Ciudad Del Paraíso de Vicente Aleixandre
Ciudad Del Paraíso de Vicente Aleixandre
Ciudad Del Paraíso de Vicente Aleixandre
● Janeth Acosta
● El planeta de Abraham
● Rodolfo Martínez.
● Noe Capelo
● Miguel Salazar
● Hipólito Mena
● Orlando Rener desde Estados Unidos
● Onida Rojas, desde Nicaragua
● Arelis Pichardo
● Verónica
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Ciudad que en él volabas con tus alas abiertas. Laura Rodríguez 22/8/22 4:35 PM
Comment [40]: Paralelismo.
Laura Rodríguez 22/8/22 7:07 PM
Comment [41]: Antítesis
La métrica del poema:
Laura Rodríguez 22/8/22 4:36 PM
Comment [42]: Reduplicación.
Laura Rodríguez 22/8/22 4:36 PM
Aplicar la Ley del Acento final: Comment [43]: Epíteto.
Si el verso termina en palabra aguda se suma uno a la métrica. (+1)
Si el verso termina en palabra grave queda igual. (=)
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Siem/pre/ te/ ven/ mis/ o/jos,/ ciu/dad/ de/ mis/ dí/as/ ma/ri/nos./
= 16 sílabas
Col/ga/da/ del/ im/po/nen/te/ mon/te, a/pe/nas/ de/te/ni/da/
= 16 sílabas
en/ tu/ ver/ti/cal/ ca/í/da a/ las/ on/das/ a/zu/les,/
= 14 sílabas
pa/re/ces/ rei/nar/ ba/jo el/ cie/lo,/ so/bre/ las/ a/guas,/
= 14 sílabas
in/ter/me/dia en/ los/ ai/res,/ co/mo/ si u/na/ ma/no/ di/cho/sa/
= 16 sílabas
te hu/bie/ra/ re/te/ni/do, un/ mo/men/to/ de/ glo/ria,/
= 13 sílabas
an/tes/ de hun/dir/te/ pa/ra/ siem/pre en/ las/ o/las/ a/man/tes./
= 15 sílabas
= 16 sílabas
A/llí/ don/de/ los/ jó/ve/nes/ res/ba/lan/ so/bre/ la/ pie/dra a/ma/ble,/
= 18 sílabas
y/ don/de/ las/ ru/ti/lan/tes/ pa/re/des/ be/san/ siem/pre/
= 15 sílabas
a/ quie/nes/ siem/pre/ cru/zan,/ her/vi/do/res/ en/ bri/llos./
= 14 sílabas
= 14 sílabas
A/llí el/ cie/lo e/ras/ tú,/ ciu/dad/ que en/ él/ mo/ra/bas./
= 13 sílabas
Ciu/dad/ que en/ él/ vo/la/bas/ con/ tus/ a/las/ a/bier/tas./
Las ciudades son unos lugares que son recordados habitualmente en la poesía de muchos
escritores. Bien sea por el lugar de nacimiento o por la influencia que éstos han tenido en
el poeta, son lugares especiales y esenciales que nos aporta mucha información acerca de
los pensamientos y sentimientos y, además, a nivel espacial, nos ayudan a conocer en
muchas ocasiones aspectos sociales y locales de la época de muy diversa índole. En este
caso, Málaga es para el poeta Vicente Aleixandre como un castillo frente al mar, mar que
lucha por conquistarlo, por arrebatarlo de la tierra y engullirlo con sus olas. Es la ciudad
de la infancia del poeta, llena de recuerdos alegres. El poeta rememora sus estrechas
calles y los colores de las flores de patios y balcones. Para él es como las islas de los
cuentos.
También fue su ciudad de adolescencia y descubrimiento del amor, a través de una mujer
mayor que él. La belleza de esta localidad no parece terrenal, casi es algo irreal, onírico,
idealizado. El recuerdo de sus calles y de ese amor de juventud está presente. La ciudad
es una imagen casi celestial donde se juntan la pobreza, la inocencia, la belleza y el amor.
Cuando acabamos de leer el poema, podemos comprobar cómo la idea principal que
comentábamos al principio está presente en estos versos. Núcleo de la infancia, el inicio
de la trayectoria del poeta, del camino vital en la que los recuerdos de la localidad, de sus
amores, colores y paisajes, han quedado grabados a fuego en la mente del poeta. Todo
ello sirve de inspiración para su creación literaria y, en concreto, para este poema.
La fuerza que tienen para los escritores las ciudades, pueblos y diferentes espacios es
muy importante porque nos aporta una información no sólo desde el punto de vista
histórico y social, sino que nos adentra en sus calles, en sus colores y en sus paisajes de
una forma completamente diferente. De esta manera hay una complicidad entre el lector y
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el poeta para conseguir una conexión y que podamos sentir como nuestras esas imágenes
que plasma en sus versos.
Desde 1917, año en el que conoció a Dámaso Alonso en Las Navas del Marqués (un
pequeño pueblo de Ávila en donde ambos veraneaban), Vicente Aleixandre se venía
relacionando con los jóvenes de su generación que sentían inquietudes literarias. Gracias
a los consejos de Dámaso, empezó a leer a los grandes poetas del pasado reciente, como
el romántico Gustavo Adolfo Bécquer y el modernista Rubén Darío; pero también a otros
autores extranjeros de gran renombre, como los simbolistas franceses. Sintió, a partir de
entonces, la necesidad de escribir poesía.
Estuvo gravemente enfermo en los años veinte, y, a partir de entonces, su salud fue muy
delicada. Padeció una tuberculosis que le afectó un riñón y provocó que le tuvieran que
extirpar este órgano. Mientras se recuperaba de esta operación, escribió algunos poemas
que comenzaron a darle gran fama hacia 1926, cuando aparecieron en una de las
publicaciones culturales más prestigiosas de la época: la Revista de Occidente. A partir
de este reconocimiento literario, se hizo amigo de otros jóvenes poetas de la Generación
del 27, como Federico García Lorca y Luis Cernuda.
Después de la guerra, Aleixandre (que fue uno de los pocos autores de su generación que
se quedó en España) continuó desarrollando una trayectoria poética muy personal. En
1949 fue elegido miembro de la Real Academia Española, y desde entonces fue el gran
maestro y protector de los jóvenes poetas españoles de la segunda mitad del siglo XX,
que acudían a visitarle con frecuencia a su casa de Madrid, donde siempre había tertulias
literarias y lecturas de versos. Murió siete años después de haber recibido un Premio
Nobel con el que, según muchos críticos, no sólo se reconocía universalmente su obra,
sino la de toda la Generación del 27.
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