suelo para el desamparado. Extiende, por fin, a
todo el orbe tu mano auxiliadora, para que, así
como celebramos con alegría esta festividad, cele¬

bremos también todas las demás que te dedicamos,


en Cristo Jesús, Rey de todas las cosas y verdadero
Dios nuestro; a quien sea la gloria y la fortaleza,
junto con el Padre eterno, que es principio de la
vida, y con el Espíritu coeterno, consubstancial y
que reina con los dos, ahora y siempre y por los
siglos de los siglos. Amén.
Oraciones finales, pág. 374.

XIV

NOVENA
A LA INMACULADA CONCEPCION

Por la señal, etc.


Señor mío Jesucristo, etc.
Oración para empezar todos los días.

Dios te salve, María, llena de gracia y bendita


más que todas las mujeres, Virgen singular, Virgen
soberana y perfecta, elegida para Madre de Dios y
preservada por ello de toda culpa desde el primer
instante de tu Concepción: así como por Eva nos
vino la muerte, así nos viene la vida por ti, que
por la gracia de Dios has sido elegida para ser Ma¬
dre del nuevo pueblo que Jesucristo ha formado
con su A ti, purísima Madre, restauradora
sangre.
del caído linaje de Adán y Eva, venimos confiados
y suplicantes en esta novena, para rogarte que nos
concedas la gracia de ser verdaderos hijos
tuyos y
de tu Hijo Jesucristo, libres de toda mancha de
pecado. Acordaos, Virgen Santísima, que habéis
sido hecha Madre de Dios, no sólo para vuestra dig¬
nidad y .gloria, sino también para salvación núes-

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NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN 381

tra y provecho de todo el género humano. Acor¬


daos que jamás se ha oído decir que uno sólo de
cuantos han acudido a vuestra protección e implo¬
rado vuestro socorro haya sido desamparado. No
me dejéis, pues, a mí tampoco, porque si
me dejáis
me perderé; que yo tampoco quiero dejaros a .vos,

antes bien, cada día quiero crecer más en vuestra


verdadera devoción. Y alcanzadme principalmente
estas tres gracias: la primera, no cometer jamás
pecado mortal; la segunda, un grande aprecio de
la virtud cristiana, y la tercera, una buena muerte.
Además, dadme la gracia particular que os pido en
esta novena.
Petición.

Oración particular para el día primero.

Oh santísimo Hijo de María inmaculada y be¬


nignísimo Redentor nuestro: así como preservaste
a María del
pecado original en su inmaculada Con¬
cepción, y a nosotros nos hiciste el gran beneficio
de librarnos de él por medio de tu santo bautismo,
así te rogamos humildemente nos concedas la gra¬
cia de portarnos siempre como buenos cristianos,
regenerados en ti, Padre nuestro santísimo.
Oración final para todos los días.

Bendita sea tu pureza * Y eternamente lo sea, *


Pues todo un Dios se recrea * En tan graciosa be¬
lleza. * A ti, celestial Princesa, * Virgen sagrada
María, * Te ofrezco desde este día * Alma, vida y
corazón; * ¡Mírame con compasión! * ¡No me dejes,
Madre mía!
Tres Avemarias.

y. Immaculata Conceptio tua, Dei Genitrix Virgo:


R7. Gaudium annuntiavit universo mundo.
Oremus.—Deus, qui per immaculatam Virginis
Conceptionem dignum Filio tuo habitaculum prae-
parasti, qusesumus, ut, qui ex morte eiusdem Filii
tui praevi§a, eam ab omni labe praeservasti, nos

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382 NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN

quoque mundos eius intercessione ad te pervenire


concedas. Per eumdem Christum Dominum 110-

strum. Amen.

Si se quiere en castellano:
y. Tu InmaculadaConcepción, Virgen Madre de Dios:
R7. Anunció la alegría al universo mundo.
Oración.—Oh Dios, que por la Inmaculada Concep¬
ción de la Virgen preparaste digna habitación a tu
Hijo, te rogamos que, así como por la previsión de la
muerte de tu Hijo libraste a ella de toda mancha,
así a nosotros nos concedas por su intercesión llegar
a ti limpios de pecado. Por el mismo Señor nuestro
Jesucristo. Amén.
Oración particular para el día segundo.

Oh santísimo Hijo de María Inmaculada y be¬


nignísimo Redentor nuestro: así como preservaste
aMaría de todo pecado mortal en toda su vida y a
nosotros nos das gracia para evitarlo y el sacra¬
mento de la confesión para remediarlo, así te roga¬
mos humildemente por intercesión de tu Madre in¬

maculada, nos concedas la gracia de no cometer


nunca
pecado mortal, y si incurrimos en tan terri¬
ble desgracia, la de salir de él cuanto antes por me¬
dio de una buena confesión.
Oración final: Bendita sea tu pureza, etc., pág. 381.

Oración particular para el día tercero.

Oh santísimo Hijo de María inmaculada y be¬


nignísimo Redentor nuestro: así como preservaste
a María de todo pecado venial en toda su vida, y

a nosotros nos pides


purifiquemos más y más
que
nuestras almas para ser dignos de ti, así te roga¬
mos humildemente, por intercesión de tu Madre
inmaculada, nos concedas la gracia de evitar los
pecados veniales y la de procurar y obtener cada
día más pureza y delicadeza de conciencia.
Oración final: Bendita sea tu pureza, etc., pág. 381.

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NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN 383

Oración particular para el día cuarto.

Oh santísimo Hijo de María inmaculada


y be¬
nignísimo Redentor nuestro: así como libraste a
María del fómite del pecado y le diste dominio per¬
fecto sobre todas sus pasiones, así te rogamos hu¬
mildemente, por intercesión de María inmaculada,
nos concedas la gracia de ir domando nuestras
pa¬
siones y destruyendo nuestras malas inclinaciones,
para que te podamos servir, con verdadera libertad
de espíritu, sin imperfección ninguna.
Oración final: Bendita sea tu pureza, etc., pág. 381.

Oración particular para el día quinto.

Oh santísimo Hijo de María inmaculada y be¬


nignísimo Redentor nuestro: así como, desde el pri¬
mer instante de su Concepcióu, diste a María más
gracia que a todos los santos y ángeles del cielo,
así te rogamos humildemente, por intercesión de tu
Madre inmaculada, nos inspires un aprecio singular
de la divina gracia que tú nos adquiriste con tu san¬
gre, y nos concedas el aumentarla más y más con
nuestras buenas obras y con la recepción de tus san¬
tos sacramentos, especialmente el de la comunión.
Oración final: Bendita sea tu pureza, etc., pág. 381.

Oración particular para el día sexto.

Oh santísimo Hijo de María inmaculada y be¬


nignísimo Redentor nuestro: así como, desde el pri¬
mer momento, infundiste en María, con toda ple¬
nitud, las virtudes sobrenaturales y los dones del
Espíritu Santo, así te suplicamos humildemente,
por intercesión de tu Madre inmaculada, nos con¬
cedas a nosotros la abundancia de estos mismos
dones y virtudes, para que podamos vencer todas
las tentaciones y hagamos muchos actos de virtud
dignos de nuestra profesión de cristianos.
Oración final: Bendita sea t-u pureza, etc., pág. 381

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3S4 NOVENA A LA INMACULADA CONCEPCIÓN

Oración particular para el día séptimo.

Oh santísimo Hijo de María inmaculada y be¬


nignísimo Redentor nuestro: así como diste a Ma¬
ría, entre las demás virtudes, una pureza y casti¬
dad eximia, por la cual es llamada Virgen de las
vírgenes, así te suplicamos, por intercesión de tu
Madre inmaculada, nos concedas la dificilísima vir¬
tud de la castidad, que no se puede conservar sin
tu gracia, pero que tantos han conservado median¬
te la devoción de la Virgen y tu protección.
Oración final: Bendita sea tu pureza, etc., pág. 381.

Oración particular para el día octavo.

Oh santísimo Hijo de María inmaculada y be¬


nignísimo Redentor nuestro: así como diste a Ma¬
ría la gracia de una ardentísima caridad y amor de
Dios sobre todas las cosas, así te rogamos humilde¬
mente, por intercesión de tu Madre inmaculada,
nos concedas un amor sincero de ti, oh Dios y Se¬

ñor nuestro, nuestro verdadero bien, nuestro biem


hechor, nuestro padre; y que antes queramos perder
todas las cosas que ofenderte con un solo pecado.
Oración final: Bendita sea tu pureza, etc., pág. 381.

Oración particular para el día noveno.

Oh santísimo
Hijo de María inmaculada y be¬
nignísimo Redentor nuestro: así como has conce¬
dido a María la gracia de ir al cielo y de ser en él
colocada en el primer lugar después de ti, así te
suplicamos humildemente, por intercesión de Ma¬
ría inmaculada, nos concedas una buena muerte,
que recibamos bien los últimos sacramentos, que
expiremos sin mancha ninguna de pecado en la
conciencia y vayamos al cielo, para siempre gozar,
en compañía y la de nuestra Madre, con todos
tu
los que se han salvado por ella.
Oración final: Bendita sea tu pureza, etc., pág. 381.

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devoción a nuestra señora de los dolores 385

XV

DEVOCION
A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES'
NOVENA

DE NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES

Nota.—Si alguno prefiere hacer septenario, con dejar


la oración de los días primero y último puede servirse
de esta novena sin dificultad. Pero es
mejor hacer no¬
vena, porque hay indulgencias especiales concedidas
para ella, rezando las preces señaladas en último lu gui¬
para todos los días.
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.
Oración para empezar todos los días.

Oh Virgen, la más dolorosa del mundo después


de tu Hijo, a cuyos dolores estuviste perpetuamente
asociada: te ruego que me alcances fortaleza para
sufrir por mis pecados, como tú sufriste por los
nuestros, a fin de que, crucificando mis pasiones
y concupiscencias
en la cruz de Cristo, llevando la
cruzde mi deber por el camino de mi vida, cami¬
nando en pos de mi Señor y perseverando constan¬
temente a tu lado, oh Madre mía, al pie de la cruz
de tu Hijo, viva siempre y muera contigo, redimi¬
do y santificado por la sangre preciosísima de nues¬
tro Redentor. También te pido, por tus dolores,
que oigas mi petición en esta novena, y, si conviene,
me la concedas.
Petición.

Oración para el día primero.

Oh Virgen dolorosa, siendo tú árbol florido y


fructuoso, fuiste tan afligida, y yo, árbol seco e
inútil, quiero vivir regalado y soy impaciente de
toda molestia y adversidad. Ruégote me concedas

13
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386 devoción a nuestra señora de los dolores

espíritu de penitencia, humildad y mortificación


cristiana paraimitarte a ti y a tu amado Hijo, cru¬
cificado por mí.

Oración final para todos los días.

Nota.—-Estas oraciones están autorizadas porBe¬


nedicto XV para los cofrades de la Buena Muerte 3'
para ganar las indulgencias.
Acuérdate, Virgen Madre de Dios, cuando estés
en presencia del Señor, de hablar en favor nues¬
la
tro y queaparte su indignación de nosotros.
Oh Santísima Madre, hazme esta gracia;—fija en
mi corazón con eficacia—las llagas de Jesús cruci¬
ficado.
Haz que de Cristo en mí lleve la muerte,—que
participe su pasión y suerte—y medite en sus llagas
apenado.
Para que no arda en los eternos fuegos,—defién¬
deme tú, oh Virgen, con tus ruegos —en el día del
juicio.
Y tú, oh Cristo, al salir yo de esta vida,—por
tu Madre querida,—haz que llegue a la palma de
victoria.
Cuando mi cuerpo muera,—haz que mi alma ad¬
quiera—-del paraíso la gloria.
y. Ruega por nosotros, Virgen dolorosísima.
R/. Que estuviste constantemente junto a la cruz
de Jesucristo.
,
Tres Avemarias.
-

Nuestra Señora de la Buena Muerte, ruega por


nosotros.
San José, ruega por nosotros
Oración para el día segundo.

Oh Virgen dolorosa, por el dolor que sufriste


cuando el anciano Simeón te profetizó las contra¬
dicciones con que el mundo había de perseguir a
tu Hijo, te suplico no permitas que yo me encuen¬
tre entre los mundanos enemigos de tu Hijo, sino

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DEVOCIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES 3 87

entre los que profesan dócilmente su doctrina y la,


reflejanen sus costumbres verdaderamente cristia¬
nas, para que sea también de aquellos a quienes él
será resurrección y vida.
Oraciones finales, pág. 386. i

Oración para el día tercero.

Oh Virgen dolorosa, por el dolor que tuviste


cuando el soberbio y ambicioso Herodes quiso dar
muerte a tu Hijo, que venía a darnos vida, líbrame
de toda ambición y soberbia y haz que, en vez de
arrojar de mi lado a tu Hijo, le llame a mí y, pos¬
puestos todos mis intereses, le haga reinar sobre
mí, siendo yo su vasallo fiel y obediente, para rei¬
nar con él en la gloria.
Oraciones finales pág. 386. ;
Oración para el día cuarto.

Oh Virgen dolorosa, por el dolor que sufriste


cuando perdiste a tu Hijo en Jerusalén y estuviste
tres días buscándole, te suplico que nunca yo le
pierda por el pecado y que, si le pierdo, le busque
con
arrepentimiento y, buscándole, le halle con la
sincera confesión en el templo y le conserve con
verdadera religión.
Oraciones finales, pág. 386.
Oración para el día quinto.

Oh Virgen dolorosa, por el dolor que tuviste


cuando por la calle de la Amargura acompañaste
a tu Hijo hasta el Calvario, haz que yo también
le acompañe, llevando la cruz que su providencia
me ha dado, con humilde paciencia y digna cons¬

tancia, sufriendo bien todas las molestias que ven¬


gan de mis prójimos.
Oraciones finales, pág. 386.

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388 DEVOCIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES

Oración para el día sexto.

Oh Virgen dolorosa, por el dolor que tuviste


cuando viste a Jesús clavado en la cruz, concédeme

que yo me aproveche de los frutos de su pasión,


que sea un cristiano verdadero, crucificado con
Cristo, y que considere como una honra el padecer
y sufrir algo por ser cristiano y practicar las vir¬
tudes cristianas.
Oraciones finales, pág. 386.
Oración para el día séptimo.

Oh Virgen dolorosa, por el dolor que sufriste


a,l recibir a tu Hijo muerto y bajado de la cruz, te
suplico me alcances el perdón de mis culpas, que
fueron la causa de su muerte, y que sus heridas se
graben profundamente en mi memoria y mi cora¬
zón, como testimonio de su amor, para que le ame
hasta la muerte.
Oraciones finales, pág. 386.
Oración para el día octavo.

Oh Virgen dolorosa, por el dolor con que acom¬


pañaste a tu Hijo a la sepultura y allí le dejaste
sepultado, concédeme que yo muera con los auxi¬
lios de la religión y sea sepultado entre los fieles
cristianos con Cristo, para que, en el día del juicio,
merezca resucitar con los verdaderos cristianos y
ser a la derecha de Cristo.
llevado
Oraciones finales, pág. 386.
Oración para el día noveno.

Oh Virgen dolorosa, concédeme que así como tú,


por tus dolores, recibes gran gloria en el cielo y
triunfas allí como reina gloriosa de los mártires, así
yo también, después de una vida mortificada con
Cristo, merezca vivir eternamente en la gloria, di¬
choso con Cristo. Concédeme, oh reina de los már¬
tires, vivir en la cruz con paciencia, morir en la
cruz con esperanza y reinar por la cruz con gloria.
Oraciones finales, pág. 386.

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DEVOCIÓN A NUESTRA SEÑORA DE LOS DOLORES 389

RITMO EN HONOR

DE NUESTRA SEÑORA DE LA BUENA MUERTE

APROBADO POR BENEDICTO XV

PARA LOS COFRADES DE LA BUENA MUERTE

1. Salve, Madre dolorosa,—de los mártires la


primera rosa,—oye mi voz suplicante.
Haz que en
la agonía de la muerte,—fiando a tu
protección mi suerte,—goce de la paz del justo.
Por el dolor, oh María,—que del anciano con
2.
la profecía—se clavó en ti como una espada:
Haz que en la agonía de la muerte,—-fiando a tu
protección mi suerte,—goce de la paz del justo.
3. Por el dolor que sufriste—cuando a Egipto
huíste—para salvar al Niño:
Haz que en la agonía de la muerte,—fiando a tu
protección mi suerte,—goce de la paz del justo.
4. Por el dolor con que, triste,—a tu Jesús, que
perdiste,—buscabas entre los amigos:
Haz que en la agonía de la muerte,—fiando a tu
protección mi suerte,—goce de la paz del justo.
5. Por el dolor que te oprimió—cuando tu dulce
Hijo salió—agobiado del peso de la cruz:
Haz que en la agonía de la muerte,—fiando a tu
protección mi suerte,—goce de la paz del justo.
6. Por el dolor en tu corazón cía vado—cuando viste
a
Jesús crucificado,—siendo víctima con él inmolada:
Haz que en la agonía dé la muerte,—fiando a tu
protección mi suerte,—goce de la paz del j usto.
7. Por el dolor con que en tus brazos—a Cristo,
descolgado .de los lazos—de la cruz, recibiste:
Haz que en la agonía de la muerte,—fiando a tu
protección mi suerte,—goce de la paz del justo.
8. Por el dolor con que sepultaste,—piadosa Ma¬
dre, y le dejaste—en el sepulcro a tu Hijo:
Haz que en la agonía de la muerte,—fiando a tu
protección mi suerte,—goce de la paz del justo.
9. Cristo, cuando de aquí yo tenga que salir,—
por tu Madre, concédeme llegar—la palma de vic¬
toria a recibir. Amén.

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390 LAS TRES AVEMARÍAS

XVI

LAS TRES AVEMARIAS

Es uso muy general entre los fieles, aun entre los


mundanos y aun entre los viciosos que no han perdido
del todo la fe, rezar tres Avemarias a la Virgen, al tiem¬
po de acostarse sobre todo. Y son muchos los varones
insignes en doctrina y santidad que aseguran que ésta
es una devoción muy excelente para obtener la buena

muerte, y aun para librarse de pecados y obtener vir¬


tudes, especialmente la castidad, y que es prenda segura
de predestinación y de la asistencia de la Ahrgen en la
muerte. A Santa Matilde, que pidió a la Virgen que le
asistiera en su última hora, le prometió que sí, con tal
que la diariamente tres Avemarias en el sentido
rezase
y con la intención que luego pondremos en tres ora¬
ciones compuestas de las palabras que asegura Santa
Matilde le dijo la Virgen. Ruégote, amigo mío, que re¬
ces estas tres Avemarias todas las noches, y aun tam¬
bién por las mañanas, añadiendo después esta jacula¬
toria: Madre mía, líbrame hoy de pecado mortal. Y pro¬
cura propagar esta devoción entre tus amigos.
Otros, además, para obtener alguna gracia o favor
cualquiera de la Virgen, le hacen la novena de la tres
Avemarias; y aunque para ello basta rezar estas tres
Avemarias, con todo, para 'mayor devoción, te pondré
aquí tres oraciones con que las puedes acompañar, las
cuales contienen las palabras que dijo la Virgen a
Santa Matilde.

NOVENA DE LAS TRES AVEMARÍAS

Oh Madre de Dios y Madre de todas las gracias:


por las muchísimas te concedió la Santísima
que
Trinidad, y particularmente por tu poder, sabidu¬
ría y ardentísima caridad, te suplico nos concedas
a nosotros participar de estas
gracias, como parti¬
cipan los hijos de los bienes de sus padres, y espe-

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LAS TRES AVEMARÍAS 391

cialmente nos concedas la gracia que te pedimos en


esta novena honrando en ti al Padre, al Hijo y al
Espíritu Santo. Amén.
Petición.
OhVirgen poderosísima: así como Dios Padre,
en sumunificencia omnipotente, levantó tu alma
sobre un trono de gloria sin igual, hasta el punto
de que, después de él, eres la más poderosa en el
cielo y en la tierra, así también te suplico que me
asistas en la hora de la muerte, para fortificarme y
rechazar de mí toda potestad enemiga.

Avemaria.

Oh Virgen sapientísima: así como el Hijo de Dios,


conforme a los tesoros de su sabiduría, te adornó
y llenó maravillosamente de ciencia y entendimien¬
to, de tal modo que gozas del conocimiento de la
Santísima Trinidad más que todos los santos jun¬
tos, y como sol brillante, con la claridad de que te
ha embellecido, adornas todo el cielo, así también
te ruego me asistas en la hora de la muerte, para
llenar mi alma de las luces de la fe y de la verda¬
dera sabiduría, para que no la obscurezcan las ti¬
nieblas de la ignorancia y del error.

Avemaria.

Oh
Virgen amantísima: así como el Espíritu San¬
to te llenó por completo de las dulzuras de su amor
y te hizo tan amable y tan amante, que, después
de Dios, eres la más dulce y la más misericordiosa,
así también me asistas en la hora de la muerte,
llenando mi alma de tal suavidad de amor divino,
que toda pena y amargura de muerte se cambie
para mí en delicias.
Avemaria.

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392 SANTO ROSARIO. MES DE MARÍA

XVII

SANTO ROSARIO

Esta preciosísima devoción es sumamente recomenda¬


da por la Iglesia. La costumbre de rezarlo en familia
es de las costumbres más piadosas y fructuosas. Con¬

viene rezarlo sin muchas adiciones, para que por éstas


se cansen los devotos del Rosario
no y lo dejen. Esta
devoción tiene muchísimas indulgencias y gracias.
El modo de rezar el Rosario está en la pág. 71.

XVIII

MES DE MARIA

El mes de Mayo está consagrado a la Virgen María.


Y por ser el mes más florido del año, a los cultos cele¬
brados en honor de la Virgen los llamamos Flores de
Mayo, o Flores de María, y al mes consagrado a Nues¬
tra Señora, Mes de las Flores.
Lo mejor serla acudir a alguna de las solemnidades
que suelen celebrarse este mes en honor de Nuestra
Señora, a la mañana, o al mediodía, o a la tarde.
Las escuelas, colegios comunidades pueden cele¬
y
brar este mes con mucha solemnidad y mucho fruto
de sus alumnos o socios.
Si no se
puede nada de esto, es muy dulce celebrar
este mes en familia. Y si o no se tiene familia o no se
puede lograr reuniría para este fin, puedes tú, cris¬
tiano, celebrarlo fácilmente. Y de cualquier modo que
lo celebres, de seguro te dejará dulce recuerdo para
toda la vida.

Modo de calibrar el Mes da la Virgen.

Procura colocar en sitio visible y que llame


la aten¬
ción, una imagen de la Virgen, la más amable que ten¬
gas. Y rodéala de flores, si las tienes.
Si puedes., reza el santo Rosario.

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MES DE MARÍA 393

Si puedes, lee un rato algún libro que trate de la


Virgen María. El mejor, a mi parecer, es el libro de las
Glorias de María, escrito por San Alfonso María de
Ligorio.
Hay unas hojitas llamadas Florecitas de Mayo, que
tienen treinta y dos cartas. Estas se suelen poner en
una bandeja
a los pies de la imagen de Nuestra Señora.
Se lee todos los días la hoja 32 y luego la que cada uno
haya sacado por suerte, procurando practicar lo que
en ella se dice.
Otros toman, por orden, una cada día, y procuran
practicarla.
Aquí tienes, reunidas por orden, todas esas hojas, de
modo que te sirvan de ejercicio de Flores de María.

EJERCICIO DEL MES DE MAYO

Por la señal, etc.


Señor mío Jesucristo, etc.
Oración para empezar todos los días.

Oh Santísima Virgen María, Madre de Dios y


Madre nuestra: siempre amamos, siempre te in¬
te
vocamos, siempre nos consagramos a ti. Pero espe¬
cialmente en este mes de las flores, que los cristia¬
nos dedican a tu amor.

¡Oh Paraíso del nuevo Adán sin serpiente! ¡oh


Huerto cerrado! ¡oh Lirio de los valles, Azucena
sin mancha, Flor sin espinas, Rosa mística! ¡oh
Flor de Jesé, Palma de Cadés, Cedro del Líbano!
¡oh flor de todas las virtudes y árbol de todas las
gracias, cuyo fruto es nuestro Señor Jesucristo!
Haz que en nuestras almas florezcan todas las vir¬
tudes y gracias de Dios, y fructifique nuestro Señor
Jesucristo en santidad y gracia. Y, pues eres fuen¬
te sellada y pura, no permitas que se sequen jamás
en nuestras almas la flor de tu devoción y el fruto
del amor de Jesucristo, tu Hijo.
Se lee la flor que toque cada día según están después.

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394 MES DE MARÍA

Oración a la Virgen.—-Acordaos, oh piadosísima


Virgen María, que jamás se ha oído decir que uno
sólo de cuantos han acudido a vuestra protección
e
implorado vuestro socorro, haya sido desampara¬
do. Yo pecador, animado con tal confianza, acudo
a vos, oh Madre
Virgen de las vírgenes, a vos ven¬
go, delante de vos me presento gimiendo. No que¬
ráis, oh Madre del Verbo, despreciar mis palabras;
antes bien, oídlas benignamente y
cumplidlas.
Amén.
Oración final.—Concédenos, por favor, Señor
Dios, que nosotros, tus siervos, gocemos de conti¬
nua salud de alma,
y cuerpo; y por la gloriosa inter¬
cesión de la bienaventurada siempre Virgen María,
seamos libres de las tristezas de la vida
presente y
disfrutemos de las alegrías de la vida eterna. Por
Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Flores para cada día.

1. Flor del campo.-—Yo soy la flor del campo,


dice la Virgen. María, es flor del campo cristiano,
que nos supera en mérito como la flor a las hierbas
y lleva el fruto preciosísimo de nuestro Señor Je¬
sucristo. Ofreced flores de virtudes a la Flor del
campo.
Confía en la Virgen.—Tú eres la esperanza única
de los pecadores, porque por ti esperamos perdón
de todos los delitos. (San
Agustín.)
Examen.—Examina hoy tus actos de piedad. ¿Qué
actos de piedad tienes? Oi*ación al levantarte,
al
acostarte, al comer. Misas. Comuniones. Rosarios.
Examen de conciencia. Meditación... ¿Y cómo los
haces?
Práctica.—Haz propósito de practicar algunos
actos de piedad, y de practicarlos bien. Y hoy
ofrece alguno especial a la Virgen. Por ejemplo,
una visita al Santísimo o una misa.
2. Paraíso.—La Virgen no
es una sólo flor, es un
paraíso, un jardín en que se recrea la Santísima

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MES DE MARÍA 395

Trinidad. Llevemos a su altar flores de virtudes,


sin serpientes de pecado.
Confía en la Virgen.—¡Oh Purísima! nadie se li¬
bra de males sino por ti. ¡Oh Santísima! nadie con¬
sigue la salvación sino por ti. ¡Oh Castísima! nadie
logra ninguna gracia sino por ti. ¡Oh Venerabilísi¬
ma! nadie obtiene misericordia sino por ti. (San
Germán.)
Examen.—Examina tu tiempo. ¿Cómo lo usas?
¿en cosas útiles? ¿en bagatelas? ¿con exactitud, di¬
ligencia, orden? ¿Qué distribución haces de tu
tiempo? ¿buena o mala?
Práctica.-—-Aprovecha bien el tiempo de éste día,
en cosas útiles, sean o no gustosas. El tiempo es
oro
para ganarla eternidad.
3. Azucena.—Azucena sin mancha es María,
símbolo de
pureza inmaculada. Ofrécele ho}^ un
día de pureza y castidad.
Confía en la Virgen.—¿Por qué ha de temblar la
fragilidad humana de acercarse a María? Nada hay
en ella austero, nada terrible; toda es suave. (San

Bernardo.)—¡Oh María, llena de unción de miseri¬


cordia, llena de piedad! (San Buenaventura.)
Examen.—rExamina hoy tu sueño. ¿Duermes más
de lo que conviene a tu salud, a tu virtud, a tu
obligación? ¿Te acuestas y levantas a hora conve¬
niente ?
Práctica.—Hoy procura acostarte a hora conve¬
niente, y mañana madruga un poco. Y si tienes
desarreglo en el dormir, arregla este tiempo.
4. Rosa.—La rosa mística que brota de las espi¬
nas de Eva, fué la Virgen María. Eva fué la espina;

María es la rosa; el mundo es el rosal. Desprecia al


mundo lleno de espinas y ama a la Rosa.
Confía en la Virgen.—¡Feliz confianza! ¡Feliz re¬
fugio! La Madre de Dios es madre nuestra. Así,
pues, ¡con cuánta certeza no deberemos esperar,
puesto que nuestra salvación depende de un buen
hermano y de una madre piadosa! (San Anselmo.)

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396 MES DE MARÍA

Examen.—Examina hoy tus comidas. ¿Comes mu¬


cho? ¿o menos de lo conveniente? ¿con demasiado
regalo? ¿con demasiado gasto? ¿demasiadas veces?
¿demasiadas golosinas? Y ¿bebes mucho o muy
caro? Y ¿das de comer bastante a tus criados?
¿y
a los
pobres?...
Práctica.—Moderarse, y aun mortificarse, en la
comida o en la bebida, con
prudencia. No comer
fuera de horas. Dar algo a
algún pobre.
5. Lirio.—La Virgen es lirio de los valles. Llena
de virtudes y magnificencia. Procuremos nosotros
revestirnos de la gracia divina y las virtudes.
Confía en la Virgen.—Si no quieres ser envuelto
por la tempestad, mira a la estrella, invoca a Ma¬
ría.—¿Quién no esperará en ti, si ayudas aun a los
desesperados? (San Bernardo )
Examen.—Examina hoy tus diversiones. ¿Son
ho¬
nestas, peligrosas o demasiadas? ¿Faltas por ellas
a tus
obligaciones? Y ¿llevas a buenas diversiones
a tu familia?
Práctica.—Prívate hoy de alguna o de todas las
diversiones; ten la virtud de la templanza. Y el di¬
nero de ellas, dalo a los pobres.
6. Arbol de la vida.—El árbol de la vida estaba
en el
paraíso, y cuando Adán fué echado de él, lo
perdió; pero Dios ha puesto en la Iglesia otro árbol
de vida mejor en María, madre de la vida eterna.
Confía en la Virgen.—En los peligros, en las an¬
gustias, en las dudas, piensa en María, invoca a
María; no se aparte de tus labios, no se aparte de
tu corazón. Si ella te protege, no
temas. (San Ber¬
nardo.)
Examen.—Examina hoy tu conducta con tus pa¬
dres y superiores. ¿Los respetas?
¿los obedeces? ¿los
amas? ¿los atiendes en sus necesidades o en
tus
obligaciones?
Práctica.—Ejercítate hoy en algún acto de hu¬
mildad o de obediencia para
con tus superiores. Y
procura cumplir bien las obligaciones de tu
cargo,
aunque no te vean.

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MES DE MARÍA 397

7. La palma.—-Como la palma de Cadés, fué exal¬


tada la Virgen en la Iglesia, y da palmas de victo¬
ria a todos los que quieren luchar bajo su amparo
contra el pecado y en favor de la virtud.

Confía en la Virgen.—Hijitos míos, ésta es la es¬


cala de los pecadores, ésta mi mayor confianza, ésta
toda la razón de mi esperanza. (San Bernardo.)
Examen.—Examina hoy tu conducta con tus hijos
o subditos. ¿Los educas bien? ¿los amas? ¿les man¬
das como conviene? ¿con amor? ¿con entereza?
¿con suavidad? ¿con energía? ¿Y a tus criados,
obreros o inferiores?
Práctica.—Ejercítate en mandar bien y educar
bien. Piensa durante algún rato cómo debes hacer¬
lo, pues no es fácil educar bien sin pensarlo mucho.
8. Huerto cerrado.—Es María huerto y jardín
cerrado de delicias, en el que no entró jamás la
serpiente; es Virgen inmaculada, para que naciese
en ella el Hijo de Dios.
Confía en la Virgen.—Considerad con cuánto
afecto devoción quiere Dios que honremos á
de
María, puesto que en sus manos puso toda la ple¬
nitud de todo bien. De manera que si tenemos algo
de esperanza, algo de gracia, algo de salvación, es¬
temos ciertos de que nos redunda de María. (San
Bernardo.)
Examen.—Examina hoy tu conducta con tus ami¬
gos. ¿Tienes buenos amigos? o malos? ¿te pervier¬
ten? ¿o los convertirás a ellos? ¿Eres fiel? generoso?
sacrificado?
Práctica.—Si tienes amistad peligrosa, rómpela
hoy mismo; si tienes amistad buena, afiánzala. Y
si tienes algún enemigo, perdónale y aun, si es prp-
ciso, reconcilíate con él.
9. El tomillo.—¿No veis cómo el tomillo pisado
por los suelos llena de fragancia el ambiente? ¿No
veis cómo da dulce miel a las abejas para sus pa¬
nales? También la Virgen, mortificada en sus dolo¬
res, llena al mundo de fragancia y de dulzura.

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398 MES DE MARÍA

Confía en la Virgen.—Dios no quiso que tuviése¬


mos nada que no pasase por manos de María.
(San
Bernardo.)
Examen.—Examina hoy tus lecturas. ¿Qué perió¬
dicos lees? ¿qué revistas? ¿qué novelas?
¿qué libros?
¿Buenos? malos? fútiles? ¿todos de pasatiempo y
recreo? ¿ninguno de utilidad y doctrina?
¿todos
mundanos? ¿ninguno de piedad? ¿ninguno de ins¬
trucción religiosa?
Práctica.—Compra y lee algún libro bueno: no
leas nada malo, no mucho de recreativo, bastante
de instructivo, y siempre algo de piadoso.
10. La oliva.—-La
paloma de Noé trajo al arca
el ramito de oliva, que
le indicaba que pronto ven¬
dría la serenidad y la paz. El Espíritu Santo envía
a María a los corazones para asegurarles la paz y
la gracia.
Confía en la Virgen.—¡Oh María! tú eres madre
del reo, tú madre del juez. Y pues eres madre de
uno y otro, no puedes tolerar discordias entre tus
hijos. (San Buenaventura.)
Examen.—Examina hoy tu genio y carácter. ¿Es
duro? soberbio, iracundo, hosco, huraño, desdeño¬
so, mortificante? O ¿es blando, dulce, caritativo,
humilde, afable, amistoso, risueño? O ¿es flojo, tí¬
mido, cobarde, inerte, indolente, indeciso, imbécil?
¿Es raro, natural, exagerado, razonable, variable,
constante, igual con todos?
Práctica.—Corrige hoy algún defecto de tu ca¬
rácter.
11. El ciprés.—Alzase derecho de la tierra al cie¬
lo. Así se alzó la Madre de Dios entre las demás
plantas del mundo. Alzate tú también derecho a
Dios, separándote del amor de las cosas terrenas.
Confía en la Virgen.—Si ella fué hecha Madre
del Señor en favor de los pecadores, ¿cómo
podrá
lá enormidad de mis pecados obligarme a desespe¬
rar del
1
perdón? (San Anselmo.)
Examen.—Examina hoy tus trabajos. ¿Cumples
con tus
obligaciones? Recórrelas brevemente y mí-

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MES DE MARÍA 399

ralo. Y ¿pudieras cumplir con ellas mejor que lo


haces? Y el tiempo libre ¿en qué lo empleas? ¿Eres
ocioso?
Práctica.—Esmérate hoy en cumplir mejor tus
obligaciones y en aprovechar bien el tiempo en al¬
gún trabajo. Evita el ocio.
12. El plátano.—Gomo el plátano junto a la co¬

rriente del río, es María plantada junto a la co7


rriente de la gracia. Como ella creceremos si acu¬
dimos con frecuencia a la corriente de los sacra¬
mentos.
Confía en la Virgen.—María es la medianera más
fiel de nuestra salvación. (San Buenaventura.) Por
María ha salido de los cielos toda la gracia que ha
venido al mundo. (San Antonino.)
Examen.—Examina hoy tu instrucción religiosa.
¿Sabes los fundamentos de tu religión? ¿Sabes la
doctrina cristiana, al menos su sentido? ¿Sabes la
historia de tu religión? ¿Lees, estudias, oyes sermo¬
nes o instrucciones?
Práctica.-—Repasar hoy el catecismo o leer algún
libro de religión o asistir a algún sermón, o com¬
prar algún libro de instrucción religiosa y comen¬
zar a leerlo.
13. La zarza.—La zarza que vió Moisés ardía y
no
quemaba. He aquí la prerrogativa del amor
se
divino: arde y no quema. En él inflamada la Vir¬
gen ardía sin quemarse.
Confía en la Virgen.—Todos los dones, virtudes
y gracias se dispensan por manos de María a quie¬
nes ella quiere, cuando quiere y como quiere. (San

Bernardino.)
Examen.—Examina hoy tus obras de misericordia
¿Tienes amor del prójimo? ¿Haces algún beneficio
a algún necesitado? ¿Das alguna limosna? ¿Desper¬

dicias lo superfluo o lo consumes sin necesidad?


Práctica.—Repasa en el catecismo las obras de
misericordia, una por una, fijándote en ellas, y
mira si puedes practicar alguna. No faltará ocasión
de practiar una u otra en este mismo día.

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400 MES DE MARÍA

>
El incienso.—En medio de nuestras miserias
14.
se eleva al cielo el
aroma
purísimo de las virtudes
de María, como el incienso en los altares,
homenaje
gratísimo a la Divinidad.
Confía en la Virgen.—Gran privilegio es el de
María, pues es la más poderosa ante Dios. (San
Buenaventura.)—Al imperio de la Virgen todo se
somete, aun el mismo Dios. (San Bernardino.)
Examen.—Examina hoy tus pecados graves
lá no tengas ninguno!) o
(¡oja¬
los peligros en que te ha¬
llas de cometerlos, y las ocasiones o
compromisos
en que estás o en que te vas metiendo. ¿Eres peor
cáda día?...
Práctica.—Si tienes algún pecado grave, confié¬
sate hoy, si puedes. Si no lo tienes, alégrate. Y si
vives en peligro de cometerlo
(compañías, socieda¬
des, lecturas, casas, espectáculos), sal de ellos hoy.
15. La mirra.—Junto con el incienso, se eleva la
mirra, símbolo del sacrificio, que hace más perfecta
la oración. María fué corredentora de los
hombres
por el sacrificio de sus dolores al pie de la cruz.
Confía en la Virgen.—¡Oh Señora! tanto te ha
exaltado Dios, que te ha concedido el poder todas
las cosas con él.
(San Anselmo.)—¡Oh María! tu
Hijo llena tus peticiones, como quien paga una
deuda. (San Jorge de Nicom.)
Examen.—Examina hoy tus pecados veniales.
¿Tienes cuidado de evitarlos? ¿o los cometes sin
poner ninguna diligencia en evitarlos? ¿A cuáles
eres más
propenso? Y aunque veniales, ¿se acercan
a mortales? ¿te pueden conducir a ellos?
¿crecen?
Práctica.—Procura hoy evitar los pecados venia¬
les, y examinando cuáles son los mayores, procura
hoy desarraigarlos.
16. La violeta.— ¡Qué pequeña es! y qué humil¬
de! y qué graciosa! y cómo perfuma todo
el am¬
biente! ¡Mira a María! ¡Qué
pequeña fué a los ojos
del mundo! pero
¡qué llena de gracia! ¡y cómo llena
de perfume a toda la Iglesia!

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MES DE MARÍA 40I

Confía en la Virgen.—Potentísima y piadosísima


es la caridad de la Madre de Dios. Abunda en afecto
de compasión y en afecto de socorro; tan rica en lo
uno como en lo otro. (San Bernardo.)
Examen.—-Examina hoy el estado de tu alma.
¿Eres bueno? o ¿eres malo? ¿eres mediano? ¿vives
indiferente? descuidado del amor de Dios, de la
otra vida y de la religión y de la virtud y la hon¬
radez?...
Práctica.—Hoy, retirado, piensa un rato en tu
alma; que tienes alma, que el alma es lo prirfbipal
de ti, que vas a morir en el cuerpo, que vas a vivir
en el alma, que vas a ser juzgado, y condenado o
salvado.

17. El árbol florido.—Si en la Virgen, árbol flo¬


rido, cuajado de virtudes y rico de frutos, hubo
tanta mortificación, en mí, leño seco, árido y esté¬
ril, que o no doy fruto o sólo muy poco, ¿cuánta
debe haber?

Confía en la Virgen.—¡Oh admirable misericor¬


dia de Dios con nosotros! para que no huyamos de
él por temor a la sentencia, quiso darnos por abo¬
gada a su Madre y Señora de la gracia. (San Bue¬
naventura.)
Examen.—Examina hoy el estado de tu cuerpo.
¿Lo cuidas bien? ¿lo cuidas mal? ¿lo cuidas dema¬
siado bien? ¿con demasiado regalo? ¿lo mortificas
algo en sus deseos innecesarios y superfluos?
Práctica.—Procura hoy guardar en el cuidado de
tu cuerpo la debida templanza, por lo menos, y aun
hacer algún acto de mortificación corporal. Piensa
un poco en que morirás y tu cuerpo se deshará.
18. El cedro.—El cedro es el rey de los árboles,
por eso la Virgen es comparada al cedro del Líba¬
no. Nosotros somos, a su lado, menudos arbustos
que se agrupan a su sombra.
Confía en la Virgen.—-Es imposible que no sea
oída la Madre de Dios. (San Antonio.)—El nombre
de María abre las puertas del cielo. (San Efrén.)

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402 MES DE MARÍA

Examen.-—-Examina hoy el orden de tu casa. ¿Tie¬


nes enorden todas las cosas? ¿procuras que se guar¬
de en ella la le}*" de Dios y la norma de la virtud?
¿Rezan el rosario juntos? ¿bendicen la mesa? ¿dan
gracias por la comida? ¿se retiran todos a tiempo?
¿conservan el buen nombre de la familia?
Práctica.—Establecer algún acto de piedad en
común, y si hay algún defecto en la familia, co¬
rregirlo.
ig. El bálsamo.—-Bálsamo es la Virgen María de
muchos dolores y heridas del espíritu. ¡A cuántas-
almas ha dado la salud de sus pasiones y aun la.
resurrección de entre sus vicios y pecados!
Confía en la Virgen.—Invocado el nombre de
María, aunque nada merezcan los méritos del que
la invoca, interceden los méritos de la Madre para
que sea oído. (San Anselmo.)
Examen.—Examina hoy tu urbanidad. La urba¬
nidad verdadera es caridad con buenas formas ex¬
teriores. ¿Tienes algún defecto en tus formas exte¬
riores? ¿tratas a todos con delicadeza? ¿hay algo en
ti que sea molesto a los demás o repugnante?
Práctica.—Si hallas en ti algún defecto de urba¬
nidad, procura enmendarte de él y tratar a todos
con finura y delicadeza.
El nardo.—Estando el
20.
Rey en su aposento,
dice el Cantar de los Cantares, el nardo de la Espo¬
sa exhaló fragancia purísima que atrajo al Rey a
la tierra. Pon en tu corazón la devoción a María y
se inclinará a ti tu Dios.
Confíaen la Virgen.—Así, pues, veneremos con
toda 1a. fuerza de nuestro corazón a María, porque
ésta es la voluntad del que quiso que todo lo tu¬
viésemos por medio de María. (San Bernardo.)
Examen.—Examina hoy tus conversaciones y pa¬
labras. ¿Son decentes? ¿son honestas? ¿son fútiles?
¿son provechosas? ¿son agradables? ¿son tontas,
precipitadas, molestas, desdeñosas, maliciosas?
Práctica.—No tener conversación mala. Procurar
tener conversación buena. Desviar la conversación

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MES DE .MARÍA

mala a otra buena o no mala. Dejar las palabras


malas, indecentes o groseras.
21. La vara vieja cepa de Adán
de Jesé.—De la
brotó la de
Jesé, esta virgencita hija de Da¬
vara

vid, en la cual brotó la Flor de Nazaret, Jesús, que


dió vida a toda la cepa de Adán, de que había
brotado.
Confía en la Virgen.—Por pecador que uno haya
sido, si es devoto de María, nunca perecerá. (San
Hilario.)
Examen.—Examina hoy tus juicios. ¿Eres mal
pensado? ¿eres de los que todo lo ven mal en el
prójimo? ¿eres receloso y suspicaz? ¿eres quisqui¬
lloso e irritable?
Práctica.—Hazhoy el trabajo de buscar en los
prójimos todo lo bueno que haya en ellos, y de in¬
dagar las excusas que tienen de sus defectos, hasta
donde puedas.
22. El terebinto.—-«Como el terebinto extendí
mis ramosde honor y de gracia.» Así es; como el
terebinto, extiende por toda la Iglesia la Virgen sus
ramos, que cobijan y ofrecen delicioso amparo a
todos los fieles.
Conf ía en la Virgen.—Así como es preciso que se
pierda todo el que sea rechazado y despreciado por
ti, así es imposible que se pierda todo el que recu¬
rra a ti y sea mirado por ti. (San Anselmo.)

Examen.—Examina hoy tus discusiones. ¿Son


discusiones o son griteríos? ¿procedes con reflexión
o con ceguedad? ¿pasas fácilmente al insulto, a la

grosería, a la ofensa, hiriendo más bien que con¬


venciendo?
Práctica.—Procura hoy, o evitar disputas, o si
se presenta alguna, proceder en ella con reflexión
y calma, y confesarlo cuando veas que el otro tie¬
ne razón.

23. El granado.—«Tus aromas son como vergel


de granados.» ¡Oh! ¡si los hijos de la Virgen estu¬
viésemos tan unidos entre nosotros en caridad,

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MES DE MARÍA

como de las granadas! ¡qué suave fra¬


los granos
gancia la Virgen!
para
Confía en la Virgen.-—-¡Qué grande es la paz de
los que te aman, dulce Madre mía! Su alma esca¬
pará de la muerte eterna. (San Buenaventura.)
Examen.—Examina hoy el ornado de tu casa_
Cuadros, muebles, juguetes... ¿Son decentes? de¬
masiados? cristianos? ¿Tienes pila de agua bendi¬
ta? algún Crucifijo? alguna imagen del Corazón de
Jesús y de la Virgen?
Práctica.—Quita lo mundano y pon lo cristiano.
Compra un Crucifijo. Si puedes, pon una imagen
del Corazón de Jesús en buen sitio. Es promesa
suya: «Bendeciré las casas en que esté expuesta y
sea honrada la imagen de mi sagrado Corazón».

24. El manzano.—-«Yo soy como el manzano en¬


tre las selvas».La selva somos nosotros vueltos al
estado silvestre y estéril, por el pecado de la pri¬
mera manzana. Pero María es el nuevo manzano
del paraíso, que ofrece manzanas de vida.
nuevo

Confía en la Virgen.—El que tuviere el sello de


María, será apuntado en el libro de la vida. (San
Buenaventura.)
Examen.—Examina hoy tus ganancias. ¿Ganas
demasiado? ¿y justamente? ¿y honradamente? ¿o
ganas poco por tu culpa? ¿Te afanas demasiado
por los negocios? o demasiado poco?
Práctica.—Tomar el término medio de los nego¬
cios y de las ganancias. Y no dar a ellos todo el
tiempo con perjuicio de los negocios del alma. El
primer negocio es la vida eterna.
La fuente sellada.—¡Oh Fuente sellada desde
25.
elpecado de Adán, y abierta desde tu inmaculada
Concepción! riéganos con la gracia que de ti sale
en el nacimiento de tu Hijo divino.

Confía en la Virgen.—¡Tened compasión de mis


debilidades, Virgen sin mancha! Vos lo podéis todo
como Madre de Dios. Por vuestras preces materna¬
les haced violencia a la misericordia de vuestro
Hijo, y dignaos restablecer a vuestro indigno y des-

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MES DE MARÍA 4°5

venturado siervo en su
antigua y primera gloria.
(San Efrén.)
Examen.-—-Examina, hoy tus gastos. ¿Gastas mu¬
cho? ¿o eres muy avaro y ni gastas lo necesario?
¿Das a tu mujer, hijos, criados, dependientes, lo
justo, lo conveniente, lo demasiado? ¿Pagas bien
los jornales? ¿Tienes deudas? ¿Juegas, derrochas,
gastas lujo y ostentación? ¿Dejas perder cosas que
aprovecharían otros?
Práctica.—Procura moderar tus gastos conforme
es razón.
26. El sol.—-La Virgen no es el sol, pero aparece
revestida del sol, y para nosotros nos sirve de sol,
porque con ella viene toda la luz y el calor de la
gracia, que es Jesucristo, en sus brazos.
Confía en la Virgen.—¡Oh Virgen, que vences
toda alabanza! todo lo que tú quieres lo puedes
ante Dios, de quien eres madre. (San Efrén.)
Examen.—Examina hoy tus vestidos. ¿Son lujo¬
sos? ¿honestos y castos? ¿provocativos? ¿excesivos?
O también ¿son miserables, rotos, sucios, indignos
de tu estado, ridículos, feos?
Práctica.—Si tienes demasiados vestidos, mode¬
ra tu exceso. Da algo a los pobres desnudos. Viste
con decoro, con elegancia propia de tu posición,
pero con menos gasto que elque puedas, y sobre
todo, con modestia cristiana.
27. La estrella matutina.—Antes que el sol, y
antes que el día, aparece la estrella matutina, que
todo lo llena de alegría y de esperanza. La devo¬
ción la Virgen es el primer rayo que aparece en
a

el día de la conversión.
Confía en la Virgen.—Oh Señora, interceded por
nosotros ante vuestro Hijo. Porque, oh Virgen Ma¬
ría, vuestra intercesión no es jamás rechazada por
el Señor. El no rehusa nada de cuanto le pedís,
porque ¡tan cerca estáis de la simplicísima y ado¬
rabilísima Trinidad! (San Juan Damasceno.)
Examen.—Examina hoy tus pasiones. ¿Tienes al¬
guna pasión que te domine y te lleve al mal? ¿al-

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406 MES DE MARÍA

guna que te ponga en peligro de faltar? ¿cuáles son


las principales pasiones en ti?
Práctica.—Procura dominar tus pasiones en este
día y siempre. Y hoy hacer algún acto de mortifi¬
cación. que se te presente.
28. La estrella vespertina.—Aun después de pues¬
to el sol, vibra la estrella vespertina, con la luz del
crepúsculo. La devoción y el favor de María duran
en muchos aun después del pecado; aún hay espe¬
ranza mientras brille; cuando muere, es de noche.
en la Virgen.—Aun cuando yo fuese su¬
Confía
mergido en los abismos del infierno, vos vendríais
a buscarme
y a sacarme para devolverme a vuestro
Hijo Jesucristo, nuestro Señor, que me compró y
me lavó con su sangre divina. (San Anselmo.)
Examen.—Examina hoy tu soberbia. ¿Tienes al¬
guna? mucha? ¿vanidad, arrogancia, orgullo, pre¬
sunción?... O al revés: ¿eres demasiado apocado, y
tímido, y lleno de vanos respetos humanos? ¿Eres
digno con los superiores? y respetuoso con los in¬
feriores?
Práctica.—Ser sinceramente humilde y sencillo,
pero sin apocamiento ni pusilanimidad.
29. La vara de Aarón.-—-La vara de Aarón, seca
y todo como era, germinó llena de frescura. Esta
Virgen es la verdadera vara de Aarón, en la que to¬
dos brotamos de nuevo llenos de vida y de savia.
Confia en la Virgen.—Por muy pecador que uno
haya sido, si fué devoto de María, no perecerá.
(San Hilario.)
Examen.—Examina hoy tu castidad. ¿Procuras
ser casto en pensamientos, palabras y obras? y so¬
bre todo en los peligros y ocasiones, en las lecturas,
conversaciones, amistades, espectáculos, etc.?
Práctica.—Si tienes algún peligro de faltar a la
castidad, resuelve hoy mismo quitarlo y quítalo
desde luego: rompiendo un libro malo, un cuadro
obsceno, no yendo a un sitio peligroso.
30. El cinamomo.—«Como el cinamomo despedí
fragancia». ¡Y tanta y tan exquisita como es la fra-

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FLOR DE MARÍA

gancia de las virtudes de la Virgen! Toda la Iglesia


está impregnada de su suavidad.
Confía en la Virgen.—Miles de miles de hombres
claman a ti, ¡oh María! y todos se salvan. (San An¬
selmo.)—Más querría estar sin pellejo que sin devo¬
ción a María. (B. Juan de Avila.)
Examen.-—Examina hoy tu amor a Dios. Amar
a Dios es hacer su voluntad antes que la nuestra ni

la de nadie; querer antes perder todas las cosas que


ofenderle. ¿Amas tú a Dios en la práctica?
Práctica.—Ejercítate hoy en amor de Dios, con
algunos actos de afecto, de palabra, y de religión.
Y haz por amor de Dios alguna obra, sobre todo
de beneficencia al prójimo.
31. El clavel.—¿Veis cómo brotan los claveles y
se multiplican? Así se multiplican las virtudes de
los que siembran en su corazón la devoción a la
Virgen María. Y ;qué suavemente huelen!
Confía en la Virgen.—Es imposible que un ser¬
vidor de María se condene, con tal de que la sirva
fielmente y se recomiende a su maternal devoción.
(San Ligorio.)
Examen.—Examina hoy tu devoción a la Virgen.
¿Eres verdaderamente devoto de Nuestra Señora?
¿En qué consiste tu devoción? ¿en algún acto su¬
perficial? ¿o en un sincero amor y consagración a
la Virgen?
Práctica.—Procura hoy hacer bien todo lo que
se refiera a la Virgen de alguna manera: hacer bien
todo lo que hoy hagas, sufrir bien todo lo que se
ofrezca, por la Virgen; y conságrate a ella.

XIX

FLOR DE MARIA

Cuántas veces, lector amigo, oyendo ponderar las


excelencias de la devoción de María te han venido de¬
seos de serle verdaderamente devoto, y temor de que
tu devoción no sea verdadera.

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408 FLOR DE MARÍA

Muchas prácticas hay para ejercitar esta devoción; y


hoy voy a enseñarte una de las más deliciosas, que yo
desde joven aprendí de personas que verdaderamente
tenían en su corazón como en rica colmena la dorada
y purísima miel del amor a la Virgen.
Llámase esta devoción la Flor, y en efecto es la flor
tal vez de las devociones marianas. Y se llama la Flor

porque precisamente consiste en ofrecer todos los días


a la
Virgen una flor, es decir, un obsequio, un acto de
alguna virtud, practicada por amor a María.
Se practica este acto durante el día, y a la noche se le
ofrece a la Virgen, con esta o con otra oración parecida:

Azucena sin mancha, Rosa de Jericó, Flor sin


espinas, de la que nació Jesús, fruto divino; yo te
suplico humildemente que te dignes aceptar el ob¬
sequio que hoy he hecho en tu honor, y la flor que
te he cogido para tu gloria. Dame en cambio tu
bendición, sálvame y santifícame.—Avemaria.
Luego, para más constancia, se apunta el obsequio
que se ha hecho en un cuadernito cada día, con una
raya sencilla, o con el número del obsequio que se ha
hecho, o de la Flor que se ha escogido para ofrecer a la
Virgen.
Si eres malo, ofrece a la Virgen vencer alguna pasión
o tentación. Por ejemplo, vencer una tentación des¬
honesta, evitar una mala conversación, romper un mal
libro,no ir a un espectáculo malo.
Si eres mediano o bueno, ofrece otros actos
mejores,
como no cometer algunos
pecados veniales, vencer al¬
gunas pasiones, evitar algunos defectos, practicar al¬
guna obra de caridad o de otra virtud.
Si tienes ánimo y poder, ofrece algún obsequio ex¬
traordinario alguna vez.
Te aconsejo que tengas la hojita Rayos de Sol, nú¬
mero 65, en la cual está reunido todo lo de esta fruc¬
tuosadevoción, un catálogo de muchos actos de virtud
que puedes ofrecer a la Virgen, y en la última página
una cuadrícula
para apuntar las Flores que hayas ofre¬
cido cada día.

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NOVENA AL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ 409

XX

NOVENA
AL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSE
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.
Oración para empezar todos los días.

Oh gloriosísimo Padre de Jesús, Esposo de María,


Patriarca y Protector de la Santa Iglesia, a quien
el Padre Eterno confió el cuidado de gobernar, re¬
gir y defender en la tierra la Sagrada Familia: pro¬
tégenos también a nosotros, que pertenecemos,
como fieles católicos, a la santa familia de tu Hijo

que es la Iglesia, y alcánzanos los bienes necesa¬


rios de esta vida, y sobre todo los auxilios espiri¬
tuales para la vida eterna. Alcánzanos especialmen¬
te estas tres gracias, la de no cometer jamás ningún
pecado mortal, principalmente contra la castidad:
la de un sincero amor y devoción a Jesús y María,
y la de una buena muerte, recibiendo bien los úl¬
timos sacramentos. Concédenos además la gracia
especial que te pedimos cada uno en esta novena.
Petición.

Oración particular para el dia primero.

Oh benignísimo Jesús: así como consolaste a tu


padre amado en las perplejidades e incertidumbres
que tuvo, dudando si abandonar a tu Santísima
Madre, su Esposa, así te suplicamos humildemente
por intercesión de San José nos concedas mucha
prudencia y acierto en todos los casos dudosos y
angustias de nuestra vida, para que siempre acer¬
temos con tu santísima voluntad.
Oración final para todos los dias.

Oh custodio y padre de vírgenes San José, a cuya


fiel custodia fueron encomendadas la misma ino¬
cencia Cristo Jesús y la Virgen de las vírgenes Ma-

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4IO NOVENA AL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ

ría; por estas dos queridísimas prendas, Jesús y


María, te suplico me alcances que, preser¬
ruego y
vado yo de toda impureza, sirva siempre castísima-
mente con alma limpia, corazón
puro y cuerpo cas¬
to a Jesús y a María. Amén.

Jesús, José y María,


os doy el corazón y el alma mía.
Jesús, José y María,
asistidme en mi última agonía.
Jesús, José y María,
con vos descanse en paz el alma mía.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.

Antiph. Ipse Iesus erat incipiens quasi annorum


triginta, ut putabatur, filius Ioseph.
y. Ora pro nobis, sánete Ioseph.
R7. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
Oremus.—Deus, qui ineffabili providentia Bea-
turn Ioseph sanctissimae Genitricis tuae
Sponsum
eligere dignatus es: praesta, quaesumus, ut quem
protectorem veneramur in terris, intercessorem ha-
bere mereamur in coelis. Qui vivis et regnas in sae-
cula saeculorum. B7. Amen.
En castellano:

Antífona.—Tenía Jesús, al empezar su vida pública,


cerca de treinta años, hijo, según se pensaba, de José.
y. San José, ruega por nosotros.
R7. Para que seamos dignos de alcanzar las prome¬
sas de Jesucristo.
Oración.—Oh Dios, que con inefable
providencia te
dignaste escoger al bienaventurado José por esposo de
tu Madre santísima: concédenos
que, pues le veneramos
como protector en la tierra, merezcamos tenerle como
protector en los cielos. Señor, que vives y reinas
por
los siglos de los siglos. R7. Amén.

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NOVENA AL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ 4II

Oración particular para el día segundo.

Oh benignísimo Jesús: así como consolaste a tu


padre amado en la pobreza y desamparo de Belén,
con tu nacimiento, y con los cánticos de los ángeles

y visitas de los pastores, así también te suplicamos


humildemente por intercesión de San José, que nos
concedas llevar con paciencia nuestra pobreza 3^
desamparo en esta vida, y que alegres nuestro espí¬
ritu con tu presencia y tu gracia, y la esperanza de
la gloria.
Oración final, pág. 409.
Oración particular para el día tercero.

Oh benignísimo Jesús: así como consolaste a tu


amado padre en el doloroso misterio de la Circun¬
cisión, recibiendo de él el dulce nombre de Jesús,
así te suplicamos humildemente, por intercesión de
San José, nos concedas pronunciar siempre con
amor
y respeto tu santísimo nombre, llevarlo en el
corazón, honrarlo en la vida, y profesar con obras
y palabras que tú fuiste nuestro Salvador y Jesús.
Oración final, pág. 409.
Oración particular para el día cuarto.
Oh benignísimo Jesús: así como consolaste a tu
padre amado de la pena que le causó la profecía
de Simeón, mostrándole el innumerable coro de los
Santos, así te suplicamos humildemente, por inter¬
cesión de San José, que nos concedas la gracia de
ser de aquellos para quienes tú sirves, no de ruina,

sino de resurrección, y que correspondamos fiel¬


mente a tu gracia para que vayamos a tu gloria.
Oración final, pág. 409.
Oración particular para el día quinto.
Oh benignísimo Jesús: así como tu amado padre
te condujo de Belén a Egipto para librarte del ti¬
rano Herodes, así te suplicamos humildemente, por

intercesión de San José, que nos libres de los que


quieren dañar nuestras almas o nuestros cuerpos,
Biblioteca Nacional de España
412 NOVENA AL GLORIOSO PATRIARCA SAN JOSÉ

nos des fortaleza


y salvación en nuestras persecu¬
ciones, y en medio del destierro de esta vida nos
protejas hasta que volemos a la patria.
Oración final, pág. 409.

Oración particular para el día sexto.

Oh benignísimo Jesús: así


como tu padre amado
te sustentó Nazaret, y en cambio tú le premiaste
en
en tu santísima compañía tantos años,
con tu doc¬
trina y tu dulce conversación, así te rogamos
hu¬
mildemente, por intercesión de San José, nos con¬
cedas el sustento espiritual de tu gracia y de su
santa comunión, y que vivamos santa y modesta¬
mente, como tú en Nazaret.
Oración final, pág. 409.
Oración particular para el día séptimo.

Oh benignísimo Jesús: así como por seguir la vo¬


luntad de tu Padre celestial permitiste que tu ama¬
do padre en la tierra padeciese el vehementísimo
dolor de perderte para tres días, así te
suplicamos
humildemente, intercesión de San José, que
por
antes queramos perder todas las cosas y disgustar
a cualquier amigo, que
dejar de hacer tu voluntad;
que jamás te perdamos a ti por el pecado mortal,
o
que si por desgracia te perdiésemos te hallemos
mediante una buena confesión.
Oración final, pág. 409.
Oración particular para el día octavo.

Oh
benignísimo Jesús, que en la hora de su muer¬
te consolastea tu glorioso padre, asistiendo
junta¬
mente con tu Madre su Esposa a su última
agonía:
te suplicamos humildemente, por intercesión de
San José, que nos concedas una muerte semejante
a la
suya asistido de tu bondad, de tu Santísima
Madre y del mismo glorioso Patriarca
protector de
los moribundos, pronunciando al morir vuestros
santísimos nombres, Jesús, María y José.
Oración final, pág. 409.

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los siete domingos de san josé 413

Oración particular para el día noveno.

Oh benignísimo Jesús: así como has elegido por


medio de tu Vicario en la tierra a tu amado padre
para protector de su Santa Iglesia católica, así te
suplicamos humildemente por intercesión de San
José, nos concedas el que seamos verdaderos y sin¬
ceros católicos, que profesemos sin error la fe cató¬

lica, que vivamos sin miedo una vida digna de la


fe que profesamos, y que jamás puedan los enemi¬
gos ni aterrarnos con persecuciones, ni con engaños
seducirnos y apartarnos de la única y verdadera
religión, que es la católica.
Oración final, pág. 409.

XXI

LOS SIETE DOMINGOS DE SAN JOSE

Esta devoción consiste en comulgar siete domingos


a honra de San José, y rezar en ellos los siete Dolores
y Gozos. Es mejor haceilos seguidos y se ganan así
más indulgencias.
Indulgencias.—Indulgencia plenaria en cada uno
de los siete domingos continuos a elegir entre año, con
tal que, verdaderamente arrepentidos, confesados y co¬
mulgados, recen las oraciones que luego siguen, visiten
alguna iglesia u oratorio público, y rueguen allí por
algún espacio de tiempo, según la mente de Su Santidad.
Los que no saben leer y residen en lugares en que no
se
practican públicamente los siete domingos, además
de llenar las demás condiciones, en lugar de las oracio¬
nes recen siete veces el Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Indulgencia de 100 días, rezando estas mismas ora¬
ciones una vez al día.
Indulgencia de 300 días, todos los miércoles del año
y en cada día de los nueve precedentes a San José (10
de Marzo) o a su Patrocinio.
Indulgencia plenaria en estas dos fiestas, confesando
y comulgando además.

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4X4 LOS SIETE DOMINGOS DE SAN JOSÉ

LOS SIETE DOLORES Y GOZOS DE SAN JOSÉ


I. Oh
Esposo purísimo de María Santísima, glo¬
rioso San José:, así como fué grande el trabajo y
la angustia de vuestro corazón en la perplejidad de
abandonar a vuestra purísima Esposa, así fué inex¬
plicable vuestro gozo cuando el Angel os reveló el
soberano misterio de la Encarnación.
Por este vuestro dolor y por este vuestro gozo,
os rogamos que consoléis a nuestra alma ahora y
en los últimos dolores con la alegría de una buena
vida y de una santa muerte semejante a la vuestra
en medio de Jesús y María.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria
II.
Oh felicísimo Patriarca, glorioso San José,
que fuisteis escogido entre todos para el oficio de
padre putativo del Verbo humanado: el dolor que
sentisteis al ver nacer al Niño Jesús en tanta, po¬
breza, se cambió luego en alegría celestial oyendo
la armonía angélica, y viendo la gloria de
aquella
noche tan resplandeciente.
Por este vuestro dolor y por este vuestro gozo,
os suplico que nos alcancéis que, después del ca¬
mino de esta vida, pasemos a oír las alabanzas de
los ángeles y a gozar de los resplandores de la glo¬
ria celestial.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria
III. Oh ejecutor obedientísimo de las leyes divi¬
nas, glorioso San José: la sangre preciosísima que
derramó el niño Redentor en la circuncisión os tras¬
pasó el corazón, pero el nombre de Jesús os reani¬
mó, llenándoos de gozo.
Por este vuestro dolor y por este vuestro gozo,
alcanzadnos que, quitado de nosotros todo vicio en
vida, expiremos gozosos con el santísimo nombre
de Jesús, en el corazón y en la boca.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
IV. Oh fidelísimo Santo, que tuvisteis parte en
los misterios de nuestra Redención, glorioso San

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LOS SIETE DOMINGOS DE SAN JOSÉ 415

José: si la profecía de Simeón de lo que habían de


padecer Jesús y María os causó un desmayo de
mueirte, también os colmó de un dichoso gozo la
predicción de que de ahí se seguiría la salud y re¬
surrección de innumerables almas.
Por este vuestro dolor y por este vuestro gozo,
alcanzadnos que seamos del número de aquellos
que por los méritos de Jesús y por la intercesión
de María han de resucitar gloriosamente.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
V. Oh
vigilantísimo Guarda, familiar íntimo del
encarnado Hijo de Dios, glorioso San José: ¡cuánto
penasteis para sustentar y servir al Hijo del Altí¬
simo, particularmente cuando tuvisteis que huir a
Egipto! pero ¡cuánto también gozasteis teniendo
siempre con vos al mismo Dios, y viendo caer a
tierra los ídolos de Egipto!
Por este vuestro dolor y por este vuestro gozo,
alcanzadnos que, teniendo lejos de nosotros al tira¬
no infernal, y especialmente huyendo de las ocasio¬

nes peligrosas, caiga de nuestro corazón todo ídolo

de afecto terreno, y ocupados en servir a Jesús ya


María, para ellos vivamos solamente y muramos fe¬
lizmente.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
VI. Oh Angel de la tierra, glorioso San José, que
os admirasteis de ver al Rey del cielo sujeto a vues¬

tras órdenes; si vuestro consuelo al volverle de


Egipto se enturbió con el temor de Aiquelao, sin
embargo, asegurado por el Angel, habitasteis ale¬
gre en Nazaret.
Por este vuestro dolor y por este vuestro gozo,
alcanzadnos que, libre nuestro corazón de temores
nocivos, gocemos de la paz de la conciencia, y vi¬
viendo seguros con Jesús y María ellos nos asistan
en nuestra agonía.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
VII. Oh ejemplar de toda santidad, glorioso San
José: perdido que hubisteis sin culpa al niño Jesús,

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416 los siete domingos de san josé

para mayor dolor hubisteis de buscarlo por tres


días, hasta que con sumo júbilo gozasteis de vues¬
tra vida hallada en el templo entre los doctores.
Por este vuestro dolor y por este vuestro gozo,
os
suplicamos de lo íntimo del corazón, que por
vuestra intercesión jamás suceda que nosotros per¬
damos a Jesús con culpa grave, y que si por desgra¬
cia le perdiésemos, le busquemos con sumo dolor
para hallarlo piadoso particularmente en nuestra
muerte, a fin de que lleguemos a gozarle en el cielo,
y a cantar allí con vos eternamente sus divinas mi¬
sericordias.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Antiph. Ipse Iesus erat incipiens quasi annorum
triginta, ut putabatur, filius Ioseph.
y. Ora pro nobis, Sánete Ioseph.
R7. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.
Oremus.—Deus, qui ineffabili providentia Bea-
tum Ioseph sanctissima Genitricis tuae Sponsum
eligere dignatus es: prsesta, qusesumus, ut quem
protectorem veneramur in terris, intercessorem ha-
bere in ccelis. Qui vivis et regnas in sae-
mereamur

cula saeculorum. R7. Amen.

En castellano:

Antífona.—Tenía Jesús, al
empezar su vida pública,
cerca de treinta años,
hijo, según se pensaba, de José.
y. San José, ruega por nosotros.
R7. Para que seamos dignos de alcanzar las prome¬
sas de Jesucristo.

Oración.—Oh Dios que con inefable providencia te


dignaste escoger al bienaventurado José por Esposo de
tu Madie santísima: concédenos que, pues le venera¬
mos como protector en
la tierra, merezcamos tenerle
como intercesor en los cielos. Oh Dios
que vives y rei¬
nas en los siglos de los siglos. R7. Amén.

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novena a san ignacio de loyola 417

XXII

NOVENA A SAN IGNACIO DE LOYOLA

Por la señal, etc.


Señor mío Jesucristo, etc.
Oración para empezar todos los días.

Gloriosísimo Padre y PatriarcaSan Ignacio, fúm


dador de la Compañía de Jesús y Padre mío aman-
tísimo: si es para mayor gloria de
Dios, honor vues¬
tro y provecho de mi alma que 3^0 consiga la gracia
que os pido en esta novena, alcanzadla del Señor;
y si no, ordenad mi petición con todos mis pensa¬
mientos, palabras y obras a lo que fué siempre el
blasón de vuestras heroicas empresas: a mayo»
gloria de dios.

Oración particular para el día primero.

Jesús mío dulcísimo, que nos revelasteis los mis¬


teriossagrados de vuestra fe, y por vuestra predi¬
cación deseasteis plantarla en los corazones huma¬
nos raiz.de todas las buenas obras, 3' de la
como

eterna salvación: ofrézcoos los merecimientos de


mi glorioso Padre San Ignacio, 3^ singularmente los
de iluminada fe, con la cual creería cuantos mis¬
su
terios están escritos en las santas Escrituras, aun¬
que se perdiesen todos los libros sagrados, y de la
cual animado la defendió contra los herejes,^ la di¬
lató entre los gentiles y la avivó entre los católicos.
Suplicóos, Padre amantísimo de mi alma, me deis
una fe vivísima de vuestros divinos misterios, que
me ilustre para creerlos y estimarlos como verda¬
dero hijo de la santa Iglesia con fervorosas obras
de perfecto cristiano, 3t me concedáis la gracia que
os pido en esta novena,, si es para mayor gloria de

Dios, honor del Santo y bien de mi alma. Amén.


Tres Padrenuestros y tres Avemarias a la Santísima
Trinidad en obsequio de la devoción que San Ignacio
tuvo a este inefable e incomprensible misterio.

14
Biblioteca Nacional de España
4X8 NOVENA A SAN IGNACIO DE LO YOLA

Oración para todos los días.

Santísimo Padre y
Patriarca San Ignacio, a quien
Jesús escogió capitán de su sagrada Compañía,
para
y adornó con todas las virtudes que pedía este su¬
premo cargo; ángel en la pureza de cuerpo y mente;
arcángel encargado de tantos negocios de la mayor
gloria de Dios y bien de las almas: principado ex¬
celentísimo en la dirección de tantos millares de
espíritus felices; potestad poderosísima para echar
a los demonios de los
cuerpos y de las almas; vir¬
tud prodigiosa en tantos y tan
estupendos mila¬
gros; dominación suprema de la Compañía que for¬
mó tan dignos ministros
evangélicos y ahora con¬
tinúa en formarlos desde el cielo; trono elevadísi-
mo, en quien descansó la mayor gloria de Dios co¬
rriendo en vuestra fogosa alma por todas las partes
del mundo; sapientísimo querubín, cuya mente ilus¬
trada por el Espíritu Santo, dictó sabiduría celes¬
tial a su pluma; serafín fogosísimo que aspiró en su
vida y aspira continuamente desde el cielo a encen¬
der todo el mundo en llamas del divino amor; abre¬
viado paraíso de todas las virtudes y gracias, que a
competencia formaron la heroicidad nunca bastan¬
temente alabada de vuestra grande alma: yo, Padre
mío amantísimo, me gozo de veros tan
superior a
cuantos elogios puede daros mi balbuciente
lengua,
y concebir mi tardo entendimiento, aunque inspi¬
rado de una voluntad ansiosa de amaros,
y de que
os amen todos los hombres. Confiado en vuestras
piedades imploro vuestra benignísima caridad para
que me alcancéis que viva yo una vida verdadera¬
mente cristiana conforme a las
obligaciones de mi
estado, observando perfectamente la ley santa de
Dios y los consejos evangélicos que me pertenecen,
y que no buscando en todas mis acciones otra cosa
que la mayor gloria de Dios, consiga una muerte
dichosa en los brazos de Jesús, en el amparo
de
María Santísima y en vuestra presencia.
Espero,
Padre mío, dulcísimo y suavísimo, me alcancéis es-

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NOVENA A SAN IGNACIO DE LOYOLA 4!9

tas gracias tan importantes para mi eterna salva¬


ción, y el favor que os pido en esta novena, si es
para mayor gloria de Dios, honor vuestro y prove¬
cho de mi alma. Amén.
Petición.
Oración íinal para todos los días.

¡Oh Dios infinitamente bueno y misericordioso!


Pues he recibido de vuestra Majestad todos los do¬
nes naturales y
sobrenaturales que tengo, deseoso
de ser en alguna manera agradecido a vuestras mi¬
sericordias, os vuelvo cuanto me habéis dado con
esta oferta familiar en el corazón y en los labios
de mi glorioso Padre San Ignacio:
«Tomad, Señor, y recibid toda mi libertad, mi
memoria, mi entendimiento, y toda mi voluntad,
todo mi haber y mi poseer; vos me lo disteis, a vos,
Señor, lo torno; todo es vuestro; disponed a toda
vuestra voluntad. Dadme vuestro amor y gracia,
que ésta me basta.»
Antiph... Similabo eum viro sapienti, qui aedificavit
domum suam supra petram.
y. Amavit Dominus et ornavit eum.
eum
R7.Stolam gloriae induit eum.
Oratio.—Deus, qui ad maiorem tui nominis gloriam
propagandam novo per Beatum Ignatium subsidio mili-
tantem Ecclesiam roborasti concede, ut eius auxilio et
imitatione certantes in terris, coronari cum ipso merea-
mur in coelis. Per Christum Dominum nostrum. Amen.

En castellano:

Antífona. Le compararé al hombre prudente que edi¬


ficó su casa sobre piedra.

y. El Señor le amó y le distinguió.


R7. Le vistió vestidura de gloria.
Oración.—Oh Dios, que para propagar la mayor glo¬
ria de tu nombre, has fortalecido por medio de San
Ignacio a la Iglesia militante con un nuevo auxilio:
concédenos que con su ayuda y a imitación suya pe¬
leemos en la tierra hasta conseguir ser coronados con
él en el cielo. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

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420 NOVENA A SAN IGNACIO DE LOYOLA

Oración particular para el dia segundo.

Jesús mío dulcísimo, que prometisteis a vuestros


siervos tendrían en vuestra esperanza todos los te¬
soros del mundo y
nada les faltaría de cuanto espe¬
rasen confiados en vuestra liberalidad tan amorosa

como infinita: ofrézcoos los merecimientos de mi

glorioso Padre San Ignacio, y singularmente aque¬


lla firmísima esperanza que le sirvió de tesoro in¬
agotable en su pobreza, de áncora segura en las
tormentas de tantas persecuciones, y de una gloria
anticipada entre los riesgos de esta miserable vida.
Suplicóos, Padre amantísimo de mi alma, me con¬
cedáis una esperanza segura de salvarme, afianzada
en las buenas obras hechas con vuestra
gracia y
revestidas de vuestros méritos y promesas; y tam¬
bién de conseguir los bienes de esta vida condu¬
centes a mi eterna salvación y proporcionados a mi
estado, yla gracia que os pido en esta novena, si
es para mayor gloria de Dios, honor del Santo y
provecho de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarias.
Oraciones finales, pág. 418.
Oración particular para el día tercero.

Jesús mío dulcísimo, que tanto deseasteis el amor


de vuestras criaturas, que nos intimasteis como
máximo y principal precepto amar a nuestro Señor
Dios con todo el corazón, con toda el alma y con
todas las fuerzas: ofrézcoos los merecimientos de
mi glorioso Padre San Ignacio, y singularmente
aquel inflamadísimo amor con el cual, abrasado en
un serafín
humano, respiraba sólo llamas de amor
divino, refiriendo todas sus obras, palabras y pen¬
samientos a la mayor gloria de Dios,
y deseando
por premio de su amor más y más amor, pospo¬
niendo la certeza de su eterna felicidad a la
gloria
de servir a Dios. Suplicóos, Padre amantísimo de
mi alma, me concedáis una centella de ese fuego

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NOVENA A SAN IGNACIO DE LO YOLA 42 I

sagrado de mi seráfico Padre San Ignacio; y la gra¬


cia que os pido en esta novena a mayor gloria de
Dios, honor del Santo y provecho de mi alma Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarias.
Oraciones finales, pág. 418.
Oración particular para el dia cuarto.

Jesús mío dulcísimo, que nos encomendasteis la


caridad y el amor a los prójimos como el distintivo
y señal de vuestra escuela, diciendo que en esto se
habían de conocer vuestros discípulos: ofrézcoos los
merecimientos de mi glorioso Padre San Ignacio, y
singularmente aquella ardentísima caridad con que
deseaba encender en el fuego del divino amor a to¬
dos los hombres del mundo, y con que hizo y pa¬
deció tanto por su eterna salvación y por asistirlos
entodos sus trabajos. Suplicóos, Padre amantísimo
de mi alma, me concedáis una caridad inflamada,
con la cual, a imitación de mi Padre San Ignacio,
trabaje continuamente en el bien y salvación de
mis prójimos con mis palabras y ejemplos, y con
cuanto necesitaren de mi caritativa asistencia; y la
gracia que os pido en esta novena a mayor gloria de
Dios, honor del Santo y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarias.
Oraciones finales, pág. 418.

Oración particular para el dia quinto.

Jesús mío dulcísimo, que nos encomendasteis la


paciencia en los trabajos de esta vida como la senda
de la perfección y el camino real de la gloria: ofréz¬
coos los merecimientos de mi glorioso Padre San

Ignacio, y singularmente los de aquella paciencia


invicta con que sufrió desprecios, calumnias, cár¬
celes y cadenas con un espíritu tan constante y ale¬
gre en los trabajos, que decía no tener el mundo
tantos grillos y cadenas como deseaba padecer por
Jesús. Suplicóos, Padre amantísimo de mi alma,
fortalezcáis la fragilidad de mi espíritu, para que
con invencible paciencia resista a los
trabajos, pe-
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42 2 NOVENA A SAN IGNACIO DE LO YOLA

ñas y angustias de esta miserable vida, pobreza,


dolores y afrentas, fabricando de ellas escala para
subir a la gloria; y la gracia que os pido en esta no¬
vena, si es para mayor gloria de Dios, honor^del
Santo y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarias.
Oraciones finales, pág. 418.
Oración particular para el día sexto.

Jesús mío dulcísimo, el ejemplo y las pa¬


que con
labras nos enseñasteis el continuo ejercicio de la
oración y a vivir con el cuerpo en la tierra y en el
cielo con el espíritu: ofrézcoos los merecimientos de
mi glorioso Padre San Ignacio, y singularmente los
de aquella continua y perfectísima oración con que
vivió entre los ángeles mientras moraba entre los
hombres, para conducirlos con sus trabajos y fati¬
gas a la patria bienaventurada. Suplicóos, Padre
amantísimo de mi alma, que me concedáis el don
de la oración perfecta en aquel grado que me con¬
viene para mi salvación y para llevar a otros mu¬
chos a la gloria; y la gracia que os pido en esta
novena, si es para mayor gloria de Dios, honor del
Santo y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarias.
Oraciones finales, pág. 418.

Oración particular para el día séptimo.

Jesús mío dulcísimo, que con las austeridades de


vuestra sacratísima vida, pasión y muerte procu¬
rasteis inspirarnos una vida austera, rígida, peni¬
tente y mortificada; ofrézcoos los merecimientos de
mi glorioso Padre San Ignacio, y singularmente los
de su espantosa penitencia, con la cual convirtió la
gruta de Manresa en un abreviado mapa de los ri¬
gores de Egipto, Tebaida y Nitria, y venció todas
sus pasiones hasta reducirlas a ser instrumentos de
la divina gracia. Suplicóos, Padre amantísimo de
mi alma, que me concedáis una mortificación inte¬
rior y exterior tan perfecta, que sujete todas mis

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NOVENA A SAN IGNACIO DE LOYOLA 423

pasiones y apetitos a la gracia, y con austeridades


y penitencias de la carne, mi cuerpo obedezca a las
leyes de una castidad angélica; y la gracia que os
pido en esta novena a mayor gloria de Dios, honor
del Santo y bien de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarias.
Oraciones finales, pág. 418.

Oración particular para el dia octavo.

Jesús mío dulcísimo, que desde el instante de


vuestra encarnación en el seno purísimo de vuestra
Madre Virgen, obedecisteis hasta morir obediente
en la cruz: ofrézcoos los merecimientos de mi glo¬
rioso Padre San Ignacio, y singularmente los de su
heroica obediencia con que obedeció a todos sus su¬
periores, especialmente al Sumo Pontífice de Roma,
Vicario de Cristo en la tierra, consagrado con toda
su
religión, la Compañía de Jesús, con particular
voto a la obediencia de la Santa Sede. Suplicóos,
Padre amantísimo de mi alma, me concedáis una
perfectísima obediencia a todos mis superiores, con¬
tinuada todos los instantes de mi vida y perfecta
en los tres grados de obedecer en cuanto a la eje¬

cución, en cuanto a la voluntad y en cuanto al en¬


tendimiento; y la gracia que os pido en esta novena
amayor gloria de Dios, honor del Santo y bien de
mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarias.
Oraciones finales, pág. 418.
Oración particular para el dia noveno.

Jesús mío dulcísimo, que al morir nos mostrasteis


el amor y deseo ardiente que teníais de que los
hombres todos amasen, reverenciasen y sirviesen a
vuestra santísima Madre, encomendándola al dis¬
cípulo amado: ofrézcoos los merecimientos de mi
glorioso Padre San Ignacio, y singularmente los que
atesoró con la cordialísima devoción que profesaba
a María Santísima, a
quien escogió por Madre des¬
de su conversión; y después esta Señora hizo oficio

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4^4 AGUA BENDITA DE SAN IGNACIO DE LOYOLA

de madre amorosa en todas las empresas que para


mayor gloria vuestra emprendió el Santo, iluminán¬
dole para que escribiese el libro admirable de los
Ejercicios y el de las Constituciones y Reglas de la
Compañía. Suplicóos, Padre amantísimo de mi
alma, que me concedáis una sólida y cordial devo¬
ción para con María Santísima, vuestra Madre;
aquella devoción que es señal cierta de predestina¬
dos; que yo sirva a esta Señora con los obsequios
del más fiel y obediente hijo; y la gracia que os
pido en esta novena a mayor gloria de Dios, honor
del Santo y provecho de mi alma. Amén.
Tres Padrenuestros y Avemarias.
Oraciones finales, pág. 418.

XXIII

AGUA BENDITA
DE SAN IGNACIO DE BOYOLA

Acostumbra ja Iglesia echar su bendición sobre mu¬


chos objetos, pidiendo al Señor que a quien los use le
conceda algunas especiales gracias y favores de alma
y cuerpo. En primer lugar está el agua bendita, la cual
sirve después para todas las demás bendiciones. Se
bendice también con especiales ritos el agua, unas veces
en honor de un Santo y otras en honor de otro; entre

otras bendiciones, hay una en el Ritual Romano para


el agua en honor de San Ignacio de Loyola, fundador
de la Compañía de Jesús, para que, por intercesión de
esta santo Patriarca, conceda Dios favores a sus fieles.
Grandes y muy numerosos son los que ha concedido
por medio de ella, sobre todo en enfermedades y espe¬
cialmente en tiempo de peste o epidemia, y también
a las que van a ser madres.
Basta, sin duda, el bebería o rociarse con ella, para
recibir alguna protección de Dios por San Ignacio.
Pero el mejor modo de obtenerla, especialmente, es
hacer alguna novena, rezando alguna oración en honor
de San Ignacio, o también oyendo misa en su honor,

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AGUA BENDITA DE SAN IGNACIO DE LO YOLA 425

o en fin, rezando las oraciones que ponemos a conti¬

nuación, que son traducidas de las oraciones latinas


con que se bendice el agua. Y como el pecado fué la
puerta por donde se nos metió la enfermedad y la
muerte, nada mejor que confesar y comulgar durante
la novena, para sí mejor disponerse a las bondades de
Dios nuestro Señor.

ORACIONES QUE PUEDEN DECIRSE


AL HACER USO DEL AGUA DE SAN IGNACIO

y. Nuestra ayuda está en el nombre del Señor.—


K7. Que ha hecho el cielo y la tierra.
y. Sea bendito el nombre del Señor.—R7. Ahora
V por los siglos de los siglos.

y. Señor, escucha mi oración.—R7. Y lleguen a


ti mis súplicas.
Oración.—Oh Señor, infinitamente santo, Padre
omnipotente y eterno Dios, que al derramar sobre
los cuerpos enfermos la gracia de tu bendición, cus¬
todias y defiendes con multitud de cuidados a las
hechuras de tus manos: dígnate prestar favorable
acogida a la invocación de tu nombre, para que
por la intercesión del bienaventurado fgnacio, con¬
fesor tuyo, librando a tus siervos de todo mal y
restituyéndoles la salud, con tu diestra los defien¬
das v los levantes, con tu fortaleza los confirmes,
con tu poder los defiendas, y los repongas en tu

santa Iglesia llenos de todo género de prosperida¬


des. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Oración.—¡Oh Señor, que has bendecido esta
agua para remedio saludable del linaje humano!
dígnate conceder por intercesión de San Ignacio,
cuya medalla ha sido sumergida en esta agua, que
quien la tomare reciba juntamente la salud del
cuerpo y la salvación del alma. Por Jesucristo nues¬
troSeñor. Amén.
Oración.—Oh Dios, que para propagar la mayor
gloria de tu santo nombre, has fortalecido por me¬
dio de San Ignacio a la Iglesia militante con un

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426 NOVENA EN HONOR DE SAN FRANCISCO JAVIER

nuevo auxilio:
concédenos que, peleando con tu
ayuda, y a imitación suya en la tierra, consigamos
ser coronados con él en el cielo. Por
Jesucristo nues¬
tro Señor. Amén.

XXIV

NOVENA
EN HONOR DE SAN FRANCISCO
JAVIER
LLAMADA DE LA GRACIA

Origen.—En ocasión de adornar un altar en Ñapóles


para una fiesta de la Inmaculada Concepción, cayó des¬
de los andamios un martillo de dos libras de
peso que
hirió mortalmente al Padre Marcelo Mastrilli, de la
Compañía de Jesús, destrozándole la sien derecha. De
día día llegó a agravarse tanto su enfermedad, que
en

iban a darle ya la Extremaunción,


pues era imposible
administrarle el Viático, por no poder
el enfermo ni
tomar gota de agua. Pero cuando estaban pensan¬
una

do en esto, he aquí
que el Padre Mastrilli se levanta
sano y bueno. La herida había
desaparecido, la cicatriz
no se notaba, el Padre se sentía
restablecido de repente.
Bien temprano celebró su misa
y dió la comunión a
muchas personas que concurrieron a ver este
prodigio.
Subió en seguida al pulpito, y por su
propia voz ex¬
plicó al pueblo de Nápoles el secreto. Viéndose herido y
sin esperanzas de vida, había hecho voto en honor de
San Francisco Javier de ir a las Misiones de Indias si
le concedía la salud. La noche última se le había
apa¬
recido el Santo animándole a
cumplir su voto y recibir
el martirio en el Japón; y
después de un rato de dulce
conversación desapareció dejándole repentinamente cu¬
rado. Aseguró el Padre Mastrilli que San Francisco le
había dicho que todos los que en la novena desde el
4 al 12 de Marzo implorasen su intercesión para con
Dios, confesando y comulgando en alguno de estos días,
experimentarían sin duda los efectos de su poderosa
protección y conseguirían la gracia que pidiesen, si
convenía para su salvación y la mayor gloria divina.

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NOVENA EN HONOR DE SAN FRANCISCO TAVIER 427

Indulgencias.—Desde entonces divulgóse rápidamen¬


te
por todas partes esta práctica religiosa, conocida con
el nombre de Novena de la Gracia. Los Romanos Pon¬
tífices han concedido 300 días de indulgencia por cada
día de la novena, y una indulgencia plenaria al fin, si
en
alguno de estos días se ha confesado y comulgado y
rogado por las intenciones de Su Santidad.
Modo.—El modo de hacer esta novena es muv sen¬
cillo. Bastarezar la oración primera que ponemos en

seguida y a la cual están concedidas las indulgencias.


Y caso de no tenerse esta oración, basta, aun para ga¬
nar indulgencias, rezar cinco veces el Padrenuestro,
las
Avemaria y Gloria.
Tiempo.—Para las indulgencias está declarado que
es igual hacer la novena en cualquier tiempo del año.

Pero la promesa de la gracia hecha por San Francisco


Javier al Padre Mastrilli señaló el tiempo del 4 al 12
de Marzo, en el cual día fueron canonizados San Igna¬
cio de Loyola y el santo Patriarca de las Indias.
Los que quieran hacer la novena con especiales ora¬
ciones, pueden hacerla del modo siguiente:
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.
Oración.

Amabilísimo y amantísimo Santo: adoro con vos


humildemente a la Divina Majestad y le doy gra¬
cias por los singulares dones de gracias que os con¬
cedió en vida y por la gloria de que ya gozáis. Su¬
plicóos, con todo el afecto de mi alma, me consi¬
gáis, por vuestra poderosa intercesión, la gracia
importantísima de vivir y morir santamente. Os
pido también me alcancéis la gracia de esta novena.
Y si lo que pido no conviene a mayor gloria de
Dios y bien de mi alma, quiero alcanzar lo que para
eso fuere más conveniente.
Petición.
Un Padrenuestro Avemaria y Gloria.

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428 NOVENA EN HONOR DE SAN FRANCISCO JAVIER

Oración que compuso y decía el Santo.

Eterno Dios, Criador de todas las cosas: acordaos


que vos criasteis las almas de los infieles, hacién¬
dolas a vuestra imagen
y semejanza.
Mirad, Señor, cómo en oprobio vuestro se llenan
de ellas los infiernos. Acordaos, Padre celestial, de
vuestro Hijo Jesucristo, que
derramando tan libe-
ralmente su sangre, padeció por ellas. No
permitáis
que sea vuestro Hijo por más tiempo menosprecia¬
do de los infieles, antes
aplacado con los ruegos y
oraciones de vuestros escogidos los Santos y de la
Iglesia, Esposa benditísima de vuestro mismo Hijo;
acordaos de vuestra misericordia,
y olvidando su
idolatría e infidelidad, haced
que ellos conozcan
también al que enviasteis, Jesucristo, Hijo vues¬
tro, que salud y vida y resurrección nuestra, por
es
el cual somos libres
y nos salvamos; a quien sea
dada la gloria por infinitos
siglos de los siglos. Amén.
Oración.

Oh Dios, que quisiste agregar a tu


Iglesia las na¬
ciones de las Indias por la predicación
y por los mi¬
lagros de San Francisco Javier: concédenos que,
pues veneramos la gloria de sus insignes mereci¬
mientos, imitemos también los
ejemplos de sus he¬
roicas virtudes. Por nuestro Señor Jesucristo,
que
vive y reina contigo en los siglos de los siglos. Amén.

XXV

SEISENA DE SAN LUIS GONZAGA


Poco después de la muerte del angélico joven, en
memoria de los seis años
que vivió con eminente san¬
tidad en la
Compañía de Jesiís, se introdujo en varias
partes el ejercicio de la Seisena o devoción de los seis
jueves o viernes (por haber muerto el Santo en la noche
del jueves de la octava del
Corpus al viernes); pero muy
pronto se escogió definitivamente el domingo como más
a
propósito para la mayor parte de los fieles.

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SEISENA DE SAN LUIS GONZAGA 429

El Papa Clemente XII, por decreto de n de diciem¬


bre de 1739 y de 7 de enero de 1740, concedió a todos
los fieles una indulgencia plenaria en cada uno de los
seis domingos, aunque no precedan inmediatamente
al 21 de junio, si confesados y comulgados hiciesen al¬
gunas consideraciones piadosas, o recitasen algunas pre¬
ces, o practicasen otros ejercicios de piedad cristiana
en
obsequio del Santo. Adviértase: i.° Que aunque la
confesión puede hacerse en los ocho días antes y la
comunión el sábado, las restantes obras piadosas se
han de practicar precisamente el domingo. 2.0 Que si
éstos se interrumpen, aunque sea inculpablemente, es
preciso comenzarlos de nuevo, para ganar las seis in¬
dulgencias plenarias. 3.0 Sin embargo, el obsequio a
San Luis vale aunque los domingos no sean seguidos,
si bien no se ganan las indulgencias plenarias. 4.0 Aun¬
que cada cual puede tomar las prácticas, lecturas u
oraciones que quiera, pondremos nosotros éstas, que
son sencillas.
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo, etc.

DOMINGO PRIMERO

Inocencia de San Luis.—Oh inocentísimo Santo,


vos que teniendo tan puras y tan ligeras culpas
tanto las llorasteis, alcanzadme a mí contrición y
dolor sincero de mis pecados, y propósito firme de
110 volverlos a cometer.
Máxima de San Luis.—El que cae en Culpa aun¬
que ligera, conviértase luego a Dios, y pídale per¬
dón y gracia para no cometerla en adelante.
Práctica.—Examina un rato, por lo menos cinco
minutos, el estado de tu alma.
Petición.
Seis Padrenuestros, Avemarias y Glorias.

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43° SEISENA DE SAN LUIS GONZAGA

Oración final.

Oh Luis santo, adornado de angélicas costum¬


bres: yo, indignísimo devoto vuestro, os encomien¬
do principalmente la castidad de mi alma
y cuerpo,
y os pido que por vuestra pureza angélica os dig¬
néis encomendarme al Cordero inmaculado, Cristo
Jesús, y a su purísima Madre, Virgen de vírgenes,
guardándome de todo pecado. No permitáis que yo
manche mi alma con la menor impureza; antes bien,
cuando me viereis en la tentación o peligro
de pe¬
car, alejad de mi corazón todos los pensamientos y
afectos inmundos, y despertad en mí la memoria
de la eternidad y cíe Jesús crucificado.
Imprimid
altamente en mi corazón un profundo sentimiento
de temor santo de Dios, y abrasadme en su divino
amor, para que así, siendo imitador vuestro en la
tierra, merezca gozar de Dios en vuestra compa¬
ñía. Amén.

DOMINGO SEGUNDO

Penitencia de San Luis.—Oh inocentísimo


y pe¬
nitentísimo Santo, vos que, teniendo tan
poco que
pagar, tanta penitencia hicisteis, alcanzadme espí¬
ritu de penitencia cristiana, para que
pague por mis
pecados, mortifique mis apetitos y sujete mis peli¬
grosas inclinaciones.
Máxima de San Luis.—Las voluntarias
peniten¬
cias del cuerpo no deben diferirse
para la vejez,
cuando, caso que se llegue, no las permitirán las
fuerzas.
Práctica.—Haz hoy alguna penitencia o mortifi¬
cación corporal de tus sentidos.
Petición.
Seis Padrenuestros, Avemarias y Glorias.
Oración final, pág. 430.

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SEISENA DE SAN LUIS GONZAGA 431

DOMINGO TERCERO

Castidad de San Luis.—Oh castísimo ángel en


carne humana: pues nos veis en este mundo sensual
rodeados de tantos incentivos de impureza, alcan-
zadme la gracia de conservar la pureza de alma y
cuerpo y libradme del vicio impuro.
Máxima de. San Luis.—La fortaleza del alma
nace del santo temor de Dios; porque quien teme
a Dios no tiene cosa de que temer.
Práctica.—¿Tienes libros, cuadros, tratos peli¬
grosos? Sepáralos de ti.
Petición.
Seis Padrenuestros, Avemarias y Glorias.
Oración final, pág. 430.

DOMINGO CUARTO

Desprecio del mundo.—Oh magnánimo despre-


ciador de los bienes, glorias y regalos mundanos:
alcanzadnos luz para conocer la vanidad de las co¬
sas terrenas y magnanimidad para despreciarlas
como se merecen, por Dios.
Máxima de San Luis.—En poco tiene las gran¬
dezas de la tierra el que tiene puesta la mira en
el cielo, en cuya comparación las coronas y cetros
de este mundo son como vestidos de comediantes,
que tarde o temprano se dejan.
Práctica.—Placer algún acto de humildad o mo¬
derar el lujo o fausto.
Petición.
Seis Padrenuestros, Avemarias y Glorias.
Oración fina], pág. 430.

DOMINGO QUINTO

Amor al prójimo.—Oh generoso San Luis, que


siendo de miseri¬
príncipe, tanto os disteis a obras
cordia, y siendo religioso, con tanta caridad asis¬
tisteis a los apestados: alcanzadme sentimientos de

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432 TRECE MARTES EN HONOR DE S. ANTONIO DE PADUA

verdadera caridad cristiana con mis amigos, con


mis enemigos, y sobre todo con los pobres y nece¬
sitados.
Máxima de San Luis.—Quien descuida ayudar a
las almas de sus prójimos, no sabe amar a Dios,
ni mirar por sí, pues no busca adelantar la honra
de Dios.
Práctica.—Hacer algún acto de caridad u obra
de misericordia.
Petición.
Seis Padrenuestros, Avemarias y Glorias.
Oración final, pág. 430.

DOMINGO SEXTO

Amor de Dios.—Oh amantísimo San Luis, que


tanto ardíais en amor de Dios y tantas
flechas de
caridad divina lanzabais al Corazón de Jesús, como
decía Santa Magdalena de Pazzis: alcanzadme del
Corazón de Jesús que yo le ame con toda mi alma
y con todo mi corazón sobre todas las cosas.
Máxima de San Luis.—Quien llega a probar cuan
dulce es Dios, y las delicias que hay en amarle, no
puede sin violencia dejar tan suave ejercicio.
Práctica.—Hacer hoy varios actos de amor a Dios.
Petición.
Seis Padrenuestros, Avemarias y Glorias.
Oración final, pág. 430.

XXVI

DEVOCION DE LOS TRECE MARTES


EN HONOR DE SAN ANTONIO DE PADUA

Para promover la devoción a este Santo, devoción


que en estos tiempos se manifiesta principalmente por
la práctica de la limosna a los pobres, Su Santidad
León XIII concedió una indulgencia plenaria cada mar¬
tes o domingo a todos los fieles que durante
trece mar¬
tes o domingos consecutivos se confiesen, comulguen

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TRECE MARTES EN HONOR DE S. ANTONIO DE PADUA
433

y hagan alguna piadosa meditación u oración vocal


o
ejercicio piadoso, cualquiera que sea, en honor de
Dios y en San Antonio de Padua, con tal que visiten
alguna iglesia y recen algo en ella por las intenciones
del Papa.
He aquí dos oraciones que podrán servir para este
ejercicio:
Oración a Nuestro Señor.—Altísimo y
sapientísi¬
mo Señor del mundo, de los cielos y de la tierra ,

que todo lo conoces y todo lo gobiernas suave y


fuertemente; excelentísimo Criador de cielos y tie¬
rra, que muestras la grandeza de tu poder en las
cosas grandes, y la perfección de tu gobierno en las

cosas pequeñas; vigilantísipio Gobernador del uni¬

verso, sin cuya anuencia no cae ni un cabello de


nuestra cabeza, ni una hoja de nuestros árboles;
bondadosísimo Dueño, que vistes de espléndidas
galas a las hierbas del campo y das de comer a las
aves del cielo; amantísimo Padre, que para que los

ricos den de su pan a los pobres; los estimulas con


tus palabras, los amenazas con tus enemistades y
les premias sus caridades con innumerables favo¬
res, unas veces advertidos y otras inadvertidos; su¬
plicárnoste que atiendas a los ruegos que te dirigi¬
mos por medio de tu siervo San Antonio, para que

tengas providencia de nosotros para nuestro bien,


nos concedas todas las gracias temporales que nos

convengan, y sobre todo ordenes nuestra vida con¬


forme a toda caridad contigo y con tus pobres, para
salvación y santificación de nuestras almas.
Padrenuestro, Avemaria y Gloria.
Oracióna San Antonio.—¡Oh glorioso San Anto¬

nio, quien Dios ha elegido como intercesor nues¬


a
tro en los apuros y pérdidas de la vida material, y
como protector de los pobres ante los ricos! proté¬

genos con tu favor en todas las necesidades y enre¬


dos de nuestra vida, danos sincero amor de los po¬
bres, mucha confianza en Dios y alto aprecio de la
vida eterna, a la cual se ordena toda la vida tem¬
poral.
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434 novena de las ánimas del purgatorio

Especialmente suplicamos tu intercesión en este


favor que te pedimos.
Petición.
Propósito.—Ofrece dar algo por los pobres, o ha¬
ceralgún acto de caridad, pequeño o grande, según
tus facultades.
Máxima.—Al que da algo por Dios, Dios le dará
el ciento por uno en esta vida, y'la posesión de la
vida eterna.
Récese algo por las intenciones del Romano Pon¬
tífice. Por ejemplo, un Padrenuestro.

XXVII

NOVENA DE LAS ANIMAS


DEL PURGATORIO

Por la señal, etc.


Señor mío Jesucristo, etc.
Oración para el primer día.

Señor mío Jesucristo, que quieres que tengamos


suma delicadeza de conciencia y santidad perfecta,

te rogamos nos la concedas a nosotros; y a los que


por no haberla tenido se están purificando en el
purgatorio, te dignes aplicar nuestros sufragios y
llevarlos pronto de aquellas penas al cielo. Te lo
pedimos por la intercesión de tu Madre purísima y
de San José.
Oración final para todos los días.

Oh María, Madre de misericordia, acuérdate de


los hijos tienes en el purgatorio, y .presentando
que
nuestros sufragios y tus méritos a tu Hijo, inter¬
cede para que les perdone sus deudas y los saque
de aquellas tinieblas a la admirable luz de su glo¬
ria, donde gocen de tu vista dulcísima y de la de
tu Hijo bendito.
Oh glorioso Patriarca San José, intercede junta¬
mente con tu Esposa ante tu Hijo por las almas
del purgatorio.

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NOVENA DE LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO 435

Responso para terminar cada día.

No te
acuerdes, Señor, de mis pecados,—Cuando
vengas a purificar al mundo en
fuego.
Dirige, Señor Dios mío, a tu presencia mis
—Cuando vengas a pasos,
purificar al mundo en fuego.
Dales, Señor, el descanso eterno,
ellos la luz eterna,—Cuando y luzca para
mundo en
vengas a purificar al
fuego.
Kyrie eleison,—Christe
Padrenuestro.
eleison,—Kyrie eleison.
De la puerta del
almas. infierno:—Saca, Señor, sus

Descansen en
paz.—Amén.
Señor, oye mi oración.—Y llegue a ti mi clamor.
Oremos.—Oh Dios mío, de
quien propio com¬ es
padecerse y perdonar: te
rogamos suplicantes por
las almas de tus
siervos que has mandado
de este emigrar
mundo, para que no las dejes el purga¬
torio, sino que mandes que tus santosen
tomen y las lleven a la ángeles las
patria del paraíso, para que,
pues esperaron y creyeron en
ti, no padezcan las
penas del
purgatorio, sino que posean los gozos
eternos. Por Cristo nuestro
Señor. Amén.
Dales, Señor, el descanso eterno.—Y luzca
ellos la luz para
perpetua.
Descansen en paz.—Amén.
Oración para el segundo día.

Señor mío
Jesucristo, que eres cabeza de todos
tusfieles cristianos que en ti nos unimos como
miembros de un mismo
cuerpo, que es la
Iglesia;
tesuplicamos nos unas más y más
nuestras oraciones contigo, y que
y sufragios de buenas obras
aprovechen a las ánimas de nuestros hermanos del
purgatorio, para que lleguen pronto a unirse a sus
hermanos del cielo.
Oración final
y responso, pág. 434.

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436 NOVENA DE LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO

Oración para el tercer día.

Señor mío Jesucristo, que a los que pecan casti¬


gas con justicia en esta vida en la otra: concé¬
o
denos la gracia de nunca pecar y ten misericordia
de los que, habiendo pecado, no pudieron, por falta
de tiempo, o no quisieron, por falta de voluntad y
por amor del regalo, satisfacer en esta vida, y están
padeciendo ahora sus penas en el purgatorio; y a
ellos y a todos llévalos pronto a su descanso.
Oración final y responso, pág. 434.
Oración para el cuarto día.

Señor míoJesucristo, que exiges la penitencia


aun pecados veniales en este mundo o en el
de los
otro; danos temor santo de los pecados veniales, y
ten misericordia de los que, por haberlos cometido,
están ahora purificándose en el purgatorio, y líbra¬
los a ellos y a todos los pecadores de sus penas,
llevándoles a la gloria eterna._
Oración final y responso, pág. 434.

Oración para el quinto día.


Señor mío Jesucristo, que a los regalados en esta
vida, que no pagaron por su culpa o no tuvieron bas¬
tante caridad con el pobre, castigas en la otra con
la penitencia que aquí no hicieron: concédenos las
virtudes de la mortificación y de la caridad, y acep¬
ta misericordioso nuestra caridad y sufragios, para
que por ellos lleguen pronto a su descanso eterno.
Oración final y responso, pág. 434.

Oración para el sexto día.

Señor mío Jesucristo, que quisiste honráse¬ que


mos a nuestros padres y parientes y distinguiése¬
mos a nuestros amigos: te rogamos por todas las

ánimas del purgatorio, pero especialmente por los


padres, parientes y amigos de cuantos hacemos esta
novena, para que logren el descanso eterno.
Oración final y responso, pág. 434.

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NOVENA DE LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO 437

Oración para el séptimo día.

Señor mío Jesucristo, que a los que 110 se pre¬


paran a tiempo para la muerte, recibiendo bien los
últimos sacramentos y purificándose de los residuos
de la mala vida pasada, los purificas en el
purga¬
torio con terribles tormentos:
suplicárnoste, Señor,
porlos que murieron sin prepararse y por todos los
demás, rogándote que les concedas a todos ellos
la gloria y a nosotros recibir bien los últimos sa¬
cramentos.
Oración final y
responso, pág. 434.

Oración para el octavo dia.

Señor mío Jesucristo, que a los


que vivieron en
este mundo demasiado aficionados a los bienes te¬
rrenales y olvidados de la
gloria, los retienes apar¬
tados del premio,
para que se purifiquen de su ne¬
gligencia en desearlo: calma, Señor misericordioso,
sus ansias y colma sus deseos, para que
gocen pron¬
to de tu presencia; y a nosotros concédenos amar
de tal manera los bienes celestiales, que no desee¬
mos desordenadamente los terrenos.
Oración final y responso, pág. 434.

Oración para el noveno día.

Señor mío Jesucristo, cuyos


méritos son infinitos
y cuya bondad es inmensa: mira propicio a tus hi¬
jos que gimen en el purgatorio anhelando la hora
de ver tu faz, de recibir tu abrazo, de descansar a
tu lado, y mirándolos compadécete de sus penas y
perdona lo que les falta que pagar por sus culpas.
Nosotros te ofrecemos nuestras obras
y sufragios,
los de tus Santos y Santas, los de tu Madre
y tus
méritos; haz que pronto salgan de su cárcel y reci¬
ban de tus manos su libertad y la gloria eterna.
Oración final y responso, pág. 434.

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438 NOVENA DE LAS ÁNIMAS DEL PURGATORIO

RESPONSO EN LATÍN

S. Ne recorderis peccata mea, Domine.


R. Dum veneris iudicare saeculum per ignem.
S. Dirige, Domine Deus meus, in conspectu tuo
viam meam.
R. Dum veneris iudicare saeculum per ignem.
S. Réquiem aeternam dona eis, Domine, et lux
perpetua luceat eis.
R. Dum veneris iudicare saeculum per ignem.
S. Kyrie eleison.
R. Christe eleison.
S. Kyrie eleison.—Pater noster...
S. En ne nos inducas in tentationem.
R. Sed libera nos a malo.
S. A posta inferi.
R. Erue, Domine, animas eorum.
S. Requiescant in pace.
R. Amen.
S. Domine, exaudi orationem meam.
R. Et clamor meus ad te veniat.
S. Dominus vobiscum.
R. Et cum spiritu tuo.
Oremus.—Fidelium Deus omnium Conditor et
Redemptor, animabus famulorum famularumque
tuarum remissionem cunctorum tribue peccatorum:
ut indulgentiam, quam semper optaverunt, piis
supplicationibus consequantur. Qui vivis et regnas
in saecula saeculorum. R. Amen.
S. Réquiem f aeternam dona eis, Domine.
R. Et lux perpetua luceat eis.
S. Requiescat in pace. R. Amen.
S. Animae eorum et omnium fidelium defuncto-
rum
per misericordiam Dei requiescant in pace.
R. Amen.

Cuando es por un difunto.

Oremus.—Inclina, Domine, aurem tuam ad pre¬


ces nostras, quibus misericordiam tuam supplices
deprecamur, ut animam famuli tui N., quam de

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ACTO HEROICO EN FAVOR DE LAS ÁNIMAS 439

hoc saeculo migrare iussisti, in pacis ac lucis regior\e


constituas, et sanctorum tuorum iubeas esse con-
sortem. Per Christum Dominum nostrum.
R. Amen.
Cuando es por una difunta.

Oremus.—Qusesumus, Domine, pro tua pietate


miserere animas famulae tuae N., et a contagiis mor-
talitatis exutam in asternae salvationis
partem re-
stitue. Per Christum Dominum nostrum.
R. Amen.

XXVIII

ACTO HEROICO DE CARIDAD


EN FAVOR DE LAS BENDITAS ALMAS DEL PURGATORIO

Este acto de caridad tan


agradable a Dios, tan útil
a las benditas almas del
purgatorio, y tan provechoso
a nosotros mismos, consiste en hacer entera donación
de todas nuestras obras
satisfactorias e indulgencias en
favor de ellas.
Los fieles que hicieren este acto de caridad (llamado
voto, aunque en rigor no lo sea), pueden ganar indul¬
gencia plenaria para los fieles difuntos, en cualquier día
con la comunión,
y en cualquier lunes con la misa en
sufragio de los fieles difuntos, con tal que en ambos
casos visiten
alguna iglesia u oratorio público, y oren
allí algo por la intención de Su Santidad.—Asimismo
pueden aplicar por los difuntos todas y cada una de
las indulgencias que ganen, en
cualquiera forma que
se concedan.
Para hacer este voto no es necesario pronunciar
pa¬
labras: basta que se haga con el corazón; ni es
preciso
repetirlo muchas veces.
Este voto no impide que apliquemos los sufragios
y
obras a obligaciones que tengamos por regla o
por otras
causas, ni que roguemos por nuestros parientes y ami¬
gos. Sólo se aplica a las ánimas el fruto satisfactorio,
sea
propio, sea participado por las indulgencias; que-

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44C ACTO HEROICO EN FAVOR DE LAS ÁNIMAS
dando para nosotros el meritorio, que a nadie podemos
comunicar; y elpropiciatorio e impetratorio para lo que
queramos. Este voto no obliga bajo ningún pecado y
puede cualquiera revocarlo cuando quiera.

FÓRMULA
CON QUE PUEDE HACERSE EL OFRECIMIENTO
EN FAVOR DE LAS BENDITAS ALMAS
DEL PURGATORIO

Omnipotente y sempiterno Señor, yo... aunque


indigno de parecer en vuestra presencia, para ma¬
yor gloria de Dios, y para demostrar mi sincera
esclavitud a la Madre de misericordia María San¬

tísima, que también es Madre de las ánimas del


purgatorio, deseando librar a estas ánimas de sus
penas, y que vayan cuanto antes a glorificaros en
el cielo, ofrezco espontáneamente y pongo en manos
de nuestra piadosísima Madre y Señora la Virgen
María, todas mis obras satisfactorias, propias y par¬
ticipadas, en vida, en muerte y después de mi muer¬
te; para que la Santísima Virgen las aplique a quien
ella más quisiere del purgatorio.
Os ruego, Señor misericordioso, que os dignéis
aceptar este mi ofrecimiento para gloria vuestra,
alegría de las ánimas y provecho de mi alma.
En cuanto a las deudas por mis pecados, que
detesto, yo me ofrezco con toda humildad y resig¬
nación a pagarlas, si así lo queréis, en el purgatorio,
resignándome en brazos de vuestra misericordia y
en la bondad de nuestra dulce Madre la Virgen
María.
Padrenuestro y Avemaria por las ánimas del pur¬
gatorio.
y. Requiescant in pace.
R7. Amen.

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CUANDO CAIGAS ENFERMO
44I

XXIX

CUANDO CAIGAS ENFERMO

No te pongas en manos de curanderos. Avisa al


médico.
Avisa también al párroco, o a algún sacerdote,
para que te dé la bendición de enfermos.
Acude sobre todo a Dios: pídele la salud,
y para
que te la dé, pídele perdón de tus pecados y que
no te
castigue por- ellos.
Dios yel médico te pueden dar la salud. Dios
sólo no te la querrá dar sin médicos. El médico
sólo poco puede si Dios no
quiere. Pídele a Dios
le dé acierto y destreza. El obedecer al médico es
virtud y prudencia.
La confesión.—Conviene hacerla muy pronto, en
cuanto uno lleve dos o tres días enfermo.
Hay mu¬
chos decretos eclesiásticos
que prohiben a los mé¬
dicos visitar más de tres veces, si el enfermo no se
ha confesado. No hace falta confesión
general; pero
bueno es recordar y arrepentirse en general de toda
la vida pasada.
La comunión.—Aun cuando no estés
gravemente
enfermo ni peligro de muerte, te aconseja el Ri¬
en

tual de la Iglesia que la recibas pronto, sobre todo


si ocurre alguna fiesta.
El viático.—Es lícito siempre que la enfermedad
es
grave; es decir, tal que traiga consigo peligro de
muerte, aun cuando sea más probable que se reco¬
brará la salud. Es obligatorio cuando no hay proba¬
bilidad de recobrar la salud. No te descuides, porque
muchos pierden el juicio antes de tomar el viático.
No es preciso permiso del médico; muchos médicos
no avisan sino a última hora, pero se alegran cuan¬
do se toma el viático sin decírselo
a ellos.
Viático sin solemnidad.—En enfermedades lar¬
gas, o que principian, se puede tomar el viático,
sin tanta solemnidad, pronto,
y dejar el viático so¬
lemne para más tarde.

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442 CUANDO CAIGAS ENFERMO

Repetición del viático.—Después de tomar el viá¬


tico, si un enfermo vive o escapa del peligro de
muerte y quiere comulgar, no deje de hacerlo, que
el párroco tendrá mucho gusto en dárselo.
Testamento.—También debe el enfermo hacer
testamento a tiempo, sin aguardar a estar muy
grave. Aunque mejor sería que todos en buena sa¬
lud tuviesen cuidado de hacer testamento, sin de¬
jarlo para última hora.
La extremaunción.—Se puede tomar en cuanto
haya peligro probable de muerte, aunque el enfer¬
mo
haya de vivir todavía bastante, y aun cuando
haya de salir de la enfermedad. Precisamente, una
de las razones por que se da, es para que el Señor,
si conviene, dé la salud al enfermo. En muchas pa¬
rroquias da al mismo tiempo que el viático.
se
Extremaunción a niños y ancianos.—A los niños

que hayan llegado al uso de la razón se les debe


dar la extremaunción cuando estén gravemente en¬
fermos. A los ancianos que desfallecen por su edad
y que están para morir cada día, sin más enferme¬
dad, se les dará la extremaunción.
Lo que se necesita para el viático.—Una mesita
donde la vea el enfermo.—Sobre ella un mantel
limpio o lienzo decente.—Un crucifijo y al lado dos
velas encendidas.—A la derecha, un vasito con un
poco de agua.—Si hay, otro vasito con agua ben¬
dita y un ramito.
Lo que se necesita para la extremaunción.—Lo
mismo que para el viático, añadiendo un platito
con siete bolitas de algodón o lino y una miga de
pan.—Bueno es tener una jofaina y toalla para que
el sacerdote se lave, si quiere, un poco las manos
después de la unción.—Después de la unción, se
queman los algodones y el pan.
CUANDO SE ACERQUE LA MUERTE
Cuando se acerque la muerte dice el Ritual que
se exhorte al enfermo con prudencia a hacer actos
de fe, esperanza y caridad y otras virtudes.

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CUANDO CAIGAS ENFERMO 443

Que crea firmemente los artículos de la fe y todo


cuanto nos enseña y cree la santa Iglesia católica,
apostólica, romana.
Que espere que Cristo nuestro Señor por su in¬
mensa clemencia le será
propicio; y que por los mé¬
ritos de su santísima Pasión y por la intercesión de
la Santísima Virgen María
y de todos los Santos
alcanzará la vida eterna.
Que ame de todo corazón y desee amar lo más
posiblea Dios nuestro Señor, con el amor con que
le aman los Santos y Bienaventurados todos.
Que por amor de Dios se duela de corazón de
cualquier ofensa cometida contra Dios nuestro Se¬
ñor y el prójimo.
Que por amor de Dios perdone de corazón a to¬
dos los que de cualquier modo le hayan sido mo¬
lestos o enemigos.
Que pida perdón a los que haya ofendido alguna
vez de
palabra o de obra.
Que lleve con paciencia el dolor o molestia de la
enfermedad, por amor de Dios y en penitencia de
sus
pecados.
Que proponga, si el Señor se digna darle la salud
del cuerpo, alejarse en adelante del pecado cuanto
pueda, y guardar los mandamientos.
Exhórtesele a decir de cuando en cuando, por lo
menos de corazón, jaculatorias como éstas:

Jaculatorias del Ritual.—Ten piedad de mí, Se¬


ñor, según tu gran misericordia.—En ti he esperado,
Señor; no seré confundido para siempre.—En tus
manos, Señor, encomiendo mi espíritu: tú me redi¬
miste, Señor Dios verdadero.—Señor, sed mi Dios
protector.—Dulcísimo Señor Jesucristo, por la vir¬
tud de tu santísima pasión, recíbeme en el número
de tus escogidos.—Señor mío Jesucristo, recibe mi
alma.—María, Madre de gracia, Madre de misericor¬
dia, defiéndenos de nuestros enemigos y recógenos
en la hora de nuestra muerte.—Santo
Angel de Dios,
asísteme y guárdame.—Todos los santos Angeles y
todos los Santos, interceded por mí y socorredme.

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cuando caigas enfermo
444

Otras jaculatorias para auxiliar a moribundos se pue¬


den sacar del capítulo Jaculatorias, que viene después.
Son también muy las mejores los frag¬
buenas y
mentos o palabras muy conocidas: Jesús.—Jesús,
María.—Jesús, María y José.—Padre nuestro que
estás en los cielos, hágase tu voluntad.—Santa Ma¬
ría, ruega por nosotros pecadores ahora y en la
hora de nuestra muerte.—Después de este destierro
muéstranos a Jesús, fruto bendito de tu vientre.—
No permitas, Señor, que me separe de ti.-—Ofréz-
coos, Señor, mi vida en satisfacción de mis peca¬
dos.—Creo en Dios.
En la agonía.—Conviene llamar a un sacerdote.
—Encender una o dos velas si se tiene.—Poner al
alcance o vista del enfermo un crucifijo.—Sugerir
al enfermo algunas jaculatorias.—Leerle, si no hay
sacerdote, la recomendación del alma, pág. 454.
Al ir a morir, si puede, diga el enfermo tres ve¬
ces: Jesús, Jesús, Jesús; y si no puede, dígaselo
alguno con devoción.

XXX

MODO DE TOMAR EL VIATICO

ingrediens locum, ubi iacet infirmus, dicat:


Sacerdos
y. Pax huic domui.—iy. Et ómnibus habitanti-
bus in ea.
Tum depositum Sacramentum super mensa, suppo-
sito corporali, genuflexus adorat, ómnibus in genua
procumbentibus; et mox accepta aqua benedicta, as-
pergit infirmum, et cubiculum, dicens Antiphonam:
Asperges me, Domine, hyssopo, et mundabor:
nivem dealbabor. Ps. Miserere
lavabis me, et super
mei, Deus, secundum magnam misericordiam tuam
Gloria Patri.
Asperges me, Domine, hyssopo, et mundabor:
lavabis me, et super nivem dealbabor.
y. Adiutorium nostrum in nomine Domini.
iy. Oui fecit coelum et terram.

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MODO DE TOMAR EL VIÁTICO 445

y. Domine, exaudí orationem meam.


R7. Et clamor meus ad te veniat.
y. Dominus vobiscum.
R7. Et cum spiritu tuo.
Oremus.—Exaudí nos, Domine sánete, Pater
omnipotens, aeterne Deus: et mittere digneris san-
ctum Angelum tuum de coelis, qui custodiat, ío-
veat, protegat, visitet atque defendat omnes habi¬
tantes in hoc habitáculo. Per Christum Dominum
nostrum. R7. Amen.
Confíteor Deo...
Misereatur tui omnipotens Deus, et dimissis
pec-
catis tuis, perducat te in vitam aeternam.
Rj. Amen.
Indulgentiam, absolutionem et remissionem pec-
catorum tuorum tribuat tibi
omnipotens et miseri-
cors Dominus.
R7. Amen.
Luego procede a que el enfermo haga la protestación
de la fe, diciendo:

Antes que recibáis el Santísimo Sacramento,


que
es el verdadero Cuerpo y Sangre de nuestro Señor
Jesucristo real y verdaderamente como está en los
cielos, que aquí os viene a visitar, es necesario que
como fiel y católico cristiano hagáis la protestación
de la fe, y así me responderéis a lo que os fuere
preguntando:
Sacerdote. ¿Creéis en Dios Padre todopoderoso,
Criador del cielo y de la tierra, y de las cosas visi¬
bles e invisibles?—R. Sí creo.
S. ¿Creéis en Jesucristo, su único Hijo?—R. Sí
creo.
5. ¿Creéis en el Espíritu Santo?—R. Sí creo.
S. ¿Creéis que Padre, Hijo y Espíritu Santo son
tres personas distintas y un solo Dios verdadero?—
R. Sí creo.
S. ¿Creéis que nuestro Señor Jesucristo en cuan¬
to hombre fué concebido por
virtud del Espíritu
Santo, y nació de la Virgen Santa María, quedando

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446 MODO DE TOMAR EL VIÁTICO

ella virgen antes del parto, en el parto y después


del parto?—R. Sí creo.
S. ¿Creéis que padeció, que fué crucificado y
muerto por salvar los pecadores?—R. Sí creo.
5. ¿Creéis que fué sepultado, y descendió a los
infiernos, de donde sacó las almas de los Santos
Padres que estaban esperando su santo adveni¬
miento?—i?. Sí creo.
5. ¿Creéis que al tercero día resucitó de entre
los muertos, y subió a los cielos, y está sentado a
la diestra de Dios Padre, y de allí ha de venir, al
fin del mundo, a juzgar los vivos y los muertos?—
R. Sí creo.
5. ¿Creéis que todos hemos de resucitar en nues¬
tros propios cuerpos, para que cada uno reciba ga¬
lardón o castigo conforme a sus obras?—R. Sí creo.

Después tomando el sacerdote la Cruz, la da a besar


al enfermo.

Pues con esa fe y creencia adoraréis la santa


Cruz, repitiendo conmigo: Adorárnoste, Señor, y
bendecírnoste, que por tu santa Cruz redimiste al
mundo.

Luego, hecha genuflexión al Sacramento, le toma en


la mano, loeleva y dice:
Ecce Agnus Dei, ecce qui tollit peccata mundi.
5. Réstaos confesar los Sacramentos de la santa
Iglesia católica; por los cuales nos salvamos.
¿Creéis que en la Iglesia católica, que es la con¬
gregación de los fieles cristianos, por el Bautismo
y por los otros Sacramentos nos perdona Dios nues¬
tros pecados, y nos hace herederos de su reino?—
R. Sí creo.
S. ¿Creéis que por virtud de las palabras que
Cristo dijo en la última cena, y cualquier sacer¬
dote rectamente ordenado, por pecador e indigno
que sea, dice, se convierte la substancia del pan en
Cuerpo de Cristo, y la substancia del vino en su
Sangre?—R. Sí creo.

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MODO DE TOMAR EL VIÁTICO 447

5. ¿Y que esto, que yo ahora tengo en mis ma¬


nos, es el verdadero Cuerpo de nuestro Señor Je¬
sucristo?—i?. Sí creo.
S. Además de esto, ¿perdonáis de corazón a to¬
dos los que os han hecho injuria o algún
pesar?—
R. Sí perdono.
S. ¿Pedís asimismo perdón a aquellos que en al¬
gún tiempo hubiereis ofendido por palabra o por
obra?—R. Sí pido.
S. Pues con la mayor devoción posible, decid:
Señor mío Jesucristo, yo no soy digno de que
vues¬
tra divina Majestad entre en mi pobre morada; mas
por vuestra divina palabra, mis pecados sean per¬
donados, y mi alma sea sana y salva.
Se repite tres veces, y al fin dirá el enfermo:
En tus manos, Señor, encomiendo mi alma y mi
espíritu; redimísteme, Señor, Dios de la verdad.
El sacerdote al dar al enfermo la Eucaristía, dice:
Accipe, frater (vel soror), viaticum Corporis Do-
mini nostri Iesu Christi, qui te custodiat ab hoste
maligno, et perducat in vitam seternam. Amen.
Después dice:
y. Dominus vobiscum.
R7. Et cum spiritu tuo.
Qremus.—Domine sánete, Pater omnipotens,
aeterne Deus, te fideliter deprecamur, ut accipienti
fratri nostro (vel sorori nostrse) sacrosanctum Cor¬
pus Domini nostri Iesu Christi Filii tui, tam corpo-
ri quam animse prosit ad remedium
sempiternum:
Qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti
Deus, per omnia ssecula saeculorum. R7. Amen.
En castellano:

Paz a esta casa,—Y a todos sus habitantes.

Me rociarás, Señor, con hisopo, y seré limpio: me la¬


varás, y quedaré más blanco que la nieve.
Ten piedad de mí, oh Dios, según tu gran misericordia.
Gloria al Padre, etc.

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44-8 MODO DE RECIBIR LA EXTREMAUNCIÓN
Me rociarás, Señor, con hisopo, y seré limpio: me la¬
varás, y quedaré más blanco que la nieve.
Nuestro auxilio en el nombre del Señor,—Que hizo
el cielo y la tierra.
Señor, oye mi oración,—Y mi clamor llegue a ti.
El Señor con vosotros,-—Y con tu espíritu.
Oremos.—Óyenos, Señor santo, Padre omnipotente,
Dios eterno; y dígnate enviar del cielo tu santo Ángel,
que guarde, prospere, proteja, visite y defienda a todos
los moradores de esta habitación. Por Cristo nuestro
Señor. Amén.
pecador, me confieso a Dios, etc.
Yo

Tenga misericordia de ti Dios omnipotente, y perdo¬


nando tus pecados, te conduzca a la vida eterna. Amén.
El Señor todopoderoso' y misericordioso te conceda
el perdón, la absolución y remisión de tus pecados.
Amén.
He aquí el Cordero de Dios, he aquí el que quita los
pecados del mundo.
(Aquí se hace la protestación de fe, como está arriba.)
Recibe, hermano, el viático del Cuerpo de nuestro
Señor Jesucristo, que te guarde del maligno enemigo,
y te conduzca, a la vida eterna. Amén.
El Señor con vosotros,—Y con tu espíritu.
Oremos.—Señor santo, Padre omnipotente, Dios eter¬
no, confiadamente te suplicamos que a este hermano
nuestro (o hermana nuestra) que ha comulgado, le sirva
tanto al cuerpo como al alma de remedio sempiterno,
el sacrosanto Cuerpo de nuestro .Señor Jesucristo, tu
Hijo, que vive y reina contigo en unidad del Espíritu
Santo, Dios por todos los siglos de los siglos. Amén.

XXXI

MODO DE RECIBIR LA EXTREMAUNCION


Sacerdos intrans cubiculum, dicit:
f. Pax huic domui.—R7. Et ómnibus liabitanti-
bus in ea.
Deinde subiungit:
Asperges me, Domine, etc.

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MODO DE RECIBIR LA EXTREMAUNCIÓN 449

Postea dicit:

y. Adiutorium nostrum in nomine Domini.


R7. Qui fecit coelum et terram.
y. Dominus vobiscum.
R7. Et cum spiritu tuo.

Oremus.—Introeat, Domine Iesu Christe, do-


mum hanc, sub nostrae humilitatis ingressu, aeterna
felicitas, divina prosperitas, serena laetitia, caritas
fructuosa, sanitas sempiterna: effugiat ex hoc loco
accessus daemonum: adsint Angeli pacis, domum-
que hanc deserat omnis maligna discordia. Magni¬
fica, Domine, super nos nomen sanctüm tuum; et
benedic f nostrae conversationi: sanctifica nostrae
humilitatis ingressum, qui sanctus et qui pius es, et
permanes cum Patre et Spiritu Sancto in saecula
saeculorum. R7. Amen.
Oremus et deprecemur Dominum nostrum Iesum
Christum, ut benedicendo benedicat f hoc taber-
naculum, et omnes habitantes in eo, et det eis
Angelum bonum custodem, et faciat eos sibi ser-
vire ad considerandum mirabilia de
lege sua: aver-
tat ab eisomnes contrarias
potestates: eripiat eos
ab omni formidine et ab omni perturbatione, ac
sanos in hoc tabernáculo custodire
dignetur: Qui
cum Patre et Spiritu Sancto vivit et regnat Deus
in saecula saeculorum. R7. Amen.
Oremus.—Exaudi nos, Domine sánete, Pater om-
nipotens, aeterne Deus: et mittere digneris sanctum
Angelum tuum de coelis, qui custodiat, foveat, pro-
tegat, visitet atque defendat omnes habitantes in
hoc habitáculo. Per Christum Dominum nostrum.
R7. Amen.
Tum de more facta confessione generali Sacerdos dicat:
Misereatur tui, etc.
Indulgentiam, absolutionem, etc.
Mox dicat:
In nomine Patris f et Filii f et Spiritus f Sancti,
exstinguatur in te omnis virtus diaboli per impo-
sitionem manuum nostrarum, et per invocationem
15
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45° MODO DE RECIBIR LA EXTREMAUNCIÓN

omnium Angelorum, Archangelorum,


sanctorum
Patriarcharum Prophetarum, Apostolorum, Mar-
tyrum, Confessorum, Virginum, atque omnium si-
mul Sanctorum. R7. Amen.
Deinde intincto pollice in Oleo sancto in modum
crucis ungit infirmum in partibus hic subscriptis, dicens:
Ad oculos.—Per istam sanctam unctionem f et
suam piissimam misericordiam, indulgeat tibi Do-
minus quidquid per visum deliquisti. Amen.
Ad aures.—Per istam sanctam unctionem f et
suam piissimam misericordiam, indulgeat tibi Do¬
minas quidquid per auditum deliquisti. Amen.
Ad nares.—-Per istam sanctam unctionem f et
suam piissimam misericordiam, indulgeat tibi Do-
minus quidquid per odoratum deliquisti. Amen.
Ad os, compressis labiis.—Per istam sanctam un¬
ctionem f et suam piissimam misericordiam, indul¬
geat tibi Dominus quidquid per gustum et locutio-
nem deliquisti. Amen.

Ad manus.—Per istam sanctam unctionem f et


suam piissimam misericordiam, indulgeat tibi Do¬
minus quidquid per tactum deliquisti. Amen.
Ad pedes.—Per istam sanctam unctionem j et
suam piissimam misericordiam, indulgeat tibi Do¬
minus quidquid per gressum deliquisti. Amen.
Ad lumbos sive renes.—Per istam sanctam un¬
ctionem f et suam piissimam misericordiam indul¬
geat tibi Dominus quidquid per lumborum delecta-
tionem deliquisti. Amen.
Haec unctio ad lumbos semper omittatur unctio pe-
dum ex qualibet retionabili causa omitti potest.
Kyrie eleison. Christe eleison. Kyrie eleison.
Pater noster.
y. Et ne nos inducas in tentationem.
E7. Sed libera nos a malo.
y. Salvum fac servum tuum.
1^7. Deus meus sperantem in te.

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MODO DE RECIBIR LA EXTREMAUNCIÓN 451

y. Mitte ei, Domine, auxilium de sancto.


Et de Sion tuere eum.
y. Esto ei, Domine, türris fortitudinis.
R7. A facie inimici.
y. Nihil proficiat inimicus in eo.
1^7. Et filius iniquitatis non apponat nocere ei
y. Domine, exaudi orationem meam.
R7. Et clamor meus ad te veniat.
y. Dominus vobiscum.
1^7. Et cum spiritu tuo.
Oremus.—Domine Deus, qui per Apostolum
tuum Iacobum locutus es: Infirmatur quis in vobis?
inducat presbyteros Ecclesiae, et orent super eum,
ungentes eum oleo in nomine Domini: et oratio
fidei salvabit infirmum, et alleviabit eum Dominus:
et si in peccatis sit, remittentur ei:—cura, quae-
sumus, Redemptor noster, gratia Sancti Spiritus
languores istius infirmi, eiusque sana vulnera, et
dimitte peccata, atque dolores cunctos mentis et
corporis ab eo expelle, plenamque interius et exte-
rius sanitatem misericorditer redde, ut ope mise¬
ricordias tuae restitutus, ad pristina reparetur offi-
cia: Qui cum Patre et Spiritu Sancto vi vis et regnas
Deus in saecula saeculorum. R/. Amen.
Oremus.—Réspice, quaesumus Domine, famulum
tuum N. in infirmitate sui corporis fatiscentem, et
animam refove, quam creasti: ut castigationibus
emendatus, se tua sentiat medicina salvatum. Per
Christum Dominum nostrum. 1^7. Amen.
Oremus.—Domine sánete, Pater omnipotens,
aeterne Deus, qui benedictionis tuae gratiam aegris
infundendo corporibus, facturam tuam multiplici
pietate custodis: ad invocationem tui nominis be-
nignus assiste, ut famulum tuum ab aegritudine
liberatum, et sanitate donatum, dextera tua erigas,
virtute confirmes, potestate tuearis, atque Ecclesiae
tuae sanctae cum omni desiderata prosperitate resti-
tuas. Per Christum Dominum nostrum. 1^7. Amen.

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452 MODO DE RECIBIR LA EXTREMAUNCIÓN

En castellano:

y. Paz a esta casa. R7. Y a todos sus habitantes.


Luego la roela con agua bendita, diciendo: Asperges pág. 444.)
y. Nuestro auxilio en el nombre del Señor. R7. Que
hizo el cielo y la tierra.
y. El Señor sea con vosotros. R7. Y con tu espíritu.
Oración.—Entren al mismo paso que este siervo tuyo,
oh Señor Jesucristo, la felicidad eterna, la prosperidad
divina, la alegría serena, la caridad fructuosa, la salud
perpetua; no tenga entrada en ella el demonio; tomen
sitio en ella los Ángeles de la paz y huya de esta casa
toda discordia maliciosa. Glorifica, Señor, tu santo
nombre sobre nosotros, y bendice nuestra vida; santi¬
fica mi humilde persona que entra en este recinto, Tú
que eres santo y clemente, y que vives con el Padre
y el Espíritu Santo por los siglos de los siglos. R7. Amén.
Roguemos y supliquemos a nuestro Señor Jesucristo
que bendiga con su bendición esta morada y a todos
sus habitantes, que les dé un buen Ángel de guarda,
que los conduzca a servirle y a considerar las maravi¬
llas de su ley; que aleje de ellos las malas influencias;

que les quite todo motivo de temor y de turbación, y


que se digne conservarles sanos y salvos en esta ha¬
bitación él que vive y reina con el Padre y el Espíritu
Santo... R7. Amén.
Oración.—Óyenos Señor santo Padre omnipotente,
Dios eterno, y dígnate enviar del cielo tu santo Ángel,
que guarde, prospere, proteja, visite y defienda a todos
los moradores de esta habitación. Por nuestro Señor
Jesucristo. R7. Amén.
Yo pecador...
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo: que el poder del demonio desaparezca en ti, por
la imposición de mis manos, y por la invocación de los
Ángeles, Arcángeles, Patriarcas, Profetas, Apóstoles,
Mártires, Confesores, Vírgenes y de todos los Santos
juntos. Amén.
Toca con el pulgar el óleo o aceite de los enfermos y hace una cruz
sobre los sitios que se señalarán, diciendo:

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MODO DE RECIBIR LA EXTREMAUNCIÓN 453

En los ojos.—Por esta santa unción,


y su piadosísima
misericordia, te perdone el Señor todo lo que has pecado
con la vista. Amén.
En los oídos.—-Por esta santa unción, y su piadosísima
misericordia, te perdone el Señor todo lo que has pecado
con el oído. Amén.

En la nariz.—Por esta... todo lo


que has pecado con
el olfato. Amén.
En los labios.—Por esta... todo lo
que has pecado con
el gusto y las palabras. Amén.
En las manos.—Por esta... todo lo
que has pecado con
el tacto. Amén.
En los pies.—Por esta... todo lo que has pecado por
tus pasos. Amén.
En los ríñones.-—Por esta... todo lo
que has pecado con
los deleites carnales. Amén.
(Esta unción no se da nunca; y la de los pies se puede omitir por
cualquier causa razonable. (Canon 947).
Kyrie eleison. Christe eleison. Kyrie eleison.
Pater noster..:
Y no nos dejes caer en la tentación.—Mas líbranos
de mal.

y. Envíale, Señor, tu socorro de tu santuario.


iy. Y desde Sión protégele.
y. Sé para él torre fortificada.
R7. Contra la presencia del enemigo.
y. Que el enemigo no tenga ninguna ventaja en él.
R7. Y que el hijo de la iniquidad no llegue a dañarle.
y. Señor, oye mi oración.
R7. Y que mi ruego llegue a ti.
y. El Señor sea con vosotros.
jy. Y con tu espíritu.
Oración.—Señor, Dios, que por boca de tu Apóstol
Santiago has dicho: «¿Está enfermo alguno entre vos¬
otros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, y oren por
él, ungiéndole con óleo en el nombre del Señor; y la
oración de la fe salvará al enfermo, y el Señor le ali¬
viará, y si se halla en pecados, se le perdonarán»: te
suplicamos, oh Redentor nuestro, por la gracia del
Espíritu Santo, que cures la enfermedad de este enfer-

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454 RECOMENDACIÓN DEL ALMA

mo; sana sus heridas, perdona sus pecados, ahuyenta

lejos de él los dolores del alma y del cuerpo, y devuél¬


vele completa salud interior y exterior, de modo que,
restablecido con la ayuda de tu misericordia, se dedi¬
que a sus ocupaciones de antes. Señor, que vives y
reinas con el Padre y el Espíritu Santo Dios por los
siglos de los siglos. Amén.
Oración.—Te rogamos, Señor, vuelvas tus ojos a tu
siervo (N.) fatigado por su enfermedad del cuerpo, y
fortalezcas el alma que criaste, para que enmendada
con el
castigo experimente su salvación por tu medici¬
na. Por nuestro Señor Jesucristo. Amén.
Oración.—Señor Santo, Padre todopoderoso, Dios
eterno, que derramando la gracia de tu bendición en
el cuerpo de los enfermos, conservas tan misericordio¬
samente a tus criaturas; oye benigno la invocación de
tu nombre, para que librando de la enfermedad y de¬
volviendo la salud a este siervo tuyo, le sostengas con
tu diestra, le fortalezcas con tu poder, le confirmes con
tu gracia, y le devuelvas a tu Iglesia con toda la pros¬
peridad que se puede desear. Por Jesucristo nuestro
Señor. Amén.

XXXII

RECOMENDACION DEL ALMA

Kyrie eleison.
Christe eleison.
Kyrie eleison.
Santa María,—Ruega por él (o por ella).
Todos los santos Ángeles y Arcángeles,—Rogad.
San Abel,—Ruega.
Todos los coros de los justos,—Rogad.
San Abrahán,—Ruega.
San Juan Bautista,—Ruega.
San José,—Ruega.
Todos los santos Patriarcas y Profetas,—Rogad.
San Pedro,—Ruega.
San Pablo,—Ruega.
San Andrés,—Ruega.

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RECOMENDACIÓN DEL ALMA
455

San Juan,—Ruega.
Todos los santos Apóstoles y Evangelistas, — Rogad.
Todos los santos Discípulos del Señor,—Rogad.
Todos los santos Inocentes,—Rogad.
San Esteban,-—Ruega.
San Lorenzo,—Ruega.
Todos los santos
Mártires,—Rogad.
San Silvestre,—Ruega.
San Gregorio,—Ruega.
San Agustín,—Ruega.
Todos los santos Pontífices y
Confesores,—Rogad.
San Benito,—Ruega.
San Francisco,—Ruega.
San Camilo,—Ruega.
San Juan,—Ruega.
Todos los santos Monjes y
Ermitaños,—Rogad.
Santa María Magdalena,—Ruega.
Santa Lucía,—Ruega.
Todas las santas Vírgenes y Viudas,—Rogad.
Todos los Santos y Santas de Dios,—Interceded
por él.
Séasle propicio,—Perdónale Señor.
Séasle propicio,—Líbrale (o líbrala), Señor.
Séasle propicio,—Líbrale (o líbrala), Señor.
De tu ira,—Líbrale, Señor.
De los peligros de la muerte.
De una mala muerte,
De las penas del infierno,
De todo mal,
Del poder del demonio,
Por tu natividad,
Por tu cruz y
pasión,
Por tu muerte y sepultura,
Por tu gloriosa resurrección,
Por tu admirable ascensión,
Por la gracia del Espíritu Santo consolador,
En el día del juicio,
Nosotros pecadores,—Te rogamos
que nos oigas.
Que le perdones,—Te rogamos que nos oigas.
Kyrie eleison.—Christe eleison.—Kyrie eleison.

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456 RECOMENDACIÓN DEL ALMA

Oración.—Sal, alma cristiana, de este mundo, en


nombre de Dios Padre omnipotente que te crió: en
nombre de Jesucristo Hijo de Dios vivo, que por
ti padeció: en nombre del Espíritu Santo, cuya gra¬
cia se derramó sobre ti: en nombre de la gloriosa y
santa Virgen y Madre de Dios María: en nombre de
San José, ínclito esposo de la misma Virgen: en
nombre de los Angeles y Arcángeles: en nombre de
los Tronos y Dominaciones: en nombre de los Prin¬
cipados y Potestades: en nombre de los Querubines
y Serafines: en nombre de los Patriarcas y Profetas:
en nombre de los santos Apóstoles y Evangelistas:

en nombre de los santos Mártires y Confesores: en

nombre de los santos Monjes y Ermitaños: en nom¬


bre de las santas Vírgenes y de todos los Santos y
Santas de Dios: descansa hoy en paz y habita en
la santa Sión. Por el mismo Jesucristo nuestro Se¬
ñor.—K7. Amén.
Oración.—Dios misericordioso, Dios clemente,
Dios que por vuestra gran misericordia borráis los
pecados de los penitentes y perdonáis las culpas de
los delitos pasados, mirad con benignidad a este
vuestro siervo (o sierva) N., y oíd sus súplicas, con
las cuales confesándoos de todo corazón, os pide el
perdón de todos sus pecados. Renovad en él, Padre
piadosísimo, todo lo que esté corrompido por terre¬
na fragilidad, o todo lo que esté violado por engaño

diabólico: y como miembro que es de vuestra re¬


dención, j untadlo con el cuerpo de vuestra Iglesia.
Señor, tened piedad de sus gemidos, tened miseri¬
cordia de sus lágrimas; y como no tiene más con¬
fianza que en vuestra misericordia, admitidlo en
vuestra santa reconciliación. Por Cristo nuestro Se¬
ñor.—R7. Amén.
Te encomiendo, carísimo hermano, a Dios omni¬
potente, te entrego al mismoque te crió, para que
después que hayas pagado con la muerte la deuda
común de los hombres, vuelvas a tu Criador, que
te formó del barro de la tierra. Cuando tu alma se

separe del cuerpo, sálgante al encuentro las esplén-

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RECOMENDACIÓN DEL ALMA
457

didas jerarquías de los Angeles: venga a


encontrar¬
te el senado de los Apóstoles, nuestros jueces: salga
a recibirte el triunfante
ejército de los generosos
Mártires: póngase alrededor de ti la florida multi¬
tud de los Confesores: recíbate el jubiloso coro de
las Vírgenes: y en el seno del feliz descanso te abra¬
cen estrechamente los Patriarcas. San José, dulcí¬
simo Patrono de los moribundos, te anime con
gran esperanza. La santa Madre de Dios María
vuelva benigna a ti sus ojos. Benigno y placen¬
tero se te manifieste el rostro de Jesucristo
que
mande colocarte en el número de los que conti¬
nuamente asisten en su presencia. Nada experi¬
mentes de cuanto horroriza en las tinieblas, de
cuanto rechina en las llamas, ni de cuanto aflige
en los tormentos. Ríndasete el ferocísimo Satanás
con sus ministros: a tu llegada al
juicio, viéndote
acompañado de los Angeles, estremézcase y huya
al horrible caos de la noche eterna. Levántese Dios,
y sean disipados sus enemigos, y huyan de su pre¬
sencia los que le aborrecieron. Desvanézcanse como
el humo: como la cera se derrite al fuego, así pe¬
rezcan los pecadores
a la vista de Dios, y los justos
se alegren
como en un convite en la presencia de
Dios. Sean, pues, confundidas y avergonzadas to¬
das las legiones infernales, y los ministros de Sata¬
nás no se atrevan a
impedirte tu camino. Líbrete
de los tormentos Jesucristo, que por ti fué crucifi¬
cado. Líbrete de la muerte eterna Jesucristo, que
se dignó morir por ti. Llévete Jesucristo, hijo de
Dios vivo,los vergeles siempre amenos del pa¬
a
raíso, y como verdadero pastor, reconózcate entre
sus ovejas. El te absuelva de todos tus pecados, y
te coloque a su diestra en la suerte de los escogi¬
dos. Veas cara a cara a tu Redentor, y estando

siempre en su presencia, mires con dichosos ojos la


verdad manifiesta. Establecido entre el ejército de
los Bienaventurados, goces de la dulzura de la con¬
templación divina por los siglos de los siglos.—
R7. Amén.

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458 RECOMENDACIÓN DEL ALMA

Oración.—Recibid, Señor, a vuestro siervo (o


sierva)en estado de poder esperar su salvación de
vuestra misericordia.—R7. Amén.
Librad, Señor, el alma de vuestro siervo de to¬
dos los peligros del infierno, y de los lazos de las
penas, y de todas las tribulaciones.—R/. Amén.
Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como
librasteis a Hejioc y a Elias de la muerte común
del mundo.—1^7. Amén.
Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como
librasteis a Noé del diluvio.—R7. Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como


librasteis a Abrahán de la ciudad de Ur en la Cal¬
dea.—R7. Amén.
Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como
librasteis a Job de sus tribulaciones.—R7. Amén.
Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como
librasteis a Isaac de ser ofrecido como hostia por
manos de su Padre Abrahán.—R7. Amén.

Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como


librasteis a Lot de los sodomitas y del incendio de
aquella ciudad.—1^7. Amén.
Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como
manos de Faraón, rey de
librasteis a Moisés de las
los egipcios.—R7. Amén.
Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como
librasteis a Daniel del lago de los leones. —

1^7. Amén.
Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como
librasteisa los tres jóvenes del horno del fuego ar¬
diente y de las manos de un rey inicuo.—1^7. Amén.
Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como
librasteis a Susana de un falso testimonio. —

1^7. Amén.
Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como
librasteisa David de las manos del rey Saúl, y de

las manos de Goliat.—R7. Amén.


Librad, Señor, el alma de vuestro siervo, como
librasteis a San Pedro y a San Pablo de las cárce¬
les.—R7. Amén.

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RECOMENDACIÓN DEL ALMA
459

Y así como librasteis a la Virgen y Mártir santa


Tecla de tres tormentos muy atroces, así también
dignaos librar el alma de este vuestro siervo, y
haced que goce con vos de los bienes celestiales.—
R7. Amén.
Oración.—Os encomendamos, Señor, el alma de
vuestro siervo N., y os suplicamos, Señor Jesucris¬
to, Salvador del mundo, que, pues por ella, movido
de vuestra misericordia, vinisteis al mundo, no le
neguéis la entrada en el lugar de vuestros Patriar¬
cas. Reconoced, Señor, esta obra vuestra, no hecha

por dioses extraños, sino por vos, que sois el solo


Dios vivo y verdadero; porque no hay otro Dios
más que vos, ni que llegue a vuestras obras. Lle¬
nad, Señor, de alegría a su alma en vuestra presen¬
cia, y olvidad sus pasadas iniquidades y los excesos
a que le llevaron el furor
y la fiebre de los malos
deseos; porque, aunque haya pecado, mas nunca
negó al Padre, ni al Hijo, ni al Espíritu Santo; an¬
tes bien creyó, tuvo celo de la honra de Dios, y
adoró con fidelidad al solo Dios
que hizo todas las
cosas.

Oración.—Os suplicamos, Señor, que olvidéis los


delitos de sujuventud y sus pecados de ignorancia;
y que por vuestra gran misericordia os acordéis de
él en vuestra clarísima gloria.
Abransele los cielos, alégrense con él los Angeles.
Recibid, Señor, en vuestro reino a vuestro siervo.
Recíbale el arcángel de Dios, San Miguel, que me¬
reció elprincipado del celestial ejército. Sálganle al
encuentro los santos Angeles de Dios para llevarlo
a la santa ciudad de la celestial Jerusalén. Recí¬

bale San Pedro Apóstol, a quien Dios entregó las


llaves del reino celestial. Asístale San Pablo Após¬
tol, que mereció ser vaso de elección. Interceda por
él San Juan Apóstol, escogido de Dios, a quien fue¬
ron revelados los celestiales secretos.
Rueguen por
él todos los santos Apóstoles, a los cuales dió el
Señor el poder de atar y desatar. Pidan por él to¬
dos los Santos y escogidos de Dios, los cuales pade-

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460 RECOMENDACIÓN DEL ALMA
fr
——

cieron tormentos en esta vida por el nombre de Je¬


sucristo: para que, libre de los lazos del cuerpo, me¬
rezca llegar a la gloria del reino celestial. Por nues¬
tro Señor Jesucristo, que siendo Dios, vive y reina
con el Padre y con el Espíritu Santo por los siglos

de los siglos. Amén.


Oración.—Que la clementísima Virgen Madre de
Dios María, piadosísima Consoladora de los afligi¬
dos, encomiende a su Hijo el alma de este su sier¬
vo N.
(o esta su sierva), para que, por su maternal
intercesión, no tema los terrores de la muerte, sino
que acompañada por ella penetre alegre en la de¬
seada mansión de la patria celestial. Amén.
A ti acudo, oh Patrono de los moribundos, San
José, y a ti en cuyo dichoso tránsito estuvieron so¬
lícitos Jesús y María, por estas dos carísimas pren¬
das te encomiendo con empeño el alma de este tu
siervo (o sierva) N., que lucha en la extrema ago¬
nía, para que por tu protección sea libre de las ase¬
chanzas del diablo y de la muerte perpetua y me¬
rezcair a los gozos eternos.
Si dura la agonía, o se dicen otras oraciones que hay
en el Ritual, o se lee la Pasión de nuestro Señor Jesu¬
cristo según San Juan, o se reza el Rosario entre los
presentes, o se dicen al enfermo, sin cansarle, algunas
jaculatorias, y se le da a besar algunas veces el Crucifijo.

Al expirar.

Procuren todos lospresentes, de rodillas, orar con


fervor. Sipuede, el moribundo diga tres veces: ¡JESÚS!
¡JESÚS! ¡JESÚS! Y si él no puede, dígalo con clara
voz el sacerdote o alguno de los presentes. Y si no le

parece imprudente, diga tanto esto como lo que sigue


al oído del enfermo.
En tus manos encomiendo mi espíritu.
Señor mío Jesucristo, recibe mi alma.
Santa María, ruega por mí. María, Madre de gra¬
cia, Madre de misericordia, defiéndeme del enemigo
y recógeme en la hora de mi muerte.

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RECOMENDACIÓN DEL ALMA
461

Cuando ha expirado ya, digan:

R7. Bajad, Santos de Dios, salid al paso. Ange¬


les del Señor, * para recoger su alma, * para pre¬
sentarla en la presencia del Altísimo.
y. Recójate Cristo, que te ha llamado, y lléven¬
te al seno de Abrahán los Angeles. * Para recoger
tu alma, * para presentarla la presencia del Al¬
en
tísimo.
Dale, Señor, el descanso eterno, y luzca para él
la luz eterna. * Para
presentarla en la presencia del
Altísimo.
Kyrie eleison. Christe eleison. Kyrie eleison.
Padrenuestro.
Dale, Señor, el descanso eterno.—Y la luz eterna
luzca para él.
De la puerta del infierno—Libra, Señor, su alma.
Señor, oye mi oración—Y llegue a ti mi clamor.
El Señor vosotros—Y tu
con con espíritu.
Oremos.—Señor, te encomendamos el alma de tu
siervo N. (o tu
sierva), para que muerto al mundo
viva para ti; y los pecados que por de la
fragilidad
vida humana cometió,
límpialos tú con el perdón
de tu misericordiosísima piedad. Por Cristo nuestro
Señor. Amén.
Descanse en paz. Amén.

AL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS,


POR LOS AGONIZANTES

Oh clementísimo Jesús, amador de las almas, os


pido por la agonía de vuestro Santísimo Corazón y
por los dolores de vuestra Madre Inmaculada, que
lavéis en vuestra sangre a los pecadores de toda la
tierra que ahora se hallan en la agonía y
que van a
morir hoy. Amén.
Corazón agonizante de Jesús, tened misericordia
de los moribundos.
Corazón compasivo de María, rogad por los mo¬
ribundos.

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462 ORACIÓN PARA OBTENER UNA BUENA MUERTE

Glorioso Patriarca San José, abogado de la buena


muerte, rogad por los moribundos.
Cada día agonizan unos 140.000.
Cada hora agonizan unos 6.000.
Cada minuto agonizan unos 100.
Cada segundo agonizan uno o dos.
Rogad por ellos.

XXXIII

ORACION
PARA OBTENER UNA BUENA MUERTE

Señor mío Jesucristo, Dios de bondad, Padre de


misericordia: me presento ante vos con el corazón
humillado y contrito, y os encomiendo mi última
hora, y lo que después de ella me espera.
Cuando mis pies, perdiendo su movimiento, me
adviertan que mi carrera en este mundo está próxi¬
ma a su fin, Jesús misericordioso, tened compasión

de mí.
Cuando mis manos, trémulas y entorpecidas, no
puedan ya estrechar el crucifijo, y a pesar mío, le
deje caer sobre el lecho de mi dolor, Jesús miseri¬
cordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis ojos, vidriados y desencajados por
el horror de la inminente muerte, fijen en vos sus
miradas lánguidas y moribundas, Jesús misericor¬
dioso, tened compasión de mí.
Cuando mis labios, fríos y convulsos, pronuncien
por última vez vuestro adorable nombre, Jesús mi¬
sericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi cara, pálida y amoratada, cause lás¬
tima y terror a los circunstantes, y mis cabellos,
bañados con el sudor de la muerte, erizándose en
mi cabeza, anuncien que está cercano mi fin, Jesús
misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis oídos, próximos a cerrarse para siem¬
bre a las conversaciones de los hombres, se abran

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ORACIÓN PARA OBTENER UNA BUENA MUERTE 463

para oír de vuestra boca la sentencia irrevocable,


que ha de fijar mi suerte por toda la eternidad,
Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mi imaginación,
agitada de horrendos
fantasmas, me cause mortales congojas; y mi espí¬
ritu, perturbado con el temor de vuestra justicia,
por el recuerdo de mis iniquidades, luche con el in¬
fernal enemigo, que quisiera quitarme la
esperanza
en vuestra misericordia
y precipitarme en los ho¬
rrores de la desesperación,
Jesús misericordioso, te¬
ned compasión de mí.
Cuando mi corazón, débil y
oprimido por el do¬
lor de la enfermedad, se vea
sobrecogido por el te¬
mor de la muerte,
fatigado y rendido por los es¬
fuerzos hechos contra los
enemigos de mi salva¬
ción, Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando derrame las últimas
lágrimas, síntomas
de mi destrucción, recibidlas, Señor, como un sa¬
crificio de expiación, a fin de que yo muera como
víctima de penitencia;
y en aquel momento terri¬
ble, Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
Cuando mis parientes amigos, juntos alrededor
y
de mí, se estremezcan al verme,
y me encomienden
a
Jesús misericordioso, tened, compasión de mí.
vos,
Cuando, perdido el uso de los sentidos, el mundo
todo desaparezca de mi vista,
y gima yo entre las
angustias de la última agonía y los afanes de la
muerte, Jesús misericordioso, tened, compasión de mí.
Cuando los últimos suspiros del corazón esfuer¬
cen al alma para salir del cuerpo, aceptadlos, Se¬
ñor, como hijos de una santa impaciencia de ir a
vos, y entonces, Jesús misericordioso, tened compa¬
sión de mí.
Cuando mi alma salga para siempre de este mun¬
do, dejando el cuerpo pálido, frío y sin vida, acep¬
tad la destrucción de él como un
homenaje que
rindo a vuestra divina
Majestad; y en aquella hora,
Jesús misericordioso, tened compasión de mí.
En fin, cuando mi alma comparezca ante vos y
vea por primera vez el esplendor de vuestra Ma-

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464 OFFICIUM DEFUNCTORUM

jestad, no la arrojéis de vuestra presencia; dignaos


recibirme el seno de vuestra misericordia, para
en

que cante eternamente vuestras alabanzas; y en¬


tonces, ahora' y siempre, Jesús misericordioso, tened
compasión de mí.
Oración.—Oh Dios mío, que, al condenarnos a la
muerte, nos habéis ocultado su momento y su hora:
haced que viviendo en justicia y santidad todos los
días de mi vida, merezca salir de este mundo en
vuestro santo amor. Por los méritos de nuestro Se¬
ñor Jesucristo, que vive y reina con vos en unidad
del Espíritu Santo. Amén.

ORACIÓN A NUESTRA SEÑORA


CONTRA LAS MUERTES REPENTINAS

(DE SAN ALFONSO).


Señora mía, Santa María, llena de gracia y de
misericordia: yo, indigno siervo tuyo, humildemen¬
te te ruego que no me consientas morir muerte arre¬

batada, porque no vaya mi alma de este mundo sin


entera fe y satisfacción de todos mis
confesión y
pecados. Óh María, Virgen bendita, por el amor de
tu Hijo bendito muy amado, ruega por mí peca¬
dor. Amén.

XXXIV

OFFICIUM DEFUNCTORUM

Pater, Ave, Credo, totum secreto.

Invitatorio.—Regem cui omnia vivunt, * Venite


adoremus.
Regem cui omnia vivunt, * Venite adoremus.
Venite, exultemus Domino, iubiíemus Deo salu-
tari nostro: praeoccupemus faciem eius in confes-
sione, et in psalmis iubiíemus ei.
Regem cui omnia vivunt, * Venite adoremus.
Quoniam Deus magnus Dominus, et Rex magnus
super omnes déos: quoniam non repellet Dominus

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OFFICIUM DEFUNCTORUM 465

plebem suam, quia in manu eius sunt omnes fines


terrae, et altitudines montium ipse conspicit.
Venite adoremus.
Quoniam ipsius est mare, et ipse fecit illud, et
aridam fundaverunt manus eius: venite, adoremus,
et procidamus ante Deum: ploremus coram Domi¬
no, qui fecit nos, quia ipse est Dominus Deus no-
ster: nos autem populus eius, et oves
pascuae eius.
Regem cui omnia vivunt, * Venite adoremus.
Hodie si vocem eius audieritis, nolite obdurare
corda vestra, sicut in exacerbatione secundum diem
tentationis in deserto: ubi tentaverunt me
patres
vestri, probaverunt et viderunt opera mea.
Venite adoremus.
Quadraginta annis proximus fui generationi huic,
et dixi:
Semper hi errant corde; ipsi vero non co-
gnoverunt vias meas, quibus iuravi in ira mea, si
introibunt in réquiem meam.
Regem cui omnia vivunt, * Venite adoremus.
Réquiem aeternam dona eis, Domine: et lux per¬
petua luceat eis.
Venite adoremus.
Regem cui omnia vivunt, * Venite adoremus.
NOCTURNUS

Antiphona.—Dirige, Domine Deus meus, in con-


spectu tuo viam meam.

PSALMUS V

Verba mea auribus percipe, Domine, *


intellige
clamorem meum.
Intende voci orationis meae, * Rex meus et Deus
meus.

Quoniam ad te orabo: * Domine, mane exaudies


vocem meam.

Mane astabo tibi et videbo: * quoniam non Deus


volens iniquitatem tu es.
Ñeque habitabit iuxta te malignus: * ñeque per-
manebunt iniusti ante oculos tuos.

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officium defunctorum
466

Odisti omnes, qui operantur iniquitatem: * per-


des omnes, qui loquuntur mendacium.
Virum sanguinum et dolosum abominabitur Do-
minus: * ego autem in multitudine misericordia
tuae.
Introibo in domum tuam: * adorabo ad templum
sanctum tuu.m in timore tuo.
Domine, deduc me in iustitia tua: * propter ini-
micos mieosdirige in conspectu tuo viam meam.
Quoniam non est in ore eorum veritas: * cor
eorum vanum est.
Sepulchrum patens est guttur eorum, linguis suis
dolose agebant, * iudica illos, Deus.
Decidant a cogitationibus suis, secundum multi-
tudinem impietatum eorum expelle eos: * quoniam
irritaverunt te, Domine.
Et líetentur omnes, qui sperant in te, * in aeter-
num exsultabunt: et habitabis in eis.
Etgloriabuntur in te omnes, qui diligunt nomen
tuum: * quoniam tu benedices iusto.
Domine, ut scuto bonae voluntatis tuse * coro-
nasti nos.

Réquiem asternam * dona eis, Domine.


Et lux perpetua * luceat eis.
Antiphona.—Dirige, Domine Deus meus, in con¬
spectu tuo viam meam.
Antiphona.—Convertere, Domine, et eripe ani-
mam meam; quoniam non est in morte qui memor
sit tui.
psalmus vi

Domine, ne in furore tuo arguas me, * ñeque in


ira tua corripias me.
Miserere mei, Domine, quoniam infirmus sum: *
sana me, Domine, quoniam conturbata sunt ossa
mea.
Et anima mea turbata est valde: * sed tu, Do¬
mine, usquequo?
Convertere, Domine, et eripe animam meam: *
salvum me fac propter misericordiam tuam.

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OFFICIUM DEFUNCTORUM
467

Quoniam non est in morte, qui me mor sit tui: *


in inferno autem
quis confitebitur tibi?
Laboravi in gemitu meo, lavabo
per singulas
noctes lectum meum: * lacrimis meis stratum meum

rigabo.
Turbatus est a furore oculus meus: * inveteravi
inter omnes inimicos meos.
Discedite a me omnes, qui operamini iniquitatem:
*
quoniam exaudivit Dominus vocem fletus mei.
Exaudivit Dominus deprecationem meam, * Do¬
minus orationem meam suscepit.
Erubescant, et conturbentur vehementer omnes
nimici mei: * convertantur, et erubescant valde ve-
lociter.
Réquiem aeternam * dona eis, Domine.
Et lux perpetua * luceat eis.
Antiphona.—Convertere, Domine, et eripe ani-
mam meam:
quoniam non est in morte, qui memor
sit tui.
Antiphona.—Nequando rapiat ut leo animam
meam, dum non est qui redimat, ñeque qui salvum
faciat.

PSALMUS VII

Domine Deus meus, in te speravi: * salvum me


fac ex ómnibus persequentibus me, et libera me.
Nequando rapiat ut leo animam meam, * dum
non est qui redimat, ñeque qui salvum faciat.
Domine Deus meus, si fecit istud, * si est
iniqui-
tas in manibus meis:
Si reddidi retribuentibus mihi mala, * decidam
mérito ab inimicis meis inanis.
Persequatur inimicus animam meam, et compre-
hendat, et conculcet in térra vitam meam, * et glo¬
riara meam in pulverem deducat.

Exsurge, Domine, in ira tua: * et exaltare in


finibus inimicorum meorum.
Et Domine Deus meus, in prsecepto
exsurge,
quod mandasti: * et synagoga populorum circum-
dabit te.

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468

Et propter hanc in altum regredere: * Dominus


iudicat populos.
Iudica me, Domine, secundum iustitiam meam, *
et secundum innocentiam meam super me.
Consumetur nequitia peccatorum, et diriges iu-
stum, * scrutans corda et renes, Deus.
Iustum adiutorium meum a Domino, * qui salvos
facit rectos corde.
Deus iudex iustus, fortis et patiens: * numquid
irascitur per singulos dies?
Nisi conversi fueritis, gladium suum vibrabit: *
arcum suum tetendit, et paravit illum.
Et in eo paravit vasa mortis, * sagittas suas ar-
dentibus effecit.
Ecce parturiit iniustitiam: * concepit dolorem, et
peperit iniquitatem.
Lacum aperuit, et effodit eum: * et incidit in fo-
veam, quam fecit.
Convertetur dolor eius in caput eius: * et in ver-
ticem ipsius iniquitas eius descendet.
Confitebor Domino secundum iustitiam eius: * et
psallam nomini Domini altissimi.
Réquiem aeternam * dona eis, Domine.
Et lux perpetua * luceat eis.
Antiphona.—Nequando rapiat, ut leo animam
meam, dum non est qui redimat, ñeque qui salvum
faciat.
y. A porta inferí. R7. Erue, Domine, animas
eorum.

Pater noster, totum secreto.

LECTIO I.—Job 7

Parce mihi, Domine: nihil enim sunt dies mei.


Quid est homo quia magnificas eum? aut quid
apponis erga eum cor tuum? Visitas eum diluculo,
et súbito probas illum. Usquequo non parcis mihi,
nec dimittis me, ut glutiam salivam meam? Pec-
cavi: quid faciam tibi, o custos hominum? Quare
posuisti me contrariumtibi, etfactussum mihi met-

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OFFICIUM DEFUNCTORUM
469

ipsi gravis? Cur non tollis peccatum meum, et qua-


re non aufers
iniquitatem meam? Ecce nunc in pul-
vere dormiam, et si mane me
quaesieris, non sub-
sistam.
1^7. Credo quod Redemptor meus vivit: et in 110-
vissimo die de térra surrecturus sum: * Et in carne
mea videbo Deum Salvatorem
meum.—y. Quem
visurus ego ipse, et non alius, et oculi
sum
mei
conspecturi sunt.—Et in carne mea videbo Deum
Salvatorem meum.

LECXIO 11.—Job 10
Taedet animam meam vitae meae: dimittam ad
versum me
eloquium meum: loquar in amaritudine
animae meae. Dicam Deo: Noli me condemnare: in¬
dica mihi cur me ita iudices.
Numquid bonum tibi
videtur, si calumnieris me, et opprimas me opus
manuum tuarum, et consilium impiorum adiuves?
Numquid oculi carnei tibi sunt: aut sicut videt
homo, et tu videbis? Numquid sicut dies hominis
dies tui, et anni tui sicut humana sunt
témpora,
ut quaeras iniquitatem meam,
et peccatum meum
scruteris? Et scias quia
nihil impium fecerim, cum
sit nemo qui de manu tua
possit eruere.
1^7. Qui Lazarum resuscitasti a monumento fceti-
dum: * Tu eis, Domine, dona
réquiem, et locum
indulgentiae.—f. Qui venturas iudicare vivos et es
mortuos, et saeculum per ignem.—Tu eis, Domine,
dona réquiem, et locum indulgentiae.

lectio ni.—Job 10
Manus tuae fecerunt me, et plasmaverunt me to-
tum in circuitu, et sic
repente praecipitas me? Me¬
mento, quaeso, quod, sicut lutum feceris me, et in
pulverem reduces me. Nonne sicut lac mulsisti me,
et sicut caseum me
coagulasti? Pelle et carnibus
vestisti ossibus et nervis compegisti me: vitam
me:
et misericordiam tribuisti mihi, et visitatio tua cu
stodivit spiritum meum.

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OFFICIUM DEFUNCTORUM
47°

R7. Domine, quando veneris iudicare terram, ubi


me abscondam a vultu irae tuae? * Quia peccavi ni-
mis in vita mea.—y. Commissa mea pavesco, et
ante te erubesco: dum veneris iudicare, noli me
condemnare.—Quia peccavi nimis in vita mea.—
Réquiem aeternam dona eis, Domine: et lux perpe¬
tua luceat eis.—Quia peccavi nimis in vita mea.
La Misa de difuntos está en la pág. 317 y siguientes.

POST MISSAM

Non intres in iudicium cum servo tuo, Domine,


quia nullus apud te iustificabitur homo, nisi per te
omnium peccatorum ei tribuatur remissio. Non
ergo eum, quaesumus, tua iudicialis sententia pre-
mat, quem tibi vera supplicatio fidei christianae
commendat; sed gratia tua illi succurrente, merea-
iudicium ultionis, qui, dum viveret, in-
tur evadere

signitus est signáculo sanctae Trinitatis. Qui vivis


et regnas in saecula saeculorum.—R7. Amén.
R7. Libera me, Domine, de morte aeterna, in die
illa tremenda: * Quando cceli movendi sunt et tér¬
ra: Dum veneris iudicare saeculum per ignem.—
f. Tremens factus sum ego, et timeo, dum dis-
cussio venerit atque ventura ira. * Quando coeli
movendi sunt et térra.—y. Dies illa, dies irae, ca-
lamitatis et miseriae, dies magna et amara valde. *
Dum veneris iudicare saeculum per ignem. Réquiem
aeternam dona eis, Domine: et lux perpetua luceat
eis.—y. Libera me, Domine, de morte aeterna, in
die illa tremenda. * Quando coeli movendi sunt et
térra: Dum veneris iudicare saeculum per ignem.
Kyrie eleison.
Christe eleison.
Kyrie eleison. Pater noster...
y. Et ne nos inducas in tentationem.
1^7. Sed libera nos a malo.
y. A porta inferi.
R7. Erue, Domine, animam eius.
y. Requiescat in pace.
R7. Amen.

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OFFICIUM DEFUNCTORUM
471

y. Domine, exaudí orationem meam.


R7. Et clamor meus ad te veniat.
y. Dominus vobiscum.
1^7. Et cum spiritu tuo.
Ore-mus.—Deus, cui proprium est misereri sem-
per et parcere: te supplices exoramus
pro anima
famuli tui N., quam hodie de hoc sseculo
migrare
iussisti, ut non tradas eam in manus inimici,
ñeque
obliviscaris in finem, sed iubeas eam a sanctis An-
gelis suscipi, et ad patriam Paradisi
perduci: ut,
quia in te speravit et credidit, non
pcenas inferni
sustineat, sed gaudia aeterna possideat. Per Chri-
stum Dominum
nostrum.—R7. Amen.
In Paradisum deducant te
tu suscipiant
Angelí: in tuo adven-
te Martyres, et perducant te in civi-
tatem sanctam Ierusalem. Chorus
Angelorum te
suscipiat, et cum Lazaro quondam paupere
aeter-
nam habeas réquiem.
Antiphona.—Ego sum resurrectio et vita; qui
credit in me, etiam si mortuus fuerit, vivet, et
omnis, qui vivit et credit in me, non morietur in
aeternum.

CANTICUM ZACHARIAE (Luc. i)


Benedictus Dominus Deus Israel, *
quia visita-
vit, et fecit redemptionem plebis suae:
Et erexit cornu salutis nobis: * in domo David
pueri sui,
Sicut locutus est per os sanctorum *
qui a saecu-
lo sunt prophetarum eius:
Salutem ex inimicis nostris: * et de manu om-
nium, qui oderunt nos;
Ad faciendam misericordiam cum
patribus no¬
stris: * et memorari testamenti sui
sancti,
Iusiurandum, quod iuravit ad Abraham patreui
nostrum, * daturum se nobis:
Ut sine timore, de manu inimicorum nostrorum
liberati, * serviamus illi:
In sanctitate, et iustitia coram ipso, * ómnibus
diebus nostris.

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OFFICIUM DEFUNCTORUM
472

Et tu, puer, Propheta Altissimi vocaberis, * prae-


ibis enim ante faciem Domini parare vías eius:
Ad dandam scientiam salutis plebi eius: * in re-
missionem peccatorum eorum:
Per viscera misericordise Dei nostri: * in quibus
visitavit nos, oriens ex alto:
Illuminare his, qui in tenebris et in umbra mortis
sedent: * ad dirigendos pedes nostros in viam pacis.
Réquiem seternam * dona eis, Domine.
Et lux perpetua * luceat eis.
Anüphona.-—Ego sum resurrectio et vita; qui
credit in me, etiam si mortuus fuerit, vivet, et
omnis, qui vivit et credit in me, non morietur in
aeternum.
Kyrie eleison.
Christe eleison.
Kyrie eleison.
Pater noster...
y. Et ne nos inducas in tentationem.
R7. Sed libera nos a malo.
y. A porta inferi.
R7. Erue, Domine, animam eius.
y. Requiescat in pace.
Ip. Amen.
y. Domine, exaudi orationem meam.
R7. Et clamor meus ad te veniat.
y. Dominus vobiscum.
R7. Et cum spiritu tuo.
Oremus.—Fac, Domine, ^hanc cum
quaesumus,
servo tuo famula tua defuncta) mise-
defuncto (vel
ricordiam, ut factorum suorum in poenis non reci-
piat vicem, qui (vel quae) tuam in votis tenuit vo-
luntatem: ut sicut hic eum (vel eam) vera fides
iunxit fidelium turmis, ita illic eum (vel eam) tua
miseratio societ angelicis choris. Per Christum Do-
minum nostrum. ~Rf. Amen.
y. Réquiem aeternam dona ei, Domine.
Tp. Et lex perpetua luceat ei.
y. Requiescat in pace.
1^7. Amen.

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OFICIO DE DIFUNTOS 473

y. Anima eius, et animas omnium fidelium de-


íunctorum per misericordiam Dei requiescant in
pace.
R7. Amen.
De profundis. (Salmo 129J
De profundis clamavi ad te, Domine: * Domine,
exaudi vocem meam.
Fiant aures tuae intendentes * in vocem
depre-
cationis meas.
Si iniquitates observa veris, Domine: *
Domine,
quis sustinebit?
Quia apud te propitiatio est: * et propter legem
tuam sustinui te, Domine.
Sustinuit anima mea in verbo eius: * speravit
anima mea in Domino.
A custodia matutina usque ad noctem: * speret
Israel in Domino.
Quia apud Dominum misericordia: * et copiosa
apud eum redemptio.
Et ipse redimet Israel * ex ómnibus
iniquitati-
bus eius.

RESPONSO

El responso común está en la pág. 438.

XXXIV

OFICIO DE DIFUNTOS
(Véase en latín, pág. 464).

Padrenuestro, Avemaria y Credo, en secreto.


Invitatorio.—Al Rey por quien todo vive, venid,
adoremos.
Al Rey por quien todo vive, venid, adoremos.
Venid, regocijémonos en el Señor: cantemos a
Dios, nuestro Salvador: corramos a su presencia,
dándole gracias, y entonemos himnos a su gloria.
Al Rey por quien todo vive, venid, adoremos.

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474 oficio de difuntos

Porque el Señor es el gran Dios, el gran Rey so¬


bre todos los demás: el Señor no rechazará a su

pueblo; porque en su mano tiene toda la extensión


de la tierra, y ve las cumbres de los montes.
Venid, adorémosle.
Suyo es el mar, él lo hizo; sus manos fundaron
la tierra: venid, adorémosle, postrémonos ante Dios
lloremos ante el Señor que nos crió, porque él es
el Señor Dios nuestro, y nosotros somos su pueblo
y las ovejas de sus prados.
Al Rey por quien todo vive, venid, adoremos.
Hoy, si oyereis su voz, no endurezcáis vuestros
corazones, como el día en que le irritó el pueblo
tentándole en el desierto. Donde me tentaron vues¬
tros padres, me probaron y eso que vieron mis
obras.
Venid, adorémosle.
Cuarenta años estuve junto a ese pueblo, y dije:
Estos siempre están descarriados de corazón; no
conocen mis caminos; les juro, en mi cólera, que no

entrarán en mi reposo.
Al Rey por quien todo vive, venid, adoremos.
Dales, Señor, el descanso eterno, y la luz perpe¬
tua luzca para ellos.
Venid, adorémosle.
Al Rey por quien todo vive, venid, adoremos.

nocturno

Antífona.—Dirige, Señor Dios mío, en tu presen¬


cia mis pasos.

salmo v

Presta, Señor, oído a mis palabras: escucha mis


clamores.
Atiende a la voz de mi súplica, Rey mío y Dios
mío.
Porque a ti imploro: de mañana, oh Señor, oirás
mi voz.

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oficio de difuntos
475

De mañana me vuelvo a ti
y considero que no
eres tú un Dios que ame la iniquidad.
Ni morará junto a ti el
malvado, ni los injustos
permanecerán ante tus ojos.
Aborreces a cuantos obran la
iniquidad: arruinas
a todos los que hablan mentiras.
Al hombre sanguinario
y fraudulento, el Señor
le abominará; pero
yo, por tu gran misericordia.
Entraré en tu casa, y me arrodillaré ante tu san¬
to templo con reverencia.
Guíame, Señor, en tu justicia: endereza ante tus
ojos mi camino, por causa de mis enemigos.
Pues no hay
sinceridad en sus labios: su corazón
es vano.
Su
garganta es un sepulcro abierto: con sus len¬
guas adulan siempre. Júzgalos, Dios mío.
Fracasen de sus designios; échalos como lo me¬
recen sus muchas
impiedades; porque, oh Señor, te
han irritado.
Y alégrense todos los que esperan en ti; se rego¬
cijarán eternamente, y tú morarás en ellos.
Y se gloriarán en ti todos los
que aman tu nom¬
bre, porque tú bendecirás al justo.
Señor, con tu benevolencia, como con un escudo,
nos rodeas.
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y la luz perpetua luzca para ellos.
Antífona.—Dirige, Señor Dios mío, en tu presen¬
cia mis pasos.
Antífona.—Vuélvete, Señor, y libra mi alma,
porque entre los muertos no hay quien se acuerde
de ti.

salmo vi

Señor, reprendas en tu furor, ni me cas¬


no me
tigues en tu ira.
Apiádate de mí, Señor, que estoy débil, sáname,
Señor, que mis huesos tiemblan.
Y mi alma está sumamente perturbada;
pero tú,
Señor, ¿hasta cuándo?

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OFICIO DE DIFUNTOS
476

Vuélvete a mí, Señor, y libra mi alma; sálvame

portu misericordia.
Porque entre los muertos no hay quien se acuer¬
de de ti; y en el sepulcro ¿quién te alabará?
Me he cansado de llorar: todas las noches baño
mi lecho con mi llanto y riego con mis lágrimas mi
estrado.
Se han oscurecido mis ojos de disgusto: he en¬
vejecido en medio de todos mis enemigos.
Apartaos de mí todos los que obráis mal, porque
ha oído el Señor la voz de mi llanto.
Ha atendido el Señor mi súplica: ha aceptado mi
oración.
Avergüéncense y túrbense profundamente todos
mis enemigos: retírense y avergüéncense cuanto
antes.
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y la luz perpetua luzca para ellos.
Antífona.—Vuélvete, Señor, y libra mi alma, por¬
que entre los muertos no hay quien se acuerde de ti.
Antífona.—Que nunca nadie, como león, arrebate
mi alma, si no hay quien me libre y ponga en salvo.

SALMO VII

sálvame de todos
Señor, Dios mío, en ti confío:
mis perseguidores, y líbrame.
Que nadie, como león, arrebate mi alma, si no
hay nadie que me libre y ponga en salvo.
Señor, Dios mío, si yo hice aquello, si hay ini¬
quidad en mis acciones:
Si he devuelto mal a los que me le han hecho,
caiga yo justamente en mis enemigos, sin remedio.
Persiga el enemigo mi alma, y se la lleve, y pi¬
sotee mi vida contra el suelo, y arrastre por el pol¬
vo mi gloria.

Levántate, oh Señor, en tu ira, y ostenta tu


grandeza en medio de mis enemigos.
Levántate, Señor, Dios mío, según la ley por ti
establecida; y la asamblea de los pueblos te rodeará.

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OFICIO DE DIFUNTOS
477

Sube por ella a tu trono; el Señor


pueblos.
juzga a los
Júzgame, Señor, según mi justicia,
inocencia que y según la
hay en mí.
Se acabará la malicia de los
rás al justo, Dios, escrutador
pecadores: y dirigi¬
de corazones y afectos.
Mi socorro
legítimo viene del Señor; que salva a
los rectos de corazón.
Dios, justo juez, fuerte y sufrido, ¿enójase acaso
todos los días?
Si no os
convirtiereis, vibrará su espada: tendido
tiene su arco, y asestado.
Y en él ha
puesto dardos mortales, y preparado
saetas abrasadoras.
He aquí que el
impío ha parido injusticia: con¬
cibió dolor, y parió pecado.
Abrió y ahondó una fosa: y cayó en la misma
fosa que hizo.
Su mal recaerá sobre
él, y su iniquidad descar¬
gará sobre su cabeza.
Yo glorificaré al Señor
por su
y cantaré justicia,
himnos de alabanza al nombre del
Señor altísimo.
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y la luz
perpetua luzca para ellos.
Antífona.—Que nadie, como león, arrebate mi
alma, si no hay quien me libre y ponga
en salvo.
y. De la puerta del infierno. R7. Libra, Señor,
sus almas.
Padrenuestro, todo en voz baja.

1.a
LECCIÓN.—Job 7

Perdóname, Señor, porque mis días son nada.


¿Qué es el hombre para que tú le des
importancia,
y para que fijes en él tu atención? Le visitas
desde
el alba y a cada momento le estás
probando. ¿Cuán¬
do me vas a perdonar? Ni me
dejas tragar mi sali¬
va. He pecado:
¿qué le voy a hacer, oh examinador
de los hombres? ¿Por
qué me haces blanco de tus
iras, a mí que ya soy intolerable a mí mismo?
¿Por
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OFICIO DE DIFUNTOS
478

qué no perdonas mi pecado, y por qué no borras mi


iniquidad? Mira que ya voy a dormir en el polvo,
y cuando mañana me busques, ya no existiré.
R/t Creo que vive mi Redentor, y he de resucitar
de la tierra en el último día. Y en esta mi carne
veré a Dios mi Salvador.—y. A quien he de ver
yo mismo y no otro, y a quien contemplarán mis
ojos mismos.—Y en esta mi carne veré a Dios mi
Salvador.

2.a lección.—Job 10

Mi alma está hastiada de vivir: voy a soltar mis


quejas sobre mí: voy a hablar en la amargura de
mi alma. Diré a Dios: No me condenes; manifiés¬
tame por qué me castigas de esta suerte. ¿Te pa¬
rece bien oprimirme y rechazar a la obra de tus

manos, y favorecer las ideas de los impíos? ¿Acaso


tienes ojos de carne? ¿O miras tú las cosas como
las mira el hombre? ¿Son acaso tus días como los
días del hombre, o tus años semejantes a los años
humanos, para que andes inquiriendo mis malda¬
des, y averiguando mis pecados, sabiendo, como sa¬
bes, que no he cometido maldad alguna, y que no
hay nadie que pueda librarme de tus manos?
R7. Tú que resucitaste a Lázaro, fétido ya, del
sepulcro: concédeles, Señor, reposo y el lugar de
la paz.—y. Tú que has de venir a juzgar a los vivos
y a los muertos, y al mundo por el fuego.—Concé¬
deles, Señor, reposo y el lugar de la paz.

3.a lección.—Job 10
Tus formaron, y me modelaron todo,
manos me

¿y tan de repente me hundes? Acuérdate, te ruego,


que me formaste como arcilla y que me vas a vol¬
ver al
polvo. ¿No me formaste como la leche cuaja¬
da y me cuajaste como al queso? Me revestiste de
piel y de carne; me trabaste con huesos y nervios;
me diste vida, y misericordia, y tu providencia ha
conservado mi espíritu.

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OFICIO DE DIFUNTOS
479

E7. Señor, cuando vengas a juzgar a la tierra,


¿dónde me esconderé de tu rostro airado?
he pecado mucho en mi Porque
vida.—y. Me aterran mis
obras, y en tu presencia me avergüenzo: cuando
vengas a juzgar, no me
cado mucho en mi
condenes.—Porque he pe¬
vida.—y. Dales, Señor, el des¬
canso eterno,
y la luz perpetua luzca para ellos.—
Porque he pecado mucho en mi vida.
La Misa de difuntos está la
en
pág. 317 y siguientes.
DESPUÉS DE LA MISA
No entres en juicio con tu
siervo, Señor, porque
ningún hombre quedará justificado en tu presen¬
cia, si no se le concede por ti la remisión de todos
sus
pecados. Te rogamos, por lo tanto, que tu ju¬
dicial sentencia no condene al
que te recomiendan
las súplicas sinceras de la fe
cristiana; sino que con
la ayuda de tu gracia logre evitar la sentencia de
venganza, el que en vida llevó impreso el sello de
la santa Trinidad:
Señor, que vives y reinas por los
siglos de los siglos.—R7. Amén.
R7. Líbrame, Señor, de la muerte
eterna, en
aquel día tremendo, cuando los cielos y la tierra
se conmoverán: * cuando
vengas a juzgar al mun¬
do por el
fuego.—y. Tiemblo y temo del examen
que ha de hacerse, y de la
venganza que ha de
venir: * cuando los cielos
y la tierra se conmove¬
rán.—y. Aquel día será día de cólera, de calamidad
y de miseria, día grande y muy amargo: *
cuando
vengas a juzgar al mundo por el fuego. Dales, Se¬
ñor, el descanso eterno y la luz perpetua luzca
para
ellos.—Líbrame, Señor, de la muerte eterna, en
aquel día tremendo, cuando los cielos y la tierra
se conmoverán: cuando vengas a
juzgar al mundo
por el fuego.
Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, ten piedad
de nosotros. Señor, ten
piedad de nosotros.
Padre nuestro...
y. Y no nos dejes caer en la tentación.
iy. Mas líbranos de mal.

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OFICIO DE DIFUNTOS
480

y. De la puerta del infierno.


R7. Libra, Señor, a su alma.
y. Descanse en paz.
R7. Amén.
y. Señor, escucha mi oración.
R7. Y mi clamor llegue a ti.
El Señor sea con vosotros.
y.
R7. Y con tu espíritu.
Oremos.—Oh Dios, de quien es propio apiadarse
y perdonar, te pedimos humildemente por el alma
de tu siervo N., que has dispuesto que salga hoy
de este mundo; para que no la entregues al poder
del enemigo, ni la olvides para siempre; que sino
mandes a tus santos Angeles tomarla y llevarla a
la patria celestial; a fin de que, por haber en ti
esperado y creído, no padezca las penas del infier¬
no, sino posea los goces eternos. Por Cristo nuestro
Señor.—R7. Amén.
Al paraíso te conduzcan los Angeles; a tu llegada
recíbante losMártires, e introdúzcante en la ciudad
santa Jerusalén. El coro de Angeles te reciba, y
con Lázaro, pobre en otro tiempo, descanses eter-

mente.
Antífona.—Yo soy la resurrección y la vida:
quien cree en mí, aunque haya muerto vivirá: y
todo el que vive y cree en mí, no morirá para
siempre.
CÁNTICO DE ZACARÍAS (Luc. i)
Bendito sea el Señor, el Dios de Israel; * por¬
que ha visitado y redimido a su pueblo;
Suscitando una fortaleza de salvación * en la
casa de David su siervo,
Como lo había anunciado por los labios de sus
santos profetas * que existen desde los tiempos
antiguos,
Para salvarnos de nuestros enemigos * y de to¬
dos los que nos odian,
Para ejercer la misericordia con nuestros pa¬
dres, * acordándose de su santa alianza,

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OFICIO DE DIFUNTOS
481
Y deljuramento que juró a nuestro padre Abra-
hán, * que nos concedería la gracia,
De servirle sin temor, *
salvos de nuestros ene¬
migos,
En santidad
y justicia, delante de él, * todos los
días de nuestra vida.
Y tú, niño, serás llamado
profeta del Altísimo: *
porque irás delante de él preparando su camino.
Para dar a su pueblo
el
conocimiento de su sal¬
vación * con la remisión de sus
pecados:
Por la entrañable misericordia de
nuestro Dios,
con
que nos ha visitado como oriente
del cielo, que viene
A iluminar a los
que están sentados en tinieblas
y sombras de
muerte, y dirigir nuestros pasos por
el camino de la
paz.
Dales, Señor, el descanso eterno.
Y la luz perpetua luzca
para ellos.
Antífona.—Yo soy la resurrección y la vida:
quien cree en mí, aunque haya
muerto vivirá:
y todo el que vive y cree en mí, no morirá para
siempre.
Señor, ten piedad de nosotros. Cristo, ten
de nosotros. Señor, ten
piedad
piedad de nosotros.
Padrenuestro...
y. Y no nos dejes caer en la tentación.
R7. Mas líbranos de mal.
y. De la puerta del infierno.
R7. Libra, Señor, su alma.
y. Descanse en paz.
R7. Amén.
y. Señor, escucha mi oración.
E/. Y mi clamor llegue a ti.
y. El Señor sea con vosotros.
E7. Y con tu espíritu.
Oremos.—Te suplicamos, Señor,
dispenses a tu
siervo difunto (o a tu sierva
difunta) la misericor¬
dia de que no reciba en
penas el merecido de sus
pecados, quien procuró sujetar su voluntad a la
tuya; y así como aquí la verdadera fe le tuvo unido

16
Biblioteca Nacional de España
482 LETANÍAS DE LOS SANTOS

(o la tuvo unida) a la compañía de tus fieles, así


también allí tu misericordia le (o la) asocie a los an¬
gélicos coros. Por Cristo nuestro Señor. R7. Amén.
y. Dale, Señor, el descanso eterno.
R7. Y la luz perpetua luzca para él.
f. Descanse en paz.
R7. Amén.
y. Su alma y las de todos los fieles difuntos, por
la misericordia de Dios descansen en paz.
R7. Amén.
De profundis. (Psalmus 129.)
Desde lo más profundo clamo a ti, Señor: Señor,
oye mi voz.
Estén atentos tus oídos a la voz de mi plegaria.
Si te fijas, Señor, en las iniquidades, Señor,
¿quién resistirá?
Pero en ti está el perdón; y por tus promesas
espero en ti, Señor.
Mi alma espera en su palabra, mi alma espera
en el Señor.
el crepúsculo matutino hasta la noche,
Desde
espere Israel en el Señor.
Porque en el Señor está la misericordia, y en él
hay copiosa redención.
El redimirá a Israel de todas sus iniquidades.

responso

El responso común está en la pág. 435.

XXXV

LETANIAS DE LOS SANTOS

(rogativas)
Kyrie eleison.
Christe eleison.
Kyrie eleison.
Christe audi nos.
Christe exaudi nos.
Pater de ccelis Dcus,—Miserere nobis.

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LETANÍAS DE LOS SANTOS
483

Fili
Redemptor mundi Deus,—Miserere nobis.
Spiritus Sánete Deus,—Miserere nobis.
Sancta Trinitas unus Deus,—Miserere nobis.
Sancta María,— Ora pro nobis.
Sancta Dei Genitrix,—Ora.
Sancta Virgo virginum,—Ora.
Sánete Michaél,— Ora.
Sánete Gabriel,— Ora.
Sánete Raphaél,—Ora.
Omnes sancti Angelí et Archangeli,— Orate pro
nobis.
Omnes sancti beatorum Spirituum ordines,— Orate.
Sánete Ioannes Baptista,— Ora
pro nobis.
Sánete Ioseph,—Ora.
Omnes sancti Patriarchae et
Prophetae,—Orate.
Sánete Petre,—Ora.
Sánete Paule,— Ora.
Sánete Andrea,—Ora.
Sánete Iacobe,— Ora.
Sánete Ioannes,— Ora.
Sánete Thoma,—Ora.
Sánete Iacobe,— Ora.
Sánete Philippe,— Ora.
Sánete Bartholomaee,—Ora.
Sánete Matthaee,— Ora.
Sánete Simón,— Ora.
Sánete Thaddsee,— Ora.
Sánete Matthia,— Ora.
Sánete Barnaba,— Ora.
Sánete Lúea,— Ora.
Sánete Maree,—Ora.
Omnes sancti Apostoli et Evangelistae,— Orate.
Omnes sancti Discipuli Domini,— Orate.
Omnes sancti Innocentes,—Orate.
Sánete Stephane,— Ora.
Sánete Laurenti,—Ora.
Sánete Vincenti,— Ora.
Sancti Fabiane et Sebastiane,—Orate.
Sancti Ioannes et Paule,— Orate.
Sancti Cosma et Damiane,— Orate.

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484

Sancti Gervasi et Protasi,— Orate.


Omn.es sancti Martyres,— Orate.
Sánete Silvester,— Ora.
Sánete Gregori,— Ora.
Sánete Ambrosi,— Ora.
Sánete Augustine,— Ora.
Sánete Hieronyme,— Ora.
Sánete Martine,—Ora.
Sánete Nicolae,— Ora.
Omnes sancti Pontífices et Confessores,—Orate.
Omnes sancti Doctores,—-Orate.
Sánete Antoni,— Ora.
Sánete Benedicte,— Ora.
Sánete Bernarde,— Ora.
Sánete Dominice,— Ora.
Sánete Francisce,— Ora.
Omnes sancti Sacerdotes et Levitae,—Orate.
Omnes sancti Monachi et Eremitas,— Orate.
Sancta Maria Magdalena,—Ora.
Sancta Agatha.,— Ora.
Sancta Lucia,— Ora.
Sancta Agnesr -Ora.
Sancta Caecilia,— Ora.
Sancta Catharina,— Ora.
Sancta Anastasia,—Ora.
Omnes sanctas Virgines etViduae,— Orate.
Omnes Dei,—Intercedite pro nobis.
Sancti et Sanctae
Propitius esto,—Parce nobis, Domine.
Propitius esto,—Exaudí nos, Domine.
Ab omni malo,—Libera nos, Domine.
Ab omni peccato,—Libera nos, Domine.
Ab ira tua,
A subitánea et improvisa morte,
Ab insidiis diaboli,
Ab ira, et odio, et omni mala volúntate,
A spiritufornicationis,
A fulgure et tempestate,
A flagello terraemotus,
A peste, fame et bello,
A morte perpetua,

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LETANÍAS DE LOS SANTOS
485

Per mysterium sanctae Incarnationis tuse,


Per adventum tuum,
Per nativitatem tuam,
Per baptismum et sanctum ieiunium
tuum,
Per crucem et passionem tuam,
Per mortem et sepulturam tuam,
Per sanctam resurrectionem tuam,
Per admirabilem ascensionem tuam,
Per adventum Spiritus Sancti Paracliti,
In die iudicii,
Peccatores,—Te rogamus audi nos.
Ut nobis parcas,—Te rogamus audi nos.
Ut nobis indulgeas,
Ut ad veram poenitentiam nos
perducere digneris,
Ut Ecclesiam tuam sanctam
regere et conservare
digneris,
Ut Domnum Apostolicum et omnes ecclesiasticos
ordines in sancta
religione conservare digneris,
Ut inimicos sanctae Ecclesiae humiliare
digneris,
Ut regibus et principibus christianis
pacem et ve¬
ram concordiam donare digneris.

Ut cuncto populo christiano pacem et


unitatem
largiri digneiis,
Ut nosmetipsos in tuo sancto servitio confortare et
conservare digneris,
Ut mentes nostras ad ccelestia desideria erigas,
Ut ómnibus benefactoribus nostris
sempiterna bona
retribuas,
Ut animas nostras, fratrum, propinquorum et be-
nefactorum nostrorum ab aeterna damnatione
eripias,
Ut fructus terrae daré et conservare digneris,
Ut ómnibus fidelibus defunctis réquiem aeternam
donare digneris,
Ut nos exaudiré digneris,
Fili Dei,
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,—Parce nobis,
Domine.
Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,-—Exaudi nos,
Domine.

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486 letanías de los santos

Agnus Dei, qui tollis peccata mundi,—Miserere


nobis.
Christe audi nos.
Christe exaudí nos.

Kyrie eleison.
Christe eleison.
Kyrie eleison.
Pater noster (secreto).
y. Et ne nos inducas in tentationem.
R7. Sed libera nos a malo.

psalmus 69

Deus in adiutorium meum intende: * Domine, ad


adiuvandum me festina.
Confundantur, et xevereantur, * qui quaerunt
animam meam.
Avertantur retrorsum, et erubescant * qui vo-
lunt mihi mala.
Avertantur statim erubescentes * qui dicunt
mihi: Euge, euge.
Exsultent et laetentur in te omnes qui quaerunt
te, * et dicant semper: Magnificetur Dominus: qui
diligunt salutare tuum.
Ego vero egenus et pauper sum: * Deus, ad-
iuva me.
Adiutor meus, et liberator meus es tu :* Domine,
ne moreris.
Gloria Patri. Sicut erat.
y. Salvos fac servos tuos.—R7. Deus meus, spe-
rantes in te.
y. Esto nobis, Domine, turris fortitudinis.—
R7. A facie inimici.
y. Nihil proficiat inimicus in nobis.—y. Etfilius
iniquitatis non apponat nocere nobis.
y. Domine, non secundum peccata nostra facías
nobis.—R7. Ñeque secundum iniquitates nostras re-
tribuas nobis.
y. Oremus pro Pontífice nostro N.—R7. Domi¬
nus conservet eum, et vivificet eum, et beatum fa-

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487
ciat in
enm
térra, et non tradat eum in animam
inimicorum eius.
Y. Oremus pro benefactoribus nostris.—R7. Re-
tribuere dignare, Domine, ómnibus nobis bona fa-
cientibus propter nomen tuum vitam seternam.
Amen.
y. Oremus pro fidelibus
defunctis.—1^7. Ré¬
quiem seternam dona eis, Domine; et lux
luceat eis. perpetua

y. Requiescant in pace.—R7. Amen.


y. Pro fratribus nostris absentibus.—1^7. Salvos
fac ser vos tuos, Deus meus, sperantes in te.
y. Mitte eis, Domine, auxilium de sancto.-f^7. Et
de Sion tuere eos.

y. Domine, exaudi orationem meam.—R7. Et


clamor meus ad te veniat.
y. Dominus vobiscum.—R7. Et cum spiritu tuo.
Oremus.
Oratio.—Deus, cui proprium est misereri semper
et parcere:
suscipe deprecationem nostram, ut nos,
et omnes fámulos tuos, quos delictorum catena con-
stringit, miseratio tuse pietatis clementer absolvat.
Exaudi qusesumus Domine,
supplicum preces, et
confitentium tibi parce
peccatis: ut pariter nobis
indulgentiam tribuas benignus et pacem.
Ineffabilem nobis, Domine, misericordiam tuam
clementer ostende: ut simul nos et a peccatis ómni¬
bus exuas, et a poenis, quas
bis meremur, eripias
pro
Deus, qui culpa offenderis, pcenitentia placaris:
preces populi tui supplicantis propitius réspice; et
flagella tuse iracundise, quse pro peccatis nostris
meremur, averte.
Omnipotens sempiterne Deus, miserere fámulo
tuo Pontifici nostro N. et
dirige eum secundum
tuam clementiam in viam salutis seternse:
ut, te
donante, tibi placita cupiat, et tota virtute per-
ficiat.
Deus, a quo sancta desideria, recta consilia, et
iusta sunt opera: da servis tuis
illam, quam mun-

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488 LETANÍAS DE LOS SANTOS

dus daré non potest, pacem; ut etcorda nostra


mandatis tuis formidi-
dedita, et, hostium sublata
ne, témpora sint tua protectione tranquilla.
Ure igne Sancti Spiritus renes nostros et cor no-
strum, Domine: ut tibi casto corpore serviamus et
mundo corde placeamus.
Fidelium, Deus, omnium Conditor et Redemptor,
animabus famulorum famularumque tuarum remis-
sionem cunctorum tribue peccatorum: ut indulgen-
tiam, quam semper optaverunt, piis supplicationi-
bus consequantur.
Actiones nostras, qusesumus Domine, aspirando
praeveni, et adiuvando prosequere: ut cuneta no¬
stra oratio et operatio a te em'per incipiat, et per
te ccepta finiatur.
Omnipotens sempiterne Deus, qui vivorum do-
minaris simul et mortuorum, omniumque misereris,
quos tuos fide et opere futuros esse praenoscis: te
upplices exoramus, ut, pro quibus effundere pre¬
ces d.ecrevimus, quosque vel praesens saeculum ad-
huc in carne retinet, vel futurum iam exutos cor¬

pore suscepit, intercedentibus ómnibus Sanctis tuis,


pietatis tuae clementia, omnium delictorum suorum
veniam consequantur. Per Dominum nostrum...
R7. Amen.
y. Dominus vobiscum.—R7. Et cum spiritu tuo.
y. Exaudiat nos omnipotens et misericors Do¬
minus.—R7. Amen.
y. Et fidelium animae per misericordiam Dei
requiescant in pace.—iy. Amen.
En castellano:

Señor, ten piedad. Cristo, ten piedad. Señor, ten


piedad. Cristo, óyenos. Cristo, escúchanos.
Dios Padre celestial,—Ten misericordia de nosotros.
Dios Hijo Redentor del mundo,
Dios Espíritu Santo,
Trinidad Santa un solo Dios.
Santa María,—Santa Madre de Dios,—Santa Vir¬
gen de las Vírgenes,—Ruega por nosotros.
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LETANÍAS DE LOS SANTOS
489
San Miguel— Ruega (o rogad) por nosotros.—San
Gabriel,—San Rafael,-—Todos los santos Ange¬
les y Arcángeles,—Todos los santos coros de Es¬
píritus bienaventurados,
San Juan Bautista,—San José,—Todos los Santos
Patriarcas y Profetas,
San Pedro,—San Pablo,—San Andrés,—Santiago,
—San Juan,—Santo Tomás,—Santiago,-—-San
Felipe,—San Bartolomé,—San Mateo,—San Si¬
món,—-San Tadeo,—San Matías,—San Bernabé,
—San Lucas,—San Marcos,—Todos los Santos
Apóstoles y Evangelistas,—Todos los santos Dis¬
cípulos del Señor,
Todos los Santos Inocentes,—-San
Esteban,—San
Lorenzo,—San Vicente,—San Juan,—Santos Fa¬
bián y Sebastián,—Santos Cosme y Damián,—
Santos Gervasio y Protasio,—Todos los Santos
Mártires,
San Gregorio,—San Ambrosio,—San Agustín,—
San Jerónimo,—San Martín,—San
Nicolás,-—To¬
dos los santos Pontífices
y Confesores,—Todos
los santos Doctores,
San Antonio,—San Benito,—San
Bernardo,—San¬
to Domingo,—San
Francisco,—Todos los santos
Sacerdotes y Levitas,—Todos los santos Monjes
y Ermitaños,
Santa María Magdalena,—Santa
Agueda,—Santa
Lucía,—Santa Inés,—Santa Cecilia,—Santa Ca¬
talina,—Santa Anastasia,—Todas las santas Vír¬
genes y Viudas,
Todos los Santos y Santas de Dios —Interceded por
nosotros.
Sénos propicio,—Perdónanos, Señor.
Sénos propicio,—Escúchanos, Señar.
De todo mal,—Líbranos,
Señor.—De
todo pecado,
—De tu ira,—De muerte repentina
e imprevista,
—De las asechanzas del demonio,—De ira
y odio
y toda mala voluntad,—Del espíritu de impure¬
za,—De rayos y tempestades,—Del castigo de

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49o LETANÍAS DE LOS SANTOS

terremotos,—-De pestes, hambres y guerras,—De


la muerte eterna.
Por el misterio de tu santaencarnación,—Por tu
nacimiento,—Por tu bautismo y sagrado ayuno,
—Por tu cruz y pasión,—Por tu muerte y se¬

pultura,—Por tu santa resurrección,—Por tu ad¬


mirable ascensión,—Por la venida del Espíritu
Santo Consolador,—En el día del juicio.
Los pecadores,—Te rogamos, óyenos.—Que nos per¬
dones,—Que te nos muestres benigno,—Que te
dignes movernos a verdadera penitencia,—Que
te dignes regir y conservar tu santa Iglesia,—
Que te dignes conservar en la santa religión al
Prelado apostólico y a todos los órdenes de la
eclesiástica jerarquía,—Que te dignes humillar a
los enemigos de la santa Iglesia,—-Que te dignes
conceder paz y verdadera concordia a los reyes
y príncipes cristianos,—Que te dignes conceder
paz y unidad a todo el pueblo cristiano,—-Que te
dignes fortalecernos y conservarnos a nosotros
mismos en tu santo servicio,—Que levantes nues¬
tras almas a deseos celestiales,—Que recompen¬
ses con sempiternos bienes a todos nuestros bien¬

hechores,—Que libres de la eterna condenación


nuestras almas y las de nuestros hermanos, pa¬
rientes y bienhechores,—Que te dignes dar y
conservar los frutos de la tierra,—Que te dignes

conceder el descanso eterno a todos los fieles di¬


funtos,—Que te dignes escucharnos,—Hijo de
Dios,—Te rogamos, óyenos.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mun¬
do,—Perdónanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mun¬
do,—-Escúchanos, Señor.
Cordero de Dios, que quitas los pecados del mun¬
do,—Ten misericordia de nosotros.
Cristo, óyenos.—Cristo, escúchanos.—Señor, ten
piedad.—Cristo, ten piedad.—Señor, ten piedad.
Padrenuestro... (en voz baja). Y no nos dejes caer
en la tentación.—Mas líbranos de mal.

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LETANÍAS DE LOS SANTOS 491

SALMO 69
Oh Dios, acude en mi auxilio: oh Señor, apre-
sútate a socorrerme.

Queden confundidos y temerosos los que buscan


mi vida.
Retrocedan y queden avergonzados los que bus¬
can mi mal.
Retrocedan luego sonrojados los que me insultan
diciendo: ¡Vaya! ¡Vaya!
Regocíjense y alégrense en ti todos los que te
buscan; y los que aman la salud que de ti viene,
digan sin cesar: Alabado sea el Señor.
Mas yo soy necesitado y pobre: oh Dios, ven a
ayudarme.
Tú eres mi amparo y mi libertador; Señor, no te
tardes.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo.—
Como era en el principio,
ahora y siempre por los
siglos de los siglos.
Salva a tus siervos,—Que esperan en ti, Dios mío
Sé para nosotros, Señor, torre de fortaleza,—En¬
frente del enemigo.
Nada pueda contra nosotros el
enemigo,—Ni
consiga hacernos daño el hijo de iniquidad.
Señor, no nos trates como merecen nuestros pe¬
cados;—Ni nos pagues según nuestras iniquidades.
Roguemos por nuestro Pontífice (Pío).—El Se¬
ñor le conserve y le dé vida, y le haga feliz en
la tierra, y no le entregue en poder de sus enemigos.
Roguemos por nuestros bienhechores,—A todos
los que nos hacen bien por tu nombre dígnate, Se¬
ñor, darles en recompensa la vida eterna. Amén.
Roguemos por los fieles difuntos.—Oh Señor, dales
el descanso eterno, y brille para ellos la luz perpetua.
Descansen en paz.—Amén.
Por nuestros hermanos ausentes.—Salva, oh Dios
mío, a tus siervos, que esperan en ti.
Envíales, Señor, tu auxilio desde tu santuario.—
Y protégeles desde Sión.

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492 LETANÍAS DE LOS SANTOS

Escucha, Señor, mi oración.—Y llegue a ti mi


clamor.
El Señor
sea con vosotros.—Y con tu espíritu.
Oremos.—Oh Dios, de quien es propio tener mi¬
sericordia y perdonar: escucha nuestra súplica, para
que a nosotros y a todos tus siervos, que estamos
amarrados con la cadena de las culpas, nos desate,
piadosa, tu clemente misericordia.
Rogárnoste, Señor, que escuches nuestras súpli¬
cas y
perdones los pecados de los que te alabamos;
para que tu benignidad nos conceda juntamente el
perdón y la paz.
Muéstranos benigno, oh Señor, tu inefable mise¬
ricordia; para que al mismo tiempo nos despojes
de todos nuestios pecados, y nos libres de las penas
que por ello merecemos.
Oh Dios, que te ofendes con el pecado y te apla¬
cas con la misericordia: atiende propicio a los rue¬

gos de tu pueblo suplicante; y aparta los castigos


de tu indignación, que por nuestros pecados tene¬
mos merecidos.
Todopoderoso y sempiterno Dios, apiádate de tu
siervo nuestro Pontífice (Pío), y dirígele conforme
a tu clemencia por el camino de la eterna salva¬

ción; para que, asistiéndole tu gracia, ame lo que


te agrada, y con esforzado ánimo lo lleve a cabo.
Dios, de quien proceden los deseos santos, los
consejos rectos y las obras
justas: concede a tus
siervos aquella puede dar el mundo;
paz que no
para que nuestros corazones se ocupen en cumplir
tus mandamientos, y, ahuyentado el temor de los
enemigos, sean por tu protección tranquilos nues¬
tros tiempos.
Abrasa, Señor, en el fuego del Espíritu Santo
nuestras entrañas y nuestro corazón; para que te
sirvamos con cuerpo casto y te agrademos con puro
corazón.
Oh Dios, Criador y Redentor de todos los fieles:
concede el perdón de todos sus pecados a las almas
de tus siervos y siervas; para que consigan por estas

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itinerario
493

piadosas súplicas la indulgencia que siempre de¬


searon.

Rogárnoste, Señor, que prevengas nuestras accio¬


nes
inspirándolas, y las prosigas ayudándolas; para
que todas nuestras oraciones y operaciones empie¬
cen siempre por ti,
y como empezaron terminen
por ti.
Todopoderoso y sempiterno Dios, que dominas
lo mismo sobre los vivos que sobre los
muertos, y
tienes misericordia de cuantos sabes ya
que han de
ser tuyos por su fe y por sus obras: te pedimos su¬
plicantes que aquellos por quienes hemos tenido in¬
tención de rogar, ya los retenga todavía en su car¬
ne la presente vida, o
ya despojados del cuerpo los
haya acogido la venidera, intercediendo todos tus
Santos, por tu piadosa clemencia consigan el per¬
dón de todos sus pecados.—Por nuestro Señor Je¬
sucristo Hijo tuyo, que como Dios vive y reina con¬
tigo en unidad del Espíritu Santo, por todos los
siglos de los siglos. Amén.
El Señor sea con vosotros.—Y con tu espíritu.
Escúchenos el Señor omnipotente y misericor¬
dioso.—Amén.
Y las almas de los fieles, por la misericordia de
Dios descansen en paz.—Amén.

XXXVI

ITINERARIO

(preces para antes de emprender un viaje)

Antífona.—Por caminos de paz y prosperidad


nos dirija nuestro omnipotente y misericordioso
Señor: sea nuestro compañero en el viaje el ángel
Rafael, para que en paz y con salud y con alegría
podamos volver a nuestra casa.
Cántico de Zacarías.—Bendito sea el Señor, el
Dios de Israel; * porque ha visitado y redimido a
su
pueblo,

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ITINERARIO
494

Suscitando una fortaleza de salvación * en la

casa de David su siervo,


Como lo había anunciado por los labios de sus san¬
tosprofetas * que existen desde los tiempos antiguos;
Para salvarnos de nuestros enemigos * y de to¬
dos los que nos odian;
Para ejercer la misericordia con nuestros padres,
*
acordándose de su santa alianza:
Y del juramento que juró a nuestro padre Abra-
hán, * que nos concedería la gracia
De servirle sin temor, * salvos de nuestros ene¬
migos,
En santidad y justicia, delante de él, * todos los
días de nuestra vida.
Y tú, niño, serás llamado profeta del Altísimo: *
porque irás delante de él preparando su camino,
Para dar a su pueblo el conocimiento de su sal¬
vación * con la remisión de sus pecados:
Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
*
con que nos ha visitado como oriente que viene
del cielo,
A iluminar a los que están sentados en tinieblas
y sombras de muerte, y dirigir nuestros pasos por
el camino de la paz.
Antífona.—-Por caminos de paz y prosperidad
nos dirija nuestro omnipotente y misericordioso
Señor: sea nuestro compañero en el viaje el ángel
Rafael, para que en paz y con salud y con alegría
podamos volver a nuestra casa.
Kyrie eleison.—Christe eleison.—Kyrie eleison.
Padre nuestro...
Y no nos dejes caer en la tentación,—Mas líbra¬
nos de mal.
Salva a tus siervos,—Que esperan en ti, Dios mío.
Envíanos, Señor, auxilio de tu santuario,—Y
desde Sión defiéndenos.
Sé para nosotros, Señor, torre de fortaleza,—
Ante los ataques del enemigo.
Nada pueda el enemigo contra nosotros,—Y no
logre dañarnos el hijo de la maldad.

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ITINERARIO
495

Bendito sea el Señor todos los días.—Haga prós¬


pero nuestro viaje Dios nuestro salvador.
Enséñanos, Señor, tus caminos,—E indícanos
tus senderos.
Ojalá se dirijan todos nuestros pasos.—A la guar¬
da de tus mandamientos.
Rectifiqúese lo torcido,—Y lo áspero se convier¬
ta en camino llano.
A sus ángeles dió el Señor encargo de ti,—Para
que te guarden en todos tus caminos.
Escucha, Señor, mi oración.—Y mi clamor llegue
a ti.
Oración.—Oh Dios, que hiciste caminar a los hi¬
jos de Israel por medio del mar a pie enjuto, y que
por medio de una estrella mostraste su camino a
los tres Magos: te rogamos nos concedas viaje prós¬
pero y tiempo tranquilo, para que, acompañados
de tu santo ángel, podamos llegar felizmente a don¬
de vamos, y después de todo, al puerto de la eterna
salvación.
Oh Dios, que habiendo sacado a tu siervo Abra-
hán de la tierra de Ur de los Caldeos,le guardaste
ileso por todos los caminos de su peregrinación: te
rogamos que nos guardes a nosotros, siervos tuyos:
sé para nosotros, oh Señor, auxilio al emprender el
viaje, alivio al proseguirlo, sombra en el calor, abri¬
go en la lluvia y en el frío, sostén en el cansancio,
defensa en la adversidad, báculo en los resbalade¬
ros, puerto en el naufragio, para que, guiándonos
tú, lleguemos felizmente a donde vamos, y final¬
mente, incólumes, a nuestros hogares.
Atiende, te rogamos, Señor, a nuestras súplicas,
y ordena prósperamente para nuestra salvación el
camino de tus siervos; para que en todas las peri¬
pecias de esta nuestra vida y peregrinación seamos
siempre protegidos por tu auxilio.
Concede, te rogamos, omnipotente Dios, que esta
tu familia camine siempre por los senderos de la
salvación, y que siguiendo las enseñanzas de tu
bienaventurado precursor Juan, llegue con toda se-

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496 LOS NUEVE PRIMEROS VIERNES DE MES

guridad a aquél a quien él anunció, a nuestro Señor


Jesucristo, Hijo tuyo, que contigo vive y reina por
los siglos de los siglos. Amén.
Caminemos en paz,—en el nombre del Señor.
AI. ARCÁNGEL SAN RAFAEL

Este santo Arcángel es protector de los caminantes


y también médico de los dolientes.
Rafael significa medicina de Dios o médico enviado
de Dios. Él guió a Tobías el hijo y le dió mediana para
sanar a Tobías su padre.
Oración.—Oh Dios, que a tu siervo Tobías diste
por compañero de su viaje al bienaventurado ar¬
cángel Rafael, concédenos a tus siervos que seamos
siempre protegidos por su custodia y fortalecidos
por su auxilio. Por Cristo nuestro Señor. Amén.

XXXVII

LOS NUEVE PRIMEROS VIERNES DE MES

La Gran Promesa.—Entre las muchas y ricas pro¬


mesas que Jesucristo hizo a los que fuesen devotos
de su Sagrado Corazón, siempre ha llamado y llama
la atención la que hizo a los que comulgasen en
honra suya nueve primeros viernes de mes segui¬
dos. Es tal, que todos la conocen con el nombre de
la GRAN PROMESA.
He aquí cómo la refiere Santa Margarita de Ala-
coque:
«Un viernes, después de la Sagrada Comunión,
mi divino Maestro dijo a esta su indigna esclava
lo siguiente: Yo te prometo en la excesiva misericor¬
dia de mi Corazón, que mi amor omnipotente conce¬
derá a todos aquellos que comulguen nueve primeros
viernes de mes seguidos, la gracia de la penitencia
final, que no morirán en mi desgracia, ni sin recibir
los Sacramentos, sirviéndoles mi Corazón de asilo se¬
guro en aquella última hora.»

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LOS NUEVE PRIMEROS VIERNES DE MES 497

Lo que se promete en esta promesa.—En esta


promesa se promete el favor de morir en gracia de
Dios. Sea que reciba los Sacramentos en la última
hora, sea que los haya recibido antes y no haya
perdido la gracia después, sea que haga un acto de
contrición equivalente al Sacramento de la Peni¬
tencia, según esta promesa, el que comulgue segui¬
dos nueve primeros viernes, morirá con los Sacra¬
mentos, y en gracia y amistad de Dios.
Lo que es necesario hacer para obtener esta gra¬
cia.—Comulgar nueve primeros viernes de mes se¬
guidos gracia de Dios, con intención de honrar
en
al Sagrado Corazón de Jesús. Esto es lo necesario
y nada más, ni confesión, ni oraciones, ni otras
prácticas ningunas.
Lo que conviene hacer para obtener esta gracia.
-—Además de esto, para celebrar bien los primeros
viernes en honra del Corazón de Jesús, conviene,
aunque no es necesario, honrar al Corazón divino
con
algunas devociones, ora solemnes, como suelen
usarse enel Apostolado, ora privadas, según la de¬
voción de cada uno.
Culto solemne el primer viernes.—Por la mañana
se puede tener comunión general a buena hora, y
a la tarde una función más o menos breve
y solem¬
ne al Corazón de Jesús, exponiendo al Santísimo,
explicando o leyendo la Intención del mes, o algo
acerca de ella, rezando las letanías y algún acto de
desagravios o de consagración. Caso de no poderse
hacer esto a la tarde, puédese hacer todo a la ma¬
ñana en la misa de comunión.
Culto
privado el primer viernes.—Cuando no hay
culto público o no puede uno asistir a él, hágase en
particular lo que se hace por otros en público. Para
lo cual se puede rezar la oración que sigue,
y, ade¬
más, las letanías del Corazón de Jesús (pág. 364), o
algún acto de desagravios (pág. 368), o alguna con¬
sagración al Corazón de Jesús (pág. 358 y 367).

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VOTOS
498

ORACIÓN QUE PODRÍA DECIRSE DESPUÉS DE CADA


UNA DE LAS COMUNIONES DE LOS NUEVE
PRIMEROS VIERNES

Jesús mío dulcísimo, que en vuestra infinita y


dulcísima misericordia prometisteis la gracia de la
perseverancia final a los que comulgaren en honra
de vuestro Sagrado Corazón nueve primeros viernes
de mes seguidos: acordaos de esta promesa, y a mí,
indigno siervo vuestro, que acabo de recibiros sa¬
cramentado con este fin e intención, concededme
que muera en gracia detestando todos mis pecados,
creyendo en vos con fe viva, esperando en vuestra
inefable misericordia y amando la bondad de vues¬
tro amantísimo y amabilísimo Corazón. Amén.
Corazón de Jesús, casa de Dios y puerta del cie¬
lo, tened piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, rico con todos los que os invo¬
can, tened piedad de nosotros.
Corazón de Jesús, esperanza de los que mueren
en vos, tened piedad de nosotros.

XXXVIII

VOTOS

Muchas personas piadosas hacen votos y promesas a


Dios muchas veces, para obtener alguna gracia, o para
adquirir más perfección y agradar más a Nuestro Señor.
El voto es una promesa deliberada hecha a Dios de una
cosa mejor. No son votos los sencillos propósitos que
hacemos a Dios, o en nuestro interior, de alguna cosa.
Sino que el voto es una promesa formal, deliberada, ad¬
vertida, considerada, con la cual nos comprometemos
seriamente y bajo pecado, a alguna cosa. Si no hubo
advertencia plena, intención de obligarse y libertad, el
voto no vale nada. Y cuando uno mismo duda de si
hizo voto o sencillo propósito, no se tenga por obligado
con voto.

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VOTOS
499

Puede uno obligarse con voto, según él


quiera, o
bajo pecado mortal o bajo pecado venial. Pero es de
advertir que no se puede uno obligar
bajo pecado mor¬
tal cuando la materia es leve, por ejemplo, a rezar una
vez tres Avemarias. En
cambio, puede obligarse bajo
pecado venial, aunque la materia sea grave; por ejem¬
plo a erigir un templo.
Consejos acerca de los votos: No se hagan sin refle¬
xionar. Háganse pocos. No de cosas
muy difíciles. Con¬
sulten antes a un director prudente. Cuando tengan
dificultad cumplirlo, consulten con algún confesor.
en

En general, es mejor
contentarse con hacer propósito
y cumplirlo, y dejar los votos para cosas más graves.

VOTO DE CASTIDAD

Muchas personas virtuosas, sobre todo en la juventud,


suelen hacer voto de castidad, para mejor guardarse
del vicio de la deshonestidad, y agradar e imitar a la
Virgen Santísima, que lo hizo en su niñez inspirada del
Espíritu Divino. Este voto obliga a abstenerse de todo
acto deliberado que sea contra el sexto mandamiento
o el nono, y a no casarse mientras dure el voto. Y si
bien no
obligatorio, es conveniente que el que lo
es

hace tenga una vida más recogida, más modesta en el


vestir y proceder, más mortificada en los sentidos y
más alejada de la vida mundana y diversiones del siglo.
El voto de castidad puede ser
perpetuo y para siempre,
o temporal.
No conviene de ningún modo hacer voto
perpetuo sin consejo y licencia de un prudente confe¬
sor, que lo concederá a muy pocas personas y probadas.
Es mejor hacer voto
temporal de castidad, como para
un año, o
de una fiesta de la Virgen o del Señor para
otra; y aun esto hágase con consulta del confesor. A
quien también se debe preguntar cualquie ra duda o
dificultad que se tenga en entenderlo o guardarlo.

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500 JACULATORIAS ENRIQUECIDAS CON INDULGENCIAS

ORACIÓN PARA HACER Y RENOVAR


EL VOTO DE CASTIDAD

Todopoderoso y sempiterno Dios, yo N..., aun¬


que enteramente indigno de presentarme ante vues¬
tra divina presencia, confiado en vuestra piedad y
misericordia infinita y movido del deseo de servi¬
ros, y de imitar y agradar a vuestra purísima Ma¬
dre, Virgen de las Vírgenes, delante de la Sacratí¬
sima Virgen María y de toda la corte celestial, hago
a vuestra Majestad divina voto de castidad, pro¬
metiendo guardarla hasta la fiesta de...
Mas ahora, a vuestra inmensa bondad y clemen¬
cia suplico humildemente por 1a. sangre de Jesucris¬
to, y por la intercesión de su Madre castísima, que
os dignéis aceptar con agrado este voto, y así como
me habéis dado gracia para desearlo y ofrecerlo, así

me la deis también muy abundante para cumplirlo.

Amén.
Tres Avemarias a la Santísima Virgen.

XXXIX

JACULATORIAS
ENRIQUECIDAS CON INDULGENCIAS
Ahora todas las indulgencias son aplicables a las áni¬
mas menos las expresamente exceptuadas.
En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Es¬
píritu Santo. Amén.
50 días cada vez, y si se hace con agua bendita, 100 días.
Saludo cristiano: Alabado sea Jesucristo—Por los
siglos de los siglos, o Amén.
100 días por el saludo y 100 por la respuesta.
¡Mi Dios, mi único Bien! Vos sois todo para mí;
sea yo todo para vos.
300 días una vez al día. Plenaria al mes.
¡Dios mío y mi todo! (San Francisco de Asís.)
50 días cada vez.

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JACULATORIAS ENRIQUECIDAS CON INDULGENCIAS 5OI

Señor, conservadnos la fe.


100 días cada vez con corazón contrito
y devoto.
Oh Señor mío, haced que os ame y
que el premio
de mi a mor sea amaros cada vez más. (San
Ignacio.)
100 días una vez al día.

Padre Eterno, os ofrezco la preciosísima Sangre


de Jesucristo en expiación de mis pecados y por
las necesidades de la santa
Iglesia.
roo días de indulgencia cada vez.

Cúmplase la justísima, altísima y amabilísima


voluntad de Dios, y eternamente sea alabada y
exaltada en todas las cosas.
100 días de indulgencia una vez al día; plenaria al año diciéndola
todos los días, y también en la hora de la muerte.
Bendito sea Dios.
50 días cada vez que se diga esta jaculatoria al oír una blasfemia.

¡Jesús!
25 días cada vez. Plenaria a la muerte si se le ha invocado frecuen¬
temente en vida.

¡Jesús, María!
300 días cada vez.

¡Jesús, María y José!


7 años y 7 cuarentenas cada vez; plenaria, al mes, diciéndola cada día.
¡Jesús mío, misericordia!
300 días cada vez.

Jesús, Hijo de David, tened misericordia de mí.


Dulcísimo Jesús, dadme aumento de fe, de es¬
peranza y de caridad, y un corazón contrito y hu¬
millado.

¡Oh Jesús! tened compasión de mí.


Adorárnoste, Santísimo Señor Jesucristo, y ben¬
decírnoste, pues por tu santa Cruz redimiste al
mundo.
100 dias una vez al día por cada jaculatoria de éstas.
¡Oh dulcísimo Jesús! no seáis mi Juez, sino mi
Salvador.

Jesús, Dios mío, os amo sobre todas las cosas.


50 dias cada vez por cada una de estas jaculatorias.

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502 JACULATORIAS ENRIQUECIDAS CON INDULGENCIAS

Señor mío y Dios mío.


7 años y 7 cuarentenas cada vez que se diga mirando piadosamente
a la Sagrada Hostia en la elevación de la misa y exposición de Su Divina
Majestad.
Sea por siempre bendito y alabado el santísimo
y divinísimo Sacramento.
300 días cada vez; plenaria al mes.

Jesús Sacramentado, tened piedad de nosotros.


300 días cada vez.

Jesús, mi Dios, os adoro aquí presente en el Sa¬


cramento de vuestro amor.
días cada vez ante el Santísimo expuesto, y 100 ante
200 el Taber¬
náculo arrodillándose.

Oh Jesús, para ti vivo. Oh Jesús, para ti muero.


Oh Jesús, tuyo soy en la vida y en la muerte.
roo días. Plenaria al mes.

Jesucristo, Hijo de Dios vivo, luz del mundo, yo


te adoro, para ti vivo y para ti muero. Amén.
100 días una vez al día.

Dulce Corazón de mi amado Jesús, haced que os


ame cada vez más.
Sagrado Corazón de Jesús, venga a nos el tu
reino.
Jesús, manso y humilde de corazón, haced mi
corazón semejante al vuestro.
Dulce Corazón de Jesús, sed mi amor.
¡Todo por vos, Corazón sacratísimo de Jesús!
Corazón eucarístico de Jesús, aumentad en nos¬
otros la fe, la esperanza y la caridad.
Bendito sea el Sacratísimo Corazón de Jesús en
el Santísimo Sacramento.
300 días cada vez por cada una de estas jaculatorias.

Sagrado Corazón de Jesús, en vos confío.


Corazón de mi amable Salvador,—Haz
que arda
y siempre crezca en mí tu amor.
300 días cada vez; plenaria al mes diciéndola todosl os días.
Dulce Corazón de Jesús, tened piedad de nos¬
otros y de nuestros hermanos errantes.
Amado sea en todas partes el Sagrado Corazón
de Jesús.
100 días una vez al día por
cada jaculatoria de éstas.

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JACULATORIAS ENRIQUECIDAS CON INDULGENCIAS 503

Corazón de Jesús inflamado en nuestro amor, in¬


flamad nuestro corazón en amor vuestro.
200 días cada vez.

Corazón de Jesús, fuente de toda pureza, tened


compasión de nosotros.
100 días cada vez.

Jesús, José y María, os doy el corazón y el alma


mía.—Jesús, José y María, asistidme en mi última
agonía.—Jesús, José y María, con vos descanse en
paz el alma mía.
100 días de indulgencia cada vez por cada una de estas jaculatorias.
Oh María concebida sin pecado, rogad por nos
que acudimos a vos.
100 días una vez al día; y, llevando medalla milagrosa, cada vez.
Bendita sea la Santa e Inmaculada Concepción
de la Bienaventurada Virgen María, Madre de Dios.
Madre de amor, de dolor y de misericordia, rogad
por nosotros.
Dulce Corazón deMaría, sed mi salvación.
Nuestra Señora delPilar, rogad por nosotros.
María, Esperanza nuestra, ten piedad de nos¬
otros.
Nuestra Señora de Lourdes, rogad por nosotros.
¡Oh Madre mía! ¡oh esperanza mía!
300 días cada una de estas jaculatorias.
Santa María, líbranos de las penas del infierno.
Madre del Perpetuo Socorro, rogad por nosotros.
Reina del Santísimo Rosario, rogad por nosotros.
Nuestra Señora del Sagrado Corazón, rogad por
nosotros.
100 días cada una de estas jaculatorias.

«Ave María Purísima» (o respondiendo al que lo


dice\) «Sin pecado concebida».
50 días cada vez a los fieles que viven en dominios españoles.
Oh María, que entrasteis en el mundo sin pecado,
obtenedme la gracia de salir sin pecado de esta vida.
100 días una vez al día.

Virgen Madre de Dios, María, rogad a Jesús


por mí.
50 días una vez al día.

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504 JACULATORIAS ENRIQUECIDAS CON INDULGENCIAS

¡Oh Señora mía! ¡Oh Madre mía! Acordaos de


que soy vuestro. Guardadme y defendedme como
cosa
y posesión vuestra.
40 días cada vez en las tentaciones.
Alcanzadnos, Santísimo José, que vivamos una
vida sin mancilla, seguros siempre en el amparo de
vuestro patrocinio.
300 días una vez al día.
San Miguel Arcángel, defendednos en la pelea, para
que no perezcamos en el día tremendo del juicio.
100 días una vez al día.

Angel de Dios,que por la misericordia divina me


fuisteis dado para mi guarda, iluminadme, guar¬
dadme, dirigidme y gobernadme. Amén.
100 días de indulgencia cada vez; plenaria al mes diciéndola cada
día, y en la hora de la muerte a los que la hayan dicho frecuentemente,

Dignaos, Señor, conceder la vida eterna a todos


los que nos hacen bien por vuestro nombre. Amén.
50 días dos veces al día.
Corazón divino de Jesús, convertid a los pecado¬
res, salvad a los moribundos, librad a las almas san¬
tas del purgatorio.
300 días cada vez.

Piadoso Jesús, dadles (o dadle) el descanso eterno.


300 días por los difuntos.
Dad, Señor, descanso eterno a las almas, y la luz
perpetua luzca para ellas.
50 días por los difuntos.
María, Madre de Dios y Madre de misericordia,
rogad por nosotros y por los fieles difuntos.
Santa María Libertadora, rogad por nosotros y
por las ánimas del purgatorio.
100 días por los difuntos.
Señor Dios mío, cualquiera que sea el género de
muerte que quieras darme, con todas sus amargu¬
ras, penas y dolores, lo acepto desde ahora de tu
mano con ánimo tranquilo y alegre.
Indulgencia plenaria para el artículo de la muerte, a los que lo
digan en cualquier día de su vida, con las condiciones de costumbre.

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salmos, himnos, cánticos 505

XL

SALMOS, HIMNOS, CANTICOS

Es muy frecuente cantar el pueblo algunos salmos,


cánticos himnos latinos en las procesiones y otras
o

solemnidades litúrgicas. Para que los fieles los tengan


a mano, nos ha parecido conveniente reunir aquí los

principales, más usados. Y para aumentar la devoción,


ponemos al pie de cada uno su traducción literal.
Las
partes cantables de la misa, Kyrie, Gloria Credo,
Sanctus, A gnus, y las respuestas, están en el rezo de
la misa, página 14 y siguientes.

Salmo «Miserere».

Miserere mei, Deus, * secundum magnam miseri-


cordiam tuam.
Et secundum multitudinem miserationum tua-
rum, * dele iniquitatem meam.
Amplius lava me ab iniquitate mea: * et a pec-
cato meo munda me.

Quoniam iniquitatem meam ego cognosco: * et


peccatum meum contra me est semper.
Tibi soli peccavi, et malum coram te feci: * utius-
tificerisinsermonibus tuis, et vincas cum iudicaris.
Ecce enim in iniquitatibus conceptus sum: * et
in peccatis concepit me mater mea.
Ecce enim veritatem dilexisti: * incerta et occul-
ta sapientise tuse manifestasti mihi.
Asperges me hyssopo et mundabor: * lavabis me
et super nivem dealbabor.
Auditui meo dabis gaudium .et laetitiam: * et
exultabunt ossa humiliata.
Averte faciem tuam a peccatis meis: * et omnes
iniquitatesmeas dele.
Cor mundum crea in me, Deus: * et spiritum
rectum innova in visceribus meis.
Ne proicias me a facie tua: * et spiritum sanctum
tuum ne auferas a me.

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5°6 SALMOS, HIMNOS, CÁNTICOS

Redde mihi laetitiam salutaris tui: * et spiritu


principali confirma me.
Docebo iniquos vias tuas: * et impii ad te con¬
verte ntur.
Libera me de
sanguinibus, Deus, Deus salutis
mese: * et exultabit
lingua mea iustitiam tuam.
Domine, labia mea aperies: * et os meum annun-
tiabit laudem tuam.
Quoniam si voluisses sacrificium, dedissem uti-
que: * holocaustis non delectaberis.
Sacrificium Deo spiritus contribulatus: * cor con-
tritum et humiliatum, Deus, despicies. non
Benigne fac, Domine, in bona volúntate tua Sion:
*
utsedifieentur muri Ierusalem.
Tune acceptabis sacrificium iustitise, oblationes
et holocausta: * tune imponent super altare tuum
vitulos.

En castellano:

Apiádate de mí, oh Dios, por tu gran misericordia.


Y por la multitud de tus bondades, borra mi iniquidad
Lávame aun más de mi culpa, y purifícame de mi
pecado.
Porque reconozco mi iniquidad, y mi pecado está
siempre ante mí.
He pecado solo contra ti, y he hecho lo que es malo
a tus
ojos: para que se vea la justicia de tus sentencias,
y quedes victorioso cuando te juzguen. (Quiere decir:
Yo he pecado, y por eso se ve que tú eres justo al casti¬
garme y decretar contra mi.)
He aquí que yo fui concebido en iniquidades, y mi
madre me concibió en pecado (por el pecado original).
Y tú amas la verdad: revélame los secretos y miste¬
rios de tu sabiduría.
Rocíame con hisopo y quedaré puro; lávame y que¬
daré más blanco que la nieve.
Dame palabra de gozo y de alegría, y se alboro¬
una

zarán mis huesosquebrantados.


Aparta de mis pecados tu rostro, y borra todas mis
iniquidades.

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SALMOS, HIMNOS, CÁNTICOS 507

Crea, oh Dios, en mí un corazón puro, y renueva en


mis entrañas espíritu recto.
un

No me arrojes de tu presencia, y no retires de mí tu


santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu auxilio, y sostenme con
generoso espíritu.
Yo enseñaré a los malos tus caminos, y se volverán
a ti los impíos.

Líbrame de la sangre derramada, oh Dios, Dios de


mi salvación, y mi lengua celebrará tu justicia.

Tú, Señor, abrirás mis labios, y mi boca anunciará


tus glorias.
Porque si quisieras sacrificios te los hubiera ofrecido;
pero no te deleitas en holocaustos. (No te bastan si
no van
acompañados del espíritu.)
El sacrificio para Dios es un espíritu contrito; oh
Dios, no despreciarás un corazón contrito y humillado.
Señor, por tu bondad, trata benignamente a Sión;
para que los muros de Jerusalén se edifiquen.
Entonces aceptarás el sacrificio justo, las ofrendas y los
holocaustos; entonces se pondrán en tus altares novillos.
(Algunos piensan que estos dos últimos versos fueron añadidos en
tiempo de Nehemías, cuando se reedificaba Jerusalén.)

CÁNTICOS Y ANTÍFONAS

Cántico de la Virgen.

Magníficat * anima mea Dominum.


Et exultavit spiritus meus: * in Deo salutari meo.
Quia respexit humilitatem ancillae suae: * ecce
im ex hoc beatam me dicent omnes generationes.
Quia fecit mihi magna qui potens est: * et san-
)t um nomen eius.
Et misericordia eius a progenie in progenies *
mentibus eum.
Fecit potentiam in bracchio suo: * dispersit su-
rbos mente cordis sui.
Deposuit potentes de sede: * et exaltavit humiles.
Esurientes implevit bonis: * et divites dimisit
r.anes.

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5°8 SALMOS, HIMNOS, CÁNTICOS

Suscepit Israel puerum suum, * recordatus mi¬


sericordias suae.
Sicut locutus est ad patres nostros, * Abraham
et semini eius in saecula.
Gloria Patri, et Filio, etc.
En castellano:

Glorifica mi alma al Señor,


Y mi espíritu palpita de gozo en Dios mi Salvador.
Porque
se ha fijado en la bajeza de su esclava, porque
desde ahora me proclamarán dichosa todas las genera¬

ciones.
Pues ha hecho en mí maravillas el Omnipotente, cuyo
nombre es santo.
Y cuya misericordia pasa de generación en generación
a todos los que le temen.
Ha desplegado la fuerza de su brazo; y ha disipado a
los que se orgullecían con los proyectos de su corazón.
A los poderosos ha derribado de sus tronos; y a los
pequeños los ha ensalzado.
Y a los hambrientos ha colmado de bienes; y a los
ricos los ha despedido sin nada.
Ha dado la mano a su siervo Israel, acordándose de
la misericordia,
Que prometió a nuestros padres tener con Abrahán y
su descendencia para siempre.

Tedeum.

Te Deum laudamus: * te Dominum confitemur:


Te seternum Patrem * omnis térra veneratur.
Tibi omnes Angeli, * tibi coeli, et universse po-
testates,
Tibi Cheiubim et Seraphim, * incessabili voce
proclamant:
Sanctus, Sanctus, Sanctus, * Dominus Deus Sa-
baoth.
Pleni sunt cceli et térra * maiestatis glorise tuse.
Te gloriosus * Apostolorum chorus,
Te Prophetarum * laudabilis numerus,
Te Martyrum candidatus * laudat exercitus.

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SALMOS, HIMNOS, CÁNTICOS 509

Te per orbem terrarum * sancta confitetur Ec-


clesia,
Patrem * immensse maiestatis;
Venerandum tuum verum * et unicura Filium;
Sanctum quoque * Paraclitum Spiritum.
Tu Rex glorias, * Christe.
Tu Patris * sempiternus es Filius.
Tu ad liberandum suscepturus hominem * non
horruisti Virginis uterum.
Tu devicto mortis acúleo, * aperuisti credentibus
regna ccelorum.
Tu ad dexteram Dei sedes, * in gloria Patris,
Iudex crederis * esse venturus.
Te ergo, quaesumus, tuis famulis subveni, * quos
pretioso sanguine redemisti.
Aeterna fac cum Sanctis tuis * in gloria nume¬
rar i.
Salvum fac populum tuum, Domine, * et benedic
haereditati tuae.
Et rege eos, * et extolle illos usque in aeternum.
Per singulos dies * benedicimus te.
Et laudamus nomen tuum in saeculum, * et in
saeculum saeculi.
Dignare, Domine, die isto * sine peccato nos cu-
stodire.
Miserere postri, Domine, * miserere nostri.
Fiat misericordia tua, Domine, super nos, *
quemadmodum speravimus in te.
In te, Domine speravi: * non confundar in aeter¬
num.

Véase la traducción en la pág. 6o.


Pater noster, Ave María y Salve.

Pater noster, qui es in coelis: sanctificetur nomen


tuum; adveniat regnum tuum; fiat voluntas tua,
sicut in ccelo, et in térra. Panem nostrum quoti-
dianum da nobis hodie: et dimitte nobis debita
nostra, sicut et
nos dimittimus debitoribus nostris:
et ne nos inducas in tentationem: sed libera nos a
malo. Amen.

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5IO SALMOS, HIMNOS, CÁNTICOS
Ave Maria, gratia plena: Dominus tecum; bene¬
dicta tu in mulieribus, et benedictus fructus ventris
tui Iesus. Sancta Maria, Mater Dei, ora pro nobis
peccatoribus, nunc et in hora mortis nostrae. Amen.
Salve Regina, Mater misericordiae, vita, dulcedo
et spes nostra, salve. Ad te clamamus exules filii
Hevae. Ad te suspiramus gementes et tientes in hac
lacrymarum valle. Eia ergo, advocata nostra, illos
tuos misericordes oculos ad nos converte. Et Ie-
sum, benedictum fructum ventris tui, nobis post
hoc exilium ostende. O clemens, o pia, o dulcis
Virgo Maria.
y. Ora pro nobis, sancta Dei Genitrix.
R7. Ut digni efficiamur promissionibus Christi.'

O sacrum convivium.

O sacrum convivium, in quo Christus sumitur,


recolitur memoria passionis eius, mens impletur
gratia, et futuras gloriae nobis pignus datur. Alleluia.
En castellano:

Oh sagrado Convite, en el cual Cristo es recibido, se


renueva la memoria de su pasión, el alma se llena de
gracia, y de la futura gloria se nos da prenda. Aleluya.
Adoremus in aeternum.

Adoremus in aeternum Sanctissimum Sacramen-


tum.
Adoremus, etc. (el pueblo).
Laúdate Dominum, omnes gentes: * laúdate eum
omnes populi.
Adoremus, etc. (el pueblo).
Quoniam confirmata est super nos misericordia
eius: * et veritas Domini manet in aeternum.
Adoremus, etc. (el pueblo).
Gloria Patri et Filio et Spiritui Sancto.
Adoremus, etc. (el pueblo).
Sicut erat in principio, etc.
Adoremus, etc. (el pueblo).

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SALMOS, HIMNOS, CÁNTICOS

En castellano:

Adoremos eternamente al Santísimo Sacramento.


(Se repite.)
Alabad al Señor, todas las gentes; alabadle, todos los
pueblos.
Porque se ha confirmado en nosotros su misericor¬
dia; y la verdad del Señor permanece eternamente.
Gloria al Padre, etc.
Pange lingua y Tantum ergo.

Pange, lingua, gloriosi * Corporis mysterium, *


Sanguinisque pretiosi, * Quem in mundi pretium *
Fructus ventris generosi, * Rex effudit
gentium.
Nobis datus, nobis natus * Ex intacta
Virgine, *
Et in mundo conversatus, *
Sparso verbi semine, *
Sui moras incolatus * Miro clausit ordine.
In supremae nocte coenae * Recumbens cum fra-
tribus, * Observata lege plene * Cibis in legalibus, *
Cibum turbse duodenae * Se dat suis manibus.
Verbum caro, panem verum * Verbo carnem
efficit: * Fitque sanguis Christi merum, * Etsi sen-
sus déficit; * Ad firmandum cor sincerum * Sola
fides sufficit.
Tantum ergo Sacramentum * Veneremur cernui; *
Et antiquum
documentum * Novo cedat ritui: *
Praestet fide supplementum * Sensuum defectui.
Genitori Genitoque * Laus et iubilatio, *
Salus,
honor, virtus quoque * Sit et benedictio: * Proce-
denti ab utroque * Compar sit laudatio. Amen.

En castellano:

Canta, lengua, del glorioso—Cuerpo el misterio (sa¬


cramento)—Y de la sangre preciosa,—Que para del
mundo precio—El Hijo de una Madre
noble—Rey de
las gentes, pagó.
A nosotros dado, para nosotros nacido—De una in¬
tactaVirgen,-—-Y habiendo en el mundo vivido—Sem¬
brando la simiente de su palabra,—La duración de su
vida—Cerró con un hecho admirable.

Biblioteca Nacional de España


512 SALMOS, HIMNOS, CÁNTICOS
En la noche de la suprema cena—-Sentado con sus

discípulos,—Observada la ley plenamente—-En la co¬


mida legal,— Como comida a su reunión de los doce—
Se da por sus propias manos.
El Verbo hecho carne, al pan verdadero—Con una
palabra lo hizo carne;—Y es hecho sangre de Cristo el
vino;—Aunque desfallece el sentido—-Para asegurar a
un corazón sincero—Sola la fe basta.
A tan alto, Sacramento—Veneremos inclina¬
pues,
dos,—Y la antigua enseñanza—Al nuevo rito ceda,—■
Dé la fe suplemento—-De los sentidos al defecto.
Al Engendrador y al Engendrado,—Alabanza y ale¬
gría:—Salud, honor y virtud también-—Dése con ben¬
diciones;—Al que procede de uno y otro (al Espíritu
Santo)—Dése igual alabanza. Amén.

Sacris solemniis.

Sacris solemniis iunctasint gaudia,


Et praecordiis sonent praeconia;
ex

Recedant vetera, nova sint omnia,


Corda, voces, et opera.
novissima,
Noctis recolitur coena
Qua Christus creditur agnum et azyma
Dedisse fratribus, iuxta legitima
Priscis indulta patribus.
Post agnum typicum, expletis epulis,
Corpus Dominicum datum discipulis,
Sic totum ómnibus, quod totum singulis,
Eius fatemur manibus.
Dedit fragilibus corporis ferculum,
Dedit et tristibus sanguinis poculum,
Dicens: Accipite quod trado vasculum,
Omnes ex eo bibite.
Sic sacrificium istud instituit,
Cuius officium committi voluit
Solis Presbyteris, quibus sic congruit,
Ut sumant, et dent ceteris.

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SALMOS, HIMNOS, CÁNTICOS 513

Pañis Angelicus fit pañis hominum,


Dat pañis coelicus figuris terminum:
O res mirabilis! manducat Dominum
Pauper, servus, et humilis.
Te, trina Deitas unaque, poscimus,
Sic nos tu visita, sicut te colimus:
Per tuas semitas duc nos quo tendimus,
Ad lucem quam inhabitas. Amen.

En castellano:

A las
sagradas solemnidades únanse las alegrías.—Y
del corazón resuenen los himnos.—Retírese lo
antiguo;
nuevo sea todo,—Los corazones,
las voces y las obras.
De aquella noche se recuerda la última cena,—En la
que es de fe que Cristo el cordero y ázimos-—-Dió a
los hermanos, conforme las
a leyes—Impuestas a los
antiguos Padres.
Después del cordero típico, terminado el banquete,—
Que el cuerpo del Señor se dió a los discípulos—De tal
manera todo a todos,
que también todo a cada uno—
Por sus manos, lo confesamos.
Dió a los frágiles de el manjar:—Dió tam¬
su cuerpo
bién a los tristes de su la copa,—Diciendo: To¬
sangre
mad el vaso que os entrego:—Todos bebed de él.
Así instituyó este sacrificio,—Cuyo cargo quiso se
encomendase—A solos los presbíteros, a quienes
por
tanto compete—El tomarlo
y darlo a los demás.
El Pan angélico se hace pan
de hombres.—Da el Pan
célico a las figuras término.—¡Oh cosa admirable! come
a su Señor—El
pobre y humilde siervo.
A ti, trina Deidad y una, pedimos—Que así tú nos
visites, como te adoramos.—Por tus caminos llévanos
a donde vamos—A la luz en que habitas. Amén.

Adoro te devote.

Adoro te devote, latens Deitas,


Quse sub his figuris vere latitas.
Tibi se cor meum totum subiicit,
Quia te contemplans totum déficit.
17
Biblioteca Nacional de España
514 SALMOS, HIMNOS, CÁNTICOS

Visus, tactiis, gustus in te fallitur,


Sed auditu solo tuto creditur:
Credo quidquid dixit Dei Filius:
Nil hoc verbo veritatis verius.
In cruce latebat sola Deitas,
At hic latet simul et humanitas:
Ambo tamen credens atque confitens
Peto quod petivit latro poenitens.

Plagas, sicut Thomas, non intueor,


Deum tamen meum te confíteor;
Fac me tibi semper magis credere,
In te spem habere, te diligeie.
O memoriale mortis Domini,
Pañis vivus, vitam prsestans homini:
Prassta mese mentí de te vivere,
Et te lili semper dulce sapere.
Pie pellicane, Iesu Domine,
Me immundum munda tuo sanguine:
Cuius una stilla salvum facere
Totum mundum quit ab omni scelere.
Iesu, quem velatum nunc aspicio
Oro, fiat istud, quod tam sitio:
Ut te revelata cernens facie,
Visu sim beatus tuse glorise. Amen.

En castellano:

Adorote devotamente, latente Deidad,—Que bajo es¬


tas figuras verdaderamente te escondes.—A ti mi co¬
razón todo se sujeta,—Porque contemplándote todo
desfallece.
La vista, el tacto, el gusto en ti se engañan.—-Pero
por el oído solo seguramente se cree.—Creo cuanto dijo
de Dios el Hijo.—Nada es más verdadero que esta pa¬
labra de verdad.
cruz ocultábase sólo la divinidad.-—-Mas aquí
En la
ocúltasejuntamente la humanidad.—Ambas cosas, sin
embargo, creyendo y confesando,—Pido lo que pidió
el ladrón penitente.
Biblioteca Nacional de España
SALMOS, HIMNOS, CÁNTICOS 515

Las llagas como Tomás no veo;—Dios, sin embargo,


mío te confieso.—Haz que yo a ti siempre más
y más
crea,—Que en ti esperanza tenga, a ti te ame.
¡Oh recuerdo de la muerte del Señor!—Pan vivo, que
vida das al hombre,—Da a mi alma vivir de ti,—Y que
tú a ella siempre dulcemente
le sepas.
Piadoso pelícano, Jesús, Señor,—A mí inmundo lim¬
píame con tu sangre,—De la cual una gota salvar—A
todo el mundo puede de
todo crimen.
Jesús, a quien velado ahora miro,—Ruégote hágase
lo que tanto anhelo:—El que viéndote, revelada tu faz,
—Sea dichoso con la vista de tu gloria. Amén.
Auctor beate saeculi.

Auctor beate saeculi, * Christe,


Redemptor om
nium, * Lumen Patris de lumine, * Deusque verus
de Deo.
Amor coegit te tuus * Mortale corpus sumere, *
Ut novus Adam reddcres * Quod vetus i lie abs-
tulerat:
lile amor,almus artifex * Terrae, marisque et
siderum, * Errata patrum miserans, * Et nostra
rumpens vincula.
Non corde discedat tuo * Vis illa amóris
*
inclyti:
Hoc fonte gentes hauriant * Remissionis
gratiam.
Percussum ad hoc est lancea *
Passumque ad
hoc est vulnera, * Ut nos lavaret
sordibus, * Unda
fluente et sanguine.
Decus Parenti, et Filio, * Sanctoque
sit Spiritui,
Quibus potestas, gloria, * Regnumque in omne est
saeculum. Amen.

En dastellano:

Autor bienaventurado del mundo,—Cristo Redentor


de todos,—Luz de la luz del Padre,—Dios de Dios
verdadero.
Tu amor te obligó—A tomar
cuerpo mortal,—Para
cual nuevo Adán devolvernos—Lo que el antiguo nos
había quitado:

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516 salmos, himnos, cánticos

Aquel amor, excelso artífice—De la tierra, del mar


y de las estrellas,—Que se compadeció de los pecados
de los padres—Y rompió nuestras cadenas.
No se aparte de tu corazón—La fuerza aquella de tu
grande amor,—De esas fuentes las gentes saquen—Del
perdón la gracia.
Abierto para esto fué con la lanza,—Padeció para
esto heridas,—Para lavarnos de nuestras manchas—

Agua derramando y sangre.


Honor al Padre, y al Hijo,—Y al Espíritu Santo,—
Cuyo es el poder y la gloria—Y el reino por todos los
siglos. Amén.

Cor arca.

Cor, arca legem continens, * Non servitutis ve-


teris, * Sed gratiae, sed venias, * Sed et misericordiae.
Cor, sanctuarium novi * Intemeratum foederis, *
Templum vetustosanctius,* Velumque scissoutilius;
Te vulneratum charitas * Ictu patenti voluit, *
Amoris invisibilis * Ut veneremur vulnera.
Hoc sub amoris syinbolo * Passus cruenta, et
mystica, * Utrumque sacrificium * Christus sacer-
dos obtulit.
Quis non amantem redamet?. * Quis non re-
demptus diligat, * Et Corde in isto seligat * Aeter-
na tabernacula?
Decus Parenti, et Filio, * Sanctoque sit Spiritui, *
Quibus potestas, gloria, * Regnumque in omne est
saeculum. Amen.

Oh Corazón, arca que contiene la ley,—No de la es¬


clavitud antigua,—Sino de la gracia, del perdón,—Y
de la misericordia.
Oh Corazón, santuario intemerado—De la nueva
alianza,—Templo más santo que el antiguo—Y velo
más útil que el que se rasgó.
La caridad quiso que fueses herido—Con ancha he¬
rida.-—-Para que venerásemos las heridas—Del amor
invisible.

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SALMOS, HIMNOS, CÁNTICOS 517

Bajo este símbolo de amor,—Padeciendo sangrientos


y místicos dolores—Ofreció Cristo sacerdote—Ambos
sacrificios.

¿Quién no reamará a quien le ama?—¿Quién redimi¬


do no amará,—-Y no elegirá en este Corazón—su per¬
petua morada?
Honor al Padre, y al Hijo,—Y al Espíritu Santo,—
Cuyo es el poder y la gloria—Y el reino por todos los
siglos. Amén.
Ave Maris Stella.

Ave, Maris Stella, * Dei Mater alma, * Atqne


semper virgo, * Félix cceli porta.
Sumens illud Ave * Gabrielis ore, * Funda nos
in pace, * Mutans Hevse nomen.
Solve vincla reis, * Profer lumen caecis, * Mala
nostra pelle, * Bona cuneta posee.
Monstra te esse matrem, * Sumat per te preces *
Qui pro nobis natus * Tulit esse tuus.
Virgo singularis, * Inter omnes mitis, * Nos cul-
pis solutos * Mites fac et castos.
Vitam praesta puram, * Iter para tutum, * Ut vi¬
dentes Iesum * Semper collaetemur.
Sit laus Deo Patri, * Summo Christo decus, *
Spiritui Sancto, * Tribus honor unus. Amen.
Salve del mar Estrella,—De Dios Madre pura,—Y
siempre Virgen,—Feliz del cielo puerta.
Al recibir aquel ave,—De boca de Gabriel,—Fúnda¬
nos en la paz,—Mudando de Eva el nombre. (Eva
en
Ave.)
a los reos,-—Da luz a los ciegos,—
Suelta las cadenas
Los males nuestrosquita,—Los bienes todos consigúenos.
Muestra que eres Madre,—Reciba por ti nuestras pre¬
ces,—El que por nosotros nacido—Quiso ser tuyo.
Virgen singular,—Entre todas mansa,—A nosotros,
de culpas libres,—Mansos haznos y castos.
Vida danos pura,—Camino prepáranos seguro,—Para
que viendo a Jesús—Siempre nos alegremos.
Sea alabanza a Dios Padre,—Al sumo Cristo loor:—
Al Espíritu Santo,—Y a los tres un mismo honor. Amén.

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518 AYUNOS Y ABSTINENCIAS

XLI

AYUNOS Y ABSTINENCIAS

Cómo se ayuna.

El ayuno consiste en comer una sola vez al día.


En esta comida, que antes se hacía al caer la tar¬
de, pero se puede hacer después de las diez, se per¬
mite tomar lo que se quiera.
Fuera de esta comida se puede tomar algo a la
mañana o a la tarde, o entre día también, con tal
que no exceda la debida moderación.
Por la mañana se
puede tomar un poco que no
pase de dos onzas. Si pasa de dos onzas, sin causa
para ello, será falta venial; para llegar a pecado
mortal había de pasar de cuatro onzas. Y quien
pueda o quiera ayunar, pero por su debilidad, o
trabajo, o por otras circunstancias necesite algo
más de dos onzas, aunque tome tres o no pase de
cuatro, cumple con el ayuno, y está excusado de la
falta venial.
Por la noche se puede tomar la colación. La co¬
lación puede ser de unas ocho onzas, 240 gramos
más o menos, pues no se ha de andar midiendo
con
escrúpulo, teniendo buena voluntad. Y tam¬
bién se puede atender a la complexión, ocupaciones,
duración de los ayunos, solidez de los manja,res, et¬
cétera, aun entre los que pueden ayunar. Pasar wo
tahlemente de 240 gramos o de ocho onzas, sin ra¬
zón, sería ya quebrantar el ayuno. Pero para que
haya exceso grave se necesita añadir al menos otras
cuatro onzas o pasar de doce, es decir, de 360 gra¬
mos, y aun no faltan quienes permiten todavía más.
Entre día se puede tomar también alguna cosa
con algunas causas, por ejemplo, para beber
algo
una
que otra vez. Y siendo cantidad pequeña no
se comete falta ninguna. Para que sea materia gra¬

ve, sería preciso que se tomase más de cuatro on¬


zas, aunque fuese en diversas veces.

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AYUNOS Y ABSTINENCIAS
519

El .tomar bebidas, vino, té, café, agua de limón,


etcétera, no está prohibido, a no ser que tuviesen
tanta cantidad de azúcar, que no fuesen bebidas,
lo cual ¿quién toma? Un caramelo, una pastilla,
una
golosina menuda no son nada. Así como tam¬
poco lo que los cocineros o enfermeros toman para
probar cómo están las cosas; aunque sea algo de
leche o carne, aun en día de vigilia.
La calidad de las cosas que se pueden tomar fuera,
de la comida principal, varía según las costumbres
de cada región. En general se puede tomar en todas
partes todo lo que no sea carne, pescados, huevos,
leche. En algunas partes se pueden tomar huevos,
leche, quesos y aun pescados; y en España esto es
lícito en Asturias y Galicia. Aconseja, sin embargo,
San Lígorio, que en la colación no se tome más de
dos o tres onzas de pescado, caso de estar permi¬
tido. En la colación se pueden tomar cosas condi¬
mentadas con grasa (manteca de animales, mante¬
quilla de vaca, tocino derretido, manteca artificial).
Ya no hay prohibición de promiscuar.

Cómo se guarda la abstinencia.

La abstinencia consiste en no tomar carne ni cal¬


do de carne. Pero
pueden tomar huevos, lacti¬
se
cinios y otras cosas, aunque condimentadas con
grasa, manteca, etc. Qué se entienda por carne, se
puede deducir del uso de la gente. En general caen
bajo esa denominación los animales que viven y
respiran en tierra. La rana, el caracol, la ostra, el
marisco, la tortuga, se pueden tomar como pesca¬
dos o carne. Para que haya falta grave, sería preci¬
so tomar unas dos onzas de carne.

Días de ayuno y abstinencia.

Para toda la Iglesia, si no hay algún privilegio;


Son días de abstinencia sólo, todos los viernes.
Son días de abstinencia y ayuno, el miércoles de
ceniza, los viernes y sábados de Cuaresma, los tres
días de las cuatro Témporas, las vigilias de Pente-

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520 AYUNOS Y ABSTINENCIAS

costés, de la Asunción de Nuestra Señora, de To¬


dos los Santos y de la Natividad del Señor.
Son días de solo ayuno, todos los demás días de
Cuaresma.
Los domingos y fiestas de precepto cesa la ley
de abstinencias y ayunos, excepto en las fiestas de
Cuaresma, y no se adelantan las vigilias. También
cesa el Sábado Santo después de mediodía.

Horas de estos preceptos.

La hora de la comida consta que sea esencial;


no

algunos dicen debe comer antes de las


que no se
diez. Pero no es cierto del todo. Según opinión
segura, se puede hacer la colación a la mañana,
y el desayuno a la tarde. También se puede, y es
frecuente en algunos sitios, hacer la colación al me¬
diodía, y la comida a la tarde.
La comida única puede durar aunque sea hasta
dos horas sin culpa ninguna.
Se puede interrumpir, aun sin razón ninguna,
por un cuarto de hora; interrumpir, sin razón nin¬
guna, bastante más de media hora, sería falta ve¬
nial; bastante más de una hora, sería grave, porque
serían ya dos comidas. Con causa es otra cosa. Aun
cuando se haya cerrado la intención y levantado
de la mesa con ánimo de no comer más, como no
haya pasado el tiempo, puede uno comer de nuevo,
sin culpa grave.

Edades para estos preceptos.

La abstinencia
obliga después de cumplidos siete
años, teniendo de razón. El ayuno obliga des¬
uso
pués de cumplir los veintiún años; deja de obligar
a los que entren en los sesenta años, es decir, des¬

pués de cumplidos los cincuenta y nueve.


Ayunos y abstinencias de los militares.

Las clases
e individuos delEjército y la Armada,

en situación de servicio activo, están dispensados de


todo ayuno y abstinencia, incluso en Semana Santa.

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AYUNOS Y ABSTINENCIAS 521

Los oficiales generales, jefes y oficiales


y sus asi¬
milados están obligados en activo servicio:
Al ayuno: Miércoles de Ceniza, Viernes y
Sábados
de Cuaresma y toda la Semana Santa, menos el
Domingo de Ramos.
A la abstinencia: Miércoles de Ceniza, Viernes de
Cuaresma, Miércoles, Jueves, Viernes y Sábado
Santos.
En tiempo de guerra están dispensados de todo
ayuno y abstinencia.
Las familias, criados y comensales ordinarios de
militares, están obligados:
A la abstinencia: como los militares, si éstos no
se ausentan por más de tres días.
Al ayuno: como los fieles de jurisdicción ordi¬
naria.

AYUNOS Y ABSTINENCIAS

SEGÚN LA BULA DE CRUZADA DE BENEDICTO XV

Qué es la Bula.

Es un indulto del Sumo Pontífice


a los
españoles,
concediendo grandes gracias a los que den una pe¬
queña limosna que se aplica al culto, o a obras de
caridad, o a seminarios. Por ella, entre otras gra^
cias, se conceden algunas dispensas en ayunos y
abstinencias.

Días de abstinencia teniendo Bula.

La abstinencia de caldo de carnes se


carne y
ha de guardar únicamente los viernes de Cua¬
en
resma, en los de las Cuatro Témporas y en las tres
vigilias de Pentecostés, Asunción de la Santísima
Virgen María y Natividad de nuestro Señor Jesu¬
cristo. Total: 13 días de abstinencia al año.

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522 AYUNOS Y ABSTINENCIAS

Días de ayuno teniendo Bula.

Se deberá guardar el ayuno únicamente los Miér¬


coles, Viernes y Sábados de Cuaresma y en las tres
vigilias de Pentecostés, la Asunción y la Natividad
de nuestro Señor Jesucristo. Total: 24 ayunos.
La abstinencia y ayuno de Navidad, se anticipa
y traslada al Sábado de Témporas próximamente
anterior.
Y nótese que hay tres vigilias sin ayuno, los tres
Viernes de Témporas fuera de la Cuaresma.

Bulas que hay que tomar para esto.

Hay que tomar la Bula general de Cruzada y el


Sumario de ayuno y abstinencia.
Los pobres pueden gozar todos los favores de la
Bula acerca de la abstinencia y el ayuno sin nece¬
sidad de tomar estos Sumarios. Y por pobres se
entienden aquí no sólo los mendigos o muy pobres,
sino todos los que tienen que trabajar para susten¬
tarse a sí mismos y a su familia.

Los que viajan.

Del indulto relativo a la ley de la abstinencia y


ayuno, podrán todos hacer uso en España y fuera
de España, siempre que se evite el escándalo.
Facultad de los confesores.

Los confesores tienen facultad de dispensar de


la ley de la abstinencia y del ayuno, por justo y
racional motivo. Es decir que, habiendo causa ra¬
cional y justa, aun cuando ella no sea suficiente
para dispensar a uno del ayuno, puede el confesor
conceder la dispensa, si lo juzga conveniente; como
P'Jtor razón de estudios, de viajes, de escrúpulos
y
dudas, de disgustos en casa por ayunar o guardar
astinencia, dificultad de hallar manjares, etc.

A. M. D. G.

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1124..——JPYeuosrgcatoi
ÍNDICE
Introducción. Páginas
¡Caballeros, sed cristianos!
5
Vida deun buen cristiano
7
Oraciones al levantarse
9
Oraciones al acostarse
11
Bendición de la mesa .
13
Misa
13
Confesión
35
Comunión
54
Oraciones varias
62
Modo de rezar el santo Rosario
¿, 71
Letanía a Nuestra Señora.
73
Oración para antes de estudiar
75
Meditación matutina
76
Devoción al Corazón de Jesús
77
Devoción a la Virgen 78
Consejos para cada día 79

Luces Matutinas

80
2.—Yo soy un criado
81
3.—Yo ¿para qué nací? 82
4.—Las cosas
83
5.—La voluntad de Dios
84
6.—F.1 único bien
85
7.—Esta vida no es la vida
86
8.—El único mal
87
9.—Lo que no tiene remedio
88
10-—¡Morir tenemos!—Ya lo sabemos 89
11.—Dies irae dies illa!
90
91
13.—¡Cuando miro al cielo! 93
94
15.—Jesucristo en la cuna. Ámale 95
16.—Jesucristo en el taller. Imítale 96
17.—Jesucristo en la cruz. Abrázale 97
18.—Jesucristo en el sagrario. Cómele 98
19.—Jesucristo en el cielo. Invócale 99
20.—¡Oh María, Madre mía 100
21.—¡Con toda tu alma! 101
22.—Y al prójimo como a ti mismo 102
23.—¡Tuve hambre y me diste de comer! 103
24.—Vae autem illi!—¡Ay de aquél!
105

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228967..——¡¡CTOEersreamp!e!ra!
524 ÍNDICE

Páginas

25.—La santa Madre Iglesia 106


107
108
109

27.—Misabuo
110
30.—Haz bien lo de cada dia 111

Luces Vespertinas:

1.—Mi religión 112


2.—Mis ideas 113
3.—Mis prácticas 114
4.—Mis ideales 115
5.—Mis oraciones 116
6.—Mi carácter 117
7.—Mis mortificaciones 118
8.—Mis virtudes 119
9.—Mis vicios 121
10.—Mis peligros 122
11.—Mi profesión 123
12.—Mi estado ■ ■ • 124
13.—Mis horas 125
14.—Mis negocios 126
15.—Mis dineros 127
16.—Mis bienes 128
17.—Mis caridades 129
18.—Mis conversaciones 130
19.—Mis compañías 131
20.—Mis amores 132
21.—Mis odios 133
22.—Mis libros 134
23.—Mis periódicos 135
24.—Mis cosas 136
25.—Mis talentos 137
26.—Mis debilidades 138
139
28.—Mi celo 140
29.—Mi pureza 141
30.—Mi muerte 142

Misas para todas las dominicas y fiestas.


Dominica 1.a de Adviento 144
Dominica 2.a —■ 147
Dominica 3." — 150
Dominica 4 a — 152
Fiesta de la Natividad del Señor 154
Dominica infraoctava de la Natividad 160
Circuncisión de Nuestro Señor Jesucristo 163
Fiesta del Santísimo Nombre de Jesús 164
Epifanía del Señor 166

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ÍNDICE 525

Páginas

Dominica 1.a después de la Epifanía 169


Dominica 2.a — — 171
Dominica 3.a — >— 174
Dominica 4.a — — 176
Dominica 5.a — — 178
Dominica 6.a — — 180
Dominica de Septuagésima 182
Dominica de Sexagésima 185
Dominica de Quincuagésima 188
Dominica 1.a de Cuaresma 191
Dominica 2.a — 195
Dominica 3.a — 197
Dominica 4 a — .. .
200
Dominica de Pasión 202
Dominica de Ramos 205
Dominica de Pascua 215
Dominica in Albis (1.a después de Pascua) 218
Dominica 2.a después de Pascua 220
Dominica 3.a -— — 223
Dominica 4.a — — . 225
Dominica 5.a — — 227
Ascensión del Señor . 229
Dominica infraoctava de la Ascensión 231
Dominica de Pentecostés 233
Fiesta de la Santísima Trinidad 236
Fiesta del Santísimo Corpus Christi 239
Dominica infraoctava del Corpus 243
Dominica 3 a despuép de
Pentecostés 245
Donflñícá 4.a— , — 248
Dominica 5 a — — ......... •*. .
.>. ^250
Dominica 6.a — ! ■— .. 252
.

Dominica 7.a — — 254


Dominica 8.a —
—| . 256
Dominica 9.a — — 258
Dominica 10.a — — 260
, dominica 11.a, — — 262
Dominica*12.a — — ' 265
Dominica 13.a — — 267
Dominica 14.a — — 269
Dominica 15.a — 272
Dominica 16.a — — 274
Dominica 17.a — — 276
Dominica 18.a — — 278
Dominica 19.a — — 280
Dominica 20.a — - 282
Dominica 21.a -— — 284
Dominica 22.a — — 286
Dominica 23.a — — 288
Dominica ultima — — 290

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526 ÍNDICE

Páginas

Misas para algunas fiestas.


Fiesta de la Purísima Concepción 294
Fiesta de San José 296
Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús 298
Fiesta de San Pedro y San Pablo 300
Fiesta de Santiago Apóstol 303
Fiesta de la Asunción de Nuestra Señora 304
Fiesta de Todos los Santos 306
Conmemoración de todos los Fieles Difuntos 309

Misas de Difuntos.
En el día del fallecimiento 317
En el aniversario de un difunto 319
Misa cotidiana de difuntos 320

NOVENAS Y DEVOCIONES
Introducción 327
I.—Trisagio a la Santísima Trinidad 331
II.—Devoción al Espíritu Santo 333
III.—Via Crucis 336
IV.—Visita al Santísimo Sacramento 342
V.—Comunión espiritual 344
VI.—Triduo de Carnaval 344
VII.—Mes de Junio »....
.*<%§ 347
VIII.— Me^ de! Sagrado Corazón.. ..' " 348
. ' IX.—Novena al Sagrado Corazón de Jesús 349
X.—Fiesta del Sagrado Corazón de Jesús 354
Cinco Visitas. Consagración.

— Cinco Visitas y

Consagraciones.—Letanías al Corazón de Jesús.
XI.—Último Domingo de Junio 367
Consagración al Corazón de Jesús (de Santa Mar- t
garita).—Desagravios. ' ' « ■ •
XII.—Consagración'de las familias al Corazón de Jesús. 370
XIII.-—Novena a la Santísima Virgen 373
XIV.—Novena a la inmaculada Concepción 380
XV.—Devoción a Nuestra Señora de los Dolores 385
XVI.—Las tres Avemarias 3^0
XVII.—Santo Rosario 392
XVIII.—Mes de Maria 392
XIX.—Flor de María 407
XX.—Novena al glorioso Patriarca San José. 409
XXI.—Los Siete Domingos de San José 413
XXII.—Novena a San Ignacio de Loyola 417
XXIII.—Agua bendita de San Ignacio de Loyola 424
XXIV.—Novena en honor de San Francisco Javier 426
XXV.—Seisena de San Luis Gonzaga 428
XXVI.—Los Trece Martes en honor de San Antonio 432

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ÍNDICE 527

Páginas

XXVII.- —Novena de las Ánimas del Purgatorio 434


XXVIII. —Acto heroico en favor de las Ánimas 439
XXIX. —Cuando caigas enfermo 441
XXX. —Modo de tomar el Viático 444
XXXI. —Modo de recibir la Extremaunción 448
XXXII. —Recomendación del alma 454
XXXIII. Oración para obtener una buena muerte

462
XXXIV. —Officium Defunctcrum 464
XXXIV. —Oficio de Difuntos 473
Salmo De profundis 482
XXXV. —Letanías de los Santos 482
XXXVI. —Itinerario. (Preces al emprender un viaie) 493
XXXVII. —Los nueve Primeros Viernes de mes 496
XXXVIII. —Votos 498
XXXIX. —Jaculatorias enriquecidas con indulgencias 500
XL.- —Salmos, Himnos, Cánticos 505
Miserere. Magníficat.— Tedeum.— Pater, Ave

y Salve.—O sacrum convivium.—Adorcmus in


aeternum.—Pange lingtia y T~antum ergo.—Sa-
cris solemnis.—Adoro
te devote.—Auctor bea-
te.—Cor arca.—Ave Maris Stella.
XLI. —Ayunos y abstinencias 518

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