Coll, Palacios y Marchesi (2001) - 1-16
Coll, Palacios y Marchesi (2001) - 1-16
Coll, Palacios y Marchesi (2001) - 1-16
Concepciones y
tendencias actuales en
psicología de la educación
César Coll
1. Introducción
La existencia de la psicología de la educación como un ámbito de conoci-
mientos y de saberes teóricos y prácticos claramente identificable, relacio-
nado con otras ramas y especialidades de la psicología y de las ciencias de
la educación, pero a la vez distinto de ellas, tiene su origen en la creencia
racional y en el convencimiento profundo de que la educación y la enseñan-
za pueden mejorar sensiblemente mediante la utilización adecuada de los co-
nocimientos psicológicos. Esta convicción, que hunde sus raíces en los
grandes sistemas de pensamiento y en las teorías filosóficas anteriores a la
aparición de la psicología científica, ha sido objeto sin embargo de múlti-
ples interpretaciones. En efecto, tras el acuerdo generalizado de que la ense-
ñanza puede mejorar sensiblemente si se aplican correctamente los princi-
pios de la psicología, existen profundas discrepancias en lo que concierne a
los principios que deben aplicarse, a qué aspecto o aspectos de la educación
deben aplicarse y, de manera muy especial, a qué significa exactamente
aplicar de manera correcta a la educación los principios de la psicología.
Una mirada histórica a la psicología de la educación muestra con clari-
dad que estas diferentes interpretaciones han jalonado su evolución a lo lar-
go del siglo XX contribuyendo de forma decisiva a su configuración actual.
En los planteamientos de muchos de sus precursores y primeros impulsores
(William James, G. Stanley Hall, J. McKeen Cattell, John Dewey, Charles
H. Judd, Eduard Claparède, Alfred Binet, etc.), la psicología de la educa-
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Retrospectivamente, parece que habíamos hecho una lectura incorrecta del campo [de la
psicología de la educación] cuando empezamos a trabajar en este volumen. Es decir,
presumíamos que la psicología de la educación era un campo mucho más coherente y
estaba definido con mucha mayor precisión de lo que realmente lo está. En realidad, es
escaso el acuerdo sobre qué es la psicología de la educación y quiénes o qué son los psi-
cólogos de la educación (Glover y Ronning, 1987, p. vii).
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fundidad a la que estamos asistiendo desde hace algunos años de las fun-
ciones y fines de la educación en general, y de la educación escolar en par-
ticular, así como la revisión crítica de la vieja aspiración de construir una
teoría y una práctica educativa sobre bases científicas. En segundo lugar, la
emergencia y la aceptación creciente de nuevos conceptos y enfoques teóri-
cos en psicología del desarrollo, en psicología del aprendizaje, y muy espe-
cialmente en psicología de la educación y de la instrucción. Y en tercer lu-
gar, el cambio de perspectiva adoptado progresivamente en el transcurso de
las últimas décadas, a partir de finales de los años sesenta aproximadamen-
te, respecto a la naturaleza misma de las relaciones entre psicología y edu-
cación y al tipo de contribuciones o aportaciones que la primera puede ha-
cer legítimamente a la segunda.
En este capítulo pasaremos revista a las concepciones y tendencias ac-
tuales de la psicología de la educación atendiendo fundamentalmente a los
dos últimos factores, y sólo colateralmente, cuando parezca conveniente
para facilitar y reforzar la comprensión de los argumentos presentados, alu-
diremos al primero. En lo que sigue, comenzaremos señalando algunas ten-
siones subyacentes a la configuración de la psicología de la educación y ve-
remos cómo se concretan, en buena medida, en puntos de vista distintos
sobre las relaciones entre el conocimiento psicológico y la teoría y la prác-
tica educativa. Tomando como base dos puntos de vista contrapuestos sobre
estas relaciones, dedicaremos el resto del segundo apartado a presentar con
cierto detalle las dos grandes concepciones actuales de la psicología de la
educación: la que la concibe como un mero campo de aplicación de la psi-
cología, y la que lo hace como una disciplina puente de naturaleza aplicada
que se encuentra a medio camino entre la psicología y la educación. Ambas
concepciones coinciden en afirmar que la psicología de la educación tiene
que ver con la utilización y aplicación del conocimiento psicológico a la
educación y a la enseñanza, pero difieren radicalmente en la manera de
concebir y plantear esta utilización y aplicación; dedicaremos el tercer
apartado a comentar estas diferencias. Situados ya en la alternativa de la
psicología de la educación como disciplina puente de naturaleza aplicada,
dedicaremos el cuarto apartado a precisar su objeto de estudio, sus conteni-
dos y su vinculación con algunos ámbitos de actividad científica y profesio-
nal. Por último, y con el fin de completar la aproximación de los apartados
precedentes, orientados sobre todo a precisar sus coordenadas epistemoló-
gicas en el marco más amplio de las disciplinas psicológicas y educativas,
concluiremos el capítulo con un breve inventario de algunos enfoques, con-
ceptos y tendencias que ejercen, a nuestro juicio, una influencia destacada
en el panorama actual de la psicología de la educación.
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de mediados de siglo, sin embargo, se hace cada vez más evidente que el
optimismo de la fase anterior era excesivo. Los educadores y los psicólogos
empiezan a ser presa de un cierto pesimismo respecto a la capacidad de la
psicología para guiar, orientar y mejorar la educación, de modo que los se-
gundos tienden a refugiarse en los laboratorios, concentrándose en contras-
tar los resultados de sus investigaciones y en refinar sus teorías al margen
de las preocupaciones de los educadores, mientras que los primeros se cen-
tran en los problemas prácticos de su profesión buscando soluciones al
margen de las teorías psicológicas sobre el aprendizaje y el desarrollo. La
psicología y la educación entran en una fase de desconexión. Finalmente,
hacia la década de 1960 se inicia una tercera fase, en la que nos encontraría-
mos aún instalados en la actualidad, en la que las relaciones entre la psico-
logía y la educación empiezan a plantearse en una doble dirección: los retos
y problemas educativos establecen la agenda de investigación de la psicolo-
gía empujándola a elaborar teorías y explicaciones del comportamiento de
personas reales en entornos reales; y recíprocamente, mediante el desarro-
llo de teorías útiles y relevantes desde el punto de vista educativo, la psico-
logía proporciona a la educación las bases necesarias para adoptar decisio-
nes fundamentadas en el campo de la práctica. Es la fase que corresponde a
la concepción de la psicología de la educación como disciplina puente (vé-
anse las definiciones de Ausubel, Mialaret, Resnick, Farley y Wittrock,
Wittrock, y Casanova y Berliner recogidas en el cuadro 1.1).
Sería sin embargo un error, a nuestro juicio, interpretar la pauta histórica
propuesta por Mayer como la simple substitución de una concepción por
otra. Es cierto que la primera manera de entender las relaciones entre la
psicología y la educación es dominante hasta la década de 1950, que la se-
gunda se manifiesta sobre todo en las décadas de 1940 y 1950, y que la ter-
cera empieza a ganar progresivamente terreno a partir de la década de
1960. No obstante, sigue habiendo en la actualidad numerosos educadores,
planificadores de la educación, responsables de políticas educativas, peda-
gogos y psicólogos instalados en la segunda y, sobre todo, en la primera
(De Corte, 2000).
Como señalan Fenstermacher y Richarson (1994), la psicología de la
educación actual continúa estando marcada por la coexistencia de dos vi-
siones claramente opuestas de la disciplina: la primera —que podemos asi-
milar a grandes rasgos a la psicología aplicada a la educación— responde a
una orientación psicológica decididamente disciplinar y entiende que su
primera y más importante misión es contribuir al desarrollo del conoci-
miento psicológico a través del estudio de la educación; la segunda —que
podemos asimilar, también a grandes rasgos, a la psicología de la educa-
ción como disciplina puente— responde a una orientación decididamente
educativa y se propone como misión primera y más importante contribuir a
una mejor comprensión de la educación y a su mejora. Mirando hacia el fu-
turo, la alternativa consiste, según estos autores, en saber
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(...) si la psicología de la educación desplegará sus instrumentos y técnicas disciplinares
en la perspectiva de una búsqueda moralmente fundamentada de mejores maneras de
educar, o si, por el contrario, continuará esforzándose en perfeccionar sus instrumentos
y técnicas dentro de sus propios marcos disciplinares [psicológicos] con el fin de propo-
ner resueltamente a continuación cómo la educación debe conformarse a los conceptos,
teorías y resultados empíricos así generados. Estas dos opciones no (...) pueden acomo-
darse fácilmente tomando de forma selectiva lo mejor de cada una de ellas; por el con-
trario, se trata de dos aproximaciones radicalmente distintas a un campo de conocimien-
to en el seno de una comunidad profesional (Fenstermacher y Richarson, 1994, p. 53).
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