Caida Del Imperio Romano en Occidente. Reseña

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- CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO


JULIUS KAKARIEKA

“Caída del Imperio Romano en Occidente”


Julius Kakarieka.

Julius Kakarieka se desempeña como catedrático del Departamento de


Historia de la Facultad de Filosofía, Humanidades y Educación de la Universidad de
Chile en Santiago.
El profesor Kakarieka, nos va a ilustrar hoy día el tema sobre la caída del
Imperio Romano en Occidente.

Señor Presidente, Señoras y Señores del Directorio, Señoras y Señores:


El tema de la caída del Imperio Romano, es tal vez uno de los más difíciles que han
tenido que enfrentar los historiadores. Un tema sumamente complejo y en torno a él se han
dado muchas controversias porque la interpretación de este fenómeno depende, en gran
medida, del punto de vista de cada cual y depende también del terreno que se investiga
porque en la disciplina histórica tenemos que tomar los factores de orden político,
económico, cultural, religioso, etcétera.
Cuando hablamos de la caída del Imperio Romano, en primer término tenemos que
subrayar que se trata del Imperio Romano de Occidente. Como veremos, en el año 476,
cuando fue destituido el emperador Rómulo Augústulo, que será el último en Occidente,
todavía subsistirá otra parte del Imperio con el emperador Xenón, en la parte oriental, la
que sobrevivirá a la crisis y tendrá todavía una vida bastante larga de mil años.
Al Imperio Romano de Oriente, que siguió llamándose Imperio Romano, algunos
manuales le llaman Imperio Bizantino; aun así su nombre oficial siguió siendo romano y
los emperadores romanos en Constantinopla, también seguían llamándose Emperadores
Romanos. Ese Imperio sucumbiría bajo ataque de los Turcos en el año 1453, y así, casi mil
años después de la caída, o mejor dicho después de la desintegración del Imperio de
Occidente que tuvo lugar en el año 476, se le sigue llamando romano.
Ahora bien, cuando hablamos nosotros acerca de la caída del Imperio Occidental,
debemos tomar en cuenta de que se trata aquí no de un acontecimiento único de algún golpe
tremendo, sino que se trata de un proceso largo, que según algunos historiadores, se inicia
ya en la época de Marco Aurelio; de ahí la película que se ha dado últimamente. Es,
digamos, la reposición de una antigua película de la caída del Imperio Romano, donde
muestran las luchas que Marco Aurelio tuvo que sostener con los Marco Magnos en el
sector del Danubio. Luchas muy duras, que además acarrearon algunos problemas internos

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en el Imperio. Sin embargo, por lo general, consideramos que el proceso de desintegración


del Imperio, se inicia con la entrada de los visigodos en el año 376, justo cien años antes de
la destitución del último emperador Rómulo Augústulo.
Sería largo hablar de todas las peripecias ocurridas durante esos cien años. Hay
momentos muy dramáticos, como por ejemplo, la avalancha de los pueblos que se produce
en el sector de Rin; la entrada de los vándalos, de los suevos, burgundios, posteriormente
los francos; la toma y el saqueo de Roma por el Alarico; la conquista del norte de África
por los vándalos; después las guerras que Roma tuvo que sostener contra Atila, donde
afortunadamente, supo todavía defenderse con bastante éxito. Así que todo eso, es un
conjunto de acontecimientos, cada uno de ellos requeriría una explicación especial.
El problema que yo quisiera plantear en esta oportunidad, es el problema de las
causas ¿Por qué una potencia tan grande, aunque no denuncie los golpes, en forma
paulatina, desaparece y finalmente encontramos una serie de reinos germánicos
establecidos en el suelo del antiguo Imperio en occidente? En torno a las causas,
justamente, hubo muchas controversias entre los historiadores ¿Causas externas o causas
internas? Ese es el problema; si el derrumbe se debió al asalto de los pueblos bárbaros, se
debió a debilidad interna a los trastornos internos o se debió a ciertos factores de orden
económico, orden político, moral, incluso de orden racial.
Así, los historiadores se han dividido en dos en dos grupos, donde unos han puesto
todo el énfasis en la importancia de los factores internos, afirmando que los males que
sufría el Imperio eran de tal envergadura que ya el Imperio no tenía solución, tal como se
trata de algunas enfermedades graves que el organismo no es capaz de superar. Así incluso
han dicho algunos historiadores, que la sociedad romana sufría una enfermedad incurable y
por lo tanto sucumbió. Se trató de un proceso prolongado, desde luego, pero un proceso
fatal, donde ya no cabía ningún remedio.
Por otro lado, encontramos a un grupo de historiadores que afirman que esos males
internos no fueron decisivos, en cambio, el asalto de los pueblos bárbaros y esas guerras
incesantes, fueron decisivas y también las causas. Esas guerras, justamente, provocaban
malestar interno, agotamiento económico y toda una serie de otros trastornos en el interior.
El punto de vista tradicional, es el punto de vista que se mantuvo durante mucho
tiempo hasta fines del siglo pasado. Ponía énfasis en los factores externos y todavía ese
punto de vista se expresa en algunos manuales en donde se enumeran todas las invasiones
que se produjeron en ese lapso y como consecuencia de esas invasiones y al asentamiento
de los pueblos bárbaros en el suelo del Imperio, se llega a la caída y desaparición del total
del imperio de Occidente.
Pero, desde fines del siglo pasado se empezó a buscar la verdadera causa en el
interior del Imperio, en la vida misma del Imperio, ya que se sacó el siguiente argumento:
¿Por qué Roma, en otros tiempos, pudo defenderse en forma tan exitosa contra sus
enemigos externos? Y ¿Por qué sucumbió ahora? Sucumbió, es decir, no tenía fuerza
interna, carecía de medios o carecía de coraje, de fuerza moral para enfrentarse con sus

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adversarios. Y así, los historiadores han planteado una serie de factores, cada cual desde su
propio punto de vista.
El historiador alemán Cornellmann (?), por ejemplo, insistió mucho en la debilidad
militar en el Imperio justamente en ese periodo que nos interesa. Según él, los efectivos
militares de los cuales disponía el Imperio no eran suficientes para defender una frontera
tan larga, excesivamente larga, porque el Imperio abarcaba un sinnúmero de países
empezando por Bretaña. La isla de Bretaña fue conquistada, aunque no enteramente y
Escocia escapó a la conquista romana. Así que Limes, la frontera, estaba al norte de
Bretaña y después la larga frontera del Rin, del Danubio, después la frontera del Éufrates,
del desierto Arábigo, la frontera de Sudán y el norte de África, una frontera sumamente
extendida donde necesitaban efectivos muy numerosos para poder defenderla y cuando se
producían avalanchas de pueblos en algún sector, probablemente no siempre era posible
reunir efectivos suficientes para poder repeler a los enemigos y cerrar la brecha.
Después de la Reformas Militares de Dioclesiano, se calcula que la fuerza militar
del imperio era entre quinientos mil y seiscientos mil soldados y que esto, para opinión de
Cornellmann(?), era en número altamente insuficiente para una defensa eficiente de las
fronteras. Pero Cornellmann, apunta también hacia otro factor. Los que servían en las
legiones romanas, no eran solamente los ciudadanos de Roma, sino que había muchos
mercenarios contratados fuera de las fronteras. Mercenarios, en el lenguaje de la época,
mercenarios bárbaros, en su mayoría germanos. Entonces ¿Cómo es esto?: Valerse de los
germanos para defender las fronteras del Imperio cuando los pueblos germánicos,
justamente, eran los invasores principales del Imperio. A modo de ejemplo, sería lícito
preguntar ¿En qué situación quedaría Chile si reclutara para defensa de sus fronteras
soldados en Bolivia y en Perú? No creo que los habitantes del país se sintieron muy seguros
en cuando a la eficiencia de la defensa.
El ejército romano, era un ejército profesional. Bueno, decimos mercenario, no en el
sentido peyorativo de la palabra y desde el siglo I a.C. de los tiempos de Mario, se produce
ese cambio del ejército ciudadano al ejército profesional y se llega lamentablemente, en el
curso del siglo III, a una situación tal que no hay voluntad, ni suficientes soldados en el
Imperio mismo para llenar las filas de las legiones. Eso es lo que obliga a contratar
soldados fuera del Imperio. Sin embargo, esos soldados provenientes de distintos países
transfronterizos eran buenos soldados por lo general, compartían bien, en especial los
germanos. Los pueblos germánicos tenían fama de ser belicosos y los emperadores
romanos siempre preferían a los germanos, sobretodo desde esa época cuando se produjo la
crisis demográfica, sobre la cual tenemos que hablar más adelante.
El problema, tal vez, se complicaba por el hecho que desde la época de Constantino
el Grande, los germanos formaban sus propias unidades dentro del ejército romano, no así
como antes que se los distribuía en distintas legiones. Además, anteriormente, se les
limitaba también el ascenso de los germanos en la jerarquía militar, sólo podían llegar hasta
el grado de centurión. Esas limitaciones quedaron en desuso desde la época de Constantino

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y es así como vemos, ya al final del Imperio antes del año 476, muchos generales de origen
germánico. Ese fue uno de los factores que desde luego, produce al final un
desquiciamiento, porque la misma destitución del último emperador Rómulo Augústulo,
fue obra de Odoacro, un jefe de bandas de origen germánico que era Érulo Esciro- no
sabemos muchos datos acerca de él- cuando se produjo la relajación de la disciplina, una
debilidad notoria del gobierno romano. Esas bandas de mercenarios podían actuar por
cuenta propia, y esto justamente no se explica el acto final del drama que es la destitución
del último emperador Rómulo Augústulo.
Otros autores, han puesto de relieve otro tipo de deficiencias que se perciben en la
vida del Imperio. En la vida de cada país, cada estado y en cualquier época, se pueden
encontrar deficiencias. No ha habido en el curso de la historia un estado perfecto y
difícilmente lo habrá en el futuro porque nosotros los seres humanos somos imperfectos y
por lo tanto, todas las estructuras de orden político o social que montamos son también
imperfectas, es decir, frágiles, sujetas a toda clase de cambios y contingencias. Según la
expresión de un historiador británico Christopher Dawson, nadie hasta ahora ha inventado
una estructura política o social, que la inventiva del demonio no supiera aprovechar con
fines perversos.
Nosotros debemos tener esto presente cuando hacemos la crítica del sistema político
romano. En algunos casos, la crítica del sistema de gobierno romano ha sido implacable,
pero preguntamos si realmente en aquella época ¿Fue posible reformar al estado romano,
reformar de una manera tal que hubiera funcionado a toda perfección como quisiéramos?.
El nombramiento de los emperadores se hacía empleando dos factores: la voluntad del
ejército, el que proponía al candidato al trono y, por otro lado, la ratificación por parte del
Senado romano. Desde luego, el factor que más pesaba en la balanza era el ejército. El
Senado, en ciertos momentos, también tenía injerencia, pero ya al final del Imperio su papel
disminuye. El Senado, es más bien un factor pasivo.
Sin embargo, entre los emperadores salidos de las filas de los soldados, podemos
encontrar grandes figuras y, por lo común, los que fueron grandes soldados, fueron también
grandes emperadores. Como veremos, los últimos emperadores ya no van a ser
emperadores soldados y serán, lamentablemente, también malos políticos. Una fatalidad
que hubo una serie de figuras débiles. Si en cambio, en su lugar, hubiera habido personajes
como Dioclesiano, Constantino, Teodocio, es probable que el Imperio no hubiera sufrido la
misma suerte como la que sufrió.
Algunos historiadores han puesto de relieve la debilidad económica del Imperio, la
debilidad que se prolongó durante un cierto tiempo. Se ha insistido mucho en la
importancia que tenía en Roma el sistema esclavista, incluso se habla en muchos manuales
donde aparece el término de “Economía Esclavista”, es decir, economía basada en el
trabajo de los esclavos. Tal como ha definido este fenómeno Max Weber, el trabajo de los
esclavos proporcionaba la misma energía que proporcionaba el carbón para la industria del
siglo XIX o, diríamos, el petróleo en nuestra propia época. Sin embargo, la esclavitud hizo

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crisis desde el momento en que cesaran las guerras de conquista, porque la fuente principal
de abastecimiento del mercado de esclavos eran las guerras. Mientras Roma hacía guerras
de conquistas, había muchos esclavos en los mercados, porque según la costumbre o el
derecho de aquella época, los prisioneros de guerra podían ser reducidos legítimamente a la
esclavitud y vendidos en los mercados. Y así, mientras Roma conquistaba distintos países
en Occidente y en Oriente, había abundancia de esclavos. Pero desde la época de Octaviano
Augusto terminan las guerras de conquista. Ahí todavía la conquista de la isla Bretaña en
los tiempos de Claudio y de Nerón, todavía una conquista a comienzos del siglo II, la
Dedacia (?) que es Rumania actual, conquista realizada por Trajano y después son
solamente guerras defensivas. A veces, producen incursiones en el territorio del Imperio
hasta llegar, profundamente en el interior, como ocurrió en el curso del siglo III, de modo
que, ya no existe ninguna manera eficaz de abastecerse de los esclavos.
Había también otras fuentes de esclavitud. Los hijos de esclavos eran esclavos y
además se podía reducir a personas por ciertos delitos. Por otro lado, se daba el caso-
parecería increíble hoy en día- que los padres en situaciones de apremio o desesperación,
vendían a sus hijos como esclavos o se vendían a sí mismos como esclavos, cuando la otra
opción era morirse de hambre.
Pero estas fuentes proporcionaban muy poco dinero, de modo que fue necesario
reemplazar el sistema esclavista, cuya culminación se da en los siglos I y II a.C., y el siglo I
d.C. por otro sistema llamado “Colonato”. Cuando hablamos de la economía de la
Antigüedad, en especial la economía romana, debemos tener presente que el sector
principal de la economía era la agricultura. La agricultura proporcionaba lo que en nuestro
lenguaje actual llamaríamos “Producto Nacional Geográfico Bruto” en una medida mucho
mayor que la actual. En Roma, por lo menos el 95% de todos los ingresos, provenían de
agricultura y por lo tanto cualquier crisis que se producía en la agricultura, afectaba de una
manera muy sensible a la sociedad y al Estado.
La crisis del sistema esclavista en la agricultura, afectó sin duda a la sociedad
romana pero no de una manera fatal, porque en vez de usar el trabajo de los esclavos, se
prefirió parcelar los latifundios y entregar las parcelas en arrendamiento a los colonos que
eran hombres libres. Los colonos tenían que pagar al propietario una cantidad determinada
de dinero o en volutos de la parcela y trabajar un cierto número de días en la reserva del
propietario. Los propietarios a su vez, siempre se reservan una parte de las tierras para la
explotación directa.
Paulatinamente, el sistema esclavista, a partir del siglo I, estaba siendo reemplazado por el
colonato y al final del Imperio ya no tenemos muchos esclavos. Normalmente los fundos
son explotados por los colonos, de modo que, sería difícil en realidad, sostener la tesis de
que la caída del Imperio se debió a la crisis económica causada por la disminución de los
esclavos. Por el contrario, se pasó a un sistema mucho más sano y mucho más humano que
fue el Colonato.

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Pero con todo, hay muchos manuales y se repite con mucha insistencia, la tesis de
que el sistema esclavista fue la causa principal de la caída de Roma.
Tenemos también otra explicación, la que tuvo cierta aceptación a comienzos de
este siglo y en especial entre las dos guerras mundiales: la explicación racial de este
fenómeno de la decadencia y de la caída del imperio. Antes del advenimiento del régimen
nacionalsocialista de Alemania a comienzos del siglo, algunos autores, incluso a fines del
siglo pasado en Francia, en Chemberlen (¿?), en Gran Bretaña, después Frank, un
historiador norteamericano, Fockt (¿?) un historiador alemán, todavía en una época anterior
al nacionalsocialismo, plantearon la importancia del factor racial en la historia y ellos
trataron de explicar la caída de Roma por la mezcla racial que sufriera la población; mezcla
racial cuyo resultado era la aparición de un tipo inferior, un tipo humano que ya no era
capaz de enfrentarse con las grandes tareas tal como en los tiempos anteriores, grandes
tareas de tipo militar o tipo económico-cultural. Bueno, esa afirmación se convirtió en un
verdadero dogma bajo el nacionalsocialismo, pero insisto, no fue creado por el
nacionalsocialismo, es una herencia que recogiera Hitler junto con los ideólogos del tercer
Reich. Aquí, en este aspecto, cabe hacer dos preguntas: si efectivamente cabe afirmar, tal
como lo han afirmado los historiadores que acabo de mencionar, si existen razas superiores
y razas inferiores. Es una pregunta que la ciencia hasta ahora no ha sabido resolver, por lo
menos no se ha podido demostrar de ninguna manera, que haya o que haya habido algunas
razas privilegiadas; algunas razas mejor dotadas que otras; algunas razas con mayor
capacidad para la creación cultural o las hazañas de tipo bélico-político. Todo lo contrario,
se ha llegado a la conclusión, entre los antropólogos y los historiadores, que hay una cierta
igualdad entre las razas, digo cierta, tal vez no total. Los pueblos que han quedado
rezagados en el curso de la historia, han sufrido una clase de impedimentos de carácter
externo, debido a que carecían de estímulos o desafíos necesarios para realizar algo
importante o que, quedaron oprimidos de una manera tal que no han podido desenvolverse
con entera libertad. Por el otro lado, tampoco se puede demostrar (y esto sería mucho más
difícil) que una mezcla de razas produce necesariamente un tipo humano inferior. La
mezcla se dio en la época del Imperio Romano a gran escala, los romanos no tenían
prejuicios en cuanto a otras razas; la mezcla con los griegos, con los pueblos semíticos o los
galos o con otros pueblos, eran comunes y corrientes. Pero, deducir que esas mezclas hayan
producido consecuencias fatales, sería una cosa que científicamente no podemos demostrar
y, además, por lo menos no hay ninguna prueba de que haya habido alguna clase de
degeneración física entre los romanos.
Hay dos datos que podría aportar brevemente: las exigencias para los voluntarios
que se alistaban en el ejército romano en cuanto a una estatura fueron mayores al final del
Imperio que a comienzos del Imperio. Por otro lado, si estudiamos la historia del arte, nos
fijamos en las representaciones pictóricas, escultóricas de las personas, encontramos al final
del Imperio un tipo humano mucho más bello de lo que encontráramos en los siglos
anteriores. Por otro lado, conviene subrayar, también, el hecho de que muchos de los

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pueblos conquistados por Roma en los tiempos anteriores, habían creado espléndidas
civilizaciones como por ejemplo: los egipcios, los cretenses, algunos pueblos del Asia
menor, los griegos, etcétera. Y algunos pueblos celtas o germanos, crearán posteriormente
civilizaciones importantes y de gran valor. De modo que, ese tipo de discriminación racial
no puede ser aplicado al caso romano para poder explicar la caída del Imperio mediante
este factor.
Algunos autores, han puesto mucho énfasis en el aspecto moral, se ha hablado
mucho de la decadencia moral que sufría la sociedad romana y que esa decadencia moral
habría sido la causa decisiva en la caída de Roma. De nuevo, nos encontramos con un
hecho que no puede ser demostrado. Ahora ¿Por qué esta hipótesis acerca de la decadencia
moral? Subsiste toda una serie de escritos de los historiadores, moralistas, filósofos,
teólogos, predicadores, etcétera, donde muchas veces se recargan las tintas. Los moralistas,
sobre todo, predican un ideal y nosotros siempre estamos a una distancia mayor o menor
de un ideal moral, de un ideal elevado, de modo que las quejas han apuntado siempre en
todos los tiempos. Si nosotros leyéramos atentamente a los autores romanos de los siglos I
a.C, encontraríamos mucho más quejas en cuanto al comportamiento moral de lo que
encontramos en los autores del último siglo del Imperio. Así que, si ha habido alguna
decadencia moral, tal vez, esto como fenómeno parcial, de ninguna manera puede explicar
la caída del Imperio.
Por otro lado, algunos autores de tendencias liberales y anticristianas, han culpado al
cristianismo de ser el factor principal y decisivo de la caída del Imperio ¿Por qué el
Cristianismo? En la época, cuando se inician las invasiones, el Imperio ya es cristiano en
cierto sentido; los emperadores son cristianos, la Iglesia tiene plena libertad para su acción
misionera y una gran parte de la población, pero no en su totalidad, profesa la fe cristiana.
Y a pesar de una serie de catástrofes y descalabros en los campos de batalla, los paganos,
que todavía subsisten aunque Deodocio haya cerrado los templos, nunca fueron perseguidos
en el Imperio cristiano. Los paganos plantearon la acusación de que los males que sufría al
Imperio, se debían antes que nada a la ira de los dioses. Según ellos, mientras los romanos
adoraban a los antiguos dioses, gozaban de su protección; desde ahí hubo grandes triunfos,
grandes conquistas una gran prosperidad y, al contrario, en los tiempos cristianos, en los
tiempos en los que la población se alejó de la religión ancestral, los dioses retiraron su
mano protectora y de ahí, justamente, proviene todo el conjunto de males que se abaten
sobre el Imperio.
Desde luego, para nosotros, esos argumentos hoy en día no tienen ninguna
importancia mayor; pero, los historiadores actuales plantearon otros argumentos que
deberíamos considerar con mayor atención. Por ejemplo, que la Iglesia sustraía una parte de
la población al servicio civil y por sobre todo al servicio militar; que la Iglesia predicaba,
aunque no siempre en forma directa, el pacifismo y desde luego contradecía ese espíritu
heroico que antes prevalecía en la sociedad romana.

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El pacifismo, en realidad, no fue un fenómeno que se pudiera definir con precisión.


En algunos autores rigoristas y sobre todo en la época de las persecuciones, afloran las
tendencias pacifistas. En el servicio militar- un punto que conviene aclarar aquí- , a pesar
que el ejército romano era ejército profesional y voluntario, subsistía la ley de conscripción
obligatoria durante todo el tiempo del Imperio. Esa ley nunca fue abolida y en ciertos
momentos de crisis se recurría a reclutamiento obligatorio, pero estos eran casos
excepcionales.
En la época anterior a Constantino, la época en que se daban de vez en cuando las
persecuciones, los cristianos eran por lo común renuentes a hacer el servicio militar.
Renuentes por variar razones: si el gobierno perseguía a los cristianos, indudablemente era
difícil esperar que tuvieran mucho entusiasmo en ponerse al servicio de ese gobierno. Sin
embargo, este factor no era de tanta importancia. Había otro factor: todos los actos públicos
estaban rodeados del ceremonial religioso-pagano y, por lo tanto, para el cristiano que
entraba a hacer el servicio militar, era un problema eso de participar en las ceremonias del
culto pagano o las ceremonias idolátricas; esto atentaba contra la conciencia cristiana. Un
cristiano no podía adorar a los dioses, no podía sacrificar ante los ídolos y esto,
indudablemente, era una de las obligaciones que tenían que cumplir los ciudadanos, en
especial aquellos que estaban en las filas del ejército. Conviene agregar que en ciertos
momentos, los emperadores dispensaban a los soldados cristianos de estas obligaciones.
Siempre había cristianos en el ejército porque la misión de la Iglesia se dirigía a todos los
sectores de la población, se dirigía a los soldados y el que siendo soldado abrazaba el
cristianismo, se quedaba en las filas. La Iglesia no insistía nunca en que abandonaran las
filas, además no era fácil abandonar las filas tampoco; para que se comprometiera a servir
en el ejército y ese servicio duraba 20 o 25 años.
El problema tal vez se presentaba para aquellos que, ya siendo cristianos, hubieran tenido
deseos de enrolarse en el ejército. Entonces, en aquella época pagana se aconsejaba que no
entraran en las filas porque se exponían a toda clase de peligros y estarían obligados a
participar en el culto pagano. Sin embargo, en la época de Constantino el Grande, ese
impedimento desaparece porque el propio Constantino abrazó la causa cristiana, se bautizó
finalmente y todos los sucesores, salvo Juliano, serán en lo sucesivo cristianos, de modo
que, desaparecerán todas las ceremonias del culto pagano en el ejército y no habrá ningún
impedimento para que un cristiano cumpla con el servicio militar. Si ha habido alguna
renuencia a hacer el servicio militar, esta era común para todos.
No hay tantos voluntarios para hacer el servicio militar. En los pueblos primitivos,
siempre se puede encontrar mejores disposiciones en ese sentido, por eso en el Imperio se
reclutaba a los soldados en la periferia, entre los pueblos más atrasados y después entre los
pueblos transfronterizos. Sin embargo, en cuanto al cristianismo, fue excluido otro
argumento: que el cristianismo al predicar prácticas ascéticas haya sustraído un cierto
número de ciudadanos al servicio civil y militar. En los siglos III, IV y IV, es cuando
empiezan a cundir el movimiento monástico y hay un buen número de hombres y mujeres

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que entran en los conventos, a los que primero, se adentraban en el desierto. El movimiento
monástico nació entre los Anacoretas del desierto, entre los ermitaños, los que después
empezaron a juntarse de esta manera en los monasterios. El movimiento monástico fue
bastante fuerte, sin embargo, si nosotros quisiéramos sacar el porcentaje de hombres o
mujeres que entraban en los conventos, indudablemente, que este porcentaje no será tan
alto como para poner en peligro la seguridad o la defensa del Imperio. Era un porcentaje
más alto que en nuestra época, no tenemos estadísticas, sin embargo y tomando en cuenta,
el Imperio en aquella época de crisis tenía entre 50 y 60 millones de habitantes y tal vez
había unos diez mil monjes en total. Es decir, se trata de una cifra que de ninguna manera
pesaba tanto en la balanza como para debilitar las defensas del Imperio.
Entre los factores internos de la crisis, hay uno que deberíamos tomar seriamente en
cuenta que fue la baja demográfica que se había producido en el Imperio. Hoy día, la
preocupación que se manifiesta por doquier es, por el contrario, la llamada explosión
demográfica; de ahí la prédica que aparece del control de la natalidad, el uso de toda clase
de remedios anticonceptivos, etcétera. En aquella época, presenciamos otro fenómeno: la
disminución de la población, cuyas causas no podemos explicar de manera suficiente. La
baja demográfica en el Imperio se produce en el curso del siglo III y esto se debió en aquel
entonces a las guerras civiles internas, invasiones que tuvo que sufrir el Imperio, la crisis
económicas, una serie de epidemias que diezmaron a la población y aunque, más adelante,
en el siglo IV, bajo el reinado de Dioclesiano y después bajo el de Constantino y sus
sucesores, se pudo subsanar en parte este mal, siempre serán presentes los efectos de la baja
demográfica y eso se va a manifestar en dos aspectos: la escasez de mano de obra y falta de
soldados, incluso en aquellas regiones donde antes era fácil encontrar voluntarios como, por
ejemplo, en las Galias, en los Balcanes, en Asia Menor, etcétera.
En cuanto a la baja demográfica, debemos considerar aquí el hecho de que el
Imperio estaba siendo atacado continuamente desde afuera y que ciertas provincias sufrían
crónicamente las invasiones que causaban la devastación, la merma en la población y
estragos de carácter económico (de allí venían las hambrunas y las pestes).
En las capas altas de la población, en la aristocracia, desde tiempos antiguos se
practicaba el control de la natalidad. Se practicaba el control de distintas maneras, por
ejemplo, el aborto era muy conocido en la época imperial romana, pero era conocido ya en
la época antes de Cristo. También se usaban anticonceptivos (eso no es privilegio de
nuestra época). Por otro lado, se consideraba una práctica que nos parece terriblemente
bárbara e inhumana, que en latín se llama “Expositsio”, “exposición”, es decir, a los niños
no deseados por los padres, cuando nacían se les ponía en alguna parte del yermo para que
esas criaturas murieran de hambre, de frío o fueran devoradas por las fieras. Esto era
considerado como una manera lícita de deshacerse de los hijos no deseados. Ninguna ley
prohibía esa clase de procedimientos. Sin embargo, no sabemos en qué escala se practicaba
el Expositsio en el control de la natalidad.

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En la opinión que prevalece actualmente entre los historiadores, la baja demográfica


tenía su origen, antes que nada, en las guerras. Eran las guerras o las consecuencias de las
guerras, las cuales diezmaban a la población; las crisis económicas, hambre y las
epidemias.
Estos serían, en términos generales (se podría hablar más todavía) los factores
internos que han invocado a muchos historiadores ilustres para explicar la caída de Roma.
Sin embargo, todo lo que acabábamos de señalar, no nos convence de inmediato. Si no
hubiera habido causas externas, el Imperio habría podido sobrevivir de alguna manera. Es
decir, reconocemos que todos esos factores de orden económico, moral o demográfico
existían, pero ¿Fueron esos factores los decisivos? Por ejemplo preguntémonos, si no
hubiera tenido que afrontar el asalto continuo en sus fronteras ¿Habría corrido la misma
suerte?, es decir, ¿La enfermedad interna era realmente incurable o era una enfermedad
pasajera, una enfermedad para la cual había remedios?
Tengamos presente un hecho: el derrumbe afectó solamente a la parte occidental del
Imperio.
En el año 476, Odoacro, jefe de ejército de origen germánico, destituye a Rómulo
Augústulo que era un niño en el trono y envía a las insignias (¿?) imperiales allá en Europa
al emperador Xenón, rey en aquel entonces. Desde la época de Teodocio, el Imperio se
dividía en dos partes pero era un sólo Imperio; las divisiones del Imperio se habían
producido en otras oportunidades. En la época de Dioclesiano había incluso cuatro
emperadores, pero se trataba de un sólo Imperio que a puras ordenes administrativas podía
tener dos, tres o más emperadores. Desde la época de Teodocio, que fue el último
emperador que había logrado unir en sus manos la totalidad del imperio, hay dos
emperadores: uno en Constantinopla y otro en Milán, después en Ravena porque Roma dejó
de ser la capital administrativa desde el siglo III.
Entonces, volviendo a la pregunta planteada ¿Por qué la parte oriental del Imperio
se salvó del derrumbe? La parte oriental, que abarcaba los Países Balcánicos, Grecia, Asia
Menor, Siria, Palestina, Egipto y Libia, toda esa parte se salva e incluso se reorganiza y
Justiniano en el curso del siglo Vl, emprende la reconquista de los países occidentales que
habían sido ocupados por los pueblos germánicos. Es decir, si las estructuras económicas,
el orden político, la decadencia moral, hubieran sido de magnitud tal como quieren
presentar algunos historiadores, entonces el Imperio se habría derrumbado en su totalidad,
habría desaparecido. Pero, tal como he dicho, desapareció solamente la parte occidental
donde se instalaron distintos pueblos germánicos fundando sus reinos. Pero, en la parte
oriental tendrán todavía una larga vida, una vida de diez siglos, lo que en la escala histórica
es una duración importante. Nos preguntamos ¿Por qué se salva la parte oriental del
Imperio? se salva porque la presión de los pueblos bárbaros frente a esa parte del Imperio
fue menor y fue posible organizar una defensa en forma mucho más eficaz que en la parte
occidental.

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Una serie de historiadores han puesto de relieve últimamente, la importancia que


conviene atribuir al factor externo en ese gran drama que sufrió el Imperio. Entre otros,
aquí, el historiador francés André Piragnon(¿) en su obra “El imperio cristiano”, obra que
apareció en el año 1947, presenta el problema en los siguientes términos: “Es un error decir
que Roma estaba en decadencia, saqueada y desfigurada por los invasores bárbaros del
siglo II. Se levantaba de sus ruinas. Al mismo tiempo se realizaba al precio de una gran
crisis, el trabajo de una metamorfosis interna, una transformación que experimentó el
Imperio a partir de la crisis del siglo III. Se formaba una nueva concepción del poder
imperial, que es la de Bizancio; una nueva concepción de la verdad y la belleza, que es la
del Medioevo; una nueva concepción del trabajo colectivo y solidario al servicio de la
sociedad. Y todos los males que sufría el Imperio, la fiscalidad mezquina, la ruina de la
fortuna de las clases sociales, tienen su origen no en la idea de este fecundo trabajo de
metamorfosis, sino en la guerra perpetua conducida por bandas desorganizadas de
germanos, los que en la frontera del Imperio habían logrado vivir siglos y siglos sin
civilizarse todavía. Es demasiado cómodo, dice, pretender que a la llegada de los bárbaros,
todo el Imperio estuviera muerto y fuese un cuerpo sin fuerza, cadáver sumergido en la
sangre- según la célebre expresión de Herber- o también que el Imperio no haya sido
destruido por un golpe brutal, sino que se haya amodorrado simplemente. La civilización
romana, termina aquí, no ha muerto de muerte natural, ha sido asesinada”. Es decir, el
asalto de los pueblos bárbaros, según Piragnol, fue decisivo para el derrumbe para la parte
occidental del Imperio y no los males internos, que desde luego el historiador reconoce,
pero que según él no fueron decisivos en este caso.
Otros historiadores como Findlein (¿?), por ejemplo, como Johns, han afirmado lo
mismo, y restamos de vuelta hoy día a la interpretación tradicional de la caída del Imperio;
atribuyendo a los factores externos, la importancia que tenía realmente. Incluso, tal como
señala Findlein, la calidad del ejército romano hasta el final y a pesar de todas las
dificultades todavía se mantenía bastante alto y que incluso contingentes pequeños del
ejército romano, compuestos en su mayoría por mercenarios bárbaros lograban derrotar
grandes ejércitos de los enemigos, por eso se estrelló Atila en sus ataques contra el Imperio.
Pero el problema principal, dice Findlein, fue una guerra interminable y larga que ya se
inicia en la época de Marco Aurelio, pero que fue toda desteñida por un tiempo y desde el
año 376 va a ser una cosa permanente. Lo que subraya Findlein es que los romanos no
estaban luchando contra un estado vecino semejante a ellos, sino contra unas tribus
nómadas que querían saquear o asentarse en el mundo imperial superior en belleza, de ahí
justamente la atracción que ejercía.
Ya durante el reinado de Marco Aurélio se permitió que grupos de germanos se
asentaran en tierras del Imperio e ingresasen al ejército de Roma. Pero era materialmente
imposible, dice, que seiscientos mil hombres aproximadamente protegieran una frontera
que corría desde la desembocadura del Rin hasta el Mar Negro, en el oriente, en el desierto
arábigo y todo el norte de África.

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Aquí pregunta el autor ¿Por qué no se hizo un mayor esfuerzo defensivo? dice “los
estados contemporáneos, los estados de nuestra época han sido capaces de realizar estos
esfuerzos extraordinarios por un tiempo limitado; la Primera Guerra Mundial duró cuatro
años, la Segunda Guerra Mundial duró seis años, y hay que ver lo agotados que quedaron
los países participantes de la guerra, incluso los países vencedores. Cuánto tiempo le costó
recuperarse de todos los estragos y de todo el desgaste sufrido durante la guerra”. Pero tal
como dice Findlein, aquí no se trató de una guerra que durase un tiempo delimitado, sino de
una guerra permanente, invasiones continuas, verdaderas avalanchas de pueblos; entonces
se vencía a unos pero después llegaban otros. Así que este no era el caso de las guerras de
nuestra época, Roma no estaba comprometida a una guerra en ese sentido, sino que se
hallaba sometida a un martilleo permanente y carece de sentido hablar, dice, de apretarse el
cinturón o de trabajar horas extraordinarias siete días a la semana durante un período de
doscientos años. Un mayor aparato militar, dice, y más frecuente en batallas, significaba a
su vez mayores demandas sobre el campesinado que constituía el grueso de la población en
este mundo fundamentalmente agrario. Con su tecnología primitiva, llegó un momento en
el que ya no pudieron atender a esas demandas, independientemente de cuál fuera su
voluntad en esta materia.
Como corazón en esta historia de frustración, dice, la población al parecer llegó a no
ser capaz de mantener su número y así tenemos un verdadero círculo vicioso, porque la
guerra requiere mantenimiento continuo de ejército. El mantenimiento continuo de los
ejércitos significa el aumento continuo de impuestos, y el aumento continuo de los
impuestos significa la ruina de los contribuyentes. Así, a raíz de las guerras, justamente, en
Occidente se produce un colapso económico, pero un colapso cuyo origen viene de afuera,
cuya causa principal fue esa guerra interminable y así entonces, la parte oriental del
Imperio que afortunadamente supo asegurarse una paz larga de 100 años en el franco-
oriental, la paz con el Imperio persa- porque los Persas estaban igualmente amenazados por
los invasores, en especial por los Hunos- y tuvo un sector mucho más reducido en su
frontera para defender, y que algunos pueblos que invadieron la parte oriental del imperio,
supieron los emperadores de Constantinopla, desalojarlos fuera de los países bajo su
gobierno, en especial de los países Balcánicos y eso les dio la oportunidad de reorganizar
sus fuerzas militares, reorganizar sus finanzas y asegurarse todavía un futuro largo porque
ese Imperio que llamamos Bizantino, pero que, repito, era la parte oriental del mismo
Imperio romano- que así siguió llamándose- fue capaz de grandes hazañas bélicas.
El emperador Justiniano mandó sus ejércitos al norte de África y destruyó el reino
de los vándalos, lo pulverizó prácticamente de un golpe. Mucho más le costó la destrucción
del reino de los Ostrogodos en Italia, pero después de diecinueve años de lucha destruyó
ese reino y devolvió a su jurisdicción todo el territorio de Italia. Sus tropas desembarcaron
también en la Península Ibérica, pero cuando murió Justiniano, sus sucesores no pudieron
proseguir la reconquista debido a nuevas presiones que aparecen en oriente y debido a la

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aparición del Islam. Por lo tanto todos los intentos de conquista quedaron totalmente
frustrados.
La supervivencia del imperio de Oriente nos induce a afirmar que el factor externo
de la caída de Occidente fue de importancia primordial y si hubo crisis interna al mismo
tiempo, esa crisis fue causada antes que nada por esa guerra terrible, interminable de siete
días en la semana durante doscientos años.

TRANSCRIPCIÓN: ANTONELLA CÁRTER

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