Lorenzo-Luzuriaga 2
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INDICE
Introducción
CAPÍTULO XIII
LA PEDAGOGÍA EN EL SIGLO XVII
Como ya se ha indicado, la pedagogía de esta época está influida por las dos grandes
corrientes filosóficas que surgen en ella: la empírica, representada principalmente por
Bacon, y la idealista, fundada por Descartes. Ninguno de ambos escribe directamente
sobre educación, pero sus ideas repercuten grandemente en ella. A estas corrientes hay
que añadir el efecto del movimiento científico, naturalista y crítico que parte del
Renacimiento, con los nombres de Galileo y Kepler, principalmente.
Bacon (1561-1626), considera que el conocimiento procede de la experiencia, de las
percepciones sensibles, por lo cual hay que partir del estudio de la naturaleza, del
conocimiento de las cosas. Para esto hay que emplear el método inductivo por el cual se
agrupan los hechos particulares, se experimentan y comprueban para llegar a los
conceptos generales, es decir, al conocimiento.
Descartes (1596-1669), parte de la duda metódica, de poner en cuestión las ideas
recibidas. Afirma en cambio la sustantividad del yo y de la razón frente al mundo
exterior. Lo decisivo para el conocimiento son las ideas, no las cosas; el ser pensante, no
el mundo exterior. Su influencia en la pedagogía del tiempo se debe sobre todo a sus
ideas sobre el método, que llegan a constituir una de las bases de la nueva didáctica.
3. LOCKE
Pertenece John Locke a la corriente del empirismo inglés que arranca de Bacon pero en
la pedagogía ocupa un lugar especial y sobresaliente que le presta personalidad propia.
En ella se destaca más que por sus ideas filosóficas relativas al conocimiento, por su
concepción psicológica y moral. En este sentido, más que un empirista es, como
veremos después, un moralista, es decir, que da más importancia en la educación a la
conducta y a la ética que a la inteligencia y al conocimiento.
Nacido en 1632, estudió en el Colegio de Winchester, una de las grandes public schools
inglesas, y después en la Universidad de Oxford, dedicándose al estudio de la medicina,
la filosofía y las ciencias naturales y conociendo entonces la filosofía de Descartes y
Bacon. Fue más tarde secretario y consejero de Lord.Ashley, luego conde de
Shaftesbury, y educador de su hijo y nieto. Siguiendo a aquél tuvo que emigrar a
Holanda por las circunstancias políticas de Inglaterra. El cambio de éstas le permitió
volver a su país, donde se entregó a sus trabajos y estudios filosóficos y pedagógicos.
Aunque de constitución débil, vivió hasta los 72 años, falleciendo en 1704.
John Locke no sólo se ha distinguido por sus ideas filosóficas sino también por su
concepción política. En este sentido se le considera como el padre del liberalismo -
moderno e inspirador de las ideas que sirvieron de base a la Constitución política de
Francia y de los Estados Unidos. En pedagogía ocupa un lugar destacado tanto por sus
ideas como por la influencia que ejerció sobre Rousseau y a través de él en toda la
pedagogía moderna. Su obra esencial pedagógica, con sus Pensamientos sobre
educación ("Some thoughts on education") escritos en 1692. Mas para comprender su
posición general filosófica hay que acudir a su obra capital, el Ensayo sobre el
entendimiento humano (1690). Allí se hallan los supuestos de su pedagogía, sobre todo
en lo que se refiere a la educación intelectual. Locke sin embargo no ha sido sólo un
pedagogo teórico, sino también un educador, como preceptor y como consejero de
educación de sus amigos.
En la pedagogía de Locke, como en toda teoría de la educación, hay partes
circunstanciales, históricas y partes esenciales, de valor permanente. Entre aquéllas
figura la que se refiere a la educación (le] gentleman, del caballero del siglo XVII, que
no tiene sentido para nuestro, tiempo; en cambio, sí lo tiene todo lo que se refiere a la
educación de la individualidad, de la personalidad humana. En este sentido, hay que
advertir que Locke es uno de los primeros que Concibe a la educación en una forma
total, integral, atendiendo por igual a la vida física que a la intelectual y moral. Y se da
el caso paradójico que siendo Locke uno de los más altos representantes de la
concepción intelectual, subordina ésta a las demás partes de la vida humana, sobre todo
a la moral.
Aunque comienza en el Renacimiento la rehabilitación de la educación física, que se
había perdido en la Edad Media Locke es el primero que le da toda la importancia que
se merece. Su obra comienza precisamente con la máxima de Juvenal Mens sana in
corpore sano, y a la salud corporal dedica gran parte de su libro. A ello le movieron sin
duda sus conocimientos médicos, y quizá su misma debilidad corporal. Aparte de las
medidas que recomienda para la educación física, y que se refieren a la alimentación,
vestido, ejercicio, comida, etc., hay que recordar su concepción del "endurecimiento",
de someter a los niños y jóvenes a un género de vida riguroso que les impida caer en
una vida muelle y afeminada, y para que el cuerpo pueda obedecer fácilmente las
órdenes del espíritu.
Respecto a la educación de éste, del espíritu, Locke insiste en la necesidad de
comenzarla pronto ya que de las primeras impresiones depende la vida ulterior. Para
Locke, en efecto, el alma es como una tabula rasa, como una tabla lisa, en la que no hay
nada escrito. No existen pues ideas innatas, sino que todo conocimiento empieza con la
experiencia. Así las primeras impresiones y la educación adquieren un valor
extraordinario.
Por ello: "Las diferencias que se encuentran en las aptitudes y costumbres de los
hombres son debidas a su educación más que a ninguna otra cosa". Pero en la
educación, lo decisivo según Locke es la preparación para la virtud, la formación moral,
la cual consiste en primer lugar en el dominio de las pasiones, en someter los impulsos a
la razón. Esto no debe hacerse con recomendaciones y preceptos sino con la práctica,
con la formación de hábitos por medio del ejercicio. "Lo que creáis necesario que hagan
los niños, debéis enseñar a hacerlo mediante una práctica constante, siempre que la
ocasión se presente y aun si es posible haciendo surgir las ocasiones". Ahora bien, estos
hábitos hay que implantarlos no imponiendo los actos a los niños, sino haciendo que los
realicen espontáneamente, gustosamente, aun cuando a veces hayan de hacerlo de un
modo forzado. Hay que empezar pues, por el juego, y convertir éste poco a poco en
trabajo. En este sentido, Locke es uno de los primeros representantes de la educación
activa.
De la educación intelectual, de la instrucción, se ocupa Locke en la última parte de su
obra: "La lectura.. la escritura, la instrucción todo lo creo necesario, pero no creo que
sea la parte principal de la educación". Lo importante, como hemos dicho, es la moral,
las costumbres.
En la instrucción, estudia Locke la lectura, la escritura el dibujo, el latín, las lenguas
extranjeras, la geografía, la historia y las ciencias. Es interesante observar que aun
refiriéndose la educación del gentleman, del caballero, Locke quiere que su alumno
conozca un oficio manual, basándose precisamente en las ideas de la educación activa,
del impulso de actividad de los niños. Asimismo recomienda otras actividades como la
pintura, la música, la esgrima, el baile, etc.
Locke da mucha importancia, y con razón, a las buenas maneras hoy tan poco atendidas
en la educación. Por ellas entiende no solo la urbanidad, sino en general la conducta
social entera, la conversación la atención a los demás, la tolerancia, etc. "No son
solamente maneras pulidas -dice- lo que se adquiere en la sociedad de los hombres; la
tintura que da la compañía no queda en la superficie ahonda más y quizá si
considerásemos bien las costumbres y las religiones del mundo, reconoceríamos que la
mayor parte de los hombres tienen estas opiniones y estos ritos, por los cuales estás
dispuestos a dar la vida, más bien por la costumbre de su país y por la práctica constante
de sus conciudadanos que por una convicción razonada".
Locke realza especialmente el papel de la sicología en la educación. . En este sentido
insiste en la necesidad de conocer el carácter de los niños "Comenzad desde muy
temprano -dice- a observar el temperamento de vuestro hijo; y esto cuando más
abandonado mido esté a sí mismo, en sus juegos y cuando se crea lejos de vuestra
vista". Y más adelante advierte: "Si observáis atentamente el carácter del niño en las
primeras acciones de su vida, podréis luego adivinar de qué lado se inclinan sus
pensamientos, cuáles son sus puntos de vista, incluso, cuando más tarde, convertido ya
en hombre , cubra sus designios un espeso velo, y sepa emplear para con. una gran
variedad de medios".
Finalmente, Locke, siguiendo la tradición de Vives y los humanistas, hace un análisis
muy fino de las condiciones que debe reunir el educador y, en particular, el preceptor.
Éste ha de ser, ante todo, un hombre de buenas costumbres e instruido, un hombre bien
educado, pero además, debe conocer el mundo, las costumbres, los gustos y defectos de
su época, y sobre todo a los hombres de su pueblo. Ha de preparar al joven, como dice
Séneca, no para la erudición, sino para la vida. Para ello hay que retribuir mejor a los
educadores Y recomienda que se economice en las cosas superfluas y en cambio que se
gaste en obtener una buena educación.
En Locke, sin embargo de sus aciertos educativos, hay algunas ideas que nos aparecen
hoy poco recomendables, y que son naturalmente fruto de su tiempo. Entre ellas figura
en primer lugar su concepción aristocrática de la educación, que le lleva a preferir la
educación privada, doméstica, por medio de un preceptor, a la educación en la escuela
pública. Tampoco se encuentra en Locke un sistema de educación intelectual basado en
las ideas empiristas que caracterizan a su filosofía, y que Ratke y Comenio expusieron
tan brillantemente. Sin embargo, su obra, aunque parcial en este sentido, tuvo una
repercusión extraordinaria en otros aspectos, hasta dar lugar, como o hemos dicho, a la
corriente naturalista en la educación, que representa Rousseau principalmente.
Una vez expuestos los caracteres de la educación del siglo XVIII queda poco por decir
en general respecto a sus ideas pedagógicas. En ellas se observan, corno se indicó,
varias etapas y direcciones. En su primera parte predominan las ideas intelectualistas y
sensorialistas representadas por la ilustración; en la segunda parte lo hacen las ideas
naturalistas de Rousseau, y en su último tercio, el idealismo de Pestalozzi. A estas
direcciones hay que añadir el movimiento filantrópico representado por Basedow y la
pedagogía política desarrollada por La Chalotais y Condorcet principalmente.
Con este cuadro sintético tenemos una ligera idea del rico contenido pedagógico en este
siglo, el siglo pedagógico por excelencia, como se ha dicho. Nunca en la historia, hasta
nuestro tiempo, ha alcanzado la pedagogía un desarrollo tan considerable.
No es posible encerrar en una fórmula o reducir a una unidad las diversas ideas
pedagógicas del siglo XVIII. Podríamos decir, sin embargo, que se reducen a las
siguientes:
1ª La creencia en el poder absoluto de la razón, que debe gobernar a los hombres y a los
pueblos, y por lo tanto la importancia extraordinaria de la educación, encargada de
dirigirla.
2ª La aspiración a la libertad, suprimiendo todas las trabas políticas y religiosas, así
como las convenciones sociales, y de aquí el individualismo en la educación.
3ª El reconocimiento de la naturaleza y de las leyes naturales en el universo y la
sociedad, dando lugar así al naturalismo pedagógico.
4ª Un sentido activo, progresista, optimista en la vida, que hace de la educación un
instrumento valioso.
5ª El despertar del espíritu social, de ayuda y cooperación, que produce una nueva
concepción de la educación.
6ª La progresiva secularización de la educación, reduciendo cada vez más la influencia
eclesiástica y acentuando la del Estado.
Entre los, diversos representantes de esta tendencia que se han ocupado de la educación
se encuentran Condillac, Diderot y Helvetius. Ninguno de ellos en forma sobresaliente,
pero sí muy eficiente por haber contado con un órgano de difusión tan grande como fue
la "Enciclopedia", que resumía el saber de la época.
Condillac (1715-1780) es uno de los más altos representantes de la corriente sensualista
o sensorialista. Fue preceptor del infante Fernando, nieto de Luis XV, y sobre las
experiencias de esta educación escribió un Cours d'études en 13 volúmenes.
Consecuente con su filosofía, Condillac basa su educación en la observación de los
hechos, en el estudio de la naturaleza, conforme el método analítico. Considera también
que el niño debe seguir en su educación el mismo proceso que ha seguido en su
desarrollo la humanidad, aunque naturalmente en forma abreviada. Insiste
particularmente en la formación del juicio personal, en el pensar independiente y crítico,
no aceptando nada que no haya sido elaborado intelectualmente por el propio alumno.
Diderot (1713-1784). Filósofo y creador con D'Alambert de la "Enciclopedia", gran
matemático y crítico de la sociedad de su tiempo, también se ha ocupado de la
educación, tanto en su Memoria sobre la educación en Rusia, para Catalina 11, como en
su obra "Del hombre, sus facultades intelectuales y su educación". Para Diderot, la
educación es un factor decisivo en la vida del hombre y de la sociedad, y el Estado debe
desarrollarla independientemente de la Iglesia. En la educación deben predominar los
conocimientos científicos sobre los literarios. Finalmente Diderot se expresó refutando
las teorías optimistas de Helvetius sobre la educación.
Helvetius (1715-1771) representa el máximo optimismo pedagógico. Para él la
educación todo lo puede; todas las diferencias en el género humano proceden de la
educación. En el hombre lo decisivo son las sensaciones, y la educación tiene que
basarse sobre todo en ellas. Helvetius defiende también la secularización de la
educación y la necesidad de una educación moral independiente de toda religión.
Juan Jacobo Rousseau, es, como se ha dicho, una de las personalidades más salientes de
la historia de la pedagogía. A diferencia de Comenio, Pestalozzi o Froebel, no fue
propiamente un educador, pero sus ideas pedagógicas han influido decisivamente sobre
la educación moderna. Nació en 1712, en Ginebra (Suiza), de una familia calvinista; su
madre, hija de un pastor protestante., murió al nacer él; su padre era relojero y educó a
su hijo de una forma bastante irregular.. saturándole de lecturas, entre ellas los clásicos
de Grecia y Roma, especialmente Plutarco, y muchas historias y novelas. Esto acentuó
quizá su carácter sentimental y el temperamento exaltado que mostró toda su vida.
Obligado su padre a abandonar Ginebra, quedó a los 10 años a cargo de unos tíos, que
encomendaron su educación a un pastor protestante, M. Lambercier, que vivía en el
campo, y que le enseñó algo de latín y otras materias. Vuelto a Ginebra, se puso a
trabajar, primero con un notario y después con un grabador que le maltrataba
frecuentemente. Su compensación fueron corno en su primera infancia, las lecturas.
Cansado de esta vida difícil, a los dieciséis años se escapa de su ciudad natal y
comienza una vida de vagabundo que dura varios años. En esa época conoció a madame
de Warrens, que le convirtió al catolicismo y que ejerció una influencia decisiva en toda
su vida. Después de residir en varias ciudades de Francia, Italia y Suiza, ejerciendo las
más diversas profesiones, se estableció en 1741 en París, donde vivió dando lecciones
de música, componiendo algunas obras teatrales y copiando partituras. Allí entró en
relaciones con algunos escritores y pensadores de la época, entre ellos Diderot y
Condillac. Antes había sido preceptor de los hijos del preboste de Lyon, M. Mably, pero
fracasó en esta labor.
También había leído. las obras de los escritores y educadores anteriores, sobre todo
Montaigne y Fenceón, así como Locke y otros pensadores ingleses que ejercieron sobre
él gran influencia.
En París publicó en 1750 un Discurso sobre las ciencias y las artes, que le hizo famoso,
y más tarde, en 1775, otro Discurso sobre la desigualdad de los hombres, que tuvo
también una gran resonancia. Después de muchas vicisitudes, entre las que se cuenta su
abjuración del catolicismo, se estableció en Montmorency, en el lago Leman, y allí
escribió su célebre novela La Nueva Eloísa. Allí también escribió sus dos obras más
famosas, aparecidas en el mismo año de 1762: El contrato social, que sirvió de
inspiración a la Revolución francesa, y el Emilio o de la educación, que ha inspirado a
la pedagogía, moderna. El Emilio fue condenado por el arzobispo de París, a causa del
capítulo sobre el Vicario Sabovano, de tendencia deísta, y lo mismo le ocurrió con los
adictos calvinistas.
Vuelto a su vida errante. se dirige, en 1765, a Inglaterra, donde el filósofo David Hume
le ofrece asilo y con quien acaba riñendo. En 1770 retorna a París, enfermo, y continúa
su vida solitaria y miserable hasta que en 1777 acepta la hospitalidad del marqués de
Girandín en Ermenonville, en cuya casa muere el 2 de julio de 1778. a los 66 años. Sus
Confesiones, obra autobiográfica también famosa, no se publicaron hasta después de su
muerte entre 1781 y 1788. Rousseau había contraído matrimonio con su sirvienta, de la
que tuvo cinco hijos, todos los cuales fueron enviados a un asilo.
El carácter complejo y contradictorio de Rousseau lo ha expresado muy certeramente
Lanson en estas palabras: "De su vida se desprende un alma cándida y cínica
íntimamente buena e inmensamente orgullosa, incurablemente novelesca, deformando
todas las cosas para embellecerlas o envenenarlas, entusiasta. afectuoso, optimista al
primer momento y por reflexión pesimista irritable, melancólico, enfermo y
desequilibrado finalmente hasta la locura; un alma delicada y vibrante, expandida o
marchita de un soplo, y de la cual un rayo o una sombra cambiaba instantáneamente
todo el acorde; de una potencia, en fin, de emoción, de una capacidad de sufrimiento
que han sido dadas muy raramente a un hombre".
Pero sea cual fuere el juicio que nos merezca la personalidad de Rousseau, lo que nos
interesa son sus ideas, su concepción pedagógica, que ha subsistido a través del tiempo
con una gran vitalidad Y frescura, como pocas veces ha ocurrido en la historia.
Dado el carácter insistemático de las ideas de Rousseau, es muy difícil reducirlas a unas
pocas líneas. Sin embargo, a través de todas sus manifestaciones se perciben ciertas
ideas esenciales, que vamos a tratar de exponer sintéticamente. Se. ha dicho que la
pedagogía de Rousseau es naturalista, que predica el evangelio de la naturaleza frente a
la cultura y la sociedad. Y aunque hay mucho de verdad en esta calificación, no es toda
la verdad. La naturaleza, en efecto, es lo primordial en la teoría de la
educaciónrousseauniana; pero la naturaleza se interpreta en ella de diversos modos.
Externamente la naturaleza es lo opuesto a las convenciones sociales tan desarrolladas
en su época; es locontrario de lo artificioso y mecánico; en este sentido, Rousseau busca
al hombre primitivo, natural, anterior a todo lo social. Pero ello es sólo el aspecto
externo, negativo de su concepción de la naturaleza. Lo primitivo y valioso en ésta es !a
naturaleza corno equivalente a lo esencial del hombre, lo que tiene un valor sustantivo y
permanente, En este sentido, hay que hablar del humanismo, más que del naturalismo,
de Rousseau. Esa naturaleza humana está regida por leyes generales, racionales que se
hallan por encima de todas las circunstancias históricas y sociales. "En el orden natural -
dice al hablar de su Emilio siendo todos los hombres iguales, su vocación común es el
estado de hombre. . . Al salir de mis manos, no será, convengo en ello, ni magistrado, ni
soldado, ni sacerdote; será primeramente hombre: todo lo que un hombre debe ser".
Ahora bien, esta educación humana lo primero que exige es la libertad, la independencia
respecto a los demás hombres. "Se han ensayado todos los instrumentos menos el único
que precisamente puede tener éxito: la libertad bien, reglada." "El único que hace su
voluntad es aquel que no tiene necesidad para hacerla., de poner los brazos al extremo
de los suyos, de donde se sigue que el primero de todos los bienes no es la autoridad,
sino la libertad." Pero este, libertad no es limitada; está reglada por la necesidad, por la
fuerza de las circunstancias naturales, que sustituyen al mandato y la obediencia
sociales, artificiales.
Otro principio esencial de la pedagogía de Rousseau es el de la actividad, el aprender
por la propia experiencia, en vez de por la enseñanza de los demás. "Haced a vuestro
alumno atento a los fenómenos de la naturaleza, bien pronto le haréis curioso; para
alimentar su curiosidad, no os apresuréis jamás a satisfacerla, Poned a su alcance las
cuestiones y dejádselas resolver. Que no sepa nada porque se lo habéis dicho, sino
porque lo ha comprendido él mismo: que no aprenda la ciencia, que la invente". Y
respecto a la experiencia dice: "Si él [el alumno] se engaña, dejadle hacer, no corrijáis
sus errores; esperad en silencio a que esté en condiciones de verlos y corregirlos por sí
mismo, o a lo más, en una ocasión favorable, presentad alguna operación que se lo haga
sentir. Si no se equivocara jamás, no aprendería tan bien". En este sentido Rousseau es
también uno de los precursores de la escuela activa moderna, íntimamente unida con
estos principios está el de la psicologización de la educación. Rousseau ha sido, el
primero que ha visto claramente la diferencia entre la mente del niño y la del adulto, el
primero que ha reconocido a la infancia como una edad propia, como una etapa con
caracteres peculiares, que hay que estudiar y respetar. Antes de él el niño era sólo un
hombre pequeño, un estado meramente transitorio que debía desaparecer cuanto antes:
"Buscan siempre al hombre en el niño -dice- sin pensar en lo que éste es antes de ser
hombre". Hay, pues, que estudiar al niño. "No se conoce a la infancia; con las falsas
ideas que se tiene de ella, cuanto más lejos van más se extravían".
"La infancia tiene maneras de ver, de pensar, de sentir que le son propias". A esta etapa
de la infancia sigue la de la adolescencia, que tiene también caracteres propios, y que
igualmente hay que conocer y respetar.
Se ha considerado a Rousseau como el representante típico del individualismo en la
educación, y así lo es también en cierto modo, ya que su alumno se educa solo con un
preceptor. Pero los fines de su educación no son individuales, sino también sociales,
sólo que distintos de los que tenía, la educación convencional de su tiempo contra la
cual reaccionaba. Así, por ejemplo, quiere que Emilio conozca un oficio que sea útil
para sí y para los demás. En ese sentido, para él, el arte más importante es la agricultura,
a la que sigue la herrería, la carpintería, etc. Estos oficios constituyen la base de la
sociedad, y hay que generalizarlos a otras profesiones para comprender todo su alcance
social.
Finalmente, para Rousseau la educación religiosa no debe ser confesional y debe
realizarse, no en la infancia, sino en la edad de la razón, basándose en una concepción
'deísta de la religión.
Queda aún mucho que señalar en la educación rousseauniana; pero nos ocuparía un
espacio excesivo. Si se quiere resumir sus ideas pedagógicas en pocas palabras., habría
que decir que para Rousseau la educación constituye un desarrollo natural que procede
de dentro a fuera, en, vez de ser una construcción de fuera a dentro como querían Locke
y los sensorialistas. Que la educación comienza con la vida y que en ella se debe
proceder gradualmente acomodándola a las diversas etapas del desarrollo: infancia,
adolescencia, juventud. Que la educación ha de enseñar a vivir que ha de ser activa y
realizarse en un ambiente de libertad. Que aunque lo decisivo es el desarrollo del
individuo, éste ha de tener un espíritu social. Que la educación ha de atender tanto al
aspecto físico, como al intelectual y moral, y que en ella el sentimiento, la vida afectiva
tiene que ocupar un lugar importante, como la razón. En suma, que la educación debe
ser integral, total, humana.
Como en todas las teorías, en la de Rousseau hay también sus puntos débiles. Entre
ellos se cuenta su idea de la educación de la mujer, que la reduce a ser la compañera del
hombre y que subordina todo a esto, asimismo falta en Rousseau la idea de la educación
popular, de la educación de la masa, aunque en otro trabajo se haya ocupado
someramente, como se dijo antes, de la educación nacional. También es excesiva su
concepción optimista de la acción de la naturaleza, del desenvolvimiento espontáneo sin
la acción directa de la educación. Finalmente, no es admisible el papel que asigna al
educador de mero acompañante del educando, limitado a un solo alumno.
Pero con todas sus deficiencias y desigualdades, Rousseau sigue siendo uno de los
pedagogos más grandes de la historia. Ya en su tiempo ejerció una influencia
considerable en el aspecto político y social cambiando las costumbres e instituciones.
Su acción pedagógica mayor no fue tan directa, sino a través de los pensadores y
educadores de la época, entre los cuales hay que contar a Kant, a Basedow, a Pestalozzi,
a Schiller y Goethe.
Como dice Spranger: "Así llegó a ser el profeta de una época que reunía nuevas
energías ahondando progresivamente en sí misma, no ciertamente para volver al estado
salvaje, sino hacia un trabajo nuevo y más serio en las grandes obras de la cultura, en la
que creemos".
Las ideas de Rousseau fueron llevadas a la práctica por primera vez. en Alemania. en el
movimiento llamado del "filantropismo". representado principalmente por Juan
Bernardo Basedow. Nacido en Hamburgo, en 1723. mal educado en su infancia. logró
más tarde, una formación cultural en el Gimnasio local y en !a Universidad de Leipzig.
La lectura del Emilio de Rousseau le llenó de entusiasmo. y decidió el rumbo de su
vida, creyéndose llamado a realizar las ideas de aquél. En este sentido escribió en 1768
una Representación a los amigos del hombre (filántropos), en la que dice que la
educación es esencial para la vida del Estado y de la humanidad, y pide fondos para la
creación de una escuela y la publicación de libros escolares, así como la formación de
un Consejo patriótico de educación. Su llamamiento dirigido a todo el mundo tuvo tanto
éxito que en poco tiempo llegó a reunir una suma considerable (15.000 florines) en
relación con su tiempo.
Más tarde, en 1770-1774, publicó El libro del método para padres y madres de familia,
que constituye una guía de educación, inspirada en las ideas enciclopedistas y
rousseaunianas, y que tuvo un éxito extraordinario. Patrocinado por el príncipe
Leopoldo de Dessau fundó al fin su escuela, el Philanthropinum, en 1774, que al
principio tuvo muy poco éxito, pero que al poco llegó a adquirir una extraordinaria
popularidad. En ella se educaban niños de familias acomodadas y de familias humildes
desde los 6 a los 18 años constituyendo una especie de escuela unificada, y donde se
aplicaron los métodos de Basedow, de que se hablará después. Aunque él mismo no fue
un buen educador, sus colaboradores y discípulos como Campe y Salzman, mantuvieron
la escuela en un elevado nivel pedagógico, constituyendo también una verdadera
escuela experimental. Por ella se interesó personalmente el gran filósofo Kant, de la que
dijo en su Pedagogía: "La única escuela experimental que en cierto modo ha comenzado
a abrir el camino ha sido el Instituto de Dessau. Se le ha de conceder esta gloria, a pesar
de las muchas faltas que pudieran achacársele; faltas que, por otra parte, se encuentran
en todos los sitios donde se hacen ensayos". Basedow falleció en 1790, apartado de su
escuela, por las diferencias con sus colaboradores y por su temperamento difícil.
Las ideas pedagógicas de Basedow se basan en las ideas de Rousseau, como se ha
dicho. En tal sentido, la educación para él ha de ser eminentemente intuitiva y activa,
aproximándose lo más posible a la naturaleza. Para ello creó diversos procedimientos,
juegos y grabados, que hacían la enseñanza interesante y atractiva. La educación física
debe ser particularmente atendida así como la educación estética. En las materias de
enseñanza predomina la idea de la utilidad, acentuando su carácter realista sobre el
humanista. La religión debe enseñarse en la escuela, pero sin carácter confesional al
cuidado de las iglesias. Todos los niños deben aprender, como Emilio, un oficio y
visitar los lugares de trabajo, fábricas, campos, etc., pasando en ellos unos días al año.
Pero las ideas de Basedow no eran sólo didácticas, sino también sociales, nacionales.
Por ello pide que la escuela y la educación sean misión del Estado, y no de la familia o
de la iglesia. En este sentido influyó también en las reformas escolares de Prusia,
primero por medio del Barón von Rochow (1734-1805), quien inspirado en las ideas de
Rousseau y Basedow trató de reformar la educación de los campesinos, creando una
escuela en sus tierras y escribiendo una obra, del carácter nacional de las escuelas
públicas, cuyo título indica ya el tipo de educación que pide. Asimismo, éste y Basedow
influyeron en el gran ministro de educación de Prusia, Barón von Zedlitz, de quien ya se
ha hablado.
Pero el espíritu de Basedow no fue solo nacional, sino humanitario, internacional; así
habla por primera vez de la educación para ser europeo. "Nosotros somos filántropos o
cosmopolitas. El fin de la educación debe ser formar un europeo cuya vida sea tan
inocente, tan útil a la generalidad y tan feliz como pueda lograrse por la educación".
PESTALOZZI
El genio mayor, la figura más noble de la educación y de la pedagogía, el educador por
excelencia y el fundador de la escuela primaria popular, Juan Enrique Pestalozzi, nació
en Zurich (Suiza), el 12 de enero de 1746. Hijo de un médico y nieto de un pastor
protestante, procede así, contra lo que suele creerse, de una familia de abolengo social e
intelectual. A los cinco años quedó huérfano, al, cuidado de su madre y de una fiel
sirviente. La primera influencia formativa de Pestalozzi fue, pues, puramente maternal y
femenina, lo que explica ciertos rasgos de su carácter. Asistió a la escuela pública y
después a la escuela secundaria de su ciudad natal, en la que permaneció durante siete
años.
Pasó más tarde a un centro de carácter superior, el "Collegium Carolinum", donde
estudió humanidades. Por lo tanto, tampoco es cierta la opinión de que careciera de una
educación elevada, aunque él lo afirmara así repetidas veces. En el "Collegium" recibió
la influencia de una gran personalidad espiritual, su profesor Bodner, quien le puso en
contacto con las necesidades económicas y sociales del pueblo. Entonces se inicia
Pestalozzi en la actividad política y social, asociándose a una sociedad patriótica liberal
que fue disuelta por el gobierno. Al publicarse, en 1762, las dos obras fundamentales de
Rousseau, el Contrato social y el Emilio, produjeron en Pestalozzi una profunda
conmoción. Influido por las ideas roussonianas, Pestalozzi se dedica a la agricultura. En
1769 contrae matrimonio con una muchacha de la burguesía de Zurich y tiene su
primero y único hijo trasladándose con su familia a su finca "Neuhof" (Granja nueva).
En ello comienza su primera experiencia educativa al convertir la Granja en un
establecimiento para la educación de niños pobres, los que trabajaban en ella al propio
tiempo que se educaban, convirtiéndola así en una verdadera escuela activa o del
trabajo. La obra de la escuela duró seis años de 1774 a 1780.
A esta actividad educativa siguió un período de intensa producción literaria. Publica en
1780 la Velada de un solitario, en la que ya están en germen sus ideas pedagógicas más
esenciales. Sigue a ésta su novela popular Leonardo y Gertrudis (1781), que tuvo un
éxito enorme y a ella otra obra del mismo carácter, Cristóbal y Elisa, que ya no encontró
tanta resonancia.
La Revolución francesa produjo en Pestalozzi, como en sus grandes contemporáneos,
Kant entre ellos, un efecto extraordinario. De esta época es su importante obra de
carácter filosófico y social. Mis investigaciones sobre la marcha de la naturaleza en el
desarrollo del género humano (1797), de la que dijo Herder que representaba "el
nacimiento del genio filosófico alemán". La segunda etapa de la actuación educativa de
Pestalozzi es el asilo de Stanz (1798), donde recogió más de 400 huérfanos de la guerra
y donde quedó materialmente agotado por el trabajo abrumador que sobre él pesaba,
viviendo día y noche con sus niños. Tras unas semanas de reposo en la montaña,
Pestalozzi da comienzo a su tercera etapa educativa en Burgdorf, primero en una
escuela misérrima y después en el castillo de la población. Burgdorf representa la
culminación de la actividad educativa de Pestalozzi. De allí surge su obra metodológica
más importante: Cómo Gertrudis enseña a sus hijos (1801) y allí empieza a atraer la
atención de los pensadores de Europa interesados por la educación, como Herbart. El
Instituto de Burgdorf se trasladó por circunstancias políticas, en 1804, a
Münchenbuchsee, y tuvo que cerrarse al poco.
La última etapa de la gloriosa carrera educativa de Pestalozzi está representada por el
Instituto de Iverdon, en cuyo castillo se estableció, en 1805, y donde desarrolló, a los
sesenta años y durante veinte, una actividad prodigiosa. La obra tuvo un éxito
extraordinario, acudiendo a visitarla personalidades de las más salientes de Europa. En
1825 Pestalozzi tuvo que abandonar Iverdon y se retiró a Neuhof, donde escribió su
última obra, El canto del cisne. El 17 de febrero de 1827 murió el educador más grande
de la historia. En su tumba se ha colocado la siguiente inscripción que da una idea de su
obra educativa: "Salvador de los pobres de Neuhof; predicador del pueblo en Leonardo
y Gertrudis; en Stanz, padre de los huérfanos; en Burgdorf y Münchenbuchsee,
fundador de la escuela primaria; en Iverdon, educador de la humanidad. Hombre,
cristiano, ciudadano, todo para los demás, para sí nada. ¡Bendecid su nombre!"
Las ideas de Pestalozzi han repercutido en la educación y la pedagogía modernas de un
modo extraordinario. Influyó en personalidades de la talla de Kant, Herbart, Fichte y
Froebel, sin contar otras no menos importantes como Karl Ritter, el fundador de la
geografía moderna, y Guillermo de Humboldt, uno de los más grandes humanistas
alemanes.
Como Rousseau, tampoco Pestalozzi ha expuesto sus ideas pedagógicas en una forma
sistemática, pero a pesar de ello se puede percibir una unidad orgánica en el conjunto de
sus pensamientos sobre educación. Éstos se hallan fundamentalmente inspirados en su
espíritu humanitario, en su afán de mejorar la situación del pueblo, al que se entregó por
completo. Para realizar esta aspiración no vio medio mejor que la acción educativa.
Pestalozzi es, en efecto, el creador de la escuela popular, no en sentido puramente
caritativo, sino en un espíritu social. La familia es para él el núcleo primordial del cual
surgen las demás instituciones sociales. Pero la familia no es suficiente como agente
educador; necesita del complemento de la escuela y de las demás instituciones
educativas.
Éstas representan el medio vital social en el que hay que educar al niño. Dentro de este
espíritu general, la educación tiene una finalidad propia, que no es otra que la
humanización del hombre, el desarrollo de todas las manifestaciones de la vida humana
llevándola hacia su mayor plenitud y perfección. "La educación verdadera y natural -
dice- conduce hacia la perfección, hacia la plenitud de las capacidades humanas."
Las capacidades humanas a que Pestalozzi se refiere se revelan en la triple actividad de
"espíritu.. corazón y mano", es decir, de la vida intelectual, la vida moral y la vida
práctica o técnica, las cuales han de ser cultivadas integral y armoniosamente, y no de
un modo unilateral y parcial. "Es una verdad universal -dice- que sólo es esencial y
realmente educativo lo que afecta a los hombres en el conjunto de sus capacidades, esto
es, del corazón, el espíritu y la mano. Todo lo que no afecta a la totalidad de su ser no le
afecta naturalmente y no es humanamente educativo en toda la extensión de la palabra."
En este proceso integral, la educación ha de seguir el mismo camino que ha seguido la
humanidad. El hombre es así un ser instintivo o animal, un ser social v un ser moral. A
estas tres etapas corresponden en la vida general humana otros tantos grados de
desarrollo: la familia, el Estado y la humanidad, cada uno de los cuales tienen una
educación peculiar: la educación familiar, la educación escolar y la educación moral y
social.
Respecto a la educación familiar, doméstica, ya hemos dicho que Pestalozzi considera a
la familia como el punto de arranque de la educación. "Las relaciones domésticas de la
humanidad son las primeras y más excelentes relaciones de la naturaleza... Casa paterna,
eres la escuela de las costumbres y del Estado. Por eso eres, hogar paterno, el
fundamento de toda pura educación natural de la humanidad." En la vida familiar
predominan el amor y el trabajo en común, y éstos son la base de toda educación.
En cuanto a la escuela, Pestalozzi no ha dado una definición precisa de sus fines. Lo
más importante aquí es su actividad misma al frente de las diversas instituciones por él
fundadas, y que tienen como características comunes su idea de la actividad manual
unida a la intelectual, la vida en común de maestros y alumnos y su finalidad social. La
escuela era para él, sin embargo, esencialmente educativa, aunque le faltó la idea de la
escuela nacional, que corresponde más bien a los pedagogos y educadores franceses.
La educación no debe moverse en una atmósfera abstracta, irreal, sino que ha de partir
de las circunstancias reales, inmediatas del hombre. Por ello ha de cultivar el aspecto
particular, diferencia] de la vida humana, hasta llegar a la educación vocacional o
profesional. Así pide "una formación profesional del hombre, general para su clase
social, la cual tiene que ser adquirida por la educación". Pero por importante que esta
formación profesional, de clase, sea, ha de estar supeditada a la educación general
humana. Así dice también: "El ejercicio, la aplicación y el uso de sus fuerzas en las
situaciones y circunstancias particulares de la humanidad constituyen la educación
profesional y de clase, que ha de estar subordinada siempre al fin general de la
educación humana".
La educación intelectual se basa en la intuición, la cual es uno de los principios
esenciales de la pedagogía de Pestalozzi. Pero por intuición no ha de entenderse sólo la
mera visión pasiva de los objetos sensibles, la contemplación de cosas, sino la actividad
de nuestro espíritu mediante la cual las formas de nuestro pensamiento se ponen en
contacto de un modo directo con sus contenidos, sean éstos de orden material o ideal. Es
el conocimiento mismo en su actuación o realización. Este conocimiento puede
reducirse a las tres formas elementales del número, la forma y la palabra, que son
"productos de la inteligencia, creados por intuiciones maduras., y que han de
considerarse como medios para la precisión progresiva de nuestros conceptos". Tal es la
concepción idealista, no naturalista, de la intuición pestalozziana.
Otra idea esencial de Pestalozzi es la de la actividad en la educación. Como hemos
dicho, en las escuelas que creó, los niños trabajaban al mismo tiempo que aprendían, o
mejor aprendían trabajando, haciendo. "Los conocimientos sin las actividades prácticas
constituyen el don más funesto que un genio enemigo ha hecho a nuestra época."
Durante mucho tiempo no se ha visto en Pestalozzi más que al creador u organizador de
métodos de enseñanza. Después se ha negado la eficiencia de éstos, considerándolos
como algo mecánico y automático. Pero hoy se ha llegado a dar a aquellos la verdadera
significación que tienen corno auxiliares o instrumentos del educador, el cual los puede
alterar según las condiciones psicológicas de los alumnos y las circunstancias del
momento, quedando en pie las líneas esenciales, el armazón del método. En este
sentido. Pestalozzi ha establecido una serie de principios de valor permanente que
pueden sintetizarse en los siguientes:
1º Trae a tu espíritu todas las cosas esencialmente relacionadas en la precisa conexión
en que se hallan realmente en la naturaleza.
2º Subordina las cosas no esenciales a las esenciales.
3º No, des a ninguna cosa más importancia en tu representación que la que tiene
relativamente para tu especie en la naturaleza misma.
4º Ordena también según su semejanza todos los objetos del mundo.
5º Fortifica la impresión de los objetos importantes en ti mismo, haciéndoles obrar sobre
ti por distintos sentidos.
6° Trata de ordenar una seria acción en todo arte del conocimiento de modo que cada
nuevo concepto sea sólo una pequeña adición apenas perceptible a conocimientos
anteriores profundamente impresos y hechos para ti casi indelebles.
7º Advierte que cada juicio exacto ha de ser resultado de una intuición realizada en
todas sus partes del objeto a juzgar.
8º Reconoce ante todo la gran ley del mecanismo físico, a saber, el encadenamiento
general y firme de sus acciones a las relaciones de la proximidad o lejanía de su objeto a
tus sentidos.
Pestalozzi reconoce constantemente el valor de la educación religiosa, sólo que para él
no tiene un carácter dogmático y confesional; su religiosidad es más bien amor,
aspiración al perfeccionamiento más que sumisión a una secta o un dogma. Por ello es
apenas enseñable. "Así es un hecho -dice- que la moralidad y la religiosidad no se
adquieren propiamente con un arte humano y que en sí mismas tampoco lo necesitan."
La educación religiosa se basa en el amor de la madre y desde allí se eleva a la creencia
y el amor cristianos.
Resumiendo, las principales ideas de Pestalozzi que tienen un valor positivo para la
educación son:
1º La idea de la educación humana basada en la naturaleza espiritual y física del niño.
2º La idea de la educación como desarrollo interno, como formación espontánea,
aunque necesitada de dirección.
3° La idea de la educación partiendo de las circunstancias en que se encuentra el
hombre.
4° La idea de la educación social y de la escuela popular frente a la anterior concepción
individualista de la educación.
5° La idea de la educación profesional, subordinada a la educación general.
6° La idea de la intuición como base de la educación intelectual y espiritual.
7° La idea de la educación religiosa íntima no confesional.
Frente a estas contribuciones positivas han quedado relegadas otras ideas de Pestalozzi,
entre las cuales se encuentra la excesiva importancia que asignaba al método como
agente supremo y universal de educación; la falta de una concepción de la escuela
pública nacional y cierta limitación de sus ideas sobre las clases sociales y de su
educación separada.
Pero estas objeciones que se pueden hacer hoy a sus ideas, siglo y medio después que
fueron concebidas, Do restan valor a aquellas otras ya indicadas que tienen una
significación permanente y que han influido de modo extraordinario en la educación
posterior hasta llegar a nuestra época.