La Literatura y Sus Tradiciones
La Literatura y Sus Tradiciones
La Literatura y Sus Tradiciones
LEE Y ANALIZA:
¿POR QUÉ LEEMOS? FUNCIÓN SOCIAL DE
LA LITERATURA
En la antigüedad, la literatura tenía estos fines básicos:
Dar a conocer los mitos religiosos
Establecer fiestas sociales
Enseñar, educar y formar
En la actualidad distinguimos estas cuatro funciones. Las dos primeras
afectan a la obra literaria en sí misma; las otras dos aluden a la íntima
relación entre literatura y sociedad.
–La literatura es placer
La función básica de la literatura es el placer estético; la literatura es arte.
El autor siente placer al expresarse y el lector lo siente al leer e interpretar.
–La literatura es evasión, distracción y entretenimiento
Cuando leemos, olvidamos nuestros problemas, huimos a otros mundos
que nos distraen de nuestro presente.
–La literatura es compromiso
Un autor vuelca en su obra sus valores y puede llevar al lector a replantearse ideas religiosas, éticas o
ideológicas. Por ello, la existencia de la censura, es decir la preocupación de políticos, moralistas y religiosos por
controlar determinadas obras literarias que manifiestan ideas contrarias a las establecidas por el poder.
–La literatura es una vía de transmisión de ideas
La literatura informa y enseña todo tipo de conocimientos: lingüísticos, estéticos, filosóficos, ideológicos, sociales,
políticos, históricos… Nos habla del hombre y de su experiencia vital.
LITERATURA Y TRADICIÓN
La literatura popular, tradicional y folclórica representa el saber de un pueblo. Es la primera, la original y es
anónima porque el verdadero autor es el pueblo: una madre que canta una nana, un abuelo que cuenta una
historia o recita un romance a sus nietos, los campesinos que cantan mientras trabajan… todos ellos son los
primeros autores de lo que más tarde será el Romancero o la Lírica tradicional. El pueblo es creador, depositario
o transmisor del rico patrimonio que es la literatura popular: lo repite, lo pasa boca a boca, generación tras
generación, lo adapta y lo conserva como manifestación de su identidad. Después estas obras se escriben para
conservarse y permanecer en el tiempo; las obras no escritas desaparecen.
La literatura culta (la que tiene un autor) nace después de la popular y recibe influencias de ella de tres maneras:
Obras cultas creadas a imitación de formas populares: los romances, las coplas, las seguidillas…
Elementos de la literatura popular que la culta adopta; por ejemplo, los refranes o personajes como la alcahueta
Celestina.
-Temas de la literatura popular que se recrean en una obra culta; por ejemplo, algunas leyendas de Bécquer
que parten de viejas leyendas.
La literatura para niños constituye un medio poderoso para la transmisión de la cultura, la integración de las áreas
del saber: historia, música, arte, psicología, sociología, etc., el enriquecimiento de los universos conceptuales y
la formación en valores. Además, la literatura cumple un papel fundamental en la escuela y el hogar como
herramienta que favorece un acercamiento a los procesos de lectura y escritura.
La importancia de la literatura se puede reflejar en el valor afectivo que ofrece al niño(a) a través de:
a) Deleite y gozo: La literatura educa al mismo tiempo que entretiene. Al crear espacios en el aula de clase para
la literatura se abren puertas a la creatividad, al poder creador de la palabra y lo imaginario; llevando a los niños
a descubrir el deleite que brindan los libros antes que se les pida que desarrollen destrezas de lectura (i.e.
descifrar). Así, la lectura tendría tanto sentido como montar bicicleta; ellos saben lo divertido que será la
experiencia.
La asociación de la literatura con diversión y juego se aprecia en los planteamientos de Huizinga (1987), quien
ve en la poesía una función lúdica, “La poesía nace del juego y con el juego” (p. 144). De ahí que este autor
sugiere algunas características comunes entre poesía y el juego: a) Son acciones desarrolladas dentro de ciertos
límites de tiempo, espacio y sentido, en un orden visible; b) Operan con reglas libremente aceptadas y fuera de
la esfera de la utilidad o de la necesidad material; c) El estado de ánimo es el arrebato y entusiasmo; y d) La
acción se acompaña de sentimiento de elevación y de tensión y conduce a la alegría y al abandono. Asimismo,
Bethelheim (1978) expresa que para que una historia mantenga la atención del niño debe divertirle; ha de estar
de acuerdo con sus ansiedades y aspiraciones, hacerle reconocer plenamente sus dificultades, al mismo tiempo
que le sugiere soluciones a los problemas que le inquietan. Según
este autor, en la literatura infantil nada enriquece y satisface tanto
al niño como los cuentos populares de hadas, ya que le permiten
aprender mucho sobre los problemas internos de los seres
humanos y sobre sus soluciones.
Leemos para aprender y leemos para disfrutar. Con los libros podemos reír y llorar, viajar a lugares nuevos y vivir
aventuras excitantes. ¿Cómo hacer para que nuestros alumnos sientan lo mismo? ¿Cuál estrategia didáctica
seguir para lograrlo? Para responder a estas preguntas, presentamos algunas consideraciones educativas que
hacen de la lectura un proceso activo de simbolización –construcción de significados– que pone de manifiesto el
disfrute y valoración de los libros, y educa la imaginación de los niños. Con frecuencia, los alumnos asumen un
libro como favorito sobre la base del placer y entretenimiento que les proporcionan la trama y las ilustraciones.
Las respuestas de aceptación o rechazo usualmente se centra en las emociones, sensaciones e imágenes que
ellos experimentan al leer la historia. Estas respuestas, según Cullinan (1987), se van desarrollando desde el
hogar a través de estrategias que debe asumir y redimensionar la escuela con el objeto de lograr un
comportamiento positivo hacia la lectura.
Entusiasmo de los docentes: el entusiasmo es siempre contagioso. Los docentes que hablan acerca de sus
preferencias o libros favoritos a menudo se encuentran con alumnos deseosos de leer los mismos libros. El
entusiasmo manifiesto ayuda a construir un entorno donde los alumnos comprenden que la atención hacia los
libros es legítima y deseable.
Fácil acceso a los libros: los libros que captan la atención inmediata de los alumnos son aquellos de fácil
acceso y con una exhibición atractiva. Los alumnos se inclinan a decir más cosas acerca de lo que leen cuando
pueden sostener el libro en sus manos. Disponer en el aula de clase de materiales de lectura variados (i.e.
periódicos, cuentos, enciclopedias, manuales, revistas, catálogos, poemarios, etc.) favorece que los niños vayan
apropiándose de los usos del lenguaje, de sus funciones y características (Carlino y Santana, 1996).
Tiempo para mirar, escoger y leer: la organización llamativa de los libros tendrá poco valor a menos que los
niños tengan abundantes oportunidades de usarlos. Los alumnos necesitan tiempo para ojear y decidir, y tiempo
para leer su selección; así como tiempo para seleccionar un libro una vez se haya cumplido la tarea. Aprender a
leer puede compararse a aprender a tocar el piano: cuanto más se practica más diestros seremos. En la mayoría
de las aulas que sirven de ejemplo a esta caracterización, se establecen períodos diarios de lectura silenciosa
sostenida durante los cuales los niños disfrutan de libros por ellos seleccionados.
En relación con la dinámica de la clase, Teberosky (1992) ha estudiado la interacción entre pares cuando trabajan
en pequeños grupos y destaca el valor de las aportaciones efectuadas entre los propios niños. Esta autora
advierte: “Si bien la situación de intercambio se da espontáneamente entre los niños, no suele ser aprovechada
por la escuela, e incluso se la reprime, por temor a que los intercambios de información sean más bien
intercambios de errores que dificultan la enseñanza y alteran la disciplina” (p. 36). Los niños trabajan
Por el contrario, un acercamiento inadecuado a los libros reduce la lectura a la alfabetización mecánica que
genera en los niños “odio hacia la lectura”. Pero hay estudios e investigaciones que demuestran que lo que los
niños dicen odiar no es la lectura en sí misma, ni mucho menos las historias sino la práctica escolar de la misma
que enfatiza la decodificación, fragmentación y mecanización del lenguaje; así como la división lectora/texto y
lectura/comprensión (Lerner, 1994). Aprender a leer en el sentido alfabético es una tarea árida, lenta y difícil que
implica lidiar con todas las arbitrariedades y convenciones del lenguaje escrito. De esta forma, leer puede
convertirse en una actividad carente de sentido.
Las canciones que presentan versos que se repiten reproducidas en láminas de papel bond o en el pizarrón
ayudan a los niños a hacer conexiones con patrones que luego pueden encontrar en los libros, como el caso de
“Juguemos en el Bosque” (e.g. Juguemos en el bosque mientras el lobo no está. Lobo estás, ¿Qué estás
haciendo?) En un nivel inicial, es el aprender conceptos que aparecen escritos mientras se juega con el lenguaje
oral; más adelante es inventar nuevas versiones cambiando nombres o ambientes (e.g. Juguemos en la playa
mientas María no está…).
c.- Poesía
Así como en las canciones, los poemas están para ser escuchados. Los niños que escuchan poemas, repitiendo
o añadiendo efectos sonoros al mismo, se motivan a querer leer la versión impresa; la razón para tal deseo radica
en la familiaridad que adquieren acerca del lenguaje (i.e. melodía, rima). La lectura de poesía debe ser una
actividad diaria en el aula; para ello es importante: a) seleccionar poemas cortos que además de ser leídos por
el docente, se transcriben en láminas y se colocan en lugares donde los niños puedan leerlos fácilmente, b)
incorporar a los niños en la selección de los poemas; repetir poemas favoritos, c) conjuntamente con los niños
Prof. Carmen Samán Reyes.
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buscar música que acompañe la lectura de los poemas, d) invitar a los niños a representar (i.e. dramatizaciones,
dibujos, plastilina) los poemas escuchados.
En el aula, es poca la lectura que se realiza por decisión de los niños ya que se ha hecho norma que ésta debe
ser asignada por el docente; de ahí que, cuando ellos visitan la biblioteca parezcan “perdidos” en sus
preferencias. Eventos diarios de lectura silenciosa es una estrategia importante en el desarrollo del proceso de
lectura, inclusive en los más pequeños ya que les brinda el sentido de independencia e individualidad del lector
diestro.
Niños y maestros seleccionan distintos cuentos y forman grupos con un número de miembros igual al número de
personajes que poseen los cuentos a representar. Para ello se recomienda libros en los que los diálogos de los
personajes resulten particularmente ágiles y entretenidos, para realizar dramatizaciones en aula. Posteriormente,
a cada niño se le pide que lea el cuento en silencio y se procede a que cada grupo dramatice su propio cuento.
Luego, cuando los niños hayan tenido la ocasión de preparar y ensayar sus actuaciones, invite a los alumnos de
otro salón a asistir a las representaciones de teatro. Elijan un maestro de ceremonias que presente las
dramatizaciones. Para finalizar, se propicia una discusión con respecto a la actividad realizada, los niños
comentarán la actividad considerando la expresividad, y su compresión de lo dramatizado por los compañeros.
Esta estrategia ofrece un espacio para conversar sobre la experiencia, dirigir preguntas de comprensión y trabajar
en equipo.
Además de las estrategias señaladas, los docentes pueden utilizar otras como “Diario de lecturas”, “Grabando
lecturas y narraciones”, “Concurso de cuentos”, “Taller de libros”, “Visitas a la biblioteca”, “Carteleras de cuentos
y poemas” o “Leer un libro en varias sesiones”, para crear un ambiente estimulante en torno a la literatura y la
lectura. El encuentro de los niños con la literatura se facilita con una ambientación textualizada del aula
(Inostroza, 1997), es decir, un aula potencialmente significativa para que los niños puedan aprender
descubriendo, elaborando, construyendo significados en una interacción dinámica y permanente con los textos
existentes en su entorno.
Comprensión de texto: