Scjm. Caso-Rios Vallejos

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SUPREMA CORTE DE JUSTICIA - SALA SEGUNDA

PODER JUDICIAL MENDOZA

foja: 1024
CUIJ: 13-02843248-2((012174-8999101))
F.C/RIOS VALLEJOS, JUAN, HERRERA, OSCAR, NAVARRO, JULIO
MARTIN Y LEDESMA, JONATHAN P/HOMICIDIO AGRAVADO ROBO
AGRAV. C. REAL P/ RECURSO EXT.DE CASACIÓN
*102863198*

En Mendoza, a los 23 días del mes de diciembre del año dos mil catorce, reunida
la Sala Segunda de la Excelentísima Suprema Corte de Justicia en acuerdo
ordinario, tomó en consideración para dictar sentencia definitiva la causa Nº
(012174-8999101), con CUIJ N° 13-02843248-2, caratulada “F.C/RIOS
VALLEJOS, JUAN, HERRERA, OSCAR, NAVARRO, JULIO MARTIN Y
LEDESMA, JONATHAN P/HOMICIDIO AGRAVADO ROBO AGRAV. C.
REAL P/ RECURSO EXT. DE CASACIÓN”.

De conformidad con lo decretado a fojas 1021 quedó establecido el siguiente


orden de votación de la causa por parte de los Señores Ministros del Tribunal:
primero, Dr. Omar Palermo; segundo, Dr. Alejandro Pérez Hualde; y, tercero, Dr.
Mario Daniel Adaro.

ANTECEDENTES:

Que a fs. 884/889 la abogada Mariela Herrera, en representación de


Jonathan Mauricio Ledesma Reche, interpone revisión a favor de éste. Funda su
petición en el art. 495, inc. 5 del C.P.P.

A fs. 911 se da trámite de ley al recurso interpuesto. A fs. 1020 se fija


fecha de audiencia para deliberar, la que es realizada en fecha 15 de diciembre de
2014 conforme surge de fs. 1021, donde se señala el orden de votación de la causa
y se fija fecha de lectura de la sentencia, la que fue modificada conforme decreto
de fs. 1023.

De conformidad con lo establecido por el artículo 160 de la Constitución


de la Provincia, esta Sala se plantea las siguientes cuestiones a resolver:
PRIMERA: ¿Es procedente el recurso interpuesto?

SEGUNDA: En su caso, ¿qué solución corresponde?

TERCERA: Pronunciamiento sobre costas.

SOBRE LA PRIMERA CUESTIÓN, EL DR. OMAR PALERMO,


DIJO:

1.- La situación de Jonathan Ledesma Reche y el trámite de las


actuaciones que derivaron en la imposición de su condena.

En la presente causa a Jonathan Ledesma Reche se le endilgó su


intervención en el hecho ocurrido en fecha 22 de junio de 2001 cuando, siendo
aproximadamente a las 4:45 horas, el Sr. Mario Hipólito López Pérez -de más de
70 años de edad- domiciliado en calle Telles Meneses 178 de San Rafael, fue
agredido en su vivienda -en momentos en que descansaba- por un grupo de
personas. A los fines de que la víctima revelara el lugar donde guardaba el dinero,
los autores del hecho la golpearon y, ante su negativa, el imputado Ríos ayudado
por Herrera tomó un cuchillo hiriendo a López. A su vez el imputado Navarro
desde la puerta de la vivienda, encendía y apagaba la luz, a pedido de Ríos y
Herrera, no pudiendo sostener ni impedir el accionar de los mencionados. Al
momento en que Herrera y Ríos agredían a la víctima, Ledesma tapaba la boca de
López Perez para que no gritara y alertara a los vecinos. A la víctima le
sustrajeron una garrafa y un radio grabador con un CD, color negro. Finalmente,
en razón de las heridas que recibió en su cabeza y pecho, López fue trasladado al
Hospital Shestakow, encontrándose imposibilitando de prestar declaración
testimonial, dejando de existir en fecha 29 de junio de 2001.

Luego de ser imputado en la causa de referencia, se ordenó su traslado a la


penitenciaria provincial pero, al advertirse que al momento de la comisión del
hecho delictivo Jonathan Ledesma tenía 17 años de edad, se dispuso dejar sin
efecto el traslado dispuesto y se ordenaron, por pieza separada, medidas tutelares
–ver fs. 269-. Posteriormente se dictó el procesamiento de Jonathan Ledesma
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Reche -fs. 293/296 vta.-.

Elevada la causa a juicio el presidente de la Cámara del Crimen


interviniente solicitó al juez instructor que informara sobre las medidas tutelares
dispuestas en pieza separada y, en su caso, que acompañara las actuaciones –ver
fs. 347-. El Juez de Instrucción, por su parte, informó que aquellas actuaciones
habían sido remitidas al tribunal en forma conjunta con los obrados principales –
ver fs. 349-.

En fecha 8 de julio de 2003 la Primera Cámara del Crimen de la Segunda


Circunscripción Judicial de Mendoza condenó a Jonathan Ledesma Reche, por el
hecho antes descripto, a prisión perpetua al encontrarlo autor penalmente
responsable del delito de homicidio criminis causae en concurso real con robo
agravado por el uso de arma. La resolución unificó la condena pues Ledesma
Reche tenía una condena en los autos Nº 13.874/139.111 a cinco años de prisión
dictada el 19 de febrero de 2003.

La Sala II de esta Suprema Corte de Justicia confirmó la sentencia


condenatoria el 22 de diciembre de 2003 -ver fs. 524/531y vta.- y rechazó los
agravios formulados por Jonathan Ledesma Reche. Posteriormente Jonathan
Ledesma Reche presentó, in pauperis, un reclamo que fue desestimado in limine
por la Cámara del Crimen -ver fs. 721-. Finalmente, la defensa oficial interpuso
una revisión a favor de aquél –ver fs. 836/841- la que resultó rechazada –ver fs.
855/856 y vta.-.

2.- La presente revisión.

La defensa insta la aplicación del precedente recaído en la causa “Roldán


Cajal” (L.S. 436:168). Sostiene que en el caso de Jonathan Ledesma Reche se han
conculcado las normas del decreto/ley 22.278 (arts. 4 y 8) y de la ley 6354 (arts.
115, 116 y 148). Además que «no se le aplicó ningún tratamiento tutelar, el
tribunal debería haber extremado en este caso el tratamiento tutelar exigido
por la norma, como presupuesto para una condena» -recurso, fs. 885 vta.-.
Solicita que el caso bajo examen sea reexaminado conforme los
lineamientos sentados por la Corte Federal en la sentencia registrada en Fallos
333:1657 y en el precedente “Maldonado”, registrado en Fallos 328:4343. Agrega
que «la falta de fundamentación en la necesidad de aplicar una pena, como
también la individualización de la misma impiden el control de razonabilidad y
el resguardo del cumplimiento de la garantía constitucional del debido
proceso» (art. 18 de la C. N).

Concluye que «un individuo que ha sido penalmente condenado tiene un


derecho constitucional: que la sentencia sea revisada o controlada por un
tribunal superior, y que dicha revisión comprenda todos aquellos argumentos en
los que se ha sustentado la condena, es decir, aquellas que en virtud de su posible
modificación tienen la aptitud para alterar la condena o la pena a favor del
recurrente, siempre y cuando le resulte posible al tribunal de alzada, sin afectar
el principio de inmediación».

Cita, en abono de su pedido, el pronunciamiento de la Sala II de la Cámara


Federal de Casación Penal, “Mendoza, Cesar Alberto y otros s/ Recurso de
revisión”.

Formula reserva de caso federal.

3.- Dictamen del Sr. Procurador General de esta Suprema Corte de


Justicia.

El titular del Ministerio Público se expide por la procedencia del remedio


intentado. Considera que en el caso bajo examen, corresponde la anulación del
pronunciamiento en relación a la aplicación de la pena de prisión perpetua
aplicada a Jonathan Ledesma Reche por resultar consecuencia de una
interpretación más gravosa de la pena que la actualmente sostenida por esta
Suprema Corte de Justicia. Por lo tanto, solicita que se remita la causa al tribunal
subrogante a fin de que individualice la pena con arreglo al entendimiento
expresado en el precedente “Roldan Cajal” -L.S. 436-168-.
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Por su parte en la audiencia de visu llevada a cabo el día 20 de mayo de


2014, previo a la resolución de la presente causa, refirió el Sr. Procurador que ya
se había expedido oportunamente en favor de viabilidad del recurso de revisión
impetrado -ver fs. 968 y vta.-.

4.- La solución.

La solución que en mi opinión corresponde ofrecer al caso de autos debe


ser explicada desde un doble punto de vista. Por un lado, en lo que respecta
estrictamente al recurso de revisión interpuesto, el mismo debe prosperar por las
razones formales y materiales que se expondrán a continuación, de modo que la
pena de prisión perpetua debe ser imperativamente sustituida por una pena de
prisión temporal. Por otro lado, una vez resuelta la impugnación de modo
favorable para el recurrente, corresponde establecer si en el sub lite se dan los
presupuestos procesales para imponer a Ledesma Reche la pena temporal que la
revisión de la sentencia definitiva reclama. Sobre esta última cuestión cabe señalar
que, según creo, la sentencia condenatoria le fue impuesta al acusado violando las
reglas del debido proceso penal juvenil. Por esta razón, corresponde declarar nula
de nulidad absoluta la sentencia que condenó a prisión perpetua a Ledesma Reche
y ordenar el archivo de las actuaciones por no poderse proceder, en razón de que
ya no resulta posible reeditar la aplicación del régimen penal juvenil para un
acusado que hoy ha superado largamente la mayoría de edad. En consecuencia, la
solución no puede ser otra que la absolución del imputado. Paso a explicar estas
conclusiones que he adelantado.

4.1.- La falta de acusación fiscal.

En cuanto al recurso de revisión hay que decir, en primer lugar, que el


mismo debe prosperar ya por una razón puramente formal: el Sr. Procurador
General de esta Suprema Corte de Justicia, quien tiene a cargo el ejercicio de la
acción penal, dictaminó a favor del imputado, esto es, en el sentido de hacer lugar
a la revisión interpuesta. En efecto, si bien el representante del Ministerio Público
Fiscal no se expide específicamente en relación a si corresponde o no absolver a
Jonathan Ledesma Reche, no duda que el recurso de revisión debe proceder en su
favor. Se remite al antecedente de este Tribunal en autos Nº 102.319, caratulados
“F. c/ Roldán Cajal, Cristian Saúl s/ Revisión”. Dicho de otro modo, la pena de
prisión perpetua no puede ser mantenida debido a la falta acusación fiscal que la
sustente. Esta conclusión se deriva de la aplicación de la doctrina sentada por la
Corte Suprema de Justicia de la Nación en los precedentes “Tarifeño” y
“Mostaccio”. Por esta razón formal, la revisión de la condenación perpetua es ya
un imperativo para el juzgador.

4.2.- La importancia de la jurisprudencia internacional en materia de


DDHH.

No debe perderse de vista que la conclusión alcanzada -en el sentido de


que resulta obligatoria la disminución de la pena en caso de que el acusado sea un
niño, niña o adolescente- también es sostenida, aunque con otros argumentos, por
la jurisprudencia del Derecho internacional de los Derechos Humanos. Por este
motivo, constituye una obligación internacional asumir el cumplimiento de lo
dispuesto en el dispositivo número 21 de la Sentencia emitida por la Corte IDH en
el Caso Mendoza, César Alberto y otros Vs. Argentina, en tanto ordena al Estado
argentino -y en consecuencia, a la provincia de Mendoza- «garantizar que las
personas que actualmente se encuentren cumpliendo [penas privativas de libertad
perpetuas] por delitos cometidos siendo menores de edad puedan obtener una
revisión de las mismas». La exigencia, además, impone que dicha revisión se
ajuste a los estándares expuestos en la mencionada resolución.

En este orden, estimo oportuno señalar cuál ha sido la evolución que, en


los últimos años, ha tenido la jurisprudencia de la Corte IDH y de la C.S.J.N. en
materia de Derecho penal juvenil.

Si bien desde el ámbito formal, esto es, según la literalidad del texto de la
ley, no existía limitación alguna para la imposición de penas privativas de la
libertad perpetuas a menores de edad, lo cierto es que el propio ámbito material
del Derecho penal juvenil vedaba tal posibilidad. Dicho brevemente: las
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particularidades propias que fundan el sistema de responsabilidad penal juvenil


impedían la aplicación de una pena privativa de la libertad ilimitada
temporalmente a una persona que cometió el hecho imputado siendo menor de
edad. Por esta razón, se han dictado pronunciamientos trascendentales a nivel
regional y nacional y se han elaborado estándares generales que reflejan las
directrices del Derecho internacional de los Derechos Humanos en la materia.

En efecto, no puede dejar de advertirse que la Corte Interamericana de


Derechos Humanos se pronunció específicamente sobre la improcedencia de la
condena a prisión perpetua para adolescentes en conflicto con la ley penal, en el
marco de un caso litigado contra la República Argentina y cuyo cumplimiento
resulta de carácter obligatorio. Se trata del ya mencionado Caso Cesar Alberto
Mendoza y ots. Vs. Argentina, donde la Corte IDH sostuvo, de manera categórica,
que la imposición de penas perpetuas privativas de la libertad a personas que
comenten delitos siendo menores de edad resulta incompatible con las
obligaciones que surgen del Derecho internacional de los Derechos Humanos; y,
además, constituye un acto susceptible de generar responsabilidad internacional
del Estado. De este modo, se entiende que en los casos de responsabilidad penal
juvenil la proporcionalidad de la pena debe guardar una estrecha relación con la
finalidad convencional de la misma; concluyendo que dicho supuesto no se
configura en el caso de menores de edad condenados a prisión o reclusión
perpetua.

Pues bien, a los efectos de llegar a tales conclusiones, la Corte IDH emplea
una serie de argumentos vinculados tanto con los principios que deben impregnar
el sistema de responsabilidad penal juvenil como con la valoración que, en
función de su condición de niños, debe realizarse respecto de su responsabilidad
penal ante una eventual aplicación de una pena.

Respecto del primero de los aspectos señalados, la Corte IDH considera en


todo momento, como eje transversal de análisis, el interés superior del niño y los
derechos especiales derivados de su condición de tales, conforme las exigencias
del artículo 19 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos.

Asimismo, el Tribunal interamericano toma en consideración tanto el


principio de trato diferenciado como el principio de especialización. Según el
primero de ellos, que alcanza al proceso de determinación de responsabilidad
penal juvenil, se reconoce que si bien los niños y niñas cuentan con los mismos
derechos humanos que los adultos durante el proceso, la forma en que ejercen
tales derechos varía en función de su nivel de desarrollo. Por ello se impone la
necesidad de reconocer y respetar las diferencias de trato que corresponden a
diferencias de situación, entre quienes participan en un proceso. En tanto que el
segundo de los principios mencionado, el de especialización, el cual implica, inter
alia, la aplicación de derechos y principios jurídicos especiales que protegen los
derechos de los niños imputados o condenados por un delito.

Por lo demás, se pone de relieve la especial relevancia que adquiere, en


casos de aplicación de penas privativas de libertad contra jóvenes en conflicto con
la ley penal, el principio de proporcionalidad, entendiendo que ello supone que
cualquier respuesta a los niños que hayan cometido un ilícito penal deberá ser en
todo momento ajustada a sus circunstancias personales y al hecho cometido,
privilegiando su reintegración a su familia y/o sociedad.

Así, a partir del análisis basado en la aplicación de los mencionados


principios y teniendo en consideración la inexistencia de una nómina de medidas
punitivas autorizadas por la Convención Americana para aplicar en casos de
adolescentes en conflicto con la ley penal y la letra del artículo 7 convencional, la
Corte advierte que «la medida que deba dictarse como consecuencia de la
comisión de un delito debe tener como finalidad la reintegración del niño a la
sociedad». De este modo, concluye el Tribunal que «la prisión y reclusión
perpetuas, por su propia naturaleza, no cumplen con la finalidad de la
reintegración social de los niños». Ello, en tanto «este tipo de penas implican la
máxima exclusión del niño de la sociedad, de tal manera que operan en un
sentido meramente retributivo, pues las expectativas de resocialización se anulan
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a su grado mayor. Por lo tanto, dichas penas no son proporcionales con la


finalidad de la sanción penal a niños».

Por otro lado, la Corte IDH agregó que las penas consideradas
radicalmente desproporcionadas, así como aquellas que pueden calificarse de
atroces en sí mismas, se encuentran bajo el ámbito de aplicación de las cláusulas
que contienen la prohibición de la tortura y los tratos crueles, inhumanos y
degradantes. Además, introduciéndose en la realidad personal de cada una de las
víctimas y en el contexto socio-cultural en el que se desarrollaron, el Tribunal
regional advirtió que los cinco jóvenes habían crecido en barrios marginados, con
una situación de exclusión y gran vulnerabilidad socioeconómica, con carencias
materiales que condicionaron su desarrollo integral; que todos ellos habían
abandonado sus estudios primarios y secundarios antes de concluirlos y tuvieron
los primeros contactos con la justicia penal a muy temprana edad; lo cual trajo
como consecuencia que pasaran gran parte de su infancia en institutos de menores
hasta cumplir los 18 años de edad. Esta primera aproximación de la Corte IDH
permite luego repensar sobre la legitimación del Estado para la imposición de
penas -particularmente perpetuas a menores de edad- cuando no cumple
adecuadamente sus deberes de protección en relación a la infancia y sus derechos,
como política pública.

4.3.- La jurisprudencia de la CSJN: el caso “Maldonado” y otros


estándares internacionales.

El contundente pronunciamiento de la Corte IDH se encuentra


íntimamente vinculado con el antecedente de nuestra Corte Suprema de Justicia de
la Nación en el caso “Maldonado”. Esta resolución nacional ha sido valorada
positivamente por la Corte IDH en razón de que establece criterios importantes
sobre la incompatibilidad de la imposición de la prisión perpetua con los derechos
de los niños. En esta sentencia, además, se reconoció la responsabilidad
internacional por parte del Estado argentino respecto de los alegatos vinculados
con la inconvencionalidad de las penas privativas de libertad perpetuas impuestas
a menores de edad. En consecuencia, al momento de resolver una cuestión como
la planteada en autos, debo detenerme en el análisis de las consideraciones
formuladas en el referido antecedente por la Corte Federal.

Los hechos que motivaron el pronunciamiento pueden sintetizarse de la


siguiente manera: un Tribunal Oral de Menores condenó a un menor de edad a la
pena de prisión de 14 años por considerarlo autor penalmente responsable de los
delitos de robo con armas en concurso real con homicidio criminis causae. Los
acontecimientos se habían cometido cuando aquél tenía 16 años de edad. El
representante del Ministerio Público Fiscal formuló recurso de casación y la Sala I
de la Cámara Nacional de Casación Penal casó la sentencia recurrida y condenó al
menor de edad a la pena de prisión perpetua.

Frente a esta plataforma fáctica el Alto Tribunal sostuvo que «partiendo


de la premisa elemental, aunque no redundante, de que los menores cuentan con
los mismos derechos constitucionales que los adultos, no debe perderse de vista
que de dicho principio no se deriva que los menores, frente a la infracción de la
ley penal, deban ser tratados exactamente igual que los adultos». Así, reconocer
que los menores de edad tienen los mismos derechos que el imputado adulto, no
implica desconocerles otros derechos propios que derivan de su condición de
persona en proceso de desarrollo.

Asimismo la Corte agregó que «en el marco de un derecho penal


compatible con la Constitución y su concepto de persona no es posible eludir la
limitación que a la pena impone la culpabilidad por el hecho, y en el caso
particular de la culpabilidad de un niño, la reducción que se deriva de la
consideración de su inmadurez emocional o afectiva universalmente reconocida
como producto necesario de su etapa vital evolutiva, así como la inadmisibilidad
de la apelación a la culpabilidad de autor, por resultar ella absolutamente
incompatible con nuestra Ley Fundamental. En tales condiciones, no resta otra
solución que reconocer que la reacción punitiva estatal debe ser inferior que la
que correspondería, a igualdad de circunstancias, respecto de un adulto»

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