Los Chinos de Ultramar 3 Web v2

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RONALD SOTO-QUIRÓS

DAVID IGNACIO IBARRA ARANA


LAI SAI ACÓN CHAN
editores

LOS CHINOS
DE ULTRAMAR:
represiones, resistencias
y resiliencias

Prefacio y adenda literaria de


Humberto Rodríguez Pastor

Colección “EL PACÍFICO, UN MAR DE HISTORIA”

“Divulguemos la Historia para mejorar la sociedad”


colección: “el pacífico, un mar de historia”

comité editorial
Lothar Knauth
Luis Abraham Barandica
José Luis Chong

asesor editorial
Ricardo Martínez (Universidad de Costa Rica)

consejo científico
Flora Botton (El Colegio de México)
David Kenley (Dakota State University)
Eduardo Madrigal (Universidad de Costa Rica)
Manel Ollé (Universidad Pompeu Fabra)
Edward Slack Jr. (Eastern Washington University)
Carmen Yuste (Universidad Nacional Autónoma de México)
José Antonio Cervera (El Colegio de México)
Isaura Cecilia García López (Benemérita Universidad Autónoma de Puebla)
Ismael García Castro (Universidad Autónoma de Sinaloa)
Ronald Soto-Quirós (Universidad de Burdeos)

Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

©2
 007, Palabra de Clío, A. C.
Insurgentes Sur # 1814-101. Colonia Florida.
C.P. 01030 Mexico, D.F.

Corrección de estilo: Víctor Cuchí Espada


Diseño de cubierta, interiores y maquetación: Patricia Pérez Ramírez
Foto de cubierta: Benjamin J. Lindsay, Old Marblehead Sea Captains and the Ships in Which They Sailed
(Marblehead: Marblehead Historical Society, 1915), 50.

Primera edición: julio de 2021

Colección "El Pacífico, un mar de Historia"


ISBN: 978-607-97048-1-0
Volumen 7 “Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias”
ISBN: 978-607-8719-12-9

Impreso en Impresora litográfica Heva, S. A.

Todos los derechos reservados. Los contenidos e ideas expuestas en este trabajo son de exclusiva res-
ponsabilidad de los autores.

www.palabradeclio.com.mx

Impreso en México - Printed in Mexico


Índice

Prefacio
Humberto Rodríguez Pastor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 7

Presentación . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23

Capítulo 1. Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas


y arribos en la década de 1850
Ronald Soto-Quirós . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 33

Capítulo 2. Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas


de asiáticos en Cuba (1847-1874)
Imilcy Balboa Navarro . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 97

Capítulo 3. Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba


y Nueva Granada a mediados del xix
Hernando Cepeda-Sánchez y Óscar Domínguez-Portugal . . . . . . . . . . . . . . 131

Capítulo 4. Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba


y el Perú durante el siglo xix
Benjamín N. Narváez . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 169

Capítulo 5. Crónicas de José Martí sobre


la inmigración china en California
Manuel Ramón Castro Hernández . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 211
Capítulo 6. Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas
a principios del siglo xx: estudio de El Ecuador. Guía comercial,
agrícola e industrial de la República de 1909
María José Borja, Cristian Mejía y Luis Felipe Borja . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 259

Capítulo 7. Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano


de algunas ciudades del imaginario chino en el Pacífico costarricense
Lai Sai Acón Chan . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 301

Capítulo 8. Tusán, capataz y alcalde: el caso de


Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara
Lorena Cuya Gavilano . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 349

Adenda literaria. Chino culí traductor en juicios


Humberto Rodríguez Pastor . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 381

Biografías y resúmenes . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 391


Prefacio1

Iniciamos esta responsabilidad ofreciendo breves comentarios a los capítulos


que incluye el presente volumen tres de la serie Los chinos de ultramar. No será
uno y luego el siguiente en orden sucesivo tal como está en esta obra, preferimos
la idea de ir de lo familiar a lo complejo según personal claridad.
La biografía de Enrique Baca nos muestra, a pesar de que se basa en teorías
bien comprendidas, la evidente dificultad de ofrecer siempre completo un caso
de historia de vida; razón evidente en este caso: no habla el biografiado, y si lo
hiciera no diría todo de él ni a su pariente, la autora de este capítulo. Todos guar­
damos para nosotros mismos sucesos personales que preferimos no decirlos a
nadie. Lo que ahora si se puede leer es de acuerdo con lo que Lorena Cuya halló
y ordenó. No es difícil ampliar en otra ocasión la vida de ese tusán, su pariente,
recurriendo —si hubiera— al archivo del molino donde Baca fue capataz, o en
la archivalía del distrito donde fue alcalde o en el de Ferreñafe, o ir a informa-
ción de repositorios (parroquia, municipalidad) zañeros y a investigadores de Zaña,
uno de ellos el erudito llamado Luis Rocca Torres. Deben ser muchos los casos de
tusanes hijos de chinos en cargos públicos en los mismos años que Baca. Su caso
es algo especial, pues cumple ese cargo solo 5 años después de haberse creado el
distrito. Bien que haya este avance y su entorno histórico que podría completarse.

1
Agradezco a mi nieto Luis Rodríguez Pastor por la prolija revisión del texto que ha llevado a
cabo, contribuyendo con su limpieza y cuidado.

7
8
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

También está presente Perú en el capítulo de Benjamín N. Narváez, cuya


tesis doctoral2 es una comparación entre chinos del país sudamericano con los
de Cuba. En ambos casos hubo variadas formas de resistencia mas solo en Perú
hubo importantes rebeliones, esto debido, afirma Narváez, a la existencia de di­
ferencias sociopolíticas. Un factor con el que coincidimos pareciera y que es
fundamental, las probabilidades de gobernabilidad; el Estado peruano, decimos,
no ingresaba para nada en las grandes propiedades agrícolas, no cobraba ni im­
puestos y era una norma que dentro de ellas hubiera decisiones judiciales me-
nores. Mientras que por esos mismos años España dirigía el poder en Cuba con
control tal que hasta llevaba buenas estadísticas para satisfacción de investiga-
dores como Juan Pérez de la Riva.
Perú y Ecuador tienen límites fronterizos y no solo por eso nos acercaremos
al estudio de colegas ecuatorianos que, entre otros recursos, utilizan y analizan
como fuente una guía comercial y agrícola. El título de este capítulo que eviden­
cia su contenido nos dice sobre el auge de los negocios en la provincia del Guayas
cuya capital, Guayaquil, concentra a chinos comerciantes que mayormente in-
migraron libremente, como casi todos los de ese país. Ese límite entre ambos
países al igual que en muchos sitios del mundo era (y es) permeable. Gente y
otras fuentes de regiones peruanas colindantes pueden dar testimonio de chinos
trasgresores que residiendo en Perú, y en tanto que ahí no les iba bien, simple-
mente cruzaron de manera ilegal y se instalaron al otro lado. ¿Desde cuándo y
cuántos? Nunca lo sabremos ni peruanos ni ecuatorianos, pero sí podrían dar
detalles los muchos comerciantes chinos guayaquileños y los de otras regiones de
esa nación, pues se trata de parte de su propia historia local como comunidad
migrante. Este artículo es meritorio en tanto el número de chinos en Ecuador
siempre fue poco y por tanto las fuentes son igualmente escasas, y quienes lo
escriben están agrupados y nos parece —alguna vez estuvimos comunicados—
que irán juntos en este tipo de actividad académica.

2
Benjamín Nicolás Narváez, “Chinese Coolies in Cuba and Peru: Race, Labor, and Immigration,
1839-1886” (Dissertation Doctor in Philosophy, The University of Texas at Austin, 2010).
9
Prefacio

Las crónicas de José Martí sobre situación de los inmigrantes chinos asenta­
dos en California, en el artículo de Manuel Ramón Castro, se basa en artículos
periodísticos. En ellos se denuncia el trato inhumano y xenofóbico con los chinos
posiblemente ferrocarrileros. Observamos en este y otros casos que la xenofo-
bia se acentúa cuando buena parte de esos (y otros) inmigrantes llegan a edades
maduras y se encuentran físicamente menos productivos, frase usual, fue un mal
necesario. El poeta y luchador por la libertad de Cuba, Martí, estuvo también
bastante interesado sobre chinos en su país y de manera notable por la cultura
de la civilización china. Por todo esto, su inquietud por los chinos de California
solo es muestra de su personal continuum de inquietudes. Y es algo más de lo
dicho, su interés es plasmación de su sensibilidad humanística que ya como can-
tante lírico en sus poesías nos decía que le agradaba cultivar para todos rosas
blancas y no ortigas ni cardos. Escribir por compartir el dolor ajeno como moti-
vación es un ingrediente más que hacerlo solo con frialdad académica y racional.
Examinar recontratas es, en realidad, ingresar a lo que sucedía cuando un
chino contratado finalizaba sus años obligatorios en ultramar. En el caso de Cuba,
que es el que trabaja Imilcy Balboa, era una obligación. Se trataría nuevamente
de las mayores posibilidades españolas de ejercer gobernabilidad, que mantenía
aún como colonia a ese país isleño. En Perú, fueron muy frecuentes las recon-
tratas con los hacendados y era una opción que el culí decidía con libertad; el
poder de los terratenientes no era absoluto, hubo grietas donde pasaba luz y por
eso ocurría cierto equilibrio balanceado inevitablemente a un lado. El aprovecha­
miento se hallaba en el plus trabajo y en la necesidad de conservar como fuera
a los semiesclavos por la evidente escasez de fuerza laboral en un país donde era
frecuente usar la alegoría de ser como la Venus de Milo, le faltaba brazos. ¿Cómo
fue en otras partes?
Esos destinados cruzados del que tratan los colegas Cepeda y Domínguez
son similares en casos de muchos otros países, desde el uso de argucias en la
legitimación de la trata amarilla, así como las muy variadas reacciones o respues­
tas de los colonos chinos. Eso nos hace pensar que todos se hallaban dentro de un
mismo proceso mundial del desarrollo del capitalismo posrevolución industrial
10
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

en Europa. Si bien hubo similitudes también hubo desemejanzas, cada país traía
mucho de lo propio.
Ronald Soto-Quirós nos dice que la llegada de culíes a Costa Rica no fue
de grandes magnitudes como si ocurrió en Perú y Cuba. De manera contraria,
las dimensiones sobre sus averiguaciones de ese grupo pequeño no son pocas
(¿exhaustivas?) e impresiona su seriedad mostrada en cada una de sus afirmacio­
nes. Las hace a continuación de una minuciosa lectura de fuentes, incluyen­do
el aporte sobre la palabra culí que además es un anexo muy útil. A esos culíes los
“vemos” hasta el momento que llegan, en la década de los años 1850, a las hacien-
das costarricenses. Y el colega casi nos transmite su lamento que ahí se queda
por desconocer ocurrencias en la vida del inmigrante como trabajador agrícola.
Lai Sai Acón Chan también nos ofrece información histórica sobre los
chinos en Costa Rica. Su interés es dónde se ubican cuando van asentándose en
varios pueblos de la costa del Pacífico. Encuentra un patrón de comportamien-
to, se instalan en locaciones centrales, enclaves. En este caso no funcionaba el
sistema filosófico del Feng Shui: predominaba la natural exigencia del comer-
ciante de quedarse ahí donde pudiera estar cerca del comercio. En Perú el patrón
fue poner la tienda donde hubiera desde antes establecida una concurrencia
natural de personas, esos eran los mercados de abastos, y en Lima, así surgió una
ciudadela china junto al mercado principal de esta capital. Y como había varios
otros mercadillos, cercanamente brotaron los minis-Chinatowns. Tema compa­
rable, como ya avanza la colega tusán, poniendo el caso de California.
Como una segunda parte de este prefacio me interesa ofrecer algunas ideas
acerca de las fuentes sobre inmigrantes chinos en ultramar de aquella parte de
América incluidas en los trabajos de este volumen. No haremos críticas a las
fuentes utilizadas por los autores, sino observaciones que surgen a partir de los
varios temas (similares o próximos) existentes en sus ponencias; inevitablemen-
te, añado —quizás en exceso— cuotas de mi propia experiencia, que no es poca:
son varias las décadas en las que me desenvuelvo en este menester académico.
Aparece con claridad que quienes escriben sobre países en los que esta
particular inmigración asiática ha sido escasa, difiere de aquellos que nos dan
11
Prefacio

artículos sobre sociedades en las que los chinos inmigrantes fueron numerosos.
Esta diferencia se debe a la cantidad de investigadores, sus resultados (que ine-
vitablemente se leen y se aprende acumulativamente), metodologías y técnicas
utilizadas, así como al mayor uso de fuentes. Nos parece, sin embargo, que unos
y otros no se han acercado a potenciales fuentes primarias, de las que hablaremos
más adelante. Algo que debo decir es que me ha impresionado que, en Costa
Rica, donde no abundan estos inmigrantes, haya un grupo de investigadores
bien cohesionados que justamente son, como muestra de su interés, los impul-
sores de estos volúmenes sobre los chinos de ultramar. Ni en Perú, ni en Cuba
—que tienen impresionantes volúmenes de inmigraciones chinas— ocurre algo
envidiablemente similar.
Es también claro que un investigador busca y/o requiere fuentes según su
tema, tipo de escrito, objetivos, hipótesis, dimensión o preguntas de lo que
explora. Creo, empero, que cualquier trabajo de investigación finalizado es sus-
ceptible de ser continuado y es muy necesario usar fuentes inéditas que den
nuevos datos e información indispensables: inquietudes de sagas (obsesivas, algo
intensas o suaves) que, con frecuencia, quedan en nosotros y nos persiguen.
En casi todos los tiempos históricos pasar una frontera siempre ha tenido
sus bemoles, más aún cuando se trata de límites entre estados-naciones. A cual-
quier inmigrante le esperan toneladas de resmas de papel escritos con leyes,
normas, reglamentos, protocolos, así como personal especializado en los acce-
sos a esas fronteras exigiendo pasaporte con visas, documentación médica, re-
visando maletas y —por prolijos— las valijas de mano, diciendo “Esto sí, esto
no”, o “Vaya a tal ventanilla a pagar impuesto por importación”. En el período
de la inmigración china que nos interesa ya había normatividad y en los puertos
de partida de los culíes estaban los cónsules y los galenos, que los revisaban
hasta en las partes íntimas.
Al arribar al puerto de su destino, solo eran números (“Fragata Clotilde
con 345 chinos”), no hay apelativos registrados de los 100.000 culíes que llega-
ron al Callao ni de los 150.000 que desembarcaron en La Habana. Llegaban,
los colocaban en tren, carretas con bueyes o los hacían caminar para ser puestos
12
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

de inmediato en las barracas o galpones de las haciendas y, muy pronto —luego de


horas o pocos días de aclimatación— al trabajo con machete, si el destino era el
de las plantaciones cañeras, o a recoger (pañar) algodón si algodoneras, o a sacar
hojas cuidadosamente si tabacaleras; teniendo siempre, tras ellos, a los capora-
les con un papel en la mano (para dejar constancia de la asistencia diaria) y un
chicote en la otra (para acelerar a los flojos).
En estas empresas agrarias ya había reglamentos de lo que debían y lo que
podían hacer esos orientales, quienes, sin saber leer en escritos de lenguas lo-
cales, las aprendían porque las vivían; este tipo de normatividades como fueron
escritas en papel y tinta, nos han sido útiles a los investigadores. Curioso: sien-
do el cimarronaje un mal endémico, no hubo legislación estatal por este asunto,
pero sí hubo protocolos internos sobre qué hacer si un culí fugaba. No faltaba
peón propatronal que persiguiera, y si aprehendía, recibiera su comisión, mien-
tras que el fugitivo pagaría su audacia con más tiempo de trabajo. Y no se redac­
taba nada por escrito si había faltas graves (como asesinar a un representante
del patrón), pero la sanción aceptada (en casos que conocemos) era la ejecución
al asesino, así se perdiera dinero o se tratara de “un brazo menos” como sollo-
zaban los hacendados.
En esta normatividad —inmediata durante el trabajo día a día— una cosa
era lo escrito y otro su uso. A un averiguador científico le interesa la realidad
de las aplicaciones más que la letra escrita. Esto mismo debemos de tener en
cuenta en la lectura de guías comerciales y agrícolas, en las contratas (que siem-
pre incluyen mutuas obligaciones) y ante la realidad de las leyes. Es usual escu-
char la frase “Hecha la ley, hecha la trampa”, pues hacer trampa es frecuente y
hasta necesario, si es que la ley nos es adversa: sería ingenuo creer que toda
legislación es buena y que se debe cumplir.
Hubo en muchos lugares leyes antichinas, que se sustentaban en la idea de
razas superiores e inferiores (recordamos palabras de la época que hemos leído
con asco: “No es la raza que nos conviene”). Desde los culíes hasta los chinos
inmigrantes libres supieron escabullirse de leyes que les ponían parámetros a
sus inquietudes de integración y de enriquecimiento. Llama la atención, cier-
13
Prefacio

tamente, que ellos conocieran muy rápidamente esa legislación. En mi país


había peruanos que no eran abogados y conocían bien de leyes, juicios, normas
procesales, incisos precisos de defensa, a quienes se les llamaba leguleyos; nos
parece que por dinero “ayudaron” a chinos cuando debían enfrentarse a proce-
sos judiciales de diversa magnitud, aunque también hubo exculíes chinos legu-
leyos y fueron intérpretes en estos ejercicios.
Pero hay instituciones —con su parafernalia reglamentaria— de la que re­
sulta imposible (o muy difícil) escabullirse. Si cualquiera pretende montar un
negocio, debe de pedir autorización a la municipalidad de la jurisdicción donde
lo pondrá: chino que va a poner su tienda, hace la solicitud, espera que la apruebe
el concejo municipal y recién puede abrir puertas. Esta norma hispánica, lejos
de perder vigencia, ha crecido con el tiempo. De todo esto, lo bueno para un
investigador histórico-social es que en los archivos queda la solicitud y lo que
se decide queda anotado en los libros de actas de la municipalidad. En ese tipo
de documentos se hallan ocurrencias de esa tienda del chino y de otras mil más,
aunque algo imposible de apreciar son las modalidades de la competencia entre
todos esos comerciantes (entre ellos o con cualquier otro). Para saber este asunto,
en una investigación hay que recurrir a otros tipos de fuentes orales o escritas.
Una observación adicional es que nos hemos topado con la casi imposibili­
dad de utilizar fuentes tangibles de los propios inmigrantes: hemos vivido serias
dificultades para obtener de ellos información oral (más de los de primera ge-
neración que de los de la segunda y de las siguientes). Los que recién llegaron
a nuestros puertos —forzados, compelidos o voluntariamente— no han escrito
sobre sus experiencias, ni estuvieron muy dispuestos (hasta donde nos consta)
a ayudar con encuestas o entrevistas. Quizás, porque integrarse a una sociedad
diferente —donde se recibió maltratos de todo tipo— atesta las opciones del pen-
samiento de un migrante. Ni Cuba ni Perú tienen una autobiografía de algún
culí, y no porque no supieran escribir en sus propios ideogramas (huiyi) o carac­
teres (hànzi), pues, hubo analfabetos y alfabetos. En el caso peruano, fue redac-
tado todo un informe hecho por el hijo de un mandarín que —por vicisitudes
que conocemos poco— terminó de culí; su informe llegó a China donde está
14
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

alojado en algún archivo o se encuentra en un repositorio de Taiwán. Y, ojalá,


algún investigador lo ubique y utilice: debe de ser más que una joya de jade.
Tampoco se sabe que existiera una de estas autobiografías de chinos que
estuvieron en alguna actividad comercial, a pesar de que este ha sido —por do­
quier— el más frecuente quehacer económico. Hubiera ayudado ya que comple­
mentaría en mucho el conocimiento de estos comerciantes si pudiéramos, como
investigadores, trabajar los libros de contabilidad de ese mundillo comercial, es
decir los libros legalmente obligatorios (en los casos de países que conocemos),
que, por lo demás, debían tenerse al día para mostrarlos a empleados públicos
si inesperadamente los solicitaban.
Ni siquiera hemos visto esas libretitas de tenderos de modestas tiendas,
pero sí con clientes conocidos (vecinos), en las que se anotaban deudas individua­
les a cobrarse en una semana, en la quincena o a fin de mes. Estos serían núme-
ros etnográficos que ayudarían mucho en un artículo o libro sobre el tema que
permitiría entender una lógica oriental sui géneris de hacer negocios. Además
de ello, no sabemos de culíes ni comerciantes que hayan ofrecido extendida
información a una persona que no fuese a uno de los suyos; pero quizás sí deja­
ron algún indicio de su vida pasada en alguna caja escondida, en un rincón os-
curo que con linterna y lupa se debe de buscar.
Hay, sí, correspondencia de chinos alfabetos con amigos y parientes en
China. Con pesar, nunca hemos visto que hayan sido utilizadas, pero sí conoce­
mos del uso de cartas entre inmigrantes italianos y sus familias residentes en la
extensa península itálica3, y hay algo parecido de misivas intercambiadas entre
miles de personas que participaron en la Guerra de Secesión (1861-1865), en
el actual Estados Unidos de Norteamérica. Tengamos, pues, en cuenta que son
también una fuente por trabajar las cartas, los telegramas y las tarjetas postales,
fotos en sepia, sin olvidar, el contexto de los cementerios con sus lápidas y has-
ta mausoleos donde se ven referencias al difunto escritas en chino y castellano.
Qué distinto hubiera sido saber de las motivaciones, sentimientos y sensaciones

3
Giovanni Bonfiglio, El baúl de la memoria (Lima, Perú: Fondo Editorial del Congreso, 2002).
15
Prefacio

de un culí cimarrón si él mismo los hubiera narrado por carta u ofrecido oral-
mente a alguien que anotara esos datos que nos parecerían igualmente preseas.
El cimarronaje, recordemos, fue endémico donde estuvieron presentes es-
tos semiesclavos trabajadores, sea que hayan estado en faenas de campo, poblados
medianos o en ciudades. Lo que se sabe de estos fugitivos es lo que los propios
patrones dejaron constancia en sus llorosas misivas, en sus libros de contabilidad
y, con harta frecuencia, en periódicos4. Quizás haya algo mayor si es que hubo
algún litigio judicial entre dos patrones que aseguraban que el fugitivo era su
contratado y aún le faltaba años por cumplir; en los expedientes podría haber
datos interesantes (por ejemplo, las razones de la huida), y la cosa sería aún
mejor si la fuga fuese de un grupo, ya que varios darían sus versiones. Asegura-
mos que hemos visto y trabajado expedientes como el que ponemos de ejemplo.
Tampoco hay, muy a nuestro pesar, información personal en biografías
realizadas a chinos inmigrantes que hayan sido investigados por sus parientes
o por otros indagadores académicos de buena fe. Incluso no hay fotografías, o
son escasísimas, ya que era bastante complicado fotografiar en tiempos pasados
(cámaras de fuelle para negativos en vidrio, si nos remontamos al siglo xix). En
el Perú, donde arribaron 100.000 culíes en veinticinco años durante esta cen-
turia, sus fotos no llegan a la decena.
Y es bastante diferente si se trata de cualquiera de las generaciones de los
tusanes que siguen, más aún si han tenido cargos públicos. Las posibilidades
son múltiples, incluso se tienen valiosas novelas y cuentos escritos por tusanes,
útiles en nuestros afanes investigatorios siempre y cuando tengan en cuenta sus
propias vidas o las de sus antecesores; la percepción en novelas y cuentos de no
tusanes igualmente se puede hallar e interesan: todo esto, como siempre, hay
que tomarlo con cuidados hermenéuticos. Es del caso indicar que, en ciertas

4
Humberto Rodríguez Pastor, “Chinos cimarrones en Lima. Rostros, facciones, edades, apelati­
vos, ropaje y otros pormenores”, en Investigaciones Sociales [Universidad Nacional Mayor de San
Mar­cos, Lima] 3 (1999): 9-26. Para este artículo se utilizaron 276 avisos periodísticos colocados
y pagados por los patrones de quienes sus culíes habían fugado. Ver: https://revistasinvestigacion.
unmsm.edu.pe/index.php/sociales/article/view/6647
16
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

partes, las biografías de chinos inmigrantes trabajadas por sus descendientes van
apareciendo con más frecuencia, tendencia que continuará, pues entre ellos hay
cada vez más profesionales que escriben.
En este acápite quisiera referirme a los archivos y al trabajo de un investi-
gador en ellos. Buscar la información necesaria en un repositorio conlleva cier-
ta característica necesaria del científico: tener no solo la paciencia de Job sino
la tozudez de un pájaro carpintero o la obstinación del ángel de la guarda o de
tu misma sombra. Un archivo es un socavón minero donde pico en mano pue-
des estar días, semanas sin encontrar nada; pero si encuentras veta eres rico. La
persistencia del trabajo en un archivo es posterior a un proyecto de investigación:
si no lo tienes te ahogas en el mar, si lo tienes distingues el pez que deseas pes-
car de aquel que no te interesa. Aunque con inquietudes iniciales y el ver infor-
mación archivística y bibliográfica de tu tema, permite avanzar en el proyecto.
Un proyecto nunca es estanco en su implementación, tus preguntas pueden
cambiar o mejorar conforme vas hallando información. En un archivo no hay una
información definitiva, son gota a gota que se convierte recién en chorro o in­for­
mación de peso, es allí donde deben salir los espíritus de Job y del pájaro carpin­
tero. Por supuesto que hay archivos y archivos, desde un principio se puede intuir
que donde se dirige con sus fichas ahí podría hallar una veta; pero también puede
acontecer lo contrario. Es frecuente en archivos en los que libros y papeles aún no
están clasificados ni ordenados, es ya decisión del averiguador si inicia la aper-
tura de un socavón. No dudo de la importancia del trabajo en archivos para las
investigaciones sobre los inmigrantes chinos. Como fueron miles los que llegaron
a Perú, los “vimos” y anotamos sus datos y de sus familias en decenas de archivos
parroquiales y municipales. Y no hemos terminado con esta faena de mineros.
Hay una fuente5 de mucha calidad sobre las incidencias en el traslado de
culíes de China a América que, a pesar que solo trata de la transferencia de China

5
Nos referimos a The Cuba Commission Report. A Hidden History of the Chinese in Cuba, realizado
en 1874. La edición de The John Hopkins University Press, Baltimore y Londres, publicada en
1993, contiene una introducción de Denise Helly conocida antropóloga y sinóloga. De esta obra
hay versiones en español y francés.
17
Prefacio

a Cuba durante la trata amarilla, las respuestas que dieron los culíes a una pro-
lija encuesta resultan válidas para los inmigrantes culíes que llegaron a Perú y,
quizás, a puertos de otros países allende, sobre todo cuando las naves eran a vela,
antes de los barcos a vapor (pienso en Costa Rica en 1855, Cuba a partir de 1847
o las Indias occidentales muy tempranamente, a partir de 1830). Leamos esta corta
cita de Walton Look Lai: “Entre 1847 y 1884, aproximadamente 700 embarca­
ciones cumplieron la jornada del sur de China a esta región [América del sur y
El Caribe]”6.
Es bastante lo que habría por decir sobre periódicos y revistas como fuen-
te, que —como es de suponer— tienen mayor información sobre los chinos
inmigrantes en ciertas décadas que en otras. Estos nos informan de las naves
que los trajeron con o sin incidencias; de avisajes para recuperar culíes cima-
rrones en los que se ofrecen descripciones detalladas en vez de fotografías (que
eran infrecuentes); avisos de los comerciantes chinos anunciando la llegada de
mercadería de su patria; notas periodísticas sobre diplomáticos chinos que lle-
gaban, se iban o realizaban una reunión: todo esto y muchísimo más, a pesar de
que, con frecuencia, esos periódicos tienen una orientación racista y segrega-
cionista, propio de la mentalidad hegemónica de los siglos xix y xx.
Nuestra apreciación de esos diarios del pasado es que eran tolerantes, ad­
mitían cartas y colaboraciones de cualquier orientación, por eso no faltan los
defensores de los chinos y las denuncias por las injusticias que los amos come-
tían; y las respuestas a estos defensores. Ocasionalmente, encontramos muy
buena información si es que esos medios de comunicación enviaban a corres-
ponsales a levantar crónicas, como ocurrió con diarios chilenos durante la Gue-
rra del Pacífico, que, felizmente, han sido ya compilados en ocho volúmenes7;

6
“Between 1847 and 1884, roughly 700 vessels made the journey from South China to this region
[…]”. Walton Look Lai, The Chinese in the West Indies, 1806-1995: A Documentary History (Kingston:
The Press University of the West Indies, 1998), 9. La traducción mía es del inglés.
7
Pascual Ahumada, Guerra del Pacífico: Documentos oficiales y demás publicaciones sujetas a la guerra,
que ha dado a la luz la prensa de Chile, Perú y Bolivia, ocho volúmenes (Valparaíso: Imprenta del
Progreso, 1884).
18
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

o diarios limeños durante el levantamiento masivo de chinos en el valle de


Pativilca, en Perú.
En esta circunstancia bélica los corresponsales estuvieron cerca de las no-
ticias con sus lápices y cuadernos, preguntando a lugareños que vieron a los
caudillos, tan cerca que notaron sus caras pintadas de azul y rojo y escucharon
sus arengas sin entender una palabra. Por igual los diarios cubanos8, que infor-
maron sobre los chinos que se integraron a las luchas por el desprendimiento
de los criollos cubanos del coloniaje español. Aquí también, todo dato o noticia no
es inútil, es casi obligatorio sopesarlo y, si conviene, guardarlo para que, en otro
momento, sea ubicado en un texto final redactado por el investigador.
Muy distinto resulta si el periódico es producido por las comunidades chi-
nas, cuyo objetivo es que lo lea la gente de su misma lengua y rasgos fenotípicos.
En Perú, la revista más antigua de todas es Oriental —cuyo primer número
apareció en abril de 1931 y el más reciente (el N° 1092) en abril del 2021—, está
hecha por descendientes de chinos para la comunidad china y para curiosos de
otro tipo de ojos. Son noventa años en que nos ofrecen datos de sus instituciones,
ocurrencias en comunidades provinciales, vidas y actividades empresariales u
otras, breves biografías de los triunfadores: no conocemos de otro caso pareci-
do en otro lugar de América. Del periodismo chino en Perú podríamos decir
mucho más, pero no es el momento. Por último, inevitablemente en Cuba hubo
también un importante periodismo de la comunidad china9, que no sabemos
cuánto ha sido explorado por los investigadores.
Un acontecimiento histórico en el Perú, que también nos atañe a los chi­
nógrafos10, es la Reforma Agraria, decretada durante el gobierno del general Juan
Velasco Alvarado, cuya ley Nº 17716 fue anunciada el 24 de junio de 1969. A

8
Tales como Hoy, Diario de la Marina, El Siglo o Gaceta de La Habana.
9
En Cuba circularon, hasta la década de 1970, el periódico nacionalista Man Seng Yat Po, el de-
mócrata Hun Men Kon Po y el comercial Wah Man Sen Po.
10
Juan de Arona es el seudónimo de Pedro Paz Soldán y Unanue (1839-1895), poeta, literato y
periodista peruano, creador de las palabras chinógrafos y chinografías: “Los que escriben sobre
chinos” y “Obras escritas sobre chinos”, respectivamente. Estos neologismos, que posteriormen-
te casi no se han utilizado, los hemos retomado en varias ocasiones por su acertado contenido.
19
Prefacio

los cinco días, en varias de las haciendas ya estaban presentes las comisiones
ejecutoras de la ley. De este periodo nos interesa que, dentro de esas propiedades
agrícolas —nada pequeñas y económicamente generadoras de mucha riqueza
durante centurias— quedaron sus archivos, con frecuencia en ambientes espe-
ciales y personal especializado, algunas de ellas con archivalía que se remontaba
al siglo xix, época en la que lo predominante como fuerza de trabajo eran peones
chinos en condición de “contratados” (forma suave de denominar a la semies-
clavitud). Esas toneladas de miles de documentos (correspondencia, contabili-
dad, libros de personal) han sido utilizadas por científicos sociales contemporáneos
(entre los que me incluyo) para construir una muy seria historia sobre los culíes
(término que, por cierto, prácticamente no fue utilizado en el Perú de esa épo-
ca) en labores agrícolas costeñas.
¿Qué sucedió con los latifundios y su documentación durante la Revolución
Mexicana, que se inició en 1910 y continuó como una guerra civil que realmente
alteró las estructuras económicas y sociales? Y en Cuba, ¿se ha utilizado similar
documentación de las propiedades agrícolas donde no hay la menor duda que
hubo culíes11?
En 1963, la Editorial Sudamericana publicó el libro Cuando reinaba su ma-
jestad el azúcar, de Roland T. Ely. En el prefacio, el autor nos cuenta, refirién-
dose a Moses Taylor, quien había hecho fortuna en Cuba en las décadas de 1930
y 1940: “Me encontré con que sus registraciones contables estaban depositadas
en la sala número 3 del sótano de la Biblioteca Pública de Nueva York; allí
aguardaban simplemente que alguien tuviera la paciencia y el tiempo necesarios,
amén del interés natural, para llegarse a ellas”. Esta colección “resultó ser tan
rica en correspondencia de comerciantes y hacendados de la isla” que le sirvió
sustancialmente a Ely para redactar una obra de casi 900 páginas, diez de las
cuales —de la 607 a la 617— están destinadas a los culíes en el trabajo de la caña
en Cuba. Este caso nos clama no solo un milagro sino la importancia de nunca

11
Denise Helly, Idéologie et ethnicité. Les Chinois Macao à Cuba: 1847-1886 (Canada: Les Presses
de Université de Montreal, 1979). Juan Pérez de la Riva, Los chinos culíes en Cuba (La Habana,
Cuba: Editorial de Ciencias Sociales, 2000).
20
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

cansarse de buscar y trabajar en repositorios olvidados (pero a la mano), cuyos


hallazgos pueden dar aportes gigantescos, sorprendentes y majestuosos como
es Cuando reinaba su majestad el azúcar.
Retornemos a nuestro asunto central. Se puede hallar la presencia de los
inmigrantes en instituciones que ellos mismos han creado: ya sea 1) como parte
de la continuidad de su tradición social y cultural o, 2) como parte de organis-
mos surgidos en contextos dominantes de realidades muy diferentes. A los primeros
los llamaremos —en tanto lo son— etnoinstituciones, tales como las sociedades
que muestran continuidades clánicas (apellidos iguales), religiosas (con toda su
parafernalia y sincretismos), políticas (relaciones de militantes, órganos de difu­
sión, rutinas, consignas y sus múltiples suborganismos), regionales (de las de ma-
yor tamaño o las pueblerinas) y circunstanciales (conflictos bélicos, como con
Japón; o interétnicas, por ejemplo).
A los segundos los llamaremos instituciones de respuesta, sea por ejercer las
mismas actividades (principalmente la comercial), beneficencias (de ayuda inme­
diata a muy necesitados) o vinculadas con China, la madre patria (embajadores,
cónsules, vicecónsules o simples encargados). Unas y otras han tenido —y tie-
nen— la intención de defenderse y darse ayuda mutua: nos lo dicen sus reglamen­
tos, que hay que buscar, y tener en cuenta si lo que dicen es lo que realmente se
hace. Sería conveniente conocer —si hubiera— los libros de actas donde se ano-
tan inquietudes, problemas y soluciones, y hasta la lucha por ese minipoder entre
sus integrantes. Para su funcionamiento, estas instituciones o asociaciones se
registraban incluyendo la reglamentación ante notarías públicas.
Un volumen de información que no sabemos si ha sido trabajado o tratado
es el de las remesas que salían de los países de ultramar hacia China. Fue interés
de algunos bancos inquietar y atraer a inmigrados asiáticos para que esos envíos
los hicieran desde sus oficinas, y es muy seguro que fueron anotados los nombres,
montos y destinos.
Las investigaciones sobre chinos de ultramar se robustecerían cualitativa-
mente si nosotros los chinógrafos conociéramos mejor el mundo social y cultu­
ral cantonés y fujianés y, ostensiblemente también sus lenguas. Nos podríamos
21
Prefacio

responder preguntas que emanan por sí solas. ¿Por qué muchos de esos inmi-
grantes se dedicaron al comercio? De culíes pasaron a comerciantes, otros lle-
garon a nuestras costas, trabajaron en cualquier cosa, acumularon y luego se
instalaron tras un mostrador a vender no importa qué; unos más, con capital y
casi recién llegados, ponían sus negocios bajo el asesoramiento de sus paisanos.
Es importante repetir en este prefacio que el mayor aporte que los inmi-
grantes de ultramar han dado y siguen dando a muchos países es el de su activi­
dad comercial, de variado tipo y tamaño. Eran y son lo que ahora se denomina
emprendedores. Para poner un negocio hay que ser muy perceptivo en muchos
asuntos: mercado, competitividad, tipo de mercadería que se trajina, caracterís-
ticas y calidad de la clientela y la dimensión de sus bolsillos, normatividad y
factibilidad del cumplimiento, etcétera. No es fácil tener un negocio, cualquiera
sea su dimensión, como vulgarmente se supone. Inmigrantes forzados de África
no mostraron esta disposición y menos los canacas, que impulsivamente fueron
llevados a Perú: los desarrollos de sus economías en sus lugares de origen no
habían evolucionado como para darles conocimientos en momentos de sus vidas
que fuesen libres, sus bagajes no se complementaban en esos lugares a donde,
sin querer, llegaron. Ocurrió lo contrario entre los chinos de Guandong y Fujián,
así como con los inmigrantes japoneses e italianos.
Surgen otras preguntas que no podríamos contestar convenientemente en
tanto no conocemos —a nivel histórico, social y cultural— el mundo de los can­
toneses y los fujianenses. ¿Por qué es tan frecuente que no solamente pongan
restaurantes (con su particular y atractiva culinaria), sino que se conviertan en
un fuerte hábito en pobladores de ciertos países? En cambio, en los países ame-
ricanos no ha sido nada intensa la influencia teatral y musical china… ¿porque
es pentafónica o porque conllevan simbolismos que solo ellos entienden? ¿Y
solo se trata en estos ejercicios de arte o también en otro tipo de disciplinas in­
telectuales? ¿Cuánto hemos estudiado los chinógrafos a Confucio, Lao Tsé y a
otros filósofos chinos?
Sus lecciones están presentes en la vida de miles de inmigrantes a los que
les han dado cierta coraza y potencialidades de asimilación e integración, capa-
22
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

cidad de resistencia a racismos y segregacionismos, además de triunfos por todas


partes. Resulta curioso que ante estos avances económicos y sociales la gente
del país receptor manifieste cambiantes sentimientos antichinos. Tampoco hay
que dejar de examinar por qué todos los chinos imbuidos en la misma filosofía
de vida no tuvieron éxito y aun sus descendientes siguen igual. O cómo esta
filosofía, silenciosamente llevada, los hace ver de alguna manera a otros seres,
también a gente de territorios de ultramar: “A veces dicen de nosotros que somos
kuei”, es decir, nos falta cultura, somos salvajes, nos comportamos torpemente.
Por todo lado, el suicidio. Las explicaciones que conocemos no pasan de
unas líneas, y las palabras son pocas puesto que la autoeliminación es una deter­
minación que tiene un fuerte ingrediente cultural, no es que siempre responda
al “Ya no doy más”, como simplifican algunos siquiatras. Ni los europeos Sig-
mund Freud —autor de Totem y Tabú— ni Emile Durkheim —autor de El sui-
cidio— podrían darnos respuestas satisfactorias, pues sus conocimientos de otras
culturas eran limitados. ¿Y los nuestros?
Otras posibles fuentes que, al parecer, no hemos utilizado son las que sa-
bemos que hay en China y Portugal, además de Inglaterra, Hong Kong y Ma-
cao: archivos, museos, periódicos, papeles judiciales, libros que se hubieran
publicado, información censal.
Es claro, pues, que nos quedan muchos viajes por hacer, así como tiempo
y financiamiento por buscar.

Humberto Rodríguez Pastor


Lima, mayo de 2021
Presentación

La presente obra es una iniciativa imaginada en el contexto de dos proyectos


de investigación, difusión e intercambio recientemente nacidos en el seno de la
Universidad de Costa Rica (ucr) y dirigidos a los estudios relacionados con Asia.
El primero y el principal es premehchi (Proyecto de Recuperación de la Me-
moria Histórica de las Migraciones Chinas a Costa Rica), gestado en el marco
del Instituto Confucio de dicha universidad en 2016, y compuesto por un equi-
po pluridisciplinario de investigadores internacionales que se ocupan del estu-
dio de las migraciones chinas a Costa Rica con perspectiva global. Este proyecto
es apoyado por la Universidad Estatal a Distancia (uned) de Costa Rica, por
dos instituciones bordelesas (la Université de Bordeaux y el equipo multidiscipli-
nario de estudios sobre la Península Ibérica y América Latina, ameriber, de la
Université Bordeaux Montaigne) y por una universidad estadounidense, la Uni-
versity of Minnesota Morris.
El segundo programa en el cual se enmarca la obra es la Red Académica
Latino (e Hispano) Americanista sobre Estudios Sinológicos, cuyos anteceden-
tes se pueden ubicar en 2012 en un encuentro internacional y cuya consolidación
inicia a partir de 2020. Esta red, que pretende ser una instancia internacional
que congregue a estudiosos de diferentes países y de disciplinas afines a los
estudios sobre China en el mundo hispánico, es una propuesta impulsada por
la Sede del Pacífico y la Escuela de Lenguas Modernas de la ucr, a la cual está
adscrito el Instituto Confucio.

23
24
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Con el apoyo de estos dos programas universitarios, este volumen es una


continuación de la serie Los chinos de ultramar editada en la Colección “El Pací-
fico, un mar de Historia” de la Editorial Palabra de Clío, historiadores mexica-
nos, con sede en la ciudad de México. El primer volumen de la serie publicado
en 2018, coordinado por Ricardo Martínez Esquivel, fue titulado Los chinos de
ultramar: diásporas, sociabilidad e identidades. La obra ofreció 11 investigaciones
sobre la diáspora china a cargo de trece académicos de diez universidades de
Latinoamérica, China, Estados Unidos y Europa e incluía propuestas sobre la
migración china en el sudeste asiático, México, Costa Rica, Cuba y Argentina.
Los trabajos estudiaban desde la realidad de los chinos en el siglo xvi en Mani-
la y la ruta transpacífica del galeón de Manila hasta la presencia actual de chinos
en países latinoamericanos, el surgimiento de nuevos barrios chinos en dicha
región y la participación reciente de chinos y de China en proyectos de infraes-
tructura en Latinoamérica.
El segundo volumen de la serie fue publicado en 2020. La publicación
llevó como título Los chinos de ultramar: sabor, cultura alimentaria y prácticas culi-
narias y fue coordinado por Ivonne V. Campos Rico y Ricardo Martínez Esqui­
vel. Esta publicación surgió en el marco del I Congreso Internacional Latino
(e Hispano) Americanista sobre Estudios Sinológicos, que tuvo lugar en dos
ciudades costarricenses (San José y Puntarenas) entre el 20 y 22 de noviembre
de 2019, con la participación de más de cincuenta académicos de diferentes
países. En dicha obra se contó con la colaboración de investigadores de Costa
Rica, México, Cuba, Perú y Argentina que representaban a seis instituciones
académicas de Latinoamérica y tres instituciones chinas. El estudio se centró
esta vez en Latinoamérica, los límites cronológicos de los artículos fueron 1852
y 2018 y la finalidad era congregar varios análisis sobre el aporte culinario chi-
no en países como México, Costa Rica, Cuba, Perú y Argentina.
Siguiendo el mismo ánimo de los anteriores volúmenes de Los chinos de ul­
tramar, o sea, el afán de compilar trabajos pluridisciplinarios y con perspectiva
internacional sobre las migraciones chinas, la publicación que hoy sale a la luz
es el resultado de una convocatoria internacional lanzada en julio de 2020 a
25
Presentación

todos aquellos investigadores interesados en las movilidades humanas de origen


chino. Así, tres investigadores costarricenses, miembros del proyecto premehchi
y de horizontes académicos variados, Lai Sai Acón Chan, David Ignacio Ibarra
Arana y Ronald Soto-Quirós, reunieron sus esfuerzos para lograr, a partir de las
propuestas recibidas, un conjunto coherente que permitiera al lector sumergirse
particularmente en las experiencias de los chinos en el continente americano.
El volumen actual se focaliza especialmente en el período que va de 1847
a 1950: poco más de un siglo que coincide con vicisitudes importantes en la
historia de China, con cambios significativos en el desarrollo de los Estados ame­
ricanos, y con una incesante presencia china en estos territorios. En este largo
período, China atraviesa relevantes acontecimientos en el marco de la dinastía
Qing como las disputas comerciales con las potencias occidentales que dieron
lugar a enfrentamientos como la Primera Guerra del Opio, entre 1839 y 1842,
y la Segunda Guerra del Opio, entre 1856 y 1860; la rebelión Taiping, entre
1850 y 1864; la guerra sino-japonesa, entre 1895 y1895; la rebelión de los bóxers
o levantamiento Yihetuan contra la influencia foránea, entre 1898 y 1901.
Desde el advenimiento de la República de China a partir de 1912, China
experimentará otras convulsiones como la Segunda guerra sino-japonesa, entre
1937 y 1945; la guerra civil entre el Partido Nacionalista Chino y el Partido
Comunista Chino, entre 1945 y 1949 y, finalmente, la fundación de la Re­
pública Popular China en 1949. Todos estos eventos políticos y militares que
atraviesa el país asiático, en ese casi siglo de historia, representan una serie
de trans­formaciones socioeconómicas que junto a realidades medioambientales
se tradujeron —en algunos momentos más que otros— en desplazamientos de
poblaciones de diferentes regiones de China hacia el exterior.
Del otro lado del Pacífico, en las Américas, durante el siglo xix, la mayoría
de los diferentes territorios están conformándose como Estados-nación: los
Estados Unidos desde su independencia en 1776 e Hispanoamérica —excepto
Cuba y Puerto Rico— desde las primeras décadas del siglo xix. Empiezan a
expe­rimentar diferentes sistemas políticos, procuran fijar sus esferas de soberanía
territorial y algunos afianzan su posición hegemónica con respecto a sus vecinos
26
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

continentales. Al mismo tiempo, las diferentes configuraciones nacionales bus-


can alternativas de desarrollo, de producción y de adaptación al mercado inter-
nacional. La primera mitad del siglo xx representó un momento trascendental
en la competencia y el reconocimiento internacional.
Social, cultural y étnicamente los cambios en las Américas son variados y
complejos entre los años 1850 y 1950. Se pasa de los vestigios de sociedades
coloniales jerarquizadas y estratificadas con base en los elementos europeo,
indígena y africano a sociedades más diversas en términos étnico-nacionales. El
componente migratorio llegado de diferentes latitudes va a ir pesando de ma-
nera significativa durante la segunda mitad de siglo xix y, más particularmente,
en las postrimerías del siglo xix y las primeras décadas del siglo xx. No podemos
olvidar que en ese momento Europa fue el escenario de una emigración masiva
al continente americano.
Uno de los resabios de las sociedades coloniales americanas es la mano de
obra de origen africana. Para complementarla o sustituirla —luego de la aboli-
ción progresiva de la esclavitud de los afrodescendientes en varios Estados ame-
ricanos—, se empieza a recurrir a otro capital humano. El reclutamiento de
trabajadores de bajo coste es indispensable para hacer funcionar algunos pro-
yectos particulares y estatales. Desde mediados del siglo xix, empieza a verse la
implementación del tráfico de chinos culíes o chinos contratados hacia las
Améri­cas para su empleo en plantaciones agrícolas, explotaciones mineras y em-
presas ferrocarrileras. Estos trabajadores chinos bajo contrato van a sufrir de-
nigrantes situaciones propias de un estado de esclavitud. El punto culminante
de este tráfico se sitúa hacia 1860 y, hacia 1874 oficialmente se acaba la época de
comercio de chinos culíes. Se trata de una inmigración masiva esencialmente
de varones y, principalmente, de las provincias costeras meridionales de China.
Con el tiempo, algunos de esos chinos llegados a los territorios americanos
se van incorporando e integrando a las diferentes sociedades y al mismo tiempo
se genera en dirección a las Américas, desde finales del siglo xix y hasta los años
1950, una sustancial movilidad de migrantes chinos libres y, muchas veces, a
través de cadenas y redes vinculadas al parentesco o a la vecindad. Sin embargo,
27
Presentación

desde la década de 1880, en el marco de la consolidación y penetración de las


teorías raciales, empieza a forjarse un rechazo generalizado frente a los inmi-
grantes de origen chino. Ante el temor del “peligro amarillo” se establecen una
serie de leyes de prohibición de entrada y de mecanismos de control interno
del Norte al Sur del continente americano. No obstante, a pesar de estas me-
didas xenofóbicas y racialistas, los individuos y las comunidades de raigambre
china logran poco a poco integrarse en las diferentes naciones americanas.
Lo que pretende narrarse en este volumen, titulado Los chinos de ultramar:
represiones, resistencias y resiliencias, es justamente la mutación que experimenta
esa migración asiática en tierras americanas: desde culíes que sufrieron expe-
riencias de semiesclavitud hasta chinos de ultramar libres intentando adaptarse
en los países americanos. En el volumen participan once investigadores de Fran-
cia, España, Estados Unidos, Cuba, Costa Rica, Colombia, Perú y Ecuador
desde disciplinas muy diversas como la historia, los estudios latinoamericanos,
los estudios culturales, las relaciones internacionales, las ciencias políticas, el
derecho y los estudios comerciales. Los países analizados son Estados Unidos,
Costa Rica, Cuba, Nueva Granada, Ecuador y Perú.
Las propuestas retenidas para este volumen reflejan tres situaciones histó-
ricas experimentadas por esos chinos que llegaron a las Américas: la represión,
la resistencia y la resiliencia. Si nos atenemos a los significados de estos conceptos
en el Diccionario de la Real Academia Española encontraremos que “represión”
significa: “Acción y efecto de represar. […] de reprimir […] Acto, o conjunto de
actos, ordinariamente desde el poder, para contener, detener o castigar con
violencia actuaciones políticas o sociales”. Explorando los infinitivos “represar”
y “reprimir” hallamos los siguientes sentidos respectivamente, para el primero
“contener, reprimir” y para el segundo “contener, refrenar, templar o moderar.
[…] contener, detener o castigar, por lo general desde el poder y con el uso de la
violencia, actuaciones políticas o sociales”. Observaremos cómo los chinos llega­
dos a América —buscando un porvenir mejor— fueron el objeto de represión
desde el momento mismo de sus enganches en territorio chino y, más aún,
cuando ya estuvieron instalados en los diferentes países del continente.
28
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

En lo que concierne a “resistencia” el mismo diccionario apunta: “Acción


y efecto de resistir o resistirse. […] Capacidad de resistir […] Fuerza que se
opone a la acción de otra fuerza. […] Renuencia a hacer o cumplir algo”. “Re­
sistir” implicaría “Tolerar, aguantar o sufrir […] Oponerse a la acción o vio-
lencia de otra […] Repugnar, contrariar, rechazar, contradecir […] Oponerse
con fuerza a algo”. Veremos en diferentes capítulos del volumen como la re-
sistencia se expresó de diferentes modos, una resistencia que empezó a obser-
varse en las embarcaciones que salían de China llevando a los culíes a diversos
destinos.
Y, finalmente, si nos volcamos a explorar el significado de “resiliencia”
hallamos la siguiente explicación: “Capacidad de adaptación de un ser vivo frente
a un agente perturbador o a un estado o situación adversos […] Capacidad de
un material, mecanismo o sistema para recuperar su estado inicial cuando ha
cesado la perturbación a la que había estado sometido”. Justamente esa “capa-
cidad de adaptación” que fueron demostrando los chinos en las Américas a lo
largo de muchas décadas es la temática principal de algunos de los estudios.
El primer y segundo capítulo de la publicación retoman el tema de los
enganches y contratas de los chinos culíes, o sea de los dispositivos que se
convertirán en instrumentos de coerción, sujeción y represión. El primer capí-
tulo del historiador costarricense y profesor investigador de la Université de
Bordeaux y del equipo ameriber de la Université Bordeaux Montaigne, Ronald
Soto-Quirós, intenta situar a Costa Rica en la trama del tráfico internacional
de chinos culíes. El académico se enfoca en la década de 1850 y en varios as-
pectos principales: el país visto como un destino de posible migración de chinos,
los chinos imaginados como mano de obra barata ante la escasez de trabajadores,
la gestación de varias propuestas para contratar culíes y el arribo de pequeños
grupos —si comparamos con los miles de chinos que fueron traslados a Cuba
y al Perú—. En el segundo capítulo, la historiadora Imilcy Balboa Navarro,
profesora de la Universitat Jaume I en España, relata para el caso cubano cómo
esos sistemas de sujeción y represión fueron conducidos a través de recontratas
deshumanizantes para trabajar en haciendas privadas o en obras públicas y cómo
29
Presentación

los estereotipos étnico-raciales se aprovechaban para legitimar la pervivencia


de esas situaciones de trabajo coactivo.
Los capítulos tercero y cuarto son el momento para evocar la resistencia
de los trabajadores chinos culíes. En el tercer capítulo, los historiadores colom-
bianos de la Universidad Nacional de Colombia, Hernando Cepeda-Sánchez y
Óscar Domínguez-Portugal, refieren a los modelos de sujeción laboral que
experimentaron estos chinos culíes en el Estado de Panamá y en la isla de Cuba
a mediados del siglo xix, cómo el sistema implementado estaba muy ligado a
las representaciones negativas y temores que se generaron con respecto a los
chinos y, finalmente, cómo la respuesta frente a las duras regulaciones implicó
unas resistencias donde toleraban, aguantaban y sufrían los malos tratos y otras
estrategias de resistencia como el abandono del trabajo, el empleo del opio y el
suicidio. En el capítulo siguiente, el estadounidense Benjamín Narváez, profe-
sor de historia en la University of Minnesota Morris, ofrece igualmente una re-
flexión sobre la resistencia de los chinos, pero en este caso se ocupa de la
oposición colectiva a la fuerza ejercida contra ellos. Narváez realiza un intere-
santísimo análisis comparativo entre Cuba y Perú de los diversos levantamien-
tos y rebeliones de chinos durante el siglo xix y la relación con las estructuras
sociopolíticas.
De la sujeción laboral y social de estos chinos culíes y de la resistencia ex-
presada de variadas maneras, pasamos al control de estas poblaciones a través
de legislaciones estatales. Por toda América se establecieron decretos para evi-
tar la entrada de los chinos y dispositivos biopolíticos para vigilar sus movimien-
tos. En 1882, el Congreso estadounidense aprobó la Ley de Exclusión de los
chinos y ésta se volvió pionera en el impedimento de ingreso de chinos. Esa ley
y el significativo rechazo de los chinos en este país durante la década de 1880
fueron parte de las preocupaciones que se manifestaron en los ensayos perio-
dísticos del intelectual y activista político cubano José Martí. Estas reflexiones
de Martí con respecto a las experiencias de los chinos en territorio estadouni­
den­se, especialmente en California, son examinadas en el capítulo quinto ela-
borado por el especialista cubano en historia y cultura latinoamericana de la
30
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte y Loynaz”, Manuel Ramón


Castro Hernández.
A pesar de las interdicciones antichinas en otros países como en Ecuador
en 1889 y en Costa Rica en 1897, los chinos consiguieron insertarse en el mar-
co de las naciones receptoras, asumieron diferentes oficios y lograron establecer
comercios de diversa índole y, en algunos casos, muy exitosos. Se trataba en-
tonces de experiencias de resiliencia: adaptarse a situaciones de perturbación y
adversidad. Abordando esas temáticas de incorporación al tejido socioeconó-
mico de los países de acogida, los ecuatorianos María José Borja, Cristian David
Mejía y Luis Felipe Borja analizan en el capítulo sexto el recorrido histórico de
los migrantes chinos en Ecuador y, en particular, su participación en los nego-
cios chinos en la ciudad portuaria de Guayaquil, en la Provincia del Guayas. El
estudio se centra en una guía comercial publicada en 1909 y evalúa la impor-
tancia económica de las actividades comerciales de los chinos comparando con
otros grupos de inmigrantes.
De igual modo, en el capítulo séptimo, en esa dinámica de resiliencia por
parte de las comunidades chinas en América, la profesora en la Universidad de
Costa Rica y académica especializada en estudios culturales y en lenguas mo-
dernas, Lai Sai Acón Chan, analiza de manera muy detallada e ilustrada los pa­
trones de integración de establecimientos comerciales de los inmigrantes chinos
en calles o barrios de los centros urbanos de ciudades del litoral pacífico costa­
rricense entre finales del siglo xix y mediados del siglo xx. Finalmente, en el
capítulo último y octavo la investigadora en estudios latinoamericanos en la Ari-
zona State University, Lorena Cuya Gavilano, utilizando recursos de historia oral
y fuentes de archivos, rastrea la trayectoria de sus antepasados chinos en Perú
e intenta demostrar el cambio generacional que se gesta en la línea familiar pa-
sando de un chino culí a uno de sus descendientes, o tusán, que en la década de
1950 se convirtió en alcalde de un distrito del departamento de Lambayeque,
en el noreste de Perú.
El distinguido antropólogo peruano Humberto Rodríguez Pastor, una au-
toridad en la historia de las migraciones chinas en Latinoamérica y, en particular
31
Presentación

sobre Perú, aporta a esta obra un prefacio que recuerda las muchas fuentes que
existen para la investigación sobre la diáspora china en las Américas. Asimismo,
el profesor Rodríguez Pastor nos ofrece una nota literaria como complemento
a las investigaciones de este volumen que trazan parte del recorrido de “los
chinos fuera de China” —tal como fue titulado un trabajo publicado en 1893
en La Habana por Federico Ordas Avecilla y que discurría sobre la migración
china—. Este apéndice literario es un cuento que, elaborado sobre la base de
diversas fuentes, reconstruye la vivencia de un chino culí que fue traductor en
juicios en Perú: la historia de Loo Kuang.
Los aportes innovadores de esta publicación permiten, de nuevo, a la serie
Los chinos de ultramar seguir evidenciando las muchas posibilidades de fuentes
—a veces nunca exploradas— y orientaciones de análisis, para continuar avan-
zando en el estudio de esa importante vertiente étnico-cultural de las sociedades
americanas, la asiática y, en específico, la china. Esperamos que el lector aprecie
este esfuerzo de demostrar una vez más que hemos vivido desde siempre en un
mundo de movilidades humanas, que las sociedades son cada vez más multicul-
turales y que el reto constante es darle un lugar digno e igualitario a cada una
de las etnias y culturas que conforman nuestros espacios nacionales.

Los Editores
San José (Costa Rica) y Burdeos (Francia),
mayo de 2021
Capítulo 1.
Chinos culíes a Costa Rica:
actores, propuestas y arribos
en la década de 18501
Ronald Soto-Quirós2

Consideraciones preliminares

La política costarricense en materia de inmigración durante el siglo xix y la


primera mitad del siglo xx tenía como objetivo principal —como en muchos
otros países de América Latina— hacer venir inmigrantes “blancos” para poder
luchar contra el llamado problema de escasez de brazos y para favorecer el
poblamiento de zonas consideradas como espacios vacíos3. El plan esencial era
que esos eventuales blancos residieran especialmente en lo que se considera
como el Valle Central del país. No obstante, desde muy temprano como répu-
blica, la política dirigía su mirada hacia otros grupos de inmigrantes de diferente
origen étnico para ciertas labores y determinadas regiones del territorio nacio-

1
Este trabajo forma parte de las investigaciones del grupo pluridisciplinario sobre las migracio-
nes chinas a Costa Rica con sede en la Universidad de Costa Rica, premehchi, https://premehchi.
ucr.ac.cr/. Un programa que forma parte hoy de la nueva red de estudios sinológicos de la misma
institución costarricense: Red Académica Latino (e Hispano) Americanista sobre Estudios Sino-
lógicos, http://www.redsinolatina.ucr.ac.cr/. Programa dirigido por los profesores investigadores
Lai Sai Acón Chan y Ricardo Martínez Esquivel.
2
Profesor investigador de estudios ibéricos e iberoamericanos de la Université de Bordeaux e in-
vestigador en historia del centro Recherches Américanistes del laboratorio multidisciplinario
sobre la Península Ibérica y América Latina, ameriber, de la Université Bordeaux Montaigne.
3
Ronald Soto-Quirós, “Nacionalismo, identidad nacional e inmigración en Costa Rica: 1850-1942”,
en Nationalismes et régionalismes. Amériques: modes d’emploi, coord. Michel Feith (Nantes: crini-Uni-
versité de Nantes [Centre International des Langues], 2008), 99-119.

33
34
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

nal. Dentro de esa perspectiva, esta propuesta intenta visibilizar las miradas de
los costarricenses y de otros actores con respecto a la migración china en un
momento preciso del siglo xix.
Por ahora, podemos contar con dos trabajos fundamentales que se focalizan
en la temática específica de la migración china en el siglo xix en Costa Rica:
uno ejecutado como memoria de grado en historia por una costarricense en
1979 y, otro elaborado por un historiador norteamericano y publicado en una
revista internacional en 19914. De igual modo, en los años 1990, una antropó-
loga e historiadora costarricense, concentrada en el estudio del ferrocarril al
Caribe costarricense, aportaba bastante información sobre los chinos llegados
en 1873 y asignados en los campos de trabajo de la construcción de dicho ferro­
carril, aunque el tema ya había sido tratado desde los años 1970 en diferentes
publicaciones5. De igual modo, un trabajo sobre la transformación económica
en Costa Rica en el siglo xix y el trabajo chino es publicado en 19986.
En 2008, la antropóloga, hoy profesora emérita de The Catholic University
of America, Lucy M. Cohen, recrea los pormenores de esa primera gran emigra-
ción al país de trabajadores culís desde China en enero de 18737. En 2011, dos

4
Podemos mencionar: Zaida M. Fonseca Herrera, “Los chinos en Costa Rica en el siglo xix”
(Tesis de grado, Licenciatura en Historia, Universidad de Costa Rica, 1979) y, James L. Huesmann,
“The Chinese in Costa Rica, 1855-1897”, The Historian 53, no. 4 (verano de 1991): 711-720.
Zaida M. Fonseca publica un resumen años más tarde: “Las migraciones chinas a Costa Rica en
el siglo xix”, en Historia comparada de las migraciones en América, coord. Patricia Galeana (México:
Universidad Nacional Autónoma de México, [Instituto de Investigaciones Jurídicas, Serie His-
torial de Derecho] IPGJ, 2014), 161-180. También la autora hace una pequeña reseña titulada:
Zaira [sic] Fonseca Herrera, “Los chinos en Costa Rica” publicada en Campus [Universidad Na­
cional] [Año XVI] 146 (mayo 2004), http://www.campus.una.ac.cr/ediciones/2004/mayo/
2004mayo_pag17b.html
5
Carmen Murillo Chaverri, Identidades de hierro y humo: la construcción del ferrocarril al Atlántico,
1870-189 (San José, C.R.: Editorial Porvenir, 1995). Véanse los trabajos de la década de 1970:
Jeffrey Casey Gaspar, “El ferrocarril al Atlántico en Costa Rica 1871-1874”, Anuario de Estudios
centroamericanos 2 (1976): 291-344 y Jeffrey J. Casey, “Sección Documental. La inmigración
china”, Revista de Historia 1, no. 1 (1975): 145-165.
6
Herbert Ulloa Hidalgo, “Transformación económica en Costa Rica (siglo xix): la infraestruc-
tura de apoyo y el trabajo chino”, Revista de Ciencias Sociales 82 (diciembre 1998): 64-65.
7
Lucy M. Cohen, “Emigración de chinos de Macao a Costa Rica, 1872-1873”, Revista de Ciencias
Sociales 119 (2008): 39-53, https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/sociales/article/view/10784/10174
35
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

investigaciones se volcaron a presentar generalidades sobre sobre las motiva-


ciones de las movilidades chinas hacia Costa Rica, sobre su situación y con
respecto a una sublevación de chinos en 18748. Sin embargo, ningún estudio ha
llegado a profundizar en el asunto de la presencia de culíes en Costa Rica, aun-
que algunas ideas se han avanzado sobre las diferentes tentativas de traída de
chinos en un estudio muy reciente9. Al contrario, el asunto del tráfico de chinos
culíes en el resto del continente americano ha sido abundantemente estudiado10.
De tal modo, el interés de esta propuesta es articular una explicación más com-
pleta para avanzar un poco más en el conocimiento de la historia de los chinos
culís en Costa Rica. Así, el artículo se propone hacer dialogar algunas nuevas
fuentes con los estudios realizados.
En 1909, la profesora de sociología en Stanford University, Mary Roberts
Coolidge, hacía una reflexión sobre el origen del término “coolie” y exponía
que surgía de la construcción de “coo” cuyo significado era “contratar, alquilar
o ser contrado o alquilado” y, “lee” que significaba “fuerza” o músculo”, de tal
forma “koo-lee” quería decir “alquilar músculo” y constituía, para la autora, una
expresión idiomática “para referirse a la contratación de cualquier tipo de trabajo
no cualificado: el hombre no tiene nada que ofrecer a cambio del salario, sino
su músculo”. Finalmente, M. R. Coolidge indica que a mediados del siglo xix
la frase “koo-lee” implicaba solamente trabajador no cualificado, pero que con
el comercio de culíes adquirió otro significado11. Esta explicación es amplia-

8
Respectivamente, véanse: Alonso Rodríguez Chaves, “Los hijos del imperio celeste: una apro­
ximación histórica a los 155 años de la llegada de los chinos en Costa Rica”, Anales del Museo de
América 19 (2011): 268-278 y, Alonso Rodríguez Chaves, “Huelga de chinos: el gran conflicto
laboral olvidado de Costa Rica”, Revista Espiga X, no. 21 (enero-junio 2011): 93-108, https://
revistas.uned.ac.cr/index.php/espiga/article/view/1021/935
9
Ronald Soto-Quirós, “Projets of the arrival of Chinese to Costa Rica in the Coolie Era”, en
Chinese Immigration in the Coolie Era: Some Cultural Contributions, ed. Pablo Baisotti (UK: Cam-
bridge Scholars Publishing, 2020), 23-49.
Véase, por ejemplo: Arnold J. Meagher, The Coolie Trade, The Traffic in Chinese Labourers to Latin
10

America. 1847-1874 (Bloomington, IN: Xlibris Corporation, 2008).


11
Consúltese: Mary Roberts Cooldige, Chinese Immigration (New York: Henry Holt and Company,
1909 [American Public Problems], 42. La explicación completa en inglés y su traducción al cas-
tellano está en el Anexo No. 2 del artículo.
36
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

mente seguida por otros autores. Otros diccionarios de finales del siglo xix pro­
ponían definiciones más amplias a propósito del origen del término, pero siempre
evocaban esa relación inherente entre contratar o alquilar y esfuerzo o fuerza12.
Justamente, en esta investigación importa conocer cuáles eran las expec-
tativas con respecto a los chinos culíes13, cómo se fueron definiendo las pro-
puestas o contratos y quiénes fueron los actores que pretendían hacer llegar
esos trabajadores a Costa Rica antes del estudiado grupo que ingresa en enero
de 1873 procedente de Macao. La historia del sistema culí y de los llamados
“chineros” —enganchadores o traficantes de chinos— ha sido relatada en mu-
chas ocasiones para países como Cuba y Perú14. Aquí interesa recrear una parte

12
En 1855, un diccionario indicaba: “Kúli, Coolee, Tam. […] Mal. […] Karn. […] Tel. […] Beng.
[…] H. […] Daily hire or wages: a day labourer, a Cooly: (the word is originally Tamil, whence it
has spread into the other languages: in Upper India it bears only its second and apparently sub-
sidiary meaning: it appears as Culialy, as the term for hired laboures, in Tulava.—Buchanan.)”.
H. H. Wilson, A Glossary or Judicial and Revenue Terms […] of British India (London: Wm. H.
Alland and Co, 1855), 301. Véase también la larga definición: “Cooly”, en George Ripley y Char-
les A. Dana, ed., The American Cyclopædia. A Popular Dictionary of General Knowledge. Volume V.
Code-Demotica (New York: D. Appleton and Company, 1881), 301-306. Otro ejemplo se localiza
en la obra The Century Dictionary de 1895 donde ya el significado incluía otras acepciones: “Coo-
lie, cooly2 (kö’li), n. and a. [Anglo-Ind.; also written coolee, <Beng., Canarese, Malayalam, Telugu,
Tamil, etc., küli, Hind. qūlī, a day-laborer, orig. Tamil, where it means also ‘daily hire’; cf. kūliyāl,
a day-laborer. According to Fallon, orig. Turki qulī; he derives it, in a variant form, koli, from kol,
send. In another view, originally a member of a hill tribe of Bengal, calle Kolis or Kolas, who wer
much employed as laborers and in menial services]. I. n. A name given by Europeans in India,
China, etc., to a native laborer employed as a burden-carrier, porter, stevedore, etc., or in other menial
work: as, chair-coolie, a house-coolie; hence, in Africa, the West Indies, South America, and other
places, an East Indian or Chinese laborer who is employed, under contract, or a plantation or in
other work. […] II. a. Of or pertaining to coolies or a coolie, especially when under contract for
service out of his own country: as, coolie labor; the coolie trade. […] cooly2, n. See coolie.” En: Wi-
llian Dwight Whitney, [prepared under the superintendence of], The Century Dictionary. An En-
cyclopedic Lexicon of the English Language. Volume II (New York: The Century Co., 1895), 1249-1250.
13
Véase en el Anexo No. 1 algunos explicaciones y utilizaciones del término “culí” en castellano.
14
Sobre los “chineros” véase: José Luis Luzon, “Chineros, diplomáticos y hacendados en la Ha-
bana colonial. Don Francisco Abella y Raldiris y su proyecto de inmigración libre a Cuba (1874)”,
Boletín Americanista 39-40 (1989-1990): 143-158 y, Luis Alberto Sánchez, “Los chineros en la
historia peruana”, Cuadernos Americanos [Año 63] 11, no. 2 (marzo-abril 1952): 200-212. Léase
también sobre el famoso personaje en la trata de culíes Tanco Armero: Luz Mercedes Hincapie,
“Pacific Transactions: Nicolás Tanco Armero and the Chinese Coolie Trade to Cuba”, Journal of
Iberian and Latin American Research 16, 1 (2010): 27-41. Igualmente, sobre las contratas y los par­
ti­cipantes en el tráfico y, especialmente, con respecto a Tanco Armero: Hernando Cepeda Sánchez,
37
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

de ese proceso en Costa Rica o, dicho de otro modo, situar a este país en la
trama de tráfico de culíes: poner fechas a los intentos de traslado de chinos,
nominar a los intermediarios —en diferentes niveles15— y conocer algo sobre
los resultados.
Dentro de esta perspectiva y focalizados esencialmente en la década de
1850, el trabajo se organiza en cinco tiempos: un primer momento que muestra
la imagen de Costa Rica como un destino de inmigración china; en un segundo
tiempo se exploran las iniciativas de potenciales traslados de chinos al país en
la primera mitad de ese decenio; en una tercera sección nos centramos en las
llegadas efectivas de chinos en la segunda mitad de la década de 1850; en un
cuarto momento, especulamos sobre lo que pudo haber sucedido con estos
primeros chinos —según las fuentes encontradas hasta ahora— y, finalmente,
nos referimos en un quinto momento a una última tentativa conocida para
llevar chinos a Costa Rica.

Costa Rica como posible destino de chinos

Hacia la década de 1850, Costa Rica era reconocida en el ámbito internacional


como un posible espacio de llegada de migrantes. En julio de 1851, el diario
oficial costarricense La Gaceta reproduce una serie de artículos franceses y nor-

“Luchas alrededor de la libertad: conexiones asiático-latinoamericanas en la trata culí a Cuba


(1850-1860)”. Anuario Colombiano de Historial Social y de la Cultura [achsc] 47, no. 1 (enero-junio
2020): 267-302, https://revistas.unal.edu.co/index.php/achsc/article/view/83152
15
Solamente para conocer parte de ese proceso, N. E. Halse en un informe para las autoridades
estadounidenses sobre el comercio en el distrito de Amoy y con fecha de 30 de setiembre de 1871
recuerda que las operaciones de enganche relacionadas con culíes —llamadas “my-choo-tsy”— y
que podían incluir diferentes estrategias (engaños, secuestros, etc.) implicaban una serie de in-
termediarios o tratantes (chinos y extranjeros): los “my-choo-tsz-ton” o “choo-tz-low” (los gran-
des intermediarios), los “sew-choo-tsy-ton” (los pequeños intermediarios) y los “koo-lee-ton”.
N. E. Halse, “Annual report on the trade of the Amoy district for the year ending 30th September,
1871” en USA, The Executive Documents printed by order of The House of Representatives during the
Second Session of the Forty-Second Congress. 1871-’72. In Eighteen Volumes (Washington: Government
Printing Office, 1872), 184. Véase en el Anexo No. 3 el texto integral en inglés y en español.
38
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

teamericanos donde el país es visto como un excelente destino de inmigración16.


En esa perspectiva, el país es concretamente concebido internacionalmente
como un eventual territorio de oportunidades para los inmigrantes chinos. Al
respecto, un períodico costarricense indica en abril de 1850:

En este momento se está verificando, en las provincias meridionales de China un


movimento extraordinario de inmigracion hacia América. Los puntos á los cuales
se dirijen mas particularmente las miras de los colonos chinos, son California por
su oro, i el pais de Costa-Rica, por la importancia que va necesariamente á adqui-
rir en razon de la apertura proxima del canal de Nicaragua i del camino de fierro
de Chagres.
En California, rivalizaran facilmente los Fo-Kienneses con los emigrantes de
raza europea, porque son avezados á la fatiga, tenaces en el trabajo i habituados a
las privaciones. Mas, en cuanto a los emigrantes de la provincia de Canton, donde
el clima es tropical, el pais de Costa-Rica es tanto mas preferible cuanto que las
minas de oro no faltan alli i que la comunicacion entre ambos mares aumentara
considerablemente el valor de esos productos naturales.
Hasta el dia, ninguna compañía ha pensado en explotar en grande la inmigra-
cion de los chinos: seria sin embargo un grande elemento de prosperidad para sus
colonias, que, como Costa-Rica, estan llamadas a un gran provenir17.

La información consignada en el diario oficial costarricense es el extracto de un


artículo publicado en París unos cuantos meses antes18. La posición ístmica y

16
La Gaceta, “Costa Rica y la prensa extranjera”, 12 de julio de 1851, 3.
17
Gaceta del Gobierno de Costa-Rica, “Europa y Costa-Rica”, 13 de abril de 1850, 504. De ahora
en adelante guardamos siempre la ortografía original de todos los documentos originales. Fukien
o Fujian es una provincia en la costa sureste de China.
18
Traducción nuestra. “Chronique d’Orient et des colonies”, Revue de l’Orient, de l’Algérie et des
colonies 7 (febrero de 1850): 121-122. En el original: “Il se fait en ce moment, dans les provinces
méridionales de la Chine, un mouvement extraordinaire d’émigration vers l’Amérique. Les point
vers lesquels se dirigent plus particulièrement les vues des colons chinois, sont la Californie pour
son or, et le pays de Costa-Rica pour l’importance qu’il va nécessairement acquérir par l’ouver-
ture prochaine du canal de Nicaragua, et du chemin de fer de Chagres. / En Californie, les Fo-
39
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

geoestratégica de este Estado centroamericano y Républica desde 1848 —ya no


una colonia como era considerada en el artículo— jugaba entonces un papel
transcendente en la percepción del país como una región meta para esa movi-
lidad de chinos. Una obra francesa de geografía de la época recordaba el poten-
cial geoestratégico de Centroamérica: “tiene una posición única, que debe hacer
que un día esta región sea el almacén del mundo comercial, el centro natural
de las relaciones entre el viejo y el nuevo mundo, la ruta más directa hacia Chi-
na y las Grandes Indias”19. Es tal la fama del país centroamericano como desti-
no para los chinos que, en 1849 y en el gobierno del emperador chino de la
dinastía manchú Qing, Daoguang 道光20, se emite un edicto que prohíbe la
emigración china hacia Costa Rica.
La información aparece en un periódico chino de enero de 1850 (véase
Ilustración No. 1). Como evocaba una noticia del periódico oficial belga del
17 de abril y hablando de un hecho del 15 de abril en París: “Un nutrido número
de representantes hablaba hoy de la creación del nuevo periódico el Monitor de
Pekín, cuyo primer número se pasaban de mano en mano”. Además, el diario
belga explicaba: “Este periódico, escrito en idioma chino, impreso con cuidado,
en un fino papel, fue publicado en la capital de China el 1ero de enero de 1850;

kiennois rivaliseront facilement avec les émigrants de race européenne, parce qu’ils sont durs à
la fatigue, tenaces à l’ouvrage et habitués aux privations. Mais pour les émigrants de la province
de Canton, où le climat est tropical, les pays de Costa-Rica est d’autant plus préférable que les
mines d’or n’y manquent pas, et que la communication entre les deux mers augmentera consi-
dérablement la valeur de ces produits naturels. / Jusqu’à présent, aucune compagnie n’a songé à
exploiter en grand l’émigration des Chinois; ce serait pourtant un grand élément de succès pour
les colonies qui, comme Costa-Rica, sont appelés à un grand avenir”.
19
Traducción nuestra. Th. Lavallée, Géographie universelle de Malte-Brun. Tome Sixième (Paris: Fur-
ne et Cie., éditeurs, 1857), 587. En el original: “il a une position unique, qui doit faire un jour de
cette contrée l’entrepôt du monde commercial, le centre naturel des relations entre l’ancien et
le nouveau monde, le chemin le plus direct de la Chine et des grandes Indes”.
20
El Emperador Daoguang, cuyo nombre personal es Min Ning, nació el 16 de setiembre de 1782
y falleció el 25 de febrero de 1850. Asciende al trono el 3 de octubre de 1820, asumiendo el nombre
de Daoguang en 1821 y reina hasta 1850. En: “Daoguang”, https://es.wikipedia.org/wiki/Dao-
guang/. En cuanto al nombre romanizado sería “Daoguang” en hanyu pinyin y “Tao Kuang” o
“Tao Kwang” en Wade-Giles.
40
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

y llegó a Europa con la mala de India”21. Sobre ese medio de comunicación


chino, una información de 1854 en un documento francés indica: “El 1ero de
enero de 1850, apareció un nuevo periódico el Monitor de Pekín, que se imprime
a expensas de los altos mandarines y se envía gratuitamente a los funcionarios
inferiores”22. Otra publicación francesa de 1857 anota la misma información
precedente y precisa que había cuatro periódicos en China y dos nativos: la
Gazeta de Pekín, el periódico oficial, y el Monitor de Pekín23. Una revista de 1861
que trata sobre el bajo precio de las publicaciones en China señala: “El Monitor
de Pekín, un diario de 72 páginas, sólo cuesta 12 francos al año”24.
La publicación belga de abril de 1850 explicaba sobre el contenido del
ejemplar de enero: “Este primer número contenía, entre otros actos del gobier-
no, una ordenanza del Emperador Daoguang, que prohibía cualquier tipo de
emigración de China a California o al Estado de Costa-Rica; se sabe que desde
hace algún tiempo muchos barcos han sido atraídos a las cercanías de Costa-Ri-
ca, con la esperanza de recoger oro o hacer negocios fructíferos allí”25. La no-

21
Traducción nuestra. ”. Le Moniteur belge. Journal Officiel, “Extérieur. France. —Paris, le 15 avril”,
17 de abril de 1850, 944. En el original : “Des groupes assez nombreux de représentants s’entrete-
naient aujourdhui, de la création du Nouveau journal le Moniteur de Pékin, dont on se passait de main
en main le premier numéro. Ce journal, écrit en langue chinoise, imprimé avec soin, sur beau
papier, a paru, dans la capital, le 1er janvier 1850; il est arrivé en Europe avec la malle de l’Inde”.
22
Traducción nuestra. Paul Dupont, Histoire de l’imprimerie. Tome Second (Paris: Chez Tous le
Libraires, 1854), 221. En el original: “Le 1er janvier 1850, il a paru un nouveau journal, le Mo-
niteur de Pékin, qui s’imprime aux frais des hauts mandarins et qui est envoyé gratis aux fonction-
naires inférieurs”.
23
“Note sur le § XXIX, Chap. 1er.”, Dionysius Lardner, Le Muséum des Sciences et des Arts. Tome
Premier. Traduit par Ach. Genty (Paris: Aux Bureaux de la Science pour Tous, 1857), 259.
24
Traducción nuestra. G. Hugelmann [pour extrait], “Avenir du commerce et de l’industrie belges
(suite)”, Revue de races latines, [5e. année, 58ème. Livraison], 30 de abril de 1861, 435. En el original:
“Le Moniteur de Pékin, journal quotidien de 72 pages, ne coûte que 12 fr. par an”.
25
Traducción nuestra. En el original: “Ce premier número contenait, entre autres actes du gouver-
nement, une ordonnance de l’empereur Tao-Kouang, qui défend toute espèce d’émigration de la
Chine pour la Californie ou l’Etat de Costa-Rica ; on sait que depuis quelque temps de nombreux
navires sont attirés dans les parages de Costa-Rica, par l’espérance d’y recueillir de l’or ou d’y faire
de fructueuses affaires”. Le Moniteur belge. Journal Officiel, “Extérieur. France. —Paris, le 15 avril”,
17 de abril de 1850, 944. Véase también casi la misma información en: “Chronique d’Orient et des
colonies”, Revue de l’Orient, de l’Algérie et des colonies 7 (mayo de 1850): 327.
41
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

ticia del nuevo periódico y de la prohibición de emigración de chinos a Costa


Rica se difundió internacionalmente: por ejemplo, en la Revista popular de Lis-
boa; en el semanario veneciano Il Vaglio, en la parisina Revue de l’Orient, de
l’Algérie et des colonies, en el primer número del famoso Harper’s New Monthly
Magazine de Nueva York; en el Scientific American de la misma ciudad, en el
Weekly National Intelligencer de Washington y en el The District School Journal of
the State of New York de Albany26.

Ilustración 1.
El Emperador Daoguang (道光)

Fuente: “Daoguang”, Wikipedia,


https://es.wikipedia.org/wiki/Daoguang

26
Sobre estos periódicos: “Chronica”, Revista popular III, no. 7 (18 mayo 1850), 55 [Revista Popu­
lar: Semanario de Litteratura, Sciencia, e Industria. Terceiro Volumen (Lisboa: Imprenta Nacional,
1850-1851)]; Il Vaglio: Giornale Settimanale [Venecia], “Caccia di notizie”, [Año XIV, no. 17] 27 de
abril de 1850, 135; The District School Journal of the State of New York [Albany], “Chinese Newspa-
per”, septiembre de 1850, 81; “Monthly Record of Current Events”, Harper’s New Monthly Ma-
gazine 1 (junio de 1850): 129 [Harper’s New Monthly Magazine. Volume I. June to November, 1850
(New York: Harper & Brothers, Publischers, 1850)] y, “Miscellaneous/Chinese Newspaper”,
Scientific American [New York] 5, no. 37 (1 de junio de 1850): 290. También la información fue
mencionada en el Weekly National Intelligencer de Washington en una correspondencia de París
con fecha del 18 de abril de 1850: “By the way, a yellow sheet of paper printed in Chinese charac-
ters, circulting actively from hand to hand, was the object of universal attention and curiosity among
the grave ones of the Assmbly. It purported to be a recent number of the Moniteur of Pekin,
brought by the last mail. Among other articles mentioned as contained in it is an imperial edict
forbidding Chinese emigration to California and Costa Rica”, Weekly National Intelligencer, “Our
Paris correspondence”, 18 de mayo de 1850, 1.
42
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Ilustración 2. Noticias sobre el diario chino y la prohibición imperial


con respecto a la migración hacia California y Costa Rica (1850)

Fuente: “Miscellaneous/Chinese Newspaper”, Scientific American [New York] 5, no. 37


(1 de junio de 1850): 290; “Chronica”, Revista popular [Lisboa] III, no. 7 (18 de mayo de 1850):
55 y Il Vaglio: Giornale Settimanale [Venecia], “Caccia di notizie”, 27 de abril de 1850, 135.

No sabemos si la información fue conocida en Costa Rica, pero esta decisión


que se toma en China con respecto a la salida de chinos hacia Costa Rica pare-
ce ir dentro de la perspectiva de Connelly y Cornejo quienes consideran que la
política oficial del gobierno Qing hacia la emigración de sus súbditos experi-
mentó tres etapas: la primera etapa desde inicio del comercio hasta 1859 donde
se siguió una línea de prohibir la emigración rehusándose a considerar el pro-
blema; la segunda etapa de 1860 a 1874 donde se acepta el derecho de los chinos
a emigrar y se hace la distinción entre emigración voluntaria y comercio de
culíes y se busca regular este último asunto y; una tercera etapa, de 1874 hasta
el final de la dinastía en 1911, donde se prohíbe el comercio de culíes y se in-
43
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

tenta proteger a los emigrantes mediante el envío de diplomáticos y funciona-


rios consulares27.
Éric Guerassimoff, por su parte, indica que el transporte a una gran escala
de emigrados chinos hacia el hemisferio occidental empieza al final de los años
1840 y dos factores son generalmente evocados para explicar dichos movimientos:
la puesta en valor de California por los Estados Unidos con el descubrimiento
y la explotación de depósitos de oro a partir de 1848 y, el reemplazo de esclavos
africanos en las plantaciones continentales americanas y del Caribe. Estos dos
elementos se combinarían con la situación de empobrecimiento y los disturbios
que vivieron las regiones de China meridional en el curso de las primeras dé-
cadas del siglo xix28. En un trabajo sobre los hitos históricos de Macao, publi-
cado en The Chinese Recorder de agosto 1888 y por el reverendo J. C. Thomson,
se hace un balance general de aquella época y de las estrategias de obtención
de chinos culíes:

1848-1874. El notorio Comercio de Culíes parece haber comenzado con el envío de


ciento cincuenta culíes de Amoy a Australia del Sur en 1848, pero poco después
creció hasta alcanzar grandes proporciones, con Macao como centro. Los culíes
son de tres clases: prisioneros tomados en peleas de clanes (de constante ocurren-
cia en los distritos occidentales de Kwangtung), y vendidos a compradores chinos
o portugueses; aldeanos o pescadores secuestrados por la fuerza, principalmente
por mestizos de Macao; y aquellos tentados por agentes para apostar en estableci-
mientos con licencia, quienes, al perder, entregan sus personas en pago de acuerdo
con las nociones chinas de responsabilidad […] Los años 1873 y 1874 estuvieron
marcados por la abolición del comercio de culíes en Macao, que desde su aparición
en 1848 había sido objeto de muchas atrocidades en tierra y mar. Durante estos

27
Marisela Connelly y Romer Cornejo, China en América Latina. Genésis y desarrollo de sus relaciones
(México, D.F.: Centro de Estudios de Asia y África, El Colegio de México, 1992), 25.
28
Éric Guerassimoff, “Des coolies aux Chinois d’outre-mer. La question des migrations dans les
relations sino-américains (années 1850-1890)”, Annales, Histoire, Sciences Sociales [Annales hs] 69,
1 (enero-febrero 2006): 64-65, https://www.cairn.info/journal-annales-2006-1-page-63.htm
44
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

años se había intentado llevar a cabo el comercio teniendo en cuenta los derechos
de los trabajadores, pero la experiencia había demostrado que esto era práctica-
mente imposible si se quería que el negocio fuera remunerador29.

Así, recordemos que además de la llegada de chinos al territorio estadouniden-


se —a California en particular—, presenciamos el importante traslado de culíes
a Cuba y a Perú30. Se considera que desde el comienzo de la venida de chinos
bajo contrato en 1847 y hasta 1874 arribaron unos 125.000 chinos a Cuba y
alrededor de 92.000 a Perú31. El deseo por introducir chinos para trabajos agrí-
colas en la Costa Rica de mediados del siglo xix, especialmente en el marco de
la producción cafetalera, y más bien como trabajadores de paso y auxiliares que
como inmigrantes o colonos permanentes, se sitúa en ese contexto internacio-
nal y se perfila desde 1852. La Gaceta del Gobierno de Costa-Rica publica en
agosto de 1852 un artículo del National Intelligencer sobre Centroamérica don-
de se precisa:

29
J. C., Thomson, “Historical Landmarks of Macao”, The Chinese Recorder and Missionary Journal
XIX, no. 8 (agosto 1888): 372-373, 375. En el original: “1848-1874. The notorious Coolie Trade
appears to have commenced in the shipment of a hundred and fifty coolies from Amoy to South
Australia in 1848, but soon afterwards grew to great proportions, with Macao as its centre. […]
The coolies are of three classes: prisoners taken in clan fights (of constant occurrence in the
western districts of Kwangtung), and sold to Chinese or Portuguese man buyers; villagers or
fishermen forcibly kidnapped, chiefly by half-castes from Macao; and those tempted by agents
to gamble at licensed establisments, who, on losing, surrender their persons in payment according
to Chinese notions of liability […] The years 1873 and 1874 were marked by the abolition of the
coolie trade at Macao, which since its rise in 1848 had been attended with many atrocieites on
land and sea. During these years attempts had been made to conduct the trade with some regard
for the rights of the laborers, but experience had shown that to do this was practically imposible
if the business were to be made remunerative”.
30
Son muchísimos los estudios en torno al tema culí, sin embargo, podemos citar entre los más
recientes e innovadores trabajos: Benjamin Nicolas Narvaez, “Chinese Coolies in Cuba and
Peru: Race, Labor, and Immigration, 1839-1886” (Dissertation Doctor in Philosophy, The Uni-
versity of Texas at Austin, [August] 2010), https://repositories.lib.utexas.edu/bitstream/hand-
le/2152/ETD-UT-2010-08-1751/NARVAEZ-DISSERTATION.pdf?sequence=1 y, Benjamin
N. Narváez, “Abolition, Chinese Indentured Labor and The State; Cuba, Peru, and the United
States during the Mid Nineteenth Century”, The Americas 76, no. 1 (January 2011): 5-40.
31
Narváez, “Abolition, Chinese Indentured”, 10.
45
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

Lo que mas es de desearse en Costa Rica es el jornal barato para poder fomentar
el cultivo del café, el azucar y el tabaco; para cuyo objeto el Gobierno ha tenido
en consideracion varias proposiciones para la importacion de labradores (coolies)
Chinos y de algunos naturales de las Islas Canarias y de Madera32.

Necesidad de mano de obra y chinos

Ese año de 1852, el gobierno costarricense solicita a su ministro en Washing-


ton, el guatemalteco Felipe Molina Bedoya (1812-1855), que indague sobre las
posibilidades de contratar trabajadores chinos para las haciendas del país. En el
mes de julio de ese año, Molina informa que ha sabido que en Cuba los chinos
fueron subordinados en un principio, pero que luego de severos castigos se
habían enmendado. Molina apunta de igual manera que los chinos estaban
trabajando en los ingenios “para los que tienen inteligencia y son superiores a
los africanos”. Asimismo, Molina precisa sobre el precio de los chinos y los
salarios. En otra documentación, el mismo diplomático proporciona datos
sobre el número de chinos llegados y por llegar a la isla caribeña33.
A pesar de que en algunas fuentes internacionales de la época los chinos
son recomendados como industriosos, ordenados, manejables y de una gran
fuerza física34 y, el interés manifiesto por hacer llegar chinos a Costa Rica, en el
fondo persistían inquietudes entre diferentes miembros de la élite costarricen-
se sobre la llegada de estos inmigrantes. Un artículo sobre la inmigración pu-

32
“Centro America”, Gaceta del Gobierno de Costa Rica, 28 de agosto de 1852, 2. El artículo había
sido publicado en el número 572 del Weekly National Intelligencer de Washington el sábado 10 de
julio de 1852. La versión original en inglés del documento es: “The Great desiderátum in Costa
Rica is cheap labor, in order to increase the culture of coffee, sugar, and tobacco; for which pur-
pose the Government has in consideration different proposals for the importation of Chinese
coolies and natives from the Canary and Madeira Islands”, Weekly National Intelligencer, “Central
America”, 10 de julio de 1852, 8.
33
Fonseca Herrera, “Los chinos en Costa Rica”, 12.
34
Por ejemplo, ver: Edward Cullen, The Isthmus of Darien Ship Canal (London: Effingham Wil-
son, Publisher, 1852), 26-28.
46
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

blicado en la Gaceta de Costa-Rica del 15 de mayo de 1852 propone escoger a


los trabajadores y enganchar a labradores principalmente de origen europeo
—del norte de Europa y, en particular, alemanes del norte— y hace una crítica
relevante sobre los chinos:

Vengan pues trabajadores de afuera, pero es preciso escojer. Varias veces se ha


proyectado mandar à buscar chinos, pero parece que los chinos tienen, entre otras
debilidades, la de dejarse morir facilmente bajo otro clima que el suyo. Ademas no
dejarian arroz para nadie. Tampoco hay necesidad de que vengan à injertar sus
deformidades en la fealdad de cierta parte de nuestras razas. Nada bonito resulta-
ría del enlace de una Pacaca con un Chino35.

A pesar de ese retrato negativo que empezaba a propagarse sobre los inmigrantes
chinos, la necesidad de apelar a esta mano de obra se evidencia en Costa Rica
en diversos momentos del decenio de 1850. En mayo de 1854, una revista nor-
teamericana apunta con respecto a este tema: “El gobierno también ha dado a
un inglés una comisión para importar chinos”36. No sabemos exactamente a cuál
proyecto se refiere la publicación, pero es cierto que, en enero de 1852, un
influyente hombre de negocios en el país, Eduardo o Edward Wallerstein, envía
una carta al gobierno sobre las posibilidades de introducir chinos al país37.
Wallerstein residía en Costa Rica desde por lo menos los años 1830, había sido
presidente en los años 1840 de la Sociedad Económica Itineraria —creada en

35
A. M. [Adolphe Marie], “Emigracion”, Gaceta del Gobierno de Costa-Rica, 15 de mayo de 1852,
1-2. Los “Pacaca” eran uno de los grupos de indígenas de Costa Rica. El artículo es de Adolphe
Marie, un francés que llega a Costa Rica en 1848 y que será una figura importante del periodis-
mo costarricense, profesor de francés en la universidad, viceministro de relaciones exteriores
(1852) del gobierno de Juan Rafael Mora Porras y que muere por enfermedad en 1856 durante
la guerra contra los filibusteros. Al respecto de Adolphe Marie: Mario Zeledón Cambronero, “Un
francés en Costa Rica. 1848-1856”, Revista de la Universidad de Costa Rica 32 (1971): 45-93.
Traducción nuestra de: “The government has also given an Englishman a commission to import
36

Chinese.” “Monthly Summary-Neighboring States”, The Graham’s Magazine 54, no. 5 (mayo de
1854): 541.
37
ancr-ah-Hacienda, no. 011915.
47
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

1843 y cuyo fin era la construcción de caminos y la explotación de zonas nue-


vas— y sería cónsul general de Costa Rica en Inglaterra y encargado para cele-
brar tratados con los gobiernos de Suecia y Noruega38.
En 1988, Herrera Balharry indicaba con respecto a las contrataciones de
culíes: “el empresario inglés Courtans, propuso traer un grupo numeroso de peones
chinos. Otro empresario de apellido Cauty, pretendió hacer venir a cerca de
400 coolies hindúes pero, ninguno de los dos proyectos se concretó”39. El autor
ubicaba erróneamente estos proyectos en el año 186040. Esta información se-
guramente la tomó Herrera Balharry de los viajeros alemanes Moritz Wagner
(1813-1887) y Carl o Karl von Scherzer (1821-1903) que escriben una obra sobre
Costa Rica en 1856 a partir de las experiencias en este país entre 1853 y 1854.
Veamos lo que dice Carl Scherzer al respecto:

hace poco tiempo un inglés de apellido Courtans se ofreció a desembarcar, contra


una prima de 90 dólares por cabeza, con 3 000 chinos en la costa occidental de
Costa Rica para asegurar durante un periodo determinado su trabajo en el país.
Con base en esa oferta el gobierno se declaró dispuesto a pagar por cada obrero
chino que desembarcara en la república 30 dólares del tesoro; cierto número de
cafetaleros se comprometía a contribuir con el resto de la prima solicitada bajo la

38
Algunos autores han mencionado que se trataba de un inglés: “comerciante inglés Eduardo
Wallerstein”, Ricardo Fernández Guardia, La Guerra de la Liga y la invasión de Quijano (San José,
C.R.: euned, 2007), 31. Sin embargo, muchos apuntan que era un alemán o prusiano: “Don
Eduardo Wallerstein, comerciante alemán, establecido en el país”. Felipe Molina, Bosquejo de la
República de Costa Rica, seguido de apuntamientos para su historia (New York: Imprenta de S. W.
Benedict, 1851), 106. Sobre ese origen véase igualmente: Eugenio Herrera Balharry, Los alemanes
y el Estado cafetalero (San José, C.R.: euned, 1988), 138. En otra obra se evoca a los hanoveranos
“George Stiepel y Eduardo Wallerstein”: Ingrid Schulze Schneider, Alemania y América: la lla-
mada del nuevo mundo: 500 años de presencia alemana en América (Madrid: Editorial mapfre, 1995),
285. Sobre este personaje véase de igual modo: Anita Gregorio Murchie, Imported Spices: A Study
of Anglo-American Settlers in Costa Rica, 1821-1900 (San José, C.R: Ministry of Culture, Youth and
Sports, Department of Publications, 1981), 70, 114.
39
Herrera Balharry, Los alemanes, 60.
40
Herrera Balharry, Los alemanes, 59.
48
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

expectativa de conseguir un cierto número de braceros que se ajustará por un


jornal de seis a ocho dólares mensuales por un tiempo determinado.
Mister Courtans que conocía la gran cantidad de peones chinos que trabajan
en las minas de oro de California, creía con este contrato en la bolsa, poder lograr
su propósito con gran facilidad y se dirigió pues a la costa del Celeste Imperio para
enganchar los 3 000 chinos prometidos; pero a su llegada el prudente inglés tuvo que
darse cuenta de que los chinos no eran los chinos de antaño; escarmentados por las
múltiples ardides y las promesas incumplidas de los especuladores europeos, pre-
ferían la pobreza en su tierra a una suerte insegura en el extranjero; sólo muy pocos
se dejaron persuadir a trabajar durante varios años en un país lejano. El proyecto
fracasó a causa de esta repentina e inesperada obstinación de los chinos; según las
últimas noticias que pudimos obtener, el desengañado especulador está de nuevo
en Nueva York, probablemente haciendo nuevos proyectos para salvar los intereses
de países que carecen de braceros, del modo más ventajoso para su propia bolsa41.

Esas negociaciones para traer chinos datan del año 1853 y se dieron entre el
gobierno costarricense y Charles de Cortanze42. El 29 de enero 1853, La Gace-

41
Traducción propuesta en: Moritz Wagner y Carl Scherzer, “Ensayos de colonización”, en Eco­
nomía y sociedad en Centroamérica y el Caribe. La mirada de los viajeros, selecc. e introd. Johanna von
Grafenstein Gareis (México: Instituto Mora, 2001), 24. El texto relacionado con los culíes hindués
dice en esa misma traducción: “Casi al mismo tiempo surgió la idea de importar culies hindués
que, como se efectuó en la isla de France, Borneo y Mauricio, debían ser alquilados a los cultiva-
dores nacionales por tres años con un jornal de ocho o diez dólares mensuales; vencido este
plazo podían escoger entre la repatración gratuita o un terreno regalado para establecerse. El
empresario, mister Cauty, pidió al gobierno un adelanto de 20 000 dólares para ejecutar su pro-
yecto, comprometiéndose a importar gratuitamente a 400 coolies”. Wagner y Scherzer, “Ensayos”,
24-25. Otra traducción en: Moritz Wagner y Carl Scherzer, La República de Costa Rica en Centro
América. Traducción del alemán por el Profesor Jorge A. Line, asesorado por el Dr. Ernesto J. Wender y
del Prof. José Dávila Solera (San José, C.R.: Imprenta Lehmann, 1944, 210. Véanse los textos en la
obra original: Moritz Wagner y Carl Scherzer, Die republik Costa Rica in Central-Amerika: mit
besonderer berücksichtigung der naturverhältnisse und der frage der deutschen auswanderung und colo-
nisation. Reisestudien und skizzen aus den jahren 1853 und 1854 von dr. Moritz Wagner und dr. Carl
Scherzer (Leipzing: Arnoldische buchhandlung, 1856), 336-337. El nombre mencionado en el
original es en efecto: “Courtans”.
Fonseca Herrera apunta “Charles Corteaure”. Fonseca Herrera, “Los chinos en Costa Rica”, 12.
42

En otra de sus publicaciones recientes, Fonseca Herrera indica más bien “Couture”. Véase: Zai-
49
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

ta anuncia: “A los hacendados. —El Sr. Charles de Cortanze informa a todos


los hacendados que la suscripción para la importación de braceros chinos está
abierta en la casa No. 16 de la calle de la plaza nueva, donde pueden acudir
todos los interesados para informes y suscripciones los que hagan necesitar
dichos peones”43. No tenemos referencias exactas sobre Charles de Cortanze
que imaginamos francés44; no obstante, es posible localizar un individuo del
mismo nombre que trabajaba como agente hacia los años 1860 para la Compag-
nie des Services Maritimes des Messageries Imperiales en Shangái junto a H. Du-
pouen como primer secretario, W. Cortmann como comisario de mercancías y
Coupin como secretario45. En una carta escrita en San José el 5 de febrero de
1853, Cortanze escribe al Ministro de Hacienda, Manuel Carazo:

Conforme à la comunicacion que Vuestra Excelencia tuvo a bien hacerme bajo la


fecha del 14 de Enero, en la cual me ofrece un premio de seis mil pesos (6000), con
tal que la importación de labradores chinos que propuse al Gobierno de Costa Rica
en mi carta del 11 de enero, no bajase de los dos cientos hombres, me presenté a

da M. Fonseca Herrera, “Las migraciones chinas a Costa Rica en el siglo xix”, 163. La grafía
correcta es “Cortanze”.
43
Carlos Luis Fallas Monge, El movimiento obrero en Costa Rica 1830-1902 (San José, C.R.: euned,
1983), 208. Citado también por: Alonso Rodríguez Chaves y Marlene Loría Chaves, “Los inmi-
grantes chinos dentro de la comunidad costarricense (1870-1910)” (Tesis de Licenciatura en
Historia, Universidad de Costa Rica, 2000), 137.
44
Fonseca Herrera apunta “Charles Corteaure, supuestamente francés”. Fonseca Herrera, “Los
chinos en Costa Rica”, 12.
45
Véase en un directorio sobre China, Japón y Filipinas de 1865 la lista de compañías de nave-
gación a vapor: The Chronicle and Directory for China, Japan and the Philippines for 1865 (Honkong:
Compiled, Printed, Published, and Sold at the “Daily Press” Office, [1865]), 213. En otro direc-
torio de navegación de 1870 publicado en Birmignham se menciona entre los “French Mail
Steampships” a la “Compagnie des Services Maritimes des Messageries Imperiales [Overland
Route to India, China, Japan, Reunion, Batavia, and Mauritius] y como agente en Shanghái a “M.
Charles de Cortanze”. The Brokers’ Guide and Shipping Directory of Merchant Shippers, Brokers, [etc.]
(Birmingham: Printed and Published by James Upton, Baskerville Steam-Printing and Publis-
ching Works, 1870), 55. Imaginamos que se trata del mismo personaje que es consignado como
fallecido el 7 de abril de 1865 en China. “CORTANZE. — On the 7th April, at Shangai, Charles
de Cortanze, agent of the Messageries Imperiales Company, aged 37 ans”. Véase: “Births, Marria-
ges, and Deaths”, The London and China Telegraph [London] VII, no. 174 (27 de mayo de 1865): 287.
50
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

los varios hacendados y tengo hoy el día de comunicar […] La suscripción está
completa […] pues cuenta dos cientos y tres (203) hombres […] el precio de los
chinos […] ha de ser de noventa (90) pesos por hombre46.

En la misiva se apunta igualmente el deseo de algunos hacendados de hacer


venir mujeres chinas y Cortanze duda mucho que sea posible. También, el pro-
motor recuerda la promesa del presidente de mantener el pago del gobierno de
6 mil pesos no solo para completar el pago el precio de los chinos sino como
garantía en el caso de muertes en el viaje47. Cortanze señala con optimismo:
“Tengo la esperanza que esta importacion de peones será la primera de una
serie y que el Gobierno de Costa Rica conociendo el esmero que pongo en
llevarla a bien, me dará la preferencia por los años siguientes, si es que entonces
los hacendados deseasen renovarla”48. Sin embargo, en una carta posterior
escrita desde New York, Cortanze explica el aprieto de cumplir con su proyec-
to de traer 200 coolíes a Puntarenas por la dificultad de transportar estos tra-
bajadores a América por dos razones: las rebeliones que organizan en los barcos
que los traen a América y la dificultad de conseguirlos por el temor propiciado
por el maltrato que han recibido en La Habana49.
Al mismo tiempo, pareciendo muy enterado de las negociaciones de Cor-
tanze con el gobierno costarricense, en una carta del 17 de enero de 1853,
George Schendel —del que por ahora no conocemos nada— escribe al ministro
Manuel Carazo donde le indica: “Veo por la contestacion de Vuestra Excelencia
á la propuesta que hizó [sic] el Sr. Dn. Carlos de Cortanze, para la introduccion
de labradores chinos en el país, que el Gobierno ofrece dar un premio de seis
mil (6000) pesos para dicha introduccion”. Schendel también precisa: “con tal

46
ancr-ah-Gobernación, no. 008405, ff. 5-5v.
47
ancr-ah-Gobernación, no. 008405, ff. 5v-6.
48
ancr-ah-Gobernación, no. 008405, f. 6v.
49
Fonseca Herrera, “Los chinos en Costa Rica”, 12-13.
51
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

que el numero de hombres introducidos no baje de doscientos (200) cuya en-


mendacion rehusó el Sr. de Cortanze, retirando su propuesta”50.
Schendel agrega: “Estoy, dispuesto, Señor Ministro, hacer esta introduccion
de chinos, si el gobierno se compromete hacia mí en pagarme dicho premio de
seis mil (6000) pesos al desembarcar de los Chinos en el Puerto de Punta Arenas”51.
Schendel solicitaba que el pago total de lo ofrecido por el gobierno se hiciera
incluso si el número de chinos disminuía a causa de la muerte durante el viaje, pro­
ponía como tiempo de introducción hasta fines de diciembre de 1854 y pedía que
el gobierno no tratara con nadie más sobre el mismo objeto durante ese plazo52.
La solicitud no va a tener seguimiento. Como apreciamos, los anteriores intere-
sados buscaban establecer un monopolio en la entrada de chinos a Costa Rica.
En otro contexto, ante las dificultades de traer inmigrantes franceses a
Costa Rica en el marco de un proyecto de colonización en el Pacífico costarri-
cense —Golfo Dulce— y de una idea de vía interoceánica, planes promovidos
desde 1849 por el capitán francés Gabriel Lafond de Lurcy (1801-1876) —quien
será representante de Costa Rica en París durante décadas—, se piensa en re-
currir a trabajadores chinos para hacer el trabajo duro inicialmente. Hablando
de uno de los colaboradores principales de Lafond de Lurcy en su proyecto, el
francés Victor Herran (1803-1887)53 —quien vivío en Costa Rica, fue encarga-
do de negocios de Costa Rica en Francia y, luego, representante diplomático
para Honduras y El Salvador— algo se menciona sobre la posibilidad de emplear
chinos. Después de un intento fallido de 14 franceses que viajaron para instalarse
en la colonia en 1852, Josep-Marie Callery (1810-1862) —promotor de la ten-
tativa de colonización francesa y miembro del consejo directivo de la com-

ancr-ah-Hacienda, 011915, f. 14. En la carta aparece: “San José el 17 de enero de 1852”. Sin
50

embargo, suponemos que se trata de un error pues la propuesta de Cortanze es de enero de 1853.
51
ancr-ah-Hacienda, 011915, f. 14.
52
ancr-ah-Hacienda, 011915, ff. 14-14v.
53
Sobre el personaje, véase: Ronald Soto-Quiros, “Victor Herran et la promotion d’un projet
pour le Costa Rica (1849-1854)”, en De l’émigration en Amérique latine à la crise migratoire: histoi-
re oubliée de la Nouvelle Aquitaine xixe-xxie siècle, dir. Isabelle Tauzin-Castellanos (Pau: Cairn,
2021), 129-148.
52
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

pañía— indica en una carta de abril de 1853: “Herrand [sic: nuestro] no a[sic]
ayudado a que este proyecto se de y pide mejoras para seguir el proyecto de
colonizacion además que pide permiso para traer chinos a trabajar”54.
De esta manera, según Lizama Oliger, la petición de llevar chinos a Costa
Rica se hace en cuatro ocasiones —tres veces en 1853 y una vez en 1855— y el
mismo G. Lafond explica en 1855: “será preciso que el gobierno nos autorice
a traer chinos, sea de la China sea de Sincapour [sic]”. Lafond agrega: “Su agente
en Sincapour [sic] puede traer chinos al precio de 4 o 5 pesos mensuales des-
contándoles después el pasaje. El señor Almeida es su agente y serían 200 a 300
chinos que además son muy buenos artesanos, y que cuando reúnan la plata los
harían traer”55. Con respecto al mencionado Almeida, suponemos que se trataba
de un representante de la “MM. Jose d’Almeida and sons”, una compañía por-
tuguesa creada en Singapur56.
José José d’Almeida Carvalho e Silva (1784-1850), un portugués nacido en
São Pedro do Sul, había trabajado como cirujano para la marina, pero en 1824
sale a trabajar a Macao y Calcuta y, luego, se asienta en Singapur. En este último
territorio se constituirá en uno de los principales comerciantes europeos y en
una de las figuras prominentes. J. J. Almeida fallece el 17 —o el 27 según ciertas
fuentes— de octubre de 1850 y la compañía es delegada a dos de sus hijos. J. J.
d’Almeida había tenido una prole significativa de hijos, unas fuentes hablan de
l5 y otras de 20. Uno de ellos toma demasiados riesgos en el negocio y el otro
se muestra muy cauteloso y la compañía es declarada en quiebra en 186457. Uno

54
Rodrigo Antonio Lizama Oliger, “Las relaciones franco-costarricenses de 1848 a 1860 desde
la perspectiva de la diplomacia costarricense” (Tesis de Licenciatura en Historia, Universidad de
Costa Rica, 2014), 114.
55
Lizama Oliger”, “Las relaciones”, 107, 114, 172.
56
Véase, por ejemplo, un informe del cónsul general de Bélgica en Singapur —D’Egremont—
escrito el 25 de marzo de 1857 menciona entre las principales casas europeas de comercio en
Singapur a esta empresa portuguesa. Royaume de Bélgique, Recueil Consulaire. Tome Troisième.
Année 1857 (Bruxelles: H. Tarlier, éditeur, 1857), 559.
Justin Corfield, Historical Dictionary of Singapore, New Edition [Historical Dictionaries of Asia,
57

Oceania, and the Middle East, No. 77] (Laham, Toronto, Plymouth, Uk: The Scarecrow Press,
53
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

de estos hijos es probablemente el posible agente para este proyecto con la


compañía de colonización del Golfo Dulce.

Ilustración 3. Retratos de los emprendedores


franceses Lafond y Herran

Fuente: Retrato de G. Lafond 1844 por Demoussy y grabado en 1845 por Gustave Levy en: Gabriel
Lafond de Lurcy, Voyages autour du monde et naufrages célèbres. Voyages dans les Amériques (Paris:
Administration de librairie, 1843), [en guarda anterior] e ilustración de Victor Herran en, The Illustrated
London News, “Señor Don Jean Victor Herran, Honduras Plenipotentiary”, 30 de julio de 1856, 10.

Los primeros chinos llegados de Panamá

La posibilidad de recurrir a la mano de obra de origen chino en Costa Rica es


también lógica vista la presencia de estos trabajadores en esos años 1850 en las
obras de construcción del ferrocarril en Panamá58. Según Ramón Arturo Mon
Pinzón, los libros de emigración del gobierno británico consignan que en el
año 1852 fueron embarcados 300 emigrantes chinos hacia Panamá, y que 73

Inc., 2011), 74-75. Sobre Almeida también ver: Eng Chuan Ong, “Jose d’Almeida”, SingaporeIn-
fopedia (2005), https://eresources.nlb.gov.sg/infopedia/articles/SIP_102_2005-01-18.html
58
Lucy M. Cohen, “The Chinese of the Panama Railroad: Preliminary Notes on the Migrants
of 1854 who ‘failed’”, Ethnohistory 18, no. 4, (otoño de 1971): 309-320.
54
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

murieron durante la travesía, y en 1853 se embarcaron 425 chinos, de los cuales


96 murieron durante el viaje. Se supone que ambos grupos se sumaron a los
trabajos del ferrocarril. En marzo de 1854, llegaron al istmo panameño 705
chinos contratados para las obras que salieron de Swatow (China): murieron 11
en un trayecto de 61 días; 701 llegaron en buen estado de salud y 4 inválidos.
Para la época en que se terminaron los trabajos, en 1855, se sabe que por lo
menos 1.262 chinos habían llegado al istmo panameño59. Esa relevante presen-
cia china en Panamá pudo haberse extendido por el resto de América Central.
Recordemos que el paso por Nicaragua no fue ajeno a los chinos, el alemán Carl
von Scherzer menciona en los años 1850 a estos migrantes entre los pasajeros
en la ruta del Tránsito60.
En 1903, en un documento elaborado como resultado de un congreso in-
ternacional realizado en Nueva York sobre la producción y consumo de café se
incluye un informe de la delegación de Costa Rica que apunta: “En 1854 se
importaron colies [sic] […]”61. Sin embargo, no tenemos fuentes por ahora que

59
Ramón Arturo Mon Pinzón, “La migración china a Panamá”, en Europa, Asia y África en Amé-
rica Latina y el Caribe, migraciones “libres” en los siglos xix y xx y sus efectos culturales, coord. Birgitta
Leander (México, Madrid, Buenos Aires, Colombia: Siglo Veintiuno editores/unesco, 1989),
249-250.Véase la tesis de 1979 de Mon Pinzón: Ramón Arturo Mon Pinzón, “Historia de la
migración china durante la construcción del Ferrocarril de Panamá” (Tesis para optar para el
grado de Maestría en Estudios de Asia y África del Norte con Especialización en China, El
Colegio de México, Centro de Estudios de Asia y África del Norte, 1979). Retomado por autores
como: Lok C. D. Siu, Memories of a Future Home. Diasporic Citizenship of Chinese in Panama (Stan-
ford, Ca.: Stanford University Press, 2005), 38-39.
Véase: Eddy Kühl Arauz, Nicaragua: historia de inmigrantes (Managua: Editorial Hispamer, 2007),
60

64. También: Karl Ritter von Scherzer, Travels in the Free States of Central America: Nicaragua,
Honduras, and San Salvador, Volumen 1 (London: Longman, Brown, Green, Longmans, & Roberts,
1857), 5, 21.
61
USA Congress, Production and Consumption of Coffee, etc. Message from the President of the United
States, transmitting A Report from the Secretary of State, with Accompagnying Papers, Relative to the
Proceedings of the International Congress for the Study of the Production and Consumption of Coffee, etc.
December 10, 1902.—Read; referred to the Committee on Agriculture and Forestry and ordered to be
printed [57th Congress, 2d. Session. Senate, Document No. 35.] (Washington: Government Printing
office, 1903), 218. En el documento también aparece el informe en inglés y señala: “Coolies were
imported in 1854”, 79. El informe está firmado por Mariano Montealegre, J. Cararranza [sic.]
H., J. T. Echeverría, Federico Tinoco y Man. González (Director General de Estadística) y fue
transmitido por los delegados M. González y J. B. Calvo, Ministro de Costa Rica en Washington.
55
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

nos precisen al respecto. No obstante, precisamente ligado al proyecto ístmico


del ferrocarril, se pueden ubicar en 1855 fuentes que permiten evidenciar lo
que se ha considerado como la primera entrada de chinos a Costa Rica62. Se tra-
ta de dos grupos procedentes de Panamá. El primer grupo de chinos venía en el
bergantín Rostand63, dirigido por el capitán Francisco Morice [o Maurice]64, una
embarcación que por años hizo recorridos por el litoral pacífico centroameri-
cano e iba incluso hasta Perú:

Mayo 22.-Bergantin Sardo Rostand, de 181 toneladas, procedente de Panamá, á


cargo de su capitan Maurice. Cargamento: mercaderías extranjeras. Pasajeros: la
familia del señor Maneque, J. T. Joy, Salvador Vinosco, Manuel Rojas, Juan Salazar,
Fermin Macay, Santiago Jacobo, Damaso Picado, Sr. de Pontal y familia, José

62
Fonseca Herrera, “Los chinos en Costa Rica”, 13-14; Huesmann, “The Chinese in Costa Rica”,
715. En 1979, Fonseca es la primera autora en mencionar esta llegada.
63
No sabemos si este bergantín tiene alguna relación con la familia marsellesa Rostand que fundó
una compañía de barcos a vapor creada en 1845 por Bruno y Albert Rostand. Véase: Marie-Françoi-
se Bernero-Couvenhes, Les messageries maritimes. L’essor d’une grande compagnie de navigation
française, 1851-1894 (Paris: Presses de l’Université Paris-Sorbonne, 2007), 56-59.
64
Díficil saber cual era el apellido exacto pues las fuentes muestran diversas versiones. Véase: “Junio
15. —Bergantin sardo Rostand, á cargo de su capitan D. Francisco Morice, procedente de San
Juan del Sur, en lastre”. Boletín oficial, “Movimiento marítimo”, 21 de junio de 1856, 700. En 1855,
un periódico de Costa Rica indicaba: “Bergantin Sardo Rostand de 18 toneladas, procede de la
Union. Su capitan Maurile”. Boletín oficial, “Movimiento marítimo”, 1 de setiembre de 1855, 72.
También en 1858: “Mayo 3.— Bergantin sardo Rostand, su capitan Francisco Morise, proceden-
te de Realejo, en 6 dias. Cargamento: cueros, palma, y sal: tiene 9 hombres de tripulacion”.
Crónica de Costa Rica, “Movimiento marítimo”, 1 de setiembre de 1855, 5 de mayo de 1858, 4.
En un periódico salvadoreño se habla de “Bergantin Sardo “Rostand” y del capitán “D. Francis-
co Moise”, La Gaceta [E.S.], “Movimiento marítimo”, 20 de enero de 1854, 4. En otro documen-
to también se menciona “Bergantin Sardo “Rostand” del porte de 18 toneladas procedente de
Puntarenas al mando de su capitan Don Francisco Moise, con sal del País”, La Gaceta [E.S.],
“Movimiento marítimo”, 7 de abril de 1854, 4. Véase una entrada en el puerto de la Unión en El
Salvador: “Marzo. 30. —Bergantin Sardo “Rostand” del porte de 181 toneladas procedente del
Realejo al mando de su Capitan Don Francisco Moise. Cargamento: sal del Perú, cueros de res
y palo de brasil”, La Gaceta [E.S.], “Movimiento marítimo”, 14 de abril de 1854, 4. Aunque tam-
bién se hablaba en el mismo periódico de la “Polacra Sarda “Rostand” y de su capitán “el Sr.
Francisco Mónico”, La Gaceta [E.S.], “Movimiento marítimo, 13 de enero de 1854, 4.
56
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Domini, J. Donado, Pedro Gallini, Pablo de Capura, viuda Alexandre y familia, y


treintaidos [sic] chinos para la hacienda de Lepanto65. (Véase Ilustración No. 3)

Como indica el parte marítimo, los trabajadores asiáticos iban dirigidos a una
hacienda en la península de Nicoya: la hacienda Lepanto. Dicha propiedad
perteneció en una época al general salvadoreño José María Cañas Escamilla66.
El alemán Carl Scherzer relata que llega el 12 de enero de 1854 a la “hacienda
de Lepanto […] que también se llama Punta de Tierra” en compañía de su
dueño el “Gobernador de Puntarenas, José María Cañas”, “situada al Suroeste
de Puntarenas, en una pequeña revuelta del Golfo”, que abarca “una [sic] área
enorme”, especialmente fértil para “el cultivo del banano, la caña, el cacao, el
maíz, frijoles, arroz, piña, cocos y para pastos” y que enfrentaba el problema de
“falta de brazos” mediante la “importación de maquinaria”67.
La hacienda había sido vendida al general Cañas por el importante comer-
ciante español de origen catalán Francisco Giralt Puli68. Giralt Puli y Cañas

65
Boletín oficial, “Movimiento marítimo”, 23 de mayo de 1855, 384. Véase la carta al Ministro de
Hacienda, Guerra y Marina del 22 de mayo de 1855 dirigida por J. B. de Yriarte de la Capitanía
del Puerto de Puntarenas sobre la legada Puntarenas de “trenta [sic] y dos chinos para la Hda.
de Lepanto”, ancr-ah-Guerra y Marina, no. 004659, f. 68.
66
José María Cañas Escamilla (1809-1860) era un destacado empresario que ocuparía cargos
como funcionario administrativo y como hombre de Estado: Administrador en la Aduana de Pun-
tarenas, Intendente General del Estado, Ministro de Hacienda y Guerrra en el gobierno de José
María Castro Madriz, Gobernador, Comandante de Puerto en Puntarenas y Ministro plenipoten-
ciario. También sería un destacado partícipe en la guerra centroamericana contra las fuerzas del
filibustero William Walker (1856-1857) y moriría fusilado en Puntarenas tras colaborar con su
cuñado, Juan Rafael Mora Porras, en una expedición por recobrar el poder en Costa Rica. Véase:
Rafael Obregón Loría, “Mora y Cañas: su vida y destino”, Revista Comunicación [Año 31] 19 [edición
especial] (2010): 5-16, https://revistas.tec.ac.cr/index.php/comunicacion/article/view/941/851 y,
Emilio Gerardo Obando Cairo, “Mora y Cañas en familia”, Comunicación [Año 31] 19 [edición
especial] (2010): 28-43, https://revistas.tec.ac.cr/index.php/comunicacion/article/view/944/854
67
Moritz Wagner y Carl Scherzer, La República de Costa Rica en Centro América [Traducción del
alemán por Jorge A. Lines, asesorado por Ernesto J. Wender y José Dávila Solera] Segundo Tomo (San
José, C.R.: Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, Departamento de Publicaciones, 1974
[1856]), 183-184, 187-188, 198. Otra fuente indica que Cañas producía en esta propiedad espe-
cialmente “caña de azúcar, plátanos y madera”, Obregón Loría, “Mora y Cañas”, 9.
68
En una biografía transaccional de la familia de Francisco Giralt Puli se indica que su testamento
del 27 de setiembre de 1855 menciona: “El mismo poseía la hacienda del Lepanto en Puntarenas
57
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

mantenían negocios juntos. El 11 de marzo de 1853, una resolución del Minis-


terio de Hacienda, Guerra y Marina permitía el establecimiento de una máqui-
na de vapor para aserrar maderas entre el Morro-Hermoso y el Golfo de
Culebra en la costa del Pacífico a “Don Francisco Giralt, Don José María Cañas
y Hermano y Mauricio Gernshein del comercio de Puntarenas” y el 18 de oc-
tubre de 1853 otra resolución del mismo Ministerio concede a los mismos se-
ñores el privilegio exclusivo de por el término de cinco años de aserrar maderas
con máquinas de vapor, “siempre que estas máquinas se establezcan dentro del
Golfo de Nicoya en el punto que mas convenga y lo mas próximo posible á los
puerto de Puntarenas y Tárcoles”69.
Muchos autores han indicado que estos primeros chinos iban dirigidos a
una hacienda propiedad de Cañas. Sin embargo, no queda todavía muy claro si
en el momento de la llegada de los chinos el propietario era el general Cañas.
En 1979, Fonseca Herrera apuntaba: “Todo parece indicar en que en ese tiem-
po esta hacienda era propiedad del General José María Cañas, pero no está
totalmente confirmado este dato”70. No obstante, algunas informaciones evocan
otra situación. El historiador Lowell Gudmundson, en un estudio sobre la his-
toria de la ganadería en Costa Rica, indica con respecto a Giralt Puli y con
fecha del 16 de febrero de 1855: “Vende a José Mayer, Marquis L. Hine, Mau-
ricio Guernsehin y Edmundo Beker, explotadores de madera bajo la “Costa Rica
Lumber Company” la hacienda Lepanto en Cabo Blanco del Golfo de Nicoya

que vendió en 4.000 pesos al General José María Cañas”. Véase: Lowell Gudmundson, “Apuntes
para una historia de la ganadería en Costa Rica, 1850-1950”, Revista de Ciencias Sociales 17-18
(1979): 84. Giralt Puli junto a Buenaventura Espinach Gual, los dos residentes en Cartago, era
uno de los más importantes comerciantes en el período inicial del auge cafetalero en Costa Rica
y fue minero, maderero, cafetalero con haciendas, tratante de tabaco, cañero y ganadero. Murió
a los 55 años en 1855. Véase: Lowell Gudmundson, Costa Rica antes del café. Sociedad y econonomía
en vísperas del boom exportador (San José, C.R.: euned (Editorial Universidad Estatal a Distancia,
2010), 102; Gudmundson, “Apuntes para una historia de la ganadería”, 84.
69
R.C.R, Colección de las leyes, decretos y órdenes expedidos por los Supremos Poderes Legislativo y Eje-
cutivo de Costa-Rica en los años de 1851, 1852 y 1853. Tomo XII (San José, C.R: Imprenta de la Paz,
1868), 228-230, 296-298. En la primera resolución se menciona “Gernshein” y en la segunda
“Gernsheim” (con “m” al final).
70
Fonseca Herrera, “Los chinos en Costa Rica”, 13.
58
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

en 8.000 pesos. La propiedad se concedió a Giralt por cultivo, bajo los términos
de denuncios en baldíos” 71.
En los archivos hemos podido localizar dicha compraventa72. Mayer parece
estar todavía presente en Lepanto en 1859. Entre la correspondencia del poeta e
historiador estadounidense Mirabeau Buonaparte Lamar (1798-1859) —quien
había sido entre 1838 y 1841 el segundo presidente de la República de Texas, en
1857 enviado extraordinario en Nicaragua y ministro de Estados Unidos en Ni-
caragua y Costa Rica en 1858— se encuentra una carta del 28 de junio de 1859
de la parte de F. Mayer de “Lepanto” al general Lamar que estaba instalado en el
Hotel Americana de “Punta Arenas” y de visita en Costa Rica. En la carta se
menciona también a Becker73. O sea, es presumible que en el momento de la
llegada de los chinos la hacienda Lepanto no perteneciera al general Cañas.
Un segundo grupo de chinos ingresa por el mismo puerto siete meses más
tarde, en diciembre de 1855. La información pertinente a esta entrada es la

71
Gudmundson, “Apuntes para una historia de la ganadería”, 84. Encontramos a un Carlos Ma-
yer que era un médico procedente de Suiza. El Marqués de Lafayette Hine era un médico esta-
dounidense nacido en Cairo (Nueva York) en abril de 1823. Llega a Costa Rica en 1850. Fue el
primer cónsul de Estados Unidos en Costa Rica. Sirve como representante primero en San Juan
del Norte (Greytown) y después en San José. Muere en San José el 8 de enero de 1866 (o 1867
según la fuente). Edmundo Becker —Gudmundson apunta “Beker” (sin “c”)— fue un químico
alemán que trabajó como docente. Mauricio Gernshein —Gudmundson señala “Guernsehin”—,
según una resolución del Ministerio de Hacienda y Guerra del 18 de marzo de 1853, recibe el
privilegio exclusivo por el término de dos años —a partir del 1 de enero de 1854— para la ex-
portación de ostras en el “Golfo de Puntarenas”. Sobre Mayer y Becker, véase: Luis Felipe
González, Historia de la influencia extranjera en el desenvolvimiento educacional y científico de Costa
Rica (San José, C.R.: Imprenta Nacional, 1921), 39-40 y 66. Sobre Lafayette Hine, ver: González,
Historia de la influencia, 40, 43 y, David Schavit, The United States in Latin America: A Historical
Dictionary (New York, et. al.: Greenwood Press, 1992), 165. Sobre Gernshein, véase: R.C.R.
Colección de las leyes…1851, 1852 y 1853, 230-231; Murchie, Imported Spices, 122-124, 331.
72
Véase también la escritura de la compraventa con fecha del 16 de febrero de 1855 de la hacienda
Lepanto en Cabo Blanco que otorga Francisco Giralt a José Mayer, Marquis L. Hine, Mauricio
Guernsehin y Eduardo Beker. En ancr-ah-lych, no. 000822, tomo 003, folio 006. Juzgado Civil de
Primera Instancia de Puntarenas. Con fecha de 21 de setiembre de 1857, hay un denuncio de un te-
rreno en Punta de Cera en Lepanto de Puntarenas hecho por Fernando Estreber como apoderado
de José Mayer. ancr-ah-csj-jcad-expdentm, no. 003916, Juzgado Contencioso Administrativo.
73 “No. 2770. F. Mayer to Lamar”, en Charles Adams, Guilick, Katherine Elliot, Harriet Smither
y Winnie Allen, ed. The Papers of Mirabeau Buonaparte Lamar. Vol. V (Austin, Texas: A. C. Baldwin,
printers, 1921), 426.
59
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

siguiente: “Diciembe [sic] 18. —Pailebot Neo-Granadino Josefa, de 61 tonela-


das, en lastre y con procedencia. Pasageros señores Samuel Harris, George
Moris y David Corbear; Pasageros de proa cuarenta y cinco chinos contratados
en Panamá por el Sr. Baron de Bulow”74 (véase Ilustración No. 3). El barón alemán
Alexander von Bülow —George Alexander von Bülow von Schönberg— (1801-
1856), militar de formación con estudios en ingeniería y economía jubilado en
183975, había sido partícipe de proyectos de colonización europea en los años
1840 en Santo Tomás de Guatemala —la tentativa belga— y en el Caribe nicara­
güense —una colonización alemana: Carlstadt—. Bülow también había partici­
pado de este tipo de iniciativas para Costa Rica desde 1849 y, especialmente, en
La Angostura de Turrialba76. Bülow había escrito una carta al Ministro de Hacien-
da en febrero de 1854 diciendo: “El Gobierno de Costa Rica no quiere coloni-
zación en la parte norte, sino trabajadores alemanes o chinoises en San José”77.
Bülow había sido nombrado Ingeniero Superintendente general de caminos
en Costa Rica. En junio de 1855, el prusiano había sido comisionado por el
gobierno costarricense frente a la necesidad de operarios para las obras públicas
“para que los mas pronto que sea posible marche al Istmo de Panamá; de don-
de hay noticias fidedignas de que se hallan muchos artesanos y jornaleros sin
ocupación, para contratar por cinco años un crecido número, y conducirlos a
Costa Rica”78. El 21 de julio, Bülow sale de Puntarenas en el bergantín peruano

74
Boletín oficial, “Movimiento marítimo”, 29 de diciembre de 1855, 304. En 1856, se indica: “Abril 25.
—Pailebot Neo-Granadino Josefa, procedente de Acajutla á cargo de su Capitan Don Romualdo
Yela: cargamento cuertos y concha, en tránsito para Panamá”. Boletín oficial, “Movimiento marí-
timo”, 3 de mayo de 1856, 430. En julio de 1857, el capitán del Josefa era “J. T. Pallerson”. Boletín
oficial, “Movimiento marítimo”, 2 de julio de 1856, 708. El capitán del pailebot “Josefa” en 1858
era el “Capitan Narciso Ribera”. Gaceta oficial [Bogotá], “Corte Suprema de la Confederación”, 3
de enero de 1859, 1.
75
Christine Boving, Deutsche Personennamen in Costa Rica (Frankfurt am Main: Peter Lang, 1986), 289;
Luko Hilje Quirós, La bandera prusiana ondeó en Angostura (San José, C.R.: ice, 2020), 15.
76
Hilje Quirós, La bandera prusiana ondeó.
77
Fonseca Herrera, “Los chinos en Costa Rica”, 14.
78
Boletín oficial, “Aviso interesante”, 13 de junio de 1855, 405.
60
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Italia con destino a Panamá79. En agosto de 1855, lo encontramos en Panamá


con el objetivo, según un diario panameño, de “contratar operarios que quieran
ir à trabajar en las obras públicas de aquella nacion vecina [Costa Rica]”80.
Según los partes de movimiento marítimo de Puntarenas, Bülow y su es-
posa regresan a Puntarenas procedentes de Panamá en el vapor hamburgués
Emilia dos días después de la llegada de los chinos, el 20 de diciembre. En el
mismo navío, además de diez pasajeros más de los cuales se mencionan sus
nombres, venían “38 operarios”, pero no sabemos de cual nacionalidad81. El
Emilia era un pequeño buque vapor de hélice, construido en Inglaterra y cuyos
dueños eran los señores Adolfo Riensch y Agusto Schacht, y recorría el litoral
pacífico de Centroamérica y Suramérica82. El Boletín oficial indicaba sobre la
llegada: “El Emilia llegó el 21 [sic: 20] conduciendo á sus dueños, al Sr. Injenie-
ro de la República Don Alejandro de Bülow con treinta y ocho trabajadores, á
mas de los cuarenta y cinco que habían llegado dos días antes”83. Esta vez no
hay tampoco precisión en la prensa sobre la nacionalidad de los trabajadores que
había llegado por intermedio de Bülow.

79
Boletín oficial, “Movimiento marítimo”, 24 de julio de 1855, 28.
Sobre la llegada Panamá y el objeto de contratación de Bülow se publica un aviso en el Pana-
80

meño del 15 de agosto de 1855. Boletín oficial, “Istmo de Panamá”, 19 de setiembre de 1855, 91.
81
Boletín oficial, “Movimiento marítimo”, 29 de diciembre de 1855, 304.
82
Boletín oficial, “El vapor Emilia”, 29 de diciembre de 1855, 302.
83
Boletín oficial, “El vapor Emilia”, 29 de diciembre de 1855, 302. En otro documento que habla
del vapor hamburgués y de la subvención que ofrece el gobierno costarricense para dar “privile-
gios y una subvención de 80,000 pesos en diez años, por el establecimiento de una línea de va-
pores entre los puertos que media desde Panamá á San José de Guatemala, tocando siempre en
Punta-Arenas” se menciona a los señores “Riench y Schascht”. Boletín oficial, “Revista quincenal”, 9
de enero de 1856, 316. En un documento de marzo de 1856 se indican “Adolfo Riench” y “Au-
gustin Scheehk”. Boletín oficial, “Movimiento marítimo”, 27 de marzo de 1856, 394.
61
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

Ilustración 4. Arribo de chinos a Puntarenas (1855)

Fuente: Boletín oficial, “Movimiento marítimo”, 23 de mayo de 1855, 384


y Boletín oficial, “Movimiento marítimo”, 29 de diciembre de 1855, 304.

Es muy posible que hayan llegado a Costa Rica otros chinos con anterioridad
o después de 1855. Asimismo, es muy probable que esos 38 “operarios” o “traba­
jadores” que venían en el navío con Bülow fueran también chinos. Si así fuera,
no serían 77 chinos que llegaron en 1855, sino más bien 115. En 2006, un autor
indicaba: “En 1855 aparecen en Costa Rica los primeros 77 chinos quienes
trabajan en una hacienda de Guanacaste. No se sabe nada de ellos a posteriori”84.
Como hemos visto algunos parece que algunos se dirigieron a la Península de
Nicoya, pero no todos. Lo que es cierto es que hasta hoy no sé sabe exactamen-
te qué sucedió con todos estos chinos llegados durante 1855.

Sobre el destino de los primeros chinos

Si el objetivo de Bülow era ir a Panamá por trabajadores para obras públicas


(calles, la carretera entre San José y Puntarenas, etc.), podemos imaginar que
algunos de los chinos trabajarían como parte de las cuadrillas para estas labores.

84
Róger Martínez, “Limón y sus características etno-culturales”, WANI 44 (2006): 51.
62
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Por otra parte, en un contexto de escasez de trabajadores agrícolas —como lo


señalan constantemente las fuentes de la época—, es muy posible que esos
chinos hayan trabajado como mano de obra barata en diferentes haciendas del
país y, especialmente, en el Valle o Meseta Central. La presencia de chinos en
haciendas del país en el siglo xix es mencionada en algunas publicaciones. El
escritor, locutor, actor, periodista, cronista y político Miguel Salguero cuenta
en una de sus obras:

Hablábamos de un aspecto de la esclavitud en Costa Rica: la compra y venta de


chinos en la segundad mitad del siglo pasado. Nosotros conocimos en la hacienda
La Pacífica, en San Francisco de Dos Ríos, la cual fue propiedad del presidente de
la República, doctor José María Castro Madriz, una casa de adobes, grande y sin
ventanas, que hasta su demolición, hará unos treinta años se le llamaba Casa de los
Chinos85.

Como la hacienda La Pacífica estuvo en manos del presidente José María Cas-
tro Madriz (1818-1892)86 durante los años 185087, es viable que en ésta haya

85
Miguel Salguero, Caminos y veredas de Costa Rica. Tomo II (San José, C.R.: euned, 2007), 313.
86
Presidente del Estado de Costa Rica entre mayo de 1847 y agosto de 1848, primer presidente
de la República entre el 31 de agosto y el 15 de noviembre de 1849 y quinto presidente entre
mayo y noviembre de 1866.
87
Con respecto a esta hacienda, dos autores indican: “Es muy probable que la hacienda “La
Pacífica” la fundara y le pusiera el nombre el Dr. José María Castro Madriz, ex presidente de
Costa Rica, dado que su esposa se llamó Pacífica Fernández Oreamuno.” Manuel Benito Chacón
Hidalgo y Elisa Carazo de Flores, Boletos de café de Costa Rica (San José, C.R.: Fundación Museos
del Banco Central de Costa Rica, 2006), 113. Como indica Sáenz Carbonell, Castro Madriz se
dedicó al cultivo del café, tanto en tierras suyas como de la herencia de su esposa y la familia
llegó a poseer tres importantes haciendas cafetaleras en las vecidandes de Desamparados, llama-
das La Quesera, La Pacífica y La Constancia y una hacienda ganadera en Guanacaste, denominada
Paso Hondo. Sáenz Carbonell apunta igualmente que, en agosto de 1851, hostigado por el gobierno
de Juan Rafael Mora Porras, se retira a su hacienda La Pacífica. Finalmente, el mismo autor seña-
la que en 1857, cuando Castro Madriz fue expulsado en 1856 y se trasladó a Guatemala por un
tiempo considerable, la esposa de Castro Madriz, Pacífica Fernández Oreamuno, “tuvo que arren-
dar la hacienda Pacífica en Desamparados para hacer frente a las deudas de la familia” [página 26]:
Jorge María Castro Madriz, Discursos y otras páginas del fundador de la República. Compilación y edición
de Jorge Francisco Sáenz Carbonell (San José, C.R.: Ministerio de Relaciones Exteriores y Culto de
63
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

habido algunos chinos de los llegados en 1855 en dicha la propiedad en ese


decenio. Habrá que investigar con mayor detalle en archivos y otras fuentes
para esclarecer la situación como también habrá que explorar con más profun-
didad sobre otras posibles haciendas que pudieron albergar chinos culíes en esa
época de los años 1850 y 1860. En un artículo publicado en 1966 se indica algo
que parece ser parte de la historia oral en Costa Rica: “Por tradición se repite
que en tiempo de don Juanito Mora, había una gran cantidad que vivían ocultos
en las haciendas de la Meseta Central como en Santa Ana, en finca de los seño-
res Ross y en la de “Ojo de Agua” de don Juanito”88.
Don Juanito, como era llamado Juan Rafael Mora Porras (1814-1860), quien
fue presidente de Costa Rica entre el 26 de noviembre de 1849 y el 14 de agosto
de 1859, fue ciertamente propietario de un terreno con el nombre de Ojo de
Agua. En 1861 se abre la mortual de Juan Mora Porras y en esta se indica:

una hacienda de caña en el ojo agua con sus semovientes, máquinas, utensilios y
demás pertenencias […] con varios potreros y cañales cuyo tamaño y linderos se
ignora que está sitio en San Rafael y se llama del Ojo de de Agua, tiene una casa
buena de dos pisos y otra al norte de la anterior de un solo piso; al norte de estas
dos casas otra casa con dos máquinas de dulce de azúcar y una galera para peones
(…) docientas [sic: del original] cincuenta y ocho cabezas de ganado vacuno de año
a arriba. Ciento seis bueyes. Noventa y siete cabeza [sic: nuestro] de ganado caba-
llar de año arriba89.

No obstante, no podemos saber con certeza si entre esos peones que trabajaron
en la propiedad de Mora Porras se encontraban individuos de origen chino. En

Costa Rica, Instituto del Servicio Exterior Manuel María Peralta, 2018), Serie Manuel María de
Peralta, no. 5, 17-16, 26, 69.
88
Marco T. Fonseca, “El sauce”, Revista de agricultura XXVIII (julio-agosto 1966): 213.
Franklin J. Alvarado Quesada y Vinicio Méndez Mora (Guión científico de la exposición), Juan
89

Rafael Mora: el hombre y el gobernante: exposición documental al Archivo Nacional de Costa Rica, 2014/
Curaduría general de Maureen R. Herrera Brenes (San José, C.R.: Junta Administrativa del Archivo
Nacional, 2014), 14-15. Se trataba de San Rafael de Alajuela.
64
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

lo que se concierne Robert Ross Davidson, se trataba de un canadiense nacido


en Chateauguay —un pequeño pueblo indígena al sur de Montreal— que había
trabajado como fabricante de carrajues en Nueva York y que había llegado
contratado para ese oficio para el presidente José María Montealegre Fernández
(1815-1887) —presidente provisional entre agosto de 1859 y abril de 1860 y el
tercer presidente de la República de Costa Rica entre abril de 1860 y el 8 de
mayo de 1863—90. Según algunas fuentes, Ross adquiere en 1869 una propiedad
en Santa Ana que sería la hacienda Ross91. Otras fuentes indican que fue en 1874
cuando Ross compró una sección de tierra a F. Napoleon Millet por 40.000
pesos que consistía en 425 acres en Santa Ana92. Anita Gregorio Murchie seña-
la sobre esta propiedad y la presencia de chinos:

Al norte de la casona se encontraban las dependencias de la servidumbre donde,


en un tiempo, vivía un grupo de 12 trabajadores chinos. Habían sido contratados
para trabajar en el ingenio azucarero y probablemente habían subido a la Meseta
Central desde la zona de Limón tras dejar su trabajo en el ferrocarril del norte.
Evidentemente, los chinos continuaban con sus hábitos de juego y de fumar opio
en su tiempo libre, pero su nivel de rendimiento laboral era muy alto93.

90
Murchie, Imported Spices, 184.
91
Véase: “En 1869 don Robert Ross Lang, un inmigrante de procedencia inglesa, adquirió la
propiedad que incluye lo que actualmente es el Centro de Conservación Santa Ana. La Familia
Ross aprovechó el trapiche en la finca para procesar la caña de azúcar, tradición que fue conti-
nuada por sus descendientes.” En “Museo Histórico Agrícola de Santa Ana en Costa Rica”, en:
“Costa Rica Infol Link” (blog), 10 de julio de 2009, https://costaricainfolink.com/es/museo-his-
torico-agricola-de-santa-ana-en-costa-rica/ y Maritza Cartín, “Antigua Hacienda La Lornessa,
Santa Ana. Hoy Centro de Conversación de Santa Ana, 1751-1800”, en “Mi Costa Rica de Anta­
ño” (blog), 17 de enero de 2018, https://micostaricadeantano.com/2018/01/17/antigua-hacien-
da-la-lornessa-santa-ana-hoy-centro-de-conservacion-de-santa-ana/ y The Tico Times, “Santa Ana
history: Was this Spain’s first town in the Central Valley”, 7 de julio de 2016, https://ticotimes.
net/travel/santa-ana-history
92
Murchie, Imported Spices, 184.
93
Traducción nuestra. Murchie, Imported Spices, 187. En el original: “To the north of the casona
were the servant’s quarters where, at one time, a group of 12 Chinese laborers lived. They had
been hired to work in the sugar mill and had probably come up to the Central Plateau from the
Limón area after leaving their work on the northern railway. Evidently the Chinese continued
65
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

Miguel Salguero también indica en uno de sus ensayos que “en la casa de lo
señores Ross, en Santa Ana […] a la par de la residencia de los patronos estaba
otra en la cual habían mantenido a chinos esclavos”94. Los chinos de la hacien-
da de Ross, si la propiedad fue adquirida en 1874, con mucha probabilidad
provenían más bien de las ventas de contratos de los chinos culís llegados a
Puntarenas en enero de 1873 desde Macao y, por ende, no se trataba de los
chinos llegados en 1855.
Además de la posibilidad de trabajo de estos chinos del primer arribo en
los trabajos de obras públicas y en las haciendas del Valle Central y en la ha-
cienda Lepanto de la península de Nicoya, también podemos suponer que al-
gunos colaboraron con los costarricenses en las batallas contra las fuerzas
norteamericanas lideradas por el filibustero William Walker95. Finalmente, es
factible que algunos murieran víctimas de la epidemia de cólera que desató por
todo el país en 185696. De 112.000 habitantes con que contaba Costa Rica en
ese momento, alrededor de un 10% murió a raíz de la epidemia97.

their gambling and opium smoking habits in their free time, but their standar of work perfor-
mance was very high.” Cursiva original.
94
Salguero, Caminos y veredas de Costa Rica, 313
95
Los costarricenses que participaron en el Congreso Mundial por la Paz de Pekín en 1952, “a
nombre de Centroamérica, reconocieron a China como un ejemplo en la búsqueda de la paz
mundial y le presentaron una medalla a los chinos que apoyaron la Campaña de 1856-1857”.
¿Ese apoyo se refería a los chinos que habían llegado al país en 1855? Esto es referido en un
texto de la nieta de uno de esos costarricenses, la intelectual, artista y folklorista Emilia Prieto
Tugores. En: Liana Babbar Amighetti, “Emilia Prieto y el movimiento por la Paz en Costa Rica”,
elmundo.cr, 18 de diciembre de 2020, https://www.elmundo.cr/opinion/emilia-prieto-y-el-movi-
miento-por-la-paz-en-costa-rica/ Agradecemos a David I. Ibarra Arana por recordarnos esta fuente.
96
Ana María Botey Sobrado, “La epidemia del cólera (1856) en Costa Rica: una visión de largo
plazo”, Diálogos. Revista electrónica de historia 9 [número especial, 9° Congreso Centroamericano
de Historia, Universidad de Costa Rica] (2008): 345-377, https://revistas.ucr.ac.cr/index.php/
dialogos/article/view/31155
97
Carlos Arguedas Chaverri y José Ma. Barrionuevo Montealegre, “El cólera morbus y la Cam-
paña Nacional de 1856-1857”, Acta Médica Costarricense 25 [supl.] (1982): 49. Datos más precisos
sobre las muertes: Germán O. E. Tjarks, Flora María Fernández Solera, Julio César Espinoza
Guadamuz y Edwin González Salas, “La epidemia del cólera de 1856 en el Valle Central: análi-
sis y consecuencias demográficas”, Revista de Historia 3 (julio-diciembre 1976): 81-129.
66
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

En todo caso, en la publicación de 1868 del censo general de Costa Rica,


realizado el 27 de noviembre de 1864 y bajo la dirección del alemán residente en
Costa Rica Fernando Estreber o Streber, se reporta entre los extranjeros nacidos
en la república y fuera de ella un total de 2.653 individuos —de una población
nacional de 120.499 habitantes—. De estos extranjeros, solamente se mencionan
3 personas de China y ubicadas en el cantón de Paraíso en la provincia Cartago98.
El censo señala también la presencia, según las confesiones religiosas, de úni-
camente 1 individuo en San José bajo la columna “Buddhistas”99. Si pensamos
en este budista como un individuo chino, habría en Costa Rica, según las fuen-
tes oficiales, solamente 4 inmigrantes chinos.
La llegada en 1855 a Costa Rica de estos chinos se daba en un contexto
donde la visión internacional sobre los chinos y, en particular sobre el tráfico
de culís, no era muy halagüeña. En el Diccionario Republicano de Juan Espinosa
publicado en 1855 en Lima, el autor —a pesar de considerar la distinción racial
como algo absurdo y, especialmente en Hispanoamérica— explica en la entrada
sobre “Despoblacion” con respecto a la inmigración: “no dejaremos de indicar,
que la poblacion que no se aumenta con hombres de buena raza, industriosos,
morales é inteligente, nada gana con aumentarse con negros ó chinos, que
cuando mas sirven para el trabajo como las bestias”100.
En 1855, el gobierno británico había introducido The Chinese Passenger Act
o Ley de Pasajeros Chinos que representaba una serie de medidas en la regu-
lación del tráfico de culíes y que afectaba especialmente a los navíos británicos101.

98
República de Costa Rica, Censo general de la República de Costa-Rica (27 de noviembre de 1864)
(San José, C.R.: Imprenta Nacional, 1868), 67.
99
República de Costa Rica, Censo general de... 1864, 61.
Juan Espinosa, Diccionario para el pueblo republicano democrático, moral, político y filosófico (Lima:
100

Imprenta del Pueblo, 1855), 348.


Véase también: “Cap. CIV. An Act for the Regulation of Chinese Passenger Ships [14th August 1855.]”,
101

The Statutes of The United Kingdom of Great Britain and Ireland, 18 & 19 Victoria. 1854-5 (London:
Printed by Her Majesty’s Printers, 1855), 473-481. Sobre esta legislación, sus enmiendas e in-
consistencias, véase: Sze Hang Choi, The Remarkable Hybrid Maritime World of Hong Kong and the
West River Region in the Late Qing Period (Leiden; Boston: Brill, 2017), 177-178.
67
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

Sobre el negocio de culíes y su mala imagen, un informe del gobierno francés


con respecto al año 1855 explicaba:

Son todavía las dos provincias de Kouang-Tong et Fo-Kienn que, solas, proveen
colonos y labradores a las posesiones europeas en Asia, Perú, América Central,
Demerara [antigua colonia neerlandesa], Cuba, en las minas de oro de California
y de Australia, y, en último lugar, en Brasil.
El descrédito que se atribuye a la emigración en China, las leyes penales que
la afectan y la negligencia culpable con la que los chinos han sido transportados
hasta ahora chinos, han significado que esta emigración solamente ha sido reclu-
tada en su mayor parte, durante los últimos años, en la escoria de las poblaciones
de China marítima meridional. / Sin embargo […] la emigración ya no se efectúa
solamente en las últimas capas de la sociedad china, [..] las clases más acomodadas
ya comienzan a participar de ella. También, el reclutamiento de culíes contratados
encuentra dificultades crecientes. Los gastos que conlleva este tráfico casi balancean
las ganancias, y los obstáculos necesarios de las autoridades extranjeras tienden, no
a detener la emigración, pero a cambiar el carácter y las condiciones. / En cualquier
caso, en el año 1855 debieron embarcar entre 10.000 y 12.000 culíes contratados
desde Macao, Cum-Sin-Moun, Whampoa y Hong Kong, así como desde Amoy y
Suatao; unos 7.000 desde este último puerto102.

102
Cursivas originales, traducción nuestra y entre paréntesis cuadrado nuestro. “II. Chine. Examen
du mouvement commercial en 1855”. “Chine et Indo-Chine, Faits commerciaux. No. 24. […]
Mars 1857”. France. Ministère du Commerce, Annales du Commerce Extérieur. Chine et Indo-Chi-
ne (Faits commerciaux). Février 1855 à juillet 1867 (Paris: Librairie Administrative de Paul Dupont,
1868), 24. En original: “Ce sont encore les deux provinces du Kouang-Tong et du Fo-Kienn qui,
seules, fournissent des colons et des laboureurs aux possessions européennes en Asie, au Pérou,
à l’Amérique centrale, et, en dernier lieu, au Brésil. Le discrédit qui s’attache en Chine à l’émi-
gration, les lois pénales dont elle est frappée, et la négligence coupable avec laquelle on a trans-
porté jusqu’ici des Chinois, on fait que cette émigration ne s’est recrutée en grande partie,
pendant ces dernières années, que dans la lie des populations de la Chine maritime méridionale.
/ Cependant […] l’émigration ne s’effectue plus seulement dans les dernières souches de la so-
ciété chinoise, et que les plus aisées commencent déjà à y prendre part. Aussi l’enrôlement des
coolies à gages rencontre-t-il des difficultés croissantes. Les frais qu’entraine ce trafic en balancent
presque les profits, et les entraves nécessaires qu’y apportent les autorités étrangères tendent,
non pas à arrêter l’émigration, mais à en changer le caractère et les conditions. / Quoi qu’il en
68
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Otra tentativa de tráfico de chinos

El sistema de culíes empezaba a ser visto como una “segunda esclavitud” que
adquiría dimensiones globales103, pero el interés por la traída de chinos persis-
tió en Costa Rica durante la década de 1850. Esto se puede comprobar a través
del anuncio en un periódico costarricense publicado entre el 12 de abril y el 14
de mayo de 1856, con fecha del 7 de abril y donde P. W. Graves ofrece a los
hacendados costarricenses la traída de chinos al país (véase Ilustración No. 4) y
se menciona al costarricense Vicente Aguilar Cubero (1808-1861) —un impor-
tante empresario y político que tuvo altos cargos públicos durante la adminis-
tración de José Montealegre Fernández (1860-1863)—104.
Un estudio sobre el presidente costarricense Juan Rafael Mora y las fases
de la Campaña contra la invasión filibustera norteamericana en Centroamérica
(1856-1857) indica que P. W. Graves era un “comerciante esclavista […] quien
ofrecía esclavos chinos a los hacendados costarricenses a buen precio”105. En
1844 y 1845, Pierce W. Graves es un estadounidense y aparece en la lista de
residentes extranjeros y en la lista de agentes y casas comerciales en China106.

soit, l’année 1855 a dû encore voir s’embarquer de 10,000 à 12,000 coolies à gages, aussi bien de
Macao, Cum-Sin-Moun, Whampoa et Hong-Kong, que d’Amoy et Souatao; environ 7,000
de ce dernier port”.
103
Véase un artículo general sobre el tema: Michael Zeuske, “Coolies-Asiáticos and Chinos:
Global Dimensions of Second Slavery”, en Bonded Labour: Global and Comparative Perspectives
(18th-21st Century), ed. Sabine Damir-Geilsdorf, Ulrike Lindner, Gesine Müller, Oliver Tappe
y, Michael Zeuske (Bielefeld: Transcript Verlag, 2016), 35-57.
104
Boletín oficial, “Aviso interesante”, 12 de abril de 1856, 406; 17 de abril de 1856, 410; 19 de
abril de 1856, 414 y 14 de mayo de 1856, 442.
105 Raúl Francisco Arias Sánchez, “Juan Rafael Mora y las tres fases de la Campaña Nacional”,
Comunicación [Año 31] 19, [edición especial] (2010), 65, https://repositoriotec.tec.ac.cr/hand-
le/2238/4772. Arias Sánchez cita como referencia la Crónica de Costa Rica del 7 de abril de 1856.
Sin embargo, esa publicación tendrá su primer número en 1857. En realidad, la fuente correcta
es el Boletín Oficial de 1856.
106
The Chinese Repository. Vol. XIII. From January to December, 1844 (Victoria, Hongkong: Printed
for the Proprietors, 1844), 4, 8. Se apunta: “Graves, Peirce W.” y “W. P. Peirce”. The Chinese
Repository. Vol. XIV. From January to December, 1845 (Canton, China: Printed for the Proprietors,
1845), 5, 12.
69
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

En 1846, se menciona como miembro de la casa comercial Russell & Co. en


China107. Entre 1847 y 1851 lo encontramos como residente en Shangái108. En
los años 1850, encontramos a Graves realizando viajes y participando en el
comercio de culíes. P. W. Graves fue un conocido traficante de culíes109.
El 16 abril de 1851, la embarcación británica Thetis y cuyo capitán era John
Cass llega a Honolulú procedente de Hong Kong y entre sus pasajeros se mencio-
na a Pierce W. Graves, de 27 años, estadounidense y comerciante110. El Thetis se
movilizaba entre diferentes puertos del océano Pacífico: estuvo entre el 4 de diciem­
bre de 1850 y el 27 de enero de 1851 en Hong Kong, entre el 16 de abril y el 29 de
abril en Oahu (Honolulú), entre el 22 de mayo y el 19 de junio en San Francisco;
entre el 2 de julio y el 12 de agosto en Oahu, entre el 3 de noviembre y el 6 de no-
viembre en Amoy y de nuevo entre el 3 de enero y el 12 de febrero de 1852 en Oahu111.
En la embarcación en que llegaba Graves a Hawái el 16 de abril había
chinos culíes que iban en dirección de San Francisco112. Igualmente, en la mis-

The Chinese Repository. Vol. XV. From January to December, 1846 (Canton, China: Printed for the
107

Proprietors, 1846), 7.
108
Véanse estas publicaciones: The Chinese Repository. Vol. XVI. From January to December, 1847
(Canton, China: Printed for the Propietors, 1847), 6; The Chinese Repository. Vol. XVII. From January
to December, 1848 (Canton: Printed for the Proprietors, 1848), 5; An Anglo-chinese Calendar for the
year 1848 (Canton: Printed at the Office of the Chinese Repository, 1848), 123; The Chinese Repo-
sitory. Vol. XVIII. From January to Decembrer, 1849 (Canton: Printed for the Proprietors, 1849), 5.
The Chinese Repository. Vol. XIX. From January to December, 1850 (Canton: Printed for the Proprie­
tors, 1850), 6. The Chinese Repository, Vol. XX. From January to December, 1851 (Canton: Printed
for the Proprietors, 1851), 6.
109
Dye, Merchant Prince of the Sandalwood Mountains, 50, 62.
110
“Passenger List”. “Hawaii, Collector of Customs, Ship’s Passenger Manifests, 1843-1900”.
Image no. 1004 I/1275. Carpetal digital no. 00809782. [Archives of Hawaii, Honolulu. Hawaii.
Ships Manifests Legal Size. 1843 to 1890]. Family Search. También en otro documento se indi-
ca: “GRAVES, Pierce W. / 1851 Apr. 16 / “Thetis” / From Hong Kong”: “Hawaii, Collector of
Customs, Ship’s Passenger Manifests, 1843-1900”. Imagen no. 4896/5062. Carpeta digital no.
004167180. [Hawaii. Index to Passenger Manifests (General)]. Family Search.
111
Clarence E. Glick, “The Voyage of the “Thetis” and the First Chinese Contract Laborers
Brougth to Hawaii”, Hawaiian Journal of History 9 (1975): 136. Los autores mencionan 27 de
abril, pero como hemos señalado era el 16 de abril.
112
En una obra y en un capítulo sobre culís se indica: “Honolulu, 27 April 1851. The 460-ton
British bark Thetis sailed into Honolulu Harbor under command of Captain John Cass. Aboard
were ticket-holding Chinese on their way from Hong Kong to jobs in San Francisco”. Bob
70
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

ma embarcación Thetis y con el mismo capitán, vemos llegando a P. W. Graves


a Honolulú el 3 de enero de 1852 procedente de Amoy —Xiamen—, Fujian113.
El Thetis había salido para China de Honolulú el 12 de agosto de 1851114. Este
navío, después de un viaje de 55 días, llega a Honolulú con 175 trabajadores de
campo de Fujian y 23 empleados domésticos115. Se trataba de los primeros tra-
bajadores chinos contratados en Hawái que venían especialmente para trabajar
las plantaciones de caña de azúcar116. Para que estos trabajadores se comunica-
ran con sus patronos el diario Polynesian imprime una lista de palabras comunes
en dialecto fukien y quien facilita esta lista al periódico es P. W. Graves117.
P. W. Graves continúa moviéndose de un sitio a otro. Entre los pasajeros
llegados a China el 18 de noviembre de 1852 en el Pathfinder procedente de San
Francisco tenemos a P. W. Graves118. En 1854, Pierce W. Graves aparece como
reclutador de trabajadores en Hong Kong para llevarlos a las plantaciones azu-

[Robert Paul] Dye, Merchant Prince of the Sandalwood Mountains: Afong and the Chinese in Hawai‘i
(Hononululu, Hawaii: University of Hawai‘i Press, 1997), 36. Hay probablemente un error en la
fecha.
113
“Passenger List”. “Hawaii, Collector fo Customs, Ship’s Passenger Manifests, 1843-1900”.
Image no. 1223/1275. Carpeta digital no. 008090785 [Archives of Hawaii, Honolulu. Hawaii.
Ships Manifests Legal Size. 1843 to 1890]. Family Search. En esta fuente se menciona como edad
de Graves 24 años. El archivo no indica la procedencia, pero según Tin-Yuke Char y Wai Jan
Char el origen era Amoy —Xiamen, Fujian: Tink-Yuke y Wai Jane Char, “The First Chinese
Contract Laborers in Hawaii, 1852”, Hawaiian Journal of History 9 (1975): 128. Glick, “The
Voyage of the “Thetis””, 136.
114
Char y Char, “The First Chinese Contract Laborers”, 130.
Dye, Merchant Prince of the Sandalwood, 37. Yuke y W. J. Char hablan de 195 trabajadores: Char
115

y Char, “The First Chinese Contract Laborers”, 128.


Char y Char, “The First Chinese Contract Laborers”, 128-134. Sobre el tema véase también:
116

Glick, “The Voyage of the “Thetis””.


117
Dye, Merchant Prince of the Sandalwood, 37. P. W. Graves había enviado la lista al periódico The
Polynesian con fecha del 25 de enero de 1852 e incluía 142 palabras (números, días de la semana,
palabras referentes al tiempo, colores, nombre de metales, animales, alimentos, muebles, palabras
para instrucciones, etc.): The Polynesian, “For the Polynesian”, 31 de enero de 1852, 150.
118
Allen’s Indian Mail, and Register of Intelligence for British and Foreign India, China, and all parts of
the East [London: Wm. H. Allen and Co. 1853] XI, no. 212 (18 de enero de 1853): 14.
71
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

careras de las islas de Hawái119. El 15 de enero de 1857, mientras Graves estaba


en Hong Kong comprando culíes, cuatrocientos europeos de la ciudad fueron
envenenados en sus desayunos con pan que contenía arsénico120. El 30 de mayo
de 1855, un trabajo sobre un fenómeno de marea en el puerto Lloyd en las islas
Bonin —islas Ogasawara o Yslas del Arzobispo, un archipiélago que pertenece
hoy a Japón— es leído en el seno de la Geological Society of London y su autor es
un P. W. Graves, cónsul general para las Islas Sandwich121. En otra lista de re-
sidentes foráneos en China, Japón y Filipinas para el año 1864 aparece un
“Graves, P. W.” en Cantón y es señalado como comandante del vapor mercante
estadounidense Cum-fa (Flor dorada)122.
Con respecto a Costa Rica y Graves, David Lawrence Gregg (1819-1868)
—comisionado estadounidense en Hawái entre 1853 y 1856123— escribe en su
diario con fecha del 10 de febrero de 1856:

119
Entre estos chinos contratados encontramos al primer misionero chino evangelista de Hawái,
Samuel P. Aheong (1835-1871) (Siu Pheonung, S. P. Ahiona) —a veces llamado Sau, Siao, Hsiao—.
Aheong, originario de Cantón o Guandong en China, había sido separado de su familia durante
la rebelión Taiping y se vio obligado a buscar trabajo en los puertos. Con menos de 20 años fue
contratado en Hong Kong por P. W. Graves para ir a trabajar a Hawái en el marco de un contra-
to de 5 años. Véase: Tin-Yuke Char, “S. P. Aheong, Hawaii’s First Chinese Christian Evangelist”,
Hawaiian Journal of History 11 (1977): 70 y, John Powell, Encyclopedia of North American Immigra-
tion (New York: Facts on File, Inc., 2005), 6.
120
Dye, Merchant Prince of the Sandalwood Mountains, 62.
121
El resumen de la comunicación “Notice of the Occurrence of a Tidal Phænomenon at Port
Lloyd, Bonin Islands” puede verse en: The Quarterly Journal of the Geological Society of London.
Volume the Eleventh. 1855 (London: Longman, Brown, Green, and Longmans, 1855), 532-533.
122
El término empleado en inglés es “commander steamer”: The Chronicle and Directory for Chi-
na, Japan and The Philippines for 1864 (Hongkong: Compiled, Printed, Published, and Sold at the
“Daily Press” office, [1864]), 158. También puede apreciarse la misma información en: The Chi-
na Directory for 1863. Fourth Annual Publication (Hongkong: Printed by A. Shortrede & Co., 1863):
73. El Cum-fa (Golden Flower) era un vapor americano, véase: Jules Davids, American Diploma-
tic and Public Papers: The United State and China. Volume 13. The Arrow War (Wilmington, Del.
Scholarly Resources, 1973), 272, 293; Robert Erwin Johnson, Far China Station: The U.S. Navy
in Asian Waters, 1800-1898 (Naval Institute Press, 1979), 83; The Indian News, and Chronicle of
Eastern Affairs [London], “China. Narrative of Occurrences at Canton”, 1 de enero de 1857, 8.
123
Sobre Gregg como diplomático en Hawaii, véase: David L. Gregg, The Diaries of David Lawren-
ce Gregg: An American Diplomat in Hawaii, 1853-1858, ed. Pauline King (Honololu, Hawaii:
Hawaiian Historical Society, 1982).
72
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

El “Frances Palmer” se hizo a la mar a las 11 de la mañana. El Akamai lo remolcó.


Entre los pasajeros estaban P. W. Graves, Elias Perkins, dos hijos del Dr. Frick, M.
J. D. Blair. / Blair vuelve a casa para siempre. Graves se dirige a Costa Rica para
intentar hacer contratos de culíes. / Le hice un pasaporte el día 8 y también le di
cartas de presentación para el Ministro Americano en Nicaragua, [John H. Whe-
eler] y para los Cónsules en San José, [Costa Rica, Marquis L. Hine] y Panamá,
[Thomas L. Ward]124.

Como hemos apreciado, Graves tenía como punto de trabajo Honolulú. Ho-
nolulú era un centro importante del tráfico transpacífico. La embarcación
Frances Palmer realizaba traversías entre Honolulú y San Francisco125. Varios
meses después, el 2 de agosto de 1856, el mismo D. L. Gregg escribe: “El “Bos-
ton” zarpó al mediodía. P. W. Graves se fue en él con el propósito de conseguir
un cargamento de culíes para Costa Rica y volver aquí en unos seis meses”126.
Esta información nos permite deducir que P. W. Graves había logrado estable-
cer contratos con hacendados costarricenses para hacer llegar chinos culíes al
país. No tenemos noticias de que el proyecto se haya llevado a cabo. Es probable

124
Traducción nuestra. Gregg, The Diaries, 291. En el original: “The “Frances Palmer” went to
sea at 11 o’clock this morning. The Akamai towing her out. Among the passengers were P. W.
Graves, Elias Perkins, two sons of Dr. Frick, M. J. D. Blair. / Blair goes home for good. Graves
is on his way to Costa Rica to endeavor to make Cooley contracts. / I made him out a Passport
on the 8th and also gave letters of introduction to the American Minister at Nicaragua, [John H.
Wheeler] and the Consuls at San José, [Costa Rica, Marquis L. Hine] and Panama, [Thomas L.
Ward]”. Los paréntesis cuadrados vienen en el documento consultado. Mencionado también por:
Dye, Merchant Prince of the Sandalwood Mountains, 50, 62.
125
En un documento se habla de la “Barque Frances Halmer, of Hononulu”: The Friend [Hono-
lulu], “Marine Journal. Port of Honolulu”, 1 de febrero de 1858, 16 y en otra obra se mencionan
los trayectos entre las Islas Sandwich y California y, precisamente en una carta del 15 de febrero
se evoca el trayecto entre Hononlulú y San Francisco del “[Clipper] barque Francis Palmer,
February, 1855 […] 11 [days]”, M. F. Maury, Explanations and Sailing Directions to Accompany the
Wind and Current Charts. Seventh Edition-enlarged and Improved (Philadelphia: E. C. and J. Bidd-
len, 1855), 821.
Traducción nuestra. Gregg, The Diaries, 341. En el original: “The “Boston” sailed at noon. P.
126

W. Graves went in her proposing to get a cargo of coolies for Costa Rica and return touching
here in about six months”.
73
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

que la guerra en Centroamérica contra las fuerzas filibusteras haya frenado la


tentativa.

Ilustración 5. Promoción de chinos para haciendas (1856)

Fuente: Boletín oficial, “Aviso interesante”, 17 de abril de 1856, 406.

Reflexiones finales

Costa Rica entraba en los años 1850 en la trama de tráfico internacional de


chinos contratados. Como el estadounidense P. G. Graves, otros extranjeros y
nacionales se interesarán en los años 1860 en proponer proyectos para hacer
llegar chinos a Costa Rica, pero éstos no fueron fructíferos. La falta de un ca-
pital significativo, la imposiblidad de lograr un apoyo sustancial o un eventual
monopolio para dicho tráfico de la parte del gobierno costarricense, las dificulta­
des para contratar trabajadores en China y la coyuntura política en Centroamé­
rica pudieron ser los diferentes obstáculos en el éxito de dichos planes. Habrá
que esperar la década de 1870 para que se concrete la llegada a Puntarenas de
un importante grupo de 653 chinos contratados procedentes de Macao en el
vapor italiano Glensannox. Estos trabajadores arriban el 30 de enero de 1873 y
en el marco de un contrato firmado, por una parte, por el empresario principal
del ferrocarril el estadounidense Henri Meigss Keith (1811-1877), el alemán
74
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Otto Hübbe (1842-1910) y E. Grytzell y, por otra, por el gobierno costarricen-


se127. De hecho, en 1878, una enciclopedia universal informa que “en Costa Rica
la importación de chinos c. [culíes] comenzó en 1873”128. Este grupo llegó es-
pecialmente para el trabajo en la construcción del ferrocarril entre el Valle
Central y el Caribe costarricense, pero también fueron empleados en labores
de haciendas y de casas particulares.
Hay que recordar que estos migrantes vivieron las mismas condiciones de
explotación laboral que otros culíes en ajenos países: rechazo, tratos muy duros,
mala alimentación y salarios muy bajos129. Además, hubo una compra de con-
tratos en el país que representaba prácticamente la venta de los chinos quienes
eran identificados esencialmente por sus números de contrato. Como indica
Oscar R. Aguilar Bulgarelli: “¿Obreros o esclavos? […] Altas “personalidades”
políticas y empresariales del país se vieron mezclados en este deleznable tráfico
de seres humanos, empezando por el propio presidente Tomás Guardia”130. Una
pretensión de hacer llegar culíes se manifiesta de nuevo en 1874 con un pro-
yecto del colombiano Juan Echeverría. Sin embargo, la propuesta es rechazada
especialmente tomando en cuenta la experiencia vivida a partir de 1873.
No obstante, la historia de los chinos llegados en 1873 no es el objeto de
este estudio. Hemos preferido centrarnos en la década de 1850, coincidiendo

127
Los primeros estudios que tratan sobre esta llegada son: Carlos Meléndez Chaverri, “Aspectos
sobre la inmigración jamaicana”, en El negro en Costa Rica, ed. Carlos Meléndez y Quince Duncan
(San José, C.R.: ECR, 1993 [10ma. reimpresión, primera edición 1972]), 79-82; Casey, “Sección
Documental” y Casey Gaspar, “El ferrocarril al Atlántico”. También: Fallas Monge, El movimien-
to obrero en Costa Rica, 209-215. Véase también: Fonseca Herrera, “Los chinos en Costa Rica”,
25-29. El estudio de Cohen que hemos señalado recrea el proceso de llegada. Cohen, “Emigración
de chinos”.
Traducción nuestra. “Coolies, or Coulies”, en John. M. Ross (ed.), The Globe Encyclopædia of
128

Universal Information. Volume II (Edinburgh: Thomas C. Jack, Grange Publishing Works, 1878),
239. En el original: “in Costa Rica the importation of Chinese C. commenced in 1873”. Véase la
misma información en: “Coo’lies, or Coulies”, R. W. Egerton Eastwick, ed., The Oracle Encyclo-
pædia. In Five Volumes. Vol. II (London: George Newnes, Limited, 1895), 159.
129
Rodríguez Chaves, “Huelga de chinos”.
130
Oscar Aguilar Bulgarelli, La huelga de los tútiles. 1887-1889. Un capítulo de nuestra historia social
(San José, C.R.: Editorial Universidad Estatal a Distancia, 1989), 11-12.
75
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

con la primera década de la época culí para el caso americano. Como hemos
logrado observar en los años 1850, Costa Rica primeramente fue visualizado
por su localización geoestratégica como un sitio de posible inmigración en
general y, en particular, como un eventual destino para los chinos. La prueba
de esa fama fue el edicto del emperador Daoguang. Los actores o intermediarios
que actuaron en favor de esa migración de chinos contratados fueron de dife-
rentes orígenes y las propuestas se manifestaron en diferentes contextos. Algu-
nos tenían ya una experiencia importante en el tráfico de chinos culíes.
El interés primordial en Costa Rica era involucrarlos en actividades agríco­
las o como mano de obra para iniciar proyectos de colonización en un contex-
to donde era recurrente el discurso de escasez de mano de obra. La percepción
que se tenía de estos trabajadores varió según los intereses privados y públicos
y dependiendo del momento histórico, aunque en general la opinión costarri-
cense parece haberse acomodado al molde de una mirada continental y global
que se forjó sobre estos grupos en aquella época y que fue, por lo general, de
orden peyorativo.
La llegada de chinos al país centroamericano durante las décadas de la
época culí no tuvo las magnitudes que se presentaron en países como Perú y
Cuba, pero el interés por estos individuos como mano de obra siempre estuvo
presente. El arribo de dos grupos en mayo y diciembre de 1855 para trabajar
probablemente en haciendas y obras civiles ha sido considerada como la prime-
ra entrada de chinos a Costa Rica. No obstante, aun queda por explorarse mu-
cho más sobre ese tema habida cuenta de la relevante presencia china en otras
latitudes latinoamericanas bastantes cercanas —Panamá, por ejemplo— y la
probable movilidad fuera del marco de los contratos establecidos. Los testa-
mentos o transacciones comerciales de propiedades pueden ser una rica fuente
para saber más precisamente qué paso con los chinos llegados en 1855.
Después de la experiencia de los años 1870 con los primeros chinos llega-
dos directamente de Asia, los intentos en los años 1880 por hacer llegar a chinos
a Costa Rica de manera masiva bajo contratos no parecen haber tenido éxito y
los chinos asentados en el territorio costarricense —fugados de campamentos,
76
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

casas o haciendas, que lograron comprar sus contratos o llegados de manera


independiente— comenzaron a formar parte de la cotidianidad. Sin embargo,
como parte de un fenómeno continental y global, en un mundo y una época
donde las teorías raciales tomaban cada vez más fuerza y eran el sustento de
proyectos nacionalistas e imperialistas, las políticas estatales se endurecieron
contra estos migrantes y, en el caso costarricese, se forjaron restricciones —como
también en otros Estados del continente americano—, ese fue el caso de la ley
de 1897 que prohibía la entrada de chinos al territorio131.

Véase: Ronald Soto-Quirós, “El decreto de prohibición de ingreso de chinos en Costa Rica,
131

1896-1897”, en Los chinos de ultramar: diásporas, sociabilidad e identidades, coord. Ricardo Martínez
Esquivel (México: Palabra de Clío “El Pacífco, un Mar de Historia”, 2018), 81-128.
77
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

Anexo 1. Observaciones y uso del término culí en español


Según el Diccionario de la lengua española de la Real Academia Española [rae]: “culi. Del ingl.
coolie, y este del hindi kulī. 1. m. En la India, China y otros países de Oriente, trabajador o
criado indígena.” Ver: Diccionario de la lengua española (Edición del Tricentenario. Actualización
2018), https://dle.rae.es/?id=BcymIG3, consultado el: 19 de febrero de 2021. El Diccionario
panhispánico de dudas (dpd) —también de la rae— [primera edición impresa de octubre de
2005] apunta: “culi o culí. “La voz inglesa coolie, nombre dado por los colonos ingleses de la
India y China al trabajador o criado nativo, y que también se usa, en general para designar
al trabajador de origen oriental, se ha adaptado al español con dos acentuaciones, ambas
válidas. La forma llana culi (pl. culis) refleja la pronunciación inglesa etimológica: «Un ele-
fante enloquecido dio muerte a varios culis» (Leguineche Camino [Esp. 1995]). La forma aguda
culí (pl. culíes o culís […]), que se explica por influjo de la pronunciación francesa del anglicis­
mo; está bastante extendida en América: «El culí chino se convirtió en un obrero de jornal misera­
ble» (Moreno Historia [Cuba 1983])”, rae. Diccionario de pahispándico de dudas (2005), http://
lema.rae.es/dpd/?key=culi, consultado el: 19 de febrero de 2021. También se emplea el tér-
mino “culí” en el portal Wikipedia (La enciclopedia libre). Véase en: “Culí”, Wikipedia. ht-
tps://es.wikipedia.org/wiki/Cul%C3%AD, consultado el: 19 de febrero de 2021. Aunque la
palabra “coolie” era probablemente la más empleada a nivel mundial, la palabra “culi” era
también empleada en español. En un relato de viaje de Adolfo Mentaberry se dice: “Un
chino, sea funcionario público, obrero, criado ó culi”, Adolfo Mentaberry, Impresiones de un
viaje á la China (Madrid: Establecimiento Tipográfico de El Globo, 1876), 44. En una tra-
ducción de una circular extendida a los cónsules y vicecóconsules en China y sobre el trans-
porte de culíes encontramos en un documento peruano de 1862: “La atención del Gobierno
de S. M. se ha fijado últimamente en el modo como se transportan culíes de China en bu-
ques ingleses […] el modo como se maneja esta inmigración de culíes chinos”. En: “Super-
intendencia de Comercio. Circular Num. 22. De 1852. Hong-Kong, 7 de Setiembre de
1852 […] Juan Rowring]”, en Juan Oviedo, Colección de leyes, decretos y órdenes publicadas en el
Perú desde el año de 1821 hasta 31 de diciembre de 1859. Tomo Octavo (Lima: Felipe Bailly, edi-
tor, 1862), 62. El documento ya había aparecido en 1853 aunque sin acentuar sobre la “i”:
Registro oficial, “Sección diplomática”, 5 marzo de 1853, 81. En 1871, encontramos unos
re­latos del cónsul de los Estados Unidos de Colombia en el Havre y promovido al consula-
do general en Berlín : “Los chinos o culíes, cuya introduccion en el Perú i la isla de Cuba,
ha dado resultados tan poco satisfactorios, en los Estados Unidos los están dando en sentido
contrario, porque allí no los tienen como esclavos sino que les dan las tierras, las mulas, los
bueyes, las semillas, la habitacion i algun dinero adelantado i reparten despues la cosecha
con ellos. Así es que se ha aumentado prodigiosamente en aquel pais en estos últimos años
la produccion de algodón i de la azúcar. […] Los artesanos americanos han declarado la
guerra a los colonos chinos o culíes que trabajan mejor i mas barato que ellos. Por algun
tiempo se temió la espulsion de los pobres culíes i aun el congreso se ha ocupado en tan
triste i estra estraña medida, en un país endonde la industria es libre según la constitución,
i todos los hombres iguales. Hoy las cosas han tomado otro aspecto, i no es rara la coinci-
dencia de que se empiece a reconocer la utilidad de la emigracion de trabajadores chinos al
mismo tiempo que se ensancha portentosamente el círculo antiproteccionista en los Estado
Unidos. Eustacio Santamaría, Conversaciones familiares sobre industria, agricultura, comercio,
etc., etc., etc., Tomo II (Havre: Imprenta A. Lemale Ainé, 1871), 331-333. O, hablando de chi­
nos contratados en una propuesta de cuestionario para analizar la situación de los culíes en
Cuba en 1876, se dice, “¿Han ayudado los culíes á la rebelión, ¿dónde, cómo y cuándo? […]
La legislación para los culíes se ha efectado por la rebelión?”, en: Interrogatorio prescrito a la
Comisión China. Encargada de averiguar el estado de los culíes en Cuba (Lima: Imprenta del Esta-
do, 1876), s.p. En 1889, un manual de relaciones industriales y comerciales entre Esta­dos
Unidos y la América Española encontramos el término más dirigido a los culíes no venidos de
78
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

China: “En Jamaica se han introducido también unos cuantos miles de culíes de las Indias
Orientales procedentes de Calcultta. […] Hácia fines de 1877 había unos 23,000 inmigrados
de las Indias Orientales, bajo contratas por cinco años para trabajar en las plantaciones;
como 5,000 de estos culíes son importados anualmente. Los chinos son tambien traídos como
contratas, y otros sin ellas. […] La población de la Guayana la forman unos cuantos blancos,
negros de Africa, mulatos, culíes, indios”. Tomás Savage, Manual de las relaciones industriales
y comerciales entre los Estados Unidos y la América española (San Francisco, California: La Com-
pañaía Bacroft, 1889), 569-570. Un diccionario de las lenguas española y francesa comparadas
de 1885 se utilizaba la palabra en inglés, pero se apuntaba también “culí”): “Coolie (culí): s.
m.: coolí, nombre que se da á los indios, chinos y otros asiáticos que se contratan para traba­
jar en una colonia europea. / Et.del inglés coolie, cooly; del indostan kûli, jornalero, bastaje.
Compárese el turco kûl, kyûleh, esclavo. En: Nemesio Fernández Cuesta, Diccionario de las lenguas
española y francesa comparadas. Tomo Primero (Barcelona: Montaner y Simon, Editores, 1885),
412. En 1893, la traducción al español de la nueva geografía universal de Elisée Reclus
también se emplea el término cuando habla de Cuba: “Pero la población asiática que vive
actualmente en la isla es muy inferior al conjunto de los alquilados que han idio allí desde
mediados de siglo; robados unos, atraídos otros con falsas promesas, los culíes Chinos,
como en otros tiempos los negros bozales, no se importaban nunca por grupos de familia”:
Eliseo Reclus [Elisée Reclus], Nueva geografía universal. La Tierra y los hombres (versión espa­
ñola bajo la dirección de Ilmo. Sr. D. Martín Ferreiro). Cuarta Serie. —América. Tomo II. América
Central, Indias occidentales, Méjico, istmos americanos y Antillas (Madrid: El Progreso Editorial,
1893), 626-627. Un diccionario venezolano de 1897 indica: “Culi, culíes y coli, colies, llaman
en Venezuela á ciertos jornaleros ó peones que vienen del Asia y del Africa. El vocablo culi es
el malayo kūli que significa jornalero, hombre de trabajo, maniobra, y se formó del sáncrito kuli,
mano. La forma kōli es del Hindostán, donde se le ha dado la significación de tejedor. La te-
nemos, pues, del malayo, y creo que no la necesitamos, ni suena bien en nuestro idioma. Póngola
aquí que por [que] la considero difícil de desarraigar.” Julio Calcaño, El castellano en Venezue-
la: estudio crítico (Caracas: Tipografía Universal, 1897), 480.
79
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

Anexo 2. Explicación de M. R. Coolidge sobre


el concepto y el sistema culí (1909)

En español En inglés (original)


“En China, el término “coolie” se utiliza “In China, the term “coolie” is in constant
constantemente como una frase, pero nun- use a phrase but never as a single word1. It
ca como una sola palabra1. Describe la na- describes the nature of a man’s occupation,
turaleza de la ocupación de un hombre, tells what he can do, but has nothing wha-
dice lo que puede hacer, pero no tiene nada tever to do with the wages, terms, or con-
que ver con el salario, los términos o el con- tract, or any sort of conditions under which
trato, o cualquier tipo de condiciones bajo he will do it. It is, in fact, two words—not
las que lo hará. De hecho, son dos palabras, one. Although there is nothing among the
no una. Aunque entre los chinos no hay Chinese even remotely approaching caste,
nada que se acerque remotamente a las cas- the people divide the entire range of huma-
tas, el pueblo divide toda la humanidad en nity into four classes, reckoned more or less
cuatro clases, consideradas más o menos honorable in the following order, begin-
honorables en el siguiente orden, empezan- ning with the highest: shih, nung, kung, sha-
do por la más alta: shih, nung, kung, shang; o ng; or in English, scholar, farmer, laborer,
en inglés, erudito, agricultor, obrero, co- merchant. In regard to the kung or labo-
merciante. Con respecto a las clases kung o ring classes, two phrases are used: the first
trabajadoras, se utilizan dos frases: la pri- is “tso kung chi,” which may be translated
mera es “tso kung chi”, que puede traducir- “to do work” or “a workingman,” and the
se como “hacer el trabajo” o “un trabajador”, second is “koo-lee.” “Koo” is a verb and in
y la segunda es “koo-lee”. “Koo” es un ver- the loose grammatical structure of the Chi-
bo y en la floja estructura gramatical de la nese language may be either active or passi-
lengua china puede ser activo o pasivo, sig- ve, meaning to hire, to rent, or to be hired
nificando contratar, alquilar, o ser contratado or to be rented, or again, to be hired out. It
o alquilado, o de nuevo, para ser alquilado. is extremely general in its application and
Es extremadamente general en su aplica- has no reference whatever to the terms of
ción y no tiene ninguna referencia a los tér- agreement—in fact, it corresponds precise-
minos del acuerdo; de hecho, corresponde ly to the English word hire. / The second
precisamente a la palabra inglesa “hire”. / word “lee” means “strength” or more libe-
La segunda palabra “lee” significa “fuerza” rally, “muscle,” and the phrase “koo-lee”
o, más liberalmente, “músculo”, y la frase means “to rent muscle.” Thus it becomes
“koo-lee” significa “alquilar músculo”. De an idiomatic expression for hiring out to do
este modo, se convierte en una expresión any form of unskilled labor—the man has
idiomática para referirse a la contratación nothing to offer in exchange for wages but
de cualquier tipo de trabajo no cualificado: his muscle. The two phrases “tso kung” and
el hombre no tiene nada que ofrecer a cam- “koo-lee,” in common use in China have
bio del salario, salvo su músculo. Las dos come to refer to two kinds of labor; the first
frases “tso kung” y “koo-lee” de uso común is used to mean skilled labor while the se-
en China, han llegado a referirse a dos tipos cond always refers to unskilled labor. Either
de trabajo; la primera se utiliza para signifi- sort is perfectly free and would rank higher
car el trabajo cualificado, mientras que la in China than the grades of men who spend
segunda siempre se refiere al trabajo no their lives in making money in business.2 /
cualificado. Cualquiera de los dos tipos es About the middle of the nineteenth century
perfectamente libre y tendría un rango más the phrase “koo-lee”,3 which meant merely
alto en China que las calificaciones de los unsilled laborer was loosely applied by fo-
hombres que se pasan la vida ganando di- reigners to the laboring classes at the open
nero en los negocios.2 / Hacia mediados ports of China; and when the pseudo-slave
80
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

del siglo xix, la expresión “koo-lee”,3 que trade in contract laborers arose, its was na-
significaba simplemente trabajador no cua- turally used to be describe the common la-
lificado, fue aplicada libremente por los ex- borers who went for a term o service to
tranjeros a las clases trabajadoras en el Cuba, South America or British Guiana. Il
puerto abiertos de China; y cuando surgió el was also sometimes carelessly applied as a
comercio pseudo-esclavo de trabajadores generic word to the voluntary emigrants to
contratados, se utilizó naturalmente para California and Australia. Thus it happened
describir a los trabajadores comunes que that many foreigners who were ignorant of
iban por un período de servicio a Cuba, the Oriental use of the phrase made no dis-
Sudamérica o la Guayana Británica. Tam- tinction between contract laborers to the
bién se aplicó a veces de forma descuidada Spanish countries and voluntary emigrants
como palabra genérica a los emigrantes vo- to America, calling then all coolies, indis-
luntarios a California y Australia. Así suce- criminately; and the word itself, as the ho-
dió que muchos extranjeros que ignoraban el rrors of the contract-trade became known,
uso oriental de la frase no distinguían entre took on an odious meaning of semi-slavery.
los trabajadores contratados en los países The misapprehension of the phrase was
hispanos y los emigrantes voluntarios a Es- probably furthered by the fact that the free
tados Unidos, llamando entonces a todos los emigrants upon arriving in San Francisco
culíes, indistintamente; y la propia palabra, used the term to mean that they desired to
cuando se conocieron los horrores del co- rent their strength, that is, to obtain unski-
mercio por contrato, adquirió un significa- lled labor; and still more by the fact that
do odioso de semiesclavitud. these emigrants were of two classes. Some
El malentendido de la frase se vio pro- had paid their own passage with money ob-
bablemente favorecido por el hecho de que tained from the sale of property or bo-
los emigrantes libres, al llegar a San Fran- rrowed from relatives; whiles others had
cisco, utilizaban el vocablo para significar borrowed from the passage brokers at Can-
que deseaban alquilar su fuerza, es decir, ton and Hong Kong, either without securi-
obtener mano de obra no cualificada; y aún ty and an exorbitant interest or upon the
más por el hecho de que estos emigrantes security of their relatives.” / [1 This careful
eran de dos clases. Algunos habían pagado explanation of the phrase “Koo-lee” is gi-
su propio pasaje con dinero obtenido de la ven by the Honorable Chester Holcombe,
venta de propiedades o prestado por sus pa- who was for thirty years Secretary to the
rientes; mientras que otros habían pedido United States Legation at Peking and who
prestado a los intermediarios de pasajes en is the author of several scholarly books on
Cantón y Hong Kong, ya sea sin garantía y China. /2 Corroborated by many authori-
con un interés exorbitante o con la garantía ties […] /3 The word coolie is Anglo-Indian
de sus parientes” / [“1 Esta cuidadosa expli- from the original Bengalese or Tamil word
cación de la frase “Koo-lee” la da el Hono- kuli meaning burden-bearer; supposed to
rable Chester Holcombe, que fue durante have been introduced into China by Engli-
treinta años Secretario de la Legación de shmen]”.
los Estados Unidos en Pekín y que es autor
de varios libros eruditos sobre China. 2 Ha
sido corroborado por muchas autoridades
[…] / 3 El término “coolie” es anglo-indio
y proviene de la palabra original bengalí o
tamil kuli, que significa “portador de car-
gas”; se supone que fue introducido en
China por los ingleses]”.

Fuente: Coolidge, Chinese Immigration, 42-43. Nuestra traducción.


81
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

Anexo 3. Explicación sobre el enganche y tráfico de culíes


y el vocabulario empleado (1888)

En español En inglés (original)


“Aunque en la actualidad los trabajadores “Althoug at the present time Chinese labo-
chinos suelen emigrar voluntariamente, se rers generally emigrate voluntarily, they are
les envía bajo contratos, hechos a través de shipped under contracts, made through
agentes chinos, para que presten servicio Chinese agents, to be held to service for a
durante un período anual. Requieren un term of years. They require and advance of
adelanto de dinero para el pasaje a su desti- money for passage to destination and for
no y para el sustento de sus familias hasta the sustenance of their families until they
que puedan cubrir sus necesidades con sus can supply their wants out of their own ear-
propios ingresos. Excepto a Manila, el Es- nings. Except to Manila, the Straits, and
trecho y San Francisco, California, un chi- San Francisco, California, a well-to-do
no acomodado rara vez emigra. / Los Chinaman very seldom emigrates. / Chine-
trabajadores chinos que emigran al extran- se laborers emigrating to foreign countries
jero son llamados “coolies”. Se dice que la are called “coolies”. The word “cooly”is said
palabra “cooly” es hindú y significa “trabaja- to be Hindoostanee, meaning “hired labo-
dor contratado”. Ha sido introducido, en rer”. It has been introduced, to some ex-
cierta medida, en algunas partes de China tent, into some parts of Chine were
donde los extranjeros han tenido una larga foreigners haved had long intercourse. At
relación. En Cantón el sonido está repre- Canton the sound is represented by two
sentado por dos palabras, y se pronuncia words, and is pronounced Koo-lee, which
Koo-lee, que puede traducir por “contrata- may be translated “hiring low persons,” or
ción de personas de bajo nivel”, o por cooly, by cooly, a Chinese term composed of two
término chino compuesto por dos caracte- characters, coo, to hire, or to labor, and lie,
res, coo, contratar, o trabajar, y lie, bajo, ab- low, abject, anything very common; and
yecto, algo muy común; y los que procuran those who procure coolies for emigration
coolies para la emigración son llamados are called “koo-lee-ton”, which may be trans-
“koo-lee-ton”, que puede traducirse como lated by “headmend of coolies”. / The com-
“jefe de coolies”. / La frase común en Can- mon phrase at Canton for cooly operations
tón para las operaciones de los coolies es is my-choo-tsy, selling pigs, or mai-choo-tsy,
my-choo-tsy, vender cerdos, o mai-choo-tsy, buying pigs. And why? Because, as the Chi-
comprar cerdos. ¿Y por qué? Porque, como nese say, no more than the pigs taken from
dicen los chinos, como los cerdos sacados their pens, coolies sent as emigrants to foreign
de sus corrales, los coolies enviados como countries, ever return. The coolie-broker is
emigrantes al extranjero, no vuelven nunca. called “my-choo-tsz-ton,” or simply “choo-tsz-
El coolie-broker [chinero] es llamado “my- low,” head-man buying pigs. “Choo-tsz-ton”
choo-tsz-ton”, o simplemente “choo-tsz-low”, means great coolie-broker, and sew-choo-
jefe de compra de cerdos. “Choo-tsz-ton” tsy-ton means small coolie-broker. / The
significa gran coolie-broker [chinero], y “sew-choo-tsy” are mere traveling agents.
sew-choo-tsy-ton significa pequeño coo- They collect the men one by one; pay them
lie-broker [chinero]. /Los “sew-choo-tsy” son small advances and send them to the “choo-
meros agentes viajeros. Recogen a los hom- tsz-ton,” who arranges for their transfer, in
bres uno por uno, les pagan pequeños anti- bands, to emigration operators, receiving
cipos y los envían al “choo-tsz-ton”, que their commission according to the rate of
organiza su traslado, en bandas, a los opera- the day. / There is no kind of deception the
dores de emigración, recibiendo su comi- “sew-choo-tsy” do not resort to in enticing
sión según la tarifa del día. / No hay ningún men to emigrate. Sometimes they will pro-
tipo de engaño al que no recurran los “sew- mise to provide them with good berths as
82
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

choo-tsy” para seducir a los hombres a emi- apprentices in useful arts, or as servants or
grar. A veces les prometen proporcionarles sailors on board a foreign vessel. Or they will
buenas literas como aprendices en artes úti- tempt them by the prospect of making good
les, o como sirvientes o marineros a bordo contracts under which they may be held to
de un barco extranjero. O bien los tientan service in foreign countries, with unusual
con la perspectiva de hacer buenos contratos good wages, and, besides, be afforded faci-
en los que puedan estar al servicio de países lities to return at the end of their engage-
extranjeros, con salarios inusualmente bue- ment. They often travel in company with
nos y, además, con facilidades para regresar dissolute women, through whose influence,
al final de su compromiso. A menudo viajan or the fascination of gambling, they bring
en compañía de mujeres disolutas, a través young men into difficulties or even ruin;
de cuya influencia, o de la fascinación del after which there is no other resource left
juego, llevan a los jóvenes a dificultades o for the unfortunates but to go to the “choo-
incluso a la ruina; después de lo cual no tsz-ton” and sign contracts to serve as labo-
queda otro recurso para los desafortunados rers in distant lands; and this manner,
que ir al “choo-tsz-ton” y firmar contratos although foreigners in coolie operations
para servir como trabajadores en tierras le- are often ignorant of it, the Canton and
janas; y de esta manera, aunque los extran- Macao emigration-houses are too often the
jeros en las operaciones de los coolies a hells into which thousands after thousands
menudo lo ignoran, las casas de emigración of unfortunates are caused to fall by
de Cantón y Macao son demasiado a me- unprincipled Chinese.”
nudo los infiernos en los que miles y miles
de desafortunados son provocados por chi-
nos sin principios.”
Fuente: N. E. Halse, “Annual report on the…”, 184. Nuestra traducción.
83
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas y arribos en la década de 1850

Bibliografía

Fuentes primarias
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ancr-ah-Guerra y Marina, no. 4659.
ancr-ah-Hacienda, no. 011915.
ancr-ah-lych, no. 000822.
ancr-ah-csj-jcad-expdentm, no. 003916.

Hemeroteca, Biblioteca Nacional de Costa Rica S.J., Costa Rica


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Boletín oficial. “Aviso interesante”. 12 de abril de 1856, 406;
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Boletín oficial. “Movimiento marítimo”. 1 de setiembre de 1855, 72
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Gaceta del Gobierno de Costa Rica. “Centro America”. 28 de agosto de 1852, 2.
84
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Gaceta del Gobierno de Costa-Rica. “Europa y Costa Rica”. 13 de abril de 1850, 504.
La Gaceta. “Costa Rica y la prensa extranjera”.12 de febrero de 1851, 3.

Períodicos de otros países


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La Gaceta [E.S.]. “Movimiento marítimo. 13 de enero de 1854, 4.
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96
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Wagner, Moritz y Carl Scherzer. La República de Costa Rica en Centro América. Traducción
del alemán por el Profesor Jorge A. Line, asesorado por el Dr. Ernesto J. Wender y
del Prof. José Dávila Solera. San José, C.R.: Imprenta Lehmann, 1944 [1856].
Wagner, Moritz y Carl Scherzer. La República de Costa Rica en Centro América [Traducción
del alemán por Jorge A. Lines, asesorado por Ernesto J. Wender y José Dávila Sole-
ra] Segundo Tomo. San José, C.R.: Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes,
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Editado por Sabine Damir-Geilsdorf, Ulrike Lindner, Gesine Müller, Oliver
Tappe y, Michael Zeuske. Bielefeld: Transcript Verlag, 2016, 35-57.
Capítulo 2
Del ingenio a las obras públicas.
Las recontratas de asiáticos
en Cuba (1847-1874)1
Imilcy Balboa Navarro2

Introducción

El 3 de junio de 1847 arribaba al puerto de La Habana el buque Oquendo con


206 chinos contratados y unos días más tarde, el 9, lo hacía la fragata Duke of
Argyle con otros 365, ambos procedentes de Amoy. La llegada de los primeros
671 coolies se verificó a expensas de la Real Junta de Fomento que agrupaba a
los principales hacendados de la isla. Las autoridades, a la zaga, dieron su visto
bueno unos días más tarde. La Real Orden de 3 de julio de 1847 celebraba el
contrato realizado por la Junta para importar colonos desde China “por haber
acreditado la experiencia que eran dóciles, laboriosos, frugales, morigerados y
duros para las fatigas del cultivo de la caña”3. Tres años más tarde, la Comisión
de Población Blanca, el organismo encargado de canalizar la inmigración a isla,

1
El presente texto se ha preparado en el marco del Proyecto de investigación “Segunda esclavi-
tud, producción para el mercado mundial y sistemas laborales en Cuba, 1779-1886” (HAR2016-
78910-P, “Proyectos de I+D de Excelencia”) de la Agencia Estatal de Investigación, cofinanciado
por el Fondo Europeo de Desarrollo Regional (feder, EU). gv, aico/2019/183 y UJI- B2020-51.
2
Profesora Titular de Historia Contemporánea, Universitat Jaume I, España. Correo electrónico:
ibalboa@uji.es
3
Felix Erénchum, Anales de la isla de Cuba. Diccionario administrativo, económico, estadístico y legis-
lativo. Año de 1856 (La Habana: Imprenta La Habanera, 1857), 778. El Real Consulado de Agricul­
tura y Comercio y Junta de Fomento se creó en 1794 con el objeto de favorecer la protección y
mejoramiento de la agricultura y el comercio. En 1831 quedó divido en dos: la Junta de Fomen-
to, Agricultura y Comercio y el Real Consulado que asumió funciones de Tribunal Mercantil.

97
98
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

volvía a ponderar la decisión y presentaba a los asiáticos como la raza más ade-
cuada por su “laboriosidad, inteligencia, docilidad y frugales costumbres”4.
Pero más que las supuestas aptitudes y cualidades que los empleadores
imputaban a determinadas razas, se trababa de poner en práctica modalidades
donde la coacción y la disponibilidad actuaran como mecanismos reguladores
del mercado de trabajo, como reconocía en 1848 el hacendado Urbano Feijoo
Sotomayor: “No pudiendo importar esclavos, son indispensables contratas que
nos aseguren el reembolso de gastos de viaje y la mayor equidad en jornales: e
creo que las de los chinos reúnen estos extremos” 5.
El modelo de contrata utilizado en el caso de los asiáticos no era nuevo, los
dueños de ingenios se fijaron en la experiencia inglesa y francesa: los indentured
servants y engagés6. Según afirmaban desde la Comisión de Población Blanca,
británicos y franceses “preferían” en sus posesiones “la inmigración de chinos
a la de cualquier otro pueblo”. Y se remitían a Leonard Wray, quien en su obra
The Practical Sugar Planter publicada en 1848, los calificaba de “hábiles, empren-
dedores y trabajadores”, y consideraba su inmigración más recomendable que
la de africanos7.
Más tarde, en otras partes de Iberoamérica se pusieron en práctica contra-
tos similares. Si Cuba miró hacia el patrón inglés, peruanos, panameños y cos-

4
Pedro Deschamps Chapeaux y Juan Pérez de la Riva, Contribución a la historia de la gente sin
historia (La Habana: Ciencias Sociales, 1974), 223. “Informe de Francisco Diago a la Comisión
de Población Blanca sobre el proyecto de inmigración china, La Habana, 17 de octubre de 1851,”
en Mariano Torrente, Bosquejo económico y político de la isla de Cuba. Comprensivo de varios proyectos
de prudentes y saludables mejoras que pueden introducirse en su gobierno y administración (La Habana:
Imprenta de Barcina, 1853, tomo 2), 411-416. La Comisión de Población Blanca se creó en 1812
dentro de la Sociedad Económica de Amigos del País. A partir de 1818 pasó a denominarse
Junta de Población Blanca, y en 1842 volvió a su nombre original y quedó adscrita a la Junta de
Fomento.
5
anc, Fondo Real Consulado y Junta de Fomento, Leg. 195, no. 8.746.
6
Walton Look Lai, Indentured Labor, Caribbean Sugar: Chinese and Indian Migrants to the British
West Indies, 1838-1918 (Baltimore: Johns Hopkins University Press, 1993). También David W.
Galenson, White Servitude in Colonial America: An economic analysis (England: Cambridge Univer-
sity Press, 1981).
7
Véanse: Torrente, Bosquejo, 410, 416-417. Leonard Wray, The Practical Sugar Planter (Smith:
Elder and Company, 1848), 82-84.
99
Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)

tarricenses se fijaron en la experiencia cubana. Fueron los peruanos, donde aún


estaba vigente la esclavitud, los primeros en replicar el modelo en 1849, Pana-
má en 1852 y en Costa Rica arribaron los primeros chinos en 1855 procedentes
de Panamá y en 1873 se dio la llegada de trabajadores directamente desde
China como producto de un contrato8. Con ligeras variaciones en las contratas,
los asiáticos fueron víctima de numerosos abusos.
Pero, si en el resto de los territorios fue un negocio privado y el papel del
Estado se redujo a reglar el tráfico, en Cuba, el Estado asumió un doble papel:
tutor de los asiáticos y al propio tiempo contratista. Al terminar sus contratos
los coolies quedaron obligados a recontratarse por igual período de años, en caso
contrario debían abandonar la isla por su propia cuenta —cuestión casi impo-
sible de cumplir— o serían destinados a trabajar en las obras públicas.
Si bien la inmigración asiática a la isla ha sido objeto de varios estudios9,
las recontratas apenas han recibido atención y las escasas menciones han que-

8
Ver por ejemplo Diego L. Chou, Los chinos en Hispanoamérica (Costa Rica: flacso, 2002), Cua-
derno de Ciencias Sociales no. 124, 9-71. Walton Look Lai y Tan Chee-Beng (eds), The Chinese
in Latin America and the Caribbean (Leiden/Boston: Brill, 2010). Arnold J. Meagher, The Coolie
Trade. The Traffic in Chinese Laborers to Latin America, 1847-1874 (USA: Xlibris Corporation, 2008).
Humberto Rodríguez Pastor, Hijos del celeste Imperio en el Perú (1850-1900). Migración, agricultu-
ra, mentalidad y explotación (Lima: Instituto de Apoyo Agrario, 1989). Lucy M. Cohen, “The
Chinese Panama Railroad: Preliminary Notes on the Migrants of 1854 who failed”, Ethnohistory
18 (1971): 309-320 y “Emigración de chinos de Macao a Costa Rica, 1872-1873”, Revista de
Ciencias Sociales 119 (2008): 39-53. James L., Huesmann, “The Chinese in Costa Rica, 1855-1897”,
Historian 53, no. 4 (1991): 711-720. Marlene Loría Chaves y Alonso Rodríguez Chaves, “La in-
migración China a Costa Rica. Entre la explotación y la exclusión. (1870-1910)”, Revista de
Historia 44 (2001): 159-192.
9
Véanse Juan Pérez de la Riva, El barracón y otros ensayos (La Habana: Ciencias Sociales, 1975),
209-245; 255-281 y 469-507. Los culíes chinos en Cuba (1847-1880). Contribución a la historia de la
inmigración contratada en el Caribe (La Habana: Ciencias Sociales, 2000). Juan Jiménez Pastrana,
Los chinos en la historia de Cuba, 1847-1930 (La Habana: Ciencias Sociales, 1983). Consuelo Na-
ranjo e Imilcy Balboa, “Colonos asiáticos para una economía en expansión: Cuba 1847-1880”,
Revista Mexicana del Caribe 8 (1999): 32-65. Lisa Yun, The Coolie Speaks, Chinese Indentures Laborers
and African Slaves of Cuba (Philadelphia: Temple University Press, 2008). Evelyn Hu-Dehart,
“Chinese Coolie Labor in Cuba in the Nineteenth Century: Free Labor of Neoslavery,” Contri-
butions in Black Studies 12 (1994): 38-54. Denise Helly, Idéologie et ethnicité: les Chinois Macao à
Cuba (Montréal: Les Presses de l’Université de Montréal, 1979) y Denise Helly, The Cuba Com-
mission Report. A Hidden History of the Chinese in Cuba. Introduction by Denise Helly (Baltimore and
London: Johns Hopkins University Press, 1993).
100
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

dado sepultadas dentro de las condiciones de contratación general. Nuestro


trabajo se centra en el examen de las recontratas en su doble vertiente: estatal
y privada, así como el papel jugado por la administración colonial —en tanto
contratista— y las nuevas condiciones de recontratación con los particulares
que perpetuaron la sujeción de los coolies.

La libertad pospuesta: recontratación o expulsión

Tras el desembarco, los primeros ‘colonos’ chinos que arribaron en junio de


1847, fueron trasladados al Depósito de cimarrones, a la espera de ser reclama-
dos por los hacendados. Un adelanto de lo que sería su futuro en la isla. Los
asiáticos eran hombres nominalmente libres y asalariados, pero en la práctica
quedaban obligados a contratarse por ocho años con un salario de ocho pesos,
de los cuales sólo se les pagaban entre tres y cuatro pesos. Además, la organiza-
ción del trabajo, comida, vestuario, vivienda, el tratamiento de las enfermedades,
etc., quedaron adaptados a los usos y costumbres esclavistas10.
De ahí que, al llegar a la isla, no se identificasen con las circunstancias de
los africanos y al verse sometidos, el rechazo se tradujera en manifestaciones
que iban desde la resistencia a la fuga o el suicidio. Tales circunstancias debieron
incidir en los resultados desiguales que arrojaron los primeros ensayos. Las
manifestaciones de rebeldía entre los asiáticos sorprendieron a los dueños de
ingenios, que antes habían alabado su “docilidad” y comenzaron a abogar por
la adopción de reglas para disciplinar a los nuevos trabajadores, bajo el supues-
to de que la situación de dependencia en su país de origen era mayor:

10
Juan Pérez de la Riva, “La situación legal del culí en Cuba: 1849-1868”, Cahiers du monde his-
panique et luso-brésilien 16 (1971): 8-10.
101
Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)

por haberlo demostrado ya la experiencia, que sin este género de correcciones


aplicadas domésticamente, es de todo punto imposible la acertada dirección de los
trabajos e inevitable la indisciplina, y que ellas no empeoran por cierto la situación
de tales colonos con respecto a la que ocupaban en los países de su procedencia11.

El Reglamento que para el manejo y trato de los colonos asiáticos e indios y el Reglamen­
to para la instrucción y régimen de los colonos en la isla de Cuba, aprobados en 1849
y 1854, reproducían muchas de las condiciones reflejadas en el Reglamento de
Esclavos de 1842 —sobre todo en cuanto a la disciplina y los castigos—. En el
Reglamento de 1849 de los 19 artículos referidos a los asiáticos, 11 especificaban
las obligaciones y al más puro estilo esclavista se describían los castigos por
desobediencia: cuerazos, cepo y grillete. El de 1854, en el capítulo destinado a la
jurisdicción disciplinar de los patronos, destinaba 11 artículos a especificar las
faltas y castigos, a los que se añadía la pérdida del salario12. La reglamentación
cumplió sus objetivos y los nuevos trabajadores quedaron atados a los contratis­
tas, se sucedieron las propuestas y el tráfico se regularizó. Entre junio de 1847
y junio de 1873 arribaron a la isla 120.333 asiáticos13.
Los Reglamentos, por demás, eran explícitos al fijar el tiempo de contrato:
8 años, pero no previeron qué sucedería al cumplirse las primeras contratas en
1855. ¿Qué hacer con los asiáticos cumplidos? Si para organizar la entrada de
asiáticos los hacendados habían apelado a la experiencia británica, cuando tuvie­
ron que hacer efectiva la libertad de los contratados los caminos se distancia­ban.
En las Indias Occidentales el coolie liberado que no quería repatriarse recibía
una prima equivalente al valor de su pasaje de regreso. En Cuba el trabajo es-

11
“Reglamento que para el manejo y trato de los colonos asiáticos é indios hizo publicar el go-
bierno superior de Habana en 10 de abril de 1849”, José Mª Zamora, Biblioteca de Legislación
Ultramarina en orden alfabético. Primer Suplemento. Letras, A a la Z (Madrid: Imp. de J. Martín
Alegría, 1849), 49-50.
12
Reglamento para la instrucción y régimen de los colonos en la isla de Cuba (La Habana: Imp. del
Gobierno y Capitanía General, 1854) y “Reglamento de Esclavos”, Fernando Ortiz, Los negros
esclavos (La Habana: Ciencias Sociales, 1975), 442-449.
13
Boletín de Colonización [La Habana], 30 de octubre de 1873, 3.
102
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

clavo, predominante, determinaba y contaminaba el resto de opciones labora-


bles. La permanencia de los asiáticos en la isla vendría acompañada de nuevas
restricciones, donde el Estado, que también se beneficiaba de forma temporal
al contar con trabajadores baratos para las obras de la administración, asumió
el liderazgo al regular la recontratación.
Las autoridades, para asegurarse la continuidad de la mano de obra, recurrie­ron
al sistema de libertad a medias que ya habían ensayado con los emancipados14.
Las disposiciones emitidas por el capitán general Juan Manuel González de la
Pezuela (1853-1854) se pueden resumir en dos aspectos: la tutela y la recontratación.
Tras obtener su carta de libertad, los emancipados “no habían de quedar absolu­
ta­mente dueños de su persona, sino que mientras permanecieran en la isla, habían
de estar bajo la tutela y amparo del gobierno, el cual inter­vendría en su consig-
nación”15. El Estado se convertía en tutor y contratista, y los amos conseguían
un trabajador barato en condiciones de sujeción similares a las de los esclavos16.
La tutela del Estado y la reducción de la libertad a dos extremos: el aban-
dono de la isla o la recontratación se mantuvieron para el caso de los asiáticos.
El decreto del gobierno de 3 de mayo de 1858 Prohibiendo la permanencia en esta
isla de asiáticos cumplidos17, especificaba que no podrían permanecer en la isla una
vez terminados o rescindidos los contratos, sin el permiso expreso del gobierno.
Los que no lo obtuvieran serían remitidos por su cuenta al país de procedencia

14
Los emancipados eran los esclavos capturados por los busques destinados a perseguir el tráfico.
Tratado entre S.M. el rey de España y de las Indias y S.M. el rey del Reino Unido de la Gran Bretaña e
Irlanda, para la abolición del tráfico de negros, concluido y firmado en Madrid el 23 de septiembre de 1817
(Madrid: Imprenta Real, 1817).
15
Ordenanza de emancipados, 20 de diciembre de 1853, Gaceta, 1º de enero de 1854. José Gutiérrez
de la Concha, “Memoria sobre el ramo de emancipados de la isla de Cuba formada con motivo
de la entrega del mando de la misma al Excmo. Sr. D. Francisco Serrano” (anexo) en Memoria
dirigida al Excmo. Sr. D. Francisco Serrano y Domínguez, capitán general de la isla de Cuba por el Exc-
mo. Sr. D. José de la Concha (Madrid: Imp. La Reforma, 1867, [2da ed.]), 10.
16
Miguel Estorch, Apuntes para la historia sobre la administración del marqués de la Pezuela en la isla
de Cuba, desde 3 de diciembre de 1853 hasta 21 de septiembre de 1854 (Madrid: Imp. de Manuel
Galeano, 1856), 133-136.
17
Félix Erénchum, Anales de la isla de Cuba. Diccionario administrativo, económico, estadístico y legis-
lativo. Año de 1856, B (La Habana: Imprenta La Habanera, 1858), 781-782.
103
Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)

o al que eligieren —excepto Cuba y Puerto Rico—. A los colonos recontratados


el gobierno “les observaría” y aprobaría los nuevos contratos.
Dos años más tarde, el Real Decreto de 7 de julio de 1860 sobre Introducción
de Asiáticos y Reglamento para su gobierno18 mantuvo y explicitó tales preceptos. El
texto fue redactado durante el gobierno de José Gutiérrez de la Concha (1854-1859),
pero entraría en vigor durante el mandato de su sucesor Francisco Serrano y Do-
mínguez (1859-1862). Ambos concordaban en que un aspecto importante de la
política metropolitana: la mejor forma de mantener “la paz social” pasaba por el
mantenimiento de la esclavitud y asegurar a los hacendados el suministro de traba-
jadores. Desde la metrópoli dieron su visto bueno, el argumento esgrimido coinci-
día con los deseos de los dueños de ingenio: “proporcionar a la agricultura de la isla
de Cuba los brazos que le son necesarios para que su prosperidad no decaiga”, y
afirmaba que la importación de “trabajadores chinos, entre todos los ensayos hasta
ahora practicados en aquella provincia, es el que menos inconvenientes presenta”19.
El Real Decreto de 7 de julio de 1860, contenía pocas variaciones en cuan-
to a las condiciones de trabajo señaladas en el Reglamento de 1854. Se insistía en
acotar la libertad a las recontratas o el abandono de la isla, la novedad era el
tiempo establecido para encontrar nuevo amo o en su defecto la expulsión o el
trabajo en las obras publicas. El Artículo 7º establecía:

Es condición esencial y deberá ser cláusula expresa de toda contrata con los chinos,
además de las prevenidas en el artículo anterior, la de que terminado el tiempo de su
empeño como trabajador, no podrá permanecer en la isla de Cuba, sino contratado
de nuevo con el mismo carácter, como aprendiz u oficial bajo la responsabilidad de
un maestro, o como destinado a la agricultura, criado doméstico, garantido por su
amo, debiendo en otro caso salir de la isla a sus expensas y siendo apremiarlo a
hacerlo a los dos meses de terminada la contrata20.

18
Erénchum, Anales, Año de 1856, B, 1447-1456.
19
Erénchum, Anales, Año de 1856, B, 1448.
20
Erénchum, Anales, Año de 1856, B, 1448.
104
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Mientras el Artículo 18º subrayaba:

A los dos meses de terminada su contrata deberá el chino haberla renovado aco-
modándose en su clase de aprendiz u oficial de maestro reconocido o como sir-
viente destinado a la agricultura o doméstico o haber salido de la isla según se
previene en el artículo 7º; y así sucesivamente a medida que cumplan sus empeños;
en caso de no hacerlo; se le destinará como operario a las obras públicas por solo
el tiempo preciso para que cubiertos sus gastos personales resulte el sobrante ne-
cesario que se destinará a embarcarle con el destino que él mismo elija, o designe
el gobernador capitán general en su defecto21.

Detengámonos: “y así sucesivamente”. La fórmula no era inocente y apuntaba


a la recontratación indefinida, que por demás fue incluida en las nuevas contra-
tas, punto 9º, donde los asiáticos daban su conformidad a recontratarse “con el
mismo carácter” o “salir de la isla a mis expensas en el término de dos meses”22.
Otro aspecto novedoso fue el reconocimiento de que el proceso sería diri-
gido y controlado por el gobierno (artículo 80º). Las autoridades locales debían
informar a patronos y colonos de los nuevos términos y plasmarían cada año en
un padrón los datos de los trabajadores —nombre, sexo, edad, estado civil—, el
tipo de labor que realizaban, el patrono —nombre, profesión y domicilio—, así
como el tiempo de contrato. Además, informarían de los que continuaban con
su antiguo patrón, los que preferían cambiar de amo o los que no encontrasen
nueva colocación. En los dos últimos casos, serían enviados al Depósito de
colonos y asiáticos cumplidos en La Habana, donde trabajarían en las obras
públicas, ganando la tercera parte del jornal estipulado23.
Todo ello permitió al gobierno insular disponer de trabajadores de manera
transitoria. En el Archivo Nacional de Cuba se conservan varias causas de asiá-

21
Erénchum, Anales, Año de 1856, B, 1449.
22
Erénchum, Anales, Año de 1856, B, 1449.
23
anc, Fondo Gobierno Superior Civil (en adelante gsc) Leg. 640, exp. 2.015.
105
Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)

ticos cumplidos que terminaron en las obras públicas por “negarse a renovar
sus contratas”, por “no encontraba nuevo patrono”, “por sus malos anteceden-
tes,” “por su poca afición al trabajo,” o “por su propensión a la vagancia”24.
Tales justificaciones fueron utilizadas reiteradamente para posponer su libertad
al término del contrato y asegurarse su reconversión en trabajadores al servicio
del Estado. En los años siguientes se añadieron otras consideraciones como el
incumplimiento de las leyes por delitos menores que iban desde un atropello,
el robo o presentar “denuncias falsas contra los amos”25. De una muestra de
1.200 recontratas de asiáticos correspondientes al bienio 1861 y 1862, muy
pocos optaron por continuar con su patrono (12%) y la mayoría apostó por
cambiar de amo (37%) o fueron enviados al depósito para ser empleados en las
obras públicas (45%)26.

Gráfico 1. Recontratas de asiáticos, 1861-1862

Fuente: anc, Fondo Gobierno Superior Civil, Legs. 639, 640 y 641.

24
anc, gsc, Leg. 640, exp. 2.015.
25
Ver anc, Fondo Gobierno Superior Civil, Leg. 640, exp. 2.015 y Leg. 638, exp. 2.0144.
26
El 6% restante comprendía a 6 colonos próximos a cumplir y de los que habían solicitado la
contrata a su amo; 9 a los que informó que debían buscar nueva contrata; 7 que estaban deman-
dando nuevo amo y 47 de los Almacenes de Regla, anc, gsc, Legs. 639, 640 y 641.
106
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Como podemos observar al término del contrato un porcentaje importan-


te prefería cambiar de amo, pero el proceso de búsqueda —los dos meses esti-
pulados— escondía el riesgo de ser enviado al Depósito. Los asiáticos, entonces,
trataron de sortear los nuevos términos y no pocos “desparecían”. Desde el
Ayuntamiento de La Habana se quejaban de las dificultades para controlar a los
que estaban próximos a cumplir sus contratos. Según informaban, antes del
vencimiento del plazo muchos se ausentaban de su lugar residencia, y la policía
no podía localizarlos “por más eficaces diligencias que practica en averiguación
de su paradero.” Y terminaba vinculando la supuesta inclinación a la vagancia
de los asiáticos con un incremento de la criminalidad en la isla:

A partir de esto y teniendo en cuenta la índole y condiciones de dichos individuos,


su poca inclinación al trabajo y la persuasión de que no dependen de nadie cuando
han cumplido su contrata, resulta que unos hombres sin domicilio fijo, amantes de
la vagancia y sin recursos de ninguna especie, se entregan a toda clase de des-
órdenes27.

Las autoridades presentaban el empleo en las obras públicas como la mejor


solución para contener la “predisposición” a la ociosidad de los coolies, pues les
ayudaría a “no perder los hábitos de trabajo”, al tiempo que “ganaban una me-
sada” con la que podían reunir lo necesario para pagar el pasaje si querían mar­
charse de la isla28. El número de asiáticos destinados a las obras públicas fue en
aumento en los años siguientes. En 1859, en La Habana apenas se empleaban
69 asiáticos, tres años más tarde en el ramo de composición de calles su núme-
ro ascendía a 23929. Las condiciones de trabajo, similares a las de los ingenios,
vivían en barracones separados por sexo y raza (“negros de obras públicas,”

27
anc, gsc, Leg. 640, exp. 2.015.
28
anc, gsc, Leg. 640, exp. 2.015.
29
Memoria sobre el progreso de las obras públicas en la isla de Cuba desde 1 de enero de 1859 a fin de
junio de 1865 (La Habana: Imprenta del Gobierno y Capitanía general, 1866), 16-17.
107
Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)

asiáticos, colonos y peones alquilados), el horario de trabajo se extendía desde


el “amanecer” el “oscurecer” y los castigos: latigazos, cepo o pérdida del jornal30.
El depósito, por demás, cumplió una doble función, de un lado, asegurar
trabajadores temporales para las obras de la administración y del otro, también
fue una herramienta para la recontratación con particulares. El primer y tercer
domingo de cada mes, los asiáticos eran expuestos al “examen del público” para
que los hacendados pudiesen recontratar nuevos trabajadores entre los cumpli-
dos o identificar a los cimarrones31. Una oportunidad que les permitiría recon-
tratar nuevos trabajadores.

Las recontratas con particulares


¿conformidad y compensación?

Al establecer la recontratación indefinida se escamoteaba nuevamente la condi­


ción de hombres libres de los asiáticos. Los empleadores —tanto el gobierno como
los particulares— reducían —por segunda vez— su estatus a la de esclavo contra­
ta­do. No era un problema de mentalidad, se trataba, sobre todo para los segundos,
de su concepción sobre el trabajo y la disciplina del trabajador. El trabajador desea-
ble sería aquel al que pudieran sujetar mediante las condiciones de los contratos.
Los hacendados, entonces, introdujeron cláusulas más abusivas, si cabe, en
las recontratas. Siguiendo las pautas establecidas en el artículo 6º del Reglamen-
to de 1860 las recontratas debían reflejar: los datos personales del asiático, la

30
bnm, Manuscritos, no. 13.949.
31
“Circular del Gobernador Capitán General con reglas referentes al destino de los asiáticos
cimarrones no reclamados por sus patronos, La Habana, 2 de abril de 1862”, Joaquín Rodríguez
San Pedro, Legislación Ultramarina (Madrid: Imp. de los Sres Viota, Cubas y Vicente, 1865), t-2,
448 y “Circular del Gobernador Capitán general para facilitar a los dueños de esclavos prófugos
y a los amos o patronos de los colonos asiáticos, los medios de recuperar los que lleguen a fugar-
se de los puntos de su residencia, La Habana 5 de mayo de 1857”, Joaquín Rodríguez San Pedro,
Legislación Ultramarina (Madrid: Imp. de Manuel Minuesa, 1868), Suplemento Primero, t-10,
539-540.
108
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

duración, el salario, los alimentos, las condiciones de la asistencia médica, el


horario de trabajo, las obligaciones, su conformidad con el salario y la firma.
Tales requisitos eran lo suficientemente amplios para que el contratista, a dis-
creción, tuviera margen para fijar el tiempo de duración del contrato, la cuantía
del salario, y el resto de las obligaciones, como la comida, el vestir o la asisten-
cia en las enfermedades. Al tiempo que forzaban al trabajador a someterse a la
disciplina, indemnizar al patrono o conformarse con un bajo salario.
En las recontratas que hemos podido examinar32 los deberes de los contra-
tistas quedaban diluidos en la alimentación y el vestir, no así las obligaciones de
los asiáticos que, de un lado aparecían minuciosamente detalladas y del otro, se
dejaba margen a la reinterpretación interesada de los amos. Julián, por ejemplo,
para poder salir del depósito, se recontrató por 8 años con un salario de apenas
4,25 pesos al mes, la diferencia con el período de contrata era apenas de 0,25
céntimos. Por su parte, Juan, Cirilo y Tomás lograron acortar la recontrata a un
año con un salario de 5 pesos, para los dos primeros si la enfermedad excedía
de dos meses debían contratar un sustituto, Tomás a partir del primer mes.
Por otro lado, Juan, Rafael, Victoriano y Guillermo se recontrataron por
dos años, con un salario de 8 pesos, los trabajadores aceptaban que su contrato
podía ser traspasado, las tareas serían las “acostumbradas” y dependerían de la
clase de trabajo y el destino: “casa particular, establecimiento de cualquier cla-
se de industria, jornalero o peón.” Su alimentación consistiría en 8 onzas de
carne salada y 2 ½ libras de viandas, más dos mudas de ropa. Los cuatro, acep-
taron acortar el tiempo durante el cual el empleador se haría cargo de los gastos
por enfermedad, si excedía de tan solo una semana dejarían de percibir su sala-
rio. En la recontrata celebrada por Caimito, por dos años, no se especificaba el
horario de trabajo que dependería “de la clase de trabajo”; eso sí, el asiático
aceptaba trabajar los domingos si “era necesario” y sujetarse a la disciplina o
sistema de corrección si cometía alguna falta.

32
anc, gsc, Legs. 639, 640 y 641. La información que se detalla a continuación está tomada de
estos legajos.
109
Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)

En general, las horas de trabajo no quedaban fijadas y se saldaban con la


fórmula de “luz a luz”. Los amos, como hacían con las dotaciones de esclavos,
se encargarían de la alimentación —arroz, carne, pescado salado, viandas y
grasa— y el vestido —dos o tres mudas al año—. Si enfermaba, las condiciones
variaban: en algunos casos el contratista cubría la baja, en otros, el propio tra-
bajador debía costear un sustituto. Además, debían resarcir a los amos por las
horas perdidas —siempre a juicio del patrono—, sujetarse a la disciplina o que-
dar “conformes” con el bajo salario que dependía del trabajo a realizar y del
empleador, pero mantenía un denominador común: siempre era inferior al que
ganaban los jornaleros libres y esclavos alquilados.
De aproximadamente 749 contratos de “segundo enganche” firmados en
La Habana entre 1861 y 186233, la mayoría se situó entre los 2 y 4 años (54%
y 33% respectivamente), aunque los totales correspondientes a los 2 años deben
ser tomados con reserva pues más de la mitad eran asiáticos que permanecían
en el Depósito trabajando en las obras públicas. Le seguían, a distancia, las
recontratas entre 6 años (4,5%) y 8 años (2,5%). Por su parte, las recontratas
de 1 y 5 años fueron residuales (1,6% y 0,5%).

Gráfico 2. Duración de las recontratas.


La Habana, 1861-1862
60,00%
54,00%
50,00%

40,00%
33,00%
30,00%

20,00%

10,00%
3,20% 4,50% 2,50%
1,60% 0,60%
0,00%
1 año 2 años 3 años 4 años 5 años 6 años 8 años
Fuente: anc, gsc, Leg 641, nº 20.276.

33
anc, gsc, Leg 641, nº 20.276.
110
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Cuadro 1. Transcripción de la recontrata de Yosh Che,


de nombre cristiano Rafael, con Fermín Pardinas

Digo yo, Josh Che en mi país, y Rafael nombre cristiano, natural el pueblo de Cantón, en
China, de edad 28 años, que he convenido con D. Fermín Pardiñas, lo que se expresa en las
cláusulas siguientes:

1ª Quedo comprometido y sujeto por el término de 2 años a trabajar en la isla de Cuba a las
órdenes del referido D. Fermín Pardiñas o a las personas a quien el traspasase esta con-
trata; por lo cual le faculto, en todas las tareas aquí acostumbradas en donde quiera que
me destine, sea en casa particular, establecimiento de cualquiera clase de industria y artes
y cuanto concierne a las labores urbanas y rurales sean de la especie que fueren.

2ª Los dos años de compromiso que dejo contraído en los términos expresados en la cláu-
sula anterior, principiarán a contarse desde esta fecha.

3ª Las horas en que he de trabajar dependerán de la clase de trabajos que se me dé, según las
atenciones que dicho trabajo requiera, lo cual queda al arbitrio del patrono a cuyas órde-
nes esté, siempre que se me den mis horas seguidas de descanso cada 24 horas, y el tiem-
po preciso además para las comidas y almuerzos con arreglo a las necesidades.

4ª Además de las horas de descanso en los días de trabajos no podrá hacérseme desempeñar
en los domingos más labores que las necesarias practicadas en tales días según la índole
de los haberes en que me ocupen.

5ª Me sujeto igualmente al orden y disciplina que se observe en el establecimiento, o taller


o casa particular a donde se me destine y me someto al sistema de corrección que en los
mismos se impone por faltas de aplicación y constancia en el trabajo, de desobediencia a
las órdenes de los patronos o de sus representantes, y por todas aquellas cuya probidad
del caso no haga precisa la intervención de las leyes.

6ª En cuanto a casos de enfermedad convengo y estipulo que si esta excede de una semana
me suspenda el salario, y que este no vuelva a correrme hasta mi restablecimiento, o lo
que igual hasta que mi salud permita ocuparme de nuevo en el servicio a mi patrono.

7ª Por ninguna razón o por ningún pretexto podré durante los dos años por los cuales quedo
comprometido con este contrato a negar mis servicios al patrono que me tome, ni evadir-
me de su poder, ni a intentarlo siquiera por ninguna causa, ni mediante ninguna indem-
nización.

D. Fermín Pardiñas se obliga por su parte conmigo:

1ª A que desde esta fecha principia a correrme el salario de 8 pesos al mes.


2ª A que se me suministre de alimentos cada día 8 onzas de carne salada y 2 ½ libras de
boniatos y otras viandas sanas y alimenticias.

3ª A que durante mis enfermedades se me proporcione en la enfermería asistencia médica,

4ª A que se me den dos mudas de ropa anuales.


Fuente: anc, gsc, Leg. 639.
111
Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)

Imagen 1. Reproducciones de la recontrata de Yosh Che,


de nombre cristiano Rafael, con Fermín Pardinas

Fuente: anc, gsc, Leg. 639.

Si bien el tiempo de recontratación en sentido general se redujo a la mitad,


el salario continuó oscilando entre los 4 y 8 pesos. Y aunque en algunos casos
la negociación de las recontratas les permitió duplicarlo, aquellos que llegaron
a alcanzar entre los 9 y 12 pesos fueron la excepción y se correspondía con
coolies que vivían en localidades del interior de la isla donde existía menor dis-
ponibilidad de brazos y la demanda de trabajadores era mayor. En definitiva, se
trataba de la construcción de un mercado de trabajo semilibre a partir del con-
trol de la fuerza laboral, consiguiendo que el trabajador no tuviera otros medios
de subsistencia que el salario y aceptara que esa era la vía normal. El trabajador,
al reconocer las condiciones del contrato ante las alternativas posibles que siem-
pre son limitadas, acaba admitiendo la autoridad del contratista. El salario fun-
cionó como una vía de supeditación y de regulación de la disciplina laboral34.
Según Marcial Dupierry, médico francés implicado en la trata, la situación
del coolie no era equiparable a la del esclavo y reducía la cuestión al cumplimien-

34
Imilcy Balboa, Los brazos necesarios. Inmigración, colonización y trabajo libre en Cuba, 1878-1898 (Va­
lencia: Centro Francisco Tomás y Valiente, uned Alzira Valencia, Fundación Instituto de Historia
Social, 2000), 122-123.
112
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

to de las obligaciones impuestas en los contratos: “porque el hombre que no


cumple lo que ofrece, recibiendo por ello entre otros muchos beneficios, un
salario, merece un castigo”. Y afirmaba que las recontratas eran una prueba del
buen trato que habían recibido los asiáticos con anterioridad, pues habían op-
tado por quedarse a pesar de la posibilidad de marcharse a su país:

Como es de suponerse, entre los colonos asiáticos hay gente buena y mala; muchos
que han cumplido su contrata, y que la han renovado, enganchándose con los
primitivos patronos; lo que prueba lo bien tratados que han sido, y que sacan buen
lucro de su trabajo; porque de no ser así, el chino es harto sagaz e interesado, para
no tomar una resolución adecuada a sus miras, máxime cuando tiene toda la liber-
tad de transportarse a donde guste, y medios conque poderlo verificar, con el
producto de su trabajo, en un país tan escaso de brazos35.

La obligación de recontratarse —una y otra vez— y la amenaza de expulsión


funcionaron como mecanismos de sujeción. En su testimonio ante la Comisión
nombrada por el gobierno chino en 1874 para indagar sobre los abusos a sus
súbditos, el colono Li Chao-ch’un, en su nombre y en el de otros 166, denun-
ciaba que al completar “sus primeros contratos deben entrar en el depósito y
trabajar en él, encadenados y sin salario”, y sentenciaba: “el único objeto de
estas crueldades es obligarnos a entrar en nuevos contratos con los ricos pro-
pietarios y así volver a encadenarlos por un cierto número de años, y cuando
finaliza el nuevo compromiso, se devuelven al depósito y así sucesivamente”36.
Al concluir las contratas originales para los asiáticos solo existían dos op-
ciones: trabajar en las obras públicas al servicio del gobierno o contentarse con
las recontratas de los particulares. Las recontratas marcaron las pautas de obe-
diencia y el salario la subordinación. Y, para asegurar estas situaciones, se aña-

35
Marcial Dupierry, Opúsculo. Cuba y Puerto Rico. Medios de conservar estas dos Antillas en su estado de esplen-
dor. Por un negrófilo concienzudo, Dr. Dupierry, francés (Madrid: Imp. de José Cruzado, 1866), 52 y146.
Report of the Commission sent by China, to Ascertain, the Condition of Chinese Coolies in Cuba (Tapei:
36

Ch’eng Wen Publishing Company, 1970), 87.


113
Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)

diría una nueva cuestión: la criminalización de los trabajadores y la raza como


condición de sujeción.

De dóciles y trabajadores a vagos y viciosos

Las recontratas de asiáticos resultaron un negocio rentable tanto para los par-
ticulares como para las autoridades. La “libertad” para escoger y variar de con-
tratista apenas podía esconder el lugar que a priori se le había asignado en la
sociedad: en la frontera entre los esclavos o los “libres de color”, donde a la
postre quedaron subsumidos por su condición, aunque fueran catalogados como
libres y blancos en las estadísticas y censos.
En el censo de población de 1862, los asiáticos —al igual que los yucate-
cos37—fueron incluidos entre la población blanca, pero la extensión de las recon­
tratas en la década de 1860 vino acompañada de la criminalización de los
trabajadores, apelando a cuestiones raciales. Ya Ramón de la Sagra, en su obra
Cuba en 1860, había avisado: los asiáticos y yucatecos estaban “mal incluidos”
en la categoría de población blanca, y agregaba: “la diversidad de sus razas y de
su color, autorizaba más bien unirlos al grupo más general y variado que lleva
este nombre, dejando en el de los blancos solamente la de los individuos de ori-
gen europeo”38. Dicho de otro modo, por las condiciones de trabajo su lugar
debía ser al lado de la población “de color”.

37
Prisioneros de la Guerra de Castas (Yucatán, 1847-1853) que tras el Decreto de expulsión de
1848 fueron vendidos en Cuba con dudosos contratos de trabajo por 10 años. El tráfico se inició
en 1849 y fue suspendido en 1861 por el presidente Benito Juárez. En esos doce años arribaron
a la isla entre 1.000 y 2.000 yucatecos. Paul Estrade, “Los colonos yucatecos como sustitutos de
los esclavos negros”, en Cuba la perla de las Antillas, eds. Consuelo Naranjo y Tomás Mallo (Ma-
drid: Doce Calles, 1994), 93-108.
38
Ramón de la Sagra, Cuba en 1860 (París: Imp. de Simón Raçon y Cía., 1863), 11. La cursiva es
del autor. El análisis de estas cuestiones en Imilcy Balboa, “La “raza” como condición de sujeción.
Los asiáticos recontratados,” en Gente de color entre esclavos, eds. José A. Piqueras e Imilcy Balboa
(Granada: Comares, 2019), 73-88. Ver también Armando García, El estigma del color. Saberes y
prejuicios sobre las razas en la ciencia hispanocubana del siglo xix (Tenerife: Idea, 2008, 2 tomos).
114
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

La Sagra establecía tres razas en la isla: la europea-latina, la africana y la


asiática. Ciñéndose al ámbito legal, pero olvidando las condiciones de las con-
tratas, situaba la primera dentro de la condición de libres y a la segunda y ter-
cera como esclavas. Asimismo, consideraba que la mezcla de blancos y negros
había producido una descendencia de fácil identificación a pesar de su variación.
Pero le atenazaba la incertidumbre con relación a la asiática en su mezcla con
las negras ante la falta de mujeres. Su preocupación se sustentaba sobre todo en
la desproporción de sexos. De los 54.768 asiáticos existentes en 1861, apenas se
consignaban 57 mujeres, “un grave mal” de consecuencias futuras:

De la mezcla de estas tres razas, entre sí, han resultado razas mestizas, que la su-
cesión de los cruzamientos tiende a fundir en una raza media, cuyos caracteres no
están todavía fijados. Los dos elementos europeo y africano habían dado, hasta hace
pocos años, la serie mulata, en todas las graduaciones de color intermedias entre
el blanco y el negro, y cuyos caracteres de matiz y de forma, y hasta de inteligencia
y aptitud, era fácil seguir; pero desde que se ha verificado la introducción de varo-
nes asiáticos, el cruzamiento tiende a complicarse y suministrará datos para nuevos
y curiosos estudios fisiológicos y etnológicos. Hasta ahora son aún poco numero-
sos los que ofrece este nuevo elemento introducido en el cruzamiento de las razas,
que se halla limitado al de la asiática con la africana39.

Por su parte, José Antonio Saco al examinar la inmigración asiática presentaba


tres aristas: los intereses puramente materiales, la moral pública y los peligros
políticos futuros. Por “desgracia”, aseguraba, el gobierno solo había mirado el
económico y sacrificado los morales y políticos, como resultado: “Cuba empie-
za ya a sentir el veneno que en las costumbres públicas están derramando esos
corrompidos asiáticos, y a seguir las cosas como van, no tardarán muchos años
sin que se nuble nuestro horizonte y descargue alguna tempestad”40.

39
Sagra, Cuba en 1860, 7-8
40
José Antonio Saco, “Los chinos en Cuba”, La América 3 (1864): 2.
115
Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)

Según Saco, si la inmigración de chinos continuaba, arribarían a la isla jó-


venes “dispuestos ya por si, ya por ajeno impulso, a acometer las empresas más
funestas y criminales contra Cuba”. Como consecuencia, podrían estallar insu-
rrecciones en muchos ingenios. Abogaba entonces por su salida al cumplirse las
contratas para alejar tales peligros. Era preferible un crecimiento lento con
trabajadores blancos, a uno rápido con africanos y chinos. Y vaticinaba la ruina
de la isla con la entrada de esa raza “perniciosa”, imposible de asimilar:

Si la raza africana ha comprometido en estos últimos tiempos el feliz porvenir de


Cuba, la raza china, que se ha comenzado a introducir, complica más nuestra si-
tuación, pues que en vez de dos razas inconciliables que antes teníamos, ahora
viene a juntarse una tercera que no puede amalgamarse con ninguna de las dos, por
ser del todo diferente en su lengua y su color, en sus ideas y sentimientos, en sus
usos y costumbres, y en sus opiniones religiosas41.

La supuesta propensión a la criminalidad de los asiáticos era una parte central


de sus explicaciones y aquí situaba en primer lugar el suicidio, que atribuía a la
falta de moralidad, y la supuesta propensión a la venganza de los asiáticos por
ser una “una raza corrompida y perversa”. Y aunque consideraba a los chinos
“más inteligentes que los africanos” no veía viable su integración. El remedio
se le antojaba inviable, aun apelando a la religión, pues: “El alma y los sentidos
del chino están enteramente absorbidos por los intereses materiales”. Para Saco,
los asiáticos y los “libres de color” eran los más propensos a la criminalidad, de
ahí que la única solución fuese la salida de la isla de todas las “razas de color”
una vez libres, si no acreditaban empleo42.
En este debate no faltaron los que defendían el trabajo esclavo frente la
importación de coolies como el hacendado José Suárez Argudín quien, ante la dis­
yuntiva entre africanos o asiáticos, optaba por destacar las “lacras” de los segundos:

41
Saco, “Los chinos”, 2-3.
42
José Antonio Saco, “La estadística criminal de Cuba en 1862”, La América 1 (1864): 5.
116
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

astutos, desconfiados, crueles, y con otros vicios que producían “desasosiego y


sobresaltos”:

un negro suple con ventaja a cuatro asiáticos. Sus hábitos de embriaguez son in-
corregibles, a pesar de la jurisdicción del patrono; su carácter astuto y desconfiado,
es fuente continua de sobresaltos, tanto más que se distingue por su fría crueldad.
Únanse a estas condiciones de temperamento, otros vicios, que nacen de la forma
irregular de vida que ocasionan estos contratos, bastando indicar que entre 34.560
chinos solo existían en 1862, 25 hembras, y la comunidad de origen de lengua, de
preocupaciones morales y religiosas entre ellos, produce síntomas que, cuando
menos, causan desasosiego y sobresalto en las poblaciones rurales43.

Suárez Argudín admitía que muchos de estos prejuicios se fundamentaban en


las condiciones del reclutamiento, pues se traían hombres de las ciudades y no
trabajadores del campo, no obstante —en su opinión— los trabajadores chinos
solo eran idóneos para el cultivo del café, del tabaco y otras producciones que
“no reclaman la vigorosa organización del africano”. Finalmente, en la misma
línea que Saco advertía a los defensores de la inmigración asiática: “los asiáticos
son astutos, solapados, arteros y crueles, y si su número llegase a equilibrar tan
solo el de la población blanca, la paz y el orden vivirían de milagro”44. En defi-
nitiva, los ataques a los supuestos vicios de los chinos fueron remodelados por
la elite y el gobierno no para su exclusión sino para asegurarse su sujeción.

Y vuelta a empezar: perpetuar la sujeción en tiempos de guerra

El debate sobre el papel de los asiáticos en la sociedad y los ataques directos en


contra de considerarlos como parte de la población en la isla no puede separa-

43
Suárez Argudín, Cuestión social (La Habana: S. ed., 1870), 99-100.
44
Suárez Argudín, Cuestión social, 96.
117
Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)

se de tres cuestiones: a) el aumento del número de asiáticos; b) la extensión de


las recontratas en la década de 1860 y c) la posibilidad de domiciliarse a partir
de 1863. Las dos últimas apuntaban a la permanencia de los asiáticos en la isla,
precisamente en los años en que su número había aumentado de forma expo-
nencial. En 1860, se contabilizaban 17.101 coolies, un año más tarde, el total se
había duplicado y ascendía a 34.82545.
Las autoridades, entonces, trataron de ajustar los mecanismos de sujeción.
Entre 1861 y 1863, vieron la luz una sucesión de decretos cuyo objeto era fijar
reglas más claras para asegurar la supeditación y disciplina de los trabajadores.
La circular del gobierno de marzo de 1861 fijó nuevas normas para el cumplimien­
to del artículo 18º del Reglamento de 1860, los asiáticos sin residencia fija o que
no acreditasen “un modo de vivir honrado y laborioso” tendrían un plazo de
tres meses para cumplir con lo estipulado o serían enviados a las obras públicas46.
En junio, la capitanía general aprobaba un nuevo decreto que trataba de
conciliar los intereses de las autoridades y los hacendados. En los dos meses
establecidos para buscar nuevo patrono o salir de la isla, los asiáticos trabajarían
en “el ramo de composición de calles”, pues ello les ayudaría a “no perder el
hábito del trabajo y contar con medios para subsistir”. El gobierno, a cambio,
llevaría un registro que incluiría la profesión u oficio de los que se encontraban
en el Depósito, y que se publicaría en la Gaceta para facilitar la recontratación
por los particulares o empresas47.
El decreto de 21 de marzo de 1862 instó a los Ayuntamientos a remitir a la
dirección de Obras públicas de La Habana a los cimarrones asiáticos o colonos
que tuviesen en los depósitos. La circular de 2 abril fijaba un máximo de 6 me-
ses en las obras públicas, entre tanto eran reclamados por los patronos. Los tres

45
Sagra, Cuba en 1860, 11.
46
“Circular del gobierno, 27 de marzo de 1861”, Rodríguez San Pedro, Legislación Ultramarina,
t-2, 447.
47
“Decreto del Gobernador Capitán General determinando el destino que haya de darse a los
colonos asiáticos que cumplan o rescindan sus contratas”, 13 de junio de 1861, Rodríguez San
Pedro, Legislación Ultramarina, t-2, 447.
118
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

días siguientes al 1 y 15 de cada mes se publicaría en la Gaceta el listado de los


asiáticos existentes en el depósito, y el primer y tercer domingo de cada mes
estarían disponibles al examen del público en todos los Depósitos de la isla para
facilitar su recontratación48.
Otro decreto del Capitán general, fechado el 3 de abril de 1863, establecía
reglas precisas para el trabajo en las obras públicas y recontratación con nuevo
patrón. El plazo de trabajo en las obras públicas se ampliaba a un año —los
cua­tro primeros meses en el Depósito de la jurisdicción en que fueran aprehen-
didos, y los ocho restantes en el general de La Habana—. Las nuevas contratas
con particulares serían por seis meses renovables, y la policía se encargaría de
vigilar que los coolies “no transiten ni permanezcan en punto alguno de la isla
sin contrata o carta de domicilio”49.
Ajustados los mecanismos de sujeción, finalmente se reconoció el derecho
a permanecer en la isla a los asiáticos cumplidos, un derecho que le venía sien-
do escamoteado desde su arribo. Como colonos se les debió aplicar lo precep-
tuado en la Real Cédula de colonización de 181750, y los coolies recontratados
cumplían de sobra con dos de los requisitos: cinco años de permanencia y poseer
oficio útil. En cuanto a profesar la fe católica, los Reglamentos no establecían
la obligatoriedad y apenas recomendaban su enseñanza por parte de los amos.
Sin embargo, la carta de domicilio fue sustituida por una cédula de seguridad,

48
“Decreto del Gobernador Capitán General disponiendo que se remitan a la capital, con desti-
no a la dirección de Obras públicas, los cimarrones asiáticos o colonos de cualquier otra proce-
dencia que los Ayuntamientos tengan en depósito, La Habana 21 de marzo de 1862”, y “Circular
del Gobernador Capitán General con reglas referentes al destino de los asiáticos cimarrones no
reclamados por sus patronos, La Habana, 2 de abril de 1862”, Rodríguez San Pedro, Legislación
Ultramarina, t-2, 447-448.
49
“Decreto del Gobernador Capitán general dictando reglas para el mejor cumplimiento de la
circular de 3 de abril de 1862, La Habana, 9 de abril de 1863”, Rodríguez San Pedro, Legislación
Ultramarina, t-2, 448-449.
50
“Real cedula de colonización en la isla de Cuba, con los acordados de sus jefes superiores ex-
pedidos para su mejor cumplimiento”, Zamora, Biblioteca. Tomo 2, letras B, C (Madrid: Imp. de
Alegría y Charlain, 1844), 244-248.
119
Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)

similar a la de los esclavos y emancipados, que era emitida por el amo, deberían
llevarla siempre consigo y mostrarla a toda autoridad que la requiriese51.
No fue hasta julio de 1862 que el capitán general dispuso, de manera inte-
rina, la expedición de cartas de domicilio a los que hubiesen arribado antes del
7 de julio de 1860. La medida fue aprobada por Real Orden de 12 de noviembre
de 1862, y las reglas para su aplicación seis meses más tarde, el 12 de junio de
186352. Los colonos cumplidos llegados a la isla antes de 1860 que se hallaren
en el depósito en expectación de embarque o de nuevo patrono tendrían derecho
a que se les expidiera la carta de domicilio, siempre que profesaran la fe católi-
ca y exhibieran buena conducta. Los recontratados podrían rescindir las nuevas
contratas devolviendo los adelantos recibidos y los gastos ocasionados durante
su tiempo de servicio. El gobierno formaría una relación de todas “las contratas
de reenganche” e informaría a cada colono, que podía escoger entre liquidar su
“deuda” y rescindir la contrata o continuar con su patrono. Los que no obtu-
vieren carta de domicilio por su mala conducta, aversión al trabajo, no profesar
la religión católica o carecer de garante, deberían abandonar la isla en tres
meses.

51
“Circular del gobierno superior de la isla mandando abrir en su secretaría un registro de colo-
nos y expedir a éstos cédulas especiales, La Habana, 5 de junio de 1855”, Félix Erénchum, Ana-
les (1855 letra C) (La Habana: Imp. La Antilla, 1858), 1076-1077. También Imilcy Balboa,
“Renuncio a todo pabellón extranjero. Los asiáticos cumplidos, el largo camino a la ciudadanía
(Cuba, 1847-1874)”, en Esclavitud y legado afrodescendiente en el trópico, eds. José A. Piqueras e
Imilcy Balboa (Valencia: Fundación Instituto Historia Social, 2020), 199-221.
52
“Real Orden aprobando la expedición de cartas de domicilio a los chinos llegados a la isla
antes de Julio de 1860”, Madrid, 12 de noviembre de 1862 y “Decreto del Gobernador y capitán
general con reglas para la aplicación de la Real Orden de 12 de noviembre de 1862, sobre expe-
dición de cartas de domicilio a los asiáticos que en concepto de colonos hubiesen venido a la isla
antes de julio de 1850, La Habana, 12 de junio de 1863”, en Rodríguez San Pedro, Legislación
Ultramarina, t-2, 448-450. Hay un error al referirse a la fecha de entrada, debió decir 1860.
120
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Imagen 2. Carta de naturaleza del asiático Luis (1863)

Fuente: anc, Fondo Gobierno General, Leg. 264, no. 13.486.

Las leyes no estaban pensadas para su vuelta y la posibilidad abierta con la na-
turalización en la isla significó un avance para los asiáticos, pero pronto el
proceso se vería viciado por las apetencias de especuladores, funcionarios y
sacerdotes corruptos que hicieron de las cartas de domicilio un negocio. Los
primeros alquilaban a los chinos a precios bajos para recontratarlos luego con
los hacendados a uno mayor; los segundos aceptaban sobornos por falsear el
cumplimiento de las leyes y los religiosos se aprovechaban cobrando altas tasas
por los bautismos. También, los asiáticos supieron aprovechar el resquicio legal
que se les abría y, según las autoridades, se bautizaban varias veces con diversos
nombres para después vender las partidas a sus compañeros53.

53
“Consulta del expediente instruido sobre bautismo de asiáticos”, La Habana, 13 de noviembre
de 1867, anc, Fondo Consejo de Administración (en adelante CA) Leg. 12, no. 1.338. “Consulta
sobre lo promovido a virtud de un oficio de la Comisión Central de Colonización sobre expedición
de cartas de domicilio a varios asiáticos, La Habana, 9 de marzo de 1874”, CA, Leg. 36, no. 4046.
121
Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)

El proceso quedaría en suspenso con el inicio de la Guerra de los 10 Años


en 186854, que supuso prácticamente la vuelta a la casilla de salida. La incorpo-
ración de los asiáticos a las filas del Ejército Libertador55 condicionó las nuevas
medidas encaminadas a aumentar el control sobre los que habían cumplido sus
recontratas y los desembarcados en adelante. Según el gobierno insular los afri-
canos y chinos eran los peores enemigos de la nacionalidad española en la isla:

Los hijos de los asiáticos procedentes de su ajuntamiento con las negras son mu-
latos de especial género que no auguran días de paz ni de buenas costumbres, como
tampoco elementos de orden, amor a nuestra nacionalidad ni a nuestra raza, de que
tan hondamente difieren.
Los asiáticos como los negros, aquellos por su carácter avieso y estos por sus
instintos, serán siempre, y ya lo han demostrado refuerzos en favor de toda suble-
vación contra nuestra bandera56.

Las autoridades recorren el camino ya trillado, tratando de mantener la sujeción


a golpe de decretos, y aunque las disposiciones mantenían un tronco común: el
Reglamento de 1860, las leyes se superponían y contradecían, haciendo más
confusa la maraña legal lo que facilitó los abusos contra los coolies57. A partir de

54
El alzamiento de Carlos Manuel de Céspedes, en su ingenio La Demajagua el 10 de octubre
de 1868, dio inicio a la Guerra de los Diez Años o Guerra Grande que culminó en febrero de
1878 con la firma del Pacto del Zanjón.
55
Juan Jiménez Pastrana, Los chinos en las luchas por la liberación cubana, 1847-1930 (La Habana:
Instituto de Historia, 1963).
56
“Expediente promovido por Real Orden de 28 de junio sobre inmigración a esta Isla de colo-
nos alemanes, 1871”, ANC, Fondo Asuntos Políticos, Leg. 64, no. 55.
57
“Instrucciones para la aplicación del Reglamento de introducción de colonos asiáticos, su buen
régimen de policía, 31 de diciembre de 1868”; “Decretos del capitán general Conde de Valma-
seda, La Habana, 13 de junio de 1871, 18 de octubre de 1871 y 13 de diciembre de 1871”; “Re-
glamento concerniente a la recontratación de inmigrantes chinos, 14 de septiembre de 1872” y
“Reglamento de 1873”, Joaquín Rodríguez San Pedro, Legislación Ultramarina (Madrid: Impren-
ta de Manuel Minuesa, 1869), t-15, suplemento segundo, 1º de enero a 31 de diciembre de 1868,
274-285. Boletín de Colonización [La Habana], 13 de julio de 1873, 3-5; 15 de agosto de 1873, 2-3;
15 de octubre de 1873, 3-5 y 30 de octubre de 1873, 2-5.
122
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

la década de 1870 los asiáticos fueron divididos en dos: los que habían llegado
antes del 15 de julio de 1861 y los que fueron desembarcados a partir de esa
fecha a quienes se aplicarían las nuevas prescripciones. Los primeros, tendrían
derecho a obtener carta de domicilio y naturalizarse, sin embargo, los que no
la consiguieron en su momento quedaron sujetos nuevamente a los artículos 7º
y 18º del Reglamento de 1860, recontratarse o abandonar la isla en el plazo de
dos meses. Asistimos también a un cambio de roles, el gobierno en calidad de “pro-
tector delegado” vigilaría el cumplimiento de las leyes y los propietarios se
convertían en tutores. La Comisión Central de Colonización, creada en julio
de 1873, pasó a controlar las recontrataciones, el depósito y la revisión de los
documentos de domicilio58.
Los colonos que fueran cumpliendo sus primitivas contratas quedaron bajo
la tutela del patrono a quien acababan de servir. Los amos pagarían por el con-
trato de tutela 4,2 pesos. Mientras las recontratas se simplificaron. En el primer
punto, el amo se “obligaba” a tomar bajo su tutela al asiático hasta que el go-
bierno aclarara su circunstancia (inscripción en el padrón). En el artículo se-
gundo declaraba que cumpliría las condiciones de la contrata original y en el
tercero, el coolie aceptaba recontratarse y cumplir lo estipulado en la contrata
primitiva, con un salario inicial de 4 pesos, una vez comprobados sus antece-
dentes, tendría derecho a percibir los 8 pesos restantes59. Si el asiático no esta-
ba de acuerdo en continuar con el patrono ingresaría en el depósito. También
los chinos huidos —los cuales pasaron a llamarse desertores—, y los que hubie-
sen cumplido penas de cárcel y carecieran de amo. El tiempo de estancia apenas
se redujo de un año a 11 meses, si en ese lapsus no eran reconocidos por su
patrono podrían recontratarse por períodos de 6 meses60.

58
Entre sus miembros aparecían conocidos esclavistas, algunos de ellos patronos de asiáticos como
Julián Zulueta, el marqués de Campo Florido, el conde Lagunillas, Eugenio Moré, José Baró, etc.
59
“Decreto del capitán general Conde de Valmaseda, La Habana, 13 de diciembre de 1871”,
Boletín de Colonización [La Habana], 15 de agosto de 1873, 2-3.
60
“Instrucciones para la aplicación del Reglamento de introducción de colonos asiáticos, su buen
régimen de policía, 31 de diciembre de 1868”, Rodríguez San Pedro, Legislación Ultramarina,
t-15, 278.
123
Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)

Los cambios legislativos no variaron el grado de explotación de los asiáticos,


sus opciones continuaron reducidas a la recontratación o al trabajo en las obras
públicas, y los patronos conseguían el control del proceso. En su testimonio
ante la Comisión del gobierno chino, un grupo de 133 coolies se preguntaba:
“¿Qué tipo de crimen hemos cometido para merecer ser encadenados cuando
reparamos las carreteras?”61. La propia Comisión que incluía entre sus pregun-
tas ¿Qué es “tutela”, y qué es un “depósito municipal?”, pudo comprobar que:

El chino que se niega a renovar su compromiso con su patrón original, y quien, a


pesar de las cadenas y el látigo, a los que en tantos casos se recurre, persiste en su
negativa, es entregado al depósito para laborar en labores del Gobierno sin remu-
neración hasta que mediante su intervención se ejecute un nuevo contrato62.

Ese mismo año, el imperio chino, a raíz de la investigación sobre la situación


de los coolies, cerraba los puertos a la emigración. Tan solo cuatro años más
tarde, en noviembre de 1878, un nuevo convenio, reanudaba el tráfico bajo el
supuesto de que la inmigración sería en lo sucesivo “libre y voluntaria”. El ca-
mino hacia la ratificación del Tratado fue difícil. Los representantes chinos se
negaban a aceptar que los agentes hicieran anticipos a los inmigrantes, pues
“dejarían de ser libres” en cuanto desembarcasen. Los dueños de ingenios, es-
cudados en “la falta de brazos”, terminaron cediendo y pidieron a las autorida-
des que se ratificase el Tratado. Dos meses antes, enviaron a Francisco Abellá
como comisionado de la denominada Compañía de Trabajadores Libres63. La

61
Respuestas a la pregunta XLVII. Report of the Commission, 87. Yun, The Coolie Speaks, 89-90. Los
testimonios deben ser tomados con reserva, no en todos los casos se puede situar el marco tem-
poral al que se refieren.
62
Report of the Commission, 86.
63
Actas de la Junta de Autoridades, celebrada el 24 de junio de 1878, con el objeto de estudiar la
conveniencia o inconveniencia de ratificar el Tratado Hispano Chino de 17 de noviembre último
y Tratado de inmigración entre España y China, 19 de noviembre de 1877, ahn, Fomento, Leg.
88, no 1. Francisco Abellá, Proyecto de inmigración libre china, dirigido a los sres hacendados de la isla
de Cuba (La Habana: Imp. y Librería el Iris, 1874). Bases bajo las cuales se establece en La Habana una
Compañía en Comandita, en la que pueden tomar parte además de los propietarios que suscriben, cuantos
124
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

inmigración libre quedaba reducida a los deseos de los propietarios cubanos:


“libertad” para contratar, pero no para el contratado.

Conclusión

La inmigración asiática a Cuba se inscribe en el debate sobre el poblamiento y


el tipo de trabajador más deseable, presente en las primeras décadas del siglo
xix, determinado a su vez por el interés de los hacendados en contar con brazos
baratos en cantidades suficientes para abastecer los ingenios. La búsqueda de
alternativas a la mano de obra esclava se materializó en los planes que a partir
de la década de 1830 alentaron la entrada de chinos, indios yucatecos y penin-
sulares por medio de contratas, que aseguraron a los hacendados el control
sobre la mano de obra colocando al inmigrante en una posición intermedia
entre la libertad formal y la esclavitud.
En definitiva, se trataba de la construcción de un mercado de trabajo semi-
libre a partir del control de la fuerza laboral, consiguiendo que el trabajador no
tuviera otros medios de subsistencia que el salario y aceptara que esa era la vía
normal. El trabajador al reconocer las condiciones del contrato ante las alter-
nativas limitadas que se le presentaban terminaba admitiendo la autoridad del
contratista. El salario funcionaba como una vía de supeditación y de regulación
de la disciplina laboral, y el trabajador deseable sería aquel al que pudieran
sujetar mediante las condiciones de los contratos.
Así, los coolies que habían firmado un contrato de trabajo como hombres
libres, al llegar a la isla, se encontraron con un contrato de sometimiento, asi-
milable a la esclavitud y a otras formas de trabajo coactivo. Las recontratas
marcaron las pautas de obediencia y el salario la subordinación. Y para asegu-
rarlo se añadiría una nueva cuestión: la criminalización de los trabajadores, la

hacendados, comerciantes e industriales que quieran concurrir a ella (La Habana: Imprenta Mercantil
de S. S. Spencer, 1878).
125
Del ingenio a las obras públicas. Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)

raza como condición de sujeción. La obligación de recontratarse una y otra vez


y la amenaza de expulsión funcionaron como mecanismos de sujeción, asimismo,
los ataques a los supuestos vicios fueron remodelados por la elite y el gobierno
para asegurar su supeditación.
Como resultado, se construyó un modelo de trabajo alternativo donde el
Estado se beneficiaba de trabajadores temporales para las obras de la administra­
ción y los dueños de ingenios contaban con un refuerzo de trabajadores baratos
que, aunque no llegó a cubrir todas las necesidades del mercado, al menos du-
rante un tiempo permitió disponer de un contingente de trabajadores discipli-
nados y sometidos.
Las recontratas perpetuaron el trabajo forzado encubierto, de manera tem-
poral —la duración del contrato— y extendieron la dependencia más allá del
fin de las contratas y por extensión de su libertad. Los coolies vivieron encerrados
en un ciclo que los llevaba de la contrata a la recontrata o el depósito —obras
públicas— y, luego, del depósito a la recontrata o el depósito nuevamente.

Bibliografía

Fuentes primarias

Archivos
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126
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Hemeroteca
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Capítulo 3
Destinos cruzados: trabajadores chinos
en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix
Hernando Cepeda-Sánchez1
Óscar Domínguez-Portugal2

Introducción

Los años de mediados de siglo xix confirman la tendencia histórica de los últi-
mos siglos hacia la circulación y la conectividad. En este contexto, es posible
observar el fenómeno de las miles de naves europeas, americanas y asiáticas, que
sin contemplación surcaron los mares del mundo, en un movimiento sinuoso,
acentuado por el oscilante vaivén del oleaje, produciendo así la sensación de
una red de conexiones cada vez más dinámica. Simultáneamente, este momen-
to único e irrepetible, presenta la orientación de las sociedades modernas hacia
el dominio de la velocidad; así, el mundo contemporáneo encuentra en las rá-
pidas embarcaciones transatlánticas y en las redes ferroviarias intercontinenta-
les la noción del mundo conectado.
Con esto en mente, es preciso reconocer la importancia del escenario dis-
puesto por las aguas del Caribe, que sirvieron de espacio para la conexión ma-
rítima desde el inicio de la colonización española entre América y Europa. Ha
de recordarse que las embarcaciones que partían de los puertos de Caracas,
Cartagena, Portobelo o Veracruz realizaban la parada técnica para la aguada en

1
Profesor Asociado al Departamento de Historia de la Universidad Nacional de Colombia.
Correo electrónico: hdcepedas@unal.edu.co
2
Sociólogo egresado y estudiante de Historia de la Universidad Nacional de Colombia. Correo
electrónico: oadominguezp@unal.edu.co

131
132
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

el puerto de Mariel, en La Habana, antes de izar velas hacia Sevilla durante gran
parte del periodo colonial español en América. En el siglo xix estas aguas ob-
tuvieron reconocida importancia, a causa de la producción de azúcar y tabaco,
además de otros productos agrícolas de consumo significativo, convirtiéndose
en uno de los grandes nodos comerciales que conformaron la progresiva red de
conexiones de este siglo.
En este mismo sentido, es posible observar que, durante toda la centuria,
el brazo centroamericano, especialmente en las regiones del Istmo de Panamá
y el Darién3, se convirtió en protagonista indiscutido de las sendas exploracio-
nes, inicialmente francesas, encaminadas a agilizar el paso entre el océano At-
lántico y Pacífico.
Por estos motivos, el presente capítulo analiza el escenario de las aguas del
Caribe, donde se hermanan las historias políticas y sociales latinoamericanas,
siendo Cuba y la Nueva Granada —posteriormente Colombia— dos de sus
protagonistas. Estas dos naciones recorrieron experiencias políticas distintas
durante gran parte del siglo xix; la primera, en condición de colonia española
hasta 1898, mientras que la segunda experimentó las obligaciones políticas de-
rivadas de la independencia republicana desde 1819. Por esto y más, el cruza-
miento de sus historias con relación a la diáspora china amerita una observación
detallada.
En principio, se detecta que uno de los elementos de cruce radica en la
debilidad y vulnerabilidad de las economías locales ante los procesos de aboli-
ción de la esclavitud y la consecuente carencia de mano de obra, sobrecostos
productivos, y las condiciones de sujeción laboral para el desarrollo de las obras
agroexportadoras4. La contratación de trabajadores destinados a faenas agríco-

3
Durante el siglo xix, además de la realización de un Canal por el Istmo de Panamá, se propu-
sieron, solo en la Nueva Granada, dos cruces transoceánicos, el primero por el Istmo de San Blas,
en la Provincia del Darién, y el segundo por el Urabá, en el actual departamento del Chocó,
Colombia, que hace parte de la misma estructura geográfica del Darién. A estos se suman los
proyectos del Istmo de Tehuantepec y de los proyectos en Costa Rica y Nicaragua en dicho siglo.
4
Esto debe relativizarse teniendo en cuenta las lógicas de la superexplotación del trabajo descri-
tas por Ruy Mauro Marini. Para Marini, en la hacienda, el propietario busca obtener ganancias
133
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

las y obras civiles, por consiguiente, también significará un motivo de gran


preocupación para propietarios y hacendatarios. Así, gobiernos y empresarios
diseñaron estrategias colectivas, dirigidas a la contratación de trabajadores, pro-
venientes preferiblemente de Europa, o en su defecto, del Indostán o China.
Este sistema de contratación laboral, denominado culí, apareció como un
modelo de sujeción alternativo frente a la esclavitud. A pesar del desconoci-
miento de las labores asignadas a los colonos, los firmantes comprometían su
fuerza de trabajo por medio de un contrato, reconocido incluso por las autori-
dades internacionales. A pesar de lo anodinas que pudieran resultar esas con-
trataciones, es preciso vislumbrar una condición distinta de estos enganches en
la historia laboral, porque subyace una obligación civil amparada en los princi-
pios liberales de la libertad racional. Los contratos, de esta manera, eran conve-
nidos entre el futuro trabajador y el contratista, quien usualmente compartía,
tanto en español como en chino cantonés, los términos de la contratación con
los colonos.
Entre las cláusulas del acuerdo se estipulaba una remuneración salarial fija
por la duración total del contrato —usualmente de 8 años en Cuba, mientras
que en Panamá legalmente no podía sobrepasar los 4 años—, además de la re-
lación explícita de las raciones alimenticias, vestimenta y vivienda proporcio-
nados a los trabajadores asiáticos. El contrato celebrado también presentaba la
discriminación de los gastos incurridos por los traslados desde los puertos chi-
nos a sus destinos en América Latina, por lo que muchas veces puede ser leído
como una forma del indenture service5. En los exiguos relatos de los migrantes,

a través, no del mejoramiento técnico o de la capacidad productiva, sino de la mayor explotación


del trabajador, es decir, de la cantidad de productos, el aumento de las horas de trabajo, o a través
de la reducción del límite mismo de subsistencia del trabajador. Sobre esto consultar Ruy Mauro
Marini, América Latina, dependencia y globalización (Buenos Aires: Siglo Veintiuno editores: CLAC-
SO, 2015), 124-131.
5 El tema de las migraciones chinas ha generado altísimo interés, principalmente en relación con
la forma que supuso la forma de sujeción laboral. En ese sentido, el debate sigue abierto sobre el
carácter de la contratación y el enganche de los trabajadores. Para aproximarse al debate se su-
giere revisar: Evelyn Hu-DeHart, “Chinese Coolie Labour in Cuba and Peru in the Nineteenth
Century: Free Labour or Neoslavery”, Journal of Overseas Chinese Studies 2, no. 4 (1992): 149-181.
134
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

recopilados en su gran mayoría por la Comisión China a Cuba en 1873 y la


prensa de la época, e inclusive los testimonios orales contemporáneos, se regis-
tran los maltratos a los que fueron sometidos los trabajadores chinos. Precisa-
mente, este nuevo sistema de contratación puede ser visto hoy día como una
forma de esclavitud, con serias falencias en los términos y la ejecución de los
contratos, que se ubicó en el tránsito de las economías de un sistema esclavista
a uno liberal. Las formas estrictas de sujeción a las cuales aduce esta investiga-
ción generaron procesos de resistencia directos e indirectos, que van desde el
escape de los tra­bajadores, el sabotaje a los procesos productivos y el chisme
ponzoñoso, hasta las formas de resistencia simbólica tales como el consumo de
opio o, en últimas, el suicidio individual y colectivo.
Antes de continuar vale la pena destacar la mayor atención en la historiogra­
fía americana sobre la diáspora de chinos a las regiones de Cuba y Perú desde
18476. En cualquier caso, el terreno de los enganches de los denominados culíes
chinos o colonos asiáticos en Cuba y Perú, en parte por su impacto e impor-
tancia, ha sido más explorado que las contrataciones de trabajadores chinos en
las obras civiles en Panamá. Llama la atención, en consecuencia, el desconoci-
miento de esta parte de la historia laboral de la Nueva Granada, sobre todo si
se tienen en cuenta las grandes obras de ingeniería civil adelantadas durante la
segunda mitad del siglo xix en el Estado de Panamá, perteneciente a lo que es
hoy el territorio de la República de Colombia hasta 1903.

La emergencia del culismo en Cuba y Panamá

Evidentemente, la elección del continente asiático para la provisión de recursos


humanos correspondió a la experiencia bélica más reciente de Inglaterra en las
regiones del sur de China, en la que el Imperio Celeste cedió el puerto de Hong

6
Adam McKeown, “Conceptualizing Chinese Diasporas, 1842 to 1949”, The Journal of Asian
Studies 58, no. 2 (1999): 315.
135
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

Kong a Gran Bretaña y abrió al mercado internacional los territorios del Sur
de China.
Los primeros indicios sobre el uso de mano de obra libre de tipo culí se
remonta a finales de siglo xvii, cuando se contrata a irlandeses para las planta-
ciones de caña de azúcar en las Antillas, sin embargo, es en la India en donde
este sistema se consolida. Durante las primeras dos décadas del siglo xix, cuan-
do el Imperio Británico prohíbe la trata esclava, se inicia el primer proyecto de
traslado de población biharí a Bengala para trabajar en plantaciones de té. Desde
ese momento se abrió la posibilidad del uso de mano de obra, inicialmente indos-
tana, por parte de los comerciantes, hacendados e industriales ingleses en sus
colonias del Caribe, y otras regiones, de forma previa a la contratación china7.
Con relación al caso de la diáspora china se calcula 1,5 millones de migran-
tes en 25 años a los destinos de California, Australia y en menor medida, países
insulares asiáticos8. La región del Caribe, nuevo escenario de confrontación
entre ingleses y estadounidenses por el destino de las colonias españolas también
recibió un importante número de migrantes asiáticos.
Para finales de la década de 1840, la disminución de los brazos esclavos se
había convertido en un motivo de gran preocupación para los empresarios cu-
banos, debido principalmente al aumento de los precios de los esclavos comer-
cializados en el mercado negro, además del mayor control al frente de los
litorales africanos por parte de las marinas inglesa, portuguesa y española. Una
situación semejante habría de experimentarse en el marco de las negociaciones
tejidas entre la naciente firma estadunidense Panama Railroad Co —o Compañía

7
Sobre los inicios del fenómeno culí en el Caribe se recomienda consultar: Kamala Kempadoo,
“‘Bound Coolies’ and Other Indentured Workers in the Caribbean: Implications for debates
about human trafficking and modern slavery”, Anti-Trafficking Review 9 (21 de septiembre de
2017): 48-63, https://www.antitraffickingreview.org/index.php/atrjournal/article/view/263/234
8
Éric Guerassimoff, “Des coolies aux Chinois d’outre-mer: La question des migrations dans les
relations sino- américaines (années 1850-1890)”, Annales. Histoire, Sciences Sociales 61, no. 1 (2006):
65; P. C. Emmer, “A “Spirit of Independence” or Lack of Education for the Market ? Freedmen
and Asian Indentured Labourers in the Post-emancipation Caribbean, 1834-1917”, Bulletin de la
Société d’Histoire de la Guadeloupe 138-139 (2004): 89, https://doi.org/10.7202/1040712ar
136
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

de Aspinwall— y el representante en Washington, Pedro Alcántara Herrán,


quien, en nombre del gobierno liberal de José Hilario López, autorizaba la
construcción de la red ferroviaria que conectaría al Atlántico con el Pacífico, en
el departamento neogranadino de Panamá9.
A mediados del siglo xix se alcanzaría la abolición total de la esclavitud en
la Nueva Granada, como consecuencia del proyecto iniciado con la promulga-
ción de la libertad de vientres vigente desde la formación de la Gran Colombia
en 1821. De este modo, en 1852 fue prohibida la esclavitud en la Nueva Gra-
nada10, mientras en Cuba todavía tendría que esperarse hasta 1880 para el inicio
del proyecto abolicionista que comenzó con las primeras revueltas independen-
tistas a finales de la década del sesenta11. En el contexto del abolicionismo
neogranadino y las batallas independentistas cubanas se observó una drástica
disminución de la mano de obra ya fuese para las plantaciones cubanas o las
obras civiles en el Istmo.
Ante la evidente crisis, la Junta de Fomento Económico de Cuba lideró el
proyecto que buscaba traer a la isla trabajadores asiáticos, para lo cual envío

9
José Hilario López y Manuel Murillo, “Copia del contrato para la construcción de un camino
de hierro a través del istmo de Panamá” (Bogotá, 30 de abril de 1849), Archivo General de la
Nación, Fondo: Ministerio de Relaciones Exteriores. Serie: Diplomática y Consular. Caja 690,
Carpeta 164 “Ferrocarril de Panamá”, folio 23; José Hilario López y Manuel Murillo, “Proyecto
de decreto para la construcción de un camino de hierro a través del istmo de Panamá” (Bogotá,
1 de junio de 1849), Archivo General de la Nación, Fondo: Ministerio de Relaciones Exteriores.
Serie: Diplomática y Consular. Caja 690, Carpeta 164 “Ferrocarril de Panamá”, folios 27-31;
Juan Santiago Correa, “Colombia y la Doctrina Monroe: el caso del Ferrocarril de Panamá y las
intervenciones estadounidenses en el Istmo”, Revista digital de historia y arqueología desde el Caribe
colombiano II, no. 22 (2014): 108; Ashley Carse, Beyond the Big Ditch: Politics, Ecology, and Infras-
tructure at the Panama Canal (Cambridge, Massachusetts: The MIT Press, 2014), 78, Infrastruc-
tures series.
10
Senado de la República de la Nueva Granada y Cámara de Representantes de la República de
la Nueva Granada, “Lei (17 de abril de 1852) adicional a las de manumisión i libertad de esclavos”,
La Crónica Oficial, 17 de mayo de 1852, 1.
11
La Estrella de Panamá (Star & Herald),“Suppression of the Slave Trade in Cuba”, 30 de noviem-
bre de 1865, 2; La Estrella de Panamá (Star & Herald), “Aumento de las escuadras españolas en las
indias occidentales [atribuido]”, 2 de diciembre de 1865, 3; La Estrella de Panamá (Star & Herald),
“The Spanish Slave Trade”, 7 de diciembre de 1865, 2; La Estrella de Panamá (Star & Herald), “Sup­
pression of the Spanish Slave Trade —Important Decree”, 9 de diciembre de 1865, 2.
137
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

agentes responsables de la contratación de colonos chinos a los puertos libres


de la China12. Allí, estos encontraban respaldo jurídico del gobierno español, e
incluso, apoyo económico de socios ingleses, franceses y estadunidenses, repre-
sentado en naves y capital comercial requerido para el envío de los trabajadores.
De esta manera, los tratantes contrajeron la responsabilidad histórica de las
acciones asociadas a la trata, mientras empresarios y gobiernos celebraban des-
de sus escritorios la rentabilidad espectacular de los cultivos de azúcar y su
consecuente abaratamiento en el mercado, que incidió en mejores condiciones
para su consumo popular.
No habría de pasar mucho tiempo para que los acuciantes problemas rela-
cionados con la escasez de mano de obra tocasen los intereses estadunidenses
en el istmo de Panamá. A pesar de cierta reticencia, los inversionistas del proyec­
to de la construcción del ferrocarril transístmico en Panamá consideraron las
posibilidades que presentaba la contratación de trabajadores asiáticos que, aun-
que eran sujeto de recientes representaciones relacionadas con su estado físico
y su salud, además de su debilidad por las opiáceas, se convirtieron prontamen-
te en una alternativa13. La noticia de su incorporación en las obras desarrolladas
en el istmo quedó registrada en la prensa británica de la siguiente manera:

El viaje fue tolerablemente próspero, y los chinos aguantaban su fatiga y sufrimien-


to con gran paciencia, [pues], animados por las perspectivas de la tierra extranjera,
adonde ellos habían estado tentados por las grandiosas descripciones de esos tra-
ficantes de vidas humanas, quienes les dieron generosamente la promesa de riqueza
y felicidad. Dieciséis murieron en el viaje, y fueron arrojados al mar. Al desembar-

12
Apenas en 1851 se le pregunta a la Junta de Fomento con respecto a la conveniencia de traer
colonos asiáticos, teniendo en cuenta su corta experiencia. Ver: Archivo Nacional de Cuba, “A la
Junta de Fomento”, Habana, 21 de Julio de 1851. Legajo 544.
13
En la juiciosa investigación de McGuinness sobre el papel de los chinos en la construcción de
las obras del ferrocarril transístmico se relaciona la obra de Schott Joseph, que observa como los
colonos prontamente cayeron en enfermedad. Ver: Aims McGuinness, Path of Empire: Panama
and the California Gold Rush, The United States in the world (Ithaca: Cornell University Press,
2008), 71.
138
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

car los ochocientos sobrevivientes que llegaron a tierra, treinta y dos de ellos
quedaron postrados por enfermedad, y menos de una semana después, ochenta más
yacían a su lado. Los intérpretes quienes les acompañaban, atribuían su rápida
postración a la falta de su habitual consumo de opio14.

El liderazgo asumido por la Panama Railroad condujo a la profunda transfor-


mación del paisaje humano panameño, porque justo a mediados de los cincuen-
ta se gestionó la incorporación de alrededor de 2000 colonos chinos15, que se
sumaron a los refuerzos traídos de las distintas regiones para reemplazar la
“población nativa […] indolente e inacostumbrada a trabajar […]. Los recursos
de la nación eran inadecuados para el apoyo de las obras”16.
De igual manera, durante la construcción del Canal de Lesseps, posterior
a la resolución de la oficina de asuntos exteriores china Zongli Yamen (总理衙
门) en 1874 sobre la prohibición de la trata culí, el mismísimo Lesseps autori-
zó el envío de agentes a los puertos del sur de China en búsqueda de mano de

14
Traducción y subrayado nuestros. The Westmorland Gazette and Kendal Advertiser, “Chinese
Labourers at the Panama Railroad”, 10 de noviembre de 1855, 3. El texto original dice: “The
voyage was tolerably prosperous, and the Chinese bore its fatigues and sufferings with great
patience, cheered by the prospects of reaching the foreign land, whither they had been tempted
by the glowing description of those traffickers in human life, who had so liberally promised them
wealth and happiness. Sixteen died on the passage, and were thrown into the sea. No sooner had
the eight hundred survivors landed, than thirty two of the number were struck down prostrate
by sickness, and in less than a week afterwards, eighty more laid by their side. The interpreters
who accompanied them, attributed this rapid prostration to the want of their habitual opium”.
15
Señala Lasso el escenario ampliamente cosmopolita de la región de Panamá, donde a mediados
del cincuenta convivían sin dificultad cientos de trabajadores de todas partes del globo, incluidos
cientos de chinos. Marixa Lasso, Erased: The Untold Story of the Panama Canal (Cambridge, Mas-
sachusetts; London, England: Harvard University Press 2019), 7-58; Correa, “Colombia y la
Doctrina Monroe: el caso del Ferrocarril de Panamá y las intervenciones estadounidenses en el
Istmo”, 108.
16
Comentario del médico estadunidense quien a finales del sesenta publicó sus memorias sobre
el recorrido a través del Istmo. Traducción nuestra. Ver: F. N. Otis, Isthmus of Panama. History of
the Panama Railroad and of the Pacific Mail Steamship Company (New York: Harper & Brothers,
Publishers, 1867), 22. El texto original dice: “The Native Population […] were too indolent and
unaccustomed to labor […] The resources of the country were entirely inadequate for the support
of labourers”.
139
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

obra asiática17. Estos brazos, sin embargo, no provinieron exclusivamente del


sur de China; los recursos de trabajadores se buscaron también en Tonkín y
Annan, en la Indochina Francesa, procurándose la contratación de cerca de
30.000 culíes para la construcción del Canal18.
A pesar de la profunda y copiosa discusión académica sobre la rentabilidad
de la esclavitud africana, importa destacar aquí las expectativas económicas de-
positadas sobre el nuevo modelo de contratación laboral. Teniendo en cuenta
la previa implementación de culíes indios en otras colonias inglesas, el parla-
mento británico controvirtió los argumentos sobre la pertinencia de la contra-
tación de colonos chinos, entendidos como último recurso para impulsar y
dinamizar las estancadas economías del Caribe. La iniciativa económica, a pesar
del respaldo masivo por parte de los hacendatarios cubanos, generó una ruptu-
ra fundamental en la historia socioeconómica global, porque complejizó las
formas representativas raciales y el panorama de las relaciones laborales.
Como se ha señalado, en el fondo de las contrataciones de los colonos chinos,
sumados a la experiencia previa con los trabajadores indostanos, además de la
comúnmente imagen construida sobre el trabajador primitivo, perezoso, vago,
tropical, se encuentra la producción de un sujeto inferior, proveniente de una
raza imperfecta, que además de las debilidades físicas asociadas a las condiciones
patológicas construidas por las academias de medicina occidentales, también dan
la impresión de padecer de males endógenos evidenciados en comportamientos
psicológicos relacionados con la depresión, melancolía y adicción al opio19.

17
Portsmouth Evening News, “Chinese for Panama”, 26 de abril de 1881, 2.
18
The Globe, “Kidnapping Chinese Coolies”, 12 de abril de 1888, 5; Sheffield Daily Telegraph,“-
Kidnapping Chinese Coolies”, 13 de abril de 1888, 5; The Shields Daily Gazette and Shipping Te-
legraph, “The Panama Canal: Wholesale kidnapping of the Chinese Coolies”, 13 de abril de 1888, 4.
19
Véase: “But they had been engaged upon the work scarcely a month before almost the entire
body became affected with a melancholic, suicidal tendency, and scores of them ended their
unhappy existence by their own hands”. En: Fessenden Nott Otis, Illustrated History of the Pana-
ma Railroad (Place of publication not identified: Applewood Books, 2009), 36; “Labor was an
intractable problem, just as it had been for the railroad builders thirty years ago. ‘Native’ workers
were reportedly uninterested in construction wage labor because of the many transportation
economy”, Carse, Beyond the Big Ditch, 87.
140
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

El caso más renombrado aparece en la travesía de los más de setecientos


colonos chinos transportados en el Sea Witch que, desembarcados en Panamá
en 1854, habrían de protagonizar una de las historias de suicidio colectivo más
renombradas en el campo de las migraciones asiáticas: Matachín20. Panamá, lo
mismo que Cuba, habrían de ingresar al campo de las regiones “tropicalizadas”
a la fuerza, en donde se concatenaron las nociones del salvaje y el incivilizado;
más aún, la idea tan ampliamente defendida durante el siglo xviii por los cien-
tíficos europeos representantes insignes de la ilustración, De Pauw, Pernety y
Buffon, entre otros, que hablaban de una degeneración de los americanos, se
complementa con la presencia de una raza mongoloide, también inferior, traída
a la fuerza después de una guerra propiciada por los ingleses, que terminaría
por construir la imagen de los chinos salvajes, primitivos, que aparte de todos
los defectos aducidos, también simpatizaban con el consumo de opio.
Una primera conclusión señalaría que el modelo de enganche laboral utili­za­­do
por los tratantes sobre los culíes agudizó severamente las tensiones concer­nien­
tes a las nociones de libertad, porque expuso relaciones políticas racializadas y
nociones civilizatorias originadas en la ilustración europea, conjugadas con la
profunda crisis socioeconómica experimentada por el imperio Manchú desde
183921. El político conservador y tratante neogranadino Nicolás Tanco Armero
comentaba al respecto:

Mientras que esta raza no mejore o se cruce; mientras que el sistema de gobierno
no varíe, la grande obra de la regeneración cristiana del imperio chino será un
problema dificilísimo […] es preciso que haya una revolución moral […] los ídolos,
las imágenes y todas las monstruosidades del budismo deben caer al soplo de la
civilización cristiana22.

20
Lucy Cohen, “The Chinese of the Panama Railroad: Preliminary Notes on the Migrants of
1854 who ‘Failed’”, Etnohistory 18, no. 4 (1971): 311.
21
Benjamin N. Narvaez, “Chinese Coolies in Cuba and Peru: Race, Labor, and Immigration,
1839-1886” (Dissertation, Doctor of Philosophy, The University of Texas at Austin, Austin, 2010), 98.
22
Nicolás Tanco Armero, Viaje de Nueva Granada à China y de China à Francia (Medellín, Colom-
141
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

De igual manera se expresa la cuestión del progreso como un elemento básico


para la evolución de las sociedades, tal y como es señalado en el The Westmorland
Gazette and Kendal Advertiser:

Las primeras siete millas son enteramente hechas las vías sobre pantanos y otros
malos cimientos; la cantidad de vidas humanas consumidas son inverosímiles. Se
contrataron cerca de 2000 chinos migrantes, y en cerca de seis semanas pocos
quedaban, sin embargo se continuó [su uso en] el trabajo hasta su culminación […]
El efecto de esta línea sola ha mejorado inmensamente la salud y la apariencia de
todos los alrededores, para que usted pueda imaginarse fácilmente que como un
túnel, la corriente de aire se precipitaba a su antojo de océano a océano; y además
de los pueblos incluidos en la ruta, esta le ha dado un tono de actividad y energía
a lo largo de las poblaciones nativas, quienes naturalmente son perezosos, vanido-
sos, suntuosos e inanimados23.

Producción y representación del colono chino

Claramente, la discriminación racial afectó a la mayor parte de los miles de


migrantes que viajaron a América Latina en el papel de colonos. Desde tiempo
atrás se había presentado una primera diáspora de chinos hacia las regiones de
Asia meridional, en donde posiblemente encontraron mejores oportunidades

bia: Fondo Editorial Universidad eafit, 2013), 360.


23
Traducción nuestra. The Westmorland Gazette and Kendal Advertiser, “Chinese Labourers at the
Panama Railroad”, 10 de noviembre de 1855, 3. El texto original dice: “The first seven miles is
an entirely made road over swamps and other bad foundations; the amount of human life expen-
ded you would hardly believe. They engaged some 2000 Chinese emigrants, and in about six
weeks few remained, but still on went the work until it has succeeded […] The effect of this line
alone has improved immensely the health and appearance of the whole vicinity, for you can ea-
sily imagine that like a tunnel, a free current of air rushed through from ocean to ocean; and
besides including villages on the route, it has given a tone of activity and energy to the large
native population, who are naturally lazy, vain, luxurious, and inanimate”.
142
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

de subsistencia24. En este sentido, el ejercicio historiográfico se esforzó en el


planteamiento de explicaciones sobre las razones principales que indujeron a la
diáspora china, entre las que sobresale la noción de “push factors” para explicar
asuntos endógenos capaces de presionar a la población a abandonar, en contra
de los edictos imperiales, el territorio sagrado del Imperio Celeste. Así, adquie-
ren importancia: la sobrepoblación y hambrunas25, trastornos políticos derivados
de la rebelión Taiping26, corrupción gubernamental27 y, el desempleo originado
por las nuevas lógicas de los intercambios comerciales con los europeos28. En
este sentido dice Arthur Stout:

La población china excede los tres millones de habitantes. El territorio por ellos
ocupado es apenas lo suficientemente grande como para contenerlos. Aunque la
cantidad agregada de su labor es inmensa, la gran mayoría puede obtener solo una
precaria subsistencia a causa de la más paciente e incesante industria. La extrema
pobreza prevalece universalmente, y una recompensa inconcebiblemente pequeña
es obtenida por el arduo trabajo. Cientos de miles de esos empobrecidos seres esca-
parían gustosamente a otros lugares si les fuera ofrecida la oportunidad de me­jorar
sus condiciones. El desbordamiento de gente de su país natal a esta tierra, sin
restricción alguna que les detuviese, podría ser inmensa29.

24
Carl Trocki, “Drugs, taxes, and Chinese Capitalism in Southeast Asia”, en Opium Regimes:
China, Britain, and Japan, 1839-1952, ed. Timothy Brook y Bob Tadashiu Wakabayashi (Berkeley:
University of California Press, 2000), 85.
25
Kathleen López, Chinese Cubans: A Transnational History (Chapell Hill: University of North
Carolina Press, 2013), 45; Elliott Young, Alien nation: Chinese Migration in the Americas from the
Coolie Era through World War II (Chapel Hill: The University of North Carolina Press, 2014), 32.
26
Eric R. Wolf, Europa y la gente sin historia (México: Fondo de Cultura Económica, 2014), 453.
27
Narvaez, “Chinese Coolies in Cuba and Peru: Race, Labor, and Immigration, 1839-1886”, 41-47.
28
The Lincoln, Rutland and Stamford Mercury, “India and China”, 2 de septiembre de 1853, 4;
Sheffield and Rotherham Independent, “Amoy retaken by the Imperialists”, 14 de enero de 1854, 6;
The Belfast Daily Mercury, “An Englishman’s Experience of the Rebellion in China”, 11 de enero
de 1856, 4. Frederic E Wakeman, Strangers at the Gate: Social Disorder in South China 1839-1861
(Berkeley: University of California Press, 1997), 100.
29
Traducción nuestra. Tomado del reporte presentado por Arthur Stout en 1871 para la oficina
de la Junta Estatal de Salud del Estado, 1871, quien alertaba con gran preocupación las conse-
143
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

En cualquier caso, la explicación historiográfica coincide en ponderar la inter-


vención violenta por parte de la armada inglesa en las costas meridionales chinas,
que, además de obligar a la apertura de los puertos, también reprodujo la ima-
gen y la representación del chino enfermo, melancólico, depresivo, vulnerable
a la adicción de las opiáceas, que terminaría por convertirlo en un sujeto inferior.
Ahora bien, ha de tenerse en cuenta que, al contrario de otras sociedades a
lo largo y ancho de globo, hasta inicios del siglo xix la denominada raza china
fue considerada superior debido a sus desarrollos tecnológicos y culturales. Sin
embargo, por su falta de apertura comercial y sus continuas negativas al librecam­
bismo, se legitimó en Occidente el uso de la fuerza, bajo el pretexto de la protec­ción
de los derechos humanos universales y los fundamentos políticos de la democra­
cia y el republicanismo30. Igualmente, se recurrió a la búsqueda de argumentos
demostrativos de la superioridad racial europea, basada en el cientificismo posi­
tivo que legitimó la dominación europea sobre el chino, amparada en la domi-
nación racional31.

cuencias demográficas y sociales relacionadas con la migración china a Estados Unidos. El texto
original dice: “The population of China exceeds three hundred millions of inhabitants. The te-
rritory they occupy is scarcely large enough to contain them. Although the aggregate amount of
their labor is immense, the great majority of them can only obtain a scanty subsistence by the
most patient and incessant industry. Extreme poverty universally prevails, and a recompense
inconceivably small is the reward of their toil. Hundreds of thousands of these impoverished
beings would gladly escape to other realms if the opportunity was offered them to improve their
condition. The overflow from their native land to this country, if no restriction withheld them,
would be immense”. USA Government, Report of the Joint Special Committee to Investigate Chinese
Immigration. [44th Congress, 2d. Session. Senate. Report No. 689] (Washington: Government Printing
Office, 1877), 869.
30
Cepeda Hernando Sánchez, “El precio de ser nación: choque simbólico entre chinos e ingleses
en el siglo xix”, en Entre Osos y Dragones. Miradas transdisciplinares sobre las realidades de Asia, ed.
Diana Andrea Gómez Díaz y Hernando Cepeda Sánchez (Bogotá: iepri-Facultad Ciencias Hu-
mana-unal, 2020), 54.
31
E. Young, “Chinese Coolies, Universal Rights and the Limits of Liberalism in an Age of Em-
pire”, Past & Present 227, no. 1 (1 de mayo de 2015): 123-26, https://doi.org/10.1093/pastj/gtv018.
Por Dominación Racional o Dominación Legal debe entenderse como aquella que descansa en la creen­
cia en la legalidad de los agentes de autoridad. Sobre esto ver: Max Weber, Economía y sociedad
(México D.F.: Fondo de Cultura Económica, 2014), 338.
144
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Tanto en Cuba como en Panamá adquirió protagonismo un discurso civili­


zatorio, orientado por las nociones de progreso requeridas para adelantar los
proyectos nacionalistas tan en boga por aquel entonces; sin embargo, dos fuerzas
antagónicas se enfrentaron: por un lado, el capital económico requerido para
que los sectores liberales progresistas de ambas regiones pudieran adelantar sus
proyectos políticos “independentistas”. Mientras el panameño Julio Arosemena
difundió las bases ideológicas para construir un estado federal independiente
de la Nueva Granada, Carlos Manuel de Céspedes en Cuba lideraba los prime-
ros procesos de construcción de la república independiente32. Sin embargo, el
capital humano local requerido para acceder a los proyectos políticos no parecía
ser suficiente; como se ha señalado, la representación sobre la pereza y el ocio
de los habitantes del Caribe se repite en las distintas declaraciones que buscan
justificación para la contratación de mano de obra culí china.
Como se anotó arriba, las contrataciones de colonos chinos se deben com-
prender como un sistema distinto a las formas de la esclavitud, porque, a pesar de
las aprehensiones violentas y los procesos salvajes de enganche, atravesados por
el engaño y el secuestro, entre otras modalidades implementadas por los agen-
tes de las empresas latinoamericanas en Cantón, Hong Kong, e incluso Macao,
habrá que tener en cuenta el esfuerzo que hicieron las empresas contratantes
para demostrar que los enganches se correspondían con formas libres de trabajo.
No siempre fue fácil; por el contrario, a pesar de que las primeras embar-
caciones cargadas de colonos chinos arribaron sin mayores complicaciones le-
gales a los puertos de Taboga o Mariel, apenas pasado un lustro se revelaron
frente a la comunidad internacional las múltiples anomalías de las contratacio-
nes. Si al comienzo se toleró la prolongación del indenture system con la pobla-
ción china, las arriesgadas exploraciones en las costas meridionales de la China
condujeron a un sistema opresivo, violento, que además de la fuerza física tam-

32
En la historiografía de la isla aparece el debate sobre la participación de los chinos en las luchas
independentistas. Ver: Ignacio López-Calvo, “Los culíes chinos en las guerras de la independen-
cia cubana: usos políticos y representaciones literarias”, en La independencia de América. Primer
centenario y segundo centenario, coord. Jacinto Choza (Sevilla: Thémata, ucv-us-upb, 2011), 189-197.
145
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

bién demandó las argucias discursivas que produjeron la imagen lamentable del
chino lisonjero, enfermo, vicioso, portador de enfermedades asociadas a la dege­
neración de las razas orientales. De esta suerte, las denuncias sobre la locura de
los chinos en las naves y en los puestos de trabajo, que los condujeron al suicidio,
además de las enfermedades diagnosticadas por la medicina occidental, sumados
a los criterios asépticos, son entendidos aquí como dispositivos utilizados y de­
sarrollados por la sacarocracia cubana y la compañía de los trenes neoyorquina
en Panamá para justificar las formas de sujeción de la mano de obra de los co-
lonos chinos.
Resulta altamente compleja la adaptación del sistema de colonos chinos en
América, tanto en la anglosajona como la latinoamericana, principalmente por
las herencias culturales firmemente arraigadas en las ciudades caribeñas anali-
zadas. Contrariamente a lo esperado, en el continente se abogaba por la incorpo­
ración de brazos caucásicos, antes que negros o mongoloides, entendidos estos
últimos como una amenaza a la raza y a la civilización. El temor a la miscege-
nación se discutió con amplitud en los tratados médicos, donde se enunciaron
los peligros suscitados por la creciente marea de migrantes asiáticos a territorios
tradicionalmente gobernados por blancos, bien sea Australia o el caso de las
costas occidentales de los Estados Unidos:

En el campo de la medicina, la literatura reclama que los americanos y su civiliza-


ción se podrían deteriorar si se casan con no anglo-americanos o no europeos,
especialmente con chinos. En 1862, el Doctor Arthur B-Stout, un defensor de la
exclusión china, publicó Chinese Immigration and the Physiological Causes of the decay
of a nation que se preocupaba por el mestizaje entre anglo-americanos y chinos33.

33
Traducción nuestra. Diana L Ahmad, “Opium Smoking, Anti-Chinese Attitudes, and the Ame-
rican Medical Community, 1850-1890”, American Nineteenth Century History 1, no. 2 (2000): 61.
El texto original dice: “In the medical field, the literature claimed that the American people and
civilization would deteriorate if Americans intermarried with non-Anglo-american or non-Eu-
ropean peoples, especially the Chinese. In 1862, Dr. Arthur B-Stout, an advocate of Chinese
exclusion, published Chinese Immigration and the Physiological Causes of the decay of a nation that concer-
ned itself with Anglo-American and Chinese miscegenation”.
146
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Además, la diáspora china alcanzaría a comienzos de la década del cincuenta


guarismos inéditos, principalmente por la difusión de las noticias relacionadas
con el descubrimiento de minas de oro en estos territorios. Con base en todo
lo anteriormente señalado, es preciso pensar un escenario altamente conflictivo,
tanto por parte de los territorios receptores como los emisores.
En cualquier caso, la diáspora china se desarrolló de dos formas disímiles,
correspondiéndole al Caribe la versión de las migraciones forzadas. A pesar del
carácter dominante de las contrataciones de los colonos chinos llevados a Cuba
y Panamá, las empresas navieras perfeccionaron el sistema de enganches y en-
tregas, de forma tal que satisficiera las aprensiones raciales en los puertos de
destino.
En esa lógica, los viajes transatlánticos, que realizados a través del mar de
la China, el océano Índico y el ascenso por las costas lusitanas hasta llegar a las
tibias aguas de Caribe; o en otros casos, seguramente por la misma ruta del
extinto Galeón de Manila para llegar a las costas de Panamá y Perú, demanda-
ron la contratación de personal médico capaz de garantizar, no solo la salud de
la tripulación y su mercancía, sino evitar el peligro relacionado con las enfer-
medades contagiosas incubadas en el peligroso oriente.
Estas travesías particulares permanecen sujetas a la conjetura, la interpre-
tación de indicios, la recolección de las migajas dejadas por los capitanes y sus
prestigiosas tripulaciones, porque la relación rizotómica, fractal —para utilizar
los conceptos adaptados y desarrollados por Gilroy en su magnífica obra sobre
el Atlántico Negro—34 derivada de la relación espacio-temporal propia de las
embarcaciones que navegaron el Atlántico, solo han dejado los testimonios del
personal encargado de maniobrar los destinos de la nave.
En el registro de 1873 obtenido del proyecto encabezado por la oficina
Zongli Yamen (总理衙门) se encuentran algunas voces de los colonos; sin em-
bargo, los testimonios sobre esta experiencia histórica han sido particularmen-
te aportados por los sectores hegemónicos. Con todo, es importante observar

34
Paul Gilroy, Atlántico negro: Modernidad y doble conciencia (Tres Cantos: Akal, 2014).
147
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

que recién en 1854-55, con menos de una década de funcionamiento, el sistema


de enganche, transporte y entrega de los colonos chinos atravesó por un pro-
ceso que intentó aminorar los riesgos epidemiológicos derivados del contacto
con las razas mongoloides. En el caso de los enganches hacia Cuba, por ejemplo,
se registra un sistema mucho más complejo, que además de requerir las contra-
taciones “libres”, también burocratizó, por medio de formularios especializados,
la salud física y mental de los hombres chinos destinados a las labores en el
Caribe.
Apenas en 1854, cuando también partieron las primeras fragatas de Cantón
hacia Panamá, se especializaron los dispositivos de enganche y recepción en la
isla de Cuba, donde además de construir un sistema robusto para la identifica-
ción, registro y control de los asiáticos en la isla, también se diseñó la institución
encargada de valorar la capacidad psicomotora de los colonos chinos. Así lo
afirman los facultativos adscritos a la Diputación de Sanidad del Puerto de La
Habana:

Los facultativos nombrados para reconocer el estado higiénico de los colonos


asiáticos llegados a este puerto el día seis del corr.te [sic: corriente] en la fragata
americana Golden Eagle han remitido el adjunto estado que tengo el honor de
acompañar […] Dres. [sic: Doctores] Dn. José Castroverde y Dn. José Manuel
Bustamante, no expresando haber ocurrido en la navegación de ciento cinco días
enfermedad sospechosa del carácter epidémico ni contagioso… 35

35
Se mantiene ortografía original. “Diputación de Sanidad del Puerto de la Habana” (8 de mayo
de 1856), f. 1. En: No. 546, “Shipping record”. “Records for the ship American Eagle, which
brought Chinese settlers from China to Cuba under contract with Jose Castro and Jose Manuel.
1856”. En: Repositorio digital de la Arizona State University. Disponible en: Collections/Chi-
nese Immigrants in Cuba: Documents from the James and Ana Melikian Collection, https://
repository.asu.edu/items/23787#embed. Consultado el: 15 de marzo 2021.
148
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Ilustración 1. Informe de la Diputación de Sanidad del Puerto


de La Habana sobre el movimiento sanitario de la fragata estadounidense
“Golden Eagle” procedente de Suatao, 1856

Fuente: “Estado que demuestra el Movimiento Sanitario que durante su viaje ha tenido la Fragta.
[sic: Fragata] amera.[ [sic: americana] Golden Eagle capitan Fabens tripulacion 33 procedente de Suatao
con 105 dias de navigacion y la calificación de los enfermos que tiene al presente”. En: “Diputación de
Sanidad del Puerto de la Habana” (La Habana, 8 de mayo de 1856), f. 736.

36
Se mantiene ortografía original. En: No. 546, “Shipping record”.
149
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

Ilustración 2. Fragata “Golden Eagle” que sirvió


de transporte de chinos culíes

Fuente: Benjamin J. Lindsay, Old Marblehead Sea Captains and the Ships in
Which They Sailed (Marblehead: Marblehead Historical Society, 1915), 5037.

De esta manera, los colonos sujetos de la relación dominante, aparte de ingre-


sar al sistema de contratación forzada presupuestado para una labor de 8 años,
con un salario de 4 pesos mensuales, también se convirtieron en objeto de las
inspecciones que lo construyeron como un sujeto proclive a las enfermedades
endémicas, además de la locura y el suicidio. En este sentido dicen las disposi-
ciones adoptadas en la Isla de Cuba a razón del Real Decreto del 22 de marzo
de 1854:

Artículo 1o. Se abrirá en la Secretaría del Gobierno Superior Civil un registro de


colonos, en el cual constará el sexo de cada cual, su edad, nacion, estado, trabajo á
que estuviese dedicado, tiempo de su contrata con el empresario, y de su cesion al

37
También véase en: “Sea Capitains Fabens, Samuel to Freeto, Francis”, AccessGenealogy, https://
accessgenealogy.com/massachusetts/sea-captains-fabens-samuel-to-freeto-francis.htm. Consul-
tado el: 29 de marzo 2021. Pintura original en Hong Kong, propiedad familia del Capitán Fabens.
150
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

patron por cuya cuenta trabaje, y el nombre y profesion y domicilio de uno y otro.
[…] Art 8o. Estas cédulas servirán de documentos de seguridad y ademas, de licen-
cias de tránsito para los colonos que se trasladen de un punto á otro de la Isla. Los
patronos respectivos cuidarán de que los colonos no emprendan el viaje sin licen-
cia expresa suya, que harán constar al pié de la cédula. Cuando el colono saliere de
los límites de su residencia, deberá llevar siempre consigo aquel documento y
mostrarlo á toda autoridad ó agente de Policía que reclamare su exhibición38.

En la historiografía sobre la diáspora china hacia América ha adquirido somera


relevancia la idea sobre los “modelos de adaptación” expuestos por Murphy en
195939, que intentaron establecer conductas que podrían repetirse por fuera de
su lugar de origen. En otras palabras, la idea de Murphy sugiere que los com-
portamientos interpretados en los puertos de América latina como patológicos,
hicieron parte del modus vivendi de los chinos en su país. La historiografía sub-
siguiente habría de demostrar el error analítico, porque los estados de delirio
asociados a las razas, se ha demostrado, corresponden a formas de sujeción y
dominación ampliamente repetidas en la historia, que ha visto cómo se crean
los leprosos, los locos y, en este caso, los adictos al consumo de opio.

Resistencias

De forma semejante a los elementos discursivos que produjeron la imagen re-


presentativa del colono chino, resulta de extrema complejidad esclarecer sus

38
Se mantiene ortografía original. “Bando del capitán general sobre como se deben llenar las
cédulas de identidad de los colonos chinos. 1855”. Don José Gutierrez de la Concha, Gobernador
capitán general, General en jefe del ejército de la Isla, &c&c. Habana 5 de junio de 1855. En: No. 763,
“Cedula Instructions”. “Letter from the Captain General, stating what should be filled on the
identity cards of Chinese settlers.1855”. En: Repositorio digital de la Arizona State University.
Disponible en Collections/Chinese Immigrants in Cuba: Documents from the James and Ana
Melikian Collection, https://repository.asu.edu/items/24004. Consultado el: 15 de marzo de 2021.
39
Cohen, “The Chinese of the Panama railroad”, 315.
151
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

acciones y establecer una línea argumentativa sobre las resistencias de estos


grupos de hombres llevados a los puertos del Caribe.
En muchas oportunidades se ha comentado que la pobreza en China a
mediados del siglo xix, especialmente en el sur, creó la necesidad de la población
de salir de sus villas o granjas para aventurarse, al otro lado del mundo, a conse­
guir recursos para contribuir a la subsistencia de sus familias, sin embargo, este
dista de ser un argumento explicativo sobre el desarrollo de los acontecimientos
que envolvieron el engaño, secuestro, extorsión, además de castigos psicológicos
y corporales, ejecutados por los tratantes y patronos sobre los colonos chinos
embarcados hacia Cuba y Panamá.
Si bien puede presumirse que los primeros chinos contratados viajaron
América con grandes expectativas económicas, no tardó mucho en conocerse
la realidad de las condiciones sociales al otro lado de Pacífico: explotación labo­
ral, maltrato físico y psicológico, entre otros. Estos relatos llegaron y se difun­die­
­ron como pólvora en los barracones dispuestos en los puertos y villas del sur de
la China, donde se llevaban a cabo las operaciones principales de embarco de los
trabajadores. Las noticias y los rumores acerca de la cacería y el secuestro de nu-
merosos campesinos por parte de tratantes para ser llevados a trabajar en las
plantaciones, minas y obras civiles del nuevo continente, exacerbó el ánimo de
los colonos, quienes ofrecieron demostraciones de resistencia tanto en América
como en los puertos chinos.
La fuerza opresiva de los tratantes quedó demostrada en sus acciones de
enganche y sometimiento, tanto en los puertos como en las costas americanas.
Así, ante el exceso de las obligaciones, se han registrado tres vías particulares
de resistencia de los denominados culíes chinos ante las condiciones de todo el
sistema laboral: (1) el abandono del puesto de trabajo, (2) el consumo de opio,
y (3) el suicidio.
152
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Abandono del puesto de trabajo 

Entre las alternativas más habituales para resistir a las formas opresivas y se-
mi-esclavistas de la relación entre hacendado, patrón y culí consistió en el aban-
dono del puesto de trabajo. Esta es la vía de resistencia con mayor complejidad a
causa de su diversidad. Así, nos encontramos con tres tipos básicos de este tipo
de resistencia: (1) el amotinamiento en las embarcaciones durante su viaje a
costas americanas, (2) el abandono temporal y/o escape de los trabajos a los que
habían sido contratados hacia otros empleos, y (3) el mendigaje.
Con relación al primero de los casos, son dicientes las formas como termina­
ron muchas empresas contratistas de colonos, las cuales enfrentaron revueltas,
asonadas y disturbios viscerales en el medio de los océanos, como reacción y
resistencia al engaño del que fueron víctimas. Sería tal el desconcierto de estos
desafortunados campesinos, principalmente capturados en mercados, tiendas o
incluso a campo abierto en la región de Kwangtung y Fukien40, que prefirieron
la muerte a un trágico destino en el Caribe. Para estos intempestivos suicidas,
las elecciones racionales consistieron en escoger la resistencia directa contra sus
captores directamente en los navíos, o arriesgar su dignidad humana en una
empresa colonizadora cuyo destino era semejante a las prácticas de la esclavitud.
Así, es frecuente leer en los diarios de viaje de los capitanes de las embar-
caciones el miedo latente al amotinamiento durante la travesía41. Además, las
insurrecciones resultaban más frecuentes en los mares del Sur de China que en
otras partes del viaje, pues allí se contaba con el apoyo de piratas chinos, en caso
de que las cosas se salieran de control. 
Muchos de los líderes de los motines eran antiguos culíes que habían lo-
grado retornar al Imperio Celeste; estos conocedores empíricos del destino de
la trata voluntariamente participaban de la captura y asentían los términos de la

40
J. Ankum-Houwink, “Chinese Contracts Migrants in Surinam between 1853 and 1870”, Bole-
tín de Estudios Latinoamericanos y del Caribe 17 (1974): 44.
41
Cohen, “The Chinese of the Panama railroad”, 316.
153
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

contratación, con el fin de subir a las embarcaciones. Ya en camino, preferible-


mente cerca a las costas, incitaban al amotinamiento de todos los colonos. Al-
gunos de estos líderes eran ampliamente reconocidos y fueron capturados por
las autoridades inglesas; después serían juzgados por las leyes imperiales chinas,
o, en la mayoría de los casos, por la jurisprudencia británica o de los países de
origen de las embarcaciones42.
Por otra parte, frente al abandono de los puestos de trabajo, es preciso
observar que muchas veces los culíes eran maltratados físicamente por sus em-
pleadores o por los capataces de sus empleos, por lo que muchos trabajadores
optaron por el cimarronaje, bien fuera con la esperanza de cambiar de empresa
—buscar otras plantaciones o trabajar en obras civiles—, o, en su defecto, re-
nunciar temporalmente a su trabajo, dejándolo suspendido. Así, encontramos
el siguiente relato de viaje de un viajero que realiza la travesía desde la costa
oeste a la costa este de los Estados Unidos a través del Istmo de Panamá:

Solía ver a los culíes chinos de Panamá desembarcando la carga. Había cerca de
cincuenta de ellos. Un día había una pelea regular, y uno de los Celestes fue impru­
dente con uno de los oficiales quienes supervisaban el trabajo, y, entonces, el oficial
le derrumbó; inmediatamente todos los chinos comenzaron a gritar como demo-
nios, abandonaron el trabajo, abarrotados dentro de los botes y remando hasta
tierra firme tan rápido como podían, gritando todo el tiempo. Los negros pana-
meños fueron enviados para ir a descargar el barco. A la mañana siguiente, todos
los Johns [Como respondían los chinos en la embarcación] regresaron y retomaron
el trabajo muy tranquilamente. Vi a uno con un gran parche en su mejilla, resulta-
do de su mala conducta43.

42
Young, “Chinese Coolies, Universal Rights and the Limits of Liberalism in an Age of Empire”,
137-142.
43
Traducción nuestra. The Yorkshire Post and Leeds Intelligencer, “A Voyage on the Pacific and At-
lantic”, 27 de abril de 1876, 6. Dice el texto original: “I used to watch the Chinese coolies from
Panama unloading cargo. There were about fifty of them. One day there was a regular row, one
of the Celestials was imprudent to the officer who was superintending the work, so the officer
knocked him down; immediately all the Chinamen began screaming like devils, left off working,
154
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Como resultado de las fugas, encontramos la promulgación de la ley 67 en


Colombia 1887, que estableció en el artículo 4 la prohibición de importación
de chinos y, por ende, su empleabilidad. Este tema todavía está por investigarse,
pero se pueden proponer hipótesis circunscritas a los patrones de cimarronaje,
fugas colectivas, que en el mejor de los casos terminaron por convertir a los
antiguos culíes en comerciantes, tenderos y gariteros, aunque este fenómeno se
observó más en el siglo xx44. 
Para el caso de Panamá, durante la construcción del Canal de Lesseps, el
desempleo condujo a los migrantes chinos a traslados voluntarios hacia las pe-
queñas plantaciones cercanas a las zonas de construcción del canal. Sobre esto
dice N. C. Schou en su crónica de viajero:

Algunos de los pueblos están medio desiertos, sus chozas rápidamente caen en
ruinas, porque miles de negros ya, desde la interrupción de las obras del canal, se
han ido a las Indias Occidentales, Venezuela, o tan lejos como el Perú; pero los asen­
tamientos están generalmente llenos de chinos, negros y mestizos, muchos de ellos
“esperando a que algo ocurra”. Muchas de esas personas sin duda emigrarían si los
trabajos en el canal no son retomados, pero parece que la mitad de la población se
quedará. Una vida aquí se gana fácilmente por el cultivo de frutas tropicales y
vegetales en medio acre de claro de bosque, y muchos negros y chinos gradual-
mente se asientan para trabajar en jardinería, plantaciones de fruta o en fincas
ganaderas. [si sigue] así, el Istmo quedará sometido a un cultivo generalizado como
resultado de los esquemas del ferrocarril y el canal, y sin duda como un reclamo a
cultivos más saludables […] Esto tiene, en tal caso, que desarrollar un importante
distrito agrícola […] Los asentamientos en la región son, casi en su mayoría, habi-

crowded into the boats and rowed away to land as fast as they could, shouting all the time. Pa-
nama niggers had to be sent for to go on unloading the ship. The next morning, all the Johns
returned and resumed work very quietly. I saw one with a great patch on his cheek, the result of
his misconduct”.
44
Lok Siu, “Panamá. El ferrocarril, la tienda y el barrio”, en Cuando Oriente llegó a América: con-
tribuciones de inmigrantes chinos, japoneses y coreanos, ed. Banco Interamericano de Desarrollo (Was-
hington, D.C.: Banco Interamericano de Desarrollo, 2004), 79-98.
155
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

tados por chinos y negros, y algunas de las casas son meramente construidas de
paneles y techos de pasto seco […] nosotros ahora pasamos por cerca de una milla
a través de un distrito de viviendas pobres, tiendas miserables, lavanderías negras
y chinas, y personas bajo el consumo de alcohol, siendo la medio arruinada iglesia
de Santa Ana, testigo de muchas escenas conmovedoras45.

La tercera alternativa planteada para el análisis del abandono del puesto de


trabajo por parte de los colonos chinos se encontró principalmente en las zonas
urbanas. En Panamá, por ejemplo, con alguna frecuencia se registraron migrantes
en estado de mendicidad, especialmente durante la construcción del ferroca­rril.
En algunos casos, inclusive, se le pidió a la guardia del departamento pertenecien­
te a la Nueva Granada, extremar las medidas para evitar que los chinos enfermos
escaparan de los hospitales de Colón, quienes presuntamente tomarían dirección
a la Ciudad de Panamá46.   

45
Traducción nuestra. N. C. Schou, “Impressions of a “Round Voyage”. Liverpool and New
Orleans via the West Indies and Central America. NO. XIII-Panama”, Manchester Courier and
Lancashire General Advertiser, 24 de agosto de 1889, 10. El texto original dice: “Some of the villa-
ges are half deserted, their huts rapidly falling into ruin, for several thousands of negroes have
already since the stoppage of the canal works, gone home to the West Indies, Venezuela, or even
far Peru; but the settlements are generally still well filled with Chinamen, negroes and half-breeds,
many of them “waiting for something to turn up”. Many of these folks will doubtless emigrate if
the canal work be not resumed, but it seems as if half the population will stay. A living is here
easily earned by growing tropical fruit and vegetables on a half-acre clearing, and many negroes
and Chinamen are gradually settling down to gardening and fruit growing or working on stock
farms. The Isthmus will thus be brought under very general cultivation as a result of the railway
and canal schemes, and doubtless as reclaimed grow more healthy [...] It must in such case deve-
lop into an important agricultural district [...]The settlements are in this region almost wholly
inhabited by Chinamen and negroes, and some of the huts are merely built of waffles with dried
grass roofs […] We now pass for nearly a mile through a district of poor tenements, squalid shops,
Chinese and negroes’ laundries, and low drinking being the half ruined church of Santa Ana,
which was witnessed many a stirring scene”.
46
Cohen, “The Chinese of the Panama Railroad”, 313-314.
156
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

El opio: consumo como resistencia

Sobre el consumo de opio prevalece la reconocida frase de Marx: “la religión


es el opio del pueblo”, sin embargo, su propio autor quiso señalar que “la religión es
el suspiro de la criatura agobiada, el estado alma de un mundo desalmado, porque
es el espíritu de los estados de alma carentes de espíritu. La religión es el opio del
pueblo”47. En otras palabras, una interpretación más profunda sobre esta frase
sugiere que el consumo de opio, tanto como la religión, son alternativas utili-
zadas por los agobiados y maltratados trabajadores para resistir a la explotación
laboral. 
La representación más frecuente construida en Occidente sobre los chinos
del siglo xix, presenta a los orientales como consumidores y adictos al opio. Sin
embargo, como se mencionó más arriba, esta era solo una manera para sobre-
llevar en gran medida el trabajo en las plantaciones y el ferrocarril. Así, por
ejemplo, menciona Carl Trocki:

Puede argüirse, y [como] lo hicieron muchos defensores del sistema, [es] que el
opio fue una “droga de trabajo” necesaria para los trabajadores chinos. Agregado
al apaciguamiento del dolor de la labor diaria, el opio fue también un fármaco para
los culíes en contra de la diarrea causada por la disentería y la variedad de parásitos
intestinales de los que uno se llena en la selva. Este también reduce la fiebre de
aquellos afectados por la malaria, la malaria hemoglobínica, el dengue, la fiebre
tifoidea, y otras enfermedades48.

Karl Marx, “En torno a la crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel”, trad. Rubén Jaramillo
47

Vélez, Revista Argumentos 4-5 (1983): 491.


48 Traducción nuestra. Trocki, “Drugs, Taxes, and Chinese Capitalism in Southeast Asia”, 88. El
texto original dice: “It can be argued, and indeed it was by many defenders of the system, that
opium was a necessary “work drug” for the Chinese laborers. In addition to killing the pain of
daily labor, opium was also the coolie’s prophylactic against diarrhea caused by dysentery and the
range of intestinal parasites that plagued one in the jungle. It also reduced fever for those attac-
ked by malaria, blackwater fever, dengue, typhoid, and other ailments”.
157
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

La falta de opio durante la construcción de la red ferroviaria del tren transíst-


mico en Panamá, generada en parte por leyes contra su venta en Nueva York,
llevó a muchos colonos asiáticos a los hospitales de la misma empresa construc-
tora; también produjo la deserción paulatina de la obra, de lo que se habló
anteriormente49. 
El consumo fue común entre los chinos que se asentaron en el aún istmo
neogranadino, especialmente durante la construcción del ferrocarril, práctica
que gradualmente fue abandonada. Así se ilustra en el pueblo de Matachín, hoy
bajo las aguas del Canal: “Aquí, la mayoría de la gente aún permanece, y no
faltan los salones de whisky y lugares en los que llama la atención el letrero que
dice ‘Aquí se vende opio’”50. 

Suicidio

La última vía que interpretamos como un acto de resistencia fue el suicidio.


Según Cohen, esta práctica se presentó como recurso de escape, que expresa la
magnitud de la relación de sujeción laboral a la que fueron sometidos los colo-
nos chinos. Se aduce así la sumatoria de adversidades laborales, condiciones
humanas inhóspitas, además de los maltratos físicos y psicológicos ampliamen-
te denunciados.
Si bien en Cuba se registran suicidios de culíes51, durante la construcción
del camino de hierro transístmico, a no más de cinco meses de su llegada al
puerto de Taboga, se registró un total de 500 chinos que vieron en el suicidio
la única vía para la culminación del sufrimiento causado durante la obra civil

49
Robert Thomes, “Chinese labourers on the Panama Railway works”, The Leeds Times, 20 de
octubre de 1855, 6.
50
Traducción propia. Schou, “Impressions of a “Round Voyage”. Liverpool and New Orleans via
the West Indies and Central America. NO. XIII-Panama”. Dice el texto original: “Here most of
the people still remain, and though there are not wanting whisky saloons and places in front of
which the sign “Aquí se vende opio, (opium sold here)” is conspicuous”.
51
The Western Daily Press, “Chinese coolies in Cuba”, 24 de junio de 1876, 6.
158
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

más importante de la Nueva Granada durante el siglo xix52. Muchos de ellos


asfixiados con sogas que guindaban de los árboles; otros tantos se ataron pesas
en los pies y se lanzaron a las aguas del río Chagres o al mar; algunos prefirieron
apuñalearse a sí mismos, o en su defecto, acogieron la automutilación con ma-
chetes hasta alcanzar la muerte. Esto lo describe Robert Thomes en su crónica
de viaje a través del Istmo en 1855:

Los pobres sufrientes dejaron la pica y la pala caer de sus manos, y cedieron a la
agonía de la desesperación. Ellos ahora con gusto le dan la bienvenida a la muerte,
e impacientemente aguardan su turno en la fila en la que quedaban antes de la
pestilencia. El caos de la muerte prosiguió y había hecho su trabajo en el tiempo;
pero como muchas veces fue misericordiosa, y perdonaba una vida, siendo delibe-
rada, aunque mortal, los chinos desaparecidos no pudieron esperar mucho más:
estaban apresurados en agarrar la mano de la muerte, y voluntariamente buscaban
su destrucción a su alcance. Algunos deliberadamente encendían sus pipas, y se
sentaban a la orilla del mar, y esperaban a la subida de la marea —tristemente
decidían morir— y sentados, en silencio e inmóviles como una piedra azotada por
la tormenta, como ola que se levanta por encima de otra, hasta hundirse en la
profundidad eterna. Algunos negociaban con sus compañeros la muerte —dándo-
le todo a la mano amiga, [quien] con amabilidad tocaba el gatillo, esparciendo sus
sesos, acelerando su muerte. Algunos se colgaban de altos árboles de su cabello, y
otros enredaban sus colas a sus cuellos, con un espiral tras otro, hasta que sus caras
quedaban pálidas, sus ojos salían de sus cuencas, sus lenguas sobresalían [de sus
bocas], y la muerte aliviaba su agonía. Algunos cortaban feos palos en forma de
muleta, afilaban los extremos hasta un punto, y clavaban sus cuellos sobre ellos
hasta que los perforaban, y de este modo los destrozaban, entregando su vida en
un chorro de sangre. Algunos tomaban grandes piedras con sus manos y saltaban
al río más cercano, y firmemente aferrados al peso que los hundía, borboteaba el
ahogo de su agonía, al fondo, hasta que la muerte los soltaba de su peso y les hacía

52
Cohen, “The Chinese of the Panama railroad”, 314-317.
159
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

flotar a la superficie sus cuerpos sin vida. Algotros se empalaban con sus instru-
mentos de trabajo53.

En el Istmo aún hoy día se recuerda el suicidio colectivo cientos de chinos en


el poblado de Matachín54. El poeta panameño Javier Alvarado lo recuerda en
su poema “Matachín”:

[…]
Es una hora en que todos se han marchado
En que partimos hacia épocas añejas
Con zapatos nuevos y ojos advocados al misterio
Con  un dragón de escamas gualdas,

53
Traducción nuestra. Thomes, “Chinese labourers on the Panama Railway works”. Dice el texto
original: “[…] The poor sufferers let the pick and shovel fall from their hands, and yielded them-
selves up to the agony of despair. They now gladly welcome death, and impatiently awaited their
turn in the ranks which were falling before the pestilence. The havoc of disease went on and would
have done its work in time; but as it was sometimes merciful, and spared a life, and was deliberate,
though deadly, the despairing Chinese could wait no longer: he was hastily seized the hand of
death and voluntary sought destruction in its grasp. Some deliberately light their pipes, and sat
themselves down upon the shore of the sea, and awaited the rising of the tide —grimly resolved to
die— and sat and sat, silent and unmoved as a storm-beaten rock, as wave arose above wave, until
they, until the sank into the depths of eternity. Some bargained with their companions for death
—giving their all to the friendly hand which, with a kindly touch of the trigger, would scatter their
brains, and hasten their doom. Some hung themselves to the tall trees by their heir, and some
twisted their queues about their necks, with a deliberate coil after coil, until their faces blackened,
their eye-balls started out, their tongues protruded, and death relieved their agony. Some cut ugly
crutch-shaped sticks, sharpened the ends to a point, and thrust their necks upon them until they
were pierced through and through, and thus mangled, yielded up life in a torrent of blood. Some
took great stones into their hands, and leaped into the nearest river, and clung, with resolute hold,
to the weight which sunk them, gurgling in the agonies of drowning, to the bottom, until death
loosened their grasp and floated them to the surface, lifeless bodies. Some impaled themselves upon
their instruments of labour [...]”.
54
Debemos aclarar en este punto que el nombre de Matachín de dicha población no se debe a la
muerte de los chinos durante la construcción del ferrocarril, sino que es un poblado anterior, y
si bien no podemos confirmar que el asentamiento sea de tiempos coloniales, sí se puede afirmar
que es un pueblo que estaba en los mapas republicanos al momento de la planeación de las obras,
y que da la casualidad de que en esta locación se da el mayor número de suicidios chinos.
160
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Con nuestras familias arrancadas de raíz,


Con el último intento del gallo de asir la tierra,
De alejarla de su cresta y rotar la muerte en su plumaje:
Cuando ya no me escucho, cuando ya no me oyen
Cuando en vano trato de  plantar los rieles y durmientes
Y sobrevive un cántaro roto a las cuentas de la lluvia y los dictámenes del día
Cuando nos embarcaron desde Cantón para alborear la esfera
Para vislumbrar alguna pagoda en el paisaje.
[…]
Algunos se amarran guijarros
Y deletrean el curso sanguíneo de los ríos,
Otros empiezan a tallar lanzas de palo y luego hunden
Esa inocencia de árboles al cuello,
Algunos pagan por decapitaciones
O se sientan amordazados en el borde lastimero de la playa
Para que el mar los resida con sus pies de tentáculos
Y sus lágrimas de  espuma
O toman sus trenzas
Y se anudan a las ramas y estallan sobre la tierra como frutos
Y cuelgan con sus grandes pantalones al viento
Como aguardando al eco,
Al aluvión que atesora lo parsimonioso de sus pasos,
A sus tés medicinales que desborda la tormenta.
Yo no puedo recordar el llanto de esa gente
Y la desolación que corre por sus ojos.
El istmo cuelga de un moño chino
Cuando no quedan restos de manos
Acariciando el lomo de las puertas;
Mientras recorro las historias de Matachín página por página;
Ahora que parto en tren
Y que ya no quedan destellos
161
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba y Nueva Granada a mediados del xix

De ahorcamientos
En el pueblo55.

Si bien el suicidio es un acto con fuertes nociones psicológicas individuales, no


se debe olvidar que también es un fenómeno social. Así, si bien la depresión
causada por el desarraigo y la falta de alternativas puede ser una manera de
explicar el acto simbólico del suicidio, Durkheim arguye que el suicidio fatalis-
ta, “resulta por exceso de regulación: el que cometen los sujetos cuyo porvenir
está implacablemente limitado, cuyas pasiones están violentamente comprimi-
das por una disciplina opresiva”56. En este sentido, las condiciones de subyuga-
ción ejercidas por los caporales y propietarios de los contratos sobre los colonos
chinos, el maltrato físico y psicológico justificado en la mala actuación de los
trabajadores, las formas de enrolamiento, por secuestro muchas veces, y las
condiciones laborales de estos migrantes chinos, marcadas por la explotación
laboral, a lo que se sumó en el caso panameño la falta de opio como esa otra vía
de escape, creó en ellos un excesivo control de la vida por parte de los agentes
dominantes, una insoportable subyugación de la que no vieron otra salida más
que el suicidio.

Conclusión

Los elementos arriba relacionados señalan un problema estructural de la co-


yuntura económica a nivel global a mediados del xix, que evidencia en primer
lugar, la dificultad para motivar a los trabajadores a participar de las actividades
productivas. Habría que recordar las expresiones de resistencia organizadas a
través de movimientos sociales y protestas en los países de Europa occidental.

55
Elvira Hernández, “Javier Alvarado. El libro de tus posesiones”, Revista Altazor. Revista Electró-
nica de Literatura (blog), (20 de mayo de 2016): https://www.revistaaltazor.cl/javier-alvarado-3/.
Consultado el: 16 de junio de 2020.
56
Émile Durkheim, El suicidio (México: Ediciones Coyoacán, 2002).
162
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Quizá los colonos chinos carecieron de la formación política necesaria para


organizarse como colectivo; también es preciso destacar la imposibilidad de
estos sujetos para apelar a las leyes de protección de un estado nacional. En
cualquier caso, el proletariado tanto en Europa como en las colonias analizadas
enfrentaban situaciones semejantes en materia de sujeción laboral; se diferen-
ciaban, no obstante, en los órganos legislativos para amparar los intereses de los
trabajadores.
El análisis comparativo de las dos regiones del Caribe presenta un escena-
rio donde se evidencian los principios básicos del capital; el factor competitivo
para el sostenimiento de los grandes consorcios capitalistas se explica, entonces,
en la reducción de los beneficios sociales mínimos para los trabajadores, lo cual
deriva en la búsqueda desenfrenada por mano de obra barata. En esta procura
aparecieron los colonos chinos quienes constituyen un episodio adicional de las
luchas sociales en América Latina. A esto se suma el principio de la libertad
racional y, por ende, una dominación legal por parte de los contratistas, elementos
básicos para el liberalismo económico del siglo xix, que, con ciertos matices,
aún hoy día se mantiene.
Si bien se establece un cambio legal en relación con la esclavitud, las con-
diciones laborales a las que estaban expuestos los colonos chinos no eran dis-
tintas de las condiciones laborales de los esclavos, e hicieron que estos buscasen
en el escape de los puestos de trabajo, el consumo de opio y el suicidio —suici-
dio fatalista—, vías por las cuales poder resistir a las condiciones de semiescla-
vitud a las que se vieron sometidos.

Bibliografía

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Capítulo 4
Levantamientos y rebeliones de chinos
en Cuba y el Perú durante el siglo xix
Benjamín N. Narváez1

Introducción

En 1866, en el valle de Chicama cerca de Trujillo, Perú, los chinos contratados


en la hacienda Cajanleque se levantaron en masa. El suceso comenzó cuando
algunos de ellos asesinaron a su patrón (o patrono). Luego, casi todos los chinos
en la hacienda se rebelaron y tomaron control de la hacienda. Los chinos casi
extendieron la rebelión a otra hacienda, pero no se aprovecharon de la oportuni­
dad, lo que permitió que una fuerza armada externa suprimiera el levantamien­to
cuando finalmente llegó. Aun así, los chinos habían tomado control de la hacien­
da por un tiempo y, por consiguiente, habían amenazado a los terratenientes de
la región2. Ese mismo año, 3.500 kilómetros al norte en Matanzas, Cuba, se su-
blevaron casi todos los chinos contratados del ingenio Desengaño. En este caso
nadie resultó muerto y una fuerza militar local llegó rápidamente e impidió que
los chinos tomaran el ingenio3. De hecho, levantamientos de gran escala en los
cuales los chinos tomaron el control de una hacienda, al menos temporalmen-

1
Profesor en el departamento de historia en la Universidad de Minnesota, Morris. Correo elec-
trónico: bnarvaez@morris.umn.edu
2
Archivo Regional de La Libertad [arll] [Perú], Corte Superior, Causas Criminales, 1866, Có-
digo 932, Leg. 710, Exp. 4268.
3
Eliza McHatton-Ripley, From Flag to Flag: A Woman’s Adventures and Experiences in the South
during the War, in Mexico, and in Cuba (Nueva York: D. Appleton and Company: 1889), 170-174.

169
170
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

te, ocurrieron varias veces en el Perú, pero nunca se realizaron completamente


en Cuba. Cuando los chinos en Cuba amenazaban con apoderarse de una hacien-
da, siempre se quedaban frustrados rápidamente. ¿Por qué esta discrepancia?
Este capítulo explora esta cuestión y, mediante su enfoque comparativo,
contribuye a nuestra comprensión del trabajo chino contratado en Cuba y el
Perú del siglo xix. Casi nunca se comparan estos países entre sí. Sin embargo,
comparten la distinción de ser los principales destinos de los trabajadores chinos
contratados (conocidos como culíes o colonos asiáticos) en América Latina a
mediados del siglo xix. Por lo menos, 125.000 entraron a Cuba entre 1847 y 1874
y 92.000 llegaron al Perú entre 1849 y 18744. En ambos lugares, ellos traba-
jaron en las haciendas, en otras industrias y como empleados domésticos en
condiciones parecidas a las de la esclavitud. Los chinos no aceptaron estas
condiciones. Resistieron la explotación y encontraron formas de escapar de la
servidumbre indefinida. Aun así, como ya se indicó, fue solo en el Perú donde
los levantamientos de culíes a gran escala en una hacienda tuvieron “éxito”. La
explicación de esto tiene sus raíces en las diferencias sociopolíticas entre el Perú
y Cuba, particularmente, entre el ser nación incipiente y el colonialismo y entre
la abolición y la persistencia de la esclavitud.
Perú era una república joven que había abolido la esclavitud en 1854, y esta
combinación de factores la hizo más vulnerable a las rebeliones grandes de
chinos por dos razones. Primero, tras la independencia y las guerras civiles, el
incipiente estado peruano era débil y tenía poca presencia en las zonas rurales.
La debilidad del gobierno resultó en un campo con poca protección policial, lo
cual fue una desventaja para los hacendados cuando los chinos se rebelaban.
Tomaba tiempo correr la voz, reunir una fuerza armada y llevarla a la hacienda.
La abolición también eliminó una razón para que el gobierno invirtiera en más
protección policial en las zonas rurales porque el peligro de una rebelión de
esclavos ya no existía. Segundo, la abolición significó que los culíes constituían

4
Kathleen López, Chinese Cubans: A Transnational History (Chapel Hill: University of North
Carolina Press, 2013), 22 y 261 [nota 27].
171
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

en gran parte la fuerza laboral en las haciendas costeñas después de 1854, ne-
gando así a los patrones y administradores la capacidad de dividir su fuerza
laboral entre negros y chinos para controlarla mejor. Los culíes reemplazaron a
los esclavos en el Perú en lugar de complementarlos. Pocos exesclavos se que-
daron en las haciendas y los hacendados en la zona costera se abstuvieron de
reclutar trabajadores indígenas de la sierra. Por lo tanto, las fuerzas laborales
de las haciendas costeñas carecían de suficiente diversidad para frustrar los
le­vantamientos chinos. Además, cuando los chinos apoyaron a los invasores
chilenos durante la Guerra del Pacífico (1879-1883), fue diferente a las otras
rebeliones chinas en que se tomaba una hacienda, pero ese acto de apoyar a los
chilenos aún reflejaba la resistencia china contra la explotación en el contexto
de la debilidad de la autoridad estatal en el campo.
Los chinos intentaron sublevarse colectivamente en Cuba, pero nunca lle-
garon al punto de tomar control de un ingenio debido al hecho de que la isla
era una sociedad colonial esclavista. Primero, como complementos a la mano
de obra esclava —a pesar de su estatus legal diferente—, los culíes a menudo
trabajaban al lado de los esclavos, dando a los patronos/amos y los administra-
dores la oportunidad de crear y mantener tensiones entre ellos para así contro-
lar su fuerza laboral. Las experiencias diarias de los dos eran similares, pero sus
estatus legales distintos y sus antecedentes culturales hacían difícil que se unie-
ran en oposición. Los patronos y administradores también fomentaban estas
divisiones. Por lo tanto, cuando los chinos en Cuba intentaban levantarse co-
lectivamente, los esclavos muchas veces no les prestaban atención o ayudaban
a detenerlos. El tomar un ingenio fue difícil cuando la mano de obra estaba
dividida. En segundo lugar, el “pacto colonial” de Cuba, en el que la clase es-
clavista permanecía extraoficialmente leal a España a cambio de mantener el
estado de esclavitud y dar protección contra los levantamientos de esclavos,
significaba que la sociedad cubana estaba preparada para sofocar los grandes
levantamientos de culíes. A diferencia del Perú, Cuba tenía la infraestructura
política y militar para reprimir rápidamente la rebelión de esclavos o culíes.
Sólo con la ruptura del pacto colonial en la provincia de Oriente durante la
172
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Guerra de los Diez Años (1868-1878) se creó la oportunidad para que miles de
chinos se rebelaran contra su explotación y la autoridad española. Pero éste no
fue un levantamiento chino independiente.
Al desarrollar este análisis de los levantamientos chinos, este ensayo desta-
ca la importancia del estudio comparativo para comprender mejor el trabajo
chino contratado en las Américas. Se ha realizado la mayoría de las investiga-
ciones sobre este tema con base en marcos nacionales, mientras que los trabajos
más recientes han adoptado perspectivas transnacionales. Estas investigaciones
han arrojado mucha luz sobre porqué estas sociedades recurrieron al trabajo
chino, cómo la experiencia culí se acercaba a la esclavitud a pesar de la existen-
cia de contratos laborales, cómo los chinos resistieron la explotación y se inte-
graron en estas sociedades, y cómo estos procesos se relacionaban a pesar de
fronteras nacionales5. Sin embargo, hay una falta de análisis comparativo deta-
llado de la mano de obra contratada china en Cuba y el Perú6 aunque pudiera
ayudarnos a comprender mejor las similitudes y diferencias que existían y así
proporcionar una comprensión más matizada de la experiencia china en ambos
lugares.

5
Estudios de la mano de obra china en Cuba y el Perú con un marco nacional incluyen Duvon
Clough Corbitt, A Study of the Chinese in Cuba, 1847-1947 (Wilmore, KY: Asbury College, 1971);
Fernando de Trazegnies Granda, En el país de las colinas de arena, vol. 2 (Lima: Fondo editorial de
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6
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173
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

Chinos contratados en Cuba y el Perú

A pesar de las importantes diferencias sociales, políticas y económicas, la adop-


ción de la mano de obra china contratada en Cuba y el Perú ocurrió por razo-
nes similares. Los cubanos no abandonaron la esclavitud hasta 1886, pero
recurrieron a los chinos a partir de 1847 como una forma de responder a las
fuerzas en contra de la esclavitud, los deseos de la élite de blanquear la isla y la
demanda de trabajadores explotables. La importación de esclavos se estaba vol-
viendo más difícil y la explotación de inmigrantes europeos era difícil de justi-
ficar en una sociedad esclavista. En este contexto, China ofrecía una provisión
inmediata de mano de obra explotable7. En el Perú, la guerra de independencia,
la inestabilidad política, los problemas económicos, el liberalismo, el abolicio-
nismo y la resistencia de los esclavos se combinaron para socavar gradualmen-
te la esclavitud durante la primera mitad del siglo xix. Sin embargo, a medida
que se acercaba la abolición a mediados del siglo, la costa peruana comenzó a

7
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174
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

experimentar un resurgimiento económico y una renovada demanda de mano


de obra. Las élites costeñas se abstuvieron de reclutar trabajadores indígenas de
la sierra. En cambio, buscaron trabajadores en el extranjero, lo cual encajaba
con su deseo de fomentar la inmigración europea. El atraer inmigrantes euro-
peos resultó difícil; entonces, las élites costeñas se interesaron en los chinos. De
hecho, los hacendados comenzaron a experimentar con trabajadores chinos en
1849 antes de la abolición, pero después de la abolición en 1854 adoptaron por
completo la mano de obra china8.
Las tensiones que alentaron a las élites en Cuba y el Perú a promover
la mano de obra china produjeron una experiencia culí situada entre la
esclavitud y el trabajo libre, pero más cercana a la primera. En términos
legales, los culíes no eran esclavos e incluso eran considerados como blancos en
Cuba. Firmaron contratos laborales de ocho años (supuestamente por querer
hacerlo) que exigían un salario mensual de cuatro pesos, provisiones y atención
médica. A pesar de los numerosos obstáculos, miles ganaron su libertad y en-
traron a la sociedad libre en Cuba y el Perú durante la época culí. Sin embargo,
en la práctica no había mucha diferencia entre los colonos asiáticos y los escla-
vos. El reclutamiento de los culíes en China se basó en el engaño, el fraude y el
uso de la fuerza. El viaje a Cuba o al Perú también se parecía al viaje transat-
lántico de esclavos con hacinamiento, palizas, encarcelamiento y altas tasas de
mortalidad. Las regulaciones y el sistema de contratos otorgaron a los patronos
muchísimo poder sobre sus trabajadores y oportunidades para explotarlos. Los
colonos asiáticos trabajaban la mayor parte del día, a menudo se les retenía o
reducía su salario ya insuficiente, recibían alojamiento, alimentos y atención

8
Para más información sobre la abolición en el Perú, consulte Carlos Aguirre, Agentes de su pro-
pia libertad: los esclavos de Lima y la desintegración de la esclavitud: 1821-1854 (Lima: Fondo Edito-
rial de la Pontificia Universidad Católica del Perú, 1993); Peter Blanchard, Slavery and Abolition
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17-119; Rodríguez Pastor, Hijos, 25-34; y Stewart, Chinese Bondage, 3-30.
175
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

médica inadecuados y eran golpeados, azotados, encadenados y encarcelados.


Muchos murieron trabajando y la mayoría no pudo obtener su libertad cuando
terminaron sus contratos originales. Los funcionarios coloniales en Cuba inclu­
so optaron por promulgar una ley de recontratación obligatoria en 1861. Cuan-
do los culíes huían, los funcionarios del gobierno los buscaban, los encarcelaban
y los devolvían a sus patronos. Además, los chinos libres eran víctimas de acoso.
El hecho de que casi toda la inmigración china era masculina sugiere que nin-
guna sociedad realmente los veía como “colonos” o inmigrantes. La expe­
riencia de los chinos contratados tal vez no era igual a la esclavitud, pero
se parecía9.

Imagen 1. Chinos culíes en Cuba (1860/1869)

Fuente: Dibujo de J. Pelcoq a partir de una fotografía publicado primero en 1860 y, luego, en 186910.

9
Para obtener más información sobre las relaciones de trabajo de los culíes y el maltrato de estos
trabajadores, consulte, Corbitt, A Study, 18-86; de Trazegnies Granda, En el país; Hu-DeHart,
“Chinese Coolie Labour”; López, Chinese Cubans, 21-53; Pérez de la Riva, Los culíes; Rodríguez
Pastor, Hijos; Stewart, Chinese Bondage; Young, Alien Nation, 21-94; y Yun, Coolie Speaks.
10
La imagen de la izquierda “Coolies chinois, à Cuba. —Dessin de Pelcoq d’après une photo-
grahie” es de: Richard Dana, “Voyage à l’île de Cuba, par M. Richard Dana, 1859” [Traduit par
M. A. Laugel], [49e. Liv.], Le Tour du Monde. 1860. Deuxième Semestre (Paris: Librairie de L.
Hachette et Cie., 1860), 356. Este documento es la traducción de un extracto de la obra de Richard
Henry Dana, To Cuba and Back. A Vacation Voyage (Boston: Ticknor and Fields, 1859). En dicha
176
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

La racialización ambivalente de los chinos sostenía este sistema de explo-


tación. En la imaginación cubana y peruana, los chinos eran a la vez trabajado-
res libres y esclavos, trabajadores buenos con habilidades e inteligencia y, al
mismo tiempo, un pueblo holgazán propenso a la insubordinación, inmigrantes
civilizados de buena raza y un otro socialmente peligroso, inmoral y bárbaro.
El lenguaje cotidiano también reflejaba estas ideas en conflicto. Los chinos eran
supuestamen­te colonos asiáticos, “inmigrantes” y “contratados”, pero también
se les llamaban “esclavos”, “cimarrones” cuando se escapaban y “libres” cuando
sus contratos terminaron. En general, se usaba el lenguaje de la propiedad para
conversar o escribir sobre ellos. Los periódicos fomentaron la asociación entre
los culíes y los esclavos publicando anuncios de la búsqueda de cimarrones chinos.
De hecho, en Cuba, estos anuncios se publicaron junto con los de esclavos fu-
gitivos. La ambigüedad benefició a los comerciantes de culíes y a los patronos,
al menos durante un cuarto de siglo, porque las ideas “positivas” sobre los chinos
justificaban su inmigración, mientras que las percepciones “negativas” justifi-
caban su control y explotación11.
Sin embargo, a largo plazo, la ambigüedad sobre lo que era un culí y quié-
nes eran los chinos como pueblo se combinó con los actos de resistencia chinos
para socavar el trabajo contratado de los culíes en Cuba y el Perú. Las contra-
dicciones inherentes en este sistema laboral empoderaron a los críticos nacio-

obra, aunque se menciona a los culíes no hay ninguna imagen al respecto. La imagen de la dere-
cha “Chinese Coolies in the Havana” aparece en el capítulo “Cuba and the Cubans” de la obra
de de W. F. Ainsworth, ed. All Round the Word. An Illustrated Record of Voyages, Travels, and Adven-
tures in all Parts of the Globe. With Two Hundred Illustrations. First Series (London and Glasgow:
William Collins, Sons & Company, 1869), 429. En esta obra inglesa también aparece un extrac-
to del relato de Dana: Ainsworth, An Illustrated Record, 437-449. En la página xi se menciona el
grabado de chinos como dibujo de Pelcoq. Jules Pelcoq nació en Bélgica en 1823 y murió en
París en junio de 1887 y fue un ilustrador que trabajó para muchos periódicos y revistas y cola-
boró por muchos años con T. Denoue (1817-1887). John Grand-Carteret, Les mœurs et la carica-
ture en France (Paris: A la Librairie Illustrée, 1888), 636, 664.
11
Benjamín N. Narváez, “Subaltern Unity?: Chinese and Afro-Cubans in Nineteenth-Century
Cuba”, Journal of Social History 51, no. 4 (2018): 871-875 y Benjamín N. Narváez, “Abolition,
Chinese Indentured Labor, and the State: Cuba, Peru, and the United States during the Mid Ni-
neteenth Century”, The Americas 76, no. 1 (2019): 11-15.
177
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

nales e internacionales a exigir su fin, ya fuera porque la inmigración china


supuestamente representaba un peligro social o porque era hipócrita tratar a
los chinos como esclavos si eran inmigrantes supuestamente libres y deseables.
Además, los chinos se expresaron en formas cotidianas y radicales de resistencia
para impugnar su explotación, para reclamar autonomía en su trabajo y ocio y para
alcanzar la libertad. Mientras buscaban formas de sobrevivir en la vida cotidia-
na, sabían que no eran esclavos según la ley y buscaban maneras de responsabilizar
a los patronos y supervisores y recordarles a ellos y a otros sus derechos como
individuos libres. Los culíes se resistían a trabajar duro, a veces se negaban a
realizar sus labores, cometían actos de sabotaje, robaban, solicitaban a los funcio­
narios protección de sus derechos, ahorraban dinero para comprar contratos y
certificados de libertad, falsificaban documentos, se escapaban, cooperaban con
chinos libres y crearon una subcomunidad china cuando estaban libres para pro-
tegerse mejor. A veces, la resistencia fue extrema, incluso hubo motines durante
el viaje oceánico, suicidios y el asalto y asesinato de otros en Cuba y el Perú. A
corto plazo, este desafío contra el maltrato no siempre produjo el resultado de-
seado y podía ser utilizado por parte de sus explotadores como prueba de su su-
puesta inferioridad. Sin embargo, las contradicciones en el sistema de trabajo culí
abrieron la puerta para que los chinos reclamaran su libertad. Además, los actos
de resistencia destacaron cada vez más la mentira de que la mano de obra culí repre­
sentaba el trabajo libre e intensificaron los llamados para poner fin a la inmi-
gración china porque los chinos supuestamente eran desestabilizadores sociales12.
En 1874, los portugueses se sintieron obligados a cerrar Macao al comercio
de culíes, lo cual aseguraba el fin del trabajo contratado chino en Cuba y el Perú.

12
Para obtener más información sobre la resistencia china, las vidas y comunidades de asiáticos
libres, y las críticas domésticas e internacionales de la trata de culíes a Cuba y al Perú, consulte
Corbitt, A Study, 18-46, 73-80, 87-105; de Trazegnies Granda, En el país, 133-134, 137-148, 431-
485; López, Chinese Cubans, 39-128; Benjamín N. Narváez, “Becoming Sino-Peruvian: Post-In-
denture Chinese in Nineteenth-Century Peru”, Asian Journal of Latin American Studies 29, no. 3
(2016): 1-27 y “Subaltern Unity?”; Pérez de la Riva, Los culíes, 74-81, 154-174, 186-189, 195-196,
243-252, 259-318; Rodríguez Pastor, Hijos, 39-41, 89-113, 205-223; Stewart, Chinese Bondage,
69-71, 105, 113-159; Young, Alien Nation, 21-41, 68-73, 83-86; y Yun, Coolie Speaks.
178
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Macao se había convertido en el principal punto de embarque de los chinos con


destino a Cuba y el Perú desde que los británicos, a mediados de la década de
1850, bloquearon el comercio de culíes a Hispanoamérica en los puertos chinos
que controlaban. La ausencia de nuevos chinos significaba que el trabajo de los
culíes terminaría al cumplir los restantes trabajadores sus contratos. En Cuba,
la Guerra de los Diez Años y su conclusión en 1878 aseguraron este resultado
un poco antes que en el Perú, pero los culíes restantes de la república andina
aún continuaron con sus contratos en la década de 1880. De todos modos, en
aproximadamente 30 años, el sistema de trabajo por contrato chino se mostró
incapaz de reconciliar la tensión entre la esclavitud y el trabajo libre en ambos
lugares, independientemente de si la esclavitud en sí misma había sido abolida.

Las grandes rebeliones de chinos en el Perú

Aunque la experiencia y la trayectoria del trabajo culí en Cuba y en el Perú


fueron muy parecidas, la diferencia entre los dos lugares con respecto a la rebelión
masiva se distingue claramente. Como se señaló anteriormente, los chinos repe-
tidamente utilizaron la acción colectiva y la violencia para resistir su explotación.
En ambos lugares, grupos de colonos asiáticos asaltaron y asesinaron a capata-
ces, mayorales y patronos. En ocasiones ellos se levantaron en gran número
contra su maltrato e intentaron tomar el control de una hacienda o aún más
territorio. Estas rebeliones eran una forma extrema de expresar su descontento
colectivo y también reflejaban las experiencias anteriores que los chinos tuvie-
ron con la rebelión y guerra en su país de origen, incluso la Rebelión Taiping
(1850-1864) y la Segunda Guerra del Opio (1856-1860)13. Sin embargo, los
levantamientos a gran escala eran una amenaza mucho mayor para los hacen-

13
López, Chinese Cubans, 25, 120; Humberto Rodríguez Pastor, La rebelión de los rostros pintados.
Pativilca 1870 (Huancayo: Instituto de Estudios Andinos, 1979), 58, 94; Heidi Tinsman, “Rebel
Coolies, Citizen Warriors, and Sworn Brothers: The Chinese Loyalty Oath and Alliance with
Chile in the War of the Pacific”, Hispanic American Historical Review 98, no. 3 (2018): 460.
179
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

dados peruanos que para los hacendados cubanos porque los primeros carecían
de una fuerza laboral adecuadamente dividida y no tenían suficiente apoyo del
gobierno para restablecer de nuevo fácilmente su control. Así, en un puñado de
ocasiones, los trabajadores chinos se levantaron colectivamente y se apoderaron
de una hacienda o más en el Perú, pero nunca tuvieron el mismo éxito en Cuba.
Los hacendados costeños del Perú trataron de dividir su fuerza laboral como
método de control social, pero su creciente dependencia de los trabajadores
chinos hizo que esto fuera difícil de hacer. Aunque pocos indígenas trabajaban
en estas haciendas durante estos años, los hacendados contrataron tantos como
posible, además de trabajadores negros y mestizos. A menudo, trataban a estos
últimos mejor que a los chinos para fomentar sentimientos de discordia entre
los chinos y otros trabajadores. De hecho, cuando los chinos se sublevaban los
hacendados podían esperar que estos otros grupos permanecieran leales. El
empleo de capataces negros y, a veces, de indígenas contribuía a la discordia, ya
que muchos en puestos de autoridad abusaban de los chinos con azotes y más;
a veces, los chinos respondían a su vez con violencia14. Esto es lo que sucedió
en 1861 en la hacienda San Agustín en Callao cuando un grupo de colonos
asiáticos se vengó y asesinó a su capataz indígena Manuel Nicolás15. Sin embar-
go, los hacendados costeños generalmente no empleaban a suficientes trabaja-
dores no chinos para reducir en mucho el riesgo de los levantamientos. Algunos
hacendados diversificaron la mano de obra hasta el punto de que aproximada-
mente un tercio de los trabajadores no eran chinos16. Pero esto todavía signifi-
caba que la gran mayoría eran chinos. En general, los trabajadores negros e
indígenas constituían menos de un tercio. Las fuerzas laborales de las haciendas
se conformaban cada vez más de mano de obra china a fines de la década de 1860
y durante la década de 1870, un período que coincidió con las tasas más altas

14
Stewart, Chinese Bondage, 100-101 y Rodríguez Pastor, Hijos, 34-38.
15
Archivo General de la Nación del Perú, Causas Criminales, Corte Superior de Justicia de Lima
(R.P.J.), Leg. 188, 1861, Exp.: Criminal contra los asiáticos Ajasún, Amán, Ajáo, Tancao, Poti,
Asén, Asán, Lisán, Alaí, Comén, Añia, Sancudo, Ajui, Agué, Allin y Acaz por homicidio.
16
Stewart, Chinese Bondage, 101.
180
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

de inmigración china. En algunos casos, las haciendas llegaron a depender úni-


camente de los trabajadores chinos17. Este período de creciente homogeneiza-
ción de la fuerza laboral también concordó con el arranque de los grandes
levantamientos de los chinos.
La debilidad del Estado peruano y su vigilancia mínima del campo también
jugaron un papel crucial al permitir que los chinos se levantaran colectivamen-
te y tomaran el control de una hacienda sin que pudieran responder rápidamente
las fuerzas de seguridad. Los funcionarios peruanos claramente ayudaron a los
hacendados al no hacer caso del abuso en muchas situaciones, al capturar a los culíes
cuando se fugaban, al establecer obstáculos legales para impedir que alcanzaran
la libertad y al acosar a los chinos libres, pero también a veces demostraron in­
te­rés en proteger a los chinos y minimizar el abuso porque la ley prohibió la es-
clavitud y estableció supuestamente la igualdad legal de todos18. Sin embargo,
el gobierno nacional no pudo insistir en su autoridad porque era demasiado
débil y estaba casi ausente en el campo. La inestabilidad política, la guerra civil
y el estancamiento económico atormentaron al Perú durante sus primeras dé-
cadas de independencia. Durante la era de los culíes, la estabilidad parecía haber
llegado con el boom del guano y el regreso de Ramón Castilla a la presidencia
(1854-1862). El poder del gobierno nacional en Lima aumentaba, pero la rea-
lidad era que faltaba mucho para que el estado se consolidara plenamente y
ejerciera su autoridad. En el campo, el gobierno nacional seguía con poca pre-
sencia y no estaba en condiciones para desafiar el poder de los hacendados19.
La autoridad de Lima en las zonas rurales fue reducida aún más por los
funcionarios locales porque respondían más a los intereses de los hacendados que

17
Rodríguez Pastor, Hijos, 34-38 y Evelyn Hu-DeHart, “Opio y control social: culíes en las ha-
ciendas de Perú y Cuba”, istor: Revista de Historia Internacional 7, no. 27 (2006): 29.
18
Narváez, “Abolition”, 24-27.
19
Peter Flindell Klarén, Peru: Society and Nationhood in the Andes (New York: Oxford University
Press, 2000), 158-182; Brooke Larson, Trials of Nation Making: Liberalism, Race, and Ethnicity in
the Andes, 1810-1910 (New York: Cambridge University Press, 2004), 151; Ulrich Muecke, Poli-
tical Culture in Nineteenth-Century Peru: The Rise of the Partido Civil, traducido por Katya Andrusz
(Pittsburgh: University of Pittsburgh Press, 2004), 162-191.
181
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

al gobierno nacional. Además, a veces eran corruptos. El ministro de los Estados


Unidos en el Perú, Christopher Robinson, reconoció esta realidad en 1864
cuando informó a su gobierno sobre la falta de una investigación adecuada por
los funcionarios locales con respecto al maltrato de trabajadores inmigrantes
españoles en la hacienda Talambo en el departamento de La Libertad. Esto
sucedió porque las autoridades locales estaban demasiado aliadas con el propie-
tario de la hacienda, así que “de la manera más flagrante intentaron pervertir el
curso de la justicia para proteger a los autores de estas atrocidades del castigo
que las leyes peruanas otorgan a tales crímenes”. Este tipo de resultado era
común, explicó Robinson:

Este caso es uno de muchos parecidos que se han producido en las provincias del
interior de este país, y donde muchas veces los agresores se apoyan de su influen-
cia política como un escudo contra el castigo que se merecen, mientras que la
distancia del capital y los modos de comunicación inadecuadas impiden la convo-
catoria de los medios adecuados para prevenir la agresión20.

El jurista, historiador y diplomático peruano contemporáneo Félix Cipriano C.


Zegarra también destacó la debilidad del gobierno nacional en las zonas rurales
cuando observó en 1872 que “es demasiada la influencia del hacendado sobre
autoridades subalternas para que sean otra cosa, jeneralmente [sic], que instru-
mento de sus designios”21. Por lo tanto, la hacienda era en muchos sentidos un
feudo y el hacendado su señor. El inglés George Fitz-Roy Cole, quien estuvo
en el Perú entre 1873 y 1875, lo dejó muy claro al describir el campo peruano.

20
Envío no. 160, 2 de enero de 1864, U.S. Ministers Peru-Lima, rollo 19, microfilm. Traducción
nuestra. En el original: “This case is one of many of a similar kind which have occurred in the
interior provinces of this country, and where the political influence of the aggressors is often
relied on by him as a shield from the punishment he deserves, while the distance from the Ca-
pital and the inconvenient modes of communication prevent summoning of the proper means
to prevent aggression”.
21
Félix Cipriano C. Zegarra, La condición jurídica de los estranjeros en el Perú (Santiago: Imprenta
de la libertad, 1872), 131.
182
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

El británico observaba:

En estas haciendas, alejadas de las ciudades y, por consiguiente, alejadas de las


restricciones morales que ejerce la opinión pública ‘donde los hombres se congre-
gan’, el mayordomo [o el hacendado si estuviera presente] es completamente su
propio amo, y no reconoce más ley que su propia voluntad; así, como en otros
despotismos absolutos, el bienestar de quienes están bajo su dominio depende de
la cantidad de justicia que exista en su propio carácter22.

Los propietarios de las haciendas no dependían de las autoridades para que les
ayudaran con el control físico y social de sus propiedades, sino que mantenían
el “orden” y la “justicia” ellos mismos23. “Una gran hacienda azucarera peruana
forma una pequeña república en sí misma”, explicó Cole, “sus miembros forman
una fuerza numérica superior a cualquiera que el gobierno pueda mantener,
quizás en toda la provincia. Para mantener el orden entre su propia gente, el
haciendado [sic] depende únicamente de sus propios recursos”24.
Para los hacendados esta autonomía tenía sus ventajas y desventajas. tenían
el poder de administrar sus haciendas como mejor les pareciera. La abolición,
las obligaciones contractuales del patrón o cualquier esfuerzo del gobierno para
regular el trabajo de los culíes y protegerlos no ayudaron mucho a los chinos.
Los patrones en el campo tenían rienda suelta para tratar a sus colonos asiáticos

22
George R. Fitz-Roy Cole, The Peruvians at Home (Londres: Kegan Paul, Trench & Co. 1884),
141. Traducción nuestra. En el original: “In these estates, remote from towns, and therefore
removed from the moral restrictions which public opinion exercises ‘where men do congregate,’
the mayordomo [or the hacendado if he were present] is completely his own master, and recognizes
no law but his own will; so, as in other absolute despotisms, the well-being of those under his
sway depends on the amount of justice existing in his own character”.
23
Michael J. Gonzales, Plantation Agriculture and Social Control in Northern Peru, 1875-1933
(Austin: University of Texas Press, 1985), 106.
24
Cole, The Peruvians at Home, 142. Traducción nuestra. En el original: “A large Peruvian su-
gar-estate forms a little republic in itself, its members form a numerical force superior to any
which government is able to maintain, perhaps in the whole province. To maintain order among
his own people, the haciendado [sic] relies solely upon his own resources”.
183
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

como esclavos porque el gobierno no estaba en condiciones para hacerles res-


ponsables por sus acciones. Zegarra observó esta realidad, explicando, “[l]a gran
distancia á que se encuentran con las autoridades de los fundos, es una seguridad
para el patron [sic] de que sus abusos no serán correjidos [sic] ó castigados”25.
Cole estaba de acuerdo. Él comentó, “No hay funcionarios del gobierno cuyo
deber es preguntar cómo se trata al culí asiático y, si los hubiera, carecerían de
medios para hacer cumplir sus decretos”26. Sin embargo, esta autonomía debido
a la debilidad del gobierno central también era un problema para los patrones
porque significaba que los poderes policiales y militares oficiales eran insufi-
cientes para mantener el orden y sofocar rápidamente cualquier disturbio que
surgiera fuera de las áreas urbanas centrales. Cole entendió esta situación y
observó:

La fuerza militar y civil que ahora mantiene el gobierno en las provincias es en


todas partes inadecuada para obligar a obedecer las leyes del país. Tan notorio es
este hecho, que no se intenta ocultar el motivo de la repentina salida del regimien-
to de un pueblo, si hay razón para anticipar un levantamiento de sus ciudadanos
que las fuerzas gubernamentales se sienten incapaces de confrontar. Para evitar
una colisión infructuosa, se retiran a una distancia y esperan refuerzos, cuya llega-
da rara vez falla en hacer que los posibles perturbadores de la paz pública renuncien
a sus esfuerzos27.

25
Zegarra, La condición, 131.
26
Cole, The Peruvians at Home, 141. Énfasis de Cole. Traducción nuestra. En el original: “There
are no government officials whose duty it is to inquire how the Asiatic coolie is treated, and, if
there were, they would lack means to enforce their decrees”.
27
Cole, The Peruvians at Home, 141-142. Traducción nuestra. En el original: “The military and
civil force now maintained by government in the provinces is everywhere inadequate to compel
obedience to the laws of the country. So notorious is this fact, that no attempt is made to conceal
the motive for the sudden departure of the regiment from a native town, should there be reason
to anticipate a rising of its citizens with which the government forces feel themselves incompetent
to cope. To avoid unsuccessful collision, they retire to a distance and await reinforcements, who-
se arrival seldom fails in causing the would-be disturbers of public peace to relinquish their en-
terprise”.
184
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Según Cole, el orden podía restablecerse, pero no había suficiente fuerza poli-
cial o militar fuera de los principales centros urbanos para evitar los disturbios.
Las fuerzas locales esperaban refuerzos de otras comunidades o de los militares
para restaurar la paz. Esta demora permitió que estos disturbios se volvieran aún
más dañinos y peligrosos que si hubiera una presencia militar o policial más ro­
busta en los pueblos y el campo desde el inicio. En estas circunstancias, los le-
vantamientos representaban un verdadero peligro para los hacendados de la
costa peruana.
Las fuentes históricas revelan que lo ocurrido en 1866 en la hacienda Ca-
janleque, mencionado al comienzo de este ensayo, fue el primer gran levanta-
miento de chinos28. El 13 de agosto, un grupo pequeño de ellos asesinaron a su
patrón Antonio Larco y después casi todos los chinos de Cajanleque participa-
ron en tomar control de la hacienda. Lo que precipitó esta violencia fue la
decisión de Larco de vender algunos de sus colonos asiáticos (técnicamente sus
contratos) a otra hacienda sin su consentimiento, lo cual era ilegal, pero sucedía
regularmente en el Perú sin repercusiones. Sin embargo, en este caso había una
historia de explotación y abuso en la hacienda, con los culíes quejándose de
azotes, un exceso de trabajo y una falta de comida, además de amenazas de ser
vendidos a otras haciendas que ponían en peligro los lazos que habían formado
entre ellos que les ayudaba a sobrellevar sus circunstancias adversas. Así que,
cuando Larco reunió a sus trabajadores chinos en la mañana y les informó antes
de enviarlos a trabajar que iba a vender a 8 de ellos a la hacienda Santa Clara,
muchos de los chinos habían llegado a su límite.
La convulsión empezó cuando Assuy Benjamín, uno de los seleccionados
para Santa Clara, se negó a ir y trató de huir. Cuando Larco lo atrapó, Assuy
Benjamín suplicó que se le permitiera quedarse, pero Larco respondió abofe-
teándolo. Desesperado, Assuy Benjamín gritó a sus compatriotas que mataran
a “papá” (es decir, a Larco), a lo que Atjim y Uncau respondieron atacando a

28
El siguiente análisis de este levantamiento se basa en la investigación oficial y juicio criminal
de algunos de los chinos contratados en la hacienda Cajanleque por el asesinato de Antonio
Larco. Consulte arll, Corte Superior, Causas Criminales, 1866, Código 932, Leg. 710, Exp. 4268.
185
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

Larco por detrás con sus herramientas de trabajo. Luego, entre 10 y 15 culíes
más se reunieron alrededor de Larco y algunos de ellos posiblemente —los
testimonios varían— lo golpearon un poco más. Después de matar a golpes a
Larco, se produjo un caos total. Pronto todos los trabajadores chinos, salvo el
asistente personal chino de Larco llamado Antonio, se habían rebelado, toman-
do sus herramientas de trabajo (azadas, palas, podaderas, etc.) como armas.
Se hizo evidente rápidamente que no se podía evitar que los colonos asiá-
ticos tomaran el control de la hacienda, ya que los administradores y otros
trabajadores no eran suficientes para resistir. El chino Antonio había sido testi­
go del ataque contra Larco y huyó en lugar de unirse a sus compatriotas. Antes
de esconderse, informó a Liborio García, un carpintero de la hacienda, sobre
lo sucedido. García y otros cuatro fueron hacia donde yacía el cuerpo de Larco,
pero se dieron cuenta de que eran insuficientes para establecer orden. Entonces,
se retiraron y se escondieron.
Mientras tanto, los rebeldes chinos persiguieron a los tres mayordomos de
la hacienda. Uno de los culíes atacó al mayordomo José María Márquez con un
calabozo y solo se le impidió matarlo cuando un empleado moreno tiró tierra en
su cara y logró quitarle la herramienta de las manos. Márquez después corrió a una
finca cercana para obtener ayuda médica. Perseguido por otro grupo de culíes, el
mayordomo Baltazar Silva tomó un caballo y escapó para Chocope con la inten­
ción de notificar al gobernador del distrito sobre el levantamiento. José Santos
Ugarte, el administrador de la hacienda Santa Clara que estaba en Cajanleque
para adquirir los ocho culíes, se fue inmediatamente a Chocope en busca de au-
xilio. El tercer mayordomo, Lorenzo Castillo, huyó rápidamente hacia Paiján en
la otra dirección con la esperanza de encontrar ayuda para responder al levan-
tamiento. Finalmente, algunos de los trabajadores que no eran chinos se fueron
en busca de Juan Bautista Maurici, el copropietario de Cajanleque y copatrón
de los rebeldes chinos, que se encontraba en la hacienda Salamanca. Cajanleque,
claramente, no tenía suficientes trabajadores no chinos para reprimir un levanta­
miento de todos los culíes de la hacienda; tampoco había una fuerza militar que
pudiera ser convocada rápidamente para detener el motín en su inicio.
186
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Los chinos habían tomado control de Cajanleque, pero, bajo el liderazgo


de Assuy Benjamín y Atjim, decidieron partir hacia la hacienda Salamanca para
unirse con sus compatriotas que allí laboraban. Aproximadamente 85 chinos sa-
lieron por la carretera armados con sus herramientas. A mitad del camino, estos
chinos se encontraron con Maurici, con algunos peones de la hacienda Salaman­
ca y con un chino, todos a caballo. Maurici y los demás se habían marchado de
Salamanca en cuanto se enteraron de la rebelión, utilizando a su compañero
chino como traductor. Maurici convenció a los chinos de que se dieran la vuel-
ta y regresaran a Cajanleque diciéndoles que los chinos de Salamanca se habían
enterado del levantamiento y se habían ido a Cajanleque por una ruta alterna-
tiva para unirse a ellos. Maurici y su pequeño grupo los siguieron de regreso a
Cajanleque, pero no se había resuelto la crisis.
Al regresar a Cajanleque, los rebeldes se dieron cuenta de que Maurici les
había mentido. Furiosos y todavía armados, algunos de ellos amenazaron con
matar a Maurici, quien huyó en su caballo hacia Salamanca una vez más. Antes
de que los chinos pudieran tomar medidas adicionales, 50 hombres armados de
Paiján ingresaron a Cajanleque y, luego, llegaron también el gobernador de Cho-
cope y otros 25 hombres armados de esa ciudad. Todavía armados con sus he-
rramientas, los culíes corrieron hacia la plazuela y se escondieron detrás de un
montón de piedras, negándose a rendirse. Los hombres armados de Chocope
y Paiján dispararon varios tiros al aire, lo que llevó a los chinos a correr hacia
la casa principal de la hacienda y tratar de defenderse desde su interior. Los
hombres armados dispararon más tiros al aire y los culíes intentaron huir por la
parte trasera de la casa. Sin embargo, la fuerza armada capturó inmediatamen-
te a algunos de los rebeldes, mientras que los otros que escaparon fueron dete-
nidos pronto. En el transcurso del enfrentamiento, algunos culíes murieron y
los disparos hirieron gravemente a algunos más, pero se restableció el orden en
Cajanleque.
El levantamiento tuvo consecuencias para los hacendados y los funcionarios
del gobierno. Primero, tuvieron que averiguar quién era el responsable del le-
vantamiento y, específicamente, de la muerte de Larco. Al inicio, 13 chinos fueron
187
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

acusados del
​​ asesinato y otros 50 fueron detenidos como testigos, pero los fis-
cales solo tenían pruebas suficientes para juzgar a tres chinos al final: Assuy
Benjamín, Atjim y Uncau. Los tres hombres fueron condenados por asesinato
y los demás regresaron a la hacienda. El castigo para los tres era la pena de muer-
te, pero después de apelar recibieron una condena de 12 años de prisión en
Trujillo. No obstante, después de unos meses se escaparon y nunca se les encon­
tró a pesar de los esfuerzos de las autoridades y, por varios años, de Rafael
Larco, el hermano de Antonio Larco, que los buscaba también29.
Aunque los fiscales y el tribunal esperaban que 12 años de prisión sirvieran
de ejemplo para otros chinos de la región de las consecuencias de rebelarse y
así disuadir futuras rebeliones, el levantamiento de Cajanleque siguió causando
miedo entre muchas personas e hizo que las clases dominantes evaluaran la
mejor forma de protegerse. Si las relaciones laborales culíes no iban a cambiar,
muchos se dieron cuenta de que necesitaban poner una fuerza armada perma-
nente en la zona para garantizar la tranquilidad. Esta fue la conclusión del jefe
de la comandancia de vigilantes de La Libertad de Trujillo al llegar a Cajanleque
con su propia fuerza armada y un poco después de que los hombres de Choco-
pe y Paiján habían restablecido el orden. Él explicó su opinión al prefecto del
departamento de La Libertad:

Como la mayor parte de las Haciendas del Valle de Chicama, tienen un número
considerable de Chinos á su servicio, es de temerse que instigados por el mal
ejemplo y por sus perversas pasiones, repitan los Asiáticos en estos fundos la ho-
rrible escena que ha tenido lugar en Cajanleque. Para evitarla me permitiré indicar
á V.S. que considero de absoluta necesidad, la permanencia en el Valle de Chicama,
de una fuerte partida de Vijilantes [sic] ó tropa que pueda ocurrir á donde el órden
se altere, y tranquilizar con su presencia á los pobladores alarmados, hoy justamen-
te por el homicidio del Sor. Larco30.

29
arll, Corte Superior, Causas Criminales, 1866, Código 932, Leg. 710, Exp. 4268.
30
arll, Corte Superior, Causas Criminales, 1866, Código 932, Leg. 710, Exp. 4268.
188
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

El gobernador del distrito de Chocope compartía esta preocupación. Estaba


convencido de que garantizar la seguridad de los hacendados en el valle de
Chicama requería la presencia constante de una fuerza armada que pudiera
detener rápidamente cualquier rebelión china31. El 17 de agosto de 1866, cuatro
días después de la muerte de Larco, el prefecto de Trujillo pidió que se manda-
ran algunos miembros de la fuerza pública de la ciudad a quedarse en el valle
de Chicama, pero parece que los funcionarios del gobierno y los hacendados
no hicieron arreglos permanentes de este tipo32.
Los hacendados y funcionarios peruanos no aprendieron lo suficiente de
lo ocurrido en Cajanleque. En 1868, en el departamento de Lambayeque, los
trabajadores chinos de la hacienda Pucalá asesinaron a uno de los patrones, Ro-
sendo Izaga Arbulú, quien era dueño de la hacienda con su hermano Manuel
María. Tomaron control de la hacienda y trataron de unirse a los chinos en la ha-
cienda El Combo (también propiedad de los hermanos Izaga). Los Izaga habían
abusado regularmente a sus colonos asiáticos y, como en el caso de Cajanleque,
finalmente un día los chinos no toleraron más y se sublevaron33. En la mañana
del 9 de junio, Rosendo Izaga y algunos de los administradores estaban alinean-
do a los culíes de la hacienda para pasar lista. Izaga se enfureció porque uno de
los chinos faltaba y los otros le dijeron que su compatriota estaba enfermo. Izaga
amenazó con azotarlos a todos por no haberle informado antes. Uno de los
colonos asiáticos respondió atacando a Izaga. El hacendado huyó, pero 10 culíes
lo persiguieron y comenzaron a golpearlo con estacas. Pronto llegaron más chinos
y mataron a Izaga con sus herramientas. El capataz se dirigió a la habitación de
Izaga para conseguir dos carabinas para detener el motín, pero descubrió que
el sirviente personal chino de Izaga había saboteado las armas. Temiendo por su
vida, huyó a Chiclayo en busca de ayuda. Mientras tanto, nadie se atrevió a opo-
nerse a que los chinos tomaran la casa central y pronto marcharan hacia El

31
arll, Corte Superior, Causas Criminales, 1866, Código 932, Leg. 710, Exp. 4268.
32
arll, Corte Superior, Causas Criminales, 1866, Código 932, Leg. 710, Exp. 4268.
33
Cole, The Peruvians at Home, 139-140, 200.
189
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

Combo para encontrar a sus compatriotas que trabajaban allí. Sí se unieron a


algunos de ellos, pero finalmente llegó una fuerza militar externa y restauró el
orden34. Una vez más, lo acontecido en Pucalá solo alcanzó este nivel de crisis
porque los chinos superaban en número a otros en la hacienda y no había cer-
ca una fuerza policial que pudiera responder con mayor rapidez.
El año siguiente, más de cien colonos asiáticos de la hacienda San Pedro,
en el valle de Lurín cerca de Lima, se levantaron empuñando cuchillos, garro-
tes y herramientas y exigieron la liberación de varios de sus compatriotas de la
cárcel de la hacienda. Superados en número, los administradores de la hacienda
cedieron rápidamente y soltaron a los hombres, lo que llevó al resto de los chinos
a detener su rebelión. Si bien, Watt Stewart caracteriza este suceso como un
“disturbio” y no como un “levantamiento”, parece acercarse a un levantamien-
to. Está claro que los culíes verdaderamente tuvieron poder en San Pedro por
un período breve, ya que los administradores aceptaron lo que exigían para evitar
la violencia. Se puede suponer que no había una fuerza armada en la región que
estuviera preparada para detener rápidamente los levantamientos de chinos. Si
los rebeldes hubieran querido, podrían haber creado un disturbio mayor y así
amenazar la seguridad de la hacienda. Sin embargo, en este caso se centraron
únicamente en la liberación de sus compañeros35.
En septiembre de 1870, la rebelión china más grande en la historia del Perú
ocurrió cuando se levantaron entre 1.200 y 1.500 culíes de varias haciendas en
el valle de Pativilca de la provincia de Barranca, situado en el departamento de
Lima. Humberto Rodríguez Pastor ha hecho un excelente trabajo en analizar
este levantamiento, pero vale la pena analizarlo de nuevo en el contexto com-
parativo de las rebeliones chinas en el Perú y Cuba36. Una vez más, no había
una presencia militar/policial en el área preparada para proteger a los terrate-

34
Pedro Miguel Eduardo Situ Chang, “La visibilización de la comunidad china en el norte del
Perú (1851-1876)” (Tesis de Maestría en Historia, Pontificia Universidad Católica del Perú, 2020),
196-203.
35
Stewart, Chinese Bondage, 120.
36
Consulte Rodríguez Pastor, La rebelión.
190
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

nientes y sofocar rápidamente cualquier disturbio; los lugareños tuvieron que


defenderse hasta que una fuerza militar más grande pudo llegar a la región37.
Por lo tanto, un Estado débil con poderes policiales mínimos en el campo y la
falta de grupos laborales que se limitaban los unos a los otros en las haciendas
crearon la apertura para una rebelión extensa.
El levantamiento, basado en la planificación y coordinación previa de los
chinos, comenzó el 4 de septiembre en las haciendas de Araya Grande y Upacá,
que eran propiedad de Enrique Canaval, y luego se extendió rápidamente. Esa
tarde, tres culíes asesinaron al administrador de Araya Grande y después se
dirigieron al galpón para unirse al resto de sus compatriotas. Los cien chinos
en Araya Grande inmediatamente tomaron armas, azadones, machetes y otras
herramientas y procedieron a matar a miembros de la familia del administrador
y otros empleados no chinos en la hacienda. Los rebeldes posteriormente se
dirigieron a Upacá, pero en el camino pasaron por la hacienda Las Huertas y
liberaron a los chinos allí mientras el administrador y los peones de esa hacien-
da huían. Entretanto, los culíes de Upacá se rebelaron por su parte mientras el
hacendado Canaval estaba en Lima. Dieciséis chinos penetraron en la casa prin­
cipal con hachas y machetes y procedieron a matar a varios trabajadores libres,
supervisores y algunos invitados que estaban todos sentados alrededor de la
mesa. Los asaltantes inmediatamente liberaron a otros 234 chinos del galpón
y, juntos, comenzaron a saquear la hacienda, reunir armas y matar a los peones
que quedaban en su camino.
Una vez que los chinos de Araya y Las Huertas llegaron a Upacá, exten-
dieron la rebelión por todo el valle. Fueron de una hacienda a otra, consiguien-
do más armas, liberando a sus compatriotas e incorporándolos a la rebelión. Los
insurgentes con las caras pintadas ondeaban banderas, tocaban música china y
gritaban palabras a favor de Cantón y en contra del Perú mientras ponían fue-
go a las haciendas y mataban a quienes hallaban. Cuando no lograron tomar la
ciudad de Pativilca, los rebeldes volvieron a atacar las haciendas circundantes y

37
El Nacional (Lima), 5 de setiembre de 1870, 2.
191
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

liberaron a más compatriotas. Ahora, con una fuerza aún mayor, atacaron Ba-
rranca, pero los barranquinos habían recibido una advertencia de la inminente
invasión, lo que les dio tiempo suficiente para establecer una resistencia exito-
sa que obligó a los rebeldes a dispersarse para tratar de escapar. Muchos de los
chinos se escondieron en las estribaciones andinas. Al día siguiente, una fuerza
militar de 175 hombres liderada por el prefecto de Lima llegó y persiguió a los
chinos, matando a unos 300 de ellos y capturando a la mayoría de los demás38.
La rebelión en el valle de Pativilca dio lugar a un importante debate sobre
la inmigración china, el trato a los colonos asiáticos y la mejor manera de pre-
venir futuros levantamientos. Muchos culparon a la supuesta depravación de
los chinos y al uso del opio, mientras que a otros les preocupaba que los chinos
libres pudieran incitar rebeliones en el futuro. Estos sentimientos llevaron al
Congreso Nacional a considerar la promulgación de una ley de recontratación
obligatoria parecida a la de Cuba, pero la propuesta fracasó debido a que resul-
taría en algo semejante a la esclavitud39. Otros insistieron en que el maltrato de
los chinos había provocado el levantamiento y que el gobierno necesitaba hacer
un mejor trabajo para proteger a los colonos asiáticos. Si bien el gobierno co-
menzó a demostrar un mayor interés en el bienestar de los chinos, siguió sien-
do insuficiente y en gran medida ineficaz en sus acciones40.
La mayor consecuencia inmediata para prevenir futuros levantamientos fue
la recomendación del prefecto de Lima de que el gobierno nacional establecie-
ra una guardia rural permanente en la zona. El prefecto, que había liderado la
fuerza militar para restablecer el orden en el valle de Pativilca, había dejado

38
Rodríguez Pastor, La rebelión, 53-92 and Stewart, Chinese Bondage, 120-124.
39
El Nacional, 9 de setiembre de 1870, 2; El Nacional, 12 de setiembre de 1870, 2; El Nacional, 13
de setiembre de 1870, 3; El Nacional, 16 de setiembre de 1870, 4; El Nacional, 20 de setiembre de
1870, 4; El Peruano (Lima), 28 de setiembre de 1870, 826. También consulte Rodríguez Pastor,
La rebelión, 77-78, 88-89.
40
El Nacional, 6 de setiembre de 1870, 2; El Peruano, 7 de setiembre de 1870, 767; El Nacional, 9
de setiembre de 1870, 2; El Nacional, 15 de setiembre de 1870, 2; El Nacional, 23 de noviembre
de 1870, 3; El Nacional, 28 de noviembre de 1870, 3; también revise Rodríguez Pastor, La rebelión,
86-88; Stewart, Chinese Bondage, 133-136.
192
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

temporalmente parte de esa fuerza armada en la región para evitar más distur-
bios, pero creía que se necesitaba algo más permanente. A pesar de su recomen-
dación, el gobierno no estableció una fuerza militar regular para mantener el
orden en las zonas rurales. La fuerza de gendarmes sí patrulló el campo duran-
te los siguientes meses y el gobierno ordenó a los prefectos y subprefectos en
los departamentos que contenían chinos que inspeccionaran las haciendas y
otros lugares de trabajo para ver si se gestaban otras conspiraciones41. Las in-
vestigaciones revelaron que algunos chinos escondían armas de fuego en varias
haciendas. Fue necesario que administradores en dos haciendas en el valle de
Huara sofocaran los intentos de los chinos de rebelarse42. Además, la fuerza de
gendarmes, que todavía patrullaba el campo en octubre, pudo suprimir rápida-
mente un motín chino en la hacienda San Jacinto en la provincia de Santa en
el departamento de Ancash y frustrar una conspiración china en otra hacienda
en la misma provincia43.
Sin embargo, las inspecciones no continuaron; nunca se estableció una
fuerza policial rural significativa y se produjeron nuevos levantamientos. A me-
diados de noviembre de 1870, el gobierno peruano aún no había establecido
una guardia rural adecuada para proteger a los hacendados44. Esta falta tuvo
consecuencias importantes para los terratenientes de la provincia de Cañete.
En noviembre, agricultores de las provincias de Cañete y Pisco escribieron una
carta a El Nacional expresando su temor de que los chinos contratados en ambos
lugares estuvieran planeando una revuelta, y suplicaron a los prefectos de estas
provincias que enviaran fuerzas armadas para protegerlos45. Aparentemente, estas
fuerzas no llegaron a tiempo —si es que llegaron— porque los culíes de la ha-

El Peruano, 12 de setiembre de 1870, 777; El Peruano, 28 de setiembre de 1870, 826; Rodríguez


41

Pastor, La rebelión, 78-86.


42
El Nacional, 9 de septiembre de 1870, 2; El Nacional, 13 de setiembre de 1870, 3; Rodríguez
Pastor, La rebelión, 83-86.
43
El Peruano, 11 de octubre de 1870, 873.
44
El Nacional, 7 de noviembre de 1870, 3.
45
El Nacional, 9 de noviembre de 1870, 3.
193
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

cienda Carrillo en Cañete se rebelaron en diciembre y, más tarde, marcharon


hacia Pueblo Viejo para quemar el pueblo. Los lugareños aguantaron este ata-
que, pero los chinos se reagruparon con la intención de atacar Pueblo Viejo de
nuevo. En el informe en las páginas de El Nacional falta información sobre cómo
terminó este conflicto, pero el periódico señaló claramente que no existía nin-
guna fuerza armada en el área, lo que hizo posible un levantamiento de este
tipo46.
Los levantamientos a gran escala, así como los intentos de rebelión rápida-
mente frustrados, continuaron durante la década de 1870. En 1873, 140 chinos
de la hacienda Carapongo cerca de Chosica en la provincia de Lima tomaron
el control de la hacienda. Los lugareños con sus propias armas tuvieron que
detener la rebelión. Este hecho llevó a El Comercio a pedirles al gobierno y a la
policía rural que aseguraran mejor el campo para proteger a los hacendados47.
También ocurrieron levantamientos importantes cerca de Trujillo en 1876. En
febrero, 160 culíes de la hacienda Pampas asesinaron a dos de sus supervisores
y después se dirigieron a la hacienda Sansal. Antes de que el movimiento pu-
diera extenderse más, una fuerza armada mató a seis rebeldes y capturó al resto.
Al mes siguiente, 340 chinos se levantaron en armas en la hacienda Chiquitoy,
pero una fuerza armada sofocó la insurrección. Se mató a dos chinos48. Aunque
muchos intentos chinos de rebelarse colectivamente durante las décadas de 1860
y 1870 no resultaron en la toma de la hacienda, algunos sí lo lograron. La cre-
ciente homogeneidad de la fuerza laboral y la debilidad del gobierno nacional,
que incluía la falta de suficiente poder policial en el campo, fueron factores
fundamentales para explicar por qué algunos de estos levantamientos se pusie-
ron tan fuera de control.

46
El Nacional, 15 de diciembre de 1870, 2.
47
El Comercio, 8 de julio de 1873, 7.
48
Stewart, Chinese Bondage, 218-221.
194
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Imagen 2. Chino culí en Perú en 1881

Fuente: “Enslaved Chinese coolie in Peru 1881”49.

La Guerra del Pacífico que empezó en 1879 creó la oportunidad para un


gran levantamiento de chinos. Fue diferente de otros alzamientos porque no
era un movimiento autónomo sino una rebelión en la que los chinos se unieron
a los invasores chilenos. Sí reflejaba aún la debilidad del gobierno nacional
peruano y su incapacidad de controlar el campo, ya que no logró organizar una
defensa nacional fuerte. Además, al igual que en las anteriores rebeliones de
chinos, la alianza con los chilenos reflejaba el deseo de éstos de obtener la li-

49
Véase en: “Enslaved Chinese coolie in Peru 1881”, https://commons.wikimedia.org/wiki/Fi-
le:Enslaved_Chinese_coolie_in_Peru_1881.jpg. Según el sitio internet, publicación original:
“chilean army newspaper 1881”. Descripción en el sitio: “Español: Chino esclavizado, con grille­tes.
English: Enslaved Chinese were liberated by the invading Chilean army by 1881, many coolies
joined the Chilean army to take revenge of their enslavement”. Sobre el origen de esta fotogra-
fía hay diversas explicaciones.
195
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

bertad, aunque no sintieran una fuerte lealtad hacia Chile50. La cooperación


entre los colonos asiáticos y las fuerzas chilenas comenzó en septiembre de 1880
cuando Patricio Lynch encabezó una expedición que atacó la costa norteña del
Perú. Lynch y su ejército saquearon haciendas y pueblos, destruyeron infraes-
tructura y obligaron a los hacendados y a otros a pagar rescates. En el proceso,
unos miles de chinos contratados escaparon o fueron directamente liberados
por los chilenos. Algunos chinos saquearon haciendas por su cuenta, mientras
que hasta 1.500 de ellos se unieron al ejército de Lynch. Lynch y sus hombres
salieron del norte del Perú a finales de octubre y se dirigieron hacia el sur, lle-
vando a aproximadamente 400 chinos con ellos y dejando al resto atrás51. En la
operación posterior para tomar Lima, Lynch dirigió a sus hombres hacia el
Norte por tierra desde Pisco, mientras el resto de las fuerzas chilenas desem-
barcaban más al Norte. Una vez más, el ejército de Lynch liberó a los trabaja-
dores chinos de las haciendas o creó las condiciones para que huyeran. Cuando
Lynch llegó al valle de Lurín y se unió al resto del ejército chileno, se contaban
unos 3.000 chinos al lado chileno, principalmente en roles de apoyo, pero tam-
bién como combatientes. Quintín Quintana, un ex-culí y ahora terrateniente y
empresario de Ica, se había convertido en su líder52.
Sin embargo, se debe recordar que la experiencia china durante la guerra
no fue monolítica. Los comerciantes chinos en Lima recaudaron fondos y for-
maron una milicia para la defensa del Perú, pero, no obstante, los limeños
atacaron al barrio chino de todos modos en enero de 1881 y mataron a entre 300
y 400 chinos mientras las tropas chilenas se acercaban a la ciudad. En los si-
guientes meses, los chinos que habían permanecido en el valle de Cañete tam-
bién fueron atacados por campesinos y trabajadores afroperuanos, mestizos, e

50
Tinsman, “Rebel Coolies”.
51
Envío no. 173, 5 de noviembre de 1880, U.S. Consul-Lambayeque, Peru, rollo 2, microfilm;
Envío no. 173, 25 de enero de 1881, U.S. Consul-Lambayeque, Peru, rollo 3, microfilm. También
consulte Diego L. Chou, “Los chinos en la Guerra del Pacífico”, Revista de Historia de América
129 (2001): 206-208; Tinsman, “Rebel Coolies,” 444-447.
52
Chou, “Los chinos”, 208-209; Humberto Rodríguez Pastor, “Los chinos en la guerra del Pa-
cífico”, Diálogos en Historia 2 (2000): 151-178; Tinsman, “Rebel Coolies”.
196
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

indígenas, lo que resultó en la muerte de por lo menos mil chinos53. Aunque las
experiencias chinas durante la Guerra del Pacífico variaron mucho, la guerra sí
había creado la oportunidad para que muchos chinos expresaran de manera co­
lectiva y violenta su disgusto por el trato que recibían en el Perú.

La prevención y el control de los


levantamientos chinos en Cuba

Se hace más evidente la importancia de tener una fuerza laboral dividida y de


recibir un apoyo más sólido del gobierno para mantener el control social cuan-
do se compara el Perú con Cuba. Los levantamientos extensos de chinos no se
realizaron en la colonia española. Si bien los esclavos y los culíes podían inte-
ractuar armoniosamente entre sí a veces e incluso cooperar y practicar actos de
resistencia juntos, las divisiones entre estos dos grupos eran lo suficientemente
fuertes y la población de esclavos lo suficientemente grande para que las rebe-
liones masivas chinas fracasaran en Cuba. Los esclavos en los ingenios se nega-
ban a apoyar a los chinos e incluso ayudaban a suprimirlos. Además, fue mucho
más difícil rebelarse colectivamente en Cuba porque la isla era una sociedad
colonial esclavista en que los funcionarios coloniales y las comunidades locales
estaban muy conscientes de la necesidad de estar listos a usar la fuerza militar
para detener rápidamente las rebeliones de esclavos y/o culíes.
Los colonos asiáticos no reemplazaron a los esclavos en Cuba; los comple-
mentaron. A diferencia del Perú, los dos grupos coexistieron y la mano de obra
en los ingenios estaba menos homogeneizada. Algunos ingenios cubanos llega-
ron a depender en gran medida de la mano de obra culí54. Sin embargo, en la

53
Adam McKeown, Chinese Migrant Networks and Cultural Change: Peru, Chicago, Hawaii, 1900-
1936 (Chicago: The University of Chicago Press, 2001), 140-141; Rodríguez Pastor, “Los chinos”,
163-170; Young, Alien Nation, 77-79.
54
Ramón de la Sagra, Historia física económico-política, intelectual y moral de la isla de Cuba (París:
Librería de L. Hachette y Ca, 1861), 149.
197
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

mayoría de los casos, los chinos trabajaron en los ingenios con esclavos africanos
y afrodescendientes, a menudo los chinos como la minoría55. Aunque la explo-
tación podría estimular la unidad entre estos dos grupos, las diferencias cultu-
rales, incluso la tradición china de percibir a los demás como bárbaros y, desde
la dinastía Tang (618-907), de asociar a los africanos y la negritud con la esclavi­
tud, fomentaron la separación. Además, el estatus ambiguo de los colonos asiáti­
cos en la sociedad cubana contribuyó a la tensión y al conflicto entre los dos,
ya que ambos grupos esperaban diferenciarse del otro y ascender en la escala
social. Los hacendados también alentaron esta discordia para dividir y así con-
trolar mejor su fuerza laboral. Aunque los dos grupos muchas veces trabajaban
juntos, los hacendados solían alojarlos y alimentarlos de manera separada, ade-
más de favorecer el uno sobre el otro. También, enturbiaron la jerarquía social
al hacer que los esclavos actuaran como supervisores de los culíes, lo cual era
humillante para los hombres chinos, supuestamente libres, mientras creaba en
los esclavos un sentimiento de superioridad sobre los chinos. Los hacendados
tomaron otras medidas para crear tensiones entre estos dos grupos. Por ejemplo,
a veces alentaban o mandaban a los esclavos a golpear y humillar a los culíes56.
Convencidos de que no eran esclavos, muchos chinos lamentaron haber sido
“tratados exactamente como el esclavo negro”, mientras otros afirmaron que
“los negros de hecho reciben un mejor uso que los chinos”57. Con base en estas
fuerzas divisorias, es comprensible que los esclavos y los culíes muchas veces se
aislaran los unos de los otros, evitaran colaborar con los de la otra cultura, de-
lataran a los del otro grupo, se agredieran y se mataran los unos a los otros58.
Es verdad que se hallaban ejemplos de solidaridad y resistencia conjunta, pero

55
Bergad, Cuban Rural Society, 252.
56
Narváez, “Subaltern Unity”; Frank Dikötter, The Discourse of Race in Modern China (Stanford:
Stanford University Press, 1992); Don J. Wyatt, The Blacks of Premodern China (Filadelfia: Uni-
versity of Pennsylvania Press, 2009).
57
The Cuba Commission Report: A Hidden History of the Chinese in Cuba (Baltimore: The Johns
Hopkins University Press, 1993), 67, 89, 96-97, 113-114. Traducción nuestra. En el original:
“treated exactly like the negro slave” y “negroes indeed receive better usage than the Chinese”.
58
Narváez, “Subaltern Unity”.
198
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

la relación general entre culíes y esclavos no era propicia para rebeliones gran-
des en los ingenios.
De hecho, en múltiples ocasiones, los esclavos se interpusieron en el camino
cuando los chinos amenazaron a los supervisores, patronos y otros o intentaron
levantarse colectivamente y tomar un ingenio. En Matanzas en 1857, hasta 25
colonos asiáticos del ingenio Jesús María asesinaron al mayoral con sus azadones
porque los azotó cuando estaban sembrando caña. Un grupo de esclavos presen­
ció el suceso y, en lugar de apoyar a los chinos, huyeron. Convencidos de que los
culíes estaban iniciando un levantamiento más grande, notificaron al mayordomo
del ingenio, quien rápidamente restableció el orden59. Seis años después, en el
ingenio Porvenir cerca de Colón en Matanzas, los colonos asiáticos no pudieron
contar con el apoyo de los esclavos cuando se amotinaron. El motín comenzó
cuando los chinos se negaron a trabajar porque el administrador les había quita­
do su ración diaria de azúcar. El administrador golpeó a uno de los culíes por no
trabajar y luego más de treinta de ellos atacaron con machetes a él y al mayoral
que también estaba allí. Después de matar a estos dos hombres, algunos chinos
intentaron matar al hijo del patrono que también estaba presente, pero varios es-
clavos lo defendieron y él escapó. Otros dos esclavos fueron a buscar ayuda entre
las autoridades60. De igual forma, en 1866, chinos rebeldes casi mataron al admi-
nistrador del ingenio La Paz de San Juan en Matanzas, pero un esclavo le salvó la
vida61. Los esclavos no solamente se abstuvieron de apoyar a los chinos ni tampoco
se limitaron a jugar el papel de informantes, sino que también ayudaron a los
administradores a restaurar el orden en los ingenios. Veinte culíes se rebelaron
con machete en mano en 1863 en el ingenio La Luisa cerca de Quemado de Güi-
nes en la provincia de Las Villas (ahora Villa Clara), pero los esclavos se man-
tuvieron leales al ingenio y ayudaron a sofocar este intento de levantamiento62.

59
Archivo Nacional de Cuba [anc], Miscelánea de Expedientes, Leg. 2545, Exp. Ak, 1857.
60
Diario de la Marina (La Habana), 28 de agosto de 1863, 2.
61
El Siglo (La Habana), 20 de noviembre de 1866, 2.
62
Diario de la Marina, 7 de octubre de 1863, 2.
199
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

El poder del gobierno colonial en Cuba y su alianza con los propietarios


de los ingenios también obstaculizaron los levantamientos de los chinos. El acuer-
do no oficial entre España y la élite esclavista cubana se basaba en el compromi­so
del gobierno de mantener la esclavitud y su capacidad de proporcionar estabi-
lidad a cambio de la lealtad de la élite63. Por lo tanto, el gobierno colonial esta-
ba dispuesto y era capaz de invertir recursos en la prevención de levantamientos
de esclavos (y culíes), y los hacendados cubanos estaban dispuestos a aceptar
una presencia gubernamental relativamente fuerte en el campo si eso significa-
ba protección contra la rebelión64. De hecho, después de la Conspiración de la
Escalera y la represión que siguió (1841-1844), el gobierno colonial hizo refor-
mas administrativas a nivel local y comenzó a establecer una presencia militar/
policial permanentemente en las zonas rurales para prevenir mejor los distur-
bios65. A principios de la década de 1850, Cuba había establecido una versión
de la guardia civil española, que desempeñaba un papel militar y policial en la
isla, incluso en el campo. Si bien la guardia civil hizo mucho más que sofocar
los levantamientos de esclavos o culíes, estaba preparada para ayudar a detener-
los cuando ocurrieran66. Gran parte del control social en el ingenio permaneció
en las manos de los hacendados, pero la sacarocracia cubana estaba mejor pro-
tegida que los hacendados peruanos debido a su relación con un gobierno (co-
lonial) más poderoso que se había comprometido a defender sus intereses.
En varias ocasiones, las fuerzas policiales locales y/o la guardia civil llegaron
para sofocar los levantamientos de los colonos asiáticos. En el caso del ingenio
Porvenir de 1863, cuando el teniente gobernador de Colón se enteró de lo suce-
dido por medio de los dos esclavos que habían huido del ingenio, envió inme-

63
Ada Ferrer, Insurgent Cuba: Race, Nation, and Revolution, 1868-1898 (Chapel Hill: University of
North Carolina Press, 1999) y Gillian McGillivray, Blazing Cane: Sugar Communities, Class, and
State Formation in Cuba, 1868-1959 (Durham: Duke University Press, 2009), 13-36.
64
Knight, Slave Society, 96-97.
65
Bergad, Cuban Rural Society, 243-244.
66
François Godicheau, “La Guardia Civil en Cuba, del control del territorio a la guerra perma-
nente (1851-1898),” Nuevo Mundo (2014): https://doi.org/10.4000/nuevomundo.67109; Reid-Váz-
quez, Year of the Lash, 132; Schmidt-Nowara, Empire and Anti-Slavery, 58.
200
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

diatamente a la guardia civil, que ayudó a capturar a los chinos antes de que
pudieran extender su rebelión67. Lo ocurrido ese mismo año en el ingenio El
Carmen en Sabanilla, Matanzas, pudo haberse convertido en algo mayor si no
fuera por la guardia civil. Francisco Padró, el administrador, recibió la noticia
de un esclavo que algunos chinos habían atacado a un supervisor y habían in-
tentado matarlo. Temiendo una revuelta mayor, Padró convocó a la guardia
civil y esperó su llegada68.
El levantamiento en el ingenio Desengaño en 1866, mencionado al comien-
zo de este capítulo, sirve como un buen ejemplo de cómo los esclavos y la
guardia civil pudieron socavar los levantamientos de los culíes. En este caso, los
chinos se enfurecieron con su supervisor y comenzaron a perseguirlo y atacar-
lo. Pronto se dirigieron hacia los principales edificios del ingenio, incluida la
casa central. Sin embargo, no se unieron al movimiento los esclavos del ingenio,
y un esclavo de confianza corrió y advirtió a la dueña del ingenio, Eliza McHa-
tton-Ripley, porque su esposo estaba ausente. McHatton-Ripley actuó de una
manera decisiva. Ella recordó: “Las puertas y ventanas de la casa fueron rápi-
damente fortificadas”, y después ordenó a uno de los capataces que sonara la
campana del ingenio que pesaba 900 libras. “Sonar la campana fuerte y rápido”,
ella explicó, “era la señal de peligro a la que respondieron no solo el capitán del
distrito sino también los vecinos”. El capitán escuchó la campana, “y muy pron-
to [él] y sus hombres alegres aparecieron en la escena” y rápidamente restable-
cieron el orden69. Las divisiones entre culíes y esclavos en combinación con este
tipo de protocolo y la ayuda rápida de una fuerza policial externa impidieron
que los dueños perdieran control del ingenio.
La guardia civil y otras fuerzas armadas desempeñaron su papel de control
social en otros casos también. En 1867, la policía rural frustró una rebelión

67
Diario de la Marina, 28 de agosto de 1863, 2.
68
anc, Miscelánea de Expedientes, Leg. 2811, Exp. R, 1863.
69
McHatton-Ripley, From Flag to Flag, 170-174. Traducción nuestra. En el original: “The doors
and windows of the house were quickly barred” y “a pealing, rapid ring was the signal of danger,
to which not only the district captain but neighbors responded.”
201
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

china en el ingenio Esperanza cerca de Güines en la provincia de La Habana


(ahora en Mayabeque)70. Los esclavos y la guardia civil también aseguraron el
fracaso de un levantamiento de culíes en la hacienda Santa Rita en Matanzas en
1869. Los chinos comenzaron a rebelarse porque creían que algunos de ellos
iban a ser castigados con grillos o el cepo. El administrador mandó llamar a la
guardia civil, mientras los esclavos del ingenio se armaban con palos y machetes
para proteger a la administración del ingenio y a los otros trabajadores. Pronto
llegó la guardia civil y detuvo a los chinos71. Dos años después, un grupo de
chinos agredió al abusivo dueño del ingenio Santa Ana en Matanzas, pero una
pequeña fuerza exterior llegó rápidamente para establecer la paz72. Sin duda, la
sacarocracia cubana se benefició de su relación con un gobierno colonial capaz
de vigilar el campo.
Fue solo en el contexto de la Guerra de los Diez Años de 1868-1878, cuan-
do la autoridad gubernamental se debilitó en el oriente de la isla, que los colo-
nos asiáticos se rebelaron en gran número y realmente amenazaron a las élites
cubanas y al gobierno colonial. Pero éste no fue un levantamiento chino inde-
pendiente. Los chinos se unieron a una guerra más amplia por la independencia
de Cuba y el fin de la esclavitud y lucharon junto a los esclavos, la gente libre
de color y los blancos73. Muchos chinos no participaron en la guerra aun cuan-
do tuvieron la oportunidad de huir de un ingenio y unirse a la rebelión74. Otros
se unieron a la lucha por la independencia de la isla solo porque fueron secues-
trados por los insurgentes. Algunos desertaron y otros se vieron obligados a
apoyar el esfuerzo militar español75. De todos modos, miles de culíes y ex culíes

70
New York Times (Nueva York), 26 de marzo de 1867, 1.
71
anc, Miscelánea de Expedientes, Leg. 2953, Exp. Aa, 1869
72
anc, Miscelánea de Expedientes, Leg. 2893, Exp. R, 1871.
73
Ferrer, Insurgent Cuba y Scott, Slave Emancipation.
Archivo Histórico Nacional de España [ahn], Ultramar, Leg. 4381, Exp. 1 y Exp. 4 1870; Cuba
74

Commission Report, 93-94; Yun, Coolie Speaks, 247.


ahn, Ultramar, Leg. 4376, Exp. 45, 1871; Leg. 4352, Exp. 5, 1873; Leg. 4386, Exp. 52, 1874.
75

Cuba Commission Report, 93-94, 118. Yun, Coolie Speaks, 63, 74, 116, 247, 258.
202
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

se unieron voluntariamente a la lucha contra España y la esclavitud. Los cálcu-


los oscilan entre 4.000 y 5.000 participantes chinos en el lado rebelde —es
decir, entre una sexta y una cuarta parte de las fuerzas rebeldes eran chinos76—.
Algunos sirvieron en roles de apoyo, mientras que otros lucharon directamen-
te. Unos se convirtieron en oficiales en el ejército libertador y, por lo menos,
un chino alcanzó el rango de brigadier77. Los chinos lucharon junto a otros la
mayor parte del tiempo, pero en algunos casos las bandas insurgentes estaban
compuestas exclusivamente por chinos78. Ambos lados del conflicto llegaron a
reconocer el papel importante que jugaron los chinos en la insurrección79. Al
final, los rebeldes no ganaron y ellos acordaron deponer las armas en 1878. Sin
embargo, la guerra contribuyó a socavar el trabajo culí y la esclavitud80.
La participación de los chinos en la lucha cubana por la independencia y la
abolición no fue lo mismo que un levantamiento masivo en una hacienda, pero
ambas acciones representaban resistencia a la explotación. Esta participación se
parecía a la de los chinos que lucharon en la Guerra del Pacífico en el Perú.
Aunque los chinos en Cuba lucharon por la nación cubana y los chinos en el
Perú apoyaron a los invasores, la motivación china fundamental era la misma.
En ambos casos lucharon ante todo por su propia liberación de la explotación
en un contexto de una gran ruptura de la autoridad gubernamental debido a la
guerra, una ruptura que les abrió una puerta por un tiempo de reclamar sus
derechos con la fuerza.

Pérez de la Riva, Los culíes, 266-267; Antonio Chuffat Latour, Apunte histórico de los chinos en
76

Cuba (La Habana: Molino y Cía., 1927), 22.


77
El Diario de la Marina hace muchas referencias a chinos que lucharon en la rebelión, incluso a
un chino brigadier en la edición del 16 de marzo de 1871, 3. Con respecto a la participación
china, también consulte ahn, Ultramar, Leg. 4376, Exp. 45, 1871; Juan Jiménez Pastrana, Los
chinos en las luchas por la liberación cubana (1847-1930) (La Habana: Instituto de Historia, 1963),
71-82; y Pérez de la Riva, Los culíes, 265-274.
78
Diario de la Marina, 5 de diciembre de 1869, 2 y 23 de junio de 1871, 2.
79
Diario de la Marina, 2 de junio de 1870, 1; Envío no. 360, 19 de noviembre de 1870, U.S. Con-
sul-Havana, rollo 61, microfilm; Pérez de la Riva, Los culíes, 270.
80
Ferrer, Insurgent Cuba y Scott, Slave Emancipation.
203
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el Perú durante el siglo xix

Conclusión

La experiencia de los chinos contratados en el Perú y en Cuba fue muy pareci-


da. Su inmigración reflejaba las tensiones sociales entre el mantenimiento de la
esclavitud y la adopción de la mano de obra libre, además de la preocupación
de la élite por la composición racial de sus sociedades. Los chinos en las dos
sociedades también trabajaron en muchas de las mismas ocupaciones en las
haciendas y en otros lugares. Firmaron contratos laborales que estipulaban un
salario regular, pero casi nunca lo hicieron libremente. Además, su trato duran-
te el viaje al Perú y Cuba y las condiciones del trabajo en esos lugares diferían
poco de la esclavitud. A la mayoría le resultó difícil escaparse del ciclo de la
contratación. Sin embargo, los abusos que experimentaron los colonos asiáticos
y la hipocresía de tratar a hombres supuestamente libres como esclavos los
llevaron a practicar con regularidad formas de resistencia no violentas y violen-
tas. Estas eran historias similares de explotación y de oposición china a su mal-
trato a pesar de que Cuba seguía siendo una sociedad colonial esclavista y el
Perú era un país independiente sin la esclavitud.
Sin embargo, la experiencia china en Cuba se diferenciaba de la de los
chinos en el Perú. Las diferencias en sus historias reflejaban las divergencias
sociopolíticas entre las dos sociedades. Los peruanos nunca establecieron una
ley de recontratación obligatoria para los chinos como se hizo en Cuba porque
habría creado la servidumbre perpetua en una sociedad que supuestamente
había abolido la esclavitud. Esta diferencia proporcionó a los chinos en el Perú
un poco más de influencia a la hora de negociar un nuevo contrato e incluso
abrió un poco más la puerta a la libertad en el futuro. Aun así, la explotación y
la servidumbre casi siempre seguían más allá del contrato inicial en el Perú
tanto como en Cuba. Estas condiciones de vivir parecidas a la esclavitud lleva-
ron a los culíes en ambos lugares a rebelarse violentamente de una manera
colectiva en diferentes ocasiones, pero solo fue en el Perú donde estas rebelio-
nes llegaron al punto de que los chinos pudieron tomar el control de una ha-
cienda. Esta diferencia se basaba en el estatus de Cuba como una sociedad
204
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

colonial esclavista y el estatus del Perú como una república incipiente que había
eliminado la esclavitud. En Cuba los hacendados estaban mejor protegidos del
peligro de las rebeliones chinas porque podían causar divisiones entre los escla­
vos y culíes para controlar mejor a ambos grupos y porque el gobierno colonial
era capaz y estaba dispuesto a dedicar más recursos a vigilar el campo para erra­
dicar rápidamente cualquier disturbio. El Perú, en cambio, tenía un gobierno
nacional débil que no podía controlar adecuadamente las zonas rurales. La falta
de esclavos hizo aún más difícil mantener una fuerza laboral dividida.
A pesar de estas diferencias con respecto a los levantamientos chinos, la
guerra creó las condiciones para grandes rebeliones de chinos en Cuba y el Perú.
Miles de chinos se unieron al bando cubano en la Guerra de los Diez Años,
mientras que miles se unieron a los chilenos durante la Guerra del Pacífico. Estos
actos eran diferentes de las acciones de chinos que se rebelaban por su cuenta
y tomaban una hacienda. En estos dos casos de guerra los rebeldes se unieron
a movimientos más grandes que ellos no iniciaron. La ruptura de la autoridad
gubernamental en el este de Cuba y la debilidad del gobierno en la costa perua­
na les permitió a los chinos participar en luchas políticas. A pesar de la evidente
diferencia entre los chinos que luchaban por la nación cubana y los chinos que
apoyaban a los enemigos del Perú, en ambos casos, las acciones de los chinos
reflejaban su deseo de obtener la libertad.

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17485
Capítulo 5
Crónicas de José Martí sobre
la inmigración china en California
Manuel Ramón Castro Hernández1

Introducción

El 10 de agosto de 1881, el escritor y revolucionario cubano José Martí arriba


por segunda vez a Nueva York para exiliarse en esa ciudad; en ella reside hasta
el 30 de enero de 1895, fecha en que parte hacia la Guerra Necesaria (1895-
1898) que él mismo había organizado desde suelo estadounidense para liberar
a la isla de Cuba del colonialismo español. En 1880, a raíz de su segunda de-
portación de su tierra natal, había viajado por primera vez a la cosmopolita
ciudad del Este de los Estados Unidos residiendo allí por espacio de un año
junto a su esposa y su pequeño hijo, pero circunstancias personales lo llevan a
Venezuela, donde en vano trata de establecerse para reconstruir su hogar. Dis-
crepancias políticas con el presidente Guzmán Blanco le hicieron retornar a los
Estados Unidos, luego de una fructífera estadía de escasos seis meses en tierras
venezolanas donde colabora con el periódico caraqueño La Opinión Nacional,
imparte clases de las asignaturas Gramática francesa y Literatura en el Colegio
Santa María, traduce artículos en inglés para el mencionado diario y funda la
Revista Venezolana, germen de sus concepciones estéticas sobre la escritura que

1
Manuel Ramón Castro Hernández. M. Sc. en Cultura latinoamericana y aspirante a Doctor en
Cien­cias Literarias por la Universidad de La Habana. Profesor de Historia y cultura cubana de la
Uni­versidad de Camagüey Ignacio Agramonte Loynaz, Cuba. Correo electrónico: mcastrohndez@
gmail.com

211
212
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

demandan los nuevos tiempos que vive el mundo y, en particular, Hispanoamé-


rica: “el escritor ha de pintar como el pintor”, sentencia en el primer número
de los dos que llega a publicar.
Su retorno a los Estados Unidos estará signado por dos objetivos: liberar a
Cuba de la opresión española y expresar su pensamiento independentista, re-
volucionario, antirracista y antimperialista mediante la escritura, su arma de
lucha más preciada. Durante el lapso de casi quince años que median entre su
permanencia en Nueva York y su partida hacia la guerra en Cuba, donde mue-
re en combate, escribe lo más significativo de su obra, especialmente sus cróni-
cas sobre los Estados Unidos, como corresponsal de importantes periódicos
hispanoamericanos, entre ellos, La Opinión Nacional de Venezuela, El Partido
Liberal de México, y La Nación de Argentina. Estos diarios constituían una fuen-
te esencial de información y comunicación en las jóvenes repúblicas del sur
latinoamericano; en ellos se publicaron sus Escenas norteamericanas2, cientos de
crónicas que Martí nombró de esta manera y que tenían como centro temático
la realidad inmediata del país del Norte.
En suelo norteamericano adquirió el “Apóstol de Cuba” la madurez de su
pensamiento político y su plenitud intelectual; allí consolidó su genialidad
creado­ra de poeta, orador, traductor, ensayista y periodista (aunque él mismo
no se otorgó nunca tal calificativo). Ese país le ofreció al corresponsal cubano
la oportunidad de apreciar y documentar disímiles ámbitos de la vida social,
política, cultural y económica de los Estados Unidos; así como mostrar su admi­
ración por el espíritu democrático, moderno, que alentaba su progreso; reseñar
la grandeza de eminentes personalidades o alabar los avances de aquella nación
en materia tecnológica, pero también censurar, criticar sus males sociales inter-
nos y sus proyecciones hegemónicas con respecto a los países del continente
americano, especialmente sus intenciones imperialistas de anexar a Cuba y Puer-
to Rico.

2
Escenas norteamericanas es el título con que José Martí sugirió a su albacea literario Gonzalo de
Quesada, la publicación de sus escritos periodísticos sobre los Estados Unidos, antes de partir a
la guerra de 1895 en Cuba.
213
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

Figura 1. José Martí en su despacho de 120 Front Street,


Nueva York, pintado por el sueco Herman Norrman hacia 1891

Fuente: Retrato de Martí. Herman Norrman. Óleo sobre tela.


Colección Casa Natal de José Martí. Fotografía no. 0013.

Por otra parte, el establecimiento de Martí en Nueva York coincide con un


momento trascendental en la transformación de los Estados Unidos, nación que
tiene su despegue económico luego de concluida la Guerra Civil en el año 1865.
Es una de las etapas más dramáticas y a la vez decisivas en su desarrollo, donde
el coloso norteamericano experimentó una vertiginosa transición de economía
agrícola a fabril: “entre 1865 y 1900 aquel inmenso país se transformó en una
sociedad urbana, industrial y multicultural cuya población creció de 31 millones
en 1860 a 50 millones en 1880 y a 70 millones en 1890”4. Las dos causas fun-

3
Véase: http://www.josemarti.cu/album/pinturas/#breadcrumbs. En el sitio internet se señala
como nombre del pintor “Hernan Norman”, pero el investigador cubano Ibrahim Hidalgo Paz
considera que la ortografía es “Herman Norrman”.
4
Gail Martin y Gerald Martin, “Los Estados Unidos en que vivió Martí”, en José Martí en los
Estados Unidos. Periodismo de 1881 a 1892, coord. Roberto Fernández Retamar y Pedro Pablo
Rodríguez (México: Archivos, 2003), 1802-1847.
214
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

damentales de este acelerado crecimiento poblacional se centraban fundamen-


talmente en el auge de la indetenible revolución que significaron sus industrias
y la constante dinámica que cada año otorgaba a su demografía la llegada en
masa de obreros inmigrantes.
Desde 1881, este contexto llama poderosamente la atención de Martí y lo
conduce a mostrar, mediante su periodismo, los conflictos generados por esa
presencia multicultural, sobre todo, en estados bien distantes de Nueva York,
en este caso California. Entre las situaciones particulares que allí se suscitan
está la abierta e irracional discriminación hacia las comunidades chinas. Sin
embargo, a pesar de la novedad que estas problemáticas representaron para su
labor como corresponsal, de alguna manera ya tenía nociones preliminares del
rechazo social que padecían los chinos en América, específicamente en Cuba,
pues en cierto sentido había interactuado con ellos desde su infancia y adoles-
cencia en La Habana colonial, uno de los destinos más importantes del tráfico
de culíes hacia la primera mitad del siglo xix5.
Hijo de padres españoles, nació Martí el 28 de enero de 1853 en La Haba-
na, pocos años después de que fueran introducidos en Cuba los primeros culíes
chinos en el vapor Oquendo, en 1847. En 1871, con solo 17 años, es condenado
por un Consejo de Guerra ordinario a seis años de cárcel y trabajos forzados en
las Canteras de San Lázaro, La Habana6. Al transcurrir seis meses en presidio,

5
En este punto no concordamos totalmente con el criterio de Ariela Schnirmajer cuando afirma
que en Martí: “Su interés en los chinos obedece a la rareza y novedad que significa esta colecti-
vidad asiática, ajena al mundo americano”, dado que en sus crónicas escritas entre 1881-1885
prima lo que pudiéramos llamar un enfoque histórico, sociológico, culturológico, que experimen-
ta incluso una determinada evolución, como se demuestra en este estudio. No obstante, resultan
esclarecedores otros criterios de esta autora sobre la interacción de los chinos con emigrados
europeos en los Estados Unidos, las dificultades que enfrentan estas comunidades para adaptar-
se a la vida moderna debido al fuerte arraigo que muestran en sus costumbres, y las lecturas
múltiples que emanan de las crónicas martianas, donde el corresponsal cubano alerta a las jóvenes
repúblicas hispanoamericanas sobre los peligros de la inmigración indiscriminada y sus efectos.
Sobre estas cuestiones puede leerse: Ariela Schnirmajer, “Minorías sociales y heterogeneidad:
Martí y la inmigración europea”, Anclajes XV, no. 1 (junio 2011): 49-59, https://dialnet.unirioja.
es/servlet/articulo?codigo=4794333
6
A fines de 1870, en un registro practicado por las autoridades españolas en la casa de su maestro
y mentor, Rafael María de Mendive, hallan una carta escrita por Martí para su condiscípulo
215
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

y por gestiones de su madre, fundamentalmente, es conmutada su sanción por


el destierro hacia España (su primer destierro). La ruda experiencia lo lleva a
escribir y publicar en Madrid, recién llegado en 1871, su alegato-testimonio El
presidio político en Cuba donde denuncia abiertamente los desmanes del colonia-
lismo español en la Isla. En esta obra suya, considerada como texto medular
para entender la evolución de su pensamiento ético y político posterior, se halla
su primera mención a los chinos de La Habana; en ella, la primera y dolorosa
impresión, la condolencia ante la muerte de un “desventurado chino” enfermo
del cólera, ignorado por el médico de la cárcel:

Lo recuerdo, y lo recuerdo con horror. Cuando el cólera recogía su haz de víctimas


allí, no se envió el cadáver de un desventurado chino al hospital, hasta que un
paisano suyo no le picó una vena, y brotó una gota, una gota de sangre negra, coa-
gulada. Entonces, sólo entonces, se declaró que el triste estaba enfermo. Entonces;
y minutos después el triste moría7.

Esta es la única referencia que hasta nuestros días se tiene de su mirada a los
chinos de La Habana colonial, al menos en lo que a vivencia se refiere; sin em-
bargo, en apuntes suyos escritos entre 1885-1895 hay breves anotaciones sobre
la composición étnica de Cuba por aquellos años, dentro de la que reza el núme­
ro de chinos que habitaban la Isla, así como su condición social. Pero, en particular,
hay un apunte en que plasma su opinión sobre la “legalidad” y carácter justo de
la contratación de culíes o jornaleros: “En 1860, junio: Reglamento para la introduc-
ción de trabajadores chinos. ¿Qué iba de él a la esclavitud?”8; evidencia de que nunca

Carlos de Castro y Castro donde llama apóstata a su compañero por haberse alistado en el cuer-
po militar de voluntarios españoles.
7
José Martí, “El presidio político en Cuba”, en Obras completas. Edición crítica. t. 1 (La Habana:
Centro de Estudios Martianos, 2009), 85.
8
José Martí, Obras completas. t. 22 (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1975), 182.
También refirió Martí de manera indirecta y sintética, en un artículo de su periódico Patria
fundado en Nueva York, el valor de los chinos-mambises que habían luchado en Camagüey, Cuba,
durante la guerra de 1868-1878, bajo el mando del Mayor general Ignacio Agramonte y Loynaz.
216
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

estuvo de acuerdo con las duras condiciones de ese sór­dido proceso que signifi-
có una trasplantación geográfico-cultural para los hijos del Celeste Imperio.
Entrando en un terreno ciertamente especulativo, es válido decir que du-
rante su niñez y adolescencia Martí debió interactuar de alguna manera con los
inmigrantes chinos que residían en La Habana, pues, por ejemplo, hacia 1871
ya se había comenzado a consolidar el barrio chino de las calles Zanja y Dra-
gones, a pocos metros de su morada, con una notable representación de chinos
californianos que habían amasado cierta fortuna o que venían a recomponer sus
vidas, dejando atrás el insostenible ambiente de discriminación que se respira-
ba en el Oeste norteamericano. Además, se trataba de una población significa-
tiva en número, que no podía pasar desapercibida de ninguna manera.
En este sentido, el prestigioso investigador cubano Juan Pérez de la Riva
plasma en su magnífico estudio Los culíes chinos en Cuba (1840-1880). Contribu-
ción al estudio de la inmigración contratada en El Caribe que, mediante un padrón
realizado en La Habana, en 1872, —al año siguiente de la primera deportación
de Martí— se constató la presencia de “4808 chinos en la ciudad; una signifi-
cativa población compuesta por 1553 contratados, 2254 libres y el resto viviendo
en cimarronaje”9. Esa comunidad que residía en la capital cubana estaba emplea­
da en duros oficios, ya fuera en el puerto o los ferrocarriles; también realizaba
diferentes actividades domésticas: venta de alimentos y de artículos menores.
Todo esto lleva a suponer que, evidentemente, no debieron pasar inadvertidos
para el adolescente independentista, tampoco la discriminación que sufrieron,
pues formaron parte de su entorno vital cotidiano.
Posiblemente, aquel triste recuerdo del presidio habanero y sus remem-
branzas de la presencia china en La Habana de los setenta, debieron aflorar en
el antirracista cubano en 1881 cuando, por razones de fuerza mayor, se radicó
definitivamente en los Estados Unidos y pudo constatar, aun en circunstancias

De hecho, más de 5.000 chinos dieron su aporte a la causa independentista cubana en aquella
contienda bélica.
9
Juan Pérez de la Riva, Los culíes chinos en Cuba (1847-1880). Contribución al estudio de la inmigra-
ción contratada en el Caribe (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 2000), 197-200.
217
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

y contextos diferentes, la sombra perseverante de la discriminación hacia los


chinos. Sus crónicas en tierra norteamericana tienen algo de esas vivencias,
ya que seguramente tenía criterios preconcebidos sobre la inmigración china a
la que consideró, por sobre todos los aspectos, una población en extremo labo-
riosa y sacrificada. Estos valores inherentes a esa cultura asiática los ponderó
Martí en su ética de hombre occidental, como principios cimeros que debía poner
en práctica todo ser humano en su paso por la vida.
Todo lo dicho hasta ahora es argumento suficiente para comprender el
alcance de las crónicas de Martí sobre la inmigración china en California,
Estados Unidos, poniendo nuestras miras, tanto en la arista social como huma­
na, de acuerdo con los antecedentes que hemos descrito. Para lograrlo, es obje-
tivo del actual estudio analizar las circunstancias en que se produce el arribo
de chinos a ese estado del Oeste, las tristes condiciones en que transcurren
sus vidas en aquel lugar, y la repercusión a nivel gubernamental y social que
tuvo la Ley de exclusión del 6 de mayo de 1882, según refiere el intelectual
cubano en cuatro de sus crónicas donde aborda los tópicos “San Francisco contra
los chinos”, “Los Estados Unidos cierran sus puertas a los chinos”, “El presi-
dente opone su veto al acuerdo de la Casa de Representantes que cierra los
Estados Unidos a los chinos” y “Asesinatos de chinos. El chino en los Estados
Unidos”, escritas entre 1881 y 1885. También proponemos un breve análisis
sobre el impacto que tuvo para la nación norteamericana los conflictos genera­
dos a raíz de la presencia china, mediante un breve acercamiento a los mensajes
presidenciales de Groover Cleveland y Benjamin Harrison, en 1886 y 1889 res-
pectivamente, los que son comentados por Martí para La Nación, de Argentina.
Como fuentes bibliográficas básicas se han utilizado dos ediciones de las
Obras completas de José Martí. La primera, publicada por la Editorial de Ciencias
Sociales de La Habana, Cuba, en 1875, compuesta por 28 tomos; y la otra, mu­
cho más reciente y aún en proceso de culminación10, las Obras completas. Edición

10
La edición crítica es el resultado de un gran empeño llevado a cabo por un equipo de presti-
giosos investigadores de la obra martiana, dirigidos por el Dr. C. Pedro Pablo Rodríguez. A esta
nueva edición se han incorporado numerosos textos de Martí que no estaban incluidos, por ra-
218
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

crítica. La Habana: Centro de Estudios Martianos, 2009. En aras de esclarecer


a los lectores, es necesario decir que Martí enviaba sus crónicas en forma de
correspondencia para los diarios hispanoamericanos; en ellas incluía más de un
asunto de actualidad, a los que por lo general daba seguimiento, como es el caso
del que se ha seleccionado para este trabajo. De ahí que, al consultar sus cróni-
cas encuentre que hay más de un asunto en ellas.
Los temas o tópicos seleccionados, ya mencionados en el párrafo anterior,
tienen como hilo conductor la tensa situación de los emigrados chinos en Ca-
lifornia, el agravamiento del conflicto económico-racial y su desenlace político
en la Ley de exclusión de 1882. Este estudio temático se organiza cronológica-
mente, desde los primeros indicios o noticias que sobre el conflicto migratorio
californiano ofrece Martí en la Sección Constante del periódico La Opinión
Nacional de Caracas, hasta su última crónica sobre el tema escrita en 1885 y
publicada en La Nación donde expone la matanza de chinos y sus modos de vida
en el estado de San Francisco. También se analiza el alcance gubernamental del
conflicto migratorio después de la Ley de exclusión. Todo ello contribuye a un
mejor conocimiento sobre esta parte de la obra martiana, y ayuda a conformar
una mirada de conjunto para comprender hechos que no podrán desligarse
nunca de la historia común entre los Estados Unidos y China, documentados
en esta ocasión por un intelectual cubano, latinoamericano.

Antecedentes de las crónicas martianas en


la Sección Constante de La Opinión Nacional

A solo diez días de su llegada a Nueva York en el vapor Claudius envía Martí,
junto con su primera crónica de las Escenas norteamericanas dedicada al entonces

zones diversas, en ediciones anteriores. Actualmente se han publicado 29 tomos que recogen los
escritos de Martí hasta el año 1888.
219
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

presidente James A. Garfield (1831-1881)11 que padece por un atentado con


arma de fuego, noticias de actualidad para la Sección Constante de La Opinión
Nacional, entre ellas una que alude al Tratado de San Petersburgo: “Se ha firma­
do un tratado de Rusia y China, en que Rusia retiene la mayor parte del terri-
torio de Kuldja, que había invadido sin derecho”12. Esta noticia la envía hacia
Caracas, justo el mismo día en que se ratifica el tratado, vigente desde el mes
de febrero.
Ese pacto entre China y Rusia tuvo un carácter similar al de otros tratados
que China firmó con potencias del Occidente. Por lo general, su posición en
ellos fue desventajosa. En esta ocasión el imperio eslavo devolvía a China la
ciudad y la región fronteriza de Kuldja o Ili, que habían sido ocupadas por ellos
desde 1871, al igual que los pasos de Tian Shan, todo a cambio de una indem-
nización de nueve millones de rublos que cubriese los gastos de ocupación.
Aunque la información ofrecida por Martí es muy sintética, deja al menos
vislumbrar el balance negativo que tuvo para la dinastía Qing (1644-1911) ese
arreglo. La noticia debió constituir para él, un referente de valor sobre la rea-
lidad política que estaba viviendo el Celeste Imperio por aquellos años. Esa fue
su primera comunicación desde suelo neoyorquino sobre lo que acontecía en
la nación asiática, mas no la única, pues sería solo el inicio de otras colabora-
ciones suyas dedicadas a China que se publicaron en la Sección Constante del
mencionado diario venezolano, entre 1881 y 1882.
La Sección Constante, creada por el director de La Opinión Nacional, Faus-
to Teodoro Aldrey (1825-1886), tenía como objetivo dotar de aires modernos
a su periódico. El 4 de noviembre de 1881, en un aviso, este periodista español
radicado en Venezuela comunica a sus lectores: “nos importa el hablar a nuestros
benévolos lectores incesantemente, de historia, letras, biografías, curiosidades
y ciencias”13. Martí envió alrededor de 112 colaboraciones para dicha sección;

11
Presidente de los Estados Unidos entre marzo y septiembre de 1881.
José Martí, Obras completas. Edición crítica. t. 9 (La Habana, Centro de Estudios Martianos, 2019), 21.
12

Las noticias de la Sección Constante fueron firmadas por Martí con el seudónimo M. de Z.
13
José Martí, Obras completas. t. 23 (La Habana: Editorial de Ciencias Sociales, 1975), 57.
220
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

textos breves en sus inicios que poco a poco fueron ganando en extensión y
despliegue estilístico. En ellos trató disímiles temas de inmediatez, curiosidades,
noticias sobre hallazgos insólitos, acontecimientos relevantes acaecidos en los
Estados Unidos o en otras latitudes, novedades tecnológicas, entre muchos más.
El común denominador de esas noticias radicó en que tenían como base fuen-
tes hemerográficas diversas, por lo general escritas en otros idiomas, y que él
rescribió al español impregnándoles su estilo14.
Esa dinámica de trabajo no solo se convirtió en un medio de vida para el
intelectual cubano, sino que fue uno de sus principales aportes al proceso de
mo­dernización que experimentaba la prensa latinoamericana a inicios de la
década del ochenta, como ya se subrayara antes. En correspondencia con esa
misión de informar pone Martí sus miras en diversos pueblos y culturas, por
consiguiente, en hechos o acontecimientos que son el producto de esa moder-
nidad pujante que aflora en los Estados Unidos. Una de las noticias más ilus-
trativas al respecto es precisamente la de la difícil convivencia que se produce
en Nueva York con algunos inmigrantes chinos, debido a la proliferación de sus
garitos en los barrios marginales de la ciudad:

Existen en Nueva York casas nauseabundas organizadas por chinos a donde muchos
americanos acuden a fumar opio. Allí se puede ver a los fumadores, lívidos y ebrios,
tendidos como leños por las tarimas, al lado de la hedionda taza y de la larga pipa.
Salen de las casas de fumar, como cadáveres, aunque algunos ricos extravagantes
han montado con lujo habitaciones para fumar opio; las casas donde este culpable
vicio se fomenta están en los barrios bajos. Allí se alquila una pipa, un puesto en la
tarima y el derecho de envilecerse15.

14
A propósito de este particular se recomienda la lectura de Alejandro Herrera Moreno, “Fuen-
tes y enfoques del periodismo martiano: Alarma de incendio, Una fotografía en un revólver y Freno
eléctrico”, Anuario del Centro de Estudios Martianos 39 (2016): 77-88.
15
Martí, Obras completas. Edición crítica. t. 12, 15.
221
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

Se trataba posiblemente de un fenómeno social no muy divulgado en los medios


oficiales de América Latina, de una mancha que comenzaba a tornarse visible y
que ofrecía una cara poco feliz de la cosmopolita Nueva York, emblema del
progreso; aunque, a decir verdad, mostraba una imagen negativa de la inmigra-
ción china en esa urbe. Sin embargo, algunos años después Martí se acerca de
forma más profunda al mismo fenómeno en una crónica de 1886 que se publi-
ca en La Nación de Buenos Aires, para hacer notar que en torno a tan condenable
práctica gravita la corrupción policial y la indiferencia consciente de institucio-
nes gubernamentales. Reconoce que se trata de algunos chinos y exhorta a sus
compatriotas honestos para que los enfrenten y pongan fin a ese oscuro modo
de vida que empaña la imagen de una inmigración pacífica y muy laboriosa. A
propósito de ello afirma: “Pero este pueblo, implacablemente sensato, estrujará
de una puñada a esos gusanos que le andan en la entraña”16.
El 5 de noviembre de 1881, contentiva de halago y asombro, es publicada
en La Opinión Nacional otra noticia suya muy breve que trata sobre la inteligen-
cia y las habilidades mostradas por un chino en un juzgado de la ciudad de
Nueva Jersey: “Un chino defendió a un compatriota suyo ante un tribunal, y su
defensa fue elocuente y hábil. En Paterson”17. Con ella continúa construyén-
dose quizás una percepción de los chinos, de sus aptitudes para aprender otra
lengua, de su adaptación a las condiciones y circunstancias del país al que han
emigrado.
Además de estas cuestiones relacionadas con la inmigración china en el Este
de los Estados Unidos, el joven corresponsal también colabora con novedades
sobre la lejana China, en lo que pudiéramos denominar una breve secuencia de
interesantes temas:

Los tiempos andan. Cuarenta años hace, era castigado como criminal en China el
extranjero que aprendía la lengua del país, o el chino que la enseñaba a un extran-

16
Martí, Obras completas. Edición crítica. t. 23, 50.
17
Martí, Obras completas. Edición crítica. t. 12, 17.
222
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

jero. Aún después del tratado de Nankín, sólo en cinco lugares podían vivir los
extranjeros en el Imperio, y sólo a distancia que pudiese ser recorrida en doce
ho­ras se permitía alejarse de los puertos del tratado a los europeos. Hoy, todo el
Imperio está abierto. De las 18 provincias, en trece hay misioneros establecidos
con sus familias, se predica el evangelio y circulan libremente obras cristianas18.

El recelo hacia la presencia extranjera y cómo había “menguado” progresiva-


mente ese sentimiento a partir de los intercambios masivos con occidentales,
son los principales elementos que destaca. Es de suponer que una información
de tal naturaleza fuera una novedad para los lectores latinoamericanos, en tan-
to caracterizaba ontológicamente a los chinos, pero sobre todo, porque trataba
de un gran dilema histórico, una verdadera encrucijada para ese pueblo asiático
que en el devenir del siglo había tenido que transformar su mentalidad colec-
tiva e irla atemperando a las circunstancias de nuevos tiempos, donde el trato
con occidentales demandaba —de manera forzosa casi siempre— el abandono
de comportamientos cerrados.
No en vano en la noticia subyacen, a modo de iceberg, claves históricas de
lo que fue el Tratado de Nankín de 1842 con el cual se puso fin a la Primera gue­
rra del opio, donde Inglaterra se erigió como nación más favorecida en China
y consolidó su señorío sobre los enclaves portuarios estratégicos de Cantón,
Fuchou, Shanghái, Ningbo y Amoy, obligando también al Imperio chino a ceder
sus derechos sobre Hong Kong y a pagar una elevada indemnización monetaria
de 21 millones de dólares plata19. Este tratado implicó, sin dudas, una mayor
apertura a la avalancha occidental sobre los territorios chinos.
Esa circunstancia histórica fue para los chinos de aquella época un proble-
ma bien complejo que generó debates y conflictos internos, pero les abrió el
diapasón a nuevas formas de relacionarse con el mundo. De singular conteni-

18
Martí, Obras completas. Edición crítica, t. 12, 28.
19
Shen Hu, “Historia de las relaciones entre China y las potencias imperialistas (1840-1925)”, en
Selección de lecturas de Historia general de Asia (La Habana: Editorial Pueblo y Educación, 1987), 12-27.
223
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

do es también la noticia martiana del 14 de noviembre de 1881, en la que ofre-


ce un breve panorama sobre la irrupción de la modernidad occidental en
algunos países de Asia:

A la par que en China parece vencedor, por algún tiempo al menos, el partido que
rechaza todas las innovaciones de origen europeo, en el Japón se abre paso con
rapidez creciente el espíritu moderno. Merced a la lectura asidua del evangelio de
San Juan, sesenta familias de Kioto se han convertido al cristianismo. Otra con-
versión notable ha tenido lugar por aquellos mundos: de un sacerdote budista, que
ha abrazado en Mutwal la fe católica. Secla Vinala se llama el sacerdote; pero los
nombres de los padrinos son más notables que el suyo: Parampatibandige Manuel
Fernando Anavi Rala se llama el padrino, y la madrina Parampatibandige Ange-
lina Fernando20.

Aunque matizada con fino humor que se adecua al perfil editorial de la Sección
Constante, vuelve de alguna manera a tocar la cuestión del apego a la tradición,
el comportamiento hermético y receloso de los chinos con respecto a lo que
viene de afuera, específicamente de Europa. Para realzar esa idea establece un
paralelo entre la replegada China y otras dos naciones asiáticas que ceden a ese
espíritu moderno representado por el catolicismo: Japón y Sri Lanka. El co-
rresponsal hace notar cómo en ese viejo vehículo de penetración ideológica hay
algo de impostado que fractura el credo religioso tenido por tradición en Sri
Lanka; de ahí la graciosa deformación de los nombres en los recién bautizados.
Con esta noticia ejemplifica, inconscientemente, el traído concepto de hi-
bridación cultural o contagios culturales que se produce con la modernidad. A
propósito de este concepto, el investigador norteamericano Ivan Schulman re-
fiere: “En el siglo xix la hibridación social y cultural ligada a la modernización
del mundo cobró una intensidad debida, en gran parte, a los revolucionarios
conceptos decimonónicos del espacio y del tiempo, las innovadoras teorías cien-

20
Martí, Obras completas. Edición crítica, t. 12, 38.
224
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

tíficas respecto a la naturaleza de la conciencia, y el crecimiento de los medios


rápidos de comunicación y transporte”21.
Al margen de lo anterior, es válido decir que vio Martí con entusiasmo la
asimilación de algunos códigos modernos en el Japón, sobre todo en el ámbito
tecnológico. Esto se percibe cuando informa sobre los cientos de kilómetros
con que cuenta el tendido del telégrafo hacia 1881, o sobre las experiencias que
recopilan jóvenes estudiantes japoneses, a solicitud del Mikado, en prestigiosas
universidades de Europa o de los Estados Unidos.
Es también en la propia Sección Constante que alude por primera vez al
arribo de chinos a tierras norteamericanas, en una noticia que circula en La
Nación, el 31 de enero de 1882. Haciendo algunas deducciones, los sucesos que
presenta pueden situarse cronológicamente entre diciembre de 1881 o inicios de
enero de 1882. A juicio nuestro, muy poco se aviene con la línea editorial esta-
blecida por Teodoro Aldrey. En ella documenta Martí las duras circunstancias
en que son recibidos los contratados chinos que llegan a California en busca de
una vida próspera y de medios con qué ayudar a las familias que dejaron atrás:

A pesar del clamor hostil con que los inmigrantes europeos reciben a los chinos
en California, a tal punto que es ya allí un grito de combate este grito: “¡Los chinos
deben irse!”, no cesan de ir inmigrantes de Oriente en todos los vapores que de
China hacen el viaje a California, donde se les somete a toda clase de ridículas
posturas y bochornosos exámenes, como único medio de hallar el opio que los
inmigrantes astutos traen oculto entre sus anchos vestidos, o en la suela de sus
gruesos zapatos, o en la cola de su larga cabellera. No hay vigilancia bastante para
burlar la astucia de los chinos. Luego que han sido registrados, y que les han es-
trujado sus ropas, deshecho sus baúles, destrenzado sus cabellos y palpado su cuer-
po, los marcan con una cruz de yeso, como hacen en las aduanas con los baúles, y
son recibidos por una de las seis compañías de inmigración, que retiene al chino

21
Ivan Schulman, “La mirada martiana del Oriente frente a la globalización modernista”, Honda
36 (2012): 23.
225
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

en su poder, y usa según contrato del producto de su trabajo, hasta que se resarce
del dinero que ha gastado con su viaje22.

En esta noticia se hace vocero del sórdido sistema de contratos que atrae en
masa a miles de chinos y los somete a penosas situaciones, so pretexto de evitar
la entrada del opio. Pone sus miras en un fenómeno social que luego documen-
ta de manera más exhaustiva a través de sus crónicas: la fuerte discriminación
que hay contra los inmigrantes chinos en California. Deja entrever que se tra-
ta de un lucrativo negocio, de una maquinaria indetenible.
Esa idea va a persistir en la escritura martiana de esos años, pues la humi-
llante recepción que dan a los chinos en California formaba parte de un proce-
dimiento establecido para todos los inmigrantes pobres que viajaban por miles
hacia los Estados Unidos. En crónica del 21 de enero de 1882, publicada en La
Nación de Argentina bajo el título Carta de Nueva York, el corresponsal cubano
alude al arribo masivo de europeos a esa cosmopolita ciudad; ellos también son
víctimas de un trato similar en vilipendios, pero todavía muy distante del que
les espera a los chinos en las tierras lejanas del Oeste californiano: “y los áridos
pueblos de la entrada del Báltico han enviado a esta comarca de bosques opu-
lentos dieciséis mil neerlandeses. ¡Y cómo vienen, hacinados en esos vapores
criminales! No los llaman por sus nombres, sino los cuentan por cabeza, como
a los brutos en los llanos”23.
La introducción masiva de inmigrantes constituía uno de los negocios más
prósperos de la economía norteamericana por aquellos años. Atraía fuerza de
trabajo numerosa en origen y costumbres, generalmente a hombres en busca
de fortuna que no necesitaban calificación laboral, ni siquiera conocer la lengua
del país. El propósito era emplearlos en duros oficios que daban sustento al gran
entramado de la industria. Ellos, como los minerales o productos que salían de
su esfuerzo también eran materia prima, pero materia prima humana. El bene-

22
Martí,Obras completas. Edición crítica. t. 12, 179.
23
Martí,Obras completas. Edición crítica. t. 9, 219.
226
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

ficio económico que ellos representaron es expuesto en detalle por Ross Ro-
bertson en su Historia de la economía norteamericana. A propósito, ese historiador
nos dice:

El comercio norteamericano se benefició grandemente de la inagotable fuente de


trabajadores sin oficio o semicapacitados. Las compañías de vapores que los trajeron
a América y los ferrocarriles que los condujeron a su destino fueron los prime­ros
en beneficiarse. Pero quienes ganaron más fueron las compañías manufactureras
y mineras, por cuanto pudieron expandir sus operaciones para hacer frente a mer-
cados crecientes sin aumento en los costos de mano de obra de baja categoría.
Además, el influjo de inmigrantes significaba una clientela mayor para los mino-
ristas norteamericanos, más compras de artículos manufacturados a bajo costo, y
un mercado enormemente agrandado de casas-habitaciones.
Desde los días de la Guerra Civil hasta la terminación de la primera guerra
mundial se produjo una lucha constante entre los proponentes y adversarios de la
restricción sobre la inmigración. En 1864, ante la insistencia de intereses manu-
factureros, el Congreso aprobó la ley que regulaba los contratos de trabajo, según
la cual se autorizaba la concertación de contratos en el exterior para importar
trabajadores extranjeros permitiéndose el establecimiento de la American Emigrant
Company para actuar como agentes de los comerciantes norteamericanos. Esta ley
tuvo el efecto práctico de hacer venir al país a obreros cuya situación se distinguía
poco de la de sirvientes contratados24.

Era obvio que Martí, atento como estaba al pulso de aquella sociedad moderna
sobre la que escribía, cuestionara esos mecanismos. De hecho, la difícil realidad
de los inmigrantes pobres —incluidos los chinos— sobre la que constantemen-
te enfoca sus noticias y crónicas, tiene un objetivo bien definido que consiste
en mostrar su desacuerdo con una opción de desarrollo que a su juicio es la cau-

24
Ross Robertson, Historia de la economía norteamericana (Buenos Aires: Editorial Bibliográfica,
1959), 376-377.
227
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

sa de muchos males sociales. Por encima de los beneficios económicos que


obviamente reporta, ve en la inmigración desordenada e inculta un gran pro-
blema, que a corto y largo plazo genera graves conflictos porque considera muy
difícil armonizar a pueblos tan diversos en un mismo espacio geográfico; por
tales razones, a la conducta hostil de los obreros blancos contra los chinos, a las
consecuencias de los altercados entre ellos, dedicará trascendentales páginas en
aras de reflejar los sinsabores que emanan de esa coexistencia multicultural,
multiétnica, que ubica a los obreros chinos del Oeste en el último eslabón de la
escala social.

“Los hombrecillos de ojos almendrados…”


y el conflicto obrero en California

Resortes políticos en torno a la Ley de exclusión

Corre el año 1882, han transcurrido apenas dos meses desde aquella última
noticia sobre la llegada de chinos contratados a California y en su correspon-
dencia titulada Carta de Neva York expresamente escrita para La Opinión Nacional,
fechada el 12 de marzo, Martí envía en extensa crónica el tópico “San Francis-
co contra los chinos”, retomando con mayor profundidad la angustiosa vida de
esos inmigrantes en aquel estado, cuestión que había esbozado en su noticia de
la Sección Constante. Esta crónica, publicada el 31 de marzo, refleja un ambien­
te de fuertes tensiones que se ha creado entre la comunidad china y los inmi-
grantes europeos:

Allá a lo lejos la gran ciudad de San Francisco ha sido teatro de la más extraña
lucha. De viejo viene siendo entre los chinos endebles y sumisos que hacen varias
y buenas labores a ruin precio, y los inmigrantes europeos que han menester de
trigo y de licores, y de telas costosas, y de familia, por lo que no pueden hacer a
precio ruin las labores en que, en lo barato y en lo hábil, le aventaja el chino. Al
228
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

fin, fue llevado al Congreso el problema arduo. Al fin el Congreso ha decidido que
cese la inmigración china en San Francisco. Ya no podrán venir, como venían, a
modo de rebaño, y a grandes millaradas, los hombrecillos de ojos almendrados,
rostro huesudo y lampiño, y larga trenza. Ya no podrá el hombre de China, a no
ser viajero, o mercader, o maestro, o enviado diplomático, o estudiante, o trabaja-
dor que hubiese estado en Norteamérica hasta noviembre de 1880, los cuales han
de traer muy minucioso pasaporte, pisar en busca de trabajo, tierra norteamerica-
na. En vano dijo un senador que la nación que hacía gala de llamar a todos los
hombres a su seno, no podía, sin que causase asombro, cerrar sus puertas y negar
sus campos a toda una raza respetuosa, útil y pacífica. En vano dijo un economista
que el Congreso de una nación, hecho a amparar los derechos de los nacionales,
no podía privarles del derecho de comprar barato, y en mercado libre, el trabajo que
necesitan para sus industrias. En vano imponentes grupos en la alta y baja Cámara
decían que prohibir la entrada de hombre alguno, y de un pueblo entero de hom-
bres, a esta tierra, era como rasgar con una daga la Constitución generosa de este
pueblo, que permite a todos los hombres el ejercicio libre y libre empleo de sí. En
vano toda la prensa buena del Este tenía a mal que en provecho de los inmigrantes
de Europa, ambiciosos y voraces, se compeliese a emplear trabajo caro a los fabri-
cantes del Oeste, y se cerrase la entrada del país a los inmigrantes de Asia25.

Desde este primer acercamiento a las circunstancias que motivaron la Ley de


exclusión del 6 de mayo de 1882 Martí muestra cierta simpatía hacia los inmi-
grantes chinos, motivada quizás por su conducta pacífica y laboriosidad que
difiere de los comportamientos del emigrado europeo, de ese obrero blanco al
que considera por naturaleza, ambicioso y violento. Para él, el inmigrante eu-
ropeo, sobre todo el irlandés, era potencialmente belicoso, portador de un pen-
samiento y una actitud anarquista que traía como rezago de viejas luchas y
frustraciones vividas en su suelo natal. No en vano refirió en cierta ocasión: “De

25
Martí, Obras completas. Edición crítica. t. 9, 287.
229
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

Europa viene a este país la savia y el veneno”26, pues esos trabajadores constituían
la fuente más numerosa entre los emigrados y daban un gran impulso al desa-
rrollo económico, pero a la vez estaban motivados por un desmedido afán de
lucro. Cuando sus demandas no se cumplían organizaban huelgas para exigir
sus derechos y este tipo de acción producía, con frecuencia, actos de escalonada
violencia social. Por eso, para el cubano, la inmigración europea (alemanes,
italianos, irlandeses y otros), pero sobre todo la irlandesa, era una masa consi-
derable que volcaba en el caldeado ambiente de los Estados Unidos su rica
experiencia en luchas sociales no siempre para bien de la nación: “Así como la
Europa arcaica podía venir en barcos, también podían arribar junto a ella ideas
radicalizadas y violentas, amenazadoras para la concreción de la democracia de
las nuevas repúblicas”27.
En medio de esas hostilidades que describe en su texto, el cronista crea de­
terminadas expectativas en torno a la medida gubernamental anunciada contra
los chinos en San Francisco y que todavía está por aprobarse como ley; pone a
consideración de sus lectores de América Latina los análisis que hacen repre-
sentantes de la política28 y la economía norteamericana sobre sus posibles re-
percusiones. A través de esas voces que indirectamente cita en su escrito hace
notar la inconveniencia política de la sanción solicitada por los californianos
contra los chinos, su carácter anticonstitucional y la imagen negativa que ofrece
al mundo sobre un país abierto para todos. Por otra parte, están las nefastas con-
secuencias económicas que inmediatamente va a generar el prescindir de una
mano de obra muy barata y eficiente, protagonista indiscutible del crecimiento
económico que paulatinamente está produciéndose en los Estados Unidos.
En esta crónica Martí comienza a exponer una idea que reitera en varias
ocasiones a través de sus escritos periodísticos y es precisamente su censura al
trato desigual que reciben en los Estados Unidos los inmigrantes chinos con

26
Martí, Obras completas. Edición crítica, t. 9, 50.
27
Schnirmajer, “Minorías sociales y heterogeneidad: Martí y la inmigración europea”, 51.
El senador George F. Hoor pronunció un largo discurso contra la Ley de exclusión el 1 de
28

marzo de 1882.
230
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

respecto a las otras comunidades de emigrados. Entrando en un terreno cier-


tamente especulativo, “los hombrecillos de ojos almendrados, rostro huesudo
y lampiño, y larga trenza” como los llamara el intelectual cubano, tenían un
lugar en el imaginario social estadounidense, entre muchas razones por lo que
aportaron a la construcción del ferrocarril transcontinental en el Oeste. Esos
miles de contratados prestigiaron con su esfuerzo a la Union Pacific Rail Road y
ese aporte debió trascender el tiempo y la memoria. Así lo recoge en su Historia
del ferrocarril el investigador Erwin Berghaus:

La más grande empresa de aquella década sufría, de la manera más imprevista, la


falta de personal. Los directores se estrujaban el cerebro. ¿Convenía probar con
los chinos? Estos habían aparecido en grandes familias a lo largo de la costa, des-
empeñando labores de modestos comerciantes o de “chicas para todo”. Algunos se
encargaban de enviar las ropas de los emigrantes a sus casas, por medio de juncos,
de donde regresaba limpia y planchada una eternidad después. “Para peón cami-
nero”, decían, “se necesita poseer una fuerte complexión. ¿Qué vamos a hacer con
estos hombres que pesan solo media libra?”. “Sin embargo”, se argumentaba, “ellos
han construido la obra más poderosa de todos los tiempos, la muralla china”. El
ensayo de emplear a un par de docenas de chinos en las obras dio excelentes resul-
tados. Al poco tiempo se alistaba a varios centenares.
Estos hombres frágiles, embutidos en sus blusas azules, demostraron poseer
una complexión infatigable, eran modestos y aprendían rápido, podían acarrear
hasta dos quintales sin perturbar la marcha del equipo, y sólo cobraban un dólar
diario. Los chinos se limitaban a sonreír cuando en las alturas de dos mil metros
nevaba permanentemente y rugían los aludes. A lo largo de un penoso e intermi-
nable invierno tan sólo se pudo avanzar en el interior de un túnel practicado en la
montaña. La nitroglicerina, el nuevo explosivo inventado en Suecia, causaba enor-
mes huecos en el granito. Los asiáticos cavaban y aseguraban las paredes de los
túneles29.

29
Erwin Berghaus, Historia del ferrocarril (Barcelona: Editorial Zeus, 1964), 182-183.
231
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

La cita de Berghaus, aunque envuelta en cierta burla hacia el oficio de lavande-


ros que realizaban algunos chinos, permite tener una idea del aporte que hicieron
a la nación norteamericana y de cuánto se aprovecharon los dueños capitalistas
de su esfuerzo; cuánto se les explotó otorgándole míseras pagas por un proyec-
to colosal, de tal magnitud que fue tildado en esa nación como el segundo
descubrimiento de América. Otros ejemplos muy ilustrativos que recoge este
mismo historiador se hallan, por ejemplo, en la culminación prematura que tuvo
el tendido de vías férreas en el Oeste, concebido para catorce años y ejecutado
solo en seis, en muy buena medida gracias al aporte de los chinos. En 1868 estos
obreros tendieron 10 millas de vías férreas en solo un día, es decir, 16,6 km.,
ganando una apuesta hecha por la Union Pacific. En aquella ocasión colocaron
con precisión matemática cinco pares de vías por minuto, lo cual fue toda una
proeza.
Martí conocía de la condición de estos hombres, los había visto conducirse
en La Habana de la Cuba colonial como ya hemos dicho, y quizás, por este
motivo se pone del lado de ellos. No es fortuito entonces que llame “extraña
lucha” al conflicto creado por los obreros europeos, esos que exigen la expulsión
de los inmigrantes chinos. Una lucha extraña, sin dudas, porque tanto europeos
como chinos conforman una masa explotada por los dueños de las empresas
capitalistas. Para el corresponsal cubano este conflicto debía tener, quizás, una
solución pacífica que apostara por establecer derechos elementales, en este caso
salariales, para todos los inmigrantes, y así restaurar la convivencia armoniosa,
pues la base de tanta xenofobia se producía precisamente por la inseguridad de
un mercado laboral sin reglas o leyes establecidas.
232
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Figura 2. Ilustraciones de chinos en San Francisco, California, 1880

Fuente: G. B. Densmore [¿?], The Chinese in California. Description of Chinese Life in San Francisco.
Their Habits, Morals and Manners. Illustrated by Voegtlin (San Francisco: Petti & Russ,
Printers and Publishers, 1880), 4, 79.

Hay en “San Francisco contra los chinos”, como en casi todas sus crónicas de
las Escenas norteamericanas, un interés marcado por mostrar zonas poco cono-
cidas de la realidad social estadounidense, por hacer visible los problemas que
padecen los asalariados. Su visión de los Estados Unidos, aun cuando alaba su
progreso, sus virtudes o su democracia, no es una visión deslumbrada o alaban-
ciosa, construida a la manera de otros escritores latinoamericanos que visitaron
de forma esporádica aquel país y vieron en aquella tierra el paradigma de la vida
moderna, la prosperidad. Según ha planteado la investigadora y profesora Ara-
cely Tinajero: “las crónicas martianas que representan a los chinos en Estados
Unidos revelan nada menos que los valores y las preocupaciones del apóstol en
aquella época finisecular tan rápida y amenazante”30.

30
Araceli Tinajero, “José Martí y los chinos en Estados Unidos”, Puente Ecfráctico, 28 de enero de
2009, http: http://gerrypinturavisual.blogspot.com/2009/01/jose-marti-y-los-chinos-en-estados.
html. El interesante trabajo de A. Tinajero se sustenta fundamentalmente en las teorías sobre el
233
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

Si hay en ella una mirada crítica hacia la sociedad norteamericana, especí-


ficamente hacia lo que pasa en California, también se debe a que está dando
cobertura a un fenómeno muy particular dentro del contexto de los años ochenta
del siglo xix. En esta década hubo un fuerte sentimiento antinmigrante, multi-
plicado paulatinamente con el impacto producido por cada nueva oleada. Según
esto, muchas de las tensiones sociales, consecuencia del propio sistema capita-
lista, eran achacadas a la presencia de los contratados foráneos. Como sucedía
con los chinos, la llegada de tantos inmigrantes ansiosos por ocupar puestos
laborales socavaba los esfuerzos de organización de otros trabajadores agrupa-
dos en sindicatos y esto hacía más compleja la situación.
En California, los odios se dirigían con mucha fuerza hacia la presencia
china como ya se ha hecho notar, considerada por otros obreros como un obs-
táculo del que debían librarse. El contexto de aquellas tierras era bien difícil y
así lo hace constar Martí. En esas regiones aún no se había completado el desa­
rrollo económico e industrial al que aspiraba el país, y por las propias condicio­nes
de vida y de trabajo que allí se desarrollaban, la mentalidad era aún rezagada
con respecto al Este. Esa noción nos la ofrece el pensador cubano en el continuo
de su extensa crónica:

Era un duelo mortal de una ciudad contra una raza. Por mantener la esclavitud de
los negros hizo una guerra el Sur. Pues por lograr la expulsión de los chinos hu-
biera hecho una guerra el Oeste. Se veía la nube sangrienta. Días antes del térmi-

orientalismo y la écfrasis (nexos entre la literatura y las artes plásticas, específicamente la versión
literaria de una obra plástica). La autora analiza desde esa perspectiva las representaciones im-
presionistas que hace Martí en sus crónicas de los chinos en la nación norteña, tanto de los que
viven en California como los que residen en Nueva York, distinguiendo al menos cuatro facetas:
primero, la tristeza e identificación de Martí con el chino que no puede entrar ni salir de los
Estados Unidos; segundo, idealización del chino héroe (crónica “Un funeral chino”); tercero,
admiración por la cultura china y sus costumbres (crónica “Una boda china”) y cuarto, presenta
al chino deforme, grotesco y borroso (elementos que se aprecian sobre todo en “Un funeral
chino”). Este abordaje, aunque resulta una aproximación válida desde las teorías asumidas por
la investigadora, transita por ejes de análisis que no se asumen en nuestra propuesta, porque
asumimos otras direcciones.
234
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

no del debate, la ciudad de San Francisco se replegó en silencio, como aquellos


antiguos caballeros, armados de hierro y oro se recogían a orar en la víspera de la
batalla, que llamaban velada de las armas. En la ciudad inmensa, inmenso silencio.
Era día de paseo y parecía día de combate. Daba miedo la calma. En sus casas, las
mujeres. En las calles, los hombres huraños, rojos y espaldados. En sus callejue-
las y rincones, los trémulos chinos. Pero en la hora de las juntas, fue toda la ciudad
un clamor. Parecían cruzados, ya puestos en camino, a echarse al hombro los mos-
quetes, y a afirmar en las cujas sus pesadas lanzas. Y en las ciudades, villas, aldeas,
aldehuelas vecinas, había juntas iguales. Montes despeñados parecían los hombres
en las calles. Todos tenían los puños apretados, y los ojos coléricos. Alzábanse
tribunas en las plazas. ¡Para siempre y de cuajo debían salir los chinos de la ciudad
de San Francisco! La ciudad quería defender su civilización y sus hogares!¡El Con-
greso debe votar a una la petición de los senadores californianos!¡Como un hom-
bre, como un pueblo, como leales ciudadanos de la República, el pueblo de San
Francisco, reunido todo en junta, ruega al Congreso que le libere de los daños que
le vienen de esa absorbente, servil, corruptora, incontrastable invasión china!31.

Es importante aclarar que cuando utiliza el término “raza” para referirse a los
chinos que se encuentran amenazados por la multitud, lo enuncia como sinó-
nimo de pueblo o cultura, porque el antirracismo fue una de las principales líneas
de su pensamiento político: “dígase hombre y ya se dicen todos los derechos”32.
Sin embargo, al comparar la situación de los chinos con la que han padecido los
negros está mostrando un lado de la sociedad que no ha logrado transformarse,
a pesar de haber sido proclamada la igualdad entre todos los hombres en la
Constitución nacional. Al constatar ese penoso rezago se pone del lado de los
mar­ginados; en esta ocasión toma partido por los chinos que padecen la injus-
tificada violencia. Los adjetivos subrayados en la cita son, por supuesto, un re-

31
Martí, “San Francisco contra los chinos”, Obras completas. Edición crítica. t. 9, 288-289. [Énfasis
añadido].
32
Martí, “Mi raza”, en Obras completas. t. 2, 298. [Edición de 1975].
235
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

curso para trasmitir vívidamente el sentimiento que embarga a los agitadores y


no precisamente su sentir; un recurso para ilustrar las dimensiones del encono
inmenso contra los chinos, que bien pudiera provocar una guerra muy sangrienta.
Desde el punto de vista estético, este fragmento de su crónica adquiere
cierto valor simbólico. Martí recrea el ambiente de tensiones comparándolo con
la velada de las armas, con una especie de cruzada, para connotar la mentalidad
atrasada de los sediciosos californianos que exigen la expulsión de los chinos,
un acto que desentona con la civilización, con la edificación del progreso mo-
derno que supuestamente representan los Estados Unidos. En ese valor litera-
rio radica mucho la trascendencia de sus crónicas en sentido general, y de esta
en especial, “San Francisco contra los chinos”, pues precisamente inaugura una
nueva forma de escritura que se aprecia en este caso y que difiere del periodis-
mo norteamericano de su época en concepción y estilo. Según afirman estudio-
sos de su obra, entre ellos la prestigiosa intelectual Susana Rotker33, la prensa
norteamericana en tiempos de Martí tenía como característica una objetividad
y un realismo del que se distancia el corresponsal cubano con el realce de lo
li­terario. Con ello pinta de una manera sensible, humana, todo el cuadro de acon­
tecimientos y dota a su texto de una esencia trascendente, poniendo en prácti-
ca esa forma de escritura por la que abogó en su Revista Venezolana.
Desde el punto de vista social toca un asunto verdaderamente álgido en los
ochenta: el de la convivencia multicultural. Una gran problemática en los Es-
tados Unidos de la época, que fue objeto de innumerables reclamos por parte
de los obreros blancos y los nativos angloamericanos, a quienes no solo inco-
modaba el comportamiento cerrado de los chinos, su disposición permanente
a realizar cualquier trabajo por una paga inferior, sino también el asunto racial;
cómo diluir étnicamente a una cultura tan distinta. En el cierre de “San Fran-
cisco contra los chinos”, anuncia el fallo del Congreso ante la crisis california-
na. Entre líneas se puede advertir la posición del escritor exiliado:

33
Susana Rotker, “Intérprete de dos mundos: José Martí y la prensa norteamericana”, en José Mar-
tí en los Estados Unidos. Periodismo de 1881 a 1892, coord. Roberto Fernández Retamar y Pedro
Pablo Rodríguez (México: Archivos, 2003), 1867.
236
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Y el Congreso encargado de mantener la Unión de todos los Estados, y librar a


esta tierra de paz de la mancha de sangrientas guerras intestinas, acató sumiso los
deseos del agitador y amenazador pueblo de San Francisco de California. Y no es,
no, la civilización europea amenazada la que levanta como valla a los chinos, la
espuma de sus playas; es la ira de una ciudad de menestrales que han menester
altos salarios contra un pueblo de trabajadores que les vencen, porque pueden
trabajar a sueldos bajos. Es el rencor del hombre fuerte al hombre hábil. Es el
miedo de una población vencida al hambre34.

El desacuerdo de Martí frente a la propuesta del Congreso norteamericano es


un indicador de su sentido de la justicia social y también de su simpatía hacia
los laboriosos y pacíficos chinos. Su escrito es un reclamo por el trato inmere-
cido que se les da en California a miles de hombres que cotidianamente con-
tribuyen a impulsar económicamente la nación, pero, sobre todo, es una
denuncia ante la manipulación y la corrupción política que hay detrás del asun-
to. En el fallo del Congreso ve el corresponsal una fisura del sistema democrá-
tico estadounidense. En ese sentido no solo hay una crítica importante a la
manera de proceder de las altas esferas de gobierno, a los oscuros mecanismos
que pueden influir en las grandes decisiones y llevar por nefastos derroteros a
la nación, sino una especie de decepción personal, dado que una de las ideas que
alienta su pensamiento político a inicios de los ochenta es precisamente que en
la democracia norteamericana se puede hallar la solución de los problemas que
enfrentan los Estados Unidos35. Esa percepción suya va a transformarse hacia
mediados de la década, una vez que su mirada vaya penetrando en otros abismos
de la política y la economía nacional.
Pero, no se trata solo de la aversión que anima a los obreros europeos por
motivos económicos, sino de la dimensión política que alcanza ese problema.
En este caso denuncia Martí la influencia política de los irlandeses; ellos no solo

34
Martí, “San Francisco contra los chinos”, en Obras completas. Edición crítica. t. 9, 289.
35
Pedro Pablo Rodríguez, De las dos Américas (La Habana: Centro de Estudios Martianos, 2002), 239.
237
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

constituyen mayoría en relación con los chinos, sino que no tienen la barrera
del idioma y participan ampliamente de la vida social, su voto político es deci-
sivo. La propuesta que entonces le hace el Congreso al presidente de la nación,
Chester A. Arthur (1829-1886) —en el poder entre 1881 y 1885—, es expresión
de un odio visceral. En crónica del 1 de mayo de 1882 transmite Martí a La
Opinión Nacional la postura del mandatario frente a los términos iniciales con
que se pretende dar curso a la Ley de exclusión:

El presidente Arthur sensatísimo niega su firma al acuerdo loco, por el que los
representantes cierran esta nación, cuya gloria y poder viene de ser casa de todos
los hombres, a los hombres chinos, por no perder en las elecciones próximas los
votos de los celosos irlandeses, cuyo trabajo burdo y caro no les da modo de com-
petir con el trabajo chino, barato y perfecto. Viril y cuerdamente envía Arthur su
veto. Dícenle que no perderá con ello su partido, a lo que ha respondido con no-
bleza que ganará con ello la nación36.

Según se aprecia, concuerda Martí con la decisión de Chester A. Arthur, pues


políticamente no era sensato para el país aprobar una ley que a las claras estaba
motivada por un trasfondo económico con implicaciones racistas. Por otro lado,
de acuerdo con la postura del presidente y lo que este comunica a la opinión
pública, parece ser que en el consenso general había un desacuerdo casi unáni-
me para su aprobación. Ante la negativa inicial del mandatario norteamericano
se formula otra propuesta que reduce el periodo de exclusión. A ese tema tam-
bién dará cobertura Martí para seguir el hilo de los acontecimientos. El 23 de
mayo, en su correspondencia para La Opinión Nacional, envía otra crónica don-
de aborda el tópico “Los Estados Unidos cierran sus puertas a los chinos”,
luego de aprobada el Acta de Exclusión, nombre con el que se dio a conocer. En
esa crónica ofrece brevemente Martí las condiciones de su enunciado definitivo:

36
Martí, “El presidente opone su veto al acuerdo de la Casa de Representantes que cierra los
Estados Unidos a los chinos”, en Obras completas. Edición crítica. t. 9, 307.
238
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Más grave ha sido la enmienda que en el debate sobre inmigración de chinos ha


aceptado por fin el presidente. En diez años no podrán venir más chinos a los
Estados Unidos: ni chinos artesanos ni chinos sin arte. El dueño de todo buque en
que viniesen, será multado y preso. Todos los chinos que estaban en los Estados
Unidos el 17 de noviembre de 1880, día en que se firmó el tratado entre los Esta-
dos Unidos y China, y los que vengan durante los tres próximos meses, podrán,
provistos de certificado al salir, que les sirva de pasaporte al reentrar, ir a China y
volver. Los chinos que no sean trabajadores, sino viajeros, o estudiantes, o emplea-
dos, podrán pasar por los Estados Unidos, mas han de traer certificado de su go-
bierno en que se diga el objeto de su viaje. Ni por tierra ni por agua podrá entrar
trabajador chino en los Estados Unidos, y con multa y prisión será castigado el que
les ayude a entrar. Ningún Estado de la Unión podrá dar carta de ciudadanía a
ningún chino. A decreto semejante, impuso hace poco su veto el Presidente Arthur,
que ahora aprueba el decreto en nueva forma. En el que rechazó, se extendía a
veinte años el período de exclusión de los chinos de los Estados Unidos; en el que
al fin aprueba, se reduce a diez años37.

La exactitud que exhibe el escrito martiano en relación con la Ley de exclusión


del 6 de mayo y sus pronunciamientos fundamentales hace suponer que debió
manejar fuentes periodísticas de primera mano, a juzgar porque ofrece deter-
minadas informaciones sobre los desacuerdos del presidente para su aprobación
final. De manera muy sucinta expone Martí un antecedente legal anterior a la
Ley de exclusión; en este caso lo pactado entre Estados Unidos y China el 17
de noviembre de 188038 con respecto al tráfico migratorio. De su contenido par-
ticular no expone detalles, quizás por ser aspecto conocido, o simplemente,

37
Martí, “Los Estados Unidos cierran sus puertas a los chinos”, Obras completas. Edición crítica. t. 9,
350-351.
38
El 17 de noviembre de 1880 se reanudan algunos puntos del antiguo Tratado de Burlingame
donde los Estados Unidos establecen nuevas medidas para regular la entrada de chinos al país
recogiendo en una de sus cláusulas que podían cerrar sus puertas a la inmigración china cuando
lo creyesen necesario.
239
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

porque en su estrategia comunicativa no era prioridad ofrecerlos, sino explicar


la esencia de la nueva ley antinmigrante. El problema migratorio chino en
suelo norteamericano no era cosa de un día, ni tampoco conflicto sencillo y esa
es una de las ideas que, a nuestro juicio, quiere trasmitir el cronista.
Queda explícito el odio que hay detrás de la Ley de exclusión, a juzgar por
el largo periodo que inicialmente se solicita para negar la entrada a los chinos.
Lo hace notar a través de la postura que asume el presidente republicano Ches-
ter Arthur, enérgica en principio, pero acatadora luego. Sin duda, una decisión
tomada bajo grandes presiones políticas y condicionada por inconvenientes po­
líticos futuros. La magnitud de esta medida, que también pasó a la historia como
Acta de exclusión, significó el primer paso en la regulación federal de la inmigra-
ción hacia los Estados Unidos; con ella, los obreros nativos vieron materializa-
do su viejo reclamo de restringir la entrada de mano de obra no calificada que
competía por los puestos de trabajo y generaba con ello situaciones complejas
a lo interno de la sociedad39. Según refiere el historiador Andrew Gyory, citado
por Oleski Miranda Navarro, fue además “la primera ley que prohibía la entra-
da a un grupo de inmigrantes, basada completamente en la raza y nacionali-
dad”40. Como era de esperar, esta restricción tuvo repercusiones en China,
donde a raíz de la decisión estadounidense se produjeron manifestaciones de
repudio contra la presencia extranjera, fundamentalmente norteamericana.

39
Harold Faulkner, Historia económica de los Estados Unidos (Buenos Aires: Editorial Nova, 1956), 535.
40
Oleski Miranda Navarro, “José Martí y el debate legal sobre la inmigración europea y asiática
en los Estados Unidos”, Utopía y Praxis Latinoamericana [Año 24], no. Extra 2 (2019): 219-227,
https://doi.org/10.5281/zenodo.3344925
240
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Figura 3. Cartel sobre la expulsión de chinos de Estados Unidos (1886)

Fuente: “The Chinese Must Go-Magic Washer-1886 anti-Chinese US cartoon”41.

Véase en Wikimedia: https://commons.wikimedia.org/wiki/File:The_Chinese_Must_Go_-_


41

Magic_Washer_-_1886_anti-Chinese_US_cartoon.jpg. El sitio precisa en inglés: “English. US


241
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

Por otra parte, se debe añadir que la decisión gubernamental se patentiza


justo en medio de un contexto migratorio muy complicado para los Estados
Unidos, pues el año 1882 registra una de las más altas cifras de toda esa década.
Según las estadísticas ofrecidas por Harold Faulkner hubo un arribo aproximado
de 788.922 inmigrantes42; situación generada por el propio gobierno y los pro-
pietarios capitalistas. Específicamente, con respecto al arribo de chinos, los censos
poblacionales norteamericanos recogen de manera oficial que entraron 39.579
inmigrantes ese año y que de ese total 116 eran mujeres. Esta escasa inmigración
de féminas correspondía casi siempre a mujeres que ejercían la prostitución,
pues en el estatus de la mujer china no estaba la costumbre de emigrar, sino que
esta práctica estaba más bien reservada a los hombres, pues eran los esposos y
los hijos quienes se aventuraban en busca de mejores condiciones de vida. No
obstante, para 1882, esa inmigración china fue la mayor de todo el continente
asiático y solo fue superada por las oleadas alemana (250.630), inglesa (82.394)
e irlandesa (76.432)43. Estas cifras sirven para ilustrar, al menos a grandes rasgos,
cuál era la situación en que se encontraban los Estados Unidos y las fuertes
contradicciones que se generaron por el constante flujo migratorio del que par-
ticipaba una numerosa población masculina de contratados chinos.
A modo de conclusión, es necesario añadir que, si Martí documenta la
amarga realidad que viven estos inmigrantes asiáticos en California, víctimas de
un odio tenaz por sus pariguales europeos, uno de sus objetivos fue —aparte de los
que ya hemos referido— advertir a las élites políticas de las recién fundadas re­
públicas hispanoamericanas, fundamentalmente a las de Argentina que se halla­
ban empeñadas en la atracción de inmigrantes europeos, sobre los peligros de

commercial/ political cartoon: Uncle Sam kicks out the Chinaman, referring both to the 1882
Chinese Exclusion Act, and also to the “Magic Washer”. The actual purpose of the poster was to
promote the “George Dee Magic Washer”, which the machine’s manufacturers clearly hoped
would displace Chinese laundry operators. Image published in 1886. Copyright now expired”.
También ver en Wikipedia: https://en.wikipedia.org/wiki/File:Coolieusa.jpg
42
Faulkner, Historia económica de los Estados Unidos, 536.
William Dillingham, Reports of the Immigration Commission, 61st Congress 3d Session, Document
43

No. 756, Volume 3 (Washington: Government Printing Office, 1911), 44.


242
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

la inmigración y sobre los complejos problemas que esta podía acarrear44. Acer-
ca del conflicto chino en California vuelve a escribir tres años después, a raíz de
acontecimientos más graves que se produjeron allí, como consecuencia de un odio
in crescendo contra los chinos.

Matanza de ciento cincuenta chinos en California

En julio de 1882, los directivos de La Opinión Nacional le comunican a Martí


que cesan sus colaboraciones para ese periódico, en parte por la fuerte censura
que hay de sus Escenas norteamericanas y porque se niega el cubano a escribir
alabanzas sobre Guzmán Blanco, el dictador venezolano que por razones polí-
ticas lo expulsó de Caracas en 1881. Desde septiembre de 1882 comienza a
colaborar con uno de los periódicos más importantes de América Latina, La
Nación de Buenos Aires. Sus crónicas para La Nación son incluso reproducidas
por otros diarios y en ocasiones traducidas a otros idiomas; con ello no recibe
paga adicional, pero gana un prestigio profesional que le hace merecedor de
elogios por parte de intelectuales renombrados como el argentino Domingo
Faustino Sarmiento, quien reconoce en Martí al más grande escritor en lengua
castellana.
Entre 1882 y 1885 trabaja incesantemente recaudando fondos para reiniciar
la guerra de independencia en Cuba; se reúne con antiguos líderes independen-
tistas y pronuncia enardecidos discursos frente a los exiliados cubanos que co-
laboran con la causa. También, escribe sistemáticamente para otros importantes
medios de prensa como La América. Revista de Agricultura, Industria y Comercio,
de Nueva York, la que llega incluso a dirigir; envía colaboraciones en inglés y

44
Rodríguez, De las dos Américas, 239. Esta idea también es ratificada por otros estudiosos de su
obra con reconocido prestigio, en este caso el Profesor Emérito de la Universidad de Illinois re-
cientemente fallecido, Ivan Schulman. A propósito, es esclarecedora la consulta de Ivan Schulman,
“Un nuevo mundo: Martí y la sociedad multicultural en los Estados Unidos”, en Vigencias: Martí y
el Modernismo, ed. Ela López Ugarte (La Habana: Centro de Estudios Martianos, 2005), 10-80.
243
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

francés para los periódicos norteamericanos The Hour y The Sun; traduce obras
literarias y artículos diversos que se publican en algunos de estos rotativos; y se
desempeña como cónsul general interino del Uruguay hasta 1884. Pero, sin
dudas, serán sus correspondencias para La Nación de Argentina las que tengan
el mayor peso de su trabajo intelectual.
Hacia 1885, se inicia un nuevo periodo en su periodismo sobre los Estados
Unidos. El país ha alcanzado un potente desarrollo industrial y con ello una
superproducción generada por la competencia, sin un mercado externo para
comercializar los grandes volúmenes de mercancías. Muchas industrias tienen
que hacer amplios recortes para no perder sus capitales o caer en la ruina; algu­
nas fábricas cierran dejando en la incertidumbre a miles de obreros. Ese “estado
de la industria”, como lo define Martí, va a ser parte de los temas sistemáticos
de sus crónicas a partir de ese año.
Uno de los aspectos a los que dedica atención es a las pugnas obreras. En
el centro de estos problemas gravita una sostenida lucha entre el capital y el
trabajo que recrea muy bien en sus textos para los diarios latinoamericanos.
Analiza minuciosamente las diversas aristas de ese problema, mostrando las
encrucijadas en que se encuentran los propietarios de las industrias y los traba-
jadores; estos últimos agrupados en organizaciones y partidos que aumentan
cada vez más su membresía y poder de convocatoria para enfrentar a los dueños
de las empresas.
Son años donde constantemente se producen huelgas de trabajadores que
demandan la restitución de sus derechos o sus puestos de trabajo. Estas mani-
festaciones desembocan, por lo general, en acciones de extrema violencia que
el cronista describe. En medio de este contexto que envuelve a todo el país, el
corresponsal cubano vuelve su mirada hacia los chinos de California para mos-
trar la difícil circunstancia en que se hallan y cómo ha crecido el odio hacia ellos;
ahora en una situación agravada por la crisis en la Union Pacific Railroad que ha
debido realizar grandes recortes laborales, afectando a cientos de obreros de
toda la cadena productiva, incluidos los mineros que extraen el carbón. A pro-
pósito de este escenario, Martí envía una de sus crónicas más interesantes para
244
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

La Nación bajo el título El problema industrial en los Estados Unidos, que se publi-
ca el 23 de octubre de 1885. En ella aborda el tópico “Asesinatos de chinos. El
chino en los Estados Unidos”:

Reducidos los recursos de los ferrocarriles, con menor producción que transportar,
con competencia demasiado viva entre un gran número de rivales por el escaso
tráfico, tienen a la vez que reducir sus precios de transporte y sus viajes, y con ellos
el número de hombres que emplean, en el camino, en los talleres y en las minas:
reducen los salarios de sus empleados: reducen el carbón que extraen. Y al conflic-
to general se une otro de especial naturaleza.
El chino, por encima de las leyes que le prohíben, o punto menos, la entrada
en los Estados Unidos, se desliza por los puertos mal vigilados a raudales: con este
o aquel ardid, los mismos empleados americanos, por la sobrepaga, les ayudan a
burlar las leyes: en San Francisco vencen de pie a cabeza a los alemanes y ameri-
canos los comerciantes chinos45.

Otra vez el rancio problema del acceso y la competencia por el mercado laboral
vuelve a ser objeto de atención por parte del cronista, pero esta vez los proble-
mas se han agudizado debido al tráfico clandestino de inmigrantes chinos en
San Francisco, que burla lo establecido en la Ley de exclusión de 1882. También
para esta fecha muchos chinos comerciantes han alcanzado cierta prosperidad
económica que incrementa el recelo de sus conciudadanos europeos. Con re-
lación a esto último ofrece Martí lo que él considera como particulares condi-
ciones de vida de la inmigración china en ese lugar, manifestando su criterio
personalísimo y sincero sobre una comunidad integrada en su mayoría por
hombres, que muestra un comportamiento individual y social diferente, pero
que triunfa por su disposición constante al trabajo, a pesar de vivir en un medio
totalmente adverso y de mucha hostilidad:

45
Martí, “Asesinatos de chinos. El chino en los Estados Unidos”, en Obras completas. Edición crí-
tica. t. 23, 18.
245
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

El chino no trae mujer, vive de fruslerías, viste barato, trabaja recio, persiste en sus
costumbres; pero no viola la ley del país: rara vez se defiende; nunca ataca; es avi-
sado, y vence en la lucha por su sobriedad y su agudeza al trabajador europeo.
No es simpático: un pueblo sin mujeres no es simpático: un hombre, es esti-
mable, no por lo que trabaja para sí, sino por lo que da de sí. El hombre casado
inspira respeto. El que se ha resistido a ayudar a otra vida, desagrada. La mujer es
la nobleza del hombre.
Pero como trabajador el chino es sobrio, barato, bueno. Como vive en con-
diciones diversas del trabajador blanco, ni consume lo que este, ni los problemas
de este —necesidades, salario, huelga—le alcanzan de igual manera; por lo que,
satisfecho siempre de una retribución que nunca está por debajo de lo que necesi-
ta, por ser esto tan poco, rehúye la liga con los trabajadores blancos, y se sabe
odiado de ellos.
Cuanto movimiento intenta el trabajador blanco, el chino lo estorba; porque
si el blanco falta, allí está el chino.
Es además el chino astuto, y como lo hace todo por la paga, en cuanto perci-
be una ocasión de provecho, un pozo blando en la mina, un privilegio apetecible,
por la paga procura hacerse de él; de lo que se irrita, desde sus condiciones especia­
les que lo entraban, el trabajador blanco, que acaso no ha visto lo que el chino.
Manso y resignado este, no menos diestro y vigoroso que los trabajadores de
otra raza, las empresas lo emplean gustosamente.
Llega el chino a la mina: levanta casas, fonda, lavandería, tienda, teatro, y con
menos dinero, vive próspero, de lo que el minero europeo se encona y encela46.

Evidentemente, esas comunidades chinas tuvieron para Martí un sello muy


singular, sobre todo porque reconoce en ellas a una gran colectividad masculi-
na que se aventura solitariamente en busca de fortuna, pero que tiene como
virtud edificar, persistir en sus propósitos y mantenerse cohesionados como

46
Martí, “Asesinatos de chinos. El chino en los Estados Unidos”, en Obras completas. Edición crí-
tica. t. 23, 19.
246
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

pueblo y como cultura. No en vano se admira de la rapidez con que logran


imponerse a toda adversidad, trasplantando muchas de sus costumbres y modos
de vida para garantizar esa supervivencia. Su evaluación de ellos se acerca más
a la perspectiva sociológica que a la periodística y resulta interesante su mane-
ra de explicar lo que para muchos era incomprensible y motivo de antipatías: el
escaso compromiso social y su potencial indiferencia ante los problemas que
padecen otras comunidades de emigrados, cuando nos dice que el obrero blan-
co no ha visto ni vivido lo que el chino.
Ese retrato de la vida de los chinos en California, de su manera de ser y
comportarse socialmente solo pudo ser el resultado de una detenida observación
por parte del intelectual. Si bien no muestra una simpatía rotunda hacia ellos,
propone un acercamiento a sus modos de vida para explicar en qué radica ese
odio tenaz que les profesan los trabajadores blancos y así mostrar la complejidad
de un viejo problema que no ha tenido soluciones legales. En esa tierra sin ley
donde todos compiten por la supervivencia son ultimados ciento cincuenta
chinos de una manera verdaderamente cruel:

Al fin, un día ha llegado en que la mina humea. ¡Ya en otros muchos lugares ha
humeado! En las entrañas de un pozo ha habido una contienda: cuatro chinos
muertos.
Sus compañeros despavoridos, abandonan la labor e izan la bandera de alarma:
todos los chinos se congregan en su caserío: la mina entera ha levantado el traba-
jo. Los mineros blancos llaman a los de las cercanías, y, armados de rifles, revólve-
res, hachas, cuchillos, marchan sobre el caserío chino, y le intiman que salgan de
la mina en una hora. Aquellos infelices, prontos a obedecer, apenas tienen tiempo
de recoger sus ropas.
No han pasado unos minutos, los mineros blancos rompen a disparar sobre
los chinos. Aterrados, salen dando alaridos de las casas hacia una inmediata colina,
seguidos a balazos por los europeos. Caen muertos en el camino: siguen heridos.
Arden detrás de ellos las casas, y de entre llamas y humo corren de todas
partes hacia la colina los chinos que aún quedaban en el caserío, cubiertas las ca-
247
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

bezas de colchas y frazadas que con los brazos en alto llevan extendidas, para
protegerse de las balas. Dan los blancos tras ellos. Pocos escapan. Por donde asoma
uno, lo cazan.
Mueren ciento cincuenta.
En la noche, los trabajadores blancos vuelven al caserío, y queman sus cin-
cuenta casas.
La ley anda despacio en perseguirlos.
De San Francisco han salido con escolta seis comisionados chinos a investigar
el crimen47.

Este tipo de acciones violentas, al parecer, fueron frecuentes en la geografía


norteamericana del Oeste. El 2 de septiembre de 1885 sucedió la masacre de
Rock Springs o motín de Rock Springs en el condado de Sweetwater, Wyoming,
donde fueron asesinados 28 chinos48. En este caso, lo que causó más impresión
a Martí fue la impunidad del suceso, por tanto, su crónica no ofrece una pers-
pectiva alejada, como quien cuenta de pasada lo sucedido; todo lo contrario, lo
recrea en cada uno de sus detalles y hasta se duele de la alevosía con que son
ultimados aquellos hombres que nunca atacan.
Pero tal vez el punto más notable de su texto se aprecia en el desamparo
social que los acompaña, porque ellos también son víctimas del sistema en que
se encuentran insertados, una pieza más del tremendo engranaje, como los obre­
ros europeos. Esta noción se reitera en sus crónicas, pero como colofón de esta,
presenta el aislamiento total en que viven esos obreros asiáticos; la indiferencia
absoluta que existe hacia ellos, porque aun cuando han sido asesinados ciento

47
Martí, “Asesinatos de chinos. El chino en los Estados Unidos”, en Obras completas. Edición crí-
tica. t. 23, 19-20.
48
Según Miranda Navarro, Martí hace referencia en esta crónica a la masacre de Rock Springs
y confunde las cifras con el número de viviendas que había en la localidad, lo cual pudo ser po-
sible, pues entre la fecha de la matanza y el envío de su correspondencia transcurrieron solo
diecisiete días; además, la historia oficial no registra otro acontecimiento similar por esos días.
Miranda Navarro, “José Martí y el debate legal sobre la inmigración europea y asiática en los
Estados Unidos”.
248
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

cincuenta, los trabajadores blancos gozan de libertad, e incluso, se sienten con


el derecho de exigir la expulsión definitiva de los chinos:

En libertad están, conferenciando con los empleados del Unión Pacific, los mine-
ros blancos, que exigen a la compañía la absoluta determinación, a que ella se niega,
de no emplear chinos en las minas. Los pozos de carbón están desiertos y los
Caballeros del Trabajo anuncian que ampararán con todo su poder a los mineros
blancos del Unión Pacific y le exigirán en su nombre que atienda a su demanda.
O no hay carbón en el ferrocarril, o salen de él los chinos.
Y crece, cree a ojos vista, injusta en esto, justa las más de las veces, la sociedad
de los Caballeros del Trabajo— “The Knights of Labor” les llaman en inglés49.

Nuevamente, pone Martí en el centro de su análisis el asunto del racismo, la


desigualdad y la violencia que reina en aquellos inhóspitos contornos de la
vasta geografía norteamericana. En este caso dibuja un panorama bien comple-
jo del que no puede advertirse desenlace alguno pues las posibilidades de solu-
ciones justas no asoman.
De un lado, la compañía ferrocarrilera negada a prescindir de los chinos
que rompen la huelga, del otro, la mayor asociación obrera por esos años apo-
yando a los mineros blancos si no se atiende a su petición; una verdadera en-
crucijada que lleva al escritor cubano a señalar la injusticia de la que están
participando los Caballeros del Trabajo en ese acto. Pero, ¿por qué cuestiona
Martí el actuar de los Caballeros del Trabajo contra los chinos? Esa asociación
significaba para él un triunfo en el ámbito de las luchas obreras. La Noble Or-
den de los Caballeros del Trabajo, como se llamó en un inicio, fue fundada por
Uriah S. Stephen en 1881 como una especie de logia masónica que integraron
primeramente algunos sastres pobres de Filadelfia. Muy rápido fue ganando en
número de miembros, poder económico y de convocatoria. Una de sus funcio-

49
Martí, “Asesinatos de chinos. El chino en los Estados Unidos”, en Obras completas. Edición crí-
tica. t. 23, 20.
249
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

nes fundamentales era protagonizar grandes paros laborales en el país, a veces


en varios estados de manera simultánea, para exigir los derechos de los obreros
ante los propietarios capitalistas. Fundamentalmente dirigían sus acciones con-
tra el sector del ferrocarril, industria de gran poder económico en la que con
frecuencia se veían afectados los asalariados.
Para Martí era una asociación valiosa en el sentido del amparo que ofrecía
a los trabajadores y de las soluciones pacíficas que buscaba a sus problemas. Sin
embargo, todo parece indicar que a ella no pertenecían los chinos de California.
De hecho, a juzgar por lo que nos dice Ross Robertson en su Historia de la eco-
nomía norteamericana, desde la década del sesenta el Workman’s Party o Partido
del Trabajador había declarado que se cerraran las puertas de las organizaciones
obreras a todo oriental50. Tampoco era extraño que no se integraran los chinos
a ellas, debido a que tenían como costumbre crear sus propias cofradías y so-
ciedades, tal y como lo hicieron a donde emigraron. Aunque Martí desconocía
quizás estos detalles tan precisos, pudo advertir con su aguda mirada de huma-
nista, comprometido con los más desposeídos, que se trataba de una errada
decisión por parte de los Caballeros del Trabajo y de un problema social que
demandaba soluciones políticas profundas.

Proyección política de Cleveland y Harrison


ante la cuestión migratoria china

La repercusión de los actos criminales contra los chinos en el Oeste, la corrup-


ción política y gubernamental que en California violaba la exclusión de los
chinos dictada en 1882, así como los reclamos constantes de los nativos por
restringir cada vez más la inmigración, llevaron a que los presidentes nortea-
mericanos Groover Cleveland (presidente entre marzo de 1885 y marzo de 1889
y de marzo de 1893 a marzo de 1897) y Benjamin Harrison (gobernante entre

50
Robertson, Historia de la economía norteamericana, 377.
250
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

marzo de 1889 y marzo de 1893), en sus respectivos mandatos, dedicaran un


punto en sus mensajes a la nación, para trazar la línea que en política exterior lle-
varían a cabo durante sus periodos presidenciales.
Desde aquella época tenía una importancia capital para América Latina el
conocer las proyecciones de los sucesivos gobiernos norteamericanos, pues de
ello dependía en buena medida el rumbo económico de estas naciones. De
acuerdo con esto, tanto para Martí como para los diarios que le publicaban sus
crónicas, era de interés conocer detalladamente la situación política y econó-
mica de los Estados Unidos y sus derroteros. En el caso de Martí, lo movía un
objetivo superior, la independencia de su patria, pues desde su exilio en Nueva
York organizaba la Guerra Necesaria para liberar a Cuba del colonialismo es-
pañol y los vecinos del Norte no ocultaban sus pretensiones anexionistas. Por
tanto, al cubano no solo le interesaba mucho el análisis de las campañas electo-
rales, qué problemas estaban golpeando al país donde radicaba, qué priorida-
des pretendían establecer los nuevos gobiernos; le preocupaba, sobre todo,
quién era —hablando en términos éticos— el político que estaba por asumir la
presidencia.
Comprometido con brindar a ese público latinoamericano que leía sus
crónicas, en su mayoría culto, una visión lo más certera posible, el 6 de diciem-
bre de 1886 envía Martí para el periódico La Nación “El mensaje de Cleveland”,
que se publica también en El Partido Liberal de México. En ella analiza am-
pliamente el contexto social en que este demócrata llega a la presidencia y los
puntos fundamentales en los cuales basará su mandato, tanto a lo interno de los Es-
tados Unidos, como en materia de política exterior. En esta última esfera tiene
espacio, por su importancia capital, el tema de la inmigración china:

Él no opina que, puesto que el país no quiere chinos, deban traerse más mientras
no lo quiera; pero opina que los chinos que vinieron bajo la garantía de las leyes
anteriores, deben ser protegidos por las leyes con toda energía contra los
inmigrantes europeos del oeste, que los envidian por su sobriedad, les temen por
251
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

su inteligencia, y les odian porque están siempre prontos a trabajar por menor
precio que ellos51.

El enunciado del recién electo presidente, amplificado por Martí, es fundamen-


tal para comprender la gravedad de los hechos criminales que se habían come-
tido contra los chinos de San Francisco y de los remanentes que a escala social
habían dejado estas brutales acciones contra ellos. Sin embargo, a pesar de ali­
nearse con la política de exclusión, se pronuncia Cleveland por amparar legal-
mente a los emigrados chinos, cuestión que el cronista cubano debió ver con
agrado, tratándose de un tema que con reiteración había tratado en sus crónicas
desde 1882.
José Martí fue un ferviente admirador de Cleveland, de su ética personal,
de su honestidad probada y su intransigencia para enfrentar la corrupción po-
lítica en los Estados Unidos. Para 1886 había cobrado mucha fuerza en el país
este flagelo, entre otras razones, por la implementación de una política protec-
cionista que enriquecía a unos pocos, los dueños de industrias, y también por
la arbitraria distribución de cargos públicos a cambio de favores políticos. Por
su carácter de hombre recto, incorruptible, encontró el demócrata muchos de-
tractores, incluso dentro de su mismo partido; algunos de ellos, para cuestionar
su gestión de gobierno—aún prematura por esos días—, argumentaban contra
él determinadas fallas como la que refiere el cronista cubano:

¿Qué importan los sucesos menores del mes:—que en la opinión pública triunfa
Cleveland:—que no cede a los demócratas interesados, y estos, sintiéndolo fuerte,
buscan pretextos decorosos para irle cediendo;—que el Presidente, reconociéndose
impotente para dominar la agitación contra los chinos en el Oeste, esquive en un
mensaje al Congreso la responsabilidad pecuniaria de la nación en los últimos
asesinatos y expropiaciones de chinos en California, so pretexto de que, en lo visible
y aparente, el gobierno acudió con sus fuerzas y recursos a remediar el conflicto;

51
Martí, “De año nuevo”, en Obras completas. Edición crítica. t. 23, 66.
252
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

lo cual es verdad, si se añade que ni acudió a tiempo, ni lo remedió, ni anduvo tan


de prisa como pudo, ni hay modo ni voluntad de castigar a los agitadores?52.

Este texto que se publica el 7 de mayo de 1886, también en el diario argentino,


ofrece una noción bastante exacta de cuánto escapaba a la voluntad de Cleveland
la solución de los conflictos en aquel estado, lo cual es para nosotros hoy un
indicador de esa corrupción asentada en el aparato político estadounidense, a
la cual ya se hiciera mención, así como de la necesidad de aplicar una legalidad
efectiva que pusiera fin a los actos de violencia contra los chinos.
También, como parte de la tradición política, al finalizar el año el presidente
envió un mensaje al pueblo norteamericano para hacer un balance de su gestión,
ratificar y/o corregir posiciones políticas y económicas. En diciembre de 1887
reiteró Cleveland su firme postura frente al problema migratorio chino en Cali-
fornia. Su esencia la comunica Martí: “Abre el mensaje con una exposición del es-
tado de las relaciones internacionales. En ella prevé la necesidad de restringir la
inmigración china a la vez que de proteger a los chinos que están en el país”53. En
ese sentido ratifica lo que anteriormente había expresado a fines del año anterior.
Una proyección política menos comprometida, diferente de esa “política
respetuosa” de Cleveland, fue sin dudas la del republicano Harrison que ocupó
la presidencia a partir de 1889. Si bien su pronunciamiento sobre el conflicto
chino-californiano es similar al que hiciera su antecesor demócrata, en el enun-
ciado reproducido por Martí se percibe una posición más tajante, apegada tam-
bién a los dictámenes de la Ley de Exclusión, pero desprovista de esa preo­cupación
por el aspecto legal que mostrara el demócrata Cleveland. Es más bien un lla-
mado cívico: “De China no quiere más inmigrantes: sino que se trate con huma-
nidad a los que ya han venido”54. ¿Significaba que hacia 1889 el problema había
tenido solución legal?

52
Martí, “La revolución del trabajo”, en Obras completas. Edición crítica. t. 23, 88.
53
Martí, “Extracto del mensaje de Cleveland”, en Obras completas. t. 12, 154. [Edición de 1975].
54
Martí, “El primer mensaje de Harrison”, en Obras completas. t. 12, 362. [Edición de 1975].
253
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

Según el intelectual norteamericano Homer E. Socolofsky, quien ha estu-


diado a profundidad la personalidad de este presidente republicano, así como
las características de la política que llevara a la práctica durante su mandato, fue
Harrison uno de los políticos que se opuso inicialmente a la Ley de Exclusión
de los chinos de 1882 cuando aún era senador en Washington. Esta posición le
trajo como consecuencia que lo tildaran de republicano pro-chino y, de acuer-
do con las sugerencias y observaciones recibidas, reconsideró su postura. Du-
rante su periodo presidencial arreció las medidas para impedir la inmigración
ilegal por la costa Oeste. Esta posición tuvo mucho que ver con proyecciones
fundamentales de su gobierno que consistieron, entre otros aspectos, en una
mayor atención a la política exterior y a la promulgación de leyes económicas
compensatorias y proteccionistas como la ley McKinley de 1890. Sobre su
primer mensaje presidencial inaugural comenta Socolofsky lo siguiente:

En su discurso inaugural, Harrison no mencionó el problema de los chinos en


absoluto, afirmando únicamente que “nuestras leyes de naturalización deberían
modificarse para que la investigación sobre el carácter y la buena disposición de
las personas que solicitan la ciudadanía sea más cuidadosa y se busque.... Hay hom­
bres de todas las razas, incluso los mejores, cuya llegada es necesariamente una
carga para nuestros ingresos públicos o una amenaza para el orden social”. Más tarde,
el fiscal general de Harrison ordenó a los agentes federales de la Costa Oeste que
investigaran y persiguieran la inmigración ilegal a través de la Columbia Británica55.

55
Traducción nuestra. Homer E. Socolofsky, “Benjamin Harrison and the American West”, Great
Plains Quarterly 1834 (otoño 1985): 256, https://core.ac.uk/download/pdf/188079713.pdf. En el
original: “In his inaugural address, Harrison did not mention the Chinese problem at all, stating
only that “our naturalization laws should be so amended as to make the inquiry into the charac-
ter and good disposition of persons applying for citizenship more careful and searching.... The-
re are men of all races, even the best, whose coming is necessarily a burden upon our public
revenues or a threat to social order”. Later, Harrison’s attorney general directed federal agents
on the West Coast to investigate and prosecute illegal immigration by way of British Columbia.”
Véase el mensaje inaugural de Harrison: “Benjamin Harrison Presidency. March 4, 1889: Inau-
gural Address. Transcript”, Presidential Speeches, Miller Center, UVA (University of Virginia),
https://millercenter.org/the-presidency/presidential-speeches/march-4-1889-inaugural-address
254
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

La visión que ofrece Socolofsky en nada contradice la ofrecida por Martí si se


tiene en cuenta que el corresponsal cubano ofrece una visión de Harrison bas-
tante apegada a su proyección política56. Entre las lecturas que pueden hacerse
de los breves puntos en los discursos presidenciales de Cleveland y Harrison
sobre la inmigración china, hay una muy importante, y es precisamente la de la
especial observancia que a nivel de Estado se prestó a la exclusión de los chinos
emitida en 1882. Los efectos de aquella ley se extendieron más allá de lo firma-
do. Por ejemplo, se realizaron enmiendas a la Ley de exclusión en 1884, en 1888
—específicamente el 1 de octubre de este año cuando Cleveland firma la Scott
Act que retira las concesiones otorgadas en 1882 a los chinos, impidiéndoles
cualquier movilidad—; además, al cumplirse el plazo de exclusión de diez años,
en 1892, se ratifican las restricciones migratorias mediante la Geary Act y, pos-
teriormente, en 1904 se vuelven a retomar esas disposiciones basadas en la raza
o la nacionalidad. Todos estos datos históricos ilustran las contradicciones que
generó en tierras norteamericanas la afluencia irregular, incluso clandestina, de
inmigrantes chinos. Sobre estos particulares ya no escribiría Martí, sin embar-
go, el alcance de sus observaciones ratifica, al margen de la historia oficial, el
ambiente de xenofobia contra la presencia china en aquel país donde él también
se radicó como exiliado.

Conclusiones

Desde su posición de corresponsal de prensa, de cronista, hizo Martí importan-


tes contribuciones al conocimiento de la inmigración china y sus problemas en
el contexto de los Estados Unidos, especialmente en San Francisco. Mediante

56
José Martí participó como representante diplomático de la República Oriental del Uruguay en
la Conferencia Monetaria Internacional Americana, efectuada durante los primeros meses de 1891,
durante la presidencia de Benjamin Harrison. En diferentes sesiones de la conferencia se opone a
varias de las propuestas norteamericanas, sobre todo a las que implican la dominación económica
sobre las naciones latinoamericanas. Para más información puede consultarse Ibrahim Hidalgo
Paz, José Martí. Cronología 1853-1895 (La Habana: Centro de Estudios Martianos, 2018), 108-120.
255
Crónicas de José Martí sobre la inmigración china en California

su periodismo abordó cuestiones que a la luz de su tiempo no fueron conside-


radas por otros intelectuales desde la perspectiva humanista que caracteriza a
sus escritos, justo en momento donde la aversión, la subvaloración y la abierta
xenofobia contra los inmigrantes chinos eran prejuicios muy extendidos, tanto
en las naciones de América Latina como en el país del Norte. Quizás el hecho
de que esa cuantiosa inmigración diera impulso innegable al desarrollo industrial
y económico, en sentido general, de los Estados Unidos, fue una poderosa razón
para les profesara determinada simpatía y respeto.
Su mirada compasiva hacia los chinos de California, en la que toma partido
por esos que son visiblemente los más desfavorecidos dentro de la sociedad,
tiene como antecedente innegable sus primeras percepciones del inmigrante
chino que vivía en Cuba, pero una vez en los Estados Unidos, sus percepciones
van tomando cuerpo en una concepción ontológica más profunda, a la vez que
analiza las circunstancias vitales de estas comunidades bajo prismas sociológicos
y antropológicos que le permiten circunvalar sus modos de comportamiento y
el apego a su cultura de origen, desde una innegable perspectiva humanista.
Mediante el análisis de sus crónicas sobre los chinos de California se puede
apreciar cómo fue mostrando la evolución de un problema de naturaleza eco-
nómica —en este caso la competencia por el mercado laboral en el Oeste—,
hasta que llegó a convertirse en un asunto de carácter estrictamente político,
de serias implicaciones raciales y culturales, que dejó una huella imborrable en
la historia de las relaciones entre Estados Unidos y China. Por último, en esas
crónicas de sus Escenas norteamericanas, escritas con el propósito de pintar la
realidad de aquel país desde su visión de intelectual revolucionario, por demás
también emigrado, no solo se encuentran lecciones y alertas que resultaron
válidas para los pueblos de la América Latina, sino también cuestiones de valor
histórico que a la luz actual ofrecen la visión de quien no pretendía quizás his-
toriar, pero dejó un valioso testimonio para la literatura de su tiempo y del
nuestro.
256
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

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“The Chinese Must Go-Magic Washter-1886 anti-Chinese US cartoon”. Wikipedia:
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Capítulo 6
Auge de los negocios chinos en la Provincia
del Guayas a principios del siglo xx:
estudio de El Ecuador. Guía comercial,
agrícola e industrial de la República de 19091
María José Borja, Cristian Mejía y Luis Felipe Borja2

Introducción

La migración es un proceso continuo, un fenómeno que ha alterado individuos


y naciones a lo largo del tiempo, dejando una huella indeleble en la evolución
de la sociedad humana. Indudablemente, el migrante debe adaptarse a la socie-
dad a la que arriba para sobrevivir y, en el mejor de los casos, ser aceptado. Esto
es tan verdad en la actualidad como lo fue hace más de 120 años, cuando cien-
tos de chinos encontraron un nuevo hogar en tierras ecuatorianas. Provenían
de diferentes zonas del sur de China, y de diferentes estratos sociales. Ya sea que
huían de las tribulaciones ocasionadas por el ocaso del Imperio Qing, o simple-
mente en busca de zonas más aptas para obtener ganancias, los chinos criaron
sus familias y desarrollaron sus negocios con el afán de obtener un mejor futu-
ro en un Ecuador aún en formación.
Sobre este proceso en el Ecuador, existen algunos trabajos como el de Ana
Carillo, y Chiara Pagnotta que abordan las primeras oleadas migratorias al

1
Parte de una investigación en curso llevada a cabo por un equipo interinstitucional conformado
por los autores y coordinado por funcionarios del iaen, el Ministerio de Relaciones Exteriores
de la República del Ecuador y la Fundación de Investigaciones Andino Amazónicas (fiaam).
2
Miembros de la Red Ecuatoriana de Estudios Interdisciplinarios sobre China: Cristian Mejía,
Máster en Ingeniería y Gestión: cristiandavid1922@hotmail.com; María José Borja, Máster en
Política China: majo1356@gmail.com; Luis Felipe Borja, Máster en Derecho Chino: luisfborja@
outlook.com.

259
260
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Ecuador3. Carillo, por un lado, trata el tema de las primeras presencias chinas
en la ciudad de Quito, considerando a su vez temas referentes a las primeras
comunidades chinas en el país. Pagnotta, por otro lado, se centra en la cons-
trucción de la identidad de la nación ecuatoriana, en la que los grupos minori-
tarios y migrantes no europeos, como los chinos, eran excluidos de tal proceso.
Sin embargo, al momento, siguen siendo limitados los estudios existentes en el
Ecuador sobre temas específicos referentes a las primeras oleadas migratorias
chinas. Este estudio abordará la importancia del surgimiento de los primeros
comercios chinos en la provincia del Guayas, zona que, hasta la fecha, es donde
se encuentran las más grandes comunidades chinas en el país. Esta región, por
ende, también tendrá una gran relevancia histórica en la formación de las iden-
tidades de las comunidades chinas y sus descendientes, al haber sido su prime-
ra zona de asentamiento en el Ecuador.
El proceso de construcción del estado-nación fue iniciado en la época del
presidente Gabriel García Moreno (1860-1875) durante la década de 1870 y
fue continuado especialmente en el período de la Revolución Liberal de finales
del siglo xix y principios del siglo xx por Eloy Alfaro (1895-1901)4. A inicios de
1900, el Ecuador vivía un periodo de auge económico basado en los altos precios
del cacao, producto estrella de las exportaciones representado el 67,7% del

3
Véase Ana Carrillo, “Comerciantes de fantasías: La inmigración china a Quito”, en Ciudad-Es-
tado, migrantes y políticas. Ecuador, 1890-1950, ed. Jacques Ramírez G. (Quito: Editorial iaen, 2012),
169-231 y Chiara Pagnotta, “Extranjeros indeseables entre discursos y papeles. Ecuador y la
inmigración china (1889-1944)”, Pontes entre Europa e América Latina. Histórias de migrações e de
mobilidades/Puentes entre Europa y América Latina (XIX-XXI). Historias de migraciones y de movili-
dades 1 (2018): 145-166, https://ojs.latic.uerj.br/ojs/index.php/PEAL/article/view/129
4
Un ejemplo de ese desarrollo fue la construcción del ferrocarril iniciado por Gabriel García
Moreno y finalizada por Eloy Alfaro en 1906. Esta obra fue parte esencial de la consolidación del
estado ecuatoriano. Hasta esa fecha la sierra y la costa estaban separadas por barreras geográficas
y su relación era limitada. Económicamente la sierra y la capital, Quito, estaba aislada conllevan-
do altos costos de transporte, afectaciones logísticas y una desconexión entre la realidad econó-
mica y política del país representada por Guayaquil y Quito. Véase sobre este gobierno: Enrique
Ayala Mora, “Gabriel García Moreno y la gestación del Estado nacional en Ecuador”, Crítica &
Utopía. Latinoamericana de Ciencias Sociales 5 (sept. 1981): 1-16, http://biblioteca.clacso.edu.ar/
clacso/otros/20130610110049/AYALA.pdf
261
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

valor total de las ventas al exterior5. Durante esta época, el país se integra de
lleno en el mercado global, y establece un modelo agroexportador que conso-
lida dinámicas socioeconómicas a nivel regional y nacional, a la vez que da
forma a la política ecuatoriana durante las décadas de la reforma liberal.
De esta manera, todos los acontecimientos de finales de 1800 y principios
de 1900 enmarcan el modo en el cual el país se presentaba al exterior como un
jugador más en el mercado de capital global, como receptor de inversiones y de
inmigrantes. Migrantes que, aprovechando una época de bonanza económica,
encontraron formas de canalizar en beneficio propio las ganancias que provenían
del cacao. A partir de ese momento, el Ecuador se incrusta en el mapa como un
receptor de migración importante. Personas provenientes de Europa, de Asia
y del resto de América se aglutinan en el puerto de Guayaquil, y la región coste­
ra en general se convierte en un sector cosmopolita y abierto al mundo.
Debido a esto, los chinos se encontraron en la necesidad de adaptarse a una
sociedad ecuatoriana en plena transformación con la Revolución Liberal, la
bonanza cacaotera y la posterior crisis económica. Este estudio pretende en-
contrar los espacios físicos y económicos en los que los chinos se asentaron y
desarrollaron en la Provincia del Guayas —en la región litoral y suroeste del
país—, territorio insignia de la época. Además, se procura arrojar nuevas luces
sobre el papel que estos migrantes jugaron en la transformación económica y
social de la nación durante aquellos años, a la vez que se analiza su peso econó-
mico y sus métodos comerciales a través del estudio de El Ecuador: guía ilustrada
comercial, agrícola e industrial de la República de 19096. Para dicho fin, se analiza
no solo el fenómeno migratorio chino de aquellos años, sino que se toman en
cuenta el contexto histórico, político, legal, económico y financiero del país, y

5
Manuel Chiriboga, “Auge y crisis de una economía agroexportadora: el periodo cacaotero”, en
Nueva Historia del Ecuador. Vol. 9, ed. Enrique Ayala (Quito: Corporación Editora Nacional, 2014),
70-115.
6
Compañía “Guía del Ecuador”, El Ecuador: guía comercial, agrícola e industria de la República (Gua­
yaquil: Talleres de Artes Gráficas E. Rodenas, 1909). De ahora en adelante, solamente utilizare-
mos Guía comercial.
262
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

especialmente de Guayaquil, como ciudad representativa. Todos los datos pro-


vistos por esta investigación, a través del estudio de la Guía, permiten obtener una
perspectiva más clara de lo que significaba ser un migrante chino en el Ecuador
durante la Reforma Liberal Alfarista. Al tiempo que realza el papel de esta co-
munidad en el desarrollo histórico de la sociedad ecuatoriana apartando mitos
y prejuicios que opacaron o invisibilizaron su presencia en el país.

La migración china durante la época Liberal

Hacia 1842 parece ser que no existían chinos en territorio ecuatoriano7. Pese a
insistencias durante las administraciones de los presidentes José María Urvina
(1851-1856) y Gabriel García Moreno (1860-1865), la entrada de chinos para
trabajar en labores agrícolas fue negada. El primero puso por delante la honro-
sa razón de evitar que las prácticas esclavistas del Perú con la “raza amarilla” se
repitiesen en territorio ecuatoriano8. El segundo parece haber dado su aproba-
ción, aunque por razones comerciales, los inversores principales no llevaron a
cabo la empresa9. Algunas fuentes describen la llegada en 1860 de unos cuantos
chinos traídos desde Macao en un barco manejado por el comerciante ecuato-
riano llamado Luis Bonnin Cuadrado10. Sin embargo, su afluencia no fue mayor
en comparación con el tráfico de mano de obra culí en países como Perú o Cuba.

7
Camilo Destruge, “Los primeros chinos”, La Ilustración, 14 de julio de 1917, 100-103.
8
Hecho también mencionado en el artículo de Destruge, “Los primeros chinos”. El autor refiere
para el gobierno de Urvina: Ministro de Relaciones Exteriores. 1854. Marcos Espinel Cornejo,
Esposición que dirije al Congreso del Ecuador el Ministro del Interior y Relaciones Exteriores (Quito: Im-
prenta del Gobierno, 1854), 18.
9
Julián Zaracondegui, ciudadano peruano, fue quien solicitó el permiso al gobierno de García
Moreno para importar hasta 4 mil chinos con fines agrícolas. Véase: Destruge, “Los primeros
chinos”.
10
Juan José Fierro Granados, “El fenómeno migratorio asiático al Ecuador. El caso chino” (Tesis
de Maestría en Ciencias Sociales, flacso-Ecuador, 2010), 41.
263
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

Se tiene registro oficial de la presencia de chinos en el país a partir de la


década de 187011. Se asentaron principalmente en la región litoral, y en la cuen-
ca productiva del Río Guayas, desde Guayaquil hasta Quevedo y Babahoyo en
la provincia de Los Ríos. En un principio fueron importados como mano de
obra para las plantaciones de cacao para las haciendas Palestina y Anasque de Vi-
cente Piedrahita y Carbo en el cantón Daule, Provincia del Guayas, desde don-
de se dispersarían en las décadas siguientes12.
Es difícil calcular la cifra exacta de asiáticos que arribaron a Guayaquil du­
rante aquellos tiempos. En 1879, durante la Guerra del Pacífico, muchos chi­nos
llegaron a Guayaquil desde el Perú. Sin embargo, no se tienen registros de
cuantos asiáticos radicaban durante aquella época en el país, aunque algunas
fuentes hablan de algunos cientos. No obstante, el 14 de septiembre de 1889 el
gobierno ecuatoriano expidió un decreto por el que se prohibía la entrada de
chinos al territorio nacional13.
Para finales del siglo xix, una de las cuestiones más importantes para el país
era el fomento de la agricultura en la costa ecuatoriana, la cual aún se encon-
traba considerablemente despoblada. Con este fin, se consideró necesario in-
centivar la inmigración europea a las costas ecuatorianas para incrementar las
riquezas del país. Las elites guayaquileñas y quiteñas tendrían un importantísi-
mo papel en las decisiones tomadas por el gobierno referente a temas agrícolas,
comerciales, industriales e inmigración. El 5 de junio de 1889, mediante un
decreto firmado por el presidente Antonio Flores Jijón —quien gobernó de

11
En un informe del Gobernador del Guayas de 1875 se detalla que para esta fecha también se
encuentran chinos en las provincias aledañas en el litoral, especialmente en Los Ríos y El Oro.
En Francisco Javier León y Chiriboga, Exposición del Ministro del Interior y Relaciones Exteriores
dirigida al Congreso Constitucional del Ecuador (Quito: Imprenta Nacional, 1875), 332.
12
Camilo Destruge, “Los primeros chinos”.
13
Decreto Ejecutivo emitido por Juan José Flores el 14 de septiembre de 1889. Los criterios
usados para la emisión del decreto se sustentaban en informes emitidos por las cámaras de comer­
cio y agricultura de Guayaquil y Quito respectivamente durante aquella época, además de criterios
propios del Presidente Flores. Dicho decreto fue eliminado en la década de 1940, durante el go-
bierno de José María Velasco Ibarra. Véase: Alfonso Chum Jurado, “La inmigración china en el Ecua­
dor”, Revista de la Sociedad de Beneficencia de la Colonia China 110 años 1 (noviembre 2018): 11-15.
264
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

1888 a 1892—, se establece la Cámara de Comercio de Guayaquil que, “servirá


al Gobierno como Comisión técnica consultiva”, al igual que “propondrá las
reformas que crea deban hacerse en la ley de Aduanas, en el Código de Comer-
cio y en todo lo referente a decretos, ordenanzas o tratados de Navegación y
Comercio, así como al fomento de la inmigración”14.
En este sentido, las recomendaciones emitidas por la Cámara de Comercio
de Guayaquil tendrían un gran impacto en las decisiones tomadas por el gobier­
no ecuatoriano con relación a los temas migratorios. El país consideró necesario
fomentar la inmigración europea para el desarrollo de la producción agrícola,
y a la vez impedir la migración asiática al Ecuador. En El Telegrama, publicado
en junio de 1889, se reproduce un artículo de un periódico panameño, que dice
lo siguiente: “la inmigración china es el reverso de las inmigraciones europeas.
Estas hacen progresar a los países como los nuestros, pero aquella los aniquila,
los consume, los estanca”15. Esta visión acerca de las migraciones chinas era com-
partida por el resto del continente americano, basándose en las leyes discrimi-
natorias impulsadas por Estados Unidos en contra de los chinos en esa época.
El 26 de agosto de 1889, en un informe de la Cámara de Comercio de
Guayaquil, en consulta sobre “la conveniencia o inconveniencia de la inmigra-
ción china” al país, se llega a la conclusión de que “los chinos parecen ser los
menos a propósito para satisfacer las verdaderas necesidades y aspiraciones del
país”. La primera razón para esto es de carácter puramente racial, puesto que
se argumentaba “el cruzamiento de las razas mongola y americana no puede
mejorar, sino rebajar la condición de la nuestra”. La segunda razón sostenía que
los chinos se dedicaban a otro tipo de actividades económicas, mas no a la
agrícola, por lo cual no se la consideraba de mayor beneficio para el país16. Este

14
Cámara de Comercio de Guayaquil, Estatutos reformados y reglamento interior de la Cámara de
Comercio de Guayaquil (Guayaquil: Imprenta del Universo, 1898), 3-4.
15
El Telegrama, “[‘El Cronista’ de Panamá]. Inserciones: Los chinos”, 18 de junio de 1889, 64-65.
16
En 1909, la Cámara de Comercio de Guayaquil expande sus actividades y pasa a incluir una
sec­ción de Agricultura, reuniendo así, los intereses tanto del sector productivo como agrícola.
Banco del Ecuador, “Novena Década 1900-1910”, en Crónica Comercial e Industrial de Guayaquil
en el Primer Siglo de la Independencia (Guayaquil: Librería e Imp. Gutenberg 1920), 81.
265
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

informe, al igual que el documento presentado por la Comisión Consultiva de


Agricultura de Quito, serían claves en la decisión de prohibición de ciudadanos
chinos al Ecuador17.
Con base en estos criterios emitidos por los sectores de poder económico
tanto en la sierra como en la costa ecuatoriana, se da pie al Decreto Ejecutivo
del 14 de septiembre de 1889 por el que “se prohíbe la entrada de chinos a la
República”18. En este, se estipula que los chinos que residan en el país tendrían
que registrarse en las Gobernaciones de las Provincias para poder continuar
residiendo en el territorio nacional. En 1899, por medio de la Circular No.598
emitida por el Ministerio del Interior hacia los Gobernadores de las Provincias
de Los Ríos, Guayas, El Oro, Manabí y Esmeraldas se exige el estricto cumpli-
miento de las medidas en contra de la migración china siendo “perniciosisimo
el influjo que estos ejercen en las costumbres de la sociedad, y en las industrias
y transacciones mercantiles del país”19.
Para 1890, en el “Informe sobre el Fomento a la Agricultura” presentado
ante el Congreso de Ecuador, el gobierno ecuatoriano señaló este sector como
la principal fuente de la riqueza nacional y el camino hacia una mayor creación
de capitales. Se consideraba que el sector industrial del país era subdesarrollado,
con amplias necesidades de materia prima y de maquinaria. Para fomentar este
crecimiento económico enfocado en el desarrollo agrícola, se nombró como
necesario atraer migraciones europeas por medio del mejoramiento de las vías
de comunicación dentro del país, otorgación de créditos e instrucción pública.
Antonio Flores, presidente del Ecuador, llegó a decir en el discurso hacia el Con­
greso Nacional ese mismo año, que sin la inmigración y capitales extranjeros
“no hay progreso posible para nosotros”. Esta idea era eco de los pensamientos

17
Antonio Flores, Crédito y Derecho Público, 1ro Derecho Público (inmigración china) 2do Derecho
Público, cartas de S.E. El presidente de la república del Ecuador a sus ministros (Quito: Imprenta del
Gobierno, 1890), 18-19.
18
Registro Oficial, “Circular No. 598”, en Registro Oficial. Órgano del Gobierno del Ecuador No. 953, 22
de septiembre de 1899, 7729.
19
Registro Oficial, “Circular No. 598”.
266
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

de la época que rondaban desde 1848, cuando se encuentran las primeras refe-
rencias sobre el fomento de inmigraciones europeas al Ecuador20.
En el mensaje del presidente Eloy Alfaro hacia el Congreso Nacional, en
1899, éste enfatizó que, la cuestión de declarar válidos los matrimonios celebra­
dos entre las personas que no sean de la religión católica, era de suma importan­
cia para el país, ya que “así podremos facilitar la inmigración de extranjeros que
tanta falta nos hacen para el mayor desenvolvimiento del Comercio, Industria
y la Agricultura”21. Sin embargo, esta declaración parecía referirse exclusivamen­
te a los inmigrantes de origen europeo o norteamericano, ya que desde 1889,
como se ha señalado, se había decretado la ley en contra de la migración China,
la cual fue ratificada por el Congreso Nacional diez años después en 1899.
No obstante, los súbditos del imperio chino seguían entrando en el Ecuador,
provenientes del vecino del Sur. Para 1899, en un censo de la ciudad de Guayaquil
se detallaron a 642 chinos residentes22. Según testimonios escritos de la época,
en la primera década del siglo xx, los chinos eran introducidos por funcionarios
ecuatorianos que participaban en la red de tráfico de personas. Incluso se llegó
a especificar la cifra que pagaban por los chinos entre 200 y 300 sucres por
persona23. Debido a su incremento y a varios intentos por parte de funcionarios
de expulsarlos, la colonia china se organizó y en 1908 procedió a solicitar ayu-
da al gobierno del Imperio Qing. Este a su vez, requirió la asistencia del Depar­
tamento de Estado de Estados Unidos para que se encargasen de los intereses
de los chinos en el Ecuador.

20
El Secretario del Interior en un discurso hacia el Congreso Nacional menciona que, si el Es-
tado se consolida, podría fomentarse a que las familias europeas puedan asentarse en los estados
de América.
21
Alejandro Noboa, “1899 Mensaje del Presidente de la República al Congreso Constitucional”,
en Mensajes: República del Ecuador Tomo IV (Guayaquil: Impresión El Tiempo: 1907), 405.
22
Pagnotta, “Extranjeros indeseables entre discursos y papeles”, 147.
23
El Pobrecito Hablador, “Lo que se dice”, 5 de agosto de 1911, s/n. Se hace referencia a una es-
tafa de la cual fueron víctimas varios migrantes chinos y a los precios que estos pagaron para ser
introducidos al país en 1906, además de pagos hechos por banqueros de Quito y Guayaquil para
evitar la expulsión de los asiáticos.
267
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

En 1909, el Consulado General estadounidense en Guayaquil procedió a


otorgar “certificados” a los chinos residentes, documento por el cual quedaban
bajo la protección del gobierno norteamericano24. De este procedimiento se
desprende el primer número relativamente exacto de chinos en el país puesto
que se expidió esta clase de documentos a cerca de mil personas25. La mayoría de
aquellos migrantes se dedicaban a labores agrícolas o comerciales y se radicaban
en el litoral, también en las provincias de Manabí y El Oro, aparte de las ya men-
cionadas en la rivera del Río Guayas. En el año de 1908, también se había funda-
do la Sociedad de Beneficencia de la Colonia China como red de ayuda para los
recién llegados y mecanismo de enlace con el gobierno ecuatoriano y el exterior.
En lo referente a la procedencia de los chinos migrantes, la mayoría provenía de
la zona sur de China, de la provincia de Cantón. Al contra­rio de lo que se ha pen-
sado hasta la actualidad, la migración china al continente y, por ende, al Ecuador
fue dispar y heterogénea, proveniente de diferentes etnias, incluidos los Hakka26.
Pese a que la mayoría de los migrantes procedían de la ya mencionada provin-
cia, muchos de ellos hablaban dialectos locales, no cantonés, ni mandarín.
En este sentido, en una circular expedida hacia los gobernadores de las
pro­vincias en 1909, se dispone, entre otras cosas, la creación de un registro por
parte de cada provincia de los residentes chinos bajo su jurisdicción. En esta
circular, también se dispone que “los chinos comerciantes están obligados a usar
en sus negocios de una razón social que contenga sus verdaderos nombres y a
llevar contabilidad en español”27. Entre otros decretos ejecutivos, en 1920 se
reglamenta la expedición de pasaportes a los asiáticos residentes en el país que

24
El Pobrecito Hablador, “Lo que no se dice”, 10 de septiembre de 1910, s/n. Los migrantes chinos
estarían bajo la protección del Consulado General de EE. UU. en Guayaquil.
Copias de estos documentos se encuentran en el archivo de la Sociedad de Beneficencia de la
25

Colonia China en Guayaquil.


26
En la presente investigación se han obtenido datos sobre descendientes de la etnia Hakka en
las provincias de Manabí, el Guayas y Los Ríos. Javier Chong, comunicación personal, 1 de
enero de 2021.
27
Registro Oficial, “Circular No. 3”, en Registro Oficial. Órgano del Gobierno del Ecuador No. 188, 27
de abril de 1921, 411.
268
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

desearan ausentarse y volver dentro de un año28. Tal decreto, sería posterior­


mente modificado, extendiéndose el tiempo permitido de retorno a tres años
desde su salida29.
En 1922, se decreta un nuevo reglamento sobre la realización de un censo
a los ciudadanos chinos por provincia, datos que fueron publicados en el Regis-
tro Oficial30. Posteriormente, en 1923 se da paso a la solicitud del estableci-
miento de un consulado chino en Guayaquil, representando en su primera
instancia por Chang Santón Taysing, Presidente de la Sociedad de Beneficencia
de la Colonia China, y migrante llegado a principios de siglo31. A partir de ese
momento, el Cónsul intervendría para exigir que a los chinos residentes en el
Ecuador se le aplicaran las normativas vigentes referentes a extranjería en el país.
Por tanto, éste sirvió como garante y protector de los intereses de sus conciu-
dadanos en cuestiones legales y políticas. Sin embargo, no sería hasta el Decre-
to Ejecutivo No. 601 emitido en 1944, durante el gobierno del presidente José
María Velasco Ibarra, que se derogaría el decreto 1889 sobre la prohibición de
la migración china al país32.
Al contrario de lo considerado en aquella época, y hasta la fecha, la econo-
mía de los migrantes asiáticos representó un profundo beneficio para la sociedad

28
Registro Oficial, “Poder Ejecutivo”, en Registro Oficial. Órgano del Gobierno del Ecuador No. 1055, 30
de marzo de 1920, 9693-9694.
29
Registro Oficial, “Poder Ejecutivo”, en Registro Oficial. Órgano del Gobierno del Ecuador No. 1151, 31
de julio de 1920, 10502.
30
Registro Oficial, “Poder Ejecutivo”, en Registro Oficial. Órgano del Gobierno del Ecuador No. 475,
11 de abril de 1922, 718. Véase para los censos en 1918 de la provincia de Manabí, Registro Oficial
No. 509; Provincia de los Ríos en el año de 1922, Registro Oficial No. 651; Provincia de El Oro,
Registro Oficial No. 596; Provincia de el Guayas en 1923, Registro Oficial No. 731. Estas nóminas,
sin embargo, no reflejan el número real de residentes chinos en las provincias. Si el número de
residentes chinos en una provincia incrementaba desde el último censo, “el excedente de chinos,
determinado por sorteo, será expulsado del país”. Registro Oficial, “Circular No. 3”, en Registro
Oficial Órgano del Gobierno del Ecuador No.188, 27 de abril de 1921, 847.
31
Registro Oficial, “Consejo de Estado”, en Registro Oficial. Órgano del Gobierno del Ecuador No.
943, 5 de diciembre de 1923, 2249-2250.
32
Registro Oficial, “Decreto No. 601”, en Registro Oficial. Órgano del Gobierno del Ecuador No. 55,
5 de agosto de 1944, 411.
269
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

ecuatoriana. Tomaron trabajos y explotaron nuevos nichos de mercado inexplo-


rados por otras comunidades migrantes33. Como se detallará en secciones pos-
teriores, llevaron el comercio a zonas remotas introduciendo nuevos mecanismos
de mercado al tiempo que ayudaban a desarrollar las zonas rurales y abastecer
a las clases menos privilegiadas. En aquel momento, los grandes hacendados y
comerciantes explotaron el monocultivo cacaotero hasta el agotamiento del
sistema sin prestar atención a otros mercados, oportunidades y consumidores.
Fueron los comerciantes chinos quienes, al contrario, vendrían a aprovechar
estos vacíos debido a que no formaban parte de la estructura creada por la élite
productiva de la época.
Por lo tanto, para comprender de manera más profunda el papel de la mi-
gración china en aquellos años, en necesario entender al Ecuador de finales de
1800 y principios de 1900: un Ecuador políticamente convulso debido a las
rápidas transformaciones sociales y económicas. Los ciclos de la historia ecua-
toriana se caracterizan por constantes crisis intercaladas con pequeños periodos
de estabilidad. Los chinos que arribaron a Guayaquil durante aquellos años
encontraron un país que era nuevo en los mercados internacionales; un estado
que estaba tratando de adaptarse lo más rápido posible a los fenómenos del
capitalismo global y en donde ellos jugarían un rol importante, aunque poco
explorado en tales transformaciones.

Ecuador y Guayaquil a principios del siglo xx

Los migrantes chinos en Ecuador a principios del siglo xx se vieron rodeados


de los diferentes desafíos que afrontaba el país en aquella época. En aquel tiem-
po, el Ecuador era un estado dividido por los enfrentamientos ideológicos y
militares entre los partidarios del conservadurismo tradicional y los gobiernos

33
Melvin Hoyos Galarza, “Comercio chino en Guayaquil en el centenario de la independencia
de la Ciudad de Guayaquil”, Revista de la Sociedad de Beneficencia de la Colonia China 110 años 1
(noviembre 2018): 8-9.
270
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

liberales radicales. En 1906, la Revolución Liberal lidera la transformación


política y económica de la Nación. Tras un golpe militar liderado por el general
Eloy Alfaro se inicia una reorganización de la hacienda nacional, impulsando la
agricultura, el comercio y una reestructuración de la política exterior34. El cau-
dillismo, el regionalismo y la brecha entre las normas constitucionales y las
prácticas políticas vigentes se mantuvieron como rasgos centrales de la vida
política ecuatoriana a lo largo del siglo xx. El regionalismo serrano y costeño y,
en particular la confrontación de las diferentes élites regionales continuó sien-
do una fuerza poderosa en la vida pública durante el periodo de 1875 y 192035.
El 10 de enero de 1906, la Junta Popular de Quito se pronuncia en contra
del presidente Lizardo García. El acta de la Junta afirma que el presidente García
“no ha venido a procurar el beneficio de la Patria, sino solamente el suyo per-
sonal”, y añadía: “la conducta de García tiene todas las condiciones de traición”36.
Días más tarde, Alfaro, tras dar un golpe de estado, empieza su segundo perio-
do presidencial, el cual durante sus dos primeros años se verán perturbados por
la oposición de los conservadores de la época. Eloy Alfaro aprovecha este pe-
riodo para insertar al Ecuador en la economía capitalista mundial, robustecer
la producción nacional y diseñar un plan de fortalecimiento estratégico del país,
mediante la construcción de una red ferroviaria nacional y profesionalismo de
las fuerzas armadas.
Este periodo se caracteriza, especialmente, por el auge de la industria ca-
caotera en la región costera. La economía ecuatoriana dirige sus recursos a la
agroexportación y reformas económicas de la nación. Esto resultaría en una
época de gran prosperidad para la industria, convirtiéndose en el primer país
exportador de este producto en el mundo hasta la Primera Guerra Mundial. El

34
Las disputas ideológicas en el Partido Liberal se realzan con los conflictos entre el caudillo
Eloy Alfaro y el Presidente Lizardo García, especialmente sobre los escándalos de corrupción en
la construcción del Ferrocarril que se planeaba, uniría Quito y Guayaquil.
35
Carlos Espinosa, Historia del Ecuador (Barcelona: Lexus, 2010), 541.
Simón Espinosa Cordero, Presidentes del Ecuador (Ecuador: Editores Nacionales S.A. Ensa
36

Gráfica, 1996), 95.


271
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

auge cacaotero se fundamentó en la multiplicación del consumo per cápita de


cacao en los países europeos que subió de 1,7 onzas en 1870 a 9,4 onzas en 1897.
Las cifras registradas por las estadísticas de la época dibujaban una expansión
económica sustentada en la llamada “pepa de oro”. El número de las plantas de
cacao en Ecuador paso de 33 millones a más de 80 millones entre 1890 y 1910.
Igualmente, el valor de las exportaciones creció de alrededor de 6 millones de
sucres en 1879 a cerca de 20 millones en la década de 1910, sin que existiera
mayor inflación37.
En cuanto a importaciones, para 1906 los textiles ocuparían el mayor rubro
por un valor de 3.533.208 sucres seguido por especies monetarias, y por último
maquinaria. La mayoría de las importaciones en esa época provenían de Estados
Unidos, Gran Bretaña y Alemania. Si pensamos en las relaciones económicas
entre Ecuador y China, el comercio con China era considerablemente bajo,
llegando a un total de 55.221 sucres en importaciones38. Por los anuncios de los
comercios chinos de la época, se puede apreciar que estos comercios no impor-
taban solamente desde el Imperio Celeste, sino que también traían productos
de Japón, Estados Unidos y Europa. Los productos más apreciados en la socie-
dad ecuatoriana de la época importados desde China serían las telas de seda y
las hojas de té chino39, cuya fama era mundialmente reconocida. En el anuncio
en el periódico El Globo de 1890 sobre el almacén de San Lee & Co. se anuncia
que es un almacén de sederías y té, y se lee que realizan “importación de las
ocho afamadas clases de té fino de excelente gusto”40.
En octubre de 1908, el periódico El Ecuatoriano cita y traduce un artículo
publicado en L’Amérique Latine por el Ministro residente de Francia en Quito.

37
Carlos Espinosa, Historia del Ecuador, 547.
38
De las exportaciones hacia China no se poseen datos. Véase: Charles M. Pepper, Report on
Trade Conditions in Ecuador (Washington: Government Printing Office, 1909), 22-23.
39
El Globo, “Centro de Novedades”, 25 de febrero de 1890, 3. Este anuncio también ya se podía
leer en el anterior en la edición de 19 de septiembre de 1889.
40
En el documento original aparece resaltado en mayúscula la expresión: “ocho afamadas clases
de té”.
272
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

En este se detalla las diferentes industrias en el Ecuador de principios del siglo


XX, destacando: la industria de los sombreros de paja toquilla, las refinerías de
azúcar aledañas a Guayaquil, la industria cervecera, la textil, de tabaco y la cho-
colatera. Se hace especial mención a inversores extranjeros; por un lado, a los
Maulme Hermanos con la creación de dos fábricas enfocadas en la industria de
hielo y cerveza en territorio nacional; y por otro, la fábrica italiana de chocolate
y refinería de sal de mesa La Italia en Guayaquil. El artículo destaca la implan-
tación del ferrocarril de Guayaquil a Quito como factor clave para la creación
y propagación de nuevas industrias en el Ecuador. Este sería aprovechado para
la creación de nuevos negocios por extranjeros en la cuenca del Guayas41.
Dentro de los cambios y evoluciones sociales más importantes ocurridos
durante la Revolución Liberal se destaca la separación de la Iglesia y del Estado,
la fundación del Partido Liberal Obrero, y la clara organización de sociedades de
intelectuales ecuatorianos, como la Sociedad Ecuatoriana de Estudios Históri-
cos Americanos. Por otro lado, la Constitución promulgada el 23 de diciembre
de 1906 consagró el laicismo en el Estado, la educación y la familia y defendió
la libertad de conciencia colocando las demás religiones a la par de la católica;
además, se expropiaron las propiedades del clero.
La mitad de las rentas producidas por esos bienes fue para la sustentación
de los religiosos despojados de ellos, y la otra mitad, para hospitales y obras
sociales. Adicionalmente, se elabora el concepto de la hacienda pública para
comprender “todos los bienes raíces, muebles, créditos, contribuciones, rentas,
derechos y acciones que pertenecen a la Nación, y que dispone el Gobierno,
para la satisfacción de las necesidades del Estado”42. En 1910, se promulga una
ley que autoriza la venta de los terrenos adyacentes a las iglesias y conventos
con el objeto de financiar la defensa nacional. La cuestión sobre la libertad de
cultos y separación de la iglesia y el Estado fue un tema sumamente debatido
en el país, y promulgado sobre todo por aquellos defensores de la inmigración

41
[Mr.] Bobot-Descoutures, “La industria en el Ecuador”, El Ecuatoriano, 29 de octubre de 1908, s/n.
42
Espinosa Cordero, Presidentes del Ecuador, 99.
273
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

europea y norteamericana al Ecuador. En 1899, el entonces presidente Eloy


Alfaro ante el Congreso Nacional menciona que sigue pendiente el reclamo de
los Ministros de Gran Bretaña, Alemania y Estados Unidos sobre el reconoci-
miento de los matrimonios que no pertenecieran a la religión Católica Romana.
Resolver esta cuestión, argumentaba, es crucial para el fomento de la inmigra-
ción europea y norteamericana al país, y así atraer capital extranjero43.
Los cambios en la configuración de poderes, sin embargo, no dieron paso
a una transformación en la distribución de ingresos que llegara hacia las clases
obreras y campesinas, y la tenencia de la tierra seguiría siendo manejada por
grandes terratenientes. Pese al intento de fomento de la industria nacional pro­
mulgando en 1906 la primera Ley de Protección Industrial y en 1908 la Ley de
Marcas y Fábricas, Alfaro pierde el apoyo de las bases populares. La clase obrera
empieza a movilizarse, fundando en 1906 el Partido Liberal Obrero y con el fin
de robustecer los organismos obreros gremiales “La Sociedad Artística e Indus-
trial de Pichincha” convoca en 1909 al Congreso Obrero de todo el Ecuador,
en donde se llama a debate y mejoramiento de la reglamentación referente a
salarios, duración de jornadas de trabajo y protección de la industria nacional44.
Por otra parte, durante esa época, Guayaquil estaba experimentando nume­
ro­sas transformaciones, algunas intencionales y otras forzadas. Incendios, revuel­tas,
enfermedades, mejoras infraestructurales e infinidad de otros cambios. Guaya-
quil, como el puerto principal del Ecuador, ha sido siempre el centro comercial
del país, debido a su desarrollo de industrias, agricultura y activo movimiento co-
mercial. En 1906, la ciudad funcionaba como puerto de entrada y salida de pro­
ductos importados y exportados, contabilizando cerca de 17.267.000 sucres de
los 21.965.000 que había exportado el país en aquel año45. Gran parte de los va-

43
Alejandro Noboa, “1899 Mensaje del Presidente de la República al Congreso Constitucional”,
en Mensajes: República del Ecuador Tomo IV (Guayaquil: Impresión El Tiempo: 1907), 404.
44
Enrique Ayala Mora, Nueva historia del Ecuador. Volumen 15. Documentos de la historia del Ecuador
(Quito: Editorial Grijalbo Ecuatoriana Ltda., 1988), 235.
45
Charles M Pepper, Report on Trade Conditions in Ecuador (Washington DC.: Government
Printing Office, 1909), 9-10.
274
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

lores de exportación se debían a la producción, venta y exportación del cacao.


En aquellos años, el país era el responsable por la producción de cerca de la ter-
cera parte del abastecimiento internacional en años previos a la Gran Guerra46.
Los mayores mercados para el cacao eran Alemania, Francia, Inglaterra y
Estados Unidos. El sistema político y económico se había construido sobre la
base de un solo producto y estructurado alrededor de los centros de influencia
de unas pocas familias productoras. En aquellos años, los grandes propietarios
terratenientes poseían las haciendas que producían el cacao y las flotas de lanchas
que trasportaban el producto a Guayaquil. Además, habían fundado o estable-
cido alianzas con las casas comercializadoras, instituido los bancos que finan-
ciaban la producción y tenían acciones en las empresas de infraestructura que
permitieron la ampliación de las operaciones.
En un reporte sobre las condiciones de comercio del Ecuador de 1908
presentado al Congreso de Estados Unidos por Charles M. Pepper, del Depar-
tamento de Comercio y Trabajo de ese país, se recalca que la ciudad de Gua-
yaquil es el núcleo del comercio en el Ecuador. Además, señala que posición
geográfica de la ciudad la convierte en el puerto principal tanto para el interior
del país, como para las demás ciudades costeras por su ubicación estratégica e
instalaciones para el manejo de productos de importación y exportación47.
En la provincia del Guayas para el año de 1909 la mayoría de los negocios
se relacionaban con el procesamiento de alimentos y bebidas, como: fábricas de
galletas, piladoras de café y azúcar, procesamiento de alcohol de caña, fábricas
de tejidos de algodón y calzados, entre otras48. En el astillero de Guayaquil se
fabricaban embarcaciones de todo tamaño e incluso carros y carretas. Referen-
te a la agricultura, el cacao sería el principal cultivo durante finales del siglo xix
y a principios del siglo xx. La producción de caña de azúcar sería la segunda ac-
tividad agrícola más importante del país, seguido por el tabaco y el arroz.

46
El Tiempo, “Comercio Exterior”, 21 de noviembre de 1907, s/n.
47
Pepper, Report on Trade Conditions in Ecuador, 9.
48
Guía comercial, 611.
275
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

El Ecuador. Guía comercial, agrícola e industrial


de la República y los inmigrantes chinos

En 1902, el Congreso Nacional del Ecuador dispone que el 10 de agosto de


1909 se celebre en Quito una Exposición Nacional en conmemoración del
centenario del Primer Grito de la Independencia. En 1909, se conmemoró tan
importante fecha y en un afán de promover la transformación económica que
vivía el país y promocionar la industria ecuatoriana se llevaron a cabo varias
iniciativas. Entre ellas destacaron actividades como la “Exposición Nacional”
en Quito. A criterio de Eloy Alfaro, este certamen no solo serviría para celebrar
y promover la industria nacional, sino también, para conocer diferentes avances
en la región referentes a la diversificación de la producción y la educación. En su
afán de modernizar al Estado ecuatoriano y llevar a cabo sus reformas liberales,
el General Alfaro tomó como referencia a Chile, invitándolo entre otros países
como los Estados Unidos de América, Perú y Japón a participar en el certamen49.
Con el motivo del Centenario de la Independencia, se publicaron números
libros tanto en Quito como en Guayaquil para conmemorar este hecho. Entre
estas publicaciones, se destaca la obra El Ecuador. Guía comercial, agrícola e indus­
trial de la República, un volumen de 1384 páginas que recoge descripciones
históricas, geográficas y las actividades productivas de cada provincia para el
año de 1909. En esta obra se podían observar anuncios y avisos sobre los gran-
des comercios en cada provincia y sus capitales. La Guía comercial de 1909 per­
mite obtener una vista privilegiada de la formación y desarrollo del sistema
agroexportador ecuatoriano.
Por ejemplo, mediante el estudio de las cifras de capitalización en giro50
que tenían los diferentes negocios se pueden observar patrones establecidos en
la circulación del dinero. Familias como los Aspiazu, Seminario, Durán Ballen

Agustín Muñoz Sierpe, Catálogo de la exhibición de Chile en la exposición de Quito (Santiago de


49

Chile: Sociedad “Imprenta y Litografía Universo”, 1909).


50
Capital en giro es la suma de dinero mínima necesaria para sostener las actividades de un negocio.
276
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

y Puga eran algunos de los mayores productores de la época. Sin embargo, la


guía nos permite echar un vistazo a los chinos presentes en Ecuador en la pri-
mera década del siglo xx. Cabe acotar que la Guía Comercial detalla negocios
de extranjeros según su ubicación geográfica y categorización. En Guayaquil,
los comercios chinos son fácilmente identificables por sus apellidos asiáticos
(ver Tabla No. 1) pero existe la posibilidad de chinos con apellidos castellani-
zados que adoptaron sus nuevos nombres como estrategia comercial, fácil pro-
nunciación o por bautizo. Hay casos de apellidos que se castellanizaron según
su pronunciación fonética, por ejemplo, los Cruz son Ku o Koo en chino; los
López son Lo y los Díaz son Lee o Li, por lo que identificarlos es más difícil51.

Tabla 1. Comercios chinos en Guayaquil según sectores (1909)

División por categorías


Importación
Géneros y artículos de bazar Géneros y calzado
Kuon On Tay & Ca. Cam Tong Luis F. (Av. 10 de Agosto,
Kuon San Long & Ca. 100-102)
Leon Hing & Ca. Cam Tong Luis F. (Malecón 1800-1801)
San Siong & Ca. (Av. Pichincha, 419- King Pow
421) Ku Cap Hns.
San Siong & Ca. (Av. Pichincha, 507- Kuon On Chong & Ca.
509) Kuon San Lon & Ca.
San Woo & Ca. (Av. Pichincha, 500) Kuon Ton On & Ca.
San Woo & Ca. (Av. Malecón, 1402) Man Chong & Ca.
Siong Lee & Ca. Man Lee & Ca.
Wa Hing & Ca (Malecón, 1602) Lee Cham & Ca
Wo On & Ca. Sam Woo & Co.
Sang Lee
Tay Sing & Co.
Ye Siong & Ca
Wa Hing & Ca (Malecón, 1607)

51
Jaime Díaz Marmolejo, De China con Honor (Guayaquil: S.e., 2000), 18.
277
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

Recreación
Restaurantes Salones & Cantinas
Antonio Chan
José Chan (Calle Chanduy, 1001) Kuon Francisco
José Chan (Avenida 10 de Agosto) Chan & Co.
José Chan (Calle Colón 700)
Yimsing José
Otros servicios
Lavanderías
Chan Yat San (Calle General Elizalde, 508)
Fuente: Elaboración propia de los autores a partir de: Guía comercial, 744-758.

Si en 1909 los negocios chinos mostraban una importante presencia en Guaya-


quil siendo el puerto principal y la ciudad centro de sus operaciones comercia-
les del país, en la sección sobre el Guayas se cuentan un total de 46 negocios
chinos repartidos por toda la provincia y centrados especialmente en el comer-
cio de “géneros”, artículos de bazar y otros bienes de consumo general. Las
telas son especialmente importantes para estos negocios, e incluso algunos in-
cursionaron en la comercialización de cacao, caucho y madera52. La gran in-
fluencia china en el comercio, sobre todo en la provincia de El Guayas y sus
provincias aledañas de Los Ríos, El Oro y Manabí quedarían plasmados en la
Guía comercial, destacando su participación en la economía nacional.
En Los Ríos, se asentó la segunda comunidad china más grande en el país,
teniendo una fuerte presencia en el comercio local en toda la provincia53. En la
provincia de El Oro, se estimaba que la población extranjera ascendía a los 1.000
habitantes54. La presencia china, sin embargo, estaba principalmente ubicada

52
Algunas de las casas comerciales más importantes de la época poseían inversiones, tierras y
haciendas en Hong Kong y en China continental. De hecho, las firmas funcionaban con apode-
rados en territorio ecuatoriano, en tanto los accionistas originales regresaban a China para mane-
jar sus negocios desde ahí. Véase: Díaz Marmolejo, De China con Honor.
53
Guía comercial, 1303-1305.
54
Guía comercial, 458.
278
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

en los cantones de Santa Rosa y Pasaje55. En Manabí, el negocio de importacio­


nes y exportaciones de Kuon Yuen Chon en Chone era uno de los más grandes56,
pero también existirían más comercios chinos en los diferentes cantones en la
provincia. Estos llegaron a monopolizar el comercio de importaciones en Por-
toviejo, Calceta y Chone, ciudades estratégicamente ubicadas con conexión con
Guayaquil57. Chimborazo sería la única provincia de la sierra ecuatoriana en la
que había una pequeña presencia de chinos, entre quienes constan en la guía
Chon Kuon & Ca., y Teng Yat & Co58.

El comercio chino en Guayaquil en 1909

Siendo la Provincia del Guayas el objeto de estudio por ser el territorio donde
se asentó la gran mayoría de chinos en el Ecuador, hay que recordar que su
presencia se puede trazar desde finales del siglo xix. La provincia del Guayas
está ubicada en las costas del Océano Pacifico, asentada sobre el delta del río
del mismo nombre. Esto la convirtió en un área de campos fértiles, aptos para
el desarrollo agrícola y comercial59.
Noticias acerca de los incendios en la ciudad de Guayaquil fueron un tema
recurrente a principios del siglo xix, incendios y plagas acontecerían, afectando
a los ya existentes comercios chinos en la ciudad. Entre estos desastres, el más
devastador fue “El Gran Incendio” que ocurrió entre el 5 y el 6 de octubre de
1896 el cual arrasó alrededor de 87 manzanas y 1.500 viviendas, afectando por
lo menos dos tercios de la ciudad60. En este incendio, precisamente, los al-
macenes de Wo San Lon, el Salón Imperial y la lavandería China estarían

55
Guía comercial, 516-518.
56
Guía comercial, 1152.
57
Guía comercial, 1143.
58
Guía comercial, 448.
59
Guía comercial, 583.
60
El Deber, “Incendio”, 12 de octubre de 1896, s/n.
279
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

entre los negocios de nacionales chinos que habrían desaparecido a raíz del
incendio61.
En medio de esta tragedia, es destacable que una Comisión de Asiáticos encabe-
zada por Francisco Guevara, San Qui, y Kuon San Lon iniciaron una recolección
monetaria entre la comunidad china en la ciudad, llegando a reunir una considera-
ble suma de 820 sucres. Entre los contribuyentes estarían importantes comercian-
tes chinos de la época como: Won On, San Qui, y Kaun San-Lon62. Desde Quito
como desde el resto de las ciudades ecuatorianas, empezarían a llegar grandes sumas
de donaciones. A esto también se sumaron varios países de la región, como Argen-
tina y Perú que donarían víveres y realizarían contribuciones monetarias para su
reconstrucción63. Estos frecuentes sucesos causarían grandes pérdidas a los nego-
ciantes chinos, ya que la mayoría de ellos no contaban con seguros contra incendios.
En menos de 10 años, la mayoría de la ciudad portuaria habría sido ya re-
construida, ensanchando sus calles e instalando un sistema de grifos contra
incendios, por lo que Guayaquil pasaría a ser una de las ciudades más desarrolla­
das de Sudamérica64. En 1902, otro incendio acontecería a Guayaquil, destruyen­do
varias manzanas y causando grandes pérdidas a los comercios, pero de ninguna
manera de la misma magnitud65. Los constantes incendios en Guayaquil, Baba-
hoyo, Machala y otras localidades también hacían más complicado llevar registros
y las matrículas de los negociantes chinos. Dichos documentos ocasionalmente
se perdían en estos incidentes, según consta en una comunicación enviada por
el Consulado Británico al gobierno ecuatoriano66.

61
Díaz Marmolejo, De China con Honor, 40-41.
62
B. González B., “Capítulo VIII”, en Crónica del Gran Incendio Acaecido en Guayaquil el 5 y 6 de
octubre de 1896 (Guayaquil: Tipografía de “El Grito del Pueblo, 1896), 58-63.
63
González B. Crónica del Gran Incendio Acaecido en Guayaquil, 44-56.
64
Ernesto Albuja Aspiazu, Guayaquil, recuerdos de antaño (Guayaquil: Reed & Reed, 1936), 146.
65
Banco del Ecuador, “Novena Década 1900-1910”, en Crónica Comercial e Industrial de Guayaquil
en el Primer Siglo de la Independencia (Guayaquil: Librería e Imp. Gutenberg, 1920), 80.
66
Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores, “Comunicado del Consulado Bri­
tánico en Guayaquil”, en Comunicaciones recibidas por los consulados extranjeros 1901-1910, 25 de
febrero 1907.
280
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

La gran presencia de los negocios chinos en la Provincia del Guayas, y en


la provincia de Los Ríos —provincia aledaña— sería visibilizada a través de los
anuncios sobre los incendios de la época. Los chinos serían frecuentemente
culpados de los incendios en estas localidades. En un artículo del periódico El
Tiempo de Guayaquil en 1911, se informa sobre un incendio ocurrido en la
población de Vinces, provincia de Los Ríos que tuvo origen en la tienda perte-
neciente a un chino67. Se menciona que “el incidente anterior en Vinces, el que
redujo a cenizas a Babahoyo, el que dejó en escombros a la población de Queve­
do, etc. todos tuvieron origen en tiendas ocupadas por chinos”68.
Estos incidentes causarían grandes rechazos hacia la población china resi-
dente en estas localidades. Algunos editoriales declaraban que “el pueblo entero
de Vinces está indignado contra los chinos causantes de su ruina y se proponen
apalearlos a todos”69. El rechazo de los chinos en el Ecuador estuvo muy ligado
a su incursión en el mundo del comercio. En El Guante de 1916 podemos locali­
zar la queja de empleados ecuatorianos acerca de los comercios chinos, quienes, a
diferencia de los comercios locales, abrían también los domingos. Estos “Emplea­
dos de Comercio”, como así firman en su nota publicada, exigen que “los cita-
dos comerciantes perseveren en el cierre absoluto del domingo” para que así
los propietarios de los almacenes les sigan concediendo el descanso dominical70.

Presencia de comercios chinos en Guayaquil a partir de 1909

Para 1909, la provincia del Guayas estaba dividida en los cantones de Guayaquil,
Yaguachi, Daule, Santa Elena y Balzar, siendo Guayaquil el más poblado e im-
portante. La población del Guayas para 1909 se estimaba en 231.200 personas

67
El Tiempo, “Vinces”, 25 de julio de 1911, 1.
68
El Tiempo, “Vinces”, 25 de julio de 1911, 1.
69
El Tiempo, “Vinces”, 25 de julio de 1911, 1.
70
Empleados de Comercio, “Los chinos y el descanso dominical”, El Guante, 16 de marzo de
1916, s/n.
281
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

que se encontraban principalmente en la capital de la provincia, donde habitaban


140.000 personas. Los migrantes chinos y sus familias se contaban por más de
1.000 en el país, la mayoría de ellos asentados en Guayaquil y zonas aledañas71.
Desde finales del siglo xix y hasta principios del siglo xx, empezaron a llegar
migrantes italianos, españoles, sirios, libaneses y chinos a Guayaquil quienes
empezaron a situarse en el centro de la ciudad. Pronto, las comunidades extran-
jeras ocuparían las zonas más comerciales de Guayaquil. El crecimiento y ex-
pansión de los almacenes chinos en la costa ecuatoriana despertaría en algunos
ciudadanos ecuatorianos un rechazo hacia estos debido a su creciente influencia
económica. Para 1910, sus actividades económicas se centrarían en almacenes,
zapaterías, lavanderías, panaderías, fondas, y casas posadas72.
Los negocios chinos de bazar y fantasías para 1909 estarían ya concentrados
en la zona céntrica de Guayaquil, a lo largo de las calles del Malecón, Pichincha,
Aguirre, 10 de Agosto, Colón y General Elizalde (Ver Mapa No. 1). Otro tipo
de negocios como restaurantes y salones estarían más alejados de esta zona
céntrica. Tanto uno de los restaurantes pertenecientes a Yimsing José, ubicado
en la calle Boyacá, como el negocio de salones y cantinas de la firma Chan &
Co. en la calle Hurtado cerca del parque Centenario, estarían más apartados de
la zona comercial de los negocios extranjeros. Esto da fe de la diversificación
de los negocios chinos en cuanto a su oferta y ubicación en la ciudad. Pese a que
los negocios de los asiáticos se concentraban en zonas específicas, su presencia
se percibía en todo Guayaquil.
La mayor parte de los negocios chinos para estos años estaba distribuida
principalmente a lo largo de la calle Pichincha y del Malecón. La calle Pichin-
cha era la zona vital de los negocios de calzados y de los servicios “exclusivos”,
entre esos los bazares, joyerías y papelerías. Según la Guía comercial, 11 de los
negocios de esta colonia extranjera estarían ubicados en esta calle. La mayoría
de los almacenes chinos que se encontraban en la calle Pichincha como el de

71
Guía comercial, 581.
72
Un Ecuatoriano, “El peligro amarillo en el Ecuador”, El Tiempo, 4 de agosto de 1910, s/n.
282
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Man Lee & Co., al igual que los almacenes de San Siong &Co, se dedicarían a
las importaciones de sedería, perfumería, calzado y género de seda, lana y algo-
dón. Los negocios chinos eran conocidos por poseer una gran diversidad en los
productos desde: telas de seda, fantasías, calzado, máquinas de coser y artícu-
los de limpieza, dentro del mismo local, como era el caso de la casa comercial
Man Lee73.

Mapa 1. Localización principal de los negocios chinos


en la ciudad de Guayaquil (1909)

Fuente: Elaboración propia de los autores a partir de la sección “Guayas” en: Guía comercial, 744-758.

El establecimiento Man Lee (véase Ilustración No. 1) se especializaba en la


importación de mercaderías diversas europeas, norteamericanas, chinas y japo-

73
A. H. Baldwin, Trade Directory of South America for the Promotion of American Export Trade (Wash­
ington: Government Printing Office, 1914), 312-320.
283
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

nesas, sobre todo de perfumería y artículos de seda. Esta casa comercial pasó a
ser manejada por Manuel Lee Chontong y Juan C. Chontong74. Ellos eran los
hijos del dueño del establecimiento que llegaron desde China a Ecuador en
1900. La firma llegó a adquirir una tienda y fábricas de tejido en Hong Kong.
Entre otros de los negocios en la misma calle estarían Kuon San Lon & Co,
San Woo & Co, King Pow, León Hing & Co, y Man Chong &Co75.

Ilustración 1. Anuncio del establecimiento Man Lee & Co. (1909)

Fuente: Guía comercial, 748.

“Lira de Oro” era una tienda exclusiva frecuentemente visitada por las élites
guayaquileñas. Este establecimiento vendía géneros de bazar, al igual que artí-
culos de aseo, estaba ubicada en la Avenida Pichincha 511-513 y era manejada
por la casa comercial Wo On & Ca76. El almacén de Siong Lee & Cía., llamado
“La Mina de Oro”, se habría establecido en Guayaquil en 1909. Posteriormen-
te, abrirían una sucursal en Babahoyo, y en la parroquia de Jujan, en la misma

74
Carlos Manuel Noboa, América Libre, Guayaquil en 1920 (Guayaquil: Empresa Periodística
Ecuatoriana, 1920), 229.
75
Guía comercial, 744-758.
76
Noboa, América Libre, 231.
284
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

provincia del Guayas. La firma también abriría su sucursal en la ciudad de Hong


Kong, y llegarían a poseer acciones de la casa comercial Po Yuen Hing & Cia
en dicha ciudad77. Alrededor del año de 1920, abrirían un almacén en Manabí,
que tenía el objetivo de exportar los sombreros de paja toquilla a San Francisco,
Estados Unidos.
La casa comercial Kuon On Tay & Cía., por otro lado, no solo era un bazar
de fantasías, calzado y accesorios de viaje, sino también exportaba caucho, café
y sombreros de paja toquilla a los mercados de China y Japón. Jacinto Díaz y
Kuon On Tay, ambos socios de esta firma fueron dueños de fábricas en Hong
Kong, accionistas de la Compañía de Vapores de San Francisco China Mail
Steaming y llegaron a poseer acciones de otras empresas en China y Japón78.
Los bazares de mayor renombre estarían ubicados en la zona del Malecón.
Entre los negocios chinos que aparecen en la guía comercial, ocho locales es-
taban ubicados en esta zona. Uno de estos sería la casa comercial Wa Hing &
Cia., fundada en 1907 por cuatro socios de origen chino que se dedicaban a la
importación de telas de algodón, seda y lana, artículos de fantasía, perfumería
y artículos chinos y japoneses79. Entre otros de los negocios localizados en esta
zona estarían: San Woo & Co., Tay Sing & Co., Sam Woo &Co., Ye Siong &
Ca., Lee Cham & Ca., y Cam Tong Luis F. Algunos de los nombres de esta
lista como Tay Sing y Cam Tong Luis posteriormente serían nombres impor-
tantes dentro de la colonia china, incluso llegarían a ocupar cargos directivos
dentro de la Sociedad de Beneficencia de esta colonia80.
Poco a poco la presencia tanto china como extranjera en los comercios de
la ciudad fue cada vez más aceptada. En 1931, a través de una ordenanza se crea
el paseo de las colonias extranjeras en Guayaquil y el alcalde propuso a las de-
legaciones y colonias extranjeras su contribución con el ornato de la ciudad. A

77
Noboa, América Libre, 231.
78
Noboa, América Libre, 233.
79
Noboa, América Libre, 229.
Este último fue presidente fundador de la Sociedad de Beneficencia de la Colonia China en
80

Guayaquil en 1908.
285
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

propósito de los 111 años de la independencia de Guayaquil, el 9 de octubre de


1931, la colonia china residente en esta ciudad obsequió cuatro figuras de jabalíes
en bronce. Una fue ubicada en el Paseo de las Colonias a la altura de la calle
Aguirre, dos dentro del parque Seminario (Bolívar) y, finalmente, otra en la
esquina de la calle 10 de Agosto y Chile81.

Ilustración 2. Figura de jabalí obsequiada


por la colonia China, Guayaquil

Nota: En la esquina inferior derecha de la fotografía se aprecia la figura del jabalí de espaldas,
obsequio a la ciudad de Guayaquil por parte de la colonia china. Fuente: Víctor Sánchez Z.,
“Paseo de las Colonias con la Gobernación y el Municipio”82.

Chang Santón Taysing, quien en ese entonces era cónsul de China en Guayaquil,
realizó la donación a la municipalidad, de esta manera quedaba plasmada la
fuerte presencia china en el país. Sin embargo, los chinos en Ecuador no sola-
mente participaron en el mundo de los comercios de ciudades como Guayaquil,

81
Asociación 10 de Octubre de la Colonia China, “Los Jabalíes de Bronce, el preciado obsequio
de China a Guayaquil en 1931”, Revista Doble Diez (octubre 2017): 29.
82
Víctor Sánchez Z., “Paseo de las Colonias con la Gobernación y el Municipio”, en “Fondo
Fotográfico: Dr. Miguel Díaz Cueva”, Instituto Nacional de Patrimonio Cultural, (ca. 1920-1930),
Fotografía patrimonial, http://fotografiapatrimonial.gob.ec/web/en/galeria/element/3581
286
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

su actividad se dirigió también a otros sectores. Durante la década de 1940, en


un memorándum de la Legación China en Ecuador se da a conocer que varios
ciudadanos chinos adquirieron tierras para el cultivo de plátano, cacao, arroz y
otros productos, incorporándose de esta manera en el sector agrícola del país83.

Migrantes, negocios y capital chino en Guayaquil

Guayaquil ha sido el puerto principal de entrada al país desde su fundación. En


esta ciudad portuaria se asentó la mayoría de los extranjeros, desarrollaron sus
negocios, y como se observó en la sección anterior, muchos dejaron su huella a
través de monumentos públicos y edificios destinados a sus colonias. La ciudad
era en donde se desarrollaban frenéticamente los cambios económicos y sociales
que afectarían a toda la República. Los migrantes que desembarcaban en estos
años en el puerto se encontraban con un país en pleno cambio, pero con un
sistema claramente establecido y estructurado alrededor de una oligarquía do-
minante, que sustentaba su control a través del poder económico y financiero.
En este contexto, los espacios dejados por los grandes productores para que
otros aprovecharan los beneficios de la bonanza eran pocos. Sin embargo, exis-
tieron grupos de personas, locales o extranjeras que supieron encontrar la opor-
tunidad. Muchos de ellos se convirtieron en importadores, fundando casas
comerciales que abastecieron las necesidades de la ciudad. Entre los migrantes
que estaban aprovechando las riquezas provenientes del cacao, destacan dos
grupos principales. En primer lugar, los europeos —italianos
­­ y alemanes— que
se centraron en importar bienes de lujo para satisfacer las necesidades de la
clase alta. La mayoría de estos establecieron compañías importadoras en el
puerto, aunque algunos como los Parodi o Madinyá incursionaron en la pro-
ducción de cacao. Y, en segundo lugar, los chinos —la mayoría de origen can-

83
Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores, “Memorándum de la Legación de
la República de China”, en Comunicaciones recibidas de la legación de China en el Ecuador 1949-1953
(4 de marzo de 1949).
287
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

tonés— que aprovecharon las brechas creadas y en su mayoría optaron por


satisfacer las necesidades de la población en general. Se aventuraron a zonas
más periféricas estableciéndose en cantones aledaños, se introdujeron en las
haciendas para abastecer a los jornaleros, y los bienes que importaban eran de
cómodo acceso para la mayoría de las personas.
Para el año en el que se publicó la Guía Comercial, Guayaquil movía un
capital de alrededor de 27.555.893,26 sucres, contando con 598 comercios re-
gistrados84. En dicha cifra, cabe recalcar, no se toman en cuenta los capitales
registrados de los bancos, compañías públicas o de las empresas de transporte,
electricidad y alumbrado dado que eran fruto de inversión estatal y privada85.
De esto se desprende que los migrantes europeos, norteamericanos o asiáticos
son responsables de una porción respetable de la economía local. A saber, mu-
chas de las casas comerciales más poderosas de la época se encontraban en
manos de comerciantes europeos dedicados a la importación de objetos de lujo
que componían el 25% de las importaciones86. Al contrario, el 50.7% restante
correspondían a bienes de consumo general, y es en este rubro en el que los
inmigrantes chinos se centraron.
Pese a que la migración no fue un proceso homogéneo, en la Guía comercial
son identificables con facilidad dos grupos migratorios esenciales: los italianos
y los chinos ocuparon posiciones diferentes desde la perspectiva de la sociedad
ecuatoriana, y dentro de la actividad mercantil también se diferenciaron el uno

84
Los negocios de las parroquias rurales del Cantón Guayaquil apenas llegaban a poseer un ca-
pital en giro acumulado de 64.000 sucres, siendo San Borondón la más adelantada. Luego, Balao
$48.000; Durán $27.000; Morro Chanduy y Playas $37.000; Naranjales y Jesús María $33.800;
Pascuales $1.500; Posorja $24.200; Puná $5.800; Taura $7.000 y Victoria $11.200. Los cantones
aledaños manejaban mayores capitales, pero ninguno se acercaba a las cifras de Guayaquil. Véase
Guía comercial, 787.
85
Como se indicó, muchos de los grandes productores poseían intereses en estos bancos, empre-
sas y compañías. La Compañía de seguros contra Incendios de Guayaquil, por ejemplo, tenía un
capital en giro de 1 millón de sucres.
86
Importadores como los Herzog (35.000), Krüger & Ca. (400.000), la familia Vignolo (660.000),
Segale Hnos. & Ca. (150.000), Madinyá & Ca. (300.000) y Müller & Ca. Max (600.000) acumu-
laban juntos capitales en giro cercanos a los $1.545.000,00. Véase Chiriboga, “Auge y crisis de
una economía agroexportadora”.
288
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

del otro principalmente en tres puntos. Primero, su bagaje cultural e histórico,


que les permitió ser relativamente aceptados en el Ecuador. Segundo, el tipo de
negocios a los cuales se dedicaron y el tipo de clientela al cual apuntaron. Y
tercero, su peso en la economía nacional. Dejando de lado las generalizaciones
(existieron remarcables excepciones a la regla), estos dos grupos de migrantes
desarrollaron patrones organizacionales en su actividad económica bastante
marcados87.

Gráfico 1. Porcentaje de participación por detalle de capital en giro


de chinos e italianos en Guayaquil (1909)88

Capital total en giro registrado en la Guía Comercial

1 388 000,00: 4%
3 070 467,73: 10%

Chinos

Italianos

Total Guayaquil

27 555 893,26: 86%
Fuente: Elaboración propia de los autores
realizada a partir de: Guía comercial, 777-789.

87
Existieron negocios chinos que, al igual que algunos italianos, invirtieron en el auge cacaotero,
convirtiéndose en intermediarios y enlaces de las casas comerciales europeas. Leandro Carrera
& Ca. y Kuon On Tay & Ca. fueron dos de los comercios más grandes de la colonia china a
principios de siglo. Ambos exportaban cacao, café y caucho a EE. UU. y Europa. También iniciaron
la exportación de sombreros de paja toquilla. Véase Díaz Marmolejo, De China con Honor, 31-39.
88
Es necesario recalcar que muchos de los migrantes asiáticos tomaron nombres y apellidos
castellanos al arribar a la región, por lo que su ubicación exacta en las listas de capitalización es más
complicada. Para fines prácticos de la presente investigación se han realizado todos los cálculos
con base en los registros de chinos cuyos nombres son claramente identificables.
289
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

Como se puede observar en el gráfico anterior, los chinos representaban el


4% de la actividad mercantil registrada en 1909 en la ciudad de Guayaquil,
contando por $1.388.000 sucres de capital en giro. En el mismo sentido, el peso
de la actividad comercial italiana respondía por $3.070.467,73 sucres, represen-
tando cerca del 10% del capital anotado aquellos años. La comparación entre
los dos grupos es importante debido a las reacciones que la población de la
ciudad tenía respecto de cada uno. Es difícil encontrar documentos públicos o
periódicos que se expresen en detrimento de los europeos, al contrario, muchos
periódicos y editoriales atacaban constantemente a los chinos89. Muchos de
ellos se referían a la “raza amarilla” como “de complexión débil, pobre, viciada”90,
una verdadera amenaza para el futuro del país, una “raza” que iba degenerándose
generación tras generación. Se temía que los chinos que trabajaban en Perú se
acercasen a las costas ecuatorianas y se introdujesen en el Ecuador por los puer­
tos cercanos o por tierra de manera ilegal. Puesto que, según los criterios de la
época, “tras de los jornaleros esclavos” se podían introducir elementos capaces
de invadir “el comercio, la agricultura, la industria y hasta la banca”91.
La mayor parte de los comercios chinos se dedicaban a la importación y
comercio de “géneros”, artículos de bazar, de costo más bien barato, exequibles
y necesarios para la población en general puesto que la mayoría eran de uso
dia­rio. No obstante, algunos de estos negocios podían poseer un gran abanico
de opciones que incluían hasta bienes de lujo, especialmente los ubicados en el
centro de Guayaquil. Los movimientos propagandísticos y editoriales que se
levantaron en contra de los chinos llegaron incluso a promover activamente su
expulsión, y provenían de ecuatorianos que tenían participación o intereses en
dicho tipo de negocios y que de alguna manera se habían retirado de estos co­
mercios debido a que extranjeros habían encontrado mejores métodos para

89
Los europeos eran apreciados por sus valores cristianos y por los “notables” beneficios que
aportarían al país, al contrario que los chinos, asociados incluso con las casas de opio. El Tiempo.
“Editorial. La inmigración asiática”, 22 de noviembre de 1907, 1.
90
El Tiempo Editorial,“La inmigración asiática”, 22 de noviembre de 1907, 1.
91
El Tiempo Editorial,“La inmigración asiática”, 22 de noviembre de 1907, 1.
290
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

llevar adelante los comercios. Los chinos habrían prosperado por sus dones y
atributos, tal como lo establecieron quienes defendieron su presencia en el país.

[…] Por lo que hace a las industrias, son contadas aquellas en que tomamos parte;
y, si en estas prosperan los industriales chinos, está claro que no ha de ser por sus
malas costumbres seguramente, sino todo lo contrario, por su moralidad pública
y privada, por su moderación y temperancia tan indispensable en el trabajo, en las
faenas remunerativas, y por su exactitud en el cumplimiento de compromisos92.

Económicamente, los europeos —especialmente alemanes, italianos e ingleses—


acaparaban mayores proporciones de la economía de Guayaquil en aquellos
años. No obstante, sus negocios no estaban en su mayoría dirigidos a las clases
populares, por lo que su distancia parece ser un factor que los protegió93. Otro
factor fue evidentemente el racismo imperante en la época. En tanto los chinos
eran despreciados por ser considerados como una “raza” inferior, los europeos
eran vistos como una “raza” superior que traerían sendos beneficios económicos
y sociales a la República. A pesar de esto, fueron esos mismos chinos quienes
aprovecharon el vacío de abastecimiento en las haciendas, en donde el consumo
de los jornaleros y sembradores tuvo gran repercusión económica.
Al establecer redes de comercio a lo largo de la rivera productora de cacao,
tomando en cuenta los centros de producción, transporte y comercialización,
los chinos parecen haber ocupado espacios económicos desestimados por ecua-

92
Felipe Cam Tong y Chi Chaw Mac, “Intereses generales”, El Grito del Pueblo, 12 de agosto de
1910, 1.
93
Manuel J. Calle, periodista satírico ecuatoriano, escribió en 1911: “Quienes sí están en peligro
de salir por la tangente son los chinos […]. Esto constituirá una de las mayores iniquidades del
egoísmo comercial puesto en condiciones de imposible competencia […] Me declaro defensor
del comercio asiático en este puerto. Ahora, cuando somos más o menos todos chinos, debemos
protegernos mutuamente y amparar a turcos, sirios, árabes, judíos y más levantinos. Soy del
pueblo, soy pueblo, y salgo mejor librado con ellos que con los comerciantes nacionales siempre
en vísperas de la quiebra y con los precios en las nubes”. Véase: Carrillo, “Comerciantes de fanta­
sías: La inmigración china a Quito”, 194-195.
291
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

torianos y otros grupos migrantes94. Desde Guayaquil se extendieron por otras


zonas de la provincia del Guayas en los cantones aledaños, teniendo registros
de su presencia desde 1901 en esas áreas. Su presencia iría aumentando rápida-
mente, en Daule, por ejemplo, los negocios chinos contaban con una capitali-
zación que rozaba los 41 mil sucres en 190195, y en 1909, tan solo 8 años más
tarde, esta rozaba los 59 mil sucres según la guía. Daule, era el puerto interior
de la provincia, a donde se enviaban todas las mercancías para ser transportadas
a Guayaquil, y desde donde partiría el tren a partir de 1906 para conectar el
Guayas con la sierra y la capital, Quito.

Gráfico 2. Capital de negocios chinos en diferentes


zonas de la provincia del Guayas (1909)

Capital en giro por cantón. Negocios chinos


1 600 000,00 1 509 000,00
1 388 000,00
1 400 000,00
1 200 000,00 Cantón Guayaquil (Ch)
Cantón Yaguachi (Ch)
1 000 000,00
Cantón Santa Elena (Ch)
800 000,00
Cantón Daule (Ch)
600 000,00 Cantón Balzar (Ch)

400 000,00 Gran total Prov. Guayas

200 000,00
20 000,00 1 000,00 59 000,00 41 000,00

Capital en giro
Fuente: Elaboración propia de los autores realizada a partir de: Guía comercial, 777-789.

En esta zona estratégica son los chinos los únicos apellidos extranjeros regis-
trados con los capitales en giro más altos de hasta 18 mil sucres y representando
el 22,95% del comercio en la zona. Aunque al igual que los ingleses, alemanes e

94
En zonas como Daule y cantones aledaños, los italianos por ejemplo no contaban con una
presencia mayor. En esos cantones, juntos con los italianos, no superaban la cifra de 6.000,00
sucres de capital en giro.
95
La Nación, Almanaque del Comercio Ecuatoriano (Guayaquil: Menéndez y Jaramillo, 1901), 146-148.
292
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

italianos, el grueso de su actividad se encontraba en el puerto, los chinos también


contaban con fuerte presencia en Santa Elena, Yaguachi y Balzar, zonas en las
cuales se ubicaban grandes extensiones de tierras productivas. En éstas pudieron
abastecer de víveres y utensilios a los trabajadores de las ha­ciendas, montado pe-
queñas tiendas y ventas de puerta a puerta96. Existen testimonios de descendien-
tes chinos que corroboran la presencia de los migrantes en las haciendas como
abastecedores de primera necesidad para los trabajadores de las propiedades ca-
caoteras, por lo que se fortaleció la presencia china en predios rurales de la pro-
vincia del Guayas y de Los Ríos, especialmente en Daule y Quevedo97.
Esta labor en la construcción de una red de abastecimiento interno a la agro­
exportación no fue reconocida. Pese a que estos negocios no dominaban la
economía local muchos de los negocios de los chinos eran vistos como intrusos,
y algunas de sus prácticas rechazadas. Incluso las jornadas de trabajo podían ser
objeto de controversia cuando en 1916 los trabajadores de los comercios del
puerto reclamaban que por culpa de los “odiosos y fatídicos chinos” sus patrones
los obligaban a trabajar los domingos, puesto que los comercios asiáticos no
cerraban ningún día de la semana98.
En concordancia, los chinos no fueron admitidos como parte integral del
panorama social y económico de aquellos años ni incorporados a los intereses
superpuestos de la élite guayaquileña. Al contrario que sus contrapartes occi-
dentales, los asiáticos no eran bienvenidos a unirse al elitista Club de la Unión
que aglutinaba a la clase guayaquileña económica y políticamente privilegiada.
Incluso, tan tarde como 1920, los chinos seguían siendo considerados “inde-
seables” puesto que, en opinión de algunos, el Ecuador ofrecía bastas oportu-

96
Entrevista a Jaime Díaz Marmolejo, autor del libro “De China con Honor” y descendiente. Su
padre fue uno de los muchos chinos que se aventuraron río arriba para establecer negocios en las
haciendas productoras de cacao en la Provincia de Los Ríos. Comunicación personal, 28 de di-
ciembre de 2020.
Entrevistas a miembros de la Sociedad de Beneficencia de la Colonia China en Guayaquil.
97

Comunicaciones personales, 11 de enero de 2021.


98
Empleados de Comercio, “Los chinos y el descanso dominical”, El Guante, 16 de marzo de
1916, 1.
293
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

nidades económicas para todos, excepto para la “raza mongólica”99. Existe una
clara discrepancia entre las cifras detalladas por la Guía Comercial y las percep-
ciones que en aquellos años se tenían de los migrantes asiáticos. Fueron preci-
samente estos migrantes quienes invirtieron en zonas en donde ni siquiera los
ecuatorianos habían invertido, y cubrieron las necesidades de aquellos que el
mercado había ignorado hasta esa fecha100.
En tal sentido, en cada uno de los cantones periféricos a Guayaquil los ne-
gocios chinos contaban con mayores capitales (ver Gráfico No. 3). Sin embargo,
en el puerto, eran los italianos, al igual que muchas otras casas europeas las que
tenían una mayor fuerza y presencia financiera. En la ciudad, los chinos se dedi-
caban a la importación de sedas, vajillas, artículos de tocador, perfumería, objetos
de fantasía y artículos de bazar que provenían de China, Japón, Estados Unidos
y Europa. De estas casas comerciales, algunas alcanzaron gran renombre y poder
adquisitivo. Sobre todo, aquellas de las cuales se tiene registro de su existencia
desde 1901, llegarían a aumentar considerablemente su capital. La casa San Siong
& Ca., por ejemplo, en 1901 contaba con un capital de 40.000 sucres de capital
en giro, y para 1909 contaba con 300.000 sucres. De igual manera, para 1909
habría cuatro casas con capitales superiores a los 100 mil sucres: Kuon On Tay &
Ca. (100.000); Kuon San Lon & Ca. (100.000); Man Lee & Ca. (100.000); y Wo
On & Ca. (130.000)101 que habrían aumentado su capital entre esos años102.

José Joaquín Jurado Avilés, Ecuador en el centenario de la independencia de Guayaquil (Guayaquil:


99

De Laisne & Carranza, 1920), 28.


100
Se calcula que al menos 25.000 trabajadores entre sembradores, jornaleros, estibadores y
cargadores estaban directamente relacionados a las haciendas productoras. Estos, junto con sus
familias, se convirtieron en una importante fuente de demanda y su participación en la construc-
ción de nuevos pueblos y recintos que fue aprovechada por los migrantes chinos que abastecían
a estas localidades. Chiriboga, “Auge y crisis de una economía agroexportadora”, 79.
101
Algunas de estas casas comerciales podrían haber contado con un capital mayor si se contara a las
sucursales y a los negocios familiares desprendidos de la matriz. Para efectos de comparación y a fin
de no confundir a las diferentes familias incluso cuando ostenten el mismo apellido, el presente estudio
solo toma en cuenta el capital en giro de la casa matriz. Para el resto de los cálculos y comparaciones
se toman en cuenta el detalle íntegro exhibido en la Guía comercial. Guía comercial, 777-789.
A excepción de la casa Kuon On Tay, las demás constarían también en una guía comercial de
102

1901. Kuon San Lon & Ca para 1901 tenía un capital de 60.000 sucres; Man Lee de 40.000 y
294
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Gráfico 3. Presencia de capital chino e italiano


en la provincia del Guayas excluyendo el Cantón de Guayaquil (1909)

Comparativo en cantones periféricos

Comunidades migrantes
Capital en giro

60,000.00
50,000.00
40,000.00
30,000.00
20,000.00 Italianos
10,000.00 Chinos
-
Cantón Cantón Cantón Cantón
Yaguachi Santa Elena Daule Balzar

Chinos 20,000.00 1,000.00 59,000.00 41,000.00

Italianos 4,000.00 14,000.00 2,000.00 18,000.00

Fuente: Elaboración propia de los autores realizada a partir de: Guía comercial, 777-789.

La migración china parece ser diferente en otro aspecto importante. Pese a que
también se beneficiaron de la bonanza económica fruto de las exportaciones del
cacao, los chinos no formaron parte integral del sistema. Como ya se dijo an-
teriormente, estos parecen haber aprovechado nichos económicos no explotados
por el resto de la población. Sus intereses no estaban totalmente relacionados
al de las grandes casas comerciales y sus redes económicas y de abastecimiento
dependían más de la misma sociedad migrante china en Ecuador, que de los
grandes productores cacaoteros o de las grandes comercializadoras. En pocas
palabras, los chinos se separaron del modelo, y comerciaron poco con el cacao,
diversificaron sus productos de venta y, por ende, diversificaron sus inversiones.
Al contrario que los europeos o los norteamericanos, ellos no intervinieron
directamente en la explotación del monocultivo, al tiempo que aprovecharon
sus beneficios de manera moderada a través del consumo de los locales.

Wo On 100.000. La Nación, Almanaque del Comercio Ecuatoriano (Guayaquil: Menéndez y Jara-


millo, 1901), 146-148.
295
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

Los chinos en general, con excepción de una o dos casas comerciales, se


enfocaron en la importación de perfumería, artículos de bazar, abarrotes, ferre-
tería, artículos de tocador, telas, sedas, lana, calzado y objetos de moda. Dentro
de las excepciones se encuentran los comercios de Leandro Carrera & Ca., y el
de Kuon On Tay & Ca103. Ambas compañías tenían intereses como intermedia-
rios en el comercio de caucho, cacao, café y otros sectores. Incluso mantenían
inversiones en empresas en China y Estados Unidos. Entre dichas inversiones
se encontraban las aseguradoras, empresas de tejidos y compañías navieras. Sin
embargo, incluso estos comercios diversificaron sus operaciones y establecieron
sucursales en otras ciudades y provincias como Porto Viejo en Manabí y Baba-
hoyo en Los Ríos, para dedicarse a actividades diversas incluida la exportación
de sombreros de paja toquilla.
Para finales de la década de 1910, el modelo de exportación del país ya daba
muestras de agotamiento. En 1908, los precios del quintal de cacao se redujeron
en un 50% llegando a valer 15 sucres frente a los 30 sucres del año anterior. El
Ecuador ahora solo reportaba el 17% de la producción global, en tanto los
territorios africanos se elevaban hasta el 29%. La crisis de 1907 en Europa hizo
que los precios de los bienes importados se elevaran lo que causó mayores des-
balances en la balanza de pagos nacional. En la siguiente década, muchas de las
grandes propiedades productoras y casas comerciales se vieron en la necesidad
de aceptar inversión extranjera. La red de accionistas se diversificó, lo que con-
llevó a que muchas de las ganancias reducidas de la década 1910-1920 saliesen
del país. Al contrario, para 1909, se puede observar que los chinos mantenían
su red de accionistas dentro de su comunidad y la mayoría de sus bienes de
intercambio eran manufacturados, por lo que parece que la crisis no los había
afectado en demasía. Esto puede ser corroborado por el hecho de que para las
décadas de la crisis cacaotera 1910-1930, la población china en el país aumentó,
registrándose una nueva ola migratoria en aquellos años.

103
El negocio de Leandro Carrera no consta como tal en la lista de capital en giro de la Guía
comercial. Kuon On Tay & Ca. mantenía un capital en giro de 100 mil sucres.
296
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Conclusión

 El desarrollo del Ecuador de principios del siglo xx se encuentra marcado por
tumultos políticos apaciguados por la bonanza del auge cacaotero y la entrada
de inversión extranjera. En medio de estas circunstancias varios negocios guaya­
quileños ven una oportunidad de crecimiento dando paso a grandes firmas ban­
carias, negocios de bazar y otros servicios para servir a la creciente clase media
de la época. Los extranjeros encontraron una oportunidad para hacer fortuna
en el país. En este contexto, los migrantes chinos llegados a tierras ecuatorianas
aprovecharon las brechas creadas por el sistema económico ecuatoriano de la
época para fundar negocios, establecer conexiones y formar familias. Al contra-
rio de lo creído hasta la fecha, su aporte a la economía nacional y, especialmen-
te, a la economía costera ha sido de suma importancia. El capital, así como los
bienes que estos comerciantes inyectaron en la estructura comercial del país,
formó una fuerte base para la prosperidad económica de esta comunidad y de
las localidades que los acogieron.
 La Guía Comercial de 1909 sirve de testigo de estos cambios políticos y eco­nó­
micos en el país, mostrando en su contexto los grandes avances y oportunida­des
que ofrecía el Ecuador para la inversión extranjera. Pese a la persistente discri-
minación al migrante chino en el continente a principios del siglo xx, podemos
testiguar que los chinos trabajaron, emprendieron y contribuyeron positivamen­
te al desarrollo del Ecuador. Este valioso documento histórico permite evidenciar
la evolución de la comunidad migrante china más antigua del país. El estudio
de esta época da testimonio de las bases fundacionales económicas y sociales de
la colonia china en el Ecuador. A partir de estos años, y utilizando el comercio
como punto de apoyo, los migrantes chinos formarían la Sociedad de Benefi-
cencia de la Colonia China y, posteriormente, la primera representación diplo-
mática de China en el país, instituciones que permitirían la incorporación y
aceptación de los chinos en la sociedad ecuatoriana.
297
Auge de los negocios chinos en la Provincia del Guayas a principios del siglo xx

Bibliografía

Fuentes primarias
Fuentes orales
Entrevistas realizadas en las localidades ecuatorianas de Jijipapa y Guayaquil en el 2020
y 2021.

Archivos
Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores. “Comunicado del Consu-
lado Británico en Guayaquil”. En Comunicaciones recibidas por los consulados
extranjeros 1901-1910. 25 de febrero 1907.
Archivo Histórico del Ministerio de Relaciones Exteriores. “Memorándum de la Le-
gación de la República de China”. En Comunicaciones recibidas de la legación de
China en el Ecuador 1949-1953. 4 de marzo de 1949.

Publicaciones periódicas
Cam Tong, Felipe y Mac, Chi Chaw. “Intereses generales”. El Grito del Pueblo, 12 de
agosto de 1910.
Destruge, Camilo. “Los primeros chinos”. La Ilustración, 14 de julio de 1917.
El Deber. “Incendio”. 12 de octubre de 1896.
El Globo. “Centro de Novedades”. 25 de febrero de 1890.
El Grito del Pueblo. “La Espada de Damocles”. 7 de enero de 1910.
El Pobrecito Hablador. “Lo que no se dice”. 10 de septiembre de 1910.
El Pobrecito Hablador. “Lo que se dice”. 5 de agosto de 1911.
El Telegrama. “[‘El Cronista” de Panamá]. Inserciones: Los chinos”. 18 de junio de 1889.
El Tiempo. “Editorial. La inmigración asiática”. 22 de noviembre de 1907.
El Tiempo. “Comercio Exterior”. 21 de noviembre de 1907.
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Capítulo 7
Incidencia de la actividad comercial en
el desarrollo urbano de algunas ciudades
del imaginario chino en el Pacífico costarricense
Lai Sai Acón Chan1

Los inmigrantes chinos que ingresaron a Costa Rica por el Pacífico durante la
segunda mitad del siglo xix y principios del siglo xx conformaron lo que podría
denominarse el primer barrio chino auténtico de la nación costarricense en la
ciudad portuaria de Puntarenas. De allí fueron migrando escalonadamente has-
ta otros puntos nodales de las provincias que bordean el litoral pacífico y, en
menor incidencia, hacia la Región Central y el Caribe costarricense. La activi-
dad predominantemente comercial que los caracterizó tuvo gran repercusión
en el desarrollo socioeconómico de las comunidades en las que se asentaron y en
la conformación de un paisaje alimentario que hasta el día de hoy se asocia con
este grupo étnico. Esto lo lograron no solo a base de su gran tesón y capacidad
de adaptación a los cambios de fortuna, sino también gracias a las prácticas aso­
ciacionistas que han caracterizado al chino de ultramar. Estas últimas también
fueron esenciales en la conformación de un frente unido que los hizo resistir agra­
vios por su condición de extranjeros y en su adaptación a la nueva tierra como
un pueblo luchador y resiliente.
Las prácticas asociacionistas están fuertemente vinculadas a la noción de
familia tradicional basada en preceptos confucianos. Al encontrarse en un país
extraño, los primeros inmigrantes chinos en los Estados Unidos establecieron

1
Docente catedrática de la Escuela de Lenguas Modernas de la Universidad de Costa Rica. Correo
electrónico: lai.acon@ucr.ac.cr

301
302
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

sociedades de ayuda mutua modeladas a imagen y semejanza de estructuras


jerárquicas cercanas a su experiencia2. El modelo fue implementado con éxito a
lo largo del continente americano y por doquiera que se establecieran grandes
grupos de personas de origen chino. Es decir, como habíamos notado en un es-
tudio anterior, trasplantaron la estructura organizativa imperante en clanes fami-
liares, gremios y comunidades de su país natal3, con lo cual concibieron espacios
imaginados o territorios simbólicos recreados a partir de sus convicciones, espe-
ranzas y ansiedades. Dichas asociaciones llenaron las necesidades económicas,
culturales y sociales de los miembros, protegiendo sus intereses y uniendo a los
inmigrantes sin distinción de apellido familiar, lugar de origen, dialecto u ocupa-
ción y manteniéndolos anclados a un solo lugar, el proverbial barrio chino4.
En este contexto, se destaca el papel preponderante del comercio chino en
el desarrollo urbano de los centros de actividad económica de ciudades de, lo que
en este estudio denomino, el imaginario social5 chino costarricense del Pacífico
costarricense, como lo son Puntarenas, Nicoya, Santa Cruz, Cañas, Abangares y
Ciudad Cortés6, en donde formaron agrupamientos en el mismo espíritu de los
barrios chinos norteamericanos. En particular, nos centraremos en determinar
los patrones de ordenamiento urbano que imperaron en cada ciudad, analizar los

2
Chunshing Chow, “Immigration and Immigrant Settlements: The Chinese in New York City”
(Tesis de Doctorado en Geografía, University of Hawaii, 1984), 82.
3
Lai Sai Acón Chan, “Inmigrantes chinos en la bajura guanacasteca de Costa Rica: Historias de
integración social y parentesco de algunos clanes familiares de Puntarenas, Abangares y Nicoya”,
Diálogos (Universidade Estadual de Maringá) 24, no. 1 (2020): 125-126, 133-134, http://www.pe-
riodicos.uem.br/ojs/index.php/Dialogos/article/view/51950/751375149625
4
Chow, “Immigration”, 84.
5
Se utiliza la acepción de “imaginario social” de Eduardo Torres como “una representación
psico-socio-cultural y simbólica, que puede darse de manera individual o colectiva, y que se
origina principalmente en el uso y apropiación cotidiana de cualquier tipo de espacio”; citado en
Andrea Bibiana Reyes-Guarnizo, “De los imaginarios colectivos a la apropiación del territorio:
un recorrido conceptual”, Bitácora 24, no. 1 (2014): 13.
6
Del Pacífico costarricense se excluyen Cañas y Nicoya, a las cuales ya hemos dedicado estudios
de naturaleza similar. Véase, Lai Sai Acón Chan, “De Puntalín a Guanacaste: El aporte de los
inmigrantes chinos al desarrollo socioeconómico de la ciudad de Cañas, Costa Rica”, en Los
chinos de ultramar: Diásporas, sociabilidad e identidades, ed. Ricardo Martínez Esquivel (México D.F.:
Palabra de Clío, 2018); y Acón Chan, “Inmigrantes chinos”.
303
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

modelos de proliferación de los establecimientos comerciales atendidos por in-


migrantes chinos en dichas comunidades y mapear su actividad comercial en los
centros de dichas poblaciones durante la primera mitad del siglo xx.

Consideraciones teóricas sobre desarrollo


urbano y barrios chinos

Parte de la crítica temprana sobre enclaves culturales en el casco urbano pare-


ce concordar que estos se forman para segregar y contener grupos con un es-
tatus económico marginal, una cultura foránea, otra lengua y rasgos raciales o
étnicos diferentes a los del grupo dominante7. Aunque sesgadas y bastante ob-
soletas, estas teorías explican algunos mecanismos claves de la conformación de
barrios étnicos en los Estados Unidos, a la vez que sugieren el papel primordial
que desempeñó, en su momento, el proverbial barrio chino. Por un lado, Ernst
Burgess propuso que la concentración de las llamadas minorías en un solo lugar
y la consecuente segregación residencial es resultado de la afinidad cultural, la
falta de afluencia económica y la tendencia a escoger “ocupaciones étnicas”. Por
otro lado, varias fuentes concuerdan que la dispersión de dichas minorías se
produce cuando se eleva el estatus económico o se logra la asimilación al grupo
dominante. En las décadas de los años 60 y 70 emergen teorías que vinculan el
desarrollo de la concentración étnica con las migraciones8. Trevor Lee y R.J. Jo-

7
Chow, “Immigration”, 8-9, cita varias fuentes: Ernst Burgess, “The Growth of the City: An
Introduction to a Research Project”, Papers and Proceedings: American Sociological Society XVIII
(1924): 85-97; Burgess, “Residential Segregation in American cities”, Annals of the American Academy
of Political and Social Science 140 (1928): 105-115; Burgess, “Urban areas”, en Chicago: An Experiment
in Social Science Research, eds. T. V. Smith y Leonard White (Chicago: University of Chicago Press),
113-138; Robert Park, “The Urban Community as a Special Pattern and a Moral Order”, en The
Urban Community, ed. Ernst Burgess (Chicago: University of Chicago Press, 1926), 3-18; R. D.
McKenzie, “The Scope of Human Ecology”, en The Urban Community, editor Ernst Burgess
(Chicago: University of Chicago Press, 1926), 167-182.
8
Chow, “Immigration”, 12, cita varias fuentes: Ronald Freedman, Recent Migration to Chicago
(Chicago: University of Chicago Press, 1950); John MacDonald y Leatrice MacDonald, “Chain
Migration, Ethnic Neighborhood Formation and Social Networks”, Milbank Memorial Fund
304
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

hnston, en particular, se refieren a las migraciones en cadena, aquellas produ-


cidas cuando los inmigrantes son incentivados por coterráneos o familiares que
se han establecido exitosamente en un área, los cuales brindan apoyo económi-
co y logístico para facilitar la experiencia de integración de los recién llegados9
Con respecto al origen de los barrios chinos, argumenta Yisen Li que sur-
gieron cuando inmigrantes de origen chino se establecieron en una o dos calles
de la ciudad portuaria de San Francisco a mediados del siglo xix10. Posterior-
mente, cuando migraron a otras ciudades norteamericanas repitieron la misma
fórmula, dando origen a un enclave cultural habitado por inmigrantes chinos y
en el que se desarrollan actividades económicas significativas para el grupo. Los
chinos llamaban a estos lugares tangren jie, literalmente traducido como “calle
china”, mientras que los norteamericanos los llamaban “distritos de chinos”,
“comunidades chinas” o “barrios chinos”11. Por su parte, Chunshing Chow
aduce que algunas fuentes anteriores a 1980 se concentraron en el estudio de
las patologías que según ellas se experimentaban en los guetos chinos, retratan-
do, de ese modo, a los residentes de dichos enclaves culturales como personas
con una variedad de problemas sociales, condiciones paupérrimas de alojamien-
to, bajo nivel educativo, ocupaciones limitadas a microempresas tales como
restaurantes, lavanderías, fábricas de prendas de vestir y tiendas de abarrotes, y
salarios exiguos12.

Quarterly 42, no. 1 (September 1964): 82-97; David Ward, “The Emergence of Central Immigrant
Ghettos in American Cities: 1840-1920”, Annals of the American Association of Geographers 58,
no. 2 (June 1968): 343-359; Trevor Lee, Race and Residence: The Concentration and Dispersal of
Immigrants in London (Oxford: Clarendon, 1977); R. J. Johnston, Urban Residential Patterns: An
Introductory Review (New York: Publishers, 1971).
9
Chow, “Immigration”, 12-13.
Yisen Li, “Urban Design in Downtown Revitalization: The Main King-block in Winnipeg’s
10

Chinatown” (Tesis de Maestría en Planeamiento Urbano, University of Manitoba 2002), 73.


11
Li, “Urban design”, 73. La traducción en inglés reza: “After the Chinese immigrants arrived in
these ports cities, they confined themselves to one or two streets, which the Chinese people
called Tangren Jie (Chinese Street), and the white public called ‘Chinamen’s quarters,’ ‘Chinese
community,’ or ‘Chinatown’”.
12
Chow, “Immigration”, 20-26.
305
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

En cuanto al ciclo de vida de los barrios chinos, David Chuenyan Lai se


refiere a cuatro etapas de desarrollo según la experiencia de Canadá: surgimien-
to, desarrollo, decadencia y muerte o recuperación. Durante la primera fase, los
barrios chinos tendían a ser enclaves urbanos de confinamiento auto impuesto
en donde los inmigrantes chinos, sus negocios e instituciones estaban conteni-
dos dentro de límites imaginarios, en gran parte por miedo a sufrir de la discri-
minación y la violencia de sus detractores13. En la siguiente fase, los barrios
chinos se expandieron cubriendo más cuadras, calles y avenidas. Para la tercera
fase, las barreras de contención se rompen y comienza un éxodo por parte de
la población, la actividad económica decrece y se da una menor participación
de la comunidad en actividades sociales propias de su cultura. En algunos casos,
esta fase se constituye en la estocada final del enclave, pero en otros casos, logra
recuperarse y renovarse. En el caso específico de Costa Rica, no existe un barrio
chino según estas definiciones. Sin embargo, son necesarias para explicar el
grado de incidencia de la actividad comercial de los inmigrantes chinos en la
conformación de un paisaje urbano en sus respectivas comunidades, comuni-
dades que en muchos casos contribuyeron a desarrollar.
Con el fin de comprender las especificidades de la experiencia urbana de
los comerciantes chinos en el Pacífico costarricense, es necesario traer a colación
el modelo urbano de la América española, el cual giraba alrededor de una plaza
y una estructura en damero regular. Miguel Rojas Mix argumenta que dicha
“estructura no sólo absorbe y centraliza la vida urbana, sino que se convierte
también en el símbolo, en la fachada, en el rostro de la ciudad”14. Ya desde los
albores de la colonización se podía observar la plaza como “clave de la organi-
zación urbana”15 que llegó para ordenar el paisaje citadino en los nuevos terri-
torios. Desde el siglo xvi, las órdenes reales muestran principios de planificación

13
David Chuenyan Lai, Chinatown: Towns within Cities in Canada (Vancouver: University of
British Columbia Press, 1988). Citado en Li, “Urban design”, 74.
Miguel Rojas Mix, La plaza mayor: el urbanismo, instrumento de dominación colonial (San José,
14

Costa Rica: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 2002), 121.


15
Rojas, La plaza, 66.
306
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

urbana que debían considerarse para la fundación de ciudades en el Nuevo


Mundo. Al igual que a muchos otros conquistadores, Pedrarias Dávila recibe
instrucciones para su viaje a la provincia de Castilla de Oro (actual Panamá) en
1513. Se le ordena, según el punto 7 del “Principio de orden” para la planificación
urbana impuesto por la legislación de Indias hasta el año 1573, escoger el “sitio más
provechoso,” “repartir los solares … según las calidades de las personas”, pro-
curar que “el pueblo parezca ordenado,” y que se reserve lugar para la plaza, la
iglesia y las calles en ese orden16.
En 1573 se emite otra provisión de ordenamiento urbano, los Principios
urbanísticos que impone la legislación para la fundación de nuevas ciudades en Améri-
ca española, declarando que es desde una plaza mayor de donde se ha de comen-
zar la nueva población y que el resto de las edificaciones y el trazado en tablero
de sus calles y cuadras debe girar en torno a ella17. Los Principios también dic-
taban el orden en que debían edificarse estructuras de primera necesidad para
la población y su emplazamiento. Así, en orden de importancia, después de la
plaza, se ubicaban la iglesia mayor, parroquia o monasterio, las casas reales, el
cabildo, la aduana, y una vez que estuviesen levantadas éstas, “tiendas y las casas
para tratantes”18, lo cual parece indicar la necesidad de la actividad comercial
como uno de los cimientos del proyecto civilizatorio que implica el levanta-
miento de una nueva población.
En su libro, Rojas muestra varios modelos de plaza en ciudades, pueblos o
villorrios coloniales de Hispanoamérica. En uno de los esquemas19, se encuen-
tra la plaza mayor circundada por la autoridad eclesiástica al este, las autorida-
des de gobierno y el cuartel al sur, al norte las casas de los vecinos principales
y en la misma orientación y al oeste los portales que albergaban las casas de
comercio. Dentro de la plaza se encuentran otros vestigios de actividad mer-

16
Rojas, La plaza, 67.
17
Rojas, La plaza, 70.
18
Rojas, La plaza, 71-72.
19
Rojas, La plaza, 124.
307
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

cantil tales como puestos de venta más modestos. Otro plano muestra los por-
tales en la circunferencia de la plaza misma20. Guardando las proporciones de
cada población, lo cierto es que la plaza también fungió como mercado. Esto es
consistente con las consideraciones teóricas de Max Weber, para quien la plaza
mayor es una de las destinaciones más importantes en la historia de las ciudades
de occidente21.
En Costa Rica, el modelo original de ciudad importado por los españoles
se mantendría en los principales núcleos urbanos que surgieron durante los
siglos xvi y xvii, e incluso en Villa Vieja (actual ciudad de Heredia), Villa Nue-
va (actual ciudad capital de San José) y Villa Hermosa (actual ciudad de Alajue-
la), fundadas en el siglo xviii debido, parcialmente, a las Reformas Borbónicas22.
Tanto en Cartago, la antigua capital colonial de la provincia de Nuevo Cartago
y Costa Rica desde 157523, como en San José, la nueva capital a partir de 1823
por presiones de orden político y económico, Heredia y Alajuela, se aprecian
vestigios de la rigurosa aplicación de los Principios urbanísticos: un parque central
alrededor del cual se dispuso la ubicación de los centros de poder eclesiástico y
político, así como de calles y manzanas en formación de cuadrícula. Conforme
la población costarricense se mueve en dirección al este y, en especial, hacia al

20
Rojas, La plaza, 127.
21
Citado en Rojas, 123.Véase Max Weber, Economía y sociedad. Esbozo de sociología comprensiva, tomo 2
(México: Fondo de Cultura Económica, 1964), 939.
22
Según dichas reformas, la fundación de nuevos núcleos de población fuera de los tradicionales
centros de poder colonial tenía como objetivo aumentar la productividad económica en regiones
de la periferia. Véase Florencia Quesada Avendaño, “La modernización entre cafetales. San José,
Costa Rica, 1880-1930” (Tesis Doctoral en Humanidades, Instituto Renvall, 2007), 20. Quesada
Avendaño a su vez cita a Carlos Meléndez, “Las villas nuevas en la Costa Rica Borbónica”, en
Costa Rica colonial, eds. Luis Sibaja et al. (San José: Ediciones Guayacán, 1989), 165-177.
23
A pesar de que un primer asentamiento se funda desde 1561 en el actual emplazamiento de la
ciudad de Cartago, la capital es trasladada dos veces más hasta regresar a su posición original.
Véase Carlos Meléndez Chaverri, Conquistadores y pobladores: orígenes histórico-sociales de los costa-
rricenses (San José: euned, 1982), 52 y 66; María de los Ángeles Acuña León y Doriam Chavarría
López, “Mestizos, mulatos y zambos en la ciudad de Cartago (Siglo xviii)”, Revista de Historia 77
(enero-junio 2018): 132-134.
308
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

oeste, se funda una variedad de asentamientos con las mismas características


durante el siglo xix24.
En lo que respecta al desarrollo urbano de las comunidades con fuerte
presencia china, podemos observar, desde finales del siglo xix hasta mediados
del siglo xx, la influencia de los comerciantes de origen chino a lo largo del
Pacífico costarricense tanto en ciudades que se conformaron al modelo urbano
de las ordenanzas reales, como en ciudades que surgieron al tenor de enclaves
mineros o bananeros y que, en muchos casos, no siguieron el modelo español.
A esto hay que agregar que dicho grupo étnico paulatinamente se incorporó a
localidades cuyos modelos urbanos eran diferentes, pero también cuyos desa-
rrollos históricos y socioeconómicos se habían gestado en épocas distintas25.

La creciente actividad comercial de los


inmigrantes chinos del Pacífico costarricense

Contrario a la experiencia de los Estados Unidos, en Costa Rica no surgieron


barrios étnicos como el Barrio Chino y la Pequeña Italia, comunidades icónicas
que se encuentran de costa a costa. Es decir, lejos de segregarse del grupo mes-
tizo dominante, los inmigrantes chinos se integraron al paisaje urbano de los
principales poblados del imaginario chino costarricense que construyeron como
una representación colectiva psico-sociocultural y simbólica del territorio per-
dido. Adquirieron propiedades en los centros de población: alrededor de la
plaza, sobre las calles del comercio o en las inmediaciones. Con ello no solo

24
Véase Juan Rafael Quesada Camacho, Historia de la historiografía costarricense (1821-1940) (San
José, Costa Rica: Editorial Universidad de Costa Rica, 2001), 68-74.
25
Véanse los siguientes artículos en los que se amplía el desarrollo histórico y socioeconómico
de Puntarenas, Cañas, el pueblo minero del Líbano y Nicoya: Lai Sai Acón Chan, “El papel del
Círculo de Comerciantes del Imperio Celeste en el desarrollo socioeconómico de los inmigran-
tes chinos de Puntarenas, Costa Rica”, Revista de Lenguas Modernas 28 (2018): 443-456; Lai Sai
Acón Chan, “De Puntalín a Guanacaste; y Lai Sai Acón Chan, “Inmigrantes chinos en la bajura
guanacasteca de Costa Rica”.
309
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

consiguieron hacerse de una clientela habituada a atravesar el corazón de sus


comunidades, sino que se convirtieron en figuras habituales para aquellos, con
lo cual se integraron paulatinamente a ellas, pero también se apropiaron sim-
bólicamente de un espacio de uso cotidiano que en la época colonial se reser-
vaba solo a los vecinos principales.
Varios viajeros que a principios del siglo xx visitaron algunos poblados del
Pacífico costarricense en sus etapas tempranas de urbanización indican la pre-
sencia de los “omnipresentes chinos,” como los llamaba Phillip Calvert26. En
1910, aquel los notó tanto en Filadelfia, como en Liberia y en Bolsón, puerto
de entrada a la bajura guanacasteca desde Puntarenas:

En las esquinas diagonales que daban a la plaza [de Filadelfia] —en cada caso en
un cuarto inmediato a un negocio atendido por un chino— tenía lugar un baile27.
El pueblo tiene varias tiendas de misceláneas, dos de ellas poseídas por los
omnipresentes chinos […] Aparte de los chinos yo creo que no había extranjeros
en Liberia28.
Tras haber tomado café y salir provistos de una merienda de la señora Fonse-
ca y de la pulpería del chino, caminamos hacia el muelle [de Bolsón]29.

Al respecto, en 1913 el Comte Maurice de Périgny escribía sus observaciones


sobre la principal actividad de subsistencia de los chinos en Filadelfia y Santa
Cruz respectivamente: “[L]a mayoría de los habitantes, abandonado el comer-
cio a los chinos, se dedican a la agricultura, mientras que algunos se consagran
al transporte de mercaderías en carretas de bueyes”30. El francés agregaba tam-

Carlos Meléndez Chaverri, comp., Viajeros por Guanacaste (San José, Costa Rica: Ministerio de
26

Cultura, Juventud y Deportes, 1974), 380.


27
Meléndez, Viajeros, 372.
28
Meléndez, Viajeros, 380.
29
Meléndez, Viajeros, 439.
30
Meléndez, Viajeros, 460.
310
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

bién: “Las casas de comercio son numerosas y bien surtidas, la mayoría atendi-
das aquí también por chinos”31.
Por otra parte, Amado Céspedes Marín observó la presencia de chinos en
el centro de Cañas: “El mercado hace a su vez los servicios de salón-teatro que
regaló a la iglesia un chinito”32. Finalmente, José Fidel Tristán relata sus encuen­
tros con el único comerciante chino que en 1913 habitaba un poblado en la
cercanía de lo que más tarde se denominaría Puerto Jiménez: “Fuimos a cono-
cer la calle principal del pueblo que en estas notas denominaremos ‘calle de la
casa de alto’ […]. La parte baja de la casa de alto está ocupada por el único es-
tablecimiento comercial que vi, propiedad de un chino”33. En Abangares, algu-
nos pobladores plasmaron en sus testimonios escritos esa misma omnipresencia
observada por los exploradores en sus relatos sobre su comunidad a principios
del siglo xx: “La mayor parte de los comerciantes eran inmigrantes orientales
y libaneses […]. De todos los antiguos moradores orientales, solo tres familias
permanecen en Las Juntas, en los añosos pero fuertes edificios de entonces”34.
Inclusive una publicación periódica de gran circulación nacional como la
revista Costa Rica de Ayer y Hoy periódicamente publicaba entrevistas a habitan-
tes de diversos pueblos que recordaban la gran presencia de comerciantes de
origen chino en los centros de actividad mercantil de sus comunidades. Blas
María Pérez Méndez, en Santa Cruz, relató que los primeros chinos habían
llegado al pueblo aproximadamente en 1901 y que usaban trenzas largas y pinto­
rescos atuendos. Como venían con algún capital, pronto instalaron sus negocios
y algunos prosperaron en grande. Menciona a Manuel Lí entre los primeros
chinos de Santa Cruz35.

31
Meléndez, Viajeros, 462.
32
Meléndez, Viajeros, 474.
José Fidel Tristán Fernández, Excursiones a Guanacaste (1903-1922) y Golfo Dulce, eds. María
33

Eugenia Bozzoli Vargas y Myrna Rojas Garro (San José, Costa Rica: euned, 2018), 284.
34
Ofelia Gamboa Solórzano, Oro y sol (San José, Costa Rica: Centro Nacional para el Desarrollo
de la Mujer y la Familia, 1992), 6-7.
35
Costa Rica de Ayer y Hoy [Edición no. 12, segunda época] (enero-marzo 1971), 7-8.
311
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

Con respecto a los inmigrantes chinos de Puntarenas a principios del siglo


xx, según el recuento de Miguel Meneses: “[e]l comercio establecido en la
avenida comercial era casi todo chino; hijos o nietos de los que llegaron por el
permiso de entrada que les dio el presidente don Tomás Guardia”36. Agustín
Guido Alvarado, Luis Espinoza Mayorga y José Amador Cabrera recordaban
algunos de esos primeros chinos en Puntarenas. Habían adoptado nombres en
español o castellanizado parte de sus nombres y no se dedicaban exclusivamen-
te al comercio, sino también a oficios manuales como lavandería, acarreo de
agua, limpieza de zapatos, pesca, cría de cerdos y otros. El primero recordaba
a Agustín Trujillo y Miguel Lanfón, mientras que el segundo también recorda-
ba a Trujillo y a Tomasito Soto37. El tercero recordaba que, hacia finales del
siglo xix, el único comerciante chino establecido era Man Chong Sing (José
Chen Apuy), pero había otros inmigrantes como Gil Con, Jacobo Sánchez y
Juaca dedicados a otros oficios38.
Los relatos de estos escritores coinciden con los testimonios de nuestros
informantes y fundamentan los mapeos que hemos realizado de establecimien-
tos administrados por inmigrantes chinos en Puntarenas, Cañas, Nicoya, Santa
Cruz y Ciudad Cortés, indicando así una temprana presencia de comerciantes
chinos en muchas comunidades icónicas del imaginario chino costarricense.

Puntarenas: ¿el primer barrio chino


del Pacífico costarricense?

Iniciamos el análisis con Puntarenas, ciudad portuaria que podría considerarse,


junto con Limón, como uno de los primeros barrios chinos que surgieron or-
gánicamente en Costa Rica. En un estudio anterior se explica que, a partir de

36
Costa Rica de Ayer y Hoy [Edición no. 12, segunda época] (enero-marzo 1971), 12 y 14.
37
Costa Rica de Ayer y Hoy [Edición no. 12, segunda época] (enero-marzo 1971), 41.
38
Costa Rica de Ayer y Hoy [Año II], no. 9 (noviembre-diciembre 1951), 15.
312
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

la segunda mitad del siglo xix, surgen las condiciones propicias para la confor-
mación de un enclave chino costarricense en el centro de Puntarenas: una cre-
ciente actividad comercial producto de su estatus como primer puerto franco
de la República de Costa Rica, casas de importación y exportación manejadas
con capital extranjero y la infraestructura básica pero necesaria para los inter-
cambios comerciales39. Es este estatus de centro económico que funge Punta-
renas en algunos momentos de su historia, en particular mientras fue el único
puerto franco del país y mientras fue punto nodal de las comunicaciones marí-
timas con Guanacaste y la zona sur, lo que facilitó la conformación de su encla-
ve chino costarricense.
Según el diplomático Felipe Molina, después de trasladar el tráfico maríti-
mo de Caldera a Puntarenas, hacia 1840 se comienza a erigir “la presente po-
blación de Punta Arenas, que se trazó con anchas calles, delineadas a escuadra”40.
Continúa aduciendo que en 1851 el núcleo de población se concentraba en el
Estero extendiéndose desde la puntilla, donde se encuentran los edificios de la
Aduana y el Cuartel, como dos millas hacia el poniente. Respecto a su papel
como “plaza mercantil de la República,” dice que había varias casas comerciales
importantes de capital extranjero y nacional41 en Puntarenas.
Debido a en que la zona del estero se desembarcaba la mercadería, se fue
conformando un área para el comercio pese a que desde 1812 hasta 1914 “el
sitio destinado para la venta de toda clase de mercaderías de consumo diario no
tuvo lugar fijo”42. Aparentemente, para 1870 se utilizaba la plaza de la Santa
Iglesia Parroquial de San Antonio de Padua, bendecida en 1850. Luego los
chinamos fueron trasladados al sitio del actual Mercado Municipal. Para 1880
los trasladaron a la Plaza de la Victoria, poco después a las Playitas y de nuevo

39
Acón Chan, “El papel del Círculo de Comerciantes del Imperio Celeste en el desarrollo so-
cioeconómico de los inmigrantes chinos de Puntarenas, Costa Rica”, 443-456.
40
Elías Zeledón Cartín, El nacimiento de la ciudad de Puntarenas: sus historias, sus tradiciones y cró-
nicas (San José, Costa Rica: euned, 2017), 131.
41
Zeledón, El nacimiento, 132.
42
Zeledón, El nacimiento, 254.
313
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

a la Plaza. En 1885, los obligaron a trasladarse nuevamente al emplazamiento


del actual mercado, el cual fue inaugurado en 1914 para remediar el lamentable
espectáculo de los caóticos puestos de expendio de mercadería que distaban
mucho de la imagen de un mercado higiénico y ordenado impulsado por los
mandatos de los gobiernos liberales finiseculares43.
Por otra parte, el viajero irlandés Thomas Francis Meagher cuenta que, a
su llegada en 1858, existía un mercado un poco apartado de la calle principal y
a corta distancia de la plaza [de los Caites, es decir, la plaza alrededor de la cual
se ubicaron la Aduana, la cárcel y la parroquia]44. Había puestos y tiendas ates-
tadas de gente la tarde que visitó el mercado, y en las cuales se podía encontrar
frutas y verduras, ropa, carne salada, instrumentos musicales, animales, mache-
tes y espuelas, comida preparada y algunas novedades45.
En apariencia, no parecía haber políticas claras para el ordenamiento de la
zona comercial. Fuera por capricho o por decisión de cada Gobernador, como
indica Elías Zeledón46, lo cierto es que no parecían haber criterios que justifi-
caran tantos traslados de los comerciantes a distintos puntos de Puntarenas47.

43
“La construcción de infraestructura, nuevos edificios y servicios públicos eran requisitos fun-
damentales para modernizar San José y llevar los beneficios de la higiene a sus pobladores, para
luego difundirlos por todo el país, o sea un proyecto que debía extenderse por toda la nación”.
Este era el concepto de progreso de los liberales. Véase Florencia Quesada Avendaño, “La mo-
dernización entre cafetales. San José, Costa Rica, 1880-1930”, 84.
44
Costa Rica de Ayer y Hoy [Año 1], no. 1 (diciembre 1949-enero 1950), 35.
45
Costa Rica de Ayer y Hoy [Año 1], no. 1 (diciembre 1949-enero 1950), 36.
46
Zeledón, El nacimiento, 258.
47
Es probable que los constantes traslados del mercado estén relacionados con políticas y reformas
que configuraron la ciudad capital desde mediados del siglo xix y que podrían haberse extendido a
otras poblaciones posteriormente. Según Quesada Avendaño, en San José, además de la plaza ori-
ginal, la cual fue reubicada al actual emplazamiento del Parque Central, existían otras plazas: la
Plaza Nueva (actual Mercado Central), la Plaza de la Fábrica Nacional de Licores (1860) y las
plazas de las cinco iglesias que para década de 1890 ya estarían en funcionamiento (Catedral, Mer-
ced, Carmen, Soledad y Dolores); “La modernización entre cafetales”, 51, 56, 61. Quesada Aven-
daño cita una obra suya en colaboración con Ofelia Sanou: “A mediados del siglo xix, por razones
de ornato y saneamiento urbano, se dispuso la creación de ‘plazas nuevas’ para separar las ventas
según el tipo de productos, o sea, un mercado de abastos, carne y leña”; véase “Orden, progreso y
civilización (1871-1914)”, en Historia de la arquitectura en Costa Rica, eds. Elizabeth Fonseca y José
Enrique Garnier (San José: Fundación de Museos del Banco Central de Costa Rica, 1998), 230.
314
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Lo mismo puede aducirse del ordenamiento urbano en general. Las provisiones


reales que se aplicaron a lo largo del territorio nacional para la creación de
nuevas ciudades no parecen haberse sostenido en Puntarenas más allá de algu-
nas décadas, en gran parte debido a los embates del mar.
La plaza central original, alrededor de la cual se erigieron la primera igle-
sia y otras edificaciones de gobierno, no sobrevivió como centro de la población.
Por otro lado, algunas edificaciones originales eran criticadas como burdas y
pobremente planificadas, así que debieron ser reubicadas a terrenos más segu-
ros y reconstruidas. De igual manera, la parroquia debió ser trasladada a otro
emplazamiento debido a las crecidas del estero que la habían dejado en ruinas,
con la particularidad de que el sitio escogido impidió seguir las leyes canónicas
según las cuales la fachada de la iglesia debe orientarse hacia el oeste48. Así que
se debió orientar hacia el este por haber un núcleo importante de población en
ese sentido.
Al parecer fue la designación de Puerto franco de la República lo que de-
finió, en gran parte, la configuración del paisaje urbano comercial de Puntare-
nas. La cercanía con el punto de embarque y desembarque de los bienes incidió
en la conformación, desde finales del siglo xix, de una activa zona comercial en
el pasaje que va del actual parque Victoria hasta el actual Mercado Municipal.
Esto coincide parcialmente con las consideraciones de Weber en torno a la
relevancia de la plaza como mercado en las ciudades occidentales, segundo en
orden de importancia, solo después de su función como plaza de armas y las
consideraciones de Rojas Mix sobre las ciudades de la América española.
Cuando los inmigrantes chinos de la segunda oleada arriban a Puntarenas,
en la década de 1870, ésta ya había obtenido estatus de ciudad y puerto franco,
tenía su plaza central, su parroquia, su hospital, su aduana y su cuartel. Sin em-
bargo, en cuestión de décadas, la ausencia de claras políticas de ordenamiento
urbano y la poca previsión ante el incremento en la tasa de crecimiento demo-
gráfico obligó a las autoridades portuarias a reconfigurar la faz original de Pun-

48
Costa Rica de Ayer y Hoy [Año 1], no. 1 (diciembre 1949-enero 1950), 21.
315
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

tarenas49. De ahí que la actividad comercial en lo que podríamos considerar


como uno de los primeros “barrios chinos” de Costa Rica siga un patrón signi-
ficativamente distinto al de comunidades chino-costarricenses asentadas en
ciudades con un trazado en damero más tradicional y acorde con las órdenes
reales de la época colonial.
Después de que la original plaza mayor de Puntarenas perdiera su función
como mercado y se definiera el emplazamiento de este último en la zona del
actual mercado, hacia 1885, es cuando probablemente se comienza a delinear
con mayor precisión la actual avenida del comercio puntarenense. Y fue preci-
samente ahí donde naturalmente comenzaron a establecerse los comerciantes
de origen chino. Del relato de Hilda Chen Apuy se deduce que para dicha dé-
cada su padre, José Chen Apuy, habría establecido su negocio de abarrotes50, el
cual podría afirmarse es de los primeros entre la creciente comunidad china del
puerto. Publicidad impresa de Man Chong Sing afirma que su año de fundación
es 188851. Este dato concuerda con el testimonio de José Amador Cabrera de
que Chen Apuy era el único comerciante chino establecido en Puntarenas hacia
finales del siglo xix52. Sin embargo, no había sido el primero pues había com-
prado su propiedad a Manuel Wong Chik Sing en marzo de ese año53.
Mientras que en Cañas y Nicoya los chinos se ubicaron en puntos estratégi­
cos alrededor del parque y la Iglesia Católica54, en Puntarenas se conglomeraron
en las inmediaciones del Club Chino, sede del otrora Círculo de Comerciantes

49
Lo cual no es inusual en Costa Rica si se considera que incluso la ciudad capital debió recon-
figurar su faz original para responder al crecimiento demográfico, a los intereses económicos de
la elite cafetalera y a las políticas de orden, progreso y modernidad de los gobiernos liberales.
Quesada Avendaño, “La modernización entre cafetales”, 59-62, 71-109.
50
Hilda Chen-Apuy Espinoza, “La minoría china en Costa Rica”, Reflexiones 5, no. 1 (diciembre
1992): 15.
51
El Correo de la Costa, 17 de diciembre de 1917, 3.
52
Costa Rica de Ayer y Hoy [Año II], no. 9 (noviembre-diciembre 1951), 15.
53
ancr, Protocolos Notariales 637, tomo 1, folio 25.
54
Véase Acón Chan, “De Puntalín a Guanacaste: El aporte de los inmigrantes chinos al desarro-
llo socioeconómico de la ciudad de Cañas, Costa Rica”, 157-182 y Acón Chan, “Inmigrantes
chinos en la bajura guanacasteca de Costa Rica”.
316
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

del Imperio Celeste, y en las cercanías del Mercado, los cuales distan al menos
a tres cuadras de la actual Iglesia Católica de la ciudad portuaria. El Censo de
chinos de 1911 los ubica sobre las Avenidas 0 y 3, entre las Calles 0 y 155. Se
observa que sobre la calle 1 se habrían establecido al menos 11 compañías
co­mer­ciales pertenecientes a inmigrantes chinos, varios núcleos familiares y
emplea­dos que declaraban como dirección el nombre del establecimiento co-
mercial donde laboraban.
El censo comercial de 1907 registra en Puntarenas 5 almacenes mayoristas,
6 vinaterías, 8 taquillas, 20 tiendas, 27 pulperías, 1 panadería, 1 hotel, 1 fonda y
1 billar pertenecientes a contribuyentes de origen chino56. El relato de Miguel
Meneses confirma que hacia 1907, “el comercio establecido en la avenida cen-
tral era casi todo chino”57. Menciona el almacén de tienda, abarrotes y granos
del “chinito Gil Con,” la Bola de Oro, una ferretería que fue vendida a Manuel
Sing, el gran almacén del chinito Man Chong Sing, una casa muy vieja, pero en
buen estado, el Hotel Pequín, la panadería de Jaime Chan, el enorme almacén
de Jacobo Sánchez, unas cantinas de unos chinos, la antigua carnicería de Andrés
Sanchún, y los merenderos de Pío Chan y Pedro Quirós58. Otro testimonio
menciona al Salón del chino Pedro: el Tacivaré59 [sic]60.
Por otra parte, el censo comercial de 1915 muestra un ligero aumento: 5
almacenes mayoristas, 9 vinaterías, 10 taquillas, 20 tiendas, 26 pulperías, 4 trans-
portes, 2 panaderías y 2 billares61. Debe considerarse que los inmigrantes chinos

55
Archivo Nacional de Costa Rica (en adelante ancr), Censos y estadísticas 155.
56
República de Costa Rica. Oficina Nacional de Estadística, Censo comercial. El 31 de diciembre de
1907. Comercio é industrias patentadas. Anexo á la Memoria de Fomento de 1907 á 1908 (San José,
C.R.: Tipografía Nacional, 1908).
57
Costa Rica de Ayer y Hoy [Edición no. 12, segunda época] (enero-marzo 1971), 12.
58
Costa Rica de Ayer y Hoy [Edición no. 12, segunda época] (enero-marzo 1971), 14.
La Nación, 24 de abril de 1975, 22c. Estampas puntarenenses a cargo de Pedro José García
59

Roger en el suplemento “Gentes y Paisajes”.


60
Según la versión de Luis Enrique Wong Sánchez, éste se llamaba Taicaré.
61
República de Costa Rica. Ministerio de Fomento. Dirección General de Estadística y Censos
(DGEC), Censo Comercial. Año 1915 (San José, C.R.: Imprenta Nacional, 1917).
317
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

poseían locales en los que coexistían diferentes tipos de actividad económica,


por ejemplo, tienda y pulpería, pulpería y taquilla, y otras combinaciones, por
lo que el número total de locales comerciales no es necesariamente la sumato-
ria de todas esas cifras. Por otra parte, los censos comerciales no indican direc-
ciones exactas, de modo que no es posible determinar si todos estos negocios
estaban ubicados sobre las actuales Avenidas 0 y 3, entre Calles 0 y 1. Aun
cuando el censo de chinos de 1911 nos indica parte de la dirección, no es posi-
ble, solo con la información que contienen, levantar un mapa que determine
con exactitud cómo se distribuyeron los negocios de aquellos inmigrantes en
aquel entonces.
Los relatos de Meneses y García, antiguos habitantes de la Puntarenas de
principios del siglo xx, contienen referencias que solo tienen sentido para per-
sonas que estuvieron familiarizadas con sitios y personas de épocas pasadas. Es
solo cuando recolectamos el testimonio de Luis Enrique Wong Sánchez62, quien
vivió su infancia en las inmediaciones del Club Chino en la década de 1950 que
pudimos mapear la actividad económica de los inmigrantes chinos hacia me-
diados de siglo con exactitud, determinando en que partes de cada cuadra se
ubicaban los establecimientos y con cuales congéneres colindaba cada propie-
tario, pero también revelando en donde los comerciantes más antiguos habían
concentrado toda esa actividad desde varias décadas atrás. Por otra parte, datos
recolectados con descendientes de muchos de esos comerciantes, así como la
publicidad impresa que utilizaron para pregonar sus servicios nos han permiti-
do corroborar la versión de Wong Sánchez.

62
Luis Enrique Wong Sánchez, comunicación personal, 17 de febrero de 2017.
318
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Mapa 1. Localización de comercios chinos en


Puntarenas, décadas de 1950 y 196063

Fuente: Lai Sai Acón Chan con insumos de varios informantes.


Elaboración de Reynord González Zumbado.

Es de notar que desde principios del siglo xx se comenzó a conformar una es-
pecie de barrio chino en la calle del comercio de Puntarenas. Fiel a sus orígenes
urbanos, este enclave se comienza a formar en una o dos calles y comienza a

Estos mapas aún están en proceso de construcción con las comunidades, de modo que confor-
63

me surgen datos inéditos se actualizarán en el sitio web www.premehchi.ucr.ac.cr


319
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

extenderse con la llegada de más inmigrantes chinos. Pero al contrario del


proverbial barrio chino norteamericano, su surgimiento no está marcado por
la exclusión o el confinamiento de un grupo étnico. Por el contrario, este grupo
se fue integrando con naturalidad a la oferta mercantil del puerto. Coexistían
con otros comerciantes extranjeros y posteriormente participaron en activida-
des de integración de la comunidad puntarenense como la festividad de la Vir-
gen del Mar o las fiestas cívicas de Puntarenas.
Siguiendo la teoría sobre las etapas de desarrollo de los barrios chinos según
Yisen Lí, podríamos afirmar que, en el caso de los comerciantes chinos de Pun-
tarenas, lo que podríamos denominar uno de los primeros barrios chinos de
Costa Rica ha pasado por varias de ellas. Surgió en las postrimerías del siglo xix
y albores del siglo xx con los inmigrantes de primera generación. Por varias
décadas se desarrolló fuertemente con el influjo de inmigrantes nuevos y miem-
bros de la segunda y hasta tercera generaciones, pero entra en decadencia du-
rante la segunda mitad del siglo xx cuando generaciones con mayor arraigo en
Costa Rica parten hacia las provincias del interior y se decantan por profesiones
en detrimento de las actividades comerciales que distinguieron a sus padres y
abuelos.
Con la afluencia económica, el cambio de ocupación de las generaciones
más jóvenes y el envejecimiento o fallecimiento de los patriarcas, muchas fami-
lias se trasladaron fuera del área comercial de Puntarenas e inclusive a la Región
Central del país. Era común entre los inmigrantes chinos adquirir bienes raíces
con sus ganancias. Varios inmigrantes compraron viviendas en la ciudad capital
para que sus hijos estudiaran en instituciones educativas josefinas y accedieran
a oportunidades de superación. Sin embargo, esta situación provocó el desarrai-
go de generaciones de descendientes de inmigrantes chinos que crecieron en
el Club Chino de Puntarenas. Al no haber interés de éstos por la tradición fa-
miliar, varios negocios de la avenida del comercio fueron vendidos o arrendados.
Esa situación no significó necesariamente el fin del barrio chino puesto que en
los ojos del público no era considerado uno. Hoy en día, aunque aún quedan
algunos negocios tradicionales en la zona comercial, ha entrado un influjo de
320
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

inmigrantes chinos más recientes que se ha unido a la oferta de restaurantes y


tiendas de abarrotes.
En el imaginario de muchos miembros de la comunidad china del puerto,
las calles en donde se establecieron los negocios de los inmigrantes chinos per­
viven como uno de los primeros barrios chinos de Costa Rica en donde escucha­
ban los ritmos de la lengua de sus ancestros, comían los alimentos tradicionales
con toda naturalidad, aprendían los valores confucianos de los chinos y jugaban
con congéneres que poseían los mismos rasgos étnicos.

Ordenamiento urbano en Nicoya, Santa Cruz y Cañas

Si Puntarenas podría ser considerado el primer barrio chino del Pacífico cos-
tarricense y surge al tenor de la creciente actividad mercantil del puerto, los
enclaves chinos de Nicoya, Santa Cruz y Cañas se desarrollan gracias a la expan­
sión y diversificación de los servicios mercantiles provistos por los comercian-
tes chinos hacia otras regiones. En cuanto al ordenamiento urbano, en estas tres
comunidades se siguieron las ordenanzas coloniales emitidas por la Corona
Española y se han mantenido hasta la actualidad, lo cual no sucedió con Punta­
renas por la geografía del emplazamiento.
En Nicoya se dio un proceso de repoblamiento de un núcleo urbano indí-
gena prexistente, que no se pudo replicar en otros sitios en Guanacaste dado el
papel que jugó Nicoya como centro político, social y económico desde tiempos
precolombinos. Esa fue la base para la fundación del Corregimiento de Nicoya
en el siglo xvi, por lo cual se debió respetar el Principio de orden y los Principios
urbanísticos para la organización de villas y villorrios de la América española. La
fundación del núcleo urbano de Santa Cruz fue producto de presiones genera-
das desde Nicoya en 1751, año de la llegada del Obispo de Nicaragua Pedro
Agustín Morel de Santa Cruz a la península de Nicoya.
Esto parece haber incidido, entre otros factores, en la fundación de Santa
Cruz como una población secular para cumplir con los preceptos religiosos de
321
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

la misa dominical, el bautismo, el matrimonio y el entierro cristiano64. El Obis-


po propone el levantamiento de una iglesia en un paraje escogido por el Alcalde
Mayor y el Vicario. Sin embargo, no se llegó a concretar hasta mucho después.
Lo que si se concretó fue la donación de unos terrenos por parte de la viuda
Bernabela Ramos, la cual constó de 4 caballerías de tierra (unas 182 hectáreas),
el 18 de febrero de 1814 para “la nueva población de Esquipulas de Santa Cruz,
de este Partido de Nicoya”, en donde debía erigirse un “templo para dar culto
a Dios Nuestro Señor, en que se venere la imagen del Señor Crucificado”65. Es
de suponer que, siguiendo las provisiones de ordenamiento urbano emanadas
por orden real, no solo se erigiera la iglesia, sino que también se construyera una
plaza y calles. De esta manera se deduce que el ordenamiento urbano de Santa
Cruz debió comenzar en la primera mitad del siglo xix.
El caso de Cañas es similar pues es con la visita pastoral en 1739 del Obis-
po de Nicaragua y Costa Rica, Monseñor Domingo de Zataraín, que se erige
una ermita en Las Cañas, “en vista de que la atención de los fieles en esa comu-
nidad estaba encomendada a la coadjutoría de Bagaces”66. Dicha situación habría
surgido a raíz del traslado de habitantes de la decadente villa de Esparza, aso-
lada por la piratería, hacia Bagaces desde finales del siglo xviii y principios del
siglo xviii: sería la posterior movilización de algunos pobladores de Bagaces y
sus hatos ganaderos hacia el sudeste que daría origen al poblado de Cañas67. En
el informe de su visita a la provincia de Costa Rica en 1751, Monseñor Morel
de Santa Cruz escribe: “unas pocas familias se han congregado en un sitio nom-
brado Cañas, distante veinte leguas de Esparza. Hay una ermita muy pequeña
e indecente de paja; su titular San José, y doce casas de la misma especie sem-
bradas en el monte, sin mas diversión que un río muy hermoso, en que beben

64
Raymundo Brenes Rosales, Pobladores y fundadores de Santa Cruz (San José, Costa Rica: Progre-
so Editorial, 2014), 21.
65
Brenes, Pobladores y fundadores de Santa Cruz, 61.
66
Municipalidad de Cañas, “Iglesia”, http://www.canasdigital.go.cr/index.php/component/sp-
simpleportfolio/item/3-gal3
67
Quesada Camacho, Historia de la historiografía costarricense (1821-1940), 71-72.
322
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

los habitantes. Prediqué un sermón y confirmé noventa personas”68. Para 1800,


la ermita se convierte en Parroquia con el fin de regular, de cierta manera, lo
que se consideraba el culto pagano de los indígenas69.
Relatos recopilados por Carlos Meléndez en su obra Viajeros por Guanacas-
te muestran el desarrollo urbano de Nicoya, Santa Cruz y Cañas, principalmente
desde las últimas décadas del siglo xix hasta principios del siglo xx. El Obispo
de Morel y Santa Cruz ofrece una descripción del Vicariato de Nicoya en 1751:
una iglesia de piedra y teja, un Alcalde Mayor y varios funcionarios más, ciento
veinte casas pajizas de las cuales cien albergaban indios y el resto ladinos70. En
1881, John Francis Bransford menciona “el mismo pueblo español que había
visto en 1877. Una iglesia grande a un lado de la plaza y calles rectangulares,
con siete o novecientos habitantes de todas las clases, desde el español puro
hasta el indio puro”71. En 1913, el conde francés Maurice de Périgny habla de
su “linda iglesia muy blanca y algunas viejas casas amplias y sólidamente cons-
truidas”72.
En 1896, Henri Pittier describe a Santa Cruz como una bonita villa en te­
rreno plano y fértil y habitada por 732 personas, las cuales junto con los habitan­tes
de los 11 barrios restantes suman unos 5.948 habitantes. Una iglesia promovi-
da a parroquia en 1821, una buena cantidad de establecimientos comerciales
bien surtidos como consecuencia de los intercambios comerciales con Punta-
renas, una casa municipal y otras edificaciones particulares del centro de la
ciudad completan el incipiente panorama urbano73. Por otra parte, Phillip Cal-
vert describe algunas limitaciones del poblado en 1910: la rudimentaria escue-

68
Pedro Agustín Morel de Santa Cruz, “Informe de la visita del Obispo Morel a la Diócesis de
Nicaragua y Costa Rica en el año 1751”, Asociación para el fomento de los estudios históricos en Centro-
américa, http://www.afehc-historia-centroamericana.org/index-php/_action_fi_aff_id_2026.html
69
Meléndez, Viajeros por Guanacaste, 310.
70
Meléndez Chaverri, Viajeros, 104.
71
Meléndez Chaverri, Viajeros, 244.
72
Meléndez Chaverri, Viajeros, 463.
73
Meléndez Chaverri, Viajeros, 303.
323
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

la con paredes de tabla, la edificación de la Municipalidad, también en madera


y de un solo piso, un pozo de agua manual que suple a la población, la cual debe
ir a la plaza a abastecerse de un agua con sedimento por falta de un filtro de pie-
dra74. Sobre la plaza del sitio menciona que tenía dos usos, como cancha de
fútbol, deporte introducido solo unos años antes y como redondel para la monta
de toros. Finalmente, las observaciones del conde Maurice de Périgny aportan
otros datos importantes como sus anchas calles arenosas sin aceras, formando un
damero, bordeadas de casas de habitación de madera o establecimientos comer-
ciales, numerosos y bien surtidos, la mayoría atendidas por chinos75.
De Cañas, el geólogo alemán Karl Von Seebach escribió en 1864 que era
“un lugar en sí bastante feo, como cien casitas de barro […] edificadas alrededor
de una placita cuadrada y al Este se halla la iglesia construida en madera” y una
población de alrededor de 500 personas76. Treinta años después, Henry Pittier
calculaba que habría unas 401. En 1923, el cronista Amando Céspedes Marín
se encontró con una corronguísima ciudadela con calles rectas y limpias y casas
bonitas, un nuevo templo erigiéndose al lado del viejo templo, un parque o
“Jardín Central […] rebosante de frescura, con anchas aceras a su alrededor”,
al padre Leipold, uno de los principales agentes de desarrollo de Cañas, como
gallinita que con tantos hijuelos obstaculizaba la calle al paso de la comitiva
diocesana, pasando por graciosos arcos rústicos77.
De las descripciones tomadas de la literatura de viajes de los siglos xviii y
xix, podemos apreciar que las tres poblaciones son ordenadas siguiendo los prin-
cipios urbanísticos del modelo colonizador peninsular. Es de notar que la for-
mación en cuadrícula típica de este modelo favorecería la conglomeración de
comerciantes chinos en las villas de Nicoya, Santa Cruz y Cañas a inicios del
siglo xx.

74
Meléndez Chaverri, Viajeros, 407.
75
Meléndez Chaverri, Viajeros, 462.
76
Meléndez Chaverri, Viajeros, 220.
77
Meléndez Chaverri, Viajeros, 473.
324
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

La conformación de las calles chinas


de Nicoya, Cañas y Santa Cruz

Los censos comerciales de 1907 y 1915 indican la presencia de varios inmigran-


tes chinos en estas localidades guanacastecas: un total de 19 en el primer censo
(1 en Nicoya, 5 en Santa Cruz y 13 en Cañas, con la salvedad de que en 1907
Abangares era parte del cantón de Cañas) y de 14 en el segundo (2 en Nicoya,
7 en Santa Cruz y 5 en Cañas), manejando 14 pulperías, 13 tiendas, 6 taquillas
y 5 vinaterías. La particularidad de estos comerciantes es que establecieron sus
negocios en locaciones muy centrales en sus respectivas comunidades. Una
reconstrucción de los emplazamientos de dichos establecimientos según varios
testimonios, nos han permitido determinar que, primero, procuraron concentrar­
se en una o dos calles y que, segundo, buscaron ubicarse en sitios de gran cen-
tralidad en sus villas. Es decir, por un lado, se conformaron al patrón tradicional
de los proverbiales barrios chinos: una calle que se va expandiendo. Por otra
parte, hábilmente se colocaron en locales con una óptima ubicación, alrededor
de la iglesia y la plaza (o parque central) o en vías aledañas. Ya desde finales del
siglo xix, nos encontramos presencia de inmigrantes chinos en Nicoya, según
una escritura de propiedad de Andrés Sanchún78, y Cañas, según un anuncio
publicitario de la casa comercial Man Chon Wo en un periódico79.
En Nicoya, poco después de su traslado desde Puntarenas en la segunda
década del siglo xx, los Sanchún Chen adquirieron una casona que había per-
tenecido a la familia Pozuelo, ubicada frente al parque, así como extensas tierras.
Paulatinamente fueron llegando otros inmigrantes chinos que establecieron su
actividad mercantil alrededor del parque e inclusive se extendieron a la calle
paralela y actual principal vía de acceso a la ciudad, la ruta 150. Muchos de ellos
se trasladaron desde Puntarenas, Abangares, Liberia y otras comunidades más
pequeñas que habían sido favorables al comercio chino, pero en donde no exis-

78
ancr, Protocolos Notariales 575, tomo 2, folio 4, 53 y 54.
79
Heraldo de Cañas, agosto de 1899.
325
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

tían las comodidades y la afluencia típicos de núcleos de población mayores.


Hacia mediados del siglo xx, se encontraban los siguientes comerciantes alre-
dedor del parque, en la calle hacia el este del parque en dirección a la Ruta 150,
y sobre ella: Martín Alí, Juan Chan (Chango), Lorenzo Chan, Chito y Meme
Sanchún, Rafael Ajoy y sus hijos, Leonardo y Adán Yong, Rafael Ching Lam,
Santiago Yong, Odilio Sing, los hermanos Chan Achiu, Antonio Chong Kang,
Luis Quirós Shi, Luis Yockchen, Carlos Chan Ajún y Felipe Chan “Paipoa”.
Mientras que algunos ofrecían ropa, abarrotes y otros productos de consumo

Mapa 2. Localización de comercios chinos


en Nicoya, décadas de 1950 y 1960

Fuente: Lai Sai Acón Chan con insumos de varios informantes.


Elaboración de Reynord González Zumbado.
326
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

básico, otros se dedicaron a los servicios de alimentación o de entretenimiento.


Ocuparon al menos cuatro calles céntricas de Nicoya.
En Cañas el patrón se repite con variaciones. A principios del siglo xx, cuan-
do las calles eran calzadas de piedra, se concentraron al sur de la Iglesia Católica.
A mediados de siglo se extiende esa calle, de modo que en­contramos co­merciantes
de origen chino alrededor del parque central, en los costados oeste y sur, y sobre
la avenida del comercio en dirección noreste. Diagonal a la esquina noroeste del
parque y avanzando una cuadra hacia el sur se encontraban Rafael Chan Amán,
Juan Sing y Manuel Acón. En este punto, la calle china giraba hacia el este sobre
la Avenida Central, en donde se localizaban la mayoría de los comerciantes: des-
cendientes de José León Apuy —José Fabián Angulo, los “apaches” y Carmen de
Apuy, Pedro Achío Wong, Jorge Achío, hijos de Juan Acón Chen —José Ángel y
José María—, hijos de Joaquín Tacsan Luz —Francisco, Luis y Evy—, Julio Chan
Wah, y José María y Carlos Achío Lí, casado con otra hija de Tacsan Luz. Todos
ellos formando un enclave de cuatro calles de longitud y ofreciendo servicios de
alimentación, entretenimiento y revela­do fotográfico, productos de importación,
medicinas, y prendas de vestir en sus sodas, bares, salas de cine, estudio foto-
gráfico, tiendas, almacenes y botica.
Curiosamente, en Santa Cruz los inmigrantes chinos no replicaron exac-
tamente el mismo patrón que en Nicoya o Cañas. Originalmente, sus negocios
estaban localizados en la misma avenida, a una cuadra de la Iglesia Católica,
pero no alrededor de la plaza original. Es decir, no estaban locali­zadas en el
puro corazón del pueblo, pero sí en un emplazamiento con cierta centralidad.
Es esos mismos cuadrantes, encontramos establecimientos de otros comercian-
tes, algunos de los cuales comenzaron en pueblos aledaños como Santa Rosa,
Río Seco, 27 de abril, Villareal y posteriormente, cuando alcanzaron cierto
nivel de afluencia económica, hacia mediados del siglo xx, se trasladaron al
centro de Santa Cruz. Sobre esa vía se encontraban los establecimientos co-
merciales de Manuel Lí Cheng (y posteriormente, de su hijo Manuel Lí
Achío), José María Chong, Rafael Yong, Enrique Sánchez, los hermanos Sán-
chez Chan —Isaac, Guillermo y Manuel— y Taifoc Sánchez, aparentemen-
327
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

te tío o sobrino de Isaac, y Jorge Acón Alan, yerno de Taifoc80. También sobre
la misma avenida, se ubicaron los negocios de Juan (Wan) Chan, Marío Líos,
Luis Achío, Yong Gui Lí y Benjamín Supuy entre otros. Después comenzarían
a extenderse por la calle 1, que se convierte en la calle del comercio por ser la
principal vía de acceso a la ciudad, pero alejándose de la iglesia y el parque.

Mapa 3. Localización de comercios chinos


en Cañas, décadas de 1950 y 1960

Fuente: Lai Sai Acón Chan con insumos de varios informantes.


Elaboración de Reynord González Zumbado.

80
Jorge Acón Alán, comunicación personal, 9 de marzo del 2018.
328
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Mapa 4. Localización de comercios chinos


en Santa Cruz, décadas de 1950 y 1960

Fuente: Lai Sai Acón Chan con insumos de varios informantes.


Elaboración de Reynord González Zumbado.

En conclusión, en Nicoya, Santa Cruz y Cañas los inmigrantes chinos ori-


ginalmente establecieron sus negocios en formaciones contiguas, creando una
especie de calle o barrio chino en el núcleo de cada villa. Conforme las comu-
nidades crecen y llegan más inmigrantes, se fueron extendiendo por las princi-
pales vías de acceso a los pueblos. Es decir, hábilmente se posicionaron sobre la
zona con mayor cantidad de afluencia tal como lo hicieran otros comerciantes
de origen chino en distintas localidades del país. Hoy en día se mantienen vi-
gentes con su oferta comercial, a la cual se han unido inmigrantes más recientes.
Como Puntarenas, han sufrido el cambio generacional con el traslado a la ca-
pital de sus descendientes, deseosos de formarse profesionalmente. Sin embar-
329
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

go, como la comunidad china de Puntarenas, aún mantienen una asociación


china81 que preserva las tradiciones y el legado de los ancestros, anclándolos a
las comunidades en las que se asentaron sus antepasados y recreando los ima-
ginarios chinos de esas poblaciones.

Oro, bananos y calles chinas en el Pacífico costarricense

En esta sección se discute la incidencia de la explotación minera y de la explo-


tación bananera en la planificación urbana de otras dos ciudades del imaginario
chino costarricense. Las calles chinas de Abangares y de Ciudad Cortés difieren
de las discutidas hasta el momento. Primero, porque se formaron al calor del de­
sarrollo comercial acelerado de dichas comunidades. Segundo, porque no se
congregaron alrededor de la iglesia o la plaza de cada comunidad. Tercero,
por­que no lograron mantener su auge después del declive de las actividades de
explotación en la zona.

La comunidad de comerciantes chinos


de Las Juntas de Abangares

Las actividades de explotación minera en la Sierra de Abangares, desde finales


del siglo xix a principios del siglo xx, generaron un gran movimiento comercial
que dio origen al poblado de Las Juntas, actual cabecera del cantón de Aban-
gares. En la Sierra, principal centro minero de Abangares, existía no solo un
caserío sino también un comisariato, hospital, agencia de policía y fábrica de
hielo82. Relata José Gamboa en sus memorias que las compañías mineras de la
Sierra, Boston, Tres Hermanos y Tres Amigos mantenían un monopolio con

81
Asociación china de Nicoya, Asociación china de la península de Nicoya, Asociación china de
Santa Cruz y Asociación colonia china de Cañas.
82
José Gamboa Alvarado. El hilo de oro: memorias (San José, Costa Rica: Trejos, 1971), 102.
330
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

sus comisariatos pues no permitían la presencia de negocios particulares dentro


de la zona minera. Además, imponían a sus empleados un sistema de vales me-
diante el cual estos obligatoriamente debían adquirir mercancías bajo condicio-
nes poco favorables para ellos.
Estas condiciones impulsaron el surgimiento del poblado de Las Juntas,
ubicado a aproximadamente 5 kilómetros de la Sierra y llamado así según dos
versiones distintas. Una de ellas asegura que es la confluencia de los ríos Aban-
gares, Aguacaliente, San Juan y Santa Lucía lo que formó el río Abangares,
consecuentemente al centro de población que se formó paralelo a dicho río se
le denominó Las Juntas83. Según la otra versión, los días de pago los trabajado-
res bajaban a reunirse en la calle del comercio que se formó en las márgenes del
río Abangares84. Se juntaban, como solía suceder en enclaves mineros y bana-
neros, para olvidar sus duras faenas, realizar sus compras de abarrotes y even-
tualmente hasta dilapidar sus sueldos en licor, mujeres y diversión.
La actividad minera atrajo a todo tipo de comerciantes y oferentes de ser-
vicios deseosos de procurarse las preferencias de ese gran contingente de tra-
bajadores que llegaron a probar suerte en las minas y que necesitaban dar
rienda suelta a sus ansiedades y frustraciones. Según Ana Yolanda Zúñiga, hacia
1903, “[p]or la posición geográfica del sitio, Las Juntas se desplegaba en una
sola calle, donde se ubicaban comercios, cantinas, hoteles, algunas casas de
prostitución y la agencia de policía, entre otras edificaciones”85. Como distrito
del cantón de Cañas, no tenía municipalidad y aunque se menciona una plaza
a la cual debían presentarse todos los varones del distrito cada cuarto domingo
para reconocimiento, y una ermita, es claro que su fundación no se conforma
al modelo urbano impulsado por los españoles durante la colonización del con-

Guillermo García Murillo, Las minas de Abangares: historia de una doble explotación (San José,
83

Costa Rica: Editorial de la Universidad de Costa Rica, 1984), 50.


84
Ana Yolanda Zúñiga Arias, “Las minas de oro en Costa Rica y la vida cotidiana de los mineros
de Abangares (1890-1920)”, en Más abajo del aire, eds. Ana Yolanda Zúñiga Arias y Sergio Masís
Olivas (Heredia, Costa Rica: euna, 2010), 30.
85
Zúñiga, “Las minas de oro”, 30.
331
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

tinente americano pues no es la religión ni la misión fundadora, sino el mer-


cantilismo, lo que da origen al poblado.
Es decir, Las Juntas no se construyó alrededor de la plaza, origen primigenio
de muchos poblados costarricenses, ni se diseñó teniendo en cuenta el traza­do en
damero tradicional. Como argumenta Zúñiga, es su posición geográfica la que
determina el verdadero centro de la población: la calle del comercio que nace
paralela al río Abangares y a consecuencia de la explotación minera de la zona.
Por eso no es de extrañar que actualmente el centro de actividad comercial no
esté ubicado alrededor de la plaza, la iglesia, el parque y los centros educativos de
Las Juntas.
Varias fuentes nos indican que las conglomeraciones de trabajadores mine-
ros en las cantinas y lupanares de la calle del comercio, así como las constantes
riñas ocasionadas por el exceso de licor y las reyertas pasionales, eran comunes
durante días de pago86. Aunque al principio la población de Abangares estaba
principalmente conformada por hombres solos y meretrices, el lugar se fue
poblando de familias para quienes su mayor preocupación era que los niños
presenciaran escenas poco apropiadas.
Por otro lado, la extensión original de esa calle y el caserío al final de esta
ya no eran suficientes para albergar tanta población y fue necesario urbanizar.
Dice Ofelia Gamboa Solórzano al respecto:

la que fuera la principal arteria de Las Juntas, ha sufrido una marcada y definitiva
transformación. Para ser adoquinada, se talaron sus grandes almendros y arbustos
[…]. No existe tampoco la hilera de casas de madera cerrando sus doscientos cin-
cuenta metros de extensión, ya que para ampliar el cuadrante de la población
fueron demolidas y se construyeron nuevas edificaciones, esta vez perfectamente
alineadas y hermosas87.

Véase ancr, Policía 14929, folio 2; Gamboa, “El hilo”, 217; Zúñiga, “Las minas de oro”, 48;
86

Gamboa Solórzano, Oro y sol, 6.


87
Gamboa Solórzano, Oro y sol, 7.
332
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Sobre los comerciantes chinos de Las Juntas, varios relatos de primera mano
e investigaciones de fuentes primarias ilustran la gran relevancia que tuvieron,
junto con comerciantes de variadas nacionalidades, en la conformación del ac-
tual paisaje urbano de la localidad. Relatos tales como Oro y sol, El hilo de oro y
La colina del buey han sido utilizados por los investigadores Guillermo García
Murillo, Antonio Castillo Rodríguez y Ana Yolanda Zúñiga para documentar
sus historiografías sobre las minas de Abangares. Los tres concuerdan en la gran
influencia que tuvieron los inmigrantes chinos en la fundación de Las Juntas.
Diversos testimonios orales y escritos confirman dicha influencia. Tres fue-
ron las familias chinas que originalmente se asentaron allí: los Wong, los Chan
y los Apuy. Al respecto relata Lizeth Apuy Murillo, descendiente de Francisco
Apuy, que por mucho tiempo el cuadrante de Las Juntas se componía de solo
cuatro manzanas: la de los Apuy, la de la escuela y el gimnasio, la de los Chan
Lí, y la de los Wong88. Las tres familias habían adquirido grandes propiedades
en donde albergaban sus negocios y hogares. Contaba José Chan Lí en 1956
que a su llegada a Abangares en los albores del siglo xx el único comerciante
chino antes que él era Juan Ramón Wong89. Posteriormente se asienta él, unos
sobrinos de apellido Chan y más tarde su hermano, Manuel Chan Lí, los cuales
ganaron grandes cantidades de dinero. Descendientes de esos familiares regre-
saron a China en los años treinta. Otros se trasladaron a Puntarenas por temor
a los disturbios causados por la actividad de extracción minera. En ambos casos,
terminaron asentándose en Nicoya durante la segunda mitad del siglo xx90.
Dichos negocios por lo general se componían de comisariato o tienda gene­
ral, pulpería y cantina. La revista Costa Rica de Ayer y Hoy muestra un rico acer-
vo de la publicidad que utilizaban los comerciantes chinos. De mediados del
siglo xx hemos encontrado anuncios de Si Long y Compañía, cantina, tienda y

88
Lizeth Apuy Murillo, comunicación personal, 30 de setiembre 2017.
89
“Cuando yo llegué a las Juntas de Abangares: Entrevista a José Chan Lí”, Costa Rica de Ayer y
Hoy [Año X, 2ª. época], 39 (julio-agosto 1956): 17.
90
Danilo Chong Kang Chan, comunicación personal, 8 de marzo de 2018. Véase Acón Chan,
“Inmigrantes chinos en la bajura guanacasteca de Costa Rica”.
333
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

pulpería de Héctor Tong Wong y su sobrino Alfredo Chan Murillo, la tienda y


pulpería de José Chan Lí, la cual indica en 1950 que tiene 50 años de servir a
su clientela, la Tienda América y la Cantina Royal de Manuel Antonio Wong,
y la tienda, cantina y pulpería de Ángela Achío de Apuy, esposa de Alfonso Apuy
y nuera de Francisco Apuy. La historiadora abangareña Elieth Salazar Gamboa
también señala la presencia de la piladora de Manuel Acón, el estudio fotográ-
fico de Santiago Ching y del restaurante de Rufino Piñar, hermano de una
nuera de Chan Lí91.
La oferta de licores en particular era la principal fuente de ingresos como
se puede observar en los censos comerciales de 1907 y 1915. En 1907, cuando
Abangares estaba dentro de la jurisdicción de Cañas, José Chan Lí recibía ingre­
sos de 168,75 colones en su taquilla (venta de aguardiente) y 187,5 colones en
su vinatería (taberna o expendio de vino), mientras que en su pulpería percibía
alrededor del 5% del total de la venta de licor, 18 colones, y aproximadamente
10% de ese mismo total provenía de ventas en el comisariato, 40 colones92. Es
decir, el servicio de bebidas y comidas era mucho más lucrativo que la venta de
abarrotes, prendas de vestir, e implementos de trabajo.
Ocho años más tarde se dan algunos cambios: Abangares se convierte en el
sétimo cantón de la provincia de Guanacaste. La actividad minera se incremen-
ta y el comercio comienza a generar grandes ganancias para el erario costarri-
cense. Dentro de este panorama, la demanda de aguardiente se incrementa casi
10 veces en las taquillas de Las Juntas resultando en ganancias exorbitantes para
Chan Lí y otros dos inmigrantes chinos: Rafael Yokchien y José Long Chong93.

91
“Aporte culinario de la colonia china”, video, La Profe Elieth, 22 de agosto de 2020, https://
www.facebook.com/ProfeElieth/videos/623758848548773; “Colonia china en Abangares”, His-
torias con la profe Eli, 8 de agosto de 2020, https://www.youtube.com/watch?v=b8zAXM2KdCY;
“Colonia china en Abangares, parte 2”, Historias con la profe Eli, 14 de agosto de 2020, https://
www.youtube.com/watch?v=qWQjZJc81IQ
92
República de Costa Rica. Oficina Nacional de Estadística, Censo comercial. El 31 de diciembre de
1907. Comercio é industrias patentadas. Anexo á la Memoria de Fomento de 1907 á 1908 (San José,
C.R.: Tipografía Nacional, 1908).
93
República de Costa Rica. Ministerio de Fomento. Dirección General de Estadística y Censos
(dgec), Censo Comercial. Año 1915 (San José, C.R.: Imprenta Nacional, 1917).
334
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Aparecen además muchos comerciantes más en el cantón según el censo co-


mercial de 1915: Win Tok Yek, Yau Kee y Co., Win Ken y Co., y Francisco Apuy
en el distrito primero y en el distrito tercero, San Juan, aparecen Juan Apuy,
Benjamín Yokchien, Antonio Lí y Juan Ajuy.
De todos estos comerciantes, los que aún tienen arraigo en Las Juntas son
descendientes de José Chan Lí, Francisco Apuy y Manuel Antonio Wong. Mi-
nerva Chan Chen, nieta del primero, relata que Chan Lí llegó a Costa Rica a
finales del siglo xix94. Primero había estado en Filipinas en donde aprendió
español y, posteriormente, fue a probar suerte a Perú. Allí escuchó noticias de
la actividad minera en Costa Rica y terminó arribando a Abangares en sus pri-
meras etapas de desarrollo. El mismo declaraba que era una sola calle con diez
ranchos diseminados dentro de la misma95. En un extremo se encontraba un
trapiche y en el otro la casa del telegrafista que Chan Lí compró para instalar
sus negocios. Su nieta también relataba que Francisco Apuy llegó aproximada-
mente en la misma época que Chan Lí.
La bisnieta de Apuy cuenta que primero llegó él y después se trajo a su hijo
Alfonso de catorce años. Juntos construyeron un emporio familiar que les
permitió adquirir media manzana en la calle del comercio y grandes extensiones
de tierra en donde se dedicaron también a la ganadería. De las fincas extraían
lácteos que utilizaban para la preparación de comidas degustadas por la clien-
tela: como su famoso tamal de maicena. Wong, dice Salazar Gamboa, era el hijo
de Juan Ramón Wong, un comerciante al que le jugaron una broma muy pesa-
da con una dinamita que explotó dentro de su local y provocó su inmediata
huida a Puntarenas96. Su hijo Manuel llegó de China para retomar el negocio
en su ausencia.

94
Minerva Chan Chen, comunicación personal, 30 de setiembre 2017.
“Cuando yo llegué a las Juntas de Abangares: Entrevista a José Chan Lí”, Costa Rica de Ayer y
95

Hoy [Año X, 2ª. época], 39 (julio-agosto 1956): 17.


96
“Colonia china en Abangares”, Historias con la profe Eli, 8 de agosto de 2020, https://www.
youtube.com/watch?v=b8zAXM2KdCY
335
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

Mapa 5. Localización de comercios chinos


en Abangares, décadas de 1950 y 1960

Fuente: Lai Sai Acón Chan con insumos de varios informantes.


Elaboración de Reynord González Zumbado.

Los testimonios son consistentes con la teoría de que Las Juntas comenzó
como una calle con establecimientos comerciales que se amplió conforme llega­
ron más pobladores y se incrementó la actividad mercantil. Consecuentemente
el ordenamiento urbano del cantón es influido primordialmente por el comer-
cio, dentro del cual jugaron un papel fundamental los inmigrantes de origen
chino que se dedicaron a proveer servicios como alimentación y bebidas, entre-
tenimiento, alojamiento, venta de abarrotes y provisiones para las faenas diarias.
336
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

La comunidad de comerciantes chinos del Pozo

Ciudad Cortés es la más emblemática ciudad del imaginario chino costarricen-


se del Pacífico Sur de Costa Rica pues históricamente destacó por el gran nú-
mero de inmigrantes que atraídos por la bonanza bananera se establecieron allí
durante la primera mitad del siglo xx. Debido a su estado agreste y la lejanía
con centros de población, el sitio fue originalmente usado como lugar de destie­
rro para personas de dudosa conducta. Solo se podía ingresar por mar y después
por el río Térraba, de modo que su reconditez la hacía un perfecto lugar de
confinamiento. Para la primera década del siglo xx llegan los primeros poblado­
res foráneos al sitio: Dionisio Ulloa, Isabel Quintero Arenales, Francisco Rodrí­
guez, Clever Morales, Francisco Olazo, Mariano Rodríguez y Roberto Webb,
entre otros97. Antes de ellos, había grupos indígenas que se consideran los habi­
tantes originales de lo que se denominó Dios Primero, El Pozo, Puerto Cortés
y finalmente, Ciudad Cortés. La Iglesia Católica también contribuyó con el de­
sarrollo del lugar. Fue el presbítero José Nieborowski quien desde 1902 fue
nombrado por el gobierno para “la ampliación y mejoras del camino que condu­
cía de [Buenos Aires] al embarcadero del Pozo, pasando por Térraba y Boruca”98.
Para la década de 1920, El Pozo era apenas un caserío con casas pertene-
cientes a panameños, costarricenses y chinos. Se fundó una escuelita rural y
aunque no había iglesia aún, un sacerdote llegaba a dar la comunión. También
había grandes terrenos dedicados a los cultivos, principalmente de arroz y otros
cereales, ante lo cual el gobierno enviaba mano de obra para cosechar esa gran
abundancia99. Para la siguiente década, la United Fruit Company traslada sus

97
Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes, Historia del Pacífico contada por sus pobladores (San
José: El Ministerio, 1990), 27, 29, 30, 31.
98
José Aurelio Sandí Morales, “La participación de la Iglesia Católica en el proceso de apropiación
de la actual zona sur-sur costarricense”, en Trayectorias y perspectivas de una región en proceso de
formación: 1821-2010, eds. Juan José Marín Hernández, Jorge Bartels Villanueva y Oriester Abar-
ca Hernández (San José, Costa Rica: Sociedad Editora Alquimia 2000, 2011), 37.
99
“Pasando por las limitaciones del medio”, Costa Rica de Ayer y Hoy [Año I], no. 3 (julio- agosto
1950), 8-9.
337
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

operaciones desde puerto Limón a la zona sur, donde primero construye un


puerto de exportación en lo que se conoce como Kilómetro Cero en Golfito y,
posteriormente, instala fincas en Coto, Palmar, La Cuesta y otras localidades.
En 1934, Olazo comienza a producir banano en el rebautizado Puerto Cortés
bajo la modalidad de contrato con la compañía bananera e involucra a algunos
de los otros propietarios de fincas. Con la producción bananera ingresa un in-
flujo de familias que comienzan a poblar la comunidad.
Como en otros enclaves bananeros o mineros en Costa Rica, se desarrolla
primordialmente la actividad mercantil requerida para suplir productos de pri-
mera necesidad, lo cual fue fundamental para su posterior ordenamiento urba-
no. “Con la llegada de la Compañía hubo muchos cambios en la comunidad: se
construyó el hospital, se construyeron calles, se hizo el alumbrado, pero solo
fue en el centro […] se hicieron las tiendas”100. También a la compañía se le atri­
buye el levantamiento de lotes en terrenos donados a la Municipalidad de Bue-
nos Aires, para los cuales se cobraba solo la escritura101. Esto transformó el
poblado de un “cuadrante de ranchitos”102 a un Puerto Cortés dividido en dos
partes: el Norte (donde se asentaba la población) y el Sur (donde se ubicaban
las oficinas administrativas de la compañía). Sin embargo, las principales acti-
vidades se desarrollaron en su calle principal o calle del comercio: “En ese
tiempo Pozo contaba con sólo una calle central, que venía desde el Embarca-
dero hasta el puente sobre el río Balzar”103.
Varios informantes del proyecto de investigación y promoción de la cultu-
ra popular del Pacífico Sur del Ministerio de Cultura, Juventud y Deportes
coinciden en que hubo presencia de inmigrantes chinos desde la década de 1920
y que fueron influyentes en el desarrollo del pueblo. Pero el censo comercial
de 1915 demuestra que desde esa época ya había actividad por parte de comer-

100
mcjd, Historia del Pacífico, 35.
101
mcjd, Historia del Pacífico, 27-28.
102
mcjd, Historia del Pacífico, 28.
103
mcjd, Historia del Pacífico, 31.
338
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

ciantes chinos. Los pobladores mencionan a dos figuras prominentes: Domin-


go Chan y Benjamín Wong. También es de notar la presencia de Luis Wong,
Rafael Ching o Chan, Eladio Wong, Manuel Ajón y Jesús Apuy (conocido como
chino pelón)104. A ellos se les unieron, posteriormente, un gran número de in-
migrantes chinos que establecieron sus negocios en la calle principal de Puerto
Cortés creando una gran comunidad china en la cual algunos de ellos habrían
jugado un papel preponderante.
Según se deduce de los testimonios de descendientes de las familias Chan
Quesada y Wong Sanchún, la gran cantidad de inmigrantes chinos en la comu-
nidad fue tal que cambiaron la fisionomía de la que fue, en su momento, la
calle principal de Puerto Cortés. Esta dista a un escaso kilómetro del embarca-
dero por el que durante la primera mitad del siglo xx se ingresaba. De Domin-
go Chan se dice que estableció una de las primeras pulperías del lugar105 y de
los Wong Sanchún que construyeron la primera casa de madera del poblado106.
Ambos habían establecido sus negocios en el extremo este de la actual avenida
4, colindando con las bananeras.
Domingo era, según su nieta Delia, sobrino de José Chan, abuelo del astro­
nauta Franklin Chang Díaz. Así, parece razonable que haya ingresado a Costa
Rica como muchos otros inmigrantes que atendieron el llamado de sus fami-
liares. Ingresó por Puntarenas y posteriormente se aventuró hacia Puerto Cor-
tés. Es de destacar que casó con Marcelina Quesada López, oriunda de Miramar.
Su tío había establecido negocios en esa comunidad y en Esparza. Es probable
que hubiera pasado un tiempo capacitándose en los negocios antes de estable-
cerse independientemente en una incipiente comunidad en donde encontraría
mayores oportunidades de crecimiento económico. Sin embargo, no fue el pri-
mero de su familia en instalarse en El Pozo. Antes que él, su hermano Santiago
buscaba sustento como pescador en las aguas del Pacífico sur. Según William

104
mcjd, Historia del Pacífico, 27-30.
105
mcjd, Historia del Pacífico, 30.
106
mcjd, Historia del Pacífico, 28.
339
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

Wong, hermano de Benjamín Wong, “esos Chanes” eran oriundos de Mira-


mar107.
Para la época en que Domingo Chan se asienta en El Pozo, la compañía
bananera se estaba trasladando a la zona sur y fundando distintos campamentos
enteramente conformados por hombres de clase trabajadora. Como fue lo usual
en núcleos poblacionales que se establecen en torno a estas actividades, hubo
una época de esplendor para el comercio que proliferó para abastecer la deman-
da de una buena cantidad de trabajadores que cada día de pago buscaban licor
y entretenimiento. Paulatinamente la comunidad se fue poblando con familias.
El pueblo cambió su nombre a Puerto Cortés, se convirtió en cabecera del nuevo
cantón de Osa y comenzó a mostrar signos visibles de progreso. Pasó de ser un
caserío con un embarcadero, trillos, ranchitos forrados de palma y un Juez de
Paz a una villa con una calle del comercio, iglesia, plaza, escuela, municipalidad,
hospital, líneas ferroviarias y otros signos incipientes de modernidad, que como
en Las Juntas, fueron traídos por la explotación de un producto.
La influencia de los Wong Sanchún se observa en las contribuciones de
Flora Sanchún en diversas obras de mejoramiento comunitario y en la diversi-
ficación de servicios ofrecidos por la familia. Descendientes de Benjamín Wong
y Flora Sanchún contribuyeron con sus memorias de los aportes de sus ancestros
en El Pozo108. Mientras que Benjamín había nacido en China en 1895 y había
emigrado primero a Nicaragua y después a Costa Rica, Flora había nacido en
Nicoya en el seno del hogar formado por Andrés Sanchún e Isabel Chen o Chan.
Benjamín había aprendido el oficio de comerciante con su hermano mayor Juan
Rafael Wong Chen en Puntarenas y después de casarse con Flora, había insta-
lado una pulpería y fábrica de candelas en Mansión antes de instalarse en Pozo.
Su esposa, por su parte, habría sido miembro de la Junta Directiva de la Iglesia
Católica, la Junta de Educación, la Junta Directiva de la asociación de desarro-

107
La historia de William Wong Chen proviene del “El crisol de los Wong”, 34, biografía inédi-
ta sobre los hermanos Wong Chen y sus descendientes. La biografía ha sido redactada con la
contribución de varios miembros de la familia.
108
La historia de los Wong Sanchún proviene del “El crisol de los Wong”, 20-21.
340
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

llo comunal de esta última comunidad y elegida Mujer del Año. Por otra parte,
la pareja habría instalado una variedad de negocios con sus doce hijos: la soda
La Oriental, los cines Flora y Chiang Kai Shek, panadería, pulpería, líneas de
autobús a Palmar, Piedras Blancas y Villa Neily.
Es de notar que el debido al estatus pionero de Domingo Chan y la familia
Wong Sanchún sus propiedades estaban localizadas justo en el límite fronteri-
zo entre las bananeras y el pueblo e inaugurando de cierta manera la avenida del
comercio, que paulatinamente se pobló de paisanos. En la publicidad de la re-
vista Costa Rica de Ayer y Hoy hemos localizado 14 comerciantes de origen chino
en el período 1950-1971: Guillermo Chan Wong, Benjamín Wong, Jesús Chen
Granados, José Tack Chan, Eladio Wong Chen, Manuel Ajón, Vicente Sánchez
Chen, Jesús María Apuy, Rafael Sánchez Chan, Emilio Chan, Tomás Wong,
Roberto y Gonzalo Chan López y Juanita Lee de Apuy. Ofrecían servicios de
alimentación (restaurantes, sodas, cantinas y refresquerías), venta de abarrotes,
prendas de vestir, medicinas y calzado, transporte público, revelado de película,
retratos y fotografías, y entretenimiento (cines y salones de baile).
En la publicidad de semanario La Voz de Puerto Cortés de 1941 y 1942, en-
contramos tres aspectos notorios: un saludo navideño de la colonia china de la
localidad, varios hermanos de Benjamín Wong —Eladio, William y la viuda de
José, como propietarios de tiendas, cantinas y pulperías— y un establecimiento
de comida anunciando chop suey, una comida que apenas durante la década pa-
sada se había comenzado a popularizar en Costa Rica. Con los anunciantes de
origen chino del semanario y Domingo Chan (fallecido en la década de 1950)
sumamos un total de 17 comerciantes solo en Puerto Cortés desde 1940 hasta
1970, cifra que para un pueblo de las dimensiones de Puerto Cortés es de resaltar.
En el caso de los Wong Sanchún es notable su incidencia económica. A su
regreso de una estancia en China, la familia se trasladó a El Pozo siguiendo las
recomendaciones de Juan Rafael, quien le contó a Benjamín que varios de los
hermanos se habían establecido allá siguiendo a la Compañía Bananera. José,
el segundo hermano, había adquirido una finca en El Pozo, en donde se dedicó
a producir arroz y a financiar siembras de otros agricultores. Según uno de los
341
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

Mapa 6. Localización de comercios chinos en


Ciudad Cortés, décadas de 1950 y 1960

Fuente: Lai Sai Acón Chan con insumos de varios informantes.


Elaboración de Reynord González Zumbado.

hermanos menores, William, cuando éste llegó en 1930 al poblado, trabajó al


lado de José criando cerdos, sembrando arroz y cacao y apoyando otras activida­
des. Otros hermanos que pasaron por El Pozo fueron Joaquín, el tercer hermano,
y Eladio, el sexto hermano. Así, los Wong Sanchún adquirieron la finca de José
para continuar cosechando arroz y otros cultivos y hacían remesas de productos
de panificación a Eladio cuando éste se había establecido en Palmar Norte.
342
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Cuando el auge económico impulsado por la actividad bananera decae y la


compañía se retira de Puerto Cortés, muchos comerciantes chinos migran a
otras localidades de la zona sur, siempre buscando oportunidades económicas.
Pese a ello, es claro que la actividad comercial impulsada por estos comercian-
tes fue clave en el ordenamiento urbano determinado originalmente por la
United Fruit Company.

Conclusiones en torno al ordenamiento


urbano y los enclaves de migrantes chinos

Sin importar si el centro de cada poblado giraba en torno al modelo más tradi-
cional con plaza central y templo católico o el modelo mercantil en el que
impera una avenida/calle central o del comercio, los comerciantes chinos siem-
pre procuraron instalarse estratégicamente en locaciones centrales. En algunos
poblados conformaron lo que podríamos considerar enclaves similares a las
originales calles chinas o barrios chinos de San Francisco. Es el caso de Punta-
renas, Nicoya, Santa Cruz, Cañas, Abangares y Puerto Cortés, en donde recrea-
ron fragmentos simbólicos de su tierra.
Sin embargo, la experiencia del inmigrante chino en Costa Rica —al
contrario de la experiencia temprana en los Estados Unidos— fue favorece-
dora pues lo que podríamos considerar barrios chinos en el Pacífico costarri-
cense no surgieron como guetos destinados a contener al llamado “peligro
amarillo”, sino como parte del paisaje multicultural y cosmopolita del puerto
de Puntarenas, constituido por inmigrantes de varios orígenes nacionales.
Pos­teriormente, este paisaje se trasladó a otros parajes conforme las redes de
comercio se extendieron hacia Guanacaste y nuevas actividades económicas
surgieron. Con respecto a este último factor, la explotación minera o banane-
ra incide en el modelo de ordenamiento urbano importado por los explora-
dores españoles durante la época colonial. En este contexto, los comerciantes
chinos hábilmente siguieron estas industrias de explotación de banano o de
343
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

oro para ofrecer productos de primera necesidad, licor y hasta entretenimien-


to para los trabajadores.
Es de notar que estos enclaves étnicos conformados por los comerciantes
chinos atravesaron las cuatro etapas de desarrollo según David Chuenyan Lai:
surgimiento, desarrollo, decadencia y muerte o recuperación. Primero, emergen
cuando un grupo de comerciantes chinos converge en un punto geográfico. Pos­
teriormente, extienden su influencia hacia otras zonas conforme llegan más
inmigrantes y diversifican o expanden su oferta mercantil. Sin embargo, el acele­
rado desarrollo económico significó mejores oportunidades para la descendencia,
resultando en traslados parciales de la familia a la ciudad capital por compra de
propiedades o por el desarrollo profesional de los hijos o nietos. Y, consecuen-
temente, la actividad comercial decae cuando las primeras generaciones enve-
jecen o fenecen. En algunos casos, hay recuperación, pero en otros, se da una
desaparición asociada a la conclusión de una actividad de explotación.
Cuando las actividades de extracción minera o producción bananera lle-
garon a su límite, la demanda de servicios se desplomó y con ello la bonanza
comercial. Abangares pudo recuperarse y convertirse en un cantón pujante
con una bulliciosa y activa calle del comercio pese a que muchos comerciantes
chinos se trasladaron a otros horizontes. Sin embargo, en Ciudad Cortés des-
aparecieron los negocios de Domingo Chan y Benjamín Wong con un gran
in­cendio que consumió las magníficas edificaciones de madera. Y nunca se re-
construyeron. En la actualidad no quedan vestigios de esa bonanza comercial
que los chinos impulsaron en la calle del comercio y son pocos los descendien-
tes que aún habitan en la localidad, y menos aún los que mantuvieron la ocu-
pación de sus antepasados.
De un modo u otro, el emplazamiento de estas calles chinas desafía, hasta
cierto punto, la intención original desde tiempos coloniales de poblar los centros
urbanos con las autoridades de los gobiernos locales y los vecinos principales,
observadores de buena conducta según los principios de la fe católica. Es de
notar que los barrios chinos de San Francisco, Nueva York, La Habana y Lima,
para mencionar algunos de los principales barrios del continente americano que
344
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

surgieron en el siglo xix, no se encuentran en locaciones tan centrales como


muchas de las calles chinas del Pacífico costarricense109.
Por un lado, debe considerarse el papel fundamental que jugaron los comer­
ciantes chinos en el desarrollo socioeconómico de sus comunidades. Por otro
lado, sus prácticas asociacionistas impulsaron los flujos de capital con los cuales
pudieron adquirir bienes raíces en los lugares más céntricos de dichas comuni-
dades, resistiendo, de este modo, la discriminación que imperó durante las pri-
meras décadas desde su llegada al país y la reticencia de algunos sectores de la
sociedad costarricense a reconocerlos. Finalmente, lograron integrarse a su en­
torno con resiliencia, llegando hasta a adoptar los valores y tradiciones de sus
conciudadanos.

Bibliografía

Fuentes primarias

Archivos
Archivo Nacional de Costa Rica (ancr)
Censos y Estadísticas 155.

Publicaciones periódicas
Hemeroteca de la Biblioteca Nacional de Costa Rica
Costa Rica de Ayer y Hoy.
El Correo de la Costa.
La Voz de Puerto Cortés.

109
Quedan por realizar futuros estudios que consideren una serie de factores políticos, sociales,
culturales y económicos que diferencian las calles chinas del Pacífico costarricense de las “calles
chinas”—en su acepción original en chino— de Estados Unidos, Cuba y Perú. Solo así podremos
comprender, comparativamente, como los chinos se insertaron con relativa facilidad en los otro-
ra centros de poder urbano de la Costa Rica colonial y sus implicaciones.
345
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

Heraldo de Cañas.

Otras fuentes impresas oficiales


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ciembre de 1907. Comercio é industrias patentadas. Anexo á la Memoria de Fomen-
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Fuentes orales

Entrevistas realizadas en las localidades costarricenses de Abangares, Puntarenas, San-


ta Cruz y Ciudad Cortés entre 2017 y 2019.

Fuentes secundarias

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tínez Esquivel. México D.F.: Palabra de Clío, 2018. 157-182.
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Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

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Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo urbano de algunas ciudades…

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348
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Otras fuentes no impresas


Canal de YouTube: Historias con la profe Eli.
Página de la Profe Elieth en Facebook.
Sitio web de la Municipalidad de Cañas (Guanacaste, Costa Rica).
Capítulo 8
Tusán, capataz y alcalde: el caso de
Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara
Lorena Cuya Gavilano1

En rigor, los inmigrantes culíes deben ser


considerados como pioneros en una sociedad
que al comienzo les fue extraña y hostil2.
Humberto Rodríguez Pastor

Como apunta Rodríguez Pastor, los inmigrantes culíes deben ser considerados
protagonistas de los avances de un país que, en un inicio, los empujó a ellos y a
su progenie hacia los márgenes de la sociedad peruana. Su trascendencia cultu-
ral y sociopolítica a lo largo de la historia del Perú es, sin embargo, indudable.
En el siglo xx, hubo, por ejemplo, por lo menos dos alcaldes de origen chino
en ese país. El primer caso, registrado por Isabelle Lausent-Herrera, ocurrió en
1923, en la localidad de San Ramón (Junín); el segundo, del que da cuenta este
trabajo, tuvo lugar en 1956, en el distrito de Manuel Antonio Mesones Muro
(mamm) de la provincia de Ferreñafe (Lambayeque). A través de la antes desco-
nocida historia de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara (ebnlg), descendien-

1
Doctora en Literatura Latinoamericana y Estudios culturales latinoamericanos. Es profesora
asistente de español y cultura latinoamericana en Arizona State University. Correo electrónico:
lcuyagav@asu.edu.
2
Humberto Rodríguez Pastor, “Presencia china e identidad nacional”, en Cuando Oriente llegó a
América: Contribuciones de inmigrantes chinos, japoneses y coreanos, ed. Banco de Interamericano de
Desarrollo (Washington DC: Banco Interamericano de Desarrollo, 2004), 119-120.

349
350
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

te culí convertido en alcalde, se busca destacar la influencia china en la vida


etnocultural y política del país.
Aunque no se sabe con exactitud su origen, ebnlg fue tusán. Leía en chino
como lo confirman sus familiares y fue el capataz del molino arrocero de Tres
Tomas como lo confirmó el ex-dueño, Genaro Barragán Muro. Más tarde, este
tusán se convertiría en el alcalde de las mismas tierras en donde operaba dicho
molino. En este capítulo, se trazan las líneas históricas que legitiman la partici-
pación civil y política de ebnlg en la nación peruana. Para contextualizar el
tema, primero, se hace una revisión histórica de la vida, percepción e integración
de los chinos y sus descendientes en el Perú. Luego, se discute la identidad de
ebnlg y las implicaciones de su matrimonio con una afrodescendiente en el
contexto peruano. Enseguida, se delinea la posible ascendencia genealógica de
este tusán y su trascendencia en su transformación política. Su caso ejemplifica
la sutil y, a veces, hasta invisible manera en la que él, tanto como otros tusanes,
terminaron insertándose en el rompecabezas de la identidad nacional peruana.

Sobre el chino del alma, una introducción

No cabe duda de la centralidad que la etnia tiene en la formación de cualquier


nación. En Perú, la multiculturalidad no puede sino enriquecerse con la consi-
deración del componente asiático sumado a la influencia afroperuana y a la
fuerte presencia indígena3. A este país, migraron alrededor de 100.000 chinos
culíes en el siglo xix4. Actualmente, de la población peruana que bordea los

3
Evelyn Hu-DeHart explora los diferentes aspectos del componente asiático dentro de los discur­
sos de la multiculturalidad latinoamericana y, sobre todo, de su percepción dentro de los diferentes
discursos académicos: “Multiculturalism in Latin American Studies: Locating the ‘Asian’ immigrant;
or Where Are the Chinos and Turcos”, Latin American Research Review 44, no. 2 (2009): 235-242.
4
Michael González, “Chinese Plantation Workers and Social Conflict in Peru in the Late Nine­
teenth Century”, Journal of Latin American Studies 21, no. 3 (1989): 386; Humberto Rodríguez
Pastor, Chinos en la sociedad peruana 1850-2000 (Lima: unmsm, 2017), 116; Isabelle Lau-
sent-Herrera, “Tusans (Tusheng) And the Changing Chinese Community in Peru”, en The
351
Tusán, capataz y alcalde: el caso de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara

veintisiete millones de personas, “el 10% es descendiente de chinos”5. Con


mayor precisión, el último censo realizado en el 2017 indica que, de casi trein-
ta y un millones de habitantes, entre el 3 y el 9% de la población es de ascen-
dencia china. La razón de este margen porcentual ha sido la falta de claridad
alrededor de la pregunta por la autoidentificación étnica. Las diferentes pobla-
ciones de ascendencia asiática fueron consideradas dentro de la categoría
“otros”6. Este hecho, aunque parezca trivial, es en realidad de gran importancia
en un país en el que con frecuencia se dice que lo chino se ha integrado con
facilidad y casi totalmente a la sociedad peruana. Nadie duda de la peruanidad
de los descendientes chinos. Recientemente, Paroy Villafuerte y Campos rea-
firmaron esta idea en su presentación “Los latinos más chinos o los chinos más
latinos: la identidad Tusán en el Perú”7. Ello es cierto hasta cierto punto.
Cabe preguntarse ¿por qué, entonces, casi solo tenemos como evidencia de
esta cultura lo culinario chino8? De un lado, es innegable que este aspecto es lo
más visible; pero, de otro lado, no hay espacios al nivel escolar que promuevan
el conocimiento de esta parte importante de la historia del Perú, por ejemplo.
La migración china no es un tema que se aborde ni en las escuelas públicas ni
en las privadas, y muy poco se escucha sobre ella en las universidades. En las
últimas tres décadas, sin embargo, parece haber aumentado el entusiasmo por
los estudios asiáticos en este país del sur, en parte debido al desarrollo mundial

Chinese in Latin America and the Caribbean, eds. Walton Look Lai y Tan Chee-Beng (Boston:
Brill, 2010), 143.
5
Rodríguez Pastor, Chinos en la sociedad peruana 1850-2000, 115.
6
inei, “Perú: Crecimiento y distribución de la población total, 2017”, inei Sitio Web, 2018, https://
www.inei.gob.pe/media/MenuRecursivo/publicaciones_digitales/Est/Lib1673/libro.pdf
7
Gonzalo Paroy Villafuerte y Rodrigo Campos, “Los latinos más chinos o los chinos más latinos:
la identidad Tusán en el Perú” (Ponencia presentada en el marco de la Red Académica Latino (e
Hispano) Americanista sobre Estudios Sinológicos de la Universidad de Costa Rica y con el
apoyo de premehchi. Ciclo de conferencias virtuales, 3 de diciembre de 2020), https://www.
youtube.com/watch?v=1ZJIf12gPu8&t=125s
8
Humberto Rodríguez Pastor, Herederos del Dragón. Historia de la comunidad china en el Perú (Lima:
Fondo editorial del Congreso del Perú), 2000.
352
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

de los estudios sobre el Sur Global, la influencia económica china y, en parte


también, debido al legado peruano-japonés de Alberto Fujimori.
Desde la llegada de los chinos al Perú, diferentes intelectuales peruanos
consideraron que no podían formar parte del “alma nacional”9. Clemente Pal-
ma afirmaba que “la raza china en realidad nada representa, ni en el pasado, ni en
el provenir, ni en el presente”10. Manuel González Prada los consideraba como
un pueblo decrépito que envejecía aún más al Perú11. Hildebrando Fuentes, por
su parte, los pensaba “tan bárbaros como Atila”12. Incluso para José Carlos
Mariátegui, los chinos complicaban su teoría sobre la incorporación social del
indígena; más aún, acusaba a los primeros de apatía13. Mariátegui demuestra
estar atrapado en el “dualismo indio-español”, desde el cual la población afrodes­
cendiente y china, o sino-peruana, eran impedimentos para la formación de un
proyecto nacional coherente14. Desde luego, tal proyecto no sería más que la
revalidación de lo indígena dentro de la idea de nación. Al igual que González
Prada, Palma o Sebastián Lorente15, Mariátegui no hace más que crear su propio
sistema de castas en el que lo chino se ubicaba en la base de la pirámide social.

9
Juan José Heredia, “Robustecer o enflaquecer el alma nacional en el Perú: El ‘chino expiatorio’
vs. el chino trabajador (1860-1914)”, Nuevo Mundo Mundos Nuevos (10 de octubre de 2016), http://
journals.openedition.org/nuevomundo/69598
10
Clemente Palma, “El porvenir de las razas en el Perú” (Tesis de Bachiller en Letras, Universi-
dad Nacional Mayor de San Marcos, Lima, 1897), 16.
11
Manuel González Prada, “Memoranda”, El tonel de Diógenes, ed. Thomas Ward (2005), https://
evergreen.loyola.edu/tward/www/gp/libros/tonel/tonel6-memoranda.html
12
Ctdo. en Heredia, “Robustecer o enflaquecer el alma nacional en el Perú”.
José Carlos Mariátegui, Siete ensayos de la interpretación de la realidad peruana (Lima: Editora
13

Amauta, 2002 [1928]).


14
Debbie Lee-DiStefano, “Afro and Chinese Depictions in Peruvian Social Discourse at the Turn
of the Twentieth Century”, en Afro-Asian Connections in Latin America and the Caribbean, eds.
Luisa Marcela Ossa y Debbie Lee-Stefano (New York: Lexington Books, 2019), 7-25.
15
En Escritos fundacionales de historia peruana (1879), Sebastián Lorente afirmaba que, pese a su
pasado fecundo, la cultura china se había fosilizado tanto como la egipcia (Lima: unmsm, 2005).
Ver también: Juan José Heredia Neyra, “Un discurso nacionalista del origen de los indios en
historia de la civilización peruana”, en Actas del conversatorio Sebastián Lorente y el primer
congreso nacional de Nuestra Señora de Guadalupe, coord. Paul Pérez Chávez et al. (Lima:
Sermat, 2010), 81-106.
353
Tusán, capataz y alcalde: el caso de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara

Paradójicamente, para varios intelectuales, políticos y hacendados, el chino


fue pieza clave en el progreso económico del país. Su arribo representa un pe-
ríodo de prosperidad económica y tecnológica: la mejora de la industria agroex-
portadora y la construcción de vías ferroviarias y molinos hidráulicos son
algunos ejemplos. Como bien ha argumentado Juan José Heredia, en su dimen-
sión económica, los chinos eran considerados como “hormigas eficientes” y
algunos discursos incluso profetizaban que dominarían al Perú y al mundo16.
En su tesis de 1877, César Borja sostiene que la migración china era un mal
necesario de evitar, pero al mismo tiempo entrevé un miedo a su potencial
económico. Para este, aunque imperfectos, los chinos eran máquinas trabaja-
doras17.
Asimismo, en el trabajo del viajero francés Charles Wiener como en el de
intelectuales peruanos como Juan de Arona, González Prada, Miguel Cárdenas
entre otros18, se destaca la habilidad para trabajar, la honradez, emprendimien-
to y buenos hábitos de los chinos. Para Wiener, como para otros académicos,
aunque el chino era inferior al blanco, era todavía superior a otras etnias. Su
cultura ancestral se convirtió en el deíctico de su potencia. Según Wiener, el
chino era emprendedor: “doméstico y ganadero; liberado es hotelero, dueño de
un restaurante, negociante…, y desde hace poco, incluso médico”19. De ahí que
el futuro del chino fuera dominar el país. En esta misma línea, Dora Mayer no
solo dice que los peruanos deben aprender de la madurez cultural de los chinos,

16
Heredia, “Robustecer o enflaquecer el alma nacional en el Perú”.
César Borja, “La inmigración china es un mal necesario de evitar” (Tesis de Bachiller en
17

Medicina, Universidad Nacional Mayor de San Marcos, 1877), 12.


18
Para una reflexión más amplia sobre algunas de las obras de estos intelectuales, ver los siguien-
tes trabajos: Juan José Heredia, “Un discurso nacionalista del origen de los indios en historia de
la civilización peruana”; Juan José Heredia, “Robustecer o enflaquecer el alma nacional en el
Perú: El ‘chino expiatorio’ vs. el chino trabajador (1860-1914)” y Juan José Heredia, “Los chinos
en el discurso de la identidad nacional peruana, último cuarto de siglo xix. Una breve aproxima-
ción”, en La inmigración china al Perú. Arqueología, historia y sociedad, eds. Richard Chuhue, Li Jing
Na y Antonio Coello (Lima: Instituto Confucio y Universidad Ricardo Palma, 2012).
19
Charles Wiener, Perú y Bolivia: Relato de viaje (Lima: ifea-unmsm, 1993 [1880]), 39.
354
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

es decir, aprender de su pasado20. Sobre la futura influencia china, añade “[v]


endrá dentro de pocos años el Dios Éxito a encumbrar a la China, y a destruir
ese prejuicio, y las mujeres que no tienen ojos de almendra se los pintarán, y
quizás los hombres se dedicarán a estudiar el idioma chino”21. Así, aunque ve-
jado y denigrado, el ‘débil’ chino tenía al mismo tiempo la potencia de dominar
la patria en la que encalló.
Más aun, la trascendencia histórica de los trabajadores chinos debe ser
vista también a la luz de su participación política e impacto en la formación de
clases:

Sin los trabajadores chinos, los terratenientes peruanos no podrían haber sobrevi-
vido las crisis de las décadas de 1870 y 1880, y menos emerger como pudientes
hombres de negocios y líderes políticos en la siguiente década. Más aún, sin los
trabajadores chinos, los enganchadores, traficantes de opio y otros negociantes no
podrían haber acumulado capital durante dicho período de crisis y surgir como
miembros de la pequeña burguesía22.

La situación deplorable de la agricultura costeña de fines del xix, en efecto,


mejora solo con la llegada de braceros chinos. Perú era, entonces, como una
“Venus de Milo: bella, pero sin brazos”23. No obstante, al menos en el mundo
jurídico académico del XIX, se intentó borrar la presencia china. Aunque el

Dora Mayer de Zulen, La China silenciosa y elocuente: homenaje de la colonia china al Perú con
20

motivo de las fiestas centenarias de su independencia (Lima, Perú: Editorial Renovación, 1924), 82.
21
Dora Mayer, La China silenciosa y elocuente, 14.
22
En el original: “Without Chinese workers, Peruvian planters could never have survived the
crisis of the 1870s and 1880s and emerged as wealthy businessmen and political leaders in the
1890s. And without Chinese laborers, Chinese labor contractors, opium traders, and others could
never have accumulated capital during this period of crisis and emerged as members of the petit
bourgeoisie”. González, “Chinese Plantation Workers and Social Conflict in Peru”, 388. Mi
traducción.
23
Juan de Arona, La inmigración en el Perú: Monografía histórica crítica (Lima: Imprenta de Carlos
Prince, 1891), 86; Fernando de Trazegnies, En el país de las colinas de arena, II (Lima: Fondo edi-
torial de la Universidad Católica del Perú, 1994), 17.
355
Tusán, capataz y alcalde: el caso de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara

pensamiento liberal lo quisiese, no podía escapar de los elementos serviles de


la historia colonial. Al intentar borrar los detalles que incomodaran a la cons-
ciencia moderna, lo chino debía ser reducido al silencio. “[T]odo lo que se re-
fiere a los chinos es excluido del discurso de los juristas y de los libros de
Derecho con perspectiva teórica … el mundo de los inmigrantes chinos no sólo
no existía para el Derecho académico, sino que no debía existir”24. Esta invisi-
bilización, sin embargo, terminaría en alrededor de tres décadas. A inicios del
siglo xx, Adalberto Fonkén, un tusán anarcosindicalista, encabezó las protestas
que llevaron a la formación del movimiento obrero en el Perú25. Entre 1923-24,
hubo incluso un alcalde de origen chino en San Ramón de Chanchamayo, en
el departamento de Junín. Su nombre fue Martín Laos, acaso podría haber sido el
primer magistrado de origen asiático según Lausent-Herrera26. En la década de
1960, otros tusanes comenzarían a involucrarse aún más en la política peruana.
Sin duda, Pedro Zulen y su participación en el movimiento proindígena es uno
de los casos más citados, al igual que el de Emilio Choy Ma quien llevó a cabo
una innovadora reinterpretación marxista de la historia y antropología del
Perú27.
Si al inicio los primeros tusanes, hijos de padres chinos nacidos en el Perú,
fueron separados de la vida institucional y política de la comunidad, los tusanes,
frutos de otras mezclas étnicas, fueron con más razón dejados de lado. Fueron,
sin duda alguna, circunstancias internacionales en las relaciones Perú-China las
que permitieron a estos últimos alcanzar una mayor participación social. El alto
en las relaciones con la China nacionalista redujo los intercambios culturales
con la China continental y, con ello, disminuyó también el flujo de nuevos mi-

24
De Trazegnies, En el país de las colinas de arena, 723.
25
Peter Blanchard, The Origins of the Peruvian Labor Movement 1883-1919 (Pittsburgh: Univer-
sity of Pittsburgh, 1982); Lausent- Herrera “Tusans”, 151.
26
Isabelle Lausent-Herrera, Sociedades y templos chinos en el Perú (Lima: Fondo Editorial del Con-
greso del Perú, 2000), 209.
27
Lausent-Herrera, “Tusans”, 164; Ignacio López-Calvo, Dragons in the Land of the Condor: Writ­ing
Tusán in Peru (Tucson: University of Arizona Press, 2014), 227-228.
356
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

grantes chinos, permitiendo así una mayor participación de la población tusán.


En efecto, fueron miembros de esta última los que, con el pasar del tiempo,
crearon la asociación peruano-china así como otras agrupaciones que le ante-
cedieron como beneficencias o la asociación de comerciantes chinos, a la que
Zulen fue invitado a participar, entre otras28. Rodríguez Pastor explica cómo los
chinos y sus descendientes se organizaron de maneras variadas “por lugares de
nacimiento, por orígenes clánicos, por las actividades económicas que ejercían
(comerciantes, zapateros, peluqueros, carniceros, etcétera), por instituciones de
solidaridad (sociedades de beneficencia, de auxilio mutuo, ancianidad, cruz roja),
por creencias religiosas, por afinidades políticas, etc.”29.
Con todo, en el Perú, se contemplaron con horror y familiaridad las mez-
clas raciales en las que derivó la migración china. Ello condujo a la discrimina-
ción y posterior invisibilización de su presencia. Al llegar los años 1930, los
sentimientos anti-chinos crecieron a través de la difusión de panfletos y leyes
que los acusaban de degeneración racial y de conducta30. Desde el inicio, la
migración culí fue casi exclusivamente masculina. En algún momento, Rodrí-
guez Pastor menciona la llegada de solo quince mujeres, y no necesariamente
con la primera ola migrante sino con las que ocurrieron más adelante. En conse­
cuencia, las interrelaciones con mujeres indígenas, mestizas y afrodescendientes
fue solo una consecuencia natural. Una vez libres, los ex culíes comenzaron a
formar familias con mujeres peruanas de los sectores populares. Así ocurrió
sobre todo en las zonas rurales31. Muchas de ellas, probablemente, también
vinculadas al trabajo del campo, y de las haciendas en particular, como se verá
en el caso de ebnlg. “Surgió así toda una generación de miles de mestizos ge-

28
apch, Asociación Peruano China, “Nosotros”, apch. Sitio Web, https://www.apch.com.pe/
nosotros.html; Richard Chuchue, “Intelectuales sanmarquinos de ascendencia china”, en La
inmigración china al Perú. Arqueología, historia y sociedad, eds. Richard Chuhue, Li Jing Na y Antonio
Coello (Lima: Instituto Confucio y Universidad Ricardo Palma, 2012); López-Calvo, Dragons, 49.
29
Rodríguez Pastor, “Presencia china e identidad nacional”, 119.
30
Heredia, “Robustecer o enflaquecer el alma nacional en el Perú”; Lausent-Herrera, “Tusans”.
En Lima, era común que los matrimonios se convinieran de otras maneras, a través de inter-
31

mediarios casamenteros, por ejemplo.


357
Tusán, capataz y alcalde: el caso de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara

nética y culturalmente chino-peruanos a los que popularmente se llamó injer-


tos”32, aunque el término, probablemente, excluía la mezcla con mujeres
afroperuanas33.
El desprecio por la mezcla entre chinos y otros grupos étnicos se dejó
sentir desde sus inicios. Ya en 1877, Borja sostenía que el mestizaje con negras
aumentaba la imperfección del chino; su descendencia no sería sino degenera-
da, patológica y viciosa34. Palma, por su parte, sostenía que la descendencia
híbrida no tendría futuro. Debido al bajo número de mestizajes a la fecha en la
que Palma escribe su tesis (1897), este sugiere que las nuevas generaciones son
degeneradas, que mueren pronto y que sus proles serían seguramente “infecun-
das como la del mulo”35. Hubo más tarde matrimonios acordados. Según el
viajero Ernest Middendorf, existían chinos celestinos quienes arreglaban ma-
trimonios con mujeres de la sierra e indígenas36. Se puede deducir también que,
para Mariátegui, si la presencia africana y asiática ya representaba un problema
por su colorismo social, su mezcla genética complicaría aún más la tesis de sus
Siete ensayos. Las uniones con chinos, no obstante, se han dejado notar a lo lar-
go y ancho del territorio peruano como lo registran diversas fuentes37.
Ahora bien, ¿por qué los chinos no podrían ayudar a robustecer el alma
nacional? como se preguntan Heredia y otros intelectuales38. La respuesta es

32
Rodríguez Pastor, “Presencia china e identidad nacional”, 115.
33
Lausent-Herrera anota con cautela “It is impossible to know exactly when the term injerto
appeared and when it was applied to Chinese-Peruvian half-bloods. The term brings to mind the
world of agriculture, and no doubt originated in the rural classes in contact with the Chinese
working in the haciendas. In addition, it seems to refer to only the mixed-race children of Chi-
nese and native women: indígenas, indias, cholas et natives [sic], and not the Afro-Peruvians” (“Tu-
sans”, 146).
34
Borja, “La inmigración china es un mal necesario de evitar”, 52, 87-89.
35
Palma, “El porvenir de las razas en el Perú”, 18.
36
Ernest Middendorf, Perú. Observaciones y estudios del país y sus habitantes durante una permanencia
de 25 años (Lima: Editorial de la unmsm, 1973 [1894]), 262-263.
Véase al respecto los diferentes trabajos de Rodríguez Pastor, Lausent-Herrera, Hu-deHart y
37

López Calvo en la bibliografía.


38
Heredia, “Robustecer o enflaquecer el alma nacional en el Perú”.
358
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

una combinación de miedos y esperanzas sociales. Por un lado, eran débiles y


viciosos; por otro, trabajadores y diligentes. Desde otro ángulo, económicamen-
te productivos, pero genéticamente infecundos. Pese a ser percibidos como
racial y políticamente inferiores; eran también una activa y potencial amenaza
para el funcionamiento sociopolítico de la nación. “Dominarían el país y el
mundo”. Si se mide su incorporación desde un enfoque político, económico y
racial siempre figurarán las consternaciones que llevaron a su discriminación
en diferentes momentos históricos. ¿Desde qué perspectiva es, entonces, el des­
cendiente chino parte del “alma nacional”? ¿Cómo es que termina por fusio-
narse en el Perú de todas las sangres?
Injerto, tusán, mestizo, negociante o contratado, el descendiente chino se
me aparece como un ser al que todo le sirve para preservarse: el silencio y la
palabra, la vida privada y la pública; y para el que el desprecio de ayer se ha
convertido en el respeto de hoy. Pero la integración sino-peruana aparece tan
sigilosa, que hace falta entrever las diferentes estrategias de incorporación, so-
bre todo, las que no son tan visibles como las culinarias. Me parece que todas
aquellas actitudes, por diversas que sean, confirman el carácter complejo de
nuestras relaciones con el sentido de patria, con esa patria cuyo espíritu prefe-
riría ser solo ancestral y prehispano, aunque no haya dejado de lado las miradas
verticalistas heredadas de la colonia. No obstante, la integración sino-peruana
ha ocurrido siguiendo patrones político-económicos, que solo más tarde lleva-
rían a su reconocimiento étnico. Como señala Carlota Casalino, los chinos
pudieron identificar nichos sociales dejados por otros peruanos y ese “mecanis-
mo fue lento e imperceptible, por lo que la sociedad peruana no se dio cuenta
de ello” sino hasta la segunda mitad del siglo xx39.
Durante los dos siglos pasados —y escribo esto a seis meses del bicentena-
rio del Perú—, los gobernantes han intentado sin éxito someter al país a una
marcha liderada por las élites comerciales y políticas herederas de la colonia.

39
Carlota Casalino Sen, “De cómo los chinos se transformaron y nos transformaron en peruanos.
La experiencia de los inmigrantes y su inserción en la sociedad peruana, 1849-1930”, Investiga-
ciones sociales IX, no. 15 (2005): 109.
359
Tusán, capataz y alcalde: el caso de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara

Los resultados han sido implosivos. En cierto sentido, la historia del Perú, como
la de cada peruano, consiste en una lucha entre las fórmulas oficiales e infor-
males a través de las cuales intentan sobrevivir los destinos personales. Pocas
veces, han funcionado tales fórmulas y, menos veces, han alcanzado algún tipo
de equilibrio. Las normas jurídicas y económicas, por el contrario, han termi-
nado por aplastar a cualquier individuo que trate de seguirlas negándoles la
satisfacción de las necesidades y deseos vitales. ¿Cómo ha escapado el tusán de
estas fórmulas si es que lo ha hecho? Grosso modo, luego de cumplir los con-
tratos y acumular, con suerte, alguna forma de capital, algunos culíes y sus
descendientes pudieron iniciar venturas económicas que les permitieron inte-
grarse de manera formal a las localidades en las que vivían. Ello, con el tiempo,
impulsó también a su participación política y afectiva, i.e. marital, y étnica en
el país. Las siguientes líneas explican el caso de ebnlg, un tusán del norte del
país, que llegó a ser alcalde del pequeño distrito mamm, de la provincia de Fe-
rreñafe en La Libertad en 1956.

Archivo y memoria familiar

Este estudio, aún en estado seminal y parte de un proyecto más amplio, se ori-
gina en una historia familiar, desafortunadamente, incompleta. Esta es parte de
mi historia. Es la historia de mi familia. Los datos recopilados provienen de na­
rraciones orales y la memoria que se mantiene entre mis parientes maternos,
además de algunos documentos que he podido encontrar hasta hoy y entrevistas
con descendientes de algunos hacendados de la región de Lambayeque. Cuen-
to esta historia procurando que refleje, quizás, otras de aún desconocidos ante-
pasados chinos que, pese a la falta de registros históricos, son relevantes para
comprender la identidad peruana actual, sobre todo, porque el peruano es un
ser compuesto de todas las sangres. Mi objetivo es exponer, a través del ejemplo
de ebnlg, una historia de movilidad social e incorporación cultural tusán en el
Perú. Como he indicado, Lausent-Herrera ya ha registrado el caso del alcalde
360
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

chino Martín Laos en el distrito de San Ramón, provincia de Chanchamayo,


departamento de Junín, entre los años 1923-192440. El caso de ebnlg sería el
segundo caso registrado en el Perú.
¿Quién fue ebnlg? Incontables veces, he oído a mi madre hablar de su
bisabuelito Enrique. Un viejito renegón que zapateaba cuando la veía trabajar.
Se ceñía a horarios estrictos, leía periódicos en chino y, según algunos gustaba
del té. “Bien chinito era mi abuelo”—cuenta su bisnieta, Zonia Gavilano Baca41—
pues todos lo llamaban, simplemente, así: abuelo. Aun cuando Lausent-Herre-
ra afirma que las generaciones de “los primeros mestizos chinos, quienes fueron
más visibles desde 1870, no eran llamados de ninguna forma en particular”42,
Antonio Saenz Baca, otro bisnieto de ebnlg, recuerda: “Sí, era lo que decían
‘chino de moño’. Sí, sí era chino”—explica refiriéndose a que debía ser prime-
ra o segunda generación—43. Se ha hablado también de un baúl con pertenen-
cias relacionadas a su origen chino, perdido en traspasos generacionales.
En todo caso, ebnlg debió haber nacido en el año de 1876. Aunque no se
ha encontrado aún su partida de nacimiento, su partida de defunción registra
su fallecimiento el día 29 de abril de 1972, a los 96 años (fig. 1). Algunas de mis
tías bisabuelas, Victoria Baca y Cayetana Baca, me contaban que vivió hasta los
105 años, pero no hay forma de probar que hubo error en la partida de defun-
ción. Además, este mismo documento anota que fue de ‘raza mixta’. Su padre,
originalmente un culí y del que hablaré más adelante, debió haberse casado con
una mujer de la zona cuya referencia étnica es desconocida. Ampliando los lazos
interétnicos, ebnlg contrajo matrimonio con una afroperuana llamada Santos
Granda. Según relatos familiares, era de Zaña, pero poco se sabe de ella además
de que la describían como “zamba”, lo que es factible considerando la compo-

40
Lausent-Herrera, Sociedades y templos chinos en el Perú, 11.
41
Debo aclarar que Zonia Gavilano Baca es mi madre y la frase proviene de repetidas conversa-
ciones familiares.
42
En el original: “first half-Chinese, which became visible from 1870, was not called by any name”.
Lausent-Herrera, “Tusans”, 146. Mi traducción.
43
Antonio Saenz Baca, comunicación personal, 10 de setiembre del 2020.
361
Tusán, capataz y alcalde: el caso de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara

sición étnica de dicha zona. Es posible que la pareja se conociera cuando ebnlg
estaba a cargo de La Otra Banda del Tayme, hacienda azucarera ubicada en las
afueras de Zaña. “Era algo así como un gobernador”—afirmó Genaro Barragán
Muro—44. Más tarde, se mudarían al molino de Tres Tomas —también admi-
nistrado por ebnlg pues era el capataz o mayordomo—, que estaba ubicado en
Ferreñafe y perteneciente a la misma familia de hacendados, la familia Barragán,
la misma que poseía la hacienda Luya.

Figura No. 1. Partida de defunción de ebnlg

Fuente: Registro civil de la Municipalidad de Ferreñafe. Copia digitalizada, 2 julio 2014.

44
Genaro Barragán Muro, comunicación personal, 1 de julio del 2014. El entrevistado, nieto de
Génaro Barragán Urrutia, tenía 89 años cuando conversamos y falleció cuatro años más tarde en
el 2018.
362
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Es necesario aquí elucubrar sobre la movilidad geográfica de ebnlg y su


matrimonio, ya que van de la mano de su situación étnica y socioeconómica.
Según Rocca Torres, Zaña es un pueblo históricamente poblado por una ma-
yoría de ascendencia africana, pues muchos esclavos fueron llevados a la zona
para trabajar en los ingenios azucareros45. Según el informe del subprefecto de
Chiclayo —hoy provincia de la región de Lambayeque—, José Arbulú, desde
1874, La Otra Banda contaba con unos cuarenta asiáticos contratados y otros
peones libres, con que las relaciones con las subsiguientes generaciones de chi-
nos o tusanes, como los llamaré aquí, no deben sorprender en dicha región46.
En haciendas como La Otra Banda y Luya, pertenecientes a la misma familia,
es probable que las interrelaciones entre afrodescendientes y chino o sino-des-
cendientes hayan sido frecuentes. Es muy posible, entonces, que Santos Granda
y ebnlg se hayan conocido en alguna de estas dos haciendas siendo empleados
de la misma familia Barragán a la que continuaron sirviendo en la primera
mitad del siglo xx47.
Después de todo, según el relato personal del zañero Marcial Sánchez,
registrado por Rocca “[a]lgunos chinos se quedaron a vivir aquí […] Después
se dedicaron al comercio. Había cementerio de chinos. La huaca china, muchas
tiendas había de los chinos en Zaña”48. Cualquier contacto con dicho pueblo

45
Luis Rocca Torres, La otra historia: memoria colectiva y canto del pueblo de Zaña (Lima: Instituto
de apoyo agrario, 1985).
46
José Arbulú,“Informe sobre Zaña”, Diario El Peruano, 20 de octubre 1874, 3.
47
Resulta interesante anotar que, en las primeras décadas del siglo xx, muchos jornaleros entra-
ron a trabajar en las haciendas azucareras. Sus condiciones de trabajos fueron deplorables, de ahí
que muchos iniciaran levantamientos contra los hacendados. En 1910, se levantaron contra los
hacendados Barragán, Carmona y Montero en Ferreñafe (Rocca, La otra historia, 188). Estos levan-
tamientos perduran en la memoria popular a través de canciones y décimas populares como la
siguiente que recuerda al sacerdote ferreñafano Chumán: “Ya viene la montonera / a la cabeza
de Chumán / en busca de Juan Aurich / y Genaro Barragán” (Rocca, La otra historia, 211). A este úl­
timo también se le relaciona con una leyenda popular en la que hace un pacto con el diablo a
cambio de dinero (Rocca, La otra historia, 209-210). Esta historia coincide además con un relato
tradicional de Ferreñafe, del distrito de las Tres Tomas en particular, en donde la familia Barragán
poseía el molino hidráulico en donde trabajó ebnlg: José Cieza, Antología histórico-literaria de
Mesones Muro (Ferreñafe: Municipalidad de Ferreñafe, 2012).
48
Marcial Sánchez tenía 96 años cuando lo entrevistó Rocca en 1982 (La otra historia, 153).
363
Tusán, capataz y alcalde: el caso de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara

muestra que, bajo las nuevas formas de vida, prácticas y gentes, laten aún rastros
de sus antiguas poblaciones. Los templos, las tumbas e historias orales son testi­
monio de los encuentros raciales y cambios económicos que se produjeron en la
zona. Más aún, relaciones interétnicas como las de Santos Granda y ebnlg se
pueden comprender aún más debido a la cercanía de haciendas como La Otra Banda,
Luya y el molino de Tres Tomas. La comunicación entre estos tres puntos es
indicativa de la posible ruta seguida por la pareja antes de llegar a Ferreñafe.
En cuanto a la ascendencia de ebnlg, poco se sabe. Un dato clave es que
mi tras tatarabuelo o sexto abuelo fue Francisco Baca49. Confirmé su nombre y el
de su esposa, Agueda Niño Ladrón de Guevara, cuya identificación racial y
étnica es desconocida, a través de la partida de defunción (fig. 1). Además, en la
familia, se cuenta que Francisco Baca tenía un hermano que fue ahorcado, pero
no hay información clara en esa historia a excepción de la del hecho mismo.
Este último repetiría acaso el final posible en las vidas de un sinnúmero de culíes50.
No lo podemos confirmar aquí, pero cabe preguntarse si los hermanos Baca
pudieran haber vivido en Zaña y luego enrumbarse al norte de Lambayeque.
A partir, de algunos de los datos mencionados por mi familia y Genaro
Barragán Muro (gbm), se ha podido corroborar la información de fuentes ora-
les con algunos documentos de archivo. Pese a la insuficiencia de materiales
concretos que pudieran ofrecer los relatos de parientes, en el año 2014, Victo-
ria Baca compartió la única foto que queda de ebnlg en la familia (fig. 2)51. En
ella, se le ve acompañado por el joven gbm, nieto del conocido hacendado
Genaro Barragán Urrutia, heredero de las haciendas Luya y La Otra Banda que

49
Esto quiere decir que es la choz nieta de Francisco Baca quien escribe esta historia.
50
Por ejemplo, Rocca Torres da información acerca del Cerro La Horca, en Zaña. Allí se ejecu-
taban a los chinos y negros cimarrones, pero también a aquellos que simplemente desobedecían
al patrón (La otra historia, 114).
51
Desafortunadamente, la foto estaba a punto de ser desechada y la imagen mostrada es una
reproducción que hice de la foto ya partida en junio del 2014. No tengo conocimiento si la mis-
ma fue finalmente desechada o no. De otro lado, existe una foto retrato de enblg en la munici-
palidad de Manuel Antonio Mesones Muro, que por razones de espacio no comparto en este
documento.
364
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

antes pertenecieran a Genaro Barragán Agüero52. Escribir esta historia no hu-


biera sido posible sin aquella foto. En ella, Victoria Baca identifica con certeza
a ebnlg y gbm, de los otros hombres solo recuerda que serían “los otros que
ayudaban con el negocio”. En ese entonces, gbm aún estaba vivo, se encontraba
en Chiclayo y pude entrevistarlo. Por medio de nuestra conversación, pude
comprobar la información dada por la familia además de otros datos relevantes
sobre los que comento líneas abajo.

Figura 2. Foto de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara al lado


de Genaro Barragán Muro. ebnlg, centro en traje completamente blanco;
gbm a la izquierda de traje y corbata

Fuente: Foto familiar de Victoria Baca. Reproducción de la autora.

Movilidad geográfica y social

De la entrevista con gbm, resaltaré dos aspectos importantes. Primero, Francis-


co Baca tuvo la posibilidad de emprender un negocio al igual que otros chinos

52
gbm fue hijo de Genaro Barragán Rodríguez, nieto de Genaro Barragán Urrutia, quien fuera
también propietario del ferrocarril al puerto Eten. Su bisabuelo fue Genaro Barragán Agüero.
365
Tusán, capataz y alcalde: el caso de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara

de su época. Según gbm, tras terminar su contrata como culí, Francisco Baca,
padre de ebnlg, se casaría con Agueda Niño Ladrón de Guevara y se instalaría
en Chiclayo en donde abriría una tienda para, más tarde, convertirse en pres-
tamista. Segundo, casi con seguridad, debido a diferencias personales con su
padre, ebnlg salió de la casa familiar. El mismo hecho es narrado en la familia.
Sin embargo, este tusán no se fue muy lejos. Debió haber llegado (¿quizás re-
gresado?) a Zaña en donde conocería a su esposa, Santos Granda, con quien se
mudaría más tarde a Ferreñafe. ebnlg fue empleado por Genaro Barragán Ro-
dríguez, padre de gbm, y se convirtió en un hombre de confianza. Como se verá
más adelante, se entiende que el carácter y disposición laboral de ebnlg lo
llevaron a ocupar cargos importantes dentro de las haciendas de los Barragán,
pues llegó a estar a cargo, como ya se mencionó, de La Otra Banda y, luego, de
Tres Tomas, ambas propiedades de la misma familia.
En cuanto a lo primero, Francisco Baca vio las formas de insertarse en la
sociedad libre y comercial. ¿En dónde trabajo antes de llegar a Chiclayo? No
se sabe. ¿Quizás pudo haber arribado a Zaña? Sí se conocen, sin embargo, un par
de datos sobre su origen. En la familia se cuenta que Francisco Baca llegó de la
provincia de Kwangtung o Guangdong, es decir, Cantón, pues así lo contaba
ebnlg. Esto ocurriría, con probabilidad, hacia el final de los años 1840, durante
las primeras olas migratorias chinas. Del apellido tampoco se sabe con certeza,
aunque las tías abuelas y mi madre dicen haber escuchado algo como /yuzaɳ/ o
/ ʒung/ /Zaɳ/, que podría haber sido ‘Yung’, ‘yun’ o ‘Tun’, y ‘Zhang’ (¿Chang?)
o algo fonéticamente cercano. Aún no he podido seguir las líneas posibles de
estos apellidos ni en los archivos de Lambayeque ni en la Beneficencia China de
Chiclayo. Esta última solo guarda registros de alrededor de la cuarta década del
siglo xx en adelante. Lo que sí se ha podido encontrar es el dato sobre un ca-
pitán español del mismo nombre, residente de Lambayeque, y quien ha dejado
registro de la compra de esclavos en 1818 (fig. 3). Probablemente, luego de la
liberación de esclavos africanos en 1854, este mismo capitán o sus descendien-
tes podría haber reemplazado la mano de obra africana por la asiática. Es posi-
ble, entonces, que Francisco Baca haya recibido el nombre de esa familia.
366
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Figura 3. Compra de esclavos por el Capitán Francisco Baca

Fuente: Registro del Notario Juan de Dios Peralta, Años 1818-1820.


Archivo Regional de Lambayeque. Folio N°185.

Con probabilidad, “Francisco Baca” fue el nombre de bautizo de mi ante-


pasado culí. Es probable también que se haya vuelto prestamista y que haya
abierto un negocio. Se ha encontrado una obligación de pago a Francisco Baca
en el archivo regional de Lambayeque (figs. 4, 5 y 6), pero, en ella, no aparece
su firma. ¿Acaso podía tener un capital, pero no saber escribir en castellano?
Aunque este dato sobre sus actividades comerciales coincide con los de las na-
rraciones orales, cabe preguntarse si acaso la fecha de este documento, 1859,
resulta muy temprana para que un culí haya sido capaz de lograr su indepen-
dencia económica. ¿Podría quizás haber recibido ayuda de su esposa? No obs-
tante, también podría ser el caso que el Baca culí haya seguido los pasos de las
actividades que viera modeladas en las de la familia a la que sirvió y que podrían
reflejarse en la obligación. Al mismo tiempo, cabe preguntarse si la llegada de
este culí podría haber antecedido a la fecha oficial registrada por varios expertos:
noviembre de 184953.

53
Ver Arnold Meagher, The Coolie Trade: The Traffic in Chinese Laborers to Latin America 1847-1874
(San Bernardino: Xilibris, 2008); Humberto Rodríguez Pastor, Herederos del Dragón. Historia de
la comunidad china en el Perú (Lima: Fondo editorial del Congreso del Perú, 2000); y Watt Stewart,
367
Tusán, capataz y alcalde: el caso de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara

En la obligación del 17 de octubre de 1859, José María Arizola y su esposa,


residentes de la ciudad de Chiclayo, se comprometen a pagar a Francisco Baca,
vecino de Chiclayo, seis mil pesos, con el interés de 2% anual. El pago se haría
cada seis meses y se dejaba como hipoteca una propiedad de la hacienda de
Collactí que debía gravamen a la capellanía de un tal Pedro Rubinol. Al final
aparecen las firmas de los involucrados excepto la de Francisco Baca. En su
lugar, aparece la firma del escribano y los testigos. Con todo, tras leer el docu-
mento, pareciera que le falta algún tipo de adenda, pues no es claro el estado
del terreno hipotecado; y, naturalmente, es necesario indagar más sobre la iden-
tidad de los implicados en el contrato.

Figura 4. Obligación del 17 octubre 1859 de José María


Arizola a Francisco Baca (p. 1)

Fuente: Obligación N° 838 del 17 octubre 1859. Archivo regional de Lambayeque. Folio 184. V.

La servidumbre china en el Perú: una historia de los culíes chinos en el Perú, 1849-1874 (Lima: Mosca
azul editores, 1976).
368
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Figura 5. Obligación del 17 octubre 1859


de José María Arizola a Francisco Baca (p. 2)

Fuente: Obligación N° 838 del 17 octubre 1859. Archivo regional de Lambayeque. Folio 184. V.
369
Tusán, capataz y alcalde: el caso de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara

Figura 6. Obligación del 17 octubre 1859


de José María Arizola a Francisco Baca (p. 3)

Fuente: Obligación N° 838 del 17 octubre 1859. Archivo regional de Lambayeque. Folio 184. V.
370
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Como otros ex culíes, Francisco Baca probablemente no se conformó con


quedarse en la última escala social a la que perteneció hasta fines de su contra-
ta. El esfuerzo que realizaron algunos culíes chinos por avanzar socialmente
rindió frutos sobre todo en el campo comercial y administrativo si se quiere.
Por ejemplo, Rodríguez Pastor ha recopilado casos como los del chino engan-
chador llamado Ayate. Es muy difícil precisar el barco en el que llegó este culí
o la fecha de su arribo, pero debió haber llegado entre 1850 y 1866. Ayate fue
a trabajar a Palto, pero en 1877 ya recibía pagos en calidad de peón libre. Al
parecer, los dueños habían querido retenerlo a pesar de su rebeldía. Su inteli-
gencia y comportamiento sagaz hicieron que lo contrataran como caporal, lo
que ocurrió hasta antes de su desaparición en 188254.
Asimismo, Rodríguez Pastor recoge la historia de Fructuoso Baca, otro culí
que llegó a las costas peruanas alrededor de 1865-1870 y trabajó en Cayaltí para
la familia Aspíllaga. Debió haber sufrido mucho de lo que sufrían otros semi-es-
clavos, pero Fructuoso debió destacarse por su diligencia y llevarse bien con los
hacendados. Ya para inicios de 1900, Fructuoso es el único chino enganchador
del que hay registro y abasteció de peones a Cayaltí durante diecisiete años55.
Sin duda, la de Fructuoso es una historia de éxito y movilidad social. Otros,
como el chino Achén, no gozaron de la misma suerte. Convertido este último
en mayordomo en la hacienda de los Aspíllaga, “fue asesinado en 1878 por dos
culíes, con la aprobación del resto”56. Posibles resentimientos y revanchismos
surgieron así entre los mismos chinos.
En cualquier caso, la jerarquía y actitudes eran importantes para los hacendados:

En algunos casos los utilizaron [a los chinos] como caporales-aquellos chinos sa-
gaces, emprendedores, con actitudes de mando, a veces con mentalidades empresa­
riales, con notorias ambiciones de superarse utilizando cualquier medio, re­co­nocidos

54
Humberto Rodríguez Pastor, “Biografías de chinos culíes”, Kuntur: Perú en la cultura 6 (1987): 12.
55
Rodríguez Pastor, Herederos del Dragón, 296-303.
56
Humberto Rodríguez Pastor, Hijos del celeste imperio en el Perú (1850-1900). Migración, agricul-
tura, mentalidad y explotación, 2da ed. (Lima: Sur Casa de estudio del socialismo, 1989), 94.
371
Tusán, capataz y alcalde: el caso de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara

a veces como dirigentes entre sus paisanos, quizás porque también en China fueron
cabecillas, en ocasiones indeseables por levantiscos57.

No se puede saber con seguridad si este es el caso ni de Fructuoso Baca de


Cayaltí ni de Francisco Baca de Chiclayo. Lo que sí se sabe, con respecto al
segundo, es que tenía planes para el futuro y que esos planes implicaban pro-
yectos comerciales. Dichos planes terminaron probablemente, si se cruza la
información dada por gbm y la familia Baca, en el manejo de préstamos. Al
respecto, sin embargo, queda pendiente una más ardua investigación de la que
a la fecha se ha realizado. De un lado es probable que este nuevo Francisco Baca
haya abierto su negocio cerca de la plaza central de Chiclayo —como afirmó
gbm—. Ello es posible, ya que cerca de allí, en la parte de atrás del mercado
central, Calle Lora con Cordero, coincidieron y han sobrevivido varios negocios
chinos. Y es posible que más tarde Francisco Baca, el ex culí, haya abierto una
tienda y se haya convertido en prestamista como informó GBM. Si la historia
de este ex semiesclavo representa los posibles cambios sociales que experimen-
tara la primera migración china, su hijo, sin duda, se beneficiaría de sus logros
y replicaría, a su modo, su afán de movilidad.

Nuevos límites y participación política

Como se ha sugerido hasta aquí, el tema del desarrollo económico nacional está
íntimamente ligado al de la presencia china. El cómo evolucionó este proceso
dependió también, en muchos casos, de los cambios políticos de las zonas en las
que vivieron los trabajadores en cuestión y sus descendientes los tusanes. Se
puede decir que, de una forma u otra, Francisco Baca o Yung Zhang debió
haber conseguido una movilidad social de la que su progenie se benefició. Según
los testimonios de familiares, ebnlg leía en chino, lo que debe haber dependido

57
Rodríguez Pastor, Herederos del Dragón, 300.
372
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

de la capacidad socioeconómica del padre. No obstante, al huir de la casa pa-


terna, mi antepasado debió buscar su agencia social por otros medios. ¿Cómo
podría haber ocurrido esto exactamente?
Mencioné líneas atrás que el segundo punto relevante a destacar de mi
conversación con gbm es que ebnlg se convirtió en un hombre probo para la
familia del primero. “Era un hombre serio, callado, muy respetado, un hombre
de confianza, por eso él hacía todo allá. La confianza es algo importante, así
nomás no se encuentra”58. Después de ser “como una suerte de gobernador” de
La otra banda, ebnlg, administró para los Barragán el ingenio de las Tres Tomas
en donde se producía arroz. Allí, vivió con su esposa Santos Granda y, allí, su-
pervisó el primer molino hidráulico que le dio nombre a la zona y más tarde al
distrito que se fundó en 1951 y del que se convirtió en alcalde en 1956 —el
nombre del distrito cambiaría años más tarde—.
Durante más de un cuarto de siglo que no excluye las mudanzas transitorias,
los cambios de empleo y normas consuetudinarias, ebnlg continúa una tradición
de mayorazgo que no critica el orden social de manera radical, sino que sostie-
ne un cambio paulatino en las relaciones hacendado-empleado. No se puede
saber si se trató de una visión de optimismo para cambiar la realidad, alguna
realidad familiar o social; pero, es claro que la realidad se transformó y permi-
tió nuevas alineaciones sociales para los tusanes cuya identidad ni llamó la aten-
ción ni se cuestionó en su momento. Más bien, pareciera que la identidad de
este tusán fue algo íntegra y sutil, casi invisible, en su comunidad. De alguna
forma se puede decir que su identidad tusán no levantaba cejas ni causaba re-
vuelo en el contexto sociopolítico de la época, al menos no fue así en la localidad
a la que nos referimos.
Fue la confluencia del carácter de ebnlg, la condición de confianza de la que
gozaba ante los hacendados, sumada al cambio político lo que hace posible que se
convierta en alcalde de Tres Tomas. Asimilado a la vida de la hacienda que, por
lo demás, oprime con más dureza a unos individuos que a otros, su vida en Tres

58
gbm, comunicación personal, 2014.
373
Tusán, capataz y alcalde: el caso de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara

Tomas afirmó su agencia y pertenencia a esa comunidad. Algunas circunstancias


facilitaron este aspecto. Genaro Barragán Urrutia, abuelo de gbm, fue uno de
los precursores tecnológicos de la agricultura peruana. Fue él quien ordenó la
construcción del primer molino hidráulico en el departamento de Lambaye-
que59. Esta obra recibió el nombre de “Tres Tomas” y, más tarde, sería también
el nombre de un nuevo distrito del que gbm sería el primer alcalde (1951-1955).
Más adelante, en 1965, se cambia el nombre del distrito por el del naturalista y
explorador Manuel Antonio Mesones Muro (1862-1930)60.
Después de un tiempo, gbm no solo deja la alcaldía de un distrito no con-
cretamente configurado más allá de su oficialidad legal, sino que deja a cargo
del lugar a ebnlg, el tusán que había ganado la confianza de su padre. Por esos
tiempos, Tres Tomas no contaba con local para la alcaldía y ebnlg cedía uno de
los almacenes del viejo molino para que funcionara la municipalidad61. Es así
como su aparente inocua participación en la vida municipal le abre el camino
para ocupar la alcaldía del año 1956 al 1957 cuando ya tenía 80 años, razón por
la cual, se puede asumir, dejó el cargo tan pronto. De lo que hizo en la admi-
nistración, hacen falta datos, pero es posible decir que promovió el ordenamien-
to de tierras y caseríos. No obstante, no es sino hasta los inicios del siglo xxi
que mamm es remodelado con servicios de agua, luz, alcantarillado y pavimen-
tación. Se mejoran entonces las pistas que conectan al distrito con el resto de
la provincia62. Las condiciones socioeconómicas de ebnlg no fueron malas.

“Manuel Mesones Muro: Historia”. Municipalidad Provincial de Ferreñafe. Sitio Web, http://
59

www.muniferrenafe.gob.pe/index.php/ferrenafe/distritos/54-mesones-muro.html
60
A Manuel Antonio Mesones Muro se le conoce también con el apelativo “el hombre del Ma-
rañón”. Su familia estuvo emparentada con los Barragán. gbm es hijo de Rosa Muro Guevara, de
la misma familia del explorador. A su vez, mamm está relacionado con la familia que le diera el
segundo apellido a mi tatarabuelo, pues fue hijo de José Mesones Ubillús de la Cotera y Juana
Rosa Matilde de las Mercedes Muro Niño Ladrón de Guevara. Ver Raúl Rivera, “Mesones Muro,
Manuel” en Diccionario histórico y biográfico del Perú. Siglos xv-xx, 2da ed. (Lima: Editorial Milla
Batres, 1986), 119 y, Alberto Tauro, “Mesones Muro, Manuel Antonio”, en Enciclopedia ilustrada
del Perú (Lima: Peisa, 2001), 1669.
61
Cieza, Antología histórico-literaria de Mesones Muro, 2012.
62
Cieza, Antología histórico-literaria de Mesones Muro, 2012.
374
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Po­seía agencia y consiguió movilidad social. En parte, lo consiguió por los cam-
bios políticos de la región; en parte, por lo avances democráticos que no pusie-
ron impedimento a su elección; y, en parte, por las relaciones personales que
mantenía con la familia para la que trabajó, que de una u otra forma, se pueden
caracterizar como de respeto y afecto.

Conclusión: economía afectiva


e integración china en el Perú

Dos aspectos importantes ocupan mi pensamiento en este punto. Uno es el tema


de las identificaciones étnicas y raciales; el otro, el de la formación de clases mi-
grantes. Me interesa reflexionar sobre las afiliaciones tanto raciales como políti-
co-económicas. Evidentemente, el Perú prehispánico fue un conglomerado de
culturas diversas. Su heterogeneidad fue aglutinada bajo el dominio incaico y, más
tarde, bajo el español. La unidad sociopolítica de la nación peruana se ha ido
forjando efectivamente en el transcurso de dos lentos siglos. Su unidad afectiva,
en cambio, visible a través de uniones maritales, relaciones de parentesco y com-
padrazgo es una fuerza subcutánea que ha dejado su impresión en todos los ámbi­
tos sociales. No es novedad decir que tanto el familismo como el personalismo son
los valores que han determinado la movilidad social de aquellos, que bajo otras
circunstancias de origen no podrían alcanzarla. ebnlg ejemplifica este punto.
La sangre china ha dejado de ser extranjera desde hace mucho tiempo en
el Perú. Y ha dejado de serlo, porque, de un lado, como se dice en el Perú, “se
ha agenciado” su ingreso en actividades económicas rentables para sobrevivir y
tener éxito. De otro lado, se ha integrado al rompecabezas racial de la nación a
través de relaciones afectivas interraciales. Ya sea porque se ha tenido progenie
con miembros de otros grupos étnicos o porque se han creado otro tipo de
alianzas personales en diferentes rubros sociales, civiles, económicos y políticos.
Es, entonces, la solidaridad interracial la que de manera lenta y desapercibida
ha ido ganándoles terreno a los tusanes, de manera literal y metafórica. No es
375
Tusán, capataz y alcalde: el caso de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara

de extrañar que un tusán como ebnlg sea protagonista de esa solidaridad racial
e interétnica al casarse con una afroperuana y cultivar buenas relaciones con los
patrones quienes, por confianza y pese a la relación jerárquica entre ellos, abren
el camino para que termine ocupando un sillón municipal. Tanto el padre culí,
Francisco Baca, como el hijo tusán siguieron esos caminos de integración. Son
caminos, sin embargo, que muchas veces no aparecen en mapas de ruta, sino
caminos invisibles, de los que uno solo se entera si se escuchan las voces locales
y sus miles de historias nunca mínimas. La incorporación de la población tusán
en el país no ha sido producto de ningún movimiento radical, de ningún tipo
de revolución ni armada ni ideológica, sino de una integración sutil, lenta y
sigilosa, que ha dependido en buena cuenta, y sin idealizar, de lo que se puede
llamar aquí economía afectiva o solidaridad interracial e interétnica.
Perú, sin duda, posee miles de rutas migrantes. En los últimos setenta años
las masivas migraciones internas han subrayado la lucha de minorías étnicas por
insertarse en el imaginario nacional. No es diferente la historia de los poblado-
res de origen chino. En su trabajo y esfuerzo por insertarse en la vida del país
han sido la solidaridad étnica y económica las que, de manera lenta pero segu-
ra, les han abierto a los tusanes paso a una activa participación política como
alcaldes, intelectuales, congresistas, ministros, etc. Esta inserción es, pues, tam-
bién una migración social, que bajo la idea de indiscutible integración es lamen-
tablemente invisibilizada. Ello no es necesariamente laudable, pues niega el
protagonismo social de grupos minoritarios en el Perú.
Por encima de logros y fracasos, el Perú del siglo xxi se sigue enfrentando
a las mismas preguntas por la identidad a las que se enfrenta desde su indepen-
dencia. ¿Quiénes conforman la patria? ¿Quiénes somos los peruanos? Con fre-
cuencia se piensa en el Perú como en el país de los Incas, en el que la identidad se
funda en las raíces prehispánicas. Al menos, de manera teórica existe un orgullo
por lo andino. De ahí que, para muchos, mientras más andino, más peruano se
es. Para Mariátegui, por ejemplo, el Perú necesitaba redefinirse alrededor de
las tierras y costumbres andinas. Los pobladores de los Andes ocupaban un
lugar predominante en su discurso aun a costa de la devaluación de otros grupos
376
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

raciales. El colorismo, aunque nos pese, no ha dejado definir la nación peruana


y el descendiente chino no ha estado exento de ello. Es inobjetable que la cul-
tura andina debe ser reconocida; pero nuestro actual sentido de patria requiere
ser repensado también a la luz de las otras constantes migraciones internas y
externas que no hacen sino cuestionar la paradoja de la integración.

Bibliografía

Fuentes primarias

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bayeque. Folio N°185.

Entrevistas
Entrevistas realizadas en Chiclayo y otras localidades (Perú) en 2014 y 2020.

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Adenda literaria
Chino culí traductor en juicios
Por Humberto Rodríguez Pastor

Un mal momento en campos agrícolas del sur de China ocurría cada cierto
tiempo y la situación se empeoraba para las criaturas si había sequía duradera.
Los progenitores los regalaban, los canjeaban por bagatelas, los abandonaban
a su suerte; y si morían era considerado normal. Hubo antropofagia oculta,
aunque poco, que nunca más se mencionaba, en silencio estaba contextualizado
que era un comportamiento surgido en situaciones que compelía a ello. No se
podía hacer nada contra la naturaleza; aunque emigrar fue una de ellas que ya
tenía cierta normativa rutinaria —trasmitida en voz baja, ella sí— entre los
campesinos chinos que a veces se los veía abandonar casa y terreno en grupos
e ir a las ciudades cercanas. Guanzhou fue una de ellas.
Loo Kuang fue un niño campesino que durante una de esas malas cosechas
sus padres prefirieron, en vez de afrontar la dudosa dificultad de mantenerlo,
regalarlo a un comerciante que en su acémila llevaba mercadería, encima de ella
puso al niñito de solo tres años; al llegar a la ciudad como para quitar de peso
al animal, lo dejó en un parquecito al lado de otros chiquillos de mayor edad
que eran vagabundos, pordioseros, ladroncillos, desaseados.
Con ellos estuvo Kuang algunos años, pero no se contagió ni siguió mal
camino; nació para ser distinto. Supo ponerse bolsas con compras cargándolas
en su espalda y al dueño pedirle una monedita, limpiaba zapatos barrosos, hacía
mandados a señoras que confiaban en él por verlo hacendoso y más limpio que
muchos otros. Ese niñito que iba creciendo guardaba moneda a moneda en una

381
382
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

cajita. Y cuando ya había varias, compraba un deseo guardado sigilosamente. El


hábito fue de por vida.
Cuando llegó a los 11 años, Loo Kuang decidió con sus ahorros irse de
Cantón, tomar un barco y viajar lejos. Lo suficiente como para no escuchar más
los ruidos de cientos de cantoneses que agresivamente acechaban y, a veces,
asesinaban a no pocos extranjeros que se hallaban atrincherados en sus residen-
cias a orillas del río Perla. Para ser aún niño, vio mucha sangre de esos extraños
invasores de ojos redondos y largas narices. Solo años después y recordando
estos momentos entendió que era una guerra por imponer la difusión del opio
que llegaba desde la India.
La tentación del viaje no solo fue de él, y hubo quien dijo a los tentados
que los esperaba en una lorcha que iría hasta Macao donde iban a ver barcos
inmensos que cruzaban el mar y llevaban a mucha gente a países donde había
trabajo, buena paga, lugares sin guerras, de lenguaje y costumbres extrañas, y
comida rarísima sin arroz.
El niño subió a la lorcha donde ya había otras personas. En sus fueros in-
ternos todos tenían temor por lo incierto. Se elevaron las levas y pronto estu-
vieron en el puerto de Macao donde se veían dos barcas: en una de ellas había
culíes haciendo cola que estaban siendo embarcados por el capitán de barco,
acompañado, además de guardianes armados, por algún empleado que tomaba
notas y por un galeno que miraba y revisaba la boca abierta y las partes íntimas
de los que subían la rampa de esa nave chinera; el otro barco estaba acoderado,
en sus proximidades no había movimiento.
Al día siguiente, Loo Kuang y los otros pasajeros de la lorcha que habían sido
trasladados juntos, más otras decenas de chinos, fueron embarcados en una fra-
gata que se llamaba Lady Montagne. Antes de subir la rampa cumplieron con la
misma exigente rutina que los del barco anterior. El ambiente entre esta gente era
de desconcierto en tanto no se conocía el puerto al que llegarían atravesando
todo el océano Pacífico ni el tiempo que viajarían, pero seguramente serían días
de días. No era uno de los meses de monzones. Naves grandes de gran velamen
eran para mucha gente y para muchos pasajeros días de días allende los mares.
383
Chino culí traductor en juicios

Casi todos esos viajeros eran jóvenes, pero de la edad de Loo solo había
una docena, dos eran niñas con su vestimenta china tradicional y tomadas de la
mano mutuamente protegiéndose. No había mujeres mayores. Ya en el navío
los culíes fueron colocados en el entrepuente, cada uno tenía poco espacio para
colocar la estera donde dormirían muchas noches. Cada uno había recibido dos
juegos de ropa y una frazada, y mucho antes de partir en tierra firme aceptaron
de un seductor mendaz algún dinero por adelantado que los enganchaba, los
apresaba.
Hasta que el barco partió. Los chinos solo escuchaban el ruido que hacía
la fragata al romper el mar. Había cocineros, verduras, carnes, pescado salado,
agua, ollas grandes que servirían para alimentar a los 250 pasajeros. La necesi-
dad de opio tenía que cumplirse y los emigrantes lo fumaban. Había gente que
estaba armada, evidentemente eran vigilantes.
Por turno, en grupos pequeños salían a la cubierta alta, y eso era otra cosa,
aire y algo de ejercicios; pero pronto regresaban por una escalerilla al entre-
puente y a sus olores y a sus espacios reducidos. Pasaron unos días y, sin expli-
cación, algunos de los viajeros comenzaron a morir. Con cada uno se hizo lo
mismo: lo cargaban, lo sacaban del entrepuente y era arrojado al mar. Esta
operación se hizo muchas veces. El miedo a morir estaba en el rostro de los
chinos que nada podían hacer. De manera especial aumentaron la ración de agua
que había cambiado de sabor sin que nadie diera explicación; de manera extra-
ña se repartía varias veces opio en un mismo día, cada cual tenía su pipa, por
eso emanaba el olor por el amplio salón donde se “vivía”.
También, años después, el niño Loo ya algo mayor supo de algunas de esas
naves en las que los embarcados se amotinaron, mataron al capitán y a los tri-
pulantes con armas, y retornaron en esa misma barca a China, una de ellas —por­
que fueron en varias— acoderó en el puerto japonés Yokohama y el capitán
Ricardo Herrera fue convocado por las autoridades niponas por el trato brutal
a los chinos. Este fue un hecho de mucha trascendencia en tiempos de esta
trata amarilla. Ocurrió en otra barca chinera, esta iba a Cuba, se llamaba Flora
Temple, el amotinamiento produjo fuego y la nave incendiada se hundió con más
384
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

de 850 chinos. Solo se salvaron en chalupas el capitán y los tripulantes que


llegaron hasta Vietnam.
Ese tráfico de humanos, que empezaba con engaños, continuaba con el
subir primero a una lorcha y pronto hacer el leve esfuerzo de las rampas de bar-
cas, fragatas y clípers —nunca bergantines por su poco tonelaje— hizo ricos a
los chineros de diferentes nacionalidades. En Perú el más destacado fue Cane-
varo; otros fueron Sevilla, Elías, Canaval, Figari, Candamo, cada uno tuvo em-
presa y naves propias, aunque a veces las arrendaban. Esta semiesclavitud
reemplazaba a la esclavitud africana en Perú, Cuba y muchos otros lugares que
duró al menos 350 años.
El camino de la descolonización de Europa empezó en Estados Unidos de
Norteamérica. Esta orientación por cierta libertad siguió a comienzos del siglo
xix cuando miles de esclavos sembradores y cortadores de caña de azúcar en
Haití “encendieron la pradera” y se separaron de Francia. Solo después de este
segundo caso siguieron emancipándose otras naciones americanas. En Perú
sucedió en 1821 y la manumisión de esclavos africanos se decidió en 1854, claro
que fue un duro golpe para los amos. Y en la otra nación con muchos chinos, Cuba,
el Congreso de los Diputados votó en 1886 por la abolición de la esclavitud, y
solo su separación de España sucede en 1898.
Sin saber cuántos días de haber escuchado que la barca avanzaba en el mar,
los culíes del Lady Montagne fueron obligados a descender en Callao, el primer
y más importante puerto peruano, de inmediato traspasados a personas extrañas.
La trata que había empezado en China en su gestión, terminaba cuando se
hacía traspaso físico de cada individuo o por grupos a un patrón o a su delega-
do. A éstos se les daba el (los) contrato (s) casi siempre impresos y con las firmas
correspondientes. Uno de los chinos que no era joven quiso tomar patrón y aún
con los efectos del opio se puso a saltar para mostrar su agilidad y anunciar así
que podía ser buen trabajador; por él pagaron menos y marchó satisfecho.
Loo Kuang fue entregado a un señor de barba y buen vestir quien había
comprado y recibido su contrato y el chinito por eso ya era suyo por algunos
años. En un coche se trasladaron a Lima, una gran ciudad. Al niño culí le dieron
385
Chino culí traductor en juicios

un cuartito donde cerca había otra gente que, después entendió, era la servi-
dumbre. Él formaba parte de ese grupo. Era clara la gran diferencia entre ellos
y él, todos se entendían hablando y nadie entendía lo que Kuang decía.
Pasó unas semanas y ya conocía muchas palabras: “ven”, “comida”, “apúra-
te”, “compra”, “casero” y reconocía nombres de personas cercanas, denominacio­
nes de los productos que recibía de la tienda y también nombre de los animales
caseros: perro, gato, caballo. Le alegraba los perros de la casa con los que le
permitían jugar dentro de la casa. Loo prefería, y también admitían que los saca-
ra a la calle y a un parque del vecindario. De a pocos tuvo cercanía con otra gente
que hacía lo mismo, pero todos mayores, que al pasar al lado suyo paternalmen-
te le pasaban la mano sobre su cabeza con sus cabellos hirsutos. Cualquier ca-
riño o afecto se agradece, aunque sea de un kuei (salvaje), se decía, mostrando
condescendencia necesaria y precoz.
El jefe de la casa, el que lo había adquirido en el puerto, era don Maximi-
liano, dominaba en ese hogar y al culí lo llamaba “Juan”, “Juancito”, “oye chi-
nito”. Don Maximiliano —el don era imprescindible— no era severo y le daba
órdenes con palabras calmadas con la intención que las fuese entendiendo. Y
así, de esta manera, a los pocos meses Juan o Juancito decía frases y podía co-
municarse con la gente que atendía en ese hogar, en la tienda y en el parque.
No mostraba incertidumbre cuando aprendió a comprar, le era agradable ver
calle y otras casas, y coches, y a gente a caballo. El niño culí supo ayudar en la
limpieza, aunque no era tanto de su agrado el silo donde todos, incluso don…,
iban y tenían que acuclillarse.
Acompañaba con frecuencia a don Maxi, le limpiaba los zapatos cuando
regresaba de la calle y se estableció así una aproximación natural, cordial, de
mutuo afecto; más que con cualquier otro de esa casa, incluso que con cualquie-
ra de la servidumbre. En cierta ocasión, Juan o Kuang lo acompañó a su traba-
jo, donde, a pesar que había otros empleados, muy solícito lo ayudó a ordenar
libros según tamaño y papeles, le limpió el escritorio, le vació el basurero, barrió
con esmero. Días después habiendo hecho lo mismo, la simpatía por Juan au-
mentó en don Maxi, lindo y trabajador el chinito y quiere leer. Los días que siguie-
386
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

ron nuevamente fue compañía e hizo la higiene de la oficina, ordenó los


papeles y miraba las letras cada vez con más frecuencia.
Y fue lo mismo en muchas semanas, y sin darse cuenta ya leía palabras y
enseguida líneas que las entendía y en silencio repetía. Si tenía cerca a alguien
le preguntaba: “...qué dice aquí…?” En tantos meses Juan había avanzado de
manera increíble en conocer la lengua del país. Hábil para las lenguas, dijo alguien
de manera acertada, sin añadir algo igualmente cierto, y para muchas otras
cosas más, pues no solo lo fue para el idioma, también para entender el trabajo
de juez de la corte de don Maximiliano. Comprendió que luego de sus dudas y
consultas a libros tomaba una decisión que la leía ante el público. Decidía así
fuese una absolución o una sanción en la que se precisaba tiempo de condena.
En una fecha, los acusados eran chinos como él, y hablaban durante el juicio
y nadie les entendía; don Maximiliano hizo que Juan se acercara y tradujera. Las
muchas palabras en chino cantonés de los acusados las supo resumir en pocas
palabras en español. Los asistentes al juicio se asombraron de las expresiones
claras con que Juan hizo la traducción lo que facilitó una sentencia. No fue solo la
única ocasión que el culí Loo Kuang ayudó a que se entendieran a acusados chi-
nos entre fiscales acusadores, testigos, abogados, jueces. Adquirió experiencia y has­ta
llegó a cierto dominio en conceptos, lenguaje y jerga de las ciencias jurídicas.
Como asistía junto a don Maximiliano a la Corte, vio otros chinos como él
que iban con otros de sus connacionales que claramente se dirigían a la sala
suprema o superior, uno de los asiáticos era acusado —no poseía el idioma— y
por eso el otro era el intérprete. Y estos últimos eran varios. Juan supo de a pocos
sus nombres. A José Cruz de apellido chino Achón lo vio varias veces tantas
como a Asán y Afú; pero vio más al chino libre cristianizado Francisco Victoriano
Terry o Isas. Otros traductores más fueron Agustín Fuchiu, Antonio Montero,
Santiago Sevilla. Nada extraño que ninguno de los intérpretes supiera escribir
y por eso otras personas firmaban por ellos, norma totalmente admitida y obli-
gatoria en los expedientes.
Un juicio le llamó la atención a nuestro personaje que José Cruz le contó.
Se trataba de unos trabajadores chinos de la hacienda Monterrico Chico que
387
Chino culí traductor en juicios

no quisieron huir, pero si acusaron que el administrador les exigía muchas más
horas con la lampa y lo hacía con fuete en mano hiriéndolos en las espaldas, y
en una ocasión uno de los trabajadores rebeldes quiso defenderse y con látigo
y amarrado a un árbol ese empleado lo castigó y lo hizo con rabia.
Cimarronearse fue conversación y decisión de los cinco dentro del galpón.
Lo hicieron, pero no se escondieron ni formaron un palenque como fue lo
habitual en otros casos. En grupo los cinco fueron a hacer la denuncia y a partir
de ello hubo un juicio de semanas que terminó sin sanción para ese administra-
dor, pues él afirmaba que esos golpes en las espaldas los tenían ya desde cuando
llegaron a la hacienda; y solo esas heridas con látigo se debían a que el trabaja-
dor asiático lo quiso matar con la lampa. Los culíes tuvieron que regresar a esa
propiedad agrícola hasta cumplir sus ocho años obligatorios, más la yapa, esos
días o meses por haber estado enfermos o por otros motivos pero que no fueron
al campo. Así era la Justicia.
Otro relato que Juan escuchó y entendió bien ya que en su cabeza había
cierto dominio de dos idiomas, fue el de un chino que nunca conoció labores
agrícolas. Del Callao, donde desembarcó directamente, fue a la cocina de sus
patrones. Se alegró en grande. En sus pueblos a todos los hombres también les
enseñaban a cocinar, y si no hay mujer, era la base cultural de esa norma peda-
gógica transmitida desde el momento que un niño cantonés empezaba a cami-
nar. Este cocinero recién llegado debía estar frente al fogón durante cinco años.
Buenos meses fue dirigido por la patrona, señora mayor con canas igual que su
esposo. Ella le indicaba los platillos por presentar y le decía, haz esto, haz lo
otro, esto sí, esto nunca, y cuando veas que está apagada la leña sacas la ceniza.
Aprendió esas costumbres de comida de ese hogar y pasado un tiempo casi
no recibía indicaciones. Y a la patrona le dijo que podía hacer arroz, le acepta-
ron; dijo podemos hacer fideos pero con otros (mis) ingredientes y le aceptaron.
Y la familia comió y pidió en ocasiones: haz los tallarines o tu sopa a tu costumbre.
Mas este culí sintió que sus ahorros eran pocos. La tentación corrosiva fue gran-
de y lo ganó. Un día como siempre le dieron dinero para comprar en el merca-
do, antes de irse tomó más dinero que sabía dónde se escondía, y en una bolsa
388
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

metió la vajilla de plata así como los candelabros también de metal plata, lo que
pudo de ropa; y huyó. En menos de una semana fue hallado, pues el comprador
de los objetos de plata, por salvarse dio nombre y dirección. Juicio a continua-
ción fue lo inevitable, como también años de cárcel para ese culí cocinero, ladrón
por necesidad porque nunca antes lo fue y en su ansiedad por salir de su presi-
dio monetario y social.
Loo también ya leía los diarios limeños y se interesaba siempre por las
noticias preferentemente lo que se informaba sobre ciertas faltas de sus paisanos.
Es así como entendió bien lo que en una ocasión se decía en la columna

Crónica local. Malhechores. Los asiáticos Ayllón y Allin, pertenecientes a la hacien-


da de Aznapuquio, asaltaron en un camino al arriero Juan Segovia a quien lo
despojaron del dinero y demás especies que llevaba. Por fortuna la policía tuvo
pronto aviso de lo sucedido y desplegando la actividad que se necesitaba, logró
tomar a los asaltadores que ya se hallan depositados en lugar seguro.

En otra fecha leyó en esa misma columna:

Crónica local. No es cierto que la colonia china que reside en la capital se halla en
su totalidad arrepentida de su voluntaria expatriación. Al menos una parte de ella
debe tener motivos de satisfacción, pues anoche se hallaba reunida en fraternal
jarana [diversión de carácter popular] que, por motivos que la policía no consigna,
degeneró en una marimorena [riña] que bien pudo originar la muerte de muchos
de ellos si los guardianes del orden no hubieran caído a tiempo. Como no creemos
avanzar nada con la publicación de sus nombres, diremos solo que ascendía a una
docena el número de ellos y que todos descansan en la policía...

Y en Ocurrencias policiales: “Conducido a la cárcel: el asiático Achi, autor del


homicidio perpetrado en la hacienda de La Molina en la persona del mayordo-
mo Vicente Llamanauri, ha sido aprehendido y depositado em Carceletas está
a disposición del juez de turno”.
389
Chino culí traductor en juicios

Luego que finalizó su tiempo de contrato con don Maximiliano y su fami-


lia, Loo, con la ayuda de su expatrón consiguió el puesto de intérprete oficial
del español al chino-cantonés y viceversa. En ello pasó varios, muchos años en
el Palacio de Justicia, en sus corredores y en sus diferentes salas.
Lo que nunca nadie se dio cuenta en tanto tiempo es que Loo Kuang no
solo hizo de traductor: supo mencionar hechos y utilizar la jurisprudencia de
tal manera que siempre favoreciera a sus hermanos de raza. Tenuemente enga-
ñaba a unos y a otros. Por su práctica bien sabía que todo traductor es un traidor;
mas de esta forma ayudó a culíes cimarrones asaltantes en caminos, a chinos
ladrones de todo tipo de mercadería, a compatriotas jugadores y fumadores de
opio, a los que habían asesinado a los mayordomos, a los que a veces estafaban
con el peso en la balanza cuando vendían. A todo el que pudo.

Origen del cuento

Para este cuento se ha tomado mucha información factual de fuentes periodís-


ticas y archivísticas, de historias ya escritas y de novelas realistas. Pero, funda-
mentalmente, se basa en los primeros años de la vida biografiada de un chino
en Perú. Este chino cuando era niño culí se llamaba Acuam y al ser bautizado
—a los 14 años (en el año de 1852) en Tiabaya, Arequipa— recibió el nombre
de Juan Paz Soldán. Ese era el nombre de su padrino y patrón: José Gregorio
Paz Soldán Ureta (1808-1875), quien fue vocal de la Corte Suprema de la ciu-
dad de Arequipa. Juan Paz Soldán fallece en Lima en 1914. La biografía inclu-
ye hasta la mención de los 13 hijos del protagonista.
Todo lo dicho puede leerse en mi libro Chinos en la sociedad peruana, 1850-
2000 (2017)1, en el capítulo 3, el subcapítulo 8 y en el capítulo 4, los subcapítulos
del 1 al 9. En dicha publicación hay una fotografía de este personaje. Este chi-

1
Humberto Rodríguez Pastor, Chinos en la sociedad peruana. 1850-2000. Presencia, influencia y
alcances (Lima: Universidad Nacional Mayor de San Marcos, Facultad de Ciencias Sociales, Fon-
do Editorial, 2017), 75-100.
390
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

no tuvo muchos quehaceres económicos y fue efectivamente traductor del chino


al español, pero parece que no por mucho tiempo. Sin embargo, es cierto que
hubo otros chinos que estuvieron en las cortes judiciales durante más años.
Al publicarse el libro mencionado anteriormente, dos grupos de parientes
de jps de la actual generación, me visitaron por separado para conocerme. Uno de
los bisnietos, o quizás tataranietos, había elaborado el árbol genealógico de ma-
nera muy amplia.
Biografías y resúmenes

Prefacio / Adenda literaria

Humberto Rodríguez Pastor es antropólogo inte-


resado en la antropología de la alimentación y en las
minorías étnicas no originarias. Estudió y se doctoró
en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos
en Lima, Perú. Siguió estudios en Francia. Enseñó en
San Marcos durante 30 años y durante décadas dictó
antropología de la alimentación en la Escuela de Nu-
trición de San Marcos, y minorías étnicas a estudiantes de antropología. Para-
lelamente, fue director en ciencias sociales del Consejo Nacional en Ciencia y
Tecnología. (concytec). En estos últimos años ha investigado sobre el tamal y
el ají peruano. Sobre el tema de minorías étnicas no nativas es autor de los libros:
La rebelión de los rostros pintados. Pativilca 1870 (1979); Chinos culíes: bibliografía y
fuentes, documentos y ensayos (1984); Hijos del Celeste Imperio (1989); Herederos del
dragón: historia de la comunidad china en el Perú (2000); Negritud: afroperuanos, resis-
tencia y existencia (2008); Chinos en la sociedad peruana, años 1850-2017 (2018) y,
El peón y empresario Niku­matsu Okada y la comunidad japonesa del valle de Chancay
(1900-1950) (2018). Su correo electrónico es: hrodríguez2541937@hotmail.com

391
392
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Capítulo 1.
Chinos culíes a Costa Rica: actores, propuestas
y arribos en la década de 1850
RONALD SOTO-QUIRÓS
Université de Bordeaux /ameriber, Université Bordeaux
Montaigne, Francia

Ronald Soto-Quirós tiene un Bachillerato y una


Licenciatura en Historia de la Universidad de Costa
Rica. Obtuvo una Maestría en Historia y Civilizaciones de la Université Tou-
louse-Jean Jaurès y un Doctorado en Estudios Ibéricos e Ibe­roamericanos —con
énfasis en historia— de la Université Bordeaux Montaigne (ubm). Es docente
investigador titular en estudios sobre España e Iberoamérica en la Université de
Bordeaux (ub), encargado de relaciones internacionales con países hispánicos,
miembro permanente del grupo Recherches Américanistes del laboratorio sobre
la Península Ibérica y América Latina ameriber (ubm) y co-coordinador del
grupo interuniversitario y transversal sobre el Gran Caribe: Horizons Caribéens
del Institut de Recherche Montesquieu (ub). Es especialista en historia de América
Latina (siglos xix y xx): movilidades humanas transpacíficas y transatlánticas;
nacionalismos; categorías étnico-raciales en Centroamérica; viajeros norteame-
ricanos y europeos en Centroamérica; relaciones internacionales entre Francia
y Centroamérica. Últimamente ha sido editor con Catherine Lacaze y Ronny J.
Viales-Hurtado de Historia de las desigualdades étnico-raciales en México, Centroamé-
rica y el Caribe (siglos xviii-xxi) (cihac, ucr; ameriber, ubm, 2019); y con Isabelle
Tauzin-Castellanos de Migraciones, viajes y transferencias culturales: huellas de mo-
vilidades entre Francia, España, México y Centroamérica (1821-2021) (Editorial de la
Sede del Pacífico, ucr; emila [Région Nouvelle-Aquitaine, Université Bordeaux
Montaigne], por publicarse en 2021). Su correo electrónico es: ronald.soto-qui-
ros@u-bordeaux.fr
393
Biografías y resúmenes

Resumen:
El presente estudio se interesa en las propuestas y llegadas efectivas de los
chinos a Costa Rica durante la década de los años 1850 con el fin de situar me­
jor al país en el entramado global del tráfico de chinos contratados. En esta
exploración tres puntos interesan en particular: la perspectiva de Costa Rica
como destino para migrantes chinos; las propuestas de intermediarios para hacer
llegar chinos al país y, finalmente, el arribo concreto de algunos grupos de chi-
nos en la segunda mitad del decenio de 1850. Para los fines de este estudio se
emplearon fuentes muy variadas propiamente de Costa Rica y de otras latitudes.
El objetivo principal consiste en retomar los estudios existentes que tratan sobre
este período que coincide con el inicio del tráfico de culíes al continente ameri­
cano y confrontarlos a nuevas fuentes para comprender mejor la migración de
chinos al país centroamericano en ese momento histórico.

Palabras clave: Costa Rica; chinos culíes; intermediarios; propuestas de contratación.

Capítulo 2.
Del ingenio a las obras públicas.
Las recontratas de asiáticos en Cuba (1847-1874)
IMILCY BALBOA NAVARRO
Universitat Jaume I, España

Imilcy Balboa Navarro es profesora titular de la Universitat Jaume I y miembro


del Grupo I+D Historia Social Comparada (Unidad Asociada al csic). Es autora
de Los brazos necesarios. Inmigración, colonización y trabajo libre en Cuba, 1878-1898
(2000); La protesta rural en Cuba. Resistencia cotidiana, bandolerismo y revolución,
1878-1902 (2003) y De los dominios del rey al imperio de la propiedad privada. Es-
tructura y tenencia de la tierra en Cuba (siglos xvi-xix) (2013). Editora de La
394
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

reinvención colonial de Cuba (2012); coeditora de La excepción americana. Cuba en


el ocaso del imperio continental (2006); Gente de color entre esclavos (2019); Esclavitud
y legado afrodescendiente en el trópico (2020), y coautora de La turbulencia del repo-
so, Cuba, 1878-1895 (1998). Ha participado, entre otras, en las obras colectivas:
Diez nuevas miradas de historia de Cuba (1998); Azúcar y esclavitud en el Caribe en
el final del trabajo forzado (2002); Cambios y revoluciones en el Caribe hispano (2003);
Las Antillas en la era de las luces y la Revolución (2005); Cuba de colonia a república
(2006); El pensamiento caribeño, siglo xix y xx (2007); Trabajo libre y coactivo en
sociedades de plantación (2009) y State of Ambiguity: Civic Life and Culture in Cuba’s
First Republic (2014). Su correo electrónico es: ibalboa@uji.es

Resumen:
La llegada a la isla de los primeros coolies fue celebrada por los hacendados
por las supuestas condiciones de esta raza para el trabajo. Pero, más que las
cualidades que los empleadores les otorgaron, se trataba de completar el mer-
cado de trabajo con modalidades que, cercanas a la esclavitud, se asentaran en
el trabajo coactivo y la disponibilidad de los trabajadores. Los asiáticos que
habían firmado un contrato de trabajo como hombres libres (entre 4 y 8 años),
se encontraron con un contrato de sometimiento y cuando estaban a punto de
recobrar su libertad fueron obligados a recontratarse por igual período de tiem-
po, en caso contrario debían abandonar la isla por su propia cuenta —cuestión
casi imposible de cumplir— o serían destinados a trabajar en las obras públicas.
Nuestra propuesta examina las recontratas en su doble vertiente: estatal y pri-
vada, el papel jugado por la administración colonial como contratista y las nue-
vas condiciones de recontratación con los particulares que perpetuaron la su­jeción
de los coolies. Asimismo, incluimos el estudio de las supuestas virtudes o vicios
de la “raza” como mecanismo de sujeción, los estereotipos derivados y su per-
vivencia más allá del fin del dominio español en la isla.

Palabras clave: Inmigración; coolies; trabajo coactivo; contratas; recontratas; “raza”.


395
Biografías y resúmenes

Capítulo 3.
Destinos cruzados: trabajadores chinos en Cuba
y Nueva Granada a mediados del siglo xix
HERNANDO CEPEDA-SÁNCHEZ
y ÓSCAR DOMÍNGUEZ-PORTUGAL
Universidad Nacional de Colombia, Colombia

Hernando Cepeda-Sánchez es Profesor asistente


del departamento de Histo­ria de la Universidad Na-
cional de Colombia. Historiador: Máster en historia
y Doctorado en Historia de la Freie Universität Berlin.
Cepeda-Sánchez ha desarrollado estancias posdocto-
rales en la Universidad Federal de Río de Janeiro en
el campo de la geografía moderna y en el Centro de Es­
tudios de Asia y África del Colegio de México. Entre sus
últimas publicaciones se destacan: Recorridos de la his-
toria cultural (Ed. Universidad Nacional, Universidad Javeriana y Universidad
del Rosario, 2020). También: Entre osos y dragones. Miradas transdisciplinares sobre
las realidades de Asia. (Ed. Facultad Ciencias Humanas, Universidad Nacional
de Colombia, iepri, 2020). Su correo electrónico es: hdcepedas@unal.edu.co

Óscar Andrés Domínguez-Portugal es sociólogo


y estudiante del pregrado en historia de la Universidad
Nacional de Colombia. Coordinador y editor prin-
cipal de la Revista de Estudiantes de Sociología Sigma
entre el año 2018 y el primer semestre del año 2019.
Es miembro del Semillero de Estudios Asiáticos de
la Universidad Nacional de Colombia, del Semillero
de Imperios del Mundo Atlántico de la Universidad
de Los Andes y estudiante-miembro del Centro de Estudios de la Religión del
396
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Centro de Estudios Sociales de la Universidad Nacional de Colombia. Su cor-


reo electrónico es: oadominguezp@unal.edu.co

Resumen:
Los modelos de sujeción laboral en el estado de Panamá y en la isla de Cuba
a mediados del siglo xix atravesaron por índices negativos en la contratación,
razón por la cual la sacarocracia cubana y los inversionistas en las obras civiles
panameñas implementaron políticas de importación de coolies chinos para suplir
la escasez de mano de obra, claramente alterada por las medidas internacionales
para abolir las formas laborales esclavistas. Ante los estrictos controles para obs­
taculizar las contrataciones ilegales, empresarios y agentes apelaron a la utiliza­
ción de argucias jurídicas para legitimar las masivas importaciones; por otra parte,
los colonos chinos, sujetos de las nuevas regulaciones, también desarrollaron
estrategias de resistencia y tácticas culturales colectivas, tales como el suicidio, la
locura y la enfermedad, además de las resistencias cotidianas directas, que de-
mostraron el dramático destino de los migrantes asiáticos en los puertos cen-
troamericanos.

Palabras clave: Migraciones; sujeción laboral; colonos chinos; culíes; resistencias.

Capítulo 4.
Levantamientos y rebeliones de chinos en Cuba y el
Perú durante el siglo xix
BENJAMÍN N. NARVÁEZ
University of Minnesota, Morris, Estados Unidos

Benjamín N. Narváez es docente e investigador de la University of Minnesota


Morris y miembro del grupo de investigadores del premehchi. Recibió su doc-
397
Biografías y resúmenes

torado en The University of Texas at Austin. Sus investigaciones se enfocan en la


historia de la raza y la etnia, la inmigración y la experiencia china en América
Latina durante los siglos xix y xx. Entre sus artículos se incluyen “Becoming
Sino-Peruvian: Post-Indenture Chinese in Nineteenth-Century Peru” (Asian
Journal of Latin American Studies, 2016); “Subaltern Unity? Chinese and Af-
ro-Cubans in Nineteenth-Century Cuba” (Journal of Social History, 2018); “Ab-
olition, Chinese Indentured Labor, and the State: Cuba, Peru, and the United
States during the Mid Nineteenth Century” (The Americas, 2019); “The Power
and Pitfalls of Patronage: Chinese Immigrants in Costa Rica during the Era of
Exclusion, 1897-1943” (Journal of Migration History, 2020) y “Re-envisioning
Caribbean Costa Rica. Chinese-West Indian Interaction in Limón during the
Late Nineteenth and Early Twentieth Centuries” (New West Indian Guide, 2021).
Su correo electrónico es: bnarvaez@morris.umn.edu

Resumen:
Entre 1847 y 1874 aproximadamente 240.000 chinos contratados (culíes)
emigraron a Cuba y al Perú. En ambos lugares, los chinos resistieron a su ex-
plotación, pero las grandes rebeliones de culíes solo ocurrieron en el Perú. Esta
discrepancia se debe a diferencias sociopolíticas, especialmente entre la escla-
vitud y la abolición, entre el colonialismo y el ser nación recién independiente.
Los chinos intentaron rebelarse en Cuba, pero sin éxito debido a las divisiones
entre esclavos y culíes, así como a la preparación del gobierno colonial para
suprimir rebeliones de esclavos. La Guerra de los Diez Años (1868-1878) creó
una apertura para rebelarse, pero como parte de una lucha multirracial. En con­
traste, el Perú tuvo sublevaciones de chinos porque el gobierno tenía una pre-
sencia débil en el campo y los hacendados peruanos no podían dividir su fuerza
laboral debido a la falta de suficientes trabajadores no chinos.

Palabras clave: Inmigración china; Cuba; Perú; esclavitud; colonialismo.


398
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Capítulo 5.
Crónicas de José Martí sobre la inmigración
china en California
MANUEL RAMÓN CASTRO HERNÁNDEZ
Universidad de Camagüey
“Ignacio Agramonte Loynaz”, Cuba

Manuel Ramón Castro Hernández es M. Sc. en Cultura Latinoamericana y


Profesor Auxiliar de la Universidad de Camagüey “Ignacio Agramonte y Loy-
naz”. Es profesor de Historia y cultura cubana del Departamento de Estudios
Socioculturales, Facultad de Ciencias Sociales. Entre sus publicaciones se en-
cuentran los artículos “Una crónica de Martí sobre el teatro chino” (2010),
“Visión martiana del teatro chino” (2011), “Valoraciones en torno a la estela
crítica de Versos sencillos (2015), “El pensamiento martiano en torno a la in-
migración china en los Estados Unidos” (2016) y “Cobertura al triunfo de la
Revolución china de 1949 en el periódico El Camagüeyano” (2020). Actualmen-
te realiza el doctorado en Ciencias Literarias en la Universidad de La Habana.
Su correo electrónico es: mcastrohndez@gmail.com

Resumen:
Las Escenas norteamericanas de José Martí (1853-1895) contienen esenciales
acercamientos a la vida de los inmigrantes chinos en el oeste estadounidense.
Desde 1881 y hasta 1886 el escritor y político cubano documentó mediante
crónicas para los diarios latinoamericanos La Opinión Nacional de Caracas y La
Nación de Argentina, el trato inhumano que recibían los contratados chinos una
vez que arribaban a ese suelo norteamericano; también apreció el trasfondo
económico de la xenofobia y la violencia que padecieron esas comunidades. En
esas crónicas se hallan particulares sobre la Ley de Exclusión firmada en mayo
de 1882 por el Congreso norteamericano, así como de los resortes políticos que
399
Biografías y resúmenes

llevaron a la fiscalización federal de la inmigración. También denunció la ma-


sacre de ciento cincuenta chinos en 1885 e hizo referencia a la importancia que
le concedieron los presidentes Cleveland, en 1886, y Harrison en 1890 al pro-
blema migratorio chino por constituir asunto de Estado.

Palabras clave: Martí; inmigración; chinos; xenofobia; exclusión; Estados Unidos.

Capítulo 6.
Auge de los negocios chinos en la Provincia
del Guayas a principios del siglo xx: estudio de
El Ecuador. Guía comercial, agrícola e industrial
de la República de 1909
MARÍA JOSÉ BORJA, CRISTIAN MEJÍA, y
LUIS FELIPE BORJA
Red Ecuatoriana de Estudios Interdisciplinarios
sobre China, Ecuador

María José Borja es Máster en Política China por la Universidad de Renmin


人民大 学, Beijing, China. En el 2017 obtuvo la licenciatura de Relaciones
Internacionales de la Universidad San Francisco de Quito, Ecuador con una
especialización en Ciencias Políticas. Cuenta con experiencia en la Subsecreta-
ría de América Latina y El Caribe del Ministerio de Relaciones Exteriores y
Movilidad Humana, al igual que en la Comisión de Desarrollo Económico de
la Asamblea Nacional del Ecuador. En el 2018, participó en el “V Foro de Po-
líticos Jóvenes China-América Latina y el Caribe”, subforo dentro del marco
de CELAC, y en el 2019, en el “III Seminario Internacional, China y América
Latina: Diálogo entre Civilizaciones”. Sus líneas de investigación se han cen-
trado principalmente en la evaluación de los mecanismos de cooperación entre
América Latina y China y el contraste en la eficiencia entre los mecanismos
400
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

bilaterales y multilaterales. Por otro lado, ha desarrollado investigaciones en


relación con el impacto de la iniciativa de “La Franja y la Ruta” en los países de
la región latinoamericana, y las prácticas de financiamiento de deudas e infraes-
tructuras chinas en la región. Su correo electrónico es: majo1356@gmail.com

Cristian David Mejía es Máster en Ingeniería en


Ciencias de Gestión por la Universidad Politécnica
del Noroeste, 西北工业大学, Xi’an, China. Es licen-
ciado en Relaciones Internacionales por la Univer-
sidad San Francisco de Quito con especialización en
Ciencias Políticas, ex asesor de la Comisión de Re-
laciones Internacionales de la Asamblea Nacional del
Ecuador (2015-2017), especializado en análisis y re-
porte en temas de seguridad nacional, relaciones in-
ternacionales, cooperación internacional y corrupción y ex investigador sobre
marcos legales de la región Asia-Pacífico para la Corporación Blockmotions
(Shanghái-China). Ha cooperado con la Sección Política y de Comercio del
Servicio de Acción Exterior de la Unión Europea en el análisis y construcción
de instrumentos de cooperación bilateral. Sus principales líneas de investigación
académica se han centrado en la aplicación del Derecho Internacional Huma-
nitario y el manejo de operaciones de ayuda humanitaria. Por otra parte, sus
investigaciones se enfocan en las relaciones América Latina-China, el estudio
histórico de la diáspora china en el Ecuador, y las relaciones bilaterales Chi-
na-Ecuador. Su correo electrónico es: cristiandavid1922@hotmail.com
401
Biografías y resúmenes

Luis Felipe Borja es Máster en Derecho Comercial


y Civil Chino, por la Universidad de Pekín, abogado
de los tribunales y juzgados del Ecuador por la Uni-
versidad de las Américas, e investigador de inversiones
América Latina-China del Instituto Iberoamericano
de la Universidad de Ciencias Políticas y Leyes de
Pekín. Cuenta con experiencia profesional en dere-
cho corporativo y propiedad intelectual en Fabara &
Compañía Abogados (Quito, Ecuador), RP&C Abo-
gados Deloitte & Touche (Quito, Ecuador), Schmitt & Orlov (Beijing, China),
OceanChain (Singapore, Singapore), AndunIP 安盾网 (Shenzhen, China), y
P.C.Woo & Zhonglun W.D.LLP (Shenzhen-Hong Kong, China). Sus princi-
pales líneas de investigación académica se han centrado en estudio de inversiones
chinas en el Ecuador desde el marco jurídico chino y en la responsabilidad
empresarial y estatal china en la inversión extranjera. Por otra parte, sus actuales
investigaciones se enfocan en el uso de nuevas tecnologías Blockchain e Inteli-
gencia Artificial en la administración de propiedad intelectual e innovación en
la práctica legal. Su correo electrónico es: luisfborja@outlook.com

Resumen:
En 1900 el Ecuador era ya el principal productor y exportador de cacao en
el mundo creando gran expectativa en los mercados internacionales. Tomando
nota de esto, en 1909 el gobierno ecuatoriano presenta la obra El Ecuador. Guía
Comercial y Agrícola de la República dando a conocer el potencial productivo del
país. Este documento expone el contexto político, geográfico, institucional y
económico de la República con gran detalle, dejando entrever las características
propias del comercio local en cada región, donde resalta ya la influencia de las
diferentes poblaciones migrantes, especialmente en Guayaquil. La presente in-
vestigación pretende analizar los diferentes datos políticos, geográficos, ins­
titu­cionales, económicos y comerciales provistos por la guía para estudiar la
preponderancia de la migración china en el puerto principal del país a finales
402
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

del siglo xix y principios del siglo xx. Con base en datos poblacionales, ubicación
geográfica, comercio exterior, categorización y capitalización de los diferentes
comercios chinos, este estudio resalta la importancia económica de la migración
china en el Guayaquil de la era Liberal. Los resultados de este trabajo desacre-
ditan los argumentos discriminatorios esgrimidos en la época en contra de la
población china y sientan las bases para dar una mayor visibilidad a su partici-
pación continua en el desarrollo económico del Ecuador.

Palabras clave: Migración; chinos; comercio, Guayaquil; guía comercial; desarrollo.

Capítulo 7.
Incidencia de la actividad comercial en el desarrollo
urbano de algunas ciudades del imaginario chino en
el Pacífico costarricense
LAI SAI ACÓN CHAN
Universidad de Costa Rica

Lai Sai Acón Chan es Doctora en Literatura Inglesa de la Washington State


University y docente catedrática de la Escuela de Lenguas Modernas de la Uni-
versidad de Costa Rica (ucr) y fue directora del Instituto Confucio de la ucr (2012-
2020). Sus áreas de especialidad son los estudios culturales, el poscolonialismo,
los estudios de cine y las literaturas en inglés. Ha desarrollado estudios sobre la
formación de nación e identidad en Hong Kong y las diásporas chinas en Es-
tados Unidos y Costa Rica. Es miembro del Proyecto de Recuperación de la
Memoria Histórica de las Migraciones Chinas a Costa Rica y coordinadora de
la Red Académica Latino (e Hispano) Americanista sobre Estudios Sinológicos.
Autora del libro Retratos de las migraciones chinas a Costa Rica, a publicarse en el
2021. Su correo electrónico es: lai.acon@ucr.ac.cr
403
Biografías y resúmenes

Resumen:
Los inmigrantes chinos que ingresaron a Costa Rica por el Pacífico duran-
te la segunda mitad del siglo xix y principios del siglo xx conformaron lo que
podría denominarse el primer barrio chino auténtico de la nación costarricense
en la ciudad portuaria de Puntarenas. De allí, fueron migrando escalonadamen-
te hasta otros puntos nodales de las provincias que bordean el litoral pacífico y
en menor incidencia hacia la meseta central y el Caribe costarricense. La acti-
vidad predominantemente comercial que los caracterizó tuvo gran incidencia
en el desarrollo socioeconómico de las comunidades en las que se asentaron y en
la conformación de un paisaje alimentario que hasta el día de hoy se asocia con
este grupo étnico.
En este trabajo se destaca, en particular, el papel preponderante del comer-
cio chino en el desarrollo urbano de los centros de actividad económica de
ciudades de ese llamado imaginario chino costarricense como lo son Puntarenas,
Nicoya, Santa Cruz y Cañas, cantones de las provincias de Puntarenas y Gua-
nacaste. En particular, nos centraremos en determinar los patrones de ordena-
miento urbano que imperaron en cada ciudad, analizar la proliferación de
establecimientos comerciales de los inmigrantes chinos en dichas comunidades
y mapear su actividad comercial en los centros de población durante la prime-
ra mitad del siglo xx.

Palabras clave: Enclaves chinos; ordenamiento urbano; comercio chino; Pacífico cos-
tarricense.
404
Los chinos de ultramar: represiones, resistencias y resiliencias

Capítulo 8.
Tusán, capataz y alcalde:
el caso de Enrique Baca Niño Ladrón de Guevara
LORENA CUYA GAVILANO
Arizona State University, Estados Unidos

Lorena Cuya Gavilano obtuvo su doctorado en Penn State University y es


profesora asistente de Estudios Latinoamericanos y Español en Arizona State
University. Investiga las manifestaciones culturales de movimientos transnacio-
nales y migraciones masivas en la región andina. Su investigación abarca también
la migración china y su contacto con la diáspora afroperuana. Es autora del libro
Fictions of Migration: Narratives of Displacement in Peru and Bolivia (Ohio State
University Press, 2021). Entre sus artículos figuran “Madness and Migration:
Broken Geographies in Peruvian Cinema” (Revista de Estudios Hispánicos Archive,
2018), “Narrativas contaminadas: la estética de la migración en Perú, nuevos
signos nacionales” (A Contracorriente, 2017), e “Internal Migration, The Publish­
ing Industry, and Transnational Identities in Two Peruvian Writers” (Revista
Hispánica Moderna, 2016). Su correo electrónico es: lcuyagav@asu.edu

Resumen:
Como sugiere Humberto Rodríguez Pastor, de la cultura china en el Perú
principalmente se evidencia su influencia en la comida y el comercio. Su im-
pacto social es, sin embargo, más amplio. Se necesitan trazar las líneas históricas
que legitimen su participación civil y política en la nación peruana. Tal es el
objeto de este trabajo. A través de la desconocida historia de Enrique Baca Niño
Ladrón de Guevara (ebnlg), descendiente culí convertido en alcalde del peque-
ño distrito Manuel Antonio Mesones Muro (Lambayeque) en 1956, se busca
rastrear la influencia china en la vida etnocultural y política del país. Aunque no
405
Biografías y resúmenes

se sabe con exactitud su origen, ebnlg fue tusán. Leía en chino como lo confir-
man sus familiares y fue capataz en un molino arrocero como lo confirmó el
ex-dueño, Genaro Barragán Muro. Más tarde, se convertiría en el alcalde de las
mismas tierras en las que operaba dicho molino. La transformación civil de este
tusán y su matrimonio con una afroperuana ejemplifican la presencia china en
el desarrollo económico, sociopolítico y etnocultural del Perú. Su caso, como
los de Rubén Chang Gamarra, Emilio Choy Ma o Pedro Zulen, entre otros, es
clave para comprender el rompecabezas de la identidad nacional peruana.

Palabras clave: Migración; tusán; etnocultura; identidad; política; Perú.

David Ignacio Ibarra Arana es Doctor en Historia


de China por la Universidad Normal de Beijing.
Cuenta con una maestría en Estudios de Asia y Áfri-
ca con especialidad en China, por El Colegio de Mé-
xico. Actualmente se desempe­ña como profesor e
investigador de la Escuela de Estudios Generales y
de la Escuela de Historia en la Universidad de Cos-
ta Rica (ucr). Es miembro del comité editorial de la
Revista humanidades de la Escuela de Estudios Genera-
les, e investigador en el Pro­yecto de Recuperación de la Memoria Histórica de la
Migración China de Costa Rica (premehchi), ambos de la ucr. En 2018, realizó
una estancia de investigación posdoctoral en la Universidad de Friburgo, Suiza,
vinculada con la historia de las relaciones contemporáneas sino-suizas. Sus temas
de investigación se han centrado en la historia contemporánea de China: la edu-
cación, los vínculos culturales con América Latina, y la Conferencia de Paz de las
Regiones del Asia y del Pacífico. Su correo electrónico es: davidibar@yahoo.es
Se terminó de imprimir en julio de 2021
en los talleres de Fernando González Duke
Tlacoquemecatl 533-3 Col. Del Valle,
C.P. 03100, Municipio Benito Juárez
Ciudad de México.

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