Biografia de Los Patriarcas

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Instituto Bíblico De Mérida

Ministerio General De Educación Cristiana

Asambleas De Dios De Venezuela

Biografía de los Patriarcas.

Integrantes:

Agni Raquel Carrero Sánchez

Douglas Josué Peña Rojas.


Abraham

Descendiente de Sem e hijo de Taré y esposo de Sarai. Como padre de Isaac,


antepasado del pueblo hebreo y a través de Ismael, de otros pueblos semitas.

Judíos, cristianos y musulmanes consideran su vida como notable ejemplo de una


extraordinaria fe en Dios (Hebreos. 11.8–12).

La etimología del nombre de Abram es incierta. Probablemente significa “el padre


es exaltado”, y es una forma típica y específica del nombre personal Ab(i)ram
entre los primitivos semitas occidentales. Después del pacto en Génesis 17:5 su
nombre se convierte en Abraham, que se explica como "padre de una multitud" de
naciones. Ambos nombres se encuentran en textos cuneiformes y egipcios a partir
del siglo XIX a.C.

Abraham nació en Ur pero a la edad de 75 años se fue con su esposa Sarai y su


sobrino Lot a tierras de Canaán. Se trasladó sucesivamente a Palestina (Canaán),
cerca de Bet-el, a Mamre, cerca de Hebrón, y a Beerseba. En cada uno de estos
lugares erigió un altar y una tienda-santuario.

Sus relaciones con extranjeros mientras vivió cerca de Siquem, Egipto, Gerar y
Macpela, lo muestran como el respetado jefe de un grupo al cual trataban en un
plano de igualdad. Fue el jefe reconocido de una coalición que rescató a su
sobrino Lot capturado en Sodoma por un grupo de "reyes" (Génesis 14). El acento
recae sobre su vida, no tanto como "peregrino", sino como "inmigrante-residente".
Era rico, tenía sirvientes, posesiones y vivió pacíficamente entre los cananeos, los
ferezeos, los filisteos y los egipcios; tuvo trato con los heteos o hititas.

De acuerdo con el estilo de los primitivos pactos-tratados, el "Gran Rey" Jehová


concertó un pacto-tratado con Abraham por medio del pacto, Jehová prometió a
Abraham y a sus sucesores la tierra a partir del río Eufrates hacia el SurOeste
para siempre. La fe de Abraham se mostró tanto en su disposición para hacer
suya esa cesión divina de tierras desde Beerseba hasta Dan, mediante actos
simbólicos, o por el hecho de tomarlas como "jefe" de sus habitantes multirraciales
luego de derrotar a los que anteriormente las habían poseído. Pero no estableció
capital, y tuvo que comprar un lugar para sepultar a su mujer.

El mismo pacto divino le prometía y confirmaba una familia y naciones como


sucesores. Como no tenía hijos, primero nombró heredero a su mayordomo
Eliezer de Damasco. Trató a su sobrino como heredero, y le dio una parte
preferencial en la tierra "prometida", hasta que Lot decidió irse a Sodoma. A la
edad de 86 años tuvo un hijo, Ismael, de una concubina egipcia, Agar, que le dio
su esposa. Ambos fueron expulsados posteriormente. Más tarde, a la edad de 99
años, se le repitió la promesa de familia, nación y ley, y Jehová le cambió el
nombre y le dio la señal del pacto: la circuncisión de los varones. Nuevamente se
confirmó la promesa por medio de otra teofanía en Mamre, a pesar del
descreimiento de Sara y un año más tarde nació Isaac.

La gran prueba de la fe de Abraham fue la orden de Jehová de sacrificar a Isaac


en Moríah, él obedeció y en el momento del sacrificio el ángel de Jehová detuvo
su mano y le fue proporcionado un carnero como sustituto a su hijo Isaac. En esa
ocasión se reafirmó el pacto entre Jehová y Abraham. Sara murió a la edad de
127 años, y fue sepultada en la cueva de Macpela, que Abraham había comprado
a Efrón. Cuando Abraham sintió que se aproximaba su propia muerte, hizo jurar a
Eliezer que obtendría esposa para Isaac entre sus parientes cerca de Harán. De
este modo, su sobrina nieta Rebeca se convirtió en esposa de Isaac.

Ya en edad avanzada, Abraham se casó con Centura, cuyos hijos fueron los
antepasados de las tribus de Dedán y Madián. Después de haberle dado a Isaac
"todo cuanto tenía", y de hacer regalos a sus otros hijos, Abraham murió a la edad
de 175 años y fue sepultado en Macpela.

En la época del Nuevo Testamento se reverenciaba a Abraham como el


antepasado de Israel (Hch. 13.26), del sacerdocio levítico (He. 7.5), y del mismo
Mesías (Mt. 1.1). Aunque Juan el Bautista (Mt. 3.9) y Pablo (Ro. 9.7) refutan la
superstición popular judía de que la descendencia racial de Abraham traía
aparejada la bendición divina, la unidad de los hebreos como sus descendientes
constituía una ilustración de la unidad de los creyentes en Cristo (Gá. 3.16, 29). El
juramento (Lc. 1.73), el pacto (Hch. 3.13), la promesa (Ro. 4.13), y la bendición
(Gá. 3.14) que Dios dio a Abraham por propia y libre decisión, todo lo heredan sus
hijos por la fe. La fe de Abraham es tipo de la que lleva a la justificación (Ro. 4.3–
12), una proclamación pre-cristiana del evangelio universal (Gá. 3.8). Su
obediencia por fe al llamado a abandonar Ur para vivir la vida nómada de
"extranjero y peregrino" y su ofrecimiento de Isaac figuran como notables ejemplos
de la fe en acción (He. 11.8–19; Stg. 2.21).
Isaac

Isaac en hebreo ‘ríe’ o ‘risa’.

Abraham rió cuando recibió el anuncio del nacimiento de Isaac y posteriormente


también Sara rió ante la idea de que tendría un hijo cuando era de edad tan
avanzada. Al nacer Isaac, cuando Abraham tenía 100 años de edad, Sara declaró
que Dios la había hecho reír. Ismael rió el día que Isaac fue destetado. Es difícil
descubrir un sujeto exacto para el verbo, y posiblemente lo mejor es tomar la
forma impersonalmente. Algunos eruditos traducen "Dios ríe", pero hay poca base
para esta interpretación.

Los dos grandes hechos de la vida de Isaac giran alrededor de su nacimiento y su


casamiento, y la razón de esto es que él era la simiente por la cual había de
continuar la línea de la promesa. Abraham había sido objeto de una dura prueba
con respecto a la promesa de simiente y luego a una edad avanzada, cuando ya
estaba prácticamente muerto, vino la simiente. Así vemos que Dios cumple sus
propósitos en el cumplimiento de las promesas hechas a Abraham, aun cuando el
hombre piense que es imposible que se cumplan.

En la fiesta en la que se celebraba el destete de Isaac, el resentimiento de Sara se


hizo evidente al ver a Ismael "jugando" con su hijo Isaac. En consecuencia, Agar e
Ismael tuvieron que abandonar la casa. Entonces Dios probó a Abraham,
ordenándole que sacrificara a su hijo Isaac. Abraham obedeció, y el Señor
intervino e hizo aparecer un carnero para el sacrificio. Luego se renueva la
promesa de que Abraham tendría una numerosa descendencia.

El segundo hecho significativo en la vida de Isaac es su casamiento. Ya fue un


milagro que hubiera nacido, poco tiempo después de lo cual podría haberse
pensado que iba a morir. ¿Cómo, entonces, podía ser él la simiente prometida?
Vivió, sin embargo, y la atención se centra sobre su casamiento, porque a través
de él debe continuar la línea de la promesa. Abraham se preocupa de que así sea,
y envía a su siervo de más edad a tomar esposa para Isaac en Harán, su país de
origen. Rebeca, hija de Betuel, sobrino de Abraham, se evidencia como la novia
buscada, y voluntariamente abandona el hogar para acompañar al sirviente. Isaac
la recibe y la lleva a la tienda de su madre. Isaac y Rebeca se casan, y nace el
amor en respuesta a la cortesía y la consideración de Isaac.

Rebeca fue estéril durante 20 años, y nuevamente podría haberse creído que no
se iba a producir la simiente prometida simplemente por los medios naturales de
paternidad, sino por intermedio del poder creador sobrenatural de Dios. La
esterilidad de Rebeca hace que Isaac ruegue al Señor, quien anuncia a Rebeca
que dos niños luchan en su seno. Estos dos niños, que representan dos naciones,
siguen caminos mutuamente hostiles. Isaac mismo permanece peregrino en la
tierra y en lugar de ir a Egipto en tiempo de escasez, se queda en Gerar. En un
momento crítico, al igual que Abraham, trata de proteger a su esposa haciéndola
pasar por su hermana. Después de reñir con los pastores de Gerar se traslada a
Beerseba, y finalmente llega a un acuerdo con Abímelec. Surge antagonismo
mutuo entre Isaac y Rebeca a causa de las acciones de Jacob. Isaac engañado,
pronuncia la bendición paterna sobre Jacob y un devoto deseo profético sobre
Esaú. Isaac muere a la edad de 180 años y es sepultado por sus hijos Esaú y
Jacob.

En el NT se menciona su nacimiento como hijo de la promesa en Ro. 4.6–21; 9.7–


9. En Gá. 4.22–31 se alegoriza sobre la separación entre él e Ismael. En He.
11.17–19 y Stg. 2.21–23 se recuerda cuando su padre lo iba a sacrificar (para su
influencia posterior, como en Ro. 8.32a). En Ro. 9.10–13 se habla de él como
padre de Esaú y Jacob; y como evidencia de su fe, He. 11.20 menciona la
bendición que pronunció para ambos hijos.
Jacob

Se justifica que casi la cuarta parte del libro de Génesis se haya dedicado a la
biografía de Jacob, padre del pueblo elegido. Hay documentos escritos del 2º
milenio a.C. que han provisto gran cantidad de material que corrobora el fondo de
las narraciones de Génesis. 26–50. Aunque esto en sí no prueba la existencia del
patriarca, ni la historicidad de la narración, demuestra que no se trata de
composiciones tardías de la época del exilio, llenas de detalles imaginados o
anacrónicos. Más bien sugiere que los relatos fueron registrados en forma escrita
en fecha muy temprana (Era Patriarcal). No sería lógico centrar en una figura
mitológica toda una serie de relatos con detalles cuya finalidad aparente es la de
desacreditar al héroe.

No se puede fijar con exactitud la duración de la vida de Jacob, por la carencia de


una explícita relación entre las narraciones bíblicas y los relatos seculares que
subsisten (Cronología del Antigua Testamento). Los indicios de los cuales se
dispone en este momento sugieren aproximadamente el siglo XVIII a.C. Esta
fecha a la vez permite fijar la vida de Abraham en los siglos XX y XIX a.C. lo cual
concuerda con lo que sugieren las indicaciones bíblicas y arqueológicas.

Jacob nació con la mano trabada al calcañar de su hermano Esaú, de manera que
el nombre que le fue dado significa "se agarra" o según otra interpretación
aceptable, "se agarró". Jacob "suplantó" (matiz que proviene de "tomar por el
calcañar, alcanzar") a su hermano, obteniendo primeramente la primogenitura del
hijo mayor aprovechándose del hambre de su hermano, y luego engañando a
Isaac para que le concediera la bendición que correspondía por costumbre al
primogénito. El hijo mayor heredaba normalmente una proporción mayor de los
bienes paternos que todos los demás hijos. Además del legado especial parece
ser que el heredero estaba destinado a ocupar, desde el punto de vista social y
religioso, la posición de jefe de la familia. Probablemente esta posición era
simbolizada por la concesión de la bendición paterna y la posesión de los ídolos
de la familia. Se puede deducir cómo eran estas costumbres por las escrituras de
adopción y los registros legales contemporáneos, como también por lo que
registra la Biblia. La breve narración de la manera en que fue vendida la
primogenitura de Esaú por una comida no relata cómo se confirmó el intercambio,
o si se lo anotó oficialmente. Un documento del siglo XV a.C. registra la venta del
patrimonio de un hombre en Asiria. Un documento del mismo medio ambiente
demuestra que la promesa oral de un padre a su hijo podía ser defendida ante un
tribunal judicial. Así es que la bendición de Isaac era irrevocable, como destaca el
texto (Génesis. 27:33). De este modo Jacob se convirtió en el portador de la
promesa divina y en heredero de Canaán (Rom. 9.10–13). Esaú recibió la región
menos fértil, que se conoció luego como Edom. Rebeca, la madre, obtuvo el
permiso de Isaac para que Jacob pudiera huir de la ira de Esaú. Utilizó como
excusa la necesidad de que Jacob contrajera enlace con una mujer perteneciente
a la misma tribu, evitando así un matrimonio entre miembros de distintas razas y
religiones, como había sucedido con Esaú, que se había casado con una mujer
del lugar.

El acontecimiento central de la vida de Jacob ocurrió durante su huida hacia el


Norte. Después de un día de viaje, posiblemente el primero, llegó a la región
montañosa cerca de Bet-el, a unos 100 km de Beerseba. Esto constituye una
distancia razonable para que cubra un camello veloz en un día. La primera etapa
de la huida habría de finalizar obviamente lo más lejos posible de su casa. No se
indica que Jacob tuviera conocimiento de alguna santidad especial relacionada
con dicha zona, aunque puede haber tenido conocimiento sobre el lugar donde su
abuelo edificó su altar (Gn. 12.8). Mientras dormía le fue concedida la visión de
una escalera entre el cielo y la tierra, y del Dios de su familia en lo alto de la
misma. La promesa dada a Abraham le fue confirmada a él, y le fue otorgada una
promesa de protección divina. Jacob conmemoró su sueño alzando por señal la
piedra que había puesto de cabecera, y derramó una libación de aceite sobre ella.
Estos monumentos sencillos a menudo se erigían en lugares sagrados (Bet-el). El
que acabamos de describir señalaba el lugar donde, para Jacob, Dios manifestó
su presencia.

La narración salta luego de Bet-el hasta la región de Harán, en el momento del


arribo de Jacob. Como había hecho Eliezer, así también Jacob fue primeramente
al pozo en las afueras de la ciudad. Allí se encontró con su prima Raquel, quien lo
llevó a Labán su tío y este lo aceptó como pariente suyo. Cuando hubo pasado un
mes, Jacob convino en trabajar para su tío y después de siete años recibir a
Raquel por esposa. El casamiento fue debidamente celebrado en presencia de
testigos, mediante un contrato de casamiento oral o escrito, requisito legal
indispensable en Babilonia para otorgar a la mujer, pero Labán en realidad entregó
como esposa a su hija mayor Lea con la excusa de que ese proceder obedecía a
una costumbre del país, cosa que fuera de este caso, no se conoce. Jacob dio su
conformidad al arreglo de Labán y se estableció un nuevo acuerdo que permitía a
Jacob casarse con Raquel al cabo de la semana (presumiblemente de
festividades). Se le exigieron siete años más de servicios en reemplazo del dinero
que el que se casaba debía entregar a su suegro.

Durante los veinte años que Jacob permaneció en la casa de Labán le nacieron
once hijos varones y una mujer. A Lea le nacieron cuatro hijos varones, mientras
que Raquel no dio a luz ningún hijo por ser estéril. Su mortificación fue en parte
suavizada cuando entregó a Jacob a su criada Bilha, adoptando a sus dos hijos
varones. Lea hizo lo propio con su criada Zilpa, quien también dio a luz dos hijos
varones. El conocimiento de que la adopción podía provocar la concepción en la
madre adoptiva quizás haya sugerido este proceder (Sara y Agar, Gn. 16.2). Lea
dio a luz dos hijos varones más y una mujer antes que Raquel diera a luz a José.
Varios de los nombres dados a los hijos de Jacob aparecen en escritos
contemporáneos, aunque no se mencionan los personajes bíblicos conocidos.

El pedido de Jacob de que se le permitiera regresar a su casa habrá sido hecho,


quizás, al final de los catorce años de servicio prestados por sus dos esposas, y
después que Raquel tuvo su primer hijo, José. Su habilidad en la atención de los
rebaños de Labán y el éxito que había tenido eran tales que su tío no estaba muy
dispuesto a dejarlo ir. Llegaron a un acuerdo por el cual Jacob seguiría trabajando
para Labán, recibiendo a cambio todos los animales de los rebaños y manadas de
Labán que tuviesen manchas de color. De este modo Jacob adquiriría un capital
con el cual podría mantener a su familia. Labán, faltando nuevamente a su
palabra, apartó todos los animales que por derecho pertenecían a Jacob, pero
este, siguiendo el consejo recibido mediante un sueño, ingeniosamente transformó
el ardid de su suegro en beneficio propio, sin violar ninguna de las condiciones del
acuerdo. Su prosperidad despertó la envidia de los hijos de Labán, que estimaban
haber sido defraudados de su legítima herencia. Recibiendo instrucciones divinas,
Jacob puso a un lado toda renuencia a abandonar Harán sin la conformidad de
Labán y en esto Raquel y Lea lo apoyaron en sus planes porque consideraban
que su padre había malgastado la dote que ellas debían haber recibido. La huida
se llevó a cabo mientras Labán estaba ausente trasquilando ovejas. Una ventaja
de dos días de viaje permitió a Jacob y sus manadas llegar hasta Galaad en el
Norte de la Transjordania antes de ser alcanzado por Labán. Siete días de
perseguimiento por parte de Labán, con un recorrido de unos 670 km, está dentro
de las posibilidades de un camello de silla. Labán se quejó de la salida furtiva de
Jacob, pero su mayor preocupación consistía en el robo de sus ídolos (Terafines;
Nuzi). Si la posesión de dichas imágenes realmente señalaba al jefe de la familia,
luego la acción de Raquel tenía por finalidad exaltar a Jacob. Pudo apropiárselos
recurriendo a un ardid. Jacob, a su vez, recordó a Labán la forma leal en que le
había servido, cumpliendo con todos los requisitos corrientes de un buen pastor y
la manera injusta en que se le había recompensado. Se hizo un pacto y Labán
utilizó su posición de autoridad para dictar las condiciones: sus hijas no debían ser
maltratadas, ni debía Jacob tomar otra mujer. Se erigió un monumento para
conmemorar el convenio y edificaron un majano de piedras. Sirvieron también
como puntos de marcación más allá de los cuales ninguna de las dos partes debía
pasar; posiblemente se trataba de un reconocimiento de la extensión de los
derechos territoriales de Jacob bajo los términos de la promesa. Cada una de las
partes invocó a Dios para que fuera testigo y castigara a cualquiera que
quebrantara el convenio. Se ofreció un sacrificio y las dos partes compartieron una
comida en señal de buena voluntad.

Jacob siguió viaje donde le salió al encuentro una hueste angelical, y luego envió
exploradores para tantear la actitud de Esaú hacia él (Génesis. 32.1). Al acercarse
su hermano, Jacob se cuidó de salvaguardar la mitad de sus posesiones,
enviando también a Esaú un valioso obsequio. Después de pedir la bendición
divina, y justamente cuando iba a vadear el río, Jacob se trabó en lucha con un
desconocido que pudo vencerlo únicamente descoyuntándole el muslo. Este
incidente fue considerado como la redención de Jacob "de todo mal" (Génesis.
48.16), indicando su nuevo nombre, Israel, que era capaz de contender con Dios,
mientras que el haber quedado incapacitado indicaba su subordinación. El
recibimiento amistoso de Esaú no libró a Jacob enteramente de sus temores, por
lo que en lugar de seguir tras su hermano dobló en dirección a Sucot. Desde allí
se dirigió a una ciudad en el territorio de Siquem, donde compró una parcela de
tierra. La violación de Dina, y la venganza tomada por los hermanos de ella
produjeron la hostilidad de los habitantes de la zona hacia él. Recibió instrucciones
de Dios de trasladarse a Bet-el, presumiblemente fuera de la jurisdicción de
Siquem, para adorar. Los diversos símbolos paganos traídos desde Padan-aram
fueron enterrados antes de que la familia pudiera seguir el viaje. Como había
hecho antes, en esta ocasión también Jacob erigió un monumento para
conmemorar su comunión con Dios, derramando sobre él una libación. Lo mismo
hizo para señalar la tumba de Raquel en la localidad de Efrata, pero sin libación.
Después de la muerte de Isaac, se asentó en la región de Hebrón, y allí vivió en la
misma forma en que había vivido en Harán, dedicado a la ganadería y la
agricultura. Cuando sobrevino el hambre y fue invitado a Egipto, primeramente se
aseguró de que hacía bien en trasladarse más al Sur de Beerseba.

Antes de su muerte adoptó a los dos hijos de José y les concedió una bendición
especial, manifestando preferencia por el menor de los dos. Las bendiciones de
los doce hijos se registran en una composición poética que es un juego de
palabras sobre el significado de los nombres. Jacob murió, con más de 130 años
de edad, y fue sepultado en la tumba de la familia en Macpela, cerca de Hebrón.

Sus descendientes adoptaron para sí su nombre Israel (siendo Jacob el nombre


paralelo en poesía). Como pueblo elegido tuvieron el privilegio de luchar con Dios.
José

El nombre José significa “que él (Dios) añada (hijos)”; Génesis 30:24.

José fue el undécimo hijo de Jacob, su primero de Raquel y su favorito. La historia


de José es una de las más gráficas y atractivas del Antiguo Testamento: hijo
mimado vendido como esclavo a Egipto por hermanos celosos, que triunfa en la
adversidad y partiendo de un encarcelamiento injusto llega a ocupar el lugar más
encumbrado en el país. Su sabia planificación evitó el azote del hambre y salvó
así a Egipto, a Canaán, y a su propia familia de la inanición. Luego se produce la
reconciliación con sus hermanos, y la familia se establece en las praderas de
Gosen en el delta nororiental. Engendro dos hijos, Manasés y Efraín. Después de
sepultar a Jacob en Canaán, José ordena que también se lleven allí sus propios
restos cuando finalmente los descendientes de Israel salgan de Egipto para ir a la
tierra prometida.

Tanto José como su padre fueron embalsamados al modo egipcio y José fue
"colocado en un ataúd en Egipto". José murió a los 110 años, lo que también
resulta significativo, ya que era la longitud de vida ideal para los egipcios, y
significaba que había recibido la bendición divina.

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