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LA TEMÁTICA DEL 98

EN SUS TEXTOS

REPERTORIO DE TEMAS

El esquema de contenidos temáticos sobre el que se aplican los textos es el si-


guiente:

1. . CRÍTICA SOCIAL
2. . LOS PAISAJES NACIONALES
3. . VISIÓN CRÍTICA DE LA HISTORIA DE ESPAÑA
4. . RECUPERACIÓN DE LA TRADICIÓN LITERARIA ESPAÑOLA
5. . AGNOST ICISM O RELIGIOSO, VISIÓN ESCÉPTICA DEL MUNDO
1. .
CRÍTICA
SOCIAL

RAMIRO DE MAEZTU, HACIA OTRA ESPAÑA

Arrastra España su existencia deleznable1, cerrando los ojos al caminar del tiem-
po, evocando en obsesión perenne glorias añejas2, figurándose siempre ser aquella
patria que describe la Historia. Este país de obispos gordos, de generales tontos,
de políticos usureros, enredadores y «analfabetos», no quiere verse en esas yermas3
llanuras sin árboles, de suelo arenoso, en el que apenas si se destacan cabañas de
barro, donde viven vida animal doce millones de gusanos, que doblan el cuerpo, al
surcar la tierra con aquel arado que importaron los árabes al conquistar Iberia; no
se ve en esas provincias anchurosas, tan despobladas como estepas4 rusas; no se
ve en esas fábricas catalanas, edificadas en el aire, sin materia prima, sin máquinas
inventadas por nosotros, sostenidas merced al artificio de protectores aranceles5;
no se ve en esas minas de Vizcaya, de donde salen toneladas de hierro, que pagan
los ingleses a cuatro o cinco duros6, para devolvérnoslas en máquinas, cuyas to-
neladas pagamos nosotros en millares de pesetas; no se ve en esos vinos, que para
que encuentren compradores han de filtrarse por los alambiques de Burdeos; no
se ve en esas Universidades de profesores interinos; en este Madrid hambriento;
en esa prensa de palabras hueras7; mírase siempre en la leyenda, donde se encuen-
tra grande y aprieta los párpados para no verse tan pequeña.
Si ella se viera tal como es, el posible desastre no la sorprendería tanto. Sirven
las colonias a pueblos apiñados, que necesitan hallar sus alimentos en tierras más
fecundas que la suya; con fortunas menesterosas de colocación; no a pueblos po-
bres, sin nada que ofrecer a los frutos del trópico, sin manufacturas que compitan
con las extrañas; de población escasa que aún no ha trabajado el patrio terruño8;
tal vez sin capitales para las propias empresas. Nosotros no teníamos para Améri-
ca y Asia sino ladronzuelos de la política y órdenes religiosas. Eso enviamos; ¡así
nos lo pagan!
Muy triste, muy triste el desastre que amaga; pero si él nos sirviera para recon-
centrarnos en nosotros mismos, para meditar por un momento, y obrar en conse-
cuencia, removiendo con decidido espíritu los obstáculos que a nuestro bienestar
se opongan… ¡bienvenido el Sedán9 doloroso!… Dentro de varios lustros ¡algo
habría en el mundo que se llamara España!

Madrid, noviembre de 1897

Hacia otra España («Un suicidio»), intr. Javier Varela,


Madrid: Biblioteca Nueva, 1997, pp. 108–109.
EL 98 EN SUS TEXTOS

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PARA ENTENDER BIEN EL TEXTO


GLOSARIO
1. Deleznable: Despreciable, de poco valor. 2. Añejo: Que tiene mucho tiempo.
3. Yermo: Inhabitado, incultivado. 4. Estepa: Erial llano y muy extenso. 5. Aran-
cel: Tarifa oficial determinante de los derechos que se han de pagar en varios
servicios, como el de costas judiciales, aduanas, etc., o establecida para remune-
rar a ciertos profesionales. 6. Duro: Moneda de cinco pesetas (aproximadamente
0,03 €). 7. Huero: Vano, vacío y sin sustancia. 8. Terruño: Comarca o tierra, espe-
cialmente el país natal. 9. Sedán: Probablemente se refiera a la batalla, de 1870,
en que los ejércitos prusianos derrotaron a los franceses. A consecuencia de esta
derrota, el Imperio francés fue derrocado y se dio paso a la III República.

CUESTIONES

1. ¿ En qué mantiene puesta su ilusión España?


2. ¿ Cuáles son los problemas que aquejan al país?
3. ¿ Dónde ha de mirarse España? ¿ Quién obtiene en realidad el beneficio de lo
que aquí producimos?
4. ¿ Cómo son las clases dirigentes? ¿ Y el pueblo?
5. ¿ Qué desastre prevé Maeztu? ¿ Qué podría tener de positivo ese desastre ? Pero,
para que resultara positivo, ¿ qué debería hacerse?
6. ¿ Cómo ha sido la actitud de la metrópoli española con sus colonias?
7. A tenor de lo leído, ¿ qué rasgos de estilo de Maeztu o generales del 98 podría-
mos extraer del texto?

3
1. .
CRÍTICA
SOCIAL

ANTONIO MACHADO, JUAN DE MAIRENA

Los del 98

Estos jóvenes —Mairena aludía a los que hoy llamamos veteranos del 98— son,
acaso, la primera generación española que no sestea ya a la sombra de la iglesia.
Son españoles españolísimos, que despiertan más o menos malhumorados al grito
de: ¡sálvese quien pueda!
Y ellos se salvarán, porque no carecen de pies ligeros ni de plumas recias. Pero
vosotros tendréis que defender su obra del doble Index Librorum Prohibitorum 1 que
la espera: del eclesiástico, indefectible2 y… del otro. Del otro también, porque,
frente a los que sestean a la sombra de la iglesia están los que duermen al sol,
sin miedo a la congestión cerebral, los cuales llevan también el lápiz rojo en el
bolsillo.

La patria grande

La patria —decía Juan de Mairena—, es, en España, un sentimiento esencialmente


popular, del cual suelen jactarse3 los señoritos. En los trances más duros, los se-
ñoritos la invocan y la venden, el pueblo la compra con su sangre y no la mienta4
siquiera. Si algún día tuviereis que tomar parte en una lucha de clases, no vaciléis
en poneros del lado del pueblo, que es el lado de España, aunque las banderas
populares ostenten los lemas más abstractos. Si el pueblo canta la marsellesa5, la
canta en español; si algún día grita: ¡viva Rusia!, pensad que la Rusia de ese grito
del pueblo, si es en guerra civil, puede ser mucho más española que la España de
sus adversarios.

Juan de Mairena, prólogo de Alfonso Guerra,


Barcelona: Bibliotex, 2001, pp. 240–241.
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PARA ENTENDER BIEN EL TEXTO


GLOSARIO
1. Index Librorum Prohibitorum: En latín, Índice de libros prohibidos. 2. Indefectible:
Que no puede faltar o dejar de ser. 3. Jactarse: Dicho de una persona, alabarse ex-
cesiva y presuntuosamente, con fundamento o sin él y aun de acciones criminales
o vergonzosas. 4. Mentar: Nombrar o mencionar a alguien o algo. 5. La Marsellesa:
Himno nacional francés (EL D. R. A. E. señala que ha de escribirse con mayúscula
inicial).

CUESTIONES

1. ¿ Qué diferencia notable se aprecia entre los escritores que conforman el 98 y


los anteriores? ¿ A qué dos tipos de censura habrán de enfrentarse las obras
de estos autores?
2. ¿ Qué diferencias existen entre el modo de entender España entre las clases
populares y las altas? ¿ Cómo se puede relacionar este segundo texto con lo ya
visto en Unamuno?
1. . CRÍTICA SOCIAL: CRÍTICA A LAS CLASES

ACOMODADAS

PÍO BAROJA, LA BUSCA

Embebido en estos pensamientos oyó, al pasar por la calle de Alcalá, que le llama-
ban repetidas veces. Eran la Mellá y la Rabanitos, acurrucadas en un portal.
—¿Qué queréis? —las dijo.
—Na, hombre, hablarte. ¿Has heredado?
—No; ¿qué hacéis?
—Aquí filando1 —contestó la Mellá.
—¿Pues qué pasa?
—Que hay recogida, y ese morral2 de ispetor, a pesar de que le pagamos, nos
quie llevar a la delega3. ¡Acompáñanos!
Manuel las acompañó un rato; pero una y otra se fueron con unos señores y él
quedó solo. Volvió a la Puerta del Sol.
La noche le pareció interminable: dio vueltas y más vueltas; apagaron la luz
eléctrica, los tranvías cesaron de pasar, la plaza quedó a oscuras.
Entre la calle de la Montera y la de Alcalá iban y venían delante de un café, con
las ventanas iluminadas, mujeres de trajes claros y pañuelos de crespón, cantando,
parando a los noctámbulos: unos cuantos chulos, agazapados tras de los faroles,
las vigilaban y charlaban con ellas, dándoles órdenes…
Luego fueron desfilando busconas, chulos y celestinas. Todo el Madrid parási-
to, holgazán, alegre, abandonaba en aquellas horas las tabernas, los garitos, las ca-
sas de juego, las madrigueras y los refugios del vicio, y por en medio de la miseria
que palpitaba en las calles, pasaban los trasnochadores con el cigarro encendido,
hablando, riendo, bromeando con las busconas, indiferentes a las agonías de tanto
miserable desharrapado4, sin pan y sin techo, que se refugiaba temblando de frío
en los quicios de las puertas. [...]
Tardó mucho en aclarar el cielo; aún de noche se armaron puestos de café; los
cocheros y los golfos se acercaron a tomar su vaso o su copa. Se apagaron los
faroles de gas.
Danzaban las claridades de las linternas de los serenos5 en el suelo gris, alum-
brado vagamente por el pálido claror del alba, y las siluetas negras de los traperos
se detenían en los montones de basura, encorvándose para escarbar en ellos. To-
davía algún trasnochador pálido, con el cuello del gabán levantado, se deslizaba si-
niestro como un búho ante la luz, y mientras tanto comenzaban a pasar obreros…
El Madrid trabajador y honrado se preparaba para su ruda faena diaria.
Aquella transición del bullicio febril de la noche a la actividad serena y tranqui-
la de la mañana hizo pensar a Manuel largamente. Comprendía que eran las de los
noctámbulos y las de los trabajadores vidas paralelas que no llegaban ni un mo-
mento a encontrarse. Para los unos, el placer, el vicio, y la noche; para los otros,
el trabajo, la fatiga, el sol. Y pensaba también que él debía de ser de éstos, de los
que trabajan al sol, no de los que buscan el placer en la sombra.

La busca, prólogo de Julio Caro Baroja,


Madrid: Salvat, 1969, pp. 188–189.
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PARA ENTENDER BIEN EL TEXTO


GLOSARIO
1. Filar : Ver, mirar, observar (Diccionario de argot español). Ver, mirar (Gran dicciona-
rio del argot). 2. Morral: Hombre zote y grosero. 3. Delega: Ha de ser acortamiento
de «delegación (de policía)». 4. Desharrapado: Andrajoso, roto y lleno de harapos.
Desheredado, muy pobre. 5. Sereno: Encargado de rondar de noche por las calles
para velar por la seguridad del vecindario, de la propiedad, etc.

CUESTIONES

1. En el texto se aprecia, en el desfile impresionista de tipos que Baroja ofrece, la


crítica a cierto sector de la sociedad madrileña. ¿ Qué relación guarda ello con
el llamado «tema de España», tantas veces evocado por los escritores noven-
tayochistas?
2. A pesar de la huida por parte de los escritores del 98 del estilo fuertemente car-
gado de figuras retóricas, algunas figuras de repetición y de omisión se hacen
patentes en este fragmento de La busca. Realícese un análisis de la retórica de
las dos últimas oraciones.
3. Señálense algunos rasgos coloquiales en el diálogo.
4. ¿ Cómo son las descripciones que aparecen en el fragmento?
5. El narrador no muestra de modo imparcial y objetivo la realidad, sino que toma
partido por determinado sector social: ¿ por cuál? ¿ En qué te basas para afir-
marlo? ( Conviene en este punto fijarse especialmente en los adjetivos con que
retrata a cada grupo social).
2 . LOS PAISAJES NACIONALES: EL PAISAJE INTERIOR

AZORÍN, LA RUTA DE DON QUIJOTE

En Ruidera1, después de veintiocho horas de carro, he descansado un momento;


luego, venida la mañana, aún velado el cielo por los celajes2 de la aurora, hemos
salido para la cueva de Montesinos. Cervantes dice que de la aldea hasta la cueva
median dos leguas3; ésta es la cifra exacta. Y cuando se sale del poblado, por una
callejuela empinada, tortuosa, de casas bajas, cubiertas de carrizo4, cuando ya en
lo alto de los lomazos hemos dejado atrás la aldea, ante nosotros se ofrece un
panorama nuevo, insólito, desconocido, en esta tierra clásica de las llanadas; pero
no menos abrumador, no menos uniforme que la campiña rasa. No es ya la llanura
pelada; no son los surcos paralelos, interminables, simétricos; no son las lejanías
inmensas que acaban con la pincelada azul de una montaña. Es, sí, un paisaje de
lomas, de ondulaciones amplias, de oteros, de recuestos, de barrancos hondos,
rojizos, y de cañadas que se alejan entre vertientes con amplios culebreos. El cielo
es luminoso, radiante; el aire es transparente, diáfano; la tierra es de un color gri-
sáceo, negruzco. Y sobre las colinas sombrías, hoscas, los romeros, los tomillos,
los lentiscos5 extienden su vegetación acerada, enhiesta; los chaparrales se dilatan
en difusas manchas; y las carrascas6, con sus troncos duros, rígidos, elevan sus
copas cenicientas.
Llevamos ya una hora caminando a lomos de rocines infames; las colinas,
los oteros y los recuestos se suceden unos a otros, siempre iguales, siempre los
mismos, en un suave oleaje infinito; reina un denso silencio; allá a lo lejos, entre
la fronda7 terrena y negra, brillan, refulgen, irradian las paredes nítidas de una
casa; un águila se mece sobre nosotros blandamente; se oye, de tarde en tarde, el
abaniqueo súbito y ruidoso de una perdiz que salta. Y la senda, la borrosa sen-
da que nosotros seguimos, desaparece, aparece, torna a esfumarse. Y nosotros
marchamos lentamente, parándonos, tornando a caminar buscando el escondido
caminejo perdido entre lentiscos, chaparros8 y atochares9.
—Estas sendas —me dice el guía— son sendas perdiceras, y hay que sacarlas
por conjetura.
Otro largo rato ha transcurrido. El paisaje se hace más amplio, se dilata, se
pierde en una sucesión inacabable de altibajos plomizos. Hay en esta campiña
bravía, salvaje, nunca rota, una fuerza, una hosquedad, una dureza, una autoridad
indómita que nos hace pensar en los conquistadores, en los guerreros, en los
místicos, en las almas, en fin, solitarias y alucinadas, tremendas, de los tiempos
lejanos. Ya, a nuestra derecha, la tierra cede de pronto y desciende en una rápida
vertiente; nos encontramos en el fondo de una cañada. Y yo os digo que estas
cañadas silenciosas, desiertas, que encontramos tras largo caminar, tienen un en-
canto inefable10. Tal vez su fondo es arenoso; las laderas que lo forman aparecen
rojizas, rasgadas por las lluvias; un allozo11 solitario crece en una ladera; se respira
en toda ella un silencio sedante, profundo. Y si mana en un recodo, entre junca-
les, una fuentecica, sus aguas tienen un son dulce, susurrante, cariñoso, y en sus
cristales transparentes se espeja acaso durante un momento una nube blanca que
cruza lenta por el espacio inmenso. Nosotros hemos encontrado en lo hondo de
EL 98 EN SUS TEXTOS

este barranco un nacimiento tal como éstos; largo rato hemos contemplado sus
aguas; después, con un vago pesar, hemos escalado la vertiente de la cañada y
hemos vuelto a empapar nuestros ojos con la austeridad ancha del paisaje ya vis-
to. Y caminábamos, caminábamos, caminábamos. Nuestras cabalgaduras tuercen,
tornan a torcer, a la derecha, a la izquierda, entre cimas, entre chaparros, sobre
lomas negras. Suenan las esquilas12 de un ganado; aparecen diseminadas acá y allá
las cabras negras, rojas, blancas, que nos miran un instante atónitas, curiosas, con
sus ojos brillantes.
La ruta de don Quijote, ed. José M.ª Martínez Cachero,
Madrid: Cátedra, 1995, pp. 126–128.

T R A B A J O E N C L ASE

PARA ENTENDER BIEN EL TEXTO


GLOSARIO
1. Ruidera: Población ciudadrealeña famosa por las lagunas del mismo nombre.
2. Celaje: Aspecto que presenta el cielo cuando hay nubes tenues y de varios mati-
ces. 3. Legua: Medida itineraria que en el antiguo sistema español equivale a 5572,7
m. 4. Carrizo: Planta gramínea, indígena de España. 5. Lentisco: Mata o arbusto
siempre verde, con tallos leñosos de dos a tres metros. 6. Carrasca: Encina, ge-
neralmente pequeña, o mata de ella. 7. Fronda: Conjunto de hojas o de ramas que
forman una espesura. 8. Chaparro: Mata de encina o roble, de muchas ramas y poca
altura. 9. Atochar: Atochal, espartizal, campo donde se cría esparto. 10. Inefable:
Que no se puede explicar con palabras. 11. Allozo: Almendro, especialmente el
silvestre. 12. Esquila: Cencerro pequeño, en forma de campana.

CUESTIONES

1. ¿ Cuál de las que podríamos llamar «constantes» del 98 vemos en este texto de
Azorín?
2. Azorín hace uso especial del presente de indicativo: ¿ qué sensación transmite
el empleo de ese tiempo verbal? A ello también ayuda el uso de la estructuras
impersonales ( se sale, se oye, se respira…).
3. ¿ Qué rasgos de estilo propios de este autor se aprecian en el fragmento, aparte
los vistos en la cuestión anterior?
4. El paisaje «natural» suele ir unido al paisaje «humano». Así, ¿ cómo han de ser
las gentes de estas tierras manchegas que aquí nos presenta Azorín?
5. En su rechazo de la literatura realista, Martínez Ruiz tiende a abandonar algunas
de las constantes de la narrativa de aquellos autores y se centra en cuestiones
más «novedosas». ¿ Qué tiene de innovador, frente a la novela realista, el he-
cho de centrarse en el paisaje del campo? ¿ Y el narrador, en qué difiere del
realista?
3. LA HISTORIA DE ESPAÑA: CRÍTICA

VA LLE- INCLÁN, LA CORTE DE LOS MILAGROS


(AIRES NACIONALES)

I. El reinado isabelino fue un albur1 de espadas: Espadas de sargentos y espadas


de generales. Bazas2 fulleras3 de sotas y ases.
II. El general Prim caracoleaba su caballo de naipes en todos los baratillos4 de es-
tampas litográficas: Teatral Santiago Matamoros5, atropella infieles tremolando6
la jaleada enseña de los Castillejos7:
—¡Soldados, viva la Reina!
III. Los héroes marciales de la revolución española no mudaron de grito hasta los
últimos amenes. Sus laureadas calvas se fruncían de perplejidades con los tropos8
de la oratoria demagógica. Aquellos mílites9 gloriosos alumbraban en secreto una
devota candelilla por la Señora10. Ante la retórica de los motines populares, los
espadones de la ronca11 revolucionaria nunca excusaron sus filos para acuchillar
descamisados. El Ejército Español jamás ha malogrado ocasión de mostrarse he-
roico con la turba12 descalza y pelona que corre tras la charanga.
IV. —¡Pegar fuerte!
La rufa13 consigna bajaba de las alturas hasta la soldadesca, que relinchaba de gus-
to porque la orden nunca venía sin el regalo del rancho con chorizo, cafelito, copa
y tagarnina14. Los edictos militares, con sus bravatas cherinolas15 proclamadas al
son de redoblados tambores, hacían malparir a las viejas. El palo, numen16 de ge-
nerales y sargentos, simbolizaba la más oportuna política en las cámaras reales. La
Señora, encendida de erisipelas17, se inflaba con bucheo de paloma:
—¡Pegar fuerte, a ver si se enmiendan!
V. ¡No se enmendaban! Ante aquella pertinaz relajación, la gente nea18 se santigua
con susto y aspaviento. Las doctas calvas del moderantismo enrojecen. Los ban-
queros sacan el oro de sus cajas fuertes para situarlo en la pérfida Albión19. La tea
revolucionaria atorbellina sus resplandores sobre la católica España. Las utopías
socialistas y la pestilencia masónica amenazan convertirla en una roja hoguera.
El bandolerismo andaluz llama a sus desafueros rebaja de caudales. El labriego
galaico, pleiteante de mala fe, rehúsa el pago de las rentas forales. Astures y viz-
caínos de las minas promueven utópicas rebeldías por aumentar sus salarios. El
huertano levantino, hombre de rencores, dispara su trabuco en las encrucijadas,
bajo el vuelo crepuscular de los murciélagos. El pueblo vive fuera de la ley desde
los olivares andaluces a las cántabras pomaradas, desde los toronjiles20 levantinos
a los miñotos21 castañares. Falsos apóstoles predican en el campo y en los talleres
el credo comunista, y las gacetas del moderantismo claman por ejemplares rigores.
Entre tricornios y fusiles, por las soleadas carreteras, cuerdas de galeotes proleta-
rios caminan a los presidios de África.

Valle-Inclán, El ruedo ibérico I, La corte de los milagros,


ed. J.M. G.ª de la Torre, Madrid: Espasa-Calpe, 1990, pp. 51–52.

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T R A B A J O E N C L A S E

PARA ENTENDER BIEN EL TEXTO


GLOSARIO
1. Albur: Azar, suerte. 2. Baza: Número de cartas que en ciertos juegos de naipes
recoge quien gana la mano. 3. Fullero: El que hace trampa y engaños en el juego. 4.
Baratillo: Tienda en que se venden cosas de poco precio. 5. Santiago Matamoros: Es
el propio apóstol Santiago convertido en un símbolo de la lucha contra los musul-
manes. 6. Tremolar: Enarbolar los pendones, las banderas o los estandartes. 7. Los
Castillejos: Se refiere a un episodio bélico ocurrido en 1860, cerca de Ceuta, entre
España y Marruecos, a resultas del cual al general Prim se le concedió el título de
Marqués de los Castillejos. Si bien Prim fue uno de los militares que encabezaron
la revolución que acabó con el reinado de Isabel II y fue contrario a su monarquía,
Valle recuerda que sus tropas eran arengadas en la batalla africana con el grito
de: ¡Viva la Reina! 8. Tropo: Empleo de las palabras en sentido distinto del que
propiamente les corresponde, pero que tiene con este alguna conexión, corres-
pondencia o semejanza. 9. Mílite: Soldado. 10. La Señora: Isabel II. 11. Ronca: Trepe,
reprimenda, bronca. 12. Turba: Muchedumbre de gente confusa y desordenada. 13.
Rufo: Muy orgulloso, satisfecho y contento. 14. Tagarnina: Cigarro puro muy malo.
15. Bravatas cherinolas: Aquí, pendencias o discusiones arrogantes y descaradas.
16. Numen: Inspiración, especialmente la del artista o escritor. 17. Erisipela: Infla-
mación microbiana de la dermis, caracterizada por el color rojo y comúnmente
acompañada de fiebre. 18. Neo: Neocatólico, seguidor de la doctrina políticoreli-
giosa que aspira a restablecer en todo su rigor las tradiciones católicas en la vida
social y en el gobierno del Estado. 19. Pérfida Albión: Se refiere a Gran Bretaña. 20.
Toronjiles: Aquí, valencianismo por ‘naranjal’. 21. Miñoto: Del Miño.

CUESTIONES

1. Los cuadros presentados están cargados de metáforas: inténtese explicar las de


los dos primeros.
2. ¿ Qué crítica al estamento militar realiza Valle en este inicio de La corte de los
Milagros ? ¿ Cómo se ha relacionado el ejército español con el pueblo históri-
camente?
3. Dentro de la trayectoria literaria de Valle-Inclán, el esperpento supone la cima
de la misma. Una de las técnicas usuales para ridiculizar o deformar a los per-
sonajes es la animalización, de la que hace uso aquí en el cuadro IV: ¿ dónde?,
¿ a quién deforma?
4. En este inicio de la obra se nos ofrece una visión general del pueblo de toda
España, caracterizado el de cada zona con unas brevísimas pinceladas impre-
sionistas. ¿ Qué idea extraemos de ese sector social leída la presentación del
narrador?
5. Aparte lo ya mencionado, señálese algún otro elemento que permita definir el
estilo de Valle-Inclán en esta época ( a partir de 1920 ).

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3 . LA HISTORIA DE ESPAÑA: INTRAHISTORIA

MIGUEL DE UNAMUNO, EN TORNO AL CASTICIS MO

España está por descubrir, y sólo la descubrirán españoles europeizados. Se ig-


nora el paisaje, y el paisanaje y la vida toda de nuestro pueblo. Se ignora hasta la
existencia de una literatura plebeya, y nadie para su atención en las coplas de los
ciegos1, en los pliegos de cordel2 y en los novelones de a cuartillo de real3 la en-
trega, que sirven de pasto aun a los que no saben leer y los oyen. […]
En esa muchedumbre que no ha oído hablar de nuestros literatos de cartel hay una
vida difusa y rica, un alma inconciente4 en ese pueblo zafio al que se desprecia
sin conocerle.
Cuando se afir ma que en el espíritu colectivo de un pueblo, en el Volkgeist 5 , hay
algo más que la suma de los caracteres comunes a los espíritus individuales que lo
integran, lo que se afirma es que viven en él de un modo o de otro los caracteres
todos de todos sus componentes; se afirma la existencia de un nimbo6 colectivo, de
una hondura del alma común en que viven y obran todos los sentimientos, deseos
y aspiraciones que no concuerdan en forma definida, pero no hay pensamiento
alguno individual que no repercuta en todos los demás, aun en sus contrarios, que
hay una verdadera subconciencia popular. […]
Cuando un hombre se encierra en sí resistiendo cuanto puede al ambiente y
empieza a vivir de sus recuerdos, de su historia, a hurgarse en exámenes introspec-
tivos la conciencia, acaba ésta por hipertrofiarse sobre el fondo subconciente. […]
Y así sucede a los pueblos que en sus encerronas y aislamientos hipertrofian en su
espíritu colectivo la conciencia histórica a expensas de la vida difusa intrahistórica,
que languidece por falta de ventilación; el pensamiento nacional, trabajando hacia
sí, acalla el rumor inarticulado de la vida que bajo él se extiende. Hay pueblos que
en puro7 mirarse al ombligo nacional, caen en sueño hipnótico y contemplan la nada.
Me siento impotente para expresar cual quisiera esta idea que flota en mi men-
te sin contornos definidos, renuncio a amontonar metáforas para llevar al espíritu
del lector este concepto de que la vida honda y difusa de la intrahistoria de un
pueblo se marchita cuando las clases históricas lo encierran en sí, y se vigoriza
para rejuvenecer, revivir y refrescar al pueblo todo al contacto del ambiente exte-
rior. Quisiera sugerir con toda fuerza al lector la idea de que el despertar de la vida
de la muchedumbre difusa y de las regiones tiene que ir de par y enlazado con el
abrir de par en par las ventanas al campo europeo para que se oree8 la patria. Te-
nemos que europeizarnos y chapuzarnos en pueblo. El pueblo, el hondo pueblo, el
que vive bajo la historia, es la masa común a todas las castas, es su materia proto-
plasmática9; lo diferenciante y excluyente son las clases e instituciones históricas.
Y éstas sólo se remozan10 zambulléndose en aquél.

En torno al casticismo («Sobre el marasmo actual de España»),


intr. Jon Juaristi, Madrid: Biblioteca Nueva, 1996, pp. 166–168.

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EL 98 EN SUS TEXTOS

T R A B A J O E N C L A S E

PARA ENTENDER BIEN EL TEXTO


GLOSARIO
1. Coplas de ciego: Tipo de literatura de corte popular transmitida oralmente (en oca-
siones también se vendían impresas en pliegos) por ciegos, que se ganaban así el
sustento. 2. Pliegos de cordel: Obras populares, como romances, novelas cortas, co-
medias, vidas de santos, etc., que se imprimían en pliegos sueltos y para venderlos
se solían colgar de unos bramantes puestos horizontalmente en los portales, tien-
das y mercados. 3. Real: Moneda de escaso valor. Un «cuartillo de real» equivaldría
a 1/16 de peseta. 4. Inconciente: «Conciencia» y derivados, escritos así por Unamuno.
5. Volkgeist: Tér mino alemán, propio de la ter minología de Hegel. Su significado
aproximado es «espíritu del pueblo», «genio popular». 6. Nimbo: Ninguna de las
acepciones de este término encontradas en diccionarios se ajusta a lo que parece
querer decir Unamuno, algo así como un «espacio ideal en que reside el espíritu
del pueblo». 7. En puro: Más común «a puro» o «de puro», locuciones adverbiales
que significan «a fuerza de». 8. Orear : Dar [el aire] en algo para que se seque o
se le quite la humedad o el olor que ha contraído. 9. Protoplasmático: Relativo al
protoplasma o citoplasma, región celular situada entre la membrana plasmática y
el núcleo, con los órganos celulares que contiene. 10. Remozar: Dar o comunicar
un aspecto más lozano, nuevo o moderno a alguien o algo.

CUESTIONES

1. ¿ Qué idea intenta transmitir Unamuno? Conéctala con las cuestiones generales
del 98. ¿ Qué otras ideas noventayochistas se ven en el texto?
2. ¿ Qué es lo que los españoles aún tienen que descubrir de España?
3. Explica el concepto de intrahistoria.
4. ¿ Qué acarrea el no fijarse en lo intrahistórico y centrarse exclusivamente en lo
histórico?
5. ¿ Cómo, según el autor, se conseguirá una auténtica europeización de las clases
dominantes?
6. ¿ Qué género sirve a Unamuno de modelo para expresar sus ideas? ¿ Qué carac-
terísticas de éste se aprecian en el fragmento?

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4 . AGNOSTICISMO RELIGIOSO, ESCEPTICISMO

PÍO BAROJA, LA SOMBRA

Porque el que se ensalzare será humillado, y el que se


humillare será ensalzado ( San Mateo, v. XII, c. XIII)

Había salido del hospital el día de Corpus Christi, y volvía, envejecida y macilen-
ta1, pero ya curada, a casa de su ama, a seguir nuevamente su vida miserable, su
vida miserable de prostituta. En su rostro, todas las miserias; en su corazón, todas
la ignominias2.
Ni una idea cruzaba su cerebro; tenía solamente un deseo de acabar, de des-
cansar para siempre sus huesos enfermos. Quizá hubiera preferido morir en aquel
hospital inmundo, en donde se concrecionaban los detritus3 del vicio, que volver
a la vida.
Llevaba en la mano un fardelillo4 con sus pobres ropas, unos cuantos harapos
para adornarse. Sus ojos, acostumbrados a la semioscuridad, estaban turbados por
la luz del día.
El sol amargo brillaba inexorable5 en el cielo azul.
De pronto, la mujer se encontró rodeada de gente, y se detuvo a ver la proce-
sión que pasaba por la calle. ¡Hacía tanto tiempo que no la había visto! ¡Allá en el
pueblo, cuando era joven y tenía alegría y no era despreciada! ¡Pero aquello estaba
tan lejos!…
Veía la procesión que pasaba por la calle, cuando un hombre, a quien no mo-
lestaba, la insultó y le dio un codazo; otros, que estaban cerca, la llenaron también
de improperios6 y de burlas.
Ella trató de buscar, para responder a los insultos, su antigua sonrisa, y no
pudo más que crispar sus labios con una dolorosa mueca, y echó a andar con la
cabeza baja y los ojos llenos de lágrimas.
En su rostro, todas las miserias; en su corazón, todas las ignominias.
Y el sol amargo brillaba inexorablemente en el cielo azul.
En la procesión, bajo el sol brillante, lanzaban destellos los mantos de las vír-
genes bordados en oro, las cruces de plata, las piedras preciosas de los estandartes
de terciopelo. Y luego venían los sacerdotes con sus casullas7, los magnates, los
guerreros de uniforme brillante, todos los grandes de la tierra, y venían andando
al compás de una música majestuosa, rodeados y vigilados por bayonetas, espadas
y sables.
Y la mujer trataba de huir; los chicos la seguían, gritando, acosándola, y trope-
zaba y sentía desmayarse; y, herida y destrozada por todos, seguía andando con la
cabeza baja y los ojos llenos de lágrimas.
En su rostro, todas las miserias; en su corazón, todas las ignominias.
De repente, la mujer sintió en su alma una dulzura infinita, y se volvió y quedó
deslumbrada, y vio luego una sombra banca y majestuosa que la seguía y que lle-
vaba fuera del pecho el corazón herido y traspasado por espinas.
EL 98 EN SUS TEXTOS

Y la sombra blanca y majestuosa, con la mirada brillante y la sonrisa llena de


ironía, contempló a los sacerdotes, a los guerreros, a los magnates, a todos los
grandes de la tierra, y, desviando de ellos la vista, y acercándose a la mujer triste,
la besó, con un beso purísimo, en la frente.

Cuentos («La sombra»), Madrid, Alianza, 1991, págs. 57–59.

T R A B A J O E N C L A S E

PARA ENTENDER BIEN EL TEXTO


GLOSARIO
1. Macilento: Flaco y descolorido. 2. Ignominia: Afrenta pública. 3. Detritus: Resulta-
do de la descomposición de una masa sólida en partículas. U. m. en geología y en
medicina. 4. Fardelillo: Diminutivo de «fardo»: Lío grande de ropa u otra cosa, muy
apretado, para poder llevarlo de una parte a otra. 5. Inexorable: Que no se puede
evitar. 6. Improperio: Injuria grave de palabra, y especialmente la que se emplea
para echar a alguien en cara algo. 7. Casulla: Vestidura que se pone el sacerdote
sobre las demás para celebrar la misa, consistente en una pieza alargada, con una
abertura en el centro para pasar la cabeza.

CUESTIONES

1. ¿ Qué aspectos temáticos propios del 98 aparecen en este cuento?


2. El contraste entre las descripciones de la mujer y de la procesión es evidente.
¿ Qué reflexiones intenta que hagamos el autor?
3. Al final del relato, la sombra elige del lado de quién se pone, al igual que en el
texto de La busca Manuel tomaba partido por un sector social. ¿ Qué mensaje
nos envía con ello Baroja?
4. ¿ Qué efecto intenta alcanzar el autor con la repetición, a modo de estribillo, de
un par de frases a lo largo del texto?
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