La Ley, El Ayo para La Gracia
La Ley, El Ayo para La Gracia
La Ley, El Ayo para La Gracia
Un Predicador decía referente a la ley: Que “es una gran inundación que
habría anegado al mundo con algo peor que el agua del diluvio de Noé; es un
gran incendio que habría quemado la tierra con una peor destrucción que la
que cayó sobre Sodoma; es un ángel severo con una espada, sediento de
sangre, y con alas de muerte; es un gran destructor que arrasa a las naciones;
es el gran mensajero de la venganza de Dios, que es enviado al mundo”.
Pablo subraya que por la ley ningún hombre será justificado delante de Dios
-Gálatas 2:16- -Gálatas 3:11- -Rom 3:28-. Y añade “Porque sabemos que la ley
es espiritual; más yo soy carnal, vendido al pecado”. -Rom 7:14-
La ley dada a Moisés, es una demanda de perfección. Sin el Evangelio de
Jesucristo, la ley no es otra cosa que la voz condenatoria de Dios, que truena
en contra del hombre. La ley dada a Moisés, es una demanda de perfección.
Sin el Evangelio de Jesucristo, la ley no es otra cosa que la voz condenatoria
de Dios, que truena en contra del hombre.
A razón de lo cual surge una inevitable pregunta, si la ley no vivifica,
entonces… ¿Para qué sirve la ley?
La ley fue dada por Moisés pero la gracia y la verdad vinieron por medio de
Jesucristo.
Ustedes que están sentados allá; ¿no han quebrantado estos diez
mandamientos? ¿Aun en la letra no los han quebrantado? ¿Quién de ustedes
ha honrado siempre a su padre y a su madre? ¿Quién de nosotros ha dicho
siempre la verdad? ¿Acaso algunas veces no hemos levantado un falso
testimonio en contra de nuestro vecino? ¿Hay alguna persona aquí que no se
haya fabricado otro dios, y que no se haya amado a sí mismo, o a su negocio,
o a sus amigos, más de lo que ha amado al Dios de toda la tierra? ¿Quién de
ustedes no ha codiciado la casa de su vecino, o su siervo, o su buey, o su
asno? Todos nosotros somos culpables con relación a cada letra de la ley;
todos nosotros hemos transgredido los mandamientos. Y si realmente
entendiéramos estos mandamientos, y sintiéramos que nos condenan,
tendrían esta influencia útil en nosotros de mostrarnos el peligro en que
estamos, El espíritu de la ley nos condena. Y ésta es su propiedad útil; nos
humilla, nos hace ver que somos culpables, y así somos conducidos a recibir
al Salvador. La única razón por la que un hombre piensa que es justo es
porque no conoce la ley. Piensas que nunca la has quebrantado debido a que
no la entiendes. Algunos de ustedes son las personas más respetables;
ustedes piensan que han sido tan buenos que pueden ir al cielo mediante
sus propias obras. Tal vez no lo dicen de esa manera, pero en lo secreto
piensan eso; ustedes han sido poderosamente piadosos al asistir a su iglesia
con regularidad, son buenos con los pobres, generosos y justos, y dicen, "yo
me salvaré por mis obras." No, señor; mira la llama que vio Moisés, y
estremécete, y tiembla y desespera.
El amor y la justicia forman parte de la naturaleza divina que Dios usa para
lidiar con nosotros. Moisés enfatizó la justicia y la Ley de Dios, mientras que
Cristo vino para resaltar la misericordia, el amor y el perdón. Moisés solo
pudo ser el vehículo de la Ley, mientras que Cristo vino para cumplirla
(Mat_5:17). La naturaleza y la voluntad de Dios se revelaron en la Ley; ahora
la naturaleza y la voluntad de Dios se revelan en Jesucristo. En lugar de venir
en tablas frías de piedra, la revelación de Dios "su verdad" viene a la vida.
Su gracia abarca todos los pecados, todas las pruebas, todas las necesidades,
todas las debilidades y todas las luchas de sus siervos.
"¿para qué sirve la ley?" Fue enviada al mundo para evitar que los cristianos
confíen en la justicia propia. ¿Acaso los cristianos confían alguna vez en su
justicia propia? Claro que sí, así es. El mejor cristiano del mundo encontrará
que le resulta difícil evitar la jactancia y la confianza en su propia justicia. "
persuadiendo a muchos de que merecen el cielo y la bienaventuranza eterna
por el fiel cumplimiento de su ministerio. Pero bendito sea Dios que guarda
a sus hijos y nos da la capacidad de apagar este dardo encendido,
recordándome pasajes como éstos: '¿Qué tienes que no hayas recibido?" y,
"Por la gracia de Dios soy lo que soy.'"
"Por tanto, os digo que si vuestra justicia no fuera mayor que la de los
escribas y fariseos, no entraréis en el reino de los cielos", Mat_5:20
Lo que distingue a un discípulo no son sus buenas obras, sino sus buenas
motivaciones debido a la gracia sobrenatural de Dios. Lo único que supera a
hacer lo correcto es ser correcto. Jesucristo vino a poner, en cualquiera que
se lo permita, una nueva herencia con una justicia que excede a la de los
escribas y fariseos. Jesús dice: "Si eres mi discípulo, no solo tus acciones
deben ser rectas, sino tus motivos, aspiraciones y tus más recónditos
pensamientos. Tus motivos deben ser tan puros que el Dios Todopoderoso
no pueda ver nada reprobable”.
¿Quién puede estar en la luz eterna de Dios sin tener nada que Él pueda
censurar? Tan solo Jesucristo, el Hijo de Dios. Y Él declara que mediante su
redención puede colocar dentro de una persona su propia naturaleza y
volverla tan pura y sencilla como un niño. La pureza que Dios exige sólo es
posible cuando eres renovado interiormente y esto es precisamente lo que
Jesús se comprometió a hacer por medio de su redención.
Nadie se vuelve puro obedeciendo leyes. Jesucristo no nos da reglas ni
reglamentos; nos da sus enseñanzas, es decir, verdades que sólo pueden
interpretarse mediante la naturaleza que Él ha puesto en nosotros. La gran
maravilla de la salvación de Jesucristo es que Él cambia lo que heredamos.
No modifica la naturaleza humana, sino que cambia la fuente y, de ese modo,
también los motivos.