DEONTOLOGIA

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1. CONSIDERACIONES QUE IMPULSAN LAS NOCIONES DE DEONTOLOGÍA PROFESIONAL:


La educación propone las finalidades éticas como expresiones de valor y aspiraciones de dignificación
humana. El educador es convocado, a través de los tiempos, a gestar en el proceso vital de las
personas las condiciones de su sujeción a los fines sociales, mediante un proceso al que se le ha
denominado educación o formación, que señala los límites éticos-políticos a su propia práctica
profesional. En este sentido, la educación tiene por objetivo conseguir el máximo desarrollo de las
facultades intelectuales, físicas y emocionales de las nuevas generaciones, al mismo tiempo,
permitirles adquirir los elementos esenciales de la cultura humana. Según Cambra (2011), la educación
tiene dos dimensiones íntimamente entrelazadas, la individual y la social, cuyo cultivo constituye la
base de una vida satisfactoria y enriquecedora. En relación a esto, los seres no nacen con el bagaje de
conocimiento, actitudes y valores necesarios para llevar una vida personal plena y vivir en una
sociedad, a través de la acción educativa. De ahí deriva la función del docente, que tiene como meta la
formación integral de las personas como seres individuales y sociales, el desempeño de esta tarea
conforma una de las profesiones más necesarias cuando un país desea configurar una sociedad justa,
armónica y estable. La profesión docente es, por lo tanto, una actividad construida socialmente a partir
de acciones específicas que buscan el interés general, implicando, además el proceso continuado de
investigación y perfeccionamiento compartido propio de una profesión sistematizada, con
responsabilidad y ética.

2. Deontología Vs Ética Profesional: Vocación e identidad docente


El término deontología del griego deon quiere decir deber y alude a algo necesario o preceptivo. La
deontología profesional se remite al conjunto de códigos, reglas y normas exigibles de forma explícita a
todos los que ejercen una misma profesión en un campo social determinado, con la pretensión de
regular en forma homogénea las conductas individuales de los agentes que allí participan.
La redacción del código se aprueba por el colectivo profesional y se vincula con aquéllos que ejercen
una misma profesión en el marco de contextos particulares. Asimismo, el texto normativo del colegio
pretende la defensa de la imagen del gremio, los intereses de las profesiones, así como un control de
calidad de las prestaciones profesionales. De esta manera, las normas deontológicas responden a la
moral interna del gremio que las formula sobre las aspiraciones individuales. Por su parte, la palabra
ética proviene del vocablo griego ethos que significa carácter. La ética es un tipo de saber orientador
que conduce a forjar un buen carácter, el cual: “[…] permita enfrentar la vida con altura humana […]
porque se puede ser un habilísmo político, un sagaz empresario, un profesional avezado, un rotundo
triunfador en la vida social, y a la vez una persona humanamente impresentable” (Cortina, 1999, p.16)
La ética se centrará en señalar en qué consiste la actuación correcta que nos hace personas
buenas, y en el caso concreto de la ética profesional, se entiende que el especialista busque la
excelencia en el servicio que brinda a la sociedad. La tradición filosófica de donde surge la ética
profesional es la ética teleológica o ética de fines, 3 y la orientan metas y objetivos que se
desean alcanzar en lo práctico.
Es evidente que la ética […] es una ciencia práctica porque se refiere a las acciones de la
persona que son controladas por la razón y por la voluntad del hombre cuando éstas actúan
libremente. No especula la ética sobre cuestiones abstractas o teóricas, sino sobre hechos
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concretos. No es un saber por el saber mismo, sino un saber para la práctica que nace de la
práctica misma (M. Herrán, y J. Restrepo, 1998, p. 17)
La ética profesional no sólo incluye deberes (como en la deontología) sino también recomendaciones,
metas, ideales y virtudes, apela a la conciencia del profesional y se espera de forma voluntaria una
adecuada actuación; se ocupa de que los profesionales sean responsables en el trabajo; también está
referida a reflexionar cuáles son las destrezas y competencias en la actuación profesional. Se centra en
analizar sobre qué es bueno hacer, al servicio de cuáles bienes está su profesión, y qué finalidad
busca.

Ética, según la RAE (2014), se define como el “conjunto de normas morales que rigen la
conducta de la persona en cualquier ámbito de la vida. Ética profesional, cívica, deportiva”.
También es entendida como “parte de la filosofía que trata del bien y del fundamento de sus
valores”. Según Cortina (1994), la ética se considera un tipo de saber orientativo a la acción
humana dentro de la lógica y la razón. La ética es por esencia un saber para la actuación
racional.

Hablar de ética de la profesión docente implica centrar la atención en el conjunto de normas


que rigen la conducta de los profesionales facultados para el ejercicio de una profesión. En este
sentido Rojas (2011) expresa la relación como compromiso vivencial con un alcance mayor a lo
normado, siendo efectivo tanto en la teoría como en la práctica. Para lograrlo los docentes
deben estar conscientes de sus competencias, que involucra en la práctica su capacidad
intelectual y moral, así como el mejoramiento de las mismas en beneficio de sus estudiantes,
que en conjunto permita el crecimiento cognitivo, afectivo y moral de forma integral.

Se requiere contar con docentes con alto grado de compromiso, acompañado de una
preparación sólida como baluarte de desempeño integral, desde lo más sencillo hasta lo más
complejo, en la cual el docente sea poseedor de conocimientos sustantivos con pensamiento
reflexivo, acompañados de la pedagogía y didáctica como facilitadores de la ruta a seguir. El
conjunto, involucra pensar antes de actuar, analizar desde la lógica crítica y analítica, dominar
los contenidos sustantivos para poder facilitar procesos de calidad y excelencia.

Hablar de la Ética de la profesión docente y conocimientos del docente en formación, implica


detenerse en los significados y aplicaciones de las variables propiamente dichas, las cuales dan
sentido a la temática a tratar, puede entonces decirse que ser poseedor de una profesión,
implica el ejercicio cabal, coherente y apropiado de sus competencias en beneficio de un
conjunto que demanda sus servicios. Tal como lo expresa el DRAE (2014) “la profesión es el
empleo, facultad u oficio que alguien ejerce y por el que percibe una retribución” La sociedad,
requiere en el día a día, la conjunción de voluntades desde los diferentes que haceres para el
logro de la excelencia que parte de la ética y la moral de los profesionales encaminados
constantemente al mejoramiento continuo de la calidad del trabajo que incidan en la calidad de
vida de la sociedad.

3. Deberes generales e institucionales del docente


DEBERES GENERALES
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1. Fomentar la creatividad, la iniciativa, la reflexión, la coherencia, la sensibilidad, la autonomía y la


exigencia personal en los alumnos y en el propio trabajo profesional.
2. Educar para una convivencia fundamentada en la igualdad de derechos y en la práctica de la
justicia, de la tolerancia, del ejercicio de la libertad, de la paz y del respeto a la naturaleza. Para
ello el profesional de la educación colaborará para que estos valores se incluyan en los
Proyectos Educativos de los Centros
3. Crear un clima de confianza que potencie un buen trabajo en equipo y contribuir al buen
funcionamiento de los órganos de participación, de coordinación y de dirección con objeto de
garantizar una elevada calidad de enseñanza.
4. Procurar que el alumnado aprecie el valor del trabajo de todas las personas y lograr que cada
alumno, conociendo y valorando las realidades del estudio y del trabajo, así como sus propias
posibilidades, tome decisiones responsables ante sus opciones escolares y profesionales.
INSTITUCIONALES DEL DOCENTE
1. Respetar y asumir el proyecto educativo de la insitución, como un deber inherente al desempeño de
la función docente dentro de los límites del precepto constitucional de la libertad de cátedra. 2.
Participar en la elaboración y realización de mejoras de la calidad de la enseñanza, en la investigación
pedagógica y en el desarrollo y divulgación de métodos y técnicas para el ejercicio más adecuado de la
actividad educativa, con objeto de conseguir los más elevados niveles de eficiencia. 3. Respetar la
autoridad de los órganos de gobierno del centro y colaborar al buen funcionamiento de los equipos
pedagógicos, de la acción tutorial y de la acción orientadora.
4. Promover actividades extracurriculares, preparándolas y realizándolas con plena responsabilidad.

4. EXIGENCIAS DEL EJERCICIO DEL DOCENTE UNIVERSITARIO


El docente debe estar sujeto a ciertos lineamientos institucionales para poder desarrollar su
investigación, como punto de partida para ello, la universidad está interesada en desarrollar e incentivar
la capacidad investigadora de sus docentes: “Que para fomentar, incentivar y mejorar la capacidad
investigadora de los docentes y de visibilizar la productividad académica de la Universidad, es
necesario definir las modalidades que podrán ser incluidas en el PIT y reconocidas institucionalmente
como investigación.” (UPTC, 2009, p. 1). Sin embargo, las instituciones de educación superior definen
las modalidades de investigación. Es decir que el docente debe someterse a estas modalidades, no
puede investigar lo que bien le parezca, ni lo que considere pertinente en ese momento. Los trabajos
de investigación que se generen por parte de los docentes deben estar enmarcados en los planes y
programas institucionales y en los planes estratégicos de su unidad académica. Lo que equivale a que
el docente no debe ni investigar, ni apoyar investigaciones que no están alineadas con los objetivos
institucionales de la universidad en la que labora.
Es importante resaltar que una de las funciones establecidas para el docente universitario es la de
realizar trabajo investigativo. “Los profesores tendrán a su cargo las funciones de docencia,
investigación y servicio y participarán en aquellas actividades que la Universidad juzgue necesarias
para el logro eficaz de sus objetivos.” Dado lo anterior, la primera exigencia que se identificó es que el
docente se debe comprometer institucionalmente a desarrollar sus actividades de investigación con la
universidad en la cual labora, esto cuando su dedicación académica es exclusiva.
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“En la dedicación académica exclusiva, el profesor se compromete a desarrollar actividades de


docencia e investigación, tan sólo con la universidad excepto que medie un convenio interinstitucional
que lo permita” Es importante resaltar que la investigación es un compromiso que tiene el docente
universitario, actividad que debe estar incluida dentro de su plan de trabajo. “El plan de trabajo es el
compromiso que adquieren los profesores de la Universidad de realizar actividades en el campo de la
docencia, la investigación, la proyección social o la administración, sin perjuicio de las demás
inherentes a su condición de miembro de la comunidad universitaria” (Nuestra Señora del Rosario,
2002, p. 6). Pero además del compromiso, la investigación le da un valor agregado al docente y es un
ítem importante en la evaluación del docente.” El plan de Trabajo deberá estar enmarcado en los
planes y programas institucionales y en los planes estratégicos de las unidades académicas y
constituirá la base para el informe de actividades y la evaluación del profesor. Debe incluir actividades
por realizar, el grado de responsabilidad que le compete frene a cada una de ellas y el tiempo de
dedicación de las mismas” (Nuestra Señora del Rosario, 2002, p. 6). La investigación como actividad
del docente hace parte de la labor y del compromiso que adquiere el docente al aceptar su contrato de
trabajo. “Se denomina docente de dedicación exclusiva a quien labora Cuarenta y cinco (45) horas
semanales en la Universidad y se compromete con ella a prestar los servicios de docencia,
investigación y/o proyección social que se le asignen.” (Autónoma, 2002, p. 1).
5. AUTOGESTIÓN PERSONAL Y PROFESIONAL
6. El papel del docente en las actividades de superación profesional

La naturaleza educativa del quehacer del docente exige la comprensión de una praxis cada vez más
compleja que demanda el análisis multidimensional de la realidad. De este carácter emerge el
reconocimiento de lo personal, lo disciplinar y lo pedagógico como referentes de su formación y
desempeño. Esta distinción supone dejar claro que la selección de los docentes y de la superación
profesional no puede limitarse a uno u otro aspecto, sino constituirse como resultado de la interrelación
entre ellos.
De ahí que la dinámica de los cambios  que se producen  en el desempeño de los docentes se traduce
en retos concretos asociados a la elevación de la calidad de los procesos que se llevan a cabo en la
educación. Esta concepción se refuerza en la siguiente idea: “el profesor es miembro integrante de una
institución educativa, por lo cual su desarrollo y mejora profesional incide en la mejora
institucional.” (Sánchez, 1996: 64)
Desde esta ideala prioridad en el desempeño se convierte en el núcleo de cualquier sistema de
superación pues en este se expresa la impronta de su trabajo en la calidad del proceso que dirige. Así,
cualquier acción que se diseñe para lograr calidad debe orientarse primero a perfeccionar el
desempeño del docente;  con ello  la calidad de todo el Sistema Nacional de Enseñanza.
Con este perfeccionamiento profesional se asciende al desarrollo social, el cual exige de   procesos
continuos de creación, difusión, transferencia, adaptación y aplicación de conocimientos. El saber,
vinculado a la práctica, es una fuerza social transformadora que se debe fomentar de forma
permanente para promover el desarrollo sostenible de la sociedad. Tal idea explica que el
perfeccionamiento organizativo del proceso de superación de los profesores parta de la concepción del
docente como un profesional que requiere elevar su preparación para el desarrollo de la docencia.
Para ello se asume como superación profesional: “El conjunto de procesos de enseñanza-aprendizaje
que posibilita a los graduados universitarios la adquisición y el perfeccionamiento, continuo de los
conocimientos y habilidades requeridas para un mejor desempeño de sus responsabilidades y
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funciones laborales.” (Añorga, 1994: 23)


En este sentido, al considerar al docente como sujeto del proceso de superación profesional, entienden
la superación como un proceso guiado e intencionado de interiorización y exteriorización de las
normas, valores y modos de actuación que debe incluir en la cultura profesional docente la
especificidad del saber que precisa integrarse a la actividad pedagógica profesional, de manera que
pueda otorgar una orientación formativa al proceso de enseñanza aprendizaje.
6. SENSIBILIDAD AL CAMBIO

Los sistemas educativos se materializan como organizaciones dinámicas cuya misión es dar
respuesta a las necesidades de formación de la población. Siendo estas necesidades variables, han de
producirse cambios en las estrategias institucionales si se quiere dar respuesta a la sociedad que se
pretende servir. Al interno del sistema, los responsables de conducir la innovación han de aceptar que
el cambio es inevitable y, por consiguiente, debe entenderse que la resistencia también lo es (Caruth y
Caruth, 2013).

Por lo tanto, en una sociedad en la cual los cambios se suceden cada vez de manera más veloz,
éstos constituyen una parte del proceso organizacional y ocurren debido a la convicción de que hay
una necesidad de expandir, mejorar y transformar el sistema (Kezar, 2001). Este cambio cuya
necesidad se manifiesta transversalmente en las instituciones educativas es ubicuo, continuo y ocurre
a diario (Boyce, 2003), afectando todas las áreas y no simplemente aquellas que están relacionadas
con las tecnologías.

Para los docentes, formados en un sistema de trabajo y acostumbrados a su propia toma de


decisiones, la necesidad de ofrecer respuesta a demandas cambiantes suele resultar movilizador, ya
que el cambio mueve a las personas desde lo conocido y confortable a lo desconocido, inusual e
incómodo (Flamholtz y Randle, 2008) produciendo una diversidad de temores e incertidumbres, por lo
que la resistencia al cambio es, en el fondo, la resistencia a la idea de perder algo que es valioso o
perder algo conocido para ganar algo desconocido (Ibrahim, Al-Kaabi y El-Zaatrani, 2013).

Por tanto, si la realidad social es dinámica, la velocidad de los cambios es creciente y el sistema
educativo en su conjunto debe asumir como misión dar respuesta a las necesidades formativas de la
sociedad en la que se encuentra inmerso; el cambio resulta tan inevitable como la resistencia de los
docentes a éste. Han de encontrarse entonces estrategias y vías de incentivo para hacer que este
cambio sea posible. A este respecto, Palmer, Dunford y Akin (2009) encontraron que no todas las
personas de la organización lo resisten y que existen también incentivos para motivarlo, como la
seguridad, la remuneración, la autoridad, el estatus, la responsabilidad, las condiciones de trabajo, la
auto satisfacción y la disponibilidad de tiempo y esfuerzo necesarios. Serán éstas las áreas potenciales
a las que los gestores del cambio deberán prestar especial atención, toda vez que el progreso de las
transformaciones en las instituciones educativas está afectado, hasta un cierto grado, por las actitudes
de resistencia que prevalecen en los cuerpos docentes (Ibrahim, Al-Kaabi y El-Zaatrani, 2013).

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