Jurisprudencia Confiscacion
Jurisprudencia Confiscacion
Jurisprudencia Confiscacion
"La confiscación como tuvo oportunidad de señalarlo la Corte Suprema de Justicia en distintas
oportunidades (v. sentencias junio 21/1899, marzo 6/1952, agosto 10/1964 y julio 29 de 1965) es
una pena que consiste en "el apoderamiento de todos o parte considerable de los bienes de una
persona por el Estado, sin compensación alguna"...
Esta institución que según los antecedentes se instituyó como "retaliación política contra los
cabecillas de revueltas civiles" fue abolida en nuestro ordenamiento constitucional desde el año
de 1830 cuando en la Constitución de esa época se incluyó en el artículo 148 una disposición en
ese sentido dejando claro que la abolición de la confiscación de bienes no comprendía la de
comisos o multas en los casos que determinara la ley. Esta norma se reiteró en las constituciones
de 1832 (art. 192) y en la de 1843 (art. 161). Posteriormente en el Ordenamiento de 1858
aparece prohibida en el artículo 56, en la Carta de 1863 en el artículo 15, en la de 1886 en el
artículo 34 y en la Constitución hoy vigente en el artículo 34.
(..)
Como se advierte la confiscación recae sobre bienes sin ninguna vinculación con las actividades
ilícitas, mientras que el comiso o decomiso contempla la pérdida de los bienes vinculados directa
o indirectamente con el hecho punible.
La confiscación la prohíbe la Constitución de 1991 en su artículo 34 cuando expresa "Se
prohíben las penas de destierro, prisión perpetua y confiscación". Y a renglón seguido señala
"No obstante, por sentencia judicial, se declarará extinguido el dominio sobre los bienes
adquiridos mediante enriquecimiento ilícito, en perjuicio del tesoro público o con grave deterioro
de la moral social".
Por ello, el impuesto, en su carácter de obligación tributaria no puede ser considerado confiscatorio,
ya que en ningún momento se incautan bienes por aplicación de una pena.
En virtud de un impuesto, el Estado no adquiere derecho alguno sobre los bienes de una persona, estos
continúan siendo de su propiedad. El contribuyente, es, únicamente deudor de un impuesto, razón por
la que los cargos presentados sobre estos aspectos también habrán de desestimarse.
ACLARACIÓN DE VOTO:
2. Pueden existir situaciones en las cuales el impuesto puede resultar confiscatorio: por ejemplo, si yo
tengo una propiedad que vale 10 y me la gravan con un impuesto que vale 20, por la vía del impuesto
me han privado de la propiedad.
El Estado puede por la vía del impuesto terminar privando de la propiedad a los ciudadanos.
Sentencia C-119/06
“Es tradicional la cita de la Sentencia No. 69 del 3 de Octubre de 1989 [5], emanada de la
Sala Plena de la H. Corte Suprema de Justicia, a la sazón encargada de la guardia de la
supremacía de la Constitución Política, en la que efectuó quizás el más completo estudio
histórico, doctrinal y jurisprudencial de las figuras de la confiscación y el comiso o decomiso
penal, a la luz de los límites constitucionales a la protección del derecho de propiedad en la
Carta de 1886, en los siguientes términos:
“(…)
Sentencia C-269/21
DERECHO A LA PROPIEDAD-Límites
En ese sentido, las limitaciones al derecho a la propiedad en la Constitución parten de la prohibición
de confiscación y tienen las siguientes características: (i) se deben interpretar de acuerdo con su
función social y ecológica, (ii) están reservadas al Legislador, quien deberá motivarlas; (iii) se
pueden materializar en distintas figuras como la expropiación por vía administrativa, la extinción de
dominio o el decomiso, las cuales responden a distintas situaciones y objetivos y son desarrolladas
por el Legislador.
El derecho a la propiedad: reiteración jurisprudencial
8. El derecho a la propiedad está previsto en el artículo 58 de la Constitución, que lo garantiza de
conformidad con la ley. Sin embargo, establece límites por motivos de utilidad pública e interés
social. Además, consagra su función social y ecológica, lo que implica obligaciones para los titulares
de este derecho. Del mismo modo, consagra la figura de la expropiación por vía administrativa previa
indemnización sujeta a posterior acción contenciosa-administrativa, incluso respecto del precio.
Además, la noción de propiedad privada está prevista en el inciso primero del artículo 669 del Código
Civil como “el derecho real en una cosa corporal, para gozar y disponer de ella, no siendo contra
ley o contra derecho ajeno”. Bajo ese entendido, este Tribunal ha desarrollado la noción del derecho
a la propiedad privada como un derecho constitucional [21] subjetivo que tiene una persona sobre una
cosa corporal o incorporal, cuyo núcleo esencial faculta al titular para usar, gozar, explotar y disponer
de esta[22]. La Sentencia C-410 de 2015[23] estableció lo siguiente:
“(…) frente al concepto de propiedad privada, esta Corporación ha establecido que se trata de
un derecho subjetivo que se tiene sobre una cosa corporal o incorporal, que faculta a su titular
para usar, gozar, explotar y disponer de ella, siempre y cuando se respeten sus inherentes
funciones sociales y ecológicas, encaminadas al cumplimiento de deberes constitucionales
estrechamente vinculados con la noción de Estado Social de Derecho, como son la protección
al medio ambiente, la salvaguarda de los derechos ajenos, la promoción de la justicia y la
equidad y el interés general prevalente”.
En suma, el derecho a la propiedad está consagrado en la Constitución como un derecho subjetivo que
el ordenamiento jurídico protege y garantiza, pero que también admite limitaciones en virtud de su
función social, la utilidad pública y el interés social.
Limitaciones a la propiedad privada por parte del Estado
9. El derecho a la propiedad privada admite ciertas limitaciones previstas en los artículos 34 y 58 de la
Constitución y su desarrollo le compete al Legislador. Las mencionadas restricciones pueden
sustentarse en: (i) su función social, (ii) su función ecológica, (iii) los motivos de utilidad pública o
interés social y (iv) la extinción de dominio ante la adquisición de bienes mediante enriquecimiento
ilícito, en perjuicio del tesoro público o con grave deterioro de la moral. [24] Además, el artículo 34
prohíbe expresamente la pena de confiscación.
10. Todas las limitaciones a la propiedad privada han sido ampliamente estudiadas en reiteradas
ocasiones por la Corte Constitucional[25]. Por ejemplo, la Sentencia C-133 de 2009[26] precisó respecto
a la función social que caracteriza todo tipo de propiedad “sea privada o estatal; individual o
colectiva”.
Adicionalmente, esa decisión refirió a los motivos de utilidad pública o interés social y estableció que
la Constitución exige que exista una ley previa que los defina. En ese sentido, no basta con alegarlos
sino que deben ser precisados por el Legislador.
Bajo esas precisas circunstancias es posible aplicar algunas figuras que limitan la propiedad. Por
ejemplo, la expropiación que exige motivación del Legislador, sentencia judicial e indemnización
previa. Con todo, en los casos que establezca la ley, la expropiación puede adelantarse por vía
administrativa sujeta a posterior control contencioso administrativo.
La misma providencia también se refirió a la extinción de dominio (art. 34 superior) y la distinguió de
la confiscación, figura proscrita por la Carta. Por un lado, la extinción de dominio es una “acción
constitucional pública, jurisdiccional, autónoma, directa y expresamente regulada por el
constituyente, relacionada con el régimen constitucional del derecho de propiedad y en virtud de la
cual se extingue el dominio sobre los bienes adquiridos de manera ilícita” [27]. Por otra parte, la
confiscación “es una pena, que afecta el patrimonio de la persona que ha sido condenada como
responsable de un delito, pues implica la pérdida de sus bienes a favor del Estado. Así las cosas, la
confiscación que la Constitución prohíbe es la apropiación oficial indebida, sin causa y
procedimiento legal, por vía de simple aprehensión, del patrimonio de una persona”.
11. Posteriormente, la Sentencia C-459 de 2011[28], precisó las diferencias entre confiscación,
extinción de dominio y decomiso. La confiscación, explicada previamente, se diferencia de la
extinción de dominio porque esta última es una figura que “permite al Estado mediante un proceso
judicial que no es de carácter penal, rodeado de todas las garantías procesales, desvirtuar el derecho
de propiedad de quien dice ostentarlo, debido a que nunca lo ha adquirido en razón del origen
ilegítimo y espurio de su adquisición”. El decomiso es “una sanción establecida por el legislador y
que priva de la propiedad del bien a su titular sin indemnización alguna, por estar vinculado con la
infracción objeto de sanción o ser el resultado de su comisión”.
En ese sentido, las limitaciones al derecho a la propiedad en la Constitución parten de la prohibición
de confiscación y tienen las siguientes características: (i) se deben interpretar de acuerdo con su
función social y ecológica, (ii) están reservadas al Legislador, quien deberá motivarlas; (iii) se pueden
materializar en distintas figuras como la expropiación por vía administrativa, la extinción de dominio
o el decomiso, las cuales responden a distintas situaciones y objetivos y son desarrolladas por el
Legislador.
El margen de configuración legislativa para fijar límites a la propiedad privada
12. La Corte ha interpretado que el margen de configuración legislativa, fundada en los artículos 114
y 150 superiores, sobre las limitaciones al derecho a la propiedad exige que se cumplan con los
criterios de proporcionalidad y razonabilidad. Al respecto, la Sentencia C-491 de 2002[29] reconoció
que: “[a]unque el ordenamiento constitucional exige que tales restricciones sean razonadas y
proporcionales de modo que no afecten el núcleo esencial del derecho de propiedad, lo cierto es que,
mientras tales limitantes sean respetadas, la Ley se encuentra habilitada por la Constitución para
aplicarlas cuando ello resulte necesario para satisfacer los intereses sociales”.
La Sentencia C-1172 de 2004[30] analizó la constitucionalidad del artículo 723 del Código Civil,
según el cual “[s]i una heredad ha sido inundada, el terreno restituido por las aguas, dentro de los
diez años subsiguientes, volverá a sus antiguos dueños”. La Corporación estimó que el límite de diez
años para que los antiguos dueños puedan reclamar como suyo el terreno que estaba inundado se
ajustaba a la Carta. Por lo tanto, aquellos predios que alcanzan los diez años inundados pasan a ser
bienes de uso público. Lo relevante de esta providencia es que delimitó el contenido del derecho a la
propiedad respecto a interferencias estatales:
“Ciertamente, el contenido esencial del derecho de propiedad, entendido como aquel mínimo
subjetivo o espacio de libertad para que las personas puedan ejercer y disponer libremente de
sus bienes dentro del marco jurídico, no puede ser interferido por el Estado so pretexto de
regular su función social y ecológica, ya que ante todo se trata de un derecho que permite el
desarrollo de un ámbito de libertad personal y en este sentido debe protegerse
constitucionalmente. Por ello, las limitaciones que puedan imponerse al propietario por el
legislador deben tener en cuenta los principios de razonabilidad y proporcionalidad, que
exigen un balance equitativo entre los intereses individuales y los intereses de la sociedad”.
Posteriormente, la Sala Plena precisó aún más el margen de configuración legislativa sobre el derecho
a la propiedad privada en la Sentencia C-791 de 2006[31]. En aquella oportunidad, la Corte estudió la
constitucionalidad de los artículos 474 del Código de Procedimiento Civil y 2336 del Código Civil
por considerar que el derecho de compra que reconocían a los comuneros demandados era
discriminatorio respecto a los comuneros demandantes. Sin embargo, la Corte estimó que la opción de
compra inicial y preferencial que se confiere a los comuneros demandados sobre la cosa común no
vulnera el derecho a la igualdad de los comuneros demandantes. Lo anterior, porque les permite a los
primeros mantener la condición de comuneros y evitar que el bien común pase a manos de terceros.
En cuanto al margen de configuración legislativa, recordó que, dicha potestad no es absoluta, debe ser
razonable y proporcionada. Reiteró la Sentencia C-782 de 2004[32], la cual señaló que “al
legislador le compete, …definir las características y modalidades de la propiedad, […] y las
"facultades, obligaciones, cargas y deberes que los propietarios y terceros pueden desarrollar y
están, obligados a cumplir"[33] con respecto a los bienes que ostentan y al tipo de propiedad que
poseen, en cada caso específico”. Por lo tanto, “sólo las limitaciones desproporcionadas o
irrazonables, o abiertamente contrarias a derechos fundamentales concretos, pueden ser
consideradas reprochables, en vista del amplio margen de configuración del Congreso en materia
económica y patrimonial”[34]”.
13. En un caso con algunas similitudes al examinado en esta oportunidad, la Sentencia C-119 de
2006[35] aplicó parámetros de razonabilidad y proporcionalidad al estudiar la constitucionalidad de
algunas expresiones de los artículos 2º, 6º y 10 de la Ley 66 de 1993. En esa oportunidad, la Corte
Constitucional analizó si la destinación del producto trimestral de los depósitos judiciales a favor de la
Dirección General de Crédito Público y Tesoro Nacional quebrantaba el derecho a la propiedad
privada, la prohibición de confiscación y el principio de igualdad. Al respecto, la Sala consideró que
la norma era constitucional por ajustarse a los parámetros de razonabilidad y proporcionalidad:
“ya que evidentemente se trata de un fin constitucionalmente legítimo, como es la administración de
justicia, en beneficio de toda la comunidad, por ser ésta integralmente usuaria actual o potencial de
sus servicios y en ella están comprendidos los depositantes, medida que el legislador puede adoptar
válidamente en ejercicio de su libertad de configuración normativa consagrada en los Arts. 114 y
150 superiores, siempre y cuando respete los valores, principios y derechos constitucionales como
ocurre en este caso”.
14. De manera que el margen de configuración legislativo en lo referente a la limitación del derecho a
la propiedad privada debe respetar los parámetros establecidos por la Constitución. De igual forma,
los límites establecidos por la ley deberán analizarse constitucionalmente a la luz de la finalidad que
persiguen, junto con su razonabilidad y proporcionalidad.
15. En ese sentido, la Corte ha reconocido que el margen de configuración legislativo puede
desarrollar criterios para el ejercicio del derecho a la propiedad. En todo caso, la ley debe concretar
los supuestos de las limitaciones al dominio autorizadas por la norma superior. Sin embargo, esta
Corporación también ha insistido en que el Legislador no podrá en ningún caso transgredir las
prohibiciones establecidas por la Constitución en esta materia. Tampoco, establecer nuevas
limitaciones a la propiedad que extralimiten aquellas establecidas por la Carta. Por ejemplo, la
prohibición de confiscación del artículo 34 superior no puede ser desconocida por el Legislador en el
ejercicio de sus funciones.
En conclusión, el margen de configuración legislativa en materia de propiedad privada no es absoluto.
Por el contrario, está circunscrito a los mandatos que tiene el Estado para establecer limitaciones al
derecho a la propiedad, entre los que se encuentra la obligación de motivar la afectación a tal derecho.
Por lo tanto, todo límite o restricción a la propiedad privada debe estar motivado por una finalidad
específica que se relacione con la utilidad pública, el interés o sus funciones social y ecológica. En
este sentido, imponer una afectación al derecho a la propiedad sin cumplir estos requisitos implica una
extralimitación del margen de configuración legislativo que habrá de ser analizada a la luz del
principio de proporcionalidad.