El documento habla sobre los efectos negativos de una excesiva domesticación y educación de las mujeres que puede herir sus instintos. Menciona que esto oculta sus impulsos más profundos y les dificulta reconocer sus propias necesidades. También analiza cómo esto afectó la vida y obra de artistas como Janis Joplin al reprimir su creatividad e individualidad. Finalmente, argumenta que cuando las mujeres reprimen su verdadera naturaleza, sus impulsos acaban emergiendo de formas dañinas.
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El documento habla sobre los efectos negativos de una excesiva domesticación y educación de las mujeres que puede herir sus instintos. Menciona que esto oculta sus impulsos más profundos y les dificulta reconocer sus propias necesidades. También analiza cómo esto afectó la vida y obra de artistas como Janis Joplin al reprimir su creatividad e individualidad. Finalmente, argumenta que cuando las mujeres reprimen su verdadera naturaleza, sus impulsos acaban emergiendo de formas dañinas.
Título original
MIS fragmentos - mujeres que corren con lobos capitulo 8-
El documento habla sobre los efectos negativos de una excesiva domesticación y educación de las mujeres que puede herir sus instintos. Menciona que esto oculta sus impulsos más profundos y les dificulta reconocer sus propias necesidades. También analiza cómo esto afectó la vida y obra de artistas como Janis Joplin al reprimir su creatividad e individualidad. Finalmente, argumenta que cuando las mujeres reprimen su verdadera naturaleza, sus impulsos acaban emergiendo de formas dañinas.
El documento habla sobre los efectos negativos de una excesiva domesticación y educación de las mujeres que puede herir sus instintos. Menciona que esto oculta sus impulsos más profundos y les dificulta reconocer sus propias necesidades. También analiza cómo esto afectó la vida y obra de artistas como Janis Joplin al reprimir su creatividad e individualidad. Finalmente, argumenta que cuando las mujeres reprimen su verdadera naturaleza, sus impulsos acaban emergiendo de formas dañinas.
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(…)Cuando una mujer accede a ser demasiado "bien educada", los instintos de
estos impulsos se ocultan en su más oscuro inconciente, lejos de su alcance
automático. Se dice entonces que sus instintos están heridos. Lo que tendría que producirse de una manera natural no se produce en absoluto o sólo se produce después de demasiados tirones y sacudidas, explicaciones racionales y luchas consigo misma. Al definir el exceso de domesticación con el término de captura, no me refiero a la socialización, es decir, al proceso mediante el cual se enseña a los niños a comportarse de una manera más o menos civilizada. El desarrollo social reviste una importancia decisiva. Sin él, una mujer no podría abrirse camino en el mundo. Pero un exceso de domesticación es como prohibir bailar a la esencia vital. En el estado saludable que le es propio, el yo salvaje no es dócil ni estúpido. Está alerta y reacciona en cualquier momento y ante cualquier movimiento. No está encerrado en una sola pauta absoluta y repetida, válida para todas las circunstancias. Tiene una opción creativa. La mujer cuyo instinto está herido no tiene ninguna opción. Simplemente se queda atascada. Hay muchas maneras de quedarse atascada. La mujer que tiene el instinto herido suele delatarse porque le cuesta pedir ayuda o reconocer sus propias necesidades. Sus instintos naturales de lucha o de huida están drásticamente reducidos o se han extinguido. El reconocimiento de las sensaciones de satisfacción, disgusto, recelo y cautela y el impulso de amar plena y libremente están inhibidos o exagerados. Como en el cuento, uno de los más insidiosos ataques al yo salvaje consiste en inducir a la mujer a comportarse como es debido dándole a entender que recibirá una (hipotética) recompensa. Aunque este método puede (subrayo el "puede") inducir transitoriamente a una niña de dos años a ordenar su habitación (y a no tocar sus juguetes hasta que no haya hecho la cama) (6), jamás de los jamases dará resultado en la existencia de una mujer vital. A pesar de que la coherencia, el cumplimiento de una acción hasta el final y la organización son esenciales para el desarrollo de la vida creativa, la perentoria orden de la anciana de comportarse "con corrección" destruye cualquier oportunidad de desarrollo. La arteria central, el núcleo, el tronco cerebral de la vida creativa es el juego, no la corrección. El impulso de jugar es un instinto. Si no hay juego, no hay vida creativa. Si eres buena, no hay vida creativa, Si te sientas quietecita, no hay vida creativa. Si sólo hablas, piensas y actúas con discreción, habrá muy poco jugo creativo. Cualquier grupo, sociedad, institución u organización que anime a la mujer a denostar lo excéntrico; a recelar de lo nuevo e insólito; a evitar lo ardiente, lo vital, lo innovador; a despersonalizar lo personal, está pidiendo una cultura de mujeres muertas. Janis Joplin, la cantante de blues de los años sesenta, es un buen ejemplo de mujer fiera cuyos instintos resultaron heridos por las fuerzas que aplastaron su espíritu. Su vida creativa, su inocente curiosidad, su amor a la vida y su actitud un tanto irreverente en relación con el mundo en los años de su desarrollo fueron despiadadamente censurados por sus profesores y por muchas de las personas que la rodeaban en la sureña comunidad baptista blanca de su época, en la que tanto se ensalzaban las virtudes de la "buena chica". A pesar de que era una excelente estudiante y una pintora de considerable talento, las demás chicas la sometieron a ostracismo por no llevar maquillaje (7) y lo mismo hicieron sus vecinos por su afición a subir a la cumbre de una rocosa colina de las afueras de la ciudad para cantar con sus amigos y por su interés por la música de jazz. Cuando al final huyó al mundo del blues, estaba tan muerta de hambre que ya no supo comprender cuándo tenía que detenerse. Sus límites eran muy inestables, es decir, carecía de límites en cuestión de sexo, alcohol y drogas (8). Hay algo en Bessie Smith, Anne Sexton, Edith Piaf, Marilyn Monroe y Judy Garland que sigue la misma pauta de instinto herido que es propia del hambre del alma: el intento de "encajar",(… ). Podríamos elaborar una lista muy larga de mujeres de talento con el instinto herido (..) La curación de los instintos heridos empieza con el reconocimiento de que se ha producido una captura seguida de un hambre del alma y que se han alterado los límites de la perspicacia y la protección. El proceso que dio lugar a la captura de una mujer y a la consiguiente hambre del alma se tiene que invertir. Según la visión de la psicología analítica, la represión tanto de los instintos, impulsos y sentimientos negativos como la de los positivos da lugar a que éstos habiten en un reino de sombras. Mientras el ego y el superego intentan seguir censurando los impulsos de la sombra, la misma presión generada por la represión parece algo así como una burbuja en la pared lateral de un neumático. Al final, cuando el neumático empieza a dar vueltas y se calienta, la presión que hay detrás de la burbuja se intensifica y da lugar a que ésta estalle hacia fuera, liberando todo su contenido interior. Pero la sombra también puede contener los divinos, deliciosos, bellos y poderosos aspectos de la personalidad. Sobre todo en el caso de las mujeres, la sombra contiene casi siempre unos aspectos muy hermosos del ser que la cultura ha prohibido o a los que apenas presta apoyo. En el fondo del pozo de la psique de demasiadas mujeres se encuentra la creadora visionaria, la astuta narradora de cuentos, la previsora, la que sabe hablar bien de sí misma sin menosprecio, la que puede mirarse a la cara sin pestañear, la que se esfuerza por mejorar su arte. Los impulsos positivos de la sombra en las mujeres de nuestra cultura suelen girar a menudo en torno al permiso para crear una vida hecha a mano.(…) Estos aspectos descartados, menospreciados e "inaceptables" del alma y el yo no se limitan a permanecer ocultos en la oscuridad, sino que más bien se dedican a conspirar con el fin de establecer cómo y cuándo entrarán en acción para poder alcanzar la libertad. Borbotean en el inconciente, hierven a fuego lento hasta que un día, por muy hermética que sea la tapa que los cubre, estallan hacia fuera y hacía arriba en un desbordado torrente dotado de voluntad propia. La vida de la sombra se produce cuando las escritoras, las pintoras, las bailarinas, las madres, las buscadoras, las místicas, las estudiantes o las viajeras dejan de escribir, pintar, bailar, hacer de madres, buscar, escudriñar, aprender, hacer prácticas. Es posible que dejen de hacerlo porque aquello a lo que han dedicado tanto tiempo no ha dado el resultado que ellas esperaban o no ha recibido la acogida que se merecía 0 por otras innumerables razones. Cuando la que hace algo se detiene por el motivo que sea, la energía que fluye naturalmente de ella le desvía hacia el mundo subterráneo, en el que aflora dónde y cuándo Puede.(..) Cuando la mujer trata de comprimir su vida en un pulcro y precioso paquetito, lo único que consigue es empujar a presión toda su energía vital hacia la sombra (...) la mujer salvaje puede simular vivir "una existencia corriente" mientras rechina los dientes, pero siempre hay que pagar un precio. (…)Una mujer puede ser exteriormente educada e incluso cínica mientras se desangra por dentro. O, como Janis Joplin, puede intentar adaptarse hasta que ya no puede más, en cuyo caso su naturaleza creativa, corroída y asqueada por el hecho de verse obligada a descender a la sombra, estalla violentamente para rebelarse contra los dogmas de a "buena crianza", actuando con una imprudencia que pone en peligro sus cualidades y su vida.(..) Las mujeres engañan de esta manera…(..). ¿Están escribiendo? Sí, pero en secreto, lo cual significa que no cuentan con ningún apoyo e ignoran los efectos de lo que hacen. ¿La estudiante quiere vivir su vida? Sí, pero en secreto, lo cual quiere decir que no tendrá ninguna ayuda ni ninguna guía. ¿La actriz se arriesga a ofrecer una actuación completamente original, o presenta pálidas imitaciones que la convierten en un remedo en lugar de ser un modelo? ¿Y qué decir de la ambiciosa mujer que finge no ser ambiciosa, pero que se muere de ganas de conseguir logros para sí misma, para los suyos para su mundo? Es una ardiente soñadora, pero se limita a seguir afanosamente hacia delante en silencio. Es terrible no tener un confidente, una guía, alguien que la anime un poquito. Es muy difícil arrancar pequeños retazos de vida de esta manera, pero muchas mujeres lo hacen a diario. Cuando una mujer se siente obligada a robar subrepticiamente la vida, significa que está viviendo al límite de la subsistencia. Roba la vida cuando los oye a ellos, quienesquiera que sean los "ellos" de su vida. Actúa con aparente calma y desinterés, pero dondequiera que haya una rendija de luz, su moribundo yo pega un salto, corre hacia la más cercana forma de vida, se anima, suelta una coz hacia atrás, se abalanza como una loca, baila como una tonta, se agota e intenta regresar a la negra celda antes de que alguien se dé cuenta de que se ha ido.(…) Como se ve, hay algo en el alma salvaje que no nos permite subsistir para siempre con retazos fragmentarios de vida, pues, en realidad es de todo punto imposible que la mujer que aspira a la conciencia robe pequeñas bocanadas de aire puro y después se conforme sólo con eso. ¿Recuerdas cuando eras niña y descubriste que no podías matarte conteniendo la respiración? Por mucho que intentemos aspirar un mínimo de aire o ninguno en absoluto, un poderoso fuelle asume el mando, algo violento y exigente que, al final, nos obliga a aspirar el aire a la mayor rapidez posible. Inhalamos con ansia y nos llenamos los pulmones hasta que volvemos a respirar con normalidad. Por suerte, en la psique/alma hay algo muy parecido. Se apodera de nosotras y nos obliga a aspirar grandes bocanadas de aire puro. Sabemos que no podemos subsistir robando sorbitos de vida. La fuerza salvaje del alma femenina exige tener acceso a toda la vida. Podemos permanecer en estado de alerta y ver las cosas que son adecuadas para nosotras. A veces la colectividad ejerce presión sobre una mujer para que sea una "santa", para que sea instruida y políticamente correcta, para que lo tenga todo "bien junto y ordenado" de tal manera que cada uno de sus esfuerzos sea una obra perfecta. Si nos acobardamos ante la colectividad y nos sometemos a las presiones que ésta ejerce para que nos adaptemos estúpidamente a sus normas, nos salvaremos del exilio, pero, al mismo tiempo, pondremos traidoramente en peligro nuestras vidas salvajes. (…) Algunos piensan que ya pasó la época en que se maldecía a la mujer salvaje y, cuando ésta se comportaba de acuerdo con el yo natural de su alma, se la calificaba de "equivocada" y de "mala". Pero no es así. Lo que ha cambiado son los tipos de conducta que se consideran `incontrolados" en el caso de las mujeres. Por ejemplo, hoy en día en distintos lugares del mundo, si una mujer adopta una postura política, social, espiritual, familiar o medioambiental, si se atreve a decir que el rey va desnudo o si habla en nombre de los que sufren o los que no tienen voz, con demasiada frecuencia se examinan sus motivos para averiguar si se ha "desmadrado", es decir, si se ha vuelto loca. El destino final de una niña salvaje nacida en el seno de una comunidad rígida es la ignominia de verse esquivada por los demás. Los que la esquivan tratan a la víctima como si no existiera. Le niegan el interés espiritual, el amor y otras necesidades psíquicas. El propósito de todo ello es obligarla a adaptarse a las normas so pena de matarla espiritualmente y/o expulsarla de la aldea para que languidezca hasta morir en el desierto. Si se esquiva a una mujer, ello se debe casi siempre a que ha hecho o está apunto de hacer algo de carácter salvaje, las más de las veces algo tan sencillo como expresar una opinión ligeramente distinta o vestirse con un color considerado impropio, es decir, se debe tanto a cosas muy pequeñas como a cosas grandes. Hay que recordar que una mujer oprimida no es que se niegue a encajar sino que no puede encajar sin morir al mismo tiempo. Está en juego su integridad espiritual, por lo cual tratará de liberarse por todos los medios a su alcance por muy peligrosos que éstos sean. (...) El hecho de ser buena, ordenada y obediente en presencia del peligro interior o exterior o con el fin de ocultar una grave situación de la psique o de la vida real priva a una mujer de su alma. La aísla de su sabiduría y de su capacidad de actuar. Como la niña del cuento que no protesta demasiado, que intenta disimular su hambre y aparentar que no arde nada en su interior, las mujeres modernas padecen el mismo trastorno consistente en normalizar lo anormal. Se trata de un trastorno que está a la orden del día en muchas culturas. El hecho de normalizar lo anormal hace que el espíritu, que en condiciones normales se apresuraría a corregir la situación, se hunda en el tedio, la complacencia y, en último extremo, en la ceguera(..) (…) La normalización de lo anormal incluso en el caso de que no quepa la menor duda de que ello va en detrimento de la propia persona se aplica a todas las palizas que se propinan a las naturalezas físicas. emocionales, creativas, espirituales e instintivas. Las mujeres se enfrentan con esta cuestión cada vez que los demás las aturden para obligarlas a hacer otra cosa que no sea defender la vida de su alma contra las proyecciones invasoras de carácter físico, cultural o de otro tipo. Nuestra psique se acostumbra a las descargas dirigidas contra nuestra naturaleza salvaje. Nos adaptamos a la violencia contra la sabia naturaleza de la psique. Procuramos ser buenas normalizando lo anormal y, como consecuencia de ello, perdemos nuestra capacidad de huir. Perdernos la capacidad de defender los elementos del alma y de la vida que a nuestro juicio son más valiosos. (…) Perdemos tantas cosas significativas cuando abandonamos la vida hecha a mano que necesariamente tienen que producirse toda suerte de lesiones en la psique, la naturaleza, la cultura, la familia, etc. El daño a la naturaleza es concomitante con el aturdimiento de la psique de los seres humanos. Ambos van -y deben considerarse unidos. cuando un grupo comenta lo mucho que se equivoca lo salvaje y el otro grupo replica que lo salvaje ha sufrido un agravio, hay algo que falla drásticamente. En la psique instintiva, la Mujer Salvaje contempla el bosque y ve en él un hogar para sí misma y para todos los seres humanos. Pero otros, al contemplar el mismo bosque quizá lo vean como un terreno sin árboles e imaginen sus bolsillos llenos a rebosar de dinero. Se trata de graves fracturas en la capacidad de vivir y dejar vivir de manera que todos podamos vivir.(..) Aunque no cabe duda de que se aprenden muchas cosas, disolviendo las propias proyecciones (eres cruel, me haces daño) y contemplando hasta qué extremo nosotras somos crueles y nos hacemos daño, la investigación no tiene en modo alguno que acabar aquí. La trampa que hay en el interior de la trampa es pensar que todo se arregla disolviendo la proyección y buscando la conciencia que tenemos dentro. Eso es cierto algunas veces y otras no. En lugar de perder el tiempo con el paradigma de "o eso/o lo otro" -aquí afuera ocurre algo o nos ocurre algo a nosotros-, es más útil emplear un modelo de "y/y". Este modelo tiene en cuenta la cuestión interior y la cuestión exterior, permite una investigación más exhaustiva, es mucho más curativo en todas direcciones y presta su apoyo a las mujeres para que pongan en tela de juicio el statu quo con más confianza, para que no se miren únicamente a sí mismas sino que miren también el mundo que accidental, inconciente o maliciosamente ejerce presión sobre ellas. El paradigma del "y/y" no debe utilizarse como modelo de reproche al propio yo o a los demás, sino más bien como un medio de sopesar y juzgar el sentido de la responsabilidad tanto interior como exterior y lo que se tiene que cambiar, pedir o sombrear. Detiene la fragmentación cuando una mujer trata de reparar todo lo que tiene a su alcance sin menospreciar sus propias necesidades ni apartarse del mundo. (…)Casi todas las mujeres han sido capturadas por lo menos durante algún tiempo y algunas durante períodos muy prolongados. Algunas sólo han sido libres in utero. Y, durante su cautiverio, todas pierden cantidades variables de instinto. Algunas pierden el instinto que percibe quién es una buena persona y quién no y, como consecuencia de ello, suelen extraviarse. Otras ven mermada su capacidad de reaccionar ante las injusticias y se convierten en involuntarias mártires dispuestas a tomar represalias. Otras sufren un debilitamiento del instinto de huida o de lucha y se convierten en víctimas. La lista es interminable. En cambio, la mujer que conserva su mente salvaje rechaza los convencionalismos cuando no son nutritivos ni sensatos. (…) Janis hizo otro intento de adaptarse a las normas antes de iniciar el descenso al abismo de la posesión. Se unió al grupo de otras poderosas pero lastimadas mujeres que actuaban como chamanes ambulantes para las masas. Ellas también se agotaron y cayeron del cielo. Frances Farmer, Billie Holiday, Anne Sexton, Sylvia Plath, Sara Teasdale, Judy Garland, Bessie Smith, Edith Piaf y Frida Kahlo; por desgracia, la vida de algunos de nuestros prototipos preferidos de salvajes artistas terminó prematura y trágicamente. Una mujer fiera no es lo bastante fuerte como para representar un ansiado arquetipo para todo el mundo sin desmoronarse. La fiera tendría que estar inmersa en un proceso curativo. No le pedirnos a una persona que se encuentra en vías de recuperación que suba el plano al piso de arriba. La mujer que regresa necesita tiempo para recuperar las fuerzas.
(…)Cuando, en los casos más extremos, la naturaleza salvaje ha sido
prácticamente aniquilada, cabe la posibilidad de que se produzca en la mujer un deterioro y (...) lo más probable es que la mujer se sienta muerta. Que no se sienta ni bien ni mal; simplemente que no sienta nada. Desde un punto de vista psíquico, es bueno hacer un alto en el camino, crearse un lugar donde descansar y recuperarse tras haber escapado de una carestía alimenticia. No es demasiado tomarse uno o dos años para examinar las propias heridas, buscar una guía, aplicar medicinas y pensar en el futuro. Uno o dos años son muy poco tiempo. La fiera es una mujer que regresa. Está aprendiendo a despertar, a prestar atención, a dejar de ser ingenua y desinformada. Asume la responsabilidad de su propia vida. Para reaprender los profundos instintos femeninos reviste vital importancia comprender ante todo de qué manera éstos fueron decomisados. Tanto si las lesiones se infligieron al arte, las palabras, los estilos de vida, los pensamientos o las ideas, y aunque la mujer se haya metido a sí misma en un enredo, conviene que se abra paso a través de la maraña y siga adelante. Más allá del deseo y del anhelo, más allá de los métodos cuidadosamente razonados acerca de los cuales nos gusta hablar y hacer proyectos, una simple puerta está esperando que la crucemos, Al otro lado están los nuevos pies. Crúzala. A rastras, en caso necesario. Del a de hablar y de obsesionarte. Limítate a hacerlo. No podemos controlar quién nos trae a este mundo. No podemos influir en la educación que nos han dado; no podemos obligar a la cultura a convertirse instantáneamente en hospitalaria. Pero la buena noticia es que, incluso tras haber sido heridas, incluso en nuestro estado de fieras e incluso cuando nos encontramos todavía en situación de cautividad, podemos recuperar nuestra vida. El plan psicológico del alma para regresar al propio interior es el siguiente: tomar medidas especiales de precaución y perderse poco a poco en lo salva)e, creando estructuras éticas y protectoras que nos ayuden a conseguir las herramientas necesarias para medir en qué momento algo es excesivo. (Por regla general, la mujer ya es muy sensible al momento en que algo es demasiado poco.) Por consiguiente, el regreso a la psique libre y salvaje tiene que llevarse a cabo con audacia pero también con reflexión. En psicoanálisis nos gusta subrayar que para convertirnos en sanadores/ayudantes es tan importante aprender lo que no hay que hacer como lo que hay que hacer. El regreso a lo salvaje desde la cautividad tiene que hacerse con las mismas precauciones. Vamos a examinarlo con más detenimiento. Los peligros, las trampas y los cebos envenenados que acechan a la mujer salvaje son los propios de su cultura. Aquí he enumerado los que son comunes a la mayoría de las culturas. Las mujeres pertenecientes a distintas etnias y religiones tendrán percepciones específicas adicionales. Estamos trazando en sentido simbólico el mapa de los bosques en los que vivimos. Estamos señalando dónde habitan los depredadores y describiendo su modus operandi. Dicen que una loba conoce todas las criaturas de su territorio en varios kilómetros a la redonda. Este conocimiento le permite vivir con la máxima libertad posible. La recuperación del instinto perdido y la curación del instinto lesionado está realmente al alcance de nuestra mano, pues éste regresa cuando una mujer presta atención, escuchando, contemplando y percibiendo el mundo que la rodea y actuando tal como ve actuar a las demás mujeres; con eficiencia, eficacia y sensibilidad. La ocasión de observar el comportamiento de las restantes mujeres que conservan los instintos intactos es esencial para recobrar el instinto. Al final, el hecho de prestar atención, observar y comportarse de una manera integral se convierte en una pauta con un ritmo determinado que se practica y se aprende hasta que vuelve a convertirse en automática. Si nuestra naturaleza salvaje ha sido herida por algo o por alguien, nos negarnos a echarnos al suelo y morir. Nos negamos a normalizar esta herida. Recurrimos a nuestros instintos y hacemos lo que hay que hacer. La mujer salvaje es por naturaleza vehemente y talentosa. Pero, como consecuencia de su alejamiento de los instintos, es también ingenua, está acostumbrada a la violencia y acepta sumisamente la expatriación y la exmatriación. Los amantes, las drogas, la bebida, el dinero, la fama y el poder no pueden reparar demasiado el daño que ha sufrido. Pero sí puede hacerlo un gradual regreso a la vida instintiva. Para ello, una mujer necesita a una madre, una madre salvaje "suficientemente buena". ¿Y a que no saben quién está esperando convertirse en esta madre? La Mujer Salvaje se pregunta por qué razón la mujer tarda tanto en estar con ella, no simplemente algunas veces o cuando le interesa sino de manera habitual. (…) Una de las cosas más importantes que podemos hacer es entender la vida, cualquier manifestación de vida, como un cuerpo viviente en sí mismo, que respira, renueva sus células, cambia de piel y se desembaraza de los materiales de desecho. Sería una estupidez pensar que nuestros cuerpos no producen materiales de desecho más de una vez cada cinco años. Sería necio creer que, por el hecho de haber comido hoy, mañana no estaremos hambrientos. Y también sería estúpido creer que, una vez resuelta una cuestión, la habremos resuelto definitivamente, y, una vez aprendida una cosa, siempre seremos concientes de ella. No, la vida es un gran cuerpo que crece y disminuye en distintas zonas y a distintos ritmos. Cuando nos comportamos como el cuerpo, trabajando con vistas al nuevo desarrollo, abriéndonos paso entre la mierda, respirando o descansando, estamos muy vivas y nos encontramos en el interior de los ciclos de la Mujer Salvaje. Si consiguiéramos comprender que nuestra tarea consiste en seguir realizando la tarea, nos sentiríamos mucho más orgullosas y estaríamos mucho más tranquilas. Es posible que, a veces, para conservar la alegría tengamos que luchar por ella, renovar nuestras fuerzas y combatir a tope en la forma que consideremos más sagaz. Para preparar el asedio puede que tengamos que prescindir de las comodidades durante algún tiempo, Podemos pasarnos sin la mayoría de las cosas durante prolongados períodos de tiempo, podemos prescindir prácticamente de todo menos de nuestra alegría, de nuestras zapatillas hechas a mano. El verdadero milagro de la individuación y la recuperación de la Mujer Salvaje consiste en que todas iniciamos el proceso sin estar todavía preparadas, sin haber cobrado la suficiente fuerza y sin saber 1 'o suficiente; iniciamos un diálogo con los pensamientos y los sentimientos que nos cosquillean y retumban como truenos en nuestro interior. Contestamos sin haber aprendido el lenguaje y sin conocer todas las respuestas, sin saber exactamente con quién estamos hablando. Pero, como la loba que enseña a sus crías a cazar y a cuidar de sí mismas, la Mujer Salvaje brota en nuestro interior y nosotras empezamos a hablar con su voz y asumimos su visión y sus valores. Ella nos enseña a enviar el mensaje de nuestro regreso a las que son como nosotras.