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CnpÍrulo 1I

EL SIGLO XIX
oolos
Como bien expresa un autor, que vivimos en la segunda mitad del siglo XX somos hijos y
herederos del XIX"I. Por ello rescatar su historia es esencial para comprender nuestro presente y
justifica un mayor espacio.

La Restauración. El Congreso de Viena y la Santa Alianza

Después dela"caida" de Napoleón los representantes de [a "vieja Eutopa" -pre-napoleónica-


se reunieron en 1815 en Viena -en un Congreso-, donde, en un ambiente festivo, lograron restaurar
el principio legitimista pre-revolucionario -luego contrarrevolucionario- que justificaba el retorno
(restauración) de las antiguas dinastías al trono de las naciones europeas. Los verdaderos artífices de
esta obra maestra de la diplomacia -conocida como tratado dela Santa Alianza' fueron el canciller
imperial Metternich-emblema del conservadorismo2- y el "reincidente" ministro francés Tayllerand.
Además de las diferentes restauraciones monárquicas y territoriales,3los firmantes -el emperador
católico de Austria (Habsburgo), el monarca protestante de Prusia (Hohenzollern) y el zar ortodoxo
de Rusia (Romanov)- se comprometieron a apoyarse mutuamente -aun con ejércitos- contra los dis-
tintos movimientos revolucionariosa.
En una última instancia se trataba de contener el "flujo revolucionario" cuyo "impacto en la
mentalidad europea fue tal que durante un siglo los hombres hablarían de la Revolución..."s; y, con-
vertida en un mito "paradisíaco", algunos intentarían, en varias oporlunidades, repetirla. Sin embar-
go, "todos parecen reflejar esa conciencia desgarradora que se apoderó de tantos europeos, tras el
huracán de las gueras napoleónicas en el sentido de que el viejo orden no se podía recuperar-ya, y de
que los hombrÁ se haltaban a la deriva en el plano moral, económico, social e intelectual"6.
o'las
Entretanto los políticos -más pragmáticos- intentaron restaurar "los valores" y estructu-
ras" tradicionales. El citado canciller Mettemich adverlía que "los gobiernos, al haber perdido su

I Hcer, Friedri ch, ELtropct ntodre de las revoluciones, Madrid, Alianza, 1 980, t. I, p. 9'
2 Su forzado retiro con la revolución dc 1848 marcó "el final de una eta".
Congreso de Viena merece señalarse la desapari-
3 Entrc las múrltiples rnodificaciones tenitoriales que produjo el

ción de cantidad dc "ciudades-estados" y "principados episcopales" -fundarnentalmente germánicos y luteranizados-


considerados supervivencias del Imperio Romano- No olvidemos que el emperador Francisco I había abdicado como
empcrador romano en 1806.
a Un ejemplo de su aplicación, como consecuencia del tratado de Verona, fue la expedición de "los diez mil hijos

de San Luis" enviados a España para reponer en el trono a Fernando VII Borbón'
5
Robcrts, John, "La política y la sociedad desde 1789 hasta 1851", en: Briggs, Asa, Ia.r conlradicciones del pro-
greso. Historia de las civilizaciones, "El siglo XIX", Madrid, Alianza-Labor, 1989, t.X,p' 62'
6Manrtel,Frank,Manuel,Fritzie. El pensamienfoutópícoenelmundooccidental,Madrid,Taurus, 1984,t III,
p. 78
278 FLORENCIO HUBEÑÁK

equilibrio, están asustados, intimidados y sumidos en confusión por los gritos de las clases interme-
dias de la sociedad, que, colocadas entre los reyes y sus súbditos, rompen el cetro de los monarcas y
usulpan la voz del pueblo"T y el inglés Burke -autor de un sugestivo ensayo crítico de Reflexionis
sobre la Revolución Francesa- consideraba -ante las consecuencias de la profunda ruptura produci-
da- que "lo mejor sería olvidar de una vezpata siempre la enciclopedia y todo el conjunto de los
economistas, y volver a aquellas antiguas reglas y principios que hicieron antaño grandes a los prín-
cipes y felices a las naciones"S.
El principio de legitimidad monárquica permitió, también, el regreso de buena parte de la no_
blezapre-revolucionariae, cadavezmás alejada de las "ideas liberales" que habían áeslumbrado a
muchos de sus antepasados en el siglo anterior. Obviamente la restauración del Trono implicó, asi_
mismo, un fortalecimiento del Altar, más allá de la supervivencia del principio iluminista de secula_
úzaciín de la autoridad política, ajena a los fines -o intereses- eclesiásticos y por ende opositora a
los privilegios de los episcopados locales.
El sistema resultante de una "nueva-vieja" Europa -conocida como ,,el concierto de las nacio-
nes"- terminó por asegurar medio siglo de tranquilidad al Viejo Mundo, mientras Inglaterra, alejada
del continente, se ocupaba de su proplg engrandecimiento económico-institucional, según el recono-
cido postulado de su política exteriorlo.
Aunque Inglaterra se fue diferenciando del "concierto", seguía deslumbrando a los intelectuales
europeos por el éxito de su "modelo político" (parlamentarista o constitucionalista)11, basado en el for_
talecimiento de los parlidos políticos surgidos de los clubs y logrado sin el dertamamiento de sangre de
la Revolución francesa. Y "después de 1815, estaría muy generalizadala opinión, sumamente bénefi_
ciosa para el liberalismo continental de que lavoz de Inglaterra debería oírse en los asuntos europeos,,r2.
Cualquier observador contemporáneo comenzaba a percibir como lentamente la elite _y la so-
ciedad- europea se dividían en dos bandos: los defensores de ,,los principios liberales revoluciona_
rios" anglo-franceses y aquellos que -asustados por los resultados de la Revolución, más que por sus
intereses- reafirmaban "la tradición conservadora" de o'taíz católica,,; los contra-revolucionariosl3 .

7 Memorias del Príncipe Metternich. III, p. 468. Cit. Hobsbawm, Eric. Las reyoluciones burguesas, Madrid,
Guadarrama, 1964, p. 143. El pensador Paul Valery reflexionaba que ..las revoluciones hacen en dos díás la obra de dos
meses, después deshacen en dos años la obra de dos siglos" (cit. Cabodevilla, José M., Feria de utopías,Madrid, B.A.C.,
1974, p. 165.
8
Cit. Hobsbawm, E. op. cir.,p.295.
e^De ella se dijo irónicamente
en Francia: "Los Borbones volvieron sin haber aprendido ni olvidado nada,,.
l0 Fue el ministro lord
Palmerston quien expresó pragmáticamente: ..No tenemos amigos perpetuos; tampoco ene-
migos perpefuos; los que son perpetuos son nuestros intereses',.
tr "La palabra constitución era un anglicismo, introducido
en la lengua francesa durante el siglo XVIII. Tener una
'constitución' sería la exigencia primordial de los liberales de principios del siglo XIX. por constitución entendían
unos
derechos personales determinados, jurídicamente garantizados contra la intromisión del poder. A principios de la última
década del siglo XVIII, las ventajas del constifucionalismo, como protección contra el despotismo sin límites, eran palpa_
bles incluso para los conseryadores. Después, la constitución que se citaria como modelo y se exigiría con más frecuen_
cia, sería la promulgada enCádiz en 1812" (Roberts, J., op. cit. p. 98).
12
Idem, p. 106.
13
Sus teóricos más importantes fueron pensadores franceses como De Bonald, De Maistre o Chateubriand. Funda_
mentalmente sostenían que "hay que renunciar al espíritu del siglo XVIII y, sobre todo, no se debe pactar con la nueva ,cien_
cia'. . . ampliando la validez de los dogmas católicos más allá del ámbito de la teología, juzgándolos verdades sociales nece_
sarias, 'leyes universales' del mundo" portz, Joseph, Iistoria de la lglesia en la perspectiva de la historia del pensamiento,
Madrid,Cristiandad,1982,t.1I,p.400)."Loscontrarrevolucionarios,porsuparte,condenaronalaRevoluciónprecisamen_
te por haber destruido el antiquísimo y equilibrado sistema europeo, puesto que su imperialismo ideológico había denegado
hasta convertirse en una ambición de poder no limitada por el temor o el respeto a los valores e instituciones tradicionales. . .
Ante esto, los católicos buscaban refugio en la Iglesia. El papa medieval era,paraellos, el árbitro divino entre las naciones;
lalglesia, lasancióntangibleeinstitucionalizadadelaverdadylajusticia,,(Talmon, l.L.Mesianismopolítico.Laetapa
romántica, México, Fuentes Impresores, 1969, p.206). "Grabada por la Revolución en sus mentes la lección del desastre
que anonada toda sociedad que rompe sus amarras, los contrarrevolucionarios ultra-montanos buscaron con desesperación
un ancla. La religión y la tradición, su propia situación histórica de privilegio apoyado en la ley, habían de crear en ellos una
veneración a priori, casi instintiva, por la continuidad histórica. La Revolución francesa, o simplemente la Revolución en
general, no encontraba un lugar adecuado en el esquema histórico nipodía ser asimilada por él como una parte del mismo.
La Revolución parecía oponerse a toda la historia y al orden natural de las cosas', (Idem, p. 28 l).
HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 279

La revolucién industrialla
Aunque la "revolución industrial" se debió fundamentalmente a la inventiva de algunos hom-
bres prácticos incentivados por las necesidades de la realidad económica post-napoleónica y la difu-
sión de las "nuevas ideas" en Inglaterra, el "c[ima" de cambios tuvo su correlato en la teoría.
Ya en el contexto del siglo de las luces el pensador escocés Adam Smith había publicado una
hwestigación sobre la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones (I776) donde afirmaba
que para lograr el enriquecimiento de Inglaterra-su objetivo- el mejor camino era el enriquecimien-
to de cada uno de sus habitantes. También -completando las ideas del fisiócrata Quesnay- sostuvo
la "ley del mercado", basada en una'omano invisible" que regula la oferta y la demanda, mecanismo
en que no debía interferir el "gobierno". Con él nació la economía como disciplina científica y el
liberalismo económico ("economía clásica inglesa").
Sus continuadores -de la llamada escuela manchesteriana- defendieron la promulgación de una
legislación liberal en el plano económico, elaborando una teoría del ya embrionariamente existente
capitalismo. Entre ellos no podemos omitir a David Ricardo, quien en xts Principios de economía
política y tributación enunció la "ley de bronce de los salarios", afirmando que en el libre juego de la
oferta y la demanda los salarios tienden abajar y el número de obreros aumenta (ver documento 1).
A su vez, Thomas Malthus editó un Ensayo sobre el principio de la población afirmartdo que mien-
tras la cantidad de población crece en progresión geométrica, el número de subsistencias lo hace solo
en progresión aritmética (ver documento 2). Casi contemporáneamente, Jeremy Bentham, en st Prin-
cipios d.e moral y legislación planteó una concepción utilitarista, según la cual la finalidad del hom-
bre es buscar su felicidad y ésta se obtiene por un máximo de placer y un mínimo de dolor (ver docu-
mento 3),alavezque defendía el "sagrado egoísmo". "El conjunto de estas ideas ricardo-malthusianas
constituyó un cuerpo de doctrina que había de inspirar más aún que el verdadero smithianismo du-
rante va-rias décadás, la economía clásica inglesa"l5. Éstas fueron brillantemente resumidas por el
joven John Stuart Mill, quien en Principios de economía política las sintetiza en siete leyes.16 "Con
éstas quedaban consagrados los principios de la economía liberal como leyes necesarias de la Natu-
raleza. Para muchos eran conquistas dehnitivas de la nueva ciencia de la Economia, y en ella cifra-
ban las esperanzas de su porvenir. Estos eran, naturalmente los ricos. Los pobres veían en ellas la
justificación y consagración de su estado de miseria y de ruina..." 17.
Pero las primeras medidas económicas, como era lógico -aún más allá de la influencia
fisiocrática- se aplicaron en el campo. Conocidas como la "revolución agticola" se caracterizaron
por el cercamiento (.enclosures) de las propiedades terratenientes que consolidaron la propiedad pri-
vada, facilitando la acumulación de capitales, luego invertibles en la naciente industria.
Casi paralelamente los productores comenzaron a ensayar innovaciones prácticas para lograr
un mejor rendimiento. El primer ejemplo tradicionalmente citado fue una máquina a vapor, debida a
la habilidad casi paralela de Richard Arkwrigh.t y de James Wau (1163). "La máquina de vapor era
un milagro (ver documen.to 4). La más pequeña (un caballo) hacía sola el trabajo de20 a25 hombres,
y esto sin fatiga"ls. Con ella "había nacido la posibilidad de producir en serie indefinida, merced a

I4 "Una visión idealizada dcl orden medicval y de 1a sociedad estamental moderna, dc raíz romántica, que carga
todos los males de la sociedad obrera sobre la Revolución Industrial, oponiéndola a la 'Edad Dorada' anterior, ha podido
desdibujar una reali<lad bien conocida, y es que las periódicas crisis de subsistencias (que colocaban a buena parte de la
población por debajo de los mínimos de supervivencia, llegando a producir hambres generalizadas) no desaparecerían
precisamcnte hasta el siglo XVIII en las naciones que, como Inglaterra, iniciaron entonces su Revolución Industrial, y
hasta mrry entrado el siglo XIX en países letrasados cn su desarrollo..." (Olábarri Gotfázar, Ignacio, "Las condiciones de
r,ida. Los conflictos socioecoltómioos y stls respuestas", en: De Diego, Emilio y ofros,Historia del ntundo contemporá'
neo, Maclrirl, Actas, 1994, p. 182); ".. . el negrísimo cuadro qtte pintaron al hablar de la condición obrera dibujó la figura
de los proletarios para mucho ticmpo; como mínimo, para dos generaciones" (Robert, Vincent, "El obrero"; en: Frevert-
Hatrpt, E/ hombre tlel siglo XIX, p.25).
r5 Gonnard, R., I{istoria de las cloctrinas económicas, Madrid, Aguilar, i968, p. 321.
l6 Del interés personal, de la libre cornpetencia, de la población, de la oferta y la demanda, del salario, de la renta
y del cambio internacional (Cfr. Valverde, Carlos, Los orígenes del matxismo, Madrid, B.A.C., 1914, p. 20113).
l7 Valverde, C., idem, p. 203.
r8 Valverde, Carlos, Génesis, esfructuray crisis de la lt'Íoclernidad. Madrid, B.A.C., 1996, p. 318.
280 FLoRENCToHUBEñÁK

una energía inagotable y barata"te, que reemplazaba favorablemente a la incontrolable fuerza del
viento y el agua
La aceleración que este invento implicó en la producción algodonera (ver documenfo 5) *y tex-
til en general-, en las minas de carbón -elemento indispensable como combustible- y en los trans-
portes en general "revolucionó" la economía inglesa, y luego a nivel mundial2o. Así nació "la revo-
lución industrial"2l que convirtió a Gran Bretaña en la potencia hegemónica indiscutible, al eliminar
toda posible competencia en los mercados internacionales. ¡Se iniciaba una nueva era en la historia
de la humanidad: la era tecnológica! El hombre había logrado un nuevo invento "prometeico", el
vapor reemplazaba al fuego y alarueda2z.
El paso siguiente tuvo lugar en la producción del hierro, cuyas fundiciones de comienzos del
siglo XX como las minas de carbón,23 ayudaron a generar una imagen deshumanizadora de las fábri-
cas. Fue en este terreno donde en 1856 el alemán Bessemer construyó un nuevo alto horno de fundi-
ción de hierro, multiplicando considerablemente la producción de acero, tarea que perfeccionó su
compatriota Siemens y que facilitó la militarización -mediante la construcción de cañones- a fines
del siglo.
Pero probablemente el paso más importante fue la aplicación del vapor al transporte2a posibili-
tó la construcción del ferrocarril2s . Como expresa un autor es significativo -y aún claramente per-
ceptible- que "antiguamente era el emperador quien creaba ciudades mediante los privilegios con-
cedidos... y ahora... es el ferrocarril el que las hace"26.
El ferrocarril "fue uno de los medios que más contribuyeron a hacer el mundo más pequeño"27,
y "ninguna de las innovaciones de 1a revolución industrial encendería las imaginaciones como el fe-
rrocarril, como lo demuestra el hecho de que es el único producto de la industrializaciín del siglo
XIX plenamente absorbido por la fantasía de los poetas populares y literarios"28 ¡Es innegable que
desde entonces la revolución industrial avanzó sobre ruedas!
El ferrocarril multiplicó el desarrollo industrial. La producción de hierro en Inglatera aumentó
entre 1830 y 1850 de 680 mil a2 millones y medio de toneladas, es decir, se triplicó; la de acero pasó
de 80 mil anuales en 1850 a 28 millones a fines del siglo XIX. También en los veinte años citados se
triplicó la producción de carbón, de 15 a 45 millones de toneladas. Proporciones similares pueden
mencionarse para las demás naciones que se fueron incorporando al proceso de la ,.revolución in-
dustrial". Como bien señalaba el ministro inglés Canning, el carbón y el hieno eran por entonces
"las dos piedras filosofales de la humanidad"2e.

l9 Valverde, Carlos, Génesis, estntctura y crisis cle la Moderniclad


Madrid, B.A.C., 1996,p.304,
20
"... 150 mallas por minuto que es capaz de tejer la calcetera más hábil, 1400 el bastidor vertical. 45 mil el auto-
mático y 480 mil el bastidor dc agujas articuladas" (Cfr. Comellas, José L., "Europa: orgullo e imperio ( 1870- 1914),', en:
Colección,IV, 8, p. 190).
2l El primero que empleó esta denominación fue el padre del historiador
inglés Arnold Toynbee en un artículo
publicado en 1884.
22
Puede resultar de interés notar que los grandes adelantos técnicos en la historia de la humanidad fueron: la rueda a
(más el eje), el plano inclinado, la palanca, el tornillo, la cuña y la polea.
23
Que describe el novelista Emile Zola en Germinal.
24 Se trataba de obtener la tracción
de las ruedas mediante 1a condensación del vapor a presión.
25 Parece
ser que la primera locomotora fue obra de George Stephenson en 1814 y ya a mitades del siglo las vías
férreas se cuadruplicaron y recorrían los caminos de toda Europa; desde 1869 cruzaron los Estados Unidos de América de
costa a costa. El Transiberiano, que recorría 9000 kilómetros entre Moscir y la Manchuria, comenzó a circular en 1902,
uniendo el continente euroasiático. "En 1848 Francia tenía un sistema ferroviario que, aunque había pasado de los 39
km., en 183 1, a 1921 km., estaba todavía muy a la zaga de los 6.349 km. de Inglatera o los 3.424 de prusia, dos paises
con territorios bastante más pequeños" (Talmon, J. L., op. cit., p. 312).
26
Lenger, Friedrich, "El hombre de 1a gran ciudad"; en: Frevert-Haupt, op. cit., p. 307.
27
Comellas, José Luis, El úkimo cambio de siglo. Gloría t, crisis de Occidente 1870- 1g I 4,Barcelona, Ariel, 2000,
pp. 99l100.
28
Hobsbawm, E., op. cit., pp. 66/7. Ramón de Campoamor llegó a dedicarle unos versos líricos y no fue el único
romántico que se sintió fascinado por é1.
2e
Cit. Comellas, J. L., "Europa...", p. 189.
HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 287

Casi paralelamente, en 1859, con la introducción de la hélice30 el barco a vapor revolucionó el


transporte marítimo3l, aunque ya en 1819 el Savanah había efectuado el primer cruce del Atlántico
(trasatlántico), abandonando la navegación costera y posibilitando, así, que "miles de familias cru-
zaranelGlobo, con incomodidades, es verdad, pero con relativa seguridad"32. Prácticamente, a fines
del siglo XIX "la r,uelta al mundo en ochenta dias" -que rrarcara el novelista francés Julio Veme en
su clásica obra- se convirtió en una posibilidad real.
A partir de 1 844 en que, gracias al código de señales del norteamericano §a muel Morse, se pudo emitir
el primer telegrama desde Baltimore a Washington33, y en 1858, a través del Atlantico3a, también se produ-
jeron imporlantes innovaciones en el campo de las comunicaciones. En pocas décadas una extensa red tele-
gráfica cubrió los Estados Unidos de América y posteriormente Europa. Ya en 1848 se había establecido la
primera agencia intemacional de noticias, la Associated Press, seguida tres años más tarde por la Reuter.
En el aspecto social el surgimiento de la máquina -que multiplicaba geométricamente la mano
de obra, fomentando la división del trabajo y la capacidad de producción3s- reemplazllentamente el
trabajo artesanal (medieval) por las fábricas, que agrupaban a los trabajadores -ahora obreros- en un
único lugar, reduciendo los costos36. ¡Así nació el proletariado! Este cambio de la relación "capital-
trabajo" influyó considerablemente en los salarios, siendo justificado por el economista David Ri-
cardo mediante la citada "ley de bronce de los salarios".
"Sin embargo, en un sistema fabril, se reunía a los obreros y se les exigía que trabajaran de un
modo estandartizado a un ritmo establecido por las máquinas; trabajaban en 'turnos' fijos de diez,
doce o más horas; y se les pagabauna tarifa por hora"37. Así nacieron núcleos urbanos improvisados
que se limitaron a agrupar (hacinados) a los cada vez más numerosos recién llegados -generalmente
sin sus familias- en infectas casuchas (conventillos), en condiciones que no eran mejores a la vida
rural de donde provenían38. También la ley de Pobres (Poor Law) inglesa de 1834 facilitó la mano
de obra que necesitaba la industria en expansión.
o'el
Éste fue el origen de las nuevas ciudades industriales, en las que -para muchos- verdadero
escándalo era el de la ruptura de la unidad del grupo familiar, prenda de moralidady garuntía de los
valores tradicionales"3e agravada por la incorporación de la mujer al mercado laboral, junto al varón,

30
En reemplazo de las paletas, tan comunes en la navegación del Missisipi.
I
Que impulsara Robert Fulton con st Tratado sobre el perfeccionamiento de la navegación por canal, su modelo
3

de barco a vapor por el Sena y su proyecto de un submarino rechazado por Napoleón.


32 Kennedy, Paul, Hacia el siglo XXI, Barcelona, Plazay Janés, 1993, p. 19.
33
Este primer texto decía: "¡Qué grande es la creación de Dios!".
3a El primer cable submarino transatlántico se tendió en 1866.
35 Cabe hacer notar que "las máquinas podían trabajar durante todo el día y toda la noche; semanas enteras, si era

necesario" (Kennedy, P., op. cit., p. 109)


36 No resulta fácil definir una fábrica, pero una de sus características principales consistía en que concentrabala

energía que accionaba toda la maquinaria; y estas máquinas, a su vez, controlaban el proceso -y el ritmo- de la produc-
ción, al que el trabajador tenía que adaptarse, a diferencia de las épocas anteriores, cuando era él quien controlaba el ciclo
laboral. En este sentido el jornalero se convirtió en un subordinado de la máquina. "A medida que se racionalizala fábi-
ca, el trabajo se lrrelve 'cronometrado', con cadencias cada vez más rrápidas, transformándose en el trabajo en cadena. A
esto se añade el estruendo de las fábricas, la atmósfera viciada por las emanaciones debidas alanatt¡taleza de los proce-
sos de fabricación, engendrando lo que se llama 'fiebre de las fábricas', sin contar la frecuencia de los accidentes de tra-
bajo, los mutilados y los muertos." (Rougier, Lottis, Del Paraíso a la Utopía, México, Fondo de Cultura Económica,
1984, p. 159). La idea fue elocuentemente expresada por Chaplin en la recordada película Tiempos modernos.
37 Kennedy, P., op. cit., p. 110.
38 Víctor Considérant nos dejó una visión crudamente realista de sus viajes a través del campo: "Allí hay habita-
ciones que hacen a lavez de cocina, de comedor y de dormitorio para todo el mundo: madre, padre e hijos... Son además
bodega y granero, y a veces cuadra y corral. La luz entra por unas aberturas bajas y estrechas; el aire pasa bajo las puertas
y los marcos desencajados; el viento silva a través de los cristales ennegrecidos y rotos, cuando los hay... porque hay
provincias enteras en las que el uso del vidrio es prácticamente desconocido. Si es el caso, hay una lámpara grasienta y
humeante para iluminarse, aunque de ordinario no hay otra cosa que el fuego del hogar. En cuanto al suelo, es tierra des-
igual y húmeda. Charcos aquí y allí. Se camina sobre ellos. Los niños de corta edad se arrastran por encima. ¡Yo he visto
personalmente cómo unos patos buscaban por allí su alimento!". (Destinée sociale, 1834. cit. Guerrand, Roger-Henri'
"Espacios privados"; en: Aries, P., Duby, G., op. cit., t. VIII,'p. 52.
39 Robert, V., "El obrero"; en: Frevert-Haupt, op. cit.,p,42.
282 FLORENCIO HUBENAK

generando unas relaciones (¿promiscuas?) hasta entonces prácticamente desconocidas, como tam-
bién una grave desatención del hogar y los hijos, inapropiada a las costumbres de la vida campesina.
"Habían creído que su permanencia enla ciudad no sería más que temporal, y sin saberlo, se había
transformado en un verdadero desarraigo, que tuvo como consecuencia una insidiosa descristianiza-
ción. Al romper con su antiguo género de vida, estos nuevos ciudadanos se desligaban de la práctica
religiosa que constituia alavez el centro y el ritmo de aquélla. Los momentos de tristeza,la necesi-
dad de afecto y las dificultades de lavida cotidiana hacianque los hombres y las mujeres se unieran,
vivieran en concubinato, se tomaran o se abandonaran más o menos flácilmente"ao.
El crecimiento de las ciudades en desmedro del despoblamiento de los campos fue ur proceso pau-
sado que -como vimos- se acrecentó durante la segunda mitad del siglo XIX y lenta *pero
continuadamente- las campiñas de Europa -que poseían un 80% de la población- fueron cediendo lugar
"a un complejo urbano negro y ahumado, donde quedaba poca cosa más que minas y fabricas, altos hor-
nos y talleres de laminar; aüfninterminable cadena de poblaciones tocándose una con ofra',at las Coke-
town (ver documento O que describió -entre otros- el inglés Charles Dickens en sus expresivas novelas.
Pero ahora "enyez de crecer alrededor de la catedral, del castillo olaplazadel mercado, la ciudad
se edificaba alrededor de fábricas, talleres, altos hornos, destilerías de hulla, homos de cal, almacenes,
muelles"42. Esto implicaba también que "el orden etemo de los campos" se fue modificando por el bullicio
de las febriles ciudades. "El alojamiento de la mayor parle de la población dejaba mucho que desear.
Varias eran las posibilidades que se les ofrecían a los trabajadores ur.banos: vivir en pensiónes; com_
partir entre varias familias pisos que inicialmente habían sido residencias de clase media; adaptar sóta_
nos o buhardillas usados como almacenes, con las consiguientes malas condiciones de habitaüilidad; y
como alternativa que sólo estaba al alcance de quienes tenían mayores ingresos, podían alquilar casas
construidas por especuladores con materiales de pésima calidad: casas de ladrillo, de dos piios, alinea-
das y adosadas por atr,ás con otra hilera, con las consiguientes deficiencias de ventilación,,43.
"El pozo de la mina, la fábrica, el puerto comercial e incluso el centro ferroviario congregaban
una mano de obra 'desarraigada', confinada en sus barrios o en sus amabales inclustriales. En ellos se
constituyen ritmos y formas de vida que presentan un estilo desconocido hasta entonces. Los nove_
listas, poetas, dramaturgos y filántropos los evocarán una y otra vez. Lavida cotidiana iba desgra_
nándose entre el tugurio insalubre y el taller, intemrmpida por las pausas provocadas por el paro-o
la
enfermedad, marcada por las huelgas y las revueltas. Trabajo agolador, éstragos provocados por el
alc-oholismo y la epidemias, escándalos de la prostitución, incertidumbre de-l *uñurru, mortálidad
infantil.. . la Europa industrial engendró un proletariado miserable cuyos ritmos de vida se doblegaban
a las exigencias de la máquina y a los azares de la produc ción,44.
En relación con estos nuevos problemas sociales, señala un autor que o,el problema de la prostitu_
ción y el de la difusión de la sífilis no es sino uno de los aspectos de la degeneruóión social que paradóji_
clmerite ha ido acompañado alamarchadel 'progreso,. Al mismo tiempo que avaruaba la civilización
'filosófica' en su forma urbano-industrial, aumentaban también el alcoholismo, la criminalidad más bru-
tal, la locura. Aquellas taras que le parecían al optimismo positivista propias de los pueblos atrasados,
y
que serían superadas, sin duda, por-la marcha triunfal de las ,luces,, éxplotan, sorprendentemente,
en él
coruzón mismo de la civllización'4s y "obligan" a crear cárceles y maniiomiosa6. '

40.Pillorget, René, Hístoria


universal. IX. Del absohÍísnto a la,s revoluc:iores, pamplona, ELTNSA, 19g4, p. lg0.
arBédarida,F.,Poblaciónyexplosiónnrbana,en:
Briggs,A.,op.cit.,t.X,p. 159.
- loem, p. I ) /.
l)t

a3
Canales, Esteban, La Inglaterra victorictna, Madrid, Akal, 1999, p. 6g0
aa
Gerbod, Paul, Europa cultural y religiosa cte tBt5 a nuestros dir¡.s, Barcelona, Labor-N.Clío, 19g2, p. 66. ..Si
empleamos la expresión general "los pobres" para designar a los desheredados no sería exacto decir que su situación
ha_
bía empeorado catastróficamente, porque en realidad estaban mejor que aquel detritus humano de épocas anteriores
cons_
tituido por mendigos y vagabundos, o que las masas enloquecidas por el hambre en años de malas cosechas. pero la
mi_
seria de las zonas urbanas e industrializadas es infinitamente más degradante, más difícil de sobrellevar,
más repugnante
y desmoralizadora que la antigua pobreza de la sociedad agricola.,,(Taimon, J. L., op. cit., p. 335].
a5
Cammilleri, Rino, Zos monstruos de kt Razón,Madrid, Rialp,.l995, p. 1g.
46 lnteresantes
-aunque muchas veccs discutidas explicaciores sob.e estos temas en las obras de M. Foucault.
HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 283

Pero la fabrica, más allá de su desarrollo en tamaño y tecnología , " -.era también el lugar donde
esas personas aprendían una nueva forma de dominio y dependencia social, pues ocupaban el extre-
mo inferior de una pirámide jerárquica bien articulada, en cuya cúspide tenía su trono el dueño de la
fábrica, que, a[ menos en la primera fase de la industrialización, era el fundador y organizador de la
empresa y tomaba todas las decisiones sobre la evolución de la compañía y el destino de sus obreros
y empleados, La duración del empleo, el tiempo de trabajo diario y semanal el importe del salario y
las normativas que regulaban el desarrollo de la tarea eran de su exclusiva incumbencia y se impo-
nían de arriba abajo. Los empresarios tardaron largo tiempo en acostumbrarse a que sus trabajadores
abrigaran, quizá, otras ideas y llegaran además a expresarlas. La fábrica era también, finalmente, el
espacio donde los obreros aprendieron nuevas formas de cooperación y solidaridad, insólitas hasta
entonces, que pusieron a prueba en las luchas laborales"47.
A su vez la citada "ley del mercado" yla"éticacalvinista"48, que considerabaal ocio como el
peor de los viciosae, facilitó -y muchas veces justificó- una progresiva explotación de la mano de obra
que llegaba a justificar jomadas de trabajo de 12 horas en inviemo y 14 en verano, inclusive para mu-
jeres y niños, por otra parte peor remunerados y empleados por sus dimensiones en los trabajos más
riesgosos. Estos miserables -<omo los denomina el novelista Víctor Hugo- trabajaban de luz aluzy a
paftir de 1792 -gracias al descubrimiento de la iluminación artificial a gas- se establecieron jornadas
de hasta 16 horas en un ambiente insalubre -reducido, húmedo- y de severa disciplina.
"No era que la Revolución industrial hubiese originado una depauperación desastrosa, sino que
lariquezaproducida por el trabajo de los obreros había sido acaparada por la burguesía; no era que
los trabajadores estuviesen peor que antes, sino que la clase media estaba mucho mejor. En el pasa-
do, jamás se le habria ocurido a un campesino envidiar la situación de su seigneur, suriqraeza y su
modo de vida; ni a un aprendiz compararse con un patricio, pero la Revolución francesa había propa-
gado la idea de la igualdad de los hombres y de la injusticia de los privilegios de cualquier tipo. Y
dio origen a la creencia en un sistema social justo, natural y racional, preestablecido, que sólo el egoís-
mo de los intereses creados impedía instituir"sO.
o'maquinismo" produjo la reacción de los agricultores y luego de los obre-
Como era previsible el
ros -se conoció como el movimiento ludita-, hasta conducir, a través del socialismo, al surgimiento del
sindicalismo. La reacción también se observó en algunos intelectuales que, como Blake, afirmaban que
"las fábricas eran obra de Satanás"sl. Y estas "lóbregas fabricas de Satán estaban a punto de liberar sus
rítmicas energías y la máquina de vapor esperaba para transformar la vida económica europea"52.
Las reformas tecnológicas -y los descubrimientos químicos- tampoco dejaron de aplicarse a la
agricultura, especialmente después de la "Gran Hambruna" en Irlanda, en 1847 , "sin duda la mayor
catástrofe humana de la historia europea durante nuestro período"53. Allí "con viejas maneras, se

a7 Frevert-Haupt, op. cit., p. 13.


48 Los productores inglcses resaltaron la concepción de la necesidad del trabajo, que modihcaba ostensiblemente
la creencia católica sustentada en la Antigüedad greco-romana- del sentido peyorativo de la labor, especialmente ma-
nual, concebida inclusive como tlna consecuencia del pecado original (Cfr. Gaos, José. Historia de rutestra idea del
mun tlo, México, F.C.E., 197 3, p. 662).
ae No podemos ornitir que, por otra parte, esta "cultura 'calvinista' e individualista del trabajo" implicó la re-

ducción masiva de las festividades (comunitarias), en su mayoría religiosas. Cfr. Pollard, Sydney, "El trabajador", en:
Furet, Franqois, El hombre romántico, Madrid, Alianza, 1997, espec. pp. 86/87.
s0 Talmon, J. L., op. cit., p. 336. "Sólo las posteriores gcneraciones de obreros se beneficiarían del aumento gene-

ral i1e la prosperida«l surgido de industrialización por la que sus padres y abuelos habían pagado un precio tan caro"
(Kennedy, P., op. cit., p. 20).
5l "Oh Satán, mi benjamín (...) tu obra es la eterna muerte con fábricas, hornos y calderas" (cit. Clark, Kenneth.
Cit,ilizrtción, Macirid, t\lianza, 1987, p. 457). "La gran miseria que se cierne sobre nuestras ciudades fabriles, es más vi-
sible que el humo de los altos hornos. En las fábricas hacemos de todo; pero deshacemos a los hombres. Elaboramos el
algodón, endurecemos el acero, refinamos el az'Úcar, damos forma al barro; pero en el cálculo de nuestro provecho, no
entra el ilustrar a un espíritu viviente, el fortalecerlo, el formarlo" (Ruskin, cit. Maeztu, María de, Historia de la cultuta
eru'opeo, Bs. As., Juventud, 1941, pp. 24718).
s2 Bmnn, Geoffrey, La Europct del siglo X1X, México, F.C.E., i964, p. 16.
53 Hobsbawm, E., op. cit., p. 206. Los historiadores mencionan más de un millón de muertos y similar cantidad de

emigrantes a América del Norte.


284 FLORENCIOHUBEÑÁK

difundieran nuevos cultivos, con lo que aumentó la cantidad de alimentos. En esto (...) es en Io que
--con serias reselvas- podría seguir hablándose de la existencia de una revolución agrícola desde 1750.
Se produjeron, es verdad, más y nuevos alimentos, los más importantes de los cuales fueron el maiz
y lapatata, y hubo una producción mayor porque se pusieron en cultivo muchas tierras hasta enton-
ces baldías. Como, por otra parte, se produjo también mayor cantidad de plantas fomajeras, que pu-
dieron alimentar una ganadería más abundante, y se emplearon fertilizantes naturales que acrecenta-
ron las tasas de rendimiento, el granero euroamericano pudo abastecer muchos más estómagos,,s4.
"Una mejor explotación ganadera y el progreso de las comunicaciones empezaron también a alejar
el fantasma del hambre en el campo y con él cesó la sucesión de revueltas campesinas"s5.
Casi paralelamente el desanollo industrial y comercial inglés -que fue mermando la explota-
ción agrícola- se fue propagando por todo el continente europeo56 y luego buscando materias primas
y mercados paralaproducción creciente por América y los restantes continentessT.
Este crecimiento favoreció una verdadera explosión demográfica en Europa. Los casi 150 mi-
llones de habitantes de 1750 se convirtieron en 300 millones a mitades del siglo siguiente. Asimismo
"e1 paisaje urbano invadía el campo incesante, inexorablemente"5s.
A su vez este hecho puso en marcha un impresionante movimiento emigratorio que los histo-
riadores calculan en alrededor de 50 millones durante el siglo XIX. "Además de quienes embarcaron
rumbo a unos Estados Unidos hambrientos de mano de obra, millones se dirigieron también hacia
colonias ricas en tierras y recursos (Canadá,Australia, África meridional.¡ habiádas por pueblos que
no podían resistir mucho tiempo la tecnología militar occidental"5e. .'Durante todo el siglo XIX la
población se multiplicó por cuatro, en tanto que el producto nacional creció cuarenta y doi veces,,60.
Pero el "espíritu del capitalismo" que vitalizabael sistema requería ..una organi zación cadavez
más eficaz de la producción, de las técnicas bancarias y financieras y hasta de su propio trabajo per_
sonal61. Que busca, por cualquier medio, la productividad de los capitales reunidos, y el afan dé lu-
cro y de poder se convierten en elementos clave en sus actuaciones diarias y en su concepción de la
vida, por encima incluso de posiciones morales y religiosas. Estas actitudes y comportamientos no
eran, lógicamente, patrimonio exclusivo de la burguesía, ni dentro de ella se dabán con la misma
intensidad. . . "62.
A manera de síntesis podemos aceptar que "el desarrollo de la economía política como teoría y
la máquina de vapor como praxis, pusieron en marcha el sistema capitalista.,,63
¡Se estaba gestandó
una nueva sociedad! ¿Pero qué características tenía?

La sociedad liberal-capitalista y el régimen liberal-democrático


En el siglo XIX se consolidó una economía "mundial,, capitalista y -como observa un autor_
"el capitalismo es, más que un modo de producir, una forma de ser; no es un fenómeno meramente
económico, sino un tipo de sociedad"64 que venía acompañado por un nuevo modelo político califi_
cado como "liberal-capitalista-democrático".

5a Andrés-Gallego, a
José, Historia general cle la gente poco importante. Madrid, Gredos, 199 l, p. 5g. Recor«lemos
que en 1840 Justo von Liebig escribió Lo química en sus relaciones con la agricultura la
¡, fisiología, promoviendo el
abono de las tierras.
55 Talmon,
op. cit., p. 3 I 5
.

56 En la primera parte
del siglo llegó a Holanda, Bélgica y Francia; a mitacles al mundo gcrmano (especialmente
Prusia)_-a cuya unidad ayudó y en la segunda mitad al resto del continente, a Rusia y al Japón.
57
En 1830 Inglatera poseía quince mil máquinas a vapor, Francia tres mil y pnrsia mil.
58
Bédarida, F., "Población y explosión urbana", en: Br.iggs, A. op. cit., pp. 15415.
s9
Kennedy, op. cit., p, 19.
60
Idem, p. 20.
6l El ingeniero norteamericano Friedrich Winslow
Taylor elaboró un sistema de organización industrial del traba_
jo, para lograr el máximo rendimiento, que fue la base de las ciencias de la administración. Cfr. p. 317.
62 Torres
Sánchez, Rafael, "Las condiciones de vida. El desarrollo económico en los sigios XIX y XX,', en: De
Diego, op. cit., p. 102.
63 Valverde,
C., Génesis..., p. 320.
6a
Redondo, Gonzalo, Historia universal, Xil. La consoliclación tle las libertade.r, pamplona, ELINSA, 19g4. p.216.
HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 285

Hemos observado cómo hasta la "revolución industrial" la vida de la amplia mayoría de la po-
blación, prácticamente, transcurría en el campo. Así la describía un contemporáneo: "En el mismo
reducto se preparan los alimentos, se amontonan los residuos que sirven de comida a los animales y
se almacenan los aperos delabtanzal en un rincón se encuentran el fregadero y en otro las camas; a
un lado se cuelgan las ropas, y a otro las carnes en salazón; allí fermentan la leche y el pan; y tampo-
co faltan los animales domésticos que, al compartir este estrecho recinto, acuden a comer y a satisfa-
cer sus necesidades físicas: y en esta habitación viciada, donde una chimenea, de tubo demasiado
ancho y demasiado corto, deja introducirse una corriente de aire glacial que echa para abajo la hu-
mareda, es donde viven el campesino y su familia"65. Esa rutina sólo era intemrmpida por las fre-
cuentes fiestas populares, vinculadas a acontecimientos familiares, mercados y ferias en decadencia
o a festividades religiosas-patronales, pues la Iglesia seguía rigiendo el calendario, tanto en los cam-
pos como en las ciudades. "El año transcurre al ritmo de las fiestas liturgicas, desde Navidad a To-
dos los Santos, del nacimiento de Cristo a la conmemoración de los difuntos. Estas festividades
litúrgicas, que son pasos obligados durante el año, se convierten, más o menos, en ocasión de fiestas
familiares"66.
El traslado a las ciudades modificó el ritmo vital en que crecian éstas; en ellas -como en
las fábricas-, se uniformaba *y ordenaba- una vida cotidiana que preludiaba la sociedad de
masas, caracterizada por la regularidad -donde los múltiples relojes públicos legitimaban los
horarios de transportes, comercios, oficinas... de casi toda la vida- y la uniformidad que se
verificaba al comprobar "...cómo casi todo el mundo se dirigía casi a la misma hora a casi los
mismos sitios: fábricas, centros oficiales, mercados, lugares de diversión y espectáculos", como
también en "las formas comunes en la indumentaria, las costumbres, los gustos"67. ¡Nacía la
sociedad industrial!
Es notorio que el desarrollo del capitalismo -y especialmente la "revolución industrial"- im-
plicó una modificación profunda de la estructura de sociedad heredada de los tiempos medievales,
donde la nobleza y parte del clero gozaban de una serie de privilegios respecto del resto de la po-
blación.
Uno de los cambios más perceptibles fue la división de la sociedad en dos clases sociales,
cadavez más diferenciadas68; quienes por sus capitales poseían los medios de producción -"capi-
talistas" (patrones, burgueses)- y aquellos que solamente podían aporfar la mano de obra, "prole-
Iarlos*ÁO
"-.

6s Cit. Guerrand, en: Aries-Duby, op. cit., t. V[I, p. 54.


66
Martin-Fugier, Anne, "Los ritos de la vida privada burguesa", en: Aries-Duby, op. cit., t.Yll,p.222.
67
Cfr. Comellas, José Luis, "La Baja Edad Contemporánea"; en; Pabón, de Sosa- Comellas, ^FI¡s toria contemporá-
nea general, Barcelona, Labor; I 970, p. 450.
68 El término "'clase' como denominación de grupos sociales, surgió en
el siglo XVIII'(Von Beyme, Klaus, en:
Marxismo y democracia. Enciclopedia de conceptos básicos. Conceptos Fundamentales, t. I. Madrid, Rioduero, 1975,p.
50), pero hasta el siglo XIX no se diferencia plenamente de los estamentos. Ha sido motivo de muchas definiciones dife-
rentes, imponiéndose el enfoque economicista de Karl Marx y Max Weber que se resume como: "una categoría social
formada por aquellas personas que tienen un status social semejante en relación con los bienes económicos o de deferen-
cia y entre los que existe una cierta unidad de conciencia" (Zafra Velarde, José, Teoría fundamental del Estado. Univer-
sidad de Navarra, 1967 , p.23). Fue Marx quien, continuando la línea de sus antecesores socialistas "utópicos", le agregó
la "conciencia de clase" como elemento definitorio. Cfr. Gurvich, Georges. Teoría de las clases sociales, Madrid,
EDICUSA, I97I.
6e "También reconocida como 'la clase humilde', 'la plebe', 'el populacho', 'la chusma' o canaille" (Hufton, Olwen,

"Los horizontes del pueblo", en: Cobban, Alfred, El siglo XTIII,Barcelona, Alianza-Labor, 1989, p. 379).*... En 1850 la
expresión 'clases trabajadoras' se había hecho general. Para entonces los alemanes se referían a la handarbeitende Klassen
(clase artesanal) y ya en 1 830 había aparecido un periódico francés con el significativo título de L'Artisan, iournal de la
classe ouvriére (El Artesano, diario de la clase obrera)... el 'obrero' empezaba entonces a hacer gradualmente su apari-
ción" (Pollard, S., "El trabajador"; en: Furet, F., op. cit., p. 69). Es indiscutible la aparición de los obreros industriales y
su desarrollo y aumento de poder; más díficil parece definirlos como'1rna clase social". Bien se interroga Canales: "¿Po-
demos hablar, por tanto, de clase trabajadora? ¿O es mejor hablar, simplemente, de trabajadores? Y, en todo caso, ¿a
partir de cuándo estos trabajadores convergen en una clase trabajadora? Es muy dificil responder satisfactoriamente a
estas preguntas" (La Inglaterra Victoriana, cit., p. 127).
286 FLORENCIO HUBEÑAK

Aquellos que no lograron un ansiado ascenso pasaron a integrar una indefinible "clase media"70,
cadavez más preocupada por mejorar stt status (posición social) a través del comercio menor en las
ciudades.
La época victoriana -y la segunda mitad del siglo en general- asistió a un apreciable aumento
de esta llamada "clase media" conformada por "tenderos, pequeños industriales y comerciantes,
empleados, funcionarios y profesionales de bajo nivel". Sus integrantes pasaron a reconocerse por
configurar una creencia común ("de clase"), sustentada en intereses y percepciones compartidas,
aunque también asimiladas de la aristocracia"decadente" (gentleman) y convertidas en valores "bur-
gueses"Tl que entremezclaban las teorías utilitaristas con las prédicas reformistas evangélicas, a la
vez que apoyaban firmemente la política económica y expansionista de la Pérfida Albion. ¡Se estaba
incubando la "sociedad de masas"!
A su vez observamos el surgimiento -y desarrollo acelerado- de esas o'nuevas clases" sociales,
generalmente agrupadas bajo la denominación de "proletariado"(ver doa,tmento 7), al que algunos
pensadores comenzaron a inculcar el concepto de status, que obsesionaba a los burgueses como una
forma de ascenso a la "dignidad nobiliaria", basado en sus raíces verdaderas o míticas72.
. Este proletariado --cadavez más numeroso- generó prontamente dificultades de comportamiento,
llevando a los pensadores liberales -que defendían cadavez con mayor entusiasmo la tesis de evitar
interferencia alguna del estado o las corporaciones en cualquier aspecto del "libre comercio"- y a
los pastores evangelistas -de raíces puritanasT3- a considerar al pobre como 'ovicioso, cruel e inmo-
ral" -dedicado al alcohol y aljuego- y como tal necesitado de un control, que los responsables de
asegurar el orden -y la disciplina- debían garattizar" antes que se extendiera la "divisa" individua-
lista extrema'. "cada hombre para sí y que al último se lo lleve el diablo"Ta. Faltaban varias décadas
para que los gobiernos tomasen conciencia de la necesidad de promover el bienestar social de toda la
población75.

70
"El concepto actual de clase meclia apareció por vez primera hacia 1 8 12. En I 834, Mill ya podia quejarse cle que
los comentaristas 'giraban en su etemo círculo de grandes señores, capitalistas y obreros hasta parecer aceptar la división
de ia sociedad cn esas tres clases como si fuera uno de los mandamientos de la ley de Dios,. .Las opiniones de esa clase
de gente inferior al 'término medio' están formadas y sus inteligencias están dirigidas por las rle ese inteligente y virtuoso
'término medio' en estrecho contacto con ellas" (James Mill, An Essay on Government,l823. cit. Hobsbawm, E., op. cit.,
p. 229); "... un rasgo particular: e1 desarrollo de un tipo de sociedad en la que la clase media juega un papel cada vez
mayor, emancipándose de lasjerarquías t¡adicionales del mundo aristocratico. En esa época en francés se dice de modo
indiferente clase media o burguesía para designar esa frontera que separa la nobleza de las clases populares. . . ,, (Furet, F.
y otros, op. cit., p. 1 1).
71 "El credo
de esta burguesía, el 'ideal empresarial', se basó en las nociones de1 capital como generador de rique-
za, frente a la propiedad improductiva de la aristocracia, la libre competencia, en contraste con el monopolio, e1 privile_
gio y Ia restricción det viejo sistema, y el ascenso social a través del propio esfuerzo. Estuvo acompañado de una moral
que exaltó las virtudes de la sobriedad, el trabajo y la vida familiar" (Canales, E., op. cit., p. 1 14). La filosofía del trabajo
l1egó a apreciarse, inclusive, en la disminución de las festividades.
72 "George
Sand, cuya l-Iistoire de ma vie es sobre todo una historia de los suyos, exhorta a las clases populares a
hacer lo propio: 'Artesanos, que empezáis a comprenderlo todo; campesinos, que comenzáis a saber escribir, no sigáis
olvidando a vuestros muertos. Transmitid a westros hijos la vida de vuestros padres, inventáos tituios y escudos, si qne-
réis, pero hacéoslos todos'. Porque 'el pueblo tiene sus antepasados lo mismo que los reyes",(perrot, Michele, ,.La vida
de familia", en: Aries-Duby, op. cit., t. VII, p. 195).
T3"...sededicabanasutrabajocomoaunaespeciedevocaciónreligiosa"(Dawson,Christopher, progresoyre-
ligión,Bs. As., Huemul, 1964,p. 199). El pensador inglés Carlyle popularizó una frase claramente emblemática de la
época: "Mi reino no está en lo que yo tengo sino en lo que yo hago".
7aHobsbawm, E., op. cit., p. 246.
75 Entonces
los estados promulgaron, al margen del Código civil, toda una legislación del trabajo. .,Así fue como
se introdujo la libertad sindical en Inglaterra en 1825; la libertad de asociación, que permitia a los obreros coaligarse,
fue introducida en Francia en 1864 y la libertad sindical en 1881. Progresivamente se lograron conquistas tales como
las vacaciones pagadas, el salario mínimo, los pagos periódicos, la garantía del empleo, la indemnización por desem-
pleo, la capacitación profesional, lasjubilaciones de vejez, los comités de empresa, los accionistas obreros, el reparto
de utilidades, los procedimientos de concertación, la representación de los cuadros y de los delegados obreros; en re-
sumen, la democratización de las empresas. A esto hay que añadir las prestaciones del segnro social,, (Rougier, L., op.
cit., pp. 161-162).
HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 287

En las ciudades industriales se apreciaba a simple vista una distinción marcada entre el centro
comercial y administrativo -la city-,Las calles "habitadas por gente de bien", los futuros barrios y
tn zorla de "covachas" habitadas por el proletariado en constante aumento, a las que no ingresaba el
resto de la población76.
Fue el ministro inglés Disraeli quien describió esta realidad en su novela Sybil o las dos nacio-
/,e,s: "Dos naciones, entre las cuales no hay intercambio ni simpatía, ignora cada una los hábitos,
pensamientos y sentimientos de la otra como si fueran habitantes de diferentes zonas, o habitantes de
diferentes planetas; están formados por crianza diferente, alimentados por un alimento diferente y
ordenados por costumbres diferentes y no están gobemados por las mismas leyes."77 ¡Estaban dadas
todas las condiciones para que ambas clases se enfrentaran!
A medida que los nobles y el clero se vieron debilitados políticamente y desposeídos de sus
bienes territoriales, el dominio económico -y la lucha por el poder político- pasó a los burgueses en
ascenso (ver documento B), quienes bregaron por una "nueva aristocracia": los capitalistas; la llama-
da"alta burguesía" -grandes comerciantes, industriales, banqueros y altos funcionarios civiles-,
enriquecida, fundamentalmente, primero por el comercio y luego por la inversión industrial, alavez
que vinculada matrimonialmente a la antigua nobleza, e interesada en copiar pafte de sus costumbres
(vet documento 29). Bien señala un autor: "No sabe uno cuál es la imagen más verdadera, la del
burgués que vive noblemente o la del noble que vive burguesamente"T8.
Estos burgueses (¿la "clase media"?) fueron incorporando las costumbres "aristocráticas" y
reformulando los valores tradicionales de la llamada sociedad estamental (o del Antiguo Régimen),
en tanto que no se contraponianalapreocupación por acumular dinero (riquezas), adquirido inclusi-
ve especulativamente y no por el trabajo. ¡La riqueza de las naciones reemplazaba a la gloria o al
honor!7e
Como era obvio se estaba trastocando la moral, que ya no se limitaba a separar la ética de la
política, sino que la alejaba de todas las actividades humanas, restringiéndola al fondo de la concien-
cia de cada uno, en su búsqueda de la anhelada felicidad terrena. Los pensadores liberales defendie-
ron la acumulación capitalista de grandes fortunas en nombre dela"civllización", aunque en el fon-
do defendían los beneficios personales de la "alta burguesía".
Pero la base de la estructura social -y de los valores morales de la época- siguió siendo la fami-
lia, consideradala institución básica de la vida urbana, como lo fuera de la agraria. Como rasgo evi-
dente del "aburguesamiento" se comprueba la separación cada vez más nítida entre la vida pública
(o laboral) y la privada8o. Aunque la familia estaba fundada sobre la autoridad del marido -y padre

76EUo no obsta a recalcar -como describe un contemporáneo- que "por lamentable que fuese el amontonamiento de
los miembros de la familia en un espacio reducido, la moral no sufría por ello. He üvido allí y jamás oí rumores del menor
escándalo. Una üda activa, costumbres piadosas, un padre y una madre austeros, nada de esto se prestaba a ningún relaja-
miento de costumbres" ("Descripción de la casa de Valgaudemat'', cit. Guerrand, en: Aries-Duby. op. cit., t. V[I, p. 57).
77LV.,cit.Pastalovsky,Rosa, Lanovelavictorianaenelmundoindustríal,Bs.As.,Solar-Hachette, 1978,p.75.
Con mayor crudeza el alemán Friedrich Hebbel relata sus impresiones de Londres: "Es increible la valla que separa la
ñqueza de la pobreza. A pocos pasos de las grandes avenidas brillantes que parecen dedicadas exclusivamente a los muy
ricos, reina en las callejuelas contiguas la más absoluta miseria y por cierto no a escondidas (...) como en otras partes,
sino a plena luz" (cit. Pastalovsky, idem, p. 11).
78 Daniel Roche, cit. Jardin, André, Historia del liberalismo político, México, F.C.E., 1989,p.76. Furet rescata la

diferencia entre el burgués inglés capitalista e industrial y el francés -que de manera tan realista describió el novelista
*El hombre
francés Balzac en las diferentes partes de La comedia humana-, más inclinado por la tierra y la usura. Cfr.
romántico", op. cit. pp. l2-3.
79 "Estas tendencias apuntadas en el siglo XVIII alcanzarán su máximo apogeo en el siglo XIX. No obstante, no se

produjo una sustitución automática y mecánica de los viejos valores: religión, pakia, servicio, honor; por los nuevos va-
lores: dinero, ambición, poder, riqueza, provecho e interés. Por el contrario, se producen, en ocasiones, síntesis unas ve-
ces sorprendentes, y otras, simplemente curiosas" (Martínez Roda, F., en: De Diego, E. y otros. op. cit., p. 218).
80 Ya en 1879 Louis Legrand asignaba categóricamente "al marido la vida pública y el trabajo productivo, y a la

mujer, la vida privada y la dirección del hogar" (Haupt, H-G., "El consumidor"; en: Frevert-Haupt. op. cit., pp.3361337).
"Segun la opinión preponderante, la familia debía ser un lugar cerrado, una especie de hortus clausus donde se nutrían y
cuidaban las auténticas virtudes humanas, no afectadas por.las.coacciones y peligros del mundo externo. El centro era la
mujer, que atendía altruista y solícita a los niños y al esposo y dejaba en un segundo término sus propias necesidades.
Aunque este ideal familiar se hacía realidad sólo en contadas ócasiones y fue ajeno, sobre todo, a las clases bajas del
288 FLORENCIO HUBEÑÁK

de varios hijos-, cabeza del núcleo social y encargado de asegurar el sostenimiento económico (..sa_
lario familiar") y controlar el dinero laboral y hereditario, en el hogar ..reina la mujer,, -esposa y
madre-, a cargo de la administración del hogar, como de la educación de los hijos pequetorl y gá-
rantia de la transmisión de los valores morales -y las creencias religiosas-, como también de una
"atmósfera" propia de la sensibilidad femen'na8l. "es ella la que rige el ritmo del tiempo privado, le
imprime una regularidad (especialmente la comida que reúne) y alavez lo pone en escena,,S2. ..Se
esperaba de las amas de casa que, con su atención, orden, limpieza, diligencia y ahorro, conocimien_
tos económicos y habilidad, garantizaranel bienestar, el matrimonio,lapazdoméstica y la felicidad
del esposo que aportaba el sustento"S3. Precisamente, en el seno de la familia..se transmitían las pro_
piedades heredadas, se reunían los capitales paralafundación de empresas, se intercambiaban infor-
maciones, se acordaban matrimonios y se educaba a los niños"84.
Por otra parte, "la aparición de la fotografra y la costumbre del álbum nos permiten observar
esos claros retratos que agrupan'Jerárquicamente" a todos los miembros de la familia, incluyendo a
los antepasados que garantizan la genealogía"8s y reviven -y preseruan- los momentos más impor-
tantes de la prosperidad de la vida familiar.
A su vez en el ámbito privado de la casa se fueron desarrollando las .. buenas costumbres,, y los
hábitos heredados de la "vida cortesana" (de gentleman) adaptados a las necesidades de la nueva épo_
ca. Actitudes, gestos y palabras en la mesa y fuera de la casa --convertidos en verdaderos ritos_ eian
enseñados en los colegios y fomentados en los hogares de las nuevas generaciones de burgueses.
Estos valores eran especialmente predicados en el mundo anglo-sajón por los diferentes credos
evangélicos -como metodistas, cuáqueros, presbiterianos, b-aptistas y congregacionalistas_, que si_
guiendo suraiz puritana defendían la "sacralidad del hogars6.paraellos
-y sui seguidores actuales_
"todos los esfuerzos por reformar las costumbres y la moral se centraban en la familia, ya que ésta
podía constituir la 'pequeña iglesia', también soñada con anterioridad por los puritanos, él ,pequeño
estado' sometido a su señor y capaz de adoptar prácticas verdaderamente cristianas con indep"rd"r_
cia de lo que sucediera en el mundo que le rodeaba"ST . Es destacable esta tarca-mezcla de óateque_
sis, educación y filantropía- que cumplieron los pastores evangélicos , alavezque asumían una o.ierr_

campo y la ciudad, ejerció una gran fascinación sobre el resto de la sociedad, hasta la pequeña burguesía. El estilo
de vida
burgués, desarollado y difundido como noñna en el siglo XIX no era imaginable sin la familia bnrguesa, con su división
del trabajo entre el hombre, que gana el sustento y el ama de casa; una división cristalina incluso en sus aspectos psiqui_
cos. No obstante, ese ideal tampoco era imaginable sin la criada. Todas las familias que podían permitírselo
de alguna
manera tenían una 'doncella'; y hasta más de una, si sus ¡ecursos eran mayores. La sirvienta era el certificado
de prospe_
ridad y respetabilidad burguesa. . . " (Frevert-Hai¡pt, op. cit., p. l5/6), que conveftía al hogar burgués en un lugar ..sagra_
do", reservado para la intimidad (¿individualista?). ,.Cada uno en su casa, cada uno para sí,, según recordaba el birrón
Dupin. (cit. Perot, Michelle, Martin-Fugier, Anne, Los actores, en: Aries, p._ Duby, G., op. cit., t. VII, p. gg). .,La vida
privada debe hallarse oculta. No está permitido indagar ni dar a conocer lo que ocurre en la casa de un particular,, (Littré.
Dictionnaire, 1863-1872, cit. Perrot, Michele, "Formas de habitación,', en: Aries-Duby, op. cit., t. VlI, p. 9).
8l Cabe recordar que no era bien
visto que el hombre demostrara sus emociones como abrazarse o llorar. consicle_
radas muestras de debilidad o femeneidad. a

82
Martin-Fugier, Anne, "Los ritos de la vida privada burguesa,,, en: Aries-Duby, op. cit., t. VII, p. 200. En lg5l
aparece por primera vez en un documento oficial la calificación ,.ama de casa,,, que se agrega al papel primordial
de la
maternidad y el cuidado de los hijos.
83 Haupt, Heinz-Gerhard,
"El burgués"; en: Furet, F., op. cit, p. 64.
8a ldem.
85 En este contexto
debe entenderse el auge de los cementerios en el siglo XIX, con sus panteones garantes de la
antigüedad del linaje familiar. Los historiadores se refieren a un verdadero..cnlto a los mueftos,,promovido por la trágica
demota militar de I 870 y acentuado por el romanticismo. Ejemplo de ello estas estrolas seleccionadas clel poema Lli.rerei.e
del español Gaspar Núñez de Arce: "... Uniendo a1 acorde santo / su voz, los muertos despojos / caen ante el ara de hino_
jos / y a Dios elevan su canto. / Honda expresión de quebranto./ Aquel eco de la fumba / crece, se dilata,
zi.rmba. / y, al
paso que va creciendo,/ resuena con el estruendo / de un mundo que se derrumba: //..Fuimos las ondas de un río /
cauda_
loso y desbordado. / Hoy la fuente se ha secado, / hoy el cauce está vacío. / ya ¡oh Diosl, nuestro poderío / se extingne, se
apaga y muere./ ¡Miserere!... ". Es la época en que escribe Fustel de Coulanges La ciuclad antigucl.

Un ejemplo en la recordada pelicula La fiesta cle Babette,
87
Hall, Catherine, "Sweet Home", en: Aries, p.- Duby, G., op. cit., t. VII, p. 5g.
HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 289

tación misional, plegándose a la expansión imperialista; la mayoría muy pronto canalizaron sus ener-
gías hacia la burguesía de las ciudades -por ejemplo los metodistas fundados por John Wesley- y
luego hacia el proletariado sufriente.
En el contexto referido no debe sorprendernos que el siglo XIX fue, indudablemente, el siglo
del feminismo88 y aunque originariamente el papel de la mujer pareció engrandecerse en su caráctet
de "ama de casa" y educadora de sus hijos en las creencias y valores tradicionales (mientras los ma-
ridos defendían las creencias radicales materialistas y anticlericales), su fortalecimiento se debió, fun-
damentalmente, a su ingreso al mercado laboral obrero y a su relación con el movimiento socialis-
ta8e. En la segunda mitad del siglo XIX toda familia de origen burgués que se preciara socialmente
debía tener al menos una sirvienta. Las mujeres de un origen social más elevado lograban trabajo
como institutrices o maestrase0. En este contexto resulta comprensible que el movimiento de reivin-
dicación de los "derechos de la mujer" haya estado liderado por maestras (ver documento 9).
En el plano ideológico esta nueva sociedad acentuó -al menos teóricamente- dos de sus ele-
mentos distintivos, heredados de la concepción iluminista: la libertad y la igualdad, que prontamente
se mostraron contradictorios. La primera implicaba defender las "libertades políticas y de pensamien-

88 Aunque no es ésta la ocasión de plantear el papet de la mujer en la historia, cuya participación aparece en capí-
tulos anteriores, pero no con Ia relevancia que le otorgan los estudios realizados en las últimas décadas, parece atinado
rescatar -en primer lugar- el profundo cambio del rol que le tocó desempeñar a partir de la "revolución industrial" y su
incorporación al "mercado laboral", especialmente las que llegaban del campo esperanzadas con "las luces de la ciudad"
y terminaban incorporadas al servicio doméstico y a las fábricas, cuando no a otros menesteres. A su vez, entre los bur-
gueses -y por influencia puritana- se fue consolidando la división de influencias que reservaba a la mujer el control del
ámbito privado. Este esquema se defendía en todos los ambientes, desde la educación familiar -que incluía buenas cos-
tumbres, labores manuales y piano-, 1a escuela pública -que propugnaba las ventajas sociales de los valores hogareños y
la necesidad del casamiento-, en el clrculo familiar y aun en la prensa y la literatura, donde comenzaron a participar las
mujeres (como por ejemplo Louise May Alcott con su serie Mujercitas o las hermanas Bronté). En este modelo ideal
"una vez casada, por 1o general con un hombre varios años mayor que ella,la existencia de la mujer kanscurrla entre
embarazos y paltos frecuentes hasta casi los cuarenta años, dedicada ala cnanza de los hijos y asegurar un clima de tran-
quilidad en el hogar que sirviese de contrapunto a las tensiones que el esposo había de soportar en su actividad diaria"
(Canales, E. op. cit., pp. 1 84/65). Estas ideas fueron defendidas en sesudos trabajos de autores que llegaron a escribir que
"las mujeres están sujetas a la autoridad de sus esposos, deben obedecer y no deben atreverse a tomar decisiones (...) las
mujeres solamente serán personas armoniosas y felices si se conducen como esposas e hijas, sujetas al mejorjuicio de sus
padres. Por naturaleza el sexo femenino no está capacitado para la esfera pública" (Cobbett, cit. Hall, Cathenne, "The
tale of Samuel and Jemina: gender and working-class culture in ninefeenth-century England",H. J. Kaye y K. Mcclelland,
1990, pp. 93-94, en: Canales, E. idem, pp. 190/1). Curiosamente "un escritor bordelés comenta en 1850: 'Hoy en día, la
sociedad está dividida en dos grandes categorías: por una parte los hombres que juegan y fuman, y por otra las mujeres y
las jóvenes cuya vida transcure entre la lectura de novelas y la música" (cit. Cavallo, Guglielmo y Chartier, Roger. 11ls-
toria de la lectura en el mundo occidental,Madrid, Taurus, 1998, p.485). Simultáneamente "el Código Civil (napoleónico)
estableció la superioridad absoluta del marido en la pareja y del padre en la familia, así como la incapacidad de la mujer
y de la madre" (Perrot, Michele, "Figuras y funciones", en: Aries-Duby. op. cit., t. VII, p. 127).Dvante el avance del
siglo las modificaciones del propio sistema fueron generando en las mujeres nuevas necesidades y diferentes prioridades,
favoreciendo la organización activa de un grupo de ellas en el mencionado feminismo. El primero en utilizar el término
'feminista' parece haber sido Fourier (Cfr. Cammilleri, R., op. cit., p. 183). "Hubo que esperar al término de la Primera
Guerra Mundial para que se hiciese efectiva, primero entre las mujeres mayores de treinta años (1918) y después (1928)
en pie de igualdad con los hombres, la vieja demanda de extensión del derecho a voto en las elecciones al Parlamento a
las mujeres formulada por Stuart Mill en 1867" (Canales, E., ibidem, p. 201).
8e Ya desde la "declaración de los derechos del hombre y del ciudadano" de 1789 algunas mujeres intentaron, sin

éxito, que sus principios se aplicaran indistintamente a los dos sexos. "Mujer, despierta -dice orgullosamente Olympe de
Gouges ; el rebato de la razón se deja oír en todo e1 universo; reconoce tus derechos" (Michaud, Stéphane. "La mujer",
en: Furet, F., op. cit., p. I I l) y hubo mujeres que participaron activamente en "el movimiento revolucionario" hasta la
promulgación del código napoleónico, cuyo art. 213 establecía: "El marido debe protección a su mujer; la mujer debe
obediencia a su marido".
e0 "Lavida de criada resultaba atractiva exclusivamente para muchachas y mujeres de la población trabajadora

urbana y rural, mientras que las hijas de familias burguesas fueron conquistando progresivamente en el siglo XIX la pro-
fesión de maestra. Aunque, en realidad, estaban destinadas a esperar a un marido adecuado una vez acabada su
escolarización , cada vez más fueron las 'hijas de buena familia' que prefirieron concluir una formación como maestras.
En este sentido, les favoreció la extensión masiva de las actividades escolares y educativas con que los Estados europeos
intentaban incrementar el grado de alfabetización de sus poblaciones" (Frevert-Haupt, op. cit., p. l6)'
290 FLORENCIO HUBEÑÁK

to", pero primordialmente las económicas ("de libre comercio"), mientras que la segunda añrmaba
la igualdad de todos los hombres (no mujeres), alavez que insistía en el esfuerzo por acumular ri-
quezas (capitales)el.
En el aspecto político lapallatina extensión de las ideas liberales -fundamentalmente la sobe-
ranía popular- y del sistema republicano (americano) (ver documento 10) condujo a una nueva for-
ma política -de raiz liberal- que, tomando su nombre y parte de sus instituciones políticas de los
atenienses, se conoció como "democracia"; luego definida como el "gobiemo del pueblo, por el pue-
blo y para el pueblo"(ver documento ll). El fortalecimiento jurídico del sistema -basado en gran
parte en El espíritu de las leyes del pensador francés Montesquieu- se logró mediante el dictado de
leyes político-institucionales fundamentales y de garantías individuales, que se conocieron como
"constituciones"92.
A su vez, la reivindicación de la importancia de la educación realizadapor los iluministas, se
plasmó en una o'martía legislativa", qtrc partia del presupuesto que las leyes *como la educación-
modificarían la conducta de los ciudadanos. Bien lo había expresado Helvetius: ool-os vicios de un
pueblo siempre se ocultan en el fondo de su legislación. No es posible preciarse de introducir algún
cambio en las ideas de un pueblo sin haberlo introducido antes en su legislación, y lareforma de las
costumbres comienza por la reforma de las leyes... Sólo se pueden formar hombres virtuosos por
medio de buenas leyes... El legislador forma a su antojo héroes, genios y personas vir1uosas,,e3. En
este contexto deben entenderse las palabras de su contemporáneo Condorcet, rescatadas con el re-
surgimiento neo-liberal actual.
"Como la verdad, la raz6n, la justicia, los derechos humanos, son los mismos en todas partes,
no vemos por qué todos los Estados no tendrían las mismas leyes penales, las mismas leyes econó_
'
micas. Una ley debe ser buena para todos, como un teorema es verdadero para todos,,94.
La necesidad de defender e instrumentar el ideario liberal -basado en la declaración de los de_
rechos del hombre y del ciudadanG- y su sustrato iluminista, modificando los restos absolutistas del
Antiguo Régimen, llevó a convertir los clubes -de opinión y propaganda- en verdaderas organiza-
ciones dedicadas alaactividad política; los partidose5.
De acuerdo con la inclinaciones naturales de los hombres hacia la defensa del pasado y las tra_
diciones o a la necesidad de cambios y reformas, éstos se ordenaron en ..izquierdas,; y ,,deréchas,'e6.
En cada uno de ellos se fueron conformando muchos grupos, a veces diferenciados por sus líderes o
sólo por matices ideológicos.
En el ámbito de la vida pública -y más exactamente de la política- los principios liberales de
"libertad e igualdad" comenzaron, en Francia, otorgando el derecho de voto(sufragio) a los ciuda_
danos -sólo varon.r- y, que pudieran "vivir del producto de su trabaj o- (179112)§, y ludemocra_

9l Como es sabido, la manifestación


económica de este liberalismo -defendido por los economistas manchesterianos,
se conoce como "capitalismo" y suele explicarse en tres etapas sucesivas: comercial, industrial y financiero. Así lo anali_
zan detalladamente los historiadores de la economía a partir de Werner Sombart.
92
"La oConstitución' se convirtió en 'fundamental al sistema,, ella ....pretende codificar todos los principios fun_
damentales del Nuevo Régimen, armonizarlos y elevarlos, como conjunto, a un rango superior... Resume y contem_ a

pla, con una cierta solemnidad formal, 1os principios fundamentales del gobiemo y del funcionamiento del Estado, el
juego de poderes, las relaciones entre gobemantes y gobemados, así como los derechos y deberes fundamentales
de estos
últimos (...) se atribuye a G. B. Mably la idea de Constitución como Ley de Leyes, código sagrado y por encima de todas
Ias diferencias" (Redondo, G- Comellas, J. L., Historia universal, X,p.24).
e3 Helvetius, "De
l'Esprit",Dis. 8, cap. 15.
e4 Condorcet,
Oeuwes, t.l,p.378,cit. Rougier, L., op. cit., p. l7l.
95
En inglaterra la despreocupación de los Lores por la participación parlamentaria y los cambios que facilitaban el
interés de la población por la política, fortalecieron a los partidos políticos ,surgidos después de la ley electoral de I g32
sobre la base de los clubs-, fundamentalmente conservadores (tories) y liberales (whigs), que se enfrentaron en una ver-
dadera lucha por el poder que potenció a los buenos oradores y se trasladó a las calles, como comenzaba a ocurrir casi
contemporáneamente en otros países europeos.
96 Como es sabido, la
denominación es casual y obedece al lugar en que se ubicaron las facciones en la Asamblea
Nacional Francesa de 1789.
97 De hecho,
además de las mujeres y niños, la legislación exceptuaba a los desempleados, a los operarios temporarios
-conocidos como "vagabundos"- y a los "domésticos" por dependientes.
HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 29L

cia -como sistema q.oe gafaltizabala universalidad del sufragio* se fue expandiendo lentamente
debido a que la crisis política y el desborde de la realidad social, coincidente con la aparición de la
"sociedad de masas", forzaron a ampliar la participación política y la cantidad de beneficiarios del
"derecho al voto", según su capacidad económica (censataria) hasta llegar al sufragio universal
masculino en Franciaes en 18489e.
Además de las liberlades políticas -como la prensa o el sufragio- los pensadores -y los políti-
cos (ahora cadavez más profesionales)- defendían el libre comercio, la libre navegación y la liber-
tad de traslado (emigración) y de contratación de mano de obra. A su favor debe señalarse que "el.
hecho de que la gente pudiese elegir su profesión libremente, con independencia de su origen social,
que pudiese comprar tierras y dejarlas cuando quisiera y su condición económica se 1o pernitiese,
que le estuviese permitido establecer su residencia donde le apeteciera, eran logros que se fueron
difundiendo progresivamente incluso fuera de ptut.iu,100.
Pero esta nueva sociedad "liberal-capitalista" descansaba sobre ciertas "reglas de juego" tácitas,
elaboradas sobre bases inestables. En primer lugar resultaba indispensable garantizar -de cualquier
manera- la acumulación de capitales -a través del aumento de la producción- y su necesaria venta;
pero de la misma manera era necesario contar con una "mano de obra" trabajadora, dócil y lo más ba-
rata posible. Para ello el patrón debía contar con todos los derechos que le permitiesen "controlar" -por
medio de salarios, horarios, seguridad- a los obreros para aseguar el máximo rendimiento alcanzable.
,Pronto se descubrió que estos mismos hombres "a quienes se proclamaba ciudadanos libres e iguales a
los demás hombres ante la ley, eran 'condenados' de hecho, por las leyes 'naturales' del mercado, a
vivir y trabajar en aquellas condiciones míseras. .. (pero).. . las cosas estaban así no sólo debido al na-
tural e inexorable funcionamiento de las leyes 'naturales' de la economía, sino por decisiones muy con-
cretas de los dirigentes de la sociedad y por muy manifiestos cambios, en sentido negativo, en el fun-
cionamiento del sistema económico-social del Antiguo Régimen..."101.
Así prontamente los pensadores del siglo XIX -influidos por el iluminismc- que bregaban por
las libertades comerciales y'ode conciencia" se enfrentaron con una realidad "económica" que nega-
ba la igualdad, también defendida por aquéllos; descubrieron que en el fondo "libertad" e "igualdad"
resultaban contrapuestasl02; el liberalismo terminó inclinándose por la primera, mientras que la re-
acción resultante -conocida como socialismo- defendió básicamente la segunda. ¡Esta contradicción
sacudió todo el siglo XIX!
No parece inexacto concluir que, en esta sociedad secularizada, las ideas (igualdad-libertad-
fratemidad) se salieron de cauce, se descentraron y se convirtieron en ideologías movilizadoras (lsmos),
generando diferentes reacciones, que condujeron a distintos totalitarismos. Coincidimos con la apre-
ciación que "la liberlad no será un postulado político, será la religión del siglo ¡q1¡:'103. Respecto a
sus cr,nsecuencias es llamativa la percepción del francés Alexis de Tocqueville durante su viaje por
los Estados Unidos de América (ver documento l2).

e8
Originariamente el número de votantes fue reducido. "Por ejemplo, en la Inglaterra (hasta 1867), en Italia (hasta
882) y en Bélgica (hasta t 893) las condiciones impuestas respecto a la educación y la propiedad restringieron el sufra-
I
gio a rncnos del 5 por 100 de la población" (Hayes, Carlton, Una ¡¡eneración de materialismo (1871- 1900), Madrid, Espasa
Calpc, 1946, p. 57).
ee Finalmente, después de "marchas y contramarchas" el sufragio universal (masculino) qriedó definitivamente

cstablccido cn el Imperio alemán y Francia en 1871. en Suiza en 1874, en Inglaterra prácticamente a partir de las refor-
mas dc I 884/5, cn España en 1 890, cn Bélgica en 1893 y en los Países Bajos condicionado a un impuesto "teórico" en
1 896.
l00 Frevert-Haupt, op. cit., p. 12.
l0l Olábarri, I., "Las condicioncs de vida", en: De Diego, E. y otros. op. cit., p. 183.
Itt2 "¡¡6..1u¿ e igualdad son conceptos que o se equilibran en'la gallardía y la madurez' de 1a responsabilidad
personal y social del hombre, facetas ambas del desarrollo de su capacidad de trascendencia; o provocan conflictos tan
graves que tienden a dividir la sociedad en bandos irreconciliables, radicalizados ambos en la defensa a ultranza de
cnalquiera de esos valores con menosoabo del otro, precisamente porque los dos han sido despojados de su auténtica
raí2" (Rodrígtrez Casado, Viccnte, Orígenes del capitalismo y del socialismo contemporáneo,Madrid, Espasa Calpe,
le8l. p.351).
r03 Maeztu, M., op cit.,p. 172. Víctor Hugo llegó a expresar irónicamente: "Libertad, libertad, cuántos crimenes
se cometicron en tu nombre"
292 FLoRENCTo HussñÁ«

El pensamiento científico y el desarrollo técnico-industrial


A su vez las características del siglo XIX serían inexplicables sin las profundas modificaciones
producidas en el área del pensamiento científico y su aplicación al desarrollo tecnológico e indus_
trial. Estos cambios han pasado a conocerse como la "segunda revolución industrial,,, que gracias a
la electricidad y el uso del petróleo "aceleró" notablemente el desanollo logrado por limaquina de
vapor y el ferrocarril.
Pero estos descubrimientos prácticos que modificaron la industria, pero también la vida coti_
diana -y que se debieron más a artesanos habilidosos que a científicos universitarios_ fueron posi_
bles por los caminos abiertos por Descartes, Leibniz, Bacon, Galileo, Kepler, Newton, Butfon,
Lamarck, Linneo, Laplace, Humboldt, Lavoisier y cien otros propugnadoreJ de ..las nuevas ideas,,
que aplicaron la curiosidad experimental al "dominio de la naturaleza,, ellos campos de la fisica, la
química, la botánica y otras disciplinas de aplicación práctica.
Como vimos precedentemente, en el siglo XVIII "se difunde la persuasión de que la naturaleza es
lo único absoluto y autosuficiente, y que importa poco o nada conoier su esencia, lo qu" importa es
conocer cómo funciona, sus leyes, para dominarla y utilizarla,'10a. Bien sintetiza un historiarlor que
"Laplace publicó entre ll99 y 1825 los cinco libros de su Mecánica celeste, que constituyen la corn_
pleta prueba matemática de las leyes de Newton sobre los movimientos de los astros y de los cuerpos
en general, por efecto de la gravitación. Todo el complejo mecanismo del Cosmos quedaba explicádo
mediante la operatividad de unas leyes universales y eternas, aplicables a cada"uró particúlar, in_
".,
cluyendo aquellos que aún no se han dado, es decir, a la previsión exacta del comporlamiento de los
cuerpos materiales en el futuro . Laplace, sabio combativo y orgulloso de la capaóidad de la ciencia
para explicarlo todo sin ayuda de apoyaturas metafisicas o teológicas, contribuyó como pocos a difun_
dir la idea de un Universo que tiene sentido en sí mismo. pretendió también eiplicar la Creación me_
diante un proceso natural, derivado de la condensación de una nebulosa primiiiva, que al contraerse
aumentaría su velocidad de giro y provocaría la formación de un sistema planetari6',r05. La ciencia parecía
quebrar lacertezametafisico-teológica; y, además, aseguraba que desaparecería el misterio.
¡Lá nueva
certeza era científica!
En este ámbito debemos recordar los descubrimientos de la corriente eléctrica hechos por Galvani
y Ampere que permitierona Volta construir.la bateríay a Faraday transformar la energíá magnética
en eléctrica, que H.gytz explicó como la teoría electromagnética delah;z,y Roentgencóncretó en
los
"rayosX"(1895¡to6,asícomolosestudios deDavyy-Carnotsobreelcalor, lol deJoulesobrela
energía y la ley de Hermholtz defermodinámica o conservación de la energía, que produjeron la,ore_
volución" de la industria. Casi paralelamente, el técnico italiano Marconiy elescoóés_norteamerica_
no Graham Bell muJtiplicaron geométricamente las comunicaciones por medio de sonidos emitidos
por el telégrafo y su efrcaz competidor, el teléfono.
No debe maravillamos entonces que durante el siglo XIX ,,el ingeniero fue considerado, junto
con el naturalista, el prototipo de hombre del progreso cuya principaf motivación era la innováción
permanente y que utilizabaparuello los medios de la investigación modema y la experimentación,,l07.
Pero el descubrimiento más llamativo del siglo XIX fue, indudablem".,t", la ,,algo
que bordeaba el misterio, "lectricidad,
llgo que podía, en sentido malicioso, definirse como el alma, más bien que-el a
cuelpo, del materiali.rro"l08, que modificó sustancialmente las formas de vida del hombre occidéntal,
especialmente cuando el norteameri cano Thomas Edison construyó la primera létmparaeléctrica incan-
descente en 1878, facilitando sus múltiples aplicaciones a la vida ciudidana.*Haóia 1901 la electrici_
dad entró en los hogares cambiando la vida y las costumbres de los hombres desde enton."r,,l0e.

104
Valverde, C., Génesis. .., p, 282.
105
Redondo-Comellas, Historia...,XI, p. 484.
106
En 1895 Becquerel precisó el poder radiactivo del uranio y en 1g9g Maríe y piet.re Curie lograron aislar los
átomos del radio.
107
Frevert-Haupt., op. cit., p. 14.
lo8 Hayes,
C., op. cit., p. 97.
l0e Martinez
Sanz, J. L.; en: De Diego, E. y otros. op. cit., p. 312.
HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 293

ooen
A su vez, en el ámbito de la medicina, el plazo de una media docena de años, los
bacteriólogos, trabajando con celo incansable, descubrieron el bacilo de la lepra, el parásito de la
malaria,la bacteria del ántrax y los gérmenes de la tuberculosisll0, la difteria y el cólera asiático"i 11,
que Pasteur coronó -hacia 1880- al descubrir el microbio (de la rabia) "revolucionando" las causas
de las enfermedades y su prevención e instaurando su combate por la higiene y el aislamiento del
contagio. Como expone un autorooel agua sólo adquirirá su significación actual después de los des-
cubrimientos de Pasteur, que harán del hecho de lavarse las manos una nueva obligación social."112.
Casi contemporáneamente -en 1867- Lister había descubierto el uso del ácido fénico como antisép-
tico, evitando las infecciones por el parto y post-operatorias.
De no menor importancia fueron los cambios en la industria; baste mencionar que "entre 1880
y 1900 la producción de acero del mundo se elevó violentamente, desde 4.000.000 hasta 28.000.000
de toneladas métricas, y la producción de hierro en barras desde 18.000.000 hasta 39.000.000"113.
En la construcción, tras los caminos construidos por Macadam, el descubrimiento del hormigón a
base de "cemento Portland" y "reforzado" con hierro ("hormigón armado") en los ochenta, permitió
aumentar cadavez más la cantidad y calidad de las construcciones del siglo ¡¡tt+. También se me-
canizaron otras industrias como las de alimentos, vestido y bélicas. En el campo de la química el
avance industrial, iniciado con las tinturas sintéticas, ampliado con la fabricación de papel de celulo-
sa y luego la seda artificial o "ray6n" ,llegó a la "revolución" de los plásticos. Por su parle, los avan-
ces médicos favorecieron su aplicación a los productos farmacéuticos. Casi simultáneamente, en la
penúltima década del siglo, se inventó el rollo de películas y la fotografia (Daguerre), que abrieron
camino al cinematógrafo.
El desarrollo industrial siguió estrechamente vinculado al movimiento y en la década de los
setenta apareció ese extraño vehículo que fue la bicicleta -primero con sus ruedas desparejas- y que
colocó a fines de siglo a Europa o'sobre ruedas"l15, permitiendo el traslado masivo de la población al
trabajo y las salidas al campo, como las reflejaron los pintores impresionistas.
El ritmo parecia indetenible. En 1887 el fabricante alemán Gottlieb Daimler colocó una o'má-
quina de petróleo" (motor de combustión interna)l l6 sobre una "vagoneta ligera, construia de madera
y con cuatro medas", y así nació el automóvil impulsado por gasolinallT, favorecido con el invento
del neumático realizado por el norteamericano Goodyearlls.
El nuevo motor fue rápidamente aplicado a impulsar barcos y las novedosas "máquinas volado-
ras" -más pesadas que el aire-, que hacían realidad un deseo antiquísimo delaraza humanalle.

lr0 El bacilo, descubierto por Koch, concluyó con el llamado "mal del siglo XIX" y la cantidad de víctimas que
causó, inmortalizado por el joven Alejandro Dumas en la palidez romántica de la heroína de La dama de las camelias.
III
Cit. Bruun, G., op. cit.,p. l4l. Un precursor fie Jenner, en 1796, con la vacuna contra la viruela.
l12 Guerrand, R.; en: Ariés-Duby, op. cit., t. VIII, p. 39.
l13 Bruun, G., op. cit., p. 179.
I 14
¡or grandes puentes Forth y Brooklyn, la torre Eiffel y los primeros rascacielos de Chicago y Nueva York se
terminaron en la década de 1880.
ll5 Un autor menciona que en esa época "había cinco millones de bicicletas en Francia, cinco millones en Gran
Bretaña, cuatro en Alemania, dos en Italia y muchas también en otros países" (Hayes, C., op. cit., p. 94). Años más tarde,
al agregársele el motor de explosión, nació la motocicleta.
I 16
La máquina a vapor fue reemplazada primero por la turbina *que actuaba por presión y no expansión- y luego
el motor por combustión interna. que necesita poco espacio para affancar y 1o hace inmediatamente.
¡i",
tt7 años más tarde se construyó el primer motor Diesel, y casi paralelamente, al amanecer el siglo XX, los
empresarios alemanes Daimler y Benzlanzaron el primer Mercedes, mientras F. Porsche fabricaba por encargo de Hitler
el Volkswagen y A. Peugeot, L. Renault y fundamentalmente André Citróen -en Francia- iniciaron la fabricación seriada
de automóviles, que en 1902 el norteamericano Henry Ford convirtió en un medio de transporte masivo (el Ford T¡ gra-
cias al modemo proceso de fabricación "en serie" (Cfr. Hayes, C. op. cit., p. 94).
Ir8
"41 ,n"¿¡u. el decenio de 1920 (. . .) la Ford Motor Company había conseguido vender más de quince millones
de unidades del Ford T. En 1930, ya habia 26 millones de vehículos matriculados en Estados Unidos, cinco más que
todos los coches europeos juntos..." (Maddox, John. "Un mundo transformado", en: Bullock, Alan,"La historia de nues-
tro tiempo", en'. Historia de las civilizaciones,Madtid, Alianza, 1989, t. XI,p.47l).
I 19
Los hermanos Wrightparecen haber sido los priineros que realizaron laproeza de recorrer volando unos cuan-
tos centenares de metros, en diciembre de 1903, en el "primer avión".
294 FLORENCIO HUBEÑÁK

Pero una de las mayores innovaciones tecnológicas fue la construcción de nuevas máquinas
capacitadas para fabricar otras máquinas ("máquinas-herramienta"), eue permitían construcciones
más complejas y seriadas -como la del automóvil- disminuyendo la necesidad de operarios y auto-
matizando el proceso de fabricación y montaje ooen serie"l20. Este acelerado, e ilimitado, proceso de
mecanización produjo un efecto no deseado: el desempleo; y sus consecuencias sociales.
Otro efecto no previsto fue que "la máquina lo ha transformado todo, no sólo nuestras técnicas,
sino también nuestra estética, nuestra moral del trabajo y sobre todo, nuestras relaciones sociales...
La heramierúa era algo individual, educativo, íntimamente ligado a la personalidad del que la ma-
nejaba. La máquina es algo automático, colectivo, anónimo; el obrero que se sirve de ella tiende a
convertirse en su servidor, porque a partir de aquel momento es el centro de la fabricación y el hom-
bre técnicamente importante no es ya el obrero, sino el ingeniero que la pone en funciones,,l21. El
desarrollo tecnológico también modificó el trabajo en el campo, especialmente en el amplio y semi
virgen continente americano donde "la maquinaria agricolaiba desarrollándose con ritmo aceierado.
La segadora-agavilladora mecánica vino, tias la máquina que sólo era segadora, de América a Euro-
pa, utilizándose cada vez más después de 1878. La desnatadora se exportó de Suecia por primera
yez.Las cercas de alambre se introdujeron en los sesentas, y el alambre espino en los ochentas. Los
invemaderos de cristal se hicieron cosa común. Los abonos químicos tenían demanda universal. En
los setentas, el envase de frutas, vegetales y cames se transformó en gran industria en América, Aus_
traliay Argentina. Muchos de los envases llegaban vacíos de las fabricas europeas, y regresaban lle_
nos a la población industrializada de Europa. últimamente la máquina refrigiradora, inventada en
Inglaterra en 1867, fue perfeccionu.ql con la refrigeración mecánica, que aseluró a Eúropa aún ma-
yores importaciones de alimentos"l22. El proceso se complementó con el progreso del bárco de va_
por y acero -ahora refrigerado- que produjo un notorio incremento del transporte en las tres últimas
décadas del siglo. "En América del Sur, Argentina, que habia sido durante mucho tiempo manantial
de pellejos y huesos para Europa, con el advenimiento de los barcos refrigerados se convirtió en fuente
de carne de ternera y experimentó su primera gran expansión ferroviaria por los años l gg0. . .,,123.
"Finalmente, aunque el carbón y el hierro constituían todavía el iundamento, ya no podía
llamarse la revolución del hierro y del carbón. A ésta la había suplantado, a partir-de 1g70, la
edad del acero y de la electricidad, del petróleo y de los productos qui*i.or,,ti+. por otra parte,
esta "revolución en los medios de transporte y producción ha abierto el mundo entero a ia e*-
plotación económica del poder industrial y financiero de Occiden1.,,125, facilitando la activida«l
imperialista.
A su vez el proceso de concentración industrial -y capitalista- fue produciendo significativas
modificaciones que se comenzaránaapreciar en la vida cotidiana de las giandes ciudadeJhacia fines
del siglo. Después de una primera etapa en que las ciudades -especialménte las pobres_,osufrieron,,
las consecuencias del acelerado proceso de industrializaci1n, se pudo concretar una mejora notable
de la infraestructura urbana, favorecida por la construcción del generador de electricidud po. dínamo
que permitió la iluminación eléctrica de las casas y las calles, mientras que el suministro de gas y
de
agua potable, la construcción de cloacas126, la pavimentación de las callés y erección de aceias, jun_
to a la recolección de las basuras y los alcantarillados, como la creación de parques yjardines püUti_
cos, fueron algunos de los elementos que modificaron considerablemente lu sát"Uiiáud y las pers_ a
pectivas de vida. La ciudad se ampliaba, la vida aumentaba y el ritmo se aceleraba; pero también se
producían significativos cambios sociales.

120gorno señala un autor, "en 1900 y en la fábricas de vehiculos motorizados


de Estados Unidos, se habían echado
los cimientos de la automatización" (Maddox, J., idem, p. a7{. A partir de allí, a fines del siglo XX se intenta consrruir
máquinas que fabriquen hombres-robots o que "piensen".
r2r Siegfried, A.; en: Pasdermadjian,
H., La segunda revolución inclustríal,Madrid, Tecnos, 1960, p. 14.
122 Hayes,
C., op. cit., p. 100.
123
Thompson, F.M., "La revolución en la agricultura mundial,,, en: Briggs, A., op. cit., p. 219.
r24 Baraclough,
Geoffrey, Introducción a la historia contemporánea, Madrid, Gredos, ilOS, p. S+.
l2s Dawson,
Ch., op. cit., p. 200.
126
A modo de ejemplo, el renombrado intendente Haussmann que dio a la ciudad de parís el aspecto que la hizo
célebre como "la más bella del mundo", aumentó de 100 a 600 kilómetros la red cloacal.
HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 295

Cabe agregar que en los noventas se podía ya comer alimentos cocinados en máquinas, servi-
dos en platos fabricados también mecánicamente; se podía escribirt27, calcular y coser con máqui-
nas, que fabricaban trajes y zapatosl2s y se usaban arrnas de fuego automáticasl2e.
o'en
Surge a la vista cómo apenas dos generaciones, se había realizado una obra gigantesca, que
los contemporáneos podían comparar ventajosamente con los mayores logros acometidos por la hu-
manidad hasta entonc.rr'130. ¡El progreso parecia indetenible!
Resulta significativo destacar que la "cosmovisión técnica" -nacida de la "revolución indus-
trial" y el "progreso material"- hizo surgir, probablemente por primera vez en Occidente, la menta-
lidad de la abundancia en reemplazo de la escasez; como el desarrollo de las "clases medias" fomen-
tó paulatinamente la idea del mejoramiento del nivel de vida.
"Al convertirse Gran Bretaña en el taller del mundo debido a las nuevas tecnologías y al siste-
ma de producción de ellas derivado, sus habitantes se enriquecieron cadavez más. Con los benefi-
cios de las crecientes exportaciones británicas -los cinco millones de libras de exportaciones textiles
de la década de 1780 se transformaron en casi cuarenta millones en la década de 1820- el país pudo
comprar los alimentos, las materias primas y demás bienes que la población necesitaba y hacer que
los modernos medios de transporte suministraran con rupidez esos produclotr:131.
Es indiscutible que Gran Bretaña era"hasta entonces el áreamás avanzada y más rica del pla-
neta, el 'taller del mundo'. La exposición universal de 1851 ('Gran Exposición de los trabajos de
industria de todas las naciones'), desarrollada en Londres, fue vista por todos los contemporáneos
como manifestación y despliegue de esta supremacía"l32. ¡Fue el siglo de la hegemonía inglesa, que
finalmente había logrado desplazar a la Francia que derrotara en Waterloo!
De todos modos, aunque GranBretañaerao'el eje financiero sobre el que descansabatodo el
sistema intemacional::I33, su dominio industrial -construido sobre un Imperio- estaba cada vez más
amenazado, ya no solamente por Francia, sino ahora por la pujante Alemania -nacida del seno de
Prusia-, la adolescente América del Norte y la subestimada Japón, que realizaron sus propios mode-
o'modemos"
los más de "revolución industrial".
Hacia 1890 era evidente que "los avances en la técnica de la refrigeración permitieron que de
nuevo el mercado fuera inundado, aunque en esta ocasión con la carne ultramarina. Por su parte los
cereales extranjeros seguían afluyendo a un ritmo imposible de compensar. Ni las lanas británicas,
ni los productos de sus granjas pudieron soportar esa segunda invasión de las islas. El Reino Unido
pasó a depender plenamente del exterior no sólo en las materias primas indispensables para mante-
ner sus industrias, sino también en la alimentación precisa para sostener su población industrial"l3a.
Entonces, la mayoría de las potencias -disconformes con los resultados del liberalismo económico,
especialmente en el mercado de las cames y los cereales- regresaban a las políticas proteccionistas
para garantizar st poderío.
Pero desde otra óptica, como bien señala un historiador, el mundo no sólo se había tomado ini-
maginable, sino también incomprensiblel35. Así lo expresaron angustiadamente -como veremos- los

t27 La máquina de escribir fue inventada en América en los setenta y las primeras máquinas de escritura "visible" a
aparecieron en los ochenta. La máquina calculadora fue empleada por primera vez en I 890 para reunir los datos del censo
de los Estados Unidos. La impresión por rotativas en 1os setenta y las máquinas linotipistas, inventadas y perfecciona-
das en los ochenta, "revolucionaron" la prensa.
t28 Rcsulta de interés señalar que la costura a mano fue reemplazada por la máquina de coser en la década de los

setenta eléctricas a partir de los ochenta- y veinte años después los telares mecánicos estaban generalizados y las pren-
das de vestir (blusas, faldas, pantalones y ropa interior, incluyendo fajas) se confeccionaban en serie y vendían en tiendas
con vidrieras. En los noventa pasaba lo mismo con los zapatos.
l2e "¡u
*.,.r'o civil norteamericana favoreció el desarollo de las armas y al célebre revolver Colt, después de mi-
tades de siglo, se agl'egaron el rifle de repetición Remington y la ametralladora... " (Hayes, C., op. cit., p. 99). En 1867
Alfrcd Nobcl logró fabricar "dinamita".
l3o Canales, E. op.cit., p. 26.
lrl Kennedy. P.. op. cit.
132
Idem, p. 11.
133 Shonfield. Andrew, "El comercio y las finanzas mundiales", en: Bullock, A., op. cit., p. 512.
r34 Re«londo, G., op. cit., XlL, p. 272.
rr5 Cfr. Comellas, J. L., El últinto..., p. 258.
296 FLORENCIO HUBEÑÁK

filósofos post-positivistas y también se notó en el campo del arte, que en su exploración de nuevas
manifestaciones "se ha disociado en una muchedumbre de direcciones e intentos divergentes"l36,
mientras que "el reino de las letras ha pasado; los fisicos sustituyen a los poetas y los novelistas; la
máquina eléctrica ocupa el lugar de una obra de ¡sa¡ro;;137 y el desarrollo tecnológico se nota aún en
las artes, que ahora ensalzan los poetas. Walt Whitman escribió en la década del ochenta: "¡Las for-
mas se alzant. Formas de fábricas, arsenales, fundiciones, mercados, formas de las vías gemelas del
ferrocarril, formas de puentes, enorrnes aÍnazones, vigas, arcos"'138.

La época de la reacción romántica


En las regiones gennanas ocupadas por las tropas napoleónicas -cuyo prestigio (genio) dejó
una impronta indiscutible, acentuando los ideales revolucionarios de "libertad, igualdad y fraterni-
dad" en su versión pre-romántica rousseauniana- comerr,b a surgir, especialmente entre los ,.hom-
bres de letras", un movimiento de reacción en defensa de las costumbres tradicionales v de la..iden-
tidad nacional germana". Sus representantes incorporaban una interpretación rornánticá fratemal de
la libertad y la igualdad y una orientación panteísta de la naturaleza. Fue conocido como romanticis-
mol39.
Sus representantes -los "románticos"- integraron una corriente "reaccionaria,, que
-además de
rcvalonzarlas costumbres patrias, fundamentalmente el idioma y los tiempos pasados (medievales idea-
lizados)- buscaron una nueva cosmovisión en medio de una cultura enferma o o,en crisis,,, que identifi-
camos como "liberal-burguesa" y que había acentuado excesivamente el aspecto técnico-económico,
deshumanizando la cultura. Agreguemos que este movimiento histórico-cultural intentó imponer una
cosmovisión de recambio, pero abortó en poco más de medio siglo; ello obedeció, de algún modo, a sus
aspectos excesivamente elitistas y a la capacidad de reacción de la sociedad liberal-capitalista de la época,
que supo incorporar algunos elementos propios del movimiento romántico.
Fue en la ciudad de Jena donde un grupo dejóvenes entusiastas, seducidos por las ideas que el
escritor Johann Wolfgang Goethe plasmó en su celebrada novela Wertherta\, fuéron nucleados por
Friedrich Klinger en una novedosa corriente literaria conocida por su novela,s/ttrm und Drang
Gám_
pestad y Violencia). Éste, en junio de 1815, fundó una asociación estudiantil (Bnrschensho¡t-¡ionta
intención de agrupar a todos los estudiantes de la "nación alemana,'141, según la definieraLí p"rr.u_
dor Johann G. Fichte en sus renombrados Discursos a la nación alemana de 1907.
En el "ideario de Jena" -chispa que encendió las ,,hogueras de un gran incendio,,_ abrevaron
los pensadores germanos más renombrados de la época: Herder, Goethe, Schiller, Novalisla2, los
hermanos Schlegel, Schelling, Fichte, Schliermacher y aún el mismo Hegel. Uno de sus contempo_
ráneos, Wilhelm von Humboldt, al crear -y regir- la Universidad de Berlín, asumió la sugestiva ta_

r36
Orlega y Gasset, José, La deshumanización del arte,Madrid, Espasa, 1925, p. 61.
r37 Ferrone, Vincenzo, "El científrco"; en: Vovelle, Michel, El hombre tle la Ilustració¿, Madrid, Alianza 1995,
p.214.
r38 Cit. Clark, K, op. cit., p. 474.
l3e El término "romántico" parece haber sido utilizado por vez primera por Augusto Schlegel en 1 g0 I (provendría
de roman: novela) y madame Stael, influida por éste en su carácter de preceptor de su familia, lo difundió en
su De
Alemania, publicada en 1810- por toda Francia; y a través del francés pasó a toda Europa. Cfr. Hubeñák, F., .,El roman_
ticismo político", en'. Rev. Univ. de Sevilla,4 dic. 1985.
l40Autordeunadelasgrandesobras-.ypersonajes delaliterafurauniversal:
elFausto,dondeexponiasuclamor
en términos como éstos: "¿No sientes en tu corazón la acción de un poderoso desconocido qne revolotea a tu alrededor,
visible en un misterio invisible? Déjale que sature tu alma y cuando hayas hallado la dicha en ese sentimiento, llámale
como quieras, 1lámala Alegrí a, Corazon, Amor, Dios, no tengo palabra para nombrarlo. Todo es sentimiento,, (cit. Dawson,
Ch., op. cit., p. 33).
Ial Adoptaron el sugestivo lema: "Honor, Libertad,
Patria".
142
Su poco difundida disertación sobre Za Cristianclad o Eto.opa (1799) rescata el renacimiento del pasado comu_
nitario medieval; que también se aprecia en el re-descubrimiento del gótico en arquitectura. parece importante añadir que
"La solución propuesta por Burke, Novalis, los románticos alemanes y los contrarrevolucionarios franceses. era Ia de una
comunidad de naciones cristianas, basada en la existencia de una religión comirn, los mismos conceptos legales, normas
similares de comportamiento y un gran sentido de responsabilidad por los valores y conveniencias de la civilización cris_
tiana europea" (Talmon, J. L., op. cit., p. 206).
a- t

HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 297

rea de generar en la "nación alemana" esta nueva cosmovisión (Weltanschauung), elaborando un marco
formal para el "idealismo" alemán.
En otro aspecto podemos observar cómo 1os románticos buscaban evadirse de una realidad que
los asfixiaba, acentuaron el individualismo sentimental -y angustiante- que les tornaba melancóli-
cos, af,rrmaron un culto a la naturaleza entendida como un espíritu misterioso (divinizada), rescata-
ron la religiosidad pública pero vivida de una manera más sentimental (pietismo), "encontraron" el
inconsciente (los sueños, los ideales "utópicos" de un futuro "perfecto" que les hizo sobredimensionar
"lo "heroico") y re-vivieron los valores tradicionales (honor, frdelidad) y los sentimientos, de mane-
ra incluso enfermiza; en ellos dominó el entusiasmo.
Sus sueños y esperanzas se expresaron en la creación literaria y artística, como la novela (ro-
mántica) y los ensueños de la poesía, gozaban con el mundo misterioso y atrapante de la música,
descubrieron el mito y revalorizaron las hazaias épicas de sus antepasados (leyendas), sus símbolos
y tradiciones. En síntesis, defendían todo aquello que implicaba traspasar los "cánones" considera-
dos "clásicos" sn el mundo del arte.
El romántico concedió gran importancia a la apariencia, que debía expresar sus sentimientos.
"El frac, 'propio del tiempo de la decadencia', quedaba sustituido por un 'estrecho pantalón, que
designaba la musculatura... una levitilla de menguada faldamenta, abrochada tenazmente hasta la
nuez (...) un pañuelo negro descuidadamente anudado (...) y un sombrero terciando hacialacejaiz-
quierda", que permitía que se descolgaran "por bajo de él (...) dos guedejas de pelo negro y barniza-
do" que ocultaban las orejas. "Las patillas, la barba y el bigote", que configuraban "aquella espesu-
ra, daban con dificultad permiso para blanquear a dos mejillas lívidas, dos labios mortecinos, una
afilada nariz, dos ojos... de mirar sombrío, una frente triangular y fatidica"la3.
Es interesante comprobar que la gran manifestación del romanticismo se mostró en la mú-
oosentimental".
sical44, que refleja mejor que la filosofía la nueva cosmovisión fuertemente Sin
lugar a dudas debemos citar en primer lugar a Ludwig van Beethoven, quien -con sus
innolvidables sinfonías, especialmente la Tercera (la Heroica),la Sexta (la Pastoral) y la No-
vena (.la Coral)- logró superar, en la Viena de las primeras décadas del siglo XIX, el prestigio
de las Misas y el Requien de Wolfgang Amadeus Mozart y la Creación de Franz Josef Haydn,
sin omitir las creaciones posteriores *pero no menos destacables- del francés Louis Berlioz y
de Franz Schubert -sus lieds y la sinfonia Inconclusa-, Robert Schumann -su Sonata en sol
menor-, Johannes Brahms, Friedrich Chopin -sus nocturnos, polonesas, mazurcas y valsesla5-
y Franz Liszt -sus rapsodias húngaras-, para concluir con su yerno Richard Wagner -autor de
Tristán e Isolda, El anillo de los Nibelungos y una renombrada tetralogía operística-, en la se-
gunda mitad del siglo. En el mundo eslavo tuvo representantes suficientemente conocidos en
Piotr Chaikovski -especialmente por el Lago de los cisnes y Cascanueces-, Antonin Dvorak
-por sus distintas danzas bohemias- y Bedrich Smetana -con sus poemas sinfónicos, fundamen-
talmente Mi patria y La novia vendida-.
oo..tanto
Comparlimos la obseruación que los poetas como los pintores románticos intentarían
lograr con sus medios respectivos los efectos de la música"l46. Bn ese terreno debemos destacar, al
menos, al inglés George Byron entre los primeros y al francés Eugene Delacroix entre los segundos.
No resulta menos interesante remarcar que hacia mitades del siglo adquirió prestigio la"litera- a

tura de ¡o11"1irr'rla7y "en el curso de la segunda parte del siglo apareció toda una para-literatura que
se introdujo en los medios populares: novelas, revistas ilustradas, semanarios, almanaques, obras de
vulgarización científica"148 que difundieron el ideario -y crearon las costumbres- de la "nueva era
romántico-positivi sta" ae. I

r43 Mcsonero Romanos, Escenas madrilenses, Madrid, 1964, p. 59. Cit. Rodríguez Casado, V., op. cit., p. 321.
144
De mancra similar, el Renacimicnto se apreciÓ en la pintura.
las go6. scñalar que la aparición del vals modificó el comportamiento de la pareja, ya que los bailes grupales (pol-

ca, mazurca,...) fueron rcemplazados por el baile de hombre y mujer juntos, uno en brazos del otro.
la6 Briggs, Assa, "Alteración de valores en el arte y la sociedad", en: Briggs, A. op. cit., p.441.
147
Las grandes novelas del XIX fueron publicadas en fascículos por la prensa.
la8 Gerbod, P., op. cit., p. 68.
r4e El escritor E mtle Zola expresaba: "Ha llegado, pues, a este punto: la novela experimental es una consecuencia de

la evoluciórr científica del siglo; continÚta y completa la fisiologia, que ella misma se apoya en la quimica y la ffsica; sustitu-
298 FLORENCIO HUBENAK

Debemos destacar las referencias al "culto alyo" que saturan la literatura romántica, como tam-
bién el papel particular que tuvo el "poeta" -el futuro Mesías- identificado con la valorización del
Genio. El mismo Balzac clarifica estos conceptos al escribir: "hoy ocupa el poeta el lugar del sacer-
dote. Toma laluz del alfar y la conduce al seno de los pueblos... El consuela, condena, ruega y pro-
fetiza. Su voz no sólo resuena en la nave de la cátedra, sino que encuentra su eco de uno a otro confin
de la tierra: La humanidad es su grey, escucha sus poesías y las medita... El pontífice de este terrible
mayestático poder no depende ya de los reyes ni de los poderosos, sino que ha recibido su misión de
Piot"15o.
Coincidimos en que "...Ia Europa romántica entera recibe los valores morales que comparte
del sentimiento religioso, cuya llama mantienen en la ciudad las mujeres, a parlir de su propio ho-
gar"1s1. Cabe agregar que los románticos practicaban su religiosidad, sea protestante o católica, aun-
que puede observarse que ésta se manifiesta fundamentalmente en palabras (sermones retóricamente
elaborados) y en sonidos (música religiosa). Es una forma de respuesta emocional al indiferentismo
iluminista racionalista, pero anti-dogmático. Ello se nota inclusive en la literatura, donde los román-
ticos-idealistas germanos denotaron una clara influencia religiosa, mientras que los católicos encar-
naron una "reacción" que se percibe en autores -fundamentalmente franceses- como Chateaubriand
--en su Genio del cristianismo (1802'1, el dominico Lacordaire, el conde Montalembert y Lamennais,
que intentó un acercamiento entre el catolicismo y el liberalismo.
Curiosamente, mientras por un lado Paris daba el tono escandaloso de la bohéme, una vida de
placer -con el Moulin Rouge y los cabaretes-, por otra se resaltaban los valores de la vida familiar
ooburguesa"
-heredados del cristianismG- y los personajes disolutos descriptos por autores como
Flaubert (Madame Bovary) o el propio Balzac (en partes dela Comedia humana) -especialmente en
su infidelidad conyugal- son públicamente criticados y socialmente considerados inmorales.
Sin perjuicio de la escasa duración del romanticismo resultó exacta la percepción de Alfred
de Musset cuando afirmó: "...desde entonces, se formaron dos campos: de una parte los espíritus
exaltados, que sufren, todas las almas expansivas que necesitan el infinito bajaron lacabezallo-
rando... De la otra, los hombres de carne permanecieron de pie, inflexibles, en medio de los goces
positivos, y no sintieron otro afán que el de contar-ef^ dinero que tenían,,152. Los románticos ápor_
taron una "visión del destino trágico del hombre"l53, qu€ se plasmó en el pensamiento
-y en la
realidad- del siglo XX.
Asimismo lamayoria de los autores coinciden en que la "marea romántica,, -,.1a desilusión de
los esperanzados"- comenzó a declinar -o abortó- abruptamente después de la frustrada revolución

ye el estudio del hombre abstracto, del hombre metafisico, por el estudio del hombre natural, sometido a las leyes fisico_
químicas y determinado por las influencias del medio; es, en una palabra, 1a literatura de nuestra edades científica, como la
literafur-a clásica y romántica fue la correspondiente a una edad de escolástica y teología,, (cit. Gaos, J. op. cit., p. 7lg).
150
Cit. Heer, F., op. cit., t. I, pp. 280/81.
151
Furet, F. y otros, op. cit., p. 18.
ls2 4ri '1u primera parte
del siglo XIX creó un abismo en la mente europea tan ancho como el que en el siglo XVI
había escindido a la cristiandad, y aún más peligroso. De un lado estaba la nueva clase media nutrida por la Revolución
Industrial, esperanzada y activa, pero carente de escala de valores. Embutida entre una aristocracia corrompida y unos
pobres embrutecidos, había generado una moralidad defensiva, convencional, satisfecha de sí misma, hipócrita. Los bri_
llantes caricaturistas de la época, Daumier, Gavarni y Gustavo Doré, nos han dejado un retrato convincente de aquellos
caballeros obesos, rígidamente enfundados en sus levitas, pero aún un poco nerviosos, cargados con sus paraguas como
para repeler una agresión. Del otro lado estaban los espiritus más selectos: poetas, pintores, novelistas, todavía herederos
del movimiento romántico. . . Se burlaban de la respetable clase media y de su rey burgués Luis Felipe, les llamaban filisteos
y bárbaros. Pero ¿qué podrían poner en el lugar de aquella moralidad, si ellos mismos andaban todavía a la búsqueda de
un alma? Esa búsqueda se prolongó a lo largo de todo el siglo XIX: en Kierkegaard, en Schopenhauer, en Baudelaire, en
Nietszche; y, dentro de las artes visuales, en el escultor Rodin" (Clark, K., op. cit., pp. 44819).
153
Lo refleja nítidamente el poeta romántico español Gaspar Núñez de Arce en unas estrofas seleccionadas de su
poema Miserere: "...Rígido y brutal azote I con desacordado empuje / sobre las espaldas cruje i del rey y del sacerdote./
Ya nada existe que embote / el golpe ¡oh Dios!, que nos hiere./ ¡Miserere! / Mas ¡ay!, que en su audacia loca / también el
orgullo humano / Pone en los cielos su mano I Y a fi, Señor, te provoca./ Mientras blasfeme su boca, / Ni paz ni ventura
espere, / ¡misererel / No en la tormenta enemiga, / no en el insondable abismo: / El mundo lleva en sí mismo / el rayo que
lo castiga. / Sin compasión ni fatiga / hoy nos mata, pero muere / ¡Miserere!...".
HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 299

de 1848, dejando el campo libre al positivismo cientificista. Pero sus características ("su espíritu") -
y sus efectos- se proyectaron en el campo de la política, apoftando su idealismo y su utopismo, más
que una cosmovisión. A su vez, algunos socialistas querían sacar todas las'oconsecuencias sociales"
de la Revolución para instaurar así las ideas sociales con las que se esperaba'oregenerar la vieja Eu-
ropa"l54.
rr^
En tierra germana -embelesados por la idea de "libertad"- los "románticos" adoptaron un ma-
tiz literario-estético y finalmente filosófico, mientras que en Francia, tras la restauración Borbónica,
acentuando en cambio el concepto de "igualdad", se ocuparon fundamentalmente de la recién redes-
cubierta "cuestión social", defendiendo los "derechos humanos iluministas" ante las injusticias de la
opresión capitalista de la "revolución industrial", cuyas taras y falencias describieron magistralmen-
te escritores como Zola o Maupassant. La vertiente francesa estuvo emparentada con el resurgimien-
to esotérico de las "ciencias espirituales" que favorecieron el "romanticismo religioso" y se expresa-
ron más acabadamente en el positivismo comtiano. Por esta vía el romanticismo francés se deslizó
hacia el socialismo; en cuyo fundador -Jean Jaurés- privó un acentuado matiz humanitario, progre-
sista y anti-materialista, antes de adoptar la vía intemacionalista-proletaria que en la línea hegeliana
le aportó Karl Marx. De aquí en más y por estos aspectos históricos concretos que hemos esbozado,
el movimiento romántico -en su aspecto político-social- adoptó dos caminos totalmente diferentes
que intentaron crear una nueva cosmovisión de recambio: el socialismo que triunfo en Inglaterra y
Francia -países de antigua tradición y poderosas instituciones donde la cuestión social había desper-
tado la sensibilidad de los intelectuales- y el nacionalismo que se impuso en Alemania e Italia, dan-
do lugar a la creación de sus "estados nacionales", pero también abriendo la brecha hacia los movi-
mientos totalitarios del siglo XX. En esta última corriente podríamos ubicar también -con algunos
matices diferenciales específicos debidos a su escaso contacto con el resto de Europa- a Rusia, cuyo
movimiento "romántico" lo encontramos insinuado en el "nacionalismo" del historiador Karamzin
durante las postrimerías del reinado del zar Alejandro I y a su muerte, en la frustrada revolución
"dekabrista".

Los socialismos y el marxismo


La "sociedad liberal-capitalista", desarrollada con la revolución industrial y caracterizada por
el surgimiento del proletariado, permitió a Hegel percibir un fenómeno histórico novedoso: "las ma-
sas ayaflzaÍv", ala vez que las nuevas estructuras produjeron la llamada "cuestión social", favore-
ciendo *en la atmósfera del romanticismo- el desarrollo de los movimientos socialistas, en muchos
casos indignados por "el desdén de la clase dominante por los proletariados"l55, asustada por el cariz
revolucionario que adquirían esas masas que "invadían" las nuevas ciudades, cada vez más
populosasl56. Mientras los burgueses despreciaban_y temian a los obreros- los nuevos dirigentes
(socialistas) -surgidos entre los primeros- los idealizaban y culpaban de todos los males a la defec-
tuosa organizaciín de la sociedad, ala vez que soñaban la vieja utopía de una sociedad perfecta y
feliz: el o'paraíso terrenal"157. Para ellos "...eran todas ideas simples, faciles de asimilar por cual-
quiera, y crearon una actitud de condena de la sociedad existente por ilegítima, la esperanza de la
inminencia de un cambio total y la creencia de que los pobres poseerían la tierra"l58.
Las ideas igualitarias -convertidas en bandera política- de los socialistas idealistas ("utópicos")
o de los soñadores y/o resentidos revolucionarios ("científicos"), nacidos entre los pensadores bur-

rs4 Talmon, J. L., op. cir.,p. 424.


r'5s Guenand, R; en: Ariés-Duby, op. c|t.,p.27.
rsrr ". . .
5u¡n1-¡4arc Girardin se expresaba en un tono más brutal, al escribir en el Journal des Débats, en 1 83 1 :
'Nuestra sociedad comercial e industrial tiene su llaga, como la tienen todas las otras sociedades; esta llaga son los obre-
ros... Cada dueño de fábrica se encuentra con ella como los plantadores coloniales se hallaban entre sus esclavos: uno
contra ciento... Los salvajes que amenazan la sociedad no están en el Cáucaso ni en las estepas de Tartaria, se encuentran
en los suburbios de nuestras ciudades manufactureras"'(Bédarida, F., en: Briggs, A. op. cit., p. 175).
157
Bien lo percibía e1 historiador Georges Duveau al referirse al París de la segunda mitad del siglo: "...no es nn
vasto taller metalirrgico ni una gran fábrica de papel de empapelar paredes; es una fábrica de sueños" (cit. Bédarida, F.,
idcm. p. 1741.
I58 Talmon, J. L., op. cit.,p.337.
300 FLORENCIO HUBEÑÁK

gueses se fueron propagando lentamente entre las oomasas obreras", generando su propios dirigentes
y una "conciencia de clase" que les incitó a la "lucha revolucionaria" en la segunda mitad del si-
glolse.
Los primeros socialistas "románticos" -que luego Engels "bautizó" como "utópicos"- fue-
ron filántropos humanitarios como el inglés Owen o el conde francés Henri de Saint Simon160,
que intentaron encontrar la fórmula para solucionar -o al menos mitigar los efectos- de la "cues-
tión social".
Más allá de las propuestas igualitarias -a veces disparatadas- de los franceses Charles
Fourier, Etienne Cabet o Pierre Lerrouxl6l, cuyas ideas influyeron en los saint-simonianosl62 y
en otros socialistas, fue Pierre Proudhom, quien en 1846 se interrogó sobre las causas de lapo-
breza en un voluminoso libro denominado Sistema de las Contradicciones Económicas o Filo-
sofía de la Miseria, al cual respondió el pensador germano Karl Marx -de tan solo treinta años-
con un sugestivo trabajo sobre Miseria de la Filosofía. Respuesta a la FilosoJía de la Miseria
de M. Proudhon. Pero el francés es más conocido por su significativa exposición sobre ¿eué es
la propiedad?, considerada ésta por todos los socialistas como el origen de todos los males (.,¿el
pecado original?").
"La confluencia de las corrientes francesa e inglesa, formá el definitivo cauce socialirlu'r163. E,
ellas abrevó Marx. Éste, junto con su colega y amigo Friedrich Engels, siguió la frlosofia idealista
desarrollada -en un sentido materialista- por la izquierda hegelianal6a, especialmente a través de
Ludwig Feuerbachl6s, inclinándose cada vezmás por la vida económica (vir documento l3), enten-
dida como la expresa en su sintéticalntroducción a la crítica de la economia política (1859) y en su
extenso estudio sobre E/ capital (Das Kapital)166. Tampoco descuidó la actividad política, partici-

159
Tocqueville, con su perspicacia, lo advertía cuando escribía: ,.Observad las clases obreras... Sin duda es cierto
que no se agitan por pasiones políticas propiamente dichas, en la misma medida en que se agitaban antes. pcro
¿no habéis
observado que sus pasiones, de políticas se han convertido en sociales...? ¿y no creéis que cnando talcs ideas penetran
profundamente en las masas conducen tarde o temprano a la más temible de las revoluciones?,, (Redondo_Comellas. op.
cit.,p.274) y el socialista Considerant obsen'aba: "Vivimos unos tiempos en que las guerras, las conmociones políticas,
las crueles e insensatas reacciones de los partidos, la miseria y los espantosos sufrimientos que han sido hasta ahora la
suefte de la humanidad en todas las épocas de su desarrollo, se han condensado en un espacio de tiempo muy breve y
tienen una aterradora intensidad. La sensación de resentimiento social se ha desarrollado hoy con más fuerza qne nunca;
el dolor se aprecia más, el mal habla más fuerte, y por todas partes se extiende el convencimiento de la urgente necesidacl
de reforma." (Cit. Talmon, J. L., op. cit., p. 114).
t60 Influenciado como todos
sus contemporáneos por el inglés Newton escribió: ,.El siglo XVII ha produ-
cido hombres de genio en todos los géncros. Dio nacimiento a Newton. Durante el siglo XVIII hicieron grande s
progresos las ciencias exactas; las ideas supersticiosas fueron fulminadas. ¿eué acontecerá en el siglo XIX? La ciencia
de la organización social se convertirá en ciencia positiva: su Teoría se basar.á en la observación general debida a
Condorcet. Todos los pueblos ilustrados adoptarán la opinión de que los hombres de genio deben ser colocados en
la primera flla de consideración" ("Ensayo sobre ia organización social,,, cit. Cepeda, A., Los trtopistas, Bs. As,
Futuro, 1 944, p. 1 30).
l6l 4 611. se debería la invención del neologismo "socialismo',. ,,La
creencia de que es posible crear sociedades
igualitarias ha sido desmentida por todas las experiencias realizadas. Las colonias comunitarias de Robert Owen y cie t
Cabet, inspiradas en Babeuf, el Falansterlo de Fourier, la vida conventual de Enfantin y de los sansimonianos en
Menilmontant, no duraron mucho tiempo" (Rougier, L., op. cit., pp.2301231).
162 que
cumplieron un rol importante durante el Segundo Imperio francés apoyando el desarrollo científico em-
prendido por Napoleón III.
r63 Reynold, (ionzaga
de, La Europa tragica, Bs. As., Difusión, 1939, p. 92 y,,el marxismo es segÍrn Lenin la
herencia legítima de todo lo mejor que la humanidad ha creado en el siglo XIX; la filosofia alemana, la economía politica
inglesa y el socialismo francés" (cit. Valverde, C. Los orígenes..., p. 52).
164
Hegel se había converlido aún en vida en el gran pensador del siglo XIX, pero a menos de diez años de sn
muerte sus discípulos asumieron orientaciones muy diferentes.
165
Su obra más significativa y que marcó a toda una generación de izquierdistas fue Ia esencict clel cristiuni.s-
mo,publicada en 1841, que concluye con la afirmación "debemos sustituir el amor a Dios, por el amor al hombre,
como irnica religión posible" (edic. Rosario, 1948, p. 151). "Feuerbach sustituye la religión de Dios por la religión de
la humanidad" (Valverde, C., Génesis...,p.262). Sobre su influencia escribió Engels: ,,todos nos convertimos en
feuerbach ia nos".
166
Publicado entre 1867 y 1885, el cuarto volumen es póstumo.
HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 301

pando activamente en "La Liga comunisl¿"167, desde 1847 y en la fundación dela Asociación Inter-
nacional de Trabajadores (A.I.T.) en 1864, más conocida como la Primera Internacionalt6s.
La síntesis de su pensamiento -comparlido por Engels y desarrollado en un materialismo dialé-
cticol6e y un materialismo históricol70 que explica la lucha de clases y la dictadura del proletariado
previos a la instauración de la sociedad comunista que lleva a la desaparición del Estado... y su re-
emplazo por la sociedad (comunista)- se encuentra en la citada Introducción a la economía política
y fundarnentalmente en el Maniliesto Comunista, redactado con motivo de la revolución de 1848,
pero publicado tardíamente. El "panfleto" concluye con la célebre expresión: "que tiemblen las cla-
ses dominantes ante la revolución comunistalTl. Los proletarios no tienen nada que perder salvo sus
cadenas, tienen, en cambio, un mundo que ganar... ¡Proletarios de todos los países: uníos!". Marx y
Engels sostuvieron de manera deteminista que la derrota del capitalismo -por excesG- y el triunfo del
proletariado eran inevitables, aunque debía acelerarse "el proceso del parto de la nueva sociedad comu-
nista" mediante el activismo revolucionario y el despertar de la conciencia de clase de los obreros.
"Es un paraíso en la tierra el que ofrece Marx a los hombres a quienes el liberalismo capitalista
ha enr,uelto primero en la miseria, para arrojarles después a la desesperación, cuando les arrancó,
persiguiendo y criticando al cristianismo que le estorbaba, la idea de un Dios providente, remunera-
dor y patemal. A esos hombres, el marxismo les ofrecía una nueva concepción mesiánica, sin Dios
providente, sin Dios remunerador, sin Dios paternal, en la que, si no la persona humana, al menos el
Hombre, con mayúscula, se convierle en el único artífice de su propia gloúa"172. "El sustituto de

167 *...1u
Liga Comunista tiene que 'crearjunto a la democracia oficial ... una organización secreta y otra legal del
partido de la clase trabajadora', con células en todas partes a fin de mantener políticas distintas e independientes, cuyo obje-
tivo es el de entorpecer y hostigar a sus aliados demócratas, de forma que 'el gobierno de la democracia burguesa lleve
dentro de sí, desde el principio, el germen de su destrucción y de su sustitución final por el gobiemo del proletariado'. Cuan-
do los demócratas actuen despacio y con indecisión, los comunistas deben ser decididos y dinámicos; cuando los pequeños
burgueses crean haber obtenido el triunfo y pidan a los obreros que welvan al trabajo y al orden, los proletarios deberán
preocuparse de que la excitación revolucionaria no disminuya tras la victoria. Deberán inducir a las masas a que cometan
excesos y tomen vetganza contra los individuos y edificios odiados. Los comunistas procurarán en toda ocasión sobrepasar
el programa de los demócratas para obligarles a hacer promesas que les sea imposible cumplir y así comprometerles: si los
demócratas se contentan con la entrega de la propiedad feudal a los campesinos, los comunistas deberán exigir que 'las tie-
rras feudales confiscadas sean nacionalizadas y convertidas en explotaciones para los grupos asociados del proletariado de
la tierra... [con]... todas las ventajas inherentes a la agricultura en gran escala... trabajadas según el principio de cooperati-
vas'. Los demócratas querrál descentralizar el Estado, pero los comunistas se esforzarán por conseguir el centralismo de-
mocrático 'como en la Francia de 1793' (Comunicado alaLiga Comunista 1850, cit. Talmon, J. L. op. cit., p. 465).
168 "Fue Karl Marx un exiliado que no representabaaninguna
organización obrera, el que se hizo cargo de la re-
dacción de los estatutos de la Intemacional... En la reunión del Saint Martín's Hall(29 de septiembre de 1864) no se
había pronunciado la palabra socialismo. No se definió ninguna ideología para la Asociación, ni se previó ninguna activi-
dad sindical. Marx redactó un texto ambiguo que pudo ser admitido sin dificultad por los proudhonianos, los owenistas y
losmazzinianos, y consiguió así la aprobación del Comité provisional. Dos ideas centrales articularon la exposición de
Karl Marx: la emancipación de la clase obrera debería ser obra de los propios trabajadores; y la clase obrera no debería
ser indiferente a la conquista de Poder político. Junto a esto los fundadores de la A.I.T. determinaron que se mantendrían
congresos anuales" (Redondo-Comellas, op. cit., pp. 508/9).
169
Su postulado básico consiste en que la materia -que es todo y es eterna- se desarrolla de manera dialéctica,
como expusiera Hegel.
I70 4¡.*u que la historia
-determinada por una base económica- consiste en una perrnanente lucha de clases por la
subsistencia de la vida humana; clases surgidas del proceso económico y que determinan su propia ideología, moral, políti-
ca, arte (supereshucturas) y dicho proceso permanente conduce al triunfo de la clase proletaria que impondrá el fin de la
propiedad y una sociedad paradisíaca (comunismo), preüo paso por una etapa intermedia (dictadura del proletariado), en la
cual éste se hará cargo del poder y contribuirá a acelerar la destrucción ineütable de la sociedad capitalista o burguesa.
r7r Parece que el término 'comunista' fue utilizado por primera vez e¡ 1785 por Restif de la Bretonne criticando la
obra de un pedagogo utópico, Alexandre-Victor Hupay de Fuvea. Cfr. Cammilleri, R., op. cit., p. 188.
r72 Rodriguez Casado, V., op. cit. p.467.E|sentido religioso del comunismo ya fue señalado en otra ocasión;"Lafe

totalizadora en el futuro y el papel redentor de Rusia, la preparación de los nuevos tiempos -sociedad comunista o milenio-, el
papel mesiánico del proletariado 'salvador' destinado a redimir a.la Humanidad de los errores herejías. provenientes del Occi-
dente ateo, aun por la fuerza y dar lugar al 'hombre nuevo' redimido por su liberación del pecado original capitalísta ' (Hubeñák,
F., Rusia. Teoría y praxis del imperialismo, UniversidadNacional de Cuyo, 2001, p. 212 (versión taquignifica).
302 FLoRENCToHUBEñÁK

Yahvé que da Marx es la 'necesidad histórica' y el 'pueblo elegido' de Marx es el proletariado in-
dustrial"l73. Es la nueva religión esbozada por Feuerbach, "religión no teológica, liberada de la ilu-
sión y fundada en la verdad: la religión del hombre"i74. ¡Es la redención anhelada, sin la interven-
ción de Dios, cuyo papel es reemplazado por el proletariado!
La organización de la actividad revolucionaria -y la dirección del movimiento a nivel mundial-
fue motivo de una serie de luchas entre los dirigentes -intelectuales- más representativos. Marx de-
bió enfrentarse primero con Proudhom y luego con el ruso Mijail Bakunin, quien defendía una con-
cepción originaria del anarquismo, intentando fundamentar -y organizar- el terrorismo revoluciona-
rio mediante el asesinato de gobemantes famososlT5 y el lanzamiento indiscriminado de bombas en
cafes, teatros y otros lugares simbólicos de la "odiada burguesia".
La trascendencia de esta Revolución -pregonada por los socialistas comunistas- esencialmente
revolucionarios, fue lúcidamente prevista por un contemporáneo, el historiador Michelet, quien an-
ticipó: "La Revolución no podrá conseguir nada a menos que lo intente en todas partes. La primera
condición de su permanencia es la de hacerse universal; la segunda la de apoderarse de la tierra en
todas partes ...'¡176.
. Contemporáneamente los obreros comenzaron a agruparse en asociaciones gremiales (sindica-
tos) por oficios, cuya herramienta más efectiva fue la huelga, narrada con gran realismo por el fran-
cés Zola en su novela Germinal, defendida por Georges Sorel en un célebre libro y expresada con
toda su fierza en los ejemplos de 1889.
Gran parte de la lucha revolucionaria se desarrolló mediante una literatura panfletaria (prensa
obrera) que ilustlaba a los obreros, exaltaba los ánimos y pretendía movilizarlos para la acción (ver
documento 13¡ttt . Los proletarios "comprendían las teorías sociales tanto, o probablemente más que,
por ejemplo, los simples creyentes de la Edad Media comprendían el dogma cristiano o las discuiio-
nes teológicas... A fines del período que nos ocupa, Louis Blanc, y proudhon en menos proporción,
habían resumido todo el pensamiento socialista en unas cuantas ¡ur"r,178.
De no menor significación fue la aparición -en el contexto socialista- del movimiento de eman-
cipación de la mujer o feministalTe.
El agravamiento de la "cuestión social" y el crecimiento del movimiento obrero -y sus protes_
tas- llevó a los dirigentes políticos a implementar una serie de reformas que modificaban la política
liberal del laissez faire, favoreciendo la intervención del estado para disminuir los efectos dó la cri_
sis. Las primeras medidas fueron adoptadas por el canciller Bismarck en prusia, en la década del
setenta. En otros países, los gobiernos se esforzaron también por restaurar la autoridad eclesiástica,
pues consideraban que la religión era un modo eftcaz de contener una oleada revolucionaria que re-
sultaba ser peligrosamente contagiosal80.
Aunque "los trabajadores no acertaron a comprender que los progresos de la industrialización,
en lugar de consumar su ruina, estaban destinados a curar con su avance muchos de los peores males
que les afligían"I81, muchos socialistas se dieron cuenta de que resultaba más eftcaz inóorporarse al
sistema democrático para combatirlo desde adentro, obteniendo pequeñas, pero continuadas refor_

r73
Toynbee, Arnold, La gran aventura de la humanidad. Bs. As., Emecé, 1985, p. 538.
174
Zecca, Alfredo, Religión y cultura sin contt.adicción. El pensamiento cle Ludwig Feuerbach,Bs. As., EDUCA,
1990, p. 13.
t75 Además del sugestivo retrato
de los revolucionarios nihilistas hecho por Dostoievski en su novela Los clemo-
nios recordemos los asesinatos del zar Alejandro II en 1 88 l, del presidente Camot de Francia en 1 894, de la emperatriz
Isabel (Sissl) de Austria en 1898, el rey Humberto de Italia en 1900, y el presidente McKinlcy de los Estados Unidos de
América en 1 901 .
r7ó Talmon,
J. L., op. cit., pp. 2431244.
t77 Asi L'Artisan, L'Echo de Fábrique de Lyon o L'Arelier Francia.
en
178
Talmon, J. L., op. cit., p. 336.
r7e August Bebel escribió en 1893 un importante libro sobre Za mLtjer y el socictlismo paraatraer a éstas, retomando
ideas anticipadas por John Stuart Mill, en 1 869 en st Sujeción de la mujer. Sobre el feminismo véase mayores detalles en
la nota 88 de la p. 289.
180
Esta actitud favoreció la renombrada expresión de Marx: "La religión es el opio de los pueblos,'.
l8l Talmon, J. L., op. cit., p. 337.
HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 303

mas favorables a la'oclase obrera", como aumentos de salarios, disminución de horas de trabajo,
mejores condiciones de salubridad e higiene y seguros contra accidentes de trabajo. Uno de los más
impoftantes fue el alemán Ferdinand Lassalle, fundador de la Asociación General de Trabajadores
Alemanes (1863)1E2.
De este modo podemos observar que "los pequeños grupos socialistas de 1860 se habían con-
vertido, veinte años después, en factores políticos importantes en Alemania, Francia, Austria, Bélgi-
ca... en todas partes. Además, estos partidos tenían conciencia de pertenecer a un movimiento inter-
nacional....rrl83. Como expresión de ello, en julio de 1889, se había otganizadola Segunda.
Internacional, conocida como social -demócrata.
La incorporación de las "masas obreras" al sistema democrático y la implementación de medi-
das de seguridad social y de educación popular -conjuntamente con el incumplimiento de las 'opro-
fecías marxistas" sobre lapauperización cada vez mayor del proletariado-l84 produjeron una deten-
ción de la ola revolucionaria -que reaccionó con actos anárquicos como los ya citados- excepto en
los países menos industrializados, como fue el caso de Rusia.
Allí las ideas marxistas se agregaron al populismo vernáculo, asimilado por los pensadores ru-
sos -la intelligentsia-, muchos de ellos vinculados al ambiente eclesiástico de la "Santa Rusia", como
por ejemplo Stalin. "Como habían perdido la fe en que fueron educados, necesitaban algo que la re-
emplazara. En la Europa occidental, la mengua de las creencias religiosas fue un proceso lento que
condujo al escepticismo; en Rusia, como en el sur de Italia y en España, el proceso fue repentino y
creó unareligión ersatz. Los programas revolucionarios de los años 1860 y 1870 no eranprecisa-
mente planes para una acción política: su objetivo era una nueva Jerusalén. Otro factor que contribu-
yó, y que nunca ha podido apreciarse con precisión, es la influencia de las sectas. Desde la época del
ói.*u (d"t siglo XVI) millones de rusos creyeron que el Estado ruso estaba en manos del Anticristo"r85.
Todos ellos estaban muy interesados en lanzarce a la acción revolucionarial86 (ver documento l4).

Los nacionalismos
Como mencionamos precedentemente, el movimiento del romanticismo rescató las costumbres
o'nación"
tradicionales y la "identidad nacional". Sobre el particular podemos recordar que la idea de
como fuerza política surgió en ocasión de la Revolución francesa y -difundida por las tropas
napoleónicas- adquirió diferentes matices en cada región, especialmente para afirmar el derecho a la
independenciay ala unidad territorial. Como ironiza un autor los alemanes descubrieron su naciona-
lidad cuando los franceses entraron en sus tierras cantando la Marsellesa.
Pero la idea francesa de "nación" adquirió matices nuevos entre los pensadores gennanos, pre-
ocupados por defender su "identidaÜ'.Ya en 1798, en el contexto de este interés por recuperar el
pasado y encontrar el elemento común al pueblo germano ("el espíritu de los pueblos" de Hegel)
o'pueblo-nación". En ldeas para unafiloso-
Johann Herder logró imponer el concepto de voll<stum o

182
Lse mismo año los socialistas franceses presentaron por primera vez candidatos a la Asamblea Legislativa de su
país.
I83
Joll, James, "Pautas de cambio desde 1848 hasta 1900", en: Briggs,4., op. cit., p. 126.
1
"La clase obrera no se empobrecía progresivamente, antes al contrario, y pese a las flagrantes desigualdades de
84

la socierlad capitalista, iba participando algo de la creciente prosperidad económica; la clase media no desaparecía de la
escena; en general, los campcsinos no pasaban a formar un proletariado rural despojado de tierras. En consecuencia, parte
de los snpnestos en que solía basarse la práctica política marxista eran falsos, y los partidos socialistas tuvieron que adap-
tarsc, explícita o irnplícitamcnte, a las nttevas circunstancias" (Joll, J., idem, p. 131).
r85 5s¡o¡-Watson, Hugh, "Rcacción, refotma y revolttción", en: Briggs, Asa, Zas contratlicciones del progreso.
IIi.sfot'itt cle las cit,ilizociones."El siglo XIX", Madrid, Alianza-Labor, 1989, t. X, p.408.
rn6 6¡uro ejemplo de ello la novelaQué hacer de Chernizhenskiy y stls homónimas líneas de acción fijadas por
Lenin. El novelista refleia --como el Catecismo del revolucionorio de Bakunin Nechaev el sentido profundamente
rnesiánico de la nueva generación dc revolttcionarros comprometidos, que conducirá a la revolución de 1 9 1 7. Conro seña-
la un espccialista, "... cs indudable que la adopción de una actitud religiosa en las cuestiones políticas fue característica
<le las primeras gcneraciones de revolucionarios ntsos, y muchos de los líderes destacados de la Voluntad del Pueblo y de
los primitivos Revolttcionarios Socialistas -tal vez sin excluir de un modo especial a los asesinos entre ellos poseyeron
una cualidad que sólo podría calificarse de santidad personal" (Seton-Watson, Hugh, op. cit., p. 409).
304 FLORENCIO HUBEÑAK

Jía de la historia de la humanidad sosilvo que cada nación era una comunidad histórica real (no
artificial como el emergente estado-nación napoleónico) in-dividual e irrepetibl e, alavezque un ,.pue-
blo" con su propia formación nacional y con su lenguajelsT. Para él cada nación tenía su propio des-
tino, el que Dios quizo darle. Este concepto y la necesidad de preservar al "pueblo-nación,,-y acre-
centarlo por medio de la educación* fue retomado por Fichte en sus Discursos a la nación alemana
y por Humboldt que centró en el idioma el "alma de la nación", favoreciendo el ,,renacimiento litera-
rio" del romanticismoi88.
Entre los seguidores de Fichte debemos distinguir a Hegel, un estudiante de teología en el
seminario protestante de Tubinga, invadido^por las ideas del racionalismo iluminista, quien pro-
curó construir una nueva filosofia integrallse. En el prólogo de su Filosofía del Derecho 1f aZf .¡
expuso su conocido postulado esencial: "todo lo que es racional es real, y lo que es real es racio-
Íral". "...puede decirse que Hegel ha sido el maestro y supremo pontífice de todo el racionalismo
posterior. Su sistema no cabe duda que representa un esfuerzo colosal por dar una explicación ra_
cional, coherente y unificada a todos los conocimientos que el hombre puede tener. El munclo, el
hombre y Dios son uno y todo en la Idea. La enorme cantidad de conocimientos de todo tipo, cien-
tíficos, filosóficos, teológicos, jurídicos, históricos, acumulados en su mente, quedan ensambla-
dos en un impresionante conjunto, no exento, sin embargo, de oscuridades, aporías y elementos
forzados y de múltiples realidades que quedan sin explicar. La verdad es que ni todo lo real es
racional, ni todo lo racional es real. Es difícil, o imposible, traducir a conceptos lógicos el dolor
humano, la angustia, el miedo, el amor, la alegria,la sexualidad, la ira, las pasiones los instintos
!
que tanta parte tienen en el desarollo de la persona y en el de la historia humana. Esa fue la crítica
que con ironía y agttdeza hizo Kierke gaard a Hegel"tlo.
Como consecuencialígica Hegel sostuvo en el plano político que..en cada época domina el
pueblo que mejor encama el más alto concepto del espíritu" y de este modo reivindiió para Alema_
nia el derecho de reemplazat a la Francia revolucionaria, preparando
-sin quererlo_ el camino a la
gueffa franco-prusiana. Así, para Hegel "el Estado es un fin en sí mismo, absoluto e inamovible (...)
el Estado es en sí y por sí la totalidad moral (...) el Estado es el espíritu que está en el mundo
t )
Estado es la Idea Divina en cuanto existe en latierra", o seao,el Estado és el reino de Dios soüre "i la
tierra" y "en la historia sólo podemos reparar en aquellos pueblos que forman un Estado porque ha
de comprenderse que éste es larealización de la libertad; es decir, el objetivo final absoluto quó exis_

187
Estas características nos alrrdan a comprender el porqué de la cantidad de historiadores pertenecientes a este
período. Baste citar como ejemplo a Herder, Karamztn, palac§, Stein, Savigny, Ranke, Mommsen, Thierry,
Michelet,
Guizot, Cantu...
188
Observa sutilmente un autor que "es bastante curioso que a una generación que dudaba o negaba la existencia
de las almas en el sentido teológico, le pareciera más o menos axiomática la existencia de las almas .nacionales, o
de otra
clase, y por tratarse de una rama de realismo psicológico, estas .almas, fueron hábil y debidamente retratadas,' (Hayes,
C.
op. cit., p. l6l).
189
"El
sistema hegeliano es, en buena parte, una transposición a conceptos racionales de los dogmas religiosos y
cristianos; un intento de superación del cristianismo por la Filosofia; una versión gennana del deísmo francés e inglés;
incluso podría decirse que es un cierto misticismo racional y panteísta o panenteísta en el que se contempla Io finito en lo
I'
infinito" (Valverde, C., Génesis..., p. 257) en torno al desarrollo del Espíritu, que partiendo de 1as comunidades más pe-
queñas llega a su máxima objetividad en el Estado. Obüamente esta concepción _idealista_ favoreció el totalitarismo
contemporáneo, proporcionando sus bases filosóhcas. Hegel ..aspiró a sustituir en lo público la religión por la moral, de
modo que Ia virtud de los philosophes eru una nueva forma secularizada de la gracia divina. El auge del moralismo, as_
pecto secundario de la religión que enfatiza la importancia de la conducta pública, tiene una causa histórica, siendo un
efecto más del protestantismo. Con el libre examen por principio, resulta dificil hablar y entenderse sobre los dogmas. y
poco a poco fueron quedando relegadas por la moral a un segundo plano la exposición, enseñanza y proyección públicas
de la teología dogmática, principalmente en la enseñanza pública, que organizaron muy pronto los Estados proiestantes
aprovechando antiguos establecimientos eclesiásticos. Pues, evidentemente resulta más fácil ponerse de acuerdo sobre
cuestiones morales. Y, por otra parte, los primeros interesados en fomentar la moral pública por su trascendencia politica,
ya que facilita latarca de gobernar, eran los Estados" (Negro, Dalmacio, La tradición liberal y el estado, Madrid, Unión
Editorial, 1995, pp. 177 l8).
190
Valverde, C., Génesis...,pp. 258-9. En cuanto a la complejidad de su filosofia..se cuenta que un discípulo de
Hegel le preguntó, en una ocasión, por el significado de un párrafo escrito por é1. El profesor lo leyó atentamente y res_
pondió: 'Cuando la escribí éramos dos a comprenderla, el buen Dios y yo; ahora temo que sólo la comprenda el buen
Dios"'(cit. Chevallier, Jacques, Historia del pensamiento,Madid,, Aguilar, 1968, t. IV, p. 4).
HISTORIA INTEGRAL DE OCCIDENTE 305

te por sí mismo". Es decir sólo algunas naciones tienen una misión "dominadora" ("salvífica") en la
tierra (ver documento l6).
Éstas ideas- fuerzaque habían fusionado los conceptos de nación y estado -de procedencia dis-
tinta- incotporando además la idea de patria como comunidad (ver documento 17) se fueron difun-
diendo po. él resto de Europa -y América*, adquiriendo matices diferentes según las tradiciones y
particularidades de cada región, de manera tal que "a fines del ochocientos el lenguaje del naciona-
iismo (y el sentimiento nacional) había absorbido, transformado, el contenido de la vieja tradición
del patriotis*o:rl9l, basado en las tradiciones ("las raíces").
El nacionalismo resultante, que presuponía una "nación" (natio) construida por un grupo hu-
mano (raza, etnia), sobre una tierra (patrum), con lengua y tradiciones (creencias, cosmovisión) co-
munes que permitían elaborar una "mística política", originada por la simbiosis de creencias y co-
munidad política (no de Iglesia-Estado), constituida en una "fe" edificada a través de los tiempos y
con un proyecto común futuro,le2 no reemplazó, sino más bien incorporó los sentimientos locales
("el teffuño") y regionales. Por sus creencias fue identificado, como antítesis del socialismo, con la
contra-revolución. Esta "'nación cultural" se fue corporizando (sedentarizada) enun lugar fisico o
territorio (país) y se organizó jurídica, administrativa y militarmente en un estado.
Este nacionalismo, de raiz romántica, favoreció a aquellos interesados en lograr su unidad polí-
tica. Los tratadistas -especialmente alemanes e italianos- sostuvieron la teoría que toda nación tiene
derecho a convertirse en estado, y el no lograrlo demostraba una incapacidad innata parullegar ala
"cumbre evolutiva" del desarrollo políticol93.
A su vez Pascual Estanislao Mancini planteó por vez primera (en 1850) que "toda nación está
llamada y tiene derecho a constituir un Estado. Así como la humanidad está dividida en una serie de
naciones, así también el mundo debe dividirse en otros tantos Estados. Cada nación, un Estado. Cada
Estado, una entidad nacional"l94
Aunque desde entonces el nacionalismo se identificó doctrinariamente con las raíces de la idea
de Estado-nación, la "voluntad (iluminista) de constituir una nación hasta el siglo XVIII solo era
experimentada por elites intelectuales. Las masas, los pueblos en general, -no sentían esta necesidad
de ser 'nacionales"'. Los despertó emotivamente la Revolución francesale5 y básicamente el roman-
o'ma-
ticismo. Luego con el crecimiento del proletariado y la aprobación del sufragio universal las
sas" (¿el cuarto estado?) también fueron incorporadas a la "nación".
Pero contrariamente al pensar generalizado, originariamente, no todos los liberales fueron opo-
sitores al nacionalismo, ya que su lucha por la concesión de "libertades" en los regímenes monárqui-
cos absolutistas, los convirtió en aliados, aunque bastante confusos. Pero a medida que los "naciona-
listas" afinaban sus discrepancias con la ideología liberal -cadavez más positivista y anti-religiosa-,
lograron el apoyo de los conservadores, en general más católicos. Así, en la segunda mitad del siglo,
"en toda Europa, el tradicionalismo se convirtió en la filosofia oficial de la derecha conservadora, al
servicio de los absolutismos monárquicos, del inmovilismo social y religioso y del orden moral. Sus

lel Viroli, Maurizio, Per amore della Patria,Bai,Laterza, 1995, p. 159.


192
Br1. aspecto 1o expresa en términos secularizados Ortega en su España invertebrada al aftrmat que "los grupos
que integran un Estado vivenjuntos para algo: son una comunidad de propósitos, de anhelos, de grandes utilidades' No
conviven por estar juntos, sino para hacer juntos algo. . . No es el ayer, el pretérito, el haber tradicional, lo decisivo para
que una nación exista... Las naciones se forman y viven de tener un programapanamañana" (Ortega y Gasset, José, Es-
paña invertebrada,Madrid, Espasa Calpe, 1982, pp. 40/l).
- r93 Tradicionalmente se considera que el vocablo "estado"
-para denominar a la sociedad política- se oigina en El
Príncipe de Nicolás Maquiavelo, en cuyas primeras líneas expresa de manera terminante'todos los estados, todas las
dominaciones que ejercieron y ejercen todavía una autoridad sobre los hombres fueron y son repúblicas o principados"'
Pero cabe precisar que para éste la palabra stato es aún contradictoria y asume diferentes acepciones; en primer lugar
significa gobierno, autoridad, poder político del príncipe. Sabemos que Maquiavelo también usa el término "nación",
peio lo hace para referirse a la provincia y "patria" para su ciudad natal (Florencia). Cfr. stt Historia de Florencia y tam-
bién su célebre carta a Guicciardini del 16 de abril de 1527. Fue Giovanni Botero quien otorgó celebridad -y uso- al
término en st Razón de estado de I 589.
le4 "Della nacionalitii come fondamento del diritto delle genti", Torino, l85l . cit. Burian, Peter-Mommsen, Hans en:

Marxismo y democracia. Historia-1, Madrid, Rioduero, 1975. Háy edic' cast.: Sobre la nacionalidad,Madrid, Tecnos, 1985'
re5 6¡.. Ferrando Badía, Juan, "LaNación", en: Rev. de Est. Políticos, Madrid, 202, jrtlio-agosto 1975, p' 3l'
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adeptos, muy numerosos entre la nobleza, fueron más difusos y ambiguos entre una buena parte de
la burguesía 'conquistadora', inquieta ante la agudización de la 'cuestión social' y los progresos de
la agitación liberal"1e6, en síntesis la citada Contrarrevoluciónle7.
Entre los primeros podemos citar al liberal masón Giuseppe Mazzin| quien fundó La Joven
Italia, con intención de lograr la unidad italiana, y en 1833 escribió: "...Ia unidad de costumbres, de
lengua, de literatura debe, en un porvenir más o menos lejano, reunir por fin a sus habitantes bajo un
solo gobierno"l98.
Esta concepción tuvo otro referente en las tierras gennanas; Friedrich List en sus discursos so-
bre el pan-germanismo (la unidad alemana) incorporó el concepto dÉ <'ra2a"199, afirmando que .,la
raza germánica, de eso no hay ninguna duda, ha sido designada por la Providencia, a causa de la
naturaleza y de su mismo carácter, para resolver ese gran problema: dirigir los asuntos de todo el
mundo, civilizar a los países salvajes y bárbaros y poblar a los que aún se encuentran inhabitados"20o.
Contemporáneamente "existía asimismo cierta fascinación por la pregunta general de si la humani-
dad estaba dividida en razas superiores e inferiores y por la explosiva cuestión de si el Génesis des-
cribía con precisión el origen de todos los seres humanos"201. Casi paralelamente, el francés Emest
Renán pronunciaba, el I I de marzo de 1882, una conferencia en la Sorbona bajo el titulo ¿eué es
una nación? (ver docttmento 1B'), donde definía la concepción francesa, frente a la aletnanaz}2.
Así "el avance del siglo XIX coincidió con el desarrollo, consciente o no, del sentimiento na-
cional. A partir de 1850 toda Europa registró un reflorecimiento de literaturas nacionales, algunas
casi olvidadas... Los cientos de cuadros de historia no fueron así nada ante el diluvio de poemas,
novelas u obras teatrales"203. Por otra parte, el profundo o'vacío religioso" generado en el Siglo de las
Luces favoreció el desarrollo de "fes" secularizadas "nacionalistas" (en la nación), ..socialistas,, (en
la igualdad) y "positivistas" (en la ciencia). La debilidad de la fe cristiana fue absorbida por el ilumi-
nismo racionalista, con una religiosidad idealista romántica. Como resalta un autor,,casi todos colo-
caron al Estado nacional en lugar de la lglesia, como cimiento de la sociedad humana y como inter-
medio entre el hombre y su salvaci 6n>t204.
Estas ideas, como veremos, se fraguaron en las "revoluciones burguesas,, y permitieron concre_
tar la unidad italiana y la alemana, ala vez que, por otra parte, condujeron al desmembramiento del
imperio turco y del austro-húngaro, a través del pan-eslavismo, mientras favorecían el ,.chauvinis-
mo" francés expresado enla gloire de france y su "sagrado egoísmo,' frente al .,nacionalismo,, ger_
mano (Deutschland uber alles). El romanticismo, en su expresión política, considerando esas nacio_
nalidades como o'entes reales" y etapa necesaria del "progreso" ("dialéctica del espíritu', en Hegel),
activándolas, desencadenó una serie de pasiones refrenadas por años de..equilibrio permanent",,, q,r.
al no poderse contener, llevaron, en la primera mitad de nuestro siglo, al ,,suicidio de Europa,,.

le6 Gerbod, P., op. cit., p. 40.


197"La contrarevolución no quiere deciruna revolución contraria, sino lo contrario a la revolución,'(Joseph De
Maistre, cit. Cabodevilla, J. M., op. cit., p. 164).
re8 Cit. Weill,
G., La Europa tlel siglo XIXy la idea cle nacionalidad. México, UTEHA, 1961, p. g3.
199
Los románticos rescataron e1 ancestral concepto biológico-cultural de..raza,,, revitalizado por 1as investigacio_
nes en ciencias naturales y biológicas, y especialmente en la naciente antropología fisica obsesionada por los rasgos ra-
ciales (talla, forma de cráneo, color del pelo, ojos y tez). Una serie de investigadores como el conde francés Gobineau
autor en 1884 del precnrsorErsayo sobre la desigualdad de las razas humanas y el inglés H.S. Chamberlain, seguidos
por el economista germano List y el músico Wagner, usaron estos estudios para defender la superioriclad tle la ..raza aria,,.
E,l historiador anglosajón y divulgador.- H.G. Wells fue sumamente claro al expresar: ,,Esos ejemplares negros, cobri_
zos, blancos sucios y amarillos, que no participan en las nuevas necesidades de la eficacia y que sobran en el mundo; ,sn
sino es morir y desaparecer"' (cit. Comellas, J. L., Europa: orgullo e imperio..., p. 198).
2oo
cit. weil1, G., op. cit., p.73.
20r Horsman, Reginald, La raza y
el destino mcmif¡esto,México, F.C.E., 1985, p. 196.
202
Como era previsible entre 1os románticos, "la idea nacional" se expresó también musicalmente por rnedio de la
ópera en compositores populares como Rossini, Verdi, Wagner o Smetana.
203
Redondo-Comeilas, op. cit., p. 215. Baste mencionar a Leopardi, Bécquer, Lamarline, de Musset, Keats, Byron,
Whitman, Pushkin, Baudelaire, Verlaine, Mallarmé, Rimbaud...
204
Hayes, C., op. cit., p. 258.

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