Derechos Personalísimos
Derechos Personalísimos
Derechos Personalísimos
Derechos humanos y derechos personalísimos. Concepto. Naturaleza jurídica y caracteres. Importancia actual.
Reconocimiento constitucional y legal.
La cuestión de los derechos personalísimos o derechos de la personalidad, que reconoce el derecho de la vida, la
libertad, aspectos referidos al honor, etc., insertada en la legislación y la doctrina universal en el siglo XIX, en la que
se tradujeron en un reconocimiento embrionario pero aislado y no metódico hasta que, en el siglo XX, se produce su
consagración sistemática, fundamentalmente a través de normas de carácter internacional como la Declaración
Universal de los Derechos Humanos (1948) o el Pacto de San José de Costa Rica (1969), que se tradujeron en
tratados, pactos y convenciones que redondean un verdadero derecho internacional tuitivo de los derechos de la
personalidad, que obliga a los adherentes a adecuar sus legislaciones locales.
DERECHOS DE LA PERSONALIDAD JURÍDICA.
Derecho a la vida. Consagración constitucional y tutela legal.
Este derecho es el de mayor magnitud dentro de los personalísimos, ya que reconoce y procura brindar protección, a
la condición primaria de todo derecho, como es la vida, entendida esta, como la fuerza sustancial proveniente de
Dios o de la naturaleza que impulsa el obrar del ser humano. El derecho a la vida, desde siempre ha sido vastamente
reconocido y protegido por la legislación de todo orden. En nuestro país, el reconocimiento y protección tiene rango
constitucional, no se puede desconocer por dicha vía el reconocimiento del derecho a la vida.
Las cuestiones que rozan este derecho en cuanto a su vigencia o no resultan de la realidad diaria, analizaremos el
aborto, la eutanasia, el suicidio. Si bien debe incluirse lo relativo a la fecundación asistida.
Aborto.
El Código Civil de Argentina, coherente con los caracteres de innato e inherente a la persona por su sola condición
humana, que tiene el derecho a la vida, reconoce la existencia de la persona desde la concepción, denominándolas
"personas por nacer".
El aborto provocado constituye un intenso debate acerca de si atenta al derecho a la vida, ya que desde un lado se
sostiene que desde la concepción, la madre pierde el derecho de disponer sobre su propio cuerpo, sobre el embrión,
puesto que este, es una persona distinta de la de su progenitora, con el derecho innato a la vida. Desde otro punto
de vista, el aborto se plantea como una realidad social en busca de la legalización y la despenalización, para quienes
las mujeres tienen derecho a decidir sobre su propio cuerpo y ejercer su autonomía, en especial cuando se trata de
evitar una maternidad no deseada sin poner en riesgo la salud.
Derecho a una muerte digna. Eutanasia.
Es otro tópico candente, que debe ser dilucidado a la luz, encontrándose en pugna aquí cuestiones de orden ético-
religioso, jurídicas y otras vinculadas a los más puros sentimientos humanos. Significa “la buena muerte”, la muerte
benéfica, la muerte buena, más estrictamente consiste en la muerte provocada a una persona que padece una
enfermedad terminal, incurable y dolorosa, a fin de evitarle sufrimientos de una larga agonía.
Eutanasia activa o voluntaria: Cuando es provocada directamente por el propio enfermo o a su solicitud.
Eutanasia pasiva o por omisión: Cuando se la lleva a cabo a través de la privación de terapias; en ambos casos para
llegar al mismo resultado de hacer cesar el sufrimiento del paciente.
En Argentina no está autorizada legalmente, no se encuentra tipificada como delito, por lo que la producción de la
muerte de una persona por otra configura el delito de homicidio.
Derecho a la integridad física. Recepción legislativa.
Dentro de la legislación civil se ha excluido al cuerpo humano como cosa, tornando en ilícito todo negocio jurídico,
que lo tuviera por objeto, incluso si fueren partes renovables del cuerpo humano, como el cabello, la leche materna,
la sangre, aclarando que una vez que estos elementos se han desprendido del cuerpo, si son cosas, y pueden ser
objeto de transacciones jurídicas, a excepción de la sangre, cuya venta se ha prohibido por la legislación sobre la
materia.
Además de las cuestiones conexas directas, dentro de este derecho a la integridad física, también existen otros
aspectos fundamentales, que exigen un tratamiento más acentuado, que motiva su desarrollo como subespecies
incluidas en el género del derecho referido, así:
El derecho reconocido a la persona de disponer sobre su propio cuerpo y sobre su cadáver y las limitaciones a esa
atribución.
Los recursos legales tendientes a proteger esa atribución frente a una agresión o a una amenaza de agresión por
parte de otras personas o del estado.
Tanto la legislación civil, como la jurisprudencia han consagrado la reparación económica a favor de toda víctima de
un daño a la integridad física, como el daño estético, es decir, debe repararse toda proyección que ese daño pueda
trasladarse sobre la vida individual, familiar, social, o de relación de la víctima.
Derecho a disponer del propio cuerpo. Disponibilidad. Requisitos legales.
A partir de la exclusión del cuerpo como cosa, y que igual suerte corren las partes renovables de este, en tanto no se
hayan desprendido. Con la excepción de la sangre, esas partes luego de su separación, pasan a ser cosas,
susceptibles de ser objetos lícitos de negocios jurídicos, ergo, de obligaciones validas y exigibles por parte de los
respectivos sujetos activos de la relación personal. Las partes renovables del cuerpo son admitidas como licitas para
ser objeto del negocio jurídico de que se trata, el obligado puede revocar su consentimiento pero deberá resarcir los
daños causados.
La sangre como parte renovable del cuerpo, tiene regulación propia, la ley 22.990, que estatuye la donación y
utilización de la sangre humana.
Derecho a disponer del cadáver. Disponibilidad. Regulación legal.
El cadáver en este aspecto, es el cuerpo humano privado de vida, o también el cuerpo de la persona luego del fin de
su existencia.
En lo atinente a la naturaleza jurídica del cadáver, la doctrina, ha ido inclinándose por la respuesta afirmativa, a la
pregunta sobre si luego de acontecida la muerte, el cuerpo se transforma en una cosa. Esto es, luego de muerta una
persona, su cadáver pasa a ser una cosa, pero se considera que está fuera del comercio, hasta que pase un lapso de
tiempo prudencial para transformarse en un cadáver ignoto, en cuyo momento adquiere relevancia para cumplir una
tarea social, admitiéndose una cierta comercialidad, para fines de estudio e investigación, etc.
Trasplante de órganos.
La norma exige para que sea procedente la ablación (extirpación quirúrgica de una parte u órgano del cuerpo) e
implante de órganos o materiales anatómicos, que no haya otra terapia alternativa para la recuperación del
paciente, además, la ley exige que la ablación e implante encuadre a priori dentro de lo que la reglamentación
reconozca como técnicas corrientes o no experimentales, se requiere que no haya peligro de daño grave en la salud
del dador y que haya perspectiva cierta de mejoramiento en la salud del receptor.
DERECHO A LA PERSONALIDAD ESPIRITUAL.
Derecho a la intimidad. Disponibilidad. Límites. Regulación legal.
Art. 1071 Bis: El que arbitrariamente se entrometiere en la vida ajena, publicando retratos, difundiendo
correspondencia, mortificando a otros en sus costumbres o sentimientos o perturbando de cualquier modo su
intimidad, y el hecho no fuere un delito penal, será obligado a cesar en tales actividades, si antes no hubieren
cesado, y a pagar una indemnización que fijara equitativamente el juez, de acuerdo con las circunstancias; además,
podrá este, a pedido del agraviado, ordenar la publicación de la sentencia en un diario o periódico del lugar, si esta
medida fuese procedente para una adecuada reparación.
Requisitos
1) Entrometimiento que mortifique o perturbe la intimidad.
2) Arbitrariedad de la perturbación, pues este derecho está limitado por los intereses públicos, y así no sería
arbitraria, por ejemplo:
a) la reproducción de fotos criminales;
b) la investigación de hombres públicos, por tratarse de sucesos de repercusión social donde juega también la
libertad de informar;
c) cuando lo piden las propias personas o prestan su consentimiento a la intromisión;
d) el control de la intimidad de los incapaces por sus padres o curadores;
3) En los juicios de divorcio invocar y probar el adulterio del cónyuge.
4) Que el hecho no sea un delito penal.
Derecho a la imagen. Disponibilidad. Límites. Recepción legislativa.
Este derecho, confiere a su titular la facultad de impedir que otras personas capten o reproduzcan su imagen sin su
consentimiento. Este derecho se encuadra dentro de aquellos que protegen la integridad espiritual de las personas.
Puede señalarse que este derecho a la imagen, es distinto o goza de autonomía, del derecho a la intimidad o del
honor; el bien jurídicamente protegido en estos, son la privacidad y la honra o reputación, frente al ámbito de la
autonomía individual de consentir o no la divulgación de la imagen del titular. Pese a ello se puede a través de la
violación al derecho a la imagen menoscabarse los otros dos.
Derecho al honor. Protección en el derecho civil y penal.
El honor es un bien inmaterial, que se asocia al concepto de dignidad humana, que consiste en el buen nombre que
tiene una persona por su comportamiento individual y social. Hay un honor interno o subjetivo que es el valor
asignado a su personalidad, en sus aspectos: moral, profesional, social, por el propio sujeto; y un honor objetivo o
externo que es el que le atribuyen los demás para valorarlo.
Derecho a la identidad personal.
La identidad personal supone "ser uno mismo" y no otro, pese a la integración social. Esta faceta de la existencia,
que es la "mismidad" del ser, se erige en un primordial interés personal que requiere de protección jurídica, al lado y
de la misma manera que acontece con otros esenciales intereses personales, tales como la libertad o la vida.
Discriminación.
El dispositivo legal intenta castigar aquel acto discriminatorio que menoscabe un derecho personalísimo, cual es, el
de la igualdad. Lo que nos lleva al convencimiento, que no puede considerarse al derecho a la no discriminación
ilegítima como un derecho personalísimo, pero bien vale la pena mencionarse, entre los aquí sucintamente
reseñados, por la actualidad y vigencia que tiene dentro de la sociedad en que vivimos.