Teo Do Sio Emperador
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Hubeñak, Florencio. “El hispano Teodosio y la cristianización del imperio” [en línea]. Hispania Sacra 51, nro. 103
(1999). Disponible en:
http://bibliotecadigital.uca.edu.ar/repositorio/contribuciones/hispano-teodosio-cristianizacion-imperio.pdf [Fecha de
consulta: ….]
EL HISPANO TEODOSIO Y LA CRISTIAINIZACIÓN DEL IMPERIO1
Aspectos introductorios.
Uno de los temas más importantes del siglo IV -escasamente analizado por los romanistas-
es la relación del Imperio romano con el cristianismo. Una gran mayoría de historiadores ha
sostenido la simplificada tesis que fue Constantino quien cristianizó al Imperio.
No es nuestra intención, en este trabajo, analizar dicho tema, sino rescatar el papel que le
cupo al basileus Teodosio. Para ello debemos revisar algunas ideas de esta cuestión.
El análisis de la relación de Constantino con el cristianismo se inicia con la visión de la
víspera de la batalla del puente Milvio y con la circular conocida como edicto de Milán, pero
debemos añadir que este emperador contó, desde los comienzos de su actividad pública, con el
consejo del obispo hispano Osio para las cuestiones dogmáticas y del obispo -e historiador- Eusebio
de Cesarea para las concepciones políticas. En nuestra opinión Constantino -y sus consejeros-, más
allá de las razones personales que llevaron a su conversión en el lecho de muerte, apreció con
claridad el proceso de disgregación del Imperio romano por la pérdida de la "mística política" que le
servía de sustento2 y consideró que uno de los caminos de "salvación" -si no el único- consistía en
incorporar el cristianismo y convertirlo en esa mística faltante. Más allá de su discutida "ortodoxia
religiosa" a ello parecen apuntar algunas de sus medidas concretas, como también a justificarla se
dirige la nueva teoría política imperial que elaboró Eusebio de Cesarea y que seguirá el basileus y
sus sucesores, fundamentalmente en Constantinopla.
Para esta concepción política imperial -o mejor teológico-política3- elaborada por Eusebio
de Cesarea, Constantino, el basileus era el Kosmos-krator o emperador que actuaba -al mejor estilo
neoplatónico y estoico que detallara Dion de Prusa- como el representante de la Divinidad cósmica
que administraba de manera vicaria el orden político (basileia, luego imperium) en la tierra (el orbis
terrarum) a la manera como el Verbo Encarnado administraba la Creación4. El mismo Eusebio lo
expresará públicamente en el panegírico que pronunciará con motivo de los treinta años de reinado
del emperador, al afirmar: "No existe sino un único Rey celestial y su único Logos y Nomos real
que no se puede explicitar por palabras y sílabas y que no hace perder tiempo en escritos y estelas
para designarlo"5. Una vez más -al mejor estilo romano tradicional- en Eusebio se reencontraban
política y religión6. Encontramos similares fundamentaciones en el llamado edicto de Milán, que
concluye con las persecuciones y proclama la licitud del cristianismo7.
Por ello, en nuestra opinión, la idea clave de esta teoría política consiste en garantizar la
nueva pax augustea, ahora pax christiana, basada fundamentalmente en la unidad política y
religiosa (la homonoia helenística), ya que ella es la garantía de la renovatio imperial del novo
saeculum que se anuncia. Así lo señala el propio Constantino en una carta dirigida al prefecto Elafio
ese mismo año 313, al afirmar: "Yo considero que no está bien de ningún modo el que las
contiendas o altercados me sean ocultados, pues como consecuencia de ello la Divinidad puede
sentirse impelida no sólo en contra de la raza humana, sino también contra mí, a cuyo cuidado Él ha
confiado por su celestial decreto la dirección de todos los asuntos humanos, de modo que,
1
Artículo publicado en: Hispania Sacra. LI, nº 103, enero-junio de 1999.
2
La Roma eterna augustea, la concepción imperial estoica, la "teología solar" de la dinastía siria, el pragmatismo de
Dioclesiano. Cfr. Hubeñák, Florencio. Roma. El mito político, Bs. As., Ciudad Argentina, 1997; Turcan, Robert. Le
culte impérial au III siecle, en: A.N.D.R.W., 1972, II, 16, 2, p. 996/1084
3
Cfr. Farina, Raffaele. L´Impero e l´imperatore cristiano in Eusebio di Cesarea. La prima teologia politica del
Cristianismo. Zurich, Pas Verlag, 1966 y Cranz, F. Edward. “Kingdom and Polity in Eusebius of Caesarea”, en:
Harvard Theological Review, 45, 1952, p. 47/66
4
Cfr. Eusebio. Vita Constantini. II, 19, 1/2 y IV, 29, 1/4
5
Discurso-panegírico del triakontaétérikos de Constantino el 25 de julio del 336
6
Cfr. Hubeñák, Florencio. Roma. El mito político citada, espec. págs. 213/53 y Hubeñák, Florencio. “Historia política y
profecía. Roma y los grandes imperios antiguos a la luz de las predicciones del profeta Daniel”, en: Hispania Sacra, 48,
enero-junio 1996, p. 95/119
7
Cfr. Lactancio. De la muerte de los perseguidores. XLVIII. Cfr. Eusebio Historia eclesiástica. X, 5, 4/14
montando en cólera, pueda decretar contrariamente a cómo lo ha hecho hasta ahora. Luego, creo
que podré esperar realmente y en el mayor grado posible verme libre de ansiedad y alentar a la vez
esperanzas del mejor, más favorable y siempre dispuesto apoyo del muy poderoso Dios, cuando vea
que todos los hombres unidos, en fraternal armonía están adorando al muy santo Dios, en el culto de
la religión católica, que es legítimamente suya"8.
Pero prontamente queda demostrado que para el cumplimiento de estos objetivos no
alcanzaba con la integración del cristianismo a la estructura imperial, ya que ella provocará la
reacción del tradicional ordo senatorial de la ciudad de Roma, el comienzo de las divergencias
internas dentro del propio cristianismo -la aparición de las herejías- y finalmente, la presión cada
vez mayor de los pueblos godos sobre las fronteras del Imperio.
Los problemas superarán con creces la habilidad de Constantino, quien se enemistará con la
élite dirigente romana fundando la Nea Roma, luego Constantinopla, en el 326 y tratará de lograr la
unidad religiosa en lo dogmático -aconsejado por su amigo el obispo Osio de Córdoba- mediante la
convocatoria del concilio de Nicea, que, en el 325 (?), definió el credo cristiano. Las respuestas
llegarán solo medio siglo después, con el emperador Teodosio.
Conviene recordar que Constantino dividió el gobierno del Imperio entre sus tres hijos
Constantino II, Constante y Constancio, quienes pelearon entre sí y fueron sucesivamente
derrotados hasta que, tras la muerte de Constancio, -el último- bajo quien según San Jerónimo "el
universo gimió de verse arriano", accedió al Imperio, en el 361, su "sobrino" Juliano, apodado "el
apóstata", quien intentó revertir el avance del cristianismo y rescatar una "teología neo-helenística".
Su temprana derrota y muerte ante los persas llevó a la sede imperial a Joviano y a los pocos meses,
al sorpresivo deceso de éste, en el 364 a Valentiniano I (Valentinianus). Así se originó una nueva
dinastía, favorable al cristianismo. Presionado por sus tropas y oficiales designó colega a su
hermano Valente (Valens), asignándole como sede Constantinopla. En el 375, la muerte de
Valentiniano I, llevó a la designación de sus hijos Graciano (Flavius Gratianus), de dieciseis años
de edad, y Valentiniano II, de solo cuatro9.
La presión de los pueblos godos que, empujados por los hunos, habían irrumpido en los
lindes del Imperio llevó a Valente, en un rapto de impulsividad, a atacarles sin esperar la ayuda de
su sobrino Graciano y fue trágicamente derrotado y muerto en la batalla de Adrianópolis, en el 378,
produciendo una de las crisis más graves del período de decadencia del Imperio romano, que llevó
al obispo Ambrosio de Milán a horrorizarse y exclamar "Estamos viviendo el ocaso del mundo"10.
En estas circunstancias críticas el emperador Graciano y sus consejeros apreciaron la
necesidad de designar un colega militar experimentado y capacitado para rehacer las legiones y
asegurar la defensa del Imperio; eligió al hispano Teodosio y le confió el gobierno de la pars
orientalis. Pero ¿quién era Teodosio?.
Teodosio.
8
Cit. Holsapple, Lloyd B. Constantino el grande. Bs.As., Espasa Calpe, 1947, p. 186]
9
Ver nuestro: “El emperador Graciano en el pasaje de la Romanidad a la Cristiandad”. Stylos, 1998, (en prensa)
10
Exposit. Evang. s. Lucam 10, 10
11
Chron. Min. I, 243 y 297. La fecha es mencionada por Sócrates. Historia ecclesiastica. V, 2. Elegido por el Senado
según Malalas. Chronica. XIII, 344; reconocido por el Senado según Pacatus. VII y también Themist. Oratio. XIV
12
Actual Coca, bajo la sierra de Guadarrama, en la provincia de Segovia (cerca de Valladolid). Pacato en su panegírico
del 389 escribe "Hispania nos ha dado el Dios que podemos ver" (cit. Teja Ramón. “Un emperador hispano para Roma,
en: Historia 16. XXI, 249, enero 1997, p. 37). El 11 de enero del 346 Zosimo. Nueva historia. IV, 24, 7. Tuvo dos
hermanos: Honorio (muerto antes de ascender éste al trono y cuyas hijas adoptó y cuidó. Termancia fue casada con un
oficial del Imperio y Serena con el vándalo Stilicón) y una mujer cuyo nombre desconocemos. Sobre Serena sabemos
que "Teodosio había adoptado a Serena cuando murió su padre y la hizo llevar a la corte de Constantinopla, donde
recibió una refinada cultura clásica y cristiana. Escogió para ella un marido adecuado (Estilicón) y cuando murió la
Según Claudiano "la familia descendía de la familia Ulpia" o sea de Traiano13, aunque solo
sabemos con certeza que pertenecía a una gran familia hispano-romana de religión cristiana.
Su padre14 fue un hábil militar y rico terrateniente -de origen hispano, de la provincia de
Galaecia, casado con Termancia- que ascendió velozmente bajo Valentiniano I, fue comes
domesticorum en Britannia y venció a los alamanes15. Convertido en el militar más importante de su
tiempo fue designado magister equitum y en el 373 reprimió las revueltas del moro Firmus16 y de
los circumcelliones en el norte del África convulsionada por las crisis económico-sociales y el
movimiento donatista.
Paralelamente sus aliados "hispanos" ingresaron en la corte imperial hacia el 376, al igual
que su hijo17. Quizás envidiado por tantos éxitos, fue condenado de manera sumaria y decapitado en
Cartago, a principio del año 376, a los 55 años de edad, por orden del propio Valentiniano I o de su
hijo y sucesor Graciano, tal vez por la creciente influencia de Merobaudo, víctima de una conjura
palaciega cuyos motivos y actores principales se nos escapan18.
En 376, Teodosio, se casó con Elia Flavia Flaccilla, hija de Flavius Claudius Antonius,
personaje en la corte de Graciano y prefecto del pretorio en las Galias entre el 376 y 37819.
La muerte de su padre, presuntamente víctima de un complot, le sorprendió -a los 27 años-
combatiendo como dux en la Moesia, y temeroso por su propia vida, se retiró a sus posesiones en
emperatríz Flaccila (a. 386) le confió la regencia de su hijo Honorio. Claudiano proclamaba que Teodosio y Serena
habían compartido una intimidad única. Ella ejercía sobre él, un hombre de temperamento inestable y propenso a los
ataques de ira, como demostraría en muchos actos de su gobierno, una influencia mayor que cualquier otro miembro de
su entorno, incluida, la emperatriz: “cada vez que, oprimido por el peso del cargo público, volvía a casa abatido o
henchido de una ira irreprimible, mientras los hijos se quitaban de la vista del padre e incluso Flaccila temía al esposo
airado, tú eras la única capaz de calmar su indignación y tranquilizarle con tus dulces palabras. El bebía de sus labios, a
ti confiaba sus secretos” [...] (Laus Serenae. 135/139)" (Marcos, Mar. “Como crear una dinastía: Teodosio y su familia”,
en: Historia 16, XXI, 249, enero, 1997, p. 47)
13
IV Consulado de Honorio. Poemas. Madrid, Gredos, 1993, t. I, p. 204. Similar opinión en el panegírico de Temistio;
no así en Pacato."Su nomen, Flavius, el mismo de su padre, parece reflejar que sus antepasados, indígenas peninsulares,
habían recibido la ciudadanía romana en el siglo I con el emperador Flavius Vespasianus. Su cognomen, Theodosius
indica la condición cristiana de la familia. Lo era ya su padre, aunque no se bautizó hasta momentos antes de ser
ejecutado en el 375 en Cartago" (Teja Ramón. “Un emperador hispano para Roma”, en: Historia 16. XXI, 249, enero
1997, p. 38)
14
De su madre apenas si conocemos su nombre Termancia <Epit. de Caes.48>. Cfr. Marcos cit., p. 54
15
A partir de esa victoria una colonia de ellos fue establecida en la llanura padana en tierras donadas por el emperador y
que cultivaban como tributarios. Parece ser un antecedente de la política de su hijo con los "bárbaros"
16
Cfr. Stein, Ernest. Histoire du Bas Empire. París, Desclée de Brouwer, 1959, t. I, p. 179
17
Cfr. Guijarro, Andrés. “Perfiles de una familia de la aristocracia hispanorromana”, en: Religión y cultura, XL, 1994,
p. 358.
18
García Moreno, Luis A. “La Antigüedad clásica”, en: Historia universal. Pamplona, EUNSA, 1985, T.II, 2, p. 411.
Según Paulo Orosio "se le condenó a muerte por maquinaciones de la envidia; se hizo bautizar en Cartago para perdón
de sus pecados y después de recibir el Sacramento de Cristo, que deseaba, después de una vida gloriosa en el siglo,
seguro de la vida eterna, presentó de buen grado el cuello al verdugo" (Paulo Orosio. Historia contra paganos. XXXIII,
7
19
Con ella tuvo tres hijos: Arcadio (Arcadius) (nacido en Cauca en el 377), Pulqueria (nacida en el 378 y muerta a los
seis años de edad) y Honorio (Honorius) (nacido en Constantinopla). Con su segunda esposa (Gala) tuvo tres hijos pero
solo sobrevivió la hermosa Gala Placidia. Afectada por la muerte de su hija, la emperatríz Flaccila murió el 14 de agosto
del mismo año de aquella, dejando hijos de 8 y 1 años de edad. "Teodosio y su familia fueron siempre conscientes de lo
extraordinario de su suerte, y algunos autores modernos han interpretado la orientación de la política religiosa del
emperador como una consecuencia del impacto que debió producir en su espíritu este repentino cambio de fortuna. La
emperatriz Flaccila, una mujer comprometida con el credo niceno y muy intransigente en cuestiones de política
religiosa, se lo recordaba a veces: “Esposo mío, debes acordarte siempre de lo que fuiste una vez y en lo que te has
convertido; teniendo esto presente siempre no te mostrarás nunca desagradecido con tu benefactor y gobernarás
conforme a la ley el imperio que te ha sido otorgado y le rezarás a Él que te lo dio” (Teodoreto de Ciro. H.E. 18)"
(Marcos, Mar. Como crear una dinastía: Teodosio y su familia, en: Historia 16, XXI, 249, enero, 1997, p. 48/50).
Teodoreto de Ciro escribe que Flaccila solía decir con frecuencia: "Esposo, recuerda siempre lo que fuiste en otro
tiempo y lo que eres ahora...pues si lo recuerdas no serás ingrato a aquellos de quienes recibiste el Imperio y gobernarás
con buenas leyes" (Teodoreto. Historia de la Iglesia. V, 19. cit. Guijarro, Andrés. “Perfiles de una familia de la
aristocracia hispanorromana”, en: Religión y cultura, XL, 1994, p. 357)
Hispania para atenderlas como "terrateniente" (soldado-agricultor)20 y estudiar los clásicos,
especialmente históricos21.
Allí intentó permanecer inadvertido "para evitar los dardos de la envidia", como dice
Teodoreto de Ciro"22durante dos años hasta que le convocó el emperador Graciano después de la
derrota de Adrianópolis y nombrándole magister equitum partió a las orillas del Danubio para
combatir a los invasores sármatas23, que presionados quizás por los visigodos de Athanaric, habían
cruzado el Danubio; allí obtuvo una importante victoria a fines del 378, que favoreció su
candidatura imperial24.
En su sorpresiva elección se deben incluir varios factores: el citado antecedente militar de su
padre injustamente ajusticiado, su propia capacidad militar adquirida combatiendo junto a él y,
fundamentalmente, sus amigos que habían accedido a la Corte en el 376. Al tratar de encontrar una
razón para que Graciano le eligiera como colega los historiadores agregan al remordimiento, la
presión militar por las simpatías que gozaba en las legiones como la eclesiástica del hispano
Dámaso -entonces obispo de Roma-, los intereses de la aristocracia hispano-aquitana y aún la
influencia del obispo Ambrosio de Milán25.
Bien observa Teja que "resulta evidente que a partir de la elección de Teodosio, será este
emperador quien lleve la primacía de la política imperial apareciendo Graciano casi como una
comparsa. La mayor personalidad de Teodosio y el creciente predominio económico y peso político
del Oriente respecto a Occidente, así como la mayor gravedad de los problemas de Oriente a raíz
del desastre de Adrianópolis, son los factores más determinantes"26
Apenas llegó al poder, Teodosio encaró el problema más grave que aquejaba al Imperio en
crisis: la caótica situación militar producida con motivo de la derrota de Adrianópolis, que había
abierto una brecha en el eficaz sistema de defensas organizado por Valentiniano I y permitido la
entrada de una avalancha de "bárbaros". Sobre esta cuestión nos limitaremos a señalar -en el
aspecto que nos interesa: la paz y la unidad de Roma- que Teodosio dedicó sus primeros esfuerzos a
reconstruir las legiones -basamento del Imperio- reorganizando un sistema de reclutamiento de
ciudadanos romanos -no extranjeros- para obtener nuevas tropas que compensaran las pérdidas de
Adrianópolis, a la vez que lentamente reemplazó la infantería -allí superada- por una caballería
integrada por tropas de experimentados jinetes godos27 Al efectuar las levas se tomaron medidas
para que "nadie pudiera substraerse a la curia; ya ni la línea de batalla servía de refugio al acosado
contribuyente. Una disposición anterior había ya llamado a todos los curiales a su funciones
hereditarias, aunque hubiesen conseguido "meterse" en las hileras del Senado o en las de la
20
"Como olvidabas la vida urbana para hacerte agricultor" (Pacato. Panegírico. IX)
21
Cfr. Claudiano. Elogio de Serena. Madrid, Gredos, 1993, t. II, p. 222 y Prudencio. Contra Símaco. I, 35/37
22
Guijarro, A. op. cit. p. 356
23
Piganiol sugiere que su victoria ha sido exagerada y convertida en leyenda (Piganiol, André. L´Empire chrétien. París,
Presses Universitaires de France, 1947, p. 208)
24
Cfr. Stein, E. op. cit., t.I, p. 191
25
Paribeni acentúa el consejo del obispo Ambrosio de Milán, ya que cuando Teodosio fue dux de Mesia, Ambrosio
estaba adscripto a la prefectura del Ilírico (Paribeni, Roberto. Da Diocleziano alla caduta dell´Impero d´Occidente.
Bologna, Capelli, 1941, p. 167/8). Malalas. (Chron. p. 344) atribuye la idea de la elección de Teodosio a un tal Iulius del
que también hablaría Zósimo. IV, 26; Seek habla de la influencia de su tío Eucherius idéntico al conde de generosidades
sacras del 377 (?) y de su bello-hermano Syagrius según Piganiol, A. op. cit., p. 209, nota 56."La hipótesis más reciente
ha sido expuesta en el Congreso Internacional sobre Teodosio, celebrado en Segovia en octubre de 1995, por la
historiadora italiana Rita Lizzi. Haciendo uso de una gran erudición, esta estudiosa ha intentado descubrir en Oriente
una coalición de influyentes políticos, militares y obispos, entre los que estaría el propio san Gregorio de Nacianzo,
quienes habrían sido los que forzaron la llamada de Teodosio, a quien conocían bien por sus anteriores actuaciones en
Oriente..." (Teja Ramón. “Un emperador hispano para Roma”, en: Historia 16. XXI, 249, enero 1997, p. 39)
26
Teja, Ramón. “La época de los Valentinianos y de Teodosio”, en Historia del mundo antiguo. Madrid, AKAL, 1991,
p. 42
27
Cfr. Zósimo. IV, 30.
burocracia28. Tal orden fue reiterada en sucesivas ocasiones durante los siguientes años (382 y 383).
En 383, las exenciones, antes concedidas a los rabinos judíos fueron rescindidas; y las personas
deseosas de ingresar en el ministerio cristiano sólo quedaban autorizadas para ello si hallaban
substituto que asumiera sus obligaciones fiscales29.
En el fatídico año 379 los rex godos retornaron al plan estratégico que habían comenzado el
año anterior y empujados y seguidos por alanos y hunos invadieron el sur de la península balcánica
(el Epiro, la Tesalia y Grecia septentrional) y al año siguiente los visigodos "cristianizados" guiados
por Fritigerno ocuparon el sur de la Macedonia mientras que las hordas conducidas por Alatheus y
Saphrax avanzaban sobre la Nórica y la Pannonia. Libanio (Libanius) afirmaba que todo era
saqueado en las ciudades y que se morían de hambre30 y Juan de Stridón, el crisóstomo, refería que
los bárbaros avanzaban danzando más que combatiendo: un jefe bárbaro, fatigado de matar, decía
que no comprendía porqué los romanos no huían en lugar de ofrecerse a la masacre (I, 344 c.d.)31.
Teodosio, que se reponía de una grave enfermedad como consecuencia de una peste que
había invadido toda la región32, no pudo llevar a la práctica el plan defensivo combinado con su
colega y debió presenciar la derrota que le infringió Fritigerno y el pillaje de toda la diócesis de
Macedonia. El propio emperador acudió al campo, pero fue rodeado y debió huir para evitar ser
capturado33.
Por ello debió recurrir a la diplomacia negociando con el godo "pagano" Atanarico
(Athanaric) -enemigo de Fritigerno- que con nuevas hordas invadiera la península, hasta tanto
llegara la ayuda solicitada a su colega Graciano. Con éste, que le envió refuerzos al mando de los
francos Bautón (o Baudo) y Arbogasto (Arbogastes), se encontraron en Sirmio a finales del
verano34. Graciano concluyó un tratado de paz con Alatheus y Sarphax, por el cual se les acordó el
derecho de instalarse en ciertas partes de la Pannonia como federados del Imperio en noviembre del
38035.
Después Teodosio hizo su primera entrada triunfal en su sede -Constantinopla- para festejar
con gran pompa el fin de las luchas36. Allí en el otoño negoció con el rex Atanarico37, el universae
28
Cod. Theod. XII, 1, 82 del 22 de abril del 380
29
Cod. Theod. XII, 1, 111, 113 y 114 del 386
30
Oratio. XXIV, 15
31
Piganiol, A. op. cit., p. 211/2
32
En dicha ocasión fue bautizado en Tesalónica (Thessaloniki, hoy Saloniki -Salónica- en Grecia) por el obispo
Acholius (Sozomeno. Historia Ecclesiastica. VII, 4), probablemente en diciembre del 380. Tillemont fija la enfermedad
entre el 2 y el 27 de febrero del 380 para explicar el edicto religioso del 27 de febrero; Seeck (Geschicte), Palanque e
Higgins lo fechan en diciembre del 379; Seeck (Regesten) lo data en el otoño del 380, fecha que comparte Piganiol
interpretando las fuentes: Zosimo IV, 34, Jordanes XXVII, Prospero a. 380. (cit. Piganiol, André. L´Empire chrétien.
París, Presses Universitaires de France, 1947, p. 212, nota 80)
33
Zosimo IV, 31; Jordanes. Rerum gothorum. XXVII; 149
34
Allí habrían resuelto la convocatoria del concilio universal de Constantinopla, como también las características de las
operaciones militares y la paz con los godos; presumiblemente una "retirada estratégica" en Pannonia y la Thracia como
sugiere Piganiol, A. op. cit., p. 223
35
Según Zosimo IV, 34, 1/2 y Jordanes XXVII, 141. Cfr. Stein, E. op. cit., t.I, p. 193. Piganiol señala que el
asentamiento no es ninguna novedad pues ya Constancio Cloro había instalado francos salios en la isla de los bátavos
entre el Lek y el Waal y Juliano luego los trasladó entre Brabante y Limburg (Piganiol, A. op. cit., p. 223)
36
El 24 de noviembre del 380 (s/Demougeot, op.cit. p. 149 y el 11 de enero del 381 (s/Candau p. 373 y Paredi, op cit. p.
265) negocia con el rex Atanarico en Constantinopla)
37
Según Jordanes venía de suceder a Fritigerno que había sido muerto o destituido (XXVIII, 142). Jordanes (XXVIII,
142) afirma que fue invitado por Teodosio, mientras que Zosimo (IV, 34, 3) y Themistios XV , 190/191 lo hacen ir por
su cuenta y según el primero "suplicante". Demougeot señala que "es muy probable que Atanarico no vino a
Constantinopla con todo su pueblo, sino solamente con una importante escolta, sus comitatus, y que pocos visigodos
habían cruzado a la orilla romana con Alavivus y Fritigerno en 376" (Demougeot, Emilienne. La formation de l´Europe
et les invasions barbares. París, Aubier, 1979, t. II, p. 151). Recién más tarde, perseguidos por los hunos y ostrogodos -
como señala Zósimo (IV, 34, 6)- y diseminados en bandas a la muerte de su caudillo Fritigerno pidieron a Teodosio
pasar a la orilla romana. Como consecuencia de "laboriosas negociaciones" el sucesor de Atanarico [Atanarico murió al
poco tiempo de haber estado en Constantinopla, probablemente el 25 de enero del 381 según Piganiol (op. cit., p. 213) y
se le hicieron magníficos funerales que halagaron el orgullo de los godos (Cfr. Chron. Min. I, 243 y 461 y Zósimo IV,
34, 3-5) y "todas las tribus de godas, a la muerte de su rex, admirando la valentía y benignidad de Teodosio, se
gentis Gothorum rex, firmó el tratado del 2/3 de octubre del 38238, por el cual se convirtieron en
foederati del Imperio. Ello significaba que los godos, instalados dentro de los limes del Imperio,
formaban una nación autónoma, cuyas relaciones se regulaban expresamente por un foedus que
reemplazaba tierras y alimentación por ayuda militar -especialmente caballería- contra nuevos
"bárbaros", preludiando el vasallaje feudal. "Con ello se daba nacimiento al primer Estado
germánico libre en el interior del Imperio"39. "Reunidos allí en aldeas los godos conservaron su
idioma, sus usos y su tosca libertad, reconociendo la supremacía del emperador; pero no quisieron
aceptar las leyes ni la jurisdicción de los magistrados del imperio. Ya no tuvieron más reyes y
mandaron tanto en paz como en guerra los jefes de las tribus y de las familias. El contingente que
suministraban al ejército para servir a las órdenes de generales escogidos por el emperador, era de
40.000 auxiliares, bajo el nombre de federados, distinguidos por collares de oro, y disfrutando de
una pingüe paga y de grandes privilegios"40. Así se inició una política sistemática de integración de
"bárbaros" en el Imperio, cuyo primer paso consistía en sedentarizarlos.
Esta política -hoy criticada- tuvo grandes defensores en su época; en ocasión del cambio de
cónsules del 1º de enero del 383 Themistios pronunció un panegírico elogiándola en estos términos:
"Este nombre odiado de Godos, vos como lo hiciste ser amado... Es una victoria de la filantropía, no
más suprimirlos, sino convertirlos en mejores... ¿Vale más llenar la Thracia de cadáveres que de
campesinos?... Aquellos que vienen de abajo dicen que con el hierro de las espadas y de las corazas
ellos harán arados y hoces"41. En todo momento se nota, no solo la desesperación por la seguridad
inmediata del Imperio sino, más allá, la búsqueda de la integración que garantice la unidad de la
Romanidad. Este aspecto del proceso que caracterizará el pasaje de la Romanidad a la Cristiandad
en ese siglo y el siguiente se aprecia en la preocupación por la cristianización y romanización de los
"bárbaros"42.
Hoy resulta evidente que los resultados fueron buenos, ya que salvo dos breves períodos de
guerra sin importancia (421-422; 441), la paz duró hasta el 502. "Esta seguridad es de una
importancia capital: Constantinopla ha podido desviar hacia otros lugares las amenazas de los
germanos y de los hunos"43.
Para entender la importancia del tema es necesario destacar que los rumores y las
discusiones callejeras crean la "atmósfera" de una época; hoy éstas estén dedicadas a deportistas, y
estrellas, pero en el siglo V existía otra sensibilidad religiosa y la gente se apasionaba por las
cuestiones teológicas. A manera de ejemplo Gregorio de Nisa nos menciona "al cambista que, si se
le pregunta por el valor de una moneda, responde con una disertación sobre el Engendrado y el no-
45
Gregorio de Nisa. Sobre la divinidad del Hijo y del Espíritu Santo, en: P.G. XLVI, 557 B. cit. Danielou, Jean- Marrou,
Henri I. Nueva historia de la Iglesia. Desde los orígenes a san Gregorio magno. Madrid, Cristiandad, 1964, t. I, p.
304/5
46
“Una peste que contagia a todo el cuerpo" según el papa Gelasio (P.L. 59, epist. XV o Codex Can. Eccl. P.L. LVI, 64).
Ello ayuda a entender por qué "la igualdad jurídica entre ortodoxo y hereje es un concepto que no entra en la mentalidad
del legislador cristiano como no entraba en la mentalidad de los juristas y emperadores clásicos la igualdad entre libres
y esclavos" (Biondi, B., Il diritto romano cristiano. Milano, 1952, t. I p. 255)
47
Para aclarar la cuestión la propia legislación imperial determinó -en el 395- quiénes y por qué merecían tal
denominación: Haereticorum vocabulo continentur...qui vel levi argumento iudicio catholicae religionis et tramite
detecti fuerint deviare. (Cod. Theod. XVI, 5, 28). A su vez, como veremos, el basileus Teodosio se encargó de precisar
la verdadera fe en el edicto de Tesalónica, al relacionarla con la transmitida por el apóstol Pedro y profesada por el
pontífice Dámaso y el obispo Pedro de Alejandría...es decir, la fijada en el concilio de Nicea. Solo sus seguidores eran
dignos del nomen Christianorum catholicorum; los demás serán tenidos por haeretici" (Cfr. Escribano, María Victoria.
Herejía y poder en el siglo IV, en: Candau, J.M. y otros. La conversión de Roma. Cristianismo y paganismo. Madrid,
Clásicas, 1990, p. 152/3)
48
Cfr. Escribano, Ma. V. cit. p. 41/60 y P. 153/4. Para el término superstitio en épocas previas véase Calderone,
Salvatore, en: A.N.D.R.W. Martroye observa que en las leyes teodosianas el término superstitio se aplica a las creencias
judías y heréticas (Martroye, F. op. cit., p. 673). Cabe señalar asimismo que "en torno a esta época Epifanio, obispo de
Salamina, en Chipre, había demostrado la existencia de ochenta herejías, y en su escrito Panarion, que significa tanto
como un libro de farmacopea para todos los que habían sido mordidos por la mala serpiente de los héréticos, había
intentado presentar un contraveneno" (Vogt, Joseph. La decadencia de Roma. Madrid, Guadarrama, 1968, p. 203).
Bloch en cambio señala que "bajo la denominación superstitio, como en la leyes de Constantino, se entiende cualquier
culto fuera de la religión cristiana, sobre todo el pagano. Superstitio es entendida en su sentido clásico (Cicerón. De nat.
Las medidas que adoptó Teodosio contra las herejías tuvieron un antecedente importante -
como hemos analizado en otra oportunidad- en un edicto promulgado en la pars occidentalis por su
colega Graciano, seis meses antes. Este, hasta el 379 había seguido la política de “tolerancia
religiosa” implementada por su padre Valentiniano I y que contaba con la guía de su consejero, el
rhetor Ausonio (Decimus Magnus Ausonius)49. Este edicto, probablemente del 3 de agosto del 379,
promulgado en Milán a nombre de Graciano, Valentiniano y Teodosio, terminaba con la mentada
"tolerancia religiosa" al decretar la extinción de todas las herejías vedadas "por ley divina e
imperial" y prohibía a los herejes enseñar y realizar asambleas o sea les privaba de todos los
derechos civiles y religiosos (Cod. Theod. XVI, 5, 5)50.
La nueva decisión obedeció al giro de la política religiosa implementado por Graciano
cuando cumplió veinte años y suele vincularse con la “caída en desgracia” del rethor Ausonio y su
reemplazo como consejeros imperiales por los obispos Dámaso de Roma y Ambrosio de Milán51.
La primera disposición de Teodosio en esta materia fue el edicto, llamado de Tesalónica y
conocido como Cunctos populos (por sus palabras iniciales); está fechado el 27 de febrero del 380 y
prescribe textualmente: "Deseamos que todos los pueblos (cunctos populos) regidos por nuestra
imperial clemencia profesen la fe que creemos ha sido trasmitida por el divino apóstol Pedro,
mantenida en su forma tradicional hasta el presente día, fe que profesan igualmente el pontífice
Dámaso y el obispo Pedro de Alejandría, varón de apostólica santidad, esto es, que según la
enseñanza evangélica y disciplina apostólica, debemos creer en una deidad, la Santa Trinidad del
Padre, del Hijo y el Espíritu Santo, adorados en su igual majestad. Y requerimos que los que
observen esta regla de fe, abracen el título de cristianos católicos (christiani catholici), pues
juzgamos a todos los demás de mente insana (dementes vesanosque) y ordenamos que sean
llamados heréticos (haeretici), sus lugares de reunión no tienen derecho al nombre de iglesias;
condenados como tales, en primer lugar, a sufrir el castigo divino y, con él, la venganza del poder
que por celestial autoridad hemos asumido" (Cod. Theod. XVI, 1, 2)52.
deor. II, 28, 71), esto es la antítesis de religio" (Bloch, H. op. cit., p. 279)]
49
Nacido en Bordeaux o Burdeos (Burdigala), donde enseñó apaciblemente gramática y retórica durante treinta años
hasta que Valentiniano I le convocó a la corte de Tréveris (Augusta Treverorum) como preceptor de su hijo Graciano
50
"Los emperadores Graciano, Valentiniano y Teodosio Augustos a Hesperio, prefecto del Pretorio. Todas las herejías
prohibidas por las leyes divinas o las imperiales se aquieten para siempre. Cualquier cristiano que empequeñezca la idea
de Dios, con censurable audacia sienta que solamente a él ha de dañarlo esto. No expanda lo que ha de perjudicar a
otros. Quien corrompe con muerte renovada los cuerpos redimidos con el dogma venerable, quitando aquellos que
duplica, conozca sólo para sí tales cosas, no pierda a otros con su impía conducta. Y todos los maestros y ministros de
esa superstición, ellos o bien difaman con su asunción sacerdotal el nombre de sus obispos, o bien, lo que es muy
semejante, con el vocablo de presbíteros mienten una religión; o bien se denominan también diáconos, cuando ni
siquiera son tenidos como cristianos. Manténganse éstos por un tiempo separados de las asambleas de esta ya hace
tiempo condenada doctrina. Por fin, rechazada la respuesta que hace poco surgió en Sirmio, permanezca sobre la
observancia católica sólo aquello que nuestro padre de eterna recordación y nosotros mismos hemos mandado, lo cual
siempre será vigente. Dado en Milán III non. augustus, acc. XIII kalendas septembrem [3 de agosto] bajo el consulado
de Ausonio y de Olibrio" [XVI, 5, 5 del 379. Las leyes del libro XVI del código teodosiano fueron traducidos por los
Prof. Alfredo Schroeder y Raúl Lavalle del instituto de Estudios Greco-latinos Francisco Novoa de la Pontificia
universidad Católica Argentina “Santa María de los Buenos Aires”, cuya colaboración agradecemos.
51
Graciano parece haber estado en Milán para la Pascua (12 de abril) del 379, encontrándose con el obispo Ambrosio.
Palanque afirma que es consecuencia de ese encuentro un breve edicto promulgado el 22 de abril (Cod. Theod. XVI, 5,
4), que renueva la interdicción anterior de la herejía y agrega a las sanciones la confiscación de los lugares de culto
(Palanque, J.R. op. cit., p. 71). Según Paredi son fruto de este encuentro las dos leyes del 24 de abril del 380 (Cod.
Theod XV, 7, 4 y 5) completadas con otras dos del 8 de mayo del 381 (Cod. Theod. XV, 7 y 8) referidas a los actores y
actrices cristianos. (Paredi, A. op.cit., p. 263/4). Sordi, en cambio, sostiene que la política eclesiástica de Teodosio no es
explicable por la influencia de Ambrosio, como también considera que para Graciano estudios recientes tienden a
reducir o al menos a retardar el inicio del predominio de Ambrosio. (Sordi, M. op.cit., t. I, p. 219, nota 38). Finalmente
Piganiol estima que para la abolición del edicto de tolerancia, pese a que "se piensa en san Ambrosio, a quien Graciano
pudo haber visto en Sirmium en 378 y quien le demandara un manual sobre la fe; sus relaciones eran entonces más bien
tibias. Y ahora sabemos que la ley de Graciano contra las heréticos es anterior en seis meses a la primera ley de
Teodosio sobre la materia. Es por ello que nos inclinamos a suponer sobretodo una intervención de Dámaso, de quien
sabemos que en el curso del 378 demandó y obtuvo que el brazo secular estuviera al servicio de la Iglesia" (Piganiol, A.
op. cit., p. 325)
52
Schwartz (Ueber die Bischofslisten) explica la inclusión del patriarca de Alejandría porque existían dudas sobre la
Teodosio pretendía que, mediante este edicto, quedaran zanjadas por una ley imperial todas
las diferencias religiosas ("ideológicas") para todos los pueblos sin distinción heréticos y paganos53.
A su vez "la ley impone la fe católica, en cuanto establece sanciones en caso de inobservancia: no
solo reclama el castigo divino (divina primura vindicta), sino dispone la sanción terrena, la cual se
encuentra reiterada en el Código Theodosiano (XVI, 2, 25), norma emitida, siempre en Tesalónica,
el mismo 27 de febrero del 38054 y que por ello se puede considerar parte de la anterior"55.
De la sola lectura del texto surge con claridad que el documento no se dirige a los paganos
sino, fundamentalmente, a los herejes, y entre ellos presumiblemente a los renacientes -y siempre
peligrosos- arrianos56.
El arrianismo, que había contado con el favor imperial de Valente comenzó a desaparecer
rápidamente salvo en el Illyricum y en Milán, donde le dio aire la propia emperatriz Justina57
cuando llegó exiliada desde Sirmio en el Ilírico, en otoño del 378, con su hijo y con otros prófugos
danubianos.
"El edicto de Tesalónica tenía fuerza de ley y manifestaba la extrema decisión de Teodosio
de poner fin, antes que nada por razones políticas, a la eterna división oriental entre arrianos y
antiarrianos"58.
Decidido a no quedarse en el plano de las intenciones Teodosio dispuso aplicarlo
inmediatamente y el 27 de noviembre del 380, tres días después de su llegada a Constantinopla,
presionó al anciano obispo Demófilos -que era arriano- para que aceptase el credo niceno. Al
negarse, fue depuesto y a los pocos días, en su reemplazo, tomaba posesión de la iglesia de los
Santos Apóstoles un discípulo del teólogo capadocio Basilios de Cesarea: Gregorio de Nacianzo
(Grigorios de Nazianzus)59. La tropas imperiales dispersaron a los tumultuosos, se desterró a
legitimidad de su portador, circunstancia que no se daba con Melecio de Antioquía. Otros señalan la conexión directa
entre Dámaso y Pedro, que se habían reunido durante la larga estadía, del 371 al 378, del segundo en Roma y no dudan
de la "camarilla española" (Piganiol, A. op.cit., p. 217, nota 114). Teja (p. 44/5) señala que "mucho se ha discutido sobre
los móviles de esta medida y sus inspiradores. La mayoría de los autores modernos han querido ver detrás de ella la
mano del activo papa Dámaso, que habría hecho valer su influencia también en su elección por Graciano para el trono
imperial, y se ha intentado relacionar todo ello con el origen hispano de ambos. En cualquier caso, es evidente que
Teodosio era un cristiano niceno convencido que ya había sido el primer emperador que al acceder se había negado a
tomar el título tradicional pagano de pontifex maximus y que por las mismas fechas de promulgación del edicto se había
hecho bautizar a raíz de una grave enfermedad". Stein sugiere que la medida fue consecuencia de una exigencia de
Graciano para aportarle ayuda en su lucha contra los bárbaros. Cfr. Stein, E. op. cit., t.I, p. 185)
53
Palanque, J.R. op.cit., p. 116. El edicto -según Gitifredi (ad. h.l.) parece haber sido promulgado por Teodosio en
Oriente -por su iniciativa personal- pero no caben dudas que la ley era universal; Biondi, en cambio, sostiene que la ley
fue concertada con Graciano como complemento de su anterior del 379 (Teodoreto V, 2 la considera de Graciano) y
publicada en Oriente por razones de oportunidad. (Cfr. Biondi, B. op.cit., t. I, p. 304). Por ella "el Estado se convertía en
confesional, en cuanto, inspirándose en el carácter universal y la unidad de la Iglesia, decidía que todos los ciudadanos
abracen la fe católica: cunctos populos.. Sólo aquellos que profesan la fe, precisada en la misma ley, se pueden llamar
con el nombre de cristianos, mientras que los otros son considerados dementes vesanosque" (Cfr. Biondi, B. op. cit., t. I,
p. 305).
54
"Los emperadores Graciano, Valentiniano y Teodosio Augustos. Quienes confunden por ignorancia la santidad de la
ley divina, o bien la violan y ofenden por negligencia, cometen sacrilegio. Dado en Tesalónica a III kalendas martius
[el 27 de febrero], bajo el consulado de Graciano Augusto, por quinta vez, y de Teodosio Augusto, por primera vez"
[XVI, 2, 25 del 380].
55
Cfr. Biondi, B. op. cit., t. I, p. 306
56
Cabe recordar que el arrianismo fue predicado por el monje Ario (Areus), nacido en Baucalis, en la Cirenaica, la
actual Libia, quien había estudiado en la "escuela teológica de Antioquía" -más racionalista que la de Alejandría, de
orientación alegórica- y afirmaba que existía un único Dios eterno e increado y que el Verbo era una criatura del Padre,
o sea que no era de naturaleza divina. Sus ideas fueron condenadas formalmente en el concilio de Nicea, en el 325,
donde se resolvió que el Hijo era consubstancial con el Padre (homoousios) y no de naturaleza semejante (homoiousios)
57
Viuda de Magnecio, célebre por su belleza, casó en segundas nupcias con Valentiniano I en el 369/70. Paredi destaca
que aunque se trató de un escándalo (s/Socrates IV, 31) ninguna autoridad eclesiástica excomulgó al emperador (Paredi,
A. San Ambrogio e la sua etá, Milano, U. Hoepli, 1994, p. 435). Con Justina tuvo cuatro hijos: Valentiniano II, Justa,
Grata y Gala.
58
Paredi, A. op. cit., p. 262
59
Sozomeno VII, 5, 7. Este, canónicamente, ya era obispo electo de Sasima, en Asia y por ello se le opuso parte del
clero liderado por su colega Melecio (Meletios) de Antioquía
obispos arrianos y las iglesias que ocupaban fueron entregadas a los católicos. Nuevos disturbios
llevaron a Gregorio a renunciar a su sede60 y al año siguiente el propio basileus, ante los graves
disturbios, impuso al jurista y senador laico Nectarios, que fue ordenado al efecto61.
El 10 de enero del 381 Teodosio reiteró las disposiciones del edicto de Tesalónica por medio
de un nuevo edicto (Cod. Theod. XVI, 5, 6) donde confirmaba la fe de Nicea y vedaba el culto a
quienes no profesasen esa fe, prohibía sus reuniones y establecía penas concretas para los
incumplidores. El interés del edicto radica en que fija por decreto imperial como única fe verdadera
la establecida por el concilio de Nicea "de la cual no es lícito desviarse en ningún punto ni de menor
importancia (vel levi argumento)”62.
Cabe señalar que a diferencia del edicto de Tesalónica ahora se precisa la verdadera fe, no en
la creencia de los obispos de Roma y Alejandría sino en el concilio de Nicea; agregándose para
reforzar la argumentación la parte más controvertida del credo niceno: "Cristo deum de deo, lumen
de lumine, la sustancia indivisa de la Trinidad y se enuncia una rápida definición de la sustancia
(substantia, quae Graeci adsertione verbi ousia dicitur)"63.
Por otro edicto, del 8 de mayo64, se castigó a los maniqueos; comprendiendo bajo este
nombre a una serie de sectas que expresamente menciona el edicto: los encratitas65, saccophoros66,
60
Según relata el propio Gregorio se produjeron alborotos "como si yo en lugar de un Dios quisiera introducir varios
dioses" (Cfr. Carmen de vita sua. 652 s, 665 s, 1305 s, epist. LXXVII, Oratio XIX, 14; XXV; XXXIII, 5; XXXV, 3 y
XLII]
61
Este fue "confirmado por el concilio ecuménico de Constantinopla, en presencia del emperador Teodosio y todo el
clero y por común elección de la ciudad toda" (Sozomenos VII, 8 y Teodoreto V, 9, 15)
62
"Los Emperadores Graciano, Valentiniano y Teodosio Augusto a Eutropio, Prefecto del Pretorio. No deberá haber
lugar ni ocasión para los herejes de celebrar sus misterios, de manifestar la insensatez de su ánimo tan obstinado. Sepan
todos también que si estos hombres han obtenido algo por cualquier rescripto conseguido por fraude, no tendrá validez.
Las turbas de los herejes deben ser separadas de sus ilícitas congregaciones. El nombre del sumo y único Dios debe ser
celebrado en todas partes; siempre deberá permanecer la observancia de la fe nicena, desde tiempo atrás entregada por
nuestros mayores y confirmada por el testimonio y la afirmación de la religión divina; la contaminación de la mancha
fotiniana, el veneno del sacrilegio arriano, el crimen de la perfidia eunomiana y los horrores de las sectas, que tienen a
nombres monstruosos como autores, sean todas ellas suprimidas desde el preciso momento en que se tenga noticia. Pero
deberá ser considerado afirmante de la fe nicena y cultor de la verdadera religión católica todo aquel que confiese al
Dios omnipotente y a Cristo Hijo de Dios con un solo nombre, Dios de Dios, luz de luz, aquel que no deshonre
negándolo al Espíritu Santo, a quien esperamos y recibimos del sumo Padre de todas las cosas; aquel en quien, en el
conocimiento de la fe inviolable permanece la indivisa substancia de la incorrupta Trinidad, que correctamente es
llamada por los creyentes, valiéndose del término griego, usía. Estas cosas son las que nosotros ciertamente más
aprobamos, las que deberán ser veneradas. Pero todos los que no sirven a esta doctrina dejen de adjudicarse, con
estudiados engaños, el nombre de verdadera religión, que les es ajeno, y sean conocidos por sus manifiestos delitos.
Que sean alejados por completo del umbral de toda las iglesias; nosotros prohibimos, en efecto, que todos estos herejes
realicen dentro de las ciudades sus ilícitas congregaciones; y, si esta facciosa erupción intentara algo, mandamos que
para exterminar su furor sean expulsados de las propias murallas de las ciudades, para que todas las iglesias católicas en
todo el mundo sean devueltas a todos los obispos ortodoxos, que tienen la fe nicena. Dada el 10 de enero en
Constantinopla, bajo el consulado de Euquerio y Siagrio"
63
Piganiol, A. op.cit., p. 218. Para el credo de Nicea cfr. Denzinger, Enrique. El magisterio de la Iglesia. Barcelona,
Herder, 1963, p. 23
64
Agregamos a aquella sanción también ésto: que no constituyan, ni en las pequeñas agrupaciones de las ciudades ni en
las ciudades ilustres, los sepulcros acostumbrados a los dioses manes. Sean totalmente eliminadas de la vista de las
poblaciones populosas; y no se defienda, con malicioso engaño y falaz simulación, con aquellos nombres con que la
mayoría, como sabemos, de probada fe y de propósitos más castos querrían ser llamados y nombrados. En especial,
algunos de éstos querrían ser denominados encratitas, apotactitas, hidroparastatas o sacóforos, y con variedad de
nombres diversos, como mintiendo en los deberes de su profesión religiosa. Pues conviene que todos ellos no sean
defendidos por la profesión de sus nombres, sino que sean reprobables y execrables por la maldad de sus sectas. Dado
en Constantinopla a VIII idus maius [8 de mayo], bajo el consulado de Euquerio y de Siagrio" (XVI, 5, 7, 3).
65
Según Epifanio <Haereseses. XLVII, 1, 1/3> condenan el matrimonio, el uso del vino y de la carne animal; se
difundieron en Asia Menor y especialmente en la Pisidia y en Frigia, pero también en Isauria, Panfilia, Cilicia y la
Galacia. Cfr. para éste y siguientes De Giovanni, L. op. cit., p. 93/7. Según Blazquez esta herejía había sido fundada por
el apologista Taciano, discípulo de Justino y se caracterizó por rechazar el matrimonio, como adulterio, por condenar la
comida de carnes y por sustituir el vino por el agua en la Eucaristía (en: El cristianismo, religión oficial, en: Historia 16,
XXI, 249, enero 1997, p. 64).
66
Sabemos poco de ellos pero es probable que se trate de un confuso grupo ascético mezclado con los maniqueos, cuyo
apotácticos67, hydropastastes68.
Casi al mismo tiempo un sínodo de ciento cincuenta y tres obispos de la pars orientalis,
presidido por Melecio de Antioquía, dio fin a las controversias teológicas y aceptó la fe nicea, el
Nicaenum, suscribiendo el tomus latino redactado por el concilio de Roma, que Dámaso había
presidido en 372 y mandó las actas a Roma sub Damaso papa69.
Pero el edicto no fue suficiente para solucionar todos las diferencias existentes -aún en
Antioquía- y por eso en el 380, el emperador, para unificar las creencias en la línea establecida de
Cunctos populos, presionó por la realización de un concilio en Constantinopla, que clarificara el
tema. Al concluir éste, el 9 de julio, los padres conciliares elevaron una carta al emperador
informando sus tareas y agradeciendo a Dios por haberlo elegido para procurar la paz de las iglesias
y defender la verdadera fe; asimismo le recordaban su misión de mantener la concordia, confesar la
fe de Nicea y anatemizar los errores contrarios a dicha fe, mediante la confirmación de las
decisiones conciliares70.
Como respuesta Teodosio promulgó el 30 de julio del 381 un nuevo edicto (Cod.Theod.
XVI, 1, 3)71confirmatorio de las decisiones del concilio, en el que reiteraba la devolución de las
iglesias a los nicenos72, dispuesta por el edicto del 10 de enero del 381 y mal cumplido. A su vez los
eunomiamos, los arrianos y los adherentes al dogma de Aecio73 no tenían el derecho de levantar
iglesias, bajo pena de confiscación del edificio eventualmente construido (Cod. Theod. XVI, 5, 8)74.
Así ahora, "después del edicto de Tesalónica del 380, que reconocía la confesión nicena, los
otros grupos religiosos no tenían garantía legal alguna y todo culto herético estaba formalmente
proscripto en el interior de las ciudades (leyes del 10 de enero del 381 y del 10 de marzo y 14 de
75
Palanque, J.R. op. cit., p. 205, nota 37.
76
"Los mismos Augustos [Graciano, Valentiniano y Teodosio] a Floro, prefecto del Pretorio. Cualquier maniqueo que
rehuya la unión con los buenos, con el falso pretexto de una vida solitaria, y elija las turbas secretas de los peores, como
profanador y corruptor de la disciplina católica, que todos veneramos, sea sometido a la ley. Que viva sin testar, que en
vida no se dedique a cosas ilícitas, que al morir no deje nada a hombres indignos, que restituya todo al prójimo -no
según sus costumbres, sino prójimo según la naturaleza. Si le faltare legítima sucesión, que abandone sus cosas, dignas
de mejor uso. Ellas pertenecerán al fisco sin ningún tipo de fraude, puesto que hay defecto de agnación. Esto es lo que
mandamos acerca de los solitarios".
77
Secta de origen montanista fundada por el frigio Montano que sostenía el pronto regreso del Paráclito y que se meten
los dedos en la nariz (sic) (Cod. Theod. XVI, 5, 10) y Epiphanio. Haer. XLVIII, 14, 4). Cabe observar que se ha
constatado que "el Código teodosiano -promulgado en el 438- ha conservado sesenta y siete constituciones entre los
años 381 y 438, persiguiendo a las herejías, a las que habría que añadir sin duda muchos textos perdidos" (Celada,
Gregorio. “Experiencia de la comunión en la Iglesia antigua”, en: Ciencia Tomista. 353, octubre 1980, p. 531).
78
Sócrates V, 10, Sozomeno VII, 12; Gregorio de Nacianzo. Epist. CLXXV.
79
“Los mismos Augustos [Graciano, Valentiniano y Teodosio] a Postumiano, prefecto del Pretorio. Absolutamente
todos aquellos a quienes mueve el error de diversas herejías (los eunomianos, los arrianos, los macedonianos, los
pneumatómacos maniqueos, los encratitas, los apotactitas, los sacóforos y y los hidroparastas) en ninguna clase de
círculos se reúnan, no convoquen ninguna multitud, no atraigan ningún poblado ni hagan de sus propias paredes
iglesias; no practiquen ni en público ni en privado nada que pueda dañar la santidad de la Iglesia Católica. Pero si
apareciera alguien que transgreda lo que tan claramente prohibimos, damos potestad a todos aquellos que se complacen
en la belleza y en el culto de la recta observancia, para que éste quede sin participar en los bienes comunes. Dado en
Constantinopla, a VIII kalenda augustus [25 de julio], bajo el consulado de Merobaudo, por segunda vez, y de
Saturnino" (XVI, 5, 11).
80
"Los mismos Augustos [Graciano, Valentiniano y Teodosio] a Postumiano. Esa cuna de vicios, odiosa a Dios y a los
hombres -nos referimos a las herejías eunomiana, arriana, macedonia, apolinaria y a las demás sectas, las cuales, con el
culto de la verdadera religión, condena la fe sincera- no tendrán facultad de formar iglesias ni congregaciones, ni en
lugares públicos ni en ámbitos privados, dentro de las ciudades o en las villas y en los campos. Tampoco pretendan
celebrar su perfidia o participar en sus insensatas reuniones, ni realizar ningún tipo de ordenaciones sacerdotales. Las
casas en las ciudades o en cualquier otro lugar, en que sus profesantes o ministros celebren la pascua, queden bajo el
dominio y derecho de nuestro fisco. De este modo, quienes tienen por costumbre participar en tales enseñanzas, ritos o
reuniones, sean buscados y echados de todas las ciudades y lugares, obligados por la fuerza de esta ley; mandamos
también que vuelvan a las tierras de donde vinieron, y que ninguno de ellos tenga potestad de ir a otras ciudades o de
vagar por cualquier lugar. Si estos mandatos de Nuestra Serenidad son cumplidos con negligencia, el personal de los
jueces de las provincias, y los principales de las ciudades, donde se descubra cualquiera de estas ilícitas reuniones,
padezcan nuestra sentencia y condenación. Dado en Constantinopla, a III nonas december [ 3 de diciembre], bajo el
consulado de Merobaudo, por segunda vez, y de Saturnino".
81
“Los mismos Augustos [Graciano, Valentiniano y Teodosio] a Cinegio, prefecto del Pretorio. Los eunomianos,
macedonianos, arrianos y apolinarianos, en lo tocante a los deberes de la sagrada religión, son nombres famosos por sus
propios errores. Por tanto, todos los que reivindicaron para sí ya el pontificado ya el ministerio de estas profesiones;
quienes se proclaman sacerdotes de un nombre condenado; quienes en una religión que es motivo de acusación, se
imponen el nombre de ministros; quienes aseguran enseñar aquello, que sería mejor ignorar o bien olvidar, sean
expulsados después que se examinen a fondo los escondrijos de esta ciudad, con una indagación más escrupulosa sin
ningún tipo de clemencia. Que vivan en otros lugares y sean separados totalmente de las reuniones de los buenos. Dado
en Constantinopla, a XII kalendas de februarius [21 de enero], bajo el consulado de Ricomer y de Clearco varones
clarísimos" (XVI, 5, 13).
82
Los apolinaristas eran seguidores de Apollinar, quien sostenía que Cristo jamás había poseído alma humana y en él
estaba el Verbo divino que cumplía el papel de la inteligencia. Palanque-Bardy-Labriolle. op. cit., p. 296.
asimismo se les prohibía poseer lugares de culto y podían ser echados de sus capillas.
A su vez en Occidente, donde había resurgido el arrianismo bajo el joven Valentiniano II,
influenciado por su madre Justina, Teodosio, al pisar sus territorios, dispuso desde Stobi, el 14 de
junio del 388 derogar la ley "de tolerancia" del 23 de enero del 386 que, por otra parte, jamás fue
seriamente aplicada y prohibir a los "herejes" reunirse y predicar, construir altares y celebrar
cualquier tipo de servicio religioso (Cod. Theod. XVI, 5, 15)83.
Algunos años más tarde (387) los arrianos fueron nuevamente condenados (Cod. Theod.
XVI, 5, 16)84. A su vez , desde Milán, el 4 de mayo del 389, por edicto dirigido al prefecto de
Oriente Tatiano dispone la incapacidad civil de los eunomianos o anomenos (Cod. Theod. XVI, 5,
17)85. Del mismo modo los maniqueos, ya proscriptos por Dioclesiano y sancionados por
Valentiniano I en 372 (Cod. Theod. XVI, 5, 3), a quienes se les negó el derecho a testar el 8 de
mayo del 381 y el 31 de marzo del 382 (Cod. Theod. XVI, 5, 7 y 9)86, fueron interdictos en Roma
por un edicto fechado el 17 de junio del 389 (Cod. Theod. XVI, 5, 18)87. Un nuevo edicto dirigido
al prefecto Tatiano de Oriente confirmó, el 26 de noviembre del 389, la interdicción de los arrianos
(Cod. Theod. XVI, 5, 19)88, ratificando la disposición del 21 de enero del 384 (Cod. Theod. XVI, 5,
13)89.
83
"Los mismos Augustos [Graciano, Valentiniano y Teodosio] a Trifolio, prefecto del Pretorio. A todos los integrantes
de las diversas y pérfida sectas, a quienes incita la locura de una miserable conspiración contra Dios, no les sea
permitido tener en ningún lugar acuerdo alguno, ni entrar en trato alguno ni mantener reuniones secretas. No se les debe
permitir que sus manos levanten vergonzosamente altares a los servicios de una impía prevaricación, y que adopten la
simulación de los misterios, para injuria de la verdadera religión. Para que se logre el efecto adecuado, constituya tu
Alteza, en su vigilancia, a todos los más fieles, para que puedan reprimir a éstos y, una vez aprendidos, llevarles a
juicio. Así, serán sometidos a Dios y a las leyes, con castigo severísimo, según las anteriores sanciones. Dado en Stobi
[Estobos], a XVIII kalendas iulius [14 de junio], bajo el consulado de Teodosio Augusto por segunda vez, y de Cinegio,
varón clarísimo".
84
"Los mismos Augustos [Graciano, Valentiniano y Teodosio] a Cinegio, prefecto del Pretorio. Hemos descubierto que
algunos arrianos dan tal forma a nuestros mandatos, que parece les fuera lícito servirse de aquellos que les resulte útil.
Quitada esta interpretación, sepan que nada de eso ha salido de nuestro santuario. Cualquier cosa de este tenor, y
cualquiera que intente introducirla, serán considerados reos de falsedad. Dado en Constantinopla, a V idus augustus [9
de agosto], bajo el consulado de Teodosio Augusto, por segunda vez, y de Cinegio, varón clarísimo".
85
"Los emperadores Valentianiano, Teodosio y Arcadio Augustos a Taciano, prefecto del Pretorio. Los eunucos
eunomianos no tengan facultad ni de hacer ni de obtener testamento. En lo que concierne a todos los que la ley ha
encontrado vivos, queremos que nadie se defienda con el privilegio de cualquier voluntad pasada, cuando se muestren
testamentos hechos anteriormente o no hechos. Después de esta sanción de nuestro oráculo, no tengan facultad ni de
pedir ni incluso de dejar un heredero con nombre principal, ni a un fideicomiso ni a un legatario ni a un tácito
fideicomiso, o cualquiera sea la denominación que el derecho ha previsto para estos casos: sino que todo lo que se ha
establecido que es o será de tales hombres, sea reivindicado como caduco, en beneficio de nuestro fisco. En suma, nada
tengan en común con los restantes. Dado en Milán, a IIII nonas maius [4 de mayo], bajo el consulado de Timasio y
Promoto".
86
Los mismos Augustos [Graciano, Valentiniabno y Teodosio] a Eutropio, prefecto del Pretorio. Si algún maniqueo o
maniquea, desde el día, ya antiguo, de la promulgación de esta ley por nuestros padres, ha trasmitido sus propias
facultades a cualquier persona, por testamento o en razón de cualquier especie de liberalidad o donación, o si algunos de
ellos fue enriquecido por cualquier forma de sucesión; puesto que inmediatamente les hemos quitado toda facultad de
testar y de vivir bajo el derecho romano, y no le permitiremos dejar ni adquirir nada por herencia, mandamos que todo
sea asignado a los recursos de nuestro fisco" (XVI, 5, 7).
87
“Los mismos Augustos [Valentiniano, Teodosio y Arcadio] a Albino, Prefecto de la Ciudad. Quienes quiera que bajo
el nombre de maniqueos inquietan al mundo sean expulsados, bajo amenaza de juicio, de toda la tierra, pero sobre todo
de esta ciudad" (XVI, 5, 18) y "Que sus voluntades, incluso sus propias facultades hechas públicas al pueblo, no tengan
fuerza de testamentos ni sea permitido a ellos ni a través de ellos dejar en herencia. Que nada tengan ellos en común con
el mundo. Roma, XV kalendas de iulius [17 de junio], bajo el consulado de Timasio y Promoto" (XVI, 5, 18, 1).
88
"Los mismos Augustos [Valentiniano, Teodosio y Arcadio] a Taciano, Prefecto del Pretorio. Aquellos que tienen el
principado de un dogma siniestro, esto es los obispos, presbíteros, diáconos y lectores, y cualquier otro que bajo el velo
del estado clerical intenta ocasionar una mancha a la religión, en nombre de cualquier herejía o error; sean ellos alejados
de todo funesto conciliábulo, ya sea dentro de la ciudad o en lugares subalternos. Milán, VI Kalenda december [26 de
noviembre], bajo el consulado de Timasio y Promoto" (XVI, 5, 19, 389).
89
"Los mismos Augustos [Graciano, Valentiniano y Teodosio] a Cinegio, prefecto del Pretorio. Los eunomianos,
macedonianos, arrianos y apolinarianos, en lo tocante a los deberes de la sagrada religión, son nombres famosos por sus
propios errores. Por tanto, todos los que reivindicaron para sí ya el pontificado ya el ministerio de estas profesiones;
"El legislador prohíbe el debate público sobre religión; el súbdito puede manifestar su fe
solo en las formas y modos oficialmente reconocidos; está prohibida toda asamblea, el culto no
puede desarrollarse si no en las sacrosanctae ecclesiae. Está claro que al legislador no le interesa
tanto la fe personal del súbdito ni si adhiere al menos en lo íntimo a la ortodoxia; le interesa
sobretodo que manifieste formalmente y en público su adhesión a la religión católica en la asamblea
reconocida por la ley"90. Esta prohibición, de discutir temas religiosos, afectaba también a los
cristianos fuera de los templos.
En el 391, después de diez años de interrupción, los herejes volvieron a inquietar la
península itálica y por edicto fechado en Roma el 19 de mayo del 391 fueron prohibidas sus
reuniones en las ciudades y villas (Cod.Theod. XVI, 5, 20)91, como tampoco podían efectuar
consagraciones episcopales u ordenaciones sacerdotales según decretos del 15 de junio del 392
(Cod. Theod. XVI, 5, 21)92y del 15 de abril del 394 (Cod. Theod. XVI, 5, 22)93. La privación de
derechos civiles a los herejes fue renovada y extendida a todos, a la muerte de Teodosio, por su hijo
y sucesor Arcadio el 24 de noviembre del 395 (Cod. Theod. XVI, 2, 29)94.
Una vez desterrada legalmente la herejía, en cuanto a la actitud imperial frente a los herejes,
el historiador Sozomeno, aclara que aunque "amenazó con graves penas a los herejes, no los
persiguió porque su fin no era penar efectivamente a los súbditos sino empujarlos para que
aceptasen sus mismas ideas en torno a la divinidad"95.
Este aspecto es recalcado por De Giovanni cuando observa que la legislación no miraba a la
eliminación física del hereje. Por el contrario "el legislador tiende a marginar al hereje, a alejarlo al
menos hasta que retorne a la ortodoxia. Las constituciones muchas veces afirman que el hereje no
pertenece a la comunidad humana y que así, no lo resguardan las leyes que reglan la convivencia de
los hombres"96. Por ello "resulta necesario levantar un "muro" entre los herejes y el resto del género
humano; este propósito del legislador explica porqué el herético es condenado al exilio en las
quienes se proclaman sacerdotes de un nombre condenado; quienes en una religión que es motivo de acusación, se
imponen el nombre de ministros; quienes aseguran enseñar aquello, que sería mejor ignorar o bien olvidar, sean
expulsados después que se examinen a fondo los escondrijos de esta ciudad, con una indagación más escrupulosa sin
ningún tipo de clemencia. Que vivan en otros lugares y sean separados totalmente de las reuniones de los buenos. Dado
en Constantinopla, a XII kalendas de februarius [21 de enero], bajo el consulado de Ricomer y de Clearco varones
clarísimnos" (XVI, 5, 13).
90
De Giovanni, L. Il libro XVI del codice teodosiano. Napoli. M. D´Auria. 1985. p. 75/6
91
"Mandamos, según ejemplo de las Sagradas Escrituras, que el sucio contagio de los herejes sea echado de la ciudad,
expulsado de las aldeas, y que no se junten en ninguna clase de reunión, a fin de evitar que esa sacrílega cohorte de
hombres se junte en lugar alguno. Que no se otorgue a su perversidad y a sus errores ningún lugar público ni oculto.
Roma, XIIII kalendas iunius [19 de mayo], bajo el quinto consulado de Taciano y Símaco" [XVI, 5, 20; 391].
92
“Los mismos Augustos [Valentiniano, Teodosio y Arcadio] a Taciano, Prefecto del Pretorio. Decretamos que los
errados herejes que conste hayan ordenado clérigos o recibido el oficio de clérigos sean multados, individualmente, en
diez libras de oro. Decretamos también que el lugar en que intenten llevar a cabo actos prohibidos, si esto ocurriera con
consentimiento disimulado del dueño, sea agregado a los recursos de nuestro fisco. Pero si constara que su posesor lo
ignora, por haberse hecho estos actos en secreto, mandamos que su arrendatario, si es de condición libre, aporte diez
libras a nuestro fisco; si desciende de la hez servil y desprecia, por su vileza y pobreza, el castigo, será golpeado a palos
y deportado. Además mandamos especialmente que, si la villa propiedad de su señor o de cualquier derecho público
fuera alquilada, y su mandatario y arrendatario les dieran permiso de reunirse, sean ellos condenados y multados en diez
libras de oro. Y si se descubre que algunos favorecen tales ritos y se apropian indebidamente del nombre de clérigos,
mandamos que cada uno de ellos aporte diez libras de oro. Constantinopla 17 kalendas iulius [15 de junio], bajo el
consulado de Arcadio Augusto y, por segunda vez, de Rufino" (XVI, 5, 21).
93
"Los Emperadores Teodosio, Arcadio y Honorio Augustos a Victor, Procónsul de Asia. Que los heréticos no tengan
potestad de hacer obispos ni sean lícitas sus confirmaciones episcopales. Constantinopla XVII kalendas maius [15 de
abril], bajo el consulado de Arcadio por tercera vez y de Honorio por segunda" (XVI, 5, 22).
94
"Los emperadores Arcadio y Honorio Augustos a Hierio, vicario de África. Todo lo que ha sido establecido en
diversas épocas por nuestros antepasados, ordenamos que permanezca inviolable e incorrupto, en lo que a las
sacrosantas iglesias se refiere. Por tanto, nada sea modificado de sus privilegios, y a todos los que están al servicio de
las iglesias les sea dada una protección, porque en nuestros tiempos deseamos que se añada más reverencia, más bien
que se modifique algo de lo que había sido concedido en otro tiempo. Dado en Milán a X kalendas aprilis [23 de
marzo], bajo el consulado de Olibrio y de Probino" (XVI, 2, 29).
95
Sozomeno VII; 12, 12. De Giovanni, L. op. cit., p. 81.
96
De Giovanni, L. op. cit., p. 81.
afueras de los muros de la ciudad o, si propaga su fe en lugares diversos al de origen, sea devuelto a
su país nativo"97.
"La defensa de la fe católica es para el legislador un deber de primera importancia, porque
identifica los intereses de la colectividad con los de la sacrosancta ecclesia catholica. El hereje es,
por ello, aquel que atenta no solo contra la integridad de una fe religiosa, que cuenta con apoyo del
Estado, sino además, y por los mismos motivos, contra los intereses de toda la sociedad. De esta
premisa, la conclusión sobre el plano jurídico es obvia: la herejía es, por definición, un crimen
publicum, como expresa explícitamente todavía una ley de Honorio (Cod. Theod. XVI, 5, 40). El
ordenamiento jurídico debe por tanto proveer a que la herejía, convertida en "pestilencia" y
"contagio" (Cod. Theod. XVI, 5, 44 del 408), no se difunda en modo alguno"98. Por ello "la
legislación referida a los herejes es, también, promulgada pro religione catholicae sanctitatis. Es
necesario entender bien que el Estado no se arroga la competencia de discernir, en las disputas
religiosas, la tesis ortodoxas de las heréticas. El Estado interviene contra éste o aquel movimiento
herético solo por pedido directo de los obispos católicos o de los concilios, o también cuando, por
razones generales de carácter político o religioso, decide autónomamente promulgar disposiciones
contra grupos condenados por la jerarquía eclesiástica. Las penas amenazantes son muchas; el
objetivo del legislador no es la pena en sí del hereje sino, en última instancia, su conversión. La
pena debe ser aplicada únicamente como extrema ratio, en el caso que el reo no haya dado ninguna
señal de querer regresar a la ortodoxia"99.
109
Ibidem p. 130/2.
110
Grisar, H. op. cit., t.I, p. 20 ss.
111
Como vimos Teodosio ya había dispuesto conservar como museo un templo de Edessa (Cod. Theod. XVI, 10, 8).
112
Grisar, H. op. cit., t. I, p. 24.
113
La XVI, 7, 3 del 383, publicada en Padua, habría sido -según Biondi- el inicio de la lucha de Graciano contra los
paganos. (Biondi, B. op. cit., p. 332).
114
Al morir, todos sus bienes pasarían al fisco.
115
"Los Emperadores Graciano, Valentiniano y Teodosio Augustos a Eutropio, Prefecto del Pretorio. Mandamos que sea
abolida la facultad y derecho de testar, a los cristianos que se hicieron paganos; y si hubiera tal testamento de algún
difunto, que sea removida y rescindida esa condición. Constantinopla, VI nona maius, [2 de mayo] bajo el consulado de
Siagrio y Euquerio" (XVI, 7, 1); "Los mismos Augustos [Graciano, Valentiniano y Teodosio] a Postumiano, Prefecto del
Pretorio. Quitamos a los cristianos y fieles que se volcaron a los ritos y cultos paganos toda potestad de establecer
testamento en beneficio de cualquier persona, de modo que carezcan de derecho romano" (XVI, 7, 2); "Aquellos
cristianos y simples catecúmenos que, despreciada la venerable religión, volvieron a los altares y templos, si tuvieren
hijos o hermanos puros, esto es sucesión propia o legítima, séales quitado el derecho de testar a su arbitrio en beneficio
de cualquier persona" (XVI, 7, 2, 1) y "La misma forma debe ser guardada, en lo que concierne a esas personas,
respecto de las sucesiones. Fuera de las suyas propias y legítimas, que puedan corresponderles de los bienes de sus
padres o hermanos puros, no tendrán, ni siquiera por juicio de voluntad establecida, ningún derecho de reclamar
herencias. Además serán categóricamente excluidos no sólo de poder testar, sino también de alcanzar y hacer uso de
herencias. Constantinopla XIII kalendas iunium [20 de mayo] bajo el consulado de Merobaudo, por segunda vez y de
Saturnino" (XVI, 7, 2, 2).
116
Cfr. Hubeñák, Florencio. El emperador Graciano... op. cit.
117
"Los Emperadores Graciano, Valentiniano y Teodosio Augustos a Cinegio, Prefecto del Pretorio. Que ninguno de los
mortales tenga la audacia de hacer un sacrificio, de tal modo que trate de recibir, por el examen del hígado o por el
presagio de las entrañas, la esperanza de una vaga promesa o, lo que es peor, de conocer el futuro por medio de esa
execrable consulta. Y en verdad, queda pendiente la amenaza de un suplicio mayor para aquellos que, en contra de la
prohibición, intenten conocer la verdad de las cosas presentes o futuras. Dada el 25 de mayo en Constantinopla, bajo el
consulado de Arcadio Augusto (por primera vez) y de Bautón (por quinta vez)".
Pero las decisiones contra los cultos tradicionales fueron aplicadas con relativa intensidad y
en muchos casos demoradas por intereses políticos circunstanciales o dificultades políticas del
propio emperador. Pero esta situación cambió notablemente después de la penitencia de Teodosio en
la Navidad del 390, tras la masacre de Tesalónica118 que llevó al emperador a promulgar, el 18 de
agosto del 390 en Verona, una ley que establecía que las sentencias imperiales que dispusiesen
penas graves, fuesen diferidas para su ejecución, treinta días, para permitir actuar a la piedad119.
Además con el tiempo se acentuaron los rasgos más activos en la política de unidad
encarada por Teodosio. En ello parecen haber influido, por un lado el obispo Ambrosio, que asumió
un papel fundamental como "consejero" del basileus, y por otro el franco Rufino (Rufinus) y sus
partidarios hispanos y aquitanos, que cumplieron un papel firme en las paces entre el emperador y
118
En agosto (?) del 390 (Palanque, Jean-Rémy. Saint Ambroise et l´Empire romain. Paris, De Boccard, 1933.
Apéndice. III-39, p. 536/9. Para fechas: (op. cit. Apéndice III- 39, p. 536/9) Teodosio, presuntamente inspirado por
Ambrosio, publicó una ley que condenaba a muerte a los culpables de vicios "contra natura" (pederastia) (Collat. leg.
Rom. et Mosaic. V, 3) y el magister peditum Buterico (Butheric) hizo encarcelar a un cochero del circo muy popular,
provocando un motín de la población de Tesalónica que incluyó el asesinato de Buterico, lapidado y arrastrado por las
calles. Enterado Teodosio -recordando los incidentes de Antioquía del 387 y de Callinicon del 388- se encolerizó y
ordenó un escarmiento a espada limpia entre la población convocada al circo ("masacre") que duró siete horas, aunque
luego revocó la medida [el 18 de agosto en Verona (Cod. Theod. IX, 40, 13)], ya habían sido muertas tres mil personas
(Sozomeno VII; 25, Teodoreto. Historia Ecclesiastica V, 17, 3, Theopanos. Chronographia I, 113 y Rufino. Historia
Ecclesiastica XI, 18: "Teodosio, tuvo un acceso de ira al recibir el anuncio imprevisto de aquel hecho atroz y ordenó
que el pueblo fuese invitado a los juegos del circo y que, después, de imprevisto, fuese rodeado de soldados con órdenes
de degollar, sin distinción, a cualquiera que se tuviese adelante: era como establecer el derecho de venganza, no a los
culpables, sino al furor" (Rufino. Storia della Chiesa. Roma, Cittá Nuova, 1986, II, 18). El obispo Ambrosio reaccionó
enviando varias cartas al emperador (XL y LI): "...El escándalo de Tesalónica es ya un hecho consumado. No existe
memoria de cosa semejante. En lo que a mi respecta tuve que limitarme a contemplar el mal sin poder remediar cosa
alguna. O mejor dicho, no pocas veces imploré misericordia, advirtiendo que podría suceder algo terrible. Vos mismo os
distéis cuenta de que se trataba de algo muy importante, puesto que mandasteis retirar la orden...pero fue demasiado
tarde. Por mi parte no disimulé la seriedad del asunto ni disminuí su contenido. Cuando llegó aquí al noticia, se
celebraba una conferencia de obispos en la que intervenían pastores de las Galias. Ninguno de ellos disimuló su enojo ni
os perdonó por el mero hecho de que eran amistosas vuestras relaciones con Ambrosio...No escribo estas cosas para
avergonzaros, sino para animaros con la consideración del ejemplo de santos reyes, a fin de que borréis la mancha que
ha caído sobre vuestra dignidad imperial. Vos la lavaréis con vuestra humillación ante el Señor...Os aconsejo, os ruego y
también os amonesto y advierto; muy grande es mi pena al veros impasible ante la muerte de tantos inocentes. Vos que
hasta hoy habíais sido modelo de piedad y que os distinguíais entre los príncipes por vuestra mansedumbre... Mis
preferencias por vos han sobrepasado a las que tuve para con muchos Emperadores: sólo a uno (Graciano) pude
comparar con Vos. Todavía no quiero echaros en cara a dureza de vuestro corazón; pero os digo desde ahora con
verdadero temor; no me atrevo a ofrecer el sacrificio, si vos estáis presente. Ello sería vedado por el asesinato de uno
solo, cuanto más ante la mortandad de la que os habéis hecho responsable. Lo que sigue escríbolo de mi propio puño y
letra, y sólo a Vos está destinado...El Señor nos conceda que la presente cuestión se resuelva pacíficamente. Dios nos
amonesta de muchos modos: por signos sobrenaturales, por la voz de los profetas; y aun por visiones de humildes
pecadores, se digna adoctrinarnos. Roguemósle, pues, que detenga la guerra y que a los jefes del Estado os conceda la
paz. Conserve la tranquilidad y la fe de su santa Iglesia; pero, para eso, se necesita un Emperador que sea cristiano y
piadoso...La hora de vuestro sacrificio ha llegado. Es decir, la hora en que vuestros dones sean aceptables". Sobre las
fechas cfr. Palanque, Jean-Rémy. Saint Ambroise et l´Empire romain. Paris, De Boccard, 1933. Apéndice II-3, p. 468]).
Finalmente le apartó de la comunión cristiana hasta que hiciese penitencia pública (cfr. Teodoreto. Historia ecclesiastica
V, 17 y IX, 30) Ambrosio. Epist. LI. De obitu Theodosii 28-34; Agustin. Civ. Dei. V, 26 y Paulino. Vita Ambrosii
XXIV)
119
Cfr. Rufino II, 18. “Si alguno se permite por imprudencia desgarrar nuestro nombre con términos malévolos e
inconsiderados, y se hace por orgullo detractor turbulento del tiempo presente, prohibimos que se le imponga ningún
castigo ni mal tratamiento; si la ofensa proviene de la ligereza conviene despreciarla; si de la locura, compadecerla; si
de la perversidad, perdonarla" (Cod. Theod. IX, 7, 1). Los historiadores señalan que Teodosio vaciló varias semanas -en
que hubo negociaciones secretas (Epist. LI) por intermedio del magister officiorum Rufino- pero al final se sometió a la
penitencia pública en la Navidad del 390 (octubre- diciembre del 390, hasta la Navidad). La famosa relación de
Teodoreto (Hist. eccl. V, 17/8 que detalla Palanque (Saint Ambroise et l´Empire romain. París, De Boccard, 1933, p.
245, nota 1) según la cual Ambrosio prohibió al emperador la entrada a la iglesia, es totalmente legendaria. Asimismo
según Paredi (op. cit. p. 434) muchos historiadores ven en la ley del 13 de agosto del 390 (Cod. Theod. IX, 40, 13) la
penitencia impuesta por san Ambrosio a Teodosio). "Esta penitencia de Teodosio es un acontecimiento capital en la
historia de la Iglesia y en la del Imperio... La arbitrariedad monárquica fue desarmada por la autoridad moral de los
pontífices" (Palanque-Bardy-Labriolle. Op. cit. t. III, p. 512). Luego Teodosio afirmaría "Sólo Ambrosio me ha hecho
ver qué es un obispo".
el obispo y lograron defenestrar al prefecto pagano Tatiano ((Flavius Eutolmius Tatianus),
imponiendo su política pro-goda y pro-católica120.
A partir de este momento "el paganismo será demolido pieza por pieza" y sus cultores
"excluídos de la comunidad de los hombres"121.
Ambrosio usó toda su influencia contra la religión de los "demonios" y como resultado el 24
de febrero del 391 fue firmado en su misma sede de Milán el primer edicto formal de proscripción
del paganismo (Cod. Theod. XVI, 10, 10)122 dirigido al prefecto Albino. Por éste quedaba prohibida
toda ceremonia exterior de culto en la ciudad de Roma -sacrificios, visita de templos, homenajes a
los ídolos divinos- y pesadas amenazas recaían contra los funcionarios que no observaran la ley123.
Un edicto fechado el 11 de mayo del 391 privó a los apóstatas de todos los derechos civiles
y políticos (Cod.Theod. XVI, 7, 4 y 5 y XI, 39, 11)124.
A su vez el 16 de junio del mismo año, desde Aquileya, ante los disturbios provocados por el
pueblo de Alejandría, Teodosio dispuso mediante un edicto dirigido a Evagrio, praefectus
augustalis et romanus comes Aegypti, la interdicción del culto pagano en Egipto (Cod. XVI, 10,
11)125 y la destrucción del famoso Serapeion126.
120
La situación de Tatiano se complicó por su mediación entre el joven Augusto Arcadio y la bella Gala, que se odiaban.
En 390 Arcadio echó a Gala del palacio (Chron. Minor. II, 62), provocando un urgente regreso de Teodosio a
Constantinopla en julio del 391.
121
Allard, Paul. Le christianisme et l´Empire Romain. París, Lacoffre, 1925, p. 267.
122
"Los mismos Augustos [Valentiniano, Teodosio y Arcadio] a Albino, Prefecto del Pretorio. Que nadie se manche con
víctimas, que nadie mate una inocente víctima, que nadie vaya a los santuarios, recorra los templos o contemple
simulacros creados por obra mortal, para no hacerse reo de sanciones divinas y humanas. Que a los jueces se aplique
también la norma siguiente: si alguno entregado a ritos profanos entrare a un templo para adorar, ya sea de camino o en
la ciudad, sea obligado a pagar al punto quince libras de oro; y su personal deberá pagar con la misma celeridad suma
semejante, a no ser que se haya opuesto al juez y lo haya manifestado con testimonio público. Los varones consulares
deberán pagar seis libras de oro, y del mismo modo su personal; los correctores y los presidentes, cuatro, y su
servidumbre se ajustará a la misma norma. Milán VI kalendas martius [24 de febrero], bajo el consulado de Taciano y
Símaco".
123
El hecho de que el líder del paganismo, Flaviano, a causa de su posición oficial, debiera aplicar la nueva ley, añadía
el insulto al daño" (Bloch, Herbert. “El renacimiento del paganismo en Occidente a fines del siglo IV”, en: Momigliano,
A. y otros. El conflicto entre el paganismo y el cristianismo en el siglo IV. Madrid, Alianza, 1989, p. 212).
124
"Los Emperadores Valentiniano, Teodosio y Arcadio Augustos a Flaviano, Prefecto del Pretorio. Aquellos que
traicionen la santa fe y profanen el bautismo sean separados de la suerte común; y queden, como ya antes habíamos
sancionado, fuera de todo testimonio y derecho de hacer testamento y de suceder a alguien en herencia. Tampoco
podrán ser inscriptos como herederos. Incluso mandaríamos que fueran arrojados lejos de aquí, si no nos pareciera
mayor castigo el que permanezcan entre los hombres y carezcan de humano auxilio" (XVI, 7, 4); "Aquellos que
mancharon la fe consagrada a Dios y, traicionando los divinos misterios, abrazaron lo profano, nunca volverán a su
antiguo estado. La maldad de sus costumbres no la anulará ninguna clase de ayuda ni sutil defensa. No es posible que
defiendan lo falso y fingido. En efecto, puede socorrerse a los caídos y vagabundos, pero no puede haber
arrepentimiento, a menudo ayuda en otros delitos, para los perdidos; esto es para quienes profanan el santo bautismo.
Concordia, 5 idus maius [27 de abril], bajo el consulado de Taciano y Símaco (XVI, 7, 4, 1); "Los mismos Augustos
[Valentiniano, Teodosio y Arcadio] a Flaviano, Prefecto del Pretorio. Que desaparezca todo esplendor de dignidad,
incluso por nacimiento, en aquellos que, alejados de la fe y enceguecidos en su mente, se desviaron del culto y la
reverencia a la religión sacrosanta y se entregaron a los sacrificios; de modo que sean bajados de su estado y sean objeto
de perpetua infamia, y ni siquiera sean contados entre la última bajeza del vulgo. En efecto, ¿qué pueden tener de
común con los hombres ellos, quienes en sus mentes siniestras y nefastas menosprecian la gracia de la comunión y se
separaron de los hombres. Concordia 5 idus maius [11 de mayo], bajo el consulado de Taciano y Símaco (XVI, 7, 5).
125
"Los mismos Augustos [Valentiniano, Teodosio y Arcadio] a Evagrio, Prefecto Augustal, y a Romano, conde de
Egipto. No se conceda a nadie potestad de sacrificar; que nadie recorra templos, que nadie venere santuarios. Sepan y
reconozcan que nuestra ley les impide el acceso a estos lugares profanos; a tal punto que, si alguien intentare algo
prohibido en relación con los dioses, no le cabrá ninguna clase de perdón. Incluso si un juez confiado en el privilegio de
su poder administrativo, entrare sacrílego en esos lugares manchados, deberá pagar quince libras de oro. Su personal
deberá llevar igual suma a nuestro erario, a no ser que se haya opuesto al juez con la fuerza. Aquileya 16 kalendas iulius
[16 de junio], bajo el consulado de Taciano y Símaco".
126
El obispo Teófilo (Theophilus) de Alejandría, que era un ambicioso sin escrúpulos que gobernaba monárquicamente
su poderosa diócesis (s/Paredi, A. op. cit, p. 424) quiso convertir en iglesia un templo consagrado a Dionisos que el
emperador había donado. Encontró en el templo pagano requisado legalmente una serie de "ridículos" objetos de culto
que exhibió en la plaza pública, ofendiendo a los <paganos> que reaccionaron violentamente matando a varios
cristianos. Los paganos se rebelaron y el Serapeion se convirtió en su ciudadela; el filósofo Olympios les exhortaba a
De este modo "las dos ciudadelas del paganismo, Roma y Alejandría, fueron alcanzadas por
dos leyes especialmente dirigidas contra ellas"127.
Finalmente el 8 de noviembre de 392 fue promulgada una ley que la historiografía moderna
ha considerado como "la sentencia de muerte contra el paganismo"128. Por ella no solo se reitera la
prohibición de sacrificar víctimas y examinar sus entrañas, sino se amplia a cualquier tipo de
sacrificio: fuego en honor a los lares, libaciones de vino al genius, ofrendas a los penates, quemar
incienso, colgar guirnaldas en los altares. Por otra parte no se contenta con cerrar los templos, sino
que avanza prohibiendo altares en las casas y amenaza con confiscar aquellas de las que surja humo
de incienso. Asimismo efectúa un cuidadoso detalle de castigos, que incluyen a los funcionarios del
Imperio (Cod. Theod. XVI, 10, 2)129.
De todos modos cabe observar que la desaparición del paganismo no fue tan sencilla; éste se
negaba a desaparecer. No debemos olvidar que mientras la élite dirigente de Constantinopla estaba
integrada por parvenus surgidos de las dificultades que tuviera el basileus Constantino en Roma y
que favorecieran su traslado a esta ciudad, donde integraban el nuevo ordo senatorial -formado por
todos los clarissimi (ex-funcionarios) que entraban de oficio en esta clase semi-numerosa y muy
jerarquizada, pero no por ello integraban el Senado- "el Senado de Roma, en cambio, estaba
formado esencialmente por una minoría de senadores hereditarios, integrantes de familias
aristocráticas, inmensamente ricas y que fundaban su prestigio social sobre sus extensos bienes
territoriales cultivados por ejércitos de colonos y esclavos", "el prestigio “religioso y cultural” muy
disminuido de Roma recaía sobre ellos"... "Se erigieron en guardianes de la tradición romana y de la
religión del estado pagano", como también de los créditos oficiales y prebendas vinculadas a los
cultos del estado130. Símaco (Quintus Aurelius Symmachus) -uno de sus dirigentes más notorios- "se
creía regresado a los tiempos en que el Senado dirigía la política de Roma y él se hacía así la ilusión
morir por su religión. Teodosio envió la orden de derribar el templo. Una noche, Olympios oyó salir del templo el canto
del Alleluia y renunció a la defensa. Teófilo ordenó usar el hacha sobre la estatua; se decía y creía que entonces un
terremoto haría descortezar el mundo pero solo escaparon del ídolo una legión de ratas (topos). En aquella ocasión fue
saqueada la biblioteca del Serapeion mientras era quemada la estatua del dios en el anfiteatro, entre los clamores de la
plebe (Socrates V, 16; Sozomeno VII, 15; Theodoreto V, 22; Eunapio. Vita Sophisti 472. Cfr. Piganiol, A. op. cit., p. 259
y Paredi, A. op. cit., p. 484).
127
Palanque, Jean-Rémy. op. cit., p. 251/2 .
128
Piganiol, A. op. cit., p. 258
129
"Los emperadores Teodosio, Arcadio y Honorio Augustos, a Rufino, Prefecto del Pretorio. Que ninguna persona,
cualquiera sea su origen social o el orden a que pertenezca o su dignidad, bien esté en el ejercicio de algún cargo o lo
haya ejercido antes, bien sea noble de nacimiento o humilde por su origen, condición social o fortunas, ofrezca en
sacrificio en ningún lugar ni en ninguna ciudad una víctima inocente a imágenes carentes de sentido, ni venere, en
expiación secreta, a su Lar con fuego, a su Genio con vino, a sus Penates con incienso, ni les encienda luces, ni les
ofrezca incienso ni les cuelgue guirnaldas. Si alguien osara inmolar una víctima para un sacrificio, o consultara las
entrañas palpitantes, será denunciado como persona incursa en delito de lesa majestad -y esta acusación la podrá hacer
cualquiera y recibirá la condena apropiada, incluso si no intentaba descubrir nada contrario o referente a la vida de los
emperadores-. Es suficiente para constituir un gran crimen que alguien desee echar abajo las leyes de la propia
Naturaleza, investigar asuntos prohibidos, revelar secretos ocultos, tratar de efectuar prácticas prohibidas, intentar
conocer el final de la vida del otro o provocar la esperanza en la muerte de otra persona. 2. Si alguien venerara,
colocando incienso ante ellas, imágenes hechas por el trabajo de los mortales y destinadas a padecer el paso del tiempo,
llevado repentinamente por un temor ridículo hacia las efigies que él mismo ha creado, vendara un árbol con cintas,
erigiera un altar de césped desenterrado por él mismo, o intentara honrar vanas imágenes, ofreciendo un don aunque sea
humilde, lo que constituye así con todo un total ultraje contra la religión, tal persona, como culpable de violación de la
religión, será castigada con la pérdida de la casa o propiedad en la cual se ha probado que llevó a cabo una tal
superstición pagana. Por tanto decretamos que todos los lugares sean anexionados a Nuestro fisco, si se prueba que ellos
han humeado con el vapor del incienso, siempre que se haya probado que tales lugares pertenecían a los que quemaron
el incienso. 3. Es Nuestro deseo que esta disposición sea hecha respetar tanto por los jueces como por los "defensores" y
curiales de las distintas ciudades, que los hechos descubiertos por ellos sean inmediatamente denunciados a los jueces y
sean castigados por éstos. Por otra parte, si éstos opinasen que los defensores y curiales han ocultado algo por
favoritismo o lo han pasado por alto por negligencia, serán sometidos a juicio. Por su parte, si los jueces, una vez
avisados, pospusieran el castigo por negligencia, serán multados con treinta libras de oro y sus ayudantes se verán
sometidos a la misma multa. Dada el sexto día de los Idus de noviembre (8 de noviembre) en Constantinopla, siendo
cónsules Arcadio Augusto, por segunda vez y Rufino (392).
130
Paschoud, Francois. Roma aeterna. Institut Suisse de Roma, 1967, p. 71 y p. 86.
de participar en el gobierno del Imperio"131.
La rebelión del emperador Eugenio (Flavius Eugenius), apoyado por la aristocracia romana
guiada por Flaviano (Virius Nicomachus Flavianus) fue uno de sus últimos estertores después del
fracaso de Juliano "el apóstata" medio siglo antes. Delegaciones del Senado romano insistieron
entre el 384 y el 392, en más de cuatro oportunidades mediante delegaciones ante los sucesivos
emperadores, para restaurar el altar de la Victoria en el Senado y lograr la restitución a los colegios
sacerdotales romanos y a los templos de los bienes confiscados por Graciano en el 382.
Pero la derrota del "usurpador" Eugenio el 5 y 6 de setiembre del 394, bajo el signo de la
cruz -a la manera de Constantino- en fluvius Frigidus132 significó la derrota del paganismo. Como
las tropas de Teodosio fueron favorecidas por un huracán, el poeta Claudiano escribió: "Tú eres el
emperador amado por Dios sobre todas las cosas... por quien incluso el éter combate y a cuyas
banderas los vientos acuden a raudales"133.
A partir de esta victoria, los templos no se convirtieron en caballerizas como amenazaron
Eugenio y su ideólogo pagano Flaviano, en Milán, antes de la batalla, sino Teodosio fue saludado
por el obispo Ambrosio como christianissimus princeps concluyendo su operativo de demolición
del "paganismo"134.
Después, los paganos se contentaron con la práctica furtiva de sus ritos y con alimentar los
sueños apocalípticos de la vuelta de los viejos dioses"135.
Paralelamente se reformó el antiguo calendario romano basado en las festividades paganas,
muchos de sus templos perdieron su sentido sacro, otros fueron adaptados al cristianismo -inclusive
el 25 de diciembre, festividad del nacimiento del Sol Natalis Invictus pasó simbólica y
convencionalmente a partir del siglo IV a celebrarse como Navidad-, otros, en cambio, fueron
destruidos; parece que fueron víctimas de esa destrucción el templo de Vesta,- depositario y
custodio del fuego sacro y por ende, de la más arcana tradición- y la casa de las Vestales, dos de las
primitivas construcciones religiosas de Roma; otros, simplemente, quedaron olvidados, sepultados
en el sueño de los siglos, tal fue la suerte del Ara Pacis (altar de la paz) construido en los albores
del imperio"136.
La nueva legislación marcó el fin del paganismo, cuyos estertores se refugiaron en sus casas
de campo y en las villas (pagi). Un ejemplo claro de esta situación la hallamos en las Galias y se
aprecia claramente en la prédica del obispo Martín de Tours, relatada por Sulpicio Severo. Ahora,
las antiguas divinidades (lares, genius) se convirtieron en demonios (omnes dii gentium daemonia),
como ya desde siglos decían los cristianos recitando los salmos davídicos: “todos los dioses de los
gentiles son demonios"137.
Poco más tarde por leyes del 23 de marzo del 395 (Cod. Theod. XVI, 2, 29)138 y del 23 de
enero del 397 (Cod. Theod. XVI, 2, 30 y XI, 16, 21/2) que mencionan expresamente los privilegios
131
Cfr. Epist. IV, 5. Paschoud, F. op. cit., p. 97.
132
Haidenschaft, hoy Vipava <Wippach> en Yugoslavia, afluente del Isonzo.
133
Cit. Maier, Franz Georg. “Las transformaciones del mundo mediterráneo. Siglos III/VIII”, en: Historia Universal
Siglo Veintiuno. Madrid, Siglo XXI, 1972, p. 113.
134
Epístola I. Biondi menciona la existencia de alrededor de 150 leyes desde Constantino a Teodosio bajo los títulos V-
XI del libro XVI del Código teodosiano (Biondi, B. op. cit., t. I, p. 260).
135
Jones, A.H.M. “El trasfondo social de la lucha entre el paganismo y el cristianismo”, en: Momigliano, A. y otros. El
conflicto entre el paganismo y el cristianismo en el siglo IV. Madrid, Alianza, 1989, p. 46. San Agustín afirma que
Flaviano puso en circulación un oráculo que predecía el fin del cristianismo para tantos años tras su inicio como días
tiene el año (De Civ. Dei. XVIII, 53. Cfr. Rufino. H.E. XI, 33) Si ponemos la crucifixión en el 29 d. C. y si se cuentan
365 años desde la fecha llegamos al año 394 para este dies irae pagano" (Bloch, H. op. cit., p. 215).
136
Cfr. Cochrane, Charles N. Cristianismo y cultura clásica. México, F.C.E, 1992, p. 325/6.
137
Cfr. Paredi, A. op. cit., p. 485.
138
"Los emperadores Arcadio y Honorio Augustos a Hierio, vicario de África. Todo lo que ha sido establecido en
diversas épocas por nuestros antepasados, ordenamos que permanezca inviolable e incorrupto, en lo que a las
sacrosantas iglesias se refiere. Por tanto, nada sea modificado de sus privilegios, y a todos los que están al servicio de
las iglesias les sea dada una protección, porque en nuestros tiempos deseamos que se añada más reverencia, más bien
que se modifique algo de lo que había sido concedido en otro tiempo. Dado en Milán a X kalendas aprilis [23 de
marzo], bajo el consulado de Olibrio y de Probino" (XVI, 2, 29).
del obispo de Roma, el Imperio se proclamó formalmente protector de la Iglesia139. Honorio
pronunció solemnemente que "todos los edictos de nuestros predecesores referidos a las santas
iglesias subsistirán sin violación y sin modificación"140.
A la muerte de Teodosio su hijo Arcadio, el 7 de agosto del 395 renovó las medidas "que
prohíben el acceso a los templos y a los sacrificios y ordena, en consecuencia (igitur), a todo el
mundo, bajo sanción de penas corporales y pecuniarias previstas por la ley, de convertirse a la
religión católica y lo confirma con decretos contra los heréticos y paganos”141. A su vez el 7 de
diciembre del 396, los sacerdotes o hierofantes eran despojados de sus últimas inmunidades (Cod.
XVI, 10, 14)142. Por ley del 15 de noviembre del 407, dirigida por Honorio a Curtius, prefecto del
pretorio de Italia, se suprimieron las annonae que servían para pagar los sacrificios y los juegos
rituales. Las estatuas de templos fueron retiradas. Los edificios mismos, sea en la ciudades sea en
los oppida, fueron destinados al uso público143.
"La antigua religión desaparecía lentamente, poco a poco, y solo treinta años después de la
ley que la suprimía por completo, decía Teodosio II que creía que no quedaban más paganos en el
Imperio (paganos qui supersunt Cod. Theod. XVI; 10, 22)"144. Hoy sabemos que aún quedaban y
preocupaban porque, en ese momento mismo, Agustín de Hipona escribía la Ciudad de Dios para
defenderse de sus críticas apocalípticas .
La cuestión del paganismo debió preocupar notablemente a los primeros obispos que
aconsejaban al poder político, ante la nueva situación que significa el compromiso de la Iglesia con
el Imperio y la misión de evangelización que tenían asignada. Para ellos no quedaban dudas que los
paganos inflexibles eran un verdadero peligro social para la nueva sociedad que se anhelaba
construir (la civitas Dei, la Cristiandad) y en tal sentido debían ser convertidos (para salvarlos) o
anulados (para que no obstaculizaran). En este aspecto coincidían con el proyecto político imperial
de la pax romana convertida en pax christiana.
Como señala Biondi "nuestra apreciación puede variar al infinito, según nuestras ideas de
hombres modernos, o según la experiencia histórica posterior. Pero es históricamente seguro que la
ley fue invocada, alabada y bendecida por toda la Iglesia de su tiempo, considerada como la
expresión de aquella colaboración entre Estado e Iglesia, que respondía a la conciencia universal, si
exceptuamos algún nostálgico pagano o algún ambicioso hereje. La sociedad de entonces no
reclamaba libertad religiosa sino afirmación de la fe cristiana"145.
139
"Los mismos Augustos [Arcadio y Honorio] a Teodoro, prefecto del Pretorio. Después de otras recomendaciones se
agrega: en la presente orden no prescribimos nada nuevo, antes de que afirmemos aquellas cosas que parecen
perdonadas en otro tiempo. Por tanto, prohibimos reducir los privilegios que alguna vez obtuvo la reverencia debida a la
religión, incluso bajo amenaza de castigo, de modo que también aquellos que obedecen a la Iglesia gocen de los mismos
beneficios que la Iglesia. Dado en Milan prid. kalendas februarius [31 de enero] bajo el consulado de Cesario y de
Atico" (XVI, 2, 30 del 397); "Los mismos Augustos a Teodoro, prefecto del Pretorio. No conviene que sean
disminuidos los privilegios de la venerable Iglesia, que concedieron los divinos príncipes. Por tanto, que una inviolable
observancia custodie las coas que atañen al Obispo de la ciudad de Roma, de tal modo que la Iglesia esté al margen de
cualquier obligación supletoria o de cualquier sórdida función. Dado el 31 de enero en Milán, bajo el consulado de
Cesario y Atico" (XI, 16, 21) y "Los mismos Augustos a Teodoro, prefecto del Pretorio. No permitimos que sean
disminuidos los privilegios de la venerable Iglesia, de tal modo que las Iglesias estén al margen de cualquier obligación
supletoria o de cualquier sórdida función. Por tanto todo lo que obtuvo la reverencia de la religión por los antiguos
preceptos, prohibimos también, bajo amenaza de castigo, que sea recortado: de tal modo que también aquellos que
obedecen a la Iglesia gocen de los beneficios que están previstos. Dado el 12 de junio en Milán, bajo el consulado de
Cesario y Atico" (XI, 16, 22).
140
Palanque-Bardy-Labriolle. op. cit., p. 523
141
Martroye, F. op. cit., p. 699.
142
Los mismos Augustos [Teodosio, Arcadio y Honorio] a Cesario, Prefecto del Pretorio. Si fueron concedidos, en
virtud de derecho antiguo, algunos privilegios a sacerdotes, ministros, prefectos, hierofantes o cualquier otro nombre
que tengan, que sean éstos abolidos por completo, y que no se alegren más de estar munidos de privilegios; sus
actividades ya se sabe que están condenadas por la ley. Constantinopla VII idus decembrem [7 de diciembre], bajo el
consulado de Arcadio por cuarta vez y de Honorio por tercera vez, Augustos" (XVI, 10, 14).
143
Cfr. Lamotte, J. “Le Mythe de Rome "Ville Eternelle" et saint Augustin”, en Agustiniana, 11, 1961, p. 248/9
144
Boissier, G. op.cit., t. II, p. 314
145
Biondi, B. op. cit., t. I, p. 307
Por otra parte para analizar la política persecutoria que hoy -con mentalidad anacrónica de
"derechos humanos" llamamos intolerante- no debemos olvidar que "como fue observado por
Cracco Ruggini146 entre el 383 y el 390 la aristocracia pagana, social, cultural y económicamente
aguerrida, combatía su propia batalla, en la esperanza de consolidar su poder, con armas
apologéticas que eran en buena parte comunes con las que usaban arrianos y hebreos. Los tres
partidos se encuentran alineados ideológicamente. Los tres ponen el acento en la eficacia de la
tradición y en la oportunidad de conservarla íntegra, pero apelando a razones diversas"147. Y,
además, establecían peligrosas alianzas políticas; el enemigo existía y estaba claramente perfilado.
El emperador, preocupado por la aplicación de sus disposiciones, al no disponer de un
eficiente aparato represivo, dejaba una amplia iniciativa punitiva a la autoridad local. La falta de
celo de ésta motivó la repetición de las normas legales (Cod. Theod. XVI, 1) y las amenazas a los
funcionarios poco responsables; como también se dejaba a los obispos una especie de supervisión o
"derecho de inspección"148.
Cabe agregar que "la posición del legislador respecto al culto pagano y sus ministros es de
neta condena, pero más diluido es el modo de actuar en el tema de las fiestas, juegos, banquetes y
otras tradiciones gentiles. No era ciertamente fácil obtener la supresión de diversiones arrraigadas
en las costumbres populares; que, aunque tuvieran un origen religioso o mágico, progresivamente se
fueron laicizando y ejercían una fascinación tal de atraer en algunos casos a las masas cristianas...
Al contrario fueron permitidos los juegos en los cuales no era posible reconocer inmediatamente un
significado religioso: como recuerda el Cod. Theod. XVI, 10, 3"149.
Conclusiones.
146
Cracco Ruggini, Lellia. “Ambrogio e le opposizioni anticattoliche fra il 383 e il 390”, en: Augustinianum, 14, dic.
1974, p. 419.
147
Siniscalco, Paolo. Il cammino di Cristo nell´Impero Romano. Roma-Bari, Laterza, 1987, p. 218.
148
Cfr. De Giovanni, L. op. cit., p. 137/8.
149
Idem, p. 136.
150
Paribeni, R. op.cit., p. 176.
151
Cfr. Cochrane, Ch. N. op. cit., p. 317/8.
152
Epistoma rei militaris. II, 5.
153
Cit. Fontaine, J. “Le culte des martyrs militaires et son expression poétique au IV siecle, l´idéal évangélique de la
non-violence dans le christianisme théodosien”, en: Augustinianum, XX 1/2, 1980, p. 165.
154
Barrow, Reginald. Los romanos. México, F.C.E., 1970, p. 189.
155
Hubeñák, Florencio. Roma. El mito político, espec. Págs. 213/53.
dirigentes, Roma estaba salvada.
"Para Teodosio, la Iglesia había vencido definitivamente; él quería realizar, como soberano
cristiano, el estado cristiano. La fe -liberada de las cadenas jurídicas y favorecida por todos los
medios- debería ser no sólo el fermento de la sociedad, sino también el principio político que
informara todo orden terreno. La política teodosiana tampoco escapó al peligro de identificar a Dios
con la conservación del Estado y de las sociedad, en lugar de poner a la organización humana al
servicio de Dios"156. Los mismos emperadores se convirtieron en parte de la Iglesia (Cfr. San
Agustín. La Ciudad de Dios. V, 26), a la que antes perseguían.
"Desde el momento en que la Iglesia se había convertido en puntal de la autoridad estatal,
cualquier amenaza a su unidad ponía también en peligro la solidez del edificio imperial. El cisma
religioso podía provocar la guerra civil, o, al menos, la pérdida de la lealtad política de los súbditos
imperiales no ortodoxos"157. De este modo la defensa imperial adquiría otras características, la
búsqueda de la unidad (la pax, la homonoia) ahora se hacía desde dentro de la Iglesia. Y era tarea
fundamental del basileus buscar todos los caminos para la integración de herejes, paganos y
"bárbaros" en el renacido Imperio, en la Cristiandad.
Cochrane señala que "la consecuencia final del teodosianismo fue, sin duda, la cimentación
de un nuevo orden europeo. Su efecto inmediato, sin embargo, fue precipitar la definitiva
destrucción del antiguo"158. Nosotros, en cambio, coincidimos con Barrow cuando afirma que
Roma no cayó nunca, sino que se transformó en otra cosa. Ya durante el reinado de Graciano
cronistas como Lambese (Dessau II, S, 5520) hablaban de una aurea tempora o Verone (Dessau II,
S, 5365) de la hortante beatitudine temporum. Sin duda fue Teodosio quien, al lograr concretar las
tentativas esbozadas por Constantino -aquel con ayuda de Eusebio de Cesarea y éste de Dámaso de
Roma y Ambrosio de Milán-, logró rescatar la relación política-religión que tanto alabara Cicerón
cuando afirmaba: "Nuestros antepasados nunca fueron más sabios ni estuvieron mejor inspirados
por los dioses que cuando establecieron que las mismas personas presidieran la religión y
gobernaran la República. Es por semejante medio como magistrados y pontífices cumplen sus
cargos con sabiduría y juntos se entienden para salvar al estado"; creencia místico-política que se
encuentra -como demostrara Toynbee- en la base de toda civilización con futuro; en este caso el
Imperio romano medieval. Teodosio, al momento en que el imperio se desplomaba, aportó una pila
de piedras a la construcción de la ciudad de Dios"159.
156
Maier, F. G. op. cit., p. 112.
157
Idem, p. 103.
158
Cochrane, Ch. N. op. cit., p. 344.
159
Piganiol, A. op.cit., p. 221.